Propuesta y Control

Año 1 - Nº 1 - Buenos Aires, agosto de 1976.

Director:

Raúl R. Alfonsín

Consejo de Redacción

Carlos Alconada Aramburú

Roque Carranza

Luis Corchera

Germán López

Aldo Neri

Jorge Roulet

Jorge Sábato

Conrado Storani

Miguel A. Zavala Ortíz

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 2

Propuesta y Control

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 3

 Sumario
EDITORIAL
En la Búsqueda de un Destino 5
COYUNTURA
La actividad económica 10
Política Educativa
Algunos indicios recientes de apertura en una realidad desalentadora 12
La Cuenca del Plata
Entendimiento, no abdicación 15
Seguro de Medicamentos 20
DOCUMENTOS
La Caída de Illia 21
La Reunión de Caracas, mayo del 76 26
La violencia (1), agosto del 76 28
La violencia (2), agosto del 76
Los derechos humanos, agosto del 76
Declaración de la Asamblea Permanente 29
"Un agravio Intolerable", agosto del 76 31
"La Violencia que Corroe", agosto del 76
Declaración de la Asociación de Abogados de Buenos Aires 32
La Iglesia Argentina (1), mayo del 76
Carta Pastoral de los Obispos 33
La Iglesia Argentina (2), julio del 76
Nota de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal 36
ESTRUCTURA
Alconada Aramburú Carlos A.: Universidad y Reforma
La manifestación cultural del proceso democrático americano 37
Tettamanti Leopoldo H.: Relaciones Económicas Internacionales
Bases para una posición argentina en la materia 48
Neri Aldo C: La salud de los argentinos 53
Zavala Ortíz Miguel A.: El sistema Interamericano 57
Carranza Roque: Planeamiento y estado moderno 67
TRIBUNA
Alende Oscar: Las Raíces vitales del Radicalismo 70
Oklander Mario: La ley de Asociaciones Profesionales Empresarias 72
Rubinstein Juan Carlos: La nueva legitimidad 75

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 4

En la búsqueda de un destino

El 24 de marzo se inaugura un proceso con una determinada dinámica que, desde

nuestra angustiante realidad de hoy, nos conducirá hacia otra realidad.
Ante nosotros se abre una alternativa fundamental. O vamos hacia la democracia, o
vamos hacia el totalitarismo. Parece claro, entonces, que la mayoría de quienes tienen
inquietudes políticas se sientan dispuestos a influir para que el camino sea el de la
democracia. Me consta que es así. Lo mismo se puede afirmar de la mayoría de los
dirigentes sindicales y de los pequeños y medianos empresarios nacionales. ¿Quién
desea, por el contrario, el camino hacia el totalitarismo? Minúsculos grupos reaccionarios,
vinculados al poder económico y ajenos al interés nacional. Como se ve, la lucha no es
entre las fuerzas armadas y la civilidad. Es la vieja lucha de los argentinos, entre quienes
quieren terminar con el privilegio y la injusticia y los que defienden un sistema que gozan
como verdaderos beneficiarios y que a través del tiempo se han dado maña para
enfrentarnos sin sentido.
Pero ocurre que las fuerzas armadas detentan el poder y en consecuencia deberán
decidir el rumbo inicial. Si se equivocan, fracasarán inexorablemente y arrastrarán al país a
una lucha que todavía puede evitarse. Si aciertan, harán honor a las grandes tradiciones
del Ejército de la Independencia.
Personalmente no veo otra forma de acertar que la de provocar en el país una
síntesis integradora que permita la elaboración de los grandes comunes denominadores de
los distintos sectores con el propósito de definir un modelo de Argentina, apto para
movilizar generaciones detrás de objetivos viables que a la postre concreten el sueño de
los hombres que nos dieron la Nación.
Estoy seguro que por parte de nadie habrá retaceos para el compromiso, cualquiera
fuera el requerido, si se garantizan ciertas condiciones mínimas, que no importan una
sofisticada precisión ideológica sino la comprensión cabal de una responsabilidad nacional.
Me referiré a dos de ellos:

1) Defensa de los derechos humanos

Cualquiera sea la filosofía que lo sustente, la base sobre la que se asienta el

Estado para la realización de sus fines, es el monopolio de la fuerza. Por eso, es ilegítima
la violencia privada. Pero el monopolio implica no sólo la imposibilidad de ejercitar otra
violencia fuera del Estado, sino además que ésta sea, más allá de los problemas
organizativos, única y centralizada. Si no es así, el monopolio se quiebra, se ilegitima y en
cierta forma se privatiza, colocando al Estado frente al riesgo de su propia ruptura víctima
de la anarquía y del caos. Hay más aún. Puede haber una violencia oficial desbordada e
ilegítima, que resulta más destructiva que la violencia privada.
En la actualidad nadie desconoce que estamos ante una lucha, pero aún en medio
de ella el Estado no puede, sino al precio de su desprestigio y del debilitamiento del
ejercicio de su autoridad, utilizar procedimientos reñidos con valores éticos sin cuya vigencia

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 5

carece de significación la propia estructura institucional.
Por eso nuestro enemigo no está a la izquierda o la derecha. Es cualquiera que
sostenga que el fin justifica los medios. Quienes así han pensado constituyen la hez de la
historia y son los grandes responsables de las más serias catástrofes de la civilización.
Repudiamos la metodología del terrorismo sin pensar siquiera en sus objetivos, pero
también condenamos a quienes sostienen la conveniencia de olvidar el debido respeto a
fundamentales valores humanos, con el propósito de ser más eficaces en la lucha. Grave
error conceptual. Seria falla moral. Nuestra realidad reclama, por encima de todo, una
filosofía de la conducta que se origina en el esfuerzo moral de cada uno. Es necesaria una
transformación de honda vibración humana que reivindique los fueros del espíritu y
promueva libres conductas morales enriquecidas por el altruismo y la búsqueda de la
justicia.
Este -y no otro- será el instrumento idóneo para afianzar la paz en la República y
para abrir el camino hacia la democracia, que deberá atender al hombre en su reclamo de
justicia y penetrar en todas las zonas de su actividad.
El ámbito para desarrollarla es el de la libertad, que plantea la necesidad de una
lucha con respecto a todas las formas de opresión, particularmente frente a los abusos del
poder del Estado y del poder económico y constituye un desafío al autoritarismo y al
privilegio, que hará posible una comunidad de hombres cabalmente respetados en su
dignidad.
Más adelante analizaremos la actual estructura del poder. Destaquemos solamente
ahora que la política de seguridad que constitucionalmente quedaba en manos del Poder
Ejecutivo, está ahora subordinada a la Junta Militar, de la que dependen diversas regiones
de seguridad integradas por las tres armas y la policía. Se ha sostenido, a mi criterio con
razón, que esta organización tiende hacia la fragmentación del Estado y a la feudalización
de la política de seguridad.
El Estado tiene la obligación de imponer la ley y la seguridad entre los argentinos,
para lo cual debe comenzar por imponerse a sí mismo rectificaciones que reclama un
deber moral, puesto que la ética de la conducta es indispensable en cualquier acción de
seguridad.
Muchas veces, en distintas circunstancias, la Argentina ha marchado a contramano
de la historia. Tal vez pudiera decirse que toda teoría derrotada en el hemisferio norte, tuvo
en nuestro país sus trasnochados defensores.
Hoy, cuando el mundo, espantado, se mira en el espejo de la historia y cierra los ojos
ante el espectáculo de la degradación de las prácticas puestas en juego en las últimas
luchas, no faltará quien hable de Argelia, o Vietnam y propicie métodos y sistemas
fracasados y siniestros.
Recordémosles que muchas revoluciones están hoy conduciendo el cambio
fundamental al que asistimos. La conquista del espacio, el avance científico y tecnológico,
el perfeccionamiento de los armamentos, se encuentran entre las principales, pero la más
importante es la revolución de los derechos humanos.
Nunca como ahora ha asistido la humanidad a una demanda tan clamorosa y
comprometida de los derechos humanos. Quienes se esfuerzan por integrar los conceptos
de libertad individual y libertad igualitaria en la búsqueda de sociedades que aseguren la
dignidad del hombre libre, han logrado impulsar políticas que permitirán instaurar sistemas
sociales que afiancen la vigencia plena de los derechos humanos.
Vivimos -no se dude- una crisis que dará nacimiento a una nueva Edad. La
dinámica del proceso de cambio ha adquirido un ritmo sin parangón. El pretendido orden
establecido ha devenido desorden establecido, ético al principio y social después. Cada uno
ha subjetivado las contradicciones y se ha entablado la lucha entre los defensores del

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 6

statu-quo y los partidarios del cambio, de la que surgirá la nueva organización que
viabilice sociedades más justas, más libres y más igualitarias.
Por lo pronto, debemos advertir que en cuanto a los derechos humanos, tienden a
desdibujarse, por lo menos en teoría, las diferencias ideológicas.
De los más diversos ámbitos surgen las voces de defensa. La Iglesia, con precisión
y sentido moral, se ha manifestado reiteradamente. Los Estados Unidos, después de
perder prestigio en una política internacional que no tenía en cuenta los postulados
esenciales que les dieron origen, vuelven su mirada a quienes desde hace años
principalmente en el campo académico pero también en lo político, reclaman una línea
exterior comprometida con los valores de la democracia y no con las deformaciones que se
consintieron, debido a la hipertrofia del concepto de seguridad.
En el mundo comunista, no sólo se observa el reclamo en los contestatarios del
sistema. También se pronuncia en el campo intelectual, como lo muestra la cantidad de
estudios efectuados sobre el humanismo marxista, y en el campo político, donde se está
produciendo una revolución realmente trascendente, tal cual lo prueban las declaraciones
de los partidos comunistas francés e italiano y el propio Congreso de Berlín.
Es conocida, además, la tradicional posición de la social democracia, que gobierna
la mayoría de Europa, pero es bueno recordar la declaración de Caracas, por estar referida
a nuestro continente, en la que se proclama el rechazo de toda forma de discriminación
racial, social o económica, de toda dictadura de derecha o de izquierda; de los
imperialismos de cualquier signo y de toda ingerencia extranjera en los asuntos que
afecten a la soberanía de los pueblos u obstruyan su derecho al progreso y se afirma que
la democracia política, fundada en el respeto de los derechos humanos, individuales y
sociales; y la libertad de expresión y de representación, tanto política como sindical, no es
privilegio de los países ricos, sino solución tan necesaria y tan deseable para los pueblos en
desarrollo como para los más industrializados.

2) Eficiencia del gobierno y claridad en sus fines

Según mi criterio, la actual organización del gobierno constituye un ejemplo de lo

que no hay que hacer si se desea una administración eficiente. Ello se debe a la estructura
real del Estado. Desde el punto de vista instrumental ella está dada, en primer lugar, por
un conjunto de documentos funcionales: Acta para el proceso de reorganización nacional,
Acta fijando el propósito y los objetivos básicos para el proceso, Reglamento para la Junta
Militar, el Poder Ejecutivo Nacional y la Comisión Asesora Legislativa y una serie de leyes
sobre supresión del fuero sindical, intervención a la CGT y prohibición de la actividad de
ciertos partidos. Todas estas normas fueron dictadas el 24 de marzo y publicadas el 26 del
mismo mes.
Posteriormente, se consolida y acrecienta el poder fundante a través del Estatuto
para el proceso de reorganización nacional.
Por último, se dictan leyes sobre supresión de actividades políticas y sobre el
funcionamiento de las universidades, que restringen la difusión de las ideas. Por el Acta
para el proceso de reorganización nacional, la Junta Militar se "instala" en el poder.
Por el Acta fijando el propósito y los objetivos básicos para el proceso de
reorganización nacional, se determinan los fines inmediatos y mediatos o razón de ser del
orden constituido.
Pienso que este documento resulta de una ambigüedad tal que lo mismo podría
servir para una real recuperación de la democracia que para la inauguración de un
proceso corporativo.
En efecto, si bien se proclama la intención de asegurar la posterior instauración de

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 7

una democracia republicana, representativa y federal, se pone el acento en el
establecimiento de un sistema más jurídico-económico-social que político. Se pretende un
Estado "eficiente" y se habla de "ubicar" permanentemente el interés nacional por encima
de cualquier sectarismo, tendencia o personalismo, afirmación que en un contexto
democrático puede resultar inobjetable, pero que se hace sospechosa cuando para-
lelamente se prohíbe -y se reprime posteriormente- la actividad política. Se mantiene el
objetivo de una relación armónica entre el Estado, el capital y el trabajo, con fortalecido
desenvolvimiento de las estructuras empresariales y sindicales y nada se dice de los
partidos y de la representatividad política. Se pretende la concreción de una soberanía
política basada en el accionar de instituciones constitucionales "revitalizadas" para
instaurar luego una "democracia adecuada a la realidad y exigencias de solución y
progreso del pueblo argentino". Ello supone, en puridad, la modificación de las
Instituciones, "su modernización", para decirlo con una expresión de uso corriente, con el
fin de alcanzar una estructura de "poder eficiente", que represente la "totalidad de los
intereses", cuya suma es el "interés nacional".
El Reglamento para el funcionamiento de la Junta Militar, Poder Ejecutivo Nacional
y Comisión de Asesoramiento Legislativo (Ley 21.256), va más allá de la regulación del
funcionamiento de los diversos órganos del gobierno y resulta de una importancia
fundamental para la estructuración del poder. La Junta Militar se convierte en órgano
supremo y "supervisor". Cualquiera de los Comandantes tiene poder convocante y la Junta
debe reunirse ineludiblemente, decidiendo por mayoría. A mi criterio esta norma destruye
la institución presidencial y convierte al titular del Poder Ejecutivo en mero mandatario de
la Junta. Esta puede "fijar nuevos objetivos y actualizar los fijados y sus políticas
concurrentes", lo que establece la secundaridad del Acta fijando los objetivos básicos para
el proceso de reorganización nacional, que aparecía como fundamental y sanciona la
dinámica del proceso, evitando la auto-limitación de los poderes revolucionarios, derivada
de la determinación inicial de los fines. En otras palabras, nos encontramos frente a un
proceso abierto de poderes y facultades constitucionales, con fines no definitivamente
determinados. La Comisión de Asesoramiento Legislativo no sólo participa en la
formación y dictado de las leyes, sino que actúa como órgano de control del poder
ejecutivo, en resguardo del poder de la Junta. En caso de disidencia entre la CAL y el PE,
decide la Junta Militar.
El Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional fija normas regulatorias de
las estructuras y de los poderes del Estado y de su accionar. Es un extraño documento que
aparece como "flotante", sin fecha de emisión, receptado como remisión al reglamento de
fecha 26 de marzo y recién publicado el 31 del mismo mes.
Se trata de un documento sustancial. La Junta Militar, que según el Acta "asume el
poder político", dicta el estatuto en "ejercicio del poder constituyente". Esta innovación,
sumada a la analizada dinámica rectificatoria de objetivos, permite prever modificaciones
fundamentales en la estructura del poder.
Se establece además que la Junta Militar ejercerá el Comando en Jefe de las Fuerzas
Armadas, privándose al Presidente de la facultad constitucional que le otorga el artículo
86, inciso 15 y se contempla su remoción por "razones de Estado" por la Junta, que
designará a "su reemplazante mediante un procedimiento a determinar" (?).
Se limitan aún más las facultades presidenciales, tanto como atribuciones del Poder
Ejecutivo (artículo 86, inciso 1, 5, 15, 16, 17, 18, 19) como de carácter legislativo (artículos
45, 51, 52, 67, incisos 21, 22, 23, 24, 25, 26), las que retiene la Junta Militar.
Se determina como orden normativo de prelación institucional en primer término a
los objetivos básicos, en segundo término al Estatuto y en el tercero a la Constitución
Nacional y Constituciones provinciales. Pero ya hemos visto que por el Reglamento, pueden

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 8

modificarse los objetivos básicos.
En suma, se ha establecido un órgano supremo, la Junta Militar, de la que en
jerarquía dependen el PE y el PJ, una institución presidencial extremadamente debilitada,
que crea las posibilidades de la feudalización y del agarrotamiento de la acción y un
proceso abierto de poderes y potestades constitucionales que abren las más serias
incógnitas para el futuro.
Con esta estructura del poder resulta prácticamente impensable un gobierno
eficiente.
Debemos convencernos: la solución de los problemas de la Nación está
directamente vinculada a la necesidad de disputar a las minorías la base y fundamento de
su actual estructura de poder. Esta tarea no puede ser asumida sino por un Estado decidido
a intervenir en todos aquellos sectores en que las minorías pretendan distorsionar un
auténtico proceso de transformación democrática. La necesidad de fortalecer el Estado
debe ser una componente central de la estrategia dirigida a colocar a la Argentina en la
plataforma de despegue para su realización definitiva.

El camino a seguir

A estos aspectos ligeramente analizados, deben sumarse otros vinculados a la

correcta inserción de Argentina en el mundo moderno y a la puesta en marcha de una
política económica con acento nacional y popular. Ya nos ocuparemos de ellos.
Interesa ahora señalar que trabajaremos para que se comprenda la necesidad de
concretar comunes denominadores de los argentinos que permitan viabilizar respuestas
correctas, útiles para superar la crisis en que nos debatimos.
Esto implica atacar el sectarismo, agudizado por una verdadera enfermedad que
padece la civilidad: la excesiva división del cuerpo político de la Nación. Y además,
establecer que la civilidad reclamará su participación en la necesaria redefinición de los
objetivos nacionales y que jamás aceptará suscribir un mero contrato de adhesión.
Creemos firmemente en un destino democrático y republicano. Lo buscaremos.
Hasta que hayamos agotado nuestros esfuerzos, seremos tan perseverantes como pacientes
y nadie encontrará en nosotros ni una sola claudicación, ni una sola debilidad.
Con estas ideas —y para servirlas— nace "Propuesta y Control".

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 9


COYUNTURA
La actividad
económica
El desarrollo de la actividad económica en
los últimos meses ha permitido comprobar lo
acertado de las predicciones que se hicieron
cuando el Ministro de Economía presentó públi-
camente el programa económico a principios de
abril: la inflación se ha reducido, pero sin mostrar
indicios de que se haya alcanzado un éxito defi-
nitivo en la lucha contra ella, y los efectos
recesivos se han intensificado.
Es claro que después del proceso que
condujo a la crisis de junio de 1975, en la que una
tentativa errónea y desaprensiva de alcanzar un
equilibrio externo mediante una devaluación
masiva desató una espiral inflacionista de una
intensidad nunca vista en la Argentina, no es fácil
revertir la situación a una de relativa estabiliza-
ción y crecimiento. Además, no todo el problema
es de origen interno. También factores externos
han contribuido, como la política agrícola de la
Comunidad Económica Europea, que en defensa
de un mayor ingreso de sus productores
agropecuarios prohibió desde mediados de 1974
las importaciones de carne, y una recesión
generalizada en los países industrializados, que
afectó en general los mercados internacionales.
Dentro de ese marco interno y externo, el
programa de abril de este año propuso contener
la inflación y dejar el estímulo de la economía al
sector agropecuario, al capital extranjero y en
general a la empresa privada, reduciendo la
intervención del Estado.
La parte de contención de la inflación
mediante la congelación de salarios se ha
cumplido, aunque ciertas empresas han concedido
aumentos disfrazados, en contravención a las
normas establecidas, haciendo necesario que se
hicieran advertencias públicas de que se
restringiría el crédito bancario en esos casos. Los
efectos sobre los precios no han sido mayores, sin
embargo, debido a la liberación abrupta de casi
todos los controles y las subas de tarifas de
combustibles y servicios públicos.
Desde el punto de vista empresario, la
situación hasta ahora no ha causado en general
perjuicios importantes. Las ventas han
disminuido, pero también han disminuido los
costos, debido no sólo a la contención de salarios
mientras los precios crecían, sino también a la
supresión de horas extras al reducirse la
producción. Además, ha habido una reducción
general de stocks, o sea, se han liquidado merca-
derías almacenadas, a precios mucho más altos
que los correspondientes a los costos de
fabricación anteriores y sin costos actuales. Los
márgenes de utilidad han aumentado, y las
ganancias no han disminuido sensiblemente.
Por lo tanto, el efecto buscado y
proclamado de que la libre competencia se haría
sentir para contener el alza de precios no se ha
dado todavía, y faltaría todavía un tiempo para
que empezara a sentirse.
Mientras tanto, los ingresos de los
trabajadores se han reducido no solamente por la
congelación de salarios, sino también por la
eliminación de horas extras y la reducción de las
jornadas de trabajo. Algunos cálculos publicados
mencionan una reducción del salario real del
orden del 50 %.
Es evidente, por lo tanto, que los efectos
recesivos y de redistribución del ingreso han sido
más rápidos que los de contención de la inflación
y saneamiento de la economía. Se ha anunciado un
aumento de salarios a partir del mes de
septiembre y pueden vaticinarse reajustes
cambiarios pero en las condiciones dadas es muy
posible que se traslade completamente a los
precios, lo que indica que la economía argentina
corre el riesgo de experimentar el mismo proceso
que sigue la chilena desde fines de 1973:
continuación de la inflación, recesión y
disminución del ingreso.
Los factores externos indican cierta
mejora. Las exportaciones de carnes vacunas han
alcanzado en el primer semestre de este año un
tonelaje comparable al de todo el año 1975, pero
de mantenerse a ese ritmo todavía no alcanzarían
los totales de 1973 (último año normal), y con
precios en dólares más bajos. Las exportaciones
de granos también han aumentado, debido a la
favorable cosecha de trigo del año agrícola
1975/76.
Es interesante señalar que una de las
pocas metas concretas, virtual-mente la única, del
programa de abril fue la obtención de una
cosecha récord de trigo. Los precios actuales son
altos, y han estimulado la siembra en algunos
casos, pero también ha habido dificultades en
ciertas zonas por falta de lluvias y en otras por
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 10
falta de semillas, debiéndose este último caso a la
suba de los precios y falta de facilidades
adecuadas de financiación a los distribuidores. Es
claro, entonces, que se ha apostado públicamente
al éxito o fracaso de la política oficial eligiendo un
objetivo riesgoso, tanto más si se tiene en cuenta
que la cosecha de 1975/76, que correspondió a
una elevada área sembrada y tuvo excepcionales
condiciones climáticas para la maduración del
grano, es una de las mayores de los últimos
cuarenta años (si se verifica la estimación de más
de ocho millones de toneladas, sería la tercera, y
si se excluyen las excepcionales de 1964 y 1965,
la primera, lo que indica que va a ser difícil tener
un resultado espectacular. También hay que
señalar que una expansión de área sembrada a
base de precios muy favorables se produce
desplazando otros cultivos y la explotación
ganadera, y no se conocen planes para extender
la frontera agrícola más allá de las áreas hoy
completa mente ocupadas de la Pampa Húmeda,
por lo que aún un éxito tendría escasa
significación a largo plazo.
En cuanto al sector financiero externo, se
han anunciado éxitos en la refinanciación de la
deuda, y en el cambio de ambiente para las inver-
siones. Sin embargo, hay que poner estos
anuncios en un contexto general poco favorable
para juzgar si representan éxitos importantes.
Existe una política general en Estados Unidos y
Europa de conceder las facilidades necesarias de
refinanciación, para evitar cesaciones de pagos
que podrían originar una crisis en los mercados fi-
nancieros mundiales. Pero al mismo tiempo, hay
reluctancia a conceder créditos nuevos, y en
estos meses, cuando se tengan que resolver
solicitudes de crédito de largo y mediano plazo
con bancos de exportación y privados se verá si
las empresas del Estado pueden realmente
concretar sus operaciones de compra de equipos.
En cuanto al sector fiscal, se ha anunciado
un éxito importante en la reducción del
desequilibrio fiscal del segundo semestre de
1975, pero también es cierto que ha aumentado la
financiación por crédito interno, que resulta muy
costoso, como se puede ver por el aumento de
los gastos de capital en el total de los gastos
fiscales. Sin embargo, este cambio en la
financiación del sector público, reduciendo la
emisión monetaria de ese origen para trasladarla
a deuda futura, ha tenido el efecto de estabilizar
el mercado cambiarlo, desviando la afluencia de
los fondos especulativos. Es claro que ningún plan
económico podría haberse anotado grandes éxitos
en un plazo tan corto, dada la gravedad del
proceso inflacionario interno y las condiciones
poco favorables de los mercados externos. De lo
que se trata es de cómo se evitan efectos
recesivos, que tendrán efecto a largo plazo, y
cómo se distribuyen los costos, que hasta ahora
están siendo pagados por un sector de la pobla-
ción, sin que el otro haga grandes esfuerzos para
justificar las ganancias que recibe por efecto de la
política económica.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 11
Política educativa
Ciertos exegetas superficiales -o in-
teresados- pretenden atribuir las desdichas de
nuestra política educativa y cultural en los últimos
diez años a un supuesto "pendularismo" que la
haría oscilar entre desviaciones peligrosísimas
hacia la extrema izquierda y las correspondientes,
dolorosas pero necesarias e inevitables,
correcciones hacia la extrema derecha.
Esta falacia procura difundir tres
mensajes implícitos:
• Una invitación al fatalismo orientada a
prescindir de todo esfuerzo de comprensión e
interpretación; el movimiento del péndulo se
explica por sí mismo, mecánicamente, y no
requiere preguntar ni quién -o quiénes- lo
empujan hacia cada lado, ni cómo ni porqué.
• Una invitación al conformismo, puesto
que llegar a las tensiones intolerables inherentes a
cada situación extrema significaría, por definición,
que el péndulo está por volver y que, sin
necesidad de esfuerzo alguno para lograrlo, se
avecina un período de distensión.
• Una invitación al optimismo ligero en
cuanto a la proximidad e inevitabilidad del "estado
de equilibrio" final al cual conducirían las sucesivas
amortiguaciones de cada batida.
Al iniciar nuestro análisis de la coyuntura
educativa y cultural que continuaremos en los
sucesivos números de "Propuesta y Control",
queremos alertar a nuestros lectores contra los
efectos anestesiantes y mistificadores de esa
explicación, previniéndoles que a partir de la
consideración de los hechos trataremos de
esclarecer una realidad que nos parece más grave
y menos sencilla.
No hay tal pendido, sino el entro-
nizamiento del espíritu de facción en el ámbito
educativo y cultural.
¿Qué clase de péndulo puede ser ése al
cual todos los grupos que se alternaron en el poder
durante los últimos diez años coinciden en
empujar -hacia cualquier lado- para que siga
desviado, y al cual nadie deja volver?
Para demostrarlo basta constatar que en
todo este lapso no sólo nunca ha quedado, sino
que ni siquiera ha pasado por la posición de
equilibrio.
La verdad es otra. No hay tal mecanismo
de relojería, ni proceso acompasado de
aproximación al equilibrio. En éste como en otros
planos de la actividad social en la Argentina, apa-
rece desde hace diez años un comportamiento
crecientemente faccioso de los grupos
dominantes -cualquiera sea su signo- y se
manifiestan tendencias destructivas cada vez más
violentas y peligrosas.
El pueblo está en otra cosa
Lo curioso es que esto no sucede porque el
país sea así, y las opciones reales se reduzcan a
las que los diversos extremismos puedan ofrecer.
Los argentinos saben expresar y escoger
opciones constructivas y sólo acorralándolos se
los saca de ellas. Cada vez que se han dado
procesos electorales normales han rechazado
abrumadoramente las opciones facciosas y han
preferido la sensatez y el realismo.
En este sentido la última experiencia se
produjo en la provincia de Misiones, hace poco
más de un año en el calendario, aunque la
distancia psicológica parezca tanto mayor. El 13
de abril de 1975 un peronismo desgarrado y
desgastado, que estaba a menos de un mes de
iniciar con el "rodrigazo" su crisis final, supo sin
embargo proponer de entre sus filas a sus
mejores hombres, y aún en esa forma precisó
volcar desvergonzadamente todo el peso de la
máquina de soborno electoral lopezrregista para
triunfar ajustadamente en los comicios. Y fue un
radicalismo pujante y renovado, rejuvenecido en
años y en ideas, el que recogió y expresó la
crítica y el descontento, constituyéndose en la
alternativa válida para el recambio inminente.
Todos pudieron verificar entonces el fracaso de los
grupúsculos, tanto los afines a posiciones de
pretendida izquierda, como las variantes
manriquista y nuevafuercista de la derecha.
Pero aún más claro resulta el panorama
en el ámbito educativo y cultural, donde el
radicalismo y sus afines constituyen no ya el
recambio inminente, sino la actual incontrastable
mayoría de la opinión estudiantil y juvenil, como
los últimos comicios universitarios lo demostraron
en todo el país -donde se los pudo efectuar-
consolidando en forma definitiva un lento y
paulatino proceso de crecimiento de la Juventud
partidaria y de Franja Morada, su expresión en la
Universidad.
No es a la subversión o a sus fantasmas,
sino a esta mayoría concreta, pacífica y
renovadora, a la que se excluye de la
participación y a la que se imponen orientaciones
educativas y culturales antagónicas con sus arrai-
gadas convicciones pluralistas, democráticas y
reformistas. Y para ello han coincidido todas las
facciones, con los resultados que están a la vista.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 12

Diez años de autofagia
Es difícil crear un sistema educativo y es
laborioso construir instituciones capaces de
generar y transmitir ciencia, tecnología y cultura.
Pero más difícil aun es mantenerlas vivas y en
funcionamiento, porque son instituciones frágiles
que se deterioran y destruyen muy fácilmente con
sólo modificar su clima de trabajo o desplazando
algunos recursos humanos claves.
La tarea docente y aún en mayor grado la
actividad científica y tecnológica, requieren
ámbitos permisivos y actitudes colaborativas que
posibiliten el trabajo en equipo. Esto debe ser así
porque se dispone de tanta información que ya
nadie sabe todo lo necesario para resolver ningún
problema relevante, y para lograrlo se hace
indispensable reunir personas y entrecruzar
disciplinas. ¿Cómo hacerlo cuando el espíritu
faccioso impera en los ámbitos académicos, y en
las instituciones científicas? ¿Qué hacer cuando
las purgas ideológicas desmantelan equipos que
ha llevado años constituir? Porque si a diez
científicos se les restan tres quedan siete
científicos; pero si a un equipo de diez científicos
se les quita tres elementos importantes para la
tarea de conjunto, no queda ningún equipo, sino
siete individuos atemorizados, angustiados y
ofendidos de un grupo incompleto, que en el acto
deja de producir y comienza a estudiar las
alternativas de éxodo.
Este es desde hace diez años el clima
intelectual, cultural y científico en la Argentina, así
como el aire que se respira en su Universidad,
saqueada por bandas rivales pero en última
instancia cómplices en una solidaria tarea de
destrucción y de falseamiento de su auténtica
función de formación profesional y de
investigación científica y técnica, para
transformarla en el aguantadero burocrático de la
facción de tumo.
No queremos presentar visiones
maniqueas ni pretendemos reducir la realidad
cultural nacional a lo que sucedió en la
Universidad de Buenos Aires, pero es didáctica y
conceptualmente correcto establecer el punto de
ruptura en julio de 1966 con "la noche de los
bastones largos".
Antes se desarrolla una larga tarea de
construcción de un sistema educativo cuya
comparativa eficiencia fue nuestro orgullo,
además de explicar en buena medida la calidad
de nuestra mano de obra, el buen desempeño -en
el largo plazo- de nuestra economía, nuestra
productividad artística y literaria y la singular
difusión de la actividad cultural en todo el territorio
nacional. Al sistema educativo se fue añadiendo
progresivamente una red de instituciones
dedicadas a la investigación científica y
tecnológica, y a la prestación de servicios y apoyo
técnico a organismos del Estado y del sector
privado.
Dejando de lado antecedentes más
antiguos, el gran impulso fue dado por la
generación del ochenta, y popularizado y
profundizado por el radicalismo yrigoyenista. Pero
la restauración conservadora de 1930 respetó lo
acumulado y añadió contribuciones, y aún el
primer período peronista -conste que los aportes
válidos del peronismo no se dan precisamente en
el piano cultural- pasó sin hacer demasiado daño,
como lo prueba el ímpetu extraordinario con que
una nueva generación de científicos y docentes
trabajó en la década que va de 1955 a 1966.
Bajo el signo de la renovación y de la
convivencia, Buenos Aires recuperó su condición
de centro cultural y científico señero en América
Latina, y durante una década los progresos fueron
extraordinarios dentro y fuera de la Universidad y
en todo el país. Baste citar entre otras
realizaciones del período, la creación de los
Institutos Nacionales de Tecnología Agropecuaria
e Industrial (INTA e INTI), del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICYT),
la creación de nuevas carreras y facultades, sobre
todo en materia de ciencias exactas y sociales, y
la sanción del Estatuto del Docente; realizaciones
que corresponden a todos los gobiernos de la
década y no son de ningún modo patrimonio
exclusivo del radicalismo.
A este sistema educativo exitoso y a esta
comunidad científico-tecnológica activa y
productiva es a la que el general Fonseca
comienza a dispersar a bastonazos en el primero
pero no último de los ataques que se extienden
desde Onganía hasta hoy, viniendo desde todos
lados pero coincidiendo, en oleadas sucesivas, en
dispersar a las personas y desmantelar las ins-
tituciones.
En este sentido el desempeño del actual
Ministro de Educación y Cultura, doctor Bruera,
constituye un caso límite que demuestra la falsía
de la pseudo-teoría pendular. Sucede a Oscar
Ivanissevich, un Ministro que ya en 1948 era
cavernícola, pero que se superó a sí mismo
cuando asumió el rostro de Ottalagano para
domesticar policialmente al creciente descontento
e insatisfacción estudiantil que el desorden
irresponsable de la gestión montonera había
generado.
Pues bien, después que pasó Atila tuvo
que venir Torquemada para seguir empujando el
péndulo. . . hacia el mismo lado. Nuevas tandas de
excluidos que habían pasado los filtros de la SIDE
y sobrevivido a Ottalagano, se sumaron a las
anteriores en base no se sabe a qué criterios, a
qué intrigas o a qué delaciones, pues nunca se
explicitan las causas y el sambenito de la
subversión sirve para todo. Como novedad se
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 13
añadieron los ajustes de cuentas entre grupos
profesionales, y así los psiquiatras pudieron tomar
su revancha sobre psicoanalistas y psicólogos, los
higienistas sobre los sanitaristas y los nazis
rumanos de Bahía Blanca sobre el resto de la
humanidad, incluyendo al ex-ministro Malek, ex-
integrante del gabinete de un gobierno militar.
Las consecuencias
Mediocrización del cuerpo docente, bajo
nivel de los egresados y éxodo de los más
capaces son las consecuencias más inmediatas y
aparentes, pero hay otras más profundas y de
efectos más duraderos:
• El sistema educativo se transforma en
sistema de domesticación y en vez de formar
hombres plenos, protagonistas en la participación,
engendra serviles aplaudidos cuando tiene éxito,
e inadaptados y rebeldes cuando fracasa ¿o puede
ignorarse que la mayoría de los militantes jóvenes
de la subversión son un producto de la
Universidad de la represión, y no de la
Universidad reformista, que educaba para la
libertad y la tolerancia?
• El sistema científico y tecnológico se
torna improductivo por la selección al revés que
significa el éxodo y por el desquiciamiento
institucional; mínimos de respeto y de estabilidad
es lo que buscan la mayoría de nuestros
científicos que emigran, y no mejores sueldos o
mayor prestigio como tramposamente arguyen los
facciosos culpables para mejorar la situación de
los suyos que recién ingresan.
• La vida cultural se achata y languidece,
enferma de pacatería y mimetismo.
• La cultura del país pierde vigencia y sus
defensas se resienten, pues disminuye su
autonomía de decisión.
• A partir de este punto también los
valores del pensamiento militar se ven afectados y
pueden producirse reacciones favorables si se
aplican adecuados mecanismos de corrección.
¿Una posibilidad abierta en la Uni-
versidad de Buenos Aires?
En el contexto que hemos descrito el
Rectorado de la UNBA desempeñado por el Ing.
Costantini, abre una expectativa diferente sobre la
que sería prematuro abrir juicios definitivos que
preferiríamos apoyar en hechos. Pero no es un
desconocido, y su actuación previa avala sus
recientes expresiones. Es un excelente ingeniero
que ejerce la profesión en la dirección de una
importante consultora nacional y como ministro
defendió en su hora a la empresa constructora
nacional en la adjudicación de grandes obras de
ingeniería. Preside actualmente y ha influido
durante largos años en la conducción del Centro
Argentino de Ingenieros, poderoso organismo
gremial de la profesión donde conviven demo-
crática y amistosamente listas de todas las
tendencias y donde todas colaboran en las
comisiones internas. Y por sobre todo ha hablado
claro sobre los problemas de la Universidad, so-
bre su misión, su estructura y su régimen de
gobierno, diciendo palabras sencillas y sensatas
que apreciamos doblemente por venir de un
conservador que no disimula sus convicciones
políticas, pero que sabe que un país no se
construye contra todos, sino con todos los que
quieran sumarse, invitándolos sin reservas pero
sin ingenuidades.
Sin embargo, las cualidades personales
del nuevo Rector no pueden ser las únicas bases
sobre las que se apoye la nueva política
universitaria, ya que en éste, como en otros
planos, el Proceso de Reorganización Nacional
exhibe ambigüedades y contradicciones. Se nos
presentan en el ámbito de la educación dos
caras: por un lado un ministro faccioso y represor,
y por el otro, un Rector activo y enérgico, que
habla claro y se abre al diálogo considerando
cerrada la etapa de la intolerancia y el sectarismo,
pretendiendo iniciar así la efectiva reparación de
los errores del pasado.
Las cosas no se hacen solas
Cuatro atentados terroristas en la
Universidad de Buenos Aires, la provocación en la
Universidad de Bahía Blanca: ¿Quién puede
pensar que la sola presencia de un hombre capaz
y democrático puede ser suficiente garantía de
eficacia y pluralismo en nuestra Universidad?
No, las cosas no se hacen solas, ni el Ing.
Costantini las puede hacer solo. La apertura no
asegura un proceso democrático en la
Universidad. Por lo tanto:
Atención con el conformismo; el
proceso que se inicia es extremadamente frágil y
no se consolidará por sí mismo. Estos indicios no
bastan para un diagnóstico optimista del futuro.
Este debe ser construido y consolidado por cada
miembro de la comunidad universitaria.
Atención con el optimismo ligero; la
Universidad no es una isla: miremos a su
alrededor. El péndulo no vuelve solo. Ni siquiera
hay péndulo. Sólo existe la decisión y la
capacidad para modificar las situaciones, y con
esta decisión y con esta capacidad se deben
agrupar los sectores y los hombres democráticos,
única garantía de retorno del espíritu pluralista y
creativo a nuestra Universidad.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 14
La Cuenca del Plata
1. El fantasma de García
Manuel José García ha pasado a ser el
símbolo de la frustración diplomática. A pesar que
circunstancias favorables en el campo militar o
político daban la posibilidad de obtener ventajas
en la mesa de la negociación, ellas se
desvanecieron rápidamente luego de las primeras
escaramuzas dialécticas.
En este momento nuestro canciller parece
hacer rebrotar un estilo del pasado.
Al ingresar a la Cancillería se encontró
con un cuadro alentador en el ámbito de la
Cuenca del Plata y con la posibilidad de
robustecer nuestras relaciones con Brasil, como
punto de una mayor coincidencia ideológica, sin
necesidad de hacer prestaciones de ningún tipo.
He aquí que a unos pocos meses de su actividad
diplomática nos encontramos frente a:
1) Las penosas declaraciones de Camilion
en Brasilia aceptando la teoría de fait accompli
en lo referente a Itaipu. A este respecto no nos
explicamos el silencio del propio Almirante Rojas
que escribió un libro para demostrar, con razón,
que esa teoría era una manifestación imperial que
la Argentina jamás podría aceptar. Pero lo que al
principio pareció una aventura intelectual aislada
de un político imaginativo se trasforma en una
conducta oficial, ya que las aclaraciones de la
Cancillería argentina no desmienten de manera
categórica aquellas expresiones.
Las "precisiones" que publica el Palacio
San Martín, además, de su endeblez intelectual y
política no constituyen la expresión de ninguna
posición diplomática sólida.
Como saldo de esas manifestaciones se
ha creado una situación de fragilidad política
interna y externa evidente.
Ningún argentino, sea militar o civil, o
cualquiera fuere su color político, podría respaldar
una conducta tan invertebrada como antinacional.
Pero además si la Cancillería argentina, por
medio de abdicaciones ostensibles hubiera
deseado quedar bien con Brasil tampoco habría
logrado su objetivo. Las rectificaciones que tuvo
que formular mostraron claramente que su
conducta no tenía suficiente respaldo interno y
por consiguiente pierde prestigio como órgano
serio de formulación política en el propio Brasil.
2) Vaciamiento del Órgano Opera-
tivo. En primer término la Comisión que debiera,
según un dictamen de la Procuración del Tesoro,
dependerde la Presidencia, pasa a ser un simple
"desk" dependiente de un Departamento.
Por otra parte, desde el punto de vista
humano, se le priva de un jefe que había
acumulado una gran experiencia para
reemplazarlo por otro que jamás estuvo inmerso
en las oscuras aguas de la Cuenca, como no sea
alguna inmersión física.
3) Un ejemplo de entrega de
posiciones. Otro campo en donde la Argentina
tenía asegurada una victoria era en la Comisión
de Derecho Internacional de Naciones Unidas.
Varios despachos de las Agencias
noticiosas especialmente el de A.P. del 25/XI/75,
artículos como entre otros, los de "La Opinión",
"Clarín" y "Buenos Aires Herald", ponían de
manifiesto la importancia de la Comisión para
Argentina e incluso el prestigio del candidato
argentino.
Se señaló en repetidas oportunidades
que siendo uno de los temas clave, de la
Comisión el problema de la utilización de los ríos
internacionales, se hacía necesario contar con la
presencia argentina para contrabalancear la
influencia brasileña.
No se trataba de confrontar a Brasil, sino
de no abandonar, no desertar de un foro en el
cual la presencia argentina estaba íntimamente
ligada a sus propios intereses.
En estos momentos se ha decidido el
retiro de la candidatura argentina a pesar de los
sólidos respaldos con los cuales contaba.
Se plantea entonces el interrogante de
saber cuáles son los objetivos perseguidos o los
beneficios prácticos de una conducta de esa
naturaleza.
En primer lugar, no cabe duda que el
retiro argentino deja dueño del terreno a Brasil.
Con ello puede este país afianzar en el campo
multilateral las tesis que ya han sido adelantadas
en el bilateral y que no favorecen a nuestro país.
Por consiguiente dentro del contexto de la Cuenca
del Plata seguirá prevaleciendo la posición
brasileña que le permite actuar de manera
inconsulta en el área de aprovechamiento de ríos
internacionales, especialmente en el caso del
ITAIPU. En estos últimos días Brasil se ha
negado a apoyar el tratamiento del problema de
los ríos por parte de un grupo de expertos,
colocando a nuestro país en una posición desai-
rada.
Además, en estos momentos, funcionarios
de la empresa Centrales Eléctricas de San Pablo
(CESP) anuncian al periodismo la construcción de
la Usina Hidroeléctrica de Porto Primavera sobre
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 15
el Paraná, aguas abajo de la represa de JUPIA
(Complejo de Urubupanga).
Todas estas represas contendrían
alrededor de 32.000 millones de metros cúbicos
de agua. Como se advierte fácilmente se trata de
un problema íntimamente vinculado a la
segundad nacional que un hombre de armas
jamás debía ignorar.
Sin una regulación internacional o con
una regulación favorable, Brasil podrá proseguir
su explotación de los recursos hídricos
compartidos sin ninguna preocupación por el
vecino de aguas abajo.
En el fondo se trata de mantener una
política de manos libres para actuar a pleno
arbitrio y sin ninguna regulación limitativa, contra
la cual el Palacio San Martín no ha opuesto una
acción sólida ni ningún esquema serio de
negociación. El resultado está a la vista y los
países de la Cuenca apoyan a la única posición
coherente que es la de Brasil.
Este breve relato muestra cómo a pesar
de tener una posición ventajosa y conveniente en
varias áreas, la Cancillería ha transformado esa
situación en un desolador campo de fracasos.
Parafraseando a Churchill -en sentido
inverso- se podría decir nunca tan pocos en tan
poco tiempo, han cometido tantos errores.
El fantasma de ese diplomático de
Rivadavia de perfiles sombríos, Manuel José
García ronda el Palacio San Martín.
2. Debilidad de las argumentaciones casuistas
Los reciente debates sobre la pro-
blemática de la Cuenca del Plata, en particular con
referencia al problema de ITAIPU, sus
precedentes de llha Solteira y Jupiá, se han
basado en argumentaciones de tipo tecnicista, o
de tipo legalista, aislados de sus contextos
políticos, económicos, sociales y territoriales.
Esta débil posición argentina no es
aleatoria, sino fruto de la falta de una concepción
estratégica e integradora de la problemática de la
Cuenca del Plata.
Esta falta de posición estratégica, y de los
instrumentos para llevarla a cabo, ha impuesto la
necesidad de establecer, ante cada avance del
Brasil, una respuesta ad hoc. Para un negociador
como la Argentina, que está en inferioridad
"posicional" dado que no controla el recurso
objeto de conflicto, la argumentación casuista es
necesariamente defensiva y de respuesta al que
controla dicho recurso. Implica caer en su juego,
inevitablemente. Es así que se ha aceptado el
debate aislado, casuista y técnico de ITAIPU-
CORPUS o la confrontación legalista sobre
aspectos parciales del uso de recursos hídricos
de curso sucesivo. En este debate se han ganado
victorias pero no se han logrado más importantes
posiciones por no haber formado parte de un
contexto negociador más amplio.
Se ha señalado que el problema Cuenca
del Plata fue y será el eje a través del cual se
defina el grado de autonomía real de la Nación.
Esta verificación es tan evidente como impres-
cindible.
Es este imperativo histórico y geográfico
no caben posiciones vacilantes y cambiantes sino
solamente una política coherente y
estratégicamente sostenida, en la cual todos los
recursos de presión y negociación sean puestos a
disposición de la misma, y donde cada
subsistema, sea este una represa o un principio
legal, siempre se considere como parte de una
totalidad.
No debe olvidarse tampoco que el frente
interno de Brasil no es tan homogéneo como
parece. En el cuadro técnico y político,
importantes figuras han destacado públicamente
su oposición a las actitudes arrogantes asumidas,
señalando que se hipoteca un futuro, cargado de
posibilidades conjuntas para los países de la
Cuenca, en nombre de un pequeño beneficio a
corto plazo. Asimismo se debe recordar que,
como nosotros, Brasil está sujeto a los límites de
la dependencia que le fijan serios problemas
económicos y culturales; el milagro está llegando
rápidamente a su fin.
3. Política bilateral y regional
Por el contrario la Cuenca del Plata es un
fenómeno importante y permanente ya que toca a
dos objetivos prioritarios para el país: seguridad
nacional y progreso económico.
Basta señalar que el cambio de régimen
de las aguas del Paraná o su contaminación
pueden provocar una serie de graves problemas
que llevarían a la Argentina a una posición
extrema.
No es posible agotar la problemática de la
Cuenca en estas breves líneas pero sí es
imprescindible señalar que la Cancillería
Argentina le debe dar un tratamiento prioritario.
Sólo el avance de la equistomiasis mansoni
daría lugar a una preocupación seria.
Proteger a nuestros nacionales no es sólo
una necesidad política sino también un deber
moral del gobierno para con su pueblo.
Es verdad que algunos pueden cuestionar
el concepto de interés nacional y aún más
desvincular ciertos objetivos secundarios de ese
interés. Pero ello es imposible en el caso de la
Cuenca del Plata ya que por sus lazos con
problemas de desarrollo regional y de seguridad
nacional, nadie de buena fe podría negarle su
vinculación con intereses prioritarios de la Nación.
Fijado el concepto de interés nacional es
necesario, antes que nada, verificar que una
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 16
política exterior tiene que tener una vertebración
ideológica, un servicio exterior eficiente y una
coordinación adecuada de los órganos del Estado.
Es muy claro percibir que ninguno de esos tres
requisitos de dan en la Cancillería actual.
Es imprescindible superar este panorama
caótico y destacar la necesidad perentoria de un
planeamiento en el cual se haga una valoración
adecuada de nuestras necesidades y de los
aspectos en los cuales Brasil tiene intereses que
no son antagónicos.
No es posible continuar sin claros
objetivos a largo y mediano plazo, envueltos en
discusiones sobre puntos aislados.
Brasil y Argentina se necesitan recí-
procamente y cada día se acentúa más esa
interdependencia.
Buscar áreas de entendimiento dentro y
fuera de la Cuenca, que lleven a integrar
esfuerzos dentro de ella es un imperativo de
nuestro tiempo.
Para ello la Argentina tiene que
desarrollar una política dinámica con Paraguay y
Bolivia llenando un gran vacío actual.
Por eso es positivo Yaciretá, aunque
también es necesario señalar si se quiere hacer
justicia, que este desarrollo político fue el fruto de
un entendimiento Nogués-Quijano.
En el futuro las relaciones con Brasil
deben ser el resultado de una ponderada
selección de medios y objetivos que conduzca a
un entendimiento.
Es obvio que nuestro antagonismo sólo
favorece a las superpotencias.
4. Política multilateral
Hasta que Brasil no dé manifestaciones
de tener un ánimo sincero de diálogo se hace
necesario insistir en los organismos
internacionales, para que en el campo de los
recursos nacionales compartidos y más específi-
camente en el del aprovechamiento de ríos
internacionales prevalezcan las tesis argentinas
que respondan verdaderamente a los valores
jurídicos que prevalecen en el mundo actual.
La declaración de Argel, en la conferencia
de no alienados, ratificada por la Resolución 3129
de la 28? Asamblea General de la ONU confirma el
principio de la consulta previa. Posteriormente en
la 29ª Asamblea se aprobó la Resolución 3326
basada en el proyecto argentino sobre informe del
PNUMA y también se aprobó la Carta de los
Derechos y Deberes de los Estados que mantiene
el principio en su artículo 3?.
También en Tokio (1975) en la sesión del
Comité de Recursos Naturales y en el PNUMA y
en Kenya (1975) se aprobaron resoluciones que
favorecen a la Argentina.
Toda esa actuación internacional fue tan
útil como positiva para la afirmación de los puntos
de vista argentinos.
Algunos comentarios señalaron con
frivolidad "la esterilidad de la polémica
multilateral", como si la vía bilateral hubiera sido
por sí sola el vehículo adecuado para un diálogo
constructivo.
No cabe duda que el hostigamiento en los
organismos internacionales como la elaboración
de doctrinas que pueden plasmar en principios
jurídicos es sumamente útil, aunque algunas
veces no produzca resultados inmediatos.
No hay antinomia entre la diplomacia
multi y bilateral y dentro de una estrategia
integradora deben ser complementarias.
5. Necesidad de una visión estratégica
En el tipo de negociación a largo plazo
que se plantea en inferioridad posicional, la
misma debe basarse en la inversión de la
inferioridad. Esta inversión se debe fundamentar
en la dispersión de los conflictos puntuales dentro
de un campo de opciones de mutuo beneficio. A
su vez, tratándose de varios negociadores, es
importante no ofrecerles un frente de conflicto
sino lograr que los intereses coincidan. Para
generar el campo de opciones es necesario
aprovechar todas las posibilidades, ya sean éstas
la configuración del territorio y su aprove-
chamiento técnico, los principios legales
internacionales, los beneficios económicos y
sociales, posibilidades de transferencia de
tecnología, la problemática ambiental. Algunas de
éstas, se pueden señalar aquí, sobre todo en
relación a las condiciones del territorio y la
problemática ambiental de la Cuenca. Es obvio, en
este aspecto, que si no se hace un aprovecha-
miento conjunto e integrado, de los recursos
naturales, nadie saldrá beneficiado a la larga. Los
ejemplos abundan:
- Brasil quiere aprovechar económi-
camente al "Pantanal" (Cuenca superior del Río
Paraguay); esto requerirá mejorar su drenaje,
esto a su vez afectaría el régimen del río
Paraguay, perjudicando intereses de tres países
de curso sucesivo.
- Brasil está interesado en unir los ríos
Yacuí e Ibicuí, mediante un canal navegable que
una Porto Alegre con Uruguayana. Para ello ne-
cesitaría negociar con la Argentina y Uruguay, las
cotas del agua embalsada en Salto Grande. Si se
uniera mediante canal, a través de Yaciretá
(factibilidad a comprobar) el río Uruguay con el
Paraná, se le podría ofrecer al Brasil la posibilidad
de navegar de Río Grande a Corumbá, y a
Paraguay y a Solivia otra salida oceánica.
- Brasil quiere aprovechar los recursos
hidroenergéticos del Alto Uruguay para lo cual
necesita de la Argentina.
- Está comprobado técnicamente que la
operación conjunta de represas entre los saltos de
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 17
Guayra y Apipé beneficiaría a los tres países
ribereños. Itaipú, si bien ya se han comenzado las
obras del canal derivador, no es hecho
consumado en cuanto diseño final. Su relación
con Corpus, beneficiando al Paraguay todavía
sería objeto de negociación.
- Brasil está haciendo represas sobre el
Iguazú medio, todavía no ha habido mención
pública del efecto de las obras sobre el régimen
de dicho río.
- Brasil contiene dentro del área de la
Cuenca cerca de 400.000 km cuadrados de
tierras areníticas sujetas a terribles procesos de
erosión que afectarán a sus represas, en
particular a Itaipú que construye con Paraguay.
- Los ríos Bermejo y Pilcomayo deberían
ser objeto de particularísima atención por parte de
Argentina. Sus conocimientos técnicos e in-
fluencia fraternal podrían ayudar a generar un
aprovechamiento beneficioso a los tres países de
estas Cuencas. No debe olvidarse que la mayor
parte del sedimento que llega al Paraná Medio
proviene de la Alta Cuenca del Bermejo y no de la
Alta Cuenca del Paraná o del Paraguay.
Habría más ejemplos referidos al uso de
recursos naturales, pero no pueden ser objeto de
una nota como ésta. Es suficiente expresar
categóricamente que se puede formular un
modelo estratégico de la Cuenca si se dispone de
la información para hacerlo, con lo cual se evitará
caer en la frágil argumentación casuista. Este
modelo no debe olvidar otras dimensiones del
problema, como, por ejemplo el comercio entre el
Brasil y Argentina, que ha crecido a pasos
agigantados y beneficia a ambos países. Brasil
tendrá que alimentar una población de doscientos
millones dentro de 25 años y solamente dispone
de 16 millones de hectáreas brutas (no netas), en
su región sur para la producción de granos de
clima templado. Es obvio que en el futuro ambos
países se necesitan mutuamente más allá de la
problemática inmediata de obras en la Cuenca del
Plata. - Para completar el cuadro de una visión
estratégica se debe señalar que es imprescindible
que la política en la Cuenca se apoye en las otras
tres patas de la "mesa nacional": el borde atlántico
(Patagonia, Malvinas, Antártida), la relación al
continental hispánica (a través del Pacífico Sur
(Chile) y la vinculación noroeste Argentino-NOA).
No se podrá negociar en la Cuenca del Plata sin la
sustentación que deben ofrecer estos otros
puntos del apoyo territorial, económico y socio
cultural.
6. Integración de las Respuestas
a) Organización de la Cancillería. Sobre
este tema no es necesario detenerse demasiado.
Pero es evidente que una buena estructuración
del instrumento operativo, su cobertura por medio
de funcionarios competentes, su permeabilidad al
diálogo con otras áreas técnicas del gobierno, le
dará un grado de eficacia mayor, que
transformándolo en un "desk" incomunicado,
atendido por funcionarios inexpertos en la
materia.
Así como se señala que la guerra es un
fenómeno demasiado complejo como para ser
objeto del tratamiento exclusivo de los militares,
también la problemática de la Cuenca del Plata,
es demasiado intrincada como para ser atendida
exclusivamente por diplomáticos. El
asesoramiento técnico ágil y frecuente, permitirá
a los que se encarguen de las negociaciones fina-
les tener todos los elementos informativos que
hagan eficaz y sólido su trabajo.
b) Por consiguiente, las formas que
asuma la negociación deben apoyarse en dos
instrumentos, uno de orden meramente
organizativo, otro de orden geopolítico.
El primero se refiere a la necesidad
urgente de reconstruir los equipos técnicos con
capacidad de generar las respuestas
estructuradas a los problemas, como apoyo
permanente a la tarea diplomática. Para ello no
faltan ni los recursos humanos a nivel técnico ni la
información; solamente falta la voluntad política
nacional expresada de manera coherente. El
segundo instrumento es esencial, y se refiere a la
necesidad que, de una vez por todas, se rescate
la voluntad nacional de grandeza que
históricamente ha asumido diferentes expresiones
populares, con diferentes grados de coherencia,
pero que, esencialmente sintetizan los valores de
un continuo social e histórico y no el cálculo
meramente económico del costo/beneficio a corto
plazo.
En términos de nuestro territorio que
representa nuestra viabilidad física como Nación
independiente pero integradora, la política del
cálculo a corto plazo ha impuesto sus cicatrices;
éstas se expresan en un interior debilitado
económicamente, en fronteras vacías de
población (el sustento natural de la fuerza armada
en esas áreas), y con deficiencias trágicas de
vivienda, salud y educación. Nuestra actual si-
tuación en la Cuenca del Plata, también es
expresión de estas cicatrices. Es obvio que no
será posible una posición fuerte en la Cuenca del
Plata sin un interior desarrollado. Pero un interior
desarrollado resulta de algo más que de
declamaciones, resulta de la coherencia política y
ésta no existe. Recientemente se han escuchado
expresiones de ministros que son contradictorias;
por un lado se habla de la necesidad de ocupar
las fronteras, mientras que por el otro se elaboran
planes para reducir la distribución territorial del
servicio ferroviario. Por un lado se habla de abrir
las fronteras agropecuarias a la producción
mientras por otro se persiste en la persecución
ideológica de técnicos del INTA que conocen el
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 18
tema, y a su vez no se instrumentan políticas para
proteger los recursos naturales de la depredación
a la cual están sujetas, tal como lo señala el
avance del vinal en la provincia de Formosa a
razón de 60.000 hectáreas por año; se habla de
establecer un servicio exterior serio y se persigue
a sus mejores elementos.
El dilema esencial al cual la política de la
Cuenca del Plata está asociado, es si se va a
construir una Argentina pequeña, dependiente y
no democrática o una Argentina grande, indepen-
diente y democrática. La primera deberá abdicar
posiciones en la Cuenca del Plata y en el
Continente, la segunda deberá reasumir el papel
de Nación fuerte y fraternal que la historia le
asignara y que la gesta san-martiniana expresara
en su momento.
Este papel le permitirá una definición de
la posición platina en beneficio de los pueblos que
integran dicho territorio.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 19
El seguro de
medicamentos
La prensa informaba, pocas semanas
atrás, sobre cierta iniciativa que estaría
propiciando una de las dos corporaciones que
agrupan a las empresas farmacéuticas con
actividad en nuestro país, respecto a la
implementación de un seguro de medicamentos
en todo el ámbito nacional. De acuerdo a esa
información, el seguro tendría un carácter estatal y
obligatorio, permitiendo solventar el 70 % del
precio final de los productos, y su financiación
surgiría de un aporte del 3 % sobre el volumen de
sueldos pagados por cada empresa -cuota que
estaría a su cargo-, y de otro aporte, aún no
fijado, por cuenta de la industria productora de
medicamentos.
"Propuesta" tiene en preparación dos
trabajos destinados a analizar el problema del
medicamento en la Argentina, pero considera
oportuno incluir aquí un muy breve comentario
sobre esta iniciativa, dada la imposibilidad de
conocer con certeza en las actuales
circunstancias el grado de aceptación o rechazo
que la misma pudiera encontrar en el nivel guber-
namental.
El tema de los productos farmacéuticos ha
estado en el centro de la atención pública en los
últimos tiempos, principalmente por el muy ace-
lerado crecimiento de sus precios -visto desde la
mira del consumidor-, y por la subsiguiente caída
recesiva de la demanda -mirado desde el ángulo
del productor-. Y el remedio propuesto para esta
enfermedad que afecta al binomio interesado es el
seguro. Nada podría ser más seductor, pero
tampoco nada podría resultar más equivocado.
Si esta idea se concretara, la principal
asegurada sería por cierto la industria misma, al
.
garantizársele a su demanda niveles estables de
financiación, en un volumen por otra parte mayor
al actual, que ya ha llevado al gasto en
medicamentos a ser uno de los principales
componentes del gasto en salud nacional. No
llama la atención, entonces, que al resultarle ésto
un negocio tan redondo, se allanara a ceder un
porcentaje de su ganancia como aporte al
sistema.
Hay dos hechos más a tener a la vista a
este respecto: 1) que la población asalariada ya
está aportando a sus obras sociales, las que
otorgan, en mayor o menor grado, el beneficio de
solventar parcialmente las necesidades en
fármacos que ocurran a sus afiliados, lo cual
llevaría a una injustificable duplicación de aportes,
y 2) que la cotización "a cargo del empleador" que
financiaría el seguro es, como todas las similares,
una ficción administrativa, desde que no se
deduce de las ganancias sino que resulta
enteramente trasladable a los precios, y es por
ende pagada por la masa consumidora
solamente.
Profundamente enraizada en las corrientes
del mejor pensamiento contemporáneo, la idea
de los seguros sociales es en sí misma tan
atractiva que cuesta a veces alertarse que,
eventualmente, también pueden ellos ayudar a
financiar la supervivencia de lo irracional o
inconveniente. El abuso dispendioso y peligroso
de los fármacos -sin y con respaldo médico-, la
proliferación de específicos con exclusiva
finalidad comercial, la falta de evidencia científica
suficiente respecto a la utilidad e inocuidad de
muchos de ellos, el consumismo inducido por las
metrópolis centrales en los países periféricos
hasta alcanzar niveles superiores a los propios de
las poblaciones de esas mismas metrópolis, son
hechos que, junto a otros muchos, obligan a
estudiar abordajes integrales del problema, en sus
aspectos de producción nacional e intercambio
externo, comercialización y entrega al usuario, rol
de las profesiones médicas y la universidad en el
asunto, etc.
Iniciativas como la comentada sólo sirven
para reforzar los vicios actuales y escamotear el
problema de la discusión pública, bajo un manto
paternalista
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 20

DOCUMENTOS
La caída de Illia
En el número 109 de abril de 1976 de la
revista "Todo es Historia" se publica un trabajo
titulado "El Derrocamiento de Illia", firmado por
Gerardo Brá, que contiene serias inexactitudes,
relacionadas con el gobierno derribado hace
justamente diez años.
Me limitaré a suministrar algunas
estadísticas y las aclaraciones para la mejor
interpretación de aquéllas, para probar así la falta
de fundamento de las aseveraciones efectuadas
por el autor o de las citas que transcribe para
avalar sus propias afirmaciones.
En la página 10, primera columna, se dice
que "antes del año se notaba la instrumentación
de una desacertada dirección económica, unida a
la ascendente espiral inflacionista, con índices
alarmantes para esa época".
La afirmación sobre la espiral inflacionaria
contrasta con la estadística del Instituto Nacional
de Estadística y Censos, tanto en lo que respecta
a la de precios mayoristas como a la del costo de
nivel de vida, que seguidamente se transcribe:
Evolución de los precios
promedios mayoristas
Año 1962 30,4 %
" 1963 28,7 %
" 1964 26,2 %
„ 1965 23,9 %
" 1966 (primeros 6
meses) 9,7 % (1)
(1) En el mismo período de 6 meses de 1965, el
aumento fue de 17,6 %. Fuentes: Dirección Nacional de Estad.
y Censos.
Evolución del índice promedio del
costo de vida
Año 1962 28,5 %
"
1963 24,0 %
"
"
1964
1965
22,1 %
28,6 %
"
1966 (primeros 6 6,2 % (1)
meses)
(1) En el mismo período de 6 meses de 1965, el
aumento fue de 10,9 %. Fuente: Dirección Nacional de Estad.
y Censos.
Como surge de las cifras oficiales
transcriptas, la tendencia de los precios durante el
gobierno del doctor lllia (años 1964, 1965 y primer
semestre de 1966) fue decididamente a la baja.
Ello es más destacable ya que esa reducción se
realiza a pesar del extraordinario aumento de la
actividad económica operado en los años 1964 y
1965, pues como es sabido, esa mayor actividad
generalmente viene acompañada con la suba de
dicha variable. Además, durante esos dos años
incidió muy desfavorablemente en los precios el
sensible avance operado en el sector pecuario,
como consecuencia de la reducción de oferta en
los mercados de hacienda por la reconstitución de
stock vacuno llevada a cabo en ese período. Al
dejar de operar este último factor en el año 1966,
se nota en ambos índices una reducción
apreciable, que demuestra acabadamente el éxito
de la política de contención gradual de precios
aplicada durante el gobierno del doctor lllia.
En la página 11, se expresa: "Súmense a
lo ya detallado otros factores irritantes, como el
incremento de la desocupación, el repunte del
déficit fiscal —en el cual gravitaban las enormes
pérdidas que sufrían las empresas estatales—, la
falta de obras y servicios adecuados, el desaliento
del estudiantado por la insuficiencia del
presupuesto destinado a la educación y la
infiltración marxista en las universidades".
Comencemos por la afirmación de que la
desocupación aumentó, inexactitud grave pues
como es archisabido, él período analizado
coincidió con un extraordinario crecimiento de la
producción. He aquí las tasas oficiales de
desempleo en todo el país, a mediados de cada
uno de los años siguientes, las cuales son tan
expresivas que evitan cualquier otro comentario,
aún cuando más adelante volveremos con el tema
que es de la mayor trascendencia por su
contenido social:
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 21
 Año 1963 8,8%
“ 1964 7,4 %
“ 1965 6,1 %
“ 1966 5,2 %
Fuente: Ministerio de Trabajo.
En cuanto al "repunte del déficit fiscal" a
que hace referencia el artículo, es afirmación que
también carece de sustentación. Una reciente
publicación oficial trae la serie del desequilibrio
entre egresos e ingresos del sector público
argentino y de ella se desprende que la
necesidad de financiamiento del sector público,
medida en términos comparables de pesos de
1970, ha sido la siguiente en el período que nos
interesa:
Año 1962 $ 4.715,1 millones de pesos de 1970
„ 1963 „ 4.054,1 „ „ „ „ „
„ 1964 „ 4.258,8 „ „ „ „ „
„ 1965 „ 2.778,9 „ „ „ „ „
„ 1966 „ 3.391,7 „ „ „ „ „
Se observa claramente la disminución
notable de déficit en 1965, año en que se
reconstituyen los ingresos fiscales como
consecuencia del aumento experimentado por la
recaudación a raíz del incremento de la actividad
económica. Se carece de las cifras de esta serie
del año 1966, dividida en primero y segundo se-
mestre.
La misma interesante publicación
demuestra lo erróneo de la información de que en
tal supuesto repunte del déficit fiscal gravitan "las
enormes pérdidas que sufrían las empresas
estatales". Por lo contrario, las cifras expresan el
sustancial mejoramiento en el resultado del
manejo de esas empresas, al cual sin duda con-
tribuyó el sistema de sindicaturas implantado,
mediante el cual la Secretaría de Hacienda, con
participación de delegados en cada una de las em-
presas, fiscalizaba y ordenaba el gasto y los
ingresos de las distintas empresas. He aquí la
evolución del déficit del conjunto de las empresas
del Estado:
Año 1962 $ 2.864,2 millones de pesos de 1970
„ 1963 „ 2.610,1
„ 1964 „ 2.090,5
„ 1965 „ 1.852,6
„ 1966 „ 1.609,5
Fuente: Ídem, anterior, pág. 96.
Es penoso que esta institución de la
sindicatura, creada al principio de la
administración del doctor lllia, haya sido dejada
sin efecto poco después de 1966. Se hubieran
podido seguir así reduciendo los gastos corrientes
del sector, en beneficio de la inversión física,
como surge de la mencionada publicación oficial,
en que los gastos en personal de las empresas del
Estado siguieron esta tendencia:
Año 1962 $ 3.084,1 millones de pesos de 1970
„ 1963 „ 3.022,5
„ 1964 „ 2.851,3
„ 1965 „ 2.732,7
Fuente: Sector Público Argentino, Esquema de
Ahorro-Inversión y Financiamiento. Secretaría de
Estado de Hacienda, 1975. pág. 96.
Las universidades durante los años 1964
y 1965 y hasta el atropello de julio de 1966
pasaron por sus mejores momentos y ello se
reflejó en la vida científica y artística que atravesó
un período de verdadero esplendor. Finalizó en
la fecha indicada en último término un decenio
excepcional de la actividad intelectual de la
Argentina, que resalía con lo ocurrido en el anta-
gónico decenio posterior, iniciado precisamente
con la caída del doctor lllia, en que el sectarismo
de uno y otro signo se adueñó de la vida universi-
taria nacional, extendiendo su nefasta influencia
sobre el éxodo de intelectuales y, en general,
sobre la falencia en la actividad de la inteligencia
argentina. Durante los años que van de 1956
a 1966, el marxismo se estudió en las
cátedras donde correspondía hacerlo con la
misma seriedad que otras doctrinas económicas y
sociales, sin exagerar ni negar su influencia en la
historia del pensamiento, hoy preocupado por
inquietudes más acordes con los tiempos que se
viven. En el decenio reformista de la
universidad se dio preferencia al estudio de los
problemas nacionales sobre el análisis de
doctrinas extranjeras. Resulta sorprendente que
se califique como desalentada a la juventud
universitaria de aquellos tiempos, totalmente
consustanciada con esa universidad, pues a eso
no puede llevar el que minúsculos grupos —
movilizados por los sectores golpistas— hicieran
algunas manifestaciones inocentes y carentes de
todo fundamento.
Al pie de la página 11, en una llamada, al
criticarse que el gobierno hubiera dado
cumplimiento a un punto expreso de la plataforma
electoral del partido político que lo apoyó, se dice
que la anulación de los contratos petroleros "costó
al país entre 120 y 200 millones de dólares en
concepto de indemnización, y un alarmante des-
censo en la producción petrolera".
He aquí las cifras sobre la evolución de la
producción petrolera:
Millones de m3
Año 1962 ............................ 15.613,2
„ 1963 ............................. 15.444,3
„ 1964 ............................. 15.942,6
„ 1965 ............................. 15.624,7
„ 1966 ............................. 16.655,4
Fuente: Subsecretaría de Energía.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 22
 No sé qué procedimiento se ha seguido
para determinar el costo en concepto de
"Indemnización" a que dio lugar la anulación de
los contratos petroleros. Lo que puede asegu-
rarse es que si se computa el costo de los
equipos adquiridos por YPF a resultas de la
anulación y la falta de giro al exterior de divisas
en concepto de regalías, utilidades y otros
conceptos a que hubieran dado lugar en esos
años y en los posteriores los contratos anulados,
el país obtuvo elevados beneficios en divisas
como consecuencia de esa anulación. En esta
materia es de importancia fundamental observar
la evolución altamente favorable que experimentó
el sector externo durante el período y al que nos
referimos más adelante. Pero sobre todo, lo que
debe considerarse, es cuál hubiera sido la
situación de la riqueza petrolera, luego de la crisis
sufrida por el mundo en esa materia, si no se
hubieran anulado dichos contratos, que dejaban
en manos de compañías extranjeras el ritmo de
explotación y la forma de operar en los pozos.
En la página 17 del número de "Todo es
Historia" que comentamos, se hace la
sorprendente aseveración que se asigna al "New
York Times": "La economía no ha mejorado. Ha
sido necesario desvalorizar el peso en otro ocho
por ciento. El producto bruto normal, la balanza
comercial y las reservas de divisas registraron
todos incrementos, pero quedaron anulados por
la inflación de más de un 30 % en 1965 y aún
mayor en lo que va de este año. Se teme un peso
muy alto del déficit del presupuesto debido a los
gastos de transporte público que son cubiertos
con nuevas emisiones de billetes. La inflación,
además, sufre el peso de los salarios crecientes,
mientras que los mismos incrementos de salarios
resultan anulados para quienes los perciben por
las sucesivas devaluaciones y los consiguientes
aumentos de precios".
Cuesta concebir que puedan juntarse
tantas inexactitudes e imprecisiones en un solo
párrafo. Con respecto a las desvalorizaciones
monetarias, imprescindibles en tanto el aumento
de los costos internos sea mayor en el país que
en el de las naciones con las que comerciamos,
puede afirmarse que la política gradualista
iniciada durante el gobierno del doctor lllia ha
merecido toda clase de elogios por la doctrina,
tanto nacional como extranjera, y se la ha
reconocido como antecedente valioso del
procedimiento de ajuste denominado "crawling
pegs" que hoy tiene aceptación general.
Cuando el gobierno del doctor lllia se hizo
cargo, en octubre de 1963, el dólar se cotizaba a
$ 1,46 y treinta y dos meses después, en junio de
1966, cuando dicho gobierno fue derrocado, el
tipo de cambio era de $ 2,04, es decir, que en
dicho lapso la desvalorización del signo monetario
fue de 28,4 %. Será difícil encontrar un período
de la misma extensión, en el último cuarto de
siglo, con menor variación. Pero lo importante es,
por un lado, que el ritmo de las devaluaciones,
durante el período, fue decreciendo a medida que
la inflación iba siendo abatida y, por otro, que
jamás se permitió una paridad sobrevaluada del
peso que hubiera podido ocasionar pérdidas de
divisas. A la luz de lo ocurrido recientemente con
nuestro peso, parece un cuento de las mil y una
noches lo ocurrido a este respecto durante el
lapso considerado.
Afirmar que el "producto bruto normal", la
balanza comercial y las reservas de divisas
registran todos incrementos, pero que quedan
anulados por la inflación, es una expresión sin
sentido, totalmente confusa y que no puede haber
sido dicha por nadie que conozca los principios
elementales de la economía. El producto de un
país, cuando se cotejan distintos años, se toma
lógicamente en valores comparables, es decir, en
una moneda constante y por lo tanto carece de
propiedad el relacionarlo con el aumento de
precios, que ya está anulado a los efectos de la
comparación. El producto bruto, a valores
constantes, aumentó de manera que no tiene
precedentes en el país durante el período del go-
bierno del doctor lllia, como puede observarse en
la siguiente estadística oficial:
Año 1962 - 1,6 %
„ 1963 - 2,4 %
„ 1964 10,3 %
„ 1965 9,1 %
„ 1966 0,6 %
Fuente: Producto e Ingreso de la Argentina -
Banco Central, Vol. II, págs. 118-119.
En la reducción del crecimiento de 1966,
agudizada en el segundo semestre, tuvo que ver
bastante la campaña golpista lanzada desde fines
del año 1965 y que actuó muy desfavorablemente
sobre la inversión, variable muy sensible a este
tipo de campaña alarmista.
Sobre la evolución de la producción
nacional, importa señalar que el crecimiento
mayor de la actividad se operó en la industria, el
sector más dinámico de la economía, que
experimentó la evolución que sigue, realmente
extraordinaria:
Año 1962 -5,5 %
„ 1963 -4,1 %
„ 1964 18,9 %
„ 1965 13,8 %
„ 1966 0,7 %
Fuente: ídem, págs. 118-119.
En tanto que el agro creció a un ritmo
considerablemente menor, en contra de lo que
supone mucha gente y se expresa
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 23
equivocadamente en la página 26 del artículo,
cuando se transcribe la afirmación de que "la
Argentina de las vacas gordas estaba terminada,
pero el oficialismo creía que un par de buenas
cosechas solucionaría todos los problemas". He
aquí las variaciones experimentadas por el sector
rural:
Año 1962 4,1 %
„ 1963 1,9 %
„ 1964 7,0 %
„ 1965 5,9 %
„ 1966 3,7:%
Como se ve, la reacción de la economía
se originó principalmente en la política de
reactivación de la industria y no en factores
naturales, como podría haber ocurrido en caso de
un comportamiento excepcional del agro que,
globalmente considerada la actividad, siguió un
ritmo de crecimiento normal durante el período.
Pero más que nada el resultado favorable obtenido
indudablemente se debió a la disciplina aplicada a
la economía en general.
En cuanto al sector externo -también en
el artículo confusamente se mezcla el incremento
de divisas con el efecto de la inflación- el
resultado fue altamente favorable: aumento de las
reservas brutas, de la situación neta del Banco
Central y disminución sustancial de la deuda
externa, acompañada con un mejor ordenamiento
de sus vencimientos. Es tanto más importante el
logro obtenido en este sector si se tienen en
cuenta las dos importantes circunstancias
siguientes: 1) que el mejoramiento se produce al
propio tiempo que un sustancial crecimiento de la
actividad económica, especialmente de la
industrial, lo cual supone un aumento más que
proporcional de las importaciones de materias
primas y productos semiterminados requeridos
por el incremento del ritmo productivo, y 2) que el
periodo no coincidió, como sucedió en 1946 o en
1972 y 1973, con una mejora de los términos del
intercambio argentino, lo que provocó los
crecimientos de los recursos externos producidos
en esos períodos.
El 28 de junio de 1966 existían en el
Banco Central reservas de oro y divisas por u$s
363,6 millones en comparación con u$s 323,4
millones el 12 de octubre de 1963, con la
aclaración que, en esos totales, al final de la
gestión sólo se encontraban incluidos u$s 24,1
millones de divisas no convertibles, en tanto que
al iniciarla existían u$s 55,3 millones de ese tipo
de divisas de muy restringida utilización.
La posición neta de oro y divisas del
Banco Central ascendía al asumir el gobierno
constitucional, en octubre de 1963, a la
extraordinaria suma negativa de u$s 400 millones.
A la fecha en que el doctor lllia fue desalojado del
poder, la cifra era positiva de u$s 100 millones, es
decir, se operó en el periodo una mejora de u$s
500 millones en la posición.
En cuanto a la deuda con el exterior,
según las encuestas realizadas por el Banco
Central, en las fechas más próximas existentes a
la iniciación y término del gobierno constitucional,
la situación era la siguiente:
Sector Sector Total
Público Privado
(en millones
de u$s)
Al 31-12-63
2.106 1.284 3.390
31-12-65
1.686 963 2.650
Por primera vez después de muchísimos
años se redujo el endeudamiento externo que,
luego de la caída del doctor lllia, habría de crecer
de manera muy importante.
Otra tergiversación de los hechos, está
dada por la afirmación que los "salarios resultan
anulados para quienes los perciben por las
sucesivas devaluaciones y los consiguientes au-
mentos de precios". Durante el período de
gobierno considerado, los salarios reales
aumentaron notablemente por dos causas que
actuaron en la misma dirección: el aumento del
producto -o sea de la torta a repartir- y de la
proporción en que participaron los asalariados -el
pedazo de torta se hace mayor no sólo por el
tamaño de ésta sino porque relativamente a los
trabajadores les toca más-. Todos los índices
económicos reflejan el resultado expresado,
razón por la cual sorprende más la afirmación y
sería interesante conocer la base que respalda
una apreciación tan alejada de la realidad.
A las cifras de la producción ya nos
hemos referido. Veamos ahora los datos
correspondientes a la distribución según
guarismos oficiales:
Participación de los sueldos y jornales en el
ingreso bruto
Año 1962 ......................... 37,4 %
„ 1963.......................... 36,5 %
„ 1964 ......................... 36,4 %
„ 1965.......................... 38,0 %
„ 1966.......................... 41,1%
Fuente: Producto e Ingreso de la Argentina - Banco
Central, Vol. II, pág. 71.
Resulta de mucho interés en cuestiones
relacionadas con el salario real, conocer el grado
de ocupación de la población trabajadora, lo que
viene a constituir la tercera causa que determina
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 24
definitivamente esa variable. Observemos el
comportamiento de la ocupación según el Banco
Central:
Total (miles)
Año 1962 ......................... 5.557,8
„ 1963 ......................... 5.469,2
„ 1964 ......................... 5.689,2
„ 1965 ......................... 5.888,7
„ 1966 ......................... 5.918,2
Variación con respecto al año anterior
Año 1962 ............................... 1,61%
„ 1963............................ 2,1 %
„ 1964............................ 4,0 %
„ 1965............................ 3,5 %
„ 1966............................ 0,5%
Fuente: Ídem, pág. 164-165.
De las cifras anteriores surge el costo
social de las políticas económicas recesivas, que
se expresa en la disminución del personal
ocupado en los años 1962 y 1963, y también la
manera cómo durante el gobierno constitucional
se absorbió no sólo la mano de obra desocupada
en los dos años mencionados, sino la
correspondiente al crecimiento vegetativo
ocurrido durante el lapso analizado. Más trabajo y
mejores remuneraciones en términos reales son
una de las características más salientes del
gobierno del doctor lllia. Ello se desprende de ma-
nera contundente de toda la estadística
publicada.
He querido rectificar errores contenidos
en el mencionado artículo, con el propósito de
agregar elementos de juicio para juzgar una
época histórica que considero de provechosos
logros, económicos y sociales y que no ha sido
comprendida por muchos, influenciados por una
pertinaz campaña destinada a desacreditar y
voltear a un gobierno eficaz, honesto y respetuoso
de los derechos de los ciudadanos, que fue
combatido por fuertes intereses que se sintieron
afectados.
La naturaleza de esa publicación me
detiene para acompañar un mayor acopio de
estadísticas, pero quedo a disposición del señor
Director para ampliar o aclarar cualquier informa-
ción de las que utilizo en esta nota que no
resultara suficientemente ilustrativa. No dudo que
el señor Director dará divulgación a este escrito
en la revista de su dirección, para así añadir
mayor claridad sobre las causas de un golpe de
estado, que hace diez años interrumpió la
normalidad constitucional y dio origen a tantos
males posteriores, introduciéndonos en un mar de
aguas turbulentas por el cual todavía seguimos
navegando.
Enrique García Vázquez
Capital Federal
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 25
La reunión de
Caracas
Los dirigentes políticos de Europa y
América Latina reunidos en Caracas, por invitación
de Acción Democrática, han confrontado sus
experiencias y programas, reconociendo
importantes afinidades y principios que los vincu-
lan.
Han reconocido asimismo, que estos
principios pueden servir de base para una acción
concertada en favor de la paz, la justicia social, la
libertad y la solidaridad internacional, fundada en
el respeto de la soberanía de los Estados.
Los movimientos políticos que aquí se
han manifestado, tienen diversos orígenes y
estructuras; proceden, igualmente, de naciones
con diferentes grados de desarrollo. Algunos de
ellos gobiernan, otros ejercen la oposición
democrática, otros luchan contra la dictadura, a
menudo en el exilio o en la clandestinidad. Todos
tienen en común ciertos principios fundamentales:
1.- EI rechazo de toda forma de
discriminación racial, social o económica; de toda
dictadura de derecha o de Izquierda; de los
imperialismos de cualquier signo y de ingerencia
extranjera en los asuntos que afecten a la
soberanía de los pueblos u obstruyan su derecho
al progreso.
2.- La afirmación de que la democracia
política, fundada en el respeto de los derechos
humanos, individuales y sociales; de la libertad de
expresión y de representación, tanto política
como sindical, no es privilegio de los países ricos,
sino solución tan necesaria y tan deseable para
los pueblos en desarrollo como para los más
industrializados.
3.- La certidumbre de que la democracia
política sólo adquiere autenticidad cuando se
complementa con la democracia social y que la
libertad sólo se realiza plenamente por la igualdad
económica que hace posible disfrutarla. Esta
democracia debe asegurar el mayor grado posible
de igualdad en la distribución de la propiedad, del
bienestar, del ingreso y del acceso a la cultura y al
poder.
4.- La convicción de que no hay solución
de validez universal para alcanzar la plenitud de-
mocrática. Cada país y cada región, deben
encontrar su propio camino hacia la libertad y
hacia la justicia social, de acuerdo con su realidad
y con una creciente solidaridad internacional. No
obstante, sostenemos que la justicia social su-
pone, en cada país, la promoción efectiva de la
igualdad, la regulación de la vida económica por
el Estado, respetando la iniciativa individual que
no contradiga los intereses sociales y populares;
la responsabilidad social de la propiedad y la
eliminación de los residuos feudales, allí donde
subsisten. Implica, por otra parte, la superación de
todo sistema económico caracterizado por la
opresión, la injusta división del trabajo y la
sujeción al imperialismo económico, político o
ideológico. Comporta también, la racionalización y
modernización de los órganos de poder.
5.- El convencimiento de que la
democracia social se demuestra asimismo, en las
relaciones pacíficas entre los Estados, en el
respeto a la autodeterminación de los pueblos y en
la voluntad de cooperación internacional, que no
debe entenderse como una ayuda graciable, sino
como la necesaria aplicación, a nivel
internacional, de los principios que sostenemos
en el 'interior de nuestros países. Estas relaciones
deben estar reguladas por normas expresas, en el
espíritu de la Carta de los Derechos y Deberes
Económicos de los Estados.
Los partidos en el gobierno aquí
representados, y los que tienen la legítima
aspiración de llegar a serlo, se comprometen a
luchar porque se cumplan y se perfeccionen los
acuerdos internacionales que en materia
económica y social dan forma y sentido a la idea
de un nuevo orden económico internacional.
Este nuevo orden ha de regirse por el
reconocimiento al derecho que todos los Estados
tienen para la libre disposición de sus recursos
naturales, en su propio beneficio y a la facultad
correlativa de regular las transferencias de capital
y tecnología; de obtener precios justos y
remunerativos para las materias primas y ventajas
preferenciales para los productos manufacturados
de los países en menor desarrollo; supone,
además, el derecho a disponer de un
financiamiento suficientemente equitativo y no
condicionado por razones políticas. Implica
finalmente, el rechazo a la injerencia de los
gobiernos y de los consorcios transnacionales en
los asuntos internos de otros países.
6.- Los procesos de integración regional
constituyen uno de los métodos más eficaces para
promover el desarrollo y la creación de riquezas,
así como para contribuir a una estructura de
relaciones económicas más equilibrada, entre los
pueblos industrializados y los países en desarrollo.
Ese_ proceso debe ser impulsado por una firme
voluntad política, en la que nuestros
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 26
movimientos y partidos se esfuercen por asegurar
una justa distribución de la riqueza y la
participación de sus respectivos pueblos en las de-
cisiones que les incumben.
7.- La convicción de que el régimen
democrático, fundado en el sufragio universal, en
la representatividad política y en el equilibrio de
poderes, debe complementarse con la adopción
de sistemas que aseguren la mayor participación
del pueblo trabajador a través de formas de
gestión económica y social.
8.- El reconocimiento de que los
problemas de la marginación social y de la
involución política hacia la dictadura, son los más
graves que afrontan los países en desarrollo.
Se condenan, por inhumanas, la represión
y la persecución política, que destruyen la
convivencia civilizada. En consecuencia, los
dirigentes aquí reunidos se comprometen a
promover la adhesión y respeto de sus gobiernos a
los instrumentos internacionales que ins-
titucionalizan el asilo y protegen al desterrado por
regímenes dictatoriales, así como a la más amplia
recepción y atención de los perseguidos políticos,
particularmente aquellos sometidos a precarias
condiciones, y a defender el derecho de los
ciudadanos a salir libremente del país.
9.- Los participantes en esta reunión, cuyo
propósito no es crear una nueva organización
política internacional, encomiendan a un grupo de
enlace y de información, 'la tarea de promover
nuevos contactos e intercambios.
Los ideales de justicia y solidaridad
necesitan la práctica de la acción concertada de
nuestros partidos en América Latina y Europa. En
este sentido, consideran la Reunión de Caracas
como un hecho significativo, que debe ser
proseguido en otras reuniones a las que habrán
de incorporarse, gradualmente, los partidos afines
de otras regiones.
Manifiestan en particular su repudio a los
regímenes fascistas y totalitarios que se
extienden en América y su voto para que afirmen
la democracia pluralista en España y Portugal.
REUNIÓN DE DIRIGENTES POLÍTICOS
DE EUROPA Y AMERICA EN PRO
DE LA SOLIDARIDAD DEMOCRÁTICA
INTERNACIONAL
22 al 25 de Mayo de 1976
CARACAS
Comisión redactara de este documento:
Hans Jurgen Witanfwark, Alemania; Michael
Rochard, Franciaá Jhon Silkin, Inglaterra; Ricardo
Balbin, Argentina; Gonzalo Barrios, Venezuela;
Porfidio Muñoz Ledo, México; Hernan Siles Suizo,
Bolivia.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 27
La violencia
de subversión o de guerrilla, a la vez que re-
clamamos la más profunda investigación de estos
graves episodios, el esclarecimiento urgente de
los mismos y la defensa de la integridad física de
los doctores Amaya y Solari Yrigoyen. Así como
enjuiciamos el vil asesinato del general Ornar
Carlos Actis, como también toda agresión de los
derechos humanos, igualmente reclamamos
justicia y esclarecimiento de estos insólitos
secuestros. Expresamos idéntica condenación
ante el bárbaro atentado contra la vida de 30
ciudadanos ocurrido en Pilar y hacemos un
angustioso reclamo por la preservación de la vida
de los que habitan el suelo argentino cualquiera
sea su idea, raza o religión. Como ciudadanos del
1 país hemos señalado este clamor nacional y
formulamos el deber imperioso —para todos los
"La violencia, que tanto daño causa sectores- de que el país se encauce por el
dentro y fuera del país, se ha caracterizado por camino le la paz, la democracia, la seguridad y la
muertes secuestros y desapariciones, de los que libertad para todos los que habitan el territorio de
han resultado víctimas civiles y militares, sa- la República."
cerdotes, empresarios y obreros, jóvenes y Carlos H. Perette, Luis A. León, Mario
policías. Cada caso, sin distinción, mereció nuestra Losada, Antonio Nápoli, Juan Carlos Pugliese,
condena. Quienes así hemos demostrado el más Eduardo Angeloz, Osvaldo R. Cáceres, Jorge
claro repudio a tales actitudes y rendido L. Lorenzo, Antonio Tróccoli, Leopoldo
homenaje a sus víctimas, tenemos el derecho, Suárez, Jorge Zamanillo, Fernando De la Rúa,
ahora que nos toca de cerca, de reiterar nuestra Julio C. Martínez, Carlos Fonte, Rubén
protesta de ayer frente a la tortura y muerte de Rabanal, Fidel López, Plácido Nosiglia,
Ángel Pisarello y de nuevo por el secuestro en Mariano Fernández Bedoya y Osvaldo Alvarez
circunstancias preocupantes, del ex senador Guerrero.
nacional Hipólito Solari Yrigoyen y de Mario Abel
Amaya, ex diputado de la Nación. En ambas
circunstancias, hemos reclamado y es verdad que
hemos merecido la atención y recogido la preocu-
pación de los hombres del gobierno, en sus
distintas esferas, pero no lo es menos que nada
se ha esclarecido basta la fecha. Ello nos obliga a
exhibir nuestro repudio y requerir la más rigurosa
investigación y el condigno castigo. Investigación
que habrá de comprender la bárbara inmolación
colectiva de Pilar. Hay que vencer la impunidad,
que es la mejor aliada de la criminal violencia. La
paz de los argentinos exige eliminar las distintas
formas de agresión y violencia para, en verdad,
entrar en la etapa tranquila de la reconstrucción."
Ricardo Balbín, Carlos Contín, Fran-
cisco Rabanal, Luis León, Víctor Martínez,
Horacio García, Alfredo Mosso y Raúl Galván.

2
"La desaparición de los ex legisladores
nacionales doctores Hipólito Solari Yrigoyen y
Abel Amaya -de intensa e irreprochable actuación-
implica un hecho de suprema gravedad que
merece nuestra protesta y la más enérgica
condenación. Condenamos el hecho, como
enjuiciamos la violencia de todo signo, toda forma

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 28

Los derechos
humanos
Buenos Aires, agosto de 1976.
Al Excmo. Sr. Presidente de la Nación
Tte. Gral. Don Jorge Rafael Videla Casa de
Gobierno
Ante las reiteradas exhortaciones del
Excmo. Sr. Presidente al pueblo solicitando su
colaboración con vistas a lograr la plena vigencia
de los Derechos Humanos en la República,
cumplimos con nuestro deber de responder a las
mismas y de esta manera tenemos el agrado de
dirigirnos a Su Excelencia con la siguiente pre-
sentación.
La Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos se constituyó en Buenos Aires, en la
Casa de Nazareth, Carlos Calvo 3121, el 18 de
diciembre de 1975, formada por personas de
diversas convicciones religiosas, políticas e
ideológicas, pero igualmente convencidas de que
la vigencia de los derechos humanos es una
condición indispensable para alcanzar un clima
de paz y tranquilidad, y preocupadas por la
situación de violencia que impide a la gran
mayoría del pueblo argentino, pacífico, bien
intencionado y constructivo, dedicarse con
tranquilidad de espíritu y con esperanza a trabajar
por la Argentina que todos deseamos.
Huelga detenerse en la condición en que,
desde hace tiempo vive la población del país,
permanentemente amenazada por la violencia
terrorista de distintos signos. Trabajadores, es-
tudiantes, empresarios, sacerdotes, miembros de
las Fuerzas Armadas y de segundad, hombres y
mujeres sencillos de nuestro pueblo, han sido víc-
timas de su accionar. Los asesinatos a mansalva,
secuestros, desapariciones, saqueos, atentados,
cadáveres hallados en caminos, calles o parques
han pasado a ser parte de la crónica y el
comentario diario. En medio de este clima, la
familia argentina se siente perpleja, herida y
angustiada. La confrontación de ideas, que en
nuestra tradición ha sido fuente fecunda de
progreso, se intenta dirimir en estos últimos
tiempos en un terreno que sólo contribuye a
paralizar, destruir, fomentar el caos, desesta-
bilizar gobiernos y desfigurar la imagen de
nuestro país en el mundo.
Por todo esto, la Asamblea recibió con
gran satisfacción y esperanza las claras
definiciones del Excmo. señor Presidente Tte.
General Jorge Rafael Videla del 30 de marzo en
que decía que: "El uso indiscriminado de la vio-
lencia de uno y otro signo sumió a los habitantes
de la Nación en una atmósfera de inseguridad y
de temor agobiante" y el compromiso asumido por
las Fuerzas Armadas (puntos 2 y 4 de los
"Propósitos y Objetivos Básicos de la Junta
Militar") para la "vigencia de los valores de la moral
cristiana" y "la vigencia plena del orden jurídico y
social", igualmente importantes nos parecen las
palabras del ex Jefe de la Policía Federal, General
de Brigada Arturo A. Corbetta al afirmar: "La ética
de la conducta es, pues, el elemento necesario y
esencial de la acción policial en todas sus
manifestaciones. La ética como contenido y la
legalidad, como expresión externa y formal de ese
contenido". A estas afirmaciones nos sumamos y
comprometemos nuestros esfuerzos para apoyar
su realización.
Numerosos incidentes, que docu-
mentamos en presentación adjunta, nos
muestran que estos propósitos no tienen aún plena
vigencia. La falta de información adecuada sobre
los procedimientos, listas de detenidos, con-
diciones de los mismos, las cesantías no siempre
claramente motivadas y explicadas, la situación de
numerosos detenidos sin ser sometidos a juicio,
configuran una situación en la que el pueblo teme,
no sin razón, que continúen operando fuerzas
parapoliciales o paramilitares o bandas armadas
que actúan con impunidad. Esta situación mina la
confianza de la población, que desea que el
gobierno disponga del uso de la fuerza que es
inherente a su responsabilidad por el orden y la
seguridad de la Nación, con exclusividad, dentro
del marco de la ética y la ley y con una claridad
de información que avente toda duda.
No han faltado voces autorizadas e
insospechables que han puntualizado con
claridad el camino a seguir. En particular, nos
place expresar nuestro profundo acuerdo con las
declaraciones del Episcopado Argentino en su
Carta Pastoral del 15 de mayo del año en curso,
al decir: "El bien común y los derechos humanos
son permanentes, inalienables y valen en todo
tiempo-espacio concreto, sin que ninguna
emergencia, por aguda que sea, autorice a
ignorarlos" y puntualiza luego errores que es
necesario evitar:
- Si en el afán por obtener esa seguridad
que deseamos vivamente, se produjeran
detenciones indiscriminadas, incomprensible-
mente largas, ignorancia sobre el destino de los
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 29
detenidos, incomunicaciones de rara duración,
negación de auxilios religiosos;
Si, con el mismo fin, se suprimiera alguna
garantía constitucional, se limitara o postergara el
derecho de defensa;
Si, en la justa búsqueda de la
indispensable recuperación económica... se
llevara gente al borde de la miseria o a la miseria
misma, por el juego de precios y salarios o por
despidos o cesantías, a veces, de muy difícil
justificación;
- Si, para evitar los culpables abusos de
los medios de comunicación de masas, se optara
por la solución simplista de impedirles que digan
la verdad necesaria, aunque en algunos casos
duela.
Nos preocupa vivamente el que algunos de
estos hechos, que el Episcopado condena,
continúan ocurriendo a diario en todas partes del
país. Comprendemos la enorme dificultad del
gobierno para llevar a cabo su tarea en medio de
las condiciones de terrorismo de distinto signo que
se han desatado sobre el país. El Excmo. señor
Presidente ha pedido comprensión para la gestión
de las Fuerzas Armadas. Con ese espíritu, en lo
que hace al restablecimiento de la vigencia de los
derechos humanos, entendemos que es parte de
la irrenunciable contribución de la opinión pública
para tal finalidad, hacer llegar sus opiniones e
inquietudes a las autoridades.
"Sólo la verdad podrá salvarnos", decía
hace poco el Cardenal Prima-testa, Presidente de
la Conferencia Episcopal Argentina, Es al
esclarecimiento y a la vigencia de esa verdad que
dedica esta Asamblea sus esfuerzos en bien de
todo el pueblo argentino y del futuro de nuestro
país.
Saludan respetuosamente al Excmo. Sr.
Presidente de la Nación
p/el Consejo de Presidencia de la
ASAMBLEA PERMANENTE POR LOS DERECHOS
HUMANOS: Dra. Alicia Moreau de Justo - Obispo
Jaime de Nevares - Sr. Eduardo Pimentel Obispo
Carlos Gattinoni - Sr. Alfredo Bravo - Dr. José
Míguez Bonino -Dr. Ariel Gómez - Sra. Susana Pérez
Gallart - Dr. Raúl Alfonsín - Dr. Raúl Aragón - Sr.
Jaime Schmirgeld - Dr. Oscar Alende - Sra. Cecilia
Moretti.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 30
"Un agravio
intolerable"
Hipólito Solari Yrigoyen y Mario Abel
Amaya han sido secuestrados en Chubut, la
provincia que honrosamente representaban en
nuestro Parlamento, y a esta hora, tomando en
cuenta el lapso transcurrido y recientes e ilustres
antecedentes, un amargo pesimismo nos invade
en cuanto a su suerte.
Quisiéramos equivocarnos, pero el
resquicio para la esperanza es cada vez más
estrecho.
Para mí son más que dos correligionarios
esclarecidos que le están faltando a mi partido:
son dos amigos del alma a los que me une
fraternalmente una larga lucha por compartidos
ideales e idénticas aspiraciones.
A mi me consta su generosidad y su
pureza, su desinterés, su patriotismo y su
auténtica pasión por servir al país sirviendo al
pueblo. A los desposeídos, como decía Leandro
Alem.
Yo se que ningún argentino bien nacido
tenía nada que reprocharles, porque son
irreprochables. ¿O es que acaso es falta, el
sereno coraje de los que tenemos la conciencia
tranquila y afrontamos con dignidad y naturalidad
la vida cotidiana?
Pero este no es ni un problema partidario
ni una cuestión personal. Más allá de las
facciones y de las pasiones, yo quiero decir
simplemente, que este agravio me llega y me
ofende en mi condición de ciudadano argentino.
Y que me indigna profundamente
constatar que este hecho sucedió, precisamente
en el día en que se recuerda la memoria del
general San Martín, nuestra mayor gloria militar y
también el argentino ejemplar que prefirió
envainar su espada y marchar al exilio antes que
derramar sangre de hermanos.
En él nos inspiramos para insistir, en el
dolor y aún abiertas tantas heridas, en nuestra
prédica de paz y reencuentro, en nuestro rechazo
de la violencia -de toda violencia--, y en nuestro
anhelo de justicia.
Raúl Alfonsín
Agosto 1976
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 31
“La violencia que
corroe”
El país está seriamente conmocionado y
es hora de que los argentinos pongamos término
a esta violencia incontrolada que corroe a nuestra
sociedad y corrompe el pensamiento nacional.
Hacer un inventario de los episodios lamentables
que han asolado a los habitantes de nuestro te-
rritorio, sería largo y resulta innecesario en este
momento. La lista corre el riesgo de resultar
injusta por omisión. Cuando teníamos la
esperanza de un ordenamiento de la cosa pública
dentro de carriles de normalidad y pasando por
principios de justicia y derecho, resultamos
sobrecogidos por la aparición masiva de ca-
dáveres sin identificación y con claros signos de
haber sido víctimas de ajusticiamientos
barbáricos. Así también nos ha conmovido la
muerte a manos de asesinos atávicos del general
Ornar Actis y nos preocupa de sobremanera el
secuestro de los doctores Hipólito Solari Yrigoyen
y Amaya. Mientras esto ocurre, no tenemos
noticias de los doctores Sobel y Paludi, ni
respuesta alguna de las autoridades a las que nos
hemos dirigido y sigue detenido sin que causa
alguna lo justifique el Dr. Macris. La Asociación
de Abogados de Buenos Aires, ante este estado
de cosas que controvierte seriamente el orden
republicano y acongoja a las personas de bien,
hace un llamado a los responsables de la
conducción de la cosa pública para que procedan
a revertir el proceso y comprendan que no existe
una violencia buena y una mala, sino que todas
son malas y que el único modo de recuperar el
camino perdido, es retornar al sendero de la ley y
del respeto por los derechos humanos y las
garantías constitucionales. Que el patrimonio de
la fuerza repose en el Estado y en sus orga-
nismos, debidamente conducidos y claramente
orientados hacia la búsqueda de un Estado
democrático y responsable. La adhesión de todos
los argentinos, de todos los habitantes del país a
tal programa de paz y concordia, será el freno a
toda loca aventura de violencia que desde ya
desechamos de plano.
Buenos Aires, agosto 25 de 1976.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 32
La Iglesia Argentina 1
He aquí el texto completo de la Carta
Pastoral emitida por los obispos argentinos:
"la Patria trasciende la fluctuación de los
hechos concretos, no se agota en las dificultades,
ni se identifica con sus funcionarios ni con alguna
de sus instituciones, depende de todos los
argentinos, que deben buscar el bien de la
comunidad nacional por encima de sus intereses
personales o de sus opciones partidarias."
Estas palabras, que dijimos en nuestro
mensaje del 25 de noviembre del año pasado,
conservan la validez de su contenido, aunque las
circunstancias en nuestro país hayan cambiado
desde el 24 de marzo último.
Queremos hoy que nuestra palabra de
pastores, no de técnicos ni de políticos, recaiga
sobre la situación actual, recordando previamente
que nadie ha de considerarse exento de
responsabilidad y que es de todos el deber de
contribuir a la recuperación y salvación de la
Argentina.
Esta palabra nuestra es una parte de esa
contribución; no pretendemos otra cosa, y
creemos deber hacerlo desde el momento que
"la Iglesia, la cual por razón de su misión y de su
competencia no se confunde en modo alguno con
la comunidad política ni está ligada a sistema
político alguno, es a la vez signo y salvaguardia
del carácter trascendente de la persona humana"
(Gaudium et Spes, Nº 76). Estado y bien común
La Iglesia ha recordado insistentemente
que el Estado es un organismo jurídico-moral, cuya
función debe ser ayudar, favorecer y promover la
cooperación activa de todos los ciudadanos, los
cuales, respetando su subordinación al fin del
Estado, contribuyen de la mejor manera posible al
bien de la comunidad.
Ni el individuo, ni las familias, ni las
sociedades intermedias deben ser absorbidas por
el Estado; pero el Estado tampoco cumple su
misión cuando se transforma en mero espectador
de los atropellos, del caos o de los diversos tipos
de inmoralidades.
El Estado no puede renunciar a su deber
de ejercer la autoridad legítima y necesaria, aun
en el plano coercitivo, aunque por otro lado en la
sociedad cada uno debe conservar su libertad, en
la medida en que ésta no cause riesgos de
perjuicio al bien común temporal es el fin del
Estado, de toda comunidad política organizada.
El bien común es propio de todos y cada
uno; es "el conjunto de condiciones de vida social
que hace posible a las asociaciones y a cada uno;
es "el conjunto de condiciones de vida social que
hace posible a las asociaciones y a cada uno de
sus miembros el logro más pleno y más fácil de la
propia perfección" (Gaudium et Spes, Nº 26).
Toda actividad del Estado: política,
económica, cultural o social, ha de estar dirigida a
la realización permanente del bien común, es
decir de aquellas condiciones que son necesarias
al conjunto de los ciudadanos para su desarrollo
integral: material, intelectual, social, moral y
religioso.
El bien común así entendido, no so-
lamente explica sino que exige la existencia del
Estado con la autoridad necesaria para dirigir
hacia su consecución la acción de todos, no de
manera mecánica o despótica, sino obrando
principalmente como una fuerza moral, que se
base en la libertad y en el sentido de
responsabilidad de cada uno (cfr. Gaudium et
Spes, Nº 74).
Es así como el bien común se convierte en
principio que mantiene la sociedad, en criterio
último de la vida política, en norma rectora de la
autoridad, en razón de ser de la ley y piedra de
toque de toda legislación.
A este bien común debe estar supeditado
el bien de los individuos, no como cercenamiento
injusto de sus derechos, sino, por el contrario,
como salvaguardia de los mismos, porque en
tanto una parte se conserva y perfecciona a sí
misma, en cuanto contribuye a la conservación y
perfeccionamiento del todo al que pertenece.
Como en el cuerpo humano, el bienestar del
organismo social depende de la salud de todos y
de cada uno de sus órganos.
El momento presente
La justificación histórica del proceso que
vive nuestro país, no sólo se fundamentará por el
término que puso a una determinada situación de
cosas, sino también por la implementación
adecuada de su acción política en la prosecución
del bien común de toda la nación.
Nunca le fue fácil al Estado llevar a la
práctica su gestión para asegurar el bien común.
El ejercicio del gobierno en cualquier tiempo y
país ha producido tensiones.
El bien común y los derechos humanos
son permanentes, inalienables y valen en todo
tiempo-espacio concreto, sin que ninguna
emergencia, por aguda que sea, autorice a igno-
rarlos; pero la forma de vivirlos es distinta, según
las variaciones de lugar y momento histórico en el
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 33
cual se ejercen.
Esas influencias de las condiciones
externas serán tanto más sensibles, cuanto más
agudas sean las situaciones, como las que hoy
vive la Argentina, sumergida en un desastre finan-
ciero, sufriendo fortísimas dificultades
económicas y viviendo un clima de violencia
física, que es innecesario detallar.
En tales condiciones no podemos
razonablemente pretender un goce del bien común
y un ejercicio pleno de los derechos, como en
época de abundancia y de paz.
En un momento tan difícil, creemos que
nuestra misión es pedir a cada uno el
cumplimiento estricto de su deber y a cada uno,
también, la máxima comprensión y tolerancia ha-
cia los errores involuntarios del otro.
Hay que tener comprensión hacia el otro,
porque continuamente juzgamos la realidad a
partir de valores distintos que, a veces, se
convierten en opuestos entre sí:
- Uno hace hincapié en la seguridad; el
otro en la libertad personal;
- Uno en la rápida recuperación para
salir del pozo económico en que nos
encontramos; otro en la supervivencia frente al
hambre que ya llega o al medicamento que ya no
puede comprarse.
Hay hechos que son más que error: son
pecado, y los condenamos sin matices, sea quien
fuere su autor:
- Es el arrinconar a otros contra el
hambre, para ganar descontroladamente;
- Es el asesinar -con secuestro previo o
sin él- y cualquiera sea el bando del asesinado.
Pero hay que recordar que sería fácil
errar con buena voluntad contra el bien común, si
se pretendiera:
- Que en un mes se frenara una inflación
de un porcentaje de tres cifras o que en ese plazo
bajasen los precios;
- O que los organismos de seguridad
actuaran con pureza química de tiempo de paz,
mientras corre sangre cada día;
- O que se arreglaran desórdenes, cuya
profundidad todos conocemos, sin aceptar los
cortes drásticos que la solución exige;
- O no aceptar el sacrificio, en áreas del
bien común, de aquella cuota de libertad que la
coyuntura pide;
- O que se buscara con pretendidas
razones evangélicas implantar soluciones
marxistas.
Además, se podría errar:
- Si en el afán por obtener esa seguridad
que deseamos vivamente, se produjeran
detenciones indiscriminadas,
incomprensiblemente largas, ignorancia sobre el
destino de los detenidos, incomunicaciones de
rara duración, negación de auxilios religiosos;
- Si, con el mismo fin, se suprimiera
alguna garantía constitucional, se limitara o
postergara el derecho de defensa;
- Si, en la justa búsqueda de la
indispensable recuperación económica -no damos
juicios técnicos-, se llevará gente al borde de la
miseria o a la miseria misma, por el juego de
precios y salarios o por despidos y cesantías, a
veces, de muy difícil justificación;
- Si, para evitar los culpables abusos de
los medio de comunicación de masas, se optara
por la solución simplista de impedirles que digan
la verdad necesaria, aunque en algunos casos
duela;
- Si buscando una necesaria seguridad,
se confundieran con subversión política, con el
marxismo o la guerrilla, los esfuerzos generosos,
de raíz frecuentemente cristiana, para defender la
justicia, a los más pobres o a los que no tienen
voz.
Exigencias espirituales de la hora
Para lograr el bien común evitando estos
errores y pecados, surgidos de la dificultad del
momento, es necesario que una profunda
conversión a Dios renueve los espíritus y los cora-
zones y dé a todos la serenidad indispensable en
estas especiales circunstancias. En nuestro caso,
esa conversión se concretará en hacer del bien
común el criterio que interpele la conciencia de los
ciudadanos y de las autoridades.
Sólo así podrán asumir los diferentes
sectores del país con espíritu de austeridad, la
cuota de abnegación que proporcionalmente han
de soportar para la superación de la actual
coyuntura. De lo contrario, para unos el sacrificio
podrá significar la renuncia a un bien superfluo y,
para otros, la privación de bienes de necesidad
impostergable.
Proyectando la palabra bíblica a los
acontecimientos que vivimos, podemos decir que
la Argentina será reconocida como cristiana si sus
habitantes se aman entre sí como Cristo nos amó,
sobre todo cuando al sufrir un miembro o sector
todos los otros sufren con él.
Es cierto también que en la situación
actual no es fácil una concepción convergente
sobre el bien de la comunidad-patria, pero también
es verdad que ciertas actitudes personales, co-
lectivas o institucionales como las señaladas
atentan contra la vida nacional, cualquiera fuere
el enfoque que se tenga.
Para los cristianos el bien común tiene
una dimensión profunda: es una expresión
privilegiada del amor fraterno, que desde el amor
a Dios participa de las exigencias de los man-
damientos divinos.
Cuando se cumplen las exigencias de se
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 34
bien común:
- El Gobierno asume su responsabilidad
propia, y la ciudadanía, la suya, porque de ambos
depende la reorganización del país;
- El primero toma sus decisiones
respecto de la educación, economía, justicia,
administración, nombramientos, cesantías,
seguridad nacional, libertad de información y, por
ello mismo, procura establecer canales de co-
municación con las distintas expresiones del
quehacer nacional;
- Los empresarios tienen especial
cuidado de que el bien de la comunidad -y no del
sector- regule las ganancias, los precios, la
calidad de los productos y las relaciones labo-
rales;
- Los trabajadores -de cualquier
actividad- abordan sus responsabilidades con la
seriedad que exige la hora de la Patria;
- La Justicia, en su cometido actual, tan
delicado y complejo, afronta los problemas de su
competencia con eficiencia, celeridad y libertad de
espíritu;
- Los medios de comunicación social
gozan de una suficiente libertad para promocionar
todos los valores que hagan al bien de la
República con creatividad, objetividad y respon-
sabilidad;
- La juventud -sin demagogias ni
frustraciones por parte de los adultos- asume sus
deberes ciudadanos, laborales, estudiantiles,
profesionales y afectivos con seriedad
constructiva.
La Iglesia, desde su misión específica y en
actitud de servicio, compromete sus esfuerzos
para aproximar los corazones de la ciudadanía a
fin de que la unidad nacional, hecha en justicia,
libertad y paz, se enriquezca con la variedad de
un legítimo pluralismo.
Nosotros, los Obispos de la Argentina,
proclamamos un pregón de esperanza porque,
como dijimos en 1975, las reservas morales de la
nación son grandes y, además, porque tenemos la
certeza de que la Iglesia es signo y causa de
unidad, sobre todo en este país donde la mayoría
de sus habitantes son bautizados y reconocen a
Cristo como Señor y a la Santísima Virgen como
Madre.
La oración, siempre necesaria, tiene una
urgencia especial en esta situación, como fruto de
la Fe, expresión de la Esperanza y exigencia del
Amor a Dios, proyectado a la Patria.
San Miguel, 15 de mayo de 1976.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 35
La Iglesia Argentina 2
"Los abajo firmantes, miembros de la
comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal
Argentina, hemos tenido hoy nuestra habitual
reunión periódica de dicha comisión, y en la
misma, como era obvio, consideramos los graves
hechos de violencia que han sacudido
últimamente, y en forma antes desconocida al
país, hiriendo íntimamente el corazón de la
Iglesia.
"Nos referimos, naturalmente, al
incalificable asesinato de una comunidad religiosa
en la parroquia de San Patricio, en Buenos Aires.
Sabemos, por la palabra del señor ministro del
Interior, y por la presencia en las exequias del
señor ministro de Relaciones Exteriores y Culto y
de altos jefes militares, cómo el gobierno y las
Fuerzas Armadas participan de nuestro dolor y,
nos atreveríamos a decir, de nuestro estupor.
"Pero no podemos ni queremos hacer sólo
hincapié en aquel luctuoso crimen, porque
además todos los días la crónica periodística nos
trae la noticia de otras muchas muertes sobre las
cuales el tiempo pasa, y nunca se sabe cómo
ocurrieron, quién o quiénes son los responsables.
Todo ello causa en nuestro pueblo inquietud y
desasosiego. Nos preguntamos, o mejor dicho, las
gentes se preguntan, a veces sólo en la intimidad
de su hogar o del círculo de amigos -porque el te-
mor también cunde- qué significa todo esto; qué
fuerzas tan poderosas son las que con toda
impunidad y con todo anonimato pueden obrar a
su arbitrio en medio de nuestra sociedad.
También surge la pregunta, qué garantía, qué
derecho le queda al ciudadano común?
"Evidentemente esta situación produce
incertidumbre en el pueblo y no ayuda a la
ansiada pacificación: desvirtuando la imagen de la
positiva aspiración y acción del gobierno.
"Fundados en la experiencia cotidiana del
recurso a la Iglesia de toda clase de personas,
quisiéramos asimismo reiterar el pedido del do-
cumento de la XXXIII asamblea plenaria de la
Conferencia Episcopal Argentina, sobre la
situación de los presos y la posibilidad de alguna
información que tranquilice a sus familias.
"Todos anhelamos -y nos sentimos con el
derecho de decir que los obispos lo anhelamos
como el que más- un porvenir de paz, de progre-
so, de libertad, de fraterna convivencia en el país,
acorde con nuestras mejores tradiciones, ¿acaso
no son éstas cuanto más antiguas y arraigadas,
tanto más cristianas?, ¿qué podríamos mejor
desear sino una reafirmación efectiva de los
cánones de pensamiento que dieron a nuestra pa-
tria su ser de libertad? Tales cánones y pautas
son cristianos. Por lo mismo tenemos la
responsabilidad de decir que buscamos una
patria donde el derecho sea el que reine para
todos sus hijos afianzando el logro del bien
común.
"Respondiendo a la urgencia de nuestras
comunidades hemos querido hacer estas líneas,
seguros de la comprensión de vuestras
excelencias, de quienes conocemos los altos
ideales y la generosa actitud para con la patria,
sus instituciones y ciudadanos, haciéndonos así
portavoces de mucha gente que no sabe o no se
atreve a dirigirse a los jefes del país.
"Como pastores de la grey pedimos a
Dios Nuestro Señor dé a vuestras excelencias luz
y fortaleza para cumplir la alta y honrosa
responsabilidad que les compete."
Cardenal Raúl Primatesta; Monseñor
Vicente Zaspe; Cardenal Juan C. Aramburu, -
Buenos Aires, julio 7, 1976.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 36

ESTRUCTURA
Universidad y
Reforma
por Carlos Alconada Aramburu
1. Una corriente histórica argentina
El deslumbramiento que se producía en
las mentes de muchos, deseosos de incorporar la
Argentina al proceso cultural y económico uni-
versal, no les permitía considerar nuestras
peculiaridades y tras ello, superar una actitud
imitativa, que, como lo denunció Ganivet, lejos de
acelerar, retrasó nuestro advenimiento
institucional y cultural.
Alejandro Korn, al trazar un esquema de
la filosofía contemporánea, destaca la presencia
de una posición argentina representada por
Sarmiento, Mitre, Vicente Fidel López, Juan María
Gutiérrez, Florencio Varela, la que asimila el
enciclopedismo y frecuenta el utilitarismo inglés a
través de Smith y Bentham,
De esa corriente filosófica se diferencia
Alberdi, quien con visión genial pregonaba que la
"dirección de nuestros estudios será, más que en
el sentido de la filosofía especulativa, de la
filosofía en sí, el de la filosofía de aplicación, de la
filosofía positiva y real, de la filosofía aplicada a
las instituciones sociales, políticas, religiosas y
morales de estos países. El pueblo será el gran
ente cuyas impresiones de pensamiento y
progreso trataremos de estudiar y determinar. La
abstracción pura, la metafísica en sí, no echarán
raíces en América. Nuestra filosofía, pues, ha de
salir de nuestra necesidad".
¿Cuáles son los problemas que América
está llamada a establecer y resolver en estos
momentos?, se preguntaba Alberdi,
respondiéndose: "son los de la libertad, de los
derechos y goces sociales de que el hombre
puede disfrutar con el más alto grado en el orden
social; son los de la organización pública más
adecuada a las exigencias de la naturaleza per-
fectible del hombre en el suelo americano". De
ahí, afirmaba: "que la filosofía americana debe ser
esencialmente política y social en su objeto,
ardiente y profética en su espíritu y destinos".
John Henry Merriman, descubre en la
tradición jurídica americana una negativa
propensión a las "concepciones abstractas" la
que crea un "agnosticismo social, económico y
político" que, al separar el derecho del resto de la
cultura, malogra el cambio político.
2. La Universidad como institución
histórica conflictiva
Las universidades fueron siempre
instituciones de su tiempo histórico. Trasunto de
las ideas reinantes y reflejos naturales de los
cambios políticos. Estos siempre contienen ideas
y hechos, incluso la violencia que supone sustituir
sistemas. La historia es rica en ejemplos.
En Grecia, la "Academia", receptáculo de
las fecundas ideas de Platón, terminó
bruscamente en virtud de un edicto de Justiniano.
El "Liceo", que fundó Aristóteles, se esfumó con
el exilio de éste por razones políticas.
Las escuelas imperiales, al caer el
Imperio, son sustituidas por obras de raíz
religiosa. Las escuelas monásticas, surgen
entonces con el advenimiento del cristianismo y el
pensamiento de San Agustín penetra para
siempre en el mundo de la cultura.
En la Baja Edad Media, los requerimientos
de la organización gremial, que abre el comercio
con el Cercano Oriente, determinan la creación de
la Universidad de Bolonia dedicada al estudio del
derecho. La institución universitaria se
conformaba a la organización política que se
establecía.
Después de largos enfrentamientos entre
los poderes del Estado y de la Iglesia, se instala la
Universidad de París, de cuyo seno se proyecta el
pensamiento de Santo Tomás de Aquino. Los
agudos conflictos ideológicos que se suscitan en
la serenidad de las ideas y en el arder de las
pasiones, costaron la vida de un estudiante en
manos policiales.
Proyectada la influencia de la Universidad
de París, se crea la de Oxford (1150/1200). Su
gestión, e instalación académica, fue jalonada por
incidentes, insubordinaciones y muertes. Tales
tensiones provocaron tres masivas y sucesivas
emigraciones a diversos sitios. Dice un cronista
que "no faltaron las decapitaciones de estudiantes
por orden real o episcopal".
De este ligero e incompleto examen surge
que al confluir las ideas no sólo se producen
cambios académicos sino también conflictos
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 37
ideológicos y enfrentamientos violentos.
Es sabido que en la formación de la
cultura europea, existen dos corrientes: la indu-
aria-germana, que, penetra por el norte y el oeste
de Europa, la que es profunda, de meditación, de
conceptos, científica y filosófica; y la
mediterránea, superficial y brillante. Ortega y
Gasset, llama a la primera cultura de las reali-
dades y a la segunda, cultura de las superficies.
La corriente mediterránea, en sus dos
vertientes (la francesa y la española), de creación
religiosa y dogmática, reflejaba como hecho
político el conflicto entre la autoridad papal y el
real.
Un fino investigador, que ocupó el
rectorado de la Universidad Nacional de La Plata,
el Ing. Julio Castiñeiras, expresa: "Fue durante
mucho tiempo un instrumento de acción política,
utilizado para fortalecer la autoridad real".
La influencia del iluminismo y de la
Enciclopedia (Diderot, D'Alembert...), con la activa
participación de Voltaire, socavaron el poder de
las universidades dogmáticas.
3. El derecho a elegir maestros y
autoridades como constante histórica
Es necesario incorporar al análisis otro
elemento. Las universidades del medioevo no sólo
reflejan el estado de las ideas políticas en
ebullición -armonía y desarmonías- con sus
querellas e incidentes violentos, sino que en todas
ellas -sin excepción- se reconocía a los
estudiantes el derecho a elegir sus maestros y
autoridades.
De los comicios escolares, dice Ricardo
Rojas, en su memorable informe, "nacieron las
Universidades más famosas: Oxford, París,
Bolonia, Salamanca y muchas más. Durante
siglos, practicaron el sistema (el comicial), todas
las naciones occidentales", para agregar "Las
Universidades dogmáticas de España no escapan
a esta regla y el comicio estudiantil de Salamanca
o de Alcalá fue traído a Córdoba por los
colonizadores españoles de nuestro país. En esas
elecciones no escaseaban los abusos de la
ambición o el interés, puesto que eran humanos
los que votaban. En Salamanca, el famoso
humanista Nebrija fue derrotado en un concurso
para la cátedra de latín, porque los estudiantes
prefirieron un maestro menos sabio, de quién
esperaban más benignidad. En algunas
elecciones rectorales de la Córdoba Argentina,
hubo gran agitación social, pues votaban los
graduados, que eran generalmente los curas de
las sierras traídos el día del comido y alojados en
las casas de familias embanderadas".
4. El pensamiento reformista de Fray
Francisco de Vitoria
Deseo detenerme, por su influencia en el
mundo americano, en la figura de Fray Francisco
de Vitoria, ungido a la cátedra de la Universidad
de Salamanca en el año 1526, con "mucho
exceso de votos y con aplauso de los estudiantes
y claustro", como registra la crónica, y a quien se
considera el fundador del derecho
Internacional.
a) Renueva los estudios teológicos e
introduce, en violación de los estatutos que
mandaban estudiar las "Sentencias" de Pedro
Lombardo, "La Suma Teológica", de Tomás de
Aquino.
b) Introduce el dictado o anotación de sus
lecciones a sus alumnos.
c) Formula en 1538 un proyecto de
reformas que consagra la autonomía universitaria.
d) Participa activamente, en las crisis
cíclicas sobre escasez de trigo en Castilla, con
repercusión en Salamanca, en la acción de
decomiso de los estudiantes contra los
acaparadores y desde su cátedra de teología
observa "la fraudulencia en los contratos de
compraventa".
En dictamen público afirmó: "Cierto que
tengo miedo que en tales tiempos de necesidad,
harto ricos negocian su perdición. Y en verdad
que tengo por una gran señal de reprobación que
en un año donde mueren nuestros prójimos y
hermanos de hambre tenga uno intento de
hacerse rico".
e) Produjo, además, memorables
dictámenes en materias económicas- sociales:
precios en el mercado, cuestiones sobre cambios,
negocios bancarios y operaciones de bolsa.
Eran, sin duda, los temas de la primera
mitad del siglo XVI.
5. El trasplante de universidades al
continente americano
En España y todos sus dominios, las
universidades reconocen fundación real; hasta las
pontificias necesitaban autorización real para
funcionar. No obstante ese principio de legalidad,
las universidades estuvieron sometidas a la
influencia de la iglesia; la mayoría de ellas fueron
dirigidas por órdenes religiosas.
En esas condiciones se fundaron en la
América Española 12 Universidades. Santo
Domingo (1538), México (1551), Lima (1551),
Santa Fe de Bogotá (1573), Córdoba de Tucumán
(1613), La Plata-Charcas, Chuquisaca o Sucre
(1623), Cuzco (1629), Guatemala (1675),
Caracas (1721), Santiago de Chile (1728),
Habana (1782) y Quito (1791).
Las Universidades españolas, con asiento
en América, recogían como hecho político el
fortalecimiento del poder real -razón de ser de su
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 38
acto fundacional- y dada su organización como
orden religiosa, se mantuvieron ajenas al proceso
emancipador americano. No se trataban de
recintos neutros sino que políticamente estaban
adscriptas a Europa, es decir a España reinante y
no a América en surgimiento.
Excepción a esa orientación regia es el
proceso que se da en la Universidad de
Chuquisaca. La evolución es completa. Se
abandona el período escolástico, representado
por el pensamiento filosófico de Santo Tomás, y
se pasa al enciclopedismo, recogiendo las ideas
de Rousseau, Montesquieu y Filanghieri.
Finalmente se penetra al período ideológico,
fundante de la República.
En los planes de estudio se introduce
"Derecho", con todas las implicancias políticas.
En esa Universidad, se formaron Moreno,
Monteagudo y Sudanés, y allí se forjó la doctrina
de Mayo. En réplica al "Catecismo Regio",
compendio de las ideas monárquicas -se lanza el
"Catecismo político cristiano", que contiene las
ideas republicanas.
La ilustre Universidad de Chuquísaca
renueva y perfecciona los métodos de enseñanza,
dándoles sentido científico, pero recoge en su
seno el hecho político naciente.
6. Democracia y reforma universitaria.
Presidente Yrigoyen
La universidad, la historia así lo
testimonia, es una institución de su tiempo.
Sociedad y Universidad no pueden tener
direcciones opuestas; ni siquiera paralelas. La
Universidad es reflejo de la Sociedad, como
realidad política y pluralista, y no del Estado como
manifestación concreta del ejercicio del poder.
En 1918 eclosiona el desajuste entre la
sociedad política y la estructura universitaria. La
universidad argentina se prolongaba en el
tiempo como una expresión arcaica del régimen
político sustituido.
A los 50 años de la Reforma Universitaria,
ganada la suficiente perspectiva histórica con
superación de las cargas emocionales, un
matutino porteño de raigambre conservatista,
recoge el hecho político del acontecimiento: "el
proceso universitario no pudo permanecer ajeno,
por influencia o por reacción, al contexto histórico
en que su realidad se insertaba: la guerra
intercontinental, la multiplicación de los
movimientos socialistas, la difusión del
pensamiento de Carlos Marx, la reacción obrera
contra los excesos del industrialismo desbordado,
la creciente ateización de vastos sectores del
mundo occidental cristiano y los funestos efectos
que todavía se manifiestan en el seno de la
Iglesia Católica, como consecuencia de la llamada
Cuestión Romana" ("La Nación", 15/ 6/1968).
Detengámonos en ese año de 1918. Se
había producido la revolución rusa de 1917. Las
ideas contradictorias o antagónicas pero próximas
de Proudhom, Marx, Lenin, Bakunin y Trotski, las
que oscilaban entre el anarquismo ideológico y el
colectivismo, imprimieron al proceso político un
activismo revolucionario.
En Occidente, se produce también un
movimiento de masas y su consecuencia es el
Tratado de Versalles y la creación de la Oficina
Internacional del Trabajo en 1919. El poder
político de las élites basado en el sector rural
cede a los impulsos de los sectores urbanos.
América despierta a los cambios políticos.
Argentina lidera ese proceso de transformación
social. Los ideales proclamados en el Manifiesto
de la Juventud de 1890, quedan consagrados
como fórmula política al instaurarse en 1916 la
democracia representativa. Simultáneamente en
México se producía su revolución.
El Presidente Yrigoyen definió su doctrina
reivindicatoría: justicia social, cristiana y
humanista. En ese proceso integral de
reivindicaciones -tierra, petróleo, dominio
ferroviario, distribución, legislación social- se es-
tablecieron las bases de la revolución cultural
democrática. La reforma universitaria canalizada
por los carriles de la legalidad, tradujo el hecho
revolucionario: autonomía institucional y
cogobierno.
El Procurador General de la Nación, Dr.
Nicolás Matienzo, sapientísimo jurista, designado
Interventor en la Universidad de Córdoba, al
dirigirse a la Asamblea de Profesores dijo: "La
Universidad, como todas las instituciones
humanas, no puede vivir sin atender las
necesidades de los tiempos y sin alterar su
organización cuando lo requieren las nuevas
funciones que la vida social hace indispensable.
Estas transformaciones son indispensables. La
revolución es una evolución concentrada en un
breve espacio de tiempo. La sabiduría de los
hombres de Estado consiste en procurar que los
cambios sociales tomen la forma evolutiva y no la
forma revolucionaria".
El Presidente Yrigoyen, que al recibir el
reclamo del movimiento estudiantil en 1918, lo
calificó como expresión de "espíritu nuevo", en su
memorable Mensaje del 12 de agosto de 1921,
celebrando el Centenario de la Universidad de
Buenos Aires, expresó: "Podemos afirmar, sin
reticencias, que en la hora presente, la
Universidad Argentina, despojada de sus viejos
moldes, sin círculos privilegiados, ajena a los
intereses creados, sin banderías ni egoísmos,
llevando solamente en su seno generoso, pal-
pitante, el noble ideal de la ciencia, marchará
rectamente, defendiendo las virtudes de sus
enseñanzas hacia la consecución de sus
superiores destinos y con la posesión plena de sus
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 39
atributos esenciales de institución autónoma,
educadora y democrática", y luego de señalar la
necesidad "de forjar una universidad
genuinamente argentina, grande y prestigiosa,
identificada con la vida nacional, con su
desenvolvimiento político, institucional y social,
con sus necesidades económicas, industriales y
comerciales", agregaba: "La febril y apasionada
participación de la juventud en el noble afán
reconstitutivo de la reforma, que alarma a los
retardatarios del progreso moral de la República,
no es sino la realidad de la democracia universita-
ria, por ella misma consagrada, como uno de sus
postulados esenciales".
Por encima de los avatares del suceso,
prescindiendo de secundarias contingencias
temporales y de mal intencionadas referencias o
anécdotas, la Reforma Universitaria en su con-
texto histórico quedó así definida:
1. Identificación con la vida nacional, con
su desenvolvimiento político, institucional y social,
con sus necesidades económicas, industriales y
comerciales.
2. Institución autónoma, educadora y
democrática.
3. Participación de los estudiantes en el
gobierno de la Universidad, como expresión de la
democracia universitaria.
7. La autonomía universitaria, clave de
la ideología estudiantil latinoamericana
Un autor de la talla de Lewis S. Feuer,
quien no simpatiza con las cargas emocionales de
los "movimientos estudiantiles", formula una
aguda observación política: "La autonomía
universitaria se convirtió en la palabra clave de la
ideología estudiantil latinoamericana. En los
países que no han conocido el pluralismo político,
la autonomía significa una protesta contra el
monopolio de las actividades culturales por el
Estado, el ejército o la iglesia. . . Los países de
América latina, por el contrario (alude al proceso
en EE.UU.), desde la época de la colonia vivieron
sometidos al absolutismo político y teológico; sus
universidades fueron, a través de sus planos de
estudio y de sus administradores, instrumentos
del absolutismo; todos los profesores ideólogos
del orden establecido. La autonomía era la con-
signa lógica de los movimientos estudiantiles en
los países que no habían pasado por una
evolución burguesa cultural y política; era la
brecha que permitiría la entrada de las ideas li-
berales y científicas. En la sociedad medieval, los
estudiantes organizados como naciones habían
luchado por sus derechos autónomos contra los
eclesiásticos y los pobladores vecinos. Ahora los
estudiantes recurrían a la autonomía para dotar a
las universidades de un contenido científico liberal
y para asegurar la independencia de las
universidades de las élites militar y eclesiástica.
La lucha de los estudiantes se vino a sumar a la
que sostenía la élite intelectual burguesa para
disputar la hegemonía a las élites tradicionales.
Tal fue en realidad la esencia del movimiento
reformista universitario".
Ello explica el porqué Fray Vitoria, en las
reformas de 1538, elaboradas para la Universidad
de Salamanca, consagraba la autonomía
universitaria cuando pretendía introducir, contra el
absolutismo, las enseñanzas de Santo Tomás de
Aquino.
La autonomía universitaria, como
postulado revolucionario, no significa aislar a la
Universidad de los problemas vitales de la
Nación, sino por el contrario, al identificarse con
la Nación misma como comunidad política
pluralista, pretende penetrar en su entraña,
conocer sus necesidades y con plena
responsabilidad política oponerse al absolutismo
ideológico de un Estado autocrático.
El cogobierno, es la participación de
profesores y estudiantes como componentes de la
comunidad universitaria, en un permanente
proceso de rescate y de vigilia de las esencias
democráticas, como presupuesto originario de la
investigación científica.
El científico más trascendente de nuestro
tiempo dejó al mundo un mensaje estremecedor.
"La preocupación por el hombre y su destino,
debe ser siempre el objetivo de todo esfuerzo
técnico. No lo olviden nunca entre sus diagramas
y ecuaciones" (Einstein).
8. La contrarreforma. Intentos
regresivos
El proceso universitario reivindicador de
1918, que encuentra inspiración y sostén en el
Presidente Yrigoyen, en pleno ejercicio de su
autonomía institucional, se desenvuelve
independientemente de la acción política del
Estado.
Ello explica la presencia activa de los
ideólogos del régimen autocrático y el intento
limitacionista que se ensaya en la Universidad de
Buenos Aires en 1926. Esos sectores, de antigua
cuño, se mantienen a la espera de los
acontecimientos que sobrevendrían en el país
como consecuencia de los "viejos vientos" que
asolan a Europa.
El fascismo surge como doctrina política
afirmada sobre las ideas de persona, familia,
sindicato, comunidad y Estado. "Las ideas
democráticas quedan desamparadas -dice Kelsen-
por las extremas derechas como por las extremas
izquierdas; y el fascismo, no obstante significar la
dictadura burguesa y nacionalista, no quiere
pasar como el bolchevismo, por ser dominio de
una clase, sino que se afirma contrariamente,
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 40
como representante de la totalidad de un pueblo
unificado en nación."
"En el Estado fascista no impera ya la
ideología democrática, sino un ideario
aristocrátlco-autoritario, más o menos consciente
y consecuentemente desenvuelto. Allí impera la
idea, de que la élite es la llamada a ejercer la
función directiva, y la idea, o mejor, la creencia en
la naturaleza carismática de una personalidad (o
«caudillo»), a la que de manera misteriosa y
sobrenatural se le ha otorgado la gracia de dirigir
la cosa pública. El principio autoritario sustituye al
democrático; pasa a primer plano la exigencia de
la disciplina y de la obediencia incondicional al
superior jerárquico, e incluso la administración
civil recibe un carácter esencialmente militar."
Ese espíritu autoritario y regresivo inspiró
el golpe militar del año 1930. Dan testimonio de
ello los relatos de Lisandro de la Torre, Federico
Pinedo, Carlos Ibarguren, Juan P. Ramos y con
valor histórico inestimable las memorias del Gral.
Sarobe, con adiciones del Capitán Perón.
Esa tendencia autoritarista tuvo su más
expresiva representación no sólo en los intentos
sobre reformas corporativistas sino y muy
especialmente en la creación de milicias para-
militares, a imitación de las fascistas, las que
tomaron estado legal por decreto del 18 de Mayo
de 1931, según lo documenta Robert A. Potash.
Ante el avance incontenible de la
"Contrarreforma", en el orden universitario, el
gran maestro, Ricardo Rojas, desde su alto sitial
de Rector, lanzaba su conmovedora exhortación:
"A los maestros que hoy tenemos a nuestro cargo
la enseñanza y el gobierno de la Universidad nos
ha tocado la empresa difícil de conducir la
educación en una época cuyos caracteres
revolucionarios es inútil negar. Con negarlos no
los suprimimos. Es menester el hecho real, que tal
vez llegue a ser parte de un proceso histórico más
extenso. Nuestra Universidad, agregaba, se halla
apenas en vía de formación como nuestra na-
cionalidad y toda nuestra cultura. En medio del
aparente caos y con sus 12.000 alumnos, acaso
se oculte la gestación de un nuevo mundo es-
piritual. De la incomprensión es de lo que más se
quejan los jóvenes inquietados por estos
problemas. La hostilidad sistemática de la
juventud es tan mala como la explotación de su
inexperiencia. Oírlos y tolerarlos, para ver de
comprenderles, no es aparcería indigna, sino un
deber de amor casi paternal".
9. Conflicto institucional en la
Universidad Nacional de La Plata, en el año
1936
La tesis que venimos desarrollando tuvo
su más cabal expresión en el conflicto
institucional suscitado en el año 1936 entre el
gobierno de la Provincia de Buenos Aires, el que
según registró la crónica representó en el país la
continuidad del ideario corporativista, abandonado
en el orden nacional, y la Universidad Nacional de
La Plata que se mantenía dentro de los cánones
de la reforma universitaria, con extensión
latinoamericana. Las posiciones adoptadas
traducen con elocuencia ese disenso político.
La primera convención de estudiantes
platenses, en su reunión del 24 de septiembre de
1936 declaró: "que siendo la Universidad de La
Plata un baluarte de la democracia, un centro de
lucha contra la reacción, se dispone a todo trance
a defenderla. Por eso proclama la necesidad de
reforzar los organismos gremiales del
estudiantado, popularizar y encauzar el
movimiento que ha iniciado esta convención en el
sentido de la lucha y establecer una sólida unión
con todos aquellos sectores organizados de la
población que estén decididos, en el terreno de
los hechos, a luchar por reivindicaciones
comunes. Ellas comprenderán, en esencia, las
siguientes líneas de lucha:
1º) En el terreno universitario: mayor
democratización interna de la Universidad,
acercamiento de la Universidad al pueblo y de
éste a la Universidad.
2º) En el terreno social y político: lucha
por las libertades democráticas (pues no hay
Universidad democrática sin estado democrático),
por la libre emisión del pensamiento, por la de-
fensa de la ley Sáenz Peña.
3º) Contra la reacción, el fascismo y la
guerra, por las reivindicaciones económicas de la
clase productora, contra el imperialismo y sus
aliados".
Mientras las autoridades universitarias y
sus claustros continuaban sus actividades y
mantenían con decoro la autonomía institucional
de la Universidad de La Plata, el gobierno de la
Provincia de Buenos Aires provocaba un conflicto
institucional. "Los antecedentes a que aludimos" -
se manifestaba-, "son los referentes al proceso de
perturbación sufrido por todas las Universidades
Argentinas a partir de 1916, cuando el radicalismo
fomentó e impuso desde el gobierno federal, la
llamada reforma universitaria. . . La revolución de
septiembre de 1930, alejó de las posiciones pú-
blicas a esos elementos demagógicos y
electoralista, muchos de los cuales se refugiaron
en las Universidades, donde han hecho causa
común, desde entonces, con cuantos agitadores
subversivos, comunistas o comunizantes, pugnan
por trastornar nuestro régimen social."
Ese brote autoritarista, coincidía, según
despachos de la Embajada de EE.UU. que
difunde Potash, con la reorganización de la
Legión Cívica -milicia paramilitar institucionalizada
en 1931- la que se adaptaba al sistema del
Partido Nazi, y que se convierte como
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 41
organización paramilitar en 1936 en Alianza de la
Juventud Nacionalista.
Las milicias regimentadas recorrían con
pasos marciales las calles y avenidas de la Ciudad
de La Plata, en apoyo del accionar histérico del
gobernador de Buenos Aires.
La tensión fue extrema. El Estado
autoritario, constituido al margen de la voluntad
ciudadana, y enrolado en la concepción fascista,
enfrentaba a la Universidad democrática, que re-
flejaba la comunidad política nacional. Los hechos
políticos posteriores —incluso la intervención
federal- hicieron bajar la tensión y el conflicto
institucional si bien latente, quedó así diferido.
10. Supresión del régimen de la
reforma universitaria y el de las
leyes 13.031/1947 y 14.297/1954
La instancia histórica que se abre en
1943 con apoyo en grandes mayorías populares y
prescindiendo de su filiación política, como
estructura formal del poder, fue de señalado
autocratismo. El poder pleno y absoluto fue
retenido y ejercitado en plenitud totalizadora por
el Jefe de Estado.
Expresión de ese autocratismo político fue
el régimen institucional de las universidades. Las
leyes 13.031/ 1947 y 14.297/1954 quitan a las
universidades su carácter autónomo, restringen a
límites mínimos la representación estudiantil y se
asigna a las mismas funciones docentes de-
pendientes del poder central.
El art. 4º de la ley 13.031/47 es una
norma clave en ese proceso. Dispone que las
"Universidades no deberán desvirtuar en ningún
caso y por ningún motivo sus funciones especí-
ficas. Los profesores y alumnos no deben
actuar directa ni indirectamente en política,
invocando el carácter de miembro de la
corporación universitaria, ni formular
declaraciones conjuntas que supongan militancia
política o intervención en cuestiones ajenas a su
función específica, siendo pasible quien incurra
en trasgresión de ello, de suspensión, cesantía,
exoneración o expulsión, según el caso. Esto no
impide la actuación individual por la vía legítima
de los partidos políticos, pero en ese caso,
actuarán como simples ciudadanos y no en
función universitaria".
Ese criterio de especificidad de funciones
y de apolíticidad no significó reafirmar conceptos
de investigación científica sino monopolizar por el
Estado todas las manifestaciones culturales
uniformando el pensamiento en torno de las
políticas nacionales. Se suprime el tratamiento y
la discusión pluralista de los grandes temas
alberdianos y se consagran como dogmas
científicos contingentes soluciones partidistas.
Esa "uniformación de la sociedad" había
sido percibida por Carlos Ibarguren, respecto de
la política centralista de Rozas. "La sociedad
modelada por la tiranía, expresaba tan imparcial
historiador, ofreció el aspecto uniforme de un
inmenso rodeo humano, bien amansado, del
mismo pelo y de la misma marca. Para todos un
mismo color, idéntica divisa, libre a semejante,
exacta manera de llevar el bigote, iguales formas
repetidas con incansable tenacidad. El mismo
sello impreso en los cuerpos doblegados y en las
almas sumisas."
Para lograr "esa apoliticidad" se recurrió
entonces, apuntan Bidau y Piñeiro, a
"destituciones, represiones humillantes,
supresiones inconducentes, cambios sin
importancia alguna en el régimen administrativo y
en la enseñanza. ...”
El período que se cierra,
temporariamente, en 1955, y que resulta del
nuevo régimen instaurado, lejos de superar los
conflictos de superficie y las desviaciones
politizantes que se generan en el seno de las
universidades, fue expresión de la supresión de la
libertad académica, retroceso en el avance de la
investigación científica y penetración deformante
de una ideología de partido.
La vetusta concepción autocrática sumió
a las universidades nuevamente en la
decadencia. No alcanza a modificar este
panorama general alguna heterogeneidad, que
exhibe excepciones y aspectos rescatables.
11. Retorno a la ley Avellaneda y al
Régimen de la autonomía universitaria
Muchas de las decisiones adoptadas en
1955, en cuanto al funcionamiento de la
Universidad pueden considerarse excesivas y
preñadas de parcialidad, al ser tomadas en la
dinámica de un proceso de revisión, pero resulta
incuestionable que se dio una respuesta
legislativa que permitió a las universidades
desenvolverse hasta el año 1966.
El gobierno revolucionario a través de
sucesivos ordenamientos jurídicos -decretos-leyes
6043/55. 10.775/56, 7361/57, 8780/57 y
15.677/57-consagró la "autonomía universitaria",
sistema de política educacional que supera y
perfecciona el régimen de la "reforma
universitaria" establecido en 1918.
Las universidades argentinas se re-
vitalizaron. El pluralismo ideológico volvió a ser el
fundamento de la investigación científica. Las
universidades reflejaron al pensamiento contra-
dictorio de nuestra sociedad, alcanzando el nivel
académico acorde con la realidad cultural.
Ortega y Gasset, al exaltar el apogeo de
las universidades europeas y prevenir su
decadencia, las instala como "poder espiritual",
ajenas al Estado, y en "medio de la vida, de sus
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 42
urgencias y de sus pasiones", interviniendo en
la "actualidad como tal Universidad y tratando los
grandes temas del día desde su punto de vista
propio -cultural o sistema de ideas vivas que el
tiempo posee, profesional o científico- al
considerar que el "profesionalismo es
peculiarísima brutalidad y agresiva estupidez".
El humanista granadino, que ve a la
Universidad como la "proyección institucional del
estudiante" -escasez de su capacidad adquisitiva
de saber y su necesidad para vivir— legítima "en
el movimiento estudiantil", por su atendible
razonabilidad, "la inquietud política del país, la
sustancia nacional que se estremece", y considera
"inconcebible, por ejemplo, que ante un problema
como el cambio, que hoy preocupa a España, la
Universidad no ofrezca al público serio un curso
sobre tan difícil cuestión económica". Esa es para
Ortega la "Misión de la Universidad".
Por nuestra parte, en el informe elevado a
la Honorable Cámara de Diputados de la Nación
con fecha 31 de agosto de 1965, en respuesta a
los 12 puntos contenidos en la interpelación
promovida en dicha Cámara, expresamos la
política educacional del gobierno del presidente
lllia, de resguardo de los principios sobre auto-
nomía universitaria.
"El sistema delineado por los decretos-
leyes 6403/55, 10.775/56, 7361/57, 8780/57 y
15.677/57 (este último carece de interés actual,
habiendo sido de vigencia transitoria), se
diferencia fundamentalmente del sistema
establecido por la Ley Avellaneda."
"Las universidades nacionales, en la
actualidad, establecen sin intervención del poder
judicial, las normas que las rigen, normas que
producen el efecto de derogar leyes, decretos
leyes y decretos reglamentarios. Sin intervención
del poder ejecutivo nacional, nombran y renuevan
sus autoridades y su personal. Están exentas de
contralor jurisdiccional por vía jerárquica. Como
único límite dentro de la competencia
administrativa, tienen el contralor de su actividad
económico-financiera, por intermedio del Tribunal
de Cuentas de la Nación, dependiente de la
Secretaría de Hacienda."
"Aunque la ley de Organización de los
Ministerios establece en su art. 12, inc. 1º, la
competencia del Ministerio de Educación y
Justicia en la enseñanza universitaria, no
introduce alguna alteración en ese ordenamiento."
Reconocida por el gobierno del presidente
Illia la autonomía institucional de las universidades
y después de expresar que "el poder ejecutivo
nacional, en consecuencia, no tiene ingerencia en
la actividad universitaria", reivindica sus propias
potestades "y -ello- en cuanto la misma no lesione
preceptos constitucionales o legales expresos",
invocando la "doctrina administrativa y de la
Procuración del Tesoro de la Nación, que en
determinados supuestos muy precisos, han
estimado procedente la consideración de un
recurso jerárquico «impropio» o recurso de
ilegitimidad".
En ese histórico debate parlamentario de
1965 se determinó el contenido y límites jurídicos
de la autonomía universitaria en su progresiva
evolución institucional.
12. Retorno al régimen abolicionista de
la reforma universitaria de las leyes 13.031/47
y 14.297/54, Dictado de la ley 16.912/66
En un estudio elaborado en el seno del
"Instituto de Cultura Popular" fundado en la
Ciudad de La Plata en 1966, y dado a luz en el
año 1968, sobre el fenómeno político de las
universidades, se examinó el régimen instaurado
por el presidente Onganía.
Dijimos entonces: "Abatido el régimen
constitucional, se sanciona la denominada ley
16.912, de fecha 29/7/1966, en virtud de la cual:
se suprime el gobierno autónomo de las
universidades; se atribuye a pseudos rectores,
presidentes y decanos y con carácter provisional
«funciones administrativas»; retiene el P. E. N.
«el ejercicio de las atribuciones reservadas por
sus estatutos a los consejos superiores o
directivos», y se prohíbe, bajo sanción de
disolución a los centros o agrupaciones
estudiantiles, «realizar actividades políticas»."
Esto fue complementado por las leyes
17.148, 17.228 y 17.245/67. Así quedó
establecido el nuevo estatuto universitario corno
instrumento de política educacional, el que recoge
la filosofía del sistema que rigió en el año 1954 en
virtud de las mencionadas leyes 13.031 y
14.297/54.
El estatuto universitario consagra un
sistema aristocrático y cerrado, definido y
caracterizado por una vieja agrupación política de
manera inequívoca: "Universidad sin autonomía,
cátedra sin libertad académica y claustros para
las minorías". Del análisis de sus disposiciones
resulta:
1º) El régimen de intervención de las
leyes 16.912 y 17.148, poniendo en las funciones
de rectores y decanos a funcionarios
administrativos designados por el Poder Ejecutivo
Nacional y atribuyéndose a la Secretaría de
Educación, dependiente funcionalmente del
Ministerio del Interior, las facultades que competen
a los Consejos, se mantiene vigente y adquiere
estado permanente (Art. 120 y 122).
2º) Las universidades que deberán
organizarse bajo la conducción de aquellos
funcionarios estatales, sin limitación alguna en el
tiempo, continuarán una vez organizadas y para
siempre, subordinadas al arbitrio del poder
autoritario —aprobación de los estatutos, régimen
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 43
económico financiero e intervenciones sin control
jurisdiccional (Art. 6. inc. b; 45, inc. b; 108, 117 y
122).
3º) Los órganos naturales de gobierno -
profesores, estudiantes y egresados- han sido en
la práctica suprimidos. Sólo se deja subsistir la
denominada "Asamblea Universitaria", la que no
se integrará con el cuerpo de profesores como
tales, sino con los funcionarios estatales que
desempeñan cargos directivos (Art., 44), quienes,
como en los casos de los rectores y decanos, no
necesitan "conservar" la condición de profesores
(Art. 48 y 57).
4º) La limitada órbita de actuación que se
reconoce a las Universidades, queda a su vez
condicionada:
a) La programación del planeamiento
integral de la enseñanza universitaria oficial que
se atribuye al Consejo de Rectores (Art. 76 y 77)
y no a los órganos específicamente docentes,
queda por su parte sometida a la decisión y al
arbitrio de los "organismos competentes del
gobierno nacional a través de la Secretaría de
Estado de Cultura y Educación", dependiente del
ministerio político (art. 77. inc. f).
b) La elaboración de soluciones a los
problemas nacionales solamente se podrá
realizar a "requerimiento" de los organismos
correspondientes al gobierno nacional, provincial o
municipal (art. 3, inc. g).
c) Prohibición absoluta de estudiar y
analizar los problemas de carácter político, que
alcanza por su latitud aun a aquellos que la propia
Constitución Nacional impone como obligación
inexcusable a todos los ciudadanos argentinos, en
sus Art. 1°, 21 y 23.
d) La atribución de facultades "con-
currentes" y "exclusivas" que se reservan a las
autoridades nacionales y locales, sin excluir a las
policiales, para asegurar el "mantenimiento del
orden público y el imperio de la legislación común
en el ámbito universitario" (art. 7, 50, inc. d; y 59.
inc. c).
5º) Dentro del referido régimen de
"dependencia" y "verticalidad funcional" "Poder
Ejecutivo Nacional; Consejo de Rectores;
Rectores y Decanos-a los profesores titulares se
les atribuye "la responsabilidad de la enseñanza,
investigación y gobierno dentro de la Universidad"
(art. 19), quienes ejercen, con exclusión de las
demás categorías "la dirección de la cátedra y
tienen a su cargo la orientación general de la
enseñanza" (Art. 20, 22 y 23). Dichos profesores,
a su vez, están sujetos a reglas limitativas:
a) Se reduce el término de su designación
a "tres años", acordándose a los "adscriptos y
adjuntos siete años" (art. 30). Además se les
retacea la estabilidad (art. 30 y 124).
b) Se constriñe su actuación ciudadana al
prohibírseles toda manifestación política "dentro
de los recintos universitarios" (art. 10) y "fuera de
los mismos", como resulta del régimen
disciplinario que prescribe el art. 6, inc. g).
c) Se les impone sin restricción alguna "la
observancia de las leyes fundamentales de la
Nación" (art. 29, inc. c); es decir, entre otras, el
estatuto revolucionario que pretende prevalecer
sobre la Constitución Nacional, la ley de defensa
civil de la Nación que importa subvertir el orden
institucional y la ley de disolución de los partidos
políticos mediante la cual se suprime la forma
republicana representativa de gobierno y se
mutila al hombre en su condición humana.
d) La denominada libertad de
cátedra contiene una calificación "sugestiva":
"siguiendo las orientaciones científicas con que
puede ser entendida y cultivada" (art. 8), la que se
toma "sospechosa" si se la vincula con otras
expresiones contenidas en la ley: "principios
esenciales de nuestra tradición cultural y
espiritual... afianzamiento del espíritu cívico. .
.conciencia nacional" (art. 4), "evitar una
formación estrechamente profesional" (art. 84) y
finalmente: "actividades comunistas" (art. 79 in
fine).
6º) El propósito deliberado de limitar la
esfera de acción o de gravitación de las
universidades oficiales en la formación de la
cultura nacional, resulta aún más evidente si se
las considera como "comunidades estudiantiles".
a) Se consagra como norma expresa el fin
de su política educacional de limitar el número de
estudiantes y de profesionales de las universida-
des estatales (art. 3, inc. c y 79).
b) Se establece, en su consecuencia, un
sistema limitativo de ingreso y permanencia de los
alumnos en los claustros (Art. 79, 81, 82, 83, 89,
90 y 91).
c) Se adopta un manifiesto retorno a la
onerosidad de la enseñanza (Art. 56, inc. n; 92 y
105, inc. e).
d) Se dispone la supresión de la
representación estudiantil como órgano de
gobierno (art. 94) y la prohibición de toda
actividad como expresión de opinión (Art. 98 y
SS.).
e) Se tiende a la formación de élites
estudiantiles (Art. 95 y 96) y se busca la
destrucción del espíritu y comunidad
latinoamericano (art. 97).
Del análisis efectuado precedentemente
se pueden extraer las conclusiones siguientes:
A) Las universidades nacionales
continuarán intervenidas por el Poder Ejecutivo
Nacional.
B) La reorganización total de sus
claustros se realizará durante el período de
intervención.
C) Las universidades nacionales nunca
podrán alcanzar autonomía ni autarquía; se trata
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 44
en rigor, de simples organismos descentralizados,
al extremo de que el personal no docente sólo
podrá ser designado ad referéndum del Poder
Ejecutivo Nacional, según lo dispone la ley
17.228.
D) El proceso de designación y selección
de los profesores titulares, eje del sistema
docente que se instaura, queda al arbitrio de los
interventores gubernamentales.
E) El planeamiento de la enseñanza
universitaria -planes de estudio, materias,
programas- dependerá de la decisión del Poder
Ejecutivo Nacional, mediante la cual se ordenará
la orientación de la misma.
F) La libertad de cátedra que se
acordará a los profesores preseleccionados
aparece "condicionada".
G) El papel que se asigna a las
universidades nacionales y las limitaciones que se
imponen a la actividad docente y estudiantil,
conlleva el propósito de evitar su gravitación en el
campo de las ideas -formación de élites-
vigorizando la actuación y la preponderancia de
las universidades privadas.
En conclusión, del precedente análisis
normativo surge que el sistema legal que regula
la actividad universitaria guardó absoluta
vinculación con el proceso institucional argentino.
13. La ley 20.654/1974, como solución
de compromiso y el autocratismo como
realidad política. Fases de la politización
La discusión parlamentaria, y las
corrientes de opinión que se expresaban en torno
de la sanción legislativa de la ley 20.654
demostró que se expresaban en torno de la
sanción legislativa de la ley 20.654 demostró que
se mantenía con rigor la oposición entre aquellos
que persistían en los principios de la reforma
universitaria como concepción política ameri-
canista y quienes seguían adscriptos al sistema
del absolutismo, como expresión totalizadora del
poder autocrático.
La ley 20.654/74 fue el resultado de
aproximaciones conciliatorias de ambas
tendencias. Los diversos proyectos presentados al
Congreso recogieron el disenso político. El texto
legislativo traduce, de alguna manera, el
cumplimiento de una de las "coincidencias
programáticas": "Se establecerán los plenos
principios de la autonomía de la universidad,
la libertad de cátedra, el gobierno tripartito y la
extensión universitaria facilitando el acceso al
pueblo a las universidades."
Sin embargo, el proceso real de
organización de las universidades, que en los
hechos se retrotrae al régimen legal instaurado en
1966 con antecedente y fundamento en el siste-
ma inaugurado en 1947, sin solución de
continuidad, demuestra que éstas siguieron
funcionando como organismos descentralizados
del Poder Ejecutivo Nacional. El grado de politiza-
ción alcanzado fue extremo. Las distintas
tendencias internas que se suceden en el
ejercicio real del poder, si bien coincidentes en
imponer la llamada doctrina nacional, pugnan por
organizar a las universidades políticamente, con
carácter exclusivo y excluyente.
Ello no condice con el ideario democrático,
expresado como fundamento filosófico de la
reforma universitaria. "La enseñanza debe estar
exenta de toda influencia de grupo, clase, raza, o
sectarismos y propender a la vida y expresión del
hombre con plena libertad, dentro del orden
jurídico de la Constitución Nacional, formándola
para la democracia representativa y republicana,
sobre los principios de la libertad civil y política y
la independencia económica y que lo capacite
para afrontar el proceso de cambio. Sin perjuicio
de sus clásicos objetivos: formación, transmisión
de la cultura, enseñanza de la técnica e
investigación científica, la educación y la cultura,
en todas sus etapas y manifestaciones debe tener
una orientación humanista."
La conducción universitaria impuesta
desde los centros del poder político se
desenvolvió en dos etapas, ambas intensamente
politizadas como expresión partidista.
Primeramente, el proceso universitario fue
insertado en el contexto histórico de una sociedad
de masas. Se ensayó una apertura de la
universidad al pueblo, sin elitismos aberrantes, y
se aproximó a los estudiantes a la temática de los
grandes problemas nacionales, con rigor
científico, porque nuestra filosofía política, como
preanunciaba Alberdi, sigue siendo práctica y
real, surgida de nuestras necesidades.
Ello no justifica, de ninguna manera, el
sectarismo con que se practicó, en límites
incompatibles con los principios de objetividad
científica, igualdad e imparcialidad académica,
como tampoco la baja de los niveles científicos en
proporciones superiores a las que puede llegar un
proceso abierto de popularización de la cultura.
El relevo abrupto de aquella conducción
populista y desbordante por otra elitista y
autoritarista, no sólo demostró que los conflictos
internos que se suscitaban en el seno del Estado
eran trasladados a la Universidad sino que se
regresó a épocas pretéritas signadas por el atraso
y el absolutismo. El entonces Delegado-Interventor
escogió como lema de su actuación docente:
"Dios - Patria y Ciencia" y proclamó como bases
esenciales de la vida universitaria: "la religión
católica, la lengua de Cervantes y la filosofía
justicialista".
La universidad dejó de ser así el centro
de la cultura como "sistema de ideas vivas que el
tiempo posee" para convertirse en un cenáculo de
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 45
imposiciones dogmáticas, como prolongación del
Estado autocrático. Era la "uniformación de la
sociedad", denunciada por Carlos Ibarguren.
14. Ley 21.276/1976. Mantenimiento del
sistema legal imperante
La estructura institucional del sistema
universitario consagrado por la ley 20.654 es
mantenida por la ley 21.276, con modificaciones
normativas que no alteran su sustancia
autocrática.
Las universidades son concebidas como
simples organismos descentralizados del Estado.
"El gobierno y la administración de las
universidades serán ejercicios por el Ministro de
Cultura y Educación y los rectores o presidentes y
decanos designados por dicho ministro" (art. 3º).
El ministro del ramo "dictará las normas
generales de política universitaria en la materia
académica" (art. 3?) y está facultado "para
disponer el cese del personal de conducción de
las universidades y facultades. . ." (art. 10?).
Se mantiene como constante histórica la
prohibición "en el recinto de las universidades
(de) toda actividad que asuma formas de
adoctrinamiento, propaganda, proselitismo o
agitación de carácter político o gremial, docente,
estudiantil y no docente" (art. 7º) y se declara
compatible "con el ejercicio de la docencia
universitaria o funciones académicas que le sean
correlativas" "todas aquellas actividades que (no)
se aparten del propósito y objetivos básicos fija-
dos para el proceso de reorganización nacional".
Se consagra nuevamente una doctrina política
exclusiva y excluyente.
15. Principios que informan el proceso
de las universidades
Del análisis hecho de las universidades
como instituciones y vivencias culturales, resulta:
a) La Universidad fue y deberá ser
siempre una institución de su tiempo histórico.
Trasunto de las ideas reinantes y reflejo de los
cambios políticos al estar inserta en la sociedad.
Conflictiva y muchas veces turbulenta.
b) Las universidades españolas, fundadas
en América, recogieron en su seno como hecho
político la querella secular entre el poder real y el
eclesiástico. La Universidad de Chuquisaca, por
su parte, recogió como hecho político el proceso
emancipador americano.
c) La reforma universitaria fue la clave de
la ideología estudiantil latinoamericana y significa
una protesta contra el monopolio de las
actividades culturales. La uniformidad de la so-
ciedad contradice a la cultura como "sistema de
ideas vivas que el tiempo posee".
d) La reforma universitaria, como doctrina
política, fue forjada en Argentina en 1918 y
extendida a toda Latinoamérica, para penetrar
contemporáneamente en las universidades
europeas y norteamericanas, conforme a estos
enunciados:
1. Identificación con la vida nacional, con
su desenvolvimiento político, institucional y social,
con sus necesidades económicas, industriales y
comerciales.
2. Institución autónoma, educadora y
democrática.
3. Participación de los estudiantes en el
gobierno de la Universidad, como expresión de
democracia universitaria.
e) Los principios que informan a la
doctrina de la reforma universitaria, en un proceso
abierto de democratización de las instituciones,
fueron legalmente consagrados a través de los
decretos-ley 6.043/55, 10.775/56, 7.361/57,
8.780/57 y 15.677/57.
f) El proceso de la Contrareforma iniciado
en 1930, como expresión de concepciones
totalitarias de autoritarismo, fue institucionalizado
con la sanción de las leyes 13.031/47 y
14.297//54. La ley 16.912/67 mantiene la línea
histórica del autocratismo político.
g) El proceso revisionista se mantiene
abierto desde 1966. El régimen de la reforma
universitaria, como expresión democrática y
cultural, recobra como doctrina política contempo-
raneidad, al cambiar frecuentemente los
gobiernos americanos de turno, la ideología del
Estado.
h) La actual coyuntura política, junto con
nuestra tradición nacional y democrática en la
materia, nos obliga a un planteo renovador de los
principios que encierra nuestra histórica postura
en materia universitaria, para superar los límites
que determinaron sucesivos momentos de su
formulación y evolución. He aquí que debemos
recuperar toda la evolución de la política
universitaria en los momentos en los cuales con
errores, a veces de fundamentos, a veces de
operativa, se levantaron los principios de Alberdi
e Ingenieros referidos a una enseñanza superior
al servicio de las necesidades de las mayorías na-
cionales, en oposición a aquellos que la vieron
como un templo de cultura y de libertad de
pensamiento para unos pocos privilegiados
agentes de la oligarquía dominante o de sus re-
cientes seguidores tecnocráticos, que la perciben
como el lugar de producción de eficientes
técnicos que servirán a las "necesidades
nacionales" de la dependencia económica y polí-
tica. Para evitar los debates ideologistas en los
cuales se parte de los principios para llegar a las
necesidades y funciones, nosotros argumenta-
remos a partir de las necesidades de las
mayorías nacionales. Desde ellas podremos
definir las funciones del sistema de transferencia
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 46
y generación de conocimiento y tecnología
nacional, dentro del cual podremos definir las
funciones de la "universidad" y en consecuencia
los principios y normas operacionales que han de
regir su estructura y evolución. Recordemos que
los principios de la Reforma Universitaria de 1918
salieron de una realidad que las generó y en la
medida en la que ésta realidad en sus parámetros
determinantes no ha sido superada, las demandas
que aquellos principios reflejaron siguen teniendo
vigencia. Sin embargo ya no es suficiente repetir
estos principios en un medio y en un tiempo que
requieren encontrarles, por un lado, una mayor
precisión de sus causas y por otro, mejor
delimitación de formas operacionales, para
nuevas funciones institucionales. Recorriendo el
conocido manifiesto del 18, veremos que sus
principios se refieren a una visión continental y
fraternal de la realidad argentina al dirigirse "a los
hombres libres de América del Sur"; recupera los
principios de la democracia republicana y
federalista cuando exige participación en su
gobierno por parte de los estudiantes y cuando
postula una forma de autonomía institucional;
reitera posiciones democráticas cuando señala
que la educación debe ser gratuita y abierta;
reafirma una vocación popular cuando exige la
extensión de la universidad hacia los trabajadores
y recalca un principio de independencia cultural
cuando destaca la obligación de responder a las
reales necesidades nacionales de carácter social,
económico y político. Todos estos principios se
refieren esencialmente a los problemas de
objetivos de la enseñanza superior, a las fun-
ciones que le corresponden, a la forma
institucional y al gobierno adecuado, a la
organización administrativa y sus normas
financieras, académicas, sociales y operacionales
necesarias y finalmente la estructura de
unidades de actividad apropiadas para materia-
lizar esos objetivos, funciones, gobierno y
administración. Todos estos principios se
manifiestan en intentos posteriores a 1918 de
acercar la universidad a las necesidades de las
mayorías nacionales.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 47
Relaciones
igualdad e igualdad se traduce en el orden
económico en un impulso impostergable e irresis-
tible por una mayor y más justa distribución de

económicas riquezas a nivel nacional e internacional.

Era necesario decir esto previamente
porque no es concebible la realidad económica
internacionales internacional como algo separado o dependiente
de reglas y valores exclusivamente económicos.
No puede existir una posición aislada en materia
de relaciones económicas internacionales. Debe
estar integrada dentro de la política exterior. Esta,
a su vez, debe corresponderse con la política
interna, porque ambas constituyen la política na-
cional.

II
por Leopoldo H. Tettamanti
No está tan lejana la época en que
comenzó a concebirse a la realidad internacional
como un sistema complejo e integrado con
I
aspectos variados de orden social, económico,
político y militar, entre oíros y sometida a factores
La consideración del tema requiere en
diversos que van de lo psicológico a lo geográfico.
primer término algunas explicaciones, para
Estos aspectos y factores son diferenciados unos
describir el contexto general en que debe
de otros, pero forman parte de un todo que es el
ubicarse una posición argentina en materia de re-
propio sistema. Pueden, por consiguiente, tratarse
laciones económicas internacionales.
por separado siempre que no se pierda de vista la
La política exterior es la utilización del
unidad del conjunto.
poder del Estado para adaptar la realidad
Políticos y estudiosos adolecieron por
internacional a las necesidades y objetivos
mucho tiempo del defecto de considerar
nacionales. Es la utilización del poder del Estado
fragmentariamente los distintos aspectos y
en función del interés nacional. Como tal requiere
factores señalados. Dentro de esa fragmentación
una adecuada planificación de medios y acciones
las relaciones internacionales corrieron el riesgo
y una eficiente aplicación y ejecución de los
de ser analizadas y tratadas a nivel de políticos y
mismos.
de estudiosos preferentemente desde la óptica del
La política exterior no es distinta ni está
derecho internacional o del formalismo.
contrapuesta a la política interna. Una es
Sólo en época reciente comienza a
proyección de la otra y ambas forman parte de
afirmarse el sentido de unidad y de sistema en las
una misma política nacional. Sus objetivos son en
relaciones internacionales. Se ha comenzado
definitiva idénticos: orden, seguridad, paz,
desde entonces a correr otro riesgo, puesto que
desarrollo, justicia social, bienestar general.
las corrientes preponderantes reconocen en el
Todos estos objetivos son complementarios.
fenómeno político del poder, y de los conflictos
Así, no es concebible, por ejemplo, el orden, la
que genera, la esencia del sistema internacional.
seguridad y la paz, sin el desarrollo y la justicia
Sin embargo, ni el poder con sentido de
social. Y todos ellos hacen al bienestar general
fuerza o de dominación, ni el conflicto, pueden
que es el objetivo final de toda sociedad.
explicar toda la trama de las relaciones
La realidad internacional sobre la que
internacionales. No pueden explicar, por ejemplo,
actúa la política exterior tiene por cierto
las relaciones horizontales entre países en
diferencias profundas con la realidad nacional,
desarrollo, ni los procesos de integración, ni en
pero estas diferencias son muchas veces de
toda su plenitud la búsqueda de un nuevo orden
grado y no de naturaleza. Esa realidad tiende a
económico internacional.
reproducir en su evolución el proceso de
Hay algo más que la fuerza, la con-
formación de los Estados nacionales.
frontación y el conflicto en la esencia del sistema
Comunicación, interdependencia, cooperación y
internacional. Este algo más está dado por la
organización son las grandes avenidas por las que
comunicación, la cooperación y la organización.
transita ese proceso.
Las tendencias que estos dos juegos de factores
El hombre con su espíritu societario es el
generan constituyen a mi juicio el dinamismo del
actor principal tanto de la sociedad nacional como
sistema internacional. Este dinamismo conduce en
de la sociedad internacional. La esencia funda-
mi opinión al ensanchamiento permanente del
mental del hombre es la libertad. Libertad implica

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 48

ámbito de la cooperación.
El campo económico, aunque es también
escenario de serios conflictos, es especialmente
propicio para el progreso de la cooperación. La
función económica adquiere así una importancia
especial. Un ejemplo bien demostrativo está dado
en Europa. Cuando después de la segunda
guerra mundial se comenzó a trabajar por la uni-
dad y la cooperación se intentaron varios
caminos. El político, con la Unión Europea
Occidental; el militar, con la Comunidad de
Defensa. Ambos fracasaron y fue el económico a
través particularmente de la Comunidad del
Carbón y del Acero y de la Comunidad
Económica que permitió poner en marcha el
proceso de cooperación y unidad europea.
III
El poder de un Estado es el conjunto de
capacidades y potencialidad a su disposición para
la realización de sus fines. Ellas son de carácter
material e inmaterial o varían de Estado a Estado.
En unos influye más su posición geográfica o su
sistema político; en otros su potencial económico,
o militar, o cultural, etc.
En la brevedad de este artículo no se
podría analizar en profundidad el caso argentino,
ni es necesario para nuestros propósitos.
Parecería claro que el poder nacional
tiene distinta significación y peso según lo
consideremos en el ámbito regional o universal. De
todos los elementos que lo componen parece in-
dudable también que el económico es de mayor
gravitación. Es el único que permite a nuestro país
proyectarse en forma efectiva con sentido
universal. Es el más eficiente en el orden regional
para afirmar la presencia argentina.
Debemos concluir, en consecuencia, que
si desde el punto de vista objetivo la función
económica ocupa un lugar de primera línea dentro
del sistema internacional, desde el punto de vista
particular de la Argentina su preponderancia se
acrecienta aún más.
No se trata del predominio de lo
económico sobre lo político, porque en definitiva
es lo político que debe recoger y utilizar
adecuadamente lo económico y, además, lo
económico actúa integrado en una realidad que
responde a valores y objetivos cuyo centro es el
hombre con sus aspiraciones de libertad, justicia y
democracia. Combinar todo es el arte de la
política exterior y de la diplomacia, tanto en las
etapas de planeamiento como de ejecución.
IV
Con estos antecedentes podemos
considerar las bases para algunos de los sectores
específicos de mayor significación en el campo de
las relaciones económicas internacionales. La
tiranía del espacio nos llevará a reducir el número
de estos sectores y la profundidad del análisis.
1. Las relaciones multilaterales. El
Tercer Mundo y el Nuevo Orden Internacional
La República Argentina tiene vocación
universalista y un poder nacional apto para
realizaría. Aunque quizás no pueda encontrarse
país alguno que renuncie a proclamar su vocación
universalista, no todos están en las mismas
condiciones para concretarla por carencia de
medios. Y la política requiere por comenzar y
fundamentalmente medios.
Un mini Estado, de los tantos surgidos
últimamente, puede, por ejemplo, proclamar que
comerciará con todo el mundo, pero no podrá
hacerlo porque carece simplemente de medios.
Nosotros mismos podríamos proclamar nuestra
gravitación política o militar con alcance universal,
pero no podríamos efectivizarla porque carecemos
de medios para ello. En cambio sí podemos
pretender una política universalista de carácter
económico, fundándonos especialmente en el co-
mercio, porque las características de nuestra
producción justifican esa pretensión. Si la energía
y los alimentos constituyen factores fundamentales
del desarrollo nacional y de la transformación del
sistema internacional, es evidente que nosotros
tenemos un papel que desempeñar.
En este sentido no cabe duda al lado de
quienes tiene que estar nuestra acción. No
podemos dejar de estar con los que luchan por
mejores y más justas condiciones en las relaciones
económicas internacionales; por los que intenta
reemplazar el actual statu quo por otro más
favorable. No podemos estar, en fin, sino con el
Tercer Mundo. No podemos escudarnos en una
posición de desarrollo intermedio, porque
nuestros mejores índices de desarrollo no
justifican una posición diferenciada, que restaría
nuestra contribución a la lucha común y nos haría
correr la suerte de los solitarios.
La lucha por un nuevo orden económico
internacional ha cambiado de signo, porque ha
cambiado el poder relativo de países ricos y
países pobres. Para ejemplificarlo podría decirse
que antes, en lo comercial, el problema central era
acceso y precios justos, pretensiones que vienen
sosteniendo largamente los países pobres y
vienen largamente siendo pospuestas por los
países ricos. Hoy figuran junto a esas
pretensiones seguridad de abastecimiento y
niveles de precios -caso petróleo—, como
demandas de los países ricos ocupando el centro
del debate.
La lucha es todavía desigual pero comienza
a ser no tan desigual. Si una coyuntura como la
actual se hubiera presentado en materia de
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 49
petróleo el siglo pasado, tal vez otro hubiera sido
el final. Hoy los países poseedores de materias
primas tienen más poder de negociación y hasta
pueden imponer condiciones. Es que el mundo ha
cambiado y la interdependencia hace más difícil la
utilización de la fuerza.
Los problemas del nuevo orden económico
internacional no se limitan a lo comercial. Lo
financiero -la deuda externa y el sistema
monetario—; la cooperación para el desarrollo
constituyen partes complementarias de ese orden
actualmente en discusión. A su vez, lo comercial
presenta intrincados problemas relativos a
materias primas, productos industriales, términos
del intercambio, comercio de invisibles,
transferencia de tecnología, etc. que no podemos
analizar aquí. Lo que cuenta es la visualización
de un fenómeno nuevo de transformación y
cambio, en el que será decisivo el nuevo poder de
los países poseedores de materias primas, la
unidad de acción de ellos y la negociación global.
La Argentina no puede restar su apoyo;
debe darlo, por el contrario, en forma amplia y
real. Todo ésto sin hacerse ilusiones con respecto
a la inmediatez de los resultados a alcanzar. Los
esfuerzos en la UNCTAD, en el GATT, en la
Conferencia de París, en el Fondo Monetario
Internacional no terminarán mañana. Además, no
estamos empeñados en un proceso que en la
teoría de los juegos se llamaría del tipo "suma
cero", vale decir que todo lo que ganan unos lo
pierden otros. Todos deben ganar, estarnos pues
en un juego "suma no cero", porque lo que debe
afirmarse es un nuevo sentido de cooperación. En
una palabra, la confrontación en torno al nuevo
orden económico internacional no debe llevar ni a
la violencia ni a la dominación. Debe llevarnos a un
estadio superior de cooperación y organización
internacional.
Si la posición argentina debe ser de
amplia y leal participación en el Tercer Mundo, las
características de nuestro país lo habilitan para
impulsar el juego "suma no cero" para beneficio
recíproco de las partes que están empeñadas en
el conflicto por un nuevo orden internacional.
Además, esa posición no tiene porqué dejar de
ser pragmática y realista. El Tercer Mundo no es
monolítico. Esto es de fácil comprobación
empírica. Los países que lo integran tienen
distintas estructuras y distintos problemas. Todos
comparten una solidaridad, pero esta solidaridad
tiene varios círculos concéntricos: el más interno
está dado por la solidaridad con el interés na-
cional; el periférico a éste por la solidaridad con el
grupo del que se forma más íntimamente parte; el
más externo con el frente común de los países
del Tercer Mundo.
Claro está que la acción argentina
requiere sólidas delegaciones y cuidadosas
posiciones técnicas, pero la clave está en las
instrucciones políticas que fundamenten su
posición y en la decisión en su aplicación. En la
decisión política nacen las alianzas que refuerzan
la propia posición. Más que la actuación técnica
en problemas como indexación de los precios de
materia prima o deuda externa, que aparecen
entre los principales escollos actuales de la
Conferencia de París, o frente a los cinco puntos
del programa integrado de productos básicos que
se discute en la UNCTAD, es esa decisión política
la que debe configurar la posición argentina.
2. Las relaciones bilaterales
La actuación en las organizaciones y
conferencias internacionales, los esfuerzos por un
nuevo orden económico internacional forman parte
de una acción a largo plazo y del trabajo com-
plementario y compartido de países con
problemas comunes.
Un país como la Argentina tiene, además,
un vastísimo campo de acción directa a su
alcance. Es esta otra de nuestras ventajas.
Infinidad de países dependen casi exclusivamente
de la acción multilateral para impulsar sus
objetivos nacionales. La Argentina está en
condiciones de emprender simultáneamente una
acción por sí misma, porque las características de
su poder nacional se lo permiten.
Para ello debe definir su política con las
distintas áreas con total independencia y
respondiendo exclusivamente al interés nacional.
Por supuesto, con plena conciencia del contexto
histórico en que actúa. No podría, pero tampoco
debe actuar con criterios egoístas o dominadores.
La cooperación debe ser el signo de su política
bilateral en el campo económico.
Al mismo tiempo, no debe actuar como
dominada o dependiente. Puede que su campo de
maniobra no sea ilimitado y en los hechos no lo
es. Todo es equilibrio y ponderación. Pero debe
explotar al máximo todo su potencial y capacidad
de independencia. Estados Unidos, Europa
Occidental, la Unión Soviética y el área socialista,
China, Japón, los demás países desarrollados y el
área de los países en desarrollo plantean
problemas distintos que requieren políticas
diferentes.
Lo fundamental es tener una estrategia de
conjunto que sea propia. No esperar que los
grandes centros de poder den la luz verde para
algo, pues lo normal es que no llegue o llegue
tarde.
La Argentina debe concebir el comercio
como un instrumento no sólo al servicio del
desarrollo sino de la política exterior. Debe
comerciar con todos por igual. Debe buscar y
ofrecer cooperación sin otro límite que su propio
interés nacional, porque el comercio tiene hoy una
nueva y más sofisticada significación. No es el
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 50
mero intercambio de mercaderías. Significa
también cooperación industrial y tecnológica.
Ampliando el mundo del comercio se cuentan con
nuevas alternativas que dan más posibilidades de
desarrollo y refuerzan el sentido de
independencia.
En las relaciones bilaterales no se plantea
solamente el tema de las relaciones entre
Estados; también ocupan un lugar importante las
relaciones con las empresas transnacionales.
Estas son uno de los fenómenos más importantes
de la economía internacional de postguerra. Sus
estructuras y poder han adquirido características
tales, que aparecen junto a los Estados y muchas
veces por arriba de ellos —aún de los más pode-
rosos- como actores principales en las relaciones
económicas internacionales.
La Argentina debe estar preparada a
negociar con ellas con independencia, capacidad
y decisión. Las empresas transnacionales han
contribuido y pueden continuar contribuyendo al
progreso de los países en desarrollo. Lo malo de
ellas son sus excesos. Su falta de incorporación
real en muchos casos al esfuerzo nacional. El
afán de maximación de beneficios que anula las
posibilidades de cooperación. El progreso de las
relaciones internacionales, la mejor comprensión
de la estructura y poder de las empresas
transnacionales, un mayor poder y más capacidad
de negociación de los países en desarrollo pue-
den hacer cambiar la situación.
Mientras al nivel internacional se definen
acuerdos y códigos de conducta, es necesario
contar con una adecuada legislación de
inversiones, de transferencia de tecnología, de
propiedad industrial. La brecha económica que se
ha abierto cada vez más entre países ricos y
países pobres ha concentrado excesivamente la
atención y ocultado una brecha más peligrosa aún:
la brecha tecnológica. El paquete tecnológico
encierra muchas veces una dependencia más
grande y más sutil que la dependencia política o
económica.
Pero si es indispensable contar con una
adecuada legislación, de nada valdrá si no se
tiene aptitud y estabilidad para negociar.
Solamente los fuertes y los que saben lo que
quieren pueden negociar adecuadamente,
oponiéndose con ventaja al poder mundial de las
empresas transnacionales, para las que cada
Estado es una parte del mercado internacional en
que actúan y que quieren controlar y dominar.
De esta manera puede crearse una
relación positiva, incorporando constructivamente
esas empresas al desarrollo nacional. Las
empresas transnacionales saben por su parte
negociar y aceptan la voluntad de los Estados
cuando éstos saben imponerla. Un caso extremo
es sin duda el de las empresas que han
instalado fábricas en la Unión Soviética y cuyos
productos comienzan a competir con los que
salen de las propias matrices. No hay en este
caso limitaciones de mercado; no hay retrasos
tecnológicos en los productos; no hay royalties
innecesarios. Esto prueba que muchas veces lo
que pasa no es el fruto de la fuerza de los demás
sino de la propia debilidad. Y contra ésta también
debemos prepararnos.
3. América Latina y la integración
regional
Deliberadamente no analicé en el contexto
de las relaciones bilaterales el caso de América
Latina. Es que la relación que surge para
Argentina en la región puede definirse como de
tipo preferencial. En el caso de las restantes
relaciones bilaterales la Argentina se mueve con
acuerdos y vínculos en el marco de una sociedad
internacional en evolución, impulsada por su
interés nacional y dentro del contexto y con los
valores y objetivos más arriba descriptos. En el
caso de América Latina existe algo más:
integramos una comunidad. Comunidad es más
que sociedad, cuyos vínculos se rompen cuando
se separan los intereses de las partes que la
componen. Comunidad es una asociación
indisoluble de intereses con permanencia
histórica. Este fundamento debe inspirar la acción
de nuestro país en la región, que es lo mismo que
decir integración de la comunidad
latinoamericana, para lo cual debemos estar
preparados a dar toda la preferencia de hecho y
de derecho que podamos a nuestras relaciones en
la región. De nuevo en este caso -y con mayor
razón- lo que cuenta más es la decisión política y
no las definiciones técnicas.
He hablado anteriormente de los distintos
elementos que componen el poder nacional y
sostenido que nuestro país justifica una vocación
universalista de su política especialmente en
función del elemento económico. He dicho
también que la gravitación y significación de ese
poder nacional varía en el ámbito mundial y en el
regional. Es que en este ámbito confluyen otros
elementos que se dispersan y debilitan en aquél.
El geográfico, el histórico, el cultural, el desarrollo
económico, el de seguridad dan a la Argentina
una gravitación especial. Aquí sí que tiene pleno
significado su posición de país intermedio: un
país de alto nivel industrializado para la región,
importador pero también en condiciones de
exportar tecnología, con economías de escala que
pueden servir de modelo para la mayoría de los
países latinoamericanos, fuerte productor de
alimentos y con un grado elevado de desarrollo
social y cultural.
Pero este poder no debe apoyar solamente
una relación comercial ni mucho menos la
búsqueda de una posición dominadora. Debe
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 51
fomentar una relación de integración, en la que se
puede dar mucho para también recibir. Se ha
hablado en nuestro país de contradicción entre el
interés nacional y la integración. Considero esto
equivocado. No solamente la integración es la
proyección natural de la política regional
argentina, sino una necesidad económica. El
proceso de desarrollo argentino requiere la am-
pliación de su mercado interno. Solo la
integración puede dárselo naturalmente,
satisfaciendo las exigencias de economías de
escala.
En el mundo moderno la Nación tiene y
acrecienta su vigencia; el Estado es custodio de
la Nación con todo su poder. Pero el interés
nacional pasa por el interés regional. El poder
nacional se acrecienta con el poder regional
concebido en función de comunidad.
Finalmente, el Estado no lo puede todo.
Los sutiles lazos que se forman a través de sus
fronteras constituyen desafíos constantes. En
algunos casos obliga a la defensa: los he citado.
En otros en cambio llama al apoyo: son todos
aquellos de vinculaciones con los países de la
región y que estructuran la trama compleja de la
integración.
Desde que ancló el modelo de la
integración en la región, no se ha avanzado en
una sola dirección ni ha dejado de haber
detenciones y aún retrocesos. Todo lo contrario.
Pero se ha generado un marco cada vez más
denso.
No son sólo los esquemas formales de
integración, llámense Asociación Latinoamericana
de Libre Comercio, Mercado Común Centroame-
ricano, Grupo Andino o la Comunidad del Caribe.
Son los esquemas que subsistieron a la creación
de éstos, así como otros se les incorporaron. Me
refiero especialmente a los de infraestructura
física. Son los que se crearon con posterioridad;
llámense Cuenca del Plata, acuerdos bilaterales
del tipo integracionista como los que inició
Argentina con Uruguay y Paraguay; empresas
conjuntas, muchas ya existentes y otras en gesta-
ción en sectores tan importantes como el
transporte, la pulpa y el papel, la petroquímica, el
aluminio, etc. Es el interés cada vez más creciente
que toman por la integración los sectores internos
de cada país, especialmente los empresarios. Es,
en fin, el proceso firme de formación de un frente
externo de la integración, cuya primera puntada
se dio en Alta Gracia.
Existe un marco de la integración, pero
los esfuerzos están dispersos. Se impone hoy
reconstruir el cuerpo viviente de la integración,
reorganizarlo y vigorizarlo. La creación del SELA
responde a este propósito.
Se impone redefinir la integración y las
políticas nacionales frente a la integración. Se
impone darles a unas y otras flexibilidad y
pragmatismo.
América Latina es ya y lo será mucho
más a lo largo de este siglo un centro importante
de desarrollo y poder. Sus recursos humanos,
natura-les, financieros y su desarrollo le dan esta
posibilidad. La integración es el marco propicio
para su consolidación en bien de la región y de
cada uno de los países que la componen.
Ese poder no puede ser un poder de
dominación y de conflicto. Debe ser un poder de
cooperación, por comenzar en el campo
intrarregional, emprendiendo la lección que otros
centros de poder más fuertes no han sabido o no
han querido aprender. Todas las condiciones
están dadas para reducir al mínimo los conflictos
en la región y acrecentar la cooperación como
signo distintivo de la política entre países
latinoamericanos. Nos adelantaremos así a lo que
irremediablemente se va a producir, a pesar de
todo, en el mundo, en base a una mayor igualdad
y una más justa distribución de riquezas.
Nuestro país por razones obvias y
ampliamente conocidas para repetirlas aquí está
en condiciones ideales para actuar en este
proceso, a poco que emplee a pleno todos sus
recursos. Y en este esfuerzo lo económico tiene
un rol decisivo. Debemos utilizarlo y hacerlo
columna vertebral de nuestra política, en el enten-
dido de que trabajamos por objetivos que lo
trascienden.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 52
La salud de los
argentinos
por Aldo C. Neri
La salud de un pueblo es un hecho social,
antes que la mera suma de hechos biológicos e
individuales. Ella resulta del conjunto de
circunstancias físicas, biológicas, económicas,
culturales, psicológicas y políticas, que
caracterizan a una sociedad determinada. Es, en
definitiva, una expresión más del tipo y grado de
evolución alcanzado por ese pueblo en un mo-
mento particular de su historia.
Mirada así, la salud de los argentinos nos
muestra patrones aparentemente contradictorios:
por una parte un conjunto de enfermedades
propias de poblaciones pobres globalmente
deprimidas, por la otra una patología típica de
pueblos con alto nivel de bienestar. Con la
elevada mortalidad infantil característica del
subdesarrollo coexiste entre nosotros el gran
peso de las afecciones cardiovasculares,
observable en sociedades donde muchos
integrantes se pueden permitir el lujo de llegar a
ancianos. Tal aparente contradicción refleja, en
realidad, las aún grandes desigualdades vigentes
en el aprovechamiento de los diversos beneficios
que nuestro actual nivel de desarrollo hace
posibles.
De tal concepción social de la salud se
sigue que modificarla es un intento que no puede
quedar encerrado en los estrechos límites de un
programa de asistencia a los enfermos, o incluso
de prevención de determinadas enfermedades.
Programar acciones que satisfagan las
necesidades de salud de nuestro pueblo significa
atender a los requerimientos de la planificación
social en su sentido más amplio; encarar los
problemas de la vivienda, el saneamiento del
ambiente, la educación, el transporte, las distintas
prestaciones de la seguridad social, la distribución
del ingreso, la recreación; nos lleva a repercutir
en la satisfacción de múltiples necesidades del
hombre, entrelazadas estrechamente con las de su
salud.
Pero aunque sepamos que ésta es la vía
para llegar a las soluciones de fondo, removiendo
siquiera algunas de las complejas causas
originales de la enfermedad y la aflicción, existe
un campo más limitado de recursos que
destinamos a enfrentar aspectos más específicos
de la prevención y curación de enfermedades: los
recursos para la atención médica. Y aún
comprendiendo que no son los hospitales ni las
drogas la exclusiva respuesta a los desafíos
emergentes del derecho universal a la salud,
aparecen ciertamente como arbitrios indispen-
sables en su consecución, y por lo menos tan
importantes como los ya citados. Más aún,
nuestra sociedad destina un porcentaje no inferior
al 6 % de su producto bruto a tales acciones, lo
cual sugiere claramente la necesidad de su uso
racional y su equitativa distribución.
Los objetivos que podemos perseguir con
la utilización inteligente de tales recursos son, en
resumen:
1) Lograr la desaparición de las
enfermedades evitables.
2) Lograr la curación oportuna de
aquellas otras inevitables pero curables.
3) Brindar atención paliativa y hu-
manizada a los afectados por las poco o nada
prevenibles y poco o nada curables.
4) Rehabilitar integralmente a quienes
sufren las consecuencias remanentes de
enfermedades ya pasadas.
Para cumplimentar tales objetivos es
necesario no sólo contar con un buen nivel
tecnológico, sino fundamentalmente garantizar las
posibilidades de acceso de la población a los
servicios de salud. En otras palabras, asegurar:
a) La supresión de las barreras
geográficas, financieras, culturales y
administrativas que obstaculizan dicho acceso.
b) La homogénea calidad de los servicios
brindados, superando los notorios desniveles
existentes hoy para diferentes grupos humanos.
c) La clara comprensión de que la mejor
medicina no es necesariamente la de tecnología
más compleja, sino la más adecuada a las
necesidades de cada persona o comunidad.
El panorama actual de los organismos de
salud argentinos, con su alto grado de
atonización, deterioro, duplicación dispendiosa de
recursos, régimen de prestaciones de calidades
desiguales y serias distorsiones en la integración
de sus equipos técnico-profesionales, no se
muestra adecuado al cumplimiento de los
objetivos enunciados ni de sus requisitos.
Tal panorama no surge como con-
secuencia de una notable insuficiencia financiera;
el ya aludido porcentaje de nuestra riqueza que
destinamos a salud ni es magro -atendiendo a
ejemplos internacionales—, ni es deseable que se
incremente demasiado, dado que ello reduciría el
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 53
aporte a otras posibles actividades reproductivas
con seguro impacto en los niveles de bienestar y,
por ende, también en la salud de nuestro pueblo.
Tal panorama surge, por el contrario, de la par-
ticular evolución que muestran los principales
protagonistas del problema, insertos cabalmente
en el proceso social argentino. Mirando, pues, los
hechos desde una perspectiva histórica,
podríamos caracterizar sucintamente la situación
actual de los aludidos protagonistas en los puntos
siguientes:
1) Las profesiones médicas se debaten en
una doble crisis. Por una parte sufren las
consecuencias de la anómala hipertrofia que
muestra el sector servicios dentro de la estructura
nacional, visto desde su aconsejable proporción
con las áreas productivas de bienes. Así, la
abundante disponibilidad de oficiantes de las
profesiones tradicionales, en el juego de ese
"mercado" atípico que es el de la salud, provoca
un alto nivel de insatisfacción en su ejercicio,
tanto desde un punto de vista retributivo cuanto
desde el de las características del trabajo
profesional mismo. Por la otra, el grupo vive
dificultosamente el impacto que las nuevas formas
de organización de la medicina -bien o mal
socializadas- ejercen sobre la ideología liberal e
individualista dentro de la que fue educado.
La eficacia de la medicina moderna,
mucho más que de la acción de figuras
descollantes, depende de una racional
organización. Las distorsiones que, en este
aspecto, muestra la Argentina, conllevan una
considerable frustración para sus cultores, atrapa-
dos por los engranajes de un cambio que, por
ahora, les muestra sólo sus aspectos más
negativos.
2) Los usuarios pueden o no estar
organizados. Los no organizados no existen
realmente como grupo de opinión y presión. Los
organizados se hallan representados por los
sindicatos de trabajadores, y su expresión
asistencial son las obras sociales.
Este particular producto de la seguridad
social argentina surge, por un lado, de la tradición
del mutualismo gremial europeo -transformado, a
partir de Bismarck, en los seguros nacionales
obligatorios-, y por el otro, de la insuficiente
asunción por parte del estado de su
responsabilidad en el campo de la salud colectiva.
Su desarrollo se ve reforzado, a partir de 1943,
por la expansión de una ideología corporativa en
la vida sindical nacional, así como por las
implicancias de poder político y económico que la
obra social encierra. Su estructura actual ha
logrado socializar los objetivos pero no la
organización y el financiamiento de la medicina:
para funcionar se apoya en un "mercado" médico
privado de fuertes rasgos liberales; la
consecuencia es un estado de crónico conflicto
entre las partes y una muy desigual utilidad del
sistema para la población nominalmente
protegida.
3) El estado argentino ha mostrado, a
partir de la década del cuarenta, una notable
ambigüedad política en este campo. Hasta allí, las
cosas eran claras: una medicina privada de corte
liberal para los pudientes y otra de caridad pública
para los no pudientes. Más aún, la
responsabilidad estatal estaba respaldada por
una fuerte tradición en la que se engarzan las va-
liosas gestiones de hombres relevantes como
Coni, Rawson, Penna, Araoz Alfaro y otros. De allí
en más, sin embargo, el panorama se enturbia
considerablemente: el peronismo (1946-1955)
desarrolla, desordenada y paralelamente, el
sector de las obras sociales y el público; y las
conducciones subsiguientes se agitan a los vai-
venes de un entorno cada vez más conflictivo o
bien carecen de suficiente tiempo de gobierno
como para afianzar una política.
Mientras tanto, se produce el deterioro
creciente de la capacidad instalada asistencial
propia del estado, en sus diversas jurisdicciones,
y el desprestigio de su imagen de conductor del
proceso. Todo ello refuerza, simultáneamente, la
crítica de los sectores libre empresistas
temerosos del estatismo, y la de los
corporativistas inclinados a radicar la atención de
la salud en el área sindical.
4) Las empresas productoras de
medicamentos y equipos médicos bregan,
naturalmente, por incrementar sus ventas y
desarrollo, asimilando la idea de buenos negocios
a la de utilidad social, lo cual, lamentablemente,
no es siempre así, e incluso resulta con
frecuencia ser precisamente al revés.
Alrededor de la tercera parte del gasto en
salud total que hace la sociedad argentina se
destina a medicamentos, y esto carece de
relación con necesidades reales, utilidad com-
probada o fundamento científico aceptable.
Implica, simplemente, el juego de los complejos
mecanismos productivo-psicológicos del
consumismo moderno en un área social crítica
como es la de la salud. Hasta hoy, y con la muy
notable excepción de la legislación radical de
1964-1966, implementada por el ministro
Oñativia, no han existido iniciativas serias de
encuadrar socialmente a este campo productivo
con un rol tan trascendente. Las repercusiones
del problema en los intereses económicos
nacionales e internacionales en juego, así como la
atomización y debilidad de las organizaciones de
salud y la falta de suficiente esclarecimiento
público y profesional al respecto, traban hasta hoy
el desarrollo de una política lúcida sobre la
producción, comercialización y uso de los
medicamentos.
La caracterización precedente, referida a
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 54
los principales protagonistas de la escena
sanitaria argentina, constituye un marco de
referencia conveniente para encuadrar eventuales
decisiones de cambio. Todo proyecto de futuro
debería tener muy en claro los requisitos y
limitaciones emergentes del mismo, delineando
un modelo a alcanzar en el largo plazo, a través
de etapas intermedias que se integren en una
estrategia coherente con la meta final elegida.
Si pensamos que los beneficios posibles
de la atención médica moderna deben legar a
todos igualitariamente, y no distribuirse
desigualmente según los distintos niveles en que
el poder y el dinero se jerarquizan en la sociedad,
estamos entonces definiendo ideológicamente a la
salud como un derecho social básico tal como son
la educación y las libertades humanas. En tal
caso, los atributos centrales del sistema de
atención de la salud futuro deberían contemplar:
1) El no condicionamiento a los
mecanismos de mercado del acceso y
disponibilidad del servicio médico, corresponde a
esa condición de servicio social básico.
2) La integración de los recursos para la
salud en un solo sistema de conducción unificada,
pero con un alto grado de descentralización en la
ejecución de las actividades, asegurando así
apropiados niveles de decisión en las provincias y
municipios, que impidan los riesgos de un
centralismo vicioso.
3) La superación de las actuales
desigualdades regionales en la distribución de
recursos para la salud, logrando un asentamiento
acorde con las necesidades del pueblo servido y
las exigencias de un rendimiento óptimo, y
aboliendo su dependencia de la mayor o menor
riqueza del área.
4) Una financiación sustentada en la
justa distribución del aporte, en proporción a la
capacidad económica de cada ciudadano y con
virtual exclusión de los pagos directos por el
usuario. La fuente impositiva será, en definitiva, la
que llene cabalmente el requisito,
5) La participación activa de la co-
munidad y sus organizaciones en la programación
y ejecución de las actividades sanitarias.
6) Un régimen de trabajo y remunerativo
que satisfaga las legítimas expectativas de las
profesiones y oficios de salud, resulten acordes
con su alta función social y promuevan su
capacitación permanente.
La realidad socio-política y económica
argentina no hace posible que nuestro sistema de
salud cumpla los atributos apuntados en muy
breve plazo. Es preciso orientar un proceso evo-
lutivo que nos lleve a alcanzarlos en algunos
años. Para que el objetivo no se pierda o
desvirtúe en el camino es indispensable diseñar
una estrategia que atienda a determinados
resortes claves, entre los cuales podemos
destacar:
a) Regulación, por parte del estado, del
crecimiento de la capacidad instalada sanitaria
total del país, controlando el cumplimiento de una
racional política de inversiones en los distintos
sectores.
b) Recuperación física y funcional de los
establecimientos asistenciales estatales, donde se
hallan las tres partes de los recursos hospitalarios
argentinos, con un cada vez mayor grado de dete-
rioro; y restricción de las inversiones en obras
nuevas a lo estrictamente aconsejable por una
programación realista.
c) Otorgar prioridad a las acciones
preventivas de eficacia probada y a la atención
médica general, niveles donde se satisface la
enorme mayoría de los problemas de salud,
limitando el desarrollo de la ultra especialización
al grado que señale una evaluación adecuada de
las necesidades.
d) Estimular la implantación de nuevas
modalidades de trabajo profesional, insertadas en
una eficiente trama organizativa, con mayores
garantías para el usuario y mayor satisfacción
para el prestador del servicio médico.
e) Desarrollo de distintas modalidades
de coordinación e integración progresiva entre el
sector estatal y el de las obras sociales, evitando
toda iniciativa que tienda a consolidar la exis-
tencia separada de dos medicinas organizadas: la
del sector público y la de la seguridad social, con
la secuela de privilegio y despilfarro que han su-
frido y sufren otros países, pero que la Argentina
está aún a tiempo de evitar.
f) Incorporar paulatinamente los
recursos privados -de singular trascendencia en la
atención de consultorio argentina- a la aludida
trama organizativa, mediante apropiados arbitrios
de coordinación.
g) Reorientación de la formación de
recursos humanos hacia las profesiones, oficios y
especialidades que muestran serias carencias en
el país, desalentando la de aquellas que
evidencian amplia disponibilidad. Para ello,
formalizar la integración de políticas entre el
sector salud y el educacional.
h) Regulación de las distintas etapas de
la producción, comercialización y uso del medica-
mento, por su elevada incidencia financiera y los
riesgos de su utilización no fundada en base
científica, sino sólo condicionada a la
manipulación lucrativa de la demanda.
De la continuidad y coherencia de la
estrategia elegida depende totalmente el éxito en
la armonización de los intereses de los distintos
sectores involucrados y, fundamentalmente, el
logro de un sistema de atención de la salud
accesible e igualitario para nuestro pueblo.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 55
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 56
El sistema
interamericano
por Miguel A. Zavala Ortiz
Organizaciones regionales
Acentuándose cada día más, los Estados
Nacionales han comprendido su incapacidad para
resolver solamente por medios propios, sus
problemas, ante todo los del desarrollo y la se-
guridad.
Cuando no existían organizaciones
mundiales adecuadas, la forma más atrayente de
organización fue la regional. Aún después de
haberse creado la Organización de Naciones Uni-
das, las organizaciones regionales no sólo que no
desaparecieron, sino que surgieron nuevas
formaciones en Europa, África y Asia.
Esa tendencia a la regionalización ha sido
recogida por el art. 52 y otras disposiciones de la
Carta de la ONU, de acuerdo a las cuales se les
asignan funciones de colaboración o de
complementación a las del citado organismo.
Recordemos, de paso, que al redactarse la
Carta, se hicieron algunas reservas con relación a
las Organizaciones Regionales por el temor de
que ellas se convirtieran en instrumento de política
hegemónica de grandes potencias.
La verdad es que la Organización
Regional se ubica entre la crisis de la primera del
Estado Nacional y la irrelevancia relativa lograda
hasta ahora por la Organización Universal.
No se traía, como piensan algunos
comentarios, que la Nación haya dejado de ser la
unidad básica mundial ni que se haya
transformado en mero instrumento de ese orden.
Ese orden está fundado precisamente en
la Nación, en su propósito de protegerla
universalmente no sólo como entidad política
independiente, sino, también, como continente de
una sociedad humana con derecho a la libertad, a
la justicia y al bienestar.
La Universalidad como la Regionalidad no
son propiamente finalidades absorbentes de las
existencias nacionales, sino creaciones de la
Nación para servir, dentro de una escala de
valores, aspiraciones y derechos que constituyen
el común denominador de todas.
La Nación será siempre el hábitat jurídico
político de cada ciudadano, que encuentra en él a
sus compatriotas, a sus familiares, a su hogar, a
sus iguales, a su cultura, a sus gustos. Esa
intimidad del hogar nacional y la personal
presencia y participación directa, inmediata y
permanente en el destino nacional lo hacen
insustituible. Tampoco nadie, como él, podría
darle el gusto a sus hijos.
Pero es cierto que la dimensión nacional
se amplía para encontrar en una dimensión
regional un mayor poder, una mejor oportunidad,
una integración que no se logra local mente. Elige
la región precisamente porque, en ella, todavía
encuentra rasgos comunes, coincidencias de
propósitos y de destino, semejantes a los de la
propia Nación.
Desde luego que el regionalismo empieza
siendo una imposición geográfica para terminar
siendo una organización política. La geografía no
sólo contiene una filosofía, sino que es de por sí
una filosofía del hombre.
Precisamente, ello ha impulsado, en los
últimos tiempos, la maduración para una
construcción universalista. Es que la tecnología al
comprimir virtualmente la geografía, ha es-
trechado los espacios y ha creado una
propincuidad que liga al mundo entero, tal como
si viviese apenas en una región. Tanto podría
decirse, pues, que se ha universalizado el
mundo como que se ha regionalizado ese mundo.
Sistema interamericano
Tal vez sea la más antigua,
institucionalizada y evolucionada de las Organi-
zaciones Regionales existentes, el llamado
Sistema Interamericano.
Se designa así al conjunto de normas
políticas y jurídicas y de instituciones regionales
que regulan las relaciones colectivas de los países
componentes de la América Latina más los
Estados Unidos y ahora, comprendiendo a los
nuevos países del Caribe.
El Sistema tiene inequívocamente desde
su antigua aparición, tendencias y motivaciones
auténticas. Aparte de la continuidad geográfica,
todos sus elementos nacionales surgen de un
movimiento simultáneo de emancipación del
coloniaje europeo. La doctrina política de las
nuevas naciones es casi la misma. Todas sus
comunidades son de confesiones cristianas, con
predominio del catolicismo en el sur y del
protestantismo en el norte.
La primera y más concreta iniciativa,
indudablemente, es el Congreso de Panamá, que
se reúne entre el 22 de junio y 15 de julio de 1826.
Al cual siguen el Primer Congreso de Lima desde
el 11 de diciembre de 1847 al 1º de marzo de
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 57
1848; el Congreso de Santiago de Chile de 1856
y el Segundo Congreso de Lima que sesionó
desde 1864 al 12 de marzo de 1865.
Estados Unidos no intervino en esas
deliberaciones. Su aparición con vistas a un
entendimiento con América Latina se produce en
la Primera Conferencia Internacional Americana
en 1889-90. Dicha Conferencia creó la "Unión
Internacional de las Repúblicas Americanas para
la pronta compilación y distribución de datos sobre
el comercio". El 14 de abril de 1899,
posteriormente declarado Día de las Américas, la
Conferencia aprobó una resolución creando la
"Oficina Comercial de las Repúblicas
Americanas".
Siguen diversas conferencias de las cuales
surgen numerosas resoluciones en los aspectos
más variados de nuestros países.
Toda esa actividad unida a nuevas
motivaciones, habría de condensarse, en 1947, en
el Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca y, en 1948, en la Carta de la
Organización de los Estados Americanos.
Dos orientaciones distintas
Por debajo de la coincidencia superficial
que habría de constituir lo que orgullosamente se
llama el Sistema interamericano, se ponían en ac-
ción dos orientaciones, dos concepciones con
objetivos diferentes que, si bien no llegaron a
impedir la constitución ni el mantenimiento del
Sistema, malograron indudablemente los objetivos
y esperanzas que en él depositaron las patrias
latinoamericanas.
En efecto, por un lado se observa a los
países de América Latina naciendo y creciendo a
la vera de una esperada unidad y de una
necesitada seguridad colectiva.
Se puede recordar como punto de partida
de esa orientación, la Declaración del Pueblo de
Chile, en 1810, que dice:
"1º) Los pueblos de la América Latina no
pueden aisladamente defender su soberanía,
tienen necesidad para desenvolverse, de unirse
no en una organización interior, sino para su
seguridad exterior contra los proyectos de la
Europa y para evitar las guerras entre ellos; 3º) Los
Estados Unidos de América necesitan reunirse en
un Congreso para tratar de organizarse y
fortificarse ... El día en que la América reunida en
un Congreso, sea de los dos Continentes, sea
sólo del Sud, hablará al resto de la Tierra, su voz
se hará respetar y sus resoluciones serán
difícilmente contradichas."
Más tarde, vino el Congreso de Panamá
que aprobó la Convención Adicional al Tratado de
Unión, Liga y Confederación Perpetua, que fijó "la
cuota de tropas correspondiente a cada
República para constituir un ejército permanente
de 60.000 soldados".
Sigue el Primer Congreso de Lima, en el
cual, por un Tratado de la Confederación, se
renovaron los esfuerzos para estrechar la unión de
las nuevas repúblicas, mantener su independencia
y su soberanía, mancomunar las fuerzas y arreglar
los conflictos por las vías pacíficas. Se repiten
esos propósitos en el Congreso de Santiago de
Chile y, sobre todo, en el Segundo Congreso de
Lima, donde se suscribió entre los cuatro tratados,
el que renovaba el propósito de crear un ejército
internacional en América.
Entre tanto, como hemos dicho, Estados
Unidos fue extraño a todas las iniciativas que
marcaban el propósito de nuestros países de
constituir un régimen de segundad colectiva. Esta-
dos Unidos tuvo una visión distinta, mejor dicho,
no americanista, propiamente, sino
norteamericanista. Esa concepción está
desarrollada en la doctrina que el Presidente
Monroe formuló en el mensaje anual al Congreso,
el 2 de diciembre de 1823, por la cual se advierte
a las naciones europeas que cualquier intento de
parte de ellas para extender su sistema a cualquier
parte de este Hemisferio, sería considerado como
peligroso para la paz y la seguridad de Estados
Unidos.
Como puede observarse existe una gran
diferencia, entre el criterio de nuestras repúblicas
y el criterio de Estados Unidos. Mientras nuestros
países buscaban la seguridad de todos con el
concurso de todos mediante el procedimiento
voluntario de los tratados, Estados Unidos
buscaba su seguridad nacional constituyéndose e
imponiéndose por sí misma en el pastor de
América.
La doctrina de Monroe ofrece, in-
distintamente, aplicaciones defensivas y
ofensivas, pero, en todos los casos, en exclusivo
o predominante interés de los Estados Unidos.
Cabe recordar que esa doctrina fue
reforzada en su dogmatismo nacionalista, con
concepciones discrecionales y peligrosas, tales la
del llamado "hemisferio del interés" que constituía
una amplia base geográfica de aplicación de la
doctrina o la de la predestinación o proximidad
geográfica que, según Olney (citado por Aron: La
República Imperial, pág. 61) convierte a los países
de nuestra América en aliados cuya integridad
debe ser defendida por Estados Unidos contra
Europa y sirve al Secretario de Estado John
Quincey Adams para justificar la anexión de Cuba;
o la de "la doctrina de la necesidad política", de
acuerdo al concepto de Jefferson, de que "la ley
de autopreservación se impone a las leyes de la
obligación hacia otros". Es el mismo dogmatismo
que ha de defender no sólo el derecho universal de
la autodefensa, sino también un derecho que por
ser arbitrario y peligroso de intervencionismo, cual
el de la autoprotección, no es reconocido en el
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 58
derecho internacional.
La doctrina de Monroe y sus agregados
fundamenta la anexión de dos quintas partes de
México (1846-48), la adquisición del Canal de
Panamá, las ocupaciones prolongadas de Haití,
Santo Domingo y Cuba, la conversión, por la ley
Jones del 2 de marzo de 1917 de Puerto Rico, en
territorio de Estados Unidos, y la nacionalidad por-
torriqueña en nacionalidad norteamericana, etc.,
etc.
Todo esto diluido en conceptos que van
desde lo altruista a lo crudamente realista, para
constituir una concepción nacionalista que cumple
todas las exigencias de Maurras, para quien el
nacionalismo integral es "la persecución exclusiva
de la política nacional, el mantenimiento absoluto
de la integridad nacional y el incremento
constante del poder nacional". Lo que hace decir
a Albert Weinberg, el agudo autor del "Destino
Manifiesto", que: "Así se interpreta la defensa
propia no como defensa contra el ataque
simplemente real o inminente, sino también como
defensa frente a una forma cualquiera de
disminución de la seguridad, se concibe a la
seguridad como concepto que incluye la
salvaguarda de todos los intereses vitales; y los
intereses vitales son, de acuerdo con este criterio,
la suma de todos los intereses importantes para
el bienestar nacional" (pág. 381).
Un gran admirador de los Estados Unidos,
Raymond Aron, reconoce no obstante: "La
diplomacia de las cañoneras", del período 1898-
34, coincide con prácticas análogas, las que
tampoco desdeñan, en caso de necesidad las
potencias europeas. Los responsables de Estados
Unidos han llevado aún más lejos los métodos de
esta diplomacia, porque creen que toda esa zona
les pertenece de algún modo, de acuerdo con su
interpretación ofensiva de la Doctrina de Monroe.
Según la fórmula de Theodore Roosevelt los
Estados Unidos deben asumir "el ejercicio de un
poder policial internacional sobre el hemisferio"
("The exercise of an international police power on
the hemisphere). La doctrina de Monroe, que
prohibía que los Estados europeos interviniesen
en los asuntos de los Estados americanos que
acababan de lograr su independencia se
transformó en el "derecho" de los Estados Unidos
para intervenir, evitando así que Estados lejanos
hallen oportunidad para sus respectivas
ingerencias" ("La República Imperial", pág. 274).
Tal concepción no se ha archivado a
pesar de lo que dicen la Carta de la OEA y el TIAR.
Esa concepción reapareció en mayo de 1965, en
Santo Domingo. Y se ratifica recientemente por el
Presidente Ford con sus palabras pronunciadas el
día 22 de septiembre de 1975, en San Francisco,
al contestar la pregunta que se le formuló sobre
una posible intervención norteamericana en los
asuntos internos de otros países. Dijo el
Presidente: "En mi concepto, si se realiza en
forma apropiada, no deberíamos descartar una
acción responsable en esta área". Luego agregó:
"Descartarla categóricamente (la intervención) o
describir las limitaciones específicas aquí, no
sería apropiado para el Presidente de los Estados
Unidos". "Si va en beneficio de nuestra seguridad
nacional, creo que deberíamos hacerlo." Terminó
diciendo "que ha sido tradicional para los Estados
Unidos el mezclarse de una manera u otra directa
o indirectamente, en los asuntos internos de otros
países cuando su seguridad nacional estaba
involucrada".
Puede observarse que el marxismo ha
desorientado la interpretación del expansionismo
de los Estados Unidos, dándole un impulso
unilateral de orden económico. No es así. Haya o
no haya impulso económico, pero habiendo interés
nacional de subsistencia, Estados Unidos se
siente con derecho a asumir de cualquier manera
su defensa, aún arrastrando hacia ella a naciones
amigas o aliadas. Es decir, como pasa en toda
superpotencia, la subsistencia de la misma está
vinculada o confundida con su hegemonía
mundial.
Pero indudablemente cabe reconocer ambos
cambios auspiciosos: la diplomacia de Estados Unidos
tiende a adaptarse a una convivencia pacífica y hasta
amistosa en la política mundial. Hay, hoy día, un más
amplio respeto por nuestras Repúblicas. El pueblo
americano tiende a imponer en su política exterior,
buena voluntad, respeto mutuo y hasta solidaridad. Sus
dirigentes políticos con orientaciones solidaristas y
antiintervencionistas, aumentan en número e influencia.
Pero pasa que, al mismo tiempo, la magnitud,
la grandeza material y militar de Estados Unidos
aumenta de manera tal que su predominio resulta una
consecuencia ineludible.
Organización de los Estados Americanos
Difícilmente podría encontrarse quien se
resista a aceptar la naturaleza, los propósitos y los
principios consagrados por la Carta de la OEA. Todos
son límpidos, universales, auspiciosos.
El art. 1º dice: "Los Estados Americanos
consagran en esta Carta la Organización Internacional
que han desarrollado para lograr un orden de paz y de
justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su
colaboración y defender su soberanía, su integridad
territorial y su independencia. Dentro de las Naciones
Unidas, la Organización de los Estados Americanos
constituye un organismo regional".
El art. 4º fija como sus propósitos esenciales:
a) afianzar la paz y la seguridad del continente; b)
Prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar
la solución pacífica de las controversias que surjan
entre los Estados Miembros; c) Organizar la acción
solidaria y derechos en caso de agresión; d) Procurar la
solución de los problemas políticos, jurídicos y eco-
nómicos que se susciten entre ellos, y e) Promover por
medio de la acción cooperativa, su desarrollo
económico, social y cultural.
Entre sus principios, el art. 5º señala: "que el
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 59
derecho internacional es norma de conducta de los
Estados en sus relaciones recíprocas; que el orden
internacional está esencialmente constituido por el
respeto a la personalidad, soberanía e independencia
de los Estados y el fiel cumplimiento de las
obligaciones emanadas de los Tratados; que la buena
fe debe regir las relaciones entre los Estados; que la
solidaridad de los Estados Americanos y los altos fines
que con ella se persiguen, requieren la organización
política de los mismos, sobre la base del ejercicio
efectivo de la democracia representativa; que los
Estados Americanos condenan la guerra de agresión y
que la victoria no da derechos; que la agresión a un
Estado Americano constituye una agresión a todos los
demás Estados Americanos; que las controversias de
carácter internacional que surjan entre los Estados
Americanos deben ser resueltas por procedimientos
pacíficos; que la justicia y la seguridad sociales son
bases de una paz duradera; que la cooperación
económica es esencial para el bienestar y la
prosperidad común de los pueblos; que los Estados
Americanos proclaman los derechos fundamentales de
la persona humana sin hacer distinción de raza,
nacionalidad, credo o sexo; que la unidad espiritual del
Continente se basa en el respeto de la personalidad
cultural y de la estrecha cooperación de los países
americanos; que la educación de los pueblos debe
orientarse hacia la justicia, la libertad y la paz".
Por el artículo 6º se reconoce expresamente
que los Estados son jurídicamente iguales, disfrutan de
iguales derechos e igual capacidad para ejercerlos,
pero que también tienen iguales deberes; que la
jurisdicción de los Estados en los límites del territorio
nacional se ejerce tanto con los nacionales como con
los extranjeros; que cada Estado tiene el derecho de
desenvolver libre y espontáneamente su vida
cultural y económica.
Los Art. 15, 16 y 17 aceptan el principio
fundamental de la no intervención en los asuntos
internos o externos, incluyendo no sólo el ataque
armado, sino cualquier otra forma de ingerencia,
atentatoria de los elementos políticos, económicos
y culturales de un Estado. Por eso, también, nin-
gún Estado podrá aplicar o estimular medidas
coercitivas de carácter económico y político para
forzar la voluntad soberana de otros Estados. El te-
rritorio de un Estado de acuerdo al art. 17 es
inviolable, no pudiendo ser objeto de ocupación
militar ni de otras medidas de fuerza, cualquiera
fuere el motivo, aún de manera temporaria. De
acuerdo al art. 18 el uso de la fuerza sólo está
reconocido en caso de legítima defensa.
Es evidente que no obstante las
suspicacias que despiertan ciertas críticas a la
OEA, no estamos ante un estatuto colonial. Por lo
contrario, pretende ser un modelo universal de
organización regional para afirmar la soberanía, la
"independencia, la paz y el progreso de nuestros
países.
Reformas, últimamente, introducidas o
proyectadas han mejorado todavía ciertos
aspectos fundamentales. Tal así, al reconocerse el
pluralismo ideológico, lo cual hace posible la pre-
sencia dentro de la organización de naciones de
todo tipo de economía o de fundamento filosófico.
También se agrega la no intervención y la solida-
ridad económica reconociendo a cada Nación el
derecho a darse su sistema económico, a
aprovechar la explotación y disposición de sus
materias primas, etc.
¿Por qué, entonces, han llovido y siguen
lloviendo sobre los techos de la OEA severas
críticas provenientes de gobiernos o de grupos
americanos? ¿Por qué entonces, se mantiene el
desaliento generalizado frente a sus
comportamientos? ¿Por qué no cesa de
reclamarse su disolución?
El hecho de la sobrevivencia de la OEA -
que ya lleva 28 años de existencia- en un
ambiente permanente de críticas y resignaciones,
pero no de entusiasmos, es de por sí significativa.
La OEA subsiste porque ningún país americano
hasta ahora quiere o se anima a disolverla ni a
retirarse.
Obsérvese que, no obstante la variedad de
circunstanciaos opuestas, de rivalidades
regionales y de influyentes disputas universales,
la familia americana se ha mantenido reunida
dentro de la OEA. Digo reunida; no puedo decir
unida.
Esto pone de manifiesto que no se quiere
dejar la OEA. Se comprende que hasta ahora es
la única organización que ha mantenido juntos a
nuestros países. Por eso mismo se reconoce que,
salir de ella sería encontrarse aislado del resto de
la comunidad con los consiguientes inconve-
nientes. Es que no hay alternativa; o se está
dentro de la OEA con toda la familia americana o
se está fuera de la OEA alejado del resto.
Cuba ha conocido esta última situación.
Sin embargo, es evidente que a ella llegó forzada
por las circunstancias y que no ha dejado de
sentir nostalgias en su aislamiento.
Es decir, si la OEA no hubiese existido o
nada análogo se hubiese constituido, quién sabe
por dónde y con quién andarían nuestros países.
Con seguridad que habría deserciones dentro de
la comunidad americana. Ello podría haber
malogrado prematuramente el gran objetivo de la
Unidad Latinoamericana que todavía podemos
obtener.
Pero todo eso que constituye el gran
mérito de la OEA, también puede constituir una
invisible trampa. Porque América Latina ha
delegado, a través de la OEA, en el gigantesco
poderío de los Estados Unidos, su propia
responsabilidad, diluyendo y postergando la
constitución auténtica de la personalidad regional.
Es decir, América Latina se ha estado olvidando
de ser ella misma, de realizarse por sí misma, de
erigirse con sus propias fuerzas en un centro de
poder con decisión internacional.
Se distrajo pensando que si ella, a través
del sistema interamericano, prestaba su apoyo
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 60
político a Estados Unidos en el enfrentamiento por
la hegemonía mundial, Estados Unidos le
prestaría el apoyo para un desarrollo que así
seria fácil y rápido, como el logrado por otras
regiones del mundo. Es decir, América Latina
pensó que se había establecido un sinalagma:
ella se unía a Estados Unidos en la lucha contra
el comunismo. Y Estados Unidos se unía a
América Latina en su lucha contra el
subdesarrollo.
Pero ocurrió que América Latina cumplió,
mientras Estados Unidos no cumplió. Y es así
como a 27 años de expectativa de nuestra parte,
Estados Unidos nos dice que nada tiene que
hacer con nuestro desarrollo ya que ello es
responsabilidad exclusiva nuestra.
Vale la pena escuchar las palabras del
representante de Estados Unidos ante la CEESI,
reunida en Lima en 1974:
"Pero los Estados Unidos no pueden
asegurar el desarrollo ni tampoco pueden
esencialmente impedirlo... Los propios países
mediante sus propias decisiones determinarán el
resultado de sus esfuerzos en pro del desarrollo".
Luego de observar que el sistema colectivo de
seguridad económica, que se proyecta incluir en
la OEA es comprensible y merece ser considerado,
advirtió; "Pero puede crear un análisis incorrecto
de crear esperanzas que la realidad de los hechos
no justifica. No existe sistema alguno que,
mediante la regulación de la ayuda exterior de los
Estados Unidos, pueda garantizar por sí sólo el
desarrollo latinoamericano. La afirmación de que
un sistema de seguridad garantizará el desarrollo
es capciosa y arriesgada. Es capciosa porque es
inexacta. Es arriesgada porque alienta a los
pueblos a evitar enfrentarse con las verdaderas
causas del desarrollo y la pobreza. Estas causas
poco tienen que ver con lo que hagan o no hagan
los Estados Unidos. Generaciones de
discriminaciones e injusticias, son reflejos de
instituciones, no de Estados Unidos, que no han
obstaculizado ni la vivienda ni la educación ni el
empleo ni la salud. Hoy, comparativamente, es
mayor el número de afectados a causa de la
explosión demográfica. El sistema debe elaborar
mejores y más efectivos proyectos y programas y
responder en mayor medida a las necesidades de
desarrollo. Tanto nacionales como regionales...
No llevemos a engaño a los pueblos de la región
prometiendo más de lo que es factible o afirmando
que una u otra fórmula garantizará el desarrollo".
Las afirmaciones escuchadas merecen
una respuesta adecuada. Es cierto, siempre fue
cierto que la responsabilidad y la realización del
desarrollo era y es obra nuestra. En consecuencia,
que debía hacerse desde adentro hacia afuera.
Pero precisamente cuando a alguien se le ocurría
decir que había que recuperar la independencia
en política exterior o alejarse de la militancia en la
guerra fría, se lo desalentaba diciéndole que si se
aislaba no conseguiría los recursos para la
capitalización de la economía, ya que era
inexorable el paso por la capitalización extranjera.
Se iba más allá: a considerar que los
movimientos de cambio y estructura, remoción de
los elementos retardatarios de los procesos
político-económico-culturales de nuestros pueblos,
socialización de la economía y reformas agrarias
estaban emparentados o estimulados por el
Comunismo Soviético o el Chino o el Cubano.
Fue así como más de un movimiento regional
renovador y de progreso fue ahogado desde el
comienzo, mientras se consolidaban las
dictaduras, los despotismos, los privilegios regio-
nales.
De tal suerte, que aquella visión idílica de
la Carta de la OEA resulta negada en la retrasada
realidad americana. Muy diferente a lo que
ocurrió, por ejemplo, en Europa Occidental,
donde los principios de la filosofía democrática y
de la justicia social tuvieron una efectividad
consistente, pulcra y eficiente.
Aparte de eso, existe una falla
constitucional del Sistema, cual es la presencia de
Estados Unidos dentro de la Organización
americana. Esa presencia, aun de buena voluntad,
por espontánea gravitación, desequilibra toda la
Organización.
Las diferencias políticas y económicas,
tecnológicas, militares, entre los Estados Unidos y
el resto de América son tan inagotables que
definen un juego distinto entre las partes. Ya
advertimos que la concepción de Estados Unidos
definida por la Doctrina de Monroe y otras
formulaciones complementarias, es la antítesis de
la concepción de la América Latina.
Además, Estados Unidos es una nación
hecha; es una potencia mundial que decide y que
influye por sí sola. Su preocupación es la
seguridad no sólo de su existencia nacional, sino
de su hegemonía universal, posiblemente
indispensable para aquélla. Su dimensión
gigantesca alcanza tanto el paraíso como el
infierno.
En cambio, los otros países de América
Latina están haciéndose. Sólo alcanzan a ser
países regionales. Su máxima preocupación es su
desarrollo, que se hace más lejano mientras más
dependiente se encuentre cada uno. No buscan
ni pueden lograr la hegemonía, aun cuando no fal-
tan provocadores que la pretenden o falsamente la
denuncian para crear prevenciones entre los
pueblos.
América Latina puede tener una política
exterior para todos sus componentes nacionales.
Pero no puede haber una política exterior común
entre Estados Unidos y América Latina. Es decir,
el destino de la América Latina es distinto al
destino manifiesto de los Estados Unidos.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 61
 Ingenuamente creemos que consignando
la igualdad jurídica de nuestras naciones y el
derecho individual al voto, se han salvado las
consecuencias de las colosales diferencias. No
comprendemos que ninguna potencia ceda un
poder que puede manejar por sí sola. El poder de
los fuertes, por eso mismo, nunca se someterá a
votaciones si éstas fuesen a ser limitaciones a su
libertad de acción.
Lo más que podía reconocer los Estados
Unidos es que los 20 votos de América Latina
más los tres votos de la América Antillana fuesen
igual o tanto corno su único voto.
Etzione, hablando de la OEA en su libro
sugestivamente titulado "LA MAYORÍA DE UNO",
observa: "A pesar de las garantías
constitucionales que dan un voto a cada miembro
de la Asamblea General y en todos los órganos
de la OEA, es innegable que la influencia de los
Estados Unidos es mucho mayor que la de
cualquier re-pública latinoamericana y, desde
muchos puntos de vista, mayor que la de todas
ellas juntas. Esto es de suma importancia porque la
relación de poder ha alterado la compatibilidad de
las instituciones'' (pág. 26).
Y Morgenthau, por su parte, señala: "Una
abrumadora mayoría —refiriéndose a la ONU-
compuesta por todas es pequeñas naciones
africanas, asiáticas, europeas y latinoamericanas
significa poco en términos de poder si es
comparada con el voto individual de los Estados
Unidos y la Unión Soviética. Esto se debe a que la
minoría no puede aceptar la decisión de la mayoría
y la mayoría no puede imponer su decisión sin
acudir a la guerra".
¿Cómo corregir este desequilibrio
constitucional, orgánico de la OEA? Ya hemos
dicho que dada la ubicación, los intereses y las
influencias que deciden las actitudes de nuestras
repúblicas, éstas no están dispuestas ni a disolver
la OEA ni a alejarse de los Estados Unidos. No
deja de ser una actitud sensata. Pero con ella no
se ha agotado nuestro comportamiento.
Los propios Estados Unidos sugirieron un
procedimiento o un ingenio nuevo que
entusiasmó a más de una Cancillería, sobre todo
a la nuestra en 1974. Me refiero al llamado Nuevo
Diálogo, cumplido en Tlatelolco y en Atlanta y
malogrado o suspendido el que debía llevarse a
cabo en nuestra Capital Federal.
Si en realidad el Nuevo Diálogo era para
mantener el diálogo entre Estados Unidos y la
América Latina, ¿para qué estaba la OEA? El
Nuevo Diálogo no es más que una rueda de
conversaciones, posiblemente menos formal y de
mayor franqueza, pero donde nada se decide.
Puede constituir una forma de sustraer el diálogo
de la OEA para la decisión. Constituye una quinta
rueda del carro y, en el fondo, un recurso fácil de
Estados Unidos para entusiasmar a nuestra
frustrada América Latina presentándole otro
escenario para las conversaciones y
meditaciones.
El Secretario de Estado en la última
conferencia de la Organización, llevada a cabo en
Santiago de Chile, ha renovado sus propósitos de
enmienda a la Carta sugiriendo la desaparición de
los actuales Consejos y estableciendo una
frecuente reunión de Ministros. Eso significará
llevar la conducción al Secretariado General, ya
que los Ministros no podrán estar haciendo
abandono de sus tareas ni costeando onerosos
viajes. De esa manera se facilitará el manejo de
la OEA por los Estados Unidos.
La verdadera reforma a la Carta de la
OEA sería mantenerla, pero dividida en tres
ramas: una, la general, comprensiva de las tres
regiones: Estados Unidos, América Latina y Cari-
be. Otra, la rama latinoamericana, constituida por
los países de la zona para considerar nuestros
propios problemas; y la tercera, semejante a la
anterior, de los nuevos países del Caribe.
De esta manera se habría logrado una
organización completa, reconociendo e
instituyendo las diferencias regionales que existen
en América en vez de volcarlas indistintamente
sobre un único instituto donde la hegemonía de
Estados Unidos seguirá siendo ineludible como lo
ha sido hasta ahora.
Pero por sobre todas las cosas, la OEA—
y su Carta no pueden limitarse a ser una
manifestación de deseos ni de fórmulas escritas,
sino que debe convertirse en el instrumento y en
el programa de trabajo a llevar a cabo
solidariamente por cada una de las partes y
conjuntamente.
También, deberá dejar de ser un
organismo burocrático. Con razón se le hace esa
acusación, pues ya tiene 1.027 funcionarios, con
una distribución por nacionalidad muy discutida,
Estados Unidos tiene 230, Colombia 98, Argentina
76, Chile 75, Brasil 50, etc.
Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca
Haas y Whiting, a nuestro modo de ver
con razón, afirman que no existe una definición
permanente, omnicomprensiva y universalmente
válida sobre la seguridad.
Tomada en su sentido más amplio, la
seguridad tiene aspectos que comprenden todos
los elementos externos e internos que puedan
hacer a la independencia, la soberanía, la libertad
de decisión, el bienestar y el poderío de los
pueblos.
Saliéndonos del modelo pentagonal,
podríamos recordar a Mac Namara cuando afirma
que si bien "un gran poderío militar sigue siendo
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 62
indispensable" no cabe pensar que el problema de
la seguridad "como si fuera exclusivamente un
problema militar" y pensar en el problema militar
como si fuera exclusivamente un problema de
armas y contingentes humanos" (ver "La Esencia
de la Seguridad", pág. 154),
Colocándonos, pues, dentro de un orden
relativo con respecto al juicio sobre la seguridad
del país, señalemos que la misma está dada por
el Poder Nacional. Ese Poder Nacional se
determina por diversos elementos como son la
situación geográfica, los recursos naturales, la
población, la producción primaria e industrial, el
adelanto tecnológico y científico, el bienestar
social, las fuerzas militares, su capacidad técnica
y sus elementos operacionales; la moral nacional,
la cohesión política, la capacidad diplomática y
el prestigio internacional.
Sobre ello advierte Brucan: "El poder
nunca está constituido por un solo elemento.
Aunque el poderío militar, a lo largo de la historia
ha sido considerado como el componente material
más importante del poder nacional, no basta para
hacer que se reconozca como tal el poder de una
Nación, lo cual en términos de la política
internacional significa el poder de realizar los
fines de la Nación, ya sea el contralor o el influir
en otras naciones o el de proteger sus propios
intereses" (ver "La Disolución del Poder", pág.
140).
Dentro de los componentes señalados y
considerando los que dispone la Nación
Argentina, podemos afirmar que ella puede
perfectamente lograr una eficiente, aunque bien
relativa, por cierto, seguridad, habido cuenta de
su posición geográfica, sus materias primas, su
excepcional capacidad alimentaria -que es uno de
los recursos que el mundo más ha de necesitar-
su formación étnica y espiritual, su nivel social, su
desarrollo cultural, la capacidad profesional de
sus fuerzas armadas, su evolución industrial, su
tradicional pacifismo y amistad con todos los
pueblos de la tierra.
Pero es indudable, como lo hemos dicho,
que eso es apenas una seguridad relativa y que
una seguridad más efectiva no sería posible
lograrla con sólo el esfuerzo nacional. Aparte que
ello sería recargar demasiado el costo nacional
de la misma.
Nuestra tradición, por otro lado, señala,
como lo hemos visto, una tendencia ab initio de
nuestras nacionalidades hacia una integración
defensiva. Defensiva contra un posible agresor,
cualquiera fuese.
La seguridad coaligada es, por con-
siguiente, una verdad manifiesta y una previsión
ineludible.
Esa seguridad coaligada solamente
estará dada por la igualdad no sólo jurídica, sino
técnica y política de sus componentes. Sólo así la
membresía logrará un resultado provechoso. Si
los términos, en cambio, no fuesen iguales; si las
finalidades fuesen dispares; si las contribuciones
fuesen arbitrariamente desparejas; si las deci-
siones para el conjunto no fuesen del conjunto; si
la estrategia no fuese una elaboración de todos,
no habría seguridad. Habría exactamente lo con-
trario; habría la negación en favor de una de las
partes de los valores esenciales de la Nación que
se quieren defender frente a todos.
Dentro de tales conceptos y de las
condiciones que surgen de la nueva realidad
universal, deberemos examinar el Tratado
interamericano de Asistencia Recíproca, suscripto
en Río de Janeiro en 1947 y ratificado en 1950.
Su fuente más inmediata es la Conferencia
Interamericana sobre Problemas de la Guerra y
de la Paz, realizada en México en 1945. En esa
reunión se estudiaron "Los medios de acelerar la
victoria, vincular el sistema regional a la
proyectada organización mundial y fortalecer el
Sistema Interamericano y la solidaridad eco-
nómica del continente", Se tomaron dos
fundamentales resoluciones, que constituyen lo
que se llama el Acta de Chapultepec: La
Resolución VIII sobre "Asistencia Recíproca y
Solidaria Interamericana" y la IX para "La
Reorganización, Consolidación y Fortalecimiento
del Sistema Interamericano".
El Acta de Chapultepec establece el
principio de seguridad colectiva, por el cual la
agresión contra la integridad o la inviolabilidad del
territorio o contra la soberanía e independencia de
un Estado Americano se consideraba como una
agresión a todos los Estados Americanos.
Extendía el sistema no sólo a los atentados
intercontinentales, sino también a los
extracontinentales. Por otra parte, se
recomendaba que, a fin de prevenir ataques de
postguerra contra los países americanos, se lle-
vase a cabo "un tratado que estipulase las
medidas encaminadas a conjurar tales amenazas
o actos por medio del empleo, por todos los sig-
natarios de dicho tratado, de alguna o de todas
las medidas que comprendían desde el retiro de
los jefes de misión diplomática hasta el uso de la
fuerza".
Es necesario reconocer que el Tratado
contiene disposiciones de suma importancia. Tal
así cuando por el art. 1º, las Altas Partes
Contratantes condenan formalmente la guerra y se
obligan en sus relaciones internacionales a no
recurrir a la amenaza ni al uso de la fuerza en
cualquier forma incompatible con las
disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas
y la Carta de la Organización de los Estados
Americanos. Como consecuencia de aquel
principio, por el art. 2º, las partes se comprometen
a someter toda controversia que surja entre ellas
a los métodos de solución pacífica y a tratar de
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 63
resolverla entre sí, mediante los procedimientos
vigentes en el Sistema Interamericano, antes de
referirla a la Asamblea General o el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas.
El art. 3º, que es el más fundamental, dice:
Las Altas Partes Contratantes convienen en que
un ataque armado por parte de cualquier Estado
contra un Estado Americano, será considerado
como un ataque contra todos los Estados
Americanos y, en consecuencia, cada una de
dichas Partes Contratantes se compromete a
ayudar a hacer frente al ataque, en ejercicio del
derecho inmanente de legítima defensa individual
o colectiva que reconoce el artículo 51 de la Carta
de las Naciones Unidas.
El art. 4º delimita la región a la que se
refiere el tratado, sobre cuyo tema volveremos
más adelante.
Otra disposición importante que había
provocado un gran desencuentro de opiniones
era la del art. 6º, que ahora se ha modificado
como art. 5º, y que dice, en su párrafo primero:
"Si la Inviolabilidad o la integridad del territorio o
la soberanía o la independencia política de
cualquier Estado Parte fueren afectados por un
acto de agresión de los establecidos en el art. 9º
de este tratado que no caiga bajo el régimen del
art. 3º o por un conflicto o hecho grave que pueda
poner en peligro la paz de América, el Órgano de
Consulta se reunirá inmediatamente a fin de acor-
dar las medidas que deban tomarse en ayuda del
Estado Parte afectado y las medidas y gestiones
que convenga adoptar y realizar para la defensa
común y para el mantenimiento de la paz y la
seguridad del Continente". En este artículo, la
reforma última, corrigió varios de sus conceptos,
teniendo en cuenta que, de acuerdo a la reciente
definición de la ONU, sólo el ataque armado
constituye agresión.
El Órgano de Consulta lo integran los
Ministros de Relaciones Exteriores de todos los
países miembros, con un voto cada uno y las
decisiones se toman desde la reciente reforma,
por simple mayoría.
Teóricamente el Tratado Interamericano
de Asistencia Recíproca tendería a cubrir la
necesidad de la seguridad colectiva. Es decir,
necesidad de ayuda frente al peligro eventual de
un ataque armado o de una agresión de hecho. Lo
que llamaríamos seguridad militar o física.
Pero paralelamente a ese Tratado y aún
precediéndolo, se han producido, a través de
constantes conferencias interamericanas, una
interpretación y una aplicación característica.
Es así porque se ha transformado un
Tratado aparentemente de Seguridad Militar en
un tratado que el lenguaje diplomático continental
define como: "La defensa política", considerando
tal a un sistema de seguridad contra la
subversión. En la obra intitulada "El Sistema
Interamericano. Estudio sobre el desarrollo y for-
talecimiento", editada bajo los auspicios de la
OEA por el Instituto Interamericano de Estudios
Internacionales, se dice: "Una de las notas más
características y sobresalientes del desarrollo y
fortalecimiento del Sistema Interamericano y
Seguridad Colectiva radica en el hecho de haberse
integrado en él, el sistema para «la Defensa
Política» del Continente, esto es el sistema de
seguridad contra la subversión".
El sistema para "la Defensa Política" o
de seguridad contra la subversión, tal como se lo
concibió originalmente y se desarrolló con
posterioridad, arranca del concepto de que la
actividad subversiva, dirigida, ayudada e
integrada por potencias extracontinentales, e
inspirada en ideologías totalitarias incompatibles
con la democracia, configura un "acto de
agresión política" o de "agresión de carácter
no militar", (pág. 146).
Esto está confirmado ante diferentes
hipótesis. Así podemos afirmar que la estrategia
militar de Estados Unidos excluye toda posibilidad
de que los ejércitos latinoamericanos de-
sempeñen un rol significativo en caso de ataque
armado extracontinental. Todo el papel lo
desempeñaría Estados Unidos, puesto que no
está dispuesto a ceder su defensa, ni su
preparación ni su ejecución, a nadie.
Además, el Estatuto de la Comisión
Especial de Consulta sobre Seguridad, originado
en la Octava Reunión de Consulta, establece que
se entiende "por acción subversiva del comunismo
internacional a cualquier acto de agresión,
subversión u otros que configuren peligros para la
seguridad interna, de las Repúblicas Americanas y
la defensa política del Continente, así como la
propagación de tales actos". . . De ahí que la con-
clusión era que a nuestras fuerzas "se las debía
adoctrinar, entrenar, asesorar y equipar para estar
en capacidad de mantener la seguridad interna de
cada nación".
Indudablemente que la subversión, tratada
en el orden internacional, inclina a tomar
definiciones en la política interna y a influir directa
o indirectamente en la vida de los pueblos.
Esa llamada defensa política define un
enemigo común, no obstante la variedad de sus
características. No lo define militarmente sino
ideológicamente. De esta suerte, el TIAR
transforma la defensa colectiva nuestra en una
lucha religiosa. Mientras que, en la realidad de los
hechos, se trata fundamentalmente de la lucha
por el poder mundial entre los Estados Unidos y
la Unión Soviética y otras naciones comunistas.
Como consecuencia de esta actitud de
prevención ideológica, se ha formado en la vida
interna de nuestros pueblos una especie de
complejo de temor y una tendencia a ver brujas
en las relaciones con el mundo socialista y aún
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 64
en la actividad de nuestros propios
compatriotas. Todo lo cual ha alimentado un
proceso de reaccionarismo integral que ha per-
turbado imprudentemente el proceso de
transformación que América Latina debía haber
llevado a cabo, inclusive para contribuir a una
seguridad colectiva.
Pero ahí no puede detenerse nuestra
crítica al tratado. Todavía debemos considerar
otros aspectos relevantes.
1º) Como ocurre en la OEA, en el TIAR
olvidamos la posible autosuficiencia defensiva de
Latinoamérica para buscar imprudentemente la
defensa en el poderío de los Estados Unidos.
2º) Como la defensa significa un reclamo
para el propio desarrollo nacional, tal como ha
ocurrido con Japón, Rusia, China, etc., ceder la
responsabilidad de la defensa es perder uno de
los estímulos más acuciantes del desarrollo.
3º) No hay una estrategia coaligada. Los
objetivos no los elige el país ni el grupo de países.
Los elige Estados Unidos. Es decir, es una
claudicación de nuestro poder de decisión nada
menos que en materia de defensa.
4º) Tal situación desvirtúa las igualdades
nacionales en vez de fortalecerlas. Resulta
sonrojante que nuestros países acudan a recibir
las instrucciones y no a tomar las decisiones
originarias, ya que no intervienen en la estrategia.
5º) Se trata siempre de una estrategia que
no se adecúa a cada país. La estrategia es un
Lecho de Procusto que obliga a todos a tomar
como tema exclusivo de la defensa la lucha
contra el comunismo.
6º) Olvidamos que nuestro ascenso al
plano mundial se realizará a través de
Latinoamérica, no de Estados Unidos. Podríamos
constituir los países de Latinoamérica el sexto
centro de poder mundial después de Estados
Unidos, la Unión Soviética, la Europa
Occidental, China Popular y Japón.
7º) Nuestra autodefensa no tiene porqué
significar rozamientos con Estados Unidos.
Debemos mantener excelentes relaciones con
ellos. Nuestra autodefensa no es una lucha contra
Estados Unidos; debe ser una lucha por nuestra
independencia frente a cualquiera y una política
de amistad con todos los países.
8º) Por otra parte, coincidiríamos con
Estados Unidos defendiendo su flanco que es
nuestro territorio y evitar que ningún extraño
haga, entre nosotros "pied-á-terre".
9º) Los únicos que nos podrían invadir
serían Estados Unidos y Rusia. Esta sólo con
armas nucleares. No podría estirar su línea de
sostenimiento. Por otra parte ¿para qué nos
invadirían? ¿Acaso para hacernos comunistas? Lo
hace sin declararnos la guerra ni atacarnos.
Nunca se consideró posible por el Pentágono un
ataque armado extracontinental.
10º) De no ser nuclear, las eventuales
agresiones podrían ser contestadas eficazmente
por los países de Latinoamérica.
11º) Si fuese nuclear la agresión, con toda
seguridad habría respuesta nuclear de algún lado.
Sería casi imposible fijar territorialmente una gue-
rra nuclear.
12º) La presencia de Estados Unidos en el
TIAR nos saca de una política regional para
introducirnos en una política mundial. Con esto
enervamos nuestra política regional, que, por sí,
está reforzada por la convicción de que hay
intereses comunes, destinos comunes, soluciones
concurrentes. Mundialmente las coincidencias son
relativas y los intereses diferentes. Debemos tener
presente la ubicación global de Estados Unidos
tan absolutamente distinta a la nuestra. En efecto,
en 1969, Estados Unidos tenía 80 tratados con 42
naciones, 302 bases militares mayores en el
exterior, más de 2.000 bases menores; 3 y medio
millones de hombres armados, un tercio de los
cuales vivía en el extranjero. El presupuesto militar
aprobado para 1975 alcanzaba a 104.700
millones de dólares. El senador Kennedy ha dicho
que Estados Unidos tiene ahora 81.500 armas
nucleares estratégicas y 22.000 armas tácticas
nucleares. Es decir que, como dice Aron, Estados
Unidos ejerce un virtual predominio planetario que
difiere evidentemente de la diplomacia de un
Estado común meramente nacional.
13º) Nuestra primera contribución a la
defensa es no tener conflictos ni facilitarlos. El
TIAR nos pone en un conflicto mundial.
14º) Nunca gozaríamos la gloria ni las
ventajas del fuerte unidos a él, pero
inexorablemente sufriríamos en carne propia su
contraste.
15º) Como dice Kissinger, los países
menores viven la contradicción entre tener
protección y no estar dependientes de una
superpotencia. La protección o defensa colectiva
de América Latina es el tercer camino.
16º) Cualquier núcleo de países
ponderables, como son los latinoamericanos,
organizado por sí mismo en su defensa, puede ser
mucho más influyente en la política de poder
mundial que lo que somos cada uno de nosotros
o colectivamente unidos a una superpotencia. El
TIAR de entrada nos anota en un bando y nos
deja comprometidos.
17º) No debemos olvidar que la bipolaridad
es relativa y que cada vez aparecen nuevos
elementos distantes de los polos de poder que
influyen decididamente en la política mundial.
Nosotros tenemos en América Latina muchos
elementos influyentes si los queremos
aprovechar.
18º) Inclusive América Latina podría tener
armamentos nucleares, con lo que sería aún más
influyente. El monopolio nuclear intimida, subordi-
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 65
na. Nadie tiene derecho a prohibir que otros
tengan lo que él tiene.
19º) El TIAR no es propiamente una
coalición, ya que ésta significa un poder de
decisión concurrente que en el TIAR no existe.
20º) Más que una coalición es una
anexión de nuestra política exterior a la de
Estados Unidos.
21º) Si bien nosotros tendríamos en
nuestro sistema defensivo el poderío de EE.UU.,
también tendríamos los grandes riesgos de
Estados Unidos, los que no existirían de actuar
nuestra región con independencia.
22º) La zona de seguridad comprendida
por el tratado va desde la Antártida, en el Sur,
hasta Groenlandia y el Océano Ártico, pasando al
lado de la Unión Soviética por el Estrecho de
Bering, en el Norte. Es decir estamos ligados a
una región, que en gran medida, nos es extraña
espiritual, política, económicamente. Aumenta la
magnitud de los riesgos e innecesariamente para
nosotros.
La zona protegida no debe comprender
más que el territorio continental, aéreo y marítimo
de cada miembro; eso sí entendiendo como
espacio marítimo el mar adyacente hasta las
doscientas millas y la plataforma continental hasta
el borde inferior externo del margen continental.
Tal cúmulo de observaciones justificadas,
ha acumulado desde hace tiempo un gran anhelo
de modificación fundamental de la situación se-
ñalada. Sin embargo, la Conferencia de Costa
Rica llevada a cabo precisamente para estudiar las
modificaciones al Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca, se limitó a correcciones de
forma más que sustanciales. Nuestra defensa
colectiva sigue con la actuación hegemónica de
Estados Unidos y con las características políticas
advertidas.
Teniendo presente que los sistemas
regionales se dividen en igualitarios, como lo es la
Comunidad Económica Europea; en
dependientes, como lo sería el de los países
socialistas, y en hegemónicos, correspondería in-
cluir entre estos últimos al Sistema
Interamericano tal como está actualmente
estructurado.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 66
Planeamiento y
Estado moderno
por Roque Carranza
Aunque nadie pone en duda a nivel
empresario que la necesidad de racionalizar las
decisiones relacionadas con la vida de la empresa,
especialmente a largo plazo, aconseja la utilización
de técnicas de planeamiento, y el mismo
reconocimiento existe para la conducción militar,
todavía se pone en duda en algunos círculos la
utilidad y conveniencia de utilizar métodos de
planificación para decidir políticas de gobierno.
Más aún, no es raro en nuestro país escuchar
expresiones polémicas y alarmistas, como si
hablar de planificación fuera contrario al régimen
democrático de gobierno.
La coincidencia de que en 1976 se
cumplan doscientos años de la publicación de La
Riqueza de las Naciones, por Adam Smith, que
puso los primeros fundamentos de la ciencia eco-
nómica, ha servido precisamente para que se
repitieran de nuevo argumentos ya más bien
anticuados y gastados, lo que hace necesario
algunas puntualizaciones.
Ciertamente Adam Smith puede ser
considerado como uno de los campeones de lo
que hoy se ha dado en llamar liberalismo
económico, como oposición a la intervención del
Estado en la economía, pero ello necesita, como
en todo caso de utilización de argumentos
formulados hace mucho tiempo y en
circunstancias distintas, un cuidadoso análisis
para establecer la pertinencia de las citas como
reglas válidas en el mundo de hoy.
Adam Smith, y ese es su principal título
para ser considerado uno de los mayores
economistas del mundo, descubrió y analizó el
concepto de equilibrio económico, que era extraño
a sus predecesores y contemporáneos: los
mercantilistas y los fisiócratas. No se trata de
entrar en una discusión técnica, pero la
observación de Adam Smith puede resumirse
diciendo que dadas ciertas condiciones de oferta y
demanda de un bien, existe un precio que "barre
el mercado", es decir, que no quedan existencias
sin vender, ni compradores que puedan pagar el
precio sin satisfacer. Esta observación indica la
existencia de una fenomenología económica, es
decir, de causas y efectos que originan fenómenos
económicos, de los que es posible que no sean
conscientes los propios actores del proceso. Es
necesario, entonces, una actitud de observación y
análisis de la realidad económica para descubrir la
naturaleza y extensión de las causas que originan
los fenómenos económicos, y prevén de alguna
manera sus efectos. Esta posición es consistente
con la filosofía de la ilustración que prevalecía en
la Inglaterra del siglo XVIII, e importaba abrir un
nuevo campo al método científico, tan
brillantemente aplicado en ese siglo a otros. Es
por esta causa que dijimos más arriba que Adam
Smith puso los fundamentos de la ciencia eco-
nómica.
En la Inglaterra de la segunda mitad del
siglo XVIII se estaba operando la llamada
revolución industrial, o sea, la transformación de
una economía agraria a otra industrial, por causa
de una ola de invenciones que permitía pasar en
un número de actividades productivas de
significación, de la etapa artesanal a la fabril, con
una notable elevación de la productividad de los
factores de producción, y que se reflejaba en un
rápido crecimiento de los centros urbanos y una
intensificación del comercio. El concepto de
equilibrio económico en el mercado permitió a
Adam Smith detectar y señalar los obstáculos que
la organización institucional de los países eu-
ropeos oponía entonces al vigoroso crecimiento
económico derivado de la revolución industrial, y
fue perfectamente consistente, dentro de su mé-
todo, cuando proclamó la necesidad de eliminar
todos los obstáculos al desplazamiento de
factores. Su posición tuvo la consagración final,
desde el punto de vista del derecho, con la
sanción del Código Napoleónico, cuyas
disposiciones sobre la propiedad y los contratos
definen la primera estructura jurídica libre de los
resabios de la sociedad feudal que provenían
desde la Edad Media.
Aunque Adam Smith puso una gran
capacidad de expresión literaria al servicio de la
promoción de sus ideas acuñando expresiones
como "la mano invisible" (que, por cierto, usa sólo
una vez) y el "estado gendarme", no era en
realidad un admirador ingenuo del nuevo mundo
cuya necesidad proclamaba, y una lectura
cuidadosa de su libro permite señalar numerosos
pasajes en que muestra una actitud cautelosa, y a
veces crítica, de los problemas que podían
presentarse. En este sentido, puede decirse que
su libro es uno de los más famosos entre los no
leídos, aunque es justicia destacar que por lo
menos en un artículo publicado en nuestro país se
recuerdan correctamente ciertas reservas y
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 67
críticas formuladas en él (1).
Terminadas estas puntualizaciones, es
oportuno señalar como marco de referencia
general, que la necesidad de profundizar el
análisis de los efectos económicos de las políticas
de gobierno resultó aparente durante la gran crisis
de los años 1929-33, que sacudió hasta sus
cimientos al mundo occidental, y la contribución
inicial se debe al profesor Jan Tinbergen (Premio
Nobel de Economía), que en un artículo titulado
"Una Política Económica para 1936" se planteó
con claridad la cuestión de la consistencia de las
diversas acciones de gobierno y propuso métodos
para analizarla.
Una idea muy simplificada del enfoque de
Tinbergen puede darse diciendo que consiste en
cuantificar los objetivos de políticas (por ejemplo,
recaudación fiscal, déficit de gobierno, saldo de la
balanza de pagos y ocupación), e introducir esas
cuantificaciones en relaciones, de manera que si
esas relaciones no se cumplen, los objetivos son
incompatibles. Se construye de esa manera lo que
los economistas llaman hoy un modelo de
planificación.
Es indudable la importancia de la idea,
pues da un método (hasta ahora el único) para
resolver la difícil cuestión de la compatibilidad de
objetivos, y la plétora de métodos y contribucio-
nes diseñadas siguiendo la inspiración inicial de
Tinbergen constituye hoy un capítulo de la
formación del economista profesional, conocido
bajo el nombre de técnicas de planificación.
La prueba más exitosa de la utilización de
estas técnicas la dio la organización de la
producción de guerra en Estados Unidos, en la
que se cuidó, además de lograr una utilización
eficiente del aparato productivo, el establecer
condiciones que hicieran posible al terminar la
guerra el paso rápido a una economía de paz, sin
las recesiones que caracterizaron la posguerra de
1919-20. El éxito fue tan rotundo, en sus dos
objetivos, que pudo establecerse después que se
logró una eficiencia mucho mayor de la producción
bélica que en la Alemania Nazi, en la que se aplicó
un sistema altamente centralizado de control, pero
burdo en su concepción, y además hizo posible el
lanzar el Plan Marshall que reconstituyó la
economía de Europa Occidental.
Este ejemplo es importante, pues permite
refutar un equívoco corriente, que iguala
planificación con control centralizado.
Planificación es un método de racionalizar
decisiones, y no necesariamente implica
controles, y menos generalizados. En cambio, es
posible organizar un sistema administrativo de
control, muy completo en el papel, pero carente
de contenido racional para su operación, como
han aprendido a su costa los países socialistas.
Después de la segunda guerra, los métodos
de planificación continuaron aplicándose en
distintos países occidentales, entre los que se
destaca Noruega, Holanda y Francia. En cada
caso, las técnicas aplicadas y las correspondientes
organizaciones de gobierno varían de un país a
otro, de acuerdo con sus distintos objetivos y
características, y no es el momento de entrar en
una discusión detallada, que por otra parte es
frecuente en la literatura económica.
En los países de América Latina, la
escasez de capital y los limitados ingresos de
exportación han hecho necesario el desarrollo de
técnicas de planificación para programar las in-
versiones de manera más eficiente y prever las
repercusiones sobre el balance de pagos. Muchos
de los alarmistas críticos de la planificación, que
llegan a identificarla con posiciones extremistas,
se encontrarían muy sorprendidos si supieran que
una recomendación de planificación es habitual
entre las que formula el Banco Mundial a los
países que solicitan créditos.
Aunque la atención general, y también
nuestra discusión en este artículo, se centra en
las políticas económicas, es conveniente recordar
que en otros campos de acción de gobierno, en
los que es necesario prever efectos complejos y a
largo plazo, es también necesario utilizar técnicas
de planificación. Casos conocidos son, por
ejemplo los de educación, en los que ha
desarrollado gran actividad la Organización de
Cooperación para el Desarrollo Económico
(formada por los países europeos, Canadá y
Estados Unidos), y la salud, para lo cual es
imprescindible la formulación de planes sanitarios
orgánicos.
En nuestro país la historia de los intentos
de planificación es ya un tanto larga y bastante
llena de alternativas. Formalmente, el primer
intento fue el llamado Primer Plan Quinquenal,
mal estructurado y equilibrado y que no tuvo
efectos para orientar la acción de gobierno, que
por el contrario tuvo por consecuencia un de-
terioro de la infraestructura de transporte y
energía. El Segundo Plan Quinquenal fue mejor
concebido, pero su ejecución se suspendió, y hay
que llegar hasta 1961 para hallar algo nuevo.
En la Conferencia de Punta del Este,
convocada a iniciativa del presidente Kennedy
para considerar los problemas del desarrollo
económico y social de América Latina, se aprobó
una declaración de principios, la famosa carta,
que incluía entre sus enunciados el
reconocimiento de la necesidad de la planificación
a nivel de gobierno, la delegación argentina,
encabezada por el ministro de economía de
entonces, hizo una reserva formal a este punto de
la declaración, pero, no obstante, se creó el
Consejo Nacional de Desarrollo, seguramente
considerando que era un requisito para obtener
los préstamos externos vagamente prometidos por
la Alianza para el Progreso.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 68
 El gobierno surgido en 1963 dio
contenido a esa organización, pues como se
enuncia en el Mensaje Presidencial del 12 de
octubre de 1963, la planificación de la acción de
gobierno era necesaria para conducir al país hacia
un desarrollo equilibrado. La manifestación
ostensible de esta decisión fue el Plan 1965-69, y
otra menos ostensible pero más fundamental fue
la coordinación de las diversas reparticiones y
empresas del Estado, y las políticas básicas
monetaria y cambiaría, lo que hizo posible una
reactivación acelerada de la economía, deprimida
por la recesión de los años 1962 y 63.
El gobierno iniciado en 1966 prestó gran
importancia a la organización formal de la
planificación, creando un aparato extendido y
complejo, pero que en la práctica no tuvo trascen-
dencia en la acción de gobierno, situación que con
matices ha perdurado hasta ahora.
Cabe preguntarse, después de esta
sumaria revisión, cual es la raíz de la resistencia a
la utilización de la planificación. Evidentemente, las
razones son múltiples, empezando por la inercia
natural a los cambios. Pero quizás la más
importante es que la ausencia de un análisis
global e integral de alternativas de política, en
todas sus consecuencias, como paso previo a la
adopción de decisiones, facilita la adopción de
soluciones parciales que favorecen a
determinados grupos o centros de interés. En
1963 prevalecía la impresión de que el estanca-
miento económico no tenía salida. Ante una
situación semejante, cualquier solución era buena
sin importar el costo, y así se proponían. El Plan
1965-69 cortó esa situación, probando que era
posible un crecimiento económico substancial
(que en la práctica se dio) sin que fuera necesario
adoptar soluciones desesperadas.
(1) J. D. MEZA FIGARI: "Bicentenario de la
Riqueza de las Naciones", La Prensa, agosto 15
de 1976.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 69
 recoge el mandato emancipador jurado en
TRIBUNA Tucumán hacia julio de 1816. Todos los nueve, en
actos solemnes, se festeja el aniversario de la
Declaración de la Independencia, con lo que se
parte de un grave equívoco histórico. Lo que se

Las raíces vitales del resolvió ese día fue que "Las Provincias Unidas de
Sud América (no del Río de La Plata), fuesen
una Nación libre e independiente de los reyes de
radicalismo España, sus sucesores y metrópoli". Es decir, en la
memorable reunión, se cortó el nudo gordiano de
la PRIMERA DEPENDENCIA.
Al acordarse la fórmula del juramento,
diez días después y a propuesta en sesión secreta
del diputado Pedro Medrano, se aventaron todas
las dudas y prevenciones, ya que el texto logrado,
ampliatorio y preciso, daba por terminadas para
siempre A TODAS LAS DEPENDENCIAS. El día
21 de julio, reunidos en la Sala de Sesiones de la
modesta casa, con la presencia de las autoridades,
por Oscar Alende
los congresales y todos los presentes juraron, "al
precio de su vida, haberes y fama", "que la
libertad e independencia de las Provincias Unidas
Las raíces vitales, es decir dinámicas,
en (y no de), Sud América" se extendían del Rey
fisiológicas e inseparables del radicalismo, se
de España, sucesores y metrópoli, A TODA OTRA
completan a medida que a las valoraciones
DOMINACIÓN EXTRANJERA.
representativas, federalistas y éticas que le dieron
La reiteración del mandato adquiere una
base en sus actuaciones iniciales, se suman las
mayor relevancia si consideramos el tiempo
consignas nacionales de promoción económica
histórico en que fuera vertido. Canning ya lo había
independiente y la cada vez más profunda
anticipado en 1824, el mismo año en que nuestro
resolución de abordar un programa socialmente
país concretó su primer empréstito con la Baring
transformados.
Brothers, por un millón de libras (de los que el
Una vez que Yrigoyen tomó la dirección
gobierno sólo recibió 85.000), tardando un siglo
del movimiento y completó hacia 1903 su
en pagarse. En carta a Granville y en verdadera
reorganización con una acción personal tenaz,
respuesta a Monroe, estipuló: "La América Es-
todos sus esfuerzos se concentraron en la prepa-
pañola es libre y si nosotros los ingleses
ración revolucionaria que finalmente estalló el 4
manejamos nuestros negocios con habilidad, ella
de febrero de 1905. Su fracaso canceló una etapa
será inglesa". En una Argentina con sus
e inició otra. Como siempre, de la adversidad
ciudades y pueblos atascados por la primera llu-
brotaron las grandes definiciones. Y ellas
via en sus caminos de tierra, Inglaterra era dueña
quedaron estampadas en el documento señero del
a principios del siglo de nuestros ferrocarriles,
16 de mayo de 1905, primero en el que se
comunicaciones y transportes. Nuestro único
consigna en forma clara, precisa e indubitable
comprador y vendedor. Eran suyas las empresas
cual será la misión a cumplir en la vida nacional.
navieras y las que manejaban el comercio exterior,
Lo fundamental ya no habrá de centrarse
inglesas las empresas de servicios públicos y las
en la corrupción que Alem con justicia fustigaba
grandes tiendas, inglesas muchas estancias y las
obsesivamente. Esta descomposición era
mejores de la Patagonia y, para peor, inglesa la
consecuencia del envilecimiento moral que la
mentalidad de la clase política vacuna y los di-
penetración del capital extranjero provocaba en
rectores de la banca.
"las causantes y beneficiarios" del infortunio
Pero Yrigoyen no los mencionó siquiera.
patrio. "El concepto extranjero", se señala allí,
Era genérico en sus demandas, porque enjuiciaba
"está habituado a pasar por alto el criterio de
un sistema y no a sus personeros. Y el sistema ya
nacionalidad soberana y organizada a que
venía elaborando los mecanismos para transferir
tenemos derecho, para sólo preocuparse de la
la economía desde la SEGUNDA DEPENDENCIA a
riqueza del suelo argentino y de la seguridad de
la TERCERA DEPENDENCIA. Consumada la
los capitales invertidos en préstamos a los
marcha hacia el oeste de los EE.UU. y lograda tras
gobiernos o empresas industriales o de
la guerra de Secesión su integración conceptual,
comercio".
sobre la base del Tratado Hay-Pauncefoote, de
Yrigoyen es así el primer prohombre
1900, que delimitaba las áreas de influencia, el
político, que tras un largo tiempo de apostasías,

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 70

país del norte comenzó a convertir el Caribe en su
propio mar. El "mare nostrum", su Mediterráneo.
En 1898 invadieron Puerto Rico y su vocación
imperial empezó a servirse de las antiguas
colonias españolas, como Filipinas, Cuba (a la
que impuso la enmienda Platt reguladora de su
soberanía), preparando para corto plazo -1907-
las ocupaciones de Honduras y Santo Domingo.
Ese, 1905, es el año en que el Kaiser
desembarca en Tánger con la amenaza
permanente de guerra. Pero a nadie se le ocurría
vaticinar que ella era inevitable y mucho menos
que sobrevendrían dos contiendas
interimperialistas con motivo de las disputas por el
reparto y el dominio de colonias y mercados.
Los más de cien mil inmigrantes que
llegaban cada año, transportaban la disputa que a
fines y principio del siglo conmovía a las
organizaciones obreras, en las que chocaban las
corrientes anarquistas y socialistas. Ambas, en
sus demandas, enfatizaban las reivindicaciones de
clase y las contradicciones capitalistas, sin tener
debidamente en cuenta las realidades del medio,
la relación de fuerzas y las posibilidades de acción
que la lúcida y criolla percepción de don Hipólito y
su sentido nacional, ofrecían a la ciudadanía
argentina.
Por otra parte, años después, la
presidencia de Yrigoyen mantuvo serenamente en
el punto de mira esos objetivos y por su
cumplimiento cayó. Así lo demostró con su
nacionalismo económico, sus relaciones con las
organizaciones internacionales y los países del
Continente. Baste recordar que durante la primera
guerra pretendió reunir en Congreso a los países
latinoamericanos no comprometidos, para epitar
que "cuando en el próximo Congreso de la Paz se
modulen por medio siglo los destinos del mundo,
se disponga de nosotros corno de los
mercados africanos".
Por medio siglo. . . Esta frase lleva la
cuenta del movedizo y revulsivo tiempo que
vivimos. Ya no hay en África mercados extraños.
Se acaban las colonias. Somos nosotros los
rezagados. Ahora somos nosotros los
mercados latinoamericanos.
Sin Yrigoyen no se hubiera forjado la
Reforma Universitaria de 1918. El movimiento se
hubiera resumido en un suceso aldeano, sofocado
por las policías bravas. El mérito trascendente de
ese proceso estudiantil, no suficientemente
explicitado y advertido, fue el de alertar al país
sobre el cambio inminente de la hegemonía in-
glesa por la norteamericana, traspaso que se venía
orquestando en una escalada lenta en el tiempo,
pero firme y sostenida en el espacio. El ímpetu
tajante de la Reforma brotó de su propia esencia
americanista, al desbordarse los límites nacionales
de la "chacra inglesa", para diluirse en el drama
de Hispanoamérica. Los irreverentes y jóvenes
universitarios lanzaron su llamado a "los hombres
libres de Sud América, anunciando la "ruptura de la
última cadena del coloniaje", el término de "la
última servidumbre mental del continente". Y así
surgió de pronto, naturalmente, el fondo de
nuestra problemática nacional y continental,
superando las formas políticas, para entrar en la
substancia social. La libertad política, sin el
resguardo de un Estado emancipador, era una
ficción jurídica para sancionar las determinaciones
de los dueños de la riqueza. El mensaje adquirió
volúmenes nacionales primero y continentales
después, hasta prolongarse con su filosofía en la
prédica de los países no alineados, como una
interpretación novedosa de los derechos humanos
para acceder a la cultura y a la seguridad social,
como partes inexcusables de las liberaciones
nacionales.
Ello explica el odio cerril y la ani-
madversión preñada de resabios feudales que
guardan para la Reforma los sectores más
reaccionarios y los servidores comprometidos en la
dependencia, por ser ella el núcleo sobre el que
se formó y consolidó la universidad de las ideas
de muchos argentinos. No en vano Yrigoyen, a
principios del siglo, había marcado al "régimen
funesto" donde "se han anticipado los vicios y
complicaciones de las sociedades viejas". Vicios y
complicaciones que hoy ya no pueden disimularse.
Lo notable es que Yrigoyen, al diseñar el
centro del blanco, también dio lecciones sobre la
manera efectiva de apuntar sobre él. Su accionar
no se ubicó en un simple partido que surgía, ni
quiso llamarse partido, sino en una reunión de
todos los ciudadanos que se congregaban para la
conquista de sus derechos. Su partido no lo era
"en el concepto militante", "Era una conjuración
de fuerzas emergentes de la opinión nacional,
nacidas y solidarizadas al calor de las
reivindicaciones públicas".
Como Yrigoyen en la hora difícil, sepan
los argentinos encontrar el aliento vital que les
llega del pasado, para efectivizar la lucha en
unidad. Porque la unidad auténtica de los ar-
gentinos, se dará, irrevocablemente, en la lucha
por la emancipación.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 71
La Ley de
se supone que han recorrido caminos similares y
tendría que desarrollar su imaginación para
encontrar respuestas originales a fenómenos

Asociaciones inéditos.
Pero volviendo a las entidades em-
presarias, su vinculación con el avance de la
Empresarias democracia está condicionada por la necesidad de
que no se produzcan confusiones sobre el papel
que deben jugar.
Una de ellas sería, a título de ejemplo, el
sistema español, donde las entidades gremiales
forman parte del Estado y llegan a participar con
poderes legislativos en sus decisiones.
Pero el caso de la Argentina se ha prestado
a otro tipo de distorsiones.
En nuestro país, la creación y fun-
cionamiento de estas entidades está sujeta a las
por Mario Oklander
normas del Código Civil para las que no tienen
fines de lucro.
No habría nada de objetable en ello,
Uno de los temas que se están debatiendo
porque no implica otra cosa que regular el ejercicio
en estos días es la sanción de la ley de
del derecho de asociación y de petición
Asociaciones Profesionales Empresarias.
garantizados por la Constitución Nacional.
Es posible que la preocupación responda
Pero no deben confundirse la personería
solamente al deseo de constituir una organización
jurídica con la gremial, o sea el derecho de
gremial empresaria lo suficientemente sólida
asociarse con el poder de representar
como para evitar un desequilibrio político social
legítimamente a un sector.
frente a las entidades laborales.
Aprobar jurídicamente la constitución de
Pero el tema tiene una trascendencia
una entidad no es lo mismo que reconocerla
mayor porque en el estado moderno, el manejo
gremialmente. Para esto último, serían necesarios
de los problemas que se presentan diariamente
requisitos adicionales porque ese reconocimiento
adquiere una complejidad tal, que hace im-
supone el otorgamiento de poderes tales que
prescindible la consulta y el asesora-miento de
pueden convertirlas en verdaderos entes
grupos especializados insertos en la sociedad.
paraestatales.
Además, una implementación correcta de
Por ejemplo, las entidades autorizadas
la participación de las entidades intermedias está
para representar a un sector empresario en una
vinculada con la extensión de las bases de la
convención colectiva de trabajo, consagran con su
democracia representativa.
presencia acuerdos que obligan a terceros no
En el caso que nos ocupa, esto significa
asociados, a partir de su homologación por el
el acceso a los factores de poder de una gran
Ministerio de Trabajo, por estar amparados en una
masa de pequeños y medianos empresarios que,
legislación de orden público.
al abandonar un individualismo tradicional, a
Cuando se observa el panorama gremial
diferencia de las grandes empresas, han
empresario, se percibe que, en muchos casos
encontrado una manera de integrarse con el país y
existen cámaras que agrupan una proporción
gravitar sobre su conducción en los vínculos de
importante de empresas del sector al que
solidaridad gremial.
manifiestan representar.
Este parece ser un tema de nuestro tiempo
Pero suele ser frecuente que las mismas
y de nuestro país.
respondan, en realidad, a un pequeño grupo de
Algunos estudios comparativos indicarían
empresas importantes, que las utilizan como un
que la Argentina es el país con "índices de
instrumento de relaciones públicas, para servir a
sindicalización" más altos del mundo y esto ha
sus intereses con una fachada gremial.
llevado a pensar que sus problemas derivan de
En otros casos se dan sectores que
cierta precocidad antes que del sub-desarrollo.
actúan divididos, justificadamente o no, pero con
Sería aventurado avanzar más allá del
situaciones que contribuyen a aumentar la
planteo de esta cuestión sin análisis más
confusión por la gran cantidad de empresas que
profundos. Sin embargo, no podía dejar de
optan por la doble afiliación o por ninguna, con el
mencionarse.
agregado de que, frecuentemente, se advierten
Si la tesis de la precocidad fuera correcta,
interferencias políticas extragremiales en esas
el país debería dejar de abordar sus problemas
divisiones.
recurriendo a meras comparaciones con quienes

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 72

 ¿Cuáles son las normas que permiten al
Estado seleccionar adecuadamente a los
auténticos representantes?
Desde la derogación de la Ley número
14.295, que tuvo corta duración, no existen, lo
que ha dejado un vacío legislativo importante.
Aprovechándose de él, viejas y pres-
tigiosas entidades terminaron actuando bajo la
influencia de un grupo reducido de empresas que
las sostenían económicamente.
Por otro lado, las entidades que se han
constituido han procurado una respuesta a
diversas necesidades que han actuado como
factores de aglutinamiento en cada caso.
Algunas, por la necesidad de regular sus
relaciones con el sector laboral.
Otras, para resolver los problemas de
abastecimiento de ciertas materias primas.
Existen también las que procuran hacer
frente a ciertas prácticas monopólicas de sus
clientes o sus proveedores, así como las que
deben regular sus relaciones comerciales con el
Estado y sus empresas.
Ante ello, es importante que se definan
cuales son los intereses sectoriales compatibles
con los que tenga fijados la Nación en su conjunto,
para que queden legitimados como factores
aglutinantes.
Estas cuestiones comienzan a complicarse
cuando se aborda la constitución de entidades de
segundo y tercer grado.
Por ejemplo, la inclusión del Territorio de
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico
Sur en la enumeración de jurisdicciones con dere-
cho a una representación mínima, tal como lo
establece el estatuto del CINA, no tiene nada que
ver con la importancia de la industria en dicho
territorio, cualquiera sea el criterio que se utilice
para medir su importancia. Ni siquiera tiene que
ver con la existencia o no de entidades gremiales
representativas de esa región.
Más bien apunta al país que se desea
tener, según lo que el legislador interpreta que
son los intereses nacionales.
Todo lo expuesto confirma la necesidad
de una ley de Asociaciones Profesionales
Empresarias en la que, por lo menos, queden
resueltas las siguientes cuestiones:
1) Definición o mecanismos para definir
los sectores y regiones que tienen derecho a una
representación gremial con una identidad propia
ya sea dentro de entidades de segundo o tercer
grado o en organismos estatales de consulta o
asesoramiento.
2) Requisitos que deben cumplir las
entidades de primer grado o Cámaras y las de
segundo grado o Federaciones para obtener,
además de la personería jurídica, la personería
gremial.
3) Criterios para medir la
representatividad de un sector a efectos de
determinar su poder político o número de
representantes en organismos deliberativos.
4) Normas y procedimientos de elección
de los representantes gremiales de un sector o
región.
Cada una de estas cuestiones justificaría
un estudio que escapa a los límites de este
trabajo.
Pero no podría dejar de señalarse que el
último punto plantea la necesidad de que el
Estado intervenga, por lo menos, confeccionando
los padrones y supervisando los actos electo-
rales.
En efecto, cuando se deben elegir
representantes gremiales, debe garantizarse el
acceso al comido de todos los que integran un
sector y no solamente los que están asociados
previamente a una cámara. Por otro lado, los
estatutos de cualquiera de estas entidades los
habilitan para rechazar pedidos de afiliación o
para aplicar sanciones, otorgando poderes que no
pueden ser dejados en manos de parcialidades
cuando se trata de representaciones gremiales.
Es atendible como posible objeción, el
deseo de evitar al Estado una intervención, que
además de exagerada puede ser onerosa, pero
tareas como la confección de padrones pueden en-
cararse recurriendo a organismos ya existentes,
como el Registro Permanente de Actividades
Industriales, racionalizando las informaciones que
obtienen habitualmente.
Esto tiene importancia por cuanto,
independientemente de las lógicas presiones que
pudieran existir, el Gobierno tiene necesidad de
obtener expresiones gremiales auténticas que
permitan convocar al sector empresario cada vez
que sea necesario. Y para ello, es necesario que
los criterios para establecer representaciones se
adopten exclusivamente en función de los
intereses nacionales y con reglas de juego que
prevean cualquier clase de confusiones o
distorsiones.
La definición oficial expresa en favor del
mantenimiento de la forma republicana,
representativa y federal de gobierno implica que, a
pesar de la suspensión del funcionamiento de las
instituciones políticas y de las garantías
individuales, existen intenciones de volver a la
plena vigencia de la democracia.
Una Ley de Asociaciones Profesionales
Empresarias puede constituir una contribución
importante para ese objetivo porque produciría los
siguientes efectos:
• Ampliación de la consulta democrática.
• Integración al quehacer nacional de un
sector dirigente del país.
• Ordenamiento de las actividades y
canalización de conflictos intersectoriales
mediante formas y procedimientos legales.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 73
 • Obtención de asesoramiento es- poner las energías humanas que encierra el
pecializado y confiable para los actos de gobierno pueblo a disposición de la Nación, en un clima de
en diversas esferas. libertad y de realización de sus habitantes,
Cualquiera de estos resultados tiende a tanto en forma individual como colectiva.

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 74

La nueva legitimidad
por Juan Carlos Rubinstein
"La democracia... implica una teoría del poder
encaminada a una definición de las formas de distribución y
del control colectivo para asegurar un máximo de seguridad,
eficiencia y libertad." K. Manheim, "Libertad, poder y
planificación democrática".
"La legitimidad implica la capacidad del sistema para
engendrar y mantener la creencia de que las instituciones
políticas existentes son las más apropiadas para la sociedad."
S. M. Lipset, "El hombre político".
Quienes, por una razón u otra, vienen
analizando el proceso histórico contemporáneo
argentino, coinciden en señalar que el año 1930
constituye un hito fundamental en éste.
En lo que no existe tanta coincidencia es
en la naturaleza del mismo. Es decir, si ese hito
constituye un punto de partida o causa, o si, por
el contrario, es un resultado o efecto de una
situación subyacente y, en ese caso, tampoco hay
coincidencia plena acerca de cuál es la naturaleza
del proceso que desembocó en esa situación
subyacente: si económico-social o político o
producto de una interrelación entre ambos.
No obstante, a casi cincuenta años vista,
el hecho indubitable radica en que, a partir de
1930, la Argentina ingresó en una turbulenta
etapa política; turbulencia política combinada con
una acentuación acelerada de procesos sociales,
económicos e incluso culturales que
determinaron, con sus recíprocas dependencias y
rechazos, una dinámica y compleja estructura con
un alto grado de inestabilidad.
El país de nuestros abuelos y padres
cambió. El país que nosotros hemos vivido es
otro, bien diferente por cierto. El país de nuestros
abuelos y padres, presentaba una relativa
congruencia entre realidad material -fuerzas
económico-sociales y factores de poder- y
realidad institucional -organizaciones
normativamente articuladas, creencias y valores
compartidos-; el país que nosotros hemos vivido,
carece de congruencia y, lo que es peor, operan
contradicciones y conflictos tanto entre la realidad
material e institucional, como dentro de cada uno
de los términos de esa ecuación.
Y es sobre esa ecuación conflictiva, o
mejor en función de esa ecuación conflictiva, que
nuestra generación deberá plantear los objetivos
que a corto, mediano y largo plazo contribuyan a
establecer un nuevo principio de congruencia
entre realidad material e institucional, superando,
así, el período de turbulencia e ingresando en uno
de canalización de conflictos dentro de un
esquema de lucha democrática.
De ahí, que la problemática a resolver por
nosotros, por la profundidad de la crisis en la que
estamos inmersos y por la importancia de los
objetivos que, como desafíos, exige la Argentina
como soluciones, requiere un esfuerzo y un
compromiso total.
Además, no se trata de un análisis, más o
menos intelectual, llevado a cabo desde una torre
de marfil, construida en perspectiva. Por el
contrario, de lo que se trata, es de la búsqueda de
un fundamento, al tiempo que esa búsqueda
comporta el desenvolvimiento de una acción
transformadora; de una militancia urgida por el
tiempo.
Porque, si esos cincuenta años de
turbulencia significaron alteraciones irreversibles
de la estructura nacional, con sus fases positivas y
negativas; también implicaron un ensanchamiento
en la brecha entre realidad material e
institucional. Proceso de divergencia que puede
llevar a la desintegración de nuestra sociedad en
lo que ésta significa como coincidencia histórica
trascendente.
Alguna vez se ha dicho que esa conciencia
histórica, constituye un elemento que se agrega
"al hecho de la coexistencia de los hombres en un
grupo dado para hacer de él una sociedad"
(Burdeau) y en tanto el grupo, con su accionar,
expresa un destino colectivo común.
Si, como planteaba H. Heller (Teoría del
Estado), la nación implica la existencia de un
pueblo con voluntad política, la falta de esa
voluntad o tan siquiera la desorientación en lo que
concierne a los objetivos esenciales, puede
conducir a su desintegración.
Por ello, resulta urgente definir el campo
histórico donde estamos situados los argentinos y,
efectuada esa definición -suerte de autocrítica
autoconsciente- delinear la alternativa que
instituya una nueva congruencia. Es decir,
delinear las condiciones de un nuevo pacto de
legitimidad.
1 - El pacto de legitimidad anterior. La
Argentina liberal
No podemos, por razones de brevedad,
exponer en detalle cuál fue el desarrollo histórico
que condujo, en su momento, a la concreción del
pacto de legitimidad anterior; pacto de legitimidad
que definió la Argentina liberal.
Sabemos, no obstante, que ese acto,
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 75
desenvuelto dentro de una sociedad menos
compleja, comportó un largo y dramático proceso.
Iniciado en mayo de 1810 se concretó
como estructura jurídico-normativa en 1853-60,
completándose como proyecto o modelo político
en 1880.
Setenta años de tensiones y Esta movilización estimuló el desarrollo de un
enfrentamientos dentro de un contexto
internacional ideológicamente unificado.
El proyecto liberal, en lo económico y en
lo político, no se encontraba cuestionado. El
mundo europeo occidental se hallaba en
expansión. El capitalismo como modo de produc-
ción, las relaciones económico-sociales
emergentes y la democracia como expresión
política de esas relaciones, constituían el modelo
al cual se adaptaban o aspiraban a adaptarse los
países del viejo o del nuevo continente.
Pero, de ese proceso, desenvuelto -como
he dicho- dentro de un contexto internacional
unificado y no cuestionado, se desembocó en un
pacto de legitimidad. Legitimidad que resulta de la
congruencia efectiva entre realidad material e
institucional y como producto de una relación dia-
léctica entre las mismas, puesto que cada una, a
su vez, constituyen fuerzas representativas de
sistemas particulares de relaciones (estructuras).
Por el hecho mismo de esa relación
dialéctica y por la dinámica interna de esas
estructuras, el pacto de legitimidad siempre es
temporal, dado que en la historia el proceso
supone -desde un punto de vista político
normativo- una recesión de puntos de equilibrio
inestable. Concretados esos puntos de equilibrio,
las normas políticas, jurídicamente establecidas,
desatan o estimulan el surgimiento de nuevas
fuerzas que acelerarán, en el tiempo, el fenómeno
de divergencia y conducirán a la configuración de
otros puntos de equilibrio.
Definido en nuestro país el pacto de
legitimidad, con la Constitución Nacional y con el
modelo político delineado en 1880, la sociedad,
como un todo, se entregó a la tarea de
constituirse como nación moderna, incorporando
las masas migrantes europeas y transformando
las estructuras económicas y sociales internas.
A la vez que se desarrollaba la actividad
agrícola e implementaba científicamente la
ganadería, crecían las ciudades y pueblos, se
tonificaba la actividad mercantil y artesanal y apa-
recían sectores profesionales y técnicos.
Al mismo tiempo, una nueva mentalidad
se afirmaba en vastos sectores sociales. Con sus
defectos y sus virtudes, nacían las clases medias
y con ellas una forma de ser, un conjunto de
creencias que tipificó la Argentina liberal.
Coyunturas internacionales favorables -
necesidad de adquirir nuestros productos agrícola-
ganaderos, lo cual valorizó el precio de nuestras
exportaciones; expansión de las inversiones
extranjeras al servicio de una infraestructura
agroexportadora y la primera guerra mundial-
determinaron una excepcional tasa de movilidad
social, sobre todo a nivel de la clase popular alta -
técnicos y obreros con oficio- y clase media baja -
empleados, pequeños comerciantes y chacareros.
sector profesional independiente, el cual configuró
las planas mayores de las actividades financieras,
mercantiles, universitarias y políticas.
Sin embargo, tras ese fenómeno
expansivo, que había permitido, incluso, el pasaje
desde una democracia oligárquica a una
representativa, con el acceso al gobierno de los
partidos populares, se venían desenvolviendo
ciertas deformaciones de la estructura interna y
determinados desequilibrios externos, que
revelaban una extrema vulnerabilidad de la
sociedad argentina.
En términos de creencia, todavía
funcionaba el pacto de legitimidad, constituido en
1853-60, pero los nubarrones en el horizonte se
acumulaban peligrosamente.
La crisis mundial de 1930, que promovió
el desequilibrio del mercado internacional,
repercutió en la Argentina.
El grupo económicamente dominante,
que había dejado el gobierno a las clases medias
en 1916, pero no había soltado las riendas del
poder, se sintió amenazado, temió perder los
resortes que garantizaban su dominio del estado y
asustado, rompió con la continuidad institucional,
comenzando nuestras turbulencias.
La legitimidad en la que se fundamentaba
la Argentina liberal, quedó seriamente cuestionada
cuando el grupo económicamente dominante ab-
juró de las normas que la sostuvieron.
La gravedad histórica del llamado "fraude
patriótico" radica en que su exaltación, como
sistema político, minó el principio de nuestra
sociedad, articulada en función de una voluntad
política común, compartida en las reglas de juego
de la democracia.
Perdió la fe en ella, el grupo dominante;
pero, también, la visualización de instituciones
que se encontraban internamente viciadas en su
funcionamiento, hizo flaquear la fe, en quienes,
por ese sistema, habían accedido ya -o estaban
en tren de hacerlo- a compartir, primero, el go-
bierno y, luego, el poder.
Y, además, no sólo la democracia dejó de
ser el medio acostumbrado de expresar la
relación política en términos de mando y
obediencia, como reglas de juego compartidas
tanto por gobernantes y gobernados. También se
visualizaron los desajustes y desequilibrios de la
estructura global, en la medida en que ésta es
expresión de sistemas de relaciones económicas,
sociales y políticas, y se fue comprobando que la
realidad material y la institucional no eran
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 76
congruentes entre si. Lo institucional como
"normatividad" y lo material como "normalidad"
diferían. El punto de equilibrio inestable, estatuido
en 1853-60 y concretado en 1880, no constituía
más una creencia común. Se había producido una
fractura.
Sin embargo, en términos generales,
pese a todo, el país en su conjunto no se había
transformado en profundidad.
Es cierto, éramos ya un país altamente
urbanizado, con una gran clase media, con un
desarrollo intensivo de la agricultura y la
ganadería; pero carecíamos, en términos
significativos, de industrias y nuestras clases
trabajadoras de tipo fabril, se encontraban
localizadas en la Capital Federal.
Faltaba aún el fenómeno de la in-
dustrialización y sus secuelas socioeconómicas.
Este proceso con sus consecuencias,
cubrió el período de la turbulencia nacional y
marca el ciclo que, hoy, se ha agotado.
2 - La industrialización y el cambio de
la sociedad nacional
Desde el punto de vista del cambio de
estructuras, es decir, de alteraciones en el
sistema de relaciones establecidas alrededor de
modos de producción y formas de representación
social (clases), estos últimos cuarenta o cincuenta
años han sido notablemente ricos.
Es muy posible que si pudiéramos
objetivar este período que nos ha tocado vivir y de
esa manera lo observáramos en perspectiva,
muchos acontecimientos y procesos que, ahora,
nos parecen importantes, carecerían de valor y
otros, menos llamativos, a la postre puede que
incidan más en nuestra historia futura.
Tal vez, y valga la disgresión como
ejemplo, así como el rico y variado anecdotario de
Sarmiento, colocado en una perspectiva histórica,
posee un valor mínimo si lo comparamos con el
significado de su acción dentro de nuestro
proceso nacional, parte del anecdotario de los
protagonistas principales de nuestro tiempo, en el
futuro sirva como material para biografías eruditas
en el siglo XXI, pero en lo que concierne a la
dinámica del devenir argentino, cobrarán una
relativa importancia. Ello, sin perjuicio de
considerar que el proceso histórico no constituye,
solamente una simple abstracción de fuerzas más
o menos conscientemente articuladas y, por el
contrarío, se computan en aquel, como
ingrediente indispensable y necesario, las
actitudes de quienes, como protagonistas o como
coro, en forma racional o irracional son parte de
nuestro pasado y de nuestro presente y con esas
conductas o como resultado de esas conductas
han anticipado o están anticipando nuestro futuro.
La riqueza de este período se desprende
de un hecho socioeconómico irreversible, cuya
consecuencia comportó un verdadero cambio
social, cualitativamente mensurado: la indus-
trialización.
En 1930, Argentina era todavía, pese a la
presencia pujante de su ciudad capital o el
empuje de Rosario, pese al volumen de su
producción agropecuaria y el del giro de las acti-
vidades mercantiles, pese a la movilidad social -
sobre todo ocurrida en las zonas urbanas y en la
región litoral- una sociedad relativamente
articulada. Gráficamente, podríamos decir que ella
más se parecía a un mecanismo -donde las partes
componentes se notaban visibles- que a un
organismo integrado. Coexistían, en cierta
medida, dos países: el Litoral y el Interior.
Cosmopolita y modernista el primero; tradicional y
arcaizado el segundo.
La crónica diaria revelaba la existencia de
grandes aldeas, tras los ocasionales edificios de
departamentos o las recientemente iniciadas
diagonales de la capital.
Pero el proceso de industrialización,
iniciado por el grupo económico dominante, para
mejorar su poder de negociación y en defensa de
sus intereses agroexportadores, cobró vida,
independientemente de sus impulsores iniciales.
Alguna vez he dicho que la indus-
trialización fue un efecto imprevisto de la política
de los conservadores, en la que éstos actuaron
un poco como aprendices de brujo.
Claro está, se produjeron acontecimientos
internacionales, como la segunda guerra mundial,
que al expandir la actividad industrial, aceleró las
transformaciones.
Porque lo significativo, como tesis que
valida la hipótesis que hemos de plantear, radica
para nosotros, no tanto en la cuantificación de la
industrialización, que fue considerable, sino en la
cualificación desprendida de ese proceso.
En otros términos, el cambio social
sobreviniente.
La industrialización promovió la migración
interna, reubicó al antiguo obrero artesanal o de
oficio como cuadro medio dentro de la estructura
fabril, provocó la expansión de la actividad
mercantil, creando un mercado interno, hasta ese
momento limitado y aceleró la urbanización del
país y con ella estimuló la integración nacional y
unificó los patrones de conducta de los
argentinos.
Por supuesto, va de suyo, que este
múltiple y complejo proceso, en el que han jugado
infinitas variables, dependientes las una de las
otras, no ha sido sólo resultado de la industriali-
zación. Contribuyeron, también, fenómenos como
el de la crisis agraria -en los primeros años de la
década del 20- la mecanización del campo, la
aparición de los medios masivos de
comunicación, como la radio y la construcción de
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 77
rutas y el aumento del parque automotriz.
Y, va de suyo, igualmente, que este
proceso no se desenvolvió ni en aguas tranquilas
ni en el lecho de rosas.
Si las clases medias y populares, al
afirmarse a través del radicalismo y del
socialismo, debieron luchar arduamente con los
conservadores, en las décadas anteriores al 30;
la fractura política que resultó del golpe de estado
de 1943 fue de mayor envergadura.
Contribuían en su desarrollo múltiples
causas que tornaron confuso el panorama y que
hicieron difícil el deslinde de las situaciones.
Quienes fueron protagonistas iniciales de esa
fractura, no pudieron separar el grano de la paja.
Enfrentaba el país, por primera vez, un
proceso inédito. AI mismo tiempo que se operaba
un cambio económico, como la industrialización,
se transformaban las estructuras sociales -
relativamente estabilizadas desde la emergencia
de las clases medias- y parte del ejército asumía
directamente la responsabilidad política de
conducción, abandonando la función profesional
que le era adjudicada por el esquema institucional
liberal.
Por otra parte, como ingrediente
ideológico que incrementó la confusión, hay que
computar la repercusión interna del conflicto
mundial, cuyo desenlace se estaba produciendo en
Europa.
La fractura política fabricó las reglas de
juego, permitidas o regladas por el orden
normativo liberal.
Además, la incorporación masiva del
proletariado criollo, revelaba el
desmoronamiento final del principio de
congruencia entre la "normatividad" -expresada
a través del orden jurídico- y la "normalidad" -
como reflejo de la realidad material, traducida en
aspiraciones de las clases populares.
El país, si bien había iniciado su proceso
de integración —los hombres del Interior se
asentaban en las ciudades y sobre todo sus hijos
adquirían los patrones de conducta urbanos -
inauguraba un fenómeno de enfrentamiento que lo
escindía políticamente.
Esta escisión política a la postre era más
grave que la coexistencia anterior de dos
sociedades diferentes. Era más grave, porque el
país litoral, volcado hacia el mercado externo y el
país interior, articulado por patrones de
conducción precapitalistas, no se conflictuaban en
exceso. En cambio, la fractura política, traducida
en formas de conducta y creencias distintas,
finiquitaba con el principio de legitimidad
instaurado luego de Caseros.
Deseo ser justo en este análisis es-
quemático. Afirmé antes que el primer acto grave
que atentó contra la legitimidad vigente hasta
1930, fue protagonizado por el grupo económi-
camente dominante, movilizado políticamente por
los conservadores en la década del 30. El
segundo acto, estuvo determinado por la fractura
política, iniciada en 1943, y que originó un diálogo
entre sordos. Pero, además, estoy convencido que
aún suponiendo -ex hipothesi- la no producción
de esos actos, de cualquier manera se habría
configurado el fenómeno de incongruencia.
En este aspecto, los procesos políticos
señalados coadyuvaron y aceleraron la
divergencia entre "normatividad" y
"normalidad" que, como fenómeno, son parte de
la historia como proceso dinámico. Como bien
dice Toynbee, las civilizaciones se expanden y
decaen en razón del equilibrio inestable que
conllevan en su desarrollo por ser un producto de
los hombres en sus relaciones recíprocas.
El cambio constituye, la esencia del
fenómeno histórico, porque el cambio es
constitutivo de la naturaleza humana en cuanto
ésta es producto de las relaciones de recíproca
interferencia entre los hombres por sí o
mediatizados a través de las cosas.
De cualquier manera, acelerado el
fenómeno de incongruencia -qué o quiénes lo
concretaron carece de importancia a los fines de
este planteamiento- los intentos de morigerar sus
efectos o de reestablecer formas de convivencia
más o menos tolerables, resultaron, hasta ahora,
transitorias e inestables.
La transitoriedad del emparchado resulta,
a mi juicio, de la circunstancia de enfocar la
problemática nacional, contemplando tan sólo el
aspecto político visible de aquella, sin valorar o
computar en su real dimensión los factores
concomitantes.
A pesar del logro político y programático
que supuso en su momento La Hora del Pueblo,
no pudo constituirse válidamente en punto de
partida de nuevas reglas de juego. El acuerdo
nacional fracasó porque no se quiso redefinir
nuestra Argentina en términos de una nueva
congruencia y de una nueva legitimidad.
Si bien en la introducción del programa
económico social se planteó la posibilidad de
articular un modelo que reflejara los anhelos e
intereses de las mayorías postergadas y también
se subrayó quienes componían éstas y si bien se
esbozó la necesidad de delinear un tipo de estado
que expresara, normativamente, la realidad
material del país, -en tanto se intentaba
comprender esa realidad como el conjunto de las
relaciones reales de poder- privó, no obstante, un
simple acuerdo provisional de partidos.
En vez de calar en el meollo de una
Argentina conflictuada, se optó por una salida
circunstancial, cuyo resultado, hoy, está a la vista.
3 - Hacia la nueva legitimidad
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 78
 En circunstancias trágicas para el mundo
contemporáneo, el historiador Guillermo Ferrero
decía:
"Todo sistema político que subsiste
trabaja para el porvenir, pero sin querer y sin
saberlo... la posteridad sólo llega al cabo de
siglos. En cada generación, los contemporáneos
no ven más que la pequeña marcha cotidiana".
Sin embargo, a pesar de ser uno
consciente de las falencias que tiene y a pesar de
comprender las falencias de los otros, entiendo
que esa "marcha cotidiana", de la que nos habla
Ferrero, constituye siempre una anticipación del
futuro.
Por lo menos, que el fracaso de nuestros
anhelos y esperanzas no resulte de una inicial
automutilación de esfuerzos.
De lo que se trata -hoy y aquí- es de
definir un nuevo pacto de legitimidad.
Comprendiendo, en primer lugar, el país que
somos y, en segundo lugar, el país al que
aspiramos. Incorporando dentro del planteo a los
factores que inciden en ese país que somos y en
ese país al que aspiramos. Fijando las reglas de
juego, luego de reestablecida la congruencia, que
legitime al poder nacido de ese pacto.
Ya lo hemos dicho, somos un país
urbanizado, con una clase obrera sólidamente
integrada dentro de la estructura global.
Poseemos, también, una clase media, altamente
calificada y con una fuerte capacidad de reacción.
Tenemos un sector agrícola ganadero
largamente evolucionado y que goza de una
situación estratégicamente privilegiada en el
contexto mundial.
Con más inestabilidad, por su forma de
crecimiento, la industrialización en la Argentina se
ha constituido en un factor ponderable de la
economía nacional. Su efectivo despegue
requerirá nuevos modos de articulación y, tal vez,
un tipo de conducta menos dependiente de
políticas coyunturales. No obstante, estimulán-
dose el mercado interno y delineando una política
convergente con nuestros hermanos
latinoamericanos, puestos muchos de ellos en la
tarea de integrarse económicamente, habremos
de dar el salto cualitativo indispensable que
consolide la estabilidad de nuestras clases
populares.
Urge, entonces, señalar los objetivos
alrededor del cual los argentinos debemos
trabajar.
Un punto de partida necesario radica en
sostener un principio de congruencia que asegure
la autenticidad de fines hacia la que converge
nuestra conducta.
No hay fin que se justifique por el uso de
cualquier medio. Resulta militante e integral; es
decir, a una democracia política, económica y so-
cial, sólo podremos llegar a constituirla a través
del propio instrumento democrático. En suma,
apelando al pueblo. Los dirigentes son tales en la
medida en que los dirigidos los reconozcan.
Dirigentes sin consentimiento, no son más que
oligarquías, así se disfracen de populares.
Planteado el punto de partida que hace a
nuestra particular actitud, es necesario delinear el
instrumento político a través del cual o mediante
el cual se formulará el pacto de legitimidad.
Al mismo tiempo, cuales deben ser los
sectores sociales llamados a movilizarse en y con
el instrumento político.
La crisis nacional que hoy vivimos, como
hemos visto, no es súbita. Por el contrario, resulta
de un proceso largo e intrincado. Este proceso,
necesario es decirlo, ha provocado el desgaste de
los partidos políticos y en muchos casos, la
atomización de éstos. Sin embargo, no puede
funcionar una democracia real sin partidos
políticos.
Lo que ha ocurrido, a nivel de or-
ganización, es el vaciamiento interno en muchos
de los partidos y, también, la obsolescencia en sus
contenidos ideológicos o la parálisis en sus cua-
dros dirigentes.
Deben, pues, reestructurarse los partidos,
pero para ello es insuficiente o inconducente la
articulación de estatutos que fijen su existencia en
base a módulos cuantitativos.
El partido político, cualquiera sea su
estructura, resulta de un producto cultural, refleja
intereses socioeconómicos y aspiraciones
comunes de variados sectores que contribuyen a
su formación.
No se crean por decreto. Su existencia
nace de coyunturas históricas y se desenvuelve
en función de esas coyunturas.
Pero, si bien son producto cultural más o
menos espontáneo, su emergencia como
instrumentos articulados depende de la
confluencia de situaciones, entre las que cobra
principal importancia la presencia de un grupo
dirigente que refleje los anhelos de una masa de
dirigidos.
El partido político, al igual que las
religiones modernas, justamente por su
característica cultural —es decir, resultado de las
relaciones entre los hombres- se constituyen por
la acción de un grupo fundador. Su éxito o fra-
caso dependerá de la aceptación o rechazo de su
apelación al pueblo, Pero, en toda organización
política moderna, existe el grupo fundador.
Cuando el proceso de legitimación que
configuró la Argentina liberal se completó,
nacieron los hoy partidos tradicionales y nacieron,
todos ellos, para hacer realidad el orden social
definido por nuestro ordenamiento constitucional.
La Unión Cívica de 1890, resultó de una
conjunción política en la que militaron caudillos
tradicionales como Mitre, Alem e Yrigoyen;
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 79
estadistas como Goyena, Bernardo de Irigoyen o
Aristóbulo del Valle y una generación de jóvenes
como Lisandro de la Torre, Justo, Alvear y
Repetto. Razones que hicieron más a la peculiar
formación de sus hombres, que a la particular
idea que cada uno tenía del país, produjo el
fraccionamiento posterior y la aparición de la
intransigencia como modalidad política.
Hoy, nos encontramos de algún modo
frente a una situación política semejante. Sólo
que, ahora, nos toca a nosotros definir las nuevas
reglas de juego. La metodología de formación del
instrumento podrá diferir en el modo concreto de
articularlo, pero no en la necesidad de su
existencia.
En cuanto a los sectores sociales que
deben dar contenido humano a ese instrumento,
la elección no puede ofrecer ninguna duda.
Más de una vez, en otras oportunidades,
lo hemos señalado. Constituyen el amplio espectro
de las mayorías excluidas del poder real, aunque,
alguna vez hayan gozado del gobierno.
Son las ciases medias, son los
trabajadores, los técnicos y profesionales, los
intelectuales y los empresarios nacionales
económicamente dependientes y que, hoy por
hoy, frente a la crisis nacional deberán buscar y
encontrar formas y modos de articulación
cooperativa para asegurarse un poder autónomo
de decisión.
También deberán incorporarse los
militares, porque son parte del país, siempre
fueron partícipes del destino nacional y en la
medida en que compartan la idea acerca de la
necesidad de constituir un nuevo pacto de
legitimidad -como lo hicieron en mayo, con el
Pacto Federal y en Caseros-son factores
indispensables del proceso de cambio, que
comporta esa nueva legitimidad.
Pero, debe quedar claro que ese pacto
que propugnamos no constituye un acuerdo
político de partidos. Puede que la forma de
concreción resulte de esa vía, pero el sentido es
más trascendente.
La nueva legitimidad, por supuesto,
resultará de un acuerdo, dado que la legitimidad
requiere siempre, el consentimiento. No obstante,
su dinámica va más allá.
El pacto de legitimidad que apunta a
reestablecer el principio de congruencia entre la
realidad material y la normativa jurídicopolítica,
descansa en la idea de una doble recreación: el
de las formas de estado, lo cual supone una
planificación como instrumento de satisfacción de
objetivos económicos y sociales y una descen-
tralización administrativa y regionalizada para las
tareas de ejecución, y, además, el de las
instituciones de gobierno, lo cual supone,
también, la reforma funcional del Ejecutivo y del
Legislativo y la independencia real del Poder
Judicial.
Pero esa doble recreación apunta, en su
interrelación dinámica, a institucionalizar la
representación de los intereses sectoriales, a
través de Consejos económico-sociales,
comisiones de articulación de planes, estudio de
presupuesto, cálculo de recursos, etc. y, además,
el contralor democrático de la actividad
económica pública.
Asimismo, habrá que remodelar el
funcionamiento del sector público, estableciendo
formas de contralor y de gestión de éste con
intervención de los sectores interesados,
trabajadores, consumidores y usuarios. También,
habrá que remodelar la actividad económica
privada, fundamentalmente en las empresas
monopólicas o estratégicas de la economía
nacional, a través de la cogestión, como se ha
legislado recientemente en Alemania Occidental.
Si tenemos la audacia que en otros
tiempos tuvieron nuestros próceres y nos
lanzamos en pos de esa idea que se encuentra
encarnada en nuestro pueblo y que, aún
contradictoriamente, la viene afirmando a través
de la turbulencia de este largo medio siglo, es
posible que el país, consolidado en un nuevo
pacto, se lance como un todo homogéneo tras su
futuro.
Al producirse el fenómeno de emergencia
de las masas en Europa, dijo Ortega y Gasset.
"¿A dónde nos lleva? ¿Es un mal
absoluto o un bien posible? Ahí está colosal,
instalado sobre nuestro tiempo como un gigante,
cósmico signo de interrogación, el cual tiene
siempre una forma equívoca, con algo, en efecto,
de guillotina o de horca, ¡pero también con algo
que pudiera ser un arco triunfal!
De nosotros depende que la revolución
contemporánea -que aceleró el tiempo y achicó el
espacio- se configure en Argentina como arco
triunfal, por el cual pasaremos al siglo XXI con una
sociedad más justa y más bella.
PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 80
 El próximo número de Propuesta y Control Aparecerá el 15 de Octubre

PROPUESTA Y CONTROL es una publicación de Ediciones PYC S. R. L. (e. f.), San

José 189, 1er. piso, Buenos Aires (CF), República Argentina. — Las notas firmadas no
representan, necesariamente, la opinión de los editores. — Todos los artículos pueden
reproducirse con mención expresa de la fuente o sin ella, si media en este caso la
autorización de los editores. — Registro de Propiedad Intelectual, en trámite. —
Tarifas postales reducidas, en trámite. — Impresa en la Argentina. — Distribución
directa y exclusivamente por suscripción.

PROPUESTA Y CONTROL - AÑO 1- Nº 1, 1976- Pag. 81