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EL GRUPO
Grupo informal
Grupo que no está estructurado formalmente ni está determinado por la
organización; aparecen en respuesta a la necesidad de contacto social.
Son alianzas que no tienen una estructura formal. Estos grupos son
formaciones naturales del entorno laboral. Tres empleados de diferentes
departamentos que comen periódicamente juntos son un ejemplo de
grupo informal.
Grupos de tarea
Quienes trabajan juntos para completar una tarea, que también
determina la organización; sin embargo, los límites de un grupo de
tareas no terminan con el superior jerárquico, inmediato, sino que
pueden cruzar las relaciones de mando. Por ejemplo, si ocurre un
accidente fatal, se requiere la coordinación y participación de la
gerencia de operaciones y/o superintendencia, el comité de
seguridad y el supervisor de área. Esta formación constituiría un
grupo de tareas. Debe observarse que todos los grupos de mando
son también grupos de tareas, pero como estos últimos pueden
abarcar varios departamentos o unidades de la organización, no
ocurre al contrario.
Clasificación de los grupos
Grupo de intereses
Quienes trabajan juntos para alcanzar determinado objetivo que
concierne a todos. Empleados que forman parte o no de un mando
único o un grupo de tareas pueden congregarse para alcanzar un
objetivo específico que les toca: se trata de un grupo de interés.
Los empleados que se unen para modificar sus calendarios de
vacaciones, defender a un compañero despedido o tratar de
mejorar sus condiciones laborales forman una entidad que atiende
a su interés común. Ejemplo, el sindicato.
Grupo de amigos
Personas que se reúnen porque tienen una o más características
comunes. Las alianzas sociales, que con frecuencia rebasan el
contexto laboral, se basan en una edad o unos orígenes
semejantes, la afición por el fútbol, partidos políticos, etc.
¿Por qué se unen las personas en grupos?
Etapa de formación
Primera etapa de desarrollo de los grupos, caracterizada por
mucha incertidumbre (sobre el propósito, la estructura y el
liderazgo del grupo). Etapa de sondeo para determinar qué
conductas son las aceptables. La etapa concluye cuando los
miembros comienzan a considerarse parte del grupo.
Modelo de las cinco etapas
Etapa de conflicto
Segunda etapa del desarrollo de los grupos caracterizada por
conflictos internos. Los miembros aceptan la existencia del grupo,
pero se resisten a las restricciones que les impone a su
individualidad. Por añadidura, se presentan conflictos sobre quién
controlará el grupo. Al culminar la etapa, el grupo cuenta con una
jerarquía de liderazgo relativamente clara.
Etapa de regulación
Tercera etapa de desarrollo de los grupos caracterizada por
relaciones estrechas y cohesión. Se despierta un sentido agudo de
identidad y camaradería. Esta etapa se da por concluida cuando
solidifica la estructura del grupo y éste ha asimilado un conjunto
común de expectativas sobre lo que se define como el
comportamiento correcto.
Etapa de desempeño
Cuarta etapa del desarrollo de los grupos, en la que la asociación
funciona a cabalidad. La estructura en este punto es
completamente funcional y es aceptada por el grupo. La energía de
los integrantes ya no se dirige a conocerse y entenderse, sino a
realizar la tarea que los ocupa.
Modelo de las cinco etapas
Etapa de desintegración
Ultima etapa del desarrollo de los grupos temporales, caracterizada por la
conclusión de las actividades, más que por realización de actividades.
Muchos intérpretes del modelo de las cinco etapas suponen que el grupo se
hace más eficaz a medida que pasa por las primeras cuatro fases. Aunque esta
suposición sea verdadera en lo general, lo que hace que un grupo sea más
eficaz es más complicado de lo que este modelo indica.
Esta transición pone fin a la primera fase y se caracteriza por una cerrada
andanada de cambios, se descartan las pautas anteriores y se adoptan
nuevos puntos de vista. En la transición se impone una nueva dirección
para la segunda fase.
¿Por qué los esfuerzos de algunos grupos son más fructíferos que
otros?
Recursos
de los Tareas
integrantes del grupo
del grupo
Condiciones Desempeño
externas Procesos y
impuestos al del grupo satisfacción
grupo
Estructura
del grupo
HACIA UNA EXPLICACIÓN DEL COMPORTAMIENTO DE
LOS GRUPOS DE TRABAJO
Liderazgo formal
En general los grupos de trabajo tienen un líder formal señalado
con un título como gerente, supervisor, capataz, líder de proyecto,
jefe de fuerza de tarea o presidente de comisión. Este líder cumple
un papel importante para el éxito del grupo.
ESTRUCTURA DE LOS GRUPOS
Roles o papeles
Conjunto de pautas de conducta esperadas y atribuidas a alguien que
ocupa determinada posición en una unidad social.
Como dijo Shakespeare "el mundo es un escenario y todos los
hombres y las mujeres no son sino intérpretes". Con la misma
metáfora, todos los miembros de un grupo son actores que
representan un papel o rol, término por el que se denota un conjunto
de pautas de conducta esperadas y atribuidas a alguien que ocupa
determinada posición. La comprensión del comportamiento de los
papeles se simplificaría radicalmente si todos escogiéramos uno y lo
"representáramos" todo el tiempo y en todo lugar. Pero se nos pide
interpretar varios papeles distintos, dentro y fuera del trabajo. Una de
las tareas de entender la conducta es captar el papel que asume una
persona en un momento dado.
Al igual que con las normas en general, los actos antisociales de los
individuos están moldeados por el contexto del grupo en el que se
desenvuelven. Las pruebas demuestran que la conducta antisocial
exhibida por un grupo de trabajo es un pronosticador significativo
de la conducta antisocial del individuo en el trabajo. En otras
palabras, es más probable que aflore una conducta anómala en el
trabajo si la respaldan las normas del grupo. Para los
administradores, esto significa que cuando surgen normas
anómalas en el trabajo, van a menguar la cooperación, dedicación
y motivación de los trabajadores, lo que acabará por reducir su
productividad y satisfacción, además de aumentar la rotación.
TIPOLOGIA DE LA CONDUCTA ANOMALA EN EL TRABAJO
CATEGORIA EJEMPLOS
Producción Salirse antes de tiempo
Trabajar con lentitud deliberada
Desperdiciar recursos
Propiedad Sabotaje
Mentir sobre las horas trabajadas
Robar a la organización
Estatus y normas
Se ha demostrado que el estatus tiene algunos efectos
interesantes en el poder de las normas y las presiones para
someterse. Por ejemplo, los miembros de más estatus en los
grupos tienen más libertad para apartarse de las normas que los
otros integrantes. Estas personas son también más capaces de
resistir las presiones por conformarse que sus compañeros de
posición inferior.
Igualdad de estatus
Para los integrantes de un grupo es importante creer que la
jerarquía de estatus es equitativa. Si perciben desigualdades, se
crea un desequilibrio que desemboca en varias formas de conducta
correctiva.
Estatus y cultura
Interculturalidad.
ESTRUCTURA DE LOS GRUPOS
Tamaño
¿Afecta el tamaño de un grupo su conducta general?
Por tanto, la demografía del grupo indica que atributos como la edad, la
fecha de ingreso a un grupo u organización deberían servir para
pronosticar la rotación.
MUCHA POCA
PRODUCTIVIDAD PRODUCTIVIDAD
NORMAS ELEVADAS
ELEVADA MODERADA
DE
PRODUCTIVIDAD
PRODUCTIVIDAD
DESEMPEÑO BAJAS ESCASA
MODERADA
O ESCASA
Cohesión
"confío en tu profesionalismo"
El mando es imprescindible para el buen gobierno de una organización. Una
empresa donde el mando no está bien definido no funciona y al final todas
tienden, tarde o temprano, hacia estructuras piramidales, mas o menos
disimuladas, pero piramidales al fín y al cabo.
Además, es importante el estilo de mando que prevalece en la organización, para
conseguir un buen clima laboral, que conlleva unas condiciones de trabajo
favorables.
. Entre otras muchas otras cosas, una de las variables que influye en la decisión y
posterior opinión de los trabajadores al respecto de sus empresas, es la
confianza que tienen los trabajadores en sus jefes- en sus mandos.
Como Coach es un tema que trato con mis coachees, y trabajamos el hecho
de si se han planteado la idea, la percepción que de ellos y de su forma de hacer
su trabajo tienen sus empleados, sus colaboradores.
A menudo olvidamos que somos parte de un todo más amplio. El trabajo como
Coach consiste en ayudar al coachee a tomar consciencia de su situación actual,
y generar a partir de la misma unos nuevos escenarios en los que poder crecer,
desarrollar sus habildiades y capacidades; que redundan sin duda alguna en un un
beneficio personal y profesional; la retroalimentación para con la empresa, es lo
que ayuda y empuja su desarrollo.
A menudo para llegar al punto de partida, hay que plantearse una serie de
cuestiones sobre nuestra forma de ejercer nuestro liderazgo; que no es otra cosa
que nuestro modelo, nuestro estilo de hacer las cosas.
Yo soy de la idea, y la quiero compartir con los demás, de que el mejor estilo de
liderazgo es aquel que está basado en la confianza, en la capacidad para
delegar y saber ayudar a las personas a desarrollarse al máximo; de ahí
que vuelva a insitir que el mejor modelo o la mejor forma de “dirigir y
mandar” es la de “servir y facilitar”.
ESTEREOTIPOS DE MANDOS
Esto que decimos se lo puede aplicar cualquiera que mande, sea en una familia, en un
departamento de una empresa o en una comunidad religiosa.
El primer estilo podría ser el mando ABSORBENTE, que es sólo jefe de sí mismo. No
es que no tenga a nadie a su servicio, es que no sabe sacar partido de su equipo.
Mientras su gente se cruza de brazos, porque apenas sabe qué hacer, el jefe
absorbente planifica el trabajo él solito y se asigna a sí mismo todas las tareas
importantes.
Se queja, eso sí, de que no tiene tiempo para todo y que nadie le ayuda, pero a nadie
considera suficientemente capaz y no se queda tranquilo si no pasa todo por su mano.
Es muy trabajador, pero no se atreve a ejercer como auténtico mando.
El mando persuasivo es en esencia manipulador: emplea su habilidad y toda clase de argumentos y argucias
para lograr que sus decisiones sean aceptadas de buen grado. No admite desviaciones ni matices, las cosas
han de hacerse tal y como él nos las ha enseñado.
Trata de evitar por todos los medios el enfrentamiento con sus subordinados. Y si hay que llegar a eso, busca
a algún mando intermedio que sea el que amenace o castigue. Él mantiene a toda costa el prurito de no
mancharse las manos con sangre de nadie. Aunque también se da el caso del directivo que hace gala de
estar a todas: “yo me entiendo bien con mi gente por las buenas, pero eso sí, si alguien se desmanda,
también sé responder, que a las malas, no hay quien me gane”.
Otro estereotipo cada vez más frecuente es el mando NEGOCIADOR, que pacta con sus subordinados y les
deja hacer a su antojo en unas cosas siempre que cumplan sus órdenes en otras que le afectan
personalmente o considera fundamentales. Hace la vista gorda cuando los suyos se toman libertades en
principio inadmisibles, a cambio de que no les fallen en determinados asuntos. Las obligaciones del trabajo
se hacen en definitiva como favores personales, que se pagan mediante distintas concesiones.
Este tipo de mando contemporizador se produce sobre todo cuando el jefe padece escasez de recursos
coercitivos. Es el caso de los empleados que saben que cualquier clase de castigo le está vetado por la
superioridad o por los sindicatos. O cuando ni la remuneración, ni siquiera la permanencia en el puesto de
trabajo, depende de lo que opine de ellos su mando directo. Y a falta de otras mejores habilidades de
liderazgo, no le queda más salida que la de ir pasteleando con los que tiene al lado.
Frente a tanto despropósito de estilo de mando, las que fueron en su día modernas ciencias del
comportamiento y hoy son ya de la tercera edad, han diseñado unas formas muy sanas de mandar.
El mando PARTICIPATIVO emplea su capacidad personal e incluso sus recursos jerárquicos para potenciar
una situación abierta, en la que todos participan con igual peso en las decisiones conjuntas y en la que se
trabaja en equipo. A cada miembro del grupo se le requiere para que opine y sugiera mejores formas de
hacer y aporte sus experiencias.
Se elaboran las decisiones con el mayor consenso posible y total transparencia. No se esconden tampoco los
resultados: los triunfos se consideran fruto de la labor de todos y estimulan la continuación mientras que los
fallidos provocan directamente el cambio.
El jefe se reserva quizás alguna tarea específica y en este sentido es un colaborador más, pero además
coordina la labor de todos, presta ayuda a quien lo necesite o la busca en otros, está pendiente de la moral y
buen ambiente del equipo. Está siempre disponible.
Cuando los miembros del equipo sean muy maduros y experimentados y sobre todo cuando las circunstancias
espaciales lo aconsejen, el jefe podrá recurrir al MANDO POR DELEGACIÓN. El subordinado trabaja por su
cuenta, según su propia iniciativa, para alcanzar los objetivos que ha consensuado previamente con el jefe. El
delegado se hace plenamente responsable de ellos.
Conjuntamente habrán dispuesto también los medios precisos para lograr esos objetivos. Al final de la etapa
marcada, volverán a reunirse jefe y delegado para valorar los resultados y tomar las medidas que estimen
necesarias. Pero ante cualquier imprevisto, el empleado podrá recurrir al jefe para demandarle consejo o
ayuda extra.
Podríamos incluir todavía en este elenco de estilos, al mando PERMISIVO, aunque a decir verdad es la
negación del mando. Deja hacer al equipo lo que le plazca. No tiene en cuenta la poca o mucha madurez de
su gente para asumir sus tareas. No interviene, de nada se ocupa, ha abandonado en la práctica cualquier
aspecto de su responsabilidad como directivo. Es mando sólo de nombre, esto es, únicamente a la hora de
figurar en nómina.
ADECUACIÓN AL GRUPO
Parece razonable que el estilo de mando se corresponda con la madurez del grupo y de cada miembro del
equipo en concreto. Podrá delegar misiones en los que sabe que van a poder responder. Trabajará en equipo
con gente suficientemente preparada. Y cuando el empleado esté aún poco formado, al decirle lo que tiene
que hacer, le irá dando razones de sus instrucciones.
Un buen mando sabe asumir riesgos, va por delante estimulando el desarrollo de su gente. Un estilo de mando
conservador retrasa la maduración del grupo. Nunca los encontrará preparados, nunca les concederá la
mayoría de edad.
La responsabilidad se contrae en tanto en cuanto se dispone de medios para hacer frente a una tarea. Sin
poder, no hay responsabilidad. A más poder, más responsabilidad. Quien nada puede hacer por remediar un
problema no es responsable de su existencia. Y en cuanto se poseen medios para atajarlo, se responsabiliza
en esa misma medida de que persista.
La responsabilidad no se delega, no se pierde al delegar, sino que se multiplica. El delegante entrega el poder,
cede los medios al delegado quien asume la correspondiente responsabilidad. Pero el delegante permanece
responsable, porque tuvo el poder y decidió delegarlo asumiendo ese riesgo.
Como es evidente, ha de ser muy alto el nivel de confianza del delegante en el delegado porque pone en sus
manos una tarea de cuyo resultado saldrá responsable. Para delegar bien hay que tener nervios de acero,
porque hay que demostrar fehacientemente que te fías de lo que el otro resuelva y no andar inmiscuyéndote
en su tarea. Porque en cuanto el delegado vea que te falta confianza y le supervisas, dejará de sentirse
plenamente responsable. La delegación se habrá convertido en un mero encargo de trabajo.