Professional Documents
Culture Documents
Página cultural
Dr. Ramón Luis Miranda Torres, médico de Martí, prototipo del
médico de familia
Ricardo Hodelín Tablada1 y Damaris Fuentes Pelier2
grandes relaciones entre la mejor sociedad habanera, sino por sus diagnósticos
acertados y eficaces tratamientos, como por su afable manera de tratar con el
enfermo y de ganarse su cooperación, su fe y su confianza… era un gran
conversador y sabía aplicar en cada caso la palabra oportuna. Manejaba
acertadamente los vocablos…cuentos y las anécdotas, como eficaz
complemento de la terapéutica de aquel tiempo. Era Miranda el prototipo del
médico de familia”.
domicilio, hace comprobar que si en el inserto en los diarios se dice: “No más
crianderas, no más indigestiones, sana y segura lactancia para los niños,” en el
que tiene a la vista se lee “el gran descubrimiento consiste en haber
encontrado una sustancia que cambia la leche de vaca en leche de mujer” y
agregando “sin los inconvenientes que suele esta tener, y depende del mal
carácter, impropia alimentación, disgustos, pasiones, enfermedades, a que está
sujeta la nodriza”.
Después de leer este anuncio el doctor Miranda deduce “abajo las crianderas”
advirtiendo con pena que el anuncio va acompañado de certificaciones de los
doctores Antonio Carro y José C. Monteresi y espera que tanto estos señores
como el doctor Hita, autor de la idea, expongan en la Academia las pruebas
científicas y los hechos en que se funda, la excelencia de tan renombrado
papelillo. En la sesión del 28 de agosto de 1871 se acordó una resolución,
donde se explicaba que la Academia veía con mucho desagrado la conducta
profesional de dos de sus miembros, que valiéndose de la prensa diaria y otros
medios abusaban de la credulidad pública con sus ruidosos anuncios,
convirtiendo la más sagrada de las profesiones en el más vulgar de los
comercios.
José Martí, nuestro Héroe Nacional, padeció varias enfermedades desde que
siendo un adolescente, fue encarcelado en las canteras de San Lázaro. Allí
sufrió las úlceras -provocadas por las gruesas cadenas y el grillete- que se
mantuvieron durante toda su vida. Posteriormente en España, se le diagnostica
sarcoidosis y según una investigación que hemos realizado y que se mantiene
inédita (Hodelín Tablada R. Enfermedades de José Martí. Dolor infinito y la
fibra noble del alma), consideramos que esta enfermedad lo acompañó durante
toda su vida.
A pesar de lo anterior, nunca se dejó llevar por las enfermedades y supo
crecerse, poniendo siempre al frente al hombre íntegro. Martí , radicado en
Nueva York, fue atendido por el doctor Miranda. Siendo el Apóstol el guía de
los cubanos en el exilio, inferimos que el galeno ya tenía fama de buen
facultativo cuando los cubanos le confieren la atención médica del héroe.
El propio doctor Miranda relata que en cierta ocasión Martí necesitó de sus
servicios y lo recuerda así: “Me mandó a buscar por estar enfermo y me dirigí
a su casa… lo encontré en su modesto y estrecho cuarto, postrado en cama,
febril, nervioso; examinado diagnostiqué bronquitis y que en breve se curaría;
él se había alarmado creyendo que su enfermedad pudiera agravarse y me dijo
“Doctor, cúreme pronto, tengo una misión sagrada que cumplir con mi patria,
poco me importa morir después de realizarla; la muerte para mí no es más que
la cariñosa hermana de la vida”.4
El doctor Miranda no solo trataba a Martí los males físicos, sino que se
preocupaba por aliviarle la tensión de los problemas morales, de los que como
humano al fin, era víctima constantemente. Con su don diplomático y sus
métodos persuasivos, tenía la virtud de calmarlo como el mejor sedante que
lograba aminorar las exaltaciones que les producían aquellos hechos
injustos. Martí sentía un profundo cariño por el doctor Miranda, a quien no
solo consideraba su médico, sino su consejero. Ante problemas graves acudía
al “doctor” como él le llamaba para oír su opinión.
En febrero de 1894 -exactamente el día 17- el Apóstol escribe una carta que
transcribimos textualmente por ser fiel testimonio del cariño y admiración que
sentía por su médico: “Mi muy querido doctor: Le tengo tanto cariño que no
creo deber escribirle con pompa y besamano para que ud. se deje caer por aquí
mañana domingo, a las 4 de la tarde, a conversar, con seis o siete personas del
consejo, sobre el mejor modo de dar a Fermín Valdés Domínguez público y
mesurado testimonio de cariño. Saludarlo queremos todos; pero pensemos
juntos la mejor manera y como en la compañía de ud. salen las cosas mejor
hechas, -y a ud. solo lo innoble le es extraño- lo espero sin falta…” Convida a
6
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS