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Ética y responsabilidad social de las empresas

La ética y la responsabilidad social son conceptos que la sociedad ha aplicado en su


actuar desde tiempos atrás, y han sido introducidos en las organizaciones desde que han
sido conceptualizadas por sus creadores.
La ética viene desde los tiempos de Homero quien la define como el espacio donde se
concentra la vida y en donde se distingue el proceder del hombre y las bestias, es decir,
es el conjunto de normas morales que rigen la conducta humana.
Desde el punto de vista de las organizaciones, la ética tiene que ver con la axiología, o
sea con los valores que son reflejados en la cultura empresarial como normas y principios,
y que tienen como fin alcanzar una mayor armonía con la sociedad para permitir una
mejor adaptación a todos los entornos en pro de respetar los derechos de la sociedad y
los valores que ésta comparte.
Para profesar la ética dentro de las organizaciones, las empresas crean sus códigos de
ética con la finalidad de combatir la corrupción, el engaño y el mal comportamiento de sus
integrantes, que no solamente permea al interior sino que trasciende al exterior de las
organizaciones.
Como parte de estos principios éticos surge la responsabilidad social empresarial que se
define como la actitud consciente y responsable de las mismas organizaciones hacia el
bienestar común. La OIT(Organización Internacional del Trabajo) la define como el
conjunto de acciones que toman las empresas para que sus actividades tengan
repercusiones positivas en la sociedad y reafirman los principios y valores por los que se
rigen, tanto en procesos internos como externos.
Por lo tanto, la responsabilidad social es una forma de hacer negocios que toma en
cuenta efectos sociales, ambientales y económicos de la acción empresarial, integrando
en ella el respeto por los valores éticos que inciden en las personas, las comunidades y el
medio ambiente.
Finalmente ambos conceptos se resumen en el actuar de las personas, pues una
empresa gestiona éticamente cuando los individuos que la crean y que en ella colaboran,
lo hacen dentro de sus propios valores y principios de conducta, los cuales son el reflejo
de lo que se recibe en las familias, las escuelas y que son acordes al entorno social.

Con relación a la Ética Empresarial

Para abordar el tema es necesario aclarar, en primer lugar, que las organizaciones no
surgen como consecuencia de la generación espontánea, son creadas con una finalidad y
un propósito y, al instituirse, las empresas son responsables de establecer sus códigos y
valores y de seleccionar al personal que más se ajuste a los mismos. No es al revés.

Se cree firmemente que las personas pueden alterar la ética existente en las empresas y
por ende la percepción de la misma, pero, en realidad, son las personas quienes deben
ajustarse a los códigos de ética predominante de la organización que los contrata y los
cuales no les han de ser ajenos porque, es obvio, que se han de sentir identificadas con
ella si mostraron interés por ingresar en esa organización en particular.

Los empleados o colaboradores poseen su propia visión del mundo, expectativas y


valores, pero estos elementos han de tender a coincidir con los que posee el ambiente
laboral si se desea trabajar en armonía y por un bien común, por tanto, no puede
imaginarse que serán los colaboradores quienes marcarán la pauta en relación a las
expresiones éticas de la empresa, pues es ésta la que debe establecer la línea a seguir y
procurar que se siga a cabalidad.

Con relación a la Responsabilidad Social

El otro aspecto es que las empresas no se crean para beneficiar a la sociedad, o por lo
menos no las mercantiles, por lo tanto la \”responsabilidad social\” tampoco ha de ser
vista como una obligación ni como parte del código de ética de las empresas. La
responsabilidad social surge de la evolución del pensamiento humano y con el la
aceptación de que todos estamos interconectados y relacionados y que, por lo tanto, no
hay nada que se realice, ninguna acción independiente, que no afecte al colectivo.

Una vez que se llega a ese nivel de conciencia las actividades que se realizan en una
empresa están orientadas a generar utilidad económica y de impacto social a través del
bienestar de sus trabajadores y los aportes que, de manera voluntaria ofrezca a la
comunidad. Pero la verdadera \”responsabilidad social\” no se decreta ni se impone, tales
acciones lo que originan son desviaciones en el concepto y su ejecución.

Obligar a través de una norma a realizar actividades de apoyo a las comunidades, al


deporte, expresiones culturales y/o educativas, la generación de becas o ayudas, no
puede considerarse como una genuina expresión de responsabilidad social, es
simplemente el cumplimiento de la exigencia legislativa, de la acción impositiva de la ley
cuyo irrespeto generará sanciones. Hacerlo porque la ley lo exige es como quien siendo
padre cuida a su hijo porque así lo expresa el código civil y no porque entiende percibe y
comprende que el éxito y el bienestar de su progenitor es tanbien el suyo.
Para comprender mejor la interacción entre la ética empresarial y la responsabilidad
social, es básico tener en claro de lo que estamos hablando, las implicaciones de cada
quién. El portal de negocios Pymempresario define responsabilidad social como la “forma
de hacer negocios que toma en cuenta efectos sociales, ambientales y económicos (…),
integrando en ella el respeto por los valores éticos que inciden en las personas.” No ha
de confundirse con la ética empresarial, delimitada por Forbes como el “conjunto de
principios y normas bajo las cuales se rigen las actividades que desempeña una
empresa.” La responsabilidad social, de ser un valor ya existente en la compañía, está
contemplada dentro de la ética empresarial; a su vez, la ética empresarial se encarga de
regir el modelo de conducta de la responsabilidad social según los principios de la
organización.

La ética empresarial, por otro lado, contempla los valores y principios de la compañía,
como responsabilidad, respeto, igualdad, equidad, tolerancia, etcétera. Se manifiesta al
proveer un producto o servicio con altos niveles de calidad que satisface eficazmente las
necesidades del consumidor a un precio justo, puesto que sería sencillo para la empresa
facilitar un bien o servicio de mala calidad a un precio promedio (producto que no sería
capaz de cubrir las expectativas básicas del cliente dejando así de lado su propósito
principal) o, por el contrario, ofertar un bien de alta calidad a un precio excesivo.

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