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Para ello, se desarrollarán brevemente los aspectos generales de esta teoría
según ha sido sostienda por la filósofa Martha Nussbaum, haciendo
hincapie en su lista de capacidades centrales y analizando el modo en que
éstas pueden ser adaptas al contexto de la ejecución de la pena de la
privativa de la libertad. Se defendera la pertinencia de este enfoque para
tres funciones diferentes: 1) Como teoría normativa que oriente la reforma
y la aplicación de leyes de ejecución penal 2) Como base de un sistema de
medición que permita realizar comparaciones entre diferentes institutos
penitenciarios 3) Como un complemento del principio de reinsercion social
que permite afrontar algunos de sus problemas característicos, al promover
una visión integral del ser humano y sus posibilidades, que a la vez no
resulta problemática con el principio liberal de la autonomía individual y
que permite focalizar el análisis en la actividad desplegada por el Estado y
en la forma en la que éste facilita u obstaculiza los objetivos que promueve.
CAPACIDADES BÁSICAS
Uno de los aspectos más importantes del trabajo de Nussbaum es su
propuesta de una lista de diez capacidades centrales derivadas de la noción
de dignidad humana que aspira a un consenso transcultural. La autora
defiende que esta noción posee un gran poder intuitivo y que se encuentra
presente en culturas y tradiciones muy diferentes entre sí, citando como
ejemplo la forma en la que las tramas trágicas atraviesan fronteras
culturales y como ciertas graves privaciones pueden generar reacciones
similares en personas con diferentes comprensiones metafísicas del mundo.
(Nussbaum, 2002)
De todo aquello que los seres humanos podemos hacer o ser, se
especifican una serie de diez elementos que toda sociedad que aspire a la
justicia debe mantener por encima de un nivel umbral. Todos y cada uno
de los elementos enunciados son considerados bienes en sí mismos por lo
que no resulta posible compensar la ausencia de un elemento por la
sobreabundancia del otro.. El principal beneficio de esta lista es que, al
tener vocación universal, ha sido desarrolada en términos generales y
abstractos, lo que posibilita su adaptación para poder ser aplicada en
contextos muy diversos. Además, la autora ha manifestado en diversas
condiciones su carácter abierto, suscpetible de agregados, reducciones y
modificaciones (Nussbaum, 2002, 2011, 2012) A continuación se expondrá
la lista original y luego se discutiran las particularidades necesarias para su
viabilidad en materia de ejecución penal.
1. Vida. Ser capaces de vivir una vida humana de duración normal hasta su
fin, sin morir prematuramente o antes de que la vida se reduzca a algo que
no merezca la pena vivir.
2. Salud corporal. Ser capaces de gozar de buena salud, incluyendo la
salud reproductiva, estar adecuadamente alimentado y tener una vivienda
adecuada.
3. Integridad corporal. Ser capaces de moverse libremente de un lugar a
otro; que los límites físicos propios sean considerados soberanos, es decir,
poder estar a salvo de asaltos.3
3 Este elemento, limitado por las características de la privación de la libertad,
resalta de todos modos la necesidad de favorecer tanto como sea posible el ámbito
4. Sentidos, imaginación y pensamiento. Ser capaces de utilizar los
sentidos, de imaginar, pensar y razonar, y de poder hacer estas cosas de una
forma informada y cultivada gracias a una educación adecuada, que incluye
(pero no está limitada a) el alfabetismo y una formación básica matemática
y científica. Ser capaces de hacer uso de la imaginación y el pensamiento
para poder experimentar y producir obras auto-expresivas, además de
participar en acontecimientos elegidos personalmente, sean religiosos,
literarios o músicos, entre otros. Ser capaces de utilizar la mente de
maneras protegidas por las garantías a la libertad de expresión, con respeto
a la expresión política, artística y de culto religioso. Ser capaces de buscar
el sentido propio de la vida de forma individual. Ser capaces de disfrutar de
experiencias placenteras y de evitar daños innecesarios.
5. Emociones. Ser capaces de tener vínculos afectivos con cosas y
personas ajenas a nosotros mismos Poder desarrollarse emocionalmente sin
las trabas de los miedos y ansiedades abrumadores, ni por casos
traumáticos de abusos o negligencias.
6. Razón práctica. Ser capaces de formar un concepto del bien e iniciar
una reflexión crítica respecto de la planificación de la vida.
7. Afiliación. A) Ser capaces de vivir con otros y volcados hacia otros,
reconocer y mostrar interés por otros seres humanos y comprometerse en
diversas formas de interacción social; ser capaces de imaginar la situación
del otro y tener compasión hacia esta situación; tener la capacidad tanto
para la justicia como para la amistad B) Tener las bases sociales del amor
propio y la no humillación, ser capaces de ser tratados como seres dignos
cuyo valor es idéntico al de los demás. Esto implica, como mínimo, la
protección contra la discriminación por motivo de raza, sexo, orientación
sexual, religión, casta, etnia u origen nacional.
de libertad corporal exterior e interior del interno, por lo que desalienta las
sanciones de aislamiento características de la práctica penitenciaria.
8. Otras especies. Ser capaces de vivir interesados y en relación con los
animales, las plantas y el mundo de la naturaleza.
9. Ocio. Tener tiempo disponible para realizar actividades recreativas.
10. Control sobre el entorno A) Político. Ser capaces de participar
eficazmente en las decisiones políticas que gobiernan nuestras vidas; tener
el derecho de participación política junto con la protección de la libertad de
expresión y de asociación. B) Material. Ser capaces de poseer propiedades
no sólo de manera formal, sino en términos de una oportunidad real; tener
derechos sobre la propiedad en base de igualdad con otros; tener el derecho
de trabajar en condiciones de igualdad.
Si bien algunos de los elementos de esta lista parecen ser incompatibles con
la pena de prisión como la conocemos, debemos recordar que el enfoque de
las capacidades busca establecer una escala a partir de cada uno de estos
elementos, aceptando que en la práctica (ni siquiera en ámbitos menos
problemáticos que el carcelario), todas las capacidades puedan no
cumplirse de igual manera al mismo tiempo, pero estableciendo un nivel
umbral por debajo del cuál su ausencia es incompatible con la dignidad
humana.
A modo de ejemplo, si bien toda pena de prisión produce una disminución
sobre el control del entorno, el enfoque de las capacidades exige que esta
limitación se mantenga por encima de nivel mínimo, por lo que se deberán
tomar medidas activas que busquen fomentar el derecho de expresión de
las personas privadas de la libertad, otorgándoles la posibilidad de aportar
su perspectiva siempre que se debatan cuestiones que les afecten. De
manera más obvia, el respecto a la capacidad de control sobre el entorno
vuelve incompatibles con la dignidad humana ciertas restricciones a los
derechos políticos de los detenidos, tales como la prohibición de emitir
sufragio prevista en el art. 19, inc. 2 del Código Penal.
TEORÍA NORMATIVA: CAPACIDADES Y DERECHOS
HUMANOS
El enfoque de las capacidades, en la manera en que aquí ha sido
desarrollado, guarda una estrecha relación con el movimiento internacional
por los derechos humanos. En efecto, gran parte de los elementos que
constituyen la lista de capacidades humanas centrales puede ser encontrado
en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y en otros
tratados internacionales de Derechos Humanos.
La idea de una lista de capacidades centrales de las que todo humano es
acreedor ha sido coincide de manera importante por los enfoques de
derechos humanos y gran parte de los elementos de esa lista están incluidos
a su vez en tratados de derechos humanos más importantes.
CAPACIDADES Y RESOCIALIZACIÓN
Tal como adelantamos al comienzo de este trabajo, consideramos que el
enfoque de las capacidades puede afrontar algunas de las principales
críticas que han sido expuestas contra la noción de resocialización o
reinserción social que rigen nuestra práctica penitenciaria en virtud de los
arts. 1 de la ley 24.660, 10.3 del PIDCYP y 5.6 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.
En primer lugar, el enfoque de las capacidades maneja una concepción más
amplia del ser humano, al derivar la lista de capacidades básicas de la
noción de dignidad humana, lo que le permite focalizar ciertos conceptos
que normalmente son ignorados en la reflexión acerca de la reinserción.
Las capacidades de tener vínculos significativos con otros seres humanos,
de poseer un tiempo dedicado a la recreación o de desarrollar un plan de
vida propio, no quedan comprendidas dentro de una noción más estrecha de
resocialización, preocupada principalmente con convertir al detenido en un
ciudadano socialmente útil. Desde la perspectiva aquí defendida se busca
generar un marco de libertades sustantivas para cada ser humano,
ampliando el espectro de planes de vida posible dentro y fuera del instituto
carcelario.
Por otro lado, la teoría de las capacidades responde satisfactoriamente las
acusaciones de perfeccionismo dirigidas contra la resocialización.
Usualmente, este tipo de “enfoques re” son cuestionados desde un punto de
vista liberal, anclado normativa en el artículo 19 de nuestra Constitución
Nacional, en tanto imponen al individuo un modo de vida determinado
afectando su esfera privada. Se afirma, acertadamente, que esto es
incompatible con el principio de autonomía individual que veda al Estado
la posibilidad de interferir en los modos de vida o concepciones del bien de
los ciudadanos. El enfoque aquí defendido evita vulnerar este principio, en
tanto se compromete con las capacidades y no con su funcionamiento
efectivo. Las capacidades son importantes en tanto pueden convertirse en
funcionamiento, promoverlas es promover ámbitos de libertad, lo cual no
es lo mismo que obligar a las personas a funcionar en un sentido
determinado (Nussbaum, 2011). Esto se ve reforzado por el respeto a la
autonomía individual como una de las capacidades básicas que deben ser
promovidas y respetadas, que incluye la capacidad de formar un concepto
propio del bien, someterlo a reflexión crítica y actuar en consecuencia.
Finalmente, el enfoque de las capacidades permite replantear el rol
adjudicado al Estado en los procesos de resocialización. Uno de los
problemas principales que afronta la posibilidad de alcanzar una inclusión
social a través del proceso penitenciario, más allá de las críticas usuales
acerca de la ineficacia de toda cárcel como medio resocializador, es que la
propia acción del estado construye obstáculos que impiden la concreción de
los objetivos que se promueven. De este modo, el éxito o el fracaso del
proceso de resocialización se adjudican al individuo que atraviesa el
proceso, obviando la importancia de los condicionamientos estructurales
que pueden entorpecer la persecución de los fines elegidos.
En lo que respecta a las posibilidades de trabajar dentro del instituto
penitenciario, que se encontrarían encuadradas dentro de la capacidad de
tener control sobre el propio entorno, un estudio realizado en diversos
establecimientos del Servicio Penitenciario Federal por la Procuración
Penitenciaria de la Nación en 2017 concluyó que “las principales notas
distintivas del trabajo carcelario son su vinculación a tareas escasamente
formativas, en condiciones de seguridad e higiene deficientes, y
enmarcadas en jornadas laborales inestables y cambiantes. Estas
cualidades resultan a la vez causa y consecuencia de privilegiar los
talleres tercerizados y las actividades de servicios por sobre
emprendimientos productivos y formativos (…)severos incumplimientos al
Derecho del Trabajo y la Seguridad Social vigente. Entre ellos, una menor
cantidad de cupos laborales que plazas de alojamiento en el Servicio
Penitenciario Federal, lo que provoca un mayor o menor índice estructural
de desocupación, dependiendo del establecimiento carcelario que se trate;
el escaso nivel formativo de las tareas desarrolladas, y un alto nivel de
discrecionalidad y arbitrariedad en el inicio, desarrollo e interrupción de
la relación. Esas irregularidades alcanzan sus máximas repercusiones en
las demoras para obtener un empleo, el trabajo no remunerado al iniciar
la relación, la alteración discrecional de las horas abonadas
mensualmente, el no reconocimiento de
licencias justificadas, y la interrupción transitoria o definitiva de la
relación, pero siempre discrecional, por causas ajenas a la voluntad o al
comportamiento del trabajador. Todas estas situaciones suelen verse
agravadas cuando a la condición de trabajador se suma la inclusión de la
persona detenida en algún colectivo especialmente sobrevulnerado, como
mujeres, jóvenes adultos, LGBTI, extranjeros o pacientes psiquiátricos”
(Procuración Penitenciaria, 2017).
Ante esta situación, creemos que el enfoque de las capacidades, puede dar
un marco teórico más eficaz para analizar, en cada uno de los aspectos
consignados como necesarios para la dignidad humana, qué medidas se
encuentra tomando activamente el Estado para facilitar el desarrollo de las
capacidades internas y permitir su funcionamiento exterior en el caso de
que el individuo lo decida.