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Lo que más amenaza las reformas escolares, de manera general, no son sus
adversarios, ni su mala fe, sino su debilidad conceptual, su carácter poco
negociador y su precipitación.
Por que los conocimientos enseñados en la escuela no han sido escogidos para
preparar para la vida, si no para dar las bases a quienes seguirán y profundizarán
el estudio de una o varias disciplinas más allá de la escuela obligatoria,
generalmente con el fin de seguir una formación profesional y universitaria más
especializada aún.
Los seres humanos, en su mayoría, no estudian por estudiar sino para emprender
acciones, van a la escuela para salir de ella “armados para la vida”. Lo cual los lleva
a adoptar una relación utilitarista con los saberes escolares.
Por supuesto es posible, conformarse con decir que, si la escuela fuese más
eficiente, si todos hubiesen aprendido a leer tendrían mejores posibilidades de
enfrentarse a la sociedad y sus injusticias (Una prudencia que nos debía de lo
esencial)
Nadie ignora que, para vivir, los seres humanos necesitan desarrollar las
competencias que le permitan encarar con cierta facilidad y sin demora las
situaciones con las que se enfrentan o enfrentaran con regularidad.