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• Castigo negativo.

Ahora, de nuevo, vamos a extinguir una conducta (castigo). ¿Cómo? Retirando


(negativo) algo agradable para el sujeto.

Si lo hago de manera consciente: seguimos con el ejemplo de llegar tarde a casa, pero
esta vez el padre (o la madre) castiga a sus hijos sin jugar al día siguiente a la
videoconsola, o sin salir con los amigos (algo agradable para el sujeto). Analizado
objetivamente, el padre está intentando extinguir dicha conducta retirando algo
agradable para el sujeto.

La conducta ha quedado extinguida porque el sujeto ha recibido algo que le resultaba


desagradable. En consecuencia intentamos evitarlo, dejamos de hacerlo.

Antes de terminar con el funcionamiento del CASTIGO, es importante resaltar que,


como veremos a continuación, no es la forma óptima de extinguir conductas y
solamente tiene efecto si se realiza de forma:

— Esporádica: el castigo utilizado de forma sistemática pierde toda su eficacia y,


además, favorece la aparición del resentimiento, pues estamos continuamente
administrando experiencias desagradables (dolorosas) para el sujeto.

— Inmediata: a ser posible, el castigo debe administrarse de forma que el sujeto


entienda claramente cuál es la conducta que ha producido que reciba algo
desagradable o se le retire algo agradable. De esta forma, nos aseguraremos de que
es consciente de las consecuencias que tiene un cierto tipo de conducta para que no
la repita.

— Proporcionada: nos olvidaremos, como medida eficaz, de los castigos


ejemplarizantes y fuera de lugar. Castigar a un niño sin ver la tele toda la semana
porque ese día no ha cenado el filete es absolutamente ineficaz. En primer lugar,
porque es injusto, no guarda proporción el acto de no tomarse un filete con que se
esté toda una semana sin ver la tele. En segundo lugar, porque probablemente los
propios padres sean incapaces de hacer cumplir dicho castigo. Y, si no se cumple, la
próxima vez habremos perdido credibilidad. Un simple «vete a tu cuarto» será
suficiente y mucho más eficaz.

La aplicación de castigos no resulta agradable ni para quien los da ni para el que los
recibe, pues no coinciden lo deseable y lo posible para ninguna de las partes
implicadas. A pesar del malestar, en la práctica diaria a veces resulta inevitable,
dependiendo de las circunstancias en que se produzcan, como conductas en el niño
que impliquen un riesgo físico para él o para otros, o actitudes que van a suponer una
socialización prácticamente imposible por su agresividad o falta de consideración.
Cada persona y cada circunstancia tienen unos límites saludables que, cuando se
sobrepasan, producen consecuencias indeseables, y esto forma parte de la formación
y del aprendizaje de todo ser humano, niño o adulto.

Con la aplicación del castigo se pretende que disminuyan o extingan determinados


comportamientos incorrectos, pero suelen ser bastante ineficaces para mejorar
aquellos que sí lo son. Por ejemplo, si un hijo estudia, pero no consigue aprobar, en
lugar de castigarle, por ejemplo, no dejándole salir con los amigos, intentar favorecer
que entienda mejor los contenidos o facilitar un ambiente de silencio y concentración
será lo más eficaz.
MECANISMO DE APRENDIZAJE PARTE II

FUENTE: http://www.proyectopv.org/3-verdad/ninopremiosmecanismos.htm

Optimizando nuestra actuación

Ahora que ya conocemos cómo funcionan estos mecanismos básicos, vamos a


optimizar su uso; es decir, vamos a ver cuáles son las mejores formas de implantar o
de extinguir una conducta.

Forma óptima de extinguir una conducta.

La forma más eficaz de extinguir una conducta consiste en IGNORAR dicho


comportamiento cuando ocurre. La explicación es muy sencilla: cuando realizamos
una conducta, si no ocurre nada, no obtenemos ningún beneficio después de realizarla
y dejamos de hacerla. Es un gasto inútil de energía y tiempo. Enseguida intentaremos
hacer otra distinta con la que sí obtengamos algún tipo de resultados.

Ignorar no es decir «paso de lo que me estás diciendo», porque esto en sí ya es una


respuesta. Ignorar consiste en que una conducta dirigida, por ejemplo a nosotros, no
obtenga respuesta alguna por nuestra parte. Si el niño que coge la pataleta ve que con
esa conducta no consigue el bollo, intentará otra, o las que hagan falta, hasta obtener
lo que quiere. Se seguirá hablando al niño con normalidad, sin prestar atención a su
comportamiento y con la rutina que nos hayamos marcado. Si somos hábiles,
podremos aprender que se consiguen mejor las cosas con una sonrisa.

Forma óptima de implantar una conducta.

Ya hemos visto que las conductas se implantan por el refuerzo, pero vamos a darle
una vuelta más a esta estrategia. Iremos por partes.

Tenemos una conducta que queremos que se implante y, por lo tanto, que ha de
ejecutarse un número elevado de veces. Ya hemos visto que si cada vez que ocurre la
conducta, el sujeto no obtiene ningún tipo de refuerzo porque la estoy ignorando, ésta
se extinguirá. Si, por el contrario, cada vez que ocurre la conducta aplico algún tipo de
refuerzo, éste pierde su valor, pues se produce una habituación, el organismo se
adapta, lo que recibo deja de ser especialmente agradable, y pasa a ser algo más de
lo que me ocurre.

Por lo tanto, la forma óptima de implantar una conducta se produciría con lo que
llamamos REFUERZO DE INTERVALO VARIABLE. Es decir, aplicar el refuerzo de
vez en cuando y de forma imprevisible para el sujeto, pues, si ya sabe que haciendo
una conducta va a tener un refuerzo seguro, éste pierde valor, y además no me
aseguro de que se implante la conducta y puede que se esté realizando por un interés.
Pero si el sujeto no sabe cuándo va a recibir el estímulo agradable, o va a evitar el
desagradable, repetirá la conducta porque espera que eso ocurra, pero no sabe
cuándo. Si repite la conducta, la automatizará, y quedará aprendida e incorporada en
el repertorio conductual del sujeto.

Aunque lo expuesto anteriormente tiene mayores aplicaciones, más complejas, por los
especialistas y los investigadores de la psicología básica, supone un abanico de
conocimientos que resultan de gran utilidad para resolver de una forma relativamente
sencilla pequeñas situaciones que se nos presentan cada día y que, con frecuencia,
por su desconocimiento, aplicamos de manera inadecuada, con consecuencias que
nos producen cierto malestar. Conocer, al menos de forma básica, este sencillo
mecanismo con el que cuenta nuestro organismo, nos va a facilitar gran parte de
nuestra vida cotidiana, tanto en el ámbito familiar, como en el laboral o social.

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