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que representa e invita a meditar la imagen de la Virgen del primer dolor, el otro
día en la celebración de su solemne fiesta, mirándola no hacía más que recordar un
artículo de una revista en que se decía que había que entender en este misterio
juntamente a Maria como mujer traspasada por la palabra de Dios y como mujer
sufriente al pie de la Cruz junto a su Hijo.
Maria fue una mujer de discernimiento: con el ángel, con Simeón, cuando
encontró a Jesús en el templo, en las bodas de Caná, en la entrega de la Cruz.
Estamos llamados constantemente a tomar decisiones, "la realidad" dentro de la
que vivimos nos está invitando a esto, desde que nos despertamos y abrimos los
ojos estamos siendo interpelados: el despertador, la radio, te cruzas con el vecino o
compañero de trabajo, "todo" nos interpela a tomar decisiones, pensar, actuar. El
discernimiento -continua el documento final del sínodo de los jóvenes- “es una
dinámica espiritual a través de la que una persona intenta reconocer y aceptar la
voluntad de Dios en lo concreto de su vida”. Y dice el papa Francisco que el
discernimiento tiene su raíz en un acto de fe.
Cuando una Palabra interpela nuestro corazón se crea como un puente entre
ellos. Se entabla un dialogo entre el Espiritu que dormitaba en nuestro corazón y el
Espiritu que obra en la Palabra. Esta Palabra desnuda nuestro corazón, que
desprendido puede ocuparse en escuchar la Palabra de Dios. La Palabra de Dios
viene a nosotros de muchas maneras: un texto proclamado en la Misa, una
catequesis, un curso, el predicador, una palabra de alguien que es Jesús de
incognito como en Emaús (Lc 24,32); pero sobre todo, cuando nos retiramos con la
Biblia a un lugar para estar a solas con Jesús y su Palabra. Es asi como uno puede
empezar a hacer y ser oración.
Pero este misterio que Maria nos enseña en su primer dolor tiene dos
movimientos, acabamos de ver el primero que sería “ad intra” (hacia dentro), ahora
vamos a mirarlo “ad extra” (hacia fuera). Dice Benedicto XVI:
“este oráculo sobre el sufrimiento se hace finalmente muy concreto; una palabra dirigida
directamente a María: «Y a ti, una espada te traspasará el alma». Podemos suponer que esta frase
haya sido conservada en la antigua comunidad judeocristiana como palabra tomada de los recuerdos
personales de María. Allí se conocía también, basándose en dicho recuerdo, el significado concreto
que tenía la frase. Pero también nosotros podemos saberlo, junto con la Iglesia creyente y orante. La
oposición contra el Hijo afecta también a la Madre e incide en su corazón. La cruz de la
contradicción, que se ha hecho radical, se convierte en ella en una espada que le traspasa el alma. De
María podemos aprender la verdadera compasión, libre de sentimentalismo alguno, acogiendo el
dolor ajeno como sufrimiento propio”.
El Papa Benedicto nos da el significado pero también nos muestra una forma
concreta de imitar a María Santísima del primer dolor a través de la compasión
hacia los que sufren, hacia el pobre, el que no tiene trabajo, hacia el defecto o
pecado del vecino. Compasión que también es Misericordia. Solemos decir que el
camino de la Luz pasa por la Cruz, asi nos lo muestra la profecía de Simeón a
Maria, y la propia vida de Jesús y de Maria son signos de esta maravilla de Dios. La
liberación está en la Cruz, escandalo para unos y necedad para otros. Pero que
viene tarde o temprano para todos nos guste más o menos, Jesús y Maria nos
muestran que se puede pasar las dificultades, que aunque ahí están hay algo
superior, una vida superior, que no es de aquí, esta es la esperanza de los cristianos
que ya vemos en Maria que Asunta en el cielo es Reina. Y que la Pascua nos
mostrará como una realidad.
Dice el Papa San Juan Pablo II: “La Virgen Madre está constantemente
presente en este camino de fe del Pueblo de Dios hacia la luz”, no dejemos de mirar
a aquella que nos precede en el sufrimiento, pero sobre todo en la gracia. Como la
mediación de María está íntimamente unida a su maternidad y posee un carácter
específicamente materno es por lo que podemos los cristianos acercarnos a ella
como hijos, y sin miedo pedirle que nos acoja. Y como dice un meme que hay por
ahí: “le dice San Pedro a Jesús: ¡Señor los pecadores han vuelto a colarse en el cielo!
A lo que le responde Jesús: no te preocupes Pedro, que es mi Madre, que ha abierto
un agujero”. Pues eso, imitémosla a nuestra Madre del cielo y pidámosle que
interceda por nosotros y todos los que sufren.
Os deseo una Cuaresma en el gozo del Espiritu Santo y una Feliz Pascua de
Resurrección.