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LA CIENCIA ES HOMBRE, LA CIENCIA ES BLANCA

Iván López Espejo

ivan@ilopez.es

En nuestras sociedades existe una creencia con un cre- nologı́a i-vector funciona mejor para hombres que para muje-
ciente número de adeptos acerca de que el progreso cientı́fico- res.
tecnológico es la solución a todos los problemas de la huma- También paradigmático resulta el siguiente ejemplo. En
nidad. En esencia, se llega a pensar que cuestiones tan tras- 2015, un ingeniero de software llamado Jacky Alciné denun-
cendentales como la pobreza o la desigualdad pueden ser su- ció que la aplicación Google Fotos, la cual integra un algo-
peradas de forma natural en un mundo tecnológicamente muy ritmo de reconocimiento automático de imágenes, etiquetaba
avanzado y dirigido por una especie de elite cientı́fica. Esta vi- a sus amigos negros como ((gorilas)). Si incurriéramos en el
sión recuerda enormemente a la del reduccionismo económi- mencionado fetichismo de la ciencia podrı́amos pensar que
co, más comúnmente conocido como economicismo. dicho algoritmo es racista. Sin embargo, no lo olvidemos, tal
Ası́ como Marx introdujo el concepto de fetichismo de algoritmo (como todos) es producto humano, con todas sus
la mercancı́a para denominar esa aparente voluntad indepen- implicaciones.
diente de la producción de la clase trabajadora, los que pien- El hecho de que la vanguardia cientı́fico-tecnológica se
san que el progreso cientı́fico-tecnológico per se es la solu- desarrolle en las potencias occidentales hace que los sesgos
ción a los grandes males de los que adolece nuestra sociedad (por ejemplo, patriarcal y racial) inherentes a tales sociedades
incurren en una clase de fetichismo de la ciencia. ¿Por qué? tengan su reflejo en la producción cientı́fica y tecnológica de
Porque detrás de tal creencia existe una raı́z propia del idea- la que hacemos uso. Tal producción es llevada a cabo princi-
lismo objetivo practicado por filósofos como Leibniz o He- palmente por hombres blancos, procediendo mayoritariamen-
gel. Es decir, pareciera que la ciencia es una idea objetiva que te los datos de desarrollo y evaluación de su entorno cercano,
trasciende la voluntad humana, que puede existir al margen lo que explicarı́a los sesgos ejemplificados en este artı́culo.
del ser humano. Pues no. Muy al contrario, y aun a riesgo de
((pecar)) de materialista, la ciencia es una creación humana y,
como tal, se imbrica con la conciencia que se construye en el
seno del mundo material objetivo. Por ejemplo, no cabe duda
de que la ciencia sirve a los propósitos de la base económica,
esto es, su desarrollo se constriñe a las relaciones sociales de
producción. Ası́, la ciencia está principalmente al servicio de
la maximización de la rentabilidad en las sociedades capitalis-
tas (y no al servicio del bienestar general, aunque comprendo
que a veces pueda parecerlo). En consecuencia, pensar que el
progreso cientı́fico-tecnológico puede por sı́ mismo superar
la pobreza y la desigualdad sin cuestionar la base material es
caer ingenuamente en alguna clase de cientificismo.
Por supuesto, en la ciencia también tienen su reflejo los
sesgos que se localizan en la superestructura. Y, para mues-
tra, un botón. Hasta hace aproximadamente dos años, el es-
tado del arte del reconocimiento automático de la persona a
través de su voz se encontraba en una tecnologı́a conocida con
el nombre de i-vector. Básicamente, un i-vector puede ser vis-
to como una huella de voz que, en teorı́a, es única para cada
persona y sirve para identificarla. Pues bien, céteris páribus,
está más que comprobado que tanto la robustez como el poder
de discriminación (en tanto que capacidad de diferenciación)
del i-vector son superiores para voces masculinas respecto de
femeninas. En otras palabras, un sistema de reconocimiento
automático de la persona a través de su voz basado en la tec-

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