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Horizontes del relato

Edición al cuidado de Gabriel Aranzueque


Lecturas y conversaciones con Paul Ricceur
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Fenomenología y hermenéutica
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

Paul Ricoeur

Este estudio no pretende ser una contribución a la historia de la fenomenolo-


gía, a su arqueología, sino una interrogación sobre el destino de la fenomenología
hoy en día. Y el que haya escogido como piedra de toque, y como instrumento de lo
que someto a discusión, la teoría general de la interpretación o hermenéutica, no
quiere decir tampoco que vaya a sustituir una monografía histórica por un capítulo
de historia comparada de la filosofía contemporánea. Pues tampoco con la herme-
néutica pretendo hacer de historiador, ni siquiera del presente: al margen de la
dependencia que tenga la siguiente meditación respecto a Heidegger, y sobre todo a
Gadamer, lo que está en juego es la posibilidad de seguir haciendo filosofía con ellos
y después de ellos –sin olvidar a Husserl–. Mi ensayo será, pues, un debate con lo
más vivo de ambas posibilidades de filosofar y de continuar filosofando1.

Propongo discutir las dos tesis siguientes:


Primera tesis: Lo que la hermenéutica ha arruinado no ha sido la fenomenolo-
gía, sino una de sus interpretaciones, a saber, la interpretación idealista que hizo de
la fenomenología el propio Husserl; por ello, hablaré de ahora en adelante del idea-
lismo husserliano. Tomaré como orientación y guía el Nachwort de Ideen2 y somete-
ré las tesis principales a la crítica de la hermenéutica. Esta primera parte sera, pues,
pura y simplemente antitética.
Segunda tesis: Más que una simple oposición, lo que se da entre la fenomenolo-
gía y la hermenéutica es una dependencia mutua que es importante explicar. Esta

1
Este ensayo hace balance de los cambios de método implicados por mi propia evolución, desde una feno-
menología eidética, en Le volontaire et l’involontaire (1950) [París, Aubier/Montaigne (N. del T.)], hasta De l’inter-
prétation: Essai sur Freud (1965) [París, Seuil; trad, cast: Freud una interpretación de la cultura, Buenos Aires, Si-
glo XXI, 1970] y Le conflit des interprétations (1970) [París, Seuil].
2
Este texto, publicado por vez primera en Jahrbuch fiir Phil. u. Phän. Forschung (1930), ha sido editado por
Walter Biemel y publicado por el hoy difunto H. L. van Breda, director de los Archives Husserl en Lovaina, en Hus-
serliana, Edmund Husserl Gesammelte Werke, La Haya. Nijhoff, 1952, vol. V. pp. 138-162: trad. fr.: «Post-face à mes
Idées Directrices», por L. Kelkel, en Revue de métaphysique et de morale. 1957, n.° 4. pp. 369-398 [trad, cast.: «Epí-
logo», en Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofia fenomenológica. México, F.C.E., 1962. 2,a ed., pp.
372-395 (N. del T.)].

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dependencia puede percibirse tanto a partir de una como de otra. Por una parte, la mentación interna de una ciencia: en una ciencia de los fundamentos «ya no puede
hermenéutica se construye sobre la base de la fenomenología y, de este modo, con- haber, entonces, conceptos oscuros, problemáticos, ni paradojas»5. Esto no quiere
serva aquello de lo que, sin embargo, se aleja: la fenomenología sigue siendo el presu- decir que no haya otras «vías» que respondan a esta única Idea; la idea de funda-
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puesto insuperable de la hermenéutica. mentación es, más bien, lo que asegura la equivalencia y la convergencia de las vías
Por otra parte, la fenomenología no puede constituirse a sí misma sin un presu- (lógica, cartesiana, psicológica, histórico-teleológica, etc.). Hay «inicios reales» o,
puesto hermenéutico. Esta posición hermenéutica de la fenomenología ocupa el más bien, «caminos hacia el inicio», suscitados por «la ausencia total de presupuestos».
mismo lugar que la Auslegung en la puesta en marcha de su proyecto filosófico. Por consiguiente, es inútil interrogarse acerca de la motivación de este comienzo radi-
cal; dentro de un ámbito, no hay razón alguna para que salgamos de él y planteemos
el problema de origen. En este sentido, la justificación es una Selbst-Begründung.
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I. LA CRÍTICA HERMENÉUTICA DEL IDEALISMO HUSSERLIANO


b) La fundamentación principal es del orden de la intuición; fundar es ver. De este
La primera parte de este ensayo pretende cobrar conciencia, no ya de la separa-
modo, el Nachwort confirma la prioridad, afirmada por la sexta Investigación lógica,
ción, sino del abismo que separa el proyecto de una hermenéutica de toda expresión
del papel exclusivo que desempeña la intuición respecto a toda filosofía de la deduc-
idealista de la fenomenología. Sólo encontraremos aquí, por tanto, el desarrollo de
ción o de la construcción6.
la posición antitética de dos proyectos filosóficos opuestos. Sin embargo, entende-
El concepto clave, a este respecto, es el de Erfahrungsfeld. La singularidad de la
mos que cabe la posibilidad de que la fenomenología como tal no se reduzca por
fenomenología se reduce a esto: el principio es, sin más, un «ámbito», y la primera
entero a los límites de una de sus interpretaciones, aunque sea la del propio Husserl.
verdad es, sin más, una «experiencia». En contra de toda «construcción especulati-
Quien no resiste, a mi juicio, la crítica de la filosofía hermenéutica es el idealismo
va», cualquier cuestión principal se resuelve con la visión. Acabo de hablar de singu-
husserliano.
laridad: no es de extrañar, en efecto, que a pesar de (y gracias a) la crítica del empi-
rismo, la experiencia, en sentido empírico precisamente, sólo se supere mediante una
1. Las tesis esquemáticas del idealismo husserliano
«experiencia». Esta sinonimia de la Erfahrung significa que la fenomenología no se
dirige a un más allá, a otro mundo, sino al lugar mismo de la experiencia natural, en
Debido a la necesidad de una exposición esquemática, he considerado como
la medida en que ésta ignora su sentido. Consiguientemente, por mucho que pon-
documenco característico del idealismo husserliano el Nachwort de Ideen. Constitu-
gamos el acento en el carácter a priori, en la reducción al eidos, en el papel de las
ye, con las Meditaciones cartesianas, la expresión más avanzada de este idealismo.
variaciones imaginativas e incluso en la noción de «posibilidad», estaremos subra-
Algunas de las siguientes tesis, que someteré a continuación a la crítica de la herme-
yando una y otra vez el carácter de experiencia (que se considera la única expresión
néutica, las he extraído de este texto.
de las «posibilidades intuitivas»)7.

a) El ideal de cientificidad que reivindica la fenomenología no guarda continuidad


c) El lugar de la intuición plenaria es la subjetividad. Toda trascendencia es dudo-
con las ciencias, con su axiomática o con su empresa fundacional: la «justificación últi-
sa, sólo la inmanencia es indudable.
ma» que la constituye es de otro orden3. Esta tesis, que expresa la reivindicación de radi-
Es la tesis misma del idealismo husserliano. Cualquier trascendencia es dudosa
calismo de la fenomenología, se afirma en un estilo polémico; es la tesis de una filo-
porque al proceder mediante Abschattungen, mediante «esbozos» o «perfiles», se da
sofía combativa que siempre tiene un enemigo a la vista, ya sea el objetivismo, el
siempre por sentada la convergencia de esas Abschattungen, y esa presunción puede
naturalismo, la filosofía de la vida o la antropología. Esta filosofía combativa arran-
verse frustrada por la discordancia; en última instancia, porque la conciencia puede
ca de un punto que no puede inscribirse en una demostración, pues, ¿de dónde la
formular la hipótesis hiperbólica de una radical discordancia de las apariencias, lo
deduciríamos? De aquí el estilo autoafirmativo de la reivindicación de radicalismo
que constituye la hipótesis misma de la «destrucción del mundo». La inmanencia no
que sólo se atestigua en el rechazo de lo que podría negarla. La expresión aus letzter
es dudosa porque no se da a través de «perfiles», a través de «esbozos», luego no pre-
Begründung es la más típica al respecto. Recuerda tanto la tradición platónica de la
sume nada, sino que sólo permite la coincidencia de la reflexión con lo que «acaba»
ausencia de hipótesis como la tradición kantiana de la autonomía del acto crítico;
de vivirse.
muestra también, como Rückfrage4, una cierta continuidad con las preguntas princi-
pales que las ciencias plantean sobre sí mismas. Y, sin embargo, el proceso de ascen-
d) La subjetividad, ascendida de este modo al rango de lo trascendental no es la con-
so al fundamento es absolutamente heterogéneo en comparación con toda funda-
ciencia empírica, objeto de la psicología. No obstante, fenomenología y psicología

5
Husserliana, op. cit., vol. V, p. 160. In. 25; trad. fr.: p. 396; [rrad. cast.: p. 393].
3
Nachwort, «Preliminar» y §7 [«Epilogo», ibid., pp. 372-374 y 393-395 (N. del T.)]. 6
Ibid, §§ 1 y 2; [trad. Cast.: pp. 374-377].
4
Husserliana. op. cit., vol. V, p. 159, ln. 27; trad. fr.: p. 373; [trad, cast.: p. 373]. 7
Husserliana. op. cit., vol. V, p. 142. ln. 7; trad. fr.: p. 373; [trad. cast.: p. 375].

26 27
fenomenológica son paralelas y constituyen un «doblete» que, sin cesar, suscita con- El carácter autoafirmativo de la fundamentación convierte al sujeto filosófico en
fusión entre ambas disciplinas, una trascendental y otra empírica. Sólo la reducción sujeto responsable. Este sujeto es el sujeto que filosofa en cuanto tal.
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las distingue y las separa.


La fenomenología debe enfrentarse aquí a un malentendido que siempre reapa- 2. La hermenéutica contra el idealismo husserliano
rece y que ella misma provoca. En efecto, el «ámbito de la experiencia» de la feno-
menología tiene una analogía estructural con la experiencia no reducida; la razón de Es posible oponer la hermenéutica, tesis a tesis, no a la fenomenología en su
este isomorfismo reside en la propia intencionalidad (Brentano había descubierto la conjunto y en cuanto tal, claro está, sino al idealismo husserliano. Esta «antitética»
intencionalidad sin conocer la reducción y la quinta Investigación lógica seguía defi-
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es el camino necesario de una verdadera relación «dialéctica» entre ambas.


niéndola en términos que cabe aplicar tanto a la fenomenología propiamente dicha
como a la psicología intencional). Ademas, la reducción opera «a partir de la actitud a) El ideal de cientificidad, que el idealismo husserliano entiende como justifica-
natural»: la fenomenología trascendental presupone, pues, en cierto modo, lo que ción última, encuentra su límite fundamental en la condición ontológica de la com-
supera y reitera como lo mismo, aunque con otra actitud. La diferencia no está, con- prensión.
siguientemente, en los rasgos descriptivos, sino en el valor ontológico, en la Seinsgel- Esta condición ontológica puede expresarse como finitud. Sin embargo, no es
tung, hay que «perder»8 la validez als Reales, en resumen, abatir el realismo psicoló- éste el concepto que consideraré primero, pues designa, en términos negativos, una
gico. Ahora bien, esto no se logra sin dificultades, a no ser que debamos entender condición enteramence positiva, que se expresaría mejor mediante el concepto de per-
que hay que perder el mundo, el cuerpo y la naturaleza, lo que haría de la fenome- tenencia. Éste designa directamente la condición insuperable de toda empresa de jus-
nología un acosmismo. La paradoja es que, a costa de esa pérdida, el mundo se reve- tificación y de fundamentación, a saber, que dicha empresa está siempre precedida por
la, precisamente, como algo dado previamente, el cuerpo «existe» verdaderamente, y una relación que la incluye. ¿Hablamos de una relación con el objeto? No precisa-
la naturaleza se presenta como «ente». La reducción no tiene lugar, pues, entre el yo mente. Lo que la hermenéutica cuestiona en primer lugar del idealismo husserliano
y el mundo, entre el alma y el cuerpo, entre el espíritu y la naturaleza, sino a través es que haya inscrito el descubrimiento inmenso e insuperable de la intencionalidad en
de lo previamente dado, lo existente y lo ente, los cuales dejan de ser evidentes, de una conceptualización que reduce su alcance, a saber, la relación sujeto-objeto. La
considerarse en la Seinsglaube opaca y ciega, para convertirse en Sentido: sentido de lo exigencia de buscar lo que da unidad al sentido del objeto y la de fundar esta unidad
dado previamente, sentido de lo existente, sentido de lo ente. De este modo, el radi- en una subjetividad constituyente resultan de esa conceptualización. La primera afir-
calismo fenomenológico, que duplica la subjetividad trascendental y el yo empírico, mación de la hermenéutica consiste en decir que la problemática de la objetividad
es el mismo que trasmuta la Seinsglaube en correlato noemático de la noesis. Una presupone antes de ella una relación de inclusión que engloba al sujeto supuesta-
noética, una noología, se distingue, de este modo, de una psicología. Su «contenido» mente autónomo y al objeto presuntamente opuesto. Esta relación inclusiva o abar-
(Gehalt) es el mismo: lo fenomenológico es lo psicológico «reducido». Aquí reside el cante es lo que llamo aquí pertenencia. Esta preeminencia ontológica de la perte-
principio del «paralelismo» o, mejor, de la «correspondencia» entre ambas discipli- nencia implica que la cuestión de la fundamentación no puede ya coincidir
nas. Aquí reside también el principio de su diferencia, pues una «conversión» –la simplemente con la de la justificación última. Ciertamente, Husserl es el primero en
conversión filosófica– las separa. subrayar la discontinuidad, instituida por la epoché, entre la empresa trascendental de
fundamentación y el trabajo interno propio de cada ciencia con objeto de elaborar
e) La toma de conciencia que sustenta la tarea de reflexión tiene implicaciones éti- sus propios fundamentos. Más aún, no deja de distinguir entre la exigencia de justi-
cas propias: la reflexión es, por ello, el acto inmediatamente responsable de sí. ficación planteada por la fenomenología trascendental y el modelo preestablecido de
Este matiz ético que la expresión aus letzter Selbstverantwortung9 parece intro- la mathesis universalis. Como diremos más tarde, con esto plantea las condiciones
ducir en la temática fundacional no es el complemento práctico de una empresa que, fenomenológicas de la hermenéutica. Pero la hermenéutica quiere radicalizar, preci-
en cuanto tal, sería puramente epistemológica: la inversión por la que la reflexión se samente, la tesis husserliana de la discontinuidad entre fundamentación trascenden-
aleja de la actitud natural es, al mismo tiempo –con un mismo aliento, por así decir- tal y fundamento epistemológico.
lo–, epistemológica y ética. La conversión filosófica es el acto supremamente autó- Para ella, mientras que no se cuestione el ideal de cientificidad en cuanto tal, la
nomo. Lo que llamamos matiz ético está, pues, inmediacamente implicado en el acto cuestión de la fundamentación última continuará perteneciendo a la misma esfera
fundacional, en la medida en que éste sólo puede ser autoposicional. En este senti- del pensamiento objetivador. Este radicalismo de la cuestión es el que nos eleva de la
do, es, en última instancia, responsable de sí. idea de cientificidad a la condición ontológica de pertenencia, por la que quien pre-
gunta forma parte de la cosa misma por la que pregunta.
Esta pertenencia es aprehendida a continuación como finitud del conocer. Sin
8
La palabra verliert se repite tres veces: Husserliana. op. cit., vol. V, p. 145, In. 4, 6 y 9: trad. fr.: p. 379; [trad,
embargo, el matiz negativo que connota el término mismo de finitud sólo se intro-
cast: p. 378]. duce en la relación totalmente positiva de pertenencia –que es la experiencia herme-
9
Husserliana,. op. cit., vol. V. p. 139. In. 7; trad. fr.: p. 372; [trad. cast: p. 372]. néutica misma– porque la subjetividad ha elevado ya su pretensión de ser el funda-

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mento último. Esta pretensión, esta desmesura, esta hybris, hace aparecer entonces, este modo, el campo de la interpretación es tan amplio como el de la comprensión,
por contraste, la relación de pertenencia como finitud. que abarca toda proyección de sentido en una situación.
Heidegger ha expresado esta pertenencia en el lenguaje del ser-en-el-mundo. La universalidad de la interpretación se constata de varias maneras. La más
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Ambas nociones son equivalentes. La expresión ser-en-el-mundo expresa mejor la común de estas aplicaciones es el uso mismo de las «lenguas naturales» en la con-
primacía del cuidado sobre la mirada y el carácter de horizonte de aquello a lo que versación. A diferencia de las «lenguas bien hechas», construidas según las exigen-
estamos ligados. El ser-en-el-mundo es el que precede a la reflexión. Al mismo tiem- cias de la lógica matemática, y cuyos términos básicos se definen en su totalidad de
po, se constata la prioridad de la categoría ontológica del Dasein que somos sobre la modo axiomático, el uso de las lenguas naturales se basa en el valor polisémico de
categoría epistemológica y psicológica del sujeto que se establece. A pesar de la den- las palabras. Las palabras de las lenguas naturales contienen en su campo semánti-
sidad de sentido de la expresión ser-en-el-mundo, he preferido, siguiendo a Gada- co un potencial de sentido que no se agota mediante ningún uso actual, pero que
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mer, la noción de pertenencia, que plantea de inmediato el conflicto con la relación requiere cribarse y determinarse constantemente por el contexto. A esta función
sujeto-objeto y prepara la introducción ulterior del concepco de distanciamiento, selectiva del contexto va unida la interptetación, en el sentido más primitivo de la
que es dialécticamente solidario con dicho conflicto. palabra. La interpretación es el proceso mediante el cual, en el juego de preguntas
y respuestas, los interlocutores determinan en común los valores contextuales que
b) A la exigencia husserliana del retomo a la intuición se opone la necesidad, para estructuran su conversación. Antes, pues, de toda Kunstlehre, la cual erigiría en dis-
toda comprensión, de estar mediatizada por una interpretación. ciplina autónoma a la exégesis y a la filología, hay un proceso espontáneo de inter-
No hay duda de que este principio está tomado de la epistemología de las cien- pretación que pertenece al ejercicio más primitivo de la comprensión en una situa-
cias históricas. Por esta razón, pertenece al campo epistemológico delimitado por ción dada.
Schleiermacher y Dilthey. Sin embargo, si la interpretación sólo fuera un concepto Pero la conversación descansa en una relación demasiado limitada como para
histórico-hermenéutico, éste seguiría siendo tan regional como las propias «ciencias abarcar por completo el campo de la explicitación. La conversación, es decir, la rela-
del espíritu». Pero el uso de la interpretación en las ciencias histórico-hermenéuticas ción dialogal, en última instancia, está contenida en los límites de una relación direc-
es sólo el punto de anclaje de un concepto universal de interpretación que tiene la ta, de un cara a cara. La conexión histórica que la engloba es singularmente más
misma extensión que el de comprensión y, finalmente, que el de pertenencia. Por compleja. La relación intersubjetiva corta se encuentra coordinada, en el interior de
esta razón, supera la simple metodología de la exégesis y de la filología, y designa la la conexión histórica, con diversas relaciones intersubjetivas largas, mediatizadas por
tarea de explicitación vinculada a toda experiencia hermenéutica. Según la observa- instituciones diversas, papeles sociales e instancias colectivas (grupos, clases, nacio-
ción de Heidegger en Sein und Zeit, la Auslegung es el «desarrollo de la comprensión» nes, tradiciones culturales, etc.). Lo que sostiene esas relaciones intersubjetivas largas
según la esttuctura del «como» (Als)10. Pero, al operar de este modo la mediación del es una transmisión, una tradición histórica, de la que el diálogo constituye sólo un
«como», «la explicitación no transforma la comprensión en otra cosa, sino que la segmento. De ese modo, la explicitación va singularmente más lejos que el diálogo
hace ser ella misma»11. para equipararse a la conexión histórica más amplia14.
Esta dependencia de la interpretación respecto a la comprensión explica que la A este uso de la explicitación en el nivel de la transmisión de una tradición his-
explicitación también preceda siempre a la reflexión y adelante toda constitución del tórica está vinculada la mediación a través del texto, es decir, a través de expresiones
objeto mediante un sujeto soberano. Este antecedente se expresa en el nivel de la fijadas mediante la escritura, y también a través de todos los documentos y monu-
explicitación mediante la «estructura de anticipación» que impide siempre que la mentos que tienen con la escritura un rasgo fundamental en común. Este rasgo
explicitación sea una captación sin supuestos de un ente simplemente dado con ante- común, que constituye el texto en cuanto texto, consiste en que el sentido incluido
rioridad; adelanta su objeto con la forma del Vorhabe, de la Vor-sicht, del Vor-Griff, en el texto se vuelve autónomo respecto a la intención del autor, respecto a la situa-
de la Vor-Meinung12. No comentaré aquí estas expresiones de Heidegger sobrada- ción inicial del discurso y respecto a su primer destinatario. Intención, situación y
mente conocidas. Lo importante es subrayar que no es posible poner en juego la destinatario original constituyen el Sitz-im-Leben del texto. Enctonces se abre la posi-
estructura del «como» sin poner también en juego la de la anticipación. La noción bilidad de interpretar de múltiples formas un texto que, de este modo, se ha libera-
de «sentido» obedece a esta doble condición del Als y del Vor-: «El sentido, estruc- do de su Sitz-im-Leben. Más allá de la polisemia de las palabras en la conversación se
turado por lo adquirido, la impresión previa y la anticipación, forma para todo pro- descubre una polisemia del texto que invita a una lectura plural. Es el momento de
yecto el horizonte a partir del cual cada cosa será comprendida en cuanto tal»13. De la interpretación en el sentido técnico de exégesis de textos. Es también el momento
del círculo hermenéutico entre la comprensión que pone en juego al lector y las pro-
puestas de sentido que abre el propio texto. La condición fundamental del círculo

10
M. Heidegger, Sein und Zeit, § 32, p. 149 [Tübingen, Niemeyer. 1927]; trad. fr.: p. 135 [París, Gallimard.
1964]; [trad.cast.: El ser y el tiempo, México, F.C.E., 1971. 2.a ed„ p. 167].
11
Ibid,. id; [trad. cast.: p. 166].
12
Ibid, p. 150; trad. fr.: p. 187; [trad, cast.: pp. 168-169].
14
H. G. Gadamer, Wahrheit und Methode, pp. 250 y ss. [Tübingen, Mohr. 1975; trad, cast.: Verdad y método,
13
Ibid., p. 151; trad, fr.: p. 188; [trad, cast.: pp. 169-170]. Salamanca, Sígueme, 1977, pp. 531 y ss.].

30 31
hermenéutico se encuentra en la estructura precomprensiva que pone en relación serl creyó que el conocimiento de sí podía no ser un presunto conocimiento, porque
toda explicitación con la comprensión que la antecede e incluye. no procede mediante «esbozos» o «perfiles». Ahora bien, el conocimiento de sí puede
¿En qué sentido este desarrollo de toda comprensión en interpretación se opone ser un presunto conocimiento por otras razones. En la medida en que el conoci-
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al proyecto husserliano de fundamentación última? Esencialmente en que toda inter- miento de sí es un diálogo del alma consigo misma y en que el diálogo puede verse
pretación sitúa al intérprete in medias res y nunca al comienzo o al final. Llegamos, sistemáticamente distorsionado mediante la violencia y mediante todas las intrusio-
en cierto sentido, exactamente a mitad de una conversación que ya ha comenzado y nes de las estructuras de la dominación en las de la comunicación, el conocimiento
en la que intentamos orientarnos para poder aportar, cuando nos llegue el turno, de sí, como comunicación interiorizada, puede ser tan dudoso como el conocimien-
nuestra contribución. Ahora bien, el ideal de una fundamentación intuitiva es el de to del objeto, aunque sea por razones diferences y específicas.
una interpretación que, en un determinado momento, tendría lugar en la visión. ¿Se dirá que el ego meditans de la fenomenología escapa, merced a la reducción,
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Esta hipótesis es lo que Gadamer llama «mediación total». Sólo una mediación total a las distorsiones del conocimiento empírico de uno mismo? Esto supondría olvidar
sería equivalente a una intuición a la vez primera y última. La fenomenología idea- que el ego husserliano no es el yo pienso kantiano, cuya individualidad es, cuando
lista no puede mantener desde ese momento su pretensión de una fundamentación menos, problemática, por no decir desprovista de sentido. Hay que fundar la objeti-
última más que haciendo suya la reivindicación hegeliana del saber absoluto, no ya vidad de la naturaleza y la objetividad de las comunidades históricas en la intersub-
de un modo especulativo sino intuitivo. Ahora bien, la hipótesis misma de la her- jetividad y no en un sujeto impersonal porque el ego puede y debe ser reducido a la
menéutica filosófica es que la interpretación constituye un proceso abierto que nin- «esfera de pertenencia» –en un sentido diferente, claro está, de la palabra pertenen-
guna visión concluye. cia, que no significa ya pertenencia al mundo sino pertenencia a uno mismo–. Desde
ese momento, las distorsiones de la comunicación afectan inmediatamente a la cons-
c) Que el lugar de la fundamentación última sea la subjetividad, que toda trascen- titución de la red intersubjetiva en la que pueden constituirse una naturaleza común
dencia sea dudosa y sólo la inmanencia indudable, resulta a su vez eminentemente dudo- y unas entidades históricas comunes, como las «personalidades de tipo elevado» que
so, desde el momento en que también puede someterse al Cogito a la crítica radical que se tratan en el parágrafo 58 de las Meditaciones cartesianas. Las distorsiones funda-
la fenomenología aplica a su vez a todo aparecer. La astucia de la conciencia de sí es mentales de la comunicación deben ser consideradas por la egología del mismo tipo
más retorcida que la de la cosa. Recuérdese la duda que, en Heidegger, acompaña a que las ilusiones de la percepción en la constitución de la cosa.
la pregunta «¿Quién es el ser-ahí?» (Ser y tiempo, § 25): «¿Parece ‘evidente’ a priori Creo que sólo una hermenéutica de la comunicación puede asumir la tarea de
que el acceso al ser-ahí deba consistir en una reflexión puramente especulativa del yo incorporar la crítica de las ideologías a la comprensión de sí16. Y ello de dos modos
como polo de los actos que establece? ¿Y si resultara que esta forma de ‘darse a sí complementarios. Por una parte, puede mostrar el carácter insuperable del fenóme-
mismo’ el ser-ahí fuese para la analítica existenciaria un engaño, e incluso un enga- no ideológico a partir de su meditación sobre el papel de la «precomprensión» en la
ño que encuentra su fundamento en el ser del ser-ahí? Tal vez sea cierto que el ser- captación de un objeto cultural en general. Le bastaría con elevar esta noción de
ahí responde a las interpelaciones más comunes que se dirige a sí mismo afirmándo- comprensión, que se aplica en primer lugar a la exégesis de textos, al rango de una
se sin descanso: ‘yo lo soy’, y sin duda más ruidosamente cuando ‘no es’ ese ente. ¿Y teoría general de los prejuicios, que sería coextensiva a la propia conexión histórica.
si el rasgo constitutivo del ser-ahí, el ser siempre mío, fuese el fundamento de que el Del mismo modo que la comprensión equivocada es una estructura fundamental de
ser-ahí, de buenas a primeras y la mayoría de las veces, no sea él mismo? ¿Y si la ana- la exégesis (Schleiermacher), el prejuicio es una estructura fundamental de la comu-
lítica existenciaria, al partir del yo como algo dado, cayese en la trampa que le tien- nicación en sus formas sociales e institucionales. Por otra parte, la hermenéutica
de el propio ser-ahí con la forma de una interpretación falsamente evidente y falsa- puede mostrar la necesidad de una crítica de las ideologías, aunque esta crítica no
mente inmediata de sí mismo? ¿No podría comprobarse que el horizonte ontológico pueda ser nunca total, debido a la estructura de la precomprensión. Esta crítica se
necesario para la determinación de lo que se nos ofrece como un mero dato estuvie- basa en el elemento del distanciamiento, del que no hemos hablado todavía, que per-
se, a su vez, fundamentalmente indeterminado?»15. tenece a la conexión histórica en cuanto tal.
Tampoco seguiré aquí al pie de la letra la filosofía de Heidegger, sino que la pro- Este concepto de distanciamiento es el correctivo dialéctico del de pertenencia,
longaré por mi cuenta. Buscaré en la crítica de las ideologías, tanto y quizás más que de modo que nuestra manera de pertenecer a la tradición histórica es de suyo perte-
en el psicoanálisis, la documentación de la duda que refleja la pregunta de Heideg- necer a ella, a condición de mantener una relación de distancia que oscila entre el
ger «¿Quién es el ser-ahí?». La crítica de las ideologías y el psicoanálisis nos propor- alejamiento y la proximidad. Interpretar es hacer próximo lo lejano (temporal, geo-
cionan hoy en día los medios de completar la crítica del objeto con una crítica del gráfico, cultural y espiritual). La mediación a través del texto es, en este aspecto, el
sujeto. La crítica del objeto, en Husserl, es coextensiva a la Dingkonstitution; se basa,
como hemos dicho, en el carácter supuesto de la síntesis de los esbozos. Pero Hus-

16
P. Ricoeur, « Herméneutique et critique des idéologies», en E. Castelli (ed.), Démythisation et idéologie. París,
Aubier, 1973, pp. 25-61. [Previamente en Archivio di filodofia (Demitizzazione e ideologia). Atti del Colloquio inter-
nazionale, Roma. 1973, vol. 43, 1973, n° 2-4, pp. 25-61. Hay edición castellana en Teoría, Santiago de Chile. 1974,
15
Sein und Zeit, pp. 115-116; trad. fr..: pp. 146-147; [trad, cast.: pp. 131-132]. n° 2, pp. 5-43].

32 33
modelo de un distanciamiento que no sería simplemence alienante, como la Ver- en-el-mundo mostrado por el texto. Lo que se ha de interpretar, en un texto, es la
fremdung que combate Gadamer en toda su obra17, sino auténticamente creador. El propuesta de un mundo, el proyecto de un mundo que yo podría habitar y en el que
texto es, por excelencia, el soporte de una comunicación en y merced a la distancia. podría proyectar mis potencialidades más propias. Retomando el principio del dis-
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

De ser así, la hermenéutica tiene que informar, a partir de sí misma, del carác- tanciamiento al que antes me referia, se podría decir que el texto ficticio o poético
ter insalvable del fenómeno ideológico y, a la vez, de la posibilidad de comenzar una no se limita a distanciar el sentido del texto de la intención del autor, sino que dis-
crítica de las ideologías sin poder acabarla nunca; la hermenéutica puede hacer tal tancia, además, la referencia del texto del mundo expresado por el lenguaje cotidia-
cosa porque, a diferencia del idealismo fenomenológico, el sujeto del que habla se no. La realidad es, de este modo, metamorfoseada por medio de lo que llamaré las
ofrece desde siempre a la eficacia de la historia (por hacer alusión a la famosa noción «variaciones imaginativas» que la literatura opera en lo real.
de Gadamer: Wirkungsgeschichtliches Bewuβtsein)18. La crítica de las ideologías puede ¿Qué efecto tiene en el idealismo husserliano esta hermenéutica centrada en la
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ser incorporada, como un segmento objetivo y explicativo, al proyecto de ampliar y cosa del texto?
restaurar la comunicación y la comprensión de uno mismo porque el distancia- Esencialmente éste; que la fenomenología, a pesar de haber nacido con el des-
miento es un momento de la pertenencia. La extensión de la comprensión median- cubrimiento del carácter universal de la intencionalidad, no ha seguido el consejo de
te la exégesis de textos y su constante rectificación mediante la crítica de las ideolo- su propio hallazgo, a saber, que la conciencia tiene su sentido fuera de sí misma. La
gías pertenecen, por derecho propio, al proceso de la Auslegung. La exégesis de los teoría idealista de la constitución del sentido en la conciencia ha desembocado, así,
textos y la crítica de las ideologías son las dos vías privilegiadas en las que la com- en la hipóstasis de la subjetividad. Las dificultades, a las que antes aludía, que plan-
prensión se convierte en interpretación y, de este modo, llegan a ser ellas mismas. tea el «paralelismo» entre fenomenología y psicología se deben a esta hipóstasis. Estas
dificultades muestran que la fenomenología corre siempre el peligro de quedar redu-
d) Un modo radical de cuestionar el primado de la subjetividad es tomar como eje cida a un subjetivismo trascendental. El modo radical de poner término a esta con-
hermenéutico la teoría del texto. En la medida en que el sentido de un texto se vuelve fusión, en la que se incurre una y otra vez, consiste en desplazar el eje de la inter-
autónomo respecto a la intención subjetiva de su autor, la cuestión esencial no es reen- pretación de la cuestión de la subjetividad a la del mundo. Es lo que obliga a hacer
contrar, tras el texto, la intención perdida, sino desplegar, ante el texto, el «mundo» que la teoría del texto al subordinar la cuestión de la intención del autor a la de la cosa
abre y descubre. Dicho de otro modo, la tarea hermenéutica consiste en discernir la del texto.
«cosa» del texto (Gadamer) y no la psicología del autor. La cosa del texto es a su
estructura lo que, en la proposición, es la referencia al sentido (Frege). Del mismo c) Al oponerse a la tesis idealista de la última responsabilidad de sí del sujeto que
modo que en la proposición no nos contentamos con el sentido, que es su objeto medita, la hermenéutica invita a hacer de la subjetividad, no la primera sino la última
ideal, sino que nos preguntamos ademas acerca de su referencia, es decir, acerca de categoría de una teoría de la comprensión. La subjetividad ha de perderse como origen
su pretensión y de su valor de verdad, en el texto no podemos detenernos en la para que pueda recuperarse en un papel más modesto que el del origen radical.
escructura inmanente, en el sistema interno de dependencias surgidas del entrecru- También aquí la teoría del texto es una buena guía. Muestra, en efecto, que el
zamiento de los «códigos» que el texto pone en marcha; queremos, además, explici- acto de la subjetividad no es tanto lo que inaugura la comprensión como lo que la
tar el mundo que el texto proyecta. No ignoro, al decir esto, que una importante acaba. Este acto terminal puede ser enunciado como apropiación (Zueignung)19. No
clase de textos, que llamamos literatura –a saber, la ficción narrativa, el drama y la pretende, como en la hermenéutica romántica, recuperar la subjetividad original que
poesía–, parece abolir toda referencia a la realidad cotidiana, hasta el punto de que daría sentido al texto. Responde, más bien, a la cosa del texto y, consiguientemente,
el lenguaje mismo parece atesorar la dignidad suprema, como para glorificarse a sí a las propuestas de sentido desplegadas por el texto. Es, pues, la contrapartida del dis-
mismo a expensas de la función referencial del discurso ordinario. Pero, precisamen- tanciamiento la que establece el texto en su autonomía respecto al autor, respecto a
te, en la medida en que el discurso de la ficción «suspende» esta función esencial de su situación y a su destino original. Es también la contrapartida del otro distancia-
primer grado, libera una referencia de segundo grado en la que el mundo ya no se miento por el que un nuevo ser-en-el-mundo, proyectado por el texto, se sustrae a
manifiesta como un conjunto de objetos manipulables, sino como un horizonte de las falsas evidencias de la realidad cotidiana. La apropiación es la respuesta a este
nuestra vida y de nuestro proyecto, en resumen, como Lebenswelt, como ser-en-el- doble distanciamiento unido a la cosa del texto, en cuanto a su sentido y en cuanto
mundo. Esta dimensión referencial, que sólo alcanza su desarrollo pleno con las a su referencia. De este modo, la apropiación es un momento de la teoría de la inter-
obras de ficción y de poesía, plantea el problema hermenéutico fundamental. La pretación, sin reintroducir nunca por ello fraudulentamente el primado de la subje-
cuestión no es ya definir la hermenéutica como una investigación acerca de las inten- tividad, que es abolido por las cuatro tesis anteriores.
ciones psicológicas que se ocultarían bajo el texto, sino como la explicitación del ser- El hecho de que la apropiación no implique el regreso subrepticio de la subjeti-
vidad soberana puede constatarse del siguiente modo: aunque es cierto que la her-

17
H. G. Gadamer, op. cit., pp. 11, 80, 156, 159, 364 y ss.; [trad, cast.: pp. 43, 124, 216, 220, 464 y ss.].
18
Ibid., p. 284; [trad, cast.: p. 370].
19
M. Heidegger, Sein und Zeit, p. 150; trad. fr.: p. 187; [trad, cast.: p. 199].

34 35
menéutica acaba en la comprensión de sí, hay que rectificar el subjetivismo de esta De este modo, se presupone ya la elección de la actitud fenomenológica en lugar
propuesta diciendo que comprenderse es comprenderse ante el texto. Desde ese de la elección de la actitud naturalista-objetivista. Optar por el sentido es, pues, el
momento, lo que es apropiación desde un punto de vista es desapropiación desde supuesto más general de la hermenéutica.
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otro. Apropiarse es hacer que lo que era extraño se convierta en propio. Lo que nos Cabe objetar que la hermenéutica es más antigua que la fenomenología; antes
apropiamos es siempre la cosa del texto. Pero la cosa del texto sólo se convierte en incluso de que la palabra hermenéutica volviera a ocupar un lugar de honor en el si-
algo propio si me desapropio de mí mismo para dejar que sea la cosa del texto. glo XVIII, existían una exégesis bíblica y una filología clásica, y tanto una como otra
Entonces cambio el yo, dueño de sí mismo, por el sí, discípulo del texto. ya habían tomado partido «por el sentido». Esto es cierto; pero la hermenéutica sólo
Podemos además expresar este proceso en los términos del distanciamiento y se convierte en una filosofía de la interpretación –y no simplemente en una metodo-
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hablar de un distanciamiento de sí respecto de uno mismo, inherente a la apropiación logía de la exégesis y de la filología– cuando, superando las condiciones de posibili-
misma. Este distanciamiento pone en práctica todas las estrategias de la sospecha, dad de la exégesis y de la filología, más allá incluso de una teoría del texto en general,
entre las que la crítica de las ideologías, ya aludida, constituye una de las principales se dirige a la condición lingüística –es decir, a la Sprachlichkeit– de toda experiencia20.
modalidades. El distanciamiento, bajo todas sus formas y en todos sus aspectos, Ahora bien, esta condición lingüística presupone una teoría general del «senti-
representa el momento crítico por excelencia de la comprensión. do». Hay que presuponer que la experiencia en toda su amplitud (según la concep-
Esta forma última y radical de distanciamiento echa por tierra la pretensión del ción de Hegel que encontramos en el famoso texto de Heidegger sobre «El concep-
ego de constituirse en origen último. El ego debe asumir para sí las «variaciones ima- to de experiencia en Hegel»)21 no es por principio inefable. La experiencia puede ser
ginativas» mediante las que podría responder a las «variaciones imaginativas» acerca dicha, requiere ser dicha. Plasmarla en el lenguaje no es convertirla en otra cosa, sino
de lo real que generan la literatura de ficción y la poesía, más que ninguna otra forma hacer que, al expresarla y desarrollarla, llegue a ser ella misma.
de discurso. La hermenéutica opone al idealismo de la última responsabilidad de sí Éste es el supuesto del «sentido» que exégesis y filología ponen en práctica en el
este estilo de «respuesta a». plano de una determinada categoría de textos: los que han contribuido a formar nuestra
tradición histórica. La exégesis y la filología pueden preceder históricamente a la toma
de conciencia fenomenológica, pero ésta las precede en el orden de la fundamentación.
II. PARA UNA FENOMENOLOGÍA HERMENÉUTICA
Es ciertamente difícil formular este supuesto en un lenguaje no-idealista. El
corte que se da entre la actitud fenomenológica y la actitud naturalista –o, como
La crítica hermenéutica del idealismo husserliano no es, a mi juicio, el reverso
hemos dicho, la elección del sentido– parece en efecto identificarse sin más con la
negativo de una investigación orientada en un sentido positivo y que sitúo aquí bajo
elección de la conciencia «en» la que aparece el sentido. ¿No se accede a la dimen-
el título, programático y exploratorio, de «Fenomenología hermenéutica». El presen-
sión del sentido «suspendiendo» toda Seinsglaube? ¿No se presupone la epoché del ser-
te ensayo no pretende poner en práctica –«llevar a cabo»– esta fenomenología her-
en-sí cuando optamos por el sentido? ¿No es idealista toda filosofía del sentido?
menéutica; se limita a mostrar su posibilidad, estableciendo, por una parte, que,
Creo que estas implicaciones no son, en modo alguno, embarazosas. Ni de
más allá de la crítica del idealismo husserliano, la fenomenología es siempre el
hecho ni de derecho. No lo son de hecho –es decir, desde un punto de vista mera-
supuesto insalvable de la hermenéutica, y, por otra parte, que la fenomenología no
mente histórico–. Efectivamente, si pasamos de las Ideas y de las Meditaciones carte-
puede llevar a cabo su programa de constitución sin constituirse en interpretación de
sianas de Husserl a las Investigaciones lógicas, encontramos la fenomenología en un
la vida del ego.
estado donde se elaboran las nociones de expresión y de significado, de conciencia y
de intencionalidad, de intuición intelectual, sin que se introduzca la «reducción» en
1. EL supuesto fenomenológico de la hermenéutica
su sentido idealista. Por el contrario, la tesis de la intencionalidad establece explíci-
tamente que si todo sentido es para una conciencia, ninguna conciencia es concien-
a) El supuesto fenomenológico fundamental de una filosofía de la interpreta-
cia de sí antes de ser conciencia de algo hacia lo cual se desborda, o, como decía Sar-
ción es que toda pregunta sobre un «ente» cualquiera es una pregunta sobre el sentido de
tre en un artículo notable de 193722, de algo hacia lo cual «estalla». ¿No constituye
ese «ente».
De este modo, desde las primeras páginas de Sein und Zeit, leemos que la pre-
gunta olvidada es la pregunta por el sentido del ser. La pregunta ontológica es aquí 20
H. G. Gadamer, op. cit., pp. 367 y ss.; [trad, cast.: 468 y ss.].
una pregunta fenomenológica. Sólo es una pregunta hermenéutica en la medi- 21
M. Heidegger, «Hegels Begriff der Erfahrung», en Holzwege, pp. 105-192 [Frankfurt, Klostermann, 1950.
Reeditado en Gesamtausgabe Band 5, Frankfurt, Vittorio Klostermann, 1984, pp. 115-208]; trad, fr.: «Hegel et son
da en que ese sentido está encubierto, no ciertamente en sí mismo, sino en to- concept d‘expérience», en Chemins qui ne mènent nulle part, pp. 101 y ss. [París. Gallimard, 1962]; [trad, cast.: «El
do lo que nos impide acceder a él. Pero para que se convierta en una pregunta concepto de experiencia en Hegel», en Caminos de bosque, Madrid, Alianza, 1995. pp. 110-189].
hermenéutica –en una pregunta sobre el sentido encubierto– es preciso que se
22
J. P. Sartre, «Une idée fondamentale de la phénoménologie de Husserl: l’intentionalité», en Situations I, 1947
[París, Gallimard. El ensayo había aparecido previamente en enero de 1939 en La nouvelle revue Française. n.° 304,
reconozca que la pregunta central de la fenomenología es una pregunta acerca del pp. 129-131, y no en 1937 como señala Ricceur en el texto. La redacción de este artículo de Sartre data de su estan-
sentido. cia en Berlín hacia 1933-1934. Trad. cast.: «Una idea fundamental de la fenomenología de Husserl», en Situaciones
I. El hombre y las cosas, Buenos Aires, Losada, 1960. pp. 25-27].

36 37
la aportación básica de la fenomenología descubrir que la conciencia está fuera de sí Este paralelismo tiene una importancia considerable, de ser cierto que la herme-
misma, que está hacia el sentido, antes de que el sentido sea para ella, y sobre todo néutica deba asumir en sí misma el momento crítico, el momento de la sospecha, a
antes de que la conciencia sea para sí misma?. De este modo, remontarse al sentido partir del que se constituyen una crítica de las ideologías, un psicoanálisis, etc. Este
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no-idealista de la reducción es ser fiel al mayor hallazgo de las Investigaciones lógicas, momento crítico sólo puede ser incorporado a la relación de pertenencia si el distan-
a saber, que la noción lógica de significado –como Frege, por ejemplo, la introduje- ciamiento es consustancial a la pertenencia misma. La fenomenología muestra que esto
ra– deriva de una noción más amplia de significado que se extiende tan lejos como es posible, cuando eleva al rango de decisión filosófica el acontecimiento virtual de la
la de intencionalidad. De este modo, se conquista el derecho a hablar del «sentido» instauración del «compartimento vacío» que da a un sujeto la posibilidad de significar
de la percepción, del «sentido» de la imaginación, del de la voluntad, etc. Esta subor- su vivencia, su pertenencia a una tradición histórica y, en general, su experiencia.
dinación de la noción lógica de significado a la noción universal de sentido, guiada
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por el concepto de intencionalidad, no implica en modo alguno que una subjetivi- c) La hermenéutica comparte también con la fenomenología la tesis del carácter
dad trascendental tenga el dominio soberano de ese sentido hacia el que se dirige. Al derivado de los significados del orden lingüístico.
contrario, la fenomenología podía encaminarse en la dirección opuesta, es decir, Es fácil, al respecto, remitir las tesis más conocidas de la hermenéutica a su raíz
tomar partido por la tesis de la preeminencia del sentido sobre la conciencia de sí. fenomenológica. Partiendo de las tesis más recientes, las de Gadamer, podemos ver
que hasta la composición de Wahrheit und Methode refleja esta constatación del
b) La hermenéutica remite de otro modo a la fenomenología, a saber, mediante carácter secundario de la problemática del lenguaje. Si bien es cierto que toda expe-
su recurso al distanciamiento en el corazón mismo de la experiencia de pertenencia. En riencia tiene una «dimensión lingüística», y que esta Sprachlichkeit imprime y reco-
efecto, el distanciamiento, según la hermenéutica, no guarda relación con la epoché rre toda experiencia, una filosofía hermenéutica, sin embargo, no debe comenzar por
según la fenomenología, sino con una epoché interpretada en un sentido no idealista, la Sprachlichkeit. En primer lugar, ha de decir lo que llega al lenguaje. Por ello, la filo-
como un aspecto del movimiento intencional de la conciencia hacia el sentido. A toda sofía comienza por la experiencia del arte, que no es necesariamente lingüística. Más
conciencia de sentido pertenece, en efecto, un momento de distanciamiento, de aún, en esta experiencia, la filosofía privilegia los aspectos más ontológicos de la
poner a distancia lo «vivido», en la medida en que nos adherimos a ello pura y sim- experiencia del juego –tanto en el sentido lúdico como en el sentido teatral de la pala-
plemente. La fenomenología comienza cuando, no contentos con «vivir» –o «revi- bra–23. Efectivamente, la filosofía ve en la participación de los jugadores en el juego
vir»–, interrumpimos la vivencia para significarla. Por ello, epoché y orientación de la primera experiencia de pertenencia susceptible de ser interrogada por el filósofo.
sentido están estrechamente ligadas. Y en el juego ve constituirse la función de exhibición o presentación (Darstellung) a
Esta relación es fácil de discernir en el caso del lenguaje. El signo lingüístico, en la que, sin duda, apela el medio lingüístico, pero que en justicia precede y conduce
efecto, sólo puede valer para algo si no es la cosa. El signo, de este modo, comporta al discurso. Tampoco el discurso es lo primero en el segundo grupo de experiencias
una negatividad específica. Todo sucede como si, para entrar en el universo simbóli- interpretadas en Wahrheit und Methode. La conciencia de estar expuesto a los efectos
co, el sujeto hablante debiera disponer de un «compartimento vacío» a partir del cual de la historia24, que hace imposible la reflexión total sobre los prejuicios y precede a
pudiese comenzar a usar los signos. La epoché es el acontecimiento virtual, el acto fic- toda objetivación del pasado por parte del historiador, no es reductible a los aspec-
ticio que inaugura todo el juego mediante el que cambiamos signos por cosas, sig- tos propiamente lingüísticos de la transmisión del pasado. Textos, documentos y
nos por otros signos, la emisión de signos por su recepción. La fenomenología es monumentos sólo representan una mediación entre otras, por muy arquetípica que
como la recuperación explícita de este acontecimiento virtual que ella eleva a la dig- sea en función de las razones que antes aludíamos. El juego de la distancia y de la
nidad del acto, del gesto filosófico. Hace temático lo que sólo era operatorio. Por eso proximidad, que constituye la conexión histórica, es algo que llega al lenguaje y no
mismo, hace aparecer el sentido como sentido. algo que éste produce.
Este es el gesto filosófico que la hermenéutica prolonga en el ámbito que le es Este modo de subordinar la Sprachlichkeit a la experiencia que llega al lenguaje
propio: el de las ciencias históricas y, de modo más general, el de las ciencias del espí- es perfectamente fiel a la postura de Heidegger en Sein und Zeit. Recordemos que la
ritu. La «vivencia», que la hermenéutica se esfuerza por llevar al lenguaje y por ele- analítica del Dasein subordina el plano del enunciado (Aussage), que es también el de
var al sentido, es la conexión histórica, mediatizada por la transmisión de los docu- los significados lógicos, es decir, el de los significados propiamente dichos (Bedeu-
mentos escritos, de las obras, de las instituciones y de los monumentos que hacen tungen), al plano del discurso (Rede) que es –dice– «co-originario» con el orden de la
presente, para nosotros, el pasado histórico. Lo que hemos llamado «pertenencia» no
es sino la adhesión a esa historia vivida, a lo que Hegel llamaba la «sustancia» de las
costumbres. A la «vivencia» del fenomenólogo corresponde, por parte de la herme- 23
H. G. Gadamer, op. cit., pp. 97 y ss.; [trad. cast.: 143 y ss. En francés, jouer posee una serie compleja de aso-
ciaciones semánticas que no tiene correlato en castellano. Significa tanto jugar como representar o interpretar un
néutica, la conciencia expuesta a la eficacia histórica. De ahí que el distanciamiento papel en una obra de teatro. Ricceur, siguiendo a Gadamer en este punto, conserva la riqueza de significado que das
hermenéutico sea a la pertenencia lo que, en la fenomenología, la epoché es a la viven- Spiel (juego) tiene en Wahrheit und Methode, aprovechando la ambigüedad de dicho concepto para relacionar el juego
con la interpretación (N. del T.)].
cia. La hermenéutica comienza también cuando, no contentos con pertenecer a la 24
Con esta expresión propongo un equivalente en castellano [en francés: les effets de l’histoire] para el concep-
tradición transmitida, interrumpimos la relación de pertenencia para significarla. to Wirkungsgeschichtliches Bewusstsein mencionado supra, nota 18: [trad. cast.: p. 370].

38 39
situación (Befindlichkeit) y el de la comprensión (Verstehen), que constituye también ladado al ámbito de las ciencias histórico-hermenéuticas. Fue la consecuencia que
el del proyecto25. De este modo, el orden lógico se halla precedido por un «decir» Merleau-Ponty extrajo de la fenomenología husserliana.
que es inherente a un «encontrarse» y a un «comprender». El orden de los enunciados Por otra parte, la experiencia perceptiva aparecía cada vez más como un seg-
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no puede pretender, pues, ninguna autonomía. Éste remite a las estructuras existen- mento, artificialmente aislado, perteneciente al «mundo de la vida», que comporta-
ciarias constitutivas del ser-en-el-mundo. ba inmediatamente un carácter histórico y cultural. No insistiré aquí en esta filoso-
Esta remisión del orden lingüístico a la estructura de la experiencia (que en el fía de la Lebenswelt de la época de la Krisis, contemporánea, por otra parte, de la
enunciado llega al lenguaje) constituye, a mi modo de ver, el supuesto fenomenoló- analítica del Dasein de Heidegger. Básteme decir que el retorno de la naturaleza obje-
gico más importante de la hermenéutica. tivada y matematizada por la ciencia galileana y newtoniana a la Lebenswelt es el
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Desde la época de las Investigaciones lógicas, efectivamente, es posible captar el principio mismo del retorno que la hermenéutica trata de llevar a cabo, por otro
movimiento que permite encuadrar el significado lógico y, en consecuencia, con- lado, al plano de las ciencias del espíritu, cuando se propone pasar de las objetiva-
temporáneo de las «expresiones» lógicas de nuestro lenguaje en una teoría general de ciones y de las explicaciones de la ciencia histórica y sociológica a la experiencia artís-
la intencionalidad. Ese movimiento implicaba que el modelo de la relación inten- tica, histórica y lingüística que lleva y precede a estas objetivaciones y estas explica-
cional pasa del plano lógico al plano perceptivo, donde se forma nuestra primera rela- ciones. El retorno a la Lebenswelt puede desempeñar mejor este papel paradigmático
ción significativa con la cosa. Al mismo tiempo, la fenomenología pasa del plano pre- para la hermenéutica, siempre que la Lebenswelt no se confunda con no sé qué inme-
dicativo y apofántico del significado, donde siguen situándose las Investigaciones diatez inefable o se identifique con la envoltura vital y emocional de la experiencia
lógicas, a un plano propiamente antepredicativo, en el que el análisis noemático pre- humana, sino que designe esta reserva de sentido, este excedente de sentido de la
cede al análisis lingüístico. De este modo, en Ideen I, Husserl llega a decir que el terre- experiencia viva, que hace posible la acritud objetivadora y explicativa.
no de la expresión es un terreno esencialmente «improductivo»26. Y, en efecto, el aná- Pero estas últimas observaciones nos han conducido ya al punto donde la feno-
lisis de las correlaciones noético-noemáticas puede llevarse muy lejos sin que haya que menología sólo puede ser el supuesto de la hermenéutica en la medida en que, a su
considerar la articulación lingüística en cuanto tal. El nivel estratégico propio de la vez, comporta un supuesto hermenéutico.
fenomenología lo constituye, entonces, el noema con sus modificaciones (presencia,
acto de traer a presencia, recuerdos, fantasía, etc.), sus modos de creencia (certeza, 2. El supuesto hermenéutico de la fenomenología
duda, cálculo, etc.), y sus grados de actualidad y de potencialidad. Esta constitución
del noema completo precede al plano propiamente lingüístico en el que se articulan las Por «supuesto hermenéutico» entiendo, esencialmente, la necesidad que tiene la
funciones de denominación, de predicación, de conexión sintáctica, etc. fenomenología de concebir su método como una Auslegung, como una exégesis, como
Este modo de subordinar el plano lingüístico al plano prelingüístico del análisis una explicación, como una interpretación.
noemático es, a mi juicio, ejemplar para la hermenéutica. Cuando ésta subordina la La demostración será mucho más sorprendente si nos dirigimos, no a los textos
experiencia lingüística al todo de nuestra experiencia estética e histórica, continúa, del ciclo de Krisis que acabamos de mencionar, sino a los textos del período «lógico»
en el plano de las Ciencias del Espíritu, el movimienro iniciado por Husserl en el y del período «idealista».
plano de la experiencia perceptiva.
a) El recurso a la Auslegung en las Investigaciones lógicas.
d) El parentesco entre el antepredicativo de la fenomenología y el de la herme- El momento de la Auslegung en la primera Investigación lógica es contemporá-
néutica es tan estrecho que la fenomenología husserliana comenzó a desarrollar la feno- neo del esfuerzo por llevar a la intuición los «actos que confieren significado»27. Esta
menología de la percepción en la dirección de una hermenéutica de la experiencia histó- investigación comienza con una declaración muy firme dirigida contra la intromi-
rica. Sabemos cómo se produjo dicho desarrollo. sión de las imágenes en la comprensión de una expresión (en el sentido lógico de esta
Por una parte, Husserl no cesó de desarrollar las implicaciones propiamente palabra). Comprender una expresión, dice Husserl, es distinto a recuperar las imá-
temporales de la experiencia perceptiva. De este modo, se situó, mediante sus propios genes que están relacionadas con ella. Las imágenes pueden «acompañar» e «ilustrar»
análisis, en la vía de la historicidad de la experiencia humana en su conjunto. En par- la intelección, pero no la constituyen y son siempre inadecuadas para ella.
ticular, se hizo cada vez más evidente que el carácter presunto, inadecuado e inaca- Este radicalismo de la intelección sin imágenes es muy conocido: es mucho más
bado que resulta, en el caso de la experiencia perceptiva, de su estructura temporal interesante señalar sus fallos.
podía caracterizar poco a poco la experiencia histórica en su conjunto. Surgía, así, de Dejaremos a un lado el caso de los significados fluctuantes que Husserl exami-
la fenomenología de la percepción un nuevo modelo de verdad, que podía ser tras- nó mucho después28, aunque supondría una contribución importante a nuestra

27
E. Husserl, Logische Untersuchungen I, cap. II, §§ 17 y ss. [Halle, Niemeyer, 1900. También en Husserliana,
25
M. Heidegger, Sein und Zeit. op. cit., § 34; [trad, cast.: pp. 179-135]. op. cit., 1975, vol. XVIII; trad. fr.: París, P.U.F., 1962; trad. cast.: Investigaciones lógicas I, Madrid, Alianza, 1982,
26
E. Husserl, Ideen I. op. cit., § 124; [trad, cast: pp. 295-299]. pp. 259 y ss.].
28
Ibid., cap. III, §§ 24 y ss.; [trad- cast.: pp. 271 y ss.].
40
41
investigación sobre los comienzos hermenéuticos de la fenomenología. Husserl sitúa donde lo que se hace presente desempeña un papel mucho menos contingente que
en el primer puesto de estos significados fluctuantes los significados ocasionales, los el del simple «acompañamiento», que, en principio, es el único que admite la teoría
de los pronombres personales, los demostrativos, las descripciones introducidas por del significado.
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el artículo determinado, etc. Estos significados sólo pueden determinarse y actuali- Se dirá que esta aclaración está muy lejos de lo que la hermenéutica llama inter-
zarse a la luz de un contexto. Es esencial para comprender una expresión de este pretación. Sin duda, los ejemplos de Husserl están tomados, en efecto, de ámbitos
género «orientar en cada momento su significado actual según el caso, según la per- muy alejados de las ciencias histórico-hermenéuticas. Pero la aproximación es mucho
sona que habla o su situación. Sólo atendiendo a las circunstancias fácticas del enun- más sorprendente, cuando, tras un análisis de las Investigaciones lógicas, aparece el
ciado puede, en general, constituirse aquí para el oyente un significado determinado concepto de Deutung, que es claramente una interpretación. Ahora bien, esta expre-
entre los significados afines» (81, 95, 274)29. Es cierto que Husserl no habla enton- sión aparece precisamente para caracterizar una fase de la labor de aclaración o de
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ces de interpretación, sino que concibe la determinación actual de los significados clarificación de los significados lógicos, cuyo atractivo acabamos de mostrar. El pará-
ocasionales como un caso en que se mezclan la función indicativa (83, 97, 276) y la grafo 23 de la primera Investigación lógica, titulado «La apercepción (Auffassung) en
función significativa. Pero el funcionamiento de tales significados coincide, excepto la expresión y la apercepción en la representación intuitiva», comienza haciendo la
en la palabra, con lo que se nos ofreció antes como la primera intervención de la siguiente observación: «La apercepción comprensiva en donde se realiza la operación
interpretación en el nivel del lenguaje ordinario, en relación con la polisemia de las de significar está emparentada, en cierto sentido, en la medida precisamente en que
palabras y con el uso de los contextos en la conversación. Sin embargo, será mucho lo está toda apercepción, con un acto de comprensión o de interpretación (Deutung),
más demostrativo para nuestro propósito señalar el lugar de la interpretación en el con las apercepciones objetivadoras (que se llevan a cabo de diversas formas), en las
tratamiento de los significados no ocasionales a los que Husserl pretende reducir que se forma para nosotros la representación intuitiva (percepción, imaginación,
todas las formas de significado. reproducción, etc.) de un objeto (por ejemplo, de una cosa ‘exterior’) en medio de
En efecto, la aclaración de los significados no ocasionales es lo que apela de un conjunto de sensaciones vividas» (74, 87, 268). De este modo, se habla de paren-
forma más sorprendente a la Auslegung. En efecto, estos significados, susceptibles en tesco donde habíamos observado una diferencia radical. Ahora bien, el parentesco se
principio de univocidad, no la muestran a primera vista. Hay que someterlos, según refiere, precisamente, a la interpretación que ya está actuando en la simple percep-
una expresión de Husserl, a una labor de aclaración (Aufklarung). Ahora bien, esta ción y que la distingue de los simples data de la sensación. El parentesco reside en la
aclaración no puede llevarse a cabo si no se basa en un contenido mínimo y, en con- actividad significativa que permite llamar Auffassung a la operación lógica y a la ope-
secuencia, si no se da alguna intuición «correspondiente» (71, 83, 266). Es el caso de ración perceptiva. Se puede pensar que la tarea de aclaración sólo puede recurrir a la
los significados que se superponen entre sí. Husserl se asombra de ello. Introduce el intuición «correspondiente» (aludida en el § 21) gracias a este parentesco entre las
análisis con una interrogación: «Podría plantearse la pregunta siguiente: si el signifi- dos variedades de Auffassung.
cado de la expresión que actúa de modo puramente simbólico reside en el carácter Un parentesco del mismo orden es el que explica que Husserl conserve el tér-
de acto que distingue la captación comprensiva del signo verbal de la captación de mino Vorstellung –«representación»– para abarcar la conciencia de la generalidad y la
un signo carente de sentido, ¿cómo es que, para establecer diferencias de significado, conciencia de la singularidad que la segunda Investigación lógica se esfuerza en dis-
para destacar con evidencia las ambigüedades o eliminar las fluctuaciones de la inten- tinguir; ambas conciencias se refieren, respectivamente, a «representaciones específi-
ción de significado, regresamos a la intuición?» (70, 82, 265). Aquí está, pues, plan- cas» y a «representaciones singulares» (131, 157, 313). En ambos casos, en efecto, se
teado el problema de una expresión «aclarada por la intuición» (71, 83, 266). De trata de un meinen mediante el cual algo es «situado-delante» («es cierto que siempre
repente, se difumina la frontera entre las expresiones fluctuantes y las expresiones que hablamos de lo general nos estamos refiriendo a algo pensado por nosotros»)
fijas: «Para reconocer las diferencias de significado, como la diferencia entre mosca y (124, 150, 308-309). Por ello, Husserl no se declara a favor de Frege, que cortó los
elefante, no se necesitan dispositivos especiales. Pero cuando los significados, como vínculos entre Sinn y Vorstellung, y reserva la primera denominación para la lógica y
captados en una corriente continua, se interpenetran, y cuando sus fluctuaciones la segunda para la psicología. Husserl continúa usando el término Vorstellung para
imperceptibles borran los límites que la seguridad del juicio exige mantener, el recur- referirse tanto a la mención de lo específico como a la mención de lo individual.
so a la intuición constituye el procedimiento normal de aclaración. En tal caso, la Pero, sobre todo, la captación de lo genérico y la captación de lo individual par-
intención de significado de la expresión que se llena de contenido merced a intui- ten de ese núcleo común que es la sensación interpretada: «Las sensaciones repre-
ciones diversas que no dependen de un mismo concepto resurge con nitidez, junto sentan, en las percepciones correspondientes de las cosas, en virtud de las interpre-
con la orientación claramente diferente de esa recepción de contenido, es decir, junto taciones que las animan, las determinaciones objetivas, pero nunca son esas mismas
con una diferencia en la intención de significado» (71-72, 84, 266). De este modo, determinaciones. El objeto fenomenal, tal como aparece, trasciende la aparición en
la aclaración (o la ilustración) requiere una verdadera labor sobre el significado en tanto que fenómeno» (129, 155-156, 312). Lejos, pues, de poder sostener sin mati-
ces una brecha entre la mención de lo específico y la mención de lo individual, Hus-
29
La primera cifra remite a la edición original alemana; la segunda, a la trad, fr.; [la tercera, a la trad. cast. cita- serl coloca en el origen de esta bifurcación lo que llama «un aspecto fenomenal
da en nota 27]. común». «Hay también, seguramente, en ambos lados, un determinado aspecto

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fenomenal común. Tanto en un caso como en otro, lo que aparece es la misma rea- la experiencia sensible debe ser interpretada para que sirva de base a la aprehensión de
lidad concreta, y, mientras que aparece, son los mismos contenidos sensibles los que lo «genérico»), sino a la medida de los problemas de constitución en su conjunto.
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

nos son dados de una y otra parte, en el mismo modo de aprehensión, es decir, que Está bien así. El concepto de Auslegung –quizá no lo hemos subrayado suficien-
es la misma suma de contenidos sensoriales e imaginativos actualmente dados la que temente– interviene de forma decisiva en el momento en el que la problemática
es sometida a la misma ‘aprehensión’ o ‘interpretación’, en la que se constituye para alcanza su punto crítico álgido. Este punto crítico es aquel en el que la egología se
nosotros el fenómeno del objeto con las propiedades que presentan esos contenidos. erige en tribunal supremo del sentido: «el mundo objetivo que existe para mí (fiir
Pero el mismo fenómeno comporta de una y otra parte actos diferentes» (108-109, mich), que ha existido y existirá para mí, ese mundo objetivo con todos sus objetos
en mí, extrae de mí mismo (aus mir selbst) todo su sentido y toda la validez de ser
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132, 297). Esto explica que el mismo dato intuitivo pueda ser «mentado unas veces
como este dato de aquí y otras como soporte de algo general» (131. 157, 313). «En que tiene para mí» (Meditaciones cartesianas, 130, 82, 160)30. Esta inclusión de toda
todos estos modos de aprehensión, la base puede ser una sola y misma intuición sen- Seinsgeltung «en» el ego, que se expresa en la reducción del fiir mich al aus mir, halla
sible, si las circunstancias se prestan a ello» (131, 158, 313). Este núcleo interpreta- su realización en la cuarta Meditación cartesiana. Su realización, es decir, su acaba-
tivo es el que aseguta la comunidad «representativa» de ambas menciones y el trán- miento y, a la vez, su crisis.
sito de una «aprehensión» a otra. Consiguientemente, como la percepción es ya la Su acabamiento: en este sentido, sólo la identificación entre fenomenología y
sede de la labor de interpretación que ella «reptesenta» y como, a pesar de su singu- egología asegura la reducción completa del sentido-mundo a mi ego. Sólo una ego-
laridad, representa, puede servir de «apoyo» a la representación específica. logía satisface la exigencia de que los objetos sólo son para mí si extraen de mí todo
Ésta es la primera manera en que la fenomenología recupera el concepto de su sentido y toda su validez de ser.
interpretación. Lo encuentra inscrito en el proceso mediante el cual mantiene el ideal Su crisis: en el sentido de que la posición de otro ego y, a través de él, la posición
de logicidad, de univocidad, que preside la teoría del significado en las Investigacio- de la propia alteridad del mundo se vuelven completamente problemáticas.
nes lógicas. Husserl enuncia este ideal en los términos siguientes en la época de las En este momento preciso de acabamiento y de crisis, es cuando la Auslegung
Investigaciones lógicas. «Está claro que, cuando afirmamos que toda expresión subje- interviene. Leo en el parágrafo 33: «Puesto que el ego monádico concreto contiene el
tiva puede ser reemplazada por una expresión objetiva, lo único que hacemos, en el conjunto de la vida consciente, real y potencial, está claro que el problema de la expli-
fondo, es enunciar así la falta de limites de la razón objetiva. Todo lo que es, es cono- citación (Auslegung) fenomenológica de ese ego monádico (el problema de su autocons-
cimiento ‘en sí’ y su ser es un ser determinado en cuanto a su contenido, un ser que titución) debe abarcar todos los problemas constitutivos en general. Y, a fin de cuentas,
se apoya en tales o cuales ‘verdades en sí’. Lo que es claramente determinado en sí la fenomenología de esta constitución de sí por uno mismo coincide con la fenome-
debe poder ser determinado objetivamente y lo que puede ser determinado objetiva- nología en general» (102-103, 58, 123).
mente puede, idealmente hablando, ser expresado con significados claramente deter- ¿Qué entiende Husserl aquí por Auslegung? ¿Y qué espera de ella?
minados. Al ser en sí le corresponden verdades en sí, y a éstas, a su vez, les corres- Para comprenderlo, dejemos atrás la cuarta Meditación y situémonos en el cora-
ponden enunciados fijos y unívocos» (90, 105, 280). Ésta es la razón de que haya zón de la quinta y de la paradoja que, sin recurrir a la Auslegung, quedaría sin solu-
que sustituir las unidades de significados fijos, los contenidos de expresiones estables, ción. Después, volviendo sobre nuestros pasos, intentaremos comprender el papel
por significados fluctuantes, por expresiones subjetivas. Esta tarea la impone el ideal estratégico de la Auslegung en el punto de inflexión de la cuarta a la quinta Medita-
de univocidad y está dominada por el axioma de la falta de límites de la razón objeti- ción cartesiana.
va. Ahora bien, es precisamente la ejecución de la tarea de aclaración la que revela La paradoja en apariencia insoluble es ésta: por un lado, la reducción de todo
sucesivamente la separación entre significados esencialmente ocasionales y significa- sentido a la vida intencional del ego concreto implica que el otro se constituye «en
dos unívocos, después, la función de acompañamiento de las intuiciones ilustrativas, mí» y «a partir de mí»; por otro lado, la fenomenología debe dar cuenta de la origi-
y, por último, el papel de apoyo de las interpretaciones perceptivas. Poco a poco, se nalidad de la experiencia del otro, precisamente en tanto que es la experiencia de
va produciendo la inversión de la teoría de la intuición en teoría de la interpretación. alguien distinto a mí. La quinta Meditación está dominada, enteramente, por la ten-
sión que se produce entre estas dos exigencias: constituir al otro en mí, constituirle
b) El recurso a la Auslegung en las Meditaciones cartesianas. como otro. Esta formidable paradoja estaba latente en las otras cuatro Meditaciones:
Las Investigaciones lógicas no podían desarrollar más estos inicios hermenéuticos, ya la «cosa» se alejaba dramáticamente de mi vida como algo distinto a mí, como algo
debido al proyecto lógico de la fenomenología en esa época. Por este motivo, sólo frente a mí, aunque sólo fuese una síntesis intencional, una unidad presumida; pero
hemos podido hablar de ello como de un residuo que revela la exigencia misma de el conflicto latente entre la exigencia reductora y la exigencia descriptiva se convier-
univocidad que preside estos análisis. te en un conflicto abierto desde el momento en que el otro ya no es una cosa, sino
Ocurre de modo completamente distinto en las Meditaciones cartesianas, donde
la fenomenología ya no pretende sólo dar cuenta del sentido ideal de las expresiones
bien formadas, sino del sentido de la experiencia en su conjunto. Si la Auslegung, pues, 30
La primera cifra remite a Husserliana. op. cit.. vol. I. 1963; la segunda, a la trad. fr.: París, Vrín, 1947; [la ter-
debe ocupar aquí un lugar, ya no será en una medida limitada (en la medida en la que cera, a la trad, cast.; Meditaciones cartesianas, México, F.C.E., 1985].

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otro yo, otro distinto a mí. Cuando –hablando en términos absolutos– sólo uno es menológica de mí mismo llevada a cabo en mi ego» (l17, 71, 142). Lo que caracte-
sujeto –yo– el otro no se da simplemente como un objeto psicofísico, situado en la riza al «estilo» de la interpretación es el carácter de «tarea infinita», que está ligado a
naturaleza; es también un sujeto de experiencia con el mismo círulo que yo; en cuan- la ampliación de los horizontes de las experiencias actuales. La fenomenología es una
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to tal, me percibe como perteneciente al mundo de su experiencia. Más aún, sobre meditación «indefinidamente continuada», pues la reflexión es desbordada por los
la base de esta intersubjetividad se constituyen una naturaleza y un mundo cultural significados potenciales de lo subjetivamente vivido. Este mismo tema se recoge al
«comunes». Con respecto a esto, la reducción a la esfera de pertenencia –verdadera final de la quinta Meditación. El parágrafo 59 se titula: «La explicitación ontológica
reducción en la reducción–, puede ser comprendida como la conquista de la para- y su lugar en el conjunto de la fenomenología constitutiva trascendental». Lo que
doja como paradoja: «En esta particularísima intencionalidad se constituye un sentido Husserl llama explicitación ontológica consiste en el despliegue de los estratos del
existencial nuevo que rebasa (überschreitet) el ser de mi ego monádico; se constituye sentido (naturaleza, animalidad, psiquismo, cultura y personalidad), cuyo escalona-
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entonces un ego, no como ‘yo-mismo’, sino como reflejándose (spiegelndens) en mi ego miento constituye el «mundo como sentido constituido». De este modo, la explici-
propio, en mi mónada» (125, 78, 154). Ésta es la paradoja de la dramática separación tación está a medio camino entre una filosofía de la construcción y una filosofía de la
de mi existencia de otra existencia en el momento mismo en que establezco que la descripción. Frente al hegelianismo y sus secuelas, frente a toda «construcción meta-
mía es la única existencia. física», Husserl sostiene que la fenomenología no «crea» nada, sino que «encuentra»
Recurrir a las nociones de «captación analógica» y de «emparejamiento» (Paa- (168, 120, 209); se trata del lado hiperempírico de la fenomenología; la explicitación
rung), no disminuye en modo alguno esta paradoja, por lo menos mientras no se lle- es una explicitación de la experiencia: «La explicitación fenomenológica no hace sino
gue a discernir la función de la Auslegung, aludida en la cuarta Meditación. Decir que explicitar –y nunca podremos ponerlo de relieve suficientemente– el sentido que el
el otro es «apresentado» y nunca propiamenre «presentado» parece un modo de alu- mundo tiene para nosotros, con anterioridad a toda filosofía, y que manifiestamen-
dir a la dificultad en lugar de resolverla. En efecto, decir que la captación analogi- te le confiere nuestra experiencia; este sentido puede ser extraído (enthüllt) por la
zante no es un razonamiento por analogía, sino una transferencia inmediata, funda- filosofía, pero nunca puede ser modificado (geändert) por ella. Y, en cada experien-
da en un acoplamiento, en un emparejamiento de mi cuerpo con esce otro cuerpo cia actual, está rodeado –por razones esenciales y no a causa de nuestra debilidad– de
que está ahí, es señalar el punto de unión de la exigencia de descripción y de la exi- horizontes que es preciso aclarar (Klären)» (177, 129, 221). Pero, por otra parte,
gencia de constitución, dando un nombre al conjunto mixto en donde la paradoja ligando así la explicitación a la aclaración de los horizontes, la fenomenología pre-
debería resolverse. Pero, ¿qué significa esta «transposición aperceptiva», esta «aper- tende superar la descripción estática que haría de ella una simple geografía de los
cepción analogizante»? Si no se da primero la configuración en pareja del ego y del estratos del sentido, una estratigrafía descriptiva de la experiencia; las operaciones de
alter ego, nunca se producirá. Este «acoplamiento», en efecto, hace que el sentido de transferencia que hemos descrito del yo hacia el otro, después, hacia la naturaleza
toda mi experiencia remita al sentido de la experiencia del otro. Pero si el acopla- objetiva y, por último, hacia la historia realizan una constitución progresiva, una
miento no percenece de un modo originario a la constitución del ego por él mismo, composición gradual y, en última instancia, una «génesis universal» de lo que vivi-
la experiencia del ego no comportará referencia alguna a la del otro. Y, de hecho, lo mos, ingenuamente como «mundo de la vida».
más notable de la quinta Meditación son todas las descripciones que hacen que Esta «explicitación intencional» incluye las dos exigencias que nos ha parecido
irrumpa el idealismo, ya se trate de las formas concretas de acoplamiento, o del dis- ver enfrentadas a lo largo de toda la quinta Meditación: por un lado, el respeto a la
cernimiento de una vida psíquica extraña, sobre la base de la concordancia entre los alteridad del otro, por otro, el arraigo de esta experiencia de trascendencia en la expe-
signos, las expresiones, los gestos, las posturas que vienen a completar la suposición, riencia primordial. La Auslegung, en efecto, no hace sino manifestar continuamente
la anticipación de la vivencia de un extraño, o se trate del papel de la imaginación en el aumento de sentido que, en mi experiencia, designa el lugar vacío que coreespon-
la apercepción analogizante: allí es donde podría estar si me trasladase a ese lugar. de al otro.
Pero hay que reconocer que sigue siendo enigmático, en estás admirables des- Una lectura menos dicotómica de toda la quinta Meditación es posible desde
cripciones, que la trascendencia del alter ego sea al mismo tiempo una modificación este momento. La Auslegung está ya en acción en la reducción de la esfera de perte-
intencional de mi vida monádica: «Gracias a la constitución de su sentido, el otro nencia, pues ésta no es un dato a partir del cual yo pueda avanzar hacia ese dacto que
aparece de un modo necesario en mi ‘mundo’ primordial, en calidad de modificación sería el otro. La experiencia reducida al cuerpo propio es el resultado de una elimi-
intencional de mi yo, objetivado en primer lugar. [...] Dicho de otro modo, otra nación abstractiva de todo lo que es «extraño»; mediante esta reducción abstractiva,
mónada se constituye, por apresentación, en la mía» (144, 97, 178-179). dice Husserl, he «puesto de manifiesto mi cuerpo reducido a mi pertenencia» (128,
Recurrir a la Auslegung permite vislumbrar la solución de este enigma, de esta 81, 158). Esta Herausstellung significa, a mi juicio, que lo primordial es siempre el
paradoja e, incluso, de este conflicto latente entre dos proyectos –un proyecto de des- término «cuestionado al revés». Gracias a esta Rückfrage, la reflexión percibe, en el
cripción de la trascendencia y un proyecto de constitución en la inmanencia–. espesor de la experiencia y a través de los estratos sucesivos de la constitución, lo que
Regresemos, pues, al momento en que la cuarta Meditación define toda la Husserl llama una «fundamenratión originaria» –una Urstiftung– (141, 93, 174) a la
empresa fenomenológica como Auslegung. El parágrafo 41, que cierra la cuarta Medi- que esos estratos remiten. Lo primordial, consiguientemente, es el término intencio-
tación, define expresamente el idealismo trascendental como «la explicicación feno- nal de esa remisión. No hay que buscar, pues, bajo la denominación de esfera de per-

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tenencia, una determinada experiencia en bruto que estaría conservada en el corazón
de mi experiencia cultural, sino algo anterior nunca dado. Por eso, a pesar de su
núcleo intuitivo, esta experiencia sigue siendo una interpretación. «Lo que me es
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propio se revela, también, mediante la explicitación, y en ella y por obra de ella reci-
be su sentido original» (132, 85, 163). Lo propio sólo se revela «a través de la expe-
riencia de explicitación» (Ibid). No se podría decir mejor: en la misma interpretación
se constituyen polarmente lo propio y lo ajeno.
En efecto, el otro se constituye a la vez en mí y como otro, como Auslegung. Es Estructura y hermenéutica
propio de la experiencia en general, dice el parágrafo 46, no determinar su objeto
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más que «interpretándolo mediante él mismo; dicha experiencia se lleva a cabo, pues, Paul Ricoeur
como explicitación pura» (131, 84, 162). Toda determinación es explicitación: «Este
contenido esencial y propio sólo está todavía anticipado de un modo general y bajo
la forma de un horizonte; sólo se constituye originariamente (con el signo que indi-
ca lo interno, lo propio, lo esencial y, muy especialmente, la propiedad) mediante la
explicitación» (132, 84-85, 162).
La paradoja de una constitución que sería a un tiempo constitución «en mí» y En primer lugar, quisiera precisar el ángulo de ataque de mi contribución a este con-
constitución de «otro» cobra un significado totalmente nuevo si se aclara mediante junto de ensayos dedicado a la obra de Claude Lévi-Strauss.
el papel de la explicitación; el otro está incluido, no en mi existencia como algo dado, Mi propósito es confrontar el estructuralismo, considerado como ciencia, con la her-
sino en la medida en que ésta última comporta un «horizonte abierto e infinito» menéutica, entendida como interpretación filosófica de los contenidos míticos, recogidos
(132, 85, 163), un potencial de sentido, que no abarco con la mirada. Puedo afir- dentro de una tradición viva y recuperados mediante una reflexión y una especulación
mar, desde ese momento, que la experiencia del otro se limita a «desarrollar» mi pro- actuales.
pio ser idéntico pero lo que desarrolla era ya más que yo mismo, puesto que lo que Veremos que esta comparación lleva a reconocer tanto las razones fundadas del
aquí llamo mi propio ser idéntico es un potencial de sentido que desborda el alcan- estructuralismo como los límites de su validez.
ce de la reflexión. La posibilidad de la transgresión del yo hacia el otro se encuentra De modo aún más preciso, quisiera tomar como piedra de toque de esta confronta-
inscrita en esta estructura de horizonte que llamo explicitación, o con palabras del ción el sentido que ambas partes reconocen al tiempo histórico. El estructuralismo habla
propio Husserl, una «explicitación de los horizontes de mi propio ser» (ibid.). en términos de sincronía y de diacronía; la hermenéutica, en términos de tradición, de
Husserl observó, sin sacar todas las consecuencias, que la intuición y la explici- herencia, de recuperación (o «renacimiento») de un sentido viejo en un sentido nuevo, etc.
tación coinciden. Toda la fenomenología es una explicitación en la evidencia y una Qué se esconde tras esta diferencia de lenguaje?, ;qué hace hablar a uno en térmi-
evidencia de la explicitación. La experiencia fenomenológica es una evidencia que se nos de sincronía y de diacronía, y a la otra en términos de historicidad? Mi intención no
explicita, una explicitación que despliega una evidencia. En este sentido, la fenome- es, en absoluto, oponer la hermenéutica al estructuralismo, la historicidad de una a la
nología sólo puede llevarse a cabo como hermenéutica. diacronía del otro. El estructuralismo pertenece a la ciencia, y no encuentro actualmente
Pero la verdad de esta proposición sólo puede captarse si, al mismo tiempo, asu- un enfoque más riguroso y fecundo que el estructuralismo en el nivel de intelección que le
mimos enteramente la crítica de la hermenéutica al idealismo husserliano. Aquí es corresponde. La interpretación de la simbólica sólo merece llamarse hermenéutica en la
donde la segunda parte de este ensayo remite a la primera: fenomenología y herme- medida en que constituye un segmento de la comprensión de uno mismo y de la com-
néutica sólo se presuponen mutuamente si el idealismo de la fenomenología husser- prensión del ser; fuera de esta labor de apropiación del sentido, no es nada. La herme-
liana queda sometido a la crítica de la hermenéutica. néutica, en este sentido, es una disciplina filosófica. Mientras el estructuralismo tiende a
guardar las distancias, a objetivar, a separar de la ecuación personal del investigador la
Traducción: Gabriel Aranzueque estructura de una institución, de un mito o de un rito, el pensamiento hermenéutico se
sumerge en lo que se ha dado en llamar «el círculo hermenéutico» del comprender y del
creer, lo cual lo descalifica como ciencia y lo cualifica como pensamiento meditativo. No
hay, pues, por qué yuxtaponer dos maneras de comprender, la cuestión es más bien enla-
zarlas, como lo objetivo y lo existencial (¡o lo existenciario!). Al ser la hermenéutica una
fase de la apropiación del sentido, una etapa entre la reflexión abstracta y la reflexión con-
creta, al ser una recuperación mediante el pensamiento del sentido que se halla en sus-
penso en la simbólica, sólo puede considerar que la labor de la antropología estructural es
un apoyo, y no algo rechazable; sólo nos apropiamos de aquello que antes hemos mante-

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nido a distancia para considerarlo. Esta consideración objetiva, que los conceptos de sin- que cuenta no son los términos, considerados individualmente, sino las separaciones
cronía y de diacronía ponen en práctica, es la que quiero llevar a cabo con la esperanza diferenciales; las diferencias de sonido y de sentido, y las relaciones entre unas y otras
de hacer que la hermenéutica pase de una intelección ingenua a una intelección madu- son las que constituyen el sistema de signos de una lengua. Se comprende, entonces,
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ra, mediante la disciplina de la objetividad. que cada signo sea arbitrario, como relación aislada de un sentido y de un sonido, y
que todos los signos de una lengua formen un sistema: «en la lengua, sólo hay dife-
No me parece oportuno partir de El pensamiento salvaje, sino llegar a él. El pen- rencias» (Curso de lingüística general, 166, 168)1.
samiento salvaje representa la última etapa de un proceso gradual de generalización. En Esta idea firme remite al segundo tema, que se refiere precisamente a la relación
un principio, el estructuralismo no pretende definir la constitución entera del pensa- de la diacronía con la sincronía. En efecto, el sistema de diferencias sólo se presenta
miento, ni siquiera en el estado salvaje, sino delimitar un grupo muy especifico de pro- sobre un eje de coexistencias completamente distinto del eje de sucesiones. Nace así
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blemas que tienen, si se me permite decir, cierta afinidad con el enfoque estructuralista. una lingüística sincrónica, como ciencia de los estados en sus aspectos sistemáticos,
El pensamiento salvaje representa una especie de llegada al límite, de sistematización distinta de una lingüística diacrónica, o ciencia de las evoluciones, aplicada al siste-
definitiva, que invita demasiado fácilmente a considerar que la elección entre varias ma. Como vemos, la historia es secundaria y figura como alteración del sistema. Más
maneras de comprender, entre varias inteligibilidades, es una falsa alternativa. Ya he aún, en lingüística, estas alteraciones son menos inteligibles que los estados del sis-
dicho que en principio esto era absurdo. Para no caer de hecho en la trampa, hay que tema: «Nunca –escribe Saussure– el sistema se modifica directamente; en sí mismo
considerar el estructuralismo como una explicación en principio limitada, que luego se es inmutable; sólo ciertos elementos son alterados sin que ello afecte a la solidaridad
extiende progresivamente siguiendo el hilo conductor de los propios problemas. La con- que los une al todo» (ibid, 121, 124). La historia es más bien responsable de desór-
ciencia de la validez de un método no puede separarse nunca de la conciencia de sus lími- denes que de cambios significativos; Saussure lo enuncia claramente: «Los hechos de
tes. Para hacer justicia a este método y, sobre todo, para aprender de él, lo retomaré en su la serie sincrónica son relaciones, los hechos de la serie diacrónica, acontecimientos
movimiento de expansión a partir de un núcleo indiscutible, en lugar de recogerlo en su que se dan en el sistema». Por consiguiente, la lingüística es, en primer lugar, sin-
estadio final, más allá de un determinado punto crítico donde, tal vez, pierde el sentido crónica, y la diacronía sólo es inteligible como comparación entre los estados ante-
de sus límites. riores y posteriores del sistema. La diacronía es comparativa; por eso, depende de la
sincronía. Finalmente, los acontecimientos sólo son aprehendidos en cuanto realiza-
dos en un sistema, es decir, en cuanto que reciben también de él un aspecto de regu-
I. EL MODELO LINGÜÍSTICO laridad. El hecho diacrónico es la innovación surgida de la palabra (de una sola, de
algunas, poco importa), aunque «convertida en hecho lingüístico» (ibid., 140, 147).
Como sabemos, el estructuralismo procede de la aplicación de un modelo lin- El problema central de nuestra reflexión será saber hasta qué punto el modelo
güístico a la antropología y a las ciencias humanas en general. En el origen del estruc- lingüístico de las relaciones entre sincronía y diacronía nos lleva a la intelección de
turalismo encontramos primero a Ferdinand de Saussure y su Curso de lingüística la historicidad propia de los símbolos. Digámoslo ya: llegaremos al punto crítico
general y, sobre todo, la orientación propiamente fonológica de la lingüística que cuando estemos frente a una verdadera tradición, es decir, frente a una serie de recu-
adoptaron Trubetzkoy, Jakobson y Martinet. Con ellos asistimos a una inversión de peraciones interpretativas que ya no puedan ser consideradas como la intervención
las relaciones entre sistema e historia. Para el historicismo, comprender es encontrar del desorden en un estado sistémico.
la génesis, la forma anterior, las fuentes y el sentido de la evolución. Con el estruc- Entendámonos bien: no atribuyo al estructuralismo, como algunos de sus críti-
turalismo, lo que se considera inteligible, antes que nada, son los ordenamientos, las cos, una oposición pura y simple entre diacronía y sincronía. Lévi-Strauss tiene razón
organizaciones sistemáticas en un estado dado. Ferdinand de Saussure comienza a en este aspecto al oponer a sus detractores (Antropología estructural, 101-103, 81-83)
introducir esta inversión al distinguir en el lenguaje lengua y habla. Si entendemos el gran artículo de Jakobson sobre los «Principios de la fonología histórica»2, donde
por lengua el conjunto de convenciones adoptadas por un cuerpo social para permi- el autor distingue expresamente entre sincronía y estática. Lo que importa es la
tir el ejercicio del lenguaje entre los individuos, y por habla la operación misma de subordinación, no la oposición, de la diacronía a la sincronía. Esta subordinación es
los sujetos hablantes, esta distinción capital da lugar a tres reglas cuya generalización, lo que pondrá en tela de juicio la intelección hermenéutica. La diacronía sólo es sig-
fuera del ámbito inicial de la lingüística, veremos de inmediato. nificativa por su relación con la sincronía, y no a la inversa.
En primer término, la idea misma de sistema: separada de los sujetos hablantes, Y aquí tenemos el tercer principio, que no afecta menos a nuestro problema de
la lengua se presenta como un sistema de signos. Ciertamente, Ferdinand de Saus- la interpretación y del tiempo de la interpretación. Ha sido puesto de relieve sobre
sure no es un fonólogo: su concepción del signo lingüístico como relación entre el
significante sonoro y el significado conceptual es mucho más semántica que fonoló-
gica. No obstante, lo que, a su juicio, constituye el objeto de la ciencia lingüística es
1
el sistema de signos, surgido de la determinación mutua entre la cadena sonora del La primera cifra hará alusión de ahora en adealnte a la versión original citada en la bibliografía. La segunda.
a la página de la edición castellana correspondiente (N. del T.).
significante y la cadena conceptual del significado. En esta determinación mutua, lo 2
R. Jakobson. «Prinzipien der historischen Phonologic», en Trabajos del Circulo Lingüistica de Praga, vol. IV,
1931, pp. 247-267 (N. del T.).

50 51
todo por los fonólogos, aunque está ya presente en la oposición saussuriana entre particular. La fonología no puede dejar de desempeñar, frente a las ciencias sociales,
lengua y habla: las leyes lingüísticas designan un nivel inconsciente y, en este senti- el mismo papel renovador que desempeñó la física nuclear, por ejemplo, en el con-
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

do, no-reflexivo, no-histórico, del espíritu. Este inconsciente no es el inconsciente junto de las ciencias exactas. ¿En qué consiste esta revolución cuando tratamos de
freudiano de la pulsión, del deseo, con su poder de simbolización. Se trata de un examinarla en sus consecuencias más generales? N. Trubetzkoy, el ilustre maestro de
inconsciente kantiano más que freudiano, de un inconsciente categorial, combina- fonología, nos dará la respuesta a esta pregunta. En su artículo-programa ‘La fono-
torio, de un orden finito o del finitismo del orden, que se ignora a sí mismo. Le logía actual’ (en Psicología del lenguaje)5, reduce, en resumidas cuentas, el método
llamo inconsciente kantiano, aunque sólo en relación a su organización, porque se fonológico a cuatro pasos fundamentales: en primer lugar, la fonología pasa del estu-
dio de los fenómenos lingüísticos conscientes al de su infraestructura inconsciente; se
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

trata más bien de un sistema categorial sin referencia a un sujeto pensante. Por eso,
el estructuralismo, como filosofía, desarrollará un tipo de intelectualismo profunda- niega a tratar los términos como entidades independientes, tomando, por el contra-
mente antirreflexivo, antiidealista y antifenomenológico. Además, puede decirse que rio, como base de su análisis las relaciones entre dichos términos; introduce la noción
este espíritu inconsciente es homólogo de la naturaleza; tal vez incluso sea naturale- de sistema: «La fonología actual no se limita a declarar que los fonemas son siempre
za. Volveremos a esto con El pensamiento salvaje; pero, ya en 1956, refiriéndose a la miembros de un sistema, muestra sistemas fonológicos concretos y pone en eviden-
regla de economía de la explicación de Jakobson, Léví-Scrauss escribía: «La afirma- cia su estructura; por último, se encamina hacia el descubrimiento de leyes generales,
ción de que la explicación más económica es también aquella que –de todas las con- ya sean halladas por inducción o ‘deducidas lógicamente, lo cual les da un carácter
sideradas– se acerca más a la verdad, se basa, en el fondo, en el postulado de la iden- absoluto’. Así, por primera vez, una ciencia social llega a formular relaciones necesa-
tidad de las leyes del mundo y del pensamiento» (Antropología estructural, 102, 81). rias. Tal es el sentido de esta última frase de Trubetzkoy, mientras que las reglas pre-
Este tercer principio no nos concierne menos que el segundo, pues establece cedentes muestran cómo debe operar la lingüística para obtener ese resultado»
entre el observador y el sistema una relación que es en sí misma ahistórica. Com- (Antropología estructural 39-40, 31).
prender no es recuperar el sentido. A diferencia de Schleiermacher en Hermeneutik Los sistemas de parentesco suministraron a Lévi-Strauss el primer análogo riguro-
und Kritik (1828), de Dilthey en su gran artículo Die Entstehung der Hermeneutik so de los sistemas fonológicos. Estos son, en efecto, sistemas establecidos en la zona
(1900) y de Bultmann en Das Problem der Hermeneutik (1950)3, no hay «círculo her- inconsciente del espíritu. Además, son sistemas en los que sólo son significativas las
menéutico»; no hay historicidad en la relación de comprensión. La relación es obje- parejas de opuestos y, en general, los elementos diferenciales (padre-hijo, tío mater-
tiva, independiente del observador; por eso, la antropología estructural es ciencia y no e hijo de la hermana, marido-mujer, hermano-hermana): por consiguiente, el sis-
no filosofía. tema no está en el nivel de los términos, sino en el de las parejas de relaciones.
(Recordemos la elegante y convincente solución del problema del tío materno: ibid.,
en particular 51-52, 37-38; 56-57, 42-43.) Por último, son sistemas en los que el
II. LA TRANSPOSICIÓN DEL MODELO LINGÜÍSTICO peso de la inteligibilidad cae del lado de la sincronía: están construidos sin conside-
EN ANTROPOLOGÍA ESTRUCTURAL rar la historia, aunque incluyan una veta diacrónica, puesto que las estructuras de
parentesco vinculan una serie de generaciones6.
Se puede seguir esta transposición en la obra de Lévi-Strauss apoyándose en los Ahora bien, ¿qué permite esta primera transposición del modelo lingüístico?
artículos metodológicos publicados en Antropología estructural. Mauss ya había indi- Esencialmente esto: que el parentesco sea también un sistema de comunicación. Por
cado que «la sociología estaría, sin duda alguna, mucho más avanzada si hubiese pro- este motivo, es comparable a la lengua: «El sistema de parencesco es un lenguaje; no
cedido en todo imitando a los lingüistas» (artículo de 1945, en Antropología estruc- es un lenguaje universal, y pueden preferirse otros medios de expresión y de acción.
tural 37, 29)4. Pero lo que Lévi-Strauss considera el verdadero punto de partida es Desde el punto de vista sociológico, esto viene a decir que ante una cultura deter-
la revolución fonológica en lingüística: «Ésta no sólo ha renovado las perspectivas minada siempre se plantea una cuestión preliminar: ¿es el sistema sistemático? Seme-
lingüísticas: una transformación de tal envergadura no se limita a una disciplina en jante pregunta, a primera vista absurda, sólo lo sería realmente si se refiriera a la len-
gua; pues la lengua es el sistema de significado por excelencia; no puede dejar de
significar, y toda su existencia reside en el significado. Por el contrario, se ha de exa-
3
F. E. D. Schleiermacher, Hermeneutik und Kritik, mit besonderer Beziehung auf das Neue Testament, Berlín,
Lücke. 1838. Hay reimp. en Frankfurt, Suhrkamp, 1977. W. Dilthey, Die Entstehung der Hermeneutik, en Gesammelte
Schriften, Stuttgart. B. G. Teubner y Vanderhoeck & Ruprecht, 1964. vol. 5, pp. 317-33 1. Trad. Cast.: «Orígenes de
la hermenéutica», en Obras de Wilheim Dilthey. El mundo histórico. México, F.C.E., 1944, vol. VII. pp. 321-336.
5
N. Trubetzkoy, «La phonologíe actuelle», en Psychologie du Langage. París, 1933, p. 243- Hay traducción cas-
R. Bultmann, Das Problem der Hermeneutik. en Zeitschr. für Theologie und Kirche, n.° 47, 1950, pp. 47-69. Reimp. tellana en Psicología del lenguaje, Buenos Aires, Paidós, 1952. pp. 145-160 (N. del T.).
en Glauben und Verstehen, Tübingen, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), 1952, vol. II, pp. 211-235 (N. del T.).
6
Anctopologie estructural, 57. 45-46: «El parencesco no es un fenómeno estático; sólo extiste para perpetuarse.
4
El artículo de Lévi-Strauss al que se refiere Paul Ricoeur es «L’analyse structural en linguistique et en anthro- Con ello, no pensamos en el deseo de perpetuar la raza, sino en el hecho de que en la mayor parte de los sistemas
pologie», en Word. Journal of the Linguistic Circle of New York. vol. I, n.° 2, ag. 1945, pp. 1-21. La cita de Marcel de parentesco el desequilibrio inicial que se produce, en una determinada generación, entre el que cede una mujer
Mauss pertenece a «Rapports réels et pratiques entre la socioiogie et la psychologie», en Sociologie et anthropologie. y el que la recibe, sólo puede estabilizarse mediante las contraprestaciones que tienen lugar en las generaciones ulte-
París, P.U.F., 1950, pp. 281-330. Hay traducción española en Sociología y antropología, Madrid, Tecnos, 1991, riores. Incluso la estructura de parentesco más elemental existe simultáneamente en el orden sincrónico y en el dia-
pp. 365-239 (N. delT.). crónico». Es preciso cotejar esta observación con la que hacíamos anteriormente a propósito de la díacronía en lin-
güística estructural.

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minar la cuestión con un rigor creciente, conforme nos vamos alejando de la lengua el origen de todo lenguaje: «Como en el caso de las mujeres, ¿no debe buscarse el
para considerar otros sistemas que pretenden tener también significado, aunque en impulso original que exigió a los hombres ‘intercambiar’ palabras en una representa-
ellos el valor de éste último sea parcial, fragmentario o subjetivo: organización social, ción desdoblada que resulta de la función simbólica cuando hace su primera apari-
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arte, etc.» (op. cit., 58, 46). ción? Desde el momento en que un objeto sonoro es aprehendido como el ofreci-
Este texto nos propone, pues, que ordenemos los sistemas sociales por orden miento de un valor inmediato, tanto para el que habla como para el que oye, adquiere
decreciente, «aunque con un rigor creciente», a partir del sistema de significado por una naturaleza contradictoria cuya neutralización sólo puede realizarse mediante ese
excelencia: la lengua. El parentesco es el análogo más próximo, porque, al igual que intercambio de valores complementarios al que se reduce toda la vida social» (71, 57).
la lengua, es «un sistema arbitrario de representaciones, no el desarrollo espontáneo ¿Nó quiere esto decir que el estructuralismo sólo interviene sobre el fondo ya consti-
de una situación de hecho» (61, 49); pero esta analogía sólo se pone de manifiesto si tuido de la «representación desdoblada, resultante de la función simbólica»? ¿No equi-
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la organizamos a partir de los caracteres que hacen de ella una alianza, no una moda- vale esto a apelar a otra intelección, que tienda a ese desdoblamiento, a partir del cual
lidad biológica: las reglas del matrimonio «representan otras tantas maneras de ase- se produce el intercambio? ¿No sería la ciencia objetiva de los intercambios un seg-
gurar la circulación de las mujeres en el seno del grupo social, es decir, de reempla- mento abstracto dentro de la comprensión total de la función simbólica, la cual sería,
zar un sistema de relaciones consanguíneas de origen biológico por un sistema en el fondo, comprensión semántica? La razón de ser del estructuralismo, para el filó-
sociológico de alianzas» (68, 55). Así consideradas, estas reglas hacen del parentesco sofo, sería entonces restituir esta comprensión plena, tras haberla destituido, objeti-
«una especie de lenguaje, es decir, un conjunto de operaciones destinadas a asegurar, vado y reemplazado por la intelección estructural; el trasfondo semántico, mediatiza-
entre los individuos y los grupos, un cierto tipo de comunicación. La identidad del do así por la forma estructural, se tornaría accesible a una comprensión más indirecta,
fenómeno considerado en ambos casos no se altera por el hecho de que el ‘mensaje’ pero más segura.
esté constituido aquí por las mujeres del grupo que circulan entre los clanes, los lina- Dejemos el problema en el aire (hasta el final de este estudio), y sigamos el hilo
jes o las familias (y no, como sucede en el lenguaje, por las palabras del grupo que cir- de la generalización y de las analogías.
culan entre los individuos)» (69, 56). En un principio, las generalizaciones de Lévi-Strauss son muy prudentes y están
Todo el programa de El pensamiento salvaje y el principio ya expuesto de la gene- rodeadas de precauciones (véanse, por ejemplo, pp. 74-75, 60-61). La analogía
ralización están contenidos aquí. Me limitaré a citar este texto de 1945: «Nos hemos estructural entre el lenguaje, considerado en su estructura fonológica, y los demás
de preguntar, en efecto, si diversos aspectos de la vida social, incluidos el arte y la reli- fenómenos sociales es, en efecto, muy compleja. ¿En qué sentido puede decirse que
gión –cuyo estudio, como ya sabemos, puede ayudarse de métodos y nociones toma- su «naturaleza se aproxima a la del lenguaje» (71, 57)? No es de temer un equívoco
dos de la lingüíscica–, no consisten en fenómenos cuya naturaleza se aproxima a la desde el momento en que los signos del intercambio no son elementos del discurso.
que es propia del lenguaje. ¿Cómo podría verificarse esta hipótesis? Ya limitemos De este modo, diremos que los hombres intercambian mujeres como intercambian
nuestro examen a una sola sociedad o lo extendamos a varias, será preciso llevar a palabras; la formalización que ha hecho surgir la homología de estructura no sólo es
cabo un análisis lo suficientemente profundo de los diferentes aspectos de la vida legítima, sino muy esclarecedora. Las cosas se complican con el arte y la religión. Ya
social como para alcanzar un nivel donde sea posible el tránsito de unos a otros; es no tenemos aquí sólo «una especie de lenguaje», como en el caso de las reglas del
decir, habrá que elaborar una especie de código universal, capaz de expresar las pro- matrimonio y de los sistemas de parentesco, sino un discurso significativo edificado
piedades que tienen en común las estructuras específicas que sean importantes en sobre la base del lenguaje, considerado como instrumento de comunicación. La ana-
cada aspecto. El empleo de este código deberá valer para cada sistema considerado logía se desplaza al interior mismo del lenguaje y se refiere en lo sucesivo a la estruc-
aisladamente, y para todos ellos cuando se trate de compararlos. Estaremos así en tura de tal o cual discurso particular, comparada con la estructura general de la len-
condiciones de saber si hemos alcanzado su naturaleza más profunda y si consisten gua. No es cierto a priori, por tanto, que la relación entre diacronía y sincronía,
o no en realidades del mismo tipo» (idem, 71, 57-58). válida en lingüística general, rija de manera tan dominante la estructura de los dis-
Lo esencial de esta intelección de las estructuras se centra, pues, en la idea de cursos particulares. Las cosas dichas no tienen forzosamente una arquitectura simi-
código, entendido como una correspondencia formal entre estructuras específicas, o lar a la del lenguaje, como instrumento universal del decir. Todo lo que se puede afir-
sea, como una homología estructural. Sólo de esta comprensión de la función sim- mar al respecto es que el modelo lingüístico orienta la investigación hacia expresiones
bólica puede decirse en rigor que es independiente del observador: «El lenguaje es, similares a las suyas, es decir, hacia una lógica de oposiciones y de correlaciones, a
por tanto, un fenómeno social que constituye un objeto independiente del observa- saber, en último término, hacia un sistema de diferencias: «Desde un punto de vista
dor, y para el cual poseemos largas series estadísticas» (65, 53). Nuestro problema más teórico (Lévi-Strauss acaba de hablar del lenguaje como condición diacrónica de
será saber cómo una intelección objetiva que decodifica puede sustituir a una inte- la cultura, dado que transmite la enseñanza o la educación), el lenguaje aparece tam-
lección hermenéutica que descifra, es decir, que recupera el sentido, a la vez que acre- bién como condición de la cultura, en la medida en que ésta última posee una arqui-
cienta el sentido que descifra. Una observación de Lévi-Scrauss tal vez nos dé la pista: tectura similar a la del lenguaje. En ambos, el significado surge por medio de oposi-
el autor observa que «el impulso original» (70, 57) de intercambiar mujeres, al abor- ciones y de correlaciones, es decir, por medio de relaciones lógicas. Pero podemos
darse retrospectivamente desde el modelo lingüístico, revela quizás algo que está en considerar el lenguaje como unos cimientos destinados a recibir las estructuras que

54 55
correspondan a la cultura en sus distintos aspectos; estructuras más complejas, a que decir que el estructuralismo ignora sus límites. No todo el pensamiento cae den-
veces, que las del lenguaje, pero del mismo tipo» (ibid, 79, 63). Sin embargo, Lévi- tro de su ámbito, sino sólo un nivel del pensamiento, el nivel del pensamiento salva-
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Strauss debe reconocer que la correlación entre cultura y lenguaje no se justifica sufi- je. Sin embargo, el lector que pase de Antropología estructural a El pensamiento salva-
cientemente por el papel universal del lenguaje en la cultura. El mismo recurre a un je se queda impresionado por el cambio de frente y de tono: ya no se avanza
tercer término para basar el paralelismo entre las modalidades estructurales del len- progresivamente, del parentesco al arte o a la religión; lo que se convierte en objeto
guaje y de la cultura: «No hemos caído suficientemente en la cuenta de que lengua de investigación es todo un nivel de pensamiento, y se considera que ese nivel de
y cultura son dos modalidades paralelas de una actividad más básica. Me refiero, pensamiento constituye la forma no domesticada del único pensamiento. No hay
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aquí, a ese huésped que se halla entre nosotros, aunque nadie pensara invitarle a salvajes en oposición a civilizados; no hay mentalidad primitiva, ni pensamientos de
nuestros debates: el espíritu humano» (81, 65). Este tercer elemento, así aludido, salvajes; no se da ya ese exotismo absoluto. Más allá de «la ilusión totémica» sólo hay
plantea graves problemas, dado que el espíritu comprende al espíritu, no sólo por un pensamiento salvaje; y este pensamiento no es tampoco anterior a la lógica. No
analogía de estructura, sino recuperando y continuando los discursos particulares. es prelógico, sino homólogo del pensamienco lógico. Homólogo en un sentido fuer-
Ahora bien, nada garantiza que esta intelección dependa de los mismos principios te: sus clasificaciones ramificadas o sus sutiles nomenclaturas son el pensamienco cla-
que los de la fonología. La empresa estructuralista me parece, pues, perfectamente sificador mismo, aunque operando, como diría Lévi-Strauss, en otro nivel estratégico,
legítima y al abrigo de toda crítica mientras mantenga la conciencia de sus condi- el de lo sensible. El pensamiento salvaje es el pensamiento del orden, un pensamien-
ciones de validez y, por lo canto, de sus límites. Sea cual sea la hipótesis, hay una cosa to que no piensa. En este sentido, se ajusta a las condiciones del estructuralismo
cierta: la correlación no debe buscarse «entre lenguaje y actitudes, sino entre expre- antes aludidas: orden inconsciente –orden concebido como sistema de diferencias–,
siones homogéneas, ya formalizadas, de la estructura lingüística y de la estructura orden susceptible de ser tratado objetivamente, «independientemente del observa-
social» (82, 66). Con esta condición, y sólo con ella, «se abre camino a una antro- dor». Consiguientemente, los ordenamientos sólo son inteligibles en un nivel incons-
pología concebida como teoría general de las relaciones, y al análisis de las socieda- ciente. Comprender no consiste en recuperar intenciones de sentido, en reanimarlas
des en función de los caracteres diferenciales, propios de los sistemas de relaciones mediante un acto histórico de interpretación que se inscribiría, a su vez, en una tra-
que definen a unos y a otras» (110, 88). dición continua. La inteligibilidad se vincula al código de transformaciones que ase-
Mi problema, por lo tanto, se concreta: ¿qué lugar ocupa la «teoría general de gura las correspondencias y las homologías entre ordenamientos pertenecientes a
las relaciones» dentro de una teoría general del sentido?7 ¿Qué comprendemos cuan- distintos niveles de la realidad social (organización en clanes, nomenclaturas y clasi-
do comprendemos la estructura, tratándose de arte y de religión? ¿De qué manera la ficaciones de animales y plantas, mitos y artes, etc.). Caracterizaré el método con una
intelección de la estructura ilustra la intelección de la hermenéutica, orientada hacia sola frase: se trata de la elección de la sintaxis frente a la semántica. Esta elección es
una recuperación de las intenciones significativas? perfectamente legítima, pues se trata de mantener con coherencia una apuesta. Des-
Nuestro problema del tiempo puede proporcionarnos aquí una buena piedra de graciadamente, falta una reflexión sobre sus condiciones de validez, sobre el precio a
toque. Vamos a seguir el curso de la relación entre diacronía y sincronía en esta trans- pagar por este tipo de comprensión, en suma, falta una reflexión sobre los límites,
posición del modelo lingüístico y a confrontarlo con lo que podemos saber también que sin embargo aparecía con frecuencia en las obras anteriores.
de la historicidad del sentido en el caso de aquellos símbolos para los que dispone- Por mi parte, me asombra que todos los ejemplos sean tomados del área geo-
mos de buenas secuencias temporales. gráfica que se ha venido llamando totemismo, y nunca del pensamiento semítico,
prehelénico o indoeuropeo. Me pregunto qué implicaciones puede tener esta limita-
ción previa del material etnográfico y humano. ¿No habrá jugado con ventaja el
III. EL PENSAMIENTO SALVAJE
autor al ligar la suerte del pensamiento salvaje a un área cultural –precisamente la de
la «ilusión toctémica»– donde los ordenamientos importan más que los contenidos,
Con El pensamiento salvaje, Lévi-Strauss lleva a cabo una audaz generalización
donde el pensamiento es efectivamente un bricolage, que opera sobre un material
del estructuralismo. Nada nos autoriza, ciertamente, a concluir que el autor ya no
heteróclito, sobre escombros de sentido? Según esto, jamás se plantea en este libro el
tiene en cuenta colaboración alguna con otros modos de comprensión. Tampoco hay
problema de la unidad del pensamiento mítico. Se da por sentada la generalización
de todo el pensamiento salvaje. Ahora bien, me pregunto si el fondo mítico en que
7 esctamos enraizados –fondo semítico (egipcio, babilonio, arameo y hebreo), fondo
Lévi-Strauss puede aceptar esta pregunta, puesto que él mismo la plantea cxcelentemente: «Mi hipótesis de
trabajo se sitúa, pues, en una posición intermedia: ciertas correlaciones son probablemente discernibles entre ciertos protohelénico y fondo indoeuropeo– se presta tan fácilmente a la misma operación;
aspectos y en determinados niveles, y nuestro problema es descubrir cuáles son estos aspectos y dónde están estos o, mejor dicho, e insisto en este punto, si es cierto que lo hace, ¿se presta sin reser-
niveles» (91, 73). En una respuesta a Haudricourt y Granai, Lévi-Strauss parece aceptar que hay una zona de vali-
dez óptima para una teoría general de la comunicación: «Desde hoy, esto se puede intentar en tres niveles, pues las vas? Me parece que, en los ejemplos de El pensamiento salvaje, la insignificancia de
reglas de parentesco y matrimoniales sirven para asegurar el intercambio de mujeres entre los grupos, como las reglas los contenidos y la exuberancia de los ordenamientos constituyen más un caso extre-
económicas sirven para asegurar el intercambio de bienes y de servicios, y las reglas lingüisticas, el intercambio de
mensajes» (95, 76). Obsérvense también las prevenciones del autor contra los excesos de la metalingüística america- mo que una forma canónica. Nos encontramos con que una parte de la civilización,
na (83-34. 66-67; 97, 77-78). precisamente aquella de la que no procede nuestra cultura, se presta mejor que nin-

56 57
guna otra a la aplicación del método estructural tomado de la lingüística. Sin embar- mados respecto a las nuevas reorganizaciones. Como el bricolage, el mito «recurre a
go, esto no prueba que la intelección de las estructuras sea tan esclarecedora en todas una colección de restos de obras humanas, es decir, a un subconjunto de la cultura»
partes, y, sobre todo, que sea tan autosuficiente. He hablado antes del precio a pagar: (29, 39). En términos de acontecimiento y de estructura, de diacronía y de sincro-
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

ese precio –la insignificancia de los contenidos– no es elevado tratándose de los tote- nía, podríamos decir que el pensamiento mítico construye la estructura con residuos
mistas, pues su contrapartida es muy grande, a saber, el alto significado de los orde- o restos de acontecimientos. Edificando sus palacios con los escombros del discurso
namientos. Me parece que el pensamiento de los totemistas es el que tiene más afini- social anterior, ofrece un modelo inverso al de la ciencia, que da a sus estructuras la
dad con el estructuralismo. Me pregunto si su ejemplo es... ejemplar o excepcional8. forma de un acontecimiento nuevo: «El pensamiento mítico, este bricoleur, elabora
Ahora bien, tal vez haya otro polo del pensamiento mítico donde la organiza- estructuras, armonizando distintos acontecimientos, o, más bien, restos de aconteci-
ción sintáctica sea más débil, la unión al mito menos marcada, la vinculación a las mientos, mientras que la ciencia, ‘en marcha’ desde el mismo momento en que se
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clasificaciones sociales más tenue; y donde, por el contrario, la riqueza semántica instaura, crea, en forma de acontecimientos, sus medios y sus resultados, gracias a las
permita recuperaciones históricas indefinidas en contextos sociales más variables. En estructuras que fabrica sin tregua: sus hipótesis y sus teorías» (33, 43).
este otro polo del pensamiento mítico, del que enseguida daré algunos ejemplos Bien es cierto que Lévi-Strauss sólo opone mito y ciencia para aproximarlos,
tomados del mundo hebraico, la intelección estructural es quizá menos importante, pues, según él, «los dos son caminos igualmente válidos»: «El pensamiento mítico no
en todo caso menos exclusiva, y requiere de modo manifiesto ser expresada median- sólo es cautivo de acontecimientos y de experiencias que dispone una y otra vez
te una intelección hermenéutica que se dedique a interpretar los contenidos mismos, incansablemente para descubrir su sentido; también es liberador, por la protesta que
para prolongar su vida e incorporar su eficacia a la reflexión filosófica. eleva contra el sinsentido, con el cual la ciencia en un principio se había resignado a
Reromaré aquí como piedra de toque el tema del tiempo, que ha impulsado transigir» (33, 43). Pero, a su vez, el sentido está del lado de los ordenamientos actua-
nuestra meditación: El pensamiento salvaje saca todas sus consecuencias de los con- les, de la sincronía. Por eso, las sociedades son tan frágiles ante el acontecimiento.
ceptos lingüísticos de sincronía y de diacronía, y extrae de ellos una visión de conjunto Como sucede en la lingüística, el acontecimiento desempeña el papel de una ame-
sobre las relaciones existentes entre estructura y acontecimiento. El problema es saber naza, en todo caso, de un desorden, y siempre de una simple interferencia contin-
si esta misma relación se da de idéntica manera en todo el pensamiento mítico. gente (como las conmociones demográficas –guerras, epidemias– que alteran el
Lévi-Strauss se complace en recoger una frase de Boas: «Se diría que los univer- orden establecido): «Las estructuras sincrónicas de los sistemas llamados totémicos
sos mitológicos están destinados a ser desmantelados apenas formados, para que nue- [son] extremadamente vulnerables a los efectos de la diacronía» (90, 104). La ines-
vos universos nazcan de sus fragmentos» (31, 419. Esta frase ya había sido puesta de tabilidad del mito se convierte así en un signo de la prioridad de la sincronía. Por
relieve en uno de los artículos incluidos en Antropología estructural, 227, 186). Lévi- eso, el presunto totemismo «es una gramática destinada a deteriorarse en léxico»
Strauss aclarará, mediante su comparación con el bricolage, esta relación inversa entre (307, 336). «[...] Como un palacio arrastrado por un río, la clasificación tiende a des-
la solidez sincrónica y la fragilidad diacrónica de los universos mitológicos. mantelarse y sus partes se disponen entre sí de modo distinto a como hubiese queri-
El bricoleur, a diferencia del ingeniero, opera con un material que no ha produ- do el arquitecto, bajo el efecto de las corrientes y de las aguas muertas, de los obstá-
cido con vistas a su uso actual, sino con un repertorio limitado y heteróclito que le culos y de los estrechos. En el totemismo, por consiguiente, la función recae
obliga a trabajar, como suele decirse, con los medios que se tienen a mano. Este inevitablemente en la estructura. El problema que siempre ha planteado a los teóri-
repertorio está hecho con restos de construcciones y de destrucciones anteriores; cos es el de la relación entre la estructura y el acontecimiento. Y la gran lección del
representa el estado contingente de la instrumentalidad en un momento dado. El totemismo es que la forma de la estructura puede sobrevivir a veces, cuando la pro-
bricoleur opera con signos ya usados, que desempeñan el papel de elementos prefor- pia estructura sucumbe ante el acontecimiento» (307, 336-337).
Incluso la historia mítica está al servicio de esta lucha entre la estructura y el acon-
tecimiento, y representa un esfuerzo de las sociedades por anular la acción perturba-
8
En El pensamiento salvaje encontramos algunas ilusiones en este sentido: «Pocas civilizaciones como la aus- dora de los factores históricos; representa una táctica para anular lo histórico, para
traliana parecen haber tenido tanto gusto por la erudición, por la especulación y por lo que parece a veces una espe- amortiguar los acontecimientos. De este modo, haciendo de la historia y de su mode-
cie de dandismo intelectual, por extraña que parezca la expresión cuando se aplica a hombres cuyo nivel de vida
material es tan rudimentario. […] Si durante siglos o milenios, Australia ha vivido replegada en sí misma, y, en este lo intemporal reflejos recíprocos, situando a los antepasados fuera de la historia y
mundo cerrado, las especulaciones y las discusiones han causado furor; en fin, si las influencias de la moda han sido haciendo de ella una copia de los antepasados, «la diacronía, en cierto modo domada,
a menudo determinantes, podemos comprender que se haya establecido allí una especie de estilo sociológico y filo-
sófico común, que no excluye variaciones metódicamente buscadas, y en el que incluso las más ínfimas son puestas colabora con la sincronía sin riesgo de que entre ambas surjan nuevos conflictos» (313,
de relieve y comentadas con una intención favorable u hostil» (118-119, 134-135). Y hacia el final del libro: «Hay, 343). También es la función del ritual expresar ese pasado atemporal al ritmo de la vida
pues, una especie de antipatía congénita entre la historia y los sistemas de clasificación. Esto explica, tal vez, lo que
uno estaria tentado a llamar ‘vacío totémico’, pues, aun arruinado, todo lo que podría evocar el totemismo parece
y de las estaciones, y con el encadenamiento de las generaciones. Los ritos «se pronun-
estar notablemente ausente del área de las grandes civilizaciones de Europa y de Asia. ¿No será porque éstas han ele- cian sobre la diacronía; pero lo hacen en términos sincrónicos, puesto que el solo hecho
gido explicarse a sí mismas mediante la historia, y esta empresa es incompatible con la de clasificar las cosas y los de celebrarlos equivale a convertir el pasado en presente» (315, 344-345).
seres (naturales y sociales) por medio de grupos finitos?» (307-308, 337).
9
F. Boas, «Introducción», en J. Teitt, «Traditions of the Thompson River índians of British Columbia», en Desde esta perspectiva, interpreta Lévi-Strauss los «churinga» –esos objetos de
Memoirs of the American Folklore Society, vol. VI, 1398, p. 18 (N.del T.). piedra o madera, esos guijarros que representan el cuerpo del antepasado– como el

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testimonio del «ser diacrónico de la diacronia en el seno de la sincronía misma» (315, bien, lo que ha presidido esta elaboración de las tradiciones y ha desembocado en lo
345). Encuentra en ellos el mismo sabor a historicidad que en nuestros archivos: ser que hoy llamamos Escrirura es un trabajo intelectual. Gerhard von Rad muestra
encarnado de acontecimientos, historia pura verificada en el corazón del pensa- cómo, a partir de una confesión mínima, se ha creado un campo de gravitación para
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miento clasificatorio. De este modo, la propia historicidad mítica está incorporada unas tradiciones dispersas, pertenecientes a distintas fuentes, transmitidas por dife-
en el trabajo de la racionalidad: «[...] los pueblos llamados primitivos han sabido ela- rentes grupos, tribus o clanes. De este modo, la saga de Abraham, la de Jacob o la de
borar métodos razonables para insertar, bajo su doble aspecto de contingencia lógi- José, pertenecientes a ciclos originariamente diferentes, fueron de alguna manera
ca y de turbulencia afectiva, la irracionalidad en la racionalidad. Los sistemas clasifi- atraídas y atrapadas por el núcleo primitivo de la confesión de fe que celebra la
catorios permiten, por tanto, integrar la historia; incluso y, sobre todo, aquella que acción histórica de Yahvéh. Como vemos, se puede hablar aquí de un primado de la
podríamos considerar rebelde a todo sistema» (323, 353). historia en múltiples sentidos. En primer lugar, se trata de un sentido fundador,
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puesto que todas las relaciones de Yahvéh con Israel cobran significado en y median-
te acontecimientos que no tienen ni el más mínimo asomo de teología especulativa
IV. ¿LÍMITES DEL ESTRUCTURALISMO? –pero también se dan los otros dos sentidos que hemos dicho al ptincipio–. La ela-
boración teológica de estos acontecimientos es, en efecto, en sí misma una historia
He seguido con esta finalidad en la obra de Lévi-Strauss la serie de transposicio- ordenada, una tradición interpretativa. En cada generación, la reinterpretación del
nes del modelo lingüístico hasta su última generalización en El pensamiento salvaje. La depósito de tradiciones confiere a esta comprensión de la historia un carácter histó-
conciencia de la validez de un método, decía al comienzo, es inseparable de la con- rico, y suscita un desarrollo que posee una unidad significativa imposible de proyec-
ciencia de sus límites. Estos límites son, a mi juicio, de dos clases: creo, por una parte, tar en un sistema. Estamos ante una interpretación histórica de lo histórico. El hecho
que el tránsito al pensamiento salvaje se realiza con la ayuda de un caso muy favora- mismo de que se yuxtapongan las fuentes, de que se mantengan las repeticiones y de
ble que quizás sea excepcional. Por otra parte, el tránsito de una ciencia estructural a que se expongan las contradicciones tiene un sentido profundo: la tradición se corri-
una filosofía estructuralista me parece poco satisfactorio e incluso poco coherente. En ge a sí misma mediante añadidos, y son éstos los que constituyen por sí mismos una
última instancia, estos dos tránsitos, al acumular sus efectos, dan al libro un acento dialéctica teológica.
particular, seductor y provocativo, que lo distingue de los precedentes. Ahora bien, es de destacar que, mediante este trabajo de reinterpretación de sus
¿Es el ejemplo ejemplar?, me preguntaba más arriba. Leí, al mismo tiempo que propias tradiciones, Israel se forjó una identidad en sí misma histórica: la critica
El pensamiento salvaje de Lévi-Scrauss, el notable libro de Gerhard von Rad dedica- muestra que probablemente no existió la unidad de Israel antes del reagrupamiento
do a la Teología de las tradiciones históricas de Israel, primer tomo de una Teología del de los clanes en una especie de anfictionía posterior al asentamiento. Al interpretar
Antiguo Testamento (Munich, 1957). Nos encontramos aquí ante una concepción históricamente su historia y elaborarla como una tradición viva, Israel se proyectó
teológica exactamente inversa a la del totemismo, y que, por ser inversa, sugiere una hacia el pasado como un único pueblo al que le sucedió, como a una totalidad indi-
relación inversa entre diacronia y sincronía, y plantea de modo más urgente el pro- visible, la liberación de Egipto, la revelación del Sinaí, la aventura del desierto y el
blema de la relación entre intelección estructural e intelección hermenéutica. don de la Tierra prometida. El único principio teológico hacia el que tiende todo el
¿Qué es lo decisivo a la hora de comprender el núcleo de sentido del Antiguo pensamiento de Israel es el siguiente: siempre existió Israel, el pueblo de Dios, que
Testamento? No las nomenclaturas ni las clasificaciones, sino los acontecimientos siempre obró como una unidad, y al que Dios trata como una unidad; pero esta
fundadores. Si nos limitamos a la teología del Hexateuco, el contenido significativo identidad es inseparable de una búsqueda ilimitada de un sentido de la historia y en
es un kerigma, el anuncio de la gesta de Yahvéh, constituida por una red de aconte- la historia: «Israel, acerca del cual las presentaciones de la historia del Antiguo Testa-
cimientos. Es una Heilgeschichte. La primera secuencia está representada por la siguien- mento tienen tanto que decir, es el objeto de la fe y el objeto de una historia cons-
te serie: liberación de Egipto, paso del mar Rojo, revelación del Sinaí, peregrinaje por truida por la fe» (118, 164).
el desierto, cumplimiento de la promesa de la Tierra, etc. El segundo foco organiza- De este modo, se encadenan las tres historicidades: después de la de los aconte-
dor está constituido en torno al tema del Ungido de Israel y de la misión davídica. cimientos fundadores, o tiempo escondido, y la de la interpretación viva llevada a cabo
Por último, el tercer núcleo de sentido se instaura tras la catástrofe: la destrucción por los escritores sagrados, que constituye la tradición, aparece ahora la historicidad
aparece como acontecimiento fundamental, abierto a la alternativa no resuelta de la de la comprensión, la historicidad de la hermenéutica. Gerhard von Rad emplea el tér-
promesa y de la amenaza. El método de comprensión aplicable a esta red de aconte- mino Entfaltung, «despliegue», para designar la tarea de una teología del Antiguo
cimientos consiste en restituir la alternativa no resuelta de la promesa y de la ame- Testamento que respete el triple carácter histórico de la heilige Geschichte (el nivel de
naza. El método de comprensión aplicable a esta red de acontecimientos consiste en los aconcecimientos fundadores), de las Überlieferungen (el nivel de las tradiciones
restituir el trabajo intelectual surgido de esta fe histórica y desarrollado en un marco constituyentes) y, por último, de la identidad de Israel (el nivel de la tradición cons-
confesional, frecuentemente hímnico, siempre cultual. Gerhard von Rad lo enuncia tituida). Esta teología ha de respetar la prioridad del acontecimiento sobre el siste-
claramente: «Mientras la historia crítica tiende a reencontrar el mínimum verifica- ma: «El pensamiento hebraico se lleva a cabo en las tradiciones históricas. Su interés
ble», «la imagen kerigmática tiende hacia un máximum teológico» (108, 150). Ahora principal radica en la combinación apropiada de las tradiciones y en su interpreta-

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ción teológica. En este proceso, el reagrupamiento histórico va siempre delante del sistema anterior, al menos formalmente del mismo tipo». En El pensamiento salvaje
reagrupamiento intelectual y teológico» (116, 161). Gerhard von Rad concluye su encontramos ejemplos de esta permanencia o perseverancia del sistema: «Dado un
capítulo metodológico en los siguientes términos: «Sería fatal para nuestra com- momento inicial (cuya noción es totalmente teórica) en el que el conjunto de siste-
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prensión del testimonio de Israel que lo organizáramos desde un principio basándo- mas haya estado perfectamente ajustado, dicho conjunto reaccionará a todo cambio
nos en categorías teológicas que, aun siendo corrientes entre nosotros, nada tienen que afecte a una de sus partes como una máquina de retroalimentación: dominada
que ver con las categorías en que se basó Israel al ordenar su propio pensamiento teo- (en los dos sentidos del término) por su armonía anterior, orientará el órgano des-
lógico» (120, 167). Consiguientemente, «volver a relatar» –Wiederezählen– supone la compuesto hacia un equilibrio que será, por lo menos, un término medio entre el
forma más legítima de discurso sobre el Antiguo Testamento. La Entfaltung del her- estado anterior y el desorden introducido desde fuera» (92, 106-107). De este modo,
meneuta es la repetición de la Entfaltung que presidió la elaboración de las tradicio- la regulación estructural está mucho más cerca del fenómeno de la inercia que de la
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nes del fondo bíblico. reinterpretación viva que parece caracterizar la verdadera tradición. Como la regula-
¿Qué consecuencias tiene esto para las relaciones entre diacronía y sincronía? De ción semántica procede del exceso del potencial de sentido respecto a su uso y a su
los grandes símbolos del pensamiento hebraico que he podido estudiar en La simbó- función en el sistema que se da en la sincronía, el tiempo escondido de los símbolos
lica del mal10 y de los mitos –por ejemplo los relativos a la creación o a la caída– puede poseer una doble historicidad: la historicidad de la tradición que transmite y
construidos en el primer estadio simbólico, me ha asombrado lo siguiente: estos sím- sedimenta la interpretación, y la historicidad de la interpretación que mantiene y
bolos y estos mitos no agotan su sentido en los ordenamientos homólogos de los renueva la tradición.
ordenamientos sociales. No creo que no se ajusten al método estructural; es más, Si nuestra hipótesis fuese válida, la permanencia de las estructuras y la sobrede-
estoy convencido de lo contrario. Creo que el método estructural no agota su senti- terminación de los contenidos serían dos condiciones diferentes de la diacronía.
do, pues su sentido consiste en una reserva de sentido dispuesta para ser empleada Podemos preguntarnos si no es la combinación, en grados diferentes y, tal vez, en
de nuevo en otras estructuras. Se me dirá que, precisamente, esa reutilización es lo proporciones inversas de estas dos condiciones generales lo que permite a determi-
que constituye el bricolage, pero no es así: el bricolage opera con desechos; en él la nadas sociedades –según observa el propio Lévi-Strauss– «elaborar un esquema único
estructura es lo que salva el acontecimiento. El desecho desempeña el papel de ele- que les permite integrar el punto de vista de la estructura y el del acontecimiento»
mento preformado, de mensaje transmitido previamente; tiene la inercia de un sig- (95, 109). Sin embargo, esta integración, cuando se lleva a cabo, como hemos dicho
nificado previo: la reutilización de los símbolos bíblicos en nuestra área cultural antes, conforme al modelo de una máquina de retroalimentación, sólo es, de modo
reposa, por el contrario, en una riqueza semántica, en un excedente de significado, preciso, una «solución de compromiso entre el estado anterior y el desorden intro-
que abre camino a nuevas reinterpretaciones. Si consideramos desde este punto de ducido desde fuera» (92, 107). La tradición comprometida con la duración y capaz
vista la serie constituida por los relatos babilonios del diluvio, por el diluvio bíblico de reencarnarse en diferentes estructuras depende más, a mi juicio, de la sobredeter-
y por la cadena de reínterpretaciones rabínicas y cristológicas, se verá enseguida que minación de los contenidos que de la permanencia de las estructuras. Esta discusión
estas recuperaciones representan lo contrario al bricolage. Ya no podemos hablar de nos lleva a cuestionar la suficiencia del modelo lingüístico y el alcance del submode-
utilización de restos en unas estructuras cuya sintaxis sea más importante que la lo etnológico recogido del sistema de denominaciones y clasificaciones que suele lla-
semántica, sino de la utilización de un excedente que ordena, como una donación marse totémico. Este submodelo etnológico tiene, con el precédante, una relación de
primera de sentido, las intenciones rectificadoras de carácter propiamente teológico conveniencia privilegiada: ambos poseen la misma exigencia de separación diferen-
y filosófico que se aplican a ese fondo simbólico. En estas series, ordenadas a partir cial. Lo que el estructuralismo extrae, de una y otra parte, «son los códigos, apropia-
de una red de acontecimientos significativos, es el excedente inicial de sentido el que dos para transmitir mensajes traducibles en términos de otros códigos, y para expre-
motiva la tradición y la interpretación. Por ello, hay que hablar, en este caso, de regu- sar en su propio sistema los mensajes recibidos a través del canal de códigos
lación semántica por parte del contenido y no sólo de regulación estructural como diferentes» (101, 116). Pero, si es cierto, como confiesa varias veces el autor, que,
en el caso del totemismo. La explicación estructuralista se impone en la sincronía («el «incluso a título de indicio, todo lo que podría evocar el totemismo parece estar
sistema está dado en la sincronía [...]», El pensamiento salvaje, 89, 104). De ahí que notablemente ausente del área de las grandes civilizaciones de Europa y de Asia»
el estructuralismo se encuentre cómodo al tratar con sociedades donde la sincronía (308, 337), ¿tenemos derecho, so pena de caer en una «ilusión totémica» de nuevo
es considerable y la diacronía perturbadora, como en la lingüística. cuño, a identificar el pensamiento salvaje en general con un tipo que quizás sólo sea
Ya sé que el estructuralismo no se encuentra desprovisto de soluciones ante este ejemplar porque ocupa una posición extrema en una cadena de tipos míticos que
problema, y admito que «si la orientación estructural resiste el envite, dispone ante habría que comprender también en su otro extremo? Creo, de buen grado, que en la
cualquier conmoción de varios medios para restablecer un sistema, si no idéntico al historia de la humanidad la supervivencia excepcional del Kerigma judío en contex-
tos socioculturales indefinidamente renovados representa el otro polo, ejemplar tam-
bién por ser un caso extremo, del pensamiento mítico.
En esta cadena de tipos, identificados así por sus dos polos, la temporalidad –la
10
P. Ricoeur, La symbolique du mal, en Finitude et culpabilité, París, Aubier/Montaigne, 1960, vol. II. Trad.
cast.: «La simbólica del mal», en Finitud y culpabilidad, Madrid, Taurus, 1969 (N. del T.). de la tradición y la de la interpretación– tiene un aspecto diferente, según predomine

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la sincronía sobre la diacronía o a la inversa. En un extremo, el del tipo totémico, perforadas toda la documentación disponible sobre las sociedades australianas, y
tenemos una temporalidad quebrada que responde notablemente a la declaración de demostrar con la ayuda de un ordenador que el conjunto de sus estructuras etno-eco-
Boas: «Se diría que los universos mitológicos están destinados a ser desmantelados nómicas, sociales y religiosas se asemeja a un vasto grupo de transformaciones» (117,
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apenas formados, para que nuevos universos nazcan de sus fragmentos» (ya citado, 31, 133). No, «no está prohibido» tener ese sueño. Con la condición de que el pensa-
41). En el otro extremo, el del tipo kerigmático, se da una temporalidad ordenada miento no se aliene en la objetividad de sus códigos. Si la decodificación no es la
mediante la recuperación continua del sentido en una tradición interpretativa. etapa objetiva del desciframiento y éste un episodio existencial –¡o existenciario!– de
De ser así, ¿podemos continuar hablando de mito sin correr el riesgo de caer en la comprensión de sí y del ser, el pensamiento estructural se convierte en un pensa-
un equívoco? Podemos admitir que en el modelo totémico, donde las estructuras miento que no se piensa a sí mismo. Por el contrario, es propio de una filosofía refle-
importan más que los contenidos, el mito tiende a identificarse con un «operador», xiva concebirse a sí misma como hermenéutica, a fin de crear la estructura que acoja
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con un «código», que regula un sistema de transformación. Así lo define Lévi-Scrauss: a una antropología estructural. En este sentido, la función de la hermenéutica es
«El sistema mítico y las representaciones a que da lugar sirven, pues, para establecer hacer coincidir la comprensión del otro –y de sus signos en múltiples culturas– con
relaciones de homología entre las condiciones naturales y las condiciones sociales o, la comprensión de sí y del ser. La objetividad estructural puede aparecer entonces
más exactamente, para definir una ley de equivalencia entre contrastes significativos como un momento abstracto –legítimamente abstracto– de la apropiación y del
que se sitúan en varios planos: geográfico, meteorológico, zoológico, botánico, téc- reconocimiento por el que la reflexión abstracta se torna en reflexión concreta. En
nico, económico, social, ritual, religioso y filosófico» (123, 139). La función del última instancia, esta apropiación y este reconocimiento consistirían en una recapi-
mito, expuesta así en términos de estructura, aparece en la sincronía; su consistencia tulación completa de todos los contenidos significativos dentro de un saber de sí y
sincrónica es muy distinta de la fragilidad diacrónica que la declaración de Boas del ser, como Hegel trató de «soñar» mediante una lógica de los contenidos y no
recordaba. mediante una lógica de la sintaxis. Es obvio que no podemos producir más que frag-
En el modelo kerigmático, la explicación estructural es sin duda esclarecedora, mentos, que sabemos parciales, de esta exégesis de sí y del ser. Pero la intelección
como trataré de mostrar para terminar; pero representa un estrato expresivo de estructural no es menos parcial en su estado actual. Además, es abstracta, en el sen-
segundo grado, que está subordinado al excedente de sentido del fondo simbólico. tido de que no procede de una recapitulación del significado, sino que sólo alcanza
De este modo, el mito adánico es secundario con respecto a la elaboración de expre- su «nivel lógico» mediante un «empobrecimiento semántico» (140, 158).
siones simbólicas de lo puro y de lo impuro, del nomadismo y del exilio, constitui- A falta de esta escructura de recepción, que concibo por mi parte como la mutua
das en el nivel de la experiencia cultual y penicencial. La riqueza de este fondo sim- articulación de reflexión y de hermenéutica, la filosofía estructuralista me parece
bólico sólo aparece en la diacronía. El punto de vista sincrónico sólo vislumbra en el condenada a oscilar entre varios esbozos de filosofías. Diríamos, en ciertas ocasiones,
mito su función social actual, más o menos comparable al Operador totémico, que que se trata de un kantismo sin sujeto trascendental, es decir, de un formalismo abso-
aseguraba al punto la convertibilidad de los mensajes correspondientes a cada nivel luto, que serviría de fundamento a la correlación misma entre naturaleza y cultura.
de la vida cultural, así como la mediación entre naturaleza y cultura. El estructura- Esta filosofía es el resultado de la consideración de la dualidad de los «modelos ver-
lismo sigue siendo sin duda válido (y casi todo está por hacer con vistas a probar su daderos de la diversidad concreta: uno en el plano de la naturaleza, el de la diversi-
fecundidad en nuestras áreas culturales. Al respecto, el ejemplo del mito de Edipo en dad de las especies; otro en el plano de la cultura, compuesto por la diversidad de las
Antropología estructural (235-243, 179-185) es muy prometedor). Ahora bien, aun- funciones» (164, 183). El principio de las transformaciones puede entonces buscar-
que la explicación estructural parece que no tiene réplica cuando predomina la sin- se en una combinatoria, en un orden finito o en un finitismo del orden, más funda-
cronía sobre la diacronía, sólo suministra una especie de esqueleto, de carácter clara- mental que cada uno de sus modelos. Todo lo que se dice sobre la «teleología incons-
mente abstracto, cuando se trata de un contenido sobredeterminado que no deja de ciente que, aun siendo histórica, escapa completamente a la historia humana» (333,
dar que pensar y que sólo se explicita en la serie de recuperaciones que, a un tiem- 565), posee este sentido: esta filosofía seria, de este modo, la absolutización del
po, lo interpretan y renuevan. modelo lingüístico como consecuencia de su progresiva generalización. «La lengua
Quisiera añadir algo sobre el segundo tránsito a que antes aludía: el tránsito de –declara el autor– no reside, ni en la razón analítica de los antiguos gramáticos, ni
una ciencia estructural a una filosofía estructuralista. La antropología estructural me en la dialéctica constituida por la lingüística estructural, ni en la dialéctica constitu-
parece convincente en la medida en que se concibe a sí misma como la extensión gra- yente de la praxis individual enfrentada a lo práctico-inerte, puesto que las tres la
dual de una explicación que tuvo éxico primero en lingüística, después en los siste- suponen. La lingüística nos pone en presencia de un ser dialéctico y totalizador; pero
mas de parentesco y, por último, progresivamente, según el juego de afinidades con externo (o inferior) a la conciencia y a la voluntad. Idealización no reflexiva, la len-
el modelo lingüístico, en todas las formas de la vida social; pero me parece sospe- gua es una razón humana que tiene sus razones, y que el hombre no conoce» (334,
chosa cuando se erige en filosofía. Un orden pensado como algo inconsciente no 365). Pero, ¿qué es la lengua sino una abstracción del ser hablante? Se objeta a esto
puede nunca ser, a mi juicio, más que una etapa separada abstractamente de una que «su discurso no ha derivado, ni derivará nunca, de una totalización consciente
intelección de sí por uno mismo; el orden en sí es el pensamiento fuera de sí mismo. de las leyes lingüísticas» (334, 366). Sin embargo, cabe responder que no son unas
Bien es cierto que no está «prohibido soñar que un día se pueda transferir a tarjetas leyes lingüísticas lo que tratamos de totalizar para comprendernos a nosotros mis-

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mos, sino el sentido de las palabras, respecto al cual las leyes lingüísticas son la pura se resume en una interiorización del cosmos» (328, 359). Las últimas páginas
mediación instrumental siempre inconsciente. Trato de comprenderme, retomando del libro dejan entrever que sería necesario buscar, del lado «del universo de la infor-
el sentido de las palabras de todos los hombres; en este plano, el tiempo escondido mación, en el que rigen de nuevo las leyes del pensamiento salvaje» (354, 387), el
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se hace historicidad de la tradición y de la interpretación. principio de un funcionamiento del espíritu como cosa.
Sin embargo, en otros momentos, el autor invita a «reconocer, en el sistema de Éstas son las filosofías estructuralistas entre las cuales la ciencia estructural no
las especies naturales y en el de los objeros manufacturados, dos conjuntos media- permite elegir. ¿No se respetarían, además, las enseñanzas de la lingüística si se sos-
dores de los que se sirve el hombre para superar la oposición entre naturaleza y cul- tuviese que la lengua y todas las mediaciones a las que sirve de modelo son el incons-
tura, y pensar así que ambas forman una totalidad» (169, 188). Sostiene que las ciente instrumental mediante el cual un sujeto hablante se propone comprender el
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estructuras son anteriores a las prácticas, pero reconoce que la praxis es anterior a las ser, los seres y a sí mismo?
estructuras. Consiguientemente, éstas últimas se revelan como superestructuras de
esa praxis que, a juicio de Lévi-Scrauss y de Sarrre, «constituye para las ciencias del
hombre la totalidad fundamental» (173, 193). Hay, pues, en El pensamiento salvaje, V. HERMENÉUTICA Y ANTROPOLOGÍA ESTRUCTURAL
además del esbozo de un trascendentalismo sin sujeto, el bosquejo de una filosofía
donde la estructura hace el papel de mediadora, intercalada «entre la praxis y las Finalmente, quiero volver a la pregunta inicial: ¿en qué sentido las considera-
prácticas» (173, 193). Sin embargo, no se puede detener allí, so pena de conceder a ciones estructurales son hoy en día la etapa necesaria de toda intelección hermenéu-
Sartre todo aquello que le rehusó al negarse a sociologizar el cogito (330, 361). Esta tica? De modo más general, ¿cómo se articulan hermenéutica y estructuralismo?
secuencia (praxis-estructura-prácticas) permite al menos ser estructuralista en etnolo-
gía y marxista en filosofía. Pero, ¿qué tipo de marxismo es éste?11 1. Antes que nada quisiera deshacer un malentendido que la discusión anterior
Hay, efectivamente, en El pensamiento salvaje, el esquema de una filosofía muy pudo haber originado. Sugerir que los tipos míticos forman una cadena, de la cual el
diferente, donde el orden es el orden de las cosas y, al tiempo, él mismo es una cosa. tipo «totémico» sólo sería un extremo y el tipo «kerigmático» el otro, parece entrar
De esto se deduce naturalmente una meditación sobre la noción de especie: ¿No tiene en contradicción con mi consideración inicial, según la cual la antropología estruc-
la especie –la de las clasificaciones de vegetales y animales– una «presunta objetivi- tural es una disciplina científica y la hermenéutica una disciplina filosófica. No se
dad»? «La diversidad de las especies suministra al hombre la imagen más intuitiva de trata de eso. Distinguir dos submodelos no quiere decir que sólo uno dependa del
que dispone y constituye la manifestación más directa que sabe percibir de la dis- estructuralismo y que el otro sea incumbencia de una hermenéutica no-estructural;
continuidad última de lo real: es la expresión sensible de una codificación objetiva» únicamente quiere decir que el submodelo totémico admite mejor una explicación
(181, 200-201). Es, en efecto, privilegio de la noción de «especie» el «suministrar un estructural que resulta indiscutible, porque es, entre todos los tipos míticos, el que
modo de aprehensión sensible de una combinatoria que se da objetivamente en la más afinidad tiene con el modelo lingüístico inicial, mientras que la explicación
naturaleza; modo que la actividad del espíritu y la propia vida social no hacen sino estructural del tipo kerigmático –que aún está por llevarse a cabo en la mayor parte
recoger para aplicarlo a la creación de nuevas taxonomías» (181, 201). de los casos– remite de modo manifiesto a otra intelección del sentido. Sin embar-
Tal vez, la sola consideración de la noción de estructura nos impida superar una go, ambas maneras de comprender no son especies que pertenezcan al género común
«reciprocidad de perspectivas, donde el hombre y el mundo se reflejen mutuamen- de la comprensión y que se opongan en el mismo nivel; por eso, no requieren nin-
te» (294, 322). Por consiguiente, parece que, mediante un golpe de fuerza injustifi- gún eclecticismo metodológico. Por consiguiente, antes de hacer algunas observacio-
cado, tras haber inclinado la balanza del lado de la prioridad de la praxis sobre las nes provisionales sobre su articulación, quiero subrayar, por última vez, su desnivel.
mediaciones estructurales, se la inclina del otro lado y se declara que «el fin último La explicación estructural se apoya en (1) un sistema inconsciente (2) que está cons-
de las ciencias humanas no es constituir al hombre, sino disolverle [...], reintegrar la tituido por diferencias y oposiciones (mediante separaciones significativas) (3) inde-
cultura en la naturaleza y, finalmente, la vida en el conjunto de sus condiciones fisi- pendientemente del observador. La interpretación de un sentido transmitido consis-
coquímicas» (326-327, 357-358). «Como el espíritu también es una cosa, su fun- te en (1) la recuperación consciente (2) de un fondo simbólico sobredeterminado (3)
cionamiento nos instruye acerca de la naturaleza de las cosas: incluso la reflexión por un intérprete que se sitúa en el mismo campo semántico que aquello que com-
prende, entrando así en el «círculo herrnenéutico».
De ahí que las dos maneras de poner de manifiesto el tiempo no estén al mismo
11
«El marxismo –si no el propio Marx– ha razonado frecuentemente como si las prácticas derivasen inmedia- nivel. Sólo por un interés didáctico hemos hablado provisionalmente de la prioridad
tamente de la praxis. Sin cuestionar ía indudable prioridad de las infraestructuras, creemos que entre praxis y prác- de la diacronía sobre la sincronía. A decir verdad, hay que reservar las expresiones de
ticas se intercala siempre un mediador, el esquema conceptual por medio del cual una materia y una forma, des-
provistas una y otra de existencia independiente, se convierten en estructuras, es decir, en seres empíricos y, a un
diacronía y de sincronía para el esquema explicativo en el que la sincronía constitu-
tiempo, inteligibles. Deseamos contribuir a esta teoría de las superestructuras, apenas esbozada por Marx, asignan- ye un sistema y la diacronía constituye un problema. Reservaré el concepto de his-
do a la historia –asistida por la demografía, la tecnología, la geografía histórica y la etnografía– la tarea de desarro- toricidad –historicidad de la tradición e historicidad de la interpretación– para toda
llar el estudio de las infraestructuras propiamente dichas: tarea que no puede ser principalmente la nuestra, puesto
que la etnología es, en primer término, una psicología» (173-174, 193). aquella comprensión que se considere, implícita o explícitamente, que está en la vía

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de la comprensión filosófica de sí y del ser. El mito de Edipo dependía, en este sen- despreciable; despreciable, pero no nula. Por ello, la intelección estructural no se da
tido, de la comprensión hermenéutica cuando se recuperó y comprendió –ya por un nunca sin cierto grado de intelección hermenéutica, aunque ésta no esté tematizada.
Sófocles– en concepto de primera solicitud de sentido, a la luz de una meditación Un buen ejemplo para discutir es la homología entre las reglas del matrimonio y las
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sobre el reconocimiento de sí, la lucha por la verdad y el «saber trágico». prohibiciones alimentarias (129-143, 146-161). Las analogías establecidas entre
comer y casarse, entre el ayuno y la castidad, constituyen una relación metafórica,
2. La articulación de estas dos intelecciones plantea más problemas que su dis-
anterior a la operación de transformación. Bien es cierto que el estructuralista tam-
tinción. La cuestión es demasiado novedosa para que asumamos el propósito de ir
poco se encuentra aquí desamparado; él mismo habla de metáfora (140, 158), aun-
más allá de una mera exploración. Preguntémonos en primer lugar: ¿podemos sepa-
que sea para formalizarla como conjunción por complementariedad. Sucede, sin
rar la explicación estructural de toda comprensión hermenéutica? Sin duda podemos
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embargo, que la aprehensión de la semejanza precede aquí a la formalización y la


hacerlo, tanto más cuanto que la función del mito se agota en el establecimiento de
funda. Por ello, hay que reducir dicha semejanza para que surja la homología de
las relaciones de homología entre contrastes significativos, situados en distintos pla-
estructura: «El nexo entre ambas no es causal, sino metafórico. La semejanza entre
nos de la naturaleza y de la cultura. Ahora bien, ¿no se ha refugiado, entonces, la
las relaciones sexual y alimentaria se percibe de modo inmediato, incluso hoy día
comprensión hermenéutica en la constitución misma del campo semántico donde se
[...]. Pero, ¿cuál es la razón de este hecho y de su universalidad? También aquí se
ejercen las relaciones de homología? Recordemos la importante observación de Lévi-
alcanza el nivel lógico mediante un empobrecimiento semántico: el mínimo común
Strauss sobre la «representación desdoblada que resulta de la función simbólica,
denominador entre la unión de los sexos y la unión del que come y de lo comido es
cuando hace su primera aparición». La «naturaleza contradictoria» de este signo sólo
que ambas uniones conforman una conjunción por complementariedad» (140, 158).
podría ser neutralizada –pensaba Lévi-Strauss– «mediante ese intercambio de valores
La «subordinación lógica de la semejanza al contraste» (141, 159) se obtiene siem-
complementarios al que se reduce toda la vida social» (Antropología estructural, 71,
pre al precio de ese empobrecimiento semántico. Ei psicoanálisis, en este punto, reto-
57). Percibo en esta observación la indicación de un camino a seguir, con miras a una
mando el mismo problema, seguirá, por el contrario, el hilo de las inversiones ana-
articulación que no sería de ningún modo un eclecticismo entre hermenéutica y
lógicas y tomará partido por una semántica de los contenidos, no por una sintaxis de
estructuralismo. Creo que el desdoblamiento del que aquí se habla es el que genera
los ordenamientos13.
la función del signo en general y no el doble sentido del símbolo tal como nosotros
lo entendemos. Pero lo que es cierto del signo en su sentido primario es si cabe más 3. La articulación de la interpretación de alcance filosófico con la explicación
cierto del doble sentido de los símbolos. La intelección de este doble sentido, inte- estructural ha de considerarse ahora en sentido inverso. He dejado entrever desde el
lección esencialmente hermenéutica, es siempre presupuesta por la intelección de principio que hoy en día éste es el giro necesario, la etapa de la objecividad ciencífi-
«los intercambios de valores complementarios», establecida por el estructuralismo. ca, en la vía de la recuperación del sentido. Creo que no existe recuperación del sen-
Un examen cuidadoso de El pensamiento salvaje sugiere que siempre cabe buscar, en cido, en una fórmula simétrica e inversa de la precedente, sin comprender mínima-
el origen de las homologías de estructura, analogías semáncicas que hacen compara- mente las estructuras. ¿Por qué? Retomemos el caso del simbolismo judeocristiano,
bles los diferences niveles de la realidad, cuya convertibilidad queda asegurada por el aunque esta vez no en su origen, sino en el punto máximo de su desarrollo, es decir,
«código». El «código» presupone una correspondencia, una afinidad de contenidos, en el punto en que muestra, a un tiempo, su mayor riqueza, incluso su mayor intem-
es decir, una clave12. De este modo, en la interpretación de los ritos de la caza de perancia, y también su organización más elevada, es decir, en ese siglo XII, tan rico
águilas entre los hidatsa (66-72, 79-86), la constitución de la pareja alto-bajo, a par- en exploraciones en todos los sentidos, del que el padre Chenu nos ha ofrecido una
tir de la cual se forman todas las separaciones, incluso la separación máxima entre el imagen magistral en su Théologie au XIIe siècle (159-210). Este simbolismo se expre-
cazador y su presa, sólo suministra una apología mítica a condición de que haya una sa, a la vez, en la Búsqueda del Santo Grial, en los lapidarios y bestiarios de pórticos
comprensión implícita de la sobrecarga de sentido de lo alto y de lo bajo. Admito y capiteles, en la exégesis alegórica de la Escritura, en el rito y en las especulaciones
que, en los sistemas estudiados aquí, esta afinidad de contenidos es, en cierto modo,

13
Consecuencia notable de la intolerancia de la lógica de los contrastes respecto a la de las semejanzas: el tote-
mismo –aun cuando hablemos de «presunto totemismo»– es preferido decididamente a la lógica del sacrificio (295-
12
Este valor de clave se aprehende, en primer lugar, en el sentimiento: reflexionando sobre los caracteres de la 302, 323-331), cuyo «principio fundamental es el de la sustitución» (296, 324); principio extraño a la lógica del
lógica de lo concreto, Lévi-Strauss muestra que «se manifiestan en el curso de la observación etnológica [...] bajo un totemismo, que «consiste en una red de separaciones diferenciales entre términos considerados discontinuos» (ibid.).
doble aspecto, afectivo e intelectual» (50, 62). La taxonomía desarrolla su lógica en el trasfondo del sentimiento de El sacrificio viene a ser, entonces, «una operación absoluta o extrema que recae en un objeto intermediario» (298,
parentesco existente entre los hombres y los seres: «Este saber desinteresado y solícito, tierno y afectuoso, adquirido 327): la victima. ¿Por qué es extrema? Porque el sacrificio rompe mediante la destrucción la relación enrre el hom-
y transmitido en un clima conyugal y filial» (52, 64), lo encuentra también el autor en la gente del circo y en los bre y la divinidad, a fin de obtener el don de la gracia que llene el vacío. En este punto, el etnólogo ya no describe,
empleados de los parques zoológicos (ibid.). Si «la taxonomía y la tierna amistad» (53, 65) son la divisa común del sino que juzga: «el sistema del sacrificio introduce un termino no existente: la divinidad; y adopta una concepción
así llamado primitivo y del zoólogo, ¿no habría que separar esta intelección del sentimiento? Ahora bien, las aproxi- objectivamente falsa de la cadena natural, puesto que, según hemos visto, se la representa como un continuo». Acer-
maciones, correspondencias, asociaciones, superposiciones y simbolizaciones que se mencionan en las paginas ca del totemismo y del sacrificio, hay que decir «que el primero es verdadero y el segundo, falso. Más exactamente,
siguientes (53-59, 65-74), que el autor no vacila en considerar próximas al hermetismo y a la emblemática, sitúan los sistemas clasificatorios se sitúan en el nivel de la lengua: son códigos más o menos bien hechos, aunque siempre
las correspondencias –la clave– en el origen de las homologías, entre separaciones diferenciales pertenecientes a nive- con vistas a expresar sentidos; mientras que el sistema del sacrificio representa un discurso particular, desprovisto de
les distintos y, por lo tanto, en el origen mismo del código. sensatez aunque se profiera frecuentemente» (302. 330-331).

68 69
sobre la liturgia y el sacramento, en las meditaciones sobre el signum agustiniano y símbolos, ello se debe a que el potencial de significado ilimitado de las imágenes está
el symbolon dionisiano o sobre la analogía y la anagogia que proceden de ambos. En diferenciado por esos ejercicios de lenguaje que constituye precisamente la exégesis.
la imaginería de piedra y en toda la literatura de las Allegoriae y de las Dictinctiones Lo que reemplaza a la simbólica naturalista polimorfa y pone coto a sus deliranres
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

(repertorios de construcciones del sentido incorporado a las palabras y a los vocablos proliferaciones es, por tanto, una tipología de la historia, ejercida en el marco de la
de la Escritura), existe una unidad de intención, que constituye lo que el propio comunidad eclesiástica, junto con un culto, un ritual, etc. Al interpretar relatos, al
autor llama «mentalidad simbólica» (cap. VII), que se hallaría en el origen de la «teo- descifrar una Heilgeschichte, el exegeta presta al imaginero un principio de elección
logía simbólica» (cap. VIII). Ahora bien, ¿qué mantiene unidos los aspectos múltiples entre las exuberancias de lo imaginario. Hay que decir, entonces, que la simbólica no
y exuberantes de esta mentalidad? Las gentes del siglo XII «no confundían –comen- reside en tal o cual símbolo, y aún menos en su repertorio abstracto. Ese repertorio
ta el autor– ni los planos, ni los objetos, sino que se aprovechaban, en esos diversos será siempre demasiado pobre, pues constantemente reaparecerán las mismas imáge-
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

planos, de un denominador común en el juego sutil de las analogías, según la mis- nes, y siempre demasiado rico, pues cada una de ellas significa potencialmente todas
teriosa relación del mundo físico y del mundo sagrado» (ibid., 160). Este problema las demás. La simbólica está más bien entre los símbolos, como relación y economía
del «denominador común» es ineludible, si consideramos que un símbolo aislado no de su puesta en relación. En ningún otro caso resulta tan evidente este régimen de la
tiene sentido; o, más bien, tiene demasiado sentido. La polisemia es su ley: «el fuego simbólica como en la cristiandad, donde el simbolismo natural sólo se desencadena
calienta, ilumina, purifica, quema, regenera y consume; significa tanto la concupis- y se ordena, a la vez, a la luz del Verbo, y sólo se explicita en un Recitativo. Sin una
cencia como el Espíritu Santo» (ibid., 184). En una economía de conjunto, se real- tipología histórica no se dan ni el simbolismo natural ni el alegorismo abstracto o
zan los valores diferenciales y se ponen diques a la polisemia. Los simbolistas de la moralizante (éste es siempre la contrapartida de aquél; no sólo su desquite, sino tam-
Edad Media se dedicaron a esta búsqueda de una «coherencia mística de la econo- bién su fruto, en tanto que el símbolo consume su sede física, sensible y visible). La
mía» (184). Sin duda alguna, todo es símbolo en la naturaleza; pero para un hom- simbólica reside, entonces, en ese juego regulado del simbolismo natural, del alego-
bre del medievo la naturaleza sólo habla cuando la revela una tipología histórica, que rismo abstracto y de la tipología histórica: los signos de la naturaleza, las figuras de
se establece confrontando los dos testamentos. El «espejo» (speculum) de la naturale- las virtudes o los actos de Cristo se interpretan mutuamente en esta dialéctica del
za sólo se convierte en «libro» en contacto con el Libro, es decir, con una exégesis espejo o del libro, que se prolonga en toda criatura.
establecida en una comunidad regulada. De este modo, el símbolo sólo simboliza
dentro de una «economía», de una dispensatio, de un ordo. En esta situación, Hugo Estas consideraciones constituyen la exacta contrapartida de las observaciones
de Saint Victor podía definirlo así: «symbolum est collatio, id est coaptatio visibi- precedentes. Creemos que no existe el análisis estructural sin la intelección herme-
lium formarum ad demonstrationem rei invisibilis propositarum»14. No es aquí néutica de la trasferencia de sentido (sin «metáfora», sin translatio), sin esa donación
nuestro problema el hecho de que esa «demostración» sea incompatible con una lógi- indirecta de sentido que constituye el campo semántico, a partir del cual pueden dis-
ca proposicional, que parte de conceptos definidos (es decir, rodeados por un con- cernirse las homologías estructurales. En el lenguaje de nuestros simbolistas medie-
torno unívoco de nociones), y, por tanto, de nociones, que tienen un significado por- vales –lenguaje procedente de Agustín y de Dionisio, apropiado a las exigencias de
que significan una cosa. Lo problemático es que sólo en una economía de conjunto un objeto trascendente– lo primero es la traslación, la trasferencia de lo visible a lo
collatio y coaptatio pueden ser entendidas como relaciones y aspirar al rango de invisible mediante una imagen recogida de las realidades sensibles, la constitución
demonstratio. Traigo aquí a colación la tesis de Edmond Ortigues en Le discours et le semántica, con la forma «semejante-desemejante», de la raíz de los símbolos o de lo
symbole: «Un mismo término puede ser imaginario, si lo consideramos absoluta- figurativo. A partir de aquí, puede elaborarse en abstracto una sintaxis de los orde-
mente, y simbólico, si lo comprendemos como valor diferencial, correlativo de otros namientos entre signos en múltiples niveles.
términos que lo limitan recíprocamente» (194). «Cuando nos acercamos a la imagi- Sin embargo, tampoco hay, a su vez, intelección hermenéutica sin la ayuda de
nación material, la función diferencial disminuye y tendemos a las equivalencias; una economía, de un orden donde la simbólica signifique. Considerados en sí mis-
cuando nos acercamos a los elementos constitutivos de la sociedad, la función dife- mos, los símbolos están amenazados, por oscilar entre abusar de lo imaginativo y eva-
rencial aumenta y tendemos a valencias distintivas» (197). En este sentido, el lapi- porarse en el alegorismo. Su riqueza, su exuberancia, su polisemia exponen a los sim-
dario y el bestiario de La Edad Media están muy cerca de la imagen. Por eso, reúnen, bolistas ingenuos a la intemperancia y a la complacencia. Lo que San Agustín llamaba,
por su lado imaginativo, un trasfondo indiferenciado de imaginería, que puede ser ya en De Doctrina Christiana, «verborum translatorum ambiguitates»15 (Chenu, op.
tanto cretense como asirio y que se presenta, a veces, exuberante en sus variaciones cit., 171), lo que nosotros llamamos simplemente equivocidad, frente a la exigencia
y estereotipado en su concepción. Pero si este lapidario y este bestiario pertenecen a de univocidad del pensamiento lógico, hace que los símbolos sólo simbolicen dentro
la misma economía que la exégesis alegórica y la especulación sobre los signos y los de conjuntos que limitan y articulan sus significados.

14
Expositio in Hierarchium Coelestem, en J. P. Migne. Patrologiae Cursus Completus (serie Latina), París. Migne,
1844-1864, 175, 960: «La reunión es el símbolo, es decir, la unión de las formas de las cosas visibles para la demos- 15
De Doctrina Christiana, en J. P. Migne. Patrologiae Cursus Completus (serie latna), op. cit., 34. 68-90, 42-46:
tración de los fines de lo invisible», III. inic. (N. del T.). «ambigüedades de las palabras trasladadas», 3. 5-57, 11-14 (N. del T.).

70 71
Por consiguiente, la comprensión de las estructuras no es externa a una com- Heidegger, M.: Unterwegs zur Sprache, Pfullingen, Neske, 1959 [De camino al habla, Barce-
prensión que tendría como tarea pensar a partir de símbolos. Dicha comprensión es lona, Serbal, 1987].
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