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La dualidad que presenta una palabra inserida en una obra de arte se debe al
hecho de que, una vez presentada como tal, pierde su carácter exclusivamente verbal y
adentra el panorama del lenguaje no verbal. Eso pasa porque el referencial de lectura
pasa a incluir no solo el significado de la palabra, pero también el de cómo está
escrita/pintada.
Las imágenes de contenido figurativo poseen una etapa esquemática que, dada
su evolución, generó los jeroglíficos, y así por delante, hasta los signos alfabéticos que
conocemos hoy.
Los signos gráficos chinos, usados hasta nuestros días, son un ejemplo de
“puente” que representa el desarrollo de la escritura. Mismo el ideograma más reciente
ha sido reestructurado por otros códigos lingüísticos, como la lengua coreana y la
japonesa, que usaban los mismos ideogramas hasta pocos siglos atrás – aunque los
escribieran de misma forma, lo pronunciaban diferente, en sus lenguajes propios, con
diferentes nombres para el mismo objeto –, antes de desarrollar sus propios alfabetos
fonéticos.
Figura 1 - "Caballo", en ideogramas chinos de diferentes siglos (In: Sus Montañéz, p. 19)
Hay también una serie de otros modos de realizar tal transposición, además del
lenguaje oral. Prueba de eso es la comunicación gestual, explorada sobre todo por
personas con discapacidad auditiva, bajo el lenguaje de señales, así como por artistas
del campo del performance, teatro y cine mudo.
provocar su espectador, esperando, por su vez, que este reflecte sobre la idea pre
concebida de lo sentido común de género. Lo mismo puede pasar con otros aspectos de
la elaboración de la composición pictórica, como el color de la palabra, su modo de
disposición – incluso en relación a otras palabras o figuras en la imagen – o mismo el
fondo sobre el cual está inserida – o la camada bajo la cual está semiocultada – si hay
varias camadas sobrepuestas.
Por tratarse de una obra incluida en una serie llamada “La traición de las imágenes” se
puede inferir que su intención era justamente la subversión del sentido de lo que está
escrito.
El aspecto cromático de una obra a veces habla más que sus formas. Según
Georgina Ortiz, un cuadrado amarillo puede representar el sol tanto cuanto un círculo
amarillo, una vez que es el color quien, en primer lugar, es leído por las retinas. Sobre
esto, la autora afirma que “podemos decir que las formas influyen en ciertos colores y
sus significados, pero también existen significados del color bastante arraigados que
predominan sobre la forma, el tiempo y las culturas.” (ORTIZ, 2008: p. 165)
revela el lenguaje debe relacionarse con la más amplia experiencia cromática que existe
dentro de una cultura, experiencia que difiere bastante” (GAGE, 2001: p. 79).
Así como Ortiz, Gage también aborda otra cuestión psicológica muy importante
sobre el efecto de la selección de la paleta de colores: la persistencia cromática.
Una vez que, como ha sido dicho previamente, la afectividad del color es
suportada por un discurso social, Gage discute la “moralidad” del color. Según el autor,
Lairesse había publicado un esquema cromático muy arbitrario en la década de 1820,
determinando, que sentido correspondía a cada color (rojo para el poder, amarillo para
la gloria, azul para la divinidad, etc.).
“Pero la búsqueda de una nueva ‘moralidad del color’ entre los pintores tendía a
adquirir un matiz más psicológico” (GAGE, 2001: p. 204). El propio uso de matices de
colores terciarios – “innombrables” o “indecibles”, según el autor – “no solo eran
misteriosos, sino que también afectaban directamente, sin mediaciones, a los
sentimientos” (GAGE, 2001: p. 206).
Consideraciones finales
¿Cuáles son los recursos que el artista usa para la finalidad de su obra?
Ciertamente no solo los materiales (pincel, pinturas, papel, madera…) y otros recursos
físicos, es necesario tener información. Y hacerse valer de conocimientos que
extravasan los conocimientos pictóricos.
El arte, mismo el más tradicional, debe estar conectado a su entorno. Debe estar
abierto a la interdisciplinariedad, tomar de la filosofía, de la antropología, de la
comunicación social y también de las ciencias exactas, como las matemáticas, la física y
la química. Hay que trabajar con la estética de la recepción y del efecto. La pura
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aplicación de pintura sobre un suporte sería mera artesanía – no que esta no tenga su
valor –, el arte debe que prescindir de un concepto y declarar un discurso, sobre todo en
la contemporaneidad.
El arte puede hacer declaraciones, pero cambiar el mundo no. Hay en ella un
poder simbólico de un país (su capacidad de “seducción” frente a otros países), formado
la pintura de un cuadro mío sería igualmente comprensible por todos o que cambiaría
sus vidas, decisiones o impresiones, o – más allá – que podería generar cualquier
particular, como yo veo aquel país y como comprendo el modo que los nativos de allá
con quien he tenido contacto se ven. El objetivo final es la confrontación de ideas con el
espectador, una vez que otra confrontación haya sido hecha previamente, con las
cromáticas.
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“un dibujo, por muy figurativo que sea, es tan arbitrario como una
palabra. La analogía entre la imagen y su significado no obedece sino a la
concepción de cultura que una sociedad o un grupo tiene para organizar y
estructurar el mundo donde se sostiene, así como los elementos que le
permiten jerarquizarlo, para otorgarle sentido y significación.”
(RODRÍGUEZ DÍAS, 2009: 30)
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS