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Martes 25 de agosto del 2015.- El Proyecto Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP), nos muestra un
artículo completo sobre la importancia que tiene el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el
Estado (SINANPE) frente a los esfuerzos de conservación de los ecosistemas más representativos del país;
sobre todo, de la Amazonía peruana.
Hoy en día, la cuenca Amazónica cuenta con 46 Áreas Naturales Protegidas a cargo del SINANPE, las cuales
cubren aproximadamente 19.5 millones de hectáreas. Estas zonas incluyen una amplia variedad de
categorías de administración nacional, incluyendo áreas de uso indirecto y directo; así como Áreas de
Conservación de administración regional.
En este nuevo artículo del MAAP, veremos un análisis comparativo sobre la deforestación al exterior e
interior de las áreas protegidas, las cuales nos permite demostrar su efectividad como barrera ante el avance
del desbosque en la Amazonía peruana. Entre las principales conclusiones se encontró que:
- La deforestación fue significativamente menor a partir de 2 km al interior de sus límites respecto a los
valores encontrados fuera de estos.
- La tasa de deforestación fuera de las áreas protegidas es dos veces mayor en comparación al interior de
ellas.
¿Pero qué tiene que ver eso con nosotros? Esta pregunta es muy relevante en un
país tan rico como el nuestro. El Perú es el sexto país más diverso del mundo,
alberga cerca del 20% de todas las especies de aves y cerca del 10% de todas las
especies de mamíferos del mundo (Butler 2016). Esto se debe en parte a que el
Perú está ubicado en uno de los puntos de mayor diversidad de la Tierra (Hotspot),
conocido como Andes Tropicales. Pero también responde a que hemos podido
mantener en buena medida la integridad de la mayor parte de nuestros
ecosistemas. Por ejemplo, ya sea a través del establecimiento de áreas naturales
protegidas, o a través del manejo adecuado y sostenible de los recursos naturales,
buena parte de nuestra Amazonía goza todavía de un relativo buen estado de
conservación.
Por otro lado, no debemos perder de vista la estrecha relación que existe entre la
diversidad biológica y la inmensa diversidad cultural de nuestro país. En el Perú
existen más de 50 grupos étnicos con una cultura e idioma propio, que han sabido
hacer un uso particular y apropiado de los recursos naturales y han contribuido de
esta forma a enriquecer la diversidad biológica de nuestro país. El ejemplo más
conocido es la gran cantidad de variedades de papa que existen en nuestro país.
Se estima que en existen más de tres mil variedades de papa, cada una de ellas
con características distintas, pero también con distintas capacidades para soportar
condiciones y climas adversos. Variedades que son capaces de soportar heladas,
lluvias intensas, sequías y que pueden crecer en diferentes pisos altitudinales.
Nuestros antepasados desarrollaron el conocimiento y la capacidad de domesticar
y usar de forma inteligente cada una de estas variedades de acuerdo a sus
necesidades, pero fueron más inteligentes todavía al entender que esta gran
diversidad nos hace más resilientes*. Gracias a ello, gran parte de esta diversidad
se ha conservado hasta nuestros días.
La papa no es el único ejemplo de como la diversidad no sólo nos hace más ricos,
sino más resilientes. Los pueblos indígenas de la Amazonía han desarrollado una
gran variedad de cultivos adaptados a su medio y sus formas de vida, variedades
de maíz, sacha papa, yuca y frejol, por dar algunos ejemplos, que son
desconocidas para la gran mayoría de peruanos, pero que los pueblos indígenas
amazónicos han sabido cultivar. Muchas de estas variedades son las que ahora
les permiten adaptarse a un clima cambiante. Actualmente, CEDIA está trabajando
de la mano de varias comunidades Ashaninka y Machiguenga del valle del río
Apurímac, para rescatar estas variedades, que sufrían el riesgo de ser
reemplazados por las demandas del mercado, pero que han demostrado
adaptarse mucho mejor a las condiciones adversas. La implementación de chacras
integrales con estas variedades nativas, ha demostrado ser una excelente
estrategia de adaptación al cambio climático.
Invertir en Biodiversidad
Fue por eso que en el 2003 se creó el proyecto Gestión Participativa de Áreas
Naturales Protegidas (GPAN) financiado por el Fondo Mundial para el Medio
Ambiente (GEF en inglés), a través del Banco Mundial, hasta el 2010. Sus
objetivos incluían trabajar en al menos 5 áreas protegidas del Perú y mejorar la
conservación de la biodiversidad a través de la gestión participativa, además
de contribuir a la sostenibilidad financiera de las áreas protegidas.
Resultados
Como resultado de la intervención del proyecto, las áreas protegidas cuentan
ahora con mayores capacidades y nuevos mecanismos y relaciones para cumplir
con sus objetivos.
Las lecciones aprendidas con este proyecto han sido recogidas por el el Fondo de
Promoción de las Áreas Naturales Protegidas de Perú (Profonanpe), que se
encarga de la promoción del manejo científico y técnico de la diversidad biológica
de las áreas protegidas del país.
Este proyecto “busca llevar la conservación más allá de las áreas protegidas,
estableciendo corredores de conservación con ocho Gobiernos Regionales del
Perú (Arequipa, Moquegua, Tacna, San Martín, Tumbes, Piura y Lambayeque)”,
comentó Christian Peter, líder del proyecto por el Banco Mundial.