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- PORTADA

INFORME: GUERRA DEL PACIFICO

Integrantes:

- Diana Nicol Méndez Campos

SANTA CRUZ - BOLIVIA


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GUERRA DEL PACIFICO

INDICE

1.- INTRODUCCION 4

2.- DESARROLLO 4

3.- CONCLUSION 8

4.- BIBLIOGRAFIA 9

5.- ANEXOS 10

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1.- INTRODUCCION

Al iniciarse la época republicana, Chile, Perú, Bolivia y Argentina aceptaban que sus fronteras
debían ser las mismas de la administración colonial, norma conocida como Uti possidetis iuris. Sin
embargo, la administración española nunca había tenido interés en definir estrictamente límites
precisos entre regiones que le pertenecían, por lo que estos eran a menudo difusos, contradictorios y
a menudo sobre territorios desconocidos, inhabitados o inhabitables por su clima o lejanía. A causa
de sus apremiantes conflictos internos, los primeros límites enunciados en sus constituciones fueron
imprecisos: Chile señaló en 1822 el despoblado de Atacama como límite norte y Bolivia consideró
desde 1825 la costa en cuestión como perteneciente a la provincia de Potosí.
A principios de la década de 1840 se descubrieron en Tarapacá y Antofagasta grandes
acumulaciones de guano y salitre, fertilizantes que empezaban a ser muy cotizados en el mercado
mundial. Incidentes y reclamos entre Bolivia y Chile se sucedieron en los años siguientes, mientras
que las diplomacias de ambos países argumentaban respectivamente sobre los derechos que tenían
en la región, exhibiendo documentos coloniales sobre la jurisdicción de la Audiencia de Charcas o
la Capitanía General de Chile.
Las tensiones aumentaron a tal punto que el 25 de junio de 1863 la Asamblea Legislativa boliviana
autorizó al ejecutivo declarar la guerra a Chile, aunque solo después de que se agotaran todos los
recursos por la vía diplomática que dieran un resultado favorable a Bolivia. Pero el Tratado de
alianza defensiva y ofensiva entre Perú y Chile (1865), al que se adhirieron poco después Bolivia y
Ecuador para enfrentarse a España en la guerra hispano-sudamericana, puso un paréntesis al asunto,
considerándose secundaria cualquier otra disputa que no fuera el enfrentarse al enemigo común.
2.- DESARROLLO

Tratados de límites de 1866 y 1874


Tras la guerra con España, Bolivia y Chile reanudaron las negociaciones y firmaron su primer
tratado limítrofe el 10 de agosto de 1866, que fijó el paralelo 24°S como límite (norte-sur) y se
debían compartir a medias los derechos de exportación de minerales extraídos entre los paralelos
23°S y 25°S. En 1871, el gobernante boliviano Mariano Melgarejo, bajo cuyo gobierno se firmó el
acuerdo, fue derrocado y reemplazado por Agustín Morales, quien, siguiendo la corriente de la
opinión pública boliviana, consideró nulos todos los actos del gobierno anterior. Pero como no se
podía abrogar unilateralmente un acuerdo internacional, abrió negociaciones con Chile para revisar
el tratado de 1866. Se discutieron diversos aspectos sobre la aplicación del tratado de 1866, como
la definición de "minerales", la inclusión (o exclusión) del rico yacimiento de plata Mineral de
Caracoles en (de) la zona de beneficios mutuos, y las dificultades en Bolivia para transferir el 50 %
del impuesto recaudado en la zona a Chile. El 5 de diciembre de 1872 se firmó el acuerdo llamado
de Corral-Lindsay, que fue aprobado en Chile, pero, por influencia del Perú, que quería para Bolivia
un mejor arreglo, o, en todo caso, intervenir como mediador junto con Argentina, no fue aprobado
en Bolivia.
Finalmente, Bolivia y Chile firmaron un nuevo tratado de límites el 6 de agosto de 1874, por el cual
Chile renunció al 50 % de los impuestos en el territorio 23°S-24°S a cambio de la promesa de
Bolivia de no incrementar los impuestos a los capitales y negocios chilenos durante 25 años. La
frontera permaneció en el paralelo 24°S. En esa ocasión, Chile condonó las deudas bolivianas
provenientes de la no transferencia del 50 % del impuesto recaudado por Bolivia en la zona de
beneficios mutuos. En un protocolo adicional firmado el año 1875, ambos países acordaron, entre
otros, someter a arbitraje posibles divergencias en la aplicación del tratado.

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Impuesto de los 10 centavos
En 1875, el municipio de Antofagasta había intentado imponer un impuesto de 3 centavos a la
CSFA, pero el Consejo de Estado, presidido por Serapio Reyes Ortiz, quien sería durante la crisis
ministro de RR. EE. Y posteriormente presidente de Bolivia, había rechazado el impuesto «por
violar el Tratado de Límites de 1874 y la licencia de noviembre de 1873».
En 1878, la asamblea de Bolivia se avocó al estudio de la licencia a la CSFA de noviembre de 1873,
basándose en una interpretación de la ley del 22 de diciembre (que dio lugar a la licencia de 1873)
que entendía que todas las renegociaciones debían ser aprobadas por el congreso. La empresa
sostenía que solo en caso de desavenencia entre el gobierno y la empresa. Finalmente la Asamblea
Nacional Constituyente mediante una ley del 14 de febrero de 1878 aprobó la licencia a condición
de que la compañía pagara un impuesto mínimo de 10 centavos por quintal de salitre exportado, en
abierta violación al tratado de límites de 1874 y a la licencia de 1873 en que Bolivia se había
comprometido a no subir ni crear nuevos impuestos en 25 años a las empresas chilenas.
La CSFA se negó a pagar el impuesto, solicitó y obtuvo la representación del gobierno chileno,
desencadenándose un conflicto diplomático, amén de un conflicto interno en el gobierno chileno
entre algunos de sus miembros que eran accionistas en la CSFA y otros que tenían intereses
invertidos en Bolivia que temían perderlos si el conflicto llegaba a mayores.
A lo largo de los meses siguientes, el gobierno boliviano, que consideraba el asunto solo pertinente
a los tribunales bolivianos, se abstuvo de implementar la ley mientras se discutían las objeciones
presentadas por el gobierno chileno. El 8 de noviembre, el canciller chileno envió una nota al
gobierno boliviano indicando que el Tratado de 1874 podría declararse nulo si se insistía en cobrar
el impuesto, renaciendo los derechos de Chile anteriores a 1866. Aunque ambas partes propusieron
la resolución del conflicto por vía de un arbitraje, tal como lo contemplaba el Protocolo de 1875,
este no llegó a realizarse ya que mientras el gobierno de Chile exigía que se suspendiera la
ejecución de dicha ley hasta que su legalidad fuese determinada por un árbitro, el gobierno de
Bolivia exigía que el blindado Blanco Encalada y sus fuerzas navales se retiraran de la bahía de
Antofagasta.
Rescisión de contrato, cobro de impuestos y ocupación chilena de Antofagasta
El 6 de febrero, aduciendo que la CSFA no había aceptado la nueva ley, el gobierno de Bolivia
rescindió el contrato con la CSFA y ordenó embargar y rematar sus bienes para cobrar los
impuestos generados desde febrero de 1878. Ante esta situación, el presidente chileno Aníbal Pinto
ordenó la ocupación de Antofagasta, que fue realizada sin resistencia el 14 de febrero de 1879 por
200 soldados chilenos entre el aplauso de la población mayoritariamente chilena. La guarnición
boliviana del lugar ante la imposibilidad de resistir se retiró al interior.
Mediación de Perú, declaraciones de guerra y casus foederis
La medida de fuerza del gobierno chileno inició gestiones diplomáticas en las tres cancillerías. Sin
embargo, la mutua desconfianza aumentaba con los preparativos bélicos en los tres países, y las
demostraciones "patrióticas" en las calles impedían un acercamiento de las posiciones. En los tres
países había fuertes corrientes públicas que pregonaban la guerra y hacían temer a los mandatarios
que si no iban a la guerra serían depuestos por los partidarios de la guerra. Más todavía, Hilarión
Daza, el dictador boliviano, a pesar de ser el peor preparado para la guerra, decretó una serie de
medidas contra residentes chilenos en Bolivia y sus propiedades.
El 16 de febrero, llegó a Lima el ministro boliviano Serapio Reyes a fin de exigirle al gobierno
peruano que cumpliera con el tratado de alianza defensiva de 1873. Las noticias de la ocupación de
Antofagasta llegaron a La Paz el 22 de febrero, por una carta enviada por el cónsul boliviano en
Tacna. El 26 de febrero, Daza decretó el estado de sitio en Bolivia.

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Perú trató de persuadir al gobierno de La Paz para someterse a un arbitraje con la misión de José
Luis Quiñones, - y ordenó preparar su armada y alistar su ejército mientras intentaba obtener de
Argentina su ingreso a la alianza o por lo menos barcos de guerra como empréstito o en compra.
Para mediar en el conflicto, envió a su ministro plenipotenciario José Antonio de Lavalle a Chile
con una oferta de mediación bajo la condición de que Chile se retirase de Antofagasta, pero sin
garantía de que Bolivia levantaría el embargo de la propiedad o suspendería el impuesto. El
canciller chileno inquirió al plenipotenciario peruano sobre la existencia de un "Tratado Secreto"
firmado con Bolivia en 1873. Lavalle, que a más tardar lo conocía desde el inicio de su viaje,
soslayó la pregunta y le indicó que en la comisión diplomática del congreso a la que él había
pertenecido no se había tocado ese tema.
El 1 de marzo, el gobierno de Bolivia emitió un decreto en el que declaró en estado de guerra, la
interrupción del comercio y las comunicaciones con Chile, la expulsión de los residentes chilenos,
el embargo de sus bienes, propiedades e inversiones, y reversión de toda transferencia de intereses
chilenos hecha con posterioridad al 8 de noviembre, cuando el gobierno chileno había advertido de
las consecuencias de la no suspensión del impuesto en cuestión.
El 17 de marzo el ministro plenipotenciario de Chile en Lima exigió al gobierno peruano una
declaración de neutralidad. Tres días más tarde, el presidente peruano reconoció ante el
representante chileno que el tratado secreto existía y que convocaría al congreso peruano para el 24
de abril a razón de evaluar qué actitud tomar ante Chile y Bolivia. Ambas medidas, la mediación y
la convocación al congreso, fueron entendidas en Chile como un ardid peruano para ganar tiempo.
Por otra parte, tras la ocupación de Antofagasta, las fuerzas chilenas habían consolidado la
ocupación de los territorios comprendidos entre los paralelos 23ºS y 24ºS que Chile consideraba
suyos tras la violación del tratado. Luego a consecuencia de la declaración de guerra de Bolivia se
continuó el avance sobre el litoral boliviano hasta la desembocadura del Río Loa, la frontera sur del
Perú. El 21 de marzo fueron ocupados simultáneamente los puertos de Cobija y Tocopilla, ambos
sin resistencia. El 23 de marzo, tuvo lugar el combate de Calama, en la que los soldados chilenos
vencieron a un grupo de milicianos bolivianos organizados en el sector, y ocuparon dicho poblado.
El gobierno chileno consideró este avance solo como temporal a causa de una necesidad militar y
ofreció a las autoridades civiles bolivianas continuar en sus funciones, lo que fue rechazado.
El 5 de abril, Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú. Al primero por la imposibilidad de lograr un
acuerdo con las autoridades bolivianas y al segundo por no declarar su neutralidad y considerar la
espera de la resolución del congreso peruano como un mero ardid para prepararse militarmente para
una confrontación. El 6 de abril Perú declaró el casus foederisconforme al tratado de alianza con
Bolivia.
DESARROLLO DE LA GUERRA
Ningún país tenía un estado Mayor, ni suficientes ambulancias, ni servicio de abastecimiento. Sus
naves de guerra se encontraban en pésimo estado. En el caso de Chile, por ejemplo, la dotación
militar efectiva había sido reducida continuamente de 3776 a 2400 soldados desde 1867 a 1879 y
ninguna de las unidades estaba estacionada al norte de Valparaíso, a más de 1700 km de Iquique y
significaban solo el 0,1 % de la población. En la armada de Chile al final de la guerra, el 53 % de
los primeros ingenieros, el 20 % de los segundos ingenieros y el 8 % de los aprendices eran
extranjeros. El gobierno del Perú había cesado el pago de la deuda externa y en Bolivia había
epidemias y hambre.
Según W. Sater, Chile y Perú llegaron a enlistar temporalmente al 2 % de su población masculina y
Bolivia solo el 1 %. Se debe considerar que ambos ejércitos aliados profesionales del comienzo de
la guerra fueron desbandados tras la batalla de Tacna y debieron ser reagrupados o formados
nuevamente.

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Los aliados tenían, a primera vista, algunas ventajas sobre el país del sur. Su población y sus tropas
doblaban a las chilenas en número y el puerto peruano del Callao era con sus defensas de artillería
casi inexpugnable para la flota chilena y ofrecía un refugio seguro a las naves peruanas. En el
Callao una firma inglesa ofrecía los servicios de un dique flotante para naves de hasta 3000 t lo que
permitía complicadas reparaciones de sus barcos, de lo que hizo uso reparando sus naves antes de la
guerra. Quizás fueron estas las razones por las que la prensa internacional en un comienzo dio por
segura la derrota de Chile. La ambivalente actitud argentina y el permanente conflicto
araucano ensombrecían las expectativas chilenas. Como afirma Basadre sobre la opinión pública de
su país: «Se desconocía entonces el verdadero poder de Chile y las espantosas consecuencias de la
guerra, y se creía, por las gentes poco avisadas, que, como en conjunto, los países aliados eran más
extensos que Chile, lograrían la victoria finalmente.» Otros observadores hicieron un análisis más
profundo, que mostraba ventajas chilenas tanto políticas como militares. Chile tenía desde 1833 un
régimen político estable que le había permitido desarrollar y fortalecer sus instituciones. Entre ellas,
su ejército y su armada tenían un mando formado en una escuela de oficiales, tropas fogueadas en la
guerra de Arauco y uniformidad en el armamento (casi todos los fusiles chilenos de infantería,
Comblain y Gras, usaban munición de 11 mm con vaina metálica y poseían bayoneta). La armada
de Chile poseía 2 blindados que eran, por el espesor de sus corazas, casi imbatibles para la armada
del Perú. Aunque existieron en Chile disputas entre militares y civiles por la dirección de la
estrategia, siempre hubo un primado de lo político por sobre lo militar. Su abastecimiento desde
Europa podía realizarse a través del Estrecho de Magallanes que solo una vez fue amagado por la
Marina del Perú.
En los ejércitos aliados, la falta de dedicación a sus funciones profesionales llevó a una situación en
que se tenían varios tipos de fusiles con munición diferente para cada uno y a veces sin bayoneta,
haciendo más difícil la instrucción de los reclutas, la manutención del equipo y el municionamiento
durante la guerra. (W. Sater lista once tipos diferentes de fusiles aliados y solo cinco chilenos). La
Armada del Perú tenía antes de la guerra una buena parte de sus tripulaciones formadas por chilenos
y tras su expulsión solo pudieron ser reemplazados por otros extranjeros. Los aliados tampoco
poseían una artillería ni caballería comparable a la chilena. Al contrario del chileno, el
abastecimiento aliado pasaba a través de terceros países, sujetos a la influencia de la diplomacia y la
armada de Chile.
A ello se debe agregar que una vez en posesión de los recursos del guano y del salitre de Tarapacá,
Chile percibió ingresos que le permitieron financiar la guerra, los que le faltaron al Perú y que tras
la ocupación de Tacna y Arica, el comercio boliviano hacia y desde el Pacífico fue controlado por
Chile.
Resistencia boliviana en el litoral y la división errante de Campero
Tras la resistencia en Calama, el más importante enfrentamiento en el Litoral fue el combate de Río
Grande el 10 de septiembre de 1879.
El 11 de octubre salió de Cotagaita la 5.ª División del ejército boliviano bajo el mando de Narciso
Campero en una penosa marcha falta de pertrechos y municiones con órdenes y contraórdenes a
través del altiplano. (ver desplazamientos en Mapa de desplazamientos de la 5. división) Un
destacamento de esta división avanzó hacia el oeste y enfrentó a algunos piquetes enemigos en
Chiu-Chiu (2 diciembre) y en el combate de Tambillo (6 diciembre).

FASE FINAL DE LA GUERRA

El 18 de octubre de 1883, Chile reconoció oficialmente al gobierno de Iglesias sobre Perú y el 20 de


octubre se firmó el Tratado de Ancón, que posteriormente fue aprobado por la Asamblea

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Constituyente del Perú. Este acuerdo estableció, entre otras cosas, la cesión definitiva de la región
de Tarapacá a Chile y la ocupación de las provincias de Arica y Tacna por un lapso de 10 años, al
cabo del cual un plebiscito decidiría si quedaban bajo soberanía de Chile, o si volvían al Perú. El 23
de octubre Lynch se retiró de Lima que fue ocupada por las fuerzas de Miguel Iglesias, para asumir
el gobierno del Perú. El 4 de agosto de 1884 las últimas fuerzas expedicionarias chilenas
abandonaron el puerto del Callao y el resto de los territorios ocupados al norte de la línea del río
Sama.
La base de la resistencia de Cáceres, que había sido hasta entonces la rebelión de campesinos e
indígenas contra los chilenos, había cambiado y las montoneras luchaban ahora contra "los
blancos", chilenos o peruanos. En junio de 1884 Cáceres aceptó el Tratado de Ancón, como un
«hecho consumado».
Florencia Mallon considera que las verdaderas razones de Cáceres eran que:
Mucho antes que la guerra civil terminara, Cáceres se convenció que para construir una alianza que
lo llevara al palacio presidencial, él tenía que aunar fuerzas con los hacendados como clase,
incluidos aquellos que habían trabajado con los chilenos. La única manera de hacerlo era dando a
los hacendados lo que ellos pedían y reprimir a las guerrillas que habían hecho posible la campaña
de la Breña.

Después de la guerra, las diferencias entre Cáceres e Iglesias dieron origen a una guerra civil entre
los partidarios de ambos líderes, que finalizó luego de varias acciones militares en 1885 con el
triunfo del primero.
Pacto de tregua entre Bolivia y Chile
Bolivia desde su retirada de la guerra había tomado una actitud expectativa, pero tras el acuerdo
Perú-Chile de 1883 (Tratado de Ancón) y la movilización de tropas chilenas a su frontera, firmó el
4 de abril el Pacto de Tregua entre Bolivia y Chile de 1884, por el cual, entre otros, aceptó la
ocupación de Antofagasta por Chile y puso fin a las hostilidades, que solo podrían ser reanudadas
con un aviso de un año de anticipación. En el tratado de 1884 no se menciona la franja 24°S-23°S,
omisión que en términos diplomáticos significa la aceptación del estatus quo, es decir, la
reivindicación chilena de la franja que Chile había cedido en 1866 y en 1874. Para zona entre el
23°S y el río Loa, Bolivia solo aceptó la ocupación militar de hecho, no hubo una cesión, la que
ocurriría en el tratado de paz de 1904.
3.- CONCLUSION

La guerra del Pacífico tuvo una serie de consecuencias económicas, políticas, territoriales y sociales
entre los beligerantes. Hubo cesiones de territorio definitivo y temporalmente, la pérdida o el acceso
de nuevos recursos naturales, cierto grado de resentimiento en los países vencidos, y además
provocó una serie de disputas y reclamaciones futuras entre los involucrados que serían resueltos
con nuevos acuerdos internacionales.
Chile, tras su victoria, tomó posesión no solo de una importante extensión territorial, sino también
de enormes depósitos salitreros, guaneros y cupríferos que beneficiaron ampliamente la
construcción de nuevas obras públicas, como puertos y ferrocarriles y obras sociales que
modernizaron el país, así como también sirvieron para potenciar las fuerzas armadas, convirtiéndose
en una de las más fuertes del continente. Por otra parte, Chile también con la victoria en la guerra
aumentó su influencia política en la región y que se vio posteriormente reflejada en algunos sucesos
como la crisis de Panamá en 1885 con una demostración de poder. Durante los siguientes años,
Chile tendría que hacer frente a una serie de disputas con Bolivia y Perú, pero también con
Argentina.

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El salitre fue la principal fuente de riqueza de Chile hasta el descubrimiento del salitre sintético por
los alemanes, durante la Primera Guerra Mundial, y la Gran Depresión en 1930 que pondría fin al
auge salitrero.
Para Perú la guerra, además de la pérdida de territorio y sus valiosos recursos naturales, significó la
destrucción de parte de su infraestructura y la ruina de su economía en muchos aspectos. El periodo
posterior es conocido como la Reconstrucción Nacional durante el cual se realizaron trabajos de
recuperación, pero también cambios políticos y sociales. También el país debió pasar por grandes
divisiones sociales producto de la guerra, por un lado estaban los campesinos indígenas de la Sierra,
y por el otro, los terratenientes. Las autoridades peruanas de turno debieron someter a esos
campesinos para evitar una rebelión generalizada. Posteriormente, Perú debió saldar con Chile los
asuntos pendientes del Tratado de Ancón, entre ellos, la suerte de Tacna y Arica con el plebiscito
previsto, que por variadas razones no pudo llevarse a la práctica provocando tensiones entre ambos
países. Finalmente, solo en 1929 se logró la firma del Tratado de Lima que resolvió los asuntos
pendientes.
Con respecto a Bolivia, con la anexión chilena de su litoral, perdió su única salida soberana al
océano Pacífico, quedando relegada a una condición de Estado sin litoral, y perdiendo igualmente
los recursos naturales del lugar. Las negociaciones para la firma de un tratado de paz se prolongaron
hasta 1904. Paralelamente a la cuestión del litoral, estaba el asunto de la Puna de Atacama de
75 000 km². Al finalizar la guerra, Chile consideraba suya esa zona según el Pacto de Tregua.
El Litigio de la Puna de Atacama fue una disputa de límites entre Chile, Bolivia y Argentina, la cual
se resolvió en 1899 mediante un arbitraje estadounidense que resolvió que una parte menor de la
Puna de Atacama quedaba para Chile y el resto para Argentina.
Una vez terminada la guerra, surgieron reclamos por los daños causados por la guerra a las
propiedades nacionales de países neutrales. En 1884 se constituyeron los Tribunales Arbitrales cada
uno con tres jueces, uno nombrado por Chile, otro nombrado por el país del demandante y el último
juez nombrado por Brasil, para de esa manera, juzgar sobre reclamaciones de ciudadanos de Gran
Bretaña (118), Italia (440), Francia (89) y Alemania. El tribunal italiano acogió demandas de
ciudadanos belgas y el tribunal alemán de ciudadanos austriacos y suizos. Ciudadanos españoles se
entendieron directamente con el Estado de Chile y los estadounidenses no se acogieron a la medida
en aquel entonces. De acuerdo a las normas internacionales para aquel entonces vigentes, fueron
desatendidos los casos en que: los extranjeros tenían residencia habitual en los países beligerantes,
el lugar en cuestión había sido zona de combate (el caso de Chorrillos, Arica, Miraflores, Pisagua y
Tacna) y los daños habían sido causados por soldados fuera de la jerarquía (desertores, perdidos).
Solo un 3,6 % de la cantidad demandada fue concedida por los tribunales.

4.- BIBLIOGRAFIA

https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Pac%C3%ADfico#Antecedentes

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5.- ANEXOS

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FOTOGRAFIAS

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