Professional Documents
Culture Documents
Lodares Juan Ramón. Las razones del «castellano derecho». In: Cahiers de linguistique hispanique médiévale. N°18-19, 1993.
pp. 313-334.
doi : 10.3406/cehm.1993.1091
http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/cehm_0396-9045_1993_num_18_1_1091
LAS RAZONES
emblema del ideal lingüístico alfonsí; la cita, pues, cobró más calado
del previsto y pasó a ser un credo digno de sopesarse. Vistas, además,
las proporcionalmente escasas noticias de tipo metalingüístico que
se ofrecen en obra tan extensa por primera vez escrita en español,
citas como esta pasaban a considerarse auténticos hallazgos filoló
gicos. Desde don Gaspar Ibáñez de Segovia hasta hoy ha pasado
mucho tiempo pero las sucesivas interpretaciones que se han venido
dando, con sus matices y todo, no varían sustancialmente con
respecto a lo que él dijo y se suele aludir a la pulcritud, cuidado,
expresión clara, eliminación de tal o cual rasgo excesivamente local
ista, en fin, a los comprensibles afanes de corrección idiomática y
estilística que preocupaban al rey o a sus traductores. Podría
hacerse, para especificar, un breve repaso de lo que modernamente
se ha escrito.
Antonio G. Solalinde retomó la cita para documentar la inter
vención del propio rey en su escritorio y dedujo que: «En obras como
esta del Libro de la Esfera, cuya materia era traducida, el trabajo
del monarca consistía en la eliminación de lo superfluo y en la conser
vación de lo esencial, así como también en la corrección del
lenguaje» 3. Fue R. Menéndez Pidal quien imprimió un nuevo giro
a la interpretación y subrayó la importancia de la cita al identificar
en el «castellano derecho» un modelo lingüístico normativo al que
obedecerían el rey y sus colaboradores 4. Al tratar de definirlo, vista
la aparente contradicción de que el «castellano derecho» estuviera
lleno de dialectalismos — sin ir más lejos, el adjetivo con el que se
ha popularizado la expresión, drecho, no es genuino castellano —
concibió la idea de una lengua integradora: un idioma que madura
sin reparos y selecciona lo que considera oportuno de otras varie
dades gemelas. La intuición pidaliana, que dirige la pesquisa para
hallar ese ideal lingüístico a la interpretación de rasgos que formar
ían un denominador común de lo castellano en su carácter tolerante,
es decir, un estudio orientado hacia lo que podríamos denominar
dialectología histórica, aparte de haberse repetido por doquier, tiene
5) En varias ocasiones, cito una que las resume: «Contienda de normas lingüís
ticasen el castellano alfonsí», Actas del Coloquio hispano-alemán Ramón
Menéndez Pidal, Tubinga, Ed. Niemeyer, 1982, pp. 172-189.
6) Artículo cit. en n. 1, id.: «La construcción del idioma en Alfonso X el Sabio»,
Philologia Hispalensis, IV, 2, 1989, pp. 463-473.
7) «Por otra parte, ese 'castellano drecho' respondía en general al gusto de Burgos,
pero con ciertas concesiones al lenguaje de Toledo y León», Historia de la lengua
española, Madrid, Ed. Gredos, 1981, p. 240.
8) Art. cit. en n. 1, p. 305.
9) «Thus, clarity of style is a much more crédible explanation for 'castellano drecho'
than is the notion of a prescriptive norm, especially in view of the linguistic
diversity seen by récent linguistic analyses to abound in the Alfonsine corpus»,
«Alfonso el Sabio's 'castellano drecho'», La Coronica, vol. 9, n° 1, 1980-1981, p. 3.
10) H. J. Niederehe, Alfonso X el Sabio y la lingüistica de su tiempo (trad. de Carlos
Menches con la colaboración del autor), Madrid, SGEL, 1987, pp. 125-128.
316 JUAN R. LODARES
15) Aquí podría radicar, entre otras circunstancias, la paradoja que señala acert
adamente R. Cano Aguilar (art. cit. en n. 1 , p. 306) cuando escribe que: «[...] podría
pensarse que la normalización lingüística del Rey se hallaba en disonancia con
las tendencias sobre las que se iba construyendo la norma histórica del
castellano».
16) Tesis que no pretende tener nada de novedosa; reflexiona sobre el caso M. Alvar
en «Didactismo e integración en la General Estoria. (Estudio del Génesis), Actas
del Congreso Internacional sobre la lengua y la literatura en tiempos de Alfonso X,
Ed. Universidad de Murcia, Depto. Literaturas Románicas, 1985, esp. pp. 54 y sigs.
LAS RAZONES DEL «CASTELLANO DERECHO» 319
17) J. E. Joseph, Eloquence and Power. The Rise of Languages Standars and
Standard Languages, Londres, Ed. F. Pinter, 1987, pp. 53-54 <
18) En un mismo manuscrito — el Códice Complutense — pueden documentarse:
naf I nave; culebra I culuebra; tynaial'tinaia; accidente I occidente; bueytre I buytre;
armella I armiella; ombre I huembre; ymaginacionl ymaginatio I ymaginamiento;
obra I huebra; zodiaco I zodiacho I zodiago, etc.
320 JUAN R. LODARES
logie des Mittelalters, Munich, Ed. W. Fink, 1970, son muy ilustrativas las
páginas que dedica a la etimología y la gramática como modo de conocimiento
E. Gilson, La filosofía en la Edad Media, Madrid / Santiago de Chile,
Ed. Gredos / Grijalbo, 1965, pp. 297-306. Ver también R. Maltby, ob. cit. en
n. 42, s.v. rationator, ratus, rite.
21) S. Schibanoff, «Argus and Argyve; Etymology and Characterization in Chaucer's
Troylus», Spéculum, LI, 1976, pp. 647-658. Las mismas conclusiones de este
trabajo, aunque se trate de un autor que está escribiendo más de medio siglo
después del Rey Sabio, servirían para buena parte de las interpretaciones
toponomásticas que aparece con generosidad en las obras alfonsíes. Un reflejo
de esta concepción, fuera del campo de los nombres propios, es el ilustrativo
cap. XXXVII de la General Estoria I, «De como fallaron los griegos la natura
déla música».
22) Es bien conocido el trabajo que J. Roudil dedica a la tipología de la definición
en «Alphonse le Savant, rédacteur de définitions lexicographiques», Mélanges
P. Fouché, Paris, 1970, pp. 153-175.
23) Por ejemplo, H. A. Van Scoy, «Alfonso X as a Lexicographer», Hispanic Review,
vol. 3, n° 4, 1940, p. 279.
322 JUAN R. LODARES
24) «La aclaración de la razón de nombres es una tarea muy importante. Proyecta
bastante luz sobre los motivos que han inducido a la elección de una denominac
ión y, por tanto, nos hace conocer las características de la cosa misma. El estudio
de los nombres se convierte así en un estudio de las cosas». H. J. Niederehe,
ob. cit. en n. 10, p. 46.
25) Cito por H. A. Van Scoy, A Dictionary of Oíd Spanish Terms Defined in the
Works of Alfonso X, Ed. Hispanic Seminary of Medieval Studies, Madison, 1986.
«Astrolabio: Segund latin tanto quiere dezir astra cuerno estrellas et labia cuerno
labros. Et por esta razón es este nombre muy propio, ca bien assi cuerno la boca,
quando mueue los labros e muestra lo que quier dezir por razón otrossi quando
ell astrolabio paran et endereçan et catan por el, faz entender por huebra de
uista lo que muestran las estrellas bien cuerno si lo dixiesse por palabra».
«Copada: Luego que el alúa comiença a copada a cantar et que aquel canto que
non es al sinon alabar la uenida del dia e que por razón daquella alabança que
faze que la llamaron alabda».
26) Ibid.; por cierto, suele señalarse como primer defensor de la, hoy indiscutida,
etim. feligrés > FILI ECCLESIAE a R. Cabrera (1837); autores antiguos, como
LAS RAZONES DEL «CASTELLANO DERECHO» 323
29) Así opina R. Cano Aguilar, «Américo Castro y la obra científica alfonsí: algunas
consideraciones en torno al Libro de la Ochava Espera», Homenaje a A. Castro,
Univ. Complutense de Madrid, 1987, p. 71. G. Bossong, por su parte, art. cit.
en n. 12, p. 16, lo da como traducción del Kitdb al-'amal bi-l-kura al-falakiyya
de Qusta ibn Euqás's.
30) Sin embargo, sí es posible documentar el adjetivo derecho aplicado a las razo
nes de un saber, por ejemplo, en la actividad jurídica (Partida VII, Ley IX,
s.v. creditor) o las «razones drechas y verdaderas de la geometría» (VIII espera,
BN, fol. 7 r. 21 b), etc., referido siempre a los vínculos estrechos que hay entre
los saberes y la realidad vital a la que se aplican.
LAS RAZONES DEL «CASTELLANO DERECHO» 325
31) Sobre las relaciones entre la iconografía y las palabras y cómo se complementan
en los textos «científicos», ver: A. Domínguez Rodríguez, Astrología y arte en el
Lapidario de Alfonso X el Sabio, Madrid, Ed. Edilán, 1985, esp. pp. 50-51.
Hay otros aspectos complementarios en relación con la astrología y la lengua
que no voy a tratar, por ejemplo, la consideración del saber astrológico no como
ciencia exacta sino como práctica útil que ayuda a conocer y regir los comport
amientos y actitudes de los hombres, aconseja llevar a cabo unas acciones u
otras, etc., todo lo cual redunda en la «verdad de los astros» y la necesidad de
captarla lingüística y gráficamente con la mayor precisión posible.
32) Aquí solo voy a fijarme en los aspectos que interesan a la argumentación sobre
la razón de nombres en la VIH espera; un buen resumen sobre problemas termi
nológicos puede encontrarse en C. Bossong, art. cit., en n. 12, pp. 16 et 17.
326 JUAN R. LODARES
cielo la figura de una tinaja, como dicen los sabios, etc.; el nombre
está puesto con arreglo a la razón, no necesita discutirse y el español
puede captarlo traduciendo sin más Vas = betya = tinaja. Otro caso
idéntico: «La quarta figura [. . .] dizenle en latin lepus et en caste
llano liebre et en arabiguo axxneb» (BN, fol. 23 v.), aquí también las
distintas estrellas forman la figura de una liebre y aún hay natura
leza astrológica comparable a las costumbres del animal, se está,
pues, ante otro nombre derecho fácilmente traducible
Lepus = axxneb = liebre. En la misma situación están muchos
nombres de estrellas y constelaciones: Fluuius = elnabre = rio
(BN, fol. 29 r.); Corvuus = elgozab = cuervo (BN, fol. 13 v.); Lar =
almasmara — fogar (BN, fol. 15 v.); Gallina = esp. gallina — ár. aldi-
geya = gr. erisu (BN, fol. 29 r.); Inflamatus = inflamado = almul-
tahib = gr. cayfeoz (BN, fol. 39 r.) y otros 33.
En este proceso de traducción simple puede plantearse un
problema cuando las nomenclaturas grecolatina y árabe no coinciden
o cuando hay varias denominaciones opcionales. En tal caso se elige
el término que se supone más acorde con la razón, el que mejor refleje
la naturaleza material de las constelaciones. Por ejemplo, al consi
derar la rueda de estrellas que forman el Aguilla (BN, fol. 35 r.) se
dice: «Otra figura [. . .] a que dizen en latin aquila et en castellano
alnaçr altayr que quiere dezir buytre volante»; tras señalar las
características de la constelación, su forma, su posición en el cielo,
etc., se concluye que ha de ser «nombrada buytre volante en caste
llano et en arábigo alnaçr altayr»; se ha escogido una de las opciones
que ofrece el árabe (aquella en la que se aparta de la latina) por el
argumento de autoridad y, sobre todo, por el de la razón ya que las
estrellas forman en el cielo materialmente la figura de un buitre que
está volando, aparte de otras características, y no la de un águila
(y así se demuestra en la ilustración). En el mismo caso está la cons
telación de la Mujer encadenada (BN, fol. 6 r.), donde se prefiere la
denominación latina a la griega, pues esta última — tomada de un
nombre mitológico — no capta con fidelidad las razones de una rueda
de estrellas que materialmente tiene la figura de una mujer aherro-
44) En el mismo caso están la constelación de Capricornio (BN, fol. 49 r.) y la figura
del ydro (BN, fol. 12 v.), animal que anatómicamente está entre las culebras y
los dragones y para el que no hay palabra en español.
LAS RAZONES DEL «CASTELLANO DERECHO» 331
45) Sobre las palabras sobejanas (aunque esta vez con una interpretación referida
al comportamiento cortesano y protocolario del rey) trata H. J. Niederehe en
su artículo «Alfonso el Sabio y la fisionomía lingüística de la Península Ibérica
de su época», Actas del Congreso Internacional sobre la lengua y la literatura
en tiempos de Alfonso X, Ed. Universidad de Murcia, Depto. Literaturas Román
icas, 1985, esp. pp. 429-430.
332 JUAN R. LODARES
46) Para 'multiplicado por dos' se utilizaba normalmente doble, doblo o variantes
(como dobro, en textos jurídicos, pena del doblo), adjetivos que evitan cualquier
tipo de confusión con doblado 'mentiroso': «Dixeron geminos por que nascieron
de un parto, onde geminos tanto quiere dezir de latin en el nuestro lenguaje
commo emellizos, et avn de otra manera dizen les dos dobles» (apud Van Scoy,
ob. cit. en n. 25, s.v. emellizo, también s.v. geminos).
LAS RAZONES DEL «CASTELLANO DERECHO» 333
47) En los prólogos de los tratados astronómicos alfonsíes suele reiterarse una idea:
las obras se traducen para mayor gloria de Dios y, consecuentemente, del rey
que promueve la traducción. El hecho está relacionado con dos aspectos, entre
otros que podrían señalarse, relativos a la concepción de la autoridad monárq
uicaen la Europa medieval (sobresalientes en un rey como Alfonso X que consi
deraba la corona como cosa propia y natural de su persona): 1) el rey es la encar
nación política de Dios en la Tierra, así como su reino está terrenalmente
constituido a imagen del de los cielos; 2) es responsabilidad del rey que todos
los saberes (incluso los que, como los astrológicos, tuvieran tradición de paganos)
se integren en una omniscencia cristiana para demostrar que toda ciencia la
otorga Dios y, consecuentemente, la recibe y administra su representante polí
tico en la Tierra. Todo ello redunda en pro de la autoridad regia y más cuando
es el propio rey en persona el que tercia en el debate de los nombres razonab
les, intervención que demuestra un conocimiento notable y muy fundado de
esas ciencias que se van cristianizando y acoplando al acervo monárquico; de
modo que los saberes pierden valor en sí mismos y pasan a ser, esencialmente,
sustento y emanación del poder político.
334 JUAN R. LODARES
Juan R. LODARES,
Universidad Autónoma de Madrid.
48) No sería el primer caso; se sabe que el concepto de creación original y propia
en la Edad Media es sumamente resbaladizo y responde a veces a fórmulas retó
ricas de equívoca interpretación literal, ver A. J. Minnis, Medieval Theory of
Authorship, Londres, Ed. Scholar Press, 1984.