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CAPITULO 1 EL VALOR DE LA BIODIVERSIDAD

1 ¿Cómo clasificar la vida?


En la biología también tenemos un árbol de la vida emblemático: el que nos legó Charles Darwin (1809-1882),
cuyo bicentenario estamos celebrando este año. Darwin dibujó su primer árbol de lavada en 1837, en uno de
sus cuadernos denotas (conocido como Cuaderno B). Pero la idea se le había ocurrido previamente; unas
páginas antes escribió al vuelo: “Los seres organizados representan un árbol irregularmente ramificado,
algunas ramas mucho más ramificadas, de ahí los Géneros. Tantos brotes terminales mueren como los que
se generan”. La idea del árbol de la vida, tan querida por Darwin, fue publicada en 1859 en su libro más
famoso, El origen de las especies por medio de la selección natural.

Clasificar a los “seres organizados” en una estructura con forma de árbol no era ninguna novedad en 1837. En
el siglo anterior el padre de la taxonomía moderna, Carl von Lindé, también había hecho una clasificación en
un sistema ramificado que, dibujado, parece un árbol. Tanto la idea de Lindé como la de Darwin se pueden
representar como árboles en parte porque se basan en un mismo supuesto: que las especies (ramitas) no se
mezclan entre sí. Son tipos, diría Linné, o linajes, según Darwin, que se mantendrán aislados, sin mezclarse
con los demás. En la versión darwiniana y linneana de la vida, las cosas están claras: las características (y la
información para desarrollar estas características) se transmiten de padres a hijos: del tronco a las ramas.

Con el paso de las décadas, la evidencia a favor de la herencia horizontal de genes se ha ido acumulando. A
estas alturas ya no quedan muchas dudas: esta transferencia ha desempeñado un papel central en la
evolución de los procariontes que son la mayoría de los seres vivos. Los procariontes son organismos
formados poruña sola célula, sin núcleo, como la inmensa mayoría de las bacterias y como las que
seguramente habrán sido los primeros seres vivos en nuestro planeta, por lo que constituirían el tronco del
árbol de la vida. También hay evidencia de transferencia horizontal de genes en los organismos eucariontes,
es decir, seres vivos cuyas células tienen núcleo, como ocurre con nosotros y las plantas.

Como se suele representar actualmente, el árbol de la vida está formado por tres grandes ramas: una
corresponde a los eucariontes dos a los procariontes. Estas tres ramas son llamadas dominios. Eucariaes el
dominio delos eucariontes, arque pertenecemos, por ejemplo, los humanos, las amibas y las rosas. Por su
parte, Bacteria es uno delos dominios procariontes, lo mismo que Archaea. Los organismos de este último
dominio tienen células cuya estructurase parece a la de las bacterias, pero que realizan algunas funciones
como los eucariontes (y no como las células del dominio Bacteria).

De acuerdo con una teoría extensamente aceptada, los eucariontes se originaron a partir de procariontes que
vivían juntos, beneficiándose mutuamente, es decir, en simbiosis.

Según la teoría del origen simbiótico de los eucariontes, algunas estructuras celulares, como los cloroplastos
que llevan cabo la fotosíntesis en las plantas, en algún tiempo fueron simbiontes. Lo mismo sucedería con las
mitocondrias, las estructuras (u organeros) que llevan a cabo la respiración en nuestras células. Así, los
eucariontes tenemos nuestro origen en la fusión de diversos linajes procariontes.

2 Anfibios, La Piel Sensible de la Biodiversidad

El término “anfibio” se refiere a la habilidad de vivir indistintamente en agua y tierra al mismo tiempo. Sin
embargo, cuando hablamos de anfibios en términos zoológicos nos referimos a un grupo de animales muy
diverso en colores, tamaños y formas. Además, no todos los anfibios tienen un ciclo de vida en aguay tierra.
Hay algunas especies que pasan toda su vida dentro del agua o exclusivamente sobre la tierra y árboles Sus
hábitos nocturnos responden en gran medida a las características de su piel. Como carecen de pelo, plumas o
escamas, están a merced tanto del frío como de la deshidratación provocada por el sol. La apariencia
“babosa” de su piel provoca repulsión en mucha gente, pero esa cubierta húmeda se debe a que respiran casi
totalmente con ella.
Actualmente se han descrito más de 7 000 especies, lo que supera al número de mamíferos conocidos que
ronda los 5 500, y cada semana el número de especies conocidas aumenta. Fue a principios del siglo XX y
gracias a la aparición de las lámparas eléctricas con pilas, que los naturalistas fueron descubriendo a estos
animales de vida nocturna. La mayoría de los anfibios están estrechamente ligados alague y a la humedad de
las selvas tropicales.

Aunque ranas y sapos son los anfibios más populares gracias a las fábulas, canciones dichos que aluden a
sus grandes brincos a su croar, y en los cuentos de hadas a su transformación mágica en príncipes, existen
grupos menos conocidos, silenciosos bastante enigmáticos. El segundo más diverso de estos grupos es el de
los anfibios con cola: las salamandras. La mayoría tiene la apariencia de lagartijas sin escamas, vive en
bosques y selvas de nuestro país y muchas ponen sus huevos fuera del agua en rincones muy húmedos entre
la vegetación, las cuevas o debajo de troncos.

Todos hemos visto en los libros de texto las clásicas ilustraciones en que se muestra el ciclo de vida de las
ranas. Ponen huevos en el agua de los que nacen renacuajos y éstos posteriormente sufren una
metamorfosis que los modifica por completo: de utilizar branquias o la piel para respirar dentro del agua,
desarrollan pulmones para obtener oxígeno del aire, y de comer restos de vegetación o pequeños insectos
acuáticos, pasan a atrapar insectos en el aire con su lengua veloz y elástica. Además les crecen patas para
saltar en la orilla de los charcos arroyos, o muy lejos del agua. Los sapos tienen piel de apariencia reseca ojos
con verrugas y crestas. Sus patas son cortas, por lo que no saltan; caen literalmente en la tierra o en charcos.
Los romanos los llamaron sapos pues e latín “sapo” era la onomatopeya de ranas poseen patas más largas
que les permiten saltar hábilmente entre los árboles o tener una excelente propulsión en el agua. Tienen una
piel con apariencia lisa y húmeda en todo el cuerpo. Actualmente sabemos que la mayoría delos anfibios son
ovíparos y depositan los huevos en el agua, donde se desarrollan los renacuajos sin la protección de un
cascarón como las aves o los reptiles, o la de una placenta como los mamíferos. Las membranas de los
huevecillos, casi siempre transparentes, son un débil escudo contrala infección por parásitos, otras
enfermedades y sustancias contaminantes.

3 Las Dificultades de Ser Planta

Las plantas estrategas r son altamente colonizadoras y poco competitivas, mientras que las K son buenas
competidoras y poco colonizadoras. En los montículos de arena o polvo que ocasionalmente se encuentran en
cualquier banqueta, se llegan a establecer pequeñas plantas, como el diente de león: son estrategas r.
Cuando en estos montículos hay un poco de humedad, las diminutas semillas que han sido transportadas por
el viento (anemócoras) germinan en un dos por tres, y así de rápido crecen, se reproducen y mueren. En
cambio, a las plantas estrategas K, por ejemplo los árboles de un bosque, les lleva más tiempo crecer y son
muy longevas; en este caso las estrategas K se establecen en lugares más seguros, con un suelo bien
desarrollado y en un solo hábitat. En una comunidad vegetal, las estrategas K son las más competitivas entre
todas las demás especies.

Las semillas grandes, como la del aguacate, el mamey o el durazno, pueden por su tamaño almacenar
reservas alimenticias que después de la germinación utilizará la nueva planta para su crecimiento. Sin
embargo, se producen pocas semillas y por sus dimensiones los granívoros (animales que se alimentan de
semillas) pueden encontrarlas fácilmente. También existen plantas con semillas tan pequeñas como cualquier
polvo fino. Y en un puñado se pueden encontrar millones de ellas. Al momento de estar formadas, la planta
las libera y, por su reducido tamaño y peso, pueden ser llevadas por el viento. Así la especie logra una mayor
dispersión, es decir, puede colonizar otros lugares porque sus semillas son dispersadas a grandes distancias.

Podemos decir entonces que entre más grande es la semilla, mayor es el riesgo de que la vean los
depredadores y más difícil su dispersión (costo), pero aseguran mejor el alimento de la próxima planta que va
a nacer (beneficio). Podemos ver que a los frutos de menor tamaño y peso les corresponden plantas de mayor
tamaño, y viceversa. Y es que la relación entre el peso del fruto y la forma de crecimiento de la planta tiene un
papel muy importante en el desempeño reproductivo y ecológico de cada especie. Por otro lado, las plantas
de mayor talla como los árboles se “preocupan” menos por el tamaño de sus frutos. La mayoría de los árboles
pueden vivir muchos años y florecen y producen frutos varias veces en su vida. Así, los frutos son pequeños
(costo), pero se producen muchos en la etapa de fructificación y durante toda la vida (beneficio). Existen
plantas que tienen la desventaja o costo de ser muy inflamables, pero el beneficio de poseer una alta
capacidad regenerativa, por ejemplo, algunos pastos Por otro lado, hay especies que tienen la ventaja o
beneficio de ser poco inflamables por presentar ciertas estructuras que evitan, en lo posible, el avance del
fuego en la planta. No obstante, estas especies carecen de una capacidad regenerativa y por lo tanto su costo
ante un incendio puede ser la muerte.
4 Disimular Para Sobrevivir

En los ecosistemas terrestres hay infinidad de animales crípticos. Un famoso ejemplo son los camaleones que
varían de color dependiendo de la superficie donde se encuentren. Otro son los lagartos del género
Phrynosoma de las zonas áridas de México, que por la textura y coloración de su piel son imposibles de
detectar en el suelo de arena y piedras. El color verde de las iguanas ayuda a que sea difícil distinguirlas entre
el follaje. El piso de la selva es el sitio ideal para que se escondan ranas y serpientes que, por el patrón de
colores de su piel, pasan inadvertidas hasta que se mueven.

La evolución de la capacidad de disimularse ha dado lugar a insólitas relaciones de cooperación entre


organismos, llamadas simbiosis, que resultan benéficas para todos los implicados. En 1972 se descubrió que
a los perezosos les crecen algas en el pelaje, lo que les da un tono verde claro. Los científicos piensan que
esta simbiosis les sirve a los perezosos para esconderse del águila arpía, su principal depredador,
disimulándose entre el follaje. En observaciones cuidadosas de estos animales, se encontró que las algas no
crecen sobre el pelo, sino dentro de cada pelo. Así el perezoso obtiene un manto de invisibilidad y las algas
un sitio seguro donde proliferar: un negocio redondo mediado por la evolución de ambas especies.
Se han descrito otros casos en los que las plantas sí crecen sobre la superficie de un animal. Por ejemplo, en
Papúa Nueva Guinea diversas especies de escarabajos del género Gymnopholus se cubren de algas,
líquenes y musgos. En las Islas Galápagos se han visto tortugas con el caparazón cubierto de líquenes y hace
unos años Rob Gradstein, colega holandés, y yo encontramos en la selva Lacandona de Chiapas una lagartija
de la especie Corytophanes cristatus con algas y un tipo de planta llamado hepática creciéndole sobre la
cabeza.

Por otro lado, se sabe que la lagartija Corytophanes cristatus se mueve muy lentamente también con la
finalidad de evitar ser vista por sus depredadores, pero al mismo tiempo para no espantar a sus presas
(generalmente insectos de gran tamaño); más bien espera pacientemente a que se acerquen. Tiene la cabeza
ligeramente cóncava, lo que le permite almacenar agua para las plantas y las algas con que se disfraza. La
especie se extiende desde la selva veracruzana de Los Tuxtlas hasta las selvas colombianas.

Quedan muchas preguntas: ¿cómo pueden las polillas que se esconden de los murciélagos que las depredan,
permanecer visibles para sus congéneres y así permitir el apareamiento?, y ¿cómo determina la evolución el
escondite o el entorno en el que se posará el animal críptico para esconderse? Para contestar estas
preguntas los científicos diseñan experimentos ingeniosos. Por ejemplo, crean imitaciones de polillas con
patrones de colores determinados que colocan en los troncos de los árboles para investigar qué patrones
resultan más visibles para los depredadores.
5 Las Dificultades de ser Hervivoro

En las plantas fueron apareciendo mecanismos de defensa contra los depredadores. Pero los herbívoros no
se quedaron atrás, y en el curso de la evolución desarrollaron estrategias conductuales y fisiológicas que les
permitieron minimizar el daño que les pudieran causar esas defensas de las plantas (lo que se conoce
defensa contra la herbivoría).

Hay tres tipos principales de defensas con que cuentan las plantas. Las defensas físicas constituyen la
primera barrera y muchas veces influyen fuertemente en la decisión de un herbívoro de comerse o no una
determinada planta, arbusto o árbol. Entre estas defensas físicas están las espinas, y los cuerpos de sílice y la
lignina que hacen duras a las plantas.

El segundo tipo de defensa de las plantas es que su calidad nutricional es pobre si el depredador no logra
acceder a sus contenidos celulares, que son los que aportan compuestos ricos en energía y otros nutrientes
—como azúcares simples, enzimas, proteínas, lípidos y almidón—, y esto no es fácil; hay que romper primero
las paredes celulares, formadas por pectina, lignina y carbohidratos como la celulosa y la hemicelulosa, que
colectivamente se conocen como fibra vegetal. Las enzimas digestivas de los vertebrados no pueden
degradar directamente esta fibra.

Pero el más grande desafío que tienen que enfrentar los herbívoros para consumir plantas son las toxinas que
éstas producen y constituyen el tercer tipo de defensa. Se les llama metabolitos secundarios porque pocos
desempeñan funciones metabólicas primarias dentro de las plantas y porque algunos son subproductos de
otros procesos metabólicos; es decir, la planta no los necesita directamente para vivir. Los efectos negativos
de estos compuestos en los herbívoros van desde dar sabor amargo y obstaculizar la absorción de los
nutrientes, hasta envenenar al depredador; afectan el crecimiento, la reproducción y el funcionamiento del
sistema nervioso y de otros órganos del organismo que los consume.

La primera arma para contrarrestar las defensas de las plantas fueron modificaciones en la conducta de
alimentación. En el curso de su evolución, algunas especies de animales aprendieron a quitarles las espinas a
las plantas antes de consumirlas tallándolas en el suelo o cubriendo la planta espinosa con hojas suaves,
como hacen los gorilas. Otras estrategias son masticar por mucho más tiempo las plantas duras de apariencia
leñosa, evitar hojas maduras y tallos, y preferir hojas tiernas, flores y frutos maduros que contienen más
nutrientes disponibles y menos compuestos tóxicos.

Pero la manera más eficaz que tienen los herbívoros de burlar las defensas de las plantas es mediante
procesos fisiológicos que se ponen en marcha después de consumir la planta. Muchas especies tienen en la
saliva proteínas especiales que se unen a los compuestos secundarios de las plantas durante el proceso de
masticación. Se les llama proteínas salivales con afinidad a taninos y atrapan los compuestos secundarios
para que no los absorba el intestino.
CAPÍTULO 2 LOS SERES VIVOS CUENTAN SU HISTORIA

1 ¿Qué es la Evolución Biológica?

Charles Darwin postuló que las especies evolucionan por un proceso llamado selección natural. La teoría de
la evolución por selección natural fue muy discutida entre los científicos. A medida que se acumularon
pruebas y se reinterpretó la evidencia, se modificó la explicación que propuso Darwin.
La versión más actual de la teoría se deriva de la llamada Síntesis Moderna, que a la selección natural añade
la explicación genética de la herencia e identifica a las mutaciones genéticas como fuente de variabilidad de
las especies. Esta revolución ocurrió a partir de los años 30 del siglo pasado. Su resultado fue reconocer al
menos cuatro procesos responsables de los cambios evolutivos. Estos procesos se conocen con los nombres
de mutación, selección natural, deriva génica y migración.

Todas nuestras células contienen la información necesaria para realizar las funciones fisiológicas que nos
mantienen vivos. No todas las células realizan todas estas funciones, pues algunas se han especializado
para, por ejemplo, producir pelo o grasa (las de la piel), otras para realizar intercambios de gases tóxicos por
oxígeno (las de la sangre), y otras más para dar soporte a los músculos (las óseas, o de los huesos). Las
“instrucciones” para realizar dichas funciones están alojadas —en todas las células de nuestro cuerpo— en
una molécula de ácido desoxirribonucleico, mejor conocido como ADN: una larga cadena de cuatro tipos de
eslabones denominados nucleótidos (adenina, guanina, citosina y timina), que se unen por medio de enlaces
químicos para hacer un código de información muy parecido a un lenguaje.

En el mundo natural ocurren mutaciones cada vez que nuestras células se multiplican; algunas se deben a
errores en la duplicación de la información genética (cambiar una palabra como “gato” por “gota”), pero otras
se deben a la acción del ambiente sobre el organismo, específicamente, algunos tipos de radiación —como la
ultravioleta— que alteran el mecanismo de duplicación de la información genética. Así, en cada ciclo de
duplicación del ADN se modifican, a lo mucho, uno de cada millón de pares de nucleótidos.
Las mutaciones que importan en la evolución son las que se heredan a las siguientes generaciones y éstas
son la fuente de todas las novedades que han aparecido en la historia de la vida. Una mutación puede
generar un cambio morfológico. Los cambios morfológicos producidos por mutación no son inmediatos; de
hecho, algunas mutaciones ni siquiera se heredan a las siguientes generaciones. Esto tampoco significa que
un cambio tan drástico en la biología de los organismos sea resultado de una sola mutación.

A nivel fisiológico y bioquímico, una mutación puede haber sido responsable de la capacidad de algunas
bacterias, y en general de las plantas, de usar luz como fuente de energía para producir alimento. Las
mutaciones han dejado huella incluso en la conducta: algunas aves no hacen nidos para sus huevos, sino que
los depositan en los nidos de aves de otra especie.

La selección natural no es más que la supervivencia y reproducción diferenciales. En algunas poblaciones


naturales existe un diferencial (o variación) en la probabilidad de sobrevivir y reproducirse debido a alguna
característica del organismo que está relacionada con su desenvolvimiento en el medio ambiente.

No hay organismos perfectos. La selección natural no es una “madre naturaleza” que actúa con un propósito
(el de lograr la perfección, por ejemplo). ¿Qué tienen en común los osos polares, los tigres de bengala y los
chacales de África? Los tres son depredadores. Pero entre ellos no hay “mejores” y “peores”; la realidad es
que los tres se han adaptado al medio en que viven, tanto así, que están vivos. Lo que pasa es que sus
adaptaciones han surgido en contextos diferentes. La selección natural es sólo un proceso y sus
consecuencias dependen del medio en que se desarrollan los organismos en el tiempo y en el espacio.

El elemento crucial para que puedan surgir dos especies a partir de una es el aislamiento reproductivo, es
decir, un periodo en el que dos poblaciones de una misma especie dejen de interactuar al punto de no realizar
ningún tipo de intercambio genético, es decir, no reproducirse. Para que esto suceda, el aislamiento puede ser
provocado por la aparición de una barrera geográfica que interrumpa el contacto y por ende la migración entre
poblaciones (una cordillera montañosa, un río, o el surgimiento de una isla por hundimiento de un pedazo de
tierra), pero también puede suceder si las características morfológicas o conductuales de una o ambas
poblaciones sufren cambios que las hacen irreconocibles una para la otra.

La teoría evolutiva moderna plantea una explicación material, no especulativa ni mística, acerca del cambio de
los seres vivos a través del tiempo. Ese cambio ocurre en un escenario que a su vez es dinámico: los
organismos vivos no son meros objetos de los procesos evolutivos, sino que pueden modificar activamente el
ambiente en el que se desenvuelven y con ello las condiciones en que evolucionan.

2 Evolución de las Ballenas

La teoría evolutiva moderna plantea una explicación material, no especulativa ni mística, acerca del cambio de
los seres vivos a través del tiempo. Ese cambio ocurre en un escenario que a su vez es dinámico: los
organismos vivos no son meros objetos de los procesos evolutivos, sino que pueden modificar activamente el
ambiente en el que se desenvuelven y con ello las condiciones en que evolucionan. Estas ballenas en
realidad no tienen barbas, sino unas enormes placas en la boca que usan para filtrar el plancton, los
crustáceos y los pequeños peces de los que se alimentan: para hacerlo, toman un enorme trago de agua y
luego, básicamente, la escupen a través de las placas y se quedan con un bocado de animalitos nadadores.
Las ballenas dentadas sí tienen dientes; pero excepto los grandes cachalotes y las orcas, la mayoría de ellas
son chicas: las conocemos como delfines y toninas o marsopas. Hay relativamente poca variedad de
misticetos: se conocen 11 especies y todas son animales relativamente grandes. De hecho, el animal más
grande que ha existido sobre la Tierra es la ballena azul, cuyo ejemplar más largo conocido midió 33.6 metros.
En contraste, Brachiosaurus, el dinosaurio más grande que se ha encontrado, medía “solo” 23 metros. La gran
diferencia de talla entre ballenas y dinosaurios es posible porque a los cetáceos el agua los ayuda a cargar su
peso, mientras que los saurios tenían que soportar su enormidad con el esqueleto (estrictamente, se ha
calculado que los dinosaurios no podrían haber crecido mucho más pues su esqueleto no hubiera podido
soportar los músculos requeridos para mover un cuerpo más grande; tampoco habría sido posible que
aumentara la robustez de los huesos, pues los músculos no hubieran podido moverlos).
Todas las ballenas son carnívoras, pero hay ciertas diferencias en cómo consiguen alimento las barbadas y
las dentadas.
Como ya platiqué, los misticetos filtran a sus presas del agua. Lo que no he contado es que son animales
muy inteligentes y sociales, pues varias ballenas son capaces de organizarse para acorralar cardúmenes y
juntas disfrutar de un atracón. La mayoría de los odontocetos también son animales sociales y cazan en
grupo: varios delfines pueden rodear un banco de peces y darse un festín de ceviche; varias orcas pueden
atacar a un gran misticeto y llegar a matarlo y devorarlo. Todos los odontocetos tienen dientes; desde un
modesto par como en el caso de los zifios (cuyo hocico es parecido al de los delfines), hasta algunos delfines
que tienen una impresionante colección de 260 dientes agudos. Y justamente hablando de dientes agudos,
esa es la diferencia entre delfines y toninas: los delfines los tienen aguzados, las toninas romos. Aparte de
dentaduras, las ballenas dentadas tienen una herramienta muy útil para la vida acuática: la ecolocación, que
al igual que el sonar, consiste en emitir ondas sonoras y analizar el eco que producen los objetos con que
éstas chocan para “ver” debajo del agua. Los odontocetos utilizan la “frente” (llamada melón) para producir y
modular los sonidos que emiten; y los huesos de la mandíbula para recibir los ecos y canalizarlos hasta el
oído. Al igual que los murciélagos, que usan la ecolocación para navegar en la oscuridad, varios delfines usan
su biosonar para navegar en aguas turbias; y los cachalotes para localizar y, probablemente, aturdir,
calamares gigantes en las tinieblas de las grandes profundidades que alcanzan: se sabe que pueden
descender hasta 3 000 metros. Todas las ballenas, dentadas y barbadas, usan sonidos para comunicarse
entre ellas; y al igual que otros mamíferos terrestres muy sociales —los humanos— desarrollan acentos
regionales claramente reconocibles; es decir, dialectos.

3 Huellas y Rastros Fósiles

San Juan Raya. Las huellas fósiles se tienen que estudiar de día y de noche para que la luz y sombra del Sol
no interfieran. Durante la noche se alumbran con luz blanca, para ver más fácilmente su forma y si son
aisladas o corresponden a rastros del desplazamiento de algún organismo. Una vez identificadas sus formas y
las trayectorias que siguen, las huellas se marcan y se miden. Las huellas de desplazamientos o rastros
permiten medir el tamaño de la pisada (largo, ancho y profundidad) y de la zancada. Con estos datos se han
hecho fórmulas matemáticas que permiten saber a cuántos metros por segundo avanzaba el organismo al
caminar trotar o correr.

Para saber el tamaño relativo de la mano o el pie que dejó la huella del avance, se utiliza un factor de
conversión: según el organismo de que se trate, éste puede ser de 3.4 a 5.9 tomando como media el 4. Al
multiplicar el factor de conversión por el tamaño de la huella se obtiene una aproximación del largo de la
extremidad que la hizo. Para estudiar huellas es muy útil obtener moldes y poder observar con detalle en el
laboratorio las características morfológicas. Los moldes se hacen con materiales diversos dependiendo del
tipo de roca en el que se vaya a trabajar, así como de la posición del afloramiento. Cuando las pisadas están
casi paralelas riales plásticos fácilmente manejables; por ejemplo, el caucho.

En el caso de la pared de San Juan Raya, se emplean materiales semisólidos como la plastilina de escultor.
A partir de las huellas se puede también saber si el organismo era grande o pequeño, si caminaba en dos o
cuatro patas, la forma de sus manos y pies, y el número de dedos que tenían; y, en algunos casos, el peso del
animal. Las condiciones ambientales son importantes para que las huellas se pierdan o permanezcan en el
registro fósil. Para que las huellas de las patas de los organismos se preserven, se necesita la coincidencia de
varios factores. En primer lugar, que el organismo pise un lugar con suelo muy fino y húmedo como el lodo;
después se requiere que estas pisadas queden enterradas por sedimento más grueso, por ejemplo arena,
para que queden protegidas del Sol, el viento y el agua. Si sobre ellas se sigue acumulando sedimento, las
pisadas quedarán enterradas a una considerable profundidad, lo cual hace que aumente la presión sobre
ellas; al paso de millones de años estos sedimentos se volverán roca. Entonces un sedimento fino, suave y
húmedo se transformará en una roca sólida y dura. Después, es posible que por erosión o movimientos
tectónicos esta roca llegue a la superficie y deje al descubierto las huellas. De cada huella se obtendrán dos
moldes: uno donde quedará la marca de la pata cuando pisó el sedimento fino, lo que equivale a un positivo o
molde, y el sedimento más grueso que rellenó la pisada, que quedará en relieve, y corresponde al negativo de
la huella.

4 Nada es Para Siempre. Extinción Biológica

No sabemos con exactitud cuántas especies habitan hoy en el planeta y mucho menos cuántas de ellas han
existido. Hasta ahora se han descrito cerca de 1.8 millones de especies vivientes, sin embargo, hay diferentes
cálculos a partir de la diversidad existente en diversos grupos. Si pensamos que los primeros registros
fehacientes de vida en nuestro planeta se remontan a 3 400 millones de años, la cantidad de especies que
deben haber existido en nuestro planeta se vuelve descomunal.
Diversas fuentes citan que el 99% de las especies que habitaron la Tierra han desaparecido. Si hoy en día se
conservaran vivas todas ellas, seguramente la biodiversidad actual sería completamente distinta, e incluso
muchos organismos de ahora no existiríamos. La extinción es el mecanismo que permite el cambio en la
diversidad; cuando una especie desaparece otra probablemente semejante la reemplazará.

De acuerdo con los especialistas, podemos clasificar las extinciones dependiendo de su impacto en los
organismos. Si éstas solamente afectan a las especies que habitan en una fracción del espacio geográfico
pero quedan sobrevivientes en otras áreas, se dice que la extinción es local; en caso de que afecte a las
especies que habitan un área de tamaño considerable y no haya sobrevivientes de la especie en cuestión, se
trata de una extinción global. Si en un episodio desaparecen varias especies en la Tierra, la extinción se
considera como masiva o catastrófica. La desaparición de un organismo afecta al ecosistema que lo
albergaba: como en él los organismos establecen relaciones entre sí, la pérdida de uno de sus componentes
tendrá efecto en los que interactuaban con él. A este fenómeno se le conoce como cascada trófica. Por
ejemplo, si en una comunidad acuática desaparecen los depredadores mayores, tenderán a aumentar las
poblaciones de las especies que eran su alimento: peces de menor tamaño, moluscos o incluso algas.

Se ha observado en el registro fósil (el conjunto de todos los fósiles que se conocen) una cierta regularidad en
las tasas de extinción de algunos grupos de plantas y animales: por ejemplo, cada cuatro millones de años
más o menos, desaparece una familia de plantas. El registro fósil es la fuente más importante para descifrar
los sucesos que tuvieron lugar en el pasado. A partir de su estudio, podemos inferir diversos acontecimientos,
como las extinciones. Generalmente, cuando ocurre un cambio brusco en el conjunto de especies que
encontramos en una capa de roca respecto al que está por debajo, es probable que haya ocurrido una
extinción.
Si bien la extinción es un proceso normal dentro de la historia evolutiva del planeta, las acciones humanas han
provocado que en la segunda mitad del siglo XX, principalmente en medios vulnerables y aislados, como las
islas, se pierdan especies a una velocidad elevadísima.
La pérdida y fragmentación del hábitat, la caza y pesca, y el crecimiento desmedido de los asentamientos
humanos son sólo algunas de las múltiples razones por las que las especies se extinguen ahora. Phillip y
Donald Levin presentaron en 2002 un artículo en el que señalan que la tasa de extinción de aves y mamíferos
se ha acelerado de 100 a 1 000 veces más de lo que ocurre en condiciones naturales. Otros investigadores
indican que, en promedio, cada 20 minutos una especie se extingue de la faz de la Tierra. Otros datos
presentados en 2006 por Stuart Pimm, profesor de la Universidad de Duke y otros autores, muestran que
desde el año 1500 hasta nuestros días, las aves se han ido extinguiendo a razón de una especie por año, 100
veces más rápido que su tasa natural. Por otro lado, en las islas del Océano Pacífico se han extinguido cerca
de 2 000 especies de aves —alrededor de un cuarto de la diversidad mundial de este grupo— desde su
colonización por el ser humano.

Además, si todavía no conocemos el total de la biodiversidad biológica, es muy probable que también se
estén extinguiendo organismos de los que nada sabemos. Piensa por un momento en lo que perdemos al
talar un bosque o secar un lago; además de mamíferos, plantas y aves, seguramente estamos perdiendo
varias especies de hongos, bacterias y protozoarios.

5 El Albúm Familiar Humano

Hace millones de años existió una especie antecesora tanto de los simios antropomorfos (chimpancés,
orangutanes, gorilas y gibones) como de los humanos. Esta especie se dividió en dos ramas: una dio origen a
los simios modernos y otra a los humanos.
Ambas ramas pertenecen a una superfamilia llamada hominoides. Pero sólo los seres humanos, incluyendo a
nuestros ancestros extintos, pertenece mos a los homínidos, es decir a la familia Hominidae.
Hasta hace poco, el camino evolutivoque va de los simios antropomorfos a los humanos modernos solía verse
como una sucesión de especies que iban sustituyéndose unas a otras. Pero hoy los expertos en evolución
reconocen que tal forma de relatar nuestro pasado es incorrecta. Sabemos que descendemos de primates
que se separaron de los simios antropomorfos hace entre 25 y cinco millones de años. Después de eso,
nuestro álbum familiar incluyó varias especies de homínidos que caminaban erectos.
Aunque hoy puede parecernos extraña la posibilidad de compartir nuestro mundo con otra especie humana,
en nuestra historia evolutiva ésa ha sido la norma. En los últimos 10 años se han encontrado numerosas
especies ya extintas que confirman que en el pasado coexistieron varias especies de homínidos.
En los últimos 25 000 años Homo sapiens ha sido, al parecer, la única especie humana libre de competencia
de otros miembros de su familia de homínidos (aunque esto podría no ser estrictamente cierto; sigue leyendo).
Este periodo es tan largo para nuestra escala de tiempo, que nos ha hecho creer que estar solos en el planeta
es lo natural.

Durante mucho tiempo se pensó que las especies de homínidos más antiguas eran los australopitecos, que
surgieron hace 3.8 millones de años. Luego se descubrieron en Etiopía los fósiles fragmentarios de otro
homínido más antiguo, el Ardipithecus ramidus ramidus, de 4.4 millones de años, y el Ardipithecus ramidus
kadabba, de 5.8 millones de años, ambos de andar erecto y cerebro pequeño. El linaje humano se hacía cada
vez más antiguo.

Por otro lado, cada vez se tiene más certeza de que los australopitecos formaban diversas especies. Además
de las ya estudiadas —Australopithecus afarensis y A. anamensis—, hoy conocemos otras como A.
bahrelghazali (de entre 3.5 y 3.3 millones de años) y A. garhi (de 3.5 millones de años). Casi de la misma
edad que A. ghari son los parantropos, también llamados australopitecos robustos por algunos investigadores.
Los parantropos más antiguos son los Paranthropus aethiopicus, de 2.5 millones de años de antigüedad.
Entre los dos y 1.6 millones de años, los parantropos estuvieron representados en todo el este de África por la
especie P. boisei, y cerca de los 1.6 millones de años en el pasado, en el sur de África, vivieron también los P.
robustus y posiblemente dos especies muy cercanas llamadas P. crassidens y P. walkeri.

CAPÍTULO 3 ADN GENES Y ALGO MÁS

1 La Medicina Genómica ¿Cómo interpretar el libro de la Vida?

Alcanzar este grado de conocimiento de nuestro organismo ha implicado un largo camino, así como la suma
del esfuerzo y tenacidad de muchos investigadores, cuyas aportaciones nos han venido acercando un poco
más al objetivo. La era de la genética moderna comenzó en 1953 con la descripción que hicieran James
Watson y Francis Crick de la molécula del ácido desoxirribonucleico (ADN) como una doble hélice. Sin
embargo, a partir de entonces los avances fueron acelerándose, para culminar con el acontecimiento que
marca el despegue de la medicina genómica. Me refiero al desciframiento del libro de la vida o, en otras
palabras, la secuenciación del genoma humano.

En el núcleo de cualquier célula humana somática, que son prácticamente todas las que constituyen nuestro
cuerpo, existen 46 cromosomas: dos juegos de 23 cromosomas que durante la división celular se acomodan
formando parejas. Las únicas células que sólo tienen un juego de 23 cromosomas son las llamadas
reproductivas o germinales (óvulos y espermatozoides), y esto se debe a que, al engendrar un hijo, éste
recibirá un cromosoma de cada progenitor, para completar su repertorio de 23 pares que forman el genoma
humano. Cada cromosoma está formado por una doble hélice de ADN enrollado alrededor de un armazón de
proteínas. La estructura externa del ADN está formada por azúcares y fosfatos, unidos a cuatro tipos de
unidades químicas o bases nitrogenadas, que integran los ácidos nucleicos como si fueran los peldaños de
una larguísima escalera. Cada unidad formada por un azúcar, un fosfato y una cleótido. Estas bases
nitrogenadas son adenina, timina, citosina y guanina, y se les designa comúnmente con las letras A, T, C y G.
Así, cada “escalón” contiene un par de estas letras. La A forma siempre pareja con la T, y la C con la G. Los
genes no son sino segmentos de esta molécula de ADN, definidos como “una región localizable de la
secuencia genómica, que corresponde a una unidad funcional de herencia, transmitida de padres a hijos”. En
general, cada gen indica a las células cómo fabricar una proteína, y las proteínas a su vez son los agentes
que llevan a cabo el trabajo en el organismo. Lo que conocemos como código genético es la clave con la que
se leen las instrucciones genéticas de un organismo.

A partir de los resultados del PGH sabemos que nuestro genoma está compuesto por 3 200 millones de letras,
que forman cerca de 40 000 genes. Asimismo, fueron localizados cerca de 1 400 genes asociados con
enfermedades genéticas. Esto es importante porque desde 1902 el médico Archibald Garrod descubrió una
relación entre los patrones mendelianos de la herencia y ciertas enfermedades hereditarias, a las que
consideró errores congénitos del metabolismo atribuidos a anormalidades en las proteínas. De esta forma,
Garrod fue el primero en aplicar las leyes de Mendel a los seres humanos e identificar en ellos rasgos
genéticos, incluso antes de que se averiguara el papel de los cromosomas y los genes.
En principio, todos los humanos compartimos 99.9% de la información genética; sin embargo, durante el
desarrollo del PGH los investigadores encontraron una sutil variabilidad de 0.1% en la secuencia del genoma
humano. Estas variaciones sistemáticas consisten principalmente en cambios en el número y longitud de
ciertas pequeñas secuencias repetidas, dispersas en el genoma, a los que llamaron polimorfismos de un solo
nucleótido (en inglés, SNP o snips). Los snips aparecen a lo largo de toda la cadena de ADN, con una
frecuencia aproximada de uno por cada 400 letras. Se les compara con faltas de ortografía o errores
tipográficos, ya que implican, por ejemplo, que en un lugar determinado del genoma, donde algunos tienen
una “A”, otros exhiban una “G”. Los SNP suman una cantidad tan grande de posibles combinaciones que nos
hacen a cada quien una persona única. Queda aún mucho por hacer en una infinidad de campos, tanto en las
ciencias sociales como biológicas. En opinión del doctor March, a medida que la investigación avance, se
generarán nuevos bienes y servicios a disposición, por ejemplo, del gremio médico, que podrá interpretar la
información, y de la industria farmacéutica, que deberá llevartodo este conocimiento al desarrollo de nuevos
medicamentos, vacunas y pruebas de pronóstico.
Para enfrentar los retos es necesario contar con recursos humanos, lo que incluye la preparación de
estudiantes, pero también de quienes ya son profesionales en áreas que van de la medicina general a la
biología molecular, la genética, o las ciencias genómicas hasta bioinformática, bioética y derecho genómico,
con el propósito de poder recibir y aprovechar lo que ofrece la medicina genómica, y que esto se traduzca
verdaderamente en una mejor atención y cuidado a la salud.

2 Epigenética, la esencia del Cambio

Las instrucciones para fabricar todas las proteínas que necesita el organismo están escritas en el ADN,
molécula complicada que forma un hilo muy largo. El doctor Félix Recillas Targa, investigador del
Departamento de Genética Molecular del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, explica: “Dentro de una
célula eucariota, como las de los organismos superiores, existe un núcleo, y en su interior está compactado el
ADN con la información genética. Si estiramos la molécula de ADN, ésta tendría una longitud de dos a tres
metros lineales. La célula eucariota tuvo que evolucionar hasta convertirse en un sistema altamente complejo
que compacta la molécula de ADN en el interior del diminuto núcleo celular”. Pero no basta simplemente con
enredarla y meterla en el núcleo. El mecanismo lector de la célula debe tener acceso a los genes. En esencia,
un gen es un tramo de ADN que contienen la información necesaria para fabricar una proteína. Para que
pueda ser leída por la maquinaria celular, la molécula tiene que compactarse de una manera organizada.
También es necesario que exista algún mecanismo que relaje el ADN compactado.

Una célula no fabrica todas las proteínas catalogadas en el ADN, sino sólo unas cuantas, que dependen del
tejido al que pertenece la célula y de sus necesidades del momento. Así, la célula no produce al mismo tiempo
todas las proteínas que le corresponden, por lo que hay mecanismos que “encienden” y “apagan” los genes y
regulan su expresión como si fueran un botón de volumen. Decimos que el efecto de estos mecanismos es
epigenético (“epi” significa “encima” en griego) porque no está determinado por la información contenida en la
secuencia del ADN, sino por las proteínas y otras sustancias químicas que la rodean y que afectan la
expresión de los genes.++ Los cambios epigenéticos pueden tener consecuencias de peso para el organismo.
Por ejemplo, en la propensión a contraer ciertas enfermedades con componente hereditaria. “Muchos estudios
se concentran en el nivel genético, pero la modulación tiene consecuencias en el cáncer”, señala Félix
Recillas. Hoy en día se sabe que 50% o más de los procesos tumorales se originan por defectos a nivel
epigenético (errores de metilación que dejan activos genes nocivos o que suprimen genes benéficos) y no
forzosamente genético.
La epigenética está adquiriendo tal relevancia que se investiga desde diversos frentes en muchos países. Un
área importante es la de estudios comparativos como los que se hacen con gemelos idénticos. Estos estudios
muestran que, pese a tener la misma información genética y ser indistinguibles en apariencia, los gemelos
pueden diferir notablemente, en especial en lo que toca a la salud. Una de las investigaciones más conocidas
fue llevada a cabo por un grupo español, dirigido por el especialista Manel Esteller, del Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas de Madrid. Estudiando componentes epigenéticos de 40 parejas de gemelos de
edades que iban de los tres a los 74 años, los investigadores encontraron que, en promedio, el grado de
metilación del ADN variaba significativamente en una tercera parte de los gemelos, incrementándose
conforme aumentaba la edad de los individuos. Así, puede ser que con el paso del tiempo uno de los gemelos
contraiga diabetes y el otro no, por ejemplo.

CAPÍTULO 5 DESEQUILIBRIOS AMBIENTALES Y SUS CONSECUENCIAS

1 México y el Cambio Climático

El deterioro ambiental en nuestro país, grave de por sí, se va a acelerar con el cambio climático. Esto se
desprende del proyecto Estudio de país, la primera investigación a gran escala sobre los posibles efectos del
cambio climático en México. Allí se señala que si al ritmo actual de deforestación y sin cambio climático ya era
factible que nuestros bosques se transformaran en llanuras secas (sabanas), el cambio climático va a agravar
esta situación cuando aumente la temperatura, disminuya la humedad y haya más riesgo de incendios
forestales. Si bien la contribución de México a las emisiones es comparativamente pequeña, nuestro país
debe ayudar a resolver este problema mundial, como ha señalado el Centro Mario Molina para Estudios
Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente. El Protocolo de Kioto, ratificado en 2005, no establece mayores
obligaciones a los países en vías de desarrollo —a diferencia de los países industrializados, que entre 2008 y
2012 deberán reducir 5.2% sus emisiones de GEI respecto a 1990—, no obstante el Centro Molina considera
que el problema no sólo compete a los países más industrializados y “México debe instrumentar en el corto
plazo aquellas acciones de política que brinden beneficios en la calidad de vida de sus habitantes, sin
incrementar significativamente las emisiones de GEI, así como identificar las oportunidades que representa su
participación en el Mecanismo de Desarrollo Limpio que se deriva del Protocolo y en otras áreas de
colaboración internacional”.

El documento Hacia una estrategia nacional de acción climática para el sector de energía, del Centro Molina,
señala que las oportunidades que tiene México de reducir sus emisiones de GEI tan sólo en proyectos del
sector energético pueden ser muy significativas, con valores de reducción de emisiones que irían de un
mínimo de 40 millones de toneladas al año de dióxido de carbono (CO2), uno de los gases que más
contribuyen al cambio climático, hasta más de 120 millones de toneladas. Estas cifras representan entre el
10% y el 30%, aproximadamante, de las emisiones totales de ese gas del país. En su Programa Estratégico
de Cambio Climático, el Centro Molina destaca que como país vulnerable, México puede y debe contribuir a la
reducción de emisiones de GEI “a través de proyectos de ahorro de energía y proyectos que apoyen la
transición energética de México hacia sistemas más eficientes y sustentables”.
Carlos Gay indica que una de las cuestiones que se va a volver fundamental en nuestro país con el cambio
climático es el abasto de agua; se prevé que para 2030 la situación del abasto será crítica en Baja California y
Sonora. En regiones como Sinaloa y la cuenca del Lerma puede llegar a escasear mucho el agua; en la zona
del sur de México y la península de Yucatán podría también haber escasez, si bien el problema no sería tan
grave. Según este investigador ahora tendríamos que estar preocupados principalmente por almacenar el
agua, conservar los bosques y en general los ecosistemas, resolver el problema agrícola y lograr un
reordenamiento territorial de los asentamientos humanos.

Al igual que ante un sismo o un huracán, el único camino para evitar que los efectos del cambio climático se
conviertan en desastres es disminuir la vulnerabilidad de la población mexicana mediante políticas públicas
adecuadas en todos los sectores. Urge, por ejemplo, poner en marcha programas de comunicación para que
la gente conozca los riesgos que existen donde vive y trabaja, y sepa qué puede hacer para disminuirlos o de
plano evitarlos. No basta, como en el caso de los desastres naturales, instalar sistemas de alerta y hacer
programas de protección civil: hay que pasar de una cultura de respuesta a una de prevención para poder
enfrentar eventos más intensos y frecuentes a lo largo de cuando menos los próximos 50 años. De otro modo,
la vulnerabilidad de México es tal que los costos asociados a los impactos del cambio climático podrían
resultar tan altos que el país no sea capaz de enfrentarlos.

2 De Exóticas a Invasoras

Las plantas denominadas exóticas (que en inglés también se conocen como aliens) son originarias de otros
lugares del planeta; suelen llevarse a nuevos ambientes de manera accidental o con un propósito específico.
No todas son problemáticas, los científicos británicos Mark Williamson y Allistair Fitter calcularon, en 1996,
que aproximadamente el 10% de las especies exóticas introducidas en un sitio se vuelven comunes en ese
lugar; de éstas el 10% establecen poblaciones y sólo el 10% de estas últimas causan daño, entonces se les
conoce como invasoras. Así, sólo una de cada 1 000 especies exóticas se convierte en invasora; es decir,
impacta negativamenteel hábitat o ecosistema que invade. Las plantas invasoras son capaces de adaptarse a
las nuevas condiciones ambientales e incrementar sus poblaciones y expandirse por sí solas rápidamente —
sobre todo en ambientes similares a su lugar de origen—, desplazando o eliminando otras especies que
habitan naturalmente en un ecosistema.

Determinar por qué algunas especies de plantas exóticas se convierten en invasoras y son tan problemáticas
ha sido motivo de investigaciones muy extensas en todo el mundo. Entre otros, Marcel Rejmanek de la
Universidad de California, en Davis, y David Richardson de la Universidad Cape Town, en Sudáfrica,
plantearon en 1996 que las características fisiológicas de estas plantas les permiten crecer y reproducirse a
tasas muy altas. Por ejemplo, es común que las malezas tiendan a crecer muy rápido y a producir de manera
constante muchas flores y semillas; eso les da grandes ventajas para competir con especies nativas por
espacio y nutrientes, y generalmente ganan. Una segunda hipótesis, de Michael Crawley, del Imperial College,
en Inglaterra, tiene que ver con el ambiente adonde lleguen las plantas exóticas. Los ecosistemas en los que
ocurren desastres naturales como incendios y huracanes sonparticularmente susceptibles a la invasión de
estas especies, que aprovechan los espacios y recursos disponibles. No es sorprendente que en Florida,
adonde con frecuencia llegan huracanes, haya muchas plantas invasoras. También los ecosistemas alterados
por los seres humanos con la tala o el cambio de uso de suelo para agricultura o ganadería son muy
vulnerables a las invasiones de plantas y otros organismos.

Las plantas invasoras están presentes en todos los continentes e islas, en ecosistemas terrestres y acuáticos,
y en zonas templadas y tropicales. En general la introducción de especies nuevas en un área en particular se
relaciona con actividades humanas. El aumento actual del número de plantas invasoras obedece en parte a
que los sistemas de transporte terrestre, aéreo y acuático son hoy mucho más eficientes, y se pueden
trasladar plantas de una parte del mundo a otra con mucha rapidez. Algunos investigadores mexicanos, como
el Dr. Francisco Espinoza-García, del Centro de Investigaciones en Ecosistemas y el Dr. José Villaseñor, del
Instituto de Biología (ambos de la UNAM), han demostrado que el número de especies de plantas exóticas en
un sitio también está correlacionado con el tamaño de las poblaciones humanas o con los niveles de
alteración causada por humanos. En sitios con poblaciones humanas grandes o muy alterados es común
encontrar más especies invasoras.
Las plantas invasoras —llamadas malezas en la agricultura— pueden tener un gran impacto en la economía
y en la salud humana. Se estima que cada año reducen en más de 10% las cosechas. Aunque en México no
se tienen estimaciones de los costos económicos asociados a la presencia y control de plantas invasoras en
sistemas agrícolas, se piensa que éstos pueden ser muy altos. En otros países las cifras son alarmantes.
David Pimentel y sus colaboradores de la Universidad de Cornell estimaron, en 2005, los costos ocasionados
por la presencia y el control de especies invasoras ras en dólares americanos por año: en Estados Unidos
$120 000 millones; en Sudáfrica $7 000 millones; en el Reino Unido $12 000 millones; en Brasil $50 000
millones y en India $117 000 millones. Es muy importante reconocer que como humanos hemos causado
cambios drásticos en el ambiente, particularmente en los últimos años, y que las especies invasoras son un
componente importante de esos cambios. Nuestra forma de concebir y relacionarnos con la naturaleza debe
modificarse, a fin de que seamos parte integral —y no los dueños— del planeta. Los humanos no somos la
única especie afectada por enfermedades y plagas. Muchas especies están constantemente amenazadas por
otras especies invasoras que nosotros hemos trasladado de un lado a otro con el fin de satisfacer nuestras
necesidades. Conocer la flora nativa de nuestros alrededores sin duda nos llevará a fascinarnos con la gran
diversidad de plantas que existen naturalmente, y eso disminuirá la gran demanda de especies exóticas que
pueden convertirse en invasoras.

3 Ecosistemas: Protección y Restauración

La principal causa de la extinción de especies de plantas y animales en todo el mundo es la pérdida de su


hábitat. Además está la cacería furtiva, que en nuestro país casi ha acabado con especies como el berrendo,
del cual sólo quedan alrededor de 1 500 individuos en Baja California, Sonora, Chihuahua y Coahuila. Antes
de la llegada de los españoles, el berrendo vivía por todo el norte de México. Otro ejemplo triste es el de la
nutria marina, que fue exterminada en nuestro país a principios del siglo XX porque la cazaban para el
mercado de pieles. Muchas especies de cactus y orquídeas están amenazadas porque son recolectadas
excesivamente para venderlas a coleccionistas mexicanos y extranjeros. Otro de los motivos por el que las
especies nativas o endémicas de los ecosistemas se pueden extinguir es la introducción de especies exóticas.
Así ocurrió cuando gatos y ratas fueron introducidos en la Isla Guadalupe y extinguieron el paíño, un ave que
anidaba en hoyos en el suelo. Por otro lado, la contaminación de los cuerpos de agua ha puesto en peligro la
existencia de especies de anfibios y peces. En general, es la combinación de varios factores lo que acaba con
una especie de un sitio particular. Evitar la extinción de las especies que son la riqueza de cada ecosistema,
es una de las razones por las que se ha hecho necesario establecer reservas.
La conservación de los ecosistemas es importante no sólo para que sus animales y sus plantas sobrevivan.
Nosotros obtenemos diversos beneficios de su buen funcionamiento a los que llamamos servicios
ambientales. Por ejemplo, cuando llueve sobre el bosque de pinos que rodea a la Ciudad de México, el agua
se infiltra en el subsuelo recargando los mantos acuíferos y no arrastra los suelos causando erosión. Además,
utilizamos la madera de esos pinos para construir casas, calentar la comida o para hacer el papel en el que
está impresa esta revista.

Existen diversas categorías de reservas, dependiendo del objetivo que se quiera conseguir con su creación o
qué tan estricta tiene que ser la protección de su ambiente. A pesar de que las reservas son un sistema
aceptado y promovido a nivel mundial, no siempre tienen éxito en conservar los ecosistemas, pues además de
hacer que se cumplan las leyes que controlan su uso, es necesario que los habitantes locales tengan la
posibilidad de beneficiarse de estas áreas a cambio de utilizar sus recursos adecuadamente (las reservas
tienen reglas al respecto), pues la mayoría se han establecido en tierras que pertenecen a particulares, ejidos
o comunidades.

La creación de una reserva suele obedecer a que sus ecosistemas están bien conservados, pero no es
siempre el caso. Un ejemplo es la Reserva de la Biosfera de Janos, creada apenas en diciembre del año
pasado. En 1994 llegamos a trabajar a los pastizales de Janos, en el norte de Chihuahua, justo en la frontera
con Estados Unidos. Es un lugar único en el norte del país donde los pastos son la vegetación predominante.
Dada la poca altura de la vegetación, se pueden observar fácilmente y desde lejos coyotes, tejones, perritos
llaneros, águilas reales y de cabeza blanca, parvadas enormes de gansos y grullas.

4 Los Beneficios Gratuitos de la Naturaleza

Como especie, nosotros obtenemos grandes beneficios de los ecosistemas que son irremplazables y de los
que depende nuestra salud y bienestar general; a estos beneficios se les llama servicios ecosistémicos o
ambientales. Esto no es fácil de apreciar, sobre todo en las grandes ciudades. Piensa simplemente en la
polinización de los productos agrícolas que consumimos, en la degradación de los desechos orgánicos, en la
purificación del agua y el aire o en la protección de lossuelos de la erosión.
El concepto de servicios ecosistémicos surgió a partir de la crisis ambiental en que vivimos desde hace 50
años, resultado del deterioro que lo seres humanos hemos producido en el medio ambiente. Con este
concepto se busca clarificar la relación que existe entre el funcionamiento de los ecosistemas y nuestro
bienestar. Maryland, Estados Unidos, y su grupo de investigadores publicaron un trabajo en la revista Nature,
en 1997, en el cual estimaron que el valor de 17 servicios ecosistémicos generados en 16 biomas (áreas del
planeta que comparten clima, vegetación y fauna, como desiertos, selvastropicales y bosques de pinos) del
mundo equivaldría a entre 16 y 54 billones de dólares, esto es, el doble del producto interno bruto total del
planeta. Básicamente, si tuviéramos que pagar por los servicios que nos dan los ecosistemas no tendríamos
dinero para hacerlo. El artículo del equipo de Constanza generó mucho interés, no sólo porque identificó los
servicios ecosistémicos sino porque le dio un valor monetario a su pérdida. Y ésta es una de las formas más
efectivas para que quienes toman decisiones (funcionarios, empresarios y políticos, entre otros) y la sociedad
en general, entendamos la importancia de conservar lo que obtenemos de la naturaleza y de revertir la
degradación que nuestras actividades están causando en el ambiente a nivel mundial.

El manglar es un ecosistema que se encuentra en todas las costas de la región tropical del planeta y es de los
que más servicios ambientales prestan; se trata de un mosaico biológico singular, de plantas y animales que
habitan espacios con características físicas igualmente singulares. Es en este hábitat donde el agua dulce que
viene de los ríos se junta con el agua salobre del mar. Los árboles de mangle viven con los troncos
sumergidos en agua salada o muy salada; les permiten soportar estas condiciones sus raíces, que parecen
zancos y que a veces sobresalen del agua y, además excretan sal por sus hojas, con lo que hacen más
pasadera su vida en un ambiente tan hostil.

Para muchas especies de aves los manglares son las mejores zonas de reproducción y anidación; hay
además aves migratorias que viajan miles de kilómetros y usan este ecosistema como refugio permanente
durante su larga travesía. También otras especies usan los manglares como refugio, así que durante una
visita a un manglar mexicano podríamos ver, por ejemplo, tortugas, cocodrilos, mapaches, martines
pescadores y garzas, lo que da a este ecosistema un gran atractivo turístico.
La transformación de un ecosistema para aprovecharlo económicamente, como talar un bosque para criar
ganado o cultivar algún producto agrícola, implica siempre un costo-beneficio, pues los servicios que aportará
el ecosistema transformado ahora serán distintos: en este caso se gana la capacidad de producción de
alimentos pero se pierde mucho en la sos y, en general, los habitantes de las zonas rurales, que son quienes
dependen directamente de esos ecosistemas. Algunos servicios ecosistémicos representan ganancias
monetarias sólo para algunos sectores de la sociedad, como la extracción de maderas de los bosques; otros
son cruciales para la supervivencia de la población, como los derivados de las pesquerías. Y hay beneficios,
como los servicios derivados de la regulación del clima, que son fundamentales para todos los habitantes del
planeta.

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