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Amos Rapoport

.. 1 • � - ·� - •
E_ t
AM��:CA
LATINA

Aspectos
humanos de la
forma urbana
Hacia una confrontación de las Ciencias
Sociales con el diseño de la forma urbana

Colección Arquitectura/Perspectivas

GG

"

I
-rT? Cucción

La ciudad ha sído objeto de curiosidad durante largo tiempo. Existen


--:has.mane-ras de conceptualízarla y ha sido analizada y descrita como,sistema
-:ral, como sistema económico o como sistema políIico, Asimismo, ha sido con-
-zreda como obra de arte, como instrumento de'comunicación, como artefacto
siórico y, en cada caso, se ha elaborado un análisls específico y particular de
c que es la planificación y el diseño de ciudades.
Desde hace pocos años existe un punto de vista nuevo para analizarla,
:¡¡Únmente llamado Esfudios del hombre en su medio ambiente, el cual trata
:e realízar estudios sistemáticos sobre la mutua interrelación entre Ia gente y el
*:dio ambiente construido. Esta disciplina se distingue del diseño traáicional
=:l su hincapié por el hombre, incluyendo las dimensiones sociales y psicológicas,
.' en intentar una formulación sistemática. Aunque fundamenta su
-además-del
:¡nocimiento hombre en estudios procedentes de las ciencias sociales
:rclógicas y psicológicas- se diferencia de éstas porque acentúa Ia importancia-so-
j:l medio ambiente y físico, el cual había estado casi totalmente olvidaio por
:lias. De hecho, al preocuparse por lo que hay que diseñar y por gué criteiios
se ha de guiar el diseño, basándose en un conocimiento de las interacciones entre
:l hombre y su medio ambiente, se inmiscuye en alguna de las siguientes cues-
:;ones esenciales:

I'o En cómo los seres humanos dan forma a su medio ambiente; es decir,
qué características de los seres humanos, como individuos o como grupos, son
:elevantes en cuanto a Ia construcción de medio ambientes particulales.
2.o Hasta qué punto y de qué manera el medio ambiente físico afecta
al hombre. Es decir, qué importancia tiene el diseño del medío ambiente y en qué
situaciones la tiene.
3.o Oué tipo de mecanismos enlazan al hombre y su medio ambiente
a través de una interacción biunívoca.

Hace algunos años hubiese sido necesario plantearnos, ante todo, un


cúmulo de generalidades teóricas. Hoy será suficiente describir brevemente Ia
postura que yo he adoptado en este libro.
Por otra parte, dado que cualquier problema relacionado con la disci-
plina anunciada forma parte de una de las tres cuestiones esenciales descritas,
la discusión sobre un planteanriento general de la interacciórr entre el hombre
y su medio ambiente puede empezar con una descripción niás detallada de estas
tres cuestiones.

1. La primera cuestión su ,.fi.re a las características de los seres h-


manos miembros de una especie, como individuos y como miembros c:
-corno
lo ver;cs Erupos sociales- que afectan (o, desde el punto de vista de los dise-
ñeicres, que deberían af ectar) la manera a través de la cual el medio ambiente
cc;st:i;io .torna f orma".
Aquí deberían incluirse algunas conslderaciones sobre constancia y cam-
L';o. Fcrejemplo: Ia exístencia de un comportamiento específico en cada especie,
ienCencías y predisposiciones, etc. A su vez, estas consideraciones nos condu-
ciríen a analizar el interés del conocimiento acerca del medío ambieirte originario
Y evofutivo del hombre, a la vez como medio ambiente físico y como medio
ámbiente social, en el seno del cual se desarrolló el hombre usándolo como base
primigenia. De esta manera, se podrían delimitar las característÍcas mínimas de
un medio ambiente que responda a necesidades realmente humanas y, también,
describir las maneras a través de las cuales determinadas activjdades o procesos_
mentales promueven medio ambientes específicos.
Cuando se trate con seres humanos en cuanto í¡tdividuos, Io primero
que hay que cons.iderar es su capacidad sensorial, o sea las vias
a través de las
que estos seres humanos, como usuarios activos y exploradores
del medio, lo-
perciben sensorialmente y Ie otorgan un sígnificaaó. ya que
estas vías de percep-
ción, de uso y de comprensión o iñterpretación, e incluso, de lección del sístema
sensitivo más usado, están todas ellas afectadas por el 'hecho de ser cada cuerpo
¡niembro de un grupo particutar de individuo., ser humano debe ser
considerado necesariamente como míembro de "rltqriuruno be estos grupos con valores
particulares, creencias y formas de entender el mundo. .

Además, obviamente, Ia pertenencia del hombre a grupos pequeños, a


fa-milias, a grupos sociales, a insiitucíones, etc., a culturas ,'rruiuñuras,
!
afecta 5g5 "papeles" (rol) sociales o la manera de comunicarse y de comportarse
etc.,
en relación a Ia estructura social, Ia jerarquía sociat, los valores éociales, etc."
Todo ello influye en Ia forma det meá¡o amb¡enta y, a su vez, puede ser influido
por ella.

2'
El último párrafo nos lleva a ta segunda cuestión fundamental.
Es
esencial saber los efectos der medio ,ru¡"ri"-*n-Jrriao
y en Ia satud de los hompres. s¡ no-exi.t¡.iá" Ñái'ejectos, .n ut-"orportamiento
o si fuesen mínimos,
entonces Ia importancia del estudio det medio ambiente
humano sería mínima.
Por otra parte, se trata de una cuestión muy dificit d";o;i;;;;;,;'iu.
evidencias que podemos descubrir son imposibles de
l*
comparar entre ellas y no
existe una postura teórica general con la que se este normálr"nt"'a"
Lo que sigue es una versióñ resumida de mi postura
l"iruroo.
teor¡ca-particular.
La cuestión de los efectos del medio ambiente
físico sobre las personas
ha sido muy estudiada por la
"gpog¡¡fía- g-g.l-l.u.ral v pár-io. investigadores del di-
seño ambiental. La experiencia de la geogiária, aunque
trate et medio ambiente
mediante variables a escala mayor, nos ofrece un paralelo
útil de Io que podrÍa
ser interesante en el campo del diseño urbano. H'esumíendo, parece'haber
tipos de actitudes en geografía: tres

a) La determinista, que defiende que el medio ambiente ffsÍco deter--,


mina el comportamiento humano.
b) La posibilista, que defiende que et medio ambiente físico contiene-
limitaciones y promueve posibilidades y gue, a partir
de ellas, los seres humanos_
eligen basándose en criterios culturales.
c) La probabilista, que defiende que el medio ambienil físico otorga po-
sibilidades para elegir sin deierminar totalmente la ulu..i*,-f;;"';;;rü;r*
actuaciones o elecciones son más probables que
otras dado Ln ,uo¡o añib¡ente
f Ís ie o concreto.
En planificación y en diseño, et punto de vista tradicional
ha sido el de-
terminista- o sea la creencia de que crmb¡os en la forma
de Ia c¡r¿r¿ piornueven
:anrbios en el comportamiento, áumentan et blenestar,
aumentan la interacción
:::ial, etc. A modo de reacción, especialmente en geograffa, el punto oe v¡sia"'""
o eciuac¡ón. Los segundos son aquellos
donde el medio ambiente es utilizado
para extraer-conclusíones sobre
LI de sus ocupantes, y la alteración del
ccmportanríento. "tutu,
A Io largo de esta discusión,se ha supuesto implícitamente,
en ca§os simirares, que Ia gente como ocurre
está innlersa en ,, meo¡o ambiente que,
vez' actúa sobre erla. sin embargo, a su
en )a mayoría de to¡ c_qqo_-s,.ra_ gente
gtqqa su hábitat a través ¿e ¿¡reiente: serec-
típos oe eniigialiones --internacional,
regioná|, elección de bárrio, de
edificío, ,r*uu";,"11.1. o* hecho ros
menos vorambs cón los pies,:y seres
,ná ¡nrtr"n"íu í;p;;ante der medio ambientehu_
construido sobre las personas'se
expresa a través de su mayor o rnenor
cíón; se trata de una autént¡iuli"tárr¡ái-¿Zt"iii¡iri." atrac-
En arsunos casos, rr;"r;;;i;;;rr;;;;;#;;
brez4 discrimína.iil.? .¡iu¡rLJJ, p;; corapsa r..rr.,
de ra po-
En casos de habitabirídadlorzo.u-].'onlo
tr;;;:;;ñ;ce un probtenra ésenciat.
sería, en caso extremo, ra institucio_
nalización-, er medio ,ruirri" ru
precisamente las condiciones
;r;i.;; ;;;; ulérun,o crítico y éstas son
sobre l, oolii¡ara'a.r ,.ii".ambiente que
mencionado, y que operan iguarmente ya he
vencia de las curturas puede
, n¡u"i¡urü;;;:';; estos casos, Ia supervi_
estar deterr¡ru;;;á.'ir-io*a de Ia vivienda
asentamientó en el territorio, por
Io que el medio'ambiente construido puede
y su
a ser crítico y casi negativamLnte llegar
determinante. .

; 3. La tercera cuestión fundamentat es, de


teriores' si existe una ¡nteiaccion'ár,ru hecho, un cororario de las an-
ra gente y ei me¿io amb¡ente, tLne que
-gxistir atsún mecanismá qu; ü-i;;rr.. vr;i;;}á"- jia, ya
medio ambiente corno ,ná forra mencionados: er
código descodificado por.uruá.iár,-Jr
du-ó;r;;;;;.ió". io-verbar, por ejempro, un
percepción [a través de ;""ü';;;;;;;."ro sistema simbótico;
los sentiios) v ,.ntáii.r;iil
ambiente a través de clasifii;;ió;;*"""ceptualización (d#;;#,Hl a¡ medio
cuando consideramos varios y ordenamiento), etc.
medto ambientes,,u.irro" en un
incluso con ra variación d" campo que varia
ambiente, por una.partg, y
r;;rr;;;ay h ¡nteraccián'.i,tr" er hombre y su medio
er a¡seno, por otra,: puede considerarse
de congruencia, a través áu en términos
l, gente trata de ajustarsus
"rli-lL
c ione s- *;'"I' ;;J; aspira-
[i:x'J;tT# 3:.' "", ;;;";1u"",,, o e n'arores,
"o,
¿ i s e-n-a n oo,
¡

Los habitantes de Ia ciudad


medio ambiente humano .,
so1 un. caso particular d'e los habitantes
'mente de los asentanrientos é;;;;;i; este libro se,jreocupará;pues,.exclusi,a-del
urbano.g, v t1 p.p"r'"i"rará
usando diferentes. disciplinas un rnarco conceptuar
siones entre disciprinas h..ÁÁ "iunii¡.r". rr¡'.iuiá ie"ces¡oaa de romper fas divi-
al menos en potencia nluchas J".on excesiva arbitrariedad dado, además, que
der cómo funcion¿n lr. .irJr¿ll á.tur disciplinas-poJran ayudarnos a compren-
de estas discíprinas, aun cuando !".0n.,o r.;;;;; iu"."r*, y ras entíende. Arsunas
háyan anarizádo er medio ambiente,
de una fornra tan abstracta que-;;iun ro han hecho
en los que se vive y en los quu consíderado las_ciudades como
lugares
ciencias sociales han.descritá
." capta una realidac. En pocas ocasíones
lo-qru ocurre en un espacio trÍdimensional Ias
tado' a pequeña escala, qru á" habi-,
ha sido er campo ¿e trauiio
uil.pu"io en el q* irir*n sus habítantes. Éste
.*lr.rf
últimos han privilegiado lá acc¡on de los pürJá-Lies det diseño. pero
estos
han dejado influir por nuevas
iiunt* a la ácademia y Ia investigación y
no se
ideas
dejando sin desarrállar, así,-una--uu-.J ;;";;i_;;;I"'i*o= campos cutturates,
tuo.¡ca. cuanoo no r,rn sido exctusivamenie
normativos han sido meramente
descriptivo" y nrn", l,an s¡¿o analíticos.
mente, ni las'ciencías sociares ni Final-
las p¡ofesio"na¡"s-J"i-¿¡reño han
seriamente ejemplos provenient", comparado
yo intentaré citar ejemprosá" varias cutturas.
sobre cómo la estructuran mentel*.nt*,
s3bre.ó-;;;;;ersonas perciben ra ciudad,
s:bre sus usuarios, sob¡e r, sobre lr" .á"ios que ras formas
ejercen
imág;;ñ irnportancia que ras
-¡r¡on áe tas
;;rj§,ffT,","":,"*::::j::::y:,:.."ob,*
É*c :^rs- For otra pei-te, tienen qr* ra manera de captar er medio
LliJt¡iffiñJ;§;:'# fr"r:??,rr'oÍ: T..rT
reliev¡üo que ha estado ocurriendo con er diseño
urbano en los últímos años.
De esta manera, es posible que los díseñadores
acaben por cambíar su manera de
percibír la realidad urbana.
será también Útil decír Io que este Iibro
sociales, ni procesos poríticos de gestíón, no es. No analizaplaneamientos
nomía' e incluso diseño formal. Aun
ni tampoco asuntos de poricía, eco-
cuando he hecho hincapié en los aspectos
socíoculturales, psicológicos y aspectos
similares de Ia ciudad, no quiero decir con
ello que rechace otros críteribs. §impr"r;;t;q*.rr:Lm
taran los demás puntos de vista ya qr" mis anárisis compre_
expresados en numerosos libros.
Este libro tampoco pretende érutrur-1,
rentes tipos de criteríos impiicados en irportrn.ia relatíva de los dife-
er diseño ,rüuno, por importante que esto
me pueda parecer. Más bien inrenta p;ñ;;;r;
comprender Ia ciudad en térmínos ;; rnarco conceptuar para
de interaccrón hombre-ciudad y ello no es ni
una revisión del material escrito ya
exístente (a pesar del gran número de refe-
renciasJ ni un manu al para el disáno
urbano.
Mi ínterés, pues, se centra en Ia forma urbana
rios psicotógicos, sociocurturares, de vista a través de crite-
en e[ diseño urbano ; !1I.,¡1.."..
"r;;;;;rcg¡á;i- aunque
no en planifícación
Me centraré, además,
ha sido hecha jamás -y cón crariduJ, po, Io que supondré que existe
esta distincíón no
escaia' inteiesando at planeam¡enio a níver de
unidades mayores que al diseño urbano. por
-otra parte, s-upgndré que er diseño urbano ,rur¡rá io, Jl"r;;;;"r"ro*rusiioa-
nos a iravés de cómo se perciben e in-fruye;
planeamiento Io veo más como I; Áiántrus que et
un problem, au "; ,¡¡árción
"-*p"ri"n"i.,
y de decisión polítíca.
Mi propósito no es otro que er oe s¡niei"r,
der dar un modero yr r.lbrdo,-us rn, lri"í."ir¡ao hasta hoy, sin preten_
una teoría sobre er cómo y er porqu¿
contribución-hacia Ia confección de
Ios aspectos de ra experienciu'r"¡.,
J*r lr.rl¿ l"n'r,
jiseñ;.várnqru ;;;;;;;;o;;.,
cue no puede diseñarse una-ciudad a'" v oer "irau;hoy en día se acepte
concretes para un grupo go,tp", á"-i"oJrl"
-- posibte diseñar áreas
específico de-uslarios.
Estamos interesados en los
er punto de vista o.i ¡.¿¡"¡a*, actores humanos y veremos Ia
ciudad desde
tando de deducir empÍricamuni"
;"i;- srrp* ;;;¡ril" p.qreños y grandes, tra-
Estamos interesad0§ v teór'ícameni;;;;;;rriones válidas sobre e,os.
e.n goylo ta'ginte pe.rcibe, otorgasignificado
conceptualmente las ciudades; en cómo y orsaniza
oa ioentiaáir.r. erementos, ros crasi-
fica y cómo se comporta después de ello;
en cómo J ÁeO¡o ambiente diseñado
refleja las imágenes ideates'y cómo afectan
la conducta; córito se hacen las elec-
ciones y sobre qué principioi.
Esta perspectiva es, pues, egocéntrica, o centrada
en el individuo y er.¡-
la experiencia de un grupo de-individuos acerca de
su medio ambiente físico
y sociocultural, el punto de partida será Ia experiencia
individual y el grupo será
considerado como un conjunto de individuos con caracterÍsticas
socíales, cultu-
rales o psicológicas comunes, las cuales estarán reflejadas y
deberían corresponder
a elementos apropiados del medío ambiente físico. fátas subáreas de la ciudad
pue-den, después, relacionarse entre ellas
a base de un conjunto de conceptos
unificadores que interrelacionen los diferentes grupos y
luiares proporcionando
así una estructura de erementos a ra ciudad como'un íodo.
EI capítulo I introduce muchos de estos conceptos y proporciona
muia el marco conceptuat de los capítulos siguientes. Tras analizar o for-
urbanc en términos de organización'de espació, t¡empo,
el diseño
ción, cc¡¡sidera Ia naturaleza det medio urb¡uniu, las'á¡ferencias v
;igr¡;;;;; .Jrrn¡..-
culturales, et
papel cel sistema de vatores y el concepto de percepción
ambiental. A partir
dé las d;frculiades que ofrece este uso corriente del términe «percepcis¡»,
s€
proponen :res términos complementarios: evaluación,
cognició', y i"rr"pción.
El concepto ce in'ragen y de esquema es definido como una noción
muy amplia
que relaciona ;-nuchos aspectos de los términos anteriormente
definidos.
En lcs ires capítulos siguientes, Jos tres significados
de la "percepción,
son discutidos u¡lo a uno: la nocl'ón de calidad ambiJntal como preferen.ia
va-
ríab!e; los difere:tes aspectos de Ia cognición ambiental y su
reración con el
- seño; finalmente, la percepción propiamente d¡cha con sus diferentes aspectos.
-: ahí que la secuencia percepción, cognición y evalueción (que nos orienta a
acción) se analiza en orden ínverso. Después analizaremos los conceptos so-
' :ies,
- culturales y etológicos, Ios cuales acabarán de ilunrinar lo expuesto res-
:=cto a Ia organización del espacio urbano y respecto al simbolismo que está
=: Ia base del medio ambiente como forma de comunicación, evaluando simultá-
-:amente la importancia de la variabilidad cultural.
Finalmente, la necesidad de participación de los usuarios en el diseño
.. ias relaciones entre actividad y forma,serán examinadas en el últir¡o capítulo,
=l cual, además, analiza la no'ción de un diseño cíclico.
La bibliografía, muy amplia pero relativa, ha de considerarse como parte
Tportante del Iibro. Este campo de conocimiento está creciendo muy rápida-
-:ente, por lo que me decidí a pararme en 1972, con excepción de algunos Iibros
rportantes. En parte, esta decisión se debe a que entre 1972 y 1975 (años que
:orresponden al segundo, tercero, cuarto y quinto borradores del presente libro)
:o surgieron trabajos que modificasen mis propuestas, aunque sí apoyaban mis
ieducciones.
1.El diseño urbano como organlzaclon
del espacio, del tiempo, del sign if icado
y de la com unicación

Ya que el diseño urbano es un caso particular del diseño del medio am-
bíente en general, nos será útil empezar por el análisis de este último término.
En su sentido más amplio, el medio ambiente puede ser definido como cualquier
condición o influencia situada fuera del organismo, grupo u otro sistema que se
estudie. Aunque la ecología actual haga hincapié en que Ios organismos viven
en un medio ambiente y no con un medio ambiente, el sentido corriente del tér-
míno es el citado. Entre las diferentes conceptualizaciones recientemente hechas,,
varias son interesantes. Una de ellas describe et medio ambiente ccmo un sis- l

teg_q^-qg.qlggico con _s_iete componentes (lttelson 1 960) :

1. Perceptivo, o Ia manera a través de la cual los individuos experimentan


el mundo, [o cual es un mecanismo esencial que relaciona a la gente y su medio
ambiente.
2. Expresivo, concerniente a Ia influencia que ejercen en las personas
las formas, colores, texturas, olores, sonidos o significados simbólicos.
3. El campo de los valores estéficos de una cultura y, anadiria, el área
de los valores en general.
4. Adaptativo, o hasta qué punto el medio ambiente ayuda o dificulta
actividades
5. lntegrativo, o el tipo de grupos sociales que el medio ambiente faci-
lita o inhibe.
6. lnstrumental, o el referente a facilidades o medios instrumentales
proporcionados por el medio ambiente.
7.'El sisfema general de relaciones ecológicas de los componentes an-
te rio res.

En una propuesta diferente, Lawton (1970) describe el medio ambiente


como un sistema ecológico constituido por ci¡c,g componentes:

1. El individuo.
2. El medio ambiente
f isico, incluyendo todos los factores naturales geo-
gráficos, climáticos, los factores humanos que limitan o facilitan el comporta-
miento y los "recursos" del medio ambiente.
3. El medio ambiente personal, íncluyendo indivíduos que son centros
de referencia para el comportamiento: familia, amigos, autoridades, grupos de
amigos, etc.
4. El medio ambiente suprapersonal, el cual incluye las características
del medio ambíente originadas por las condiciones personales de los habitantes
por razones de edad, clase social, etnia, estilo de vida u otras característices
específicas.
rnedio. ambi,en.t,e social consistenle en las,normas sociales y
¡nst¡ruc¡oi! Ias
"El
Éstos, y otros moderos propuestos, tienen
dos cosas en común. En pri_
ryrer lugar proponen una multipliói¿uo del medio
En segundo lugar, ímplican una correlación
,*u¡*t" socíal, cultural y físico.
entre los carnbios del medio ambiente
físico fque el díseñaáor manipura) y que proporciona
gente v cambios en otras áreas: psicorógicar', un asentamiento para ra
;";i;i;glcas, etc.
El medio ambiente está constituido por
elernentos y sus habítantes, y dichas relaciones
seriJs de relaciones entre sus
tíenen un orden: se organízan
en patterns' El medio ambiente t¡ene.estructura
y no es un conjunto de elementos
unidos al azar sino que facilita y refleia las
relaciones y tos inte¡cambios entre
"r.,ur"r;rr"iones
-las personas y ros erementos físicos ¿ál *rro".
físicos son prímariamente relaciones espaciales. de erementos
Básicamente, los objetos y las
pqrs,onas están reracionados a través.de.una
separr"¡in un y por er espacio.
lncluso las sociedades de animales no..
a causa de esta interrelación entre el medÍo distribuyen al azar en el espacio
ambiente físico y el medio ambiente
social (McBride r!61t 1970; Wynne-Edwards
r962). Entre las personas, las
características psicológicas, sociológicas y
culturrrÁ, se expresan muchas
,veces espaciarmente,. com.o, por ejempto, ra separacion Lspaciar
Jromogéneos en ras ciudader. lrnío de grupos sociaf es
,o" aniáares .oro en ras personas, er_
§istema de agrupac.ión es espaciar y,"na ra- vez,'es
que los miembros dentro de un grrpo ,n sociar impricando
han de !"p1iár* "ont"pto
ior distancias físicas . :
y sociales más pequeñas que lai distancias que
grupos.
tienenicon miembros de otros

.WWW

w w
@ @

@ @

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vlvl LNDAS
h)
W W
(b) vrvrEN DAs
Fí9. 1.1.

El espacío se experímenta como una


que nos rodea: intervalos, relaciones y
extensión tridimensionat del mundo
djstancia, entre personas
y cosas' y entre cosas, y et espacio est¿ "n-tr-u'p"rsonas,
en el coraJn
truido. La organización espac¡ai es, de hecho,,;;;;;r; iel mea¡o ambienle cons-
Ia forma, los materiales, etc. más fundamentar que
.- :
Por ejemplo, podemos considerar un pueblo
alrededor de un espacio central vacío (como con viviendas ordenadas
Alemania en el sisto Xill) (fig. r.rai. ra "i
u:;;"
"nt;;;;;rtes
Nueva Guinea, o en
formay de tas casas pueden
cambiar e. fncluso, puede ..-rbir.'b lorma
oei espacio centrar sin que ra estruc-
tura espacial básica cambie (fig. f .rb).
Sin
Iargo de catles, surgirá ,n ,iuñtr*iento "rUuigá,.i olJ"nr*os las casas a to
radicarm-ente diferente [fig. r.f c].
o consideraremos, por ejempro, una J",ipr"rt" de patios inte- (l
'':-es {como las musutmrr,ri. yoírba, "iuJrJ irtin" o las
ras de Améric, ciudades japo-

t
.-=.\1-.

nesas)' se trata de una organización totalmente


distinta a la de las
das frente a una cal\e, sin importar los materiales. - ,-- -- casas alinea-
Esta diferencia refleja una división entre
considerenros una crara división entre er
el dominio público y el privado.
dominio púbrico y er privado con una
barrera o "control, de alguna clase (fig.
terial son menos importantes que Ios cambios Los.u*uio, de forma o de ma-
l.3aJ.
en ra organización espaciar y, ró-
que el cambio correlativo del tipo
¿e cánirál social a"l '".pr.¡á t¡ig.
?.:Tj:"""'

(a)

\,. ¿PPIVAN? /
\ /
\z--
(b)
,4. \_z -/ uo (Fp-eAoo
/ \
/ c aisttco?
\
Fig. 1.3.

De hecho, es posibre consíderar er


hasta el amueblamiento de un, f,rü¡i, .. diseño, desde er paisaje regionar
propósítos especíricos y ajustada
los valores y los deseos dá grupos
, o,il,.".i',ji\:rff:r,"::í"j'r:;:t?r:Tj;j:iot[,
y' de esta manera, representando ladecongruenciao indíviduos diseñando espacios
personas
o incongruencia entre la realiceJ
física y la realidad social. Con todo ello. no desprecio la inrportancia de la fornra,
las proporciones, la cualidad sensorial o el valor simbólico, sino que estoy afir-
mando que todo esto actúa dentro de una tramá espacial de referencia, y que
la organización espacial es el elemento clave para-comparar medio ambientes
diferéntes y para ánalizar lis cLracterísticas fuñciññales propias de cada uno.
Un ejemplo excelente de continuidarJ espacia! a,diversas escalas es San
Cristóbal Las Casás, México (Wood 1969). Las vivíendai'están constituidas por
habitaciones alrededor de'un patio central neutro de forma rectangular. A nivel
de vecindad o barrio exíste fa mlsma estructura a escala mayor:- o sea. las casas
rodean una plaza rectangular. Finalnlente, la ciudad corllo un todo está confor-
mada por.diferentes barríos, con personalidad propia y- específiga. agrupados
alrededor de la plaza n'rayor. Es'dentro de este tipo de org?.nizaciones espaciales
que las características de un medio arlbiente y las actividade§ hu¡nanas se es-
tructuran entre ellas.

lig.. 1.¿.. Organización espacial en San Cristóbal, Las Casas (México) (diagrama extraído
de Wood, 1969).

' El medio ambíente construido tiene, por supuesto, otras propiedades.


Por ejemplo, es también, y de un nrodo esencial, uná organizaciótt de significados
y, como consecuencia, los nrateriales, las fo:mas y los detalles se convierten
en elementos intportantes. Mientras la organización espacial expresa significados
y tiene propiedades simbólicas, el significado se expresa frecuentemente a través
de signos, materiales, colores, forntas, paisajística, por ejemplo a través de los
aspectos icónícos del medio anrbiente constru[do. Esta organización significativa
puede coincidir con la organización espacial o puede no coincidir (Venturi et alt.
1972), constituyéndose en un sistema de asentamientos indicadores de la situa-
ción e identidad social (Duncan 1973). Esto significa, por consiguiente, que los
elementos físicos pueden variar de significado y, así, su importancia, sus efectos
en el cornportamiento, etc., cambiarán correlativamente (Royse lg6g: Hapo-
port 1975). :.
El medio ambiente es también temporal y puede ser anatizado como
arganizacíón del tiempo (o, al nrenos, como reflejando y afectando la organización
del tiempol. Esto puede entenderse de dos maneras. La primera se ref¡ere a la
organizacién a gran escala del conocimiento sobre el tiempo, o sea a la progresiva
:'-cturación de ciclos temporales, orientación futura en relación a la pasada,
-: el tiempo toma valores, cómo se divide en partes ordenadamente, etc. El
:-rdo aspecto se refiere a los ritmos que las actividades expresan y a la
:::gruencia o congruencia que manífiestan unos ritmos contra otros. Así, los
'=s humanos pueden estar aislados en el tiempo y no sólo en el espacio, y gru'
s sociales ocupando el mismo lugar pueden no encontrarse jamás. Claramente,
:.rganización espacial. y Ia temporal están interrelacionadas y se influyen
-::.rarnente (debería hablarse probat'lemente de organización espacio-temporal).
Las características espaciales de un medio ambiente construido reflejan
,-:!iamente la organización de la comunicación. Así, quién comunica con quién,
:=.: qué condiciones, cómo, cuándo, dónde y en qué contexto, son aspectos
-:ortantes de la interrelación entre fa organización social y el medio ambiente
::-.lstruido. Con respecto al medío ambiente urbano, también esta vez puede
=-ienderse de dos maneras: como comunicación entre seres humanos cara a cara,
- como movimientos y sistemas de comunicación. Obviamente ambos aspectos
:s:án íntimamente relacionados y el medio ambiente construido puede analizarse
:::no una manera de controlar esta relación: su naturaleza, dirección, propor-
: :r, etc.
Existe un Iigero problema semántico aquí. La organización del significado
:s un aspecto de la comunicación no-verbal y "comunicación", por lo tanto,
.stá utilizado en dos formas diferentes: comunícación a través del medio am-
:.ente y comunicación entre Ia gente en el medio ambiente; pero no he sido
:apaz de encontrar otros términos más adecuados.
Estos cuatro aspectos tiempo, comunicación y significado-
:nteraccionan, a su vez, entre ellos.-espacio,
Por ejemplo, la comunicación entre Ia gente,
cara a cara, está influida por la organización de los significados de los dife'
:entes elementos del medio ambiente; la organización del espacio está rela-
cionada con el tiempo, etc. No obstante, esta formulación nos será Útil al analizar
Ias relaciones del hombre'con su medio.

El significado del espacio

Aunque el espacio es una parte muy importante del medio ambiente, no


es un concepto simple y unitario (Bapoport 1970b). El espacio es algo más que
una realidad física y tridimensional. Con t¡empos diferenteg y en diferentes
contextos, se está tratando con diferentes "clases" de espacio y su congruencia
es un asunto de gran importancía desde el punto de vista del diseño. Incluso
sin adentrarse en el campo de la etología sus definiciones de área central,
-con
territorialidad, etc.- y sin intentar ser exhaustivos, podemos enunciar gran can-
tidad de significados diferentes.
La distinción más básica es la de distinguir entre espacio humano y es-
pacio no-humano (el interior de una pila atómica). Todos los espacios creados
a través del diseño caen dentro de la clase de espacios humanos, aunque sea
muy diferente diseñar la Acrópolis a una autop¡sta en hora punta. Podríamos
distinguir entre espacio diseñado y espacio no diseñado, siendo el primero el que
responde a algunas reglas, expresando así su aspecto ideal (por débil que sea).
Dos tipos de sÍstemas de normas corresponderían a dos típos más de espacíos:
las reglas geométricas que organizan el Midwest de Estados Unidos, y el espacio
sagrado que se distingue del profano, usando un sistema de reglas cósmicas
o prototipo de habitabilidad (Eliade 1961; Little-John 1967; Hapoport'1969). Mu-
chos asentamientos tradicionales sólo pueden ser analizados a través de estas
clasificaciones, como ocurre en las grandes ciudades de China, lndia, etc. (Wheat'
ley 1971; Hykwert s.f.; Muller 1961).
Todas las categorías espaciales definidas representan un espacio sim-
bólico. De hecho, el espacio geométrico citado simboliza el siglo diecinueve
americano, de Ia misma manera que el espacio sagrado nos expresa Ias ciuda:=:
cio subjetívo, el cual se distingue del espacio "objetivo' y es, por otra parte,
un caso especial del espacio psicológico, el cual tiene otros aspectos, tal como
el espacio sensorial que puede ser visual, acústico, olfatorio, térmico o de cual-
quier otro tipo culturalmente determinado (Wober f 966).
- Los espacios psicológicos y los espacios del comportamiento están, a
su vez, relacionados con el espacio cultural definido para diferentes grupos y ca-
tegorías, taxonomías o dominios (Rapoport 1g72b y, en prensa, a), como ejemplo de
cuáles son las diferencias en la definición del espacio por diseñadores y no
diseñadores. Y otro ejemplo es un espacio imaginario que sólo es imaginario para
una persona de otra cultura, porque afecta el comportamiento de Ias personas
que están dentro de él (Watson i969; K. Thompson 1969; Heathcote 1965 y 1922t
Burch 1971).
En los últimos años han sido formuladas otras categorizaciones (Gould
1972a: Craik 1970; Norberg-Schultz i97i; Cox 1968; Skolimowski 1969; Ehrenz-
r','eig 1970) pero sus nociones básicas son muy complejas. cada grupo social
construye un espacio perceptivo que contiene muchos efementos de todas estas
categorizaciones con un acento o mezcla específicos de acuerdo con sus carac-
terísticas culturales particulares"

Reglas de organización

Las reglas o normas que conforman la organización del espacio, tiempo,


significado y comunícación, contienen una cierta regularidad porque están relacio-
nadas sistemáticamente con Ia cultura. Sin tratar de definir qué entendemos por
cultura (Kroeber and Kluckhohn ig52), puede afirmarse que tiene que ver con
i..tn grupo de personas que comparten un conjunto de valores, creencias, puntos
de vista sobre el mundo e,n general, y un sistema de símbolos, que se aprenden
y se transmiten. Todo ellci genera un sistema de reglas y costumbres que refleja
ics ideales y que produce un estilo de vida, guia del comportamiento, de los pa-
peles sociales, de Ias maneras, del sistema de alimentación, así como de la
manera de construir. Existen más similitudes dentro de una cultura.que entre cul-
-turas." La regularidad dentro de cada cultura relaciona el estilo de vida y el medio
embiente construido, y también origina una regularidad a Io largo de Ias dife-
rentes escalas dimensionales.
En e\ caso de\ medio ambiente construido, estas reg\as af ectan \a sepa-
ración entre los objetos y las personas según varios criterios de edad, sexo,
status, roles, etc. Lo que distingue un nledio ambiente de otro es la naturaleza
de las reglas por él codificadas. Los medio ambientes "sin planificar" pueden
considerarse como el resultado de un conjunto de regJas que no son las de la
subcultura que planifica o diseña, como ocurre cuando los franceses indican que
las ciudades'americanas no tienen estructura, o los americanos que las ciudades
islámicas carecen de forma.
Por lo mismo, el punto de vista de que el Oeste de Estados Unidos no
tiene planificación (Doxiadis 1968, p.224) signitica que se desconoce el sistema
de reglas y se considera extraño. Claramente el Oeste norteamericano tiene
reglas y tiene una filosofía subyacente; como, por ejemplo, al hacer hincapié en
Ios procesos de crecimiento, en la extensión indefinida, en Ia transferencia fácil
de la tierra (vista como una comodidad) y en una forma original y específica de
coordinar lo privado y lo público. Se podría pues afirmar que la organización del
medio ambiente es antes un hecho mental que un hecho físico, como he inten-
tado demostrar al analizar los aborígenes australianos (Hapoport 1972).
Dado qr-re g-l..rlqdio arybignte u¡ban_o es la organizqqiO¡ (91 esp.acio.,

' Aquí no puedo extenderme sobre este aspecto y discutir hasta qué punto
la variedad cultural está limitada por estructuras universales del hombre como especie.
Desde el punto de vista del diseñador, son las diferencias las que más importan (Ba-
poport 1969a, 1973e).
grupo (ya sea una tribu o una profesión). El diseño puede considerarse como
un proceso de selección, o de eliminación, entre un grupo de alternativas Isin !tll
embargo, antes que todo, estas alternativas se generan). Tanto la eliminación I
I ItrlY=-l-
! _r
como la selección de alternativas se basa en ciertos criterios que pueden explici- l¡1..'.--,:.
. I. : -
iarse, pero que normalmente son implícitos y no se formulan como tales, por lo L-¡Éjjr
lo que muchas alternativas no son nunca consideradas como posibles, como de
hecho lo eran al estar eliminadas por potentes condicionantes culturales; muchas
I ,Je ellas no llegan ni a formar parte del grupo de alternativas hipotéticas iniciales.
I

/.' DÉL c1Urc B


.ALTEqJ^JA¡VAs

Fig. 1.6.

Todo este proceso es mucho más evidente en situaciones primitivas


y tradicionales. Por ejemplo, en una ciudad tradicional musulmana nunca se con-
sidera la posibilidad o la alternativa de viviendas abiertas al espacio exterior
de la ciudad; en cambio, en una ciudad mexicana esta alternativa siempre se.
selecciona positivamente. Y asimismo diseñanlos hoy en día. Por ejemplo, ningún
diseñador consideraría acertado usar una zona verde como aparcamiento mien-
tras que un aparcamiento automático sí que podría diseñarse (Rapoport 1969cJ.
En situáciones tradicionales, no obstante, existen pocas alternativas debidas
al doble condicionamiento cultural y físico (Hapoport 1969aJ. En cambio, hoy en
día tenemos un exceso de posibilidades por seleccionar, y el desarrollo de los
estudios sobre las relaciones del hombre con su medio ambiente puede verse
como un intento de proporcionar criterios de selección más humanos y más vá-
lidos. En cualquier caso, la selección sucesiva elimina alternativas hasta que
una sola es aceptada, por lo que este modelo de selección de un proceso de
diseño puede representarse esquemát¡camente (tig. 1.7).
Este modelo concierne a cualquier diseño en términos de cómo se rea-
l¡ liza éste, haciendo hincapié en los criterios de selección subyacentes. La cues-
ti tión esencial es ahora la de saber por qué razones se selecciona precisamente
Ia la alternativa elegida. Una razón importante es la congruencia con un modelo iCezl
para maxinralizar un grupo determinado de valores, lo que ocurre incluso en Ia
selección del hábitat (emigración), que puede considerarse como una forma i;
OCL)LTUEAL

i
!

I
I
I
I
I
I
I
I
Fig. 1.8.

Como ejemplo, podemos citar el caso del desajuste entre las preferen-
cias de los adolescentes y de los planifícadores sobre un determinado tipo de
centro de esparcimiento en Elízabeth New Town (S.A.) (en Ia frontera australiana
en 1971).

Actividades Preferencia Planificación


Socialización (danza, fiestas, cafés, disco-
tecas, encuentros informales, etc.) maxtmo
desajuste
Semisocialización (más organizadas que
las anteriores) 2 2 ajuste
Deportes J 1 gran
desajuste
Especializadas (aficiones, arte, etc.) desajuste

De la misnra manera ha sido analízado el caso del juego infantil (Bishop,


Peterson and Michaels 1972; Gold 1972; Hapoport .lg69b; D.O.E. 1973) y también
muchas otras actividades, y se ha descubierto que estos desajustes no se deben
solamente a diferencías de valores sino a que existen diferentes imágenes de-
bidas a formas diversas de comprender y clasificar el medio ambiente, con el
fin de hacer congruente el medio ambiente con las expectativas, comportamientos
y significados implicados en é1. Por tanto, el comportamiento y las actividades
no son simplenrente un resultado directo de Ios valores (Bapóport lg6gc).
Consideremos las actividades. Éstas y los sistemas espacío-temporales
de actividad han tenido un lugar preferente en planificación y diseño aunque
incluso a nivel básico de Ias llamadas necesidades primarias hayan sicJo extre-
madamente variables. El esquema siguiente puede ser sugestivo:
Cualquier actividad puede descomponerse en cuatro aspectos:
34 1" sí: corner, comprar, beher, can¡inar.
La actividad en
2.
La manera especifica de realizarla.'comer en un café, comprar en
una t¡enCa, sentarse en el suelo.
3- Actividades secundarias adicionales: conversar nrientras se contpra,
hablar rnientras se pasea.
4. Aspectos simbólicos de cada'actividad: cocinar como ritual, conrprar
como ceremonia.

Consideremos la compra co¡¡b-intercambio de dinero [o nrercancías)


por mercancías; la manera específica de comprar puede variar, con ínrportantes
consecuencias en el díseño, según el tipo de compra y Ias relaciones con la
ciudad y entre la gente que deternrina la cultura. El sistenta dq actividade§ varía
enormemente según el típo de actividades adicionales: hablar, andar, comer,
informarse, etc. (De Lauwe 1965a; Jacobs 1961; Hoffman and Fishr¡an 1971;
Rapoport 1965, 1969a). Finalmente, Ia función sinrbólica puede inrplicar comprar
como diversión, exposíción a la vista de las mercancías, contacto social, etc. El
análisis del sistenra total es algo completamente necesario para el diseño. Los
nrismos argumentos servirán para analizar Ias actividades de cocinar, dormir, etc,
Es precisamente la diferencia entre estos cuatro aspectos de Ias acti-
vidades, aparentemente simples de la \rida cotidiana,la que origina la forma es-
pecífica de los asentamientos físicos, diferencias en cuanto a su importancia
relativa, la cantidad de tíempo empleado, etc.
Este esquema va más allá de las distincioneslealizadas recientemente
entre funciones latentes y funciones manifiestas fZeisel 1969; Frankenberg 1967,
p. 255 y ss.) aunque, en efecto: 1 y 2 son funciones manifiestas, mientras 3 y 4 son
más bien latentes, pero es la variabilidad conjunta de 2,3 y 4 Ia que produce
la especificidad del diseño. De hecho, la selección de alternativas de diseño res-
ponderá más a 3"y 4, que son las fuñciohes que m᧠fácilmente pueden con-
formarse en imágenes, preciéamente a'cáusa de su variabilidad.
La tipologÍa sugeridá puede relaóionarse de forma sugestiva con la
ordenación de los tipos de signifícados, desde los objetos concretos, pasando
por el uso del objeto y el valor del objeto, hasta llegar al valor simbólico del
objeto (Gibson 1950, 1968: Bapoport and Harvkes 1970; Flapoport 1970c). La
variabilidad aumenta a meCida que uno se acerca al valor sinrbólico ya que, si
difícil es un acuerdo a nivel de uso del objeto, todavía más difícil es un acuerdo
a nivel simbólico (sin embargo, en algunos casos esto no se cumple ICoughlin
and Goldstein 19711). Los aspectos simbólicos y de evaluación parecen depender
estrechamente de Ia selección realizada sobre él nledio ambiente, por Io que en
ambos casos los aspectos latentes y sinrbólicos del nredio ambiente son los deter-
minantes.
Existe una síntesis conceptual bajo la noción de esfi/o de vida entre
cultura, sistenra'de valores, mentalidad, etc., que puede llegar a ser la clave para
comprender cómo funcionan las ciudades y cónro Ia gente se comporta en ellas
(Michelson and Beed 1970; h¡lichelson'1966; Feldnran and Tilly 1960). Las activi-
dades, tal como han sido definidas antes, pueden ser un medio válido para
entender el estilo de vida y asimismo los conceptos de sistema de valores, men-
talidad, cultura, etc., pueden ser igualmente útiles para ello. Por ejemplo, ana-

IEr-r[r¡ I
-o f 't}#"^81
+ [r¡Gl_@= [ñ¡ r¡ o*pf, l-- f er r v r pa pEsl
Errr¡ HHá se.t 3f tf t r ú$ll @rl t-C6 rdq¡¡, 9rgIE: Dt - Ére(t¡D¡ uÁ varDets E5 VNA N&]ON gAS ¿orrpE¿uDÉ t rs cuafqo
It,at¡¡.,:* 'ú utu- lDcAr€s f t¡S lrÉOcto- u ¡,§¡J( avlE
'
Y ÉÉ1r{ a oefeEMt,vl- unL, QeE PEI¡CJOfi,'A asPE4rDS DISO.TnDOS
rÉ F.ñ{r ud iarB t'rss Ets(l§l r.rw' E! r4ur\rF. ArJC¡iE O§ [r€«Josfs ¿¡ s¿.r¡c¿,d¡¡ r¿t us AVTIS. Of{Elf^¡ E!
aJt (¡r*ra ¡"ña o{rrt- v¡ur.xlo ¿rr.¡P.f¡C6, AifrEl., EsPEl¡'F,..s. tE4t¡5 DÉ. COr,lOrÉfA, h,/NID D¿ ,E{ñDA I.'AS
¡r¡-d¡l 6 rr*to. OPÉ¡AÍIVAMENTE. (,s^¡5¿ E,J f¿ MÉDD fto¡otc.ropr'soor.¡¡s' vr¡¡q,f ;, tsoJÉ.u§. UñU¿AU¡ P€NTRO
crf,É¡f¡(] I !*,qf, r¡lrco .'U q.re P¡N4 u!ra¿loiJ rÉ (ECU(!O5, DfL 3r'f¿sl.
lD3 (urétg.&¡L§- valO( l¿L¡¡rc O¿ rrc.
Gr,r rJuS¡§?Er{ il. l^1 R¿Laooñ,fs
i/oeH¡s y *{srür E^4It fl¡xe¡íos.

Fig. 1.9.
¡ando su ínterrelac¡ón con respecto al medio ambiente construido (Bapoport
'J73a, en prensa bJ.
El estilo de vida puede Ilegar a ser una de las variables más esenciales
:n Ia organización de la ciudad a través de la manera con que se han establecido
as diferentes áreas urbanas, según el espacio, el tiempo, la signifícación y la
comun\cac\ón, agrupando gente homogéneamente de acuerdo con su raza, origen,
re'l)g)ón, c)ase socra), sa)ano, etc., de torma que )a c'iudad sea una co)ecc'ión de
diferentes grupos con diferentes estilos de vida reflejando diferentes culturas
y subculturas. Esto puede analizarse bien a través de la historia, bien a través
de la variedad cultural lcross-culturally), Io que podría modificar algunos argu-
mentos en contra de las agrupaciones culturales (Sennett 1970) y en contra de
polítícas proheterogeneidad.
Todo esto signifíca que los Iugares urbanos pertenecientes a distintos
grupos humanos tienen significado, simbolizan e indican una identidad social
y que, por Io tanto, no son meros receptáculos de actividad. En arquitectura, por
ejemplo, esto nos conduce a diferenciar entre una cocina para cocinar y una cocina
como objeto símbólíco indicador de un status; una sala de estar p3rá.vivir, y
coñlo «espacio sagrado"; una ventana como artefacto de ventilación [y en algunas
culturas de luz) y como medio de comunicación con Ia calle y cgn otros edificios
(Zeisel .1969), etc. En el contexto urbano ello nos conduce a distinguir entre una
zona verde como espacio abierto y público o como índicador de un status social
esté vacío-; una casa como lugar hab¡table, o como símbolo de iden-
-aunque
tificación del status social; una calle como espacio de paso o como lugar para
vivir (Rapoport 1969a).
Por ejemplo, los parques urbanos proporcionan esparcimiento. Las acti-
vidades concretas de esparcimiento pueden variar de cultura a cultura pero
siguen siendo actividades expresivas. Si vemos parques que no se usan, decu-
cimos que algo va mal (pold 1gZ2) o bien debe existir algún indicador simbólico
demostrando que, aunque vacío, el parque no se deteriora (carson lgrz). En este
caso, la función latente del parque podrÍa ser, de hecho, válida, incluso si el
parque no parece ser "utilizado", en el sentido de que nadie actúa realmente
en é1.

Variabilidad cultural y medio ambientes urbanos

Aunque todos los asentanrientos urbanos tengan organización: de espa-


cio, de tiempo, de significado y comunicación, Ios criterios subyacentes a esta
organización difieren de tal forma que mientras las ciudades de Estados Unidos
maximalizan el movimiento y la accesibilidad, las ciudades musulmanas limitan
la circulación y controlan ei comportamiento controlando la movilidad (Brown
1973). lncluso paisajes enteros, que siempre son el resultado de Ia acción con"
junta de mucha gente, reflejan una organización latente y cierta visión general
sobre la realidad (Jackson 1951; Rapoport 1969a). Los emigrantes seleccionan
áreas urbanas con ciertas similitudes con su lugar de origen y pretenden trans-
formarlas todavía más en este mismo sentido (fiAt tgTl; Heaihcote jg69; Ste-
wart 1965; Shepard 1969). Todo ello está relacíonado con ta percepción del medio
ambiente y con Ia misión o el papel de los esquemas imaginativos (Gombrich
196.f;Smith 1960). Pero, en cualquier caso, si el sistema es conocido, puede deci-
dirse, a golpe de vista, dónde está situado un paísaje y por qué tiene tal o cual
aspecto (Lowenthal 1968; Lowenthal and prince 1964, 196S).
En el caso de Ias ciudades, la dificultad de definir Io que es una ciudad
(Wheatley 1971; Krapf-Askari 1969) está relacionada con el ,uso de diferentes
esquemas y es fácil mostrar diferencias de estructuración entre ciudades ILal-
more 1958; Stanislawski 1950; Caplow l96la, b).
Estas diferencias, de ubicación, en la definición de las áreas urbanas
(King 1970, 1974a, b) y en los significados dados a sus elementos IDuncan i9?3:
ITA DEL VIEPN€,S

u 9AD MIEUL¡,UNA : t rov I LI gAD u u lrAoA . C\UOA7 rx-LDS ÉsrÁOes uNIDoS: bccEStBtUoAP
Y UÑ]rc(ME: ACCESO5 Gf.¡JE.Rá' F<, POSI-
cJ
@r¡TzatjlDo;, ÁoÉ t¡s xr
p(i¡gLts'. $r«aÑ, Áel4JllA
^«¿5o5 TOTAL
r<:
láv,elnrs, r-,ospr¡¡.:- /ryo* exq2D:HN fiq) BIuDaD r'aÁrtFaR )É McvluaqD ÁREA5 lccEslSr
peÉ¡c¡Me¡¡rE TDDAS

Fis. 1.10.

Royse 1969), estári siempre causadas por la variabilidad perceptualy por las va-
riatles socioculturales, que deben ser comprendidas antes de qÚe el análisis
espacial cobre su auténtico sentido' .

Debería reiterarse que todo lo dicho corrásponde, por un igual; a la or-.


ganizaCión del significada, a ia comunicación y al tiernpo..Hespecto a. !a temporal'
[or e¡emplo, los r¡tros, la distribución tenrporal y los vatores Doob
adscr,tgt,rl,tiempo
197't; Yaker et
urrian *ü¿f,it¡n"to según las culturas IFraser et alt. 1972;
alt. 1971; Parkes 1g7i, 1973). lncluso varía la definiciÓn de actividades obliga-
torias con respecto a actividades discrecionales (Chapin 1968, 1971; Brail and
Chapin 1973), con inversiones de sentido considerables, con y una repartición
en -'-tienrpo así mismo nluy variable.
-': el
fstas diferencias son inrportantes sobre todo porque l¡an sido olvidadas
en la mayoría de teorías de Ia fornla urbana, que se han basadÓ Únicanrente .en
así
laitradicibn del alto estilo de vida y en Ia ciudad occidental, sinrplificando
hunranas básicas'. Parece pues esencial
eitraordinariamente las "necesidaáes
recuperar el equilibrio citando otro tipo de ejemplos' .
fuera
. Las generalizaciones a partir de Estados Unidoé pueden ser falsas
de su contexto, y teorías occidentales pueden ser inaplicables en las culturas
orientales. Por otro lado" algunas nociones han adquirido una falsa universalidaC'
por ejemplo, los urbanisiasingleses (Cullen 1961; Nairn 1955, 1956; Worskett
1g6g: DeWolfe 1971) han generalizado algunas expresiones
que pueden tener un
significado muy distinto ságún sea el tipó Oe usuarios
(Lansing and Marans 1969;
Jackson 19641. Sus argumentos parecen apoyarse en un gusto por'la compleji-
podría llevar-
dad- La investigaciOn ie un gran número de ejenrplos más variados
nos a concluir que existen rJgularidades. Por ejempl'o, podrían ser
hipótesis-que
indicaran que dado ul .o¡nporiamiento A (U,W, V) son precisas las
características
serían obviambnte mucho más
i. V, Z en Ll medio lmUiente. Estas'ionclusiones
y el tiempo,
interesantes si resultaran ser práctiiamente universales en el espacio
que tanto ta forma física como el comporta-
;;il -¡g;¡i¡caria, evidentemente,
miento deberían estudiarse.
un ejemplo es la crítica de la existencia de áreas habitadas por grupos
sociales homogéneás isennett 1970). Realizando el tipo de análisis ,l966,
reseñado,
(Michelson 1970:
resulta ryre este tipo de asentamiento es muy común
I
;

CIU'AO (OLON/AL E^J Er NORI-E DÉ. íratu


ftJuez)
MOS,¡R¡UOO EL @^JTEASTE ENTR.E LAS CIUOAoES
IA]D4¿ÑAS Y LAs ACruAI E<.
I (soto er- otMeAMA ardox,uaoo) (6eowñ lq?3,
I
Fig. l.rl. Ciudad Colonial en el Norte de Africa (Túnez) mostrando el contraste entre
las ciudades indígenas y las actuales [diagrama sólo aproximado) (Brown 19731.
i

l Murdie 1971; Epstein lg69; Timms 1971;Frolic 1g71). Ejemplos y razones de este
hecho serán discutidos más tarde. Por ahora es suficiánte puníualizar que deben
existir buenas razones para que esto ocurra y que deberían tenerse en cuenta
en el diseño urbano. Un argumento similar podría aplicarse a la separación entre
lo público y lo privado (sennett 1970, pp.4g,53 ss.). El argumento en contra de
esta separación no se apoya en un número suficientemente amplio de ejemplos.
Y el caso de Óhicago no contiehe las distinciones que serían necesarias'ya que
las áreas pequeñas pueden, incluso, Ilegar a ser un caso muy complejo de inter-
acción entre lo privado y lo público (suttles f 96g). Si extendemos el L;emplo a
ciudades de Latinoaméríca o a ciudades japonesas, el argumento se Jebilita
todavía mucho más.
En efecto, en estas ciudades exíste una separación clarísima entre Io
público y lo privaco. En el caso de las ciudades japonesas, el comportamiento
:l 11. zonas privadas o en las zonas públicas es completamente diferente y el
diseño Io expresa así también (Meyerson ig63; Rapoport t96gf). Al n.rismo iierrpo,
Ias ciudades japonesas se caracterízan por una ausencía de espacios públicos
abiertos, por lo que las zonas comercíales y los equipamientos sociales se usan
en su lugar. Todo ello es muy diferente en las ciudades occidentales (Rapoport
1969a; Maki l9TZ) y afecta a ta ciudad, tanto.a nivel de pequeña corno á"'grrn
escala. Contrasta igualmente con las ciudades de la Grecia clásica, en Iai que
el espacio abierto público era lo más importante. Más contemporáneamente
podemos tener en cuenta las diferencias de formutación y definición
de lo público
y lo privado por parte de Ia cfase trabajadora o de la clase media en América
(Hartman 1963; Fried 1973; Gans 1971) y, a un nivel más general, el distinto uso
del espacio urbano por parte de los diferentes grupos sociales, lo que introduce
discutirenros nrás
3B el concepto de sistema de asent¿miento de la'vivienda Ique
sistema, o sea de la
tardej. El uso del espacio urbano es una variable de este
ft1aí1et2 a través de Ia cual Ia vivienda
y otros elementos.de Ios asentamientos
urbanos se utilizan solidariamente pará diferentes
actividades IRapoport 1969a'
i?72b).
La fornra estruCtural global de Ias ciudades varía, tal
como ocurre en Ias
sim-
ciurjades l;p;;;;;r o en las oáidentales. En el pasado, las ciudades usaban
1969, 1971; Muller 1961; Lang 1952;
bolisnros césnricos iRyt<wert s.f.; Wheatley jerárquica ent¡e
Fapoport lgOgf; Tuin'1974). También es clerto que la estructura USA, Eur-opa
en
los elementos urbano, urri, en el tiempo y según las culturas,
o en Ias ciudades asiáticas. espe-
Las unidades suburbanas, con las que aquí estamos interesados
urbanas de mayor
cialmente, parecen poseet: más regularidades qu.e las formas
humanas
escala, ya que están más íntimamente relacionadas con las
necesidades
juego entre constancia y cambjo no es permanente a Io
básicas. Por Io que el
;;;;; unu á."u1, cráciJnte de tamaños, de ahí Ia hipótesis de que las unidades
más pequeñas cambian menos que las grandes. DeberÍan realizarse nrás inves-
tigaciones sobre este punto a nivel intercultural'
implican ele-
Las caracteristicas hum,anas y las actividades en sí mismas
el comporta-
mentos constantes y elementos'variaLIes. En futuras tecnologías, que
miento no cambiará de golpe sino que evolucionará de la
misma manera
puede ser considerada
están ya evolucionando l-as'expresiones culturales' La ciudad
;a¡[g ía expresión de ciertos factores constantes en términos variables'

El papet (rol) del sistema de valores en el fisenl :

Podría deducirse de'lo dicho que et sistema.devalores y los sistemas


urbanas pro-
de normas de los diferentes grupos ayudan a entender Ias formas A1lli1on
afectan ta
ducidas por su diselo selectiio.'Los vilores, por lo tanto, que se pro'
Já for problemas, Ios datos que se t¡enen en cuenta y las soluciones y el diseño
ponen (Bapoport 1967a, t969c, 1969f). En este sentido, Ia
planificación
participantes' p.rofesionales
urbanos reflejan el sistema de valores de las personas
Las relaciones
á no-profusionales. Al mismo t¡empo, es preciso s9r-plydentes'
de.describir y de re'
entre el sistema de valores y la forma física son difíciles
en las que rara-
construir, especialmente en el .r.o de Ias ciudades nlodernas
mente existe un consensus en un nrismo sistema de
valores y en donde es muy
en donde es muy peli-
difícil prever la evolución de estos sistemas y, por último,
y [Timms
groso construir una "relación biunívoca entrs valores comportamientos"cultura
al caso de relacionar Ia
1g71, p. g4; Tuan 1g6s;). La Ciiicultad es similar
con Ia subcultura, ü*¡siOn ce! ;:''undo [Jones 1972] o
el estilo de vida con el
t966a).
medio anrbiente. ¿Áues relacic;res. ce hecho, exisien uackson
Enrelaciónalplantea:r:le;io,!osprejuicios*.anti,o«pro)'zonaSurbanas
Ia manera de
canlbian muchísimo
de cada profesional-o OL.a¿a Erup3 de personas
abordar el tema (en especial cual',:do esios
prejuicios en pro o en contra no
anglosajona' el motivo anti-
tienen ninguna brr; ;;;;;ptuet seriaJ. En Ia cultura
1962; Glass 1955; Howe 1971) y ha
urbano ha sido rnr;f*;;-[ivr,r:e s.f.; \hhite
En la lndia, la actitud anti-
afectado tas actituá;;;; la censiced, por ejemplo.
urbana ha sido mu; iulrte [Tagcre tgzii v
há iniu¡do hasta hoy en dÍa (sopher
1964). , ..r.
Europa' La razón era la de
truyeron du *unera"rry Ait"t.nie a Ia habitual en
y de detalles concretos
mantener lo tradicionri'.o*" recuerdo la
permanencia
medios tradicionales de transpor'
como pequeñas t¡unJrt, formas Ce vlviéndas,
te, etc. (Holzner 1970a). y los usuarios tienen siste-
Es esencial no olvidarse que Ios diseñadores
mas de valores *ry aii.r"ntes [Coing 1966;
Fried 1963, 1973; De Lauwe 1965a y b;
:ahl 1g71). lgualmente, los urbanistas de distintas culturas poseen sistemas de
-.,eloresdiferentes; por ejemplo, existen grandes diferencias entr-e Ia filosofía
je los planificadores ingleses y los americanos (Bunker 1971) y, a SU vez, entre
::s angtosajones y los franceses [Rapoport 1969c). Dentro del marco profesional,
,a ideo-logía cambla asimismo con el tiempo, así el análisis del contenido de la
-evista imerican Planning Journaldesde 1950 hasta 1965, con intervalos de cinco
=n
cinco años, revela cambios importantes de interés (Ouick 1966). Finalmente,
ientro de lnglaterra existen tres tipos de ideología sobre Ia planificación: el
planificador óomo juez supremo, el planificador como promotor de mejoras en Ia
calidad ambiental á través del diseño del medio ambiente físico y el planificador
que diseña pequeñas ciudades en las que introduce valores progresistas, como
baja densidad, preservación del patrimonio artístico, etc. (Pahl 1971, pp' 129 a 130J'
Volviendo al diseño urbano, bastaría con comparar las visiones urbanas
de Yona Friedman o Michael Ragon o Le Corbusier en Francía; el equipo
I
I

I inglés (Cullen, Nairn, De Wolfe, Thomas Sharpe), etc. De nuevo es fácil ver
i cómo actúa en cada caso un sistema de valores diferentes que se expresa a través
de imágenes, como queda patente enla Civitia (De Wolfe 1971), donde el diseño
I
en sí dá la ciudad a base de imágenes refleja un sistema bien concreto de valores
I y juega
- un,Lapapel normativo nada ambiguo.
/
zonificación y Ia ubicación de los edificios refleja también un preiuic¡o
I
estético (Crane 1960) y podría defenderse que la destrucción de la articulación
I de calles en. las ciudades modernas no es más que la expresión de unos valores
I y unaS imágenes que, entre otras cosas, se niegan a aceptar que las víviendas
tengan «urlá corS¡ Y "una espalda'.
I '

- La conclusión general de todo ello es que los diferentes sistemas de


valores que se expresan a través de imágenes distintas de [o que debe ser una
ciudad comportan, de hecho, ciudades diferentes (por ejemplo, Elmer 1971). El
problema no radica en este hecho sin más, sino en que los diseñadores escondan
sus propios criterios y que nunca se habla seriamente de los criterios y valores
de los no diseñadores. Como ejemplo final consideremos el caso de las críticas
sobre Los Angeles (Banham 1971), las actitudes diferentes que él cita (Von
Hoffman 1965) y las opiniones sobre el sfrip (Jackson 1964; Nairn 1965; Venturi
'et alt. 1969). "..
La discusión de este apartado sugiere que la manera a través de la cual
Ias ciudades son percibidas inftuye muchísimo en la evaluación de la realidad
urbana, asunto que seguiremos anal¡zando a continuación.

La percepción ambiental

Aceptado un modelo selectivo del diseRo orientado hacia conseguir un


diseño ideal y dadas, por otra parte, las diferencias culturales a través de Ias
que se organiza el medio ambiente, hay que aceptar también como consecuencia
que el concepto de calidad ambiental será un concepto muy variable. Esto nos
obliga a establecer Ia suposición de que, en diseño, la percepción de los proble-
mas y el ajuste de esta percepción a un ideal es el proceso más corriente. En
otras palabras, nos obliga a analizar la percepción del medio ambiente.
Evitando el obvio problema filosófico aquí existente, nos ínteresa ana'
lizar cómo apiehendemos el medio ambiente y qué parentesco tiene esta aprehen-
sión con el medio ambiente.FBsl,. Por ejemplo, una cuestión importante sería
saber si diferentes grupos perciben igual la misma situación ambiental. En tér-
minos antropológicos estamos hablando de la distinción entre aspectos. lémicos"
(enic) (o sea, qué significación tienen unos elementos culturales dentro de un
sistema) y aspectos uetísticos,, (etic)'(o sea, la manera a través de la cual un

' La palabra inglesa etic, en griego "sufijo indicando agente'., lo. -e: "éticc''
ya que en ingléb sería ethic, del griego efáos ('temperamento', etc')' (N' del T')
eEente exter¡or evalúa este s¡stema de acontecimientos o elenrentos culturales).
Tal como sugería antes, en un modelo selectivo del diseño muchas solu-
ciones se eliminan antes de poder ser consíderadas. En efecto: no forman parte
del medio ambiente percibido por el agente del diseño. Tanlbién los criterios
que se citan reflejan las oportunidades y los costes percibidos. Son estos hechos
los que dan utilidad a esta noción de la percepción del medio ambiente d':ntro
del contexto de los estudios del hombre en su medio ambiente.
- Casi todo el material sobre la percepción proviene de la geografía puesto
que esta dísbiplína siempre ha estado Ínteresada en Ia toma de decisionbs de la
gente acerca del medio ambiente. Por lo tanto, el aspecto de percepción de opor-
tunidades, recursos, etc., juega en Ia geografía un papel importante. lmaginemos
un grupo de indígenas australianos acampados sobre un filón de mlneral. Este
filón Ia nóción de mineral en sí- no forma parte de su medio ambiente
-e lncluso
percibido. fncluso en sociedades más avanzadas tecnológicamente, la interpreta-
ción de los recursos naturales es variable y dependiente, al menos en parte,
del sistema de valores y de las actitudes. Se evalúan los recursos de forma muy
variada según los casos: "Los recursos no existen, se generan" (Hewitt and
Hare 1973, p.2a; véase también Spoehr 1956), y hasta elementos,visibles del
medio ambiente llegan a no ser percibidos (Bapoport 1970c).
.' , Los dÍstintos tipos de paisajes, montañas, selvas, etc., han sido des'
critos de forma opuesta a través del tiempo (Prince 1971; Nícolson 1959; Lucas
1970). Estas diferencias coinciden con las distinciones entre lo urbano y lo rural
(por ejemplo con respecto a las definicíones de lo que es una ciudad) que son
ambos aspectos de un medío ambíente percibido. Asumiendo que las nociones
de esparcimiento y diversión están siendo día a día aspectos cada vez más im-
portantes del medio, hay que considerarlos siempre como aspecfos percibidos
(por ejemplo, Chris§ 1971). Los lugares cambiarán súbitamente según Ia ubica-
ción de las zonas de esparcimiento y de diversión o según estén concentrados,
obienlejosdelasviviendaSo,alcontrario,dispersosycerCadeellas.
Desde un punto de vista psicológico, este tema está relacionado con la
definición de situaciones estimulantes y con sus propiedades (Sherif and Sherif
1963, p.82) y es evidente que este tipo de definición es útil en muchos casos
(Bapoport and Watson 1972). Dadas las diferentes conceptualizaciones del medio
ambiente, en el medio ambiente percibido incluiría tanto la percepción de la gente
como la de los artefactos construidos. Las regularidades que descubriríamos
en el medio ambiente no se deberían exclusivamente al diseño sino a Ia manera
bajo la cual el medio ambiente se percibe
El medio ambiente en sí, particularmente a través de los significados
implicados en é1, puede afectar la percepción de la calidad ambiental y la buena
vida (sherif and Sherif i963, pp. 92 y 93) de manera que, en ciérta forma, se
constituye un sistema de autoperpetuación. Los seres irumanos conforman su
medio ambiente, el cual se convierte en un nredio socializador influyendo en las
actitudes y juicios de calidad de sus hijos con respecto a cualquier tipo de medio
ambiente; Ígualmente importante es et efecto de la literatura y de los mass'ntedia
que tratan del medio ambiente-
Aceptado pues un relativismo en los juícios acerca del nivel de satis-
facción por un medio ambiente determinado (Partucci f968), es probable que si
los contextos y otras variables afectan o influyen en este nivel de satisfacción,
el mismo medio ambiente pueda ser evaluado de forma distinta dependiendo
de cómo se percibe. Este es el caso" por, ejemplo, de los residentes, viejos y jó'
venes, de un área residencial opinando correlativamente que ésta tiene y no-tiene
un nivel suficiente de privacidad (D.O.E. 1972, Architectural Flesearch Unit 1966).
Lo mismo ocurre siempre que sobre un mismo medio ambiente se induce una
gama de significados distintos (Duncan 1973), o cuando el cambio perceptivo
acompaña el cambio de actitudes ante Ias zonas de barracas.
Este tipo de argumentación nos inclina a opinar que existen muchos
factores dentro de Ia situación estimulante y de la situación percibida (Blumer
1969a). Y, además, que esto es cierto tanto con respecto a la percepción de las
¡crsonas como a la percepción de los acontecímientos (Warr and Knapper 1968), 4l
tr rual nos sugiere que exísten similitudes entre la percepción de un medio am-
ür;nte físico y un medio ambiente social. Así definida, [a percepción no está sola- u
cuz
;r,unr¡te influida por Ia experiencia y el pasado cultural sino por las expectaciones Ou
¡ espiraciones que éstas generan; ! el marco mental consciente organizador, doi<
i^-iu<
c sf,I vsz, del medío ambiente percibido. Por ejempfo, los trabajadores en el u;t..rz
É*anlo po{ar ártíco percíben a los demás de manera muy diferente según estén ;í;;5
eptotados por las compañías o empresas, o bien pagados y alírnentados (Warr
#El Knapper 1968, pp.38 y 39), lo cual es una díferencia de tipo similar a Ia antes
rÉrda de los ancíanos y los jóvenes. Un ejemplo más relacionado con el medio
[¡., . -J
ism es el del valor dado al agua en la cultura musulmana o en las praderas de f§+g
rr _..i
Smdos Unidos, o el diferente valor otorgado a los lugares dependientes del tipo
e experiencia previa en términos de niveles de adaptabilidad (Wohfwlll and
foün 1973i . :

Por lo tanto, el individuo y el medio ambiente conforman un sistema


y su mutua interrelación está paralelamente determinada a través del medio am-
hiente físico y de la demás gente o, más correctamente, a través de la interpre-
ffiión que de ellos efectúa él ¡ndividuo._fl medio ambiente perceptual incluye ios
mtímulos actuales. el contexto informativo y, asimismo, la memoria informativa
acurnulada; existen igualmente las características permanentes del que percibe
fWarr and Knapper l968) y su experiencia, aspiraciones, ambiciones, miedos,
slsterna de valores y otroS varios elementos "reá[€S" e- "imaginarjos". j. .
EI diseñador tiene obviamente en cuenta con mayor facilidad los estí' -,
mutos y las informaciones actuales que la memoria informativa acumulada (aunque
I a nivel de grupo es capaz de se¡: condescendiente con ella]. Puede también saber
I lascaracterísticaspermanentesdelusuarioperotienedificultadesconsuper.
1
cepción actual dada su variabilidad, si bien captará algunos indicios a través del
status social, ejemplos de,diseños anter¡ores, etc. En cualquier caso, si quiere
tener en cuenta el medio ambiente percibido habrá de tenérselas con todas estas
variables.
- - - Et análisis de la percepción del medio ambiente es importante porque
introdu.ce variabilidad cultural y personal y porque modifica la noción de un
medio ambiente único con características inmutables. La actitud con respecto al
diseño sería diferente si se aceptase que muchas veces el medio amb¡ente per-
cibido es muy distinto según sean diseñadores o no los qug Io perciben, por lo que
diferentes grupos de usuarios pueden tener medio ambientes perceptivos dis-
tintos.\Como veremos, es fácil comprobar este relativismol y la noción de medio
ambiente perceptivo puede ser, así, útil.
lnicialmente, este tipo de análisis dificulta y complica las interretaciones
entre el hombre y su medio, ya que los "sistemas de valores, la experiencia y el
aprendizaje y la imaginación individuales subyacen siempre bajo el universo del
discurso" (Lowenthal 1961, p.248). Así, un estudio sobre el suburbio en Australia
puntualiza QUa «és descorazonador ver la variedad de opiniones que las vivien-
das físicamente idénticas causan en la gente: ¿están realmente hablando de los
mismos lugares?" (Bryson and Thompson 1972, p. 130). Sin embargo, para di-
señar correctamente todo ello tiene que ser tenido en cuenta. Pensemos si no
en el análisis hecho previamente de los aspectos a tener en cuenta en las acti-
vidades, el cual mostró que, lejos de ser simple o universal, son más bien com-
plejos.
Dada ta noción de medio ambiente percibido, ta distinción entre funcio-
nes latentes y manifiestas debe ser discutida. Es fácil deducir la importancia de
Ias funciones latentes, en cuanto el medio percibido se basa en una simbolización
(Dubos y otros citados en Rapoport and Watson 1972). Consideremos las acti-
vidades de compra, en las que las funciones latentes sean diferentes. Por ejemplo,
cuando el oregateo» os uná función latente esencial en toda transacción comer-
cial lo es-, puede causar un cambio total en las actividades de
-o cuandoOno
compra-venta. cuando en las funciones latentes de obtener información son
algo esencial (De Lauwe 1965a; Coing 1966) en París, a para los portorriqueños
-¿ de Nueva York (Hoffman and Fishman 1971) o en el l¡y'esú End de Boston, in{luen-
ciando muchísimo su ubicación (Brolín and Zeisel 19681, Estas consideraciones
han sido despreciadas por los diseñadores, al igual que no se pensó en los ven-
dedores ambulantes al diseñar Chandigarh (Prakash 1972) a pesar del papel crucial
que juegan Ias tiendas en la lndia. lgualmente, en México, los vendedores itine-
rantes de los mercádos cumplen una misión informativa nruy importante. Cuando,
bajo criterios de higíene y de control de precios, los mercados dejaron de ser
itinerantes, los vendedores dejaron de acudir y eI sisiema social se deshizo;
una combinación de mercado fijo y mercado móvil podría alcanzar un objetivo
más equilibrado.*
,':'El préstigio y símbolísmo de fas diferentes áreás y eIementos urbanos,
su importancia relativa y la manera cónro son usados, son hechos mucho más
variables .que las'actividades manifiestas, aunque estas últimas también varíen
con menor amplitud. Estas diferencias se deben a la distinta percepción de los
significados de estas funciones y a la percepción de asentamientos congruentes
con ellos.
El concepto de la percepción del medio ambiente nos ayuda a entender
cómo es posible que a partir de unas actívidades básicas poco numerosas se
llegue a una variedad de asentamientos mucho mayor. Pueden existir; asimismo,
Iugares en los que las funciones latentes sean más significativas, y Iugares en
los que apenas sí existen este tipo de funciones (Frankenberg 1967, p.257). Aunque
la noción de percepción del medio ambiente ha resultado muy útil en diferentes
campos científicos, yo sugeriría que en el campo del diseño debería ser todavía
más útil puésto que tiene un nivel muy bajo de criticalidad (Bapoport 1969a) y,
de'esta mánera, sería posible conformar el medio ambiente a part¡r de una gran
libertad de acción y de decísión, mayor libertad, pongamos por caso, que con
Ias leyes económicas. En d¡seno, ilor lo tanto, la percepción del medío ambiente
de varios grupos puede llegai a ser incluso más importante.
Por consiguiente, lo§ seres humanos perciben los problemas y las solu-
T,. ciones posib[es desde diferentes puntos de vista; además, definen sus "o€c€si'
dades básicas" bajo criterios también diferentes, e igualmente respecto a stan-
dards, medio ambiente ideat, etc.; ya que otorgan significados distintos a la den-
sidad, privacidad, etc. El medio ambiente percibido y los esquemas imaginativos
en los que éste está estructurado, conforman la esencia de las decisiones del
diseñador puesto que cualquier diseñador percibe ante todo el medio, lo interpreta'
lo evalúa y escoge después las soluciones óptimas, existiendo sienrpre un lazo
de unión entre Ia percepción y el comportamiento (8. King 1971a).
Cualquier intento de análisis de las interrelaciones entre el hombre y su
medio implica necesariamente analizar tres áreas complementarias: conocer algo,
sentir algo y hacer algo:

1. Áréa cognitiva,la cual incluye perclbir' conocer' pensar, etc'


2. Área af ectiva, sensaciones, sentimientos, emociones, etc. (¡ncorpo-
rados en imágenes).
- 3. Área conactiva* * la cual incluye la acción sobre el medio ambiente
como respuesta a las dos áreas anteriores.

Las tres áreas cambian con el aprendizaje y Ia experiencia'


El tema de ta percepción permanece, pues, como una cuestión central.
por ejemplo, la noción de sa/ud corporal ha sido recientenrente definida como
la situación óptima para que cada persona alcance sus ideales (Boyden 1970,
p. 134) y no como una situación física determinada. Según lo dicho, la noción
de medio ambiente saludable sería ta de un medio ambiente que 'se adaptase a
nuesiro medio ambiente ideal percibido (Jackson 1966b).
' Comunicación personal de Michel A. Antochiw, de AURIS, Estado de México,
'--lic- -- ;" Del latín
Ce 1973.
conatio, o acción que sigue a un deseo de afección o de repul'
I

: :-. Í.'J. ie,l T.l


-11-

La percepción ambiental incluye el conjunto de actitudes, motivaciones


F
" ¡:lcres que influyen en los distintos grupos sociales a Ia hora de definir el
:ial *;:.e ambiente percibido, lo cual afecta no sólo a su conocimiento del medio
: -: a su comportamiento dentro de él (Downs l968; English and Mayfield 1974;
;o, *-J" pp. 31-32; Lowenthal 196'l; Saarínen .f969; Wood 1970). Estas acciones
1971,
. :s:isiones pueden ser o no válidas, según Ia exactitud de la percepción y exís-
:=- condiciones del mundo objetivo real que impiden creer en un modo auto-
s*iclente. Además, a pesar de la variabilidad, tienen que existir algunas constan-
::s. o bien la humanidad no hubiese sobrevivido [sprout and Sprout .l956, p.61J.

El medio ambiente percibido

Hasta aquí he usado indistintamente los términos medio ambiente per-


:,biCo y percepción ambiental. Sin embargo, el proceso perceptivo es distinto
j:l producto percibido; mientras que Ia percepción ambiental es una propiedad
¡:ental, el medio ambiente percibido es algo que supone "la superfic¡e total a
partir de la cual las decisiones se van definiendo y que incluye elementos natu-
rales y artificiales, reales e irreales, geográficos, políticos, económicos y socio-
lógicos" (Brookfield 1969, p.53). Por Io que un único proceso de percepción am-
biental puede conducír a productos díferentes o a medios percibídos distintos.
Existen algunas implicaciones en esta clasificación- Una es que Ias de-
cisiones se toman desde el medio percibido y que al menos algunos c.oniiictos
en eI proceso de diseño podrían analizarse a partir de unos actores pertene-
cientes a distintos medios percibidos. Otra consecuencia importante es la de que
puede concebirse como una construcción mental de los usuarios, la cual es capaz
de influir en el comportamiento, aunque de hecho no se corresponda con ningún
medio ambiente real. Ello ayuda a comprender la influencía de lo "imaginario"
(Watson 1969; Thompson 1969; Heathcote 1965; Burch 1971), así como el uso
diferencial de las áreas de esparcimiento: playas (Mércer 1972) en las que, por
ejemplo, puede existir una contaminación percibida que inftuya en el uso (M.'Bar-
ker 1968).
' La practicidad del concepto ha sido puesta en duda debido a su ambi-
güedad (Brookfield 1969). Existe tambÍén el dilema de que si usuarios y diseña-
dores perciben el medio ambiente distintamente, las opiniones no podrían usarse
en un diseño mínimamente coherente (Ravetz 1971J. A pesar de estas críticas,
el concepto ha sido heurÍsticamente útil para descubrir dlferencias culturales,
especialmente si se opina que el diseño refleja siempre un medio ambiente
"ideal" ILanger 1953; Elíade 1961; Rapoport 1972e).
, Más tarde discutiremos la manera a través de Ia cual la gente estruc-
tirra concep.tualmente el mundo. Un punto de vista es el de que las personas
construyen sistemas para manejar el mundo, o sea que formulan hipótesis según
su experiencia; y predicen así el futuro de acuerdo con éstas. Estas construccio-
nes mentales varían según las personas, Ias cuales solamente reaccionan a Ios
estímulos que son capaces de ímaginar como actuantes (Kelly 1955) que, a su
vez, forman parte del medio ambienie construido y del medio ambiente percibido.
El medio ambíente percibido puede también relacionarse con las nocio-
nes desarrolladas por Lewin (1951) sobre el espacio vital, o por Von Uexküell (1957)
sobre el umwelt, y porTolman (1948) sobre el medio ambiente del comportamiento"
Todas ellas están claramente relacionadas con nuestra discusión acerca de la
definición de estímulos, sLr simbolización y con las nociones subyacentes de
espacio de movimiento, de acción y similares. En efecto, podemos suponer que
el medio ambiente percibido constituye el espacio de acción de la gente puesto
que lo que no 'se conoce no puede ser objeto de oportunidades para actuar.
De ahí Ias zonas vacías que'se detectan en los medio ambientes imaginados por
las personas.
Por ejemplo,'la gente puede llegar a no ser consciente de áreas
enteras de asentamientos urbanos, como el caso de Lima en 1964, cuando much:s
44 habitanies ígnoraban las barriadas extremas porque no formaban parte de su
nredio ambienie construido; de hecho, las clases alta y media de Lima ignoran Ios
clubs deportívos populares mientras que éstos son bien conocidos por otras
ciases socíeles {Doughty 1970, pp.33 y 38). Ello se debe a que los jugadores de
Ics clr.¡bs forman parte de barrios situados fuera del medio percibido por los ha-
bitanies de la zana más cosmopolita de la ciudad. Es probable que, hoy en día,
estas clases tengan más presentes las barríadas extremas, aunque nÚnca hayan
esteCo en ellas. De hecho, el nledio ambiente percibido y el medÍo ambíente del
comportamiento se confírman como resultado de Ia delimitación de [as áreas que
simbolízan seguridad, uso confortable, etc., conro veremos más adelante.

EI significado excesivamente amplío 6[s ]¿ «percepcíón" :

en el medio Iiterario

El térmíno "percepción» sB usa en la literatura de un modo diferente


que en psicología, parece como si se usase en el sentido de describir cómo Ia
realldad ambiental «so V€». Por ejemplo, se usa para describir el cambio social
(H.-8. Lee f 968, p. 434) oparaanalizar la percepción de posibles catástrofes, nuevos
recursos, etc. (Burton 1972; Burton and Kates 1972: Kates 1962; Saarinen 1966;
-Kates, Burton et alt. en preparación). También ha sido usado para describir la
,.confrontación de intereses en un proceso de gestión del diseño. En ciencias polí-
'.ticas, ha sido usado para describir cómo las personas ven el mundo circundante,
haciendo hincapié en las diferencias entre académícos y no-aiadémícos (Hobin-
son and Hefner f 968):Sin embargo, clasificar los paÍses según sus características
no es construir un modelo perceptivo sino un mapa cognitivo, o más cor.recta-
mente, un conjunto de sistemas de evaluación. , .

He apuntado hace poco que un medio ambiente perci!ido es una cons-


trucción mental basada en Ia experíencia y en las expectaciones y que ün medio
ambiente ideal es algo íntimamente relacionado con el diseño. No son dos cosas
equivatentes. Experimentar en uno.mismo un medio ambiente ya existente a
través de los sentidos, evaluarlo según los ideales de cada persona, compren-
derlo a través de Io que uno conoce y desea conocer, imaginar y crear nuevos
medios, etc., son clasei de procesos muy distintos. De hecho, parecen existir
tres maneras de usar el término «percepciónr ) m€zclarlas puede producir muchas
confusiones. -

En primer Iugar, existe un uso corriente del término p.grcepción, o sea


lo que Ia gente percibe a través de los sentidos. Flecientemente, Ias personas
se han acostunrbrado a usar información indirecta a través de los nledios de
comunicación de masas pero en la antigüedad los ritos y Ios mitos ocupaban un
Iugar similar (por ejemplo, Burch 1971), aunque hoy se conozca más acerca de
mayor número de Iugares. Además, tanto la información directanlente asimilada
como Ia información indirecta se evalúan en buena o mala, deseada o no deseada.
El uso del términs «percepción" en Ia literatura es, pues, excesivamente
amplio y será necesario que distingamos entre percepción, cognición y evaluación.
Esto puede hacerse a pesar de que estos tres aspectos podrían considerarse como
estadios de un proceso mental de variabilidad basado en factores de adaptación
cultural, actitud mental, etc. (algo parecido pasaba con las funciones latentes
y manifiestas, objetos concretos y simbólicos, etc.).
La captación sensoriat det medio.' La mayoría de la gente experimenta
más o menos las mismas cosas y puede ponerse de acuerdo en que en un deter'
minado lugar hay un árbol, edificio o espacio abierto. Este hecho es necesario
para Ia supervivencia del género humano (Gibson 1968; Gregory 1969), aunque
exista evicjencia a favor de una variabilidad cultural (Segall, Ca-mpbell and Hersko-
vits lg66; Price-Williams 1969; Wober 1966) y existan asimismo influencias de-
bidas a Ia educación en términos de nivel de discriminación entre estÍmulos (Ha-
poport and Flar.*kes 1970).
"lií,

I
l
I

I
I

I
I

l
I
l
I

I
l

I
I

I
j

i
b
¡:--', -

Newcastle, NSW, Australia.

"The Hill', Newcastle, NSW, Australia,

Fig. 1.12. Comparación de dos zonas de alto status en la misma ciudad (fotos L=
doctor D. Parker, Departamento de Geografía, Un ive rs idad de Newcastle).
Comprensión y conocintie¡tlo: En este aspecto la variabilidad es mayor

Ij' puesto que conocer implica usar esquenras, nociones, etc., los cuales Son muy
variables según la cultura. Así todos pueden percibir un edificio en un lugar pre-
ciso pero no pueden reconocerlo como taberna, a no ser que la noción de taberna
sea un significado cultural previanrente existente. Por lo mismo puede distin-
guírse entre una plaza y una calle sin por ello estar de acuerdo en los usos (Ba-
poport and Hawkes 1970; Rapoport 1970c).
La evaluación de medío ambientes ya existentes y Ia intaginación "idea'
lizada. de medio ambientes, que son los más variables de todos.(Rapoport 1970c,
1973a). ' , ' '
,.. - ,, -. . , .-

Parece, pues, que el iÍgnificado general det término percepción como


"Vero €l mundo, se divide en tres aspectos diferentes, que pueden aclararlo:
_j

1: Cuando el términb percepción se usa para definirevaluaciones del


medio, calidad del medio, selección de medios óptimos, etc., el mejor término
parece ser EVALIJACIÓN AMBIENTAL o PBEFERENCIA AMBIENTAL.
2. Cuando se usa para describir cómo Ias personas estructuran, apre-
henden o conocen iu medio, el mejor término es COGN/ClÓN AMBIENTAL(ma'
pas mentales por ejemplo).
3. Finalmente, cuando ée describe la captación 'sensorial directamente,
aquí sí debe usarse el término PERCEPCIóN AMBIENTAL, y se trata del proceso
menos abstracto.

Por ejemplo, en casi todas las ciudades existen zonas catalogadas y eva-
luadas como de clase acomodada. Su localización se define mediante determi-
nadas estructuras cognoscitivas. Un área de este tipo puede estar desprovista
de árboles y descuidada, mientras que otra puede tener lo que comÚnmente se
asocia con un niveI de vida alto, es decir: zonas verdes y pavintentos cuidados
(Newcastle, NSW, Australia The Hitlversus Nerv Lambton Heights). En el segundo
caso se trata de una zona perceptualmente de nivel elevado, en el otro caso no,
pero a pe§.?r de ello Ia zona puede ser conocida como de nivel social elevado.
Un visitante las evaluaría de forma muy distinta. De la misma manera,
determinados elementos del medio son percibidos, estructura'dos como muy den-
SoS o poco densos y luego consecuentemente evaluados (Rapoport 1975b).
Podría argumentarse en contra del orden de discusión que estoy propo-
niendo puesto que, efectivamente, la percepción trata de cómo la imaginación
se capta y el esfuerzo cognoscitivo la organiza [aunque ambos están íntinlamente
interrelacionados) y la preferencia indica la evaluación. Como, sin enrbargo, n"lu-
chas veces la respuesta de los usuarios es global y afectiva, creo que existen
otras razones que aconsejan el análisis inverso, preferencia, esfuerzo cognosci-
tivo y percepción (véanse los tres capítulos siguientes)
Estos tres aspectos de Ia construcción de un medio anrbiente percibido
deberÍan considerarse más como tres fases consecutivas de un mismo proceso
que como procesos separados, pero, para nuestros propósitos, esta división será
interesante. Una distinción Ímportante entre percepción y cognición puede ser
establecida gracias a la noción de conocimíento indirecto o de los mensajes que
envÍan los medios de comunicación de masas. A través de esta fuente no rela-
cionada directamente con la experiencia, todo el mundo puede evaluar lugares
en los que jamás ha estado ni jamás posiblemente estará [Gould and White
1968, 1g74).; La percepción como tal está más relacionada con los sentidos e

' En setiembre de 1972, después de escribir el segundo borrador de este


capítulo, tuve conocimiento de la obra áe Goodey (1969), en lá que establece una clasi-
'':ación er":ire la percepción ambiental y preferencial, que se ajusta a la descrita por
implica la presencia de un indíviduo en el seno de un medio específico. En ia
medida en que la experiencia se convierte en algo menos inmediato y el grado
de inferencia aumenta, podemos hablar de cognición. Por ejemplo, la distancia
percibida es un intervalo entre unos puntos vistos al mismo tiempo mientras que
la dístancia cognoscÍtiva es la distancia estímativa decidida en ausencia de los
objetos, dependiente de la memoria, información prevla, etc. La cognición es,
por tanto, más íntelectual que Ia percepción (Brown and Moore 1971, pp.205
a 207) y las reglas cognoscitivas pueden ser más potentes que las perceptuales:
«párecc como si... pero yo sé que..." (Bower 1971, p.38). La cognición simplifíca
más que la percepción, Ia cual posee mucha más riqueza perceptual, de ahí la
dificultad que existe en recordar íncluso Ia parte de Ia ciudad que uno conoce
mejor.
La distinción propuesta coincide con la clasificación entre percepción
directa e indirecta entre personas (warr and Knapper i968, pp.26 a 28), siendo
la primera una interacción cara a cara, y la segunda una interacción a través del
cine, Ia prensa, etc. El medio percibido parece ser el resultado de elementos de
ambos tipos de percepción, directa e indirecta; más su clasificación, ordenación,
categorízación y evaluación (por ejemplo, Harrison and Howard lg1z), en contra
de un ideal que comporta acción que, a su vez afecta er medío.r€01,.
Cuatro tipos de procesos están ahí incluidos:

1. Procesos casi en su toialidad perceptivos, aunque poseen en alguna

:"1'" ;:t?:;::rl.i?1'Jr?;icación a base de estructuras de ra memoria, apren-


dízaie, imágenes y ciertos aspectos del sistema de valores. Estos procesos prin-
cipalmente son cognitivos y por tanto en parte culturalmente .¡ariables.
3. Procesos afectivos de preferencia y evaluación, basados en el siste-
ma de valores y en ímágenes y por tanto culturalmente extrema,Jamente varia-
bles y guías de
4" La acción.
Ya he sugerido antes el aumento de variabilidad de los procesos según
el orden de Ia clasificacíón precedente. La percepción es relativamente estable
y existe una constancia relativa entre culturas" A grandes rasgos, las personas
.
ven las mismas calles, plazas y edificios aunque puedan existir algunas diferencias
I culturales. A nivel cognitivo la constancia es meáor, la ggnte pruJe desoriéntarse
fácilmente en ciudades en las que Ia estructura es d¡fícil de clptar y el espacio
en general se organiza atendIendo a normativas muy divérsas operando a través
de diferentes jerarquías operativas. La evalución y lá preferencia son las más
variables y el mismo medio ambiente se evalúa como bueno por unos y como
malo por otros. Así, un medio contaminado según un grupo de personas, y de ahí
estéticamente indeseable, puede ser evaluado como bueno por otro grupo porque
es productivo, tal como transcribe el mejor proverbio de Yoikshire siglo XIX:
"ñ "i las
"Donde hay estiércol, hay dinero,. por lo mismo, todo el mundo percibirá
mismas calles y barrios, pero unos pueden evaluarlo como un mal suburbio, y
ot¡os como un lugar aceptable, e incluso como bueno para c¡ertos tipos de habi-
tabilidad. Los cambios históricos de actitud y formas de ver sobre siandards,
paisajes, arquitectura local, estilos, etc., son similares a las diversas preferencias
sobre una misma cuestión en un momento concreto. Cualquiera que sea la pos-
tura que se tome ante las relaciones entre percepción y lenguaje (The Whorfian
Hypothesisl (whorf '1966; Lloyd 1922; Hapoport and Horowitz 1960), resulta siem-
pre cierto que la aprehensión del espacio (percepción) es más constante que su
conceptualización (cognición). Dado que el diseño explicita conceptualizaciones
y preferencias, no solamente existen importante: j:lerencías en !a organización

mí. También incluye en la cognición ambiental la percepción de lugares lejanos, hacien::


hincapié en la importancia de los medios masivos de comunicación. Dows y Stea (1973;
también han formulado una distinción similar.
4B Cei :s:¿: c {,3;:;pl,.i ;95-cdJ sino que The Whorfian Hy¡:othesis es más aplicable
en el c:-:po cel cjiseño que en el canrpo de Ia percepción (Lenneberg 1972; Ra'
pc;,:ri ¿t1 ?íepereción b).
La distinción entre aspectos perceptivos y cognitivos puede originarse
;:u¿':rErte a partir de un problema de escala. Perceptualr¡ente habitamos una
1'Eira p\.ena, que es redonda cognoscitivamente. A pequeña escala, de uso coti-
cia:.o, '¡¿, iierra plana es preferible a Ia tierra curva cognoscítiva. Nuestro nivel
percepiivo se detiene en áreas de tan¡año muy reducido mientras que nuestro
:,i',,e1 cognitivo puede alcanzar enormes extensiones (Michelson 1970). General-
nnenie,_contra mayor sea el área considerada, más pequeña será la componente
percepiual. Estas generalizaciones parecen existir iambién a nivel imaginativo
it-ynch 1961) por tá que, por ejenrpio, Venecia posee un grado de precisión inra-
ginaiivo muy elevado a gran escala, en el sentído de ser única y notable, mientras
que a pequeña escala tiene un grado ínraginativo bajo: es fácil perderse en ella.
La mayoría de los medios urbanos son demasiado grandes para Ser
vistos de una sola vez. La memoria y la inferencia son completantente necesarios.
EI usuario construye sus esquenras cognitivos; los cuales no solamente enlazan
y organizan Ias distintas visiones ínstantáneas parciales (Pyron 1971, pp.386
y 387) sino que evalúan y predicen (Kelly 1955). Este proceso tiene lugar a lo
iargo de los años de forma gradual a partir de experiencia directa e indirecta,
nrientras que la percepción es más instantánea. La influencia del tamaño en los
juicios de evatuación y preferencia es más ambigua. Las personas pueden esta-
blecer un nexo afectivo muy fuerte con países muy distantes y que apenas conocen'
o con una religión casi desconocida. Por otra parte, pueden sentirse más atraídas
por Io que no ocurre que por lo que está presente (Bartlett 1967, p. 84); la reac-
ción hacia una autopista que está ubicada junto a la vivienda de uno es diferente
a aquella que está situada al otro Iado de Ia ciudad.

La distinción entre evaluacióñ, cognición y percepción en el medio urbano.


Ejemplos

Los tres procesos son aspectos diferentes de un único proceso. La dis-


tinción propuesta sirve a efectos prácticos, o sea, sinre para analizer las inter-
acciones entre el hombre y su medio urbano en la ciuCad. Consideremos tres
estudios sobre conducción, autopistas y carreteras: fhe View from the Boad
(Appleyard et alt. 1964), The City as Trip (Carr arip Schissler'1969) y Driving to
Work lY,t¿llace 1965), los cuales poseen un elemento cognoscitjvo cada vez mayor,
por Io que podremos clasificer Ias ieorías hasta aquí sugeridas.
El panorema descie Ia carretera (The Viev,t from the Road). Este estudio
trata de lo que experimenta el conCucior mientras conduce su vehículo, sobre
todo en términos de experiencia esiéiica, organización del espacio, panoramas,
sensación de nlovimiento, iextura, eic. O sea que el estudio considera las auto-
pistas corno un instrumento ie iiversión, analizándolo a trar¡és del sentido de Ia
vista ya que el automór,il aciúa como fiiiro de casi todos Ios sentidos, excep-
tuancio la visión. El estuCio hace hincapié en la movilidad del campo, el sentido
de espacio, contrastes espaciales, ritrno y sensaciones de equilibrio sensorio'
motor, etc. Aunque utiliza imágenes de Ia ciudaC y la orientación y comprensión
del medio urbano, sus objetir/os son experimentar el diseño de las autopistas,
sobre todo a través de los indicadores visuales; o sea, crear una forma rica,
coherente, con articulaciones bien resueltas y una imagen clara para el observador,
que le ayude a comprender Ia ciudad, Por lo tanto, aunque existan elementos cog'
ncsciiivos, se acentúan los aspectos perceptivos.
La ciudad como viaie (The City as Trip). En este estudio abandonamos
las cuelidades estéticas de las autopistas y nos trasladamos a cómo las personas
organizan mediante representaciones cognoscitivas las secuencias de sensaciones
o percepcicnes de su ciudad. Se acentúa, en este estudio, la importancia de las
aspirac¡ones y de la memoria de los habitantes
de la ciudad. se demuestra fá-
cjlmente que existe un proceso de codifícación y
qr" t, categorización de ra
su vez, esiá rnnu]d. o;; ,}*l.p,rr.iones.
:xperiencra avud.l a (a memor\a que, a
Esta categorización es, en parte,'de
origen imágenes y es_
guemas imaginativos, por lo que "rtrrá,"incruyen,Jo
se detectan ¿iieiáncias considerables entre
'¡s conductores y los pasaiero. a" Ios vehícui"r,
y los visitantes de pu.o, nó tanto v'ár,ru los habitantes autóctonos
en cuanto a la importancia relativa de
los ele-
''i-lentos sino en reración ar número de erementos iecordados. Sin
diferentes clases de elementos se recuerdan embargo, Ias
de forma distinta, como por ejemplo
el nivel baio con el que se recuerdan los elemenüs
cien por cien utilitarios.
Esto sugiere dos concrusíones: en primer
lectiva e implica preferencias y, en rugar, que ra memoría es se-
segundo rugar, que Ios aspectos simbóricos
-imágenes- son ímportantet. E.t" segundo
acentuación de los aspectos afectivos y difiere del primero en Ia
".tro¡b
cognitivos en lugar ueros p.i.lptuur.r,
analizando la misión estructuradora
de-la mlmoria. rooo ello es importante porque
es posible conducir en carreteras urbanas
iísico' íncluso conociendo la ciudad muy "i; ;;;r;; ver er medío ambiente
miento y nombres más bien que ros
bien ,n. red de canales de movi-
"áro de ra ciudad.
rugares reares
Conducíendo hacia el trabaj.o/Oriuirg
icja en coche ar rugar de trabajo
t:o-Wiril. Este estudio analiza la
a to iargo d; h r¡irrr, utirízando mapas
truidos de memoria; difiere aL los anteriores recons-
ieamiento teórico, que más bien es propio
tanto en el método .oro en su plan-
de una antroporogía psicorógica. Er
objetivo principal es ver cómo el inoiv¡¿uo
a partir de mapas cognitivos. se llega ,n *ua¡o ambiente de actuación
a ello"ru,
a través de la noción de *laberinto,
(mazeway)' que es Iá suma
oe tos-mapas realízados por cada persona,
de valores y sus estados de ánimo; su sistema
es decir, segOn ,i*.tr. terminología actual
se trata de evaluaciones, afectividad
posee algunas características v niu"i.r-Jogn'iiiuor. El mapa resultante
interesantes. En priñer rugar, cada segmento
mapa puede de
"ampriarse» para conseguir muchó más detaile. En segundo rugar,
además de erementos der medÍo físic-o (cailes,
y del medio social [personas y actividajes), edifL-ios, tráfico, signos, etc.)
bientales' lo cual no es más que un aspecto
ei Álpá elementos no am-
más del "on,¡ene
nivel cognitivo.
rnentos son, por ejemplo, las correcciones Estos ele-
rutina de un comportamiento repetido de rrt, pri. aumentar el confort y la
día tras oia. ioáo comprejo de acti-
vidades' a lavez internas y exteinas-al "rru a través de los
indívíduo, se ca¡alizan
tidos' El estudío propone, en este momento, sen-
un modelo cibernético del conductor
en su coche, estabreciendo nexos
entre
otros términos, propone un pran de acción .representacíón y c.omportamiento; en
(Muiler, Garíanter y pribram 1960).
se proponen, además, cinco'eremunto*
un prano de ruta que incruye origen, des_
tino y los más importantes puntos
de decisi'ón to sea ,, ,rp. cognitivo y espa_
cial)' reglas'de conducción. iregras para
seteccionar ras arternativas), operaciones
de control [iespuestas míninlal de
tonducta Oet actuanteJ, información transmi-
tida desde un monitot (datos
en cada caso según Ia tarea que se rea-
liza) y organización (estructur"'¿u "tp..ili.o,
int.rpretación der sistema grobar).
Este tipo de análisis sobre una actividad
urbano la convierte en una estructura muy corriente dentro de un medio
cognoscitiv
ceptivo' En realidad, los tres estudios conforman ^ Áuy arejada der mundo per_.
de interés para el diseño. nor e;empio,.lo. un cánftinuum y todos resultan
datos empÍricos extraídos en el estu-
dio n'o 2 sobre ro q-uq se recuerda pueden
retacionar!; ;" Ios centros de deci-
sión del estudío n.o 3 y a notables'diierencias
ambiente en el estud¡á n'" l. La-estructura en la experimentación del medio
con el diseño en términos de cómo del ,u"ruido estaría así relacionada
este úrtimo.
miento (steinitz l96BJ. Aunqr:e la eváiuac¡ón "r;;;;;;;r;;';;;"i.r,lo?.r-
y las preferencías están incluidas
más claramente pregu.nta¡dá, por
eiempto, pó, qre rá.oror." l7 millas
mente para ir al trabajo' Evidentemánte, diaria-
se valoran más algunas características
de la residencia que el tiempo u.rao
conducir se varora positivamente como
!n el transporte o, incluso, el hecho de
utgo ,giuáaüte-.'iguatmente import¿_:=
La utilidad de la clasificación propuesta, por último, parece confirmada
por esfudios recientes sobre fa percepción ambíental en las zonas urbanas (Bozelle
and Baxter 1972J. En relación a.lo que s€ Ve, (aunque usan el térnrino más cog-
nitivamente que en nri propuesta), las estructuras territoriales, circulación, forma
visuat iotal, etc., son factores inrportantes. Los factores sociales, culturales y eco-
nómícos son más importantes respecto a la evaluación. El recuerdo sintetiza
arnbos procesos. Los diferentes elenrentos Íísicos y socioculturales afectan, por
Io tento, el ver, el recordar y el evaluar una ciudad y los tres procesos se usan
al conceptualizar fo que se percibe, se conoce o se evalúa.

Un filtro como modelo

Se han propuesto muchos nrodelos para explícar Ias relaciones entre


los estímulos provenientes del exterior del cuerpo y las reacciones subjetivas
IWarr and Knapper 1968; Ekman 1g72). Todos ellás fodrían incluirse en lá catego-
ría de modelos-fíltro. El nledÍo percibido, las diferentes actitudes evaluativas
ante lo percibÍdo, la propensión de las personas a definir y a usar simbólicamente'
su medio ambiente, etc., me sugirieron un modelo de cónro el medio ambiente
pércibido podría ser imaginado a partír de estímulos exteriores percibidos lper-
ceittual inputs) (Rapoport 1969c, 1971b).

}HA4EN rMa4EN
C]/t¡reáL PE¿SONAL

r{Ul.r90 C> MUñDO


"eEaL§

C> PEIC.6IDo

fltIro ,l frLBO z
Fig. 1.14.

Este modelo no tiene en cuenta los elementos no párceptuales


que,
como decíamos' tienen su importancia en el momento de
estrúctúrar el medio
cognitivo, o sea las expectaciones y el conocimiento previo.
En cualquier caso,
existen varios nlodelos-filtro.
Por otro lado, se ha propuesto también (Goiledge, Brown and
wiiliam-
son s'f') que un filtro infornlativo (o un conocimiento) y un filtro
(o de objetivos) séparasen lo percibido de lo objetrat. de actitudes
É incluso, a este fÍn, se han
sugerido modelos analógic.os, de origen electrónico.* Sin embargo,
la estructura
básica de todos estos modelos es pr-ácticanrente la nrisnra. Los
estímulos o datos
perceptuales se amplían, generalizan, debilitan, transforrnan,
ordenan, filtran, etc.,
hasta rlue emerge un mundo percibido y construido en
el seno del cual la gente
actÚa. Estas distorsiones, aunque pueden variar de individuo
a individro, ñ.n-
tienen ciertas constancias en el interior de cada grupo social.
Las reglas que se usan en la selección, .ñoi¡f¡crción y estructuración
-
forman parte del sistema general de reglas de una cultura, a través
del cual
no solamente se construye el medio ambiente percibido sint que rá-u.üu-J.ntro
de é1. Exísten tarnbién reglas que perrnanecen in.ersas en et medio anrbiente
construido.
El nexo entre los elementos mediatizantes, et mundo percibido y el
medio construido se consiguen gracias a las imágenes, las cuales actúan
en cuat-
'
Conversación particular con et Dr. Eon Hawkes,
Londres, Seccién de Estudios sobre el Medio ¿*úiártá. --'
de.University
-- College, en
:-:r situación gracias a poder encarnar valores y a simplificar la visión del munCo
lie lo [rrelevante en cada caso- y representando las expectaciones.
-:llminandoPor lo que, yendo a París de vacacioñ8s, "las fronteras de lo consciente
1a .: ilenan de imágenes flotantes hechas de semi-recuerdos de calles, de plazas
. :e estaciones de metro; pero si el viaje es de negocios, un códígo diferente
:-stituye al anterior y emergen los horarios, las citas, las pruebas de impren-
;;.." [Koestler 1964, p. 162). La ciudad que será captada por la experiencia no
:zrá la misma en ambos casos. Por lo mismo, la ciudad que captan diferentes
: señadores es diferente, aunque en todos Ios casos se trate de ParÍs y no de
-:ndres o de Nueva York. En cada caso, un sistenra específico de actividades
se corresponde con el conjunto concreto de imágenes y expectaciones. Estas acti-
,:dades, a su vez, conducen a espacios de comportamiento que refuerzan los
:lanes de acción iniciales a través de lo que se capta con la experiencia.
Un ejemplo del funcionamiento de estos filtros es el proceso perceptívo
ie un medio urbano, es el caso del West End de Boston. EI bostoniano medio
¿penas sí conoce esta área de la ciudad y cree que es puro suburbio [Gans 1971).
Ef punto de vista de Gans cambió cuando se convirtió en un habitante y dejó de
ser un puro visitante. "Mi percepción de la zona cambió drásticamente... llegué
a percibir solamente los elementos usados por la gente. Los edificios vacíos o
;rmítrofes desaparecieron de mi vista;..,, (Gans 197'1, p.305). Ejemplos similares
podrían ser la visibilidad cambíante de los buzones de correos, restaurantes o se-
ñales de aparcamientos (Rapoport and Hawkes 1970).
Similarmente, el análisis de las percepciones, conceptualizaciones y de-
cisiones de los individuos cuando víajan es, de hecho, un análisis del sistema de
"filtros, en occión. De manera que "el espacio de los movimientos" se define
como.la parte perc¡bida del medio en la que el movimiento tiene lugar" (Hurst
1971, pp.250,253) y es claramente una parte del medio percibido, constituye-ndo
un medio ambiente subjetivo. "Filtrado a través de procesos mentales conscientes
e inconscientes y programado por,las necesidades, los deseos y las habilidades"
IHurst 1971, p. 25a) y, añadiría yo, por todos los factores analizados hasta aquí
y otros que están por analizar.
Yo sugería hace poco que en todo proceso de diseño muchas posibili-
dades teóricas se seleccionan, de hecho, antes de llegar a un plano de selección
real en el terreno práctico, siendo la causa implícita de esta selección la exis-
tencia de filtros por los que debe pasar el medio ambiente percibido en el que
el diseñador, de hecho, actúa. Esto me permite sintetizar los diagramas del pro-
ceso selectivo del diseño y del modelo-filtro en un solo diagrama.
ÉILTRo5 OrJ¿ Y.{ tlÁl\'
,¡jcoRPoRAgC I n< /
cat TE zt os DE sa.E, cc¡d.I
ru&r¡rs, IDEc¿fs,Érc.'
,'\/'i
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3, *i
{ FIL¡qO
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orPrs MUNfir pt-pctgtw SáLlcCrOAl FIN¿L
fIITPOS SITI óLTEINATIVAS Y 5u EXPRESTÓN
Posl6tE5 §il.fr¿toruaoas. ¿N EL MEDIO
co¡§TR.utD0.
4LTEPTTATIVAS
EN E,l- MUNOO
¿E¡1.
Fig. 1.15.

Este diagrama nos indica que los filtros y los medios percibidos en los
que la gente actúa posibilídades de acción percibidas, los criterios y opor-
-las
tunidades existentes, etc.- están íntimamente relacionados con las imágenes.
Una comprensión de las imágenes es algo, pues, esencial para comprender fas
relaciones entre el hombre y su medio. Son las imágenes un medio muy efecti',':
para )nvducrar creencias y vdores, simflificar la visión dd mundo y, como
hemos visto, los diseñadores suelen ajustar sus soluciones a ímágenes precon-
[,- cebidas, tanto si se trata de un aborígen haciendo un arpón (Gould 1969) como de
.l960), como
un artista píntando un paisaje o,una ciudad (Gombrich 1961; Smith
de un diseñador urbano seleccionando alternativas de actuación.
Y todavía más: el diseño en sÍ puede ser considerado como un esfuerzo
por unir la experiencia del. usuario con as intenciones del diseñador, haciendo;
f

más posibles unas'actividades que otras, seleccionando las imágenes posibles


y inanipulando la reatidad física para confornrarla al esquema imaginario de la

El concepto general de imagen y de esquema- ;

,. He sugerido que la noción'de "ímagen" puede llegar a ser un concepto


clave en los estudios que analizan las relaciones del hombre y su medio, como
lo es ya en el campo de Ia psicologia (Antrobus 1970; Segal 1971). En general,
una imagen es una representación internalizada y, con respecto al medio ambíente'
es «un3 representacién del me-dio por parte del individuo, a través de la expe-
riencia de'cual{uier clase que el segúndo tenga del primero, (inclúyendo Ia
bxperiencia indírecta) (Harrison and Sarre 1971). Aunque este tipo de definición
de imagen sea probablemente muy antigua, su uso se remonta; en psicología,
hasta B?rtlett (1g32J y hasta su noción de esquema imaginativo (schemafa) mien'
tras Qué el uso modeino del término se debe a Boulding ('1956), que ha elaborado
interesahtes estudioi *icónicos, (eikonics) de la imagen. Es a través de Bartlett
yiBoutding que estos conceptos han penetrado en la psicología y en la psicología
iocial Ylrm¿s tardé,"en ciencias polÍticas, estudios internacionales, geografía:
estudios §obre el hombre y su-medio, marketing y otros campos -así como en.
el lenguaje cotidiano (Willls 1968; EDBA 3, Sección 7). De hecho, al igual que :
5, en el ca§o de la percepción, el término ha sido usado müy ampliamente y con un
significado muy ambiguo, por lo que el propósito de este apartado será cl¿si-
fic-ar este sig'níficado OejanAo su ápticación al campo estricto del diseño urbano

El término imagen significa, según el contexto, estereotipo, norma, mapa'


plan de acción, concepto e, incluso, autoconcepto. Se ha utilizado para acentuar
ias diferentes actitudes respecto a la ciudad entre diseñadores y usuarios de di'
ferente clase social igual que Ia noción de percepción- y algunas Veces
-al
se usa en sentido estilístico, como cuando se trata de dilucidál la imagen expre-
siva más adecuada de los edifÍcios de lslamabad en términos tradicionales nlu-
sulmanes o en tér.minos internacionales del siglo XX (M. Lee 1968). Este es ya
un uso vecino al de la imagen político-publicitaria, confrontando imágenes co-
merciales para deducir tas diferentes expectaciones satisfechas por cada una
de ellas (por ejemplo, un comercio de "calidad" confrontado a un comercio de
«r,t¡BV€l imagen"1. También se ha usado el término imagen en pred[cciones de una
sociedad del futuro, a base de otorgarle un valor más "objetivo" del corrIente
(Gottman et alt. 1968). Poi "imagen» se entiende tanlbién la descripción gráfica
de una ciudad tanto.en térmlnos de ciudad-aeropuerto como de ciudad-máquina,
ciudad-organismo viviente (algo de naturateza análoga a los símiles, metáforas
y figuras del lenguaje, o más bien de naturaleza,literaria), intersección de articu-
laciones en forma de trébol (Cox 1966, p.64), como también, finalmente, descri-
biendo tas reacciones de ta gente a Ia ciudad y a las impresiones asociadas a la
vida t¡rbana (Strauss 1961J.
- La imagen tiene también que ver con la memoria y ello es especial'
mente importante en el campo del diseño urbano (Lynch 1960; Carr and Schissler
f 96§!- También se ha planteado que la imagen que las personas t¡enen de sí mis-
mas con respecto a su situación en el medio social orienta su propia situación
y sü antoestimación, lo cual abre enormes perspectivas al término.
tas imágenes han sido definidas como "el punto de contacto entre la
con el comportamiento-
-:::te y su medio* (Downs 1967) o sea, relacionándolas
se usan en un sentido amplio y Vago,
=: este tipo de definiciones, las imágenes
-aciendo referencia a "imágenes, mapas mentales, espacios perceptivos, o como
s: quiera llamar,, representando así Una "áCtitud ante el espacio" relaCio-
-ado con Ios sentimientos, prejuicios, preconcepciones, emociones y miedos.
l:Co ello tiene que ver con los análisis psicosociales sobre cómo Ias Imágenes
l¿¡iendidas como estereotipos) afectan Ia percepción de las otras personas y, a
::a,¿és de esquenras sociales compartidos, Ias actividades y el comportamiento,
'l que a nivel general indica un interés por saber la interrelación entre las
:rágenes y la acción. También se ajustan estos planteamientos con la noción
scciológica de satisfacción, o ajuste entre las expectaciones y los objetivos con-
seguidos. Aquí existe un nexo claro con mi definición de evaluación y preferencía
:el medio, y tanrbién con la cognición ambiental en el sentido de generar cate-
gorías y ajustarse a ellas. También los sistemas de valores se relacionan con esta
:r-oblemática de Ia imagen en la que se encuentran como "inmersos», s8á a través
ie la noclón de medio ambienie saludable, o sea a través de considerarlo pro-
picio a la actuación elegida. Cualquier tipo de evaluación se produce a partir de
una confrontación de imágenes positivas o negativas.
Las imágenes socíalmente admitidas y compartidas presionan para ser
aceptadas. En muchos experimentos, Ios grupos con imagen preimpuesta contes-
tan con «crrot€s, antes que contradecir la imagen compartida, prefieren creer
en un error de los sentidos que en un error de la imagen. El hecho de que cada
cultura tenga su propio esquema sensible es algo relacionado con esta situación
que discutiremos más tarde. Flespecto a la preferencia, ya sea sobre medio am-
biente, vestimenta, actitudes y otras por el estilo, todavía es más evidente y Ias
imágenes compartidas se reflejan en el estilo de vida de Ios grupos. Es asÍ, como
podemos comprender los efectos de los esquemas culturales en el arte, en el
que el ajuste de las imágenes con la escala de valores de cada grupo social es
bien claro. EI Castillo db Sant'Angelo se transforma en una fortaleza gótica
(Gombrich 1961), los dibujos de la topografía australiana en los inicios de la época
colonial usaron árboles ingleses con sus colores [Smith 1960) y trozos de Aus'
tralia (y la mayor parte de Nueva Zelanda) se han transformado en un simulacro
de paisajes tradicionales de los países de origen (Heathcote 1969; Shepard 1969).
Como un buen ejemplo dentro de la arquitectura puede citarse el caso de la
arquitectura egipcia que no usa el arco más que en lugares ocultos, pOr consi-
derar que no se ajusta al concepto (imagen/esquema) de [o que cualquier edificio
debe ser (Gombrich 1961) y, además, servirían aquí los.ejempfos, brevemente
reseñados, del simbolismo cosmológico y sagrado de las ciudades antiguas y mo-
dernas. En todos estos casos, por lo tanto, la imagen de un ideal cobra forma
y expresión física a través del diseño de una arquitectura urbana (Wheatley'1971;
Tuan 1n'3'J.rru
manera, el concepto de imagen y de esquema está de acuerdo
con el punto de vista (Cassirer 1957) de que los seres humanos se construyen
una idea del mundo a partir de una abstracción basada tanto en los sentidos como
en otro tipo de datos. El medio percibido puede ser considerado como una imagen
a gran escala. Estas formas simbólicas variarán de cultura a cultura y serán como
*medios de hacerse con el mundo,, Siendo la imagen del mundO un todo cohe-
rente y sistemático (Cassirer 1957), lo cual es exactamente mi opinión con res-
pecto at mundo cognoscible (Hapoport a, en prensa). Si nos ponemos de acuerdo
en aceptar que todo diseño visibilíza una estructura étnica, por ejemplo, una
forma simbólica ideal (Langer 1953) o una imago mundi (Eliade 1961), entonces
podemos hablar dél diseño urbano como de algo que otorga expresión física visi'
6le a un medio ambiente ideat incorporado a unas imágenes y la variedad de
medios construidos tendría su razón de ser en la variedad de imágenes generadas
por diferentes personas.
En general, las imágenes son un tipo de estructuras o de esquemas irna'
ginativos (schemata) que incorporan: a) un cierto tipo de ideales y b) un deter'
minado conocimiento de cómo el mundo funciona. Con el fin de clasificar esi:s
: s:'.::cs usos del térnlino imagen e ilustrar, sólo a un nivel general por ahora,
'a uiil;Cad de estos usos con respecto al Ciseño ie la forr¡ra urbana, voy a consi-
ierar el Cesarrollo del concepto de inragen y de esquenla.

El desarrollo del concepto de ímagen

La noción de esquema írnaginativo (scher¡tafa), inrportante en Ia psico-


Iogía del desarrollo de Piaget, fue usada ntuy eficazntente en 1932 por Sir Fre-
der.íc Bartlett para describir diferentes aspectos de la nremoria (Bartlett 1967).
Él demosiró que los esquenras varían de cultura a cultura y que Ios recuerdos
no se organizan según el tiempo o el espacio cronológicos sino según esquemas
ímaginativos. Por to tanto, un mito de una cultura puede ser arnplianlente trans-
formado por el pueblo inglés, ya que no se ajusta a Ias estructuras cognitivas
heredadas y apiendídas a lo largo de toda una vida, a través del aprendizaie de
historias y'relatos con eStructuias opuestas. Por lo mismo, cada grupo recuerda
un trozo ii.tinto del nlismo relato. Estos esquemas, pues, son rnedios a través
de Ios cuales la gente organiza su comportamiento presente y, ala vez, son el
resultado de su experiencia y del ajuste a suS expectaciones y predicciones' El
desarrollo de los niños consiste, parcialmente, en un crecí¡liento de esquemas
irnaginativos y en un culturalizarse a través de ellos.
Esquemas e imágenes son esenciales en cualquier cultura y en cual-
quier proceso de vida mental y permiten conrbinar la memoria con situaciones
actuales para resotver problemas. El estudio de las inrágenes es difícil porque
varían individualmente y porque se combinan de manera muy especial e irregular
(Bartlett 1g67). Sin embargo, Ias imágenes superan su nrera individualidad, mani-
festando ciertas regularidades e interrelaciones sistenráticas, lo que permite que
tos grupos de personas se conviertan en grupos organizados gracias a. conrpartir
unaJi¡¡ágenes. Éstas afectan la manera a través de la cual cada grupo determina
sus ideales, sus nrodas, etc., así como el modelo de selección de alternativas
sobre el diseño. PoCenros argumentar que la gente usa Ia organización de inlá-
genes como medio para establecer y puntualizar su ídentidad. La imagen o el
árqr"r, de cada girpo Ie orienta a determinadas maneras de hacerse cargo de
su nredio anrbiente, seleccionando y organizando Sus elernentos, por ejer:rplo
a través del diseño. Simultáneamente, la organización social y Ja selección del
tipo de nredio ambiente influyen en la transnrisión Ce unas imágenes particulares
y específicas de cada situ¿ción (Bartlett 1967, pp. 252'255).
Existen esquenras inraginativos (schemata) espaciales y no espaciales.
estos últinros relacionados con la eStructuración de la información y el compor-
(Neisser
tamiento. La cognición es construcción y esta construcción deja huellas
1967, p. 287J.
La nueva infornración se relaciona con la antigua segÚn se adapte a los
esquemas intaginatirros precedentes, lo que predispone el organismo a actuar
decisirranrente en Io que venros y en lo que hacenros, y aunque las imágenes .sean
de una cierta manera y no de otia, quedando así afectados el conccimiento del
nredio y el untwelt. Los esquemaS imaginativoS son, pueS, persistentes, esián pro'
fundamente enraizados y organizan perfectamente la manera de percibir, de
pensar y de actuar (VerÁon 1955, p. 180), pudiendo incluso er¡itar el conocimiento
ce aigo-que realmente ocurre (,Abercrombie 1969, pp. 31-32), como corresponde
a -q:,l naiuraleza de filtro.
Desplés de un cierto lapsus, la noción de esquema imaginativo ha
\-=:t:'::t.porerse a Ias ciencias sociales, historia del arte y estudios sobre el
rneiro: t" :.¡ ie Ke:¡eih Bou)ding The lmage (1956), ha sido un estímulo im-
portanie.
3.-l;'-3 c:,;:a q.:e ci.,:aiquler tipo de conducta depende de Ia imagen
de Io q;e c:€€.Tcs q:le eS cierio- y por inragen entiende todo el conoci-
-o
miento subje:iro ec'..rmuieio pcr el indlviduo ecerca del mundo y de sí mismo.
-:s ¡ínagenes se rem¡ten al cambio y, en principio, los mensales que Ias contra_
: l.i"r so-n rechazados. sin embargo, si Ios mensajes persisten, [as imágenes se
:-,:rsforman. Dícho sea de paso, este proceso es análogo al def conocimiento cien-
:':o (conocimiento organizado) (Kuhn i965) y un paradigma posee muchas de las
:-:píedades de un esquema imaginativo. Todo ello es también aplicable a lo.s
:,:¡bios de fígura de un profesional y a sus cambios de expectativas sociafes.
Las ímágenes se componen tanto de valores como de hechos. Los valo-
':s expresan una evaluación del nrundo en términos de mejor o peor, e influyen
::císivamente en lo que vemos y en lo que hacemos, y aunque las imágen". ."rn
s-:jetivas actuamos como si fueran algo compartido por muchos. Existén imáge-
-=s públicas mientras que otras se mantienen a un nivel más específico e ídío-
s':rcrático. Podríamos clasificarlas; pues, en imágenes muy compartidas, imágenes
:e pequeños grupos, e imágenes privadas. En las culturas tradicionales, el nú-
;ero de imágenes compartidas es mayor y más importante (Rapoport 1g70c y en
:rensa b). Todo ello es congruente con las ideas antes expuestas de que la
percepción es más constante que la cognición y mucho más que la evaluación,
;'de que Ia variabílidad aumenta desde Io concreto a lo simbólico de Ia realidad
c 5j etua l.
Es interesante tener en cuenta el concepto de Boulding de Ias diez di-
mensiones de la imagen (Boulding 1956, pp. a7-48) y elaborar y áiscutir esta clasi-
f icación.

1. lmagen espacial: o sea, la situación del indiviCuo en el mundo. No


se trata tan sólo de una imagen local sino de Ia situación del individuo con res-
pecto al mundo como totalidad (que depende, sin embargo, de la cultura).
2. Imagen temporal: o sea, la'representación dál hombre en el flujo del
tiempo. Hay que hacer hincapié en que nuestra imagen del tiempo no coincida
con la de muchas culturas antiguas e, incluso, contémporáneas.
3. lmagen relacional: o sea, la representación de un munCo como siste-
ma de regularidades (cambiable según Ia cultura).
4. lmagen personal: o sea, la representación de un individuo en el seno
de su situación social y física. Forma parte de la imagen anterior y es también
variable con la cuItura.
5. lmagen de valoracirin.'o sea, la estructuración de una escala de valo-
res de mejor a peor dentro de una imagen total, extremadamente variable de cul-
tura a cultura y de individuo a individuo.
6. lmagen afectiva: o sea, la representación emotiva entre varios ele-
mentos de una imagen.
7. División de la imagen en áreas conscientes, subconscientes e incons-
cienles.
8.. Dimensiones de certidumbre e incertid'umbre de una imagen, su
claridad o su vaguedad; algunas partes son ciertas y claras en tanto que otras son
vagas e inciertas
9. La imagen que corresponde a ra relación entre ra imagen en sí y ra
realidad "exterior, a ella, o la dimensión entre realidad e irrealidad.
10. Muy cercana a la g, pero no idéntica, se refiere a la escala de /o
público a lo privado, según el grad'o en que una imagen
sea compartida por otros
o peculiar al individuo. [Se podría añadir el tamaño dál grupo compartiendo
esta
imagen: humanidad, cultura, subcultura, grupo, familia, etó.)

obviamente,,muchas imágenes no son espaciares y además de poseer


unas características determinadas de clase, pueden
dividirse en dos catágorías:
a) imágenes-valor (n." 5 y Gl, y b )imágenes iactuares y de conocimiento (n.o. l,
2,3ya).
No es muy útil intentar buscar equivalencias urbanas de cada
clase de imagen, pero sí que es interesante dar argunos
tipo o
ejempros de cómo esi;s
categorías iluminan el significado de la forma urbána.
Los n.o 1,2 y 3 son aspectos craramente incruidos en ras imágene,.
--"
La organización del medio ambiente depende, pues, al menos en parte,
de las imágenes de lo que es un ntedio ideal bueno o malo; o sea de lo que una
ciudad es y puede Ilegar a ser. Estudíando las imágenes, sus significados y sus
estructuras, pueden analizarse Ias diferencias entre grupos sociales, entre dife-
renies teorías de planificación o entre los diferentes métodos y tipos de diseño
[Le Cqrbusier yersus Hilbersheimer yersus Cullen) y conocerse la naturaleza de
las ciudades. (occidentales yersus "no occidentales. vernacular versus academicis-
mol, así como el signifícado Iatente de las actividades
Bajo una perspectiva diferente, alguien ha sugerído que las culturas dí-
fieren cognítÍvamente en su ordenación de los valores relativos a:

a) Las prioridades subjetirras (valores, etc.).


b) Las afinidades estructurales u organizeción de Ias relaciones.
c) Las relaciones de similaridad o de organízación cje los elementos de
Ia realidad (szalay and Bryson '1973; Szalay and Maday 1973).

Todo ello parece ajustarse perfectamente a los tres tipos de dinlensio-


nes imaginativas en los que he agrupado la clasifícación de K. Boulding y parece
ofrecerunaestructUragenera!de[oscomponentesdelaimagen.
".. 1. ldeales y preferencias, ordenación afectiva de los valores, etc. (5, 6).
2. Conocimiento de Ia realidad y ordenación de sus elementos (1,2,3,4).
3. Similaridad y agrupación en términos de estructura, propiedades y
componentes (7, 8, 9, 10).

Existen muchos más caminos de éstudio de las imágenes (Stea and


Downs 1970; EDRA 3, Sección 7), pero utilizaré el esquema descrito, o sea la
noción de congruencia y la noiión de medio ambiente, conocido gracias a los
procesos de preferencia, cognición y percepción..
percepclon de la calidad ambiental:
La
z't?luación y preferencia ambientales

Idealmente las ciudades están diseñadas para ajustarse a las preferen'


,s e sus mandos en cLranto a,lo que debería ser un medio ambiente de calidad.
: :s imágenes incorporan ideales. la gente confronta la realidad con estas imá-
:=-:s y evalúa la calidad ambiental a partir de aquellos ideales. A un nivel ge-
-=:al, podemos decir que Ias personas analizan los estírnulos gracias a esquemas
::;nitivos también variables.

cJ eU)Po O tNDtvtU.JO
Ér LI e05 (oN oE :Ús afP]3ufg5
E \J É(rr\JTA :-a slf Láoof',1
pÉPc I Bt 0A <D^n ¿a At 4u - ,ETI5IONEJ
(urfu(ALfJ, LVALIJACION,
N§ ¡.rOAuAs, Varrqfs
coN0uclA,
g'. ráf;"\+
PÉ?JONALE.s, ¡rMLlrtS IDEALf.S Y
IÉM PO(ALT5, NOCroNS Dl cUALt?aD LfC,
s rru¡oóN F_rc. ? / PE4osrDA \_S D€! ME-DIO AMAIÉA¡TE

J)\/\.----/'lm,'.+m',)?
(Jj{j BUTDS \ +
" oej ¿r¡voü 2 /¿.>
v
"

Fig. 2.1.

Estos esquemas están influenciados por la experiencia pr"uir, por los


niveles de adaptabilidad conseguidos y por la cultura. También están influenciados
por la deprivación. Y los que no poseen algunas características espacio sufi-
-de muchí-
ciente, de zona verde, casas aisladas, etc.- pueden llegar a valorarlas
simo (Flachsbart and Peterson 1973; Ladd 1972). La familiaridad y las aspiraciones
tienen también su misión en la evaluación de los esquemas imaginativos, por
lo que los niños de Sydney expresan sus preferencias bajo criterios muy realis-
tas o/y conservadores, seleccionando los lugares mejores cerca del Iugar en el
que habitan, pero mejorándolo ligeramente. Poseen, además, imágenes ideales
Northern Beach Suburbs (Clarke 1971)-, apoyando con ello mi hipótesis
-The
acerca de la existencia de elementos ideales y de elementos reales en las imá-
genes.
Los rnedio ambientes urbanos deben, pues, ajustarse a los criterios de
calidad ambiental y al nivel imaginativo de sus posibles usuarios; además, a un
nivel nlás general, la organización espacial de las ciudades es el resultado de la
interacción entre las diferentes limitaciones y posibilidades de actuación y los
procesos cognitivos de los individuos y de los grupos.
Un buen ejemplo es el que se consigue al relacionar los diferentes
62 s:3:-s ::: - ¿s ic-t z org¿i)tz¿ción del ce:-i:o ie l;s ciudades. En Ia mayoría de
l:s c'--¿:=s prei;iusiriaies, las personas ¿cc:r,cCadas vivían cerca del centro
ie = ; -la:.
qJe esteba considerado conro ia mejor parte, como ocurre en la
c',-:=: :.2. en ia ciudad barroca, en el Japón, etc. (Tinrnrs 1971, pp. 220-221).
Esi:.-e;'o persiste en algunas ciudades (Caplo',',r'1-061a y b, pero véase Bhodes
1::91.:¿si¿ el punto de que en París Ias clases ir€nos acomodadas ignoran el
cerii-c (Lamy f -q67). En ltalia, el valor sirrbólico del centro de las ciudades es tan
aiio que los estrenos de películas, los teatros irlportarttes y las actividades so-
ciaies Ce calidad tienen lugar dentro de él (Schnapper 1971), y esto es incluso
cierio en los asentamientos dispersos (MacEi¡¡en 1972).
En las ciudades de Estados Unidos, el centro es hoy en día un núcleo
denso, de clase baja y evaluado conro zona oscura, de baja calidad y de alto
nivel de críminalidad (Cox, citado por Seamon 1972, pp. 1-3). Por ejenrplo: el
grado de apreciabilidad es directanlente proporcional a la distancia al centro.
En térrninos de congruencia entre el espacio fisico y el espacio social, es inte-
resanie conlparar la situación en Estados Unidos corr Michoacan, lr4éxico, donde
las ciudades españolas muestran una relación positiva entre el centro y las clases
acomodadas, mientras las ciudades indias no nranifiestan ningún tipo de rela-
ción [Stanislarvski 1950).
a3ras tñftfroPES

Lq DSTAN.'A E5 uv4
6qrvaóN Drt/quoo 5IATU5
DE PA(f'¡'rIEI¿O CoN
Dtc tE/
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--l Ít ir¡rus y LUIA{
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lu9lA
ctu?t'i .\ r, :iclclN,uá,.0 (srevsutnBrl lCso)
Fi1.2.2. [,;--:';s Ce interrelaciones entre el status y la residencia.
Ál parecer existen similitudes entre la fornra de percibir las cosas y la
Ícr¡ta de percibir las personas, íncluyendo esas organizaciones de cosas que llanta-
n:cs nred:o ambiente (Warr and Knapper 1968). Dentro del canrpo de Ia psicoso-
c;olcgía ya son conocídos Ios efectos subliminales de muchos estímulos basados
en irazas sensibles (cues) depositadas en el cuerpo a través de los diferentes
seniidos. Los umbrales que definen si un estímulo es o no sublir¡inal no son
iodavía rnuy conocidos y varían de cultura a cultura (Mann 1969, pp. 96-97). Parece
probable que Ia reacción afectiva y global ante un medio ambiente concreto sea
de este típo, por lo que Ia percepcíón ambiental subliminal ha sido ya analizada
ISnrith 1972). Otra similitud entre la percepción del medio y la percepción de las
personas es que esta cultura usa igualmente imágenes, Ias cuales tienden a
considerarse aquí como estereotipos (Mann.1969, pp.92-100-; Berry 1969) que,
a su vez, parecen conrportarse de una manera nruy parecida a Ia descrita en el
caso de las reacciones globales y afectivas ante un medio ambiente.
Ya he tenido ocasión de discutir Ias variacíones histórico-culturales de
la noción de lo que es la calidad ambie.ntal, y el hecho de que los diferentes
grupos sociales tiendan a diferenciar el espacio social de las ciudades (Timms
l97l; Johnston 1971). Con respecto al ejemplo ya mencionado sobre Ia recons-
trucción de Alemania tras Ia Segunda Guerra Mundial (Holzner 1970a), está bas-
tante claro que la existencia de imágenes de lo que una ciudad de calidad debería
ser, orientó más hacia la preservación que hacia la rernodelación, por lo que la
compacidad y la apariencia tradicional fueron más preservadas que en otras partes
de Europa. No se hizo excesivo hincapié en un ambiente espacioso y, en cambio,
sí que se reconstruyeron las calles de pequeñas tiendas y los mercados. Al ana-
Iizar las preferencias por un medio ambiente de calidad en las universidades,
se encontraron igualmente divergencias entre la opinión de los estudiantes, Ios
profesores, las nrujeres y los hombres, etc. (Wheeler 1972) y, asimismo, se han
encontrado variabilidades bien definida§ con respecto a la vivienda ideal y al
vecindario ideal (Sanoff and Sarvhney 1972), con reépecto a su estricta relación
con los sínrbolos y las imágenes (Davis 1972) y con respecto a la necesídad
consecuente de descubrir la calidad ambiental más bien que de asumirla.
Consideremos las preferencias de las clases alta, media y baja norteame-
ricanas y sus diferencias de lectura en cuanto a connotaciones de status, calidad
ambiental, etc. Por ejenrplo, la clase alta puntúa muy alto Ias zonas verdes, natu-
rales, mientras que la clase media las prefiere artificiales y.cuidadas a mano.
Similarmente, los nuevos barrios residenciales suburbanos se puntúan muy alto
en el caso de Ia clase baja, la clase media los coloca como álternativa posible
y Ia clase alta los desprecia. Al mismo tiempo, la clase alta aprueba la baja den-
sidad, que es un factor muy determinante en sus preferencias por un medio
concreto; en cambio la clase media apenas Io considera y la clase baja no Io
considera en absoluto. Existen, asimismo, enormes diferencias en todo Io refe-
rente a estilo, materiales, vallados y evolución de las áreas antiguas (Royse 1969).
Diferencias correlativas existen también en Francia (Lamy 1967; Coing f 966),
muy relacionadas con la imagen social y bastante estables (McKechriie 1970).
Tanrbién ocurre que cuando se intenta conseguir la identificación de dos
áreas urbanas, igualmente ricas, a base del uso de elementos muy distintos, se
generan de hecho medios diversos y se causan, además, problemas acuciantes
de conrunicación no-verbal (Duncan '1973).
Del mismo modo se encuentran diferencias notables entre grupos étnicos
c culturales distintos en Estados Unidos, con respecto a sus preferencias urba-
^'siicas (Sklare 1972; Gans 1969), con diferencias incluso a nivel de sexo, ha-
c':-:c hincapié, Ios honrbres, en las cualidades de paz y reposo, mientras las
n:-,=::s prefieren lugares bien cuidados y con una vecindad amistosa y agrada-
bie iCa:,s 1969, p. 38).
Una vez definidas las variabilidades.entre grupos sociales por causa
de su c..rltura, sexo, creencias, origen social, etc., Io más normal es suponer que
Ios disei,aiores y los urbanistas constituyen un grupo aparte de personas, con
una visión bien particular de lo que es un medio de alta calidad (Porteous 1971).
66 :l'.e:ires 1cs seEunios 1,,en la estética a través de un sinrbolisr¡o que les intpuls:
a e..:.¿r icCa repeiición y toda unifornlídad entre las viviendas, los prinreros va-
',--rz^:::.ás Ias posibiiidades económicas del conjunto. Los usuarios, además, em-
;::-:::r:¿fornras y compran objetos simbólicos -puertas Iabradas en las casas
:::¡:s ;a L:ma-, incluso sin tener dinero para ello (Milv'raukee Journal 1973;
,', =::r.:er i 968; Turner 1967).
El éxito de un medÍo ambiente depende, por lo tanto, de su congruencia
c:¡ la in:agen apropiada (Wilson'1962; Coing 1966; Cooper 1972; Marans and
Ecdgers 1973). La irnagen apropiada, según la clase media en Estados Unidos,
in'rplica centros de deportes, piscínas, una topografía variada, ausencia de todo
Io que no es doméstico (incluyendo las iglesías) y centros comerciales apropiados
(\.Verthman l968; Bichler and Kaplan 1967). Si las nuevas ciudades quieren ser'
atrayentes para las clases media y alta también tienen que ajustarse a estas condi-
ciones (Rapoport 1972a) y también el diseño de las casas (Rapoport 1969f). Todo
ello refuerza la variabilidad de las imágenes y su poder simbólico, a la vez en lo
físico y en Io social.
A un nÍvel general, grupos distintos pueden llegar a coincidir en su
imagen ideal. Esto puede ser comprobado, por ejenrplo, en el modelo de casa
ideal para la clase media americana joven, sin distinción de razas, cultura, etc.
La casa aislada con jqrdín (suburbia) es un símbolo de libertad y de autoidentifi-
cación, y refleja el ideal de libertad en medio de la naturaleza (Ladd 1972). Exis-
ten, obviamente, diferencias entre minorías, y este modelo general puede ser
desagradable para algunos. Por otra parte, un análisis más detallado del asunto
descubre distinciones más sutiles como la oposición entre el frente y Ia fachada
trasera de la casa, Ia medid'a óptima de una comunidad, su grado de centralisnro,
etcétera (Hinshaw and Allott 1972). En cualquier caso, pues, la.evaluabión.se deja
influenciar por las expectaciones, vaIores, normas y experiencia previa, ajus-
tándolos todos ellos a los standards que se tendrán por óptimos en los análísis
del nivel de preferencia (Thibaut and kelley 1959).
La influencia de Ia noción de adaptacíón en la evaluación del nivel de.
calidad ambiental puede detectarse en las opiniones de los norteamericanos que
viajan por la Unión Soviética. Moscú o Leningrado son más o menos desagrada-
bles según si se visitan en primer o en segundo lugar, ya que Ia ciudad visitaCa
en primer lugar se compara únicamente con los modelos norteamericanos, in¡en-
tras que Ia segunda ciudad soviética visitada ya se compara también con Ia
printera. Sin enrbargo, tras unos meses de estancia, la evaluacíón cambia (Camp-
bell 1961, p.34). Igualmente, las ciudades de Estados Unidos pasan de tranquilas
y limpias a sucias y peligrosas, -qegún el origen del que opine, ya sea metropo-
litano o, por el contrario, rural (Wohht,ill and Kohn 1973).
Los trabajos psicológicos sobre Ia noción de adaptac¡ón (por ejemplo,
Helson i964) ya nos anuncien que un factor importante con respecto a cónro la
gente valora un medlo ¿mbiei:ie es la experiencia de esta misnra gente y los
lugares previos en lcs que vivió. Ello podría achacarse al nivel de familiaridad
o al hecho de sobrer,¿lo:'ar lo que a uno le falta (Flachsbart and Peterson 1973),
siempre que no hayan necesio'ades muy críticas y que lo que a uno le falta todavÍa
Ie falte realnrente (Sanoff 1973). Un ejenrplo de ello sería el de los estudiantes
ingleses en Escocia, los cuales prefieren casas aisladas es raro en Escocia
-que
qers csrr\es\e q<r. krrs\rr.\\r-- rs.\qr.\ras qsq. \ss <rss\rq(ranr.qs qrr\e-<es.x\\e«(as
alineadas que es normal en Escocia pero raro en Australia [Thorne a¡:
Canter -lo
1970).
Ajustar preferencias con un standard muy bajo genera un resultado muy
distinto del aiuste con standerds muy altos. Por lo que, mientras que en Francia
un límite de 17 mz por persona es el mÍnimo para la salud mental del individuo,
y en Estados Unidos este mínimo es el doble la organización nacional
de Sanidad-, €D Hong Kong la cifra es de 4,3 -según
m2 por persona (Mitchell 1gZ1).
Por tanto, los criterios de densidaü ryjd» elc., aceptailes será» Dt» y¿iab)e§
(Stokols 1922; Bapoport 1975b) y aunque la adaptación parece no jugar un papel
importante en el nivel profundo de privacidad (Marshall 1gZ2b), sí que juega un
lpu lsa
;d-

rn- :apel importante actuando a través


sas de las diferencías culturales (Rapoport 1g12b).
rn cualquÍer caso, la gente, según ., pro"J";.;;,
; :istincíones, y una de las varíaÉles evalúa el diseño con grandes
u.'"t
crganización espacial de que se trate (pyron
nir"l a-á iamitiaridad con respecto a
la
tc ia 1WZ).
En términos generares podemos'rr,tir*Ái,
rencias diferentes. iuur, qu" ra gente tiene prefe_
un ejemplo, á u"... olvidado, eir relación
en cuanto aI medio ambíente es a las preferencias
1o er asunt; ;;i;rr;; y ra moda. Recientemente
se ha señarado que ra moda es a,rgo
ldos incluida Ia arquitectura (a pesar
muy-i;;;r*;; y opera en diversas áreas,
de que ár ,áJir rrirno no'se haya
ndí-
La moda puede considerarru
(Blumer r969b). Por eiemplo,
aoro una forma de consumo de nuevosmencionado). gustos
3 un, imagen u¡rrunao.e a un proceso
ción/eleccíón' un moáelo'publ¡cá que de- selec_
o el rechazo y configuracióh de ofreáe un fundamento para ra adaptacíón
ot¡etos y meaiá anrúientes. Er gusto
ralmente, expresa er estiro oe v¡oá varía curtu-
y .á
identidad v del propio status sociat.'A urr-.o,io'"rur¡restación de la propia
zados con respecto a ra comida,
p";;; áá ;r¿ sus efectos han sido anari_
ros vestidos, ros muebres, etc.,
diado sus efectos con respecto'a no se han estu-
sin embargo' estos efectos exisien, orgrri.á.ián
ra aJ reuio urbano (Arfen i96g).
urbanísticas entre er sur y ut ñori.
tai como se Áánifiestan en las diferencias
de rngraterÁ. po. ejempro, er sur posee
tabernas (pubs) per cápitá qru más
ut Norte; ;;y-;;;'iersonatización,
ción entre casas y más .u.u, aisiaaas más separa-
- Norte' Las diferencias pueden, u.ir¡.ro, ¡áíoi""JnL.nr" en er sur que en er
"i"detectaÁe
de los servicios, ritmo de activ¡oaaes, en cuanto a ra distribución
y formas, ordenación de las prr"ufur, etl., con respecto a corores
etc. ""rr'arruién
(Allen f 96g). Todas estas diferencias
tienen su razón de ser, rt ,lno.-parciarmentu,
plo, cambios en er rn-J¡r"rencias de gusto. por ejem-
susto a.niro áJl ,igro xrii'u; r;sj;;"rra comportaron
notables tanto en rás ciudade. cambios
americanos e ingreses t,
.álo en ros paisa;el, y er gusto divergente entre
(Lowenthal r968;. Lowenthai er d¡sJno-Já-ireo¡o amDrentes
ambientes
"orpoiüdo
uíJ'pi¡n." I964, 1965) opuestos
opu(
Los cambios de estiro son, en
y un estilo no es otra cosa que er fondo, cuestión de cambíos de gusto,
er resurtado au ,* .ánsistencia
de selección en et modero
- rectangular a de alternativas'Ju ái".no; po,
tramas curvas se oríqinan á pr.ti,, ";rrót]ios ..ruios de trama urbana
del diferente tipo de diversione. J! ..ruio, de gusto. E{ impacto
puede ser originado en er gusto;
i¡il.r, v.o.¡r¡u. Jn'i, ut...íón de la vivÍenda
americanas, pasando der gusto
,.r, ,n áe i¡'ooero de las ciudades ratino-
tradicionar"r*uiá,r grrüp;r-la curtura norteamericana,
ha implicado cambios .rJtrr.¡ri.."'en
prefiere espacios ra ra.pobración que ahora
.amprios v ,onr. urbanas"ri!r..i0i.,-de
p"",jiiJri.l. (Rrrto 1969, r9z0)..
Los estudios g"ogiáfi.o, nor.
r-,rn propor.ion.oo datos
la importancia de la eriigác-ián-Jn"r"ulr.ion interesantes sobre
biental' por ejempro, ras" con-ia euJürc¡on de Ia calidad am-
'norteamericanas
muy tarde .
;;;;r;; no fr.ron habitadas hasta
poco agradable de ,n turr"no
se cotejaba, sin"rr.^1^1111 irrg.n
más, con un desierto (Wátson sin árboles que
mo: cada srupo.::irligl"_., propio,,susto léosi. E; Australia ocurre lo mis-
tamiento (Heathcote i965). rn
áste rrt¡ro
/rr;;;;pia. pref"r"ncias de asen-
ferencias conducen a nuevos mrcho. otros, ras pre_
diseños, como"á.o,.án.,J'Jn
es er caso de ros emigrantes que
revalúan zonas vacÍas (Heathcoie
central de carifornia no fueron
iilzr.Shepard réoéj. Algunas áreas
.n
subyacente de zonas in¡-a¡a.s prop*.r.
,n princijio habit-aaas a causa de del va¡e
ra imagen
malaria) (K. Thompson 'r969). a ras enfermeáades (ra teoría de ra
Éue'únicamente después de un
rencias que ra emigración cámb¡á,1 cambio de prefe-
hoy en día' TodavíJah.ora .on elro er ,:p;;t, ya conocido de carifornia
po.lüll que. ra.opínión negativa de Ia
".
de una zona pare ra migraciór'rc.rlo
and white 1974) y muchas veces
comodidad
gruencia entre ra evaruáción ra incon.
ae ros Jiseña.dores y tor'#igrantes
múltiples problemas en los p;r;;.;, es causa de
J;;;;;;;r:l;;: ",,,

' La interpretación que Amato sugiere


aquí. es diferente de ra que yo propongo
Exisien menos datos con respecto al medío urbano, pero en Sydney,
Paddíngton y zonas similares, las viviendas alineadas fueron evaluadas a un nivel
muy bajo, como si fueran suburbios por suprimir, ya que la casa aislada con jardÍn
seguía siendo el ideal. No obstante, como para determinados grupos profesio-
nales el sistema de valores evolucionó, Paddington y algunas zonas equivalentes
se convirtíeron en áreas de asentamiento preferente, caras y muy buscadas.
Como en muchas ocasiones este cambío de valores coge a contrapié a las auto-
ridades [The Victorian Hoúsing Cornmission) y éstas siguen evaluando negativa-
mente algunas viviendas que ya han sido revaloradas por ciertos grupos sociales,
surge un conflÍcto polítíco (ejemplo: Carlton, en MelbourneJ.
, Los distintos elementos de un medio cambian de dos maneras diferentes
según los grupos que los consideran. En primer lugar, exisien díferencias de uso.
En segundo fugar, aunque el uso sea -el mismo, el significado y'el valor impli-.
cados pueden ser nruy diferentes, como la níeve, que puede ser valorada muy
diferentemente por un niño, un farmacéutico y un hidrólogo. La interferencia en
la circulación que ocasiona la nieve puede tener un valor muy variado según
los casos (Sonnenfeld 1969J.
. ,, L0 percepcíón de las posibles catástrofes (hazards), tales como inunda-
ciones, sequía o nieve, en el campo geográfico constituye un,paradigma muy útil
eñ Ia evaluación ambÍental [Burton 1972; Burton and Kates 1972; Kates 1962;
' Sa¿rinen 1966), ya que también varía de acuerdo con la cultura, la experiencia y
el:sistema de valores, e implica un sistema de umbrales. en [a percepción del
:médio que evalúa tanto el peligro como las oportunidades.que una catástrofe
puede proporcionar. Dentro del medio urbano.ha.sido posible medir asÍ la polución
(Swan 1970) y la calidad ambiental y también Ia exístencia de comunidades sin:
peligro.de catástrofes (hazard-free), en las que.el crimen, los impuestos y la
... polución son bajos (Time 1972a). | .,- - :;: . :
.. ' La evaluación de las posibles catástrofes naturales parece regirse por
tres clases de variables: I
1. La importancia potencial de Ia catástrofe según la categoría de los
recursos afectados. - :
' 2.. La frecuencia de la catástrofe y los umbrales de familiaridad que se
establecen
3. El grado de experiencia personal con respecto a la catástrofe con
sus correspondientes niveles de adaptación.

Las inrplicaciones de todo ello en la eúaluación de la calidad del medio


urbano son, pues, claras; sin enrbargo, dado su bajo nivel de criticabilidad (Ha-
poport 1969a), la evaluación será muy variable. La reacción, ya descrita, de Gan
(1971) ante ciertos barrios de Boston nos indicaba la importancia de la adapta-
ción con respecto a la evaluación, y también el interés que esto puede llegar
a tener en el diseño y en Ia planificación, al delimitar lo que es o no suburbio
inhabitable y lo que es un nredio familiar, y para quién lo es.

Los diseñadores profesionalizados critican a menudo las zonas resi-'


denciales por considerarlas poco estructuradas espacialmente y sin Ia conrpacidad
visual necesaria (Whyte 1968, pp. 232-233), pero ya veíamos antes que el pú'
blico en general evalúa lo que es.urbano" de una forma muy diferente, prefirien-
do corrientenrente un trazado amplio, con zonas verdes y casas aisladas. Este
podría ser un ejemplo de "recurso" --véase 1., un poco antes-, compuesto
por la casa aislada, el jardín, la privacidad y los elementos simbólico-sociales
del nledio. Todas estas diferentes evaluaciones son, de hecho, diferentes
puntos de vista sobre el valor de unos recursos concretos. Por otra parte, Ia
frecuencia con que ocurren las catástrofes 2., algo antes- puede estar
y -véase
relacionada con el uso de la ciudad el tiempo de uso de sus diferentes zonas,
de manera que las áreas no familiares se evaluarán mejor peor- que las
-o
familiares. Un ejenrplo extraordinario es el mapa de evaluación de peligros
-":urales (hazard'map) de los turistas franceses
':72)' que discutiré en el capítulo próximo. en Manhattan (New york Times
Los habitantes de una gran ciudad
'3n menos peligros en ella que los transeuntes de fuera o de dentio Je
::íses. los
La emígración dentro de una ciudad (que discutiremos
':prica craramente más tarde)
i3i'olvn and Moore
ra noción de "tensión ambientar percibida, (perceived - sfress)
i971, pp. 201-20.2) y varía."gún percepción y evaluación
ie las catástrofes, según sus umbrarL. v ..gr]'; ra'láimagen correrativa de un
:;.ledio ideal.
Ya dije antes que la accesibilídad a los lugares
clase alta puede ser una manera ¿e craslrica, de residencía de la
i*
eilo bien críterios de simbolisrno o de funcionalismo .il;rdes. pueden ,.ri.u pr*
más tradicionales de accesibilidad a puestos latente o bien los criterios
son más bien contradictorios con respecto
aá-trror;o. Los datos actuares
a todos estos factores. Mientras
que algunos estudios recientes (Brown gZS)
puesto de trabajo es el factor determinante
f zugieren que ta situación del
de la lesidencia en Estados unidos,
e [gualmente en Francia IEkambi-schmidt 1972,-p.47),
que no opinan ígual (simmons lg6g; existen otros estudios
Boyce f 96ó;'Ward lgTl; Johnston 1971a,
pp' 322 a 329)' Al parecer, está claramente
de la construcción, Ios factores importantes
a.ro.trJao que, además de la calidad
están constituidos por la congruen-
i cia de elementos físicos y sociales evaluada partír
a
críterios' Por lo que los factores importante..on, de una gran variedad de
I
1sz4), escuetas (Weiss, Kenney and 'Steffen.
g.nte a.gradable (Moriarty
/ lóáoi, ""1 ;;r;ü-(S;;.;;;, fiT1),
Ia toposrafía v er paisaje (youns .na úiiro1,
I
I ;é;á: pp. ¿s a s8l.
I Algunos aspectos latenies y simbólicos
I
ficios históricos, jardines púbtícos y distritos de carácte. socioculturat _edi-
1
influido en el urbanismo de Boston hásta
tales corno Beacon Hill- han
el pr.," or quu no funciona bien como
centro comerciar en pre.na civirización comárciat
ción de noruegos a Nueva york durant. iiirÉy 1g47, 1961). La emigra-
preferencías de baja densidad,
,r.r,o. .io, lr" estado infruida por
árbores, ,iri;;,;;."üonr.r.n i961), aun cuando
otros grupos posean preferencias muy diversas.
Las preferencias nos muestran ta valoración
de un medio, por lo. que la topogáia de social de Ios elementos
Belfast influye en su urbanismo (Jones
1960)' no por el hecho de ser var'íada,
sino a través deia actitud social ante esta
variación.
Al analizar las cíudades europeas
gicos" [Anderson and lshv¿aran 1g65, pp.62se detectaron' algunos aspectos "¡ló-
Iuación de un medio en contra ue-esquemas 63],
y que yo interpretaría como eva-
cos' etc' (stea 1962; carr 1970)' Estos podrían imaginativos subjetívos, simbóli-
nes ya reseñadas de funciones manifiesius aial¡zarse a partir de las nocio-
y objetos símbólicos. o ratuni;;, ; de objetos concretos
Becordemos que los varores.s.imbóricos
tes que el uso y er aspecto concreto oer y ratentes son más importan_
med¡o, ó"í io'qr" {as expectaciones y
actitudes son factores determinantes ras
en rus pi"ierencüs tnapoport and Hawkes
1970; Rapoport lgz0c). Así, una zonau¡bana
aunque el nivel de finura y de diferenciación
será percibída de ra mísma manera
mente' A nivel de uso., un área por remodela, de la percepción varíe ostensible-
por un diseñador que desee diseñar seiá- peicibida muy distintamente
su remoderación, por un grupo de usuarios
que ya vive en ra zona_y por un promotor.
diferencias todavía seríán'-ryor.r, enoo
A nível de's¡stema de varores, ras
f la evaluaclol aesoe el suburbio hasta
la zona residenclal aceptable áárá.4,
ya abisales, yendo su evaIuación v A nivel .irlál'i.o, las diferencias serán
desde Ia herencia der pasado con gran'aror
hasta er nido y refugio der crimen, simboro
;,'j*.,'::'r' de ía decrepitud y der peor
son este tipo de factores ros_ que exprican Ias preferencias
anglosajón por ro pintoresco y ro rurar,.'mas der mundo
y esta actitud todavÍa persiste hasta er puntoq'ue lor'Jo iugrr ar (Tayror r973),
ae'que ios puebros costeros de
tipo tradicíonar se er,¡arúan por encima de los qr.-rJr.lrn
una construcción ce
€xisl:- :'-=-zs :.'i::tes de que la gente distingue cuidadosamente entre
."'.-'.= . . :=:'¿s.;cr c¿usas principalntente siÁbólicas, por lo que se tiende
i -- -::=: --". :,.e¡so Ce anrbas partes. En el frente se exhil¡e todo y a su
:-:.:::: -: -,-;an socialmente los valores de orden, lirlpieza, plantas, duendes,
:-..: =:--. l:irás se irabaja, y allá se ubican los alnracenes, Ias [:icicletas, la
'-:: : -:'2'j l¿s huertos domésticos (Magde 1950; Shankland Cox 1967; Raynrond
:: i:. '--:3; Peionnet 1972a). Sinrultáneanlente, las áreas de detrás pernriten
. :=:1 J;c ser uno mismo con respecto a ur¡ escenarios oculto que cada per-
::-= 3c,see IGoffman 1957, 1963). No es preciso que esta zona de detrás sea
-:".' d=scuidado, puede ubicar una píscina o una barbacoa, sobre todo en
:s : zses medias, pero siempre será un lugar privado y, sobre todo, diferente
:=',2 parie frontal. Algunas zonas pueden designarse conro suburbios simple-
: e;,ie porque no nranifiestan una clara diferenciación entre la zona Ce atrás y
',2 zona de detante, como por
ejemplo con gente conriendo en Ia calle o usando
simbologías inapropiadas. Los frentes pueden no ser elegantes y contener coches
cjescuidados. Según Ia nrentalídad de clase nredia, estos coches del¡erían estar
en la parte de atrás y no despl azar las zonas verdes y cuidadas del frente de
la casa.
Una razón inrportante para preferir casas aísladas es la clara diferen-
ciación que pernrite entre un delante y un detrás, expresándola a través de
símbolos apropiados. Muchas razones son latentes, así la gente no ve Ia contra-
dicción entre el aire fresco que proporcionan Ias casas aistadas y lo sucia que
resulta estar Ia ropa tras unas horas de estar extendida en el exterior (Raymond
et alt. f966). Como la preferencia por viviendas aisladas afecta mucho la forma
urbana, todo lo dicho sobre este hecho y sobre la importancia de la imagineria
rural {imagery), podría sugerlr que en lugar de ir en contra de la casa aislada
habria que buscar equivalentes físicos que cumptieran sus condiciones, sin usar
las formas en sí (Rapoport 1g69c).
Se ha indicado que la distancia que se haya de andar entre un aparca-
miento y la oficina o puesto de trabajo podria ser mayor que la de la estación'de
transporte público al puesto de trabajo, ya que la razón princípal del uso ciel coche
es la conrodidad de llegar hasta la puerta (Gruen i964, p.35). No obstante, hay
gente que ha contestado en encuestas que no usaría el transporte público aunque
fuera gratis. Existen aquí, pues, efectos Iatentes evidentes. Los coches pueden
preferirse precisamente porque son territorio privado y protegen de los dentás
actuando como símbolos de la propia autonor¡ría y poder. Muchas hipótesis han
sido sugeridas pero, de hecho, si no se tienen en cuenta todos.gstos factores
latentes, no se puede anelizzr con éxito el problenra de la circulación.
Veíanros cómo las distintas formas de divertirse reflejaban y seleccio-
naban la imaginería ideal en cada caso (Christy'lg7l), y que los servicios de
esparcimiento se evalúan corrientenlente más a partir de un status social sim-
bólico y latente que a trar'és Cel uso manifiesto. lguatmente, la dirección o el
Iugar en el que uno vive es, para nruchos, un signo de status socíal, usando las
características del medio anrbienie en el que se rrive para indicar lo que uno
entiende por calidad anrbiental. Todo ello es inrportante, en especial en las
grandes ciudades en las que hay escasos medios para denrostrar Ia posición
social, ),a que los coches y los vestidos se generalizan mucho más Uohnston
i97ia: Lofland 1973) y donde la gente se comporta de otra manera que en los
::ebios pequeños, en los cuales la jerarquÍa social es más clara y el medio am-
:;erie no es un nredio tan esencial para conrunicar ql propio status (Rapoport
'i975¿; Du¡can, en prensa a).

Los cornpc¡rentes de la calidad ambiental

La:,:'-ación anrbiental, pues, es nrás bien una cuestión relacionada


con una ¡s,c;-ESiá global y afectir,,a de las personas, que con una interpretación
I
Fñr..ñ t4+,

PA?(
EsC¿NA QE]-¡JANTE¡ PISCIVA/ DTPOETLS I
NñUaALEJá sá{-vAJE, A 300 HfS DEI AQUA]
qoLF. Erc ....

.:u x,ro A r¿ Pl-aYA


,l
U, ¿¡7¿5 trtSTtrS

ÉxcLlslvos... Y sMeADos u1ÁQE5


,e DescÁuso

EXC..us:vO, \€ ry. zs) -7:-? j2 rEseiE NIDA uis, vEr.DE.S,ALfo SrATLis,


(rtlr{e;e!¡ y ¿ j,'r5-85 :E:C'*5 s{-!,tES/ A solo-tat
50 L'"rl3 D:LLENTRD Dl
LA Ou7A),:sf4:-l'l,x ;5 .=tcs 71 c.r-§E lLi¡, l¿s MF-JCPES NL PAS....

Fi1.2.4. Calia'¿d ¿: b e::;1. 5 e,enrpios en Australia (anuncios en Sidney, abril, 1972).

observación, a través ie:s:-:':s sc5re la emigración, interpretando culturas y


relacionándolas con su n-e:'j. -::brén pueden estudiarse a través de libros,
canciones, pinturas y arir:c':s i3;:cport 19699, 1973b). La metodologÍa usada
influye en el resultado, por'c:-: -nnreCio real no tiene el nrismo efecto, por
ejemplo que un medio verbai i-:^".e:::al end Hiel 1972). ["4edios diferentes
originan igualnrente compore::es .s;ec Íiccs diferentes, aunque la mayor parte
de la imaginería actual pro,,ie-e :e.'cs ¡;ass-nredia y de la publicidad, por
lo que su estuciio puede ser ce ::='r -il':caC para entender el nredio ambiente
urbano.
Por ejerplo, un es:u:": *,'e p-bl.c::ad ie las vir,,iendas a lo largo de
los años nos:--:sira un ca-:: f, e: '.s e'e:re'.1cs ciave. Pueden ser la vegeta-
cr',':'-. -= '.i.: e.'clusivas de perros y coclres lujosos; igualntente Íntpor-
i¿-:..-=- -s'.chos de que el terreno era alto y con vistas excelentes, que
=l ' : =;'=:z --¿ica, que la atntósfera era de seguridad y que los solares se
..-: =-, s:,: a propietarios individuales, janrás a pronrotores de urbanizaciones
'- 1 ':I21" Esta conlbinación de factores físicos y de factores sociales es
. lj :a íen'til iar entre nosotros.
La importancia de los árboles a la hora de crear una intagen positiva del
::e t;o
embiente es clara. Las zonas residenciales están flenas de árboles.
Las noiicias sobre la extensión de la enfermedad del "Dutch Elm" [.,olnlo Itolan-
iés,) hacen publicidad de esia inrportancia de un modo irnplícito (Tinte 1972b).
Similarmente, las evaluaciones positivas del proyecto de viviendas
de 110 acres para un salario medio, en Estados unidos, tar¡bién apoyaban un
"sistema natural" de vida (Wolffe 1972).
Por tanto, al menos en Estados Unidos, Australia y Canadá proba-
blenlente en niuchos otros países-, los árboles y el espacio libre, unidos -y a la
libertad de escoger, son aspectos inrportantes de la calidad ambiental. Con
referencia a esta libertad de escoger, existe en Glendale, Wisconsin, una ley
prohibíendo Ia construcción de casas demasiado parecidas a Ias de los veci-
nos y, de hécho, lian'existído pleitos a estos efectos (Milwaukee Journal 1973).
En términos generales, pues, una casa aislada es un ideal; refleja la imagen
rural y proporcíona separación de los vecinos y, por tanto, privacidad (definida
como control de interacción no deseada) (Rapoport 1gT2b," 1g7sb, en prensa b),
así como compátibilidad con los vecinos y status apropiado de las personas y
de las viviendas.
Todo ello está confirmado en estudios recientes en los oue la valora-
ción de Ia vecindad óptima (que es el aspecto nrás importante de la satisfacción
social) se encuentra relacionada con factores sociales de la zona considerada
(reputación, amistosidad y gente de igual condición), su atracción, seguridad,
privacidad, conr¡eniencia y apertura, en el orden citado (Burby 1974). En todos los
casos, el esquema imaginativo es el de la clase media angloanrericana, pero
varía incluso dentro de ella nrisma.
Las imágenes agradables significan que el precio del terreno será alto
en la zona considerada, y esto ocurre no sólo con respecto a las viviendas sino
con relación a la ubicación de les oficinas, tento es así que las oficinas en
lr4anhaiian esián influencieias por faciores iales como: Ies calles de Wall Street
y el Fcckfeiler Ce:iier, Ia p:cx,m:CaC de un parque o cJel río, buénos restaurantes,
etcétera {Pegtc,'.zl F.¡¿.r,1-"-.;c.;e::ct 1g69). para ciescribir con nrayor detalle Ios
compcntrn:es:e lcs i:ec.cs u:5a¡os \/oy a resuntir dentro de una tabla conr-
paraiiva u:a -":':cc.ó:l ie ias ilvssiigaciones nrás inrportantes realizadas hasta
la fecha, a íi¡ sE q-: p-:;a1 ccmperarse ros daios con nrayor rapidez y puedan
así consiruirse c¿-e:¿'¡a:':::s.
varics es:::::s =s:ái I en ciaros. Existe una preferencia ambiental,
está compuesia ie --i --:-::: s:leccionado de elementos relacionados con Ia
vivienda, Ia ciuCad'¡ =l ::--:. I'si:n grandes diferencias culturales y sinrilitudes
no menos inrporianies.
=s ::e:e:icias pueden expresarse a trarré-e de la or-
Las similituies ,.
denación diferente ce l:s - s-:s cc:rponentes. Dejo al lector el trabajo, que
es muy útil, de analizer ¿ : I :::¿iia y los datos aquí reseñados.

La selección Ce! hábitat y la ernlEracíón como resultados de la preferencia


ambiental

Los espacios prefer-e:i:s ¡ sus conlponentes, afectan inevitablemente


el comportanriento aunque el a-*s:e e:¡ire éste y aquellos no sea nunca perfecto
(Tuan 1968; Neun¡nran and Pe:e:s::¡ :970J. Las decisiones están muy influidas
por las prefere:cias prer,;as, !,a::¿s de aciuar, la gente intenta ajustar sus es-
mítrofe con la ciudad urbanizada [Zubrzycki 1960). Aunque
los factore.s eco¡:óm,-
:rs jueguen cierto papel, las preferenciás cultu.á1""
aspectos cruciales. Las
i:nas centrales parecen refleiar la ímagen mediterránea"on de una vida "de calle.
-':uy intensa, en cambio, Ia imagen
holandesa de vida rural es también fácif de
:ecrear en las condiciones que Australia ofrece. Esta
interpretación tiene a su
su favor estructuras de comportamiento que se repiten
a lo largo de todo et país
Uohnston 1971a, pp. 274'282). Consecuentemente, las ciudades australianas
están
;roduciendo enclaves étnicos. Esfe hecho altera ei a¡se¡o de las vivíendas,
Ios
:olores, Ios comercios, la vída en la calle, los ritmos de las
actividades, etc. es
:osible, símplemente a través de observación directa, distinguir
a gotju áe vista
qué grupos sociaÍes habitan la zona. Cada grupo
tiene, además, su vecindad
:referente con los demás grupos. Los ingle"ser ti.njun
'os noreuropeos menos, y los sureuropeos a aislarse al máximo,
tienden a relacionarse con otros grupos.
Las consecuencias de todo ello en la localización
espacial son
lc mismo en Melbourne que en sydney, con ros .riurrop"os fáciles de detectar
en er ;u;ir; de ra
ciudad, los holandeses en la periferia y los alemanes, judíos,
etc., en esplcíficas
áreas suburbanas (Burnley 1gZ2).
En ocasiones, estos estudios no habran de preferencias.
en el caso de los griegos parece cierto que la selección'procede sin embargo,
por determinadas características sociales (cafés, del aprecio
clubs, colmados) (Mavros 1971)"
Además, comparando seis grupos de emigrantes en Sydney:
tres mediterráneos
Iarmenios, turcos y libaneses) y tres noreuropeos (alemanes, fineses
se descubrió que, no solamente eligieron diferentés tipos e ingleses)
que demostraron tener dif erentes preferencias
de viviendas, sino
en relación a la presencíá de
amigos, escuelas, vecindario, espacio, etc.; ígualmente, se
cui.daban de los patios
de las casas de forma muy específica en cada caso. Y más aún:
estas airerenci.r.
podían fácilmente analizarse a partir de las tradiciones
cuttuialés ;;;;;rr-
dientes expresadas a través del dibujo det lugar ideal (stanley 1922).
Las decisiones de ra gente de cambiar ¿" ,".iá.n.á u.pár¿en
der
ajuste'entre imág.enes ideales y aspiraciones, por un lado, y oportunidades
que
les ofrece el medio ambiente, por otro lado (Ábler, Adams and Gould
1971,
p. r97). Por lo que la selección der hábitat íncluye, a la vez, t" gunüy
su med¡o
ambiente. Cuando los medio ambientes ideales no .o, asequiblás,
la vida de las
personas debe adaptarse, corregirse e incluso reprimirse
án relación r rfgrnu,
J
actividades que resultan ser demasiado difíciles de realizar.
La elección es más transparente en los casos en los que los
determi-
nantes externos son más débiles, como por ejemplo, en el caso
det turismo, ya
mencionado. Está muy claro que Ia selección turística depende de
ta atracción
relativa de los distintos lugares, y por lo tanto de las imágenes que los turistas
usan en su evaluación (Wílliams and Zelinski 1gZ1). En Ai¡a, la selección refleja
los valores culturales de manera preferente, o sea que la gente evalúa los valores
a través de criterios algunas veces opuestos, y usa los mismos lugares [por ejem-
plo, las playas) de forma muy distinta (Robinson 1973; Mercer tsizt l\A. Barker
1968). Así, no es posible generalizar lo que es «recrearss,, y hay que tenerlo
en cuenta al diseñar. Dentro de cada zona turÍstica las personas encuentran mu-
chas veces grandes dificultades para encontrarse a gusto (Lime 1972). Esto ya
lo hemos discutido anteriormente. De Ia misma manera, como las industrias
se colocan cada día con mayor arbitrariedad con respecto al medio, las prefe-
rencias escénicas, etc., ganan día a día en peso, y lo mismo con respecto a Ia
capacidad de "recreación" del lugar escogido (Gould 1972b). La evaluación del
nivel de posibles catástrofes naturales también forma parte del proceso selectivo
del hábitat, y los habitantes de una zona peligrosa son resultado de una se-
lección bien precisa (Burton 1972). En el interior de las ciudades, el tráfico pesado
obliga al cambio de residencia a los que no pueden soportar su ruido y su potu-
ción mientras que los otros que se quedan, o bien son los que no les molesta
o bien los que se adaptan (Wolpert 1966; Appleyard and Lintell 19T2, pp.96
a 9B). Los que sufren más son los que quieren irse y no pueden. Por tanto, la
tensión lsfress] nerviosa puede originarse a través de estímulos indeseables,: =
92 través de falta de adaptación, o de ambas cosas simultáneamente; en el fondo,
Ia tensión en sí es el producto de una opción subjetiva dependiente de la con-
gruencia o no de entre unas normas de conducta y un medio ambiente. lgualmente,
la evaluación de catástrofes, crimen, etc., obliga a Ia gente a cambiar Su res¡-
dencia (Kasl and Harburg 1972). Por Io tanto, Ios factores que se interrelacionan
en Ia selección del hábitat pueden representarse del siguiente modo:

FUt\rCrO N EJ ti.{A¡,, I FI ESTAS


coN Dr cto lJ Es tcolvo'u r.¡s
TqBAJOS
CUMA ,
€rlFlcrccloN
qc.
FUI€ONÉS IATENTES
?ATSAJÉ. vuoduco
IMA6EN
PRÉfE¡¡J.JCIAS A M 6¡ EJuTA!.ES
ta¡.rAÑo, Erc.

T{AY CUAT(O ALTE4{ATIVAS POSIBUi§

Tanto los factores de atracción como los de rechazo constituyen la ima-


gen del medio ambiente ideal, y esta imagen sirve para evaluar tanto lo ya cre-
ciente como lo nuevo, por lo que actúa aquÍ una (preferencia personal" (Bush-
ton 1969) para evaluár las álternativas.
El comportamiento depende de un grupo de variables de preferencia.
Por ejemplo, la gente deja el centro de la ciudad por causa de factores de rechazo
como el crimen, deterioro del ambiente, bajo nivel de las escuelas, etc., pero
también a causa de los factores de atracción de una imagen de vida rural y tran-
quila. Así es más fácil entender el comportamiento diferente de cada grupo
social según su imagen sobre el vator de la vida en la ciudad o en el Campo,
de la cual la imagen de las zonas de residencia suburbana son una réplica (Bra-
cey 1964, p.89) y también según su tipo de casa ideal (Sklare.1972). Diferentes
grupos sociales se sienten atraídos pór lugáres urbanízados o sin urbanizar, lo
cual es otra prueba de la selección del háb¡tat. Las comunidades ya plantificadas,
suelen atraer gente más culturalizada, o más interesada en la proximidad
a la naturaleza y. en servicios modernos recreativos (Lansing, Marans and Zehner
1970, pp.23,38j40). Ocurre también que si bien ciertos lugares animan ta socia-
lización, de hecho, las personas que los seleccionan son precísamente las que
valoran la socialización (Strodbeck and Hook t96l; whyte 1956; Boudon 1969).
El abandono de zonas bien precisas se debe a un sinfín de causas y,
en las nuevas ciudades, cada vez existe una mayor segregación social (Bryson
and Thompson 1972, pp. 128-149,162, 163, i66); en California, el Sur y et Norte
responden a criterios de habitabilidad muy diversos.
Como ia clase alta puede cambiar de residencia con mayor l¡bertad es
i:nportante considerarla aparte. Este tipo de grupos sociales traslada su residen-
c:a por causa de la pérdida de calidad y estilo de sus viviendas, o por degenera-
c,s¡ social del medio ambiente (Johnson lg7l, pp. 96-99, 103 y ss., 143). La interpre-
tac:é:l Ce estos factores es muy variable y puede estar influenciada bien por cri-
terios Ce ¡¡roda, o bien por cambios "objetivos' y reales del lugar abandonado.
En el easo de Bogotá, ya mencionado, el cambio de residencia de la clase alta
puede ifieryretarse en términos de
"función' o de moda [y yo argumentarÍa que
el cannb'm de ur¡a organización de la vivienda hacia adentro (la cual debe resolver
los probiernas de acceso que ello supone) a una organización de vivienda hacia
z'Jera, es algo que depende también de la moda, Ia connotación del ostatus,
; la modernidadl (Amato 1969, si bien en 1g70 ya no está de acuerdo). Los
::mbios de residencia voluntarios, tienen diferente estructura que los involun-
::rios. O sea que los cambios hacia la zona periférica no cambian el estilo de
.tda sino que manifiestan un deseo por concretar ideales ya preexistentes (Johns-
:rn 1971a, pp. 236 y 237; Gans 1969, pp. 434-444; Donaldson 1969; Anderson
:971; Wilmott 1963, p. 123 y ss.; Michelson 1971b, p. 30t; Greer i960). O sea que
irs que se van del centro de la ciudad manifiestan criterios evaluativos distintos
;e los que se quedan (Lundberg 1934, p. 42; whyte 1956; Berger lg60; Keats 1956).
La gente, pues, selecciona el medio de acuerdo con sus preferencias. Sin em-
bargo, otros grupos sociales podrían tener graves problemas de desadaptación
en la periferia, a causa de las diferencias entre el nuevo estilo de vida y el estilo
de vida tradicional. En estos casos la estructura familiar podría afectarse seria-
mente. Por lo mismo, obligar a vivir en el centro podría ser desastroso para la
familia que elige el "modelo rural" de medio ambiente.
Podría sugerirse, en analogía con otros procesos de decísión, que la se-
lección del hábitat no busca un óptinro, sino una satisfacción de espectaciones
mínimamente aceptable, dentro de las posibilidades econónricas de cada caso
(Wolpert 1964J. Las personas, asimismo, tienden a reducir las inconsistencias
y las disonancias cognitivas excesivas, bien según un modelo de disonancia
(Festinger 1957) bien según otros modelos (Rosenberg 1970). Además de Ia auto-
selección, la gente es capaz de considerar buena una zona porque viven en ella.
Si no pueden cambíar de residencia, entonces racionalizan la tensión de desa-
daptación y reducen esta tensión al mínimo. Para lograrlo, pueden cambiar o el
estilo de vida, o la imagen, o el medio ambiente; la gente sobrevalora las playas
que usa sin fijarse mucho en los términos objetivos de dicha valoración (Neu-
mann and Peterson 1970).
La selección del hábitat también ocurre en relación a los niveles ópti-
mos de complejidad; por ejemplo, con respecto a los servicios recreativoq ele-
gidos; los viajes, la velocidad y las vacaciones son otros tantos índices de com-
plejidad preferida. Las zonas de residencia seleccionadas pueden también res-
ponder al grado de estimulación considerado como más favorable, reflejando
siempre el estilo de vida.
La selección debe interpretarse no a través del nivel económico, sino
a través de los diferentes criterios del estilo de vida preferido. La gente desea
aislarse y el salario no es más que un medío para lograrl<i (felOman and Tilly 1960).
Entre tres posibles razones de segregación racial en los.'Estados Unidos: po-
breza, elección libre y discriminación, la última razón (más un rechazo que una
atracción) es con mucho la más fuerte (Taeuber 1963); lo cual tiene que ver con
el miedo a ser atacado o amenazado. Aunque sea difícil de evaluar, debido a Ia
poca libertad en que se mueve, existe entre los grupos sociales negros et factor
de voluntario aislamiento (Adjei-Barwuah and Rose 1972), basado en las diferen-
cias culturales entre blancos y negros (Rokeach and Parker 1970), y en las todavía
mayores diferencias entre el estilo de vida y el uso del medio ambiente (Ellis
1972; Hall 1971). Los elementos de discriminación pueden ser difíciles de dis-
tinguír, pero muchos grupos étnicos, religiosos, etc., se agrupan para proteger
su "status", su estilo de vida, sus instituciones sociales, sus características
ambientales y sus servicios; en parte, al menos, ello se debe a preferencias pro-
pias de cada grupo. Esta selección, corno decía, es más clara en la clase alta, ya
que ésta tiene más libertad de cambio que las demás clases sociales. Pero los
demás grupos sociales también manifiestan tener una estructura clara de prefe-
rencias, los grupos menos favorecidos, socialmente hablando, se preocupan ante
todo del cobijo físico-social de la vivienda, Ia clase trabajadora prefiere una
imagen de clase media como expectación ideal (Rainwater 1966). Todo ello ha
de puntualizarse de dos maneras. En primer lugar, la imagen de las clases bajas
tiende a confundirse con la imagen mayoritaria de todas las clases (al menos
en Estados Unidos) (Ladd 1972). En segundo lugar, existe siempre un elemeni:
de defensa incluso en las clases bajas bastante adineradas IEichler and Kap'=-
(costa norte de Sidney).

Dariirg Pclnt (suburbios orientales de Sidney).

Fig. 2.7' Dcs irnágenes diferentes del medio ambiente en Sidney (fotografías del autor).
de hecho, ya es en sí una selección, que, además, es extraordinariamente
varia-
ble [Brown and Holmes 1971).
El hecho de que la gente cambie realmente de residencia depende de
determinantes específicos y de un nuevo conjunto de variables; de hecho, cambiar
o no cambiar es un elemento más a tener en cuenta. Este elemento, a su vez,
puede tener un origen cultural, o estar relacionado con la edad, la personaliCad,
el estilo de vída, etc., por lo que la gente que cambia debería ser diferente de
la que no cambia, que es efectivamente lo que sucede (carrington 1g70).
Es evidente a partir de los estudios ex¡stentes que la mayoría de los
cambios son cortos, y que dependen de la calídad ambiental (Clark 1gZ1) y que el
proceso de selección es el instrumento más ímportante a fín de conseguir una
congruencia mejor entre las preferencias y el medio percibido (E. Moore lg1Z).
Aunque todo lo dicho analizaba en especial el hecho migratorio, todas las consi-
deraciones son también aplicables a cualquier decisión ambiental y, aparte de
la migración, Ia gente cambía de valores, de preferencias y de deseos; puede ser
:Je mod)fique sus ,ole/elezc)as D que zzzodt/tqzte ..c¿, /72ed/a ¿zzzb/e.z/e, ¡oe,-¿2 e,2
":': :r.:::- 'a finalidad es la de mejorar la congruencia con ciertas imágenes.
Los agen\es de \a prop\edad man\pu\an \as \mágenes paia a)us\arse a \as
.:piraciones de grupos particulares. Se puede similarmente argumentar que la
-,anipulación de las imágenes es el mejor medio para atacar el problema del
:'seño urbano de Ia gente anciana, de manera que sea posible, a la vez, ajustarse
a las aspiraciones de los ancianos y dar la impresión de mejora a toda la comu-
::dad, o sea de haber intentado resolver el problema esencial de la ancianidad
en Estados Unidos (Hapoport 1973d). lgualmente, al diseñar las nuevas ciudades,
1a preferencia ambiental debe ser uno de los factores esenciales a considerar;
-" un medio potente para atraer la clase media y la clase alta a las nuevas ciu-
:zdes puede ser tam6íén la manípu[acíón de fas ímágenes y ta satisfaccíón de fas
-.eferencias surgidas a nivel de barrio (Bapoport 1g12a).
Una vez más, los servicios recreativos son un ejemplo sugestivo. Los
:studios sobre Ia inversi'ón en terrenos *es decir sobre lo que la gente quiere
='r oposición a lo que la gente tíene- muestran muy claramente cuáles son los
':lores y las ímágenes en cada momento. Varían con el tiempo y en cada cultura,
:eío es Útil ir siguiendo el clima, la ubicación y el diseño de los servicios gue
:;enen realmente éxito.
Simíiarmente, podrÍa argumentarse que la
única fornra de enfrentarse
con los proceso extrarrápidos dJürbanízación
en los países desarrollados, es la
de tener en cuenta Ia función de ras imágenes (imagery)
:',rbientales, haciendo híncapié en Ia imptrtancia en ras preferencias
oJ tos..lugares tradicionares
{Rapoport 1g73c). Es preciso considerar no soramente
prefiere sino \os \ugares que abandona, de manera ql.ru los Iugares que Ia gente.
tá= razones de un creci-
miento desequilibrado y las posibilidades de equilibrarlo radican
en la com-
prensión de todo el nrecanismo de preferencia en cada
caso. La satisfacción
general con un lugar depende esencialmente de tres
factores primordiales: la
posibilidad de identificación del Iugar como.cásá,, la accesibilidad
a los lugares
deseados, y un asentanliento con Iá forma física de un lugar ideal (Buttimer
i972,
pp' 289 y 290); los tres factores se resumen en uno: la imagen
de un estilo de
vida ideal.
Consideremos las "cásos movibles, (ntobite houses). Las preferencias
sociales y físicas de este caso pueden detectarse con facilidad, y Ios
habitantes
de las «casas móviles" son gente afable que convierte los asentamientos provi-
sionales en pequeños pueblos. El grado de orden y seguridad social y ta priva-
cidad del asentamiento son factores esenciales,'de Áanera que, a pesar
de Ia
movilidad, este tipo de lugares se parece mucho a otros vecindarios
del mismo
grupo social. Una homogeneidad social es también muy deseada en estos
casos;
la limpieza, el comportamiento moral, el simbolismo del césped, del mobiliario
de jardín, etc., son factores deseados y aceptados. Estas comunidades *móviles,
son voluntarias, por lo que solamente gente de la misma edad y del mismo salario
I

se siente atraída hacia ellas (S. Johnson 1gT1).


l

f
Rapooo,t - ¿
n3 La homogeneidad, de la que hemos hablado ya otras veces, es una ho-
mogeneídad percibida, la homogeneidad demográflca y socioeconómica, o sea la
preferencia social parece ser menos importante (Zehner 1970). El factor más veces
presente es el nivel de manutención y limpieza del medio, relacionado siempre
con un vecindario gue sea mínimamente compatible con el propio estilo de vida,
\. compartiendo standards y signifícados del medio ambiente.
Las Ímpllcaciones de todo lo anterior en el diseño son obvias. por lo
tanto, la presunción de que, en ta remodelación urbana, Ias viviendas caras cons-
truidas en"'el centro de las ciudades, en Estados Unidos, atraerán a las clases
acomodadas hacia el centro de Ias ciudades, es una presunción incorrecta, ya
que la mayoría de personas de Ia clase alta seleccionan zonas de baja vecindad,
con casas unifamiliares y con terrenos amplios (Alonso 1971). La accesibilidad
puede llegar a ser no sólo innecesaria, sino incluso desventajosa. Lo que aquí es
importante es saber qué tanto por ciento de la clase a'lta desea vivir en el centro
de las ciudades.
Hemos podido observar cómo en parís, en Bolonia y en otras cÍudades
no existe el deseo de abandono del centro por parte de la clase rica. Tampoco
en la lndia existe este deseo aunque las razones sean allí muy diferentes. §e
trata, en este último caso, de,una razón de clarificación de Iugares por castas.
Cáda área de asentamiento posee características específicas -de clan,
cásta y ocupación [Duncan en prensa a y b; Mukerjee 1g6l; Fonseca "reencia,
1g6ga y b),
además, Ia organización espacial está directamente retacionada con las estruc-
turas conmutativas entre sectas brahamánicas a partir del gran templo, y termina
bruscamente en donde viven los intocables de la periferia.loda esta grádación
espacíal es muy reacia a cualquier cambio, ya que los diferentes enclaves man-
tienen su estabilidad sociofísica mientras que la cultura subsiste (Anderson and
lshwaran i965, pp. 64-65).
., Este tipo de agrupación espacial expresa muy fácilmente su propia iden.
tidad social y física. Las ciudades son en sí mismas sistemas de cubículos basados
" en prefereniias sociofísicas muy precisas, en función de la importancia relativa
. de la densidad, del tipo de vivienda específico de cada enclave social, det tipo de
. paisaje; de las escuelas, compatibilidad social interpersonal. usos ímplÍcitos,
reglas de comportamiento obligatorio, etc. (Buttimer lg69, igZl; Feldman and
Tilly 1960; Wheeler l97l; Bent 1968; Duncan and Duncan lg65; Johnston 1971a;
Timms 1921).
Alguien ha llegado a sugerir que Ios diferentes modelos de organización
ecológico'espacial [núcleos centralízados, sectoriales, policént¡icos, etc) se co-
rresponden de hecho con otras tales características éinicas y sociales (Murdie
1971), siendo el espacio urbano el resultado de esta correspondencia. por ello,
el estudio del estilo de vida es atgo útil para la comprensiOn d" las ciudades.
Aunque la elección sea diferente, siempre existe un proceso subyacente de selec-
ción basado en preferencias por una imagen, un estiio de vida o un determinado
' sistema de valores, ideales o standards.

La variabilidad de los standards

La utilidad de un conjunto único de standards en et proceso de diseño


es minima, por lo que hay que pensar más bien en la definíción de una variabilidad
de los mismos. Por ejémplo, ta definición y el valor de lo que es
varía tanto como los niveles, considerados óptimos, de iluminación, "confortable,
calefacción,
de silencio, almacenaje, etc. (Rapoport and Watson lgTZ). La imporiancia de la
privacidad, de la vista y del asoleo varía como varía también la importancia relativa
del espacio de servicios con respecto al espacio de tas viviendas en Francia
y en Estados Unidos (De Lauwe i967, pp. ZT,gO-81; Mitchell 1971, p. lg; Rapo-
port 1968). En las ciudades, la validez de los esquemas rígidos de aplicación de
standarCs iijos ha -qido cuestionada con insistencia (Abrams 1g6g). §e sugiere,
- (Fraser 1969)
rl
camb¡o, una modal¡dad de st¡ndarización relativa al contexto
1i .habitabilidad relativa,. Esta conclusión es de difícil aplicación en la mayorÍa
i Es un punto sutil, que se complica más y más
= los actuales procesos de diseño.
nos lo planteamos a nivel íntercultural, y si implicamos en él la opinión de
ir
los
la genera-
-::arios.'sin embargo, debería ser posible intentar una teoría sobre del hombre
:ación de Ios stanirids a través del análisis de las interrelaciones
- su medio
una sugestión ya mencionada, era la de enfrentarse con los factores
y no con las necesidades básicas' analizando las
=:pecíficos de cáda situácíón,
-.,ágenes, las funcionu.lát"ntát y los aspectos simbólicos de cada contexto dado'
:sto debe aplicarsaincluso a nivel de clima, ya que, por ejemplo, el uso de
.:andards ingleses en Beersheba (lsrael) y en otros lugares ha
producido serios
condicio-
:-oblemas de diseñá, que pr-trirían ser solventados si se estudiasen Ias
^:s locales tradicionales clel lugar diseñado
varía cons-
Hemos visto también cómo la misma idea de "planificación"
Werthman 1968)
::ntemente en ef tiempo y el espácio (Eichler and Kaplan 1967;
por causa de prejuicios estéticos inacep-
,.cómo la zonificaci;; "r muchas veces influenciados por
:able (crane 19601, por lo que se aceptan los bloques aislados
1969e)
rrágenes tales coml-ir,á"'la Ville Radieuse, de Le Corbusier IRapoport
importantes entre frente y.trasero o público y pri-
, ,.- d.;rn de lado Jistinciones como exclusivamente
.,ado. lgualmente, como coneecuencia de tratar las calles
lestinadas al tráfico rodado se excluyen otras posibilidades de uso de las mismas'
urbano'
De ahí que existan dos actítucJes con respecto al espacio

ÁA
\

tos E rF¡cros gN A ú¡irc¿ P¡*:t ros E rFrcros soN rá p¿erE *Ás .¿¿soDa
vfl LtzADA, et E:'Da.-lo tNl ea v 2,o rsPa«ll,av 4
DLLA oera¡r¿.a¡c-tdrr
Es ÉsPAcjo PERDI» srN tlso, 1'/2 t-b ouE roDo sE táa, l^r|uso l,-Al; cALlEs/
o¿r-os olse,üoJ DeAuro( Y D'- Ttptco ¿N tA AAqulr€cfuqA vtzNAcJJLAP
y'rf-QN^ y a¡,,,du,U4, DfLl^e-Dneí:eÑeP V
"E:rrLO" EN L4 AeqotT11-I|E¿
HE(HA pop r-OS OrSeÑADoKES DÉ OÍROS LUqARES.

Flg. 2.8.

En uno de los modelos, Ia calle es un lugar de actividad y vida, en el


otro esta realidad le es negzda, lo cual afecta profundamente, no sólo el diseño
de calles y plazas, sino las zclividades comerciales en sí' De la misma manera'
se tratan ios espacio s abíe-os como zonas verdes o zonas de juego, sin consi-
niños
derar las calles y las plazas como espacios abiertos en sí' Sin embargo' los
prefieren;ugar en las calles (Hapoport 1966, 1969b; Brown and Zeisel 1968; D'O'E'
1923) aunque elto d;;.rd;-en pá*e de la cultura
(Coates and Sanoff 1972)' Cuando
se diseñan Ios espacios urbz¡os pensando en estas actividades se
genera muchas
veces el conflicto ;;; los dos modelos indicados, Io cual dificulta cualquier r'Ía
distintos' Esl:
de solución pur, .orpu rii, ,l uso desde,standards-y preferencias (Oregón):
es lo que ocurrió bárrr."ento Mall (Becker 1973) y en Portland poblaciones
"n
algunos espacios urbanos y íuentes públicas atrajeron dif e¡'entes
100 (Love 1973) y desencadenaron movímientos de oposición enrre Ios residentes.
También influye el hecho de que, a veces, el ruido de juego de niños se consi-
dera peor que eI ruido de tráfico (D.O.E. 1g?2).
Muchas veces, este tipo de actitudes se corresponde con un cierto sis-
tema de valores del grupo social considerado (Goffman i963), a través de unas
reglas de conducta no-escritas, aunque pueden ser escritas en ocasiones, como
en eI caso de un administrador en Tasmania que Iegisló la prohibición del uso
de Ia calle por dos personas juntas yendo de compras. Peio cuando persisten
puntos de vista opuestos,'la implantación de standards inadecuados puede con-
llevar graves desastres. Por. ejemplo, en Francía, la introducción de éspacios-
tipo "sin uso, en viviendas y zonas urbanas, ha producido más bien la insatisfac-
ción general (Kaés i963; Bapoport 1966,1969b), lo cual hubiera podido preveerse
teniendo en cuenta Ia preferencia de los franceses por los espacios anímados.
En los lugareq en los que Ia calle es usada como centro de vida social y de
comunicación interpersonai, como en Grecía (Thakudersai 1g72) -o en ltaÍia con su
paseo (passeggiata) que es una función social esencial (Allen i969), la falta de
previsión de este tipo d-e- espacios puedq destruii una cultura
. -r Elam¡nemos, con mayor deialle, la cuestián de complejidad
de usos
y proximidad de servicios respecto a la vivíenda. Por una parte, la zo,nificación
por usos y por no'usos permitidos, ha sido la forma más común de planificar,
aunque algunos planificadores hayan insistido en [o contrario (Jacobs 1g6l; Nairn
1955, 1956; De Wolfe t97i; Budofsky f969). Cada uno de los standards reflejan
las preferencias ambientales de grupos concretos y sólo son aceptables dentro
de su contexto, sin embargo los standards de tos diieñadores chocan a menudo
con los deseos de los usuarios. Por ejemplo, cuando una muestra de la clase
estudiantil diseñó su ciudad ideal, colocaron en et centro los elementos más
significatívos según el papel que creían que jugaban con el conjunto. Los servicios
contenían ciertas pautas de proximidad mutua. Cumpliendo el pápel de propietario,
colocaron en un extremo de la ciudad un núcleo de casas y escuelas rodeado de
tiendas, teatros y museos, que delimitaban otro tipo de servicios como et ayun-
tamiento, bomberos y la policía; más alejadas de las viviendas estaban las
fábricas, las oficinas y las estaciones de iransporte (Baírd et att. 1972).
En otra experiencia la mayoría de las personas prefirieron establecer
una zona únicamente residencial sin servicios próximos de ninguna clase; un
grupo determinado se agrupaba alrededor de su escuela y de su iglesia, con far-
macia, centro asistencíal y estafeta de correos en un cierio radio dL acción. Los
restaurantes, Ios cines y los institutos de enseñanza se ubica-ban más alejados,
y todavía más alejadas las fábricas y las oficinas. Atgunas pei'sonas eligieron un
asentamiento con complejidad y mezcla funcional (Mióhelson 1g66) indicindo
con
ello que incfuso en una muestra pequeña en número, existía la posibilidad de
satisfacer algunas necesidades específicas a través de una serie de enclaves o
asentamientos diversos organizados por la selección del hábitat.
En otro estudio realizado en Estados Unidos (peterson and Worall lg6g)
se descubrió que la accesibilidad a los servicios y at vecindario no era impor-
:anie' Al parecer se deseaban los servicios, pero se rechazaba la irritación
pciía deducirse de una excesiva proximidad. Los servicios involucraban iue
los servi-
crcs Iocales normales, centros de información, estaciones de transporte y-centros
':c¿;es de
distribución de servicíos especiates como bomberos u frospitátés. CaOa
::: de servicios produjo un grado de aproximación distinto. El hospiial de
g=-: a, la iglesía, las tiendas, el transporte público, los bomberos y la zonaemer-
de
"-e3:s para niños, eran'los más accesibles; los centros de amista-d se
colocaban
a 3a *ás iejos, y las rampas de acceso a la autopista todavía más
tejos; poi
a 5-e -da tipo de transporte resultaba poseer un grado de accesib¡l¡dai O¡te-
rtr:s: ¿o ;¡eferencias variaban según la gente se inclinara o no por la circula-
ción ¿: ::c-e, aunque a algunos les imporiaba muy poco la ubicación de los
dife-
rgnt6 l:,cs,
-e€,-.
;s :etalles no son tan sígnificativos como el hecho de que existan
diferenites a:ss,brlidades para cadá elemento urbano (E. Moore t'szz, pp.6-g).
:-?'1-.* I.:

Calle conro asentamiento Francia) fotografía del autor).

Forbach Wiesberg (Moselle). Ciudad Nueva.

Fig.2.9. Los espacios hacen más improbable el uso de 'callesr como asentamient3
102 En genera!, en Esiados Unidos, la gente quiere zonas residenciales sin tiendas,
ccn':s serylcios asentados en el límite de la zona, y con las industiias y oficÍnas
b::i l:,cs, esto es cÍerto incluso en el caso de las zonas tipo campus (Eichler
z-= i21',an tg67; Werthman lg68).
En lnglaterra los resultados son más bien otros. La venta de alimentos
:s casi siempre local y las amas de casa van andando a las tiendas, por Io que es
i;:portante que estén cerca. Casi siempre las viviendas tienen tiendas de ali-
meniación en un radio de 0,8 km, y dentro de un paseo de l0 minutos de duración
como máximo. Una gran mayoría de usuarios desean las siguientes tiendas a nivel
local [en orden decreciente): farmacia, estafeta de correos, colmado, panadero,
estanco y verdulería. Luego viene otro típo de tiendas menos deseadas y sin
necesidad de estar tan próximas, como son lá pescaderÍa, licorerías y cafés, etc.
[probablemente por razones de tipo social). En muchos casos, la facilidad de
comprar en la vecindad se valora tanto como el estiio de vida de los vecinos
(Daws and Bruce 1971).
Este resultado es muy diferente del que se obtiene en Estados Unidos,
y se puede reforzar observando Ia mayor aceptación de mezcla funcional en lngla-
terra, con un mayor deseo por facilidades locales. La distancía óptima a las tiendas
es de 5 mn de paseo en lnglaterra, contra 20 mn en coche en Estados Unidos ]

(Bracey 1964) osea una distancia de 500 m, contra una distancia de l5 a 20 km.
La diferencia no está causada por la existencia de mayor número de coches, ya
que la clase trabajadora con coche prefiere las tiendas más cerca que la clase
media. El comportamiento se modifica significativamente a travé§ de estas prefe-
rencias (Willis 1969). La convivencia es, en todo caso, un hecho subjetivo que
inftuirá en los elementos urbanos q en et comqortamiento qosterior en ellos.
Por otra parte, la definición de proximidad estará incluida en la imagen de un
medio ambiente ideal de máxima calidad; de hecho, la definición de proximidad
en sí es el resultado de una,evaluación subjetiva.
En Francia encontrarnos un grado de satisfacción mucho más alto al ir
de compras en una zona antigua que en una zona de reciente planifícación, ya
que las zonas más antiguas poseen una mezcla más compleja de usos, por lo que
parece ser que también aquí se desean Ias tiendas próximas a la residencia o a
las viviendas (coing 1966; De Lauwe 1965a, pp. 116-144; Metton i966). Los demás
servicios se gradúan en distancia de acuerdo con la siguiente clasificaciónl
t. Lugar de juego de niños y parque público.
2. Bibliotec.q, piscina, deportes y centro de jóvenes (maison de
3. Clubs, cines y teatros. ieunesse).
4. Estadio de deportes.
5. Museos, cafés y salas de fiesta.
Aunquá los cafés y las saras de baire parece que
la proximidad en este caso se veía afectada poi se deseen más cerca,
el proJ"ro de planificación (De
Lauwe lg65a, p. 136, 1g65b, p,20) lo cual coincide
cusión previa (véase Gardiner 1gZ3).
lo, resultados de la dís-
"o,
Esta discusign, y gran parte de la discusión
sobre la variabilidad de los
standards, puede también aplicarse al caso
de la densidad y a todos lo. .Jn-..pto,
esenciales del proceso de planificación y diseño.
o¡scuiirámos el caso de la den-
sided más tarde, pero dejemos bien seÁtado que
es a-tgo- rucr,o
cue el nÚmero de habitantes por unídad ae süperircie."lnctuye más comprejo
diversos relacionados con la densidad pe.rcibida y muchos factores
con lás niveles preferidos de
est;muleción. Er hecho de considerar un trg.,
depende de una larqa lista de factores, como por
coio;;;;. o como no denso,
ejemplo: et grado de crecimiento,
las activtdades, er iitmo de uso en et iiempo,
r, piurun.ia oe ra gente y sus
huellas en el lugar, ra ruz, er ruido, ra vegetación
existente y ra apreciación de
todos les fectores de acuerdo con la estructura
(Hapopo. Í975b). culturat de cada grupo social
¡iemos visto cómo el contexto y et uso de los espacios influencia Ia
una interac-
.-slCad percibída y su evaluacíón, por lo que en asentamientos con
alta se tolera mucho mejor' La
-: social alta y un uso uniforme de la densidad
.-,-:aleza de las fronteras físicas y sociales y la posibilidad de apropiarse de
que las mismas densidades
-.,cientes defensas f ísicas y sociáles, comporta
casos (Bapoport 1975b)'.Esto
-néricas se evalúen de mánera variable según los de densidad de acuerdo
: debe a que la noción de privacidad interfiere con la
la preferencia tra-
,r la lista de factores antés citada. En lnglaterra, aparte de evalúan
::onal por densidades ba¡as, los jardinu. y los espacios se
de acuerdo
privacidad, por lo que en Stevenage
--.r.',áucidad de ser apiopiados con
t área residencial fue eváluada como más densa que otra con la misma and
den-
Wilmott
:ad real debido a Ia forma de edificación (Wilmott 1962; MacCormack
;0,1j v, así mismo, los habitantes la evaluaron igual. La densidad,
conró las demás
:ció.ies del proceso de planificación, d.epende tam!ié1 !" l1t- j:1t]t::t^lit-:l'
,;;;;;;;.: ;;;;;*as'culturales tradiciol:lit, etc' Los,-"]tld?:1t^1".ij:-''
-:,dad forman parte del medio ambiente percibido y dependen de los sistemas
:e preferencia y de evaluación
Las organizaciones especiales pueden evaluarse de distinto
modo según
: actitud con respecto a la *amistosidad" pública.gentesi se presupone que deter'
que la apoye evaluará
-inadas calles han de favorecer la camaradería,la reserva a una
:sios espacios de forma opuesta a los que manifiesten franca
(Wilmott 1963, pp' 65-74)'
excesiva'familiaridad en las relaciones ihterpersonales
de clase media sin verjas
igualmente, la accesiUilidad y obertura de Ia típica casa
para el juego de los niños, se
)icon grandes ventanales, "án u.pu.ios abiertos más propias de Ias
enfrenta con Ias casas defensivas ante el peligro exterior,
condiciones de extre-
clases sociales ¡n.nát favore'cidas. Finalmente, incluso bajo
ma necesidao atgunos grupos sociales pueden resentirse de
las "mejoras» de
Ia planificación (Porteous 1971).

El probtema de la evatuación de tos suburbios degenerados

una de las consecuencias de todo lo precedente es que la definición


ha asumido tradi-
O" lo quJu. rn "¡urr¡o bajo, es más complicada de lo-que se
cionalmente, y que, de helho, los "suburbios" (¿!u4sJ. no son siempre lo que
parecen ser. Al igrut qr" en el caso de Ia calidalámbierutal, de la cual éste es
valores e imá-
un ejemplo bien expresivo, la definición de un barrio bajo refleja
en conside'
genes de preferencia ambiental. En ocasiones, ta definició'n se basa
(Sauer 1972) o de apa-
raciones estéticas en base a la calidad de los materiales
basuras' e.tc'
riencia de depauperación ambiental bajo forma de coches viejos,
(Hoyse 1969). Dada Ia importancia que tiene en Ia calidad ambiental el
nivel de
interesante
mantenimiento, este hecho no es extraño. Es también un ejemplo
el status de un espacio en sí-poco
áe cOro unos símbolos concretos definen
entre una zona de césped
comunicativo. Lo mismo ocurre con las diferencias
y un (country'garden) "jardín de campo" con flores y sin césped
-¡rrá'r-
\-"-:' and Sherif 1963).
(sherif
Á urr. de experiencia, y con un conocimiento más profundo- de la-zona'
la evaluación puede transformarse considerabtemente (Gans 1971)'ejemplo' Simultánea-
Por Ia
mente hay que poner en juego nuevos criterios más objetivos.
presencia de ratas y.r.árachas es un factor muy evidente de
mala evaluación'
rápidamente sin transformar profunda-
que, no obstante, púeae ser eliminado
mente el medio ambiente en si'
de Ia
una comparación muy sugestiva es la de coiejar los'suburbios
de Estados
espBr0r-lzá, latinoamericanos, Lon iot "suburbios de la desesperación'
primeros son peores fisicamente que los últi-
unidos (Peattie 1969). Aunque Ios
por lo que los
Áor, ii.nrn socialmente un resultado muy diverso, barrio
"subur.bios"
es algo más
en relación a su contextá: una vivienda o un
deben analizarse
a partir del cual pre-
;;;;" lr;ar en el que vivir; es un centro de operaciones
s3:,ár:.ai':ios vaicres o !anzarse a una nueva vida. Bajo esta perspect¡va, Ias
cc;c;cicnes físicas son menos importantes que su ubicac¡ón, mutua ayuda y ad-
qu;sícló;r de habilidades o ahorro de dinero. La imposición brusca de un nivel de
cc:icrt eievado puede producir más problemas que soluciones. Por ejemplo, la
iluminación de los suburbios en Lagos produjo más frustraciones que beneficios,
y la preservación de los clanes de parentesco (para la seguridad del anciano), el
valor de Ias formas tradicionales y Ia importancia de los intercambios comer-
ciaIes marginales convirtieron el diseño en inútil (Marris 1967),
Similarmente, en Puerto Bico, Ia destrucción de Ios vínculos familiares
que existÍan en el osuburbio", pero que no podían subsistir en los nuevos aloja'
mientos, produjo un malesta¡, social agravado por la imposibilidad de criar gallinas
o cerdos, y'de vender productos (La Porte 1969). Todos estos resultados pueden
generalizarse a otros lugares (Hapoport 1972d1, y es fácil detectar que los efec'
tos del saneamiento de suburbios en malas condiciones no siempre producen
lOs mismos efectos, depende en gran parte de si el cambio e's, o no, voluntario.
También las clases trabajadoras inglesas valoraban más su precario alojamiento
por causa de los vínculos sociales, sin pensar en las malas condiciones higiéni'
cas, y el alojamiento nuevo no se evaluaba como el mejor (Young and Wilmott
1962; Wilmott 1963),
Los residentes en el West End de Boston, que es una zona cuidadosa'
mente' estudiada, consideran el área de gran calidad ambiental, no obstante de
estar oficiatmente calificada como suburbio en malas condiciones. Sus habitantes
son incluso ricos, en ocasiones, y viven allí voluntariamente'(Hartman 1963;
Fried 1g73), y los que fueron obligados a cambiar de residen-cia (y de East HarlemJ
(Lurie 1963) durante mucho tiempo se quejaron (Fried 1963). A la gente le gustaba
el lugar no sólo porque las viviendas eran más baratas y más aniplias que las
nuevas, sino por el fuerte sentido de apropiación y de-identidad social, especial-
mente de los espacios urbanós. Las zonas nuevas no tenían nada en la calle, ni
tiendas (Fi¡eA and Gleicher 1961; Brolin and Zeisel 1968). Esta distinción, que ya la
hémos analizado antes, significa que toda la zona del West End era considerada
como una unidad significativa de residencia, en la que la vecindad era un factor
determinante, incluiendo como hecho positivo lá aita densidad. Ya' que todo el
espacio estaba «en uso», de hecho existía mucho más espacio que el que los
diieñadores pensaron tras una inspección superficial y rutinaria (Hartman 1963)
que no tuvo en cuenta el uso público de la calle y de los apartamentos vacÍos.
De ahí el interés por considerar siempre el contexfo. de una zona resi-
dencial, incluyendo las estructuras preferidas de interacción social, y su reper-
cusión en la evaluación ambiental. Por lo tanto en Viena, Ias f'amilias que viven
en un mal suburbio no desean cambiar su residencia por viviendas nuevas ya que
las facilidades urbanísticas cambian radicalmente de estructura (Anderson and
lshwaran 1965, p.63) e, incluso, han vuelto al uso del suburbio cuando han sido
obligados a aceptar un nuevo alojamiento IBrolin and Zeisel f 968J. En otros casos,
el cambio de alojamienio ha provocado un aumento del crimen, como en el barrio
de Stu¡vesant Village, en Nueva York (esiudio realizado en 1940) (Agron't972),
y ejemplcs srmil¿res har ieniCo lugar en Australia y en Estados Unidos con las
culturas aborígenes.
Todo esto sug,e:'e q';e ia necesiiad Ce desarroilar standards basados en
las aspiraciones de Ics h:b::a:tes Ce las áreas urbanas (Stagner 1970),* o sea
basados en Io que yo he Ilariredc la percepcíón de la calidad ambiental, lo cual
afecta ta definición de.suburbro'. Los criterios usados en esta definición son
interesantes. Por ejemplo, en'i953. en Miirvaukee, los factores elegidos eran muy
arbitrarios (Pryor 1971, p.711: eCeC de los edificios, bajo precio, densidad alta,
etcétera. En Louisville (Pryor 19?Í. p.711, ires de los clnco criterios usados eran
también de esta clase. En Hong Kcng, la mezcla de usos se citá como criterio

' o No estoy de acue¡'do eo¡r ia correlación. hecha por Stagner co-n la jerarquía
de Maslow en.elto; y.bajc', esta ivisión depende a su vez de la preferencia (Ba'
poport 1959a)
--llJ,r,^lCa '. pQJv^oo cÉ.QQAoo

P?Jv^00 «ltsr(Pfo

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A? r D6- PEQUL\JAS
DIM¿NSION ESr P{É4 !lA&A(, Elc.

PA5O5 PEIVADO)
qQUPO OEV\VIE

PAPA IL
rUOuSIe!4 Y
iOa0fs SocÉr€s.

Fig.2.11. Asentamiento de barraquismo norteafricano en Francia. La estructura es


sJme¡ante a la del asentamiento ¡nd¡o ya citado, pero con una je.rarquía aun más precisa,
y con una mayor separación entre los dominios del hombre y de la mujer.

pero la vida se realiza en el espacio abierto exterior. por,*,o el acceso fácil


del exterior al interior es esencial, y las nuevas casas del gobierno no se preocu-
paron de este detalle. Además, los asentamientos de los aborígenes, reflejan
una estructura familiar muy diferente de la de los modelos occidentales. El es-
pacío alrededor de la vivienda (adaptando las soluciones primitivas tradicionales)
es para dormir, sentarse y trabajar y las casas se agrupan según los clanes de
parentesco. Los caminos entre viviendas reflejan las relaciones sociales y se con'
centran en las viviendas de los jefes o leaders. Las viviendas se colocan muy
espaciadas para permitir la privacidad a través de mecanismos muy sutiles que
se pueden destruir, incluso con la iluminación artificial del espacio exterior (Ha-
milton 1972). También en la lndia y en ejemplos musulmanes, la distrlbución
espaciada de las viviendas defiende la privacidad y favorece la ¡nteracción social
(Hamilton 1972; Rapoport 1972e, 1974). La presencia de ierarquía de usos y la
organicidad espaciosa de la ubicación de las viviendas se destruye completamente
con los diseños modernos, que los aborígenes rechazan voluntar¡amente (Savar'
ton and George 1971).
Las mismas diferencias existen en Ouebec, entre el diseño del gobierno
y de tos indios. La diferencia esencial es también entre una ordenación rígida
y geométrica y una organización basaCa en Ia estructura de parentesco.'

' Así interpreto el material que me enseñó N.'1lle. Lefevbre en la Escuela Ce


Arquitectura de la Universidad de Montreel en febrero 1-a71'
110 EI análisis en Lima sobre Ia problemática de los residentes descubrió
que las insatisfacciones se concentraban sobre todo en los servicios médicos'
Ios títulos de propiedad, los servicios de la electricidad, alcantarillado, agua,
pavimentación, correos y la protecc¡ón por Ia policía y algunas protestas sobre
iiendas de comida y ropa. Respecto a la educación, el interés se centraba sola-
mente en las guarderías. No existían quejas por las viviendas, ni se deseaban
créditos: la gente prefería ir construyéndose la vivienda poco a poco (Andrews
and phillips f gZOl. Los residentes veían el barraquismo como algo que iba mejo'
rando con defectos sin importancia, no como algo a erradÍcar por completo'
El tipo de asentamiento del barraquismo varía muchísimo de país a país

'pRrv¿croffi /--, /,
EsPACrOPevADoroMIrREiAgOrTeaUSlClONAL (
J- --- DEI§
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rl TEq.t0¿

Fig. 2.12"
-¡r, e veces, incluso dentro del mismo país. El tamaño y la organización espaciat lt
raría y, en ocasiones, recuerda los pueblos de origen; algunos aseniamientos
tienen com_ercios, otros. ne LBay 1969, pp.23-39). De todas maneras, siempre
neflejan las preferencias específicas de espacios públicos, estructura urbana,
nelaciones sociales y de parentesco, privacidad, etc. Aquí radica la clave del asun-
to. porque aunque la organización espacial anima la relación social, es ésta la
Sre es importante ppr sí misma. Las asociaciones sociales entre gente del mismo
origen son las qué'üan señt¡do a la vida (Abu-Lugho¿ tgos; Doughty 1970). El
proceso de selección de la residencia de la ciudad bu§cando analogías con et
lugar de origen, actúan como instrumentos de
"traspaso"'o de'"transición, entre
la vida rural tradicional y la vida urbana (Hapopcirt and Kantor lg6z; Meier ig66).

Lr-iii-=?;il'o
Trt)y r/t l1_l
lWr rli!
,;E' r//,
^
qQLtrc 9e p'e.^lr6cO_ _ _ _/
I
L. I
cAsÁs D¿ ¿put¿tio
i
(vtvru.JpA sc,nl)
ris, zts Diagrama del,aseltaml.llo r. un grupo de barracas ouebec:or,,o. indios.
¡n
: " Entre las característícas:preferidas por los inmigrantes a Eltcairo, des-
tacan: los patios, las calles estrechas y tos lugares públiios au
e ¡nte-
"n.r"niro
rrelación social. El barraquismo permitá lavar t, ropá coleltivamente,
y us terir
reforzar la relación social mediante cafés, usándolbs comó centros
dá ánion
(Abu-Lughod 1969). Muchas de estas necesidades
no están r¡ pl;;;;;;r.
en los nuevos asentamientos. "iqr¡.r,
AI igual que gn el caso de los barrios bajos, y a pesar de las reacciones
de los forasteros, la calidad ambiental es muchaé ,eó.s mejor que
en áreas nue-
vas que no satisfacen ninguna necesidad colectiva. Como hámoi
visto esto puede
paliarse parcialmente a través de un proceso de selección
del hábitat, pero et
medio iísico no se transforma. En las grandes ciudades los cambios
de color,
o de Iocalización de los comercios, tabernas, etc., son difíciles. fa oiganiracion
de los usos en el espacio está coagutada por los reglamentos urbanísiicos;
en
cambio, en el barraquismo, los cambios de necesída-des se expresan
inmediata-
mEñte en el medio espacial. por ejemplo, en el Núcleo Bandeirante
cerca de
Biasília, en donde se ha recreado ia densidad tradicional y la estructura
comercial
popular, la gente está mucho más satisfecha que en las zonas planteadas
según
"standards" occidentales. tricluso las mujeres encuentran más fácilmente un em-
pleo a causa de la densidad de población. El hecho de que
la calidad de la vi-
vienda no es muy arta se vatora corno argo posítiro, pórqru,
rerativamente, es
una mejora. En Brasilia, en cambio, viviendas se evalúan como " jeores,
"rnejores,
a causa de la desadaptación social y la pobreza OL la organización públíca
espa-
cial. De hecho, el nivel de las viviendas era mucho más r:mportante sólo para
Ios diseñadores, en cambio, la animación del barrio como un todo y el aáceso a
las escuelas era mucho más importante para los futuros usuarios que para ¡os
112 diseñadores. El área de Bandeirante es la preferida, y va por delante de zonas
de nueva planta cbn modernas instalaciones (smith et áltr-19F1).
Lo mismo oCUrre con el barraquismo en Argentina,"'a vtces preferido a
la ciudad de nueva planta gracias a su ubicación junto al río, Ia vegetación y la
vida ¿l aire Iibre, y la presencia de niños y animales en abundancia.

/zu oegApr¡eurstlo

tuo

ffi**
s ^r¿\/f tr\
creloaaóx PE ESTATUS.
4uoo oa astMrucdN

Fig. 2.14. Argeniina, asentamiento de barracas y ciudad (de una descripción verbal en
MacErven 1972).

Esta área llega a tener carácter urbano y está considerada por los habi'
tantes de la ciudad como un lugar aparte. Dentro de Ia trama espacial del barra-
quismo, la zona más cercana a la ciudad está habitada por los grupos sociales
ya casi asimilados a la vida urbana, mientras que las zonas periféricas acogen
á los rec¡én llegados. Existen, además, enclaves sociales bien definidos, según
Ia distancia al centro (MacEwen 1972), valores culturales; selécción del hábitat,
estilos de vida, standards y signos simbÓlicos de identidad social.
r§?€?a- r EÉ-
f5T:11:§ ef-
Y:Vi:r:i É:
ixae:i¡
3- La cognición ambiental Llrlxt

7
,¡ Yr

que'
Existen dos significados diferentes del término cognición ambiental
primera aproxima'
aunque ,;i;;i;;r;;., ¡ón .on.eptualmente distintos. Como '
El primero
.ün, poUrfa decirse'que uno es ál psicológico y otro.el a.ntropológico'
na inituiOo trabalos rlcientes sobre la cogniciÓn ambiental y tuvo su origen
en
psicólosos .o*ó Bartlett t1967), Lewin t1936, 1951) y To\man t1948), asi como
i',a rec¡É¡do, ahora, las aportaciones importantes de la psicología del desarrollo,
en especial de Piaget ('1954, 1963; Piaget and lnhelder1962). La otra Iínea proviene
de la antropología del conocimiento (Tyter 't969; Spradley 1972) y no es muy
conocida a pesar de ser muy importante para la cognición ambiental. Existen
diferencias entre una y otra línea pero, en términos generales, puede considerarse
a ta primera como un caso más restringido de la antropología cognitiva.
Aunque ambas direcciones concuerdan en admitir que l-a--c-ognición rq-
laciona el individuo con su medio, la psicológica hace hincapié en el conocimiento
dél medio ambiente, mientras que la antropológica afirma que los procesos cog-
nitivos convierten el mundo en algo significativo, existieodo diferentes caminos
para conseguirlo. En este último caso, se trata más bien "'esde dar significado al
mundo y nó au conocerlo. Una consecuencia de todo ello que hay que realizar
este tipo de estudios interculturalmente en el tiempo y a través del tiempo ya
que loi significados que se dan al mundo son más variables que los medíos a
través de los cuales el mundo es conocido o, incluso usado'
La visión antropológica sugiere, pues, que el esquema mental (schemata),
las clasificaciones, las taxonomías y lo cognitivo son muy importantes para es-
tructurar y actuar en el mundo. Es necesario considerar las costumbres cogni-
tivas (si así pueden Ilamarse)-con el fin de entender la manbra a través de la cual
el medio ambiente es conocido y estructurado por el individuo. Las personas,
como organismos activos, adaptativos y buscadores de objetivos o fines, e-struc-
turan et-mundo a partir de tres factores esenciales: el organismo; €l medio
ambiental y el medio cultural, Ios cuales se interrelacionan a fin de conformar
representalion." cognitivas. En el presente capítulo, discutiré y relacionaré las
dos direccione"§ anuñciadas, pero como existe actualmente más material psico-
lógico, voy a empezar con la línea antropológica (véase Hapoport a en prensaJ.
. Existen varios aspectos que caracterizan la antropología cognitiva, al
rnenos cuando ésta se dedica a analizar el medio ambiente. La cognición es un
proceso taxonómico y el mundo obtiene significado a través de ser nombrado,
tlasificado y ordenado mediante determinados instrumentos conceptuales. Cada
cultura realiza este trabajo a su rnanera basándose en significados relativos, aun-
que existen algunas regularidades específicas de la especie humana' De ahí se
deducen dos consideraciones generales:
a) qué fenómenos son significativos en una cultura, y
ól cómo ésta organiza estos fenómenos (Tyler 1969), o sea, qué es lo
que se valora y cómo se selecciona y se organiza Io que se valora.

Ya he sugerido que, írunque existan difícultades teóricas acerca de la


1 separación entre percepcíón y cognicíón, ya que ambas incorporan procesos de
información (lttelson 1gZ3), y sabiendo que la percepción es un sistema activo
[Antrobus 1970), es útil hacer el análisis de ta'percepción a partir de una grada-
ción entre experiencia directa e indirecta. O sea que la situación en la ciudad
sólo llega a ser familiar cuanclo existe experiencia directa e, íncluso, los nombres,
significan mucho más cuando *l lugar es conocido y experimentado.
cognición viene del lirtín,
"llegar a saber,, y significa, a la vez, el pr.o-
ceso de llegar a comprender y o entendLr, y el produóto ó cosa conocida. Nuestro
objetivo es saber de qué mancra las personas otorgan si'gnificado al mundo fí-
sico, o sea, saber el esquema que usan para estructurar el medio ambiente en
su mente, y los efectos de torlo ello en el comportamiento y en el diseño.
Desde nuestra propia lormulación det tema en este iibro, está muy claro
que antes de evaluar debemos canocer, o sea que lo que se evalúa debe formar
parte de algún tipo de esquemr. La cognición es, entonces, una búsqueda de orden
y un proceso para imponer un orden, sabíendo que el tipo de orden variará sus-
tancialmente de grupo social a grupo social, según el *estilo cognitivo, de cada
grupo. Este tipo de orden implica el proceso dJabstracción y creación de con-
ceptos y esquemas que incluso los animates parecen poseer (Von Uexküll 1957;
Peters 1973). Por ejemplo, los ltatos parecen ser capaces de distinguir entre
«curvo» Y "r€cto", lo que parecL¡ exigir la existencia
de un esquema de referen-
cia (Hass 1970, pp.56-57). Los c,rganlsmos, pues, imponen un orden espacial,
social y temporal diferentes, pcro relacionados entre sí ya que han de coexistir
en la trama espacio-temporal dc un mismo mundo, y porque iodas las ordena-
ciones se apoyan en los misnro.s procesos de apréndiraje, memoria, identidad,
ubicación y orientación.
El acto cognitivo básico es el emplazamiento del individuo en su medio
fÍsico y en su medio social. Ello i¡¡pl¡sa la definición de varios lugares y varios
grupos sociales, lo que presuporle la idea de estar aquÍ, físicamente, más bien
que estar allá, o de ser nosotros nlás bien que ellos, en sentido social, con las
consecuencias obvias hacia ellos y entre ellos. Esta búsqueda de una coordina-
ción espacio'temporal de la inter relación social es algo ¡mportantísimo. Y es
importante no sólo porque capflc¡ta al individuo para conocer s¡¡ medio ambiente
'y darle significado, sino porque r:l diseño en sí mismo es la exprésión física y la
formalización de un esquema cognitivo. Tal esquema, que encontraremos una
y otra vez, toma la forma de "se!'1uro/no seguro,,
"usable/no usable,, etc. (Gould
and White 1974, pp.30-34). Más 1:eneralmente, y en relación al medio construido,
se podría sugerir que t¡ene lugar el proceso siguiente:

Fig. 3.1

El medio físico es ta expresión de categorías cognitivo-culturales, tales


como Io salvaje, el jardín, la ciuded (Tuan 1971), p,iutico, plivado, etc. (Bapoport
1972b),las cuales, si el medio anrbiente tiene realmente:significado, prodri"n
el esquema cognitivo apropiado. La prioridad de la organizáción conceptual está
claramente manifiesta en el caso de los aborígenes auétralianos, en los que existe
mt e§tructura cognitiva espacial, social y temporal sin el uso de objetos físicos il5
vallas, edificios, etc: (Rapoport 1972e). A nivel general, el medio arnbiente'
=r
::nstruido puede considerarse como fa formalización visible de un "ámbito étni- F-:€r I
Ef ::: ':
::" fGnger 1953, pp.92-100), o sea, un concepto no espacial relacionado con la tl;
ll.lt.
tr*':ura, Ios valores, los símbofos, el .status, el estilo de vida, etc. En muchas l. . I .';ír.-i LX ti.aJt
:,;as¡ones, no obstante las categorías cognitivas y los ámbitos pueden generar' Lr¡:;a-zs LáÍ¡:{.1

sm¡ivalenté§ medio-ambientales directos. Considerando el ejemplo'anterior de la


i=rencia entre la ciudad coloníaI y la ciudad índígena, se ha iomprobado que'.
*::ra distinción, en la lndia, puede relaciondrse fácilmente cón el sistema de clasi-
=r:¿ción usado y que el medio espacial corresponde a una estructura «etnose-
-á¡tica" (King 1974a, 1974b; Rapbport 1972e, en prensa a). En muchos ejemplos
r- heiho de ponér nombres es algo esencial, ya que'cón et fín de ordenar ef
-,Edío ambiente éste §e ideñtifica con los nombres de'los Iugares y de sus acti-
.'j¿des, dentro de cada grupo social específÍco. :

En lós casos cosmológicos, es muy frecuenie el uso de nombre§ (lá pa--


¿¡ra), Io qu_á equivale a.gre?r categorías cognitivas; por é¡empto, en el Génesis
;3!ico la creación no se'finalizó hasta que todas las cosas tuvieron su nombre
.Cox 1966, pp. 861 89-90, 252). Poner nombres afeóta igualmente la preferencia .'
-especto a cada fugar, sejún Ios signifióadós positivos o negat¡vos involucrados
en el nombre dado a cadá co'sa. r -r i ,.,
1-: Los áombres contienbn memoria y significádos para grupos sociales es-
pecífióós. El hecho de sí ól lenguaje afectá o ño la percépcióñ"es álgo:todavía
oscuro (Whorf 1956; Rápoport ánd Horowitz 1960; Berlin and Kay 1969; Stea
¿nd-Carson s.f., Lenneberg 1972; LIoyd 1972). Sin embargo, la rálaó¡ón entre el :
hecho de poner nombres'y el lenguaje y las categorías cognitiVa3 es'ün hecho ";
ctraro. Cfasificai"es un proceso bsénc¡al inherente-a la existencia humana a pesar
de que atgunoé'hayan argumdntado lo contrário. En retación al medio ambiente, i
es evidente que la clasificación vincu[a la expresión física con las categorías cog-
nitivás. Este hecho afectá la definición de ciudad en sí misma (Wheattey 1971;
Krapf-Askari 1969), fa estructuráción de las ciudades y la-estr'uciuración'áe los
rnedio ambientes como símbolos cósmicos (Wheatley l97lí Muller 1961; Eliade
1961; Rapoport 1969a; Fraser 1968; Rykwert s.f.). Más esiecíficamente: en el
Sur de ltalia, el medio ambiente se clasifica en ciudad y campo. El campo es el
elemento "exterior",, a pesar de que muchos ciudadanos son campesinos; la
ciudad es lo positivo. Esta división conceptual es un aúténtico medio de control
social con influencias en otras instituciones, en el comportamiento y en la estruc-
tura de |os asentámientos urbanos. La zona residencial se concentra y el control
socíal y familiar actúa desde Ia ciudad aunque el trabajo ée realice flera. La
tierra puede subdividirse, las casas de la ciudad no pueden subdividirse; como
Ias heredan las mujeres, los barrios y las ciudades se convierten en matriarca-
dos (Davis 1969). Poner nombres es importante también como ayuda para que
Ios usuarioS se sientan <en cESao. Los emigrantes no sólo seleccionan Iugares
análogos a los de origen sino que nombran Ios nuevos Iugares como los antiguos.
Así, en el Nuevo Mundo, encontramos nombres de ríos, montañas, pueblos, plan-
tas o animales, basados en la cultura de origen. En los paises con varias cul-
turas, vemos cómo los nombres lo reflejan (al igual que lo reffejaba ei espacio).
Nombrar es, pues, constru.ir u¡ "paisaje lingüístico" (Lowenthal 1971, p.242).
Ya hemos comentado antes el valor de los nombres en la compra-venta de vi-
viendas.
Un ejemplo minimo es et uso continuado de 6., Avenida, en Nueva York,
treinta años después de su cambio de nornbre. Un fenómeno más interesante
es la'dificultad que existe en el cambio de nombre de los barrios populares en ' '1

las ciudades. En Sydney, Australia, a mediados de 1g22, la Junta Geográfica


trató de cambiar los nombres de algunas zonas urbanas y se produjo una resis-
tencia enorm.e a[ cambio, actividad política, cartas y peticiones. El sentimiento
colectivo fue unánime al indicar que el cambio de nombre podia significar una
pérdida de identidad. En las zonas ricas, los habitantes dijeron que el cambio
de nombre anularÍa la diferencia entre estas zonas y las zonas más pobres. Se
las concretas divisiones espaciales
: .os de cada cultura se corresponden con categorización del esPacio Y de
Por ejemplo' la
- la vicla diaria' (Rose 1968)' a:
s clonlinios corresPondientes

, 'jtÉ;¡OA / Cotr,ÜNt0AD (o*r4


-,u rÉ(.2 s ) /,
Gu/,{'\r'9y ,/..
,/, C^sA
r/
,totco f euvaoo
'
'1 ,AYÁ(, CAS.A DE LA MMILIA

,'t* lq,z. t¡ )

¡¡J0la

(unrcn $6qA)
C¡LL¡

srATus ar-ro/ s-¡¡us E¿'Jo


(v* ac,. z.z.)

3.2. cuando se invierte e! se:::: c: l:s ei.claves en relación al status'


pueden
Fiq.
uuiiri iot tod¡got, los indicios, eic, ;' s''; ::':prensión

Consideremos la disilncij'¡ e-:-e i: calle y Ia vivienda. Pero la defini-


ciónde"calle»)á€sunresuita:cc:l¿caiegcrización'¿Ouéesunacalle?:un
j¿des;
espacio entre eáificios, o un lugar c:-'l a::.' ya que en este último
caso
una ptaza es también una calle. Lo n:,s-: p:c;'ía cecirse de los restaurantes,
viviendas, tabernas, cafés, casas i: :é, ::c. (i'é¿se capíiulo 5). Cualquier análisis
de este tipo t¡ene que tener en cuen:a lrs c:sl'r:5:es Cel comportamiento pÚ-

blico y la clasificaaión a.pu.ial f;'iic c: :s c:: ¡;cs cognitivo-culturales' Son


estos iipos de probtemut, ir. podrían: s =:í'?: c: la i:c'equivalencia funcional'
los que oscurecen estudios sobre Ia cal,e, ='22., =:: , qJ: podrían ser
muchísimo
me¡ores (Hudofsky 1969). Las cuestioi'r€s 3:')- c'.-:al:': ce las personas en una
calíe dada, están relacionadas con esta p:c: =-:: ::' _::.:sJ
El tiempo, como el espacio, el s.; ^,''-=.==: 1s ;, i: con.runicacior
118 se organizan tambten conceptualmente, o sea que existen categorías temporales.
Las diferencias culturales a gran escala (de naturaleza filosófica) toman, así, la
forma de orientáciones temporales, taxonomías entre el pasado y el futuro, li'
nealidad contra tiempo cíclico, etc. (Doob 1971; Yaker et alt. 1971; Green 1972;
Panoff 1969; Ortiz 1972,pp.136 y 137) y, así, todos los lenguajes establecen su
conceptualización temporal. Las imágenes temporales influyen en el medio am-
biente ya que el nivel de habitabilidad se relaciona con la cultura, y los valores
culturales del tiempo son unos indicadores excelentes del sistema de valores;
por ejemplo, en Occidente, el tiempo es lineal; en la lndia, en cambio, es cíclico
(Pande 1970), como ocurre en muchas de las culturas tradicionales. En el caso de
la India, esta concepción del tiempo ha preservado lugares y edificÍos que, de
otro modo, hubieran desaparecido por completo (Sopher 1964). Las orientacio'
nes conceptuales del tiempo varían, incluso, entre lnglaterra y Estados Unidos
y han producido una estructura perceptiva del paisaje muy diferente (Lowenthal
1968; Lowenthal and Prince 1964, 1965). Estas diferencias también han producido
diferentes organizaciones del tiempo a pequeña escala (H. B. Lee 1968).
El tiempo se estructura también a un nivel más cotidiano e inmediato.
A partir de la consideración general de que el tiempo es valioso, éste puede
utilizarse de maneras muy diversas. A causa de la limitación de un tiempo total,
el ritmo de las aótividades y su sincronización af ectará qué partes de Ia ciudad
son observadas, durante qué horas, bajo qué actitud, etc., y todo ello afectará,
a'su vez, el desarrollo del esquema cognitivo de Ia ciudad. Los ritmos tempo-
rales de los diferentes grupos sociales de la ciudad necesitan ser considerados
y sincronizados, ya que el tiempo aísla o relaciona a Ia gente al igual que el espacio
(MacMurray 1971,pp.202.203). Existe un tiempo social y un espacio social (Ya-
ker et alt. 1971,p.75). Los ritmos temporales equivocados y la inapropiada sin'
cronización de las actividades influirá en el uso del medio ambiente y en la falta
de contacto entre los grupos sociales, o en el contacto con grupos inadecuados
y, por tanto, en la tensión psicosocial (sfress].
La cognición, en su sentido antropológico, tiene que ver con la construc'
ción de lugares o sociales-, definiendo lo que se realiza, en dónde
y cuándo, quién -físicos
está allí o aquí, y cuál es la diferencia entre aquí y allí. Podríamos
elaborar este proceso con detalle (Bapoport en prensa a), pero lo importante ya
ha sido dicho, y ahora quisiera tratar de nuevo algunos aspectos psicológicos
de Ia cognición ambÍental (Neisser 1967; Moore and Hart f97l;lttelson 1973; Moore
and Golledge en prensa).
Gran parte de este trabajo intenta describir cómo la §ente entiende su
vida cotidiana. Dado un medio ambiente que no ha'sido diseñado por sus usua-
rios, ¿cómo Io interpretan y lo usan? Este proceso implica categor¡zación (Craik
1968) en el sentido amplio ya definido. La cognición ambiental, por lo tanto, trata
sobre la clasificación de los elementos ambientales, las interrelaciones entre
estos elementos.(distancias y sistema direcóionales) y la representación global
o esquema que sirve de medio de orientación de las personas en un trozo de
nrundo.
Existen pruebas sobre la presencia de un sistema de "ubicación" (loca-
:':,':J en los mapas o esquemas mentales producidos por el cerebro humano.
ls:e sistema es muy primario, ya que también existe en los animales, y podría
:-¿:erse de un sistema inconsciente y flexible; se apoya en la experiencia espa-
: a, en la locomoción y en la orientación espaciales (Kaplan 1970). El aspecto
:ás'co es el de la existenc¡¿ ds «procesos de mapificación,, a través de los
:-:':s ia gente identifica dominios espaciales, define su lugar en ellos,'se orienta
:- :' especio y se mueve a través del mismo
Es ciertamente muy importante para cu'alquier organismo saber dónde
es:á .' :-é i'a a ser Io próximo que ocurrirá, antes de que puedan conocer,si las
coses s:'¡ buenas o malas y puedan actuar de acuerdo (Kaplan 1971). Esto último
per-terece a ia evaluación (capítulo 2), lo primero pertenece a la pslcología del
medio a;:Sierie en su aspecto cognitivo. En otras palabras, si el organismo debe
estar preparaCo para actuar, la pauta espacio-temporal de referencia correspon-
:::te es algo esencial para é1. Aunque los animales encuentran su Iugar en el
:.:acio, definen trayectorias y recuerdan dichas trayectorias entre lugares
-:n Uexküll 1957; Tolman 1948; Peters 1973), no usan esquemas culturales cog-
-:ivos para lograrlo. La gente tiene una coniiencia muy desarrollada de su situa-
: in en el espacio y en el tiempo. Sentirse perdido es algo muy desagradable
:":'a cualquier organismo. La habilidad para moverse inteligentemente, vísuali-
:::do Ia posición espacial y teniendo mapas conceptuales de los puntos de des-
:'io y de salida, es algo que todos los organismos buscan. Los nombres de los
-gares son medios importantes para crear sistemas espaciales y temporales
:: orientación. La identificación de Ios Iugares está asimismo relacionada con
ls usos y las diferencias perceptuales, el afecto, la identidad social y el status
.:{allowell 1955). En todo ello, el medio ambiente cognitivo y subjetivo ha de
:orresponderse en algo con el medio real, ya que sin esta correspondencia la
;ente ya se hubiera muerto (Sprout and Sprout 1956).
Una de las funciones esenciales de estos procesos cognitivos es la de
reducir la información y la de convertir Ia base caótica de un medio ambiente
:ualquiera en algo manejable, predecibte y mínimamente ordenado.
La categorización cognitiva no es, púes, algo diferente de la organiza-
ción de las costumbres sociales, que simplífican la vida al convertir el encuentro
social en algo más familiar y más habitual (cultura como hábíto). De la misma
manera que la gente sabe cómo comer, beber, vestir, usar la voz y actuar. en
público, sabe también cómo usar el medio ambiente eficazmente. Todos estos
procesos cognitivos son, pues, maneras de reducir o de simplificar la información
a través de Ia imposición de una estiuctura en el medio ambiente. El medio
conocido y sus representaciones cognitivas son simplificaciones del medio am-
biente real. Al existir rutinas y usar sólo parte de la información, evitando
información sobre algunos aspectos del medío, es necesario consumir menos
esfuerzo consciente

Las imágenes del medio urbano

Las imágenes son modalidades en sí específicas, y que a menudo van


más allá de la conciencia. Las imágenes sintetizan informaciones concretas e in-
formaciones abstractas. Las primeras incluyen sistemas paralelos de estructura-
ción de la información; las segundas, procesos secuencialés. Todas las imágenes,
sin embargo, son esquemáticas y, por lo tanto, formadas a través de la integra-
ción de muchos elementos aislados (Segal 1971). Controlan la asimilación de
los acontecimientos perceptivos, por ejemplo, y sólo los que se acomodan a las
imágenes 5s¡ "percib¡dss, (Boulding 1956J pero, como al mismo tiempo las imá-
genes se cotejan con el mundo real (Miller, Gallanter and Pribram 1960), pueden
cambiar eventualmente cuando existe información compatible. .
Las imágenes y los esquemas juegan un papel muy importante en la
cognición ambiental y se intercambian a menudo unos con otros. Las imágenes
se consideran así como representaciones mentales de aquellas partes de la rea-
lidad conocidas a través de una experiencia directa o indirecta, agrupando ciertos
determinantes del medio y combinándolos según ciertas reglas (Harrison and
Sarre 1971). Parece más útil considerar las imágenes como influenciando a los
esquemas cognitivos como, por ejemplo, mapas mentales, de la misma manera
que éstos afectan la evaluación ambiental. Un tipo importante de imágenes usa-
das dentro de la perspectiva de los esquemas mentales son las imágenes urbanas
(Lynch'1960; De Jonge 1962; Gulick 1963), las cuales han sabido jugar, y juegan,
un papel importante en el desarrollo de la cognición ambíental.
Lynch (1960) estaba profundamente interesado en conocer cómo la gente
entendía la estructura de las ciudades y su uso. Existían dos cuestiones esen-
ciales por resolver: primero, si la gente conocía menialrnente la estructura física
del medio y, segundo, qué caracteristicas tenÍan en cuenta y hasta qué punto
I fueron apenas mencionados (Rozelle and
,'lar en otras ciudades'
Baxter 1972)' aunque esto pocría
:'l
EstoseríaunapruebadequeaunqueLync.h{1960)sugirióqueexistían
estructura y significado'
.s componentes .n"üJ in*g.n.,1971)'uruunrr, ideÁti¿ad,
Colorado'
rn estudio de Englewood' (uniqueness)
: hecho olvidó fa ¡ltllla iC'*"originalidad 'n
con respecto al contexto
: detectó que los di;";;, con
, udan a la imaginación'
:

eme"to:,
Los si s n if icados avudan a I os e I
:-::l^:1""t111:
l*; r;;' sisniricados :¿'11ti:?,
personales ::f
(cuando
:artirse o':;,:rt;,J:;";;r;á";á.'rr
(Rapoport lszoc y" capítulo 6)' En el último ejem-
s: convierten en asoc'lácibnes) no eran inrportantes; en cambio' el
sig-
:lc citado, las asociaciones personales y, sobre todo; en los
-tÍicado fue usado lo, noáor, en los p'unior de. interés importante que su apa-
"n físicos fue más
:istritos. La ubicación de los elementos más importantes (en el estudio de
:;encia y los itine"'iot eran los elementos los terceros' después de los edi.
eran
Houston, por el contrario; los itinerarios Los significados estaban relaciona'
:icios y de la estru.i*' étnural de fu ci'áa¿)'
Para la ma-
Cos con la economía y no estaban
*rV t.JrCionados Jon la ciudad'1972J' Todo Io
and Howard
de la gente, el significacio era uf "" iff'rrison que la imas-en
','oría
i;;;:;;;;J.rrú,rr,.i J.iurru, de curtura a curtura, pero parece
la edad, sexo, étnica y educaciÓn' mas
es algo más conrplic'ado que varía co.n grupo social en la
rnonumental de cada
las diferen"irr..giin uf uro y el valor (wood t969)' todo
ciudad, como.n .urá'de ta'plaza prí;.¡;;i ;ñ Ám¿rica latinaurbanas con todos
"r reiafionar las imágenes
ello acentúa la importancia que tiene
los clemás aspectos de la'cognición ambiental'

------ --7
LINDE

rl¡¡ek¡(lo 0
PASO

Fig. 3.4.

coincide con la
Para los diseñadores urbanos' la noción de'imagen"
más recientes no han reper-
definición dada por iyncn, y muchos otros estudios
limitaciones' además de la
cutido en el proceso del diÁeño. Esto comporta otras
excesivo en la "lectura"'
citada,sobre el significado. La primera es el acento 4)'La segunda se
(véase capítulo
más que en la ".o*ft..¡iO.d, de la.imagen
nodo, puntos de.interés, már-
refiere a Ia debilidad de Ias categorías fármales de
recurriendo a las nociones
genes, itinerario y distrito, lo cuál podria clarificarse
anteriornrente'
!enerales de cognición introducidas
El problema mayor es que estas categorías han sido definidas pof el investi-
clasificación o grupo de
gador e ignoran la variabilidad inherente a cualquier
no se tienen en cuenta'
definiciones. Los esquemas cognitivos del usuario la relatividad de estas
Además, a un nivel intercultural se pone de manlfiesto
valles son regiones rodeadas ie
cinco categorías. Por ejemplo, en el oeste, los son las colinas cor-
colinas, mientras qu" iuru'los indios yurok Io inrportante djferente [werth-
fornradas por valtes, lo cual implica rá "rqr"ra
cognitivo
man 1920J' Los lugares significativos (landmarks) dependen parcialmente
de
variables socioculturales: usos, significados, nombres, asociaciones
cÍas, tanto como de la estructura visual y perceptiva. Su defin¡ción,
y preferen-
aiemás, varÍa
con el tiempo (Gulick .l963; SÍeverts 1g67, l96g; Goodey
et alt. 1921).
subjetivanrente, er mísmo eremento fisico puede utirizarse
..1ímjte" (edge) o como itínerario (path), como
dependiendo,Ln parte, del orol, del usua-
:': (con coche versus peatón). La edad, lá saluJ
movilidad y un camino para los jóvenes puede V'el salario pueden afectar Ia
ser una frontera para los viejos
Ios niños o los tullídos. EI tipo db transporte
usado ta pie, en coche, etc.) y ta
díreccíón pueden también influir en el esquu*,
.ognitiro.
Las carreteras muchas veces actúan como
como tales' En el West End de Boston las
fronteras y son tratadas
carreteias periféricas fueron defi-
nidas como caminos por ros transeúnte. y
La remodelación.de cambridge Road,"n
ro*o rronturu, por ros residentes.
me¡oió er paso motorizado pero
convirtió la carretera en una frontera para ]szo,
ros u.urr¡o., con ro que se produjo
un aislamiento físico y simbóríco entre_ ras zonas (Gans
una distinción similar se descubrió en sydnuv 1g72, pp.300,302).
la misma estructura cognitiva descrita. incluéo .on i".p"cto a una carretera con
en rás Angeles, las carreteras
se consideran fro-nteras por parte de los residentes (Everitt
1972)' Esto significa que la clasificación and Cadwallader
debe descubr¡rse y no imponerse. Asi-
mismo, la categoría
"distrito, se define como-á*r-r¿u bien ampria desde
dentro de la cual, uno puede percibir las
diferencias con las zonas limítrofes.
Pero, una vez más, esta definición puede
variar.rujáiirrrente mucho. Los
"nodos" son como pequeños distritbs, y se distinguen de eilos gracias a su
importancia, por lo que su definición ímplica
Distintos elementos pueden utilizarse en
el juego entre muchas variables.
diferentls áscalas o niveles dei pro-
blema, y diferentes categorÍas pueden aplicarse
que una plaza de mercado puede ser a los mismos elementos, o sea
un -nodo,, un área diferenciada det resto,
un centro entre itinerarios, un conjunto de lÍmiies y
1971_) o-, incluso, puede convertjrse
monumentos (porteous
én ,n monumento como un todo (Les Ha¡es
en París o Covent Garden en 'Londres).
Por lo tanto, estos elementos pueden variar
asociaciones sin importancia en Englewood, según et grupo sociar, y
Colorado iHarrison and Sare 1972)
pueden llegar a ser básicas en otrJs
Iugares (portááus por otra parte,
los puntos significativos (landmarks) vaiían Oe personá rcZlJ.
anciana usa muchas veces monumentos inexistentes a persona. La gente
como puntos de referen-
cia, y los jóvenes usan proyectos nuevos completamente
generaciones [Porteous 1g7r; Bapoport ígnorados por otras
1g73d). La estructura de ras activida-
des puede cambia¡ los elementos significatívos (vease
tapíturo. s).
Por Io tanto, debido a ra varlabiridad ¿e los
una ambigüedad inherente a tos misÁos (Barthes
r¡.trrr. cognitivos, existe
1g70_1g?1). por eiemplo, un
elemento tal como.-el Bull Ring de Birmingham puede
trito o punto significativo,. y un gran edifióio pulde cons¡derarse un "nodo,, dis-
o categoría' un nddo puede set un monumento, sei Lmuien cualquier nodo
un Iímite, un itinerario o un dis-
trito [Goodey et alt. i97f , pp. 41-42), y la definiciOn
áe áistrito también varía. 'prr_
Las imágenes urbanas no son sóro visuates:
i cipan en ellas y están. afectadas por todos lo, ,rniiJo,
:an su peso con la edad, la educación, gr::ilgnes no experimentables que aumen-
habilidadu., lo.-L"tores socioculturales,
lcs valores simbólicos, los connotativos
de grupos e individuos, las variaciones
e¡ la estructura de sus actividades, comportamiento sociat, etc., por ro que,
-"i a través de esquemas cognitivos una plaza se clasifica como
:- s:rá lo mismo que si se crasifica como zona de estar, comer, zona de paso,
..a:'er. Por tanto, aunque el trabajo de Lynch beber y
,r;d"
:e-:ariia' no puede tomarse comó estructura universal sin cá-nsioerarse como punto
irné;e-es reales de ros diferentes grupos sociares analizar antes tas
e individuos.
E-<tas imágenes dependen áe ta categor¡ir.¡dn-cognitiva,
de fan,,"aricad, asimiritud o no sim¡titrd,.r¡tr-oq en términos
secuer¡cla ce movimientos, etc. La extensión
turpor.res, tipo de actividades,
oel espá.io ou comportamiento
Estos mapas no son realmente mapas mentales puesto que están
realizaCos por geógrafos. Esto es más grave cuando pensamos que los no geó-
grafos generan mapas mentales diferentes de la misma zona, como por ejemplo
lcs l'{etv England States (Stea 1969). Yo interpreto el término mapas mentales
conio lcs producidos por los individuos por sí mismos, reflejando sus preferencias
aíec:l','as, simbólicas y significativas, aunque se está hoy afirmando que no
ex;sten realmente mapas mentales como tales.
Los mapas mentales son transformaciones psicológicas a través de
les cuales Ia gente adquiere, codifica, recuerda y decodifica información acerca
Ce su medio ambiente espacial, o sea las distancias relativas, direcciones, com-
binación de elementos, etc. (Downs and Stea 1973). Pueden llamarse, asimismo,
mapas cognitivos [Tolman 1948; y también Trowbridge 1913).
Los mapas mentales, como los de los geógrafos, ayudan al indivíduo,
que sólo conoce Io cercano, a operar a distancia. Los atributos de distancia
dirección, etc., se transforman en formas simbólicas simplificadas que pueden
fácilmente captarse como sistema de relaciones. Estas formas simbólicas ayudan
al individuo a comprender y a usar su medio ambiente. Los mapas de los geó-
grafos, los mapas de la gente primitiva y los mapas cognitivos son estructural-
mente análogos y sus diferencias son sólo de grado (Hallorvell 1955).
Por ejemplo, los mapas son expresiones físicas de Ios mapas mentales,
de la misma manera que los espacios construidos son formulaciones físicas de
conceptos espaciales. Tal tipo de mapas se distorsionan fácilmente a través de
simbolismos míticos. Becordemos la visión popular del New Yorker, sobre la
concepción en Estados Unidos de los mapas medievales con Jerusalén en el
centro, y otros muchos casos con un omphalos axis mundi, o lo que sea (Adler
1911), reflejando juicios sobre preferencia, importancia, socialidad, centralidad,
etcétera.
Otros mapas primitivos eran guías de itinerarios y muestran carreteras
'de líneas rectas, con elementos o "citaciones" del país a ambos lados de las
carreteras (Crone 1962). Tiendén a ignorar las direcciones y se basan en caminos,
cruces de caminos y cambios de dirección (en muchos casos la gente hoy sigue
este mismo método). En los mapas de área's extensas, se solía distorsionar la
forma a partir de prejuicios, como el de los griegos sobre la simetrÍa (Craik
1970, p.90). Los actuales mapas de propaganda todavía utilizan la misma estruc-
tura mítica, con Iugar central y relaciones a base de itinerarios.
Obviamente todos los mapas, tanto los mentales como los otros, tratan
de expresar Iá identidad, fa ubicación, la orientación y las diferencias culturales
de lo que se cita, y también la estructura que relaciona estog.elementos el
sistema de imbricación que los coordina, lo cual era ya una conseLuencia directa
de nuestra discusión sobre cognición (Sapir 1958). Los mapas de los pueblos
"primitivos» contienen muchas veces elementos no pragmáticos, normalmente
sagrados y rituales, con inclusión de Ia tierra de los antepasados, el paraísc o el
infierno (Hallowell 1955; Ohnuki-Tierney 1972). La diferencia entre este tipo de
mapas y los actuales no es el aumento de conocimiento sino el diferente estilo
de conocimiento (del cual el mismo conocimiento aumentado es una parte)
con diferentes motivaciones, actitudes, expectaciones y diferentes tipos de acti-
vidades, exigiendo todas ellas diferentes tipos de mapas. Los mapas primitivos
expresan mediante itinerarios la unión entre diferentes puntos. Estos lugares
fijos pueden ser pozos, lugares sagrados, ríos, etc.; los índices temporales pueden
:eemplazar las distancias.
Aunque algunos mapas sirven para localizar lugares de caza, fuentes,
:::., la mayorÍa de mapas primitivos tienden a mostrar características rituales.
*-a s':il:tud entre estos mapas y los mapas urbanos es que ambos son combi-
na::: :e elementos en la mente, coincidiendo con caracterÍsticas básicas del
med': a:-:'snte, que son elementos naturales en el caso de los primitivos, y
elerne:::s;:':aros en el caso de los mapas urbanos (Bapoport 1g72e).
; -"sortancia de los mapas mentales, sus distorsiones, etc., radica
en que el :::-::;'tamiento humano depende parcialmente de ellos Uackson and
!25
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II VÉA}¿,Á UD. ÍAUBIE¡
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^}]s¿f{os

NUEVA qUINEA

SAT,{OA

ii ¡¡s rsuos paq,qorsí¡c¡s

Fig. 3.5. Ejemplo de mapa mental basado en criterios turísticos- de romanticismo y vida
na-tural, más qúe en distancias físicas (de un anuncio de Air paó¡f¡c en The Australian,
13 enero de 1972).

Johnston 1974). Por ejemplo, una de las actividades más ímportantes de las
clases trabajadoras en Lima es el fútbol y tiene lugar en zonas que se nombran
con relación a Ios orígenes de los jugadores. Estos lugares son desconocidos
para la clase media y alta, no obstante son tan importantes para aquellos que
lo usan Que.si uno no ha pisado su polvo, no conoce la Lima de hoy" (Doughty
1970, pp.37 y 38). Los mapas mentales de estos dos grupos sociales serían muy
diferentes, y muy diferentes también los espacios de comportamiento tenidos
en cuenta, y los mapas mentales sucesivos. La ignorancia contenida en estos
mapas puede invalidar las previsiones de lugares recreativos, barrios, relaciones
sociales, viajes, etc. Las diferentes lagunas mentales en Ios diferentes mapas
mentales correspondientes a las dístintas clases sociales son aspectos esenciales
en el diseño y en la remodelación, ya que producen un peso relativo muy dife-
renté entre los elementos del medio ambiente.
En Ciudad Guyana, por ejemplo, los diseñadores pusieron énfasis en la
topografÍa, que no existe en los mapas mentales de los usuarios, y lo mismo
ocurría con la imagen del centro de la ciudad (Lynch 1972, pp. 20'21). Los mapas
mentales extensos afectan también los viajes por el área representada (Peattíe
1972).
No puede afirmarse que los mapas mentales existan siempre pero,
claramente, la gente aclúa a través de un tipo de esguema cognitivo. Por eiemplo.
ex¡sten diferentes ínterpretaciones del por qué los diferentes grupos sociales
reducsn su comportamiento espacial a algunas zonas de la ciudad solamente'
Las explicaciones se basan en ias diferencias socioculturales o en la limitación
Ce sus mapas mentales. Se ha sugerido que ambos factores actúan simultánea
\ menie, por fo que los diferentes grupos emplean símbolos básicos para vivír
entre sus iguales tan cerca como sea posible de los grupos sociales tenidos
por superiores. La limitación de su conocimiento en las ciudades proviene de
estemecanismo(Adamsr969).Esteargumentoparecebastanteválidoyla
gente en Christchurch (N.2.) tiene mapas mentales -sectoriales de acuerdo con
su Iimitación en la experiencia del medio ambiente (Johnston 1971a, 1971b; Lee
fg7lb). Et punto más interesante es que la preferencia y la selección del hábitat
están det¡m¡tadas y afectadas por los esquemas cognitivos y por los mapas
mentales que la gente tiene de las ciudades. i

El hecho- de que el comportamiento esté más directamente relacionado


con los mapas cognitivos que con Ios mapas físicos (MacKay, Olshavsky and
Sentell 197.5), sig-nifica que las zonaS auSentes, las irregularidades y Ias
especificidaAés eñ los mapas de cada grupo deben ser conocidas y analizadas.
Las variaciones de estos mapas se relacionan con la estructura física de la
ciudad, el Iugar de residencia, la' pertenencia a grupos Sociales diferentes'
;;¡i;; de tánsporte, etc. Las zonas blancas son a veces expresiónendelaáreas
. impopulares o indeseadas, como en el caso de Lima. Ocurre igual bahia
de San Francisco, donde la gente parece sólo darse cuenta de Ios Iugares agra'
muy
dables. En Sydney se ignorán los suburbios del oeste, por considerarla zona
desagradable. Sií embárgo, la mitad de la población vive allí y contiene
lugares
muy ágradabtes. En Milwáukee, la zona Este y ta zona Sur son también exclusivas'
En parte todo ello es un hecho necesario. La gente nunca tiene un
mapa claro del total de cualquier cíudad. Hoy, cuando la gente vive en connur-
baciones y zonas urbanas, soJamente es posible experimentar parte de la ciudad
y nunca puede visualizarse el todo. Como una de las funciones de los mapas
mentates es la simplificación, las zonas en blanco y las omisiones son impor'
tantes. Esto está cómprobado en et caso de los niños, qUe poseen una correlación
negativa entre et tamaño de la comunidad y el detalle de sus mapas cognitivos
IGump 1972; Wright 1969, 1970).
La gente sólo usa parte de ta ciudad y sólo actÚa en algunos lugares con-
cretos, ignoándo el resto. La gente recuerda el todo a través de una parte mí'
nima y slmbólica. Nueva York sugiere los rascacielos y la Estatua d.e- la Libertad'
aunque sean una parte mínima de la ciudad. Existen, al respecto, diferencias
importantes entre los visitantes y los residentes: según estos último-s, existen
elementos muy conocidos en el centro de Manhattan, como el Times Square'
el Bockefeller center y Ia 5." Avenida. Los rascacielos deben formar parte del
mapa mental, pero amplias zonas de Bronx, Queens, Brooklyn, etc., son ferra
incognita (Milgram 19?0, p. 1468; Milgram et alt' 1972)'
- Similarmente, Río de Janeiro significa Gopacabana y Sugarloaf; París,
la Torre Eiffel, el Sena y Montmartre. O sea que las ciudades se recuerdan a través
de sus símbotos. lncluso en lpswitch, una ciudad pequeña con un pequeño
centro medievat, la representación se hizo a base de algunos elementos simbó'
ltcos de ru ceniro (Wilmott 1967, p.393). Es útil observar anuncios en'los aero-
puertos para detectar estos elementos simbólicos (por ejemplo, Ia incorpora'
.,On Oe ia Opera, en Sydney). Estos elementos son una parte impo¡tante del
:aisaje simbbl¡co. Cuando estos elementos desaparecen, las ciudades pierden
: bren imaginabilidad (imageabitity), o bien legibilidad (legibility) (Barthes '1970'
13i'1; Lynch 1960).
Los mapas mentales están constituidos por dos clases de elementos:
los c:l-.¡cidos por tos no residentes y por la mayoría de residentes, excepto por
una m;rc:'ía inmóvil y extraordinariamente deprivada, y los elementos locales,
con valer reconocidó solamente por grupos específicos de residentes. Existe,
pues, una jerarquía de elementos rememorables con diferente significación
y atractivo para varios grupos.
Estos erementos pueden ser áreas (Left
VillageJ, factores topográficos (sydney'uaruour, soho, Beacon Hifr, Green.
Bank,
"''ich Berkerey Hiils, sugarroaf)
=dificios o estructuras IGorJen Gate, ra caia der parramento,
::loj Bíg Ben; el puente del puerto y la Opera Ln lonar""s, y su
Uouse en Sydney; la Torre Eíffel),
-r grupo de edificios (San Giminiano, Manhattan Skylíne) o caminos (las t -:
:rstas elevadas en Los Angeles), aunque auto-
de hecho Lstos elementos son límitados
'Taylor 1973' p' 301)' A esJala Iocal todavra
i:davía menores compartiendo erementos, existe más variab¡lidad cán grupos
que. a esta escara responden a un
:rado de satisfacción mayor (Wilson lg62;
iodgers 1973). A:r q.r? rós mapas cognitívos, lansing et alt. 1g70; Marans and
';n vínculo entre ra vivienda y ra cíudad, rl
u.iu escara rnenor proporcionan
i¡s debe ser considerada con detenimiento. v ¿lsáá.r, t";"rurquía totar de eremen-
Por lo tanto, exíste una simplif¡cacion
:laboración muy variable a nivel local. de la ciudad a nivel general y una
El centro de la c¡udad es ampliamente
conocido' pero se connota símbólicamente
apuntando a diferencias impbrtantes
de oisiinta manera Iprokop rg6zJ,
de u-sr. p.r''"l.rpro, en paris, ras crases
:rabaiadoras ven el centro iuera
de su órbita ;i.;i;r. que los suburbios perifé-
:icos son desconocidos para Ia crase
aita y mecia (lamy i967). La diferencia
gue los elementos localés
.Jlo rmportante. prü los residentes. El compor-es
:amiento recreativo, por eiemplo, "on es el resultadá de Ia interacción entre pre-
ferencias particurare. y .ánoáimiento
de oportuniJa¿es (Mercer i97ra), en-
carnado en ros rnapas mentares. Este
comportamiento, por tanto, variará con
la residencia, con el transporte Áado, etc. (l\4erc
preferéncias seguirán más bien er 1921b), míentras que las
el estilo de vída.
No son sólo los elementos.físicos los que
tales' Los símbolismos, los significado", actúan en los mapas men-
la congruencia entre forma y áctiriaaA,
rá. ..;";;.".ocíoculturales, el contexto,
ellos' por l, ."g;iJuál
ro tanto, Nueva yárk puede cons¡aárar;;-;;,r" influirán también
"t"., frenética, sucia y en pe-
iigrosa, y este estereotipo pueoá e*ten¿erse
a un pais srr(s¡u'
entero, tal
ta¡ como se
sr ha
demostrado en Austrariá ¡aerry rgág).
Por ejempro, predije que Les. Hailes,
estaban estructuradas en rá¡r.¡on a
en parís, antes de ser destruidas,
tiempos y ,"¡t*;;;ícricos, con er oror, Ias
flores, las prostitutas y los hoteles, actuando
arquitectónica. Harrey street, en Londres, conjuntamente con Ia estructura
i.*ipoiu
un simple nombre y sin conocer su "á rn oirr, un
forma fisica.
ros mapas como
áreas, corno soho,
el olor y el comercio..pueden jugar un papel
determinante en el recuerdo
[y en el bazar oriental).
La construcción de mapas cognitivos
incorpora úña ampria variedad
de estimulos. Siguie.ndo el ejemplo (capítulo
un mapa cognitivo (wailace 1965), voy.?
l) de.óro un conductor construye
describir mi propio recuerdo der cambio
de nretro en sydney, en Ia linea de
"North shore, eltre ras estaciones
'Gordon" y tRedfern,, transport. lr* he usado tres dias a ra semana de
tres años. como es naiurar, p'ro.rrrb. tener durante
indicios uci
¡rrv¡v¡vo de cuando estaba a punto
de llegar a mi estación de destino

Al principio uno se fía de la visión, especialmente


- Ios nombres de Ias estaciones, reireros del material escrito, o sea
de Ias tienáas, ig[esias, nombres
de lugares' y otros elementos físicos como
vistas sobre er mar, er puerto en sí,mismo, lor-"Jii-¡"ios, torres de televisión
parques, y determinadas zonas residenciales. uriopiri* erevadas,
v¡vysvqo, pu''tE
puentes,
Gradualmente ros indicios espac;ares
- North ";.i; ",
juego: entre chatswood y
sydney un_espacio ,,,ptio sin estocionu.,'.áí,prrado
usual' La ubicación espaciaI de las esiaciones con eI espacio
está encajonada,.Milson's Point y central también varía: North sydney
dores en un punto destacado.
strtion ,e- uteuun sobre los alrede-
_- Existen indicios temporares,
como tiempo entre estación y estación. Los
_er
correspondientes a North sydney, chatsr.¿ócd,
tienden a ser mucho más rárgos, determinandowvrv*o y ra Estación centrar
rugares destacados.
-, ado de su zona de residencia y un nombre, Sydney. con un contenido
-:rrente esquemático (King 1971b), sin un mapa mental preciso.
El estudio sobre siete turistas indonesios en Sydney es sugestivo [Bunker
--]. lncluso en un grupo tan pequeño, los arquitectos se fijaron en los rasca-
: -s y en visiones de áreas de conjunto, mientras que los ingenieros recor'
-:r edificios específicos y proyectos concretos. Los visitantes consiguieron
::ier una impresión general bastante exacta. Las características esenciales
= :sta impresión fueron: la intensa actividad, el movimiento,
la sensación de
,:;jo intenso, los altos edificios, falta de espacio abierto y los sentimientos
-: cerradoS de la gente. La topografía, el paseo fácil y las hermosas vistas y
.:¡n también elementos importantes de su experiencia. Los más citados
='¿ridos fueron: el Harbor Bridge, la Opera House, el Botanical
Garden, el
:= Park, el Town Hall, el Australia Square y otros edificios notables. Entre
:cs puntos importantes, los visitantes trazaron un esquema de calles bastante
jrto que sirvió, además, para localizar otros elementos Y para distinguir Sydney
= l..1elbourne.
La importancia de la estructura de calles se confirma con un estudio
-::nparativo en Holanda (De Jonge f962). En una trama homogénea de calles, la
::¡te evita perde'rse a base de fijarse en detalles mínimos -las personaS--- Y
::niendo el acento en los valores sociales asociativos. En zonas con esquemas
-ás articulados y heterogéneos, las personas se orientan con mayor facilidad.
-t área con calles curvas convierte ta orientación en algo muy difícil. Por tanto,
:s mapas mentales son más claros cuando existe un esquema regularizado
:e calles, diferencias entre los edificios e itinerarios dominantes. Cuando el
:squema no es claro, de nuevo los edificios síngulares y otros detalles tienen
rtportanc¡a, Los esquemas semirregulares se regularizan del todo. Angulos
-ectos y semicírculos son elementos fácilmente memorizables; ángulos pequeños
i,curvas en cuarto de círqulo son difíciles de recordar. Las dificultades aumentan
cuando los elementos son monótonos, o bien cuando el esquema de las calles
es muy irregular, especialmente si incluye trazados curvos.
Todo ello puede cambiar con la cultura, ya que los mapas mentales de-
penden del asentamiento físico y de las asociaciones socioculturales. En el
Líbano se recuerdan especialmente tas diferentes áreas de la ciudad y no los iti'
nerarios o los monumentos (Gulick 1963). Esto es el reflejo de las ciudades
musulmanas tradicionales, con enclaves étnico-religiosos bien diferenciados e,
incluso, lo que en otra cultura sería un edificio, aquí es ün distrito completo
(ejemplo: las mezquitas y los souks,l (Brown 1973; Weulersse 1934). Esta dis'
tinción de distritos es importante en Ia evaluación, en la percepción y en Ia cog-
n ición.
En vez de estructurar el mapa mental a partir de itinerarios y puntos
de referencia, se organiza la imagen en áreas (todavía más en Japón), o Sea
que es un ejemplo de diferente estilo cognitivo, aunque también puede influir la
diferente forma urbana (Rapoport en prensa a). En el caso de México, el vecindario
es un elemento esencial. La persistencia de este hecho es sorprendente si com-
paramos'la ciudad azteca, con su calputlin, con las ciudades contemporáneas. La
estructura de una ciudad pequeña, como la de Tlayacapan, con su plaza central,
con la iglesia, con la clasificación en cuatro distritos, con 26 barrios en total, cada
Uno con su iglesia, y cada uno representando un grupo social con una unidad
de parentesco y reflejando Ia estructura temporal y social, es una estructura
similar a la de la ciudad azleca de Tenochtitlán (lngham 1971).
; En el caso de San Cristóbal, esta estructura no sólo refleja un esquema
cognitivo sino que conforma por completo el mapa mental de la ciudad (Wood
1969). La plaza es aquí el centro simbólico, en el que confluyen los itinerarios
principales. Existen claras reglas relacionando las habitaciones de la casa, las
casas entre sÍ y los bar;ios entre sÍ, haciendo hincapié en la tradición centro'
americana; sabemos. además, que la religión refuerza esta jerarquía espacio'
temporal. Cada barrio tiene su propia personalidad y su artesanía, y varía en
fornla, en color y en sonido.
132 (topológicas, euclídeas y proyectivas), sistemas de representación, sistemas
de referencias y tipos de representación topográfica (ruta o panorámica)
(Hart and Moore 197f). Existen también diferencias basadas en el rol social"
Ia educación y el medio ambiente experimentado, que producen mapas .áposr
cíonales' [geográfícamente incorrectos) o "posicionales, (es decir, geogiáfl.*
mente correctos) (Stea and Taphanel, s.f.). i
La estrecha correspondencia entre los mapas mentales,_ las imágenes
y Ios esquemas cognitivos Éace suponer que los primeros son un caso particu'an
de los segundos. De acuerdo con las categorías o tipos de imágenes disbutidas
en el capítulo I (Boulding rgs6), puede deóirse que los mapaJmentales, aunq-e
espaciales, íncluyen elementos temporales, inconscientes, oposiciones entre lo
real y lo írreal, lo privado y lo público, etc. como las imágenes y los esque-
mas, los mapas mentales están simplificados desde el momento en que una
de sus funciones es ayudar en le proceso de información [véase capÍiulo 4).
Ayudan así a la gente a relacionarse con el medio físico, a recordarlo y a conse-
guir un comportamiento habitual.
La ciudad está, pues, concebida como una serie organizada de lugares
definidos que le dan una estructura. El estudio de los esquemas espaciales
debe, obviamente, estudiar estos elementos y sus interrelaciones, si están sepa-
rados, si se agrupan en dominios y de qué clase, etc. También es necesario
analizar la persistencía de estos esquemas, su jerarquía y su relación con la rea-
lidad socíal, psicológica y cultural.

La construcción de los mapas mentates

Mucho de lo dicho hasta aquí sugiere que el aprendizaje juega un


papel importante en la construcc!ón de los mapas mentales. EstL hecño debe
analizarse, así como su relación con los proceios de diseño.
La experiencia y el aprendizaje influyeh en la manera a través de la
cual la información se estructura y se símplifica. Explorando o probando. tarde
o temprano se aprenden hábitos y estos generan nuevos conocimientos. At igual
que los seres humanos, los animales parecen tener memoria a largo y a corto
plazo, para aprender a través de la experiencia, del error e, inoluso,-dela imitación,
y así estructurar sus territorios. Los animales necesitan para..conseguirlo fijarse
en jalones fijos (puntos de referencia) o móviles (con sus paseos en círculos),
cambiando su conducta cuando tos indicios no responden como estaba previsto
(Eibl-Eibesfeld 1970, pp. 220, 363-380).
. Este tipo de aprendizaje puede basarse en el asociacionismo, con atgu-
nas caracterÍsticas especiales, y con el reconocimiento innato de algunos
estímulos clave que se refuerzan con el aprendizaje. Además, los anirñales co-
nocen su umwelt y pueden actuar con ciertas abstracciones como «rectoD y
*-curvado', y las analogías entre ias áreas conocidas, los caminos y
los espacios
de actividades, entre las personas y los animales son sorprendent'es (Leyhausen
1970' pp. .l85-186). En los niños, Piaget y sus discípulos han descubierto óuatro
fases de desarrollo en los conceptos espaciales: sensoriomotora, basada en et
movimientoa preoperativa, con transformaciones elementales e internatización
de las acciones; concreto-operativa, en la que nace la reversibilidad abstracta y,
finalmente, la formal-operativa, en ta que se desarrolla el pensamiento abstracto.
De ahí que primero se desarrollen las diferenciaciones topológicas, luego las
proyectivas y después las euclídeas con el sistema métrico de áoo¡dinación de
perspectivas (Piaget i9S4; piaget and tnhelder i962; G. Moore 1gi}, 1973; Hart
and Moore 1971).
También se ha sugerido que la gente actúa como los científicos com-
probando sus hipótesis con el medio ambiente [Kelly 19SS). Los mapab mentales
pueden considerarse como hipótesis, y para comprobarlos hace faita un proceso
de aprendizaje, modificando así el esquema poco a poco. Los atributo, qle .e
134 más información local pero soportan, según la estructura de noticias de los
mass-media, una acumulación de información en ciertos sectores (Gould 1972a).
Esta información crece con los niños e influye en los mapas mentales. Este
proceso es cultural y medio ámbíental, y depende del desarrollo mental. Se cons-
truyen los mapas mentales de áreas mayores para obtener un nuevo marco en e'l
que actuar. En las áreas urbanas ocurre Io mismo, y los niños empiezan dibujando
su itinerario a Ias: escuelas y acaban síendo capaces de dibujar mapas de áreas
mucho mayores (Stea and BIaut 1971). Los mapas mentales, en cuanto construc-
ciones mentales, pueden distinguirse del proceso cognitivo de mapificación.
EI proceso de mapificación implica una construcción gradual a través de los
diferentes sentidos, y ta actividad en el medio aumenta la dimensionalidad del
esquema creado a tiavés de la experiencia directa (Stea and Blaut 1970). La
importancia del movimiento explica por qué las zonas en las que se habita se
estructuran en mapas mentales más detallados y más vivos, que los de las zones
de las que sólo se t¡ene una experiencia indirecta.
La construcción de los mapas mentales es correlativa con otro tipo de
aprendizaje: el de las actitudes, valores y objetivos, que afectan profundamente
al comportamiento. En el caso de .ir de compras,, los'recientes inmigrantes a
las ciudades parecen iniciar un proceso de "estrechamiento, en el que la varia-
bilidad espacíal queda sumamente reducida. Primero prueban muchas tiendas
pero luego se concentran en algunas (Rogers 1970). ESte proceso podría
generalizarse en el comportamiento urbano, con diferencias según los grupos
sociales. El esquema inicial afecta al comportamiento y se modifíca a través
del estilo de vida (Horton and Heynolds 1971). Como los visitantes habituales
tienen más información que los turistas ocasionales, parece que Ia información
se acumula de viaje a viaje, aunque la velocidad del aprendizaje disminuya. Al
principio, los individuos usan un mapa mental provisional, posiblemente ba-
sádo en mapas objetivos. Este mapa se reelabora a partir de las áreas usadas
y habitadas (de ahí la importancia de la ubicación).
Existen diferentes hipótesis en relación a la importancia de las rutas o
de tos itinerarios. A través de la primera. veremos al visitante ¡n¡ciar su explo-
ración a partir de su itinerario, para él fundamental. Así busca las mejores rutas
de acuerdo con sus propósitos y reduce su número progresivamente. Esta hipó-
tesis sería consístente con la canalización del comportamiento en el "ir de
corrpros», ya descrita. Otra hipótesis indica que el individud usa la red de
circulación más obviamente expresada en los mapas físicos, y que, luego,
va simplificando gradualmente con la experiencia estos itinerarios provisionales,
por lo que en este caso la exploración se efectúa más tarde, no al principio.
En la tercera hipótesis, los dos procesos anteriores se combinan de dos maneras.
En primer lugar,.aumentando los itinerarios útiles y suprimiendo Ios inútiles; en
segundo lugar, se añadirán itinerarios nuevos tras la exploración. Diagramáti-
camente:

f t${P0

cla;Ro ALTE-RMÍIVAS Gr{ RESPESO A tá COi.JDLJCTA E},, l¡S DÉSA-AZAMIE\JrOS.

Fig. 3.7.

El cor-nportamiento exploratorio podría ser un hecho permanente y así


las personas cambiarían ocasionalmente sus itinerarios, sólo para cambiar, pero
esto depenCería del tiempo y no sÓlo de los valores y las actitudes.
o terciar¡os (Briggs 1972). Los Iugares de primer orden ordenan a los demás y
se sitúan en zonas conocidas. Los lugares se relacionan de muchas maneras:
proximidad, separación, dispersión y orientación. Inicialmente, existe un esque'
leto o un itinerario relacionado con el lugar experimentado el cual se modifica
\ continuamente a base de la nueva informlción, hasta que se consigue un nuevo
esquema más estable, más verídico, o, al menos, más operativo. En ciudades de
rápido desarrollo, este esquema, a su vez, puede ser inoperante a los pocos años,
lo que es un problema para los ancianos (Bapoport 1973d) y para los países en
vías de desarrollo (Bapoport 1974.)
El proceso de emplazamiento de posicíones empíeza con la identifica-
ción flexible de elementos para llegar gradualmente a un sistema más firmemen'
te interrelacionado. Las áreas de gran familiaridad se usan como puntos de
referencia. Las áreas conocidas, su extensión y la selección de los puntos de re'
ferencia depende de la cultura, edad, sexo, clase social, estilo de vida de Ia
estructura de las actividades y en parte también del medio ambiente físico
considerado. En cada área se van definiendo más lugares a través de distan-
cias, itinerarios, conectores y barreras (físicos, sociales o conceptuales).
Los puntos de referencia se relacionan bien en abstracto bien a través de un
sistema concreto de caminos. Los nuevos lugares se.relacionan con los antiguos
y con el punto de referencia más próxímo. Algunas zonas se detallan mucho, otras
no. Las áreas en las que se vive, se detallan más que las que están muy distan-
tes (Eyles 1969: Abler, Adams and Gould 't971, p.2f 8). El sistema de coordina'
ción (bien sea abstracto o no) está más detallado en las zonas más conocidas
que en las otras, lo que distorsiona todavía más el esquema en su totalidad, ya que
es necesario completarlo de alguna manera para que sirva de algo en [a práctica.
Esto significa que algunos trozos del mapa cognitivo son más verídicos que otros,
y que en las zonas poco familiares la información es casi inexistente (Appleyard
1970b p. 99).

TRAI,{A INEI"A¿TA

}¿?ERA N.Af[iEAL O AENFICTAL


'-t,w,p¡d4 Áe¡¡s pe cerue.rtl,etc)\

Fq-

I-:,-c ,eremos,la cultura influye en los sistemas de coordinación. Tam-


bién hs i.s"Í,-i:;,daCes en la trama urbana (como la Market Street en San
Francism ¿- :;-,:e se presupone la existencia de una trama regular al estar
dentro # Es;a¡:.s Ur Ccs) afectan los mapas urbanos hasta el punto de hacerlos
inútiles. lgualmente, el centro comunal, en Bostonr tiene ct«qe («dqs y
S(§(§tR i3E
contusión. ques(o qse \a.
ssñt (rtt qnt ts rtt\>ls»\§.
Normalmente en cufturas occídentaf es, fa re-J áe caminos y
de coordeiiadas han de ser capaces de relacionar todos los puntos
el sistema
de referencia,
de manera que el sistema de coordena:das se basa en el sisterna rJe itinerarios,
pfOgreSivamente esque¡natizado a través tlel proceso cogn¡t¡vo;

"Lu4Ae "

,á)
(:(\

v
ó

orseros at as arceiqE E.S, €EpqEsENTA\)Do


MApA5 MENTAI F§ (o^J I,S LU4A(ES IAqTADOS/
OI¿q«Rüq DE.UIJ MAPA ME¡JTAL
ITINEP¡¿IOS ETC. ENFO€MA DE MEMOEIA..'
ros rfiNEQAR|oS Y ros
rN0l(aI/DO (ueoooe-r 1q7LL. DL qovLD nA)) .
PUIJTOs 9E EÉfE.PLUCÍA .

.:l-::'
Fí9. 3.10.

Aúhque el sisteqa de óaminos y el sistema de coordenadas son alter-


natívas posibles, de hecho actúan a la vez y tienen una estructura muy similar.
Et papel de los caminos es claro al inicio del proceso de aprendizaje. y también
es claro el uso de sistemas conceptuales para representar Ia red de carreteras,
pero esto depende de la cultura y dél tipo de planeamiento, como, por ejemplo,
ocurre entre el Este y el Oeste en Estados Unidos.
Si se comparan los esquemas cognitivos de los tax¡stas noveles y
experimentados de .París, se descubre que ambos grupos tienen sistemas pri-
marios de rutas, verídicos y métricamente correctos. Está trama puede cons-
truirse de dos maneras: usando, direcciones, ángulos, €tc;;'o usando un modelo
abstracto general. Ambos sistemas se usan a la vez, con un ligero domínio del
segundo sobre el primero. Las tramas secundarias eran casi desconocidas y
muy ineficaces. La diferencia más importante era que los taxistas experimen-
tados eran capáces de recuperar más rápidamente la red primaría. Los mapas
mentales de los taxistas experimentados eran, además, más extensos y más
exactos.
En la red primaria, todos los cruces de calles eran esenciales e, in-
cluso, en un caso se pudo ver cómo se elegían los cruces a base de selec-
cionar el ángulo menor de acuerdo con el mapa mental. En la red secundaria
se usaban tácticas más que planes- para volver a la red primaria. La red secun-
daria no podía mentorizarse pero podia reconocerse, a través de los edificios,
colores, materiales, etc. En la construcción de la red primaria existe alguna
evidencia en favor de los principios de Ia Gestalt los ángulos se rect¡ficaban,
pero las curvas (raras en París) se mantenían (Pailhgus_ f 970). Así parece que
Ios cambiob suaves se notan poco y que los cambios bruscos sirven para
establecbr sistemas completos de coordinación (Lynch and Rivkin 1970J.
Exiten dos posibilidades en relación a la continuidad. Una es que las
discontinuidades menores como un pequeño parque queden reabsorbidas en las
áreas mayores y se "olviden" (Golledge 1970). La otra, que desarrollaré en el
capítulo 4 es que la discontinuidad, si llega a ser un cambio de carácter, es un
factor esencial en los mapas cognitivos. Las dos alternativas pueden ser probadas.
138 pero existen más evidencias a favor de la segunda. por ejemplo, en Berlín, las
.anomalías, en las tramas urbanas, pequeño parque, etc.- tienen
-cambios que la que se desprende de su tamaño e interés,
mucha más importancia
y los demás elementos significativos: monumentos, centros de actividad, etc.
(Sieverts 1967, 1969) son sÍempre discontinuidades en la estructura global, que
producen cambios en el mapa mental. Similarmente en Boston, se descubrió
que aunque se buscaba un orden y una continuidad, las discontinuidades se
usaron con gran profusión (Lynch and Rivkin 1970). En términos generales, cual-
quÍer cambio de un atributo uniforme porcentaje de crecimiento, cu:-
vatura, pendiente, uso, trama, etc.- se -dirección,
convierte en un acontecimiento, que se
recuerda y que se usa en los mapas mentales (Gibson 1g6g; Thiel ig70, p.596).
La relación con el trabajo, Ia dírección de los centros simbólicos, los
niveles socíoeconómicos y las característlcas socioculturales como la edad ei
sexo, !a educación, etc., actúan a través del estilo cognitivo, la movilidad y el
comportamiento. El espacio activo (Hurst 1971) es el punto de partida a pariir
del cual el mapa se construye y dependen del significado los lugares que se men-
tienen y el interés de éstos en la vida de la gente [Jackson and Johnston 1gT4;
Harrison and Sarre 1971; Lamy 1967), por lo que el signifÍcado es esencial en el
nivel cognitivo.
El espacio de la actividad también se estructura en un centro familiar
y una periferia ocasionalmente act¡va. La extensión de este espacio influye en
la totalidad del mapa mental y del movimiento en el futuro. El ilecho de que los
niños tengan mapas mentates más detallados si residen en ciudades peqüeñas
está relacionado con la mayor movilidad que consiguen en eltas (Gump 1g72;
Wright 1969, i970; parr tg69a; Barker 1968; Bechtei tgzO).
El itinerario al trabajo es el que se aprende antes por rutina; después
el itinerario de compras, de visita a los amigos, etc. La gente, pues, construirá
mapas mentales diferentes ségún posea redes de comunicación espacial intensi-
vas a extensivas, por lo que en Cedar Rapids los esquemas lowas esiaban afectados
por los atributos socioeconómicos, ta ubicación, el tiempo de residencia en un
lugar, las actividades y et sistema de coordinación usado (Horton and Beynolds
1971). Las diferencias de los subgrupos culturales se expresaban en los ,rp6
mentales. La situación de la residencia, centros comerciales, etc., es parü
esencial en el proceso de aprendizaje.
A'medida que el individuo se mueve en Ia ciudad, aprende y elabora
un esquema espacial más o rnenos único pero generalizable,..y conitruye así
su mapa cognitivo. Esto incluye, obviamente, Ias dimensíones jirbóli.us, y sig-
nificativas por lo que ciertas'áreas no sólo no se conocen sino que se erítrn po,
completo (E. Moore 1972, p. 15 y ss.), produciéndose diferentes iipos de omisio-
nes y lagunas mentales (Lamy lg67; Strauss lg6t). Estos, no sólo influyen la
conducta individual, sino la comunicación entre individuos a través de la cultura
o por otros caminos. o sea que, aunque para buscar residencia se usen los
periódicos, el segundo uso en frecuencia, el contacto personal,
es
:l :rás eficaz (Brown and Holmes 1g7l). -de hecho_
La gama de actividades en el espacio parece ser un factor crítico, por.
:.:re los grupos socialmente menos privilegiados tienden a tener los
-is ::siringidos, aunque ya hemos citado exlepciones. Por to tanto, ta mapasmov¡lidad
- :'=2 Ce los niños aborígenes de Sidney significa que conocen bien su área
:i -3:'::ncia pero difícilmente tendrán un concepto be "sidney, como ciudad.
I :-:':is¡ de aprendizaje es algo real puesto qu'e los niños en edades compren-
: ::s :-::e los 2 y 7 años se pierden si dejan los itinerarios rutinarios, sensorio-
::- == :e la guardería, la residencia, etc., los cuales conforman sus mapas
3-a:;zl;-nente, el número de elementos conocidos aumenta y así ocurre
du:a:c -t1z ¿ eiucación primaria. En el caso particular citado, el áráa se limita
por es ':,-:,:a': les y las autopistas. como los aborígenes mantienen una
relaciaa :É :¿-3-:escc muy estricta, el conocimiento deñtro del área se refuerza
a expens§ jE :::ecii-nienio del exterior (Hiley f971). El mapa de un niño btanco
I

,I
t'
!
I
:s más extens¡vo a causa de la movilídad social y recreativa. Por otra parte los
zSorígenes conocen con más detalle su propia casa'
Este punto de vista se refuerza por el hecho de que el único otro
iugar que los niños conocen (Foundation for Aboriginal Affairs) les
proporciona
,¡n conocimiento superficial de una zona situada al otro. lado de la ciudad. res-
ruidos, etc., aunque de una
;;.i;; la vivienda,'.on 16 cinei, edificios,seluces,
comprueba en las diferencias res-
iorrnu vaga. La importancia del aprendizaje
pecto al iexo. Los muchachos juegan a rugby v vi11a1 f_uera de la zona de. residen-
cia e, incluso, van como especiadáres a lugares situados fuera de la ciudad (que
sitúan en el mapa sin saber dónde están exactamente). Gracias. al rugby desa-
rrollan un sentido simbólico de vivir en el Sur de Sydney (el nombre del equipo
o Alejandría (Riley
de rugby) y no nombres más específicos, como Waterloo
197f ),' y así aumentan el área que les es familiar'

r)
lÍl:.') DL SÜqbY (¡lou g¿r:i
L^!A,?O5
(óu0ctDosi r¡ DrsrANcjA o
er- Luaae ruo)

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-C}J'4fuS
É ?VEY
í.-J.
\t,r
Fig. 3.11. Mapa mental de los niños aborígenes (basado en descripción verbal en
Riley 197f).

Esto confirnla el punto de vísta de que los etemántos de la ciudad son


conocidos (e incorporados en mapasJ a través de sus aspectos operacionales,
inferenciales e impresivos. Los operacionales son como los descritos hasta aquí,
o sea relacionados con los esquemas de actividades. Los aspectos impresivos son
los que entian en ta percepción ambiental, los inferenciales relacionan los ele-
.n"nio. con la totalidad de la estructura con el fin de predecir su valor'
ya he sugerido varias veces la importancia del movimiento. También
pueden conocerse Ios nombres de los lugares sin saber su situación. La estruc-
iura de puntos e itinerarios puede ser clara sin serlo la forma de los edificios
o de los lugares. Esto ocurre en los taxistaS de Los Angeles, que conocen los
nombres, los caminos, pero no el contenido. La gente que conduce a través de
calles en la superficie tiene diferente tipo de información'
Ni los niños ni los animales aprenden si su relación con el medio am'
biente es meiamente pasiva. Por ejemplo, esto ocurre cuando los niños en lugar
á. ii, piu ,rn en autobús a la escuela (Lee f 971b), en este último caso pierden
su relac¡ón con la realidad, al no poder controlar sus movimientos.
De ahí que el medio de transporte influya en.los mapas mentales.
Al alterar el acceso activo al lugar, el medio de transborte altera no sólo los
. La importancia del rugby puede relacionarse con la importancia del fÚtbol
:-
Lima, hecho ya citado (Doughty 1970).
situación de los elementos mejoraba con la frecuencia del viaje (Bartlett 1gZ1). ir
Ciudad Guayana los que se desplazan en coche tíenen un esquema urbano más
desarrollado que los que usan el autobús (Appleyard 1970a), lo cual está relacic,
nado con la necesidad de tomar iníciatívas. Lo mísmo se detectó en Houston cc:
Ios niños (Maurer and Baxter 1972). Por otro lado, Ios conductores de los coches
se fijan en diferentes indicios que Ios pasajeros (Carr and Schissler 1969) y
construyen diferentes mapas mentales.
Así, Ios conductores tienen un esquema más claro en relación a los
itinerarios pero mucho más pobre en detalle que el de tos transeúntes (steinitz
1968) (aunque el área representada es menor)- Las condiciones del tráfico influyen
en Ios mapas. En las zonas tranquilas, los esquemas son mucho más ricos (Appie-
yard and Lintell 1972, pp. 95-96). En las autopistas, se requiere más concentra-
ción en el conductor y por tanto, más pobreza en su esquema mental que en las
calles con menos tráfico.
En consecuencia, andar, conducir o ir en autobús, etc., proporcionan una
información diferente y depende de la táctica del individuo la cantidad de in-
formación que será captada. O sea que depende de la habilidad en coordinar las
paradas, los cambios de dirección, de velocidad, etc. Quizá la bicicteta ofrezca
una
buena combinación entre la extensión y el detalle. Cada cultura necesita, además,
diferente tipo de mapas mentales (Coing 1g66, pp. 179 a.lgl).
- Atgunos grupos específicos pueden llegar a tener serias dificultades
en representar el medio urbano (Davis 1972). Sería preciso tener mapas, hora-
rios e ítinerarios de autobuses congruentes con los estilos cognitivos áe los usua-
rios. Por ejemplo, las paradas pueden seguir un itinerario pero ser variables; los
itinerarios, asimismo, podrÍan relacionarse con las áreas urbanas, monumentos y
direcciones, etc. (Appleyard and Okamoto l968). Las autopistas deberían relacio-
narse con la forma urbana (Appleyard. Lynch and Meyer 1g04). En generat, [a trama
de circulación debería hacerse de forma asequible al público, haciendo los lugares
accesibles, poniendo énfasis en la estructura de la ciudad [carr 1gz0), etc.
Iodo ello teniendo en cuenta no sólo la entrada principat a la ciudad, sino todas
las entradas secundarias usadas por todos Ios'grupos sociales (porteous 1g70,
pp. 138-139) con sus correspondientes indicios perceptivos.
La forma urbana, el transporte y los itinerarios deben coordinarse, por
lo que el diseño de las ciudades debe favorecer un aprendízgje de la construcción
de esquemas cognitivos, sin perder la riqueza perceptira. Lá-s ciudades deben
diseñarse hacia una claridad conceptual y una'opuléncia pefceptiva.

La orientación

Ya que los mapas mentales están constituidos por lugares, por las dis-
tanc¡as espacio'temporales entre ellos y por el sistema relaLionat, estas tres
cuest¡ones: lo que es un lugar, lá distancia y la orientación deben discutirse una
a ufla empezando por [a orientación.
La orientación es múy ímportante en el comportamiento de cualquier
crganismo móvil: personas y animales. Está retacionada con la supervivencia
¡'la sanidad (Lynch 1960; Hall 1966). Es cutturalmente variable. Incllye la codifi_
:a:lón y Ia clasificación de "lo que hay" (whatness) y
"dónde lo hay, íthereness)
.i-ee 1-c69J, y es la organización entre lugares y direáciones to que'haie posible
:s ces¡lazamientos en el medio ambiente.
La orientación tiene que ver con tres cuestiones: dónde se está, cómo
ir e::::e uno quiere ir y cómo saber que uno está donde queria estar. pára con-
testa:,as, es preciso conocer Ia situación propia en referencia a un medio
más
exteis¡ y estructurar este medio con un sistema de relaciones
y lugares. Dentro de este proceso entran en juego sistemas deentre direcciones
información [Carr
r973)' [a accesibilidad perceptiva, la configur..ión espacial, el simbolismo,
el
estilo coEnitivo' las preferencias, el significado de loé etementos, las
- distancias
y los itinerarios [porter 1g64; Garbrecñt lgZt).
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EsTADOS UNIDOS JAPON.

Fig.3.l5.

formación. Cada área se numera según su antigüedad por lo que varias casas
pueden tener el mismo número.
El sístema de la línea y el punto fue introducido desde China'en el siglo
lX (Kyoto) y se intentó reintroducirlo durante la ocupación por Estados Unidos y
antes de las Olímpiadas. Pero el sistema de áreas persiste y parece relacionado
con el estilo cognitivo y la importancia en el díseño japonés del Mu o intervalo.
Entre los jóvenes y los anc¡anos de nuestra propia cultura parecen
existir también muchas diferencias, incluso en relación a los sentidos implicados
(De Long f967). La falta de habilidad en la captación de los índicios comporta
desorientación. Los sistemas de indicios pueden transformarse a través del
diseño o la planificación. El sistema marroquí, el japonés o el de los ancianos
es más sensible al cambio que el s¡stema más abstracto de punto y línea. La
diferencia podría ser entre un sistema tradicional basado en saber y otro basado
en el cambio y el proceso (Kouwenhoeven 1961; Jackson 1966a, 1972).
Todos estos sistemas son .etnocéntricos,. Los norteamericanos pre-
sumen que su sistema es el más claro y lógico, e incluso los ingleses lo piensan,
aunque nombren sus casas en lugar de numerarlas. En Francia, estos s¡stemas
se consideran confusos, príncipalmente por la falta de jerarquía, por lo que se
percibe como un caos formal (Michel r965).
Estas diferencias pueden ocasionarse bien por características del medio,
bien por hábitos espaciales (innatos o adquiridos). Un ejemplo del primer caso
puede encontrarse en Milwaukee y en Charlotte (uno en el Midwest, otro en la
E¿st Cost, en USA). En Milwaukee se usan las casas numeradas y las direcciones
:ardinales, incluso en el interior de los edificios. Las instrucciones sobre itinera-
: es son: dos manzanas sur, girar derecha tres manzanas oeste, etc. La dirección
:s'234 W en tal calle. En Charlotte las direcciones se basan en un sistema de
-::-3res en cada zona, dada la topografía, luego se indican los monumentos
. s:les de la zona nombrada, fínalmente la intersección de dos calles y algunas
-a-¡a:ras de distancia (Rapoport en prensa a).
Similarmente, en Lincoln, Nebraska, el Capitolio no se usa como mo-
---E-:3 y existen solamente tres o cuatro áreas con carácter específico que
h,¿- s:: inlegradas en la ciudad. La divísión más importante es norte o sur
de '.a :a e 0. con el sur agradable y el norte desagradable. La calle 0 es la
orie-ia:::::lncipal, y el 99 0/o de la población está de acuerdo en que el centro
de las c -:aCes es el cruce entre la calle 0 y las cplles 10 y 11.'

'
Ccnunicación personal de Michael Hill y del Prof. R. Mittelstaedt. de la Uni-
versidad de hieb:aska, depártamentos de Geograf ía'y Marketing, respectivamente.
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?20?to.

En un contexto muy díferente se ha sugerido que las relaciones espa-


ciales egocéntribas se refieren a la orientación, mientras las abstractas a la
visualización: Existe una diferencia entre orientación y visualización y la habi-
lidad espacial tiene tres factores: relac¡ones espaciales y orientación, visualiza'
ción e imágenes cenestésicas (Guildford et alt. 1957; Sfringer 1971). En algunos
casos la situación y la orientación egocéntrica, asistida--por la cenestésica,
parece la más importante mientras que la visual lo es menos. La orientación se
refiere a los lugares individuales y es esencialmente subjetiva, por lo que en
Nueva York, a pesar de que ta orientación geográfica ,es bien conocida, se usa
un sistema de uptown, downtown y cross-f own. En medio ambientes amplios
todavía se detecta más exactamente la influencia de los sistemas cognitivos
(Trowbridge 1913; Ryan and Ryan 1940), que en medio ambientes directamente
experimentales. A un nivet más general, estos dos sistemas
y el abstracto- parecen caracterizar todos los organismos vivos -el y,egocéntrico
pof ejemplo,
distinguen los hombres de las mujeres en Los Ángeles IOrleans and Schmidt
1g72) en relación al uso de los centros comerciales (Baers 1966). La orientación
sólo es posible cuando la gente interacciona con el medio ambiente y es capaz
de predecir la interacción a través de esquemas cognitivos. Bajo la variabilidad
cultural existen algunas regularidades sobre los esquemas cognitivos. Esta posi'
bilidad a la de tos lenguajes- se verÍa reforzada por la existencia,
-semejante
en el cerebro, de un mecánismo de ubicación con un sistema analógico basado
en el monumento, la nredida, Ia textura, y operando más allá de la conciencia
(Kaplan 1970).
La predictabilidad está relacionaJa con la redundancia, o sea, con la
congruencia entre la ubicación, el significado, el valor simbó[ico, el uso y la
acti;idad, etc. Los índices perceptivos pueden reducir un exceso de información
(Deutsch 1971, pp. 225-226).
146 .- La cuestión es siempre qué características y qué sistenra de coorc -.¡'
ción se usa. No existen muchos estudios sobre ello, partÍcularmente a nivel
urbano o geográfico (Howard and Templeton lg66). Parece claro, sin embargo"
que los índices son polisensoriales, que los sistemas de coordenadas varían cc:'r
la cuitura, y que los mapas mentales varían con el tiempo.
Es evidente que la gente usa características del medio ambiente, incluso
I a pequeña escala. En la plaza de San Marcos, en Venecia, Ia gente no la atravlesa
en diagonal, siguiendo el camino más corto sino que s8 "ápoy?» en las farolas
como punto de referencia (Hass 1970, p.8l). De la misma manera, la gente
usa Ios edificíos a partír de una serie de puntos decisorios de los cuales espera
recibir información (Best 1970, pp.72-25). En los ambientes uniformes, los pea-
tones usan también puntos decisorios pero tienden, además, a moverse a lo Iargo
de los límítes o confines de las áreas espaciales, sin atravesarlas. Ello influye en
la definición de lo que es un área, ya que estamos tratando con confines perci
bidos. Una vez en el interior del área, se usa Ia red de referencias (Garbrecht
1971) usando Ia distancia percibida míninra (Porter 1964). Como el monumento,
los mapas mentales y Ia orientación están relacionados, Ios principios o criterios
que ordenan los itinerarios camino más corto, el interés del ítinerario, etc.-
afectarán Ia orientación, y el-elmedio ambiente no será uniforme.
Discutiendo acerca de Ir4anhattan se sugirió que el contraste entre
' edificios altos y
bajos dificultaría la orientación. Además, la falta de tiendas,
restaurantes y edificios bajos aumenta la confusión a pequeña escala (Begionat
PIan Ass'n f969). Todo ello puede deducirse de lo discutido, ya que los itinerarios
no pueden estar desconectados entre ellos. La predicción de que un determinado
diseño urbano podría ayudar a orientarse en la zona necesitaría comprobarse,
aunque probablemente refuerce la situación y la orientación a través de los
nombres de las calles y los esquemas personales, que pueden ser reforzados
por el diseño (Burnette 1972). También sería interesante analizar la influencia en
la orientación del tiempo y de, tas estaciones climáticas.
Es obvio que se necesitan diferentes tipos de índices, según el modo
de transporte. Las autopistas pueden desorientar, ya que no existen correlaciones
con la percepción: para ir a la izquierda hay que girar a la derecha. Por tanto,
Ia percepción debe ignorarse para seguir el signo. Para crear un esquema cohe-
rente serÍa necesario orientar también con esquemas gráficos en relación con la
forma de la ciudad. A su vez, estos esquemas deben acoplarse al estilo cognitivo
de la gente, lo cual es difícil cuando Ia ciudad es culturalmente pluralista (Apple-
yard 1968; Appleyard and Okamoto 1968; Davís 1972).
La oiieniación también puede distorsionarse,al cambiai el tráfico de dos
a una dirección (New Yorker 1969, p. f g), o de girar por la izquierda a girar por la
derecha. La desaparición de puntos de referencia (monumentos, edificios, etc.)
también produce desorientación, y todos sabemos lo difícil que resulta la orienta-
ción en las salidas de los metros. La gente que usa autopistas es capaz de orien-
tarse a nivel general y de perderse en una zona concreta. En Los Angeles, los
signos son muy importantes debido a la red de autopistas. Para encontrar la
autopista correcta se usan los siguientes índices: signos, cambíos de pendiente,
estructura de la autopistas, Ia intensidad del tráfico y su dirección, las señales
ie tráfico y el diseño de la calle (Jones 1972). Una vez adoptada una trama de
:eferencia, toda la información se introduce en ella, lo cual puede producir pér-
:::as de orientación o lectura errónea de indicios sociales o simbólicos.
Las actividades son también muy importantes. La gente se or¡enta en
'--:rÓn de los centros de actividad en América Latina, áreas peculiares en
-plazas
as : ::dades árabes, centros comerciales y calles de recreo en Japón, templos
e;r : i--r:a- y usan caminos que les llevan a ellos. Estas actividades están refor-
zeáas:':r indicios temporales orientadores que indican la periodicidad y los
ritn'rcs. ; iinportancia del orden visual no se aumenta sólo a través de la con-
gruenc'a:e situación, importancia y simbolismo, sino también a través de la
congruenc.a ccn las reglas y usos culturales y el esquema cognitivo (Hapoport
en prensa a), y con los indicios perceptivos polisensoriales.
y de las reglas
La orientación depende, a la vez, de los elementos físicos
por estar mal informado o porque un nuevo
socioculturales. uno puede perderse
elemento no encaja en et esquema cognitivo previo' Un ejemplo fue la di.ficultad
se construyó' Fue atribuido
:n encontrar la Hayward Gallery en Londres cuando que no exis-
z la localización de la galería eñ el South Bank, en una zona en la
el sistema de señalización
:ian edificios previameÁt", d.bido a los errores en
,.ta.orptejiiad del itinerario y el inapropiado simbolismo del edificío (Shar-
- iy 1 969).
La orientación puede generarse de tres maneras: 1. topológicamente,
y 3. a
reconociendo la continuidad;2. a través de una estructura de referencia,
de las tres,
:ravés de las posiciones. Generalmente se usa una combinación
y culturales del individuo' Para conseguir
."gun las característic.as individuales
:onstruir un esquema mental de la Feiia Mundial de Seattle, un elemento ¡mpor-
este esquema inicial se
:ante era el itinerario de entrada y de salida; sobre
visuales pro-
,ban situando Ias subáreas o la trama secundaria. Los elementos
:inentes se usaban como señales y solamente se incluyeron en el esquema las
se basa en la ex-
zonas visitadas (Weiss and Boutourline 1962). La orientación
:eriencia previa y cuando la realidad no responde se producen desorientaciones
se basa en las señales'
iSonnett 1g6S): En los centros comerciales, ia orientación inte-
en los itinerarios de entrada y de salida y en la identificación de sectores
:esantes para el individuo. Los objetivos de cada comprador pueden hacer variar
=l esquema cognitivo.
En estas condiciones se detectaron cuatro sistemas de orientación
(Baers 1966J:
'1973) (aunque Ios. dise'
i.
Anuncios (Best 1970; Appleyard 1968; Carr
ñadores no se preocuparon mucho de la señalización); su colocación, su visibi-
iidad, claramente.
Z. Beconocer una trama espacial. No es frecuente en los centros comer-
ciales, quizá porque se desea la confusión para favorecer la venta.
3. Estructura habitual de comportamiento en ta ciudad, ordenando qué'
cómo y dónde se compra
4.Puntosdereferencia,enpartesubjetivos,basadosen:
a) contraste en la función [figura sobre fondo) o detalles percepti'
vos (color, forma, etc.).
b) preeminencia de la situación y orden de- los centros de actividad'
c) relación con una trama unificada de itiner.arios'
Existían diferencias entre los sexos: los hombres usaban referencias
físicas, en tanto que Ias mujeres resaltaban más las mercancías y Ias ascciaciones'
Esto se debe a la famitiariJad, ya que en Estados Unidos las mujeres suelen
comprar más que Ios hombres, y también a la tendencia más abstracta del
hom-
a su manera por cada grupo:
bre. por lo que los diferentes elementos se usan
actividad, signos, nrercancía, etc.
En resunren, los resultados, en cuanto se refieren a la diferenciación
percept¡va o de actividad, eran muy simitares a los de Ia orientación en la
ciudad (Appleyard 1969, 1970, s.f .).
La orientación era más difícil en el centro comercial pequeño, sin
claras
orieniaciones, que en el grande, con una estructura más clara de direcciones'
La orientación pirede definirse como un proceso a través del cual
el
y
individuo se sitúa en el espacio en el tiempo y es capaz de predecir el uso del
como se ha descrito' se incluyen en
medio ambiente. Los elementos definidos,
una trama de referencia, basada en criterios físicos, sociales,
r'erbates' culturales
de actividades relacionada a un sistema
v cogn¡tivos, e incluy'endo una estructura
áe itlnerarios definidos por barreras y por otras limitaciones,
148 La definición subjetiva de las áreas

Entre los lugares que conforman los mapas mentales, las áreas son muy
importantes en el contexto urbano. si el lugar implica que yo estoy «¿qgí» y no
"allá", entonces la definición del lugar implica identidad. Los paÍses son clara-
mente no uniformes y están compuestos de regiones y ciudades identificables.
lgualmente, las ciudades están formadas por áreas: barrios, centros de ciudad,
distritos de espectáculos, zonas comerciales o industriales y áreas con nombres
de todas clases, tales como Left Bank, soho, Nob Hill, west End, East side o
North Shore.
La definición de este tipo de áreas es importante para Ia morfología
urbana, para seleccíonar unidad de diseño, y para la formación de los esquemas
cognitivos. Sin embargo, el significado de estas unidades no es obvio y su
definición forma parte del proceso de clasificación discutído anteriormente. La
significación del centro de la cíudad o del vecindario debe redescubrirse (Davis
1969; Lapidus 1969; wheatley l97l; Lewis 1965). Hasta hoy, Ias definíciones de
barrio o bien eran arbitrarías o bíen se basaban en criterios.objetivos,. La inno-
vación en la inúestigación del medio ambiente es el acento puesto hoy en una
definición subjetiva. Son importantes las tres cuestíones siguientes: cómo se
definen subjetivamente estas áreas, cómo se relacionan estas definiciones con
las otras objetivas o arbitrarias y, finalmente, qué relaciones existen entre estas
definiciones y la realidad f ísica, social o cultural.
No voy a describir los estudios que analizan los barrios con criterios
objetivos. En pocas palabras: estos estudios definen los barrios a través de la
selección de cíertos criterios medibles; por ejemplo, en Europa se han definido
las áreas centrafes de la ciudad a través del precio del terreno, de la anima-
ción, del tipo de negocios, del número de teléfonos, etc. (tJrban Core and Inner
City 1967). Similarmente, existe una amplia gama de estudios justificando lo que
es un barrio con criterios que se deducen impticitamente de una teoría (Timms
1971; Johnston 1971).
Una investigación alternativa es estudiar cómo definen las áreas sus
propios habitantes y bajo qué criterios. La cuestión esencial es saber cuándo
la gente dice que ha cambiado de áreas. dónde y por qué: de lo urbano a lo no
urbano, del centro al no centro, etc. Cada individuo, por ejemplo, define la tran-
síción entre lo urbano/no urbano a su manera, pero siempre con cierta consis-
tencia (Clayton f 968). Como hemos deducido anteriormente, la variabilidad entre
grupos es mayor que dentro de un mismc grupo, de tal formá'que será posible
generalizar algunos criterios, que serán útiles para el diseño.
Habremos de analizar el mismo lugar usando puntos de vista diferentes.

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Srn embargo, ya podemos deducir algunos principios generales siempre acen-
:-rando la definición subjetiva que es la menos estudiada.
El estilo cognitivo afecta los indicios que se captan, su categorización
. su uso para definÍr las áreas. El problema está en qué punto el grupo de índices
:e transforma, o sea, qué actúa en la clasificación y la delimitación de las dife'
-:ncias perceptivas
Ya hemos hablado de las cinco maneras de distinguir equivalencias: per-
:eptiva, funcional, afectiva, normal Y "de hecho" (Olver and Hornsby 1972). En
a definición de las áreas, la perceptiva va primero y después la afectiva (prefe'
:encia, evaluación, etc.) (sanoff 1973; Duncan 1973). Se usan entonces diferentes
-eglas y clasificaciones con el fin de dibujar los límites, o las discontinuidades
:ntre dos áreas. El significado de los indícios también juega su papel, ya que los
rdicios (cues) deben ser no sólo notados, sino entendidos e incluso, en algunas
¡casiones, obedecidos. Por tanto, una zona de residencia con calles curvas en
redio de una trama rectangular, no solamente constituye un área perceptible
isi es que se percibe) sino que confornra una zona en la que los peatones y los
:oches se desoríentan. También cabe que el diseño se haga exprofeso para des'
fistar a los resrdentes.
Aunque discutiremos con nrás detalle e[ problema de las O'1.r.nsi¿5 "qu€
-ce notan" €o €l capítulo 4, será útil ahora desarrollar la lista de los elenrentos
;ue juegan un papel importante en el caso de la transición de área a área:
Grados de complejidad.
Textura urbana.
É;;;ir-yl;rnf arl,ur. de Ios edificios y deñsidad) (Hapoport le7sb).
Colores, materiales y detalles.
Gente: lenguaje, vestidos, comportamiento, cambios sociales.
Signos.
Niveles de actividad.
Usos: tiendas, edifícios, reglas sobre detrás/delante y calles.
Niveles de ruido.
Níveles de iluminación.
Natural o artificial; clases de plantas, jardines, vallas.
Olores.

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TR¡MA RÉCTANqULAg CYRVAS


RT¿,ULAE l«E4vLaR
D Ef ENC]45 PF-PCÁPTIB¿f5 : EJEr/PLoJ

Fig. 3.18.
r50 Generalmente, estas distinciones se añaden a las de Ios paisajes (véase
capítulo 6) y la definición subjetiva se facilita con transiciones claras y cuando
los indicios sociales y físicos son congruentes (Barth 1969), haciendo coincidir
los dos tipos de indicios.
Consideremos algunos ejemplos. En relación a la textura urbana, se
trata evidentemente de un asunto de llenos y de vacíos, de relaciones entre los
edificios y el espacio, etc. Se ha sugerido que una distinción válida es entre arar,
'desbrozar y amontonar (smailes 1955). Aunque esto es un puro juicio que de-
bería comprobarse.
También se ha sugerido que la gente se preocupa por diferentes ele-
mentos urbanos a la vez panorama, espacio urbano y sensación de desplaza'
miento (smailes 1955). Si la gente conoce o no estos elementos, una vez más
es un problema a investigar, tanto en la ciudad como fuera de ella (Papageorgiou
1971; Goodey et alt. r971).

)UlLlt-l PASro De L{
o R,Á,FOEMA

UNDE5 ATIBIqUOS LINDES C1,AR'5

l¡auEUPq,O

toND€es :
UVE4P@L

tA4

Fig. 3.19. _.Zona Rosa,, México capital.

Consideremos otros ejemplos. En México capital, desde 1963 se ha ido


definiendo una zona de compras y de espectáculos llamada Zona Rosa. Según
mis noticias, esta zona empezó por impulso de los comercios del área, y hoy puede
encontrarse fácilmente en las guías turísticas, descrita como una zona con más
de 600 establecim¡entos (incluyendo hoteles). Contiene 20 manzanas y está
rodeada por la calle lnsurgentes, Avenida chapultepec, el paseo de la Reforma
y un cuarto lado que se describe como Varsovia, Florencia o de otra manera,
segÚn la publicación turística consultada.'Este hecho no es casual, porque los
tres primeros lados están definidos por tres avenidas anchas, las cuales definen
un cambio físico y social de carácter. En cambio, el cuarto lado se define a
través de una calle igual a otras muchas dentro del área, de ahí la ambigüedad.
También el sistema de designación expresa lo mismo, ya que las calles de la Zona
Bosa siguen los nombres de Ias ciudades europeas y, fuera de la zona, solamente
en el caso citado, los nombres siguen siendo similares, Así, encontramos que
las fronteras subjetivas varían en su claridad. Las fronteras pueden ser claras,
indefinidas, o deben conformar gradaciones.

' usando Vars_ovia: Donde (Dónde ir/qué hacer en México), junio de 1g23,
p.25; usa:jc Florencia: The Gazer (El Mirón), n.o 1206,29 de junio al 3 áe julio de 1923,
) óPa P. -t.
152

Ptyc.,eDso
DíA Y NocXE
;
4PÍENWtcr.l
VIUT4E
t ru PgJ qP.OSo
sorc DE r.JocXE-

tlgɿrAP

Fig.3.21. Mapa de peligrosidad del crimen. según L'Aurore (Francia) (fijarse en los
elementos que citan)

Aunque el New York Times pretendía confrontarse con mapas sínrilares


en París, la comparación interesante no era la de París sino la de los esquimales,
que evitan determinadas áreas a causa de los nralos espíritus (Burch 1971). Aun-
que se usen categorías e indicios de distinta naturaleza, ambas situaciones
iefinen lo profano, lo peligroso y lo inhabitable, opuesto a lo sagrado, lo saludable
.'',c usable (Rapoport, en prensa a). A pequeña escala, esto ayuda a entender
: :,oosición delante/detrás (Brower and Williamson 1974) pero, en general, estos
-¿:¿s afectan el comportamiento. Seguro que el mapa citado de Nueva York
=':::: ios movimientos de los visitantes de la ciudad, de la misma manera que
:: :-a:rclones a los esquimales. Un área como la Zona Bosa atrae a los turistas
.. :-::=.lemente repele a los pobres de México, aunque las barreras sean esta
,:: -¿s Ílexibles. Además, las áreas malditas se usan menos y se conocen, así,
r..-:s ::.trando en un proceso de depauperación.
i-:remos ahora en los estudios sobre las definiciones subjetivas del
ce-:-: :: :s c:udades y del barrio.
i:-:,'c cie las ciudades. Entre los criterios .objetivos,, usados, se en-
cuei::=: ,:' a ciudad desde el aire y comprobar así su complejidad [Vance 1971),
la inie:s::r:3 uso (De Bllj 1968), concentraciones de un cierto tipo de empleo,
los ba-c:s ::::::runicaciones, densidad de residencia, etc. lncluso pueden
detectarse así diferencias culturales: en Europa, el centro de Ia ciudad se define
IJJ

más ampliamente que el distrito central en Estados Unidos; en Francia, la


noción de centro no está muy desarrollada (Urban Core and tnner City 1967)'
(aparte
Muchos de estos criterios no tienen ningún significado para los residentes
de los expertos).
Entre los criterios subjetivos, además de los indicados, está el signifi-
cado de Ios elementos, su valor simbólico, la íntensidad de uso, el valor social
del centro ÍlJrban Core and lnner City 1967). Cuanto más grande sea la ciudad
y cuanto más Iejos se vive del centro, más grande Se supone que es (Heine-
*.y.r 1967; Saárinen 1969) y, generalmente, cuanto más cerca se vive de una
zona, más pequeña se define subjetivamente (King 1971b): las áreas tienden a
estrecharse en la dirección que uno vive (Eyles 1969; Klein 1967).
En general, las definiciones subjetivas parecen depender del significado
simbólico y de Ias preferencias, por lo que los elementos interesantes para
un grupo son incluidos en el área. Esto coincide con la congruencia entre los
elementos físicos y la actividad. Estas definiciones son más claras cuando usamos
los indicios multisensoriales y cuando existen fuertes barreras sociofÍsicas. Al-
gunos elementos son utilízados por todos, Ios ancianos usan elementos históricos
inexistentes, los jóvenes elegirán elementos más recientes y cada grupo elige
según su estilo de vida, cultura, etc.
El medio físico juega su papel: en Tokio, por ejemplo, donde no existe
un centro único, existe un acuerdo muy débil entre las áreas que rodean el centro
geográfico ICanter and Canter 1971, p.61). En Karlsruhe, algunos Iugares llegan
o/o de la gente
ál gá o,'o de acuerdo (Klein 1967). Y en Lincoln, Nebraska, el 99
está de acuerdo en cuanto al centro.' Las definiciones subjetivas son muchas
veces diferentes de las objetivas, lo cual es importante para el diseño.
En el caso de Améterdam (Heinemeyer f 967), el centro de la ciudad está
definido sociofísicamente,, por lo que tiene una atracción diferente para los dis-
tintos grupos (como pasaba en París, dada la fuerza simbólica) (Lamy 1967;
Schnappei 197f J. El corazón de la ciudad es un hecho simbólico social y no sólo
un hecho material. Los monumentos son una parte integrante de este hecho' En
general, el centro de Amsterdam es pequeño y el criterio más común -subje-
.ivo- era él del comercio. Aunque existía un acuerdo acerca del "corazón" del
área central, la extensión tenía fronteras confusas. La preferencia era importante
y las características preferidas eran la diversidad y la complejidad IHeineme'
yer 1 967).
En Bolonia y otras ciudades del norte de ltalía, é1 status social es el
factor predominante. El centro tiene gran valor hasta el punto de que otras áreas'
residenciales ejemplo en las colinas- se relacionan socialmente con el
-por
centro. El centro cultlral es limitado y definido. Los buenos cines, teatros, clubs,
están en el centro: cuanto mejor, más cerca del centro. Todas las actividades
comerciates de Bolonia, Turín o Milán se realizan en un área menor de 50 ha'
(125 acres). Estas actividades no Se aceptan fuera del centro. Por ejemplo, un
.ñ1useo, fuera del centro, no"es un muSeo. La básica taxonomía es bipolar:
centro/no centro (como sagrado/profano), reflejando la estructura de la cultura'
concéntrica, con el centro bueno y la periferia'mala', la cual se refleja en el arte'
Ia religión y la cultura como totalidrd (S.f,napper 1971, pp.44,95-'100, 122'124)'
En Londres, la percepción pública de la extensión y localización en Pica-
dilly es muy difereniu O. la áe los planificadores. Solamente el 27 o/o veía Picadilly
o'b lo veía tan grande como
como el área inmediata a la plaza circular (circus), el29
et West End y un 44 o/o corro la *zona con luces brillantes" desde Leicester
Square entre Coventry Street, Shaftesbury Avenue y Charing Cross Road' Todo
elto no es signo de ignorancia, aunque se pusiera allí Carnaby Street, por ejemplo;
todo ello se debe a ia idea de que'el centro de Londres es el lugar de las mul-
(Ha-
titudes, de los turistas, de los cine., de la gente joven, de las luces de neón

Según el Prof. Robert Mittelstaedt, del Departamento de Marketing de


Ia Ur'
versidaC de Nebraska.
154 rr¡son 1972) Íy para algunos la zona négat¡va: de los drogadictos, de la porno-
graf íay de los criminales).
En Birmingham, parece ser que las áreas centrales se definen a partir
de criterios históricos, estéticos y económicos; cuando coinciden, existe gran
unanimidad. La extensión varía muchísimo: conro mínimo incluye las calles New
y Corporation; luego incluye el interior del lnner Ring Boad, aunque puede in-
cluir Five Ways. New Street es siempre el centro y, a partir de é1, se va desdi-
bujando, exceptuando las barreras del ferrocarril y las indeseables áreas indus-
triales (Goodey et alt. 1971). El lugar de residencia (Prokop 1967) y Ia edad, en
términos de nuevo desarrollo (Porteous 1971), juegan un papel significativo.
En el caso de Berlín (Sieverts 1967. 1969), los niños se apoyan en [a
actividad y en su congruencía con los elementos físicos, asi como en las «anoma-
li¿s»; cuando definen el centro, una vez más el tamaño y la extensión varían
y sólo existe un acuerdo en cuanto al corazón, el cual tiene unos límites bien
claros.
El estudio más completo de la definición subjetiva de un centro de ciudad
es el de Karlsruhe (KIein 1967). Dos elementos fueron incluidos por el 95 o/o de
la gente, tres por más del 8Q o,b y nueve por más del 66 o/o. Existían diferencias
por sexo: las mujeres conocían mejor el centro, resaltando las áreas culturales
y comerciales, mientras los hombres expresaban más interés por las carreteras
arteriales y áreas de oficinas. La edad y los años de residencia, la clase y la
educación eran factores importantes, pero no la movilidad. La ubicación de la resi-
dencia era significativa (Saarinen 1969).

DEFr¡l rctoh DL Á?UCe¡JrPnt


DE tos RESIDE'JTES Av EtO¿SÍE
pAErE cEr{rRal coMúN A Tooo5
\
, DÉftNluo^J DE-¿os R.est -
DE^JrS; U-' 14 ¿OñiA ESÍE

--+ €STE

P{O&ABLÉ CENTRO § CO,,T]NúA (


EL E,sfE.
CT,EOÉ}JDO HACIA CE\rfP, EN tá ANnqUE Ap
CEUTQ¡ PE tA CIUPAD EN $67
Fig. 3.22. Definición subjetiva del centro de Karlsruhe (Alemania Federal) (según Klein
1 967).

Por tanto, las fronteras de las áreas dependen de donde uno vive. El
aprendizaje es algo importante y los factores ya tantas veces mencionados son
significativos, tales como familiaridad, medios de transporte, grado de atracción
y la función del esquema cognitivo en cuanto a obtener más información. El
significado, la estructura urbana y las diferencias percibidas son factores a tener
en cuenta y cuando existe convergencia, los esquemas son más nítidos. Existe
a:uerdo en algunos confines bien claros y desacuerdo cuando los confines son
e:-¡iguos (Klein 1967).

El barrio. Si juzgamos por la cantidad de literatura sobre la cuestión,


el á:ez'esidencial: barrio, distrito, o lo que sea, es de la mayor importancia,
ya q-3:s un área directamente relacionada con la convivencia social. lncluso
los a::":::es australianos dividen sus regiones en áreas con mayor o menor
"prop e:¿:, ;' slgnificación (sagrada en este caso), separando así bruscamente
la ger,:: -:--:l Ce la iniciada (Meggitt i965). La gente y los lugares se identi-
fícan a:'3':s :e símbolos ambientales y aunque estos simbolos varían con la
cultura, =s:::.e-plo denruestra lo fundamental que es la noción de espacio vivido
(Hapoport 1972e)' Estas definicíones
expresan cómo el medio ambiente no es
uniforme' sino que está constituido poi ¿real algo t-J
áá'nirvo.. o menor ímportancía. En
estas áreas son pequeñas y parecen poseer
li:,:,,?S,::es, cierta congruencia
Históricamente, las ciudades han tendido
dose en criterios pretendidamente claros, a dividirse en barrios, basán-
o que la ciudad consiste en un
conjunto de elementos discretos con "ur, "n
cíerias características sociofísicas. por
ejemplo, la unidad más pequeña en Tokio
es ,Áá*u. un distrito, Dazawa,
tiene r0 chomes; satagaya es una prefe^ctura "t
Dazawa, y Tokio tiene 2á prefecturas (Cantei'and ¡p"rr;urtrr"J con 30 distritos como
TokÍo tiene 2000 áreas diferentes Canter 1gZ1). O sea que
maño de ras viviendas, artura de ,qr.
..-áiri,ür.^ unas de otras según er ta-
and canter 1971; smith 1971)' Varían _tos
,rror, ;;i;r, etc. tLencros i972; canter
en color, te;i;r;
rv/\!uru y)r en
srr srtruurura social,
estructura §u servi-
cios comunes, etc. '
Las investigaciones sobre lo que
son lg7'f ; sawicky l97l; Goheen 1971;'Pryor es un barrio son numerosísimas (John-
1971, Ñlr.on .¡971; Meen egan 1972).
En la teoría de la planifícación se
ha definiao,-pr:ii¿ soare la base de
de servicio fcompras o escuelas] o el funciones
nÚmero áu r,rt¡turtes (entre 5000 y r0
La defínición subietiva, por el cántrario, 000].
parte de los criterios de los usuarios
y de la atracción social, movilidad, íntegiación
vínculos sociales y facilidad en agruparse atraccion i"-"tr* lugares,
con base "o.irt,
a ciertas características.
Aunque se empezó a invesiigar
(McKenzie 1921-1922), iu mayo, partJ r,r.e ;;;;. -reciente. años en esta cuestión
del trabajá-es Generalmente, la
gente define áreas pequeñas arrededo.r
penden de la estru.ctu¡a social. y
d" .;;;;;iá1iv¡enaa, cuyos rímites de-
de la mov¡tiaai. ial tipo de barrios pueden
esquematizarse y varían con er sexo,
ra edad, la ocupación, movilídad, la forma
física de la ciudad, el tiempo y et ciclo generacionar,los
la gente, pero existen coincidencias (wirmott barrios difieren según
1g62) y, como hemos visto en el
caso de los niños aborígenes, ras reraciones
inffuyen en la definición de to que es
sociarlJ'v ür-a;;;i;;i.*r.
un barrio.
Es probabre que ra gente no tenga.
un esquema craro de ro que es una
ciudad entera. La gente conoce áreas
arrededor de su resiaen cia, y de eilas
depende su grado totar de satisfacción
en gran parte (capíturo 2).
Subjetivamente, un barrio puede jgnifi.rr,- '-

a) Justo Ia vivienda, con er área


sin niños, o vínculos de interés social). arrededor de pur,a convivencia (gente
b) Er área arrededor de ra vivienda
c) un grupo de vecinos, que gustan como símboro de status.
o no, pero que conforman
social inmediato. er medío
d) un ideal de pueblo-comunidad, con asociación cara a cara, o con al-
guna idea base [Gree.nwich Village, Chetsea, eir;.Uriyl.
e) un área basada en iervicios auto-dirigi¿os tw¡rson rg63, pp.
f) Un área física muy claramente definida. r9-20).
g) un grupo sociarmente muy unido por raza, rerígión, etnia,
etcétera, con un mismo sistema de actividad. ideorogía,

Todos podrían crasificarse en dos grandes grupos:


barrios ex¡sten, sobre todo, cuando-amoaJ¿imensionás físicos y sociares, y ros
ciones subjetívas varían de individuo a indívidro, co¡nciden. Estas defíni-
ciertos grupos' Para definir un barrio, se usan
p..o pueden generalizarse para
sociales, con la infruencia, ya índicaáa, de
a lavez ciiterios físicos y criterios
la preferencia y de ra selección der
hábitat' ya que gente análoja escoge áreas
similares ,Lforranao el carácter social
y físico de las mismas. ya hemos-ri.to
er capíturo 2, que jardines, ra
"n definir áreas de laros
limpieza y otras características se usan para
clase
estos factores desaparecen, la clase cambía (Mills alta y cuando
se usa para definir los barrios. La homogeneídad filú O sea que el status
tante (Bryson and Thompson 1972, p. zg)i por qr"
del staius es un criterio impor-
i" en 1971_1972, sz
"r-c-anberra,
156 intentó dar identidad al área de O'Malley, diferenciándola de las otras y aumen-
tando el precio de las casas y de la tierra (para lo cual hay que expresar este
nuevo valor con el diseño).
Aunque Ios barrios tienden a ser más bien pequeños, se incluyen en
áreas mayores, que son en tas que los visitantes dividen conceptualmente Ia
ciudad. Así, en Brisbane, Australia, estas áreas se identifican a través de carac-
rensucas lstcas y sociales, y poseén ímágenes asociadas muy vivas (Tims 1971'
pp. 111-i1Z): Estas'diferencias se ínctuyen, a menudo, en'clasificaciones de
desÍgnación, dando targos nombres a zonas de "alto nivel". Así, los taxistas, en
Sydney, se quejan de los pasajeros que usan direcciones de clases altas, mien-
tras ellos viven en áreas cercanas de status bajo (para ver estas clasificaciones,
consúltese Congalton 1969, 1." parte).
Ya hemos hablado acerca de las discusiones en materia de remodela'
ción de fronteras suburbarias (Miller 1971). Este proceso está comprobado en
los estudios sobre North & South Kensington, en Londres. Pero, mientras "South
Kensington» r]o BS lo que era, simplemente ha cambiado, "North Kensington" es
una historia diférente, una hístoria sucia... una historia inmunda... una parte de
Londres... no muy apta para fastidiosos... El distrito tiene su perifqria. Notting
Hill, existen algunas direcciones decentes, pero todos dicen residir más hacia
el Este o más hacia et oeste (Culpan 1968, pp. 121-123). .
Todas estas consideraciones sobre el status podrían distorsionar el
principio de que, cuanto más cerca se resida de un área, más pequeña es su defi-
ntcton. En generat, residentes y visitantes definen las áreas de distinto modo
(MacEwen 1972; Goltedge and Zannaras s.f., p.33). Esto se debe al hecho de que
para los vísitantes es un mero problema de esquematización, mientras que para
los residentes es un problema mucho más importante, y eslos últÍmos tienen
mucha más información, ásí como más posibilidades de percibir diferencias ydefi-
nir límites. En Sydney, por ejemplo, tos residentes subdividen sus áreas en sub'
áreas diferentes de las decididas ppr el ayuntamiento (Pallier 1971) y, en gran
parte, desconocidas por los demás residentes. El tamaño de las áreas depende
de las.redes, de amistades (Sanoff 1970), raíces étnicas (Suttles 1968), estilo de
vida y estructura de las actividades o, incluso, puede Variar, con el cambio
de estaciones, al modificarse el espacio de la actividad (Michelson 1971a). Nor-
malmente, sin embargo, ta gente dibuja las fronteras tan cerca como sea posible
de sus viviendas (Barwick 1971). Aunque estas delimitaciones son difusas (Wil-
son 1962), la gente las identifica con grupos compactos de casas, más pequeños
que los distritos oficiales.
En Haleigh, Carolina del Norte, las áreas eran pequeñas, y para los resi'
dentes, más pequeñas y subdivididas que para los visitantes (Sanoff tg70); lo
mismo ocurría en Chicago (suttles 1968). En Londres, también muchas zonas
están subdivididas conceptualmente, o sea que el Lewisham cont¡ene seis áreas
diferentes y Bethnal Green seis distritos de áreas subjetivamente definidas (las
cuales eran indiferenciables para los extraños) [Taylor 1973). En muchos casos,
estas divisiones contienen, no obstante, elementos físicos destacados. O sea
que Bow se distingue por estar en el Este del canal Regent, con casas bien cuida'
das y relucientes ventanas, mientras que el Oeste es el lugar negro (black spot),
con casas depauperadas, empteo provisional, etc.; en el Norte existe un área res'
petable, con pretensiones de clase media (Taylor 1973).
La gente se identifica, pues, con áreas concretas, en toda lnglaterra, en
base a factores sociates, negocios, empleo o convivencia (tabernas, clubs, etc.)
y características físicas (calles, parques, autobuses, etc.). Casi nunca las divisio'
nes oficiales coinciden con las subjetivas. Las áreas tienen que distinguirse unas
de oiras, Ias fronteras deben tener significado, con una vida característica en
común. Normalmente, tal tipo de áreas contiene sólo varias calles y algunos
edificios: iglesias, clubs. tabernas y edificios. monumentales (Boyal Commission
on Local Government 1969; Hampton 1970).
Las divisiones políticas (Boyal Commission an l-ocal Govt. 1969) y las
divisiones de los ptanificadores (Feldt et alt. s.f.) son demasiado grandes. Además
-: las características sqc,(ates. se, (e.e.e.*\§\ (rañs§
\§\\\\ fXS.\\f\flUS
lert'ep\§\es\ren por tanto, \a convergencia de indicios \JI
rgn los aborígenes austraiírnos (Hapoport facirita ra defi-
"rrs\§es:
nición' como ocurr.?
temente, las derimítaciones más 1972). consecuen-
ciaras de áreas.ru¡.iirr. tienen rugar
barreras físicas bien defínídas coincia:n cuando
ros esquemas cognitivos.
La definición de áreas ímprica ra .c9n
def,nición-Je- contines, que depende
la discontinuidad física o social. ia de
juicios acerca de dónde. un variabil¡dad de lr, ¿-.r¡ni.¡ones depende de fos
ruga, em)i"ru y acabi, J;r;; cambia
y el "perteñec€r,- AsÍ, ra topJgrafia,-o ra propiedad
a veces os encraves étnicos, y
rur, ras díscontínuidades físicas, refuerzan
f
otras discontínuíJu;;;,;oro Ios ferrocarrires,
producen también excelentes'barreras. etc.,
Las barrei., óü¿"" ser débiles
tes' y son craras cuando los indicios o fuer-
físicos y sociares coínciden.
Los confines definrdos subjetivam".iu-;;;
gen y guían el comportamiento; i;p"ortantes porque restrin_
ideálmente, los confineL oisenados y
subjetivamente deben coíncidír. En los definidos
las sociedades tradicionales, con confínes
bien defínidos' una ma[a admín¡stracián
(Adams 1923, p.226J aunquu puede pr.oducir muchas insatisfacciones
efectos no son tan imporiantes. "n-ir-ráyoría de'ras más Áodernas ciudades los

s"
f _=§
§9
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V*t< eoé üGA

4nt (rJe ÉtúE(?_

S¡JEUQBOS DEL E.STE,


I I tt

DE ¿¡ oUDAD
AJEVTE So6e.e
ÉL Nísró

Fig' 3 23' seis definiciones subjetívas


de .North shore, en sÍdney
Todas ras ciudades tíenen sus
Existen en la mente de la gente zonas a ro East side o a ro North
shores
u iiflivun en su comportamiento, ras áreas a
evitar y cómo despraza.rse por irlirira._rn*naer
muy importante para er proceso este juego de variabres es
a"Jüuno considereÁó. t, corta Norte (North
I
¡

l5BShore),enSydney.Esunf¡g¿«QUBnot¡enedefinición;nopuederelacionarse
reside'.Tp]t:.lj..:.:it
otra costa v, á"pr"oi"n9g.del lugar donde uno
con ninguna
las novelas' cualquiera que v¡va
o siete kilómetros' (Cleáry iSzo' p' 85)' Debido a
al,í Io hace aparecer ocorTlo si fuese otro país"'
p.*onu' La derin¡c¡ón de North shore' He aquí seis
_.r=;.r1;";l;;;.'a"*
1. Varón, profesor, psicólogo' nacido en Sydney' v]ve en North Shore:
pacif¡ó Highway y Archbolp St. Una extensión muy
Hoseville hasta pymbl., .ntrJ
d¡i;t; h"i'rT,:T::lrttecto, lo que
nativo de svdnev' YiuP .un l1 ciudad: todo
que cuánto'más lejos vive uno' más amplia
hay encima del puerto [eiemplo de
'' es Ia zona en North shore: solamente
',iliiJÍll;. retaria,nacida en sydney,alvive oeste de.la autopista: sólo in-
la zonasuburbial entre noseviile y Wahroángu' st. tves no está incluido porque es
cluye las zonas que son Jr ".tor',ruburbios. y se dejó influir por los anuncios
muy reciente. Buscab, ;;; .r.á-pur, su.
hijo
de Sydney de tres áreas
qr", inJJrntalmente. f,rUir,t.urbi.Oo mapá genetál
et
East y North- a seis' como sigue:
-West,

Fig. 3.24. Begiones metropolitanas tal como se anuncian en


las agencias de la propiedad
noiiu, iá oeste y la sureste' nlucho más grandes'
del estado. Antes sólo existían la zona

4.Varón,urbanista,emigranteperoresidenteenSydney.desdeh.ace
que cubre desde Lane
muchos años. Domiciliado en Norih shoie. Define una faja
Beaches' Cree que todo
Cover Biver hasta Middle Harbour; excluye Northern
ello está relacionado con el ferrocarril, y que solamente inctuye la municipalidad
de Ku-ring-gai.
5' Varón, arquitecto,. nativo de sydney, residente
en er área: define
t:do, hasta chátswood,
..;:::;ltr?1r^".^Li:^r^l:fr.(vaso ;";;
in"rry" Mosman
-.1.ii (status
_r"T"rl:?Jj:.,,,1-I::irby en. este ro;";;;,
5,'.,r,rr"á.;"j, L',i," r'- i

.xl:1#:'Í'i,Iff:::'fll"'"":':"1::: qe;:j F;ñ;;;B'id;;';'¿',:jJ,"ñ.,f*:Il#


,.-";ili;
v Northern Beaches excruido. !:l"
L: - -
rctuidos Estos tímires .. ;.f,;;'.,¡' vrr
feerrocarril
rrocarri l. Pqr Lcr fitt\,:F]i.i
cr
fl{ [*=l::x- LA
i de sydney. et
,ll
{
l; "ri^):1,,1^,-.^1.^il:::l:ctura,
n,'; ¡atulal rncruye área
; ;.' y,. : ; r"# i I I;,1;;J t : i,ff i, "ü[:
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f y:: ;: ;
,il
I
dr
; :.: iJ ;T, las 'J¿
playas más f: :al;,flNorte.
I

Estoy dando importancia a un informe


de que apoya ra hipótesis de tamario muy informal, sólo en el
y distancir,.'i pup.t der status y ersentído
de las diferentes preferencias paper
sociares vlientral Iri utgrnos rugares
cluidos por todo el mundo, no son ex-
ári.tu un acuerdo Jn'lu o.rinicíón del área.
el mundo sabe dónde ,. ,"rb, fisicament; Todo
North sydney a chatswood, y de ñ.;,h sydney, y dónde se pasa de
aquí a Bosev¡ri", probrema es saber cómo ros
diseñadores pueden influenciár "j aparentemente
,n pro."ro corno éste, universar.
Han sido elaboradas alqunas contestacio."r.
rencias puede den11ae.r der sig;ificado L. percepción de Ias dife-
(Dunca, reiá, en prensa a y b; werth-
man r968) y a partír de la vañabiridad,'tanto-;re;l"n,o.
naturales' son usados para definir naturares como no
los confines de ros barrios en relación
social [sherif and sherif 1963; Royse al status
rg69). En er caso de san Antonio, ra
rencia más crara der paso au u dife-
,áina pobre a ra iica era er cuídado
fsherif and sherif r963J, .on io.-jrriines ¿e'áprri"*i, der césped
como símbolo de desordenada y sarvaje
"status" baio. Eétas diferenciis i;;i;y., mucho en ros standards
ce los individuos y en sus práferenc.ia...
pará drstinguir las áreas culturales lor.¡urain.. i ras prantas pueden servir
(Kimber iso6, iézi ,1973: Duncan r973).
La motivación y la preferencia, por
áreas (y la distancía), o..r'qu"-.uando lo *lriá, afectan la definición de las
ras áreas son conocídas y apreciadas,
se enfatizan [bien aumentándálas, bien
o se distorsionan,cuando
reduciéndoiir'p"r^ aumentar su rareza)
se aprecian. En ros rnapas mentares de
-no
gran tamaño' los lugares familiares áreas de
se exageran (stea rg69b) cuando son evalua-
dos como positivos e, incluso gente que
rirá en sus mapas mentares , óru., áe realiza las mismas actividades, dife-
(Tuan 1974, p. 62). Ia impári;;.;; supuesta a ra actividad
Generalmente, la definíción de un
jetivo" y se basa.en una categorización barrio forma parte del *espacio sub-
inctuyenoo-un-grrpo que se autodefíne
como grupo, con Ia construcción
de unos confines tras
"otros". La idea de homogeneidad percibida f.up,irt-i) Ios es
cuares están ros
parte de esto y las
fronteras pueden servír páru prur.iru,.
ru ioentilaJ i i, .or..,urión (Barth r969;
Siegef lg70; Bapoport, en prón* c)..Similarmente,
en las mismas institucionei ro, i-¡tu. gente análoga se encuentra
v
convencion€s, etc. Los erementos
se define'n'a través de regramentos,
confines sociales (Rapoport 1g12e;
físicos.u r.rn,-robre todo, para inc!icar los
Suttles f 969).
En Bérgica, se ha sugerido que existe
voisinage' que es un grupo delente una diferencia entre tJnité de
viviendo iuntos y tenrendo relaciones
les' y el quartier' que es un bairio socía-
basado en distincíones sociales, profesionales
o económicas (Hoggemans lgTr p.47 y
, ss.). s¡ se a¡aáen ras dem¿s características
indicadas aquí, esta distinción .ári,
sLu;.ii"r,
y entraría en contacto con ra distinción'entre á-prriir"jrr criterio de simiritud,
división en barrios.afecta a to. que viven br;;;; lmistad (Kerter r96BJ. La
.n una integración
espacial
-o sea objetiva- y curtural "iior-y'"1,r,"
sea subletiía- con ra ciudad, aunque
la morfología urbana subjetiía pr.¿. -o basarse
1971, pp.50-52), por ejempro: indicios objetivos (Roggemans
"r-lriiári"s
perceptivos en ras barreras trazadas
claridad. La Laja es er bairio más iáiiri¿o con
en ciuoaJ cJryrn, porque existe
índustria y el río [peattie 1922, pp.
S S, Sql
La persistencia de estos rímites depende
de lcs incices y de si rcs
t¡empo usado en los desp/azamientos a/ trabal'o /n.f/u;re
e,2 ¿//7 área ¡z en s¿¡ c/efi:
nícíón (Oe Lauwe.l965b, vol.2, p.57,1960J. Lás ritmós de
los grrpá, iambién son
importantes, por lo que exíste un tiempo sociar (yaker et
y no sólo un espacio social. art] róll, i. rsl,
El estudio moderno de la definición tormal de un barrio, subjetivamente,
empezó con Lee (19681 y es muy importante hoy. Él se decidió po,-
uná definición
fenomenológica al observar las incongruencias entre espacio y
comportamiento.
El barrio se define, a la vez, cognitivamente y socialmente, como
elemento de
medíación entre el índíviduo y la cíudad, y, consecuentemente, es un
esquema
socio-espacial, significativo para la gente que nota los lindes. Estos
lináes, mLr-
chas veces calles, pueden ser claros o difusos. El esquema
es más claro que el fondo informal de la ciudad. -"a¡ii.lrr f g"n,"-_
Aunque el esquema varíe de persona a persona, puede generarizarse
entre grupos. El tamaño y la constitución de un barrio subjetivo Jepende
del
medio físico, del nombre, de los elementos símbólicos y del comportamiento
social (Lee 1971a)- Un factor importante es el uso de los servícios internos al
barrio por el barrío mismo. Éste varía según la clase social, la edad, los
tipos de
edificios, etc. Entre los elementos socioculturales importantes se encuentran
los
clubs y las redes de relaciones sociales; el uso de las tiendas es importante,
pero no muy signifícativo, especialmente en el contexto
inglés.
Entre los elementos físicos interesantes se encuentran: el número de
casas, de tiendas, de diversiones, etc. El barrio no se define
en términos de
población sino de tamaño, menos de 75 acres (Lee 1968),
(Lee 1971a)' En cualquier caso,.densidades más
o ii, ,OO acres
"ntre
altas producen más población y,
a más población, más aumento de tensión social
lstressj. La congruéncia entre
percepcíón y homogeneidad social, puede ref orzar la
estructura socíal.
El tamaño y fa importancia del barrio cambian con el coeficiente socio-
cultural, segÚn grupos e individuos. Los grupos con salario bajo
tienden a definir
áreas más pequeñas por lo que en tngtaieria ta ctase media
tiene barrios ma-
yores de 100 acres.'En Estados Unidos, las áreas
de clase baja son más peque-
ñas que las de clase media (Hartman lg63; Fried and Gleich.r.
Fellman and Brandt 1970; yancey 1971; Hall 197i), aunque se ha puesto
tsol;friei lsz¡;
en duda
la naturaleza de la ubicación de Ia crase traba jad,ora (áteiter 1gT2). sin embargo,
pueden exístir relaciones entre clase social y iamaño
del barrio, las cuales han
sido detectadas en Los Angeles, en donde.uátro grupos socÍales definieron
áreas
subjetivas que ocupaban desde unos pocos edificiós hasta áreas enormes (orleans
1971; Everitt and Cadwallader 1972). El argumento de que el barrio ya no
es
importante hoy, puesto que la gente vive dominar un lugar,,, es iontrario
"sin
a Ia evidencia, todo ello aunque el barrio pierda valor como medio exclusivo de
identificarse (Timms 1g71, pp.2so-251). En lpswich, lnglaterra, todo el mundo
quiso designar su barrio [Wilmott 1962). Un modelo interesante es el
de un con-
junto de barrios sobrepuestos, Ios cuales varían culturalmente,
con algunas per-
sonas identificadas sólo a través de ellos, mientras otras tienen además una
extensa red de relaciones socíales. Estas diferencias reflejan un dualismo entre
vida social y vida cosmopolita Icapítulo 5).
Además de las diferencias socioculturales dentro de cada país, existen
diferencias entre países, por lo que, en relación a Europa, Estados unidos posee
barrios menos definidos y menos espaciales (sawicky 1971, pp.64-66). comparando
Bristol con Columbus, Ohio, se cornprobó que los habitantes de Estados Unidos
tenían más movilidad y se preocupaban menos del barrio. Además, la clase
media, en Estados Unidos, tiene barrios más extensos. En Bristol las tiendas
deben estar dentro de un radio de cinco minutos a pie, mientras que en Estados
unidos, veinte minutos son aceptables (Bracey 1964, pp.22-23). En otros casos las
diferencias todavía son mayores.
Por otro lado, actualmente hay evidencias sobre la importancia del barrio

' Comunicación personal del Dr. David Harvey, de la Universidad de Bristol,


en 1 969.
.-:re lugares, por lo que la distancia cognitíva es una función que depende de l3J
, :istancía al lugar y de la actitud frente a este mismo lugar.
Este último punto es crítico. Por ejemplo, en el caso de las tíendas de
:,r Francísco, tiendas equidistantes f ísicamente, eran consíderadas como más
' =;adas si no eran deseables (D. Thompson lg69). Por tanto, la imagen cualitativa
=l medio influye en la distancia subjetiva, por lo que si Ia distancia es la sepa-
'.:ión de gente a otra gente, de gente a cosas, o de cosas a cosas, será'mayor
-,anto mayor sea la repulsión o el rechazo. Considerando el caso descrito del
-'men, las zonas de crimen se consideran muy lejanas, como a distancia infinita,
-:ntras que los lugares muy aprecíados serán evaluados rnuy cercanos. La dis-
'.^.cia subjetiva en las ciudades y la proximídad cognitiva entre elementos con-
--'narán un sistema como el defínido en el capÍtulo 2.
En conexión con el hecho de ir de compras, se ha índícado que las dis-
-':cias hacia el centro de la ciudad son más cortas que las distancias hacia
.':era (Lee 1962). Y, en general, existe una distorsión de la distancía euclídea
=: el centro de la ciudad (Haynes f969). Esto puede deberse a la evaluación
::sitiva del centro. En Dundee, por ejemplo, las distancias se aumentaron en las
::s direcciones, pero menos en la dirección hacia el centro de la ciudad. Las
-:jeres parecen más sensibles que Ios hombres en este aspectb, dado su inte-
-:s en .ir de compras,, el cual conlleva una mayor atención. Por lo tanto, los
,-ros, y sus estímulos, favorables se consideran subjetivamente más cercanos
::e si son desfavorables (Lee 1970, 197fb).

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Fil.3.27. Belaciones entre la distancia subjetiva y Ia evaluación de las tiendas.

La valencia es un factor importante en la distancia subjetiva (Abler,


Adams and Gould 1971, pp. 218,230-231), por lo que una distancia corta en la
zona residencial puede evaluarse como más Iarga que 300 km cuando éstos res-
ponden a un desplazamiento de recreo, estos mismos factores actúan en los
desplazamientos migratorios. Parece, pues, claro que la distancia psicológica es
un factor dependiente de la distancia real, del tiempo y de la preferencia. lam-
bién parece que el tiempo está muy afectado por la preferencia subjetiva (Mittels-
taedt et alt. 1974). Los efectos de la valencia no sólo se demuestran en una
lista larga de trabajos (Lee'f 976). En geografía, existe una ley inversa entre dis-
tancia subjetiva y relación ernocional, en función a la importancia dada a las
ciudades y al grado de conocimiento (Ekman and Bratfisch 1965; Dornic 1967;
Bratfisch f969). La relación con nuestro problema rad¡ca en la relación entre
emoción y distancia subjetiva.
Esta relación está también implicada en el caso de distancia al centro;
en Columbus, por ejemplo, las dístancias al centro sB "surrlootaban, (Golledge,
166 Briggs and Demko 1969; Golledge and Zannaras s.f.). Esto puede deberse a fz:-
tores del propio experimento, Congestión y dificultades para aparcar, lo cual
dificulta el acceso (otro efecto de la valencia), o también puede deberse a i'=
(Europa
rencias culturales de la valencia al centro, positiva en algunos casos
Lo que todo el n:-ru@
continental e lnglaterra), negativa en otros IEstados Unidos)'
advierte es que la atracciónl las valencias positivas y las preferencias dismini':"
Ia distancía. Esta ha sido mi conclusión a partír de todo el materiah sí el cen:':
tiene valencia negatÍva, entonces Ia distancia se aumenta (Mercer 1971, p' 2--i,'
En Australia, por ejemplo, las playas son preferentes, pero si.están alejadas i:
centro son más preferentes y las distancias se reducen más (Mercer 1972)- L¿=
playas más alejadas del centro se consideran tan distantes como las que está-
mucho más cerca del centro
Todo ello era previsible dada la valencia en Australia, ya que todos i:-
tentan escapar del centro, hacia la periferia y a las playas. Por tanto, existen
diferencias culturales entre Europa, por un lado, y Estados Unidos y Australia;:-
el otro. Existen, pues, relaciones entre preferencia y estilo cognitivo, por lo qu:
en París la distancia subjetiva está relativamente afectada por la selección de
preferencias según status (Lamy f967). Tanto la preferencia del centro o de los
suburbios, como el esquema cognitivo, se pueden encuadrar en un mismo mode.:
Los resultados de las experiencias para comprobar estas hipótesis fue'
ron negativos (Cadwalfader 1973; Canter and Tagg f 975J, pero la evidencia parece
ir en esta dirección. En relación a ir de comprar y a divertirse, Ias actitudes favo'
rables presuponen tÍempos más largos (mayores distancias recorridas) (Mur'
phy 1969), lo que implícitamente supone distancias subjetivas menores desde el
momento en que ello no supone un obstácuto para aquellos atraídos por el estímulc"
Todo elto está apoyado por un estudio intercultural de la conducta en la compra
de los viejos Mennonites y otros grupos canadiense en Ia misma área de Ontario,
donde fueron encontradas giandes diferencias. La orden de los Mennonites usaba
tiendas locales y alimentos tradicionales, por lo que empleaba un sistema de refe'
rencia diferente (Murdie 1965). Estas diferencias culturales que modifican fas
distancias, en la conducta pueden ser interpretadas en términos de niveles de
atracción que conducen a distancias subjetivas diferentes y a la evaluación
de obstáculos al movimiento.
En el caso de las ciudades, el acceso difícil puede ser un factor en la
evaluación de las distancias (Canter and Tagg 1975). lncluso la evaluación de la
topografía puede afectarse por la valencia positiva o negat.iva, por lo que en
Bolonia las casas en las colinas están más cerca del centro, que dos casas sepa-
radas la misma distancia en otro lugar. lgualmente, ciertas actividades, si están
fuera del centro, se consideran lejÍsimos. La valencia positiva es tan grande que
una madre decía de su hija que vivía en el centro de ParÍs, aunque el lugar,
Auteuil, no está en el centro precisamente (Schnapper 1971, pp. 44,97'99,
122-124).
Otros factores, además de la valencia, son el itinerario y número de
giros (Lee 1970, 197lb), las condiciones del tráfico (Golledge, Briggs and Demko
1969; Golledge and Zannaras s.f.) Y Ia dirección única (Haynes 1969). Otra va-
riable es la familiaridad, o sea que los desplazamientos pueden parecer más
cortos a través del aprendizaje. Esto puede deberse a que la información no exige
tanta atención. La continuidad es también un factor, si bien existen posturas'
opuestas con respecto a su influencia: hay quien apoya la segmentación como
más corta y hay quien defiende lo contrario (véase el capítulo 4).
Probablemente hay más factores, como la repetición de indicios, la velo-
cidad, la energía (Briggs 1973), o la atracción e interés del itinerario, barreras,
familiaridad, etc. (Stea 1969b). El grado de control sobre el desplazamiento tam-
bién influye, como en el caso de encontrar la distancia menor a pie que en auto-
bús por parte de los niños cuando van a la escuela. Esto se debe a la posibilidad
de dom,nar el esquema cognitivo en el primer caso (Lee 1970). Efectivamente,
la escueia está .mucho más cercan eñ Bl primer caso, y en los niños pequeños
la separaciónr de la madre es menos penosa.
En cuanto al número de giros y la continuidad, es algo que debe tenerse ,:/
en cuenta. En referencia a edificios, el número de cambios de dirección tiene
menos efecto que el número de puntos de decisión que provocan la pérdida (Best
1970) y sugíeren que el itinerario es más [argo. Lo opuesto ha sido también indi-
cado: cuanto más giros, más corto parece el itinerario (Stea 1969b). Es probable
que los giros álarguen el itinerario, pero depende de su agudeza o de que sean
giros en U o en S (Lee 197f b). Todo ello proviene de estudios en laboratorios.
En la vida real, la gente se fija sobre todo en el tiempo, en la preferencia y en
el contexto. El contexto incluye [a atracción de los estímulos y también a dónde
uno va (Mercer 1972). Los estudíos sobre la elección de itinerarios indican que
un itinerario con giros, pero que conduce a un lugar atractivo, produce una re-
ducción de la distancia subjetiva, mientras que un itinerario recto a un lugar no
deseado produce una distancia sr-rbjetiva aumentada (Porter 1969)..
El tiempo, unido a la distancia física, también juega un papel impor-
tante en la distancia subjetiva (Lowrey f970). La distancia se expresa a menirdo
a través del tiempo paseo de cinco o diez minutos-. Se ha sugerido
-un psicofÍsicos
que mientras los factores ínfluyen en la distancia cognitiva, Ios fac-
tores de preferencia, influyen más en el tiempo (Mittelstaedt et alt. 1974). Como
el valor del tíempo y la fuerza de sus unídades cambía con la cultura, la ubi-
cación del tiempo depende del estilo de vida. Esto influye en la distancia sub-
jetiva, ya que en una cultura un desplazamiento puede ser subjetivamente más
rápido que en otra.
La experiencia del tiempo juega, pues, un papel importante en la psi-
cología del medio ambiente y las consecuencias de esta experiencia en la eva-
Iuación de la distancia subjetiva están afectadas por el sexo, Ia cultura, la edad
y el contexto (Holubal 1969). Por tanto, un estud¡ante de arquitectura de Montreal
que conducía un taxi, calculaba las distancias en términos de dinero, lo cual era
un sistema espaciotempora[. La percepción subjetiva del tiempo, que incluye el
medio de transporte, el confort, etc., afecta la percepción de la distancia y la
ubicación (Peterson and Worrall 1909).
Está bien claro que los animales y las personas viven en un espacio-
tiempo (Von Uexküll 1957; Orme i969; Doob l97l; Yaker et alt. l97l; Fraser
et alt. 1972; Holubai tg0g; Ornstein lg69; Cohen 1964, f96Z). La gente, por tanto,
ubica las cosas en un espaciotiempo (Yaker et att. 1gT1; parkes 1g72, 1973J
y hay que diferenciarla a través de sus ritmos temporales- Los juicios sobre
el tiempo y las distancias son interdependientes (Orme f 969). Cuanto más tiempo
se tarda en una distancia, más larga se considera; cuanto mái rápido se desplaza
el individuo más tiende a reducir distancias y al revés. Y todo ello está influi-
do por índicios visuales y cenestésicos (cohen 1g67). Esto ¡mpl¡ca que el
eumento del estímulo influye en el tiempo percibido y en la distancia (ejemplo
de la familiaridad, la cual influye en las distancias que son usualmente recorridas
disminuyéndolas subjetivamente) (Fraser et alt. 1972, p. 2gS).
Similarmente, el medio espacial puede afectar Ia sensación de tiempo,
:or lo que los itinerar¡os con poco interés parecen más largos y la gente corre
rás en ellos (Yaker et alt. lg71; Tunnard and Pushkarev i963). La situación
=mocional (felicidad, aburrimiento, salud) también influye y será estudiada en
:l capítulo 4, y podrán observarse consecuencias Cirectas e idiosincráticas. Por
I tanto, los mapas mentales íncorporan un factor de tiempo que afecta Ia forma
:: la ciudad (choay 1970-1971), aunque el estudio del tiempo subjetívo en la
: udad se haya olvidado, solamente tenemos algún estudio sobre el presupuesto
lnderson 1971; Chapin 1968 y 1921; Chapin and Hightower 1966). Todo lo que
:--'Cemos decir es que los mapas mentales están constituidos por lugares, cone-
lnes y distancias, y que el tiempo influye en las dístancias y algo en las
-- nexiones.
Tanto el espacio como el tiempo se relacionan primariamente con la

' He comprobado todo ello con numerosos ejercicios realizados con los estu-
:rtes sobre la elección de itinerarios.
168 distancia subjetiva a través de la valencia positiva o negativa, o sea que la dis-
tancia social juega un papel importante. La distancia entre las áreas socialmente
diferentes puede ser mayor que entre áreas socialmente equivalentes. Con refe-
rencía a Sídney, una novela indica:
"Waterloo... estaba sólo a pocos kitómetros
Ce Double Bay, pero a la distancia de una era geológica en la escala social..."
(Cleary 1970, p. 120J. Estas cuestiones sobre las distancias subjetivas entre
áreas habitadas por grupos sociales opuestos deberian analizarse con mayor ín-
tens idad.

Morfología urbana subjetiva

Hemos comprobado que la gente tiene imágeñes, esquemas y mapas


mentales que se aprenden y se construyen. Todo elló involucra componentes
internos: Ia gente, características socioculturales, y componentes externos: el
medio y sus índices. Los lugares y los sistemas de correlación son subjetivos
hasta cierto punto y se evalúan diferentenrentq. Parece ser, prres, que lá ciudad
como un todo debe ser concebida de distinta manera por los diferentes §rupos
sociales, y podría hablarse de una fenomenología de la ciudad (Carr i970). Como
siempre, esta vida subjetiva de la ciudad seria diferente de la forma objetiva
de los planes urbanísticos, por causa del proceso de simbolización ya estudiado
con anterÍoridad.
Aunque ex¡sten evidencias de una morfología subjetiva de la ciudad,
no está claro como el diseño fÍsico de la ciudad la afecta. tnteresaría saber hasta
qué punto la morfología subjetiva, construida a partir de los estilos cognitivos
y caracteristicas socioculturales, coincide con la forma diseñada de la ciudad.
No parece que la gente tenga un esquema general de la ciudad sino sólo una
jerarquía de sistemas sobre la que sabemos muy poco.
A partir de las consideraciones generales sobre la capacidad limitada
de obtener información (véase capítulo 4J, podría sugerirse que la claridad de
un esquema dado no se relaciona solamente con la frecuencia de uso y Ia fami-
liaridad sino también con el tamaño de las áreas, por lo que la cantidad de infor-
mación es constante:

tamaño X detalte : constante .

Por lo que los esquemas Ce las grandes áreas, en tanto que compartilas,
son difusas y generalizadas mientras que Ias áreas locales son específicas pero
mucho más detalladas.
También puede variarse la morfología a partir de los elementos orde-
nados. Ya hemos visto que existen elementos simbólicos idénticos para todos
y elementos simbólicos idíosincráticos, propios de personas o de pequeños gru-
pos (Rapoport 1970c), o sea elementos simbólicos compart¡dos por una ciudad,
y elementos simbólicos sólo comprendidos por grupos sociales pequeños. Posi-
blemente:

grado de acuerdo x intensidad del acuerdo: constante

Así, muchos parisinos (y también muchos extranjeros) conocen la Torre


I Íel, pero pocos el barrio argelino o el campo de boules. En Nueva york,
'.'¿-iattan es un caso muy similar (Milgran 1gzo, 1gT2). Dentro de Manhattan,
i::: el mundo conocerá los rascacielos; en cambio, no sabrán dónde están los
sE:0 : :s municlpales o las oficinas administrativas, etc.; en cambio, Manhattan
las : :-: como Little ltaly, Harlem, Yorkville, etc. (Franks 1gT4).
I: Atenas puede predecirse que todos conocen la Acrópolis, [a Plaza
Omo;: a. : :e Ia Constitución o Lycobetos, pero la gente vive en barrios locales'
muy c3::-3:cs y probablemente no existe correspondencia entre la estructura
local y la global. También es posible que la gente tenga, a nivel global, solamente rcJ
una Iista de monumentos. En Atenas, la tradición ayuda a considerar la ciudad
como una amalgama de pequeñas ciudades a pesar de la centralízación hecha
por Theseus.

Son mundos separados con sus tÍendas, sus tabernas y sus habitantes si-
tuados alrededor de su plateia, poco influidos por Atenas y menos por la puerta
del vecino fuera de su mundo. Tan fuertemente mantienen su identidad propia, como en
la antigüedad, que no es extraño pasar, de parada a parada de autobús, de un área orea-
lista" cien por cien, con sus símbolos y sus banderas reales, a una zona marxista (Lan-
cester, citado en Kriesis 1963, p. 59J.

Todo ello indica que la morfología urbana subjetiva no sólo varía sino
que influye en la visión sobre la ciudad como un todo.
Ya hemos visto casos similares en Londres, París y otras ciudades e,
incluso, en Los Ángeles o Sidney, existen personas con mapas mentales muy
localizados. La variedad de indicios puede organizarse de muchas maneras, aun-
que dentro de ciertos límites dados por cierto acuerdo en las convenciones. Por
ejemplo, en nuestra cultura con baja densidad, una zona abierta no será consi-
derada como centro urbano o como zotlá *centro de negocio g, (Central Business
District). Sin embargo, en Japón, un centro es este «vacío,: el Palacio lmperial.
Los centros de otras ciudades tradicionales son estos.vacíos" (Wheatley 1971;
Krapf-Askari 1969), y en la China, la lndia o el lslam Ia definición del centro
varía muchísimo.
Por lo que el significado y la relevancia de estos elementos, son im-
portantes en Ia morfología urbana subjetiva.
Por [o tanto, la definición de un barrio por parte de niños blancos, mexi-
canos o negros incluye las mismas categorías, pero con preferencias diferen-
tes respecto a: elementos naturales, artificiales, grado de centralidad de la vi-
vienda, las modalidades sensoriales y el grado de existencia de esquemas glo-
bales (Maurer and Baxter 1972).
La morfología subjetiva urbana es un claro resultado de Ia cognición
y del hecho de otorgar signifícados al medio ambiente seleccionando información
directa e indirecta, y percibiendo las diferencias con distinta modalidad senso-
rial y distinta estructura, a través de códigos y convenciones cognitivas taxonó-
micas. Si comparáramos Ia morfología subjetiva con la "ofjetiva» no hemos de
pensar en validez sino en los elementos de diseño que mejor pueden coincidir
con el específico estilo cognitivo. O sea que las morfologíás subjetivas y obje-
tivas pueden ser congruentes. Esto se consigue diseñando lugares en los que
los paisajes cognitivos y físicos coinciden, se sobreponen y son congruentes de
algún modo, como en el ejemplo de los aborígenes australianos (Bapoport 1972e).
De la misma manera que los mapas cognitivos se construyen alrededor de
tramas de primer, segundo y tercer grados, el diseño de Ia ciudad debería ser
a partir de elementos que pueden ayudar a informar a un nivel inferior.
Como simple ejemplo, la situación de los edificios altos ha sido ana-
Iizada desde muchos puntos de vista (Rapoport 1gT1e, 1975b; Heath 1gZ1). Debería
considerarse desde un punto de vista de perspectiva y comunicación, como ya
se ha hecho en las ciudades medíevales y en Bangkok. Desde el punto de vista
de la cognición urbana, pueden servir de puntos de referencia, ayudando en la
construcción de los esquemas al estar situados cerca de Ias vías de tránsito
(tal como no ocurre en Cumbernauld). Podría ayudar el uso del color (como en
el viejo Pekín, donde existían colores sólo para elementos importantes de la
jerarquía) y otros indicios o cong¡'Lrencia de actividades, etc. [Steinitz 1968).
Desde el punto de vista de la cognición, el diseño urbano podría ayudar
a gran número de gente a organizar sus esquemas cognitivos influenciando el uso
y el comportamiento. Como los grupos difieren, existen problemas difíciles de
resolver. La morfología subjetiva parece, pues, estar relacionada con el con-
cepto de lugar, si consideramos la ciudad como un sistema jerárquico de Iugares
con claros o confusos lindes, estos lugares están vinculados entre sÍ a través
frontgras, y-existe
170 de itínerarios y caminos, y separados entre sí por.bl're;ras o
," -i"t"*"-áe"'orlentación global espacio-temporal..Cada lugar tiene su apro-
ca'da itinerario o barrera tiene su valencia:.
;i*i6" ;;oci€na[;';;;i;;9;ci'al, están compartidas o no por
positiva o negat¡va. É.t.t construccionet mentates
y la comprensión de los indicios
pequeño$ y granaes ;;;p"" y el comportamiento
t depende de ellas m¿-s que de las morfologías objetivas.
Es el medio ambiente
el que alecta el comportainien:o: t,'' '. ' , , .'.;' -. ., , .

"rü;"t¡uo

ji í':.' --
:ifl:
1
a la
La selectividad en Ia percepción ambiental, no se debe solamente
sino tanrbién a necesi-
nlotivación, la experiencia, los niveles de adaptación'
;;;;;-;";;itívas,'tates corno escala, conectividad, identidad y orientación'
en diferentes
Por
ejemplo, la identidad nos pide que reconozcanros los elenlentos que la
posiciones. La necesidad de conectividad y de ínterrelacionalidac significa
información perceptiva que no se ajusta a ningún esquema es rechazada -aunque
viaje en coche
nos relacionamos subliminarnlente Con ella-_. Por tanto, aunque un
to-
puede ser una experiencia perceptiva caótica, con los dos lados inconexos,
luz, olor,
davía podemos reaccionu,. á Ios elementos como caos, estimulación,
textura, color, etc.
juzgar, o.sea
El que percibe todavía juega otro papel. Percibir implica
juegan
que tanto los estÍmulos y ta sensibitidad, como la intención de "percibir"
en esta direccrón, y puud"n variar. La teoria de detectaciÓn de seña\es [Murch
acerca de\
1973; Daniel et alt. s.f.) sugiere que existe siempre una incertidumbre
medio real, y que el estado de criterio es muy inrportante: el deseo a decidir
si una situación determinada existe dados índices míninros, y por (lo lo tanto.el
que los
deseo de actuar. En-la psicofísica clásica existían umbrales fijos
diferen'
órganos sensitivos.rn.rpr.us de percibir) y umbrales relativos Iaquellas
cias visibles que dependen de /os antecedenies, Contexto y otras características
pero es posi-
percibidas). En las tLorías sobre las señales no existen umbrales,
uno puede preguntar
ble separar Ia sensitividad det observador de la desviación.
del estí-
si dos o más estímulos realmente difíeren de acuerdo con Ia sensitívídad
mulo, y finatmente, si tales observadores difieren en sus desviacíones, o sea
que reáccionarán de forma diversa ante el nrismo estímulo'
Cualquier estímulo consiste en señal y ruido. Existen diferentes pro'
babilidades de que las señales puedan ser detectadas y de que la gente actúe
(Daniel et alt. s.t.). rsto da al que percibe un papel activo, pero implica una
genie
tripótesis sobre et proceso de percepción (Kelly 1955J; por ejemplo,.la
difiere en la cantiAaA ae bvidencia que necesita para apo)'ar una h;pótesis' La

percepción, la consciencia del aquí, ahora, implica discriminación y es un p¡'0ceso


con tres fases. Existe expectación gente no ve ni o;'e, ellos mlran y es-
-la
cuchan. La percepción presupone un organismo .sintonizado", y cualquie.r
hipó'
tesis acaba provocando procesos emocitnales y cognitivos. En la segunda fase
la infornración del medio se recibe y finalmente es comprobada (sandstróm 1972)'
Además, segÚn la discusión previa, Ia información perceptiva se comprueba
gracias a los esquemas cognitivos y la evaluación'
No es aconsejable revisar aquí el material psicoló.gico sobre la..percep'
ción, ya que, la mayor parte de resultados de laboratorio no son muy útiles
para
el diseñador y son fáciles de deducir de cualquier manual reciente' Además' no
existe acuerdo entre las investigaciones, por Io que la palabra percepción llena
50 páginas de la Enciclopedia lnternacional de las Ciencias Socia/es' Será más
útil discutir sobre la percepción ambienfal usando algunos datos seleccionados
y tratando de evaluar la mayor parte de estudios dedicados al diseño urbano'
En relación a la percepción ambiental, no existe una teoría única que
relacione la percepción con la cognición, pero pueden distinguirse tres tipos de
percepción urbana: la operacionai, la inferencial Y !a "reactiva" (responsive)
(Appleyard 1970b). La pLrcepción operacional depende del uso, y se produce en
1a gente
busca á" un objetivo de accién. Como los sistemas de comportamiento de
difieren, la perlepción operacional vaiía y es más asociativa que perceptiva
(Rapoport lbZOcl. La percepción "reactivá, es más pasiva y se refiere ante.todo
al medio físico. f-a percepiión inferencial es de naturaleza probabilÍstic.a
y Ia
gente ajusta los esiímulos a sus esquemas. En la percepción urbana el uso de
ics ires modos es conveniente, pueSto que así se consiguen los niveles
nece'
sarios de redundancia. La congruencia entre actividad, intensidad, simbolismo'
y
fornra, ubicación, etc., tiende i reforzar a la vez la percepción la cognición
pero, debido al impacto del individuo o del grupo que percibe, es difícil de preveer
,' de diseñar. en el
La importancia de la percepción es algo implícitamente aceptado
psicologia ambiental
inclirecto, ya que es la misnra naturaleza envolvente de la
l; ;; ¿¡ticutia las aplicactones al campo del diseño. Además, reproducir o si-
periférica es frus'
mular la experiencia de la unión esférica y de la experiencia y
irante al vei las diferencias entre percepción y simulación, y entre.nlenroria
cognición. Todo ello se complica con la riqueia multisen-sitiva
de la percepción
nruy útil al
ambiental. A pesar de todo, la percepción proporciona infornración
:iseñador.
una razón por la cual yo he tenido que justificar la separación entre
que perc¡be extrae
cognición y percepción es porqúe la percepción es activa. El
lnformación del medio u*biuniu, y tipo'de información extraída, los resultados
"i
Cel análisis y la táctica replanteaáa, se desarrollan a partir de su experiencia'
cognitivos'
Por lo tanio, las diferencias cognitivas se deben en parte a estilos
yenpartealaexperienciacompartida.Existenpruebasdequelagentebusca
datos IGibson
la información aproiiada en lugar de someterse a un bombardeo de
es un proceso activo
1g6g; Arnheim 1g69; Murch 1gr3). o sea que la percepción
en efectivos
:n el que el que peicibe transforma los estímulos de potenciales
con el que percibe, con sus
tGibson 1952, 1S6gl, y los mensajes interaccionan e hipótesis' Los
rnotivaciones, con sus expectaciones y con sus conocimientos
mensaje,s sensitivos juegan un papet más importante en
la percepción que en
existen varios tipos
ia cognición y, aunque existen hipótesis comparando las dos,
de hipótesis.
Encualquiercaso,lagenteparticipaenelmedio'ynosóloobserva; medio
y no miran el medio como si iuera una foiografía o una perspectiva'.El
es algo que.-
ambiente no eS algo.allá afuera, para ser percibido o conocido'
activo' sis'-
forma parte de Ia gente. La gente y su medio están en un constante,
discusión se suponga:
temático y dinámiCo intercambio. Aunque para facilitar la
en él' busca
el medio "allá afuer¿,, y así es como se diseña, la gente actÚa indicios para
cbjetivos en é1, intenta áncontrar y evitar estímulos, y relaciona
los
personaS en el medio'
los fines ya descritos. En cualquier momento se ti'ata de
í.]unca de personas y medio; y las personad siempre
consideran el medio como
algo en el que existen otras personas, valores y símbolos'
todo y a con-
Esto último es importante porque se tiende a simbolizar'1966;
(Dubos Lee 1966;
siderar los símbolos como estímulos medioambientales y cognitiVo'
a niv'el ei,,aluativo
Rapoport and watson 1972). Mientras esto ocurre Ia capta-
culturales en
sólo actúan a nivel p.rrupiiuo a partir de Ias diferencias debe eva'
en un medio
ción de los indiciosiOurpre, de todo, si la gente actúa
Iuarlo continuamente, y crear preferencias y estructuras cógnitivas.
en las ilu'
La naturaleza-dinámica y activa de la percepción se detecta
tienden a
siones y en las distorsiones. Poi ejemplo, los elementos verticales
(Lynch 1962; Kittler 1968)' Dis'
exagerarse y parecen menores en las fotografías
y son un caso
:ors]ones párecidas tienen lugar con los objetos de gran interés,
percepción. Esto significa que el contexto
especial de los efectos sociales de la
.iiene importancia en la percepción ambiental, aunque estos efectos sean mayores
percepción, los estímulos
en la preferencia y en tá.ogni.ión. Por ejemplo, en la
'o-sensoriales son nlenos importantes'
relacio-
consideremos la atención, que es un sistema de selectividad
significa que
:ado con la información limitada que puede captar la gente. Esto
(Triesman 1966)' Como
:liminamos muchas cosas y nos concentramos en otras
a gente varía de interés, úaría también muy rápidamente lo que les interesa en
el medio ambiente. Naturalmente la novedad es notada, y replantea las
motiva-
Mahrabian and
:iones, y la búsqueda de nuevas sensaciones (Markman 1970;
Fussell 1g73, 1g741. Ello está comprobado en ta lingLiística, en el hecho de que
'a izquierda tiene connotaciones negativas en muchas lenguas. Por otro lado'
en nratemá-
el hecho de los valores positivos en la izquierda son poco usados de conven-
: cas, o que existan direcáiones privilegiadas en arte son resultado
que una línea. ascen-
ciones (Giedion 1962, 1964). Similarmente, se ha sugerido de iz'
cultura lee
ciendo hacia la izquierda se interpreta conlo subiendo si la
Esto no es:á
(Baker 1961)'
:uierda a der'echa, o como bajando en caso contrario
plenamentecomprobado,perolo,interesanteeslaexperienciadeunapostura
176 humana de estÍmulos sensibles'
activa en et que percibe, reforzando la necesidad
El movimiento det ojo es muy importante
en la percepción visual' El
ojo humano está sie;p;; buscando activamente,
y gradualmente. busca percibir
p.qu"ños. cuando la imigen se estabiliza en la
.\, detalles, incluso con objeto.(t¡oton ano stark 1971). A escala urbana, la percep'
I*.ñ'r, Jl';;j;;; desaparece cortas de 1/50 a 1125 segundos
)

ción está constituida por una serie de imágenes


de duración (Hosken 1968)' Se ha i"iitta"
q'e ello iba en contra de Ia psicolo-
gíadelaGestattperoresultaQug,elfinaldelproceso,separeCemuchoasusim.
aceniuarlos y normalizarlos
plificada estruct;;;, U"r, de seleccionar elementos'
to la .buena' forma) (Wülf 1938)'
Elhechodequelabúsquedadeestímutosylaconstrucciónde|g«per.
qué indicios se seleccionan y por
cepto, (percept')-o.uttl, nos obliga a analizar
qué. Los eler"ntás seteccionado! son los que se
valoran y prefieren a través
como [a cultura, la experi'encia personal
y la mo-
de una multitud de razones,
au información son normal'
tivación. Además los elementos coi áian tántiA'd'
concentra en formas inespe'
mente seleccionados. Muchas veces La gente se perceptivas acusadas o ele-
radas, como: curvas muy pronUn.iudur,iiferencias percepción nos dice algo
mentos poco usuales. Muchat ,..u. .i orden
de Ia
perceptivas' Los movimientos de los
sobre el significado de ¡as interconl*¡on.t
cíclicos y complejos (Noton
ojos en relación a objetos p.qr.*t-ipintlras) son
áia starr 1e71).
de grupo.
En Ios contextos urbanos, Ios movimientos oculares'varían .

grupo social y de catle . tril". En- las calles' debido a la.naturaleza del
social a
en la distancia ñredia'
espacio, et movimiento sigue ,n"-Jir...ión,.centrándose (recognition)
y explorando Ae ¡iquierda-a derecha. Las estr.ucturas "recognitivas"
En las playas' con
quedan así equilibrád., y la atención descienOg le1lamente' que
en una cierta faja estrecha
un espacio ,ár';;;;g*1 l. ,tLn.lon se concentra parte media'
oscila desde el centro hasta el toÁáo, con menos
interés en la Las
difusas, y en conÜa del caso
estructuras de exploración y ,..ogni.iOn Son muy
delacalle,enlasplayassecomponenenunaseriedecurvasenS,deman-
(Vigier 1965)' Existen muchos tipos de
dando, probaUlement., ,a, információn
dinámica de la percepción'
esquemas exploratorios, por .urrr-Ju la nat-uraleza que
otro elemento contextual interesante es el medio de transporte
influyeenlapercepciónyenlacognición,yqu.eestárelacionadoconeltiempo
y ti"mpo pueden sustituirse el uno
de percepción, a través del que Ll:ripu.io bl.
Ia equivalencia entre ta información temporal Ia
y no temporal' la
al otro. Dada se solapan'
percepción del-ti-el¡po a través Ae ,n, sucesión de acontecimientos' (Fraser et
y el tiempo puede analizarse a través de la percepción del espacio
ált. tglziOrnstein 1969; Cohen 1967)'
fo, Jilrior-ürporales-puáden servir así mismo para distinguir entre
percepción V .ág;i.¡ón. La cognici'ón es estática
(cambia lentamente)' mientras
tratan de
que Ia percepcióIn varía constantemente, por lo que Ios organismos
-^antener lu.ág;irián estable y los estimulos variables. si
la percepción es
que la
s':¡pre variable, to es más en el caso de la percepciónunambiental'.ya
ella' También explica
:,:":ración y el movimiento se i";;;tr" por iotnpt'uto
ll ambigüedad
: -::oria, Ia inferencia y Ia.rpáiirr.¡á, variedad de lós
dada de Ios estímulos'
(percepts)
i -::': físico exige explorar r.á*, J" ia estructuraciones' "perceptos"
::::-: :l=s y ta cJmpteiiO,U Oe sus posibles

[¡ re:va'e¿a Polisensorial de la percepción

1ls::1.:rarazónporlacualelmedioambientenopuedeSer.tratado énfasis en
como Li-¡É:;-¡:ctir,a, una fotografía o una diapositiva: demasiado
sentidos y Ia naturaleza
el senir¡::: ¿ ,'sta con tenden.ir r-olriáar lbs demássido los causantes del énfasis
polisens::-¿l :: a pe:.cepción. Los OitJaOotes han
por sus prejuicios, en parte
en la visión excluyendo otros sentidos, en parte
porqueloscriteriosusualessonmáscontrolables'yenparteporquesonmás
La psicología de la percep-
fáciles de representar gráficamente y con maquetaS'
la vista, y, en ocasiones' la
ción también se ha-coricentrado en ál sentido de
bastantes estudios
percepción es sinónim o de percepción visual, aunque existen
sentidos son más fáciles
sobre el sentido del oído. Una razón es que los demás
de analizar.
LosdiferentessentidoSso|ldiferentesmediosdecomunicaciónentre
básicos de percep'
el mundo y el que fercibe. Pueden disiinguirse dos modos
o centrada en el objeto
ción: autocéntrica [o centrada en el sujetá) y alocéntrica gente percibe, en
(schachtel 1g59, pp.81 a 115J." El priÁero irata de lo que la
que el segundo se centra
una mezcla de sensación y de nivei de placer, mientras
y la atención' De
en la objetivización, en la'comprensión y en Ia direccionalidad
olfato, el tacto' la tempe-
ahí ta diferencia entre los sentidos, yu qru et gusio, el que la visión' y en
ratura y el sentido propioceptivo son auiocéntricos' n¡ientras
La distinción es relativa'
menor cuantía, el sentido auditivo, son alocéntricos.
de Ios dos sistemas:
no absoluta, y el sentido auditivo comparte características
al tono' mÚsica
es alocéntrico en relación al hablar, y áutocéntrico en relación
y sonido.n g.nurrl; á, ¡ncluso,.n í. visión existe autocentricidad con
respecto
al color, luz Y forma. primitivos y auto-
La objetiviz-ación es más dif ícil en tos sentidos más
céntricos, y sólo se desarrolla en los animales superiores
y en el hombre' Los
vínculo con el placer y el
sentidos autocéntricos Son más físicos,.on rn fubrte
a controlarse desde el
confort, y, a través de ellos, el comportamiento tiende
medio ambiente y no a través del conocimiento. Los
seniicos alocéntricos son
occiCentales' llegan a ser
más intelectuales Y "esPirituales'' y' en las culturas
dominantes con una atrofia de los autocéntricos' a una
tas percejciones alocéntricas tienden mucho más rápicamenie mlentras
su riqueza'
repetición voluntaria a través de esquemas que disminuyen
que los sentidos autocéntricos trascienden los esquemas'
son también mucho
que las-experiencias olfativas'
más difÍciles de usar en comunicación, por lo
termales, gustativas e, incluso, acústicas, son más
difíciles de compartir que
apreciación estética tiende
las de las palabr.as y las formas. El desarrollo de la
percepciones alocéntricas
a desarrollar una "autocentralidad, secundaria de Ias
(schachtel 19591, y diferentes culturas tienden también a valorar diferentes
hace poco' ol sentido del tacto es-
modalidades (Wober'1966), por lo que hasta
Oce.anía, y el sonido y la
taba muy valorado án China'y en Japón, los olores en
cenestesia en África, etc. Los otros sentidos son muy
importantes.g.n.lo:^liñot
y podría hablarse de espacios acústicos, olfatorios, táctiles, etc' (Hall 1966;
Frank 1966a).
Esta descripción de los sentidos autocéntricos
sugiere por qué no han
sido'estudiados, ya que es evidente que son más
difíciles de incluir en los dise"
se han dedicado a Ia visión
ños y en los estudios. casi todas las investigaciones
\os más primitivos
y a la audición, y se ha aceptado que eI olor y eI gusto son correlaciones
y los más difíc¡les de interpretar. Por ejenrpío, no existen claras aunque existan
entre Ias experiencias "autocéntricas, y el medio.ambiente,
y y siete olores básicos:
cuatro gustos básicos: dulce, salado' uáu'go ácido'pungent y putrid (Held and
camphoraceous, musky, frorat, pupprri,irtyl eínereat,
*
Ricl^rards 1972, PP. 40 a 43)'.
Conlaexcepcióndelgusto,sinembargo,elusodelosotrossentidos
porque el preciso olor'
puede ser emocionaímente importante para el diseño,
nuevo vez, más que recor.
sonido, textura y movimiento, se experimenta de
cada
darse o esquematizarse, y porqUe operan más allá
de la consciencia. Al mismo
tiempo, está claro que la vista eS, en nuestra cultura,
el sentido dominante, y,
.Agradezcoalprofesor.Dr'JoachimWohJrvillporllamarmiatenciónsobre
ésta v otras refereniias tLtucionadas con los sentidos no'visuales'
prefiero no tracJucirlo, rr rnr'Éu"* pirá¡u de to difícil que es comunica-
a través cle los ,"rildot "autocéntricos'' lN' del T')
enmascaran tras el ruido del tráfico, que además tiene Ia virtud de disminuir la
I tY

sensibilidad acústica (la cual disminuye actualnrente entre los sectores indus'
triaies). Esta agudeza puede desarrollarse juntando a la gente con los ciegos w
c
o cazando. lncluso con una sensibilidad acústica baja, los diseñadores podrían
O!

tener máS en cuenta el sonido. Por ejemplo, construyenCo conirastes entre zonas :-:u<
silenciosas y zonas ruidosas. Esto ocurre en las mezquiias iraníes, en fas cate-
c
c -2-;a
Crales ínglesas, o en los patios musulmanes o latinoamericancs, en donde uno
!
L !><J

entra de repente en zonas silenciosas con árboles, pájaros y cloi-es aromáticos'

Tacto. Además de la percepción visual de la textura, in:pc;-tante para


percibir el espacio, exíste también la textura percibida a tra"'és cel iacto'
prin-
como percibir a través de los dedos exige un gran esfuerzo,la expe:re::cia
cipal jroviene del suelo a través de los pies. se puede distinguir enire curo y

:lando, suave y rugoso; entre yerba, piedia, h.ormigón, cantos rocjadbs, Ía:¡1,
ladrillo, arena, etc. En las ciudades modernas'el uso permanente y ublcio d:l
asfalto ha ido eliminando estas experiencias. Las ciudades antiguas ofrecen
más
e:ie-
experiencias y una vez más existen culturas que las han manipulado ccnsc
mente. En Japón, por ejemplo, dentro de los edificios, en los cuales no
se usrr-l
zapatos, existe rnr ¡¡rripuiación muy sutil de alfombras, nlade,ra pulida, maCera
labrada etc. La textura táctil se relaciona con la visión y con el sonido
(zonas
pedregosas para ir despacio, etc.), pero el terreno está todavía inexplorado'

+- Pn^r(,a^{ roqs EXFATIZ.4 DAs


W. TL MOVIMIEUTO
0ÉL uEtpo.

,./
DrAqeÁMA cfxÉsrÉTrcO DE uN JA{rtN JApotJEs

F\f ro

E}.JTAAOA A MED¿¿SSE]+ HADAP -I. SHAI{


I5P¡.IAI]AÑ
e).nPA1A A ri ME2OU|TA De
BvrnApaAtAMEzOtJlIA0E
S.ÉPAH SALI{AP . THBJ ER¡N
SHEIKII LIJFTUU-AH FIJ
.]-E.HEN.AN.

(uPohef fi6u.tctlr)
LA CÍJ./$7EJIA E^I L§ EAJ1BIP§ DE. LAS ME¿qJIrI.S

Fig.4.1
180 Cenesfesis. Este sentido actúa a través de la estructura propioceptiva 1
que sintetíza las sensaciones de desplazamiento y de cambio de posición,
relacionada con los cambios bruscos de forma (Gibson ig68, p. 6T), lia velocídad,
el cambio de dirección, movimiento activo o pasivo, sensaciones de desplazamien-
to, etc. Normalmente actúa a escalas pequeñas (Howard and Templeton 1g66,
pp.256-261). Una vez más algunas culturas son mucho más cenestésicas que
otras y, por ejemplo, los coches europeos son más cenestésicos que los de
Estados Unidos IHall 1966). A escala arquitectual los jardines japoneses son una
maravilla: piedras, agua, césped, a través de los cuales el cuerpo debe girar,
bzier y contornearse; con Io que uno llega a ser mucho más consciente de su
:ropio cuerpo. Todo elfo reforzado a través de la visión cambiante con los cam-
:'cs Ce dirección. En Katsura existe experiencia cenestésica en las entradas y
s: ::s, aunque todavía es más clara en el lrán. Por ejemplo, Ias entradas de la
^-:zqJ;ia Ce lsphahan tienen cambios súbitos de dirección y altos escalones para
:'-¿.'zar [a experiencia cenestésica, ayudando a percibir Ia transición de otras
s:-sar'c:es de luz, color, sonido y temperatura (Rapoport 1964-1965).
'. c,,,'n,,ier,to de aire y tentperatura. La gente es muy sensible a los
:::-::s :e;irección e intensidad de las corrientes de aire. Los ciegos distin-
_c_¿-r :::: ', (Berenson 196z.r96g) y los esquimales distin-
c-3r':s:rs::as =lccicaies del aire
co:r enorme sutilidad orientativa (carpenter 1g73, pp.22-23).
Ex;s:e -:a s::s,: l:cad m;y extendida a ros cambios de cualidad del aire: una
cci'rle;:e:-¡=:a (c:n su olorJ, la radiación solar en la superficie, el calor
que se cssp::-:e ce las p,soras al anochecer después de un día caluroso,
el frescc ce -'¡:z:'r '':-::e p'antas, la diferencia entre un bazar sombreado
al aire ijbre ¡'--a :'a'.4 s:,ea:¿, eic. En algunas ciudades, junto a las esquinas
de los gral.'rces e:.:':':s s-e,e la¡er corrientes de aire (como en Nueva york).
También puede ;'na::-'a's= l: t€;,seraiura y la calidad del aire en zonas de
transición hacia un parqre p-5i.cc,:r"ranipulando el diseño al acerse a la playa
o a una zona vercje, prcc:c':::3 / acen:.:ando el cambio de visión, de olor,
de cenestesis, de soniio, s:c., o :e can'¡;o Ce temperatura. Por ejemplo, en
Sidney, cuando se entra en el S:lc.e:s'l.lemorial park yendo a lo largo de la
calle Archbold, o las experie;ic;as ;:s:-: cas en el capítulo 3.
Generalmente, en Ii'iera::.::a poesía o Iibros de viaje-
se encuentran calles, playas y niei-3a:cs.-:a::¿ti,,,a,
c:scriios a base de sonidos, olores,
texturas, temperaturas, etc., a veces s':''t LS3j-:érn,inos visuales. Esto se debe en
- parte a que cuando se intenta expresar as;.cics afectivos la'dimensión visual
es mucho más abstracta que Ias oiras. No qu,ero anaiizar las fuentes Iiterarias
aquí, pero voy a descubrir un viaje a la czp,r.el Ce lr4éxico la
menos polisensorial de todas las ciucjacies i':':exicanas-. -probablemente
Por ejemplo: Sonidos; Artesanos, múslca de orquestas y bandas de
mariachi, músicos ambulantes, organillos, centanies callejeros, vendedores de
flautas de juguete, guitarristas, tráfico, fuenies, árboles y viento, el silencio de
los patios interiores, Ias campanas de las ciudades, los pájaros, los niños. Olores:
Los restaurantes y las tiendas de alimentación, r,enCedores ambulantes, vende-
dores de flores, incienso, gasolina (que huele diferenie que Ia de los Estados
U:¡idos), flores y árboles de los parques. Texturas: Paredes y pavimentos. Cenes-
ie,.ie.'Giros bruscos, cantbios de nivel, rampas, escaleras. Usos; Tiendas, grupos
:1 compra-venta, diferentes vestidos, alimentos, áreas ricas y pobres, turistas y
-::':entes. Vista: Contrastes espaciales entre calles estrechas y playas amplias,
i=,i-'?s y colores, ventanas y puertas decoradas, gente de diversas subculturas,
-:---:ntos históricos de cada siglo, mercados, parques y barraquismo. Todo
e. : :: . )era sugerir que los indicios de las ciudades tradicionales son más
v¿i'z::s :Je en Ia mayoría de las ciudades modernas (Rapoport 1973c).
-¿-rbién los diseñadores han tendido a simplificar los indicios, bien
evitar::: :-3 se construyeran, bien ignorándolos. Es sIgnificativo que muchos
diseñcs::'::nodelación han tendido a suprimir la riqueza sensorial, «sán€áDdo¡
los luca::s. Corno, por ejemplo, la supresión de Les Halles de París o del Covent
sot IEIS'pru/'oeÁL PAL(

Hvl PE-Pcl?ftBLE

,1 yrLLA

Fig. 4.2. Diferencias perceptibles a [o largo de un itinerario en Sidney.

Garden Market; o la eliminación de las carnicerias, panaderías, pescederías,


fruterías, etc. Las ciudades modernas se empiezan ya ha dar cuenta de esta
simplificación sensorial a expensas de lo visual. Muchas veces la intensidad
del tráfico es una causa importante del proceso de deplivación.
Obvianrente, el abanico sensorial es un hecho cultural, y en los países
de habla inglesa esta riqueza puede no ser deseada. El bazar oriental es un buen
ejemplo de la posibilidad de riqueza perceptiva, el contraste con las zonas de
residencia convierte la experiencia en algo más excitante. Dentro de estos dos
extremos, cada cultura puede seleccionar su posición intermedia, seleccionando
los vocabularios más adecuados a sus características específicas. Tales preferen-
cias pueden cambiar con el tiempo. Por ejemplo, hoy existe un interés por re-
novar las experíencias sensoriales de tocar, oler, oír, etc., lo que permitiría
al diseñador experimentar en muchos campos nuevos. La prensa popular parece,
una vez más, ir por delante de los diseñadores. En 1968, en Londres, un perió'
dico comentaba la importancia del olor en el Covent Garden, y su poder evocativo
(citando a Proust), y denunciando la pérdida de todo ello debido a la remodela-
con el deseo del pueblo
ción. Esto está en contradicción
-la alremodelación-
británico de desarrollar sus sentidos máximo (Raison 1968).
Aunque, a medida que crecen, los niños en nuestra cultura tienden a
reemplazar los sentidos más primitivos por construcciones más intelectuales,
persisten en otras culturas (suchman 19661; su supresión se nota sobre todo en
las sociedades industriales occidentales, en Esiados Unidos en especial (Neisser
1968). Es de suponer que esta necesidad persista, ya que, cualquier persona que
use su percepción espacial tiene que ser necesariamente polisensorial (Jean-
pierre 1968). Es evidente, además, que la percepción de Ios nredio ambientes
naturales es también polisensorial, y aunque la vista sea el sentído ntás impcr'
182 tante los demás juegan su papel. EI olor de los pinos, un pantano; el gusto de
los alimentos, espeóialmente si uno cocina el pescado que acaba de pescar; el
aroma del víento, la lluvía; el calor del fuego; el sonído de los páiaros, de las
ranas, etc., son componentes cruciales de la percepcíón (Shafer f969b)' Las tex'
turas de los pavlmentos y la cenestesia de los movímientos son aspectos así
mismo esenc:ales. Las sil-i-:iia:'liades de estos ejemplos con los ejemplos urbanos
o arqulteciónicos, ncs sug;ere el papel fundamental de los sentidos en Ia per'
cepció;r; la información visual sobre ia que la gente Se apoya, Se correlaciona
ccr el so¡;Cc, el olor, el tacto, la cenestesia y las corrientes de aire y la tem-
pera:ura, y así se retuerza o no ta percepción visual, y se selecciona la in-
fcri-nación esquematizando las diferencias perceptivas. En todo caso, todos los
seniidos contribuyen a ta mayor riqueza de la experiencia perceptiva comparada
con las representáciones cognitivas y la memoria. Asimismo, dada la naturaleza
de los demás sentidos, éstos juegan un papel preponderante en las respuestas
afectivas (sin fijarnos por ahora, en el signiflcado simbólico y en SUS aspectos
a sociacionistas).
comúnmente, sin embargo, Ia percepción urbana y el diseño se descu'
bren todavía a partir de terminología puramente visual. Por lo tanto, cuando se
critica la monoton ía y la pobreza dil medio urbano para el peatón, los elementos
qUe Se mencionan son el colOr, la textura y fOrma, y a ve6es, seCundariamente el
javimento [Chermayeff and Tzonis 1971,p.95; Sitté 1965; De Wolfe 1971; Sprei-
i.g.n 1965, etc.). Simitarmente las notaciones o lenguajes, y los indicios tienden a

se-r visuales (Thiel 1961, 1970; cullen 1968). Muchas veces, los sentidos no
visuales se ignoran diciendo que no Son ¡nteresantes en el diseño máS
que
cuando molestan (Scott-Brown iSOS). La dificultad de control no debe ser obs'
tácuto a su uso, tal como Se ve en los ejemplos citados. Solamente pueden
introducirse de nuevo a Partir de.un diseño consciente'
Los aspectos socio-activos también tienen aquí su interés. Y no sola'
mente por causa de la influencia social en Ia definición de umbrales percept¡vos
(y del i¡mbolisro de los elementos). Si se acepta que el significado de los indi'
cios proviene de una selección, entonces todo lo relacionado con la gente y sus
actividades debe considerarse, ya que ello forma parte de la percepción ambien'
tal, que es, y debe Ser, Select¡vá. Este tipo de elementos son importantes para los
niños (sieverts 1967, 1969; Maurer and Éaxter 1972). En algunos casos las acti'
vidades no eran importantes para los adultos (Lynch and Rivkin 1970)' pero, en
otros, se conformubrn.on Ia forma (steinitz 1968). Muchos de mis ejemplos
tenían que ver con la actividad y sus variacignes.
La actividad, además, ayuda a distinguir entre elementos perceptivos
y asociativos, y entre percepción operativa y otros tipos de percepción' Por lo
que el significádo debe ser más importante que los elementos físicos, pero
estos últimos deben, sin embargo, percibirse a través de los sentidos'
Es importante saber qué papel juegan los diferentes sentidos en la
percepción
'existencia am'biental.
La evidencia es algo equívoca, pero tiende a- probar la
de diferencias culturales y de variaciones con la edad. Así, en Estados
Unidos, los olores, los sonidos y los aspectos visuales merecen algunas refle'
>lrones (Lynch and Rivkin 1970) (incluso ten¡endo en cuenta que operan sin ser
:::clbidoi). Por ejemplo, los niños en Estados Unidos dan importancia, con di-
':::nciaS étniCas, a los OlOreS -flOres, Comida, caballOs, poluCión, faCtOríaS,
:és::l- y a los sonidos -ranas, trueno, perros' tráficO, caballos- (Maurer
:-: 3a.xtei ig12). En San Cristóbal, México, los sentidos no-visuales eran im'
::-::-:es, y los indicios olfativos y acústicos se usaban para detectar las dife-
:i-::s :a-:es de Ia ciudad; los oloies eran difícites de analizar (Wood 1969; Stea
?it ,',::: '371). Además, estos estudios se concentran más en la memoria y
en la:.:;--: Ín que en la percepción, por lo que la dificultad de tener en cuenta
la r¡re-:': -:-,,,isual, y comunicarla verbalmente, juega un papel importante'
Estud:a: ::r:e:rencia no-visual a través de la percepción puede ser difícil pero
es inte:=-.¿-::.
s,::::s los sentidos iuegan un papel en la percepción ambiental y en
las respuestas afectivas, así como en Ia memoria, entonces la pregunta obvia-
mente esencial para el diseñador, es cómo funcionan en conjunto: si es una
adición lineal, si se refuerza, si trabajan mejor juntos, etc. Aunque existen pocos
estudíos en este campo, todo el mundo está de acuerdo en que es un asunto
importante y poco conocido (Pick et alt. 1967; Loveless et alt. 1970; Freides
1974). Todo ello no sólo porque es un tópico complejo, sino porque en el labora-
torio experimental de Ia percepción no se usan normalmente más de dos varia-
bles. Así, aun cuando es evidente que todos los sentidos cooperan de algún
modo en la representación del medio mundo estable en el que vivimos-
no está claro cómo ocurre. Aunque no-el se esté de acuerdo en el detalle, existen
algunos puntos de confluencia no directamenfe interesantes para el diseñador.

1. Los diferentes sentidos interaccionan, pero no está muy claro el cómo,


cuándo y en qué dimensión aunque parece ser que los diferentes espacios sen-
soriales están organizados de un modo similar (Fisher 1968). Existe evidencia que
demuestra Ios efectos de una modalidad sensorial sobre las otras, y que todos
los sentidos son capaces de analizar y de integrar información. Parecen existir
conexiones específicas entre dos modalidades y códigos específicos de cada
modalidad. También es posible que el proceso informativo entre modalidades
trabaje en paralelo, no en serie, por lo que sólo se puede.sintonizar" desde un
canal, pero no escuchar a la vez por varios canales, aunque sí "escuchar" desde
un canal los procesos paralelos en otro canal (Held and Richards 1972, p.61).
Por Io tanto, Ias imágenes de una modalidad sensorial interfieren con
la detección de señales en esta modalidad; la gente se orienta con respecto a
una modalidad, y el canal correspondiente se sintoniza hacia dentro y hacia fuera
en busca de información. Sin embargo, imágenes de modalidaCes no visuales
llegan a bloquear las imágenes visuales, por Io que existe un centro general Ce
atención o de familiaridad (Segal and Fusella 1971). Camblos de umbral incjucen
cambios a través de modalidades (Hardy and Legge 1-o6E) y los experimentos
descubren aumento y pérdida de la visión a través de estimulación sensorial
diversa (Pick et alt.'t967; Loveless et alt. 1970; Freides 1974).
2. La visión es dominante, Ias imágenes visuales son más fáciles de
comunicar.
3. Existe una diferenciación progresiva de los sentidos con la madura-
ción, por lo que es más fácil concentrarse en una modalidad entre otras. Cada
modalidad crece bajo diferentes condiciones y velocidades, y capta información
especÍfica. Simultáneamente, y a través de coordinación c.ggnitiva, las modalidades
aumentan su poder de coordinación.
4. La visión es informativamente más exacta en experiencias a escala
real, luego el oído, el centro propioceptivo y el olfato. En el Iaboratorio, no obstan-
te, a veces el tacto viene en segundo lugar (Fisher 1968).
5. Existen efectos intermodales y "a través de" modalidades fcross-
modal), y no son efectos simétricos, depende del contexto y del número de
modalidades sensoriales involucradas. Por lo tanto si un sentido se pierde, los
otros intentan substituirlo para actuar en el medio; por ejemplo, diferentes mo-
dalidades pueden tener resultados equivalentes (Werner and Wapner 1952). El
grado de separación de los indicios (cues) también tiene su importancia (Fisher
1 s6B).
-Dos puntos de vista son aquí posibles. O bien cada modalidad tiene su
propio código y procura información aisladamente, o existe un código no-modal
entre modalidades. Ambas perspectivas han podido ser particularmente com-
probadas, y dos estudios recientes difieren en cual de las dos opera en el caso
de un estímulo simple o de uno complejo (Pick et alt. 1967; Freides 1974).
Como los mensajes se suman hasta llegar a una única experiencia del mundo, es
posible que un tipo u otro de codificación central tenga lugar, y las diferentes
modalidades envíen mensajes análogos; alguien ha sugerido que deberÍamos
aprender 3 "romper el código" (Leach 1970).
6. Teóricamente, el hecho de que las diferentes modalidades coopere-
tendría que aumentar Ia posibilidad de información y redundancia. Todo ello
depende del tipo de información y del tipo de código de integración, por lo que
si varios canales comunícan información válida, es un proceso más seguro. Los
estímulos significativos,.reales, proporcionan, pues, mejor información que los
t' estínrulosTambién,
abstractos,del laboratorio [Fisher 1g68).
si ta información es congruente, se gana con Ia integradión,
si no lo es,,se pierde con Ia integracíón. Diferentes modalid¿ides pueden aumentar
la cantidad de informacíón por unidad de tiempo, o, cuando los estímulos son,..
difíciles de detectar; pueden mejorar Ia detectación; pero esto no es algo uníver-
sal, aunque parece ser que la detectabilidad es aditiva. La suma inteisensorial
tiene dos caminos.,si Ia sumación probabilista es un hecho, cada canal da su,
información a un cierto centro de decisión. Las estrategias pueden variar de
persona a persona. Si la sumación es físiológica, la respuesta se debe a la articu-
Iación simultánea de los estímulos que, juntos, aumenta la posibilidad de detectar-
los. Una analogia es la redundancia positiva respecto a la cantidad de informa-
ción que se da en la comunicación no-verbat (Mehrabian 1972) cuando resp<inde
a diferentes formas simultáneas de comunicación. i
,:
Lá cuestión crítica, sin embargo sigue sin contestarse; pará elto debe-
ríamos saber.más sobre la'coordinación de-tas modalidades senioriales (Kaplan
1970.;r H-ass'1970, pp..70'7]1. La importancia de todos los sentidos en Ia percepción
ambienial-parece clara. El medio'ambiente proporciona un conjunto var¡ado de,
estímulos con'diferente predisposición-a ser captados y con diierente"capacidad
informativa'(Stea and Blaut 1gT2). Lo que no esiá claro es la manera,esp'ecifica
a través dd la cual los sentidos interaccionan con et contexto, cuando se-re-
"
fuerzan o cuando operan .sinergéticamente, (synergisticatty) como ocurre con
,la tensión psicológica (stress] (Wilkinsón 1969; Raloport,'"n prensa c). Es evi-
denle que muchos de los factgres discutidos aquí ion relevantes, por to que en
el caso dé la'percepción espácial, parece r.i qrá'lás confl¡ctos entre las diferen-
tes modálidade§ sensoriales se resuelven de forma divería dependiendo del con-
texto, y aunque la visión tiende a dominar, Ia cenestesis y 'él tácto actúah también
[Jeanpierré 1968) y actúan asimismo los aspectos socioóignificativos..
Una de las maneras de integración polisensorial es et movimiento,
el cual-ráumenta la dimensionalidad áe la iniormación dada a tráves oL tos
sentidos' Por ejemplo, la cantidad de información que es estable mientras uno
está en reposo, empieza a incrementarse en el momento en i¡ue el movimiento
se inicia, y un número mayor de sentidos empiezan a actuár. Et movimiento
ayud.a a la gente a extraer información entre el muestrario presentado por el
medio ambiente, y la organiza, por lo que la percepción del mundo no consiste
en añadir diferentes tipos de percepción, sino en un proceso organizativo
apuntando a un campo único.
Los estudios que analizan más de una modalidad sensoriat en el campo
urbano son escasos y con dos modalidades tan sóto. Consideremos, por e¡emplo,
!a intersección del sonido y de la vista en ra percepción urbana (soüthworth
f 969). O sea, la percepción auditiva cuando se apoya en indicios visuales y
al
contrario.
Los sonidos son un vinculo importante con la realidad, nos enriquecen
y nos pnotegen. Sfn el sonido, la información visual es menos informativa. La
gerrte que sólo escucha sonidos-l nota más sonidos, la que sóto mira, ve más.
lre sonidos en las ciudades tienen un carácter perceptivo y una gran variedad,
pr_ Io que puede'distinguirse un tugar a través'de'uñ .onído; tielire
dad-! (intormatívenessJ,'*además, hay que indicái: su cualidad'afectiva"infcj*ái¡"f-
(bien
pos¡ürra-o bien negativa) que depende áe la frecuu*¡. oe los-sonláor, s, nor.ara
y $rü Yslore§ culturales. Los sonidos más preponderantes, el tráfico y la gente,
nos úü'rgen a concentrarnos, pero nos ofrecen-muy poca información. Et cóntraste
es irnpormffie, ya que los sonidos inesperados sa notan por encima del sonido
de fondo (Bryport 1964-1965, 1969e). Tanto la identidad como la preferencia por
un medio rónico se refuerza con su congruencia con los indicios visuales; los
fugares donde esto ocurre son más ricos, más intensos y más informativos, pero l Qr
también exigen menos atención (debido a la redundancia).
En Montreal, en un estudio piloto Ilevado a cabo entre los estudiantes de
arquitectura (que deberían ser más sensibles al medio que los otros), se encontró
que el orden de Ímportancia de los sentidos era: la visión, el oído, el tacto y el
olfato. Los espacios variaban con el interés: Ias curvas, según el interés, coinci-
dian en el caso del oído y el olor, mientras que la visión y Ia temperatura seguían
curvas muy diferentes. Los sentidos interaccionaban; cuando no hacia nada intel
resante por ver, entonces entraban en juego los demás sentidos; por el contrario:
los demás sentidos juegan un papel menor en caso de que la visión actúe (al
menos a nível consciente). La gente ciega-y sorda era sorprendentemenie capaz
de representar el medio ambiente experimentado a través de otros sent;dos
(Passini 1971). Este estudio intentaba analizar sobre todo la cognic:ón, pero en-
contró evidencias que apoyaban la utilidad de los sentidos no visuales.
Por lo tanto, poseemos sugestivas índicaciones de cómo aciúan estcs
sentidos no-vísuales en general, y, en particular, en los medio ambienies ui-ba:os.
Si aceptamos que la visión es el sentido dominante, no sólo en nuestra cultura,
sino en relación al cuerpo en general (Kaplan 1971) entonces tos otros seiri;:cs
deben refarzar Ia vísión, y aquí debería incluirse la función del diseño. De hechc,
desde una perspectiva del desarrollo corporal, Ia consciencia total integrada e
instantánea, del medio a través de todos los sentidos jugaba un papel esencial
en la supervivencia del hombre como cazador. El desarrollo de un medio ambie;rte
construído, el turismo, y los diferentes hábitos modernos, han afectado muchísimo
esta habilidad, como puede comprobarse a base de una experiencía en un Iugar
salvaje (Coulter 1gZ2). O sea que la línea evolucionista nos indíca cuál debe ser
el papel del diseño en cuanto a la animación de una percepción polisensorial.

La deprivación sensorial y la sobrestimulación desde el punto de vista


de la teoría de la información

La teoría de la información se desarrolló por parte de Ios ingenieros


para analizar el funcionamiento de los sistemas de comunicación, peio, Cesi:
aquel momento ha sido un campo privilegíado para el desarrollo de las cie¡cies
físicas. La teoría de la Ínformación, ha sido usada tam!ién en psicologie, i,,
dentro de ella, en la psÍcología ambiental. Esto presenta qus proble*as, Z,:..-.
parezca a primera vista razonable. EI primer problema é-s la
"actividad, C=l ¡:.
ceptor en psicología, en contra de su pasividad en la teoría de la infcr::::::
clásica, ya que en este caso el receptor selecciona y sintetiza la infc:: e::::
a través de muchos canales simultáneos. En teoría, los mensajes cor r'_-^ás'-.::.
mación son inseparables del ruido informativo, es decir no hay signi.::a:_- ..,s:lo
es posible recobrarlo a base de organizar el mensaje de unidades r:'ra;:::s .'.':'.s
r966). La percepción activa significa también que el receptor deir:e -:^s:.:s,
o sea que la información no iesponde a un estímulo sino que se e,r:"-::--2 '=-
nomenológicamente (Hapoport and Hawkes'1970; Heckhausen 19i:;.' r, ---jo
de las señales y de los signos debe transformarse en un mundo i: -:-s:.:s
con signifícado sinlbólico (Frank 1966), o sea con información cu'-.--= ,;:3:ritiva,
etc., por lo que Ias unidades de la estructura informativa son iifi:':s :e iefínir.
sin embargo, a pesar de estas difÍcultades,la vía es útil si sab:-:s i::er en
cuenta sus limitaciones.
El concepto de información está en el corazón de Ia p:-::::'ón, cogni-
ción o preferencias ambientales y urbanas. Las señales se cc-.':-:-5:r en informa-
ción cuando se distinguen del "ruidoo y se convierten en me:s:.:s significatiiros;
sin significación no existe información. Las estructuras orgeT'.zzr'.¿s que trans-

' t Sólo descubrí a Heckhausen en abril de 1971, després i=i segundo borra-
dor de este libro.
El concepto de sobrecarga y las maneras de evitarla tienen interés
para el diseñador, y también en su relación con la noción de complejidad que es
como la antítesis del caos. La sobrecarga puede existir a nivel perceptivo o cog-
nitivo y puede aplicarse a la realidad social o a la física, por lo que podría hablar-
se de sobrecarga psicológica debida a un exceso de información física y social,
(Rapoport 1975b y en prensa b), ya que el medio físico tiene un significado social
y expresa y estructura la actividad humana.
A gran escala una ciudad completa puede considerarse como un sistenra
de comunicación con problemas potenciales de sobrecarga (Meier 1962; Deutsch
1971). Estos problemas pueden ser debidos al tamaño, puesto que el número
de interacciones sociales aumenta proporcionalmente al cuadrado del nÚmero de
habitantes (Hardin 1969, p. 86). Algunos de los problemas de Ias grandes ciuda'
des pueden, de hecho, ser causados al intentar reducir la sobrecarga informativa,
como el excesivo anonimato o la excesiva especialización, o, en el caso contrario,
la sobrecarga produce violencia IMilgram 1970). La naturaleza de la información
también es importante. En nuestra cultura la ingente cantidad de información
atractiva produce frustación afectiva (Lipowski 1971), todavía más si tenemos
presente que Ia publicídad es el sistema prioritario de información (Carr 1973).
La sobrecarga depende tambíén del tipo de gente de que se trate: cuando son
extraños se requiere mayor información procesada que cuando son conocidos y
comprendidos (Rapoport 1975b, en prensa c; Lofland 1973).'
Desde esta perspectiva, es posible ver el medio ambiente físico como
un estimulante. O ,sea que la gente actúa mejor a determinados niveles de estí-
mulo que evitando los excesos en uno u otro sentido (Rapoport and Kantor f 967).
Entre la depauperación y la sobreexcitación, existe un estado óptimo de estimu-
Iación en el que actúan cinco variables: nivel de diferenciación perceptiva, di-
versidad estimulativa, la estructura informativa, Ia inestabilidad (con el peso
del movimiento, ya que Ios estímulos dinámicos exigen rnayor rapidez Ce res-
puesta) y significación (Wohlwill 1971).
La adaptación juega un papel imporianie en tcCo este pi'oceso, ce
manera que el mísmo medio ambiente puede evaluarse como so5;'eesii:nulante
o no, según las experiencias previas (S/ohln,iil anC Kchn i9i3). La aCaptación no
es lo mismo que el ajuste, el cual es un cambio er el comportamienio que
modifica las condiciones de los estímulos, más que un proceso Ce menielización
que cambia las preferencias.
La gente usa filtros a fin de reducir la sobreesiimulación, y asÍ desprecia
parte del medio fisico y social, aunque ello cueste dinero como lo cuesta el
adaptarse. La adaptación a la sobreestimulación puede provocar frustación, la
cual no puede medirse fácilmente pero, en cambio, aparece, a veces, al cabo de
muchos años. Los efectos de Ia sobreexcitación informativa dependen no sólo
de la adaptación, sino del contexto, como por ejemplo bloqueanbo Ia acción. El
mismo lugar puede resultar agradable a un turista y sobreestimulante a cualquiera
que intente trabajar en é1. La sobreestimulación informativa está, pues, afectada
por los factores cognitivos, las expectaciones y los sentimientos de control
(Glass and Singer 1972, 1973), y puede distinguirse entre los efectos pasivos y
activos de la adaptación (Bapoport 1968J (véase capítulo 6).
La vida urbana es una constante amenaza de sobreexcitación y la gente
debe intentar arreglárselas con ella. Por tanto, suele seleccion¡r las fuentes de
excitación que prefiere (lr,lilgram 1970), o sea, que usan filtros. Son necesarios
porque la gente puede asÍ arreglárselas con el vasto incremento de información
que supone una ciudad como Nueva York cuando se compara con el medio de un
Kung Bushman o de un nativo de Nueva Guinea.
Estas estrategias o filtros, dependen del proceso de selección, de la
dedicación de un tiempo nrás corto en cada lugar y de ignorar muchos estímulos
muy poco evaluados. Los medios físicos actúan aquí como actuaba en los mapas

' Descubrí a Lofland (1973) en 1975, tras desarrollar estas ideas indepen-
dientemente. Agradezco al Dr. Harold Proshansky el haberme aconsejado este libro.
mentales la reducción del campo' de actuación.
otras estrategias se desarrollan
(lt4iller 1956) o supersímbolos (Moles 1966)' a través
a base de superestructuras
dentro de unidades (Gibson
de las cuales la información se organizá.n ,nidrdes
196g). Esta organizaciónjerárquica reduce ta
cantidad de información' ya que a
considerablemente' Por
través del supersimnofo Lt n,in.,"to de bits se reduce de la ciudad la
teoría
todo ello la sobreexcitación es un concepto útil en
la -o
sensorial' Bepasemos algunas
sobreestimulac¡Onl y también lo es la üeprivación
estrategias:
estímulos son
1. construir juicios relativos. Así las dimensiones de los información''
de
más numerosas. sá uáan más canales y aumenta Ia cantidad el com-
Los juicios se encadenan con mayor taáltiaaA
(Miller 1956), convirtiendo
portamiento en algo habitual.
2. ta gená conrlerte en hábitos inconscientes lo habitual' Así' en base
hábitos de la
a la culturu p.rronáI, se disminuye la necesidad de atención' Los son los
*buena conducta, cumplen el miimo papel. Ejemplos de estos casoS
itinérarios de ir de compras, ir al trabajo, etc'
g. Unión de diferentes informacÍones en una superestructura (chunks)
proceso de
(Miller 1956)'yo enormes símbolos (Moles 1966); ello depende del
,plu¡O¡rr¡u ayuda a memorizar grandes cantidades de información.
'4.Estrategiascognitivas:mapasmentales'.esquemas'etc''.loscuales
propia.lona de
seleccionan y filtrai la inf-ormación, cántrándola en ta -residencia'
gestalten'
i;;;;r;;;rr'.-v constancias perceptivas realzan un papel similar' como
Los estilos cognitivos [o consiguen a nivel cultural'
percibidos (Milgram
5.. Dar menos atención a cada uno de los elementos
970).
6. La selección del hábitat y el cambio de actividades para vivir
1
con

menos estímulos.
7. lgnorar a la gente, despersonalización, anonimato (Milgranr
1970),
estilos de vida y sistema
y ,gruprü. .ln ¡ur p"r.Jnr. análogas, con los mismos y prensa c)' y se
en
de valores, y asi uur.ntil la redundancia (Bapoport 1975b
disminuye la atención. de información.
Así puede aumentarse la privacidad al reducírse el flujo jardines, etc.
8. Úsar barreras físicas, patios cerrados' distancia física,
grupos:
Todas estas estrateg¡as pueden clasificarse en tres'grandes
a) estrategias cognitivas de reestructuración de ta información;
b) cambiar el
como del aprendizaje
comportamiento, Io cual depende tanto de la cognición
y cJ defensas'perceptuales, físicas.o sociales'
grupo, aunque están
Las dos primera son función del individuo o de su
las experiencias
afectadas por el medio ambiente, que influye en las actividades'
det medio ambiente y de
y el diseño; el últimolrrpo depende más directamente
Todos estos
su diseño, y lo relacio-nu'.on la organización de la comunicación' vida' símbolos'
estilos de
instrumentos y estrategias nombradas (edificios, vallas
reglas de conductr,léirpr.ión social, ieparación espacial
y temporal) tienen la
misma finalidad: controlar la sobrestimullción, y la absorción
y el proceso de
':íormación.
(turn ofÍ) la infor-
La gente, en medios caóticos, recodifica y desprecia
-a:ión para evitar, ^ l,^ uur,la sobrestimulación y la deprivación sensorial' Esto
e>:'ca el aumento'd; la complejidad del medio con el tiempo, ya desde
que, a través
diseño este
J": ..i.n¿izaje, la géntu puti. ádquirir más información' El
para con'
pgn:c ce vista, est"á-;;;J conformádo por la suficiente redundancia y el
para producir la atención
segi.r:r i.ábito V f. *i¡áitnte información nueva
interés. U:ra pregunta interesante sería la de saber si en Ios medio pequeñas'
ambientes
más
muy se:;:l'os Ia gente desestructura la totalidad en unidades

. Ei Dr. J. Metcalfe de la universidad de sydney sugiere


que.
Yn
canal sopor-
¿-¡iti tres 4,6 bits, que es lo máximo'
ta Z, 1bits, á s .rnri.i-á, V canales
a fin de reencontrar Ia complejidad. Esto sucede en la descripción de los Cesiertos
y las praderas: se busca el detalle mínimo, y también ocurre en el proceso de
conocímiento de los expertos en una materia.
Si esto funciona así, Ios procesos de recodificación relacionarán sÍempr
las diferencias percibidas en base a ordenaciones físicas,'sociales o cognitivas,
y la finalidad será la de huir del caos y de la monotonía. En el caso de la sobre-
estimulación no se trata de huir de la compleiidad, síno de reducir la sobreesti-
mulación a una compleiidad asequible. Aunque puede ser que en medios de-
masiado caóticos se pierda mucha información y mucha energía en este proceso,
al ser necesario un encadenamiento simbólico excesivo. Entonces se producirá
una regresión a medio ambientes urbanos tristes y sin interés, como ocurre
cuando se tiene que usar con exceso las barreras físicas y sociales, o defensas.
Los cambíos en el tiempo a través del diseño tendrían que impedir que esto llegue
a ocurrir.
Consideremos un ejemplo de defensas en el Japón. Las ciudades japo-
nesas son muy densas, muy activas y muy extensas. Consiguen sobrevivir gracias
a la subdivisión en pequeñas áreas en las que se vive homogéneamente por
libre elección (Maki 1973; Smith 1971), hay escaSos "extranieros", cada lugar
es diferente y su número es muy elevado (Canter and Canter 1971). Los lugares
de comer, be'ber, etc., sirven también como centros púbticos de filtracióh de la
tensión (Rapoport 1969a, p.81). Las casas se diseñan con alto grado de priva-
cidad y las reglas contra el ruido y el olor son muy estrictas. La privacidad es una
cualidad del grupo, no del índividuo. Un caso similar es el de las mezquitas.
Hasta aquí he intentado comprobar que tanto la deprivación sensorial
como la sobreestimulación son desfavorables. Todo el mundo está de acuerdo
con lo primero pero no con lo segundo. Sennettt1970) ha afirmado que Ia sobre-
estimulación y "ánárQuía" del medio ambiente es algo positivo. Esta afirmación
se resiente de un romanticismo que ignora la tensión y la frustración que producen
las condiciones físicas y sociales sobreestímulativas, e ignora, así mismo, lo que
la gente prefiere. El argumento puede rebatirse desde un punto de vista ético
y desde los datos empíricos. Por ejemplo, Ios resultados de la sobreestimulación
son el aumento de agresividad, la jerarquización y la territorialidad (Esser 1971a;

APARTAMEMÍO, A ¡.{E!U
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E^J¿J],S¿,OW Sá 16¡.'l LCó
HO(APIoS COr!,tO o¿FÉNSA .

Fig. 4.3. (Según Bapoport 1973). De una descripción y análisis verbales en Harrigton
:roJ.
190 I ^.:-
Le,,:¿-s::r---
;yi0; Altman 1970; Altman and Haythorne .1g70).. Mi opinión es que
¿--A

=J : s¿:¡ cebe adaptarse al nivel de información que la gente desea para man-
::.:¿i' .: esiabilidad, dejando en manos de ta gente su exceso de capacidad. De
:=::a,'es personas usan constantemente barreras en contra de una interrelación
-":;.eI excesiva. La organización del espacio, tiempo y significado debería con-
s.::¡'arse corno un medio a través del cual aleanzar los niveles apropiados de
:ícrrnación (Bapoport 1972b). La selección del hábitat es también un exponente
ce cjefensa (Harrington 1965), como el caso de preferir casas unifamiliaies, o
,a íaita de publicidad de Ia dirección, o del teléfono.
De hecho, la noción de sobreexcitación nos abre el camino para hablar
cje densidad y excesiva aglomeración; haciendo asÍ posible la díscusión de Ia
densidad y [a privacidad bajo las nociones de Ia sensorialidad y Ia información
por ejemplo la percepción-, mucho más propio en este capítulo que en
-como
el capítulo 5 (Hapoport f 97Sb).

Aspectos sensoriales de Ia privacidad y de Ia densidad


Parece claro que Ia densidad y la aglomeración (la percepción negativa
de la densidad) están relacionadas a la experiencia de otra gente (y los pioductos
de su medio) mientras que la privacidad puede considerarse como la habilidad
para excluir tales experiencias a deseo en las diversas formas sensoriales (Ha-
poport 1972b;1975b). Por Io que podemos considerar que la aglomeración es
una interacción no deseada dirigida a la sobreexcitación, y la privacidad como
la habilidad de controlar y evitar la interacción indeseable. Una densidad puede
percibirse a través de cualquier canal sensorial y tiene que ver más con rela-
ciones que con elementos (Rapoport lg6ge).
La densidad y la aglomeración están relacionadas ambas con Ia infor-
mación, tanto los turcos corño los indios Yagua, resuelven sus problemas de pri-
vacidad evitando la jnformación y ta interacción (McBride 1g70, p. 141; Bapoport
r967b). En general, Ia densidad por unidad de superficie es una definición muy
ínsuficiente tanto para los hombres como para Ios animales, ya que las relaciones
sociales son las importantes. Vamos a tratar de descubrir Ias características del
medio que pueden influir en Ia densidad percibida como alta o como baja (Rapoport
1975b). Puede tratarse de caracterÍsticas perceptuales: espacios muy lntrincados
y estrechos, muchos signos, muchas luces, mucha gente, mucho ruidb, muchos co-
ches, mucho tráfíco. Pueden ser características simbólico-asociativas: edificios
altos, ausencia de jardines. Aspectos temporales: ritmo rápido, actividades las 24
horas del día. Pueden ser características socio-físicas como la ausencia de defen-
sas, altos niveles de "estímulos atrayenlss" (Lipowski lg71), ausencia de otros
lugares, usos no-residenciales, mezcla de usos. Finalmente, puede tratarse de
características socio-culturales: interacción social, falta de sensibilidad o pre-
sencia de control o de elección, defensas, etc. (Hapoport 1g7Sb), homogeneidad
o heterogeneidad y de ahí el compartir o no reglas sociales, etc.
Claramente, todo ello se relaciona con el mundo de la información.
Las densidades fÍsicas percibidas se ajustan con la evaluación y producen las
iensidades afectivas, que pueden producir sentimientos de ugiomur..ión o de
sciedad IHapoport 1g7sb). Esto sería la razón de que la vivienáa, que puede
ser satisfactoria, en términos informativos, desde et punto de vista de una familia
::¡ niños, puede resultar con niveles informativos demasiado bajos para los
e:: anos (D.O.E. 1972) lo cual está ampliamente demostrado (Rapoport'en prensa
b, - densidad percibida se confronta con las normas, las expectaciones, y se
e',e;a después como alta, baja y aceptable. Los grados de aglomeración'se
colnp:rian, pues, como los niveles de información aceptables (Esser 1g73;
Flapc;:r-i 1g75b, en prensa c).

' üisten muchos estudios sobre ello en etología, que no pueden analizarse
aqu i.
l- -
l( exk(r díerencias e«ke k densrdad esgack/ y /a Cen*dad
f,ecño Ce
n- .;cial, es algo muy significativo; dada una densidad determinada, el aumento o
-:ducción del número de personas por unídad de superficie tíene consecuencias
,;x^
,,o I :istintas según los casos (Loo 1973). En los grupos nunlerosos con extranjeros,
f- Ios mecanismos de defensa actÚan con mucha fuerza. Por ejemplo, la misma
Censidad, en China, produce diferente tensión, según el grupo sea o no homo-
ó géneo (Mitchell 1971; Anderson 1972). Generalmente, cuando el número de
personas aunlenta se incrementa la complejidad cognitiva y el grado de certidum-
bre, por lo que el comportamiento es más difícil de estructurar; cuando Ia can-
tidad de espacio por persona se reduce, aumenta también la dificultad del com-
portamiento. Si ambos procesos actúan sinrultáneamente, la aglomeración se
0n produce con gran tuerza (saegert 19731. Para saber si el aumento de gente es
n
peor que Ia diiminución del espacio (schmidt 1966), hay que saber de qué tipo de
gente se trata (PIant 1930, Schorr 1966), siendo peor Ia agrupación indeseada
que la heterogeneidad.
La densidad percibida como alta en el medio urbano produce sensación
ie amenaza, siendo el agente más importante la masificación. Otros agentes son
el tráfico, la falta de jaráines, el ruido y la industria (Carson 1972, pp. 165 y 166)'
Todos ellos influyen en la densidad percibida a través de todos los seniidos
(Bapoport 1g75b). Cualquier elemento físico o social puede aumentar la sobre-
)S
exclta'ción. Para reducirla hay que cambiar o la situación, o su significado. En el
ejemplo de los jardines (Harris and Paluck 1971) pueden resultar nlás "notados"
en la ciudad, que en los suburbios periféricos o en las pequeñas ciudades (Pyron
1970J, y la adaptación juega aquí su papel.
Estos símbolos son culturalmente variables dentro de Ios límites de la
capacidad humana. La densidad, fa aglomeración y la privacidad, pueden enten-
derse como relación social real, o como relación potencial a través de la percep-
ción del medio. El diseño puede ayudar a controlar los niveles de interacción
en un área dada (Wilmott 1962), construyendo barreras físicas, teniendo en cuen-
ia las costumbres, el tiempo, la separación espacial, etc., y reduciendo así el
flujo infornrativo. También puede manipular los indicios sensoriales (cues) (Ra-
poport 1975b). En cuatquier caSo, los jardines, menos ruidos, menos olores, etc',
i-educen la información, aumentan la privacidad y reducen el nivel de aglomeración
o de densidad percibida.
cualquier acto comunicativo incluye partjcipanies, canales, cÓJr3:s
compartidos (lingüísticos, cenestésicos, paralingüísticos), ia fo:ma C: l:-' len'
guajes y el contexto (si los lenguajes se permiier, se p:c-i:e:, e::') Esi: -:::l:
ngüístico (Hymes 1964J tiene clara aplicabliiJal a l:s p:,-:i:::,s c:i ::: --. I:
este caso, no solamente la gente tiene Sisiemas i: co:i:':l o c=fe:s:S. S -l c'-3
entre los códigos existen asimismo coniroles. He ahi el i¡:erés de Ia h:¡:g::er-
dad como medio de favorecer la lectura, ya que reduce la compiejidad iel cÓcigo.
La información entre la gente tiene dos canales: existe Ia consciencia
ce Ios demás, y también el conocimiento de que los demás son conscientes de
uno. Este último tipo de información puede producir serias perturbaciones a
:ravés del diseño (Bitter et alt. 1967). Esta información sigue cualquier tipo de
canal sensorial: uno puede ver y ser visto; oír y ser oído; oler y ser olido; tocar
y ser tocado; todos saben que cualquier lugar puede ser usado por un extraño
y que hay que nrodificar el diseño para evitarlo. Todo ello juega un papel en el
conocimiento de los otros en las situaciones sociales, o en el conocimiento a
iravés del medio ambiente. Si la privacidad es l.a habilidad de controlar la
interacción indeseada (Bapoport 1972b; en prensa b)' tamb¡én aquí participa el
¡redio como información, ya que deben existir expresiones o barreras físicas y
sociales de esta privacidaá. Los medios ideales son los que permiten el control
Ce la interacción a travéS de todos los canales sensoriales, permitiéndola cuando
es deseada.
El conocimiento de los otros a través de los sentidos bajo forma de
nteracción no deseada, es la fuente principal del sentimiento y la sensación de
:xcesiva ansiedad. Se manlfiesta a través de artefactos humanos sonidos,
i -luz,
rll
movimientos,olores,etc'-.ynoatravésdeuncontactocaYaacara'Si'además'
192 Au sensación de ansiedad y de incer-
se trata de gent; no .ono.iáu, ".1 urr.nto estilo de vida
tldumbre es todavía mayor. De ahí
.l du."o de homogeneidad detrata de controlar
se
para unos v ou rrrüráglne¡oad "n ái*.
En cualquier caso
-la 1966' p' 54)'
y seleccionar ro.'loniJos y relaciones [Cox ya que /a inter.acción
\ El factor crítico de todo .ii;;
selecci'ón,
más socialización cuando la interac'
no deseada es la problemática, v''"*iri"áspacio privado (lttelson 1960; lttelson
ción es voluntaria, o sea cuando "*itiá uuitut la interacción volun-
and proshansky s.f.; Mictrelson reSi.'ir"l"rliiigi.^9"
tariamentepuedeayudarlavida.colectiva,yaquesilapersonapuedeelegirel
con mucha más intensidad'
cómo y el cuándo de la interacc.ió1,-¡nturá..ionará
lu,un,ación f,g "gregariedad, debería
Si existen límites en la interaccion''soci,l, de los cuales
estar de acuerdo con la posibilidaj
i"-átá"ttiar medio anrbiántes et alt' 1e6sJ'
(Eckman
uno puede uirruirál'io cúal está.;;;t;b;;9.n "1or9sía de diseños con barreras
por tanto l¿ «gre§ariedad, @regr7¡o:;snessJ, provie.ne con gente homogénea' sin
claras adaptadas-á ,, *.4i" ,rtit.,t"
irÁiíiui, legible'
de variar v
niveles de estimulación ni urto' nl'uui;;1i:;-1]'"t'uuitiouo -libre-_
lo tanio, interacción y posibilidad de
suprimirla
seleccionar estos niveles. Por 1968)'
son dos aspect;; del mismo sistema [schwartz no es la interacción'
En Ios grandes edificios 1;;;;;;r, el probláma
indeseada de los otros es la
que
sino la imposiuitidád de evitart, i;;;;ióion
(Ládrut 1968' pp' 100-101 y 352)'
interfiere en la independencia frn',if¡u' procede de una defi.
La poca aceptaciÓn de los ,p,it,*"ntos.tamu¡en
fon solamente una módulidud de conciencia'
nición potisensJriáii" L privacidád que alguien pu.ede estar al otro lado de la
ción del medio ambiente y sauieÁáá v la falta. de.vesetación
pared IMetser rg69l. La éxcesiv;;;;;;tspaciat a la atención ajena'
producen la sensación de estar "urpu"tto'cont¡nuamente
Únu la vesetacigt hi:^::ido' el uso
e inhibe el uso (Daish and Melset;;"oé)' iu.to, 'u'del.usó, ya que gracias a ella'
aumenta, por to que la privabidad;;;; de
la gente conoceque está.n utgin"J¡tio.
ff papel de la órganización espacial
Desor 1972)'
tgauÁ et alt' 1974;
las barreras es importante en,oá"r.tt""Luát comunicación a través de la organiza'
Todo elto debe verse como un .¡.*pflde comportamiento'
ción del u.pr"io, O"l tiempo' dei significado.y.del
perciÉid.a y la "objetiva' es importante
La distinción entre la oens¡aaJ
Nueva York y Washington cont¡ene
para el pro..* de diseño. fu ,.gápolL'entre.
cuadradas, y en Holanda podría
contener
43 millones de personas en o7,ogé ,i,.'ilrur percibida en lJclanda es menor
el triple oe ge;ü. sin enrbargo, la densidad
(Whyte1968,pp.9-12)acausadelaccesoalespacioabiertodelasnotables
diferenciasentrepoblacionesyconductas,normasculturalesysociales.Por
íncluye las cíudades mayores
ejenrplo, la ,ona-a!-Bandstadt i.l"ÉtüA.lolanda) i..*o qei nars, p"ll-o]Tl:^l'separación
con una densidad seis veces ",rr;;;;;1r
urpr.io abierto ayudan a percibir por una
en las poblacione.s y la acce-sibiliiro-li el gusto los
a.rrnru hay qtue citar:
menor densídad. Entre los iu.torl!-ou gusto po"JÁinutl-".t!-^l la'reducción de
objetos p.qr.nl', u'o de bicicletas' el
qr; las-enormes ventanas sin cortinas
la incertidumbre en la privacidad, y;ouriur.nt., ,u'ti't' au un sistema cultural
"i
ay,udan ,l ,uáiJ ;;"; m¿s familiár. sobreexcitación debido al ruido'
suiil y sofisticado; sin enrbargo,'"litt;-cierta in.juit." la tendencia a ausentarse in-
t-:re otros medios para evitarl, ;;.;;" hoÁogéneos y aislados' la
y
::- o;.mente, Ia separación en grrio. i.iigio.o,
(Bailey 1970)'
:-:sencia de niveles altos de coniormidad o.-ío_ngitud es factor a tener
Er número de erement";';;;
r;lJri. .otropequeñas en una
de 25_a SO unidades
:- :-::tia. por lo tanto, et uroniolamiento Arctutectural Beview 1972)'
s:: :':\'oca cambios en la esá'-isÁáir"t 1955;
Lcsnivelesdedensidadpercibidanopuedencrearsesolamenteapartir la rea-
demás sentidos, o bien olvidando
de ;: : s:ic visual dejando upuit!-to. la organización del sistema' o sea
lica¿ s:.: ¡, Es asimismo "r"n"iái considerar y los niveles
las c¿ :S , :spacios abiertos, los asentamientos y-su actividad,
'i;;;k';r- que en
1e68; wi.r,.r 1e73). Podría suserirse
de ma: =_
rriJn'"u];r:l;,
l-

I
I

1t

1t

I
i-
It

Fig.4.4. Carnbio en el crecinliento urbano.

las ciudades pequeñas la manipulación (ttnderntartnirtg) es un medio para aunlen-


tar la inforntación, nlientras que en las grandes ciudades se consigue reducirla
a través, asimismo, de una manipulación en grandes piezas (véase capitulo 5)
(Bechtel 1g70; Bechtel et alt. 1970). O sea qr-re, segÚn el tamaño, las estrategias
varían.
La evaluación de una densidad percibida conro aglomeración (Esser
1970b, 1971b, 1g72, 1973; Stokols 1972), depende del nivel de información consi-
derado, y aquí interviene la noción de interacción social "indeseada". Debería-
ntos recórdar que la infornración sensorial implica esiinrulos, y que los estínlulos
están también definidos a través de procesos simbóiicos (Bapopcrt and \Veison
1972). Los niveles de preferencia dependen de la bÚsqueCa de sensaciones
y de
pueden
los niveles de adaptación, por lo que son mLiy variables. No solamenie
existir diferentes sistemas de evaluación de preferencias en diferenies grupos,
sino que cada grupo tiene sus medios propios de defensa, que son siempre, sin
embargo, mediás de controlar la interacción indeseada y la información no
pro.".-ubl". En algunas situaciones los grupos aumentan la interacción ¡nterna y dis-
¡¡irryun la externa. De ahí que existan diferentes grupos en las ciudades con
distintos métodos de selección de información' dif erente§ ritmos, diferentes usos
simbólicos y dlstintos niveles de sensorialiclad. Se ha propr-resto como hipótesis
(pero sin démostrarla) que existe una correlación entre los niveles sociales
y la cultura, y que las culturas abiertas con alta interacción poseen casas abier-
ias, mientras que las culturas cerraclas tienen las características opuestas IHass
1970, p. 1 17 Y ss.).
Si la aglomeración es la sobreestimulación social, entonces debe ser
sensible a las defensas y al contexto (lo cual afecta los niveles deseados). Hemos
conrprobado cómo las défensas cunrplen ulna misión importante' Más todavía:
debérían ser socialmente aceptables. Los elementos mismos ayudan a
filtrar la
información (aunque hay que adaptarse, con pérdida de energÍa, a los estímulos
que atraviesan el filtro) (Dubos 1966, 1972). La aceptabiliCad social y la fuerza
de la barrera varían según los contextos. La selección negativa es más impor-
tante en la vivienda y en las áreas residenciales, contrariamente a las
zonas
las que pllede resultar franca-
conrerciales, o a las áreas de recreo público en
diferentes
ntente indeseable. Por lo tanto, según el contexto, son necesarios
deben
sistenias perceptuales y niveles dJ información' En tas zonas residenciales
según personas
ser más bajos que en otras áreas aunque todavía haya variedad
y grupos.
una defensa muy común, es la simple "ignorancia" del nredio físico
o social. El número de nombres conocidos y de interrelaciones sociales cre:=
dismi'
nuye con el aumento de la densidad pasados ciertos límites' El
anonimato
co¡no defensa (Lansing, Marans and Zehner i970, pp. l0g-110). En altas densi-
dades, la gente se llega a quejar incluso de soledad; en números medios
de den-
sidad-, las quejas se orientan más hacia falta de privacidad con un
máximo de
satisfacción en bajas densidades, exceptuando ios ancianos (Heynolds et
alt.
1974'-1.
!. Por lo tanto, parecen ser tres las cuestiones esenciares:
.j r) Los conceptos de densidad, aglomeración y privacidad son mucho
más complejos que la simple cantidad de personas por-unidad
de superficÍe. 2) La
misión primordial de la percepción es la tiansmisión de datos sensoiiales
y de
información. 3J La tolerancia a los diferentes niveles informativos
varía según
la cultura, el contexto y el nivel alcanzado de adaptación. Este último aspecto
es muy importante en relación a los efectos de la densidad urbana. por
ejemplo,
en Hong Kong las densidades pueden exceder los 4000 habitantes pá, ,.r".
Esto signífica que el área por persona es de 5 m2. Los europeos ,rgi"irn
z0 mz
de mínima para mantener la salud mental, mientras qug en Estados- Unidos se
sugleren 40 m2 (Mitchell 1gT1). Es evidente que habríá que comparar las
den-
sidades percibidas, más que las objetivas. Es signifícativo que en bhina el
número
de propietaríos de casas sea más importante que el número de habitantes por
habitación IMitchell 1971; Anderson ígzz) (un, á;emplo de homogeneidadJ y
la
familia es también más importante en Holáncia'(eailey rgzo).

dicio¡es.de Hong Kong, es la separación ctara entre lo públicá y lo piivaoo,


et
uso flexible del tiempo, preferencia por niveles de ruido y ae ailombración
ele-
vados, y claros nive.les de jerarquía social, y Ia poca interacción
socíal (Anderson
1972). Todos estos mecanismos actúan a la vez y previenen
el descatabro en
lugares con Ia densidad de Hong Kong. Es ciertó,'además, que,
a igualdad de
densidad, los bloques en. altura -produien más problemas que los
Üa¡os. euizá
porgue obligan a interaccionar! y dificultan un fácil .ir
afuerá,. Además, la difi-
cultad de acceso a ta calle, lugar de vida social en China, aumenta Ia sensación
de densidad (Hartman ,tg63; Harrington 1965; Suttles 196g; Hapoport 1gZSb)
(véase capítulo S).
. En los písos altos la relaeión padres-hijos es Ia que resulta
más afec-
tada y, asimismo, existe un descenso en el niveí de amistad y
camaradería entre
el vecindario [como fue el caso del ejército británico ." Áiuilrni"l'f nüáru.rg
1968)' Estos efectos son debidos al cóntrol social y al nivel
de control de la calle.
Parte del problema con los niños fprincipatmente delincuencia juvenil)
se debe
a que en China los responsables de ta educación son todo el giupo
sócial no
sólo los padres; un caso similar es el de los negros en Estados Unidos (Hall
1971), Io que no es el caso, digamos, de Ia clasJmedia blanca
estadounidense
o británica.
El aislamiento se produce como resultado de la alta densidad y
la vivienda en pi§os altos, pero en las zonas suburbíales periféricas física de
densidad se produce también una falta de estimulación. En
de baja
ambos casos
como -so-
breexcitación y depreciación- la evaluación sub.¡etivá es negativa,
con la complejidad perceptiva. Esto sugiere una áorrelación ántre ambos ocurría
fenó-
rnenos, lo que parece comprobarse con Ia aglomeración
a corto y largo plazo y con
el factor temporal incluido en este caso. Alunque todo eilo es cierto en lá vi-
vienda, en las ciudades la situación es más complicada. Puede
ocurrir que aunque
ias situaciones sean cortas en tiempo, todás etras
¡untá. ,urn una aglomeración.
Del metro, uno pasa al- restaurante, que está todavía más repleto, yie
allí a Ia
ca,lle n¡¡idosa y contaminada. si ra zona de resicencia no á" aásár;;"; i; situa-
d6¡r se agrava más y más. "r
Por lo tanto, más que deducir las densidades a partir del número
de
per§m᧠por unidad de espacio, hay que definir: Ios niveies
de interacción e in-
fornmiór¡ deseados, las modalidadás sensoriales correspondientes, y cómo estos
nivelec se obtienen y se controlan. La cultura juega un papel importanie
en todos
esos nheles [Fapoport en prensa b], y tambien el n¡vLl-de críticabilidad (Ba-
poport lffihl, y aunque los individuos y los grupos
cambien rápidamente pueden
no ser capaces de absorber mucha ínformación porque esto les conduciría a la
sobreestimulación. Lo mismo ocurría con el cambio de esquemas cognitivos
(Rapoport 1972d, 1973d, 19741.
Un argumento central es el de que la gente es consciente de los otros
a través de la percepción, y el de que existe una interacción entre vinculación
y ausencia de vinculación, privacidad y comunidad, defensas e interrelaciones,
con varios grados de preferencia en cada caso. Existe pues un proceso común
de información que subyace bajo las nociones de Ia percepción ambiental, la
densidad, Ia privacidad y la aglomeración.

La complejidad ambiental

Acabo de sugerir que la percepcíón de Io social y de lo físico convier-


ten el medio ambiente en un flujo informativo, y que entre la deprivación y la
sobreexcitación existen niveles deseados de información. Éstos son los compo-
nentes de la complejidad ambiental.
El interés por la opulencia y por la complejidad perceptiva es una con-
secuencia de la distinción entre percepción y cognición. El propósito de la cog-
nición es clarificar el medio y simplificarlo, concentrándose en algunas partes
limitadas de é1. Por otro Iado, la percepción a través de los sentidos enriquece
la experiencia. La mernoria siempre es un reflejo de Ia riqueza de la percepción.
Exceptuando las situaciones de extrema deprivación, el medio ambiente es muy
rico en estímulos. Además, esta experiencia perceptual es deseada y altamente
evaluada, ya que las personas desean entender cognitivamente el medio, pero
además desean percibir su riqueza sensorial. De hecho es el juego entre lo
cognitivo y su superación Io que constituye su complejidad. No existe, pues,
contradicción entre legibilidad (Lynch 1960) y complejidad del medio urbano (Fla-.
poport and Kantor 1967). No solamente no son exclusivos, sino que son comple-
mentarios: uno depende de la cognición y el otro de Ia percepción; a gran escala
la claridad es insustituible, a pequeña escala, lo es Ia complejidad.
La percepción puede depender, en parte, de la orientación, Sin orien-
tarse en el espacÍo y el tiempo el organismo no puede percibir: requiere hacer
hipótesis, recoger información del medio y comprobar estas hipótesís (Bruner
1951; Sandstróm 1972) y tampoco puede disfrutar el medio. Sin desear la desorien-
tación, la gente desea la complejidad y Ia riqueza. Así, aunque se desee alcanzar
la capacidad orientativa, no se considera un lugar urban'ó como atractlvo si no
ofrece posibilidades de nueva información y ciertos peligros de desorientación
(previniendo la adaptación completa, la homeóstasis y la percepción subliminal
total). A pequeña escala es todavía más necesario un cierto grado de desorien-
tación que a gran escala. Por tanto, la complejidad no sólo relaciona la cognición
y la percepción sino que sugiere niveles y «pasos de cambio" (pacer), o sea,
desafíos gue no excedan de la capacidad de cambio (Hapoport and Kantor 1967).
Tales niveles proporcionan la motivación necesaria y evitan la frustración inne-
cesaria (Tolman 1948; Nahemow and Lar,vton 1973).
Hasta aquí me he dedicado tan sólo a los aspectos perceptivos sin
tratar de las relaciones simbólicas entre los lugares, las cuales pueden aumentar
el nivel de complejidad. La gente prefiere la riqueza perceptiva porque posibilita
la selección y porque es más fácil de percibir como un todo único y original.
También parece evidente que el bienestar humano exige cierta complejidad. Los
animales también necesitan esta riqueza (Willems and Flausch 1969), e incluso
los animales más primitivos desean Ia complejidad (Best i963).
La percepción en sí es dinámica; existe actividad espontánea a través
del sistema nervioso (Cooper 1968) por Io que el cambio de estimulación es algo
muy importante para que ocurra un proceso perceptivo. Los medio ambien-
tes se convierten en indeseados y desfavorables cuando la estimulación que
producen es excesivamente constante, o sea la "saciedad del estímulo".
las socíedades tradicíonales, hoy son difíciles de manejar por los diseñadores 197
porque son altamente idiosincráticos. Efectivamente, en el pasado aquellos diseños
comunicaban, pero hoy no (Rapoport 1970b, c, 1972e, en prensa a), y los diseña-
dores, ¿l menos corrientemente, sólo pueden manipular los elementos percep-
tuales (complejidad) y no los asocíativos (ambigüedad). Por lo que puede distín-
guirse entre Ios dominios de la asociatividad y de la perceptualidad. En cualquier
situación puede descubrirse las asociaciones más ampliamente compartidas y
vívicjas (asociaciones arquetípicas, etc. IMcCully, 1971: Jung 1964]). A. través del
uso consistente de asociaciones entre forma/actividad, jerarquía/ubicación, etc.,
pueden aprenderse y así llegar a usarse.
La distinción entre asociacional y perceptual puede ser útil para expli-
car ciertas anomalías en Ia preferencia por ciertos niveles de complejidad,.
cuando se comparan los medios naturales y los construidos por el hombre (Ka-
plan and Wendt 1972). La preferencia por los elementos naturales es asociacional
en parte, la complejidad es aquí solamente un asunto de preferencia polisenso-
r¡al. Sin embargo, en cuanto al diseño, el nivel asociacional y la ambigüedad
son menos útiles. Por lo tanto, se han seteccionado negativamente, usando sólo
los elementos perceptivos más manipulables. En el campo percept¡vo se sustituye
el nivel óptimo de perceptuatidad, por el nive! más significatiio de informa.ción
(Rapoport and Hawkes 1970).

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(ruora: aLfo Y sAlo su6JE¡vAHF.i.Jfe
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¡¡lur uo coEFtcrE^JT¿ p6 trurOe¡rlc-¡dr ¡{lxrMO

ResR/EsfA MoNOroNiA trvr¿e6 = coMPl'E IDAD

rn¡rávar¡ fu1y5 p^l e,. rsrínturo


col.4?»LtltoAo gEftNtDA (oMO LN
Y couo u¡l rqlxluo/uftut¡fo EAJ t4 RE5aJEirA (4qlo).. ,

Fig. 4.5. Cambio en la definición de complejidad (ñapoport 1971a) .

Todo ello implica un recepto'r activo más que pasivo, que transforme las
señales en mensajes (lo cual puede ser temporal o espacial desde el momento
que la complejidad urbana se da en tiempo tanto como en espacio), es decir,
que ordene los elementos en grupos. Existe, pues, un elemento asociativo y cog-
nitivo que complica la situación pero que permite expresarse a la personalidad,
al aprendizáje y a la cultura. Definir la complejidad como un proceso informativo
_r+_ErF

fcrüttenológlcb y significativo convierte la noción. simultáneamente, en algo


más y más difíci1 de comprender. Pero está más cerca de la realidad y con
mayor'út¡l
esfuerzo potencialmente es un concepto más útil y más poderoso.
EI primer'resultado ha sido que la sobreexcitacíón y la deprivación son
subjetivamBnte similares. De la misma manera que los animales dejan de res-
ponder a estímulos repet¡dos (saturación estimulativa) la gente cesa de responder
ante el caos (y se defiende además de la sobreestimulación). Un resultado es la
concentración del campo visual que impide la confrontación del campo visual.
periférico y convierte el medio en más pobre y monótono IMackworth 1968].
La organízación de los estímutos en diferentes jerarquías equivale a su codifi-
cación en busca del nivel óptirno deseado de informacíón. Más bien que tratar
con los ih-puts perceptivos, tratamos con la ínformación procesable, en calidad
y en caniidad.
: La información admisibfe depende de los estÍmulos que se detectan
como variables dentro de un sistema de expectativas'(de lo cual es equivalente

Azxg(vMfuofDG
:,
r¡ cr^fIA rcslpEJt¡crAL 4 Lo t4gqo De ¿á c4¡¿eEf E&A - WA twroe^,lectdr.J y rccAs
DtFEr.6ñc rA§ P E-RcEÍf I 6tfs

9{JAS V¡EJAS PfStDEtJCtAL cÁttw' NUEV45 RESIPEI'JCI¡11


UNÉáL" Ag,E(fO RESIOE,(JÁS UNEAL

DtFE¡EArctAS PE(CEPnVAS E^rrPE US OISTINTAS ¿ONAS PESIDE¡üqAI FS

VA:'loPor,Í Ml,l a.)

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nr5lrm4ÁrDO ?(A¡rSlclO.JB C.I^RAS Erl EDIM DtJ(@


(r4.rcoor. rq+rA)
Fis. 4.t-
el estilo). Las expectaciones se construyen a partir de ellas, y las derivaciones
se consideran como variaciones. La complejidad está relacionada con las varia-
ciones dentro de un orden, lo cual es equivalente a las diferencias percibidas;
son los canrbios en Ios estímulos lo que se percibe, no los estír¡ulos en sí (Gibson
1968; Rapoport 1971d), y esto es cierto cualesquiera que sea Ia nrodalidad sen-
sorial. Aunque la noción de diferencias "notadas" sc discutirá en el capítulo
próximo, ya podenro indicar que un nivel bajo de información usable es debido
a cuatro causas: 1) Los elementos no son ambiguos; 2) existe poca variación
entre los elementos; 3J los elementos varían pero bajo un proceso completamente
predecible, no existe pues información, y 4) los elenrentos conforman un caos
sobreestimulante e insignificante. Toda esta descripción intenta evitar las contra-
dicciones del uso de Ia noción de ambigüedad. Por ejemplo, en un análisis de un
conjunto residencial se dedujo la evaluación negativa de la complejidad, en cambio
se indicó Ia preferencia por los cerramientos, por los edificios altos y bajos,
y por evitar la repetición (Elon and Tzamir 1971), y estos aspectos son precisa-
mente los que aqr-rí incluimos en el término complejidad ambiental.
Similarmente, una zona con árboles de la misma especie, o de una nrez-
cla al azar de varias especies, serán ambas menos complejas que una agrupa-
ción de una a otra (Pyron 1972). Una muestra de la analogía en la ciudad es,
por ejemplo, Edímburgo:
La complejidad se genera, pues, en Ias interacciones entre la gente y su
medio, y comporta variedad y cambio. Además de depender del receptor, Ia com-
plejidad depende más de tas retaciones entre los elementos que de los elementos
en sí mismos, y es la variación dentro de un orden Ia que debe captarse (Valen-
tine 1962). El aprendizaje y la experiencia aumentan la habilidad para captar
el orden, por Io que un entrenamiento sirve más para desarrollar las relaciones
que los eiernentos. Por ejemplo, la gente pone más énfasis en los elementos
que los diseñadores.* Sin embargo, el sentido de orden eS importante en la per-
cepción, y el diseño debe aumentarlo hasta conseguir una claridad perceptual
mínima en el medio ambiente. Por otra parte, no es lo mismo el interés (o tiempo
de exploración) que el gusto (o et placer), por lo que, aunque el primero da una
unidaá a la complejidad, el último, tiende a ser una función en U (Wohlwill 1971;
Smets 1971). Por tanto, ni los medics muy complejos ni los muy simples gustan
(Acking 1973), aunque la naturaleza de los estímulos influya (Walker 1970' p' 638)'

I
I

wteP€t c.úSfO

co.,rpLEJtoAD
-, @t4?tf)tzAD
cop,?tl.)tzAD ---=7
---=>

Fig. 4.7.

Al igual que existen preferencias con respecto a los grados de interac-


ción social, existen también difer-enclas en las preferencias de complejidad entre
individuos y grupos (al menos existe una posibilidad de que personalidad y cul-

' Aquí pueden existir contraCiccicnes en relación a mi argumentación en


Bapoport 1969e, sobre la prinracia de Ies relaciones.
i--¿:s:é¡ reiacionadosl ILe Vine'1973]. Además de los efectos del aprendizaje
, 'a experiencía, puede existir
una búsqueda de sensaciones opuesta a una
::-búsqueda en personas con diferentes requerimientos por Ia complejidad
(lrlarkman 1970; Hall 1966; Mehrabian and Rusell 1gZB, 1gT'e.
La gente que des_
cubre el medio estructuralmente se aburre mucho antes que [a que lo iescubre
experiencial y vivencialmente INahemow 1gZ1),lo cual soporta ,n básico urgu_
mento acerca de la relación entre cognición y experiencia sensorial, que puede
vincu[arse con la distinción entre la experiencia científica y la experibncia
esté-
tica de las ciudades (Gittins 196g). Se podría predecir que ésta ultima mantiene
su interés por más tiempo y que posibilita [a percepción a niveles de comple-
iidad más elevados, aunque los nredio ambienies más complejos siempre serán
percibidos como más compleios por todos. Por eiemplo,
las áiferenciás entre los
lndividuos son mucho más pequehas que las difeieni¡as
entre los anrbientes,
y los ambientes ricos gustan, mientras que los caóticos
o los uniformes no gus-
tan [Lowenthal l96Z).
La actividad y er contexto juegan iguarmente un paper
de complejidad deseados. Por e¡empio,lrunio lá guniu quiere
en ros niveres
realizar unas cor-
tas vacaciones prefiere estímulos nuevos, diferent-es
de ios habituáles, furo un
cuanto a las actividades permanentes, dependen
mucho más sus decisiones de los
niveles prevíos de adaptación (Wohlwil iezt). Exístirin
áreas en las que Ia bús-
queda de sensaciones.no es el objetivo primordial
y será necesario considerar
un nivel mayor de re.dundancia y de rutina. Existirán grupos
que necesitarán un nivel de información bajo _los.niirnor_socíales, asimismo,
1974)' Todo ello puede deducirse de la discüsión
tnapopoii 1973d,
anteriormente reseñada sobre
el papel de la residencÍa como refugio y como defensa ante
Ia sobreestimulación.
Por otra parte ello explica la d¡ferenie actitud entre
residentes y visitantes.
Las últimas consideraclones sugieren el diseño de coáplejidad
dístinto
en cada área urbana. por tanto, er ir de Jorpras y ras
zonas de juego para ros
niños deben ser muy complejas, cambiando con er tiempo
provocar la novedad, mientras que las áreas
sus estímulos para
residenciales deben diseñarse con
niveles de complejidad medios. Esto conlleva un. ,áyo,.
comptejidad global,
puesto que si la complejídad es la misma en
cualquiei lrg.¡. ei toial adólece de
monotonía (Rapoport and Hawkes 1g70; Rapoport'1921a).-
El juego es también un índice situado en el intervalo
informativo medio:
ni mucha ansiedad ni monotonia (csikszentmihalyi and"Bennett
r971). ún meo¡o
muy acertado de conseguír comprejidad en ras ,ónas
oe ¡uájo e.- iníioáu.i, u,
trozo de naturaleza -sarvaje,, en rá que ros niños p*¿ár:Jp.;;.;;;;
medio de la zona urbana (The sun 1gi!. El hecho oJlue r*to en
los niños no;iegren
en las áreas diseñadas a este fin, se debe a ra farta de
comprejidad (Hapoport
1969b; D'o'E. 1973; whyte 1968; Friedberg rgzo; Coáper
r9z0á). Las zánás que
ellos eligen suelen ser comprájas (Brorin and Zeiset 196g).
Los espacios complejos y cambiantes en el tiempo
(Moore 1966; M. Ellis i9T2). La cómplejidad sí que son utilizados
se debe á ,,:ttipl.. factores como:
texturas, formas, pesos, variedad de eíementos,
diversidad de usos, sonidos, etc.
Podrían tomarse estos ambientes como modelos
de la complejidad en la vida
urbana de los adurtos, aunque éstos jueguen
por Ia cultura. El juego de los niños aépeñae
,r"o., y estén más derimitados
de ra y de ros espacios: ras
:alles deberían ser tugares adecuados para elro (schak "ultír,
1g12l_
Las investigaciones sobre Ia.comptejidad, provienen
:i "es artes visuales y la música; este hechó debería a veces det campo
ielac¡onarse con el diseño.
5: -isica, por ejemplo, existe una estructura muy articulada entre
tono, ritmo
t z--::ía, y todo lo que la desborda es responsaUilidad del concert¡sta. Sin em-
ba:;: sca precisamente estos factores los que diferencian un buen músico
un -¿' -:isico (Ehrenzweig 1970), y tos que dan calidad de
emocionat a ta música.
Exis:e: a-alogías respecto a la estructura cognitiva de
tas ciudades, a su per-
cepc;ii ;' 3 su obertura temporar (capítuto d). Hasta ros buenos
pueden c:-cebir estructuras muy largas directores no
de música, y los
cópico cs ':s que hablaba tampoco
elementos a nivel micros-
[ueden articulaÁe conscientemente (Ehrenz-
weig 1970). Todo ello parece análogo a las dificultades de la gente al construir
mapas mentales de grandes ciudades o al representar la riqueza de un lugar con-
creto. Podríamos concluir, pues, que tas microestructuras de la percepción están
fuera de las posibilidades de la consciencia, y son muy ricas estructuralmente, ntrfr E:-
y son además, de una naturaleza diferente a los esquemas cognitivos, los cuales, lj: j;':
Áo obstante, no pued en abarcar toda una ciudad.
l-i-i:" r ' L::i .

Esta riqueza puede deberse a la percepción subliminal, y no a la per-


cepción consciente o a la cognición que selecciona los estímulos. Los efectos
subliminales son probablemente mayores en los sentidos autocéntricos. El
estado normal es el de una homeóstasis entre percepción y cognición, y los estí-
mulos se conciencían cuando salen de este estado como novedad única. Con la
edad, los esquemas ganan importancia, y los estímulos deben apoyarse en ellos,
de ahÍ los niveles o intervalos de cambio (pacer levels).
La complejidad, por tanto, tíene componentes que van más allá de la
conscibncia, y que incluyen: el número de elementos, su contraste respecto al
fondo, su novedad, su incongruencia, su misterio, su variación tenrporal y su sig-
nificado y simbolismo. El efecto de variedad depende del número de elementos
y de su carácter (que es un hecho subjetivo), y del nÚmero de interpretaciones
posibles (que es la ambigüedad). Los términos del problenra ya los hemos indi-
cado: las características, confusas, del observador, la adaptación (los estímulos
conocidos Son menos complejos que Ios nuevos y desconocidos), Ios valores
asociativos, el contexto, por lo que Ia complejidad es mayor cuando existen varios
niveles coordinados de complejidad (Phelan 1970). Todo ello tiene aplicaciones
claras en el diseño; como por ejemplo: el cambio de valor perceptivo de áreas
urbanas distintas.
Es evidente que si el medio es complejo en diferentes dimensiones
visuales (espacio y forma) el proceso de percepción resultante será más complejo
(Pyron 1971,1972) y si es polisensorial todavía con mayor razÓn. Por otra parte,
si la diversidad de Ia escenificación depende del número de elementos y de su
clarificación, todo ello, a su vez, dependerá del estilo cognitivo y de la cuitura.
La variedad se define con el número de elementos discernibles (Beer 1-Q56). En
términos informáticos: cada x elementos, la informaclón es lo9.x. Con ma;'or
exactitud: la información es log"w, y w es:

número de estados
número total de estados posibles

con lo que se relaciona con el tiempo (lt/oles 1966).


Los cambios de percepción con la experiencia son un problema esencial.
El resultado de una permanencia de Ia estimulación es la saciedad, aunque exista
un "recobrarse, la tendencia es hacia los estímulos más y más complejos.
Como resultado parece que aunque de entrada se prefieran estímulos simples,
a la larga, se prefieren estímulos complejos, y Ios que parecen caóticos se vuel-
ven ordenados con el tiempo; todo ello complica la misión del diseñador.'Ade-
más, los procesos de aprendizaje conllevan el aumento de captación de comple-
jidad y de la captación de los indicios más sutiles. Lo que es aburrido para el
turista puede resultar muy rico para un indígena, pensemos en el desierto y el
aborigen, el esquimal y el desierto helado, etc. Una selva es más compleja para
el botánico, una ciudad para el diseñador. Sin embargo, los ambientes más ricos
objetivamente proporcionan más información en potencia.
La complejidad es, asimismo, el resultado del movimiento a través de
la ciudad. La gente no permanece quieta en las zonas de.estimulación óptima"
(Walker 1972) aunque fije allí su residencia; suele desplazarse en Ia gama de
complejidades para maximalizar la'globalidad. A partir de este contexto total,

' Comunicación personal del Dr. E. L. Walker, del Laboratorlo Ce Psicología


Universidad de Michigan.
el diseño debe prever la saciedad y ta adaptación. Exísten diferencias entre no-
vedad y complejidad, la primera es un fenómeno a corto plazo, ¡t'tientras que la
segunda depende del tiempo, de los usos, etc. Aquí cabe la noción de *comple-
jidad operat¡va" (Appleyard 1970), deducida a partir de los usos posibles de un
medio ambiente. Por tanto, se trata ya de una complejidad tentporal, no sólo
espacial. Una serie de acontecimientos no se repite nunca si tenemos en cuenta
los itinerarios espaciales correspondientes: los itinerarios canlbian con el clima,
con la remodelación físíca, etc., y tambíén cambian con el contexto y el obser-
vador. Así, los resultados negativos de la adaptación son nlenos graves en la
realidad que en el laboratorio. El medío urbano, además, se ve síenrpre a través
de secuencias temporales diversas. Cada parte se ve en diferentes monrentos,
perspectivas, etc., por lo que hay tiempo para la sintetización y para el olvido.
La memoria ambiental degenera rápidarnente, especialmente en los ca-
nales sensoriales no-visuales y además cantbia la inforntación de canal a canal.
Por tanto, cada nueva experiencia del mismo medío es de hecho nrás rica, porque
recordamos muy poco de Ias anteriores. Solanrente recordamos la estructura
cognitiva, que es un esquema muy reducido (Bartlett 1967, p. 195). La memoria
sigue un proceso de percepción muy simpllficado, con numerosos filtros influidos
por las expectaciones. La pérdida del recuerdo aumenta la posibilidad de la sor-
presa, o sea, de la complejidad, bien a través de los sent¡dos no-visuales, bien
mediante la percepción subliminal.
Como la cantidad de información siempre sobrepasa la capacidad de
Ios canales, éstos seleccionan diferentes series de indicios a través del tiempo.
Aunque las escenas familiares tienden a ser tan simples como las no-familiares,
la novedad y la complejidad se reducen a través del tienrpo (Bartlett 1967; Wal-
ker 1972). Aunque sepamos lo que ocurrirá, la percepción siempre añade algo
nuevo.

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Fig' 4.8. Los árboles no se ven hasta que.se llega al final de la calle, sin embargo el
i¡npacto perceptivo se recuerda tras el'primer iiinerario (Ripoport añ¿ uawles
igzo).

Consideremos tres ejemplos de Sidney (con cualquier ciudad ocurre lo


illlsri-,1 .

La memoria de Ia ciudad también se afecta a través de la complejidad.


Lape:::;c ón del cambio y la personalización (relacionadas con ta comptó¡iaaO)
compc:::-, en Ia memoria de los niños alemanes, el tener una memoria más
vívida c: : ciudad que de elementos singulares (sieverts 1g67, 1g6g). Los niños
:e Este;:s -nidos también recuerdan mejor áreas con multiplicidad de elemen-
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llr ::: :: ¿?¿renie menor rango (Maurer and Baxter 1972), lo cual, no obtante,
:,ede ser interpretado en términos de complejidad polisensorial. Los niños aus-
-''1 z- -s parece que tamb¡én recuerdan mejor los ambientes sociales y físicos
-:-: .,.s que los monótonos (King 1g23, p. T4).
El diseñador puede manipular los itineraríos, las relaciones entre varias
á;eas, Ia ubicación y la mezcla de usos, las opciones de diseño
ablerto y tu in_
fluencia del medio natural. Todos estos medios son suficientes para
monotonia. Los medio amb\entes vernacu\ares tienden a ser
evitar la
más complejos que
los de diseño de alto estilo, porque usan todos los instrumentos
indicados con
mayor habilidad: mezcla de usos, de textura, polisensorialidad,
cambio de activi-
dades con el tiempo, cambios del espacio (adiciones) con el
tiempo. Todo ello
está ayudado por el orden usual estricto que subyace a este tipo de diseño, por
to
\ue e\ tasi\§s rnás rmnwno es \áe,\\rr\en\e pe\cep\\b\e. A escaia ma)or, \as c,\u-
dades que crecen "naturalmente" desarrollan una complejidad y una originalidad
mayores que las que obedecen a standards uniformes, con edificios que tienden'
a ser idénticos y monótonos.
Además de tener en cuenta los espacios, también pueden considerarse
Ios itinerarios posibles. De este modo se consigue no sólo Ía sensación mornen-
tánea de desorientación, sino la variación de experiencias con el tiempo, per-
mitiendo la combinación de indicíos de diferentes maneras y permitiendo a la
memoria la realización de permutac¡ones y combinaciones.

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DREI!'ÓN L,.',c¿ ¿ t¡LJE-e¡aos uNo MAS l¡¡¿40 MtrX6 IñNE.QAPIOS PD§8¿.ES


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P$O SrEqPPf. PuÉr¿Sa usADo )lFEr¿Nr€.s.
Fis. 4.10.

Si comparamos una trama rectangular con una estructura


más irregular, vemos_ como ra primera contiene mucha de itinerarios
más redunounciá y po,
ello menos información.. Puede tomplicarse a base
(San Francisco) y con el uso de indicios
de la diferencia de pendientes
naturales. Cuando el poder central dis-
minuye, las tramas regulares tienden a desaparecer (stanisrawsky
en Damasco después de la dominación r.orrnu (El¡sseeff g70).
rg6r), como
f
Todo este proceso no ocurre en Estados probablemente por falta
:3 iso peatonal, ya que son los peatones los que UnÍdos,
usan estas tramas irregulares
::- g:rsto (Rapoport tg57; Wheeler ,l972).
Los efectos de los cambiosde
c::::s al aumento de incertidumbre quedirección en la complejidad, se explican
provocan. También cambian la distancia
sr-:":: 'a. veíamos en el capÍtulo 3 cómo estos efectos son equívocos _por
lai: z--e tan y por el otro disminuyen la a¡stancia,rui.tiu.-, lo mismo sucede un
con ,¿ ::-piejidad. puede decírse que contra más infoimación
ruta,:ás 'a-ga es la ruta, ya que medimos la ruta a través de fapor unidad de
información por
unidad ce : e:npo. por otro lado, contra más información,
más intei.és y más corta
es la ru:¿. -:s ambientes con gran complejidad se atraviesan
con menos tiempo
-subjet,r¿-.::ie- que ros dJprivados, pero ros itinerarios comprejos se re-
L-)

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Fig:4.1l. Transformación de una calle romana en un bazar islámico en Damasco


(Elisséeff r970).

cuerdan como más largos en la memoria (Cohen 19671. Así, en medio ambientes
ricos, uno se cansa menos que en amplios parques sin árboles, a causa de los
niveles desapropiados de información IParr 1969b; Steinberg 1969J. Los medio
ambientes variados proporcionan mucha inforntación y disminuyen subjetivamente
el tiempo, pero aumentan la memoria.
La complejidad urbana se enfatiza diferenciando áreas a través de usos,
y cambiándolas en el tiempo. Diseñar áreas perceptibles debería ser el objetivo
primordial del proceso de diseño. La diversidad no es el producto de Ia casualidad,
sino que debe planificarse y preveerse. En las ciudades, ello implica, preservar
la personalidad de las áreas ex¡stentes y construir las nuevas áreas con carac-
teres específicos de forma, uso y gente. Muchos trabajos sobre el diseño urbano
tratan, de hecho, acerca de Ia complejidad visual (Sitté 1965; Cullen 1961;Wors-
kett 1969; Nairn 1955, 1956, 1965; Spreiregen 1965).
Comentemos la propuesta de Civilia (De Wofle 1971). Es una demanda
de complejidad; el diseño debe ser sorprendente, intrincado, agradablemente in'
cierto y demasiado complicado para ser conscienciado. Aunque el libro se olvida
de aspectos importantes, como el simbolismo, las preÍerencias ambientales,
los grupos sociales, la variabilidad cultural e indir.,rCual, la necesrCad Ce claridad

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o3{A Pg ot k/3LFE ¡q-r/) (or woi-re ta+,r) («;c):¿ iq63)

Fi1.4.12.
2C6 cognitiva, contraste entre redundancia y complejidad, etc., sugiere aspectos ne-
cesarios.
Lo que es necesario, obviamente, es un diseño comprejo, con claridad
cognit¡va en el todo y aumento de complejidad a medida que la escala es menor,
con extremos y contrastes en áreas determinadas. Si diseñásemos todo según
Civilia resultaría monótono. Lo interesante es el planteamiento informativo per-
ceptívo que permite el uso simultáneo de muchos modelos de complejidad.
Tal tipo de generalizaciones, es importante en ei diseño de las calles.
Por ejemplo, la Avenida de la Universidad de Berkeley, California, fue remode-
lada y ganó en complejidad, sobre todo de noche. Se suprimíeron Ios tendidos
eléctricos, se plantaron árboIes, se construyeron nuevos pavimentos y se dise-
ñaron farolas nuevas en ambas aceras. Así se ha conseguido disminuir el nivel
perceptivo caótico anterior. Se usó luz fría, mientras que en la calte Telegraph
se usó luz caliente, con una diferencia de anlbiente muy apreciable. En Ia Avenida
de la Universídad, además, se ha conseguido mayor comptejidad al contrastar
la calzada con las aceras, muy complejas, para peatones: con arcadas, luces,
vegetación, bancos, etc.
Estos ejemplos de complejidad nos llevan a los temas de los dos subca-
pítulos próximos: diferencias perceptibles y los efectos de la velocidad.

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Fig. 4.r 3. e:nplcs ce calles con arcadas (existen muchos más).
La noción de díferencias perceptibles

Los argumentos usados en el subcaptíulo precedente están íntimamente


relacionados con la noción de cuáles diferencias se "notan". La sobreestimulación
y la deprivación dependían de cuantos elementos se percibían, y la complejidad
también está estrechamente relacionada al número de elementos diferentes que
pueden ser percibidos; son estos elementos los que causan la variabílidad a partir
de un orden percibído. De ahí la riqueza del diseño vernacular: las reglas cog-
nitivas son muy estrictas y el mínimo cambio se nota convirtiéndose en impor-
tante. El diseño tradicional cambia de vocabulario de área a área, pero siempre
manteniendo la consistencia dentro de cada área. En el diseño de vanguardía
moderno, las reglas son mucho más idiosíncráticas, y las variaciones son más
dif íciles de conseguir, ya que implican cambios a gran escala.
Una iglesia pequeña entre edifícios altos, o un edificio viejo entre otros
nuevos, se nota muchísimo como diferencia perceptible. Como, por ejemplo, un
club ornamentado entre torres de cristal.
Este tipo de diferencias debe notarse por defínición. Si se acepta la
Signals Detection Theory (Murch 1973; Daniel et alt. s.f.), Ia teoría de los um-
brales es confusa, porque el que percibe Iee indicios inciertos connotativamente,
Io que es, sin embargo, algo fuera del análisis del diseñador. Aunque tenga en
cuenta la agrupación de las variables, todo lo que el diseñador puede conseguir
es tratar de controlar los umbrales y la fuerza de las señales, y proporcionar
así diferentes niveles de percepción para Ios diferentes grupos sociales a través
de los diferentes canales sénsoriales. Por tanto, los umbrales de la visión humana
pueden ser útiles (Lynch 1962) si más no, al menos como base para emitir juicios.
Las diferencias perceptibles se consiiiuyen en efectos de figuralfondo,'
o como cambio del indicio en los bordes IGibson 1968). Esta postura apoya el
hecho de que las relaciones son más importantes que los elementos (Hapoport
'1969e), ya que es Ia yuxtaposición de elementos la que constituye las diferen-
cias perceptibles. En la Times Square, el elemento más perceptible seria una
tienda oscura, y, de hecho, un pequeño cine que ha abierto sus puertas de repente
es un elemento muy perceptible; las luces brillantes, serían, en el campo, un
elemento de contraste muy perceptible.
Consideremos algunos ejemplos urbanos. Un árbol dentro de la selva
no se nota a no ser que se trate de un ejemplar muy especial (Moles 1966, p.73),
mientras que en la ciudad un árbol puede versb mejor que varios árboles.
Una forma similar y un color específíco puedeh resultar señales per-
ceptibles en casos de usos concretos, como las cúpulas-iojas y azules de las
iglesias en Mykonos o el color y línea de la "Ciudad Prohibida" en el Pekín tra-
dicional, donde el resto de la ciudad tiene que ser monocromo y más bajo por ley.
Una plaza después de una calle estrecha es un acontecimiento importante,
muchas de ellas una nueva clase de espacio a través de la cual la misma ceile
es un suceso notable.
A Io largo de la New South Head Hoad, en Sydney, existen unos !¿:;Jes
pequeños, abiertos a la bahía, con vistas al mar, barcas, etc. Son fáciin::-:::er-
ceptibles gracias a los sonidos, olores, cambios de temperatura, ruiC:s c: gavio-
tas, etc.; a lo Iargo de esta calle también se oyen lenguajes exiranje:cs e:i :.ier-
minadas áreas.
Las ciudades poseen áreas étnicas con diferentes indrci:s:=:;eptibles,
los cuales caracterizan estas zonas una a una. La altura de Ios e:,;.:,:s, el trá-
fico, Ia vegetación, etc., determinan esas diferencias percepils:es. L:s ciferencias
perceptibles son esenciales en el diseño. Muchas ciudades s::r cl::as Cesde la
altura, o en un mapa, pero no en Ia realidad; la cuesiión es c:-: ::-,'ertirlas
en perceptibles poniendo énfasis en el contraste y e¡ ia:',¿':.: ::¡ áreas tran-

' Esta idea de las relaciones figuraT/fondo y s;s a: s:: sido desarro-
llada por el Prof. John Wade, en la Escuéla áe Arqu t..'.r-z :¿::r de la Univer.
sidad de Milwaukee, en Wisconsin.
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Orilla Cerecha del Sena (París)

Fig. 4.14. Varieiad vernacular dentro de un orden (fotografías del autor).


2C9

Ei

fiseño de estilo, orden sin variedad. Calle Rivoli, parís.

.strip', variedad sin orden. El Camino Real


Chifley Square, Sidney, Australia (1972).

Co¡i'as:e entre ornamentación y torres de cristal (el club Bagget y [a Lever House en
Nue'' e '':'<. y la esquina entre Harris y Peachtree, en Atlanta).

Fig. 4.i 5. l ierencias perceptibles con elementos dominantes pequeños (fotografía del
autor).
rI I.*Í.r. ..
i"
L....
tl. f . l
,.i.l :ilcA
I. r. r- ';-;.¡ LA;INA

Un solo árbol. Plaka, Atenas.

\'luchos árboles, Evanstown, lllinois.

Fig. 4.16" (Fotograf ías del autor) .


L
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PE a(ÉJrn sl-e

re¡¡e oeru¡z¡s r*Ás


co/Pl-É.JA pFon c,oN
UN OEDEN NÚE\O ST5TEMA r"(AS
(D¡4PLUO :
EN CALLE . CD«ÍEjf? 9
fpÁt\rsFo¿HA EN D¡FEPeilCtA
PEECE'ÍIBL¿.

Fig. 4.17.

/ \oJ¿ef-uu =-\
PENOIENTE '
C,.J BIJEAJÁs
yrsfAS

6AY R6L: I,A DIFEXEI',CIA


p¿R(ErTr 6¡L f{45 ACTT5ADA

NO SE V¿ LA DOLJ§I.E, BAY SE
TR4TA 9Et C¡J.'T?O COMÉ¿CTAL
MAS EI-E-4AÑTE PL14 ZIhJA.

¡ACIA E-l'
Cfn/T(o B^{'drr¿e
LY' ,É*
É¡üzFATlvo
"¿usAcufÉrs 5¡Y " ¿¡»l tAS
DtrÉ-eEMlas pF¿¿ rrrt gt€s
DL t¡ ¿otJA.

Fig. 4.18. Diferencias perceptibles a lo largo de .New South Head Road', SidneY,
Australia.
quilas y áreas animadas, áreas normales y áreas artificiales, usando los indicios 213
sensoriales y simbólicos adecuados. La percepción y los indicios dependen de
la velocidad del desplazamiento y del tipo de actividades.
Los indicios se perciben nrejor cuanto más se destacan del fondo. Por
ejemplo, en ltalia, el "status" depende de la situación respecto a los edificios
ant¡guos del centro de la ciudad (Schnapper 1971, p.91). La dirección y la natu-
raleza del edificio son índicios perceptibles. En otros casos, es el paisaje el que
es perceptible (Duncan 1973; Royse f 969). En otras culturas, Ios colores, Ios
sonidos y los olores se usarán como indicios perceptibles de primer orden. Por
ejemplo, en San Cristóbal (México). Los sonidos y los olores se notan, aunque
se estudiaron más en términos de tiempo que de espacio ('vVood 1969; Stea
and Wood 1971).
Otro ejemplo se refiere al pequeño parque, ya citado (capítuio 3), en un
área residencial, que es fácilmente perceptible por romper la monotonía senso-
rial de la morfología urbana, a través de los sonidos, olores, colores, eic. Como
las zonas verdes son, además, símbolo de status elevado, las áreas cc¡ ár'¡cles
aumentan su grado 6ls "perceptibilidad", aunque sean insignificantes en su ta-
maño.
Si no se percibe una varíación de este tipo es porque no proCuce com-
pleiidad. Un camino a través de diferentes áreas (como et Pac(fia, Highway en
Sidney) es monótono o no según las diferencias perceptibles entre dichas áreas.
Contra más claros y contrastados sean los estímulos más se notará la difei'en-
cia entre las zonas (aunque estos indicios no se entiendan conscientemente).

:\
t

L,AS DF¿EWC]AS SJTILES $S DI FE-P€¡JCTAS ACUsIi:5


PUÍ-DEJ.J A,O SA? AJOTAoAS Se NO¡A¡ r.lAS .

Fi9.4.19.

Las ciudades y sus zonas son diferentes y los obsen,a;;:es sensibles


lo notan. Sin embargo hay que puntualizar dos aspectos: si los;:-: s:iadores las
notan, y cuáles son las diferencias notadas. Con respecto a la ú,:;a cuestión,
el área tal como la de Santa Mónica en Los Angeles se consiCe¡'e c.To Ia más
significativa perceptualmente hablando, aunque no se sabe por qué (3anham 1971,
p.46). ¿Cómo, de hecho, se diferencian los lugares? ¿Cómo sabe;:os que estamos
en Londres y no en Atenas? ¿Cómo sabemos que una plaza o calle particular,
descrita idénticamente, pertenece a Londres, París, safed, Rodas, Tokio o Kath-
''.':-? {Thiel 196,f, 1970i. Estas preguntas son interesantes
-=':las y no sólo en relación a la percepción. claramente, losen térm¡nos ge-
Iugares y ele-
nei-tos deben ser preceptiblemente diferentes antes de que puedan ser usados en
ia orientación, en la definición subjetiva de áreas, en la distancia subjetiva (en
términos de cambios de.dirección y curvas) o de ser incorporados en
mapas
tales' Son preguntas difíciles con pocas respuestas. E-s pos\b\e suger\r. ns men-
tante. una \ista de indiclos entre los que )a gente obs-

I el capitulo elige (parecida a la dada en


3).*

Diferencias físicas

V isión
objetos: forma, peso, medida, color, materiales, textura, detalles
cualidad espaciar: tamaño, barreras, víncuros, gradientes
Luz y sombra: cualidad de la iluminación, cambios con el tiempo
Zonas verdes: naturalf artificial, tÍpo de vegetación
Aspectos visuales de la densidad
Nuevo/viejo
Orden/variedad
Mantenimiento bueno o malo
- Escala y rgrano» urbano
Estructura viaria
Topografía : natural f artifícial.'
Ubicación: prom¡nente, en Iugares de elección, sobre colinas, etc.

Cenesfésicos
Cambios de nivel, de velocidad, curvas, etc.

Sonidos
ídoso/tranqu ilo
Bu
Sonidos humanos/sonidos naturales (industria, tráfico, música,
conversaciones y risas, árboles, agua, viento, etc.)
Sordo/reverberante
Cambios temporales de sonido

Olores
Náturales/artificiales; plantas, flores, mar, etc.f alimentos, etc.

Movimiento del aire

T emperatura

Tectiles
Textura bajo los pies

D ferencias sociales

Ge-::; ,,,estido, lengua, conducta, tipos fÍsicos


A:: . :ajes: intensidad y clase. clubs, restaurantes, iglesias,mercados, etc.

. Algunos
indicios han sido estudiados po¡ el seminario de graduados en la
P.lioa':-: :3 en la Escuela de ArqJitectura y'pian-ii¡cacibn de la Unversidad de
1974,
wiscc:s - y-o. n,!osei r,an éscr¡io: oué son las diferencias
perceF:,: is"l,lrvauke"',.8.J'wentworth
e,? el medio ambiente y ui estudio explor:atorio del-;;bl;'éi-"i',il¿¡o
ambienie, y que se ehcuentran en la'bibrioiáca de i; E;;;.1;.
--: :r.:blicados,
ou" recordár que los lá9os ylás-moñtanrs
un tr rntt__=].=j ".t¡f¡.irl", se-iorr.ron y.
Usos: compra, residenc¡a, industria, etc.; uniformefmezcla, coches/peatones,
otros medios de transporte; animación/quietud
Objetos: signos, anuncios, vallas, alimentos, objetos usados, parques y jardines,
decoración, etc.
Uso de la ciudad: las calIes uso/no uso; distinción delante/detrás; privado/públi-
co; introvertido/extrovertido (todo ello en relación a las barreras culturales
y normas para el comportamiento)
Jerarquía y simbolismo: significado, signos de identidad social y status

Diferencias temporales

A largo plazo: cambios de estado A, a estado B, cambios en la gente, en el


mantenimiento, en los usos, etc. Cambios que pueden considerarse como posi-
tivos o negativos, en todos los indicios indicados hasta aquí. Cambia su eva-
luación con Ia cultura.
A corto plazo: dÍa y noche, fiesta y no-fiesta, intensidad a lo largo del día.
Bitmos y costumbres.
Las diferencias perceptibles se usan en la diferenciación entre dife-
rentes medio ambientes: urbano/rural (Swedner 1960). Entre todos estos indi-
cíos, se encuentra la especificidad de la arquitectura usada; por ejemplo, las
críticas acerca de la monotonía o la "despersonalízación" de Ias zonas residen-
ciales. Las diferencias percibidas ayudan a evaluar positívamente una calle o un
lugar cualquiera natural o artificial (flppleyard and Lintell 1972; Shafer 1969a).
El proceso se conceptualiza como sigue:

INilCIOS FlLrRss
E-{ vA*,s I
L-:
j :
; L\--¡J
r¡1
al< ^
POf ENCIA
.--¡->
I p6ílis - É\,A!J¿,0¿5 Pcs,i -

r
it1
e ezu 3
!
-.7 ilvAuE,]\JT:. couo
\-_) cot"lDtc||DLD,O
Nt+NVAME,UTE
i couo c,aa6 .

(o goMo A{rrM€P4 -.
CJó^J 0 ArSl-A¡.{ I ENTO/

Fig. 4.20. (Comparar con la figura 2.1; Rapoport 1975b, en prensa b).

ESE¿JÓ ¿3i E.?.i!


(ouo íNorc-¿-.

Lt

I
,4r 4I

T¿II.JSIC(ONEJ
(uuas lrruoes u-aRAs acÉ-vrúqNJ us olr¿er¡,clos)

Fig.4.21. Diferencias perceptibles a escala urbana (descripción verbal en Seddon


1970, p.43)"
I
r
t-: Las diferencias serán más perceptibles si existen indicios congruentes
perienecientes a diferentes dimensiones (Pyron 1971, 1972i. Southworth
ig69; Steinitz 1968). Además de la reIación figura/fondo, de la relevancia personal
y cultural, de la congruencia y polisensorialidad de Ios indícíos, los elementos
vivos parecen constituir los índicios más apreciados (Bartlett 1967: Sieverts
,1967,1969; Maurer and Baxter 1972; Steinítz 1968; Gulíck 1963; Weíss and Bou-
tourline 1962). Todas estas díferencias perceptibles tíenen lugar en díferentes ni-
veles y escalas: paisajes, regiones, ciudades, áreas y edificios.
por lo que regiones enteras difieren en dlmensiones esenciales, como
es el caso del paisaje cultural de los geógrafos, Io cual resulta de determinados
valores e ideales que influencian las decisiones de mucha gente.
En las zonas urbanas muy amplias existen los contrastes entre zonas
abiertas y zonas cerradas, como en Randstadt, Holanda, y en la ciudad proyectada
de Alcan (Cullen 1964). Estas diferencias sólo existen si se perciben realmente
en ta experiencia diaria. Otros ejemplos son: un oasis en el desierto, una ciudad

ArropisrA ¿r¿:íau
¡t¡f}r sr e f UuZ PÉ.l r.ic I
pA L

a
MUY YEI'T,ÁT¡OLES
u u'r ¿r-¡os,' rÉocuÉ.nE
PÉ2cÍ911bt F<.

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cedE l,ntE
,,/,/
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4 ///
)::1

4,A 7-
'J':W YO2( lrruop.gi ( rr,r6ranr-e.ea )
f\p PlvERS, WiS@'JSrN.

tsE}FOPD:O.
DTSDE 4OWEP. ST.
Mtl¿aNDo l$r-tA EI SU(.

como la diferencia perceptible más importante.


bien situada en la pradera del Oeste medio americano, las diferencias descritas
entre las ciudades coloniales y las indígenas en áreas tales como la lndia, Africa
del Norte, lndonesia, etc. Entre Perth y Fremantle, en el Oeste de Australia, el
Buckland Hill era el único elemento perceptible en un paisaje abierto, ya que
"funciona como un vínculo psicológico y visual entre dos combinacío¡s5, (Sed-
don 1970, p.43), siendo, pues, un ejemplo de diferencias perceptibles separando
dos áreas a escala metropolitana.
Aunque estas preocupaciones están hoy desapareciendo, en el siglo ll
el emperador Adriano construyó un arco triunfal en Atenas, entre la ciudad
antigua y la ampliación en construcción (Papageorgiou ,f971, p.3B), para expresar
las diferencias y marcar claramente a separación.
f

Un ejemplo es Edimburgo (fig. 4.6). Londres contiene, asimismo, casos


ejemplares. Pensemos en algunos. El color dístingue zonas: Pall Mall, Buckingham
Palace, Eaton Square, en blanco; King's Hoad, Cadogan Gardens, etc.), en rojo
caliente. En este punto el canrbio de color coincide con Ia transición entre la
ciudad de Westminster y Kensington y{.Chelsea West Kensington, que es gris y ma-
rrón, Kentish Town es negro, etc. Lottl¡srno ocurre en San Crístóbal y en tokio
(Lenclos 1972) y tendría que saber$ si los-iondinenses usan estos indicios como
los mejicanos. Las actívidades también distinguen los lugares: es sábado, el West
End es un escenario activo con gente, color, comida, etc., mientras el resto de
la ciudad está tranquila. Las plazas de las zonas residenciales londinenses son
también indicios extraordinarios, como la Pleza Russell y, especialmente, la Plaza
Belford. Uncaso similar es la ampliación de la calle Washington en Two Bivers,
en Wisconsin.
En el siglo XlX, Nueva York, a pesar de un diseño monótono de las calles,
de la nivelación de todas las colinas, de la uniformidad de las fachadas de las
casas, era un espectáculo variado gracias al mosaico de actividades, culiuras
y religiones, de cada grppo de emigrantes europeos asentado en diferentes zonas

ie.<.¿ a"-o

ffa¡Jera*],,.J 8kl,t60

Fi9. 4.23. Diagrama esquemático de las dos partes de Zanzibar (Nilsson, sin fecha)
de la ciudad Uackson 1972, pp.205-206). Cambiando de manzana de edificios,
cambiabas de raza, religión y costumbres. Era casi como un viaje
por Europa'
Otro ejemplo és la'Ciudad de la Piedra, en Ngambo,Zanzíbar. La ciudad
de píedra de edificÍos altos está separada por un antiguo cauce de la zona nueva
. con víviendas muy lÍbremente dispuestas bajo palmeras y cocoteros. La morfo-
'logía es opuesta en ambos casos y, además, es introvertida en el primero y ex-
trJvertida e¡ el segundo. Las dos zonas están habitadas por diferente g€nte,
con diferentes actividades, olores y temperaturas INilsson s.f'; Nimtz 1971;
Ommaney 1955).
be hecho, la ciudad de Zanzíbar está con'stituida por áreas homogéneas
en raza y en religión. Las transiciones son claras y la morfología visual y espa'
cialmente diferente, en términos de negocios, olores, música, población, etc. En
todas las cosas las transiciones son claras.

3s..*

DIA<RA¡{A 9E I¡ CAfE'EAL DE }VINCHESfET lEftsreN MU:J+o5 ÉolFtclos LÉPCA


'E^J ¿,4 rzOuleCOa,)

alel a¡.nrcue <orrl:


ESPACToS JERAPOJI-
z+ms, cotoQ-,
grvt¡.rntrdrV,rleumt
ETC.

*. §0¿D CA,ü&ÍOS ESEIrcW¡S

roo¿rfi u¡,s ¡¡rnat¡ co.,1


EDt F lctos troñUMENfaLES

osr"EqADE : ¡(a¡,¡ pg,qróN¡¡


Y @HETT.¡AL.

Fig. 4.24.
En este caso los indicios se refuerzan los unos a los otros, tanto los fí-
sicos conro los sociales. El resultado es de gran riqueza, y ésta es una de las
razones para apoyar la existencia de vecindarios diferentes en las ciudades.
Pueden encontrarse muchos ejemplos acerca de las subáreas culturales,
brindando excelentes ocasiones al diseñador. Un ejemplo específico es la cate-
dral ingtesa, con la transición brusca entre un exterior animado y un interior
tranquilo, abierto y verde. Copenhague contiene también una transición exce-
lente entre la parte antigua y la nueva, mucho más abierta, ruidosa y con altos
edificios, a través de la Ostregade, que tiene 11 metros de ancho y está cuajada de
tiendas, grupos musicales, f rutas, flores y gente.
Todo este tipo de dominios urbanos _-Binnenhof en la Hague, Ios baza-
res en las ciudades de Extremo Oriente, etc.- conllevan una pluralidad de pano-
ramas en el interior de una nrisma morfología. Para que exista complejidad, cierto
orden morfológico es completamente necesario. Estamos siempre dentro de una
variación gracias a un orden. Este orden puede generarse a través de los nledios
ya descritos: ilumínación, simbolismo social, ejercicios urbanos, etc. (Papageor-
giou 1971; Bacon 1967; Carr 1973).
Las diferencias perceptibles, sin embargo, pueden ser en sí misnras ge-
neradoras de orden. La Pacific Highway (Autopista del Pacífico), en el Norte de
Sidney (fig.4.19), se convierte en zona residencial más allá de Chatswood. A par-
tir de este punto ex¡ste un nodo comercial en cada estación. Estos nodos son
muy útiles como referencia de orientación mientras uno usa la autopista. El di-
seño puede reforzarlas.

SrJp.
"c¡Ars'^,ooo"
z.o'tA VÉ-99E
Cot\¡sT2UlA0 ¿ T]E^rl,AS

Jlilrllltilttill
C.A(.Rf.TEPÁ

,f ,l

c¡oA CE-\T?, (iuái'lÁ: 5 :r-J{ / V _j


D¡FE2ÉtvTÉ, ?rJ5'Á ].-s-1'<-4
É'rmf ffi C-¿\,fÉe! 5
slEt¡P¿E u¡A YrLLA c)'. -
c]9lENDo ccrJ Ll.S
Esr¡aloNEs.

Fi9.4.25. Diagrama de parte ie ia a-::;'s:a ::l ).:'' :: :r Sid,rey, Australia.

des:'22¿:.-:1,.'' ei e j iráfico motorizado en espe-


En cualquier tipo de
cial, la superficie y otras señales cil ;:::: j -. -. :-r ccmo puntos de orientación,
de cambio, etc. Camb¡os en lo a¡ch¡, e- ':::- : :;::e, en el radio de giro, etc.,
todo constituye índices.
En las calles existen, cor,-ic i-er:-c'.ls:o, muchos tipos de indicios útiles.
Las luces y las señales pueden se;r,',r r:-3. s:r:rguir el dominio público del pri-
vado; pueden existir diferentes tipcs ce i:Ícrnración según los distritos, luces
para diferenciar las figuras del fonCc; se pueJe orientar el movimiento, identi-
ficar los lugares, dar información Ce Ios ca¡bios temporales, etc. Las señales
en sí mismas, son elementos muy populares (Carr 1973) y, sin embargo, poco
valoradas por los diseñadores. Toic e,ro p:eCe analizarse como diferencias per-
ceptivas (Lynch and Rivkin 1970).
Pueden usarse elementos ar-quitectóricos como las variaciones de for-
ma, colores, materiales, edad, textura, pat¡os, r,'erjas, etc., para hacer más paten-
tes las transiciones de lrso y de zona. Un ejemplo es lsphahan, otro la High
Street en Oxford.
*. reA|\JS tCtON tMpo¿rANrE
D¿ UNA ZONA Q.UDOSA,(DN
¡ crrr¡ mANqul¿¡
Penos trure¡loPEs ' "

--1
\
de .High Street', Oxford'
Fig. 4.26. Esquema simplificado

Taleselementosestánreforzadosporlosindiciossensorialesyades-
reforzarse con el
critos. Los usos v Li"'""átit" ¿'r rffiíü9un 1ti1]¡'o a la
;il;;i, * Ávenida Jl Clahtemoc, cambia súbitamente
diseño. En México árboles' cambios
obrero M;;Ji;i. At sur.ae este cruce hay una-zona de una
altura de
y";;r;;;;;ni"á: ur final hay sran fuente
t¡enia, .n¡., hoteles de
de ,r"iJt"iánio-t"tuu'za la §érceptibilidad
de edificac¡on,
dentro de un prrqr-..-ri nivet
la transición.

@;
( r'^,.
\ -2.. ).-,

'-rt-u:!W;
--\f,/\

''";"íí*

-)?, '^t @
i,/-r:1-7^,
_r\_
MqE¿AcróN gE LuqAe.R5
cuDA0 (ñJ7lciA, 0 Al'6Á

Fig. 4.27.
Generalmente, por lo tanto, hay una jerarquía de diferencias perceptivas
a cualquier escala, y polisensorial. Si se usa, ello sirve para errfatizar las diferen- -- -
cias entre lugares, e incrementa la complejidad, ayudando a la definición de las
áreas, y a la construcción de mapas mentales. A medida que las ciudades crecen, I nL-;!!?1
rf;-l!
la red de relaciones entre los lugares y entre zonas debería irse clarificando, lo \r.
r_._:.
t. . i . -- .(
L: ElJl,l-::
cual es todavía más importante que en las ciudades pequeñas rodeadas por el
campo abierto"
Estas reglas pueden aplicarse a cualquier tipo de índicio, o de moda-
lidad sensorial. Las distinciones entre detrás/detante, público/privado, etc., no
son usables si no son perceptibles. Por ejemplo, en Chandigarh, las zonas verdes
y los bazares no son diferentes perceptiblemente, como en las ciudades índias
tradicionales. Como por ejemplo, el Chadni Chowk, en Nueva Delhi, y los jardines
Moghul, y no exíste tampoco, propíamente, una díferencíacíón de usos; la cíudad
carece de Ia riqueza de las ciudades indias tradicionales.
Si la diferencia se construye pero no «se nota", s€ coflvierte en algo
ausente: para «notarse" ha de convertirse en un hecho psicológico, o sea con
significado, aunque sienrpre relacionada con el medio ambiente. Por ejemplo, en
el parque de Hill Sheffield, las calles elevadas solamente se reconocían como
.notadas" por el 4 oio de los residentes, y su uso era mínimo (pawley 1g21, p. g4).
No eran ni entendidas, ni percíbidas, ni conocidas. y un problema era fa incon-
gruencia entre una categoría cognitiva (la calle) y una forma (el corredor). Esto
depende, en parte, de las categorías cognitivas de lo que es y lo que no es, ya
que, después de todo, solamente lo que se define como diferente, lo es. La per-
cepción de lo idéntico y de lo diferente es una estructura esencÍal del proceso
perceptivo, y está relacionado con el número y clase de dimensiones y categorías
usadas (Kelly 1955; Olver and Hornsby f 972) (véase capítulo 3).
Un resuftado intrigante IWilmott 1963, p.4) acerca de la permanencia
de la exactitud de ubicación en una situación con diversidad de formas (Pyron
1971,1972) podría explicarse desde nuestra perspect¡va actual. Se usaron en la
experiencia plantas y alzados para analizar Ias diferencias, asumiendo que la gente
sería capaz de discriminar igualmente cambios en forma y en espacio. De hecho
la forma era más importante que el espacio. Las sutiles variaciones en el espacio
no fueron percibidas, como el uso de los patios, o Ia agrupación o no de los
edifícios; o sea, el tipo de variables que el diseñador suele usar. La textura, el
color del tejado, etc., eran constantes, y, sin embargo, estos detalles hubiesen
sido los que se hubieran percibido con facilidad; igualment'e se suprimieron los
índices naturales, como árboles, topogranía, elc., ya que sabémos ínfluyen muchí-
simo en la identificación del status de un área. Por tanto, opino que se usaron
las variables erróneas.
En un proyecto de vivienda se,introdujeron l3 maneras de conseguir la
variedad (todas visualés) (Cooper 1965, pp. 100-106):
1. Variar el número de unidades por alineación
2. lnclinar las fachadas
3. Usar diferentes materiales
4. Variar los colores de los edificios adyacentes
5. Variar Ia medida de las unidades y combinar las medidas
6. Variar las alturas de los edificios
7. Variar la posición de las puertas principales
8. Variar la situación relativa de las ventanas
9. Variar los diseños de los porches de entrada
10. Variar el diseño de Ias escaleras
11. Variar los tejados
12. Variar Ia inclinacién de los tejados
13. Variar la distancia de las uiridades a la acera y variar su relación
con el tráfico.
Aunque los residentes estaban Ce acuerdo sobre la importancia de la
diversidad, apenas si percibían las diferencias presentadas. lr4ás de Ia mitad de
d/o de /as diferencns notadas, /a
,/./,/ /aS casas eran para elos rgua/es. Soóre e/ 40
principal era el color, y las variacíones en altura y forma ({as cuales ínf{uían
en
cambíos en los tejados'
las cemásJ. La mayoría no se notaron, especialmenig .los
Es interesante notar cómo las diferencias más
percibidas se relacionan con las
es decir'
que se usan normalmente (Bower 1971) en situaCiOneS experimentales,
en color y forma.
no visuales' Todo lo
casi no exísten casos de investigación con indicios y actúan subli-
la visión
que puede decirse es que, en nuestracult-ura, refuerzan parte activa en el
minalmente; en otñ.rtiur6 son *e, importantes
y.forman
sensoriales específicos'
desarrollo ae la exJJr¡;;;i; a través de nodos
En Japón ;;;i trán se usaban indicios cenestésicos, fácilmente per-
ceptibles, Gonro fre'ináicaAo, en
el caso del lrán las diferencias percibidas acen-
senso-
tuaban las transiciones. El uso
de estímulos de diferentes modalidades de
Tal es el caso de la mezquita
riates refuerzalas diferencias percepiillt". incluyen olores' sonÍdos y cambios
lsphahan ya descrita it¡g. ¿.1). los.rt''üiot
dedirección,yelespaciointerioresdeliberadamenteparadisíaco,concantode
Lo mismo ocurre en otros
pájaros y murmullo iu ug" (Rapoporiiso¿'1965)' inglesas' la calle oxford y otros
ejemplos también í, .iüáár,'.o*o'trr
.ut.atrles
muchos'
En safed (tsrael), atravesé un
patio en ruinas' tl-"1,1':^:ll:Tt:I"'t'
nubes, en un día soleado, me
di
já. .o*urus ae peq,iáñas
los árboles. Entre pájaros y del cam-
áedros, del canto de los
cuenta, de repente, del aroma d.e los de los niños, etc', todo lo que yo
panillear del cencer* a. t,. cabras, o"r-',iao es la transición la
no había podido ;caur, del ruido-d-á ionJo de la ciudad; desde el patio en ruinas
"i;
que significu. rgual*inte,la v¡sta oer üre-vlur ciudad' El hecho del Sábado' en
rontunas
qu"-utluUu la
me hizo consciente del lugar .n ut en algo
lsraet, ayuda este proceso perceptiuo] iá'rirma ciudad.se conviertedomingo es
y lá vuelta del movimiento en
completamente dif;;;nt", ,in tráiico, percibir' el silencio
todavía más ruidosa. En Safed, este
.á*iit át mZs fácil de Ias calles' por el
del sábado se reempta za de repente
;i;;iilias cadenas de olor a comida y
ruido del tráfico, Ias luces, los ninos,lf
.urúio de vestidos, el
la plegaria, et silencio y la oscu-
et ruido de compra y venta. Todo ellol..n]plrru meoio ,.iigioto y simbólico de
acentuar
ridad de las sinagogas. Éste .r, pu.r,'un
las diferen.i* unt-rÉ-ü .ágrroo
y lo órótrno, al igual que lsphahan lo conseguta
físicamentS',nr.r.runte sus lu'
que ros aborígenes, que oetllgn simbóricamente
natürales del paisaje
gares, lo hagan ;;;; claridad u-sando elementos de sus alrededores
";;'
rocas v uruor.r1, y tos tugar-e-s .ñuates se distinguen
sagrados. se distinguen de manera
(Rapoport 1972e).É;;ir.;'lugaresl lolsitios
-agua,
diferente, aunque la diferencia s"
,.ef[ ,ru trarTés del diseño y la construcción
^
jntrLmentar las diferencias percibidas
(scully 1g62). uo.'i¡J.n.Joiu. pu.¿.n
ió*o !' ¡"'T"T.[iJ:'S.?ri#Jf H?:: áreas se reraciona con ra percepción de
(fig'3'17)'
de la transición entre dentio/fuera
diferencias. Esta;;;;i.i¿; dependia
Eldiseñopuedeproporcionarlosindiciosdeestatransición;comonotodoel
manipular una amplia gama' Por otro lado'
mundo usa los mismos, es interesanie
'en
muchbs aspectos cómr¡n (Grey et alt'
Ios indicios más usados suelen tener los indicios, en términos de
por lo tanto, contra *a, p.r.iuifrr. "".n
1g70).
p"¿tá usárlos para orient?l:.t y para experimentar la com'
dtf erencias, más LJri" percibibles es, pues' un concepto muv
ptejidad. r, *uniiJi;::ir;;l;;ii;.;;.iasen los capítulos 2' 3 v 4'
úiil en el diseño,vil;ü;; io-ino¡.,0o

Los efectos de la escala Y ta velocidad del movimiento


la capacidad de los ca-
La Ciscusión sobre los procesos informativos'
las diferencias perceptibles' sugiere
^ales. la scbreestimulación' i;"";;;l.tiJad v
que el porcentaje de ínformación por unidad de tiempo es una noción interesante. 223
Por ejemplo, es evidente que los peatones y los conductores han de diferir en
su manera de percibir la ciudad (Rapoport 1957J. La percepción es secuencial se-
gún el tiempo. Está constituida de cortas escenas que integran vistas parciales,
pero sólo pueden notarse si difieren y existe una cierta incertidumbre de una a
otra (Hapoport and Kanior 1967; Rapoport and Hawkes 1g70; Rapoport 1g71a;
Pyron 1971; Thiel 1970; Johnson 1965). Esta integración de las vistas en escenas
se modifica con la velocidad y, nrás generalmente, por la proporción de diferen-
cias perceptibles.
La velocidad afecta el tiempo y la distancia y puede juzgarse como el
porcentaje de información; los desplazamientos con baja información son más
lentos que los que producen altos niveles de información. La velocidad modifica
el porcentaje de diferencias pbr unidad de tiempo y el tiempo de cada diferencia.
Los índicios suiiles exigen una gradación pausada: el conducir en coche no sólo
es rápido, sino que exige concentrarse, no permitiendo actuar a Ios canales in-
formativos a pleno rendimiento.
O sea que los peatones, tienen mucha mayor consciencia de los lugares,
de sus diferencias y de sus significados, que los conductores o usuaríos del trans-
porte público. A causa de sü baja velocidad, los peatones pueden percibir mayor
número de diferencias en forma y actividad. Además, están menos aislados poli-
sensorialmente y la naturaleza act¡va de su paso aumenta la capacidad informa-
tiva. Por tanto, los cambios producidos por los diferentes modos de transporte
en cuanto al conocimiento de la ciudad (capítulo 3) pueden en parte explicarse
en términos de percepción de diferencias.

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Fí9. 4.28.

Todo ello sugiere que para v,elcc,aa:es nrás rápidas, hay que diseñar
indicios y complejidades de diferente graCo. Ya hemos descrito calles con dos
tipos de indicios, uno para los peatones, oiro para los conductores. Los pasos
subterráneos son conttinmente para el peatón un lugar demasiado monótono e in-
sulso. La carretera a grandes vetocidades es demaiiado caótica, mientras que las
zonas residenciales a paso lento son demasiado monótonas. Existe, pues, una
224 ley de inversión de complejídades en relación a la velocidad. La misma carretera
que para el conductor está llena de signos, resulta aburrida para el peatón (Ha-
poporf and Hawkes f 970; Bapoport 1971,197la). A causa de la falta de señales
para velocidades lentas el camino resulta aburrido y largo, con un porcentaje
de información muy bajo, y con diferencias perceptibles escasas.
La percepción de la complejídad está relacionada con el número de
diferencias perceptibles por unidad de tiempo, o sea con la velocidad. La velo-
cidad también influye la manera de agrupar los estímulos. A grandes velocidades
los elementos se agrupan en simples cadenas, mientras a bajas velocidades se
agrupan discretamente: las altas velocidades convierten un medio complejo en
demasiado caótico; un medio simple, interesante a alta velocidad, se traduce en
monótono a baja velocidad. La complejídad en un túnel y la simplicidad en una
prisión son ambas indeseables (Chang 1956, p.20). Todo ello depende del número
de diferencias percibibles por unidad de tiempo
También existen efectos de visión periférica a grandes velocidades. La
visión central es esencial en el detalle y en los pequeños contrastes de color,
mientras la visión periférica detecta el movimiento. De ahí que los elementos com-
plejos junto a un observador en movimiento resulten disturbadores aumentando
ia sensacio}*J',tJ:,tJq;Í
r, puede entenderse como una secuencia de oitur.n.¡r,
perceptibles. En un medio, el movimiento puede descubrirse como transiciones
y transformaciones (Gibson 1968, pp.206-208). Pero si no existen diferencias
perceptibles, por ejemplo, en un túnel uniforme y sin sensaciones cenestésicas,
la apariencia es de desplazamíento con velocidad mucho menor. En otras palabras,
la complejidad depende del número de diferencias percibidas por unidad de tiem-
po; de todo tipo de cambios: dirección, curvatura, pendiente, olor, luz, etc. Un
análisis del medio a través de estas diferencias debe incluir el tiempo (Kepes
196f )" Dado un número dete¡'minado de indicios perceptibles por unidad de lon-
gitud" es evidente que a baja velocidad parecerá monótono y a gran velocidad,
parecerá complejo y ca6tico.

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Fig. 4.29.

Existe además, el factor adicional de que a la velocidad del peatón el


que recibe puede usar todas sus posibilidades sensoriales, lo cual aumenta la
complejidad, si el medio lo propane. En cualquier caso los asentamientos visuales
deben ser diferentes según las velocidades. Es imposible apreciar una autopista
a pie, ni un Katsura lmperial Villa, o un bstilo vernacular tradicional o el Fahterpur
Sikri, a toda velocidad.
Desde un coche en marcha se reduce la complejidad y el tiempo de lec-
tura. Cualquier tipo de comunicación: verbal, heráldica, etc., neces¡tará tiempos
y ritmos largos e infrecuentes para evitar la fácil monotonía. El peatón puede
pararse, observar el detalle y experimentar a través de diferentes modalidades sen-
soriales. La iluminación se deja influenciar muchÍsimo por la velocidad, como
sabe cualquier conductor que haya atravesado una ciudad de noche a gran velo-
cidad. Las nociones de secuencia han sido ya analizadas en las autopistas (Apple-
yard, Lynch and Meyer 1964; Carr and Schissler 1969) pero las nociones de dife-
rencias perceptibles a baja velocidad no han sido muy analizadas (Bitter 1964;
Venturi et alt. 1972). La conclusión importante es que. aparte de las necesidades ltJ
de seguridad, o sea de reparación f isica,la percepción peatonal y del conductor
no son compatibles perceptualmente. El conflicto no está entre el peatón y el
coche, sino entre las velocidades altas y bajas, y entre los tipos de movímiento.
Repito: un medio ambiente agradable para el coche es aburrido para
el peatón, y uno excitante para el peatón es caótico para el coche.
Los shambles, en York, son un medio bueno para el peatón, mientras
que Ias pirámides son ideales a altas velocidades (Parr 1969c). La ciudad medieval
es peatonal por excelencia y la ville radieuse prole- son para el tráfico.
-y su
Ambos ambientes exigen diferente estructura perceptiva, con mayor compleji-
dad para el peatón y mayor simplicidad para el coche.
A medida que la velocidad aumenta, la concentración aumenta y las ac-
ciones exigen mayor atención. También acontecen otras cosas [Tunnard and Push-
karev 1963, pp. 172-174):

1. El foco de concentración retrocede de 70 m a 35 km/h. a 200 m


a 95 kmlh. Como consecuencja los elementos deben alargarse. Tamblén, al tiempo
que los objetos perpendiculares a la carretera adquieren pro:ri^e:c a, aq':=ilos
situados paralelamente la pierden.
2. La visión periférica disminuye. Si a 35 km/h es de 100' (el ángulo
máximo), a 90 kmlh es de 40". Se produce el "túnel de visión», que puede pro-
ducir hipnosis y sueño. Los elementos laterales se vuelven confusos y sólo se
distinguen los elementos centrales, más una lateralizaclón periódica del f oco
para mantener la atención.

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Fig. 4.30.

F3rooorl -B
226 3. Los detalles del f ondo tienden a desaparecer, debicio e, -c'.,in'¡iento
rápido de los ob¡etos cercanos. El punto más cercano con clara visión cambia
de 9 m a 60 km/h a 30 m a 90 km/h. lgualmente los detalles más allá de 400 m
no se ven, por lo que el intervalo de visión es entre 30 y 400 m de 15 segundos
de duración. Los detalles complejos son, por tanto, indeseables y sin objeto.
4. El espacio de Ia percepción se transforma, de tal forma que los ob-
jetos más cercanos se ven, se acercan y desaparecen rápidamente. Los objetos
demasiado cercanos. deben evitarse porque tienden á "caer" enc¡ma (Coss 1973).

La percepción del conductor depende del tiempo que se visiona y de la


complejidad del motivo percibido. Los peatones pueden visualizar tanto como
quieran debido alabaja criticabilidad de esta actividad. Cuando los peatones se
ponen nerviosos con el tráfico dejan también de percibir correctamente.
La naturaleza del medio ambiente estructura las percepciones de los que
se desplazan en coche, de acuerdo con la velocidad. Se usa generalmente como
medio de orientación o de curiosidad. A partir de los cambios del campo visual
descritos, parece ser que para los conductores las visiones retrospectivas son
más difíciles que para los peatones. Los paisajes monótonos y uniformes con-
funden la orientación, la destinación y la curiosidad, porque no proporcionan dife-
rencias perceptibles. Las visíones de ambas partes deben ser simétricas, aunque
un Iado siempre es dominante. Como las distancias entre la visión central y peri-
férica se reducen, los edificios deben estar más regularmente espaciados, a rit-
mos de gran escala (Pollock 1972).
Todos estos factores de la complejidad dependen de la velocidad. Los
elementos a Io largo cje la carretera deberían proporcionar información según
un porcentaje de tipo medio, sin transiciones rápidas de luz o de información;

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Fig. 4.31. Complejidad y contexto.


deben existir zonas con complejidad variada, separadas de forma cada vez más 227
gradual a medida que la velocidad aumenta. A medida que aumenta la velocidad
y el tráfico, la cantidad de información debe disminuir (Pollock 1972; Hapoport
1957; Bapoport and Kantor 1967; Bapoport and Hawkes 1971a).
Los peatones deben usar y desear transiciones más abruptas. Solamente
pueden sentirse estimulados si el medio les ofrece una gama de sensaciones
rica y variada. Las características de peatones y conductores pueden combinarse
como sigue:
Sin ignorar la necesidad de las separaciones físicas, el diseño urbano
debe tener en cuenta la cantidad de información por unidad de tiempo y espacio.
Las áreas deben diseñarse según la velocidad de uso, teniendo en cuenta la in-
versión de las complejidades según la velocidad. lvlientras que una zona residen-
cial debe ser compleja, tranquila y detallada, una autopista debe ser simple
y clara. Sin embargo, ha ocurrido normalmente lo contrario: las zonas residenciales
son aburridas y las autopistas complejas.

COMPLEJO PTUA PÉATO'^JÉs

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Fig. 4.32.

A causa del desprecio de esta ley de la complejidad muchos diseños


han generado niveles de complejiCad ji:ieseados y erróneamente ubicados. De ahí
que la gente se desentienda del meCio, entrando en un círculo cultural de depri-
vación sensorial y cognitiva (Langer 1935). O:ra causa de la deprivación es Ia
falta de diferencias perceptivas y del uso ce los CiÍerentes sentidos. Los tipos
22A de actividad también influyen en los niveles de complejidad, ya que por ejempto
el juego y la exptoración necesitan niveles de complejidad diferentes de otras ac-
tívídades. Trabajar por obligación o por gusto exige un medio muy diferente. La
gente preterirá diferentes medios, según su cultura, para las mismas actividades,
pero la velocidad siempre influirá

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Fig. 4.33.

A escala global, la ciudad debe poseer esta misma escala de comple-


jidades con una relación adecuada con et contexto. Los diseñadores
debeiían
tener en cuenta las actividades de cada área urbana, su lugar en la jerarquía ur-
bana y la velocidad a través de ta cuat se percibirán los dilerentes ñiveles de
complejidad.
Ya decíamos que los peatones no perciben casi nada por encima del
nivel visual horizontal. Para los conduetores la forma de tos edif¡c¡os y su con-
traste con el firmamento son indicios irnportantes (Heath lgTl; Worskett 1g69,
p. gB), ya que necesítan unos canales de movimiento simptes con contrastes
claros y espaciados.
Los espacios de los peatones pueden asimismo separarse entre espacios
de movimiento y de reposo. Unos son dinámicos y otros son estáticos. por tanto,
hablar de lugares para peatones no es suficiente. Las dos formas citadas nece-
sitarán diferentes características perceptivas. Los espacios activos han de pro-
porcionar posibilidades de exploración y animar la curiosidad y el movimiento. Los
espacios de reposo han de ar¡imar la observación de los elementos de la plaza
o de la avenida. De ahí el interés de las avenidas en París, Tel Aviv, etc., óon sus
cafés. §e crean zonas de paso en las aceras y se anima la interacción entre los
que miran sentados y los que se desplazan. En Atenas, en la plaka, se encuentra
este mismo contraste: las calles tienen amplias terrazas con cafés, tabernas,
mesas y mercados; aunque a \reces los espacios son sorprendentemente estre-
chos, funcionan admirablemente.
Exíste, pues, un continuum de movimiento-y reposo subyacente a todas 229
las diferencias perceptibles. Tanto en el diseño urbano de autopístas con¡o e.n el
diseño de las zonas residenciales peatonales, es preciso reequilibrar el balance
entre reposo y movimiento, con ciudades compuestas de áreas distintas reflejando
las características socioculturales que vamos a discutir en el capítulo próximo.
La totalidad debería ser un orden nuevo con riqueza, complejidad y transiciones
perceptibles a varias escalas y polísensorialmente, Io cual proporcionaría posibi-
iidud"r de selección y un nível alto de satisfacción perceptiva en nuestras ciu-
dades.

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