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TEMA 41

I. INTRODUCCIÓN

· Los Estados vencedores de Napoleón en 1814-1815 se reunieron en el


Congreso de Viena para reconstruir Europa sobre el supuesto de que los
países y las sociedades europeas debían volver al Antiguo Régimen con la
restauración del absolutismo anterior a la superada época revolucionaria. Pero
la realidad de Europa en 1815 no podía reducirse a una fórmula tan simple,
sino que, por el contrario, de hecho existían dos realidades europeas que se
manifestaban, cada una de ellas, en un distinto plano y que superpuestas y
opuestas entre sí acabarían dando lugar durante la primera mitad del siglo XIX
a sucesivos movimientos revolucionarios y reacciones contrarrevolucionarias
hasta el triunfo final de la revolución liberal-burguesa.

· La realidad económico-social de Europa no se corresponde con el orden


político impuesto por la coalición de los aliados vencedores de Napoleón. Es la
política de la Restauración del absolutismo del Antiguo Régimen que se elabora
en el Congreso de Viena, y que tiene su expresión en la Santa Alianza y en el
sistema Metternich. Frente a esta realidad política, las sociedades europeas
occidentales prosiguen su desarrollo económico y técnico, extendiéndose la
revolución industrial por el continente. Y la burguesía continúa aumentando su
poder económico y social como imparable clase ascendente aunque ha
perdido gran parte del poder político que lucha por recuperar.

· El desajuste entre el orden político impuesto por las monarquías absolutas y


la realidad socioeconómica era tan acusado que durante toda la primera mitad
del siglo XIX Europa conoce el continuo enfrentamiento entre el liberalismo y la
contrarrevolución conservadora: el primero para transformar la situación
existente, y la segunda para mantener la situación política restablecida.
Reacción absolutista y revolución liberal se oponen a través de las revoluciones
europeas de 1820 y 1830, que se continúan con la de 1848.

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· En la Europa posterior a 1815 se mantiene la supervivencia del liberalismo,
cuyos principios se extienden entre la burguesía. La noción de legitimidad
dinástica y las ideas de jerarquía y autoridad son denunciadas por los liberales
herederos del pensamiento racionalista y revolucionario. Los principios de
libertad individual, libertad de expresión, soberanía nacional, separación de
poderes, sufragio y fin del absolutismo se extienden. El liberalismo, sometido
en 1815, reaparece con fuerza. Y junto a la propagación de las ideas liberales,
el desarrollo del nacionalismo, la idea de nacionalidad, el sentimiento nacional,
tiene un amplio y profundo eco entre algunos pueblos dominados que desean
la independencia -griegos, belgas, polacos, húngaros-, y otros pueblos
divididos que aspiran a la unidad -italianos, alemanes-. De esta forma la
mayoría de los movimientos revolucionarios que se producen en Europa
durante el siglo XIX tienen en su origen una doble inspiración: liberal y
nacional.

II. LA RESTAURACIÓN: LA EUROPA DE LOS CONGRESOS Y LA SANTA


ALIANZA (1814-1822)

1. Las bases ideológicas de la Restauración

· Las potencias europeas de 1815 acuerdan la restauración del Antiguo


Régimen y el absolutismo monárquico, y reconstruyen el mapa de Europa
reorganizándola en función de los intereses de las monarquías victoriosas. Las
monarquías restauradas y los antiguos grupos dirigentes que han vuelto a
tomar el poder político, se apoyan para la construcción de la Europa restaurada
sobre un movimiento ideológico europeo de reacción contra todo lo que
representa el individualismo y el liberalismo revolucionarios, y de apoyo y
defensa de la tradición.

· Para ser exactos, esta reacción contra el individualismo (reacción contra las
“luces”) se había iniciado en el transcurso de las últimas décadas del siglo
XVIII: en 1775, Claude de Saint-Martin publicó Sobre los errores y la Verdad;

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en 1790, Burke escribió sus Reflexiones sobre la Revolución francesa; en
1796, Joseph de Maistre publicó sus Consideraciones sobre Francia, y en
1799, Novalis presentó su meditación sobre La Cristiandad o Europa. Pero
sólo en torno a 1815 comenzaron a rendir fruto estas obras.

El tradicionalismo surgió en Francia como resultado de una reflexión sobre la


Revolución de 1789, considerada como una conspiración de la francmasonería
y del iluminismo. Joseph de Maistre y el vizconde de Bonald, ambos
emigrados, que se convirtieron, después de 1815, en teóricos del
ultramontanismo, creían que la Revolución, y posteriormente Napoleón, fueron
males enviados por la Providencia para castigar el crimen de la incredulidad.
Coinciden en mostrar la impotencia del hombre para crear un gobierno, en
señalar la futilidad de las constituciones escritas. El primero de ellos insiste en
el origen teocrático de los príncipes legítimos, que detentan su poder por
delegación del único y verdadero soberano, el papa infalible; el segundo
acentúa el carácter absoluto de la revelación divina, que excluye de la vida
social la libre discusión e incluso la tolerancia.

No debe omitirse al suizo Ludwig von Haller, quien publica, a partir de 1816,
su Restauración de la ciencia del Estado. Apoyándose en el derecho natural,
también él reacciona violentamente contra el racionalismo del siglo XVIII.
Asimila el territorio nacional a un bien personal del soberano, la ley a la gracia
del príncipe. Desde el punto de vista de Haller, el soberano reina no en virtud
de una delegación, sino de un derecho, que le confiere la fuerza; no administra
la cosa pública, sino sus propios negocios. El único límite a su poder es el
respeto que debe a los demás propietarios, pero en ningún caso se puede
hablar de un contrato entre el soberano y sus súbditos.

Las tesis de los románticos alemanes son equivalentes. El romanticismo


alemán es antirrevolucionario porque ha sido fuertemente antinapoleónico. Al
experimentar, por otra parte, la cada vez más profunda influencia del
catolicismo aportan una justificación teológica a las ideas de legitimidad, de
jerarquía y de obediencia. Estos románticos (Adam Müller, Baader, Görres o
Schlegel) tienen el sentimiento de que, si los valores sobre los cuales ha vivido

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la antigua sociedad deben ser preservados, únicamente la Iglesia puede
hacerlo, y para ello hay que concederle la mayor independencia posible.
Si bien los orígenes del romanticismo se sitúan antes de 1815, su predominio
en Europa se produce después de 1815 y durante la primera mitad del siglo
XIX, coincidiendo plenamente con la restauración política. Durante su primera
fase, entre 1815-1820, se caracteriza como un romanticismo conservador,
vinculado a la Restauración, y, en este sentido, contribuye también como
soporte cultural al restablecimiento del Antiguo Régimen, hasta que desde 1820
va evolucionando hacia un romanticismo liberal y revolucionario-burgués
(Víctor Hugo) que acaba por predominar.

Del mismo modo, en Francia, Lamennais (filósofo católico y teólogo francés)


piensa que las fuerzas conservadoras deberían apoyarse en el vigor del
sentimiento religioso, en un catolicismo popular y ultramontano. “El mundo
-escribe- es víctima de la multiplicidad de opiniones; cada cual sólo quiere creer
en él mismo, y sólo obedece a sí mismo. Restableced la autoridad, y todo el
orden renacerá de nuevo.” Siendo la Iglesia la única fuente de toda autoridad y
de toda certeza, es necesario que los Estados se sometan a ella, que lo
temporal sea sometido de nuevo a lo espiritual. Los papas deben guiar y
deponer a los príncipes vacilantes. A los beneficiarios de la Restauración les
parece necesario que el catolicismo despliegue sobre la vida de los pueblos,
como sobre la de los individuos, su inmensa red de relaciones y de
obligaciones, sin la cual la autoridad no podría revestirse de ese carácter
absoluto, sacerdotal, que le garantiza la obediencia y el amor de los súbditos.

Finalmente, Hegel será quien dará mayor impulso a la filosofía conservadora.


Su pensamiento, opuesto a los “creadores de constituciones” del período
revolucionario, muestra que sólo pueden existir libertades dentro del Estado, y
que éste último, fuente única del Derecho, se define exclusivamente por su
soberanía, y por tanto no reconoce otra voluntad superior a la suya.
Únicamente en el Estado, dice Hegel, puede el hombre acceder a la moralidad
más alta. El Estado educa al individuo, lo pliega a la disciplina colectiva que lo
libera de las contingencias de su naturaleza animal: lejos de disminuirlo, le
permite completar su personalidad, integrándose en un organismo moral

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superior que le hace progresar. El Estado es una comunidad permanente que
no procede de una voluntad general formulada como consecuencia de un
contrato que emana de los individuos, sino que preexiste a ellos y los
sobrevive; es la realidad absoluta, y el individuo sólo tiene “sustancia”, libertad
en tanto que miembro del Estado. ¿Constituye esto una apología del Estado
prusiano de su tiempo? Al mismo tiempo, desdeñador de la ley internacional,
justificaba la “política de potencia”: el Estado que posee un nivel superior de
organización y de cultura tiene el derecho de vigilar a las naciones “inferiores”,
porque la nación victoriosa ha dado, en virtud de su propia victoria, pruebas de
su superioridad.

· Tradición, orden, teocracia, defensa de las instituciones del Antiguo Régimen,


apelación al papel de la aristocracia, subordinación jerárquica de los restantes
grupos sociales a los estamentos del privilegio, son postulados con los que
estos pensadores se esforzaron en cimentar intelectualmente la Europa
restaurada. Y sobre este conjunto de factores ideológicos y culturales se
basarán las nuevas clases dirigentes para la restauración y el mantenimiento
del antiguo sistema.

2. Las potencias de la Restauración

· El orden europeo lo definen las “cuatro grandes” potencias vencedoras de


Napoleón, a las que se añade la Francia borbónica restaurada.

- Austria aparece como la gran potencia centroeuropea con su


hegemonía sobre los tres grandes bloques centrales de Estados:
su propio Imperio danubiano, los países-estados de la
Confederación alemana, y los países de Italia dividida.
Metternich  Representa el orden europeo postnapoleónico
hasta el punto de dar su nombre al sistema que lo defiende: el
sistema Metternich.
- Rusia es la gran potencia eslava de Europa oriental. Asienta sus
expectativas de grandeza y poderío entre su expansión hacia
Europa orientándose tanto hacia el Báltico y Europa central, como

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hacia los Balcanes y el Mediterráneo, y su expansión continental
por Siberia hacia el Pacífico y Asia Central. El protagonismo
político ruso está representado por el zar Alejandro I.
- Gran Bretaña es la gran potencia atlántica de Europa occidental,
que por oportunidad política y por intereses internacionales, se
alinea con las otras potencias vencedoras de Napoleón, pero con
las que tiene muy escasas afinidades (Inglaterra posee un
régimen parlamentario). Castlereagh, titular de Negocios
Extranjeros, se convertirá en uno de los principales protagonistas
del juego político de la Europa que nace en 1815.
- Prusia se incorpora al grupo de las potencias, entre las que
representa el papel de menor fuerza en este momento histórico.
La monarquía prusiana y su ministro Hardenberg comienzan a
colocar a Prusia entre los primeros Estados de la dividida
Alemania.
- Francia, aunque derrotada y recortada, se reincorpora
rápidamente al grupo de las potencias dominantes europeas.
Aparece como un nuevo Estado al producirse, tras la caída de
Napoleón y la victoria de las potencias aliadas, la restauración de
la monarquía borbónica con Luís XVIII como rey, y siendo
ministro Talleyrand quien la reincorpora a su papel político de
potencia europea junto a sus antiguos enemigos.

3. Los tratados de paz

· De mayo de 1814 a noviembre de 1815, las potencias vencedoras se reúnen


en tres ocasiones para tratar del planteamiento inmediato de las cuestiones de
paz y en una cuarta -tercera cronológicamente-, para instaurar un nuevo
sistema de ordenación internacional, denominado Santa Alianza. Debemos
distinguir por tanto cuatro esfuerzos diplomáticos: primera paz de París,
Congreso de Viena, segunda paz de París y Santa Alianza.

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- Tratado de París o primer Tratado de París (mayo de 1814).
Derrota de Napoleón. Reduce a Francia, con Luís XVIII de
Borbón como nuevo rey restaurado, a sus fronteras de 1792.
- La gran conferencia que reorganiza Europa, y que constituye uno
de los grandes acontecimientos políticos de la historia del
continente, fue el Congreso de Viena (septiembre de 1814-junio
de 1815). Toda Europa, incluso la Francia vencida, estuvo
representada en la magna reunión que tomó decisivas medidas,
tanto para reconstruir el continente tras la guerra, como para
asegurar la paz continental en los años futuros.
Los acuerdos territoriales más importantes, que imponen una
nueva ordenación europea son:
 Bélgica queda unida a Holanda integrando el reino de los
Países Bajos.
 Prusia no conserva más que una parte de sus antiguos
territorios polacos (Dantzing y el ducado de Posen), pero
incorpora Renania y parte de Sajonia.
 Austria, que conserva parte de Polonia, recupera el reino
de Lombardia, ocupa la antigua república de Venecia y
controla Toscana, Módena y Parma. Tirol. Provincias Ilirias.
 Alemania queda reconstruida como Confederación
Germánica, integrada por 38 Estados –entre un Imperio:
Austria, y cinco reinos: Prusia, Baviera, Wuttemberg,
Sajonia y Hannover- con una Dieta en Francfort.
 Rusia, que conserva Besarabia, tomada de Turquía, se
anexiona Finlandia, tomada a Suecia, y la mayor parte de
Polonia, mientras, que Cracovia queda como república
independiente.
 Suecia se anexiona Noruega.
 Dinamarca recibe Holstein.
 Italia queda de nuevo dividida.
 Suiza queda con 22 cantones.

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 Inglaterra es la más beneficiada de las cuatro grandes
potencias. Consigue bases para el control del mar del
Norte (islas Heligoland), del Mediterráneo (Malta y las Islas
Jónicas completan el dispositivo que se inicia en Gibraltar),
del camino oceánico de las Indias (El Cabo y Ceilán) y de
las Antillas (refuerza sus posesiones insulares). Las rutas
oceánicas están vigiladas por los ingleses con más eficacia
a partir de 1814.
Si la consolidación o el engrandecimiento territorial de las grandes
potencias parece ser una primera nota de la remodelación del
mapa europeo, la constitución de estados-tapones, para elevar
barreras frente a Francia, puede considerarse como la segunda
preocupación. Los Países Bajos se conciben como la barrera del
Nordeste; el engrandecimiento del Piamonte y el frente marítimo
de Génova permite levantar la barrera del sudeste. Una
comparación del mapa político europeo antes de Napoleón y en
1814 hace posible constatar el contraste entre los pequeños
estados antiguos y los nuevos, comparativamente mayores y más
fuertes, en torno a Francia que impidan la eventualidad de un
nuevo designio napoleónico de hegemonía.

Este mapa europeo deja planteadas cuestiones, que reaparecen


en varias ocasiones, durante el siglo. Son a veces naciones que
desean estar separadas, como Bélgica de Holanda, o constituirse
en entidades nacionales independientes, como es el caso de
Polonia. Otras veces son naciones, ahora separadas, que
anhelaban unirse. Especialmente complicada es la situación
política de Italia, dividida en varios reinos y ducados; y la de
Alemania, cuyos sueños unitarios están vigilados y reprimidos por
Austria. Es una Europa artificial, hostil a las revoluciones y a los
nacionalismos.

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Las reuniones del Congreso fueron interrumpidas por el regreso
de Napoleón a Francia y el imperio de los Cien Días, clausurado
definitivamente en Waterloo (junio de 1815).
- La Santa Alianza es el pacto firmado el 26 de septiembre de 1815
por los tres soberanos de Austria, Rusia y Prusia por iniciativa del
zar Alejandro I. Si en los tratados de paz predominan las
cuestiones concretas, en esta Alianza de soberanos el texto está
envuelto de proclamas idealistas. El documento supone un
compromiso de los soberanos en la defensa de los principios
cristianos; se renunciará a la guerra y se tratarán todos los
problemas internacionales en conferencias; asimismo, se
establece la promesa de prestarse ayuda y asistencias mutuas.
- La Cuádruple Alianza (noviembre de 1815) está integrada por los
tres Estados de la Santa Alianza más Inglaterra. Crea, en el
marco del segundo Tratado de París, un sistema destinado a
garantizar la aplicación de los tratados impuestos a Francia, y
también una mecánica permanente de consultas sobre los
intereses generales y la situación de Europa con la realización de
Congresos. Desde entonces quedó instituido un sistema de
conferencias que se celebran en los años siguientes dando
nacimiento así a la Europa de los Congresos.
- El segundo Tratado de París (noviembre de 1815)  Aventura
napoleónica de los Cien Días. Condiciones impuestas en este
tratado a Francia:
 Queda casi indefensa por el Norte, Nordeste y Este.
 Pago de indemnización de guerra.
 Ocupación del territorio francés por tropas extranjeras
durante tres años.
 Control político por los embajadores de la Cuádruple
Alianza.

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4. Principios teóricos de la Restauración y los Congresos

· Las nuevas potencias no se limitan a dibujar un nuevo mapa de Europa. En el


ámbito de la teoría política formulan los principios sobre los que se fundamenta
la Europa de la Restauración frente a los excesos y desviaciones que se han
introducido en la etapa revolucionaria.

- Legitimismo. La paz no es posible si al frente de los estados no se


encuentran sus soberanos legítimos. La legitimidad se refiere en
primer lugar al titular (legitimidad monárquica). Se refiere en
segundo lugar al ejercicio: el rey legítimo no debe estar frenado
por una constitución, su poder es de origen divino. A partir de esta
formulación la soberanía nacional es considerada como una
usurpación, como una herejía monárquica.
- Responsabilidad internacional de las potencias. La vida
internacional debe estar dirigida por las grandes potencias, ya
que existe una relación directa entre el poder de una nación y su
poder en el orden colectivo.
- El principio del equilibrio a nivel europeo e internacional entre las
grandes potencias.
- Congresos. Los conflictos se discutirán en Congresos, con lo que
se suprimirá la guerra como arbitro en las disputas.
- Intervención. El orden o el desorden de un país no es una
situación meramente interior, sino una dimensión que afecta por
su capacidad de contagio, a sus vecinos. De aquí que sea lícita y
conveniente la intervención de las potencias para restaurar a un
soberano que ha sido ilegítimamente despojado de sus atributos
-es el caso de la intervención de los cien mil hijos de San Luís en
España-.

Este conjunto de ideas, y su aplicación práctica en la política del momento,


constituyen las coordenadas sobre las que se construye el sistema político de
la Restauración europea. Y se plasmarán en varios congresos celebrados entre
1818 y 1822.

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5. La Europa de los Congresos y el sistema Metternich (1815-1822)

· El previsto sistema de celebración de Conferencias o Congresos contenido en


los acuerdos de la Cuádruple Alianza comienza a funcionar desde 1818, y
desde ese mismo momento se da un sentido práctico con medidas políticas e
intervenciones concretas a lo que hasta entonces eran declaraciones o
acuerdos de principios, por la acción decidida del canciller Metternich.

· El sistema de celebración de conferencias se mantuvo vigente y activo entre


1818 y 1822 aproximadamente, para decaer a mediados de los años veinte.
Los Congresos celebrados y las medidas políticas más importantes tomadas
para reprimir las inquietudes liberales y nacionalistas son:

- Aix-la-Chapelle (septiembre de 1818). Se forma la Quíntuple


Alianza integrada por Austria, Rusia, Prusia, Inglaterra y Francia.
Evacuación del territorio francés por el ejército de ocupación. El
zar intentó en vano ayudar a España para evitar la emancipación
americana ( intereses británicos).
- Carlsbad (agosto de 1819). Acuerdos contra los movimientos
liberales alemanes.
- Troppau (octubre de 1820). El zar Alejandro I planteó la
intervención en España donde acababa de triunfar la revolución
de 1820 que había impuesto a Fernando VII la Constitución de
1812 e implantado un régimen liberal, lo cual para Alejandro I era
un peligro que había que abortar, pero el Ministro de Exteriores
inglés Castlereagh se opuso alegando que era un asunto interno
de España, y Metternich tampoco mostró mucho interés por la
idea.
- Laybach (enero de 1821). Ante las revoluciones liberales en el
Piamonte y Nápoles, Metternich con el apoyo de Prusia y Rusia,
pese a las protestas de Inglaterra, que se aparta de la política
seguida por las grandes potencias centroeuropeas, consiguió
aprobar la intervención de Austria en estos territorios.

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- Verona (octubre de 1822). Se acuerda la intervención de Francia
en España contra el gobierno liberal, lo que se producirá en 1823
en contra de la opinión de Gran Bretaña, que se retirará
definitivamente del sistema de Congresos.

· En torno a 1826 la política de la Santa Alianza entra en una fase de


descrédito, comenzando a cuartearse el edificio político construido: los
movimientos de independencia de Iberoamérica, el reconocimiento de tales
independencias por Gran Bretaña, la persistencia de los movimientos
revolucionarios en 1820 y 1830, y, sobre todo, la política británica, que se sitúa
a la cabeza de una realidad política nueva, como es la naciente Europa liberal.
Con las revoluciones de 1848, el sistema montado en la Santa Alianza y los
Congresos tras una continuada decadencia, queda totalmente destruido, y,
ante la oleada revolucionaria liberal que se extiende por Europa, se produce la
caída de Metternich, último superviviente de Viena.

III. LOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS

1. Las bases de las revoluciones: liberalismo y nacionalismo

· La Europa nacida en el Congreso de Viena se verá amenazada por el


progreso de las ideas liberales y nacionales. Así, durante la primera mitad del
siglo XIX se producen de manera sucesiva las tres oleadas revolucionarias de
1820, 1830 y 1848, cuyas causas están en su conjunto en las diferencias y
tensiones entre el orden político impuesto en 1815 y la realidad económica y
social en Europa, unido todo ello a la pervivencia y expansión del liberalismo.
La huella dejada en las estructuras de la sociedad por la experiencia
revolucionaria no desaparece. Pero, ¿en qué consiste esta ideología que sirve
de base a la serie de movimientos revolucionarios europeos, al final de los
cuales, el sistema establecido en Viena saltará en pedazos y se desintegrará
en su mayor parte?

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· En la Europa posterior a 1815 se mantiene la supervivencia del liberalismo,
cuyos principios acabarán por triunfar en toda Europa occidental; se propaga
por Alemania e Italia, donde el movimiento liberal está ligado estrechamente al
movimiento nacional, y se extiende por Europa oriental y por los países
iberoamericanos. El liberalismo es una filosofía política orientada hacia la
salvaguarda de la libertad del individuo, justificación última de la sociedad
política. Esta libertad individual no puede depender de la decisión exclusiva del
rey. El titular último del poder es el pueblo. La soberanía nacional implica la
limitación de las facultades de los reyes, mediante constituciones, en las cuales
se consignan las garantías de los ciudadanos, y la división de poderes, que
nunca deben estar concentrados. En 1830 Thiers, en un artículo famoso,
formula el principio de que “el rey reina, pero no gobierna”. El derecho a legislar
corresponde únicamente a los parlamentos y los ciudadanos no están
obligados a cumplir más que lo que las leyes disponen, conforme a la
interpretación que de ellas hacen jueces independientes.

Con el mismo propósito de impedir concentraciones de poder postula el


liberalismo las autonomías provinciales y municipales, en merma de la
jurisdicción de los poderes centrales.

Finalmente la libertad del individuo está garantizada, frente a cualquier abuso


por una serie de derechos que regulan todos los códigos: integridad personal y
familiar, libertad religiosa y de industria, protección de la propiedad. Y un
derecho imprescindible, libertad de prensa, proclama de todas las revoluciones,
porque sólo mediante la concurrencia de una prensa libre se pueden expresar
los partidos y decidir en elecciones los ciudadanos entre las varias opciones
que se les ofrecen.

Otra manera de restringir el poder estriba en limitar su actuación al campo


estricto de la política, postulando su no intervención en las actividades
económicas y sociales: es la doctrina del laissez faire, laissez passer (Adam
Smith, Malthus o Ricardo). El Estado no tiene por qué intervenir en las
relaciones económicas, y mucho menos aún en la organización de la sociedad.

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· El liberalismo, por su negación de la soberanía real y su exigencia de
consignar en textos escritos los derechos ciudadanos, es considerado como
ideología subversiva por los monarcas de la Restauración. El liberalismo
comportaba la destrucción del antiguo orden político, en este sentido es
revolucionario. Pero el temor a la revolución social inclina a los liberales a
interpretar en sentido restrictivo la soberanía nacional, con la negación del
sufragio universal; sólo poseen derecho de voto los grupos con determinado
nivel de riqueza, en este sentido es conservador. Durante mucho tiempo el
liberalismo aparecerá como un bloque. Pero, a partir de 1830 (ejercicio del
gobierno), se producirá un hecho capital: la fragmentación del liberalismo con la
aparición del liberalismo democrático, defensor del sufragio universal, frente al
liberalismo doctrinario, defensor del sufragio censitario (un liberalismo de justo
medio, juste milieu, conciliador del orden y de la libertad).

Constitución escrita, monarquía limitada, elecciones y partidos políticos,


sufragio censitario o universal, descentralización, igualdad jurídica y
desigualdad social son rasgos que perfilan las sociedades políticas del
liberalismo europeo.

· Expresión de este momento es la obra y la personalidad de B. Constant,


teórico del juste milieu, que en su Cours de politique constitutionelle (1816) se
muestra como el principal teórico del liberalismo francés bajo la Restauración,
el liberalismo reformista de Alexis de Tocqueville, quien en La democracia en
América (1835), vivamente sorprendido por el espectáculo del Nuevo Mundo,
comprueba que la democracia es un hecho que no se puede impedir en las
sociedades modernas, y que lo que constituye su fuerza es el sentimiento de
igualdad, más intenso en las masas que el sentimiento de libertad, o la obra de
Stuart Mill, que a diferencia de Malthus o Ricardo, no sólo trabajó en el
campo de la economía, sino también en el de la filosofía y la ciencia política. Y,
es que, aunque el liberalismo, en los comienzos del siglo XIX, aparece como un
credo común, que trasciende los límites de varios estados europeos, sin
embargo, tiene características y variaciones nacionales claramente
reconocibles. Así, mientras que el liberalismo de Constant o de Tocqueville

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está vuelto hacia los problemas políticos, el liberalismo inglés de la misma
época dedica un lugar mucho más amplio a las preocupaciones económicas.

· De forma paralela, y al mismo tiempo, un gran conjunto de obras literarias,


históricas y filológicas exponen una condena del reparto arbitrario de los
pueblos decidido por el Congreso de Viena y afirman el derecho de las
naciones a su unidad y su independencia. La “nación” será otro de los grandes
gritos de unión en los comienzos del siglo XIX.

La Restauración había sofocado en 1815 las ansias nacionales de los pueblos.


Hacia 1830 los anhelos de independencia nacional rebrotan y constituyen otra
base de los procesos revolucionarios, en los que estallan la rebeldía de los
patriotas italianos contra el despotismo austriaco, la de los polacos contra el
rigor autocrático del zar ruso Nicolás I, la actividad de los revolucionarios de la
“Joven Alemania”, y la de los patriotas belgas, que reclaman la separación de
Holanda. En todos los pueblos europeos, y con mayor fuerza en los oprimidos,
se suscita la conciencia de pertenecer a una comunidad ligada por una
herencia común de lenguaje y cultura, unida por vínculos de sangre y en una
especial relación con el suelo de la patria. Cultura, raza o grupo étnico, ámbito
territorial, confluyen en la idea de nación. Las formulaciones teóricas más
completas surgen en las universidades alemanas. Herder destacará la
originalidad irreductible de cada pueblo en su alma, expresada por la historia
nacional. Fitche, en el invierno de 1807-1808, redactará sus Discursos a la
nación alemana, para incitar a la derrotada Prusia a luchar contra Napoleón, y
contribuirá con sus escritos a generar en el ánimo de sus compatriotas un
sentimiento de patria unitaria. Y esta actitud de rebeldía permanecerá viva en
las sociedades secretas de los años veinte.

Al menos hasta la mitad del siglo XIX tenemos que relacionar la ideología
nacionalista con la defensa general del liberalismo para convertirse después en
un nacionalismo conservador. Mazzini es uno de los mejores representantes
de un nacionalismo liberal, según el cual la idea nacional lleva implícita la
libertad de los pueblos y la soberanía nacional. Advierte que la causa de la
nacionalidad exige el concurso del pueblo. Frente a él, el nacionalismo

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conservador defiende la fijación de fronteras nacionales basadas en la
existencia de comunidades legales, en el mantenimiento de las tradiciones y el
orden social vigente. El mejor representante fue el francés Michelet.

2. Los movimientos revolucionarios de 1820

· Los primeros movimientos revolucionarios se producen en torno a 1820,


teniendo un menor eco a nivel general europeo. Son dominados fácilmente por
la inmediata reacción absolutista, excepto en las colonias americanas y el caso
griego.

· Se inician cronológicamente en Alemania, donde se produce una fuerte


agitación, especialmente en los medios universitarios, con la finalidad política
de obligar a los diversos gobiernos alemanes a conceder constituciones (la
represión dirigida por Metternich ahogó el movimiento antes de que tomara
amplitud), y tuvo como focos principales a España, Nápoles, Portugal y Grecia.
También el movimiento decembrista ruso, que en 1825 intentó transformar sin
éxito el régimen autocrático en constitucional, debe ser considerado en esta
oleada revolucionaria. Más allá de Europa, la revolución española reanimó el
movimiento de liberación en las regiones hispanoamericas todavía bajo
dominio colonial: la situación que vive España entre 1808 y 1814 y el arranque
de los procesos de independencia hispanoamericanos son dos caras de una
misma moneda.

- La revolución en España (enero de 1820).


- Nápoles (julio de 1820). La sociedad secreta de los Carbonarios
fomenta la rebelión de Nola, que obliga a Fernando I, rey de las
Dos Sicilias, a otorgar una Constitución según el modelo español.
Mientras Sicilia pugna por su autonomía, el movimiento se
propaga a Cerdeña, Piamonte y el Norte de Italia. Congreso de
Laibach (1821). Metternich aprueba la intervención austriaca
contra la insurrección.

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- Portugal (agosto de 1820). Revolución liberal de Oporto 
Abolición del régimen absoluto. Se nombra una Junta Provisional
Revolucionaria. Regreso de Juan VI a Portugal (el rey tenía su
corte en Brasil). Reunión de Cortes. Proclamación de la
Constitución (1822). La Santa Alianza pretende restaurar el
absolutismo, pero su intervención no llega a consumarse por
estar en España los constitucionales en el poder. A partir de 1823
comienza la reacción absolutista: sublevación centrada en torno
al infante Miguel (miguelismo).
- Rusia. Tras la muerte de Alejandro se produce la insurrección
decembrista, en noviembre de 1825, que pretende transformar el
régimen autocrático en constitucional. Fracaso.

· Independencia de Grecia. Representa, por primera vez, el triunfo del


nacionalismo al alcanzar su independencia con respecto al dominio turco. En
marzo de 1821, animados por las sublevaciones acaecidas en otras partes de
la Europa meridional, las sociedades secretas griegas intentarán sublevar a sus
compatriotas: levantamiento en el Peloponeso  Inicio de la guerra
independentista. Pocas posibilidades de éxito. Internacionalización del
conflicto: Gran Bretaña, Francia y Rusia, partidarias de la independencia de
Grecia, deciden intervenir en el conflicto. Guerra ruso-turca, 1828-1829.
Derrota turca. Tratado de Adrianópolis (1829): Rusia obtiene el derecho de
protección sobre Grecia y Serbia. Conferencia de Londres (1830): consagra la
plena independencia de Grecia  Absolutismo real de Otón I.

Consecuencias

- Primer triunfo de un movimiento nacionalista, que animará a otros


pueblos a realizar análogo proceso.
- Primer capítulo de lo que constituirá la cuestión de Oriente  El
vacío que deja Turquía como potencia en Europa oriental se
pretende cubrir por las diversas potencias europeas y por los
propios movimientos nacionalistas de los pueblos balcánicos.

17
- Diferencias entre rusos y austriacos: Austria se inquieta ante la
influencia rusa en los Balcanes  Disolución de la Santa Alianza.

· La independencia hispanoamericana. La lucha por la Independencia de las


colonias españolas en América se inició en 1810 y concluyó en 1824 con la
derrota española en Ayacucho (Perú), que puso fin a la guerra y consumó la
independencia de aquellos territorios, dando lugar a un nuevo mapa nacional,
que no colonial.

· Con la victoria aislada de Grecia, tras los movimientos revolucionarios de


1820, y la represión contrarrevolucionaria triunfante, Europa vuelve a quedar
sometida al orden absolutista nacido en Viena.

3. La oleada de 1830

· Los movimientos revolucionarios europeos de 1830 alcanzan una mayor


trascendencia en el orden político que las revoluciones de la década de 1820 y
tienen un más acusado carácter liberal y nacionalista. Se inician con el
levantamiento burgués en Francia y se extienden rápidamente por Bélgica,
siendo en estos dos países donde triunfan, y por Italia, Alemania, Polonia,
Austria, Portugal y España, donde tienen diversa suerte pero en general son
controladas.

 Las Jornadas de Julio en Francia

· En Francia, la Restauración no fue ni jurídica ni social, aunque si dinástica.


Luís XVIII era perfectamente consciente de ello y se vio impelido a dar al país
una Carta Otorgada que limitaba su propio poder y dejaba en pie conquistas
legales esenciales de la Revolución. Las grandes conquistas de la revolución
eran irreversibles y cabía, eso sí, administrarlas desde una perspectiva
extraordinariamente moderada que confiriese a la Corona si no el poder
absoluto, sí un poder relevante y ejecutivo, como así le reconocía la Carta
Otorgada de 1814. De hecho, el monarca evitó aliarse con los políticos

18
ultrarrealistas (Chateaubriand o De Bonald), para acercarse a los moderados
constitucionales representantes del liberalismo doctrinario (Guizot), un grupo
que contaba con el respaldo de la gran burguesía liberal y con una importante
fracción aristocrática que transitaba hacia el aburguesamiento. Sin embargo, la
muerte de Luís XVIII (1824) y la coronación de Carlos X alteraron la situación.
El programa del nuevo monarca era la alianza entre el Trono y el Altar. Una de
sus primeras medidas fue indemnizar a la nobleza emigrée cuyas propiedades
habían sido subastadas en concepto de bienes nacionales durante la
revolución. Pronto aquellos en quien se había apoyado Luís XVIII pasan a la
oposición. El nombramiento del príncipe Jules de Polignac -un antiguo
emigrée- como primer ministro en 1829 no ayudó a atenuar el descontento
político, que crecía impulsado también por la crisis económica. Las elecciones
celebradas en julio de 1830 fueron ganadas por los liberales moderados.
Cuatro ordenanzas de 26 de julio de 1830.

- Autorización previa para la prensa.


- Disolución de la nueva Cámara.
- Modificación de la ley electoral.
- Fecha de nuevas elecciones.

Chispa que provocó las Jornadas de Julio de 1830. Barricadas.
Presencia republicana.

Los diputados espantados por la amplitud del movimiento popular,
tomaron la iniciativa. Dieron su apoyo a favor de la candidatura al
trono del duque de Orleáns, como única vía para evitar la
proclamación de la república.

Con el triunfo de la revolución se inicia el período de la monarquía burguesa y


liberal de Luís Felipe de Orleáns.

19
 La independencia de Bélgica

· Junto con Francia, es en Bélgica, unida a Holanda en el Reino de los Países


Bajos, constituido por los tratados de 1815 bajo la soberanía de la dinastía
Orange-Nassau, donde también triunfa la revolución de 1830, de acusado
carácter nacionalista, alcanzando su independencia.

Bélgica poseía un mayor desarrollo industrial y tenía más población que


Holanda. Todo las separaba: la economía (proteccionistas/librecambistas), la
religión (católicos/protestantes), la lengua. Aunque en el parlamento el número
de diputados belgas era igual al holandés sólo uno de los ministros era belga.
Los nacionalistas argumentaban que Bélgica más que unida estaba sometida.

· El 25 de agosto estalla la revolución en Bruselas. Los insurgentes,


estimulados por las “tres jornadas gloriosas” de París, piden la autonomía. El
rey Guillermo I envía seis mil hombres a Bruselas, para reprimir la rebelión;
este hecho precipita el levantamiento nacional. Un gobierno provisional belga
declara la independencia (octubre) y pide el apoyo francés. El conflicto se
internacionaliza. Francia se convierte en el apoyo de los belgas. Rusia, garante
del status de 1815, en esperanza para los holandeses. Los ingleses habían
participado en la formación del Reino de los Países Bajos, pero por rivalidad
comercial con los holandeses, y conscientes de la importancia del puerto de
Amberes para el tráfico de mercancías, miran con simpatía el movimiento
belga. Reunión de una conferencia internacional en Londres, que reconoce la
independencia, con la condición de que sea un estado neutral perpetuamente,
acepte la exclusión de su territorio de Luxemburgo y Limburgo, y se
comprometa a pagar los 16/31 de la deuda de los Países Bajos. El 4 de junio
de 1831, un Congreso Nacional, dotado de poderes constituyentes, elige a
Leopoldo de Sajonia-Coburgo como primer soberano. Es el segundo caso en
que un monarca en 1830 recibe sus poderes de un parlamento que representa
a la nación.

20
 Los fracasos revolucionarios

· El desafío político iniciado en Francia y Bélgica tiene eco en otros países


europeos, con el mismo carácter liberal y nacionalista.

- Polonia. El movimiento nacionalista polaco, que llegó a establecer


un Gobierno provisional que no reconoció la autoridad del zar,
proclamó una Constitución y se anexionó Lituania, fue derrotado
en septiembre de 1831 por tropas rusas.
- Italia. Los levantamientos de 1831 en Módena, Parma, Bolonia y
parte de los Estados Pontificios, organizados por los carbonarios,
tampoco consiguieron su objetivo de librarse de la presencia
austriaca. Sin embargo, el movimiento tuvo hondas
consecuencias. En primer lugar, impuso el hundimiento de las
sociedades secretas carbonarias como fuerza política
organizadora, para verse sustituidas por el grupo, también
secreto, pero mucho más cohesionado organizado en torno a
Mazzini: la Joven Italia. A las aspiraciones de libertad e
independencia, Mazzini unió la idea de unidad. En segundo lugar,
en tanto en cuanto los ejércitos franceses intervinieron en la vida
revolucionaria italiana de 1830 –exigiendo la retirada de las tropas
austriacas de los Estados Pontificios-, la Cuádruple Alianza dejó
de existir: Gran Bretaña se retiró de ella y ahora buscaba la
amistad de Francia.
- Alemania. En los Estados alemanes de Brunswick, Sajonia,
Hesse-Cassel y Hannover estallaron también revoluciones que
consiguieron la abdicación de los príncipes respectivos y la
instauración de Constituciones de cariz liberal. Sin embargo, el
canciller austriaco Metternich reaccionó con rapidez, y consiguió
restablecer la Confederación Germánica impoluta de liberalismo.
Se abrió así el período conocido como Vormärz, en el cual el
movimiento político liberal tuvo que refugiarse en el extranjero.
Sin embargo, fue también la fase en la que se creó el Zollverein o

21
acuerdo aduanero alemán (elemento esencial para entender la
construcción de una conciencia nacional alemana).

· Tras el paso de la oleada revolucionaria liberal por Europa y la reacción


subsiguiente, sólo en Francia y en Bélgica se han producido sendas victorias
claras de la revolución. En España se reproducirá en 1836 el movimiento
juntero que había comenzado en 1808 y proseguido en 1820. Su fruto será la
consecución de unas cortes constituyentes que aprobarán un nuevo texto
constitucional (1837). En Portugal tras la derrota del miguelismo queda
afirmado el constitucionalismo (1834). Así, pues, Europa ha quedado dividida
en dos grupos: uno liberal, formado por Gran Bretaña, Francia, Bélgica,
Portugal y España, y otro autoritario, integrado por Austria, Rusia y Prusia.

4. Las revoluciones de 1848

· Los movimientos revolucionarios de 1848 son los de mayor trascendencia del


ciclo revolucionario liberal, que consiguen terminar de romper el sistema
político nacido en Viena en 1815, que nunca fue eficaz más allá de mediados
de los años veinte, pues en los años posteriores ya Europa aparece dividida
con claridad entre la entente liberal franco-británica y el bloque de las potencias
legitimistas (Rusia, Austria y Prusia). Iniciados en Francia, los movimientos
revolucionarios de 1848 se extenderán por Europa, tomando una extraordinaria
amplitud y alcanzando en su expansión durante la primera mitad de 1848, a los
países de Europa mediterránea y central.

Las acciones que forman el conjunto revolucionario de 1848 presentan una


simultaneidad y una similitud de comportamientos que permiten establecer
unos rasgos generales y comunes.

1. Se trata de movimientos urbanos protagonizados por la burguesía ahora


apoyados por elementos de las clases populares (artesanos, obreros
especializados) que habían sido marginados hasta entonces de la vida
política.

22
2. Homogeneidad en cuanto a los objetivos propuestos. Las similitudes con
1830 son muchas. Su carácter es también liberal y nacionalista, pero los
movimientos de 1848 revisten, igualmente, y por primera vez, un
carácter democrático. Reivindican la abolición del sufragio censitario y el
establecimiento del derecho al voto para todos los ciudadanos. Prefiere
hablarse de soberanía popular en vez de soberanía nacional, ya que la
palabra nación es una abstracción jurídica, mientras la palabra pueblo
subraya la totalidad de los individuos; el pueblo, al que invocan los
revolucionarios de 1848, son los ciudadanos. El régimen de libertades es
más rigurosamente expresado en los textos de 1848. A las exigencias de
carácter democrático acompañan reclamaciones de reforma social: se
lucha por la reducción de las desigualdades y se acusa al liberalismo de
predicar una igualdad estrictamente jurídica, ante la ley, mientras
permanece impasible ante los contrastes sociales.
3. Podemos señalar causas de origen económico como detonante de las
revoluciones de 1848. Algunos historiadores han considerado que la raíz
de la crisis económica es agrícola: malas cosechas de los años 1845 y
1846  Subida de los precios agrícolas  Descenso de venta de los
productos industriales  Quiebras  Paro. Otros conceden mayor
importancia a los aspectos financieros. Una aguda crisis financiera, con
repercusión sobre la producción industrial, se cernió sobre Europa. Su
origen se encontraba en la especulación desatada en la década
precedente en torno a los ferrocarriles y los negocios bancarios.
4. La crisis económica se traducirá en una crisis política desde el momento
en que el monopolio del poder por parte de una minoría privilegiada, se
hizo intolerable por las desigualdades sociales y la incompetencia de los
gobiernos que no tuvieron más remedio que aceptar las peticiones de
reforma desde el mismo instante en el que pudieron comprobar que los
cuerpos represivos no podían sostener la situación

Aunque la reacción conservadora que se inicia a mediados de 1848 consigue


detener la gran oleada revolucionaria, habiéndose estabilizado de nuevo la
situación a fines de 1848, permanecerán en las sociedades europeas la huella
y las consecuencias de esta “primavera de los pueblos”.

23
 La revolución de 1848 en Francia: de la monarquía de julio a la II República.

· Tras la revolución de julio de 1830, que acabó con la monarquía absolutista


restaurada en 1815, se instaura la monarquía liberal-burguesa con la subida al
trono del duque de Orleáns, con el nombre de Luís Felipe I. El nuevo rey ya no
prestaría su juramento ante la Sagrada Escritura, sino sobre la Constitución y
ante la Cámara: la soberanía nacional triunfaba sobre la legitimidad
monárquica.

Las Jornadas de Julio de 1830 no supusieron sólo un cambio dinástico en


Francia. Demostraron que el movimiento popular urbano estaba todavía vivo.
Hicieron emerger la cuestión social al mostrar que buena parte de los clubes
parisinos tenían una composición obrera y que en ellos se debatía tanto sobre
las condiciones de trabajo como sobre el futuro político del país. La cuestión
que se planteaba, tras la instauración del nuevo régimen, era si la monarquía
de Luís Felipe tendría en cuenta las aspiraciones de esta “joven Francia” que
había realizado la revolución y le había llevado al trono.

Bajo el “rey burgués” el liberalismo triunfante, temeroso del movimiento popular,


virará hacia posiciones conservadoras, amparándose en el sufragio censitario
que daba la representación a la burguesía propietaria y estableciendo
cortapisas a la libertad de imprenta. Este viraje explicará, en parte, la nueva
oleada revolucionaria de febrero de 1848.

En efecto, en Francia el país real se había ido distanciando del país legal
desde mediados de los 40. En 1840 se constituye el gobierno Guizot, que va a
presidir la política francesa hasta la caída del régimen orleanista en 1848. La
corrupción creciente y los escándalos económicos y políticos, amparando la
especulación de lo que Marx llamó la aristocracia financiera (la gran burguesía
de la banca, los ferrocarriles y la Bolsa), acaban por desacreditar al gobierno.
Apoyos iniciales de la monarquía de Julio, como Thiers, se sumaban a las
críticas de la izquierda republicana contra Guizot. Este, frente a los escándalos
sólo ofrecía como solución una mayor manipulación de los procesos electorales
para obtener dóciles Parlamentos. La campaña política de quienes defendían

24
una reforma electoral y parlamentaria fue ganando intensidad hasta alcanzar
un clima revolucionario en un contexto de crisis general (crisis agrícola y
financiera  crisis social). La causa inmediata de la revolución de febrero fue la
prohibición de un banquete convocado por los republicanos, que sería seguido
de una manifestación, dentro de la campaña que reclamaba el sufragio
universal. Ante la prohibición, se producen manifestaciones populares, con
enfrentamientos callejeros, que provocan la dimisión de Guizot y la caída del
rey, que abdica. El movimiento revolucionario forma un gobierno provisional,
formado por republicanos moderados, como Lamartine, radicales, como
Ledru-Rollin, y socialistas como L.Blanc y Albert, que proclama la República
el 25 de febrero de 1848, poniendo fin a la monarquía de julio.

· El Gobierno Provisional convocará elecciones por sufragio universal para una


Asamblea Constituyente. Se decretará la libertad de prensa y asociación; se
acabará con la pena de muerte por delitos políticos; con la esclavitud en las
colonias. El talante no es sólo democrático; es también social:

- Creación de una Comisión Nacional del Trabajo para que en su


seno debatan patronos y obreros salarios y condiciones laborales.
- Creación de los Talleres Nacionales destinados a dar trabajo por
cuenta del Estado a los parados.

Las elecciones con sufragio universal llevan a la Asamblea una mayoría de


republicanos moderados. Se configura un nuevo gobierno de mayoría
moderada y con un solo representante radical. La política gubernamental
experimenta, dirigida por Lamartine, una evolución hacia posiciones más
conservadoras. El componente social de la República moverá a muchos
liberales bons bourgeois a pensar que este nuevo 1789 va a tener su 1792. Y
no lo pretenden. Lamartine elabora un proyecto de construcciones de
ferrocarriles, para solucionar el paro y para alejar de París a los obreros
ferroviarios, que se habían significado en las jornadas de febrero, y en segundo
lugar, prepara la disolución de los Talleres Nacionales, centros de propaganda
revolucionaria  Insurrección obrera en junio. Cavaignac, ministro de la
guerra, se convierte en el dirigente de la represión.

25
Tras las jornadas de junio se inicia la reacción.

- Disolución de los Talleres Nacionales.


- Control de los clubes y la prensa.

Promulgación de una nueva constitución (noviembre) autoritaria, que otorga


fuertes poderes al presidente de la República. El siguiente paso de la vida
política francesa es la apertura de un proceso electoral para elegir a un
presidente por cuatro años y cuyo mandato no sería renovable. En diciembre
de 1848 es elegido L. Napoleón Bonaparte, candidato del conservadurismo.

· En 1852 se planteará el problema de la reelección, que la Constitución


impedía. Bonaparte intenta la revisión de la Constitución por la Asamblea. Al
no conseguirlo, comienza a pensar en darse a sí mismo un coup d’etat e
instaurar el Imperio.

· El desenlace de la revolución del 48 en Francia no puede se más paradójico:


De un movimiento que se había iniciado contra el escaso respeto de la
monarquía de Luís Felipe por la Constitución se había pasado al
establecimiento de la dictadura bonapartista. El miedo a la revolución social
había arrojado a la burguesía francesa en brazos de la reacción. La próxima
vez que las clases populares parisinas intenten la toma del poder, durante la
Commune de 1871, lo harán prescindiendo de toda forma de alianza con la
burguesía.

 Las revoluciones de 1848 en Europa

· Al igual que había sucedido en 1830, y ahora si cabe con mayor amplitud,
París -la capital de los exiliados liberales europeos- se convirtió en un acicate
para los intentos de la burguesía europea por llegar la poder y desbancar al
Viejo Orden. Como las actitudes de esta burguesía revolucionaria en
Centroeuropa o en Italia se habían ido dotando de una ideología de unidad
nacional, 1848 se iba a convertir en la “primavera de los pueblos”.

26
- Austria (bastión más férreo de la reacción con Rusia).
Insurrección liberal de Viena (marzo de 1848)  Caída de
Metternich. Fernando I tuvo que aceptar la creación de una
Guardia Nacional, decretar la libertad de prensa y asegurar que
se caminaría hacia un régimen constitucional. Mientras la
revolución se producía en Viena, algo similar estaba sucediendo
en el seno del Imperio austriaco, mosaico plurinacional. En los
territorios checos de Bohemia y Moravia, así como en Hungría,
surgirán también movimientos revolucionarios que apuntaban una
orientación nacionalista. Triunfo de la reacción.
- Alemania. El 48 alemán tendrá un doble carácter: levantamientos
liberales que forzarán reformas en algunos Estados y se
manifiesta a nivel nacional con la reunión de un Parlamento
alemán en Francfort en mayo de 1848. Sus debates se perderán
entre la alternativa de la “gran Alemania” (con Austria) y la
“pequeña Alemania”, no consiguiendo la unificación. Al mismo
tiempo, la recomposición de las fuerzas de la reacción acabarán
frustrando la revolución. La reacción se generaliza en todos los
estados alemanes. Prusia se convertirá en el apagafuegos de la
revolución en los Estados de Alemania. Alemania vuelve a su
situación de principios del año 48.
- Italia. Los grupos liberales se alzan para acabar al mismo tiempo
con el absolutismo y con el predominio austriaco, intentado
alcanzar tanto sistemas constitucionales como iniciar el proceso
de unidad italiana. Las insurrecciones de Nápoles y Palermo
obligan a Fernando II a conceder una Constitución (febrero); el
ejército del Piamonte acude en ayuda de Venecia y Milán, que se
han levantado contra el yugo austriaco (“Cinco Días Heroicos de
Milán”); y en Roma, Pío IX se ve obligado a huir, mientras
Mazzini proclama la República. La represión del movimiento
napolitano a partir de mayo marca el comienzo del final del
experimento constitucional, los austriacos acabarán por obligar a
retroceder al ejército piamontés (derrota de Novara, marzo de
1849) y un ejército francés repone al Papa en Roma.

27
· En la mayor parte de los casos, los acontecimientos directamente ligados a la
explosión de la primavera de 1848 duraron poco más de un año. A comienzos
de 1849 todo parecía acabado, con lo que se truncan las esperanzas liberales
y nacionalistas, si bien no del todo, pues algo esencial subsiste de todo este
gran movimiento revolucionario, para esperanza de los pueblos europeos.

- En Francia se mantiene el sufragio universal.


- En Italia el Piamonte se configura como un reino constitucional en
medio de un casi generalizado retorno al absolutismo.
- Las novedades no serán menos relevantes en Alemania. Aún
cuando las discusiones del Parlamento de Frankfurt habían
resultado inútiles, una vez planteada la unificación alemana, la
cuestión ya no podía ser eludida.
- La misma supervivencia del Imperio de los Habsburgo estaba
amenazada y era necesario encontrar algún remedio, aunque
fuera provisional, para hacer frente a las reivindicaciones
húngaras, bohemias, eslavas, por no decir las italianas.

Los efectos del estremecimiento que causó el año 1848 en el sistema político
europeo no pueden ser juzgados en un breve período ni por la efímera
apariencia de sus resultados. Si bien algunos enfoques superficiales pudieran
considerar que, sofocada la revolución todo volvió a ser como antes, había
originado novedades, aparentemente microscópicas, que se mostrarán en
movimientos y acontecimientos de la segunda mitad del siglo.

IV. LA LENTA DEMOCRATIZACIÓN DE LAS GRANDES POTENCIAS


OCCIDENTALES EUROPEAS

· El predominio del Reino Unido y de Francia en la historia europea es


indiscutible, por lo menos hasta 1870, pese a que sus posiciones políticas
fueron opuestas. Mientras que en Francia fueron necesarias cuatro
revoluciones (1789, 1830, 1848 y 1870-71) para que se implantara un régimen
republicano-democrático con sufragio universal masculino, en el Reino Unido la

28
democratización de la monarquía parlamentaria se efectuó sin ninguna
revolución, gracias a una serie de reformas, coincidentes en el tiempo con los
reinados de Guillermo IV (1830-1837) y la reina Victoria (1837-1901), cuyo
largo reinado coincide con el apogeo económico y político de Gran Bretaña,
dando nombre a toda una época: “La era victoriana”.

1. Reformas y parlamentarismo en Gran Bretaña

· El siglo XIX ha sido en Gran Bretaña el siglo de las reformas políticas, que,
junto al desarrollo económico y a los progresos sociales, establecen
plenamente el sistema liberal, democrático y parlamentario, y hacen de este
país un modelo en la evolución y la organización políticas ante las demás
sociedades occidentales. Gran Bretaña es, así, el primer país donde se
establece, a través de las reformas y la evolución interna, el sistema
democrático parlamentario.

· Desde comienzos de siglo hasta 1830, el partido conservador (tory) dominó la


política y el gobierno ingleses. Su larga permanencia en el poder fue posible
porque la Revolución francesa y las guerras napoleónicas habían despertado
aspiraciones y causado agitación en las islas británicas. La perspectiva de que
se difundieran el espíritu y las ideas revolucionarias atemorizó a la oligarquía
dominante convenciéndola de que los conservadores podrían mejor que los
liberales (whigs), oponerse con firmeza a las influencias francesas y conducir
con decisión la guerra.
Los tories, representan, aún más que los whigs, los intereses de la restringida
oligarquía de grandes propietarios. Ambos partidos no diferían mucho en su
base social, esencialmente construida por algunas grandes familias
aristocráticas. Sólo se trataba de distintas tradiciones y posiciones políticas con
matices que, en los momentos de crisis, podían originar fuertes divergencias y
enfrentamientos, pero que generalmente se mantenían en los límites de un
moderado debate parlamentario.

29
· Entre 1832 y 1867, con ampliación hasta 1884 es cuando se realizan por los
sucesivos gobiernos las reformas en todos los aspectos de la vida británica que
ponen fin a la vieja Inglaterra aristocrática y establecen el liberalismo
democrático y parlamentario en toda su plenitud. Las reformas pueden
agruparse, por su diverso carácter, en conjuntos homogéneos.

 Reformas que afectan al régimen electoral

El ejercicio de la soberanía por el pueblo era una realidad muy alejada de la


vida británica. El sistema parlamentario estaba integrado por dos Cámaras:
una, la Cámara Alta o de los Lores, de composición aristocrática; y otra, la
Cámara Baja o de los Comunes, integrada por aquellos años por 658 diputados
elegidos por un mandato de 7 años en dos tipos de circunscripciones, una, los
condados en donde los propietarios y arrendatarios de tierras que rindiesen 40
chelines elegían 178 representantes, y, otra, 204 ciudades o burgos que
remitían al Parlamento 475 diputados conforme a criterios muy diversos,
quedando los 5 diputados restantes a elección de las Universidades.

Las circunscripciones electorales resultaban anacrónicas. En muchos de los


distritos electorales o burgos había poca población o estaban prácticamente
deshabitados, y mantenían, no obstante, una representación que
numéricamente no les correspondía.

Las elecciones de 1830 reforzarán las posiciones de los partidarios de las


reformas. El nuevo soberano, Guillermo IV (1830-1837), encargó al líder de los
whigs, Lord Grey, formar el nuevo gobierno. En junio de 1832, la reforma
electoral, cuyo objeto era adecuar el viejo sistema electoral a la distribución de
la población e intereses económicos del momento, fue definitivamente
aprobada. La nueva ley no tenía nada de revolucionaria. Reafirmaba
plenamente el criterio censitario. Sin embargo, a pesar de la barrera censitaria,
el número de los inscritos en las listas electorales aumentaba por la extensión
del derecho a voto también a los locatarios que superaran un arriendo de diez
libras, y pasaba de cerca de quinientos mil a ochocientos mil, número
importante para aquellos tiempos. Aparecían algunas circunscripciones

30
electorales casi deshabitadas. Pero, nuevos centros, nacidos y desarrollados al
calor de la revolución manufacturera y el comercio internacional, pudieron
enviar sus propios representantes a la Cámara de los Comunes, aunque la
Inglaterra rural del Sur y del Sureste conservaba su posición privilegiada sobre
las zonas septentrionales y occidentales, donde se habían producido las
mayores transformaciones demográficas y sociales.

Esta situación abría algún espacio político a las corrientes radicales que
seguían exigiendo reformas más profundas tratando de eliminar el carácter
oligárquico de la sociedad inglesa. Hasta 1830, aunque esporádicamente se
encuentran movimientos obreros que presionan sobre el partido radical inglés
para la consecución de reformas políticas, la tendencia predominante del
sindicalismo es la que reduce sus objetivos a conquistas exclusivamente
laborales. Pero en esta década de los años 30 la miseria de las masas obreras
inclinó a los líderes del obrerismo hacia posturas más precisas de reforma
política. En mayo de 1838 un nuevo grupo redactará un documento histórico,
denominado “La Carta”, en el que se pide sufragio universal, supresión del
certificado de propiedad para ser miembro del Parlamento, inmunidad
parlamentaria, circunscripciones electorales iguales. Son peticiones políticas;
mientras no haya un cambio en la política, se piensa, no se producirá un
cambio social.

Una nueva reforma electoral es propugnada en 1867 por Disraeli


(conservador). La ley de 1867 redistribuye los distritos, concediendo más
asientos a las ciudades industriales y a los condados más poblados, y aumenta
el cuerpo electoral.

La reforma electoral de 1884-85 propugnada por el liberal Gladstone, concede


el voto a los campesinos, con lo que el cuerpo electoral pasa de 3 a 5 millones.
No obstante, no se trata todavía del sufragio universal: casi dos millones de
ciudadanos carecen de tan elemental derecho de participación política. Habrá
que esperar a 1918 para que se establezca el sufragio universal que hará de
Gran Bretaña la democracia más avanzada del mundo.

31
 Libertades públicas

En 1824, ante la presión de la opinión pública liberal y radical, se abolieron las


Combinations Laws, las leyes que, limitando el derecho de asociación,
castigaban duramente las primeras tentativas de organización sindical de los
trabajadores. Pese a alguna reconsideración posterior, y pese, sobre todo, a la
prohibición de las huelgas (hasta 1871 no se reconocerá el derecho de huelga),
los sindicatos obreros dieron sus primeros pasos.

Otra herencia histórica que ensombrecía el carácter liberal y tolerante del


régimen constitucional británico era la discriminación política de los disidentes
protestantes y de los católicos. En 1828, las Test and Corporation Acts,
permitieron a los disidentes protestantes (metodistas, etc.) cubrir los más altos
cargos civiles y militares, que anteriormente les estaban vedados. Pero la
emancipación de los católicos era el problema más grave, no tanto en
Inglaterra, en donde su número no era importante, sino en Irlanda, cuya
población era mayoritariamente católica. Desde 1801 los irlandeses dejaron de
tener un parlamento propio (Acta de Unión) y sus representantes se integran en
el parlamento de Westminster, pero con la condición de que fueran de religión
protestante, que sólo era profesada por un 15% de los habitantes de Irlanda.
Desde este momento en el nacionalismo irlandés quedarán unidos
estrechamente los conceptos religioso y político, y su primer líder, Daniel
O’Connell fundará en 1823 la Irish Catholic Association con el objeto de
conseguir el autogobierno para Irlanda (Home Rule). Aunque no se alcanzó
este objetivo, gracias a su labor se obtuvo la anulación de la ley que
discriminaba en las elecciones a los católicos mediante la nueva ley de 1829.
La gravísima crisis que azotó el campo irlandés en 1846-47, debido a la
enfermedad de la patata, alimento básico de la isla, obligó a casi la mitad de los
irlandeses a emigrar a los Estados Unidos, convirtiendo la situación irlandesa
en un verdadero polvorín. Desde entonces estos emigrantes son los que
financiarán los movimientos independentistas irlandeses, en especial la
Sociedad Feniana que iniciará la lucha armada desde su creación en 1858.
Gladstone será el político inglés del XIX más comprensivo y abierto hacia la
cuestión irlandesa. Cuando llegue por primera vez a la presidencia del gobierno

32
británico en 1868, solicitará al parlamento la concesión de la Home Rule o
autonomía para Irlanda, pero los conservadores y el parlamento se negaron a
tratar sobre el tema. En 1886 volverá a intentar otorgar a Irlanda la plena
autonomía. Pero, la Home Rule volverá a ser rechazada. El problema
continuará sin solución hasta después de la primera guerra mundial y ni
siquiera entonces se resolvió definitivamente: Irlanda del Norte seguirá siendo
británica.

 Reformas sociales que afectan al mundo del trabajo

Sólo después de 1830, con el cambio político y el nacimiento de las primeras


organizaciones sindicales comenzaron a aparecer disposiciones tutelares del
trabajo de menores (Factory Act. de 1833). La presión radical consiguió
arrancar otra serie de disposiciones complementarias que, desde la década de
1840, conformaron un cuerpo legal tendente a proteger las condiciones de
trabajo.

- Ley de minas (1842)  Prohibición de que las mujeres y los niños


menores de 10 años trabajasen en las minas.
- Reducción de la jornada laboral para mujeres y jóvenes a 10
horas (1847).
- Disposición por la que mujeres y niños sólo podrían ser
empleados durante las horas diurnas y su trabajo terminaría a las
14 h. del sábado (1850).
- Semana de trabajo de cincuenta y seis horas (1850).
- Protección contra los accidentes de trabajo (1880).

· Así pues, el nuevo clima político que se inicia a partir de 1830 en Inglaterra
abre la era de las reformas, convirtiendo a este país en modelo del sistema
político liberal.

33
2. El II Imperio francés y la III República

· La revolución francesa de 1848 inicia con Luís Napoleón una fase


descendente que culmina con el golpe de estado el 2 de diciembre de 1851. La
fecha tenía un significado simbólico para la tradición napoleónica: era el
aniversario de la coronación de Napoleón I y de la victoria de Austerlitz. Una
proclama disolvió la Asamblea Legislativa y prometió una nueva constitución
que sería ratificada por un plebiscito.

La nueva constitución preveía un jefe de Estado, el príncipe-presidente,


nombrado por diez años, del que dependían los ministros; un Consejo de
Estado, encargado de elaborar las leyes; una Asamblea Legislativa que debía
votarlas, y una segunda Cámara que garantizaba las nuevas instituciones. El
31 de diciembre se proclamó el resultado del plebiscito que aprobaba el golpe
de Estado. Un nuevo plebiscito, realizado al año siguiente (2 de diciembre de
1852), transformaba al nuevo régimen en el Segundo Imperio y Luís
Bonaparte asumía el título de Napoleón III (el número III indica que se guarda
el orden de la dinastía Bonaparte).

· Los rasgos generales que caracterizarán al II Imperio son:

- Una política interior claramente reaccionaria. El Imperio es, en el


orden interno, la contrarrevolución, y ha de afianzarse por medio
de medidas de fuerza, no obstante la constante defensa del
sufragio universal y el recurso al plebiscito. Un rasgo distintivo del
régimen bonapartista, que hará escuela en los movimientos
populistas y autoritarios de la derecha, es la apelación a las
“masas”, al “pueblo”, que fácilmente se entrega a posiciones
nacionalistas.

Una distinción ya clásica (Seignobos) divide al Imperio de


Napoleón III en dos períodos con la cesura en el año 1859
(decreto de amnistía): el primero, autoritario, que siguió al golpe
de Estado, con la instauración de un régimen dictatorial con base

34
plebiscitaria; el segundo, liberal, con su conversión al libre
cambio, ahuyentando del régimen a los conservadores, e
inclinado a sostener las aspiraciones nacionales de los pueblos.
Sin embargo, ante estas novedades, algunos historiadores
observan que hubo una sustancial continuidad en la política
interna del gobierno autoritario de Napoleón, al menos hasta
1868 en que se adoptaron algunas medidas reales de
liberalización que tendían a transformar el régimen en un sistema
representativo bicameral. Una continuidad que se identificó con
los militares, policías y funcionarios burócratas y con un régimen
aparentemente fundado en el sufragio universal, pero privado de
la libre discusión política.
- En política exterior, Napoleón busca realizar una política de
prestigio nacional y de expansión colonial que coloque a Francia
en un lugar de predominio europeo y de influencia mundial. Las
empresas bélicas realizadas por el II Imperio se extendieron por
todos los continentes.

· En África septentrional continúa la intervención en Argelia,


cuya conquista se completa en 1857.
· En África occidental se consolida la colonia de Senegal.
· En África oriental la influencia francesa se extiende tras la
construcción y apertura del canal de Suez (1857-69), por
Lesseps, y la intervención en Somalia.
· En Extremo Oriente se produce la intervención en Indochina.
· En América se realiza la expedición a México (1862-63) y la
ocupación del país, con la instauración del Imperio de
Maximiliano.

Pero es en Europa donde se producen las principales acciones,


utilizando las aspiraciones nacionales de sus pueblos. El II
Imperio interviene en la guerra de Crimea (1854-55) contra Rusia,
y, aliada a Piamonte-Cerdeña, en la guerra de Italia contra Austria
(1859). Francia se encontrará sin aliados en Europa. Napoleón

35
se ha enemistado con Inglaterra y España en su expedición a
México; con Rusia en la guerra de Crimea; con Austria en su
guerra del 59; con los italianos porque tras apoyarles les ha
abandonado (armisticio de Vilafranca con Austria); con los países
nórdicos, Suecia, Noruega, Dinamarca, porque mantiene la
neutralidad en la guerra de los Ducados entre Prusia y Dinamarca
(1864).

La soledad internacional de Napoleón tras estos conflictos la


comprendió bien Bismarck. Al estallar la guerra entre Francia y
Prusia en 1870, por la rivalidad suscitada en torno a la
candidatura para el trono español (incidente Hohenzollern),
vacante tras el destronamiento de Isabel II, Francia no obtiene
ningún apoyo. La derrota militar (Sedán, septiembre de 1870)
provoca la caída de Napoleón.
- El desarrollo económico es el aspecto más positivo del II Imperio.
Este desarrollo económico y la prosperidad general que resulta
son un elemento importante en la aceptación del régimen por el
país. Cuatro factores son fundamentales para el progreso
económico:
· El desarrollo del crédito, con la formación de grandes bancos
y la creación de grandes sociedades por acciones.
· El desarrollo de los transportes con la construcción de vías
férreas, la mejora de los canales y la creación de grandes
compañías de navegación.
· Las obras públicas, con las grandes construcciones en las
ciudades, principalmente en París (Haussmann).
· El librecambio, practicado con Inglaterra y con otros países
desde 1860.

· La derrota de Napoleón III en Sedán (septiembre de 1870) lleva consigo la


caída del Imperio y la proclamación de la III República. El establecimiento de la
República tropezó desde el primer momento con la proclamación de un
gobierno revolucionario en París: la Comuna. La insurrección de la Comuna

36
obligó a la recién nacida República a actuar represivamente (semaine
sanglante) y a restablecer el orden ciudadano.

Las elecciones de febrero de 1871 dieron el triunfo a los monárquicos en la


Asamblea Nacional. Una República sin republicanos, como se ve; y una
situación sociopolítica grave: un ejército prusiano de ocupación, amputaciones
territoriales -Alsacia y Lorena son entregados a Alemania-, indemnización de
guerra, muertos, prisioneros de guerra.

El Gobierno de Thiers, vencedor de la Comuna, es derribado ante los recelos


que despertaba en la mayoría monárquica. El republicanismo conservador de
Thiers da paso al legitimismo monárquico de MacMahon (mayo de 1873).
MacMahon significa en estos momentos la nueva posibilidad para la
restauración monárquica. Pero la restauración monárquica fracasará por las
disidencias de las fuerzas monárquicas, divididas entre orleanistas,
bonapartistas y legitimistas (partidarios del conde de Chambord, nieto de
Carlos X). Las elecciones de 1875 dieron el triunfo a los republicanos, que se
hacen dueños de la Cámara de los Diputados. Tensiones entre el presidente de
la República y la Cámara de los Diputados  Diferente concepción de la
naturaleza del régimen, primordialmente presidencialista y con nostalgias de
monarquía para MacMahon, frente al republicanismo dominante entre los
diputados y el propio gobierno  Dimisión del presidente del consejo de
ministros, gobierno conservador del duque de Broglie, negación de confianza
por parte de la Cámara y disolución de la misma. Elecciones de octubre de
1877: nuevo triunfo republicano. Y, en 1879, los republicanos logran también la
mayoría en el Senado. Dimisión de MacMahon. La Asamblea nombra
presidente a Jules Grévy, el primer “Presidente de la República de los
republicanos”.

A partir de este momento la República se estabiliza, y la actuación de J. Grévy


facilita la aplicación estricta del régimen parlamentario, con la preeminencia del
poder legislativo y especialmente la Cámara de los Diputados: Grévy
renunciará al derecho de disolver por su propia iniciativa las cámaras y el
gobierno pasará a ser responsable únicamente ante la mayoría parlamentaria,

37
siendo la confianza o desconfianza del Parlamento decisivas para la
permanencia y la actividad del gobierno.

Más allá de las divisiones entre oportunistas (Ferry), inclinados a aguardar el


momento “oportuno” para cada reforma, y radicales (Clemenceau), partidarios
de poner en marcha un programa general de cambio, existía un bloque de
poder bastante amplio, capaz de movilizar el consenso popular a través de las
elecciones y convencido de que la vía parlamentaria era la más adecuada para
resolver los problemas del país y salvaguardar el orden social. La crisis del
boulangerismo, el escándalo del canal de Panamá y el asunto Dreyfus
constituyen momentos difíciles para la Tercera República. Pero, a pesar de
estos problemas, Francia conocerá un período de prosperidad económica y de
consolidación del régimen parlamentario.
Boulanger, que había sido ministro de la guerra en 1886-87, protagonizará una
campaña nacionalista, enarbolando la revancha por la derrota de 1870, en la
que obtuvo el apoyo de la derecha. Paulatinamente derivó hacia actitudes
antiparlamentarias. Hizo temer a muchos una dictadura cesarista, un nuevo
Luís Bonaparte. Su éxito en París no evita el éxito de los republicanos
oportunistas en las elecciones de 1889. Su suicidio desarticulará el
boulangerismo.

Tras la amenaza boulangerista estalla el escándalo del canal de Panamá. La


construcción del canal fracasa, por desbordamientos y deslizamientos de
tierras, pero con sobornos en el Parlamento se consigue un empréstito
especial. La ruina de la Compañía fundada por Lesseps en 1889 descubre los
sobornos. La prensa de extrema derecha denuncia el entendimiento entre
parlamentarios y hombres de negocios.

En 1894 se producirá una de la crisis políticas más profundas de la Tercera


República: el affaire Dreyfus. El asunto, motivado por la acusación al oficial
judío Alfred Dreyfus del delito de traición por la venta de secretos militares, se
convirtió en un escándalo político que duró una década. El proceso acaba en
cadena perpetua para Dreyfus. La aparición de pruebas cada vez más notorias
de su inocencia provocará la petición de revisión del proceso. Pero el Estado

38
Mayor, deseoso de salvar el honor del tribunal militar, falsifica pruebas contra
Dreyfus. El novelista Zola publica su celebre artículo J’accuse, donde
denunciaba la falsedad del Estado Mayor y las complicidades políticas. El
escritor fue condenado por atentar contra el honor del ejército. Pero la verdad
comenzaba a abrirse paso. La confesión del oficial que había falsificado
algunos documentos hizo inevitable la revisión del proceso. El affaire servirá
para polarizar políticamente al país. La derecha espoleada por su
antisemitismo y por su nacionalismo exaltado, asume la tesis de culpabilidad
del imputado. La izquierda defiende a Dreyfus. Desde 1889 una coalición
radical-socialista, nacida del asunto Dreyfus, gobierna Francia.

V. LAS UNIFICACIONES DE ITALIA Y ALEMANIA

La idea de nacionalidad, el sentimiento nacional tendrá amplio y profundo eco


entre los pueblos divididos que aspiraban a organizarse políticamente como
naciones. El desarrollo del nacionalismo, que se da en la Europa del siglo XIX,
junto con otros factores económicos, sociales e ideológicos, como el
romanticismo y el liberalismo, influyen para que en la segunda mitad del siglo,
Italia, en primer lugar, y después, Alemania, consigan su respectiva unidad
política.

1. Condicionantes y factores que influyen en los procesos unificadores

· En los procesos de unificación de Italia y Alemania, llevados a cabo en la


segunda mitad del siglo XIX, existen una serie de elementos comunes que
preparan y hacen posible las unificaciones de estos dos países. Estos son los
siguientes:

a) El impacto de la revolución y del Imperio napoleónico.

Las ideas de libertad, igualdad y soberanía nacional -entre otras-,


extendidas por Europa y América gracias a los procesos revolucionarios
de Estados Unidos y Francia entre 1776 y 1815, dejaron su huella y

39
despertaron tanto en los países europeos como en las colonias
americanas un sentimiento de nación con personalidad propia que, por
primera vez en la historia, enlaza como algo inseparable el sentimiento
nacional (nación) con el gobierno y la organización política de la nación
(estado).

Desde que Napoleón inició la conquista de Italia en 1797 e intervino en


los asuntos alemanes tras su victoria en la batalla de Jena (1806) se va
a producir un conjunto de procesos similares en las dos áreas
geográficas, Alemania e Italia. En primer lugar la intervención francesa
redujo el número de estados y creó unos primeros núcleos de unificación
territorial en torno al Reino de Italia y de la Confederación del Rhin. En
segundo lugar, inició la transformación del Antiguo Régimen al
secularizar territorios de la Iglesia y modernizar la administración, la
legislación y el ejército.

No obstante, el impacto fundamental lo constituye la reacción


“antifrancesa” que genera tanto en los pueblos italianos como alemanes
un sentimiento de independencia y libertad, unidos a una incipiente idea
de nación potenciada por los intelectuales de las universidades
(Heidelberg), por escritores románticos (Schiller o Manzoni) y por
filósofos como Kant, Herder o Fitche.

Al finalizar las guerras de liberación y concluir el Imperio napoleónico, se


restableció la política del Antiguo Régimen y ello queda reflejado en la
división que aparece en el mapa europeo creado en Viena en 1815, en
el que cualquier aspiración nacionalista quedó totalmente eclipsada
tanto en Italia como en Alemania.

b) Diversas concepciones del nacionalismo.

Entre 1831 y 1850, coincidiendo con los inicios de la expansión


económica tanto en el norte de Italia como de Alemania, se van a
plantear diferentes opciones nacionalistas, inspiradas en el espíritu

40
nacionalista generado a principios de siglo, en las dos áreas
geográficas.

Tres son las posturas nacionalistas en Italia: 1) Giuseppe Manzini y su


organización Joven Italia pretenden crear una República unitaria y
centralista en Italia mediante la preparación de una serie de revueltas en
los distintos estados italianos; 2) Los nacionalistas moderados, como V.
Gioberti, impulsaron un nacionalismo católico, que pretendió crear una
Confederación de Estados Italianos bajo la presidencia del Papa. Esta
facción del Risorgimento se apoyaba en el partido neogüelfo y tuvo
bastante aceptación en los primeros años del mandato de Pio IX. Su
postura reaccionaria tras la revolución de 1848 supuso el fin del
neogüelfismo; y 3) Tras el fracaso de las revoluciones de 1848, el único
Estado italiano que mantuvo un régimen liberal y parlamentario fue el
Reino de Piamonte. El movimiento nacionalista se va a integrar en torno
al proyecto presentado en 1847 por Cavour en el periódico Il
Risorgimento, que defendía la unidad italiana en torno a Piamonte.

En los diversos estados de Alemania se pueden reagrupar las ideologías


nacionalistas de estos años en estos tres bloques: 1) La postura
romántica se mantuvo en grupos como la Joven Alemania en la que
colaboraron estudiantes de las principales universidades alemanas; 2)
Un sector de la burguesía alemana, influído ideológicamente por F. List,
tiene una visión más realista del proceso unificador y mantiene que éste
se debe iniciar primero económicamente y luego políticamente. Por ello
se lanza a impulsar la creación del Zollverein o unión aduanera en torno
a Prusia; y 3) En los año cincuenta se definen claramente las dos
posturas enfrentadas sobre la futura unificación: la creación de una
pequeña Alemania (Nationalverein) en torno a Prusia y con la exclusión
de Austria o la creación de una gran Alemania (Reformverein) con la
inclusión de Austria, lo que inevitablemente conducirá al enfrentamiento
austro-prusiano.

41
c) La expansión económica y la unión comercial como preludio de la
unificación política.

La unidad económica como fase previa a la unificación política es


especialmente significativa en el caso alemán y se inició con una serie
de acuerdos comerciales y de transportes que quedan reflejados en el
Zollverein o unión aduanera de los Estados alemanes del norte. Fue la
burguesía renana la principal impulsora del Zollverein, que llegó a
englobar a 25 estados y 26 millones de habitantes con lo que se amplio
el mercado tanto para los productos agrarios del este como para las
industrias textil de Sajonia o siderúrgica de Renania y, en conjunto,
amplió los intercambios comerciales y mejoró la red de transportes,
especialmente con el ferrocarril (las empresas ferroviarias fueron las
primeras que realizaron inversiones fuertes de capital en territorio
alemán, lo que es fundamental para conseguir la gran expansión
económica que tuvo lugar a partir de 1835 y, ya después de la
unificación, comenzar la segunda revolución industrial).

Aunque en el caso italiano no llegó a producirse una unidad económica


antes de la unificación política, el proceso es similar en el sentido de que
fue la burguesía industrial piamontesa la impulsora del desarrollo
económico y de la unificación política, o lo que es lo mismo del
liberalismo económico y del nacionalismo.

Entre 1830 y 1850 se habían instalado en el norte de Italia un grupo de


empresarios que crearon una moderna industria textil, exportadora de
sus tejidos al resto de la península itálica, aunque ello no supuso una
transformación de la red de transportes, como estaba sucediendo en
Alemania. Será a partir de 1850 cuando se fomente la creación de una
red ferroviaria con capital británico y se produzca la expansión
económica del Piamonte tanto en el campo (extensión del regadío) como
en las ciudades industriales y comerciales.

42
d) Disposición de un ejército moderno y de políticos audaces.

Tanto el Reino de Piamonte como el de Prusia, con una visión realista,


comprendieron que la modernización y ampliación del ejército era
requisito imprescindible para la consecución por medios militares de las
unificaciones de Italia y Alemania respectivamente, que necesariamente
implicaban un primer enfrentamiento con Austria y, posteriormente, con
la Francia de Napoleón III.

En el Reino de Piamonte fue el general La Mármora el encargado de


formar un ejército moderno que actuó por primera vez en la Guerra de
Crimea. En Prusia los generales Von Roon y Von Moltke fueron los
encargados de forjar el mejor ejército de Europa gracias a la
prolongación del servicio militar (tres años), a la formación de una élite
de oficiales junkers (nobleza terrateniente prusiana) y al empleo de los
avances técnicos proporcionados por la industria bélica y por los medios
de transporte. El trazado de los ferrocarriles alemanes desde los años
treinta tuvo en cuenta las sugerencias de Von Moltke para facilitar la
movilización general y poder concentrar rápidamente las tropas en las
fronteras en caso de guerra.

Por último, la organización de los procesos unificadores no hubiera sido


posible si los reyes de Piamonte y Prusia, Víctor Manuel II y
Guillermo I, no hubieran nombrado como primer ministro de sus
respectivos países en 1852 a Cavour, y en 1862 al junker Otto von
Bismarck. Aunque ambos eran de origen nobiliario y de espíritu
conservador, eran hombres de acción y su realismo les llevó a no tener
un programa fijo y a defender en cada momento lo más acorde con los
objetivos expansionistas de sus reinos.

43
2. La unidad italiana

 Italia antes de la unidad

Durante toda la primera mitad del siglo XIX a Italia puede aplicarse la expresión
de Metternich de que sólo era “una expresión geográfica”. La península
italiana estaba dividida, desde 1815, en ocho Estados distintos, restaurados
tras el hundimiento del Imperio napoleónico. Son éstos: el reino de Piamonte-
Cerdeña con su centro en Turín, y que tiene como soberanos a los reyes de la
dinastía de Saboya; los estados de Lombardía y Venecia, con capitales,
respectivamente en Milán y Venecia, sometidos a la soberanía del Imperio de
Austria; los ducados de Toscana -con capital en Florencia-, Parma y Módena,
que aunque independientes sufren la influencia austriaca; los Estados
Pontificios con centro en Roma, y el Reino de las Dos Sicilias, con capital en
Nápoles, bajo la soberanía de los Borbones. Esta Italia dividida en ocho
Estados vive un proceso hacia la unidad en el que se advierten varios
momentos.

 Los movimientos revolucionarios (1815-1849)

La primera fase se extiende entre 1815 y 1849 y es la época de las


revoluciones liberales que, en general fracasan en Italia. Desde 1815 se
extiende la reacción por los Estados italianos, y al mismo tiempo comienzan a
actuar los grupos que enlazan con el espíritu reformista y liberal. La burguesía
patriota actúa entonces organizada en sociedades secretas, como los
carbonarios, que participan activamente en las tentativas de revoluciones que
agitan sucesivamente la península, como las de 1820 y 1830, que fueron
dominadas y duramente reprimidas por las fuerzas absolutistas con la
intervención de Austria en el marco de la Santa Alianza. En los años treinta y
cuarenta, en una Italia que ya se está mostrando, en general, partidaria de la
unidad del país, se formulan los diversos proyectos para lograrla, y que animan
el pensamiento unitario de los decenios siguientes. Principalmente estos
proyectos son tres: en primer lugar, el propugnado por G. Mazzini que funda en

44
1831 el movimiento “Joven Italia” partidario de la unidad con la formación de la
República con capital en Roma; en segundo lugar, el elaborado por V. Gioberti,
que en 1843 propone la creación de una Confederación italiana en trono a los
Estados Pontificios y bajo la soberanía del Papa; y, en tercer lugar, el defendido
por D’Azzeglio y C. Balbo, que hacia 1844 son partidarios de lograr la unidad
italiana con la formación de un reino en torno a la dinastía de Saboya,
soberanos de Piamonte-Cerdeña. Durante los comienzos de los movimientos
revolucionarios de 1848 en Italia se hacen concesiones liberales por Estados
como Roma y Nápoles, y Carlos-Alberto, rey de Piamonte-Cerdeña, que
promulga la Constitución en Piamonte para adecuar su reino al sistema liberal
europeo, y apoya los movimientos liberales en Lombardía y Venecia contra
Austria. Durante la segunda mitad de 1848 y 1849 se produce la reacción de
Austria, que recobra su predominio sobre Italia donde se restablece, en
general, la situación anterior. Austria domina de nuevo Lombardia-Venecia, y su
influencia sobre los Ducados. En Roma, con la intervención de Francia, se
restablece al Papa Pio IX poniendo fin a la república que había sido
proclamada por Mazzini. Y en Nápoles se vuelve al absolutismo borbónico.

 La formación del Reino de Italia

El reino del Norte de Italia

· Tras el fracaso de las revoluciones de 1848 y como consecuencia de las


lecciones sacadas del mismo, dos ideas se extienden por toda Italia: el
sentimiento de la unidad italiana y la expulsión de Austria, considerando,
acertadamente, que ambos hechos están relacionados entre sí. Y ambos logros
los va a conseguir un reino y una dinastía: el de Piamonte-Cerdeña y los
Saboya.

· El reino de Piamonte-Cerdeña estaba formado por cuatro territorios


claramente diferenciados: el Piamonte, cabeza del reino y centro del dispositivo
político; el territorio de Saboya; el área de Génova; y, la isla de Cerdeña. Este
reino tiene como soberanos a la dinastía de Saboya, que une el ser una ilustre

45
y antigua dinastía italiana con haber dado una Constitución liberal al reino
desde 1848; y además era el de mayor desarrollo económico y el que disponía
del mejor ejército de Italia.

Cavour representa esa gran voluntad de unificación italiana alrededor del


Piamonte, recurriendo para ello tanto a medios políticos internos italianos como
a una calculada política exterior europea. Desde mayo de 1852, es el jefe del
gobierno, y sigue unas directrices políticas muy precisas para mover y ordenar
las fuerzas que lleven en plazo inmediato a la unidad italiana: 1.ª la unidad en
torno al Piamonte, con la aceptación de su iniciativa política unitaria por todos
los restantes movimientos revolucionarios italianos que buscan por distintos
medios esa unidad; 2.ª convertir la cuestión de la unidad de Italia en un
problema internacional, con la integración del Piamonte en el concierto
europeo: la guerra de Crimea le ofrece la ocasión (1854), participando
Piamonte en ella como aliado de Inglaterra y Francia, contra Rusia, y actuando
con habilidad en el Congreso de París, en 1855, donde Cavour plantea la
cuestión de la unidad italiana ante sus aliados; y 3.ª ante la imposibilidad de
que Piamonte actúe sólo, conseguir que Napoleón III se mueva a su favor y en
lucha contra Austria, y en julio de 1858 se efectúa la entrevista y el acuerdo
secreto de Plombières entre el emperador y Cavour, por el que el Piamonte y
Francia provocarán la guerra contra Austria, a cambio de la cesión a Francia de
Alta Saboya y Niza. El camino para la realización de la unidad italiana queda
así abierto en 1858.

· En abril de 1859 se produce la guerra entre Austria y Piamonte, con la


intervención de Francia, aliada de los italianos; éstos obtienen las victorias de
Magenta y Solferino sobre los austriacos (1859), y Napoleón III, sin completar
el proyecto elaborado en Plombières con Cavour, inicia los preliminares de paz
con Austria, que llevan a la paz de Zurich, en noviembre de 1859, por la que
sólo Lombardía, y no Venecia, pasa a la soberanía de Piamonte. Durante estos
mismos meses en los Estados de Italia central se producen movimientos contra
la soberanía austriaca y a favor de la unión al reino de Piamonte: en Toscana,
Módena, Parma y Romaña se organizan movimientos internos, seguidos de la
presión militar piamontesa, que desembocan en asambleas constituyentes que

46
votan la unión con Piamonte, confirmada en plebiscitos populares. En 1860, los
Estados de Italia central se integran a Piamonte, éste cede la Alta Saboya y
Niza a Napoleón III, que debe aceptar la situación creada, y Cavour contempla
la realización de gran parte de su proyecto con esta formación del reino del
Norte de Italia.

Garibaldi y el Reino de las Dos Sicilias

Un tercer momento, en esta fase del proceso hacia la unidad italiana, se


produce en la segunda mitad de 1860. Dirigida por el republicano Garibaldi se
organiza la expedición de los mil voluntarios en dirección a Sicilia, para ayudar
a los sicilianos contra el rey de Nápoles, Francisco II: la isla es tomada y el
nuevo gobierno se instala en Palermo. En septiembre de 1860, Garibaldi entra
en Nápoles, acabando con el reino borbónico de las Dos Sicilias, mientras un
ejército piamontés, atravesando los Estados Vaticanos, llega al sur de Italia. Un
plebiscito ratifica la unión de Nápoles y Sicilia al reino de Piamonte, mientras
que Garibaldi, que no pudo llegar a Roma como proyectaba, reconoce a
Víctor Manuel II como rey de Italia. También se unen a Piamonte, en
noviembre de 1860, los territorios de Las Marcas y Umbría, segregados de los
Estados Pontificios. En marzo de 1861, se reúne en Turín el primer parlamento
italiano, formado por diputados elegidos en todas las regiones del nuevo reino,
y que proclama a Víctor Manuel II rey de Italia. Italia queda así unida como
reino bajo la dinastía de Saboya, y con Cavour al frente del gobierno, que se
dedica a la difícil tarea de la consolidación política, tanto interior como
internacional, con el reconocimiento diplomático, a la unificación administrativa
del nuevo reino.

Venecia y la cuestión romana (1861-70)

La última fase del proceso se extiende desde 1861 hasta 1870. La unidad
italiana había quedado incompleta al permanecer fuera del nuevo reino los dos
importantes territorios de Venecia, al norte, y los Estados Vaticanos, en el
centro, en cuyo mantenimiento estaban implicadas poderosas fuerzas
internacionales. Habrá que esperar a que la coyuntura internacional sea

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favorable para conseguir la anexión de los territorios citados. La primera
ocasión se presenta con motivo de la guerra entre Prusia y Austria: en abril de
1866, Italia firma un acuerdo con Prusia para ser su aliada en una posible
guerra con Austria; en junio de 1866, estalla la guerra austro-prusiana, y, tras la
victoria de Prusia en Sadowa, Italia recibe de Austria, en la paz de Viena, y tras
plebiscito, el Estado de Venecia, en octubre de 1866.

· Sólo quedaban ya fuera del reino de Italia los Estados Vaticanos, con Roma,
constituyendo lo que la historiografía llama “la cuestión romana”, que ofrece un
triple aspecto: el reino de Italia aspira a hacer de Roma su capital definitiva; el
Papa Pío IX desea conservar su soberanía sobre los territorios de Roma y el
Lacio, y en el aspecto internacional Napoleón III ayuda la Papa, pues necesita
el apoyo católico francés. La cuestión se resolverá con ocasión de la guerra
franco-prusiana en 1870, cuando las tropas francesas abandonan Roma, el II
Imperio es derrotado en Sedan por Prusia y Napoleón III abdica en septiembre
de 1870. Al mismo tiempo, el gobierno italiano envía su ejército sobre Roma,
donde el Papa Pío IX quiere resistir, y el 20 de septiembre Roma es ocupada
por Italia. El 2 de octubre de 1870, un plebiscito aprueba la anexión, y en 1871
Roma es proclamada oficialmente capital del Reino de Italia, completándose la
unidad peninsular, aunque se mantienen las reivindicaciones territoriales de
Trentino e Istria. La cuestión romana y la situación de la Ciudad del Vaticano
fue oficialmente resuelta por los acuerdos de Letrán, en febrero de 1929, entre
Pío XI y Mussolini.

3. La unidad alemana

 Alemania antes de la unidad

· La Alemania anterior a la unidad tiene los primeros antecedentes del proceso


hacia la unificación en las medidas tomadas por Napoleón en 1803, cuando
decreta la fusión de una serie de ducados y electorados y reduce a treinta y
seis el número de los Estados alemanes, y la hostilidad a la dominación

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francesa que favorece el desarrollo de una conciencia nacional permitiendo a
Prusia polarizar el sentimiento nacional.

· La Alemania de la primera mitad del siglo XIX es la Alemania restaurada por


los tratados de Viena en 1815, por los que se establece una Confederación
Germánica de treinta y ocho Estados, cuya capital está en Francfort, donde
reside igualmente una Dieta integrada por representantes de los Estados.

El Imperio austriaco, con el canciller Metternich, mantiene una hegemonía


política tanto en Alemania como en la Europa restaurada, pero, ésta irá siendo
socavada por sus propias circunstancias internas: tiene problemas dentro de su
ámbito por la cuestión de las nacionalidades de los pueblos centroeuropeos y
balcánicos integrados en el Imperio danubiano. Su desarrollo económico, por
otra parte, fue tardío y hay que esperar a la década de 1860-1870 para
encontrar una industrialización en marcha. Prusia es, después de Austria, el
Estado alemán de mayor importancia, pero su evolución tanto económica como
política, durante estos años, le dan una clara superioridad sobre el Estado
austriaco dentro de la nación alemana. En la Alemania dividida de esta época,
Prusia tomó la iniciativa a mediados del siglo, al actuar sus clases dirigentes a
favor de la consolidación política y del progreso socioeconómico con la
aspiración a la unidad, e iniciando un desarrollo económico que abarca varios
aspectos: el comienzo de la industrialización en regiones como el Ruhr, Silesia
y Berlín; el incremento de los ferrocarriles, y especialmente con la Unión
Aduanera (“Zollverein”) que crea una zona de libre comercio entre los Estados
alemanes, excepto Austria, y que tiende a crear la unión económica alrededor
de Prusia.

 El movimiento revolucionario del 48

· El movimiento revolucionario se inicia en Alemania en marzo de 1848 y se


extiende por distintos Estados alemanes: Baviera, Baden, Hannover, Sajonia, la
misma Prusia, conocieron durante este año de 1848 agitaciones
revolucionarias, que consiguieron algunas concesiones y el establecimiento de
ministerios liberales. Expresión del movimiento revolucionario es la celebración

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del Parlamento de Francfort, en mayo de 1848, integrado por representantes
elegidos de los distintos Estados alemanes. El Parlamento intenta la
organización de la unidad alemana, pero no se consigue debido a las diversas
tendencias que enfrentaban a sus componentes. Dos opciones dividían a la
opinión alemana ante la realización de la unidad: por un lado, los partidarios de
la “gran Alemania” con la inclusión de Austria, y por otro, los de la “pequeña
Alemania” sin Austria y bajo el predominio de Prusia. A finales de 1848 era
evidente la incapacidad del Parlamento tanto para organizar la unidad alemana,
como para imponer su autoridad general sobre los particularismos de los
Estados alemanes. En esta situación se producen unas nuevas oleadas
revolucionarias, entre septiembre y diciembre de 1848. El Parlamento queda
totalmente desbordado y fracasado ante la presión revolucionaria.

Por estas fechas los dos más poderosos Estados alemanes, Austria y Prusia,
restablecen la autoridad estatal y reprimen, con fuerza, en sus respectivas
áreas de acción, las últimas agitaciones revolucionarias, con lo que se
consolida la victoria de la contrarrevolución.

· Desde 1849 y hasta 1862, Alemania vive los años de la reacción en los que
se da un progreso económico y de desarrollo industrial. Si bien Austria sigue
representando la tradición, en un cerrado conservadurismo, Prusia por el
contrario, acierta a recoger las fuerzas dispersas, después de 1848, del
liberalismo, el nacionalismo y la unificación económica, para reordenarlas en su
beneficio y, desprovistas de sentido demócrata, orientarlas hacia la definitiva
unidad alemana, que ella va a dirigir con la adopción de las necesarias
medidas. En 1851-1852 se completa y consolida el “Zollverein”, base de la
unidad económica. En 1858 el rey Federico Guillermo IV debe ceder la corona
a su hermano Guillermo I, que da una nueva orientación a la monarquía
prusiana. En 1862 el rey Guillermo I nombra canciller a Bismarck. Con
Bismarck al frente del gobierno se inicia una nueva fase en la historia alemana
que lleva directamente a la realización de la unidad.

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 El proceso de la unidad alemana

· Entre 1862 y 1870, Bismarck al frente del gobierno prusiano se dedica a un


objetivo fundamental: realizar la unidad alemana en beneficio de Prusia y con
exclusión de Austria. Los medios inmediatos que va utilizar son: la formación de
un ministerio fuerte que gobierna superando la crítica de la oposición liberal, la
perfecta reorganización de un ejército poderoso colocado bajo la dirección de
Moltke, y la acción diplomática para garantizar la neutralidad favorable a Prusia
de Francia y Rusia, y conseguir el aislamiento diplomático de Austria. Todo este
programa se realiza por medio de tres guerras sucesivas, entre 1864 y 1870.

La crisis de los ducados daneses

El ejército prusiano tendrá la oportunidad de demostrar su eficacia por primera


vez en la denominada crisis de los ducados de 1864, que se suscitó tras la
muerte del rey de Dinamarca, Federico VII.

Los ducados alemanes de Schleswig, Holstein y Lauenburg, administrados por


Dinamarca desde los acuerdos de Londres de 1852, se negaron a reconocer al
nuevo rey que pretendía integrarlos en el reino danés. Prusia y Austria
decidieron, en una convocatoria extraordinaria de la Confederación Germánica,
invadir militarmente estos territorios y declarar la guerra a Dinamarca. Tras la
derrota del ejército danés, en agosto de 1864, Austria y Prusia se hacen cargo
conjuntamente de los ducados, pero un año más tarde, por el tratado de
Gastein, Holstein queda bajo la tutela de Austria y Schleswig y Kiel bajo la de
Prusia, aunque todos los ducados quedaban integrados en el Zollverein.

La guerra austro-prusiana de 1866

· El reparto de los ducados entre Prusia y Austria constituyó un nuevo problema


pues en los años siguientes fueron frecuentes las disputas entre ambos sobre
la forma de administrar los ducados.

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En abril de 1866 se expuso abiertamente el conflicto, cuando Prusia sugirió a la
Dieta imperial la creación de un parlamento alemán elegido por sufragio
universal masculino, sabiendo que Austria no podía aceptar esta propuesta.
Antes de actuar contra Austria, Bismarck acuerda con Napoleón III la
neutralidad de Austria, y se asegura la alianza de Italia que aspira a la
incorporación de Venecia. En junio de 1866, Bismarck pide la exclusión de
Austria de la Confederación, y ocupa Holstein. Se produce entonces la guerra
entre Prusia y Austria y sus aliados alemanes, en la que la iniciativa y las
victorias corresponden al ejército prusiano: Prusia ocupa Sajonia y Hannover,
domina a Baviera, y derrota a Austria en la batalla de Sadowa en julio de 1866.
La paz de Praga, firmada en agosto de 1866, representa un giro importante en
la historia alemana: Prusia se anexiona Hannover, Hesse, Francfort y los
ducados de Schleswig-Holstein; Austria reconoce la disolución de la
Conferación Germánica y su práctica exclusión del Estado alemán; Italia, por
su parte, consigue de Austria la cesión del territorio de Venecia; y además
Bismarck concluye con los Estados del Sur de Alemania, un acuerdo por el
que entran en el Zollverein y ponen sus ejércitos, en caso de guerra, bajo la
autoridad de Prusia.

· En estos momentos, y excluida Austria, se elabora ya el embrión de la unidad


de Alemania al constituirse en julio de 1867 la Confederación de Alemania del
Norte, organizada por Prusia, que englobó a veintitrés Estados alemanes bajo
la hegemonía prusiana. La Constitución daba una estructura federal a esta
unión. Su presidente era el rey Guillermo I de Prusia, el canciller federal era
Bismarck, y disponía de una Cámara elegida por sufragio universal con
poderes limitados, y de un Consejo federal donde estaban representados los
príncipes y las ciudades de la unión. El gobierno federal residía en Berlín. La
Constitución aseguraba así el predominio prusiano en la Confederación. Con
estos logros, la unidad económica y militar de la “pequeña Alemania” de 1848
estaba ya realizada en torno a Prusia, faltando sólo rematarla con la unidad
política, lo que se haría con motivo de la guerra contra Francia.

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La guerra franco-prusiana de 1870

Después de la victoria de Prusia sobre Austria, Napoleón III se muestra


inquieto por el engrandecimiento prusiano e intenta presionar sobre Prusia a
través de los Estados del Sur de Alemania: extendiendo su influencia,
sosteniendo las tendencias particularistas de algunos de estos Estados,
apoyando los intentos de una Federación profrancesa de Alemania del Sur, y
planteando reivindicaciones sobre algunos territorios. También en relación con
Francia se mantenía por resolver la llamada cuestión romana, por la ayuda del
emperador al Papa Pio IX que impedía a Italia la incorporación de Roma como
capital del Reino. Bismarck piensa en una guerra contra Francia que
resolvería todas estas cuestiones: la derrota francesa la alejaría de Alemania
del Sur; estos Estados se unirían al resto de Alemania, en virtud de los
acuerdos establecidos para en caso de guerra, e Italia aprovecharía el
momento para ocupar Roma. La ocasión para el conflicto se presentó con
motivo de la candidatura Hohenzollern al trono vacante de España. Al
plantearse tal candidatura, el emperador presiona para que el rey de Prusia
renuncie a apoyarla. Guillermo I renuncia, en efecto, pero el gobierno francés,
por cuestiones de prestigio sobre Prusia y para consolidar su régimen imperial
en Europa, no se contenta con una simple renuncia y exige garantías para el
futuro, viajando el embajador francés a Ems para forzar la situación cerca de
Guillermo I. Este envía un despacho informando a Bismarck. El telegrama de
Ems llegó la noche del 13 de julio al palacio de Wilhelmstrasse en Berlín, lugar
donde cenaban Bismarck, Moltke y Roon. Bismarck tomó la pluma y redactó
el texto del comunicado, condensando el texto del telegrama de tal modo que
diera la impresión a los franceses que el rey de Prusia había insultado al conde
Benedetti, embajador de Francia, y a los alemanes que el conde había
insultado al rey. El telegrama se reeditó y fue remitido, el 14 de julio, a todos los
medios de comunicación y a las embajadas. Francia declaró la guerra a Prusia
el 19 de julio de 1870 y a los Estados alemanes del Sur, que es lo que deseaba
Bismarck.

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La guerra franco-prusiana se desarrolla entre agosto de 1870 y enero de 1871,
y constituye una total victoria alemana. En agosto, Prusia ocupa Alsacia e
invade Lorena. En septiembre, derrota a Francia en Sedán, donde capitula el
emperador. Desde septiembre, está cercado París, que capitula ante los
prusianos en enero de 1871, llegándose así al armisticio entre Francia y Prusia,
que pone fin a la guerra.

La proclamación del Imperio alemán (1871)

Bismarck consigue plenamente con la guerra franco-prusiana su objetivo de


alcanzar la total unidad alemana: se produce la integración de los Estados del
Sur con el resto de Alemania, y el 18 de enero de 1871 es proclamado el
Imperio alemán, y a Guillermo I, emperador de la Alemania unida, con
Bismarck como canciller. La Francia derrotada firma con Alemania el tratado
de paz de Francfort en mayo de 1871, que estipula: la cesión de Alsacia y
Lorena a Alemania, el pago de una indemnización de guerra y una garantía con
la ocupación militar alemana de departamentos franceses del norte.

En 1871, con la unidad del Imperio alemán, se establece la hegemonía


alemana sobre el continente europeo.

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Bibliografía

Bergeron, L., Furet F., Koselleck, R.: La época de las revoluciones europeas
1780-1848, Historia Universal Siglo XXI, Volumen 26, Madrid, 1976.

Droz, Jacques: Europa: Restauración y Revolución 1815-1848, Historia de


Europa, Siglo XXI, Madrid, 1993.

Palmade, Guy: La época de la burguesía, Historia Universal Siglo XXI, Volumen


27, Madrid, 1976.

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