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Innovación

Desde hace más de doscientos años y hasta hace relativamente muy


poco tiempo, se consideraba que la mano de obra y el capital, eran los
únicos factores ligados directamente al crecimiento económico. El
conocimiento, la educación y el capital intelectual eran considerados
factores externos, de relativa incidencia en la economía. Este
concepto ha cambiado de forma drástica en estos últimos tiempos y
actualmente el crecimiento económico y la productividad de los países
desarrollados se basan cada vez más en el conocimiento y la
información. En la era industrial, el bienestar se creó cuando se
sustituyó la mano de obra por maquinaria. Esta Nueva Economía
basada en el conocimiento (the knowledge-based economy) se define
como aquella “en la que la generación y explotación del conocimiento
juegan un papel predominante en lacreación de bienestar”. En el
siguiente cuadro se muestran de forma esquemática las claves dela
vieja y la nueva economía. Estamos viviendo actualmente la Era de la
Innovación. La palabra Innovación aparece continuamente como
sinónimo de progreso, de desarrollo tecnológico, de creación de
empleo, de mejora de las condiciones de vida. Se habla de innovación
en los ámbitos económicos (la innovación tecnológica en las
empresas) y sociales (sanidad, ocio, condiciones laborales,
transportes, etc.). En Europa, después de reconocer el déficit de
innovación que sufre la Unión

Europea en relación con otras economías desarrolladas, se plantea el


Primer Plan de Acción para la Innovación en Europa. En España se
debate sobre el Sistema Español de Innovación y se habla de las
políticas públicas de apoyo a la innovación. Parece claro que en la
situación actual, de mercados globales y cada vez más competitivos,
de necesidad de creación de empleo, de una Europa con una Moneda
Única, la incorporación de una cultura de la innovación en todos los
sectores sociales y económicos, se plantea como una necesidad. Tal y
como señala J. Piqué5: “La integración de España en la Unión
Europea y la liberalización de los mercados de factores y productos
han cambiado sustancialmente los parámetros en que se movía la
industria. En esta situación de apertura de los mercados y de mayor
competencia, que en Europa va a conducir a un incremento de los
intercambios comerciales, a una mayor especialización de las
empresas y una convergencia de los precios de los productos, el
esfuerzo empresarial debe centrarse tanto en el ámbito de los costes
como en la generación de un mayor valor añadido. El éxito de esta
tarea –está unánimemente reconocido– tiene como eje fundamental la
innovación y la tecnología. Mediante éstas es posible obtener, a la
vez, tanto una reducción de los costes de producción como una
diferenciación de productos frente a la competencia”.

Estas palabras resumen de alguna forma las actuales circunstancias


del mercado en el que se tienen que desenvolver las empresas
españolas y madrileñas y cómo la innovación y la tecnología, se
muestran como uno de los factores fundamentales para poder
mantener y aumentar su competitividad. Pero ya en el año 1934, el
conocido economista Shumpeter señalaba con acierto que “la
innovación y la tecnología juegan un papel primordial como motores
del crecimiento económico”.

Y son precisamente las empresas, los principales agentes del cambio


tecnológico.

En esta misma línea, el Primer Plan para la Innovación en Europa


promovido por la Comisión

Europea6, pone de manifiesto la importancia que, desde la Comunidad


Europea, se está dando a la Innovación y el Desarrollo Tecnológico
como motores del crecimiento y la competitividad de las empresas. Ya
el propio Tratado de Maastricht (1992) en el título XIII (art. 130.1)
recomienda como una de las líneas de actuación a seguir por los
Estados miembros, a fin de asegurar la competitividad de la industria
comunitaria “favorecer un mejor aprovechamiento del potencial
industrial de las políticas de innovación, de investigación y de
desarrollo tecnológico”.

¿Y qué se entiende por Innovación?


Según aparece en el Libro Verde de la Innovación de la Comisión
Europea7, la Innovación se considera como sinónimo de producir,
asimilar y explotar con éxito una novedad, en las esferas económicas
y sociales, de forma que aporte soluciones inéditas a los problemas y
permita así responder a las necesidades de las personas y de la
sociedad. Se aportan además ejemplos como nuevas vacunas y
medicinas (mejora de la salud), air-bag y ABS (mayor seguridad en los
transportes), telefonía móvil (mejora de las telecomunicaciones),
tecnologías menos contaminantes, etc., que ilustran el concepto más
amplio de lo que es la innovación. También la OCDE, en su Manual de
Frascati8 define la innovación como la transformación de una idea en
un producto o servicio comercializable, un procedimiento de
fabricación o distribución operativo, nuevo o mejorado, o un nuevo
método de proporcionar un servicio social. En este caso, el concepto
va claramente ligado a la innovación empresarial.

Existen multitud de definiciones y explicaciones del término


innovación, ligados al ámbito económico, sociológico, etc., pero en
definitiva todas tienen implícito que “Innovar significa introducir
modificaciones en la manera de hacer las cosas, para mejorar el
resultado final. Así, una innovación puede ser desde una acción sobre
el precio de un artículo para conquistar un mercado, hasta la mejora
de un producto antiguo o el descubrimiento de un nuevo uso para un
producto ya existente”
Conclusión
La innovación, persigue un nivel de cambio radical, mientras que la mejora
pretende realizar el proceso en la misma forma, pero con un nivel de eficiencia o
efectividad más alto. En ocasiones, las mejoras son insuficientes, aun cuando
muchas veces sean deseables o incluso pueden ser lo que la organización
necesite, por lo que debemos de analizar los esquemas actuales y establecidos y
de ser necesario, debemos innovar. Lo más importante de todo esto es no ver a la
mejora continua y la innovación como una forma o procedimiento laboral, sino
como una forma de vida. Al hacerlo podremos crecer como individuos y por ende
las organizaciones también crecerán. No podemos mirar hacia el futuro como una
continuación del pasado. Las cosas que nos llevaron a donde hoy estamos no nos
van a ayudar a mantenernos allí. Pero, por otra parte, si no sabemos de dónde
venimos nos será difícil poder avanzar. La manera de entender el futuro, en las
organizaciones, en la sociedad y en la propia vida, es encargarse del futuro, no
responder a él. En la economía global uno no puede competir, no puede ser
viable, si no tiene alta calidad a bajo costo. Y uno no puede conseguir alta calidad
y bajos costos sin una cultura de excelencia. Lograr la excelencia tiene entre sus
requisitos la creatividad y la innovación constantes, basado ello en poner
continuamente en duda los paradigmas existentes. Las empresas van a tener que
empezar a desaprender mucho de su pasado. No es fácil desaprender u olvidar el
pasado, pero deberán hacerlo. Si las empresas quieren escapar de la atracción
gravitacional del pasado, tienen que estar dispuestas a cuestionar sus propias
ortodoxias, regenerar sus estrategias básicas y volver a replantear sus supuestos
más fundamentales sobre cómo va a competir. Las empresas competitivas están
siempre mirando hacia delante y no hacia atrás. Continuamente cambian las
reglas de competición en vez de seguir las reglas ya establecidas. Definen nuevas
maneras de hacer negocios, son pioneras en concepto de nuevos productos,
construyen nuevas habilidades básicas, crean nuevos mercados, establecen
nuevos estándares y cuestionan sus propios supuestos.

Link: www.oei.es/historico/salactsi/libro9.pdf

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