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FORMACIÓN PARA EL LIDERAZGO

Luis Ugalde, s. j.
Quito, septiembre de 2010

I Momento extraordinario para la educación S.J en América Latina


-Cerca de 1.500.000 de alumnos.
- Otros tantos egresados.
- Más de 50.000 laicos y laicas corresponsables de las obras educativas s. j.
Inmensas potencialidades y responsabilidades a las que queremos responder con la calidad
e identidad que hemos recibido por herencia. Sólo lo lograremos en la medida en que
seamos capaces de inventar nuevos modos y entendernos como parte de un mismo proyecto
educativo con diversas concreciones, dentro de una visión de conjunto de los retos
educativos y también de nuestra capacidad de respuesta.
Los colegios son la base de la gran red educativa ignaciana; de ellos nacieron las
universidades S.J, y Fe y Alegría.

II Algunos cambios y retos


1- Globalización
2- Variedad y calidad de otras ofertas educativas con la que nos medimos y
competimos.
3- Revolución permanente en las culturas juveniles, ya no tan marcadas por la
Iglesia en sociedades de “cristiandad”, ni por la familia tradicional; ambas
compartían con la escuela cierto monopolio en la formación de los valores de los
jóvenes. Hoy hay otros factores poderosos.
4- Novedad en la responsabilidad laical en la educación ignaciana. Lo que sean los
laicos será la educación ignaciana y en el desarrollo de su nuevo papel se medirá la
inteligencia y la capacidad de los jesuitas para cambiar, identificar los nuevos retos
y producir respuestas novedosas de acuerdo a los “lugares y los tiempos”, como
quería S. Ignacio. El cambio y la adaptación es la condición indispensable para la
Evangelización, pues el Espíritu toca el corazón de cada uno en su tiempo y en su
cultura. ¿Cuál son el tiempo y la cultura del joven de hoy y cuáles serán mañana?
5- Ante esto la Compañía de Jesús se ha movido.
Son recientes la Congregación General 35, el nuevo superior general, P. Adolfo Nicolás y
CPAL (Conferencia de Provinciales S. J.), como instancia latinoamericana de gobierno.
En el sector educativo tenemos dos muy importantes documentos llamados a marcar un
camino novedoso. Necesitamos convertir esos materiales, principistas y de orientación que
hemos leído con gusto, en guía práctica para construir la ruta educativa cotidiana. En esta
elaboración de caminos para llegar a los fines propuestos, somos nosotros los que
trabajamos directamente en la educación de la juventud, quienes podemos y debemos
aportar más que los superiores.
A mediados del año 2005 la XI Asamblea de CPAL en Florianópolis aprobó el Proyecto
Educativo Común de la Compañía de Jesús en América Latina (PEC).
Cinco años después los provinciales de CPAL reunidos en su XX Asamblea en Guatemala
aprobaron las Prioridades para el “Proyecto Apostólico Común” (PAC). El texto del
Proyecto no está concluido, pero las prioridades sí. Tanto el PEC como las Prioridades del
PAC son fruto de consultas y reflexiones previas, acompañadas de oración y discernimiento
espiritual.
Afortunadamente desde hace cuatro siglos la educación jesuítica tiene la sabia práctica de
que la concreción en documentos como la Ratio Studiorum es precedida y alimentada por
las variadas experiencias en los diversos colegios y su ulterior aplicación siempre debe ser
flexible de acuerdo a la diversidad de tiempos, lugares y demás circunstancias presentes en
el hecho educativo concreto.

III. Formación para el liderazgo


Me han pedido que comparta con ustedes algunas reflexiones sobre liderazgo ignaciano en
la educación de hoy y de mañana. Pensamos en personas, instituciones y movimientos que
marcan y multiplican novedades.
Concentrémonos en el liderazgo de colegios y centros líderes, de comunidades educativas
líderes, de educadores líderes para formar jóvenes líderes para sociedades y culturas
actuales. Estas se caracterizan por la enorme variedad de estímulos y ofertas y la ausencia
de brújula y de estrategias para hacer que la ciencia, la tecnología y la formación sirvan
para humanizar el inmenso potencial y ponerlo al servicio de la dignidad humana
eliminando discriminaciones y exclusiones heredadas o nuevas. En esa valoración no
instrumental de la dignidad humana afirmamos su apertura a la trascendencia y muy
concretamente la presencia de Dios-amor, que se nos revela en el rostro humano de Jesús.
Recordemos que la educación escolar no existía en la Fórmula del Instituto que Ignacio y
sus compañeros presentaron en 1540 al papa Paulo III para su aprobación y nacimiento de
la Compañía de Jesús. Pero muy pronto la necesidad de formar líderes católicos les llevó a
descubrir la importancia estratégica de la educación escolar en todos los niveles. Así la
educación escolar se convirtió en sello distintivo de la Compañía de Jesús durante sus
cuatro siglos y medio de existencia. Aunque no se menciona en la Formula del Instituto, la
búsqueda de la eficacia en el mayor servicio y la necesaria formación de líderes
multiplicadores, hicieron en menos de una década y sin grandes debates internos una
prioridad y marcaron claramente la ruta. La educación escolar no era exclusiva prioridad
de los jesuitas; pensemos en nuestra América, por ejemplo con la prodigiosa creación en las
Reducciones del Paraguay de cultura sedentaria indígena con política, economía y
organización mestizas (elementos nativos y europeos), con aprendizaje y valoración de las
lenguas indígenas.

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Lo que hoy llamamos “pedagogía ignaciana” fue naciendo de la espiritualidad de los
Ejercicios, vivida en la formación de la juventud en las escuelas y colegios.

1- ¿Qué nos dice la PEC y qué las Prioridades del PAC?


No he encontrado ni una sola vez la palabra liderazgo en el PEC. Sin embargo, todos los
enfoques y tareas educativas en él señaladas requieren de liderazgo para el cambio y exigen
una estrategia de formación explícita y sistemática de líderes que animen a muchos en los
nuevos caminos. Parten de la afirmación con la que concluye la presentación de la
cambiante y globalizante cultura actual. “Este panorama pone en crisis la educación” (p.
17).
Ya la lógica pregunta de qué hacer para realizar nuestra identidad y misión se responde en
el PEC proponiendo “construir un nuevo sujeto apostólico”, “educar de forma coherente
con la espiritualidad ignaciana”, “articular fe y justicia” y “formar hombres y mujeres
para los demás y con los demás”.
Inmediatamente se señalan tareas de las que sólo quiero citar una “Los responsables de las
instituciones aseguren la formación de los recursos humanos, con diversos modos y
medios, para perfeccionar sus competencias y para que se familiaricen y comprometan con
la espiritualidad y la pedagogía ignacianas” (p.21).
Se expresa también la conciencia de que no queremos producir pequeñas y aisladas tablas
de salvación para la sobrevivencia de unos pocos centros de calidad en medio del naufragio
educativo de nuestros países. Por el contrario, se afirma nuestra responsabilidad con las
políticas públicas para evitar ese naufragio y lograr que en todos nuestros países la
educación de calidad sea un bien público, un derecho humano al alcance de todos, aun de
quienes carecen de recursos económicos para acceder a ella. Se nos habla de “las
estrategias necesarias para expresar nuestro compromiso con el perfeccionamiento de las
políticas y prácticas de la educación tanto de gestión estatal como privada” (p.22).
No podemos ignorar que nuestra educación no llega a atender ni al 1% de la educación de
nuestros países. Por eso es imprescindible formar personas, instituciones y movimientos,
que sean multiplicadores e inspiradores y que lideren transformaciones educativas públicas.
Tampoco debemos olvidar que tradicionalmente la educación que en nuestras instituciones
desarrollábamos para todos los jóvenes que estudiaban en ellas, iba acompañada de un
cultivo mayor de quienes voluntariamente aspiraban a más y querían comprometerse más.
Así, por ejemplo las Congregaciones Marianas fueron semilleros de liderazgo, aunque sólo
participaran en ellas el 10 % de un curso. Recuerdo que de la incipiente Congregación
Mariana de la Universidad Católica de Caracas, bajo la guía del P. José María Vélaz nació
en diciembre de 1954 la iniciativa de Fe y Alegría que, sembrada en el campo de la
carencia educativa popular, produjo la formidable respuesta educativa que hoy es en tantos
países.

2- Prioridades del PAC


Entre las 6 Prioridades que la Asamblea de CPAL acordó para el PAC (todavía en
elaboración) hay una que nos atañe muy directamente y considero que - tomada en serio -

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está llamada a convertirse en clave de la transformación educativa hoy. Es la prioridad 2,
“Profundización y articulación del trabajo con jóvenes”. En el breve párrafo que desglosa
esta prioridad se menciona explícitamente el liderazgo: “Intensificar nuestro acercamiento
a la juventud, en especial a aquellos con capacidad de liderazgo, comprendiendo su
realidad, promoviendo su formación integral, su opción de vida y su compromiso como
servidores de la transformación social y la revitalización eclesial”.
Por supuesto, nosotros vamos a asumir las 6 prioridades, pero ésta nos muestra un camino
especial a nosotros los educadores, personas e instituciones, que de lleno y durante las 24
horas nos dedicamos a formar jóvenes. Creo que cada palabra está medida y nos interpela o
pide que nos interpelemos nosotros mismos.
- Acercarnos a la juventud con comprensión de su realidad.
- Suscitar capacidades de liderazgo.
*Promoviendo su formación integral.
*Su opción de vida.
*Su compromiso como servidores en la transformación social y revitalización
eclesial, tratando de convertir el don del Reino de Dios en brújula para nuestra
vida y para la sociedad.
En los tres subsectores (colegios, universidades y Fe y Alegría) hay inquietudes en relación
a estos puntos y muchas iniciativas muy valiosas en diversos centros educativos. No
olvidemos por otra parte que esta prioridad también la asumirá con entusiasmo el Sector de
Pastoral Juvenil de CPAL y que en muchos aspectos va relacionado o los otros sectores,
como el Social o el de Espiritualidad.
Tenemos un reto con varias características de nuestro incipiente trabajo en red. Uno es la
información y comunicación creativa sobre lo mejor que tiene cada colegio, con la
intención de replicarlo y multiplicar hasta llegar a formular verdaderas políticas que nos
sirvan a todos.
Está a punto de concluir en AUSJAL el estudio base sobre las culturas juveniles. Este tema
lo debemos abordar, darle seguimiento con el mismo empeño con que en otros tiempos los
misioneros estudiaban la cultura de las naciones y grupos indígenas que no conocían y con
quienes querían trabajar evangélicamente. Estudios de comprensión que deben ir
acompañados de una verdadera simpatía y aprecio afectivo de los jóvenes de cultura
diversa a la nuestra con quienes trabajamos.
En cuanto suscitar e identificar capacidades de liderazgo, hay también experiencias
muy exitosas, planes de formación experimentados y con buenos resultados. En AUSJAL
funciona exitosamente un programa de Liderazgo Ignaciano Latinoamericano bien
estructurado y con un enfoque que busca la formación integral de la persona.
El punto de la “opción de vida” exige de nosotros una especial atención, pues ese es
justamente el carisma de Ignacio y de sus seguidores con los Ejercicios Espirituales:
ayudan a hacer una buena opción de vida, en libertad interior, discernimiento y pureza de
intención.

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Todos los jóvenes hacen opciones de vida. Otra cosa es en qué condiciones lo hacen,
cuánto espacio hay para sean decisiones personales en medio de un torbellino con multitud
de estímulos deslumbrantes y con poco cultivo de la interioridad. Parece evidente que nos
preguntemos sobre los medios que tenemos y cómo podemos reforzar la oferta de ayudas
espirituales para la opción personal de vida en un proceso en el que la llamada de Jesús y
su Evangelio estén en el centro. Ni en el pasado, ni mucho menos hoy, estos medios no
llegan masivamente a todos nuestros estudiantes con sólo ayudarlos a que culminen sus
estudios escolares. Aquí hablamos de ofertas complementarias. Aquí también necesitamos
conocer lo que tenemos e impulsar, comunicar y multiplicar aquellas prácticas que
parecen llegar más y mejor a los jóvenes según su edad, sector social y condiciones de vida,
no pocas veces muy dramáticas y rodeadas de violencia y estímulos de evasión, cuando no
directamente del vicio y consumo y tráfico de drogas.
San Ignacio con sus compañeros tuvo la experiencia de salir del camino obvio para un
graduado en la Universidad de París. Una gran experiencia fue su peregrinaje pidiendo
limosna y sirviendo en los hospitales, como en Padua y Venecia, que han permanecido
como experiencias básicas en la formación del jesuita desde el Noviciado.
Las diversas formas de voluntariado juvenil para el trabajo con los necesitados son formas
de interpelación cristiana, de salirse de sí mismo, en las que hoy tenemos muy buenas
experiencias multiplicables. Naturalmente tendremos que diferenciar el voluntariado en los
niveles de educación superior del que es más adecuado para los últimos años de secundaria.
Sabemos que en la formación ignaciana integral para el liderazgo la experiencia de
voluntariado en ambientes y sectores más necesitados, los Ejercicios Espirituales y la
reflexión y formación teórica, son piezas complementarias que se potencian entre sí.
En lo referente específicamente a la educación en los colegios quiero comunicarles lo que
un buen conocedor me dijo: en nuestros colegios desde temprana edad, hay cierto cultivo
de la solidaridad y del compromiso social a nivel afectivo, sin embargo sentimos –decía el-
que en los dos últimos años de secundaria faltan programas de formación de
responsabilidad ciudadana que sean sistemáticos y adecuados a esa etapa y que luego
puedan derivar en iniciativas universitarias.

III Expectativas de la Reunión de Rectores


Espero que CPAL, y yo como su Delegado para la Educación, recibamos de esta reunión de
rectores y Asamblea de FLACSI luces para establecer líneas comunes que podamos llevar a
la concreción.
El énfasis más detenido en esta prioridad del trabajo con jóvenes, no nos debe llevar a
ignorar o a descuidar las otras cinco prioridades que también tienen que modelar el estilo
propio de nuestra educación y alimentar la visión latinoamericana de nuestra común
identidad. Con esa finalidad, en estos días tendremos a disposición de todos la escueta
presentación de las prioridades para el Proyecto Apostólico de CPAL (2010-2020), de
manera que cuando las provincias activen las siguientes etapas de reflexión y de decisión
para el PAC encuentren a los colegios y a todo el Sector Educativo prontos a asumirlas de
manera reflexionada y creativa.

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