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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Teología
Programa Magíster en Teología

Seminario de Teología Fundamental

“El método de la Teología Latinoamericana de la Liberación”

Profesor:
P. Sergio Silva G.
Alumno:
P. Nelson Chávez Díaz.
Fecha:
11-04-12

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1.- ¿Qué he aprendido leyendo el texto. Aprendizajes más significativos.

Me parece muy interesante el que la teología de la liberación vaya haciendo


su reflexión teológica en la medida en que va incorporando nuevos temas y que
dichos temas se vayan colocando en la reflexión teológica a partir de la realidad y
del contexto cultural y social de Latinoamérica pero leídos siempre desde la
experiencia de fe atestiguada en la Escritura. Un ejemplo es la llamada “teología
del cautiverio” que puede ser interpretada desde dos ángulos: por un lado, es una
re-lectura que la propia teología de la liberación hace de sí misma, más crítica, en
comparación a sus primeros años de entusiasmo y de optimismo radical en la
empresa de liberación, y por otro lado, el poder iluminar las propia andadura del
pueblo latinoamericano, oprimido y sometido, desde la propia experiencia de fe del
pueblo de Dios en el exilio y su posterior liberación, teniendo como criterio
hermenéutico la Escritura.

Otro elemento relevante es aquel que dice relación con la capacidad


siempre creadora que tiene la teología de la liberación en orden a poder penetrar,
desde un método nuevo y con intuiciones frescas, en el mismo contexto cultural y
social que le toca vivir, pero valorando y re-significando esa misma realidad desde
otra lectura teológica. La valoración y la comprensión de la cultura y la religiosidad
popular del mismo pueblo de Dios como expresión de su propia identidad y, en
esa identidad, ya sea como pueblo o como nación, descubrir ya el evangelio
inculturado. Como el mismo artículo del P. Sergio Silva lo admite, esta postura
nueva para acercarse a la cultura popular del pueblo de Dios, da cuenta de que no
solamente la dimensión política agota y explica la situación de opresión del pueblo
que lucha por su liberación, sino que hay una valoración y legitimación de lo
simbólico y lo ritual, de la sabiduría ancestral, de los relatos y narraciones que son
capaces de desvelar una dimensión más profunda de la experiencia de fe. En
este sentido, le cumple a la teología, y en especial a la teología de la liberación,
que valora dichas experiencias, una reflexión profunda que permita auscultar
cómo Dios se va haciendo historia en esas tradiciones, no sin renunciar a un
pensamiento crítico que pueda discernir qué hay de auténtico y humanizante en
aquellas experiencias, de aquello que pueda convertir el hecho religioso en una
experiencia alienante.

Otro aspecto a tener en cuenta tiene que ver con la manera de hacer la
reflexión teológica la propia teología de la liberación, y, en ella, su propia manera
de autocomprenderse. Particularmente interesante resulta el cambio de
“paradigma” que lleva consigo la teología de la liberación y que la distancia de la
tradicional teología europea. Este “paradigma” nuevo pone énfasis en la categoría
de los “signos de los tiempos”: es decir, para la teología de la liberación, el “texto”
que debe leerse, es la historia misma, pues allí se revela la acción de Cristo a
través del Espíritu Santo. Esto no significa, -como a veces, al parecer, se ha
pensado-, que la teología de la liberación descarte o excluya el texto de la
Sagrada Escritura y la interpretación y enseñanza del Magisterio, sino que más
bien refleja otra manera de hacer teología desde la historia o, como se ha

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afirmado, desde el “contexto” 1. Evidentemente, hacer teología “desde los signos
de los tiempos” no es una tarea fácil, pues la misma expresión posee una carga
metafórica importante que, de suyo, la hace ambigua en su expresión,
agregándosele a esto la falta de una “criteriología” adecuada que permita percibir
cuáles son los esos “signos” en donde actúa el Espíritu.

2.- ¿Qué aportes surgen del texto para el tema del método teológico?
Pueden ser aportes positivos, preguntas.

Me parece muy importante el poder fijar y definir más concretamente la


tríada ver-juzgar-actuar. Partiendo, por ejemplo, por el análisis del “ver”. Como la
expresión es una metáfora ya, de partida, cuesta definir la cualidad del “ver”. La
teología de la liberación afirma que el “ver” corresponde al momento de la
mediación socio-analítica, la que, finalmente, será limitada, entre otras cosas, por
la ideología que ésta misma puede entrañar; en cuanto a la aplicación de este
primer momento (ver), surgen también algunas interrogantes acerca de cómo se
integra la “visión” que el hombre de fe posee sobre esa realidad y a qué tipo de ver
se supedita tal ejercicio, ergo, si es un “ver” de carácter “descriptivo” de la
realidad o es un ver que ya posee, en su misma impronta, cierto análisis de esa
misma realidad. Se trata, en el fondo, de ponerse de acuerdo en qué consiste el
“ver” porque, indudablemente, detrás de todo “ver” está también presente la
capacidad de “interpretar” eso que se “ve”. Más problemático resulta todavía el
hecho de que ese “ver” se transforme en una verdad inamovible que viene avalada
por los métodos de las ciencias empíricas. Algo parecido puede pasar con el
momento del “juzgar”, en el sentido de poder aplicar una doctrina que esté
desvinculada totalmente del momento histórico. La pregunta es: ¿cómo coordinar
cada uno de estos momentos sin que uno no quede desfasado del otro?

3.- ¿Qué temas me gustaría profundizar?

Como la teología de la liberación se presenta, finalmente, como una


teología de la historia, creo que hay un tema que es ineludible, cual es, la llamada
“teología de los signos de los tiempos”. Evidentemente hay en esta expresión
grandes ambigüedades y sombras que todavía deben ser esclarecidas, pero no
debe dejar de tenerse en cuenta que dicha expresión, más allá de la reflexión
teológica que suscita, también plantea un desafío nuevo a la manera en que la
Iglesia quiere plantearse ante el mundo. Es decir, elaborar una teología de los
“signos de los tiempos” implica, ciertamente, que la Iglesia debe vivir su
eclesialidad de cara a los “signos de los tiempos”, o, como dice el Concilio
Vaticano II: “Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los
tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio; sólo así podrá responder, en forma
que cuadre a cada generación, a los perennes interrogantes humanos sobre el
sentido de la vida presente y futura, y sobre la mutua relación entre una y otra” 2.
1
Jorge Costadoat, “Los ‘signos de los tiempos’ en la Teología de la liberación”, en “Teología y Vida”, Vol.
XLVIII(2007), p. 401.
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G.S. 4.

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