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¿Aprender envejecer? ¡Quien quiere envejecer! Sobre todo, en una época como la
nuestra en donde la vejez es temida o evitada porque se asocia con decrepitud,
fealdad, enfermedad, dependencia, deterioro, con ser improductivos y con la
pérdida de autonomía. Además, en nuestra sociedad occidental la vejez solo se la
concibe como una etapa de desgaste, de deterioro y como el fin de la vida; pero
nada más falso que esto porque en realidad el fin de la vida no es la vejez, el fin
de la vida es la muerte, y la vejez es sólo una etapa más. De hecho, la muerte
puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier etapa de la vida, no solo en la
vejez.
Este punto de vista y actitud negativa hacia la vejez se deriva de la herencia del
pensamiento griego en nuestra cultura actual y del influjo frecuente de la cultura
publicitaria sobre nuestras vidas, tanto en personas creyentes como no creyentes.
Por ello que es necesario repensar y mirar desde los ojos de la fe y del punto de
vista bíblico esta importante etapa de la vida; para darle un sentido y significado
diferente.
Desarrollo
Sin embargo, el punto de vista bíblico sobre la vejez y la vida en general es diferente
a la mentalidad griega y a nuestra cultura actual, al respecto el salmista declara que:
Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes (Salmos 92:14 VRV).
Incluso en la vejez aún producirán fruto, seguirán verdes y llenos de vitalidad (NTV).
¡Qué hermosa declaración sobre la vejez! Las palabras con las que asocia el
salmista la vejez son positivas y esperanzadoras: fructificar, producir fruto, vigor,
vitalidad. ¡Nada que temer a la vejez! Nada de que “ser viejo(a) es igual a estar
chocheando o de ser improductivos”, nada de “ya para que si estoy viejo(a)” o que
“soy demasiado viejo para aprender”. Tampoco nada de que “ser viejo es retornar
a la infancia para ser dependientes” o “se está volviendo cascarrabias porque está
envejeciendo”; o de que “chango viejo no aprende maroma nueva”. Nada de que
vejez es igual a decrepitud, deterioro de la inteligencia y pérdida de la memoria.
Tenemos que desterrar esos mitos (falsas creencias) y fobia (miedo) hacia la vejez.
De Moisés se dice que era de edad de ciento veinte años cuando murió; y sus ojos
nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor (Deuteronomio 34:7 VRV 1960).
Hoy más que nunca se hace urgente aprender a envejecer, en lugar de evadir la
realidad del envejecimiento y tratar de retardarlo a través de pócimas y/o
tratamientos, o de esforzarnos por borrar las huellas de su presencia por medio de
cremas costosas y cirugías especiales para quitar las expresiones, las arrugas, etc.
¡Necesitamos aprender a envejecer! ¡Sí! El envejecimiento requiere de un proceso
de aprendizaje, igual que cuando aprendimos a cocinar, a pintar, o cuando
aprendimos español, biología, matemáticas, música. Es vital aprender a envejecer,
porque no es lo mismo resignarse y esperar que el tiempo para llegar a ser viejos,
que aprender la habilidad y capacidad de envejecer con estilo. Como afirmó el
psiquiatra cristiano Paul Tournier: “la vida siempre merece vivirse y sus últimas
etapas pueden ser las mejores si sabemos cómo vivirlas”.
Aprender a envejecer significa vivir con conciencia, para entender el valor del
presente y conectarse con los afectos y sencillez de la vida. Preparación para
organizar la vida pensando que ese momento llegará algún día. Inversión, para
saber a qué dedicar nuestras energías, calibrando lo material con los vínculos
emocionales y el desarrollo de la vida espiritual. Voluntad y fe, porque es lo que
mueve a la conciencia para producir la preparación y la orientación hacia aquello en
lo que vale la pena invertir.
Conclusión
Aprendamos que envejecemos según como hemos vivido: Las personas que han
llevado una vida gratificante, generalmente pueden aceptar los cambios de la edad
con naturalidad. Demos gracias a Dios por que hemos podido vivir mucho tiempo,
tiempo donde se nos ha permitido madurar, vivir la vida, acertar, errar, reír, llorar,
desgarrarnos y crecer. ¡La vejez es un triunfo! Aceptemos, celebremos y vivamos
con honor el llegar a la vejez. Dejemos nuestra resistencia a envejecer buscando la
manera de retardar, e ir en contra de las leyes naturales de la vida propias del
envejecimiento. No se niegue a ver sus canas, sus arrugas, su tez marchita, caída,
resquebrajada, el cuerpo decaído, lento, sin fuerzas, la memoria frágil y traicionera.
El sabio Salomón dijo que “llegar a viejo es una honra; las canas son la corona que
se gana por ser honrado” (Proverbio 16:31).
Fuentes de consulta:
Versión Reina Valera (VRV), 1960
Nueva Traducción Viviente (NTV), 2010
E-book: Manual Curso Envejecimiento Activo. Toledo, Junio de 2007.
Traducción en Lenguaje Actual (TLA), 2000
Pilar Sordo. No quiero envejecer. Las claves para vivir plenamente y disfrutar del
paso del tiempo. Edit. Oceano, 2017.