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PARROQUIA “NUESTRA SEÑORA DE BELÉN” CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN DE ADULTOS

HUARAZ

Los dones del Espíritu Santo son 7:

SABIDURÍA
ENTENDIMIENTO
CONSEJO
FORTALEZA
CIENCIA
PIEDAD
TEMOR DE DIOS

Cuando hablamos de los dones del Espíritu Santo, no queremos decir que, mágicamente
recibimos todos y cada uno de ellos para que nos convierta en algo así como unos
superhombres...

Los Dones, son esa fuerza que nos imprime el Espíritu y esa PREDISPOSICIÓN para que, si
estamos dispuestos a cultivarlos y a potenciarlos, puedan actuar a través de nuestras
acciones, nuestros gestos y nuestras palabras.

Por eso cuando decimos SABIDURÍA, no nos referimos al conocimiento humano de


las ciencias y la técnica sino a la SABIDURÍA profunda, la SABIDURÍA de las cosas de
la vida, del sentimiento de la Vida, admirar las cosas de Dios y descubrir su voluntad.

ENTENDIMIENTO es aquel don que nos permite completar la FE. Entender las cosas
de Dios, aunque resulten inexplicables a los sentidos, es la capacidad de comprender.

CONSEJO, el don del equilibrio para tener una postura sensata frente a las diversas
situaciones. Capacidad para poder tomar distancia y "ver" más claro.

FORTALEZA habla de temple, habla de no bajar los brazos, de seguir adelante,


aunque el camino sea duro.

CIENCIA es el don que apela a la predisposición al conocimiento, a la capacidad de


reflexión, a ver las cosas en profundidad; a buscar la verdad.

PIEDAD es silencio, capacidad de oración, devoción ardiente, mansedumbre...

TEMOR DE DIOS, no es miedo, es la capacidad de valoración de Dios, podemos decir


que cuando uno tiene algo que quiere o que ama, puede tener un sano temor a no
perderlo. Ese es el temor que no dice del miedo.

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Todo lo que nace a la vida está llamado a crecer y a desarrollarse, a madurar. El cristiano que
por el Bautismo ha sido llamado a la fe, está llamado a crecer, a desarrollarse y a madurar en
esa fe. De esa manera se transforma en TESTIGO y ENVIADO de Jesús Resucitado.

Quien impulsa este crecimiento y este desarrollo es el ESPÍRITU SANTO. Esto es lo que se
celebra con toda alegría en el Sacramento de la Confirmación.

EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN NO ES UN FIN, SINO EL COMIENZO DE UNA ETAPA.


NO PODEMOS DETENERNOS Y DECIR: HE LLEGADO HASTA AQUÍ, HE ALCANZADO LA
MADUREZ CRISTIANA... YA NO PUEDO DARME POR CONTENTO Y CRUZARME DE BRAZOS.

EL SACRAMENTO DE LA EVANGELIZACIÓN:

Cuando el cristiano es confirmado comienza a participar directamente de una misión que es


común a toda la Iglesia: la evangelización. Recibir el Sacramento de la Confirmación es la
"cumbre" de toda una vida cristiana, el cristiano fue evangelizado y pasa a comprometerse a
hacer lo mismo con otros cristianos.

De esta manera, el creyente alcanza como "la mayoría de edad" en la fe. Por la confirmación
es enviado a ser testigo definitivo de Cristo. Ha comenzado una nueva etapa de permanencia
plena. De esta manera el compromiso a vivir la comunidad crece notablemente. Para ello, el
mismo Cristo ha rezado al Padre pidiendo por nuestra unión, para que permanezcamos
unidos:

"Padre, que todos sean uno. Cómo tú. Padre, en mí y yo en ti que ellos también sean uno
en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado"

SER TESTIGOS DE CRISTO:

El espíritu de Dios está presente en el mundo e inspira el corazón y la inteligencia de


quien quiere reconocerlo, llena a tus creyentes de fortaleza aún en medio de grandes riesgos,
los anima a hablar, a vivir según el Evangelio, llegando a veces, a soportar incluso el martirio.

¿Qué fuerza concreta nos comunica el Sacramento de la Confirmación para impulsarnos a


obrar y manifestarnos cada día más como cristianos?
Jesús se lo revela claramente a sus discípulos, momentos antes de la ascensión a los cielos:

[8]. ¡Pero recibirán la fuerza de! Espíritu Santo cuando venga sobre ustedes, y serán
mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los extremos de la
tierra.»

Con el Sacramento de la Confirmación los renacidos en el Bautismo


reciben el Don inefable, el mismo Espíritu Santo, por el cual son
enriquecidos con una fuerza especial y marcados por el carácter del mismo
Sacramento, quedan vinculados más estrictamente obligados a difundir y
defender con la palabra y las obras la propia fe, como auténticos testigos
de Cristo.

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ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo ven, ven y ven

en el nombre de Jesús

Acompáñame,
condúceme toda mi vida.
Santifícame transfórmame
Espíritu Santo ven.

Espíritu Santo ven, ven y ven


en el nombre de Jesús

Fortaléceme,
consuélame en mis pesares.
Resplandéceme, libérame,
Espíritu Santo ven.

Amén

LOS EFECTOS DE LA CONFIRMACIÓN

NOS HACE "SOLDADOS" DE CRISTO

La vida del hombre sobre la tierra es un continuo combate contra los enemigos de su
alma, como nos enseña la Iglesia, son el mundo, el demonio y nuestras propias
concupiscencias. Este combate da comienzo apenas el niño va teniendo uso de razón
y no termina sino con la muerte.

La Confirmación imprime en el alma ese carácter indeleble (por eso este Sacramento
no se repite) de testigo de Cristo y da la fuerza necesaria para confesar la fe sin temor
ante los respetos humanos y defenderla con la vida y las obras.

NOS HACE CRISTIANOS PERFECTOS

Este Sacramento nos confirma en la Fe y perfecciona todas las virtudes y dones


recibidos en el Bautismo. Precisamente por esto recibe el nombre de Confirmación.

LA CONFIRMACIÓN NOS DA EL ESPÍRITU SANTO

Es la Confirmación el Sacramento que da cumplimiento a aquellas palabras de Cristo:


"Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a
ustedes. Pero si me voy, yo lo enviaré" (Jn.16,7).

En efecto, así como en Pentecostés descendió el Espíritu Santo sobre el Colegio


Apostólico reunido en oración con la Santísima Virgen María, en lo sucesivo, los

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cristianos recibieron al Espíritu Santo por medio de los Apóstoles y luego de los
Obispos con la imposición de las manos y la santa unción.

Los frutos de la Confirmación


Como cualquier otro sacramento la Confirmación debe dar en quiénes lo reciben
numerosos frutos interiores y exteriores que ayudan a la Iglesia en su misión de
extender el Reino de Dios. Porque la Iglesia es una Iglesia Misionera porque Cristo así
la fundó dándole el mandato a sus Apóstoles de "Id y predicad .... " A partir del día de
Pentecostés con la venida del Espíritu Santo los apóstoles se lanzan sin miedo
movidos por esa increíble la fuerza, que descendió sobre ellos.

El Espíritu Santo nos mueve a seguir las huellas de Cristo tomándolo como ejemplo
ya sea pública o privadamente. Nos ayuda a ser perseverantes, luchadores,
generosos, valientes. Sostiene e ilumina nuestra fe, fortalece nuestra esperanza, así
como nuestra caridad. El día de nuestra Confirmación recibimos el "Don de Cristo"
como regalo de Dios.

También el confirmado se convierte en "Apóstol de la Palabra de Dios" y desde ese


momento tenemos la obligación de ser misioneros en el lugar que Dios nos ha puesto.

Los confirmados debemos compartir los dones recibidos. Significa darse por amor a
los demás tener una actitud de disponibilidad para dar a conocer a Cristo en todas
partes.

Cristo "vino a servir, no a ser servido"

También la Confirmación nos compromete a la santidad. El mismo nos invita "Sed


perfectos como el padre celestial es perfecto" Mt5,48.

La santidad es una conquista humana, ya que Dios nos da el empujón inicial, pero
depende de nuestro esfuerzo y nuestro trabajo alcanzarla. El Espíritu Santo viene en
nuestra ayuda, si lo tenemos a Él no hay pretexto para serlo y para servir a los demás.

La lucha es difícil, pero contamos con la ayuda necesarios que nos envía Dios.

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