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2º CUATRIMESTRE
El sueño es una parte integral de la vida cotidiana, una necesidad biológica que
permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno
rendimiento.
Cada noche, mientras dormimos, pasamos por diferentes fases o estadios de sueño
que se suceden con un patrón repetido a lo largo de cuatro a seis ciclos de sueño
durante toda la noche. Todos estos estadios se incluyen en dos grandes fases de
sueño, con grandes diferencias en cuanto a actividad muscular, cerebral y
movimientos oculares:
Funciones cognitivas
Los humanos mostramos pocos déficits fisiológicos después de algunos días de
privación; en cambio, sí se ven alteradas las capacidades intelectuales. Tras un
periodo de privación de sueño pueden aparecer alteraciones perceptivas
y alucinaciones.
Las cinco fases, que se alternan de forma cíclica mientras la persona permanece
dormida (cada 90/100 minutos, aproximadamente, comienza un nuevo ciclo de
sueño en el que los últimos 20 o 30 minutos se corresponden con la fase REM).
Fase I: es la fase de sueño ligero, en la que las personas todavía son capaces de
percibir la mayoría de los estímulos (auditivos y táctiles). El sueño en fase I es poco
o nada reparador. El tono muscular disminuye en comparación con el estado de
vigilia, y aparecen movimientos oculares lentos.
Fase II: en esta fase el sistema nervioso bloquea las vías de acceso de la
información sensorial, lo que origina una desconexión del entorno y facilita, por
tanto, la actividad de dormir. El sueño de fase II es parcialmente reparador, por lo
que no es suficiente para que el descanso sea considerado completo. Esta fase
ocupa alrededor del 50% del tiempo de sueño en el adulto. El tono muscular es
menor que en fase I, y desaparecen los movimientos oculares.
Fase III: es un sueño más profundo (denominado DELTA), donde el bloqueo
sensorial se intensifica. Si el individuo despierta durante esta fase, se siente confuso
y desorientado. En esta fase no se sueña, se produce una disminución del 10 al 30
por ciento en la tensión arterial y en el ritmo respiratorio, y se incrementa la
producción de la hormona del crecimiento. El tono muscular es aún más reducido
que en fase II, y tampoco hay movimientos oculares.
Fase IV: es la fase de mayor profundidad del sueño, en la que la actividad cerebral
es más lenta (predominio de actividad delta). Al igual que la fase III, es esencial para
la recuperación física y, especialmente, psíquica, del organismo (déficits de fase III y
IV causan somnolencia diurna). En esta fase, el tono muscular está muy reducido.
No es la fase típica de los sueños, pero en ocasiones pueden aparecer, en forma de
imágenes, luces, figuras… sin una línea argumental. Es importante señalar que en
esta fase es en la que se manifiestan alteraciones como el sonambulismo o
los terrores nocturnos.
Si presentamos:
Insomnio
Dificultad para iniciar o mantener el sueño con repercusiones para el
funcionamiento diario.
Trastornos respiratorios durante el sueño
Ronquido o pausas de apnea.
Excesiva somnolencia diurna
Somnolencia que interfiere con nuestro funcionamiento.
Parasomnias REM
Pacientes que manifiestan, a través de sus familiares, repetidos episodios de
conductas violentas durante el sueño>, poniendo en peligro la integridad personal o
del acompañante y en el que han excluido hábitos etílicos, tóxicos y/o drogas.
Parasomnias NO REM
Pacientes con episodios de parálisis al despertar o iniciar el sueño, sonambulismo,
con despertares de pánico, etc.
Síndrome de piernas inquietas
Necesidad imperiosa de mover las piernas cuando estamos en reposo.
Trastorno del ritmo circadiano
Mi reloj interno de sueño vigilia no coincide con el deseado.
Otros síntomas relacionados con el sueño
Sensación de sueño no reparador, cefalea matutina, problemas de memoria,
concentración cansancio. Bruxismo
Insomnio crónico
Tratar el Insomnio
Insomnio en la infancia
Trastornos Respiratorios
Durante el periodo de sueño (una tercera parte de nuestra vida) ocurre una
constelación de cambios fisiológicos. La respiración es vulnerable durante el
sueño en individuos normales y se pueden tener irregularidades respiratorias en
forma de algunos episodios apneicos al inicio del sueño y en sueño REM. En
cambio, en algunas enfermedades las apneas se vuelven más frecuentes,
prolongadas y con significado patológico.
Las consecuencias de SAHS ocurren a corto y a largo plazo. A corto plazo provoca
una menor calidad de vida y un riesgo aumentado de sufrir accidentes de tráfico o
laborales. A largo plazo: hipertensión arterial, infarto de miocardio, arritmias,
accidente isquémico transitorio, depresión, insomnio, trastorno de memoria y otros
déficits cognitivos.
Aunque pueden debutar con excesiva somnolencia diurna los síntomas más
frecuente son hiperactividad, bajo rendimiento escolar, enuresis nocturna,
comportamiento inadecuado y cambios intelectuales.
Los eventos respiratorios no suelen llevar asociados alertamientos por lo que su
arquitectura de sueño no se ve modificada.
La cirugía de adenoides y/o amígdalas suele conllevar una gran mejoría clínica.
Narcolepsia
Parasomnias NREM
Sonambulismo, despertares confusionales, terrores nocturnos y trastorno de
alimentación durante el sueño.
Otras Parasominas
Somniloquios:
Hablar durante el sueño.
Catatrenia:
Episodios recurrentes de quejidos o gemidos durante la expiración.
Sacudidas hípnicas:
Movimientos súbitos de extremidades al inicio del sueño.
Temblor hipnagógico de pies:
Movimientos rítmicos de los dedos o los pies que ocurren en los periodos de
transición sueño-vigilia.
Activación alternante de los músculos de las piernas
Mioclono fragmentado excesivo:
Sacudidas de dedos o comisura de la boca, sin movimiento visible.
Ronquido simple:
No asociado a hiponeas/apneas.
Trastornos Neurológicos relacionados con el Sueño