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ÍNDICE
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PRESENTACIÓN..........................................................................................
............................................ 7
PRIMERA PARTE: DESCUBRIMOS EL ROSTRO DE DIOS PADRE
INTRODUCCIÓN.........................................................................................
........................................... 11
• La primera función es hacer que los oyentes perciban que el reino de Dios
es una historia en la que se narra la relación que guardan la iniciativa de
Dios y la respuesta del hombre. El reino de Dios no es un conjunto de
conceptos, de ideas, sino una historia de relaciones, de encuentros: se
decide y se realiza en una sucesión de posibilidades, de intentos, de caídas,
de nuevos impulsos...
c) Una vez captada la dinámica del relato, se puede señalar con más
precisión el mensaje que encierra. Esto permite pasar del tema de la parábola
a la experiencia vivida de Jesús: el mensaje lleva directamente al mensajero.
De esta manera nos acercamos tanto a la situación como a la problemática
vivida por Jesús en primera persona.
Entre las muchas parábolas narradas por Jesús y recogidas en los textos
evangélicos, hemos escogido un recorrido ejemplar. Las siete parábolas en las
que vamos a centrar nuestra atención no agotan, ciertamente, toda la riqueza
del mensaje de Jesús; ni siquiera son indicativas de otros muchos temas que él
trató. Son uno de tantos recorridos posibles. Pero creemos que pueden ser un
buen camino para acercarnos a esa mina. Su secuencia no es casual: puede
leerse como una progresión que, partiendo de la comprensión del Reino, nos
acerca paulatinamente a la clarificación de la imagen de Dios que en él se
manifiesta, para llegar al final a reconocer sus frutos en las relaciones interhu-
manas.
LA IMAGEN
Por eso mismo, desde esta primera lectura advertimos que Jesús revela
un profundo conocimiento del ambiente que lo rodea, de la gente que allí vivía
y de la vida que llevaba.
EL RELATO
EL MENSAJE DE JESÚS
Así pues. Jesús no le echa la culpa a la realidad; acepta que ésta sea
dura y difícil, que a veces las personas no se comprendan, que haya derrotas,
y no renuncia a su propia identidad ni a su propio mensaje. Cree que, aunque
el anuncio pueda tropezar con fracasos, el reino de Dios vendrá y dará fruto.
Así pues, tenemos que aprender que en la realidad de cada día, a pesar de
los muchos esfuerzos, no todo va bien, y que no todos los mensajes, ni
siquiera los más positivos, son siempre comprendidos. En
estas situaciones es preciso no volverse agresivos ni deprimirse,
sino ser creativos, inventando con paciencia otros gestos, otros
lenguajes, otros medios de comunicación, otros modos de amar
a los demás. Tenemos que ser pacientes y encontrar formas
nuevas de hacer que nos comprendan.
El fariseo y el publicarlo
(Le 18,9-14)
La imagen de Dios y las relaciones con el hombre
9
Por algunos que, pensando estar a bien con Dios, se sentían seguros de
sí y despreciaban a los demás, les contó esta parábola: 10 "Dos hombres
subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un recaudador. n El fariseo
se plantó y se puso a orar en voz baja de esta manera: 'Dios mío, te doy
gracias por no ser como los demás: ladrón, injusto o adúltero; ni tampoco
como ese recaudador. 12 Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de
todo lo que gano'. 13 El recaudador, en cambio, se quedó a distancia y no se
atrevía ni a levantar los ojos al cielo; no hacía más que darse golpes de pecho
diciendo: '¡Dios mío, ten compasión de este pecador!' 14 Os digo que éste bajó
a su casa a bien con Dios, y aquél no. Porque a todo el que se encumbra lo
abajarán, y al que se abaja lo encumbrarán".
Todo relato evangélico, y en especial las parábolas, tiene que verse como un
texto compuesto de diferentes niveles de sedimentación. Ahora bien, son dos
los niveles fundamentales que hay que tener en cuenta para comprender
correctamente el texto: el estrato anterior y más profundo y lo constituye la
experiencia histórica de Jesús, que habla a sus contemporáneos (lo
encontramos en el cuerpo de la parábola: w. 10-14a); el estrato posterior está
constituido por la narración del evangelista, que recupera las palabras de Jesús
y las narra, actualizándolas, a su comunidad constituida ya por cristianos. Este
segundo nivel de lectura puede reconocerse con claridad, en el texto que ha
llegado hasta nosotros, por el marco en que se encuadra el relato (w. 9 y 14b),
donde encontramos la interpretación de Lucas actualizada para su comunidad
cristiana.
Por eso, para reconocer el significado de la parábola tal como se presenta hoy
a nosotros, es importante que nos acerquemos primero al relato de Jesús y al
mensaje que encierra, para comprender a continuación cómo se transformó en
la interpretación que da de él el evangelista. De esta manera podríamos llegar
hasta el último "estrato" del relato, que nos proporciona la comprensión del
mensaje parabólico en nuestra situación actual de creyentes.
LA IMAGEN
EL RELATO
Nuestras ideas preconcebidas sobre la figura del fariseo como prototipo del
hombre hipócrita, y del publicano como ejemplo del hombre humilde, tienen el
peligro de atenuar demasiado el contraste presente en el texto; no tenía que
ocurrirles lo mismo a los oyentes de Jesús, para quienes resultaba escandaloso
pensar en un publicano justificado y un fariseo no justificado en la presencia de
Dios. La explicación tradicional, que hace remontar este cambio de postura a
las actitudes psicológico-morales de ambos personajes, üene que dejar paso,
entonces, a una búsqueda más profunda. Si se sigue atentamente la narración,
es posible vislumbrar las motivaciones más profundas de la inversión final de
perspectiva que nos presenta el relato evangélico.
Hay en la oración del fariseo una expresión que revela lo que Jesús nos
quiere decir. El fariseo, al decir "no soy como éste (el publicano) " comprende
su posición delante de Dios en comparación con la del publicano: presume
conocer ya la condición de éste; más aún, presume conocer ya el criterio
según el cual juzga Dios a los hombres. A partir de aquí se puede comprender
la frase final de Jesús, que pone de manifiesto su punto de vista, en
contraposición con el que expresa la opinión común de sus contemporáneos.
El publicano qucd.t jii,stilÍ( .ido poKpn' lio presume de conocer a Dios, sino que
espei.t cu el ii>nl¡.índole el icsnil.idc de su encuentro:
sólo la bondad incondicion.il y glaluila de Dios podrá restablecer su < ondición
y hacerle capaz de presenlaise anie él. Si la comprendemos (orno es debido, la
afirmación de Jesús no da lugar alguno a una indulgencia bonachona que
prescinde de la gravedad de la condición del publicano: el publicano es
realmente un pecador y queda justificado, pero no porque asuma una actitud
de humildad. Si la sentencia de Jesús se entendiera de este modo, deberíamos
pensar que la acogida de Dios sigue estando condicionada por una prestación
previa por parte del hombre, tal como pensaban los oyentes de Jesús. Pero lo
que él da a entender con su sentencia es que ante Dios todo hombre resulta
pecador, y que la única posibilidad de hacer que fructifique el encuentro con él
se deriva del hecho de que Dios no pone condiciones previas. La única
exigencia que se le presenta al hombre es que reconozca que es precisamente
ésta la dinámica del encuentro.
Por eso el fariseo vuelve sin estar justificado, por no haber sabido
reconocer esta dinámica. Su no justificación no debe entenderse como un
castigo por su orgullo; una vez más, si se comprendiese así la parábola,
seguiríamos estando presos de la imagen de un Dios sometido a nuestros
criterios de retribución. Mientras el fariseo —y con él los oyentes de Jesús- no
reconozca en Dios a aquel que acoge al hombre sin condiciones, no tendrá la
posibilidad de entrar en una relación justa con él: su misma oración lleva una
dirección equivocada.
EL MENSAJE DE JESÚS
La expresión "yo os digo" da. a entender que nos encontramos aquí con
una expresión proféüca, propia del que sabe reconocer el juicio de
Dios sobre la realidad. Por eso esta expresión nos lleva a conocer el modo de
pensar de Jesús y su manera de situarse con respecto a la historia que se nos
narra. La sentencia desenmascara la presunción del fariseo, que imagina
saber cómo juzga Dios: ¡Dios paga las buenas obras y castiga a los
pecadores! De esta manera, el fariseo excluye que Dios pueda ir más allá de
las medidas de misericordia que él ha establecido de antemano: ¿cómo
puede Dios acoger al hombre sin pedirle nada? Por tanto, su culpa no es de
orden moral, no tiene que reducirse a una orgullosa autosuficiencia, sino que
es más bien de orden teológico:
están enjuego diversas visiones de Dios. El Dios que se refleja en la oración
del fariseo -que se corresponde, por lo demás, con el pensamiento común de
los contemporáneos de Jesús- es aquel que, aunque misericordioso, reconoce
sin embargo una diferencia gradual entre los hombres sobre la base de su
conducta meritoria. Muy distinto es el Padre de Jesús, que se manifiesta en su
gratuidad total y que perdona incondicionalmente. Jesús empeñó toda su vida
en hacer que los hombres se encontrasen con este rostro del Padre; por eso
no tomó distancia respecto de los pecadores, sino que se acercó a ellos, comió
con ellos, los llamó a formar parte de los "suyos". A través de su cercanía
concreta, les manifestó la cercanía de Dios Padre, que abre siempre la vida de
cada ser humano a la posibilidad de iniciar nuevos recorridos.
La imagen de Dios que nos presenta Jesús exige, por consiguiente, que
abandonemos toda pretensión de meter a Dios dentro de nuestros criterios de
juicio, plegarlo a nuestra necesidad de clasificar a los hombres dentro de sus
prestaciones y medir por ellas la benevolencia de Dios. Como toda relación
auténtica, también la relación con Dios pide de nosotros la disponibilidad de
esperar que el otro se manifieste en su verdad, sin que nosotros lo metamos
dentro de nuestros esquemas. Todo esto vale, ante todo, para Dios. Cada vez
que Dios se manifiesta al hombre en su misterio, le hace ver siempre como
insuficiente la comprensión que éste tiene de El; por eso, la única posibilidad
de encontrarlo es renunciar a poseerlo, para aguardarlo con esperanza. El
cristiano es aquel que acepta vivir en esta dimensión de expectación, de
esperanza, de búsqueda, en la que Dios puede darse continuamente con toda
su novedad.
El rostro del Padre ipic nos .IIIIIIK 1.1 ¡r.siis nos lleva entonces a reformar
nuestra ¡ungen de Dios vciili(;>iido nuestra manera de mirar a los demás. En
electo, l.is ;K liludcs < ristianas que cultivamos corresponden a la imagen de
Dios que llevamos en la conciencia. Por eso podemos reconocer la imagen de
Dios a que nos referimos fijándonos en la calidad de nuestras relaciones con el
prójimo. En este sentido resulta ejemplar nuestra parábola. El fariseo cultiva
una imagen de Dios que le lleva a relacionarse con el publicano en términos de
contraposición: yo no soy como "ese publicano". El pensamiento de un Dios
que clasifica a los hombres le lleva a mirar a los otros con ojos justicieros:
necesita un término de comparación para sentirse justo, "a diferencia de los
demás hombres".
Puesto que Dios viene a nuestro encuentro por lo que somos y no por lo
que nos gustaría ser, nos da la posibilidad de reconocer en verdad nuestros
límites y nuestros errores, poniéndonos así en la situación indispensable para
superarlos. El que sabe mirar de este
modo su propia vida sabe que lodos los demás liei manos están en la misma
situación delante de Dios; por eso se ve libre de la necesidad de clasificar a los
otros y de contraponerse a ellos.
El padre misericordioso
(Le 15,11-32)
La revelación del amor incondicional de Dios
n
UN HOMBRE TENÍA DOS HIJOS.'^.^'A.- i-i—— L')'/'.- '^•^..^y^
12
Y el más joven dijo al padre:
Padre, dame la parte de los bienes que me •corresponde, 'r:';;¡••,!":•
Y ÉL LES DIVIDIÓ LOS BIENES.-:1-^"! f '.•'.:' \'\¡§^K^&:-'•i" , ••;,;:
;
••;:;|].,;,;;;i[i•,!;;:.
13
Después de no muchos días, recogiendo todas Jas cosas, el hijo más joven
se marchó a una región lejana, donde derrocho su fortuna viviendo de forma
disoluta.
14
Después de gastar todas sus cosas, | i| se declaró en aquel país una gran
carestía, y él empezó a padecer necesidad.
15
Y yéndose, se unió a uno de los habitantes de aquella región, I i y (éste) lo
mandó a sus campos í>.' ¡ a apacentar cerdos.
16
Y deseaba saciarse con las bellotas que comían los cerdos;
s pero nadie se las daba,
22
Pero el padre dijo a sus criados: ^
PRONTO, TRAED AQUÍ EL MEJOR TRAJE Y VESTIDLO, ! PONEDLE EL
ANILLO EN EL DEBO Y CALZADLE LOS PIES,
23
Y TRAED EL TERNERO CEBADO,
MATADLO, COMAMOS Y CELEBREMOS UNA FIESTA,
24
porque ESTE HITO MÍO HABÍA MUERTO Y HA VUELTO A VIVIR,
ESTABA PERDIDO Y HA SIDO ENCONTRADO.
25
El hijo mayor estaba en los campos.
Al volver, cuando estuvo cerca de la casa,
oyó la música y los bailes.
Y, llamando a uno de los criados,
26 le preguntó qué era todo aquello.
Este le dijo:
Tu hermano ha venido (y está aquí),
y tu padre ha hecho matar el ternero cebado,
porque lo ha recobrado sano.
Él se encolerizó y no quería entrar.
28
EL PADRE, QUE HABÍA SALIDO AFUERA, LE EXHORTABA
Comentario
Los versículos iniciales del capítulo 15 de Lucas indican quiénes son los
destinatarios de las parábolas de Jesús: "Recaudadores y descreídos solían
acercarse en masa para escucharlo. Los fariseos y los letrados lo criticaban
diciendo: 'Este escoge a los descreídos y come con ellos'" (15,1-2). Así pues,
la situación que provoca el relato de Jesús es una experiencia que él mismo ha
vivido: se da cuenta de que las personas de mala reputación, en contra de lo
que se podía esperar, se muestran dispuestos a acogerlo, y sus gestos
suscitan la reacción
negativa de los escribas y fariseos, que, como él, son fieles a la palabra de
Dios y a la Ley.
Jesús responde a las críticas que lanzan contra él los dirigentes de Israel
presentando dos comparaciones y una parábola: la oveja perdida y
reencontrada (15,4-7), la moneda perdida y recuperada (15,8-10) y el relato
del padre y los dos hijos (15,11-32).
Analizando los tres relatos con atención, nos damos cuenta de que, a
pesar de encerrar el mismo mensaje, presentan una marcha progresiva. El
tema común es el de la alegría que se siente por haber recuperado algo que se
había perdido, una alegría que se concreta en la invitación a celebrar juntos
una fiesta; el progreso se refiere tanto al objeto del hallazgo -primero animales
y cosas (la oveja, el dracma), y luego una persona (el hijo)- como a la
expresión con que se indica el hallazgo: de perdido/vuelto-a-encontrar se pasa
a muerto/vuelto-a-vivir, subrayando de este modo que aquí se habla de
relaciones humanas, primero interrumpidas y luego reanudadas, y que está en
juego
la persona misma en su capacidad de relación, en su necesidad de vida más
profunda.
Esta parábola va dirigid.) sobre lodo <i los (ariscos y a los escribas,
aunque contiene también un iiK-nsajf claro para los publícanos y los
pecadores. Por tanto, podemos imaginar que el que escucha a Jesús es un
público mixto, al que Jesús parece proponer una actitud para con los pecadores
en contradicción con lo que deberían hacer los judíos piadosos.
LA IMAGEN
Por ejemplo, cuando el texto nos habla del propósito del hijo menor de
regresar a su casa, utiliza la expresión "Volveré junto a mi padre": parecen
resonar aquí las palabras que el profeta Oseas pone en labios de la esposa,
figura que representa a Israel alejado de Dios:
"Quiero volver a mi primer marido, quiero volver a YHWH".
La confesión del hijo menor ante el padre: "He pecado contra el cielo y
contra ti", se hace eco de las palabras del faraón cuando, después del castigo
de las plagas, dice a Moisés y a Aarón: "He pecado contra YHWH y contra
vosotros".
/
En el encuentro final entre el padre y el hijo menor se habla de un abrazo
y un beso entre los dos: aquí podemos recordar el encuentro de David con su
hijo Absalón, o el de Esaú con su hermano Jacob.
El padre que ordena a los criados que le den el mejor vestido, que le
pongan el anillo en el dedo y que le lleven las sandalias al hijo menor, recuerda
al faraón que concede a José, después de que éste ha
interpretado sus sueños, la posibilidad de ir vestido con un traje espléndido,
llevar en el dedo el anillo real e ir adornado con un collar.
Nos encontramos ante una de las páginas más bellas, incluso desde el
punto de vista literario, del texto evangélico. Es importante recorrer el relato
siguiendo las diversas trayectorias que presenta: la del padre, la del hijo
menor y la del hijo mayor, las cuales se entrecruzan entre sí, dando vida a un
mensaje que se desarrolla con un comienzo, un desarrollo y un desenlace.
EL RELATO
Además, por la estructura misma del relato nos damos cuenta de lo poco
apropiado que resulta el título que tradicionalmente se le había dado a la
parábola, llamada "del hijo pródigo": no es la parábola de un solo hijo, sino de
los dos; además, el verdadero protagonista de la parábola es el padre. En
efecto, es en torno a él como se desarrollan los dos recorridos diversos del hijo
menor y el hijo mayor.
•
El relato comienza con una indicación: "Un hombre tenía dos hijos": se
trata de una situación que se deja" en el aire, dado que se habla de "un
hombre" y no de "un padre". No se dice nada de la relación entre este hombre
con sus dos hijos: esta relación se limita a una simple posesión ("tenía"), como
para señalar un mero vínculo jurídico. Por tanto, se espera que el relato
desvele qué tipo de padre es éste y qué tipo de paternidad desea ejercer, así
como qué tipo de hijos son éstos y qué relación viven con su padre.
El rer.nrri.dn del hijo rwnnr (•oiTilrii/.i rn rst.i sim.x-ión indeterminada,
pero significativa.
En este contexto parece todavía más grave la actitud del hijo, que no sólo
se va de casa, sino que además aliena los bienes que se le han señalado,
faltando así a las normas jurídicas. Está claro, además, cuál es su proyecto:
desea ciertamente la independencia económica, pero sobre todo la
independencia en las relaciones con su padre.
La reacción del padre ante todo esto parece muy extraña: sufre en silencio
esta "derrota", dividiendo sus bienes y dejando que se marche su hijo.
La indicación "Lo vio cuando todavía estaba lejos" significa que él, con su
confianza, con su esperanza, siempre estaba presente incluso en la ausencia
del hijo.
También el padre recorre con él, con la misma paciencia que había
mostrado antes, el camino que había hecho con el hermano menor,
saliendo a su encuentro y animándole a entrar.
La respuesta del hijo mayor ("en tantos años como te sirvo sin
desobedecer nunca una orden tuya...") nos revela lo que nadie sabía hasta
ahora, es decir, que pensaba en sus relaciones con su padre como en las de un
siervo con su amo, a saber, unas relaciones contractuales, un contrato que
considera como no respetado: 'jamás me has dado un cabrito...". No considera
como padre a aquel hombre, ni los bienes de su padre como suyos: todo esto
sale a relucir ahora, en el momento en que el padre ha manifestado con el hijo
menor el tipo de paternidad que quería ejercer. En efecto, la respuesta del
padre pone ahora plenamente de manifiesto la relación que desea mantener
con los dos hijos: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo...", definiendo así una
relación de amor inscrito en la libertad, que supone la comunión total de
bienes: "todo lo mío es tuyo".
El relato termina aquí, con una urgente invitación al hijo mayor para que
entre en una relación nueva ("este hermano tuyo..."), filial y fraternal. Una
invitación que no intenta violentarlo.
La parábola no revela la reacción del hijo menor ni la del hijo mayor. Del
hijo menor se puede decir que aceptó la fiesta ("empezaron el banquete"); del
hijo mayor, por el contrario, no sabemos nada. La parábola queda incompleta
y, en cierto modo, nos deja insatisfechos.
EL MENSAJE DE JESÚS
Jesús sabe que los fariseos consideran a los pecadores públicos carentes
de dignidad humana, degradados en todos los niveles, casi como bestias; sabe
también que los mismos pecadores se sienten, en esta condición alienada,
como irremediablemente impuros y lejos de Dios.
Desea vivamente que sus oyentes perciban la manera como se porta Dios
con las personas: todo hombre, aunque sea pecador, sigue siendo un hijo para
Dios, lo mismo que sucede en la parábola.
Como protagonistas, jesús pone en escena a sus mismos oyentes, es
decir, a los fariseos y a los escí ibas y, en segundo plano, a los pecadores y
publícanos.
• es un Dios que ama en la libertad y que sólo acepta ser amado en una
relación libre;
Jesús invita a sus oyentes a comprender que Dios no nos ama por
lo que hacemos por él, sino por lo que somos para él, es decir, hijos suyos.
Hay que subrayar, ante todo, que una interpretación moralista de este
texto ("no hay que obrar como el hijo menor, ni tampoco como el mayor, sino
como el padre"), una interpretación que cargue el acento sobre nuestro obrar,
le quita a la parábola su sentido profundo, la empobrece y la hace anodina e
imposible de actuar.
2. La idea de un Dios que nos ama es el mejor estímulo para abrirnos también
al contacto con las realidades más pobres y menos carga
das de esperanza: si cstnmos convrncidos de que Dios ama así, sabremos
salir con conlian/.t .1) ciu ucnlio de l.i gente que se ha equivocado, que se
siente humillada, que ha perdido la conciencia de sí y el gusto por la vida.
rrv
Te invocamos. Señor Dios: Texto
tú lo conoces todo; nada se te escapa, Maestro de
verdad. ' El reinado de Dios se p;iic«' 11 1111 piopirt.n ¡o que
Creaste el universo y velas sobre todo ser. Quieres salvar salió al amanecer a contratar jornálelos para su viñ.i. '-'
a todos los hombres y darles a conocer la verdad. Todos Después de ajustarse con ellos en el jornal de costumbre,
juntos te ofrecemos alabanzas e himnos de gratitud en los mandó a la viña. 3 Salió otra vez a inedia mañana, vio a
esta hora, para glorificarte con todo el corazón y en voz otros que estaban en la plaza sin trabajo 4 y les dijo: "Id
alta. Te has dignado llamarnos, instruirnos e invitarnos. también vosotros a mi viña, y os pagaré lo que es justo". 5
Concédenos mirar, buscar y contemplar los bienes del Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde
cielo. Amén. e hizo lo mismo. 6 Saliendo al caer la tarde, encontró a
otros parados y les dijo:
Oración del sábado (siglos III-IV) "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" 7 Le
respondieron: "Nadie nos ha contratado". 8 Cuando
oscureció, dijo el dueño de la viña a su encargado: "Llama
a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los
últimos y acabando por los primeros". 9 Llegaron los del
atardecer y cobraron cada uno el jornal entero. 10 Al
llegaron los primeros, pensaban que les darían más, pero
también ellos cobraron el mismo jornal por cabeza. n Al
recibirlo se pusieron a protestar contra el propietario: 12
"Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has
tratado igual que a nosotros, que hemos cargado con el
peso del día y del bochorno". 13 El repuso a uno de ellos:
"Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te alistaste
conmigo en ese jornal?
14
Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último lo mismo
que a ü.
15
¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis
asuntos?, ¿o ves tú con malos ojos que yo sea generoso?".
Estructura del texto
' En efecto, el reino de los cielos es semejante a un propietario que salió AL
AMANECER a contratar obreros para su viña.
2
DESPUÉS DE PACTAR Con los obreros por UN DENARIO al día, los mandó a su
viña. ,
3
Y habiendo salido en torno a la hora tercia, ^i vio a otros que estaban
parados en la plaza,
4
y también a ellos les dijo:
id también vosotros a la viña,
y lo que es justo os lo daré.
Y ellos fueron, i;,, ,
5
Ysalíendo de nuevo en torno a la hora sexta y a la hora nona, r: ;% hizo
lo mismo.
6
En torno a la hora undécima, saliendo, vio a otros parados y les dijo:
"¿Por qué estáis ahí todo el día ociosos?"
7
Le dicen: "Porque nadie nos ha contratado". Les dice: "Id también vosotros
a la viña".
8
CAÍDA LA TARDE, el dueño de la viña dijo a su encargado:
"Llama a los obreros y págales el salario, empezando por los últimos hasta
los primeros".
9
9 Así pues, llegados los de la hora undécima,
recibieron un denario. i^ÍO Y llegados los primeros, S ^ pensaban que
recibirían más,
pero recibieron un denario también ellos.
1) Habiéndolo recibido, murmuraban contra el propietario diciendo:
•; "Estos, los últimos, han hecho sólo una hora ^1;
;'12
y tú los has hecho iguales a nosotros.
mi^» »"»^ »-»-*/-*" ""—" ---• -
que hemos soportado el peso de la jornada y el calor". 2) El,
respondiendo a uno de ellos, dijo:
"Amigo, no te trato injustamente,
iMS,
¿NO HABÍAS PACTADO UN DENARIO Conmigo?
Toma lo tuyo y vete; ..,.•..•. ,• ,^ ^ i-sW;".'. •'• • • pero yo
quiero dar a este último como a ti. ¿No puedo hacer lo que quiera con lo
mío?
••'•,<. ^ .':,• . . ¿O tu ojo es MALO .'^,.-.<•„."...-. ••", •i.'i'••i: •'
'.•""\.f".',^' ''• ''''''•"" ' ' porque yo soy BUENO? ^T^^^P'" • '•.'• •• •.;.-" '•
Comentario
¿Cómo hemos de concebir l.i jnslu i.i de Dios? Esta pregunta interesaba
muy de cerca a los conleiiipoiáneos de |esús, que intentaban calcar el estilo de
sus relaciones inlerhumanas según el modelo propio del reino de Dios.
LA IMAGEN
La escena que Jesús toma como referencia para su relato tiene que
comprenderse dentro del contexto del ambiente oriental de la época. Existía la
costumbre de que el dueño de una viña, sobre todo durante la vendimia,
buscase obreros para el trabajo del día. Para ello se dirigía a la plaza del
pueblo, donde se encontraban de ordinario conversando los hombres que
esperaban ser contratados para el trabajo; una vez determinado el número de
los jornaleros que necesitaba, el dueño los contrataba ajustando con ellos la
paga del día. El relato nos habla de diversas horas, apartándose así de la cos-
tumbre, dado que la llamada solía hacerse una sola vez cada día. Sin embargo,
podemos pensar en situaciones extraordinarias, como la previsión de un
temporal inminente, que justifican la necesidad de llamar para la misma
jornada a nuevos obreros, acelerando así la vendimia; por eso nuestro relato,
aunque insólito, no resulta del todo irreal.
EL RELATO
Observemos ahora cómo nos cuenta Jesús esta historia. El pasaje puede
dividirse en dos partes: el momento de la llamada y el momento de la paga;
ambas pueden reconocerse fácilmente por la
indicación temporal que las introduce: "salió al amanecer" (v. 1) y "caída la
tarde" (v. 8).
La dinámica del relato nos hace comprender, además, que el acento recae en
la primera y en la última llamada (la hora undécima):
en efecto, sólo se tomará en consideración a los primeros y a los últimos en la
segunda parte, donde se habla de la recompensa. Las lla
madas intermedias (horas leí» i.i, scxl.i y noii.i) no lidien otra finalidad que la
de dar mayor vivc/;> .1 1.) ii.n I.K ion: cu dedo, los oyentes se ven llevados,
poco a poco, a ic( ODO( n con .sorpresa que este propietario llama a sus
obreros hasta la última hora.
EL MENSAJE DE JESÚS
Esta mentalidad se manifiesta, ante todo, como afán de tener que agradar
a Dios a través de nuestro esfuerzo de observancia de la Ley. El creyente que
vive según estos parámetros intenta ganarse el favor de Dios por medio de sus
propias acciones morales o religiosas, reduciendo la justicia de Dios al simple
reconocimiento de los méritos acumulados. La justicia de Dios que manifiesta
Jesús es, por el contrario, la capacidad de amar primero de forma gratuita. Es
la gratuidad la que libera al hombre de la obsesión por tener que ganarse la
benevolencia de Dios y lo pone, a su vez, en condiciones de actuar de forma
auténticamente libre: sólo así es como una verdadera actuación moral hace
buenos a los hombres.
El trigo y la cizaña
(Mt 13,24-30)
La paciencia de Dios y el tiempo de la conversión
ORACIÓN
Texto
24
Les propuso otra parábola: "Se parece el reinado de Dios a un hombre
que sembró semilla buena en su finca; 25 mientras todos dormían, llegó su
enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. 26 Cuando brotaron los
tallos y se formó la espiga, apareció también la cizaña. 27 Los obreros fueron a
decirle al propietario: 'Señor, ¿no sembraste en tu finca semilla buena? ¿Cómo
resulta entonces que sale cizaña?' 28 El les declaró: 'Es obra de un enemigo'.
Los obreros le preguntaron: '¿Quieres que vayamos a escardarla?' 29 Respondió
él: 'No, por si acaso al escardar la cizaña arrancáis con ella el trigo. 30 Dejadlos
crecer juntos hasta la siega. Al tiempo de la siega diré a los segadores:
Entresacad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo,
almacenadlo en mi granero'".
Estructura del texto
24b
Se ha comparado el reino de los cielos
con un hombre que sembró buena semilla en su campo.
25
Mientras los hombres dormían, vino un ENEMIGO suyo,
sembró cizaña en medio del grano T T j i
•' ^ ^:•• ^• •': .'. y se marchó. •: ' '" ". :•.'•?::• :•:::':.•••^..::" :•;;:'.::
: :: : :;:
30
Comentario
A veces sentimos la tentación de preguntarnos: "¿No sería preferible que
Dios hiciese una buena limpieza, que mandase fuera a los que no son dignos
de su reino y tratase un poco mejor a quienes tratan de hacerlo realidad?".
Sentimos la necesidad de estar seguros de que la llegada del reino de Dios
crea una comunidad santa, no una comunidad pobre, tanto humana como
religiosamente.
EL RELATO
El relato nos habla de dos semillas contrapuestas: la del amo, que siembra
la buena semilla, y la del enemigo, que siembra cizaña por la noche, mientras
todos duermen.
EL MENSAJE DE JESÚS
La respuesta del amo nos ofrece una primera indicación: no hay que
intentar eliminar el mal de la tierra antes de que llegue el momento del juicio,
porque el hombre no está en condiciones de valorar hasta el fondo las
situaciones y el corazón de las personas y no sabe distinguir debidamente
dónde está el bien y dónde está el mal:
una criba radical podría arruinar a la vez el bien ya existente. Querer anticipar
dentro de la historia una separación entre el bien y el mal es arrogarse una
prerrogativa que es exclusiva de Dios.
Jesús no nos dice que no tengamos que reconocer la existencia del mal,
sino que hemos de preocuparnos de ejercer la paciencia activa, ofreciendo al
hombre posibilidades reales de cambiar de vida.
a) creer que la realidad puede cambiar poco a poco y dar a los demás
continuas ocasiones para que acepten cambiar en la libertad;
c) ser capaces de una paciencia activa, que intente cambiar la realidad y que
vaya acompañada de la capacidad de comprendernos a nosotros, a los
demás y la vida toda que nos rodea, ya que sólo comprendiendo las
situaciones lograremos encontrar los estímulos aptos para el cambio: la
confianza no tiene por qué separarse de la inteligencia y el conocimiento;
(1) tener la fuerza y 1;> v.ilentÍn df ic< oincii/;» siempre de nuevo,
incluso frente a la verificación del li.x.iso df nuestros ofrecimientos
anteriores;
El siervo despiadado
(Mt 18,21-35)
El don y el compromiso de la reconciliación
ORACIÓN
Comentario
LA IMAGEN
EL RELATO
Así pues, el alto funcionario actúa con su colega estrictamente según las
normas del derecho vigente, mostrando de ese modo el contraste entre su
actitud duramente legalista y la misericordia que él había experimentado.
EL MENSAJE DE JESÚS
Cuando Jesús cuenta esta parábola, tiene ante sí al mundo del judaismo
farisaico, donde predomina la lógica del derecho incluso en las relaciones con
Dios: la fidelidad a la Ley permite obtener la salvación, mientras que la no
fidelidad la excluye.
1. El perdón tiene que verse como reflejo del perdón recibido de Dios y como
condición de unas relaciones fraternas.
• el segundo es el de las personas con las que nos relacionamos por diversos
motivos: parientes, amigos, compañeros de trabajo..., a quienes
generalmente tenemos ya encuadradas en unos esquemas que nosotros
mismos nos hemos construido;
Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor:
Ésta es la puerta del Señor, los vencedores entrarán por ella.
El buen samaritano
Texto
29
Pero el otro, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: 'Y ¿quién es mi
prójimo?" 30 Jesús le contestó: "Un hombre bajaba deJerusalén a Jericó, y lo
asaltaron unos bandidos; lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon,
dejándolo medio muerto. 31 Coincidió que pasaba un sacerdote por aquel
camino; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. 32 Lo mismo hizo un clérigo que
llegó a aquel sitio: al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. 33 Pero un
samaritano, que iba de viaje, llegó adonde estaba el hombre y, al verlo, le dio
lástima; 34 se acercó a él y le vendó las heridas, echándole aceite y vino; luego
lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. 35 Al día
siguiente sacó cuarenta duros y, dándoselos al posadero, le dijo: 'Cuida de él,
y lo que gastes de más, te lo pagaré a la vuelta'. 36 ¿Qué te parece? ¿Cuál de
estos tres se hizo prójimo del que cayó en manos de los bandidos?".
37
El letrado contestó: "El que tuvo compasión de él". Jesús le dijo:
"Pues anda, haz tú lo mismo".
Estructura del texto
LA IMAGEN
EL RELATO
Para comprender la dinámica del relato es importante situarlo en la estructura
del diálogo entre Jesús y el doctor de la Ley. Se perci-
be- fácilmente un paralelismo entre la primera y la segunda parte del diálogo
(w. 25-28 y w. 26-37), donde descubrimos los mismos pasos:
25
Pregunta Se levantó un doc 29
Pero él, queriendo
tor de la Ley para justificarse, dijo a Je
ponerlo a prueba: sús: "¿Y quién es mi
"Maestro, ¿qué he de prójimo?
hacer para heredar la
Contrapregunta vida eterna? 30
26
Jesús replicó: "Un
Jesús le dijo: "¿Qué
hombre bajaba [...]
está escrito en la Ley?
36
¿Quién de estos tres
¿Qué lees en ella?"
te parece que fue pró
jimo del que cayó en
Respuesta manos de los bandi-
27
dos?"
El respondió: "Am37
El respondió: "El que
rás al Señor tu Dios
tuvo compasión de él".
con todo tu corazón,
con toda tu alma, con
todas tus fuerzas y
Imperativo con toda tu mente, y a
tu prójimo como a
Jesús le dijo: 'Ve y haz
mismo".
28
tú lo mismo".
YJesús: "Has
contestado bien: haz
esto y vivirás".
El paralelismo entre las dos partes del diálogo permite entrever, además,
una progresión significativa en la respuesta a las preguntas sobre el "qué hay
que hacer" que se observa entre la primera y la segunda parte, donde vemos
inserta la parábola de la que nos estamos ocupando. En efecto, al principio el
"hacer" se refiere a la observancia de lo que ya está escrito en la Ley del
Antiguo Testamento; luego, a través del ejemplo del samaritano, que tiene
todo el sabor y el movimiento de la vida, aparece el "hacer" específicamente
evangélico en toda su novedad.
De este modo, la acción del samaritano con el herido toma una dirección
contraria con respecto a lo que habían hecho los bandidos.
V\ dinero, que en l<i escena míii.il li.ibi.i sido rl motivo del asallo y la mina de
"aquel hombre", es .ilioi.i el medio por el que el samaritano se acerca al
necesitado para hacer posible su salud y su vida. Por tanto, en la obra del
saniai ilano la actitud interior, las acciones externas, los bienes..., todo va
dirigido a esa aproximación al "hombre" junto al
que pasa. EL MENSAJE DE JESÚS
• En primer lugar, hay que pensar en nuestra relación con Dios que guía
nuestras relaciones con el prójimo, cuestión que subyace a la pregunta
sobre "qué es lo que Dios puede querer de mí". Se nos invita a abandonar
una comprensión de las exigencias de Dios en términos de prestaciones que
tengamos que hacer para quedar justificados. Nuestra actuación no debe
pretender pagar una deuda contraída con Dios, pretensión, por otra parte,
irrealizable. Lo que Dios quiere de nosotros es que, ante todo, acojamos su
estilo, su acercamiento a los hombres sin condición alguna; el que percibe
esta benevolencia de Dios para con él encuentra recursos para vivir esa
misma benevolencia con los hermanos con quienes se encuentra en las
diversas situaciones de la vida. Sólo quien se siente objeto de la atención de
Dios sabe vivir la atención incondicional al prójimo. Esta atención, liberada
de la obsesión por lo "debido", no estará ya ligada a un criterio cuantitativo
-¿a qué y en qué medida
prestar atención?-, sino que surgirá de la benevolencia inagotable que
Dios ha puesto en nosotros.
• El que comprende todo esto ve cómo toda la vida se pone en movi miento.
Podemos identificar ahora en la caridad la síntesis verdadera de la Ley
-aunque, una vez más, lejos de toda visión moralista-, una caridad
perfectamente reflejada en la actuación del sama-ritano, que comprende la
atención expresada en el saber ver, la capacidad de participación interior
expresada en el profundo sentimiento de compasión, y la manifestación
exterior de este sentimiento que es la obra concreta de cuidar al prójimo,
que afecta también a los bienes materiales de que disponemos. Así pues, se
trata de una caridad que no es puro sentimiento ni pura obra material, sino
expresión de la implicación total de uno en su deseo de hacerse prójimo.
El rostro del Padre que Jesús experimenta y que nos manifiesta en sus
actitudes y gestos concretos de acogida y compasión para con todos los seres
humanos, se convierte en el rostro que el creyente está llamado a atestiguar
con su obra de aproximación al hombre: una aproximación que es la condición
indispensable para que el hombre siga viviendo. De este modo, la cuestión del
hacer y del prójimo encuentra su respuesta indicativa, no ya en términos de
una prescripción que la reduciría una vez más a pura teoría, sino como un
inmersión en la experiencia efectiva en la que cada uno está llamado a
implicarse, reconociendo en cada ocasión la llamada que procede de la
necesidad del hermano que hemos encontrado. La medida del "hacer" no
puede nunca determinarse a priori, de modo que sea posi
ble pensar en un motílenlo cu qiir .se haya iigol.ido, cu que la exigencia del
otro no nos ¡iilcí |»clc y;i; l.i verdad es que sigue siendo inagotable, ya que
tampoco se ;>gol;> nunca la llamada que nos dirige la presencia del otro. Sin
embargo, este carácter inagotable no tiene que verse como un peso imposible
de llevar, puesto que nunca se nos exige más de lo que podemos dar, a partir
de nuestros recursos: la única exigencia inagotable es la de sentir que en toda
situación humana de necesidad tenemos la capacidad y el gozo de poder
hacernos prójimos.
Te doy gracias de todo corazón, frente a los dioses tañeré para ti. Me
postraré hacia tu santuario para darte gracias:
por tu lealtad y fidelidad,
pues tu promesa supera a tu fama,
Cuando te invoqué, me escuchaste,
avivaste mis bríos.
Que te den gracias. Señor, los reyes de la tierra
al escuchar el oráculo de tu boca.
Cantad la conducta del Señor,
porque la gloria del Señor es grande;
el Señor es sublime, se fija en el humilde, y al soberbio lo trata a
distancia. Cuando camino entre peligros, tú me conservas la vida;
extiendes tu izquierda contra la furia del enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu lealtad es eterna, no abandones la obra de tus manos.