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HERÓDOTO VIII 50-55 “asedio de Atenas por los persas”

50. Pensando estas cosas, los generales del Peloponeso, llegó un hombre ateniense con el
mensaje de que había llegado el bárbaro al Ática y todo estaba en llamas. Pues a través de
Beocia se dirigió Jerjes junto a su ejército, había incendiado la ciudad de Tespias, que habían
abandonado hacia el Peloponeso, y del mismo modo la de Platea, había llegado a Atenas y
todo lo demás era destruido. Había incendiado Tespias y Platea enterados por los tebanos que
no estaban de parte de los medos.

51. Después del cruce del Helesponto, desde allí los bárbaros comenzaron a avanzar, habiendo
pasado allí un mes en el cruce hacia Europa, en otros tres meses llegaron al Ática siendo
arconte Caliades en Atenas. Y toman la desierta ciudad y encuentran a unos pocos de los
atenienses que estaban en el templo, tesoreros del templo y hombres pobres que habían
fortificado la acrópolis con tablas y maderos para rechazar a los que venían, no habían
marchado a Salamina no por su débil vida, sino porque ellos habían entendido el vaticinio
enseñado por la Pítia que decía: “La muralla de madera será inexpugnable”. Esto es que según
el oráculo el refugio sería ese y no las naves.

52. Los persas se colocaron en las alturas, justo en frente de la Acrópolis, a la que los
atenienses llaman Areópago. Llevaron el asedio de esta forma: cubrían las flechas con granos
de estopa y disparaban, disparaban con el arco hacia la barricada. Entonces los asediados
atenienses, a pesar de todo, se defendían, aunque habían llegado a una situación insoportable,
y la barrera no les había servido. Pero tampoco aceptaron las ofertas de capitulación de los
Pisistrátidas, sino que para rechazarlos idearon nuevas formas y cada vez que se acercaban los
bárbaros a las puertas lanzaban bloques de piedra, de modo que Jerjes estuvo manteniendo
largo tiempo, pues no era capaz de reducirlos.

53. Con el tiempo descubrieron los bárbaros una salida al problema: pues según el oráculo, era
necesario que toda el Ática en el interior llegase a estar bajo los persas. En efecto, frente a la
Acrópolis, detrás de las puertas y la subida, allí donde nadie vigilaba ni esperaba que ningún
hombre por ahí abajo subiese. Por aquí se hacía subir a alguien junto al templo de Cécrope,
hija de Aglauro, y en verdad, a pesar de lo escarpado que estaba el lugar. Cuando los
atenienses vieron que estos habían subido hasta la Acrópolis, unos se arrojan a sí mismos
muralla abajo y muriendo, otros huyeron hacia el templo. Los que habían subido de los persas,
los primeros se volvieron hacia las puertas, abrieron estas, y mataron a los suplicantes,
después que ellos los mataron a todos, saquearon el templo e incendiaron la Acrópolis.

54. Teniendo enteramente Atenas, Jerjes envió a Susa un mensajero a caballo para anunciar a
Artabano el éxito que tenían a disposición. Después de enviar al heraldo, al día siguiente
convocó a los refugiados de los atenienses, que lo seguían, les ordenó que subieran a la
Acrópolis, y a la manera de ellos ofreciesen sacrificios, ya porque lo hubiera visto en algún
sueño, ya porque sintió preocupación por haber mandado quemar el templo, pero la orden la
dio, los refugiados atenienses hicieron lo ordenado.

55. Voy a explicar, por lo que respecta a esto contado. Hay en la Acrópolis un templo dedicado
a Erecteo, que se dice nació de la tierra, en donde hay un olivo y una fuente de agua salada,
que como dicen entre los atenienses, Poseidón y Atenea dejaron como testimonio de su
disputa por esa tierra. De hecho este olivo, junto con el resto del templo fue cogido por el
incendio que provocaron los bárbaros, un día después del incendio, cuando los atenienses
subieron al templo por orden del rey a celebrar sacrificios, vieron un brote de un codo de
largo, del tronco se retiraron por miedo estos, ahora esto es lo que mostraron.

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