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Romano, E. (2009). “Violencia Familiar y Distorsiones en la Revista Generaciones. Año 5. Nº 5. 2016. pp. 43-57.

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La trampa de Venus
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(1995). Del incesto. Argentina: Nueva Visión. de género

Venus’ trap. Symbolic availability of the bodies


and gender biopolitics

PAULA FLEISNER*

G G
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FACULTAD DE P SICOLOGÍA • UBA

Resumen
Este trabajo propone pensar una cierta continuidad entre la disponibi- CUERPOS E
INTIMIDAD
lidad simbólica de los cuerpos femeninos en la “máquina mitológica”
greco-romana y su disponibilidad real como una constante en la his-
toria de Occidente. Por un lado, a través de un análisis de la figura de
Afrodita/Venus, se hace evidente que incluso la concepción del encuen-
tro sexual entre varones y mujeres está sometida a la lógica de la violen-
cia. Por el otro, considerada desde una perspectiva materialista de “gé-
nero”, la biopolítica (aquella forma de ejercicio del poder cuyo objetivo
es el cuerpo biológico de los individuos) se muestra como el modo de
consideración y administración de los cuerpos femeninos desde la anti-
güedad. Por ello, para pensar la “vida desnuda” no es necesario apelar
a ninguna figura olvidada del derecho romano, basta con considerar la
disponibilidad actual de los cuerpos de las mujeres en las sociedades
contemporáneas, cuerpos sobre los que se ejerce desde el poder y en su
nombre todo tipo de violencias (material, sexual o simbólica).

Palabras clave: mitopolítica - biopolítica - violencia - disponibilidad

*Profesora y Doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Investigadora adjun-


ta de CONICET. Docente de la materia Estética en la carrera de Filosofía de la Universidad
de Buenos Aires. pfleisner@gmail.com
Abstract
I. Mitopolítica de los cuerpos de mujer
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA
This paper aims to think a certain continuity between the symbolic
availability of female bodies in the Greco-Roman “mythological
He liked to feel my fingers in his hair.
machine” and their real availability as a constant in Western History.
So he pulled them off me, wove a wreath of them,
On the one hand, through an analysis of Aphrodite/Venus, it becomes
and wears it at parades and contests,
clear that even the idea of sexual encounter between men and women
my dying fingers with their kitchen smell
is subjected to the logic of violence. On the other hand, viewed from
interlocked around his sunny curls.
a materialistic perspective of “gender”, biopolitics is the very mode
Sometimes he rests in me a while.
of consideration and management of female bodies since antiquity.
Aside from that, he seems to have lost interest
Therefore, in order to think the “bare life” is not necessary to appeal to
It wasn’t to preserve my Virtue’ that I ran!
any forgotten Roman law figure, but just to consider the availability of
What’s a nymph like me to do with something that belongs to men?
women bodies in contemporary societies, bodies on which all kinds of
It’s just I wasn’t in the mood. And he didn’t care. It scared me.
violence is exerted (material, sexual or symbolic).

G Key words: Mythopolitics - Biopolitics - Violence - Availability


“The Crown of Laurel” (1982), Ursula K. Le Guin G
(Five Vegetable Poems)
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A lo largo de la historia, los barones de la mitología, es decir, los
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especialistas en la así llamada “ciencia del mito” no han logrado acor-


dar acerca de la naturaleza misma del “mito” y de su relación con la CUERPOS E
INTIMIDAD
“mitología”: ¿se trata de representaciones simbólicas constantes?, ¿son
juegos lingüísticos que consisten en reunir en torno a sí todo lo que
resulta enigmático para cada cultura?, ¿son arquetipos del inconsciente
colectivo?, ¿son testimonios directos y auténticos de creencias religio-
sas paganas?
Mircea Eliade (1972) sostiene que el mito proporciona una valo-
ración metafísica de la existencia humana y que es un precedente y
un ejemplo objetivamente verdadero de lo real. El mito, así, es una
sustancia que se manifiesta en la mitología y que “salva” lo real. Karl
Kerényi, por el contrario, afirma que el término “mito” es polivalente,
está gastado y es confuso y que la mitología debe ser considerada, como
lo hiciera Platón, como un arte consustancial a la poesía: ella trabaja
con materiales provenientes de narraciones anteriores que son a la vez
conservados y modificados en relatos sucesivos (Kerényi, 2019, p. 17).
La mitología ofrecería, para este autor, un retorno a los orígenes, ya que
está concernida con los tiempos primordiales a los que remonta; ella
explicaría todo lo que es en el mundo en términos de fundamento. En
Mito, Furio Jesi reconstruye críticamente la historia de la discusión en
torno a la “ciencia del mito” y señala que el mito es “un objeto fantas-
ma” que “reenvía la cognoscibilidad de su esencia a una hipóstasis pre-
cedente e inaccesible hoy perdida” (Jesi, 1989, p. 40). Así, el mito será
para el estudioso italiano precisamente “eso que no está” (“ciò che non
c’è”) y que hace girar en torno a sí una máquina mitológica que produce Ser mujer en los mitos no es cosa fácil
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA “materiales mitológicos”.
Es este modelo bipolar que propone Jesi el que nos interesa para Repasemos algunas narraciones sobre raptos y violaciones:
pensar la mitopolítica de la que hablaremos a continuación: en la má-
Metis, primera esposa de Zeus e hija del Océano. Adoptó diferen-
quina mitológica se produce una confrontación entre dos extremos, el
tes formas para escapar del asedio del dios, pero fracasó: concibió una
mito –como centro vacío, inalcanzable y fascinante– y la historia, con-
hija. Pero como Gea había predicho que una hija de Metis concebiría
frontación a partir de la cual surgen los materiales mitológicos, los re-
un hijo que destronaría a Zeus, el dios decide tragársela. De su cráneo
latos –únicos objetivamente verificables en la historia (cfr. Jesi, 2001,
sale Atenea. Europa, hija de Agenor y Telefasa. Zeus la ve jugando en las
p. 175). A partir de este modelo gnoseológico, que busca pensar cómo
playas con sus compañeras y decide acercarse en forma de toro, la rapta
funcionan los mitos y no determinar la existencia o inexistencia de su
y la lleva a Creta donde la viola. Tuvo tres hijos del dios, quien le hace
enigmático contenido1, es que Jesi piensa el mito como el lugar para ob-
unos regalos. Leda, hija de Eurítemis y Testio, rey de Etolia. Intentando
servar el accionar colectivo de una cultura o como estrategia narrativa
rehuir del amor del Padre de los Dioses, adopta la forma de una oca, pero
que proporciona un marco racional para el pasado y prescribe normas
Zeus se transforma en cisne y la somete a sus abrazos. Pone un huevo,
G al futuro (Bidusa en Jesi, 2007, p. VIII). De este modo, lejos de ser una
de allí nace Helena. Dánae, hija de Eurídice y Acrisio, rey de Argos. Su G
cuestión de especialistas en sus gabinetes, podemos decir que el proble-
46 ma de la comprensión de los mitos ha desarrollado implicancias políti-
padre la encierra en una cámara subterránea de bronce para evitar que 47
procree al hijo que el oráculo predijo lo asesinaría. Zeus la embaraza en
cas muy variadas del mismo modo que la praxis política ha tenido a lo
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forma de lluvia de oro que cae por una grieta del techo. Acrisio, al ente-
largo de la historia “implicaciones mitológicas” considerables.
rarse del embarazo, encierra a Dánae y Perseo, su hijo, en un cofre que
Quisiera aquí proponer una lectura del funcionamiento de la má- CUERPOS E
arroja al mar. Antíope, hija del dios-río Asopo. Zeus la viola adoptando INTIMIDAD
quina mitológica greco-romana y su influencia en otros ámbitos cultu-
la forma de un sátiro. Ella huye por temor a su padre, embarazada. Su
rales y temporales en lo que respecta a la absoluta disponibilidad de los
padre, suicida, exige a su hermano Lico venganza. Lico encuentra a su
cuerpos femeninos y la violencia que ésta conlleva. Ciertamente, resulta
sobrina, la encadena y maltrata. Ella escapa, pero es condenada luego
muy curioso que independientemente de cómo consideren los mitos,
por Dioniso a la errancia por la muerte de la esposa de Lico, Dirce, a
los representantes más eminentes de los estudios mitológicos –que
manos de los hijos que tuviera con Zeus, Anfión y Zeto. Creusa, hija de
hemos llamado barones y que, no casualmente, son varones– o bien
Praxítea y Erecteo. Fue violada por Apolo en una gruta de la Acrópolis
padecen de una importante ceguera de género que los lleva a usar eufe-
de Atenas. Producto de la violación nace Ión, a quien abandona en una
mismos a la hora de referir las escenas de raptos y de violaciones de mu-
cesta en el lugar donde Apolo la violentara. Alcmena, esposa de Anfitrión
jeres y a no considerar críticamente el sexismo y la misoginia explícita
y madre de Heracles. Zeus adopta la figura de Anfitrión y comparte con
en los materiales mitológicos clásicos,2 o bien directamente comparten
ella una noche de bodas que dura tres días y de la que surge Heracles,
el sistema de creencias que llamamos patriarcado y que consiste en la
junto a un gemelo hijo del marido mortal. Anfitrión decide quemarla en
consideración de la inferioridad natural de las mujeres.3
una hoguera pero Zeus la salva mandando fuertes lluvias. Calisto, ninfa
de los bosques que rehúye de los hombres. Zeus la somete adoptando la

1. Modelo que el propio Jesi asume como “ideológico”, como un modelo provisorio entre
otros, suspendiendo de este modo toda posible fundamentación metafísica o definitiva.
Cfr. Jesi, 1989, p. 109.
Erinias mismas son femeninas como la mayoría de las divinidades de la esfera terrenal. ¡Qué
2. Basta una rápida lectura del Diccionario de Mitología de Pierre Grimal, obra funda- femenina es la pregunta con la cual quieren comprobar la culpa! «¿Mataste a tu madre?» El
mental, para reconocer todo tipo de eufemismos que tienden a naturalizar la violencia sí o el no ha de decidir. El sentido de la realidad de la mujer nunca se manifestó más verda-
contra las mujeres, las narraciones que siguen son tomadas en su mayoría de allí. Por lo dero y terrible. De esta manera comprendemos mejor la estrechez, la severidad y, al mismo
demás, recordemos, como lo hace Agamben en Quel che resta di Auschwitz, que el verbo tiempo, la bondad del antiguo imperio divino. La preponderancia de lo femenino es uno de los
euphêmein significa “observar en silencio religioso” (Agamben, 1998, p. 30). rasgos eminentes de su carácter, mientras que el modo de pensar masculino triunfa en la
3. Ejemplo de esta segunda posibilidad podría ser el pasaje en el que Walter Otto, en divinidad olímpica” (Otto, 2003, p. 19). Lo femenino: las vengativas Erinias (contrapuestas
su canónico Los dioses de Grecia, interpreta en la Orestíada el lugar de cambio desde a la masculina Atenea que salva a Orestes imponiendo la justicia por sobre la venganza),
las divinidades telúricas femeninas hacia la “lucidez” olímpica posterior y señala: “Las estrechas de mente y muy severas, aunque con cierto tipo de bondad....
figura de Ártemis. Es transformada en osa y atravesada por un flecha- Hera o Medea, por ejemplo). El androcentrismo triunfó luego de un pro-
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA zo de Ártemis. Zeus la transforma en una constelación, la Osa Mayor. ceso histórico ya que antes de Homero las antiguas deidades griegas –
Dríope, hija del rey Dríope. Apolo se le acerca en forma de tortuga y la entre las que proliferaban las diosas– estaban vinculadas a la tierra, la
viola adoptando la forma de una serpiente. Espantada, no cuenta nada procreación y la fertilidad; y recién con la generación olímpica los dioses
de lo sucedido. Concibe a Anfiso. Teófane, hija del rey Bisaltes. Poseidón varones dominan un mundo centralizado por la actividad bélica.
se enamora de ella, la rapta, la lleva a la isla de Crumisa donde la convier- Así, desde un punto de vista literal, la mujer jovencita (ya sea en
te en oveja. Metamorfoseado en carnero, Poseidón la posee. Dafne, más forma de ninfa o en forma de “doncella divina” o Core), que pareciera
afortunada, casi violada por Apolo, logra huir de él y ruega a su padre que reemplazar el protagonismo de las diosas madres de épocas pasadas, es
la transforme para eludir el asedio divino. Fue convertida en un laurel, la un cuerpo disponible (Cloris o Perséfone) para el usufructo de varones
planta favorita del dios, que usa sus coronas para celebrar sus triunfos. (Céfiro o Hades) que justifican la violencia como un acto de amor y pre-
La lista de mujeres, diosas o mortales, raptadas, violadas y violenta- mian la docilidad con regalos (transformación de la ninfa en una diosa
das en estos relatos mitológicos podría seguir extendiéndose largamen- o permiso de volver a la tierra durante cierto tiempo). Por ello, cuando
te. En esta lista, como siempre, cada mujer puede –todavía hoy, pues, leemos los agudos análisis de Kerényi sobre las doncellas divinas, quien
G como veremos, la disponibilidad simbólica sentenciada en la antigüe- cita la sentencia de Otto según la cual “la causa del poder de todas es- G
dad parece ser el modelo de la disponibilidad real en la actualidad– ser tas figuras [de los dioses] radica en su veracidad”, no podemos dejar
48 todas. La mujer nunca es arquetipo, es siempre cualquier mujer (una de preguntarnos por las implicancias políticas de toda la simbología en 49
cualquiera), una sola que vale de ejemplo por y para todas.4 Los even- torno a las diosas virginales como expresión mitológica de la “natura-
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tos se repiten como en un loop siniestro y aceptado: mujer bella, varón leza inviolada”, como destino femenino de la gemación (reproducción
incontenido, rapto, violencia sexual, procreación, premio si es que final- asexuada). En esta lectura, con Perséfone se unirían en una misma idea CUERPOS E
INTIMIDAD
mente aceptó su destino de receptáculo de héroes, castigo o infertilidad el matrimonio y la muerte:
si osó, por el contrario, como Calipso o Circe, desear su placer femenino.
Como aquel ser que se mantiene en el apogeo de su vida despreo-
Los recientes estudios clásicos realizados desde una perspectiva de
cupada y que, llegado a este punto, deberá padecer su destino –así
género dan cuenta de la violencia perpetrada en nombre de unos valo-
se muestra ahora Perséfone delante de nosotros– un destino que
res universales que la literatura grecorromana transmitiría hasta hoy.
en su realización le significará la muerte y, en la muerte, el domi-
Violencia física, violencia sexual, violencia simbólica: el dolor, el miedo,
nio (Kerényi, 2012, p. 136).
el sufrimiento y la falta de consentimiento de las diosas, divinidades me-
nores o mujeres mortales obligadas a yacer con los dioses varones, no La máquina mitológica, en perfecto funcionamiento en este discur-
revisten ninguna importancia frente al “honor” de gestar héroes. Así, so, sigue reproduciendo modos inteligentes y eruditos de justificar las
señala Molas Font, “[l]os mitos griegos sobre el origen de los héroes estructuras de dominación y de entrenarnos para la resignación en re-
transmiten el discurso masculino de que el cuerpo femenino es un cuer- lación con nuestro lugar, siempre destinal, de cuerpos disponibles para
po agredible y colonizable, y su producto, los hijos y las hijas, un bien la enunciación simbólica o real de las leyes que rigen el mundo de los
enajenable, pues la madre es un medio para un fin paterno” (Molas Font, varones.
2006, p. 56).5 Una relación entre la sexualidad viril violenta y el ejercicio No obstante, no estoy proponiendo la posibilidad de una “supera-
del poder se hace evidente en el patriarcado que sostiene la mitología ción” del pensamiento mítico con la interioridad de la religión cristiana
olímpica: se naturaliza la decisión cultural de someter a las mujeres, (a la manera de Hegel), ni con un pensamiento racional que demuestre
representadas inicialmente como peligrosas e incontrolables (Sirenas, su “falsedad”. Contrariamente, creo que es en la mitología donde debe-
mos dar batalla: construir una nueva mitología, hecha de otros relatos
o de estos mismos tergiversados, como en el poema de Ursula K. Le
4. Acerca de la idea de cualquieridad cfr. Agamben, 2001, 9-10. Guin que citaba al comienzo: una perspectiva nueva para un relato viejo
5. Molas Font señala además que este modelo impregna también la legislación patriarcal (Dafne-Apolo) que forme y transforme nuestras primeras maneras de
de la época. También refiere la violencia en contextos bélicos donde las mujeres, como entender el mundo y que no anule, como la filosofía, la posibilidad de
en la Ilíada, sufren agresiones sexuales de ambos bandos. Mito y política de los cuerpos
las “versiones”.
parecieran ir siempre de la mano en la Grecia antigua.
II. Venus, la violencia del amor las figuras elegidas por Freud, es sentenciada en el nacimiento mismo de
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA la diosa que preside el encuentro amatorio entre los cuerpos.
El deseo sexual del varón que ejerce la violencia sobre el cuerpo fe- Si bien hay otras versiones de su nacimiento, esta de Hesíodo es la
menino queda, muchas veces, enmascarado en la tiranía de la diosa que que me interesa discutir por su pregnancia posterior. Inicialmente en el
causa realmente las pasiones amorosas: tenía que ser una mujer, bella arte del Renacimiento, que, como señala Aby Warburg, es el reservorio de
y mentirosa, la culpable de los arrebatos masculinos. Detengámonos un fórmulas patéticas (Pathosformeln) que sobreviven desde la antigüedad,
momento en el brusco relato de su nacimiento que nos ofrece Hesíodo: garantizando una cierta continuidad emotiva anacrónica (cfr. Warburg,
es la “monstruosa Gea” la que origina todo el episodio con una “cruel 2014, p. 217): una joven, bella y desnuda, nacida sólo del esperma de un
artimaña” instando a sus hijos no nacidos a vengarse del padre que les miembro extirpado con una hoz, es la figura del amor que, a partir del
impide nacer. Cronos será el encargado, entonces, de perpetrar el plan: siglo II a C., será progresivamente asimilada a la diosa latina Venus.

Vino el poderoso Urano conduciendo la noche, se echó sobre la


“El nacimiento de Venus”: supervivencia de la violencia mítica
tierra ansioso de amor y se extendió por todas partes. El hijo, sa-
liendo de su escondite, logró alcanzarle con la mano izquierda,
G empuñó con la derecha la prodigiosa hoz, enorme y de afilados
Indiferente, con la mirada perdida hacia adelante, Venus llega a la G
costa en su concha empujada por Céfiro y Aura (el viento y la brisa) don-
50 dientes, y apresuradamente segó los genitales de su padre y luego
de la espera Flora, urgida al parecer por tapar su desnudez con un manto 51
los arrojó a la ventura por detrás. No en vano escaparon aquellos
florido. “El nacimiento de Venus”, se ha dicho, “no es un título adecua-
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de su mano. Pues cuantas gotas de sangre salpicaron, todas las


do” para el cuadro de Botticelli, pues nada parecido al terrible aconte-
recogió Gea. Y al completarse un año, dio a luz a las poderosas
cimiento de la mutilación de Urano aparece allí (Kerényi, 2012, p. 129). CUERPOS E
Erinias [...] y a las Ninfas que llaman Melias sobre la tierra ili- INTIMIDAD
Deudor de la descripción hesiódica y del himno homérico, pero también
mitada. En cuanto a los genitales, desde el preciso momento en
de la poesía romana (Ovidio y Virgilio) y sobre todo de la Giostra de
que los cercenó con el acero y los arrojó lejos del continente en el
Poliziano (Warburg, 2014, pp. 31-62), Botticelli nos ofrece una “cercanía
tempestuoso ponto fueron llevados por el piélago [...] A su alrede-
única con el origen” mítico, dado que su representación de esta Afrodita
dor surgía del miembro inmortal una blanca espuma y en medio
Anadiomena, doncella original, “contiene, cuanto menos, tanta mitolo-
de ella nació una doncella [...] Salió del mar la augusta y bella
gía viva como el himno homérico” (Kerényi, 2012, p. 129).
diosa [...] Afrodita la llaman los dioses y hombres [...] estas atri-
Sin embargo, no importa el esfuerzo que hagan los estudiosos de
buciones posee desde el comienzo [...]: las intimidades con donce-
los mitos como Kerényi para transformarlo en una epifanía mítica, ni el
llas, las sonrisas, los engaños, el dulce placer, el amor, la dulzura
que hagan los historiadores del arte como disciplina humanista como
(Teodisea 175-205).
Clark para tapar la materia de este cuadro con lecciones sobre desnudos
Escoltada por el amor (Eros) y el deseo (Hímeros), Afrodita se dirige ideales vestidos con referencias literarias, escultóricas o con conceptos
a la playa y el campo se cubre de flores a su paso. Nacida de un varón, filosóficos: todo en él es esquivo y opaco a pesar del (¿o gracias al?)
como Atenea, pero no de su cabeza sino de su simiente derramada con desnudo casi de tamaño natural de su figura central, todo en él parece
sufrimiento, ella encierra a la vez que disimula su carácter dúplice: en las atravesado por esa duplicidad, a la vez violenta y bella, que la propia
relaciones entre los cuerpos el placer de unos puede ser el dolor de otros. figura de la diosa trae consigo. Acaso el genio de Botticelli consiste pre-
De la castración de un hijo a un padre, pergeñada por una madre cisamente en no haber obturado aunque sí disimulado el elemento pa-
monstruosa, nace la doncella que regirá la dulzura y las sonrisas, procu- tético y horroroso que acompaña el nacimiento de Venus.6
rará placer en los juegos del sexo y será quien ampare “el feliz apasionar-
se de dos seres”. La extrema polaridad que, como nos advirtió Nietzsche
(1994), atraviesa la cultura griega, se evidencia aquí en una figura feme- 6. También en “La primavera” podría analizarse la presentación de tiempos heterogé-
nina que dominará las relaciones amorosas entre los dioses y entre los neos en las figuras de Cloris y Flora que son la misma mujer antes y después del rapto
humanos: crueldad y belleza, violencia y simpatía, signarán, irresueltos, y la violación de Céfiro. Botticelli elije aquí presentar este doble aspecto: por un lado, la
escena misma del rapto en su concreción inmediata, y por el otro, el resultado “sublima-
los intercambios sexuales. La unión de Eros y Tánatos, para decirlo con
do” en la transformación de la ninfa en una diosa.
En Venus rajada, Georges Didi-Huberman ha sabido continuar de los cabellos y las vestimentas. La Venus radiante, feliz y sensual de
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA las intuiciones warburguianas acerca de la supervivencia, en el arte del Poliziano es en Botticelli una mujer desafectada, pétrea y fría acompa-
Renacimiento, de estados de ánimo antiguos transformados en imáge- ñada por movimientos secundarios de ropas y cabelleras que recuerdan
nes que son las huellas de las profundas conmociones de la existencia a la vez que disimulan, el trasfondo cósmico horroroso del cual provie-
humana. Y lo hace presentando una lectura a contrapelo en la que la ne. Así, la de Botticelli es una lógica del disimulo en la que se conser-
pregunta por aquel doble aspecto de la diosa se transforma en la pre- va el pudor y se oculta el horror del relato originario que conocía bien
gunta por la supervivencia de esa duplicidad en los desnudos femeni- (Didi-Huberman, 2015, p. 49).
nos en el arte a través de la historia. Tal vez no sólo para conciliar las Aunque Didi-Huberman restituye el nacimiento de Venus a su ca-
genealogías distintas propuestas por Hesíodo y Homero, sino por haber rácter de “catástrofe productora de belleza” (Didi-Huberman, 2015, p.
comprendido bien la duplicidad intolerable de la figura de una diosa 60) y con ello no esquiva el problema de la “inquietud mortal que con-
que es a la vez pudor y horror, Platón propuso por boca de Pausanias en lleva toda desnudez de la carne” (Didi-Huberman, 2015, p. 78), pare-
el Banquete la existencia de dos Afroditas: la Afrodita Pandemo, nacida ciera incurrir en una doble “idealización” del problema de la violencia
de varón y mujer, vulgar, que rige los amores ordinarios y la Afrodita de género: por un lado, atribuye parte del conflicto de la desnudez de
G Urania, celeste, que procede sólo de un varón y se dirige sólo a lo mas- Venus a la relación difícil del temprano Renacimiento con la herencia G
culino (Bte, 180 b-c). Esta es la distinción, afirma Didi-Huberman, que de la moral cristiana, especialmente en la figura de Savonarola con sus
52 han continuado los historiadores del arte empeñados en idealizar el instigaciones a abandonar el apego a la carne y a rehuir de las muje- 53
desnudo femenino y despojarlo de toda vulgaridad para constituir un res, cuando, como hemos visto, la violencia contra la mujer no es una
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universo enteramente estético a partir de la separación entre forma y prerrogativa exclusiva del cristianismo –incluso aunque estemos muy
deseo, concepto y fenómeno, símbolo e imagen o dibujo y carne. Una dispuestos a aceptar que ha adoptado en él modalidades novedosas– y CUERPOS E
INTIMIDAD
peligrosidad se ciñe sobre los cuerpos de mujeres desnudas represen- cuando el carácter mismo de la diosa parece predisponer a la acepta-
tados en el arte, por ello, para tapar el interés sensual y la violencia que ción de una disponibilidad para el amor y para el dolor de cuerpo fe-
lo acompaña, y salvaguardar el buen nombre de los hombres (varones, menino. Por otro lado, discutiendo la crueldad de la desnudez en una
permítaseme enfatizar) de gusto, será necesario separar el desnudo serie de paneles conocidos como la Historia de Nastagio degli Onesti a
–nude: forma ideal artística– de la desnudez –nakedness: cosa que des- la que presenta como una Venus perpetuamente asesinada, contracara
pierta deseo sexual (Didi-Huberman, 2005, pp. 23-27). Sólo mediante perversa de la Venus “eternamente naciente” (Didi-Huberman, 2005,
esta operación, Botticelli puede aparecer como el “poeta de la Venus p. 79),8 nuestro autor interpreta la violencia allí explícita como una
celestial”, desexualizando completamente su figura a través de un com-
plejo procedimiento iconológico que permite su aislamiento.7
No obstante, continúa el pensador francés, Warburg había asumido 8. La historia representa pictóricamente la novela octava de la quinta jornada del Deca-
el problema del tacto enmascarado, el problema de la conmoción (ser merón de Boccaccio, donde se narra el encuentro “onírico” de un joven dolido por la falta
de correspondencia amorosa de una bella doncella “cruel, dura y áspera” y una escena
tocado por) frente a la obra y por ello se planteó una cuestión de orden
cruel e inicialmente incomprensible que le permite, no obstante, resolver su situación
táctil y no visual: el problema de la empatía (Einfühlung), como fuer- amorosa por medio de una estratagema. El joven rechazado decide irse a vivir a unos
za originaria del estilo. De esta manera, hay en la Venus de Botticelli bosques cercanos de la ciudad de Ravena donde un buen día cree oír un desgarrador
una tensión entre la calmada indiferencia de la belleza y una represen- llanto seguido de la visión de “una muy hermosa doncella toda desnuda, descabellada
y rasguñada [...] llorando y pidiendo a gritos merced”. Tras ella corren dos grandes pe-
tación del pathos (esa emoción intensa y violenta que la hizo nacer)
rros que la alcanzan y la muerden y, finalmente, aparece un caballero con un estoque
que se desplaza hacia elementos secundarios: el movimiento externo en la mano y “con rostro muy atormentado” que la amenaza de muerte. “Esta visión
a un tiempo maravilla y espanto” produjo en el joven que igualmente intenta ayudar a
la mujer. Pero el caballero le explica que esta mala mujer merece lo que está a punto
de sucederle, pues él siendo joven se suicidó por culpa de su amor no correspondido y
7. Didi-Huberman explica la “reacción” de la historia del arte idealista frente al tabú ahora está condenado a la pena eterna de perseguirla como enemiga y ella a la de huir:
del tacto que la Venus invita a desobedecer, con el mecanismo de defensa psíquico que “Cuantas veces la alcance conviene que la mate” y, abriéndole las espaldas, le saque
Freud llama “aislamiento” (Isolierung) y que consistiría en este caso en una separación el corazón y se lo dé para comer a los perros. Dado que la escena se repite cada día a
de uno de los elementos, la desnudez carnal, de su relación con el otro (Didi-Huberman, la misma hora, nuestro joven decide hacer un banquete bajo los árboles donde viera la
2005, p. 32). escena e invitar, entre otros, a la joven indiferente con el propósito de que sea testigo de
crueldad concernida por procesos exclusivamente psíquicos, en los que que son las encargadas de perpetuar (perpetrar) la especie, las mujeres
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA operan sólo formas del deseo y no la representación de una violencia fueron desde siempre propiedades administradas en tanto que cuerpos
real de explotación social y sexual (Didi-Huberman, 2015, nota 139, p. vivientes. Pues, como bien señalan Adorno y Horkheimer en el fragmen-
162). Si bien es claro que no debe confundirse la desnudez representada to “Hombre y animal”, la mujer nunca fue sujeto: “la división del trabajo,
por Botticelli con una violencia real en la que el pintor “justificaría” la lograda e impuesta por el hombre [...] la ha convertido en encarnación
represión de las mujeres, sí creo que es necesario considerar como real de la función biológica, en imagen de la naturaleza, en cuya opresión
la relación entre el nivel figural (que bien podría ser una denuncia de puso esta civilización su título de gloria” (Adorno-Horkheimer, 1998, p.
Botticelli) y el social, relación que no haga de la obra exclusivamente 293). La mujer es indiscernible de su vida fisiológica (Agamben, 2012, p.
un documento histórico de una realidad pasada, sino que la vuelve un 31) y esto hace que desde siempre esté atrapada en la doble lógica del po-
reservorio de la supervivencia de una Stimmung violenta que el andro- der soberano y del poder biopolítico: un pequeño tirano (el padre, el ma-
centrismo ha impuesto en Occidente. Incluso aunque no acordemos rido) domina desde siempre su destino oikonómico, pero ese dominio
con aquella explicación de Eliade que hacía del mito un “modelo de lo se ejerce sobre su cuerpo biológico, ya que no es ciudadana hasta bien
real”, o con aquella de Kerényi que habla de un “acercamiento al origen” avanzada la historia, y sujeto, aparentemente, no ha llegado a ser nunca.
G en los cuadros de Botticelli, siempre habrán de considerarse los efectos Acaso podría decirse que, en lo que respecta a la vida de las muje- G
de poder materiales, políticos y concretos de tales consideraciones. res, la hipótesis agambeniana de que el poder soberano desde siempre
54 se ocupa de la vida biológica parece plausible: es más, podría sostenerse 55
III. Biopolítica de género que el “punto oculto” en el que confluyen el modelo jurídico institucio-
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nal y el modelo biopolítico, la “vida desnuda” a quien cualquiera puede


La biopolítica, tal como la conceptualiza Michel Foucault, es un dar muerte sin cometer asesinato (Agamben, 1995), es precisamente el CUERPOS E
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modo de ejercicio del poder cuyo objetivo es el cuerpo viviente de la cuerpo femenino disponible, violentable y aniquilable. No es necesario
especie humana. Históricamente situada a partir del siglo XIX, surge irnos a una olvidada figura del derecho romano arcaico (el homo sacer)
de una mutación de la teoría clásica de la soberanía que produce una para reconocer esa vida despojada de sus formas y expuesta a la muerte
estatización de lo biológico: si el poder soberano consistía en un “dere- que constituye, según Agamben, el elemento político originario: la vida
cho de la espada” que implicaba un hacer morir y dejar vivir, el nuevo desnuda han sido desde siempre las mujeres.
derecho que acompaña el dispositivo biopolítico es el de hacer vivir y Por esto, con ocasión del #niunamenos o frente a los casos de vio-
dejar morir (Foucault, 2000, p. 218). Sin embargo, la mutación aquí laciones y asesinatos de mujeres que cotidianamente se nos ofrecen
descripta parece válida para los ciudadanos varones de los estados na- desde los medios masivos de comunicación no deberíamos caer en la
ción europeos, no para las mujeres cuyo cuerpo parece haber sido desde tentación de la solución fácil del “odio a las mujeres”, un odio que corre
siempre un asunto de decisiones públicas y políticas: en la medida en el riesgo de ser interpretado en términos de relaciones interpersonales,
éticas y/o patológicas. Hay una dimensión pública y política en las vio-
laciones y los asesinatos de mujeres jóvenes que no debería soslayarse
ella. Gracias a ello, “tan grande miedo le sobrevino que, para que esto no le aconteciese, detrás de historias “personales”: una violencia impersonal, expresiva y
[...] habiendo mutado su odio en amor”, la doncella indiferente hizo saber a nuestro joven no instrumental recorre nuestras sociedades occidentales (y occidenta-
que “estaba dispuesta a hacer todo lo que él quisiera”. Incluso todas las mujeres de la lizadas) que conciben los cuerpos femeninos como elementos utiliza-
ciudad de Ravena se volvieron gracias a esta visión “más dóciles en complacer a los
bles para la satisfacción de diversas necesidades de los varones, y sus
hombres” (Boccaccio, 1992, pp. 306-310). No es este el lugar para ofrecer un análisis del
relato, pero dejo señalado que también aquí “sobrevive” el pathos violento que, lejos de cadáveres son sólo el deshecho de un proceso de consumo y comunica-
exteriorizar un odio individual a una mujer, da cuenta de la imposibilidad para una mujer ción para la virilidad en constante legitimización.
de rechazar la disponibilidad de su cuerpo. Se trate de una perplejidad del poeta o de una En su libro sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Rita
celebración de un estado de cosas, igualmente habremos de reflexionar sobre esta orga-
nización de lo viviente en torno a la construcción violenta de lo viril: el bosque, los canes,
Segato señala las diferencias entre la violencia instrumental, que busca
la mujer joven desnuda y violentada, el caballo: todos elementos naturales disponibles un determinado fin, y la violencia expresiva, que “produce reglas im-
para redimir la mancillada voluntad del suicida. El varón no es varón si no doblega a la plícitas a través de las cuales circulan consignas de poder” efectivas
naturaleza para serlo. La mujer se vuelve mujer siempre que esté disponible para ese
(Segato, 2013, p. 8). Se trata de una violencia política, sostenida en las
ritual de pasaje del varón.
prácticas y códigos compartidos por una sociedad que sólo pueden com- Boccaccio, G. (1992). “Quinta jornada. Novela octava” en Decamerón
SUBJETIVIDAD, IDENTIDADES DE GÉNERO Y CULTURA prenderse si se los devuelve al contexto de producción capitalista actual (trad. M. Olivar). Barcelona: Planeta. pp. 306-310.
en el que por un lado se desafía la autoridad del Estado pero por otro Didi-Huberman, G. (2005). Venus rajada (trad. J. Salavert). Buenos
lado se cuenta con la complicidad de las agencias estatales (judiciales Aires: Losada.
o policiales) para el encubrimiento de los crímenes. Un exhibicionismo Eliade, M. (1972). Trattato di storia delle religioni. Torino: Bollati
del poder espectacular que –lejos de los crímenes pasionales, la violen- Boringhieri.
cia doméstica o el abuso sexual por parte de “individuos desviados” o Foucault, M. (2000). Defender la sociedad (trad, H. Pons). Buenos
anormales– da cuenta de una normalidad simbólica y real en la que el Aires: Fondo de Cultura Económica.
cuerpo de la mujer es un medio de transmisión de un mensaje. “El cuer- Grimal, P. (1995). Diccionario de mitología griega y romana (trad. F.
po de la mujer es un resto de un festín donde el poder se constituye y se Payarols). Barcelona: Paidós.
consolida mediante esa rapiña compartida” (Segato, 2016). Hesíodo (1995). “Teogonía” en Teogonía/Trabajos y días/Escudo
La violencia machista, en la forma extrema del femicidio o en la (trad. A. Pérez Jiménez). Barcelona: Planeta-DeAgostini.
forma de la violación, comparte con la sociedad en la que se produce Jesi, F. (2001) “Gastronomia mitologica. Come adoperare in cucina l’a-
G un imaginario de género, imaginario conectado con la mitología ances- nimale di un Bestiario” en Materiali mitologici. Mito e antropolo- G
tral que, especialmente en los medios intelectuales y cultos, goza con gia nella cultura mitteleuropea. Torino: Einaudi. pp. 174-182.
56 un alto grado de aceptación acrítica, en cuanto relatos que conforman Jesi, F. (1989). Mito. Milano: Mondadori. 57
nuestra “occidentalidad”. Kerényi, K. (2012). “Introducción. Del origen y del fundamento de la mi-
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No obstante, y aunque el dictum “cuerpo de mujer: peligro de muer- tología” y “La doncella divina”, en Jung, C. G.; Kerényi, K. (2012).
te” parece confirmado, también es cierto que las mujeres tenemos el Introducción a la esencia de la mitología (trad. B. Kiemann y C. CUERPOS E
INTIMIDAD
poder (virtual y actual) de hacer vivir y hacer morir. Nadie sabe lo que Gauger). Madrid: Siruela. pp. 15-42 y 129-186.
puede un cuerpo, ellos no saben lo que pueden nuestros cuerpos. Y no Molas Font, M. D. (2006), “Las violencias contra las mujeres en la po-
es el poder, sino la potencia, esa dynamis que no se agota en el pasaje al esía griega: de Homero a Hesíodo” en AA.VV. La violencia de gén-
acto y que nos permite disponer incluso de nuestras privaciones (abs- ero en la antigüedad. Madrid: Instituto de la Mujer.
tenernos, por ejemplo), la que ofrece acaso un modelo de resistencia. Nietzsche, F. (1994). El nacimiento de la tragedia (trad. A. Sánchez
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