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Por lo anterior, siguiendo uno de los preceptos claves de la epistemología feminista que
consiste en visibilizar a las mujeres en los ámbitos que las ocultan, me centraré, en la
participación de las mujeres en la fotografía.
En este sentido podemos concebir a la fotografía como una práctica política de enunciación
y de posicionamiento frente a la sociedad, que a través de nuestras imágenes se evidencia
nuestra forma de ser y estar en el mundo, además de reconocernos como portadoras de
un género, como parte de un grupo etario, de una clase social y a una pertenencia étnica-
territorial.
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Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) en su edición 2018, de los veinte lugares sólo
siete fueron otorgados a mujeres fotógrafas.
Vale la pena pensar en dónde se sitúa el trabajo de las mujeres fotógrafas, en dónde circula,
cómo y de qué manera difunden su trabajo. Es aquí donde considero que los cambios en los
sistemas de información están determinando nuevos usos y prácticas de actores sociales
generadores y consumidores contenidos; en términos de Alberto Melucci: “La información
es un recurso de naturaleza simbólica, es decir, reflexiva. No es una cosa, sino un bien que
para ser producido e intercambiado requiere una capacidad de simbolización y
decodificación” (194: 130).
De manera que se puede considerar la fotografía, al estar implicada en los nuevos sistemas
de información, como una herramienta que les permite a las mujeres comunicar desde su
subjetividad, de ahí la importancia de centrar la atención en la identidad como exploración
del sí mismo, en aras de que se reconozcan como productoras de sentido aun inmersas en
el poder establecido donde el conflicto se ha instalado en el ámbito cultural, y es desde ahí
donde emerge la apuesta por la acción colectiva.
En el caso de las mujeres fotógrafas encontramos que su acción colectiva puede expresarse
a través de la frase: Ninguna mirada por encima de la otra, consigna que ha acompañado a
algunos grupos de fotógrafas en aras de visibilizar su forma de hacer fotografía pero
también como una forma de marcar la diferencia colocando la fotografía desde la
horizontalidad, desde lo estético como una acción cotidiana, con la intensión de atribuir
otras formas de creación, otras realidades, otras miradas, otras cosmovisiones, otras formas
de interacción.
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de violencia que permea en nuestra sociedad y donde el principal blanco son las mujeres;
es así que a través de dicha convocatoria se hacía una invitación para conocernos, para
compartir nuestra experiencia en este ámbito más allá de mostrar nuestras imágenes, los
temas propuestos para abordar sin duda cruzaban las historias personales y colectivas de
muchas, no sólo como fotógrafas sino también como mujeres, de ahí que el dialogo estaba
abierto para hablar de acoso laboral, de feminicidio, de inseguridad, espacios de poder y la
recuperación de espacios desde la práctica fotográfica.
Bajo el lema: Nos convocamos, porque nos estamos buscando, el Encuentro de fotógrafas
en México, organizado por Eunice Adorno, Koral Carbello, Maya Gooded, Zahara Gómez y
Sonia Madrigal, es una muestra de acción colectiva genera por y para mujeres, en la que
emergen intereses compartido pero en la que también se busca la marca de la diferencia
no sólo en la forma de realizar el evento sino en dejar en claro el objetivo de la misma
buscarnos las fotógrafas para hacer presencia, para re-prensar nuestras prácticas, para
posicionarnos, para generar colectividad, para construir espacios de confianza, para
generar redes, para recuperar espacios, para generar acciones, y agrego: para hacer de la
fotografía una práctica política.
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trajo consigo la incorporación de nuevos escenarios digitales de comunicación, como son
las redes sociales: Facebook, Youtube, Twitter, Instagram, etc., sino también otras formas
de interacción, de ahí la pertinencia del señalamiento de Guiomar Rovira: “Las plataformas
de redes sociales cambian el modo de operar de la comunicación no solo en el momento
de su producción y distribución sino en el momento de su consumo” (2017: 131).
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misma colectiva propone, sin embargo al ser partícipe de ella se garantiza el mayor alcance
que puede tener la imagen.
Existe una gran variedad de colectivas que promueven el trabajo de fotógrafas, sin
embargo, de acuerdo a lo que señala Rovira “lo que ocurre en las redes sociodigitales es
que prima a una economía del interés, en manos del usuario: decide a quién seguir, qué
agregar, qué alterar, qué ver y qué redundar o postear” (2017:133).
Es así que algunos de los sitios que sigo de acuerdo a mis intereses son: @Foto_Feminas
(foto-feminas.com), plataforma creada por Verónica Sanchis Bencomo, con la finalidad de
promover a través de medios digitales y visuales a fotógrafas de América Latina y el Caribe.
@nos_Otras colectiva de fotógrafas del norte de la Ciudad de México, cuyo interés está
enfocado en tejer redes con mujeres fotógrafas de las periferias de la ciudad.
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desde el plano estético en sus raíces, con su gente, con lo cual abre otras posibilidades para
mirar, mirarse a sí misma y ser mirada.
En conclusión, lo expuesto en este breve texto permite pensar el papel que representa la
fotografía producida por mujeres los campos de accesos desiguales a los que se enfrentan
y la configuración de actores sociales involucrados que buscan narrar, describir y activar a
través de la imagen las paradojas culturales que permean el contexto y desde su condición
de mujeres fotógrafas cuestionar y generar nuevas visualidades.
Bibliografía
Castells, Manuel. (2009). Comunicación y poder, Madrid, Aguilar.
Hunt, S.; Benford, R.; D. (1994), “Marcos de acción colectiva y campos de identidad en la
construcción social de los movimientos”, en Laraña, E. y Gusfiel, J. Los nuevos
movimientos sociales. CIS, Madrid.