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Dragon Witch Dolly Lien

*** DRAGON WITCH by Dolly Lien***

Traducido por: Dakota


Corregido por: Silvia, Beatriz y Mª Paz.(Mil gracias a las tres)
Revisado por: Sylvapen y Dakota (Gracias por tomarte el tiempo de
revisarlo)

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Dragon Witch Dolly Lien

Resumen

Tempest Sanct Joliet, nacida durante una furiosa batalla entre


dragones, es unida irrevocablemente con el dragón dorado, A'dryan.
Convertida en una paria debido a los eventos de su nacimiento, es
amada sólo por su mentora, Miriam, y su padre. Temiendo que sea
marcada durante su vida como una bruja, Wendall Sanct Joliet hace
que Tempest le prometa que nunca usará sus poderes. Tempest
mantiene su promesa hasta el día en que encuentra a un misterioso
extraño yaciendo mortalmente herido en lo profundo del anciano
bosque.

El dragón dorado: Adrian Westbrooke yace moribundo hasta


que dos entrometidos dioses le dan forma humana. Pero Adrian no
recuerda su pasado. Sólo sabe que ama a la preciosa y pelirroja
curandera desde el momento en que abrió los ojos. Sin embargo,
Tempest está prometida a William Mirabelle y su honor le prohíbe su
amor por Adrian.

Un oscuro hechicero: Sardon di Mercia quiere los poderes de


Tempest y está dispuesto a utilizar todos los hechizos malvados de los
que es capaz para hacerla su novia, incluso matarla. Para derrotar el
mal que los rodea, Tempest y Adrian deberán usar toda la magia y el
valor que poseen. Pero sólo la ayuda de las dioses podrá conseguir
que lleven a cabo su verdadero destino.

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Para los dos hombres más importantes en mi vida:

mi hijo, Wayne Torrence y mi abuelo, Alex.

¡Qué siempre hayan dragones!

Agradecimientos:
Este libro no podría haber sido escrito sin la ayuda de muchas
personas.

Mi más especial prima, Nona Gillespie, quién siempre me dio su


incondicional amor, fe y mucho más.

Jay Lane: una editora/maestra extraordinaria.

Dawn Dunbar quien me convenció de empezar a escribir y


nunca me dejó parar.

A mi grupo de crítica que se han llegado a convertir en buenos


amigos: Theresa Mongsey quien estuvo muchas veces muy dura en
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Dragon Witch Dolly Lien

sus críticas aunque por regla general, acertada. Chris Orcutt, que
estuvo siempre ahí con palabras de aliento. Bernice Tayler quien
aprendió todo junto a mí y Richard Campion que es un gran corrector
y siempre tuvo fe en Dragon Witch.

Woody Watson, fiel amigo y compañero poeta que me ayudó


con la información médica. Mike Johnstone y por supuesto mi hijo
Wayne, quienes usaron su fantástica imaginación para echarme una
mano en un montón de puntos.

Desearía dar las gracias a todas esas maravillosas personas que


leyeron este libro y siguieron empujándome a seguir escribiendo y
encontrar un editor, especialmente Ann Owens y Jacklyn Torrence.

Y por último, pero ciertamente no menos importante, mi editora


Linda Kichline, que estuvo dispuesta a correr el riesgo con una
escritora desconocida.

Prólogo.
El dragón volaba sobre el castillo, la brillante luna llena doraba
sus escamas, haciéndolas resplandecer de un intenso y bruñido color
dorado. Había sido atraído hasta allí por una cuestión de sensaciones
que no comprendía. Volando en círculos silenciosamente, escuchó los
sonidos ascendiendo de la alta torre de granito, esperando
pacientemente a que se sucedieran los hechos.

Los gritos rasgaron el aire, rebotando en las paredes, y


recorriendo los pasillos de piedra del Castillo. Lady Christiana estaba
a punto de dar a luz. Sus gritos de agonía, recorriendo el cielo, fueron
seguidos de cerca por los bramidos de desafío del dragón negro,
mientras ascendía del oscuro bosque.

Las damas de compañía se sobrecogieron con la helada


respuesta emitida por el dragón dorado. Algunas corrieron a las
estrechas ventanas de la torre para mirar a las enormes bestias
mientras se enfrentaban en lo alto del cielo, iluminados por la luna.
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Varias de las mujeres se encogieron en las esquinas, cubriendo sus


cabezas y sollozando de terror. Miriam no dejó su lado junto a su
señora, diciéndole palabras de aliento mientras secaba la frente de
Christiana con un húmedo trozo de lino. El bebé podía venir pronto y
sabía que no debía estar distraída. Ninguna batalla entre dragones
podría distraer su atención. Lady Christiana maldijo el dolor, al bebé,
a su marido y al mundo en general mientras empujaba. Pero el bebé
no estaba todavía preparado para llegar al mundo.

El dragón negro se lanzó contra el dorado, con intención de


destruirlo. El joven dragón era su mortal enemigo, su mayor desafío.
El dragón negro sabía que él sería el ganador. Con la muerte de aquel
último de la camada no habrían más machos dorados vivos y él,
S'rdonne, ejercería el dominio supremo sobre Dragondom como el
Gran Wyrm1, el mayor y más poderoso de todos los dragones. La
venganza sería suya.

El odio fulguraba en sus ojos de rubí mientras se lanzaba hacia


la enorme bestia, los colmillos brillando a la luz de la luna. Pero el
dragón dorado pudo leer sus intenciones y eludió el cortante golpe.
Había luchado con éste oscuro antes y conocía su estrategia. Voló alto
en círculos, plegó sus enormes y curtidas alas cerca del cuerpo y se
lanzó en picado hacia el grueso cuello del oscuro, intentando
romperlo, quebrarle la columna a su enemigo.

Chocaron como truenos. Chispas de luz volaron de sus sólidos


cuerpos al colisionar, asemejándose a relámpagos de luz para los
atemorizados observadores mucho más abajo. El final de los chillidos
de parto de Christiana fue un débil eco de los dragones batallando
mientras bramaban en lo alto sobre el castillo. La niña vino al mundo
intentando respirar furiosamente, pero había una envoltura sobre su

1 Nota: Wyrm es el nombre de un tipo de raza de dragones. (Gracias a Gillean)

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cara2. Sacudía sus brazos frenética, sus diminutas manos arañaban la


membrana, su pecho se elevaba con furia.

Las garras del dragón negro rastrillaron el pecho del dragón


dorado, dejando una enorme brecha. La sangre del dragón dorado se
vertió libremente mientras, herido mortalmente, caía en picado hacia
la tierra, hacia su certera muerte.

La niña se quedó quieta y Miriam alcanzó la membrana. Cuando


la retiró de la diminuta cara de la niña, el bebé tomó una honda
inspiración y gimió, para luego aullar en un refrescante ataque de
temperamento.

Los lloros inundaron los sentidos del dragón dorado,


instantáneamente, mágicamente, curando su cuerpo y hurgando en lo
más hondo de su alma.

En ese momento, niña y dragón fueron uno, unidos


irrevocablemente, eternamente.

Abruptamente detuvo su descenso, su dorado y enorme cuerpo


comenzó a regenerarse, lleno de una recién adquirida fuerza se alzó
hacia arriba una vez más. Ahora sabía que podría finalizar aquella
vieja batalla. Sabía que podría, finalmente, derrotar a su enemigo, él y
aquella asombrosa pequeña. El embravecido dragón dorado se
catapultó en la oscuridad, desgarrando las brillantes escamas de la
vulnerable barriga de su oponente. El dragón negro chilló de dolor e
intentó retroceder, pero el dorado ahora era implacable, persiguiendo
a su adversario a través del cielo iluminado por la luna.

El herido dragón negro voló hacia lo alto, intentando


desesperadamente escapar de su atacante. El dolor amplificaba sus
sentidos en cientos de pliegues y pudo sentir también el regocijo del
2 Nota: en la versión original dice: caul, que es un tipo de membrana o resto de placenta que solían indicar
que el niño era especial o mágico. (Gracias a Gillean)

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dragón y el bebé. Sabía que era eso lo que lo hacía tan poderoso al
combatir. Al momento se dio cuenta de que debería haber destruido
también al bebé o haber tomado su poder. Esa noche no podría
derrotar al dorado. Esa noche debería retirarse si quería sobrevivir
para convertirse en el Gran Wyrm. Esa noche no habría venganza. Sus
gritos de desafío y frustración resonaron en el cielo de medianoche
mientras huía.

El dragón dorado no persiguió al oscuro. Sabía que se


encontrarían de nuevo. Por el momento, no podía permitirse dejar al
bebé, ni siquiera por la aniquilación de su archienemigo podría
abandonar a aquel increíble bebé. Voló en círculos alrededor de la
torre, gritando su triunfo al mundo entero.

Miriam despegó el último trozo de membrana de la cara de la


infanta y la observó atentamente. Unos sesgados y dorados ojos de
gata la miraron fijamente, sin parpadear, debajo de una mata espesa y
rizada de pelo rojo. ¡La diminuta recién nacida sonreía! Miriam dio un
involuntario paso atrás, su mano voló a su boca, y observó a la madre
de la niña. Christiana palideció ante la visión de los ojos de su bebé, se
santiguó y gimió en voz alta.

—La maldición —sollozó— Ésta es la maldición de mi madre


que ha vuelto para atormentarme.

Los ojos del bebé cambiaron lentamente a un suave verde


musgo, pero no emitió ningún lloro de recién nacida. No emitía
lágrimas, sino que simplemente miraba fijamente a su madre,
observando, esperando.

—Una bruja dragón— susurró una de las parteras mientras


cruzaba la habitación y huía.

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—Una bruja dragón— las palabras resonaron por todo el castillo


cuando el suceso del nacimiento de la niña fue repetido de unos a
otros.

—La bruja dragón.

***

Tristan, de cuatro años de edad, se aferraba fuertemente al cuello


de Sarah. Los rugidos de la batalla entre los dragones y los gritos de
parto en la habitación de Cristiana lo habían asustado enormemente.

—¿Va a morir como la madre de Carolina?

—Calla ahora, niño. Nunca digas ese tipo de cosas, no fuera que
pasase y alguien te eche la culpa.— Sarah abrazó a su pequeño hijo
cerca de su corazón. Además —susurró en su oído— Es demasiado
mezquina para morir.— Ambos rieron tontamente y Tristan se
acomodó profundamente en los brazos de su madre, su rubia cabeza
dando cabezazos de agotamiento.

—¿Madre? —la voz de Tristan era apenas un susurro— Si ella


muere, ¿Padre se casará contigo?

Sarah lo meció durante un largo momento, mirando tristemente


la gran chimenea de la cocina.

—No, cariño. Lord Wendall nunca me hará su mujer. Yo soy


únicamente una cocinera, y él es el señor de la casa. No puede haber
matrimonio entre nosotros, Tristan.

—Pero él es mi padre y tú mi madre. Deberíais estar casados,


¿no?

—Eso no siempre es así, mi amor —lo estrujó fuertemente y


gentilmente besó su cabeza de rizos revoltosos—. No siempre sucede
así —lo meció lentamente y miró pensativamente el lugar—.

—Pero, Madre…
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—Calla, Tristan, e intenta dormir. Mañana tenemos mucho


trabajo que hacer.

***

La niña, nacida en medio de la furiosa tormenta de dragones, fue


llamada Tempest, no por una madre cariñosa, sino por su devoto
padre. Cristiana quería un hijo. Wendall no tenía hijos para heredar
sus enormes bienes (si uno descontaba a ese bastardo de Tristan,
parido por una cocinera). Se juró privadamente no preocuparse por el
monstruo chillón que acababa de concebir. Era la señora del castillo y
otras podrían hacerse cargo de esa tarea por ella. Su labor había sido
relativamente fácil, aunque Christiana juró que no volvería a sufrir tal
dolor. La hija de tres años de Wendall, Carolina, podía heredar todo
aquello por lo que siempre se había preocupado. Odiaba como su
bonito cuerpo cambiaba con su embarazo. Y luego dar a luz a esa...
esa bruja. Nunca jamás podría poner sus manos en la niña—bruja. La
maldición de su agonizante madre intentó hacerse con su mente, pero
la desterró. No. No recordaría…

Tempest había nacido con una membrana rodeándola, y Miriam,


la curandera de Christiana, sabía que aquello significaba problemas.
Hasta los criados susurraban.

—Está embrujada. Traerá el desastre sobre nosotros y sobre


cualquier persona a su alrededor —susurró Mary la camarera—.

—¡Mira ese pelo rojo!

—¡Pelo de bruja!

—¡Una membrana es el velo de una bruja!

—¡Y nació durante una lucha de dragones!

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Todos hicieron un signo para protegerse del mal y observaron


como Miriam envolvía la membrana en un paño y se lo llevaba de la
habitación. Las mujeres presentes suspiraron aliviadas.

Una dura tormenta de invierno se elevó mientras Miriam


transportaba la membrana lejos del sólido y viejo castillo al antiguo
bosque que crecía casi hasta las paredes. Mientras caminaba dentro
del profundo bosque, un viento cortante y cargado de lluvia comenzó
a azotarla.

Miriam permaneció de pie ante un antiguo roble. Un árbol


druida, pensó. Y un buen lugar para enterrar aquella preciada carga.
Recogió una pequeña rama caída recientemente del viejo roble y
comenzó a excavar un hueco poco profundo en la dura tierra bajo el
árbol. Mientras cavaba cantaba en voz baja. El viento curvaba las
ramas del roble hacia ella como si estuviesen escuchando
detenidamente la canción de la mujer.

Debajo del árbol moraba un espeluznante silencio, la cercana


tormenta de invierno rugía por todas partes excepto alrededor de la
delgada figura que cavaba en su base. El hueco finalmente fue lo
bastante profundo, Miriam recogió el bulto que contenía la
membrana, y lo levantó como si se lo estuviese ofreciendo al árbol y
dijo:

—Al roble, al fresno y a la espina, les pido sean los guardianes de este
precioso regalo.

Que los dioses mantengan siempre a la niña de esta membrana a salvo


de todo daño.

Que tú, Anciano árbol de los Druidas, seas siempre un refugio en


tiempos de odio.

Que le ofrezcas tu amor y protección cuando surja la necesidad.

Que éste sea un lugar de paz y tranquilidad siempre.

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Que compartas tu anciana sabiduría y conocimiento.

Y puedas traerle a su amor, verdadero y eterno.

Si esta es la voluntad de los dioses,

¡Qué así sea!

Se inclinó y colocó cuidadosamente el pequeño bulto en la tierra,


y volvió a recoger la vara para cavar. De pronto los relámpagos
rajaron el cielo. Los truenos retumbaron en su estela, luego pararon,
en un dulce silencio. Cuando se volvió hacia el anciano roble, la
torrencial lluvia cesó, las nubes se disiparon y, por encima del árbol,
una suave y brillante luna llena iluminó el cielo. La respiración se
atascó en su garganta cuando vio un rayo de plata, luz blanca que
emanaba de la luna, buscando su camino entre las ramas, iluminando
el bulto de tela. Brilló intensamente por un momento. El suave
perfume de las flores silvestres de primavera vagó hasta Miriam en
una gentil brisa. La suciedad desapareció lentamente del agujero. Un
cálido viento dispersó las hojas caídas del roble alrededor del lugar
hasta que no hubo signos del reciente disturbio.

El rayo de luna se retiró tímidamente y reinó el silencio. En


éxtasis mudo, Miriam miró fijamente la brillante luna. Gradualmente
fue consciente del silencioso crujido del viento. Un inmenso dragón
dorado descendió hasta la tierra y se posó bajo el gigantesco roble.

Has hecho bien, Miriam — retumbó la dulce voz en su mente—.


Mi hijo estará satisfecho.

—¿Él es su compañero? —preguntó Miriam asombrada—.

—Lo es. —La dragona tocó suavemente el punto cubierto de


hojas con la punta de una de sus doradas alas. La profecía se cumplirá
—.

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Desplegó sus alas y se deslizó tan silenciosamente como había


llegado. Con los ojos llenos de lágrimas, Miriam levantó sus manos en
forma de despedida:

—Gracias a ti, Señora de Dragonkind. Verdaderamente has


bendecido a esta niña especial. ¡Bendita sea!

Miriam volvió la cabeza hacia el castillo y se asustó al ver la


tormenta azotando ferozmente más allá de los límites del roble. Había
creído que la tormenta había amainado mientras ella estaba ocupada
bajo el viejo roble. Se detuvo, sólo un segundo, observando el destello
de los rayos, oyendo el estallido de los truenos y sintiendo el zumbido
del aire mientras el furioso viento azotaba los árboles. Permaneciendo
todo sereno bajo el anciano roble. Miriam sonrió y susurró
suavemente:

—Será a ciencia cierta una bruja del tiempo.

Tirándose la capucha de su viejo manto verde sobre la cabeza,


comenzó el largo regreso a casa.

Cuando Miriam estuvo de regreso en el castillo WindHeaven,


todo era un auténtico caos.

Lady Cristiana se negaba a ver a su recién nacida:

—Ya me ha causado el suficiente dolor —le decía a las


comadronas—. Yo quería un hijo. No tengo nada que hacer con una
niña. Lleváosla.

Apartó la cara de su pequeña nueva hija y cayó en un exhausto


sueño.

Wendall Sanct Jolien oyó la última declaración de su mujer


mientras entraba a la habitación. Meneó la cabeza con triste
resignación mientras cogía a su hija de manos de las comadronas. La

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acunó amorosamente en sus brazos, mirando fijamente sus


maravillosos ojos verdes. Ella lo miró como si dijese: "Todo está bien,
Padre. Te tengo a ti. Eso es todo lo que necesito"

—Tempest— murmuró, las lágrimas llenando sus ojos.

Tocó su delicada y perfecta mano y sus diminutos dedos se


cerraron a su alrededor.

—Eres la niña de mi corazón y siempre lo serás.

Ella escuchaba solemnemente, como si entendiese cada una de


sus palabras. Entonces una dulce y diminuta sonrisa contorsionó las
comisuras de su boca.

***

Las dos figuras se sentaban en enormes y ornamentadas sillas.


Permanecían inmóviles como estatuas, sus caras ocultas en las
sombras. Una plateada y negra tabla de ajedrez descansaba entre
ellos; el juego todavía no había dado comienzo. Sobre el centro del
tablero se cernía una reluciente bola de cristal; su suave luz dando
vida a la habitación.

—Ha comenzado.

La voz fue suave y jadeante por la emoción.

Los truenos clamaban en el aire, haciendo temblar las pesadas


sillas. La bola de cristal destelló brillantemente un segundo, y luego se
apaciguó en un estable y brillante resplandor azul celeste.

—La profecía ha dado comienzo.

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Uno

Hoy era su quinto cumpleaños, y su fiesta empezaría pronto,


pero Tempest no lograba encontrar su gata atigrada por ninguna
parte. La había buscado por todo WindHeaven y estaba empezando a
preocuparse. Honey estaba preñada y Tempest quería estar con ella
cuando naciesen los gatitos.

—Honey— llamó mientras subía los estrechos peldaños torre


arriba. —¿Dónde estás?

Pero no hubo ningún miau en respuesta. Cuando la niña alcanzó


el final de las escaleras se paró. Cerró sus ojos y visualizó a Honey en
su imaginación. Era una técnica que había usado a menudo en el
pasado para encontrar objetos perdidos. Quizás funcionaría con su
mascota. Miriam le había reñido cuando había usado sus poderes en
público, pero no había nadie alrededor y realmente necesitaba
encontrar a Honey; nadie lo sabría.

Honey, la alcanzó con su mente.

Ahí estaba, acurrucada bajo la cama, profundamente dormida.


Pero, ¿dónde?. ¿En qué habitación estaba? Probablemente no en la de
su madre. Christiana odiaba a los gatos y Honey lo sabía. No, debía
ser la habitación de huéspedes, reconocía el edredón de la cama.

Tempest escuchó tras la enorme puerta de roble pero no pudo


oír nada. Quizás la habitación estaba vacía. Padre había invitado a los
caballeros visitantes a cazar jabalís temprano aquella mañana, pero
ella no sabía si ya habrían vuelto.

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Sin embargo, necesitaba de verdad encontrar a Honey.


Furtivamente, Tempest giró el pomo de la puerta y miró con atención
dentro de la habitación. No vio a nadie, así que se deslizó dentro,
cerrando la puerta silenciosamente tras ella. Madre estaría furiosa si
sabía lo que estaba tramando.

—Las niñas de cinco años no molestan a los invitados— habría


dicho Christiana.

De hecho, lo había dicho tan a menudo que Tempest había


aprendido a ignorarla. Parecía como si las únicas veces que su madre
se daba cuenta de que existía era cuando hacía algo mal. Bien, esa vez
su madre no la cogería. Madre no se enteraría nunca. Se escabulló
hasta la cama y ojeó debajo. Ahí estaba Honey, tal y como Tempest
había visualizado, acurrucada en una peluda bola, profundamente
dormida. Intentó convencer al somnoliento animal para que saliese de
debajo de la cama, pero cada vez que alcanzaba a la gata, avanzaba un
poco más lejos de sus inquisitivos dedos. Se arrastró hasta la mitad de
la cama, pero aún así Honey la eludía.

El alto y adusto hombre escuchó, con la oreja pegada a la pesada


puerta de madera. Había seguido el vago y serpenteante rastro de la
embrujada a través del castillo durante mucho tiempo, y ahora,
finalmente, ella estaba en un lugar donde no serían molestados. Podía
sentir sus inquisitivos pensamientos como diminutas descargas en su
mente— una sensación bastante placentera. Sus ojos rojos brillaron a
la tenue luz del vestíbulo. Había esperado cinco años para ver si ella
desarrollaría sus poderes y estaba entusiasmado por ponerla a prueba.

Tocó el anillo de ópalo en su largo y fino dedo y cerró los ojos. El


anilló brilló y zumbó cuando se concentró. Su cuerpo comenzó a
cambiar; lentamente su cara se rellenó, su pelo creció más largo y
cambió del negro al rubio oscuro; sus brazos y piernas se volvieron
gruesos y musculosos. Pasó sus torcidas manos sobre la áspera, y

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negra lana de su toga. Abrió los ojos e inspeccionó los cambios en su


cuerpo y ropa. Ahora lucía como el caballero que había observado
desde las sombras. Muy satisfecho, el brujo asió el pomo de la puerta.
Tempest estaba tan ocupada con su lucha que no oyó la puerta abrirse.

—Bien, ¿qué tenemos aquí?— tronó la profunda y grave voz,


haciéndola escabullirse fuera de la cama y ponerse en pie de un salto,
culpable.

—¿Has venido a ayudarme a bañar?

—No, yo..—tartamudeó Tempest — Estaba buscando a mi gata.

—¿Una gata? Odio los gatos. Esas endemoniadas cosas sólo son
buenas para comerlas en estofado—gruñó. —Ven aquí.

Sus palabras eran una calumnia y ella pudo oler el vino en su


aliento junto a otro olor que no podía definir.

—Sólo cogeré a mi gata y me iré.

No quería estar cerca de aquel hombre. Era muy alto y parecía


espantoso, no como su padre.

—He dicho que vengas— el hombre pronunció cada palabra


detenidamente.

Tempest decidió ignorarlo.

—Honey— llamó.

—¿Honey?— la imitó el hombre, zigzagueando hacia ella.

—Yo necesito un poco de "cariño"3 y tú seguro que lo harás muy


bien.

Tempest no entendió qué quiso decir, pero comenzaba a estar un


poco preocupada. Dio un paso hacia la entrada abierta, luego otro,
3 Nota: Juego de palabras entre la palabra inglesa “Honey” que sígnifica: cariño y el nombre de la gata:
Honey.
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pero él fue más rápido. Con tres gigantescos pasos alcanzó la puerta y
la cerró de un portazo, luego se giró hacia ella.

Honey finalmente respondió a su nombre, salió de debajo de la


cama, estirándose lánguidamente, y se dirigió hacia Tempest.

—Odio los gatos.

El enorme hombre se volvió con intenciones de patear a Honey.

Pero ella fue más rápida. Saltó fuera de su camino y se subió a la


estrecha cornisa de la ventana. Se sentó allí, mirándolo insolentemente
y atusándose.

—Es un hombre horrible— dijo Tempest, su anterior miedo


rápidamente reemplazado por la furia.

—Sí— replicó el hombre agarrando su brazo— Y te voy a


enseñar cuan desagradable puedo llegar a ser.

—¡Déjeme ir!

—No. No hasta que me des un poco de cariño.

—¡Ugh! ¡Apesta!.

Tempest forcejó para librarse, pero él la detuvo rápidamente


mientras sus manos empezaban a tocarla indecentemente. Su olor a
viejo y mohoso la hizo tener arcadas y forcejó enérgicamente pero fue
en vano. Él la abrazó estrechamente, su respiración eran rápidos
jadeos mientras la tocaba una y otra vez. Tempest nunca había sido
tratada de aquella forma antes y su genio estalló haciendo juego con
su llameante pelo rojo. Sus verdes ojos resplandecieron cuando
mordió la mano del hombre. Él aulló mientras se llevaba la mano a la
boca, luego la abofeteó. Duramente. Tempest cayó sin conocimiento al
suelo, pero él inmediatamente tiró de ella y empezó a sacudirla
gritando obscenidades. Entonces el miedo la golpeó, nublando su
mente y sacudiendo sus huesos. Gritó, pero él rápidamente le tapó la

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boca. Tempest intentó morderle nuevamente pero no encontró salida


para sus dientes. Intentó soltarse pero él era demasiado fuerte. No
podía escapar de los húmedos y cochinos besos que empezaba a dejar
por toda su cara.

—Pequeña gata salvaje— musitó, su voz espesa y áspera.— Esto


me gusta— la tiró sobre la cama, desabrochándose el cinto mientras se
tambaleaba hacia delante.

Tempest estaba aterrorizada. Tenía que escapar de aquel feo y


apestoso gigante. Intentó levantarse rápidamente de la cama pero él la
inmovilizó, agarrándola rápidamente. No intentó controlarse más,
mientras el terror, el miedo y el dolor crecían en ella. El aire comenzó
a moverse alrededor de ambos, enroscándose, creciendo,
arremolinándose, hasta convertirse en una tormenta de viento y
poder.

Golpeó y tiró del hombre hasta que le obligó a liberarla. Sus ojos
de esmeralda se estrecharon mientras se sentaba en el tranquilo centro
de la tormenta. Se alzó, su mirada fija sin abandonar la cara del
hombre mientras recogía algo en el torbellino. Su enfado continuó
creciendo como si lo alimentase de la magia que sostenía su pequeña
mano. Abrió la mano, extendiéndola hacia él. Una diminuta chispa
danzaba en ella. Sopló sobre la chispa y ésta revoloteó de su mano,
haciéndose grande y más dentada hasta que se convirtió en una
resplandeciente y dorada lanza de luz. El hombre gritó cuando el rayo
lo golpeó y lo tiró violentamente contra la fría pared de piedra. La
sangre goteó de su cabeza y permaneció inmóvil sobre el suelo
recubierto de sangre.

La puerta se abrió con violencia, y Lord Wendall se precipitó


dentro de la habitación, con Christiana pisándole los talones.

—Tempest— Wendall no pudo decir nada más mientras


inspeccionaba los daños— a la habitación y al caballero tendido
inconsciente en la esquina.

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—Tempest, niña estúpida, ¿qué has hecho ahora?

Christiana no tenía problemas para hablar— o más bien gritar—


mientras asimilaba la escena.

—Madre, yo..— comenzó Tempest.

—SILENCIO— gritó Christiana— No quiero oír ninguna de tus


mentiras— avanzó lentamente hasta su atemorizada hija.— Tú hiciste
esto. Esto es culpa tuya.

—Christiana, ¡para!— ordenó Wendall, finalmente encontrado


su voz— Primero oiré qué tiene nuestra hija que decir. Atiende al
caballero.

Christiana no dijo nada mientras se arrodillaba detrás del


quejumbroso caballero.

El brujo no estaba herido, pero no deseaba que el señor y la


señora del castillo se diesen cuenta de ello. Había probado a la
embrujada y estaba gratamente sorprendido de ver que ella se había
desarrollado mucho más rápido de lo que esperaba. Podría esperar a
que su poder alcanzara su cumbre, luego lo tomaría y lo usaría para
aumentar el suyo propio.

Convertirse en el cura de William Mirabelle había sido otro de


sus brillantes ideas. William residía a solo unos días a trayecto rápido
de Windheaven y sería tarea fácil comprobar los progresos de la
embrujada. Entonces, cuando ella estuviese lista…

Fingió estar inconsciente y escuchó, atentamente a Lord


Wendall.

—Tempest— comenzó Wendall dulcemente mientras se sentaba


junto a ella en la estrecha cama de madera— Cuéntame qué ha
pasado.

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—Él intentó darle una patada a Honey— dijo Tempest, mirando


a su padre directamente a los ojos— Y él.. él me tocó Padre, me hizo
sentir mal por dentro cuando me tocaba. Decía cosas espantosas. Yo…
—tragó duramente y dejó caer la cabeza, sin poder continuar. Wendall
la atrajo hacia sus brazos, su garganta cerrada de miedo. Las palabras
le fallaron en aquel momento.

—No quise herirlo, Padre— dijo, sus labios temblorosos— Sólo


estaba enfadada, y las cosas sucedieron. Lo siento. Por favor, di que
me perdonas. De verdad que no quería hacerlo.

—Bruja— siseó Christiana desde la esquina— Te dije que era


una criatura diabólica, Wendall. Debimos enviarla lejos. Acabará con
todos nosotros.

—Christiana… contén…tu…lengua— dijo Wendall cansado—


Tempest es nuestra hija y no la enviaré lejos. Ya enviaste a Caroline a
vivir con tu tía. No perderé otra hija por tus mezquinos celos.

—¿Padre?

—Calla, cariño— Wendall la meció durante un momento


mientras intentaba poner las cosas en orden en su mente.

Christiana miró con furia a su marido pero respetó su


amonestación para quedarse en silencio.

—Tempest— comenzó Wendall mientras la sostenía de manera


que pudiese mirarla a los ojos mientras hablaba— Sir Gavin estaba
equivocado con lo que intentó hacerte y será castigado. Pero...—aclaró
su garganta y vaciló, intentando encontrar las palabras adecuadas—
Lo que hiciste… la forma en que lo hiciste.. quiero decir. Bueno, usaste
tus poderes y eso está mal visto por muchas personas. Si otros
supiesen lo que pasó aquí hoy, serías acusada de brujería. Ése es un
cargo muy serio, cielo. Es tan serio que serías quemada por ello.
¿Entiendes lo que te estoy diciendo?

—Padre, lo entiendo. Pero..


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—No, Tempest. No debes nunca jamás usar esos poderes de


nuevo. Prométeme que nunca volverás a hacer algo como esto.
Prométemelo, Tempest.

—Lo prometo— dijo solemnemente.

Él suspiró.

—Miriam te enseñará. Aprenderás de ella como controlar estos


poderes que tienes. Te enseñará como canalizarlos para curar. Pero
recuerda, cielo, no debes dejar que esto suceda nunca más. Nunca. No
importa las circunstancias. Te protegeré. Ésa es la promesa que te
hago, aquí y ahora.

—Gracias, Padre— dijo ella, mientras colgaba sus pequeños


brazos alrededor de su cuello, abrazándolo con fuerza— Te quiero—
susurró.

—Vete ahora y busca a Miriam— le dijo su padre, soltándola y


dándole una ligera palmada.

***

—Ella tiene el poder— observó el hombre mientras miraba


dentro de la brillante bola de cristal.—Será una compañera adecuada
para el dorado.

—Sí— estuvo de acuerdo la mujer— Pero no si ellos reprimen su


poder. Debe aprender, y aprender bien. ¿Es la sirvienta una maestra
adecuada?, me pregunto.

—Es joven aún, y la sirvienta le enseñará bien— dijo el hombre,


apoyándose en su silla dorada.— El poder está ahí, y ella lo usará
cuando llegue el momento.

—Eso espero— dijo la mujer— Creo que te toca mover.

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Miró como él movía su alfil a través del tablero.

Dos

El castillo WindHeaven bullía con las noticias. Una bruja había


sido encontrada viviendo en El Gran Bosque. ¿Debía ser quemada? La
bruja estaba, en aquellos momentos, con Lord Wendall en el castillo,
siendo interrogada.

Tempest Sanct Joliet escuchaba los susurros, el miedo hacía un


nudo en su estómago. Había pasado la mañana recogiendo hierbas
para Miriam y soñando despierta bajo el altísimo viejo roble en lo
profundo del bosque. Su tranquilidad se evaporó cuando entró al
patio y oyó las noticias. Cuando la joven mujer caminó lentamente
hacia la torre, las voces se apagaron hasta cesar, y las sirvientas y los
soldados volvieron rápidamente a sus tareas. Unos cuantos lanzaron
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miradas de soslayo a la hija del señor mientras abandonaban el patio.


Tempest sabía lo que pensaban. Había oído los cuchicheos toda su
vida, y seguían hiriéndola cada vez que los sirvientes especulaban
sobre ella. Su memoria regresó a unos pocos días antes de su
quinceavo cumpleaños. Había sido un hermoso día de otoño, y había
ido con Miriam a visitar a una de las siervas que estaba a punto de dar
a luz.

Brincaba al lado de Miriam, feliz y excitada porque había estado


estudiando duramente tres años y podría, finalmente, ser de ayuda
para curar. Apenas podía contener su entusiasmo. Amablemente,
Miriam escuchaba su cháchara con una sonrisa de compresión. Pronto
llegaron a la pequeña casa de madera y entraron, ambas ansiosas por
ayudar a la mujer a traer al mundo a su pequeño. Ése era el día que
Tempest recordaba tristemente, en que dejó su infancia detrás. Miriam
entró a la casa primero, diciendo a Tempest que fuera al pozo y trajese
un cubo de agua limpia. Hizo como le dijo y regresó rápidamente a la
casa con el agua fresca, vaciándola en la caldera que colgaba sobre el
fuego, al oír un gemido proveniente del área de la habitación dividida
por una cortina, fue a ver si podía ayudar a Miriam. En la cama yacía
una mujer de mediana edad en la etapa final de su parto. El
distendido montículo de su abdomen se retorcía con los esfuerzos del
niño para nacer. Chorros de sudor caían por su cara y cuerpo, aunque
era un día frío. Sus ojos tenían una mirada asustada y salvaje. Se fijó
en Tempest, el odio emanó de ella en oleadas mientras levantaba su
mano para hacer el antiguo gesto de protección contra la maldad.

Tempest retrocedió, poniéndose pálida.

—¡No! —gritó la mujer— No la quiero aquí cuando mi bebé


venga al mundo —se tensó con fuerza y chilló de dolor cuando el
dolor atravesó su cuerpo—.

—Comprueba el agua —masculló Miriam, haciéndole un gesto a


Tempest para que saliese— Te llamaré cuando el niño haya llegado.

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Dragon Witch Dolly Lien

—¡No quiero a ese engendro del demonio aquí! —gritó la mujer


— Es una bruja. Robará el alma de mi bebé.

Tempest replicó:

—Nunca dañaría a tu bebé. Si fuese realmente una bruja, te


convertiría en un sapo tan desagradable como tus palabras. Y
además…

—¡Tempest Sanct Joliet! —Miriam estaba más enfadada de lo


que Tempest la había visto nunca— ¡Vete!¡ Ahora!

Mientras Tempest se apresuraba fuera de la habitación la mujer


volvió a gritar y gritar. Luego se hizo el silencio. Por fin ahí estaba el
sonido de carne contra carne y el diminuto gemido de un recién
nacido.

Tempest quería ver al nuevo bebé pero estaba asustada de lo que


Miriam le haría si desobedecía sus órdenes. Cuando se acercó a la
puerta, oyó a las dos mujeres hablando en voz baja.

—Tienes un hijo, Luena, y parece en perfecto estado. Felicidades,


Jon estará orgulloso. Sé cuanto llevas esperando por este niño. ¿Puedo
llamar a Tempest para que lo vea y comparta tu gozo? Es, después de
todo, la hija de nuestro señor. —Habló rápidamente pero firme—.

Tempest conocía bien la reacción airada de su padre ante el trato


que recibía de algunos de sus inquilinos. Si éste incidente llegaba a sus
oídos, Lord Wendall muy probablemente desahuciaría a los pobres
granjeros de sus tierras. Lo había hecho en el pasado. Tempest no
podría cargar con el pensamiento de que aquel pequeño niño estaría
sin casa y gritó a las dos mujeres, anticipándose a cualquier problema.

—Iré a contarle a Jon sobre su nuevo hijo. Estoy sofocada y


cansada de caminar hasta aquí, así que te esperaré en el riachuelo —
gritó de nuevo mientras salía puerta afuera—.

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Dragon Witch Dolly Lien

***

Durante un largo rato, Tempest esperó a Miriam al lado del


riachuelo. Quería meter los pies en la invitadora agua, pero sabía que
estaría demasiado fría a aquellas alturas de año, así que metió las
rodillas bajo su larga falda, acercándoselas a la barbilla y esperando
pacientemente. Oyó pasos tras ella y habló rápidamente.

—Lo siento, Miriam —dijo mirando fijamente el agua mientras


hablaba—. No debí haber dicho lo que dije, siempre debo recordar su
miedo a las brujas. Mi pelo rojo sólo alimenta su superstición. Todo lo
que quería hacer era ayudar. Lo siento, perdí la calma otra vez e
¡intento tanto ser buena¡. Lo hago, de verdad…—agitada, aporreó sus
rodillas con sus pequeños puños—.

—No te preocupes, niña. No puedes ser más o menos que lo que


desean los dioses —la voz era suave y musical—.

Era una voz que Tempest no había oído nunca antes, se tensó, y
se puso en pie de un salto. Mientras se levantaba, se torció el pie
contra una piedra, y comenzó a caer hacia el helado riachuelo. Unas
suaves y fuertes manos la aseguraron y ella volvió la cara hacia su
rescatadora. La mujer que permanecía ante ella era exquisita. Era alta
y esbelta, con un largo y rizado pelo rubio dorado. Sus ojos eran de un
pálido azul como el cielo de verano, ubicados en una cara de suaves y
dulces rasgos. Su piel era marrón dorada, besada suavemente por el
sol de verano. La suya era una belleza que no podía pertenecer a
ningún mortal. Estaba vestida simplemente, con un vestido largo de
lana verde pálida; un marrón oscuro y bien remendado mantón se
encrespaba alrededor de sus hombros.

—No voy a hacerte daño, Tempest. —Una cálida sonrisa curvó


sus labios—. Pareces tan perdida y sola.

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Dragon Witch Dolly Lien

—¿Quién eres? — preguntó Tempest bajito— ¿Qué quieres de


mí? ¿Cómo sabes mi nombre?

—Me llamo Lysira —la voz era como terciopelo—. Yo vivo,


ocasionalmente, en El Bosque Grande. También soy curandera. No
debes renunciar nunca a las habilidades que te han dado los Dioses,
Tempest. Debes aceptar quién, y qué, eres. Aprende todo lo que
puedas ahora, luego llegará el momento en que necesitarás todo tu
conocimiento y valor para sobrevivir. Sigue tu destino. —Echó un
vistazo a la distancia, escuchando atentamente—. Tu compañera
llegará pronto. Debo seguir mi camino. Nos encontraremos de nuevo.
Ten cuidado, Tempest. Nuestros futuros están vinculados. —Se
apresuró dentro del bosque y pronto se perdió de vista—.

Por razones desconocidas incluso para ella, Tempest nunca había


hablado a nadie de aquel encuentro con la bella Lysira. En cambio, lo
guardó cerca su corazón y lo traía a la memoria cuando estaba sola o
desanimada. Siempre le preocupó cómo había sabido su nombre la
mujer .

El sonido de un perro ladrando devolvió a Tempest rápidamente


al presente. Se apresuró dentro del torreón, intentando encontrar a su
padre, y ver a la bruja acusada. Esperando y preguntándose si quizás
la mujer entendería, si de alguna manera, tendría respuestas.

***

Wendall Sanct Joliet fue fácil de encontrar, sentado en la Sala de


Juicios donde los arrendatarios iban con sus problemas cuando no
podían encontrar un acuerdo por sí mismos. Mantenía juicios
semanalmente, y tenía siempre la última palabra en cada tema; desde
mujeres infieles o peleas entre vecinos, hasta los más serios crímenes
cometidos en sus tierras.

La madre de Tempest, Christiana, estaba sentada a su lado, su


cara sombría y cansada. Los guardas del castillo permanecían de pie

- 26 -
Dragon Witch Dolly Lien

firmes y atentos, controlando los procedimientos y a los espectadores


simultáneamente

Tempest casi podía sentir la tensión en el aire. El hedor del


miedo estaba en todas partes, emanando no del patético bulto de
andrajos parado ante el señor de la casa, sino de la gente común que
observaba el procedimiento, tensos con la anticipación. Nadie en la
habitación miraba directamente a la vieja mujer excepto Lord
Wendall. Incluso Christiana desviaba sus ojos.

Tempest sabía por qué no miraban a la vieja. No podrían


soportar su mirada. Hacer contacto visual con una bruja significaba
que ella podía conseguir el control sobre el alma de una persona e
incluso causarle la muerte. Muchas de las personas que trabajaban en
el castillo nunca habían mirado directamente a Tempest, su propia
familia y Miriam habían sido la excepción. Tempest había crecido
acostumbrada a este trato a lo largo de los años pero siempre había
sentido resentimiento. Su corazón voló hasta la vieja mujer mientras
pasaba entre los guardias para alcanzar a su padre.

—Padre —comenzó suavemente llegando hasta él—.

—Esto no te concierte, hija mía —replicó rápidamente—. Está


acusada de bruja

—¿No soy la hija del señor del castillo, no podría quedarme a tu


lado?

Wendall miró a Tempest durante un largo rato.

—No, Tempest —susurró—. No puedo permitirlo. La gente está


bastante enfebrecida. Podrían acusarte también, y no podría pararlos.
No puedo perderte, cariño. Debes confiar en mí.

—Confío en ti, Padre, pero..—Tempest pensó un momento—. Sí,


confiaba en él. Podría esperar pero, si condenaba a la vieja mujer, ella
tendría que interferir. No podría permitir que la indefensa mujer fuera
quemada como una bruja, no si estaba en su poder pararlo.
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Dragon Witch Dolly Lien

—Sí, padre —habló finalmente—. Haré como dices.

Tranquilo con su respuesta, Wendall miró alrededor de la gran


sala, esperando que nadie los hubiese oído, y se tranquilizó al ver
todos los ojos sobre la bruja acusada.

Pero otra persona había oído su susurrada conversación. El


brujo, en su disfraz como acusada, escuchaba atentamente. Se había
encontrado con la vieja en su camino a WindHeaven, la estranguló, y
luego tomó su apariencia. No había probado a la embrujada durante
varios años y estaba ansioso por comprobar su progreso. Frotó su
anillo de ópalo en su sucia mano para reforzar el hechizo que había
lanzado sobre sí mismo para parecer aquella vieja y observó como la
embrujada accedía mansamente a los deseos de su padre.

Es demasiado blanda, pensó. Sería tan fácil. Él quería un desafío.


Quería disfrutar quitándole sus poderes. Se había convertido en una
mujer aceptable. Quizás no tendría que matarla. Quizás podría
casarse con ella, quitarle los poderes y mantenerla para que tuviese
sus hijos. Quizás…

—Mujer —Wendall habló alto para que todos lo oyeran—. Has


sido acusada de ser una bruja. Habla sinceramente ante todos los que
están reunidos aquí así podremos juzgarte justamente. ¿Eres una
bruja?

—Soy únicamente una mujer vieja, señor. —El brujo habló con
voz temblorosa—. Vivo en los bosques y no quiero hacer daño. No
entiendo esto. Por favor, no me hagan daño.

—No vamos a hacerte daño —dijo Wendall suavemente— si


dices la verdad. ¿Eres una bruja, como esta buena gente dice?

El brujo miró a los observadores como si tuviese miedo. Estaba


buscando a Lysira. La bruja siempre parecía estar alrededor cuando
intentaba acercarse a la embrujada. Pero esta vez había tenido suerte;

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Dragon Witch Dolly Lien

ella no estaba allí para interferir. Se irguió visiblemente y habló con


firmeza, en voz alta.

—Vivo en lo profundo del bosque. Recolecto hierbas para curar.


Me mantengo a mí misma y hago curas para los otros si vienen a mí.
Algunas veces fallo en lo que intento hacer y, cuando eso sucede, soy
acusada de brujería. He tenido que mudarme de mi hogar muchas
veces en el pasado debido a la ignorancia. Si soy llamada bruja por
eso, entonces lo seré. Hablo sinceramente, señor.

Tempest se inclinó hacia delante, escuchando atentamente las


palabras de la mujer, pero retrocedió cuando un atroz olor la golpeó
—¡Dios mío!—, olía terriblemente, a rancio, como un foso de víboras
mortales. No obstante, ella no creía que la vieja fuese una bruja. Era
simplemente una vieja mujer, acusada equivocadamente.

Los murmullos de la multitud crecieron audiblemente mientras


Lord Wendall consideraba su decisión.

Levantó la mano para pedir silencio.

—No habrá ninguna quema de bruja hoy. Es mi sentencia, que


esta mujer no es, como ella dice, nada más que una vieja mujer.
Deberá irse libre de aquí. Cualquiera que desobedezca será colgado de
las torretas como una advertencia para todos los que no tengan en
cuenta las palabras de su señor. Mujer, da un paso hacia delante.

El brujo dio un paso hacia la tarima donde Lord Wendall y Lady


Christiana estaban sentados. Miró con interés la escena a través de los
ojos de la vieja, pero sin miedo. Su poder sobre aquellos míseros
mortales comenzaba a ser absoluto. No podrían hacerle daño.

—Mujer, has oído mi decisión —dijo Wendall en voz alta—. No


creo que seas una bruja, pero mucha de mi gente lo hace. Tenemos
unos pocos curanderos muy buenos aquí, y es muy triste cuando debo
desterrarlos de mis tierras. Como sea, por nuestra propia seguridad,
debes seguir tu camino lejos de aquí. Serás escoltada hasta nuestras
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Dragon Witch Dolly Lien

fronteras y te irás. No se te permitirá volver a mi reino. ¿Has


entendido?

—He oído vuestras palabras, mi señor. Gracias. Sois un soberano


sabio y compasivo. Qué seáis bendecido por siempre —se volvió y
caminó lentamente hacia la escolta que la esperaba—.

—Padre, desearía hablar con ella antes de que se vaya —dijo


Tempest—.

—No. Se acabó. Vete a los aposentos. Hablaré contigo luego.

***

El juego de ajedrez estaba en progreso. Las dos figuras


observaron atentamente las piezas. El hombre levantó la mirada y dijo
tranquilamente a la mujer sentada frente a él:

—Creo que te toca mover, querida.

—Lo sé. Estoy pensando —la mujer salió de su meditación—.


¿Quizás es el momento de mirar en el cristal?

—No —respondió él después de pensarlo un poco—. Han


pasado unos pocos años. Es todavía una niña. Quizás cuando tenga
dieciocho.

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Dragon Witch Dolly Lien

Tres

El cumpleaños de Tempest amaneció brillante y despejado,


aunque frío. El otoño había llegado por fin, y esperaba con ilusión la
larga y esperada celebración. Dieciocho años y finalmente una mujer.
Una suave sonrisa cruzó su rostro. Habría una gran fiesta esa tarde a
la que asistirían todos los señores y señoras de los alrededores.
Tempest conocía todos los hombres elegibles de cerca y lejos que
estarían presentes para verla, y sentirían curiosidad por saber si ella
sería digna de su dote.

Se quitó su bata de dormir y se paró frente al espejo de cuerpo


entero. Había sido un regalo de su padre por su último cumpleaños.
Christiana se había quejado amargamente por el coste, y Wendall se
había visto obligado a comprarle a ella un espejo todavía mayor para
mantener la paz en la familia. Tempest adoraba su regalo —sin ser
hoy la excepción.

Se observó críticamente. Su pelo color caoba oscuro colgaba en


suaves rizos hasta la cintura. "¡Rojo bruja!" Las palabras vinieron
espontáneamente a su mente. ¿Qué hombre sensato querría a una
mujer con el pelo de bruja?. Y quien la quisiera, ¿sería un hombre al
que ella podría amar con todo su corazón? Tempest había advertido a
su padre que no se casaría con un hombre si no lo amaba. Le había
dicho que preferiría pasar su vida sola en una choza en el bosque
antes que rendirse a un matrimonio sin amor. Él había estado de
acuerdo con ella todo el tiempo, pero, ¿cambiarían las cosas cuando
llegase el momento? ¿Elegiría un marido para ella que pudiese volver
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Dragon Witch Dolly Lien

su posición más fuerte? Después de todo, su hermana mayor ya había


tenido un matrimonio ventajoso. Caroline se había casado felizmente
con un poderoso y rico duque el año pasado así su padre había
podido mantener su palabra. Wendall nunca había roto ninguna de
las promesas que le había hecho, y Tempest esperaba con todo su
corazón que ésta no fuera la excepción.

—Bueno —suspiró—. Debo vivir con esta cara y este cuerpo.

Se observó en el espejo analíticamente. Miró sus profundos ojos


verde musgo con largas y sedosas pestañas.

—Parecen como la cara norte de un viejo árbol muerto. —Se


inclinó más cerca del espejo y tocó su elevada nariz—. Y pecas en mi
nariz. ¿Qué mujer bonita tiene pecas? —rezongó— ¡Y mis labios son
gruesos! Parece que estoy haciendo pucheros todo el tiempo. Dios
mío, ningún hombre me querrá. Soy demasiado alta y todavía tengo
grasa de bebé. Mis pechos son demasiado grandes. ¡Oh, soy tan fea! —
lloró suavemente mientras la puerta de su habitación se abría.

Miriam oyó el lamento de Tempest mientras entraba en la


habitación.

—No, mi dulce niña. Eres la chica más hermosa del reino, y no


quiero oírte decir lo contrario.

—¡Oh Miriam!, sólo dices eso porque me quieres. ¡Soy


demasiado alta y estoy gorda! Sólo mira. Desearía ser tan bella como
mi madre. ¡Al menos ella no tiene estas horribles pecas! Y mi pelo
rizado y desordenado. Nunca puedo conseguir que se quede en su
sitio. Todavía parezco una niña incluso cuando llevo ropa. ¿Qué
hombre va a quererme? —gimió—.

Miriam fue hasta la disgustada chica y la tomó en sus amorosos


brazos, susurrándole suavemente:

— Habrá un hombre para ti, Tempest. Un hombre muy especial


que te verá como yo lo hago. Verá a una maravillosa y amante mujer,
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Dragon Witch Dolly Lien

y serás la persona más importante en su vida. Como tú, será un


hombre alto y fuerte, y estará a tu altura. No estás destinada a un
compañero que sea débil y que no vea la gran belleza de tu alma. Eso
ocurrirá, querida mía, ocurrirá. Ahora es hora de que te vistas. Creo
que tu madre se está impacientando. Mira por tu ventana. Están
abriendo la feria. Date prisa

—¡La feria! —Tempest corrió a mirar por la estrecha ventana de


su torre—. Había olvidado la feria. ¡Oh, a prisa! Ayúdame a vestirme;
me siento tan torpe hoy... Miriam, te quiero mucho. ¿Qué haría sin ti?

Con la ayuda de Miriam, Tempest se vistió en tiempo record y


pronto estuvo volando escaleras abajo hacia el magnífico salón.

***

La feria era todo lo que una chica podía esperar, y Tempest


estaba disfrutando muchísimo. El aroma del recién horneado pan y
del pastel de carne flotaba en el aire desde las diferentes casetas
mientras pasaba. Había jirones de cada color expuestos en las mesas, y
en la cabina del joyero su madre intentaba decidir qué piedras
favorecerían su nuevo vestido de lana. Tempest no se paró a admirar
las joyas con su madre y las otras señoras; nunca había estado
interesada en decorarse a sí misma. Estaba más interesada en hierbas
y curas.

Una gran tienda gris se ubicaba a una corta distancia del resto y
capturó su atención, así que caminó hacia ella. No había gente cerca y
nada que revelara que contenía. Tempest levantó el faldón y trató de
ver dentro de la pequeña tienda. Mientras cruzaba la puerta abierta, le
pareció entrar en un mundo enteramente nuevo. Los sonidos de los
vendedores vendiendo sus mercancías se desvaneció en la distancia;
los exquisitos olores del pan horneado y el pastel de carne parecieron
disolverse como la nieve sobre una piedra calentada por el sol. En
cambio, empezaba a ser consciente del suave silencio, una agradable
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Dragon Witch Dolly Lien

brisa y el suave olor de las violetas de primavera que la envolvía y la


adormecía en un casi hipnotizante trance. El interior de la tienda era
brillante como la luz del día, aunque no podía ver ninguna vela
encendida. Las paredes, tan diferentes de las del exterior, eran suaves,
de un apagado color pastel y parecían resplandecer con vida propia.
Había una gran mesa redonda en el centro de la habitación cubierta
con una tela de color índigo. Una mujer se sentaba tras la mesa,
sosteniendo una baraja de grandes cartas en sus manos. Levantó la
mirada hacia Tempest y sonrió.

La mujer le parecía familiar, y Tempest intentó recordar la


última vez que se habían encontrado. Entonces le vino a la memoria
como una avalancha. Se recordó sentada en el riachuelo el día de su
quince cumpleaños. La mujer, Lysira, había permanecido con ella un
rato cuando necesitaba consuelo, y ella nunca había olvidado lo que
le había dicho: "No puedes ser más o menos que lo que los dioses
desean." Palabras sobre las cuales había basado su vida.

—¿Lysira?

—Sí, Tempest. Qué rápido ha pasado el tiempo; ahora eres una


mujer de dieciocho años. Te has vuelto tan preciosa como esperaba.
¿Has venido para que te diga tu futuro? Siéntate, por favor. —Hizo un
gesto hacia la silla frente a Tempest—.

—No tengo monedas para pagarte —Tempest se giró para


marcharse—. Pero puedo encontrar a mi padre y conseguir algunas.

—Tempest. Hoy es tu cumpleaños. Será mi regalo para ti. Las


monedas no importan, pero tú debes saber lo que te espera para que
puedas prepararte. Por favor, siéntate.

—No he hecho esto nunca antes. No sé qué tengo que hacer.


¿Esto es brujería? —Tempest estaba nerviosa mientras se sentaba en la
dura silla de madera—. No estoy asustada, pero no querría buscarte
problemas. Las personas aquí están contra cualquier cosa que parezca

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Dragon Witch Dolly Lien

brujería. Justo recientemente mi padre tuvo que desterrar a una vieja


mujer porque…—

—Tempest. Deja de farfullar. —Lysira colocó las cartas frente a


ella—. Coge las cartas y mézclalas tres veces. Luego, córtalas tres
veces hacia la izquierda, con tu mano izquierda. No tendré problemas
por leerte las cartas. Tranquila ahora, dulce niña, tranquila. —habló
con dulzura y Tempest sintió su corazón serenarse y su sangre
calmarse mientras cogía las cartas y hacía lo que le había mandado.

Lysira sacó una carta de la baraja y la colocó en el centro de la


mesa. Tempest vio el dibujo de un hombre joven con una brillante
chaqueta azul y pantalones rojos. Sostenía su sombrero en una mano y
llevaba una gran copa en la otra.

—Esta carta es el indicador —Le contó Lysira—. Enseña tu


juventud e inocencia.

Tomando la baraja mezclada, dejó otra carta sobre ésta, una carta
que mostraba ocho espadas torcidas alrededor de otra espada más
grande en el centro.

—Se ha hablado mucho de tu rareza. No han sido buenas


habladurías, y te asusta.

Lysira dejó las cinco siguientes cartas deprisa, colocándolas en


un círculo alrededor de las dos cartas centrales con la primera carta
puesta atravesando el nueve de espadas. Una de las cartas parecía
dibujar a Tempest. En otra estaba dibujada una torre. Un rayo brotaba
del cielo oscuro, cayendo en la torre, haciendo volar las piedras en el
aire. Había personas cayendo, otras yacían muertas en el suelo.
Incluso pudo oír el caos en el dibujo, oler la muerte en el aire, saborear
el terror de las personas cayendo.

—Esa carta… —Tempest la apuntó con un tembloroso dedo—.


¿Va a haber una guerra? ¿Será nuestro castillo destruido? Mi familia.
¿Van a morir todos? Yo no.. —se levantó para abandonar la tienda—.
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Dragon Witch Dolly Lien

—¡Tempest! —la severa voz de Lysira la hizo detenersd—. Los


dibujos del Tarot tienen muchos significados profundos, más de los
que ves. Siéntate. Vamos a terminar lo que hemos empezado.

Tempest se sentó. No se habría movido aunque una espada


hubiese oscilado hacia su cabeza.

— Dime —susurró—, su voz temblorosa.

—Esta carta describe el caos en tu vida. Cuenta que serás


forzada a algo horrendo, algo que deberás resistir con todo lo que eres
o serás destruida como esta torre. No te resistas a la sabiduría de tu
corazón, Tempest. Sabrás qué es lo correcto para ti.

—¿Ves esta carta? —apuntó a la carta más arriba—. Es la de Los


Amantes. El amor pronto vendrá a tu vida. No debes aceptar a ningún
otro que no sea el destinado para ti. Tú corazón te dirá la verdad.

—Parecen tan felices. Tan enamorados. Ella se parece un poco a


mí, excepto que no tiene mi horrible pelo rojo — Tempest se sentía
más tranquila—.

Lysira dejó tres cartas más en el lado derecho de las otras.

—Te sentirás atraída en todas direcciones, y con buenas razones.


Qué hagas frente a ello no será fácil, puesto que hay mucho mal
combatiendo, pero eres una mujer fuerte y no debes vacilar ante lo
que encontrarás. Todo esto te hará ver tu fuerza.

Lysira tocó la siguiente carta en la bajara del tarot.

—Esta cara es el resultado final. Esta carta te dirá tu futuro.

Dejó la carta con la cara hacia arriba sobre la mesa.

Un helado viento impregnó la tienda. El aire se convirtió en duro


y fuerte, sofocante. Tempest vio la carta como si estuviese a una gran
distancia. En la carta había una figura vestida con una oscura túnica y
una ensangrentada guadaña en su mano; la tierra a su alrededor
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Dragon Witch Dolly Lien

estaba desolada. Un esqueleto yacía a sus pies. Era la carta de la


muerte.

Un grito sobrenatural rasgó el aire, sacudiendo a Tempest sobre


sus pies como una marioneta. Se giró y huyó de la tienda, corriendo
hasta los campos contiguos. Una multitud de personas estaban cerca,
sus cabezas se elevaron, mirando al pálido cielo otoñal. Una vieja
mujer apuntó al aire, gritando sin palabras.

***

El hombre y la mujer miraban dentro de la bola de cristal.

—¿Por qué está Lysira ahí? —reclamó la mujer, su voz baja y


cargada de enfado— ¿Es cosa tuya?

—No —replicó el hombre rápidamente—. Me pregunto…

—Bueno, no te preguntes. Haz algo. No se le puede permitir


interferir. La niña no debe saber el futuro.

—Lo que está hecho, hecho está —suspiró—, apoyándose en el


respaldo de su ornamentada silla y poniendo los pies sobre la tabla de
ajedrez, esparciendo las piezas.— Esto cambia las cosas
considerablemente. Debemos hacer planes. Cubre el cristal, querida.
Debemos hablar.

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Dragon Witch Dolly Lien

Cuatro

El enorme dragón dorado volaba en círculos sobre los campos, la


curva de su vuelo estrechándose mientras volaba. Cuando estuvo
directamente sobre Tempest, empezó a descender lentamente. El
miedo la agredió cuando vio al maravilloso dragón planeando cada
vez más cerca— luego un sentimiento de admiración, y después paz,
mientras permanecía arraigada al suelo. Todos los ruidos de fondo se
desvanecieron mientras, paralizada, miraba el silencioso dragón
moverse en espirales hacia ella. Los neblinosos ojos azules del dragón
se encontraron con los ojos verde musgo de la humana y se
encadenaron.

Un grito de dragón rasgó el aire. Los ojos del dragón destellaron


dorados y parecieron arder más que el sol sobre sus cabezas. Un
rugido salió de la enorme bestia mientras sus ojos se volvían hacia el
cielo. Arriba en lo alto volaba en círculos otro dragón, éste de un
oscuro burdeos. Cerniéndose, el desafiante rugió un grito de lucha. El
dragón dorado se catapultó hacia arriba para encontrarse con su
enemigo, en respuesta al grito que resonaba mientras volaba a
encontrarse con su desafiante.

Tempest vio con horror como los dos poderosos oponentes


chocaban en medio del aire, sus garras y dientes desgarrando al otro
con fuerza mortal. Gritos de odio, luego de dolor mientras
colisionaban. Luego el lúgubre silencio mientras luchaban su mortal
batalla.

El dragón rojo oscuro era el más grande de los dos, y, al


principio, parecía que sería el ganador, pero el dorado era más joven y
más rápido. Golpeó al rojo produciéndole repentinos cortes con sus
talones y desgarró trozos de carne con sus dientes. Sangre y escamas

- 38 -
Dragon Witch Dolly Lien

de dragón rociaron la tierra alrededor de Tempest en una lluvia


carmesí de muerte.

El rojo luchaba con odio pero fue perdiendo rápidamente


terreno mientras los dos dragones se acercaban a tierra, cada uno
volviéndose más débil debido a los poderosos golpes del otro. De
pronto, el dorado apuntó al rojo y soltó un enorme estallido de llamas.
El rojo dio gritos de agonía, un grito de muerte que creció más agudo
y discordante, hasta que las personas que observaban debajo no
pudieron aguantar más, y se cubrieron las orejas, huyendo
aterrorizados del campo de batalla.

Tempest continuó sola, paralizada por el miedo por el hermoso


dragón dorado, mientras las dos bestias caían en picado hacia ella. El
dragón rojo se convirtió rápidamente en una enorme bola de llamas
que pronto caería sobre ella, pero seguía estando congelada. De
súbito, el dragón dorado la agarró en sus enormes garras y
cuidadosamente la elevó en el aire. Voló con la chica agarrada
gentilmente en sus inmensas y horrorosas garras, hasta los lindes del
cercano bosque y la dejó suavemente sobre el suelo. Descendió
inseguro ante ella.

Tempest, sin miedo, alzó su mano y tocó a la herida bestia.


Nunca había visto un dragón antes, pero de alguna forma sabía que
aquel nunca le haría daño. Se sentía inexplicablemente atraída por él.
Acababa de presenciar una lucha a muerte entre dos de las más
temidas bestias de la tierra, pero seguía sin tener miedo. El dragón la
miraba en silencio.

—Estás herido— indicó, tocando una de sus enormes garras—


Déjame ayudarte. Soy curandera— buscó la bolsa de las hierbas que
siempre llevaba consigo.

No puedes ayudarme, pequeña bruja.

La palabras, profundas y melodiosas, retumbaron en su cabeza.

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Dragon Witch Dolly Lien

Sólo la magia de los dragones puede curar a un dragón.

—Hablas— se le escapó con sorpresa— No sabía que los


dragones pudiesen hablar. ¿Cómo lo haces? Yo no soy una bruja.—
añadió rápidamente— Y mi nombre es Tempest. ¿Cómo puedo
llamarte?

Sí, pequeña Tempest, nuestra raza habla con la mente, y tú eres


ciertamente una bruja. Puedes llamarme Adrian, que no es mi nombre
dragón pero es como me llama mi padre. Y tú ciertamente hablas mucho.

—Habló mucho cuando estoy nerviosa.— replicó

¿Me temes?

—No

Entonces dime por qué estás nerviosa.

—Dijiste que hablo demasiado.

¿Es por eso por lo que estás nerviosa?

—¿Cómo te sentirías tú si acabases de encontrarte con un dragón


por primera vez?— Tempest se puso a la defensiva— Eres diez veces
más grande que yo. Tienes esas gigantescas garras que podrían
rasgarme en tiras. Acabas de matar a otro dragón incluso mayor que
tú, y estás herido y no me vas a dejar ayudarte. Así que, simplemente,
dime como te sentirías, ¿Señor Dragón? ¿No estarías nervioso? ¡Y no
me llames bruja! ¿Quieres que me quemen en el poste?— farfulló, su
cara poniéndose roja, haciendo que sus pecas destacaran vividamente.

El dragón observaba, fascinado. Su enfado acentuaba aquellos


pequeños puntos rojos sobre su nariz, observó. Le gustaban. Eran
lindos en esa diminuta y estirada nariz.

¿Te gustaría venir a casa conmigo?

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Dragon Witch Dolly Lien

Su cabello rojo le recordaba una cálida hoguera en una noche


fría de invierno, y de pronto se sintió protector hacia la diminuta
humana que permanecía de pie valientemente ante él. Siendo un
dragón bastante joven, había experimentado algunos pocos tratos con
humanos y todos aquellos con los que había tenido encuentros habían
salido huyendo de él, aterrados.

—No. Yo tengo una casa. No iría contigo ni aunque fueses el


último dragón sobre la Tierra.— Tempest estaba comenzando a
disfrutar con aquella majestuosa criatura y quería que aquella
particular discusión continuara. Nunca había tenido una experiencia
como ésta antes, y la enorme bestia la fascinaba.

No lo soy, ¿sabes?

La voz estaba en su cabeza otra vez. No sabía si los dragones


podían sonreír, pero podía sentir la risa tras sus palabras.

—¿No eres qué?

El último dragón de la tierra.

Estaba definitivamente riendo aquella vez, una extraña risa de


dragón mientras disfrutaba con sus absurdas réplicas.

—No quería decir que lo fueras.

Tempest no estaba segura de cómo explicar a la enorme bestia


las extrañezas absurdas del lenguaje humano.

Abruptamente, el mundo se introdujo entre ellos. Altas voces


gritaban su nombre desde el camino. Eran su padre y Tristan.

Debo irme.

Le dijo el dragón a regañadientes.

La gente teme a los dragones—a menos que sean pequeñas y valientes


brujas con puntitos en sus narices.
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Dragon Witch Dolly Lien

Cuando extendió sus alas, gotas de sangre cayeron en las manos


de Tempest.

—No, debes dejarme ayudarte. Estás herido. No puedo dejarte ir


así. Por favor— suplicó, pero no sirvió de nada.

El dragón se alzó lenta y dolorosamente en el aire.

Adiós, pequeña Tempest. No me olvidaré de ti.

Dónde había estado descansando había un gran charco de


sangre. Tempest sabía que estaba mal herido y se preguntaba cómo
habría logrado permanecer con ella tanto rato.. Cómo habría
conseguido elevar su enorme cuerpo en el cielo.. y si volvería a verle
alguna vez.

—Adiós, mi hermoso dragón dorado. Mejórate.

Un enorme bulto se formó en su garganta mientras observaba al


dragón planear en el cielo—

—Qué estés a salvo— susurró a su estela.

***

—Van a estar enormemente perturbados por la destrucción del


rojo— comentó la mujer mientras movía su reina sobre el tablero,
comiendo el alfil del hombre.

—Pronto olvidarán esta pequeña lucha— predijo el hombre,


frunciendo el ceño ante el tablero de ajedrez—Además, ese rojo estaba
completamente loco y podría haber causado muchos problemas. De
todas formas, nunca he soportado los dragones rojos.

—¿Vivirá?— se pregunto mientras intentaba mirar en el cristal.

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Dragon Witch Dolly Lien

—Ése es el plan, ¿no?— levantó la vista del tablero —¡Te has


comido mi alfil!

Cinco

—Tempest, deja de soñar y ayúdame con este vestido.— Miriam


estaba exasperada— Juro que te estás volviendo más joven en vez de
vieja. Tus invitados te están esperando. Puedes al menos fingir que
tienes ganas de esta fiesta. Tu madre ha planeado una gran sorpresa
esta noche. Se lo oí mencionar a Lady Junia hoy... Tempest..

—Lo siento, Miriam. Mi mente estaba en otra parte. Me daré


prisa. No quiero tener a Madre esperando.— miró las bonitas ropas
que yacían en su cama.

Tempest no quería ir a la extravagante fiesta de su madre.


Odiaba vestirse para esas ocasiones especiales, pero, cuando miró el
adorable vestido que estaba sobre la cama, notó que su desgana
disminuía.

—Hoy es un día importante en tu vida— le recordó Miriam—


Hice esto para que te lo pusieras. Espero que te guste

Le dio a Tempest un bulto envuelto en un oscuro pañuelo verde,


atado con un lazo de color satinado verde claro.

—No tenías que darme nada, Miriam. Todo lo que siempre he


necesito de ti es a ti y tu amor y guía.— sus ojos brillaron, y le regaló a
Miriam una pequeña y fresca sonrisa.— Pero aceptaré este regalo esta
vez si es algo que has hecho tú misma

—Siempre tendrás mi amor— contestó Miriam secamente.—


Ahora ábrelo así podremos empezar a prepararte.
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Dragon Witch Dolly Lien

Tempest desató con cuidado el lazo

—Es un lazo precioso— comentó— Puedo ponérmelo en el pelo


esta noche.

Desdobló cuidadosamente el pañuelo. Dentro encontró una


suave y blanca camisola. Tenía un delicado ribete de encaje alrededor
del bajo escote, y unos diminutos y rosados capullos de rosa con hojas
verdes que adornaban el cuello y el dobladillo. Era más corta que las
otras camisolas y tenía una ancha banda de encaje alrededor de la
parte inferior. Tempest pasó su mano amorosamente sobre el suave y
fino material.

—No es algodón o lino— dijo.— Nunca he sentido un material


como éste antes. ¿Qué es? Es como una nube flotante.

—Lo llaman seda— contestó Miriam.— Lo tengo desde hace


bastantes años, pero no era algo que debiese ponerme. Tú ya eres una
mujer y necesitas sentirte como una. Ni siquiera Lady Christiana tiene
una camisola hecha de este material.

—Lo llevaré puesto esta noche debajo de mis ropas nuevas.


Ayúdame, Miriam. — se quitó su vieja y usada camisola y Miriam le
ayudó a ponerse la nueva. Pareció deslizarse sobre su piel como una
suave brisa de verano mientras resbalaba por su cuerpo.

—Se siente delicioso— Tempest no pudo resistirse a deslizar sus


mano sobre su nueva prenda.— Así debe ser como se siente el pecado.

—Eres demasiado joven para saber como se siente el pecado—


refunfuñó Miriam— Alza los brazos y ayúdame con este vestido.

Levantó el nuevo vestido cuidadosamente de la cama y lo


deslizó por su cabeza bajándolo por las curvas del cuerpo de Tempest.

Miriam la examinó críticamente. Su larga túnica era de ligero


algodón verde con mangas que caían libres justo hasta debajo de sus
codos, para luego ajustarse fuertemente a sus brazos en la muñeca
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Dragon Witch Dolly Lien

donde terminaban en una punta que casi alcanzaba sus dedos. Su


suave y aterciopelado sonbreveste se ajustaba fuertemente y caía hasta
las puntas de sus zapatillas, de color verde oscuro, adornado con
diminutas hojas y capullos de rosa alrededor del cuadrado cuello y el
dobladillo; como el abundante verde de un bosque de verano. Las
hojas estaban cosidas con hilo de plata, y cada pequeño capullo de
rosa era como una diminuta mancha dorada salpicando la tela.
Miriam le dio a Tempest una faja de lazos plateados con minúsculas
campanas plateadas en cada final. La joven la ciñó fuertemente a su
cintura, y se sentó en un gran banco de madera para que Miriam le
arreglara el pelo.

—Creo que es hora de que lleves el pelo recogido— comentó


Miriam— Hoy alcanzas la madurez, y debemos estar seguras de que
todo el mundo se da cuenta.

Amontonó el pelo de Tempest en la cabeza, organizándolo en


rizos sueltos y enrollándole la cinta verde artísticamente a través de
los rizos.

Embelesada, Tempest se observó y se quedó maravillada al ver


una hermosa mujer emerger donde antes había habido una jovencita.

—No puedo creer que ésta sea yo, Miriam— dijo Tempest
suavemente— Casi parezco bonita. Gracias por saber cómo hacerlo.

Antes de que Miriam pudiese contestar, hubo un golpecito en la


puerta. Tristan asomó la cabeza por la habitación y preguntó:

—¿Puedo entrar, hermanita?

—Claro, Tris— gritó Tempest, mirándolo a través del espejo—


Sabes que siempre eres bienvenido.

Tristan se paseó tranquilamente por la habitación.

— Tempest, yo....— se paró y se quedó mirándola fijamente, la


boca abierta, mientras ella se giraba hacia él— ¡Por los Dioses,
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Dragon Witch Dolly Lien

Tempest!— dijo suavemente— Te has convertido en una mujer de la


noche a la mañana.

Su voz estaba ronca de emoción.

—Tan de repente.. ayer eras una niña.. Ahora no te reconozco—


le tiró un gran paquete en las manos, se giró y huyó antes de que ella
pudiese hablar.

Tempest miró la gran caja de madera que sostenía. Tenía


pequeñas parras de vid por los bordes, cada vid cubierta con hojas
perfectamente formadas. En el centro de la tapa las vides se curvaban
hasta formar un corazón, y su nombre estaba tallado en el centro.
Tempest sabía que le tenía que haber llevado muchas horas a Tristan
para hacer la caja para su cumpleaños, y aquel regalo alcanzó su
corazón como ningún otro podría hacerlo.

—Es hermosa— susurró Miriam— ¿No hay nada dentro?

Tempest abrió la caja. El interior estaba forrado de terciopelo


vino tinto. Acurrucados en el fondo descansaban un par de
pendientes de plata. Cada pendiente era un perfecto rayo con una
tormentosa nube esmaltada de color negro tras él. Amorosamente, los
sacó de la caja y los sostuvo a la luz para verlos más claramente. El
esmalte había sido vertido en alambres de plata moldeados como
nubes. No había metal detrás del encendido esmalte, y la luz de las
velas danzaba detrás de cada diminuta nube, haciéndolas parecer
llenas de vida. Los alambres alrededor de las nubes les daban una
suave luminosidad plateada que también le daba electricidad al rayo.

—Precioso— observó Miriam.

—Son una tempestad, Miriam, son mi nombre— Tempest tragó


para romper el nudo de su garganta. — La caja habría sido suficiente.
Estos pendientes deben haberle costado muchísimo. Miriam, le quiero
tanto. ¿Por qué no se quedó para que yo pudiese decirle cuanto adoro
su regalo?
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Dragon Witch Dolly Lien

—Tu hermano no necesita agradecimientos, Tempest. Sabe


cuanto le quieres, por qué él te quiere igual. —Miriam se secó sus
escocidos ojos con la manga. Tempest tenía pocas personas en su vida
que realmente la quisiesen, y Miriam daba las gracias diariamente a
los dioses por el incondicional amor de Tristan hacia su hermana.

—Ahora debes prepararte. Tus invitados están esperando y tu


madre se enfadará si te retrasas demasiado mirando absurdamente un
par de pendientes— gruñó para encubrir el repentino y fuerte amor
por la joven que significaba más para ella que nadie en su vida. —
Póntelos y nos vamos.

Mientras bajaban por los estrechos y serpenteantes escalones de


piedra hasta el comedor, pudieron oír el suave parloteo de las voces.

—Demasiada gente, Miriam— dijo Tempest en voz baja— No


quiero ir. Me siento enferma. Debo volver a mi habitación. Ellos son
amigos de mi madre, no míos— se giró para volver escaleras arriba,
pero Miriam le bloqueó el paso.

—Esta reunión es por ti, Tempest, para presentarte a los


caballeros y nobles solteros y puedas encontrar un marido. Cumples
dieciocho años hoy, y debes tomar decisiones que asegurarán tu
futuro y el de tu familia. Es muy importante para ti que asistas a esta
cena, y tendrás que comportarte impecablemente— su voz se suavizó
con cariño— Me doy cuenta de que estás asustada. No estás
acostumbrada a esto. Pero es una realidad de la vida y debes hacerle
frente con valentía. Sólo recuerda que todo lo que hacemos es porque
te queremos. Ve querida, estaré contigo.

Tempest tomó una profunda inspiración, enderezó su espalda, se


giró y descendió los pocos escalones hacia la habitación llena y
ruidosa. Valentía era algo que ella sabía que tenía más que suficiente.
¿No había justamente pasado aquella tarde conversando con un
dragón? Sonrió con el pensamiento y entró en la habitación.

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Dragon Witch Dolly Lien

El comedor estaba lleno de personas. Por las riquezas de sus


ropas, Tempest supo que todos eran nobles y que Lady Christiana se
había superado a sí misma con las invitaciones que había enviado.
Únicamente los interesados más ricos serían considerados para la hija
favorita de Wendall Sanct Joliet.

Desafortunadamente para la joven, muchos de los hombres


invitados a la celebración ya no eran unos jovencitos. Había muy
pocos hombres solteros cercanos a la edad de Tempest residiendo en
los alrededores de Windhaven.

Tempest vaciló por unos momentos, pero rápidamente recordó


el hermoso dragón dorado y su sonrisa volvió a aparecer. Mientras
avanzaba hacia la cabecera de la mesa donde su familia esperaba
estaba decidida a superar aquella noche con la menor dificultad
posible.

—Tempest— dijo Wendall, poniéndose en pie— Estás


rotundamente hermosa esta noche. Rivalizas con cualquier mujer en el
reino— tomó su pequeña mano en la suya y la giró hacia los nobles
reunidos

—Señores, señoras— la habitación se quedó en silencio—


¿Puedo presentaros a mi hija, Tempest? Nos hemos reunidos para
celebrar la llegada a su mayoría de edad.

Un hombre que Tempest no había visto nunca antes se levantó y


habló.

— ¿Puedo ser el primero en brindar por la adorable hija del


señor del castillo en este día, el día de su cumpleaños? — levantó su
copa para saludar.— Por Tempest, que tu vida sea larga, tus hijos
muchos y tu marido rico, fuerte y valiente para capear la tempestad.

Los invitados, como uno solo, se levantaron y acompañaron al


hombre en su brindis. Tempest se ruborizó avergonzada, infeliz por
ser el centro de tanta atención. Wendall, consciente de cómo se sentía
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Dragon Witch Dolly Lien

ella, le cogió la mano, la llevó hasta sus labios, la besó y miró a sus
invitados.

—Mi hija es una joven modesta y no está acostumbrada a tanta


atención. Por favor, continuad comiendo. Pronto habrá más diversión.

Tempest se dejó caer agradecida en la silla junto a su padre y se


mantuvo ocupada con el estofado en su fuente, deseando escapar sin
llamar la atención. Deseaba que aquella celebración terminara pronto
así ella podría ir a su habitación y rememorar la conversación con el
dragón. No podía disipar la aventura de aquella tarde de sus
pensamientos. Jugueteó con su comida por un rato pero pronto
comenzó a sentir curiosidad por las personas que habían asistido a su
fiesta. Tímidamente, echó un vistazo. Nadie en el enorme salón
comedor parecía fijarse en ella, así que pudo observar con facilidad a
los invitados. Mientras observaba alrededor del gran salón comedor,
comenzó a notar que muchos de los invitados eran hombres de
mediana edad o más viejos— algunos los consideró como totalmente
ancianos. Por un momento se puso nerviosa pero luego recordó una
conversación con su padre hacía tan sólo unos días atrás.

—Tempest— había dicho cuando ella le había confiado sus


esperanzas y miedos concernientes a su futuro— —Te serán ofrecidos
un montón de pretendientes donde elegir. Sólo quiero tu felicidad y
nunca te forzaré a un matrimonio que no quieras. No tengas miedo,
mi amor, tienes mucho tiempo para elegir, y yo te ayudaré a encontrar
sólo el mejor hombre con quien pasar el resto de tu vida. Caroline se
casó por amor, y tú lo harás así también.

Mientras paseaba la mirada de invitado en invitado, Tempest


comenzó a formarse vagas especulaciones sobre sus vidas y riquezas.
Empezó a ponerle nombres tontos a cada cara, intentando combinar
sus nombres con sus modales en la mesa. Pero pronto se aburrió con
su juego y de nuevo buscó, esta vez en serio, a Tristan. Siempre había
podido compartir divertidas y secretas pequeñas bromas con él y le
preocupaba el por qué no estaba presente en aquella, la noche más
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Dragon Witch Dolly Lien

importante de su vida. Comenzó a sentirse incómoda, como si alguien


estuviese intentando captar su atención.

—¿Tristan?— preguntó.

Pero aquel no era el tipo de sentimiento que compartía con


Tristan. Aquel sentimiento estaba teñido de miedo y algo más a lo que
no pudo ponerle nombre. Era un sentimiento de fría y húmeda tierra,
contaminada con un algo insoportable, podrido y descompuesto.
Cerró los ojos, mareada por un momento, luego miró alrededor de la
habitación hacia una lejana mesa. Allí encontró al origen de su
molestar. El hombre estaba sentado al final de todos, tras la sal, donde
sólo las personas más pobres se sentaban. El final de la mesa estaba
tenuemente iluminado y él estaba parcialmente en las sombras. Ella
no podía ver su cara, pero Tempest podía sentir la fuerza de su intensa
y magnética mirada. Unos ojos rojos ardían desde el interior de la
oscuridad de la capucha con la que cubría su cabeza. Se sintió
arrastrada de mala gana a un lugar del cual sabía que no podría
volver, un lugar de infelicidad, encadenamiento y dolor, un lugar
donde podría perder todo lo que significaba vida y orden, un lugar de
muerte. Sintió un pánico desolador, intentó separar su mirada de
aquellas carmesíes y brillantes esferas. Nadie en la habitación parecía
haber notado aún al hombre.¿Le estarían mostrando sus poderes de
bruja lo que nadie más podía ver? Inesperadamente, una cara se
interpuso entre ella y el hombre. Era Lysira, como había estado
cuando le había hablado tan dulcemente a Tempest en el riachuelo.
Luego la imagen cambió al momento en que había leído el futuro de
Tempest en las cartas. La tranquilidad la envolvió. Tomó una
profunda inspiración, levantó su mano, el primer y último dedo
alzado en el antiguo signo para evitar el Mal de ojo. El encanto se
rompió. La atención del hombre se desvió. No volvió a sentir el
magnetismo de su mirada, no volvió a sentirse amenazada. Ahora lo
veía de forma real. Estaba vestido de forma diferente a las otras
personas en la habitación. Mientras que sus ropas eran hechas a mano
de brillantes colores en satén, terciopelo y maravillosa seda, las suyas

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Dragon Witch Dolly Lien

eran negras, hechas de basta lana. Su oscuro traje estaba atado por la
cintura por un cordón de sisal, áspero y feo. Se había puesto la
capucha para ocultar su cara, pero aun así ella podía sentir el poder de
sus ojos que tiraban de ella hacia una escalofriante oscuridad. Tempest
se estremeció y rápidamente desvió la mirada, decidida a no dejar que
el incidente desluciera la felicidad de la velada.

—¿Dónde está Tristan?— le preguntó Tempest a su padre—


Creía que estaría aquí para compartir mi noche. Sin duda no querría
perderse esta fiesta. No está enfermo, ¿verdad? Lo vi antes y parecía
estar bien.

—Tristan no asiste a este banquete por que yo lo ordené—


intercedió Christiana— No tendré a un bastardo en este salón
mientras ceno.

—¡Madre!— exclamó Tempest enfadada— Tristan es tan


hermano mío como Caroline. Sólo por que mi padre no estuviese
casado con su madre no hace de él menos Sanct Joliet. Sabes que
Padre lo reconocería como un hijo si tú no estuvieras tan en contra de
ello. ¡Ésta es mi noche, y yo quiero que esté aquí!

—Eso no pasará, Tempest. Ya lo discutí con tu padre, y está


completamente de acuerdo con mi decisión. No hablaremos más de
esto.— Christiana habló en voz baja y sin emoción, pero había acero
tras sus palabras, y Tempest sabía bien que no debía seguir peleando
con su cabezota madre. Había sido castigada severamente en el
pasado por defender a su querido Tristan y tenía buenas razones para
temer la cólera de su madre.

—Tristan lo entiende, Tempest— interrumpió Wendall antes de


que la pelea se volviese más acalorada. —Hay muchos invitados
asistiendo esta noche aquí y los deberes de tu hermano están en los
establos. Sabes que se toma sus responsabilidades muy seriamente.
Además, en mi opinión, tu hermano prefiere mucho más la compañía
de los caballos a ver a su hermana puesta en exposición para que

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Dragon Witch Dolly Lien

todos los nobles la examinen— Wendall cogió la pequeña mano de


Tempest tiernamente en la suya y susurró para que nadie excepto ella
pudiese oírle.— Por favor, no la enfades más, cariño. Yo también odio
cuando clama contra Tristan. Lo quiero también, y lo he reconocido,
sólo que no oficialmente, no todavía, pero pronto, Tempest, pronto.
Ahora— dijo en voz alta, alzando la cabeza para observar a sus
invitados— Creo que es el momento para algo de entretenimiento.
¡Qué empiece la fiesta!

Un juglar entró en la habitación y un expectante silencio recayó


sobre el público. Un buen juglar era algo poco frecuente y todo el
mundo esperaba una historia bien cantada. A los hombres les
entusiasmaría una historia de batallas bien luchadas, llenas de gloria y
leyenda. Las mujeres esperaban una historia de amor y traición, pero
con un final feliz, aunque muchas estarían más que felices de
derramar copiosas lágrimas con un trágico final.

La habitación permaneció quieta cuando el joven comenzó.


Tempest reconoció la voz inmediatamente. Tristan había planeado un
buen disfraz, y estaba aquí en su fiesta, arriesgándose a la cólera de
Lady Christiana si lo descubría. Sin embargo, ésta última no tenía
ninguna sospecha del engaño del bastardo que odiaba tanto. Ella
había hablado rara vez con él a lo largo de los años y no reconocía su
voz. Tempest sonrió con alivio y satisfacción, sabiendo que su
hermano escaparía una vez más sin castigo de una de sus pequeñas
travesuras. Se sentó cómodamente, preparada para disfrutar el
espectáculo, más por la pequeña travesura de Tristan que por la
historia misma.

—Ésta es una historia para nuestra Tempest, en honor a su


pequeña aventura de esta tarde. Una historia de dragones para una
señora de los dragones.

Hubieron algunos gritos ahogados provenientes de los oyentes


debido a la audacia del juglar, pero Tristan los ignoró y comenzó a
cantar.
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Dragon Witch Dolly Lien

Desde las oscuras profundidades, el Terror llegó,

Dragones uno y todos,

Los aterradores conquistadores descendieron a la tierra,

Gritaron su llamada a luchar,

La primera, la iridiscente R'iadan

Devastó con arte temeroso,

Lluvia ardiente de muerte sobre los desventurados hombres,

Con odio en su corazón.

El siguiente en descender, el rojizo Sk'aal,

La destrucción en su alma

Su aliento quemó la Tierra, hombres y bestias,

La muerte su objetivo

El último en venir el poderoso A'ngraved,

El amo de la Tierra sería.

Un cruel y poderoso amo

De montañas, hombres y mar

Sin embargo no todos los dragones destruyeron ni robaron

La vida de los hombres.

Algunos eran buenos, amables y sabios,

Había mucho que aprender sobre ellos.

T'bor con sus alas de topacio dominaba en lo alto,

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Dragon Witch Dolly Lien

El más poderoso de todos.

Derrotó al malvado R'iadan

Luego volvió sus ojos hacia Sk'all

Más tarde A'ngraved, a la batalla se unió

Y con pasión luchó.

T'bor venció su maldad

Y a ambos los hizo volar.

Pero él una herida mortal sufrió,

La muerte sobre él se cernió

Llamó a su compañera, la dulce Angeline,

Para sostenerlo mientras moría.

Su afligido corazón llorando por T'bor

Y dijo curando sus heridas :

Lágrimas humanas se unirán a la sangre de los dragones;

Cambiará sus vidas un día.

El amor de una doncella humana y un dragón marcado.

Girándose su dulce Angelina

Se unió a T'bor en el vuelo del dragón

La tierra verde se volvió y

En la sabiduría de los dragones, la leyenda cuenta

De un tiempo que no ha llegado

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Dragon Witch Dolly Lien

De un dragón dorado como T'bor,

De una doncella como Angeline

Su muerte defendiendo sus corazones puros.

Pero esa virtud les hará libres.

Su amor vivirá por siempre,

Durante toda la eternidad.

El silencio imperó en la gran sala cuando Tristan terminó su


canción. Era una canción desconocida para todos, y hubieron muchas
reacciones diferentes. Los hombres estaban siempre felices de oír una
nueva historia pero por alguna incomprensible razón estaban
inquietos por aquella canción de la batalla de dragones. Las mujeres la
veían sólo como una historia de amor y muchas derramaban lágrimas
de sus ojos.

Wendall sabía la intención del juglar y no podía dejar de pensar


en sacarlo del lado de su mujer antes de que ella descubriera la treta.
Se puso en pie y asintió.

—Gracias, juglar, por tu entretenida historia. Tienes una vívida


imaginación y serás recompensado como mereces por tu actuación
aquí esta noche. Puedes irte.

Tristan y Tempest sabían qué tipo de recompensa tenía su padre


en mente, y sabían también que sería mucho más fácil de aceptar que
una recompensa similar proveniente de Lady Christiana, si se
enteraba de aquella última travesura.

Tristan se inclinó profundamente ante Tempest.

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Dragon Witch Dolly Lien

—Mi señora, ¿puedo ofreceros mis felicitaciones en este día de


vuestra mayoría de edad? Espero que disfrutaseis mi historia— la
miró a los ojos y le guiñó exageradamente el ojo.

Tempest apenas pudo contener la risa ante su audacia.

—Sí, Sir Bardo, disfrutamos mucho de vuestra actuación.


¿Quizás algún día podríais contarme de donde viene esa maravillosa
historia? Os podéis marchar ahora. Estoy segura de que hay una
comida buena y caliente esperándoos en nuestra cocina.

Antes de que Tristan pudiese contestar, un grupo de acróbatas


entró en la sala y el caos, el ruido y las risas reinaron el resto de la
noche.

***

—Me encantan las fiestas— dijo la mujer, fijando la mirada en el


enorme cristal— Deberíamos haber ido.

—Humph— gruñó el hombre repantigándose a lo largo de la


mesa hacia ella. —Odio las fiestas y lo sabes bien. Sentándome aquí y
mirando ésta es lo más cerca que estaré de otra nunca más, así que
quítate ese pensamiento de la cabeza ahora mismo—

—Me preocupa como encontró ese joven la leyenda. Ha estado


siempre estrictamente en el reino de los dragones y podría ser
bastante peligroso si cayera en manos equivocadas.— dijo la mujer
pensativamente.

—Me pregunto si Lysira..

—No— replicó él, tomando un largo trago de su cáliz tachonado


de gemas.— Ella no se atrevería a hacer tal cosa…

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Dragon Witch Dolly Lien

—Sí— estuvo de acuerdo con él— El Tribunal puede ser terrible


en sus castigos por meterse en asuntos humanos.

Seis

La lucha entre los dragones cortaba el cielo. Gritos enfurecidos


llenaban el aire mientras se precipitaban el uno contra el otro,
cortando y rasgando escamas de dragón que caían sobre la estéril
tierra. Bajo las frenéticas bestias, caliente y vaporosa sangre salpicaba
el frío y pedregoso suelo. Los pocos árboles enanos que crecían sobre
las cuestas de las montañas cubiertas de nieve goteaban roja sangre.

El dragón dorado se zambulló a través del iluminado cielo


contra el dragón oscuro pero, en el último momento, la enorme bestia
lo empujó a un lado, y el dragón dorado cayó en picado hacia la tierra,
consiguiendo escapar de su fatal descenso solamente a fuerza de
voluntad. Valientemente ascendió a duras penas de vuelta al cielo
para continuar la batalla. Ambos dragones lanzaban ráfagas de llamas
- 57 -
Dragon Witch Dolly Lien

pero ninguna de las bestias vacilaba mientras la batalla se


intensificaba. El dragón oscuro arremetía repetidamente, dejando
profundos cortes entre las escamas del dragón dorado. Las garras las
rastrillaban, las rasgaban y las arrancaban. Los dientes rajaban la
carne del dragón mientras cada enorme bestia se volvía más débil y
lenta, cayendo impotentemente sobre el suelo rocoso. Ambos
golpearon contra el suelo con un fuerte ruido sordo seguido de
silencio. Ninguna de las bestias se movió.

Una densa, luminosa y verde neblina ascendió desde el suelo,


envolviendo lentamente a ambas criaturas. De pronto, un triunfante
aullido brotó abriéndose camino hacia el cielo, y la niebla se disipó
lentamente. El dragón dorado yacía ahora bajo un elevado roble, en lo
profundo del viejo bosque. El dragón negro no estaba a la vista. En su
lugar estaba de pie una figura encapuchada vestida de negro.
Sostenía un largo bastón negro en su mano derecha; su anillo de plata
y ópalo destellaba a la luz de la mañana. Su mano derecha, apretada
herméticamente, se elevaba hacia los cielos; como una oscura y
siniestra figura que desafiara a los dioses. Su risa resonó, aguda, llena
de una maldad inmemorial. El dragón dorado yacía en un extenso
charco hecho de su propia sangre, mientras la vida iba abandonando
su cuerpo. Sus ojos estaban abiertos, y era consciente pero no podía
moverse mientras miraba con impotente odio a la desafiante figura,
con una desesperación que nacía en lo más hondo de su alma. El
hombre vestido de negro permanecía cerca de la cabeza de la enorme
bestia; un profundo sentimiento de muerte irradiaba de él. El aire se
llenó con el olor de la carne putrefacta y los gases venenosos del
pantano. Levantó la vara hacia los cielos durante unos momentos,
luego la bajó. Su punta plateada dibujo en el aire una brillante bola
roja y la apuntó hacia la cabeza del dragón. El anillo de ópalo
comenzó a destellar, luego a brillar intensamente, mientras sus
satíricas palabras se introducían en la mente del indefenso dragón.

—Has luchado bien, dragón— su ronca, y falsa voz parecía venir


desde el abismo— Pero yo he triunfado, y te condeno a sufrir y morir,

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Dragon Witch Dolly Lien

aquí, donde nadie nunca sabrá de tu muerte. Serás olvidado por


todos, dragón, mientras yo reinaré en todo el mundo. Exijo tu vida, y
todo lo que una vez conociste o deseaste ahora me pertenecerá.

Unas llamas rojas como la sangre se dispararon de la punta de la


vara y del anillo de ópalo, y rodearon al indefenso dragón.

Una salvaje y loca risa resonó a través del bosque cuando el


mago se desvaneció en la nada.

El silencio se cernió sobre el moribundo dragón dorado. Luego


una suave y fresca brisa lo sumió en la inconsciencia y la maravillosa
bestia dorada se quedó inmóvil.

Tempest se despertó sobresaltada, su cuerpo temblando de


terror debido a aquel sueño tan horrible y sangriento. Había parecido
tan real, como si ella hubiese sido un silencioso espectador de algo
desconocido que no debía ser visto por los simples mortales. Se
levantó de la cama y se acercó a la ventana, aún agitada por el vívido
sueño. Había sido como la batalla de dragones que había
presenciado el día anterior, pero con un resultado bastante diferente.

Volvió a pensar en el precioso dragón dorado. ¿Lo volvería a ver


alguna vez?

Un suave golpe en la puerta sacó a Tempest de sus oscuros


pensamientos.

—Puedes entrar, Jolie— gritó suavemente, preguntándose por


qué su doncella se habría levantado tan temprano. Después de todo,
había permanecido despierta hasta tarde para ayudar a Tempest a
estar lista para ir a dormir.

Tristan echó un rápido vistazo desde la puerta, con una gran


sonrisa en su cara.

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Dragon Witch Dolly Lien

—Buenos días, hermanita. ¿Qué tal la fiesta de anoche?


¿Disfrutaste del juglar ambulante?— se sentó en su enorme cama de
cuatro postes, sonriéndole alegremente, mientras ella permanecía en
la ventana. —Pensaba que estarías durmiendo y que te levantarías
tarde.

—Tuve un sueño, Tris. Fue tan horrible…Tuve que despertarme


para escapar de él.— su voz aún temblaba de emoción.

Tristan fue rápidamente a su lado y la arropó entre sus amorosos


brazos, dándole el consuelo que sólo un hermano podía darle.

—Cuéntamelo. Si hablas de los malos sueños, los enviarás de


vuelta al otro lado y no volverán jamás.

Lo miró desde el círculo protector de sus brazos.

—Eso es fantasía de niños. Esto no fue un sueño de niños que


sea fácil de disipar.

—Entonces no tengas miedo, pequeña. Yo siempre voy a estar


aquí para ponerme la armadura y correr a la batalla para protegerte.
¿Recuerdas cuando los niños del pueblo se burlaban de tu pelo rojo y
yo venía en tu rescate? ¡Vaya!, les di una buena paliza. Ya sabes que
bueno soy salvándote.

—Me parece que recuerdo ese pequeño incidente diferente,


cariño— Tempest le ofreció una trémula sonrisa ante el recuerdo. —
Me parece recordarte herido y magullado. Tuviste que ser llevado a tu
habitación en los establos y tu brazo roto tuvo que ser colocado por el
curandero del pueblo.

—Al final nos lo cobramos— Tristan rió con el recuerdo— Los


convenciste de que eran ranas y incluso estuvieron comiendo bichos
durante una tarde entera. A propósito, ¿cómo lo hiciste? Nunca lo
adiviné.

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Dragon Witch Dolly Lien

—Es sólo algo que aprendí de un viejo roble— dijo Tempest con
una descarada sonrisa de oreja a oreja— Viejos secretos, ya sabes.

—A veces casi me asustas con las cosas que puedes hacer. De


todas formas, son cosas del pasado, lo que yo quiero es pasar algún
tiempo contigo antes que nadie más reclame tu atención. Hemos
estado juntos demasiado poco estos días. Vístete y reúnete conmigo
en el establo. — le dio un palmada juguetona en el trasero para
guiarla hacia el ropero.

—Nuestros invitados vinieron con algunos caballos preciosos.


Hay uno en particular que quiero que veas. Es negro como el carbón
pero sus ojos son azules. Es el animal más mezquino que he conocido,
incluso más mezquino que Deamon. No puedo estar cerca de él sin
que esté su dueño también, que es tan raro como su caballo... o quizás
más.

Lanzó su último comentario sobre el hombro mientras salía por


la puerta. Tempest sacó un viejo vestido de su ropero. Nunca se había
interesado en la ropa y su forma de vestir lo demostraba. El vestido
que había elegido era viejo y de lana marrón. Estaba raído y
desteñido, y sabía que su madre estaría muy enfadada si viese a su
única hija vestida con ropas que sólo correspondían a doncellas de
cocina. Pero ella lo prefería porque era suelto y cómodo y no se
arruinaría si se ensuciaba en los establos.

Lady Christiana odiaba el amor de Tempest hacia los caballos y


los establos y había intentado de todas las maneras frustrar los
recalcitrantes intentos de su hija de pasar tiempo con Tristan en sus
dominios. Pero Tempest sabía que su madre era poco madrugadora y
no estaría por los alrededores para advertir aquella visita, esta vez
Tempest se equivocó.

Lady Christiana la encontró al pie de las escaleras. Como de


costumbre, comenzó a regañar a su hija por todo, desde la ropa que
llevaba puesta, hasta como llevaba el pelo.

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Dragon Witch Dolly Lien

—Madre...—Tempest intentó parar el sermón— Madre... tengo


que ir a los establos a ver uno de los caballos favoritos de Padre. Me
cambiaré la ropa tan rápido como vuelva.

—No— la cara de Christiana se puso roja y su voz se elevó.—Tu


padre tiene muchas personas para cuidar esos jamelgos, y tengo
planes para ti hoy. Date la vuelta y vuelve arriba por esas escaleras.
Quiero que te pongas tu mejor vestido azul de lana. Te quiero bañada,
peinada y con tus mejores modales. Esto es muy importante para mí y
para tu padre, y quiero que hagas lo que te digo por una vez.—
empujó a Tempest escaleras arriba.

—Madre le prometí a Tris...

—Sé lo que ese bastardo hizo anoche, y tendré que darle


latigazos si no haces exactamente lo que te digo. ¡AHORA!— la
empujó de nuevo y Tempest casi se cayó sobre los escalones de la
curvada escalera.

Ella sabía que su madre era bastante capaz de hacer azotar a


Tristan. Christiana ya lo había hecho en el pasado y Tempest
protegería a su hermano de cualquier forma que pudiese.

—Haré como deseas, Madre— dijo con voz helada.— Pero a


cambio, no quiero que Tristan sea castigado por estar en mi fiesta
anoche. Si oigo una palabra de cualquiera de tus rencorosas acciones
contra mi hermano, deberé tomar represalias de forma que nunca
olvidarás. ¿Me has entendido?

Christiana palideció. Tempest nunca le había hablado tan


fríamente antes. De pronto no hubo ninguna duda en su mente de que
su hija era capaz de hacerle un encantamiento. Aquella mujer joven
que estaba ante ella era muy diferente de su manejable hija, y aquello
la asustó. Quizás su hija había desarrollado más valentía de la que
había imaginado. Los dioses sabían qué le habría enseñado Miriam de
las artes oscuras.

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Dragon Witch Dolly Lien

Empezaba a lamentar haber dejado a su ahora testaruda hija en


las manos de aquella extraña y reservada curandera. Christiana había
oído rumores de los poderes de Tempest en las arted oscuras. Siempre
había respetado los enfados de Miriam. Si estaba viendo ahora los
resultados de la obra de la mujer, no quería probar a cualquiera de las
dos mujeres en aquel momento. Habría tiempo más tarde para
castigar a Tempest por su desobediencia, un tiempo y un lugar que
Miriam no conocería y del que no tendría conocimiento.

—Y debo castigarla— pensó con determinación.

—Tempest, querida— Christiana retrocedió un paso, su tono


ahora apaciguador.— Sólo quiero lo que es mejor para ti. Yo no voy a
hacerle... daño. Tenemos invitados importantes que llegarán en
cualquier momento, y quiero que causes una buena impresión. Tu
vestido de lana azul luce precioso puesto en ti. ¿Irás a prepararte... por
favor?

—Claro, Madre— Tempest estaba tan sorprendida por el giro en


redondo que había dado su madre que no pudo pensar en otra cosa
más que obedecerla. Se giró y se dirigió hacia las escaleras para ir a su
habitación como una buena hija.

***

El hombre y la mujer estaban de pie tras el dragón dorado


observándolo en su sueño de muerte y condenación.

—Bueno— dijo la mujer— ¿Vas a dejar que se muera?

—Claro que no— contestó el hombre— Así terminaría todo, y yo


no lo permitiría.

—No puedes cancelar o revertir el hechizo del brujo, lo sabes. Es


muy poderoso y lo sabría si interferimos. No quiero que se de cuenta
de lo que hacemos. Debes ser muy cuidadoso.

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Dragon Witch Dolly Lien

—No me presiones, querida. Soy un jugador empedernido de


ajedrez y me toca mover. Observa bien y quizás aprendas una o dos
cosas.

El hombre levantó sus dedos y los movió en intricados diseños


en el aire. Parecieron, por un momento, dejar estelas de luz plateada
tras ellos. Y entonces los diseños cesaron y las estelas de luz
desaparecieron de la vista. El hombre chasqueó los dedos y la pareja
desapareció.

El dragón dorado siguió durmiendo. Sus heridas comenzaron a


cerrar. La sangre de la vida no se derramó mucho más, sino que goteó
lentamente de su maltratado cuerpo. El dragón soñaba, pero no
despertaba...

Siete

Tempest se había sentido intranquila desde su discusión con su


madre. Algo oscuro y peligroso se escondía en los límites de su
conciencia. Algo no iba bien en su mundo, pero por mucho que lo
intentase, no podía sacar el problema a la luz para examinarlo de
cerca. Era como un potro nervioso, alejándose tan pronto como
intentaba alcanzarlo. Se vistió lentamente, con la mente ocupada en la
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Dragon Witch Dolly Lien

batalla de su subconsciente. El ruido de caballos en el patio del castillo


llamó su atención, y fue hasta la ventana para ver lo que estaba
causando tal conmoción.

Por lo que parecía, otro noble había llegado. Había enormes


caballos de guerra, hombres armados y al menos dos caballeros
montados, sus armaduras brillando al sol de la mañana. El noble
estaba ricamente vestido, y su portador de estandartes enarbolaba una
bandera que tenía un grifo en combate con un dragón. El frío invadió
a Tempest mientras miraba el escudo de armas de la familia en la
bandera, y se retiró de la ventana, respirando profundamente para
calmarse.

—Tempest— dijo su madre entrando a la habitación sin pensar


en la privacidad de su hija.— Por fin han llegado, y quería estar
segura de que te vestías apropiadamente.— miró a Tempest
críticamente pero no encontró ninguna falta. —Bien, entonces. Veo
que lo has hecho. Ese vestido es suficiente para proclamar tu
inocencia. Toma— Buscó en su bolsillo y sacó un collar dorado en
forma de una cruz Celta.— Puedes ponértelo por hoy, pero después
debes devolvérmelo. No quiero que el Conde Mirabelle piense que no
tienes nada excepto unas pocas ropas. Él es muy rico no deseará a una
mujer miserable.

—Entonces no me querrá, Madre, por que yo estoy tan cerca de


la pobreza como cualquier pobre sirviente. No poseo joyas. Sólo tengo
lo que Padre me ha dado, y el precioso regalo que Tristan me dio
anoche. ¿Me harás mentir a tu amigo?

Tempest era consciente de que simplemente estaba poniendo a


Christiana en una incómoda posición y esperó a ver como salía de
ésta. Estaba empezando a disfrutar aquel nuevo poder que parecía
coincidir con su llegada a la mayoría de edad. Antes ella habría hecho
algo en deferencia a los deseos de su madre para evitar el conflicto.

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Dragon Witch Dolly Lien

Christiana miró a Tempest durante un largo momento, luego


habló cuidadosamente:

—Tienes lengua de víbora, niña. Si no tienes cuidado, te


convertirás en una arpía, y ningún hombre trata a una mujer así con
amabilidad. No me hables más de tu miseria— continuó— Pronto te
irás de aquí y podrás quejarte a tu marido si no te da todo lo que crees
necesitar. Debes sacar tus mejores modales hoy, o deberé azotarte por
tus indiscreciones. De verdad— dijo con una tirante y maliciosa
sonrisa— Te administraré el castigo yo misma. Bastante feliz, debo
añadir.

—Sí, Madre— respondió Tempest desagradable— Siempre has


disfrutado castigándome, ¿no es así? Especialmente con esa fusta de
equitación que te encanta llevar. He sentido sus heridas muchas veces
en el pasado, y espero el día en que no tenga que llamarte más Madre
o ceder a tus imposibles demandas.— se giró para salir de la
habitación.

Lady Christiana agarró el brazo de Tempest con dedos férreos y


la giró. Estaban paradas nariz contra nariz y Tempest la miraba
directamente a los ojos, sin moverse ni pestañear.

—No me des la espalda— siseó Christiana— No he terminado


contigo.

—Has hecho tu amenaza, Madre, y te he escuchado. Ahora


déjame ir a recibir a tus invitados. ¿O preferirás golpearme ahora y así
no tendré que ir a verlos?— su voz goteaba veneno. —Estoy segura de
que Padre no se enfadará contigo esta vez más de lo que lo ha hecho
en el pasado.

Abruptamente, Christiana soltó el brazo de Tempest. Recordaba


bien la última vez que había golpeado a su obstinada hija. No eran
buenos recuerdos.

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Dragon Witch Dolly Lien

—Si dejas caer tu fusta sobre mi hija otra vez, te encerraré en la


torre norte por el resto de tu vida.— había dicho Wendall, con la ira
volviendo su voz más baja y amenazadora.

—No volverás a ver ni oír nunca otra voz humana o ver mi cara
de nuevo. Y me aseguraré que vivas un largo, largo tiempo en
soledad. Tendrás muchos años para reflexionar sobre tu crueldad.

Lady Christiana se había dado cuenta demasiado tarde que el


castigo que le había infligido había sido demasiado severo. Tempest
había estado durante muchos días recobrándose de la paliza y todavía
llevaba las marcas en su espalda allí donde la fusta le había rajado la
piel. Christiana admitió francamente que había permitido que su
temperamento la controlara y había cuidado a su hija diligentemente
hasta que pudo estar otra vez en pie. Había odiado cada minuto de la
tarea de cuidarla, pero temblaba visiblemente cada vez que veía la
condenación en los ojos de su marido.

Tempest no conocía la promesa de su padre a su madre y


Christiana había deseado fervientemente que nunca lo hiciese. Sabía
que si Tempest se enteraba de que Christiana no podía volver a usar la
fusta, podría perder todo el control sobre su obstinada hija.

—Estate en la salón grande antes de que nuestros invitados


guarden en la cuadra sus caballos.— Christiana la empujó lejos de ella
— Discutiremos todo esto luego.— le dijo entre los apretados dientes
mientras abandonaba la habitación, con una falsa sonrisa ya pegada
en su fría y hermosa cara.

***

Mientras Tempest se dirigía al gran salón, oyó el sonido de una


profunda voz masculina y el quebradizo tintineo de la risa de su
madre. Le sonó muy falsa. Sabía por pasadas experiencias como Lady
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Dragon Witch Dolly Lien

Christiana podía encantar a cualquiera si ponía los cinco sentidos en


la tarea.

—De verdad que odio la forma en que se ríe— murmuró


Tempest mientras se aproximaba al arco de piedra que conducía a la
gran sala.— Sinceramente espero no llegar nunca a un punto en mi
vida en que tuviese que ser tan falsa.— se paró ante la entrada— ¿Qué
nueva tortura tendrá en mente para mí ahora?

Wendall sonrió a su hija cuando entró reluctantemente a la


habitación. Su padre estaba de pie junto a un hombre ricamente
ataviado de mediana edad. Junto a él estaba una sonriente, pequeña y
muy rubia jovencita.

—Tempest— la llamó Wendall— Ven a conocer al Conde


Mirabelle y su adorable hija Marisa.

—Milady— El Conde Mirabelle hizo una profunda reverencia—


Sois tan hermosa como había oído. Es un placer conoceros finalmente.

—Me aduláis injustamente, Milord, pero os doy las gracias por


vuestro cumplido. ¿Habéis venido a visitar a mi padre o simplemente
habéis parado aquí en vuestro camino hacia otros lejanos lugares?—
Tempest no estaba muy segura sobre el Conde Mirabelle y quería
pisar aquel terreno cuidadosamente. ¿Era un amigo de su padre u otro
pretendiente?

—He viajado muchos días para veros, preciosa señora y ha


valido la pena el largo viaje. Sois incluso más adorable de lo que
imaginaba.— mientras hablaba sus ojos se deslizaron sobre su cuerpo,
entreteniéndose incómodamente en sus pechos.

—Miradme a la cara cuando habléis conmigo— dijo Tempest


bruscamente.— Yo no estoy hablando con mis pechos.

—¡Tempest!— Wendall estaba estupefacto ante las palabras de


su hija. Siempre había sido una niña bien educada y tranquila, y

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Dragon Witch Dolly Lien

nunca antes la había oído hablar tan duramente a nadie. —El Conde
Mirabelle está aquí como invitado, y lo tratarás acorde a ello.

—Perdóname, Padre— dijo Tempest, de pronto desanimada—


No me siento demasiado bien hoy. ¿Podéis excusarme, por favor?— se
giró para irse pero sintió los dedos de Christiana agarrando
fuertemente la carne de su brazo.

—No, no puedes irte.— Christiana estaba furiosa, y Tempest


sabía que pagaría caro su improcedente incumplimiento de la
etiqueta.— El Conde Mirabelle ha viajado desde muy lejos. Le debes
el respeto que un Conde merece.

—Lady Christiana, por favor, no os enfadéis con la pobre joven.


Tempest es joven y ha llevado una vida protegida. Además, admiro a
las mujeres con espíritu.— miró a Tempest a los ojos y sonrió.— Es
difícil no admirar a una mujer tan bella. Si os he ofendido, por favor,
perdonadme.— se inclinó en una cortés reverencia, llevándose la
mano de Tempest a los labios y besándola suavemente.

—Gracias, milord— contestó— He sido muy grosera.

Un alboroto en la entrada desvió la atención de todos, y Tempest


fue socorrida de su responsabilidad de más disculpas cuando todos
los ojos se giraron para ver quien había entrado.

Era el siniestro y oscuro hombre de sus sueños. Tempest se


estremeció y respiró insegura. Él seguía vestido con la oscura toga con
la capucha echada sobre la cabeza. En la mano llevaba la larga y negra
vara con el cristal rojo en la punta. Mientras se aproximaba, los ojos de
Tempest se desviaron hacia la vara. Su corazón latió más rápido, y
luego pareció latir más lentamente hasta casi pararse mientras miraba
fijamente fascinada el suave y brillante cristal. Se sentía como si
estuviese a punto de ahogarse, arrastrada de mala gana hacia las
profundidades del miedo y la depravación, absorbida por el frío,
maligno y rojo orbe. Las voces llegaban a ella como a través de una
gran distancia. Intentó frenéticamente quitar la mirada del cristal de
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Dragon Witch Dolly Lien

color rubí, pero la mantenía fuertemente en su oscuro abrazo. ¿Nadie


podía ayudarla? ¿No podía ninguno ver a ese hombre como ella lo
veía?

—Tempest— la voz fue débil, como si viniese de una gran


distancia y aún así demandaba su atención, ayudándole a romper el
encanto que la mantenía cautiva.

—¡Ten cuidado!— una suave y dorada neblina envolvió su mente,


y ella se abandono agradecida a su protección, desplomándose en el
suelo, desvanecida.

***

—Tempest, por favor, despierta— Wendall le daba palmaditas


en la mano gentilmente, su voz llena de preocupación.

Ella abrió los ojos y vio su cara de preocupación.

—Estoy bien, Padre.— le sonrió— ¿Por qué estás en mi


habitación? No estoy enferma...

—Te desmayaste, Tempest, y me diste un susto de muerte. No


vuelvas a hacer una cosa como ésta nunca más.

—Ya te ha dicho que está bien— la áspera voz de Christiana se


elevó tras su padre.— No me sorprendería si fuese sólo uno de sus
trucos para conseguir tu simpatía. Levántate, niña, aún le debes a
Lord Mirabelle una disculpa.

—No— Wendall miró a su mujer, el enfado relampagueando en


sus ojos— Tempest está enferma y deberá ser excusada de más
compromisos con nuestros invitados hoy. No hay más que decir. ¿Me
he explicado claramente, querida?

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Dragon Witch Dolly Lien

Se miraron a los ojos, enfrentados, pero Wendall seguía siendo el


señor de su reino. Christiana se mostró lo bastante sensata como para
aplazar sus deseos. Se giró sin decir una palabra y se marchó
airadamente de la habitación, dejando un bendito silencio tras ella.

—Lo siento, Padre— dijo Tempest en voz baja— De verdad que


no quería causar problemas. Sé que fui grosera, pero ese hombre me
enfureció.

Wendall abrazó a su hija suavemente, acariciándole


amorosamente la espalda y dijo:

—Te quiero más que a nadie sobre la tierra, Tempest. Desearía


que tuvieses una vida llena de amor y felicidad. William Mirabelle es
un hombre rico con un adorable castillo con vistas al mar. Tiene
muchos criados y por los rumores que he oído no es un amo cruel. Es
generoso con su hija, como puedes ver por su ropa y las joyas que
lleva. Ella no le teme. Sé que es viejo, pero está en forma y monta bien
a caballo. Por favor, querida mía, ¿puedes darle a este pretendiente
una oportunidad? Nunca te forzaré a un matrimonio que no quieras.

—Pero Padre, es demasiado viejo. Su hija tiene mi edad.


Seguramente hay más candidatos jóvenes para elegir. Hay cosas más
importantes que considerar que si un hombre monta bien o no a
caballo, lo sabes.— Su sonrisa fue débil

—Has visto lo mejor que tiene este país para ofrecer, Tempest.
¿Hubo alguien que te interesara en tu fiesta de cumpleaños? Si es así,
enviaré al Conde Mirabelle de vuelta. Sólo dime qué deseas.

Tempest leyó en sus ojos que decía la verdad, pero no pudo


encontrar una respuesta.

—No...ellos eran todos tan…tan…— su voz se esfumó— Haré


como dices, Padre, pero..— vaciló

—¿Qué es? ¿Qué deseas?

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Dragon Witch Dolly Lien

—¿Puede Tristan venir conmigo? Es infeliz aquí, y le necesito


conmigo. Madre es muy cruel con él. ¿Cómo podrá sobrevivir aquí sin
mí?— Tempest estaba tan asustada por su hermano como por ella.

—Sí. Si Tristan desea ir contigo tiene mi bendición. Hablaré con


Lord William para asegurarme de que le da una vida decente en el
castillo. Quizás William lo tome como su escudero y le ayude a lograr
un título de caballero.— le contestó pensativo, aliviado por aquella
simple petición de su adorable hija.— Descansa ahora, tengo invitados
que atender.

Tempest cerró los ojos mientras él le acariciaba la mano y se


levantaba para irse. De repente una imagen apareció tras sus
párpados cerrados. El hombre de negro. Un sentimiento la invadió, un
sentimiento de pavor y de estar atrapada, desamparada en la niebla
roja de su vara.

—¡Padre!— el pánico agudizó su llanto.

—¿Qué ocurre, cariño?— volvió a su lado rápidamente, la


preocupación grabada en su rostro— ¿Te sientes mal otra vez?

—Ese hombre. El de negro. Aquel con la vara...

—¿Sardon di Mercia? Es el cura de William y su asesor de


confianza. ¿Por qué lo preguntas?

—Es sólo...— Tempest no sabía como continuar. ¿Podría


explicarle sus miedos a su padre? ¿La entendería? ¿Qué veía él
cuando miraba a Sardon di Mercia? ¿Le estarían enseñando sus
poderes de bruja algo que nadie más podía ver?

—Me atemoriza, Padre. Hay algo malvado en él.— sus labios


temblaron.

—Estate tranquila, querida. Es simplemente un cura, no un


hombre malvado. Probablemente nunca te encontrarás con él después
de casarte con William. Parece tosco e indecoroso, pero no hay
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Dragon Witch Dolly Lien

razones para que le temas. William será un buen protector. Descansa


tranquila ahora. No te preocupes— Wendall fue hasta la puerta,
desechando los miedos de su hija al pensar en los muchos
preparativos que debería hacer para la boda que se aproximaba.

—Sí, Padre— contestó Tempest mansamente, pero de alguna


forma sabía que no le sería fácil descansar.

***

Bajo el enorme y viejo roble, el dragón dorado soñaba. Sus


heridas continuaban cerrándose, pero aún no había despertado. Su
forma brilló y palideció, para luego lentamente cambiar...

***

Sardon di Mercia sintió un profundo dolor en su estómago,


luego un fuerte martilleó comenzó tras sus resplandecientes ojos
negros. Mientras miraba en la bola de color rojo sangre, vio diminutas
escamas doradas parpadear brillantemente a través de la esfera...

***

Las dos figuras observaban atentamente dentro de la turbia bola


de cristal. Tres figuras parecían danzar dentro de los neblinosos
confines de la esfera.

—Si nos atrapa..— dijo suavemente la mujer

—No nos cogerá— replicó distraído el hombre— No se ha


producido ninguna onda en el tiempo. Quién nos iba a prestar
atención, de todas formas...

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Dragon Witch Dolly Lien

Ocho

Tempest se levantó temprano la mañana siguiente. Había pasado


la noche descansando y sintiendo un profundo dolor en el pecho. Por
alguna inexplicable razón, sufría una profunda melancolía, como si su
mundo hubiera pasado de la noche a la mañana de un brillante día de
verano a una tenebrosa oscuridad. Los sueños le habían venido en
flashes durante la noche. No podía recordar qué había soñado pero
sabía que había oído a una voz pronunciar su nombre, alguien que se
hacía más débil debido a un insoportable dolor. En aquella voz había
habido una advertencia y una súplica. Frustrada, se levantó de la
cama y fue hasta la ventana. El sol se asomaba furtivo sobre las copas
de los árboles en una mañana dorada que la saludaba. Tempest
observó el espectáculo antes de que el día llegara. La promesa de un
cálido día de otoño no aquietó su agitación mental; como siempre,
pensaba en su hermano, Tristan. Su amor y preocupación harían
brillante su día y alejarían sus miedos nocturnos; se visto rápidamente
y se dirigió a los establos. Como buen madrugador, estaría ocupado
cuidando a sus amados caballos. Atravesó calladamente el oscuro
salón de cenar, salió por la alta puerta de doble hoja hecha de roble, y
estuvo pronto en los establos, buscándolo.

—Tris, estoy muy asustada— se puso a llorar tan pronto como lo


vio salir de un establo cercano.

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Dragon Witch Dolly Lien

—Tempest, ¿qué ocurre? ¿Es Christiana otra vez? ¿Qué ha hecho


esta vez?— se apresuró hacia ella.

—Quieren casarme con ese caballero que vino a nuestro castillo


ayer. Es viejo Tris, y tiene una hija de mi edad.— se lanzó en sus
fuertes brazos y lo abrazó con fuerza— No sé que hacer.— continuó—
Yo quería casarme por amor, no por una razón de estado.

—Pero tendrás que casarte con el tiempo— dijo Tristan— He


oído que ese William Mirabelle es un hombre piadoso, Tempest.
Puede que sea viejo, pero será un marido gentil.

—Yo no deseo un "hombre piadoso" Tris— Me llaman la bruja


dragón, ¿recuerdas?

—Sí, ahí está— Tristan sonrió ampliamente— Por alguna cosa,


no puedo imaginarte casándote con un hombre piadoso.

Ella rió tontamente.

—Puedo escaparme, pero Padre me encontraría y no quiero ni


siquiera imaginar cómo reaccionaría Madre.— hizo una pausa,
pensando— Podría ir a un convento y hacer los votos.

—Hermanita— Tristan reía estruendosamente— acabas de decir


que te llaman la bruja dragón. ¿Crees que te dejarían entrar en un
convento? Quizás, juntos podríamos cambiar el pensamiento de Padre
sobre este matrimonio. Podemos decirle que no estás lista todavía
para casarte.

—No, ya lo intenté. Ya sabes cómo puede ser Padre cuando se le


mete algo en la cabeza. Le gusta William Mirabelle y piensa que está
haciendo lo mejor para mí. Es sólo que...—un estremecimiento la
recorrió.

Tristan aún la tenía abrazada y pudo sentirlo. Él conocía a


Tempest mejor que nadie y sabía que estaba profundamente asustada.

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Dragon Witch Dolly Lien

—¿Hay algo más que no me hayas dicho? ¿Te ha hecho daño o te


ha amenaza de cualquier forma ese hombre?— le puso un dedo bajo
la barbilla y levantó su cara para poder mirarla a los ojos. En ellos
pudo leer su profundo miedo y su infelicidad.

—¡Le mataré!

Las palabras explotaron de él y quedaron colgadas en el aire


entre ellos.

—Dime qué te ha hecho ese hombre. Le haré pagar con su


miserable vida.

La soltó abruptamente y fue hacia las puertas abiertas del


establo, decidido a redimir el honor de su querida hermana.

—No, Tris. Espera— Tempest le agarró del brazo— Él no ha


hecho nada malo. Es un caballero, Tris. Tú mismo me acabas de decir
que es un hombre piadoso.

—¿Entonces por qué veo miedo en tus ojos?

—Yo...—

Tempest no podía contarle la verdadera razón de su miedo.


Sardon di Mercia. Incluso ahora, sin estar a la vista, podía sentir su
oscuro espíritu atrayéndola, sintiendo su repulsiva mirada como si
sus desalmados ojos quemaran los suyos. Tragó con dureza e intentó
hablar.

—Yo— pero no podía ni siquiera decir el nombre de aquel


hombre pues se le hacía un nudo en el estómago. Sentía la maldad en
Sardon di Mercia y temía por la vida de su hermano si intentaba
enfrentarse al malvado hombre sólo para protegerla.

—Tempest— la urgió Tristan, viéndole su pálida cara— dime


que te da miedo entonces.

—No— susurró— no puedo.


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Dragon Witch Dolly Lien

—¿Tristan?— Wendall lo llamó desde fuera de los establos.

—¡Padre!— exclamó Tempest— No quiero verle. No le digas que


estoy aquí. Por favor, Tris— corrió a esconderse en un establo cercano
que albergaba a Deamon, el favorito de su padre, un enorme y
negrísimo semental que hacía honor a su nombre.

Tristan sonreía cuando fue a ver que quería su padre. Deamon


era un mal bicho con cualquiera y mezquino como una serpiente, pero
había sido siempre manso con la diminuta Tempest. Sabía que su
hermana estaría a salvo en su escondite. Quizás, pensó, estaría
cómoda con la bestia. Ella y el semental eran muy parecidos en
algunas cosas. Ambos confiaban en pocas personas, daban su amor
libre e incondicionalmente y nunca olvidaban la crueldad con que los
trataban. Si se trataban con amor y amabilidad, ambos, la pequeña
sirena y el enorme semental se convertían en amigos para siempre.

Tempest pronto empezó a impacientarse esperando a Tristan. Le


dio una cariñosa palmadita de despedida a Daemon en su sedoso
cuello negro, y luego se deslizó silenciosamente fuera de la cuadra y
del establo. El viejo y enorme roble era su destino. Pero mientras
intentaba deslizarse fuera del postigo de la puerta, Christiana la
sorprendió

—¡Malditas seas, niña!— siseó Christiana— Sabía que intentarías


escabullirte hoy. Bien, te he encontrado y tendrás que encontrarte con
tu prometido. Fijaremos la fecha de la boda, y yo estaré libre de ti de
una vez y para siempre.

Agarró el brazo de Tempest y la arrastró bruscamente hasta el


patio y escaleras arriba hasta su cámara.

—Ahora, vístete— Christiana le indicó una túnica azul pálida


que estaba sobre la cama de Tempest al lado de una capa azul oscura.
— Los he hecho especialmente para hoy. Quiero que lleves el pelo
suelto para que realces tu juventud e inocencia.— empujó a su hija
hacia la cama.
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Dragon Witch Dolly Lien

—Me pondré mi nueva camisola hoy— suspiró Tempest,


sabiendo que sería inútil luchar contra los deseos de su madre.
Tempest abrió la tapa de su arcón a los pies de la cama y miró dentro,
pero no pudo encontrar el adorable regalo de Miriam.

—¿Podrías parar de holgazanear?— Christiana daba golpecitos


con el pie impaciente— Coge una camisola y vístete. El tiempo está
pasando, y quiero causarle una buena impresión al Conde Mirabelle.
Llegar tarde no es aceptable. ¡Así que aprisa!

—La preciosa camisola que Miriam me hizo por mi cumpleaños


ha desaparecido— gimió Tempest infeliz— La puse aquí para que
estuviese a salvo.

—La llevo puesta yo— Christiana sonrió afectadamente— Es


demasiado buena para una niña como tú. Tuve que arreglarla en
algunos lugares. Tú estás mucho más gorda, Tempest. De todas
formas, ¿qué te hace pensar que te mereces algo tan elegante?

—Fue un regalo, Madre, un regalo especial de Miriam que me


quiere, que es más de lo que puedo decir de ti.—Tempest estaba
mucho más que enfadada cuando avanzó lentamente hacia su madre.
— Devuélvemela.

—Nunca— escupió Christiana— Las cosas bonitas no deben ser


para mujeres gordas y feas.

—Eres una mujer malvada y egoísta, Madre, y te desprecio.

—¡Ni la mitad de lo que te desprecio yo a ti!— Christiana


abofeteó a Tempest. El golpe produjo eco en la callada habitación,
espantándola a ambas.

Tempest miró a Christiana por un largo y tenso rato. Quería


golpearla. ¡Oh, cómo deseaba poder simplemente una vez devolver
algo de la maldad de Christiana! La haría sentir tan bien.. Pero sabía
que eso probablemente enviaría a Christiana a uno de sus odiosos

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enfados. Tempest simplemente no quería volver a ver tal violencia una


vez más. Se dio la vuelta y comenzó a vestirse.

Ninguna de las dos mujeres habló, y Tempest seguía llevando


una vaga marca roja en la mejilla cuando entró a el gran salón
comedor para encontrarse con su prometido. Afortunadamente para
Christiana, Wendall Santc Joliet nunca notó la condición de la cara de
su hija. Si William Mirabelle se dio cuenta, no hizo observaciones
sobre ello.

El desayuno fue bien. Tempest no le dirigió la palabra a su


madre pero se comportó como mejor sabía por su padre. Encontró en
la hija de William Mirabelle, Marissa, a una dulce y encantadora joven
de quien podría probablemente ser amiga. Hablaron un gran rato
sobre hierbas y técnicas de curación, y Tempest descubrió en Marissa
una gran amante de los caballos.

—Encuéntrate conmigo esta tarde en los establos— dijo Tempest,


previendo un encuentro entre Marissa y Tristan.— Tenemos una
nueva yegua Árabe que Padre acaba de adquirir. Creo que te gustará.

—Me temo que mi hija está terriblemente consentida.— dijo


William participando en la conversación— Posee tantos caballos que
tuvimos que agrandar nuestros establos justo esta primavera por
tercera vez en algunos años. Pero bueno, si la hace feliz no puedo
quejarme... demasiado— añadió con una carcajada.

En aquel momento, Tempest decidió intentar de verdad


conseguir apreciar a William Mirabelle. Quizás, decidió, la vida en su
castillo podría no ser tan terrible después de todo. Echaría de menos a
su padre, pero Tristan estaría allí, y estaría lejos de Christiana. Se giró
para hablarle a William, y sus ojos fueron instantáneamente atraídos
por el hombre que estaba tras él. Sardon di Mercia. Escalofríos
recorrieron su espalda de arriba a abajo mientras miraba los oscuros y
muertos ojos del hombre. Los helados y gemelos estanques parecieron

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Dragon Witch Dolly Lien

ahogarla en sus profundidades, y comenzó a ver diminutas llamas


rojas parpadeando hacia ella.

"Pequeña bruja". El débil susurro pareció deslizarse en su mente


de nuevo. "Sueña con un dragón dorado..." el susurró se debilitó y
desapareció.

Tempest cerró los ojos rápidamente. Su mente se llenó con la


imagen del enorme dragón dorado como lo había visto la última vez,
volando en espiral hacia los cielos, la luz del sol volviendo sus
escamas ríos de oro fundido, un claro oscuro ballet de suave fuerza y
majestuoso poder.

Cuando abrió los ojos de nuevo, refulgían con nueva fuerza.


Desde lo profundo de sus ojos, diminutas salpicaduras doradas
relucían como el sol que derrite la nueva caída de nieve en un frío día
de verano.

Sardon di Mercia le ofreció una rápida inclinación de cabeza,


reconociendo lo que había pasado entre ellos, se giró, y abandonó el
enorme salón comedor.

—He ganado está ronda— pensó Tempest— pero, ¿por qué


estoy luchando?

***

—¡Excelente!— exclamo el hombre mientras aplaudía con júbilo.


—Está ahí y lo ha encontrado.

—¿Lo dudabas?— preguntó la mujer— Después de todo es


solamente una mortal. Me has impuesto esta tarea, y sabes que nunca
fallo una vez que se me mete en la cabeza.

—Me inclino ante tus poderes, querida mía— le sonrió


tiernamente— ¿No te he dicho aún que esto es mucho más
interesante que el ajedrez?

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Dragon Witch Dolly Lien

Nueve

La vida en el castillo WindHeaven volvió a la normalidad al mes


siguiente. Mientras Tempest se apresuraba fuera a través de las altas
puertas del castillo, exhaló un suspiró de alivio. William y su grupo se
habían marchado hacia lejanos lugares y la vida podía volver a la
normalidad.

—Por fin soy libre— exclamó, mientras miraba a su alrededor,


disfrutando del fresco aire de otoño. Dejando cerca su pesada capa de
lana, caminó hacia el viejo bosque. Observó los grises cielos. Una
tormenta de invierno se aproximaba. Habría nieve en el cielo antes del
solsticio de Invierno.

Delante, podía ver el pequeño claro que rodeaba el majestuoso


viejo roble, su árbol especial, su santuario. Cuando estaba cerca del
árbol, vio una figura echada en el suelo, acurrucada cerca del enorme
tronco. Se detuvo a la orilla del claro. No sentía miedo, pero un
pequeño resentimiento creció en su mente porque su lugar especial
hubiera sido invadido.

—Fuera.

Pisó fuerte con el pie y agitó los brazos, esperando asustarlo de


aquella forma. Pero el desconocido no se movió. Tempest se armó de
valor y avanzó hacia el árbol, dispuesta a defender su propiedad.
Cuando estaba cerca del roble, pudo distinguir que la figura era un
hombre. Parecía estar dormido en el frío suelo. Su enfado creció. Ése
era su árbol, su lugar sagrado. ¡Ningún vago tenía el derecho de
echarse una siesta bajo el árbol!

Recogió una larga rama que estaba cerca del camino y avanzó,
sosteniéndola en alto, lista para echar al intruso.

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Dragon Witch Dolly Lien

—Aparta, grosero. — exigió, volviendo su voz baja y


amenazadora, pero debido al miedo que comenzaba a adueñarse de
su valor, su voz salió en un chillido, que la hizo enfadar con ella
misma.

—Fuera, he dicho. Largo. Éste es el bosque de mi padre y ése es


mi árbol Fuera, fuera, fuera.

Pero aún así el hombre no se movió.

Audazmente, dio un paso hacia delante.

En ese momento Tempest se dio cuenta de que el extraño no


tenía puesta ropa roja, ni estaba durmiendo como ella había pensado
previamente. Estaba cubierto con sangre e inconsciente, o muerto.
Mandando la prudencia y el enfado al aire, tiró la vara y corrió hacia
el hombre herido. Arrodillándose en la masa compacta de tierra tras
él, lo giró hasta ponerlo sobre su espalda. Con un suspiro de alivio, se
dio cuenta del rítmico subir y bajar de su pecho.

Lo revisó rápidamente en busca de la procedencia de toda


aquella oscura sangre roja y encontró varios tajos profundos que, por
alguna inexplicable razón, parecían estar cicatrizando por sí mismos.
No podía percibir el trabajo de un curandero. No había vendajes o
emplastos en las heridas. Entonces cayó en la cuenta de que había
encontrado a un corpulento, mal herido, y desnudo hombre yaciendo
cerca de su roble, y no tenía ni idea de qué hacer con él. Había tenido
una vida demasiado protegida. Cuando venían visitantes masculinos
al castillo WindHeaven el trabajo de ayudarlos con su baño era
normalmente dejado a Christiana, —quien disfrutaba a fondo la tarea
—, si eran nobles —o una sirvienta si eran de menor rango. Cuando
ella y Miriam habían salido para sus deberes de curanderas, Miriam
había tomado gran cuidado de mantener la desnudez de los hombres
cubierta para mantener la inocencia de Tempest. Más tarde había
sentido curiosidad por lo que escondían, y aquí tenía ahora su
oportunidad. El hombre estaba inconsciente. Nadie lo sabría nunca.

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Dragon Witch Dolly Lien

Después de todo, como una verdadera curandera, necesitaba


asegurarse de que no tenía heridas más serias.

Se sentó sobre sus rodillas para disfrutar de su primer vistazo a


aquella fruta prohibida. Las piernas del hombre eran largas y
musculosas, su piel era de un profundo marrón dorado. Sus ojos
viajaron por aquellas largas piernas para encontrarse con uno de los
grandes misterios de su vida. Su masculinidad yacía en un nido de
pelo rizado y rubio. Se ruborizó mientras empezaba a alargar la mano,
pero no podía tocar algo tan privado. Retiró la mano y continuó
examinándolo. Su plano estómago era cóncavo, bien torneado, su
torso musculoso y bronceado, con jirones de pelo rizado y dorado
creciendo en el centro. Justo sobre su corazón había una diminuta
marca de nacimiento. Tempest la observó más de cerca. Sí, la marca de
nacimiento representaba un diminuto dragón dorado. Su itinerante
mirada siguió vagabundeando. Sus brazos parecían largos y muy
capaces de defender el honor de una doncella. Su mirada viajó
lentamente hasta su cara. Tenía una fuerte y cuadrada mandíbula sin
barba. Sus labios eran llenos y sensuales y sus ojos estaban... abiertos,
observándola.

—¿Disfrutaste las vistas, pequeña bruja?— sus borrosos ojos


azules destellaron con salpicaduras doradas y una suave risa le
retumbó en el pecho. —Debo admitir que nunca había sufrido un
reconocimiento como éste antes. Lo encuentro bastante placentero.

—No soy una bruja— Tempest estaba mortificada de la cabeza a


los pies. — Soy curandera, y estaba examinando tus heridas. Estás
sangrando, ¿sabes?

—También estoy helado, me parece— fue su divertida respuesta.


— ¿Puede ser que tengas una capa de sobra contigo?

Tempest rápidamente se quitó su capa y la cubrió con ella.

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Dragon Witch Dolly Lien

—¿Quién sois?— preguntó. ¿Cómo habéis llegado hasta aquí?


¿Por qué estáis tan herido? ¿Podéis sentaros? Necesitamos llevaros a
un lugar más cálido o moriréis. ¿Podéis...?—

El extraño le colocó suavemente la mano sobre sus labios para


silenciar sus preguntas.

—Puedo responderte sólo a una pregunta, pequeña bruja.—


gimió suavemente mientras intentaba sentarse— Sí, puedo sentarme.
De todas formas, no creo que pueda ponerme de pie sin tu ayuda. Me
siento un poco mareado en este momento.

—Apoyaos contra el árbol y descansad. Estáis muy malherido,


señor.— Tempest lo ayudo a acomodarse más cómodamente—
¿Puedo saber vuestro nombre?

—Gustosamente te daría mi nombre si pudiese recordarlo.—


contestó él, pasándose su larga mano por su ondulado y largo pelo
rubio, frustrado.— No recuerdo nada antes de abrir los ojos y ver a
una preciosa pequeña pelirroja que me devoraba con sus profundos
ojos verdes.

—No os devoraba. No soy preciosa y tampoco soy una bruja.—


estaba avergonzada y comenzaba a enfadarse.— Si no estuvierais
herido, os abofetearía por insolente.

—Pero estoy herido, pequeña, y no estoy disfrutando demasiado


este dolor.— se le escapó un quejido cuando se inclinó hacia delante
para mirarla a los ojos.

Tempest se arrepintió inmediatamente al ver la mirada de


profundo dolor en aquellos preciosos ojos azules, y se apresuró a
decir:

—¡Oh, por favor, perdonadme!

Las virutas doradas parecieron desaparecer mientras su dolor


aumentaba.
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Dragon Witch Dolly Lien

—Debemos conseguiros un lugar caliente y curaos esas heridas.


— La preocupación comenzaba a envolverla. Él estaba pálido y un
fino brillo de sudor empezó a nacerle en la frente cuando había
intentado moverse.

—¿Creéis que podríais levantaros si os ayudo?

—Desde luego puedo intentarlo, pequeña. ¿Pero eres lo bastante


fuerte como para poder conmigo? Eres algo tan diminuto y pareces
tan débil para ayudar a una gran mole como yo.

Tempest no se dio cuenta de que las diminutas virutas doradas


habían vuelto a sus ojos. Estaba muy ocupada con la logística de dejar
a aquel enorme hombre a salvo en WindHeaven para que pudiese
curarse las heridas.

—Me llamo Tempest— le dijo distraída mientras se pasaba uno


de sus bien torneados brazos sobre los hombros para levantarlo.

—No soy ni diminuta ni tampoco un algo. Mi madre me dice


que soy una mujer fea y gorda con un sucio temperamento.
Probablemente tiene razón.

—Tu madre es idiota— el gruñido salió del fondo de su pecho


mientras movía las piernas bajo él con intención de ayudarla.

Tempest se tensó cuando él se empujó con sus largas piernas, y


por fin se puso de pie, balanceándose como si estuviese en medio de
una fuerte tormenta.

—Pequeña Tempest— dijo con los dientes apretados— esto no


va a funcionar.

Se inclinó hacia ella como un enorme roble cortado por el hacha


de un leñador. Ambos cayeron en un montón al suelo del bosque, con
ella debajo.

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Dragon Witch Dolly Lien

Pasaron unos momentos mientras ella intentaba recuperar la


respiración. En otro lugar y momento la situación podría haber hecho
estallar su irónico sentido del humor. Allí estaba ella, una joven de
dieciocho años, hija del señor del castillo, y yacía en el vasto bosque
de su padre con un gigante rubio desnudo y verdaderamente
atractivo tumbado sobre ella, un poco inconsciente. Si su vida
dependiera de descender aquel camino, sería un hecho muy
interesante.

—¿Señor?— le dio un empujoncito— Intentad despertar. Sois


bastante pesado, ¿sabéis? Estoy teniendo problemas para respirar.

Pero el hombre no se movió.

—¿Estáis muerto?— su preocupación aumentó. —Por favor, no


os muráis.

Sintió la calidez de su sangre empapando su traje y su piel.

—¿Tempest?— era la voz de Tristan, llamándola desde el final


del camino.

—Tris— gritó Tempest frenética— Estoy aquí. Ayúdame.

La escena que encontraron los ojos de Tristan lo frenaron en su


trayectoria. Vio a su adorada hermana siendo violada por un gigante,
bajo su sagrado roble. Sacó su daga y corrió a salvar a su hermana de
un fatal destino.

Ella vio a su hermano abalanzarse hacia ella con la daga


levantada para matar al hombre que yacía sobre ella. El agudo sonido
en sus orejas despertó al hombre y rodó de su cuerpo, sólo para
quedarse tumbado mirando fijamente al joven que corría hacia él con
una aparentemente letal daga en la mano. Intentó levantarse para
defenderse pero estaba demasiado débil y cayó al suelo con un
gemido.

—Pequeña Tempest— susurró débilmente— Sálvate.


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Dragon Witch Dolly Lien

Ella se lanzó valientemente sobre su cuerpo para protegerlo de la hoja


de su hermano, la respiración de él la golpeó. Estaba inconsciente otra
vez.

—Muévete, Tempest— la voz de Tristan estaba cargada de rabia


— Le mataré por lo que te ha hecho.

—Tris, él no me ha hecho daño— chilló, frenética— Está muy


herido. Necesita ayuda. Enfunda tu daga.

—¿Tienes que ayudar a todo perro callejero que encuentras?—


preguntó, observando al hombre— No lo conoces. Podría ser un
peligroso bandido.

—No— replicó— Lo sabría si fuese peligroso. Necesita nuestra


ayuda.

Tristan guardó su daga y se arrodilló al lado del gigante rubio


quien sangraba ahora profusamente de la cuchillada reabierta en su
costado. Tempest rápidamente rompió su vestido en tiritas con las que
vendar las heridas del hombre.

—Tenemos que llevarlo a un refugio o seguramente morirá.


Extendió un fino manojo de ropa en la herida.

—¿Quién es?— preguntó Tristan mientras aplicaba presión


sobre la herida. — ¿Por qué está aquí? ¿Cómo se ha herido?

—Haces las mismas preguntas que hice yo.— replicó Tempest


lacónica.— No sé quién es ni cómo llegó hasta aquí. No puede
recordar nada.

—Bueno, tiene que tener un nombre.—replicó su hermano.— No


había oído nunca de nadie que hubiese olvidado su nombre. Creo que
simplemente es algo que ha inventado para evitar decirte la verdad.

—Entonces llámale Adrian— chasqueó Tempest impaciente.

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Dragon Witch Dolly Lien

—¿Adrian? ¿Por qué Adrian?— Tristan sentía curiosidad— ¿Por


qué no Thomas... o Samuel? ¿Por qué Adrian?

—Me gusta el nombre, por eso.

No sabía por qué había elegido el nombre del dragón para aquel
extraño y aquello la hizo ponerse a la defensiva con su hermano.

—Simplemente parece como si pudiera llamarse Adrian.

—Es un buen nombre— la voz del extraño fue un simple susurro


— Gracias pequeña. Has elegido bien.

***

—Buen movimiento, querida mía— el hombre rubio golpeó su


mano cariñosamente. —Ha sido muy inteligente por tu parte. Estoy
orgulloso de ti.

—En realidad— replicó la mujer frunciendo el ceño— No soy yo


quien he hecho que sucediese esto. ¿Estamos perdiendo el control del
juego?

—Jamás— respondió él con una sonrisa.— Ellos son simples


peones en el gran plan. Ya lo sabes.

—Quizás ella no es un peón, sino la reina.

—¿Y él es el rey?— el hombre se rió con efusividad. —Qué va,


querida. Que va.

Diez

El esfuerzo para mantener a Adrian vivo era bastante difícil. Era


un hombre enorme. Tempest y Tristan actuaban con apremio, mitad
cargándolo, mitad arrastrándolo, para bajar el largo, y estrecho
camino lleno de ramas. Para hacer las cosas un poco peor, comenzó a

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Dragon Witch Dolly Lien

nevar, y la temperatura cayó en picado. Tempest mantenía su capa


alrededor de Adrian para mantenerlo caliente y cubrir su desnudez,
pero incluso así, sentía los escalofríos recorriendo su enorme cuerpo.
Se preguntó si comenzaba a tener fiebre. Eso podría exacerbar más su
condición. Él parecía volverse cada vez más débil con cada momento
que pasaba.

—Tris —le urgió castañeteando los dientes— ¿No puedes


moverte más rápido? Se está enfriando. Si pierde la conciencia de
nuevo, nunca podremos llevarlo a casa.

—Es muy pesado— Tristan apretó los dientes mientas pisaba


sobre otra rama de árbol caída—. ¿O no lo has notado? Tú eres la
bruja. ¿Por qué simplemente no cambias el tiempo? —dijo entre
dientes—.

—¡Tristan! —estaba horrorizada ante las palabras de su hermano


— ¡No estamos solos! Sabes que cosas como esas podrían hacer que
me quemaran en la hoguera. ¿Es ésa tu intención? —se paró para
enfrentarse a su hermano, sin hacer caso del frío ni de la nieve—.

—Frena la tormenta, pequeña bruja —susurró Adrian


débilmente— aunque no sea para salvarme—. Sus ojos azules se
volvieron negros por el pánico.

—Necesito concentrarme —no pudo apartar su mirada de sus


atormentados ojos. Mientras daba vueltas en aquellas piscinas
lapislázulis, oyó un suave susurró.

—Te ayudaré, pequeña —Un susurro tranquilo y dulce,


calentando su alma, las palabras flotaron en una suave y cálida brisa
—.

Tempest atrajo esa calidez a lo profundo de su alma para luego


irradiarla pacíficamente hacia el exterior para rodear con ella a sus
compañeros, envolviéndolos en una manta de aire caliente. Apartó su

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Dragon Witch Dolly Lien

mirada lentamente de Adrian para encontrarse con la mirada


sobresaltada de Tristan.

—Tú lo pediste, Tris. Ahora démonos prisa. No sé cuando


tiempo podré mantener este círculo de calor.

Cuando el trío alcanzaba los límites del bosque, Tempest pudo


notar flaquear el círculo. Podía sentir una oscuridad sondeando los
límites del círculo, empujando hacia el interior, intentando penetrar,
una fuerza destructiva y amenazadora.

—¡No! —la palabra se precipitó de los labios del hombre herido.


Se cayó en sus brazos y la insidiosa negrura desapareció de la mente
de Tempest.

—Tris — jadeó Tempest mientras descendían con cuidado al


inconsciente Adrian hasta el suelo—. Déjanos. Estaremos bien
mientras buscas ayuda. No puedo ir más allá—. Se dejó caer al suelo
al lado de Adrian y puso su cabeza suavemente en su falda, peinando
tiernamente los rizos dorados de su fría frente.

—¡Rápido, Tris! ¡Por favor, date prisa!. Creo que se está


muriendo.

***

—¿Qué clase de animal callejero arrastró mi hija a casa esta vez?


—La voz de Christiana era alta mientras bajaba al salón y entraba en
la habitación de invitados—. Tempest, ¿qué has hecho ahora?

—Sal de aquí, Madre. —Tempest no tenía tiempo para los


histrionismos de su madre.— Hablaré contigo luego.

—Tempest... —La voz de Christiana subió algunas notas


mientras se preparaba para regañar a su hija. Pero se detuvo
inmediatamente cuando su marido apareció calladamente desde las
sombras.

- 90 -
Dragon Witch Dolly Lien

—Ven conmigo, amor —le dijo intentando apaciguarla—.


Debemos dejar que Tempest y Miriam ayuden a este hombre.
Vayamos al salón grande, te contaré todo lo que sé sobre su último
animal herido —sonrió mientras cogía el brazo de su mujer y la
conducía fuera de la habitación, cerrando la puerta firmemente tras él.

Miriam miró a Tempest con un especulativo destello en sus ojos.

—Tu madre te va a reñir bastante, Tempest. Estará muy


enfadada.

—Ha estado furiosa otras veces —respondió Tempest


rotundamente—. Lo olvidará pronto.

—¿Sufrirás su furia una vez más? Nunca te oí hablarle de esa


manera.

—No tengo tiempo para otra pelea ahora mismo, Miriam.


Adrian necesita nuestra ayuda. Tenemos que parar la sangre. Me
alegro tanto de que hayas preparado una tanda fresca de yuca esta
mañana —apuntó Tempest mientras limpiaba el corte sobre el corazón
de Adrian. Era profundo y estaba en carne viva, la sangre rezumando
sin cesar.

—Debería ayudar a mantener la herida y evitar que se cangrene.

—Añadí milenrama para el dolor y caléndula y aspérula para


ayudar a la herida a sanar más rápido. Es bueno que el hombre no
haya recobrado sus sentidos. El dolor sería muy fuerte. —contestó
Miriam mientras preparaba afanosamente una cataplasma de
alquimila alpina, hierba de San Juan y consuelda para colocar en la
herida abierta—.

—Habrá que coserla, Tempest. ¿Quieres que lo haga yo?

—No. Necesito que trates las quemaduras en sus piernas.


Parecen muy profundas. ¿Crees que una mezcla de aceite de lavanda

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Dragon Witch Dolly Lien

y aceite de hierba de San Juan será suficiente? —Tempest cosía con


cuidado el largo corte sobre el corazón de Adrian mientras hablaba—.

—Pequeñas puntadas, Tempest... no demasiado finas...Ahora..


Dejarán unas pocas cicatrices. Añadiremos consuelda y magarza para
acelerar la curación. Me pregunto como se habrá hecho esas terribles
quemaduras. Tenía que estar agonizando cuando lo encontraste.

—Nunca se quejó. Ni siquiera cuando Tris y yo lo arrastramos


para ponerlo a salvo, nunca se quejó. Nunca he conocido a nadie
como él. Es tan valiente y fuerte...tan hermoso..

Su voz se esfumó y Miriam la miró asustada:

—Concéntrate en tu trabajo ahora — la regañó Miriam


suavemente— Éste no es momento para soñar despierta.

—No soy una niña, Miriam. Sé lo que tengo que hacer. Adrian
sanará, y no dejaré su lado hasta que lo haga

Tempest ató la cataplasma a la herida de Adrian con suaves y


blancas tiras de lino y luego apartó con cuidado el pelo de su cara.

—Adrian —susurró— Por favor, despierta.

—Necesita descansar, Tempest —dijo Miriam con voz y firme.—


Ve a las cocinas y busca algo para comer. Me quedaré con él hasta que
vuelvas.

—No —suspiró Tempest— No tengo hambre. Ve tú. Te llamaré


si necesito tu ayuda.

Puso una gran silla de madera al lado de la cama, organizó los


cojines sobre ella y se puso cómoda para afrontar la larga vigía que
tenía por delante.

Impotente para controlar su tarea, Miriam sacudió la cabeza y


salió calladamente de la habitación.

- 92 -
Dragon Witch Dolly Lien

***

El cristal brilló fuertemente durante un momento, luego se


debilitó hasta un pálido azul incandescente. En el centro había dos
figuras, una yaciendo indefensa en una enorme cama, la otra sentada
silenciosamente a su lado esperando toda la noche a que abriese los
ojos y la mirase. Gradualmente su cabeza dio cabezadas. Luego se
inclinó para descansar su cabeza en la cama al lado del inconsciente
gigante. Tempest se dejó dormir, exhausta.

—No puede curarlo —dijo la mujer suavemente— Sólo la magia


de los dragones puede. Si lo perdemos el juego terminará, y todavía
no estoy lista para que eso suceda.

—¿Crees que debería curarlo yo por ella? —preguntó el hombre


pensativamente, sus dedos paseándose bajo su barbilla mientras
miraba dentro del cristal.

—¡Sí! —contestó ansiosamente la mujer— Cúralo ahora, así el


juego continuará. Empiezo a impacientarme.

—Creo que no todavía. —contestó él— Vamos a esperar a ver


qué pueden hacer juntos. ¿No estás de acuerdo, querida mía?

—¿No lo dejarás morir?

—Deben pasar la prueba, querida. No te preocupes. Yo tengo el


control del juego.

Once

- 93 -
Dragon Witch Dolly Lien

Adrian no podía despertar. Sus ojos no se abrían, y no podían


oír, ver, ni sentir nada de lo que le rodeaba. Se encontraba en un
mundo privado de aire y ruidos. No sentía dolor, pero estaba
empezando a odiar aquel limbo al que había sido arrojado. Su espíritu
rugía por libertad, pero su corazón permanecía con la diminuta y
pelirroja bruja que lo había hallado en el bosque. Deambuló por aquel
mundo—limbo durante mucho tiempo antes de escuchar una voz
venir desde una gran distancia.

— Te di muerte. —un susurro, profundo y áspero, ni de hombre


ni de mujer, hurgó en las oscuras sombras de su alma—. No luches
contra mí, pues hemos luchado en el pasado, y yo gané. No puedes
derrotarme. Soy demasiado poderoso para ti, débil criatura de luz y fuego.
Nunca podrás escapar de mi oscuridad ni de mis oscuros sirvientes.

—Adrian, por favor... —la dulce voz de Tempest cortó a través


de la negrura como un pálido haz de luz azul. — No puedes morir.
Me niego a dejarte ir. Adrian.

Pudo oír la desesperación en su voz.

—Tempest —susurró abriendo los ojos.— Ayúdame.

—Lo estoy intentando, Adrian, pero no sé que hacer, yo... —su


voz se desvaneció cuando fue absorbida hacia el helado vórtice de
oscuridad esperando para atacarlos y destruirlos sin escrúpulos ni
conciencia—.

—No —la palabra fue un mero susurro en sus labios, pero un


grito en su mente. Alargó la mano hacia la de él, lista para batallar la
negrura, sin estar dispuesta a dejarle ir, incluso si eso significaba su
propia muerte. Tempest se encontró en un lugar desconocido de
impenetrable oscuridad. Sabía que Adrian estaba a su lado porque
podía sentir el calor de su cuerpo, sentir su acelerada respiración
mientras el desolador frío de aquel desolado plano comenzaba a
lixiviar el calor de ellos. Tomó una profunda bocanada de aire para
hablar pero tuvo arcadas y se ahogó cuando el fétido aire golpeó su
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Dragon Witch Dolly Lien

boca y pulmones. Exhaló rápidamente y colocó su mano sobre su boca


para enmascarar el hedor.

—¿Adrian, dónde estamos?

—No lo sé, pequeña. —contestó él, boqueando en busca de aire.

Una horrible risa resonó por todos lados alrededor de ambos,


asaltando sus sentidos, haciéndolos caer de rodillas, penetrando en
sus oídos con dolor.

—ASÍ QUE PIENSAS QUE ERES LO SUFICIENTEMENTE


FUERTE PARA ENTRAR A MIS TIERRAS Y SALIR INDEMNE,
BRUJA.—la voz perforó sus oídos, serpenteando a través de sus
mentes y deslizándose en sus almas—.

—POR ESE PECADO, SERÁS DESTRUIDA SIN TARDANZA.


PERO PRIMERO DEBO EXTINGUIR ESA DÉBIL LUZ DE TU LADO.
—otra vez la chirriante risa llenó la oscuridad—.

—¡No! —Tempest permaneció en pie y firme en su cólera y


miedo, protegiendo a Adrian con su leve cuerpo.— Él ha sido
seriamente herido y no voy a dejar que le hagas más daño. Si debo
luchar contigo para salvarlo, entonces lo haré.

Dio un paso valientemente hacia delante, pero sintió el brazo de


Adrian alrededor de su cintura, gentilmente manteniéndola atrás. De
nuevo la maníaca exultación gritó profundamente en su mente. Pero
ella no vaciló. Resueltamente, quitó las manos de Adrian de su cintura
y volvió a dar un paso adelante, preparada para la batalla. Aunque el
dolor en su mente era una agonía, valientemente alcanzó sus
recuerdos y recordó las enseñanzas de Miriam.

—La luz destruye la oscuridad. El fuego apaga el frío. La risa


disipa el terror. —era una de las primeras que había aprendido hacía
mucho tiempo—. Conocía su camino. Rió suavemente, levantó su
mano y señaló a la forma ante ella, ahora brillando roja en la
oscuridad.
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Dragon Witch Dolly Lien

—Un regalo para ti, Lord Demon, para enviarte de vuelta al


abismo del que saliste. —mientras hablaba, un relámpago voló de las
puntas de sus dedos y golpeó al demonio, enviándolo aullando de
agonía al suelo. Pero el golpe del relámpago no permaneció en él por
mucho tiempo. Pronto estuvo de pie y gruñéndoles.

—AHORA AMBOS MORIRÉIS. —bramó, ultrajado.

Tempest sintió un cortante frío comenzar a arrastrarse por su


cuerpo. Sus dedos manos y pies se entumecieron. Sus brazos y piernas
se volvieron pesados. No podía moverse. Resistió el fuego con todo lo
que pudo pensar pero no pudo derrotarlo. Comenzó a volverse
lánguida y comprendió que pronto podría pasar al estupor. Entonces
notó un brillo dorado tras el demonio. Se concentró en la dorada luz, y
puso toda su voluntad para que creciera más fuerte, sabiendo, en lo
profundo de su alma, que allí descansaba su salvación. Gradualmente
comenzó a calentarse. La fuerza comenzó a regresar a su cuerpo. Su
mente comenzó a aclararse, y vio la forma de una mujer en la dorada
luz.

—Señora, ayúdanos... —imploró débilmente—.

La luz brilló tan brillante como el sol y Tempest tuvo que apartar
la mirada. Vio a Adrian yaciendo a sus pies y se inclinó para ayudarlo.
Tempest no vio la luz volverse un dragón dorado, brillando de color
dorado en la oscuridad. Ni oyó las palabras de una madre...

Nunca harás daño a mi hijo, Lord Demon. No lucharás contra su


prometida hasta que esté lista. Vuelve al abismo, desgraciada criatura, y ten
en cuenta mi advertencia no sea que te destierre por toda la eternidad. Nunca
volverá a convocarte tu amo.

La furia ardía de los dorados ojos de la dragona.

Los gritos aterrorizados del demonio se desvanecieron mientras


huía de vuelta a su oscura morada.

Tempest sintió un plumoso y amoroso toque. Intentó levantar la


- 96 -
Dragon Witch Dolly Lien

cabeza pero no pudo. Cayó lentamente hasta una roca esparcida en el


suelo hasta yacer al lado de Adrian.

—Duerme, niña —susurró una suave y gentil voz.— Tengo


mucho trabajo que hacer pero no es para ojos mortales. Descansa
tranquila.

Tempest no intentó luchar contra la gentil voz. Sus párpados se


volvieron pesados. Sus ojos se cerraron en un profundo sueño,
mientras se doblaba cerca de Adrian, su brazo colocado sobre su
pecho como si pudiese protegerlo de más daños.

—¿Qué magia has hecho? —gritó Adrian mientras envolvía sus


brazos alrededor de la dormida doncella.— No dejaré que le hagas
daño —dijo, poniéndose valientemente en pie, sosteniendo a Tempest
apretada contra su pecho—. Ella es buena, amable y preciosa, y la
protegeré.

No pretendo herirla, Adrian. ¿Acaso no desterré al demonio de vuelta a


su asquerosa morada?

—Sí, señora. Y os doy las gracias por ello. Esta muchacha tiene
muchos poderes, pero aún no son lo suficientemente fuertes. No
podía ir en su ayuda. Pero no os conozco. ¿Por qué debería colocar mi
confianza en vos?

¿No me conoces, Adrian?

Los hermosos ojos dorados del dragón brillaron

—No.

Entonces debes tener fe. Tus heridas son severas, y no podrás sostener a
la doncella como haces ahora durante más tiempo. No puedes luchar para
protegerla, y ella no despertará hasta que la libere. Confía en mi, Adrian,
pues yo te ofrezco mi protección.

Adrian pudo sentir la fuerza menguar de su cuerpo y supo que

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Dragon Witch Dolly Lien

el dragón había acertado en su resumen.

Estoy atrapado en este oscuro y apestoso lugar, y necesito salir.


—Pensó para sí mismo—. No sé quien soy ni de donde vengo, y debo
proteger a esta asombrosa y pequeña bruja de cualquier forma que
pueda.

—¿Qué debo hacer? —preguntó suavemente—.

Cierra tus ojos, Adrian. Ordenó la dragona.

Adrian se preguntó brevemente cómo sabía su nombre pero no


se lo preguntó. Comenzó a sentirse soñoliento. Su cuerpo se relajó y
ya no pudo sentir el ligero peso de Tempest en sus brazos mientras
caía lentamente en la inconsciencia. Desde muy lejos la canción de la
dragona voló hasta él como el gentil susurro del caer de las primeras
nevadas.

Descendencia del regocijo de mi corazón,

Eco de mi espíritu,

Convoco por los poderes del dragón

A los Fantasmas del Tiempo para que me oigan.

De un corazón de dragona a un corazón de dragón.

Que este hechizo de sanación sea echado,

Más fuerte que todo el arte viviente

Este vínculo durará siempre.

Por el poder que teje los huesos del dragón,

La fuerza de Dragonkind

Por el batir del ala de un dragón,

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Dragon Witch Dolly Lien

Que renueve la mente,

Con urgencia ardiente y serpenteante,

Que extinga el dolor de este dragón,

Con pulsante vida, su sangre ahora se levanta,

Su vigor ahora recupera.

Ahora Fantasmas del Tiempo, traed vuestro poder,

Su salud debéis restaurar,

Curar sus heridas del severo dolor,

Y guardadlo de las puertas de la muerte.

De un alma de dragona a un alma de dragón,

Esta canción una madre canta,

Un canto de dragón que lo hará curar,

Ahora el descansador sueño traerá.

Adrian y Tempest se quedaron dormidos pacíficamente en un


profundo silencio. La dragona tocó a cada uno con una brillante y
dorada ala, susurró una gentil bendición y se desvaneció en la
oscuridad.

****

—¡Maldición! —exclamó el hombre mientras paseaba del tablero


de ajedrez a la dorada silla y de regreso otra vez.— ¿Nunca terminará
con su maldito entrometimiento?

—Necesitaba ser curado —contestó la mujer tranquilamente


mientras se inclinaba más cerca, mirando atentamente dentro de la
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Dragon Witch Dolly Lien

bola de cristal—.

—El juego terminaría si el rey fuera destruido.

—El rey —resopló él con desdén.— No es más que un peón y lo


sabes.

—Lo que tú digas, querido. —Ella sonrió y se reclinó hacia atrás


para mirar pensativamente en la lejanía—.

—Yo más bien admiro su coraje. Al menos está haciendo los


movimientos correctos. Ahora, siéntate. Me estás poniendo bastante
deprimida con tu enfado.

—Hummm —masculló el hombre hundiéndose en el suave cojín


de la silla.

—A mí no me pareces deprimida.

La mujer sonrió suavemente mientras volvía la mirada a la


encendida órbita.

Doce

El canto de un pájaro despertó a Tempest. Se encontró doblada


al lado de Adrian, en la enorme cama de cuatro postes. Descansaba la
mano en su pecho y sentía la subida y bajada de su pacífico sueño.

No tenía fiebre. La tentación fue demasiada para la curiosa


muchacha, y movió su mano lentamente al pequeño trozo de tenue
cabello dorado en el centro de su pecho. Dos veces se había
encontrado en los brazos de aquel hombre desconocido y le había
gustado bastante la sensación. Aborrecía moverse pero sabía que él
estaría hambriento cuando despertara de su largo sueño. Necesitaba ir
a las cocinas para asegurarse de que había algo de caldo para él.
Intentó moverse poco a poco hasta el borde de la cama, pero sus
fuertes brazos la sostuvieron rápidamente. Lentamente, intentó
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Dragon Witch Dolly Lien

levantar el brazo de Adrian y seguir sin despertarle, pero fue en vano.


Él la sostuvo más fuertemente. Tendría que simplemente seguir
acostada hasta que despertara. Pero descubrió que no podía
simplemente yacer quieta y esperar. Su mente febrilmente detalló las
tareas del día y estaba impaciente por levantarse y empezar.

—Te meneas más que un nuevo cachorro, pequeña. —la voz de


Adrian retumbó profundamente en su pecho, sobresaltándola.— Y
eres tierna como uno, también, pero ciertamente no hueles como uno.
Hueles como la lavanda salvaje en verano —acarició con su boca su
pelo, empujándola incluso más cerca de su delgado cuerpo—.

—Adrian —suspiró empujando inútilmente contra su pecho.—


debes tener cuidado o te arrancarás los puntos. No te muevas mucho.
Debes dejarme ir ahora... ¡Adrian!. —intentó alejarse de él pero la
sostuvo aún más cerca y acarició su pelo otra vez con la boca,
inhalando profundamente—.

—Mmmm, encajas tan bien en mis brazos. Eres tan suave y


diminuta —la gran mano en su cintura se movió lentamente hacia
arriba por sus costillas hacia su pecho.— Quédate aquí conmigo para
siempre, dulzura.

—Si mueve esa mano más allá, señor, se la romperé.—No,


pensó ella, nunca podría hacerle daño—.

—Lo sé, pequeña bruja. Yo tampoco podría herirte. —su voz fue
dulce—. Parece que eres mi protectora, al menos hasta que esté
curado.

—¿Protectora? —Tempest no se dio cuenta de que él había


adivinado sus pensamientos mientras los recuerdos de los sucesos de
su pesadilla se desbordaban sobre ella—.

—Luchaste con aquel monstruo por mí, Tempest. Siempre estaré


en deuda contigo.

—No —en su agitación, fácilmente movió los brazos de él y se


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Dragon Witch Dolly Lien

sentó en la orilla de la cama, girándose de espaldas a él. Miró la suave


luz del alba a través de la ventana.— Fue un sueño. No puedo lanzar
relámpagos. Puedo manipular el tiempo de alguna manera; puedo
apaciguar animales salvajes y puedo crear ilusiones en la mente de las
personas, pero nadie puede lanzar un relámpago. Es imposible.

—Nada es verdaderamente imposible, pequeña bruja. Si de


verdad crees y centras tu mente en ello, puedes lograr cualquier cosa.

—Adrian, no soy una bruja más de lo que tú eres un... un...


dragón.

Ella rió ante lo absurdo de su idea, mientras se giraba para


mirarlo.

—Aunque eres lo suficientemente grande para ser uno. —se rió


tontamente—Ummmm —gruñó él, abalanzándose sobre ella— ¡y
estoy lo suficiente hambriento para serlo, también!

—¿Puedo tomar un bocado de tu adorable y pequeño cuerpo,


Tempest?

—Oh, no, Sir Dragón. —rió ella tontamente, mientras él envolvía


sus fuertes brazos a su alrededor y la empujaba contra su largo y
firme cuerpo—.

—Yo no soy sino una gorda y fea muchacha y no sirvo para cena
de un dragón.

—Ah, Tempest—susurró él un su oreja— eres suave y curvilínea


y hermosa y sirves sólo para el más poderoso de los reyes. Te haré
mía, pequeña bruja, ahora y para siempre —sus dulces besos viajaron
lentamente hacia su boca y ella contuvo la respiración con
anticipación. El beso de Adrian fue suave como la caricia de una
mariposa. Sintió un revoloteo en su estómago y su corazón latió más
rápido cuando apretó los brazos involuntariamente alrededor de él.
Deseaba más, pero más de qué, no lo sabía. Un pequeño gemido
escapó de los labios de él y acarició los de ella, luego se volvieron más
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Dragon Witch Dolly Lien

exigentes.

—Bueno, veo que tu paciente se siente mejor esta mañana.

La voz de Miriam cortó a través de sus tiernos besos como una


afilada daga a través de mantequilla recién hecha. Tempest saltó y
trepó fuera de la cama, un rubor avergonzado hacía sobresalir sus
pecas vívidamente. Adrian se quedó echado en la cama, los brazos
cruzados sobre el pecho mientras una ladeada sonrisa se extendía a
través de su atractiva cara.

—Miriam....nosotros...yo...ah... —tartamudeó Tempest.— Él...

—Sí. Y pude ver lo que —nosotros, yo y él— estaban haciendo.


¿Has olvidado tu reciente esponsal? —preguntó Miriam secamente.

—Yo... —Tempest enrojeció aún más, su mano levantada en una


culpable súplica de comprensión.

Miriam, viendo la acongojada apariencia de la cara de la chica,


se aplacó.

—Yo fui joven una vez. —dijo suavemente— y entiendo cuán


difícil se pueden volver algunos pacientes cuando están curándose.
Éste —dijo mirando a Adrian— parece ser incluso más difícil que la
mayoría. Debes vigilarlo de cerca y tener cuidado que no se hiera a sí
mismo con toda su actividad.

Tempest inclinó la cabeza y cerró sus manos fuertemente frente


a ella.

—Él está...

—Hambriento —finalizó Adrian por ella con una gran sonrisa.—


Necesito comida. Estoy hambriento. Ohhh —gimió con fingida agonía
—. Quiero una vaca entera, dos ovejas, doce pollos...

—Conseguirás un poco de nutritivo caldo —declaró Miriam


firmemente—.
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Dragon Witch Dolly Lien

—¿Caldo? Oh, por favor, amable señora. Soy un hombre crecido.


Necesito comida de verdad, no papilla de niños. ¿Veis lo débil que
estoy? —intentó levantarse de la cama y cayó hacia atrás débilmente.
Una expresión de sorpresa cruzó su cara. Realmente estoy débil y
muy, muy hambriento, pensó.

—Parecías estar bien cuando entré a la habitación hace unos


minutos —replicó Miriam—. Tempest podía sentir sus tormentos de
hambre mientras se encaminaba hacia la cama y colocaba la mano en
su frente. Su piel estaba fría y húmeda.

—No está bromeando, Miriam. Necesita comer para recuperar


su fuerza. Siento su dolor —añadió con voz suave—, removiendo su
pelo gentilmente de la frente. La mano de Adrian tembló visiblemente
cuando la levantó para agarrar su pequeña mano en la suya. Miriam
era curandera y sabía lo cierto de su necesidad.

—Mantenlo caliente, Tempest. Seré tan rápida como pueda.—


dijo mientras se apresuraba fuera de la habitación.

*****

Adrian estaba sentado en una gran y almohadillada silla que


había sido colocada cerca del fuego cuando Miriam volvió con la
bandeja de comida. Estaba envuelto en la suave piel de la cama y lucía
pálido y débil. Sus largas y desnudas piernas estaban estiradas y su
cabeza descansaba en el respaldo de la silla, exhausto.

—Tempest —la regañó ella— No debería estar en pie. Aún no


está lo suficientemente fuerte. Podría pillar un resfriado.

—Él insistió, Miriam. Y lo cubrí con la piel

—No lo bastante bien —contestó ella, mirando de forma


significativa sus piernas.— No apruebo que una muchacha anduve un
hombre desnudo alrededor. Ni siquiera herido, un hombre desnudo
no es una visión para que una muchacha contemple.

- 104 -
Dragon Witch Dolly Lien

—Ya lo he visto desnudo, Miriam —replicó Tempest.— No tenía


nada encima cuando lo encontré bajo el árbol. ¿Recuerdas? ¿Por qué
debería preocuparte eso? Ya no soy una niña, ¿sabes?

—Me doy cuenta completamente de que ya no eres una niña,


Tempest. —dijo Miriam pacientemente— pero hay algunas cosas que
aún no conoces sobre los hombres y....

—Me estoy muriendo de hambre —gruñó la voz de Adrian.—


¿Sois sanadoras o torturadoras? Aliméntame, mujer, antes de que me
consuma a nada ante tus ojos —luchó por echar a un lado la piel, y
alargó la mano hacia la bandeja que seguía sosteniendo Miriam. Olió
el rico aroma de la carne de venado y no pudo pensar un nada más
que en su necesidad de alimentarse para curar las heridas de su
cuerpo. Alcanzó la bandeja, y la piel se deslizó precariamente hacia el
suelo

—¡Joven! —exclamó Miriam en shock ante su audacia—. Si no se


mantiene cubierto, me iré, y la comida se irá conmigo. La paciencia es
su recompensa... Ahora, cubríos, señor —insistió fríamente.

A toda prisa, Adrian se cubrió, un lento rubor extendiéndose por


sus mejillas. Tempest soltó una risita y colocó una mesa cerca de la
silla. Atisbó al avergonzado joven por el rabillo del ojo y le guiñó el
ojo. Adrian tosió y miró a otro lado.

—Ya estoy tapado. ¿Puedo comer? —preguntó dócilmente—


¿Por favor?

Miriam colocó la bandeja frente a él sin una palabra y quitó el


paño para revelar la comida que había traído.

—¿Caldo? —preguntó Adrian asombrado— ¿Fruta? ¿Pan? Ésta


no es comida para un hombre. Necesito carne que me de fuerzas.
Necesito comida de verdad.

—Ésta es comida de verdad, joven. Es todo lo que conseguirás


por ahora. Has estado inconsciente durante cuatro días, y esto es todo
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Dragon Witch Dolly Lien

lo que tu cuerpo puede tolerar.—contestó Miriam bruscamente—.

—¿Cuatro días? —dijeron Tempest y Adrian al unísono—.

—Sí —Miriam miró de la muchacha al joven y de vuelta otra vez


— Tempest, ¿estás tan cansada que no te das cuenta de cuánto tiempo
ha sido? Lord Wendall ha sido bastante consciente de la cantidad de
tiempo que has pasado con este gran zoquete.

—No llames a mi hombre—dragón un zoquete —replicó


Tempest distraídamente, intentando aceptar en su mente el espacio de
tiempo que su mentora había declarado— Yo recuerdo sólo una
noche. Le trajimos aquí, tú te fuiste, y entonces se hizo la mañana y él
estaba casi bien —miró a Adrian, preocupada—. ¡No pudimos haber
estado vagando por el abismo durante cuatro días— le susurró a él.

—¿Abismo? —Miriam podía ser vieja, pero su oído era agudo—


¿Qué abismo?

Tempest le contó el sueño— Pero Adrian lo recuerda también —


explicó— ¿Cómo puede ser, Miriam? ¿Por qué no puedo recordar los
cuatro días?

—A menudo las cosas mágicas no pueden ser explicadas —dijo


la anciana sanadora pensativamente—.

—Pero yo te eché un vistazo a ti y al joven a menudo. Siempre


hablabas y le atendiste bien durante ese tiempo.

¿Él es aquel del que la dragona me habló en su nacimiento?, se


preguntó. ¿Es su prometido? No, es humano, no un dragón. ¿Es
posible para un dragón convertirse en humano? No.

—Pero yo no puedo lanzar relámpagos, Miriam —declaró


Tempest firmemente—.

—¿Lo habías intentado antes, querida? —preguntó Miriam


gentilmente—.

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Dragon Witch Dolly Lien

—No. No ha habido necesidad.

—Bueno, aparentemente lo encontraste necesario esta vez —


remarcó Miriam, mirando duramente a Tempest—.

—Sigo hambriento. —dijo Adrian mirando la bandeja delante de


él— ¿Puedo comer algo más ahora?

******

—¿Qué sabe la vieja niñera? —se preguntó la mujer, mientras


miraba desde la encendida bola de cristal hacia el hombre sentado
frente a ella— ¿Causará problemas?

—Si interfiere en nuestro juego, la destruiré —contestó el


hombre—.

— Creo que me toca mover. ¿Qué tienes en mente? —preguntó


la mujer de pelo negro, inclinándose hacia detrás en su silla, una gran
sonrisa tirando de las comisuras de su preciosa boca.— Más violencia,
supongo. Los hombres son unas criaturas tan violentas.

—¿Ahora quién cree que nuestro pequeño juego es violento? —


el hombre le sonrió dulcemente mientras se inclinaba sobre el tablero
de ajedrez—.

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Dragon Witch Dolly Lien

Trece

Adrian había estado en cama durante días y estaba cada vez más
inquieto. Se sentía como si estuviese siendo torturado, y ningún
visitante a su habitación había escuchado sus súplicas de clemencia.

—Por favor, Tempest, —su labio temblaba mientras le rogaba—.


No puedo pasar otro momento en esta cama. Me volveré loco si lo
hago. ¿Puedes ver lo que yacer aquí me está haciendo? Si tengo que
ser tu prisionero, envíame a la mazmorra. Al menos allí podría pasear
y hacer algo de ejercicio. Moriré si tengo que pasar otro día en esta
desgraciada cama ... ¿Por favor?

—Ese tembloroso labio es un buen toque, Adrian. —Tempest rió


mientras alargaba la mano para mullir sus almohadas.— Pero no veo
ninguna lágrima para convencerme.

— Los hombres de verdad no se deshacen en lágrimas, —gruñó


Adrian mientras agarraba sus brazos y la tiraba en la cama.— Si no
puedo levantarme, te mantendré prisionera hasta que yo sea liberado.
—Él se levantó apoyándose en sus codos, envolvió sus brazos sobre su
cabeza y colocó una larga pierna sobre sus muslos para impedirle que
escapara.

— Te harás daño —Tempest lo miró, entreteniéndose en el brillo


de sus ojos verdes.— Además, no tienes ropa. ¿Recuerdas?

—Condenadas ropas —gruñó él.— No necesito la ropa. Necesito


salir de esta cama.

—Creo que necesitas dejarme ir, Adrian. —Tempest intentó


moverse, pero él la sostuvo rápido.— Si alguien entrara en esta
habitación ahora mismo, seguramente daríamos una impresión
equivocada. Miriam me dijo que no debía estar sola contigo, lo sabes.
Ella quiere que siga siendo doncella hasta que esté casada —movió
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Dragon Witch Dolly Lien

las caderas, intentando escaparse de su pierna.

Los ojos azules de Adrian comenzaron a vidriarse cuando su


cuerpo respondió a su lucha—. Tempest,—susurró mientras se
inclinaba sobre ella— Quédate aquí conmigo, siempre. —Sus labios
acariciaron los suyos en un dulce beso.

Ella no pudo respirar. Su corazón golpeó más rápido cuando se


movió en espiral más profundamente en su suave caricia. Su beso
aumentó en exigencia cuando ella sintió su lengua explorando su
boca. Ella separó sus labios.

— ¡Tempest! —El chillido de Christiana fue como un cubo de


agua helada—.

—Márchate, mujer, —gruñó Adrian mientras miraba


airadamente a la madre de Tempest.— ¡Ella es mía!

—¡Animales! —gritó Christiana mientras corría hacia la cama,


los puños levantados.— ¡Os mataré a ambos!

Adrian tiró a un lado las mantas y saltó sobre Tempest para


colocarse entre ella y la enfurecida Christiana.

— ¡No! —bramó con ira.— No la dañarás. Es mi pequeña bruja,


y no la dañarás.

—¿Tu bruja? —repitió Christiana, la incredulidad sobre su


enfurecida cara.— ¿BRUJA? —gritó—. Sí, es una bruja, ¡y una
engañosa y desvergonzada guarra! ¡Puta!

—No. —La voz de Adrian se volvió tranquila. Dorados puntos


de luz crecieron en sus neblinosos ojos azules mientras hablaba.— No
usarás tales términos para describir a mi Tempest otra vez, o tu vida
será castigada.

—¡Parad ...los dos! —Tempest saltó de la cama para colocarse


entre el par listo para el combate.— ¡No permitiré más de esto!

- 109 -
Dragon Witch Dolly Lien

Madre ... vete.

—Tempest... —finalmente se le ocurrió a Christiana que el rubio


gigante que tenía intención de proteger a su hija estaba
completamente sin ropa.— ¡Éste hombre está desnudo! ¡Estabas en la
cama con un hombre desnudo!

—No, Madre, el hombre desnudo estaba dentro de la cama ... yo


estaba sobre la cama, —explicó pacientemente Tempest .— Ahora, por
favor, ¿te irás? Adrian ha estado muy enfermo y necesita cuidados.

—Humph —se quejó Christiana. — ¿Es eso a lo que llamas


cuidados? Creo..

—No tengo ningún interés en lo que crees, Madre, —la


interrumpió Tempest—. —Solamente quiero que te marches. ¿De
todas formas qué estás haciendo aquí? Nunca has mostrado interés
por gente enferma o herida antes.

—Tu padre me envió a buscarte —contestó Christiana


secamente. El herido hombre de Tempest no parecía tan enfermo. De
hecho, parecía bastante formidable, elevándose sobre su hija.
Christiana no temía ningún hombre. Pero aquel ...

—Adrian, métete en la cama, —ordenó ella sin mirarlo—.


Cúbrete.

Adrian se metió lenta y dócilmente en la cama y tiró de la suave


manta de lana hasta la barbilla. Estaba impresionado por lo rápido
que Tempest había asumido el control, y no quería que se enfadada
con él. Además, sus piernas estaban algo inestables por sus recientes
esfuerzos.

—¿Qué quiere Padre? —preguntó Tempest.— Él sabe cuan


ocupada estoy aquí.

—William ha llegado. Oyó sobre él —contestó Christiana señalando a


Adrian.
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Dragon Witch Dolly Lien

—¿Quien es William? —preguntó Adrian—. Pero ninguna de las


mujeres contestó, así que decidió hacer caso a su conversación y
simplemente admirar la vista. Tempest, desde atrás, lucía tan bien
como lo hacía de frente, observó. Tan curvilínea. Tan suave.

—Dile que estaré allí en cuanto pueda. Tengo que ocuparme


primero de mi paciente.

—Cambiate el vestido y arréglate el pelo, —dijo Christiana.—


Debes parecer presentable para tu prometido —añadió, mirando de
forma significativa a Adrian—.

—¿Prometido? —preguntó Adrian.— Tempest, ¿qué ha querido


decir con prometido?

Tempest fue salvada de la necesidad de contestar cuando


Miriam abrió la puerta.

Miriam sintió la tensión en cuanto entró en el cuarto.

Una vez más, Christiana y Tempest estaban en desacuerdo, y


Miriam sabía exactamente qué había causado la pelea: el hombre
herido. Los dedos blanquecinos de aquel agarraban la manta como si
aquella pudiese permitirle alguna pequeña protección. Parecía
confuso, y sintió pena por él. Ella también sin ser consciente había
sido arrastrada a aquellas confrontaciones y sabía cómo se sentía él.
En cuanto había oído que Christiana se había dirigido al cuarto del
enfermo Adrian, Miriam supo que habría problemas. Ella había
esperado prevenir cualquier lucha seria, pero vio que era muy tarde.
Christiana estaba enrojecida y agitada, y Tempest estaba de pie de
manera protectora cerca de la cama, las manos en las caderas, sus ojos
ardiendo.

—Milady... Tempest —dijo con calma—. Asumiré las tareas de


enfermera ahora así podrás ocuparte de tus invitados.

Christiana no dijo una palabra cuando tomó la mano de


Tempest y tiró de ella hacia la puerta.
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Dragon Witch Dolly Lien

— Miriam, —dijo Tempest— ... Yo...

—Ve con tu madre, niña. —lanzó una mirada de advertencia a


Tempest.— Tu padre ha estado muy preocupado por ti. Yo me
ocuparé del joven.

—Tempest. Espera —protestó Adrian.— Realmente quiero saber


quién es ese William.

—Silencio ahora, muchacho. Ella tiene invitados que requieren


su atención —dijo Miriam mientras andaba hacia la cama.— Además,
necesito comprobar tus heridas.

Christiana dio un tirón a Tempest fuera del cuarto, cerró de


golpe la puerta tras ellas.

—Ahora, veremos cómo lo estás haciendo —Miriam le sonrió


brillantemente, alargando la mano hacia la manta—.

—Estoy bien —espetó Adrian mientras agarraba la manta


fuertemente contra su pecho.— Tempest es mi curandera. Ella cuida
de mí. No necesito tu ayuda.

— Muy bien. —Miriam se sentó sobre el borde de la cama.—


Podemos esperar un rato. ¿Te gustaría simplemente hablar?

— ¿Sobre qué? —preguntó él con desconfianza—.

— Bueno, podemos hablar sobre ti.

—No

—¿Sobre qué querrías hablar?

—Tempest, —contestó rápidamente—.

—¿Qué pasa con Tempest? —preguntó ella—.

—¿Era esa mujer horrible realmente su madre?

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—Sí. Esa era Lady Christiana, la madre de Tempest, —contestó


ella , luego sonrió.— ¿Crees que es horrible?

—Es peor que horrible, —asintió él.— Es tacaña. ¿Realmente


golpearía a mi Tempest?

—Me temo que lo ha hecho así en el pasado —admitió Miriam


tristemente—.

— ¡Ella no puede hacer eso a mi Tempest! —Adrian se volvió a


enfadar otra vez—.

—Sí, puede, Adrian, —dijo Miriam.— Ella es la madre de


Tempest. ¿Tu madre no te castigaba cuándo eras malo?

—No lo recuerdo, —dijo Adrian con su ronca voz entrecortada


—. No puedo recordar a mi madre. ¿Por qué no puedo recordar a mi
madre, Miriam?

—No lo sé —contestó ella—, pero estoy segura que recuperarás


tus recuerdos con el tiempo.

Adrian se quedó en silencio durante un largo rato, intentando


recordar, intentando recordar algo familiar. Incluso su nombre. Pero
Adrian sonaba adecuado. ¿Por qué 'Adrian' parecía tan adecuado?

—¿Qué quiso decir esa mujer con el prometido de Tempest? —


preguntó finalmente cuando el esfuerzo para recordar comenzó a
hacer que le doliera la cabeza—.

—Tempest va a casarse en primavera —explicó Miriam con


cuidado.— ¿Ella no te lo dijo?

—No —contestó él secamente.— Tempest es mía. Ella será mi


novia. —Él pudo sentir lo verdadero de su declaración. Si tan sólo
pudiera recordar.

—Tempest está comprometida con Lord William Mirabelle. Ella


no puede ser tu novia. La dote ha sido pagada y los planes están
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hechos. Ella no te pertenece.

—¡Pero lo hace! ¡Ella es mi prometida! —La desesperación se


arrastraba en la voz de Adrian. Si tan sólo pudiera recordar. Algo ...
cualquier cosa...

—¿Por qué dices eso, hijo? —preguntó Miriam suavemente—.


Nunca la habías visto antes de tus heridas, ¿verdad? ¿Quién te dijo
que ella es tuya?

—¡Ella es mía! —dijo Adrian tercamente.— Sé que estamos


destinados a estar juntos. Su nombre está escrito en mi corazón, y ¡no
dejaré que nadie reclame lo que es mío por derecho de los dioses!

—¿Por derecho de los dioses?

— Sí, —miró profundamente en los ojos de la sanadora.— Por


derecho de los dioses. Esto sé que es verdad.

De algún modo Miriam sintió lo correcto de su declaración


mientras la imagen de una noche tempestuosa y una brillante dragona
dorada jugaba en su mente. Pero aquel era un joven yaciendo en la
cama, no un dragón.

—¿Qué podemos hacer, Adrian? —Susurró ella—. ¿Cómo


podemos arreglar las cosas?

******

Diminutos rayos brillaron fugazmente de la centelleante bola de


cristal. El silencio colgaba pesadamente sobre las dos figuras mientras
miraban atentamente en sus profundidades.

—Bueno, ¿ahora qué? —preguntó la mujer cuando alzó los ojos


hacia el hombre— ¿Vas a devolverle su memoria, o simplemente vas a
dejar que las cosas sigan su curso hasta que sea muy tarde para
cambiarlas?
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Dragon Witch Dolly Lien

—Silencio, mujer. Estoy pensando —contestó el hombre con voz


distraída.— Esa Miriam es malditamente demasiado lista para su
propio bien. Aún no es momento para respuestas.

—¿Y qué pasará si esperamos demasiado tiempo? ¿Si ÉL lo


averigua? —preguntó ella suavemente. Conoces el castigo por
interferir en las vidas de los mortales.

—¿Qué crees que hemos estado haciendo todo este tiempo,


mujer estúpida, si no es interfiriendo?

—No hemos hecho grandes cambios, querido —contestó ella


dulcemente.— Hasta ahora sólo hemos movido las piezas alrededor
del tablero y no han cambiado las cosas demasiado. Debemos tener
cuidado. Recuerda, ÉL puede ser poderoso en SU ira.

— Lo recuerdo —suspiró él—. Dejemos que las cosas se


desarrollen como puedan por ahora. Tengo que pensar en esto un
rato.

Catorce

Tempest se vistió rápidamente para reunirse con su prometido,


pero su mente estaba en el hermoso joven que acababa de dejar.
Recordó su beso, aquellos dulces, aunque firmes labios. Un
hormigueó comenzó profundamente en su vientre y se extendió hasta
engullir su cuerpo. Le gustaba el modo en que él olía, como el
sándalo; aquellos finos cabellos sobre su pecho, los había sentido tan
suave cuando los tocó. Suspiró. Sabía que tenía que centrar su mente
en el encuentro con William, pero preferiría no tener que pensar en él
justo en aquel momento. Se pasó el cepillo por el pelo, se inspeccionó
en el espejo y decidió que lucía bastante bien.

Sonriendo suavemente, todavía pensando en Adrian, abandonó


el cuarto. No prestaba atención a su alrededor mientras se dirigía
hacia las estrechas escaleras que bajaban hacia el gran salón.
- 115 -
Dragon Witch Dolly Lien

Se dio de lleno contra Sardon Di Mercia.

— Así que, finalmente te tengo a solas, embrujada — su voz,


sepulcral y hueca, sonaba como si estuviera hablándole desde un
enorme agujero en lo profundo de la tierra. Aquel sonido impregnó su
mente, causándole un cegador destello de dolor detrás de los ojos. Se
le veló la visión, y se balanceó cuando se le debilitaron las rodillas.

— ¿Quién ... qué es usted? — susurró ella, mirando aquellos


feroces ojos de ónice.

— Bueno, soy Sardon di Mercia, querida mía. ¿No hemos sido


presentados?— La hueca voz se deslizó en su mente como sebo
caliente y se arrastró hasta sus profundidades. Ella intentó luchar
contra el sentimiento de lasitud pero fracasó mientras la profunda e
infranqueable oscuridad comenzaba a envolverla. Las manos de él
sobre sus brazos parecían hielo, grabándose en su piel. El dolor
floreció por todo su cuerpo. Ella abrió la boca para gritar pero no
pudo.

Sardon sonrió.

—No— ella luchó para hablar, levantando sus manos para


empujarlo lejos antes de que tomara su misma esencia y la dejara
como una cáscara vacía. —No—

— No qué, querida mía — ronroneó él. — ¿No pares? —

— ¡No me toque! — Su miedo retrocedió, rápidamente


substituido por cólera. Las yemas de los dedos comenzaron a
zumbarle. El poder de la bruja fluyó a través de ella. — ¡Libérame,
engendro del demonio, o sentirás mi ira!—

— Bien dicho, Embrujada, pues eso soy— Había una señal de


sorpresa en su voz, pero no la liberó. — ¿Pero qué es el poder de una
mera aprendiz comparado con el glorioso poder de un maestro? —

— ¡Serás condenado entonces, criatura infernal! — Una fría y


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Dragon Witch Dolly Lien

calculada furia descendió sobre Tempest cuando canalizó toda su


fuerza en las yemas de los dedos. Sintió las llamas estallar y enviarse
profundamente hacia el pecho de él. Una mirada de sobresalto y dolor
cruzó su cara mientras rápidamente la liberaba y se alejaba. Su gruesa
y negra toga echaba humo allí donde los dedos de ella le habían
tocado, pero no había llama. El humo se disipó rápidamente.

Sardon sonrió. —Serás una digna compañera, Embrujada — dijo


mientras se daba la vuelta y se alejaba de ella.

— Nunca — gritó Tempest a su espalda — ¡Moriría primero,


engendro del infierno! — Tempest se sintió agotada mientras bajaba
despacio hacia el salón. Pero también sentía el regocijo de una batalla
luchada y ganada.

********

Sardon estaba en el gran salón cuando ella entró. Estaba sentado


solo en la esquina más lejana. Su socarrona sonrisa envió oleadas de
repugnancia por su columna, pero no le hizo caso mientras andaba
despacio hacia William. Su cara estaba pálida y William frunció el
ceño, todo gentil preocupación, mientras la ayudaba a sentarse en una
silla junto al fuego caliente.

— ¿Tempest? — dijo suavemente, — ¿Estáis enferma? —

— Estoy bien, Sir William —contestó ella con una sonrisa. —


Simplemente he tenido un encuentro bastante desagradable con uno
de los criados. —

Wendall, de pie cerca de ambos, la oyó. — ¿Quién fue, corazón?


Impartiré un castigo apropiado. No permitiré que seas maltratada por
uno de mis criados. —

— Recibió un castigo justo, Padre — contestó ella mirando de


soslayo Sardon. — No ha sido nada que yo no pudiera manejar—

Se giró hacia William. — ¿Qué os trae al Castillo Windhaven otra


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Dragon Witch Dolly Lien

vez tan pronto? —

— Quise ver vuestro dulce semblante otra vez, Tempest —


contestó con una gran sonrisa . — También tengo un pequeño regalo
para vos. En realidad dos regalos, pero uno era demasiado grande
para traerlo hoy —

— William, no tenéis por que traerme regalos — dijo ella. —


Tengo todo lo que necesito. Y no espero regalos de boda. —

— El propósito de un regalo es el de dar algo que no necesitéis,


querida mía, — contestó él, un centelleo en sus ojos negros. — Habéis
aceptado ser mi novia, y sólo deseo poner una sonrisa en vuestra
encantadora cara. —

— Sois demasiado amable, Sir William — contestó Tempest,


deseando poder darle el amor que se merecía. William pronto sería su
marido. La cara de Adrian flotó en su mente, pero la desterró
rápidamente. Estaba mal pensar en otro hombre cuando estaba
prometida. William le dio una pequeña caja tallada de madera,
envuelta en terciopelo. Cuando la abrió, encontró un ramo de plata
maravillosamente trabajado. Un ramo de rosas hechas en plata, cada
hoja una esmeralda. Sobre cada uno de los pétalos se elevaban unas
brillantes gotas de rocío de cristal.

—¡Qué hermoso!— dijo suavemente. — Es demasiado valioso


para mí, Sir William. — intentó devolverle la caja, pero él rechazó
tomarla.

— Por favor, Tempest, aceptad esta pequeña señal de mi estima.


Tenemos minas de plata en mi tierra, y las esmeraldas parecen saltar
de la tierra siempre que queremos. Daros este regalo no me causa
ninguna dificultad. —

— Pero yo no tengo ningún regalo para daros a cambio, —


intentó explicar ella, pero él no la escuchaba.

— Vos ya me habéis dado el mayor regalo de todos, querida.


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Dragon Witch Dolly Lien

Habeis estado de acuerdo en haceros mi esposa. — William siguió:

— Ahora, os dije que tengo otro regalo para vos, pero para éste
debéis venir a Far Reaches para escogerlo, con el permiso de vuestro
padre, desde luego — añadió, mirando a Wendall.

— Por supuesto — dijo Wendall radiante. — Desde luego, irás


con carabina. Su hermano... —

— No — interrumpió rápidamente Tempest — tengo un


paciente muy enfermo a quien no puedo abandonar por algún tiempo.

— Oh, pero debes venir, Tempest — dijo Marisa, quien se


acababa de unir al pequeño grupo. —Padre, ¿puedo decirle cual es su
regalo? — preguntó girándose hacia William.

— Desde luego, querida. — William sonrió a su hija con cariño.

— Padre recibió una entrega de varias hermosas yeguas, necesita


que escojas la que te gustaría. —

— Lo siento de veras, Marisa, pero mi paciente está bastante


enfermo y necesita cuidados constantes. — Tempest no quería
abandonar a Adrian por ninguna razón. Temía que si estaba lejos
demasiado tiempo..

— Entiendo. — la decepción parpadeó a través de la cara de


William, y Tempest lo vio antes de que fuera capaz de ocultar sus
sentimientos satisfactoriamente.

— Habéis sido tan amable, Sir William. — colocó su mano sobre


su brazo mientras hablaba. — Lamento decepcionaros. ¿Quizás vos y
Marisa podríais pasar unos días aquí? —

— No creo que haya nada esperando en casa en este momento.—


le sonrió William mientras tomaba una copa de vino de una criada.

— Excelente — dijo Wendall. — He estado teniendo unos pocos


problemas con algunos de mis siervos y me gustaría hablar de ello
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Dragon Witch Dolly Lien

contigo. Quizás tengas algunas ideas provechosas. —

Rápidamente se volvieron absortos en una charla sobre el


problema, Tempest se reclinó en su silla para disfrutar de unos
momentos de paz. Pero pronto sintió unos ojos sobre ella. Miró
inquieta alrededor del cuarto. Sardon di Mercia estaba sentado en su
oscura esquina, mirándola con sus reptilianos ojos. Ella lo observó
mientras él echaba un vistazo a algo que tenía en su mano. Lo miraba
atentamente, su atención lejos de las demás personas en el cuarto.

Tempest pudo sentir el poder creciendo. Le llamó la atención la


vil oscuridad que parecía rodear al hombre. Se levantó y cruzó
despacio el cuarto como si estuviese hipnotizada, atraída hacia el
poder oscuro, y maligno.

Mientras se acercaba a Sardon, vio una diminuta y negra


criatura, parecida a una serpiente, que se desenrolló de la palma de su
mano. Aquello alzó su fea cabeza, mirando al hombre de la negra
toga, sus ojos del color del rubí, brillantes.

Sardon dio vueltas en círculos con su otra mano en sentido


contrario a las agujas del reloj tres veces sobre la criatura. Cuando su
mano hizo su último círculo, el anillo de ópalo negro que llevaba
Sardon brilló con oscuro fuego. La criatura tocó el anillo y desapareció
en una voluta de humo gris. Mientras el humo desaparecía, Tempest
pudo oír pasos que se acercaban desde el gran salón. Sardon
contempló la entrada con una sonrisa satisfecha cuando un mensajero
entró en el cuarto.

William se apresuró a acercarse al hombre, y pasaron varios


momentos conversando profundamente. William despidió a su
criado y volvió hasta ellos con una mirada preocupada.

— Tengo algunos problemas en Far Reaches y debo volver a casa


inmediatamente— les dijo.

— ¿Padre? — preguntó Marisa. —¿Qué ocurre?—


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Dragon Witch Dolly Lien

— No te preocupes, querida mía — contestó él, acariciando su


mano distraídamente. — No es nada que no pueda arreglar con un
poco de fuerza y pensamiento. Pero debo apresurarme. Debo
abandonarte aquí, al cuidado de Sardon — se giró hacia Wendall. —
Si os parece bien, Sir —

— Desde luego — contestó Wendall. — Su encantadora hija será


bienvenida aquí en Windhaven. Cuidaremos de ella como si fuera
nuestra propia hija. No tema. —

La tarde se rompió rápidamente cuando cada persona siguió su


propio camino. Tempest y Marisa dejaron a Wendall y a William en
una seria conversación con Sardon mientras ellas iban a la torre sur
para arreglar una habitación para Marisa.

******

— Marisa, ¡qué hermoso vestido! — exclamó Tempest mientras


pasaba la mano sobre el pálido material azul. — Debe lucir
maravilloso con tu pelo. Desearía que mi pelo fuera de ese color.
Cualquiera menos este horrible rojo. —

— Tu pelo es encantador. Me recuerda al otoño, mi momento del


año favorito. Me gusta como cambian los colores de los árboles
después de la primera helada. Parezco tan descolorida a tu lado. —

— No — dijo Tempest, acariciando la mano de Marisa. — Nunca


podrías parecer ' descolorida '. Al menos nunca te llamarán bruja,
como a mí.

Marisa sonrió. — Me han llamado bruja. Una vez, estaba


hablando con un invitado en nuestro castillo y su señora me acusó de
intentar robar sus atenciones. Me llamó bruja, entre otras cosas. —
Ambas muchachas se rieron tontamente.

— Y lo que era más gracioso, — añadió Marisa entre risas tontas,


— es que él era realmente feo, y yo sólo hablaba con él porque su
señora coqueteaba con mi padre y compadecí a aquel pobre y feo
- 121 -
Dragon Witch Dolly Lien

hombre. —

Cuanto más tiempo pasaba Tempest con la alegre rubia, más se


preguntaba cómo podría lograr un encuentro entre Marisa y Tristan.

— Marisa— dijo, repentinamente seria. —¿ Estás prometida? —

— No. Mi padre no desea que me case aún. Él quiere que me


case por amor. —

— ¿Y no has encontrado a ningún hombre al que dar tu corazón?


—No.—

—¿Has conocido a mi hermano, Tristan? —

— Tempest, estás siendo muy obvia. ¿Estás intentando hacer de


casamentera? — Marisa se rió tontamente otra vez. — ¿Es gallardo y
apuesto?—

— Sí. ¡Mucho! — contestó Tempest. — Está siempre en los


establos con los caballos. Pienso que deberías apresurarte a ir allí para
despedir a tu padre... ¿No estás de acuerdo? —

Marisa sonrió mientras recogía su capa....

*******

La mujer quitó con cuidado el polvo del cristal con la manga de


su brillante vestido. Frunció el ceño mientras frotaba más duramente
en un punto en particular.

— Me pregunto qué trama ahora — miró fijamente el encendido


cristal. — Creo no que me gusta ese hombre. —

— ¿Sardon? — Las cejas del hombre se alzaron con sorpresa. —


Se cree un maestro de la magia, pero está lejos de poder competir con
mis poderes. No te preocupes por los tipos como él, querida mía.

- 122 -
Dragon Witch Dolly Lien

Después de todo solamente está ahí para hacer el juego más


interesante.

La mujer le miró fijamente durante un momento.

— Nunca subestimes a tu oponente, querido — dijo ella


firmemente. — Sobre todo a un dragón—mago, no importa a que lado
de la luz pertenezcan. Pueden ser peligrosos hasta la imprudencia.

Quince

Adrian paseaba por el cuarto, una preocupada mirada en su

- 123 -
Dragon Witch Dolly Lien

cara. Había recibido varias visitas: Miriam, las cocineras, Anna y


Mary, pero no había sabido nada de Tempest desde la mañana,
cuando Christiana los había reñido. Sintió como se le apretaba el
pecho al pensar que no la volvería a ver, que la perdería por el
hombre con el que se casaría en primavera.

— No dejaré que pase — exclamó en voz alta a la habitación


vacía. — Ella es mía. ¡Lo siento aquí! — se golpeó el pecho y sintió un
agudo dolor cuando su puño golpeó la ordenada fila de puntadas que
Tempest había usado para coser la profunda herida localizada sobre
su corazón.

Se tambaleó hacia la cama y se hundió en su borde cuando el


vértigo le sobrevino. Una corriente de sangre salió de las rasgadas
puntadas y descendió por el centro de su pecho y él se quedó sentado
allí, mirando su descenso hasta su ombligo.

—Tempest—, susurró mientras veía el chorrito de sangre


descender despacio por su torso. — Te necesito. No me abandones. —

— ¿Adrian? — Tempest estaba abandonando el comedor


después de una tarde muy difícil, viendo a su madre mimar
excesivamente a

Sardon como si fuera una visita real. Sonrió cuando recordó


cuan temprano se había acostado Marisa. La excusa de Marisa había
sido la necesidad de levantarse temprano para ejercitar su caballo.
Claramente ella y Tris habían encontrado bastantes cosas en común.

Tempest...la voz de Adrian reverberó en su mente. Se recogió las


faldas y se apresuró por la estrecha escalera hacia su cuarto.

Voy, Adrian. Estoy en camino.

Sardon di Mercia, sentado a la mesa, enfrascado profundamente


en una conversación con Lady Christiana, hizo una pausa a mitad de
la oración y miró hacia la escalera. Su mente haciendo eco del grito de
Adrian en busca de ayuda, y luego la respuesta de Tempest susurrada
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Dragon Witch Dolly Lien

estrechamente tras él.

Ella es demasiado débil para ayudarte. Las palabras asaltaron la


mente de Adrian y rebotaron en su alma. Esta vez te destruiré, y ella será
mi esclava para la eternidad. ¡Nunca la tendrás!

— ¡No! — La enfadada voz de Adrian retumbó como un trueno


por el pasillo mientras Tempest se apresurada a llegar a su cuarto.
Empujó la pesada puerta de roble, temerosa de lo que vería. Lo que
encontraron sus ojos detuvo su precipitada entrada. El cuarto era un
desastre, las suaves mantas estaban tiradas sobre la cama, la pesada
extensión de piel era un enredo que yacía a los pies de Adrian. Una
esquina del tapiz que colgaba encima de la cama, estaba derribada,
ocultando el resultado final de una escena de caza. Adrian estaba de
pie, fuerte y desafiante en el centro del cuarto. La luz de la vela daba
un brillo dorado a su cuerpo. Sus ojos azules tenían un brillo amarillo,
como un animal salvaje a la suave luz de la luna de medianoche. La
sangre manchaba su amplio pecho, y la luz a su alrededor había
tomado un matiz dorado. Pareció crecer aún más grande. La dorada
luz brilló mientras ella la miraba.

— ¿Adrian? — susurró suavemente, hipnotizada por su


transformación. — ¿Qué está pasando? —

— ¿Tempest? — Él parpadeó y fue sólo un hombre normal,


sangrando y tambaleándose ante ella. Su azules ojos mostraron la
turbación cuando examinaron los de ella. — ¡Ayúdame! —

Se tambaleó, su cara pálida. Extendió las manos hacia ella, las


yemas de sus dedos untadas con sangre. — Sangro, —suspiró
mientras se deslizaba despacio hasta el piso.

*****

Adrian estuvo inconsciente durante tres días, y Tempest se negó


a abandonar su lado. Al segundo día Christiana vino al cuarto del
enfermo.
- 125 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Tempest, tenemos invitados. Es impropio de ti descuidarlos y


pasar todo tu tiempo aquí. Marisa está constantemente en los establos
con esos malolientes y peligrosos caballos que tu padre insiste en
tener, y Sardon ha preguntado por ti varias veces. Necesita ultimar los
proyectos para tu matrimonio. — Por una vez no le había gritado o
reprendido. Tempest parecía tan cansada y ojerosa que hasta
Christiana estaba preocupada por su salud.

— Él no despertará, Madre. — La consideración de Christiana y


su propio cansancio volvía a Tempest vulnerable. — No puedo
marcharme hasta que sepa que está bien. —

— Alguien puede quedarse con él. — No le gustaba la


obstinación de su hija, de hecho, nunca le había gustado. Hacía
aumentar su ira y su voz se elevó de acuerdo con su floreciente cólera.

— No te dejaré estar más aquí, Tempest. Ven conmigo, ¡AHORA!


— Madre, baja la voz o márchate. — Su cansancio desapareció y


fue substituido por cólera ante la falta de consideración de su madre.

— ¡No lo haré! — Christiana tomó el brazo de Tempest y


comenzó a empujarla hacia la entrada abierta. — ¡No daré más
excusas por tu ausencia a ese agradable Sardon!

— ¿Agradable? — Tempest dio un resoplido nada elegante. —


¿Sardon di Mercia, agradable? Difícilmente. Me niego a hablar con ese
hombre sobre la boda o cualquier otro asunto. Es malo y ¡no quiero
nada que ver con él, ahora o nunca! — se alejó de Christiana y
permaneció de pie, mirándola insolentemente, las manos colocadas en
las caderas, los pies plantados firmemente en el suelo.

— Bruja. Eres una niña cambiada4 — chilló Christiana. — No


eres hija mía, ninguna hija mía sería tan obstinada.— Abofeteó la
mejilla de Tempest, dejándole la huella carmesí de la palma de su
4 Antiguas leyendas hablaban de ‘niños cambiados por las brujas’, es decir, pequeños
que fueron raptados y sustituidos por uno encantado. ...
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Dragon Witch Dolly Lien

mano. La bofetada de Christiana fue la gota que colmó el vaso para la


ya crispada joven, y Tempest perdió el control. Agarró el brazo de su
madre en un acerado asimiento y la sacó de un empujón de la
habitación antes de que Christiana tuviera tiempo de reponerse.
Mientras Christiana se giraba para reprender más a su rebelde hija, la
puerta se cerró de golpe en su cara, y pudo oír el inconfundible sonido
de un cerrojo siendo pasado. Atontada por la reacción de Tempest, se
dio vuelta y anduvo despacio por el pasillo hacia el cuarto de
Wendall, pero cambió de idea a media zancada. Comprendió que no
deseaba la inevitable confrontación con su marido. Él tenía la
costumbre de ponerse del lado de Tempest con lo que fuese que
tuviese que ver con su arte de curación. En lugar de eso, Christiana
fue al gran salón a buscar a Sardon. Su nuevo amigo la ayudaría. Él
era un hombre amable y comprensivo.

Tempest colocó su mano sobre la frente de Adrian para comprobar la


fiebre y se sintió aliviada a encontrarla fría al toque. Con cuidado
retiró un dorado mechón de pelo de su cara, luego sonrió cuando él
abrió los ojos.

— Tempest. — El susurro de Adrian fue débil. — No me


abandones.—

— No te abandonaré, Adrian — susurró ella suavemente,


mirando sus azules ojos, ahora nublados con dolor. — Me quedaré
aquí hasta que estés bien. Lo prometo. —

Él sonrió y se dejó ir de regreso a la inconsciencia.

********

Tempest dormía en una gran silla cerca de la cama de Adrian


cuando él despertó mucho más tarde. Esta vez sus ojos estaban claros,
y se sentía listo para salir de la cama y conquistar el mundo.

O al menos hacer algo con ese hombre que cree que se casará con mi
Tempest en primavera, se corrigió en silencio.
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Dragon Witch Dolly Lien

También tenía mucha hambre, pero Tempest dormía tan


plácidamente y parecía tan cansada que aborrecía molestarla. La
observó durante un largo rato, pero se distrajo cuando su vejiga exigió
atención. Luego su estómago gruñó como un oso enfadado molestado
en su sueño invernal.

Se deslizó silenciosamente por el otro lado de la cama y alargó la


mano para agarrar el orinal.

Adrian intentó no hacer ruido, pero no pudo detener el enorme


suspiro de alivio cuando vació ruidosamente su vejiga en el orinal
metálico. Sonrió contento, luego frunció el ceño cuando su estómago
soltó otro feroz gruñido. Echó un rápido vistazo alrededor para ver si
había molestado a Tempest, sólo para encontrarse con sus verdes ojos
observándolo.

— Podía haberte ayudado, — le dijo. — No deberías estar de pie


aún. Has estado inconsciente durante tres días, Adrian. —

— Puedo hacerlo solo— gruñó él para cubrir su vergüenza. —


Además, me siento bien. Tengo hambre — anunció y su estómago
estuvo de acuerdo con otro poco sutil rugido.

— Tú siempre tienes hambre. — Tempest sonrió ante su obvia


incomodidad, disfrutando de la visión del rosado rubor que coloreaba
sus mejillas.

— Bien, entonces, ¿dónde está mi comida? Necesito tres pollos


asados, una pierna entera de carnero, dos de venado ... —

— Adrian — le advirtió Tempest mientras se levantaba y


caminaba hacia la cama. — Te conseguiré comida cuando vuelvas a
estar a salvo en la cama y no antes. —

Él empujó a toda prisa el orinal bajo la cama, se dio la vuelta y


avanzó lentamente hasta su lugar de descanso. Pero se movió
demasiado rápido, y el vértigo lo venció. La sangre se escurrió de su
cara y se balanceó peligrosamente cerca del desmayo. Tempest se
- 128 -
Dragon Witch Dolly Lien

apresuró hacia él a tiempo para impedir cualquier daño serio y le


ayudó a acostarse.

— Por amor de Dios, Adrian, — dijo ella, su miedo por él


haciéndola enfadar. —¿ Nunca vas a escucharme? —

— Estoy escuchándote, — contestó él dócilmente. — Por favor,


¿podrías alimentarme? Fallezco de hambre. ¡Necesito alimento! Las
damas no maldicen, Tempest — añadió con una burlona sonrisa.

— Francamente, Adrian, — rió ella, — a veces me vuelves loca


de preocupación. —

— ¿Te preocupas tanto porque me amas? — preguntó él, un


centelleo esperanzador en sus ojos. — Dime que me amas, y me
pondré bueno para siempre. —

— Te conseguiré algo para comer. — Tempest se giró y


abandonó bruscamente el cuarto, dejando su pregunta sin contestar.

— ¡Haré que me ames! — dijo él suavemente a la vacía entrada.


—¡Me pertenecerás a mí, no a ningún anciano rico y feo!

¡Serás mía, Tempest! ¡Para siempre! —

******

— Interesante giro de acontecimientos, — musitó el hombre


mientras miraba otra vez fijamente a la encendida bola de cristal azul.

— Sí, — contestó la mujer con una pequeña risa. —Se está


curando rápidamente para alguien como él. —

— No me refería a sus capacidades de curación, — contestó el


hombre distraídamente. — Su raza siempre se cura rápido. —

— ¿Te referías al problema que se avecina con el hechicero? —


preguntó ella silenciosamente. — ¿Es demasiado poderoso para ellos?

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Dragon Witch Dolly Lien

— No importa si lo es. Tengo la situación bajo control. —

— Desde luego que la tienes, querido. — le acarició la mano. —


Tú siempre tienes las cosas bajo control. —

— No te burles de mí, mujer, — gruñó él. — Ningún mero


mortal podrá nunca tener tanto poder como yo. —

— Ningún mortal, — vaciló ella. — Pero en cuanto a ...—

— ¡Silencio! — la interrumpió él, mirando furtivamente


alrededor. —Decir SU nombre es invocarlo. ¡Ya lo sabes! —

— Yo no iba a decir SU nombre. — Su respuesta fue


tranquilamente digna. — No eres el único por aquí con inteligencia,
¿sabes?.—

Dieciseis

Adrian estaba aburrido. Había estado yaciendo en la enorme y


vieja cama de roble durante dos días; cinco, si contaba los tres días
que había estado inconsciente... y no había visto a su dulce Tempest
desde el día anterior. Se revolvía y daba vueltas, intentando encontrar
un lugar en la cama donde las plumas no hubiesen sido comprimidas
con su peso, pero fue en vano. Finalmente perdió la batalla y se sentó
a un lado de la cama. No hubo ningún vértigo, entonces se puso en
pie, se estiró y se encaminó a la estrecha ventana para mirar fuera. Se

- 130 -
Dragon Witch Dolly Lien

detuvo a mitad de viaje, regresó a la cama y agarró la más ligera de las


mantas de lana. Después de que se abrigara con ella, continuó. Odiaba
utilizar la manta, pero reflexionó sobre las variadas reacciones de las
mujeres que le habían asistido recientemente. Todas ellas, a excepción
de Tempest y Miriam, se reían tontamente y coqueteaban de modo
extravagante siempre que ellas no las vieran. Unas pocas habían sido
demasiado atrevidas, y aquello lo hacía sentir incómodo.

— Necesito algo de ropa, —refunfuñó pensativamente.— ¿Por


qué esas tontas no me buscarán algo de ropa? Nunca las entenderé.
Actúan como unas tontas siempre que me ven sin nada encima. Si
simplemente alguien me trajera algo que ponerme, todos seríamos
felices.

Sonrió cuando recordó un incidente sucedido dos días antes.


Tempest había entrado en el cuarto con su comida de mediodía y
había visto a Mary frotando sus cicatrices recién curadas con aceite
para mantenerlas flexibles. Él no se había opuesto cuando su mano se
había apartado de las cicatrices para seguir la línea de cabellos
dorados que conducía desde su pecho, bajando por el centro de su
vientre plano y más abajo. Se había sentido bien, y cerró sus ojos, una
imagen de su querida

Tempest le vino a la memoria.

— ¡Mary! —La enfadada voz de Tempest rompió la pacífica


imagen.— ¿Qué piensas que estás haciendo?

— Frotando al hombre con el aceite, señora, —tartamudeó Mary.


— Como usted nos dijo.

— Dije frotar las heridas con aceite, Mary —La voz de Tempest
se volvió más baja y tranquila.— ¿Ves alguna herida donde estás
frotando?

— No, milady. —Mary agachó la cabeza con culpa y vergüenza.

— Déjanos. —Tempest indicó la puerta abierta.— Yo me ocuparé


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Dragon Witch Dolly Lien

de él. Tú te quedarás en la cocina, donde perteneces, desde ahora. ¿He


sido clara?

Mary, ahora sollozando, pasó al lado de la enfadada Tempest y


corrió fuera, incapaz de responder.

— ¡Tú! —Tempest volcó su cólera sobre el hombre que estaba en


la cama con una sonrisa torcida sobre su hermosa cara.— ¡Tú le
dejaste hacerlo, y disfrutaste de ello!

— Pero ese aceite caliente era estupendo. —Sus suaves ojos


azules brillaban con humor mientras hablaba — Ella echó demasiado
y no quiso malgastarlo, —añadió con una inocente mirada—.

— Además, yo pensaba en ti mientras ella frotaba.

— ¿Estabas pensando en mí? —Tempest estaba tan incrédula


que apenas podía hablar.— ¿Pensabas en mí?

— Siempre pienso en ti, pequeña.

— Bueno, piensa en otra persona de ahora en adelante, —


escupió ella, dejando con un golpe seco la bandeja sobre la cama,
derramando caldo caliente sobre las mantas.

Una dolida mirada cruzó su cara. —Te odio,— le gritó mientras


se giraba y escapaba, cerrando de golpe la puerta detrás de ella.

— No, dulce Tempest —susurró él suavemente — Tú me amas


como te amo yo.

— Bien, veo que finalmente has tenido la sensatez de cubrirte.


—La voz de Miriam sobresaltó a Adrian de vuelta de su ensueño.—
Aunque esa manta de lana pique como el mismo diablo.

— Cierto —estuvo él de acuerdo, mientras se daba la vuelta para


mirarla.— ¿Debo suponer que no hay ropa de sobra en este lugar para
un pobre hombre herido?

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Dragon Witch Dolly Lien

— Por eso estoy aquí.

— ¿Me has traído algo para ponerme? —Adrian miró el bulto


que llevaba Miriam.— ¿Voy a ser liberado de este cuarto por fin?

— Sí a ambas preguntas, —contestó ella con una sonrisa.—


Tienes que moverte para recuperar las fuerzas, y Tempest necesita su
cuarto.

— ¿Aquí es dónde duerme Tempest? Nunca me lo ha dicho.

— Lord Wendall no es un hombre terriblemente rico, Adrian.


Este torreón es lo bastante grande para que los miembros de la familia
duerman en cuartos separados, pero hay pocos cuartos para invitados.
Sardon di Mercia se queda en la torre de invitados, y la hija de Lord
William, Marisa, está en él único otro cuarto disponible, así que no
había ninguna otra parte para que te quedaras, excepto aquí. No
podíamos poner a un hombre herido en el gran salón donde duermen
por lo general los invitados adicionales.

Sacudió el bulto hacia él. —Esto es todo lo que pude encontrar


que te sirva. Puede quedarte algo apretado, pues eres un hombre
grande, así que tendrán que hacerlo hasta que podamos conseguir
algo hecho para ti.

Adrian dejó caer la manta y comenzó a extender la ropa sobre la


cama, tarareando suavemente para sí mismo. Miriam lo miró unos
momentos, una pequeña sonrisa en su cara.

— Te dejaré para que te vistas. Cuando estés listo puedes ir al salón


para la comida de la tarde.

— ¿Miriam? —La voz de Adrian la detuvo, y ella se giró hacia él.

— ¿Dónde está Tempest? No la he visto durante dos días


enteros.

— Ha estado ocupada. —Miriam hizo una pausa, mirándolo

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Dragon Witch Dolly Lien

durante un largo momento.— Creo que está bastante enfadada


contigo.

— Pero, ¿por qué? —preguntó él.— No he hecho nada para


hacerla enfadar. Estoy demasiado dolorido para hacer nada.

— ¿Qué hay de Mary? —preguntó Miriam.

—¿Mary?

— La sirvienta que Tempest pilló frotando aceite donde no era


necesario.

— Ah. —La cara de Adrian se encendió.— Ella es agradable. Me


gustó la manera en que me frotaba el vientre. ¿Pero por qué está
enfadada Tempest? No hice nada malo. ¿Ella no quiere que yo me
sienta bien? Pensé que ella estaba enfadada porque yo pensaba en ella.
He intentado con todas mis fuerzas no pensar en Tempest, Miriam,
pero es difícil. Ella es hermosa y dulce y la amo, —dijo él, una mirada
afligida en su cara.

Miriam rodeó la cama y puso su mano con cuidado sobre la


mejilla de Adrian.— ¿No sabes nada sobre las mujeres, Adrian?
Tempest se casará con William en primavera. Ella no puede
devolverte tus sentimientos. Lo que deseas es imposible, querido mío.

Solamente durante un momento, Miriam recordó su encuentro


con la dragona dorada la noche en que enterró la membrana de
Tempest bajo el roble sagrado. Ella sabía, profundamente en su
corazón, que Tempest no debía casarse con William, pero no podía ir
contra los deseos de Wendall.

Nunca le había contado nada acerca de los esponsales secretos


que ella llevaba en su corazón. Wendall no la habría creído; de hecho,
habría hecho todo lo que estuviera en su poder para asegurarse de
que su querida hija no se casaría con un dragón. Sería inconcebible
para él. Ella esperaría y vería como se sucederían los acontecimientos.
Los dragones eran criaturas poderosas. Si aquellos eran los esponsales
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Dragon Witch Dolly Lien

que ellos deseaban, entonces pasarían, tanto si Wendall lo deseaba o


como si no.

— No —gruñó Adrian.— Ella no va a casarse con ese hombre en


primavera ni en ningún momento. ¡Tempest está destinada a ser mi
compañera y así será!

— Ella está prometida a él. —Miriam observó su reacción.

Él frunció el ceño y manchas doradas flotaron en el azul de sus


ojos como diminutas estrellas doradas en el cielo a la luz del día.
¿Podría ser...?

No, Adrian era sólo un hombre humano, destinado a amar y


perder, pues ningún humano podía ir contra los dictados de
dragondom.

— Lo mataré. —Su cólera hizo brillar sus ojos aún más.

—No. Si matas a William habrá guerra y se perderán muchas


vidas, incluidas la tuya y la de Tempest. ¿Deseas ser la causa de su
muerte?

— No. Nunca sería la causa de la muerte de mi amada. ¡Yo daría


mi vida por ella!

— Entonces deberás olvidar esa idea de matar a William. Él es


un hombre agradable, Adrian. Creo que te gustará bastante cuando lo
conozcas.

—Miriam le sonrió cariñosamente.— Ahora, te traje toda esta


ropa, y me gustaría vértela puesta pronto. Tu desnudez no me
molesta, pero has visto cómo reaccionan las jóvenes.

— Sí —dijo Adrian obedientemente mientras agarraba una


camisa tan blanca como la nieve.

— ¡Pero él no me gustará en absoluto! —añadió enérgicamente.

- 135 -
Dragon Witch Dolly Lien

*******

—El joven realmente luce bastante espléndido cuando está


desnudo —reflexionó la mujer.

— Hrumph —resopló el hombre, la repugnancia era evidente en


su voz.

—Se parece a cualquier otro hombre mortal, vestido o desnudo.

— Algo más generosamente dotado que la mayor parte de los


varones mortales —corrigió la mujer, su sonrisa casi alcanzando los
dos diminutos hoyuelos en cada una de sus mejillas.

— Cubre ese maldito cristal, mujer. —Su cara estaba roja de


cólera, o vergüenza.— Necesitamos planear los próximos
acontecimientos.

—La femenina y plateada risa, tintineó ligeramente a través del


cielo mientras el encendido cristal azul se volvía débil.

Diecisiete

Adrian se sentía incómodo mientras bajaba las estrechas


escaleras de caracol. Sus botas nuevas le quedaban apretadas y las
sentía poco naturales, como si no hubiera nacido para llevar nada en
los pies. Se encaminó hacia los amplios escalones exteriores. Echando
un vistazo al contramuro, se preguntó brevemente si alguien podría
usar aquellos escalones sin caerse, eran tan estrechos.

Cuando entró en el gran salón, se sorprendió al ver tantas


personas ocupando las largas mesas de caballete. Sentados en los
bancos estaban los hacendados y pajes, los más humildes y los más
jóvenes estaban al final, cerca de la entrada. Los guardias estaban
cerca del centro de las largas mesas y los caballeros del castillo
estaban colocados más cerca de la tarima donde Lord Wendall se

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sentaba con su familia e invitados. Los ojos de Adrian fueron atraídos


inmediatamente hacia Tempest. Antes de entrar totalmente en la
enorme habitación, hizo una pausa para admirarla. Nunca la había
visto tan adorable. Llevaba una suave túnica de terciopelo verde, el
color de la hierba en la primavera, sobre un traje de color verde
bosque. Ambas prendas estaban bordadas con diminutas hojas
plateadas. Sus mechones rojizos estaban amontonados sobre su
cabeza en tirabuzones, con diminutos rizos escapando de sus confines
para acariciar y enmarcar su cara en forma de corazón. Ella vaciló
dejando su copa de plata en mitad de camino hacia sus labios, atraída
por los hambrientos ojos de Adrian que la miraban fijamente. La
sorpresa de verlo de pie en el gran salón casi hizo que dejara caer su
copa. Él parecía tan diferente. Sus botas estaban hechas de suave piel
y sujetas hasta la canilla. Los tensos pantalones negros, obviamente
hechos para un hombre mucho más pequeño, se pegaban a él como
una segunda piel, revelando cada curva de sus musculosas piernas. Su
túnica azul cobalto, casi demasiado corta, apenas ocultaba su
hinchada virilidad. Un amplio cinturón de cuero estaba cinchado
fuertemente a su delgada cintura, la hebilla de cobre brillaba
intensamente a la luz de las velas. Una blanca camisa de lino escapaba
desde debajo de su túnica y caía por sus largos brazos para juntarse
con fuerza alrededor de sus poderosas muñecas, los volantes
acariciando sus largos y vigorosos dedos.

Su pelo dorado había sido cepillado hasta brillar bajo la luz de


las velas y estaba echado hacia atrás y atado con una cinta negra.

Los azules ojos se encontraron con los ojos color jade y se


enlazaron. Adrian y Tempest eran incapaces de apartar su mirada del
otro. La habitación y sus inquilinos se desvanecieron en la oscuridad.
Tácitas promesas llenaron el aire entre ellos, y la pesada copa de plata
finalmente cayó de los flojos dedos de Tempest para estrellarse
fuertemente contra la mesa.

— ¡Tempest! —La voz de Christiana rompió el hechizo.—


¿Como puedes ser tan torpe? —Sus ojos siguieron el camino de la
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Dragon Witch Dolly Lien

mirada de su hija y vio lo que absorbía su atención cuando Adrian


caminó con seguridad hacia la tarima donde estaba sentada la familia.

—Veo que os habéis repuesto de vuestras heridas, joven.

Christiana revisó a Adrian de pies a cabeza, su mirada se rezagó


sobre los pantalones demasiado apretados. Entonces notó que Sardon
seguía en las sombras de la entrada. Él cabeceó hacia ella, y ella le
sonrió intensamente, pero volvió hacia Adrian.

Deslizó su lengua sobre sus labios mientras echaba un nuevo


vistazo a la esbelta figura del joven.

—Venid, sentaos a mi lado —dijo, con una tímida sonrisa.—


Adrian, así os llaman, creo. Lo aprenderé todo sobre nuestro invitado
más nuevo.

Adrian quería sentarse al lado de Tempest, pero la señora del


castillo había exigido su presencia, y el protocolo no le permitía
rechazarla. Mientras pasaba la silla de Tempest para unirse a
Christiana, sus dedos acariciaron fugazmente su grácil cuello. Ella
tendió la mano para tocar la suya, pero él se había ido rápidamente.
Tempest parecía una niña a la que habían ofrecido un dulce y luego le
hubiesen negado incluso un pequeño mordisco. Miró airadamente a
su madre pero fue ignorada.

Sardon se deslizó silenciosamente en el asiento vacío al lado de


Tempest.

—¿Y cómo estáis esta tarde, querida mía? —La voz de Sardon la
hizo sobresaltarse, y casi dejó caer su copa otra vez, pero logró
controlarla.

—¿No podríais encontrar otro asiento, señor? —Le lanzó una


venenosa mirada.— ¿Preferiblemente en otro reino?

—Pero tengo noticias de vuestro prometido, Tempest. —Una


astuta sonrisa se extendió a través de su descarnada cara cuando de
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Dragon Witch Dolly Lien

forma significativa ignoró su despectivo "señor".— ¿No deseáis oír lo


que tengo que deciros sobre el hombre con el que pronto vais a
casaros?

— Decidme vuestras noticias rápidamente. Luego iros. —


Tempest se movió un poco más lejos. Estaba incómoda al estar tan
cerca del hombre. Un extraño olor de descomposición combinado con
alguna esencia dulce y picante le rodeaba, haciéndola marear.

— Parece que ha aparecido otra bruja en Far Reaches— observó


atentamente su reacción.

Tempest no dijo nada, aunque sus blancos dedos aún apretaban


la copa, traicionando sus sentimientos.

—Estará lejos durante algún tiempo —siguió él, mirándola


atentamente.— Odia esos juicios e intenta alargarlos tanto como
pueda, siempre buscando alguna forma de liberar a la bruja acusada.
Pero su gente está muy enfadada... Bueno, estoy seguro de que sois
consciente del resultado de la mayor parte de los juicios de brujas.

— ¿Han sido acusadas muchas brujas allí antes de....él?

— Sí, pero William siempre falla en sus esfuerzos para salvarlas.


Yo...... nuestra gente siempre disfruta de una buena quema.

— ¿Fueron quemadas? —Tempest palideció ante sus palabras.—


¿Pero por qué siempre falla? Él es el señor del señorío. Seguramente
su palabra es la ley.

—William puede ser el señor de su señorío, pero soy yo quien


controla su pequeño reino.

—Sus saturninos rasgos reflejaron su satisfacción. Disfrutaría


atormentando a aquella embrujada.— La primera bruja la quemamos
poco después de que me hiciera su sacerdote. Ella causó la muerte de
su primera esposa y convirtió a su único hijo en un niño
monstruosamente deforme. —Él se reclinó en su silla, saboreando la
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Dragon Witch Dolly Lien

historia que estaba a punto de contar. Observando. Anticipándose.

— ¿William tiene un hijo? —preguntó sobresaltada Tempest.—


No lo comprendo. ¿Dónde está? ¿Todavía vive?

— Sí, lamentablemente. Pero nadie lo ve nunca. Se dice que es


demasiado horrible de ver. Su cabeza es más grande que la de un
hombre normal. Su cuerpo es pequeño y débil. Sus ojos son de una
forma extraña, redondeados, algo inclinados, y su mente es la de un
niño. Habla despacio y simple, y sus palabras a menudo están mal
pronunciadas y son difíciles de entender. William lo ha aislado en un
monasterio distante. Nunca lo visita o habla de él.

—Pero, ¿por qué envió lejos al niño? —preguntó Tempest.— Yo


he visto a otros recién nacidos como él, y son siempre unos niños
dulces y cariñosos.

—¿Os gustaría que vuestro único hijo y heredero fuera conocido


como el idiota del pueblo?

Tempest negó con la cabeza, incapaz de contestar.

— Pero me estoy desviando del tema, embrujada. Debéis oír el


resto de la historia. —La miró fijamente sobre el borde de su copa
mientras bebía a sorbos su vino.— Muchos años atrás, mientras
William negociaba lejos un tratado entre dos señores en guerra, la
madre de Marisa fue traída para dar a luz al hijo de William. Él volvió
a casa para encontrarse su salón lleno de una enfadada
muchedumbre. Ni siquiera había tenido tiempo para oír las noticias
de su heredad, cuando una bruja le fue traída para el juicio. La mujer
se parecía mucho a vos, Tempest. Tenía el pelo rojo brillante y los ojos
verdes. Era la amante de William.

Tempest no hizo ningún comentario. La mayor parte de los


matrimonios eran sin amor, concertados por política. Un hombre a
menudo tenía una amante oculta en algún sitio. Su propio padre había
engendrado a Tristan con su amante durante su primer matrimonio.
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Dragon Witch Dolly Lien

Ella sabía, sin embargo, que Wendall era fiel a Christiana.

—Cuando la bruja profesa, Clairesse, estuvo ante William, él


rechazó hacer un juicio, ya que la amaba. —continuó Sardon.— ¿Cuál
es la acusación contra esta mujer? —preguntó William cuando fue
llevada ante él.

—Hechizó a su señora esposa, Milord, —contestó la comadrona.

— ¿Cómo? —preguntó él.

—Estaba en la alcoba de Milady mientras daba a luz. Esta bruja,


Clairesse, la maldijo, diciendo a Milady que moriría de fiebre, —
contestó la mujer, retorciendo sus manos.

— Soy una curandera —explicó Clairesse.— La comadrona es


una criatura asquerosa. Sus manos y cuerpo están cubiertas de
suciedad, y huele a los cerdos a los que cuida. Un bebé nuevo debe
llegar al mundo en la limpieza más absoluta o la madre tendrá fiebre y
morirá.

— Ensuciarse es honesto. —La voz de la comadrona resonó en la


silenciosa habitación.— Soy la mejor comadrona del reino. Preguntad
a cualquier madre aquí. —Los murmullos de asentimiento zumbaron
por el atestado salón.

— Clairesse podría estar en lo cierto —dijo William, intentando


proteger a la mujer que amaba.— No sabemos qué hace que algunas
mujeres se pongan enfermas con fiebre y mueran después del parto.

— Pero entonces vuestro niño llegó, Milord, en un gran torrente


de sangre y líquido de nacimiento y su semblante era horrible de
contemplar —dijo la comadrona, retorciendo sus manos.

— ¡No! —El grito de angustia de William llenó la habitación, ya


que aún tenía que saber lo del nacimiento de su niño.

— Es un niño, Milord. Pero sería una bendición para todos

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Dragon Witch Dolly Lien

nosotros que el niño no sobreviviera.

— ¡No! —gritó Clairesse, tocando su vientre que estaba enorme


con el niño de William.— Todo bebé tiene derecho a vivir, incluso si
no está perfectamente formado.

— Pero tú hiciste la señal del diablo antes de que el bebé entrara


en el mundo —gritó la comadrona colérica.— Yo lo vi, como cada
mujer allí presente. No puedes negarlo.

— Puedo negarlo —replicó Clairesse.— No le deseé ningún


daño al bebé. Los dioses pueden atestiguar que es verdad lo que digo.

—¿Los demás dicen lo mismo que la comadrona? —La voz de


William estaba llena de desesperación.— Necesitaré más testimonios.

Pues esperaba encontrar a alguien que ayudara a Clairesse. A su


amante. A su niño. Él no podía, no emitiría el juicio que terminaría
con sus vidas.

Una por una las mujeres dieron un paso adelante para


testimoniar la verdad de la declaración de la comadrona. Clairesse
sostuvo su cabeza en alto y miró a cada una de sus acusadoras a los
ojos.

— Ella provocó que mi vaca se secase —gritó un hombre en la


parte trasera del habitación.—Solamente la miró, y no hubo más leche
desde entonces.

— Mi jardín se marchitó y murió cuando rechacé venderle


zanahorias frescas —dijo otro.

Una muchacha joven que había estado en la habitación del parto


cayó al piso y comenzó a convulsionarse. La muchedumbre se alejó de
ella mientras echaba espuma por la boca y balbuceaba en una lengua
extraña.

Una mujer comenzó a gritar: —¡Estoy ciega! La bruja me ha

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Dragon Witch Dolly Lien

quitado mi vista—

—¡Quemad a la bruja! —repicó una voz desde la muchedumbre.

Pronto los demás siguieron el ejemplo hasta que el gran salón


zumbó con el cántico: Quemad a la bruja... Quemad a la bruja...
¡Quemad a la bruja!

William levantó sus manos para hacer el silencio.— No


condenaré a una mujer embarazada

—dijo cuando la habitación quedó silenciosa.— Su niño es


inocente, no será enjuiciado.

— Es un engendro del demonio lo que lleva —gritó una mujer.—


¡Yo la vi bailar con el demonio!

— ¡Quemad a la bruja! ¡Quemad a la bruja! —El cántico comenzó


otra vez, llenando el patio, desbordando las paredes del castillo,
alcanzando el cielo.— ¡Quemad a la bruja!

— ¿Qué hizo él? —susurró Tempest.

— Oh, ¿que podría hacer? Siguió mi consejo —contestó Sardon,


la mentira vino fácilmente a sus labios mientras seguía con su cuento.
Recordaba qué fácil había sido convencer al asustado William de
seguir el plan, el plan que él, Sardon, sabía que fallaría.

— Clairesse du Monterre, has sido acusada de brujería —dijo


William con voz entrecortada—Serás llevada al poste de quema y
quemada. Que Dios tenga compasión de tu alma. —Sus ojos se
fundieron en los de ella en un angustioso adiós.

— Lleváosla —Su voz estaba áspera de dolor mientras daba la


orden a sus guardias.

— ¡Mi bebé! —La voz de Clairesse resonó por encima del clamor
de la muchedumbre.—¿Quemarás a nuestro niño, William?

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Dragon Witch Dolly Lien

La habitación se quedo en silencio, todos a la espera de su


respuesta.

— Ése no es mi niño, mujer, pues es el niño del demonio que


adoras —repitió como un loro, sus ojos apartados de su suplicante
mirada.

Él se levantó de su silla y se tambaleó fuera de la habitación.

— Oh, no —la voz de Tempest se ahogaba de emoción.— ¿Cómo


pudo negar a su propio niño? ¿No tenía William sentimientos?

— Sí, querida mía. Él tenía sentimientos por la mujer. Ella había


sido su amante durante seis años, y él realmente la amaba.

— Pero le dijo a los guardias que la quemaran. —Tempest estaba


pálida, su mano agarraba fuertemente la copa, sus dedos blancos con
la tensión.

— Él negó a su propio niño. ¿Como pudo hacer una cosa tan


terrible?

— Le dije que podría llevarnos varios días erigir el poste de


quema y recoger bastante madera seca para quemarla. Durante aquel
tiempo deberíamos de ser capaces de preparar un plan para salvarla a
ella y a su niño. Creo que él realmente temía la turba en que se había
convertido su gente y yo no lo desengañé.

— ¿Qué pasó? —Había esperanza en la voz de Tempest.

Esperanza para aquella mujer inocente de hacía tanto. Esperanza


para el niño nonato. Pero Sardon alegremente rompió aquellas
esperanzas con sus siguientes palabras.

— No contamos con el humor de su gente aquella noche.—

Sardon la miró estrechamente, regocijadamente previendo su


reacción.

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Dragon Witch Dolly Lien

— El pueblo entero participó. Trajeron un poste recién cortado,


todavía verde del bosque, lo aseguraron profundamente en el patio;
hasta los niños pequeños trajeron haces de leña para lanzar sobre la
hoguera.

— ¿Incluso los niños?

— Sí, embrujada. Incluso los niños. —Sardon cerró sus ojos un


momento, recordando con agrado los recuerdos de ver a la amante de
William quemándose, de ver la agonía sobre la cara de William
mientras luchaba por liberarla.

— La hoguera estuvo lista en una hora, y Clairesse fue


arrastrada desde la mazmorra. Intentó andar con la cabeza alta, pero
entonces pasó algo.

— Decidme que cambiaron de idea, —susurró Tempest.—


Decidme que William fue capaz de salvarla.

— No —contestó Sardon.— Mientras ella andaba hacia la estaca,


sus aguas de nacimiento vinieron en un torrente, y sufrió los primeros
tormentos del parto. Gritó e intentó aliviar el dolor doblándose, pero
los guardias la sostuvieron rápidamente. Su cara se retorcía en agonía,
pero de todos modos, la arrastraron inexorablemente a su muerte. La
ataron fuertemente al poste, y las salvajes bestias en que se habían
convertido los aldeanos observaron el modo el que su cuerpo se
retorcía mientras el niño intentaba forzar su camino hacia el mundo.

— De todos modos, los aldeanos no tuvieron ninguna


compasión por Clairesse, aclamaron cuando el primer haz de leña fue
encendido.

— ¿Pero dónde estaba William?

—Encerrado en su torre. —Sardon recordó su propio


sentimiento de éxtasis cuando William oyó la caída del seguro en su
sitio; recordando cómo había sentido la llave cuando la giró en la
cerradura; saboreando los recuerdos de los gritos angustiados de
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Dragon Witch Dolly Lien

William cuando comprendió que no podría salvar a su amante.

— ¿Por qué? ¿Quién lo encerró en la torre?

— Se encerró él mismo, embrujada.

— ¡No! Por favor... No me digáis más. —Tempest intentó


retraerse física y emocionalmente del horror que Sardon había
relatado, pero él la tenía cautiva con sus ojos.

— Los aldeanos observaron en silencio cómo las primeras llamas


lamían sus pies, y Clairesse gritó en agonía mientras las llamas y los
dolores del inminente parto la golpeaban simultáneamente. Entonces
una llama tocó el dobladillo de su vestido de lino y se arrastró
despacio por su cuerpo.

— Un pequeño muchacho se precipitó hacia adelante, lanzando


otro haz de leña sobre aquel infierno, y las llamas se elevaron más alto
y más alto hasta que estuvo sumergida. Cuando el fuego rugió
alrededor de ella, gritó y gritó, hasta que finalmente el silencio reinó
sobre el patio y los observadores sólo oyeron el crujido del enorme
fuego cuando Clairesse murió.

— Entonces los sonidos de angustia de William pudieron ser


oídos mientras miraba por la ventana de su torre. Pero detuvo sus
sollozos cuando el diminuto gemido de un infante recién nacido
alcanzó sus oídos. El gemido se convirtió en un grito de penetrante
dolor cuando el bebé de Clairesse también fue consumido por las
llamas y se unió a su madre en la muerte. Los gritos horrorizados de
William se repitieron a través del patio, haciendo callar a todo el que
miraba.

Tempest se puso en pie como un títere, intentando escapar a la


visión de pesadilla de la historia. Su cara estaba blanca como la tiza,
su mente daba vueltas mientras buscaba refugio.

Adrian, susurraron su mente y alma.

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Dragon Witch Dolly Lien

Adrian, que había estado observando a Tempest mientras


escuchaba tan atentamente lo que aquel hombre de apariencia
malvada le había estado diciendo, se puso en pie de un salto. En dos
largas zancadas estuvo a su lado y, abrazándola fuertemente, susurró:

— Estoy aquí, pequeña Tempest. No tengas miedo.

Tempest escapó del horror del cuento de Sardon mientras se


aflojaba en los brazos de Adrian, su mente se liberó de su cuerpo hacia
la inconsciencia.

********

La mujer palideció cuando vio la escena que se revelaba en el


cristal ante sus horrorizados ojos. Incluso el hombre a su lado estaba
visiblemente afectado.

— ¿Hay algo de cierto en ese cuento? —preguntó ella, mirando


al hombre a su lado. Las lágrimas reunidas en las comisuras de sus
ojos y deslizándose silenciosamente por sus pálidas mejillas.— Tengo
mucho miedo, querido mío. —Él acarició su mano con cariño.

— A veces los humanos pueden ser muy crueles.

— Estoy muy contenta de no ser una de ellos —dijo ella.— Sólo


puedo esperar que nunca me parezca a ellos. No puedo creer que tal
crueldad haya existido nunca.

— Ha sido así desde el principio de los tiempos —dijo él


melancólicamente.— Sólo desearía poder recordar....

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Dragon Witch Dolly Lien

Dieciocho

— Bájala, Adrian — dijo Wendall suavemente. — Miriam estará


aquí pronto, y tiene que examinarla. No podrá hacerlo si la sigues
sosteniendo. —

— No. — La mandíbula de Adrian estaba tercamente apretada


cuando se sentó sobre la cama, Tempest acunada con cuidado pero
firmemente en sus brazos. —Necesita que la sostenga. Está muy
asustada y no la soltaré hasta que me lo diga. —

Wendall suspiró exasperado, pero no dijo nada más y fue en


busca de Miriam. Tempest estaría a salvo con Adrian, pensó.

—Creo que ese joven combatiría a todos los demonios del


infierno para proteger a Tempest. ¿La prometí demasiado pronto?—
se preguntó. —¿Habría sido Adrian una opción mejor? Pero no sé
nada sobre él. Es un forastero. Conozco a William. Es mejor dejar las
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Dragon Witch Dolly Lien

cosas como están. Tempest será feliz con William.

— ¿Adrian? — Wendall no oyó el grito suave de Tempest


mientras dejaba el habitación, pero a Adrian le sonó como un alarido.
Sintió el miedo en su tembloroso cuerpo.

— ¿Tempest? — con cuidado retiró un rizo extraviado de su


mejilla. Estoy aquí. Estás a salvo conmigo. —

— No dejes que me quemen, Adrian. — Sus manos lo agarraron


fuertemente y enterró su cara en su fuerte cuello. Él le acarició la
espalda con cuidado mientras hablaba.

— Nadie te hará daño, pequeña bruja. Te protegeré. Por favor,


no llores, Tempest. No puedo soportar tus lágrimas. —

— No estoy llorando. — ella levantó su cara para mirar fijamente


sus ojos de color cobalto. Su cara estaba pálida, pero no había lágrimas
en sus verdes ojos cuando habló. — Nunca lloro. Las brujas no
pueden llorar. —

— ¿Qué ocurrió? ¿Qué te ha asustado así? —

— Sardon me contó una historia sobre una bruja a quien


William condenó a la hoguera hace muchos años. — Su voz tenía un
tono apagado mientras le contaba la historia de William y Clairesse.
Sus ojos miraban fijamente, sin enfocar, mientras intentaba
distanciarse del horror. — ¿Cómo puedo casarme con un hombre que
condenaría a su amante a la estaca? —

— No te preocupes, pequeña. Mataré a William, y no tendrás


que preocuparte más de él — la consoló, sus fuertes y jóvenes brazos
todavía sosteniéndola tiernamente. — Mataré a ese hombre-lagarto
también — añadió suavemente.

— Adrian — ella tocó su mejilla y suspiró. — No puedes matar a


todo el que te disguste. —

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Dragon Witch Dolly Lien

— William no me disgusta, Tempest. No siquiera conozco al


hombre. Pero ese hombre-lagarto es malo y tiene que ser eliminado.—

— ¿Qué quieres decir con hombre lagarto? Has mencionado dos


veces esa extraña frase, y no puedo entender de quien hablas — pensó
un momento. — ¿Te refieres a Sardon Di Mercia? Él es feo, pero no se
parece a un lagarto. Aunque sea un hombre malo, no es tu trabajo
eliminar a toda la gente mala de la tierra. Simplemente no puedes ir
por ahí matando gente. Y Padre estaría muy enfadado si hicieras daño
al consejero de William. Después de todo es un invitado. —

— ¿No puedes ver lo que es tu Sardon, pequeña bruja? —


Preguntó Adrian. Recordó su sorpresa ante la tranquila aceptación de
ella hacia el hombre, cómo se había elevado su cuello cuando Sardon
se había sentado al lado de Tempest. No podía entender por qué los
otros no veían los rasgos saturninos de Sardon Di Mercia.

— No lo llames mi Sardon. Él es cruel, Adrian y sólo eso. ¿Por


qué lo llamas hombre-lagarto? —

— Porque cuando lo miro yo veo a un hombre en un traje negro,


pero también veo la mala aureola que lo rodea. Es como si viese un
hombre, pero también veo a ... a ... un dragón — vaciló. —¿Entiendes
lo que digo? — Tenía que hacerla entender. De algún modo tenía que
ser advertida, ser consciente.

¿Pero cómo? ¿Por qué ella no podía ver la forma verdadera del
hombre? Era bastante obvio para él.

— Dulce Adrian — Tempest sonrió mientras alzaba la mano y


con cuidado apartaba un extraviado pelo dorado rubio de su frente.
— Estabas profundamente herido cuando te encontré bajo mi árbol.
Estuviste inconsciente durante días y tenías una fiebre muy alta. Es
probable que eso te haga ver tales cosas extrañas. Mejorará con el
tiempo. Te lo prometo. —

— Quizás — dijo él pensativamente mientras metía la cabeza de


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Dragon Witch Dolly Lien

ella bajo su barbilla y miraba fijamente en la lejanía. — Pero sé lo que


vi. —

******

Tempest observó cómo Adrian se sentaba en la silla grande al


lado de la chimenea. Miraba fijamente las llamas, pero ella sentía que
sus pensamientos estaban muy lejos. Quiso llamarlo para que volviera
a la cama y la acomodara en sus fuertes brazos otra vez pero aborrecía
molestarlo. Suspiró y alzó la vista cuando se abrió la puerta.

— ¿Cómo te sientes, cariño? — preguntó Miriam mientras


entraba en la habitación, llevando una bandeja cubierta.

Adrian alzó la vista desde su lugar cerca del fuego, y su


mandíbula cayó. Era el hombre lagarto. Pero esta vez su forma era
muy diferente. Esta vez era la cara de Miriam la que cubría aquellos
reptilianos rasgos.

— ¡Fuera, criatura del demonio! — gruñó, su voz baja y


amenazadora. — ¡No te dejaré estar cerca de ella otra vez, monstruo!

Se puso en pie y avanzó despacio hacia Sardon.

— ¡Adrian! — exclamó Tempest, desconcertada por su reacción


hacia su amiga y mentora. — No dejaré que le hables a Miriam así.
Nunca. ¿Me entiendes? —

— Ésta no es tu Miriam, Tempest — dijo Adrian, los puños


apretados en sus costados, sus ojos nunca dejaron la cara de Miriam.

— ¡Míralo! Usa tus poderes para ver la verdad. —

Tempest miró fijamente y con fuerza a Miriam, pero sólo pudo


ver a su amiga.

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Retiró la cubierta de piel y bajó gateando a toda prisa de la


enorme cama. No podía permitir que Adrian dañara a Miriam.

Mientras corría hacia ellos, olió un olor familiar a mohosa


descomposición. La esencia dulce y picante atacó sus sentidos,
haciendo a su mente dar vueltas. Se colocó frente a Adrian y se
enfrentó a Miriam.

— ¿Miriam? — susurró. — ¿Qué ...? —

Profundamente en los ojos de Miriam pudo ver una oscuridad


floreciendo, alargándose hacia ella. La oscuridad creció, y otra vez la
asaltó el maloliente olor a carne podrida. Se balanceó y habría caído si
no fuera por los fuertes brazos de Adrian que pronto la sostuvieron.
Su fuerza fluyó como un río furioso en su mente y cuerpo hasta que
pudo quedarse en pie estable y enfrentarse a Miriam.

Pero aquello a lo que se enfrentaba no era su amiga. Ahora podía


verlo. El cuerpo delante de ella parecía Miriam, pero estaba rodeado
por una espesa aureola de oscuridad impenetrable. La oscuridad
gradualmente tomó forma, y ella se encontró mirando fijamente a los
ojos color obsidiana de un dragón, un dragón negro con los ojos de
Sardon Di Mercia. Tempest se desmayó.

Los brazos de Adrian se apretaron alrededor de ella cuando se


desmayó. La levantó en su suave abrazo y se enfrentó a Sardon. El
hombre —dragón estaba de pie, alto y orgulloso ante Adrian, una leve
sonrisa curvando sus finos labios.

— Hacéis un equipo formidable — dijo. Entonces hizo girar el


brillante anillo de ópalo negro de su dedo y desapareció.

******

La mujer sacudió su cabeza y cayeron unos mechones de color


negro en desorden, mientras miraba la pulsante bola de cristal azul. —
Ella tiene el poder de ver — dijo. — ¿Por qué lo necesita a él como
catalizador? —
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Dragon Witch Dolly Lien

—Aún es joven — contestó el hombre, agarrando una pieza de


ajedrez, haciéndola girar ociosamente en sus manos. — Si
presionamos con demasiada fuerza esto puede romperse, y terminaría
el juego. —

— Sí — reflexionó la mujer mientras apoyaba el brazo en la


mesa con incrustaciones de oro, descansando su barbilla en su
delicada mano. — Después de todo, el juego lo es todo, ¿no? —

— Desde luego, querida mía. Y sabes que un mal movimiento


del Alfil y la Reina lo destruirá. —

— Pero al final es el Rey quien hará la batalla final que gane o


pierda el juego. — Ella sonrió mientras alargaba la mano para mover
el caballo blanco.

— Exactamente, querida mía — estuvo él de acuerdo. — Y ahora


creo que es mi turno. —

Diecinueve

Parecía como si cada persona que Tempest se encontraba en la


enorme heredad de su padre oliera como Sardon. Después de que él
hubiese ido a su habitación con la forma de Miriam, sentía que no
podría confiar en nadie a no ser que lo oliese primero. Comenzaba a
sentirse un poco tonta, y los sirvientes la miraban de una manera
extraña. Cuatro veces, en aquellos días, había descubierto al hombre
en diferentes disfraces. Estaba tan nerviosa como un gato en una
perrera de sabuesos.

Encontró a Adrian en el jardín , después de la mañana entera


- 153 -
Dragon Witch Dolly Lien

buscándolo. Estaba desplomado con desaliento sobre un banco de


piedra, mirando fijamente en la distancia, y no notó como ella se
sentaba a su lado.

— ¿Adrian? —

No hubo respuesta.

— ¿Adrian? —tocó su brazo. — ¿Dónde estás, Adrian? preguntó


suavemente.

— ¿Quién soy yo, Tempest? — preguntó mientras la miraba, sus


ojos azules llenos de dolor. — He estado intentando recordar, pero
todo lo que veo es vacío. Ni siquiera sé mi nombre verdadero. ¿Por
qué me llamas Adrian? ¿Por qué ese nombre en particular? Dioses,
¡cómo desearía solamente poder recordar algo! — aporreó su muslo,
frustrado.

— Te llamé Adrian porque me recuerdas a un hermoso dragón


dorado que conocí una vez — contestó ella con una sonrisa. — Tú eres
tan grande y dorado como él. Simplemente pensé que el nombre te
iría bien.—

— ¿Un dragón llamado Adrian? — Su corta explosión de risa


sobresaltó a Tempest. — Es la cosa más tonta de la que nunca haya
sabido. Los dragones tienen nombres como T'bor o L'sira... — Su voz
se fue apagando y palideció — o A'dryan. — Su entonación fue un
profundo gruñido con chasquidos y pausas. — Pero mi padre no
podía pronunciarlo, así que me llamó Adrian — susurró.

Tempest se quedó en silencio durante un largo momento,


incapaz de comprender el nombre que él había dicho o hasta cómo lo
había dicho. Decidió ignorar aquella sorpresa por el momento.

— ¿Recuerdas a tu padre? — sostuvo su mano, presionándola


suavemente. — ¿Qué más recuerdas? ¿Quién es tu padre? Concéntrate
en él, Adrian. Cierra los ojos y recuerda. —

- 154 -
Dragon Witch Dolly Lien

Él cerró sus ojos, intentando traer a su memoria la imagen de su


padre. — Es oscuro. Lo llaman el Caballero del Diablo. Pero es
humano. Él... —

— Tu búsqueda es inútil, mocoso. — Las palabras de Sardon


sobresaltaron a ambos. —No recordarás. Lo que ves es falso, puesto
en tu débil mente por tus deseos. Nada más. — Sus mordaces palabras
lo hirieron profundamente.

Rápidamente, Adrian se levantó para elevarse sobre Sardon. —


Te mataré, lagarto — gruñó de manera amenazante.

— ¿Y cómo planeas lograr esa gran hazaña, muchacho? —

De repente Miriam estuvo de pie en su lugar. — ¿Me matarás?


— Su forma despacio fluctuó hasta convertirse en Christiana. — ¿O a
mí? — preguntó ella dulcemente. — ¿O matarías al padre de tu
amada? — Ahora Wendall estaba de pie donde antes había estado la
madre de Tempest. — ¿Vas a eliminar a la población entera de este
endeble y supuesto castillo? —

Con una burlona risa, desapareció, dejando detrás el hedor a


putrefacción y especias.

Adrian levantó su puño cerrado y bramó, — Vuelve y lucha,


cobarde lagarto. Te perseguiré y te destruiré. Ante los dioses, juro que
eliminaré tu feo y maloliente cadáver de esta tierra. Te haré pedazos,
Sardon di Mercia. ¡Lo juro! —

— No puedes destruir lo que no puedes encontrar, joven. — Las


burlonas palabras fluyeron alrededor de ellos como miel fría. —Te
mataré muy pronto. No puedes hacerme daño, eres débil. —

Su maníaca risa llenó el aire alrededor de ellos. Luego el jardín


se quedo silencioso, ni los pájaros ni las ardillas se atrevieron a hacer
ningún ruido.

*****
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Dragon Witch Dolly Lien

Tempest y Adrian compartieron el tajadero 5 en la comida de la


tarde, pero ella comió muy poco. No podía desterrar la visión de
Sardon cambiando de Miriam a Christiana y luego a Wendall, y su
horrorosa risa todavía hacía eco en su mente.

Adrian comió con apetito, como siempre, pero su mente también


estaba distraída. Tempest sabía por intuición lo que estaba pensando.

— ¿Todavía intentas recordar a tu padre? —le preguntó en voz


baja.

— Sí. Puedo ver su cara, pero no puedo recordar su nombre —


contestó él distraídamente. — ¿Por qué soy capaz de verle a él, pero
no a mi madre?—

— Déjalo ir por esta noche, amor. Lo intentaremos otra vez por


la mañana cuando estés descansado. Estoy segura de que recordarás
más. Solamente se paciente.—

— ¿Amor? — dijo él con una sonrisa ladeada que se extendió a


través de su cara.— ¿Soy tu amor, pequeña? —

Tempest fue salvada de dar una respuesta cuando la criada les


trajo una copa fresca de vino para cada uno. Olió la menta, un
embriagador olor a menta. Miró a la criada pero no pudo detectar
nada insólito. La muchacha trabajaba con hierbas todo el día; quizás
había estado aplastando menta seca antes. Tempest se relajó y bebió
profundamente de su vino. Mirando alrededor de la habitación, vio a
Sardon sentado al lado del gran fuego en la esquina del pasillo.
Mientras ella lo miraba, su cuerpo brilló un momento, haciéndose casi
transparente. Tempest se frotó los ojos, tomó otro sorbo de vino, y lo
miró otra vez. No, él parecía sólido. Su imaginación jugaba haciendo
trucos. Se sintió muy cansada. Aquel había sido un largo día.

— Pequeña bruja. — La voz de Adrian rompió su concentración.

5 Hasta el XV, se acostumbraba comer sobre una gruesa tajada de pan viejo,
llamada "tajadero" que absorbía los jugos
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Dragon Witch Dolly Lien

— No me contestaste. ¿Soy tu amor? —

— Adrian... — Agitada, Tempest dejó caer su copa.

Vio el vino tinto derramarse a través de la mesa como un nefasto


augurio, como sangre recién derramada. —Maldición—.

— Ten, bebe el mío, — dijo Adrian, ofreciéndole su copa. —


Prefiero cerveza. Estás muy pálida, Tempest. Parece que no te vendrá
mal—

Tempest aceptó con gratitud la copa que le ofrecía y bebió


profundamente. El vino sabía más dulce que de costumbre, con un
subyacente sabor fuertemente amargo. Rápidamente agotó la copa,
esperando que la reanimara. Pero el vino no ayudó. El vértigo la
abrumó cuando un dolor golpeó profundamente su estómago. Se le
aguaron los ojos. Aspiró profundamente y tragó, esperando que
ayudara. Estaba muy cansada. Tenía que acostarse. El sueño ayudaría.

— Estoy cansada — anunció a sus padres. — Si me perdonáis,


os deseo a todos una pacífica noche.—

—Tempest. — La voz severa de Christiana era un eco distante.


— Es descortés dejar la mesa antes que el señor del señorío. Lo sabes.
Siéntate y espera hasta que todos hayamos terminado. —

— La niña está cansada, querida mía — dijo Wendall. — Puedes


marcharte, Tempest. Duerme bien. —

— ¿Tempest? — Adrian se levantó para ayudarla.

— Estoy bien — dijo ella. — Buenas noches, corazón mío.


Duerme bien. —

Deslizó sus dedos suavemente a lo largo de su mejilla y salió de


la habitación.

El dolor la golpeó otra vez cuando alcanzó su habitación. Gritó


atravesando su vientre y luego se deslizo por su garganta, haciéndola
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Dragon Witch Dolly Lien

tener arcadas.

Tragó desesperadamente. Otro espasmo horroroso lanzó su


reciente comida hacia su garganta, y vomitó lo poco que había comido
sobre el piso. Colgándose del marco de la puerta, se lanzó dentro de
la habitación y se derrumbó en un montón. Todavía consciente,
empujó su cuerpo lleno de dolor despacio hacia la cama, forzada a
pararse en medio de la enorme habitación cuando otro espasmo la
golpeó. Su estómago intentó vaciarse otra vez, pero no había nada
más que expulsar, y se rizó en una bola fetal, jadeando y esforzándose
por vomitar.

La habitación giró alrededor de ella, y arrojó una sólo palabra en


el torbellino que daba vueltas, un nombre: Adrian. Intentó gritar, pero
sólo pudo gimotear cuando el dolor la sumergió.

Adrian oyó su llamada, sintió el dolor sumergir su cuerpo, su


corazón golpear salvajemente mientras subía la escalera estrecha y
tortuosa de dos en dos para llegar a ella. Gritó su nombre cuando
entró en la habitación y la vio doblada fuertemente en una pequeña
bola, que yacía sobre el piso.

Tempest sintió como sus fuertes brazos la levantaban y


acunaban su torturado cuerpo. Sus calmantes palabras de amor y la
comodidad la calmaron mientras cerraba los ojos.

*******

— ¡Veneno! — gritó la mujer. — ¡Ese bastardo la ha envenenado!


¡Esa copa envenenada estaba pensada para Adrian! —

— Sí —contestó el hombre , su voz llena de ultraje.

— ¿Debería matarlo ahora? —

— No. No es parte del juego. — contestó ella de mala gana.

— Cúrala, o de otra forma el alfil negro capturará a nuestra reina

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Dragon Witch Dolly Lien

y nos dará jaque mate. Si su compañera es destruida, el linaje no


sobrevivirá. —

— Ella no es todavía su compañera, querida mía — la regañó él.


— ¿O no lo has notado? —

— Lo he notado — dijo ella, ahora malhumorada. — Y me


parece que has perdido el control de este juego. —

— Nunca, querida mía — dijo él, sacudiendo su pálida y dorada


melena, y sonriendo con una enigmática sonrisa. — Hay un camino
para salir de cualquier enredo si sabes donde mirar. —

— ¿Y bien? — Ella dio un golpecito con su pie, impaciente.

— ¡Ejem! — él se aclaró la garganta ruidosamente. — ¿Creo que


es mi movimiento? —

Veinte

Adrian se paseaba de un lado a otro entre el banco de piedra y el


jardín de hierbas. Observó el sol hundirse despacio detrás de las altas
paredes del castillo, luego se dejó caer con desaliento sobre el duro
asiento. Su querida Tempest había yacido todo el día cerca de la
muerte, y a él no le habían permitido acercarse a su habitación. Había
amenazado y engatusado, hasta se había deshecho en lágrimas, pero
seguían sin concederle permiso para verla. Adrian nunca había estado
tan solo o tan asustado como mientras tenía que seguir en el jardín
que rápidamente se oscurecía. Un ligero espolvoreo de nieve comenzó
a cubrirlo todo, pero de todos modos no se movió.
- 159 -
Dragon Witch Dolly Lien

Necesitaba verla, tocarla, oír su voz. Buscaba en aquella parte de


su mente donde ella siempre estaba, pero sólo había silencio.

— Tempest —dijo él, su voz temblando de emoción.— Te


necesito. ¿Dónde estás, pequeña?

— Adrian. —Su nombre susurrado sobre la brisa, se clavó en su


corazón.

— ¿Tempest? —Se puso en pie, la esperanza floreciendo.— Por


favor, pequeña bruja, dime qué hacer. —Pero no hubo respuesta.
Adrian nunca había rezado antes, que él pudiera recordar, pero esta
vez rezó. Apeló a los dioses. Apeló a las diosas. Pidió y suplicó en la
noche. Ofreció su propia vida si sólo perdonaban la de su amada. No
hubo respuesta. Estaba solo, y sintió la inutilidad de sus rezos cuando
finalmente se rindió y vagó por el castillo. Todos estaban dormidos.
Los sirvientes habían vuelto a sus casas en el pueblo cercano, y los
guardas del castillo que no estaban de guardia dormían sobre sus
duras plataformas en el gran salón. Los atravesó y caminó alrededor
de ellos con cuidado, decidido a no fallar en lo que fuese necesario
hacer por Tempest. Desesperadamente necesitaba hacer algo para
ayudarla.

No encontró un alma mientras hacía su silencioso viaje escaleras


arriba y, al escuchar en la puerta de la habitación de Tempest, no
detectó ningún sonido. Vaciló un momento, luego abrió la puerta.
Miriam estaba sentada al lado de la cama, y alzó la vista cuando él
entró.

— Por favor, no me pidas que me marche —imploró mientras se


acercaba a la cama.— Debo estar con ella.

— Lo sé, Adrian —dijo Miriam, su amable voz cansada— Tú la


amas.

— Sí. Ella es mi corazón.

— Está muriéndose, y no puedo hacer nada —dijo ella de


- 160 -
Dragon Witch Dolly Lien

manera inexpresiva, ocultando su punzante dolor, sus ojos negros


fatigados. Por vez primera, Adrian vio a la anciana en que se había
convertido desde que Tempest había enfermado.

— ¡No! —La palabra explotó de los labios de él.— ¡No la dejaré


morir! —No podía perderla. No la perdería.

— No hay nada que puedas hacer —contestó Miriam


amargamente.— Ha sido envenenada.

— ¡No! —exclamó él, rechazando creer que alguien pudiera


hacer tal cosa.— Solamente estaba cansada. Derramó su vino, y le di
el mío. Pareció mejor después de eso y se fue a la cama, pero entonces
la oí llamarme y, cuando la encontré, ella estaba... tan enferma, —
susurró. La conmoción golpeó de repente su cuerpo.

— ¡Estaba pensado para mí! —retrocedió, las manos levantadas


como si rechazara algún mal indecible. La verdad lo golpeó con
fuerza, profundamente en su vientre.— El vino. Estaba en mi vino y
yo se lo di a ella.

— Tonterías. Lord Wendall tiene escanciadores de confianza.


Nunca viene nada a las mesas sin ser probado primero. Nadie más ha
caído enfermo.

— Fue el vino —insistió Adrian.— Comimos del mismo tajadero,


y estuve con ella todo el día. No tomó ningún otro sustento que no
compartiéramos. ¡Excepto el vino!

—¿Quién te sirvió el vino?

— No recuerdo —contestó él, intentando recordar.— No vi


quien lo trajo. Yo estaba demasiado inmerso en mis pensamientos.
Estaba intentando recordar mi pasado —añadió.— Todo lo que
recuerdo es el fuerte olor a menta.

— ¿Menta?

- 161 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¡Menta descompuesta! —La verdad de pronto se dibujó en su


cara.— ¡El lagarto! —exclamó.

— ¿Lagarto? ¿Adrian te has vuelto loco? No hay lagartos en este


señorío.

— Sí, hay uno, y lo destruiré —bramó furioso— ¡Desgarraré la


carne de su asqueroso cuerpo y enviaré su alma directamente al
infierno de dónde salió!

A´dryan. Las palabras en su mente fueron suaves y musicales.


Envía a la mujer fuera de la habitación.

¿Tempest? se preguntó. Pero sabía que no era Tempest. Su voz


era más alta, más suave, más dulce. Miró alrededor. Pero no había
entrado nadie en la habitación. Sólo vio a Miriam y a Tempest.
Tempest que yacía tan pálida, tan quieta, luciendo tan pequeña e
indefensa en aquella enorme cama.

—Déjanos solos, Miriam. —De algún modo Adrian conocía


aquella voz de su mente. Podía imaginar la cara del hablante.
Comenzaba a recordar.

A'dryan.

— ¿Por favor? Te llamaré si empeora. Pareces muy cansada.


¿Cuánto tiempo hace ya que no descansas?

— Estoy cansada —estuvo de acuerdo Miriam, sus hombros


encorvados de cansancio.— Siento como si no hubiese dormido en
una quincena.

Se levantó, besó suavemente su mejilla y dejó la habitación. —


Llámame si hay algún cambio. Prométemelo, Adrian.

— Sí, lo prometo.

Cerró silenciosamente la pesada puerta de roble tras ella. La


habitación se quedo en silencio.
- 162 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Madre?

Lysira estaba de pie ante él.

— ¿Tu memoria ha vuelto?

— Te recuerdo. Y a Padre —contestó él, extendiendo la mano


maravillado para tocar su brazo. Su madre. Alas doradas. Suaves
nanas en una noche de luna. Volar, planear, ser. Ella lo miró
atentamente.— ¿Nada más?

— Sé lo que somos... y lo que es Padre —contestó él, el


conocimiento apareciendo en sus ojos azules.— Pero no sé por qué me
he convertido en humano. Me acuerdo de hablar con Tempest después
de matar al dragón carmesí, luego todo es vacío.

— Volverá —dijo ella mientras miraba hacia la cama donde


Tempest yacía, quieta como la muerte.— Tu compañera ha sido
envenenada.

— Aún no somos compañeros. No hubo ningún juramento de


acuerdo.

— Pronto, hijo mío —le aseguró ella mientras caminaba hacia la


cama.— Pero primero debemos curarla.

Lysira puso su mano sobre la frente de Tempest. —Fiebre.


Furiosa fiebre — retiró la pesada piel de la cama y la echó al suelo,
dejando a Tempest desnuda al aire libre.

— Es más hermosa que lo que podía imaginar —dijo Adrian


suavemente.— Incluso tan enferma como ha estado, tiene una fuerte y
hermosa aureola. Muy llena de vida.

Lysira puso sus manos con cuidado sobre el vientre de Tempest


y se inclinó para oler su aliento.— Mandrágora. Dulce diosa —siseó
con ira.— En realidad estaba pensado para ti, hijo mío. Es veneno de
dragón.

- 163 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Sí —asintió él.— El lagarto negro, Sardon di Mercia, lo puso


en mi vino, pero en cambio lo bebió ella.

— ¿S'rdonne? —Lysira retrocedió de la cama y miró alrededor


de la enorme habitación.— ¿S'rdonne está aquí?

— No conozco su nombre de dragón —contestó él


pensativamente.— El nombre que usa con los humanos es Sardon.

— Sí, siempre lo ha hecho. Pensé que Damien lo había


destruido.

— Evidentemente no, ya que ahora está aquí. —Los ojos de


Adrian brillaron con luces doradas, y pareció crecer en estatura a
medida que hablaba.— Le mataré, Madre, tan pronto como esté
seguro de que Tempest está bien y a salvo.

— No puedes derrotarle, A'dryan, pues es demasiado poderoso.

— Puedo y lo haré. —La mandíbula de Adrian estaba tercamente


apretada, sus ojos parecían casi dorados a la suave luz de las velas.—
No tengo miedo de él.

— ¿Puedes volver a cambiar a dragón?

— No. —Él miró en la distancia.— No puedo.

— Es raro un humano que pueda combatir con un dragón joven


y triunfar. Y tú no eres esa persona, A'dryan. No aún. Hay mucho que
debes aprender y recordar antes de que te encuentres con S'rdonne en
el campo de batalla.

— Pero, Madre...

— Silencio ahora, hijo. Debo atender a Tempest y necesitaré usar


todos mis poderes para ayudarla. Es sólo el juramento de la curandera
Miriam de que ella será tu compañera lo que la mantiene viva ahora.
Si no la ayudo pronto, morirá, y no tendrás compañera.

- 164 -
Dragon Witch Dolly Lien

Mientras él la miraba, los ojos azules de ella, tan parecidos a los


suyos, comenzaron a brillar de color dorado. Su cuerpo brilló, una
incandescencia irradió de ella y parpadeó con el brillo del sol. En su
lugar estuvo de pie una dragona dorada.

*****

— Por el amor y la sangre de Dios —bramó el hombre.— ¿Tiene


que interferir en todo?

— Tú no has hecho nada para ayudar —notó la mujer.— Y sabes


que se necesita la magia de un dragón para esa curación.

— Yo puedo hacer la magia de dragón —dijo él, el labio inferior


se extendió en un puchero.— Ella consigue hacer todas las cosas
buenas. Éste es mi juego, y no la quiero en él.

La mujer lo miró sorprendida— Actúas como un niño


consentido —le regañó ella — Se tú mismo. Eres un inmortal,
interfiriendo en vidas humanas. No eres un dragón y ciertamente no
eres un niño humano. —se giró de espaldas a él para mirar fijamente
al cristal, el disgusto sobre su encantadora cara.

— No, no soy ni humano, ni dragón. —se dio vuelta para


mirarla.— Pero he perdido el control del juego, y eso me asusta
endemoniadamente.

— En el infierno con el demonio es donde podemos terminar si


no conseguimos el control otra vez, querido mío. Deja a L'sira hacer su
trabajo.

— Hay otras fuerzas funcionando aquí, —reflexionó él mientras


alargaba la mano a un estante bajo la mesa dorada y sacaba otro
cristal. Aquella bola de cristal brillaba intensamente a la luz de las
estrellas, pequeñas motas de vacío color ónice parecieron brillar
dentro cuando la miró absorto.

- 165 -
Dragon Witch Dolly Lien

Veintiuno

Las alas de L'sira susurraron suavemente sobre el cuerpo de


Tempest mientras decía el hechizo de curación. Su lenguaje de dragón
rebotó por la mente de Adrian mientras el poder llenaba la habitación.
Él cerró los ojos, oyendo, sintiendo, confiando.

Tempest en esta tormenta furiosa,

La compañera del Dragón eres.

Gentil pequeña con sangre de bruja,

Curandera pura y verdadera,

Escucha atentamente mis palabras

Y siente mi poder de curación.

No me prestes atención y estarás

Demasiado pronto yaciendo en tu enramada tumba

Desvanecida joven gentil, flor mortal.

Mandragora, veneno del Dragón,

- 166 -
Dragon Witch Dolly Lien

No tienes poder aquí.

Esta niña de luz, esta mortal verdadera,

Esta embrujada es demasiado querida.

No puedes llevártela de esta vida,

Tú poder yo desmiento.

El veneno desaparece, deja este reino,

Vuelve de donde viniste.

De tu remitente se su plaga

DE TU REMITENTE SE SU PLAGA

Los ojos de L'sira brillaron con luz dorada, luego se


desvanecieron hasta quedar celestes. Sus doradas escamas
centellearon intensamente a la luz de las velas, luego ellas también se
debilitaron, mientras volvía a la forma humana, sus ojos nunca
abandonaron la cara de Tempest. Sus manos tejieron un intrincado
modelo en el aire mientras cantaba suavemente.

Una oscura y amorfa silueta luchó para liberarse del inerte


cuerpo de Tempest. Se elevó, volviéndose distinto, haciéndose
primero humano, luego dragón. Aquello no hizo ningún sonido
mientras se elevaba más alto y más alto y entonces desapareció.

El color inundó las mejillas de Tempest cuando la curación


comenzó. Abrió los ojos y miró a Lysira. Sólo por un momento lo
supo, lo entendió.— Tú eres L'sira —susurró, la maravilla en sus ojos.

— Sí, niña —contestó Lysira.— Me has llamado bien.

— A'dryan es mi verdadero prometido.

- 167 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Sí.

Tempest cerró los ojos y cayó en un profundo y tranquilo sueño.

— ¿Madre? —Adrian habló por primera vez.— ¿Ella sabe quien


soy? —La esperanza floreció en su corazón. Si Tempest realmente
supiera qué y quién era él, ella podría ayudarle recordar. Ella podría
ayudarle otra vez a convertirse en dragón. Tempest sería su salvación,
su compañera.

— Ella siempre supo quien eras en su alma, A'dryan. Recordará


lo que hemos hecho esta noche sólo como un sueño. Pues es
demasiado pronto para que lo sepa todo.

— ¿Pero por qué? La conozco. Puedo decirle la verdad.

— No. No le digas de lo que has recordado. Necesita descubrir


la verdad por ella misma.

— ¿Por qué? —repitió él, perplejo, queriendo que Tempest le


ayudara a salir de aquella pesadilla en que se había convertido su
vida.

— Demasiadas preguntas —ella le sonrió y acarició su mejilla.—


Siempre has estado lleno de preguntas. Confía en mí, A'dryan. Haz
como digo.

— Sí, Madre —dijo él infeliz.— Pero sería mucho más fácil si


simplemente se le contara todo.

— Lo sé, querido, pero la vida no se supone que es fácil.

— Es algo que he estado aprendiendo últimamente —refunfuñó


él.

— Debo irme ahora, A'dryan —dijo ella, mirando por la estrecha


ventana.— El cielo empieza a brillar con la luz del alba que viene. —
Su cuerpo comenzó a desvanecerse.

- 168 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¡Madre, espera! —Había pánico de su profunda voz.—


¿Dónde puedo encontrarte si surge la necesidad?—

Sus palabras llegaron suavemente con la luz de mañana.— En el


bosque. Tú sabes donde. Ven a Ravensnest cuando me necesites.

********

Adrian estaba harto de preguntas. Primero Miriam había


preguntado qué había hecho para curar a Tempest, luego Wendall.
Incluso Christiana, pero él no podía y no les contestaría. Sabía que
nunca creerían que hubiera sido curada por una dragona, una
dragona dorada a la que él llamaba Madre. Pasó la mañana paseando
por el gran salón. Cuando la comida de la mañana fue servida,
abandonó el castillo, demasiado inquieto por sus recobrados
recuerdos para comer.

No encontró ningún consuelo en el jardín y abandonó el castillo


por la puerta posterior, que se dirigía al bosque.— Encontraré el árbol
donde Tempest me encontró —pensó.— Quizás allí encontraré una
pista de los días pasados antes de la pérdida de mi memoria.

Pero cuando alcanzó el árbol, no encontró nada. La nieve cubría


el área, y las huellas de animales estaban esparcidas sobre la tierra.
Independientemente de lo que hubiese habido allí había sido borrado.

Se colocó frente al alto árbol.

— Soy un dragón —proclamó, levantando sus brazos.— Estoy


también perdido —añadió mientras bajaba los brazos.— ¿Si soy
realmente un dragón, por qué estoy con forma humana, aquí de pie
dirigiéndome a un árbol durmiente? Despierta árbol y dime cómo
convertirme en un dragón. —Él sabía que el árbol no respondería,
pero estaba confundido en cuanto a su próximo paso.

Miró su mano atentamente, dispuesto a cambiar.— Solamente


una garra —refunfuñó.— Una garra grande. Aquí, en mi mano. Al
final de mi dedo. —Nada pasó.— Bien entonces, ¿una pequeña garra?
- 169 -
Dragon Witch Dolly Lien

—Nada pasó.

Cerró sus ojos fuertemente, intentando visualizarse como un


dragón. Intentó hacer su cuerpo más grande, convertir sus manos en
garras, hacer crecer una larga cola, pero no sintió ninguna diferencia.

Aliento. Los dragones respiran fuego, pensó, mientras inhalaba


profundamente y lo contenía. Sopló. Con fuerza. Abrió sus ojos,
esperando ver el enorme roble en llamas. El árbol estaba de pie,
indemne y silencioso. Pero Adrian no se rendiría ante un pequeño
fracaso. Cerró los ojos nuevamente. Otra vez se visualizó como un
enorme dragón dorado. Se concentró. Contuvo el aliento y se preparó
para incinerar el roble sin hojas con una enorme llamarada de
fuego...y sintió un dolor agudo en su pierna. ¡Estaba funcionando!
Pensó con excitación. ¡Pronto seré un dragón otra vez! Sintió otro
dolor, más agudo esta vez. Los agudos dolores se movieron poco a
poco despacio por su pierna. Cuando el dolor alcanzó su virilidad,
gritó y abrió los ojos.

Miró hacia abajo, a su cuerpo, —su cuerpo humano. Sus ojos se


inundaron con lágrimas debido al dolor en sus regiones inferiores, su
estómago se sacudió. Tragó con fuerza cuando las náuseas le
golpearon. Un diminuto grito salió del centro de su dolor. Se frotó los
ojos y miró hacia abajo otra vez, a unos ojos verdes mar. Ojos del color
de su amada. Un gatito negro encerraba aquellos verdes ojos, con una
apariencia húmeda, triste y enmarañada...

— Realmente me haces daño —gimió Adrian. Alargó la mano y


con cuidado desenganchó las garras diminutas y agudas de sus calzas
y la piel sensible debajo. Levantó al gatito a la altura de su cara. Luchó
débilmente y entonces se quedó quieto, mirándolo con cautela.
Sosteniendo al gatito en una mano, alargó la otra mano con cautela
para masajear su escocida ingle.

— Creo que me muero —gimió otra vez.— Si fuera un dragón


ahora mismo probablemente te comería. —El gatito colgaba

- 170 -
Dragon Witch Dolly Lien

lánguidamente de su mano grande y le miraba fijamente.

— Bueno, ¿no me demuestras miedo? —Los ojos del gatito


parpadearon, y luego maulló.

Adrian inmediatamente sintió el remordimiento en su garganta.


Era la criatura más diminuta que hubiese visto nunca.— De todos
modos probablemente serías demasiado fibroso —gruñó— Pareces
una pequeña, y peluda bolsa de huesos. —El gatito tembló y maulló
otra vez, más débil esta vez.

— ¿Tienes frío? —metió al mojado animal bajo su capa, lo


sostuvo cerca de su cuerpo un momento, luego abrió su capa y le echó
una ojeada. Estaba doblado en el pliegue de su brazo y, mientras lo
miraba y lo sostenía más cerca, comenzó a ronronear fuertemente.
Sonrió ampliamente cuando la cara de Tempest flotó en su mente.

— Tempest sabrá qué hacer contigo. Ella lo sabe todo —explicó


al gatito.— Excepto el hecho de que yo soy un dragón, incluso aunque
no pueda volver a cambiar —añadió mientras caminaba
trabajosamente y con aire taciturno por el espeso bosque de vuelta a
Windhaven, acunando con cuidado en sus fuertes brazos el diminuto,
y ronroneante bulto. La nieve fue a la deriva suavemente hacia la
tierra desde el gris cielo sobre ellos.

********

Tempest estaba sola en su habitación cuando Adrian entró, su


capa goteando nieve derretida en la estera de juncos.

Ella lo miró y sonrió.

—Adrian —dijo— Te eché de menos. ¿Dónde has estado?

— Te echo de menos siempre que estamos lejos, pequeña bruja


—dijo él, andando con cuidado hacia la cama.— He estado en el gran
bosque. Fui a tu árbol.

- 171 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Fuiste capaz de encontrarlo? Estabas tan herido que pensé


que no recordarías nada sobre aquel día.

— Recuerdo muchas cosas sobre aquel día. —sonrió


abiertamente y se colocó de pie al lado de la cama.— Recuerdo estar
desnudo y yacer sobre ti.

— Adrian —exclamó ella, ruborizándose profundamente.— ¡A


una doncella no se le deben recordar tales cosas! —entonces se rió
tontamente.

— ¿Por qué no? —los ojos de él centellearon con alegría.— Fue


una experiencia muy agradable, y lo recuerdo a menudo.

— ¿Por qué llevas todavía tu capa? —Ella eligió no hacer caso de


su última declaración.— ¿Tienes frío?

— No. No quise que nadie viera que hay debajo.

— ¿Qué te traes ahora entre manos?

— Encontré a esta criatura salvaje en el bosque —contestó él.—


Pero parece sentirse mal.

— ¿Qué tipo de animal? —preguntó ella cautelosamente.—


Déjame verlo.

— Es un animal muy peligroso —dijo él gravemente, no


haciendo caso de su pedido.— ¡Me hizo daño!

— ¿Dónde? —Tempest estaba preocupada.— Muéstrame donde


te hirió.

Fue el turno de Adrian de ruborizarse. Tempest se asombró


cuando su cara se volvió brillante escarlata.

— Adrian, ven aquí y déjame tocar tu frente. Pareces febril de


repente.

- 172 -
Dragon Witch Dolly Lien

— No, hace demasiado calor aquí. —se ocupó con la difícil tarea
de desabrocharse con una mano y abrir su capa a la vez. Finalmente lo
logró y dejó caer la larga y negra capa de lana en un montón mojado
alrededor de sus pies. Tempest notó distraídamente que sus pies
estaban desnudos.

—Francamente, Adrian, tienes que aprender a llevar botas. Vas a


coger un resfriado si corres por los alrededores o por del exterior con
los pies desnudos.

— Las botas duelen —se quejó él.— ¿Estás completamente


interesada en ver este monstruo? —miró de forma significativa al
pliegue de su brazo. Una diminuta cabeza negra miró detenidamente
alrededor de los pliegues de la manga de su voluminosa camisa azul
clara de lino y bostezó.

— ¡Una gatita! ¡Ah Dios, déjame cogerla!

— Es un gato macho, pequeña. Creo que se sentirá insultado si


lo llamas como a una hembra.

— ¿Y cómo sabes que es un macho? —preguntó ella con una


sonrisa.— Es casi imposible de decir si un gatito es macho o hembra.

— Lo sé —contestó él con aire de suficiencia.— Los machos nos


reconocemos los unos a los otros no importa qué forma tengamos.

—Tempest se rió tontamente.— Bueno, no me preocupa si es un


muchacho o una muchacha. ¡Simplemente dámelo!

Cuando le tendió el gatito, notó que no parecía tan mojado como


cuando se subía valientemente por su pierna, casi destruyendo su
virilidad en el proceso. Se estremeció cuando recordó el dolor.

Se sentó sobre la cama y miró a Tempest mientras exclamaba con


gran alegría.

— Nunca me han hecho un regalo tan maravilloso. Gracias,

- 173 -
Dragon Witch Dolly Lien

Adrian. —Sus ojos brillaron intensamente cuando puso el gatito con


cuidado sobre la cama, enrolló sus brazos alrededor de su cuello y lo
besó profundamente en los labios. El beso creó resultados
inesperados. Adrian la pegó contra su duro cuerpo, su lengua
probando sus labios, buscando entrar. Cuando ella abrió su boca, él
empujó profundamente, explorando, acariciando, saboreando el
dulzor de ella. Su virilidad se endureció dolorosamente. La deseaba
más de lo que nunca había deseado nada en su vida. Necesitaba estar
dentro de ella, sentir su suavidad bajo su poderoso cuerpo, para
tomarla finalmente y por siempre como su compañera. Ella estaría por
encima de todo. La había esperado mucho tiempo.

La cabeza de Tempest daba vueltas. Su cuerpo zumbó, y el calor


irradió desde sus labios hacia la parte más profunda de ella, a aquel
lugar secreto, del que nunca había hablado, que nunca había tocado.
Deseaba. Anhelaba. Parecía como si su cuerpo fuera a explotar en
llamas si no podía apagar los furiosos fuegos que ardían dentro de
ella. Alarmada, se alejó de aquel beso caliente y salvaje y miró
aquellos ojos azul cobalto.

— Tempest —jadeó él cuando ella desenrolló los brazos de su


cuello y puso su mano sobre su dureza.

Ella miró su mano. Deslizó con cuidado sus dedos por la larga
longitud de su erección. Quería sentir su piel, el calor que aquello
irradiaba a través de la pesada lana que llevaba.

Ella alargó la mano hacia las ataduras de sus bombachos. El


gatito aulló audiblemente, y ambos brincaron. Unas agudas garras se
alargaban hacia su virilidad, y Adrian saltó de la cama.

— Otra vez no —gruñó.— Nunca vas a volver a atacar esto que


puede prometer tal placer. ¡Monstruo! Debería haberte comido
cuándo te encontré.

Tempest rió tontamente. La tensión rota, sus carcajadas se


liberaron para bailar alegremente alrededor de la habitación.
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Dragon Witch Dolly Lien

— ¡Monstruo! —gritó Tempest, entre explosiones de alegría.—


Ahora lo entiendo.

Sostuvo el gatito frente a su cara, examinando sus ojos verdes.

— Debes tener cuidado, Monstruo, ¡o el hombre grande y malo


te comerá! —cayó contra los enormes cabezales sobre la cama,
desvalida mientras la risa la sacudía.

Adrian sonrió a pesar de sí mismo cuando la vio reír. La había


hecho feliz. Estaba muy satisfecho. Su pasión desapareció, substituida
por una tranquila alegría.

*******

La mujer de pelo negro deslizó su mano con cuidado sobre el


muslo del hombre, una misteriosa sonrisa en sus ojos.— Son tan
hermosos cuando están juntos. Su amor es una cosa maravillosa de
contemplar.

— Él la desea —contestó el hombre, intentando no hacer caso de


la suave caricia sobre su pierna.— Es puro instinto animal. Nada más.

— ¿Estás seguro de eso? —preguntó ella suavemente, quitando


la mano de su pierna y devolviéndola remilgadamente a su regazo.—
¿No recuerdas el amor?

— El amor —se mofó él.— Estamos más allá de esa emoción.

— ¿Lo estamos? —se preguntó ella.— Yo recuerdo el amor....

- 175 -
Dragon Witch Dolly Lien

Veintidós

Tempest se apresuró a bajar la escalera de caracol en busca de


Adrian. Llevaba a Monstruo en sus brazos, acariciando
distraídamente su sedosa cabeza. Había crecido durante la semana de
su recuperación, sus costillas ya no eran visibles; su pelaje negro era
largo y suave. Llevaba al gatito a todas partes adonde iba. Había
ganado algunas escaramuzas menores con los mastines del castillo, y
pronto habían aprendido a dejar solo a aquel particular gato.
Monstruo era un buen nombre. Tenía garras que podrían rasgar la
carne de las narices sensibles y no tenía miedo de los dientes. Los
enormes sabuesos habían aprendido, rápida y dolorosamente, a
respetar al diminuto terror. Tempest había sufrido casi tanto como
Monstruo. A los criados no les gustaban los enormes mastines del
castillo. Los odiaban y temían al diminuto gatito negro. Había
susurros de ' La criatura del diablo ' y ' familiar de la bruja ' alrededor
de cada esquina, y estaba preocupada. Temía los chismes y las
supersticiones, pero le encantaba su mascota; había sido un regalo de
Adrian, y estaba determinada a protegerlo.

La mayor parte de los gatos del castillo habían sido destruidos


hacía años. Christiana odiaba los gatos y temía los miedos
supersticiosos de los campesinos. Había comenzado con los gatos
negros y gradualmente había llegado a incluir a los de cualquier color.
La mascota de la niñez de Tempest, Honey, había sido la última. Se

- 176 -
Dragon Witch Dolly Lien

había sentido devastada cuando Honey había sido encontrada muerta


en el patio, el cuello roto. Tempest culpó a su madre y no le había
hablado durante meses. No pasará otra vez, se juró. Nunca más. Ni
siquiera si el castillo entero se invadía de ratas.

Encontró a Christiana en el gran salón, sentada en un banco


esquinado hablando con Sardon. Tempest se estremeció al verlo y
anduvo de mala gana hacia ellos. Monstruo gruñó suavemente, el
pelaje del cuello erizado.

— Madre — comenzó, sin hacer caso de Sardon mientras


hablaba, — ¿Has visto a Adrian esta mañana? —

— No — contestó Christiana. — No lo he visto. Prefiero la


compañía de caballeros refinados. — Alargó la mano y palmeó la
mano de Sardon, omitiendo la mirada de repugnancia que revoloteó a
través de la cara de él cuando su mano tocó la suya.

Sardon odiaba ser tocado, en particular por Christiana. Su piel se


estremecía siempre que era necesario estar cerca de ella. Pero la
necesitaba, necesitaba que lo viera como un amigo, como un sacerdote
de confianza. Al final, ella le ayudaría a tomar el poder de la
embrujada.

— ¿Por qué querría ver yo a tu mascota? — preguntó Christiana.

— Ésta es mi mascota, Madre. — Tempest sostuvo el


ronroneante gatito ante la cara de Christiana y la vio retroceder. —
Adrian es mi amigo. Hay una gran diferencia entre los dos. ¿O no lo
has notado?—

— ¡Mantén esa cosa lejos de mí! — Christiana retrocedió como si


su hija sostuviera una víbora venenosa. — ¡Simplemente no puedo
tolerar los gatos! — Su brazo hizo contacto con el de Sardon, y él
también retrocedió.

Tenía que alejarse de aquella estúpida mujer. Si lo tocaba otra


vez la haría pedazos. Iría a los establos y se llevaría a la fuerza a
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Dragon Witch Dolly Lien

Marisa del hijo bastardo de Wendall. Ella había estado pasando


demasiado tiempo con el hombre últimamente. En su opinión, parecía
demasiado feliz.

— Debo dejaros, milady. — Se levantó rápidamente y cabeceó


hacia Christiana. — Creo que encontraréis a vuestro amigo en el
jardín —dijo, mirando a Tempest. — Si me perdonáis —

— Por qué querría nadie sentarse en un jardín lleno de nieve está


lejos de mi entendimiento — dijo Christiana, mirando a Sardon
alejarse con prisa.

— ¿Cómo podéis soportar estar cerca de ese hombre asqueroso?


— preguntó Tempest notando el rígido y silencioso deslizamiento del
hombre. Era realmente reptiliano en sus movimientos.

— Lo encuentro una muy buena compañía en este lugar triste y


viejo. —

Christiana miró airadamente al gatito de Tempest acunado con


cuidado en sus brazos. Los ojos verdes de Monstruo le devolvieron la
mirada, y ella se estremeció.

— Es un familiar de una bruja lo que llevas Tempest. —

— No, es sólo un pequeñito y mullido bulto de amor — replicó


Tempest mientras se daba la vuelta para dejar la habitación antes de
que su carácter pudiera estallar en un grito. Había habido una difícil
tregua entre las dos desde su enfermedad, y ella aborrecía violarla.

— Presta atención a mis palabras, Tempest — gritó Christiana


mientras Tempest salía del habitación. — Ese animal es un oscuro
presagio. Traerá problemas sin tardanza.—

— Tonterías, Madre — se mofó ella. — Te alimentas de


supersticiones como una campesina. — Mientras dejaba el salón, pudo
oír despotricar a Christiana. Mientras se apresuraba a volver a subir
las escaleras para buscar su capa de piel, compadeció al siguiente
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Dragon Witch Dolly Lien

desafortunado que se encontrara con su madre.

Abriendo la puerta de su habitación, notó el familiar olor a


especia y descomposición que había persistido en el salón. —¿Sardon?
¿Qué hacéis en mis aposentos? — No era Sardon a quien encontró allí,
sino a Junia, su criada.

— ¿Milady, deseáis ver a Sardon Di Mercia? — preguntó la


muchacha mientras extendía el último cobertor de piel sobre la cama.

— ¿Junia? ¿Dónde está él? — Tempest miró alrededor de la


habitación.

— ¿Señora? —

— Junia, ven aquí, por favor. — Sardon no estaba en la


habitación, pero ella lo había desenmascarado en otros disfraces antes,
y no confiaba en nadie en el castillo hasta que primero pudiera
comprobarlos debido a aquel olor enfermo de descomposición.
Cuando Junia se acercó, el fuerte olor a rosas casi dejó sin aliento a
Tempest.

— Dioses, mujer —exclamó — Llevas demasiada esencia.—

Se cubrió la nariz y agitó la mano para que la mujer se alejase.

— Perdonadme, Milady — dijo Junia. — Mi amigo, Samuel, me


dio un frasco de este maravilloso olor, y me temo que usé demasiado.
No pasará otra vez. —

— Cuida que no — contestó Tempest, mirándola atentamente.


Recordó la noche en que bebió la poción pensada para Adrian.
Recordó al escanciador y fuerte olor a menta. ¿Podría haber aprendido
Sardon a enmascarar su olor? Sabía que él había estado en el
vestíbulo; ella lo había olido allí.

Quizás ...

— Puedes marcharte —despidió a la mujer. — No requiero tu


- 179 -
Dragon Witch Dolly Lien

ayuda hoy. —

En sus brazos, Monstruo gruñó, un diminuto gruñido


amenazante, o a modo de advertencia. Miraba atentamente a Junia,
sin moverse.

— ¿Monstruo? — Tempest acarició su cabeza suavemente. —


¿Sientes algo que se me escapa?—

Junia sonrió, una sonrisa astuta, no su habitual sonrisa amistosa


y dulce cuando alargó la mano hacia el gatito.

— Quizás la pequeña bestia desee salir al aire libre, a la llamada


de la naturaleza. — Cuando su mano tocó la cabeza de Monstruo,
reinó la locura.

De repente el gatito se volvió una bola incontrolable de garras y


siseos mientras se lanzaba contra la mujer. Junia gritó y levantó las
manos para protegerse la cara. Sus garras dejaron surcos profundos
en el dorso de una mano antes de que lo arrojase al piso.

— Desprecio los gatos — escupió Junia mientras pateaba a


Monstruo.

— No, no le hagas daño — gritó Tempest. Se lanzó contra Junia,


cayendo ambas al piso cubierto de juncos.

— Quítate de mí, mujer. — La voz de Sardon fue áspera.


Tempest casi echó su comida tempranera cuando el olor a rosas de
pronto se disolvió y el olor húmedo a descomposición la atacó.

— Tu toque es casi tan asqueroso como el de tu madre.—

— Y tu hedor es casi tan asqueroso como tu aliento, — respondió


Tempest

— ¡Aléjate ... de ... mí! — Su cólera era palpable en el aire sobre


ellos, pero Tempest no liberó su abrazo. Él luchó, pero no pudo
sacársela de encima. Ella apretó los brazos de él contra piso. Él giró su
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Dragon Witch Dolly Lien

cabeza, alejando los juncos de su cara, e intentó levantarse, pero ella


no lo liberaría.

— Es extraño, de verdad, como la voz del feo Sardon Di Mercia


sale de la hermosa boca de mi dulce amiga, Junia — se burló ella. —
¿Como es, me pregunto, que pareces no tener fuerza en este cuerpo
que usas pobremente? —

— Te destruiré, embrujada — dijo él, su voz llena de odio.

— Ya lo intentaste. — Ella fue dulcemente sarcástica. —


¿Recuerdas? Parece que ni siquiera tus venenos son lo bastante
fuertes para derrotarme. —

Sardon luchó más duramente para liberarse y logró sacarse a


Tempest de encima.

Alargó su mano para tocar el anillo de ópalo de su dedo,


refunfuñó un extraño conjuro en voz baja y desapareció, dejando su
propio olor particular de descomposición picante detrás.

Monstruo lloró con el misterioso aullido de los gatos cuando


saltó en los brazos de Tempest, buscando protección de un mal más
allá de su comprensión. Ella se estremeció mientras se sentaba en
medio de los juncos, todavía jadeando por su lucha. Sosteniendo el
gatito cerca, canturreó suaves palabras de amor.

— Esta es una situación abominable, — dijo, acariciando el gatito


lentamente. — Esa ... esa cosa puede cambiar su forma a voluntad. No
puedo confiar en nadie en este castillo. Ahora hasta ha aprendido a
enmascarar su asqueroso olor. — miró pensativamente el ronroneante
gatito. — Debo tener protección. — Colocó a Monstruo con cuidado
sobre el piso y se apresuró a su guardarropa. — Sé que está aquí en
algún sitio — refunfuñó mientras buscaba en el piso del enorme
guardarropas. Su mano finalmente encontró una caja de madera
tallada y la sacó, la abrió y comenzó a revolver dentro hasta encontrar
lo que buscaba.
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Dragon Witch Dolly Lien

Era una pequeña daga de plata con un lado de cristales de


cuarzo encajados en la empuñadura. Sobre la hoja tenía grabada la
forma de un serpenteante dragón. Tristan se la había dado hacía
mucho en la celebración de Yule. Christiana se había opuesto,
diciendo que no era un regalo adecuado para una muchacha joven,
pero Wendall sólo sonrió y la admiró.

—Christiana— había dicho con calma — Tempest debe llevar


protección. Pasa la mayor parte de su tiempo en los bosques y se niega
a llevar un guardia. Creo que éste es un regalo muy bien pensado. —
había devuelto la daga a su hija, y el asunto estuvo cerrado.

Tempest sonrió ante el recuerdo. Cuando Wendall hablaba,


todos hacían caso a sus palabras. Su madre no era la excepción.

Ella había guardado la daga, y Tristan había pasado muchas


horas enseñándole cómo usarla para su ventaja. Pero no había sentido
la necesidad de llevarla hasta ahora.

Se ató la correa de cuero de la daga al muslo, envolvió su larga


capa de piel alrededor de sus delgados hombros y, una vez más, fue
en busca de Adrian, Monstruo pisándole los talones.

******

Adrian estaba sentado en el banco de piedra en mitad de los


dormidos rosales, dando patadas ociosamente a un montón de nieve.
En su mano sostenía una larga espada que brillaba a la amortiguada
luz del sol del invierno.

La hoja estaba afilada, y se cortó el dedo mientras comprobaba el


filo. Se metió el dedo en la boca para parar el pequeño chorrito de
sangre y recordó los acontecimientos de la mañana.

Lord Wendall le había regalado la espada por salvar a Tempest


cuando había sido envenenada. Adrian la había llevado al jardín para
familiarizarse con ella.

- 182 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Yo no hice nada para salvar a mi amada — masculló. — Yo


sólo apelé a los poderes de mi madre. Incluso entonces no comprendía
lo que hacía. Si yo pudiera volver a mi forma natural, no necesitaría
esta arma en la que la gente parece poner tanta confianza —

Cerró los ojos, concentrándose, dispuesto una vez más a


convertirse en la gran bestia — su forma natural. Su frente se arrugó
profundamente y su cara se puso roja con el esfuerzo, pero el único
cambio que notó fue un palpitante dolor de cabeza que comenzó
detrás de sus ojos.

Puso la espada sobre el banco y se inclinó hacia delante para


descansar los brazos sobre las rodillas. Su cabeza inclinada con
desaliento.

— ¿Por qué no puedo cambiar? ¿Por qué no puedo recordar


como conseguí esta forma? ¿Cómo puedo realmente ser de ayuda a
Tempest o a nadie cuándo tengo este gran agujero negro en mi
memoria? — Un gemido de angustia escapó de él.

— ¿Adrian? — La suave voz de Tempest lo sobresaltó. — ¿Estás


enfermo? —

— ¿Tempest? — Él alzó la vista hacia su cara preocupada. —No,


es más bien frustración ante mi impotencia. Me siento tan inútil. — Él
recogió la espada y se la mostró— ¿De qué me sirve esto a mí? No sé
como usar esta cosa. —

— ¿Sabes para qué es eso, Adrian? ¿Has recordado algo?—

— No — contestó él, mirando a la lejanía. — No recuerdo nada.


Se sentía incómodo mintiéndole, pero sabía que debía obedecer


las palabras de su madre. Bajó la espada apuntándola hacia la tierra y
comenzó a dibujar ociosamente en la nieve a sus pies.

— ¡Por amor de Dios, Adrian! —exclamó Tempest. — ¿Dónde


- 183 -
Dragon Witch Dolly Lien

están tus botas? Enfermarás aquí fuera con este frío y los pies
desnudos. ¿Has perdido las sensaciones completamente? —

— No me gustan esas botas. Son demasiado duras, y me duelen


los pies — se quejó él, aliviado por haber desviado su atención a otro
asunto. — Además, me gusta el frío. Me gusta el modo en que cruje la
nieve entre los dedos de mis pies cuando ando. — Sonrío
abiertamente, una mirada de pura diablura en sus ojos de cielo de
invierno. —Pruébalo—

Lanzó la espada a un montón de nieve cercano y se lanzó hacia


los pies de ella.

Ella chilló, eludiendo su agarre y huyendo por el camino repleto


de nieve hacia la puerta, intentando mantener los pies calientes, secos,
y bien lejos de su alcance.

Cuando cerraron de golpe la pesada puerta tras ellos, una


oscura figura salió silenciosamente de detrás de un espeso grupo de
arbustos de acebo. Miró fijamente la puerta un momento, luego alargó
la mano y recogió la espada olvidada. Una risa profunda y
amenazadora surgió de la negra capucha que ocultaba su cara.

— Idiota — gruñó mientras metía el arma bajo su negra toga. —


No eres un desafío. Será más fácil de lo que esperaba destruir el
último de tu especie. Mi venganza sobre L'sira será ...dulce. —

El diminuto gatito negro siseó suavemente desde su escondrijo


bajo el banco de piedra cuando Sardon torció su anillo y desapareció
del jardín. Monstruo se metió más profundo en la seguridad de la
oscuridad. Sus ojos verdes no dudaban mientras miraba el lugar
donde Sardon había estado de pie.

********

— Ese monstruo me repugna, — dijo la mujer, girándose hacia la


tenue luz de la encendida bola de cristal.

- 184 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¿El gato? — preguntó el hombre mientras ociosamente giraba


la negra torre en su mano. — ¿Por qué te repugnaría un gato? —

— No seas bobo — le quitó la torre con impaciencia de su mano


y la arrojó sobre la mesa. Miraron en silencio como la pieza de ajedrez
rebotaba y rodaba despacio por el verde piso de mármol. — Sabes
muy bien cuanto me gustan lo gatos. Sobre todo los negros. Me refería
a Sardon Di Mercia — explicó cuando la torre finalmente fue a
descansar cerca de la pata de la silla de él.

— Ése — dijo el hombre pensativamente. — Sí, es un poco


monstruo.—

— Bueno, ¿qué vas a hacer con esto? —

— Esperar. —

— ¿Esperar? — estaba incrédula. —¿Sólo vas a esperar? —

— Sí — contestó él. — Estoy interesado en ver cual será su


próximo movimiento. Creo que sería un oponente bastante bueno en
un juego de ajedrez. ¿No estás de acuerdo? —

Veintitres

Miriam estaba junto a la puerta de postigos, bien oculta en la


oscura esquina, y vio como Sardon torcía su anillo y desaparecía. Oyó
su malvada amenaza y vio la reacción de Monstruo hacia el hombre.
Estaba preocupada. Había criado a Tempest desde su nacimiento y
compartido con ella un vasto conocimiento de hierbas y hechizos;
pero Tempest no estaba aún lista para enfrentarse a alguien como
Sardon Di Mercia. Adrian haría todo lo que estuviese en su poder
para proteger a Tempest, pero tenía sus propios problemas. Miriam
tenía una idea de quién y qué era Adrian, pero tenía miedo de
- 185 -
Dragon Witch Dolly Lien

reconocerlo en su propia mente no fuese que sin ser consciente les


hiciese mal de ojo con sus pensamientos. Era bien consciente de la
capacidad de Sardon de torcer todo para su conveniencia. Monstruo
sacó su cabeza de debajo del banco y maulló suavemente.

—Monstruo — le regañó, mientras se doblaba para recogerlo —


Tempest te ha estado buscando por todas partes. — se sentó en el
banco mirando distraídamente alrededor del nevado jardín. Tenía que
pensar, planear.

— Debo hacer algo para ayudarlos — dijo mientras mimaba su


cabeza sedosa. — ¿Pero qué? — Monstruo ronroneó fuertemente y se
asentó más profundamente en sus brazos, contento por el momento.

— Soy demasiado vieja para luchar con este poderoso mal —


reflexionó. — Si pudiera quitarle ese gran anillo de ópalo, quizás
serían capaces de poder luchar contra él. ¿Pero cómo hago tal cosa? —
Monstruo había parado su ruidoso ronroneo y pronto lo substituyó
con un gruñido y Miriam casi lo dejo caer con la sorpresa. Ella nunca
había visto al gatito actuar así a no ser que Sardon estuviera en los
alrededores.

Cuando alzó la vista, su mirada se encontró con unos impasibles


ojos carmesíes brillando profundamente dentro de la oscura capucha
de la toga, la cara sólo visible como un contorno borroso y pálido.
Tembló cuando el olor a pestilencia la alcanzó, casi poniéndola de
rodillas. Con un grito penetrante, Monstruo saltó de sus brazos, y se
zambulló profundamente en el jardín, su miedo manifiesto en su
erizado pelaje, y frenético huyó en busca seguridad. Estaba sola con
Sardon Di Mercia.

— ¿Qué eres? — susurró ella, el miedo hizo que su voz temblara.

— Soy la muerte que viene a llamarte. — resonó su sonora voz


desde la oscuridad. Su mano buscó profundamente en la oscura toga,
entonces la sacó, sosteniendo la espada de Adrian.

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Dragon Witch Dolly Lien

— No me iré tan fácilmente, demonio — dijo ella mientras se


levantaba del banco para enfrentarse a él.

No tenía miedo de armas mundanas, y terrenales. Muchos


habían intentado tomar su vida con tales instrumentos y habían
fracasado. Era el arcano conocimiento que él tenía lo que temía. Ella
levantó las manos, y un rayo de brillante luz azul se disparó de las
yemas de sus dedos. La espada brilló intensamente con fuego blanco,
pero Sardon no lo liberó. Clavó el arma en la nieve, y la luz siseó y
entonces se fue, dejando sólo la espada intacta tras él. La levantó otra
vez y avanzó hacia ella.

Su capucha cayó hacia atrás, y ella pudo ver la sonrisa malévola


en su cara torcida.

— ¿Es esto todo lo que tienes que ofrecer, mujer? — preguntó,


sorprendido por su capacidad de echar fuego blanco pero seguro con
el conocimiento de que podría derrotarla fácilmente. Después de todo,
él era Sardon di Mercia— un mago dragón .

— No — contestó ella — Es sólo una pequeña advertencia. —

Lanzó otro rayo hacia él, esta vez fuego rojo estalló de sus
manos, pero él con calma levantó su otra mano para rechazar el golpe.
El ardiente fuego golpeó su mano, haciéndolo retroceder un paso,
pero él sólo sonrió mientras su calor envolvía su mano, entonces lo
giró y lo rebotó hacia su remitente.

Miriam con calma se movió a un lado, y el fuego chisporroteó


inofensivamente pasándola hasta golpear un rosal, encendiendo sus
ramas. Ardió con vehemencia un momento, luego disminuyó, dejando
el arbusto ileso.

Otra vez envió fuego rojo a su enemigo, pero esta vez él


fácilmente se apartó y golpeó la tierra congelada a su lado.

Contestó a su fuego con un fuego negro propio. Ardió con


vehemencia en un círculo a sus pies. Ella no se salió de su camino,
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Dragon Witch Dolly Lien

pero ondeó la mano en pequeños círculos delante de ella y el fuego


del mago se disolvió.

— ¿No tienes más que simple fuego de mago que ofrecerme,


engendro del demonio ?— preguntó ella tranquilamente. — Quizás no
eres tan erudito como haces creer a los otros. —

— Sólo juego contigo, mujer — gruñó Sardon, mientras tejía con


sus dedos un modelo intrincado ante ella. Otra vez, fuego de mago
negro estalló de las yemas de sus dedos. Él agarró la hoja de la espada
y envió una barrera de llamas hacia ella.

El calor golpeó a Miriam como un golpe físico, pero no vaciló.


En cambio, hizo que se manifestara una lluvia de cristales de hielo.
Rodearon a Sardon y se volvieron sólidos cuando el hielo cubrió su
cuerpo. Él ondeó su mano, y el hielo se fue, dejándolo ileso y seco.
Estaba disfrutando de aquella batalla. Pero podía ver que ella era
débil; no podría derrotarlo.

Miriam respiró profundamente, preparándose para la siguiente


salva de poderes pero unas voces que se acercaban al retirado jardín la
distrajeron. Llamaban a gritos al gatito de Tempest. Miró alrededor
pero no vio a nadie. Respiró profundamente otra vez y se concentró
en la figura frente a ella.

— Pronto tendremos visita — apuntó él mientras frotaba los


dedos sobre el brillante anillo de ópalo . — Y no deben ver lo que soy.
Así que... — Su cuerpo brilló a la luz invernal y se convirtió en
Adrian. Dio un paso más cerca de ella.

— Me estoy cansado de esto — suspiró, su húmedo y oscuro


aliento golpeando a Miriam como un golpe físico. Levantó la espada.
Ésta brilló y palpitó como una criatura viva cuando la infundió con su
maldad.

Miriam no podía moverse. No podía dejar de mirar aquellos


irresistibles ojos negros. Ojos que no pertenecían a la cara del apacible
- 188 -
Dragon Witch Dolly Lien

joven que había amado como un hijo. Aquellos demoníacos ojos la


hipnotizaron, haciendo que sus miembros se volvieran débiles y
pesados. Intentó moverse otra vez, dejar de mirar aquella mirada
glacial. Pero no pudo. Sintió la aguda y helada hoja hundirse
profundamente en su pecho. Miriam gritó con el cegador dolor y se
hundió despacio en la tierra.

Su mano agarró la espada mientras veía su sangre de vida


gotear, luego borbotear entre sus de repente flojos dedos.

— ¿Sardon? — La voz de Adrian llegó hasta ella aunque desde


una gran distancia. Ella vio a su asesino torcer el anillo de ópalo de su
dedo e irse. Su cuerpo se volvió frío cuando el entumecimiento
alcanzó sus brazos y piernas.

— ¿Miriam? — La voz de Adrian estaba cerca. Ella olió el olor a


sándalo y supo que era realmente él. Pero llegaba muy tarde. Sardon
había logrado lo que había ido a hacer.

Él agarró la espada para retirarla de su cuerpo, pero ella


envolvió sus ensangrentados dedos alrededor de su mano e intentó
hablar.

— Adrian ... — susurró, sus palabras apenas audibles.

Él inclinó la cabeza más cerca. — El ópalo... — Sus ojos se


cerraron.

— ¡Miriam! — gritó él, ahora frenético. Los párpados de ella


revolotearon, e hizo un último esfuerzo.

— Su poder ... el anillo... —no pudo decir más cuando la eterna


oscuridad descendió, liberándola del dolor mortal. Adrian sintió su
muerte como no había sentido ninguna otra. Vio una humeante nube
elevarse de su cuerpo e ir a la deriva hacia el cielo. Alargó la mano
hacia la espada y tiró de ella con cuidado para sacarla de su inerte
cuerpo. Levantando el sangriento arma a los cielos, gritó, el grito de
un dragón para batallar. Sus ojos color cobalto comenzaron a volverse
- 189 -
Dragon Witch Dolly Lien

dorados, y su cuerpo comenzó a cambiar. Podía sentirlo. El poder del


Dragón.

— ¿Adrian? — La voz de Tempest lo trajo de vuelta a él mismo.


De vuelta a su yo humano. Se dio la vuelta para enfrentarse a ella, la
espada ahora colgando inútilmente en su lado. Su cara pálida cuando
sus ojos se encontraron con los de ella, luego volaron al cuerpo sin
vida de Miriam. Ella se adelantó despacio, su angustiada mirada
volvió a él y a la sangrienta espada en su lado. — ¿Qué has hecho? —

— Tempest. No— dijo él, alejándose de aquellos ojos verdes


llenos de dolor. — No hice nada. Fue el lagarto... ¿Tempest? —

Ella no habló, se arrodilló y tomó a Miriam en sus brazos,


meciéndola hacia adelante y hacia atrás, canturreando suavemente.
Miró otra vez en Adrian, sus ojos casi tan sin vida como el cuerpo de
la mujer que sostenía tan tiernamente.

— ¿Tempest? ¿Mi amor? —

Ella no le dio ninguna respuesta, pero cerró sus ojos y se giró


lejos de él. Gritos. De repente el jardín estuvo lleno de gente, atraídos
allí por el grito del dragón. Ojos asustados. Ojos llenos de odio. Ojos
acusadores. Él dejó caer la sangrienta espada y retrocedió, levantando
sus manos como si pudiera rechazar su cólera. Surgieron como uno
solo en el nevado jardín.

—Yo no hice nada — susurró desvalidamente. — Ella era mi


amiga. —

— Yo te vi matarla — gritó una mujer desde la periferia de la


enfadada muchedumbre. — Miré por la ventana de la torre, y te vi
clavar esa gran espada en ella. —

— Llevadlo a la mazmorra — ordenó Wendall dando un paso


adelante. — Encadenadlo bien. Celebraré el juicio después de que
nuestra Miriam sea puesta a descansar —

- 190 -
Dragon Witch Dolly Lien

Rudas manos lo ataron y lo arrastraron por el gran salón,


bajándolo por los tortuosos escalones hacia el tramo más alejado del
torreón. Adrian no protestó cuando lo encadenaron a la pared y
cerraron de golpe la pesada puerta de hierro detrás de ellos. Mientras
se hundía contra las paredes de piedra todo lo que podía ver eran los
angustiados ojos de la mujer que amaba. Podía sentir su
desesperación y pérdida. Adrian derramó las lágrimas que sabía que
Tempest no podía.

******

Durante los cuatro días desde la muerte de Miriam, Tempest se


había sentido muerta por dentro. Su cuerpo estaba entumecido, sus
ojos secos y doloridos. No podía llorar por su amiga. Las brujas no
podían deshacerse en lágrimas. Sólo podían apenarse profundamente
en sus almas. Se sentó en silencio al lado del féretro de Miriam, su
mente y corazón extrañamente vacíos. No podía formar ningún
pensamiento coherente, ni sentir dolor. No — ella podía sentir el
dolor, podía preocuparse por Adrian, podía pensar. Simplemente no
quería. No ahora. Ni nunca. Ella sabía que tenía que pensar, planear.
¿Pero cómo? Dolía demasiado ... demasiado... Miriam se había ido, y
Adrian estaba acusado de su asesinato. Adrian había querido a
Miriam. Él no podía haberla matado, de eso Tempest estaba segura.
¿Pero cómo podía convencer a su padre? Wendall seguramente
condenaría a Adrian a muerte.

— ¡Qué alguien me ayude, por favor! — gritó desesperada.

Pero no hubo respuesta. Sólo el silencio saludó su súplica.


Agotada, dejó caer su cabeza hasta descansar fatigosamente sobre su
pecho. Cerró los ojos.

Un suave ruido captó su atención, y alzó la vista. Sardon estaba


frente a ella, sólo el cuerpo de Miriam los separaba. Él no habló, pero
su penetrante y profunda mirada la incomodó. Algo iba mal. Entonces
cayó en la cuenta de que no podía olerlo. Tempest quería matarlo,

- 191 -
Dragon Witch Dolly Lien

destruir su feo cuerpo, enviar su malvada alma a la condenación


eterna. Pero no podía moverse.

— Veo que has aprendido a enmascarar tu asqueroso olor —


gruñó ella para romper la tensión. Intentó levantarse del banco.

Quería matar al monstruo con sus manos desnudas, sentir su


fuerza de vida fluyendo de su cuerpo. Pero seguía sin poder moverse.
Él no dijo nada.

— Habla, lagarto — dijo ella con ira, involuntariamente


utilizando el nombre de Adrian para la criatura asquerosa. —
Entonces sal de mi vista. Sé lo que has hecho, y no vas a salir impune.
Ni Adrian va a sufrir por tus crímenes. —

— No soy quien crees. — Las palabras fueron apacibles y suaves,


como si vinieran de una gran distancia. Tintinearon como diminutas
campanas por su mente. Ella notó distraídamente que sus labios no se
habían movido mientras hablaba.

— ¿Quién eres? — susurró mientras veía su forma ondear en la


habitación. Su cuerpo se volvió transparente y entonces se volvió
opaco otra vez. — ¿Qué eres? —

— Yo era Tsuraldi de Werishan. — La apacible voz sonó en su


cabeza. — Yo era el mentor de Sardon di Mercia. Lo encontré como
una cría y lo recogí. —

— ¿Una cría? — Tempest apenas podía hablar tan grande era su


sorpresa ante sus palabras. Pero no, ella vagamente recordaba un
momento... Sardon ... su rostro había tomado forma. La cara de un
dragón...

— Sí, pequeña bruja. Una cría. — asintió él. — Su padre y su


madre fueron destruidos en las guerras entre dragones, y él habría
fallecido. Pensé que yo podría enseñarle a ser bueno y amable. Creí
que dándole poder lo convertiría en un gran mago y curandero. Me
equivoqué. Yo no podía cambiar su verdadera naturaleza, y él me
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destruyó. —

— Adrian puede ver su forma real — dijo Tempest maravillada.

— Tu Adrian es muy especial, Tempest. Como tú. Tendrás el


poder, si te haces una con tu amor verdadero. El amor perfecto y la
confianza perfecta pueden derrotar el mal absoluto. —

— Pero, ¿por qué estás aquí? — Estaba agitada hasta el corazón


con sus revelaciones. — ¿Has venido para ayudar? —

— Estoy aquí porque tu corazón puro me ha llamado. No puedo


hacer más que aconsejarte. —

— Dime qué debo hacer.—

— Tú sabes lo que debes hacer, Tempest. Sigue a tu corazón.


Sueña con un dragón dorado. — Su cuerpo brilló, la suave y blanca
luz que lo rodeaba se apagó, y se fue.

*******

Un conmocionado silencio pilló desprevenido a la pareja


mientras miraban la encendida bola de cristal. El hombre miró a la
mujer, su ojos azules se encontraron con sus suaves ojos negros. Ella
extendió la mano y tomó su mano grande en la suya, la levantó a sus
labios y con cuidado besó su palma.

— El amor perfecto y la confianza perfecta — susurró ella y


sonrió.

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Dragon Witch Dolly Lien

Veinticuatro

La vela que Tempest llevada iluminaba escasamente mientras


cautelosamente bajaba los escalones. La escalera que llevaba a la
mazmorra, a diferencia de aquellas de las cámaras superiores, era
amplia y conducía directamente al piso inferior. No había ninguna
necesidad de defender aquella parte del torreón de ser atacado. Los
prisioneros serían la última preocupación para un castillo sitiado. En
realidad, Tempest raras veces había visto las mazmorras usadas.
Wendall era un señor amable y trataba a todos con sabiduría y
respeto. No podía recordar ningún momento en que hubiese habido
un asesinato en aquellas tierras. Hasta que Miriam... Diosa, como
echaba de menos a Miriam. Pero Tempest sabía que debía dejar de
lado su pena por ahora. Estaba preocupada por Adrian. Tenía que
encontrarlo, tenía que sacarlo de aquel lugar.

El piso estaba húmedo, y el aire olía fuertemente a orín y a


excremento de animal. Se estremeció mientras caminaba con cuidado
a lo largo del pasillo que conducía a las celdas más apartadas.

No había fuego encendido para proporcionar calor, ni antorchas


que alumbraran su camino. Una errante brisa apagó su vela, y se

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Dragon Witch Dolly Lien

quedó sola en la estigia oscuridad. Se estremeció cuando algo suave y


peludo rozó su tobillo justo por encima de sus cortas botas de cuero.
Intentó alejarse silenciosamente de la criatura, pero ésta la siguió, y la
piel otra vez rozó su tobillo. Ella casi tropezó en su prisa por escapar
pero aquello parecía conocer su mente. En cualquier parte donde
fuese, la criatura esperaba. El pánico atenazó su garganta, y no pudo
gritar aunque su vida hubiera dependido de ello. Tempest se detuvo y
esperó. Ningún pie. Ningún animal. Vacilante, avanzó un paso. La
piel rozó su tobillo. Había algo casi familiar en los movimientos del
animal. Ella dio otro paso adelante. Otra vez el animal se movió
sinuosamente primero alrededor de un tobillo y luego del otro. Podía
sentir vibraciones viniendo de su cuerpo pero no hacía ningún sonido,
como si supiera la necesidad de silencio en aquel lugar prohibido.

Recogió a Monstruo y lo abrazó, plantando un cariñoso beso


sobre su diminuta cabeza. Él maulló fuertemente ante su ostensible
demostración de afecto, y sus ojos desesperadamente exploraron el
profundamente oscuro espacio, temiendo que un guardia pudiera
haber oído al gatito. Pero allí no había guardias. La mazmorra estaba
siniestramente silenciosa.

Monstruo maulló otra vez, más fuerte esta vez.

Una cadena se agitó cerca.

— ¿Monstruo? —La voz de Adrian fue ruidosa en la oscuridad,


y Tempest brincó asustada.

— ¿Adrian? —Tempest habló suavemente. — Habla otra vez así


podré encontrarte. Pero en voz baja. Puede haber guardias por aquí.

— No hay guardias. —Su voz fue más suave. — Se marcharon


después de cumplir su deber... y más.

Ella siguió su voz y llegó a la celda que lo alojaba.

Tempest bajó a Monstruo y encendió su vela con el pequeño


pedernal que siempre llevaba enganchado a su faja. Subió la vela
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Dragon Witch Dolly Lien

hasta la pequeña mirilla abierta en la puerta pero su débil luz no le


proporcionó ningún brillo en la oscuridad de la habitación. La pesada
puerta de hierro estaba cerrada con cerrojo. Lo deslizó y entró en la
habitación. El hedor era acuciante. El olor a paja mohosa, aire húmedo
y añejo y sangre se desbordó sobre ella, haciéndola sentirse
desgraciada.

Aterrorizada, levantó la vela. Adrian estaba encadenado a la


cortante y áspera pared de roca. Su enorme cuerpo encorvado, sus
brazos estaban levantados por encima de su cabeza por las cadenas
que cortaban profundamente sus desnudas muñecas. Su ropa había
sido rasgada de su cuerpo y, cuando ella dio un paso más cerca, pudo
ver marcas entrecruzadas en su pecho y estómago. A la débil luz de la
vela vio enormes manchas oscuras desde el muslo al tobillo, y rezó
porque sólo fueran suciedad. A medida que se movió para estar de pie
delante de él sabía que sus rezos eran en vano. Su cabeza estaba
inclinada, su pelo largo rubio estaba enmarañado con suciedad y algo
más oscuro. Ella levantó su mano para echar su pelo hacia atrás, y él
levantó su cabeza para mirarla.

— Tempest —dijo débilmente, sus ojos nublados y llenos de


dolor.— Yo no la maté.

— Lo sé, mi amor —murmuró ella, tocando con cuidado su


rasposa mejilla con la incipiente barba.— Eres el hombre más gentil
que nunca haya conocido. Tú la querías. —Ella retiró su mano hacia
atrás, con miedo de tocar su golpeada cara.

— Mi padre celebrará el juicio por la mañana, Adrian. Será duro,


ya que él no te conoce como yo. He venido a liberarte. —sacó el
enorme anillo de llaves del profundo bolsillo de su sobreveste.

— ¿No echarán en falta las llaves?

—Las guardias son descuidados —contestó ella tranquilamente.


— Al parecer les gusta el vino mucho más que su deber hacia mi
padre. Serán castigados cuando se descubra que te has ido.
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Dragon Witch Dolly Lien

Tempest abrió primero la cadena del tobillo, y luego alargó la


mano hacia las esposas de sus brazos. Cuando liberó la primera
muñeca, el brazo cayó pesadamente a un lado, y él jadeó de dolor.

— No sé si pueda ponerme en pie, Tempest —dijo él con los


dientes apretados, apenas aferrado a la conciencia.

Ella le levantó el brazo y con cuidado lo colocó sobre sus


hombros.

— Apóyate en mí. Puedo sostenerte. Lo he hecho antes.


¿Recuerdas?

Su corto estallido de débil risa la sorprendió.— Me dejaste caer


—jadeó él.— Directamente bajo aquel árbol.

— Bueno, aquí no hay árboles —rió ella suavemente.— Y no te


dejaré caer otra vez. —abrió la última esposa, y él se hundió
pesadamente contra ella. Fiel a su palabra, Tempest logró sostenerlo.
Lo bajó con cuidado hasta el asqueroso piso cubierto de paja.

Se congelaron al oír el sonido de pasos. Ella gateó para apagar la


vela que había colocado una distancia segura lejos de la paja, luego
tanteó el camino de vuelta al lado de Adrian y fuertemente agarró su
mano.

— Debes marcharte, pequeña. No deben encontrarte aquí.


Morirás conmigo si lo hacen.

— No te abandonaré otra vez —susurró ella.— Tu destino será el


mío.

—Tempest —gimió él, pero no pudo decir más pues ella puso su
mano en su boca. Ambos se estremecieron cuando los pasos se
acercaron.

El fulgor brillante de una antorcha los cegó momentáneamente.

— Parece que mi pequeña hermana siempre debe jugar a ser la


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Dragon Witch Dolly Lien

salvadora de caballeros en peligro —dijo la voz de Tristan arrastrando


las palabras.— Pero, me pregunto, Tempest... ¿Él siempre tiene que
estar desnudo, o casi?

— ¡Tris! —exclamó Tempest, precipitándose para abrazarlo.—


¡No deberías estar aquí! Si te cogen, tu destino seguramente será el
mismo que el nuestro.

— Silencio, hermanita. —Él se rió en voz baja.— El Destino es


una criatura voluble. Un hombre no puede preocuparse sobre lo que
hará después. Das más problemas que el Señor Destino.

— Viniste para rescatar a Adrian —afirmó Tempest.

—Sí

— Pero, ¿por qué? ¿Por qué ir contra Padre por un hombre que
apenas conoces?

— Sé que lo amas, Tempest —dijo él, un brillante afecto en sus


ojos verdes tan parecidos a los de ella.— Por esa única razón sé que no
puede haber matado a nuestra dulce Miriam.

El gemido de dolor de Adrian llamó la atención de ambos.


Tempest se apresuró a arrodillarse a su lado.

— Debemos apresurarnos, Tris. Está seriamente herido. ¿Pero


cómo podemos ponerlo a salvo? Hay muchos escalones desde aquí
hasta el nivel superior, y está muy débil. El gran salón está lleno esta
noche. Tengo miedo de que despierte a alguien si grita de dolor.

— No haré ningún ruido —dijo Adrian.— No soy ningún bebé


para gritar ante el mínimo dolor.

— ¿Mínimo? —resopló Tempest con incredulidad.— Has sido


golpeado, azotado y has pasado sed durante días. Tu dolor no puede
ser llamado leve.

— Es leve —contestó él tercamente.— He sufrido dolores peores


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Dragon Witch Dolly Lien

antes.

—Eso no lo sabes. —Tempest se estaba enfadando ante su


obstinación.— Ni siquiera recuerdas tu pasado así que cómo podrías.

—Niños —interrumpió Tristan antes de que su discusión


estallara en una pelea a gran escala.— No tenemos tiempo para esto.
La noche vuela, y el alba pronto se acerca. Debemos darnos prisa.

— ¿Pero cómo? —preguntó Tempest, la preocupación arrugando


su frente.— No podemos atravesar el gran salón.

— Nosotros salíamos jugar aquí cuando éramos niños —


estableció Tristan.— Éramos capaces de entrar y salir sin ser vistos.
¿Recuerdas?

— ¿El túnel minero? —preguntó ella, la incredulidad escrita en


sus rasgos.— Pero eso fue hace muchos años, Tris. Se estaba
derrumbando entonces. Puede estar derrumbado ahora.

— ¿Cómo crees que llegué hasta aquí? —preguntó él, una


amplia y arrogante sonrisa en su cara.— Está sucio y húmedo pero
todavía perfectamente sano. Y conduce fuera del castillo, donde tengo
un caballo y comida esperando. Lo siento, no pensé en traer ropa. No
creí que le quitarían la suya. ¿Puedes hacerlo héroe?

— Sí. —Adrian se levantó con mucho dolor, balanceándose,


peligrosamente cerca de derrumbarse. Tempest se apresuró a su lado
para estabilizarlo.

Tristan se quitó su pesada capa de lana y la colocó sobre los


hombros de Adrian, fijándola en su cuello con un simple broche de
plata.

—¿Este hombre nunca lleva ropa? —refunfuñó en voz baja


mientras le enseñaba el camino a la puerta.

Tal como Tempest recordada de su niñez, la entrada al túnel

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Dragon Witch Dolly Lien

minero estaba bien oculta; la pequeña puerta de hierro cubría la


entrada. Tristan y Adrian tuvieron que agacharse para entrar, el
pasaje delante de ellos era estrecho, el techo bajo. Tristan iba en la
delantera, usando su antorcha para alumbrar el camino.

El túnel tallado en la piedra seguía siendo bajo durante un


camino, luego se nivelaba, pero aún así tuvieron que inclinar sus
cabezas en el apretado espacio. Tempest estaba sinceramente
agradecida de no haber crecido mucho más desde que había dejado
atrás la niñez.

Adrian, que era el más alto de los tres, tenía la mayor parte de
problemas. Su cuerpo entero era sacudido por el dolor y estaba
perdiendo rápidamente la poca fuerza que le quedaba. No se quejaba,
solamente seguía empujando un pie después del otro mientras andaba
con paso lento detrás de Tristan. Esperaba de todo corazón, que
pudiera permanecer consciente hasta que alcanzaran el final de aquel
viaje de pesadilla.

Tempest estaba preocupada por él. Podía ver que su fuerza


estaba menguando y temía que ella y Tristan tendrían que llevarlo. No
recordaba que aquel túnel fuese tan estrecho, ni tan largo.

Tristan se detuvo de pronto, y Adrian casi tropezó con él.

— La escala —dijo Tristan, girando para mirar a Adrian.— Lo


había olvidado. Podemos descansar un momento antes de la bajada.

El orgullo de Adrian no le dejaría detenerse.— Podremos


descansar cuando salgamos de este lugar infernal.

— Yo necesito descansar —dijo Tempest, sabiendo la razón del


rechazo de él a detenerse.— Tú puedes continuar adelante si lo
deseas, pero yo me detendré aquí. —Se sentó y se apoyó contra la
pared del túnel.

— Yo también —estuvo de acuerdo Tristan después de estudiar


las pálidas facciones de Adrian.— Es fatigoso andar inclinado tanto
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Dragon Witch Dolly Lien

tiempo. —Él también se sentó y se apoyó contra la sólida pared.

Adrian supo lo que estaban haciendo, pero no insistió en aquel


punto. Necesitaba desesperadamente el descanso. Con cautela se bajó
hasta el frío suelo de piedra y miró alrededor.

Las paredes de piedra estaban talladas toscamente, como hechas


con prisa. El invierno había enfriado el túnel, y podía ver su propio
aliento cuando respiraba.

Cristales de hielo se habían formado sobre las paredes frías y


húmedas. Brillaban a la luz de la antorcha, haciéndole pensar que
había entrado en la tierra de las hadas. Pero el piso estaba más frío
que la muerte, y se estremeció.

— ¿Adrian? —Tempest puso su delicada mano en su brazo. Su


toque le quemó como una hoguera de Beltane. Se llevó su mano a sus
labios y colocó un dulce beso sobre ella.

— Estoy bien, pequeña —dijo él silenciosamente, luego, todavía


sosteniendo su mano suave en la suya, cerró los ojos y apoyó su
cabeza hacia atrás.— ¿Por qué alguien construiría tal lugar? —se
preguntó distraídamente.

— Hace aproximadamente doscientos cincuenta años —


comenzó Tristan— la tierra por aquí no era tan pacífica como ahora.
Hubo muchas batallas por el poder, y el castillo era a menudo sitiado
para lograr ese fin. En aquel tiempo, Alexander Sanct Joliet era el Lord
del señorío y el mejor táctico de todos. Darrin de Kondray sitió a este
castillo, y aquello duró casi tres años. El castillo Windhaven está
construido sobre un viejo cerro y las ruinas de una vieja muralla
exterior.

— ¿Un cerro y una muralla exterior? —preguntó Adrian.

— Un cerro es la gran colina donde se asienta nuestro castillo —


contestó Tempest.— Desde luego sabes que la muralla exterior es el
patio y la pared que lo rodean.
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Dragon Witch Dolly Lien

— La primera muralla estaba hecha de madera, como la gran


torre —explicó Tristan.— Había sido quemado hasta el suelo en un
sitio anterior y, años más tarde, nuestro castillo fue construido sobre
las ruinas. Esta vez el castillo fue construido de piedra, así no podría
ser tan fácilmente destruido.

— ¿Pero por qué construirlo aquí? —Adrian estaba muy


interesado en aquel trozo de historia humana, y escuchar la historia
de Tristan le ayudaba a mantener su mente lejos de su dolor. — ¿Por
qué no en cualquier otro lugar?

— Porque este cerro está hecho de piedra —contestó Tempest.—


Sabían que sostendría el peso de la gran torre y las paredes externas y
no podría ser fácilmente socavado

— Darrin de Kondray había sitiado muchos castillos —continuó


Tristan.— Supo bastante pronto que su sitio tenía poco efecto sobre las
sólidas piedras de nuestro castillo. Incluso la catapulta y otras
pequeñas armas de catapulta realmente no hacían más que irritar a
Lord Alexander. Entonces decidió cavar un túnel minero.

— ¿A través de piedra sólida? —exclamó Adrian con


incredulidad.— Eso debe haberle llevado años.

— Trabajaron en el túnel minero durante un año sin descanso —


contestó Tristan.— Pero Alexander conocía todas las formas de guerra
y pronto descubrió su trabajo. Puso a sus hombres a comenzar a
construir una mina en sentido contrario, esperando interceptar a los
hombres de Darrin antes de que pudieran entrar en su castillo. Se
encontraron, pero el pozo de Alexander estaba seis pies por encima
del de Darrin. Sus hombres cavaron directamente hacia abajo, y los
primeros escombros cayeron sobre los hombres, enterrándolos. Desde
entonces fue fácil colocar a un arquero en la pendiente, y así podía
matar a cualquier hombre que intentara escalar la pared de la mina.

— ¿Por qué no cerraron la mina después del sitio? —preguntó


Adrian.
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Dragon Witch Dolly Lien

— Lo hicieron —contestó Tempest.— Pero Tristan y yo la


descubrimos por casualidad y la desenterramos. Simplemente la
mantuvimos bien oculta y nunca se lo dijimos a nadie. Padre se habría
enfadado mucho si hubiese sabido que jugábamos en un sitio tan
peligroso.

— Debemos irnos —dijo Tristan.— Adrian, ¿puedes bajar por la


escala?

— Sí —contestó él bruscamente— No perderé el tiempo otra vez

El último tramo de su viaje, bajar por el frío pozo de la mina,


pasó rápidamente después de su corto descanso y se sintieron
aliviados al ver que todavía quedaban unas pocas horas de alba.
Tristan dio un corto y agudo silbido, y un caballo trotó a la vista.

— Es una montura de confianza —dijo mirando a Adrian.— No


tendrás ningún problema con él. Simplemente déjalo libre cuando
estés bastante lejos y volverá a casa.

— Sí, mis gracias para ti Tristan —dijo Adrian, estrechando la


mano del hombre en señal de amistad.— Me ocuparé de que vuelva a
ti.

— Nosotros nos ocuparemos de que vuelva a ti —corrigió


Tempest firmemente.

—Tempest —dijo Tristan.— No puedes...

— Adrian está herido, Tris —le recordó antes de que él pudiera


expresar sus objeciones.— No puede viajar solo. Debo ir con él.

— ¡Piensa, hermana! —exclamó Tristan.— Cuando Padre


encuentre que te has ido se pondrá furioso. Pondrá el castillo entero
en armas y en tu busca. Adrian estará más a salvo solo.

—No

Tristan reconoció la obstinada posición de su mandíbula. Sabía


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Dragon Witch Dolly Lien

por experiencias pasadas que sería casi imposible influir en ella pero
tenía que intentarlo. Miró desvalidamente a Adrian.

— Dile que se quede —le suplicó.

Adrian sonrió.— La necesito, Tris —dijo simplemente.

Tristan sabía cuando había sido derrotado. Besó la mejilla de


Tempest y susurró:

— Te quiero, pequeña hermana.— Observó cómo se montaba en


el caballo y Adrian subía a la silla tras de ella, envolviendo sus largos
brazos alrededor de su cintura.

— Díselo a Marisa —dijo Tempest suavemente.— Díselo, Tris...

— Si la veo —contestó él con un rubor.

Ella sonrió, se inclinó y deslizó sus dedos por su mejilla.

— La verás, hermano mayor. De eso no tengo duda.

Adrian hizo giró al caballo hacia los bosques.

— Herne protégelos —susurró Tristan, mirando hasta que se


perdieron de vista.— Os echaré de menos.

*******

— ¡Finalmente! —exclamó el hombre.— Hemos recuperado el


control del juego.

— Sí —dijo la mujer pensativamente.— ¿Pero por cuánto tiempo


esta vez?

— Éste es mi juego. Las cosas progresarán tal como decidimos al


principio. No dejaré que fuerzas externas se entrometan otra vez.

— No puedes controlar a Lysira o a Sardon —le recordó la


mujer.— Te han quitado el control antes, y fuiste incapaz de pararlos.
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Dragon Witch Dolly Lien

El hombre se recostó en su silla de oro y tamborileó con sus


dedos pensativamente.— No pasará otra vez.

— Lo veremos —dijo ella con una pequeña sonrisa.— Lo


veremos.

Veinticinco

Sólo habían recorrido una corta distancia cuando oyeron ruidos


de cascos, acercándose rápido y dirigidos en su dirección.

— No pueden haberte echado de menos aún —dijo Tempest,


preocupada y con el miedo haciendo que su voz sonara áspera en la
quietud del bosque. Si los hombres de su padre venían tras ellos, sabía
que Adrian no sería capaz de rechazarlos. Necesitaba tiempo para
curarse.

Adrian dirigió el caballo a lo profundo de los bosques y lo


detuvo bajo un alto pino. Profundamente ocultos en sus sombras
esperaron a que los jinetes se acercaran. Su montura relinchó
suavemente y el jinete se acercó.. Tempest contuvo el aliento,
esperando, rezando por que no fueran descubiertos.

— ¿Tempest? —Tristan habló tan suavemente que apenas pudo


oírle.

— ¿Tris? —Abandonaron su escaso refugio.— ¿Qué estás


haciendo aquí?

— Olvidaste algo. —sonrió abiertamente.

—No olvidé nada.

- 205 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Estás segura?

— Sí —Adrian estuvo de acuerdo.— Nos tenemos el uno al otro,


es todo lo que necesitamos.

— Entonces tendré que simplemente dejar esto aquí y esperar


que sobreviva —dijo Tristan, sacando un pequeño bulto que no
paraba de moverse de su túnica.— Lo encontré esperando en la puerta
del establo.

— ¡Monstruo! —gritó Tempest mientras alargaba la mano para


sujetar al gatito. Él comenzó a ronronear cuando lo tomó en sus
brazos, y le canturreó suaves palabras de amor.

— Gracias, Tris. No habría sobrevivido sin mi protección.

— No tuve tiempo para encontrar algo de ropa para ti, Adrian —


dijo Tristan.— Mis otras ropas están en la lavandería del castillo. Pero
puedes tomar el caballo que monto para Tempest. Será más cómodo.

— Podemos montar juntos —contestó Adrian, negando con la


cabeza. Nos impedirá separarnos en la oscuridad.

— No preguntaré donde os dirigís —dijo Tristan.— Es mejor que


yo no lo sepa. —hizo girar a su corcel y emprendió el camino hacia el
castillo sin echar un vistazo atrás. Detrás de él arrastraba la rama de
un pino para enmascarar sus pistas y las de ellos.

— Es un hombre bueno —dijo Adrian— y un verdadero amigo.

— Sí —Tempest estuvo de acuerdo con una triste sonrisa.—


Siempre ha sido un buen hermano. Lo echaré de menos. ¿No volveré a
verlo nunca, Adrian? No creo que pudiera soportarlo.

Descansó su cabeza contra el amplio pecho de Adrian y suspiró..


Fervientemente esperaba que su hermano no sufriera por los sucesos
de aquella noche.

— Volverás a verlo otra vez, mi amor. Te lo prometo.


- 206 -
Dragon Witch Dolly Lien

******

Tempest estaba cansada. Habían viajado sin parar durante la


noche y la mayor parte del día. Estaba preocupada por Adrian. Varias
veces durante las pocas horas pasadas casi se había caído del caballo.
Ambos estaban cerca del punto del agotamiento y ella sabía que
pronto deberían detenerse a descansar. Su cuerpo entero estaba
dolorido del largo paseo, y su trasero parecía que hubiese sido
golpeado. Sabía que Adrian debía sentirse mucho peor que ella.

— ¿Adrian? —Su voz en la quietud del bosque hizo que él se


sobresaltase.— Debemos detenernos. Estoy demasiado cansada.

— Lo sé, pequeña, pero estaremos allí pronto.

— ¿Allí? ¿Tienes en mente un destino? ¿Cómo puedes saber


dónde estamos? —Ella miró alrededor, esperando ver una casita de
campo o un pueblo pero sólo vio los altos árboles, sus ramas pesadas
con nieve.

— Simplemente lo sé.

— ¿Has recordado algo?

—Sí

— Bien, entonces, dime qué has recordado. Dime adónde nos


dirigimos.

— Vamos a la casita de campo de mi madre. —Adrian estaba


agradecido de que su madre prefiriera usar su forma humana la
mayoría del tiempo. No habría sido capaz de explicarle a Tempest por
qué iban a la cueva de un dragón ya que su madre le había dicho
expresamente que no le contara nada a Tempest.

— Me estás volviendo loca. Tienes que decirme lo que has


recordado.

¿Decirle lo que recordaba? No, él no podía decirle cómo había


- 207 -
Dragon Witch Dolly Lien

crecido con una madre que insistía en que usara su forma humana
cuando él con mucho prefería ser un dragón. Lysira le había dicho a
menudo que si estaban viviendo entre humanos, entonces debían
parecer y actuar como ellos; y su padre había insistido en ello. Él no
podía decirle cómo recordaba planear en el cielo como un dragón
poderoso pero que tenía que hacerse humano siempre que su madre y
su padre estaban alrededor. Su madre tendría buenas razones sobre
por qué no debía decir a Tempest la verdad de todo aquello, supuso,
pero Lysira seguramente había hecho su vida más difícil con su
edicto, él realmente deseaba poder contarle todo a su querida
Tempest.

— Perdóname, pequeña bruja —suspiró.— No puedo decirte


más. —No, él no podía decirle la verdad. Lysira se lo había advertido.
Ella no debía conocer quién o qué era él. Su madre debía ser
obedecida. Si Lysira había dicho que no, era por una buena razón.

— ¿Y por qué no? —Ahora ella estaba incluso más frustrada con
sus misteriosas respuestas.— ¿No confías en mí?

— Con todo mi corazón, Tempest —declaró él.— Simplemente


no puedo decirte más en este momento. Por favor, se paciente. Confía
en mí en esto, mi amor. Como yo confío en ti.

Tempest se quedó en silencio. Ella confiaba en Adrian tanto


como lo amaba pero sabía que nunca podría decírselo. Todavía estaba
prometida a William. La moralidad exigía que fuese liberada de esos
esponsales antes de poder declarar su amor por él. Suspiró
fatigosamente y se acurrucó más profundamente en sus brazos.
¿Nunca llegarían a un lugar seguro? Su cabeza cabeceó cuando fue a
la deriva en los sueños.

— A'dryan.

La voz se registró en la mente de Tempest, pero no podía abrir


sus ojos. ¡Estaba tan cansada! Todo lo que quería hacer era dormir.
Pero las voces continuaron.
- 208 -
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— Madre.

Era la voz de Adrian esta vez. Ella sabía que debería estar
despierta, escuchando, aprendiendo, pero simplemente parecía que
no podía abrir los ojos. Es sólo un sueño —masculló mientras iba a la
deriva más profundamente.

Soñó. Soñó que estaba en los fuertes brazos del hombre que
amaba más que a la vida misma, un hombre que no podía tener. Gritó
en su sueño, pero no hubo respuesta. Adrian llevó a Tempest a la
casita de campo. Los recuerdos se desbordaron sobre él cuando la
colocó con cuidado sobre la cama; la cama de su madre, cubierta de
pieles suaves, un lugar de calor y seguridad, un lugar donde él había
jugado como un pequeño niño y había escuchado las historias de su
padre. Miró alrededor de la casita de campo mientras aquellos
recuerdos volvían deprisa.

Caminó hacia la enorme chimenea. El calor se sentía


estupendamente. La caldera llena de sabrosos y olorosos alimentos
burbujeaba alegremente, haciéndole la boca agua. La silla de su padre
estaba cerca del hogar, y pasó sus manos por la madera recordando,
viendo a Damián otra vez, sonriendo, observando a Lysira mientras
estaba ocupada con sus hierbas.

— ¿Está herida? —preguntó Lysira, devolviéndolo rápidamente


al presente.

— No —contestó él.— Simplemente está agotada. Está de duelo


por la mujer que era más que una amiga. No creo que haya tenido
mucho descanso desde que pasó. Yo estaba en la mazmorra y ella me
ayudó. Esto ha sido demasiado para ella.

Cuando se dio la vuelta para ponerse frente a su madre, ella


pudo leer el agotamiento y el dolor escritos claramente sobre su
pálida cara.

— Has crecido en esta quincena pasada, hijo mío —dijo ella


- 209 -
Dragon Witch Dolly Lien

mientras lo miraba atentamente.—¿Has sido golpeado?

— Sí —contestó él concisamente.— Hicieron lo peor que sabían.

— Quítate esa capa y deja que me ocupe de tu curación.

— No, Madre —se ruborizó con vehemencia.— No llevo ropa


bajo esta fina capa de lana.

— ¿Desde cuando sientes la necesidad de ocultar tu cuerpo a tu


madre? —preguntó Lysira con una sonrisa, luego frunció el ceño.— Te
has vuelto demasiado humano.

— Sí, Madre, soy humano. No puedo cambiar a mi legítima


forma. Lo he intentado... y he fallado.

— Inténtalo otra vez. Ahora —le ordenó ella.

Adrian cerró los ojos y se concentró. Se imaginó como un


enorme dragón dorado, intentando sentir las curtidas y doradas alas
sobre su espalda, intentando recordar cómo se sentía el tener escamas,
cómo lo habían protegido cuando volaba, cómo había luchado contra
otros dragones. Contuvo el aliento. Apretó los puños. Su cara se puso
roja con el esfuerzo.

— Para —dijo Lysira suavemente.— No puedes cambiar. Tu


forma ha sido cambiada por otro mediante magia de dragón. Te
quedarás en este cuerpo hasta que la razón de este cambio se haya
hecho evidente.

— ¡Entonces cámbiame!

— No puedo. Está más allá de mi comprensión.

— Has visto doscientos inviernos, Madre. ¡Debes saber qué


hacer!

— Sé que necesitas un baño. —arrugó la nariz.— Apestas.

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Dragon Witch Dolly Lien

Los hombros de Adrian cayeron con desánimo. Sabía que Lysira


le ayudaría si hubiera algo que pudiera hacer.

— No tengo ropa —se quejó él.— ¿Qué tiene de bueno bañarse si


aquí no hay ropa limpia para ponerme?

— A'dryan Westbrooke... —Ella lo miró severamente a los ojos, y


Adrian supo que más objeciones sólo le ganarían ira. Agachó la
cabeza.

Ella se giro, anduvo hasta el lado más alejado de la habitación y


abrió un enorme arcón colocado bajo estanterías cargadas de botellas,
hierbas secas, pociones y pinturas.

— Es el arcón de Padre. —Su voz llena de sorpresa. Nadie había


abierto nunca aquel arcón excepto su padre.

Ella no hizo ningún comentario mientras revolvía en él, luego


sacó algo del arcón y se giró hacia él.

— Estas deberían servirte —dijo. — Ya pareces ser de su tamaño.


—le dio un bulto.— Vete al riachuelo y lávate mientras me ocupo de la
comida. Necesitarás mucho alimento para curarte.

— ¡Está frío fuera!

—¡A'dryan!

Adrian fue al riachuelo. La helada agua le escocía en las señales


de latigazos de su cuerpo, algunas habían cortado la piel
profundamente, pero el agua también calmó sus contusiones. Pasó un
largo rato en el riachuelo, dejando que le quitara el dolor, pero pronto
comenzó a enfriarse, y su piel había tomado un azulado color. De
mala gana abandonó el agua para secarse y vestirse. Notó
distraídamente que Lysira le había dado algunas de las mejores ropas
de su padre. Había también un par de botas hasta las rodillas, de
cuero negro ante las que frunció el ceño, pero, viendo que sus pies
estaban más azules que el resto de su cuerpo, decidió que lo mejor era
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cubrirlos, al menos hasta que volviera a la casita de campo.

— Estoy seguro de que nunca tenía este problema cuando era un


dragón. Nunca he visto un dragón que lleve nada en sus pies. Si ahora
fuera un dragón no tendría que llevar estas... cosas —murmuró
mientras se metía las botas en sus grandes pies.— Encajan —dijo con
sorpresa.— Y éstas no duelen. Quizás no está tan mal cubrir mis pies.
Al menos en invierno, —admitió a regañadientes.— O al menos hasta
que pueda hacerme dragón de nuevo.

********

La cabeza peluda de Monstruo dando cabezazos continuamente


contra su barbilla despertó a Tempest. Lo acarició distraídamente.

— Eres realmente un monstruo —se quejó.— Tenía un sueño


muy agradable. Adrian besaba mi mejilla, pero eras sólo tú, pequeña
cosa tonta. —sonrió mientras lo levantaba para examinar sus ojos
verdes. Él se encorvó en sus manos y ronroneó, haciendo reír a
Tempest. Ella besó su cabeza y lo abrazó cerca de su corazón.

¿Pero dónde estaba? ¿Habían llegado a la casita de campo de la


madre de Adrian? Adrian. ¿Dónde estaba Adrian? Él había sido
herido, y ella había caído dormida sin ocuparse de sus necesidades. Se
sentó rápidamente y miró desesperadamente alrededor en su busca.
Tempest estaba profundamente avergonzada; ella era una curandera,
sus primeros pensamientos deberían haber sido para el bienestar de
Adrian, no para su necesidad de descanso.

— ¿Adrian? —Ella estaba sentaba en una gran y cómoda cama


de plumas con cobertores suavemente tejidos y pieles aún más suaves.
Retiró los cobertores y se movió hacia el borde de la cama pero
rápidamente se dio cuenta de que no tenía ropa encima. Tiró de una
de los cobertores de algodón y lo envolvió alrededor de ella. ¿Le había
quitado Adrian la ropa? Se ruborizó con la idea, y un extraño calor
ardió en las profundidades de su cuerpo cuando su imaginación alzó
el vuelo.
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Dragon Witch Dolly Lien

Se imaginó la mirada en la cara de él mientras descubría cada


secreto que ocultaba bajo la ropa, sus ojos ligeramente vidriosos.
Recordaba soñar con besos dulces y robados, besos que habían
acariciado sus labios, volviéndolos sensibles y vivos. Imaginó sus
fuertes dedos acariciando ligeramente sus pechos. El calor se extendió
como un reguero de pólvora por todas partes de su cuerpo, yendo a
descansar palpitantemente en su lugar más privado. Monstruo
maulló, trayéndola de golpe a la realidad. Una cortina había sido
corrida alrededor de la cama. La separó y caminó por la enorme
habitación.

Hierbas secas colgaban en manojos del alto techo; algunas


estanterías contenían preciosas botellas de cristal y frascos, todos
llenos a rebosar con plantas secas o espesos líquidos, alineadas en las
paredes. Una larga mesa de madera estaba en el centro de la
habitación, una enorme y recientemente usada tina a su lado. Una
chimenea en una de las esquinas de la habitación rectangular contenía
una enorme caldera, su burbujeante contenido llenaba la habitación
con el rico olor del guiso de carne de venado. Una al parecer cómoda
silla estaba colocada cerca del hogar. Dos arcones de ropa estaban
cerca de la cama, uno pintado de negro, el otro hecho de rara caoba,
su rico color rojo brillaba a la luz de la lumbre.

Tempest se movió para inspeccionar el arcón, Monstruo que la


seguía de cerca golpeaba juguetonamente el dobladillo de su
improvisado vestido. El arcón negro estaba tallado con escenas de
batallas entre caballeros. Todas representaban a un caballero fuera de
lo corriente que montaba un enorme caballo de guerra venciendo a un
enemigo mortal. Ella se estremeció y dio un paso lejos del arcón. A
Tempest no le gustaba luchar ni matar. Su campo de batalla escogido
era curar y salvar vidas, no quitarlas.

El arcón de caoba, por otra parte, era más de su gusto. Aquel


también estaba tallado, pero no con las escenas domésticas que ella
había esperado. El arcón contenía sólo tres escenas. Las tres imágenes
destacaban un dragón dorado. La primera escena representaba el
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dragón en un campo de flores. Un caballero negro arrodillado ante él.


Su espada puesta delante como si ofreciera su juramento de fidelidad
a la bestia de aspecto feroz. Su cara brillaba con completa devoción
mientras miraba con audacia el brillo del dragón dorado.

En el segundo panel, el mismo dragón estaba pintado bajo un


enorme roble en un profundo bosque. Una tormenta rabiaba en lo
alto. Pero estaba extrañamente tranquilo bajo el roble. La diminuta
figura de una sirvienta estaba frente al dragón, y un brillo de plata
emanaba de un pequeño agujero en la tierra entre las dos figuras.

La tercera escena sostuvo su interés más tiempo. Ésta era más


detallada y violenta. En el cielo había dos dragones, uno negro y uno
dorado. El dragón negro irradiaba un mal más viejo que el tiempo, y
se estremeció cuando lo miró. El dragón dorado era diferente de las
escenas anteriores y, bajo un examen más detallado, comprendió que
no era el mismo dragón. Era más grande y más musculoso. El dragón
de las otras imágenes era femenino, comprendió. Este dragón era
masculino. Claramente aquella lucha era a muerte. Sobre la tierra
debajo de la horrorosa batalla había dos figuras. Una mujer se
inclinaba pesadamente contra un alto caballero vestido con una
armadura negra. El caballero estaba de pie, sus brazos un escudo
protector alrededor de ella mientras observaba la batalla que rabiaba
en lo alto. Sobre la tierra al lado de ellos había una mujer, sus ojos
cerrados, muerta.

Tempest sintió el poder de la escena, sintiéndose atraída por al


drama grabado sobre el arcón ante ella, sabía que necesitaba
entenderla. Apeló al poder de su interior mientras alargaba la mano
para tocar al dragón dorado. Estaba caliente, palpitante con vida. La
magia estaba allí. Magia de dragón. Fluyó del dragón tallado a su
mano, por su brazo y hasta su corazón. Retiró la mano, suspiró y tragó
con fuerza. No —dijo, su voz temblorosa— no me desmayaré.

- 214 -
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******

— La batalla —dijo la mujer, cogiendo aliento bruscamente.—


Deberían haber más dragones. La Leyenda...

— Está solamente tallada sobre un arcón, querida mía— dijo él,


acariciando su mano distraídamente.— Después de todo no es la
profecía. Pero, ¿qué presagia? —Ella se dio la vuelta, líneas de
preocupación grabadas en su apacible frente.— ¿Nos hemos
equivocado?

— ¡Nunca! —Él se puso rígido y miró a lo lejos.— Mira quién y


qué somos. Lysira no es nada comparado con nosotros. Ella no es
inmortal.

— ¿No es inmortal? —preguntó la mujer tranquilamente.— ¿No


son los dragones inmortales?

El hombre no dio ninguna respuesta mientras miraba


pensativamente el encendido cristal ante él.

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Veintiséis

— ¿Son hermosos, verdad? —

Tempest saltó ante el sonido de la voz de Adrian.

— El negro pertenece a mi padre, el otro es de mi madre.

Su brazo se deslizó suavemente alrededor de su cintura, y ella se


inclinó en su abrazo, como las dos figuras que observaban la lucha de
dragones. Su cuerpo grande y caliente, sosteniéndola con tanto
cuidado, la hizo sentir a salvo y protegida, un sentimiento que deseó
que durara siempre.

Su mano rozó su pecho, y su corazón golpeó salvajemente.


Cualquier pensamiento coherente escapó. Sólo podía sentir.

— Adrian —jadeó, incapaz de decir más. Sus labios calientes le


acariciaron el cuello, y sus rodillas se debilitaron.

— Adrian. —La voz de Lysira rompió el encanto, se alejaron el


uno del otro, las caras rojas de vergüenza y sin culpa.— Estoy segura
de que Tempest está hambrienta.

— Sí, Madre. —Una sonrisa burlona se extendió a través de su


hermosa cara mientras miraba fijamente a los ojos verde musgo de
Tempest.— Estoy seguro que está muy... hambrienta.

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Dragon Witch Dolly Lien

Tempest bajó la cabeza para ocultar el rubor caliente que se


extendió a través de sus delicadas mejillas.

Su sonrisa creció y él no pudo resistirse a burlarse de ella.—


Luces bastante atractiva con tu vestido nuevo, pequeña bruja —la
miró con lascivia mientras sus ojos viajaban con audacia por su
cuerpo, apenas cubierto por la delgada hoja de algodón tejido.— Y me
gustaría alimentar tu hambre —susurró en su oreja.

— Adrian Westbrooke. —La voz de Lysira fue severa.— Me


dijiste que está prometida. Tu comportamiento es impropio.

Sus palabras fueron una lluvia de agua helada a su


entretenimiento. Se giró hacia su madre.

— Sí, Madre. Está prometida, pero será mía. Esto no es más que
una broma para una doncella atractiva. Nada más. —esperó que su
madre dejara al asunto. Se había sentido tan bien simplemente al
sostener a Tempest en sus brazos. No quería perder la comodidad
entre ellos. Había pasado mucho tiempo desde que no había habido
sonrisas o amor entre ambos.

— ¿Lysira? —Tempest finalmente notó a la mujer que estaba de


pie en la entrada.— ¿Usted es la madre de Adrian?

— Sí —ella sonrió en la dirección de su hijo.— Soy quien trajo a


este sinvergüenza al mundo.

Tempest sonrió ante la idea de Adrian como un sinvergüenza.

Lysira conocía bien a su hijo y no parecía más vieja que cuando


Tempest la había encontrado por primera vez en el arroyo cuando
tenía trece años. Todavía era una mujer hermosa. Tempest esperaba
lucir tan bien cuando sus propios niños crecieran. Si vivía para ello.
Había ayudado a Adrian a escapar... diosa, que enfadado estaría su
padre cuando descubriera su parte en la liberación de Adrian. Pero él
era inocente del asesinato de Miriam, de eso estaba segura. Una
profunda tristeza la envolvió cuando pensó que Miriam nunca vería a
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Dragon Witch Dolly Lien

sus niños. La echaba tanto de menos.

— Pero eres demasiado joven para tener un hijo crecido —dijo


con una sonrisa.

— No según él —contestó Lysira frunciendo el ceño.— Parece


pensar que soy más vieja que el mismo tiempo.

Adrian retrocedió, levantando sus manos como si rechazara


golpes físicos.— No hice más que mencionar tus años —dijo,
fingiendo inocencia.— No fue ninguna falta de respeto. Has vivido
mucho tiempo.

— Ten cuidado, Adrian, —dijo Lysira con una sacudida de su


cabeza como advertencia.— Es casi la hora de comer. Ven Tempest,
tengo una túnica y un sobreveste que creo que te servirán. Adrian, ve
fuera y lávate antes de que cenemos.

— Me acabo de lavar en el riachuelo —se quejó él.— ¡Está frío


fuera!

— Lávate otra vez —insistió Lysira concisamente.

— Pero...

— Adrian. Eres un hombre crecido. Actúa como tal.

Estaba perdiendo la paciencia rápidamente y Adrian lo sabía. No


dijo nada más mientras dejaba la habitación refunfuñando por lo bajo.

—Lo has hecho enfadar —hizo notar Tempest cuando la puerta


se cerró de golpe tras de él.

— No, muy probablemente esté avergonzado. Adrian se enfada


raras veces. —Lysira abrió el arcón de caoba.— Generalmente es de
temperamento amable, pero las cosas parecen haberse descontrolado
estos tres meses. No sabe como manejarlo todo.

Tendió a Tempest una túnica azul de seda. Tempest desenrolló la


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manta de algodón de su delgado cuerpo y se puso la túnica por la


cabeza. Ésta se deslizó sobre ella como una suave lluvia. La seda era
fresca y suave contra su piel.— Yo tuve una camisola hecha de este
material una vez —dijo en voz baja. Su labio tembló cuando habló.—
Me lo dio una mujer que quería como a una madre. No, más que a
una madre. Ella era mi amiga y mentora.

— ¿Murió?

— Sí. Fue asesinada. —Tempest cerró los ojos, intentando borrar


el recuerdo de Adrian de pie sobre el cuerpo de Miriam, de la sangre
manchando su pecho sin vida, de la espada colgando lánguidamente
de su mano. Miró a Lysira, y el dolor la inundó.

— Sardon di Mercia la mató —dijo rotundamente,— con la


espada de Adrian.

— ¿No derramas lágrimas por tu amiga?

— Las brujas no pueden llorar.

— Todos podemos llorar si nuestro dolor es lo bastante


profundo. —Lysira levantó la barbilla de Tempest con un gentil dedo.
— Incluso los dragones lloran ante la pérdida de alguien amado.

— Los dragones son criaturas temibles. No tienen sentimientos.


No pueden llorar.

— ¿Sabes si eso es verdad? —Lysira la miró atentamente


mientras hablaba.— ¿Has conocido algún dragón?

— Sí, una vez me encontré con un dragón. Era completamente


dorado y hermoso.

— ¿Y hablaste con esa bestia?

— Sí

— ¿Y era una criatura temible, sin sentimientos?


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Dragon Witch Dolly Lien

— No, era amable y sonreía. Me hizo sentir a salvo.

— Entonces no digas que no pueden llorar. —Lysira volvió al


arcón, sacando un sobreveste azul cobalto como el crepúsculo. Se lo
tendió a Tempest. —No debes juzgar a ningún hijo de la Madre
Naturaleza, Tempest, hasta que hayas visto la verdad con tus propios
ojos.

Dragones. ¿Cómo había surgido el tema de los dragones cuando


habían estado hablando de Miriam?, se preguntó.

La ruidosa entrada de Adrian la devolvió al presente, y


rápidamente se puso el suave sobreveste de lana. Lysira le dio una
amplia faja de plata, y ella la sujetó alrededor de su cintura.

— Estoy hambriento —anunció Adrian mientras se sentaba a la


mesa—. Y limpio —añadió con una gran sonrisa.— Incluso detrás de
las orejas.

— ¿Ves, Tempest? —Los ojos de Lysira centellearon con alegría,


toda la seriedad desterrada como si nunca hubiese existido.— ¿No te
dije que era un buen muchacho?

— Dijiste que era un sinvergüenza —la regañó Adrian mientras


alargaba la mano para agarrar un pan de trigo recién horneado.
Rompió un pedazo del pan, lo llevó a su boca y no les prestó más
atención a ellas mientras lo masticaba con gran entusiasmo.

La comida fue deliciosa, y Tempest se hartó. Cuando miró a


Adrian, se asombró de verlo todavía comiendo. Nunca en el corto
tiempo que lo conocía lo había visto comer tanto. De todos modos él
seguía comiendo.

— ¡Adrian! —exclamó ella incrédula.— Seguramente reventarás


si comes más. No te privamos de comida en el presbiterio de mi
padre, y no has sido... —Entonces recordó cuanto tiempo había estado
encerrado en aquella mazmorra húmeda y mohosa.— ¿No te
alimentaron durante todo el tiempo que estuviste encarcelado?
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Dragon Witch Dolly Lien

— Los guardias estaban ocupados con otras cosas —contestó él


con la boca llena de alimento.

— No tuviste comida durante días. —Su voz fue rotunda,


apenas conteniendo su cólera.— Eso es cruel más allá de la razón.

— No importa. —tomó un trago grande de cerveza.— He estado


mucho más tiempo sin comer. No estoy peor por saltarme unas pocas
comidas.

— Fuiste golpeado y privado de comida. Es un tratamiento


injusto, no importa el crimen.

— Eso terminó, pequeña bruja. Madre frotó un ungüento sobre


mis heridas mientras tú dormías. Sólo son unos rasguños ínfimos.
Sólo estoy hambriento debido a ese baño frío en el riachuelo. —sonrió
burlonamente a Lysira.— Y el baño extra y por fin puedo comer.

— Tenías más que rasguños. —Tempest fue a comprobar su


espalda.— Tengo que ver por mí misma que estás bien.

Tocó la brillante camisa negra que él llevaba. El material era de


suave seda, resbaladiza y negra como la noche más profunda.

Adrian se levantó de la mesa y se cernió sobre ella.— ¿Deseas


que me quite la ropa? —preguntó mientras agarraba el cinturón
plateado que rodeaba su delgada cintura. Una sonrisa cruzó su cara, y
ella notó un centelleo en sus ojos azules.— Estoy siempre feliz de
hacer lo que ordena una dama hermosa.

— Adrian —le advirtió Lysira.

*******

—Parecen felices —observó la mujer mientras se retiraba un


oscuro rizo de su cara.— Pero me preocupa que L'sira le diga la
verdad.

— No lo hará —contestó el hombre mientras alargaba la mano


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Dragon Witch Dolly Lien

para coger la pesada copa de oro.— Hará lo que sea mejor para los
intereses de ese hijo suyo.

— Necesitan volver al castillo —reflexionó la mujer.

— Deben pelear con Sardon y no pueden hacerlo si se ocultan en


los bosques. —Bebió a sorbos su dulce aguamiel, néctar de los dioses.
— Les permitiré quedarse allí durante una quincena o así, entonces
volverán al castillo. Necesitan un descanso después de todo lo que ha
pasado.

— ¿Será ella todavía doncella cuándo vuelvan, me pregunto?

Lo miró astutamente.

— Desde luego que lo será —contestó él mientras se movía en su


silla.— L'sira no es débil. Sabe que aún no es el momento. ¿Viste como
disipa el calor que fluye tan rápidamente entre ellos?

La mujer agarró su mano y dibujó suaves círculos en su palma


con sus largas uñas. Sus ojos negros ardieron mientras lo miraba
fijamente.

Él tragó visiblemente, pero no retiró la mano.

El cristal brilló, pero ellos no le prestaron atención mientras


intercambiaban ardientes miradas.

Veintisiete

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Dragon Witch Dolly Lien

Una cálida brisa despeinaba el pelo de Tempest mientras estaba


sentaba sobre la roca. Colocada sobre una alta ladera, podía ver la
mayor parte del valle y el enorme bosque antiguo que lo cubría hasta
el final. Una diminuta cinta de agua brillaba con la luz del sol
mientras serpenteaba por los espesos bosques. Suspiró. Adrian estaba
probablemente bañándose en el profundo riachuelo que había
reclamado como suyo. Reflexionó sobre su amor recién descubierto
por el agua desde que el tiempo se había vuelto caliente. No podía
culparlo —a ella también le gustaba bañarse en el escondido
riachuelo. Deseó tener el valor de unirse a él. Él se lo había pedido.
Ella podía imaginar su cuerpo fuerte y masculino mientras nadaba. Lo
había visto una vez, cuando el tiempo había empezado a volverse
caliente.

Aquella era una visión que permanecería siempre en su


memoria. El sol había brillado sobre sus fuertes miembros mientras se
abría paso por la brillante agua azul. Su piel reflejaba el sol y éste la
volvía de un profundo matiz dorado. Su largo pelo rubio, oscurecido
por la humedad, era de un rico color bruñido dorado, los músculos en
sus brazos eran como poderosas bandas de acero mientras
atravesaban fácilmente el agua; su risa fue alegre cuando se zambulló
profundamente, luego explotó hacia la superficie a la brillante luz del
día. Pero ella no podía unirse a él. Estaba prometida a William
Mirabelle. Había estado de acuerdo con los esponsales, había hecho su
juramento, y no podía romperlo, no importaba cómo se sentía. No
importaba cuanto amara a su dorado dios, no podía ofrecerle su
promesa, ni su amor. Deseaba con todo su corazón poder decirle a
Adrian cuanto lo amaba. Deseaba poder decirle como su cuerpo ardía
siempre que él la tocaba, como su corazón ansiaba decir las palabras.
Pero no podía. Estaba prometida. Había hecho una promesa. Se sentía
desdichada.

Tempest colocó las rodillas bajo su barbilla y puso la cabeza


sobre sus brazos. Qué maravilloso sería ser capaz de derramar
lágrimas, de llorar, sollozar, para alejar su desdicha, pero no podía.

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Dragon Witch Dolly Lien

Lysira decía que las brujas eran iguales a los demás. Decía que podían
llorar, pero Tempest lo sabía mejor. Ella no había sido capaz de llorar
por su querida Miriam. No había sido capaz de llorar cuando la
madre de Tristan, Sarah, había muerto gritando su agonía debido a la
terrible enfermedad que había desgastado su interior. No había
llorado y nunca lo haría, ni siquiera cuando era niña. Era una
bendición que los dioses nunca le habían concedido.

Lysira podía ver la depresión en el hundido cuerpo de la


muchacha. Tempest no debería estar tan triste. Era un día hermoso y
sabía que la joven estaba enamorada de Adrian. Se veía sencillamente
siempre que lo miraba. El amor se proyectaba de ella y la hacía brillar
con una belleza interior.

— ¿Tempest? —Lysira puso su mano sobre el hombro de


Tempest.

— Vete. Por favor. —La voz de Tempest fue amortiguada.— No


soy una buena compañía.

— ¿Qué sucede, cariño? —preguntó Lysira, la preocupación


evidente en sus palabras.— ¿Qué puedo hacer para ayudar?

— Nada. —Ella alzó la vista, y Lysira dio un involuntario paso


atrás. El dolor en los ojos de la muchacha le rompió el corazón.

Lysira se sentó a su lado, y, poniendo un brazo alrededor de ella,


suavemente empujó la cabeza de Tempest para que descansara sobre
su hombro.

— Cuéntame —le dijo.

— Esto duele —dijo Tempest débilmente.— No puedo parar el


dolor. No puedo llorar. Lo he intentado. No hay lágrimas.

— Sí hay —dijo Lysira con calma.— No has sido capaz de llorar


por una buena razón. Las lágrimas de una bruja son un poderoso
instrumento mágico. Cuando esas lágrimas sean necesarias, estarán
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Dragon Witch Dolly Lien

ahí.

— ¡Pero las necesito ahora!

— No, querida. Si las necesitaras ahora, estarían aquí.

Tempest se quedó tranquila en los brazos de Lysira durante un


largo rato.

— ¿Lysira? Todo ha pasado justo como leíste en las cartas en mi


décimo octavo cumpleaños. La torre, los amantes. ¿Vendrá pronto la
muerte a por mí?

— La Muerte viene cuando es su momento, cariño. No hay


ninguna necesidad de preocuparse por ella ahora. —Lysira se quedó
en silencio, pensando como explicar mejor la carta de la muerte a
aquella demasiado joven doncella. Finalmente se aclaró la garganta y
habló.

— ¿Recuerdas como era la carta de la muerte?

— Sí —Tempest intentó tragar a través del nudo en su garganta.


— Era una figura encapuchada, llevaba una sangrienta guadaña. Un
esqueleto puesto a sus pies. Todo alrededor era muerte. ¡Era una carta
horrible! —Los estremecimientos sacudieron su ligero cuerpo.

— La Muerte es un final —explicó Lysira.— Pero también puede


ser un principio.

— ¿Cómo? Cuando mueres, ya no existes más.

— No siempre. Unos mueren sólo para nacer de nuevo a una


vida mejor. A veces una forma de vivir muere para ceder el paso a
algo mejor, como viejos hábitos que mueren para ceder el paso a
hábitos nuevos y mejores. A veces la carta de la muerte significa la
muerte de alguien querido.

— ¿Morirá Adrian? —Los ojos de Tempest se expandieron, su


cara pálida mientras visualizaba como de solitaria sería la vida sin él.
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Dragon Witch Dolly Lien

Sentía como si él siempre hubiese sido una parte de su vida.— Yo no


podría vivir si él muriera. No desearía hacerlo.

— Adrian vivirá aún mucho tiempo. —Lysira sonrió tiernamente


ante el brillo de amor en la cara de Tempest.— ¿Por qué crees que él
moriría?

— Porque lo amo más que a la vida misma. Y ése es el problema.


Lo ves, nunca podré tenerlo, ya que estoy prometida y no puedo
romper mi voto. Se lo prometí a mi padre y a William. No puedo
encontrar ninguna otra forma de que podamos estar juntos.

— Siempre hay una forma, niña.

— Si simplemente la hubiera —dijo Tempest en voz baja.— Si


simplemente la hubiera.

*****

Adrian estaba junto a la charca. Recordaba como se había


sentido al ser un dragón, como era elevarse por los cielos con unas
fuertes y curtidas alas. Recordaba el sentimiento de poder recorriendo
su cuerpo, como el fuego había ardido profundamente dentro de su
vientre, y luego lo había vomitado, candente y ardiente, hacia un
enemigo. Recordaba... Ah, ¡cómo lo recordaba!

Cerró los ojos, intentando recobrar aquellas sensaciones. Sostuvo


el aliento, intentando crear el fuego profundamente dentro de él.
Levantó los brazos, visualizando las alas del dragón, largas y
poderosas. El dolor comenzó detrás de sus ojos e irradió hacia fuera
hasta abarcarlo por completo. Se intensificó. Luces centelleantes. —
cobalto, verdes, escarlata, doradas. Jadeó, agarrándose la palpitante
cabeza y cayó sobre sus rodillas, jadeando pesadamente. Un sollozo
involuntario se le escapó mientras caía a tierra. Se acostó de espaldas
- 226 -
Dragon Witch Dolly Lien

y abrió los ojos.

Nubes de encaje blanco flotaban en un cielo azul celeste, los


pájaros cantaban en las copas de los árboles, la corriente cercana
burbujeaba alegremente hasta su final— y Adrian Westbrooke era
todavía humano.

Maldijo y lanzó su furia al cielo como ardientes relámpagos.


Pidió, suplicó a los dioses que le devolvieran a su forma natural, pero
no hubo respuesta. El mundo era inconsciente de su tormento. El
agotamiento y la depresión lo inundaron como un infierno furioso y
se durmió.

*******

Unas risas suaves y femeninas flotaron alrededor de él cuando


Adrian abrió la puerta. Lysira y Tempest estaban ocupadas en la
mesa, varias hierbas y aceites puestos en orden ante ellas. Ninguna de
las mujeres notó su entrada, y él tuvo un momento para estudiarlas.
Se dio cuenta de que su madre era una hermosa mujer. Su melena
dorada estaba retirada de su cara y sujeta en lo alto de su cabeza.
Varios zarcillos habían escapado de sus límites para rizarse alrededor
de su cara y por su hombro. Su sobreveste y su túnica eran celestes y
hacían juego con sus ojos; la faja dorada que rodeaba su cintura
realzaba su figura todavía delgada.

Tempest, en su túnica verde, parecía una ninfa de los bosques, su


pelo rojo como una ardiente puesta del sol en un frío día de otoño.
Caía en un torrente hasta su cintura en amotinado abandono. Él
deseaba dolorosamente deslizar sus dedos por él, sentir su suavidad
sedosa, sentir su fuego, respirar profundamente de su propio olor
especial de niña—mujer y violetas. Su corazón golpeó más rápido y
sintió su parte inferior despertar, un anhelo de enterrarse
- 227 -
Dragon Witch Dolly Lien

profundamente en su cuerpo suave y caliente, olvidar durante un rato


su desdicha. Tempest era un bálsamo que podría calmar su espíritu
preocupado.

Ella lo estaba mirando, sus ojos de esmeralda llenos de


preocupación.

— ¿Adrian? —Su mano extendida mientras rodeaba la mesa


para acercarse a él.— Estás sufriendo.

—No —contestó él.

¿Cómo es que ella siempre sabe cuando mi espíritu está dolorido?


Estamos vinculados pero no sé como. Los humanos y los dragones no se
vinculan. Excepto... Miró a Lysira. Padre es humano...

El pensamiento escapó cuando la mano de Tempest acarició


ligeramente su mejilla.

— ¿Te preocupa lo que pasó en la casa señorial?

— Tu padre vendrá a por ti.

— Sí. Nos encontrará al final.

— ¿Irás con él? ¿Me abandonarás? —Él contuvo el aliento


mientras esperaba su respuesta.

— Debo volver, Adrian. Me voy a casar con William esta


primavera.

— Mataré a William —dijo él rotundamente.— Entonces serás


libre para ser mi prometida. Te amo, Tempest. ¿Eso no significa nada
para ti? ¿Mi amor es tan poco importante?

— Tu amor significa para mí más de lo que nunca sabrás —


susurró.— Pero debo casarme con William. Hice una promesa.

— ¡Las promesas pueden ser revocadas! —dijo él con ira.— Tú

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Dragon Witch Dolly Lien

me amas. Sé que lo haces. ¿Ni siquiera puedes decirme que me amas?

Ella bajó su mano y se giró de espaldas a él, mirando a Lysira.

Ella no podía darle respuesta. No podía decirle que le amaba.

— Adrian —dijo Lysira.— Ella ha hecho su promesa. No puede


romperla.

— Está mal, Madre. —Las palabras rasgaron su garganta, la


agonía resonó en su voz.— Está horriblemente mal. —Salió con paso
airado de la casita de campo.

El fuerte golpe de la puerta resonó en el corazón de Tempest y se


hundió en la silla, la cabeza inclinada por la tristeza.

*******

— Debemos matar a William Mirabelle —declaró la mujer con


ira.— Ella ya ama a A'dryan. Deshazte de los obstáculos.

— William es un buen hombre. —El hombre miró


profundamente en sus enfadados ojos.— ¿Matar a un hombre bueno
solamente para hacerlos felices?

— No, estaría mal. —La mujer estaba arrepentida.— ¡Encuentra


a William alguien con quien casarse! —le ofreció con los ojos
radiantes.

— ¿Y dónde encontraríamos otra para casarse con él?

— No lo sé —espetó ella.— Tú eres el amo del juego.


Encuéntrala.

— Bueno —dijo él, frotándose la barbilla pensativamente—, está


Lady Ágata de Cantaleer.
- 229 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Está prometida a Devon de Mackabee.

— Debo pensarlo —dijo él.

Veintiocho

— Tempest —dijo Lysira— debes concentrarte.

— No puedo. — Tempest miró a Adrian sentado cerca,


ociosamente tallando un trozo de madera.

Él no le había hablado desde su pelea la noche anterior. Sentía su


dolor y su cólera pero sabía que no había nada que ella pudiera hacer
para aliviarlo. Ella no quería casarse con William. No sentía amor por
él, pero no tenía elección. Las promesas habían sido hechas, la
decisión estaba fuera de sus manos. Pero William era viejo. Tal vez
podría convencer a Adrian de esperar...

Esperaré, dijo Adrian mudamente.

- 230 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Qué? —Él no podía haber dicho las palabras en voz alta.


¿Podía ahora leer sus pensamientos así como su dolor?

— Esperaré hasta que decidas no casarte con William Mirabelle


—siguió él.— Esperaré a que comprendas tu amor por mí. Pero no
esperaré eternamente Tempest. —La advertencia en sus ojos fue clara.
Tiró la talladura en el montón de leña y abandonó el claro delante de
la casita de campo, metiendo su cuchillo en su vaina.

Curiosa, Tempest recuperó la talladura del enorme montón de


madera. Era una réplica perfecta de ella. Cada rizo de su pelo hecho
amorosamente. El cuerpo desnudo era voluptuoso, haciéndola
preguntarse si era así como la veía él.

Ella no creía que su cuerpo fuera tan hermoso. Había tallado su


cara con una suave sonrisa, como si estuviese alumbrada con una luz
interior, de la forma en que ella deseaba parecer. Era una señal de
amor, y él lo había tirado casualmente sobre un montón de leña.
Sostuvo la exquisita talladura al lado de su dolorido corazón y
susurró:

— Realmente te amo, Adrian. Más que a la misma vida.

Con un suspiro, colocó con cuidado la pequeña figura en su


bolsillo.

— Si dejas que todo te distraiga, Tempest, nunca vas a dominar


tus técnicas. —La voz de Lysira la devolvió a la tarea que tenía entre
manos.

— Lo siento. —intentó recordar la lección que Lysira le había


estado enseñando. Levantando su mano, señaló el árbol cercano y se
concentró. Una línea delgada de fuego se arqueó al final de su dedo.
Una de las ramas del árbol comenzó a arder, luego irrumpió en
llamas.

— Muy bien —dijo Lysira.— Ahora apaga el fuego.

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— No sé como.

— Concéntrate. Imagina el elemento del agua: suave, fresca,


calmante.

Tempest imaginó el agua en su mente, una suave corriente que


se arremolinaba alrededor de la rama, refrescándola, empapando el
fuego. La rama chisporroteó, y el fuego murió.

— Ahora cúralo.

— ¿Curarlo?

— Sí, cura al árbol. Es un ser vivo, y le has causado heridas.


Debes curar esa herida. —Lysira era paciente.— El espíritu interior del
árbol es tu amigo, y no debes causarle daño no sea que ese daño te sea
devuelto.

— ¿Pero cómo puede ser? —preguntó Tempest.— Usamos la


leña. Matamos animales para comer y cultivamos plantas para
alimentarnos y curarnos. ¿Eso no los daña?

— Los árboles son sagrados para nosotros, Tempest. Usamos


sólo ramas caídas para quemar. Si necesitamos tomar un árbol vivo,
siempre pedimos permiso al árbol y le explicamos por qué hacemos lo
que hacemos. Los espíritus de los árboles son amables. Nos ayudarán
siempre que sea posible. Ve al árbol y tócalo.

Tempest hizo como le habían mandado.

— Cierra tus ojos —dijo Lysira.— Apóyate en el árbol, vacía tu


mente. Escucha.

Tempest cerró sus ojos. Un sentimiento de paz descendió sobre


ella. Sus rodillas se debilitaron mientras sentía sus preocupaciones
fluir de ella, pero permaneció contra la lisa corteza del sauce, y
escuchó. Una apacible brisa fluyó alrededor de ella. Sintió la caricia de
las hojas cuando rozaron su cara, sintió el cariñoso espíritu del árbol

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envolviéndola. Una dulce voz flotó en su mente.

Aprende, Niña de Luz. La voz de una amante madre llenó su


corazón. Escucha bien a la dorada pues pronto serás probada.

— ¿Quien... qué eres? —susurró Tempest.

Soy el espíritu del árbol. Soy el guardián del bosque, el amigo de toda la
humanidad, a la que conocen y escuchan. Nosotros siempre estaremos aquí
para ti, Niña de Luz. Sólo debes tocarnos y te traeremos paz.

Tempest abrió sus ojos y miró a Lysira.

— Hablé con ella, — dijo, su voz llena de maravilla.— Hablé con


el espíritu del árbol. Es tan amable y tan cariñosa. ... debo curar el
daño que le he causado.

Cerrando sus ojos, Tempest pasó sus manos a lo largo de la lisa


corteza del árbol. Abrió su mente al espíritu del árbol otra vez. Sintió
el amor, pero, esta vez, también sintió su dolor y pesar ante lo que
ella había hecho.

—Lo siento tanto —susurró,— No lo entendía.

Tempest concentró el poder profundamente dentro de su alma.


Abrió sus ojos verdes, tan parecidos al musgo que crecía sobre las
ramas de aquel espíritu apacible. Despacio, dejó fluir el poder,
apaciblemente, cariñosamente, un poder de curación.

Mientras lo observaba, el árbol herido curó. Las ramas se


volvieron de nuevo verdes y sanas. Hojas nuevas brotaron y crecieron
hasta madurar, para su maravilla y placer.

Gracias, Niña de Luz, esto es lo que realmente eres.

— Hay muchas más lecciones que aprender, Tempest, y no


tenemos mucho tiempo. Ven. Déjame enseñarte. —Lysira extendió su
mano, y Tempest la tomó.

- 233 -
Dragon Witch Dolly Lien

*******

Violetas. A Tempest le gustaban las violetas más que ninguna


otra flor. Siempre seleccionaba las flores perfumadas de primavera
para su propio olor especial. Ahuecó una diminuta flor en su mano.

— Dulce flor del amor —susurró,— ¿puedo recogerte para hacer


mi perfume?

Esperó, entonces profundamente en su corazón supo que tenía


permiso. También supo que debía tomar sólo una parte de aquellas
flores y seguir hacia otras, así serían capaces de nacer más flores la
próxima primavera. Mordisqueó unas pocas flores, mientras las
recogía, disfrutando de su sabor especial, sabiendo que la ayudarían a
mantener el frío de la primavera a raya y mantener su vitalidad.

Los siete días pasados había estado ocupada. Lysira le daba


clases de algo nuevo cada día, y era apasionante ver simplemente
cuanto podría ampliar sus capacidades naturales. La única mancha en
su felicidad era Adrian. Él apenas le había hablado, no la había
tocado, ni había bromeado con ella, aunque ella lo había descubierto
observándola atentamente varias veces. Él estaba esperando, ella lo
sabía, pero no podía ceder. Estaba todavía prometida a William y no
rompería aquella promesa.

Ella deseaba, ah como deseaba, sentir que simplemente pudiera


volar mágicamente lejos con Adrian y abandonar el mundo y sus
problemas detrás. Pero era imposible. Las brujas realmente no podían
volar. Sólo los pájaros y los dragones volaban y ella no era ninguno de
ellos, incluso aunque hubiese sido llamada "la Bruja Dragón", por
unos criados temerosos y campesinos.

Un resoplido cercano. Un caballo. Hacía mucho que habían


enviado el caballo de Tristan a casa. No había otros caballos en los
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bosques. Debía ocultarse. ¿Pero dónde? Recogió su cesta y escapó del


sonido, apresurándose a la seguridad del bosque. ¿Por qué, oh por
qué había tenido que apartarse tanto de la casita de campo?

— Tempest. —Era la voz de William. Ella corrió más rápido,


buscando desesperadamente un modo de escapar, pero de repente
estuvo rodeada. Intentó echarse a un lado rodeando un enorme
caballo de guerra pío, pero no le dejaría. Tenía mejor criterio que tocar
a un caballo de guerra; éstos eran extensiones de los caballeros que los
montaban, y estaban entrenados para matar. Retrocedió. Despacio,
sus ojos llenos de miedo. Su pie golpeó una piedra, y su cesta cayó de
sus manos mientras intentaba en vano mantener el equilibrio. Cuando
golpeó la tierra, sintió un agudo dolor en la cabeza, luego no supo
nada cuando la oscuridad descendió sobre ella.

— ¡Tempest! —Tristan saltó de su caballo.

Ella yacía demasiado quieta. Él apartó a un lado los corceles,


intentando alcanzarla antes de que fuera pisoteada, pero sólo causó
más turbación mientras los hombres alrededor de él intentaban
controlar sus monturas. Se lanzó sobre su cuerpo inerte, para
protegerla.

— ¿Está herida? —preguntó William en cuanto los caballos


fueron controlados.— ¿Tristan?

Tristan se arrodilló y miró a su pequeña hermana. Yacía sobre su


espalda, los ojos cerrados, su cara pálida y sin vida, pero pudo ver que
todavía respiraba. Sangre carmesí cubría una roca cerca de su cabeza.

— ¿Tempest? —Tocó su cara con cuidado, pero no hubo


respuesta. La inspeccionó en busca de fracturas, pero no pudo
encontrar ninguna, luego la giró con cuidado para examinar su
cabeza. Tenía una larga y repugnante incisión detrás del cráneo. Rasgó
una larga tira de su túnica y la enrolló alrededor de su cabeza, luego
la levantó en sus brazos.

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Dragon Witch Dolly Lien

— Si ella muere, lamentaréis este día —juró mirando


airadamente al hombre cuyo caballo la había derrocado.

— Tristan —intercedió William—. No puedes culpar a este


hombre. No tenía el control de su corcel. Él es mi caballero. Yo
respondo por él.

— Entonces vos también lamentaréis este día —dijo Tristan con


los dientes apretados. Llevó a Tempest con cuidado a su caballo.

— Dejadme llevarla, Tristan —dijo William.— Soy más fuerte.


Será ser más fácil para mí montar con ella.

— ¡Qué el diablo os lleve! —gritó Tristan.— Es vuestra culpa que


esté herida. No permitiré que la toquéis —buscó a un hombre de la
guardia de Wendall para que la sostuviera mientras él montaba,
entonces la acunó con cuidado en sus brazos mientras montaban
despacio de vuelta al castillo Windhaven.

******

— Ha aprendido mucho de L'sira, —dijo pensativamente el


hombre.— ¿Por qué no usa sus poderes para escapar?

— Se asustó —contestó la mujer suavemente.— Es joven y fácil


de distraer.

— Joven, sí —El hombre se levantó y comenzó a pasearse.—


Pero es una bruja con grandes poderes, una bruja dragón.

— Los usará. Sólo se paciente. Aún no conoce su verdadero


poder. —La mujer se sentó silenciosamente en su enorme silla tallada,
mirando al inquieto hombre pasearse.— Pareces demasiado
preocupado, querido mío. ¿Estás, por casualidad, envolviéndote
sentimentalmente con tus piezas de juego?
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— Son personas vivas —gruñó él.— ¿O no lo has notado?

— Desde hace mucho. —Su sonrisa fue amplia.— Solamente me


preguntaba cuando lo harías tú.

Veintinueve

El dolor era atroz. Su cabeza parecía un yunque sufriendo el


martillo del herrero. Luces palpitaban detrás de sus párpados
cerrados. Su cuerpo era sacudido, y agua goteaba sobre su cara. En
total, aquel era un modo terrible de despertarse. Intentó retirarse a
otro lugar más cómodo y gimió con el esfuerzo.

— ¿Tempest? —La voz de Tristan parecía preocupada, pero no le


importó. El dolor en su cabeza era más lo que podía soportar, y buscó
el olvido una vez más.

— Tempest, despierta. Abre los ojos. Por favor.

Más dolor. Palpitantes luces. Tempest intentó retirar el agua de


su cara pero no podía mover el brazo; estaba demasiado pesado. Tenía
que escapar del dolor, el dolor que irradiaba desde detrás de su
cabeza para unirse con las palpitantes luces detrás de sus ojos.
Oscuridad. La oscuridad se la llevaría. Lo había hecho antes. La
oscuridad era su amiga. Ésta la envolvió en sus amorosos brazos.

— ¿Tempest? ¿Hermanita?

De nuevo, la voz de Tristan la molestó, pero ella no podía


responder.

- 237 -
Dragon Witch Dolly Lien

Su cabeza dolía de una manera abominable y la oscuridad era


demasiado calmante. Por tercera vez eludió la injerencia de la voz de
su hermano. Pero esta vez la oscuridad no le trajo paz. Esta vez había
peligro, amenazándola. Una distante luz roja creció en la oscuridad.
Se acercaba. Una forma se formó en la luz, una familiar y terrible
figura. ¡Sardon! Pudo sentir su presencia, oler su olor mohoso. Pero no
era Sardon di Mercia quien estaba ante ella en la aterciopelada
oscuridad. Era un dragón, negro como el cielo de medianoche, con
magnéticos ojos rojos que la empujaban hacia la muerte, o algo peor.
Ojos rojos que la atravesaban con odio. Ojos rojos que agotaban su
alma, su poder...

¡Su poder! Con gran esfuerzo, Tempest levantó su brazo y señaló


a la bestia. Lanzó blancas llamas de las yemas de sus dedos,
envolviendo el mal ante ella. Hubo un grito de rabia...y dolor. Un
espeso humo gris surgió del dragón. Su forma se desvaneció, sus ojos
rojos se debilitaron. Una voz susurró en la oscuridad.

— Has aprendido mucho, bruja. Serás una compañera adecuada.

— Nunca —gritó ella con horror.

— ¿Tempest? Despierta. Por favor. —La voz tiraba de ella.


Fuertes brazos la acunaban gentilmente. Ella abrió sus ojos para ver la
preocupada cara de Tristan.

— Tris —susurró— ¿Qué pasó?

Él limpió con cuidado su cara con un paño suave. Ella sintió la


humedad y contempló los cielos grisáceos encima de ella. Una lluvia
suave y apacible lo empañaba todo. Ella cerró sus ojos, disfrutando de
la calmante frescura, gozando el apacible movimiento del caballo.

— Tropezaste y te golpeaste la cabeza con una roca. Hemos


estado montando durante dos días y estamos casi en casa.

—¿En casa?

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Dragon Witch Dolly Lien

— Sí. En casa.

— ¿Pero dónde está Adrian... y Lysira? —estaba confundida.—


¿Por qué vamos a casa? No deseo volver a Windhaven, Tris. Quiero
quedarme con Adrian.

— No puedes. Te casarás con William en quince días.


¿Recuerdas?

— No, no lo amo. —Ella luchó por liberarse de los brazos que la


rodeaban, pero él la sostuvo más fuerte.— ¡DÉJAME IR!

— Quieta. —A Tristan le estaba resultando difícil mantenerla


quieta.— Harás que el caballo se desboque.

Tempest se calmó inmediatamente, comprendiendo el peligro.

William, oyendo su voz enfadada, hizo girar su montura y los


esperó para cabalgar junto a ellos.

— Tempest —dijo, mirando sus rasgos pálidos.— Estás


despierta. Han pasado dos días, y hemos estado bastante preocupados
por ti, querida mía.

— William —lo saludó. No quería hablarle al hombre. Ella


quería estar con Adrian. Tenía que decírselo... No, ella no podía
decírselo ... Diosa, como le dolía la cabeza... Con cautela se tocó la
venda.

— Pronto alcanzaremos el Castillo Windhaven y estarás a salvo


en los cariñosos brazos de tu familia. Tienes que ponerte bien para
nuestras nupcias.

— Estoy muy cansada, William —murmuró ella. Cerrando los


ojos, descansó su cabeza contra el fuerte pecho de Tristan.

William la miró durante un largo rato, luego estimuló a su


caballo hasta alcanzar al jefe de su séquito.

- 239 -
Dragon Witch Dolly Lien

*******

En realidad, estaba bien dormir en su propia cama. Su padre


había estado muy preocupado, y Tempest lamentó la angustia que le
había causado. Aunque al mismo tiempo, sabía que habría ayudado a
Adrian a escapar otra vez, aun cuando aquello había puesto una
severa tensión en su relación con Wendall. Adrian había sido
encarcelado injustamente. No había habido ninguna otra alternativa.
Lo que ella había hecho estaba bien; lo sabía en su corazón.

Christiana ni siquiera se había dignado a aparecer para


preguntar por su única hija. Tempest temía la visita de su madre
cuando llegara finalmente, pero no más que la de William. Hasta
entonces había sido capaz de prevenir cualquier visita suya.

¿Cómo podría explicarle por qué había ayudado a Adrian?


¿Aceptaría simplemente la verdad? No había parecido estar enfadado
cuando la habían traído. Pero ella estaba herida entonces...

— ¿Tempest? —La cabeza de William echó una ojeada alrededor


de la puerta.— ¿Puedo hablar con vos?

— Desde luego, mi señor. —Ella lo miró entrar en la habitación,


arrastrar la pesada silla de madera hasta su cabecera y luego sentarse
en ella. Ella temía sus primeras palabras. Pero él no parecía enfadado.
Parecía triste, de algún modo.

Como siempre, iba vestido de marrón. Los movimientos


nerviosos de William le recordaron a una gran ardilla marrón. Al
toquetear su ropa y mirar alrededor de la habitación, parecía inseguro
de sí mismo. Antes siempre había estado confiado y seguro.

Tempest se preguntó si era posible que suspendiera la boda.


Quizás la liberaría, y ella podría declarar su amor a Adrian.
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— Os amo, lo sabéis —comenzó él, sin mirarla.

Ella estaba confundida. Aquel era un matrimonio arreglado, no


uno por amor. ¿Cómo podía el hombre amarla? Se habían visto raras
veces, y no habían estado solos durante aquellas cortas reuniones. Por
lo general, Sardon estaba en algún lugar, escuchando, observando.
Ella tembló mientras echaba un vistazo a la puerta abierta, esperando
ver a Sardon acechando en las sombras, pero parecían estar solos.

— William, yo... —comenzó ella, intentando encontrar las


palabras adecuadas.

— Por favor, querida mía, dejadme hablar un momento, —


imploró él.— Necesito deciros... Explicar mi corazón y mi vida.

Tempest se quedó tranquila, a la espera.

—Nerviosamente, William se aclaró la garganta.— No sé por


donde comenzar.

— Habladme de Clairesse du Monterre —le incitó ella


amablemente.

Ella necesitaba saberlo para entender a aquel hombre.


Necesitaba entender por qué el hombre con el que iba a casarse había
quemado a su amante embarazada como bruja y a su hijo.

— ¿Clairesse? —Él hizo una pausa, mirándola sorprendido.


Entonces sus ojos se entristecieron al recordar el dolor,— yo iba a
casarme con la madre de Marissa, Gwendolen, cuando conocí a
Clairesse —comenzó.— Era un matrimonio arreglado y, aunque
Gwendolen era una dulce niña, yo no podía encontrar amor en mi
corazón para ella. Clairesse era... —se aclaró la garganta
nerviosamente y continuó.— Ella era la mujer más hermosa, más
dulce y más salvaje que nunca haya conocido. Era curandera, y
vagaba de heredad en heredad, a cualquier parte donde sus servicios
fueron necesarios. Gwendolen había estado enferma, y pedí a
Clairesse que se quedara para ayudar, pues nuestra curandera había
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Dragon Witch Dolly Lien

muerto aquella primavera. Marisa tenía sólo dos años, y yo todavía no


tenía ningún hijo para ser mi heredero. Necesitaba que Gwendolen
estuviera bien para darme el hijo que tan desesperadamente quería.
Clairesse me atraía como ninguna otra mujer lo había hecho. Su
descarada sonrisa, su ingenio agudo y su lengua aún más aguda
hacían cantar a mi corazón. La amé, y creo que ella también llegó a
amarme. —Cerró los ojos, descansando su cabeza contra el alto
respaldo de la silla y dejó que los recuerdos de Clairesse se
desbordaran sobre él en dulce agonía.

Recordaba hacerle el amor suave y salvajemente. Recordaba la


suavidad de su cuerpo, la pasión, la mirada en sus ojos verdes cuando
entraba en ella para derramar su semilla en un momento de puro
éxtasis. Recordaba como se había extendido su pelo a través de la
almohada en glorioso abandono, como llamas rojas, consumiendo su
mismísima alma. Recordaba su muerte, como había intentado en vano
llegar a ella. La puerta cerrada. William distraídamente frotó su mano
cuando recordó como había aporreado aquella puerta hasta que sus
manos sangraron, su garganta irritada por sus gritos angustiados.
Recordaba los chillidos de agonía de ella cuando el fuego la rodeó.
Recordaba el gemido de muerte de su bebé cuando brevemente entró
a un mundo cruel de dolor y muerte inmediata. Recordaba...

— ¿William?

La voz de Tempest lo trajo de vuelta al presente.

— Me recordáis a ella —dijo él tristemente.

— Decís que la amabais, aún así les dejasteis quemarla como a


una bruja —dijo ella severamente, implacable.

— No tenía opción. —Sus palabras salieron apagadas y lentas.—


No pude pararlos. Alguien había cerrado con cerrojo la puerta de la
torre. No pude salvarla.

— Pero me dijeron que vos os habías encerrado en la torre.


- 242 -
Dragon Witch Dolly Lien

— No —susurró él.— No lo hice. Intenté salir de la torre. Intenté


parar la quema.

— No hubieras podido hacer nada. —Las palabras de Sardon


flotaron entre ellos como una pared.— La quería muerta, y la gente
estaba bajo mi control.

— ¿La querías muerta? ¿Fuiste tú quien cerró aquella puerta?

William se levantó para enfrentarse a su consejero, su cara pálida


y enfadada.

— ¿Por qué? Ella no había hecho dañó a nadie. No era ni


siquiera una bruja verdadera, sólo una simple curandera. Me la
arrebataste. ¿Por qué?

— Era una bruja —dijo Sardon,— una bruja de verdad, aunque


de segunda categoría, a lo más. No me dio lo que yo quería, así que la
envié a su muerte. Además, no tenía lugar en mi proyecto. —
escudriñó a William, esperando, gozando la cólera que podía ver en
sus ojos.

Ahora, pensó, ahora puedo destruir a esta lamentable criatura y tomar


a su prometida. He sufrido su debilidad durante demasiados años.
Finalmente agregaré el poder de una bruja verdadera al mío. Nada me
derrotará ahora. Esta embrujada me dará su poder. No será capaz de
pararme. La cría de dragón no está aquí para protegerla esta vez. Ella no
podría evitar el destino que he escogido para ella.

— Te mataré por lo que has hecho —bramó furioso William,


sacando su espada.— Me arrebataste a Clairesse. ¡Asesino! Causaste la
muerte de un bebé inocente. ¡Mi hijo!

— William —la voz de Sardon fue suave, como el aceite sobre el


agua.— No debes molestar a Tempest.

Él levantó su mano, usando sus poderes innatos, usándolos con


calma, para controlarlo.— Discutiremos esto fuera.
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Dragon Witch Dolly Lien

Sus oscuros ojos rojos miraron a Tempest.— Si nos perdonáis,


milady —dijo con una sonrisa insidiosa.— Debemos dejaros.

Tempest lo miró fijamente, incapaz de hablar mientras sus


párpados se volvían pesados. Un sueño profundo, poco natural, la
alcanzó.

Sardon estaba encantado con sí mismo mientras conducía a un


dócil William fuera de la habitación. Pronto, embrujada, pensó, pronto
tus poderes serán míos, entonces destruiré al hijo de L'sira para toda
la eternidad. La muerte del su cría de dragón será sólo el principio de
mi venganza. Lysira pagará por su rechazo. Nadie rechaza a S'rdonne.
Nadie.

William, la espada ahora seguramente envainada, siguió


obedientemente a Sardon a través del puente del foso hacia el bosque.
Sardon lo mantuvo bajo fuerte control mientras ensillaban sus
monturas y abandonaban el castillo. Dijo a la guardia de la puerta que
lo habían llamado de regreso a Far Reaches para administrar mientras
William se quedaba para la boda. William iría con él durante una
corta distancia para darle algunas instrucciones de última hora, le dijo
al hombre, pero pronto volvería.

Lo tenía todo bien planeado —salir del castillo, matar a William,


y volver con su aspecto, desposar a Tempest y tomar su poder en su
noche de bodas. Sí, funcionaría bien, claro que sus proyectos siempre
funcionaban bien.

Quizás mantendría a la embrujada como un juguete después de


matar a la cría de dragón. Aquel era un pensamiento interesante. Se
preguntó cómo sería la descendencia de un dragón negro y una bruja.
Muy probablemente serían más fuertes que la cría de dragón de
Lyrisa, sobre todo después de que les hubieran dado sus grandes
conocimientos. Sonrió satisfecho, perdido en los sueños del regreso de
una poderosa familia de dragones negros que gobernara sobre los
humanos y los dragones por igual.

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Dragon Witch Dolly Lien

Pronto alcanzaron un enorme claro, y Sardon hizo un alto.


Desmontó y andó hasta donde William estaba sentado sobre su
caballo, una mirada ausente en sus ojos negros. Tocó la mano de
William con su anillo. William gritó y retrocedió. Su mano ahumó
donde el anillo la había tocado, y creció una ampolla, sólo para
reventarse rápidamente. Limpio líquido goteó sobre sus dedos.
Levantó su cabeza y miró fijamente a su enemigo. Sardon sonrió ante
la mirada de dolor y turbación en la cara de William.

— ¿Estás listo?

— ¿Listo? —De repente, el entendimiento apareció en la cara de


William. Había acogido a aquella víbora en su casa, le había permitido
destruir la frágil felicidad que había encontrado con Clairesse. Su
propia debilidad y credulidad habían ayudado a aquel monstruo. Y
ahora... ahora perdería su vida si no podía encontrar la fuerza dentro
de él para derrotar a aquella malvada criatura.

— Dijiste que querías matarme. —Sardon lo miró atentamente


mientras la comprensión aparecía en los ojos de William.—
Terminemos con esto. Tengo cosas que hacer. —El entusiasmo
animaba sus ojos de carbón. Tiró a William de su silla, sacudiéndolo a
tierra en un poderoso descenso en picado. William cayó, pero era un
guerrero sazonado; había ganado sus espuelas doradas en el campo
de batalla. Se levantó rápidamente y sacó su larga espada, listo para la
batalla.

— ¿Piensas derrotarme con eso? —Sardon sonrió con


satisfacción, señalando burlonamente el arma.

— Te mataré por lo que le hiciste a Clairesse y a nuestro niño —


dijo William, sus ojos ardiendo con odio.— Pagarás con tu vida.

Sardon se rió, tocó su ópalo encendido y comenzó a cambiar, a


crecer. Su piel cambió de color, primero marrón luego a un gris
ahumado, luego obsidiana profunda, brillante. Sus ojos brillaron rojos
cuando el poder se levantó por su cuerpo. Se formaron escamas, y
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Dragon Witch Dolly Lien

curtidas alas, largas y poderosas, brotaron de sus enormes hombros.


Completada la metamorfosis gritó un desafío, su mente ya no era
humana sino la de una bestia, el dragón en que se había convertido.

William retrocedió con horror. Pero él era un caballero; aquello


era una batalla a muerte, y no tenía elección. Aquel monstruo había
asesinado a su Clairesse. Moriría por lo que había hecho. Vería su
sangre escurrirse de su feo cuerpo. Clairesse sería vengada.

William levantó su espada en ambas manos y cargó. Sardon


acuchilló con sus enormes garras, acuchillando su cara y su cuello. En
el calor de la batalla, William no sintió dolor. Sabía que el dolor
llegaría más tarde —si vivía—. Las sangrientas garras acuchillaron
otra vez, esta vez rasgando los pedazos de cota de malla y la carne del
pecho de William. La sangre carmesí fluyó. El dolor rasgó sus
entrañas, pero de todos modos luchó contra la gran bestia. Se
defendió con su espada, para cortar el vientre del dragón pero no le
hizo daño. La aguda hoja no podía hendir sus gruesas escamas. Cortó
sus piernas, pero otra vez no pudo hacerle ninguna herida a la
inmensa bestia. Perdió terreno y se retiró hacia los árboles. El dragón
lo siguió haciendo volar llamas candentes, chamuscando su ropa,
derritiendo su cota de malla, hasta que su ropa y su piel fueron uno.

William se giró para enfrentar al dragón. Sardon di Mercia ya


no era un hombre, sino simplemente una bestia. El caballero
desesperado levantó su espada, apuntando a la garganta de la bestia,
y mantuvo su posición cuando su enemigo cargó contra él. Pero otra
vez la espada no pudo penetrar las gruesas escamas. Y fue arrancada
de sus dedos cuando chocaron. Tenía los dedos entumecidos cuando
alargó la mano hacia su arma. No podía sentir nada. No podía
agarrarla. Algo se envolvió fuertemente alrededor de su pecho.
Cortantes dientes agudos rasgaron su cota de malla, su túnica, y su
cuerpo. Los dientes se hundieron más y más profundo, royendo,
desgarrando la carne, aplastándole los huesos cuando se cerraron.
Sintió su cuerpo debilitarse y luchó por permanecer consciente,
liberarse de aquel aliento caliente y ácido, aquel dolor cegador, pero
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Dragon Witch Dolly Lien

fue en vano. La oscuridad descendió... Clairesse. Su mente gritaba por


ella, por su amor, lejos de él para siempre.

— William. —La voz suave de Clairesse fue dulce y bienvenida.


— Mi amor.

Sardon dejó caer el cuerpo sin vida. Lo tocó con su garra, lo hizo
rodar y examinó la cara de William. Quería ver la agonía estampada
en sus rasgos. Quería deleitarse en el terror de aquel humano endeble
por su muerte violenta. Quería saborear el miedo una vez más. Pero la
cara de William era pacífica. Una sonrisa curvaba sus labios. Sus ojos
sin vida perdidos en un lugar de belleza, un lugar de paz, un lugar
donde S'rdonne, el dragón negro, no podía entrar. El vencedor levantó
sus encendidos ojos rojos al cielo y entonces gritó su frustración. Pero
no hubo respuesta.

*****

La mujer de pelo negro no pudo levantar su mirada de aquellos


ojos rojos como la sangre cuando la cara del dragón llenó el cristal. No
pudo hablar. Cuando extendió la mano y tomó la mano del hombre
rubio en la suya, sus dedos temblaban, sus labios temblaban. Sus ojos
de distinta gama de color marrón no podían alejarse del palpitante
cristal azul.

— ¿Por qué? —susurró.— Me dijiste que William no sería


asesinado. ¿No puedes controlar a esa bestia?—

El hombre miró a la escena de destrucción que se había


desarrollado ante ellos, el rostro lleno de odio hacia el dragón negro.
Su cara estaba pálida cuando le contestó. —Pensé que tenía el control
completo —contestó en voz baja.— Se supone que esto no pasaría.

— Debes recuperar el control, querido —dijo ella con una débil


voz.— Si no lo haces, todos nuestros proyectos fracasarán.

El silencio llenó el espacio mientras ambos intentaban entender


por qué las cosas se habían vuelto tan terriblemente del revés...
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Dragon Witch Dolly Lien

Treinta

Sola. Tempest nunca se había sentido tan sola como mientra


permanecía sentada sobre el estrecho alfeizar de la ventana de su
habitación, mirando al patio interior. Echaba de menos a Miriam.
Echaba de menos su dulce sonrisa y hasta deseaba poder oír a Miriam
regañarla otra vez— solamente una vez más. Pero no pasaría. Su
amiga su había ido.

Los criados se apresuraban a sus tareas designadas; las guardias


daban un paseo por los muros exteriores; los niños jugaban entre las
flores del jardín. Tempest estaba sola. Esperando. William y Sardon se
habían ido hacía horas. La noche estaba cayendo, y ella estaba
preocupada. No sentía ningún amor por William Mirabelle, pero no
deseaba verlo muerto. Había sido amable con ella, e iban a casarse en
sólo siete días. No habría ninguna forma de escapar de la boda. Le
dolía la cabeza sólo de pensar en ello. Si sólo hubiera un modo de
rechazar la mano de William, para simplemente irse lejos y vivir para
siempre con Adrian.
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Adrian. Diosa, como lo amaba. Amaba la grácil forma de su gran


cuerpo al moverse. Amaba sus ojos azules que cambiaban de color con
sus emociones: cobalto cuando estaba enfadado, suave azul como el
cielo de invierno cuando le dijo que la amaba. Sus ojos eran realmente
el espejo de su alma. Le gustaba su suave toque, el modo en el que la
besó, suavemente al principio, más profundo luego, exigiendo,
acariciando sus labios, haciéndola arder con una necesidad de algo
indefinible, algo demasiado dulce para ponerlo en palabras.

El calor creció en su cuerpo, y su cara se ruborizó cuando se


debilitó de deseo. Lo echaba terriblemente de menos, echando de
menos su dulce sonrisa.

Algo rozó su pierna. Una diminuta vibración y un suave


maullido atrajo su atención. Monstruo brincó a su regazo, sus garras
masajeando su pierna mientras su cabeza daba golpecitos
continuamente contra su brazo, exigiendo que una mano suave y
familiar le acariciara.

— ¡Monstruo! — La alegría la llenó mientras sujetaba el


diminuto gatito cerca de su pecho. Riendo, lo sostuvo con ambas
manos para mirar sus verdes ojos. —¡ Ah, cómo te he echado de
menos! ¿Cómo lograste llegar aquí? Te dejé con Adrian. —

— ¿Me has echado de menos también a mí, Tempest? — La


profunda y rica voz de Adrian, llenó la habitación y su corazón.

— ¿Adrian? ¿Cómo...? No deberías estar aquí. Mi padre todavía


cree que mataste a Miriam. Te arrojará a la mazmorra otra vez. Te
matarán. Aún no he tenido posibilidad de convencerle de tu
inocencia. Yo... ¿Cómo llegaste aquí? Podrían haberte cogido. Si
alguien te viera... —

— Tempest — Adrian puso su dedo en sus labios. — Hablas


demasiado — con cuidado tomó a Monstruo de sus brazos y lo puso
en el alfeizar al lado de ella. — He venido para llevarte a casa —
murmuró él, empujándola en sus brazos.
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— Adrian, yo... Como... —

— No hables, pequeña bruja. Estoy aquí, eso es todo lo que


importa. —

Su cabeza se inclinó hacia la de ella. — Ahora necesito besarte.


Sus labios se encontraron, y su mundo giró fuera de control. Sus


piernas temblaron, y sus brazos rodearon su cuello para evitar caer.
Tempest no se preocupó por como había llegado a su habitación. Sólo
le importaba que estuviese allí. Sosteniéndola, besándola. Los brazos
de Adrian la apretaron más cuando el beso se hizo más profundo. Su
lengua tocó sus labios cerrados, buscando entrar. Ella le dio acceso y
lo encontró tímidamente, participando en el baile de pasión. Un calor
desconocido corrió por su cuerpo, comenzando en la punta de su
lengua, moviéndose hacia abajo, más profundo y más profundo,
hasta instalarse en su lugar secreto de su mujer. Quiso estar aún más
cerca, derretirse en él, convertirse en parte de él. Sus caderas
comenzaron a moverse a un ritmo suave, deseando, necesitando.

Él gimió y la empujó contra la pared de piedra, apretando su


duro cuerpo contra el de ella. Su mano apartó su sobreveste, luego su
túnica, buscando, encontrando su pecho. Su encallecido pulgar rozó
su sensible pezón, y éste se endureció, enviando sacudidas de pasión
profundamente a su cuerpo de doncella. Él liberó sus labios, e inclinó
la cabeza hacia su pecho. Tomándolo en su boca, lo succionó,
ligeramente al principio, entonces más duramente, y ella gritó
maravillada mientras su cuerpo ardía con deseo. La mano de él dejó
un camino ardiente bajando por su vientre, viniendo a descansar en
su montículo. Su dedo entró en ella, y ella retrocedió. El pánico tomó
los mandos. No, ella no podía hacer aquello. Debía permanecer
doncella. Gritó, pero él persistió, moviendo sus grandes manos por su
cuerpo, haciéndola debilitarse con deseo. El calor ardió, quemando un
camino profundamente hasta su alma. Ella no podía, no, no quería
pararlo.
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— Tempest — gimió él. — Te deseo. Ahora. Te haré mía. —

— Adrian. — Su voz era áspera, pesada con la necesidad. Su


garganta estaba seca. Sus labios ardían, y ella pasó su lengua sobre
ellos antes de que irrumpieran en llamas y la consumieran.

Adrian le quitó la ropa, la colocó en sus brazos y la llevó a la


cama. Ella lo miró a través de sus ojos velados por la pasión mientras
él rápidamente se quitaba la ropa, mirando su cuerpo magnífico,
duro y listo.

— Te amo, Tempest — susurró él, su voz ronca por el deseo. —


Siempre y para siempre. —

Ella no pudo hablar, su garganta cerrada por la emoción.

— Dime que me amas — le exigió él, mientras colocaba una


rodilla en la cama al lado de ella. —Ahora—.

— No puedo — susurró ella. — Debo casarme con William en


siete días. —

— Entonces tomaré tu virginidad, y no serás pura para tu noche


de boda. — Le empujó las piernas para apartarlas, listo para entrar en
ella, más allá de todo pensamiento de William o nada más. Su mente y
cuerpo ardían por ella, y ¡la deseaba, ahora!

— No, Adrian. — Tempest puso sus manos sobre el pecho de él.


— Debo ser doncella para William o me dejará de lado. —

— Bueno. Entonces te casarás conmigo.—

— Adrian — la tristeza llenaba la voz de ella, consumiendo su


alma. — No puedo hacerlo.—

— Puedes. —

— No, lo he prometido. No puedo romper mi promesa. —

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— ¡Malditos sean tus votos! ¡Y William, también! — Los azules


ojos de Adrian rápidamente cambiaron de ultramarino a cobalto. —
Tú me amas. Dilo. —

— No, Adrian — mintió ella. — No te amo. —

Él cerró sus ojos y dejó caer su cabeza, sus hombros cayeron en


depresión, su largo pelo rubio cayó sobre su cara, rozando el pecho de
ella con su sedosa suavidad.

Ella alargó la mano para tocarlo, retirarlo de su cara, pero retiró


la mano. Anhelaba tocarlo, abrazarlo, decirle que lo amaba, pero no
podía. Debía hacer lo que había prometido. Debía conseguir que él la
abandonara, que la olvidara, que siguiera su vida. Sin ella.

Adrian levantó su cabeza y la miró. Sus ojos brillantes con


cólera, luego se apagaron. — Sé que me amas — dijo rotundamente.

— No — susurró ella, su corazón roto. — No lo hago. —

Él se levantó de la cama sin otra palabra, se puso su ropa y la


miró fijamente durante un largo momento. Abrió su boca como si
pensara hablar pero, pensándolo mejor, se dio la vuelta y dejó la
habitación. No miró atrás.

Ella apretó sus brazos alrededor de su cuerpo y se dobló


adelante y atrás, meciéndose con dolor, dolor ante perder a Adrian.
No hubo lágrimas, no hubo liberación de la agonía en su corazón, en
su alma. Las brujas no podían llorar. Su cuerpo tembló con la emoción
mientras se mecía hacia adelante y hacia atrás, hacia adelante y hacia
atrás, hacia adelante y hacia atrás.

******

— ¿Por qué persiste en decirle que no?— preguntó el hombre, el


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Dragon Witch Dolly Lien

ceño fruncido estropeando sus hermosos rasgos. — ¿Y por qué le dice


que no lo ama? —

— Le hizo una promesa de casamiento a William — explicó la


mujer gentilmente, poniendo su fina mano sobre su brazo, intentando
tranquilizarlo. — Es una mujer de honor, querido. —

—¡Bah! — resopló el hombre. — Si sigue por ese camino,


perderá su poder y solamente será una mujer mortal, vieja y no
amada. —

— Pero tendrá su honor y su orgullo. —

— Honor. Orgullo. ¿Qué son en el esquema de las cosas? —

— Lo son todo para ella — dijo la mujer suavemente. — Es lo


que es, lo que la hace humana.—

El hombre de pelo dorado la miró cínicamente. — El honor y el


orgullo no te mantienen calientes en una noche fría. Además, William
ya está muerto. Ella es libre. —

— Ella es inconsciente de ese hecho, querido mío. —

— Bueno, A'dryan no la querrá cuando ella sepa de la muerte de


William. Él no esperará mucho tiempo para encontrar a otra
compañera. —

— Esperará — sonrió la mujer. — Él la ama. —

- 253 -
Dragon Witch Dolly Lien

Treinta y uno

Era difícil acostumbrarse a la forma de William. Sardon pasó el


resto del día andando alrededor del bosque. Su acostumbrada forma
humana era pequeña y leve, mientras que la de William había sido
varias pulgadas más alta, bien musculosa, acostumbrada a llevar cota
de malla y a montar un caballo de guerra.

El estúpido caballo era otro asunto. Se espantaba violentamente


siempre que él estaba cerca, no reconociendo el olor extraño de su
amo. En su frustración, Sardon maldijo al animal y seriamente
consideró simplemente matarlo y volver a pie. Pero levantaría
preguntas, y él no quería preguntas. Quería que todos lo aceptaran
como William Mirabelle.

Su olor. Tempest siempre parecía conocer quien era él, no


importaba la forma que tomara. Lo había mencionado en varias
ocasiones, hasta sabía cuando intentaba enmascararlo. Si él pudiera
engañar al caballo imitando el olor de William, podría engañar
también a la bruja. Debía hacer del olor de William el suyo propio.
Sardon dio la vuelta al cuerpo de William. Lo miró con disgusto.
Había odiado la bondad de William, su debilidad cuando vivía, y lo

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Dragon Witch Dolly Lien

despreciaba incluso más muerto. La mirada de completa paz sobre la


cara de William lo confundía y Sardon no podía tolerar la confusión.
Había matado a William, pero al final no lo había derrotado.
Brutalmente, pateó el cuerpo.

— Maldito seas, William Mirabelle — gruñó. — Puedes pudrirte


para siempre en el séptimo plano de infierno. — Pero la mirada de paz
continuaba, burlándose de él. Nadie se burlaba de S'rdonne. Nadie. Su
sangre comenzó a hervir. El dragón, S'rdonne, comenzó a surgir.

Fuego. Creció dentro de la bestia. Llamas azules volaron entre


los dientes del dragón y la mirada burlona en la cara de William fue
quemada para siempre. El humano era ahora irreconocible. William
Mirabelle ya no existía. Su familia no podría afligirse por él. De hecho,
su familia nunca lo encontraría. S'rdonne tenía la victoria final.

Sardon, el hombre, estaba satisfecho cuando volvió a la forma


humana.

Pero aquella cólera era una pérdida de tiempo. Se inclinó hacia


el cadáver inhalando profundamente, atrayendo el olor del muerto en
él. Lo sostuvo durante un largo rato, dejando que el olor de William
rezumase por sus poros, haciéndose parte de su propia sustancia.
Sardon saboreó la esencia de la sangre y la muerte, pero sabía que
debía liberar aquella forma de aquel olor particular. Enrolló el olor de
muerte en una palpable pelota profundamente en su cuerpo, luego la
hizo subir a su boca. Aborrecía liberarla, la sostuvo sobre su lengua, la
hizo rodar, la saboreó y dejó que se deslizase por su garganta;
entonces la trajo de vuelta a su boca y la escupió de mala gana sobre la
tierra.

Sardon caminó hacia el caballo de guerra de William. El animal


lo miró con calma. Puso su pie en el estribo y montó sin problema.
Había sido una excelente idea guardar la ropa de William antes en el
bosque. Había estado bien preparado, como siempre.

Sintiéndose satisfecho, Sardon di Mercia se dirigió de vuelta al


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Dragon Witch Dolly Lien

Castillo Windhaven para completar sus proyectos. Como William,


sería capaz de tener todo lo que deseaba. De ahora en adelante nadie
se interpondría en su camino. Aquello era estupendo. Era de verdad
muy, muy bueno.

*******

— ¿Que él ha hecho qué? — La sorpresa llenaba la voz de


Christiana.

— William ha ido a matar a Sardon — repitió Tempest. —


Descubrió que Sardon era responsable de que Clairesse fuese
quemada acusada de bruja. —

— ¿Clairesse? ¿Y quien es Clairesse? — exigió Christiana. —


Lord William se casará contigo. ¿Es esa Clairesse alguna amante que
tiene al lado? —

— Fue hace mucho, Madre — contestó Tempest fatigosamente.


— Lleva muerta muchos años. No quiero hablar de ello. Estoy cansada
y deseo volver a mi habitación para descansar. —

— Puedes descansar más tarde. Quiero saberlo todo sobre esa


Clairesse. Ahora. —

A Christiana le interesaba cualquier tema nuevo, como un gato


con un ratón recién atrapado.

Tempest suspiró y miró alrededor del gran salón pero no pudo


encontrar a nadie que la ayudara. Cuando William entró en la
habitación, vio un escape a las preguntas de Christiana.

— William ha vuelto —señaló. — Pregúntale sobre Clairesse. —


Ella se deslizó fuera del pasillo mientras su madre estaba ocupada con
William.

Tempest suspiro aliviada mientras se apresuraba a la estrecha


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Dragon Witch Dolly Lien

escalera. Si William había vuelto, debía haber derrotado a Sardon.


Esperaba que Sardon estuviese muerto y en el Hades adonde
pertenecía. Había asesinado a Miriam, y ella esperaba que su muerte
hubiese sido muy dolorosa. Miriam había intentado enseñarle a no
odiar, pero Sardon le había arrebatado a su amiga, la mujer que era
más que una madre para ella. Tempest lo aborrecía. Su muerte sería
una bendición para todos.

Había renunciado al fuego aquella mañana porque esperaba un


día caliente de primavera, pero su habitación estaba fría, así que se
deslizó bajo las pieles sobre su enorme cama y se acurrucó en el
profundo colchón de plumas. Cerró los ojos e intentó dormir.

Pero el sueño la eludió. Echaba de menos a Adrian, echaba de


menos su tranquila sonrisa, sus bromas inocentes, su toque. Dioses
como había hecho arder su sangre con sus besos. Si simplemente no
se casara con William. Si simplemente pudiera pasar el resto de su
vida sintiendo los besos de Adrian marcar su cuerpo y su alma con su
amor. Si sólo Miriam estuviera allí para hablar con ella. Si sólo ella no
le hubiera mentido, diciéndole que no lo amaba. Si sólo...

El sueño la reclamó. Soñó con Adrian. Una suave sonrisa se


extendió por su cara.

*****

Christiana estaba volviendo loco a Sardon. ¡Clairesse! Estaba


enfermo de hablar sobre la mujer. La bruja había sido inútil cuando
estaba viva y, pensó que quizás Christiana pronto se uniría a ella si no
cesaba su charla. Sería una tarea fácil y agradable.

— Perdonadme, milady — dijo él. — Debo hablar con Tempest.


Nos separamos en términos difíciles, y debo arreglar las cosas antes
de que nos casemos—

— Desde luego, William. Os casaréis muy pronto, y no debe


haber ningún problema. ¿Volverá Sardon a tiempo para las nupcias?
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Dragon Witch Dolly Lien

— Sardon di Mercia está muerto — gruñó Sardon. — Lo maté y


le dejé su cuerpo a los animales. No oiré más su nombre. — se dio la
vuelta para marcharse, sin hacer caso a los de repente pálidos rasgos
de Christiana.

— Pero... — Christiana estaba sobresaltada. ¿Sardon muerto? No


podía ser.

Silenciosamente observó a William caminar hacia la escalera, con


miedo de preguntar todas las preguntas que ardían en su mente. ¿Por
qué había William matado a su consejero? ¿Habría roto Sardon de
algún modo y sin ser consciente, el código de honor del caballero?
William había parecido tan enfadado. Eso era tan impropio del
hombre. Diosa, echaría de menos a su amigo Sardon. Había sido un
hombre tan distinguido. Christiana recogió su costura, sus
pensamientos ya enfocados en el vestido nuevo que se estaba
haciendo. Hablaría con Tempest más tarde — después de que William
y su rebelde hija hubieran arreglado su malentendido....

********

Sardon observó dormir a Tempest. Su pelo rojo desbordándose


encima de las almohadas le recordó la primera vez que había soltado
fuego cuando era una cría de dragón. Sonrió. Quizás no sería una
gran tarea tomar el poder de aquella embrujada. La mantendría viva
hasta que se cansara de ella. Necesitaría una hembra para ayudarle a
gobernar la heredad de William y llevar sus crías. Sí, ella sería útil, al
menos por un rato.

Después de que matara a la cretina de L'sira, sería vengado.


L'sira pagaría por lo ocurrido. Estaría indefensa contra su poder, ella y
aquel caballero oscuro, grande y pesado al que llamaba compañero.
Casi podía oler la victoria en el aire, probar su dulzor en su lengua de
dragón. Los verdes ojos de Tempest estaban abiertos, mirándolo
fijamente. Sardon parpadeó y dio un paso atrás.
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Dragon Witch Dolly Lien

— William — preguntó ella. — ¿Sardon está muerto? — Tempest


olió el aire cautelosamente, preocupada. Quería asegurarse de que era
realmente William. Descubrió el olor suave del pino, limpio y fresco.
William debía haberse rozado contra un árbol mientras estaba en los
bosques.

— Sí. — dijo Sardon con una sonrisa, el recordar el cuerpo


carbonizado de William, oculto en el bosque. — No nos molestará
más. —

— Él asesinó a Miriam. — El dolor llenaba su voz. — No fue


Adrian quien la mató, sino Sardon di Mercia. Merecía morir. —

— ¿Vas a defenderme tan apasionadamente después de que


estemos casados, embrujada? — preguntó él suavemente, tomando un
rizo de su largo pelo rojo en su mano y torciéndolo ociosamente. —
¿Vas a amarme tanto como amas a esa cría de dragón?—

— ¿William? — Una mirada de completa turbación cruzó su


cara. — Estás usando las palabras de Sardon. ¿William? —

— ¿Lo hago? — Sardon habló arrastrando las palabras


perezosamente. — Debo haber pasado demasiado tiempo en su
compañía. — Sus dedos apretaron el rizo de pelo que sostenía, tirando
de él lo bastante para poner incómoda a Tempest.

— ¿Sardon? — respiró profundamente, probando el aire.

— Respira profundamente, embrujada. No olerás a Sardon Di


Mercia, sólo a William Mirabelle. ¿ Sabes, embrujada? ¿Pueden tus
poderes de bruja ayudarte ahora? — la miró de cerca, a través de sus
párpados entreabiertos. Perezosamente, como un gato, se acercó. Tiró
de ella más cerca, anticipándose, sintiendo su miedo crecer,
esperando. Esperando el momento en que estuvo segura, el momento
en que usaría sus poderes para defenderse; sabiendo que usaría otra
vez fuego y relámpago; que él añadiría a su poder.

Su mano tocó su pecho. Eran firmes, como lo habían sido los de


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Dragon Witch Dolly Lien

L'sira hacía tantos años. Los exprimió, con fuerza. Se le hizo agua la
boca cuando Tempest gritó de dolor. Luchó para liberarse de él y él
saboreó su miedo, saboreándolo en el aire, metiéndolo en su cuerpo,
usándolo para hacerse más fuerte. Sus ojos se volvieron vidriosos; la
empujó de espaldas sobre la cama y extendió su poderoso cuerpo
sobre el suyo, apresándola. Las frenéticas luchas de ella eran inútiles
contra su fuerza.

El peso de él sobre su cuerpo le quitó el aliento a Tempest, y no


pudo hacer ningún sonido. Jadeó en busca de aire y empujó
vanamente contra su pecho pero no podía escapar. Él se sintió ponerse
rígido cuando su cuerpo inferior hizo contacto con su feminidad. Las
cubiertas estaban en su camino. No podía sentirla lo bastante. La
deseaba. No esperaría a aquella boda estúpida. La tomaría. Ahora.
Ella cedería. Su poder de bruja sería suyo.

Sardon rasgó las cubiertas en medio ellos y pasó su mano por


encima de su túnica, de su pierna, llegando más cerca de su objetivo.
La violaría. No sería suave con esa humana. Ella aprendería lo que era
el acoplamiento de un dragón. Pronto. Pronto sus poderes le
pertenecerían. Inclinó su cabeza para tomar sus labios, quitarle su
poder, violar su cuerpo y su alma.

Tempest le mordió. Con fuerza. Sardon luchó, intentando


escapar de sus agudos dientes humanos. Ella no lo liberaría. Su
caliente y acre sangre comenzó a fluir de la herida en su labio. Gritó
de dolor cuando la rodilla de Tempest hizo contacto con su lugar más
vulnerable. Nunca había sentido tal agonía, dolorosa, rasgando,
quemando en sus extremidades inferiores hasta que sus oídos
resonaron. En sus trescientos años sobre la Tierra nunca había sentido
tal dolor. Su rodilla volvió a hacer contacto con su ingle. Él intentó
alejarse, pero sus dientes lo sostuvieron rápidamente. Intentó gritar,
pero el sonido salió como un bajo gruñido. Intentó alcanzar su anillo,
volver a su forma de dragón. Intentó evocar su cólera para que le
ayudara a cambiar a su forma legítima, pero no pudo vencer el
ardiente dolor en su labio y en su ingle. Entonces el golpe de poder.
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Dragon Witch Dolly Lien

No el poder de dragón de S'rdonne, sino el poder de la bruja, ira, fría,


desafiante, poder salido de las profundidades del ser de Tempest,
manando del alma de una bruja verdadera, manando de las almas de
todas las brujas desde el principio de los tiempos.

Frío. Se le nubló la mente, se le paró el corazón, el frío rezumó en


su cuerpo. No podía escapar. Buscó el calor, algún pequeño calor,
pero no encontró ninguno, mientras el frío se arrastraba despacio e
inexorablemente hacia su malvada alma.

*******

— Ella tiene el poder — exclamó el hombre, la satisfacción


haciendo que su profunda voz resonara— Tiene su poder de bruja. —

— Sí — la mujer estuvo de acuerdo, recostándose en su silla. —


Es más fuerte de lo que pensé. L'sira ha sido una buena maestra —

— No ha sido sólo la enseñanza de L'sira, querida mía. —Se


frotó pensativamente su barbilla fuerte y cuadrada. — Usó el frío para
destruirle. Sintió que el calor era el poder de él. Es una bruja
verdadera. L'sira solamente la puso en camino.—

— Su poder será mayor cuando sea la compañera del dorado —


comentó la mujer pensativamente, alargando la mano hacia una copa
de cristal rodeada de oro. —Será pronto, creo. —

— Sí — El hombre levantó su copa en un silencioso brindis. — El


juego va bien. —

— Por el juego. — Ella chocó su copa con la suya, un suave


tintineó llenó el aire alrededor de ellos. — Por los amantes — susurró.

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Dragon Witch Dolly Lien

Treinta y dos

— ¿Qué has hecho? — El sobresalto llenaba la voz de Christiana,


haciendo que sus palabras fuesen mal pronunciadas e ininteligibles.
Se aclaró la garganta, lamió sus labios y lo intentó otra vez. — Tú puta
estúpida— siseó, finalmente notando la ropa rasgada de Tempest y su
aspecto despeinado. — ¿Qué has hecho? —

— He matado a Sardon Di Mercia — contestó Tempest con


calma, mirando fijamente a su madre.

— ¿Sardon? ¿Has matado Sardon? Tempest, ¿te has vuelto


completamente loca? Es William Mirabelle quien está ahí en mitad de
los juncos... no Sardon di Mercia. —

— No, Madre. Es Sardon. —

Christiana fue hasta el cuerpo y lo giró. Los ojos de William


estaban cerrados, sus labios abiertos. Su cara tenía un molde azulado,
y cuando tocó su piel, estaba fría como la muerte.

— Mira su cara, maldita estúpida —escupió Christiana. — ¿Se


parece a Sardon? — Ella agarró la mano de Tempest y la derribó más
cerca de William. —¡Míralo! —

— Quizás se parece a William, — intentó explicar Tempest a su


aturullada madre — pero sigue siendo Sardon di Mercia. Tenía un
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Dragon Witch Dolly Lien

anillo que... —

— ¿Anillo? — Christiana no iba a escucharla. — Desde luego


que tenía un anillo, idiota. Todos los nobles llevan anillos. William era
un caballero, un caballero muy rico, y tú lo has matado. — empujó a
Tempest lejos de ella y del cuerpo de William Mirabelle, haciendo que
su hija cayera hacia atrás con el empujón.

— Madre, yo... —

—Era rico — siguió Christiana, sin hacer caso a los intentos de


explicarse de su hija. —Ofreció una dote enorme por ti. No pidió nada
para tomarte de nuestras manos. Nada. Nosotros no habríamos tenido
que preocuparnos nunca más. Yo podría haber tenido vestidos
nuevos, hechos del terciopelo más fino. Nuevas zapatillas. Joyas... —
la fulminó con la mirada.

— Madre, él me atacó. — Tempest se llenó de repugnancia


cuando recordó sus manos sobre su cuerpo, sus labios, babeantes y
húmedos contra su piel. Se le hizo un nudo en la garganta mientras
intentaba borrar aquellos terribles momentos de su memoria y le llevó
un esfuerzo casi inhumano impedir perder el contenido de su
estómago. —¡Intentó violarme! —

— ¿Violación? — chilló Christiana. —Era tu prometido. Te ibas a


casar en sólo unos días. Tenía todo el derecho de usar tu feo y gordo
cuerpo. — se puso de pie cerniéndose sobre Tempest, furiosa, las
manos en las caderas mientras seguía con su diatriba.

— Si William quería usar tu cuerpo, deberías haberlo consentido.


Tenía derecho. Dios, qué estúpida eres. ¿Por qué fui maldecida con
una niña así? Estúpida. Estúpida. Estúpida. — lanzó una patada, pero
Tempest estaba lista así que rodó fuera de su camino y se levantó
rápidamente para estar de pie contra la pared llena de tapices.

— Madre, debes escucharme. —tenía que explicarse, convencer a


Christiana de su inocencia. — No tuve opción. Era un hombre
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malvado. No fue William quien me atacó. Fue Sardon. —

— ¡Sardon está muerto, te digo! — gritó estridentemente


Christiana. William lo mató. Me lo dijo antes de que venir. Él quería
arreglar las cosas contigo antes de la boda. ¡Sardon está muerto! ¿Me
entiendes, imbécil? ¡MUERTO!—

Christiana se acercó con paso airado, su cara abigarrada y fea


debido a la rabia, sus manos apretadas en un puño a sus costados.

— William está muerto. Sardon lo mató y volvió aquí. Usó su


anillo para parecerse a William. Era capaz de tomar cualquier forma
que escogiese con ese anillo. Madre, tienes que escuchar lo que te
digo. — Tempest estaba frustrada. No sabía como hacerse un poco
más clara. — Tuve que usar mi poder para pararlo. No tuve otra
opción. —

—¿Poder? ¿Opción? — Christiana estaba pálida, sus ojos


abiertos como platos mientras su mano volaba a su boca. — Ella me lo
dijo — susurró. — Me dijo que sufriría. Dijo que yo era avara y
egoísta. Me dijo que todo se volvería malo, justo cuando pensara que
todo era perfecto. Ella me maldijo con su último aliento. ¡Tú eres esa
maldición! —

— ¿Maldición? ¿Ella? ¿De qué estás hablando, Madre? No ha


habido ninguna maldición. —

— Mi madre. Ella tenía el pelo rojo como el tuyo. Era una bruja y
la quemaron por ello. — Christiana se pasó la mano fatigosamente por
su frente. — Ella tenía todo lo que siempre quise... joyas, ropas
hermosas, amor. Mi padre la amó más de lo que nunca me amó a mí.
La odié por ello y ella lo sabía. Me miraba y sonreía siempre que le
daba sus regalos, como si dijera. "Él me ama más que a ti" . Disfrutaba
atormentándome, sabiendo cuanto necesitaba el amor de mi padre. Y
estuve contenta, estuve contenta cuando la quemaron. Estuve
contenta cuando mi padre me dio en matrimonio porque yo había
llegado a odiarlo también a él. —
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Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Mi abuela era una bruja? ¿La quemaron? — el sobresalto


hizo temblar a Tempest, hizo que sus rodillas se debilitaran. Se agarró
a una silla para evita caer al piso.

— Sí, la quemaron — repitió Christiana, el odio haciendo arder


sus ojos con locura. — Tal como te quemarán a ti. ¡Bruja! Y cuando lo
hagan, la maldición será levantada, y ¡finalmente seré libre! —
Christiana hizo oscilar su mano, pero no abierta como era su
costumbre. Usó su puño, y éste chocó dolorosamente con el ojo de
Tempest antes de que comprendiera por completo las intenciones de
su madre.

Intentó alejarse, evitar aquellos duros golpes. Levantó las manos


para rechazarlos, pero Christiana cambió de táctica. Empujó a
Tempest contra la pared, momentáneamente sacando el aliento de
ella.

—¡Te destruiré! ¡Has arruinado mi vida entera! — chilló


mientras agarraba el pelo de Tempest y comenzaba a golpear su
cabeza ya herida contra las duras piedras.

Tempest intentó apartarla, desenredar aquellos hirientes dedos


de su pelo, pero fracasó. Christiana era extraordinariamente fuerte en
su rabia y locura. Tempest comenzó a temer por su vida.

Sintió el poder alzarse. En lo profundo de su alma sintió su


poder de bruja, sus derechos de nacimiento. Intentó apagarlo, alejar
las llamas de cólera de ella, pero fue derrotada cuando el poder creció,
consumiendo su mente y su cuerpo con su furia. Creció, abarcándola,
alimentando su miedo, cambiándolo a enfado, luego en rabia,
mientras le robaba su voluntad, su racionalidad, y, como la bruja
verdadera en que se había convertido, lo usó. No pudo parar la magia
cuando se disparó de las yemas de sus dedos. No pudo parar el
relámpago mientras se arqueaba hacia el cuerpo de su madre. No
podía contenerlo. Lo intentó. Los dioses sabían como intentó parar
aquellos relámpagos mortales, pero fue en vano, y se cerraron de

- 265 -
Dragon Witch Dolly Lien

golpe sobre el cuerpo de Christiana con fuerza despiadada. Sin un


sonido, su madre se desplomó a sus pies.

El silencio se arrastró por al habitación, por la mente de Tempest,


por su alma.

— ¿Madre? —

No hubo respuesta; Christiana no se movió. Sólo había silencio.

Tempest se arrodilló al lado de su madre y tendió la mano con


cuidado para acariciar su mejilla, pero no hubo ninguna reacción.
Acunó el cuerpo de Christiana en sus brazos, meciéndola.

— Diosa, no — gimió. — He asesinado a mi madre. Sufriré la


condena durante toda la eternidad por esto. Madre, por favor no
mueras. No pretendía hacerte daño. — Pero no hubo respuesta.

La silenciosa habitación se volvió opresiva. El silencio cayó con


fuerza sobre ella y se desplomó, la cabeza inclinada, deseando poder
morir, deseando estar en cualquiera parte, excepto en aquella
habitación sosteniendo el cuerpo sin vida de Christiana, deseando las
lágrimas que no podía verter.

— Tempest. — La querida cara de Adrian le vino a su perpleja


mente; su voz la calmó. — Ven a mí.—

Adrian. Debía ir con Adrian. Él le ayudaría. Él cuidaría de ella.


Necesitaba encontrar a Adrian. Tris ... Tristan la ayudaría.

******

Encontró a Tristan con Marisa en los establos.

—¿Tempest? — Tristan se sobresaltó ante el aspecto de su

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Dragon Witch Dolly Lien

hermana. Su ojo había aumentado y rápidamente se había vuelto


negro, su pálido sobreveste azul estaba rasgado, su vestido azul
oscuro estaba roto desde el hombro hasta la muñeca y su cara y
brazos estaban arañados.

Él se acercó a las puertas del establo y tocó su cara con cuidado.

— ¡En el nombre de los dioses! ¿Qué te ha pasado? —

— Tris — ella se arrojó en sus brazos y se adhirió a él, temblando


violentamente. — ¡Los he matado! —

Tristan la sostuvo fuertemente, frotando y acariciando su


espalda para intentar tranquilizarla — Tranquilízate, pequeña, e
intenta decirme qué ha ocurrido.—

— Los maté , Tris. Maté a Sardon ... y... a Madre — susurró.

— ¿Sardon? — exclamó Marisa sobresaltada. — ¿Tú mataste a


nuestro sacerdote? —

— ¿Tú QUÉ? — Tristan estaba seguro de que había entendido


mal. — Tempest, debes calmarte y decirme lo que pasó. Lo que dices
no tiene ningún sentido. —

— Sardon mató a William . — Tempest respiró hondamente,


reluctante abandonó los brazos consoladores de Tristan y caminó
hacia Marisa. — Marisa, lo siento tanto. No quise que lo averiguaras
de esta forma. No pude pararlos. Sardon usó sus poderes para
controlarme a mí y a William. Él... —

— ¡No! ¡Mi padre no! — sollozó Marisa y se giró hacia Tristan.—


Tris, dime que no es así. ¡No Padre!—

Tristan tomó a la aturullada doncella en sus brazos. Levantó su


barbilla y examinó sus ojos azules.

—Tempest nunca miente— dijo suavemente.

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Dragon Witch Dolly Lien

Condujo a Marisa hasta su banco de trabajo y la colocó en su


regazo, sosteniéndola tiernamente. — Dinos qué pasó — le dijo a
Tempest mientras Marisa se apoyaba contra él, sollozando su pena
por su padre muerto.

— Sardon le dijo a William que él era responsable de la muerte


de Clairesse. Nos dijo como había encerrado a William en la torre así
él no podría salvarla. Sardon quería a Clairesse muerta, y se aseguró
de que William no pudiera pararlo. — Observó a Tristan mecer
gentilmente a Marisa mientras frotaba su espalda e intentaba
calmarla.

— William estaba muy enfadado, Tris. Dijo que mataría a


Sardon. Entraron en el bosque y... — no pudo seguir. La imagen de la
muerte de William en su mente era demasiado horrible de
contemplar.

— Sardon usó su anillo para parecerse a William y vino a mi


habitación mientras yo descansaba. Él ... él... — Profundos
estremecimientos sacudieron su cuerpo, y su voz se debilitó..

—¿Él qué, Tempest? — Tristan tomó su mano, empujándola al


banco al lado de él. — ¿Qué te hizo Sardon? —

— Intentó violarme. — ahora estaba más tranquila, sus palabras


apagadas e impasibles. — Y lo maté. Usé mi poder, y lo maté con frío.
Frío congelante. Él está muerto y yo estoy contenta. —

— ¿Sardon di Mercia intentó violarte? — La cara de Tristan se


volvió roja de furia cuando ella asintió. — Entonces era un hombre
malvado y merecía morir. — vaciló, temiendo su siguiente pregunta.
Realmente no deseaba conocer la verdad, pero necesitaba saber la
respuesta. — Dime qué ocurrió con Christiana— continuó,
conteniendo el aliento mientras esperaba.

— Ella... — Tempest vaciló, intentando encontrar las palabras,


intentando tragar a través del enorme nudo que de pronto se formó en
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Dragon Witch Dolly Lien

su garganta. — Ella entró en mi habitación y vio a Sardon sobre el


piso. Todavía llevaba el aspecto de William y pensó que yo había
matado a William. Intenté explicarle, Tris, realmente lo intenté, pero
ella no escuchaba. Deliró sobre todo lo que perdería porque William
estaba muerto. Estaba muy enfadada. — Tempest se estremeció otra
vez, incapaz de seguir.

Tristan esperó pacientemente a que encontrara las palabras.


Christiana siempre había sido una mujer avara, pensó. Si estaba
realmente muerta, él no podía encontrar ningún remordimiento en su
corazón. Ella había despreciado y maltratado a Tempest toda su vida,
y él estaría contento de verla muerta. Sabía cuanto la amaba su padre,
pero por fin habría paz en el Castillo Windhaven. Pero, William ...
¿como se las arreglaría Marisa sin su padre? ¿Quien sería su protector
ahora que William estaba muerto?

— Tempest — la urgió silenciosamente, — Dime qué ocurrió con


Christiana —

— Yo... Madre... — respiró profundamente, intentando encontrar


calma en la tormenta de emociones que llenaba su corazón de dolor.
— Ella ... ella...me habló sobre su madre. Sobre ... sobre la muerte mi
abuela. Entonces comenzó a golpearme. Me empujó y me agarró el
pelo y golpeó mi cabeza contra la pared. Ella dijo ... dijo que yo era su
maldición. Yo ... yo...diosa, Tristan, usé mi poder contra mi propia
madre. La golpeé con la magia que estaba en mí, y ¡la maté! Asesiné a
mi propia madre. No merezco vivir — lloró.

— ¡No! Ella pretendía matarte, Tempest. Tú sólo te protegiste.


Hiciste lo que tenías que hacer.

—No, fue asesinato. Fue asesinato, Tris. En aquel momento


quise que ella muriera. —

—¿Ah, pequeña dulce hermana, qué podemos hacer? No puedes


quedarte aquí. Serás condenada y quemada. Lo siento, cariño.
Debemos alejarte. ¿Pero dónde ir? —
- 269 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Adrian — susurró ella. — Estaré a salvo con Adrian.—

— ¿Adrian? — preguntó él. — No sé donde está. —

— Está en lo profundo del bosque. — Ella examinó sus ojos


verdes, tan parecidos a los de ella. — La casita de campo de Lysira
está poca distancia de donde tú y William me encontraron, pero
puedo encontrarla.—

— Si vosotros podéis encontrar la casita de campo, otros también


— No, está bien oculta. Ella tiene magia y puede mantener a


otros lejos de ella si así lo desea. —

— Entonces iremos con Lysira. —

— Debo ir sola. Tú no puedes implicarte en esto. Te acusarán. Y


debes quedarte aquí para cuidar de Marisa. —

— No puedo enviarte allí sola, y no puedo abandonarla a ella


aquí sola. Tempest, yo ... —

— ¿Tristan? — Marisa había cesado sus salvajes sollozos, pero


las lágrimas todavía se derramaban por sus pálidas mejillas cuando
alzó la vista hacia él.— Llévame contigo. —

— Es un viaje difícil, Marisa. Temo por ti. —

— Soy fuerte. —ella levantó su diminuta barbilla y le miró


confiadamente a los ojos. — Sé que cuidarás de mí. —

—Siempre — susurró él, sosteniéndola fuertemente y besando la


coronilla de su cabeza. — Siempre voy a cuidar de ti, Marisa. —

Tempest se sintió como una intrusa cuando vio el amor fluir


entre ellos, pero tenía que intentarlo una vez más. Tenía miedo por su
hermano. — Padre te necesitará. Él te quiere. —

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Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Realmente? — Su voz sin emoción. — ¿Me quiere, Tempest?


No me ha reconocido como su hijo y heredero. No me necesita.—

— ¡Sí lo hace! —

— No. No hablaremos más de eso.—

— Pero debo ir sola — dijo ella tercamente.

— No puedes. Es demasiado peligroso. — Él la liberó, sentando


a Marisa en el banco y fue a ensillar tres caballos, interrumpiendo con
eficacia sus protestas.

— ¿Tris? Te quiero — dijo Tempest suavemente.

— Lo sé, cariño — respondió él, su voz ahogada por la emoción.


— Lo sé, pero no más de lo que yo te quiero a ti.—

*******

—No puede estar muerto. — La mujer de pelo negro miró a su


compañero, la sorpresa reflejada en sus suaves ojos castaños.— Su
poder no es tan grande. —

— Las brujas que he conocido destruyeron a criaturas mucho


más poderosas — dijo él pensativamente, — pero estoy de acuerdo
contigo, querida mía. Ella aún no ha tiene su poder completo. Debe
hacerse compañera del dorado . —

— ¿Dejarás morir a la madre? — preguntó mientras inclinaba su


cabeza para descansarla en el alto respaldo de la silla dorada. —
Tempest es una niña apacible, y no creo que quisiera a su madre
muerta. Simplemente quiso evitar aquella locura.—

— La madre tiene que estar muerta, o de otra forma la bruja no


irá con A'dryan. El juego debe seguir a cualquier coste. — El hombre
de pelo rubio bebió a sorbos su vino y miró fijamente en el espacio.

— La bruja tiene un nombre, querido. — le recordó ella


- 271 -
Dragon Witch Dolly Lien

suavemente. —Su nombre es Tempest. —

— Sé que la bruja tiene un nombre — contestó él, su mano


apretada visiblemente sobre el tallo de oro de su copa. — Después de
todo es nuestra reina. —

Treinta y tres

— Dijiste que podrías encontrarla — gruñó Tristan. — Hemos


pasado dos días en la silla, y me estoy cansando de todo esto.

— Es aquí — insistió la Tempest. — Puedo sentirlo.

— Todo lo que yo siento es el trasero dolorido de sentarme sobre


este caballo — se quejó Tristan mientras se retorcía, intentando
encontrar una posición más cómoda.

Echó un vistazo a Marisa. Le recordaba una marchita rosa


blanca, estaba preocupado por ella. Había sollozado la mayor parte de
la primera noche de viaje y él la había colocado en su caballo, con
miedo de que se cayera. Marisa se había opuesto como él sabía que
haría. Sabía que ella era una amazona excelente, pero la conmoción de
- 272 -
Dragon Witch Dolly Lien

la muerte de su padre había agotado toda la vida de ella. El día


siguiente había sido difícil para ellos todos. Marisa estaba silenciosa y
retirada y había comido muy poco. Aquel viaje tendría que terminar
pronto; su pequeña y dulce flor se marchitaba, y él no sabía qué hacer
por ella.

— Creo que simplemente deberíamos dejarlo e ir en otra


dirección. Es obvio que tu amiga ha ocultado su casita de campo con
alguna clase de magia, y seguramente no podremos encontrarla —
dijo suavemente.

— Sólo un poco más lejos. Por favor. — Tempest estaba tan


cansada como su hermano, y muy preocupada por la salud de Marisa,
pero también sabía que Lysira sería capaz de ayudarlos una vez que la
alcanzaran. Sabía que Ravensnest estaba cerca. Podía sentir la
presencia de Adrian. Cerró los ojos y mentalmente buscó algo, algo
que le diera una sensación más fuerte de Adrian y Lysira. — Sé que
está cerca. Puedo sentirla. —

— Creo que dejaste tus poderes en Windhaven — resopló


Tristan. — O de otra forma ya la habríamos encontrado. —

— Estás siendo cruel. — Tempest estaba dolida. Tristan nunca la


había despreciado antes; él siempre era amable y cariñoso.

— Perdóname — dijo él, su voz cansada y apologética. — Tengo


calor y estoy cansado y hambriento, pero no debería haberte
reprendido por ello. —

No necesitó agregar que estaba preocupado por Marisa; Tempest


podía verlo en sus ojos siempre que él miraba a la lánguida muchacha.

Tristan tiró de las riendas.

— Paremos durante la noche. Todos necesitamos descansar. —


miró de forma significativa a Marisa.

— Pero aún es temprano. Debemos continuar. — Tempest


- 273 -
Dragon Witch Dolly Lien

aborrecía dejar su búsqueda. ¡Sabía que tenían que encontrar a Lysira,


y pronto! — Sé que puedo encontrarla. —

— No. — Tristan fue firme. — Descansaremos los caballos aquí.


Para prevenir cualquier remota protesta, desmontó y se apresuró


a ayudar a Marisa. Ella suspiró y se hundió fatigosamente contra él.

— ¿Tris? — Tempest se sentó sobre la tierra bajo un viejo roble y


se apoyó fatigosamente. — Si no podemos encontrar la casita de
campo...¿Donde iremos? ¿Qué haremos? —

— He estado pensando en eso. Creo que deberíamos dirigirnos


hacia el mar. — ayudó a Marisa a ir hasta un pedazo musgoso bajo el
árbol cercano y a quitarse su capa, así podría usarla como almohada.
Pronto estuvo dormida, el agotamiento dibujando diminutas líneas
alrededor de sus hundidos ojos.

— ¿El mar? — Tempest habló en voz baja para no despertar a


Marisa. Estaba sorprendida; Tristan nunca se había aventurado tan
lejos del Castillo Windhaven. — ¿Conoces el camino? Nunca has
estado allí, Tris. ¿Cómo sabes qué camino tomar? ¿Qué haremos
cuando lleguemos allí? ¿Cómo viviremos? ¿Qué haremos si nos
encuentran? —

— Deja de hacer tantas preguntas. — Él alzó las manos para


rechazar más preguntas. —No sé más que tú, hermanita. Sólo sé que
si no encontramos a Adrian debemos ponernos tan lejos de
Windhaven como podamos. —

— Pero... —

— Lo conseguiremos. —

— De todas formas no importa — dijo ella, cerrando sus ojos. —


Yo no puedo estar sin Adrian. Él es mi vida. —abrió sus ojos y se
inclinó hacia él. — Le amo, Tris. Más que a la vida. Él está cerca.
- 274 -
Dragon Witch Dolly Lien

Puedo sentirlo. —

— He esperado mucho tiempo tus palabras, pequeña bruja — la


profunda voz de Adrian retumbó desde encima de ella. —
Comenzaba a pensar que era algo que nunca oiría. —

— ¿Adrian? — Ella miró alrededor, pero no pudo verlo.—


¿Dónde estás? —

— Aquí — contestó él balanceándose a la tierra desde una rama


por encima de ella.

— Estabas en un árbol. — Ella de repente se sintió tonta


estableciendo lo obvio. — ¿Por qué estabas en un árbol? —la sospecha
la golpeó. — ¿Estabas espiándonos? — le preguntó, entrecerrando los
ojos.

— No — Él levantó sus manos y dio un paso atrás. —Sólo estaba


mirando para asegurarme de que estabas a salvo. No estaba espiando,
mi amor. —

— No... —

— Adrian — Tristan interrumpió antes de que Tempest pudiera


decir más y agravar a su guía. — Te hemos estado buscando durante
días. ¿Cómo nos encontraste? —

— No fue difícil — contestó él. — Habéis estado dando tumbos


como una cría de dragón perdida durante horas. Alguien con algo de
oído podría haberos encontrado.—

— ¿Has visto una cría de dragón, Adrian? — Tempest se inclinó


hacia adelante, sus dolores olvidados cuando se planteó el asunto de
los dragones. Había estado interesada en ellos ya desde que tenía
cuatro años y había oído por casualidad a una criada hablar sobre una
bruja dragón. Fue sólo mucho después que comprendió que habían
estado hablando de ella. — Yo siempre he creído que los dragones son
muy civilizados y sumamente inteligente. ¿Donde viste uno perdido?
- 275 -
Dragon Witch Dolly Lien

¿No lo heriste, verdad? Espero que no. Los dragones son tan...—

—¡Tempest! — Adrian extendió la mano y tocó el amoratado ojo


con cuidado. Levantó sus cejas en una pregunta, pero no preguntó en
voz alta mientras colocaba sus brazos alrededor de ella. —
Hablaremos de dragones más tarde. Y de contusiones — añadió. —
Madre os espera. Debemos ir ahora. Y con seriedad espero oír más de
ese gran amor que me profesas — susurró suavemente en su oído.

Era divino tener sus fuertes brazos alrededor de ella,


abrazándola tan estrechamente. Tempest se acurrucó en su abrazo,
descansó la cabeza contra su pecho y suspiró de alegría. Podía oler su
particular olor a sándalo y cedro. Respiró profundamente y suspiró.

Deseo que él me bese, pensó.

Quería quedarse justamente donde estaba, para siempre. No


había comprendido cuanto lo había echado de menos.

— ¿Y bien? ¿Vosotros dos vais a estar de pie ahí todo el día? Me


gustaría acabar con este viaje algún día pronto. — las palabras de
Tristan los asustaron y de mala gana rompieron su abrazo.

******

Tempest se sintió más en casa en la casita de campo de Lysira


como nunca en Windhaven. Miró a Lysira ir y venir de un lado a otro,
preparando una comida caliente de carne de venado, guisantes
nuevos y diminutos con cebollas, calabazas de invierno del bien
abastecido sótano, picantes manzanas azucaradas, y pan recién hecho
al horno. El calor del hogar y los olores aromáticos la pusieron
soñolienta. Su cabeza cabeceó, y se inclinó atrás en la alta silla de
roble. Sus cojines le aliviaron su dolorido inferior y dormitó mientras
el apacible ambiente de la casita de campo relajaba su cansado cuerpo.

— Tempest. — La voz profunda de Adrian se introdujo en su


sueño. — La cena está lista. —

- 276 -
Dragon Witch Dolly Lien

Ella abrió los ojos, asustada por un momento, preguntándose


donde estaba, luego recordó a su madre yaciendo en medio de los
juncos del suelo de su habitación, fría y sin vida. También recordó a
Sardon, todavía pareciéndose a William, yaciendo cerca de Christiana.
Ella les había matado a ambos con su poder. Ya no era una bruja
blanca. Había quitado vidas y había entrado en la oscuridad. Pero no
se sentía una persona malvada. Había tomado la vida de Sardon
porque él la amenazó.

Él me atacó, pensó. Me habría obligado a ser su esclava. Además,


mató a William. Era realmente un hombre malvado y se había
merecido lo que le había pasado.

Pero su razonamiento no alivió sus sentimientos de culpa.


Christiana no era mala, solamente egoísta, y celosa. En verdad, había
atacado a Tempest, pero no había merecido morir por ello.

— ¿Pequeña bruja? — Adrian la llamó otra vez.

— Sí, Adrian — contestó ella levantándose rígidamente de la


silla. — Voy. —

Tenía poco apetito. La cara de su madre la atormentaba. Su


garganta se cerró con la emoción, y no pudo tragar el sabroso
alimento frente a ella. Descansó la cabeza en sus manos y una vez más
deseó las lágrimas que tanto necesitaba. Marisa había llorado por
William, y ahora era capaz de unirse a ellos para comer
calurosamente. Pero Tempest solamente deseada poder gatear hasta
la cama y dormir hasta...

— Tempest — La voz suave de Lysira la sacó de su ensueño. —


Ven conmigo. —

— ¿Qué? — Ella examinó los ojos azules de Lysira. — Yo... —

— Tengo que mostrarte algo — la interrumpió Lysira, algo


impaciente. — Es importante, niña. Es algo que tienes que ver ahora.
Ven conmigo. — se levantó de la mesa, y Tempest la siguió
- 277 -
Dragon Witch Dolly Lien

obedientemente.

Lysira levantó la tapa de su arcón de caoba y con cuidado sacó


un pequeño bulto envuelto en un paño de algodón de color azul zafiro
entrelazado con hilos de oro. Los hilos de oro tejían un modelo en el
paño, pero Tempest no pudo distinguir los detalles. Lysira la condujo
a una pequeña alcoba separada del resto de la casita de campo por
una pesada cortina verde. Cuando dejó caer la cortina no fueron
encerradas por la oscuridad como Tempest esperaba.

Un brillo suave y tenue emanaba de las paredes. Aquello le


recordó las paredes de la tienda donde Lysira había leído su futuro en
las cartas del Tarot hacía tanto. Lysira no dijo nada mientras ponía el
bulto con cuidado sobre la mesa en el corazón del diminuto espacio.
Desdobló el paño, extendiéndolo con cuidado sobre la mesa,
alisándolo. Caminó hacia una silla, y Tempest finalmente vio lo que
había contenido el bulto.

Sobre la mesa descansaba una bola de cristal encendida, azul.


Estaba centrada un pentagrama de oro, rodeado por un campo de
diminutas estrellas que parecieron tener vida propia cuando
centellearon a la tenue luz.

Lysira pasó sus manos despacio sobre el cristal y, cada vez que
se cruzaban, la bola se volvía más brillante, palpitando con misteriosa
vida.

Tempest contuvo el aliento con temor cuando el cristal brilló más


y más intensamente. Estaba cautivada. Nunca antes había visto una
cosa de tal belleza.

— Lysira — comenzó.

— No hables . Sólo mira el orbe y ve. —

Los ojos de Tempest se movieron por el cristal, viéndolo brillar,


viéndolo palpitar con vida. Su corazón redujo la marcha y comenzó a
palpitar al tiempo que el cristal. La habitación pareció retroceder
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Dragon Witch Dolly Lien

mientras se sentía atraída a sus profundidades.

Estaba en el Castillo Windhaven, en su dormitorio. Christiana


estaba en la cama de Tempest, los ojos cerrados, su pecho alzándose y
cayendo, en un sueño profundo. Wendall estaba sentado a su lado, la
cabeza inclinada, tiernamente sosteniendo su delgada mano. Tempest
quiso extender la mano, tocar a su padre, ofrecerle consuelo, pero no
podía moverse. Se sentía como una intrusa. El dolor se elevó en su
pecho cuando oyó las palabras de su padre.

— Christiana, por favor despierta — susurró él en tono


angustiado. — Te echo tanto de menos. Tengo que saber donde está
nuestra hija. Estoy muy asustado por ella. William no puede decirme
nada excepto que hiciste algo para enfadarla, y se marchó. Tengo que
saber, querida. Despierta. Por favor despierta. — sollozó
silenciosamente mientras levantaba la mano de Christiana hacia su
mejilla.

Una figura comenzó a formarse detrás de Wendall. Nació de una


ahumada niebla, entonces despacio tomó forma. Sardon. ¡Estaba
todavía vivo! ¡Ella no lo había matado! Había fallado otra vez. ¿Por
qué, oh, por qué no había sido lo bastante fuerte para eliminar su
mala presencia de la Tierra para siempre? Su odio hacia él corrió por
su cuerpo mientras veía la escena revelarse.

Sardon miró a Wendall durante un largo rato, su saturnina cara


impasible. Escuchó las súplicas afligidas de Wendall por Christiana y
una pequeña sonrisa satisfecha cruzó su cara mientras levantaba la
mano y acariciaba el ópalo sobre su mano izquierda. Cuando acarició
el brillante anillo negro, sus rasgos comenzaron a cambiar. Su larga
cara se acortó y se llenó, convirtiéndose en la cara familiar de William
Mirabelle. Su pelo creció más largo y se hizo más ligero. Sus ojos de
color ónice cambiaron, se volvieron del color de la tierra recién
removida. Su cuerpo se hizo más alto y musculoso como si se
desarrollara. Era otra vez William, el prometido de Tempest. Tendió la
mano para tocar el hombro del apenado Wendall.
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Dragon Witch Dolly Lien

— No. Padre — gritó Tempest, intentando advertirle, intentando


ayudar. Pero Wendall no la oyó. Se giró hacia Sardon.

— William — dijo, — Gracias a los dioses que estás aquí.


Debemos encontrar a mi hija. Tempest puede ayudar a Christiana. Sé
que puede. Tengo miedo de que ella muera sin los poderes de
curación de Tempest. Miriam está muerta, y no hay nadie más. —
inclinó su cabeza en desesperación.

— La encontraré — prometió Sardon. — No tengáis duda, Lord


Wendall. La encontraré. — miró a la distancia, a través de la
habitación.

Sus ojos, ocultos de la vista de Wendall, comenzaron a cambiar,


a distorsionarse, primero escarlata, luego rubí, y entonces castaño
profundo. Mientras se metamorfoseaban, brillaron, más brillantes con
cada matiz de rojo hasta que tomaron una esencia malévola. La
asquerosa mirada de Sardon ardió a través del tiempo y el espacio
hasta los ojos esmeralda casta de Tempest, y sonrió.

La bola de cristal de Lysira se volvió negra.

******

En la distancia, otra bola de cristal tembló con vida. Aquella


también brilló con un suave resplandor azul. La mujer de pelo negro y
el hombre de pelo dorado miraban fijamente el cristal. Parecían
congelados en el tiempo como si silenciosamente esperaran a que
aquellos malévolos ojos rojos se marcharan. Ninguno se movió ni
habló. Contuvieron el aliento con anticipación, y miedo. Los ojos
carmesí giraron hacia la pareja inmóvil. Ardieron más fuerte; se
agrandaron, hasta que abarcaron la bola de cristal.

El cristal azul se estremeció, vibró, produjo un aleteo vibrante


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Dragon Witch Dolly Lien

con energía malévola. Una pequeña grieta se formó sobre su


superficie, luego se curó, luego apareció otra vez.

La mujer lloraba de cólera, de dolor. El hombre dio vueltas al


cristal con sus grandes, y callosas manos. La agonía destelló a través
de su cara, pero no soltó el cristal. Las manos de la mujer se unieron a
las suyas como si lucharan juntos contrario la vil fuerza.

Una suave luz azul brilló furtivamente entre sus manos


entrelazadas.

Treinta y cuatro

El grito de horror de Tempest perforó el corazón de Adrian, y


abrió de golpe la cortina al santuario privado de Lysira. No podía
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Dragon Witch Dolly Lien

comprender ninguna razón para su grito. La casita de campo de


Lysira era el lugar más seguro que conocía. No podía haber ningún
peligro allí.

Su madre estaba sentada en la pequeña mesa redonda. Las


manos estiradas hacia un negro cristal palpitante como para
protegerse de un gran peligro, su cara fantasmalmente blanca, sus
manos extendidas temblaban. Una pálida luz azul la rodeaba. No alzó
la vista cuando él y Tristan entraron precipitadamente en la
habitación.

Los gemidos suaves de Tempest llamaron la atención de Adrian.


Estaba de pie al otro lado de la mesa de Lysira; una radiante luz
blanca emanaba de sus manos levantadas, dirigidas hacia la palpitante
bola de cristal. Ella también estaba pálida y temblorosa. El sudor
salpicaba su frente mientras hacía esfuerzos contra una fuerza
invisible. Los ojos dilatados y llenos de miedo, miraba atentamente la
bola de cristal. No bajó sus brazos. Ninguna mujer se movió cuando el
espacio se volvió mortalmente frío y tranquilo.

—¿Madre? ¿Tempest? — Adrian rompió el opresivo silencio.

Sintió una sacudida visceral profundamente dentro de él. Tragó


e intentó hablar, pero no pudo abrir la boca y sus ojos fueron atraídos
inexorablemente hacia la malévola bola negra de cristal.

Había tenido poco que temer en sus cien años, pero un profundo
presentimiento se estableció en él cuando miró el malévolo objeto en
el centro de la mesa. No podía apartar sus ojos del orbe. Su cuerpo
tembló por el esfuerzo mientras luchaba para retirarse, romper el
hechizo sobre ellos, pero estaba impotente.

La oscuridad palpitó hacia afuera, empujando contra las palmas


de Lysira, rizándose de manera seductora alrededor de sus dedos. Un
asqueroso olor a muerte, a fuego sulfúrico del infierno, impregnó el
pequeño espacio, y Adrian pudo oír a Tristan esforzándose por
vomitar detrás de él. Siguió quedándose parado, inmóvil. Intentó
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hablar otra vez.

— Madre — croó. —El dragón—.

Era todo que pudo lograr decir mientras el espacio, el cristal, su


realidad, flotó ante de sus ojos lacrimosos. Luchó. Luchó. Se sintió
cambiar, crecer. Sus ojos dorados enfocaron a Lysira. Sus ojos se
encontraron con los de él. Como uno, se volvieron otra vez hacia el
cristal. Como uno, aquellos ojos dorados de dragones brillaron,
ardieron, empujaron. La vil oscuridad retrocedió, se hizo de un tenue
color carbón, se descolorió, luego llameó como un cometa ardiendo a
través de un cielo de medianoche.

Los dos pares idénticos de ojos dorados ardían como fuego del
infierno ante la luz del cometa, y un aullido de rabia sacudió la casita
de campo. La bola de cristal se rajó. Los truenos retumbaron y
destellaron relámpagos. La oscuridad descendió.

Tempest cayó al piso. Lysira se tumbó inconsciente a través de la


mesa cubierta por un paño, su mano tocando la bola de cristal como
en una súplica. Las rodillas de Adrian se torcieron y Marisa gritó.
Adrian sintió la mano de Tristan agarrar su hombro desesperado
cuando sus rodillas golpearon el piso.

******

La cabeza de Tempest palpitaba, su corazón golpeaba de manera


irregular, y tenía sed. Intentó lamerse los labios, pero no encontró
humedad en su boca. Gimió y abrió los ojos. Estaba acostada en la
cama de Adrian cerca del hogar. Un caliente fuego enviaba su alegre
calor a la habitación, pero ella estaba helada, más helada de lo que
podía recordar haber estado nunca. Temblaba y atrajo el cobertor de
piel más cerca. Sintió su cuerpo entero agotado e impotente cuando
se sentó y miró alrededor de la casita de campo.

Adrian estaba caído con desaliento sobre un pequeño banco al


lado de la cama de roble tallado de Lysira, la cabeza en sus manos. El
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Dragon Witch Dolly Lien

toldo de terciopelo verde estaba retirado, y pudo ver a Lysira acostada


inmóvil bajo un cobertor de suave piel. Su piel estaba pálida y cerosa,
su pecho apenas se movía con cada trabajoso aliento. Parecía tan
pequeña y desvalida que Tempest se asustó. Lysira siempre había
parecido una persona más fuerte que muchas, alguien que podría
solucionar todos los problemas, curar todas las heridas.

Marisa se cernió al pie de la cama mirando a Adrian y a Lysira


con inquietud.

— ¿Adrian? ¿Marisa? — Tempest se movió despacio a través del


habitación. —¿Qué pasó? ¿Por qué?... — Los recuerdos volvieron en
una inundación de imágenes. Los ojos rojos, el dolor terrible, el fuego
del infierno. Lo recordó todo y se estremeció.

Adrian la miró, pero no habló. Sus ojos estaban llenos de dolor.


Ella anduvo irregularmente hacia él.

— No puedo ayudarla, Tempest — susurró él angustiado


cuando ella puso la mano sobre su hombro. — Me temo que se está
muriendo. —

— No. No puede morir. No le dejaré. —

— ¿Puedes ayudarla? — La esperanza nació de nuevo en sus


ojos. Liberó la mano de Lysira y se puso de pie. — Dime qué necesitas.
Lo conseguiré. Ayúdala, Tempest. Por favor. No puedo perderla. —

— Busca a Tris — dijo ella, su fuerza volviendo mientras accedía


a sus recursos interiores y analizaba la difícil tarea ante ella. — Él ha
estado conmigo muchas veces cuando he reunido mis hierbas de
curación. Sabrá qué buscar. —

—No está aquí. —

— ¿Dónde está? — De repente Tempest se preocupó. Ella sabía


que habían estado todos en el espacio con el cristal. —¿ Está bien? —

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Dragon Witch Dolly Lien

— Sí. Está bien. —

— Entonces, ¿por qué se marcharía cuándo Lysira está tan


enferma? — preguntó ella confundida. — Sabía que necesitaré su
ayuda. —

— Le envié a por mi padre — dijo Adrian silenciosamente. — Él


debe estar aquí si ella muere. —

— ¡No la dejaré morir! —

— Padre tiene que estar aquí, Tempest. —

— Sí, necesita estar aquí. —

— ¿Tempest? — Marisa habló por primera vez. — Yo sé un poco


sobre hierbas. ¿Puedo ayudar? —

— Sí, Marisa — dijo ella con gravedad. — Tenemos mucho que


hacer, y tu ayuda será bienvenida. —

*****

— Damien. — El susurro débil de Lysira atrajo a Tempest


rápidamente a su lado.

— ¿Lysira? — Tempest dijo su nombre, pero no hubo respuesta.


La mujer yacía pálida e inmóvil, sus largas y oscuras pestañas casi
ocultas por los negros círculos bajo sus ojos. No se había movido, ni
hablado durante seis días. Su cuerpo estaba gastado, y parecía una
mujer muy vieja. La Muerte se cernía cerca, y Tempest no podía
pararla. Inclinó la cabeza y rezó. No podía pensar en nada más. Había
agotado su conocimiento y sabía que se necesitaría una intervención
de los dioses para salvar a la madre de Adrian.

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Dragon Witch Dolly Lien

— Diosa, por favor — susurró angustiada. — No te la lleves


ahora. La necesitamos. —

La pesada puerta de madera de la casita de campo fue abierta


con un golpe, propulsando a Tempest a toda prisa a sus pies. En la
entrada estaba el hombre más grande que ella alguna vez hubiese
visto. Se movió para colocarse entre Lysira y el intruso. ¡Lysira debía
ser protegida!

Adrian. Echó un vistazo desesperadamente alrededor de la


casita de campo. ¿Donde estaba Adrian? Él debía estar muerto. Ella
sabía que él estaba muerto. Él habría estado allí para mantener alejado
a aquel intruso de su madre ... de ella...

Pero no había sentido su muerte. Ella lo sabría si él estuviese


herido o muerto. Levantó sus manos, preparándose. Había fallado
cuando había intentado destruir al malvado Sardon. ¿Fallaría otra
vez?

No. Ella era la última defensa de Lysira. No podía fallar. Usaría


su poder con habilidad extrema. Ella era fuerte. Por Lysira sería
invencible.

— Apártate, mujer — gruñó el intruso.

— No — contestó ella jadeando. — No le haréis daño. Está


enferma, y os reduciré a cenizas si os acercáis más. —

Ella sintió que el poder comenzaba a elevarse profundamente


dentro de ella, lo sintió fluir hacia arriba, por sus brazos, centrándose
en las palmas de sus manos, rizándose alrededor de sus dedos. Acunó
el poder como a un recién nacido y esperó.

— ¿Lucharías conmigo para mantenerme lejos de mi esposa? —


preguntó el hombre con sorpresa.

— ¿Su ... su esposa? — tartamudeó Tempest.

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Dragon Witch Dolly Lien

— Sí — contestó él, más suave ahora. — Mi esposa. —

— ¿Adrian? ¿Dónde está Adrian? — Ella estaba sobresaltada y


escéptica.

— Ocupándose de mi corcel. Más vale que liberes ese poder,


pequeña bruja, o lo devuelvas a donde vino. Es un arma peligrosa lo
que tienes ahí. —

— ¿Poder? — Tempest miró sus manos. Diminutas chispas


azules se arqueaban de las yemas de sus dedos como luciérnagas
sobre una noche caliente de verano . — Yo no...—

— Visualízalo — dijo él. — Conduce el poder despacio de vuelta


a su origen. —

— No puedo. — Tempest se dio cuenta de que nunca había


tenido que retirar su poder. Siempre que ella lo atraía desde dentro
siempre lo liberaba. Lysira nunca le había enseñado como
desvanecerlo, devolverlo a su fuente.

— Como un niño perdido — explicó él, — toma su mano y


llévale a casa—

Tempest cerró los ojos. Podía ver el poder parpadear


ilusoriamente ante ella. Visionó su cuerpo, extendió una mano hacia la
luz brillante de su poder, sintió su fuerza adherirse a su mano en
cariñosa confianza. Lo reunió cerca de su pecho, lo llevó con cuidado
al corazón de su ser y lo liberó. Abrió sus ojos y miró al alto hombre
que esperaba pacientemente en la entrada.

— Damien Westbrooke — dijo el oscuro hombre que estaba de


pie ante ella. — Compañero de Lysira y padre de Adrian. ¿Puedo ver
a mi esposa ahora? —

******

- 287 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Así que — observó el hombre, — Damien ha vuelto. —

— Sí — dijo la mujer con una pequeña sonrisa. — Sigue tan


atractivo como siempre.—

— Humph. Es todavía un palurdo enorme y descuidado por lo


que yo puedo decir —

La mujer levantó sus cejas, y su sonrisa creció.

— Enorme, sí — dijo suavemente, recordando tiempos pasados.


— Pero nunca tosco. Siempre hubo una ternura profundamente
dentro del hombre. Eso llevó a Lysira a domesticar al Caballero del
Diablo. —

— ¿Domesticarlo? — resopló el hombre mientras levantaba su


copa para dar un sorbo de dulce vino tinto. — El único momento en
que ha parecido 'Domesticado' ha sido en presencia de ella. —

— Ha sido compasivo con Tempest. —

— Nuestra Reina es una bruja verdadera — dijo él


solemnemente. — Haría bien en ser apacible con ella. Está en su poder
destruirle.—

— ¿Seguro? — Los ojos oscuros de la mujer miraron fijamente


en la distancia. — Me pregunto...—

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Dragon Witch Dolly Lien

Treinta y cinco

Hermoso no era una palabra que uno usara para describir a


Damien Westbrooke. ¿Tosco? Quizás. ¿Feroz? Definitivamente. Pero
no tenía los cincelados rasgos dorados de su hijo.

Tempest se preguntó fugazmente qué le habría atraído a Lysira


de él.

Damien era extraordinariamente alto; tuvo que inclinar la cabeza


cuando entró en la casita de campo para no golpear el marco de la
puerta. Vestido de negro, desde su túnica crudamente negra a sus
brillantes botas de cuero, Damien lucía hasta el último centímetro el
Caballero de Diablo. Pelo negro, algo largo por delante de sus
hombros, y ojos de ébano completaban la imagen. Ella había crecido
oyendo las historias del Caballero de Diablo, pero simplemente
habían sido historias para asustar a niños... hasta el momento en que
conoció a Damien. También recordaba un dragón en aquellos cuentos.
Un dragón dorado.

— ¿Puedo ir con mi esposa ahora, pequeño tigre? — interrumpió


- 289 -
Dragon Witch Dolly Lien

Damien sus ensueños. Sus ojos se llenaron de dolor cuando miró


fijamente la inmóvil forma acostada sobre la cama.

— Desde luego. — se apartó. — No pretendía manteneros lejos


de ella.—

Sus oscuros ojos parpadearon hacia ella momentáneamente. —


No podrías haberme parado si no hubiese estado dispuesto — declaró
él firmemente mientras pasaba rozándola y se arrodillaba al lado de la
cama.

— Sira, — dijo suavemente, tomando su flácida mano. —


Despierta, mi amor. Soy Damien. — con cuidado retiró un mechón
rubio de pelo de su frente.

La cabeza de Lysira se volvió hacia su profunda y grave voz.


Abrió los ojos , y su mano revoloteó para acariciar su mandíbula.

— Damien — suspiró.

— Sí, mi amor. Estoy aquí. — Tiernamente, besó la palma de su


mano. Lysira sonrió suavemente y cerró sus ojos, su respiración más
fácil de lo que había sido en días.

Los ojos de Tempest estaban nublados cuando tropezó de la


casita de campo. Tal amor era una cosa privada y no para que ella
fuese testigo. Necesitaba encontrar a Adrian y decirle que su madre
finalmente había salido de su sueño profundo, gracias a la llegada de
su compañero. El amor era una medicina poderosa. Ella solamente
esperaba que fuera lo bastante poderoso para curar a Lysira.

******

Era un día idílico. Su madre estaba mejorando y su padre


estaba ... bueno, Damien todavía llevaba su capa de Caballero del
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Dragon Witch Dolly Lien

Diablo con orgullo. No había cambiado en los años desde que Adrian
lo había visto. Ni el profundo amor que su madre y su padre se tenían
el uno al otro. Había sido casi milagroso cómo Lysira se había
repuesto después de la llegada de Damien. El amor verdadero
seguramente era una cosa mágica.

Su padre siempre había sido un hombre áspero y exigente que se


había ganado el respeto de todos con los que entraba en contacto.
Adrian no era ninguna excepción. Damien sólo daba una orden una
sola vez y él asumía la obediencia incondicional. Adrian había
aprendido esa lección temprano en su vida. Las recuerdos de su niñez
se desbordaron sobre él. Su padre había sido un exigente tirano.
Damien le había enseñado a respetar y valorar a otros. A veces las
lecciones habían llegado al final de un puño, a veces con una
explicación tranquila, a veces con una desgarradora mirada de
decepción o exasperación. Adrian había aprendido, y aprendido bien,
a respetar a su padre. Pero también había aprendido cuanto lo quería
Damien.

Damien se había puesto furioso de rabia después de aquella


primera batalla de dragones. Adrian recordaba como había sido
malherido, como de trastornada y preocupada había estado Lysira.
Pero nunca olvidaría la rabia de su padre hacia el oscuro que lo había
herido. Damien había ido a cazar. Había matado a todos los dragones
negros, excepto a uno. No había sido capaz de derrotar S'rdonne; de
hecho, casi había perdido su vida en el proceso. Fue entonces cuando
Adrian había comprendido cuanto lo amaba su padre.

La manera apacible de Damien con su esposa había tenido un


efecto magnético sobre Tempest y eso molestaba a Adrian. No había
ninguna razón para estar celoso. Pero lo estaba. No había duda. Cada
día durante la semana pasada, cuando Adrian la buscada, la
encontraba a los pies de Damien, escuchando alguna vieja historia.
Estaba comenzando a molestarlo más de lo que le gustaba admitirlo.
Marisa no estaba tan fascinada con Damien, ¿por qué Tempest sí?

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Dragon Witch Dolly Lien

Aquel día no fue diferente. Oyó su feliz risa cuando dio la vuelta
a la esquina de la casita de campo. Adrian dejó caer el reciente ciervo
cazado en los escalones.

— Lo maté yo — gruñó, mirando a su padre. — Tú y Tristan


podéis arrancarle la piel. — Se dio la vuelta y se alejó con paso airado,
su espalda tiesa e inflexible.

Nadie hizo ningún comentario o lo siguió cuando se dirigió al


riachuelo para bañarse. Quizás el agua enfriaría su carácter.

El agua helada se sentía genial, y pronto estuvo chapoteando y


tarareando disonantemente. Sus abluciones finalmente terminaron,
subió a una roca grande y plana y se acostó para dejar que el caliente
sol de primavera le secara. El aire olía a fresco, al olor del pino, del
abeto y las flores salvajes que lo rodeaban, y los pájaros cantaban en lo
alto de los árboles por encima de su cabeza. Cerró los ojos. La cara de
Tempest flotó ante él, sus rebeldes mechones rojos, su dulce sonrisa, el
brillo travieso que veía tan raras veces en sus ojos de esmeralda.

Dioses como la amaba. Sentía como si su corazón fuese a


reventar. Pronto le pertenecería. En su mente, todo estaba preparado.
Todo lo que tenía que hacer ahora era pedirle que fuese su
compañera. Lo ponía nervioso, pero había ensayado su oferta muchas
veces. Sólo esperaba que no se volviera mudo y se avergonzara a sí
mismo. Debería ensayarlo otra vez, sólo para asegurarse...

—¿Adrian? — ante el sonido de su voz sus ojos se abrieron de


golpe.

Ella estaba de pie aproximadamente a diez pies de distancia,


mirándolo fijamente, aquel raro centelleo en sus ojos.

— El sol te quemará si sigues acostado ahí mucho más. ¿Sobre


qué estás soñando despierto? Pareces terriblemente satisfecho.
Realmente creo que tu piel comienza a volverse de un agradable color
rosa sombreado... por todas partes. — Ella se rió tontamente.
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Dragon Witch Dolly Lien

— ¡Tempest! — Él sintió su cara arder con una recién descubierta


vergüenza. — No tengo ropa. No deberías estar ahí mirándome
fijamente, mucho menos hacer comentarios sobre mi desnudo estado.
— finalmente se había vuelto a acostumbrar a llevar ropa y, por
alguna razón extraña, se sintió incómodo de tenerla mirando su
cuerpo desnudo.

¿Me estoy convirtiendo en humano?, se preguntó.

— Date la vuelta para que pueda vestirme. — movió sus manos


para cubrirse.

— ¿Por qué? — Una pequeña sonrisa jugó en los bordes de sus


invitadores labios.

Su imaginación alzó el vuelo y recordó la sensación sedosa de


aquellos labios dulces. Recordó su lengua encontrarse con la suya.
Mientras recordaba su cuerpo comenzó a responder. Se estaba
volviendo muy difícil mantener la parte inferior de su anatomía oculta
detrás de su mano. Hizo una mueca.

— ¿Tienes dolores, mi amor? — preguntó Tempest dulcemente,


deslizando aquella tormentosa lengua rosada sobre sus labios oscuros.
Él no podía quitar sus ojos de su lengua mientras se deslizaba más
despacio y más despacio. Sintió un dolor profundamente dentro de él
y gimió suavemente.

— Tempest — dijo él entre sus dientes apretados. — Me estás


torturando. Te pido, por favor que pares. —

— ¿Que pare? — preguntó ella con inocencia fingida. — Sólo


estoy aquí conversando contigo. ¿Deseas que me marche? —

— No. No me dejes, pequeño demonio. Es una tortura dulce,


pero podré aliviarla si dices las palabras. — Utilizando la mano libre,
Adrian se deslizó torpemente de la roca. También se raspó dos
pulgadas de carne de sus sensibles nalgas. Gritó y alargó la mano
hacia su trasero. El dolor logró dos cosas, quitó su mente
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Dragon Witch Dolly Lien

completamente de sus labios deliciosos y solucionó su problema de


intentar cubrir su erguida virilidad, y dejó de estar de pie orgullosa y
lista, pero parecer intentar encogerse en su cuerpo. Toda la ligereza
cesó cuando Tempest se apresuró hacia él.

— ¿Te has hecho daño? — le preguntó, la preocupación llenando


sus ojos. — Déjame ver.—

— ¡No! — Él se alejó de ella, demasiado humillado para dejarla


atender el raspado sin trascendencia. — No es nada. —

— Te has hecho daño — insistió ella frunciendo el ceño. —


Puedo verlo. ¿Tienes sangre? Veo la sangre. Déjame ocuparme de tu
herida.—

— ¡Solamente ... déjame ... solo! — le dijo con voz áspera. — No


necesito que mires nada. Estoy bien. —

— Sólo quería ayudar. — Su labio inferior tembló. — No es


necesario que me grites. —

— No te grité.—

— ¡Sí lo hiciste! —

— Tempest. Mi amor más querido — suplicó él, levantando sus


manos en un gesto conciliador. — Sólo me raspé el trasero con la roca.
Estoy bien. De verdad. —

— ¿Estás seguro? — Ella se tranquilizó un poco.

— Sí — dijo él, sonriendo. — Ahora por favor date la vuelta para


que así pueda vestirme—

— Adrian — su risa tintineante calentó su corazón. — Te he visto


sin ropa antes. Te estás portando como un tonto. — Ella recogió su
túnica y se la dio. — Tú hasta me has visto desnuda. ¿Por qué esta
modestia repentina?—

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Dragon Witch Dolly Lien

— Yo solamente... ¿Tempest, te casarás conmigo? — Ah Dioses,


esto esta saliendo todo mal. No lo planeé de esta forma. ¡Qué idiota
soy!, pensó con repugnancia.

Bueno, no importaba lo mal que lo hiciera, las palabras estaban


dichas. Esperó con expectación la respuesta de ella.

El estentóreo canto de un pájaro capturó su atención. Un cuervo


solitario voló sobre su cabeza.

— Un cuervo para el dolor... — comenzó Tempest. Otros dos se


unieron a él en su baile circular. Tempest sonrió.

— Sí, mi amor, voy a casarme contigo, ya que los cuervos nunca


se equivocan.—

— ¿Qué quieres decir? — preguntó él, confuso. — ¿Qué tienen


que ver los cuervo con que nos casemos?—

— Es un refrán de viejos — recordó ella — transmitido de madre


a hija. —

— No sabía que eras supersticiosa—

— No es superstición. Es verdad, se ha transmitido de madre a


hija desde hace mucho tiempo. Miriam me lo enseñó cuando era sólo
un bebé. Un cuervo para el dolor, dos para la alegría, tres para una
boda, cuatro para un nacimiento. —

Ella contuvo el aliento cuando cuatro cuervos más se unieron al


grupo, volando perezosamente en círculos en lo alto.

— ¿Hay más? — preguntó Adrian. Observó el baile de los


cuervos. Sus gritos estentóreos invadieron sus sentidos.

— Sí — contestó ella suavemente. Lo miró atentamente mientras


recitaba el resto del verso de su niñez:

— Cinco para plata, Seis para oro...Siete, un secreto nunca dicho.


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Dragon Witch Dolly Lien

Él tragó, mirándola a los ojos. Lo atrajeron más profundamente


en un fondo verdemar de amor y confianza. Su secreto ... Aún no era
el momento...

— ¿Qué secreto, Adrian? — susurró ella. — ¿Qué secreto


retienes a la persona con quien te casarás? —

— ¿Secreto? — Él tragó otra vez. — Yo ... ¿qué quieres decir? —

— Es una señal — explicó ella. — La señal del cuervo nunca


miente. Voy a casarme contigo, pues es el deseo de los dioses, y lo que
yo deseo también. Pero los cuervos me dicen que tienes un secreto. Yo
debo conocer ese secreto, Adrian. No puedo ser tu esposa a no ser que
me digas tu secreto. Es tan simple como eso.—

— No puedo. — Él inclinó su cabeza, triste.

Ella se alejó sin otra palabra, dejándolo solo y abatido.

— ¿Qué debo hacer? — sacudió su puño con ira hacia el cielo. —


Decidme qué hacer. No puedo vivir sin ella. —

******

El hombre y la mujer observaron la cólera dejar su hermosa cara.


Vieron establecerse en ella a la depresión. Podían sentir su miseria
como una fuerza física.

— Debemos ayudarle — susurró la mujer. Mechones de pelo


oscuro cayeron sobre sus ojos cuando se inclinó hacia el orbe
suavemente encendido. Los empujó atrás con impaciencia.

En el cristal, la figura del joven yacía de espaldas sobre la piedra,

- 296 -
Dragon Witch Dolly Lien

su brazo arrojado sobre los ojos. Ella comprendió que él había hecho
su súplica y esperaba una respuesta, una señal.

— Dile que puede decirle la verdad — suplicó ella. — Es cruel


dejarle sufrir así.—

El hombre de pelo dorado extendió la mano y, sin una palabra,


movió su mano con cuidado sobre la bola de cristal y desapareció.

Una sombra pasó por encima del joven en el cristal. Él levantó su


brazo y miró hacia el cielo. La maravilla llenó sus ojos, entonces la
alegría, la alegría pura mientras saltaba de la piedra y se encabezaba
hacia el bosque.

Treinta y seis

— ¡Madre! ¡Le vi! ¡Vi al Gran Wyrm! —

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Dragon Witch Dolly Lien

La alegría de Adrian lo dejó sin aliento cuando corrió hacia el


claro. Estaba tan excitado que apenas podía hablar. ¡El Gran Wyrm no
había sido visto en siglos! Los rumores insinuaban su muerte, pero
nunca se había probado nada. Damien y Lysira estaban sentados en
los escalones de la casita de campo y se pusieron de pie de un salto
con sus palabras.

— ¿Viste a T'bor? — preguntó Damien, con incredulidad.

— Estaba Angeline ... ¿Estaba mi madre con él? — La voz de


Lysira vibró con esperanza.

— No, Madre. Era sólo Abuelo a quien vi. — Adrian sintió un


dolor casi físico ante la mirada de decepción en la cara de Lysira. —
Pero ella debe estar cerca. Sabes que él nunca está lejos de ella. —

— Debo ir a por ellos. — El cuerpo de Lysira comenzó a cambiar.


Su pálida piel maduró en dorada, sus ojos brillaron, luego cambiaron
de azul a oro bruñido. Su cuerpo tembló cuando comenzó a crecer.

— ¡Sira! — gritó Damien. — No puedes. Has estado demasiado


enferma. Cambiar ahora podría matarte. — tiró su cambiante cuerpo
en sus fuertes brazos, intentando pararla, intentando mantenerla a
salvo.

— Damien, por favor. Debo hacerlo. Ha pasado demasiado


tiempo — dijo ella angustiada. — Debo saber. —

— No— dijo él mientras la sostenía más fuerte. — Me


obedecerás en esto. —

Lysira consintió mientras volvía a la forma humana y colocaba


su cabeza sobre su amplio pecho. — Los echo de menos — sollozó. —
Solamente deseo verlos una vez más, Damien. ¿Puedes entenderlo? —

— Realmente lo entiendo, mi amor — contestó él, acariciándole


la espalda gentilmente. — Debes descansar, Sira. Todavía estás
demasiado débil. —
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Dragon Witch Dolly Lien

— No. — Cuando se arrancó de Damien, Adrian pudo verla


reunir su fuerza. — Oiré a nuestro hijo contarnos esto.—

— Habla, hijo — ordenó Damien mientras él y Lysira se


sentaban otra vez sobre los escalones de piedra. — Dinos qué viste. —

******

Tempest casi había llegado al riachuelo cuando comprendió que


había olvidado traer el jabón. Estaba justamente girando la esquina de
la casita de campo cuando oyó la excitada voz de Adrian. Se dobló
para recuperar su ropa caída, y oyó la frase "Gran Wyrm", se quedó
quieta y escuchó.

No podía ser. Adrian... Lysira... ¿Dragones? No, era imposible.


Lo sabía. La cabeza de Tempest se tambaleaba mientras les escuchaba.
Se apoyó contra la pared de la casita de campo, su cara palideció
cuando Adrian le dijo a sus padres lo que había visto. La ropa que
había puesto a punto para el lavado yacía olvidada a sus pies donde
habían caído de sus de repente nerviosos dedos. Sabía que no debería
estar escuchando en las sombras cómo cualquier ladrón por la noche,
pero no podía moverse.

— Deseaba una respuesta, Madre — oyó decir a Adrian, — Y él


apareció. Voló alto, dibujó un círculo tres veces y luego se fue. Era él.
Sé que era al Abuelo. —

— Sólo hay un Gran Wyrm — estuvo de acuerdo Lysira. — Los


demás fueron derrotados con las guerras de dragones. Los bardos
solían cantar como el Gran Wyrm era el más poderoso, el más mágico
y el más viejo de todos los dragones. Pero no he oído la canción del
dragón durante muchos años. Creo que la gente la ha olvidado. —

— Yo creía que vosotros dos erais los últimos dorados —


- 299 -
Dragon Witch Dolly Lien

reflexionó Damien — Pero si viste un Gran Wyrm y era un dorado,


entonces sólo puede haber sido T'bor. Me pregunto por qué estaba
allí. ¿Crees que nos estaba enviando un mensaje?—

— Sí — contestó Adrian. — Era un mensajero de los dioses,


mandándome que le diga a Tempest lo que soy, antes de que nos
casemos.—

— Ella es demasiado joven, Adrian. Se asustará. —

— Ella es fuerte, Madre, y me ama. Recuerdo bien la noche de su


nacimiento; ¿yo estaba allí, recuerdas? Somos un mismo alma. Se
casará conmigo.—

Tempest ya había oído bastante. Era momento de enfrentarse a


los dragones. Enderezó la espalda y marchó alrededor de la esquina
de la casita de campo. Al principio no repararon en ella, tan absortos
estaban en su conversación.

— Adrian,— interrumpió en voz alta, luego se aclaró la garganta


y continuó con una voz más suave. — Me gustaría hablar contigo. —

Él avanzó hacia ella.

— Sí, mi amor, es el momento de que hablemos. — intentó


alcanzar su mano, pero ella la mantuvo rígidamente a su lado y se
alejó de él. Él echó un vistazo hacia Lysira mientras caminaban hacia
los bosques.

— ¿Tempest? ¿Te sientes enferma? —

Pero ella aún no podía hablar. No podía contestar. ¿Estaba mal?


Sí, se sentía enferma, pero era algo más... Debía pensar. ¿Su dulce y
hermoso Adrian, un dragón?

Estaba más allá de lo creíble. ¿Podía ella pasar el resto de su vida


mortal con él? Los dragones vivían durante siglos. Ella era humana;
su tiempo juntos sería tan breve. Y que pasaba si tenían niños. ¿Qué

- 300 -
Dragon Witch Dolly Lien

serían? ¿Humanos? ¿Dragones? Las imágenes flotaron por su mente


mientras se adentraban más profundamente en los bosques, imágenes
de ella sentada en una silla, pequeños niños dragones a sus pies,
jugando felizmente con pequeños niños humanos mientras un dragón
dorado daba vueltas en lo alto. Ella sintió su corazón desbordarse con
amor por aquello, su familia. Pero eran niños dragones, diferentes,
ajenos. ¿Como podían los dragones y sus compañeros humanos
engendrar descendencia, vivir juntos en armonía?

Entonces otra imagen se apareció ante ella. Ella estaba sentada


en la misma silla, pero esta vez estaba arrugada y tenía el pelo gris.
No habían niños, no habían destellos de un dragón dorado mientras
se elevaba majestuosamente en lo alto. Estaba sola, su corazón muerto
en su pecho. No era amada, estaba sola. Tempest sabía que estaba
destinada a Adrian para siempre. Lo amaba.

Sacudió su cabeza para aclararla. Era una decisión fácil de


tomar. Lo amaba, y podrían afrontar cualquier cosa mientras se
tuvieran el uno al otro. Ella no terminaría siendo una anciana, sola y
sin ser amada, sin nunca llevar dentro a los niños del hombre que
amaba. En cambio, amaría a aquel hombre dragón, llevaría sus niños,
pasaría su corto tiempo sobre la Tierra amando y siendo amada.
Sabía con certeza que hasta un tiempo corto con Adrian sería
infinitamente mejor que una eternidad sin él.

Llegaron al claro donde ella había observado a Adrian


broncearse sobre la enorme roca de granito.

— Siéntate —ordenó ella, indicando una roca más pequeña.

Adrian se sentó. — Me gustaría oír tu secreto ahora. — Ella


estaba de pie delante de él, las manos juntas con recato delante de ella.
Lo miró fijamente a los ojos y esperó a que hablara. Contuvo el
aliento, esperando, rezando que le dijera la verdad.

— Yo... — se aclaró la garganta nerviosamente. — Soy un


dragón. — hizo una pausa y esperó a que ella dijera algo. Ahora era su
- 301 -
Dragon Witch Dolly Lien

momento de esperar, de rezar.

—¿ Y? —

— ¿Y? ¿Y qué? Acabo de decirte que no soy un hombre. Soy un


dragón. —

— Muéstramelo. —

— ¿Que te lo muestre? ¿Mostrarte qué? — Adrian estaba


confuso.

Ella no estaba reaccionando como él había esperado. No


mostraba sorpresa. No lo preguntó nada. ¿Ya sabría la verdad? No, no
podía saberlo.

— Si eres realmente un dragón, demuéstralo. Conviértete en un


dragón aquí y ahora. —

— No puedo. — Él inclinó la cabeza abatido, las manos juntas


entre sus rodillas.

— ¿No puedes o no quieres? — Ella era implacable.

— No puedo — susurró él. — Lo he intentado. —levantó sus


ojos llenos de lágrimas hacia los suyos. — No puedo convertirme en lo
que tanto necesito ser. No puedo convertirme e un dragón. —

— ¿Por qué? ¿Has olvidado cómo? ¿Estás maldito, quizás?


¿Estás hechizado? — se preocupó ella y masticó la idea como un alano
con un anca de carne de venado fresca.

— ¿Maldito? — Él recordó, pero no podía recordar nada que le


hiciera pensar que estaba maldito. — No, creo que no. No puedo
recordar nada entre el momento en que combatí con el oscuro y el
momento en que me encontraste bajo tu árbol. —

— ¿Oscuro? ¿Qué oscuro? — preguntó ella confusa. Entonces la


verdad de su declaración la inundó. — ¿Luchaste con un dragón
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Dragon Witch Dolly Lien

negro? ¿Es por eso que estabas herido? Diosa, Adrian. ¡Podrías haber
muerto por luchar con un dragón negro! —

— Olvidas que yo era un dragón dorado entonces, pequeña


bruja — indicó él con una sonrisa burlona. — He luchado con el
oscuro muchas veces en el pasado, y un día lo derrotaré. —

— No tendré un marido que lucha con dragones — dijo ella


firmemente. — Se quedará en casa y me ayudará a criar nuestros
niños.—

— ¿Tu marido? ¿Dijiste tu marido? — Adrian estaba atontado. —


¿Eso significa que te casarás conmigo aun cuando podría convertirme
en un dragón e irme volando? Bueno, eso será si alguna vez recuerdo
como volver a convertirme en un dragón.—

— Te dije que nos casaríamos cuando me dijeras tu secreto. —

Tempest sonrió abiertamente ante la mirada de sorpresa en su


cara. — Ahora lo sé, entonces podemos casarnos en cualquier
momento. —

—¡Ahora! — Adrian agarró su ligera figura en sus brazos y giró


con ella alrededor. Su falda verde de lana voló alrededor de ellos, y
ella envolvió sus brazos fuertemente alrededor de su cuello. Su feliz
risa resonó por el antiguo bosque.

— Se lo diré a Madre — gritó él en éxtasis. — Ella es una reina


dragona y una sacerdotisa del Camino Viejo. Ella puede casarnos. —

— ¿Lysira es una ... dragona? — Las memorias vagas de escamas


doradas, del brillo de los ojos de un dragón dorado. ¿Pero dónde?
¿Cuándo? ¿Cuando había sido envenenada? Sí. Adrian era un dragón.
Sus padres serían dragones, también.

— Damien ... ¿es también un dragón? — casi tenía miedo de


preguntar. Damien era lo bastante feroz para ser un dragón.

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Dragon Witch Dolly Lien

— No — contestó él, agarrando su mano. — Mi padre es


humano como tú, aunque algunos dirían que es sobre todo demonio.
— sonrió abiertamente.

— Debemos apresurarnos a ir a casa y hablar con ellos, mi amor


— susurró Tempest en su oído, su ronca voz haciendo todos los tipos
de cosas maravillosas a su cuerpo. — Ya que no creo que pueda
esperar mucho más. —

*****

Ella sonrió y se reclinó en su silla.

—Por fin— exclamó. — Ahora Tempest entrará en sus poderes


por completo. Ha sido un juego maravilloso, querido. Me alegro de
que comenzaras todo esto. — se giró hacia él, pero él no miraba la
bola de cristal. Miraba fijamente a la nada, la mirada de sus ojos
mostraba una mezcla de dolor y temor.

— Me sentí tan bien — susurró. — Me sentí tan bien de alguna


forma. Recuerdo un tiempo, hace mucho ... un tiempo de libertad, de
planear a través del cielo ... de grandes batallas. Es como si fuera
realmente un dragón dorado. Quizás... —

Una mirada de preocupación cruzó la cara de ella. Se llevó su


mano a sus labios y la besó suavemente.

— ¿Qué recuerdas, querido mío? — preguntó, mirando


profundamente en sus ojos dorados. — ¿Recuerdas el pasado? —

— Lo recuerdo — contestó él mientras una lágrima rodaba por


su rugosa mejilla. — Dioses, cómo recuerdo el pasado. —

- 304 -
Dragon Witch Dolly Lien

Treinta y siete

Beltane. Mañana sería el último de los tres rituales de fertilidad.


Imbolc, famoso porque el invierno se volvía más suave; Ostera,
celebrado en la temprana primavera; y Beltane, famoso por celebrar la
primavera y su florecimiento en salvaje abandono. Mañana
celebrarían la unión del Dios y la Diosa.

Mañana Tempest se casaría.

Lysira los había hecho esperar para casarse, haciéndolos esperar


hasta Beltane. Pero había sido amable; los había mantenido ocupados.

Adrian y Tristan caminaban trabajosamente hacia lo profundo


de los bosques para encontrar el árbol perfecto para el mayo 6.
Encontraron un abeto alto y recto, lo talaron fácilmente, y comenzaron
a desnudar los miembros ... todos excepto las ramas más altas.
Aquellas que dejaron formaban una corona de gloria que sostendrían
el anillo de flores y las cintas rojas y blancas que serían bien atadas al
poste. Esa noche erigirían el mayo y mañana...

6 Palo consistente en madera de árbol alrededor del cual se danza celebrando Beltane.
- 305 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Adrian, ¿has oído lo que acabo de decirte? —

— Perdóname, Tristan. Pensaba en mañana. —

— Sí. Y yo hablaba de mañana. — suspiró Tristan.

— ¿Te enteraste de lo que acabo de decir?—

— No — Adrian tuvo el buen tino de parecer avergonzado.

— Le he pedido a Marisa que sea mi esposa. —

— ¿Y su respuesta? —

— Ha estado de acuerdo. — Una sonrisa enorme se extendió a


través de la cara de Tristan. — Todavía no puedo creer que haya
estado de acuerdo con casarse conmigo. Es tan perfecta, tan gentil y
cariñosa y yo soy... — Su voz se calmó cuando recordó lo feliz que
había estado Marisa.

— Beltane — había dicho ella con una sonrisa suave. — ¿Podemos


casarnos en Beltane? ¿Le preguntarás a Adrian si podemos casarnos cuando
él y Tempest tengan su ceremonia? Tempest es mi mejor amiga. Sería
maravilloso tener una boda doble.—

— ¿Tú eres? —

Tristan pareció confuso.

— No terminaste lo que decías. Dijiste "yo soy"....—

— Soy un bastardo, Adrian. No tengo título, ni propiedades. Mi


padre no me ha reconocido, y nunca podrá hacerlo. No soy lo bastante
bueno para ella. Ella es tan hermosa y tan perfecta. Quizás no debería
haberle pedido ser mi esposa. —

— No, Tristan, serás un buen marido. ¿Pero no es demasiado


pronto después de la muerte de su padre? ¿No deberíais esperar
durante su período de luto? —

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Dragon Witch Dolly Lien

— Ella está sola. Necesita un protector. No creo que yo pueda


esperar, Adrian. — La cara de Tristan se puso roja con vergüenza, y
Adrian sonrió abiertamente.

— Hablaré con Tempest y mi madre. Estoy seguro de que


estarán de acuerdo. ¡Una boda doble! ¡Sí! — lanzó su brazo sobre los
hombros de Tristan. — ¡Una boda doble! ¡Ahora llevemos este mayo
a la casita de campo! ¡Todavía hay mucho que hacer! —

Cantaron fuertemente mientras llevaban el recién cortado mayo


a través de los bosques, cada hombre más feliz de lo que habían sido
en un largo período de tiempo.

*****

Los pensamientos de Adrian estaban en el día que venía.


Mañana Tempest sería su novia, y estaba asustado, más asustado de lo
que nunca había estado. Había vivido cien años, había luchado a
muerte contra dragones, había visto combatir al hombre por cosas
ínfimas como un pedazo de tierra o un rico tesoro y hasta se había
enfrentado a su padre en una competición de voluntades, pero nunca
se había acostado con una mujer. Recordó como de cerca habían
llegado él y Tempest aquel día en Windhaven pero...

Adrian sabía lo que hacían los hombres y las mujeres para


procrear. Tenía toda la información, pero tenía miedo, miedo de herir
a la mujer que amaba, miedo de decepcionarla, miedo de que de
algún modo destruiría su amor siendo inepto. Miedo de fallar.

Suspiró mientras ataba la larga cinta de seda blanca alrededor


del pequeño bulto de madera.

— ¿Adrian? — Damien se sentó sobre los escalones al lado de él.


— Pareces preocupado. —
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Dragon Witch Dolly Lien

— Sí, Padre — contestó él, mirando a Damien, un ceño fruncido


en su cara. — Mañana... — Se aclaró la garganta, para intentar hablar
pero no pudo encontrar las palabras para expresar sus dudas.

— ¿Estás preparado para la celebración de Beltane? — Damien


dirigió una mirada obtusa a su hijo. — Tú y Tristan encontraron un
buen mayo, y yo me ocuparé de tener vuestro bulto listo para el
fuego. ¿Tienes otras preocupaciones? Estoy seguro de que tu madre
estará feliz de ayudarte. — sonrió de un modo alentador. — Soy
consciente de cómo te sientes. Sentí lo mismo en la víspera de mi
matrimonio con tu madre. —

— No, Padre — contestó Adrian con impaciencia. — He visto


demasiados fuegos de Beltane para contarlos. Es Tempest. No
puedo ... — tragó saliva, dejó caer el bulto a la tierra, se levantó y
comenzó a pasearse. — La amo, Padre. —

— Lo sé, hijo. —

— Pero ella es doncella. —

— Sí. —

— El dolor. No puedo hacerle daño. — Adrian paró de pasear y


miró a Damien, la desesperación en sus ojos azules. — Me odiará —

— Es un dolor pequeño, hijo. Es algo necesario. Encontrarás el


control dentro de ti. —

— ¡Pero no sé qué hacer! —

— ¿Nunca te has acostado con una mujer? —

— ¡No! — Pero entonces se acordó ... recordó el día en que casi


había hecho el amor a Tempest. Recordó como había rasgado su ropa
y... Grandes Dioses, casi le había hecho daño entonces. Había
esperado demasiado tiempo, la había deseado desde hacía mucho.
¿Que ocurriría si no podía controlarse en su noche de bodas? ¿Si le

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Dragon Witch Dolly Lien

hacía daño? Si... ¿Si se convertía en un dragón?

— Pasea conmigo. — Damien se levantó de su asiento en el


escalón de piedra cubierto de musgo. — Creo que tenemos mucho de
que hablar.—

*******

— ¿Lysira? — Tempest terminó de atar el pequeño ramillete de


flores a su bulto de Beltane. Con cuidado había seleccionado las nueve
maderas diferentes para su bulto: abedul para simbolizar la Diosa;
roble para el Dios; abeto para el nacimiento; sauce para la muerte;
serbal — su favorito — para la magia; manzano para el amor — por
Adrian, su amor, fuerte, amor de dragón; vid para la alegría; avellana
para la sabiduría; y espino para la pureza.

— ¿Sí, Tempest? — Lysira puso su bulto lleno de lazos sobre la


mesa delante de ella. — ¿Te preocupan los acontecimientos que están
por venir? —

— Él me ama — declaró Tempest firmemente.

— Sí, Adrian te ama.—

— ¿Ha amado a otras antes que a mí? — Ahí, ya había salido, su


miedo más profundo. ¿Ella sería suficiente para él? ¿Todavía la
amaría después de...?

Después de todo, ella sólo era humana. Y él, bueno, Adrian se


había elevado por los cielos con alas doradas, había luchado en
poderosas batallas, había vivido mucho más tiempo que ella. ¿Podría
hacerlo feliz durante el tiempo que pasaran juntos?

—Te ha amado sólo a ti, Tempest — contestó Lysira suavemente.


— Vosotros sois almas unida desde el nacimiento y prometidos el uno
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Dragon Witch Dolly Lien

al otro. —Ella ató un pequeño ramillete de flores al bulto de madera


en el que había estado trabajando. — No ha amado a ninguna otra. —

— ¿Pero cómo lo sabes? Él ha vivido mucho tiempo. —

— Sí. Ha vivido cien años. Nació en la Víspera de Beltane.—

— ¿Mañana es su cumpleaños? —

—Sí—

— ¿No nació —Tempest vaciló, — incubado?—

— Adrian nació como un niño humano — dijo Lysira con una


pequeña sonrisa. — Su padre es humano, y yo estaba en mi forma
humana cuando nació. —

— Pero... — Tempest buscó en su mente, intentando asimilarlo


todo, intentando hacer a Lysira las preguntas importantes sin herirla,
sin parecer demasiado curiosa.

— ¿Damien es su padre adoptivo? — se aventuró finalmente.


Aunque Adrian le había dicho que Damien era su padre. Era todo
bastante confuso. Damien no parecía tener más de treinta o treinta y
cinco años. No podía ser el padre de sangre de Adrian.

— Damien es el padre verdadero de Adrian. —

— Pero acabas de decirme que Adrian tiene cien años.—

—Sí—

— El humano más viejo del que haya oído hablar tenía noventa
años. ¿Damien no es realmente humano entonces? ¿Es un demonio,
como dicen?—

— Él es tan humano como tú, Tempest. —

— Pero ... no es posible. Ninguna persona vive tantos años. A no


ser que... — No, pensó Tempest confusa, no es posible. El Damien
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Dragon Witch Dolly Lien

Westbrooke que ella conocía no podía ser tan viejo. Pero Lysira nunca
le había mentido, ni Adrian. Ambos habían reclamado que Damien
era el padre de Adrian. — ¿Cómo? — susurró.

— Damien no se parece a otros hombres — explicó Lysira,


tomando la mano de Tempest en la suya, girándola para tocar las
líneas de su palma.

— Esta línea — remontó la línea del pulgar de Tempest, a través


de su palma y alrededor de su principio— es tu línea de la vida, —
dijo Lysira suavemente. — Es un círculo. No tiene principio y no tiene
final. Damien tiene la misma línea. Tu línea de la vida comenzó a
unirse en el momento en que tu alma se elevó con la de Adrian. La
línea de la vida de Damien se encontró cuando nosotros nos hicimos
compañeros. Él tenía veinticinco años. La tuya comenzó cuando
naciste. Esto sólo ha pasado tres veces, la primera cuando mi madre,
Angeline, se hizo una con el Gran Wyrm, T'bor, la segunda cuando
Damien Westbrooke finalmente declaró su amor por mí, y finalmente
cuando tú te uniste a Adrian en su batalla para derrotar al dragón
negro S'rdonne. —

— ¿S'rdonne? ¿La batalla de dragones de mi nacimiento? —


Tempest miró la línea desde más cerca. A ésta sólo le faltaba una
unión de la longitud de un pelo. El círculo no estaba completo.

— No está unida — dijo angustiada. — ¿Significa que Adrian y


yo no estamos destinados a estar juntos? ¿Lo perderé? —

— Tú y A'dryan aún no están unidos, niña. Se encontrará


cuando vuestro matrimonio haya sido consumado. No temas cuando
pase. Será una cosa maravillosa, Tempest. — Lysira acarició
gentilmente la mejilla de Tempest. — El acoplamiento entre dragón y
humano es algo raro y mágico,. Realmente estamos bendecidos por
los dioses. —

- 311 -
Dragon Witch Dolly Lien

*******

Era una noche hermosa. Las estrellas colgaban en el cielo como


joyas brillantes, una brisa caliente despeinaba el pelo de Tempest
mientras esperaba con Lysira y Marisa a que los hombres trajeran el
mayo. Los árboles susurraban su alegría, las flores bajaban sus
cabezas fragantes con respeto hacia sus creadores. El aire estaba lleno
de amor y paz y el olor de la primavera. Esa noche el poste de mayo
se uniría con la Tierra Madre simbolizando la conexión del Dios y la
Diosa en divino matrimonio.

Tempest suspiró. Era todo tan romántico. Era su celebración


favorita y más ahora que aceptaba sus poderes, que sabía qué y quién
era realmente.

— Realmente estoy bendecida, — susurró. — Tengo mi amor, mi


nueva familia, a Tris y a Marisa y me casaré con Adrian mañana. —

Pero no tengo a mi padre, pensó tristemente, ni a Miriam. ¿Y mi


madre, todavía está viva? ¿La bola de cristal me dijo la verdad?

Inclinó la cabeza y dijo un rezo silencioso por la madre que


nunca la había amado, por el padre que siempre la había querido, por
el hermano que siempre estaba ahí para ella, y por Miriam, su
sirvienta y mentora, quien había sido su fuerza y protectora. Hasta
Adrian. Adrian. Su hombre, su dragón, pronto sería su compañero, su
marido y siempre su amor.

Entraron en el claro llevando el mayo, cantando y riendo en su


alegría de vida. Damien estaba a la cabeza, llevando la parte más
pesada del árbol, sus amplios hombros portando el peso fácilmente.
Tristan llevaba la parte central del árbol y Adrian era último. Dejaron
el poste con cuidado y se alejaron.

Lysira, en su largo y brillante vestido de profunda seda


escarlata, anduvo suntuosamente hacia ellos. Llevaba un pequeño
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Dragon Witch Dolly Lien

tarro de tierra lleno de aceite, perfumado con mirra preciosa y dulce


aspérula. Bañó su dedo en el aceite y dibujó símbolos en el mayo.

— Bendito sea este árbol de abeto, — cantó mientras dibujaba los


símbolos. — El instrumento de nuestro gran Señor que pronto entrara
en nuestra Tierra Madre para la consumación del amor y la fertilidad
en ésta, su unión divina. — Se alejó y asintió hacia Tempest.

Tempest caminó despacio hacia el agujero que habían cavado


antes, las faldas de su vestido blanco crema de seda crujiendo
mientras se movía. Llevaba un pequeño jarro de agua salada.

— Madre — entonó mientras vertía el agua en el agujero, — que


este ofrecimiento te prepare para la entrada de nuestro Señor, Vuestro
Consorte. Qué moréis juntos y enamorados y traigáis un año fértil. —
dio un paso silenciosamente al lado de Lysira y observó como los
hombres colocaban el alto poste encajado en la tierra.

El mundo pareció suspirar cuando el abeto se quedó erguido y


orgulloso contra el cielo de medianoche. Las cintas rojas y blancas
brillaron con vida propia y bailaron con excitación en la apacible
brisa. Todo estaba tranquilo cuando el pequeño grupo miró la luz de
la luna filtrarse por las ramas para descansar como un halo sobre el
poste lleno de cintas. Se dieron la vuelta como uno solo y
reverentemente dejaron el claro, el mayo fue dejado solo para esperar
en majestuoso silencio el próximo día de la celebración de Beltane.

******

La mujer de pelo negro observó el erecto mayo en silencio. Sus

- 313 -
Dragon Witch Dolly Lien

recuerdos estaban muy cerca y aún muy lejos. Imágenes vagas de


momentos se iban dándole un codazo y se negaban a surgir para un
escrutinio más cercano. Ella lo intentó, ah como lo intentó, pero las
imágenes se desvanecieron y pronto desaparecieron de la mente y la
vista.

— Lysira te llamó "Gran Wyrm " — notó ella, mirando a su


compañero de pelo dorado. — Te llamó Padre.—

— Sí — contestó él pesadamente. — He intentado recordar, pero


las imágenes parecen eludirme siempre que lo intento. ¿Por qué no
puedo recordar? ¿Si yo era de la raza de los Dragones, por qué no
puedo recordarlo? ¿Por qué no puedo recordar a mi propia hija? — la
miró, la angustia bañando su cara.

— Pero dijiste que recordaste algo cuando volviste de dar la


señal a Adrian. Dime qué recordaste, querido. Quizás pueda ayudar.

— Volar — dijo él maravillado. — Me acuerdo de elevarme por


las nubes. Recuerdo como se siente el viento cuando te precipitas, la
suavidad de las nubes sobre mi piel, como sabían las gotas de agua.
Recuerdo el olor del pino y el cedro y la tierra recién batida. — se
inclinó hacia delante con desesperación, su cabeza descansando entre
sus grandes manos. — ¿Es posible? — preguntó, su voz pesada con la
emoción. — ¿Lysira podría ser mi niña? Bueno, oh ¿por qué no puedo
recordar?—

Ella se acercó a su silla, empujó su cabeza con cuidado en su


estómago y deslizó sus dedos despacio por su largo y dorado pelo. —
Yo no puedo recordarlo tampoco, mi querido dorado— dijo
suavemente. — Pero el conocimiento está ahí. Él no podrá mantenerlo
alejado de nosotros. Sería ser demasiado cruel.—

— ¿Pero qué ocurre si todo es verdad? — Él alzó la vista hacia


ella. — ¿Por qué no podemos recordar? ¿Qué hemos hecho? —

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Dragon Witch Dolly Lien

Treinta y ocho

Tempest recogió otra rama perfumada de flores de manzano y la


puso con cuidado en su cesta. Mientras lasllevaba de vuelta a la casita
de campo, pensaba en el día que vendría o más bien lo que quedaba
de aquel.

Adrian se había levantado temprano y se había marchado a


hacer una misteriosa diligencia. Había estado fuera la mayor parte
del día, y ella lo había echado de menos. ¿Por qué elegir aquel día
entre todos los días para desaparecer? Había tanto que hacer antes de
que se casaran.

Justo como un hombre, pensó. Puede ser un dragón o así lo


reclama. Nunca lo he visto cambiar —pero sus acciones son
totalmente humanas.

No, lo que me dijo es verdad. Ella recordaba trozos de


conversación, destellos de escamas de un dragón dorado cuando

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Dragon Witch Dolly Lien

había estado tan enferma por el vino envenenado de Sardon. ¿Había


estado Lysira allí para ayudar? Recordaba un nombre, mandrágora,
veneno de dragón. El veneno estaba destinado a Adrian.

— Tempest —llamó Lysira desde la entrada de la casita de


campo.— Ven aquí, tengo algo para ti.

Siguió a Lysira dentro de la casita de campo y puso su cesta de


florecientes ramas de manzano sobre la larga mesa de caballete. Lysira
estaba junto a la cama, sosteniendo algo en sus manos.

— Esto —dijo cuando Tempest anduvo hacia ella,— es tu traje de


novia. Comencé a hacerlo cuando naciste.

— ¿Lo hiciste para mí? ¿Pero cómo podrías haberlo sabido?


Adrian y yo nos conocimos hace sólo unos meses. Quiero decir... ¿Qué
hubiese pasado si yo hubiese muerto, o si Adrian no me amara? ¿Si yo
hubiese sido fea o deforme, o...? ¿O si nunca nos hubiésemos
conocido?

Lysira puso su dedo suavemente sobre los labios de Tempest.—


Preguntas demasiado, niña —la regañó.— He visto cosas del futuro.
Sabía que serías hermosa, y sabía que mi hijo te amaría. Miriam y yo
os prometimos en esponsales en tu nacimiento. Recuerda, leí las cartas
y ellas nunca mienten. Ahora ven, es tiempo de vestirte para tu boda.
Debo preparar el círculo mientras te vistes.

— ¿Dónde está Marisa? —Tempest comenzó a acercarse a la


puerta.— También necesita prepararse para su boda.

— Tempest. —La voz de Lysira la detuvo.— Marisa volverá


pronto. Está con Tristan. Ahora, tenemos mucho que hacer para que
ambas estéis listas. No te preocupes tanto.

Tempest obedientemente cogió el vestido de Lysira y lo puso con


cuidado sobre la cama. Se quitó la ropa mientras Lysira se ocupaba en
trenzar el manzano floreciente por el tejido circular hecho de las
ramas flexibles más jóvenes. Se alegró de haberse tomado un tiempo
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Dragon Witch Dolly Lien

para bañarse antes.

Sobre la cama había una camisola blanca, medias blancas y un


par de zapatillas doradas. Tempest cogió la camisola. Estaba hecha de
algodón tan ligero y brumoso que pareció flotar en sus manos.
Diminutas flores rosadas de manzano estaban bordadas alrededor del
corpiño y el dobladillo. Se la puso y dejó que flotara sensualmente
sobre su delgado cuerpo, casi como la camisola de seda que Miriam
había hecho para ella. Miriam, su amiga y mentora. La echaba de
menos profundamente. Si sólo Miriam pudiese haber estado allí para
ver su boda. Pero se había ido para siempre, para vivir sólo en la
memoria.

— Bendita seas, Miriam —susurró.— Siempre estarás en mi


corazón.

Las medias blancas de algodón fueron lo siguiente, luego las


zapatillas doradas. Vaciló, casi con miedo de tocar el hermoso vestido.

— Tempest —la alentó Lysira mientras se acercaba para


ayudarla,— el vestido no te morderá.

Lo cogió, lo bajó con cuidado por la cabeza de Tempest y


abotonó la larga fila de botones dorados en la espalda.— Ahora
debemos hacer algo con tu pelo.

*******

Era casi medianoche, casi el momento para encender el fuego de


Beltane. ¿Dónde estaba Tempest? Adrian se movió mientras seguía al
lado del altar de piedra, esperando su novia. Le parecía que había
estado esperando durante horas.

Su nueva túnica azul cobalto le picaba debido al hilo dorado que

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Dragon Witch Dolly Lien

su madre minuciosamente le había bordado. Se pasó el dedo bajo el


borde de la túnica aterciopelada y se rascó el cuello. Las hojas de roble
parecían agradables, pero el pesado hilo dorado le irritaba la piel. Sus
medias a juego eran demasiado apretadas y restrictivas.

¿Dónde estaba ella? ¿Había cambiado de idea? ¿Haberle dicho la


verdad de su herencia había sido un error después de todo? ¿Había
escapado de Ravensnest? No podía perderla ahora. Tempest era su
vida, su salvación. Ella podría ayudarle a encontrar sus alas de dragón
otra vez, ayudarle a recuperar lo que tanto echaba de menos.

Allí estaba Tristan, vestido con la ropa de Damien —negra desde


luego, su padre nunca llevaba nada excepto negro. Lucía bien sobre
Tristan, con su pelo rubio. La preocupación corrió por su mente
mientras veía a Tristan caminar hacia el altar hasta colocarse al lado
de él. ¿Dónde estaba Tempest? Dioses, no podía esperar mucho más.
Quizás debería ir a buscarla. Quizás había sido secuestrada. Quizás...

— Adrian. —La agradable voz de barítono de Damien


interrumpió sus nerviosos pensamientos. — Tu novia se acerca.

La mente de Adrian paró su frenético apresuramiento, y sintió


un golpe casi físico en su vientre cuando vio a Tempest caminar
despacio hacia él. El sol de última hora de la tarde la rodeaba con un
nimbo de luz dorada. Se melena rojo encendido colgada suelta y
flotando cubría sus hombros como una capa viva de fuego. Su pelo
rizado en amotinado abandono alrededor de la diadema de flores de
manzano que orgullosamente se enroscaba en su cabeza. En sus
manos llevaba un ramo de flores de manzano y brillantes hojas de
roble. Su vestido dorado brillaba a la luz del sol mientras andaba,
fluyendo con cada paso, centelleando luz dorada y enviando ondas a
través de todas las partes de su cuerpo. Ella era una diosa dorada y
pronto sería suya, una diosa dorada vestida para casarse con un
dragón dorado.

Marisa, en un vestido de terciopelo azul pálido, seguía a

- 318 -
Dragon Witch Dolly Lien

Tempest. Sus azules ojos claros se encontraron con los verdes de


Tristan. Una suave sonrisa de alegría pura cruzó su encantadora cara
cuando se colocó al lado de él.

Tempest se puso al lado de Adrian, y Lysira se acercó al frente


del altar, que estaba cubierto de flores de primavera recién cogidas,
extendidas sobre un paño dorado. Tres altas velas afiladas se erguían
con orgullo en el centro.

— Que los dioses bendigan estas uniones —comenzó Lysira


mientras encendía las velas. Se giró hacia las dos jóvenes parejas.—
Que la madre Tierra os traiga frutos y que el dios Sol os traiga fuerza.

Reverentemente, levantó sus manos al cielo y continuó.—


Cuando el Dios Sol y la Doncella Luna se encuentren en el cielo, que
bendigan la unión de estas almas en matrimonio.

Bajó sus manos, y todos miraron silenciosamente como el sol se


ponía y la luna se elevaba, un brillante círculo plateado en el cielo
crepuscular.

— ¿Quién entrega estas doncellas? —preguntó Lysira.

— Yo —respondió Damien, dando un paso adelante. Tomó la


mano de Tempest y la puso en la de Adrian, luego puso la mano de
Marisa en la de Tristan y se alejó.

— ¿Adrian, Tristan, cuál es vuestra promesa? —preguntó


solemnemente Lysira.

Adrian y Tristan se giraron y miraron profundamente a los ojos


de sus novias mientras hacían sus votos de amor.

— Por el Roble, la Ceniza y la Espina, te tomo como mi novia.


Amarte, protegerte y quererte, por siempre a mi lado. Los dioses son
testigos de mi voto eterno. Bendice nuestro amor en este día apacible,
dota de amor nuestros corazones. Por este juramento que le hago a mi
amor, siempre seré tu amante y protector, por toda la eternidad.
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Dragon Witch Dolly Lien

— Tempest, Marisa, —siguió Lysira,— ¿cual es vuestra


promesa?

Los ojos de Tempest y Marisa brillaron con felicidad cuando


dijeron sus votos.

— Por el Roble, la Ceniza y la Espina, te prometo mi amor. Mi


corazón, mi vida, mi amor siempre será verdadero. Los dioses son
testigos y ven en mi corazón. Ven el amor dentro de sus
profundidades y las lágrimas no nos apartarán. Este voto yo te doy,
mi amor, siempre estaré cerca a tu lado para ser tu compañera
durante toda la eternidad.

— Vuestros votos han sido dichos —concluyó Lysira,— vuestras


promesas hechas, declaro, con la aprobación de los Dioses, que estos
matrimonios sean verdaderos y benditos. Que vivan siempre en paz y
armonía. —Besó la mejilla de cada recién casado.— Besad a vuestras
novias hijos míos.

********

Fue una celebración maravillosa. Tempest cerró sus ojos y se


reclinó en los fuertes brazos de Adrian junto a la hoguera. Estaba
contenta y completamente feliz.

Damien, que era el mayor de los hombres, había encendido el


fuego. Ceremoniosamente todos lanzaron sus pequeños bultos sobre
la hoguera ardiente, entonces cada uno tomó una de las largas
serpentinas conectadas al mayo y bailaron alrededor de él. Mientras
bailaban, las largas cintas de satén se enrollaban más y más a lo largo
del poste, y la corona de flores resbaló despacio a su destino final. Se
colocó finalmente sobre la tierra, y el ritual estuvo completo. Se
pusieron todos de pie en una silenciosa reverencia, sabiendo que
habían hecho su parte para asegurar una estación fértil durante otro
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Dragon Witch Dolly Lien

año.

Tristan rompió el silencio.— Tengo hambre —anunció mientras


tomaba la mano de Marissa y emprendía el viaje de regreso hacia la
casita de campo. — Además —añadió con una mirada lasciva,— estoy
seguro de que Adrian desea apresurarse para entonces poder
mostrarle su sorpresa a Tempest.

— Tris —gruñó Adrian en señal de advertencia.

— ¿Sorpresa? —preguntó Tempest.— ¿Qué sorpresa?

— Lo sabrás bastante pronto, mi amor.

Y no importaba cuanto le engatusara y engatusara, no diría más


sobre el asunto.

La cena fue una comida maravillosa. Las tres mujeres habían


estado cocinando durante días y la mesa estaba amontonada con el
alimento. Suculento faisán relleno de pan de trigo, sazonado con
hierbas picantes y las últimas bellotas del Otoño, maíz seco hecho en
un vaporoso pudín, guisantes nuevos en salsa de mantequilla recién
hecha, pan de nuez todavía caliente del horno, pescado ahumado
sobre una fuente plateada y carne de venado tostada rodeada por
setas empanadas, hacían de él un banquete digno de una familia real.

Lysira se acercó al hogar y trajo la gloria suprema del banquete


de Beltane a la mesa. Destapó un pote de espárragos recién cogido
que echaba vapor, cultivado en un montón especial cubierto
especialmente para la celebración. Los gruesos tallos blancos flotaban
en una salsa cremosa. El aroma hizo agua la boca de Tempest y sus
rodillas se debilitaron con el hambre y la anticipación.

Pronto estuvieron sentados alrededor de la mesa, sus platos


amontonados, sus copas llenas de vino de Mayo.

Adrian levantó su preciosa copa de cristal en un brindis. —Por


Beltane —dijo,— y por mi hermosa novia nueva. Que me de muchos
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Dragon Witch Dolly Lien

hijos.

Tempest se ruborizó y levantó su copa. —Por Beltane, —acordó,


— y por mi nuevo Lord Dragón. ¡Que me de muchas hijas!

Todos rieron y levantaron sus copas mientras Adrian sonreía con


entusiasmo por su comentario. Susurró en su oído.— No puedo
esperar para comenzar a hacer esas hijas que has solicitado, pequeña
bruja. Me tienes bajo tu hechizo, ahora y para siempre.

Ella se ahogó con su vino y él la palmeó en la espalda.

— No le hagas daño, Adrian —dijo Tristan con una astuta


sonrisa.— Es tu noche de bodas. ¿Recuerdas? Estoy seguro de que no
quieres pasarla solo.

— Sí —Adrian se levantó y tomó la pequeña mano de Tempest


en la suya.— Me gustaría darte tu regalo de bodas ahora, cariño.

Tristan y Damien se rieron disimuladamente, y Lysira, que


estaba sentada entre ellos, los codeó con fuerza en las costillas. Ambos
le dirigieron miradas de dolor, y Damien volvió silenciosamente a su
comida. Marisa se ruborizó y resbaló su pequeña mano en la de
Tristan. Se miraron el uno al otro y silenciosamente se deslizaron de la
mesa y salieron a la noche.

Adrian y Tempest anduvieron de la mano hacia donde su


caballo estaba atado cerca de la casita de campo. Él la ayudó a montar,
saltó en la silla detrás de ella, y montaron a caballo hacia el oscuro
bosque.

********

El hombre extendió la mano y con cuidado tocó la encendida


bola de cristal. Cuando su dedo la acarició, el cristal brilló más
- 322 -
Dragon Witch Dolly Lien

intensamente, las imágenes dentro se volvieron distintas con cada


suave caricia. Observaron a Tempest y a Adrian montar a caballo y
encabezarse hacia el bosque antiguo.

— ¿Los observarás en la noche de su boda? —el disgusto era


evidente en la voz de la mujer.— Qué vergüenza.

— Sin vergüenza, querida mía —sonrió él, un centelleo en sus


brillantes ojos azules.— Solamente interés. Esto lo he hecho yo
después de todo, lo sabes.

— ¿Lo sé? —preguntó ella, sus enormes ojos negros mirándolo


fijamente.— ¿No habría crecido su amor sin nuestro entrometimiento?

— Probablemente lo habría hecho —contestó él a regañadientes.


— Pero si Adrian es mi nieto, entonces no tengo excusas. Me gustaría
verlo feliz. Sólo deseo saberlo seguro. Desearía poder recordar.

— Cubre el cristal, querido —le regañó ella suavemente, dándole


una bufanda verde de seda quitada de alrededor de su cuello.— Esta
noche debe pertenecerle sólo a ellos.

— Pero si cubro el cristal todo se volverá oscuro —se quejó él


mientras tomaba la bufanda de sus delgados dedos.

— Sí, estará muy oscuro. —Ella vio la bufanda flotar de sus


manos hasta velar el brillante orbe de cristal. La oscuridad descendió
rápidamente sobre ellos.

— Sí —susurró la voz de él en la oscuridad.— Creo que


comienzo a recordar algo...

— Ah —suspiró ella en respuesta,— ¡y que recuerdos tan


encantadores son!

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Dragon Witch Dolly Lien

Treinta y nueve

— Adrian. ¿Dónde me llevas?

— Pronto lo verás, cariño —contestó él, besando la cima de su


cabeza, luego su oído, luego su cuello. Ella suspiró y se apoyó contra
su pecho musculoso. Le encantaba montar a caballo con él. La
sensación de su fuerte cuerpo presionando contra ella, sus piernas
moldeadas a las suyas, sus brazos alrededor de ella, sosteniéndola
fuertemente, sus besos... Dioses cómo la hacían arder sus besos,
hacían que su cuerpo se volviera débil y tembloroso.

— ¿Adrian?

— Sí.

Él mordisqueó su hombro, enviando deliciosos


estremecimientos por su columna vertebral.

— Nosotros... —Ella tragó, momentáneamente perdiendo el tren


de sus pensamientos.— Más vale que lleguemos pronto.

— ¿Por qué? —preguntó él mientras movía despacio su mano


desde su cintura hasta acunar su pecho.— ¿No estás disfrutando del
viaje?

— No creo que pueda soportar mucho más este viaje, mi amor


—contestó ella jadeando.— Creo que mi cuerpo se derretirá antes de
que alcancemos nuestro destino.

— ¿Querrías que parase de tocarte?

—¡No! —gimió ella suavemente.— Pero es una tortura, de todas


formas.

- 324 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Tortura? —mordisqueó su oído.

— Sí. Una dulce tortura.

Cuando alcanzaron su destino, Tempest estaba más viva de lo


que nunca lo había estado. Adrian hacía que su piel zumbara, su
mente girara, su interior pareciese jalea. Su corazón revoloteaba como
un pájaro en una jaula, y aún ella quería más, faltaba algo intangible.
Ella necesitaba...

— ¿Tempest? ¿Estás dormida?

¿Dormida? ¡Diosa no! Nunca dormiría otra vez. Abrió sus ojos y
miró alrededor, incapaz de enfocarlos completamente en su entorno.

— ¿Qué lugar es éste?

—Es donde pasaremos los primeros días de nuestro matrimonio,


mi amor.

Adrian desmontó y alargó los brazos hacia ella. La ayudó a


bajar del alto caballo castrado y la dejó deslizarse sensualmente por la
larga longitud de su cuerpo enjuto y duro, poniendo su ya sensible
cuerpo en llamas con nuevo deseo cuando hizo contacto con aquella
parte de él que se había puesto más dura. Las piernas de ella estaban
tan débiles que habría caído de no haber sido sostenida por él.

— ¿Estás enferma, mi amor? —preguntó él.

Ella alzó la vista hacia sus ojos y vio un centelleo de travesura. Él


sabía perfectamente lo que le estaba haciendo. ¡Se las pagaría en gran
medida por esa dulce agonía!

— Sí —replicó ella con una sonrisa burlona.— Creo que me


muero.

— ¿Puede una doncella morir de deseo?

— Sí. —Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello y tiró de


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Dragon Witch Dolly Lien

su cabeza hacia abajo.— Y esta doncella jura que no morirá sola.

Entonces lo besó. Lo besó como nunca lo habían besado antes.


Esta vez Adrian vio estrellas, su interior se hizo un nudo, y su ya dura
virilidad comenzó a palpitar con anticipación. Si la muerte era el
resultado de aquel beso, entonces estaba listo. Estaba más que
dispuesto de seguir a aquella tentadora inocente al descanso eterno.
¿Descanso? No, no era descanso lo que quería.

Adrian la levantó en sus brazos, sus labios sin romper el


contacto. Quería que aquel beso fuese eterno. Durara siempre.
Ninguno habló cuando hicieron una pausa, jadeantes. No podían
hablar. Sus respiraciones se estremecieron, sus cuerpos se sacudían
con deseo, sus mentes daban vueltas, y se adhirieron el uno al otro,
incapaces de moverse.

—Tempest —susurró finalmente Adrian, su corazón lleno y a


punto de explotar.— Te amo. Siento cada palabra que dije en nuestros
votos. Te prometo, mi amor, que nunca te abandonaré. Te amaré
siempre, en esta vida y todos las que sigan. Eres mía... mi vida, mi
corazón, mi amor. —la besó tiernamente en la frente. Ella se adhirió a
él durante un largo rato, incapaz de poner palabras al amor que
consumía su misma alma. Levantó su mano para retirar un vago
mechón de pelo dorado de su mejilla.

— Te amo, marido mío. Ahora. Para siempre. Eternamente,


Adrian. Eternamente. —No era bastante, pero las palabras no podían
expresar lo que había en su corazón.

— ¿No deseas ver nuestro nido de amor, cariño? Trabajé muy


duro en él. —Quería cambiar de asunto. Necesitaba algún plazo para
recobrar sus pensamientos.

Tempest se giró y miró fijamente alrededor de ella. La brillante


luz de la luna se filtrada por los árboles, haciendo que todo brillara
con suave iridiscencia.

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Dragon Witch Dolly Lien

Adrian de verdad había trabajado mucho para crear un lugar de


belleza. Había colgado cintas de costosa seda de los árboles, creando
un nido de amor de seda, un santuario privado. Cada paño era de un
color diferente: verde bosque, brillante escarlata, pálido azul, blanco
crema, profundo verde, azafrán brillante —todos colgados para crear
un revoloteante carrusel de belleza en la suave brisa. Había visitado
un montón de ferias buscando los colores adecuados para crear aquel
lugar especial. Quería que su noche de bodas fuese perfecta para su
novia.

Retiró uno de los paños.

— Vuestra nueva casa, milady. —se inclinó, introduciéndola en


él.

Tempest jadeó cuando entró en su acogedor nido. El techo estaba


abierto, y la luz de la luna se filtraba hacia abajo, dándole a todo una
luz tranquila, tenue. Había cortado hierbas y hojas nuevas y había
suaves pieles amontonadas sobre ellas para hacer una cama. Había
extendido flores silvestres de pared a pared y sobre la cama y, cuando
ella anduvo hacia ellas, las flores aplastadas bajo sus pies exudaron el
olor dulce de las flores recién recogidas. Madreselva, lilas y pétalos de
rosa silvestre creaban un embriagador perfume de amor. Sobre la
cama había una dorada manta aterciopelada. Levantó una esquina de
la cubierta y vio que era gruesa y ligera.

— ¿Cómo..?

— La hizo Madre. La llenó de plumas de ganso y la cosió. Estaba


sobre su cama de boda, y nos la dio para asegurar que nuestro
matrimonio sea tan feliz como lo ha sido el suyo.

— Adrian —Tempest habló vacilante, con miedo de romper el


hermoso humor que los rodeaba.— Hazme realmente tu esposa.

Él no necesitó ningún otro estímulo. Comenzó a desabotonarle


su dorado vestido de bodas.
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Dragon Witch Dolly Lien

— Nunca entenderé el amor humano por la ropa —murmuró


mientras desabrochaba el último botón.— Siempre tienes que
quitártelas, luego se las ponen, luego se las quitan otra vez. Sería
mucho más fácil si una persona nunca se molestara en ponérselas
desde un principio.

— Sí —rió Tempest.— Prometamos que nunca llevaremos ropa


mientras estemos aquí, en este hermoso lugar.

Sonriendo, él deslizó el vestido de sus hombros. Éste fue a la


deriva por su cuerpo lozano, creando un lago de oro fundido a sus
pies. Su camisola blanca y sus medias brillaron de un color plata a la
luz de la luna cuando él deslizó con cuidado las correas sobre sus
hombros. La camisola rápidamente siguió el mismo camino que su
vestido había tomado y se inclinó para quitarle las medias. Las hizo
rodar despacio por sus piernas, plantando besos diminutos en su
estela. Ella estaba de pie ante él en toda su gloriosa curvatura. La luz
de la luna bailaba sobre sus rizos, volviéndolos de un ardiente rojo; su
piel era pálida y translúcida. Respiró hondo ante la belleza de la mujer
ante él. Rápidamente alargó la mano para quitarse su túnica, pero ella
detuvo su mano.

—No —dijo.— Déjame a mí.

Él obedientemente levantó sus brazos mientras ella sacaba la


túnica por su cabeza y la dejaba a un lado. Jadeó cuando ella plantó
unos diminutos besos en su pecho. Pasó su lengua sobre su pezón, y él
gimió.— Tempest...

— ¿Sí? —ella rió tontamente,— ¿es una tortura dulce, o no? —


Ella se inclinó para quitarle sus botas.— Adrian. ¿Dónde están tus
botas?

— Me hacen daño en los pies. Las dejé en la casita de campo.

— No importa —dijo ella— hará mi tarea más fácil. —Pasó un


dedo alrededor de la cintura de sus pantalones, y él jadeó ante el
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Dragon Witch Dolly Lien

reguero de pólvora que viajó de la yema de su dedo directo a su ingle.

— ¡Tempest! —no podía respirar. Seguramente su cuerpo


explotaría si ella no cesaba. No podría aguantar mucho más aquello.
Pero, dioses, se sentía tan bien.

— ¿Sí? —Ella alzó la vista hacia él, un brillo en sus ojos verdes.

— Termina rápido. ¡Me estás matando!

Ella bajó sus pantalones despacio, luego jadeó y se detuvo


cuando su hinchado miembro saltó libre.

—Es demasiado grande —susurró ella.— No puedo hacerlo. —


Se alejó de él.

Adrian rápidamente terminó lo que ella había comenzado,


dando patadas a su ropa y haciéndola a un lado.

— Tempest —dijo suavemente.— No es tan grande. No quiero


hacerte daño, mi amor pero tendré que hacerlo. Te prometo que seré
gentil. Sólo dolerá un poco. ¿Tempest? Yo te amo.

— Yo...

La mirada de miedo en los ojos de ella casi le rasgó el alma.

— Shhh —susurró él mientras levantaba su cuerpo suave en sus


brazos.— Será sólo un pequeño dolor, mi amor. —la llevó a la cama, la
dejó sobre ella y se arrodilló a su lado.

Besó sus labios. Con cuidado, tiernamente la cortejó, intentando


hacer que se relajara, que olvidara lo que la había asustado. Puso su
mano sobre su estómago plano, y ella retrocedió, retrayendo su
vientre, pero no se alejó de él. Él dejó besos suaves y calientes por su
cuello y por sus pechos.

— Adrian, creo que deberíamos hablar de esto. Quiero decir,


¿hay alguna necesidad de apresurarse? ¿Tenemos toda la noche, no?
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Dragon Witch Dolly Lien

Puedo encender un fuego y podemos comer y... —Los pensamientos


coherentes escaparon cuando sus labios reclamaron sus pechos. Su
lengua quemó alrededor de su pezón, luego lo chupó duramente, y
ella casi gritó de placer cuando lanzó chispas desde su pecho hasta el
centro de su ser. Él lo succionó, suavemente al principio, luego más
fuerte. La mano de ella pareció moverse de propio acuerdo mientras
presionaba su cabeza contra la suya, deseando más, queriendo apagar
el reguero de pólvora que rabiaba por su cuerpo. Gimió
profundamente en su garganta, un gemido gutural de pura pasión.

La mano de Adrian se movió más abajo, y sus piernas se


abrieron desvalidamente a sus instigadores dedos. Ella jadeó cuando
su dedo tocó aquel diminuto capullo rosa, que era el más sensible de
todos los sitios. Entonces su dedo estuvo dentro de ella, y ella sintió
sus caderas arquearse involuntariamente. No podía pensar, sólo
sentir. Aquello era el paraíso. Aquello era el infierno.

Él no podía esperar. La necesitaba ahora, tenía que sentirla


rodeándolo, necesitaba ser uno con ella. Ella estaba mojada y
preparada. Él se colocó entre sus largos y aterciopelados muslos y
entró en ella despacio. Dioses, era apretada y caliente. Tan caliente que
se sintió consumir. Se hundió en ella, incapaz de esperar más. Su
padre le había dicho que fuera suave, que fuera despacio, pero él no
podía. La necesitaba, la deseaba, la había esperado mucho tiempo.

Tempest sintió un dolor agudo pero éste fue menor que el dolor
del deseo. Él no se movió, pero se puso tenso, jadeando por aire, el
sudor corría por su cara, y ella lo sintió gotear en sus labios. Tocó con
su lengua la gotita. Era salado, como el agua, y dulce, como el amor.

Él se movió. ¡La abandonaba! Pero no la abandonó


completamente, en cambio se hundió profundamente otra vez. Sus
caderas se elevaron para encontrarse con él mientras sus cuerpos y sus
almas se sincronizaban en un salvaje baile de pasión. Su cuerpo se
enrolló apretado como un muelle cuando se elevó al colmo de su
existencia, sintió un calor, un furioso infierno comenzando
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Dragon Witch Dolly Lien

profundamente en el lugar por el que estaban unidos. Su corazón


palpitó salvajemente cuando el fuego la consumió.

Tempest sintió como si su cuerpo volara cuando el momento la


golpeó. Sintió su alma subir al cielo cuando él creció aún más grande
dentro de ella. Lo sintió explotar, sintió su semilla inundar su matriz.

Ella gritó. El dolor era demasiado. Aquello quemaba como el


ácido, en su matriz, corría por su sangre, en su cerebro, en su misma
alma. La semilla del dragón y el alma humana se encontraron,
combatieron, se combinaron y se hicieron una. Sus manos se
entumecieron, entonces pudo sentir cada línea en ellas como si se
doblaran diez veces. Pudo sentir la línea de su vida alargarse, moverse
despacio, inexorablemente, hasta su destino final, la pudo sentir
encontrarse, sentir rodear su pulgar. El poder se levantó en ella. Ella
se convirtió en el poder y, cuando lo conquistó, el poder se hizo suyo,
para siempre suyo.

El dolor de repente se fue, substituido por calor, por la lasitud,


mientras cerraba los ojos y suspiraba contenta.

— ¿Tempest? —Adrian parecía preocupado.— ¿Pequeña bruja?


¿Estás bien? ¿Qué he hecho?

— Me has dado mi poder, Adrian —murmuró ella.— Ahora ve a


dormir, querido. Hablaremos de esto más tarde. Estoy muy, muy
cansada.

******

En el oscuro silencio hubo un suspiro, un crujido de ropa, una


risa tonta. Suaves palabras de amor fueron murmuradas, y el cristal

- 331 -
Dragon Witch Dolly Lien

azul brilló suavemente bajo su cubierta. Pero nadie vio las escenas que
flotaban vagamente en el cristal. En aquel momento nadie se preocupó
por la historia que ésta tenía que contar.

Cuarenta

Tempest no quería abrir los ojos. Se sentía absolutamente


delicioso el estar sobre la cama perfumada con los brazos de Adrian
rodeándola, su cabeza apoyada cómodamente sobre su pecho.

Se sentía tan a salvo, tan amada, tan... ¿poderosa? No, no


poderosa exactamente, pero algo era definitivamente diferente. Su
cuerpo era más ligero, más fuerte. De hecho, se sentía francamente
muy animada.

— Sé que estás despierta, esposa. —retumbó la profunda voz de


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Dragon Witch Dolly Lien

Adrian en su oído.

— Mmmm... —Ella no quería hablar; solamente quería sentir. La


mano de Adrian acarició su cuello, su espalda, su trasero.

— Mmmm —repitió ella, acurrucándose más cerca de su cuerpo


caliente.

Sintió su aliento abanicar su pelo, y su mano encontrar su pecho.

— Mmmm —estuvo él de acuerdo.

Sus risas tontas rápidamente murieron cuando ella alzó la vista


hacia sus ardientes ojos azules.

— Adrian... —no pudo decir más cuando sus labios reclamaron


los suyos en un beso largo, sensual. Sus manos marcándola mientras
vagaban, buscando, estudiando cada parte de ella, dejando rastros de
fuego y hielo en su estela.

— Tempest —gimió él mientras se elevaba encima de ella.—


Dioses, cuanto te amo. —entró en ella con cuidado, determinado a no
hacerle daño otra vez y se movió despacio, rítmicamente dentro de
ella, saboreando su dulzor.

Ella fue a su encuentro con cada empuje, impulsándolo con su


cuerpo a moverse más rápido.

—Adrian —jadeó ella, sus ojos cerrados con fuerza.— Por


favor...

—No, mi amor. Hay tiempo. —La primera vez había olvidado lo


que Damien le había dicho. No lo olvidaría otra vez. Tantas cosas que
aprender, tantas cosas, que no podía recordarlas todas.

—Cuenta —le había dicho Damien.— ¿Contar? ¿Contar qué? ¡Su


cuerpo apretado y caliente lo conducía al borde de la locura!

Contar.
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Dragon Witch Dolly Lien

Uno. Tan dulce, tan buena...

Dos. Apenas podía respirar. Su corazón palpitaba tanto que


dolía...

Tres. ¡Estaba ardiendo! Su cuerpo parecía como si fuera a


reventar en llamas y reducirse a cenizas...

Cuatro.

— ¡Tempest!

— ¡Adrian!

El suave gemido de éxtasis de ella le envió en picado al borde.


Demasiado para contar, pensó, mientras su cuerpo se unía al suyo con
satisfacción. Demasiado para contar...

*******

— Estoy hambriento. —exclamó Adrian mientras alargaba la


mano hacia la cesta. ¡El matrimonio me da hambre!

— No. —Tempest fue más rápida en poner su mano sobre la


cesta. No podemos comer hasta que nos bañemos.

— ¿Bañarnos? Suenas como mi madre. ¿Es eso en lo que piensan


siempre todas las mujeres?

— No todas. —Ella se rió tontamente mientras acariciaba su


desnuda espalda con la otra mano.

— Mmmm. —Él liberó la cesta, puso sus manos alrededor de su


cintura y la levantó en su regazo.— La comida puede esperar. —
Estaba listo para ella.

—¡ Ugh!

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Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Ugh? ¿Dijiste "Ugh"?

— Sí.

El labio inferior de Adrian tembló cuando la miró sorprendido.

— ¿Qué he hecho mal?

— Tú eres maravilloso, mi dulce dragón dorado; pero apestas.

— No. —Él levantó su brazo y olió bajo él. — Sólo es un poco de


sudor.

— Yo no como con hombres sudorosos y malolientes,


especialmente si son mis maridos.

— ¿Maridos? Tú no has tenido más que un marido.

— Adrian. —Había una advertencia en su tono.— Sabes lo que


quiero decir. Tenemos que bañarnos.

— Te amo, Tempest, y si quieres bañarte —se puso de pie con


ella acunada en sus brazos,— entonces vamos a bañarnos .

Tempest disfrutaba siendo llevada en sus fuertes brazos y


acurrucó contenta su cabeza en el hueco de su cuello.

— Mi marido —murmuró, disfrutando del sonido y el sentido


de las palabras.— Mi amor.

********

— ¿Adrian?

— ¿Sí?—

— ¿Estás lleno ya?


- 335 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Estoy lleno de comida, sí. —Él miró apreciativamente su


cuerpo lozano y desnudo. Estaba contento de que hubieran decidido
no llevar ropa mientras estuvieran en su nido de amor. No creía que
nunca consiguiera llenarse de mirar fijamente sus encantadoras
curvas. Alargó una mano y acarició su muslo. Era tan suave y liso,
como de seda aterciopelada. Su cuerpo respondió al instante, y él
sonrió abiertamente cuando su mano viajó despacio por de su pierna
hasta tocar sus amorosos rizos.

— ¿Tempest?

— ¿Otra vez?

— Sí.

— Pero... Te has comido toda nuestra comida. Debemos rellenar


nuestras provisiones.

— La comida puede esperar....

*******

Damien estaba cortando madera y Lysira lavaba la ropa cuando


Tempest y Adrian entraron a caballo en el claro. Tristan y Marisa no
estaban en ninguna parte a la vista.

— Madre —llamó Adrian.— Nos quedamos sin comida.

— Os envié bastante para que os durara durante al menos siete


días. —Lysira se limpió sus manos en su delantal y se frotó la parte
inferior de su espalda mientras se estiraba.— Sólo han pasado cuatro.
¿Qué has hecho con toda esa comida?

Tempest se deslizó del caballo y corrió a darle un abrazo a


Lysira.

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Dragon Witch Dolly Lien

— Tu hijo se comió la mayor parte de ella el segundo día —le


explicó con una risa tonta.— Come como un dragón hambriento. Tuve
que juntar bayas y nueces y algo más que pude encontrar para
alimentarlo. Se quejó de que yo pasaba demasiado tiempo adentrada
en el bosque buscando alimento, así que vinimos aquí. Además, te
echamos de menos.

— Pensé que estaríais demasiado ocupados para echarnos de


menos —dijo Damien con una sonrisa mientras andaba hacia ellos.

Tempest se ruborizó y Adrian sonrió abiertamente, pero fueron


ahorrados de cualquier remoto comentario cuando Tristan y Marisa
giraron por la esquina de la casita de campo.

— Nos quedamos sin comida —anunció Tristan.

— ¡Demonios! —exclamó Lysira.— ¿No habéis hecho nada más


que comer durante los cuatro pasados días, niños?

Marisa ocultó su ruborizada cara en el hombro de Tristan, y


Tempest se rió tontamente.

— Nos bañamos en las fuentes calientes —contestó.

Damien rugió de risa. Limpiándose los ojos, mandó a Tristan y a


Adrian a que lo siguieran hacia el cuarto de almacenaje para
conseguir carne para los pocos próximos días y Lysira condujo a las
ruborizadas novias dentro de la casita de campo.

Después de que hubieran embalado las cestas, las mujeres se


sentaron en la larga mesa de caballete para esperar a sus hombres.

— ¿Cómo te sientes, Tempest? —preguntó Lysira, mirando


profundamente en los ojos de la joven.

— Me siento maravillosamente. ¿Por qué lo preguntas?

— ¿Ya has probado tus nuevos poderes?

- 337 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Poderes nuevos?

— Tus poderes de bruja, niña. —Lysira tomó la mano de


Tempest en la suya, la giró y remontó su línea de vida— Ahora es un
círculo completo.

Tempest miró temerosa su mano.— No —susurró, alejándola—


No puedo tener poderes. Se lo prometí a mi padre.

— No importa lo que le prometieras, Tempest. Ahora eres una


bruja verdadera. No hay nada que puedas hacer para cambiarlo.
Antes de ser compañera de Adrian sabías que pasaría.

— No, no lo sabía

— Te dije, justamente aquí en esta mesa, lo que pasaría.


¿Recuerdas?

Tempest vaciló, intentando recordar aquel día. Lo recordaba,


recordaba cada detalle de lo que Lysira había dicho.

— Pero no me siento diferente. Como... ¿Qué dirá mi padre? ¿Se


alejará de mí porque ahora soy realmente una bruja?

— No. —Marisa cogió la mano de Tempest.— Él te ama. No le


importará si ahora eres diferente. Nunca te dará la espalda. —tomó la
mano de Tempest entre sus manos y la miró con cariño a los ojos.

Tempest sintió el amor que irradiaba de su amiga, y algo más,


algo nuevo, creado con amor y gentileza.

— ¿Marisa? —Su poder se extendió, alcanzado lo profundo del


alma de Marisa, y supo la verdad.— ¡Estás embarazada!

Marisa se puso pálida.

— Pero sólo han pasado cuatro días. ¿Como puedes saberlo?

— El poder —contestó Lysira.— Lo sabe debido a su poder.

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Dragon Witch Dolly Lien

— Sí —Tempest estuvo de acuerdo.— Es verdad.

— ¡Debo decírselo a Tristan! —La cara de Marisa brilló y sus ojos


centellearon cuando fue a encontrar a su marido.

— ¿Lysira? —Tempest observó a Marisa feliz saltar de la casita


de campo.— No es malo ser una bruja si puedo dar tal felicidad.
Quizás mi padre se equivocó. No puedo, no, no voy a negar más esta
cosa maravillosa.

*******

El hombre y la mujer observaron a Adrian y a Tempest regresar


despacio a su nido de amor.

— Finalmente ha aceptado su verdadero ser —observó la mujer


contenta.

— Sí, y es casi el momento. —El hombre se reclinó en su silla


dorada, levantó su copa, y echó un vistazo sobre su borde a la mujer
de pelo negro.— Su padre era un idiota para suprimir sus capacidades
durante todos estos años.

—No, no un idiota; sólo un padre cariñoso y preocupado por la


seguridad de su hija.

— Necesitará esos poderes pronto.

— Sí, muy pronto.

Cuarenta y uno

El grito de un dragón perforó los oídos de Adrian. Un gemido de


dolor, de advertencia y rabia se extendió por su mente y lo puso en
- 339 -
Dragon Witch Dolly Lien

pie. Sabía que L'sira lo necesitaba. ¡Ahora! Instintivamente le contestó,


su voz humana se convirtió en un grito de dragón en aquel instante.
Esperó una respuesta, pero todo siguió en silencio. Su grito sacó a
Tempest de un profundo sueño.

— ¿Adrian? —buscó en la habitación hecha de cintas de seda en


busca de su marido, encontrándolo tenso al lado de su cama, mirando
fijamente a la nada. Su cara estaba pálida, y sus manos temblaban.

Adrian bramó otra vez, comenzando con un gruñido bajo,


aumentando en el diapasón, en tono y volumen hasta que Tempest se
tuvo que cubrir los oídos. El miedo corrió por ella, centrándose en su
estómago. En aquel momento le temió. Por primera vez comprendió
lo que había hecho. No era un hombre normal aquel con el que se
había casado, a quien había entregado su cuerpo y alma, sino que era
un dragón. Ella había sabido que era un dragón, aceptado que no se
parecía a otros hombres, pero la realidad era bastante diferente que el
sólo saber. Los dragones eran bestias temibles, capaces de hacerle
daño, no, capaz de aplastarla en el olvido.

El repentino silencio era casi más ensordecedor que sus gritos.


Le miró fijamente, con miedo de verlo cambiar, convertirse en un
dragón. Pero no lo hizo; todavía era su amado Adrian.

— Debemos marcharnos —dijo él con voz ronca. Recogió su


vestido y se lo tendió, esperando con impaciencia a que ella se lo
pusiera.

— Apresúrate —añadió,— no hay mucho tiempo.

No se molestó con su camiseta o medias, pero se deslizó el


vestido sobre su cabeza y giró para que él le abotonara la espalda.

Él terminó rápidamente y tiró de una de las largas cintas de seda


a un lado para dejarlos pasar.

— Adrian. —Ella se quedó de pie al lado de la cama arrugada,


las manos en las caderas.— Has olvidado algo.
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Dragon Witch Dolly Lien

— ¿Qué? No tenemos tiempo Tempest. Debemos apresurarnos.

Su cara mostraba su impaciencia, aunque hablara con calma.

— Tu ropa —dijo ella.— No puedes irte sin tu ropa.

— Ropa —refunfuñó él con los dientes apretados.— Siempre


ropa. Es todo en lo que piensa la gente.

— No. No es todo en lo que pensamos, querido. Pero es


necesaria si no quieres ser rasguñado por ramas y rozado al montar a
caballo. No serás de mucho uso para nadie si tienes el trasero dolorido
de la equitación.

Él gruñó con impaciencia, pero rápidamente dio un tirón a sus


pantalones y su túnica.

— ¿Ahora podemos marcharnos?

— Sí. ¿Pero por qué debemos apresurarnos? ¿Dónde vamos?


¿Que ha pasado?

— Mujer —gruñó Adrian con impaciencia, luego suspiró.— Mi


madre está en problemas. Me llamó. No sé más que eso. ¿Ahora
podemos irnos?

No hablaron durante la cabalgada a la casita de campo. Adrian


temía lo que encontraría cuando llegaran, y Tempest estaba
preocupada por su ataque de carácter y más que un poco asustada de
preguntarle sobre sus extrañas acciones. Estaba preocupada por
Lysira. ¿Estaría bien? ¿Y qué pasaba en cuanto a Tristan y Marisa ... y
Damien?

********

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Dragon Witch Dolly Lien

El silencio los recibió cuando entraron cabalgando en el claro


delante de la casita de campo de Lysira. Tempest jadeó por la escena
ante ella. Damien yacía sobre la tierra cerca del camino forestal; Lysira
estaba sentada a su lado, acunando su cabeza en su regazo. Él estaba
salpicado de sangre, pero ella pudo ver la subida y caída estable de su
pecho, entonces supo que estaba vivo, aunque malherido.

Rápidamente desmontaron y corrieron a ayudar a la pareja.

— ¿Madre? —Adrian tocó el hombro de Lysira, pero ella no se


movió, ni le contestó.. Sus ojos estaban fijos en los de Damien, y pudo
sentir el poder fluir entre ellos.

Los ojos de Damien se cerraron, y jadeó cuando su cuerpo osciló


en la inconsciencia. Lysira sollozó y miró a su hijo.

— No puedo hacerlo. No tengo bastante poder esta vez. —bajó


su cabeza y lloró, sus sollozos sacudiendo su delgado cuerpo.— No
puedo vivir sin él.

Tempest se arrodilló en la tierra al lado de Damien y tomó su


blanda mano en la suya.

—Damien, le llamó suavemente.— Ven a mí.

Extendió la mano y tomó la mano de Lysira.

— Debes ayudarme, Lysira. Podemos hacerlo juntas.

— ¿Madre? —La voz de Adrian rota con la emoción.— Sé la


obligación que tienes con Padre, pues Tempest y yo tenemos la misma
obligación. Ella es mi compañera. Debes confiar en su curación. Ahora
tiene el poder del dragón. —acarició el pelo de Tempest mientras ella
alzaba la vista para mirarlo sorprendida.

— ¿Lo sabías? —le preguntó.— ¿Lo sentiste, también?

— Sí —contestó él con una sonrisa tirante.— Lo sentí.

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Dragon Witch Dolly Lien

Lysira tomó la mano de Tempest.

— Hija mía —dijo,— ayúdanos. —cerró sus ojos, confiando,


amando, sintiendo el poder correr por su cuerpo cuando Tempest lo
canalizó. El poder de curación fluyó por ella hacia su amado.

Damien abrió los ojos.

— Sira, —dijo.— ¿Qué ..?

— Silencio, querido mío. —Lysira puso un dedo sobre sus labios.


— Deja que nuestra nueva hija haga su trabajo.

Tempest acarició su recién descubierto poder, sacándolo


profundamente de su interior y dejándolo fluir hacia Damien. Su
cuerpo tembló con el esfuerzo, pero no cesó la curación. Él debía ser
salvado. Vio como su sangría reducía la marcha, luego dejó de
rezumar de sus muchas heridas. Sintió la vuelta de su fuerza,
sintiendo sus heridas comenzar a cerrar, a curarse.

Ella no podía hacer más, ya que su propia fuerza fallaba. Suspiró


y se reclinó contra Adrian. Solamente un momento para descansar,
pensó, entonces... ¡Tris ... Marisa! ¿Dónde estaban ellos?

—¿Adrian? ¿Dónde están Tristan y Marisa? —miró


desesperadamente alrededor del claro rodeado de robles.— ¿Dónde
están ellos?

— La casita de campo —contestó Lysira.— Era Sardon. No sé si


están todavía vivos, Tempest. No pude hacer nada. Yo... Damien
estaba malherido.... yo... —Una lágrima se deslizó por su mejilla.

Tempest la abrazó y besó su mejilla.— Lo entiendo, Lysira, pues


yo amo a Adrian como tú amas a Damien. Realmente te entiendo.
Quédate aquí con Damien, pues estará demasiado débil para moverse
durante algún tiempo. Encontraré a Tris.

Tempest y Adrian encontraron a Tristan sentado sobre los

- 343 -
Dragon Witch Dolly Lien

escalones, sosteniendo a Marisa en sus brazos. Ellos también estaban


salpicados de sangre. Marisa agarraba débilmente su camisa
sangrienta; sus ojos estaban cerrados, su respiración era trabajosa.

Tristan alzó la vista hacia su hermana, su cara completamente


con miedo.

— Tempest —jadeó débilmente,— debes ayudarla. El bebé... no


puedo perderlos. —La sangre se vertía libremente de una incisión en
su cabeza, y su camisa blanca rápidamente se volvía carmesí. Su cara
palideció, y se puso visiblemente más débil, aunque todavía
imploraba a Tempest que salvara a Marisa.

—¡Tris! —gritó Tempest.— Diosa, no. Por favor... —se arrodilló a


su lado. Sabía que sólo tenía bastantes fuerzas para, quizás, salvar a
uno de ellos. ¡Tristan era su hermano, no podía dejarle morir! Pero él
amaba a Marisa. Ella llevaba a su niño. Despacio alargó la mamo hacia
Marisa, luego vaciló cuando Tristan jadeó de dolor.

— No...

El débil susurro detuvo su mano. Tempest miró los azules ojos


abiertos de Marisa, encontrando la respuesta a su dilema, viendo
aquella gentil alma lista para alzar el vuelo. Marisa miró a Tristan, una
sonrisa suave cruzó su cara mientras decía sus últimas palabras. —
Tris... te amo... —Un aliento suave escapó de sus labios, y se quedó
quieta.

—¡Marisa! —Los gemidos de Tristan llenaron la cabaña mientras


la sujetaba contra su pecho, meciéndola y lamentando su angustia.—
Marisa...

De repente sus sollozos cesaron, sus brazos y su cuerpo se


aflojaron y cayó sobre su esposa muerta.

— Tris, por favor, no te mueras. No puedo perderte. Tris —gritó


Tempest. Pero su hermano no respondió.

- 344 -
Dragon Witch Dolly Lien

Tenía que salvarlo, tenía que encontrar el poder en algún lugar


dentro de ella.

—Adrian. —Alargó la mano hacia la de él.— Ayúdame.

—No puedo darte poder, pequeña bruja, —dijo él suavemente


—,pero puedo darte fuerza y todo mi amor, si eso ayuda.

Con cuidado apartaron a Tristan del camino en la tierra. Su


respiración era trabajosa, su cara pálida y cerosa. Tempest sostuvo la
mano de Adrian fuertemente y puso su otra mano con cuidado sobre
el pecho de Tristan. Otra vez buscó el poder, buscó en el centro de su
alma y encontró una diminuta chispa. Nutrió aquella chispa, la
abrazó, sopló sobre ella, la sintió florecer como una rosa rojo sangre.
La sintió comenzar a fluir, subir, salir de su corazón hasta las yemas
de sus dedos. La dejó ir, la dejó comenzar el proceso de curación de su
hermano. Sintió el zarpazo de su fuerza, pero no se detuvo. No podía
dejarle ir. No era el momento de su muerte. Tristan tenía sólo
veintidós años, demasiado joven para morir, demasiado querido.

— Tempest —gimió Tristan.— Es una pequeña herida, pequeña


hermana. No uses todo tu poder. Por favor... Viviré. Sardon... —Sus
ojos se cerraron por el dolor.

— La verdad, embrujada es que él vivirá sólo si lo considero así.

— ¡Sardon! —Adrian liberó la mano de Tempest y se puso en


pie.— Te destruiré por lo que has hecho hoy.

—¿Lo harás? — se burló Sardon mientras se paseaba fuera de la


casita de campo.— ¿Qué puedes hacer contra mí, cría de dragón? No
puedes ni siquiera cambiar a tu forma verdadera. ¿Como puedes
esperar derrotarme? —acarició amorosamente el anillo de ópalo en su
dedo mientras hablaba.

— Tengo manos humanas que pueden aplastarte tu flacucho


cuello —bramó Adrian mientras se preparaba para saltar hacia
Sardon.
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Dragon Witch Dolly Lien

No podía moverse. Su cuerpo no obedecía sus órdenes. Luchó


sintiendo sus músculos tensarse, pero sólo podía mover los ojos.
Estaba impotente. Su mente llamó a su madre, la respuesta
desesperada de ella trajo el terror a su corazón.

A'dryan... Sardon nos tiene en su poder. No podemos ayudarte.

La desesperación inundó a Adrian cuando vio a Tempest


levantarse para enfrentar a Sardon.

— ¡Engendro del infierno! —siseó.— ¡Libéralo de tu hechizo!

— No —dijo él, sonriendo perezosamente.— Es como un


fastidioso mosquito, querida mía. Te haré mi compañera mientras el
perrito mira.

— Nunca. —Ella se lanzó hacia él, con las manos levantadas.—


Moriré antes de que tal atrocidad pasara.

Lo golpeó con fuerza con su cuerpo e intentó arañar su cara,


pero fue como golpear una pared de piedra. Él agarró fácilmente sus
muñecas en sus poderosas manos, las fijó detrás de su espalda y la tiró
contra su pecho.

Magnífico, pensó él, su cólera hace que sus ojos brillen de un


color casi dorado. Sus luchas se sienten bien, su miedo se sentirá
incluso mejor, pero su derrota será lo mejor de todo. La tomaría. Allí.
Ahora. Mientras la cría de dragón miraba. Se inclinó para besarla.

Tempest luchó para liberarse, pero él era demasiado fuerte. Olía


a descomposición, y su estómago se rebeló. Ella tragó saliva, luchando
contra las náuseas que amenazaban con abrumarla. Entonces la besó.
Su aliento olía a cadáver putrefacto, aún peor que su cuerpo sin lavar.
Su lengua presionó contra sus labios y forzó su camino dentro de su
boca. Sabía a sangre, a leche agria, a carne estropeada y putrefacta.

La mente angustiada de Adrian gritada en agonía por la escena


que se revelaba ante él, pero sus luchas eran en vano. No podía cerrar
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Dragon Witch Dolly Lien

sus ojos, no podía mirar a otro lado, no podía protegerla. Todo lo que
podía hacer era gemir con desvalida frustración.

Con una mano, Sardon sostenía las muñecas de Tempest tras su


espalda; ella luchó más fuerte, pero en vano. Él rasgó su hermoso
vestido de boda, y ella sintió su mano sobre su pecho desnudo. Su
mano era fría y húmeda, su pulgar raspaba su pezón como papel de
lija. La empujó más cerca y profundizó su baboso beso. Su lengua
probándola salvajemente. Ella tuvo arcadas. Él liberó sus labios y se
inclinó hacia su pecho.

El ácido caliente y mojado llenó su boca, y ella ya no pudo


controlar su cuerpo mientras vomitaba el contenido de su estómago
sobre su cabeza y en sus hombros, goteando por su pecho.

Tempest se rió histéricamente ante la mirada de repugnancia en


la cara de él cuando levantó su goteante cabeza y la miró airadamente.
Sardon liberó sus manos y la empujó violentamente al suelo.

—Puta —gritó mientras se limpiaba vanamente el vómito.—


¡Morirás por esto! —la pateó con dureza en el abdomen, entonces
agarró su pelo y tiró de él hasta ponerla en pie.

Tempest había consumido todo su poder, agotándose a sí misma


para salvar a Damien y Tristan. Esta vez no pudo encontrar ninguna
chispa sobre la que soplar.

Estaba vacía.

Una suave brisa tocó su mejilla, las hojas de roble recién nacidas
crujieron sobre los árboles alrededor de ella, un guijarro bajo su
zapatilla captó su atención. Los elementos: tierra, aire, fuego y agua.
Cerró los ojos y escuchó a su corazón, a su entorno.

Tempest supo entonces donde residía su verdadero poder.


Capturó la brisa, haciéndola entrar en su interior. Extrajo fuerza de la
madre tierra y alimentó el furioso viento dentro de ella.

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Dragon Witch Dolly Lien

Los árboles susurraban, y les dejó hablarle en su propia lengua.


Los sintió unirse, oyó el mensaje viajar hasta su gigantesco roble.
Sintió el amor, la fuerza, el poder. Su mente y su corazón supieron el
momento en que el querido y viejo monarca de todos los árboles se
dio por completo a ella, supo entonces que su poder y su fuerza
habían venido de su membrana, enterrada bajo él hacía tantos años.
Usó su sacrificio, su fuerza, y sintió su muerte cuando su cuerpo fue
inundado con el poder elemental.

Sardon sintió el poder alzarse de lo profundo dentro de ella, lo


sintió luchar por crecer mientras se enfrentaba a él sin miedo.
Entonces lo supo, supo que había llegado demasiado tarde. Adrian
había tomado su virtud, le había dado su poder de dragón dorado, el
verdadero poder de la bruja era ahora suyo. Ya no le serviría. No
podía vincularse con él si ahora estaba atada a la cría de dragón
dorado.

La rabia hirvió por él mientras la empujaba hacia el claro.

Levantó las manos y dejó que se alzara el poder del dragón


oscuro desde su alma de medianoche, lo sintió levantarse por sus
brazos, lo sintió crecer hasta que no pudo contenerlo más. Fuego,
oscuro como la noche más profunda, caliente como el ardiente sol,
disparado de las yemas de sus dedos.

Tempest levantó sus manos, las palmas hacia él, cuando él lanzó
los rayos. Vio un escudo rodearla, un escudo azul pálido de brillante
energía. Su magia golpeó el escudo y cayó inofensivamente al suelo
ante ella.

Sardon lanzó la oscuridad hacia ella, una profunda y sofocante


oscuridad. Pero apareció un brillo en el centro de la oscuridad, un
suave brillo azul. Creció, se expandió, derrotando la oscura penumbra
y enviado sus brillantes tentáculos hacia él.

Intentó escapar. Intentó enviarle una destrucción mayor pero


fracasó mientras el brillo azul le abofeteaba y finalmente le rodeaba.
- 348 -
Dragon Witch Dolly Lien

La frialdad lo envolvió, se arrastró bajo su piel, continuó su


camino hacia su malvado corazón. El calor despacio abandonó su
cuerpo y sus piernas se entumecieron. Sus rodillas se torcieron, y se
tambaleó pero no cayó. Apeló a su gran fuerza, intentando escapar.
Pero la helada frialdad lo persiguió como un ángel vengador.

Sardon aulló frustrado mientras apelaba a los poderes de su


anillo de ópalo encendido, intentando destruir a la bruja que se
atrevía a desafiarlo. Pero su anillo no pudo darle el poder mágico que
necesitaba. Entonces supo que tendría que usar poderes más
mundanos para lograr su tarea. Metiendo la mano en su traje, sacó
una negra daga de cristal y la arrojó. La magia de Tempest no pudo
desviar la aguda hoja de la daga. Su magia de la tierra combinada con
la magia salvaje del anillo fácilmente penetró su escudo. La sintió
hundirse profundamente en su pecho, la sintió perforar su corazón,
sintió su fuerza de vida fluir mientras se hundía despacio en la tierra.

Oyó a Adrian gritar, pero no pudo contestar cuando el olvido


capturó su espíritu. Sus ojos se cerraron mientras se movía despacio
hacia la suave y encendida luz azul. No hubo dolor, sólo dulce lasitud
cuando se acercó a la luz. Oyó voces. Suaves y musicales voces
flotando hacia ella sobre una nube de amor. Un hombre. Una mujer.
Extendió las manos mientras su corazón dejaba de latir....

*******

—Ha muerto. —La voz de la mujer tembló con angustia.— No


puede ser. Debemos ayudarla.

— Pero no podemos hacer nada, querida mía. —Las palabras del


hombre fueron suaves, su profunda voz un estruendo de
desesperación.

— Hay una forma —dijo la mujer.— Podemos intervenir.


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Dragon Witch Dolly Lien

Podemos hacerla vivir otra vez.

— ¿Qué podemos hacer? Ella es humana. No podemos interferir


en las muertes de los humanos. No podemos cambiar nada.

— Salvamos a Adrian. Lo volvimos humano. Tenemos el


conocimiento, la magia.

— Adrian es de la raza de los dragones. Es nuestro dominio. Ella


es humana. K'ronos nos destruirá si somos tan osados.

— No —discutió ella, su mandíbula apretada tercamente.—


Podemos convertirla en una dragona.

— Sólo K'ronos puede crear un dragón, querida. Sólo Él es el


verdadero Gran Wyrm porque Él es el dragón del tiempo, —explicó el
hombre pacientemente.— No puedo recordar mucho, pero esto lo sé;
no debemos enfadar a K'ronos.

— No olvides, querido mío, que Adrian puede ser tu nieto. —


tomó su mano grande en la suya y miró profundamente sus ojos
dorados.— Si le permites morir, él no tendrá compañera. Sabes que el
compañero de un dragón es de por vida. Su linaje terminará con él

—¿Me ayudarás? —preguntó él, sabiendo la verdad de sus


palabras. Eres mi compañera. Que yo recuerde. Si Adrian es mi nieto,
entonces también el tuyo.

— Les ayudaremos juntos.

- 350 -
Dragon Witch Dolly Lien

Cuarenta y dos

Lysira y Damien todavía estaban cautivos e inmóviles con la


malvada magia de Sardon, pero ya Adrian no estaba impotente. La
magia de Sardon se había desvanecido, pero Adrian había llegado
demasiado tarde para parar la hoja de cristal que vio hundirse
profundamente en el corazón de Tempest. Intentó sujetarla, pero
Sardon estaba más cerca.

Sardon sacó de un tirón la daga de su cuerpo sin vida. Apuntó al


pecho de Adrian, pero el arma mortal falló su deseado destino y en
cambio se enterró en el hombro de Adrian. La sangre se vertió de la
herida cuando le dio un tirón a la daga y se la arrojó. Pero Sardon
hábilmente se apartó y ésta voló inofensivamente hasta los arbustos
que crecían al lado de los escalones.

Adrian se arrodilló al lado de Tempest, sin hacer caso a Sardon.

—¿Tempest? — susurró, con miedo de tocarla, con miedo de no


tocarla. — Por favor mi amor, contéstame. —

Pero no hubo respuesta. Seguía inmóvil como la muerte. Tocó su


cara, deslizó sus dedos por su mejilla. Su cuerpo ya se estaba
volviendo frío. La muerte había reclamado a su compañera. Él no la
había parado, no la había protegido como había prometido. Alzó su
cabeza al cielo y gritó su angustia mientras las lágrimas corrían por
sus mejillas. Gritó su nombre, pero no hubo respuesta.

Acunó su cuerpo sin vida en sus brazos y la meció, abatido y


perdido. Sollozó desvalidamente, incapaz de hacer nada más, tan
grande era su dolor. Había perdido a su compañera; su alma
marchitándose y gritando con agonía. Su sangre se mezcló con la suya
cuando sus heridas se tocaron. El dolor abandonó su hombro mientras
sentía que su herida comenzaba a curarse. Incluso muerta, Tempest
era una verdadera curandera.
- 351 -
Dragon Witch Dolly Lien

Miró alrededor del claro, en busca de ayuda, de respuestas. Sus


ojos encontraron a Lysira, pero sólo pudo ver su propia desesperación
reflejada allí. Su madre no podía ayudarle aquella vez, ya que ella y
Damien todavía estaban cautivos por el hechizo de Sardon.

Se inclinó hacia el cuerpo de Tempest, sosteniéndola,


meciéndola, sollozando su pena.

—Está muerta, cría de dragón — dijo el hechicero con sarcasmo.


—No pudiste protegerla. Eres demasiado débil. No puedes protegerte
ni a ti ni a tu familia. He herido a tu lastimoso Caballero del Diablo, y
destruiré a tu indefensa madre. Seré el Gran Wyrm y te arrodillarás
ante mí antes de que derrame tu sangre sobre la tierra. — dio un paso
adelante, levantó su pie y dio un pisotón a la mano sin vida de
Tempest. La pisoteó contra la suciedad y luego sonrió con satisfacción.

— ¿Ves? — se burló, —no puedes protegerla ni siquiera en la


muerte. —

— No — gruñó Adrian mientras empujaba a Sardon lejos y


dejaba a Tempest con cuidado sobre la tierra, doblando sus manos
sobre su pecho. —Nunca volverás a tocarla. Morirás, Sardon Di
Mercia. Te mataré o moriré intentándolo. Nunca vivirás para ser lo
que más deseas. Nunca serás el Gran Wyrm. ¡T'bor es el Gran Wyrm,
y todavía vive! —

— T'bor está muerto — dijo Sardon, pero una mirada de


confusión comenzó a crecer en lo profundo de sus ojos color ónice. —
¡Y ella también! — tiró a Adrian a la tierra con un movimiento de su
poderoso brazo, luego pateó a Tempest, haciendo que sus manos
cayeran con las palmas hacia arriba como en una súplica a su gran
fuerza y poder.

—¿Ves? Incluso tu compañera se inclina muerta ante mí. —


Entonces rió, una malvada y jubilosa risa.

- 352 -
Dragon Witch Dolly Lien

— ¡No! — Adrian avanzó lentamente hacia Tempest, volviendo a


colocar sus manos a través de su pecho y besando sus fríos labios.

— Te amo, mi querida esposa — susurró. — Me uniré contigo


pronto. — se levantó y se enfrentó a su némesis. — Sardon di Mercia
— dijo con los dientes apretados, — prepárate a morir. —

— Endeble cría de dragón haciéndose pasar por un hombre, —


dijo Sardon con una asquerosa sonrisa burlona, — Será un placer
matarte como maté a esta perra. — torció el anillo encendido de su
dedo y comenzó a cambiar. Su piel se oscureció, se volvió de un color
obsidiano profundo. Se formaron escamas sobre su cuerpo mientras
crecía aún más. Su cara se volvió saturnina, demoníaca, mientras sus
dientes comenzaban a alargarse. Unos afilados y puntiagudos cuernos
surgieron de su cabeza, y bramó un desafío cuando se lanzó al cielo.

Adrian oyó una suave voz en su mente.

Tú también puedes cambiar, mi amor. Déjame ayudarte.

—¿Tempest? — Adrian echó un vistazo hacia donde ella yacía.


Sus ojos estaban abiertos, y lo miraban.

Mira mis ojos, sus labios no se movieron, las palabras estaban en


su cabeza. ¡Telepatía! ¡Sólo los dragones usaban la telepatía! ¡Pero ella
era mortal, humana!

Cuando nuestras almas se unieron, cuando nuestros corazones se


encontraron y se hicieron uno, nuestra sangre se mezcló, dijo ella
silenciosamente en su corazón.

Eres un dragón. Conviértete en lo que eres, mi amor. Visualízalo.


Huélelo. Siéntelo. Siente el viento bajo tus alas cuando te elevas por los
cielos, siente tu fuerza, siente tu poder. Huele tu victoria.

Adrian cerró sus ojos mientras escuchaba sus palabras.

Sintió.

- 353 -
Dragon Witch Dolly Lien

Sintió su poder al unir sus mentes, se hicieron uno, tal como se


habían unido sus corazones y sus cuerpos en su noche de bodas.
Sintió su cuerpo comenzar a cambiar, a crecer. Sus músculos se
alargaron para encajar en sus poderosas piernas. Sus brazos se
volvieron más fuertes, su cuerpo más grande, volviéndose dorado
cuando se formaron las escamas. Largas y curtidas alas brotaron de
sus hombros musculosos. Sus dedos se curvaron en enormes garras,
curvados talones comenzaron a surgir de sus puntas.

Pequeños cuernos afilados de hueso blanco comenzaron a brotar


de su cabeza. Sus dientes se volvieron bruscamente puntiagudos, y
sonrió, una terrible sonrisa de dragón mientras alzaba su dorada
cabeza para contestar el desafío de S'rdonne.

Estoy contigo A'dryan. No puede derrotarnos.

Sus palabras susurradas dieron fuerza a su cuerpo y espíritu


mientras se elevaba para encontrarse con su archienemigo.

Los dos se encontraron, se elevaron más alto y más alto, luego


chocaron otra vez mientras daban vueltas en su danza de la muerte.

El dragón dorado golpeó al dragón negro en lo alto del cielo


sobre el claro, luciendo como diminutos puntos negros para los
observadores debajo. Hora tras hora, escamas de dragón, doradas y
negras, llovieron sobre la tierra. Gritos de dragón reverberaron por
toda la tierra, gritos de rabia y gritos de dolor. De todos modos
siguieron luchando, ninguno ganando ventaja mientras el día
transcurría.

A'dryan estaba cansado. Parecía como si hubiera estado


luchando con S'rdonne toda su vida. Tenía que ponerle final a aquella
batalla, allí y ahora. Aunque había intentado todo lo que sabía,
todavía S'rdonne no podía ser vencido. Mientras daba vueltas sobre
S'rdonne, el sol de mediodía destellando intensamente sobre sus
escamas doradas, vio una apertura.

- 354 -
Dragon Witch Dolly Lien

El ala del oscuro estaba rasgada desde el hombro hasta casi la


punta. Si solamente pudiera alargar aquel rasgón, lo incapacitaría.
Una cuchillada más con su garra debería conseguirlo. Se zambulló
contra el negro, la cabeza extendida, los dientes y las garras listas.

S'rdonne no podía permitir que A'dryan ganara aquella batalla.


Conseguiría su venganza sobre L'sira y Damien por su rechazo hacía
tantos años. Destruiría a su hijo, y luego los destruiría a ellos. Ya
podía saborear la victoria, y era dulce.

Él, S'rdonne, sería el Gran Wyrm. Todos los dragones se


inclinarían ante él. Lo adorarían como el más poderoso de todos los
dragones. Las muertes de su madre y su padre serían vengadas.
Todos los negros serían vengados. Pero sus pensamientos de
venganza y grandeza lo distrajeron, y no vio a A'dryan hasta que fue
demasiado tarde. Sintió el dolor cuando las garras del dorado
rasgaron su ala, rompiendo la punta de su cuerpo. Aulló su rabia
mientras caía en picado hacia la Tierra.

A'dryan cayó en picado sobre S'rdonne para el golpe final.


Comprendió demasiado tarde que había volado muy cerca cuando el
negro lo acuchilló, abriendo una incisión enorme en su vulnerable
vientre.

La debilidad lo golpeó con fuerza mientras él también caía en


picado a tierra.

Muere, cría de lagarto, gritó S'rdonne. No eres nada sin la bruja. La


destruí. ¡He ganado!

¿Me destruiste, S'rdonne?

¿Telepatía femenina de dragón? ¿Tempest? ¡No! ¡No podía ser!


Ella estaba muerta. Él la había matado, clavando su daga de cristal
profundamente en su corazón de bruja.

S'rdonne vio a A'dryan arrancarse de su zambullida, lo vio


elevarse otra vez, lo vio venir más cerca y más cerca, viendo fuego de
- 355 -
Dragon Witch Dolly Lien

dragón estallar de su estómago abierto. Intentó maniobrar fuera de la


línea de fuego, intentó elevarse una vez más hacia el cielo, pero su ala
herida lo volvía torpe, y sintió las llamas golpearlo, sintió el fuego frío
quemar su grueso piel, sintió dolor, un profundo y mortal dolor en su
tripa. Chilló, pero no pudo evadirlo. Su ala estaba herida con
severidad. No pudo controlar su vuelo. No pudo alejarse del fuego,
del dolor, de su muerte.

No puedes escapar de nosotros. Telepatía, de A'dryan esta vez.

Ahora somos uno, engendro del demonio. Suave telepatía femenina.

¿Tempest? Su mente gritó con rabia y confusión.

Ahora soy T'mpest, sus palabras rasgaron su mente con fuerza


glacial. Siempre compañera de A'dryan. Nieta de T'bor y A'ngeline.

S'rdonne miró abajo y gritó su rabia y terror ante lo que vio.


Tempest estaba de pie en el centro del claro. Miraba hacia él, sus
manos levantadas, sus dedos señalándole. Los relámpagos volaron de
ellos, apuntando a su corazón.

— ¡No! — gritó él, intentando evadir los rayos, intentando evitar


lo inevitable, queriendo, necesitando evitar la muerte que se acercaba
rápidamente. Pero no podía controlar su vuelo. Sin la punta de su ala
no podía moverse lo bastante rápido.

Oyó el aullido de A'dryan, entonces el silbido de fuego otra vez


liberado.

¡No! ¡Esto no puede pasar! Soy S'rdonne, el más poderoso de


todos los dragones. Palpó en busca de su anillo. Usaría el poder del
anillo. El anillo de T'bor. ¡Su magia lo salvaría! Pero no sintió nada,
ningún poder, nada. El anillo había desaparecido, yaciendo en algún
sitio sobre el piso forestal, todavía sobre la garra de su ala cortada. Su
poder había desaparecido por primera vez desde que había lo
recogido en lo profundo del bosque eras atrás. Le había servido
entonces, cambiando cuando cambiaba, dándole magia, dándole
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Dragon Witch Dolly Lien

poder. Sin el anillo, era simplemente un dragón negro de quinientos


años. No tenía ningún poder especial, sin magia especial.

El relámpago glacial lo golpeó primero. Rasgó profundamente


su pecho, como su daga de cristal había rasgado el de Tempest.
Hurgó, se movió en espiral, cortó su camino hacia su corazón
mientras lo sacudía en el aire.

Luego lo golpeó el fuego helado, paralizándolo, ardiendo,


penetrando en su fuerte cuerpo. El relámpago y el fuego golpearon su
malvado corazón simultáneamente, quemando, congelando, y
matando, mientras caía en picado a tierra, gritando su grito de
muerte.

*******

Una lágrima resbaló del ojo del hombre de pelo rubio, seguida
rápidamente por otra cuando vio el cuerpo del dragón negro caer sin
vida a tierra. Se estremeció con el sonido del cuerpo del poderoso
dragón cuando golpeó la tierra. Los dragones eran tan pocos, su
corazón se rompía ante la muerte de uno, ante la pérdida de tal fuerza
y majestuosidad. Su mente se abrió. Sus recuerdos lo inundaron.
Recordaba, sabía lo que era, sabía lo que había hecho.

La mujer de pelo negro sollozaba.

— Estaba loco, — gritó, llorando. — Quería venganza y poder.


Es lo que todo los dragones quieren al final. — Entonces ella también
recordó, recordó el pasado.

— Habría destruido a A'dryan.—

— Sí. Lo habría hecho. —

— El anillo, — dijo el hombre silenciosamente. — Recuerdo el


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Dragon Witch Dolly Lien

anillo.—

— Eres realmente T'bor— dijo ella suavemente. — Eres el Gran


Wyrm. —

— Lo soy — estuvo de acuerdo él. — Maté a su padre en las


guerras de los grandes dragones . No comprendo... ¿Pero cual? ¿Cual
era su padre? No recuerdo a ningún oscuro. —

— No lo sé, querido. Había tantos de ellos.

— Demasiados. — Él puso sus manos sobre sus ojos. — El


anillo... —susurró.

— El anillo te hizo humano — dijo ella, tocando su cabeza


dorada . — Lo encontré y te lo di. —

— Fue un regalo de K'ronos — recordó él fatigosamente. —


Nunca supe exactamente lo que podía hacer. —

— S'rdonne lo sabía. Conocía su magia. Quizás eso lo volvió


loco. —

— No. No lo creo. Fue la vida — y la muerte — lo que lo volvió


loco. —

— Y la pérdida de su madre y su padre — añadió ella, mientras


una lágrima rodaba despacio por su mejilla.

Epílogo

Tristan observaba a Adrian pasearse

— Vas a hacer un surco en las losas — le dijo con una sonrisa


burlona. — Fue igual hace cuatro años cuando nació Rowan. Tempest
estará bien, Adrian. Lysira es una buena comadrona. —

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Dragon Witch Dolly Lien

— Sí — contestó Adrian mientras se detenía y miraba por la


ventana. — Pero realmente me preocupo por ella. — El gemido de un
recién nacido llenó el aire, y se apresuró fuera del habitación con
Tristan detrás.

Encontraron a Tempest instalada en la gran cama de cuatro


columnas con su bebé acunado en sus brazos. Le sonrió.

—Tenemos una hija, mi amor — dijo con orgullo mientras


quitaba la manta de la cara del bebé.

Adrian se sentó sobre la cama, cogió la mano de Tempest en la


suya y besó la palma. — ¿Estás bien? — preguntó con el ceño fruncido
por la preocupación. — Te llevó mucho tiempo esta vez. — alargó una
mano y tiernamente retiró el pelo de su mejilla.

— Rowan tardó más en llegar al mundo — contestó ella mientras


besaba sus dedos. — Te preocupas demasiado, marido. Mírala. ¿No es
hermosa? —.

Tristan dejó silenciosamente la habitación. Tempest estaba bien,


ella y Adrian necesitaban aquel momento para ellos y el nuevo bebé.
Los visitaría más tarde.

*********

Sentando solo en el gran salón, Tristan levantó su jarra de


hidromiel en un silencioso brindis por su hermana y su familia. Se
alegraba de haberse quedado para el nacimiento de su segundo niño.
Una muchacha esta vez y un bebé realmente hermoso. ¿Se parecería a
su hermano, Rowan, se preguntó, cambiando de humano a dragón y
de vuelta otra vez por capricho, voluble, rápido para reír, lento para
enfadarse, como su padre? ¿O sería dulce y cariñosa, como su madre,
cambiando a dragón sólo cuándo la necesidad surgía? Sólo el tiempo
- 359 -
Dragon Witch Dolly Lien

lo diría.

¿Se habría parecido su niño a su rubia y hermosa madre? No, no


pensaría en Marisa; incluso después de cuatro años, el dolor era
demasiado intenso.

Marisa, ¿nunca dejaría de echarla de menos? Silenciosamente


cerró esa puerta en su mente; no le daría vueltas al pasado. Aquel
camino sólo lo llevaría al abatimiento y la angustia.

— Tempest desea verte, Tristan — dijo Lysira, tocando su


hombro para conseguir su atención. Llevaba su capa, y supo que
pronto volvería a Damien. — Adrian ha llevado a Rowan a su
habitación, así que puedes visitarla tranquilamente. Ese muchacho
puede ser bastante pesado a veces. — sonrió para suavizar sus
palabras.

Lysira y Damien era unos devotos abuelos, malcriando a Rowan


tan a menudo como tenían la oportunidad. Harían lo mismo con su
nueva nieta.

Tempest acababa de terminar de alimentar al bebé cuando


Tristan entró en la habitación. Le dirigió una rápida sonrisa y acarició
el borde de la cama invitándole para que se sentara.

—Se duerme rápidamente — le dijo en voz baja. — ¿Puedes


ponerla en su cuna por mí? —

Con cuidado llevó al bebé a su cuna, la dejó y con cuidado la


cubrió. La observó dormir por un momento y sonrió cuando sus
diminutos labios se estiraron en una sonrisa. Justo como su madre,
pensó.

— Tris, — dijo Tempest. — Ven a hablar conmigo. Ha pasado


mucho tiempo. —

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Dragon Witch Dolly Lien

Tristan se recostó al pie de la cama, apoyándose contra el alto


poste. — Sí. Ha pasado otro año demasiado rápido. Te he echado de
menos y a Adrian. —

— ¿A Rowan también? — preguntó ella con una sonrisa burlona


— Estoy segura de que también echaste de menos a mi salvaje hijo
medio-dragón.—

— Sí —rió él. — Incluso a él.—

Se sentaron durante un rato en un amigable silencio, escuchando


al nuevo bebé chuparse sus labios diminutos mientras dormía.

— Es una vergüenza que Christiana haya rechazado ver a sus


nietos — dijo Tristan finalmente. — Quizás le traerían alguna alegría a
su vida. Se ha convertido en una musaraña desesperada desde que te
casaste con Adrian. —

—Nunca me perdonó que usara mi magia contra ella. Estuvo


enferma durante mucho tiempo después de eso. Lamento lo que le
hice pero... — suspiró, una mirada de profundo dolor en sus ojos.

— Sólo hiciste lo que consideraste necesario — dijo él. — Y


realmente se recuperó con el tiempo. Además, a menudo era cruel
contigo. No era menos de lo que merecía. —

— Nadie se merece lo que le hice, Tris. —

— ¿Recuerdas la mirada de sorpresa en su cara la primera vez


que te vio convertirte en una dragona? Me fue difícil contener la risa.
Fue agradable verla muda. No pasa demasiado a menudo. Siento que
te haya echado del castillo, aunque todavía me enfada que Padre le
haya concedido su voluntad. Ahora lo hace demasiado a menudo. —

— La ama, Tris. Quizás espera que vuelva a ser la mujer con la


que se casó. Él se hace más viejo, y yo sé que no desea estar solo.
Además, ahora yo tengo mi propia vida que llevar lejos de
Windhaven. Y sabes qué feliz soy. —
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Dragon Witch Dolly Lien

— De todos modos te echa de menos terriblemente, Tempest. En


los cinco años pasados ha envejecido mucho y ahora está débil. Las
únicas veces que demuestra cualquier vivacidad es cuando hacemos el
viaje a la casita de campo de Lysira para una visita; o cuando venimos
aquí a la Colina del Dragón. —Wendall no pudo venir esta vez. No
había estado lo bastante fuerte. Tristan se preguntó si su padre
volvería a hacer aquel viaje otra vez.

— Me alegro de que Padre finalmente te haya reconocido como


su hijo y heredero. Es una vergüenza que Madre tuviera que lanzar tal
rabieta cuando descubrió lo que planeaba. Sé que eso debe haberle
quitado la mayor parte de su alegría cuando lo hizo. —

Tristan sonrió ante el recuerdo. — Sobreviví intacto, que es más


de lo que todos creían. Christiana gritó y deliró y lanzó todo lo que
pudo encontrar en sus manos. Todos tuvieron que correr a ponerse a
cubierto hasta que Padre pudo calmarla. Pero su rabieta no logró
nada. En ese asunto Wendall fue firme. — Le dijo que yo era su hijo y
que necesitaba un heredero masculino. Hasta le dijo que yo me
ocuparía de que la cuidaran después de que él se hubiese ido. —

Tempest se rió tontamente. — ¿Tuvo otra rabieta cuando le dijo


eso? Cuéntame lo que dijeron. Cada palabra. —

Tristan se rió mientras repetía lo que había oído: — 'Puedo


ocuparme de mí misma' chilló ella. 'No quiero que tu bastardo viva en
mi castillo. '

— ' Es mi castillo, Christiana, y se hará como digo. ' le dijo.


Entonces él me condujo ante su gente e hizo su proclamación.
Entonces me marché para venir aquí. —

— Espero que se calme antes de que vuelvas, al menos por el


bien de Padre.—

— Sí, pero realmente te echaba de menos, pequeña hermana y,


quería ver el nuevo bebé. —
- 362 -
Dragon Witch Dolly Lien

— Estoy tan feliz de que vinieras, Tris.. Pero tienes que volver
con Padre antes de que Madre derribe Windhaven alrededor de él.
Solo asegúrate de que vuelves antes de que pase otro año—

— ¿Les dirás adiós a Adrian y a Rowan por mí? — se levantó de


la cama y le dio un beso y un largo abrazo.

Tempest se limpió las lágrimas de sus ojos.

— Desde luego. Ahora vete antes de que realmente comience a


llorar. —

Tristan se marchó rápidamente. No podía soportar ver a una


mujer llorar, sobre todo a su querida hermana. Envidiaba a Tempest.
Era obvio que ella y Adrian se amaban muchísimo. Si él y Marisa
hubieran tenido sólo una posibilidad. Si ella hubiera vivido...

******

Tristan había estado montando a caballo por el profundo bosque


durante casi una hora cuando algo captó su atención. Estaba en medio
del camino, brillando a la luz del caliente sol de verano. Desmontó y
caminó hacia aquello, atraído por el brillante objeto.

Huesos. Pero los huesos no reflejaban la luz del sol. Allí estaba.
Un anillo. Lo recogió y lo sostuvo en su mano. Había un hueso grande
en el centro del anillo, y él tiró para sacarlo, pero no pudo separar el
anillo del hueso. Era demasiado grande para ser el hueso de un dedo.
¿Por qué era tan difícil de quitar el hueso? Si hubiera sido un dedo,
habría carne y músculo sobre él. El anillo habría resbalado fácilmente
del hueso cuando no hubiese más carne.

Tiró con fuerza, luego intentó dar un golpe al hueso sobre una
gran piedra a un lado del camino. Aún así el anillo no se movió.

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Dragon Witch Dolly Lien

Intentó romper el hueso, pero era como si estuviese hecho de hierro.


No se rompería. ¿Era una especie de magia?

Giró el hueso para ver mejor el anillo. La banda de plata no


estaba deslustrada y parecía haber un juego de piedra en él pero no
podía decirlo seguro porque estaba cubierto de suciedad. Lo frotó
contra la piedra.

De pronto el anillo se calentó en su mano, vivo. Aquello estaba


mal de algún modo, malvado. No, no solamente malo ... diferente,
poderoso.

Tristan intentó arrojarlo pero no pudo. El hueso blanco se volvió


suave, luego líquido mientras fluía sobre su mano y goteaba en el
camino. El anillo... El anillo se movió, gateó, fluyó por su mano hasta
su dedo. Intentó quitárselo. No, estaba demasiado apretado. Escupió
sobre él, pensando usar su saliva para aflojarlo, pero no funcionó.
Asustado, tiró y tiró del el anillo hasta que su dedo sangró, pero fue
en vano. No podía quitárselo.

— No — gritó desesperado. — No quiero magia.—

Contempló el cielo y rogó.

— Ayúdadme. —

Pero no hubo respuesta y, con un suspiro frustrado, Tristan


montó su caballo y continuó su viaje a casa.

*******

K'ronos observó al desanimado joven montar a caballo despacio


por el estrecho camino. Sí, había escogido bien. Tristan era un hombre
bueno. Había sufrido bastante en aquella vida. Él quitaría la malvada
corrupción que S'rdonne había dejado sobre el anillo. Pronto el
muchacho comprendería que la vida tenía mucho que ofrecer.

Pronto la magia del Anillo de K'ronos le traería el deseo de su

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Dragon Witch Dolly Lien

corazón.

— Se feliz, Tristan Sanct Joliet. — La voz de K'ronos fue un


profundo estruendo en el cielo. — Usa mi anillo sabiamente. —

FIN

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