You are on page 1of 6

UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

UAPA

ESCUELA DE PSICOLOGÍA
CARRERA DE PSICOLOGIA CLINICA

TEMA

Evaluación Clínica.
PRESENTADO POR:

MATRÍCULA:

ASIGNATURA:

Psicología Clínica II.

FACILITADORA:

Renata Jiménez.

Santiago de los Caballeros


República Dominicana
Mayo, 2018.
Introducción.
En el presente trabajo se exponen actividades que detallan los factores que
componen la evaluación clínica. La evaluación clínica es un procedimiento
mediante el cual los clínicos utilizando test psicológicos, así como la observación
y las entrevistas elaboran un resumen de los síntomas y problemas de sus clientes.

También en el presente contenido se detallan los componentes que conforman el


proceso para alojar un diagnóstico clínico y la base sustentable de estos. Estas
bases son los criterios de evaluación del DSM y el ICD-10.

1- Resumen de una página de la unidad I del programa.


La evaluación clínica supone una de las responsabilidades más importantes y complicadas de los
profesionales de la salud mental. La medida en que los problemas de una persona pueden llegar a tratarse
de manera apropiada depende fundamentalmente de la adecuación con que se haya realizado la evaluación
psicológica. Los objetivos de la evaluación psicológica incluyen la identificación y descripción de los
síntomas de una persona; determinar la gravedad y duración del problema; evaluar los factores causales
potenciales; y explorar los recursos personales del sujeto que podrían facilitar el programa de tratamiento.

Aspectos éticos de la evaluación. Las decisiones que se adoptan tras la obtención de los datos de la
evaluación psicológica pueden tener implicaciones de largo alcance. Estos son algunos de los factores que
pueden provocar que el clínico suministre un diagnostico incorrecto. Pasar por alto estos factores en el
proceso de la obtención de los datos es una falta ética a la profesión.

•Existe la posibilidad de que algunos test psicológicos no sean adecuados para evaluar a personas
procedentes de una minoría social. También un clínico que se desenvuelve en un contexto cultural
determinado puede experimentar dificultades para evaluar de manera objetiva la conducta de alguien
perteneciente a otra cultura distinta.
•La evaluación está inevitablemente influida por las suposiciones, percepciones, y la orientación teórica del
clínico.
•Muchos clínicos sobrevaloran la influencia de los rasgos de personalidad como causa de los problemas de
sus pacientes, sin prestar la suficiente atención al papel de los factores estresantes y de otras circunstancias
presentes en la vida de éstos.
•Siempre existe la posibilidad de que algunos datos sean imprecisos. Siempre existe cierto riesgo al hacer
predicciones para una persona sobre la base de promedios obtenidos de una muestra. Los datos imprecisos
o las conclusiones prematuras no sólo pueden producir errores respecto a los problemas del paciente, sino
también cercenar la posibilidad de buscar más información, lo que puede tener graves consecuencias para
el paciente.

Clasificación de la conducta patológica. Las conductas patológicas se clasifican con la intención de alojar
diagnósticos específicos a las diferentes conductas inadaptadas. Este proceso de clasificación se realiza
mediante instrumentos de medición, que en su estructura deben ser fiables y tener validez.

Diferentes modelos de clasificación. En la actualidad disponemos de tres propuestas para clasificar la


conducta patológica: la categórica, la dimensional y la prototípica. La estrategia categórica, análoga al
sistema médico para el diagnóstico de la enfermedad, supone que (1) toda conducta humana puede dividirse
en categorías de saludable o patológica, y que (2) dentro de la última categoría existen otras subcategorías
que no se solapan entre sí, con un elevado grado de homogeneidad interna, tanto respecto a los «síntomas»
como a la organización subyacente del trastorno. En la estrategia dimensional, se supone que la conducta
típica de una persona es el resultado de vectores de diferente intensidad que se organizan a lo largo de
diversas dimensiones, tales como el estado de ánimo, la estabilidad emocional, la agresividad, la identidad
sexual, la ansiedad, la fidelidad interpersonal, la claridad de pensamiento y comunicación, la introversión,
etc. Una vez que se ha establecido cuáles son las dimensiones más relevantes, éstas se aplican por igual a
todo el mundo. Se supone que las personas difieren entre sí respecto a la configuración o el perfil que
adoptan tales rasgos (cada uno de los cuales puede oscilar desde muy bajo a muy alto), pero no en términos
de conductas específicas que correspondan a una entidad «desajustada» que supuestamente subyace y
origina dicha conducta. Lo normal se diferencia de lo anormal según una serie de criterios estadísticos muy
precisos, derivados de su intensidad dimensional, de manera que se supone que la mayor parte de las
personas están cercanas al promedio.
La prototípica Como, la estrategia ortodoxa de diagnóstico pretende definir todos los posibles tipos de
trastorno mental, aunque si bien a lo que aspira explícitamente es a crear entidades categóricas, sin embargo,
lo habitual es que dé lugar a entidades prototípicas.

La clasificación diagnóstica formal de los trastornos formales. En la actualidad existen dos grandes
sistemas de clasificación psiquiátrica: El (ICD-10) (Sistema de Clasificación Internacional de las
Enfermedades), publicado por la OMS, y el (DSM) (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales), publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría. El sistema ICD-10 se usa
fundamentalmente en Europa y en otros muchos países, mientras que el sistema DSM es la guía estándar
en los Estados Unidos. Ambos sistemas se parecen mucho, ya que los dos recurren a los síntomas como
elemento central para la clasificación, y también definen los problemas desde diferentes facetas. Existen
ciertas diferencias en la manera en que los síntomas se agrupan en cada uno de los sistemas, lo que puede
dar lugar a una clasificación diferente en cada uno de ellos.

La evaluación del DSM y las limitaciones de la clasificación del DSM. Los problemas reales de los
pacientes reales con frecuencia no encajan impecablemente en las precisas listas de síntomas e indicadores
del DSM actual. Una realidad clínica es que los trastornos que sufren las personas no suelen estar tan
precisamente diferenciados como la parrilla que ofrece el DSM.

Los cuatro Ejes del DSM-IV-TR. Eje I. Los síndromes clínicos específicos que pueden ser objeto de
atención clínica. Incluiría la esquizofrenia, el trastorno de ansiedad generalizado, la depresión mayor y la
dependencia de sustancias. Las condiciones del Eje I son análogas a las enfermedades que reconoce la
medicina general. Eje II. Trastornos de personalidad. El Eje II proporciona una manera de codificar rasgos
de personalidad inadaptados y muy duraderos, que pueden o no estar implicados en el desarrollo y en la
expresión de los trastornos del Eje I. El retraso mental también se diagnostica dentro de este eje. Eje III.
Condiciones generales médicas. Aquí aparece cualquier situación médica general potencialmente relevante
para la comprensión del caso. Eje IV. Problemas psicosociales y ambientales. Este grupo se refiere a
circunstancias estresantes que pueden haber contribuido a que se produzca el trastorno, sobre todo si han
estado presentes durante el último año. Eje V. Evaluación global del funcionamiento. En este eje, los
clínicos deben indicar si el individuo está funcionando actualmente de manera adecuada.
Conclusión.
Mediante la evaluación clínica se logran obtener informaciones esenciales para el
diagnostico y tratamiento de un trastorno, los aspectos que se deben tomar en
cuenta en este proceso son diversos y esenciales, no tan solo intervienen en un
aspecto de la conducta del individuo, sino que trasciende a todos los aspectos,
permitiendo con esto predecir conductas futuras si no se lleva a cabo un
tratamiento pertinente.
Es esencial para el clínico ser moralmente ético en agotar todo el proceso
pertinente para el diagnóstico de un cliente.

Fuente Bibliográfica.
James N. Butcher. Susan Mineka. Jill M. Hooley. (2007). Psicología
Clínica. Madrid.: Pearson.
2-. Presentación de un mapa conceptual donde se presenten los aspectos
éticos de la evaluación en psicología clínica.

Aspectos Éticos de la evaluación


clínica.

Evaluación, Diagnostico e Competencia y uso apropiado de


Interpretación. evaluaciones e intervenciones.

Construcción de Test.

Personas no cualificadas.

Uso de evaluación en general y en Interpretación de los resultados


poblaciones especiales.
de la evaluación.

Explicación de los resultados de


Servicio de calificación e la evaluación.
interpretación.

Mantenimiento de la seguridad
de los test.

You might also like