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CAPÍTULO PRIMERO J A
La tierra y su flora
y en el Océano. También :n
y ammales que habitab poblaciOnes de pl a ntas
antes en las tierras
mente nuevas capas com oy se forman cons ta nte-
eontar el número prodigioso de vegetales que nos
rodean, desde la enorme encina de ancha copa,
cuyo tronco es un bosque de parásitos, hasta el
cuerpos organizados y 1 pletamente de restos de humilde liquen esparcido por el suelo. Además de
nente~ está revestida d: ~uperficie de los conti - no haberse podido calcular la muchedumbre de las
espec¡e de membrana umus, suelo vegetal especies vegetales, tampoco nos entendemos sobré
~esor.ganización de la P;fJ!gera, constituida por 1~ la definición de especie: unos toman por simples
ambJ~n. a Y productora de vida variedades lo que á otros parece ostentar caracte·
Pnncipalmente son las res distintos. Hace un siglo, no conocía Linneo
para formar esa t' plantas las que trab . más que 6.000 especies; despuéa se han acrecenta-
así, con anticipaci¿~rrd~ al.Imentadora y prep:;:~ do gradualmente los catálogos, según se han ido
ghenberaciones venideras Sl?los, la. nutrición de las explorando las regiones desconocidas de la tierra,
a er nacid · ' Sin la cual 0 y ahora se calculan en unas 120.000 especies las
~~J: l~s ani~~~!es~;~r~~~~s d~s:r[ol1ad~ e!~~~1~~ plantas contenidas en los herbarios; el aumento ha
venido á ser de un millar al año . Respecto á las
Caro' e~~ s~res, formas ind~cisas o~ o~igenes de la eapecies numerosísimas que los botánicos no han
.
q ue t Jenen e nombre de t es1gnadas por clasificado todavía, ni siquiera descubierto, hay
tanto d 1 pro oorganismos
progresa e P anta como d . ' parece que establecer su probable cifra por un cálculo de
de vida:~ van precisando su estru~tmma l, pero al proporciones . Así ha podido determinar Candolle
en la vege~:l,e;t~are~t~ ~ ~~ la seri~r:Uf~~~~~~:~~
0
1 Ima corresponde, sobre
de una manera general el número de 4DO á 500.000
especies, 250.000 fanerógamas para el conjunto de
la flora terrestre. De modo que hasta nuestros días
8 ELÍSIIIO RBOLÚS LA VIDA .HIN LA TllllRRA 9
no conocemos más que la cuarta parte de nuestra de saber qué extensión relativa ocupan en la su-
inmensa riqueza de producciones vegetales. Ape- perficie de la tierra los espacios absolutam ente es-
nas pasa afio sin que hagan impo rtan tes hallazgos tériles las praderas y los bosques con mucho arbo-
los viajeros en las diversas partes del mundo; hasta lado . Las regiones completamente desprovistas de
los paises de Europa más con ocidos, que los botá- plantas son muy escasas; los desiertos y ~asta los
nicos vienen recorriendo desde hace un siglo, ofre- médanos movib les tienen su flora espeCi a l y las
cen todos los años nuevas especies á afortunados paredes abruptas de las rocas están reve tidas
buscadores de plantas. muchas veces con una capa de liquen. Durante la
Las dos terceras partes de las especies ya cla- estación de las lluvias, las Rocas Negras de Pango
sificadas se componen de faneróga mas dicotiledó- Andongo, en la tierra de Angola, parecen cubier
neas, es decir, de plantas de flores visibles, que tas de inmensa alfombra de verdor, que no es más
brotan del sue lo con dos hojas primordia les lo me- que una r ed de algas en cantidad infio~ta; al lleg.ar
nos. Son las e pecies más elevadas de la serie vege- el calor, sécase el tapiz, se resquebraJa y permtte
tal. De la otra tercera parte la mitad consiste en ver el color cenici ento ó amarillo de la peña. Puede
monocotiledóneas, es decir, en plantas que también considerarse prácticamente la tierra como reves-
tienen flores visibles, pero nacen con una sola boj& tida de plantas en toda su extensión, pero conven-
primordial, como las palmeras, las gramíneas y dría conocer la parte de la superficie sombr ada
los juncos. Por último, la sexta parte restante com- por árboles . E e cálculo no está hecho todavía,
prende las acotiledóneas ó criptógamas, es decir aunque sea de mucho interés para conocer l:;t va-
las plantas sin flor ó con flor oculta: helechos~ riación de los climas y la historia de la Humamdad ;
s~tas, t;nusg~s, a ls:as y otras fam ilias que germinan si se da al conjunto de los bosques una superficie
sm hoJa primordial y que á consecuencia de su- igual á la cuarta ó quinta parte de la tierra, se
organizaCión rudimentaria ocupan el último lugar hará un cálculo aproximado muy aventura do . Los
entre los seres vivos. La proporci ón en tre las tres botánicos se h an limitado á trazar al Norte de los
grandes clases de especies vegeta les varia en los continentes el limite que los frios polares oponen á
distinto_s paises del mun do. La gran ley general , la vegetación arbórea . Ese limite estA en Escandi-
determmada por Humboldt, y evidenciada por navia entre los grados 70 y 71 de latitud, de los
Candolle, e que la proporción de las dicotiledó - cuales no pasan los arces; en Sibel'ia, los alerces,
neas crece s:radualmente desde los polos hasta el que son los árboles más atrevidos de aquella co ·
Ecuador, mientras las monocotil edóneas y criptó· marca avanz an hasta el grado 68; en la Améri -
gamas aum~ntan al dirigirse á los polos. Asi, el ca del' Norte, crecen los abetos, en las orillas del
calor del chma es favorable á las dicotiledóneas Cooper Mine, hasta las latitudes de 68 y 69° y en
pero la humedad fria les es contraria , y en todo~ el Labrador hasta los 58° . Al Sur de esa frontera
los paises donde ll ueve mucho crece en proporción de las especies arborescentes, no hay ninguna
el número de las monocotiledóneas. comarca absolutamente desprovista de arboles, y
Problema más importante para el hombre es el hasta los extremos meridionales de los continentes.
10 JDLÍBBIO JUIOLÚ B LA VI DA 2N LA TIBRRA 11
que adelantan en dirección al polo antártico tie nen una mita d de Rusia, mientras la otra mitad no
bosques extensos. e r a más que un bosque sin limites, cortado única-
E isten superficies con arbo lado en paises des- mente por lagos y rios . Actualmente el trabajo
habitados no menores de varios centenares de agricola consiste especialmente en mezclar las es-
millares de kiló metros cuadrados. En otro tiempo, pecies vegeta les, en alternar, muchas veces des-
la mayor parte de las regiones habitadas por el a certa da me nte, bosques, campos y pra deras.
hombre civilizado sustentaban bosques muy vas-
tos que luego ha n aclarado mucho el fuego y el
ha~ha. Galia estaba cubierta de árboles desde el
Océano hasta el Mediterráneo, y las campiñas cul·
tivadas eran simples claros, como los abier tos por II
los perues a mericanos en las soledades de Mi chi
gán; los Vosgos, cordillera de montañas fran cesas Influe~ci a de la te~peratu ra, de la humedad, de los rayos
que sustentan a ún mucho arbolado, eran una selva lum m osos y quím1cos sobre la vegetación. -Areas de las
plan tas . ·
negra, como el sistema de montañas que se levan-
tan al otro lado del valle del Rhin . En Germanía, el
gran bosque h erciniano tenia, según testimonio de Ca da pla nta tiene en la tierra su dominio espe·
los autores romanos, una long ttud de sesenta dias cial, determina do, no sólo por la na tura leza del te-
de marcha, y ahora no quedan de él más que rreno , sino ta mbién por las diversas condiciones
fragmentos dispersos por las laderas de las monta- del cli ma, tempera tura, luz, humedad, dirección
ñas. E candinavi a , Transilvania, Polonia ·y R usia y fu erza de los vientos, marcha de las corrientes
presentan todavia vastas extensiones frond osas, oceán icas. Durante el transcurso de las edades, la
calculadas, en algun os distritos, en las nueve déci- extensión de ese dominio no deja de ca mbiar, si-
mas partes de la superficie; las ciudades y los pue · guiendo las modificaciones que se producen en el
blos ocupan pocos espacios sin árboles . Ta mbién se mundo del aire, y los límites de la región habitada
verifica alli un rápido trabajo de roturación. La por las div ersas especies se enredan unos con
historia y el examen de los lugares nos enseñan otros de la manera más compleja. La flora hace
además que por las diversas influencias combina- visi ble el clima; ¿pero cuál es ese clima en la mez-
das de la temperatura y de la h umedad, el con- cla , a par en temente confusa, de los fen ómenos que
traste entre las estepas de hierbas y los grandes lo compo nen? La influ encia preponder a nte es na -
bosques era antes tan completo en Europa como lo turalmente la de la temperatura, pero no debe
es hoy en Luisiana entre los páramos y las arbole- creer se, como lo han hecho hasta poco ha la mayor
das, y en las llanuras del Amazonas entre los lla- p arte de los botánicos, que las fronteras de la zona
nos y las selvas. Infinito mar de hierbas sucedia d e vegetación estén señaladas en los continentes
sin transición á la inmensidad de los árboles; la por las sinuosidades de las lineas isotérmicas.
superficie florida del Tcho1·nosjom se extendí a sobre En efecto, según hacen notar Carlos Martins y
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LA VIDA BIN LA TIJIIRRA 13
Candolle, toda planta necesita, para na cer y des·
arrollarse, cierta cantida d de temperatura que los distintos climas de Edimburgo y Moscov, de
difi re seuún las es p cíes. E n unas, empi eza la vida. Estocolmo y Kcenigsberg, Londres y Ginebra han
ó se reanuda de pués del sueño del invie rno, cuan- de producir los mismos efectos en las plantas que
do señala el termóm etro 2 ó 3° sobre eL pu nto de desde cierto grado termométrico exigen igual can-
congelación; otras necesita n un calor de 10, 12, tidad de calor en un tiempo más ó menos largo.
15 6 20° antes d tom ar carrera para vivir todo el Resulta de ello que las áreas de habitación de las
aiio. Cada espe ie tiene, digámoslo asi, su t ermó- especies tienen contornos muy distintos. Mientras
met ro particular, cu yo cero correspon de a l g rado que junto al polo boreal la aquilegia vulgaris y el
de temperatura do nde se despierta , para sus gér- ~1·inns se acercan mucho al trazado de las lineas
menes, la fuerza de la vegetación. I mposible es isoté rmicas de Europa, las front eras de otras zonas
indicar con linea clima téricas genera les los limi- de plantas atraviesan el Continente en todos sen ti ·
tes de ha bitación de t al ó cu al e pecie, puesto que dos, de modo que es imposible ver en ellas, como
cada una ti ene par a el principio de su periodo vital en las lineas de temperatura. igual, la menor apa-
un pun to de parti da diferente. riencia de paralelismo. Podemos citar como ejem-
P ara conocer el calor que necesitan las pla ntas,. plo las curvas descritas por los limites polares de
hab ría que a Nig uar , no c uál es la resu ltante me- ciertos árboles y arbustos conocidos, como el haya,
dia de al teruati vas de fri o y de ca lor duran te el ~1 fresno, el acebo, eJ jazmín, etc. Algunos de los
año ó las diversas estaciones , sino calcular la ca n- vegetales de Europa indican ta mbién un antago-
tidad de hora dur a nte las cuales la te mperatura nismo abso luto entre las condiciones de clima que
se haya con ervado superior al grado q ue es para necesitan. El Daboecia polifolia, plan ta que teme
cada planta el pun to inici al de su desenvolvimien- los inviernos muy fríos y los ve ranos muy cálidos,
to. Verdad es que al hacer ese cálcule no se ha. no deja las Azores, de clima regular y húmedo, mas
tenido en cuen ta el número relativo de horas diur- ue pa ra a venturarse en las costas a tl á nticas de
nas y nocturnas que han de influir de diferente Por tuga l, E~ p aña, Francia é Ir landa, donde abun-
manera en la vegetació n, pero aun asi ese cá lculo da la lluvia y el invierno es templ ado. El almendro
es el más aproxi mado á la r ealidad, so bre todo res- ena no, en ca mbio, se propaga o adamente desde
pecto á las e peci es anuales que en invierno no las orillas del Danubio hasta los montes Urales, á
existen más que en germen y no tienen qu e d ten- t ravés de las estepas rusas, donde suceden invier-
der troncos y hojas de los ataques del frío, como nos secos y fríos á calores extrem ados.
los árboles y pla ntas perennes. Los clim as de Lon- Según el método de observación de las tempe -
~re~ y Odesa, tan desemejantes en tre si por sus raturas indicado por Reaumur y seguido por Bous -
InVIer no .Y vera nos, son , no obstan te, iguales pa ra singa ult, Gasparin y Candolle, podemos explicar Las
las espeCies vegetales, cuya evolució n em pieza á. sinuosidades que presentan l as áreas vegetales. Ese
los 4 ó 5° sobre cero, y necesitan la misma canti- método, basado en la observación, consiste en cal-
dad de calor para llegar á la madurez . También cular las cantidades de calor necesarias para el
.desarrollo completo d~ cada planta, es decir, sin
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LA VIDA IIIN LA TIIIIRRA
contar cada dia los grados de calor medio superio- y las diversas condiciones del medio, ciertos indi-
res á la temperatura correspondiente al principio viduos se apresuren y otros sean más tardos; ade-
anu~l de la carrera de la planta, y en evaluar la más, en los climas prima-y-erales, como ~l de Ma-
totalidad de eso~ calores diarios. Ciertas plantas dera, las especies no empiezan su evoluCión a_nual
de la zona glaCial que en el espacio de algunos basta después de haber descansado durante ~~arto
días d .1 veran o_ polar tienen tiempo de germinar, periodo para tener tiempo de reformar sus teJidos.
de abnr sus hoJas y de madurar sus frutos, se con- Las viñas de Madera no vegetan hasta fines d:
tentan con una suma de 50°. La cebada, que es el MaFzo, época en que la te~pe~atura llega á 18
cereal que más adelanta hacia el polo entra en el centigrados·1 durante todo el mv1erno, el calor me-
perfo~o de creci~iento cuando la te~peratura es dio que no llega más abajo de 17° 5', bastarla con
supenor á 5 ó 6 , y para madurar necesita una ex~eso para desarrollar la viña y madurar los
sum~ de l.OOOo, s~an cuales fueren los términos frutos. También en las mesetas ~e las comarcas
medws de las estacwnes que atraviesa. egún Sey- tropicales, donde se goza una pnmavera eter~a,
nes, el trigo empieza á vegetar á los 7°, y recibe descansan las plantas durante la temporada m-
uno~ 2.000 _h asta la época de la si ega, ·que varía vernal. Conservan las hojas, pero no las ec~an
segun_los climas. El maíz, planta má meridional, nuevas· desarrollan flores y frutos, pero úmca-
~eces1ta una suma de 2.500° y su punto de par- mente ~quellos cuyas yemas habían germinado en
tida está en los 13. La viña exige 2.900°, desde el verano. .
10 de la escala. _P or último, Candolle supone que La sequia ó la humedad relativa ~e ~as d1ver·
la palmera necesita un calor total de unos 5.1()()& sas comarcas son también causas prmetpales en
antes de madurar los frutos. La mayor parte de la limitación de las especies: un aire demasiado
las plantas de la zona templada pueden soportar lluvioso anega la planta; la falta de vapores aéreos
frfos d~ 10, 15 ó 20°, sin que pierdan la fuerza vital la quema. M~cbos vegetales no penetran en las
pero nmguna puede germinar ni crecer á una tem~ estepas secas de Rusia, donde la temperatura les
peratura inferior al punto de congelaci ón. En las podria ser favorable· otros no pueden a.climatarse
mont_añas, las ~axftragas y soldan el as florecen basta en el Oeste de la Gr~n Bretaña, donde la cantidad
debaJo de _la me ve, pero el agua que rieg sus raf- anual de lluvia es relativamente enorme. Las es·
ees Y el a1re que rodea sus tallos y hojas tienen pecies que se desarrollan en los paises húmedos
una. tem_peratura superior á O. Resulta de las in- tienen una admirable frescura. Al contemplar los
vestJ~amones de Candolle que el crecimiento de las árboles y praderas, se ve que sin cesar los riega
e_spectes vegetales empieza generalmente á 5° cen- el agua del cielo . En las comarcas tropicales, donde
tlgrados en las regiones de la Europa occidental el calor anual siempre basta para que maduren
Pero_n~ hay que considerar el punto de partida deÍ las especies vegetales, prepondera la influencia de
creCimiento de cada planta como limite fijo en la humedad. Los limites de la zona de lluvias son
absoluto , como el grado de temperatura en que se también los limites de la zona de vegetación.
funden los metales; es probable que, según su vigor La luz es, como el calor, uno de los elemento&
LA VIDA BN LA TIIIRRA 17
16 liiLÍSBO RBOLÚS
En los climas templados las bruscas variaciones
más importantes en la vida de las especies vege- 'de la luz química son menos numerosas que en las
tales. andolle h a comp rob a do con experimentos eomarcas tropicales, pero son mucho más fuert~a
directo que de dos plantas sembradas el mismo que las variaciones del calor. En efecto, desde Dt-
dia, la expuesta á los rayos solares se contenta eiembre h asta Junio se han comprobado en Alem~
con menor urna de calor pa ra desarrollarse y ma - nia é Inglaterra diferencias· de 1 á 20 e~ la actt·
dur r A la may or intensidad de la luz deben mu- vidad de los rayos luminicos. Y es que la ~~~uencia
chas especies de las montañas la rapidez de su de esos rayos, no sólo depende de .la posición del
crecimiento y de su brillo, el grandor r elativo de sol en el cielo sino que crece ó disminuye según
.sus flor s. En todas las cumbres del Me diodi~ de los innumerabÍes cambios que se verific.a n en el
E uropa e contentan las plantas a lpes tres, para Qcéano atmosférico . Las n ubes blanq~ ecmas que
desarr liarse y madurar, con una suma de calor velan el cielo dan mayor fuerza quimJCa á la luz,
mucho men or que las especies congéneres de las y la Naturaleza nota e~ el acto. sus efectos, pero
llanura itua das más al Norte. si se espesan las nubes, mterpoméndose COJ:?O ma-
Otro hecho menos estudiado, pero acaso no me- sas negras entre el sol y la tierr.a , en seguida de-
nos importan te que el del calor, contribuye al re- erece la acción de los r a yos lummos?s y suced~ un
parto de igual de la s plan tas, y es el poder quimico brusco reflejo á la marea de fuerza vital que baJaba
de los rayos . Nat ural seria supo ner que ese poder del cielo. .
crece, desde la zon a templada hasta la t ro pical, A las perturbaciones pr oducidas en el chma
pro porcionalmen te á la fu erza del sol; sin embargo, químico de u país por las a lteraciones incesantes
creyendo á varios fotógrafos que no ha bían podi - de nube brumas y v apores invisibles, hay que
do sacar pr uebas tan fácilmente en América del afiadir lo~ cambios producidos por los millones de
Sur co mo en I nglaterra , todavfa se dudaba hace granos de polvo y gérmenes flot~ ntes y po~ todas
poco de que la potencia qu fmica de los rayos las emanaciones de ácido carbómco, gas hidroge-
solares cr ecier a en dirección a l Ecua dor. Ultima- nado y a moniaco que se escapan de la ~ i e r~ a Y en-
mente Yhorpe ha r esuelto esas dudas con observa - turbian la pureza del aire. Es muy dtffCI I! en el
ciones hechas en Pará, junto á un o de los brazos -estado actua l de la cienci a , indicar apro ximad~
del Amazonas. L as intensi dades q uimicas medias mente, ni aun respecto á las comarcas más conoci-
son de 7 á 34° más fuertes en Pará que en el ob- das de la Europa cen tr a l, el valor. rela tivo. de la
servatorio de Kew, cerca de Lon dres , pero asi como a cción química ejercida por térmmo medto du-
en I nglaterra esa intensidad crece y dismi nuye rante el año por los rayos solares; más diflcil seria
!entamen te cada di a sin violentas transi ciones, en todavia trazar sobre la r edondez del globo lineas
los trópicos cambia bruscamente du rante la esta- isoquímicas análogas á las isotérmica ; es esa una
ció n lluviosa . Cuando caen del ci elo cha parrones conquista científica reserv~da á .futu.ros explorado·
acompafiados por descargas eléctri cas, la intensi- res . De todos modos, las mvestJgacJOnes de Bun-
dad quím ica cesa completamente y actúa con gran sen, Roseve y otros sabios, han demostrado ya que
fuerz a cuando la tormenta h a desa parecido. 2
18 ELÍ.BIIIO RIIIOLÚS L A VJDA EN L A TIJIIRRA 19
la actividad de los rayos sol ares sufre mayore& teniendo en cuenta las costumbres de los vegetales
modificacion es que el calor; las lineas de clima en las comarcas del Sur. En San P etersburgo, á los
quí mico igual han de tener curvas y sinuosidades 60° de latitud Norte, se ha comprobado que el brote
más br u cas que las de temper a tu ra igual. Si no- del a bedu l primera crisis de la vida primaveral,
hay vientos químicos, como los hay húmedos y cá- antecede al del tilo y al florecimi ento del pie de
lidos, éstos modifican precisamente si n cesar, en león diez y ocho días , cuando en Breslau, situado
las olas siempre agita das de la atmósfera, esas. 8° más al Sur, esos intervalos son respectivamente
masas variables de va pores que unas veces mode- de q uince y cincu enta y un días. cCu anto más se
ran y otras cuadruplican la fuerza de los rayos adelan ta hacia el Norte-dice Candolle- , más sus ·
del sol. tituye útilmente la luz al calor. •
Además, la diferenci a extraordinar ia de las flo - Ya se ve que los prob lemas relativos al área
r as en dos paises vecinos, cuya temperatura viene natu ral de las especies vegetales son muy comple-
á ser la misma, a caso se explique, principalmente , jos, y los bot ánicos necesita r án l ~rgos y pacientes
por la enor me influ encia que ejerce el estado del estudi os comparados para determmar , de un modo
cielo. Por ejemplo, los árboles floridos no cr ecen preciso , cuál es el medio norma l de cada planta y
en las Feroe, donde no se ven más que malezas y cuáles son las ca usas múltiples que detienen su
arbustillos, aunq ue la temperatura no sea inferior extensión más all á de cierto limite, diferente para
más que en 1° á la de Carlisle, en Inglaterra, donde ca da especi e. No sólo ha y que tener en cuenta las
la vegetación en Jos mo ntes presenta pro por ciones alternativas y sum as de la temper atura, la luz y
muy hermo as. En efecto, si el ca lor es el mismo , el poder qulmico de los r ay os, si no qu e además es
la luz es muy diferen te. Los r ay os del sol que a tra· nece ario calcular la acció n ejercida por todos los
viesan las bru mas de I nglater ra son absorbidos , en meteoros, apreciar la influencia de la sequía y la
g ran parte, por las intensas nieblas de las Feroe,. humedad de las lluvias prolongadas y de los cha ·
que el antiguo Pyteas creía que era una especie de par rones pasajeros, de las posiciones y alturas
pulmón marin o, en que aire, agua y lodo se mez · di versas y de las desig ualdades del terreno . Ade-
clan tan con fu sam ente. Ta l vez hay a que a tribuir más de todas estas condiciones del medio climaté -
á mayor fuerza química y luminosa, desarrollada rico, hay que saber también cuál es la vitalidad
duran te má tiempo, la singular rapi dez con que propia de la misma pl anta, cuál su fuerz~ de e~
salen los veget ales del No rte de su suen.o invernal pan ión en la tierra, cual su fuerza de resistenCia
cuando apar ece súbitamente la primavera. E n po- co ntra los agentes de destr ucción que la rodean.
cos días se cu bren los árboles de yemas y hojas , También hay que conocer la antigua distribución
cuando pasan meses en las latitudes meridion a les de los conti nentes en la serie geológica de las eda-
entre el desperta r de las diferen tes especies. No sólo des para averiguar qué ob s tác ul~s, coll?-o brazo~ de
las plan tas indlgenas del Norte, sino ta mbién las mar ó cordiller as , pueden haber Impedido la dise -
que se han aclim atado en aquellas regiones, abren minación de cierlos vegetales por espacios más
los capullos mucho antes de lo que podría suponerse extensos. Cada planta tiene su historia, sus tradi -
20 IOLtS.IIIO RIIIOLÚ S 21
ciones, su patria y sus costumbres, y á esa extre- nentes . El Océano tiene sus plantas especiales,
mada diversidad de condiciones de existencia se unas que flotan en libertad sobre las olas, como el
debe .la maravillosa variedad que ostenta la agru- sargazo 6 uva de mar, otras que se agarran á las
pación de las especies en la superficie del planeta. rocas y escollos. Los rios, los lagos y los estanques
tienen ta mbién sus especies vegetales particulares,
como el potamogeton, que balancea muellemente
su larga cabellera á gusto de la corriente; el nenú-
fa r, qu e ex tiende sus anchas hoj as de color de es-
III meralda en el agua transparente; las confervas
innumerables, qu e forman una ca pa de vegetación
Estaciones particulares de las. especies.-Plan tas de agua de continua en el agua de los estan ques y los hacen
mar y de agua dulce. - Espectes de las playas. -Parásitos. - parecerse desde lejos á la superficie de una prade -
Es~ecies terrestres.-~nfiuencia de los te rrenos en la vege- ra. Las plantas que dan fruto al mismo tiempo en
tactón.-P lantas asoctadas.-Mar de sargazo. - Extensión
de las áreas. agua du lce y salada son muy escasas, y general-
mente só lo se las encuentra en Jos estuarios de los
rios do nde llegan las mareas y se verifica la mez -
La m~yor~a de las_plan tas ocup an escasa pa rte cla entre ambas masas líquidas. Las turberas están
del espa~1 o CJrc_unscnto por los límites generales completamente compuestas de plantas asociadas
que el chma traJo para sus habitaciones . Además que se agrupan entre si y encierran agua en sua
necesitan seguir su naturaleza ciertas con d icione~ intersticios como inmensa esponja. La vegetación
ffsic~s _particula~es, sin las cuales germinación y de las playas presenta un contraste muy notable,
creCimiento son Imposibles. Para citar el ejemplo según rodee aguas puras; mares saturados de subs-
más notable, la vegetación acuática se com pone tancias salinas, don de la arena y la arcilla están
~e especies muy diferentes de las que na cen en Ja mezcladas con sal marina , producen abundancia
t1erra .. Excepto en la zona in decisa , cub ierta y de plantas de apariencia bastante triste, que dan á
descubierta alternativamente por el agua, en que las orillas una fisonomía particular. En lo interior
se desarrollan plantas llamadas anfibias las dos de los co nti nentes no se encuentra flora semejante
floras son diferentes en a bsoluto . Si fuera' verdad más que en los contornos de los lagos salinos y en
como opi~an ciertos botánicos,· que especies d~ las tierras donde brotan en la superficie manantia-
algas m~noas dan nacimi ento á plantas terrestres les cargados de sal. Al ver esas plantas han queri-
de l~ tnbu de los ho ngos, ese poder germinativo do los mineros perforar el suelo, para descubrir
no eJercería en este caso su acción más que para bancos de sal gema ocultos en las profundidades
transform_ar ~e una maner a comp leta la estructura del mismo. Otras especies vegetales par ece que tie-
y la apanenCJa del vegetal. nen necesidad, no de la sal del mar, sino de los
E l contraste de las flores es tan grande entre el vapores que despide ésta; ejemplo de ello es el
agua dulce Y la salada como entre mares y conti- brezo llamado e1·ica sylvatica, que crece en las lla-
22 JIILiSlllO RBOLÚ8 LA VIDA JDN LA TIJIIRR.A. 23
nuras bajas alrededor del golfo de Finlandia del ~tros gustan más de los .terrenos c~lizos, á otros
mar Báltico, del mar del Norte, de la Mancha; del les conviene más el aremsco, la arCilla dura ó las
golfo de Gascuña, y se encuentra también en las hendiduras del granito. Algunos botánicos han
costas de Espafia y Portugal, sin que nunca se la ti-atado de clasificar las plantas por la composición
halle á más de 250 kilómetros de la orilla. química de los terrenos que prefieren. Cierto es
La atmó fera posee su vegetación lo mismo que que varias especies, aun sin que tengamos en cuen-
el agua. Ciertas plantas no piden al terreno más ta las que crecen en tierras salinas,, se encuentran
que un punto de apoyo y sacan del aire todo el exclusivamente en un suelo convemente; el casta-
alimento que necesitan. Otras muchas especies ve - no, la digital purpúrea, la retama co~ún, prefieren
getales no crecen nunca en la tierra desnuda y se los terrenos sil1ceos; el carex a1·enaua, otras plan-
fijan en las rafees ocultas, en los tallos ó en las tas de los médanos y en el clima tropical el árbol
ramas de otras plantas que les sirven de suelo ali- de la canela, quieren arena casi pura; las calizas
menticio. Lianas de todas clases orquídeas parí- tienen también sus especies que no prosperan en
floras, euforbiáceas, helechos, m'usgos y líquenes otra parte. Pero parece que esos terrenos alimen·
se agrupan así formando bosques aéreos y mez- tan tales ó cuales especies de plantas, no por las
clándose con el follaje de los árboles los ~d ornan substancias que encierran, sino por sus propieda-
diversamente con guirnaldas, ramilletes, matas de des fisicas, dureza, deneidad ó porosidad. Si la
verdor ó flores. A costa de esos parásitos viven composición de la roca no yaria, pero ~e desag~e
otros, y en ciertos bosques tro pi cales, donde cada ga y deja penetrar más fáCilmente el atre extenor
árbol es. un mundo de plantas, el revoltijo de las y la humedad, cambia inmediatament~ la v ege~a
veg~tac10nes pres~nta tal confusión de formas, que ción y aparecen en la caliza ó en la arCilla espeCies
la VIsta del botámco más experto es la única capaz que no se pensó encontrar más que en la arena.
de d_esentrañarla. Por último, el interior del terre- Cuando el botánico se aleja de una comarca en la
no tiene. su flora particular, compuesta de criadi- cual (por la semejanza de las condi.ciones físicas
lla~ ~e tier~a y otras criptógamas que no quieren del terreno) las mismas rocas están siempre reves-
reCibir la mfluencia de la atmósrera más que á tidas del mismo tapiz vegetal, nota con asombro
travé.s de los poros del terreno . Las grutas tienen que las especies no son fieles al terreno que se
también, hasta en el fondo de sus fa.berintos las creia necesario para ellas. De 43 plantas que en
plantas q~e huyen de la luz, y en los bosques ~ier los Cárpatos observó Wahlenberg en las calizas,
t~s especies vegetales, casi siempre blancas' ó pá- encontró 22 en las rocas cristalinas de Suiza y
lidas, se acurrucan en la sombra al pie de los árbo- Laponia. De 67 especies que en Suiza son exclusi-
les _grandes y apenas yerguen su tallo delicado vamente de origen calizo, crecen 36 en los paises
enCima de la alfombra de musgo y de hojas secas. cercanos en terrenos cuya composición química es
Entre los vegetales muy numerosos que hunden muy distinta, y puede suponerse que más completas
~~s rafees en el suelo y balancean sus hojas al aire exploraciones reducirán el número de plantas abso·
tbre, los hay que prefieren un terreno arenoso· lutamente fieles á una sola naturaleza del suelo.
'
ELÍSIIIO RIIIOLÚS LA VIDA IDN LA TIERRA 25
Además, según ha demostrado Sanssure, el tejido tación en los desiertos de Nuevo Méjico y de Arizo·
de varias plantas se apodera indistintamente de la na que los ratos y tristes candelabros de la gigan ...
substancia más abundante y más soluble que se tesca higu era de Indias. . .
encuentre alrededor de las rafees; las cenizas del E l Océano tiene, como la tierra, sus extensiones
abeto de Noruega no tienen la misma composición monótonas de plantas; lo campos de sargazos
que las del abeto del Jura. (fucus natans) que se en.cuentran en m~cho.s mares,
No só lo saben elegir para propagarse las espe- y especialmente en el mm.enso espacio triangular
cies vegetales la tierra que á cada cual conviene, compreudido entre las Antillas, el Gul(-St1·eam, el
sino que ejercen también en sus asociaciones con grupos de las Azores y el archipiélago de Cabo
otras plantas una especie de discernimiento, ya Verde. Colón atravesó aquellos parajes llenos de
pidiendo exactamente las mismas condiciones ff. hierbas marinas, y fué motivo de terror para sus
sicas en el suelo, ya buscando abrigo, ya obede- comp fieros el aspecto de aquellas largas hileras
ciendo á alguna afinidad secreta. Sin hablar de los de plantas que retrasaban .el andar ~el barco y
parásitos que no viven vida in dependie nte, muchas daban al insondable mar Cierto pareCido con un
especies amigas están siem pre cerca unas de otras 'inmenso pantano. Formando islas é islotes ~otan·
y con la armonía de su agr upación dan suavidad tes que se siguen en interminables procesiOnes,
é intimidad á la Naturaleza. El viajero conoce que esas hierbas convierten en ciertos lugares la su ·
se acerca al bosque en las plantas y a rbustos que perficie del Océano en' una especie de prado de un
no crecPn en campo raso; los alegres colores de verde a marillento ó herrumbroso; las olas levan-
acianos y amapolas se mezclan siempr e, por lo tan esas masas en amplias ondulaciones y las ro ·
menos en la Europa occidental, con las rubias es- dean con ribetes de espuma; juegan centenares de
pig~s de la mies; bierbas llamadas malas por los peces deb ajo de la frondosidad que los resguarda
agncultores se asocian invariablemente con los del sol; millares de animalillos corren, se arras -
cultivos. de nuestros campos; llantén y poten tila tran 6 se incrustan en los tallos enlazados de esos
crecen JUntos al borde de los caminos; las ma fas bosques viajeros, y atraviesan con ellos la exten-
de los Alpes y los Pirineos están rodeadas de orti · sión de los mares.
gas que se levantan por encima del césped corto Cretase en otro tiempo que esos sargazos flotan-
de los pastos. Por último, las estepas herbosas tes habían sido arrancados por la resaca de las
praderas amer.ica~as, sabanas ó parnpa1, no so~ riberas de las Antillas ó la Florida y llevados luego
más que. colomas mmensas de plantas asociadas. por el Gulf St1·eam á centenares de leguas, y se
En cambio, el suelo árido de los desiertos no suele imponía que todos esos residuos arrastrados por el
presentar en inmensas extensiones más que el es- inmenso circuito de las aguas se reunían como en
caso verdor de una sola especie vegetal. La arcilla el centro de un remolino en el esgacio del gran
d~ la meseta de Utah no deja penetrar en sus hen · torbellino circular del Atlántico Septentrional. Esa
dtduras más que las rafees de la artemisa y en teoría no es exacta: los fucus del Océano nacen Y
una gran parte de su superficie no hay má; vege- se desarrollan en la superficie del agua. Nunca se
26 JIILÍSEIO RJIIOLÚS
LA VJD.A. .IDN Ll. TJJIIRR.A. 27
les han podido descubrir raíces ni el menor indicio char ampliamente tales abonos para mejorar los
de bulbos que pudieran haber sido arrancados de cultivos.
la tier ra por el oleaje. Cada tallo acaba por su ex- Resulta de los numerosos estudios comparativos
tremo inferior en una especie de cicatriz, y segu - de Candolle que la forma general del área ocu·
r a mente no es más que una rama desprendida de pada por cada planta es la de una elipse algo
otr a planta; vesículas llenas de aire (que han dado alargada de Este á Oeste en las latitudes templa·
al sargazo su nombre de uvas de mar) le sirven de das y de Norte á Sur en las tropicales; fácil es de
flotadores para sosten erlo en la superfici e del agua, com prender esa disposición ordinaria, porque en
y centenares de membranas poliáceas se levantan las diversas zonas, el diámetro grande de la elipse
vertical men te por enci:na de cada isla de fucus ha de indicar la dirección en que el clima pre -
para absorber la cantidad de aire que necesitan senta mayor igualdad en más· considerable ex ten·
esos organi smos para crecer y propagarse. sión . Es cosa notable que el área media de las
Verdad es que todas las praderas de sargazos especies es tan to más vasta cuanto más sencilla
giran á impulso del vi ento en el remolino formado es su organización y mayor su a ntigüedad. Las
por la co rriente del golfo y por la ecuatorial, pero criptógamas, que son las plantas menos desarro-
en vez de h ber sido llevadas allí por esos ríos ma- lladas, ocupan la superficie más extensa. Las es·
riti mos, se detienen delante de ellos y se acumulan pecies marinas tienen un área media mayor que
á lo largo de sus riberas interiores; escaso número las terrestres; las hierbas habitación más vasta
de plan tas penetra en el mar de las Antillas y en que los árboles y las fanerógamas anuales tienen
el golfo de Méjico por los canales e trechos entre patria de mayores dimensiones que la s faneróga-
las i las. El mar de sargazos propiamente dicho mas perennes y Ienosas . El área de las plantas está
de l At lántico Boreal está comprendid en los gra- en razón inversa de lo complicado de su estruc-
dos 16 y 39 de lati tud Norte y se exti ende de Este tura . Es de notar también que por causas geológi-
á Oeste del grado 50 a l 80 de longitud. En tan in- cas an teriores probablemente al estade actual del
menso espacio, los sargazos constituyen dos mon- globo, el área media de las especies va disminu-
tones separa dos, como si una rama de corriente yendo desde el Polo Artico hasta las puntas austra-
ecuatorial se replegase hacia el Norte para separar les del Continente.
á izquierda y derecha las prad ras de fucus. Puede Ninguna especie fanerógama, ni siquiera la or-
calcularse en más de 4.000 000 de kilómetros la tiga, puebla la tierra entera. Sólo se conocen 18
superficie de ese mar de hierba ; en los otros océa- especies que aparezcan á un tiempo en la mitad
nos,. e~ Pacifico del Norte, el del Sur y el Atlántico de la superficie terrestre, y el número total de las
men ~w nal, los mares de sargazos se extienden plantas conocidas, cada una de las cuales ocupa
también por enormes superficies. i los agriculto- un tercio del globo, se calcula en 117 ; en cambio
res de Europa y América llevan alg una vez á hay vegetales que los botánicos no han descubierto
la práctica la idea de Leps, que propone car- más que en un barranco ó promontorio aislado;
gar buques con esos sargazos, podrán aprove- varias islas dispersas en el Océano, como Santa
28 BLÍSE O RBlOLÚS
LA VIDA EN LA TIBlRRA 29
E lena, Tristt\n de Acuna, J ua n Fernández, Ma- ~ordilleras, los Pirineos, l~s Alpes, los Balkanes,
dera y las Galá pagos, poseen la mayor parte de el CAucaso el Tauro, el Htmalaya, el Karakorum
esas plantas solitarias, que en ninguna otra parte y el Ku enlhn, se prolongan de Oeste á Es~e, y por
se encuentran, pero también hay partes del Conti- lo tanto, los climas y las floras no se modtfican en
nente en que las especies no tienen más dominio .el mismo sentido más que con gradaciones muy
que un distrito de pocas leguas ó h ectáreas, el suaves. Por otra parte, Africa, á pesar de que la
cual podría consid er arse como una isla contin ental .. mayor parte de su masa está situada en la zona
La superficie media general de las área s viene á tórrida es relativamente menos rica que los otros
ser, según Candolle, la 150. a par te de la superfi- contin~ntes en especies de plantas; explicase esta
cie planetaria, ó sea unos 300.000 kilómetros cua- ~ircunstancia por la uniformidad general de la co-
drados. marca por el escaso número de altas cordilleras,
por la' poca humedad del _viento. En ~aiD:bio, el
ex tremo meridional de Afnca, la coloma mglesa
del Ca bo, es de una riqueza vegetal extraordi-
IV naria.
Otro contraste hablan sefialado los botánicos:
Contraste de las floras en las diversas partes del mondo .- el de la pobreza relativa en las floras insulares
Laa floras insulares y las cont inenta les. -- R iq oeza creciente
de la vegetación de los polos al E cuador.-B osques tropi- comparadas con las continentales Pero ese aserto
cales.-Bosques del Amazonas. -es discutible, y la fa lta de observa ciones sufi-
cien tes nada permite afirmar. De todos modos, lo
cierto es que las islas considerables, como Sicilla,
Considerados en con junto, los continentes pre- Gran Bretafia Cuba y Ceilán, t ienen cara cteres
sentan , como las áreas más a ngostas, oposiciones de vegetació n ~nálogos á los de los contin entes ve-
notables entre sus floras . Proporcion almente á la cinos: las islas Feroe y el pitzberg tienen propor·
e~tensión, el Nuevo Mundo es más rico en espe- ~ion a lmen te ta ntas especies como los continentes
Cies vegetales que el antiguo . Explicase el hecho situados á igual dista ncia del Polo. En cambio, el
por la disposición general del doble continente archipiélago de Ca bo Verde, las Ca naria~, Madera
americano y de sus cordiller as, ali neadas casi todas y las Azores, tienen de 300 á 500 especte~ menos
de Norte á ur. Por la posi ción de los Andes de que las que se encuentran en igual extenstón c?n·
las ~o ntafias de l Brasil, de los Allegha nys, de' las tinental· Ma uricio y la Reunión poseen tambtén
RoqUiz::"s, d.e la Sierra Nevada y del Coats Range número 'r elativamente escaso de plantas indlgenas;
de Cahforma, resu lta que en cada latitud los cli- nat ural es opinar, como Candolle, que la pobreza
mas más di versos se suceden en las vertientes de esas islas procede en parte de su aislamiento en
o~uest.as! y por consiguien te, se desarrollan espe- el mar.
Ci es dtstmtas en cada clima . N o ocurre lo mismo E l hecho capital de la distribución de las plan·
en el mundo antig uo , donde la mayor parte de las t as en el contorno del globo es la riqueza creciente
ao l!ILÍBJDO Rl!IOLÚS
L .A. VlD.A. JDN L A T I BIR R.A. 31
de las floras desde los Polos hasta el Ecuador. La. llamada ártica 1 donde aparecen los primeros árbo·
isla de Spitzberg, que es la más explorada de las les y los prim eros cultivo.s. ~n seguida viene .la
tierras de la zona glacial, no tiene mAs qu e 90 es- zona subártica de la Aménca mglesa, de Islandia,
pecies; en superficie igual, Silesia tiene 1.300 Suiza de la Rusia del Norte, caracterizada por las turbe-
2.400, y Sicilia, de extensión menos con id~rable ras, las tundras y los bosques de pinos, abetos,
2.650 . Verdad es que en muchas comarcas de 1~ alerces y abedules. La zona templada fria, cuyo
zona tropical se comprueban excepciones de esa limite meridional se encuentra á los 45° de latitud,
ley del a umento de las especies hacia el Ecuador presenta asimismo regiones de turberas y bosques,
pero esas excepciones pueden explicarse fá.cilmen~ pero es también el territorio por excelencia para
te por el terreno y los climas locales. El Sabara las praderas , y sus selvas se componen de. especies
tiene verda deramente una flora mucho menos rica variadisimas. En la zona templada caliente las
en p:oporción que .el Me~iodia de Europa, pero praderas son más escasas y las especies arbores-
tamb1én hay gran d1ferenma entre am bas regiones centes ganan en esplendor. Las palmeras y los ba-
desde el punto de vista del relieve y de la varie- nanos aparecen en la zona subtropical, pero donde
d!ld. i Egipto no tien e más que un millar de espe- la vegetación de desarrolla en toda su riqueza ma-
Cies, cu ando la Gran Breta.ña, situada más hacia al ravillosa, es en los trópicos y el Ecuador. Al Sur
Norte, present~ 1.400 en igual extensión , es porque de la linea equinoccial se suceden las floras en
el valle del N1 lo no constituye más que angosta orden inverso que en el Polo antártico . Comprén-
~ierra alu vial, limitada á una parte por la arena y dese fácilmente que esas divisiones son en parte
a la otra por rocas desprovistas de humedad. Sin arbitrarias, y en la Naturaleza las transiciones se
q?e los ~n~afi ara la pobreza relativa de la vegeta- ·erifican de zona en zona de manera generalmente
C_Ión eg1pe1a, a firm aban ya los griegos que la mul- iusensible. ¡Cosa notable! una de las zonas más
titud de plantas crece cada vez más hacia el Me- determinadas se encuentra precisamente dividida
diodía , y afiadfa n la extrafia particularidad de que en dos por una vasta cuenca marina. Es la zona
en esas comarcas abrasadas del Sur el suelo se de vegetales que rodea el Mediterráneo desde el
hund e al en orme peso de los árboles que 8ostiene. golfo de León hasta el delta del Nilo. La flor a me-
. Unger h.a propuesto repartir la superficie de la. diterránea es una estrecha faja circular de 8.000
tterra en diferentes zonas de vegetaci ón que se ki lómetros de desarrollo.
suceden simétricamente desde a mbos polos ~~ Ecua- Gracias á todas las diversidades del relieve de
dor. La zona polar boreal, á la cual correspon dería la tierra á las diferencias de temperatura y clima
una zo ~ a. austral de.sconocida todavía, comprende y á los ~ambios de lugar de los continentes, que
el .archipiélago glaCJal de América Groen lan dia también han hecho cambiar de lugar A las floras ,
Sp1tzberg, la Siberia del Norte. No h'ay all í bosqu~ todas las comarcas se distinguen unas de otras por
alguno! Y como dice Linneo, los líquenes, última una vegetación de una hermosura particular. Es ·
e;xpres1ón de. los vegetales, cubren la ú ltim a exten- candinavia tiene sus bosques de coníferas, Inglate-
Sión en la tierra. Al Sur se extiende otra zona ,. rra tiene sus encinas y sus praderas, el Norte de
32 ELÍSJliO RBIOLÚS L.A. VID.&. BN LA TIBIRR.A. as
Alemania tiene sus tilos Rusia sus a bedules F época de la hulla. La sucesión de las edades terrea-
· ¡ ' , ran.
c1a sus o mo~ y sus bayas. No se puede pensar en tres que busca el geólogo en los estratos fosilfferos,
los Vo gos m en la Selva Negra sin r ecordar la calcu lándola en millones de siglos, pueden verla
largas pendientes cubiertas de abetos y cua d 8 res umida los botánicos en la época actual reco·
. 1 A '
plen~a en os !pes se r ecuerdan siem pre los bos-
n o se
l'riendo la superficie del globo. Las flores de los
queclllos de nogales y castaños sus selvas d 1 periodos actuales, escalonadas en los terrenos de
e es y sus ge~manas.
· Tampoco nos ' podemos figurar
e a er-
la Europa occidental como en inmenso osario,
la hermosa tierra de Itali a sin los olivos los . viven más ó menos modificadas en diversos puntos
ses l . . ' Cipre-
y os pmos marítimos. La terrible monotonía del planeta.
de las !!anuras del Sabar a se interrumpe con fres · Los bosques vírgenes, en los cuales todavía no
co~ oasJ de palmeras, y h acia el extremo meridio· ha penetrado el hombre más que para abrir sen de·
na del Contmen te, en el Cabo de Buena E peranza ros, son uno de los espectáculos más grandiosos de
1~~ co~ados y mo ntes de co nto rnos severos ostenta~ la Naturaleza. Los de los paises fríos, compuestos
a om ras de br ezos con flores de mil colores Los generalmente de coníferas de tronco recto, de fo-
~s~ados Uni dos tienen sus árboles de maraviliosaa llaje obscuro, tienen algo solemne y augusto. Las
m a o~ofiales, donde se encuentran á la vez todos poderosas columnas están espaciadas con regulari·
l~s m~bces, desde la púrpura más brillante basta dad como pilares de un edificio inmenso, y en Ion ·
e ver e más sombrío. Grande es el contraste entre t ananza se confunden en avenidas misteriosas. Las
:sos.óbo ques de colores variados y la uniforme ex· ramas, muy extendidas y cargadas de musgo ceni ·
ensJ n d~. las praderas del Oeste ó el d ierto del ciento, sobre todo de lfquenes, no dejan pasar á
~~evo MéJico, sembrados de cactus. En la América través de su ramaje más que una luz difusa, espar-
de C~~' los bosques de araucarias de las montañas c ida de igual modo debajo de la bóveda de tupido
a
d~ r tl e de la meseta brasileña no son menos
.ts JU os e las Pampas y de su vegetación t
verdor; algunas ralees nudosas levantan á trechos
el terreno cubierto de hojas secas y sembrado de
rtca en legu m i~osas . En otro extremo del m u'nd~n modestas plantas, unas acurrucadas al pie de los
!~ flora australiana contrasta con la de toda 1~ troncos, otrail agrupadas en los espacios Ubres.
t Ierr~ por el as pecto de antigüedad de su eucalip· Nada exterior penefra en ese mundo aparte, como
é~¿ca ejus~ssi~:s~rineas, ~ue quizá naci eron en la no sea algún rayo de sol, que aparece como una
. t·1nguen tambié· as especies de Nueva Zelanda se flecha entre dos ramas, y el gemido arrancado por
d Is el viento al ramaje.
de t 0 d 1 _n por su fis onomía general de la
os os contm en tes En · Los grandes bosques tropicales tienen otro ca-
tanta. proporción de ár b~l m nguna pa rte se ve rácter y asombran por la magnificencia, el exceso
dos con las pla t es Y arbustot~, compara· de su vegetación y la variedad de sus especies. No
n as anunales· en ·
presentan las criptógamas ' . tnmgu~a parte es un conjunto majestuoso y regular como el del
formas Faltan 1 semeJan e variedad de bosque de abetos 6 alerces, sino un caos de verdor,
helech~s formana~ pra dera.s, pero en cambio los un hacinamiento de selvas revueltas, donde la mi-
osques mmensos, como en la
s
34 liiLÍSIIIO RlllOLÚS
LA VIDA BN LA TIBRRA
rada trata en va no de distinguir las innurnerabl
fo r mas vegetales. Por encima de las anchas co :: mente cuando la selva cubre las laderas de una
frondosas, se superponen otras copas y se yerg~en colina elevada . Desde la cima hasta la base aquélla
las palmeras, uni das unas con otras por el inext · es un océano de follaje; debajo de aquella masa
cable lazo de las lianas: r a mas rotas suspend ·dn · movida por la brisa apenas puede columbrarse el
de ?uerdas casi in visibles, se balanc~an en
paciO~ _brotan pan dan os como cohetes verdes del
e: e~~ suelo que la sostiene; parece que el bosque entero
tiene su raiz en las aguas, y flota como enorme
enrediJo de ra mas y h ojas de todas clases, dispues- planta piramidal de 200 metros de altura. Todas
ta~ en forma de penachos, a ba nicos, ramilletes 6 las ramas están unidas entre si y el menor estre·
guirnaldas; abren las orquídeas en el aire sus ex - mecimiento se propaga de hoja en hoja á través de
tra:flas fio_res; los árboles muertos de vejez desapa· la verde inmensidad. Donde la colina presenta un
recen baJo redes floridas, y la mayor parte de los declive rápido, grandes m_a sas de follaje y flores
troncos aun erguidos están rodeados, como con una caen de copa en copa, como los saltos de una cata-
corteza nu~va, ?e los tallos de parásitos de ele· rata. Aquello es un Niágara de verdor. Una atmós-
gante follaJe. Mientras en los bosques del Norte se fera húmeda y cargada de las fragancias de las
parecen ~odos los árboles, y sin emb n rgo, se le- plantas se escapa del bosque y se extiende en lon-
va~lta? aislados_ como Jos ciu da da nos iguales en un tananza; en días nublados han conocido los viaje-
pals hbre, las IDnumerables especies del b ros desde el mar, á 130 kilómetros de distancia, la
tropical, distintas unas de otras por sus dim~~;i~~ proximidad de las costas de Colombia por los aro-
nes, sus formas .Y sus color es, parece que se con · mas extendidos por el espacio.
tunden ~n la ~ ~s~a. masa de vegetación. el árbol De todas esas vegetacionea tropicales, tan ma-
~a perdido su IDdividualidad en la vida' d 1 ravillosa mente ricas, la más varia es la de la cuen-
~unto. Una encina deJa zona temp lada que :xt~~~~ ca del Ama zonas, y bastaría para revelarlo la
e sus ramas de rugosa corteza, hund e las rafees situación geográfica del país, porque en ninguna
=~se~ s_uelo resque?rajado y a lfombra la tierra con parte se encuentran más admirablemente unidas,
. OJas secas, Siempre parece un ser ind en tan vasta extensión, la riqueza aluvial del te-
~~~::~,b;::~ ~~:ná~~ e?tá rofeado de otras en:f::~ rreno, la abundancia de lluvias y la actividad de
los rayos solares. En un espacio de muchos milla-
que virgen de Améri:a e~e:n s hermosos de un boa- res de kilómetros de Norte á Sur y de Este á Oeste,
dos unos a lrededor d t u.r: no son así; retorcí· las llanuras del Amazonas son un bosque sin limi-
dos or las r e o _ros, a tados en todos sentí-
que los apri~:a~ai fe~d¿o bocul tos po_r los parásitos
tes, cortado únicamente por los anchos canales del
rio y de sus tributarios, los pantanos y lagunas de
que moléculas de un ¡ e en la sa~ta, no son más sus orillas y claros de hierbas altas, entre las cua-
com arcas enteras . nmenso orgaD! smo que cubre les se levantan algunos árboles sueltos. Quédase
El bosque tropical ha atónito el botánico ante la inmensa variedad de
perficie del mar ó d d Y que verlo desde la su- plantas que se le presenta. Ya en el mismo rio, ve
es e un río caudaloso, especial-
las procesiones de troncos revueltos y de ramas
36 .IDLÍSIIIO RltOLÜS L~ VIDA .IDN L~ TIIIIRRA
87
cubiertas de hojas arrastradas por la corriente ue nos da los hermosos agavanzos, de los setos
como bosque flotante; en la fangosa orilla, ve los q las admirables rosas de nuestros jardines, que
caflaverales agrupados que avanzan como un pro- ~ro duce la mayor parte de nuestros árboles fruta ·
montorio al pie de la inmensida d verde de los Ar- les. El manzano y el peral, el melocotoner~, el
boles· después, en la misma ribera, cada tributo cerezo, el almendro y otros muchos, apenas ext~t.en
dejado anualmente por las aguas tiene su vegeta- en los trópicos, pero los sustituye otra gran famtha,
ción particular de plantas, tanto más alta, tupida la de las mirtáceas, que produce la guayaba, la
y cargada por lianas cuanto más antiguo es el pitanga y otros muchos frutos sabrosos, cuyos
terreno en que crece. Más a llá de esa primera mu- nombres se ignoran 6 se descon?cen fuera. ~e la~
ralla de árboles muros, que tapa en muchos sitios regi on es tropicales . Cada zona ttene su familia es
el verdadero bosque, empieza al cabo la soledad pecial de árboles frutales. Los humildes cereal~s
virgen de las grandes selvas, donde la flora del del Nqrte, cuyo grano sirve de base pa::a la ali-
Amazonas ostenta á la vez toda su delicadeza y mentación del hombre, tienen ~~mo eqmvalente,
toda su majestad, gracias al nú mero prodigioso de cerca del Ecuador, la gran famt_ha de la~ palme-
plantas que la componen. Los tipos más diferentes ras, muchas de cuyas especies vtven _á onllas del
hierbas que se arrastran y troncos gigantescos, s~ Amazonas y sus afluentes; cada rio ttene su espe-
mezclan ~ confunden. Las lianas ligeras, colgadas cie caracteristica de palmera, que da á sus bosques
del ramaJe, unen en la misma r ed todo el follaje un aspecto especial; en el rio principal se suceden
del bosque. Cuadro maravilloso es ese, que hay que las variedades desde la desembocadura hasta la
co~templar en plena naturaleza salvaje, ya á las confl uencia del Solimres con el Ri~ Negro, Y ID;ás
onllas de a lguna laguna en la cual se admiran las arriba hasta las montaBas del Peru. Las e~pectes
enormes hojas y las flores de la victoria ya desde del ár bol que alimenta con sus frutos á los In~~ge
la superficie de un arroyo tortuoso verdadero sen- nas y les da al mismo tiempo agua fresca, teJidos
dero liquido, fe toneado de guirn~ldas que se ba- y materiales de construcción, son más ~umeroe.as
l ance~n .por e?ci ma de la canoa de los viajeros. que los cereales de los paises septentnonales. Y
En nwguo pa1s del mundo se combinan la fuerza sin embargo, las regiones del Am_azona~ no se co-
y el encanto , la grandeza del conjunto y la gracia nocen más que en la vecindad mmedt.ata de las
de los porm~nores de manera tan completa; aque- orillas fluviales, y cada nueva exploraCión de los
llo es el _tnun fo de la Naturaleza viva; el bosque botánicos revelará la existencia de nuevos tesoros
es grandwso y alegre á un tiempo y nada tiene de vegetales.
la dulce melancolía que hay en los bosques de las
zonas templadas.
Si no se encuentran todas las plantas de la tie-
rra en las inmensas selvas del Amazonas á lo me-
nos están representados todos los géner~s por si
ó por sus equtvalentes. La familia de las rosáceas,
38 .BLÍ S JIIO RJIIOLÚS
LA VIDA IDN LA TIIIIRRA
Los poetas de otros tiempos ust cido por la plomada de la sonda, es un polvo ani·
Homero, de dar al mar el epíteto ~ . a~éan., según mado, y cada centimetro cúbico encierra millones>
embargo, nada iguala su e e ID rtll, y sin
l\Iás que la tierra, cuya su~~bfier.ante /ecu~didad.
de seres viv ientes. La tierra, excepto en raros
desiertos co mpletamente desprovistos de agua, está-
stA poblado, es el Océan o el dme .e~ o úmco que cu bierta naturalmente de verde alfombra, de ár-
no ólo las masas superiores . omJmo ~e Ia vida; boles y de innu merables parásitos. Las selvas de-
pas profundas, están llenas d' SIDo t~mbJén las ca .
lases · en ciertos parajes 1 e orl?lamsmos de todas po liperos de América del Sur, los politalamios que
d eres se agrupan en ta~ os 0? 1 .Iones Y millones caen como copos de nieve desde la superficie d l
bre ' que parece que las m· prodigiOsas mu cbedum- ag ua basta el fondo del Atlántico, los bancos de
haya también en las vas~smas agua.s viven. Quizá arenques , en los cuales están tan juntos Jos peces
alg ún desierto casi compl ts extensi?nes liquidas como los tallos de hierba eu la pradera, contrastan
na y flora, pero será una e amente pnvado de fau · con los mares de follaje de las llanuras del Ama-
parte de las regiones del excepción, y en Ia mayor zonas, con los páramos ondulados, que se pierden
un mun do por la multi tud~ar cada gota de agua es de vista, y con los campos cultivados, que esmaltan
C~ n siderado en su con ·unto e seres que la habitan. di ferentes plantas.
VItal por excelencia k 1 , el Océano es el medi(}
malillos es donde se h n f as ag uas llenas de ani-
hila.das continentales ac~n o:fado g~adualmente las
gámcos y nuevas generaci d.epósJto. de restos or- II
sar, allí echan los cimient on;s. tra?aJando sin ce -
Los paleontólogos nos d" os e contiDentes futuros La fauna oceáni~a
en el mar las especies Ice? g~e también naciero~
descienden todas las f primitivas, de las cuales
terrestres La gran ormas actuales oceánicas y El contraste entre la tierra y los mares se ma-
I·da. cEl ·agua es elcuenca. . del
. mar es cuna de la nifiesta asimismó en las dimensiones respectivas-
habí~ dicho Tales de fr~~~~~p~o de todas las cosas" ~ de los r epresentantes más colosales de la fauna y
Tiempo ha que Humb Id ace 2.500 anos. la flor a en ambos medios diferentes. El Océano,
Océano, contrastando co~ t ha .hecho notar que el tan rico en organismos infinitamente pequefios,
es el medio principal las tierras emergentes cuenta tambi én entre sus animales monstruos mu ·
l~s, y los continentes ~oara ~os or?anismos an ima~ cho mayores que los de la tierra, mientras la
Cia de la vida vegetal n e dommio por excelen- mayor parte de sus vegetales, basta esos prodigio-
mar deben muchas . En efecto, las aguas del sos fucus de centenares de metros de longitud, no
forescente á los ani::l~~~ s~ color Y brillo !os- son más que tiras, y no presentan raices, ni tron-
desarrollan en prodig" os IDnumerables que se cos, ni ram as, que puedan hacerlos comparables
mensas extensiones· ~fs;s ~glomeraciones y en in- con la en cina, el barbab 6 el castano. Su organi-
' on o del Océano, recono- zación es muy rudimantaria. Excepto un solo gé
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LA VIDA .BN LA , Tl.BilR A 66
nero de fanerógamas, las a lgas marinas son todas .cuyo peso equivalía á doscientas toneladas . Sco·
plantas inferiores, sin fruto aparente. Las plantas esbv vió un rorcual más enorme todavía, que no
peláegicas no tienen cálices, corolas estambre!!
ni pistilos; en cambio, muchos animal~s están or-
~edfa men os de treinta y seis metros de cabeza á
co la. Monstruos del tamaUo del hipopótamo ó. del
ganizados como flores. Los primeros naturalistas el fante, co mo delfines, morsas, ~achalotes y tibu-
se engaüaron en eso con facilidad. Los más sabioe
rones, so n de nu merosas espec1~s, y á_ v~c?s se
y el mi mo Reaumur, consideraron los pólipos com~
en cuentran á cen tenares y á millares mdivid~os
verd aderas plantas, y en nuestros días han pensa-
de esas di mensiones agrupa_dos en corto ~spa~10.
d? muchos investigadores que las algas eran tam- Ta mbién hay ani males mannos de orde?- _mfenor,
bién, como las ramas del coral edificios de forma como los cefalópodos, de tamaño prod1g10so. ~n
vegetal construidos por innum~rables animalillos
la bahía de l\Iassachussets se han pescado cia-
asociados. De todos modos, los gránu los quebrado -
neas árticas de dos metros de espesor y cuyos bra -
res ?e las algas se mueven exactamente como ani - ZO!! no tEmía n menos de treinta y cuatro metros de
mahllos y pare~e que, por acto de su propia vo-
longitud Cie rtamen te se puede afirmar que el Océa·
lunt~d, van y VIenen, se lanzan hacia la luz, y no no oculta todavía muchas sorpresas á los natura·
se fiJ~n basta que encuentran el lugar que más les
con 1ene para construir sus células. Prueba es esa lis ta que ex ploren sus abismos. . .
Si el mar ha de .ser considerado como prmc1pal
{}e qu~ 1~ división entre las series vegetal y animal
es artifiCial en gran parte. teatro de la vida animal, no consiste eso en el
ta mano y fuerz a de sus monstruos como por la pro·
Por su amor á lo maravilloso, y acaso también
por el espanto que les había causado el ver los di¡{iosa mu chedu mbre de los seres que en él se
m onstruo~ del ma.r, atribuían nuestros antepasados aglomeran, se amontonan y pululan, f.orm~ndo ?an
á_ esos ammales g1gantescos un tamaño muy supe- cos, hileras y capas inmensas. FáCil es 1magmar
nor á sus verdaderas dimensiones. Numerosas son que ejérci tos mnu merables d~ peces h.an de llenar
las leyendas que hablan de ballenas, encima de las el Océano puesto que en vanas espec1es, una sola
cuales se desembarcaba como si fueran islas y hembra puede poner hasta más de diez millones
l uego se sumergían de pronto, dejando á sus vlsi- de hu evos. En la segunda generación, u?a. sola
tan~es pelear con las ola · Los marinos de todas las pareja de esos peces puede haber dado naCimiento
naCiones cuentan multitud de historias de serpien- á 100 trillones de individuos; en la tercera gene-
tes monstruosas que extendían sus anillos sobre ración todo el mar con sus abismos insondables,
quedaría' llen o de 'una ma-sa compacta de ~arne
muchas olas sucesivas y de pulpos cuyos brazos
se mo vían sin cesar, semejantes á bosques sacudidos viviente. Pero ya antes de nacer esa progeme in-
po~ la t.ormenta. Las observaciones hechas por los numerable es perseguida por enemigos innumera-
~a urahstas no confirman esos relatos pero es ver- bles también. El mar es un inmenso campo de
ad que se han medido ballenas de m'ás de treinta batalla don de los seres, nacidos á millones, sirven
metros de longitud y veinte de circunferencia y inmediatamente de alimento á millares de encar·
.nizados devoradores. Cuando penetran los aren-
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9ues _en el mar del Norte, parece que surge una. pululan en masas t~nt? . más compactas ~uanto
1sla mmf'nsa, pero esa isla es sitiada y comida. más chicos son los mdiVIduos. Desde la ctma de
P?r t?das parte~. Cada destacamento del poderos~ Jos promontorios que dominan los golfos de Nueva
eJ~rcJto de 30 ktlómetros de longitud y de cinco A Granada al Este de Santa Marta se ve á veces el
ee1s de anchu ra, va acompañado por legiones de mar lleno hasta el horizonte de medusas amari-
cetáceos y otros grandE's anima les marinos que ~e llas tan apretadas unas contra otras, que varian
agrupan forma ndo fajas alrededo r de las colum el c~ lor del mar. Un pueblo de medusas, por medio
nas y se tragan Jos arenques á centenares·1 aves del cual pasó Piazzi Smith en Julio de 1856 al Nor-
que vuelan .á bandadas encima del lugar de la. te de Canarias, ocupaba un espacio de 60 kiló -
mat~nza, ba]an por todas partes para escoger sus metros de anchura y encerraba sólo en la capa
vict~~as; un_a substancia aceitosa procedente de superficial lo menos 225 millones de individuos.
la bilis de m11l~nes de peces despanzurrados, nada Ballenas y otros ceHc eos devoraban enormes can -
por !a auperficte del mar. Por último , cuando los tidades de aq uellas graciosas medusas de venas
marmos, enterados de que se ap roxima el banco· anaranjadas, y cada uno de estos animalitos absor-
de ar_enques, toman parte en la caza, la matanza bla en cambio millares f}e diatómeas siliceas. La
adqu~er~ proporciones espantosas. Los pescadores cantidad de sus organismos inferiores encerrada
del dtstnto de Goteborg matan hasta 150 millone& en el estómago de cada medusa se elevaba segura-
dP ar~nques en una sola campaña; los de Bergen, men te á 700.000. Acostumbrados los marinos á ver
?OO r;mllone¡:¡; los de Yarmoutb, más todavía. Son las innumerables muchedumbres de medusas, las
mfimtos Jos arenques que destruyen los marinos consideran como mugre del mar, y Bacóo mismo,
del Norte_de Europa durante la pesca. el gran observador, creia que aquella gelatina ma-
~ay Ciertos parajes del Océano donde los pes- ríti ma no era más que e espuma calentada•. Los
cad s son ~As numerosos que en las costas de la peruanos de la costa de !quique, más poéticos, dan
Europa occidental; tal es, por ejemplo , el ban c~ á un o de esos ani males el nombre de e agua viva•.
de Terranova, ?onde, á consecuencia del encuen- A veces está tan lleno el mar de organismos
tro de dos corri entes marítimas diferentes por la vivientes, que parece como animado por ellos, y
temperatura y por 1os res1·d uos' que trae n se en·
transforman su color sus flotantes muchedumbres.
cfectntran reunidas todas las condiciones fa.v~rabl es En las costas de Groen landia atraviesan lo.s mari ·
a esarrollo de una gran diversidad d . nos fajas liquidas de color muy obscuro ó verde
En los . e espeCies.
. 'fi mares vecmos , el esqui mal cuyo nombre aceitunado de 300 ó 400 kilómetros de longitud;
:~g~li~a ctcomedor de pescado crudo», encuentra las constituyen bancos de medusas, encerradas á
en ~ en abundancia Allí van cada aflo centenares en cada centimetro cúbico de agua,
pescadores ~~~leses, franceses y americanos á bus• tragadas á millares á cada bocado de las ballenas.
fua:a:u~ ~rodvisiones de dos á tres millones de mer- En otras partes se ven inmensas cserpientes mari-
eJa as por los cetáceos -
Los animales mar·1008 d' ·. nas» formadas por innumerables salpas que se
Istlntos de los peces,. juntan unas con otras, como las moléculas de un
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centraRte de las fa un as e t vivos y del sol es grande también en las dos ver-
Europa América. A un s l:dno CO?Jpleto como entre tientes de los Alpes: en Francia, en las cuencas
modernas, como si los anti u Vlv.en especies muy pedregosas y desoladas del Drac, del Durance, del
renovado grad ualmente gl os tJ~os se hubi eran Verdón; en Italia, en las fértiles orillas del Stura y
v t con a vec10dad d ¡
J umu 1tuo o continente as iático· e vasto del Po . Un istmo estrecho que separa dos mares
mate se con ervan sin camb' ' a l otro, los ani· ~epara también dos mundos de especies diferentes.
~ustralia no se ven gatos ~~¡ ef su fiso~omia. En De cada 120 zoófitos, el Mediterráneo no tiene más
hlenas, ni ciervos ni oveja~ . ;bos, m osos, ni qn e dos comunes con el mar Rojo, y sin embargo,
tes, ni cabal los, ni ardillas ~im u~yet~, ;'Ji ~lefan el débil valladar arenoso de Suez es de formación
de esas especies de cuadrú 'edo cone;os, m mngun a. relativamente moderna en la inmensa serie de las
en las demás partes del p s que se encuentran edades geológicas. Los delgados istmos de la Amé ·
muchos animales de forromundo._ En cambiO hay rica Central que se repliegan entre el Atlántico y
parecen rarísimo La fa as aut¡o-uas y que nos
· a la que en otro· t' una a u s t ra rlana e ase el Pacifico ~on p ara las faunas barreras infran·
meJa
ribera de Europa durali~~pe~ ocupab". los r;nares y
y
queables, las aguas, separadas por un.a distancia
qu e remontar e haHa periodo Jurásico; hay de pocos kiló metros, las habitan espeCies comple
tamente disti ntas. D arw in dice que apenas existe
tr ar animales parecido aÁ~ell~ é poca para encon~
ea la que fuera la os e Nueva Holauda. un solo pescado, un solo cetáceo, un solo molusco,
ponde á las con diciones enor~e parte que corres· que se encuentre á un tiempo en ambos océa nos.
distribución actual del anteno:es del globo en la Hasta la corriente del Amazonas sirve de limite á
cierto que ha en as e pecl es animales es lo multitud de especies; pocos hay que se arriesguen
t 1 nuestros días ¡ ' á atravesar ese mar en movimiento, y cuya área
en re a configuración de lo _armon a notabl e de habitación está rigurosamente limitada por la
res y la multitud de e ~ ~outmentes y los ma-
ellos. Cada espacio ter~:s t VI v~entes q_ue ha bitan en orilla derecha ó por la izquierda.
tado por algún gran 8
re ma rlt1mo bie n lim t- A consecuencia de la innumerable diversidad
cho, istmo cordill ra~go geográfico como estre de las con diciones actuales de clima, terreno y ali-
distinto de Ías com!~:a ~e?eta, cada país bien mento, y á consecuencia también de la mul~itud
J~za del suelo, y sobre tosd ~Jmitrofes. por la natura- infinita de causas que en las edades anterwres
blén su fauna particul por~~ clima, posee tam r pueden haber favorecido ó contrariado el desarro-
común con las de t ar, que tiene únicamente de l_lo de especies que trabaron la bata~la de la :Vida,
o ras region . las áreas de habitación de los ammales tienen
vamente minimo de es un numero relati ·
francesas que se ext' redpresentantes . Las llanuras extensión muy desigual. Hay cetáceos, aves nada-
doras y equinodermos que viven en todos los ma·
Y lo s va 11 es espafioleslentriben al .Nort e d e 1os Pirineos res, mosquitos que se arremolinan sobre _los P.anta-
tan mucho, lo mism o u_tarws del Ebro, contras·
que por su vegetaciónpor fiertas especies animales- nos de todos los continentes; en cambio, mertas
la Naturaleza. La dif~re a~pecto general de toda especies no se encuentran más que en u~a región
encia de los organi sm o~ poco extensa; reptiles hay que son propws de un