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Historia Nacional II 1er Parcial Fortificaciones españolas en el Uruguay

1º Parcial de Historia Nacional II

Fortificaciones españolas en el Uruguay:

Construcciones en el Cerro de Montevideo

Gerardo Daniel Leyes


C.I. 3.459.309-1
2º B Historia

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Historia Nacional II 1er Parcial Fortificaciones españolas en el Uruguay

Introducción

La dominación española en nuestro país dejó interesantes muestras


arquitectónicas, principalmente en materia de construcciones militares.
Es de recordar que la ciudad de Montevideo estaba en contacto directo con las
fuerzas de potencias enemigas. Por tal motivo las construcciones defensivas
son características de esta plaza.
Dentro de esta temática están las obras defensivas como el bastión y batería
llamado cubo del Norte, la batería de San Pascual, la Ciudadela o el Parque de
la artillería.
Intentaremos hacer una breve reseña de las construcciones españolas en un
punto característico de Montevideo como lo es el Cerro. La construcción del
Faro, hecho poco común por estas latitudes y la Fortaleza del Cerro.

El Faro de Montevideo

Su construcción estuvo envuelta en el dilema ya que "el faro del Cerro había
sido contrariado por el Cabildo porteño en su primera piedra; en fin la polémica
de ambas ciudades estaba planteadas en sus verdaderos términos: oposición
de intereses..." 1
Mariano Cortés de Arteaga afirma que el 28 de abril de 1781 se había resuelto
situar en lo alto del Cerro una vigía en la que debía actuar un piloto o pilotín de
la armada con banderas para señales de las embarcaciones que se avistaran
facilitándoles la navegación.
Basado en un documento del Archivo Nacional añade que se colocó un mástil
para las banderas y se levantó un rancho para alojamiento del operario.
En 1799 y por orden de la Corona real de España se dispuso la construcción
de un faro en la cúpula del cerro de Montevideo. Lo primero que se hizo fue la
"Casa del piloto de la Vigía", para alojamiento del personal y farola.
En el año 1801 "se empezó a levantar próximo al rancho de paja, en la cumbre
del Cerro, una casa de material que llamaron la Casa del Cerro, para
alojamiento del personal de la Vigía y farola cuya construcción se iniciara
simultáneamente. Este edificio levantado con ladrillos y asentado en cal, con
techos de madera de palma y ladrillos, tenía las siguientes dimensiones: " 8
varas de fondo por 6 de ancho y dos y medio de alto. Constaba, además,
cocina y altillo y una pipa para recoger agua a manera de aljibe." [...] "El altillo
de la casa se utilizó al principio para depósito de la grasa de la farola, pero
cuando llegó el verano, el calor derritió la grasa y ésta traspasó las paredes por
lo que el encargado del vigía se vio en la necesidad de transportarla, según se
comunicó el 17 de Enero de 1804 al rancho viejo que aún existía en la cumbre
del Cerro".2

1
Falcao Espalter, Mario. "Entre dos siglos. El Uruguay alrededor de 1800. Montevideo, 1926.
Pág 19
2
Cortés de Arteaga, Mariano. "El Cerro de Montevideo y su Fortaleza 1520-1935". Ed Imprenta
Militar. Montevideo, 1936. Pág 33-34

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Isidoro de María asegura que la "farola del Cerro fue el primer faro que hubo en
el Río de la Plata. En el año 1799 se presupuestó la obra en 1661 pesos,
dándose comienzo a ella por el año 2. El año 4 estaba concluida. Al principio
fue de luz fija, iluminándose con candilejas de barro.
El padre Arrieta, hombre inteligente, se propuso arreglarla de otro modo,
haciéndola girar por medio de cuerdas. Y así, gracias a su mecanismo, la luz
de la farola fue giratoria".3
En 1937 el Dr Carlos Travieso publica su álbum gráfico "Montevideo en la
época colonial. Su evolución a través de Mapas y planos españoles", y en la
página 62 el "Plano perfil y evolución del fanal o linterna que proyecta ejecutar
en la cúspide del Cerro de Montevideo". Con referencia a dicho plano, y a raíz
de las obras de restauración se comprueba que "en vez de dos puertas se
había construido una con el aditamento de dos ventanas, a izquierda y derecha
de la puerta, que dan luz y conveniente ventilación a las piezas
correspondientes a las letras B y C del plano original —"Habitación del Piloto",
"Habitación de la Gente"— El plano de la torre propiamente dicho no ha sido
modificado substancialmente, pues ha bastado girar la planta de manera de
converger al centro, frente a la puerta única, tal como puede observarse en el
plano actual del fuerte que la Comisión de Restauración hizo levantar a la
terminación de los trabajos".4
La torre se conserva, en la actualidad, salvo detalles de menor cuantía, al igual
que la vieja escalera de piedra que asciende hasta el farol. Las jambas y dintel
de la puerta no están ejecutadas en ladrillo, sino en piedra, y en noble piedra
de sillería, así como las cuatro esquina del edificio y, coronado, el dintel de la
puerta, una loza de piedra trabajada y en ella la fecha de 1801 abierto a cincel.

La Fortaleza del Cerro

Pese al fracaso final de las invasiones inglesas, éstas motivaron una serie de
cambios en la mentalidad de la población criolla oriental que toma clara
conciencia de la debilidad del poder central español y su propia capacidad de
resistencia al enfrentarse a una potencia europea que pretendía dirigir los
destinos de la región.
Como consecuencia militar de la toma de Montevideo, queda expuestas las
áreas más vulnerables de la Ciudadela y la muralla circundante, motivando que
se refuercen sus baluartes. Al mismo tiempo se busca controlar el acceso naval
a la bahía mediante la construcción de la Fortaleza del Cerro que debía cruzar
el fuego de sus cañones con las baterías instaladas en la Isla de Ratas,
ubicada en posición equidistante de las principales fortificaciones
montevideanas. Por otra parte, también significó un importante cúmulo de
enseñanzas en condiciones de operaciones convencionales para las unidades
criollas del Ejército, las que serán capitalizadas en beneficio de los venideros
movimientos independentistas.

3
De María, Isidoro. "Montevideo Antiguo. Tradiciones y recuerdos". Tomo I. Biblioteca Artigas,
Colección de Clásicos Uruguayos. Montevideo, 1957
4
Arredondo, Horacio. "La Fortaleza del Cerro. Su restauración". Ed. Imprenta El Siglo Ilustrado.
Montevideo, 1944. Pág 10

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Ubicada en el punto más alto de Montevideo y habiendo recibido el honor de


figurar en la heráldica de la República, tuvo posteriormente, y además de su
cometido específico, el de alojar vigías, el de lazareto, prisión militar y
emplazamiento de un faro, mientras que la batería destacada en la Fortaleza
cumplía la misión de saludar el arribo de naves amigas y recordar a los
habitantes de Montevideo el ocaso diario del Sol.
Emplazada en el Cerro de Montevideo, es una de las tres Fortalezas que nos
legó la época hispana de nuestra historia y que enriquecen nuestro acervo
histórico, sin duda el más importante en esta parte del continente, en materia
de ingeniería militar.
La fortaleza del Cerro, fuerte aislado de trazado pentagonal, es la última obra
de fortificación permanente levantada por España en nuestro país.
Fue construida por orden del gobernador, el General español Don Francisco
Javier de Elío, encomendándola al Coronel de Ingenieros Don José Del Pozo,
Comandante del Cuerpo de Ingenieros de Montevideo.
Corría el 1808 y, temerosos de los peligros que amagaban a la ciudad, "dispuso
su construcción para el aumento de sus defensas y teniendo en cuenta las
contrarias opiniones técnicas que respecto a las conveniencia y eficacia de su
construcción se había emitido en informes y consejos de guerra, asumió
resueltamente la responsabilidad de las obras". 5
Con el fin de que convirtiera en centinela de la Bahía de Montevideo, logró
pasar las guerras de Independencia y luego las civiles, sin caer en manos de
los sitiadores hasta 1870. En la década de 1880, fue reestructurada, sin afectar
sus líneas exteriores y dotadas con modernas piezas de artillería con
retrocarga.
El Coronel del Pozo, quien estudió el emplazamiento y tuvo en cuenta la
escasez de la cúspide “formuló un primer proyecto cuyo costo ascendía a la
cantidad de dieciocho mil pesos; pero advertida la estrechez del mismo,
confeccionó un segundo proyecto, más amplio, cuyo presupuesto fue calculado
en la cantidad de ciento treinta y tres mil cincuenta y do pesos, con dos reales,
el que fue puesto en ejecución”.6
Si para la defensa del puerto durante la dominación española pudo ser juzgada
de valor inferior al de las baterías de la costa del Cerro o de las isla de Ratas,
para la defensa de la ciudad fue siempre de eficaz apoyo, constituyendo un
permanente amago de flanqueo para los sitiadores, ya que los sitiados les era
fácil desplazarse hasta el Cerro y durante los asedios se constituyo en un lugar
de aprovisionamiento.
En el mes de Junio se levantaron los ranchos, que por orden del Gobernador
debían de servir como alojamiento para los operarios y peones a emplearse en
la construcción de la fortaleza.
Los materiales destinados para la construcción de estos ranchos ascendieron a
la cantidad de pesos 154, 2 ½ reales.
"En Julio de 1809 se empezó a levantarla obra del Cerro — el Castillo, como se
le denominaba en la época de su construcción". 7
5
Arredondo, Horacio. "La Fortaleza del Cerro. Su restauración". Ed. Imprenta El Siglo Ilustrado.
Montevideo, 1944. Pág 5-6
6
Barrios Pintos, Aníbal, Reyes Abadie, Washington. “Los barrios de Montevideo. VI El Cerro,
Pueblo Victoria (La Teja) y barrios aledaños. Ed Intendencia Municipal de Montevideo.
Montevideo, 1994. Pág 28
7
Cortés de Arteaga, Mariano. "El Cerro de Montevideo y su Fortaleza 1520-1935". Ed Imprenta
Militar. Montevideo, 1936. Pág 34

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Primero se comienzo a la extracción de piedra y excavación de los cimientos


de la fortaleza y al acopio de los materiales.
Se acopiaron en el mes 284 ¾ fanegas de cal, 5800 ladrillos y arena.
Estos trabajos fueron empezados por Miguel Estévez, con 53 canteros.
En agosto se acopiaron 25000 ladrillos más y se cambiaron los canteros por 7
albañiles y 74 peones.
En el mes de Diciembre de 1809 trabaja el siguiente personal: 1 aparejador, 9
albañiles y 4 carpinteros.
En Enero de 1810 trabajaba el siguiente personal: 1 aparejador a 16 reales por
día, 12 albañiles a 20 reales por día, 7 peones a 7 reales por día, 4 carpinteros
a 10 reales por día y 2 canteros a 12 reales por día.
Con poca variación se continuó trabajando hasta Mayo de 1810 y el costo
hasta esa fecha, entre materiales y mano de obra era de $ 42.891 con 5 ¼
reales.
El 2 de Abril de 1810 y mediante una Junta de Guerra se dispuso suspender las
obras en consideración a su alto costo y a la falta de autorización de parte de la
Corte, pero por decisión del Gobernador las obras continuaron a partir del 13
de julio de 1810.
Dada la escasez de recursos se “dispuso que se enviaran un número de
presidiarios a realizar estos trabajos, y, en vista de las dificultades que se
presentaban para costear “la galleta”, para el mantenimiento de aquellos
infelices, se resolvió que el Cabildo los solventase con los recursos ya creados
para las demás obras de la defensa de la Plaza”. 8
Se trabajó en las obras hasta Mayo de 1811 invirtiéndose hasta esa fecha en
materiales y mano de obra la cantidad de pesos 11.273 con 40 ¼ reales,
incluso la cantidad de pesos 1.897 con 1 ½ real que se entregó como
gratificación por orden del Virrey a los 60 presidiarios que trabajaron a razón de
30 pesos cada uno.
Tanto en 1810 como en 1811 se trabajó los domingos y los feriados.
En setiembre de 1811 se emplearon 16 peones por el término de ocho días
bajo la dirección del sargento Román Blanco, en trabajos de la escarpa de la
Fortaleza, pagándose por mano de obra la suma de 62 con ½ real.
Terminada la obra el Coronel Del Pozo elevó el plano respectivo en diciembre
de 1811.
Varios planos de distintas procedencias, indican, con raras persistencia, una
entrada al fuerte que no es la actual y al parecer de puente levadizo.
Uniformemente lo ubican inmediato al ángulo N.O., al extremo de la cortina del
N.E.
Examinada con prolijidad la muralla de dicho sector "no se observa el menor
indicio de que pudiera haber sido ejecutada una entrad del tipo de puente
levadizo y mucho menos con acceso de rampa, y no existiendo ni en la
bibliografía ni en la tradición el menor detalle que pueda hacer suponer su
existencia, es forzoso convenir que la entrada actual si no es la original data de
lejana época".9
Las murallas son de piedras del lugar y notamos que el faro y la casa del Vigía
están ubicados en el extremo más elevado del Cerro, lo que da una idea de la
8
Barrios Pintos, Aníbal, Reyes Abadie, Washington. “Los barrios de Montevideo. VI El Cerro,
Pueblo Victoria (La Teja) y barrios aledaños. Ed Intendencia Municipal de Montevideo.
Montevideo, 1994. Pág 29
9
Arredondo, Horacio. "La Fortaleza del Cerro. Su restauración". Ed. Imprenta El Siglo Ilustrado.
Montevideo, 1944. Pág 11

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considerable obra de mampostería que hubo que realizar para la cimentación


del cuerpo de edificios pues, siendo el extremo del cerro cónico, sin el menor
asomo de planicie, el desnivel hacia cualquiera de los lados se acusaba
bruscamente.
La parte de habitaciones ocupa una superficie de unos 700 metros cuadrados y
sus murallas, fuertemente cimentadas abarcan una superficie mayor con un
desarrollo perimetral de unos 180 metros.
Los referidos perfiles muestran como fueron hábilmente aprovechados los
desniveles para la construcción de una amplia habitación subterránea, de
bóveda, que fue utilizada, indistintamente, como polvorín o como prisión.
Una amplía escalera de techo abovedado, larga, dividida en varios tramos la
pone en comunicación con la explanada del fuerte
Bajo el piso de la cuadra principal existe otro local abovedado. Es la cisterna
del fuerte, elemento primordial para la construcción militar, la cual se encuentra
aislada y en el caso de asedio la falta de agua puede resultar fatal para los
sitiados.
Según palabras de Horacio Arredondo "la práctica nos dice de sus superior
calidad y puedo dar fe que habiéndose gastado en la reconstrucción una
enorme cantidad de agua y haberse realizado los trabajos durante dos veranos
muy secos, apenas si acuso escaso desnivel, dando a suponer que por un
extraño capricho de la naturaleza puede coincidir con alguna poderosa
vertiente que lo alimenta".10
La planta de la fortaleza de forma pentagonal quizás se concibe sin baluartes
por economía por constituir una simple protección del faro, en deseo de
asegurar la vigía para facilitar la entrada y salida de los barcos al puerto o para
conservar la visión hacia todos los puntos del horizonte.
Dado el escaso alcance de la artillería colonial, los parapetos no tenían
troneras y las piezas tiraban a barbeta.

Conclusiones
Los emplazamientos de las dos primeras construcciones están plenamente
justificadas y cumplieron debidamente las misiones que les fueron asignadas:
la primera como Atalaya, albergando a vigías que exploraban el horizonte sobre
el mar para comunicar a las autoridades cualquier novedad que mereciera la
atención y dar alarma a la ciudad ante la inminencia de algún peligro; la
segunda, como faro, como guía necesario para los navegantes que llegaban a
puerto, dirigiendo su rumbo y apartándolos de los escollos. Pero en su función
esencialmente militar, como fuerte de costa, para la defensa del puerto de
Montevideo, no cumplió en ningún momento su importante misión y sus
emplazamientos violaron los principios fundamentales del arte de la fortificación
y contrarió la opinión de los técnicos más autorizados de la época

Bibliografía

10
Arredondo, Horacio. "La Fortaleza del Cerro. Su restauración". Ed. Imprenta El Siglo
Ilustrado. Montevideo, 1944. Pág 13

6
Historia Nacional II 1er Parcial Fortificaciones españolas en el Uruguay

— Arredondo, Horacio. "La Fortaleza del Cerro. Su restauración". Ed. Imprenta


El Siglo Ilustrado. Montevideo 1944.

— Falcao Espalter, Mario. "Entre dos siglos. El Uruguay alrededor de 1800.


Montevideo, 1926.

— Cortés de Arteaga, Mariano. "El Cerro de Montevideo y su Fortaleza 1520-


1935". Ed Imprenta Militar. Montevideo, 1936.

— Travieso, Carlos. "Montevideo en la época colonial. Su evolución a través de


Mapas y planos españoles". Montevideo, 1937.

— De María, Isidoro. "Montevideo Antiguo. Tradiciones y recuerdos". Tomo I.


Biblioteca Artigas, Colección de Clásicos Uruguayos. Montevideo, 1957.

— Barrios Pintos, Aníbal, Reyes Abadie, Washington. “Los barrios de


Montevideo. VI El Cerro, Pueblo Victoria (La Teja) y barrios aledaños. Ed
Intendencia Municipal de Montevideo. Montevideo, 1994.

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