. En “cuentos indiscretos” Héctor Munro agrega elementos fantasiosos a lo que nosotros llamamos realidad, haciendo de los cuentos una fusión en el que ambos elementos se complementan. En sencillas palabras, el autor hace uso de elementos que quedaban, de cierta manera, ocultos bajo el velo de lo sobrenatural y después los implementa en el mundo real, en el que nosotros estamos y percibimos como la única realidad aceptable, es decir, el mundo de la vida. Husserl plantea el dilema de encontrar el origen trascendental del mundo de la vida. Comprender, por lo tanto, la existencia de un gato que habla o el de un hombre lobo es, para nuestras mentes con tendencia a lo objetivo, una tarea ardua. Los sucesos se aceptan, al momento de la lectura, como algo verdadero, pues es algo que con palabras el autor materializa en realidad pero que, llegando al final, queda en ficción y en algo que no forma parte del mundo en que vivimos, de la realidad que se hace latente frente a nosotros. Es necesario, entonces, tratar de comprender el origen del hombre lobo, así como el de sus demás protagonistas y esto, obligatoriamente, conlleva análisis y pleno conocimiento de la historicidad de la criatura a estudiar. Un intento de entender el origen y posteriormente interpretarlo implica, según Husserl, un retorno al pasado que implique comprensión, pues todo aquello que ya ha sucedido afecta el presente en que nos desenvolvemos, así como las decisiones que se tomarán en un futuro. Para desentrañar el misterio sobre el que se desenvuelve, por ejemplo, la figura del hombro lobo, habrá que remontarse al mito de origen griego, donde Lycaon y sus seguidores eran protagonistas de un ritual pagano; Zeus, al enterarse y ser víctima de una de las trampas de este grupo, le impone el castigo de convertirse en una bestia, en un lobo que a la vez es hombre. En ambos relatos mencionados: el cuento de “Gabriel−Ernesto” y el mito griego, tienen en común a la bestia y el canibalismo, el cual juega un papel que, a mi parecer, es imprescindible en ambas historias. A parte de las similitudes ya mencionadas existen también notables diferencias entre ambos, así como habrán de existirlas en relatos de distintas culturas pero que invariablemente giran sobre el hombre lobo. Hablar de esta criatura en Brasil es distinto a hablar desde la perspectiva griega, pues en el primero un hechizo fue el causante de la metamorfosis dada y, en los griegos, el castigo fue impuesto por un Dios. En los diversos cuentos es llevado a cabo un cambio de la conciencia que para que exista, dice Husserl, habrán de cumplirse ciertas condiciones. Pareciese que en los personajes hay reticencia a creer en criaturas como la que hay en el cuento. La única manera de tomarlas como existentes es cuando el daño, inevitablemente, está hecho ya. Incluso Guningham, en el cuento “Gabriel− Ernesto” al advertirle al protagonista sobre la existencia de una salvaje criatura, se arrepiente y dice que lo dicho ha sido producto de su imaginación. Decir que han sido desvaríos suyos demuestra cierto temor por parte del artista a la aceptación de lo fantasioso. Incluso después de las pruebas que confirman la existencia de la voraz criatura, es latente un fuerte intento de la conciencia por negar lo visto, por sacudir de la mente los desagradables sucesos. Es aquí donde hay un “cambio de intereses” y retornar, hacia lo antes creído, es imposible. Distintas perspectivas son las que se encuentran en el cuento antes mencionado. De una manera simple y que no rebasa los límites de la obviedad, está la contradicción de perspectivas entre los protagonistas y el pueblo; los primeros, es decir, Cunningham y Van Cheele son los únicos en el cuento que saben de la existencia de un niño desnudo que, al meterse el sol, se convierte en lobo; por otra parte, existe el pueblo que, ignorando, inician la idolatría a una bestia que se le toma por héroe. Husserl plantea la actitud fenomenológica al ámbito de lo subjetivo; por lo tanto, todo lo que tiene lugar en el mundo de la vida, todo fenómeno parte de la supuesta subjetividad. En el cuento los fenómenos narrados aportan elementos sopresivos pues no son contemplados, y estos parten de la subjetividad que menciona Husserl, lo que implica, a su vez, la percepción y la historicidad de la que ya he hablado.