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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES


DEPARTAMENTO DE CIENCIAS HISTÓRICAS
ESCUELA DE POSTGRADO

LA EMBAJADA DE QUILAHUEQUE
LA PERMANENCIA CULTURAL MAPUCHE FRENTE AL FRACASO
DE LAS CONVERSACIONES DE PAZ DE 1869 CON LAS AUTORIDADES CHILENAS

TESIS PARA ÜPTAR AL GRADO ACADÉMICO DE MAGÍSTER EN HISTORIA

TESISTA: MAURICIO ERNESTO GONZÁLEZ ARENAS


PROFESOR GUÍA: OSVALDO SILVA GALDAMES

RECiBIDO
Programa f"'fm'adón capital Humano AVIlUtidO

SANTIAGO 21 NOV 2012


2011 Ingreso W: ................... L?.:!.?..~(?..~( .........................
Destino: ............. a.............. uu~uH•·~u¡•iHHHUIUtnu•H,41_fHiiil
3

A mi familia y mis amigos...


4
ABREVIATURAS

AFCCh ARCHIVO FRANCISCANO, COLEGIO DE CHrLLÁN

AGI ARCHIVO GENERAL DE lNDJAS, AUDIENCJA DE CHILE

AN~BOLETÍN ARCHIVO NACIONAL, BOLETÍN DE LAS LEYES, ÓRDENES Y DECRETOS DEL GoBIERNO

ANCG ARCHIVO NACIONAL, FONDO CLAUDIO GAY

ANFA ARCHIVO NACJONAL, FONIXJ ANTIGUO

ANMG ARCHIVO NACIONAL, FONDO Ml:NISTERIO DE GUERRA Y MARlNA

ANMI ARCHIVO NACIONAL, FONDO Ml:NISTERIO DEL INTERIOR

ANMJCIP ARCHIVO NACIONAL, MEMORIA DEL MINISTERIO DE JUSTICIA, CULTO E INSTRUCCIÓN PúBLICA

ANFV ARc:HIVO NACJONAL, FONDO VARJOS

ANVM ARCHIVO NACIONAL, ARCHIVO BENJAMÍN VICUÑA MACKENNA

BNMM BIBLIOTECA NACIONAL, MANuSCRITOS MEDINA

CHCH COLECCIÓN DE HISTORIADORES DE CHILE Y D<X:UMENTOS RELATIVOS A LA HISTORIA NACIONAL

co C'.ORRESPONDENCJA ÜF1C1AL

COCBFCLI CORRESPONDENCJA OFICIAL COMANDANCJA EN JEFE DEL EJÉRCITO DE LA BAJA FRONTERA Y


COMANDANCJAS DE ARMAS DE LEBU E IMPERIAL.

CGEF CORRESPONDENCIA DEL CUARTEL GENERAL DEL EJÉRCITO DE LA FRONTER'\

CGAA CORRESPONDENCJA DE LA COMANDANCJA GENERAL DE ARMAS DE ARAUCO

PAF PuBLICACIONES DEL ARCHIVO FRANCISCANO


5
GLOSARIO

Abajino: Etnónimo de los mapuches que habitaban de norte a sur la franja central de la
Araucanía, entre las faldas orientales de la Cordillera de Nahuelbuta y el
territorio arribano. También llamados lelfunches o nagches.
Admapu: Ley de la tierra. Conjunto de preceptos que regulaban el comportamiento de los
linajes mapuches.
Arribano: Etnónimo de los mapuches que habitaban de norte a sur la franja oriental de la
Araucanía, entre las faldas occidentales de la Cordillera de los Andes y el
territorio mapuche/abajino. También llamados wenteches o moluches.
Ayllarehue: Nueve rehues. Conjunto o unión de varios rei1Ues.
Butacoyan: Parlamento General
Butalmapu: Tierras grandes. Franjas longitudinales en que se dividía la Araucanía.
Cahuello: Caballo.
Capitaneja: Jefe militar.
Collaq: Junta, asamblea, parla..
Cona: Se denominaba así al común de los guerreros mapuches, aquellos que ante la
eventualidad bélica debían suspender sus actividades cotidianas para empuñar las
armas.
Conchavo: Trueque.
Costinos: Mapuches que poblaban de norte a sur la franja occidental de la Araucanía, entre
las faldas occidentales de la Cordillera de Nahuelbuta y el Océano Pacifico.
También llamados lafquenches.
Gulumapu: Apéndice occidental del país mapuche, la Araucanía propiamente taL
Huilfiche: Gente del sur. Denominación dada genéricamente a los mapuches que habitaban
al sur del Toltén. Durante le siglo XIX se utilizó también para designar a los
mapuches de ultra-Cautín.
Huinca: No mapuche. Apelativo dado a españoles y chilenos. También se usaba para
designar a los ladrones y a quienes no hablaban mapudungún.
Jnapiremapu: Tierras cercanas a la nieve. Corresponde a uno de los butalmapus, y se refiere al
sector de la Araucanía habitado por los arribanos.
Lae u: Tocayo, persona con quien se comparte el nombre
Lcifquenche: Gente de la costa. Nombre también dado a los costinos.
Lafquenmapu: Literalmente tierra del mar. Corresponde a uno de los butalmapus, y se refiere al
sector de la Araucanía habitado por los costinos.
Lelfunche: Gente del llano. Designación dada también a los abajinos.
Lelfunmapu: Tierra de los llanos. Corresponde a uno de los butalmapus, y se refiere al sector
de la Araucanía habitado por los abajinos.
Lof Asentamiento de núcleos familiares ligados por un antepasado común.
Lonco: Cabeza, Jefe, líder. Se reconocía con ese título a los caciques.
6
Mala!: Literalmente corral. Utilizado para designar tanto a los corrales de ganado como
a las fortalezas defensivas.
Malon: Práctica guerrera mapuche. consistente en rápidos y sorpresivos asaltos armados.
Maloqueros: Hombres y mujeres que participan en malones.
Mamuelmapu: País Húmedo o País de las selvas, ubicado en el Puelmapu.
Mapu: Tierra.
Mapuche: Gente de la tierra, gente del lugar.
Mapudungún: Literalmente lengua de la tierra. Idioma de los mapuches.
Moluche: Designación dada también a los arribanos. Vendría a ser la castellanización de
Nguluche, gente del Oeste, desde la perspectiva de los mapuches del Puelmapu.
Otros lo traducen como gente de guerra.
Nagche: Gente del bajo. Designación dada también a los abajinos.
Pehuén: Fruto de la Araucaria.
Pehuenche: Gente del pehuén. Etnónimo de los grupos que poblaban los valles y mesetas
situados a ambos lados de la Cordillera de los Andes.
Pehuenchada: Etnónimo que describía a los pehuenches.
Picunche: Gente del norte. Denominación dada genéricamente a los mapuches que
habitaban al norte del Biobío.
Piremapu: Tierra de las nieves. Considerado a partir de cierta época como un butalmapu, se
refiere a los valles y mesetas situados en la Cordillera de los Andes donde
habitaban los pehuenches.
Puelches: Gente del oriente. Designación dada genéricamente a la población autóctona
ubicada al oriente de los Andes.
Puelmapu: Denominación dada a los territorios mapuches allende los Andes.
Rehue: Conjunto de loft unidos por lazos de afinidad o parentesco.
Toqui: Principal jefe militar.
Trawun: Pequeña reunión o parla.
Ulmen: Denominación dada a los hombres ricos de la sociedad mapuche.
Wallmapu: El país mapuche propiamente tal. La conjunción del Gulumapu y el Puelmapu.
Weichafo: Se denominaba así al guerrero profesional, aquel que vivía exclusivamente para
la guerra, y que a cambio del sustento y de su participación en los botines,
prestaba sus servicios a cualquier parcialidad que se lo solicitase.
Wenteche: Gente de arriba. Designación dada también a los arribanos.
Werken: Mensajero.
Yanaconas: Vocablo de origen quechua. Se denominaba así a criados y servidores indígenas
que abandonaban sus comunidades natales para acompañar a los españoles.
7
AGRADECIMIENTOS

Intentar agradecer a todas aquellas personas que de una u otra forma fueron participes de este proceso de
aprendizaje, cuyo resultado final de alguna forma se materializa en este trabajo, resulta una tarea
bastante difícil. Principalmente por temor a que la memoria falle y deje al margen de estas páginas a más
de alguien que en determinado momento me haya brindado su ayuda, por pequeña que esta haya sido.
En primer lugar, quiero agradecer a mis padres, a mi hermana y mis sobrinos, sin los cuales nada
de esto habría sido posible. También quiero agradecer a muchos amigos y amigas de infancia y
compañeras y compañeros de colegio y universidad, quienes a través de gestos o palabras apoyaron mí
decisión de emprender este camino.
En otro escenario, no puedo dejar de agradecer a mis compañeras y compañeros de la Escuela de
Postgrado de la Universidad de Chile, con quienes en cierta forma he recorrido este camino. Igualmente,
doy las gracias a todos los profesores, profesoras, funcionarios y funcionarias del Departamento de
Ciencias Históricas y del Programa de Magíster en Historia, por sus enseñanzas, su atención y su ayuda.
Agradezco especialmente a los profesores(as): Celia Cussen, Leonardo León, Pablo Artaza, Eduardo
Téllez y, de forma esencial, a mi profesor guía, don Osvaldo Silva Galdames, por su tiempo, su
disposición y sus valiosos comentarios, indicaciones y consejos, ayuda sin la cual este trabajo jamás
habría llegado a concretarse.
Finalmente, quiero agradecer a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica
(CONICYT) por su ayuda financiera, la que facilitó enormemente el desarrollo de esta investigación.

A todos ellos, muchas gracias.

Mauricio González Arenas


Becario Conicyt Magíster Nacional
8
INTRODUCCIÓN

... cuando una opinión nos domina,


se liga de tal modo a nuestra existencia,
que nos hace convertir los errores en axiomas,

y las verdades mas claras en puras quimeras.

Claudio Gay.

En 1867 el Estado chileno decidió avanzar la Frontera desde el río Biobío al Malleco, construyendo en
su ribera norte una línea de fuertes militares. A raíz de esto, en marzo de 1868 un gran número de linajes
mapuches emprendieron una serie de ataques armados en contra de los recién erigidos reductos,
desatándose así el Alzamiento de 1868-1871. Sin embargo, abatidos por la guerra de devastación que el
ejercito chileno inició en su contra, enjulio de 1869 los linajes implícados en la revuelta -los arribanos
en su totalidad, más un importante número de abajinos y costinos del interfluvio Biobío-Cautin-
iniciaron acercamientos con las autoridades chilenas, acercamientos que se tradujeron en negociaciones
de paz que se sustentaron principalmente en dos hitos: el Tratado de Paz firmado en septiembre de 1869
y la "Embajada Diplomática" mapuche encabezada por el lonco arribano Faustino Quilahueque, la que
arribó a Santiago con el fin de ratificar, ante el Presidente de la República, el mencionado Tratado.
Por lo común, la gran mayoría de los trabajos que han abordado el tema de las relaciones chileno-
mapuche sólo mencionan someramente algunos aspectos del Alzamiento de 1868-1871. Sin embargo,
ninguno de ellos aborda en detalle el asunto de las conversaciones de paz. Así por ejemplo, Tomás
Guevara, en su obra Historia de la Civilización de Araucanía --en un capítulo dedicado precisamente al
Alzamiento de 1868-, nada dice con respecto a1 Tratado. Allí, Guevara sólo menciona que el 25 de
septiembre de 1869 los arribanos se comprometieron a cesar las hostilidades en un parlamento realizado
1
en Angol, pero que el compromiso fue al poco tiempo violado por los mismos wenteches. Ahora, en
cuanto a las formas en que se desarrolló este "parlamento", y las razones que provocaron la violación del
"compromiso" arribano, Guevara no dice absolutamente nada. Lo mismo ocurre con la Embajada, a la
que sólo alude al hacer mención del ascendiente que el lonco Quílahueque poseía entre los Iínajes
arribanos, pero sin hacer mayores alusiones a la misma 2
Años más tarde, Francisco Antonio Encina mencionó fugazmente las labores realizadas por el
coronel Comelio Saavedra en el conte:xio del avance de la '"Pacíti.cacíón de la Araucanía", pero sin
referirse mayormente ni al alzamiento ni a las conversaciones de paz. En general, Encina sólo menciona

1
Tomás Guevllfll, Historia de la civilización de Araucanía, Imprenta Barcelona, Santiago, 1.898- l. 902, p. 357.
2
Tomás Guevara, Las últimas familias i costumbres araucanas, Imprenta Barcelona, Santiago, 1913, p. 54 et seq.
9
los intentos del gobierno de avanzar la Frontera al río Malleco y las hostilidades que ésta acción produjo
entre 1868 y 1871, puntualizando únicamente que durante las hostilidades se produjo una pequeña
"tregua", pero sin precisar en qué consistió, cómo se desarrolló o lo que se trató en ella. 3
Décadas después, en su Interpretación Marxista de la Historia de Chile, Luís Vitale, haciendo
hincapié en los intereses económicos que albergaba la oligarquía criolla sobre los territorios indígenas,
igualmente se refiere al Alzamiento de 1868. Sin embargo, citando a Guevara, se limita a señalar que
ante el aumento de las fuerzas militares chilenas los mapuches se vieron en la obligación de deponer las
armas y "celebrar un Parlamento en Angol el 25 de septiembre de 1869". 4 Corno se aprecia, tanto
Guevara como Vitale señalan que lo efectuado el 25 de septiembre de 1869 sólo fue un "Parlamento",
desconociendo totalmente las circunstancias en las que se produjo dicho "Parlamento", lo que se trató en
él y los alcances que tendría en el mediano plazo. Y en lo que respecta a la Embajada de Quilahueque, al
basarse completamente en la obra de Guevara, Vitale no la menciona en lo absoluto.
En años más recientes, José Bengoa, en su Historia del Pueblo Mapuche, se refiere un poco más
en extenso al Alzamiento de 1868-1871. Sin embargo, sus referencias a las conversaciones de paz de
1869 no van más allá de unas pocas líneas. En general, el profesor Bengoa sostiene que los arribanos no
cumplieron con el Tratado debido a que Quilahueque se sobrepasó en sus atribuciones, aceptando un
acuerdo que, a la postre, sería rechazado por Quilapán y los demás Zancos por considerarlo una
capitulación total. 5 Ahora, en cuanto a la Embajada, Bengoa se limita a señalar, sin base documental
alguna, que ésta igualmente fracasó debido a las supuestas atribuciones asumidas por Quilahueque.
A pesar de la falta de bases, las afirmaciones de Bengoa han sido aceptadas ciegamente por
muchos otros autores. Por ejemplo, Carlos Ruiz señala que el Tratado no fue respetado porque los
abajinos (y no los arribanos) "no aceptaron las condiciones a que se había sometido Quilahueque en su
nombre". 6 Y en cuanto a la Embajada, al basarse enteramente en lo escrito por Bengoa, Ruíz nada dice
sobre ella Por otra parte, desconociendo la conexión entre los hechos acaecidos durante las
conversaciones, Ruíz menciona los Parlamentos de Hípinco y Toltén -realizados en diciembre de 1869
y enero de 1870 respectivamente- corno sucesos desconectados tanto del Tratado corno de la
Embajada, siendo que ambos Parlamentos se encuentran íntimamente ligados a los hechos en cuestión. 7
En Ja misma línea que Bengoa y Ruíz, Víctor Gavilán señala que el Tratado de 1869 fue propuesto
a los mapuches por el Congreso Nacional y que Quilapán se negó férrearnente a firmarlo. 8 Esta

3
Franci_sco Antonio Encina, Historia de Chile, Editorial Ercilla, Santiago, 1984, Tomo 28, pp. 77 et seq.
-<Luis Vitale,Interpretación Man..ista de la Historia de Chile, vol. IV, LOM Ediciones, Santiago, 1993, p. l09.
5
José Bengoa, Historia del pueblo mapuche en los siglos XIXy xx; Sur Ediciones, Santiago, 1985, p. 235.
6
Carlos Ruíz, "Antecedentes históricos y ambientales de hnnako y 1a identidad nagche", Revista de Historia Indígena N" 5, Stgo, p. 98.
7
lbid., pp. 98, 99.
& Víctor Gavilán, "La República de Chile y los Mapuche, 1810-1881", en Carlos Contreras Paínema1 (editor), Actas del Primer Congreso

Internacional de Historia Mapuche, Working Paper Series 28, Siegen, 2002, p. 133.
10
afirmación evidencia un total desconocimiento de las fuentes, ya que estas indican que fueron los
mapuches, y no el Congreso, quienes propusieron la firma del Tratado. Además, la copia misma del
convenio muestra que éste sí fue firmado por Quilapán y sus aliados. Por otra parte, en cuanto a la
Embajada de Quilahueque, Gavilán no dice absolutamente nada.
Desde otro punto de vista, uno de los mejores trabajos dedicados al Alzamiento de 1868-1871 ha
sido realizado por Leonardo León. Aunque de forma un tanto especulativa, dada la imposibilidad de
acceder a fuentes más directas producto de su exilio en Inglaterra, León señala que tanto el Tratado
como las conversaciones de paz fueron parte de una estrategia ideada por Quilapán para ganar tiempo y
"reconstruir sus fuerzas militares y políticas", para así "asentar su predominio en el área occidental del
territorio indio, apareciendo en las negociaciones como el jefe efectivo y legítimo de las fuerzas de
Arauco". 9 Según León, el fracaso de Quilapán en la conformación de una alianza política y militar que
uniera en la lucha contra el huinca a los mapuches de ambos lados de la cordillera, lo obligó a suscribir
el Tratado y a exigir que este fuera ratificado en Santiago por el Presidente de la República, como una
forma de encubrir su fracaso y de seguir apareciendo como el principal líder del Gulumapu. 10 Así, para
León, el Tratado sólo habría sido el desesperado intento de Quilapán por mantener su prestigio y
predominio, apareciendo ante sus congéneres negociando directamente con el Presidente y, en
contrapartida, apareciendo ante los chilenos como el único e indiscutido 'jefe" de las fuerzas indígenas.
Ya más recientemente, Manuel Ravest Mora, en su introducción para la nueva edición de los
Documentos Relativos a la Ocupación de Arauco, de Comelio Saavedra, menciona el Tratado de Paz e
incluye algunos párrafos del mismo. También se refiere a la Embajada, señalando que el Presidente
Pérez recibió a Quilahueque, "aprobó el convenio e impartió instrucciones". 11 Sin embargo, Ravest
continúa su relato del alzamiento sin detenerse a explicar claramente el por qué la guerra continuó, a
pesar de la finna del Tratado y de la Embajada; limitándose, en general, a señalar que los compromisos
fueron en gran medida '"ignorados por los araucanos" debido a la nueva presencia en la Araucanía del
aventurero francés Orelie Antoine de Tounens. 12
Como se aprecia, tanto el Tratado de Paz suscrito entre chilenos y mapuches el 25 de septiembre
de 1869, así como la Embajada Diplomática encabezada por el lonco Quilahueque, constituyen dos de
los temas menos conocidos y menos tratados por los investigadores que han abordado el Alzamiento de
1868-1871. Ahora, si bien el Tratado ha sido aludido en ciertas crónicas y trabajos historiográficos, la
verdad es que éstos no entregan ningún antecedente claro en torno al por qué finalmente éste no llegó a

9
Leonardo León, Alianzas militares entre los indios araucanos y los gnpos indios de las pampas: La rebelión Araucanía de 1867-1872 en
Argentina y Chile. Revista Nueva Historia, m1o 1, N" 1, Londres, 1981,pp. 16 y 17.
I() Id.

11
Manuel Ravest, "Introducción", en Cornelío Saavedra, Documentos Relativos a la Ocupación de Arauco, DIBAM, Santiago, 2009, p. LL
12
lbtd., pp. LI y LII.
11
cumplirse. Además, estos estudios abordan el hecho principalmente desde la óptica política chilena,
obviando totalmente a la contraparte indígena. Algo similar, en cuanto a referencia y análisis, ha
ocurrido con respecto a la Embajada de Quilahueque, hecho que ha sido prácticamente obviado por el
grueso de los trabajos dedicados a la temática de las relaciones entre mapuches y huincas durante el
siglo XIX. En lo inmediato, el desarrollo de la Embajada -en lo que respecta a su arribo a la capital, el
revuelo causado entre la población santiaguina, sus visitas a los lugares emblemáticos, sus reuniones con
las autoridades, su multitudinaria despedida y su abrupto términ~ no ha sido narrado ni analizado,
hasta donde sabemos, por historiador alguno, permaneciendo casi como un hecho inexistente. Por lo
demás, en un plano más profundo, la Embajada no ha sabido ser bien insertada en el contexto en que se
produjo, ni bien interpretada en cuanto a sus alcances y consecuencias. Por otra parte, los pocos
historiadores que han tocado el hecho tienden a darle más importancia al Tratado, olvidando que para los
mapuches el cumplimiento o no cumplimiento del mismo dependía tanto de los resultados de las
conversaciones entre Quilahueque y el Presidente Pérez, como de las resoluciones que adoptara el
conjunto de loncos que permanecieron en la Araucanía y que eran representados por la comitiva.
Se entiende, entonces, que nuestro trabajo se inserta en el tema de la 'Pacificación' de la
Araucanía, puntualmente, en el contexto de las negociaciones chileno-mapuche entabladas hacia 1869
con et objetivo de dar término al Alzamiento de 1868-1871. Sobre esta base, para guiar nuestro trabajo,
nos hemos formulado la siguiente interrogante: ¿Cuáles fueron las razones que llevaron a que el Tratado
de Paz, la Embajada Diplomática, y en general las conversaciones de paz de 1869 terminaran en un
completo fracaso? Para responder esta pregunta, nos basaremos en una hipótesis que señala que el
fracaso de las conversaciones de paz del año 1869 vendría a ser una manifestación de la permanencia en
el tiempo de los patrones culturales básicos del mapuche. Puntualmente, nuestra hipótesis sostiene que la
forma en como se desarrolló el diálogo político entre los mapuches y la Corona hispana, terminó
convirtiéndose para los primeros, después de doscientos años, en parte integral de sus patrones
culturales, de su admapu. En este sentido, los cambios introducidos por las autoridades republicanas, en
su relación con los diversos linajes, habrían provocado un desbarajuste en su cosmovisión; lo que gatilló
primero la extrañeza y, posteriormente, las suspicacias y el descontento. De esta forma, las acciones y
disposícíones realizadas por el gobierno chileno durante el desarrollo de las conversaciones de paz de
1869, hicieron que los linajes tlrmantes juzgaran transgredido el Tratado, razón por la que se
consideraron, a su vez, en la libertad de no cumplir su parte del acuerdo. A partir de ese momento, un
gran número de los linajes involucrados en las conversaciones, acorde a su condición de sociedad tribal
segmentada, pasaron a catalogar a las autoridades chilenas como enemigos a los que perfectamente se
les podía mentir y traicionar sin ningún tipo de consideraciones. Desde ese instante, algunos linajes, en
especial los arribanos, simularon mantener su intención de cumplir con el Tratado, pero desarrollando
12
paralelamente una nueva estrategia destinada a implementar un amplio bloque político/militar, con el
cual, en una relativa igualdad de condiciones, enfrentarse otra vez a las autoridades chilenas, ya sea en
base a nuevas conversaciones políticas o a la lucha armada.
Si bien nuestra investigación pretende detenninar hasta qué punto el estado cultural de los linajes
mapuches de la segunda mitad del siglo XIX influyó en el conjunto de situaciones que acaecieron a lo
largo de las fracasadas conversaciones de paz de 1869, creemos que para lograr este objetivo es
necesario realizar un análisis de larga duración que nos permita conocer y comprender ese estado
culturaL Y para lograr esto, juzgamos necesario conocer y analizar primeramente las repercusiones,
pennanencias y transformaciones que produjo en los patrones culturales mapuches el abrupto y
prolongado contacto con el mundo occidental. Por todo esto, paralelamente a la comprobación de
nuestra hipótesis, a través de este trabajo intentaremos demostrar que, a pesar de los siglos de contacto,
las bases esenciales de los patrones culturales mapuches se mantuvieron en gran medida intactas, en
contraste a lo que sugieren una serie de investigadores tanto nacionales como extranjeros. Por todo esto,
la primera parte de nuestro trabajo es precisamente la más extensa, lo que se justifica, creemos, por el
hecho que en ella discutimos directamente con las hipótesis y afirmaciones realizadas por varios de los
más destacados investigadores del tema mapuche, por lo que consideramos que seria una falta de respeto
para con ellos y su trabajo negarlas así nada más, sin un adecuado y contundente cuerpo de datos que
nos permita nutrir y respaldar nuestras propias hipótesis y afirmaciones.
Considerando lo anterior, la primera parte de nuestro trabajo se encuentra dividida en cinco
capítulos. En el primero de ellos, partimos por precisar lo que entenderemos y los alcances que tendrán
en nuestro trabajo los conceptos de cultura y aculturación. En el segundo capítulo, intentamos precisar lo
que para nosotros constituye el eje central del entramado social mapuche: el prestigio. Aquí, para
potenciar nuestra hipótesis, veremos las formas en que el prestigio se mantuvo a lo largo del tiempo,
sobrellevando perfectamente el contacto con los hispanos, y también los modos en que se potenció
internamente con la llegada de éstos y sus elementos culturales. En el tercer capítulo, nos abocamos a
ver el funcionamiento de la economía mapuche, y aquí, contraviniendo otra vez a una serie de
investigadores, veremos que pese a los cambios experimentados por sus formas productivas, debido a
los nuevos elementos adoptados de los españoles, las relaciones sociales implícitas en ellas mantuvieron,
en gran medida, las mismas características y objetivos. Ya en el cuarto capítulo, intentamos ver las
formas en que algunos elementos culturales hispanos fueron tomados de buen grado por los mapuches e
incorporados a su cuerpo de costumbres, como asimismo, veremos las formas y las posibles razones por
las que, en cambio, otros fueron abiertamente ignorados o rechazados. Entrando ya al quinto y último
capítulo de esta primera parte, nos internaremos en la estructura sociopolítica mapuche. Puntualmente,
en este capítulo intentamos demostrar la trascendental importancia que poseía el diálogo en una sociedad
13
tribal segmentada como la mapuche, apuntando a las formas en que éste enlazaba y coordinaba los
distintos componentes y mecanismos que conformaban su estructura social interna, confiriéndole
sentido, dinamismo y proyección. Además, pretendemos demostrar que, a pesar del contacto con los
iberos y de las variaciones externas que éste produjo, a lo largo de los siglos las bases de la estructura
sociopolítica mapuche se mantuvieron en gran parte intactas. En síntesis, en este capítulo intentamos
echar por tierra ciertas teorías que sostienen que desde mediados del siglo XVIII los linajes mapuches
entraron en un proceso de transición hacia algún tipo de sociedad señorial, hereditaria y políticamente
centralizada. Contraviniendo estas teorías, intentamos demostrar que a lo largo del tiempo los mapuches
continuaron siendo esencialmente una sociedad segmentada, cuyos linajes seguían estructurándose,
conduciéndose y estableciendo alianzas de forma autónoma, y que los cambios detectados y enunciados
por algunos investigadores no fueron realmente lo que podría llamarse "cambios", 13 sino que solo fueron
reelaboraciones generadas por las circunstancias creadas por el contacto, reelaboraciones que, al fin y al
cabo, se consumaron en base y en función de las pautas culturales mapuches.
La segunda parte de nuestro trabajo consta de dos capítulos. En el primero de ellos, revisamos y
analizamos la reacción de las diversas parcialidades mapuches ante la fundación de fuertes y poblados
que el gobierno chileno inició hacia 1862 en sus territorios. En concreto, a lo largo de este capítulo
intentamos demostrar que los patrones culturales mapuches, en lo que respecta a sus relaciones con los
huíncas, continuaban manteniendo las mismas características que en los siglos precedentes; es decir,
acusada fragmentación y descentralización interna, y 'líderes' incapaces de hacerse obedecer
completamente. En el segundo capítulo, nos insertamos en el momento en que el gobierno chileno
decidió avanzar la línea fronteriza del Biobío al río Malleco. A partir de aquí, revisamos y analizamos el
desarrollo de los sucesos que desembocaron en el alzamiento de 1868-1871, intentando apreciar las
formas en que el conservatismo mapuche se manifestó en cada una de las contingencias que se
sucedieron antes, durante y después del mencionado alzamiento.
La tercera y última parte de nuestra investigación también consta de dos capítulos. En el primero
revisamos paso a paso el contexto y los detalles de las conversaciones de paz de 1869, desde las
peticiones de mediación hechas por los loncos arribanos a fray Estanislao María Leonetti, siguiendo con
la firma del Tratado de Paz del 25 de septiembre y culminando con la Embajada Diplomática Mapuche
que viajó a Santiago a ratificar el Tratado frente al Presidente de la República. En este capítulo,
analizaremos las grandes diferencias culturales que separaban hacia esa época a mapuches y chilenos en
aspectos tales como la forma en que debían desarrollarse las negociaciones políticas y la forma de
entender la posesión y el uso de la tierra; como asimismo, los intentos de los linajes involucrados en las

13
Dentro de los investigadores que hablan de cambios radicales en la cultura mapuche, y a los cuales trataremos en este trabajo, se
encuentran: José Bengoa, Sergio Villalobos y Guillaume Boceara, entre otros.
14
negociaciOnes por recomponer las antiguas formulas de convivencia. Por su parte, en el segundo
capítulo nos abocamos a revisar el modo en que los sucesos ocurridos tras el término de la embajada
hicieron renacer los mutuos recelos y sospechas, aumentando las tensiones al nivel de hacer fracasar
totalmente las conversaciones de paz y dar paso al reinicio de las hostilidades. En general, a lo largo de
este capítulo intentamos ver el modo en que se originaron las suspicacias mapuches y la forma en como
éstas pueden perfectamente interpretarse como manifestaciones del rechazo a los cambios introducidos
por las autoridades chilenas en lo que respecta a las formas de encarar y realizar las negociaciones.
En lo que respecta a la unidad temporal de análisis de nuestro trabajo, ésta variará a lo largo del
mismo. En la primera parte abarcará el extenso periodo que va desde el siglo XVI al XIX En la segunda
parte~ nos moveremos entre los años 1862, con el inicio del proceso de ocupación de la Araucanía, y
1869, cuando se inician las conversaciones de paz destinas a terminar con el alzamiento iniciado en
marzo de 1868. Por último, en la tercera parte, comprenderá el período que se extiende desde octubre de
1869, con el inicio de la Embajada Mapuche que viaja a Santiago a entrevistarse con el Presidente, hasta
abril de 1870, cuando el gobierno declara oficialmente el reinicio de las hostilidades en contra de los
linajes que no se atuvieran a las disposiciones del gobierno.
En lo que atañe a la unidad espacial de análisis, ésta comprenderá la llamada Araucanía histórica,
es decir, el territorio mapuche que durante la era colonial, y parte de la era republicana, se extendió, de
Norte a Sur, desde el río Biobío al río Toltén; y de Este a Oeste, desde la cordillera de los Andes hasta el
Océano Pacífico. Ahora, si bien sabemos que hacia el siglo XIX las zonas 'indígenas' autónomas
abarcaban gran parte de la Patagonia y las Pampas del oriente cordillerano, creemos que la evolución
histórica vívida por los grupos de esas áreas, en especial hacia el final de la era colonial, difieren en una
serie de aspectos con los linajes de la Araucanía, razón por la cual, hemos preferido restringir nuestra
unidad espacial de análisis al área especificada.
Para la elaboración de este trabajo, en cuanto a la crítica de algunas hipótesis planteadas por otros
investigadores, y en cuanto a la afirmación de nuestras propias hipótesis, hemos recurrido tanto a fuentes
primarias como secundarias. En el caso de las fuentes secundarias, del amplio material bibliográfico
elaborado a través del tiempo por antropólogos, historiadores y etnohistoriadores tanto nacionales como
extranjeros, hemos consultado la mayor cantidad de trabajos relacionados con el tema de las sociedades
pre-estatales y con el pueblo mapuche en general, especialmente en lo relativo a sus relaciones con las
autoridades hispanas y chilenas. En el caso de las fuentes primarias, hemos consultado una amplia gama
de documentos oficiales, cartas y testimonios dejados por viajeros y testigos contemporáneos. La
búsqueda de estas fuentes fue realizada en el Archivo Nacional de Santiago, en especial los fondos
Ministerio de Guerra y Marina, Ministerio del Interior, Intendencia de Concepción y Ministerio de
Justicia, Culto e Instrucción Pública; en el Archivo Franciscano, en particular el Fondo Asuntos Varios
15
del Colegio de Chillán y, principalmente, el Fondo Prefectura del Colegio de Chillán; y en el Archivo
Regional de la Araucanía. Por otra parte, como una forma de complementar el análisis comparativo y la
reinterpretación de las fuentes primarias -impresas y manuscritas--, hemos revisado las informaciones
aparecidas en los periódicos de la época. En este punto, dividimos nuestra labor en la revisión de la
prensa capitalina, en especial los rotativos El Mercurio, El Ferrocarril, El Independiente, La Libertad,
La República y otros, para posteriormente revisar la información contenida en periódicos de provincias,
tales como El Meteoro de Los Ángeles y La Tarántula de Concepción, entre otros.
Una vez finalizada la recolección de fuentes primarías y secundarias, se procedió a procesar
debidamente la información obtenida. En este sentido, para satisfacer adecuadamente nuestros objetivos,
los métodos de análisis que utilizamos en nuestro estudio fueron principalmente de carácter analítico,
descriptivo y comparativo. Esto, con la finalidad de someter la información obtenida a una exhaustiva
reinterpretación en función de los nuevos antecedentes recabados a lo largo de nuestra investigación y,
también, en base a las paulatinas conclusiones preliminares a las que fuimos arribando. Mediante estos
procedimientos, creemos haber logrado satisfacer los tres grupos de objetivos que nos propusimos
alcanzar, esto es: 1) identificar los elementos de permanencia y cambio que ostentaba la cultura
mapuche hacia la segunda mitad del siglo XIX; 2) conocer y comprender las reacciones experimentadas
por los diversos linajes a raíz del avance de la línea fronteriza y las formas en que estos sucesos
provocaron el Alzamiento de 1868-1871; y 3) entender e interpretar las formas en que el apego de los
mapuches a sus pautas culturales influyó en el fracaso de las conversaciones de paz de 1869.
16
PRIMERA PARTE
ALGO MÁS SOBRE LA ESTRUCTURA SOCIOPOLÍTICA Y SOCIOCULTURAL MAPUCHE

CAPÍTULO!
EN TORNO A LOS CONCEPTOS DE CULTURA Y ACULTURACIÓN

LA CULTURA COMO FILTRO


En 1871 Edward B. Tylor presentó su clásica definición del concepto de cultura, señalando que ésta es
"ese todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, ley, costumbres y toda la serie de
capacidades y hábitos que el hombre adquiere en tanto que miembro de una sociedad dada". 14 Dicho
co:qjunto de elementos sería el modo en que una sociedad determinada expresa, simboliza y transmite
sus relaciones sociales, entendiendo por relaciones sociales los múltiples ámbitos que en éstas se
albergan. 15 Tal definición, puede aparejarse con la propuesta por Clifford Geertz, para quien la cultura
sería '"un patrón históricamente transmitido de significados encarnados en símbolos, un sistema de
concepciones heredadas expresadas en formas simbólicas mediante las cuales los hombres se
comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento de la vida y sus actitudes hacia ella". 16 Si bien éstas
y otras definiciones han sido ampliamente aceptadas por muchos investigadores pertenecientes a
distintas áreas del conocimiento, lo cierto es que es muy importante tener en mira que tanto el conjunto
de elementos enumerado por Tylor, así como los símbolos y significados señalados por Geertz, no son
inmóviles ni inmutables, sino que es factible que cambien y se transformen; incluso, es posible que
aparezcan y se sumen otros nuevos. En este sentido, es valida la advertencia de Lucy Maír, en cuanto a
que "la cultura comprende toda clase de comportamiento aprendido". 17 Esto concuerda con Melville
Herskovits, quien sostiene que "la suma de conductas que llamamos cultura es flexible", ya que "ningún
cuerpo de costumbres es estático" y "ninguna cultura es un sistema cerrado, una serie de rígidos moldes
a los cuales deba conformarse la conducta de todos sus miembros". 18 Esto quiere decir, continúa, que las
culturas no son cuerpos permanentes e inmutables, ya que la regla "ha sido el cambio continuo", por lo
que "debemos concluir que ningún grupo actual vive como vivieron sus antepasados o los nuestros". 19
En la misma línea, E. Adamsom Hoebel, ha sostenido que las culturas no permanecen paralizadas
en el tiempo, sino que varían constantemente adaptándose y readaptándose a las circunstancias internas
o externas que les toca enfrentar. 20 Más puntualmente, Hoebel ha señalado que "La cultura y la sociedad

14
Edward B. Tylor, La Cultura Primitiva: Los orígenes de {a Cultura, Tomo f, Editorial Ayuso, Madrid, 1977, p. 19.
15
Luci Mair, Introducción a la antropología social, Alianza Editorial, Madrid, 1970, p. 19.
16
Clifford Geertz, Interpretación de las culturas, Editorial Gedisa, Barcelona, 1988, pp. 3~30.
17
Mair,op. cit.,p. 16.
18
Melville Herskovits, El Hombre y sus Obras: La Ciencia de la Antropología Cultural, FCE, México, 1952, pp. 78 y 85.
19
Jhid., p. 86.
20
E. Adamson Hoebel, El hombre en el mundo primitivo, Ediciones Omega, Barcelona, 1961, p. 190.
17
no son cosas momentáneas ... Lo que en realidad son es resultado de lo que han sido, influido por las
condiciones e influencias actuales con las que tropiezan". 21
Las circunstancias por las que atraviesa una cultura pueden ser producidas por una gran diversidad
de elementos y situaciones internas o externas, como cambios climáticos, catástrofes naturales, la
domesticación o introducción de nuevas especies vegetales o animales, la invención o introducción de
nuevos utensilios o herramientas, conflictos internos o la abrupta presencia o invasión de un grupo
humano externo, etc., los que pueden generar trastornos políticos, económicos o sociales, los que a su
vez generarán elementos o situaciones que, de una u otra forma, producirán variaciones en las formas en
que el grupo se relaciona consigo mismo, c.on su entorno y con otros grupos humanos, es decir,
variaciones culturales. Los cambios pueden generarse ya sea "por la invención desde dentro" o también
por préstamos externos, de esta forma "las culturas cambian continuamente, no sólo en su totalidad, sino
2
en cada uno de sus aspectos".Z De este modo, las variaciones culturales afectarán las formas en que el
grupo observa, asimila y transmite su manera de ver el mundo.
Pero finalmente, la pregunta es ¿Quién determina cuándo un elemento externo debe ser aceptado o
rechazado? Según Herskovits, ante la influencia de elementos culturales externos, un grupo humano
determinado tornará o rechazará estos elementos dependiendo de una serie de factores que incumben a
sus características culturales, como por ejemplo, la debilidad o fortaleza de los diversos aspectos de su
cuerpo de costumbres y la forma espontánea o coercitiva en que éstos fueron adoptados. 23 Así por
ejemplo, ante algunos aspectos del cuerpo de costumbres débiles o que deseen fortalecerse, la admisión
de elementos exógenos puede ser bastante amplia, mientras que en otros aspectos, sencillamente no se
admítirán innovaciones, y las que se presenten, se rechazarán o se reinterpretarán de acuerdo a los
24
patrones culturales preexistentes. De igual forma, si la innovación es impuesta coercitivarnente, lo más
probable es que sea aceptada o, en el mejor de los casos, reinterpretada. Ahora, si es tomada
espontáneamente, será invariablemente examinada, cuestionada y finalmente aceptada o rechazada por
el grupo receptor en base a sus esquemas culturales. 25 Pero con todo, cualquiera haya sido la forma en
que estos elementos o innovaciones hayan sido adquiridos, de una u otra forma éstos serán modelados
por la cultura receptora, es decir, "los nuevos elementos culturales son adquiridos hasta el grado en que
están de acuerdo con los patrones preexistentes".Z6 De esta forma, se entiende que son las reacciones de

21
lbid, p. 24.
22
Herskovits, op. cit., p. 92.
23
!bid., pp. 581 et seq.
24
Ihüi., pp. 604 y 690. Puntualmente, Herskov:its denomina "aspectos focales" a aquellas áreas o facetas culturales en las que la gente está
más interesada, de modo que son estas "sobre los cuales, por consiguiente, discuten, por lo que son así más hospitalarias para las
innovaciones en esos aspectos que en otros cualesquíera". p. 690.
25
!bid., pp. 603 y 604.
26
!bid., p. 690.
18
los individuos "las que determinan qué es lo que será tomado y qué es lo que no será, y las formas en las
cuales el proceso reinterpretativo dará forma a las innovaciones".Z7 Y como los individuos usualmente
reaccionan de acuerdo a los patrones establecidos por su cultura, podemos decir que es la propia cultura
la que finalmente determina qué es lo que se debe aceptar, qué es lo que se debe rechazar y qué es lo que
se debe o puede reinterpretar. De esta forma, en "algunas situaciones de contacto" los elementos
culturales externos pueden perfectamente "tomarse al por mayor", mientras que en otras la resistencia
''puede ser muy fuerte".Z 8
Podemos decir, entonces, que la cultura actúa como una especie de 'filtro' o coraza permeable a
través de la cual los elementos nuevos, extraños o foráneos son procesados, para finalmente ser
aceptados, rechazados o reelaborados. Ahora, la cantidad de elementos que logren sortear este 'filtro',
dependerá tanto de la forma en que lo hacen, como del grado de estabilidad y solidez del mismo, es
decir, del estado en que se encuentren los patrones culturales del grupo al momento de producirse el
trastorno o la irrupción de los nuevos elementos. Sobre este particular, Hoebel ha señalado:

Al establecer la selección de sus costumbres para la vida cotidiana, incluso en las cosas
pequeñas, la sociedad escoge aquellos caminos que concuerdan con su modo de pensar y
con sus predilecciones; es decir, caminos que concuerdan con sus postulados básicos acerca
de la naturaleza de las cosas y de lo que es o no deseable. Si estos caminos están conformes
con los postulados bá<Jicos, y éstos, a su vez, lo están entre sí, entonces la integración está
plenamente lograda. La cultura es, en este caso, un todo armónico.Z 9

Cualquier elemento exógeno adquirido por un grupo determinado, será de una u otra forma
ajustado "a la estructura social y a los valores tradicionales que a ella dan su sentido y razón de ser", es
decir, no se dará un "'traspaso mecánico de los elementos de una cultura a la otra", sino que se producirá
"una reelaboración y re-interpretación de tales elementos para hacerlos encajar funcionalmente en la
vieja estructura tradicional"?0 Y esto, que podríamos llamar 'actos de selección o reajuste', es algo que
se puede advertir, incluso, en sociedades americanas que a1 parecer fueron rápidamente conquistadas y
absorbidas culturalmente por los europeos. Así por ejemplo, pese a la dureza con que se intentó
introducir el catolicismo en los albores de la conquista, igualmente hacía la época colonial los indígenas
de Chiapas, México, se las arreglaron para mantener sus antiguas creencias y liturgias, las cuales,
vinculadas principalmente a los ritos relacionados con la tierra, buscaban espantar la sequía y atraer
espiritualmente a la lluvia. De esta suerte, los nativos le confirieron a la Virgen de los Remedios las

27 Id.

28 Id.
29
Hoebel, op. cit., p. 179.
° Carlos Aguirre Beltrán, El proceso de aculturación, Universidad Nacional Autónoma de México, Dirección General de Publicaciones,
3

México, 1957, pp. 18 y 3l.


19
mismas cualidades y funciones que a la antigua diosa Tláloc. 31 En igual línea, es patente que el culto
cristiano rendido a la Virgen de Guadalupe, en la cumbre del cerro de Tepeyác, coincide casi
plenamente con el culto que en el mismo cerro se le brindaba a Tonatzin, diosa madre de los aztecas. 32
Siempre en México, Carmen Bemand y Serge Gruzinsky señalan que en 1562 el sacerdote
franciscano Diego de Landa inició una dura represión contra los indígenas de la ciudad de Maní, debido
al descubrimiento de una gran cantidad de ídolos con los que éstos seguían realizando sus tradicionales
prácticas religiosas. 33 Esto significa que bajo una aparente capa de cristianismo, cuarenta años después
de la conquista hispana los indígenas aun se mantenían vinculados a sus antiguos ritos y divinidades.
Todo esto habría sido una verdadera desilusión para los franciscanos, quienes descubrieron que la
adhesión al cristianismo manifestada por los indígenas ''no era más que una apariencia", y que tras estas
"apariencias ardía el resentimiento". 34 Un ejemplo en este sentido, lo constituye un sacerdote indígena
de Yaxcaba, quien arremetía contra el cristianismo expresando que éste era "cosa de burla y no era Dios
el que ellos [los españoles] predicaban ni habían de durar en la tierra y se habían de ir muy pronto y ellos
y los demás naturales tomarían a sus cosas antiguas y usarían de sus ceremonías". 35
Otro ejemplo, aunque mucho más al sur, acaeció en 1534 durante la Batalla de Sunturhuasí. En
esta confrontación, desarrollada en medio de una noche de tormenta, los ejércitos incásicos de Manco II
se desbandaron a raíz de la caída de un rayo, suceso que fue interpretado como una señal negativa de
parte de Illapa, deidad del rayo y del trueno. Por su parte, los hispanos interpretaron el mismo suceso
como una buena señal del apóstol Santiago, a quien la tradición hispana llamaba rayo e hijo del trueno.
A partir de este episodio, los indígenas se valieron de la ic.onografia de Santiago para representar y
mantener el antiguo culto al rayo y al trueno.36
Todos estos ejemplos, nos permiten ver las formas en que los patrones culturales de grupos
humanos que fueron rápidamente conquistados por los hispanos, continuaron durante largo tiempo
actuando como 'filtros' que adecuaron y encajaron los nuevos elementos a su idiosincrasia. En los
ejemplos, se aprecia claramente un cambio en el significante, la Virgen de los Remedios por Tláloc, la
Virgen de Guadalupe por Tonatzin y el apóstol Santiago por Illapa; sin embargo, para los indígenas, el

31
Véase Ligia Rivera Domínguez, "Teooe dominio de los dioses cristianos: Análisis semiótico de un macrorrelato indio", en Revista del
Centro de Ciencias del Lenguqje, N" lO, 1994, pp. lO l-138. Bernardo Ortiz de Montellano, "Las hierbas de Tláloc", en Estudios de Cultura
Náhuatl, vol. 14, UNAM, México, 1980. Horacio Zapater, América Loti12a: Ensayos de etnohistoria, Centro de Investigaciones Diego
Barros Arana, Santiago, 2007.
32
Wigberto Jíménez, José Miranda, Maria Teresa Femández, Historia de México, E.C.L.AL.S.A, México, 1966. Jacques l.afaye,
Quetzátcoatl y Guadalupe: la .formación de la conciencia nacional en México, FCE, 1974. Mima Benítez Juárez, Historia de México I,
Nueva Imagen, México, 2009.
33
Carmen Bernand y Serge Gruzins1..·y, Historia del Nuevo Mundo, tomo II, FCE, México, 1999, p. 379.
34 Id.
35
Frances Scholes y Eleanor Adams, Don Diego Quijada, alcalde mayor de Yucatán, Robredo, México, 1938, tomo L doc. XIL p. 107.
36
Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva Cr6nim y Buen Gohü.:rno (1615), Biblioteca Real Danesa, Dinamarca, 2001, p. 407. Teresa
Gisbert, lconogra..fza y mitos indigenas en el arte, Gisbert y Cía, La Paz, 1980. María Romvorowski de Diez Canseco, Historia del
Tahuantinsuyu, IEP, Lima, 1988. Teresa Gisbert. El paraíso dt•los pigaros parlantt•s. Plural, La Paz, 200 L
20
significado de las nuevas divinidades continuó siendo el mismo que poseían sus antiguas deidades. De
este modo, pese a la condición de 'dominante' que ostentaba la cultura hispana a mediados del siglo
XVI. en relación a aztecas, mayas e incas, igualmente podemos ver que éstas supieron escoger aquellos
caminos que concordaban con sus "postulados básicos acerca de la naturaleza de las cosas" y con lo que
era y no era deseable. 37 Según Herskovits, incluso en los casos en donde los cambios fueron impuestos
por la fuerza, los individuos "respondieron en términos de su experiencia, con aparente complacencia,
más con interna negación, o con abierta intransigencia, o con una reconciliación de la forma nueva con
el sentido tradicional". 38 También sobre esto, Hoebel ha señalado:

Todo rasgo o complejo... , al desplazarse de wza a otra sociedad debe pasar por la prueba de
su aceptabilidad por parte de la cultura del pueblo que lo recibe; y, en caso de ser aceptado,
es invariablemente reelaborado tanto en su forma como en su empleo, significado o función.
Ningún pueblo incorpora un rasgo extranjero sin modificarlo en cierto grado. 39

Ahora, para el caso mapuche, es innegable que la llegada de los españoles propició una serie de
trastornos en su estructura sociopolítica y socioeconómica. Tal como señala el profesor Silva, los
"grupos mapuches debieron adaptarse y ajustarse al nuevo elemento que pasó a formar parte de su
medio ambiente a mediados del siglo XVI: los europeos". 40 De este modo, resulta claro que la adopción
de los animales traídos desde Europa, así como los nuevos cultivos, técnicas y herramientas,
indudablemente provocaron variaciones en los patrones culturales mapuches. Y la ocurrencia de estas
variaciones constituye algo que no debería sorprender a nadie, lo sorprendente hubiera sido que no
ocurrieran, ya que "el cambio constituye unas de las pocas constantes de la existencia humana". 41 Con
todo, aunque el profesor Silva sostiene que un primer momento los mapuches reaccionaron ante la
presencia hispana "de acuerdo a sus propias normas tradicionales", señala igualmente que estas normas
fueron posteriormente modificadas por el influjo que el mestizaje biológico y cultural produjo a lo largo
de "tres siglos de mutuos contactos e interrelaciones".42 Pues bien, en este punto, nosotros sostenemos
que las "normas tradicionales" a las que alude el profesor Silva, se constituyeron en el primer 'filtro
cultural' a través del cual los mapuches aceptaron o rechazaron los diversos elementos o situaciones a
los que la presencia hispana los enfrentó. Posteriormente, creemos que cada nueva variación o elemento
reelaborado y aceptado en su cuerpo de costumbres, al constituirse en parte de sus 'normas
tradicionales', pasó a convertirse en una nueva capa, potenciadora además, de este 'filtro' cultural a

37
Hoebel, op. cit., p. 179.
38
Herskovits, op. cit., p. 521.
39
Hoebd, op. cit., p. 652.
40
Osvaldo Silva, "Acerca de los capitanes de amigos: un docwnento y un comentario", Cuadernos de Historia N° 11, Stgo., 1991, p. 43.
41
Herskovits, op. cit., p. 499.
42
Silva, "Acerca de los capitanes ... ", op. cit., p. 43.
21
través del cual se procesaban los nuevos elementos y realidades que el contacto generaba. De esta forma,
intentaremos demostrar que las variaciones evidenciadas por los linajes mapuches a lo largo de los
siglos~ fueron en gran parte adoptadas voluntariamente por ellos y no impuestas por el mundo hispano.

EN CUANTO AL CONCEPTO DE ACULTURACIÓN

En términos sencillos, la adopción de elementos foráneos realizados por una cultura cualquiera ha
recibido en el mundo de las ciencias sociales el nombre de 'aculturación'. Sin embargo, el concepto ha
sido a menudo utilizado de forma ligera e incluso errónea. Por ejemplo, se ha dicho que el concepto
aculturación "quedaría comprendido en el mismo patrón que asimilación". 43 También se ha dicho que
indica el "tránsito de una cultura a otra", por lo que el término transculturación expresaría mejor "las
diferentes fases del proceso transitivo", ya que éste no consistiría "solamente en adquirir una distinta
cultura, que es lo que en rigor indica la voz inglesa acculturation, sino que el proceso implica también
necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una
desculturización". 44 En este sentido, Malínowskí señaló que la "voz acculturation implica, por la
preposición ad, que la inicia, el concepto de un terminus ad quem. El inculto ha de recibir los beneficios
45
de nuestra cultura; es él quien ha de cambiar para convertirse en uno de nosotros".
El etnocentrismo patente en estas definiciones, significaría que todas las culturas americanas
conquistadas por los iberos terminaron convirtiéndose en 'españolas'. Significaría también que los
linajes mapuches, después de tres siglos de conflictos y contactos sociales, políticos y económicos de
todo tipo, terminaron finalmente convirtiéndose en 'españoles'. 46 Más aun, aceptar la pertinencia de
estas definiciones significaría negar completamente tanto el mestizaje biológico como el cultural. Por
todo esto, en este trabajo nos ceñiremos a las proposiciones de Gonzalo Aguirre Beltrán, para quien los
errores en la definición del concepto de aculturación se producirían tanto por la excesiva tendencia ha
estrechar el parentesco de la preposición latina ab, "que denota separación", con el "prefijo privativo

4
" Carlo Antonio Castro, &bre los términos transculruración y ae---ulturación, Winik, La Cabaña. Las Casas, Chis. N' 1, 1956, pp. 18 y 19.
44
Fernando Ortiz, Contrapunto cubano del tabaco y el azúcar, La Habana, 1940, p. 142.
45
Bronislaw Malinowski, "Prologo", en Ortiz, op. cit., p. xvi.
46
Para algunos de los muchos trabajos acerca de la Guerra de Arauco, o de las Guerras de Arauco, como prefieren algunos, y det pueblo
mapuche en general, véase: Alonso de Ercilla y Zúñiga, La Amucana, Santiago, 1977. Pedro de Oña, Arauco Domado, Diego Barros
Arana, Historia General de Cllile, Rafael Jover Editor, Santiago, 1884-1902. Crescente Errázuriz, Historia de Chile. Pedro de Valdivia, II
Tomos, Imprenta Cervantes, Santiago, 1911; Historia de Chile. Don García Hurtado de Mendoza, 1557-1561, Editorial Universitaria,
Santiago, 1914; Historia de Chile. Francisco de Villagra, 1561-1563, Editorial Universitaria, Santiago, 1915; Historia de Chile. Pedro de
Vl1Jagra, 1563-1565, Editorial Universitaria, Santiago, 1916. Ricardo Latcham, "La capacidad guerrera de los araucanos: sus armas y
métodos militares", Revista de Historia y Geograjla, Santiago, 1915. Francisco A. Encina, Historia de Chile, Editorial Ercílla, Santiago,
1955. Louis Faron, Los mapuches: su estructura social, Instituto fndigenista fnteramericano, México, 1969. Carlos Va1enzuela Solís de
Ovando, El Toqut Pelantaru Guerrero de la Conquista, Publicaciones Militares, 1979. Más recientemente, véase: Sergio ViUalobos et al,
Relacümes frontaizas en la Araucania, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 1982. Sergio Villalobos y Jorge Pinto (comp.),
Araucania. Temas de Historia fronteriza, Ediciones Universidad de la Frontera, Temuco, 1985. Holdenis Casanova, Las rebeliones
araucanas del sigloXVJJJ, Universidad de la Frontera, Temuco, 1989. Horacío Zapater, La búsqueda de la paz en la Guerra de Arauco; El
padre Luis de Valdivia, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1992. Andrea Ruiz-Esquide, Los indios amigos en la frontera araucana, DIBAM,
1993; Sergio Villalobos, Vida fronteriza en la Araucanía: el mito de la Guerra de Arauco, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1995, etc., etc.
22
griego", así corno por la tendencia a darle una "carga emotiva de signo negativo" a la partícula fonnativa
ad, carga que está muy lejos de contener. 47 Igualmente, el error de adoptar el ténnino transculturación
"como equivalente de aculturación", se centra en que la "partícula trans no expresa idea... de interacción
o acción recíproca, [sino que] denota, exclusivamente, paso de un lugar a otro", de modo que ab-
culturación significaría separación o rechazo de culturas, mientras trans-culturación sería el paso de una
48
cultura a otra, ideas que no dan cuenta precisa ni del significado de aculturación ni del fenómeno en sí.
¿En qué sentido se debe entender entonces el concepto de aculturación? Según Aguirre Beltrán, el
término arribó al castellano del idioma inglés, el cual, a su vez, lo confeccionó a partir del latín. El
vocablo aculturación proviene entonces de la unión entre la proposición latina ad --que denota cercanía,
unión, contacto, y que por asimilación pasa a convertirse en ac cuando es adherida a palabras que
comienzan con la letra e- y la forma nominal culturatio. 49 Así, de haber existido la palabra en latín, su
forma habría sido acculturatio, muy similar a la expresión inglesa acculturation. 50 De este modo,
aculturación, al llevar antepuesta la partícula latina ad, significaría simplemente "contacto de culturas".
Entonces, así como en inglés los conceptos de acc:-ulturation y culture-contact actúan como sinónimos,
así también en castellano aculturación y contacto cultural deben entenderse corno sinónimos. 51
De esta manera, queda claro que en nuestro trabajo entenderemos el término aculturación
únicamente en el sentido de contacto cultural, es decir, en la relación e interacción de dos culturas
distintas que súbita o paulatinamente entran en contacto. Ahora, en lo que respecta a cuál de las dos
culturas que entran en contacto aporta más elementos culturales y se impone a la otra, en el sentido de
•dominante' y •dominada', eso dependerá de las formas en que se produce el contacto, del desarrollo o
las modalidades que adquiere a lo largo del tiempo, de la condición de las culturas en juego, etc., etc., y
eso es algo que revisaremos paso a paso a lo largo de nuestro trabajo. Sin embargo, antes que nada,
debemos tener en cuenta que los efectos del contacto cultural nunca actúan en una sola dirección, como
ha señalado Kroeber, si el concepto aculturación se refiere al efecto que produce en una cultura el
contacto con otras, en este concepto también debe incluirse el efecto que el contacto produce sobre los
individuos que portan esas otras culturas. 52 Esto quiere decir que la aculturación no debe ser entendida
únicamente de forma unidireccional, sino que, a lo menos, de forma bidireccional; y como ya señalamos,
la cantidad de elementos que transiten en una u otra dirección dependerá de una serie de factores.

47
Aguirre, op. cit., p. 1O.
4
s !bid., pp. 10 y 1L
49
Ibid., pp. 9 y lO.
50
lbid., p. 9.
51
/bid., p. lO. Para potenciar su postura, Aguirre analiza las partículas formativas ad, ah y trans en unión con la raíz duc, que significa
guiar o dirigir, para ver así las formas en que las partículas alteran el sentido de sus compuestos. De esta forma, ad-ducción, o aducción, se
refiere a una fuerza dirigida a la unión sobre un eje, es decir, al contacto. Por su prute, ab-ducción viene a ser el movimiento dirigido en
sentido contrario, es decir, separación. Por último, trans-ducción, o traducción, sería el movimíento dirigido a través del eje. lbid., p. 11.
52
Al:fred Louis Kroeber, Anthropology, Harcourt, Brace & Co, New York, 1948, citado por Aguirre, op. cit., p. 16.
23
Considerando lo anterior, en el campo de las múltiples relaciones entabladas a lo largo de los
siglos de contacto cultural entre mapuches e hispanos, es decir, en el campo de la aculturación, ¿Es
posible hablar de una cultura 'dominante' y de una cultura 'dominada'? Más aun, ¿Es posible hablar de
la cultura hispana como 'dominante', en relación a la cultura mapuche? Sobre este tema, el profesor
Sergio Villalobos señala que a mediados del siglo XVII, a contar del cese de la violencia armada entre
mapuches e hispanos, de la instauración de la Frontera y del desarrollo de una amplia gama de
relaciones pacificas,53 los hispanos habrían renunciado a extender su dominio más allá del Biobío. 54
Además, señala que el origen de los estallidos bélicos ocurridos durante este nuevo ciclo se debió a '"los
abusos y tenciones provocados por esos contactos íntimos y no por una voluntad de conquista por un
lado ni de resistencia por otro". 55 A partir de ese momento, se habría gatillado una espontánea
penetración cultural hispana hacia ultra-Biobío y una paulatina aceptación y asimilación por parte de los
mapuches de esta penetración, situación que los habría llevado a aceptar voluntariamente la intromisión
española primero y chilena después, lo que a la larga habría determinado su sometimiento. 56 En síntesis,
ViHalobos plantea que los araucanos se habrían mezclado de tal forma con los blancos que, a la larga,
llegaron a "constituir una población esencialmente mestiza", la que junto con modificar su economía
hacia la generación de excedentes, habría modificado también su cultura. 57 Sobre esta base, Sergio
Villalobos sostiene que con la creación de la Frontera y el aumento de las relaciones 'pacíficas', los
blancos -españoles y chilenos sucesivamente- pasaron a ser los portadores de la cultura 'dominante',
frente a los mapuches, quienes habrían sido los representantes de la cultura 'dominada' o 'inferior'. 58
Por su parte, José Manuel Zavala igualmente señala que la disminución de los choques armados
constituyó, en gran medida, una renuncia a la conquista armada "muchas veces no declarada por parte de
los españoles", pero que esto no debe entenderse como subordinación o "como una extinción progresiva
de la resistencia indígena", sino que "como una transformación de la actitud de los españoles hacia los
mapuches". Además, sostiene que los estallidos armados a los que alude Villalobos -en especial los de
1723 y 1766-, fueron algo más que meros paréntesis, ya que éstos tuvieron la importante consecuencia
militar y política de frenar el avance español y reforzar la autonomía territorial mapuche. 59

53
Sergio Villafobos, "Tres siglos y medio de historia fronteriza", en Villafobos, et al., Relaciones .fronterizas en ... , passím. También Sergio
Víllalobos, «El avance de la historia fronteriza", Revista de Historia Indígena N° 2, Universidad de Chile, 1997, p. 13.
5
~ Sergio ViUafobos, La vida fronten'za en Chile, Editorial MAPFRE, Madrid, 1992, pp. 391-392.
55
Villafobos et al, Relaciones fronterizas en ... , p. 12.
56
Villafobos et al, Araucania, temas de ... , p. 30.
7
' Villalobos, "El avance de...", op. cit., p. 16. Véase también, Villalobos, Vida .fronteriza en ... , p. 9.
s& Aunque sin restarle importancia a las historias periféricas, sabemos que el profesor Villalobos, como él mismo señala, se encuentra más
interesado en conocer los aspectos de la "historia dominante". Por esta razón, es evidente que jamás ha enfocado su atención a las formas
de "conquista pacífica' implementadas por los hispanos, razón por la que resultaría una insensatez rebatirle o contradecirle en áreas a las
que no ha dedicado su atención. Sobre su interés en la "historia dominante, véase Villalobos, "El avance de la historia...", op. cit., p. 16.
59
José Manuel Zavafa, Los mapuches en el siglo XHII, Editorial Universidad Bolivariana, Santiago, 2008, pp. 190 y 191. Véase también
Holdenis Casanova, Las rebeliones araucanas del siglo XVIII, Universidad de la Frontera, Temuco, 1989.
24
Casi en igual línea, Guillaume Boceara señala que muchos de los investigadores que adhieren a la
corriente de "estudios fronterizos" manifiestan una "concepción reduccionista de las nociones de
conquista, dominación y poder", ya que si bien los españoles renunciaron a los intentos de conquista
armada, sus deseos de dominación no desaparecieron nunca. 60 Para potenciar su postura, Boceara
sostiene que las instituciones fronterizas creadas por los mandos coloniales no fueron más que sutiles
mecanismos que reemplazaron a la fracasada conquista armada, pero cuyo fin era igualmente la
dominación. 61 De este modo, continúa, los intentos de subyugación persistieron y atravesaron ''toda la
historia de las relaciones hispano-mapuche", pero fracasaron completamente en su objetivo,_ ya que por
lo menos en la época colonial, la población mapuche de Araucanía "no fue dominada o reducída". 62
Aho~ en lo que respecta a una 'dominación' cultural de los hispanos sobre los mapuches, Arturo
Leiva señala que por lo menos para el primer siglo de contacto el mapuche no habría sido sometido
culturalmente por los hispanos, ya que "mediante el respeto y la férrea creencia en lo que su sociedad
enseña, el araucano se impermeabilizó a la difusión de actitudes españolas que lo hubieran podido llevar
a perder algunas de sus más importantes tradiciones". 63 En igual línea, aunque ya para el siglo XVIII,
Zavala sostiene que la autonomía territorial habría generado en el mapuche "una tendencia al
reforzamiento de su identidad cultural". 64 Más aun, sostiene que las formas en que se produjo y se
desarrolló el contacto, se convirtieron para ellos en "una herramienta de resistencia, de reforzamiento de
los valores tradicionales. 65 Lo mismo sostiene la antropóloga Sonia Montecino, quien señala que hasta
mediados del siglo XIX "la sociedad mapuche logra mantener intactas sus características esenciales". 66
Como se aprecia, las opiniones son dispares. Por esta razón, en los capítulos siguientes,
intentaremos analizar si el contacto cultural entre hispanos y mapuches generó algún tipo de dominación
cultural de los españoles sobre los mapuches, como sostienen algunos, o, si por el contrario, los
mapuches lograron mantener incólumes las bases esenciales de sus patrones culturales, como señalan
otros. En general, intentaremos ver la cantidad, la intensidad y la forma en que repercutió en los patrones
culturales mapuches el flujo de elementos culturales hispanos. De igual forma, intentaremos ver si, por
el contrario, fueron los elementos culturales mapuches los que mayormente fluyeron hacia la población
hispana o mestiza asentada en la Frontera.

60
Guillaume Boceara, Los vencedores. Historia del pueblo Mapuche en la época colonial, IIAM!Ocho Libros, 2009, pp. 211 y 226.
61
Ibíd., p. 217 et seq. Según Boceara, estos mecanismos pasaron de la Colonia a la República, y su objetivo, por lo menos hasta la década
de 1860, siguió estando guiado por lo que para la época colonial llama una "lógica de cívilización-asímilacíón-subaltemízación" a través de
la cual "matar al indio dentro del hombre para que se convierta realmente en hombre". p. 225.
62
Ibid., p. 21 L
63
Arturo Leiva, Rechazo y absorción de elementos de l.a cultura española por los araucanos en el primer siglo de la conquista de Chile
(1541-1655), Tesis para optar al grado de Licenciado en Antropología, Universidad de Chile, Santiago, 1977, p. 56.
64
Zavala, op. cit., p. 217.
65
lbid., p. 240.
66
Sonia Montecinos Aguírre, La sociedad mapuche entre los siglos XVI y XIX Su transformación estructural. Tesis para optar al grado de
Licenciado en Antropología. Universidad de Chile, Santiago, 1980, p. 90.
25
CAPÍTULOII
LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LOS LINAJES MAPUCHES

UNA SOCIEDAD BASADA EN EL PRESTIGIO

A lo largo del tiempo, una gran cantidad de autores se ha referido en extenso en tomo a la organización
social de los linajes mapuches. Por esta razón, en este capítulo nos remitiremos a intentar determinar lo
que para nosotros constituye la característica o el eje central de su entramado social y la torma en cómo
ésta se perpetuó de generación en generación, actuando, a la larga, como uno de los principales factores
de discriminación a la hora de aceptar o rechazar los elementos culturales europeos.
Para comenzar, nos ceñiremos a lo que Melville Herskovits denomina endoculturación, lo que
vendría a ser "-un proceso de consciente o inconsciente condicionamiento, que tiene lugar dentro de los
límites sancionados por determinado haz de costumbres", de modo que a través de este proceso, se
adquieren todos los conocimientos y pautas conductuales necesarias para desenvolverse dentro de los
patrones culturales sancionados por la sociedad a Ja que se pertenece. 67 Ahora, si bien sabemos que
usualmente el proceso de aprendizaje al que es sometido un ser humano en sus primeros años de vida
recibe el nombre de crianza, y que los aprendizajes adquiridos con posterioridad a la niñez suelen recibir
el nombre de educación, creemos que ambos términos pueden arrastrarnos a confusiones que queremos
evitar, ya que tanto 1a crianza como la educación pueden perfectamente ser impartidas por miembros de
sociedades en las que no se nació o no se vivió los primeros años de vida, situación que sabemos que se
dio tanto entre mapuches cautivados por españoles como entre españoles cautivados por mapuches. Por
todo esto, creemos que el concepto de endoculturación nos permite hacer alusión directa al proceso de
crianza y educación experimentado por un individuo que nace y vive gran parte de su vida en la
sociedad a la que biológicamente pertenece, y que eventualmente muere también ella.
Según Herskovits, durante los primeros años de vida la endoculturación se constituye en el
mecanismo que provee al individuo de todos los elementos culturales necesarios para garantizar su
estabilidad dentro del grupo al que pertenece. 68 De esta forma, al estar permanentemente condicionado
69
"por los patrones básicos de la cultura de acuerdo con los cuales tiene que vívír", al arribar a la vida
adulta regirá y orientará gran parte de su existencia acorde a los patrones culturales básicos que le fueron
inculcados, para posteriormente trasmitirlos a las nuevas generaciones, incorporándole, evidentemente,
los elementos que hayan surgido o hayan sido incorporados a estos patrones durante su periodo de vída.
Independiente de las innovaciones y los elementos culturales adquiridos del mundo occidental,
creemos que en el caso mapuche el eje cultural básico de su estructura social pennaneció intacto a lo

67
Herskm1ts, op. cit., p. 53.
68
lbid., p. 54.
69
lb íd., p. 53 l.
26
largo de los siglos. Más aun, creemos que este eje fue capaz de imponerse a los elementos foráneos,
reelaborándolos y beneficiándose de ellos para repotenciarse constantemente en el tiempo. ¿Y cuál era el
eje en tomo al que se estructuraba la entramado social mapuche? Pues creemos que este eje articulador
era el prestigio. Por esta razón, sostenemos que los patrones socioculturales de los linajes mapuches
constituían algo así como una 'sociedad de prestigio'.
¿Y por qué sostenemos esto? Porque a la luz de los antecedentes, veremos que la obtención de
prestigio se aprecia en casi todas las instancias de su vida social. En la guerra, toquis, capítanejos y
canas se esforzaban al máximo por demostrar mayor valentía, por matar o capturar al mayor número de
enemigos y arrebatarle la mayor cantidad de bienes, y todo esto, con el fin de impresionar a sus
coterráneos e incrementar su prestigio. Algo similar observaremos en los tiempos de paz, donde todos
los miembros del agregado social, desde Zancos hasta individuos comunes, se esforzaban por sobresalir
de entre los demás, ya sea en base a una personalidad carismática, una cualidad sobresaliente, o en base
a la acumuláción de riqueza. Incluso el sistema económico de los linajes mapuches, como veremos más
adelante, se puede catalogar como una 'economía de prestigio'. Pero lo más importante, es que esta
'sociedad' basada en el prestigio no se vio afectada, en lo sustancial, con la llegada de los españoles.
Al carecer de información prehispana, los aspectos y facetas que mostraban las pautas culturales
mapuches, al momento del contacto, debemos buscarlos en los escritos dejados por los españoles. Así,
algunas de las opiniones más habituales emitidas por éstos apuntan al carácter altanero, soberbio y
arrogante que exhibían los mapuches. Por ejemplo, Alonso de Góngora y Marmolejo señaló que después
del triunfo de Tucapellos mapuches enfrentaron a los llamados "14 de la fama" haciendo vivo alarde de
0
haher matado a su gobernador? El mismo cronista, apuntó que durante la Batalla de Marihueñu un cona
animaba a los suyos, con arrogancia y valentía, a luchar con mayores bríos. La escena habría irritado de
71
tal manera a Francisco de Villagra, que en el acto le ordenó a un soldado alancear al guerrero.
En esta misma línea, Mariño de Lobera, cuya crónica ha llegado hasta nosotros presumiblemente
alterada por el cura Escobar, sostuvo que tras la victoria de Marihueñu "andaban los indios en fiestas y
regocijos contando cada uno las hazañas con que se habían señalado en la batalla, y blasonando con la
memoria de los trofeos de que eran testigos los despojos que gozaban". 72 Más tarde, el mismo Lobera
indicó que durante su primer avance sobre Santiago, Lautaro dialogó a orillas del Mataquito con el viejo
soldado español Marcos Veas, expresándole altivamente que les daría la posibilidad de retirarse

70
Alonso de Góngora y Marmolejo, Historia de Clri!e, desde su descubrimíenta hasta el año 1575, Colección de Historiadores de Chile y
Documentos Relativos a la Historia Nacional (en adelante CHCh), tomo II, Imprenta del Ferrocarril, Santiago, 1862, pp. 40 y 4 l.
71
!bid., p. 49.
72
Pedro Mariño de Lobera, Crónica del Reino de Chile, CHCh tomo VI, Imprenta del Ferrocarril, Santiago, 1865, p. 175. Creemos que
Escobar, al intentar hacer comprensible para él y para el lector hispano muchas de las «extrañas" situaciones sociales, políticas y religiosas
mapuches registradas por Lobera, terminó corrompiendo en muchos pas¡yes el enfoque original del texto. Sin embargo, creemos que el
significado de fondo de las citas de Lobera seleccionadas en este trabajo pueden tomarse con confianza, a pesar de los innegables errores
escriturales y de sentido que se advierten en lo tocante a grados militares, nombres propios y toponímia.
27
voluntariamente, aunque ello le significara a él perder la oportunidad de echarlos con sus propias manos
y llenarse de gloria, pero que antes de marcharse debían entregarle "treinta doncellas escogidas a mi
voluntad, para que asistan mi cámara; y treinta caballos blancos con los mejores jaeces que se hallaren
entre vosotros, y otras tantas capas de grana fina, y una docena de perros grandes de esos que vosotros
soléis aperrear a los indios, y demás desto me habéis de dar esa medalla que traéis en el sombrero". 73
Siempre en relación a Lautaro, tras la derrota parcial sufrida ante Pedro de Villagra, durante su primer
avance contra Santiago, Lobera señaló que «quedó el fanfarrón blasonador humillado aunque no
humilde antes encendido en mayor ira, y echando fuego por los ojos y palabras soberbias por la boca con
juramento de no descansar hasta vengarse". 74 Más adelante, durante la Batalla de Peteroa, en la que
Lautaro perdió la vida, el cronista apuntó que los cona., de ultra-Biobío mostraron un valor extremo, ya
que "ninguno de los araucanos volvió un punto el pie atrás, por estar determinados de morir antes a
manos de los españoles que volver a su tierra vivos y vencidos. Y cumplieron tan exactamente su
propósito, que no cesaron de pelear hasta que todos quedaron allí tendidos". 75
Más tarde, a comienzos de 1558, García Hurtado de Mendoza escribió que los mapuches en guerra
"están tan emperrados con este mal indio de Caupolicán, que otro día me envió a decir, que aunque
fuese con tres indios me había de matar, y aun desafiándome en forma, como si fuera hombre de gran
punto". 76 El mismo año, Góngora y Marmolejo apuntó que un guerrero, a quien Lobera llama
Licantureu, exigió ser colgado del árbol más alto, para que así sus paisanos vieran su arrojo y
valentía frente al enemigo y ante la muerte. 77 Otra muestra de arrogancia y soberbia nos la da
nuevamente Lobera, quien señala que en la década de 1560 un capitán llamado Talcamavida se
glorificaba de haber matado a Pedro de Villagra, hijo del gobernador Francisco de Villagra, razón
por la que exigió altivamente el mando de las huestes mapuches, situación que lo hizo liarse en
peligrosas tensiones con el general Meuco. 78
Ya entrados en el siglo XVII, González de Nájera señaló que con el fin de darse a conocer al entrar
en batalla, los canas gritaban ruidosamente su nombre: "Yo soy Pelantaru, yo soy Anganamón, yo soy
Logotegua, yo soy Nabalburi ... Lo cual tienen ellos a gran valentía y arrogante presunción". 79 Además,
indicó que ante cualquier victoria los mapuches '"se ensoberbecen y ufanan, usando de grandes retos

73
!bid., p. 187.
141d.
75
lbid., p. 89~
76
«Relación que envía el señor Garcia de Mendoza, gobernador de Chile", Cañete de la Frontera, 24 de enero de 1558, Documentos
Anexos, CHCh tomo II, p. 249.
77
Góngora y Marmolejo, op. cit., p. 76. También Lobera, op. cít., p. 213.
78
Lobera, op. cít., pp. 273 y 274.
19
Alonso González de Nájera, Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile, Imprenta Ercilla, Santiago, 1889, p. 183.
28
80
cuando quedan vencedores en cualquier jornada u ocasión". Incluso, tras la destrucción de las siete
ciudades, el cronista apuntó que los mapuches andaban tan orgullos y arrogantes a raíz de los triunfos,
81
"que acostumbran a decir que aun han de venir hasta Castilla a hacernos la guerra".
Ahora, con respecto a situaciones de valor individual, González de Nájera relató que un mapuche
encomendado, aburrido de trabajar para su amo, le pidió a otro mapuche que le cortara la mano. Acto
seguido, le pidió que envolviera la mano "en un poco de hierba, y que se la llevase a su amo que estaba
en la plaza, y le dijese que buscase quien le sacase oro". 82 El mismo cronista nos entregó un
impresionante cuadro en torno al espíritu y la fuerza de ánimo de los mapuches de aquel tiempo:

En los... tonnentos nzmca echan lágrimas... la cual dureza de ánimo noté en cuantas
tra:mochadas me hallé en aquella guerra; porque entre los muchos prisioneros que se
tomaban, especialmente mujeres y muchachos... no vi jamás alguno que llorase, con verse
maniatar y sacar entre sus padres y demás parientes y llevarlos a ser esclavos; y de los
mismos empedernidos ánimos viene también el no quejarse... de sus heridas, por penetrantes
83
y dolorosas que sean, ni... de sus dolencias y enférmedades, aunque más las sientan.

Esta arrogancia y orgullo por sus personas se ve en las palabras con que Maulican le solicitó a los
loncos precordilleranos que no mataran a Pineda y Bascuñán, y lo dejaran ir con él. Puntualmente,
Maulican habría dicho: "Dejad que le lleve a vista de los de mi casa, de los demás toques y caciques
84
principales, para que reconozcan y vean que soy persona de todo valor y esfuerzo". Interesante
también resulta el diálogo sostenido por Pineda y Bascuñán y el afamado toquí Anganamón. Aquí, el
cautivo señaló que el toqui le preguntó con insistencia qué era lo que decían de él los iberos. si lo
tildaban de valiente y buen guerrero. El cautivo le contestó que entre los españoles "no había otra
persona que sobresaliese, ni otro nombre que... fuese más conocido que el suyo, pues hasta los niños y
mujeres tenían en la memoria el de Anganamón". 85 Ante la respuesta, el toqui se sintió vivamente
alagado, ya que a ningún mapuche le molestaba "ser alabado y aplaudido". 86 En igual línea, el célebre
cautivo refirió que a raíz de una falsa parla convocada por el lonco Lemullanca, para matarlo a él, su
amo Maulican le envió a decir altivamente que "si tiene deseos de ensangrentar su toque y de matar
españoles en sus parlamentos, que vaya a la guerra a cogerlos y aventure su vida en las fronteras, como

80
González de Nájera, op. cit., p. 50.
81
Ibid., p. 116.
82
!bid., pp. 263 y 264.
83
1bid., pp. 48 y 49.
84
Francisco Núñez de Pineda y Bascmián, Cautiverio Feliz y Razón de las Guerras Dilatadas de Chile, CHCh tomo m, Imprenta del
Ferrocarril, Santiago, l863,p. 44.
85
Ibid., p. 127.
86 Id.
29
yo lo hago y lo he hecho siempre; que este capitán me ha costado mucho trabajo y grandes disgustos y
no le he traído a mi casa para que él ni otro alguno quiera adquirir nombre y gloria con su muerte". 87
Incluso en situaciones en que estaba en juego su propia vida, muchos mapuches hacían gala de un
valor que impresionaba a los hispanos. Sobre esto, Pineda y Bascuñán apuntó el caso de un niño de no
más de doce años que se resistió briosamente a ser apresado, y al que tras reducir, los iberos le
preguntaron el por qué peleó tan duro y más que sus compañeros. Según el cautivo, el chico respondió
valientemente: "Yo no peleé de ninguna manera, defendíme no más; porque si peleara, matara a alguno,
y me pesa de no haberlo hecho". 88 En igual sentido, Rosales señaló que en 1631 el toqui Queupuantu
luchó solo contra doce 'indios amigos' que pretendían capturarlo por orden del maestre de campo
Fernando de Cea. Viéndose sorprendido, el toqui igualmente opuso tenaz resistencia, y ante las voces de
perdón de sus atacantes, respondió, acorde a la usanza mapuche: "Yo soy Queupuantu, que a ninguno he
rendido mi lanza", muriendo a continuación a causa de las heridas propinadas. 89 Acciones como esta
hicieron que el jesuita afirmara que los mapuches eran "coléricos, ardientes, furiosos, arrogantes, altivos,
impacientes, mal sufridos, vanos y presumidos de valientes", razón por la que combatían "dándose a
conocer a todos, así amigos como enemigos, para que llegue a noticia de todos como el hizo aquella
90
hazaña y para que los enemigos sepan que no pelea a rostro escondido sino descubierto".
Estas actitudes claramente evidencian más que una simple valentía individual. Su persistencia en
el tiempo nos revela que éstas eran parte integral de sus patrones culturales. Como señala Leiva, el
mapuche de los siglos XVI y XVII era un "hombre 'arrogante', 'soberbio', 'belicoso', que busca su
'crédito' y su 'nombre' imponiéndose y humillando a los españoles", que poseía un espíritu ostentoso,
arrogante y hecho para buscar la majestuosidad, la divulgación, la presunción y el reconocimiento de sus
acciones, por lo que su idea de prestigio era precisamente "hablar de él, usarlo y proclamarlo". 9 í Por
todo esto, "el araucano no puede soportar que otros sean más que él, cuando se ha estado frente a
situaciones más o menos similares; que otros sean homenajeados y que a él se le estime cobarde por
92
actos que, pudiéndolos hacer, no los hizo, es una idea insufrible e insoportable".
Pero la obtención de prestigio no solo enaltecía y reportaba fama, también determinaba, en gran
medida, la 'movilidad social' al interior de un linaje o conjunto de linajes. 93 El hecho que un hombre

87
!bid., p. 97.
88
!bid., p. 123.
89
Diego de Rosales, Historia General del Reino de Chile. Flandes h1diano, tomo I, Imprenta El Mercurio, Valparaíso, 1877, pp. 94 y 95.
90
!bid., p. 117.
91
Leiva, Rechazo y absorción... ". pp. 37, 38,52 y 165.
92
!bid., p. 5I.
93
Por "movilidad social" nos referimos únicamente al tránsito de tma categoría a otra y a la posición ocupada dentro de ésta. Aquí nos
atenemos en gran medida a la distinción heclla por Hoebei, quien señala que "Categoría es 1ma palabra neutra, que se refiere únicamente a
la posición. Rango se refiere a la posición ferárquit.~ más o menos elevada en relación con otras categorías. El orden de rango de una
sociedad es Sll sistema de gradación en categorías". Hoebef. op. cit., p. 42L Para el caso mapuche, podemos decir, siguiendo a Hoebef. que
30
común ascendiera en la 'escala social', para llegar a ser un destacado líder militar, social o político, es
algo que podemos ver en el caso de Lautaro, quién gracias a su valor, su arrogancia y los bienes
adquiridos en sus victorias, alcanzó las más altas posiciones militares dentro de los linajes de la costa.
Lo mismo podemos observar a comienzos del siglo XVII en la declaración del padre Falcon, quien
señaló que la dirección militar de la parcialidad de Purén estaba a cargo de los toquis Anganamón,
Ayllavilu y Pelantaru, pero que al parecer el cargo le pertenecía por derecho a Ayllavilu, y que Pelantaru
y Anganamón sólo alcanzaron tan elevada posición '"por ser hombres famosos entre ellos... valerosos en
armas y por estimación de sus personas". 94 Además, si seguimos a Rosales, al parecer Anganamón no
era nativo de Purén, sino que de zonas más cercanas a la cordillera, y esta condición de 'extranjero'
habría sido la causa por la que Pelantaru, hacia 1617, se sintió con la autoridad de tratarlo de forastero y
exigirle que se fuese de Purén. 95 De aquí podemos colegir que Anganamón alcanzó la 'ciudadanía
purenense' gracias a sus grandes hazañas bélicas, lo que le pennitió participar en la toma de decisiones
militares y políticas y, además, residir en un territorio que no era el suyo. Algo similar ocurrió durante el
gran alzamíento de 1655, cuando un joven llamado despectivamente el 'Mestizo Alejo', criado entre los
españoles y que además servía en el ejército, se pasó a los mapuches en guerra y gracias a sus grandes
triunfos militares logró rápidamente acumular prestigio, riquezas y mujeres, situación que le reportó una
alta posición al interior de la estructura militar nativa.
Ya en pleno siglo XVIII, la situación no parece variar mucho. Al atender la carrera del lonco
Curiñanco de Angol, es posible ver que su ascenso a toqui de guerra, y posteriormente a prestigioso
lonco o toqui de paz, partió desde abajo. Así se entrevé en la advertencia que en 1766 los hispanos le
hicieron a los linajes de Maquehua, Boroa e Imperial Alta, en cuanto a que "Curiñancu... no tenia por su
naturaleza y calidad circunstancia alguna que le recomendase o hiciese respetable entre los indios, pues
no era gobernador... ni aun cacique de parcialidad alguna". 96 No obstante, entre 1766 y 1770 Curiñancu
ganó gran prestigio como 'hombre de guerra', liderando exitosas acciones contra los iberos y logrando
favorables alianzas con diversos linajes de la costa y la precordillera, lo que finalmente hizo que en el

la categoria "guerrero" posee un rango más elevado que, por ~emplo, la categoria "agricultor". De esta fonna, cuando decimos que dentro
de la estmctuTa social mapuche existía '"movilidad"', queremos sencillamente decir que un individuo cualquiera podía pasar de una
categoria a otra, ya que estas no eran estáticas. Un agricultor podía llegar a la categoria de guerrero, así como un guerrero podía llegar a la
categoria de lonco, ulmén o apo-ulmén. Pero además de esta "movilidad" de una categoria a otra, nosotros agregamos que dentro de cada
categoria igualmente existían rangos, los que también se caracterizaban por su "movilidad". Así por ejemplo, podemos decir que un cona y
un toqui pertenecían a la misma categoria, guerreros, sin embargo, el rango era distinto. Lo mismo pod(fmos decir con respecto a las
esposas. Todas las cónyuges de un hombre pertenecían a la categoría "esposas", pero al interior de ésta existía un rango que lo definía la
antigüedad y, en algunos casos, la preferencia. La primera m~jer tenía claramente un rango más alto que la última, a no ser que esta última
gozara del favoritismo del hombre; si era así, su rango evidentemente era mayor. Con todo, creemos que tanto el transito de mm categoria a
otra, así como el tránsito, dentro de una misma categoria, de un rango a otro, era definido en muchos casos por la acumulación de prestigio.
94
Horacio Zapater, "Testimonio de un cautivo. Araucanía 1599-1 614'~ Revista Historia N° 23, Santiago, 1988, p. 319.
95
Rosales, op. cit., tomo II, pp. 635.
%"Relación anónima de los levantamientos de indios", Archivo Nacional, Fondo Varios (en adelante ANFV), vol. 276, exp. 6, en Luz
María Méndez, "relación anónima de los levantamientos de indios", Cuadernos de Historia N° 4, Santiago, 1984, p. 183.
31
Parlamento de Tapihue de 1774 se convirtiera en el gran 'hombre de paz' en las negociaciones con los
97
españoles, siendo finalmente investido por éstos con le título de "cacique gobernador".
Lo anterior nos permite ver hasta que punto el prestigio constituía la gran vía para ser reconocido
socialmente. Sin embargo, debemos advertir que tras el contacto, las formas y posibilidades de lograr
prestigio se vieron aumentadas debido a los elementos culturales introducidos por los hispanos, y por los
hispanos mismos. Esto se entiende al considerar que un gran número de antropólogos, entre ellos
Sablins, Service y Levi-Strauss, ha señalado que para las sociedades tribales la ofensa, el robo y el
asesinato de un enemigo son algo loable y digno de prestigio, lo que viene a decimos que la enemistad,
las acciones bélicas victoriosas y la apropiación de bienes hispanos fueron para los mapuches una
constante fuente de prestigio. Pero a la luz de los antecedentes, veremos que con el tiempo la amistad,
los intercambios, las acciones bélicas en conjunto y los tratos diplomáticos exitosos, junto a las dádivas
y agasajos con que los íberos premiaban a sus aliados, también se constituyeron en fuente de prestigio.
Lo peligroso de esto, fue que dentro de un mismo grupo habían individuos que deseaban lograr prestigio
a través de acciones bélicas contra de los hispanos (como toquis y canas), mientras otros lo deseaban
mediante alianza y actos diplomáticos (loncos y ñidolloncos). Así, cuando algunos loncos emprendían
acciones diplomáticas con el fin de obtener prestigio como 'hombres de paz', éstas se enfrentaban
directamente con los actos bélicos desatados por miembros de su propio grupo, los que igualmente se
realizaban con el objetivo de lograr cuotas de reputación, en este caso como 'hombres de guerra'.
En términos concretos, podemos decir que la gran mayoría de los elementos foráneos incorporados
a los patrones culturales mapuches no vinieron más que a potenciar y a diversificar las formas de
adquirir prestigio, es decir, vinieron a potenciar esto que denominamos 'sociedad de prestigio'. En este
sentido, Jorge Pinto ha señalado, "El antiguo guerrero, que defendía con las armas las tierras y la
libertad de su pueblo, se transformó en un mediador étnico que buscó las paces con el antiguo enemigo,
98
para sustentar su poder en las posibilidades que ofrecía el contacto con aquel".

LA 'SOCIEDAD DE PRESTIGIO' DURANTE EL SIGLO XIX

Entrando ya al siglo XIX, los linajes mapuches continuaban adscribiéndose a esto que hemos llamado
'sociedad de prestigio'. Si consideramos que hacia comienzos del siglo XIX los pehuenches se hallaban
ya completamente 'araucanizados', valga lo apuntado por Gladis Varela, Luz María Font y Estela
Cúneo, quienes señalan que estos grupos constituían una "sociedad móvil, en la que cada individuo tenía
la posibilidad de ascender en la escala social de acuerdo a sus propios méritos. La riqueza, la oratoria, la
91
Véase Vicente Carvallo y Goyeneche, Descripción Histórico-Geográfica del Reino de Chile, tomo II, CHCh tomo IX, Imprenta de La
Est.rella de Chile, Santiago, 1875, p. 364. En tomo a la actuación de Curííiancu en el mencionado Parlamento, véase: Leonardo León, El
Parlamento de Tapihue, 1774, Ediciones Rehue, Santiago, 1993.
98
Jorge Pinto, Araucanía y pampas, un mundo fronterizo en América del Sur, Ediciones Universidad de la Frontera, Temuco, 1996, p. 31.
32
99
ancianidad y el valor, otorgaban el prestigio necesario que permitía ese ascenso". Esto nos indica que
al igual que en los siglos anteriores, cualquier individuo podía ascender en la 'escala social' mediante la
adquisición de una buena cuota de prestigio, el que podía fundarse en cualidades personales, en acciones
militares exitosas o en la acumulación de riquezas.
Corno señalarnos en el apartado anterior, para el siglo XIX los mapuches contaban con dos fuentes
bien definidas para la obtención de prestigio, las que muchas veces se entrelazaban continuamente. 100
Por un lado está lo que podríamos llamar la "fuente huinca", desde donde el prestigio se obtenía, o se
acrecentaba, en base a la amistad y las relaciones políticas con los mandos chilenos. De este modo,
siguiendo a Foerster, "es muy posible que por medio del "pacto" la legitimación del cacique opere más
por su nexo con la autoridad... que con los de la sociedad segrnental". 101 Ahora, si bien la obtención de
prestigio desde la "fuente huinca" fue más que nada patrimonio de los 'caciques de paz', es decir, toncas
y u/menes, con el tiempo fue habitual ver a prestigiosos capitanes de guerra mantener y aumentar su
prestigio iniciando negociaciones pacíficas con los huincas. 102 Por otro lado, está lo que podernos llamar
la ~"fuente tribal", es decir, la tradicional veta de obtención de prestigio en base a cualidades personales
corno el valor, la ecuanimidad, la oratoria, las incursiones armadas y la acumulación de riqueza, veta que
era principalmente utilizada por sujetos que recién iniciaban su camino en la obtención de prestigio.
Esta necesidad de poseer o adquirir prestigio para poder alzarse con el respeto de sus coterráneos,
y alcanzar así posiciones de importancia tanto al interior de sus respectivos grupos como en la
representación de éstos ante las autoridades blancas, es algo que se puede apreciar en las observaciones
realízadas hacia comienzos de la decimonovena centuria por Luís de la Cruz, quien señaló:

Los más antiguos ancianos, los más valerosos y los más ricos son los que se titulan caciques
o quilmenes [ulrnenes]. Este título que se granjean por sus hechos, si los de sus antepasados
fueron también recomendables, brillan más en el sujeto. Por este orden el hijo de un cacique
que no es valeroso, que no se hace rico, que no ha hecho hazañas meritorias, nada es, y se
mira conw un mocetón despreciable, y entonces el título de cacique lo hereda el indio de la
reducción más guapo, de mejores discursos y comodidades. 103

Un ejemplo de lo anterior es el lonco Mangín Huenu, quien hacia comienzos del siglo, gracias a su
valor y a los malones realizados en las pampas del oriente cordillerano, llegó a ser un prestigioso
99
Gladis Varela, Luz María Font y Estela Cúneo, "Los pehuenche del noreste de Neuquén y sus relaciones fronterizas en la segtmda mitad
del siglo XVIII'\ Revista de Historia Indígena N° 2, Universidad de Chile, 1997, p. 82.
100
Para el caso de los de los loncos de la costa de Arauco, Foerster a denominado esto como el "doble vínculo" en la construcción del
poder. RolfFoerster, Pactos de sumisión o actos de rebelión: Una aproximación histórica y antropológica a los mapuches de la costa de
Arauco, Chile, 2004, p. 154.
101
lbid., p. 114.
102
Un caso de obtención de prestigio en base a la "fuente tribal" primero, y la "fuente huinca" después, es el del lonco Curiñancu de Angol,
cuya actuación ha sido analizada por Leonardo León, "El malón de Curiñamcu", Proposiciones, N" 19, Santiago, 1990. Véase también:
"Política y poder en la Araucanía: apogeo del toqui Ayllapangui de Malleco, 1769-1774", Cuadernos de Historia N" 12, Santiago, 1992.
103
Luís de la Cru.z, "Tratado Importante para el conocimiento de los Indios Pehuenches según el Orden de su Vida" ( 1806), Apartado de la
Revista Universitaria, año XXXVIII, N" 1, Universidad Católica de Chile, Santiago, 1953, p. 38.
33
cacique, al que todos "respetaban por su coraje i destreza para la pelea... porque tenia hartas lanzas i por
su valor... Nadie pensaba sino como Mangin. Lo creían medio brujo i de pensar mui grande ... No
mandaba con imperio. A nadie le negaba el habla... Al fin llegó a ser el primer capitán arribano". 104
Siempre en relación a Mangín, en 1849 el general José María de la Cruz, quien años más tarde trabaría
gran amistad con el lonco, señaló que éste era "astuto y sagaz para promover y mantener sus relaciones
de amistad y alianza con los caciques de las otras tribus; desconfiado, suspicaz y altanero en las muy
pocas [relaciones] que tiene con los españoles, y extremadamente simulado para ocultar sus intentos y
aspiraciones; calidades que entre ellos son de gran valor y lo que le ha dado una gran influencia". 105 Así,
junto a José Manuel Orrego, podemos decir que el rango de 'cacique' era ganado por "el individuo,
cuyas cualidades son las que determinan el grado de respeto y consideración que se merece, [de modo
que su 'autoridad' no es más] que el ascendiente moral que les da su fortuna y su mérito personal". 106
Otro ejemplo del modo en que el prestigio podía elevar a un sujeto a posiciones de 'autoridad', se
observa en los hechos acaecidos tras la muerte del 'Cacique Gobernador de Tucapel ', Quintriqueo.
Enteradas las autoridades de la muerte del lonco, hacia 1854, rápidamente se pusieron en contacto con
fray Buenaventura Ortega, para que éste se asegurara que el sucesor realmente poseyera prestigio entre
los indios de la zona, y para que sondeara "la voluntad de los principales mocetones para recibirlo de
Gobernador, o cual sea aquel indio por quien ellos desearían ser mandados". 107 Como se ve, el ascenso
de cualquier individuo a una posición de autoridad debía ser previamente sancionado por toda la
comunidad o, por lo menos, por los sectores más importantes de ésta, como el estamento militar. Con
todo, cinco meses después, la sucesión del fallecido lonco aun no se determinaba. Interesadas en
controlar la zona, las autoridades chilenas pidieron a fray Ortega que intentara hacer recaer el mando en
"el hijo de Quintriqueo, auxiliado del Cacique Miguel Melita y del indio respetado José Melita". 108 A
partir de esta cita, se colige inmediatamente que si el hijo de Quintriqueo necesitaba el auxilio de un
lonco y de un 'indio' respetado para ser Gobernador, era porque no poseía el ascendiente necesario
como para mantenerse en el cargo en base a su propio prestigio. Lo anterior coincide con lo apuntado
por Bernabé Chacón, quien señaló que a la muerte del señalado Quintriqueo, su hijo Mariqueo se negó a
aceptar el cacicazgo "fundándose en su inexperiencia y cortos años y en que no habría de ser respetado
como convenía a su autoridad", razón por la que el mando le fue encomendado al "indio Mariñanco ... ,

104
Guevara, Las últimas familias ... , pp. 65, 66 y 69.
105
José Maria deJa Cruz, "Memoria sobre Jas operaciones en Ja Araucanía en 1849", en Benjamín Vicuña Mackenna, Historia de Jos diez
años de la administración de Don Manuel Montt, Imprenta Chilena, Santiago, 1863, p. 231.
6
w José Manuel Orrego, Memoria sobre la civilización de los araucanos, leída el once del corriente ante el consejo de la Sociedad
Evangélica por el presb o Dr. D. JM Orrego., miembro del directonf.J de dicha sociedad, en el desempeño de la misión que ésta le confin·ó
para visitar la-. misiones de la Araucanía, Imprenta La Sociedad, Santiago, 1854. p. 16.
107
"Carta de José' Antonio Roa a fray Buenaventura Ortega, Arauco, 23 de mayo de 1854", Rigoberto Ituniaga, Pacificación de la
Araucania. Cartas al Padre Buenaventura Ortega, 1852-1866, PAF N" 51, Santiago, 1997, p. 32.
!W "Carta de José Antonio Roa a fray Buenaventura Ortega, Arauco, 2 de noviembre de 1854", Ituniaga, op. cit., p. 34.
34
valiente, de inteligencia despejada, de pronta concepción; su locución es fácil y atrevida, y su lógica
109
precisa y clara". Más adelante, tras haber adquirido prestigio en base a la 'fuente tribal', este Mariñan
reforzará su posición amparándose en la 'fuente huinL.YJ', situación que captó claramente el general José
Manuel Pinto, cuando en 1865 señaló que "este indio es ambicioso pero sabe comprender que sin el
apoyo del Gobierno, no tendría entre los indios prestigio alguno y su supremacía actual sería ilusoria". 110
Un último ejemplo de adquisición de prestigio, ahora íntegramente en base a la 'fuente tribal', se
puede observar en el linaje de los Quilahueque. En esta importante familia arribana, tanto Montri como
su hermano Faustino Quilahueque fueron toncas de sus respectivas familias extendidas, sin embargo, el
liderazgo o la representación del linaje en su conjunto recaían sobre Huentecol, padre de ambos, y a la
muerte o retiro de éste, recayó sobre Quilahueque, quien era el que más prestigio e influencia tenia sobre
los demás jefes de familia de su linaje. Como bien apuntó Tomás Guevara, a Quilahueque ''Toda la
familia, sus hijos, su hermano Montri, sus yernos i sobrinos le prestaban acatamiento". 111
El afán de prestigio es también visible en las ansias de algunos toncas por poseer una misión
relígiosa en sus territorios. Con respecto a esto, Ignacio Domeyko sostuvo que a raíz de la
reconstrucción de la Misión de Tucapel, un poderoso cacique de Purén (seguramente Colipí) "y su
poderoso competidor Paynemal..., manifestaron vivos deseos de ver también en sus dominios plantada
la cruz, ya quizá por celos al ver el gran favor que se le había concedido al cacique de Tucapel". 112
Como se ve, el deseo de los dos toncas por poseer una Misión, junto a los deseos por obtener de ésta
regalos y bienes, parece ser claramente más un asunto de prestigio que de celo religioso. Por otra parte,
pareciera que hasta las ruinas de las ciudades destruidas a comienzos del siglo XVII eran un elemento de
orgullo y prestigio para los mapuches del siglo XIX, como parece colegir Bemabé Chacón, quien
sostiene que "Todas las ciudades destruidas son guardadas por los araucanos con este mismo cuidado; de
modo que las ruinas se conservan sin sufrir más cambio ni deterioro que el que les imprime la mano del
tiempo. Parece que las consideraran como tumbas de sus antepasados, o como trofeos de sus glorias,
pues no se puede explicar de otra manera el religioso respeto con que las miran". Puntualmente, Chacón
refiere que el lonco tafquenche Mariñan poseía su ruca dentro del perímetro conformado por las ruinas
de la antigua ciudad de Cañete, ruinas a las cuales no era "permitido llegar sino con especial permiso del
cacique y por contados momentos. A nadie le es lícito, sin provocar la ira de los indios, visitar las ruinas
y mucho menos tomar nota de ellas". 113 Por lo demás, el deseo de conquistar altas cuotas de prestigio era

HW Bemabé Chacón, "Campaña de Arauco por la Baja Frontera en 1859. Costumbres y reducción de los indigenas", en Revista de Sud-
América: Anales de la Sociedad de Amigos de la Ilustración, tomo Ill, Imprenta del Universo, Valparaíso, 1861-1862. p. 195.
°
11
Cítado por Leandro Navarro, Crónica militar de la conquista y pacificación de la Araucanía, desde el año 1859 hasta su completa
incmporación al territorio nacional, Pehuen, Santiago, 2008, p. 113.
m Guevara,Lasúltimasfomilias... , p. 55.
112
Ignacio Domeyko, Araucanía y sus habitantes, Editorial Francisco de Aguirre, Santiago-Buenos Aires, 1971, p. 69.
m Chacón, op. cit., p. 682.
35
esencial incluso para los mapuches amigos de los chilenos, como fue el caso de Soldado --capitanejo
hermano de Hueruman, uno de los 'caciques gobernadores' de la costa-, de quien Chacón dijo que era
"impetuoso~ audaz e irreflexivo. Seguro de la pujanza de su brazo y del prestigio de su nombre, se
aventura en el peligro, con la resolución de morir o de alcanzar la gloria que conviene a un araucano". 114
Que el prestigio seguía siendo un eje central de la estructura social mapuche, se ve no sólo en los
casos descritos, sino también en el hecho que las acciones dignas de mérito seguían siendo abiertamente
exaltadas por quienes las realizaban. Un ejemplo se observa en lo apuntado por colonos chilenos
asentados en la Frontera, los que en diciembre de 1861 señalaron que cada vez que los mapuches hacían
retroceder a las tropas del ejército chileno, loncos, toquis y conas comenzaban inmediatamente ha
creerse «poderosos sobretodos~ y hacen alarde de una jactancia grosera y ultrajante". 115 Pero con todo~ si
bien para alcanzar posiciones de "preeminencia" era necesario adquirir una gran cuota de prestigio, ésta
posición no otorgaba la facultad de dar órdenes o tomar decisiones por sobre los demás miembros del
grupo. En el caso de la dirección militar, Guevara señaló que ésta no estaba reservada a un sujeto o a un
estamento predeterminado, sino que la asumía "un toqui de paz o un indio cualquiera, cuya aptitud
militar fuese conocida". 116 Esto coincide con lo dicho por Thomas Melville, en el sentido "que
solamente por medio de su comportamiento puede una persona ganarse el estatus de la autoridad". 117
En base a estos antecedentes, creemos que estos "grandes señores' del siglo XIX aun poseen
muchas de las características del "hombre fuerte' descritas por Marshall Sahlins. 118 Esto quiere decir que
su posición se sustentaba en gran medida en el prestigio alcanzado a través del valor, la sabiduría, el
potencial oratorio, la riqueza, la generosidad y la capacidad de granjearse el respeto y la confianza de su
comunidad y de los demás loncos.

114 Id.
115
"Carta de los vecinos de Los Ángeles al Presidente de la República", Los Ángeles ll de diciembre de 1861, en Horacio Lara, Crónica
de la Araucanía, tomo II, Imprenta El Progreso, Santiago, 1889, p. 255.
116
Tomás Guevara, Costumbres judiciales y enseñanza de los Araucanos, Imprenta Cervantes, Santiago, 1904, p. 1L
m Thomas Melville, "La naturaleza del poder social del mapuche contemporaneo", en Estudios antropológicos sobre los mapuches de
Chile sur-central, Universidad Católica, Temuco, 1976, pp. 136-139.
118
Marshall D. Sahlíns, Las sociedades tribales, Editorial Labor S.A., Barcelona, 1984, p. 40.
36
CAPITULO 111
LA ESTRUCTURA SOCIOECONÓMICA DE LOS MAPUCHES: UNA ECONOMÍA DE PRESTIGIO

UNA PERMANENTE ECONOMÍA DE SUBSISTENCIA

En este apartado, intentaremos demostrar que los linajes mapuches, hasta el final de la relativa
autonomía política y territorial que disfrutaron durante casi doscientos cincuenta años, jamás dejaron de
practicar una economía de subsistencia. Más aun, intentaremos ver que al nivel de sus bases esenciales,
esta economía mantuvo en el tiempo las mismas funciones y objetivos que poseía al momento de entrar
en contacto con los españoles y sus elementos culturales.
En primer lugar, partamos por decir que según muchos investigadores, una economía de
subsistencia vendría a ser aquella en que los miembros de un grupo únicamente producen lo suficiente
como para satisfacer sus necesidades alimenticias y reproducir su estructura social (rituales, festividades,
provisiones, pertrechos bélicos, etc.), y en la cual no existe una producción de excedentes acumulativos.
Sin embargo, autores como Elman Serv:ice y Marshall Sahlins han señalado que tanto las sociedades de
bandas como las sociedades tribales habrían sido las primeras sociedades de la abundancia, por lo que
esto de subsistencia no debe entenderse como escasez, o como la simple paliación de las necesidades
119
alimenticias. En el caso de las formaciones sociales mapuches, como veremos más adelante, los
rituales, las fiestas, los intercambios y la obtención y mantención de prestigio también son parte de la
subsistencia social.
En general, los investigadores que han señalado que los grupos mapuches prehispanos obedecían a
una economía de subsistencia, han olvidado señalar que ésta era de gran magnitud, variedad y con
circuitos de intercambio que cubrían grandes distancias. Sobre esto último, el arqueólogo Tom Dillahey
señala que en la región que va de Puerto Saavedra a Chan-Chan, fue encontrada una gran cantidad de
puntas de flecha del tipo ayampitín, las que están hechas de obsidiana y poseen una data de entre cuatro
y seis mil años. Lo interesante del hallazgo, es que la fuente de obsidiana más cercana se encuentra
próxima a Villarrica y Pucón, ochenta kilómetros al oriente, lo que indicaría que los grupos costeros
realizaban constantes viajes a la precordillera, o bien, que en aquellas fechas ya existía un fluido
intercambio de productos entre grupos costeros y cordilleranos. 120 En igual línea, Jorge Femández señala
que los datos arqueológicos hacen presumir que los yacimientos salineros de Neuquén eran intensamente
explotados ya en épocas precolombinas y, más aun, que estos yacimientos probablemente abastecían a
las tribus del oc-eidente cordillerano. 121

119
Ehnan R. Servíce, Los cazadores, Editorial Labor, Barcelona, 1973, pp. 19 et seq. Sahlins, op. cit., 119 et seq.
120
Tom Dillehay,Araucania: presente y pasado, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1990, p. 20.
121
Jorge Femández, "Cronología y Tecnología de las Hachas Salineras de Truquito, Neuquén". En Relaciones de la Sociedad Argentma de
Antropología, tomo XIV., N" 2, NS., Buenos Aires, 1981, 1982.
37
Por su parte, José Bengoa señala que época prehispana los mapuches eran una sociedad
densamente poblada que practicaba la siembra, la agricultura, la horticultura, la caza y la recolección en
122
gran escala Más aun, sostiene que. los mapuches de ultra-Biobío eran "una de las sociedades más
prósperas, hermosas, vitales y armónicas" de América, en la cual, además de las actividades señaladas,
"se criaban ganados, se los esquilmaba y se hilaba y tejía la lana, se producían cántaros y cerámicas de
múltiples formas y colores, muchos de ellos de enorme tamaño", 123 es decir, una verdadera "economía
124
de la abundancia", con los recursos suficientes como para sustentar sin mayores problemas su vida
social. 125 Ante esta prosperidad y variedad productiva, Bengoa señala:

En un día de foria a la orilla del río Imperial... convergían las canoas desde kilómetros
alrededor, cargadas de .5'U5" productos, las pi/guas o canastos de piñones venían de la
Cordillera de Nahuelbuta y producían el cofque o pan que sería 'untado' en los 'cauceos'
de mariscos traídos por las canoas que llegaban desde Puaucho y las playas de la costa
cercana... Vivían en reuniones sociales, encuentros, actividades religiosas, ferias y
alihuenes, celebrando matrimonios, asistiendo a entierros y funerales, efectuando visitas...
con gran pompa y estilo y que, a veces, duraban semanas enteras. 126

Los antecedentes presentados, coinciden plenamente con las investigaciones y afirmaciones


realizadas por varios estudiosos, en el sentido que las sociedades precapitalistas perfectamente pueden
evidenciar un alto desarrollo productivo. 127 En este contexto, Melville Herskovits ha señalado que "los
pueblos no industriales no son, ni mucho menos, incapaces de producir una demasía de bienes después
de cubrir las exigencias mínimas de sus necesidades más elementales", agregando, además, que "estos
pueblos disponen, en efecto, de una reserva económica, para los casos en que los imperativos de la
supervivencia o el deseo de adquirir o mantener un prestigio aconsejen echar mano de ella". 128
Así como José Bengoa nos presenta un claro cuadro sobre el alto desarrollo productivo de los
mapuches prehispanos, las crónicas y las observaciones realizadas por los primeros españoles que se
adentraron al sur del Bíobío ratifican el mismo escenario de abundancia. De esta forma, vemos que a la
Uegada de los iberos, uno de las cosas que más llamó su atención fue la abundante producción agrícola y

122
José Bengoa, Historia de los antiguos mapuches del sur, desde antes de la llegada de los españoles hasta las Paces de Quillín,
Catalonia, Santiago, 2003, p. 173.
123
!bid., p. 29.
JU Ibfd., p. 113.

l25 Ibid., p. 209.

w; lbid., pp. 29y 30.


127
Según T. S. Epstein, el desarrollo económico sólo implica un incremento productivo, mientras que el cambio económico se refiere a
cambio en la estructura social. Trude Scarlett Epstein, 1962. Economic Development and Social Change in South India. Manchester
Universít:y, Manchester, 1962; Capitalism Primitive and.Modern: Some Aspects ofTolai Economic Growth, Australían National University,
Canberra, 1968; South India: Yesterday. Today and Tonwrrow: kf.vsore Villages Revisited, MacmiHan. London, 1973. Por su parte,
Schneider sostiene que el desarrollo económico implica un aumento en la productividad, mientras que el cambio seria la "mutación de las
ideas constitutivas de la riqueza y la estructura de la econonúa a nuevas formas". Harold Sdmeider, "Economic development and economíc
change: the case ofEast African cattle", Current. Anthropologyvol. 15, N" 3, University Chicago, 1974, pp. 259-76
128
Melville Herskovits,Antropología económica, Fondo de Cultura Ec{lnómica, México, 1974,355.
38
ganadera de los mapuches. Así por ejemplo, en 1544 Juan Baustista Pastene señaló que durante su viaje
por la costa de Arauco vio una gran cantidad de sementeras y ovejas (chilihueques ), de las cuales
tomaron l() q~:~e n~<;;esitaban. Más tard,~, Mariño de Lobera, rtilatando el recorrido qtJ-e Pedro de
129

Valdivia hizo por Arauco y Tucapel, señaló que los mapuches de estas zonas estaban "ricos de todas las
cosas necesarias, como maíz y otros granos, frutas y legumbres; y no es menor la hermosura de los
valles, cerros y callados que no hay pie de tierra perdido, pues todo está lleno de mantenimientos de los
homhres". 130 .Por su parte, el propio Pedro de Valdivia le relató al Rey que junto a las actividades
realizadas para ganarse la confianza de los caciques, había tomado de éstos muchos ganados para
sustentarse. 131 En la misma carta, señaló que los alrededores de la recién fundada ciudad de Concepción
estaban generosamente provistos de "ganados y mantenimientos". 132 Casi un año después, describiendo

las zonas aledañas al río Cautín, señaló que "es todo un pueblo en una sementera... próspera de ganado ...
abundosa de todos los mantenimientos que siembran los indios para su sustentación, así como maíz,
papas, quínoa, madi, ají y frijoles ... son grandísimos labradores". 133 Corroborando lo anterior, Lobera
señaló que en la .zona del Cautin "uo hay... indio pobre porque todos tienen ganado, maiz y frutas de
sobra". 134 En igual línea, ya en el siglo XVII, González de Nájera señaló que la población de ultra-
Biobío producía abundantes y buenas comidas en "sus fértiles valles, montes y quebradas", razón por la
que no tenían "necesidad de esperar a ser abastecida de otras partes por vía de acarreto". 135 lgualmente,
Pineda y Bascuñán describió una laguna donde los mapuches mariscaban y pescaban gran cantidad de
"choros, erizos, ostiones, pejerreyes, robalos" y muchos más, los que destinaban para consumo propio y
"para feriados" con la gente de la cordillera y de "otras partes distantes" que venían a buscarlos. 136
Como se observa, la economía de subsistencia mapuche se caracterizaba por su alto desarrollo
productivo y por un fluido intercambio de mercancías entre los distintos linajes y, tras el contacto, con
los centros poblados huincas. A partir de aquí, se desprende que este tipo de economía no implicaba
únicamente la satisfacción de sus necesidades alimenticias básicas, sino que también incluía la
subsistencia de su forma de vida, por lo que los rituales, las festividades, las ceremonias y el prestigio
también deben considerarse como elementos integrantes de ella. Por lo demás, debemos recordar que
son muchos los investigadores que han sostenido que el desarrollo económico de algunas sociedades
ágrafas pudo haberse dado de forma endógena, es decir, no necesariamente por el contacto con los
129
José Toribio Medina, colección de documentos inéditos, tomo XIII.
130
Lobera, op. cit., p. 123.
m Pedro de Valdivia, "Carta a Carlos V, Concepción 15 de octubre de 1550", en Claudio Gay, Historia Física y Politica de Chile.
Documentos, tomo I, Imprenta de Maulde y Renou, París, 1846, p. 123_
132
!bid., p. 126.
133
Valdív.ia, "Carta a Carlos V, Concepción, 25 de septiembre de 1551", en Gay, Documentos, tomo I, pp. 141-142.
134
Lobera, op. cit., p. 124.
135
González de N¡ijera, op. cit., p. 87.
136
Pineda y Bascuñán, op. cit., p. 329. Por tratarse en su mayoría de productos de agua salada, es muy probable que se refiera al lago Budi.
39
137
europeos, antecedente que nos ayuda a clarificar que la presencia hispana, si bien generó una serie de
variaciones en la estructura socioeconórnica mapuche, no originó su alto desarrollo productivo, sino que,
más bien, lo potenció. En este sentido, junto con Herskovits, podernos decir que "las costumbres
influyen profundamente sobre el modo en que un pueblo reaccionará a los posibles cambios derivados
de las invenciones y los descubrimientos hechos en su seno, o de las ideas y técnicas reveladas por el
contacto con otras culturas". 138

LAS INCONVENIENCIAS DE HABLAR DE UNA ECONOMÍA DE EXCEDENTES

Según Sergio Villalobos, uno de los grandes elementos culturales que los mapuches adquirieron de los
españoles fue la economía de excedentes. 139 Por su parte, Bengoa sostiene que una economía basada en
la propiedad privada y en la acumulación reemplazó a la economía de subsistencia que se apreciaba en el
siglo XVI. 140 En igual sentido, Boceara apunta que una de las grandes diferencias que se advierten entre
los 'jefes' mapuches del siglo XVI y los del siglo XVIII, se funda en el ámbito económico, ya que de la
simple obtención de trofeos con el fin de adquirir prestigio, se pasó a una acumulación de riquezas con
el objetivo último de acaparar funciones organizativas de carácter político, económico y guerrero. 141
Pues bien, en los siguientes párrafos intentaremos demostrar que la estructura socioeconómica
mapuche jamás llegó a constituirse en una 'economía de excedentes'. Además, intentaremos demostrar
que uno de los problemas de quienes sostienen esta opinión radica en prestarle demasiada atencíón a
ciertos puntuales aspectos externos y obviar algunos importantes aspectos internos, situación que los
lleva a querer encasillar a cada grupo humano dentro de una economía determinada, siendo que ya han
pasado casi ochenta años desde que Daryll Forde señaló claramente que "Los hombres no viven en tales
o cuales estados económicos. Poseen economías y, además, no nos encontramos con economías
concretas y exclusivas, sino con combinaciones de ellas". 142
Para partir, debemos tener en cuenta que hablar de economía de excedentes es, en gran medida,
entrar en. el contexto de una sociedad poseedora de una economía de mercado de corte capitalista, como
la nuestra. Y como bien señaló George Dalton, en las economías precapitalistas "no puede aplicarse

137
Harold Schneider, "Economic Development and Anthropology'',Annual Revíew ofAnthropology, vol. IV, 1975, p. 273. También véase:
Dav:id Pitt, Traditíon and Economic Progn~ss in 5Jamoa, A Case Sl.lu~r t.Jf the Role of Tmditíonal .'wcial Instí/l.ltíons in Ewnomic
Development, Clarendon, Oxford, 1970. :rvlichael Moerman, Agrícultural (Jtange and Peasant Choice in a I1mí Víllag•~, Un.íversity
California, Berkeley, 1968. R.F. Salisbmy, V1mamamí: Economíc Tran.~-.formatíon in a Tradítional Society, Uníversity Califomia, Berkeley,
1970. Cyril Belsahaw, Under the lvi Tree: Society and Economic Grm•;th in Rural Fiji, Un.íversity California, Berkeley, 1964.
m Herskovits,Antropología económica... , p. 81.
139
ViHalobos, "El avance de...", op. cit., p. 16.
140
Bengoa, Historia del pueblo ..., p, 68.
141
Boceara, Los vencedores... , p. 392.
142
Daryll Forde, Hahitat, Economy and S'ociety, Methuen, Londres, 1934, p. 461.
40
143
fructíferamente la teoría económica occidenta1''. Sin embargo, a pesar de este significativo
inconveniente, en términos generales podemos decir que una economía de excedentes es aquella en
donde existe un remanente que excede a la producción destinada a satisfacer "las necesidades básicas de
la sociedad y el consumo corriente". 144 Pues bien, considerando que las necesidades básicas de una
formación social no sólo incluyen la satisfacción alimenticia, sino que también todo lo que va aparejado
a la reproducción de la vida social, podemos decir perfectamente que los mapuches jamás llegaron a
practicar una economía de este tipo. Como dijimos, creemos que el problema de tachar de 'excedentes'
lo que claramente no fue más que un alza productiva, radica en la tendencia a analizar sólo los aspectos
visibles de la economía mapuche y no profundizar en sus formas internas y en sus objetivos de fondo.
En general, juzgamos que el problema central de quienes sostienen la idea de una lenta pero segura
transición hacia una economía de excedentes, radica en la inconveniencia de analizar bajo el prisma de
modelos, conceptos o premisas capitalistas --o propias de la actual economía de mercado--, a
formaciones sociales precapitalistas, ya que se corre el riesgo de obviar importantes aspectos de los
ámbitos sociales y políticos y su conexión con lo propiamente económico. De esta forma, considerando
que para el siglo XVIII la economía de subsistencia mapuche había alcanzado una alta productividad en
base a elementos agropecuarios hispanos, se hace claro que estos autores fijan su atención en los grandes
rebaños de vacunos, ovinos y caballares; en la producción de mantas y ponchos y en el nutrido
intercambio con el mundo huinca, es decir, están poniendo la vista únicamente en los productos y sus
formas de producción, lo que los lleva a catalogar de 'excedente' a bienes y mercancías destinadas a
satisfacer la reproducción de la torma de vida mapuche. En este sentido, coincidimos con Sonia
Montecino cuando sostiene que "el excedente producido estaba estrechamente conectado con las
necesidades de reproducción de los procesos de trabajo y de las relaciones sociales implicadas en
ellos". 145 Por lo demás, en lo que respecta al abundante intercambio con los huincas, 146 creemos que una
buena parte del "excedente" que algunos investigadores han creído ver, no fue más que el depósito de
las mercancías intercambiadas, junto a los regalos y botines provenientes del campo hispano, por lo que

143
George Dalton, "Teoría económica y sociedad económica". En Maurice Godelier, (comp.), Antropología y economía, Anagrama,
Barcelona, 1976,p. 205.
144
Diccionario de Economía para Estudiantes.
145
Sonia Montecino, La sociedad mapuche entre los siglos XVI y XIX. Su transformación estructural, Tesis para optar al grado de
Licenciado en Antropología. Universidad de Chile, Santiago, 1980, p. 19.
146
Sobre los intercambios entre las diversas agrupaciones autóctonas de ambos lados de la cordiHera y los diversos centros hispanos, así
como sobre algooas de las variaciones e:<.:perimentadas por los linajes mapuches en el ámbito econólnico, véase: León, Leonardo León,
Maloqueros y conchavadores en Araucania y las pampas, 1700-1800. UFRO, Temuco, 1990. Trunbién Miguel Ángel Palermo, "Mapuches,
Prunpas y mercados coloniales", en Noticias de antropología e historia, NA YA, Buenos Aires, 1999, W\vw.etnohistoria.com.ar; y "La
innovación agropecuaria entre los indígenas prunpeano-patagónícos: génesis y procesos", Anuario IEHS N° 3, Tandíl, 1988, pp. 43-90.
41
siguiendo a Kalervo Oberg, creemos que este "excedente es como fruta caída del cielo, ya que no altera
el sistema económico básico de la tribu misma". 147
Por otra parte, en lo que respecta a la supuesta 'aparición' de la propiedad privada que sostiene
Bengoa, debemos señalar que desde hace varios años son muchos los investigadores que han sostenido
que las formaciones sociales pre-capitalistas igualmente poseen lo que se denomina propiedad privada.
La gran diferencia, es que en estas sociedades ésta no es en absoluto similar a como nosotros la
entendemos. En primer lugar, en este tipo de comunidades la estructura sociocultural cumple un
importante rol en lo que se entiende por propiedad individual. A partir de esto, podemos decir que en
toda formación social el individuo sabe claramente cuales son las cosas le pertenecen, sin embargo, su
relación con ellas dependerá, en gran medida, de las pautas culturales del grupo en el que se inserta. 148
En este sentido, Philip Drucker ha señalado que en ciertos grupos indígenas de California "la propiedad
individual... no significa el derecho exclusivo de uso, sino una especie de mayordomía". 149 En igual
línea, Herskovíts sostiene que "el factor último y determinante de lo que es propiedad, y lo que no lo es,
debe buscarse en la actitud del grupo de cuya cultura tomemos el ejemplo de propiedad de que se
150
trate". Por todo esto, ya tempranamente, a finales del siglo XIX, Emile de Laveleye señaló que "es la
conducta de la comunidad, y no la inclinación del individuo, lo que debe investigarse". 151
Centrándonos en el caso mapuche, creemos que el aumento de su ya alta productividad, así como
el ingreso de los productos hispanos, sea por intercambios, regalos o por botín de guerra, no «rigidizó la
propiedad privada" sobre los remanentes conseguidos, 152 ya que la estructura sociocultural de los linajes,
en especial la reciprocidad interna contenida en éstos, logró regular el aumento de bienes y las relaciones
sociales, situación que coincide con lo sostenido por Herskovíts, quien señaló que "el acto de compartir
los bienes de que se dispone no implica necesariamente ausencia del sentido de la propiedad". 153 Por lo
demás, considerando que estamos hablando de una 'sociedad de prestigio', es evidente que a todo
mapuche, haya sido cona, capitaneja, toqui o lonco, le interesaba en sobremanera que toda la comunidad
supiera cómo había conseguido sus 'propiedades', cuál era su cantidad y corno la gastaría. Y esto,
porque la fonna de adquirirla, la cantidad y, principalmente, el gasto ostensible de esta riqueza -en
rituales, festejos o regalos-, eran tres de las más importantes formas de obtener o acrecentar el

147
Kalervo Oberg, "Types of Social Structure among the Lowland Tnbes of South and Central America". En Daniel Gross (comp.),
Peoples and Culture ofNative South America, Doubleday, New York, 1973, p. 196.
148
Herskovits, Antropología económica ... , passim. También Herskovits, El hombre y sus... , passim.
149
Philip Drucker, "Rank,. wealth and Kinship in Northwest Coast Society", American Anthropology, vol. XLI, 1939, p. 59.
150
Herskovits, Antropología económica... , p. 294.
m Emite de Laveleye, PrimÍtive Property, Macrnillan, Londres, 1878, p XL
152
Pablo Ortúzar Madrid, "Las instituciones económicas mapuche: 600 años de subsistencia", ww.iusnovum.com
153
Herskovits,Antrapalogía económica ... , p. 342.
42
prestigio, elemento que, según veremos más adelante, explica en gran medida la abundancia productiva
de los linajes mapuches.
Como se aprecia, el entramado económico mapuche estaba fuertemente influenciado por los
aspectos sociales, políticos e ideológicos de su estructura socioculturaL En este sentido, aunque con
respecto a las formaciones sociales precapitalistas en general, Denisse Paulme señala que en el proceso
económico existe una manifiesta interdependencia entre los factores individuales y sociales. 154 Por su
parte, Kart Polanyí indicó que "la economía del hombre, generalmente, queda sumergida bajo sus
relaciones sociales". 155 Malinowski, por su parte, también señaló que en las sociedades pre-estatales el
aspecto económico se encuentra muy vinculado a los aspectos sociales e ideológicos. 156 Y de manera
más puntuaL Bridget O'Laughlin nos indica que "el modo de producción sólo puede ser analizado en
relación con la formación social en total". 157 Por otra parte, en cuanto al movimiento de productos o
mercancías, Douglas e Isherwood sostienen que éstas, además de su valor de uso, poseen la cualidad de
entablar y conservar relaciones sociales. 158 Todo esto, ha hecho que Dalton señale que "las transacciones
económícas no puedan entenderse fuera de la obligación social". 159
En concreto, si bien es cierto que el contacto con los españoles provocó en los linajes mapuches
una evidente variación en los productos explotados, principalmente agropecuarios, y un considerable
aumento en los intercambios, creemos que la llegada de estos productos y elementos culturales sólo
vinieron incrementar y diversificar una producción ya de por sí alta. Además, pensamos que este
incremento productivo, a pesar de generar una serie de variaciones en lo que a las formas de producción
se refiere, no provocó un radical cambio en lo que respecta a las relaciones sociales en general. Por lo
demás, creemos también que esta alza productiva no se destinó a ninguna especie de acumulación de
capital de tipo occidental, sino que, sencillamente, se destinó a satisfacer las mismas necesidades
sociales básicas de siempre, solo que ahora en mayor abundancia. Por todo esto, sostenemos que si bien
un incremento en el desarrollo productivo puede considerarse como un excedente, esto en ningún caso
predice el cambio o la transición a una economía de excedentes de corte occidental. En este aspecto,
concordamos con Bridget O'Laughlin cuando señala que "la existencia de excedentes es dialécticamente
definida por las fuerzas y las relaciones de producción". 160 Y convenimos también con Alejandro
Bazalote, en cuanto a que en las "economías primitivas ... , el uso de categorías tales como la reciprocidad

154
Denise Paulme, Organization Sociale des Dogon, Domat-Montchrestien, Paris, 1940. Citado por Herskovíts,Antropología... , p. 17.
155
Kart Polanyi, The Great Transfonnation, Beacom Press, New York. Tomnío, 1944, p. 46.
156
Bronislaw Malínowski, Los argonautas del Pacifico occidtmtal, Ediciones Península, Barcelona, 1975, passim.
m Bridget O'Laughlín, "Marxist Approaches ín Anthropology", Annual Review ofAnthropology, vol. IV, 1975, p. 367.
m Mary Douglas y Baron Isherwood, El mundo de los bienes. Grijatbo, México. 1990, pp. 74-75.
m Goorge Dalton, "Teoría económica y sociedad económica". En Maurice Godelier, (comp.), Antropología y economía, Anagrama,
Barcelona, 1976, p. 205.
!M O'Laughlín, op. cit., p. 363.
43
resulta mucho más esclarecedor para comprender la lógica de circulación de bienes y servicios que las
interpretaciones centradas en el análisis de oferta y demanda". 161
En definitiva, creemos que el error de quienes sostienen que los mapuches entraron en una
paulatina pero segura mutación hacia una economía de excedentes es, como sostiene Arturo Leiva,
tomar demasiado en cuenta no sólo lo que ocurrió después de la conquista, sino que también lo que
ocurrió tras la ocupación chilena. En este sentido, como bien se ha dicho, la "realidad no puede ser
entendida sobre la superficie de las cosas". 162 Además, en lo que se refiere a las formas económicas,
coincidimos plenamente con Marcel Mauss, quien acertadamente ha señalado que "Hay otras morales
aparte de la del mercader. No todo esta clasificado en términos de compra y venta". 163

UNA ECONOMÍA DE PRESTIGIO: SIGLOS XVI, XVII Y XVIII

Como ya sabemos, en las sociedades sin poder político efectivo la acumulación de riqueza destinada a la
obtención de prestigio era una decisión personal de cada sujeto. 164 Para el caso mapuche, al tratarse de
una "sociedad de prestigio', es claro que deben haber existido muchos interesados en producir este tipo
de sobrante, algo que advirtieron claramente los primeros observadores hispanos al hacer la distinción
entre caciques ricos y pobres. Ahora, si bien esta distinción se basaba en el número de esposas, lo cierto
es que para adquirirlas era necesario poseer una cantidad suficiente de bienes para dar a cambio y para
financiar los festejos, lo que hace evidente la existencia de un considerable porcentaje de producción
destinado a este fin. A partir de esto, creemos que el objetivo de la producción reservada para la
adquisición de prestigio era, en cierta medida, doble. En primer lugar, lo más inmediato, gastarlo en
regalos, rituales y festejos con el fin de hacer alarde de generosidad ante sus congéneres y ganar así su
respeto; y en segundo lugar, insertarlo en los circuitos de obtención de esposas, ya que un gran número
de éstas permitía, a la vez, impresionar y aumentar la capacidad productiva, lo que a la larga igualmente
redundaba en un aumento de prestigio. Como bien señala Sonia Montecino, "El individuo que poseía un
165
mayor número de esposas estaba en mejores condiciones de reproducir su propio estatus".
Por todo lo anterior, creemos que el trasfondo sociocultural de las distintas etapas por las que
transitó la economía mapuche --en lo que respecta a productos, modos de producción e incrementos o
caídas productivas-, se ciñen a lo que Melville Herskovits llama 'economía de prestigio', la cual, en
términos generales, sería "un sistema cabeza abajo, en el que la ganancia viene por medio del

161
Alejandro Baiazote, "El debate entre fonnaiístas y sustantivistas y sus proyecciones en la Antropología Económica", en Hugo
Trinchero, Antropología económica, Eudeba, Buenos Aires, 1998.
162
O'Laughlin, op. cit., p. 343.
163
Maree! Mauss, "Ensayo sobre los dones, razón y fonna del cambio en las sociedades primitivas". En Marcel Mauss, Sociología y
Antropología, Tecnos, Madrid, 1979,p. 246.
164
Sahlins, op. cit., p. 140. Service, op. cit., pp. 66 et seq.
165
Montecinos, op. cit., p. 26.
44
desembolso más que por medio del ahorro, y donde se reserva la posición más elevada a los que más
ostensiblemente gastan". 166 Pero para sobresalir en base al gasto, es necesario que la producción sea lo
suficientemente alta como para cubrir las necesidades alimenticias y sociales básicas, razón por la que
Herskovits sostiene que "la economía de prestigio sólo puede operar donde los mecanismos de
167
producción proveen de más de lo necesario para satisfacer las necesidades alimenticias".
Como vimos en los párrafos anteriores, la economía de subsistencia mapuche se caracterizaba por
un desarrollo productivo que sorprendió grandemente a los europeos. Pues bien, es evidente, e
indiscutible, que la llegada de los españoles generó una serie de variaciones en esta economía,
principalmente por la introducción de nuevos cultivos, ganados y bienes adquiridos tanto en
intercambios pacíficos como en las guerras. Sin embargo, a la luz de los antecedentes, creemos que estas
variaciones en las formas de producción no alteraron en lo absoluto las relaciones sociales en ellas
contenidas, ni produjeron revolución social alguna, como supuestamente debería ocurrir si nos atenemos
a las tesis de teóricos postmarxistas, como Raymond Aron. 168
Aunque coincidimos con quienes sostienen que el aspecto económico se encuentra estrechamente
vinculado a los aspectos sociales, políticos e ideológicos, creemos que las variaciones experimentadas
por uno de éstos no necesariamente conlleva a la variación drástica de los otros; por lo que coincidimos
con Sonia Montecino cuando señala que "si bien la instancia económica se ve modificada por las
contingencias de producir hoy para la guerra, y por la intensificación de una nueva rama productiva
(ganadería) y del trigo, las relaciones que definen dicha esfera no varían". 169
Pues bien, al hablar de formas de producción nos referimos a todas aquellas actividades capaces de
generar bienes materiales, corno la agricultura, la producción de chichas y ponchos, la ganadería, la
pesca y la recolección. Sin embargo, a partir del contacto con los españoles, la guerra comenzó ha
adquirir una gran importancia corno actividad productiva destinada a la obtención de riqueza y, a través
de ésta, prestigio. Ahora, si bien la guerra debe haber sido una fuente de ingresos materiales desde antes
de la llegada de los hispanos, lo cierto es que los nuevos objetos y productos traídos por éstos la hicieron
mucho más fructífera y, por ende, atractiva. De hecho, las evidencias del afán por apropiarse del botín y
exhibirlo, con el fin de adquirir o acrecentar el prestigio del afortunado, son abundantes. 170 Por ejemplo,

166
Herskovits, El hombre y sus... , p. 318.
167
Ibid., p. 314.
168
Raymond Aron, !vfain Currents in Sociological Thought, Vol. L Montesquteu, Comte, Marx, Tocquevtlle, Doubleday, Garden City, New
Yor~ 1965. Más puntualmente, Aron profundiza en la contradicción entre las fuerzas y las relaciones de producción. Así, el modo de
producción determinaría las relaciones de producción, pero cuando el desfase entre ambos se hace demasiado amplio, la tensión forzaría la
revolución y un cambio de las relaciones de producción.
169
Montecinos, op. cit., p. 68.
170
Sobre los significados y formas con que se encaraba la guerra, véase: José Manuel Zavala, "Teoría y práctica indígenas de la guerra en
las fronteras de la América hispánica del siglo XVHI: el caso de los mapuche o araucanos". En David González Cruz (coordinador),
Propaganda y mentalidad bélica en España y América d11rante el siglo XVIII, Ediciones del Ministerio de Defensa, España, 2007.
45
ya en la Batalla de Tucapel, donde encontró la muerte Pedro de Valdivia, el cronista Mariño de Lobera
señaló que los mapuches se llevaron "muchos despojos así de las joyas y armas de los nuestros como del
bagaje y vajilla del gobernador... aparte la perdida de los caballos, que valían más de doscientos mil
ducados". 171 Por su parte, Góngora y Marmolejo señaló que tras el triunfo de Tucapel "se juntaron todos
los indios y repartieron toda la ropa y despojo por su orden entre los señores, y al... que después se llamó
Lautaro... le dieron la parte que él quiso tomar". 172 Más tarde, tras el triunfo mapuche en la Batalla de
Marihueñu, Lobera señaló que éstos volvieron al campo de batalla en busca del botín, en el que se
contaban utensilios y bienes "de grande precio, como plata labrada, joyas de oro, vestidos ricos, tejos de
oro, espadas, lanzas y arcabuces". 173 Poco después, antes de incendiar la ya vacía ciudad de Concepción,
Lautaro, con el fin de exhibirlo ante sus pares, "recogió todas las riquezas y muebles de que estaban
llenas las casas y tiendas, desenterrando muchas cosas de precio". 174 Igualmente, Góngora y Marmolejo
señaló que en la Batalla de Millarapue Caupolicán exhortó a sus canas a que "peleasen animosamente,
teniendo tino a la victoria, de la cual todos quedarían ricos, pues [los españoles] traían grandes
cantidades de ropas, caballos y otras muchas preseas de que habían de estar muy regocijados, pues les
cabría tanta parte de el despojo a todos en general". 175
Pero los bienes arrebatados al "otro", como señala León, también actuaban "como un mecanismo
compensatorio de las pérdidas inflingidas genéricamente por los enemigos". 176 En esta línea, Silva
señala que hacia el siglo el XVI cualquier lonco que convocara a una acción militar debía asumir el
"costo de las bajas experimentadas por sus confederados" ya sea con animales u otros bienes. 177 Pues
bien, ya entrado el siglo XVII, como señaló Rosales, ante cualquier mal suceso ocurrido durante las
acciones armadas ••te echan la culpa al Toqui general que convocó los soldados para la guerra y ha de
pagar las muertes con chicha y ovejas de la tierra y con hacer otra suerte buena". 178 Más claro aun,
Rosales señaló que durante una junta convocada en 1621, el toqui Lientur le garantizó a los loncos que
sus conas volverían salvos, victoriosos y con muchos bienes hispanos, pero que en caso contrario, "él
salía a todos los daños que le sucediesen y a pagar la muerte de los soldados si acaso muriese alguno,
que hacienda tenía de la que había quitado a los españoles para todo y pensaba traer mucha más". 179
Lamentablemente para el toqui, la campaña terminó en fracaso, por lo que vuelto a sus tierras, le

111
Lobera, op. cit., p. 156-157.
172
Góngora y Marmolejo, op. cit., p. 38.
173
Lobera, op. cit., p. 170.
174
!bid., p. 175.
175
Góngora y Marmolejo, op. cit., p. 75.
176
Leonardo León, "Mapu, toquís y weíchafes durante la primera Guerra de Arauco, 1546-1554", Revista de Ciencias Sociales,
Universidad de Valparaíso, 1995, p. 29'2.
171
Osvaldo Silva, "Hacia una redefmícíón de la sociedad mapuche en el siglo XVI, Cuadernos de Historia N° 14, Santiago, 1994, p. 1 l.
m Rosales, op. cit., tomo I, p. 135.
179
!bid., tomo II, p. 652.
46
"pidieron los parientes y las mujeres de los muertos ... que les pagase las muertes, pues se había obligado
a la satisfacción y a la paga, y allá se compusieron a su modo, con que todos quedaron contentos y
satisfechos". uro También con respecto a la convocación de asambleas, en 1614 el padre Falcon declaró
que las juntas guerreras eran sustentadas por "la provincia que los llamó y congregó ... , dándoles de
comer carne de vaca, caballo, carneros y ovejas y mucha chicha que tienen hecha para cuando
lleguen". 181 Por su parte, Rosales señaló que ningún lonco llamaría a ')unta si no ay chicha y que comer,
y fuera cosa vergonzosa el juntarlos a secas y que le dieran en cara con ello y le dijeran que era un
pobretón o un menguado y no hicieran caso de él". 182
Se hace evidente que la obtención de botín en base a los triunfos militares mantuvo sus mismos
objetivos a lo largo de los siglos XVI y XVII. El incremento de riquezas que estos triunfos acarreaban,
significaba para los toquis -o Zancos que ejercían labores militares- poseer la suficiente cantidad de
recursos para convocar asambleas y campañas guerreras y, en caso de derrota, paliar las pérdidas.
Además, los bienes adquiridos les daban la posibilidad de mostrarse generosos en el reparto de bienes,
fiestas y favores, lo que a larga significaba un incremento en el prestigio, el que se plasmaba y
aumentaba mediante la ampliación de los vínculos y las relaciones sociales (matrimonios, alianzas, etc.).
En tomo a esto, el profesor Silva ha señalado que los enseres o botines quitados al español le otorgaban
183
un status especial "a quien los desplegaba ante la asombrada vista de sus congéneres". Sobre el caso
del Lautaro, Silva ha señalado que éste "acrecentaría su prestigio tomando mujeres de los linajes locales
y mostrándose generoso al momento de repartir el botín". 184 Lo mismo sostiene Leonardo León, para
quíen el botín, además de su valor material, actuaba como un elemento que otorgaba prestigio al que lo
185
poseía y exhibía. En esta senda, para comienzos del siglo XVII, véase el caso del toqui Butapichún,
quien tras nacer y vivir en zonas fronterizas controladas por los iberos, se unió a los mapuches en armas
y gracias a sus triunfos militares adquirió fama, riquezas y prestigio, lo que le significó convertirse en
una de las principales autoridades mapuches convocadas por el Marqués de Baides para suscribir las
186
"Paces de Quillín". Más aun, podemos decir que la apropiación de botines de guerra no era sólo
privilegio de Zancos o toquis, por el contrario, cada cona podía apropiarse de todos los bienes que sus
capacidades y posibilidades le permitieran. Como señaló Pineda y Bascuñán, "cada uno en su

180
!bid., tomo II, p. 653.
181
Zapater, "Testimonio de un cautivo... ", op. cit., p. 319.
182
Rosales, op. cit., tomo I, p. 138.
un Osva[do Sílva, "Guerra y trueque como factores de cambio en la estructura social. Una aproximación al caso mapuche", en GuíHermo
Bravo (editor), Economía y Comercio en América Hispana, Serie Nuevo Mundo: Cinco Siglos N" 5, Santiago, 1990, p. 88.
184
Osvaldo Silva, "Alianzas bélicas y divisiones territoriales mapuches entre los siglos XVI y XVIII", Cuadernos de Historia N° 24,
Santiago, 2005, p. 40.
185
León, "Mapu, toquis y ... ", op. cit., p. 292.
136
Ricardo Latcham, "La capacidad guerrera... ", op. cit., pp. 85 et seq.
47
parcialidad y en sus casas es tenido y acatado conforme sus caudales y el séquito de deudos y parientes
que le asiste". 187 En igual línea, Diego de Rosales señaló:

En el repartimiento y distribución de los despojos en la guerra, de armas, caballos,


ganados, ropa o cautivos, no ay mas ley ni orden que la buena maña que uno se da a coger
y a aprovecharse de la presa, porque entre ellos el que pilla pilla y el que llega primero a
coger una cosa o la señala, se la lleva, sin obligación de quintar ni de dar cosa alguna al
Toqui general ni al capitán, ni repartir entre los que guardan el bagaje. 188

Por todo esto, creemos que es erróneo suponer que la lógica guerrera de los siglos XVI y XVII,
haya sido reemplazada en el XVIII por la lógica económica-política planteada por Boceara. Además,
debemos recordar que el propio Boceara sostiene que en el siglo XVIII la acumulación de riqueza estaba
directamente relacionada con las maloca<;. 189 ¿Y no son acaso las malocas una incursión militar en
pequeña o mediana escala? 190 Está más que claro que un maloquero constantemente rechazado en sus
incursiones dificilmente habría podido acumular riqueza, y dificilmente habría ganado prestigio entre
sus conas o grupo de parentesco. Por otra parte, sin prestigio jamás hubiera podido alzarse como
representante ante los españoles, de modo que podemos decir que en el siglo XVIII, al igual que en los
anteriores, es la lógica guerrera y económica en conjunto la que otorga el prestigio suficiente como para
adquirir 'autoridad' y convertirse en un intermediario reconocido tanto por mapuches como por
hispanos. Como bien señaló Martínez de Bemabé, "el indio más vil, que adquiere hacienda, es más
respetado y conocido por guilmen, (o rico), epíteto suficiente para tener más parciales y obedientes". 191
En base a los antecedentes presentados, creemos haber dejado claro que si bien a lo largo de los
siglos XVI, XVII y XVIII las formas productivas mapuches experimentaron evidentes y considerables
variaciones, las relaciones sociales contenidas en éstas no tuvieron cambios sustanciales. En general, las
variaciones económicas experimentadas a partir de la llegada de los europeos sólo se manifestaron en la
forma, pero no en el fondo. Sobre esta base, al tratarse de una 'economía de prestigio', se hace evidente
que un importante porcentaje de la producción de bienes era destinada, por muchos, a la obtención de
respeto, prestigio y 'autoridad'. Además, el volumen de esta parte de la producción dependía de la
voluntad del individuo, y su consecución podía realizarse mediante las formas y productos tradicionales,
o en hase a las formas, productos y elementos adoptados del mundo hispano.

187
Pineda y Bascuñán, op. cit., p. 121.
188
Rosales, op. cit., tomo I, p. 134.
189
Boceara, Los vencedores ... , pp. 304 et seq.
l% Los vocablos maloca y malón aparecen definidos en: Luis de Valdivia, Arte, Vocabulario y C.onfésionario de la Lengua de Chile
compuesto por Luis de Valdivta, t?díción .fácsimilardt? J. Platzmann, B. G. Teubner, Leipzíg, 1887. Fray Diego de Ocaña, Viaje a Chile:
Relación del viaje a Lnile, año de 1600, contenida en la crónica de viaje intitulada ''A través de la América del Sur', Editorial
Universitaria, Santiago, 1995. Además, tanto maloca como malón aparecen en la edición de 1914 de 1a Real Academia Española.
191
Pedro Isauro Martínez de Bemabé, La verdad en campaña. Relación histórica de la plaza, puerto y presidio de Valdivia, (1782),
Biblioteca Geográfico-hidrográfica de Chile, Imprenta Elzeviriana, Santiago, 1907, p. 102. ·
48
En síntesis, creemos que en el caso de la economía, la presencia hispana nuevamente vino a
potenciar más que a cambiar los tradicionales patrones culturales mapuches. Por lo demás, creemos
también que esta acumulación productiva, a la que Villalobos, Bengoa y Boceara llaman 'economía de
excedentes', no se hacía con el fin de reinvertida y generar así más riqueza material. Muy por el
contrario, pensamos que un gran porcentaje de esta 'acumulación' estaba destinada a la obtención de un
intangible: el prestigio. Además, como veremos más adelante, para el siglo XIX cualquier acumulación
de riqueza que no fuera prontamente insertada en los circuitos de obtención de esposas, o consumida en
festejos y agasajos, se constituía· en una fuente de desequilibrio y su poseedor era rápidamente
despreciado, aislado o atacado. Así, como bien ha señalado Elman Service, en "la sociedad primitiva...
los bienes que se usan son capital social, no económico". 192

LA ECONOMIA DE PRESTIGIO DURANTE EL SIGLO XIX


Es más que evidente que hacia comienzos del siglo XIX la economía mapuche había experimentado una
serie de modificaciones producto del contacto con los españoles. La caza, la recolección y la agricultura
le han dado el paso a la producción de textiles y a la ganadería en gran escala. Sin embargo~ a pesar de
estas variaciones, creemos que uno de los objetivos de fondo de la alta producción económica mapuche
continuaba siendo, al igual que en los siglos precedentes, la obtención y mantención del prestigio.
Para el siglo XIX, José Bengoa sostiene que debido a la supremacía que adquiere la ganadería, la
sociedad mapuche comienza paulatinamente a adquirir las características de un 'señorialismo ganadero',
lo que presupone la emergencia de 'señores' que de una u otra forma lograron monopolizar la
adquisición de ganado. Pues bien, nosotros creemos que la documentación existente no da pie para una
afirmación de este tipo, ya que las evidencias nos muestran que, al igual que los siglos anteriores, la
posesión y la acumulación de ganados era un derecho al cual podía acceder cualquier individuo. Así por
ejemplo, en 1817, durante el inicio de los enfrentamientos entre republicanos y monarquistas en la
región fronteriza, los loncos de la zona de Angol les manifestaron a las recién instaladas autoridades
republicanas que eran los mocetones los que se empeñaban en los robos y salteos. 193 Como se aprecia,
no solo los Zancos principales tenían el patrimonio de los malones y del acopio de ganados y riquezas.
Como en los siglos anteriores, cualquier individuo con bríos y acólitos podía arriesgarse ha emprender
acciones de acumulación de riquezas con el fin de repartirlas o gastarlas aparatosamente, para adquirir
así el prestigio suficiente como para ascender en la 'escala social'. En este sentido, con respecto a los
nativos de las Islas Salomón, Hogbin ha señalado que "cuantas más fiestas da un hombre y más pródigo

192
Servíce, op. cit., p. 31.
193
"Carta de Ruiz a O'Higgins, Los Ángeles, 15 de septiembre de 1817", Archivo Nacional Fondo Ministerio de Guerra (en adelante
ANMG), vol. 49, pp. 30-31.
49
194
se muestra en la provisión de alimentos a sus invitados, mayor es su prestigio". Sin embargo, como
señala Herskovits, este ascenso en la 'escala social' que genera la riqueza y al prestigio, engendra tanto
ventajas como obligaciones, ya que "los hombres ricos ganan prestigio y seguridad, no atesorando~ sino
195
mediante una juiciosa distribución". En este sentido, podemos decir que el botín adquirido por los
canas en sus malones era destinado por algunos de éstos a la ostentación y, posteriormente, al gasto
ostentoso y a la obtención de esposas con e1 fin de adquirir fama y respeto, por lo que perfectamente
196
podríamos decir que estas acciones son lo que Bamett denomina '"inversiones de prestigio".
Un caso emblemático de "ascenso social" en base al prestigio generado por la conjunción de
valores tales como la valentía, la inteligencia, la elocuencia, la producción de riqueza y su gasto
generoso~ es el del lonco arribano Mangín Huenu, quien hacia el año 1800, a la edad aproximada de
veinte años, reunió una partida de maloqueros y emigró a las pampas argentinas, lugar en donde logró
acumular ganados y riquezas de todo tipo, distinguiéndose además como valiente guerrero y como
hombre de buen consejo. 197 Después de algunos años Mangín regresó a Chile, y gracias a la riqueza y al
prestigio conseguido se le reconoció la categoría de 'cacique', convirtiéndose con el tiempo en el más
prestigioso, afamado, poderoso y respetado lonco arribano. 198 Por lo demás, el profesor José Bengoa ha
señalado que Mangín dividía equitativamente entre su gente el botín obtenido en sus correrías,
199
conformándose él "con la parte proporcional que le correspondía". Este dato hecha por tierra las
afirmaciones del propio Bengoa en cuanto al surgimiento de un supuesto "señorialismo ganadero", ya
que el hecho de repartir el ganado en forma equitativa, anula inmediatamente cualquier posibilidad de
una acumulación de riqueza que lo elevara por sobre el resto de la población. Además, esto coincide con
lo visto por el estadounidense Edmond Smit~ quien hacia 1853 señaló que en las posesiones de Mangín
no se apreciaban ni grandes lujos ni gran ostentación de riqueza, salvo las dimensiones de su ruca y los
200
aperos de plata. Sobre esto mismo, Vicuña Mackenna apuntó que Mangín "era generoso de lo suyo y
de lo ajeno al punto de no tener más propiedad que su pajizo rancho"?01
Es claro que la riqueza de Mangín no era del tipo occidental, como esperó ver Smith, su 'riqueza',
muy posiblemente, estaba invertida en esposas, en agasajos, en donaciones y festejos, acciones que a la

194
Herbert Ian Hogbin, "SociaJ Advancement in GuadaJcanaJ, SaJomón Islands", Oceania, vol. VIII, N° 1, 1937, p. 290.
195
Herskovits,Antropología económica..., p. 370.
I% Homer Gamer Bamett, "The Nature of the Potlach'~ American Antlzropology, vol. 40, N" 3, 1938, pp. 351-353
197
Guevara, Las últimas familias ... , pp. 64 y 65. El ruio aproximado en que Mangín emigró a las pampas es dado por los iniormantes de
Guevara.. Su edad, aJ momento de partir, la hemos determinado en base a una carta en la que el propio Mangin señaJa que para el
Parlamento de Negrete de 1793 él tenía aproximadamente trece o catorce años. "Carta de Mangín Huenu al general Justo José de Urquiza,
tenitorio Indígena, 30 de abril de 1860", en Jorge Pavez Ojeda, Cortas Mapuche, siglo XLf, Ocho Libros/Colibris, Sru1tiago, 2008, p. 312.
1911
Guevara, Las últimas familias ... , p. 65.
199
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 60. Nota a pie de página N" 24.
200
Edmond Reuel Smítl1, Los Araucanos. O notas sobre una gira efoctuada entre las tribus indígenas de Chile meridional, Imprenta
Universitaria, Santiago, 1914, p. 159, 160 y 161.
:wi Bergamín Vicuña MackemJa, La Guerra a Muerte, Editorial Francisco de Aguirre, Santiago-Buenos Aires, 1975, p. 683.
50
larga le reportaban la verdadera riqueza: el prestigio, la consideración y el respeto de sus congéneres.
Creemos que si Mangín hubiese acumulado riqueza permanentemente, a la manera occidental, sin
insertarla en los circuitos de obtención de esposas y en gastos suntuarios de donaciones y festejos, su
prestigio habría decrecido rápidamente y se hubiera visto expuesto a la murmuración y al ataque. Esto es
lo que parece haberle ocurrido al lonco Melillán Juan Painemal, cuando su hasta entonces aliado,
Lorenzo Colipí, decidió maloquear/o debido a la gran cantidad de animales que poseía, a los cuales,
según Colipí, "los cuernos se les llegan a podrir de viejos", por lo que había "que quitarle una parte"?02
También sobre este derecho a incrementar su riqueza, que poseía cualquier individuo, Paul
Treutler señaló que un mapuche llamado Vointen, sin ser cacique principal, resultó ser propietario de
una abundante cantidad de ganado~ el que era custodiado por un vaquero chileno.Z03 Como se observa,
no solo toquis o loncos principales podían incrementar su riqueza, también podía hacerlo cualquier
individuo común, siempre y cuando la utilizara acorde a los patrones tradicionales.
Ahora, volviendo al supuesto giro dado por los mapuches hacia una economía de excedentes, los
antecedentes parecen demostrar lo contrario. Por ejemplo, hacia 1822 Thomas Leighton señaló que cerca
del río Toltén "varias indígenas visitaron hoy nuestro campamento, trayendo fresas, guisantes y piñones.
204
No les importaba el dinero, prefiriendo el trueque; en especial la sal tenía gran demanda". En igual
sentido, en diciembre de 1859 Treutler señaló que un mapuche al que había conchavado un trabuco,
volvió a los pocos días a devolvérselo, porque al no lograr manejarlo, éste "se había disparado solo,
dándole un golpe tan grande en la cara que por nada lo deja tuerto, y que, por no verse expuesto a que
aquel animal lo matase el día menos pensado, venía a devolvérmelo". Lo interesante de este hecho, es
que el viajero germano, conociendo el valor del arma, le ofreció a cambio "varias especies del mismo
valor.., sin embargo, el mapuche "no quiso llevar ninguna, prefiriendo a ellas una camisa lacre de
algodón que cuanto más valdría sesenta y cinco centavos y que se puso inmediatamente, volviendo
115
contentísimo a su reducción".Z Por otra parte, el mismo Treutler apuntó que el lonco Felipe Paillalef
poseía una gran bolsa con monedas de oro. Sin embargo, el viajero también señaló que la mayoría de los
mapuches cambiaban el oro por pesos de plata, para fundirlos y fabricar joyas y aperos. 206 Como se ve,
ya bien entrado el siglo XIX muchos mapuches que mantenían constantes tratos con los huincas
ígnoraban casi completamente el valor del dinero y carecían del sentido de las equivalencias, dos de los
principales factores de una economía de excedentes de tipo occidental. Pero con todo, al describir

202
Guevara, Las últimas.famílías... , pp. 156 y 157.
203
Paul Treutler, La provincia de Valdivia y los Araucanos, Imprenta Chilena, Santiago, 1861, p. 148.
204
Thomas Leighton, "Diario de la expedición militar al territorio indio, 1822", en Miers John, Travels in Chile and la Plata. Including
accounts respecting the Geography. Geology, Statistics.: Govemment, Finances, Agriculture, Manners and customs and the Minníng
Operation in Chile, II tomos, Baldwin, Cradock & Joy, Londres, 1826.
205
Treutler, op. cit., p. 158.
2D6 Itrid., pp. 192 et seq.
51
Treutler la forma de vida que se desarrollaba en las tierras de Paillalef, con convites, festejos y rituales
207
variados, queda claro que el lonco utilizaba su riqueza acorde a la usanza tradicional.
Por otra parte, las evidencias parecen indicar que los loncos que daban muestras de acumular
riquezas pennanentemente, no utilizándolas 'a la usanza', fueron muchas veces mal vistos por sus
coterráneos y, al parecer, terminaron mal por este motivo. Así por ejemplo, se dice que el llamado
Huínca Pinolevi, sobrino de Colipí, vestía "a la chilena", igual que sus hijas; que poseía casa en
Nacimiento y que realizaba constantes fiestas de gala a las que sólo invitaba a colonos y militares
chilenos.Z08 Pues bien, este Pinolevi, dada su cercanía con los chilenos y su 'occidental' modo de vida,
fue aborrecido incluso por loncos pertenecientes a su misma parcialidad (abajinos), razón por la que en
noviembre de 1868, en alianza con los arribanos, le dieron un malón que acabó con su vida. 209 Algo
similar ocurrió con Catrileo, yerno de Colipí, quien fue maloqueado el mismo día que Pinolevi, pero
logró escapar con vida.Z 10
Se podrá objetar a lo anterior que durante el siglo XIX muchos mapuches adoptaron costumbres o
elementos occidentales sin ser objeto del odio o el ataque de sus congéneres, como por ejemplo el
célebre Quilapán, quien según Ambrosio Letelier "tenía en su casa un preceptor chileno, que enseñaba a
sus hijos a hablar español, a leer, escribir, contar y recitar el catecismo".Z 11 Pues bien, el asunto aquí
parece ser que un mapuche podía perfectamente adoptar costumbres y elementos huincas, tal como en
los siglos anteriores, pero sin dejar de lado los deberes que sus propias prácticas y costumbres le exigían;
y en el caso de Quilapán, si bien es muy probable que éste haya adoptado algunos elementos culturales
huincas, es claro que los deberes para con sus pautas culturales los debe haber cumplido cabalmente, de
otra forma no se entendería el gran prestigio del que gozó hasta el día de su muerte.
Queda claro, entonces, que un considerable porcentaje del alto desarrollo productivo alcanzado por
la economía de subsistencia mapuche, era destinado por sus 'propietarios' a la ostentación y el gasto
notorio. Todo esto, con el objetivo de mostrarse generoso antes sus pares, lo cual, constituye la base de
la 'economía de prestigio' a la que se adscribían los grupos mapuches. Además, se hace también claro
que las acciones militares pasaron constituir una de las principales fonnas de incrementar la producción.
De esta forma, se hace evidente que sin triunfos militares, sean externos, internos, vendettas, malones o
lo que sea, no hubiera habido ni prestigio guerrero ni trofeos ni botín, es decir, no habría riqueza. Y sin
riqueza dit1cilmente se podría ser generoso, lo que impedirá adquirir más prestigio. Y sin ninguno de
estos atributos, difícilmente un individuo -lonco, ulmen, toqui, capitanejo o cona cualquiera- habría

W1Id.
zo& Guevara, Historia de la civilización ... , p.298. También Las últimas familias ... , p. 16.
zw Lara, op. cit., pp. 340 y 341. También Guevara, Las últíma,v familias ... , p. 56.
210
Guevara, Las últimas familias ... , p. 32. También Lara, op. cit., pp. 340 y 341.
m Ambrosio Letelier, Apuntes de un viaje a la Araucania, 1877, La República, Santiago, 1877.
52
podido adquirir el poder o la autoridad suficiente como para "parlamentar con los huinca". Como bien
señaló Tomás Guevara, todo ulmen debía poseer abundantes "bienes de fortuna", ya que "en todo tiempo
ha sido la riqueza la base única del poder araucano"? 12 Pero como señala Olivier Leroy, debemos
recordar que en las sociedades precapitalistas, como la mapuche, si bien existía "el derecho individual de
propiedad... este poder individual se limita y acomoda en consonancia con las necesidades de la vida del
grupo, de la familia, el clan o la tribu"? 13
En definitiva, creemos haber probado que las características de fondo de la estructura
socioeconómica de los linajes mapuches, independiente de sus evidentes variaciones externas, se
adscribían plenamente a lo que Herskovits denomina 'economía de prestigio'. Además, creemos que
esta forma socioeconómíca existía desde antes de la llegada de los hispanos, y que sólo vino a
desaparecer, o ha desfigurarse, después de la ocupación militar chilena acaecida en 1883.

212
Guevara, Costumbresjudiciales y ... , p. 15.
213
Olívíer Leroy, Essat d1ntroductíon Critique a l'étude de l'Economie Prtmttíve: Les théories de K. Buecher et l'ethnologie moderne,
Geuthner, París, 1925, pp. 45-46.
53
CAPÍTULO IV
LoSLINAJESMAPUCHESFRENTEALOSELEMENTOSCULTURALESEUROPEOS

ABSORCIÓN, REELABORACIÓN Y RECHAZO DURANTE EL PRIMER SIGLO DE CONTACTO

Durante los primeros cien años de guerra, es posible apreciar que los linajes mapuches en armas, e
incluso los llamados de 'paz' o 'amigos', se mantuvieron prácticamente inmunes a los intentos de
penetración cultural implementados por las autoridades políticas y religiosas hispanas. 214 De esta forma,
la gran mayoría de los elementos culturales absorbidos por los mapuches vinieron sencillamente ha
simbolizar prácticas culturales cuyo significado era netamente mapuche. 215 En este sentido, Leiva señala
que "la presencia española... es el primer aprendizaje de símbolos concretos exteriores que realiza el
araucano?t6 Así por ejemplo, la forma caricaturesca con que utilizaban el vestuario español, mezclando
ropas de nobles, soldados y sacerdotes, sería una forma de exaltar su persona en base al hecho de haberla
quitado a un español. A principios del siglo XVII, González de Nájera señaló:

mujeres y hombres... con figuras y disfi-aces tan varios, ridículos y disparatados que no se
pueden bien referir. Porque unos traen parte de vestidos de soldados españoles y otros
hábitos de religiosos, clérigos y frailes, todo mezclado... todas las cosas nuestras de que he
dícho usan para celebrar estas fiestas ... , las cuales tienen guardadas para tales ocasíones,
donde hacen demostración de ellas, unos por jactancia y otros por disfraz. 217

Este afán por exaltar su persona habría sido la razón por la que Caupolicán se exhibió en una
batalla montando un caballo blanco y luciendo una capa grana. 218 Según González de Nájera, cada
mapuche "hace alarde y muestra de las preseas que tiene de españoles, mostrando en ello una muy gran
jactancia de su valor, para que los demás indios lo respeten y reputen por valiente y esforzado".Z 19 Por su
parte, Pineda y Bascuñán señaló que "era de grande gusto lo que hallaban y de gran gloria al nombre que
querían adquirir, porque volvían a sus casas y habitaciones a significar que habían quitado a los
españoles aquellos despojos". 220 Igualmente, Rosales apuntó que "hacen vanidad de coger un español o
alguna cosa de su despojo, el que coge una calza o un zapato vuelve desvanecido a su tierra a contar que
quitó aquella presa a un español. 221 De aquí se colige el por qué los vestidos iberos se usaban
especialmente en actos públicos, como "borracheras y festejos". 222 En suma, Leiva sostiene que los

214
Para un análisis de los elementos culturales aceptados o resistidos por los mapuches, véase: Leiva, Rechazo y absorción ... , passim.
215
Leíva, Rechazo y absorción... ", p. 162.
216 Id.
217
González de Nájera, op. cit., p. 55.
218
Lobera, op. cit., p. 210.
219
González de Nájera, op. cit., p. 56.
220
Pineda y Bascuñan, op. cit., p. 122.
221
Rosales, op. cít:, tomo I, p. 135.
222
Pineda y Bascuñan, op. cit., pp. 201 y 515.
54
mapuches le dieron al ropaje hispano usos y valores que no poseía entre éstos, constituyéndose así en un
223
préstamo cultural que sirvió de "'continuador a tradiciones de su propia cultura".
Algo similar ocurrió con los alimentos hispanos, los que adquirieron gran importancia en la vida
social mapuche. Al hablar de una 'sociedad de prestigio', es claro que la oportunidad de ser el anfitrión
de un convite era una gran ocasión para ostentar y hacer alarde de generosidad en base a grandes
cantidades de comida y bebida de la mejor calidad Como señaló Rosales, ningún mapuche convocaría a
una junta sin tener chicha y comida en abundancia, ya que correría el riesgo de ser tildado de "'pobretón"
o avaro, algo insoportable dentro de su cultura. 224 En este sentido, los «productos españoles hacen aún
más atractivo el convite" y le dan categoría tanto al banquete como al anfitrión, convirtiéndose así en
medios destinados a obtener prestigio en base a la preparación de nuevos y mejores platos y en base a
hacer "invitaciones más ricas" y atractivas. 225 Así, los préstamos culturales hispanos, en cuanto a
226
alimentos, no lesionaron las costumbres culturales mapuches, sino que tendieron a exaltarlas.
Pero sin duda, el mayor préstamo cultural hispano adoptado por el mapuche fue el caballo. La
entrada del cuadrúpedo generó en su estructura social una serie de ajustes y reajustes en aspectos y
particularidades como la guerra, la economía, la alimentación, las comunicaciones, la ostentación y el
prestigio. 227 Sin embargo, el mapuche le asignó a1 caballo funciones y vínculos culturales que los iberos
128
no le daban, y a la larga los usaron en su contra Todo esto habría hecho que Tnbaldos de Toledo
229
apuntara que, en lo que respecta a la caballería, ""los indios han aprendido y nosotros olvidado".
Álvaro Jara, por su parte, ha concluido que los mapuches "no sólo se hicieron buenos jinetes y formaron
cuerpos de caballería ligera .. (sino que también] inventaron un nuevo sistema de infantería montada que
10
era una innovación no sólo para Chile, sino para las tácticas de la época en general".z.. Por otro lado,
incluso en lo que atañe a los enseres para montar el mapuche no necesitó mayor auxilio español. Sobre
esto, González de Nájera señaló que éstos usaban los mismos "frenos que los nuestros, pero los que
carecen de ellos los traen de barba de ballena o madera muy fuerte, tan bien hechos, que suplen los
hierros". 231 En este sentido, Margarita Alvarado señala que al principio los objetos iberos se imitaron en
232
otros materiales, pero que muy pronto "el propio 'modo de hacer' del mapuche se fue imponiendo".

223
Lciva,. Rechazo y absorción... ", p. 134 y 137.
224
Rosales, op. cit., tomo I, p. 138.
225
Lejva, Rechazo y absorción ... ", p. 151 et seq.
226
!bid., p. l54 y l55.
227
Sobre la introducción del caballo en el mundo mapuche, véase: Leiva, Rechazo y absorción ... ", pp. 70 a 96.
228
!bid., p. 164.
229
Tribaldos de Toledo, Vista general de las continuadas guerras, dificil conquista del gran reino, Provincias de Chile, CHCh tomo IV,
Imprenta del Ferrocarril, Santiago, 1864, pp. 124-128.
230
Álvaro Jara, Guerra y Sociedad, Universitaria, Santiago, 1971, p. 6 L
231
González de Nájera, op. cit., pp. 114 y 115.
:m Margarita Alvarado Palma, "Weichafe: el guerrero mapuche. Caracterización y definición del rol del guerrero en la "Guerra de Arauco"
( 1536-1656)", Revista de Historia Indígena N° 1, Universidad de Chile, Santiago, 1996, p. 46.
55
De este modo, los nuevos usos dados al caballo "pueden considerarse creaciones culturales araucanas,
producto de la actitud singular que ese animal ha despertado en el conjunto de la cultura".Z33 Además, el
caballo pasó a ser un símbolo de prestigio, "un elemento para 'ser', para darle forma fisica exterior a sus
valores ... [para] mostrar a los demás lo que él vale... Le ahorra al valiente el esfuerzo cansador de tener
que hablar constantemente de sí mismo: basta que le vean su caballo". 234
Gracias al poder bélico alcanzado a lo largo del primer siglo de contacto, y gracias a la autonomía
que este poder les proporcionó, podemos decir que los 'prestamos culturales' provenientes del mundo
hispano fueron elementos acoplados voluntariamente por el mapuche a su cuerpo de usos y
costumbres. 235 Pero así como existieron elementos adoptados, hubo otros que fueron simplemente
ignorados, rechazados o aborrecidos. Un elemento al parecer ignorado fue el de las armas de fuego, ya
que a lo largo del tiempo el mapuche jamás dio muestras de querer generalizar su uso. Ahora, si bien
durante los siglos XVI, XVII y XVIII la presencia de estas armas fue limitada incluso en el campo
español, el coronel Francisco del Campo señaló que durante la destrucción de Valdivia, en 1599, entre
los mapuches atacantes se contaron a cerca de ''cuarenta y tres" arcabuceros. 236 González de N~ era, por
su parte, señaló que tras el fin de las siete ciudades a los mapuches sólo les faltó "abundancia de
pólvora" para poder usar las "escopetas, arcabuces y aun mosquetes" que quedaron en su poder. 237 No
obstante, agrega, a comienzos del siglo XVII un mestizo apellidado Prieto se pasó a los mapuches en
armas con el fin de fabricarles pólvora.Z38 Todo esto, hace presumir que el escaso uso dado a las armas
de fuego se debió a la incapacidad de fabricar o procurarse pólvora, más que a algún tipo de prohibición
cultural. Pero con todo, es un hecho que los mapuches en guerra no tuvieron problema en aceptar que
mestizos y españoles que combatían en su bando utilizaran estas armas. 239
Pero el elemento cultural europeo frente al cual el mapuche mostró el más abierto, declarado y
prolongado rechazo, fue sin lugar a dudas el cristianismo. Las razones esgrimidas por observadores y
cronistas, empapadas del espíritu religioso de la época, apuntan principalmente a la negativa de los
nativos a renunciar a la poliginia, al culto a los pillanes y a las borracheras. Sin embargo, desde nuestra
perspectiva, las razones de este rechazo deben también buscarse en la confluencia de factores
psicológicos y culturales que involucran tanto al individuo como al grupo en su totalidad.

m Leíva, Rechazo y absorción. .. , p. 82.


:m Jbid., p. %.
235
lbid., p. 9.
236
Francisco del Campo, «lntOr:me sobre los acuntecimientos de las provincias de Va1divia y Chiloé", en C1audio Gay, Historia Física y
Política de Chile. Doctfmentos, tomo H, Imprenta E. Thunot y Cia., Paris, 1852,p. 141.
237
González de N:ijera, op. cit., p. 120.
238
Ibíd., pp. 120 y 12 L
239 Id.
56
Considerando que estamos frente a sujetos para quienes el valor, la arrogancia y la presunción son
conductas válidas dentro su cultura, coincidimos con Leiva en que muchas de las actitudes de súplica del
catolicismo, como la oración y el ruego, deben haber sido para ellos vergonzosas, degradantes y
ofensivas. 240 Además, el rendirle culto a las imágenes igualmente debe haberles resultado chocante, ya
que dentro de sus prácticas religiosas no existía este tipo de acciones. En este sentido, el abate Molina
señaló que los mapuches no "tienen templos~ ni ído1os". 241 Por su parte, Rosales apuntó que no tienen
"dioses falsos ni ídolos que adorar".Z42 De hecho, el rechazo se exteriorizaba muchas veces destruyendo
las imágenes. Co1:fl.Q.l>eñaló Falcon, "no hay ninguno que venere las imágenes, antes echaban por ahí las
que se hallaban de bulto escarneciendo de ellas y dándoles de bofetadas y azotes, diciendo a los
españoles, «mirad vuestro Dios", y otras cosas semejantes y de mayor abominación", agregando que el
odio a las prácticas cristianas era tal, que a los prisioneros hispanos "de ninguna manera los consienten
los dichos enemigos vivir cristianamente y cuando los hallan rezando y encomendándose a Dios los
maltratan y por ello les dan de palos y aún los quieren matar". 243
Pero el odio también se dirigía hacia los sujetos de su propia sangre que daban muestras de querer
adoptarlo. Sobre esto, Juan de Herrera señaló en 1570 que los mapuches en guerra impedían la prédica y
244
no dejaban a los de paz oír el evangelio y los empujaban a volver a sus ritos. Más tarde, Juan de
Matienzo corroboró lo anterior refiriéndose a los "'crueles castigos que los rebelados hacían en los que
hallaban alguna muestra de esperanza de cristianos". 245 Igualmente, González de Nájera apuntó que los
alzados tenían por práctica "perseguir y castigar a los que hacían o decían cosas de oficio de
cristianos". 246 Por su parte, Falcon expresó que los pocos que daban signos de querer la fe cristiana eran
malmirados o maltratados por los demás, citando como ~emplo a "un cacique ladino que sabe leer y
escribir llamado don Juan Queriches, que tiene sus tierras en la costa de la Imperial.. .. se preciaba de
cristiano y deseaba... reducirse a nuestra santa fe católica, por lo cual era aborrecido de todos en general
/

y le tenían por hombre de burla y no hacían caso de él de ninguna manera". 247


Por otra parte, González de Nájera señaló que los mapuches muchas veces huían de los españoles
al saber que los buscaban para "darles preceptos y doctrina de religión, cosa que tanto aborrecen". 248 El
mismo cronista relató que en cierta ocasión un grupo de caciques coyunches, que recientemente habían

240
Leiva, Rechazo y absorción de... , p. 37 y 38.
241
Juan Ignacio Molina, Compendio de la Historia Civil del Reino de Chile, 2a parte, Imprenta de la Sancha, Madrid, 1795, p. 86.
242
RosaleS, op. cit., t0mo I, p. 162.
243
Zapater, "Testimonio de un cautivo... ", op. cit., p. 317.
244
Juan de Herrera, Relación de las cosas de Chile, CHCh, tomo JI, Imprenta del Ferrocarril, Santiago, 1862, p. 253.
245
Juan de Matienzo, Relación enviada al virrey del Perú, CHCh, tomo II, p. 264.
246
González de Nájera, op. cit., p. 69.
247
Zapater, "Testimonio de un cautivo ... ", op. cit., p. 316.
248
González de Nájera, op. cit., p. 140.
57
dejado las armas, se alborotaron enormemente ante la presencia de algunos sacerdotes, y alarmados
habrían exclamado que "No es tiempo de pateros, no es tiempo de pateros... Aun no habemos dado la
249
paz y ya nos envían pateros para que nos volvamos al monte''. Esta fobia hacia los preceptos y ritos
cristianos se aprecia también en las creencias y rituales relacionados con la ''concepción de la muerte, el
destino de las almas y las ceremonias fúnebres", las que no muestran "un solo elemento adoptado de la
relígíón católica"?50 De hecho, en cierta ocasión, ante la muerte de un mapuche, Pineda y Bascuñán
pidió a los familiares sepultar al occiso bajo los ritos cristianos, sin embargo, su parentela decidió
"llevarlo al entierro de sus pasados por no faltar la costumbre de los suyos". 251
Todos estos antecedentes nos dan cuenta que si el cristianismo provocó tanta resistencia entre los
mapuches, fue porque atentó directamente en contra de muchos aspectos de sus patrones culturales,
razón por la que el rechazo y la resistencia no se hicieron esperar. De esta suerte, como señala Boceara,
las iniciativas de evangelización chocaron "con las prácticas culturales y las dinámicas sociopolíticas de
los reche", como él llama a los mapuches de los siglos XVI y XVII. 252 Esto quiere decir que el choque
generó una fuerte y permanente oposición entre las bases del cristianismo y los patrones socioculturales
mapuches, a los cuales, como se advierte, no estaban dispuestos a renunciar. Así, junto con Leiva,
podemos decir que "el rechazo al catolicismo deriva tanto de las circunstancias del contacto con los
253
españoles, como de la actitud de los indios y el fuerte apego a sus creencias tradicionales".
Otra tesis que intenta explicar el rechazo, señala que los mapuches vieron que la conducta ibera
estaba en franca contradicción con los valores y principios que predicaban. Esto es lo que parece indicar
Lobera cuando cita las palabras que un toqui, según él llamado Albaa, le dirige a Pedro de Valdívía en
1550, tras un fallido ataque a la naciente ciudad de Concepción: "Por cierto, señor, nosotros no
acabamos de entender estas marañas de muchos de vosotros que no hacéis sino ponderar que es buena la
ley de Dios: decís a los indios que ella manda que ninguno robe, ni sea traidor, ni tome las mujeres
ajenas, ni haga mal a nadie, y por otra parte vemos que los w.ás de vosotros hacéis todo lo contrario". 254
Casi cincuenta años después, González de Nájera señaló que de todas las sociedades nativas de
América los mapuches eran los que "menos han tomado y toman las cosas de nuestra religión". 255 Más
tarde, en 1629, Pineda y Bascuñan señaló que éstos renegaban de la fe católica porque atendían lo que

249
lbid., p. 262.
2
5G Leiva, Rechazo y absorción. .. , p. 37."
251
Pineda y Bascuñán, op. cit., p. 188 y 189.
252
Boceara, Los vencedores.... p. 367.
25
J Leíva, Rechazo y absorción... , p. 45.
254
Lobera, op. cit., p. 121.
255
González de N<\jera, op. cit., pp, 69 y 70. Aquí el cronista se. refiere evidentemente a los hombres, ya que entre las mujeres la actitud
hacia la religión católica tendió a ser, a veces, menos despreciativa. Sin embargo, hay que considerar que por lo general las mujeres debían
seguir las decisiones de sus esposos, así que si éstos rechazaban el evangelio, lo más probable es que sus mujeres también debieran hacerlo.
58
256
los españoles hacían más de lo que decían. Una observación directa de esta dicotomía entre discurso y
práctica le fue hecha por el cacique Quilalebo, quien mientras vivió con los españoles pudo ver como los
mismos misioneros que los exhortaban a dejar la poliginia, se aprovechaban de sus mujeres cuando ellos
257
se iban a las minas. Esta situación también fue vivida por Colpoche, quien dejó a los iberos debido a
los malos tratos y porque intentaron abusar de una de sus mujeres. 258 En igual sentido, frente a las
explicaciones que el cautivo le dio a Quilalebo sobre la castidad de las monjas, el lonco habría
exclamado riendo: "Grandes embusteros sois los españoles... ¿a mi me queréis dar a entender que las
monjas no tienen comunicación con los hombres? [y] los que van de noche y a deshoras y entran dentro,
¿a que diremos que se encaminan sus pasosT'.Z59 Este cargo de embusteros fue también advertido por
Rosales, quien apuntó que si los mapuches dicen constantemente "que somos unos embusteros, que
reprehendemos lo que ellos hacen y caemos en lo mismo", 260 es porque la conducta hispana ha causado
"más escándalo que edificación, más ruina que provecho, más aversión a la fe y a la religión que amor y
261
afición". Por todo esto, los mapuches se burlaban y rechazaban abiertamente la religión hispana y,
según Leiva, esta situación aun permanecía un siglo después de su llegada. 262
Si bien el fracaso de la evangelización podría justificarse aduciendo que el estado de guerra le que
impidió a los misioneros realizar una mejor labor, la verdad es que esto no sería una excusa convincente,
ya que la guerra no fue un impedimento para que los mapuches tomaran, como hemos visto, varios otros
elementos provenientes del mundo occidental. Esto nos indica, siguiendo a Melville Herskovits, que ~'el
intercambio cultural no lo evita el contacto hostil entre pueblos... a pesar de la falta de relaciones
amistosas entre las dos partes... parece ser que el préstamo cultural resulta de cualquier género de
263
contacto; y que el factor de amistad o de hostilidad no es decisivo por sí mismo".
Por todo lo anterior, siguiendo a Leiva, podemos decir que, para el primer siglo de contacto,
264
cuanto más conocía un mapuche a los iberos y su cultura, más anti-español se hacía. Por esto, no es
casual que varios de los líderes militares más encamizadamente anti-españoles hayan sido cautivos de
los hisrr-anos, o hayan nacido o vivido bajo su aommio. Como seiiaió Gonzáíez de Nájera, ··los más
famosos capitanes, a los cuales ha durado más tiempo el mando y respeto que les han tenido los indios,
han sido aquellos que antes fueron nuestros prisioneros o que sirvieron a nuestros españoles". 265 Sobre

256
Pineda y Bascuñán, op. cit., p. 359.
257
lbid., p. 308.
258
Ibid., pp. 51 y 52.
259
!bid., p. 323.
260
Rosales, op. cit., tomo I, p. 164.
261
lb id., p. 453.
262
Leí va, Rechazo y absorción ... , p. 34.
263
Herskovits, op. cit., p. 574.
264
Arturo Leiva, Rechazo y absorción... , p. 60.
265
Gonzáiez de Nájera, op. cit., p. 98.
59
esto, los ejemplos para los siglos XVI y XVII son muchos y significativos: Lautaro, Anganamón,
Pelantaru, Quilalebo, Nabalburi, Lientur, Butapichún y muchos otros; y como veremos, esto se hace más
interesante y revelador cuando consideramos que hasta ya entrado el siglo XIX, son justamente los
mapuches fronterizos los que se muestran más apegados a sus patrones culturales y más reacios a
adquirir o tomar costumbres o elementos occidentales. 266
Pero con todo, a pesar del rechazo, los mapuches igualmente tomaron algunos elementos de la
religión católica, aunque antes de hacer cualquier tipo de análisis o afirmación, es necesario considerar
previamente un par de factores. Según Herskovits, si un elemento o fenómeno proveniente de una
cultura tiene significación en otra, "es porque tiene sentido en el pensamiento y en la conducta" de esta
última. 267 De esta suerte, debemos considerar el tipo de elementos que fueron tomados y la forma en que
fueron adaptados y encajados dentro del cuerpo de costumbres mapuches. En este sentido, y sin lugar a
dudas, el bautismo fue el gran elemento de la religión católica buscado y adoptado por el mapuche. Y
esto, principalmente por los regalos que los misioneros debían hacerle a los padres de la criatura, lo que
les reportaba prestigio. Sin embargo hay que ser cautelosos, ya que si bien en un momento los propios
mapuches comenzaron ha exigirle a las autoridades hispanas la entrada de misioneros para que los
bautizaran, está ampliamente documentado que el hecho de ser agregados simbólicamente al
cristianismo no llegó jamás ha implicarle al mapuche la férrea observancia de las obligaciones morales
que éste lleva aparejadas, por lo que no "constituye para nada el primer estadio de evangelización en
profundidad"?68 Así por ejemplo, hacia 1570 Juan de Herrera señaló que a comienzos de la Conquista
los mapuches de la zona de Concepción "dieron la paz y recibieron el evangelio y predicación cristiana",
para luego alzarse en armas y volver a sus costumbres. 269 Ya para comienzos del siglo XVII, ®nzález
de Nájera señaló que muchos mapuches fueron bautizados o doctrinados por los hispanos a quienes
habían sido encomendados. 270 Sin embargo, el mismo cronista indicó que para 'juntarlos los domingos y
fiestas a las ordinarias procesiones a que los sacerdotes sus doctrineros los constriñen, van de tan mala
gana, que los demonios no huyen más de las cruces, que ellos de las que en tal ejercicio les obligan a
llevar". 271 Incluso, señaló, entre los mapuches encomendados el cristianismo era rechazado.

yo he hablado con alg¡mos religiosos. clérigos y frailes. doctrineros en pueblos de indios


encomendados, preguntándoles cómo tomaban los indios las cosas de nuestra religión, y
reyéndose de su vano trabajo, me decían de su sequedad y despegamiento, mucho más de los

266
Leíva, Rechazo y absorción de... , p. 148.
267
Herskov:íts, op. cit., p. 478.
26
& Boceara, Los vencedores ... , pp. 370 y 374.
269
Juan de Herrera, op. cit., p. 253.
27
1} González de Nájera, op. cit., p. 250.

27
! Imd., p. 260.
60
que tengo dicho, y que en las confesiones nunca trataban verdad, ni jamás daban muestras
de acordarse de Dios en ningún tiempo, trabajo o enfermedad. 272

Ante esto~ el cronista apuntó que los elementos cristianos no llegaron a ser más que meros hábitos
sin mayor significado, de modo que tras el fin de las siete ciudades, "donde les daban doctrina de
cristiano, hales quedado de ella el decir Jesús cuando estornudad, tropiezan o caen, lo cual hacen más
por costumbre, que por devoción". 273 En igual línea, en 1621 Remando Machado le advirtió al Rey que
"no persuada nadie a Vuestra Majestad que son cristianos que ninguno lo es ... aunque se diga que son
bautizados no tienen cosa ni nombre de cristianos y todos viven como antes". 274 En este sentido, Rolf
Foerster señala que aunque en el siglo XVI los jesuitas lograron trabajosamente que los mapuches
aceptaran ser bautizados, esta 'cristianización' no logró extirpar ni la poliginia, ni los cahuínes, ni su
apego a las prácticas adivinatorias. 275 De hecho, cuando llegaron los franciscanos vieron que no había
diferencia alguna entre los mapuches bautizados y los no bautizados. 276 Esto se debió, según Boceara, a
que e1 bautizo fue totalmente "reinterpretado en el seno del universo mental y social reche y, por tanto ... ,
sujeto a una desviación de sentido"?77 Más aun, al tratarse de un rito que no atentaba contra sus pautas
culturales, Foerster señala que a la larga el bautismo terminó siendo incorporado al admapu?78 ¿Y como
se realiza esta incorporación? Sobre esto el antropólogo José Manuel Zavala ha señalado:

si se considera que los nuevos conocimientos y las nuevas realidades son importantes y
tienen el carácter de inevitables, se legitiman en la medida en que una vez muertos, los
hombres que los adoptaron y las vivieron pasan a formar parte del mundo de los ancestros
que dictan la ley; así, aquello que fue en alt,-rún momento una innovación bien lograda... se
,.,¡;
trun..<yorma en trad'1cwn
-' a tr , ue
. ave..10 ..1.~ sacra¡·1zacwn.
_.] 1m proceso ue -' 279·

Ante esto, es posible decir que los elementos cristianos sirvieron para reforzar sus lógicas
cultUFales, como "el honor", ya que según Boceara, desde mediados del siglo XVII muchos loncos
entraron en una franca 'competencia' por lograr instalar iglesias o misiones en sus tierras, 'competencia'
en la que lo ""religioso tiene poco y nada que ver", porque lo que allí se desplegaba era en verdad una
"lucha por el poder y el prestigio". 280 Vemos así, que los elementos cristianos no fueron para el mapuche

zn Id.
ZIJ !bid., p. 70.
274
"Advertencia sobre la guerra de Chile del licenciado Remando Machado oidor de aquel Reino de su Majestad el Rey, 14 de marzo de
1621", Biblioteca Nacional, Manuscritos Medina (en adelante BNMM), voL 122, fs., 138-139.
275
RolfFoerster, Introducción a la religiosidad mapuche, Editorial Universitaria, Santiago, 1995, p. 30.
276 !bid., p. 31.
277
Boceara, Los vencedores ... , p. 380.
278
Foerster, Introducción a la... , p. 35, nota al pie n° 27.
279
Zavala,Los mapuches en ... , p. 323.
280
Boceara, Los vencedores... , pp. 368-369.
61
más que nuevos significantes revestidos con significados tradicionales; es decir, "completamente
interpretados en el marco de las concepciones araucanas" y comprensibles en su universo mental. 281
Por otra parte, el rechazo al cristianismo también se veía entre los 'indios amigos', los que a lo
largo del tiempo mantuvieron casi la totalidad de "sus hábitos y costumbres".Z82 Esto último se aprecia
en las palabras del gobernador Pedro Ozores de Ulloa, quien hacia 1622, a raíz de una victoriosa batalla
contra los mapuches alzados, señaló que "los indios amigos han metido gran prenda y han estado muy
enteros, y para que sea mayor quedó resuelto de darles uno de los prisioneros que lo piden para matarlo
a su usanza". 283 En igual sentido, el jesuita Alonso Ovalle apuntó que los 'indios amigos' mantienen sus
t

84
borracheras, su poliginia, sus costumbres funerarias y "en todo viven como gentiles aucaes".Z
En síntesis, creemos que el rechazo al cristianismo se debió a que sus bases doctrinales chocaron
demasiado frontalmente con los fundamentos culturales mapuches, en especial con su estructura social y
. con sus formas de comprender y relacionarse con lo supematural. De esta forma, creemos que ante el
cristianismo el mapuche supo discernir qué era lo que convenía aceptar, reinterpretar o rechazar, por lo
que a1 tenninar el primer siglo de contacto, las bases esenciales de sus pautas culturales seguían casi
intactas. Y aunque muchas de estas exclusiones no se realizaron conscientemente, es claro que éstas
constituyen una prueba más de la solidez de sus patrones culturales y de lo endeble que resultan las
afirmaciones en tomo a una total y absoluta decadencia y pérdida de su cultura. Por todo esto, junto con
Leiva, creemos que el error consiste en tomar "demasiado en cuenta lo que siguió a la Conquista,
arrastrando el proceso hasta el presente, con lo cual se pretende demostrar que, a la larga, la evolución
de la cultura araucana fue una segura, pero lenta pérdida de su contenído". 285 Por lo demás, mediante
estos datos y apreciaciones, podemos ver a la endoculturación actuando en plenitud, es decir, elementos
foráneos anexados plenamente al conjunto de patrones culturales y transmitidos a las futuras
generaciones ya como parte integral de su cuerpo de costumbres.

ABSORCIÓN, REELABORACIÓN Y RECHAZO DURANTE LA ERA COLONIAL

Tras la victoria militar conseguida con la destrucción de las siete ciudades, y más aun a partir del
establecimiento de la Frontera y los Parlamentos Generales, podemos decir que el flujo de elementos
culturales hispanos hacia el campo mapuche se redujo casi al mínimo. Tras el término de la Rebelión
General de 1655, es posible advertir un robustecimiento de los patrones culturales mapuches, los que si

281
Leiva, Rechazo y absorción. .. , p. 35.
282
lbül., p. 19.
z&> "Carta del gobernador de Chile don Pedro Ozores de UHoa sobre el estado en que halló las cosas de aquel Reino a la Real Audiencia de
Lima gobernador por ausencia del Virrey", BNMM, vol. 124, f 11.
284
Alonso Ovalle,Histórica relación del Reino de Chile, Edición de Francisco Caballo, Roma, 1646, p. 381.
285
Leiva, Rechazo y absorción ... , p. 58.
62
bien ya llevan incorporados ciertos elementos hispanos, permanecen casi intactos en sus bases. Más aun,
podemos decir que a partir de ese momento son los elementos culturales mapuches los que comienzan a
inundar a la población fronteriza hispana y mestiza. Así, podemos decir que la victoria militar acentuó la
altivez y la arrogancia natural del mapuche, reforzando su voluntad de mantenerse libre de la
286
dominación europea, puesto que los triunfos han tendido a empequeñecer al español ante sus ojos. De
esta forma, "el indio rebelde ha creado una idea propia, ha elaborado un concepto global del español, y
lo ha hecho desde una posición independiente. Con la autonomía de los rebeldes, y su férrea lucha, la
87
cultura española y la religión católica han perdido gran parte de su categoría de "superior"?
En el plano religioso, al disminuir la belicosidad las ocasiones para que los misioneros ingresaran
al sur del Biobío aumentaron, pero ni siquiera esto hizo que los mapuches dejaran de buenas a primeras
sus ancestrales prácticas. En un informe de 1699, Joseph González de Ribera apuntó que la persistencia
288
en sus costumbres era porque "así vivieron sus antepasados y que es fuerza seguirles". En cuanto al
bautismo, en 1717 el padre Jorge de Olivar, de la Misión de Boroa, señaló que los "bautizados entre esta
89
gente son los más o casi todos, y en esto está toda su cristiandad"? Por su parte, el abate Molina indicó
que la 'irreligiosidad' natural del mapuche era la gran causa de "la indiferencia con que miran la
;

introducción de el Cristianismo", ya que si bien los misioneros eran respetados, bien acogidos y con
290
libertad para predicar, igualmente eran muy pocos los mapuches que se convertían. Estos datos han
hecho que Rafael Housser señale que para 1728, tras casi dos siglos de labor misionera, "la situación
91
religiosa de la Araucanía era peor que antes de su primera evangelización"? También sobre la
evangelización, en 1749 Joseph de Gamboa señaló que entre los mapuches los ')esuitas riegan allí un
palo seco... están siempre bárbaros, supersticiosos, ebrios, polígamos... entre ellos el no sujetarse a nadie
es punto en que fundan su felicidad. 292 En igual línea, en 1789 Miguel de Ascasubi señaló que "unos y
otros tienen una misma ignorancia de las verdades católicas y reglas de moralidad, adoptan unos mismos
93
ritos, supersticiones y errores, y conducen una vida igualmente brutal y libertina"?
El rechazo al cristianismo sólo puede entenderse por su férreo apego al admapu, el cual, como
señaló en 1784 el obispo Francisco José Marán, "no se funda sobre otro código que el tradicional, que
viene difundido de unos en otros, siendo para su política mucho más eficaz e imperiosa la costumbre de

286
lbid., p. l5.
287
lb id., p. 25.
2
gg ''Informe sobre reducción de indios de Joseph González de Ribera, 20 de enero de 1699", Archivo General de Indias, Chile (en adelante
AGI-Chíle), 129.
28
"=carta del padre Jorge de Olivar, 27 de septiembre de 1717", AGI-Chile 153.
290
Molina, op. cit., p. 87
291
Rafael Housse, Epopeya India, Editorial Zig-Zag, Santiago, 1940, p, 208.
292
"Carta de Joseph de Gamboa", 26 de marzo de 1749, AGI-Chile 1OO.
293
Miguel de Ascasubi, "Informe cronológico de las misiones del Reino de Chile hasta 1789", En Gay, Documentos, tomo I, p. 326.
63
294
sus mayores". Sobre el poder del admapu, en 1789 el Colegio Misionero de Chillán señalo que a "las
costumbres heredadas de sus antiguos llaman admapus, y... guardan una adhesión a ellas invencible".Z 95
Ante esto, Zavala resalta el caso de los mapuches de Arauco, los que pese a sus estrechas relaciones
sociales y de intercambio con los misioneros, los soldados y la población civil del fuerte de Arauco, para
el siglo XVIII aun eran tildados de '"indios infieles' y tradicionalistas muy apegados a su sistema de
vída, a su admapu". 296 Más aun, señala que "los mapuches de la Araucanía, quienes constituyeron desde
los inicios y de manera permanente el objeto privílegiado de la evangelización, presentaron una
"inmunidad" sin falla a la evangelización". 297 Esto coincide con lo sostenido por Aguirre Beltrán, para
quien "La sensación de peligro que confronta el co-existir en contacto continuado y de primera mano
con una cultura extraña, obliga al hombre fronterizo a desarrollar un mecanismo de defensa que le
permite mantener su propia individualidad y, con ello, la identidad de su cultura". 298
A la luz de los antecedentes, se observa que la instauración de la Frontera les permitió a los
mapuches de ultra-Biobío asumir una postura predominante a la hora de aceptar o rechazar los
elementos externos, los que fueron adoptados en la medida en que estuvíeran acordes no sólo con sus
patrones culturales, sino que también con sus intereses sociales, políticos y económicos inmediatos, de
forma que al igual que en el siglo XVII, la petición de misioneros estaba más ligada a estos intereses que
a una verdadera devoción cristiana, como bien señaló Espiñeira en 1767:

Si piden con instancia misioneros, no es con el fin de sujetarse sinceramente a su catecismo


y doctrina, sino de no inhabilitarse al interés temporal, comercio y amistad de los españoles
y obtener de los ministros de gobierno las licencias y pases de su_r; conchavos... les presentan
a sus párvulos hijos al bautismo, como una simple ceremonia en que a su entender nada
arriesgan, antes se utilizan e instan para que se los bauticen y tal rebauticen, sin otro
respeto ni atención a las obligaciones contraídas por aquel sacramento de sujeción y
obediencia a la ley Divina y Eclesiástica. 299

Una vez afianzada su negociada y relativa autonomía política y territorial, el mapuche supo utilizar
en su beneficio muchas de las figmas legales implementadas por los iberos para regularizar las
relaciones, como misioneros, capitanes de amigos y comisarios de naciones; quienes, en gran medida,
les aseguraban la introducción de bienes y atenuaban las guerras intertribales. Por esta razón, Zavala
sostiene que estos sujetos fueron más un asunto de prestigio e interés político que un asunto de sumisión

294
Francisco José Marán, "Relación de las misiones de Chile y su frontera", ( 1784), en Walter Hanisch, "Memorias sobre misiones jesuitas
de 1794-1795", Revista Historia N" 25, Pontificia Universidad Católica de Clúle, Santiago, 1990, pe 134.
295
"Fundación, situación y ejercicios de el Colegio Misionero de Chillán", Archivo Nacional, Fondo Antiguo (en adelante ANFA), Vol. 23,
pieza 2, sin firma, 1789.
296
Zavala, Los mapuches en ... , pp. 226 y 321.
297
Ibid., p. 224.
298
Aguirre, op. cit., p. 35.
299
BNMM, vol. l94,p. 65.
64
a las imposiciones hispanas, ya que "contar con un capitán de amigos significaba garantizar una relación
permanente con el mundo español".300 De este modo, es posible decir que a partir de ese momento
fueron los mapuches quienes de una u otra forma controlaron las relaciones de todo tipo que se
implementaron con los hispanos. Así, coincidiendo con Zavala, se hace claro que "la actitud de apertura
de los mapuches hacia el mundo exterior" no debe ser entendida como "sinónimo de pérdida de
independencia y signo de discontinuidad cultural'", por el contrario. parece que debiera ser entendida
301
como una creciente capacidad pam «controlar su apertura hacia el mundo exterior".
Pero junto a este 'control' ejercido en sus relaciones con los hispanos, es también posible observar
que una vez regularizada la convivencia. son Jos elementos culturales mapuches los que comienzan a
alzarse como dominantes en los diferentes espacios fronterizos, ya que tanto los colonos como los
soldados y las autoridades, debieron familiarizarse rápidamente con los usos y costumbres del mapuche.
Así por ejemplo, en lo que respecta a la presencia y permanencia de su lengua, 302 podemos decir que
durante la era colonial el mapudungún fue la 'lengua oficial' de la Frontera, ya que en los parlamentos
los loncos se expresaban íntegramente en su lengua y exigían lenguaraces para traducir las palabras de
sus interlocutores, por lo que a los hispanos "siempre les fue necesario contar con intérpretes que
conocieran el mapudungun, puesto que los mapuches nunca aceptaron hacer uso del castellano en las
303
negociaciones, aunque se puede suponer que algunos caciques tenían conocimiento de esta lengua".
De este modo, según Zavala, en las negociaciones las formas comunicativas siguieron "principalmente
las reglas indígenas"/ 04 por lo que los mapuches no debieron "expresarse fuera de su contexto
lingüístico y cultural". 305 De hecho, a partir del siglo XVIII la posesión de un de un lenguaraz de origen
hispano se transformó en un asunto de prestigio para los lonco..,·. Incluso, ya fuera para colonos españoles
o mestizos, el uso del mapudungún les permitía relacionarse de mejor manera con sus nativos vecinos,
ya que muchos de los lenguaraces que mediaban en las negociaciones entre los mandos tribales y
coloniales eran colonos que conocían profundamente la vida mapuche, tanto así que muchos se
asimilaron a ella de forma voluntaria o por la fuerza, recuérdese que ya a comienzos del siglo XVII el
padre Falcon señaló que "de ninguna manera los dichos indios dejan comunicarse a los dichos sus

300
Zav~ Los Mapuches en... , p. 3l3.
301
!bid., p. 299.
302
Con respecto a la importancia del lenguaje en la conservación de Ias formas de vida de un grupo humano determinado, éste elemento ha
sido catalogado como "el principal invento para la. simbolización". Hoebel, op. cit., p. 176. También como "el método puramente lrumano y
no instintivo de comunicación de las ideas, emociones y deseos mediante un sistema de símbolos voluntariamente producidos". Edward
Sapir, Language: an lntroduction to the &udy ofSpeech, Harcourt, Brace & Co., New York, 1921, p. 7. Por su parte, Aguirre Beltrán ha
señalado: Ellenguqje es un aspecto de la cultura. d aspe!cto má> íntimamente adherido a la estntctura básica dt• las formas de 'Vida. el que
tiene una autosuficiencia mayor y, en conseaumcía, el que más obstinadamente resiste las influencias del1.:'0ntacto hasta el grado de ser
más fácil su completa extinción que la alteración de su base .fimdamentaL. La substitución de una lengua, implica la concomitante
desorganización de la cultura de la que jórma parte y la desintegración de la personalidad característica a esa cultura.
3 3
() Zavala, Los Mapuches en ... , p. 166.
304
lbid., p. 178.
305
!bid., p. 166.
65
esclavos españoles, más antes cuando los ven juntos los maltratan ... y cuando ... se hablaban había de ser
en la lengua de los dichos indios y no con la española de ninguna manera". 306
Esta 'dominación' cultural mapuche se aprecia también en el caso de los soldados, ya que el
conocimiento de las prácticas mapuches les permitía comprender, con mediana claridad y precisión, las
intenciones bélicas, sociales, económicas o po1iticas que albergaban los distintos linajes en sus
constantes movimientos a lo largo de la línea fronteriza. Para las autoridades coloniales, por su parte, era
casi una obligación conocer y comprender las formalidades con que se revestían los contactos políticos
con los representantes tribales. El olvido, voluntario o involuntario, de alguno de estos formalismos, se
constituyó, no pocas veces, en el inicio de disgustos, recriminaciones y eventuales estallidos de
violencia. De hecho, esta habituación a las pautas culturales mapuches era tan profunda, que el profesor
León señala que con motivo de los hechos acaecidos en la Frontera entre los años 1769 y 1774, la
conducta y las palabras del Comisario de Naciones, Baltasar Gómez, parecían provenir más de un "gran
lonko de la tierra" que de "un funcionario que representaba al estado español". 307
Por último, el apego del mapuche a sus patrones culturales se puede advertir incluso en aquellos
que por diversas razones se asentaban en los territorios controlados por los españoles. Con respecto a los
mapuches de ultra-Biobío que emigraban al Chile central, Leonardo León sostiene que los hacendados
locales muchas veces aceptaban a estos migrantes sin imponerles restricciones culturales o morales, es
decir, aceptándoles costumbres como la poligamia o guardándose de obligarlos o incitarlos a adoptar el
cristianismo. 308 En igual sentido, Rugo Contreras señala que a raíz de un amago de rebelión acaecido
cerca de Santiago a mediados del siglo XVIII, planeado en un coyatún o cahuintun por mapuches
oriundos del sur del Biobío, es posible decir "que los indios migrantes, al menos los que llevaban menos
tiempo en los territorios centrales del reino, persistían en sus prácticas paganas y reproducían, aunque de
manera distorsionada, algunas de sus instituciones". 309

LOS PATRONES CULTURALES MAPUCHES DURANTE EL SIGLO XIX

Ya entrado el siglo XIX, el mundo fronterizo continuaba lleno de significados y símbolos de origen
mapuche. es decir, la Frontera continuaba estando "dominada' en gran parte por elementos culturales
provenientes de su mundo. Esto es algo que aun se puede apreciar en el uso delleguaje, ya que a pesar
de los siglos, ellengu~je fronterizo continuaba siendo "ellengu~je que entendían los araucanos"? 10 Un

306
Zapater, "Testimonio de un cautivo... ", op. cit., p. 317.
307
León, "'Política y poder... ", op. cit., p. 34.
Jo& León,Maloqueros y conchavadores ... pp. 129 y 130.
309
Hugo Contreras, "Siendo mozetón o güeñí salió de su tierra a vivir entre los españoles: núgracíón y asentamiento mapuche en Chile
Central durante el siglo XVIII, 1700-1750"', Revista de Historia lndigena N° 9, Universidad de Chile, 2005-2006, p. 19.
310
Arturo Leiva, El primer avance a la Araucania, Ango/1862, Ediciones Universidad de la Frontera, Temuco, 1984, p. l5L
66
ejemplo de esta especie de 'imposición' del mapudzmgún en sus relaciones con los huincas, se aprecia
en lo acontecido al viajero estadounidense Edmond R Smith y sus acompañantes, quienes ante un
encuentro con los hijos del cacique Juan Yevul, procedieron a saludarlos en castellano, pero los hijos del
cacique, a pesar de manejar perfectamente el idioma huinca, les contestaron en mapudungún. 311 Algo
similar se observa en el diario de Treutler, quien el 9 de junio de 1859 anotó que mientras dialogaba con
el lonco Huilca:fiel, éste de pronto comenzó a hablar en castellano, siendo que hasta el momento lo había
hecho en mapudungún. Según el viajero, Huilcafiel hablaba un castellano '"bastante regular", por lo '"que
sí no lo había hecho antes era por imponerse, según lo acostumbran". 312 Lo mismo se aprecia en las
reuniones sostenidas por los embajadores mapuches de 1869 con el Presidente Pérez y sus asesores en
La Moneda. En esas sesiones, Quilahueque y Domingo Melín, quienes manejaban el castellano,
realizaron sus discursos íntegramente en mapudungún, y recibieron las respuestas del Presidente
mediante los oficios de Ángel Méndez, lenguaraz traído especialmente para la ocasión. 313
Pero no solo el lenguaje mapuche prevalecía en la Frontera, en lo que respecta a las formas
culturales en general, Arturo Leiva sostiene que en el mundo fronterizo la influencia cultural mapuche
era predominante, ya que la frontera estaba "más 'aindiada' o cercana a los indios que penetrada de
influencias de la sociedad de tipo occidental",314 de modo que en "esa 'tierra de nadie' fronteriza, los
significados araucanos del mundo y las cosas obtienen un certificado de vigencia que cualquiera debe
adoptar por sólo penetrar a ella". 315 De esta forma, "la población no indígena se encontraba en realidad
más cercana a compartir un mismo género de relaciones con los araucanos que con el resto de la
población "civilizada" del país". 316 En este sentido, la fuerza de las costumbres mapuches se puede
apreciar en el duro reproche que el lonco Manuel Burgos le hizo al coronel Comelio Saavedra por la
presencia de cañones en un parlamento realizado en noviembre de 1867. Estrictamente, el lonco señaló
que "ellos [los mapuches] sabían por tradición, como él [Saavedra] lo sabría por sus libros, que en los
parlamentos antiguos no se llevaban cañones ni se hacia aparato de fuerza para tratar la paz". 317
Esta 'araucanización' de la población fronteriza chilena y mestiza que refiere Leiva, se aprecia en
lo apuntado hacia 1853 por Elmond Smith, quien señaló que "Se encuentran chilenos por todo el
territorio... Con frecuencia se casan con indias y rápidamente se ponen al nivel de los salvajes, con
quienes se asimilan fácilmente, sin conservar otro distintivo de la civilización que el nombre de

3
¡¡ Smith, op. cit., p. 191.
312
Treutler, op. cit., p. 94.
313
La República, 14 de octubre de 1869 y El Ferrocarril, 15 de octubre de 1869.
314
Leiva, El primer avance.... , p. 21.
315
lbid., p. 55.
316 !bid., p. 22.
317
El Meteoro, 30 de novíembre de 1867.
67
318
cristiano". Ese mismo año, El Correo del Sur señaló que en la Frontera, en lugar de encontrarse indios
sometidos, se encontraban cristianos "que toman las costumbre de los indios y son los primeros que
319
desobedecen la autoridad". En igual línea, en 1869 Bemardino Pradel, ex revolucionario y articulador
de asuntos fronterizos, señaló "que los indios han convertido a sus creencias a muchos cristianos"?20 Si
bien es probable que estos chilenos no hayan renunciado del todo sus creencias, lo cierto es que las
fuentes atestiguan que fueron muchos los que optaron por las formas de vida mapuche. De hecho, como
ya señaláramos, en su travesía por las zonas meridionales de la Araucanía Paul Treutler indicó que un
mapuche llamado Vointen tenía a un chileno para custodiar sus abundantes ganados. 321
Si bien los mapuches cercanos a la Frontera igualmente exhibían influencias chilenas, la cierto es
que al interior de la Araucanía la fuerza de sus patrones culturales era total, y su influjo impedía, en gran
medida, que los mapuches fronterizos se 'occidentalizaran' del todo y, en contraste, hacía que la
población chilena y mestiza se 'araucanizara'. Sobre esto, en 1861 vecinos de Los Ángeles y Santa
Bárbara, en carta al Presidente, señalaron que "el araucano no es de aquellos a quienes el trato con la
gente blanca logra reducir a la vida civilizada". 321 Vemos así, siguiendo a Leiva, que la fuerza de los
patrones culturales mapuches "impulsaba a las poblaciones no indígenas permanentes de la frontera a
adoptar el modo de vida dotado de mayor vigencia, o sea el que mostraban los Indios". 323 Así, "la
interacción ha pasado a estar definida por el araucano''. 324
Por otra parte, en el siglo XIX el rechazo o desdén hacia el catolicismo seguía siendo la tónica de
gran parte de la población mapuche autónoma. En cuanto al bautismo, para comienzos de siglo Melchor
Martínez señaló que muchas veces los mapuches le dijeron que bautizaban a sus hijos "porque sus
mayores así los acostumbraban, que es la razón que a ellos les mueve mucho". 325 Casi en igual línea, en
junio de 1845 fray Querubín María Brancadorí señaló que tras informar al cacique gobernador de la
zona de Santa Rosa de Tucapel sobre la necesidad que su gente asistiera a una fiesta religiosa, éste le
habría replicado airadamente que "antiguamente los Padres jamás los llamaban a la misión por ninguna
cosa... , es muy cierto que nosotros nos hemos empeñado para que venga el Padre, pero ha sido para que
esté en la misión, y nos de:fienda". 326 Ante esto, Brancadori apuntó que los mapuches sólo querían "vivir

31
& Smith, op. cit., p. 153.
319
El Correo del Sur, 7 de abril de 1853.
320
ELMeteoro, "Documentos relativos a la Revolución del 59 en la Frontera", 19 de junio de 1869.
321
Treutler, op. cit., p. 148.
322
"(:arta de los vecinos de Los Ángeles al Presidente", Los Ángeles 11 de diciembre de 1861, en Lara, op. cit., tomo II, p. 256.
323
Lciva, El primer avance... , p. 23.
324
Ibicl, p. 49.
323
Melchor Martíuez, La iglesia y las creencias y costumbres de los araucanos en Chile, Relaciones de la Sociedad Argentina de
Antropología IV, Buenos Aires, 1944, p. 39.
326
«Carta de fray Querubín María Brancadori, Santa Rosa de Tucapel, l3 de junio de 1845", Archivo Franciscano Colegío de Chillán (en
adelante AFCCh), vol. 19, f, 53.
68
con los misioneros como antiguamente, esto es, que el padre se esté calladito en su misión, y ellos hacer
lo que les dé la gana"? 27 Meses después, el misionero se quejó señalando que "si un misionero no les da
de comer y no les regala algunas frioleras dicen luego que es un padre mezquino, que no sirve para nada,
y ni ellos vuelven más, ni vienen otros porque luego corre la voz". 328
Más tarde, en 1855, fray Buenaventura Ortega informó que los mapuches seguían sujetos a "sus
costumbres bárbaras, y en su ciego y torpe indiferentismo, quedando, por esta causa, el trabajo del
329
misionero infructuoso y estéril... siendo un frío espectador de sus costumbres salvajes". Tres meses
después, apuntó que todo seguía igual de penoso, ya que "Indios de rezo ha habido en la misión en
oraciones hasta cinco, algunas veces menos y otras nínguno". 330 A pesar de la estimación que los
mapuches aledaños a la Misión sentían por él, en 1858 Ortega comunicó que "El estado formal o
espiritual de ella es poco o nada lisonjero". 331 Ocho meses después, ante la posibilidad de fundar nuevas
misiones, el franciscano apuntó que "el plan de fundar nuevas misiones más al interior, es un asunto
arduo, y... presenta grandes dificultades movidas no solo por la energía con que el araucano a rehusado
síempre el yugo español, y del apego a sus antiguas costumbres; sino también del torpe indiferentismo
de estos desgraciados seres". 332 A pesar de los esfuerzos del animoso misionero, cinco años más tarde la
situación aun no mejoraba, ya que "a pesar de haber estado continuamente enseñado a rezar y
catequizando, a veces a 12 indios, sólo se han bautizado once adultos, los que hasta la fecha viven
333
cristianamente; los demás se han vuelto a su tierra a seguir sus antiguas costumbres".
Con respecto a la indiferencia del mapuche hacia el cristianismo, un observador de mediados del
siglo XIX señaló que a pesar que muchos habían aceptado ser bautizados y respetaban ciertos símbolos
cristianos, la gran mayoría de ellos ignoraba completamente su significado:

Por todas partes se encuentran en la época actual indios viejos, unos con nombres
cristianos, otros que han sido bautizados en su infancia, o descendientes de padres o
abuelos bautizados; y aunque estos mismos indios, muchas veces .fitera del nombre, ni se
acuerdan de cosa alguna de la religión cristiana, todos, sin excepción, respetan la cruz, y le
tributan mucha consideración, sin saber lo que significa. 334

También hacia mediados del siglo XIX, Paul Treutler señaló que la "religión cristiana, que tanto
35
progresos hizo en otros pueblos de América, no ha logrado echar raíces en el corazón del Araucano"/

327
"Carta de fray Brancadori, Santa Rosa de Tucapel, l3 de junio de 1845", AFCCh, voL 19, f, 53.
3
"Carta de fray Brancadori al Viceprefecto General de Misiones, Santa Rosa de Tucapel, 17 de agosto de 1845", AFCCh, vol. 19, f., 65v.
zg
329
"Carta de Buenaventura Ortega a Antonio Gavellucci, Misión de Tucapel, 6 de abril de 1855", AFCCh, vol. 21, f. 256.
330
"Carta de Buenaventura Ortega, Tucapel, 6 de julio de 1855", AFCCh, vol. 21,[ 277.
331
"Carta de Buenaventura Ortega a Antonio Gavellucci, Misión de Tucapel, 3 de junio de 1858", AFCCh, vol. 22, f. 220.
332
"Carta de Buenaventura Ortega a Antonio Gavellucci, Misión de Tucapei, 9 de febrero de 1859", AFCCh, vol. 22, f. 246.
333
"Carta de Buenaventura Ortega a Dimúsio Pardini, Misión de Tucapel, febrero de 1864", AFCCh, vol. 23, f. 154.
334
Domeyko, ap. cit., pp. 63 y 64.
335
Trentler, op. cit., p. XIV.
69
lo que se debería a que "variar las costumbres de sus antepasados es un imposible mayor que todos los
imposibles". 336 También con respecto a la religiosidad, Guillaume Boceara ha sostenido que hacia fines
del XVIII, y comienzos del XIX, se aprecia la irrupción de una nueva entidad religiosa, Ngenechen. 337
Aunque Boceara sostiene que esta entidad surgió del influjo cristiano, él mismo se encarga de señalar
que este "dios" mapuche es "diferente del de los huinca". 338 Esto viene a apoyar nuestra hipótesis en
tomo a que los 'filtros' culturales mapuches supieron adaptar los elementos externos a sus propias
creencias y costumbres, ya que si bien gran parte de los elementos con que está fonnado Ngenechen son
de origen cristiano, la verdad es que el 'molde' en que esos elementos se mezclaron y le dieron forma a
la nueva entidad es netamente mapuche.
Ahora, en cuanto a sus ancestrales rutinas y costumbres, Melchor Martínez señaló que la práctica
de consultar adivinos y brujos "más la observan por costumbre y tradición antigua de sus antepasados:
razón poderosísima para estas gentes, que son adheridas en extremo, a las costumbres de sus mayores
que ellos llaman Admapus". 339 En igual línea, hacia 1849 los capuchinos apuntaron que al llegar a la
Araucanía, hallaron "a los araucanos infieles muy ignorantes... y apegados a sus supersticiones". 340 Ese
mismo año, en su infonne presentado a la Cámara de Diputados, Antonio Varas señaló que los
mapuches tienen "un gran apego a sus costumbres, mucho respeto a lo que ha sido práctica entre
ellos". 341 Casi diez años después, el misionero Víctorino Palavicino señaló que el mapuche "no tiene
religión ninguna, no tiene culto, no tiene ministros que pudieran desempeñarlos", por lo que sigue
siendo "idólatra de sus costumbres... de sus antepasados y los usos de la tierra con que se han
amamantado". 342 Todo esto, hizo que el franciscano exclamara: "Siglos han pasado, centenares de
misioneros han acometido sucesivamente la heroica empresa de convertir al araucano, y el araucano
siempre es araucano, es decir siempre es infiel, siempre apegado a sus costumbres". 343
En síntesis, para el caso del rechazo a la religión cristiana y el apego a sus ancestrales costumbres
y prácticas, es posible decir que la autonomía política y territorial en que vivió el mapuche por más de
doscientos años hizo que éste fuera capaz de no sólo de mantener las bases esenciales de sus patrones
culturales, sino que también fuera capaz de controlar el flujo de elementos culturales externos que
ingresaban en su mundo. Por todo esto, señala Foerster, hacia mediados del siglo XIX -pocos años
336
lb id., p. 74.
337
Boceara, Los vencedores... , p. 388-391.
33
& lbid., p. 391.
339
Melchor Martínez,. op. cit., p. 30.
340
Memorie inedite delle missioni dei FF.MM. Cappucini nel Chili (1890), traducción del padre Ambrosio Ferroni (1984), p. 7, Biblioteca
del Museo de Temuco. Citado por Foerster,lntroduccíón a la religiosidad.... , pp. 37 y 38.
341
Antonio Varas, "Informe presentado a la cámara de diputados por don A. Varas visitador judicial de la república en cumplimiento del
acuerdo celebrado en la sesión del 20 de diciembre del año de 184&, sobre la reducción pacífica del territorio araucano. Santiago,
septiembre 25 de 1849". En Saavedra, op. cit., p. 275.
342
Victorino Palavicino, Memoria sobre la Araucania por un misionero del colegio de Chillát1, La Opinión, Santiago, 1860, pp. 50 y 51.
343
Ibid., p. 55.
70
antes del inicio del proceso de ocupación militar- los mlSloneros franciscanos y capuchinos se
encontraron con que entre los mapuches la infidelidad, debido al "apego a su ADMAPlr, era
abrumadora..344 Incluso, después de la ocupación militar chile~ en muchos lugares de la Araucanía
seguían practicándose costumbres corno la poliginia y la consulta a rnachis y adivinos, de hecho, en
algunas zonas aun había !ancas y canas que se negaban rotundamente a ser bautizados. 345

344
Foerster, Introducción a la... , p. 39.
345
Jbíd., pp. 40 et seq, especíalmente p. 43.
71
CAPÍTULO V
LA ESTRUCTURA SOCIOPOLÍTICA EN UNA 'SOCIEDAD DE PRESTIGIO'

DIÁLOGO Y PRESTIGIO COMO FACTORES DE ESTRUCTURACIÓN POLÍTICA

En cuánto a la estructura sociopolítica de los linajes mapuches, podemos decir que además de la familia
nuclear y de los grupos de parentesco unidos por un antepasado y un territorio común, no existía
ninguna organización o institución que ejerciera algún tipo de poder sobre el conjunto de la sociedad 346
Los linajes, al constituir grupos políticamente autónomos, carecían de un poder centralizado que
ejerciera algún tipo de autoridad sobre los demás. 347 Sin embargo, el hecho de no existir una autoridad o
poder universal centralizador y constante, no significa que al interior de cada familia extendida no
existiera alguna pequeña forma de jerarquía. En éstas, es el padre quien actúa como el "jefe" que ordena
y toma decisiones por sus mujeres e hijos. 348 Pero, insistimos, dentro del conjunto de familias extendidas
que conforman el linaje no existía nadie que poseyera un poder coercitivo.
En lo que respecta a las sociedades basadas en linajes segmentados, el antropólogo Marshall
Sahlins señala que en la mayoría de ellas existían dos tipos de jefatura, los "pequeños jefes y los grandes
hombres". 349 Sin embargo, el mismo Sahlins remarca que estos 'jefes" o big-man sólo poseían algún
grado de autoridad al interior de su grupo familiar, más allá, esta 'autoridad' se convertía únicamente en
cierta capacidad de influencia que en ningún caso significaba privilegios. 350
Para el caso mapuche, las referencias hechas por los primeros observadores dejan claramente
establecido la escasa autoridad que detentaban los 'jefes' nativos. Aunque realizada en el siglo XVII,
una de las muchas observaciones efectuadas por Diego de Rosales señala que los caciques mapuches
ordenaban "las cosas de la paz y de la guerra con mucho paz y amor, y como rogando, porque si se
muestra imperioso no hace caso de él el subalterno y se sale con lo que quiere". 351 Más aun, Rosales
señaló que "cada uno se sirve a si mismo y se sustenta con el trabajo de sus manos, y si el Cacique no
trabaja no le come". 352 En general, los llamados ..caciques" sólo poseían cierta influencia y capacidad de
dirección al interior de su respectivo linaje, pero, salvo en su familia, no poseían ni la autoridad ni el
poder como para impartir órdenes tajantes o "para castigar'' a quienes desconocieran "sus órdenes" o no

346
Villalobos, La vida.fronteriza en Chile... , p. 216.
347
Osvalrlo Silva, "Hombres fuertes y liderazgo en las sociedades segmentarías: un estudio de casos", Cuadernos de Historia N° 15,
Santiago, 1995, p. 49.
3
4& Sahlíns, op. cit., pp. 79 y 80.
349
!bid., p. 40.
350
IlJiá., p. 39 y 40.
351
Rosales, op. cit.,. tomo I, p. 137.
352 Id.
72
353
acataran "sus decisiones". ¿Y cuáles eran entonces las funciones del 'jefe' al interior de las sociedades
segmentadas como la mapuche? Según Pierre Clastres, en este tipo de sociedades:

El líder primitivo es principalmente el hombre que habla en nombre de la sociedad cuando


circunstancias y acontecimientos la ponen en relación con otras sociedades... las funciones
concretas y empíricas del líder se despliegan en el campo... de las relaciones
internacionales y exigen, por consiguiente... habilidad, talento diplomático para consolidar
la red de alianzas que asegurarán la seguridad de la comunidad; coraje, disposiciones
guerreras para asegurar una defensa eficaz contra los ataques de los enemigos o, sí es
posible, la victoria en caso de expedición contra ellos. 354

Pero junto a estas funciones, el líder o 'jete' debía reunir una serie de otras características. En este
sentido, Osvaldo Silva señala que para ser reconocido 'líder' el sujeto debía, en primer lugar, saber
moderar discrepancias y confrontaciones internas y conducir adecuadamente los vínculos y conexiones
con otras comunidades; en segundo lugar, poseer gran capacidad oratoria para actuar adecuadamente
como portavoz de su grupo y, en tercer lugar, ser lo suficientemente generoso como para compartir "sus
bienes en festejos comunitarios o regalos personales a quien se lo solicitase". 355 Como cuarta
característica, Silva también agrega la atribución de poderes mágicos. 356 Con todo, tanto las funciones
descritas por CJastres, así como las características enumeradas por Silva, coinciden con Ja descripción
hecha por Mariño de Lobera del cacique Míchimalonco, quien era "de buena estatura, muy fornido y
animoso: tenía el rostro alegre, y agraciado ... prudencia sagacidad y otras buenas partes naturales
autorizaban mucho su persona. Por esta causa era muy respetado de los indios, y no menos por ser muy
liberal, y dadivoso para sus súbditos, y templado, sobrio, y compuesto en si mismo". 357
Como se aprecia, en el mundo mapuche los 'jefes' sólo eran individuos que poseían cualidades y
atributos mediante los cuales lograban ganarse el respeto de sus congéneres y alcanzar ciertas cuotas de
influencia y 'autoridad'. Sin embargo, una vez alcanzada esta posición nada le aseguraba al detentor la
perennidad de la misma, y nada le aseguraba que sus consejos, 'órdenes' o 'decisiones' serían seguidas o
acatadas. 358 Además, las acciones y conductas del 'jefe' estaban estrechamente "controladas por la
opinión pública", ya que su 'poder' dependía o estaba íntegramente en manos "de la buena voluntad del
En esta línea, Margarita Alvarado señala que los lonco.~· podían hacer demandas a sus
359
grupo".

3
n Osvaldo Silva, "Reflexiones sobre las estructuras económicas, sociales y de poder en la sociedad tribal", en Revista Diálogos Andinos
N" 24,2004, pp. 39-52. También Villalobos, La vida fronteriza en Chile, p.216 y 217.
354
Pierre Clastres, Investigaciones en antropología política, Editorial Gedisa, Barcelona, 1981, p. 113.
355
Silva, "Reflexiones sobre las... ", pp. 39-52. Véase también: Robert Lowíe, Social Organizatton, Reinhart, New cork, 194&.
356
1d. Véase también Osvaldo Silva, "Hombres fuertes y ... ", op. cit., pp. 59-60.
357
Lobera,. op. cit., p. 62. Sobre el caso de Michimalonco véase Osvaldo Silva y Cristina Farga, "El surgimiento de hombres poderosos en
las sociedades segmentadas de la frontera inca: el caso de Michimalonco", Revista de Historia Indígena N° 2, Santiago, 1997, pp. 21-28.
358
Silva, "Reflexiones sobre las... ", pp. 39-52.
359
Pierre Clastres, La sociedad contra el Estado, Monte Avila Editores, Barcelona, 1979, p. 35.
73
"subordinados", pero que estas demandas mantenían una equilibrada interdependencia con las que los
«subordinados" le hacían a sus respectivos loncos. 360 De este modo, los 'jefes' estaban prácticamente
obligados a dar constantes cuentas en tomo a sus acciones, para lo cual, debían hacer uso de la segunda
característica apuntada por Silva, la capacidad oratoria, sobre la que Lidia Nacuzzi ha señalado:

entre las más significativas cualidades de los jefes indios se encontraba la elocuencia. La
práctica de utilizar el discurso era muy útil en ocasiones diftrentes y variadas. Con la
palabra se negociaba o se pedia, se convencía o se amenazaba, se defendían cau.•;as o
personas o se acusaba. La palabra era un recurso importante para un negociador, un
representante del grupo que expresaba la vohmtad colectiva y que se ponía en contacto con
otros representantes como él, a los que muchas veces tenía que convencer o con los que
había que convenit~ acordar, dialogar o dirimir cuestiones vitales... Con la palabra también
. ha y se rend'tan cuentas hac1a
se expltea . el mterwr
. . d el propw. grupo. 361

Considerando lo anterior, no resulta extraño que los observadores y cronistas hispanos advirtieran
que entre los linajes mapuches no existía ninguna forma de centralización social o política que
restringíera la libertar de los individuos. Como señala Silva, las sociedades tribales segmentadas, como
la mapuche, son "ac~falas e igualitarias". 362 Al no existir un poder político centralizado, cada linaje se
conducía de acuerdo a las disposiciones adoptadas por el conjunto de los 'jefes' de cada familia
extendida,. quienes de común acuerdo delegaban la representación del linaje en un 'jefe' emergido de sus
propias filas; pero al carecer este 'jefe' de algún tipo de poder sobre los demás jefes de familia, cada una
363
de éstas mantenía la entera libertad de conducirse como mejor le pereciera. Como ha señalado la
historiadora Holdenis Casanova, al interior de los linajes mapuches "el poder del jefe se acentuó en el
364
seno de la familia, diluyéndose en forma creciente a medida que se ascendía a la tribu". En igual
sentido, Bengoa ha dicho que la familia constituía "prácticamente la única institución social
permanente", la que poseía total autonomía en relación a otros núcleos familiares. 365
Tenemos entonces que los linajes mapuches, "a pesar de su comunidad de lenguaje y costumbres,
366
nunca conformaron una sola entidad social que los impeliera a actuar mancomunadamente".
Políticamente, cada linaje se conducía acorde a sus necesidades, intereses y situaciones particulares
inmediatas. Y si esto era así, la pregunta a realizar es ¿Cómo se lograba establecer un cierto orden entre

360
Alvarado, op. cit., p. 37.
361 Lídia R. Nacuzzí, "Francisco Viedma, un "c-acique blanco" en tierra de indios". En Lidia R. Nacuzzi (comp.), FutK'I(manos,
diplomáticos, guerreros. Miradas hacia el otro en las fronteras de pampa y Patagonia (siglos XVII y XIX), Sociedad Argentina de
Antropología, Buenos Aires, 2002, p. 31. Las negrillas son nuestras.
362
Silva, ''Reflexiones sobre las estructuras ... ", pp. 39-52. Cursivas en el original.
363
Sahlins, op. cit., pp. 81 y 82.
364
Holdenis Casanova, El rol del jefe en la sociedad mapuche prehispánica. En Sergio Villalobos, y Jorge Pinto, (comp.), Araucanía:
temas de historia fronteriza, Universidad de la Frontera, Temuco, 1985, p. 44.
365
Bengoa, Historia del Pueblo... , p. 26.
366
Silva, "Hombres fuertes y ... ", op. cit., p. 49.
74
una infinidad de unidades que no se sentían unidas más que por el parentesco? ¿Cómo se lograban evitar
o aminorar las tensiones, las rencillas y las guerras que de tanto en tanto se desataban entre los distintos
agregados sociales, y evitar así caer en lo Hobbes denominó "guerra de todos contra todos"?
Pues bien, a la luz de las investigaciones realizadas en tomo a los diversos tipos de sociedades sin
Estado, se hace evidente que estos grupos no constituían un 'paraíso' de la desorganización y el caos.
Como ha señalado Herskovits, todas '"las instituciones mediante las cuales se dirigen los asuntos de
cualquier sociedad y se regula la conducta de sus miembros deben ser consideradas como instituciones
políticas, por carentes de forma que puedan parecer". 367 En igual sentido, Hoebel ha señalado:

La organización política aparece donde quiera que las sociedades están segmentadas de
acuerdo con el parentesco, la economía, la religión, el sexo, las fraternidades o la
comunidad Allí donde existen subgrupos, que son entidades discretas dentro de la totalidad,
existe la organización política -un sistema de regulación de las relaciones entre los grupos
o entre miembros de diferentes grupos dentro de la sociedad en conjunto. 368

Dentro de las sociedades humanas, la importancia del lenguaje y la comunicación es bien sabida,
pero en las sociedades segmentadas, su importancia es trascendental. Por esta razón, creemos que el gran
elemento que suplía la existencia de un gobierno central entre los linajes mapuches era el diálogo, ya
que a través de éste se implementaban las alíanzas tanto personales como grupales.
En general, en las sociedades ágrafas el bagaje cultural es transmitido mediante vía oral o de señas.
Así ocurre con la subsistencia, donde el aprendizaje de la caza, la recolección, la agricultura o la cría de
animales, es realizado a través de una interacción entre el maestro (padre o madre) y el aprendiz {hijo o
hija). Lo mismo sucede con las técnicas destinadas a la elaboración de la cultura material (vivienda,
herramientas, vestimenta, etc.), y con todo lo relacionado a las solemnidades con que se vinculan con el
mundo sobrenatural. 369 Ahora, si bien se podría decir que para transmitir sus pautas culturales estas
sociedades recurren más al ejemplo y a la observación, debemos recordar que el ejemplo es una forma
de interacción entre un emisor y un receptor mediante expresión oral y/o corporal, es decir, un diálogo.

367
Herskovits. op. cit., p. 363.
3$ Hoebef. op. cit., p. 530.
369
Sobre el rol de la religión y lo sobrenatural en las sociedades pre-estatales, véase las ya citadas obras de Sahlins y Service. También
véase: Claude Levi-Strauss Las estructura~ elementales del parentesco, Editorial Paidos, Buenos Aires, 1967. Marvin Harris, Introducción
a la antropología general, Alianza Universidad, España, 2000. Radcliffe-Brown, Estn1ctura y función en la sociedad primitiva. Península,
Barcelona 1971. Emile Durkheirn, Lru formas elementales de la vidn religiosa, Editorial Akal, Madrid, 1992. Bronislaw Malinowsky,
Magia, ciencia y Religión, Editorial Planeta-De Agostini, España, 1993. Robert H. Lowie, Religiones Primitivas, Editorial Alianza,
Madrid, 1976. Para el caso de la religión y las creencias mapuches véase: Ricardo Latcham, La organización social y las creencías de los
antiguos araucanos, Museo de Etnología y Antropología de Chile, Santiago, 1924. Rodolfo Casamiquela, Estudios del Ngillatum y la
religión Aram:-ania, Cuadernos del Sur, Universidad Nacional del Sur, Bahia Blanca, 1964. Martín Alonqueo Piutrin, lnsliJuciones
religiosas del pueblo mapucht\ Ediciones Nueva Universidad, U. C., Serie la fe de un pueblo N° 7, Santiago, 1979. Aureliano Oyarzun, La
sangre en la~ creencias y costumbres de los antiguos araucanos, Revista Chilena de Historia y Geografia, Tomo XXIII, l9l7. Alfred
Metrau.x, Religión y magias indígenas de América del sur, Ediciones Aguilar, Madrid, 1973. Rolf Foerster, Introducción a la religiosidad
mapuche, Editorial Universitaria, Santiago, 1993. Armando Marileo Lefio, Mundo Mapuche, En Contreras Painernal, op. cit. pp. 27-44.
75
todo grupo sociocultural que conserva y transmite la memoria acerca de su historia, sobre
la base de sistemas orales, extiende esta memoria a todos sus miembros. Se constituye una
memoria colectiva que no sólo involucra el conocimiento del pasado del grupo, sino el
aprendizaje de tradiciones y normas sociales que permiten la cohesión interna de la
sociedad en cuestión. 370

A nivel intratribal, los mecanismos para Lograr una buena convivencia son más o menos fáciles de
aplicar, ya que al tratarse de fumiliares cercanos, la relación entre los individuos lleva implícita un
marcado carácter de colaboración y reciprocidad. 371 Sin embargo, en las relaciones intertribales la
situación se hace más compleja y la importancia del diálogo es decisiva. Como han señalado muchos
investigadores, las sociedades tribales ven como potencial enemigo a cualquier individuo o colectividad
con la cual no posean o no hayan establecido lazos de alianza, hermandad o parentesco, de modo que
cualquier roce puede rápidamente transformarse en un estallido de violencia perjudicial para uno o
ambos contendientes, razón por la que se hace necesario restaurar el equilibrio? 72
En general~ los mecanismos para mantener o recuperar el equilibrio pueden ser variados, por
ejemplo, Sahlins alude el comercio o el intercambio de regalos y mercancías,373 mientras que Tylor
menciona los matrimonios. 374 Pero lo importante aquí, es que mediante estas acciones un agregado
social puede no sólo renovar, reforzar o recomponer lazos internos o externos dañados, sino que también
puede establecer lazos con agregados sociales extraños o lejanos. Esto no significa que dos linajes que
hayan logrado recomponer o establecer un lazo vayan a vivir permanentemente halagándose y
agasajándose, no. Lo que esto significa, es sencillamente que a partir de la reparación o creación del lazo
ambos grupos no seguirán viviendo en un estado de guerra latente, es decir, un estado donde los
individuos, y los diferentes niveles que conforman una sociedad segmentada, pueden hacer libremente
375
uso de la violencia y degollarse mutuamente cada vez que lo consideren necesario.
Se hace claro que en una sociedad como la mapuche, los intercambios, los matrimonios o la
misma paz, serian imposibles sin la acción del diálogo. Por ejemplo, en un arreglo matrimonial el
diálogo era vital, ya que entre el pretendiente y el padre de la prometida se realizaba una especie de
contrato donde se estipulaba el número de animales o bienes que el novio, a modo de compensación,

37
1} Jorge Terán Morveli, Los "J.1isti" análisis e interpretación de dos narraciones orales Acomainas. Tesis para optar al titulo profesional

de Licenciado en Literatura, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 2003, p. 15.
371
Sobre reciprocidad, véase los ya citados libros de Sahlins, Service, Levi-Strauss, Harris y Radcliffe-Brown. También véase: Bronislaw
Mafinowsky, Crimen y costumbre en la sociedad salvaje, Editorial Arie1, Barcelona, 1991 ..
312
Sahlíns, op. cit., pp. 20 et seq.
373
!bid., p. 22.
374
Edward Tylor, On a Meted oflnvestígating the Development oflnstítutíons: Applied to Laws ofMarriage and Descent, Journal of the
Anthropological Institute, vol. 10, pp. 245-269, 1888. Citado por Service, op. cit. p. 48.
375
Thomas Hobbes, Leviathan. Citado por Sahlins, op. cit., 16 et seq.
76
376
debía entregar al padre de la novia. Además, las ceremonias o rituales que concretaban la unión,
también se constituían en instancias de diálogo y sociabilidad, las que siempre contaban con comida,
danza y bebí~ elementos infaltables en toda reunión social, política o "de índole religiosa o militar". 377
Como señaló Jerónimo de Bibar, "Ajuntados allí, comen y beben y averiguan daños y hacen justicía al
que lo merece, y allí conciertan y ordenan y mandan, y esto es guardado"?78 Además, la importancia del
diálogo, como medio para mantener, regular y perpetuar el equilíbrio, se puede advertir en instancias tan
básicas como las pautas de saludo (chalin, ngiílan, pentukun); discursos informativos (nütram, epeu);
arengas de identidad social y poder (koyag, weupín, ngüfetun); oraciones rituales (uldungun, pillantum,
koyagtun); y en discursos didácticos y de entretención (epeu, konew, koykoy). 379
El diálogo permitía regular las relaciones sociales existentes entre los distintos linajes y también
contribuía a dar forma y equilibrio a la totalidad de la estructura social mapuche, desde las unidades más
básicas, como la familia nuclear, el le!( y el rehue, hasta las grandes unidades sociopolíticas y
territoriales, como ayllarehues y butalmapus. 380 Como señala Bengoa, en "una cultura oral, la palabra
hablada es el elemento central de articulación social". 381 Por su parte, Pablo Marimán sostiene que la
«palabra desempeñaba un papel significativo al momento de articular como un solo cuerpo a todos los
agregados sociales que conformaban su mundo", para que de esta forma, se mantuviera "vinculado a los
principios de la igualdad, la reciprocidad, la redistribución y la horizontalidad", principios cuyo
cumplimiento impedían "prácticas vinculadas a la verticalidad del poder y su jerarquización, así como a
la estratificación social y la consecuente acumulación de los recursos en pocas manos". 382
Creemos haber dejado en claro que en una sociedad como la mapuche, sin 'jefaturas' fuertes ni
pennanentes, y sin instituciones jerarquizadas y coercitivas, la entrevista, la plática, la discusión y la
conferencia constituían elementos de la más alta importancia a la hora de mantener el orden y el

376
Jerónimo de Bibar, Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reynos de Chile, Fondo Bibliográfico José Toribío Medína, Santiago,
1966, p. 155. En tomo al trasfondo político que poseía el matrimonio en la sociedad mapuche, y de cómo esta lógica se mantuvo en el
tiempo, véase: Martha Becchis, "Matrimonio y política en la génesis de dos parcialidades Mapuche durante el siglo XIX", Memoria
Americana, Cuadernos de Etnohistoria N° 3, Buenos Aires, 1994, pp. 41-62.
377
Encina, op. cit., tomo I, p. 86.
m Bibar, op. cit., p. 155. Sobre el vínculo entre formas de sociabilidad y asootos de carácter político, véase: Leonardo León, "Fiestas,
borraclre.ras y política en Ja Arnucania durante la segllllda mitad del siglo XVI", Crónicas del Termño N° 2, Mendoza, 1997, pp. 7-17.
319
Maria Catrileo, "Tipos de discurso y textos en mapudWlgún", En Actas de Lengua y Literatura Mapuche N° 5, Universidad de la
Frootera,. 1992_ Citado por Verónica Contreras Hauser, "La construcción narratológica en el discurso públíco mapuche", Revista Universum
~ 17, Universidad de Talca, Talca, 2002, p. 29.
300
Hasta el día de hoy existen ooa serie de teorías, no siempre concordantes entre sí, en tomo al origen pre o poshispano de los butalmapus.
Sobre esto, véase Téllez, De la behetria aL, passim. Osvaldo Silva y Eduardo Téllez, "Los butalmapus de los llanos en la Araucanía",
Cuadernos de Historia N° 21, Santiago, 200 l. Guillaume Boceara, Etnogénesis mapuche: resistencia y reestructuración entre los indígenas
del centro-sur de Chile (.siglos XVI-XHII). Hispanic American Historial Review. Duke University Press, 1999. pp. 424-461. Carlos Ortiz,
Alianza> y territorialidad entre los linajes mapuches al sur del Biohío en el siglo XHI: Algzmas consideraciones acerca de los hutalmapus,
Tesis para optar al grado de Doctor en Historia mención Etnohistoria, Universidad de Chile, Santiago, 2006.
381
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 66.
3 2
& Pablo Marímán, "Los Mapuche antes de la conquista militar chileno-argentina", en Pablo Marimán et al, ¡ ... &cucha, Wtnka... ! Cuatro
ensayos de Historia Nacional Mapuche y un epilogo sobrt' dfitturo, LOM Ediciones, Santiago, 2006, p. 65.
77
equilibrio de su entramado social. 383 Como señala Contreras Painemal, "En la sociedad mapuche la
palabra es un valor y a través de ella se distinguirán las personas honorables y sabias que conducirán y
representaran los diferentes linajes". 384 Partiendo de esto, resulta fácil comprender por qué dentro de la
educación mapuche la expresión y el buen uso de la palabra poseían tanta importancia, y por qué una de
las cualidades más admiradas era precisamente la capacidad oratoria. 385
Ahora, a lo largo de los siglos, ¿Cuánto, y en qué forma, variaron estas características con la
llegada de los españoles? ¿Existieron elementos o características de esta estructura sociopolítica que
hayan sido abandonados voluntaria o involuntariamente? O por el contrario, ¿Existieron elementos o
rasgos que hayan sido impuestos por los españoles, por fuerza o por contacto, a la estructura
sociopolítica mapuche? Esto es lo que intentaremos ver en los apartados y párrafos siguientes.

386
LA SITUACIÓN DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII

Desde la llegada de Pedro de Valdivia a las tierras del sur del Biobío, cronistas y observadores
advirtieron la falta de unidad política de la población nativa y el escaso don de mando de los caciques.
Ya a mediados del siglo XVI, Mariño de Lobera señaló que en Labapie los mapuches vivían "divididos
por sus parcialidades con su particular cacique en cada una", agregando que cada parcialidad o linaje
reconoce a "su cacique, sin tener que entender con el cacique de las otras". 387 En igual línea, en
septiembre de 1581 Juan de Ocampo San Miguel, en carta al Rey, señaló que ésta era "gente de behetría,
388
sin cabeza... , sin reconocer señorío, cacique ni tierra ni dar tributos". Poco más de una década
después, Miguel de Olaverría indicó que los "indios de Chile en ningún tiempo se sabe que hayan tenido
señor ni rey universal ni particular que sobre ellos tuviese poder y dominio ni mas de sus caciques en
cada parcialidad". 389 Y ya finalizando el siglo el XVI, Domingo de Brazo sostuvo que éstos vivían sin
"orden de justicia ni gobiemo". 390

3
1>3 Sobre cosmovisión, organización social y religiosa, véase: Armando Marileo Lefio, Mundo Mapuche, en Contreras Painemal, Carlos
(editor), Actas del Primer Congreso Internacional de Historia Mapuche, Working Paper Series 28, Alemania, 2007, pp. 27-44.
384
Carlos Contreras Painemal, "La oralidad y la escritura en la sociedad mapuche", en Contreras Painemal, (editor), op. cit. p. 8.
385
Guevara señala someramente la importancia que poseía para los mapuches el "lenguaje de gestos". Guevara, Las últimas familias".
386
Muchas de las ideas expuestas en este capítulo, en torno a la permanente fragmentación y descentralización de los linajes mapuches, han
sido presentadas y analizadas por el profesor Eduardo Téllez en su tesis de Doctorado, aunque buscando L'l raíz del asunto desde una
perspectiva netamente sociopolítica. Por nuestra parte, hemos intentado buscar la explicación desde un enfoque más bien cultural. Con
todo, estamos en deuda con el trabajo realizado por profesor Téllez, el que nos ha ayudado a clarificar muchas de nuestras propias ideas.
Esperamos que su investigación sea prontamente editada y puesta a disposición del público, ya que constituye un trabajo de considerable
valor eientífico. Eduardo Téllez, De la behetría al vutamapu: Una exploración en torno al potencial de integración política del pueblo
mapuche, Araucanía 1545-1810, Tesis para optar al grado de Doctor en Etnohistoria, Universidad de Chile, Santiago, 2009 (médita).
387
Lobera, op. cit., p. Il6 y
124.
388
"Carta de Juan de Ocampo San Miguel al rey, Santiago, 4 de septiembre de 1581", BNMlv1, vol. 92, leg. 1337.
389
Miguel de Olaverria, informe sobre el Reyno de Chile, sus Indios y sus Guerra~ (1594), en Gay, Documentos, tomo II, p. 22.
390
"interrogatorio para una información presentada por Domingo de Erazo para atestiguar los servicios de los vecinos de la ciudad de
Santiago y de las otras ciudades del reino, Concepción, 24 de enero de 1599". BNMM, vol. 101, leg. 1606.
78
Entonces, como ya señalamos, para el siglo XVI es posible apreciar que entre los linajes mapuches
no existía lo que en la cultura occidental se entiende por jefe, sino que sólo habían individuos que
poseían cierta influencia, pero sin el poder como para hacerse obedecer, ni mucho menos para decidir
sobre asuntos que involucraran los intereses de la totalidad del grupo. Por otra parte, también se ve que
cada agrupación es totalmente independiente de las vecinas, en cuanto a su proceder político y al uso y
protección de su territorio. Como señala Clastres, en las sociedades sin Estado cada comunidad "afirma
su derecho exclusivo sobre un territorio determinado contra otras comunidades", siendo las relaciones
391
políticas que se entablan entre grupos vecinos la prueba o el "dato inmediato" de esta exclusión.
Ya entrando al siglo XVII, las descripciones de la estructura sociopolítica mapuche casi no
difieren a las realizadas el siglo anterior. Hacia la primera década del siglo, el puntilloso Alonso de
González de Nájera señaló que los indígenas se caracterizaban por "no sujetarse a nadie; pues aun de su
misma nación no admiten quien los gobierne". 392 Igualmente, en 1610 Luís de Valdivia señaló que los
nativos chilenos "no han tenido cabeza, sino en orden a la guerra, porque no han tenido jamás gobierno
político de república, sino por parentelas, y así a ningún indio reconocen y ninguno se puede obligar en
393
nombre de todos a cobrar y dar tributos de los demás y al que tomase ese oficio le matarían luego".
Un testigo presencial, el padre Falcon, señaló en 1614 que los mapuches no poseían ni gobierno ni
república, "ni cosa que parezca a justicia'', ya que "no hay cabeza". 394 Asimismo, Pineda y Bascuñán
apuntó que no tenían "cabeza superior que los sujete, ni a quien ellos rigurosamente tengan temor ni
respecto". 395 De igual forma, Rosales anotó que durante las Paces de Quillín de 1641 el cacique y toqui
Líencura le dijo al Marques de Baides que ellos no tenían ni "cabeza ni unión... , sino que cada uno
gobierna y se gobierna por su gusto". 396 Más tarde, en 1657, Alonso de Solórzano y Velasco indicó que
397
"'cada cual gobierna su jurisdicción sin dependencia ni subordinación a otro". Siete años después,
hacia 1664, Jorge de Eguía y Lumbe señaló que los indígenas "no han estado nunca sujetos a un rey,
sino a diferentes caciques y gobernadores, que adquieren el dominio de sus parcialidades más por valor
y riqueza que por calidad o origen". 398 En este sentido, Rosales declamó que los indios "No tienen Rey,
399
gobernador, ni cabeza, a quien reconozcan, y den obediencia, como a señor supremo". Y al finalizar el
siglo, el maestre de campo Jerónimo de Quiroga señaló que "El señorío y dominio que estos indios

391
Clastres, llTVestigaciones en antropología... , p. 200.
392
González de N~jera, op. cit., p. 140.
393
"Carta de Luís de Valdivia al Consejo de Indias, 161O", Biblioteca Hispano-Chilena, tomo U, p. 83.
394
Zapater, "Testimonio de un cautivo... ", op. cit., p. 324.
395
Pineda y Bascuñán, op. cit., p. 121.
396
Rosales, op. cit, tomo III, p. 180.
397
Alonso de Solórzano y Velasco, "Informe sobre las cosas de Chile (165n en Gay, Documentos, tomo JI, p. 426.
398
Jorge de Eguía y Lumbe, Último desengaño de la guerra de Chile (ca.1664), Biblioteca Hispano-Chilena, Fondo Histórico y
Bibliográfico José Toribio Medina, Santiago, 1963, p. 308.
399
Rosales, op. cit, tomo I, p. l37.
79
tienen unos sobre otros es sin que los súbditos tributen al cacique ni este los obligue a que le sirvan, ni
obedezcan... le respetan por el dinero o por los muchos parientes; pero si no quiere respetarle y es de
corazón alentado, al sujeto, parientes y dinero los atropella como gente de poco valor y sustancia". 400
A pesar de los antecedentes, Bengoa señala que tras el fin de las siete ciudades y la expulsión de
los hispanos, los toquis de guerra comenzaron a monopolizar el poder y ha transformarlo en
heredítario.401 Pues bien, aquí preferimos seguir al profesor Silva, quien sostiene que si hubo un
momento en que la estructura social mapuche tendió a la centralización y a la jerarquización, éste se
manifestó antes de los hechos indicados por Bengoa, y no después. Efectivamente, Silva sostiene que
durante las primeras décadas de lucha, habrían principiado a surgir elementos que podrían haber dado
402
nacimiento a un poder autoritario que aglutinara bajo su mando a una multitud linajes. Según Silva,
dada la emergencia bélica, los mapuches depositaron su confianza en los caudillos que demostraban
mayores dotes militares, los que de súbito se vieron con un poder de mando inédito hasta ese minuto. 403
Sín embargo, la victoriosa ofensiva militar emprendida a finales del siglo XVI cortó de golpe el camino
que los eventos y las circunstancias parecían seguir, ya que el establecimiento de la Frontera "atenuó la
beligerancia y con ello el accionar de los toquis generales". 404
Si bien el triunfo militar sobre los españoles cortó el camino de los toquis hacia una posición de
preeminencia, lo cierto es que el peligro de una posible verticalización y jerarquización aun persistió por
algunos años. Según Silva, tras establecerse la Frontera, algunos Zancos, en especial los más cercanos a
la línea divisoria, comenzaron a monopolizar el intercambio de bienes con los hispanos, lo que tendió a
acrecentar sus privilegios, tanto en sus respectivos linajes como en linajes aliados. 405 No obstante, una
vez afianzadas las relaciones fronterizas, mediante los Parlamentos Generales, un creciente número de
mercachifles y buhoneros se atrevió a ingresar a la Araucanía para comerciar directamente con los
mapuches, de modo que "un número cada vez mayor de lonkos y grupos familiares tuvo acceso directo a
las baratijas conchavada.r; por productos nativos".4f.l6 Así, los ulmenes fueron disminuyendo, hasta perder
por completo, su "exclusividad en el manejo de los artículos intercambiados con los europeos", lo que
hizo desaparecer "posibilidad de romper la estructura social igualitaria de su pueblo". 407 En esta línea,

400
Jerónimo de Quíroga, Memorias de los sucesos de la guerra de Chile, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1979, p. 25.
401
Bengoa, Historia de los... , pp. 440,441 y 442.
402
Silva, ..Guerra y tn:ux¡ue como...", op. cit., p. 88 et seq.
403 Id.
404
!bid.~ p. 89.
405
!bid., p. 90 et seq.
406
Ibid., p. 94.
407 Id.
80
Zavala sostiene que el "desarrollo de los contactos pacíficos y la intensificación de los intercambios,
aportaron a los mapuches una mayor independencia en relación con los españoles". 408
Este abrupto corte de poder sufrido por los ulmenes, es corroborado por el profesor Téllez, quien
sostiene que durante el siglo XVII los linajes mapuches aun evidenciaban una ''matriz política
dispersiva, sin dirección unicéntrica y con pocas atribuciones de mando por parte de la autoridad civil
indígena". 409 Más aun, señala que si bien los ulmenes gozaban de gran respeto, esto no signíficaba
acatamiento, ya que dentro del ''estricto igualitarismo mapuche", éste no les garantizaba librarse de una
"bestial paliza por parte de cualquier indígena común" que se sintiera pasado a llevar por ellos. 410
La rapidez con que desapareció el inédito poder del que disfrutaron pasajeramente toquis y
ulmenes, se hace ya patente hacia 1612, en el llamado "Parlamento de Catiray'', cuando Luís de Valdivia
señaló que pese a que los ulmenes estaban de su parte en los asuntos que se trataban, un capitán llamado
Llancamilla acusó a éstos y a los españoles de querer engañarlos, abandonando a continuación
furiosamente la asamblea y acarreando tras de sí a todos los guerreros presentes. 411 La falta de autoridad
de toquis y ulmenes es corroborada por el padre Falcon, quien en 1614 declaró que cualquier cona podía
perfectamente contradecir el parecer de éstos y "matar y dar de palos a cualquiera de los dichos
toquis". 412 En este sentido, Falcon señaló que a raíz del cautiverio de Tunelipe [Tureulipe], cuñado y
yerno del taqui Anganamón, este último habría entrado en cautelosos y confusos tratos con los iberos, lo
que despertó las sospechas de algunos canas y los llevó a concebir la idea de asesinar al célebre
caudillo. 413 Según Falcon, Anganamón era respetado sólo por su gran capacidad militar y "por ser
hombre prudente de buen entendimiento... , más no porque tenga más mando ni facultad que los demás
toquis". 414 Más aun, Falcon señaló que el asesinato de los jesuitas Horacio Vechi, Martín de Aranda y
Diego de Montalbán, fue la forma en que Anganamón y Tureulipe alejaron las sospechas de traición que
pesaban sobre ellos. 415 Ahora, según Rosales, hacia 1617 Anganamón y Tureulipe fueron expulsados de
Purén al negarse ha aceptar las paces que Pelantaru estaba tratando con el padre Luís de Valdivia. 416
Los antecedentes anteriores concuerdan con varios trabajos realizados para el siglo XVII. Por
ejemplo, Carlos Ortiz sostiene que dentro de las alianzas interlinajes siempre primaron "los intereses de
cada linaje y los compromisos de amistad o antagonismo" que mantenían "con otras agrupaciones

408
Zavala, Los mapuches en... , p. 26.
409
Téllez, De la behetría al..., p. l03.
410
!bid., p. 106.
m "Carta del padre Luís de Valdivia para el Padre Provincial Diego de Torres dando cuenta cómo ajustó las paces en la provincia de
Catiray", Concepción, 2 de junio de 1612, BNMM vol. llO, fs. 186-187.
412
Zapater, "Testimonio de un cautivo... ", op. cit., p. 323.
413
lhüi, p. 324.
414
!bid., p. 323.
415
!bid., p. 324.
416
Rosales, op. cit., tomo II, pp. 635 et seq.
81
familiares". 417 Además, el prestigio, el poder y el liderazgo que debían ostentar los eventuales "jefes" de
estas alianzas, eran condiciones que no "siempre se daban en una misma persona, lo cual favorecía
tensiones y dificultades cuando debían desplazarse por territorios enemigos o de parientes con quienes
se tenían pendencias". 418 En igual línea, Osvaldo Silva señala "que las ancestrales rencillas no eran
dejadas de lado ni aun cuando la invasión de foráneos abriese un nuevo frente de combate". 419
Tanto las afirmaciones de Ortiz como de Silva, concuerdan con la declaración del padre Falcon, en
cuanto a que muchas veces, en plena campaña militar, los líderes castrenses entraban en discusiones con
respecto a la conveniencia de proseguir o no la campaña, situación que daba pie para que cualquiera de
los caudillos abandonara al toqui principal y se devolviera "a su tierra y pro-vincia sin que haya quien se
lo contradiga". 420 Este antecedente coincide con lo que ocurrió en enero de 1631~ días antes de la Batalla
de la Albarrada. En aquella ocasión, después de concentrar junto a Butapichún y Queupuantu un ejército
de cerca de siete mil canas, el prestigioso toqui Lientur, al no lograr convencerlos de lo riesgoso y estéril
que resultaría aventurarse en una batalla campal, se separó de ambos llevándose con él cerca de dos mil
hombres. 421 Ante situaciones como esta, Rosales señaló que los ccmas "no tienen obediencia ni sujeción
a sus generales y capitanes, ni echan bandos ni observan las órdenes mas de en cuanto les parece o les
está bien, ni por el quebrantamiento tienen castigo militar, todo es desorden, sin mirar ninguno mas de a
su interés". 422 Incluso, esto habría sido también habitual entre los 'indios amigos', ya que si algún
capitaneja se dirigía a un cona "con algún imperio o le habla un poco alto, vuelve contra él la lanza y le
dice: que cómo le manda a él no siendo mas que un indio, que tercie la lanza y pruebe a ver si es mas
que él y quien es mas valiente de los dos". 423
Considerando las fuentes y la bibliografia, vemos que durante el siglo XVII, al interior de los
linajes de ultra-Biobío, no se produjo ningún tipo de concentración o estratificación del poder
sociopolítico. Por el contrario, como señala Silva, las propias vicisitudes y circunstancias generadas por
el conflicto· cortaron de raíz cualquier inminente tbco de poder unipersonal. De ésta suerte, podemos
decir que la estructura sociopolítica mapuche ingresó al siglo XVIII manteniendo las mtsmas
características de fragmentación y horizontalidad que observaron los primeros hispanos que se
adentraron en sus territorios a mediados del siglo XVI

411
Carlos Ortiz, "Las reguas: aproximación a la identidad mapuche del siglo XVIf', Revista de Historia Indígena N° 10, Stgo., 2007, p. 34.
41& !bid., p. 44.
419
Silva, "Alianzas bélicas y ...", op. cit., p. 39.
42
(} Zapater, 'Testímonio de un cautivo... ", op. cit., p. 318.
421
Rosales atribuye la deserción de Lientur a una serie de señales que el toqui habría considerado de mal agüero. Lo mismo hace Ovalle.
Sea cual haya sido la causa de la deserción, lo cierto es que su conducta no le mereció ningún tipo de castigo, salvo las burlas de
Butapiclnín.. Rosales, op. cit., tomo III, pp. 81-83. Ovalle, op. cit., p. 300.
422
Rosales, op. cit., tomo I, p. 135.
423
!bid., p. 139,
82
EL CONTROVERTIDO SIGLO XVIII

Aproximadamente desde la década del ochenta, WJa serie de investigadores nacionales y extranjeros han
planteado que a raíz de los siglos de contacto, los mapuches experimentaron una serie de sustanciales
transformaciones culturales, las que habrían derivado, hacia mediados del siglo XVIII, en un paulatino y
424
constante proceso de centralización y jerarquización política. En concreto, el comportamiento político
de algunos loncos, y sobre todo la perpetuación de sus nombres a lo largo de las negociaciones con las
autoridades huincas, se ha constituido en la gran base para sostener esta teoría, junto con cie1tos cambios
que también han creído observar en los ámbitos económico y social.
En su líbro Historia del pueblo mapuche, José Bengoa señala que en contraste a la fragmentación
de tos siglos precedentes, hacia finales del siglo XVIII los linajes mapuches de ultra-Biobío mostraban
W1 evidente proceso de centralización política, el que se manifestaría en la permanencia de algunas
autoridades tribales que consiguieron transformar en permanentes ciertos cargos políticos y militares que
antaño habían sido temporales, como el toquiato; situación que también habría redundado en el
crecimiento económico de sus respectivos linajes. 425 Con todo, Bengoa sostiene que hacia comienzos del
siglo XIX el poder político lo ostentaba W1 grupo de alrededor de cien Zancos, los que dominaban la
totalidad de la tierra y la población mapuche autónoma, y dentro del cual, se alzaba un número de no
más de quince o veinte caciques principales que "ejercían una influencia decisiva sobre el resto". 426
También apWltando a éste supuesto proceso de centralización, Guillaume Boceara sostiene que los
butalmapu..v fueron WJa instancia de WJidad macro-social relacionada estrechamente con el "nuevo
poder"' de los apo-ulmenes, los que durante el siglo XVIII lograron la potestad de tomar decisiones y
427
gobernar grandes alianzas socioterritoriales. Según Boceara, el número de loncos asistentes a los
últimos parlamentos coloniales confirmaría "la concentración del poder... tanto en la dinámica
sociopolítica interna como en las estructuras políticas generales", ya que el hecho que sólo cuatro apo-
ulmenes representaran a los cuatro butalmapus, demostraría que "los grupos mapuches disponían de una
instancia central de integración política", situación que se intensificaría para inicios del siglo XIX. 428
Considerando lo anterior, la pregunta a realizar es ¿cómo llegó a suceder esto considerando que
hacia comienzos del Siglo de las Luces, como sostienen Silva, Zavala, Téllez y toda la documentación

424
Según el profesor Téllez, en muchos de los observadores de mediados del siglo XIX, como Edmond R. Smith y Paul Treutler, es posible
advertir el desmedido influjo de las afirmaciones realizadas en su momento por el abate Juan Ignacio Molina, influjo que les hizo obviar la
realidad sociopolitica observada por ellos mismos más allá de la linea fronteriza, prefiriendo seguir e incluso idealizar las afirmaciones
realizadas }Xli" el abate e~ un siglo antes. Además, el profesor Téllez señala que no fueron pocos los investigadores que igualmente se
dejaron influenciar por las afirmaciones del jesuita. Téllez, De la behetría aL., pp. 8 y 9.
425
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 62.
426
!bid., pp. 64, 65 y 67. Se refiere a los caciques principales o ñidollonco, según los llama, y a la constitución de dinastías familiares por
parte de éstos. Para una crítica detallada de las teorías de Bengoa, véase Téllez, De la behetría al...". passim.
427
Boceara, "Etnogénesis mapuche: resistencia...", op. cit., p. 454.
428
!bid., pp. 456 y 457.
0')
OJ

citada, la horizontalidad y la fragmentación aun estaban presentes? Desde el enfoque de Bengoa y


Boceara, la respuesta se encontraría en la intensificación de los contactos pacíficos, los que habrían
creadü las cündiciünes para que lüs mapuches adüptaran fácilmente muchüs elementüs culturales del
mundo occidental, como la centralización del poder y la estratificación social. Por el contrario,
considerando que al comenzar el siglo X\t1II los habitantes de la AraucarJa vivían en Uila casi absoluta
independencia sücial y pülítica cün respectü a la süciedad 1:-tispana, la respuesta a la que nüsütms nüs
inclinaremos es que este proceso de integración y centralización sencillamente jamás ocurrió.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que Boceara señala que la !:;Tan mayoria de sus
• • •r 1.. •r 1' • r t_• r •
asercwnes cün respectü a esta supuesta mteg.tacwn y centraüzacwn pülltíca, nü sün mas que ulpütesis nü
429
probadas, las que deben verificarse o rebatirse en base a nuevas investigaciones. Ahora, considerando

-1-~-1 __ ..._ __ - - 1 .... ~ ~-.!.--.C........ _;..._...._; __ . L - - ;_..._ _ _ ..._ _ _ _ ~-- --1-.-..t..:_ ---..l---1----.L- .... ----1----
CtU::5UlUlét::5, C111U::5 pét11étlU::5 Ml:;UlCUtt;::; llllClllétlClllU::5 lCUétlll l:;létUUétllllClllC Ct étll1UU::5.

Para comenzar, Boceara señala que las pruebas visibles de este supuesto proceso de centralización
sedan, en pruuer lugar, la conversión del ayllarehue en ooa instancia permanente y «cential en la toma
de decisiünes pülíticas", y en segundü lugar, la paulatina cünsülidación de lüs butalmapus en una
institución "política macrorregional" capaz de federar duraderamente a los ayllarehue que lo componen,
410
y cuya cabeza seda '"oo representante perteneciente al ayllarewe más poderoso e infiuyente". Pero
para que estü ücurriera, Büccara süstiene que primem fue necesariü que la estructura süciüpülítica
mapuche experimentara ciertos cambios en las formas de acceder a posiciones de 'autoridad'. De este
modo, señala que el <!:;Tan hombre reche' del siglo X'v1, '"que se distinguía en ei combate e incrementaba
su prestigiü pür la acunmlación de trüfeüs", habría sidü reemplazadü, para el siglü XVIII, "pür un nuevü
tipo de jefe que concentra en sus manos importantes riquezas y acumula diversas funciones de

, • , 1 .J 1 • • ..l . ¡__ ,
su practica ya nü se vena aiteraua pür 1as circunstancias ue gueua ü paz, smü que se uana permanente y
tendería "a ser el hecho de un solo individuo", emergiendo así "una función política unificada y

n~- ___ ~---L- n _______ ; ___ ..... 1 ____ ...__ ---- .... .J ____ ......L..!_ .... : .... --L-.- _____ t_; __ .............. 1-~ ; __ ......;.,_ __ ; _____ .J .... .._ __ __
ru1 ::;u pétllC, DClll:;Uét ll:;UétllllClllC lilCC étUVCllll lilCHU::5 liét111UlU::5 Cll 1(1::5 111::5llLUlilUUt;::; UC uu::;c,

señalando, al igual que Boceara, que los butalmapus eran una realidad sobre la que habrían sustentado
su preeminencia las a!:;tupaciones que regían los teu;torios mapuches hacia finales del siglo :Aviii.
" ..l ' • ..l • 1 • • ..l ..l • • 1 • • 1 1" •
.é\.uemas, a partir ue estü, SüStiene que 1a antigua muepenuencia ag.tfuia en 1a que VlVIerün 1üS ünaJeS
mapuches, habría terminado por troncharse y sucumbir ante las dinámicas de aculturación económica
429
Boceara, Los vencedores... , p. 399 nota al pie n° 176.
430
!bid., p. 392 y 400.
431
!bid., p. 392.
432 7L..: J -~- .,f"\A __ 'tt\,:'
J.UIU., ]JjJ • .:>7.. J .:>7J.
OA
O"t

desplegadas por los españoles en algunos espacios fronterizos, de modo que el comercio, los mercados
iriformales jT la progresiva preeminencia de U.:.'1.a agriculttrra de excedente ~~n contraste al culti~lo

subsistencia visto en el siglo XVI-, habrían gestado una etapa de transición hacia una especie de
"señorialismo ganadero", en el que la propiedad privada, la supremacía de caudillos territoriales
autoritarios y la servidwilbre, comenzaron a predominar. 41:'1 A pa1 ~~r de este proceso, ciertos cargos
políticos y militares, anteriom1ente temporales, llegaron a convertirse en peuüanentes, situación que
acrecentó y concentró el "poder político en pocas manos", confiriéndole también un "carácter
hereditario", lo que finalmente habría provocado que los linajes mapuches se vieran paulatinamente
• • • -- • • -- A <A - • • • -- • ••
supeditados a un --estrato de mando permanente".·-·· Por lo demás, para que este --mando permanente" se
perpetuara, uno de los factores habría sido la continua elección de ciertos loncos para ocupar funciones
de representación general, los que íortifícaron su posición mediante matrimonios exogámicos que les
permitieron establecer estratégicas alianzas regionales de carácter político, social y económico, lo que

En términos generales, tanto Bengoa como Boceara, al advertir variaciones en el proceder de las
'autoridades' y las instituciones, sostienen que la antigua lógica guerrera-económica habría sido
reemplazada por una lógica política-económica, razón por la que el ulmen habría adquirido un poder que
lo elevó por sobre los demás miembros del grupo o de los grupos que señoreaba, y que para mantener

afim1aciones pueden ser rebatidas por el hecho que en la "economía de prestigio" mapuche, como vimos
en el capítulo dedicado a lo económico, la ascensión a posiciones de 'autoridad' estuvo desde siempre
ligada a la lógica guerrera-económica, y que la lógica política-económica sólo vino a ser mm fuente
adicional mediante la cual se podía alcanzar el mismo objetivo, pero que en ning-'t.ill caso reemplazó a la
primera, sino que se complementó con ella. Además, estas aserciones, como ya vimos, son ampliamente
desmentidas por las fuentes, por la qüe podemos sostener qüe las formas de acceder al poder, o a
~--;_.:_~-- ..J_ , ___ .... _.....;.,1_,3, - - ____ .___ ~_;....,. __ ...__ ____ _t:._..; ____ .....__.__ ; __ 1 .... -~....l-- ...... ...._____ ..e_ ...1~1 .;..;_~---

IJUM\,;1Ul1t;;~ Ut;; é:I.UtUUUi:lU, ~t;; 1Ué:I.1UUV1C1UU }Jlé:I.\,;U\,;i:UUt;;Uu:; 111é:I.HC1é:I.UC:US é:l. Ué:I.Vt;;~ Ut;;l Ut;;lUIJU.

Ahora, en lo que respecta a las posiciones de 'autoridad' permanente que habrían adquirido ciertos
süjetos, tanto las aserciones de Bengoa como de Boceara están cier-•.amente muy alejadas de lo que nos
devela la docun1entación. Ya para fines del siglo XVII, Jerónimo de Quiroga sefmló que los caciques no
poseían la capacidad de hacerse obedecer. 437 Pues bien, ya iniciado el siglo XVIII Miguel de Olivares

411
Btmgoa, Hisíuria del pueblo... , p. 68.
434
!bid., pp. 62, 65 y 67.
435
!bid., p. 63.

437
Quirog8:, op. cit.., p. 25.
O<:
O.J

señaló que el poder y la jurisdicción que se atribuían los u/menes ante los españoles no era más que "una
apelación 'lana ;.r ridícula, porque esta gente aborrece como la muerte toda especie de sujeción :l
•• • •• A'lSI - - • • • • • - • - _ • • - • • • • • • •
vasaHaJe". -~~Para tmales ctel siglo, Pectro Martínez cte l::Semabé sostuvo que el maneto cte los caciques se
reducía "a llevar la voz de su terreno. En lo demás, solo le obedece el que quiere, y su facultad no
alcanza a la íacultad de hacerse obedecer", ya que aparte de su condición de 'hombre rico,, y del
"asiento con primacía" que ésta le daba, el ulmen en nada se diferenciaba al sujeto común a la hora de
toma¡ decisiones políticas, y su posición no lo liberaba "de ser atropellados de u..J.os y otros en

apuntó que la supuesta 'superioridad' de los u/menes es "tan débil y tan lánguida que carece de toda
autoridad'', af.adicndo que cualquiera que se sintiera pasado a llevar por alg(In ulme::, podía
- • • - • • - • • AArl - • -- • • • • • •
pertectamente darle una teroz pateadura y quedar tmalmente Impune.· ·v La nula "autondad m derecho
para ajustes, ni convenciones que obliguen a su nación", que poseían los caciques, es aludida por el
cronista hacia la década de 1760, cuando se retíere a la errada alegria del padre Jelves ante el
beneplácito que ciertos caciques dieron al plan de reducción a pueblos, ya que esta 'aceptación' era para

[Los loncos] tienen la política de acceder sin dificultad a las proposiciones que les hacen en
semejantes actos, aunque sean muy duras y usan de la libertad de faltar a ellas sin rubor y
sin resultas, luego que se ven en el país. En él cualquiera de los indios de los mocetones, que
es la plebe, tienen acción para deshacer lo que sus caciques tratan y pactan, aunque haya
. . . ' . . 441
zmervemao ¡uramenro.

S1gu1endo con la taHa de poder de los "lideres' mapuches, para finales del "Siglo de las 1.uces'
Felipe Gómez de Vidaurre sostuvo que la mayoría de los oficios o cargos políticos, como apoulmenes,
u/menes e incluso toquis, son "honoríficos más que reales" .442 En este sentido, León señala que al
finalizar üna <parla' reanzada en Concepcwn, en diciembre de 1773, ws jeres uamsras sonc1raron LC'I • r' 1.'1 • • '1 • '"•

autorización para realizar una junta tribal en la cual discutirían las propuestas hechas por el gobernador y
clarificar sus posiciones", 443 lo que nos dice que pese a su calidad de "jefes", los representantes llanistas
.. . ... . . ... . . .... . .. . ... .. .. A... . ...
no poman aec1mr sm ames reanzar ül"ia jünia consmuva a1 1menor ae süs parc1anaaaes. 1ugo s1m11ar
habría ocuuido con el plan l1ispano de instalar 'gobewadores' mapuches en Santiago, ya que para León,
"el sistema dependía de la voluntad de los caciques, de sus intereses personales y de las contingencias de

438 1\.Jf~ ...... ,...,t ..l .... f"\1~...-~.... -........ U; .... ~ ..... -.;~ -:l.;f.,....,. ,....;.. ~1 ... ........ ,....-~...1 .... ...1..-. 1.-.. ,.~~...._ ...... .;.,.¡..... ~- J,.. ........ -.-.... .; ... ~,.. .. , ..... ,.-y .....;t:.-. ....... .;A...., ...1.-..1 _,.,..;~....... --1.-. f"'l-..;1.-. d ........ A .... ¡,.... .... ,...;,_,..,._.....,.
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entrada de los españoles hasta la mitad del siglo décimo octavo de nuestra redención, CHCh tomo IV, El Ferrocarril, Stgo., 1864, p. 59.
439
Martínez de Bernabé, op. cit., p. 102.
44
°Carvallo y Goyeneche, op. cit., p. 141.
441
!bid., p. 317.
442
Felipe Gómez de Vidaurre, Historia geográfica, natural y civil del reino de Chile, CHCh tomo XIV, Ercilla, Santiago, 1889, p. 324.
443
León, "Política y poder...", op. cit., p. 38.
86
444
las relaciones inter-tribales", lo que coincide con Carvallo y Goyeneche, quien apuntó que los
"caciques embajadores" "no pueden representar su nación porque ésta no tiene especie alguna de
gobierno ni son susceptibles del honroso carácter de embajadores". 445 Por todo esto, León señala que el
'poder' que alcanzó el lonco Agustín Curiñancu, principal protagonista de esa época, "era solamente
nominal y su autoridad descansaba sobre el consenso de otros hombres, cuya voluntad no podía
controlar o dominar". 446 En igual Línea, Silva señala que el cargo de "cacique gobernador" "recaía en la

los funcionarios coloniales. Su autoridad, sin embargo, era débil, por lo que podía ser depuesto por sus
"subordinados" o cambiado a petición del gobernador de Chile o quien lo representara". 447
La falta de poder de los 'líderes' tribales es también visible en el plano rrJJitar. i\. sí!' si durante los
siglos XVI y XVII el 'poder' de los toquis podía perfectamente ser cuestionado por sus lugartenientes y
guerreros, para el siglo XVIII la situación no parece haber cambiado mucho. Según Carvallo y
Goyeneche, en enero de 1770 Uil ejército mapuche encabezado por el toqui Calicura, desaprovechó la
ocasión de atacar a un cuerpo de españoles que ingresaba al fuerte de Arauco al mando de Juan José
Quintana. Según el cronista, "Calicura, que mandaba dos mil hombres, hubiera derrotado a estos
españoles, pero las U.opas de los indios de aquel reino no tienen disciplina rti obediencia en semejantes
casos, determina cada uno lo que le acomoda y no queda lugar al toqui para usar de las máximas de la
guerra, y por eso malogran muchas ocasiones que les presenta la confianza de los gobernadores". 448
Como se ve, las prácticas en cuanto a la guerra y a la forma de conducirse en ella seguían exactamente
igual a como las observaron los primeros cronistas, lo que nos dice que el prolongado contacto con los
hispanos no los hizo adoptar ni la verticalidad ni la jerarquización castrense que éstos poseían.

y el butalmapu, cabría preguntarse qué entienden Boceara y Bengoa por "pemianente". ¿Cuándo y en
qué circunstancias actuó el ayllarehue en forma cien por ciento unificada y permanente? Aquí conviene
remarcar que el propio Boceara cae en cierta ambigüedad cuando sefw.la que «aunque el apoulmen
..J.:-- .... ~- ...l~ ~-~.-. ___ ,....__,_,_ ...l~ -.-. ..... J...-~--.:L,..l ~- ____ ..J ..... -- _;_.._..__r__ -.-.-.-.. L.----- ..J,_ .... ;_; ____ _ ;.._ ------1L-- .... 1 .........
U!:S}JUUC UC W1i:1. :SUC1 te UC 111CU:a;ét}JHID, UU IJUCUC CU U1U~W1 ~ét:sU LU111ét1 UC~!:s!UUC:S :S!U ~UU:SUHét! <1 1U:S

449
ulmen de los diferentes rewes". Además, señala que estos 'jefes' de ayllarehues tampoco tienen
450
ai.1¡buciones judiciales ni capacidad para «castigara los «delincuentes" de su !:;ulpo". Si esto fue así, y
nosotros afimianios que así fue, cabe preguntarse entonces ¿qué autoridad o poder poseían los apoulmen

444
!bid., p. 24.
~ Carvallo y Goyeneche, up. cií., p. 362.
5

446 T ' O:.O:.y-,. 1~." 1 ,,_ • • f""' ..&


Leon, ronuca y pouer... , up. cu., p . .J't.
447
Silva, "Alianzas bélicas y ... ", op. cit., p. 57.
448
Carvallo y Goyeneche, op. cit., p. 348.
449
Bor.cm-n;:>I.os v~nc:Jdores. . p. 402_ 7
87
si en ningún caso podían tomar decisiones por sí solos? ¿De qué integración y de qué concentración de
poder estarnos hablando si el propio Boceara señala que ''los antiguos mecanismos de control del poder"
no han sido del todo desplazados? Por si fuera poco, agrega que este supuesto "proceso de unificación
política pareciera entonces acompañarse de un reforzamiento del mecanismo de delegación del
-. .,.,_ 4_')i ,.-, • , r r • '1 • 't , • • r " • • r "1 "t r '1 '1" • • '1 "1 1
püaer . i:Ji esw me asi, es eviüem:e que 1a cünsmccmn y Jerarqmzacmn ae1 nuc1eü amgencm1 ae 1a
Araucanía a no más de una cincuentena de grupos privilegiados, que sostiene Bengoa, 452 no es más que
una ilusión historiográfica sin ninguna base documental válida. Más aun, esto nos indica que los
patrones culturales mapuches supieron sostener durante tres siglos la base de su estructura sociopolítica,
filtrando, procesando y adaptando los nuevos elementos y escenarios que la presencia hispana significó.
Con todo, las fuentes para el siglo X\'III nos scñalati las muchas ocasiones en que re/-;ues de w1
mismo ayllarehue, y ayllarehues de un mismo butalmapu, entraron en roces que acabaron en abiertos
con:flictos. 453 En agosto 1773 Agustín de Jáuregui, comunicó a Julián de Arriaga que "la diversidad de
1'-{aciones }r la oposición que tienen entre sí, es causa de que la tranquilidad de w;as no sea trascendental
a todas". 454 Más tarde, en 1784, el obispo Francisco José Marán, señaló que las guerras interétnicas se
desarrollaban generalmente entre parcialidades particulares y vecinas (rehues y ayllarehues) que se
miraban como enemigas y entre las que eran frecuentes las <<malocas entre sí mismos". 455 Por su parte,
hacia 1795 Carvallo y Goyeneche sostuvo que las continuas guerras habidas a lo largo del siglo XVIII se

Negrete de 1793, el gobernador Ambrosio O'Higgins, llamando 'naciones' a los agregados sociales que
componían los butalmapus, señaló:

ha sido muchas veces perturbada la paz interior entre varias de las naciones que componen
los cuatro Butalmapus, y ha llevado sus disensiones y desavenencias hasta haber tomado las
armas, robando las haciendas unos a otros. y sucedido mortandades horribles entre los de
Bureu, itfulc!tett, Peltuettc!tes de _1--?.ucalf;,ue j/ Quettco de utta parte, cotttra fo¡j· de Attgol y·
otras parcialidades del Butalmapu de los Llanos. 457

A la luz de los antecedentes resulta claro oue tanto


-- .. -· • - - .. . - - - -- - - - -7 - ·- -- --- - -- - -.~ -- - --- - - Ren~ma
- U'- -- como Roccara olvidan la framlidad
- - - - - - -- . . - . -- -· -- --4-J ---- --

que caracterizaba el equilibrio de poder en Araucanía. La competencia originada por la obtención de


riquezas mediante los malones, la producción de ponchos y la generación de alianzas, hacía que
dificilmente un oyllarehu.e ocupara por mucho tiempo un lugar de privilegio, sin verse sometido a la

451
Ibíd., p. 403.
452
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 64.
453
Pafa Ui.ia detallada siulesis de las guerras iütetéíüicas acaecidas durante el siglü )CVIII!t véase: TélleL., De la behetría... , pp. 183 ei seq.
454
"Carta de Agustín de Jáuregui a Julián de Arriaga, 1o de agosto de 1773", BMMM, vol 192, f 183.
455
Marán, "Relación de las misiones ... ", op. cit., p. 133.
456
Carvallo y Goyeneche, op. cit., p. 154 y 155.
457 ...Anr_rhiJ
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88
presión de sus rivales nativos o de los mismos hispanos. Por lo demás, los constantes conflictos entre
rel::ues jl a;}llarelzues p-ertenecientes a u.:_~ 1nismo butalmapu., hacía que el bloque que resultara perdedor
viera disminuida, ante los ojos de otros grupos y de los españoles, la posición que había ostentado hasta
ese momento. Además, los antecedentes señalan que esta 'perdurabilidad' y 'estabilidad' de los

aserciones de Boceara, considérese la guerra que a partir de 1774 enfrentó a las parcialidades de
Chacayco, Collico, Truf-Truf y Maquehue, pertenecientes al butalmapu 'arribano', con las de Colgue,
T""'t. '.e 1: 1; 1 ....... • r..... 11 ~ 1 • • • .. • ., • ., 1 ...
nureo, lVlmcnen, Kenaico, \.¿Uecnereguas y Kequen, pen:enecmmes ai mismo Düratmapü y encaoezaüas
por el toqui Ayllapangui de Malleco. 458 Aunque esta guerra, que significó el fin de Ayllapangui y su
coalición, fue en gran parte incitada por los iberos, constituye un claro ejemplo de la fragilidad interna
de los butalmapus. Como ha señalado el profesor Téllez, los hispanos percibieron erróneamente a los
butalmapus como grandes y compactas franjas de tierra longitudinales, ya que estas ligas se

coaliciones particulares de 'tierras' o provincias que enlazaban preferentemente a una porción de las
parcialidades de un vutamapu pero que excluían del acuerdo a otras muchas pertenecientes al mismo
cantón". 459 Esto se debería a "la relatividad de las líneas limítrofes trazadas por los mandos castellanos,
quienes pretendieron separar definidamente las regiones aborígenes de Araucanía, como si se tratara de
unidades sociopolíticas segregadas", siendo que "por afinidades, parentesco, mancomunidad geográfica
o ventajas económicas y políticas, las entidades mapuches burlaban esas delineaciones artificiosas. Pm
cuenta propia, creaban o deshacían asociaciones, ligas o integraciones políticas circunstanciales que no
coincidían con las demarcaciones postuladas por la alta y baja burocracia de Indias". 460

que durante el siglo XVIII existieron varios niveles de jefatura dentro de la estructura sociopolítica
mapuche, como ello[, el rehue, el ayllarehue y el butalmapu, lo que hace imposible hablar de algún tipo
1 1 .. 1: • 1• 1i ... .CI r7 1 ,... 1 1: •1: • 1:
üe poüer umpersonai y cemranzaüo. lVlas aun, LaVaia senaia que ws meros reconocieron en mucnas
ocasiones que los loncos, en especial los nombrados por ellos y llamados 'caciques gobernadores', "eran
incapaces de imponer sus decisiones" a sus grupos de base, remarcando que "los caciques eran
461
escuchados pero no necesariamente obedecidos". Considerando esto, se hace claro que para el siglo
XVIII cada agregado social aun podía perfectamente restarse de las decisiones o acuerdos tomados por
la entidad sociopolítica inmediatamente superior, por ejemplo, un rehue podía desestimar los acuerdos o

458
Téllez, De la behetría aL., pp. 183 y 184. También León, "Política y poder... ", op. cit.,passim.
459
Ibid., p. 200.
460
Eduardo Téllez, "Espacios geoétnicos y confederaciones territoriales de la Araucania en tiempos de la Guerra a Muerte", Revista de
Historia lnd~f(ena N° 3, Universidad de Chile, 1998, p. 60.
461
Zavala, Los mapuches en. .. , p. 268.
89
decisiones de su ayllarehue, así como un ayllarehue podía disentir de las decisiones de su butalmapu y
entrar en conflicto con los resta.:.~tes a;~'llarehues del rrJ.smo.
Sin embargo, para Boceara, estas guerras intertribales remitirían "precisamente a una lucha por la
hegemonía política de estos macroterritorios de límites todavía inciertos", lo que afianzaría aun más su
462
mpmesis ae cemranzacwn ponnca'. Pues bien, remitiéndonos a los antecedentes entregados, ¿quién
puede decir que estas luchas hegemónicas no hayan existido antes de la llegada de los europeos? En una
'sociedad de prestigio', como con la mapuche, las luchas por la hegemonía -o por ostentar una
• • F 0:. • ~ '11 1 '11 '11 T '11 11 11 '1 • '1 '1 '11 '1 • • 1 '1 '11
posicwn supenor a ia ae ws aemas- aeoen naoer Siao rugo naonu.ai, aUtJ.que a UtJ.a escaia mucno
menor que las que se desarrollaron tras la irrupción de los españoles y la introducción del caballo. Con
todo, las evidencias parecen indicar que estas luchas hegemónicas existieron siempre, la llegada de los
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espanmes umcameme exrenmo ei espacio remronai aonae se aesarrouaoan, vananao ooviameme 4

algunas de sus características y aumentando la cantidad de población involucrada.


Considerando los argumentos señalados, podemos decir que durante el siglo XVIII los loncos
mapuches delegaban su representación en aquellos de sus pares con mayor presti!:,J.O. experiencia y
capacidad de negociación con las autoridades huincas, lo que nos ayuda a explicar el por qué el número
de loncos asistentes a los parlamentos fue disminuyendo al avanzar el siglo XVIII, argumento utilizado
461
por noccara para reforzar su teoria de concentracwn poiítica. Sin embargo, esto no SÍ!:,uifica que estos
'principales' hayan poseído algún tipo de poder capaz de alzarse por sobre los demás; por el contrario,
esto nos indica que para mantener sus posiciones, éstos estaban condicionados a respetar las decisiones
tomadas por todos los loncos y habitantes del teu;torio por ellos representado, it1dependiente de los
acuerdos u órdenes recibidas desde el campo hispano. En este sentido, las fuentes sencillamente nos
evidencian una variación en la conducta política de los linajes mapuches, pero en ningún caso algún tipo
de centralización y jerarquización poiítica. Por lo demás, resulta claro que tanto Bengoa como Boceara
pasaron por alto la mayor parte de estas fuentes a la hora de plantear sus hipótesis.
En concreto, creemos que la autonomía política y territorial en que vivieron los linajes mapuches
durante casi dos siglos y medio, les permitió mantener su es U. uctura política prácticamente intacta, salvo
algunas variaciones que para nada constituyen un cambio radical. Ahora, en cuanto al conjunto de su
base cultural, es claro que estas variaciones no dan pie para decir que en el siglo XVI estemos hablando
de un pueblo y a finales del XV1II de otro, como sostiene Boccara. 464 Concordando con Zavala, creemos
que si la cultura mapuche del siglo XVIII presentaba variaciones con respecto a la del siglo XVI, esto se
debió al efecto cosmético producido por los elementos externos, y no a una alteración sustancial de sus

462
Boceara, Los vencedores... , p. 405.
463
lbid., p. 403.
464
Boceara, "Etuogénesis mapuche ... ", op. cit., p. 449
90
465
bases. Debemos recordar que pese a los siglos de contacto fronterizo, a los elementos culturales
adoptados :l a las muchas ~lariac.ione.s externas que éstos puedan haber generado, el pueblo mapuche,
hasta el último día de su vida independiente, continuó siendo esencialmente una sociedad pre-estatal.

i1'HAGMENTAl:1ÚN, UESENTRALJZAOÓN Y PRES11G10 DURANTE EL S1GLU XiX

Considerando las sempiternas guerras interlinajes, las fragmentaciones internas de los butalmapus y el
escaso poder de los loncos, podemos decir que durante el siglo XVIII dificilmente pudo haber
germinado entre los mapuches algún tipo de proceso de integración social o centralización política, ya
que al iniciarse el siglo XIX, éstos mantenían la misma fragmentación y horizontalidad sociopolítica de
siempre, situación que nos lleva a sostener que las características culturales del mapuche evidenciaban
casi las mismas bases que en los siglos precedentes. A pesar de los siglos de contacto, hacia el siglo XIX
mapuches y huincas seguían constituyendo dos sociedades distintas, vinculadas ciertamente por una
serie de elementos, pero separadas aún por una gran cantidad de diferencias. Como ha señalado Sergio
Villalobos, hacia el siglo XIX las relaciones entre mapuches y huincas "[seguían] teniendo como fondo
un ambiente complejo de sospechas, odios, recriminaciones y desprecio, como era inevitable que
466
ocurriese entre protagonistas étnicos y culturalmente tan diferentes".
Volviendo con las formas en que los mapuches efectuaban y enfrentaban sus relaciones políticas
con el mundo huinca, podemos decir que hacia el siglo XIX efectivamente éstas habían experimentado
ciertas variaciones en su forma, pero no en su fondo. De este modo, las aserciones de Bengoa y Boceara,
en tomo a la pérdida de influjo de los jefes de familia y en cuanto a la transición a una sociedad señorial
hereditaria, jerarquizada o centralizada políticamente,467 pueden ser rebatidas en base a las fuentes y la
bibliograña existente. Así, en cuanto a la carencia de poder que aun evidenciabfu!los íoncos hacia el
siglo XIX, partamos por citar a fray Melchor Martinez, quien hacia 1805 señaló:

no teniendo cabeza suprema, ni leyes provinciales que los gobiernen y szgeten, antes bien, se
hallan separados en muchas parcialidades o reducciones, que están bajo el mando (o más
bien diremos nombre) de un Cacique superior, a quien llaman Apo Guilmen, y éste tiene
algunos Caciques subalternos, que son cabezas de otras tantas familias o Parcialidades, que
.
se contzenen en aquella red ucczon.
., 468

También para comienzos del siglo XIX, Luís de la Cruz señaló que los loncos no poseían
"jurisdicción alguna para castigar ni premiar a nadie. Cada uno es allí juez de su casa y por consiguiente

465
Zavala, Los mapuches en ... , p. 26.
466
Sergio Villalobos, "Guerra y paz en la Araucanía: periodíficación", en Sergio Villalobos y Jorge Pinto, (comp.), Araucanía: temas de
historia fronteriza, Uníversidad de la Frontera, Temuco, 1985, p. 22.
461
Bengoa, Historia del pueblo... , pp. 62 y 63. et. seq. También Boceara, "Etnogénesis mapuche ... ", op. cit., p. 449.
468
Melchor Martínez, op. cit., pp. 27 y 28.
91
a nadie se tiene respeto. Así si un guilmen, quiere atropellar a un mocetón y éste se siente de mayores
bríos, carga con su jefe, lo acuc!Tilla :l hace en él cuanto puede". 469 E-n este sentido, Gue\lara señaló que
existía "mucho de leyenda en la acción de los jefes únicos, que combinan planes y dirigen a los otros
caudillos", y que en las juntas y cahuines "solía quedar de manifiesto la autoridad floja y ficticia del
• • • "1 '1 • '1 , 1i , r 1 , • 1 , r •, •
cacique pnnc1pa1, aesconoc1aa por orro ae menos caregona y nasra por wJ. s1mpm mocewn o capiranejo
tenido por valiente y turbulento", ya que de acuerdo a "sus leyes de costumbres, el compromiso de un
cacique no obligaba a los suyos, si ellos no querían ratificarlo y cumplirlo". 470
Djemplos de esto se aprecian en las güerras desat-rolladas en la Frontera a partir de 1817, cuando
restos del ejército realista vencido en Chacabuco se acogieron al amparo y ayuda de linajes mapuches de
ultra-Biobío. En aquellos eventos, Dumulevi y Cayumilla, importantes 'caciques porteros' de la zona de
.. 1 , • ro '1• • -. 1: '1 -. '1 '1 • '1 • .::~:: • • -. r>' '1 • '1
Angm, y pamaanos ae1 oanao repuoncano, meron mcapaces ae imponerse y aqmerar e1 mego prenmao
en su Butalmapu" por los demás /ancas y canas, quienes en su mayoría apoyaban al bando
monarquista. 471 Posteriormente, cuando los patriotas apremiaron a los angolinos a unirse a su bando y
terminar con los asesinatos y salteos, los loncos respondieron, tal como sus antepasados, que así como
entre los republicanos habían hombres malos, así igualmente los había entre ellos, y que los "mocetones
de esta clase han sido los que se armaron para matar los capitanes y andan robando". 472 Más tarde, en
, 1: 1 n....._...,., '1 7 ''1 -. x ·-. "1 , • ~ r '1 "t ~ r '1 7
agosw ae 1oLL, ei wnco amoano lVlanman 1e nonnco a1 general 1'-ruuon r-re1re que ws mawnes
T'"'\ •

realizados por canas de su parcialidad "al partido de Santa Juana", no fueron con su permiso, por lo que
los diálogos de paz debían continuar. 473 Lo mismo se advierte en las palabras atribuidas a Mangín en

que "Para alcanzar este bien [la Misión y la paz] no lo olvidéis mapuches, nos bastó escuchar los
consejos de la experiencia, desatendiéndonos del ardor que agitaba el pecho de nuestros jóvenes
"1 r "1 '1 •, .,., 474 ,-, • r ,. x r "1 , '"1
guerreros que peman 1a guerra a I:;7anaes i:;uWS . .:;e aprecia aqm que lVlani:;J.n 1e amouye wJ. gran
poder a la casta guerrera, poder que bien podía sobrepasarlo a él y a los demás caciques. De igual forma,
en marzo de 1847, ante la petición de fray Querubín María Brancadori de ser aceptado como misionero

no había novedad [inconveniente] alguna, más era preciso que el hablase primero a todos los caciques, y

469
Luís de la Cruz, op. cit., p. 38.
470
Guevara, Costumbres judiciales y ... , pp. 12, 13 y 14.
471
''Caria de Aicázar aZeüte11o, NacünieHto, 21 de julio de 1817'', At~NíG, vot 49, p. 83.
m "Carta de Ruiz a O'Higgins, Los Ángeles, 15 de septiembre de 1817", ANMG, voL 49, pp, 30-31.
473
"Carta de Mariluan a Freire, Pinguen, 20 de agosto de 1822", ANMG, vol. 130, f, 44,
474
Chacón, op. cit., p. 433.
92
475
tomarles el consentimiento, porque en una noche podrían quitar la vida a los dos". En igual línea,

de los caciques es más bien nominal que efectiva... el cacique bien poco puede sobre sus mocetones, y es
arrastrado por ellos a faltar a sus promesas... No hay autoridad que a todos los gobieme". 476
La aüsencia de centralización en tomo a núcleos de poder, se aprecia no solo en la falta de mando
de los loncos, también en la debilidad de las alianzas y de las lealtades. Por ejemplo, durante la Guerra a
Muerte los rehues pertenecientes al realista butalmapu arribano o wenteche, además de mostrar una
1'"'1 • .. .. • ' ' .. '1 .. .. • ,. 1 .. • • • • 11 • .. • .. 1i
rerrea w11aaa emre Si, comaoan con 1a cmaooracwn ae ün impor..ame porcenTaje ae parcianaaaes
pertenecientes al butalmapu abajino. 477 Sin embargo, al avanzar el conflicto, el lonco abajino Colipí,
patriota y enemigo implacable de los wenteche, logró hacerse con el apoyo de las parcialidades
... .. - .. ...-......- ............ .. .. - -.. .... .i7R:
aiTIOanas ae \.¿uecnereguas, liuequen, liue1enue1co y Malleco. · ·-
La incapacidad de los 'caciques principales' de actuar por voluntad propia, o de prescindir de la

Huenu durante una parla celebrada en 1854, a la que acudieron arribanos, costinos, abajinos y ultra-
cautines. En aquella junta, Mangín se negó a actuar por sí solo y dar una respuesta inmediata sobre la
convcrJ.cncia de suspender o proseguir las hostilidades~ aduciendo que para contestar debía pri.:.ucro
reunirse en parlamento con todos sus loncos. 479 Más aun, en abril de 1860, en carta al general argentino
Justo José Urquiza, el propio Mangín dejó en claro su incapacidad de decidir por sí solo, al señalar que
en "Todo asunto que tenga relación con terrenos, nadie puede por si solo resolver sin que se haga junta
general de los caciques que comprendan los cuatro Huitral-mapus, y lo que resuelva la mayoría, esa es la

Nación". 480 También hacia mediados de siglo, José Manuel Orrego, miembro de la Sociedad Evangélica,
señaló "El cacique carece de todo poder coercitivo y no tiene medios de hacerse obedecer. Por esta
razón... basta que sólo U;.;. indio se oponga para que todos !os demás sigan su ejemplo, y el cacique se
quede burlado y desobedecido". 481 Algo similar se aprecia en el diario de Paul Treutler, quien en junio
de 1859 apuntó que el lonco Millapi, cacique principal de la zona de Toltén Bajo, debió aplazar el inició
de una parla, ya que "íhltando todavía algunos caciques" no podía «darse principio a las deliberaciones

475
"Dia.ric de Fray Querub:L-r:! :t\.fa..ria Bra..Tlcadori sobre su viaje a La Imperial, 2 de marzo de 1847", . Archivo Nacional LT!tendencia de
Cu.nc~pciún!' vul. 209~ f. 243~ :;;.u Rulf Fu:;;.r~tvr~ 1\nú..::~ !vlvnan.l y Divgu Níilu~, ~17ray (l~:.cr&J.bi.n l;..{uri.u Bruncuduri, Du:...-u;;:::,"tios r:.:luih:us u lu
Araucania, 1837-1852, PAF, Santiago, pp. 94-95.
476
Antonio Varas, "Informe presentado a... ", op. cit., pp. 288 y 289.
477
Téllez, "Espacios geoétnicos y ...", op. cit., p. 60.
m Guevara., "Los araucanos en la guerra de independencia", en Anales de la Universidad de Chile, número extraordinario publicado para
conmemorar el primer centenario cie la independencia de Chile 1810-1910, Imprenta Cervantes, Santiago, 1911, pp. 219-241~ -
479
Guevara, Las últimas familias ... , p. 49.
480
"Carta de Mangin al general Justo José Urquiza, 30 de abril de 1860", En Pavez, op. cit., 313.
481 OrrPcu"\ nn ¡;if n 1 h.
............ -o .... , ...,.r· ........ ~ J:"· .........
93
482
de la junta mientras no llegasen". Meses después, intentando conseguir permiso para explorar la tierra,
Treutler señaló que u.:.~ lonco principal le ''prometió con~/ocar al siguiente día a todos los indios del lugar
para comunicarles mis deseos y conseguir el permiso que necesitaba". 483 Al otro día, tras aceptar la
petición del alemán, los asistentes aprovecharon de debatir sobre la conveniencia de unirse a la rebelión
que se desarrollaba en la Frontera. Según Treutier, durante la junta «se siguió un acalorado debate en que
tomaron parte todos los indios sin distinción alguna, debate que sostenían algunos partidarios de la
............ .-..-n ,...., .. '"'- .., .......--~....1-n nl -h- --..- 1..,.,..,. ......,..,...,._ ..... ,.., ....1..-.. 1-n ,.¡ ......._/..., ..,_...,.t,....., ...,..._ po- _..,...._t....; ..... ..,. ,.,1.-.. ..,_.; ....,..,..., ...1--ln ...f..-...1-n-
OUvlla yuv, Vv11v1UV.:> a1 1111 pv1 1a.:> laL..V11v.:> uv 1v.:> uv111a.:>, avaua1v11 1 va111u1a1 uv 11111«.:> Uvv1a1a11uv.:>v

partidarios de la paz". 484 Como se ve, tanto el permiso de Treutler como el acuerdo de no ir a la guerra,
fue decisión de todos los miembros de la asamblea, y no del cacique principal. Por todo esto, no
sorprende que hacia esa época el rrJ.sioncro Victorino Pala~/icino exclamara: "¿Qué ·valen los caciques?
¿Qué pueden? Nada, absolutamente nada .. , porque su autoridad es puramente nominal. Un cacique para
tomar una resolución, que cree de interés, tiene que pensarlo bien, debe saber si cuenta con el apoyo y
protección del mayor nlliuero, de lo coni.1ru-io se considera expuesto al malón". 4s5
Si el mando de los loncos era limitado al interior de sus propios grupos, es claro que a un nivel
más general jamás llegó ha existir algún tipo de poder centralizador que le restara autonomía a los
1:. • T""' • 1: 1' .... 1 ... 1: .... 1fT ',. .... ... Y'. • • ... ~ • .., • .,. .. 1: ..
imajes. nn esra nnea, iVieicnor iViarrmez, iiruuanao iTovmcla a iOS ¡;urmmapus y parcranaaaes a ws
rehues y ayllarehues, señaló hacia 1805 que los mapuches "no reconocen gobierno común que los una y
ligue entre sí, ni confederación o estatutos generales; ni cada una de estas Provincias tampoco forma
.· ... .,., 4R6 ~ . . .. .. . . · .. .. ... .. . . ... - .. ,
cue1 po parr1cmar . ror m:ra parre, soore ias consrames nvanaaaes enrre esms a151egaaos, senaw que
"Es increíble la desunión y discordia que reina entre estas cinco provincias, y aun dentro de una misma,
entre sus diferentes reducciones; de que resultan frecuentes guerras, o malocas, que llaman ellos". 487
También para comienzos de siglo, José Pérez García destacó que los 151 u.pos nativos de ultra-Biobío «no
tienen cabeza que los mande, siendo su gobierno un monstruo de muchas". 488 Ya más avanzado el siglo,
Paul Treutler señaló que entre las diferentes parcialidades existían constantes querellas y luchas.

suelen darse malones o salteos recíprocos y hacerse también la guerra. Esto no quiere
decir, sin embargo, que deje de haber entre ellas vínculos de alianza que las unan en el
veliero. Pues vemos todos los días aue avenas tienen la menor noticia de aleún movimiento
_..._ l.-" .l. .1.. t..J

de tropas chilenas en la¡; antera, todos esos caciques se buscan inmediatamente a fin de
. en parlamentos y ue
reumrse -1 1·b
1 erar en ellos f o que mas
, conVlene
. .
a sus mtereses. 489

482 'T'____ .d - - ~- ~.!-4- - {'\()


.ll~ut..u;;;¡, up. t:H., l'· 77.
483
!bid., p. 150.
484
!bid., p. 151.
485
Palavicino, op. cit., p. 33.
486
Melchor Martínez, op. cit., pp. 27 y 28.
487
lb id., p. 28.
488
José Pérez García, Historia de Chile, Tomo I, CHCh, Imprenta Elzeviriana, Santiago, 1900, p. 39.
489
Treutler, op. cit., pp. 65 y 66.
94

La carencia de centralización política, es ta1Tibién apü.t!tada pür Treutler en abril 1860, cuando señala
que ante una invitación hecha por Mangín para plegarse a la rebelión desatada en la Frontera, el
poderoso lonco Paillalef, de Pitrufquén, debió convocar a una gran junta y consultar con todos los

Manuel Pinto, en alusión a los linajes abajinos, señaló que "Los abajinos, separados por las discordias y
odiosidades de los caciques más influyentes y poderosos, con dificultad hacen la guerra unidos, porque

Aunque Bengoa y Boceara sostienen que hacia el siglo XIX existían loncos que poseían un poder
casi absoluto, los antecedentes recabados nos señalan todo lo contrario. De hecho, el poder que en algún
momento ostemo ei wnco Lmenzo \...,OHpi -principal ejemplo de los investigadores que defienden ésta
teoría de centralización-, es refutado por Victorino Palavicino, quien señaló:

fue obedecido con terror en las tribus que había subyugado. y mirado con mucho respeto en
las tribus distantes... tenía una gran presencia de ánimo, a la que acompañaba una voz de
trueno; mas en todo esto fue él auxiliado por el gobierno de la nación, y por tanto tomó esa
energía ... Mas sin esa protección del gobierno, Colipí no habría sido tan temido, ni su
- - - _ - - AO')
influencia habría sido tan ,grande.~J~

La ficción del 'poder' de Colipí se pude también demostrar considerando que, en su época de
mayor prestigio, muchos de sus propios parientes se declararon sus enemigos, como Lorenzo Colimán
de Rapanilahue y Cadín de Idaico. Incluso Cai.1¡ieo, su propio yerno, estu.vo dmru1te mucho tiempo en
contra de su supremacía. 493 Por su parte, Claudio Gay, en 1863, señaló que Colipí "era muy temido y
poco querido". 494 Más aun, el general José María de la Cruz señaló que Mangín no respetaba en lo
absoluto a Colipi «por su inüuencia y fuerza'', sino que por el temor a las fuerzas militares chilenas que
lo apoyaban. 495 Con respecto a este desmedido y extraño poder que en algún momento llegó a ostentar

la infatuación de Lorenzo por el... apoyo militar que le brindaban las fuerzas fronterizas
chilenas le llevó a acentuar el carácter despótico que caracterizó su vida pública, lo que
eeneró divisiones v ovosición interna de muchos linaies abaiinos... rios auel no trevidaron
LJ o/ .1.. oJ oJ L ~ _. .1..

490
lbid., p. 189.
491
José Manuel Pinto, Memoria de General en Jeft del Ejército de Operaciones de la Alta Frontera, Imprenta Nacional, Stgo., 1869, p. 11.
492-n-1---=-=--- ___ ..:...._ __ o~
rtuuvu.;Iuu, up. t..:u., V· 0-1.
93
" Guevara,Las últimas familias ... , pp. 19,20 y 21. Véase también Téllez,De la behetría al..., p. 153.
494
Claudio Gay, "Viaje a la Araucanía en 1863", Archivo Nacional, Archivo Claudio Gay (en adelante ANCG), vol. 42, fs. 7-38 y 71-74,
en Iván Inostroza, Etnografla Mapuche del Siglo XIX, Fuentes para la historia de la República, vol. XIII, DIBAM, Stgo., 1998, p, 89.
495
José María de la Cruz, op. cit, 231 y 232.
95
en confoderarse con los llanistas y arribanos de viejo ancestro monarquista, con el
496
propósito de poner dique a las pretensiones desmedidas de los Colipi.

A nuestro juicio, la oposición que encontró Colipí se debió a que éste intentó adoptar una forma de
poder totalmente desconocida y rechazada dentro de los patrones sociopolíticos mapuches. De esta
suerte, tanto Bengoa como Boceara cayeron en el error de intentar inte~ pretar la totalidad de su
estructura sociocultural y sociopolítica basándose únicamente en sus elementos más visibles, olvidando
que muchas veces la "cara externa" de un asunto no guarda relación con la "cara interna" del mismo.
Ahora, en cuanto a la supuesta facultad de asi~uar herederos que señala Bengoa,
497
es claro que si
los loncos no podían hacerse obedecer en vida, menos podrían hacerlo después de muertos. Si bien el
poder de 'heredar el mando' más allá de la familia nuclear pudo darse en ciertos casos, al 'delfin' no le
bastaba con solo ser el 'riljo de', ya que debía además poseer w1a cuota de prest.g1o ganada por merito
propio. Como señaló Luís de la Cruz, "el hijo de un cacique que no es valeroso, que no se hace rico, que
no ha hecho hazañas meritorias, nada es, y se mira como un mocetón despreciable, y entonces el título
.. • 1 .. .. .. • .. ~ 1 1 .. ·, , .. • .... ... .. 1 .,., 49R
ue cacique 10 nereaa e1 mmo ue 1a reuuccwn mas guapo, ae mejores mscursos y comoumaues .
La poca consistencia de esta supuesta capacidad hereditaria es, paradojalmente, corroborada por el
propio Bengoa, cuando sostiene que a la muerte de Colipí y Coñuepán la alianza abajina se debilitó

no lograron aglutinar a su alrededor a todos los loncos de la región. Así por ejemplo, Lorenzo Kolimán,
informante de Guevara, señaló que muchos mapuches se burlaron abiertamente de los herederos de
Colipí, ya que "no tenían rilla sombra del prest1~1o del \tlejo Lorenzo".soo Por otra parte, tenemos al
lonco abajino Domingo Melín, quien durante las décadas de 1860 y 1870 actuó de forma independiente
y contrajo alianzas con abajinos y arribanos indistintamente, a pesar de los ancestrales odios existentes

continuamente desafiada por su hermano Millapán. 501 Además, este segundo Venancio fue desobedecido
por sus propios conas durante el "Füta Malón" de 1881. 502 Otra muestra nos la da Pascual Coña, quien
señala que Calfupán, hermano y heredero de Huaquinpán, "no gozaba de tanta autoridad e iníluencia
entre los loncos [razón por la cual] aún en vida de él, pasado un tiempo, Pascual Painemilla fue

4
% Téllez, "Espacios geoétnicos y ... ", op. cit., p. 75.
497
Bengoa, Historia del pueblo ... , p. 65.
498T ~-· ..1_ l_ r'l.. --- _:, ·- ..,0
LW:; Ut: 1U \A UL, up. 1:11., p. JO.
499
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 193.
500
Guevara, Las últimas familias ... , p. 23.
501
lbid., pp. 146 y 147.
502 RPnon" T-liotnrin rlt>l nut>hln ?QR ...........
nr· -- Nnt.. ,.¡ niP 1\1° ~1
.--......o .... _, ....... "" .. ·-· -·-· r
~· ··-~ ·~ ···~ ~ ..._ - r-- - · -- ·
96
503
nombrado Lonko principal''. Incluso este Painemilla, fue finalmente depuesto por intentar 'gobernar'
despóticamente, situación que su comur.:.iA~d no est-~\lO dispuesta a tolerar. 504
Siempre en relación a esta supuesta facultad de 'heredar' cargos, uno de los grandes ejemplos
citados por quienes sostienen esta teoría es el de Quilapán, quien habría heredado la 'regencia' arribana
a la muerte de .Mangin, su padre. No obsta11te, esto no es del todo exacto, ya que si bien es muy probable
que Quilapán heredara la jefatura de "la familia" de su fallecido padre, lo que era usual, esto no significa
que haya adquirido la totalidad del 'liderazgo' arribano. En carta fechada en septiembre de 1861, el
lo;ico IIuentecol le comünicó al Presidente Pérez haber aswuido ü:como cabeza principal. .. desde la
muerte del Toqui Magñil=güenu". 505 Esto último fue confirmado dos meses después por el lonco
Quilahueque, cuando le informó a un pariente que "El fallecimiento de Manñil [Mangín] hizo recaer el
mando en la persona de mi padre [Huenteco1], el cuál esta de acuerdo con sus demás caciques para
recibir palabras i entenderse con los Jenerales sobre cualquiera cosa que tratasen". 506 Ambas testimonios

[Mangín] como Toqui, fue Guentecol, padre de los caciques Montri y Quilahueque~~. 507 Todos estos
datos nos indican que Quilapán no heredo el 'liderazgo' arribano a la muerte de su padre, sino que sólo
lo asumió a la muerte o retiro de HucntccoL Sin embargo~ su ascensión no se produjo automáticamente.
Como era la costumbre desde el siglo XVI, y como señala el mismo Bengoa, Quilapán debió convocar a
una gran junta antes de ser "reconocido como cacique principal de los arribanos". 508 Según Bengoa, esta
• , 1 • , 1 • 1 n r .r 509 1 1 • ~ • 1 ' r 't 1 r 1 c.. • ro . ., •1 1
juma se reanzo nacia 1oüü, 10 que nos mee que \.,¿UHapan smo a1canzo 1a jeramra arnoatJ.a cerca ae
cinco años después de la muerte de Mangín, es decir, tras el retiro o la muerte de Huentecol.
A nuestro entender, la capacidad de heredar, tal como en los siglos anteriores, sólo se circunscribía al
ámbito de la familia extendida, y no más allá. En wJ.a sociedad basada en el parentesco, que wJ. hijo o wJ.
pariente cercano sucedieran al difunto jefe de familia no es nada sorprendente, sobre todo si los demás
miembros le reconocen al heredero las cualidades y el prestigio del fallecido. 510 Sin embargo, esto no
si!:;ttifica que el 'heredero' adquiera poder más allá de su núcleo familiar, o que su posición sea vitalicia
o irrevocable, por lo que creemos que el 'liderazgo' --o mejor dicho la representación de los niveles
superiores, como el linaje, el ayllarehue o el butalmapu- aún estaba supeditado al diálogo, al consenso,
1 1 ro 1 r • r 1 c.c. ro 1 • 1 -,. T" 1 1 • .
a 1a e1eccwn; como me e1 caso ae iVlatJ.gm, qmen, segun ei propio nengoa, me e1egmo l'liüOi en juma
503
Pascual Coña y Emest Wilhelm de Moesbach, Vida y costumbre de los Indígenas araucanos en la segunda mitad del siglo XIX
Imprenta Universitaria, Santiago, 1936, p. 123.
504
!bid., pp. 123 et seq.
'fl<
... ·""Carta de Wentekoi al Presidente josé joaquín Pérez, Mapu, 24 de septiembre de iii6i ",En Pavez, op. cit., pp. 363-366.
506
"Carta de Faustino Quilahueque a Rosauro Díaz, Perquenco 9 de noviembre de 1861". lbid., p. 367.
507
"Carta de Bemardino Pradel a Pedro Ruiz Aldea, Chillán 11 de agosto de 1869". Reproducida por El Meteoro, 21 de agosto de 1869.
508
Bengoa, Historia del Pueblo ... , p. 88.
509
Ibid. p. 194. 1+-Jotn nl pie }¡o 12.
7

sw Silva, "Reflexiones sobre las ... ", op. cit., p. 39-52.


97
511
de caciques". En este sentido, José Manuel Orrego señaló que el cacicazgo no era "un título

acéfalas, sin gobierno ni agencias nucleares de administración", los poderes adquiridos por un sujeto "se
disuelven y disgregan con la muerte del prohombre", de modo que aunque "hayan logrado establecer un

Todos los antecedentes presentados dejan en claro que, para el siglo XIX, la estructura
sociopolítica mapuche continuaba evidenciando la misma fragmentación y descentralización de siempre.
.. '1 1 ~.. '1 '1 • f f ., , • • 1
Aaemas, es posmie ver que ws caciques, wncos, wmenes o apo-wmenes, se!:,ulan mam:emenao wl
mando más nominal que real, ya que para mantener sus posiciones debían contar con la aprobación de
los miembros y los representantes de los agregados inmediatamente inferiores. Esto quiere decir que el
lonco de illl linaje debía contar con la confianza y el beneplácito de la mayoría de los jefes de fa..uilia
que componían el linaje, así como el 'superior' de un ayllarehue debía contar con el respaldo de un gran
porcentaje de los rehues que lo integraban, y así. De este modo, la condición de estos 'loneos
.. .. '1 ., ., , '1 • 1. , .::.:::1 • • • 1 .,.,
pnnc1pmes poana aenommarse aigo as1 como ws pnmeros emre sus 1guaies , ya que su pos1c1on no
era necesariamente perpetua y no les otorgaba la capacidad de imponer su voluntad, de tomar decisiones
sin consultar a los demás loncos o de designar herederos. Todo esto nos dice que pese a los siglos de
, , '1 ' , , '1 ' , • T ''1 '1 '1' '1 ''1 1 '1" ' '1 ° 1

comacw, y a ws 1memos ae mrervencwn 1aeaaos por mspanos y cnuenos, iOS imajes mapucnes jat.uas
experimentaron algún tipo de proceso encaminado hacia la centralización y la jerarquización
sociopolítica. En este sentido, coincidimos con Sonia Montecino, quien sostiene que en lo que respecta a
sus patrones culturales, los linajes mapuches, hasta mediados del siglo XIX, lograron en !:,Tan memaa
"mantener intactas sus características esenciales". 514

511
Bengoa, Historia del pueblo ... , p. 84.
512
Orrego, op. cit., p. 16.
513 'T'.!n __ n_ r_ l.-1.-..<..... . .!.- _r __ ~...,....,
l t;;;Ut;L., Vt: tU Vt:flt:trtU Ut ... , Jl· .t.- 1 1.
514
Montecinos, op. cit., p. 90.
98
SEGUNDA PARTE
-LA REACCIÓN DE f.OS DIVE-RSOS f.JNA.TF.S MAPUCHES ANTE EJ. AVANCE DE LA FRONTERA

CAPÍTULO}
LOS CAMBIOS GENERADOS EN LAS RELACIONES ENTRE MAPUCHES Y HUINCAS

CAMBIOS OBRADOS POR LAS AUTORIDADES CHR.ENAS EN SUS RELACIONES CON LOS MAPUCHES

La relativa armonía lograda a través de los aproximadamente veinticinco parlamentos realizados entre
mapuches e hispanos, se vio totalmente perturbada por las guerras acaecidas en Chjle a partir de 1810_
Estas guerras, que dieron corno resultado el fin de la dominación hispana y la ascensión al poder político
de la aristocracia criolla, convulsionaron grandemente la zona de la frontera, ya que el inició de las
hostilidades entre pai1¡otas y realistas coni,~~buyó a agudizar las rivalidades, diferencias y luchas que se
515
desataban al interior de las diferentes parcialidades mapuches. Con todo, finalizada la lucha, e
inclinada la balanza a favor de los patriotas, el escenario que surgió en la frontera entre ambos mundos
se asomó totalmente diferente al existente durante el periodo colonial. En primer lugar, una de las partes
contratantes de los acuerdos que regulaban la convivencia, ya no existía.
Según la pcriodificación propuesta por Jorge Pinto, las relaciones entre chilenos y mapuches
516
durante el siglo XIX pasaron por tres ciclos bien definidos. El primero, 1810-1830, se caracterizó por
la propaganda anti-española de los patriotas, que transformó a los "guerreros araucanos" en íconos del
517
\alor Jr en la base del perfil liber-tario JI anti-opresi~lo de la lucha emancipadora. El segundo, 1830-
1

1850, habría sido un periodo de status quo, ya que la mirada política, militar y económica de los
518
chilenos estuvo puesta más que nada en el norte. Y el tercero, 1850-1883, se caracterizó por el
rechazo y desprecio con que ciertos sectores de la sociedad c_hilena comenzaron a mirar al mapuche y,
además, por la inflexible voluntad de las autoridades por ocupar la Araucanía.
Según Pinto, también Jorge Vergara, el status qua del segundo ciclo se debe a que durante éste la
r~ romera
• ,· , ro " '1 1 '1 • 519 '1" • 1 1 • 1.
com:muo IUi1.ClOnanao en oase a panamem:os y m1s1ones reng10sas, como en 1a era cmoma1.
Sin embargo, los mismos sostienen que durante este ciclo las instituciones fronterizas experimentaron
"el traspaso de algunas funciones a otros niveles de la administración y el debilitamiento de sus

515
En tomo a las rivalidades y guerras internas mapuches durante el periodo previo a la independencia, véase: Leonardo León Solís, "La
corona española y las guerras intestinas entre los indígenas de Araucanía, Patagonia y Las Pampas", Revista Nueva Historia, Año 2, N° 5,
Londres, 1982. Y "Guerra y lucha faccional en la Araucanía (1764-1777)", Proposiciones N° 24, Ediciones Sur, Santiago 1994.
516
Jorge Pinto, La formación del Estado y la lVáción, y el pueblo mapuche. De la inclusión a la exclusión. DTR..A~M:-Centro de

sobre el indio en la construcción de la identidad nacional". Revista de Historia Indigena N' 5, Universidad de Chile, Santiago, 2001.
Holdenis Casanova, "Entre la ideología y la realidad: La inclusión de los Mapuche en la nación chilena (1810-1830)". Revista de Historia
Indígena N° 4, Universidad de Chile, Santiago, 1999/2000. José Bengoa, Historia del Pueblo ...
517
Sobre esto véase: La .._4_urora de Chile, 1811. fta.rchivo y Episto!a..rio de Don Bernardo O"Higgl...ns. También: Pinto, La formación del

518
Pinto, La formación del Estado y .... , pp. 78 y 79.
519
!bid., p. 80.
99
520
conexiones con la administración central y regional''. Pues bien, si durante este ciclo se produjo un
debilitamiento en las co1nU:.'1icaciones, es claro que )la no podemos decir que la Frontera continHr=ba
funcionando corno en la Colonia, ya que este declive en los tratos con el gobierno central constituye un
significativo cambio dentro de la tradicional estructura de convivencia fronteriza, cambio que no debe
haber pasado desapercibido para las autoridades u.¡bales, las que desde la época colonial estaban
acostumbradas a mantener con las autoridades huincas una comunicación más o menos directa y fluida.
Este declive en la comunicación se advierte en el diametral cambio ejecutado por las autoridades
'1 "11 , • 1 1 '1 • • '1 • • "'1 1i 11 • r "1 1i
cnuenas en su rram con 1os mapucnes, camow cuyo pnmer e1ememo \llSmle es 1a suspenswn ae 1os
Parlamentos Generales. De hecho, una vez finalizada la Guerra a Muerte los mandos republicanos sólo
realizaron un Parlamento General, Tapihue en 1825. En este Parlamento, encabezado por el lado
"1 '1 7 ..._ .rr *'1 r :521 '1 , • '1 1i '1 '"'l 1i • "1 "1 • • f"" ,
mapucne por e1 íonco w1anman, 1as amonaaaes c.n.lienas 1e reconocieron a 1os lmajes nrmames un.a
relativa autonomía y jurisdicción sobre los territorios ubicados al sur del Biobío, salvo los terrenos en los
que existían poblados, fortines o colonos chilenos. 522 Por su parte, los mandos tribales convinieron en
.... 1 .. 1i ... • • • 523 r-~• .. • .. .. .. 1 11 r-T'I ...

permmr e1 mgreso ae ren!51osos y comerc1ames. .::,m emoargo, s1 o1en 1os acueraos ae 1apmue parecen
indicar que las relaciones se mantenían tal corno en la Colonia, mientras el gobierno ratificaba el
Tratado, paralelamente Mariano Egaña, ministro plenipotenciario del gobierno chileno en Londres,

produjo en 1833, cuando el general Manuel Bulnes, a pesar de los acuerdos existentes con las
principales tribus del Gulumapu, le aconsejó al Presidente Prieto avanzar la línea fronteriza y repoblar
525
las antiguas ciudades. Además, durante este cicio se comenzó a generar la inte!:;Tación económica de
la Araucanía,526 cuando las autoridades chilenas, desconociendo las ancestrales formas de posesión y uso
de la tierra que manejaban los mapuches, comenzaron a legislar sobre la propiedad de los territorios del
..... ._ .... 1 .:::;:7.,....... - .. - -· ... .. ... .. . . .... .. .. 1 .

sur ae1 .tlJOlJJo. --· .bsta conaucta, se ennenae porque para Jos gon1emos cn11enos Ja Araucama era parte
integral del territorio nacional, razón por la que sus leyes y disposiciones se movían enteramente bajo

520
Pinto, La formación del Estado.... , p. 82. Véase también Jorge Vergara, El estado nacional chileno y los pueblos indígenas. El caso de
los mapuches de Valdivia, Osomo y Llanquihue, 1840-1880, Sin datos de edición.
521
Rodrigo Araya, "Mariluan, el lonco olvidado de la Guerra a Muerte", en Cyber Humanitatis N" 27, Santiago, 2003.
522
En tomo a !a lla...tnada colonización espont~"lea, véase: Luis Carlos Parentir-..i, .Araucanos y chilenos ..Asimilación y penetración
espontánea de la .Araucunia (1851-1882). Te::;i::; para upt.ur al grudo de Licenciado en Hi:;turi~ InBtitulu de HisturiU:, Pontiñciu Universidad
Católica de Chile, Santiago, 1986.
523
En tomo a las misiones religiosas, véase: Holdenis Casanova, "Presencia franciscana en la Araucania. Las misiones del colegio
propaganda FIDE de Chillan, 1756-1818". En Jorge Pinto et al, Misioneros en la Araucanía 1600-1900, Universidad de la Frontera,
Temucc, 1988; Fernando Casanueva, "La evangelización periJérica en el reync de Chile'', Re·vtsta .lVueva lfistoria f'.T" 5, Londres, 1983;
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524
La Abeja Chilena, N° 7, Stgo., 26 de agosto de 1825, en CAPCH., tomo XX, p. 56. Citado por Pinto, La formación del Estado... p. 83.
525
El Araucano, N" 167, 1833. Citado por Jorge Pinto, La formación del Estado y ... pp. 80 y 81.
526
Patricia Cerda-Hegerl, Fronteras del sur. La región del Bio-Bio y la Araucanía chilena, 1604-1883, Ediciones Universidad de La
Frontera-Instituto Latinoamericano de la Universidad Libre de Berlín,. Temuco, 1997, pp.l07-124.
527
Véase por ejemplo la ley sobre colonización dell& de noviembre de 1&45. Boletín, libro XIII, pp. 164y 165. En Ricardo Anguita,Leyes
promulgadas en Chile, desde 1810 hasta el ¡o de junio de 1912, Imprenta Barcelona, Santiago, 1912. pp. 473 y 474.
100
este principio de propiedad, pese a los acuerdos realizados con el mundo tribal. Sin embargo, para los
loncos, los que est~ban mu;r al tanto del acontecer político de Chile:/ P.Jgentina,528 esta ambigJedad o
doble juego que albergaban las políticas chilenas evidentemente les causaban sorpresa e incomodidad.
Por todo esto, creemos que la caída en la comunicación que se genera durante este segundo ciclo impide
1 1 1 1 . . • .. .... .. 1 ... ' " ••• • ·r- .. 1 • '1 ••
narnar üe Thl srarus quo, ya que esre üecnve üel mamgo consnmye Thl Sli:;umcanvo cammo en e1 s1srema
de convivencia fmjado por varios siglos en la región. 529 A partir de este ciclo, los gobiernos chilenos
comenzaron paulatinamente a manifestar la fisonomía expansionista del conquistador.
En lo que respecta a1 tercer periodo, creemos que el rechazo y el desprecio que varios sectores de
la sociedad chilena comenzaron a manifestar hacia los mapuches, se podría explicar por el hecho que
hacia mediados del siglo XIX la alta sociedad chilena era una esponja que absorbía, no de la mejor
forma, la casi totalidad de las tendencias ideológicas que provenían de Europa. Comenzaron así a
expandirse las ideas positivistas y evolucionistas que sostenían la superioridad de la "raza blanca". 530 En
este sentido, en Chile )'~ el resto de .~.L\.;.uérica fue fundamental la com~ontación entre barba..-ie :l
civilización realizada por Domingo Faustino Sarmiento en su libro Civilización y Barbarie, obra cuyos
postulados se expandieron rápidamente a casi todo nivel. 531 Divulgadas a través de libros y por la
prensa, estas ideas generaron un anti-indigenismo que a pesar de no ser compartido por todos los
sectores, terminó imponiendo el "estereotipo del indio sangriento y traicionero". 532 Este desprecio se
acrecentó en 1849 por las leyendas tejidas en tomo al naufragio del navío Joven Daniel, las que hacían
hincapié en las salvajes y sangrientas torturas a las que supuestamente los mapuches habrían sometido a
los náufragos. Y aunque las investigaciones indicaron que no hubo sobrevivientes -y por ende ni
torturas ni asesinatos-, las leyendas se mantuvieron durante mucho tiempo. 533 Según Villalobos, "todo
el asunto había sido la expresión colectiva de una conciencia herida por la existencia de 'hordas
salvajes' en un país que luchaba por la dignidad". 534 Así, la imagen idealizada de comienzos de siglo fue
reemplazada por la a·vcrsión :l el desprecio. El discurso de altivos, ~/a!crosos e indómitos, se trocó en los

528
José Bengoa, Historia del pueblo... , p. 132.
529
En tomo a lo que sucedía hacia esta época con las relaciones entre mapuches y huincas en la frontera del Puelmapu, véase: Abelardo
Levaggi, "Tratados celebrados entre gobiernos argentinos e indios del sur de Buenos Aires, Santa Fe y Cuyo, 1810-1852", Revista de

política en la frontera bonaerense, 1827-1830", Revista de Historia Regional N" 1, Santa Rosa, 1997, pp. 103-144.
530
Sobre los orígenes del anti-indigenísmo véase: Jorge Pinto, La formación del Estado... pp.l51-185. Véase también: Maria Martínez
Blanco, Identidad cultural de Hispanoamérica. Europeismo y originalidad americana, Universidad Complutense, Madrid, 1988; Luis
Carlos Parentini y Patricio Herrera, "Araucanía maldita: su imagen a través de la prensa (1820-1860)", en Leonardo León et. al. Araucanía:

531
Domingo Faustino Sarmiento, Civilización y Barbarie, Imprenta del Progreso, Santiago, 1845.
532
Guillaume Boceara, y Ingrid Seguel-Boccara, "Políticas indígenas en Chile (siglos xix y xx) de la asimilación al pluralismo. El Caso
Mapuche", Revista de Indias, vol. LIX, W 217, 1999, pp. 741-774.
533
Villalobos. "Tres siglos y ... ". op. cit., p. 59.
534 Id.
101
535
epítetos de bárbaros, borrachos, ladrones, flojos, etc. Esta imagen, como señala Jorge Pinto, terminó
generando una ''erdadera "ideología de la ocupación''. 536
En general, la existencia de los mapuches como entidad política y territorial autónoma constituía
un obstáculo en todas las áreas en que el proyecto oligárquico buscaba imponerse. En el ámbito político,

social, significaba la existencia de miles de seres humanos que vivían bajo códigos de conducta distintos
a los que buscaba imponer la clase hegemónica. Y en lo económico, constituía un área cada vez más

primario-exportador. En este sentido, Bengoa señala que el crecimiento minero en el norte de país y el
descubrimiento de oro en California, entre otros factores, fueron convirtiendo a la agricultura en un
• 1 r , • • • r r 1 • "1 1 1 • . · 1
negocio caüa vez mas arractivo, sltuaciOn que genew m necesiüaü üe consegu1r nuevas uerras üe
Además, la apertura de minas de carbón en Coronel y Lota, junto a la colo~zación
537
cultivo.
espontánea que venia produciéndose desde fines del siglo XVIII, fueron aumentando la presión sobre el
... .. 'i1R -r-o . - ... ~ ,...,.. - . -.. .. .... . . .. . ... ..

suelo mapucne.--- bn esta rmsma 1mea, !'mto senrua que ractores externos, como el aumento ae 1a
población mundial y la Revolución Industrial, unidos a factores internos, como la necesidad de tierras
para la agricultura y para las políticas de inmigración, fueron haciendo que las clases dirigentes
539
voltearan su mirada hacia el sur del Biobío, más aun después de la crisis económica de 1857. Por
último, la ubicación geográfica de la Araucanía cortaba en dos el territorio nacional, lo que entorpecía

Las necesidades económicas, la presencia espontánea, legal o fraudulenta de colonos chilenos, y la


imagen de salvajes y sanguinarios que el etnocentrismo y los intereses de algunos sectores propagaban a

540
desamparando aquellas partes del país que siempre consideró incluidas en su territorio". Todos estos
elementos fueron preparando el ambiente para iniciar el asalto definitivo a la Araucanía. Como señaló

535
Holdenis Casanova, "Entre la ideología... ", op. cit., p. 37. También: Bengoa, Historia del Pueblo... , p. 148.
536
Pinto, La formación del Estado... p. 152. En tomo a la virulencia con que algunos sectores de la sociedad y de las autoridades exigían la
ocupación de la Araucania, véanse los articulos y opiniones que aproximadamente partir de 1850 comienzan a aparecer en la prensa,
especialmente en El Mercurio de V alparaiso y El Ferrocarril de Santiago.
537
En tamo al boom triguero y la transformación del territorio mapuche en tierras de cultivo, véase: Jorge Pinto, "Redes indígenas y redes
capitalistas. La Araucania y las Pampas en el siglo XIX", en Heraclio Bonilla et al., Los pueblos campesinos de América. Etnicidad,
cultura e historia en el siglo XIX, Santander, 1996; También "Integración y desintegración de un espacio fronterizo. La Araucania y las
Pampas, 15 50-1900", en Jorge Pinto, (Editor), Araucanía y Pampas. Un mundo fronterizo en América del Sur, Temuco, 1996.
538
Rene;oa, Hi.~tnrin del ,m1ehln . p 1'iS Sobre las fonnas en qne las tierras mapllches fueron siendo inc.orporadas a la economía
capitalista, véase: Luís Ortega, "La frontera carbonífera", Mapocha N° 31, Santiago, 1992, pp. 131-148; Guillermo Bravo, "Mercado de
trabajo en la Araucania, 1880-1910", Cuadernos de Historia N° 15, Santiago, 1995, pp. 201-218; Iván Inostroza, "La agro-exportación del
puerto de Carahue y las industrias del Departamento de Nueva Imperial, 1890-1910", Fronteras N" 1, ARA, Temuco, 2001, pp. 20-39;
Jorge Pinto, "Expansión económica y conflicto mapuche. La Araucania, 1900-1940", Revista de Historia Social y de las Mentalidades XI,
vol. 1, 2007, pp. 9-34. Véase tambíén Juan Contreras, Criminalidad y sociedad fronteriza: La Araucania en la segunda mitad del siglo XIX
(1 860-191 0), Tesis para Optar al Grado de Magíster en Historia, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 1990 (inédita).
539
Sobre la influencia de la crisis de 1857 en la ocupación de la Araucania, véase: Jorge Pinto, La formación del Estado y ... , pp. 131-144.
540
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 103.
102
541
Boceara, las "mentalidades estaban preparadas para el golpe fina1". Así, a partir de 1852, las
autoriA~des chilenas establecieron una serie de lejres, decretos ';/ reglamentos destinados a regl!larizar la
542
ocupación de esos territorios. El objetivo era ahora ocupar los territorios mapuches y someterlos a la
jurisdicción chilena, "ya no se trataba de establecer relaciones comerciales o alianzas políticas con los
- ... , .... 'S.1'1 ,..... • ..... .......... ... .. ... ... - - • - ... .. ... .- -. . . • .. .. - -
mrugenas--.- ·- :segun VHlaJooos, Ja aec1s1on se v1o rerorzaaa por Ja acnva parnc1pac10n ae JIDaJes
544
mapuches en la revolución de 1859. Por su parte, Leiva señala que el avance de la línea fronteriza al
río Malleco fue, en el fondo, una especie de "reparación" que exigían los huincas de la Frontera por las
pérdidas sufridas durante los sucesos de 1859-1861. 545 Más aun, el apoyo de muchas parcialidades a la
aventura del trotamundos francés Orélie Antoine de Tounens,546 despertó la alarma de las autoridades y
contribuyo a acelerar la decisión ya tomada de adelantar la Frontera. 547 Con la rcfundación de .P-.ngol, en
548
1862, la relativa autonomía territorial de la Araucanía entró definitivamente en su fase final.
Cuando la ocupación de la Araucanía pasó a ser un objetivo de primer orden, los Parlamentos
Generales dejaron de ser una alternativa viable para las autoridades chilenas. Desde ese instante, estas
grandes asambleas fueron suplidas por 'parlamentos' parciales donde los mandos republicanos
impusieron sus disposiciones por medio de veladas amenazas o directamente mediante el uso de la
fuerza. Según Diego Milos, durante el siglo X1X las autoridades utilizaron los pequeños parlamentos
como un instrumento de dominación que sólo les reconocía su condición de súbditos individuales del
Estado, y no y·a su condición de co!ccti~lo, como en la época colonia!. 549 De esta forma, si durante los
siglos XVII y XVIII el parlamento sirvió para reconocerle al mapuche una considerable cuota de
550
autonomía política y territorial, durante el siglo XIX sirvió precisamente para negarla.
Los peligros qüe albergaba la nüeva política cr.tilena era algo clarru-nente visible para müchos
sectores de la sociedad huinca. En una crítica realizada a quienes se quejaban de lo poco confiables que
eran las promesas hechas por los mapuches, El Meteoro de Los Ángeles señaló que si éstos no hablaban
con mayor «entereza de alma", era pmqüe ya sabían qüe ningún resültado positivo obtenían. Para
graficar su afirmación, El Meteoro relató un suceso acaecido el año 1860 en la Intendencia de Arauco:

541
Boce--ara y Seguel-Boccara, op. cit. pp. 741-774.
541
La principal ley promulgada durante es te periodo, fue la que creó la provincia de Arauco el 2 de julio de 1852, Archivo Nacional
Boletín de las Leyes, Ordenes y Decretos del Gobierno (en adelante: AN, Boletín), libro XX, pp. 89-91.
543
Boceara y Seguel-Boccara, op. cit. pp. 741-774.
544
Villalobos, "Tres siglos y ... ", op. cit., p. 61.
545
Leiv~ El prif::er avance ... , pp. 5~1-65~
546
En tomo a la aventura del "Rey de la Araucanía y la Patagonia", ver Enrique Laval, y S Rodríguez, "Orellie Antoine de Tmmens, Rey
de la Araucanía y de la Patagonia Semblanza histórica y estudio psicopatográfico", Boletín de la Academia Chilena de la Historia N° 60,
Santiago, 1959. Armando Braun Menéndez, El reino de Araucanía y Patagonia, Editorial Francisco de Aguirre, Santiago, 1967. Víctor
Domingo Silva, El Rey de la Araucania. Andanzas y malandanzas de S.M. Orelie Antaine I, Editorial Zig-Zag, Santiago, 1935.
547
Leiva, El primer avance... , pp. 66-90.
548
Para ID1 análisis de lo que significó la refundación de Angol en los planes de ocupación, véase Leiva, El primer avance... ,. p. 13 et seq.
549
Diego Milos Sotomayor, Misión moral, misión política. Franciscanos en la Araucanía, 1843-1870, 2a parte, PAF, Santiago, 2007, p. 41.
550
!bid., p. 43.
103

el comandante de los cazadores ... hizo decir a los indios que si no aceptaban la paz, él tenia
fuerzas bastantes para llevar la guerra a la Araucanía y arrasarla por entero. El cacique
que usaba de la palabra y que hablaba de pié colocado en el centro de los demás, contesto:
')'o también dispongo de cuatro mil lanzas y con ellas puedo acabar con el pueblo de los
Ángeles y con su mismo intendente. [Ante esto, el comandante de cazadores] respondió con
furia por medio del interprete: "dígale Ud. que si sigue con esas amenazas lo mando poner
preso y en seguida lo hago pasar por las armas". El indio se calló, se retiro a otro lugar y
no pronuncw . una pa1a bra mas
, " .5)1

El Meteoro terminó preguntándose cómo, ante estos hechos, podía pedírseles a los mapuches que
actuaran sinceramente, o criticárseles por no mostrar el espíritu "altanero" de antaño. Con todo, el
cambio de nolitica se anrecia también en las
..l ..l
amena7.m~ oue el coronel Saavedra le hizo a un QTimo de
..l 4.1 .l.

loncos arribanos en noviembre de 1867, durante el 'parlamento' de Caillín, cuando les señaló que el
gobierno había dispuesto que se les castigara duramente por su pasada conducta, pero que finalmente
había decido perdonados y ofreceries ia paz. Sin embargo, acto continuo, ies señaió que «si no aceptan
estas propuestas de paz" les haría "sangrienta guerra", ya que las órdenes que traía las haría cumplir a
552
como de lugar, y si para cumplirlas era necesario "hacerlos pedazos", lo haría.

unilateralmente e impuestas en 'parlamentos' parciales en base a amenazas o directamente a través del


uso de la fuerza. En concreto, el fin de los Parlamentos Generales fue uno de los primeros pasos dados
'1 , • 1 '1 '1 •1 11 • • r '1 , '1 ¿ 1 1 '1 1

por 1as amorwaaes cnnenas en su aecislon ae someTer 1a Aiaucama a su p1ena sooerama.

LOS MAPUCHES FRENTE A LOS CAMBIOS: FRAGMENTACIÓN Y DESENTRALIZACIÓN PERMANENTE

Según Sonia Montecino, "La conquista española... no es un hecho histórico que transforma las pautas
organizacionales de la sociedad, sino que al contrario incide en un proceso de revitalización y
reorganización internos, expresado en la reinterpretación de una serie de elementos y en la dinámica de
553
la esfera política-militar sobre las otras". Esto quiere decir, como hemos intentado demostrar, que
pese al contacto y los elementos exógenos adoptados, las bases culturales mapuches se mantuvieron casi
intactas, de modo que la gran mayoría de los elementos que formaron parte de la revitalización y la
•• , ,,. .,. • 1'./f • t..• .c.. ..:1 ..:1 t
reorganizacion polltlca-mltitar que menciona lv.tontecino, se comu1naron y se 1.US1onaron uentro ue 10S

márgenes establecidos por sus patrones culturales, por lo que el corolario de esta reorganización resultó
ser plenamente comprensible y aceptable para el mapuche, adscribiéndose así, sin grandes o destructivos
efectos, a su bagaje cultural y, lo más importante, perpetuándose en el tiempo. Además, al pasar esta

551
El Meteoro, 23 de noviembre de 1867.
552
El Meteoro, 30 de noviembre de 1867.
553
Montecínos, op. cit., p. 98.
104
reorganización a formar parte de su admapu, el equilibrio en las relaciones entre mapuches y huincas

convivencia, las autoridades tribales echaban a andar los mecanismos a través de los cuales poder
retomar al equilibrio.
Sin embargo, aheradas las tradicionales Íormas de interacción, todos y cada uno de los linajes
mapuches reaccionaron acorde a sus circunstancias e intereses, a veces incluso desatendiendo y
discrepando abiertamente de las posiciones adoptadas por los llamados 'caciques principales'. De esta
Íorma, algunos intentaron adaptarse al nuevo escenario estrechando su relación con las autoridades
chilenas y acomodándose a los nuevos procedimientos; mientras que otros, en cambio, se mostraron
reacios a las nuevas fórmulas y abogaron por reinstalar los antiguos mecanismos coloniales. Con todo,
esta dicotomía en cuanto a la Íorma de asumir los cambios introducidos por los chilenos, tendió a
profundizar las tradicionales fonnas de acceder a posiciones de 'privilegio'. Así, por una parte, algunos
loncos se esforzaron por acrecentar su prestigio en base a la 'fuente huinca', es decir, estrechando la
amistad con las autoridades; como Colipí y Coñuepán, quienes a cambio de su lealtad obtuvieron
premios, privilegios y apoyo militar en sus pugnas con otros linajes. Pero por otra parte, existieron
loncos que acrecentaron su prestigio en base a la tradicional 'fuente tribal', es decir, en base a cualidades
personales yío acciones armadas destinadas a apropiarse de los bienes de otros linajes o de los mismos
huincas; como fue el caso de Mangín Huenu y muchos capitanejos y conas a veces pertenecientes a
linajes cuyos loncos, paralelamente, buscaban hacerse de prestigio en base a la 'fuente huinca'.
Todo lo anterior contribuyó, evidentemente, a acrecentar la Íragmentación y la descentralización
de la estructura sociopolítica mapuche, lo que hizo que el siglo XIX estuviera marcado,
simultáneamente, no solo por el incremento de los roces y conflictos entre mapuches y huincas, sino que
también por un considerable aumento de los conflictos intertribales. Así por ejemplo, durante la <Guerra
a Muerte' una fracción de linajes mapuches prestó sus lanzas a la causa patriota, mientras que la mayor
parte se inclinó por la realista. 554 Más tarde, durante la revuelta antimonttista de 1851, los lelfunches o
abajinos prestaron su concurso al ejército gubernamental, mientras que los wenteches, algunos linajes
lafquenches y ciertas parcialidades de ultra-Cautín, le brindaron su apoyo a las fuerzas contrarias. Lo
mismo sucedió durante la Revolución de 1859, en la que los wenteches de Mangín se convirtieron en los
grandes aliados del general de la Cruz, al igual que algunos grupos lafquenches y lelfunches; mientras
que de parte del gobierno, se inclinó nuevamente la mayoría de los linajes lelfunches y un gran número

554
En tomo a la conducta de los linajes mapuches durante la guerra de independencia, véase: Benjamín Vicuña Mackenna, La Guerra a
Muerte, Editorial Francisco de Aguirre, Santiago-Buenos Aires, 1975, Tomás Guevara, "Los araucanos en la guerra...", op. cit., passim.
Leonardo León. O 'Higgins y la cuestión mapuche. 1817-1818. Ediciones Akhilleus. Santiago, 2011, passim.
105
de lafquenches. Por otra parte, en cuanto a los grupos de ultra-Cautín, algunos se pronunciaron por uno u

Por otra parte, durante el transcurso del conflicto de 1859, las tradicionales disputas interlinajes se
mantuvieron incluso al interior de cada una de las tres grandes 'confederaciones' de linajes, wenteches,
leifunches y lafquenches. Por ejemplo, finaiizada la conflagración, algunos linajes abajinos continuaron
propinándose malones entre sí, como ocurrió a fines de mayo de 1862, cuando el hijo del lonco Catrileo
de Purén, al regreso de unas reuniones en Santiago, fue violentamente atacado por conas del lonco
T'"'lrt. • -.. 1r 1' S5ó ,-,1 1 "1 1 1 • 11 "'1 • ., 1 • • ro , • ,-... • ,
uommgo lVlenn. n1 necno ae amoos penenecer a ta nga aoaJma no rue monvo sunc1eme como para
evitar el asalto. Además, se debe tener en cuenta que durante el conflicto, Catrileo fue un fiel aliado del
gobierno, mientras que Melín prestó sus lanzas al general Cruz. Esta fragilidad en las relaciones
interlinajes es incluso observable dentro de la <compacía' alianza wenteche o arribana, ya que en eila
existieron linajes que, tras el fin de la revuelta, se restaron a los acuerdos de la mayoría y pactaron
alianza o con los chilenos, o con otras parcialidades. Este fue el caso del lonco Guenchumán, quien a
pesar de ser arribano, y aliado de Mangín durante los sucesos de 1859-1861, terminó retirándose de la
confederación y pactando separadamente con las autoridades chilenas. 557 La reacción arribana ante esta
'traición' no se hizo esperar, ya que "a los pocos días que se movió Guenchumán de su casa, vinieron los
558
indios enemigos, la incendiaron, robaron todos Jos animales y se retiraron en seguida". Por Jo demás,
estos mismos conflictos intertribales espolearon la injerencia de los mandos republicanos, los que al
intervenir en apoyo de los loncos leales a las políticas de gobierno, generaron la irritación de los loncos
menos favorecidos, incrementando así tanto las luchas intertribales como las luchas entre mapuches y
huincas, situación que persistió durante casi todo el siglo XIX.
Pcio con todo~ pese al awucnto de la fragmentación, la descentralización y los corJlictos internos
y externos, cada vez que los mandos republicanos iniciaban negociaciones con linajes amigos o
enemigos, éstos inmediatamente intentaban que los arreglos, y las instancias en donde se concertaban, se
realizaran acorde a las formas tradicionales establecidas en la colonia. Esto es algo ya visto por
Leonardo León, quien señala que al inicio de la 'Guerra a Muerte', 1817-1818, los loncos hicieron lo
posible por "restaurar la vigencia del protocolo fronterizo, reinstalar la política de parlamentos y ordenar
'1 'l • • '1 1 1 1 , 1 '1 Y .,_., 559 n • '1 • , 1 •
1as retac10nes socm1es ae acuerao a 10s precepros ae1 aamapu . ~m emoargo, sus mrenocmores ya no
eran las antiguas autoridades coloniales, sino que los nuevos mandos republicanos que luchaban por

555
Véase por '<iemplo lo señalado por Paul Treutler en tomo a la negativa de Paillalef y otros loncos de ultra-Cautín a acceder las
invitaciones que Mangín, lider arriban o, les hacia para plegarse a la lucha en la Frontera Treutler, op. cit., p. 189.
556
"Carta del Gobernador de Nacimiento José Ruiz Anguita a Saavedra, Nacimiento, 2 de junio de 1862", en Guevara, Historia de la
civilización ... , p. 313.
557
Leiva, El primer avance... , p. 96.
558
El Correo del Sur, 5 de abril de 1862.
559
León, O 'Higgins y la cuestión... , p. 31.
106
consolidar su poder en las zonas meridionales del fenecido Reino, de modo que los "comandantes

republicanos accedieron al deseo de algunos linajes de volver a las antiguas formulas de negociación y
convivencia, realizando el Parlamento General de Tapihue de 1825, lamentablemente los odios
generados por la lucha hicieron que varios otros linajes se restaran del acuerdo, lo que demuestra que la
561
fragmentación, la descentralización y la escasa autoridad de los loncos continuaban vigentes.
Si bien el Parlamento de Tapihue de 1825 constituyó la última ocasión en que mapuches y huincas
se relacionaron de acuerdo a las pautas coloniales, lo cierto es que a lo largo del siglo muchos linajes
siguieron requiriéndole a los mandos chilenos llamar a Parlamento General; requerimientos que jamás
fueron atendidos del todo, menos aun después de los sucesos de 1859-1861, cuando las autoridades
comenzaron a pactar separadamente con cada parcialidad. Incluso, a partir de 1862, la estrategia de
mantener a las parcialidades en el aislamiento y la discordia pasó a ser la política oficial de las
autoridades fronteraas. 562 Pero en general, el deseo de muchos linajes por volver a las antiguas prácticas
de negociación y convivencia, fue algo apreciado hasta por observadores foráneos. Así por ejemplo,
Edmond R. Smith señaló la sorpresa que le produjeron las preguntas que le realizó el 'líder' arribano
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lYlangm tmenu en romo a la posmmaaa ae que nspana reconqmsmra \...-nue. ;:")egun ;:")mun, laS
preguntas se debían a los deseos del lonco por la vuelta de los españoles y el regreso de "aquellos días
del poder de los virreyes, cuando la voluntad del monarca se daba a conocer por medio de parlamentos,
en los cuales se recibía a los caciques con música, banderas, regalos y otras atenciones destinadas a
conquistar su buena voluntad". 564 Además, Smith apuntó que el trato de los chilenos hacia los mapuches
difería en mucho al de las anteriores autoridades coloniales, ya que "bajo la República... los indios son
565
tratados con un desprecio apenas disimulado, y ellos no dejan de sentir la diferencia".
La sorpresa de Smith ante el 'cariño' que sentían los mapuches por los españoles, en contraste al
poco aprecio que sentían por los chilenos, se puede interpretar en el sentido de los deseos que sentía un
gran número de linajes no por el retomo de los hispanos en sí, sino que por el retomo de las antiguas
prácticas de relación política, especialmente la práctica de los Parlamentos Generales. Y esta especie de

apremios de éste por la inasistencia de los arribanos a un 'parlamento' al que los había convocado.

560
lbid., p. 32.
561
El acta del Parlamento de Tapihue de 1825 puede verse en León, O'Higgins y la cuestión... , pp. 116 et seq. Sobre algunos pormenores
del Parlamento, véase: Rodrigo Araya, op. cit.,passím.
562
Véase "Carta de Cornelio Saavedra a Buenaventura Ortega, Santiago, 12 de junio de 1863", Archivo Nacional Fondo Varios (en
adelante ANFV), vol. 420, p. 20.
563
Smith, op. cit., p. 162.
564 Id.

565 Id.
107
Según El Meteoro, el lonco le dijo a Saavedra que "ellos [los mapuches] sabían por tradición, como él

aparato de fuerza para tratar la paz". 566 Según El Meteoro, Saavedra contestó que los cañones eran sólo
para saludarlos. 567 Con todo, es claro que este apego del mapuche a las antiguas formulas de negociación
y convivencia fue en gran parte captado por las autoridades chilenas, ya que a pesar que el "parlamento"
republicano tenía por objetivo doblegar y someter, éste igualmente mantuvo elementos y formulas del
antiguo Parlamento General, los que seg.ín Diego Milos, serían "resabios del parlamento colonial que se
resisten a desaparecer porque siguen teniendo una función y un valor para la sociedad mapuche". 568
En definitiva, los cambios realizados por las autoridades chilenas en las 'relaciones fronterizas' no
solo altcramn las ancestrales y siempre frágiles formas de comunicación y convivencia entendidas y
manejadas por los mapuches, sino que también profundizaron aspectos socioculturales como la
fragmentación, la descentralización y las formas de adquirir prestigio, situación que tendió a incrementar
peiigrosamente ios roces y conflictos en todas ias áreas y entre todos ios actores de ia vida fronteriza, es
decir, tanto entre mapuches y huincas como entre los propios linajes mapuches.

566
El Meteoro, 30 de noviembre de 1867.
567 Id.
568
Milos Sotomayor, op. cit., p. 47.
108
CAPÍTULOII
LOS LINAJES MAPUCHES FRENTE AL AVANCE CHILENO HACIA LA ÁRAUCANÍA

LA EMBAJADA DE 1862 Y LA REFUNDACIÓN DE LEBU Y ÁNGOL

Considerando que los cambios introducidos por las autoridades republicanas no solo alteraron las formas
de comunicarse y negociar con los mapuches, sino que también tendieron a exaltar y profundizar los
vaivenes de la dinámica fronteriza y los cambiantes y particulares intereses de cada linaje, se hace claro
que al momento de iniciar el Estado chileno el proceso de ocupación de la Araucanía, la conducta de los
diversos linajes también tendió a manifestarse de diversas formas y en diferentes direcciones.
En general, hasta 1859 las autoridades sólo habían dictado con respecto a la Araucanía una serie
de disposiciones de carácter normativo, siendo finalmente los sucesos re--votúcionarios de ese año los que
espolearon la decisión de avanzar la Frontera y someter definitivamente a la soberanía chilena los
territorios del sur del Biobío. 569 Así, una vez finalizada la contienda, el primer hecho concreto en la
decisión de avanzar la iínea fronteriza se materializa en diciembre de 1862 con la refundación de la
ciudad de Angol. Pero antes de dar este paso, a comienzos de ese año el gobierno realizó en Santiago
una serie de reuniones con los distintos linajes que habían participado en el conflicto. En primer lugar, el
Presidente Pérez se reunió con aquellas parcialidades que se mantuvieron fieles al gobierno, para
posteriormente reunirse con aquellas que secundaron al general Cruz en su asonada revolucionaria.
Considerando lo anterior, en los apartados siguientes hemos separado a los linajes mapuches en
abajinos, costinos y arribanos. Aunque bien sabemos que durante la confrontación de 1859-1861 la
división entre los partidarios del gobierno y los partidarios de Cruz no fue tan exactamente delimitada,
creemos que esta división, si bien debe tomarse con reserva, ayuda enormemente a facilitar la
comprensión y el análisis tanto de los sucesos que comienzan a desarrollarse a partir de 1862, como de
la conducta de las autoridades chilenas y los diversos linajes mapuches ante dichos sucesos.

-LosABAJINOS

En las conferencias realizadas en Santiago en abril de 1862, el gobierno les comunicó a los
representantes abajinos su intención de refundar la antigua ciudad de Angol, solicitud ante la que los
abajinos se mostraron completamente de acuerdo y dieron prontamente su conformidad.
La prontitud con que los abajinos accedieron a las solicitudes del gobierno no es para nada
sorprendente, ya que desde los tiempos de Colipí, la gran mayoría de los linajes aliados o emparentados
con el gran lonco mantuvieron estrechos contactos y aiianzas con las autoridades fronterizas; de hecho,
como ya señaláramos, no eran pocos los que manifestaban que el poder que ostentó en su momento

~
69
Villalobos, "Tres siglos y ... ", op. cit., p. 61.
109
Coiipí, y después de su muerte los abajinos en general, se debió principalmente al soporte armado que le
proporciorrab~i. los cuerpos rrJlitarcs c!'J.lcnos. 570 De esto se desprende que gran parte del prestigio que
ostentaban muchos loncos abajinos provenía principalmente de lo que hemos denominado la «fuente
huinca", es decir, de las buenas relaciones que mantenían con las autoridades chilenas, de modo que la

un centro constante de ayuda militar, razones más que suficientes para que los representantes lelfunches
aceptaran de inmediato la solicitud del gobierno.
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I'!O oosta.I1Ie, a 10 1argo ae Hi Cül1.t!OTitaClOTI a.1111aaa. ae le:,;;, a1gunos iiP~Jes aoa.jil10S ae Hi zo11a a.e

Angol formaron alianza con los wenteches de Mangín. 571 Pues bien, estos linajes abajinos vieron que la
única forma de terminar con las hostilidades y compensar los destrozos cometidos, era accediendo a la
petición del gobierno de ceder terrenos para la fundación de fuertes. Ási, a comienzos de noviembre de
1862, el lonco abajino Fermín Melín, uno de los principales aliados de Mangín en la lucha contra el
gobierno, sostuvo estrechas conversaciones con Comelio Saavedra y terminó aceptando la refundación
de Angol. 572 Sin embargo, al igual que en los siglos precedentes, los pactos hechos por los 'caciques
principaies' no eran necesariamente aceptados o acatados por los demás loncos, razón por la que no fue

Melín, se mostrasen en desacuerdo con la refundación de la ciudad y la toleraron sólo por no contar con
los medios para oponerse. Con todo, lo cierto es que a partir de ese momento, Huaiquiñir y Trintre,
.. . ... ,. .. . . .. . .. .. .. .. - . .. . . . . ..... ..
aesenLenalellüose toiail11e1Ite ae 1a pa1aora en1penaaa por su cacique supenor , se tra11SI01u1aron en 1os
principales promotores de la guerra, formando alianza con los linajes arribanos y encabezando
573
constantes asaltos y saqueos a los campos circundantes a la recién refundada ciudad.

-LOS COSTINOS

Ya desde finales del siglo XVIII los linajes mapuches de la costa mantenían estrechos contactos con las
• • .. 1 .. • , 11 ., • 1 .. 1 • .. "1 • • ro
autun-:.u.tuc.s .n1spanas, razun por 1a. que uwa.Iu.c. 1a.s gu.~11tiS ue Hi inuepenuencla se tra.nslurrnarvn en

fervientes realistas. No obstante, finalizada la lucha, el pragmatismo que caracterizaba la conducta


mapuche hizo que muchos loncos de la costa comenzaran a estrechar sus relaciones con las nuevas
........ , .... , ...............................,.....,............. ...
~... ,..,. . ...,.... . ...
auronaaaes. 1 a1 con1o ·verüan nac1ena.o1o aesae e1 s1g1o _x... v 111, 1os oeneilClüS po1111Cos y con1ercia1es
adquiridos a través de estas relaciones eran rápidamente introducidos en "los circuitos tradicionales de
obtención de esposas, extendiendo de esta manera sus redes de aliados y aumentando la importancia

570
Véanse los comentarios de Palavicino, op. cit, p. 85. También Guevara, Las últimayfamílías... , p. 17 et seq.
57
Véase "Carta de Mangín Huenu al Presidente Manuel Montt'', Mapu, 21 de septiembre de 1869, en Pavez, op. cit., p. 319.
¡

sn Leiva, El primer «iJance... , p. 156.


"\7~ ..... • .. ... ,...,....
... 10/G., p. DY.
110
•• <;7.1 -.
numenca de sus respectivos grupos".-·· ~m embargo, el mismo pragmatismo de su estructura
~~~;~-~H-h~~ ; .. -+~ ~ 1~~ ~;~---~ ~~-1...;~-•~~ ~~-..1;~;~-~~ ~~-•~_;~~~ t...;~~ ~ .. ~ ..1 .. ~-•~ ~1 ..1~~~-~11~ ..1~
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los sucesos de 1859 los costinos se mostraran divididos, plegándose al gobierno los de las zonas más
cercanas a la Frontera, y al bando 'crucista' los de más al sur.
...-.. • .. .. ........ .. .. ... ................ .. ,. • • • -r .• ... .._ 11 11 ...

LOTI tOG.O, el L. i a.e l11aiZO G.e i COL, íOS 111as Ii11pürtantes iO!lCOS COSililüS ailaUOS Gel goo1e1.HÜ se
575
trasladaron a Santiago para entrevistarse con el Presidente. En aquella reunión, los costinos
accedieron de inmediato a las solicitudes del gobierno y aceptaron la construcción del fuerte de Lebu en
~~r

octubre de 1862:"'"' Por lo demás, es interesante ver que la ceremortia de fun.dación del fuerte estuvo
enteramente guiada por el protocolo mapuche. Según lo apuntado por Pedro Martínez, Gobernador de
Arauco, en nota dirigida a Saavedra, durante la ceremonia los 'caciques gobernadores', Mariñan, Lepin,
Huerun1an y Ponna, se instalaron en primera fila, para detrás de ellos ubicarse los demás loncos y
• • --· • -- • - - - • - - .C:.'77 - -
capitaneJos; y en tercera tila, descnbiendo un semicírculo, situarse los mocetones.J'' Frente a los toncos
... .- __ t...:.- ......... .-..._ 1 ........ ---.L ..... ....: .J .... .l ........ .-1....:1 ..... ...._ .... _ -- ..... ---;_....,. __ ,; __ .J ............. .: ......... .L...._) .J.. 1-. ~----.: ..... .:.!...- ..l.-1 l I---1~ 1....-. .............. _ ..... .-...-. 1-.
;::,~ UiJiVü.iVii iú.::J ü.ULViiUü..U~~ \,..lil.i"Cii.iü.j¡ J ü. ~U iL'":i_Ui"Cii.Uü. ::,~ iii~Lü..iV iü.. 5ü.ü.iiiiV.iU.ii U.~i iirLUUtt.:., Uü.i'-'u.Lü. ;;;¡¡ iü.

578
que se hizo el viaje a la zona. Luego, siempre en la tradición mapuche, se dio inicio a los discursos,
579
donde además de las autoridades chilenas, hicieron uso de la palabra los loncos Mariñan y Lepin.
Como se aprecia, ia disposición en círculo y semicírculo de los concürrentes, además de ios consabidos
580
discursos_ coincide nlenamente con la forma en aue se realizaban las nadas v iuntas manuches.
.. .A. .&. .&. ., J .&.
Esto
nos dice que, a pesar de los siglos de contacto, los linajes costinos seguían fielmente apegados a sus
rutinas y costumbres, y que los mandos fronterizos sabían perfectamente cuan apegados eran los
mapuches a éstas, por lo que durante la ceremonia de fundación tuvieron el tino de respetarlas y
______ .:_1-- ___ .: ...l- ...J _____ ......... _¿. __
~~6Uii iü.~ \.tU.iü.ü.U.V:3ü.iii~iiLCI.

Sin embargo, no todos los costinos se mostraron entusiasmados con la fundación de Lebu y con
los reconocimientos que se realizaban en la zona. Así, en enero de 1863, pocos de meses después de la
Íhildació11, Cü111elio Saavedra con1eraó a rec-ibir ala1111aTites noticias e11 t0111ü al aizan1iento de algunos
581
linajes, por lo que realizó una parla o pequeño parlamento en Arauco los días 1O y 11 de enero. En

574 1"7 1 T 1 ""'""-.


L..i.i-VUi~ .i..JU:!J' íriWjliU.~·¡~¡;;,· i.:;i •• •:- _!.i· .:;L..i.
575
El misionero Franciscano, año VI. 1897, p. 945. Véase también José Alejandro Pizarro, Lebu. De la Leufomapu a su centenario 1540-
1962, Editorial Ñielol, Santiago, 1991, p. 94.
576
Guevara, Historia de la... , pp. 307 et seq.
577
"Nota del Gobernador de Arauco a Cornelio Saavedra. Lebu. 14 de octubre de 1862". en Guevara. Historia de la... , p. 310.
m Guevara, Historia de la.... pp. 310 y 311.
579 !bid., P- 311.
oKo Véase la disposición que tomaron los loncos, capitanejos y conas en los dos pequeños parlamentos sostenidos por el padre Luís de
V aldivia con los linajes costinos a comienzos del siglo XVII. "Carta del padre Luís de V aldivia para el Provincial Diego de Torres dando
\,;üCUi.ü. cómv uiilliill im:i üüt;C5 i;Ull iu un;viut;iu de Cui.irav')~. Cvu\;Cü~iún2 U;; Jüü.iv u.~ 1612. Bl~.üvllvi.. vuL 110. Í. 171. Tüilibi~u ccR;;iu\,;ÍÚn
de lo que sucedió en la Jornada que hicimos el Sr. Presid;nte Alo~o de Ribem gobemaoo;. de este Reino y yo desde Arauco a Paicaví a
concluir las paces de Elicura última regua de Tucapel, la de Puren y la Imperial escrita por mi el padre Luís de V aldivia la salir de Paicaví
de vuelta a Lebo", en Gay, Documentos, tomo II, pp. 2&1-296.
581
Navarro, op. cit., p. 102.
111
esta asarnbíea, íogró caímar eí ánimo de íos descontentos y tomó medidas para someter a ía obediencia a
1-~ 1~·-~~~ ~ .. -
.i.Uü ¡,.u;;.;.....uü '1_U'-' .i.i.V •••
-- ~p... UU.i.V.i.V.i.i
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J ":i_U.V ~- .i.i.H.JUi..i.W.Uii.i.i.
--~+--1--- V.i.i. - - -1-~--+- _ _...~ ..... ~ ~- --1--1~!- 582
ii-V.i ..... i ¡..;.¡. ii.V'-.ii..U.U '-4-'-' .i'-'i..n,,,n.,.¡..ra..

Todo lo anterior nos dice que el hecho que los <caciques gobernadores' hayan aceptado las
peticiones del gobierno no significaba en lo absoluto que los demás loncos de la zona igualmente las
ae-e]Jtaran,
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10
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que oeruuesrra que 1a rrag111enrac1on


• .. r- . • r
:y 1a aescenrra.nzac-1on conr1nuaoa s1enao una a.e 1as
.. .. • ... • r .• "t • 1 "' "t

principales características de la estructura sociopolítica mapuche, incluso en aquellas parcialidades que


mayores y más estrechos contactos mantenían con las autoridades huincas. Además, es posible también
.. • .. 11 • .. , • ..... ..,... .. • • ... • .. • .. ..

aec1r que iOS 1azos parentales, econon11cos, 111lil!ares y~ püilticos con 1os resrantes iillajes no üeJaoan ae
tener su importancia, ya que los grupos que se manifestaban contrarios a las pretensiones del gobierno,
inmediatamente buscaban la alianza con otros linajes en igual posición, aunque pertenecieran éstos a
"f"t .. ., .. ...,... • • • • •

U)lttarettztes o Dttratlliapzts ülierenres o anreno1.u1ente enenngos.

-LOSARRIBANOS

Conseguido el beneplácito de los linajes abajinos y costinos para la refundación de Angol, el gobierno
r • 11 • • 11 11 11 11" ... r • 11 • n•
paso a rcüllirse cun 1us :n:~prcscn!lintcs uc iüS o~ilt::usvs a!!!Danus, sus 111as ~nca1!!lZauvs ~n~.t!!lgus. :::>ln
embargo, a pesar de la hostilidad, los arribanos estaban dispuestos a acceder la solicitud del gobierno.
Fieles a sus ancestrales pautas culturales, los arribanos tenían perfectamente claro que los asaltos a las
.. • .. ,-.. • .. ... .•.. .. • .. .• .. "'1 "'1 r .. .. r .. ..
nac1enaas y ruen:es cn11enos con1euaos o.uranre 1a connenaa a.etnan ser ae a1gun n1oao con1J:-.ensaaos, y
esa compensación sería su conformidad para la refundación de Angol. 583 Pero los arribanos, a diferencia
de los abajinos, exigieron una serie de condiciones antes de acceder a la solicitud del gobierno.
Llegada la cmnitiva auibana a Santiago, el Píesidente de la República sostuvo píimem Uüa
reunión con Bemardino Pradel, organizador de la Embajada. En esta conversación, Pradel expuso su
parecer en tomo a la mejor forma de regular la vida fronteriza, señalando que el Presidente, como
máxima autoridad de la nación, debía transfom1arse en el "principal interlocutor de los araucanos".
Además, señaió que ei gobierno debía proteger esas tierras a nombre dei Presidente y encargarse de

las principales peticiones de los caciques, y el Presidente, a su vez, le comunicó a Pradel que una
comisión especial analizaría las peticiones y se decidiría todo en la conferencia final con los caciques. 585
,...... , -r ,_,... , 7 .. ....... • , .. .. • , • .. •• , • .. .. • ... ..

~egu.n La 1 ara;1rzua üe Loncepc1on, con1er1Zaa.a 1a reun1on enrre 1a con11Slon esuuJieCiaa por ei


Presidente y la comitiva arribana, tomó la palabra el lonco Nahueltripay y dio a conocer las condiciones
bajo las cuales ellos respetarían su promesa de mantener la tranquilidad en la Frontera. En primer lugar,

582
lbid., p. 103.
583 r Piu~-,.,......,.r
.--... VI nrimoY....... _.....rnJ/1Y1í>D nn _..
..... •. . --... , ......... .::;:R
~ .J ~..::;:
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584
lbid., p. 125.
585 n."J - . 1"\C
..t.:..v.
.:.u;~;..,¡.;
112
exigieron la entrega de todos los mapuches cautivados durante la pasada contienda, solicitud a la que el
gubicrnu acce--dió. En contrapartida, el gobierno exigió la de·vo1ución de los cautiv·us c!'rilenos que
permanecían en poder de los mapuches y, además, les exigió que obligasen a salir de sus tierras a todos
los desertores y bandidos chilenos, exigencia que los mapuches aceptaron. En segundo lugar, los
a11ibanos exigieron que todos Jos e-oionos instalados al sur del Blobío fuera!! ir1111ediat:;¡n1ente retirados a!
norte de la línea divisoria, ante lo cual, los representantes del gobierno señalaron "que ni ellos ni nadie
tiene facultad para retirar y desposeer a personas, que han adquirido terrenos por compras hechas a los
~ • .. , ... .. 11 .. • 11 • , • 11 ..

l111STI10S lTIUigenas , ag-rega11Uo que en ei caso ue. 1as usu1 pac1ones, eran ios prop1os arectaaos iüS que
debían hacer valer sus títulos ante la justicia. En tercer lugar, los representantes wenteches demandaron
que fuera suspendida la construcción del fuerte de Cochento, ya que ésta se realizaba sin la autorización
11 11 11 ..... 11 11 • • ~ • • 11 • • r 11 • 11 - 1 r 11 ro . . r 11 • .•

ae 1os auenos ae 1a Ile1J.a....A...TIIe esro, 1a con11S1on g-uoeiiianJental sena1o que e1ruerre Ien1a con1o Oüjeiivo

garantizar la seguridad de los colonos chilenos, por lo que su construcción no podía suspenderse; pero
que en compensación, el gobierno indemnizaría ventajosamente a los dueños del terreno donde se
• 1 ,....,. 11 • T m 1 '1 _, 11 1 1 • r • • r 11 11 11 11 11 11 11

conSll u1a. r 1nain1ente, L-a 1 ara;rruta senaio que H:l reUlnon te1uilTIO con 1a pron1esa a.e 1os a.e1egaaos a.e
586
informar al Presidente sobre las proposiciones de paz y la buena disposición de los arribanos.
Posteriormente, el 2 de mayo de 1862, la comitiva arribana se reunió con el Presidente José
Joaqüin Pérez. .En esta conferencia, se trató casi lo mismo qüe en la rew1ión sostenida con la comisión
especial, con la salvedad que aquí el Presidente le señaló a los loncos que para poder proteger las tierras
y los intereses mapuches, tal como protegía las tierras y los intereses chilenos, era necesario adelantar la
Frontera y establecer algunos fuertes al sur del Biobío, pagándose correspondientemente los terrenos
--- - .t::;.Q'7 - - - - - -- • • r - • •
utiltzados.JU, Fmalmente, el Presidente se comprometió a viaJar a Los Angeles para garantizar el

Considerando lo que ocurriría más tarde, aquí es necesario analizar brevemente los pormenores de
la reunión. Para comenzar, La Tarántula señaló que el lonco Nahueltripay dio a conocer las condiciones

petición de retirar a los colonos chilenos al norte del Biobío no fue aceptada por la comisión de
gobierno, aduciendo que esas tierras habían sido legítimamente compradas a sus propietarios mapuches.
Pues bien, con1o se recordará, uno de los princ-ip;;;les objetivos perseguidos por Iv1angin y los a11ibanos,
al momento de aliarse con los revolucionarios, fue precisamente la recuperación de los territorios de
ultra-Biobío ocupados por colonos chilenos. 589 Así, el rechazo a esta petición significaba que el gran

586
La Tarántula, 1Ode mayo de 1862.
587
La Tarárttula, 17 de mayo de 1862~ También Leiva, El primer avance... , p. 130.
588
El Porvenir de Chillán, 15 de mayo de 1862. También Leiva, El primer avance... , p. 131.

cit., p. 312. También "Carta de Faustino Quilahueque a Rosauro Díaz", Perquenco, 11 de noviembre de 1861, en Pavez, op. cit., p. 267.
113
objetivo de los arribanos en los dos años de lucha quedaba en nada. En segundo lugar, la solicitud de
susp-ender la construcción del fuerte de Cc-chento fue igualmente rechazada ~vr el gobierno, lo que iba
en contra de los deseos arribanos, quienes se oponían a cualquier tipo de edificación al sur del Biobío. 590
En general, el gobierno sólo terminó aceptando la petición relacionada con la devolución de cautivos.
Ánte esto, y a pesar de la conformidad dada por los loncos, es claro que los deseos auibanos no
fueron del todo satisfechos, situación que en lógica tribal era motivo más que suficiente como para
rechazar las solicitudes del gobierno y no respetar el acuerdo de paz. Sin embargo, a pesar de no ver
satisfechos todos sus deseos, los arribanos continuaron insertos en las negociaciones. Los problemas
reaies comenzaron una vez que ia comitiva arribana regresó a ia Araucanía, cuando íos loncos, después
de las garantías dadas por el Presidente en torno a la s.:6Uridad de sus tierras~ v~olv'!ieron a lo-s territorios
abandonados a raíz de la guerra y se encontraron con que éstos aun se encontraban ocupados por
chilenos. 591 El enojo arribano subió de tono meses más tarde, en los momentos en que el ejército chileno
... #' ... • ~ ... • .. , ,.. 11 , ... • .. 11 11 .. .. ')<)?
i1ac1a ros pre-parati~lOS para ocupar ros te11enos en uonae se rerLlll•í~Tia !a c1uuaa ae . A.J1got
. ---
En la lógica tribal, los acuerdos sólo se respetaban y cumplían cuando las partes involucradas
quedaban completamente satisfechas. De esta forma, para los linajes mapuches tanto los pactos como las
, ~ 1 .. r 11 • 1 -1 • 1 • 1 ,. "' -. 1 "'

a1Ia11zas aecnan rea11zarse a.e persona a ¡::'Crsona, ae 1gua! a Ig-ua!, )Fa que nao.a asegurana que la paiaora
empeñada por una persona seria respetada por otra que eventualmente ocupara su lugar, razón por la que
los compromisos debían ser renovados cada vez que cambiaba alguno de los contratantes. Si una de las
• .. • .• .. ..... ... • .. 11 ... 11 ... 11 • 11

panes, por c-ualquier 1110tívo, pa.sana a lie'lar o uejana ae cun1p11r a1gm1o ae 1os con1pron11sos, 1os
afectados se veían inmediatamente en la libertad de no cumplir con su parte del acuerdo e iniciar las
hostilidades si así lo estimaban, ya que desde su óptica, nada los ataba al nuevo sujeto. Al no existir
• r .• 11 r 11 • •. • 11 • ~ • 11 11 • • 1 • r.• • .•
TIITI!fl!Il upo ae VITIC-Uiü rec1procrrano, e1 Iru1acror ae1 conrrato pasaoa auron1at1can1ente a COTI'lel LlfSe en

un enemigo. Así, al iniciarse los preparativos para la refundación de Angol, los linajes arribanos
exclamaron que "después que el gobierno nos ha ofrecido la paz y la restitución de los terrenos de que
·vioier1ta111e11te he111os sido despojados, ¿será justo que n1ande repoblar ft...ngol si11 tener la jUilta acorda·-i~
593
y presidida por el Presidente, o por caballeros que no tengan terrenos en esta parte del Bío Bío".
Como señala Leiva, la no asistencia del Presidente o del Ministro de Guerra a la junta de Los Ángeles,
C'r)4

constit-uía para los mapuches wJ.a abierta falta a los compmmisos acordados_.,,n Pem a pesar del enojo

""-' En ia ya ciiada carta enviada por Quiiahueque a Rosauro Díaz, ei primero señala que ios arribanos no creen justo ia reediñcación de
Negrete. "Carta de Faustino Quilahueque a Rosauro Díaz", Perquenco, 11 de noviembre de 1861, en Pavez, op. cit., p. 267.
591
'"'A..itonio José Fcmándcz (subdelegado) al G-obernador y ComatJdru~tc de ru-mas de 1'-Jacimicnto", Ncg¡ctc,
Archivo de la Gobernación de Nacimiento, vol. 1862-63, vol. E, p. l.
592 f ~1·u"l: Ji'j 'I"'Y'Í:I'HO .... J'Y\trt'VIr>h 't'\ 1 -'\Q
·-~· ··~;,. ·~ ¡·· •.. ~~· -·-·-~-···;, ¡·· .....
593
La Tarántula, 19 de noviembre de 1862.
594
Leiva, El primer avance... , p. 159.
114
por la ausencia del Presidente, junto a otros rumores que circulaban, finalmente los arribanos acudieron
a Los L~'"lgc!es el día 26 de no\-iembre de ! 862 j~ dieron su conformidad para la refllirdación de L.t\..:.rgol. 595
Sin embargo, al poco tiempo de la refundación, la actitud de los arribanos varió radicalmente. Esta
situación, posiblemente se debió a que muchas de las tierras que ellos consideraban propias continuaban
en posesión de colonos c1ú1enos, aUII después que e! Presidente se con1pron1etiera a protegerlas. O tHl

vez, la constante instalación de colonos en los campos inmediatos a la recién refundada ciudad de
Angol, pertenecientes a loncos aliados como Huaiquiñir y Trinte, los llevó a juzgarse pasados a llevar en
• • F 11 11 • 11 11"11 11 • 11 11 • 11 11

sus Intereses, razon por !a cual, se cons1ueraron !lOres ae Cü111pron11Sos con ei goDIC!llO y- en su aerec110 a
reiniciar las hostilidades. Ahora, considerando que la autoridad de los llamados 'caciques principales'
continuaba siendo más nominal que efectiva, es muy posible que muchos de los llamados 'caciquillos' o
• .. ... .. 11 ... • 11 11 .. •• 1' • .. •

cac1ques suoaite1110S nayan aesconoc1ao iüS acueraos suscnros por sus supenores y optaran por
reiniciar las hostilidades, debiendo los llamados 'superiores' plegarse a la decisión de la mayoría. Con
todo, cualquiera haya sido la razón, lo cierto es que a partir de ese momento los arribanos se
.. • • , 11 • .. 11 11 11 ... • 11 , ...

nlanil!\,-Iero11 en consrarn:e te11Siüll co11 1as autonuaaes repuüilCIDlas e Ir.üclaron una sene ae e.sporacn.c-os
ataques en contra de los colonos asentados al sur del Biobío. Además, abrieron conversaciones con
linajes abajinos, costinos, de ultra-Cautín y ultra-cordillera con el fin de sumarlos a su lucha contra las
,.. ... .... - ... 11 ~ -

ruerzas cn11enas acal1Ionaaas en 1a rrorn:era.

EL AVANCE A LA LÍNEA DEL MALLECO Y EL ALZAMIENTO DE 1868-1871

Como ya señaláramos, durante las conferencias realizadas en 1862 los representantes arribanos
exigieron, entre otras cosas, reinstalar la Frontera en el Biobío, volver a los acuerdos tomados en el
nar1amento de Nem-ete de 1793 v retirar a los colonos chilenos oue se habían instalado al sur del
~ ~ ~ ~

596
Biobío. Sin embargo, ninguna de estas exigencias fue finalmente cumplida. La Frontera jamás volvió
al Biobío, los acuerdos suscritos en pasados parlamentos nunca volvieron a reactivarse y el flujo de
colonos, amparado ahora por fuerzas militares, lejos de suspenderse continuó aumentando cada vez

ciudades e incentivaron más aun el flujo de colonos hacia el sur del Biobío. Esta situación provocó el
descontento de los arribanos, los que a partir de 1863 comenzaron a buscar la alianza con otros grupos y
ha n1anifestar ciru~s intenciones de alzarse. Esta situación, ia captó ciaran1ente llay Buena5.rentura
Ortega, quien el 25 de julio de 1863 le comunicó al Gobernador y Comandante de Armas de Arauco que
los caciques costinos, Mariñan, Lepin, Porma y Hueraman, le habían confesado que "[Domingo] Melín

595
lbid., p. 162.
S% ................
Thül , y 1?7
n ............

597
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 197.
115
y algunos otros caciques arribanos y abajinos habían mandado a conquistar a los Huiiiiches para un
Estas intencio:r:~::; de re·vuelta se :mantenfu~r permanentemente, ~f casi se
598
alzaruiento general".
materializarán hacia finales de 1865. Sin embargo, la rápida convocación a parlamento que le realizó el
599
general Basilio Urrutia a los linajes abajinos, logró frustrar el programado alzamiento.
El espíritu. de desconñaraa que abrigaban los a11ibanos aun1entó a pa1~ir de las ton1as de tie11as
que el Estado realizaba bajo el amparo de la ley del4 de diciembre de 1866, la que al intentar regularizar
la propiedad indígena, decretaba que todos los terrenos que hubieran permanecido vacíos por más de
11 11 11 .. • 11. • 11 11 • • • .. ... ... • ... .. 1 ...

aoce 111eses, )r sonre !os que Iiaüie pua1era estaüiecer con\Tincente prop1eaaa, pasaoan a ser prop1eaaa aei
Estado. 600 En términos concretos, la ley de 1866 consideraba como "territorio indígena" sólo aquellos
terrenos en donde se ubicaban sus viviendas y sus principales cultivos, desconociendo así las ancestrales
formas mapuches de posesión y uso de ia tieua. Keconocidos .como pastores y medieros, éstos
comenzaron a ser despojados de los inmensos terrenos dedicados al pastoreo y a la recolección. Además,
al traspasar a manos del Estado extensas porciones de terrenos, esta ley restringía enormemente la
601
movilidad de la que siempre habían disfrutado, sobre todo en lo que se refiere al traslado de ganado.
Consciente del descontento que reinaba entre los arribanos y algunos linajes abajinos, el coronel
Saa\.:edra~ armado J"!a con el pro}·~~to de construir una serie de fuert~:; a lo largo de la rit~ra norte del
Malleco, invitó a ambas parcialidades a concurrir a un parlamento a realizarse en Angol el 15 de
02
noviembre de 1867.ó A esta reunión sólo acudieron los abajinos, quienes dieron su conformidad a todo
lo expuesto por Saa.'/e•-i•a. 603 Pero los 8.11ibanos, aludiendo a sus !.1adicionales difere11cias con las i.1ibus
lelfunches, no acudieron a la cita. 604 Las excusas presentadas por los arribanos fueron bien acogidas por
Saavedra, ya que esto coincidía con su política de mantener en el aislamiento y el antagonismo a las
diferentes parcialidades; política que, por lo demás, ya venia apiicando y recomendando desde hacia ya
varios años, como se aprecia en una misiva enviada en 1863 a fray Buenaventura Ortega:

1vu c.:reu pruúeníe... íus juníus generuíes, purque íus inúius vtenúuse reuniúus en gran
número pueden entrecruzar relaciones que es conveniente alejar, y también porque viéndose
en mayor fuerza, sus exigencias y pretensiones son fuera de camino. Me intereso pues en

598
"Carta de Buenaventura Ortega al Gobernador y Comandante de Armas del Departamento de Arauco, Misión de Tucapel, 25 de julio de
1863", Archivo Nacional, Ministerio del Interior (en adelante ARMl), vol. 353, s/f
599
Lara, op. cit., tomo IL pp. 289 y 290.
600
Ley del 4 de dici,.mbre de 1866,_AN,Boletín 1ihroXX_XIV,pp.425-430.
601
Sobre las formas ec{)nómicas desarrolladas por los mapuches del Puelmapu, véase: Jorge Bustos, "Indios y blancos, sal y ganados más
allá de la Frontera, 1820-1830", Anuario delJEHS N° 8, Tandil, 1993, pp. 27-45. Raúl Mandrini, "La agricultura indígena en la región
pampeana y sus adyacencias=' sigios AT"I[VIII y XIX',=' Anuario del IEHS1~~ 1!1 Tandii!l 198ó=' pp. 11-43; ~~Dt:sarroHo de una sociedad indígena
pastoril en el área interserrana bonaerense", Anuario dellEHSN" 2, Tandil, 1987, pp. 73-98; "Procesos de especialización regional en la
ecDnomia indigen.a P"mpe"n". siglos XVIII y XIX: el cas.o ,.¡,.J suroeste boJJaeiense", Bo.letin A_me.ricanista N° 41, Barcekm". 199 L
602
Lara, op. cit., tomo II, p.302.
603ld.
604
Guevara, Historia de la... , p. 335.
116
conservar 1 fomentar ia mayor división posible de unas tribus con otras, para que ia acczón
de la autoridad sea más eficaz. 605

Aceptadas las excusas, Saavedra convino reunirse con ellos en un nuevo parlamento a realizarse
en Caillín, territorio arribano, el día 18 del mismo mes. 60ó No obstante, los wenteches volvieron a faltar a
• .., • • .. .. ,. • • • • 1 .. .... ,. 11 ........... ., .. ..

esta seg-unua cita, pero a1 rua sig-uiente se presento e1 torteo lYianuei nurgos a exponer 1as causas ue Ui
inasistencia. En definitiva, solo el día 21 de noviembre, después de haber sido amenazados por el
607
coronel, se presento en el campamento chileno el lonco Quilahueque, acompañado de otros loncos y
'1 • • • ....... .... , .. .. .. , .. .. ... ..

por aiglu1os n1oceto11es; nne11tras ·~uliapall, a1 111ana.o ue urr g-ra11 11UTI1ero ue. ial1Zas, esperaoa a uos
leguas del Malleco los resultados de la reunión. 608 Durante el parlamento, Saavedra exigió a los loncos
ceder o vender los terrenos que se necesitaban para construir los fuertes a lo largo del Malleco. Ante la
.. . - .... - . .. . .- - .. - - .. --. -
eXIgencia, \¿mlahueque respondiO que el no estaba autonzado para ceder tierras y que debia entenderse
con los loncos propietarios de estas. 609 Aprovechando la presencia de Nahueltripay, dueño de las tierras,
Saavedra lo presionó para obtener la cesión de los terrenos. Aunque Nahueltripay terminó cediendo a las
presiones, acusó al gobierno de haberlos engañado y amenazó con dirigirse otra vez a Santiago a
- - - . - t:1f\ - - - - - - - - - - - --
coníerenctar con el Prestdente.v'v Irritado, Saavedra contestó que esas eran órdenes del gobierno y que él
las 1-raría Clliuplir. LAÚrte las amerrnzas~ Quilaht;~que acusó sutihnente al gobierno y· a Saa~t~dra de ser
ellos los que permanentemente recurrían a los métodos violentos, y haciendo gala de una gran capacidad
611
diplomática, recalcó: "Yo he venido a tratar de la paz, que es lo que deseo y no a ceder tierras". Por
últin1o, ante las presiones y arnenazas, el io?lco te1111inó accedieí1do a las exige11cias de Saa:vedra y
suplicándole que se terminaran los atropellos y se respetasen sus tierras, sus familias y sus animales. 612
Como se observa, en Caillín los arribanos no tuvieron oportunidad de dar a conocer sus puntos de
vista o, por lo menos, de discütir los plantearrtientos de Saavedra. A la luz de los hechos, resülta claro
que el parlamento sólo fue una formalidad implementada por Saavedra a fin de darles a conocer a los
loncos una decisión ya adoptada de antemano, lo que puede confirmarse en base a una carta enviada por
Saavedra a fray Buenaventura Ortega el 12 de noviembre de 1867, en la cual, le informa sobre las
actividades que realizará durante esos días y la postura que tomará ante los mapuches:

El parlamento tendrá lugar el quince, pero no concurrirán a él los Arribanos porque no


quieren Jiuntarse con las otras reducciones)' me lzan suplicado que )'O l'aJla a un lugar tres

w:. ··carta de Corne1io Saavedra a llüenaventwa V7tega, Santiago, 12 de jfuiio de 1863", At~l:'\', voL 420, p. 20.
606
Saavedra, op. cit., p. 92.
607 Thid n O<
...._ ...... _....,l:'" . .... _..

608
Lara, op. cit. Tomo II, p.302.
609 n..: ...1 - '"){\")
..:_u;.wt-., ¡.:._:v .•.:.
610
La Tarántula, 7 de diciembre de 1867.
611
El Meteoro, 30 de noviembre de 1867.
612
Luís de la Cuadra, Ocupación i civilización de Arauco, Imprenta Chilena, Santiago, 1870, pp.59 y 60.
117
leguas al sur de Mulchén ... el día veinte estaré despachado de este segundo pariamento y
acto continuo tomaré posesión del Mal/eco, sea con el acuerdo o sin él de los indios. 613

Después que Quilahueque informó a los suyos sobre los resultados del parlamento, Quilapán y los
demás loncos rechazaron tajantemente la cesión de terrenos. 614 Según Guevara, N~ueltripay fue incluso
. . ' 1'"1'.. • .. .. '"l ... hl' & .. ,...... , - .,. ,. .. ... ..

rraraao a.e ua1a.or y n1a1 araucano . 1-4...110ra, ¿ror que '~lliiapan y 1os a111Uanos recnazaron 1a.s
peticiones de Saavedra? Según Leonardo León, para las autoridades chilenas no era desconocido «el
impacto que tenia en la Araucanía el flujo de riquezas desde las pampas",616 por lo que de haber
• .. ... ... .. • , 11 • ... ... ... • 11 .. • .. .. ... ... .... 11

aceptaao 1os 8.111Danos 1a ces1on ae t:e11enos, 1os pasos anülnos uo1ca.aos a1 11on:e ae1 lVlaileco -que 1os
comunicaban con las pampas- hubieran quedado bloqueados, lo que hubiera puesto en serio peligro la
existencia misma de sus comunidades y de sus formas de vida. 617 Otra posible causa del rechazo, debe
1 1 • 1 11 ,... • . 1• r 11 1 11r 1 1 .• 1

naoer s1ao 1a I01111a an1enazanre. e 1111pos1uva en que se realiZO e1 par1an1enro, no a.ana.o1e nen1po a iüs
arribanos ni para exponer sus quejas ni para considerar las exigencias. Por otra parte, debemos recordar
que en la Embajada de 1862 ninguna de las demandas hechas por los arribanos fue finalmente cumplida
.. .. • , .. .. - ... ,. .. ·' 11 .... ..

por e-1 goole1110, razo11 por 1a cua1, \.¿Uliapan y 1os suyos no se sen!lai1 para naaa C011lprol11etlüos co11 1as
autoridades chilenas como para aceptar de buenas a primeras nuevas exigencias de tierras.
Lo más interesante de estos hechos, es ver la forma en que la fragmentación y la descentralización
.• .. . ..
conunuaoan s1enuo parre ae 1a es u ucrl.rra soc1a1 mapucne, por 10 que no so1 prenae en 10 ausolUIO que
. .. .. . . . ... .. ... ... ... ... ...
Quilapán y los demás loncos rechazaran raudamente el compromiso dado a Saavedra por Quilahueque y
Nahueltripay, poderosos y respetados loncos arribanos. Menos aun sorprende ver que tras dejar Saavedra
.. .. . .. . ., .. .. .,... . .. ....-. ..... ...... .......... ... ... h1R.. •..
ocupaaos iOS !C11enos para 1a construc.cion ae Ios ruen:es ae L·Oiilpüiil y Lfll!Iilltlnue, 1os all!Dal10S se
prepararan para la guerra en alianza con varios linajes abajinos, quienes a pesar de haber accedido
inicialmente a las solicitudes de Saavedra, terminaron finalmente acogiendo las razones y las
• •, • •-t • r " ...... " • " " "'_,_ • -.-... " '",...,...,...
lTIVl!aCiones 8.111Danas ....i~Sl, e1 11 a.e nov1en1ore a.e 1ou ¡ se reurueron en .rerquenco cerca ae '+. uuu co1zas
dispuestos a atacar la línea del Malleco, en la Alta Frontera, y la línea del Biobío, en la Baja Frontera. 619
El ataque en cuestión finalmente no se realizó. Según León, las razones de los mapuches para
süspender eí ataqüe deben büscarse dentro de lliia serie de factores, entre íos cüaies destaca: la taita de
anrestos militares. la carencia de suficientes reservas alimenticias v la énoca del año. entre otros. 620
.1. "' ~ .1. ...

Además, León señala que la concentración de guerreros no habría sido más que "un intento por parte de

613
"Carta de Comelio Saavedra a :fray Buenaventura Ortega, Angol, 12 de noviembre de 1867", AFCCh, vol. 65, f 117.
6 4
i Lara, op. cit., tomo II, p. 303. También, León, Alianzas militares entre ... , p. 12.
615
Guevara, Historia de la... , p. 336.
hih-... r ,- ... 1 -... r ., .,., ..........,....,.
T .l.,.,.. .,...
., .• ...,...,...,.,..
.,,.,., ., ., ., 1 T .,. :o.n..n..n. T"'oo.T ........ ~n.
·-· Leonarao Leon,Los senores aeta corameray tas pampas: ws penuencnes aeMatamue, 11 ;u-1ouu, vrnNVl, ~anuago, L.UU:J, p. 011.
617
León, Alianzas militares entre... , p. 12.
h12...,. .. . ....... _
-·- ;:o;aaveara, op. cn p. 1v.;.
619
Lara, op. cit. Tomo II, pp.304-308. Guevara, Historia de la... , p. 337; y León, Alianzas militares entre... , p. 12.
118
los jefes locales de mostrar sus fuerzas y su habilidad para negociar alianzas por sobre rivalidades
621
históricas". ~Allura~ se-gún Gue·v-ara~ la sus¡;~nsión del ataque se debió a que los a.L::~banos se enteraron
622
que Saavedra iniciaría inmediatamente las hostilidades en contra de los alzados. Horacio Lara, por su
parte, señala que el ataque no se realizó debido a que Saavedra logró disolver la concentración
r~~

pacíficamente, recuuiendo para esto a sus contactos y a una serie de argucias y veladas amenazas."""-'
Ateniéndonos a las razones esgrimidas, podemos decir que el ataque no se realizó debido tanto a la
falta de preparativos y pertrechos, así como a las amenazas realizadas por Saavedra. Esta conjunción de
factores puede haber influido en el ánimo de algunos loncos, empujándolos finalmente a retirar sus
contingentes de conas y desistir del ataque. Sin embargo, la suspensión de las hostilidades fue tan solo
momentáne-~ a p-artir de 1868 los arrilranos irticiaron un gran alzamiento que se extendió 1-.rasta 1871~ ";.l

que en su momento contó con la participación de una gran cantidad de linajes abajinos y costinos. 624
La fragilidad de las alianzas y las lealtades asumidas en su momento, tanto con otros linajes como
con el gobierno, se reflejan en el caso de Domingo rvfelín, quien, olvidando los acuerdos contraídos por
su padre (Fermín Melín), los contraídos por él mismo, y olvidando incluso su condición de abajino,
pactó alianza con los arribanos y participó activamente en el alzamiento. De hecho, según La Tarántula
del 21 de julio, el día 13 de julio de 1868 Domingo Melín, al mando del ejército de conas que sitiaba la
ciudad de Angol, intimó la rendición y el desalojo de la plaza por medio de un oficio escrito de su puño
Sin embargo:: si nos atenemc---s a la información rerr.dtida pvr el general Jc~é :rvfa.riuel Pinto al
625
y 1etra.
626
Ministro de Guerra, al parecer el mismo día en que Melín exigió la rendición de Angol, de forma
paralela le hizo llegar al general una carta personal en donde le confesaba que su participación en el
alzamiento no era voluntaria, sino que bajo la presión de ''los caciques mayores". 627
Considerando la fra!!Illentación v la descentralización de la aue hemos hablado. es muv nrobable
- "" .1. "" "" ...

que Melín realmente no haya sido partidario del alzamiento, y que quizá debió participar en él debido a
la decisión mayoritaria de los demás loncos de su rehue o ayllarehue. Ahora, el hecho que mantuviera
comunicaciones con las autoridades chilenas de forma paralela a su participación en el alzamiento, no
debe tomarse de buer.tas a primeras como un acto de traición o e~ dob-le juego. :Esto~ sencillamente, nos
viene demostrar que el fraccionamiento y la descentralización le permitían a Melín manejarse de la
forma más conveniente a sus intereses y al de su linaje inmediato.

621 Id.
622
Guevara, Historia de la... , p. 336.
623
Lara, op. cit. Tomo II, pp.304-306 y 309.
624
Sobre el alzamiento de 1868. véanse las va citadas obras de Saavedra. Navarro. Lara. Guevara. Historia de la Civilización ... : León.
Alianzas militares entre... ,passim. Bengoa, Historia del pueblo... ,passim.
625
La Tarántula, 21 de julio de 1868.
626
"Carta del general José Manuel Pinto ai Ministro de Guerra, Angol., i3 de julio de i868", en La Tarántula, 25 de julio de i868.
627
"Carta de Domingo Melín a José Manuel Pinto, Lilpulli, 13 de julio de 1868, en La Tarántula, 25 de julio de 1868. Intuimos que la carta
estaba fc'-'~.1adu el ffiu i3~ ya 'fúC ;'~.~~o scfiffia CfU:C la CüfÍü d\; ivicl;u la recibió \...'TI el ffiVITI\...u~V Cll t[üC "'"'uubU }¡¡destinada ffii;,;_;.l.._;StrV.
119
En igual línea, desde diciembre de 1867 corrían rumores en tomo a que Mari:fián, cactque
goC~~mador de la cc~ta j.J fiel aliado de! gobierrrJ, ~:taba liado a la rel·r.uelta pro~l~~tada ~-~r los arribanos.
El 14 de diciembre de 1867, Menardo Reyes le comunicó a fray Ortega que se «habla de un modo
seguro que Mariñan está metido en el movimiento". 628 El mismo día, el misionero recibió otra carta en la
que se le advertía que C!.fvfariñan sostiene C011espondencia con f~ahue!Uipai despachando correos a n1edia
noche para ocultar su pensamiento". 629 Ya en pleno alzamiento, en julio de 1868, el ministro Ramón
Zañartu le notificó a Ortega haber recibido una "una nota oficial del Sub0 • D. José Manuel Godoy y una
car-ta de D. Félix fu1t0 • Aguayo, en ambas me dicen que es un hecho la salida de los indios, y que el 1:-ti.jo
de Mariñan_ Calbunlao v otro están comnrometidos con los indios arribanos". 630 La narticinación del
... ~ ..l ..l ..l

hijo mayor de Mariñan en la revuelta convocada por los arribanos, quedó plenamente confirmada en
noviembre de 1868, cuando molesto por la refundación de Cañete, hace alianza con los mapuches de
~ - ~ * • • • - -- - . - - • - - - - - - -- - t::'21
Purén, cotrades de los ambanos, con el tín de "'estorbar la fundación y matar al padre" Ortega.VJ'
A.-...... .- •• .- .-1 ,;...,..,¿...__,¿._.....l .................. ;_....,__ .... 1 --. .... ..l-.- A...-L.-~ ..... C..-.- C.....-.-.-...1- -----.-1 _____ ;_ 1\K .... _.,;J:::!..!.._- 1 ... :.---.... ..... ........L.-.-.L ..... .J ....
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.._
.iY.iú.iiiiU.ii-.. iU iiili..iUiu:Liii.C
.._
u;:;

esto es que aquí nuevamente nos encontramos con la falta de autoridad que poseían los loncos. Si bien
Mariñán poseía un amplio prestigio entre los loncos de la costa, el hecho que su propio hijo se plegara al
alzan1iento, contraviniendo sus deseos de 111antenerse fiel ai gobierno, nos den1uestra que la facultad de
mando de los llamados <caciques superiores' continúa siendo tan limitada como en los siglos anteriores.
Pero sigamos, el alzamiento de 1868 comenzó con una serie de fuertes y sangrientos golpes
propi11ados por uno y ol10 bando. No obst~nte, desde fines de 1868 las fuerzas n1ilit~res c-hilenas

iniciaron una guerra de devastación destinada a atacar tanto a los mapuches en armas como a sus
familias, lo que se hizo mediante la destrucción de rucas, sembrados, el acarreo de alimentos y ganado y

la época, fue duramente criticada por algunos sectores de la sociedad. El Ferrocarril, por ejemplo, la
catalogaba de "guerra inmoral, que no da gloria a nuestras armas, provecho al Estado, ni prestigio a

de los robos y los salteos a mano armada que se han cometido con los indios, todavía se decreta contra
ellos una guerra de exterminio. ¡Y quieren que no defiendan su tierra, su familia y su oro!". 634

628
"Carta de Medardo Reyes a fray Buenaventura Ortega, 14 de diciembre de 1867", AFCCh, vol. 65, f 121.
629
"Carta de Juan Contreras al fray Buenaventura Ortega, Quidico 14 de diciembre de 1867", AFCCh, vol. 65, f. 122.
630
"Carta de Ramón Zañartu a fray Buenaventura Ortega, Arauco 21 de julio de 1868", AFCCh, vol 65, f 131.
63
i El Misionero Franciscano, año v1, 1897, pp. 945-94ó.
632
Lara, op. cit., tomo II, p. 352. Navarro, op. cit., pp. 257 y 258. Guevara, Historia de la... , p. 355.
h'l'l ,...... ......... .• - - ... ... ... ... -e ...............

--- l!.J l'errocarnt, L:> ae reorero ae liSt>~.


634
El Meteoro, 19 de diciembre de 1868.
120
Las devastadoras operaciones reaiizadas por las fuerzas miiitares chilenas han sido expuestas y
analizadas en extenso ¡;-Jr Je-sé Be:ngua en su .:.Tfistoria del ...0 ueblo ¡:\·fapuclze. 635 Lo que cabe destacar
aquí, es que estas acciones estaban en conocimiento y eran aprobadas por el gobierno. Esto lo podemos
afirmar a partir de las instrucciones enviadas en diciembre de 1868 por el Ministro de Guerra, Francisco
EcháU11en, al genera! José 1víanue1 Pinto, Con1andante en jefe de la ...t\Jta Frontera, donde !e recon1ienda
distribuir sus fuerzas militares "de manera que su marcha abrace mayor extensión de territorio para
636
amagar, atacar y castigar severamente el mayor número posible de indios rebeldes". Siete meses
después, el ge11erai Pinto le irtforr11aba al fv!inistro de los é1':itos aic.araados n1ediante la g11erra de
devastación y de lo necesario que era, para la ocupación total de la Araucanía, continuar con este tipo de
operaciones. 637 La confianza depositaba en este tipo de guerra, se aprecia en la carta que el comandante
Orozin1bo Barbosa !e eiivió al lo;zco de Ivlaquehua Iv1anue1 Burgos, en ia cual, Ct)TI la ciara finalidad de
amedrentar, le señala que "Los indios muertos pasan de 600, las lanzas que dejaron en su arrancada de
800 i las familias llegan hasta 100 entre mujeres y chiquillos. ¡Qué tal, amigo! ¿Qué le parece? Ya
,...... • .,. , • ... < .. • , •• · ' . .. , ..... .. • • • •

'-.¿Uliapan, s1 no 11a escalttlentaao, es-rara t.ltSUSlnlo con 1a }:'Ciülaa ue -ra.ll!OS 111oceto11es, TITüjeres y

chiquillos y animales. Veremos dónde se mete ahora que no sea perseguido por el gobierno". 638
Las acciones realizadas por el ejército chileno fueron incluso aprobadas y celebradas por el propio
~~n

Presidente de 1a República en ün discwso fulte el Cong.teso Nacional.""'' Con todo, para 111ediados de
1869 la letal guerra comenzó a mostrar sus frutos. Las mortíferas operaciones, dirigidas especialmente
hacia las posesiones de los loncos alzados --entre ellos Quilahueque, cuyas rucas y sembrados fueron
totalmente quemados-,640 movieron a Quilapán y sus aliados a entrar en tratos con el gobierno a través
. . . . - . t:A 1 . . - . -- _ - . . - .
de los mlSloneros franciscanos.v~· Las negociaciOnes fueron mtermediadas por el misionero tranciscano

expresándole la buena disposición que el Capitán de Amigos, Mariano Lagos, había visto en Quilapán y
su gente. ó42 El primer escollo a sortear por Leonetti, fue hacer que el Ministro suavizara algunas de las
11 ... • ... .. • • , • • 11 .. 11 .... • .. • .. ..

auras conaiciones que ei gooie1110 eXIg¡a para tratar Ia paz, con1o Ias ae --entregar Ias am1as y toaos Ios
animales cabalgares". 643 Según el misionero, y muchos jefes del ejército, los mapuches "no admitirían
jamás tales condiciones", ya que pensarían "que el gobierno quiere desalmados y dejarlos a pie, para

635
Bengoa, Historia del pueblo ... , pp. 205-224.
636
"Carta del Ministro Echáurren, al General Pinto. Santiago 11 de diciembre de 1868", en Saavedra, op cit., p. 138.
637
José Manuel Pinto, op. cit., pp. 28 y 29.
h~X ''"" . -r ' • .. ...... .,., •• .. ....
ue1 comanaame vrozunoo naroosa ru wnco !Vlanuei nurgos , cnaaa por l'llavarro, op. en., p. 116.
,¡ .. .. • - • .. ...... .. 11 T • • '1 1"90
L,ana
639
El Araucano, 27 de noviembre de 1869.
hAO ,.... ....~..-e • ... .... - ..-- --
-·- vuevara, ummasJamwasy... ,pp. -:Jt>y-:JI.
641
Navarro, op. cit. p. 260.
,(..,!'7;,,~ • " ...- .. .,,. ~ o;;•- ,. ' -........, <· ,. ., .,. -r ,. ~·"' ..- •- ..-•- ..- .-.-...-.-..--.-.. _.-.-,., • ., •• .,.. .- •·r '"""
-·- ··L.a..rt....a ae Leonen1 ru 1vnmstro J:.cnau...rren, lVlUicnen 1v ae juno ae 1~o-y·,. a~ .. L-en, vc1. ob, s.n.I.
643 Id.
121
• _ - - • - • - • • -. - - - -- hA A - - -
persegwr1os y acabarlos, sm deJarles siqutera mecllos para ponerse a salvo con la tuga"_~- · Con todo, el
13 de julio Le-onetti le comurrlcó a! coronel José Thuoteo GortZá!ez, Intendente Subrogarrte de la
Provincia de Arauco, que el día 11 de julio se había internado nuevamente en la Araucanía el Capitán de
Amigos Mariano Lagos, "acompañado de D. Gaspar Zapata, capitán de amigos de la misión de Angol, y
D~ Don1ingo (Jallegos, ye1110 de D~ Rosauro Diaz de Nac.in1iento, n1uy an1igo de Quilahueque, para
persuadir a los indios que se acerquen un poco acá para verse conmigo". 645 Al día siguiente, 14 de julio,
el misionero le escribió al coronel Saavedra para ponerlo al tanto de sus asuntos con los indios,
manifestándole su peícepción sobíe la dweza de algunas de las condiciones impuestas poí el gobierno, y
revelándole, además, su intención de llevar a los loncos a Santiago. 646
Para mediados del mes de julio, Leonetti le vuelve a manifestar al coronel González que las
exigencias del gobierno eran demasiado dwas. También le comunica su intención de pasar a Santiago en
compañía de los principales caciques, puntualizando:

Si consigo mi intento, creo se conseguirá un arreglo facil y estable. Allá puede suceder que
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. . . ~.~V
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V~~ . . . . .~V
lnfl<' tlnrilo<' .T
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11 ol rrnhiornn· monn<' OYirronto
~·· ó~~·~· .. ~ ... ~ ..~V ~-··~::>~· ~· .. s:.;
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···~·~~~~

procuraré llevarlos a Angol o a algún fuerte, en donde puedan verse con UD., o finalmente
!r,...,~ .-~.--.. .. ~ • ..-it'.- ..-..-.-~-.-!,-,._..., •··~·--·~"' !.-... ~.-~.-,.. ...-~- .-..-.-~-1-.-..-.-~;.{~...- .-•..-.--~.,-.- .,.,-,.-....-~-_,..-;-;,.. ,.
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Ut'- f.l__.fi) t.-L'~U'!~ '-J....,.,•Ht:~Ht'·!! ;...,..,.
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l-l! t:~~~l-l!-t.-H..'!!- !H.'~ J:'t'~! !!! ! l-l!
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H!!·
647
parlamento, si el gobierno desea tenerlo.

El 21 de julio, el incansable misionero envió dos cartas, una al coronel González y la otra al
Ministro de Guerra. En general, el contenido de ambas misivas señala que la noche del 17 volvieron del
interioí Domingo Gallegos y Gaspaí Zapata, trayendo comunicaciones de "cada uno de los tres caciques
. . 1
pnnc1paes, '1 h
qm_a_uequ.e, montn. y '1
quL~!'an " ,648 y que _a
1 comu...rucacwn
. . ' ue ."" m_apa.11
'1 ' ..1 ()
er~ _ a1 parecer, 1_a
copia de un acta de la junta que habían realizado, y en la que 14 caciques decidieron unánimemente
reunirse con Leonetti en algún fuerte o ciudad de la Frontera. 649 Al parecer, el escrito de Quilapán traído

1869, la que fue publicada por El Meteoro el día 28. En ésta, Quilapán le refirió a fray Estanislao María
Leonetti el acuerdo de la junta arribana de solicitar la paz por intermedio de su persona. Además,
solicitaban pasar a Santiago para ~erse con el presidente a exponer todos !os n1otivos que nos han
asistido para dar en contra del Gobierno encendiendo el fuego". 650

644 Id.
645
"Ca.rt..a de Leonetti al coronel José Timoteo González, Mulchén 13 de julio de 1869", AFCC!>., vol. 66, s.n.f.
646
"Carta de Leonetti al coronel Comelio Saavedra, Mulchén 14 de julio de 1869", AFCCh, vol. 66, s.n.f

648
"Carta de Leonettí al coronel José Timoteo González, Mulchén 21 de julio de 1869", AFCCh, vol. 66, s.n.f
649
"Carta de Leonetti al Ministro Echáurren. Mulchén 21 de julio de 1869", AFCCh. vol. 66, s.n.f.
650
"Carta de Quilapán a fray Estanislao M. Leonetti, Perquenco, 16 de julio de 1869". Reproducida por El Meteoro, 28 de julio de 1869.
122
Trascendidos ios rumores en tomo a ias tratativas de Leonetti, ia prensa nacionai, en un primer
mornentu, no se mc~tró muj~ conve-ncida de su b1:~n resultafr.J~ Conc. .~e-dor de las duras eyJgencias del
gobierno, El Ferrocarril de Santiago informó:

Parece que el pr~fecto de las misiones de Nacimiento ha pretendido negociar la paz: sin
embargo, no creemos que esto pase más ailá de Los preámbulos, puesto que habiendo
manifestado el gobierno las bases únicas, bajo las cuales puede ser aceptada, no es de
esperarse conocido el orgulloso carácter de los indios, que sean admitidas, toda vez que
elln.J;; tienden a debilitarles por completo, d.l!jánd.oles en una situación harto precaria 651

Por su parte, La Tarántula de Concepción publicó que "Ya debemos perder toda esperanza de que
se celebre la paz; el gobierno ha dado órdenes para que se corte todo trato con los indios; para que no se

652
quiere la guerra a toda costa, y por eso pide al congreso más dinero y más soldados". Como se ve, no
eran pocos los que pensaban que eran las políticas amenazantes e impositivas del gobierno las que
llevaban a los mapuches a desconfiar y resistirse a pactar sobre bases que íos pe¡judícaban. Sín embargo,
a nesar de las dudas_ las ne2:ociaciones de frav Estaníslao Leonetti comenzaron a arribar a buen nuerto
~ ... -..... .,t .1.

hacia comienzos de septiembre de 1869.


Efectivamente, los esfuerzos de Leonetti se materializaron el 13 de septiembre de 1869 en la
localidad de Chanco, cuando en presencia de Quilapán y sus aliados se logró llevar a efecto la redacción
de ili1 acuerdo de naz ·v nrum-a.111ar una reur.dó11 entre el Con1andante subro2ante de la LAJta Frontera. José
.1. J .1. - - ..

653
Timoteo González, y el lonco Faustino Quilahueque. En esta reunión, celebrada en Angol el 25 de
septiembre de 1869, en la Sala de Despacho de la Intendencia de Arauco, se firmó solemnemente el
r~•

Tratado de Paz redactado días antes en tierras de Quiiapán."·n A partir de ese momento, la prensa
comenzó a celebrar abiertamente el éxito del sacerdote franciscano. Así, el 7 de octubre de 1869 El
Ferrocarril de Santiago señaló que "La solución del problema araucano, que los desaciertos
gubernativos hacían casi imposible, puede llegar a ser un hecho mediante los esfuerzos pacíficos de un
hombre de buena voluntad. Una permanencia de seis días entre los araucanos, ha bastado al misionero

zona del conflicto, El Meteoro de Los Ángeles informaba:

Por fin, después de algunos meses de trab(l.jo se ha arribado a una solución satisfactoria en
la debatida y eterna cuestión Araucana. Gracias a las diligencias del padre Leonetti, ya
651
El Ferrocarril, 2 de septiembre de 1869. Las negrillas son nuestras. Cursivas en el original.
---~ ... ...
~ ~.~--~ ... , ... -
652 T n Tn,./rntuln 11 ,.¡,. cPnhPTnkrP ,.¡,. 1 R{;()
~-.&"'-- . . . . . . . . . _-- ----.
653
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 231.
654
Acta del Tratado del25 de septiembre de 1869. Reproducido por Navarro, op. cit., pp. 260-263.
655
El Ferrocarril, 7 de octubre de 1869.
123
podemos dar terminada la guerra inicua que despedazaba a chilenos y araucanos, y
podemos así mismo considerar afianzada la tranquilidad de lafrontera, lo cual importa una
inmensa ventaja para la inmigración y la agricultura de ese territorio. iúh

Con todo, el mismo día 25 de septiembre, una vez finalizada la reunión en la que solemnemente se
firmó el Tratado de Paz, el Intendente Subrogante la Provincia de Arauco, coronel José Timoteo
González, le comunicó la noticia al Ministro de Guerra, adjuntándole además una copia del Tratado:

Señor Ministro: Acompaño a US un acta levantada del resultado de la paz ajustada con los
Caciques de las tribus arribanas que se han mantenido hostiles al gobierno i que hoy se
someten protestando el respeto y cumplimiento de las bases establecidas en la conferencia
celebrada con esta fecha í que dio por resultado el acta adjunta 651

ACTA DEL TRATADO DEL 25 DE SEPTIEMBRE DE 1869


INTENDENCIA DE ARAUCO
An,eol, 25 de septiero.bre de 1869. 1

El dia veinticinco de septiembre de mil ochocientos sesenta y nueve, reunidos en la Sala del Despacho
de la Intendencia de la Provincia el cacique Quilahueque de Perquenco, por sí i en representación de los
caciques José Santos Quilapan de Chanca, Montri de Perquenco, Calbucoi de idem, Curiqueo de
Chanca. Epuleo de Collico. Ñancucheo de Idem. Leviu de Canglo. Huenchulao de Perquenco. 1
Nahueitripay de Chanca, Quiñenao dei Saito, Curriqueo de Chanca, Cuiieo de idem, Currui de ídem,
Curril de idem, Millao de Dumo, Manuel Levio de Canglo, Levilao de Huequen, Vutahuentu de Pidenco,
1
Levinao de Peguenco, Huenuvil de Quecheregual, Domingo Melin de Lilpille, Juan Cahuen de
Traiguaquen, Loncomil de Levueluan, según el poder que mas adelante se insertará; i hallándose
pr~s..~nte }'-{~hueltrir""1y, Quinchaleo, To-ri, Pinchula{} i Liquen, exr.,usie.ron: que de~-?.~ndo f~')ne.r ténrJno al 1
e,stado de guerra en que nos hallamos comprometidos por seguir los malos consejos de falsos amigos,
que reconociendo los crímenes de que nos hemos hecho reos en las épocas pasadas, vemos que el
Gobierno es demasiado indulgente perdonándonos, i que siendo el Gobierno la mas firme garantia para
asegurar la posesion de nuestros terrenos i demas bienes que nos pertenecen, i que a fin de ponernos al
1
abrigo de !as autoridades de Ía RepúbHca con1o verdaderos c-iudadanos chilenos, nos CO!Y!pfü!11eten1os a
respetar i hacer obedecer las siguientes bases como garantía de la paz que nos concede el Supremo
Gobierno de la nación: 1

1°. Nos comprometemos a entregar desde luego todos los cautivos que existan en nuestro territorio,
1
como asimismo todas los iadrnnes o bandidos que se cncu:e .. ~. en: en él; siendo adcmas responsables de
los españoles que se internen dentro nosotros con cualquier pretesto sin que tengan un pasaporte del
Intendente de esta provincia;
2°. En prueba de nuestra sumisión a las leyes de la República i respetuosa obediencia a las autoridades
constituidas, nos desprendemos de nuestras lanzas que entregaremos junto con las demas armas que 1
existan entre nosotros;
3°. Los indios que cometieren algun delito serán puestos inmediatamente a la disposición de las
autoridades competentes.
4°. Respetaremos i haremos respetar la actual línea del Malleco i todos los demas fuertes i poblaciones
que el Gohierno quiera establecer i en el 11unto de nuestro territorio que estime conveniente; 1
5°. Nos obligamos a no enajenar, hipotecar, ni empeñar a ningun particular el terreno que nos pertenece,
el que venderemos al fisco exclusivamente; i
6". Como condicion indispensable para la paz exijimos la fundación de misiones en nuestro territorio que
nos lleven el consuelo de la religión.
1

656
El Meteoro, 16 de octubre de 1869.
657
"Carta del Coronel José Timoteo González al Ministro Echáurren, Angol, 25 de septiembre de 1869", Correspondencia de la
Comandancia General de Armas de Arauco (En adelante CGAA) 1869/1873. N" 427, ANMG, vol. 595. s/p.
124
Supremo Gobierno, nos ofrece;
1 1u Que nombrará jueces de paz para dirimir la.<; cuestiones que surjan entre nosotros a Jos cuales se les
acatará como merecen;
2°. Que cuidará de la educación de nuestras familias, debiendo nosotros entregar desde luego dos hijos
cada uno que servirán a la vez de garantia de nuestra fidelidad;
3°. Quedan relegados al olvido los ultrajes, salteos i demas crimenes cometidos por los indios de las
1 .... ~L ____ t __ .J __ _

¡ U lUU;;); ctlL4\J4.;J:"

4°. Se nos respetan las propiedades, familias i haciendas que actualmente poseemos; i
5°. Se castigará severamente a todo individuo que amenace nuestras personas o intereses.
Los caciques comparecientes representando las personas de todos los indios de sus respectivas
1
reducciones, ratifican por sí en nombre de sus poderdantes las cláusulas de la presente acta, i quieren que
original se eleve a S.E. el Presidente de la República, se tirman tres de un tenor para un :rrJsmo fln. La
copia del poder que se menciona es del tenor siguiente:
Yo, el cacique Jeneral José santos Quilapan i los caciques Montri, Calbucoi, Curriqueo, Epuleo,
Ñancucheo, Levin, Huenchulao, Marigual, Huenchuman, Nahueltripay, Quinincao, Curriqueo, Curril,
1 Millao. Manuel Levio. Yevita, Vutahuento. Levinao. HuenuviL Domingo Melin. Juan Calvuen.
Loncomii, i otros caciques subaitemos reunidos en junta, convocada por ei padre prefecto de misiones
frai Estanislao Maria Leonetti, para tratar de arreglamos con el Gobierno, para que nos conceda la paz,
hemos convenido en comisionar al cacique principal, faustino Quilahueque, para que se traslade a la
capital a tratar con el Supremo Gobierno. A tal efecto, yo, Quilapan, i demas caciques arriba
1 mencionados, le damos tvdos nuestro poderes para que rc,ciba las disposiciones del Supremo G-obierno i 1

tambien para que esponga al mismo Gobierno las quejas i reclamos que tenemos que hacer de nuestra
parte.
En todo lo que el mencionado Quilahueque convenga con el Supremo Gobierno, convenimos i lo
1 aceptamos; prometiendo desde ahora al Supremo Gobierno yo, Quilapan, i demas caciques que, una vez
1
que nos conceda !a paz, no volveremos jamas a tomar ías arrP..as en su contra ni para hostiíizar !as
poblaciones fronterizas ni sus campos. - Por no saber firmar suplicamos que lo hagan por mí i los
demas caciques ya espresados, el padre Leonetti que convocó la junta i los chilenos que se hallan
presentes que firmaron tambien como testigos de nuestros acuerdos. Norte de Chanca, a 13 de
1 Septiembre de 1869. 1
A ruego de Quilapan i demas caciques i como iestigos -Frai Estanislao Maria Leonetti.- Policiano
Peña- Domingo Ruiz -David Glen.- Mariano Lagos.- José J. Zapata.- Yo, a nombre del
cacique José Santos Quilapan, testifico todo lo expuesto en este memorial i firmo a su ruego. I pone el
mismo una cruz.- Collico, Septiembre 24 de 1869 años. -Juan N. Santander.- Testigos: José Manuel
1 ~'lchez.- Felix de C.a.t1ta!icio Díaz.- Hai una Cil!Z. 1
Antes de firmar se convino modificar el art, 2°, reservando a los caciques el uso de sables i un cierto
número de lanzas que le garanticen la defensa de la reducción que gobiernan, debiendo entregar las
1
armas de todo jénero cuando a ello se obligue a los indios abajinos.
-José Timoteo González.- A ruego del cacique Quilapan por no saber firmar i como testigos i demas
1
i píesente.s_-Domingo Ruiz_- Testigo J. f:"Jarra.- Certifico que ia píesente acta se ñnnó a mi presencia !
i la de los testigos que suscriben.- Amador Fuenzalida, juez de primera instancia.
FUENTE: Leandro Navarro, op. cit., pp. 260-263.

En el análisis del texto, destaca que Quilapán y sus aliados se reconocen as1m1smo como
"ciudadanos chilenos", comprometiéndose a reconocer la soberanía del Estado y a vender sus tierras
exclusiva...rnente ::~1 fisco~ Aden:uh:, se coiD_!1rometi::~n a entreeu a los bandidos refuei::~dos en sus tierras, a
devolver los cautivos que estuvieran en su poder y a entregar sus armas, salvo las de los toncas y
algunos canas. Por último, y para garantizar el cwnplimiento del pacto, aceptaron entregar dos hijos por
cada lo;zco para que fueran educados a expensas del Estado~ 658 Pero lo ruás SOliJrendente se aprecia en el

658
Sobre los cautivos, su condición y el significado que poseían en las relaciones entre mapuches y huincas, véanse: Carlos Mayo, "El
cautiverio y sus funciones en una sociedad de fronteras: el caso de Buenos Aires, 1750-1815", Revista de Indias N"" 45, Madrid, 1985, pp.
235-243; Susan Socolow, "Los cautivos españoles en las sociedades indígenas: el contacto cultural a través de la frontera argentina",
A.,,.,..,.;n dnlTT?T-T«lo.TO ') T-onri;J 1 0!17 ,..,.. 0!1_1 ~¡:;
~"""""""'""'""'""'~""" ""·""""' '"" '-';. ~-. .. -~-o-a.u~;.., ,. • .,";.j_-'j_-'· __. ... .-~··•""·
125
artículo 4°, donde los loncos se comprometen a respetar la línea del Malleco y aceptar todos los fuertes y
poblados que el gobierno quisiera establecer en sus territorios. 659 Esto equivalía a aceptar totalmente las
exigencias hechas por el coronel Saavedra en el parlamento de Caillín en noviembre de 1867, las que
además de haber sido tajantemente rechazadas, habían constituido la causa de las hostilidades.
Los mapuches, en t$tnto, exigían que se nombraran jueces de paz para dirimir sus disputas internas;
que sus hijos fueran educados por el Estado; que se amnistiaran todas las acciones cometidas durante el
alzamiento; que se respetaran sus propiedades y sus familias; y que se castigara a todo aquel que
. · 660 "O , , , 1 T .,""' .c. • •
amenazara sus personas o mtereses. ~ rero aaemas, 10s amoanos requmeron que e1 ~ ratauo ruera

ratificado en Santiago en presencia del Presidente de la República. De este modo, Quilapán y sus aliados
comisionaron "al cacique principal Faustino Quilahueque, para que se traslade a la capital... para que
reciba las disposiciones del Supremo Gobierno y ta..tnbién para que exponga a! mismo Gobierno !as
quejas y reclamos que tenemos que hacer de nuestra parte". 661
Una vez firmado el tratado, el padre Leonetti, secundado por fray Palavicino y algunas autoridades
pmvinciales, se consag¡ó de lleno a ültinmr los prepamtivos del viaje qüe ülla delegación de mapüches
-integrada principalmente por arribanos, más algunos costinos y abajinos- emprendería rumbo a
Santiago a ratificar en presencia del Presidente el Tratado de Paz firmado el 25 de septiembre.
Si la palabra y los pactos basados sobre ella reemplazarían el rugir de los cañones y fusiles que
pocos meses antes quebraran el silencio de los bosques del Gulumapu, era algo que estaba por verse.

659
Acta del Tratado de125 de septiembre de 1869. Reproducido por Navarro, op. cit., pp. 260-263.
660 Id.

661 Id.
126
TERCERA PARTE
LA COST!JMBRE ANCESTRAL MAPUCHE FRENTE A L.<\ OCUPA CIÓ..~ DE L.<\ ARAUCA..~ÍA

CAPÍTULOI
LOS INTENTOS POR REHACER LAS VIEJAS ESTRUCTURAS DE CONVIVENCIA

QUllAHUEQUE:ELGRANCANCULERARmrnANO

Producto de la poligamia y de los matrimonios entre parientes cercanos, los arríbanos poseían una
unidad interna que los posicionaba como la más poderosa 'confederación' tribal de la Araucanía, ya que
662
prácticamente todos sus miembros estaban emparentados por algún tipo de vinculo sanguíneo. Y
dentro de los numerosos linajes que formaban parte de esta confederación, uno de los con más tradición,
por su antigüedad y poderío, era el de los Quílahueque.
Según antecedentes recabados por Tomás Guevara,_ los Quilahueque eran oriundos de Collico,
zona que corre entre las actuales localidades de Ercilla y Victoria, y el fundador del linaje habría sido el
lonco Liupaihueque. Otros destacados miembros del linaje serían Colicheo y su hijo Huentecol, fieles
663
aliados de Mangín, quien por línea materna igualmente pertenecía a los Quilahueque. Por su parte,
Huentecol tuvo al parecer seis hijas mujeres y catorce hijos hombres, entre los que destacaron 1-1ontri y
Quilahueque, a quienes al momento de morir habría llamado a su lecho de muerte para darles su
664
consejo. A Montri, le recomendó que cada vez que estallara la guerra con los huincas estuviera
siempre listo para conducir a los suyos al combate; a Quilahueque, en cambio, le recomendó sostener
buenas relaciones con los "españoles" y mantener con ellos vías de comunicación que le permitieran
665
celebrar la paz cada vez que fuera necesario.
Una vez retirado o fallecido Huenteco!, hacia metiiados de la década de 1860, Faustino
666
Quilahueque se transformó en el líder indiscutido de su linaje. Según testimonios obtenidos por
Guevara, "Toda la familia, sus hijos, su hermano Montri, sus yernos i sobrinos le prestaban
· " 667 A '1 1... 1... 11 · • ~- 1... 1... •
acatamiento . \.¿Uhauueque, cuyo nomure en casteuano Si~uJ..Lica tres carneros, era un uomure macizo
668
y de regular estatura, de rostro atesado, ancha frente y de mirada inteligente. En 1869, los medios de
669
prensa santiaguinos calcularon su edad en más de cincuenta y menos de sesenta años. Desde aquí,

662
Guevara, Las últimas familias ... , pp. 51, 52 y 53.
6QJ !bid., pp. 52 y 64.
664
"Familia del Cacique Guentecoli" [Huentecol], Archivo Nacional, Archivo Vicuña Mackenna (en adelante ANVM), vol. 50, f 328. Este
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de la República, vol. XIII, DIBAAí, Santiago, 1998, p. 14.


665
El Ferrocarril, 15 de octubre de 1869_
666
Guevara, Las últimas fomilias ... , pp. 54 y 55.
667
!bid., p. 55.
668
El Ferrocarril, 15 de octubre de 1869.
669 Id.
127
podemos colegir que Quilahueque habría nacido a mediados de la segunda década del siglo XIX, época
en que las relaciones con el lzuinca comenzaban a cambiar ostensiblemente.
Aunque no creemos que en los linajes mapuches existiera una absoluta capacidad hereditaria,
salvo al nivel de la familia, como observó Jerónimo de Bibar,670 concordamos con Bengoa cuando
señala que los hijos de !ancas era..r1 «educados de una manera especia1''. 671 Producto de las siempre tensas
relaciones con el huinca, es lógico pensar que cada jefe de familia o linaje haya preparado a sus hijos
para encargarse, en su momento, de los intereses del grupo. Según Bengoa, "El hijo del cacique era
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justicia, conservar y defender la cultura de los antiguos; y se preparaba como orador... hombre que
convoca, que posee el don de la palabra, que le dice al pueblo cuál es su tradición y su historia". 672
Producto del carácter descentralizado y horizontal de la estructura social mapuche, u.11 individuo
capaz de sintetizar ideas y opiniones dispares, y a partir de eso elaborar un discurso coherente y
representativo, era sin lugar a dudas alguien digno de respeto y admiración; y Quilahueque, hasta donde
sabemos, poseía todos los atributos como para ser considerado un "hombre de buen consejo". 673 Por lo
demás, su fama de sabio, prudente y eximio orador, no solo le otorgó un elevado prestigio dentro de su
linaje, sino que además, lo fue convirtiendo en todo un referente político al interior de la 'confederación'
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retiro o la muerte de Huentecol, lo tuviera como su principal colaborador y consejero. 675
El ingreso de Quilahueque a las altas esferas de la política fronteriza se originó, al parecer, junto
con producirse el deceso de .Mangín, en noviembre de 1860, y recaer lajefatu.ra auibana en manos de su
padre, Huentecol. 676 Esto se puede inferir a partir de la carta que en noviembre de 1861 le envió
Quilahueque a Rosauro Díaz, en la que además de informarle sobre la muerte y la sucesión de Mangín,
le refiere los atropellos, los asesinatos y las compras ilegales de tierra, así como los argumentos que
esgrimirán frente a las autoridades chilenas para terminar con las hostilidades que se arrastraban desde

670
Bibar, op. cit. p. 133.
671
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 65.
672
!bid., p. 66.
~~3 Guevara, Las últimas familias ... , p. 55.
674
!bid., pp. 54 y 55. En diversos apartados de la primera parte de este trabajo, entregamos algunos significativos ejemplos en tomo a las
formas en que el prestigio actuaba en la 'movilidad social' mapuche. Lautaro, Anganamón, Pelantaru, el mestizo Alejo, Curiñancu,
Ayllapangui, Mangín Huenu, Mariñan y otros, son sólo algunos de los varios sujetos que, desde niveles subalternos, lograron alcanzar altas
posiciones dentro de la estructura política y militar mapuche.
675
Según Juan Calfucura, anciano entrevistado por Guevara hacia 1909, Quilapán, además de estar emparentado con los Quilahueque por el
lado materno de su padre, estaba casado con Juana Malén, una de las hijas de Quilahueque. Guevara, Las últimas familias ... , p. 55. Por lo
demás, Quilapán también estaba casado con una hermana de Quilahueque llamada Ana o Anilla. A..~VM, vol. 50, f 328. También véase:
Gay, "Viaje a la Araucania. .. ", op. cit., p. 93.
616
"Carta de Bemardino Pradel a Luís Bemal, Dumo 29 de noviembre de 1860", en El Meteoro, 16 de octubre de 1869, en serie de
publicaciones titulada "Documentos Relativos a la Revolución de la Frontera en 1859".
128
677
1859. A partir de estas fechas, la presencia de Quilahueque se hizo imprescindible en todas y cada una
de las vicisitudes que experimentaron los arribanos con los mandos republicanos. Por ejemplo, en
diciembre 1862 aparece como uno de los principales loncos representados por la comitiva que viajó a
Santiago a entrevistarse con el Presidente de la República. Si bien en aquella oportunidad Quilahueque
no formó parte de la comitiva, el hecho de aparecer como uno de los principales representados deja ver
claramente el importante lugar que ocupaba dentro de la "plana mayor" arribana. 678 Así, poco a poco, el
prestigio de Quilahueque terminó trascendiendo las fronteras de su propio pueblo, ya que las autoridades
cl-tilenas, conocedoras de la influencia y buen nombre del que disfrutaba, "se entendían con él para
celebrar parlamentos y acuerdos". 679 Esto concuerda con lo señalado por Pierre Clastres, en cuanto a que
"El líder primitivo es principalmente el hombre que habla en nombre de la sociedad cuando
circunstancias y acontecimientos lo ponen en relación con otras sociedades". 680
El rol diplomático de Quilahueque no solo se limitó a las relaciones con los huincas, sino que
también actuó al interior de las relaciones intertribales. Así, en abril 1864 acompañó a Quilapán y
Montri a parlamentar con los pehuenches, para plegarlos al alzamiento general que planeaban. 681 Más
adelante, durante 1864 y 1865, aprovechando la inactividad de las fuerzas chilenas de la Alta Frontera,
se dedicó jlli1to a sus dos compru"'leros a buscar la aliruiZa de la mayor cru1tidad posible de
parcialidades. 682 Y aunque el alzamiento finalmente no se llevó a cabo, los antecedentes dejan ver que
las funciones de Quilahueque no solo se reducían a buscar la paz, sino que también a preparar la guerra.
Ahora, las razones por las que el planeado alzamiento no se realizó, se deben a que una vez
enteradas las autoridades de los planes arribanos, el general Basilio Urrutia envió al teniente coronel
Pedro La!!os a onerar sobre sus territorios. 683 Finalizada la exnedición. La!!os informó sobre todas las
_. ... A. "' _.

gestiones realizadas por los wenteches para captarse aliados y sublevar la tierra. 684 Enterado de los
preparativos, Urrutia realizó un parlamento con los abajinos el3 de diciembre de 1865, frustrando así las
685 T .t · .t ' · · •' · • .t 1
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reunirse con él en la Intendencia de Los Ángeles. Los arribanos accedieron, pero exigieron la entrega de

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-· · ··cana ae .t<austmo vuuanueque a Kosauro Uiaz, .t'erquenco 11 ae noVIemore ae liSol .., en Pavez, op. cu., p. Lo/.
678
La lista con los nombres de los representantes y los representados, aparece en Leiva, El primer avance... , pp. 115-118.
679
Guevara, Las últimas jamilias... , p. 55.
68
°Clastres, Investigaciones en Antropología... , p. 113.
681
"Carta de Domhtgo Salvo a Cornclio Sanvcdra, 16 de enero de 1865""" en Gucvara, lfistoria de la civilización... p. 322. Sobre los
pehuenches, véase: Eduardo Téllez, "La población pehuenche de la cordillera nevada en tiempos de la dominación española", Cuadernos
de Historia N" 7, Santiago, 1987. Osvaldo Silva y Eduardo Téllez, "Los pewenche: identidad y configuración de un mosaico étnico
colonial", Cuadernos de Historia N° 13, Santiago, 1995, pp. 7-53. Gladys Varela, Luz María Font y Estela Cúneo, "Los pehuenches del
noroeste ... , op. cit., Gladys V arela y Ana María Bisset, "Los pehuenches en el mercado colonial", Revista de Historia N° 3, Neuquén, 1992.
682 ~<!:l~:nrP>rlro nn roif n. 7~
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683
Guevara, Historia de la civilización... , p. 326. Basilio Urrutia fue nombrado comandante de la Alta Frontera en reemplazo de Saavedra,
a quien el gobierno le encomendó iniciar la ocupación del litoral de la Araucanía Lara op. cit. Tomo II, pp. 289-299.
684
"Parte del Coronel Lagos al General Urrutia, 19 de noviembre de 1865", en Guevara, Historia de la civilización ... p. 327 y 328.
685
Lara, op. cit, tomo II, p. 290.
129
686
un rehén que garantizara la seguridad de su delegado. Vencidas las dificultades, se presentó en Los
Ángeles el lonco Faustino Quilahueque, acompañado de los loncos Liguen, Manuel Burgos y
Nahueltripay, más una comitiva de sesenta mocetones. 687 En estas reuniones, Quilahueque y Urrutia
suscribieron un acta de convenio provista de cuatro artículos. 688 Por este medio, se intentó convertir a

689
protección del ejército chileno. La finalidad era insertar entre los arribanos un elemento conciliador
que atrajera a los demás loncos a aceptar las disposiciones del gobierno. Pero el convenio en cuestión
690
debía ser previamente aprobado por todos los loncos arribanos para entrar en vigencia, y considerando
los sucesos posteriores, es evidente que éste no fue aprobado y por lo tanto jamás entró en vigor. Sin
embargo, a pesar del rechazo, ésta no será la última vez que el gobierno intente seducir a Quilahueque
mediante la oferta de cargos remunerados y de amparo militar, tal como en su momento lo hizo con
691
Colipí y Coñuepán, y como continuará haciéndolo con una serie de loncos abajinos y costinos.
Con todo, lo importante de todo esto es que las autoridades chilenas tertian plena conciencia de la
influencia que poseía Quilahueque al interior de los linajes arribanos; mientras que la junta arribana, por
su parte, también sabía perfectamente que Quilahueque era el hombre más apto para representarlos
frente a las autoridades chilenas. Por esta razón, a finales de 1867 Quilahueque volvió a ponerse a la
cabeza de la 'confederación' para llevar la voz cantante en las conversaciones con el coronel Saavedra, a
quien el gobierno había autorizado recientemente para iniciar el avance sobre la línea del Malleco. 692
Una vez frente al coronel Saavetira, en noviembre de 1867, Quilahueque .Pizo gala de toda su
capacidad diplomática y de lo bien que conocía los métodos de negociación utilizados por las
autoridades chilenas. Aunque en este 'parlamento' los mapuches se vieron sobrepasados por las
exigencias y amenazas, igualmente supieron dejar en claro que se consideraban engañados y
traicionados. Quilahueque, por su parte, le hizo ver a Saavedra que eran ellos, los huincas, quienes
usaban la violencia para imponerse, recalcándole que él había sido llamado para hablar de paz y no para

exigencias, las que finalmente fueron rechazadas por Quilapán y sus aliados.

686
."Carta de general Basilio Urrutia al Ministro de Guerra, Los Ángeles 12 de abril de 1866", en Navarro, op. cit., p. 125. El rehén que
pennaneció en poder de los arribanos durante la conferencia, fue el vecino de los Ángeles José Miguel Ríos
687 Id.
688
Guevara, Las últimas familias ..., pp. 55 y 56.
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690
Id. Véase en especial los artículos 1" y 2" del convenio.
691
Guevara, Las últimas familias ... , pp. 20, 144 y 145. Famoso es el caso del segundo Venancio Coñuepán, quien recibió por parte de las
autoridades chilenas el pomposo titulo de "Cacique General de la Pacificación de la Araucanía".
692
Lara, op. cit., tomo II, pp. 300-303.
693
Detalles de lo acontecido en el parlamento de Caillín, pueden leerse en El Meteoro de Los Ángeles, en su edición del 30 de noviembre
de 1867. Detalles del mismo han sido abordados también por Guevara, Historia de la civilización ... , p. 336. y Lara, op. cit., tomo II, p. 303.
130
Fracasadas las conversaciOnes, la guerra se hizo inminente. Quilahueque debió dejar la toga
consular y empuñar la lanza. Las hostilidades se desataron finalmente en marzo de 1868 y los golpes
fueron durísimos por uno y otro lado. Pero como señaláramos, hacia finales de 1868 el ejército chileno
inició una guerra de devastación dirigida a agredir a la población civil mapuche y a destruir sus medios
de subsistencia. Las depredaciones fl.!eron feroces. La población mapuche debió hn1r hacia lugares más
seguros, abandonando sus casas, sus cultivos y sus animales. 694 El propio Quilahueque vio destruidas sus
rucas, quemadas sus siembras y arriados sus ganados. 695 Por si fuera poco, en uno de los combates
696
libmdos contra las fuerzas d-tilenas el lonco süfrió la perdida de tres de Süs hijos.
Para el invierno de 1869 la guerra de devastación principió a dar sus "frutos", ya que el hambre
comenzó a hacer estragos dentro de la población arribana. Así, a mediados del mes de julio de 1869, los
arribanos recurrieron a fray Estanislao María Leonetti para que actuara como mediador en las
697
negociaciones de paz con las autoridades chilenas. Las reuniones entre los arribanos y fray Leonetti
comenzaron a mediados de agosto de 1869,698 y desde el inicio Quilahueque apareció como el encargado
699
de representar los poderes de los arribanos y sus aliados. De esta forma, a partir de la redacción del
Tratado del 25 de septiembre de 1869, se dio inicio al periodo más esplendoroso de la carrera
diplomática de Qüilahüeqüe. Los pormenores de Sü viaje y estadía en la capital de la República de Chile,
con el fin de ratificar frente al Presidente el Tratado suscrito, fueron seguidos día a día y paso a paso por
la prensa de la época. Durante dos semanas, Quilahueque y su comitiva fueron uno de los principales
focos de atracción de la población capitalina. Unas verdaderas "figuras mediáticas" decimonónicas.
Finalizada la embajada, la cual describiremos más adelante, Quilahueque siguió haciendo noticia
durante casi un mes más. Luego de esto, el lonco se mantuvo en comunicaciones con las autoridades
chilenas, sin embargo, las mutuas sospechas y tensiones terminaron por encender nuevamente la mecha
de la guerra. Después de esos días de fulgor, Faustino Quilahueque sólo volvió a aparecer en 1871, para
la firma de un nuevo convePio; posteriormente, su nombre ya no volvió a figurar en actos de carácter
diplomático. A partir de 1871, Quilahueque sólo apareció un par de veces secundando a Quilapán y
Montri en algunos encuentros armados. Cerradas todas las posibilidades de entendimiento con las
autoridades c:bilenas, el escenario ya no era el adecuado para u.11 hombre cuya arma era la razón y la
palabra. Sepultada definitivamente toda instancia de diálogo, el diplomático debió dar paso al guerrero.

694
Guevara, Las últimas fomilias ... p. 57.
695
!bid pp. 56 y 57.
696
El Ferrocarril, 15 de octubre de 1869.
6
<n La petición esiá en "Carta de Quilapán a fray Leonetti, Perquenco e116 de julio de 1869", en El Meteoro, 28 de julio de 1869.
698
El Independiente, 8 de septiembre de 1869.
699
Véase el Acta del Tratado del25 de septiembre de 1869. En Navarro, op. cit., pp. 260-263.
131
LA EMBAJADA DIPLOMÁTICA DE Qun..AHUEQUE

de los más recónditos lugares de América. La noticia informaba en tomo al viaje hecho a Santiago por
una embajada diplomática mapuche encabezada por Quilahueque, suegro y brazo derecho del poderoso
lonco arribano Qui!apán. Las causas que originaron esta embajada ya las hemos señalado. Por este
motivo, en el presente apartado nos referiremos principalmente al desarrollo, los pormenores y las
incidencias que experimentó la delegación mapuche desde su llegada a Santiago y hasta su abrupto
desenlace. Además, veremos como en cada paso dado por los arribanos se develan las permanencias
culturales mapuche, ya que a lo largo de todas las conversaciones de paz, observaremos el deseo de éstos
por restaurar los antiguos códigos y mecanismos de convivencia.
¿Cuáles fueron las razones que impulsaron a Qui!apán y sus aliados a buscar la paz y ratificarla en
Santiago frente al Presidente de Chile? Según políticos y militares de la época, las razones arribanas para
buscar la paz se debían exclusivamente a la hambruna desatada entre ellos por las operaciones del

negociaciones no eran más que una forma de ganar tiempo para reponerse de los quebrantos. 700 Similar
opinión sostenía La Tarántula de Concepción, la que el 9 de octubre de 1869 señaló que la "sumisión de
los araucanos no debe lisonjeamos, porque no es el poder de las armas el que los ha rendido hasta hoy,
sino el hambre. Preciso es, pues, no dejarse sorprender por las apariencias de la sumisión de Arauco". 701
Por otra parte, algunos sectores señalaban que producto de la guerra de devastación desatada en su
contra, los mapuches no confiaban en las autoridades fronterizas, razón por la que deseaban entenderse
con la máxima autorídad del país. A este respecto, El Meteoro de Los Ángeles señaló:

¿Pueden creer [los mapuches], de3pués de lo que ha sucedido, que el ejército que hai
en la frontera es para protejerlos? ¿Dónde están las pruebas de ese amparo, de esa
justicia que don Cornelio les ofreció a nombre del gobierno? ¿No hemos visto los
campos asolados, las chozas saqueadas e incendiadas, las fomilias cautivas? ___ ¡Y
quieren que no defiendan su tierra, su familia y su oro.P02

Que los arribanos preferían tratar con el Presidente antes que con los mandos fronterizos, era algo
que fray Leonetti pudo ver por sí mismo durante las negociaciones, ya que debió hacer un gran esfuerzo
para convencer a los loncos "de que enviaran embajadores a tratar con el Intendente, para luego pasar a
Santiago, que es lo que ellos en el fondo quieren". 703 En este sentido, el 11 de agosto de 1869 La

700
Navarro, op. cit., p. 263.
701
La Tarántula, 9 de octubre de 1869.
702
El Meteoro, 19 de diciembre de 1868.
703
El ínáependiente, 3 de ociubre de 1869.
132
Tarántula señaló que los mapuches ·"no quieren entrar en negociaciones con los jefes fronterizos porque
no les inspiran la suficiente confianza, porque estos prometen y el Gobierno no cumple". 704
Por su parte, para el profesor León existía todo un trasfondo político detrás las negociaciones.
Según él, el fracaso de Quilapán en la conformación de una amplia alianza política y militar que uniera
en la lucha contra el huinca a los mapuches de ambos lados de la cordillera, lo obligó a suscribir el
Tratado de Paz y exigir que éste fuera ratificado en Santiago por el Presidente de la República, para así
705
cubrir su fracaso y seguir apareciendo como el principal 'líder' de esta parte del macizo andino.
Ya sea por obtener prestigio, por ganar tiempo y recobrarse de los quebrantos, o porque realmente
no confiaban en las autoridades fronterizas, lo cierto es que finalmente los mapuches consiguieron que
su exigencia de pasar a Santiago a entrevistarse con el Presidente fuera aceptada. Terminados los
preparativos de Leonetti, la comitiva mapuche abandonó la Frontera a principios de octubre de 1869.
Llegados a Talcahuano el día 8 de octubre, un primer grupo de embajadores fue embarcado en el vapor
Bio-Bio rumbo a Valparaíso. El segundo grupo fue embarcado horas después en el vapor Guayaqui/. 706
Una vez en Valparaíso, el primer grupo de diplomáticos mapuches, acompañados por fray
Leonetti, fue trasladado en tren rumbo a Santiago, donde llegó el 12 de octubre de 1869 a las cuatro y
media de la tarde. Según la prensa, la llegada de la delegación provocó gran revuelo en la estación de
ferrocarriles, ya que una gran cantidad de cu...riosos acudió a conocer a los t~n poco frecuentes
707
visitantes. Considerando que el segundo grupo de mapuches arribó a Valparaíso el día 11 de octubre,
es de suponer que su llegada a Santiago se produjo hacia el anochecer del mismo día 12, o durante el
tmnscmso del día 13. 708 Auibada la totalidad de la comitiva, ésta fue alojada en los cuarteles del 4°
Batallón de Cívicos, ubicados en San Bo:rja. 709 La recepción y la manutención de la comitiva, que corrió
710
por cuenta del Estado, fue encargada por el gobierno al coronel Cornelio Saavedra.
Además de los arribanos, la delegación mapuche estaba compuesta por importantes loncos
abajinos y costinos, así como por representantes de otros significativos loncos pertenecientes a estas dos
parcialidades. Sin embargo, el representante oficial de la comitiva fue el lonco arribano Faustino
Quilahueque. Según informaciones entregadas por el diario La República, en su edición del 17 de
711
octubre de 1869, el número total de la delegación ascendía a cuarenta y seis personas. Y según

704
La Tarántula, 11 de agosto de 1869.
705
León, Alianzas militares entre... , pp. 16 y 17.
706
La Tarántula, 9 de octubre de 1869.
·- 1a.~
707 ...

708Jd.
709
El Meteoro, 23 de octubre de 1869.
110 Id
711
La República, 17 de octubre de 1869.
133
información entregada por los periódicos La República y El Ferrocarril, en sus ediciones del 14 y 15 de
octubre respectivamente, la comitiva mapuche estaba compuesta por las siguientes personas:

EMBAJADORES MAPUCHES EN SANTIAGO, 1869.


• Arribanos:
Loncos: Quilahueque, Nahueltripay, Quinchaleo, Huenchulao, Liguen.
Representantes: Carrilao, sobrino del cacique Marihual; Torres, sobrino del cacique Ñancucheo; Pichulao, hijo del
cacique Levio.
Mocetones: Motho, Trahuan, Thulen, Huaquichen, Quillithul, José Pablo Cárialo, Rapuñan y Cumilao.
• Abajinos:
Loncos: Domingo Melín, LoncomiL
Representantes: Cárilao, hijo del cacique Calbuen; Ignacio Ñancul, representante de Catrileo; Paillal, representante
del cacique Collio; Pedro Millanao, representante del cacique Venancio Coñuepán; Niripil, representante del
cacique Coilla; Thranamilla, hijo del cacique Huenchullan; Rañileo, representante del cacique Rañileo; Marcelo
Paillaleo, capitanejo de la zona de Angol.
Mocetones: No aparecen referencias, pero su número debe haber superado las diez personas.
• Costinos:
Loncos: Mariñan (acompañado de sus hijos Francisco y Juan y de su ayudante Melita),
• Capitanes de amigos: José Gaspar Zapata, Mariano Lagos, José Nicolás Espinosa, Lorenzo López, José Luis
Barra y Policiano Peña.
• Lenguaraz: Ángel Méndez.
Cuadro reahzado por el autor en base a datos obterudos de: La República del 14 de octubre de 1869 y El Ferrocaml del
15 de octubre de 1869. 712

Durante los días 13 y 14 de octubre la prensa casi no registró noticias en tomo a la embajada
mapuche, por lo que podemos deducir que durante estos dos primeros días los embajadores, en conjunto
con Leonetti y los capitanes de amigos, se dedicaron a reponerse del largo viaje y a planificar lo que
seria su primera entrevista con el Presidente de la República.
El viernes 15 de octubre, a las doce del día, la delegación ingresó al palacio de la Moneda en
compañía de Leonetti, el coronel Saavedra y los intérpretes. 713 Una vez allí, fueron recibidos en su sala
de despacho por el Presidente de la República y sus Ministros de Estado? 14 Después de los saludos
protocolares, tomó la palabra Quilahueque. Hablando en mapudungún, el lonco pidió disculpas por los
males causados durante la guerra y le solicitó al Presidente que les concediera la paz y que les asegurara
la protección de sus vidas y de sus propiedades. 715 A cambio, Quilahueque prometió a nombre de él y de
los loncos por él representados, vivir desde ese momento en conformidad a las leyes de la República? 16

712
El Ferrocarril, 15 de octubre de 1869. Lamentablemente el periódico agrupa a costinos y abajinos en una misma categoría (costinos).
Hasta donde sabemos, Domingo Meiín y Loncomil eran abajinos aliados de los arribanos.
713
El Ferrocarril, 16 de octubre de 1869.
714
El Meteoro, 23 de octubre de 1869.
11s Id.
716
El Ferrocarril, 16 de octubre de 1869.
134
Terminada la alocución, hizo uso de la palabra el Presidente de la República. Conforme a la
política de imposiciones y amenazas utilizadas por las autoridades, el Presidente los amonestó
enérgicamente, recordándoles que esa promesa ya la habían hecho antes y no la habían cumplido. 717
Acto seguido, siempre en tono amenazante, les señaló que él había estado dispuesto a hacerles una dura
y cruel guerra, y que únicamente desistió debido a los buenos oficios interpuestos por el padre
Leonetti. 718 Finalmente, el Presidente Pérez accedió a concederles la paz, pero no sin antes amenazarlos
y señalarles que "si faltan de algun modo [a su palabra] i no se muestran sumisos a las autoridades, les
haré una guerra cruel, sin consideración de ningunjénero i sin atender a súplicas de ninguna especie". 719
Retomando la palabra, Quilahueque reiteró sus disculpas por los pasados males y nuevamente le
agradeció por la paz concedida. Finalmente, el Presidente le ordenó a Quilahueque decir a los demás
toncas que se portaran bien, que fueran sumisos y respetuosos con las autoridades, que no hicieran
fechorías y que enviaran a sus hijos a Santiago para ser educados, ya que solo así "el gobierno los
defenderá, los protejerá i les hara respetar sus vidas i propiedades". Terminada la cita, la comitiva fue
llevada a conocer las diversas dependencias del Palacio de la Moneda, llamándoles especialmente la
atención, según la prensa, la sala de armas y los grandes espejos de la sala de recepciones. 720
Como se observa, las palabras del Presidente no fueron más que una serie de amenazas e
imposiciones marcadas de un evidente carácter paternalista. En términos concretos, queda la impresión
que recibir y atender de la mejor manera a ese grupo de mapuches, no era más que una buena
oportunidad para las autoridades de alcanzar la suficiente tranquilidad como para avanzar más rápida y
cómodamente en el proceso de ocupación de la Araucanía. Después de todo, como ha señalado Pablo
Marimán, "la idea de expandir la frontera, fundar pueblos y arrinconar al Mapuche en reducciones era
una cosa de tiempo, pues la decisión unilateral ya había sido tomada". 721
Continuando con la embajada, el sábado 16 de octubre fueron invitados a conocer el Teatro
Municipal. El empresario teatral, que preparaba el estreno de su obra Jone para el día siguiente, contestó
todas las preguntas de los mapuches con respecto a los trabajos de tramoya y el montaje escénico. 722
Terminado el recorrido, quedaron cordialmente invitados para asistir el domingo en la noche al estreno
de la obra. Por otra parte, durante ese día la tutela de la delegación pasó a manos del padre Moretti, ya
que fray Leonetti debió viajar a Chillan por motivos de sus labores como Prefecto de Misiones. 723

717
ld.
718
El Meteoro, 23 de octubre de 1869.
719
La República, 16 de octubre de 1869.
no Id.
721
Mariman, "Los Mapuche antes...", op. cit. p. 101.
722
El Ferrocarril, 19 de octubre de 1869.
723
La República, 17 de octubre de 1869.
135
El domingo 17 de octubre fue un día de mucha actividad para los embajadores. Por la mañana
fueron conducidos en carruajes hasta la Iglesia de San Francisco, donde presenciaron la misa matinal
oficiada por el padre Moretti. 724 Finalizada la homilía, regresaron al cuartel de cívicos donde los
esperaban con el almuerzo. En la tarde fueron llevados a contemplar, desde los altos del portal Me
Clure, la procesión del Carmen y la parada militar realizada por ese motivo. 725 Después de la ceremonia,
fueron llevados a conocer la Plaza de Abastos y el puente de Cal y Canto. 726 Concluido el paseo, la
delegación regresó al cuartel de cívicos a prepararse para la velada teatral a la que habían sido invitados.
Sin embargo, para algunos miembros de la delegación habría más actividades. Al atardecer, antes de
partir al teatro, Quilahueque y Nahueltripay fueron invitados a disfrutar de una amena tertulia en la casa
de don Francisco Arriagada. Después de la cena, el propio anfitrión condujo en carruaje a ambos Zancos
al teatro, donde los esperaba el resto de sus compañeros. Quilahueque y Nahueltripay observaron la obra
desde el palco de Arriagada, mientras el resto lo hizo desde la platea. ni
A la mañana siguiente, 18 de octubre, la delegación tuvo la esperada entrevista con el coronel
Saavedra, a quien identificaban como el legítimo representante del gobierno en la Frontera. El diálogo
fue iniciado por Quilahueque, quien señaló que se hallaba embargado de sentimientos encontrados;
admirado y agradecido, por un lado, producto de todo lo que había visto en la capital y del recibimiento
que les habían brindado; y triste por otro, debido al recuerdo de su tierra, de su familia y de los pesares
de la pasada lucha. A continuación, pasó a señalar las razones que los habían empujado a tomar las
armas a principios de 1868. Con visible emoción, según la prensa de la época, Quilahueque señaló que
las hostilidades las habían iniciado al ver que el ejercito chileno, por perseguir a unos cuantos ladrones,
728
había terminado invadiendo sus tierras y castigando, ante la menor sospecha, a justos y pecadores.
Según la prensa, emocionado por las palabras del lonco, Saavedra le indicó a Quilahueque que
cometía un error al atribuirle a un hecho aislado la causa de la guerra, y que la verdadera causa de ésta
había sido la constante actitud beligerante de los arribanos. Más aun, les enrostró su conducta durante la
revolución de 1859 y les recordó el frustrado ataque que habían planificado contra él y sus soldados en
diciembre de 1867, después de haber ya aceptado, según Saavedra, la fundación de la línea del Malleco.
Los delegados mapuches alegaron que esos hechos se produjeron, más que nada, a causa de ciertos
Zancos sediciosos y por la acción de algunos chilenos que los instigaron a la revuelta. Quilahueque,
además, señaló que ellos no tenían soldados como para perseguir y atrapar a los ladrones con la rapidez

724Jd.
725
El Ferrocarril, 19 de octubre de 1869.
726
La República, 17 de octubre de 1&69.
727
La República, 19 de octubre de 1869
728
El Ferrocarril, 22 de octubre de 1869. Por lo de los ladrones, Quilahueque se refiere al robo de 29 caballos ocurrido en el fuerte de
Chiguaihue e12 de abril de 1868. Véase Lara, op. cit., tomo H, p. 329.
136
729
que las autoridades fronterizas exigían. Aquí, según la prensa, Saavedra aprovechó las palabras del
lonco para señalarles que esa era precisamente la razón por la que el gobierno instalaba fuertes y
soldados en aquellas tierras, para perseguir a los criminales y de paso protegerlos a ellos mismos de "los
malvados que les ofendían a todos i encontraban siempre refujio entre ellos". Finalmente, el coronel
terminó la reunión asegurándoles que no habría ninguna sanción contra ellos y que todo lo ocurrido
durante la guerra quedaba olvidado. Pero además, les dijo "que Dios librase a aquellos que faltasen a sus
solemnes compromisos i no cumpliesen las condiciones aceptadas". Los embajadores, a su vez,
contestaron que se mantendrían leales al gobierno y cumplirían fielmente lo pactado?30
Las palabras y el tono utilizado por Saavedra mantuvieron el mismo carácter impositivo y
amenazante que el utilizado por el Presidente en la reunión anterior. Además, llama la atención que
Saavedra afirmara que los arribanos hayan aceptado la instalación de la línea del Malleco. Como se
recordara, durante el parlamento de Caillín, si bien Quilahueque y Nahueltripay aceptaron en primera
instancia las exigencias de Saavedra, éste último sabía perfectamente que la respuesta final dependía de
lo que acordara la junta arribana en pleno, y la decisión de la junta, como también se recordara, fue
finalmente el rechazo a las exigencias de Saavedra. 731 Además, como bien sabemos, la realización del
parlamento no fue más que un mero tramite protocolar por parte de Saavedra, ya que independiente de la
respuesta arribana, la construcción de la línea del Malleco era una decisión ya tomada que se realizaría
de cualquier forma, como efectivamente sucedió, a pesar del rechazó arribano.
Por otra parte, desde el lado mapuche, llama la atención que éstos se mostraran tan dóciles y
resignados a aceptar las reprimendas y amenazas hechas por Saavedra y por el Presidente. Esta conducta
puede perfectamente interpretarse en dos direcciones: O bien Quilahueque y lo demás embajadores
estaban realmente dispuestos a someterse incondicionalmente a la voluntad del gobierno, o bien el
Tratado de Paz y la Embajada no eran más que una forma de ganar tiempo para que Quilapán y sus
aliados tuvieran el tiempo suficiente como para recuperarse de los quebrantos -acopiando víveres,
armas y suministros- y activar o reactivar vínculos de cooperación política y/o militar con otras
parcialidades. De ser esta la estrategia mapuche, podría pensarse que el juicio de falsos y poco
confiables que la sociedad de la época les atribuía eran efectivos. Sin embargo, debemos recordar que
los mapuches, especialmente los arribanos, desde hacía varios años que venían creyéndose engañados
por las autoridades, creencia que era compartida por algunos medios de prensa, como El Meteoro de Los
Ángeles, el que recordando la anterior embajada realizada en 1862, exclamó: "¡Quiera el cielo ahora que
el señor Pérez ratifique esos tratados i que no engañe a los caciques como en 1862! Faltando a su palabra

729
El Ferrocarril, 22 de octubre de 1869.
73o Id.
731
Lara, op. cit., tomo II, p. 303.
137
732
corno caballero i corno rnagistrado". Por todo esto, no es aventurado pensar que los movimientos
arribanos estuvieran guiados exclusivamente en función de sus objetivos e intereses.
Terminada la audiencia con Saavedra, la delegación mapuche se dirigió al estudio fotográfico del
señor Emilio Garreaud?33 En este lugar, según se informó más tarde, Garreaud les obsequió unas
generosas onces con el fin de que los embajadores dieran su consentimiento para ser retratados. Según la
prensa, la gran mayoría aceptó, pero otros, en cambio, se negaron rotundamente. 734 Una copia de estas
fotografias, fue regalada días después por el señor Garreaud al presidente José Joaquín Pérez. 735
Sobre las actividades realizadas por la delegación mapuche el día martes 19, la prensa de la época
no dio informaciones. Suponernos que ese día permanecieron en su alojamiento, comentando las
incidencias de la reunión con el coronel Saavedra en compañía de los capitanes de amigos y los
lenguaraces, y preparándose para las demás actividades que sus anfitriones les tenían preparadas.
Casi desde de su llegada a Santiago, .la delegación mapuche estuvo solicitando presenciar
ejercicios militares. Por fin, el miércoles 20 de octubre sus deseos fueron satisfechos. Conducidos al
cuartel del Batallón Buín, fueron recibidos y saludados cordialmente por el comandante y la tropa,
quienes les enseñaron las dependencias del recinto. Tras recorrer los salones y caballerizas, y observar
algunos tipos de armamentos, los embajadores fueron conducidos al patio central del cuartel, donde
impasibles, observaron las descargas de los fusileros y los ejercicios militares realizados por la tropa. 736
Sobre lo realizado el jueves 21, la prensa de la época no entregó mayores informaciones. Sin
embargo, el viernes 22 de octubre las actividades se iniciaron a las diez de la mañana con un largo paseo
a caballo por varios puntos de la capital. En primer lugar visitaron la Penitenciaria, donde Quilahueque
dialogó por algunos instantes con un reo que hablaba mapudungún, por haber servido algún tiempo en la
Frontera. Después se trasladaron a la Academia Militar, donde observaron los ejercicios realizados por
los cadetes. Posteriormente, ascendieron a la cumbre del cerro Santa Lucia, desde donde contemplaron
la ciudad. Según la prensa, los mapuches se mostraron muy impresionados ante la vista de Santiago. 737
Luego de permanecer algunos instantes en la cumbre, la comitiva descendió por el costado del
cerro que da a calle Merced, enfilando desde ahí rumbo al poniente por calle Monjitas. Al pasar frente a
la casa del Presidente, Quilahueque, sin descender de su caballo, saludó amablemente a la esposa y a la
familia del Presidente, quienes observaban desde los balcones. Desde allí giraron hacia el norte para
dirigirse al Cementerio General, donde se mostraron muy interesados en escuchar las referencias que se

732
El Meteoro, 16 de octubre de 1869. Las negrillas son nuestras.
733
La República, 19 de octubre de 1869.
734
El Ferrocarril, 20 de octubre de 1869
735
La Libertad, 16 de noviembre de 1869.
736
La República, 21 de octúbre de 1869.
737
La República, 23 de octubre de 1869.
138
les rdzo en-torno a la forma en que se re~1i'7~ba.:.~ los -~~!1erales :~uincas. Acto c.ontinuo~ los embajadOres
se dirigieron al convento dominico, donde los sacerdotes les mostraron las dependencias del edificio.
Luego pasaron al convento franciscano, y allí fueron nuevamente retratados. El paseo culminó con una

't!. ., .,.. .,. ~ ""'. ..- ., • ,. "'" ~ • ~ ~ ..,. .... • .. ., • ,. .._ 11 • • 7"i.R
anaao ae 1a ramma co11p1. A 1as cmco ae 1a tarae, 1a cormnva emprenato el regreso a su alOJamiento.·--
El sábado 23 de octubre, los embajadores asistieron a un concierto musical realizado en el Parque
r7 1 r • A 1 r 1 1 1 r • 1 1 1 •' 1 r 1 t• • 1 • 1
ucmas uc cscucnar .ra mus1ca, 1a uc.:cgac1un contcmp.:o 1a.s mvcrsas especies ac a.:.uma.:.cs
4

L.OO.iü!:;1CO . .L~....

que albergaba ei recinto. La prensa de la época señaló que los embajadores no se mostraron muy
sorprendidos, ya que la mayoría de los animales eran ya conocidos por ellos. Por esta razón, su atención

mismo recinto del parque, todos los miembros de la comitiva fueron agasajados con una bien nutrida
739
once, después de la cual regresaron al cuartel de cívicos donde alojaban. Al día siguiente, domingo 24
de octubre de 1869, a eso de las tres de la tarde, la delegación asistió a presenciar los ejercicios que
realizaría el cuerpo de bomberos. Se instalaron en las gradas de la catedral, y desde allí miraron

-
divertidos los chorros de a!llia v.... los eiercicios hechos -..:nor los voluntarios. Por último.'" enfilaron hacia la ;:..·

740
Alameda para ver el funcionamiento de las bombas de vapor.
Sobre lo realizado el lunes 25 de octubre la prensa no entregó detalles, pero suponemos que la
may·or parte de ese día los embajadores ~--~rmanccicron en el cuartel de c-1~vicos prcpará.ndosc para su
--o..>.~~.......t....:._.l..-. -~ -------- --1 .,.!.!.'"'._...._._ __ ---..(._ _____ ""\L. ...-. ~---,l_;_~--..1.!.- ____ -----.....----~- ...... ~-........_ -~ ___ t n __ l_-.-.-.:~- _,t __ 1- 'A.«" __ ......__.__ ,.t __ --------- .,.t ____ __.__ ___.J.: _____
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del Presidente de la República. 741 Al llegar al edificio, la guardia de palacio, con uniforme de gala, les
brindó un saludo de honor, mientras al interior del recinto el Presidente Pérez los esperaba en compama
de sus cuatro Ministros de Estado, del coronel Saavedra y de un grupo de oficiales de alta graduación. 742
El diálogo sostenido en esta última entrevista, reproducido casi en su totalidad por La República, difiere
en muy poco a los anteriores. La salvedad, fue que en esta oportunidad Quilahueque se atrevió a
formular algunas quejas con respecto a la ocupación de tierras ubicadas más allá del Malleco. La
entrevista comenzó con t]ui!ahucquc agradeciendo al Presidente y a! corone! SaaTvcdra por Ya recepción
y las atenciones. Luego, comenzó a relatar las muchas cosas yue había visto y como lo maravillaron. En
ese momento, intentando agilizar la plática, Saavedra le pidió a los loncos, a través de los lenguaraces,
que expresaran sus peticiones de forma más rápida ): clara. .~.~tendidas las recomendaciones, el lorzco se

738 Id.
139
El Ferrocarril~ 2G de octubre de 1869.
74o Id.
741
El Ferrocarril, 27 de octubre de 1869.
742
La República, 27 de octubre de 1869.
139
. - ... les
a! Pres1aente
743
recomendarn a las autoridades fmnterizas que t'uviera.ti considernción de ellos.
Al escuchar esto, Saavedra intervino y le señaló que durante todo el tiempo en que él se había

de territorio. Por esta razón, los exhonó a clariñcar frente a él y al Presidente cualquier reclamo que
tuvieran en ese sentido, para solucionarlo inmediatamente y así no quedara ningún asunto pendiente que
pudiera alterar la paz que cstaba.:.1 cclcbra:""'ldv .....:\demás, les prc\:inu que si no tcnia.-.""1 nada que reclamar,
no anduvieran con vaguedades que pudieran hacerie concebir falsas sospechas al Presidente.
Quilahueque replicó que él no se refería a sus tierras en particular, sino que a las casas que se estaban

construcciones como el flujo de colonos chilenos que se instalaba al sur de aquel rio. Saavedra le
contestó que esos terrenos eran de propiedad fiscal, ya que siempre habían estado vacíos, o sus dueños
1 1 1 r 1" 1 t• 1 1 • • • 11 1 • A. 1 r 1 - 1 r 1 rt '1 1 r
.:.os nao1an ccUiuo o vcnmuo vo;.uiiUinaincnrc a: gorncmo ....A ...ucmas, 1c scna_:_o que caaa 'VCZ que c1 na.o1a

ocupado terrenos para la construcción de fuenes, habia ilamado previamente a parlamento a todos los
mapuches del sector y de las inmediaciones para darles a conocer los propósitos del gobierno y

~ "( • "P 11 '1! • .. 11 ,._.. ... .. .. .. • , 7J.Ll


runaaCiones, ya que toaas naman siao reauzaaas con su conocimiento y aprooac10n. · · ·
En el diálogo sostenido entre Saavedra y Quilahueque, se aprecia la gran diferencia existente entre
los put1tos de vista chileno :,: mapuche con respecto a la propiedad :i el uso de la tierra....AJ a:.Ializar las
palabras de Saavedra, se ve que éste basó enteramente su discurso en la ley del 4 de diciembre de 1866,
la que consideraba como estatales todas las tierras, aparentemente sin uso, que habían estado vacías por
r t - 1 1 t • t• 1 C" ~ • t • • /"tJ A. 1 1 ~ 1
mas u¡; Uil li:.'lU y sume ms que name pumera cumpruoar tu'l c1ccnvu uummm. .<.;.ucmas, esta 1ey
reconocía como territorio indígena sólo los terrenos donde se situaban sus rucas y sus principales
cultivos. 746 Desde este punto de vista, Saavedra tenía razón al asegurarle a los loncos que sus tierras
jamás naman Síüo tocadas. 0m embargo, desde la óptica mapuche, esta ley trastocaba todas sus
ancestrales prácticas con respecto a la posesión y al uso del suelo.
Siguiendo con el discurso de Saavedra~ observamos que éste le señaló a Quilahueque que cada
ocupación de terrenos se había realizado con el conocimiento y el consentimiento de sus habitantes.
Aquí, evidentemente, nos encontramos frente a un problema de significados. ¿Qué significaba para
-~ - • ' _.,.., .., .. _..._._ -- __, __.., -A - _, ... ·- ......... .. .... ~_.,

saa:vcdra ...pcd:r conscntlmlcnt<Y...? Hasta donde sabemos:; en e! parlamento de ca:!Hn !os arr:banos

:finalmente no cu11sintieron la cesió11 de terrenos, siu enlbc:ugo, Saavedra igualmente ptucedió a ocuparlos
743 Id.
744 Id.
745
Art. 6, ley del 4 de diciembre de 1866.AN, Boletín, libro XXXIV, p. 427.
746
Gonzalo Bulnes, Los Mapuches y la Tierra, política y legislación chilena respecto al pueblo mapuche, PAS, Santiago, 1985. p. 53.
140

adoptadas unilateralmente por el gobierno; mientras que el "consentimiento", debía ser el inmediato

¿Por qué los mapuches no aprovecharon ia presencia del Presidente para expresarle más
directamente sus resquemores frente a estos procedimientos? Pues bien, aquí pueden aventurarse dos
t• • T"""' • 1 1 • 1 1 r 1 • 1 1 1 1 • 1
cxp.:Icac:toncs. _en pnmcr 1ugar, u o1cn 1os mapucncs no cunociai*1 y¡o no mancJaoat1 en 10 aosu.u.rro 1a
mencionada ley de 1866; o bien, en segundo lugar, no tenían ningún interés de entrar en discusiones o
hacer reclamos que sabían perfectamente no serían atendidos, menos aún en plena capital enemiga. Con
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c1 usu uc1 sucm mapucnc y m cunstruccmn uc pumauus y 1 1 t _, ·' 1 1 1 1

fuenes, aprovechó también la ocasión para lanzarse en un monólogo cargado de recriminaciones en


contra de los arribanos, acusándolos de ser ellos los que continuamente violaban las fronteras y de ser la
1 1 1 1 r • 1 ''-T 1 1 1 • 1 • • 1 1 1 • 1
cuna ac 1a cua1 sau.ru;. Iouos Los 1aaruncs, sa1rcauorcs 1 asesinos que .na:.I aso1aa.o esas comarcas 1 nan
~ ~ 74..7 . . "' " "' - " ( . ""
temao a los naiJitantes vecmos en constantes alarmas··.· -· Aaemas, les sena10 que mientras ellos no se
• 'S ... ... • • .. ...,

mantuvieran fieles a la paz y obedientes a las autoridades, el gobierno jamás podría comprometerse con

malhechores volvían a encender el fuego, para eíios sería muy beneñcioso tener al ejército a mano, ya
que así se podría reprimir a los criminales y evitar que las culpas cayeran sobre ellos. A continuación, el
coronel comparó la Icvru···rtisca conducta a_¡~¡batJ.a con la su.:.--nisa :,: fiel conducta de los costinus y la mayor
"' .. ... •. . .,. ... ...., .,. . .,. 7J.R
pane ae los amymos, mtentanao ae esta torma avergonzar a lOs arrmanos. · ··
Si la traducción de los lenguaraces o la trascripción de la prensa no falló, la respuesta de

Cierto. Mientras mayor i mas estricta es la vigilancia del ejército del gobierno, mas
ladrones h.ai en mi tierra, mas bandides salen a los campos a asolar las sementeras i a
arrear ~os. ga?a~o!. ~i cuan~~~e~!aba fo~tificad~. ~olo ,el B_iobio,. ni d;~¡¡ués de haberse
avanzaao tas ¡ortl}zcacwnes at Maueco, se nan poazao evztar tos matones.· ·-

No obstante esta inicial respuesta, Quilahueque inmediatamente volvió a caer en la usual

señalando que muchos de los males por los que se culpaba a los arribanos habían sido en realidad la obra
de algunos pocos loncos "de mala cabeza", o de instigadores como Pradel y Videla.

747
La República, 27 de octubre de 1869.
74& lfL
749 Id.
141
Considera:.-,.do las signientes palabras de Saaverlra~ r!~ !a :L~presión que el periórlico no reprodujo la
totalidad de la entíevista, o bien el comnel no quiso continuaí el diálogo. De todas fom1as, acabada la
respuesta del lonco, Saavedra exhortó a los embajadores a mantenerse en calma y no volver a rebelarse,

realizó lo que ya era costumbre en este tipo de entrevistas, ios amenazó enérgicamente señalándoles que
esperaba no volver a verlos nunca más presentarse ante el gobierno angustiados por el hambre, dando
1 • 1 1 r 1 1 1 1 1 •t • • 1 1 1 1 t• 1 1 750
excusas y mcn.GJ.ga.:.1ao paz ucspucs uc naocr uauu as:uo a cnm::.na1cs y ac naocr cnccnmau 1a guerra.
Luego tomó la palabra el Presidente, manifestando que se alegraba que hubieran venido a
Santiago, pues así habían podido conocer realmente el país al que estaban haciendo la guerra. En
• 1 • 1 • o 1 1 t• ~ 1 t•• • 1 1 t ..
s;;;guma, asur-nl;;;nuu u.:.1a pusH.:mn m;;;nus o;;;ng;;;ram;;;, 1;;;s "'JU qu;;; SI ;;;n 1ugar m; prumuv;;;r n.:vu;;;uas y
revoluciones se dedicaban a vivir en paz, a criar a sus hijos y a cuidar sus siembras y ganados, muy
pronto podrían tener en su tierra todas las cosas que ahora en Santiago les habían maravillado. Acto
• 1 o • 1 1 , 1 1 1 1 1 1.
scgwao~ en ü.:.I k;lfO ::.ncspcraau, 1os amenazo con naccr1cs u.:.-::.a aura y cruc1 guerra en caso uc no Cllillp.ilr
con los acuerdos de paz, y les aconsejó que no volvieran a creer en ias palabras de los malos chilenos y
bandidos que habitaban en su territorio, ya que los pe:rjudicados siempre eran ellos. Por último, les dijo

sus familias, y que si en el futuro se levantaban nuevos fuenes, eso seria única y exclusivamente para
protegerlos a ellos, por lo que les recomendó no temer ni rechazar la proximidad de los chilenos, ya que
en caso de cualquier problema, él tenia en esas rci:;wiuncs a dos hombres de su entera confiruiZa a quienes
., • o ~ "' .,.._. .... _.. .... .,.._ "'\ .... - .... '"" ,........ - .,....... 7'\.l
poman recumr: el general .t'mto, en la Alta J:<rontera; y e1 coronel ::saaveara, en la tlaJa J:<rontera. ·--
Quilahueque agradeció nuevamente al Presidente la paz otorgada, asegurándole que no volverían a
~ , 1 1 1 1 1. 1 1 • ~- 1 "' 1 1 1 - ~ '
pr;;;star muus a ms ernmna1;;;s y oanumus qu;;; ms msngaoa..1 en cunrra ue1 gumemu y que r;;;:::petarmn
,._ .. .. .. .. 7")') ...,..- .~ ""'· .. .. .. 1! "f' • • ._..... • ..... , .,. ·" • .,._ • "

neimente la paz rucanzaaa.·-- lomo entonces 1a pa1aora eltonco aoajmo uommgo Menn, qmen tammen
agradeció al Presidente y al coronel Saavedra por el recibimiento que les habían dado, por las muchas
atenciones ;r agasajos que les habían brindado y por la paz que acababat-::. de concederles. 753
Finalmente, para cerrar ia entrevista, el Presidente le entregó al coronel Saavedra un hermoso
bastón de roble con empuñadura de plata, diciéndole que cuando viera que la paz dada por los arribanos

Desde ese momento, dijo el Presidente, Quilahueque seria investido legalmente como 'Gobernador" y el

1so Id.
751 Id.
1s2 Id.
753
El Ferrocarril, 27 de octubre de 1869.
142
<>".".h
•••.·.,..,.......
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.....!!!'."'"'. '.<>••A••o "'••"'•"'•+••""'"'•••"".,.•i.."'. •"•"'•'"'•• + ........A••.-.. "'·'•'• .............A••a.... "'<">"'.' ·'"'•...• .....l.<> ...........
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0 ;;._... .... ;..... - - ...,._ .... .,._..,._.._....,_.._.. _..., ...........- - - ,.,._ 1::""-----
S-- .-.- ._._ --.-.---- --E;_...
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;..... - ............. --~ ~u...:._~u.:...:_~'-'~U\..· .::t\.•
........_n...,h'ITr.n.
.!.!.!~.!t.UYV ~!..l

sih:mcio, observ·ando el bastón con evidentes muestras de codicia?54


Terminó así la última entrevista sostenida entre los embajadores mapuches y las autoridades
1 •t A 1 1 1 1 ll 1' 1 1 1• 1 1 • 1 • ' t• 1 1 •t• A .1. 1
cnli~na3 ......,i a.oa.nuuna.r 1a lVlon~ua, Hi guarma u~ patacio VUiVlU a :n.:nillT.i\.:S nunurcs mi.ilta:n.:s, tras .HJ
cual, se retiraron despidiéndose y agradeciendo conésmente los saludos que les brindaron los
transeúntes que habían acudido a observarlos. 755 Al día siguiente, miércoles 27 de octubre de 1869, a las
diez de la mañana, la comitiva abordó el tren que los condujo a Valparaíso. 756 Sin embargo, no todos
abandonaron la capital, cuatro de ellos se quedaron a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios, tres de
los cuales eran hijos de los loncos Melín, Mariñan y Ñancucheo. 757 Según la prensa, una gran multitud
acudió a la estación a despedir a los visitantes, quienes desde el tren se despidieron de los curiosos y de
sus compañeros que se quedaban a estudiar en Santiago. 758 La comitiva permaneció en Valparaíso hasta
c1 día 2tJ, cuando finalmente fueron cmbarc~rlos en dirección a ·Talcahuano y desde ahí a la Frontera. 759
Así culminó la embajada mapuche que auibó a Srulliago a ratificar frente al Presidente de la
República el Tratado de Paz suscrito en Angol el 25 de septiembre de 1869. ¿Qué obtuvieron los
mapuches de todo esto? Desde nuestro punto de vista, no mucho. Las tres entrevistas sosteridas con las
autoridades chilenas mantuvieron el mismo carácter evidenciado en los últimos parlamentos realizados
en la Frontera, es decir, con las autoridades actuando de mayor a menor y presionando a los mapuches
para que aceptaran la auluridad y las imposiciones del gubü.:mu, tudu cstu, mediante el uso de amenazas
disfrazadas de comprensión e indulgencia. Pero después de todo, ¿Estaban realmente dispuestos los
arribanos y sus aliados a respetar un tratado que significaba aceptar todo lo que anteriormente los había
llevado a rebelarse? r_r más aún, ¿Estaban dispuestos a someterse a un comprorr.:iso que a todas luces
signiñcaba la perdida total de la autonomía política y territorial que venían disfrutando desde hacia más
de doscientos años? Considerando los hechos posteriores, al parecer no.

754
La República, 27 de octubre de 1869.
755 7.:1
:u.
756
El Ferrocarril, 28 de octubre de 1869.
757
La República, 28 de octubre de 1869.
758
El Ferrocarril, 28 de octubre de 1869.
759 N,m,rrn nn rit n 7h"í
- ·-· -r- !"'" - - - .
~-~=- --~·!"
143

EL FIN DE LAS RELACIONES POLÍTICAS ENTRE MAPUCHES Y CHILENOS

LA FUGA DE QUILAHUEQUE Y EL REBROTE DE LAS DESCONFIANZAS

Las negociaciones de paz del año 1869 significaron Ut! gran respiro no solo para la alicaída 'liga'
arribana, sino que también para varios sectores de la alterada Frontera. Con el fin de las hostilidades, el
comercio y otras formas de contacto se reestablecieron. Desde el momento en que se suscribió el
Tratado de Paz, y más aún desde que la delegación partió rumbo a Santiago, los mapuches volvieron a
concurrir a los poblados fronterizos. Así, el 16 de octubre de 1869 El Meteoro señaló que el día 1O de

760
aprovechando las paces habían acudido a abastecerse de víveres o a saludar a los antiguos amigos.
Durante la estadía de la comitiva en Santiago, tanto los mapuches como las fuerzas fronterizas
chilenas se cuidaron de no cometer ninguna at:ción que pudiera entorpecer las negociaciones. El 9 de
octubre de 1869, La Tarántula informó que ante un robo de caballos cometido por un famoso cuatrero
mapuche, los mandos fronterizos, después de herirlo y detenerlo, dieron aviso a Quilapán para que éste
1 4 • 1 T""'. 1 1 11 1 "" •t 1 1 1 ., 1 1 11 • t• , 1
uemviera a ws que est..t:tparon. nmerauo ue1 necno, \.¿UHapan uevmvio ws caoauos e mmco que u.YJ.u ue
los ladrones ya había sido lanceado y que esperaba que mandaran al otro para también ajusticiarlo. 761
Sin embargo, este recíproco trato de "guante blanco" muy pronto comenzó a ser enturbiado por el
1 1"1 1 1 t""' T""'1 1 / .. 1 1 ' ¡r• • T""' 1 , • , t- • 1 1
uesarnmo ue muwas uescunnanzas. r::1 1o ut: ucwort:, t:I ivumstro r::cnamrt:n t:nvm un onc1o a_; general
4 4 4

Pinto anunciándole que el Tratado de Paz ya había sido ratificado por el Presidente, recomendándole,
además, comenzar a exigirles a los mapuches la entrega de los hijos de los loncos que serían educados
762
por el Estado ): la entrega de tudas las armas de fuego que pudieran encontra-rse en su poder.
Obedeciendo las instrucciones de Echáurren, Pinto envió una carta a Quilapán exigiéndole,
conforme a las cláusulas del Tratado, la entrega de los bandidos y cautivos chilenos que estuvieran en su

763
que el gobierno confiaba en su buena fe y que lo ocurrido durante la guerra seria olvidado. Pero
además, y con el claro fin de evitar su rearme y presionarlos para cumplir con el pacto, Pinto aprovechó
de prul'.tibir estrictamente, !'ili.Sta nucvu aviso, el ingreso de comerciantes cf-ilenos a tc~.:.¡torio mapuchc.
764

La respuesta de Quilapán a la nota de Pinto no se hizo esperar. En carta fechada el 18 de octubre,


Quilapán le comunicó al general que mientras no regresara Quilahueque no se daría curso a sus

760
El Meteoro, 16 de octubre de 1869.
761
Lu Tarániuia. 9 de ucLubre de 18ó9.
762
"Carta del Ministro Echáurren al General Pinto, Santiago 16 de octubre de 1869". Correspondencia Oficial 1868/69 (en adelante CO),
oficio N° 910, ANMG, vol. 581, p. 493 .
.... .... Ca.."·ta del ücncml Pinto a ~'Wlapim.,- Angoll7 de oct-ubre de lS69.,.,:t Cvrrcspvndcnclü del Cuw.,....t.el General dci Ejército de ia Frontera (en
adelante CGEF), dto. N" 4, anexo 1, ANMG, vol. 602, s/p.
764
Navarro, op. cit., p. 263.
144

vuelto Quilahueque, realizaría una junta general donde comunicaría a los loncos las órdenes del
gobierno. Por último, Quilapán declaró que trabajaba duramente para lograr la paz de toda la tierra, y
que esto y otros importantes detalles se lo informarían los "españoles" encargados de llevar la nota. iG)
El general Pinto consideró que la respuesta de Quilapán no era más que una burda manera de
ganar tiempo y dilatar el cumplimiento del Tratado. Así se lo hizo saber al Ministro de Guerra en carta
• 1 1 1"'\ 1 1 ~ 1 1 1 1 f'> r 1 1 1 1 11 • 1 • 1 .r"t. •t ' 1 • f"'
envmua e1 L 1 ue ocmore, uonue 1e conreso ms uuuas que te prouujo 1a cana ue \.,¿UHapan y 1os mrormes
verbales entregados por los mensajeros, ya que el lonco habría cuestionado algunas cláusulas del
Tratado, en especial las referidas a la entrega de armas y al establecimiento de jueces de paz. La primera,
• 1 ~ ~ 1 J. 1 • 1 1 1 J. 1 ., t J. 1 .1.

por t:onsiUerar que atemaoa comra ta segunuau uc su geme, por ms posmtes ataques ue otras
parcialidades; y la segunda, porque consideraba que los jueces socavarían la autoridad de los loncos. 76-.."
Finalmente, Pinto le señaló al Ministro que era muy importante el inmediato regreso de Quilahueque y
su comiiiva, ya "que la buena fe con que los indios hayan procedido hasta ahora no me inspira
confianza, y temo mucho que el viaje de Quilahueque a Santiago sea una insidiosa superchería, lo
mismo que los otros expedientes dilatorios que probablemente se arbitraran después de su vuelta". 767
Por su parte, en carta enviada el 25 de octubre, el Ministro felicitó al general por las medidas
tomadas con respecto a restringir el ingreso de comerciantes a territorio mapuche, recomendándole
establecer un estricto control en la entrega de pasaportes. Además, junto con notificarle el pronto regreso
768
de Quilahueque y su comitiva, le sugirió volver a exigirles a los arribanos la entrega de sus armas.
Cuatro días después, el 29 de octubre, Echáurren le comunicó Pinto que ese día Quilahueque y su

hechas al Presidente, era muy de esperar que los mapuches cumplieran sus compromisos. 769
Como se observa, la desconfianza entre ambos bandos fue un elemento permanente a lo largo de
1 • • 1 , 0
.1. 1 ("'" 1 1 1 T'lo 0
.1. 1 • 1 1 • 1 1
tas negociaciOnes, pero 1a congcnua uesconnanza uc1 gcncra1 nmo nacm ws mapucnes sm uuua
contribuyó a aumentar las suspicacias de estos últimos. El hecho de exigirles el cumplimiento del
Tratado antes del regreso de Quilahueque, ciertamente no debe haber sido muy agradable para Quilapán
t• 1 T • 1 1 • 1 1 ~ • • 1 • 1 • 1 • 1
y sus anaaos. LO misnw pueue aectrse ue !aS· resrnc{;mnes uecrern.uas con respecw a1 mgreso ue
comerciantes a territorio mapuche. Pero las desconfianzas mutuas estaban por aumentar de tono.
Desde principios del mes de noviembre de 1869 comenzaron a circular por la Frontera una serie de
.r"'\. "1 1 1 1 , • 1 • 1 r'! .1.. 1 1 1 1 • 1
rumores en tomo a que naona smo asesmauu en ;:-,anuago por oruen ue1 gomemo, o, en e1
J.

~..¿uuanueque

765
"Carta de Quilapán al General Pinto, Salto 18 de octubre de 1869", CGEF, dto. N° 4, anexo 2, ANMG, vol. 602, s/p.
766
"Carta dei Genera! Pinto a! Mm!stro EcMurren, An.go! 2! de ocrubre de !869". CGEF, dto. N" 4, ANMG, vol. 602, s!p.
767Jd.
768
"Carta de1 Ministro Echili:i'f'en al Gral. Pinto, Santia~o 25 de octubre de; l 869'', CO-1868/69, oficio N" 941, ANMG, vol. 581, p. 504.
769
"Carta del Ministro Echáurren al Gral. Pinto, Santiago 29 de octubre de 1869", C0-1868/69, oficio N" 961, ANMG, vol. 581, p. 512.
145
770
mejor de los casos, que su asesinato seria perpetrado a su regreso de la c.apita1. Según La Tarántula,
los rumores habrían sido esparcidos por chilenos que se refugiaban en la Araucanía. 771 La misma
opinión sostuvo tiempo después el padre Leonetti, al señalar que en la Frontera existían muchos
individuos interesados en ~"i:imular la continuación de la gueiTa.
772
La persistencia de los rumores hizo
que Quilapán enviara una carta al general Pinto el día 6 de noviembre, en la cual, le comunicó la
773
inquietud que había despertado entre su gente la noticia de la muerte de Quilahueque. Pinto, en base a
la información que recibiera del Ministro Echáurren el 29 de octubre, lo tranquilizó informándole que
Quilahueque y la comitiva estaban bien y se encontraban camino a la Frontera. Sin embargo, ante el
aumento de los rumores, Quilapán se habría comunicado nuevamente con el general, pero esta vez, la
774
respuesta de Pinto no fue para nada tranquilizadora.
En la madrugada del 9 de noviembre de 1869, el Comandante de Armas de Nacimiento le envió

775
pueblo alrededor de las once de la noche del día 8. En la nota, el Comandante también informó haber
776
suspendido el traslado a Angol de los demás miembros de la comitiva. Enterado del hecho, el mismo
día 9 Pinto le escribió al Ministro para detallarle que Quilahueque había huido desde la Mísión
franciscana en la que alojaba y suponían que se dirigía hacia territorio mapuche a través de las montañas
77
ubicadas al poniente del río Vergara, acompañado de un sobrino? Además, en base al testimonio del
lonco Huenchulao, Pinto le comunicó al Ministro que un hombre de "raza española" habría llegado a
Nacimiento portando tres caballos enviados a Quilahueque por Marihual. Además, le informó que

778
del pueblo, pero que desistió de este inicial intento antes los ruegos del mentado Huenchulao. Pero
junto con comunicarle al Ministro sobre los pormenores de la fuga, Pinto también le informó haber
enviado inmediatamente correos a Quila¡idll y Marihual para notificarles, en los términos más amistosos
posibles, de la fuga protagonizada por Quilahueque desde la ciudad de Nacimiento. Además, le infonnó
que al día siguiente, 1O de noviembre, enviaría al señor Domingo Ruiz para que le detallara a Quilapán

770
Navarro, op. cit., p. 266.
771 T _ '7'--·L..--4-•. 1- "'I""T ..J _____ .:; ___ L __ .J_ 1 0 f t \
L.U ;L Ltf-ufll.UJ.U~ ~ 1 Ut; llU\' lCillUIV U'C .1-(}U/.

772
Memoria de la Prefectura Apostólica de Misiones Franciscanas. En Archivo Nacional, Memoria del Ministerio de Justicia, Culto e
Instrucción Pública, (en adelante ANMJCIP), 1870, p. 35.
m "Carta de Pinto al Ministro Echáurren, Angol9 de noviembre de 1869", CGAA-1869-1873, dto. N° 8, N° 487, ANMG, vol. 595, s/p.
774
La Tarántula, ! 7 de noviembre de !869.
775
"Nota del Comandante de Armas de Nacimiento al general Pinto", en Carta de Pinto al Ministro Echáurren, Angol 9 de noviembre de
1869", CGAA.-18ti9-1873, dto. N° 8, N° 487, ANMG, vot 595, s/p.
776
"Carta de Pinto al Ministro Echáurren, Angol9 de noviembre de 1869", CGAA-1869-1873, dto. N" 8, N" 487, ANMG, vol. 595, s/p.
111 Id.
77ft...... . ....... _
··-Navarro, op. cu., p. L.f:JI.
146
los pormenores de la fuga, lo indebido que las autoridades consideraban este proceder y, de paso, disipar
sus temores en tomo a la muerte o el asesinato de su emb-ajador. 779
Conocida la noticia en tomo a la fuga de Quilahueque, la Frontera se transformó en un hervidero
de rumores en torno a su paradero. El 13 de noviembre, El Meteoro comunicó que el lonco se había
fugado de la Misión franciscana y se presumía que se encontraba en su tierra, aunque según el periódico,
muchos pensaban que lo tenían escondido, y muchos más lo creían asesinado. 780 Oficialmente, el 15 de
noviembre el general Pinto comunicó al Ministro que la desaparición de Quilahueque tenía en gran
inquietud a los arribanos y que nada se sabía aun sobre su paradero. Además, le informó que el lonco
Montri había pedido autorización para enviar mocetones a la Frontera a colaborar en la búsqueda?81 Con
todo, las noticias se tomaron tan contradictorias, que el 20 de noviembre El Meteoro señaló que el lonco
había aparecido finahnente en su tierra, 782 para luego, el 27, señalar que nada se sabía aún con certeza. 783
Días después, La Tarántula lo hacía aparecer en Angol el 1o de diciembre. 784
En cuanto a las razones de Quilahueque para huir de Nacimiento, El lvfeteoro señaló que una de
éstas habría sido la orden de Pinto de prohibir el ingreso de comerciantes a territorio mapuche, y otra, el
rumor de que se pensaba decapitado para que la paz no se realizara. A su vez, La Tarántula señaló que
los rumores que corrían sobre su muerte habrían atemorizado al lonco una vez llegado a Nacimiento. 785
Por su parte, el Comandante de Armas de Nacimiento, en la nota que enviara al general Pinto, señalaba
que Quilahueque se habría fugado debido a que no pensaba cumplir con las condiciones del Tratado de
Paz, o bien, porque alguien lo indujo a pensar que el gobierno no cumpliría con las condiciones. 786
Finalmente, dentro del arsenal de informaciones y contra informaciones, La Tarántula publicó un
relato atribuido al propio Quilahueque, donde éste se refiere a la forma en que se escabulló de
Nacimiento y las razones que lo motivaron. En el artículo, el lonco señalaba que una vez fuera de
Nacimiento se dirigió a la cordillera de Nahuelbuta, pero que agotado por la marcha decidió ocultarse en
los bosques del Pangal, donde permaneció durante ocho días alimentándose de frutos silvestres. Luego
se dirigió hacia el interior, cruzando la ciudad de Angoi a altas horas de la noche. Finalmente, tras una
larga travesía por los llanos, llegó a la localidad de Quechereguas, desde donde dio aviso a Marihual. 787

779
"Carta de Pinto al Ministro Echáurren, Angol 9 de noviembre de 1869", CGAA-1869-1873, dto. N" 8, N" 487, ANMG, vol 595, s/p.
780
· El Meteoro, 13 de noviembre de 1869.
781
"Carta del General Pinto al Ministro Echáurren, Angol 15 de noviembre de 1869", CGEF, dto. N" 9, N" 456, ANMG, vol. 602, s/p.
782
El Meteoro, 20 de novkmbte de 1869.
783
E! Meteoro, 27 de noviembre de 1869.
784
La Tarántula, 1 de diciembre de 1869.
ns La Tarántula, 17 de noviembre de 1869.
786
"Nota del Comandante de Armas de N-acimiento al general Pinto", en Carta de Pinto al Ministro Echáurren, Angol 9 de noviembre de
1869", CGAA-1869-1873, dto. N" 8, N" 487, ANMG, vol. 595, s/p.
787
La Tarántula, 13 de diciembre de 1869.
147
En cuanto a sus razones para huir de Nacimiento, Quilahueque señaló que desde que salió de
Valparaíso lo asaltó el presentimiento que el gobierno quería engañarlo, y que este presentimiento
aumentó al pasar por Santa Juana, cuando escuchó decir a unos huincas que el gobierno debía
aprovechar la llagada de los loncos para ingresar a la Araucanía y apresar a todos los que habían
promovido y participado en la última guerra. Más tarde, ya en Nacimiento, sus temores aumentaron al
saber que las autoridades reunían un gran número de tropas en Angol. Finalmente, no creyendo las voces
que le indicaron que las tropas eran con el fin de rendirle honores, le confió a su sobrino su intención de
evadirse del pueblo para avisar a los suyos del peligro que pensaba que corrían. 788
Según La Tarántula, Quilahueque señaló que el único culpable de lo sucedido era él, que se dejó
llevar por un falso presentimiento. Acto continuo, pidió disculpas por lo sucedido y solicitó a Marihual
enviar un correo al general Pinto para comunicarle que su voluntad era cumplir fielmente con el Tratado.
Según la misma publicación, cuando Pinto se enteró de la aparición de Quilahueque le manifestó al
portador del mensaje que se alegraba que el lonco se encontrara bien y que esperaba tenerlo muy pronto
en Angol para cumplir las cláusulas del Tratado?89
Hasta aquí los hechos. Ahora ¿Por qué se habla de "fuga", si hasta donde sabemos Quilahueque no
era prisionero de las autoridades chilenas? Y más aun ¿Cuáles fueron las verdaderas razones que
motivaron al lonco a huir de Nacimiento? Es claro que la razón no puede haber sido un presentimiento.
Pero vamos por parte. En su nota al general Pinto, el Comandante de Armas de Nacimiento señaló que el
posible motivo de la fuga habría sido la sospecha del lonco de que el gobierno no cumpliría con el pacto.
Igualmente, en su presunto relato, Quilahueque apuntó que la fuga se debió al temor de ser engañado.
Ahora, si la frase 'temor al engaño' la entendemos como 'temor a que el gobierno no cumpliera su parte
del tratado', podríamos decir que la fuga se debió única y exclusivamente a esta razón. Sin embargo,
considerando que el Tratado era ampliamente favorable al gobierno, resulta dificil pensar que éste haya
resuelto no cumplirlo. Además, enterado de la aparición de Quilahueque, el general Pinto manifestó que
esperaba verlo pronto en Angol para materializar de una vez por todas el Tratado. Por todo esto, resulta
claro que el temor a que el gobierno no cumpliera el Tratado no puede haber sido la causa de la fuga.
Otra causa esbozada para justificar la huida del lonco, se relaciona al interés que existía de parte de
algunas personas por la continuidad de las hostilidades. De hecho, La Tarántula señaló que bandidos
chilenos, e incluso personas de bien, fueron los que con sus constantes rumores incitaron a Quilahueque
790
a huir de Nacimiento, y que además, instigaban continuamente a los mapuches a abrir las hostilidades,

788 Id.
789 Id.
790
La Tarántula, 24 de noviembre de 1869.
148
ya que para ellos la guerra era una fuente de grandes beneficios. Así pensaba también fray Leonetti,
quien a través de la memoria enviada al gobierno en abril de 1870 señaló:

en toda la frontera hai individuos que manifiestan un interes muí marcado en que esté
siempre viva la guerra con los araucanos; por mezquinos intereses personales, no
reparan en las consecuencias devastadoras de semejante guerra. Estos individuos no
son del número de aquellos criminales asilados entre los mismos barbaras, sino que
viven en pueblos de }ente civilizada, mas no por eso menos criminales. 791

Es bien sabido que las guerras pueden ser una fuente de grandes riquezas, y la guerra entre
mapuches y chilenos no era la excepción. Cada vez que estallaban las hostilidades, muchos comerciantes
se internaban en territorio mapuche para surtir a éstos de mercancías y provisiones. Asimismo, los
comerciantes de los pueblos fronterizos obtenían ganancias extras al suministrar al ejército los productos
necesarios para entrar en campaña. No obstante, el padre Leonetti señaló que a pesar que el Tratado no
se había cumplido en su totalidad, por lo menos la tranquilidad se había mantenido durante los últimos
meses, y que en cumplimiento de por lo menos una de las cláusulas, los mapuches habían liberado del
cautiverio aproximadamente a treinta personas, entre hombres, mujeres y niños. 792 Esto nos indica que al
menos en esta ocasión, las voces de aquellos que instigaban a la guerra no habían sido del todo
escuchadas, por lo que las causas de la fuga debemos buscarlas en otra parte.
En nuestra opinión, para conocer las auténticas causas de la fuga debemos partir por recordar que,
tal como henos insistido a lo largo de este trabajo, dentro de los linajes mapuches no existía nadie con la
plena capacidad de impartir órdenes o de tomar decisiones sin el consentimiento de la totalidad de los
jefes de familia de cada linaje o alianza de linajes. Considerando esto, se hace claro que Quilahueque y
la comitiva que viajó a Santiago sólo eran representantes de sus respectivos linajes, representantes
encargados de transmitir al gobierno las inquietudes y solicitudes de sus representados y, a su vez,
informarle a éstos las disposiciones o compromisos acordados con el gobierno. En este contexto, se
entiende que Quilahueque debía informar primero que nada a Quilapán y sus aliados los detalles y las
apreciaciones hechas a través de las entrevistas y diálogos realizados con el Presidente, para que así, en
conjunto, se decidieran los pasos a seguir. Por otra parte, para Quilapán y sus aliados, conocer los
detalles de las entrevistas en Santiago era algo que debía suceder si o si antes de comenzar a materializar
las cláusulas del Tratado, situación que queda bastante clara en la carta enviada por Quilapán a Pinto el
18 de octubre. 793 Sin embargo, los apremios realizados por el general Pinto para iniciar el cumplimiento
794
del pacto, hicieron germinar en Quilapán la sospecha de que éste pudiera retener a Quilahueque en

791
Memoria Franciscana. ANMJCIP, 1870, p. 35.
792
!bid., p. 34.
793
"Carta de Quilapán al General Pinto, Salto 18 de octubre de 1869", CGEF, dto. N° 4, anexo 2, ANMG, vol. 602, s/p.
794
"Carta del General Pinto a Quilapán, Angol 17 de octubre de 1869", CGEF, dto. N° 4, anexo 1, ANMG, vol. 602, s/p.
149
Angol para obligarlo a iniciar los acuerdos. Esto nos hace suponer que el propio Quilapán le recomendó
a Quilahueque no pasar a Angol y evitar a toda costa entrevistarse con Pinto.
¿Y cuál era el inconveniente de que Quilahueque pasara a Angol a entrevistarse con Pinto? Pues
como se recordara, en su carta del 21 de octubre el general Pinto le expresó al Ministro la necesidad de
que Quilahueque fuera enviado de vuelta a la Frontera lo antes posible, ya que esta era la única forma de
acelerar el cumplimiento del Tratado. En este contexto, si Quilahueque hubiese llegado a Angol Pinto lo
habría presionado inmediatamente para que se diese inicio al cumplimiento de las cláusulas. Además,
conociendo la congénita desconfianza del general Pinto hacia los mapuches, cualquier negativa o
evasiva por parte de Quilahueque, además de despertar las suspicacias del general, habría significado la
inmediata retención del lonco en calidad de prisionero. Todo esto explica, a nuestro entender, las razones
del por qué Quilahueque abandonó inesperadamente la ciudad de Nacimiento.
Lo que nunca quedará claro, es si la decisión de no entrevistarse con Pinto fue adoptada antes,
durante o después del viaje a Santiago. Al parecer, la decisión de que Quilahueque no pasara a Angol fue
tomada por la junta arribana a raíz de una serie de sucesos ocurridos en la Araucanía durante el
transcurso de la embajada, sucesos que solo fueron comunicados a Quilahueque a su llegada a
Nacimiento. Esto se colige en base a una información aparecida en el diario El Meteoro, la que señala
que durante la estadía en Nacimiento, el lonco fue visitado por dos hombres provenientes del interior de
95
la Araucanía? Posiblemente, estos hombres se encargaron de comunicarle que antes de dar inicio al
cumplimiento del Tratado, debía primero informarle a Quilapán y sus aliados los pormenores de las
entrevistas en Santiago, por lo que debía a toda costa evitar pasar a Angol a entrevistarse con Pinto.
Ahora, si los demás loncos estaban enterados de esta decisión, las fuentes parecen indicar que no.
Conocida entre los embajadores la desaparición de Quilahueque, algunos de los loncos que
viajaron con él a Santiago aseguraron que el Tratado se cumpliría de todas maneras. Este fue el caso de
Nahueltripay, quien ellO de noviembre, durante los honores militares que le brindaron a la delegación a
su llegada a Angol, les manifestó a la tropa y a las autoridades que los tratados se cumplirían a pesar de
la inexplicable fuga de Quilahueque. 796 Este hecho pareciera indicar que por razones de seguridad, la
decisión de que Quilahueque huyera de Nacimiento no fue comunicada a los demás loncos, aunque
también se podría pensar que las declaraciones de Nahueltripay sólo fueron hechas para guardar las
apariencias. Lo mismo puede pensarse de la petición hecha por Montri, hermano de Quilahueque, de
ayudar en la búsqueda del desaparecido. 797 Tal vez el objetivo real de Montri era, además de guardar las
apariencias, informar lo que estaba sucediendo a los demás embajadores y, de paso, observar la reacción

795
El Meteoro, 20 de noviembre de 1869.
?% El Meteoro, 13 de noviembre de 1869.
797
"Carta del General Pinto al Ministro Echáurren, Angol15 de noviembre de 1869", CGEF, dto. N° 9, N° 456, ANMG, vol. 602, s/p.
150
de los mandos fronterizos frente al hecho. Aunque todo esto es entrar de llenó al mundo de las
especulaciones, creemos que las pocas fuentes disponibles dan pie para esto.
Ahora, ¿Por qué para Quilapán y sus aliados era tan importante conocer el informe de
Quilahueque? Pues sencillamente porque durante el transcurso de la embajada sucedieron cosas que
hicieron variar completamente el escenario. En primer lugar, la carta enviada por Pinto a Quilapán el 17
de octubre exigiéndole cumplir el Tratado antes que Quilahueque volviera de Santiago, y la orden de
suspender el comercio al interior de la Araucanía, causó gran suspicacia entre los arribanos. En segundo
lugar, el 8 de noviembre Echáurren instó al coronel Saavedra a continuar la fortificación de la línea del
Toltén con el objetivo, en palabras del Ministro, de "estrechar mas a la población indíjena, de modo que
pueda estar vigilada i al alcance inmediato de nuestras fuerzas". 798 Este hecho, además de inquietar a los
wenteches, generó bastante malestar entre los abajinos del sur y algunos costinos, lo que hizo que
muchos de esos linajes dejaran de mirar con recelo una posible alianza con los arribanos. 799 Por último,
desde finales de 1869 corrían rumores en tomo a la nueva presencia de Orelie Antoine de Tounens,
quien tras cruzar la Patagonia, habría llegado donde Quilapán ofreciéndole armas y enseres que llegarían
a bordo de un navío francés. 800 A todos estos sucesos vino a sumarse el informe traído por Quilahueque,
el cual, al fin y al cabo, no era del todo alentador. Aunque la paz había sido acordada, el Presidente dejó
claramente establecido que los terrenos ocupados al sur del Malleco, por los que se quejó Quilahueque,
eran considerados como propiedad estatal, razón por lo que la fundación de fuertes y poblados seguiría
adelante en tanto el gobierno lo considerara necesario. Ante todo esto, se entiende que los arribanos
hayan comenzado a sospechar de las intenciones del gobierno y a variar paulatinamente sus planes.
Sin embargo, aunque en su artículo publicado el 13 de diciembre La Tarántula señala que una vez
aparecido Quilahueque en su tierra éste habría manifestado estar dispuesto a cumplir con todas las
cláusulas del Tratado, la misma publicación señaló que pocos días después de la aparición del lonco,
Quilapán le solicitó a las autoridades prorrogar por algunos días el plazo establecido para la entrega de
cautivos. 801 No obstante, esta prorroga se fue extendiendo cada vez más. Sin duda, las dos causas que
más pesaban en la determinación arribana de dilatar el cumplimiento del Tratado eran: 1) saber por boca
del mismísimo Presidente que la fundación de fuertes y poblados al interior de su territorio no se
detendría y 2) la construcción de fuertes en el río Toltén, con lo que el territorio arribano quedaría
completamente acorralado. Esta situación produjo un estallido de indignación entre los arribanos,
especialmente en Quilapán, quien, según Guevara, ante la fundación de pueblos solía exclamar delante

798
"Carta del Ministro Echáurren al Coronel Saavedra, Santiago, 8 de noviembre de 1869", Comelio Saavedra, op. cit. p. 194.
799
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 238.
800
Lara, op. cit., tomo II, p. 316. La prensa ya informaba sobre el galo desde el mes de noviembre. La Tarántula, 24 de noviembre de 1869.
801
La Tarántula, 13 de diciembre de 1869.
151
802
de los demás toncas: "Quieren hacer pueblos... para acorralamos como vacas". En relación a esto, dos
meses después del término de la Embajada, el 30 de diciembre de 1869, Leonetti fue invitado por los
arribanos a una junta realizada a "dos leguas antes de llegar al Cautín". 803 En esta junta, en la que
Quilahueque habría entregado, al fin, su informe sobre lo acontecido en Santiago,804 uno de los temas
más importantes discutidos por los toncas fue precisamente el de la fundación de los nuevos fuertes en la
línea del Toltén. 805
Ante estos antecedentes, las ideas y proyectos de Quilapán y sus aliados dieron un vuelco radical.
¿Y en qué sentido se orientaban estas nuevas ideas y proyectos? Pues bien, como ya señaláramos, ante la
construcción de la línea del Toltén muchos linajes abajinos y costinos del área sur de la Araucanía
comenzaron a mirar con buenos ojos una alianza con los arribanos. Así, ante la posibilidad de captarse
nuevos cofrades, Quilapán y sus aliados se dieron a la tarea de parlamentar con distintos linajes con el
fin de sumarlos a su causa. Ahora, si a esto le sumamos la llegada de Orelie Antoine y su promesa de
armas y suministros, se hace claro que este cambio de situación empujó a Quilapán y los demás toncas a
concebir la posibilidad de generar tma poderosa alianza con la cual reiniciar las conversaciones con el
gobierno, pero ahora en igualdad de condiciones. El cuestionamiento que hizo en su momento Quilapán
a los artículos que exigían la entrega de armas y el establecimiento de jueces de paz, deja ver que para
éste el Tratado ya no era sacrosanto, y que no estaba dispuesto a cumplir con un pacto que significaba
socavar su liderazgo o renunciar incondicionalmente a la independencia de su gente. 806
Sin embargo, Quilapán no podía manifestar nada de esto abiertamente, ya que la implementación
de su nueva estrategia requería realizar una serie de juntas y parlas con diversas parcialidades, razón por
la que no debía romper con las autoridades chilenas, ya que las hostilidades podían aguar sus planes. Por
todo esto, lo que más necesitaban en esos momentos Quilapán y sus aliados era tiempo, y que mejor
forma de conseguirlo que cumplir con las cláusulas más pequeñas y menos importantes del Tratado, para
hacer creer a las autoridades chilenas que el deseo aun era respetarlo. Esto explica el por qué, hasta
finales de 1869, los arribanos siguieron haciendo manifestaciones de querer cumplir con el Tratado, y
explica el por qué hasta finales del mencionado año estuvieron entregando cautivos. 807
Esta paulatina entrega de prisioneros fue la única cláusula del tratado cumplida por los arribanos, y
su ejecución se realizaba bajo la condición de que las autoridades fronterizas les remitieran, a su vez, a

802
Guevara, Las últimas familias ... , p. 72.
803
"Carta de Leonetti al Ministro Echáurren, Angol 5 de enero de 1870", AFCCh, vol. 66, s.n.f
804 Id.
805
Memoria Franciscana. ANMJCIP. 1870, pp. 35, 36 y 37.
806
Los cuestionamientos de Quilapán a ciertas cláusulas del Tratado están en: "Carta del Gral. Pinto al Ministro Echáurren, Angol 21 de
octubre de 1869", CGEF, dto. N" 4, ANMG, vol. 602, s/p.
807
Memoria Franciscana. ANMJCIP. 1870, p. 35.
152
algunos de los prisioneros mapuches que estaban en su poder. 808 Pero en lo que se refiere a las demás
cláusulas, como la entrega de las armas, de los bandidos, de los hijos de los /ancas y el establecimiento
de los jueces de paz, éstas jamás llegaron a materializarse. Según Leonetti, hasta finales del año 1869 la
voluntad de un gran número de /ancas era mantener la paz con el gobierno. Sin embargo, el mismo
Leonetti señala que los mapuches ya no estaban dispuestos a cumplir incondicionalmente con el Tratado.
Ahora, su cumplimiento dependía de ciertas importantes condiciones. En la junta realizada el 30 de
diciembre de 1869, al que Leonetti fue invitado, la gran mayoría de los /ancas era de la opinión que el
cumplimiento del pacto y el mantenimiento de la paz "dependía de que el Gobierno se abstuviese de
nuevas fundaciones en su territorio". 809
Según José Bengoa, la razón por la que Quilapán y los arribanos dilataron el cumplimiento del
Tratado y finalmente no lo cumplieron, se debió a que Quilahueque se habría sobrepasado en sus
atribuciones, aceptando un tratado que posteriormente seria rechazado por Quilapán y los demás /ancas
por considerarlo una capitulación total. 810 Pues bien, es claro que esta apreciación esta completamente
errada. En primer lugar, porque el Tratado no fue redactado en Santiago ni por Quilahueque ni por el
Presidente, sino que fue redactado meses antes en pleno territorio arribano. En segundo lugar, porque el
viaje de Quilahueque solo tenía por objeto, supuestamente, ratificar el Tratado, el cual ya había sido
aprobado por ambas partes en Angol el 25 de septiembre de 1869, en el salón de la Intendencia de
Arauco. Por todo esto, es erróneo afirmar que Quilahueque se haya sobrepasado en sus atribuciones. Y
en tercer lugar, si bien es verdad que el Tratado en sí significaba una capitulación total, ni Quilapán ni
los demás /ancas podían alegar desconocer el contenido del mismo, ya que éste fue redactado en las
tierras y en presencia del propio Quilapán el día 13 de septiembre de 1869. 811
Para nosotros, como se ha visto, los motivos que llevaron a Quilapán y sus aliados a postergar
indefinidamente el cumplimiento del Tratado fueron, en primer lugar, los apremios del general Pinto a
ejecutar las cláusulas antes de la llegada de Quilahueque; en segundo lugar, la prohibición de ingresar
comerciantes a territorio mapuche; en tercer lugar, el inicio de la construcción de la línea del Toltén; y
en cuarto lugar, la noticia traída por Quilahueque en cuanto a que el gobierno no detendría la fundación
de fuertes y poblados al interior de su territorio. Todo esto, en la lógica tribal, constituía una abierta
violación a las negociaciones, ya que estas, en la lógica mapuche, debían realizarse de igual a igual y
dejar conformes a ambas partes, y es claro que, ante los acontecimientos, Quilapán y sus aliados no
estaban para nada conformes. Y aunque si bien creemos que las intenciones de Quilapán fueron en un
principio respetar el Tratado e iniciar la creación de un nuevo pacto de convivencia con el gobierno
808 Id.
809 Id.
810
Bengoa, Historia del pueblo... , p. 235.
811
Ver Acta del Tratado del25 de septiembre de 1869. En Navarro, op. cit., pp. 260-263.
153
chileno, creemos también que los hechos enumerados fueron motivo suficiente como para cuestionar el
Tratado, dilatar el cumplimiento del mismo e intentar implementar una nueva estrategia de negociación
en base a la captación de nuevos aliados y de las promesas hechas por Orelie Antoine. Como señaló en
su momento fray Leonetti, "Los indios no son infieles a sus promesas por solo el gusto de faltar a ellas.
No faltan sino cuando se les ha persuadido de que se les va a faltar i que la rebelión es el medio único i
fácil de salvación para ellos". 812 Pero a pesar de las precauciones de Quilapán por camuflar sus
intenciones, las autoridades chilenas, en especial el quisquilloso general Pinto, ya estaban en
conocimiento de las juntas que realizaban los arribanos con el fin de captarse la voluntad de otras
parcialidades; y para las autoridades chilenas esto no significaba otra cosa que la intención de no
respetar el Tratado e iniciar las hostilidades en cuanto se sintieran lo suficientemente fuertes. 813

EL FIN DE LAS PACES Y EL REINICIO DE LAS HOSTILIDADES

Enterados o recelosos de las actividades arribanas, los mandos chilenos se pusieron en movimiento para
desarticular sus planes y preparase para una posible sorpresa. El 24 de diciembre de 1869 el coronel
Saavedra, en el marco de los trabajos realizados para la construcción de la línea del Toltén, realizó un
parlamento en los llanos de Hipinco con algunas de las parcialidades que se encontraban en
conversaciones con los arribanos. En este 'parlamento', Saavedra confirmó, en parte, las sospechas en
tomo a la presencia de Orelie Antoine, y recurriendo a las siempre veladas amenazas, logró que varias
parcialidades desistieran de su intención de aliarse con los arribanos. 814 Posteriormente, el coronel se
trasladó a la plaza de Toltén, donde el 20 de enero de 1870 realizó un parlamento con varias
parcialidades de ultra-Cautín. En esta asamblea, los loncos le confirmaron que efectivamente Quilapán
intentaba constantemente convencerlos de plegarse a su alianza y participar en sus proyectos. Después
de más de tres horas de charla, durante las que Saavedra intento asegurar la fidelidad de los loncos
exigiéndoles la entrega de un hijo por cada uno, se convino en continuar las conversaciones al día
siguiente. 815 Pero el trabajo de Saavedra no se detuvo, durante la noche del día 20 le ordenó a sus
soldados repartirles alcohol a los mapuches. Embriagados por el licor, algunos mocetones terminaron
confirmando la presencia de Orelie Antoine entre los arribanos. 816 A la mañana siguiente, 21 de enero,
algunos loncos le confirmaron a Saavedra lo ya averiguado durante la noche, revelando además una
buena parte de los planes arribanos. Los dos siguientes días (21 y 22), Saavedra los dedicó a convencer a

812
Memoria Franciscana. ANMJCIP. 1870, p. 37.
813
Lara, op. cit., tomo II, p. 313.
814 Id.
815
"Carta de Saavedra al Ministro Echáurren, Toltén 20 de enero de 1870", Correspondencia Oficial Comandancia en Jefe Ejército de la
Baja Frontera y de las Comandancias de Armas de Lebu e Imperiall869/1873 (en adelante COCBFCLI), N" 25. ANMG, vol. 603. s/p.
816
Lara, op. cit., tomo II, p. 314 y 315.
154
estas parcialidades de no entrar en tratos con Quilapán, además ofreció una alta recompensa a quien le
entregara la cabeza del francés. 817 De esa manera, recurriendo a las viejas prácticas políticas y
diplomáticas de la Frontera, el coronel se interpuso a los planes de Quilapán, desarticulando la estrategia
arribana de sumar recursos para enfrentar el expansionismo chileno sobre sus tierras.
Paralelamente, en base a sus propias indagaciones, el general Pinto llegó a las mismas deducciones
que Saavedra, informándole al Ministro Echáurren que la dilación de los arribanos se debía tanto a la
reaparición de Orelie Antoine, quien los estaría animando con sus promesas, como a la construcción de
la línea del Toltén. 818 Convencido desde siempre que los arribanos no cumplirían el pacto, Pinto se dio a
la tarea de atraer a la causa del gobierno al mayor número posible de !ancas, tarea en la que fue
auxiliado activamente por los franciscanos. Según Leonetti, !ancas de diversas parcialidades estaba
dispuestos a admitir las exigencias del gobierno, entre ellos el importante lonco arribano Marihual, quien
al entablar comunicación con misioneros y autoridades, fue revelando importantes detalles en tomo a los
planes de Quilapán y sus aliados. 819 Aprovechando esta instancia, el general Pinto, recurriendo a la
antigua táctica de captar aliados mediante la concesión de títulos y pagos en dinero, consiguió que el
gobierno nombrara a Marihual "Cacique General de los Arribanos", asignándole un sueldo de
veinticinco pesos mensuales. 820 Esta acción, claramente se realizó con la doble intención de premiar a
Marihual por sus servicios y sembrar la discordia entre Quilapán y su gente.
Conjuntamente a estas informaciones, Pinto le comunicó al Ministro que ya había agotado todos
los medios pacíficos para lograr que los arribanos cumplieran el Tratado, y que en vista de los recursos
dilatorios que éstos esgrimían, sugería que se tomaran medidas definitivas al respecto. 821 Enterado de la
situación, el Ministro recomendó a Pinto hacerle saber a la mayor cantidad de !ancas que si antes de una
fecha determinada no liberaban a los cautivos y no hacían entrega de Orelie Antoine y los bandidos
asilados en su territorio, el gobierno iniciaría una dura guerra en su contra, pero además, a fin de romper
la solidaridad interna de los arribanos y sus aliados, le recomendó hacerles saber que la guerra se haría
sólo en contra de aquellos que se negaran a cumplir con el Tratado. 822
Días más tarde, el 26 de enero, Echáurren despachó dos oficios, uno destinado al coronel Saavedra
y el otro al general Pinto. A Saavedra le recomendó detener los trabajos en la línea del Toltén, ponerse
de acuerdo con Pinto para atacar en conjunto a los arribanos y mantener la división entre los indios
amigos del gobierno y los arribanos, "afin de que Quilapan cuente con el menor numero posible de

817
"Carta del Coronel Saavedra al Ministro Echáurren, Toltén 22 de enero de 1870", COCBFCLI -1869/1873, N° 28, ANMG, vol. 603, s/p.
818
"Carta del General Pinto al Ministro Echáurren, Angol21 de enero de 1870", CGEF, ~ 30, ANMG, vol. 602, s/p.
819
Memoria Franciscana. ANMJCIP. 1870, p. 34.
82o Id.
821
"Carta del General Pinto al Ministro Echáurren, Ango121 de enero de 1870", CGEF, N° 30, ANMG, vol. 602, s/p.
822
"Carta de Echáurren al General Pinto, Santiago 25 de enero de 1870", C0-1870/71, oficio N° 94, ANMG, vol. 630. pp. 36, 37,38 y 39.
155
823
auxiliares". Igualmente, le encargó mantener la fidelidad del lonco Marihual, "a quien puede US.
dejar entrever la esperanza de que el Gobierno lo auxiliará para que conquiste el poder que en otro
tiempo tuvo Colipí". 824 Por último, le ordenó que finalizado el plazo dado a los arribanos por el general
Pinto, procediera a destruir los campos y propiedades de aquellos que se resistieran a acatar las órdenes
del gobierno, cuidándose, eso sí, de no dañar a las parcialidades aliadas y a las que dieran muestras de
someterse. 825 Por otra parte, en el oficio enviado a Pinto, le recomendó a éste obrar en conjunto con
Saavedra, respetar a los loncos aliados y mantener a toda costa la fidelidad del lonco Marihual,
haciéndole entender que "si forma decididamente en las filas de gobierno, éste no tendrá inconveniente
para protejerlo a fin de que gane el puesto que antes tenia Colipí fiel servidor de la República". Por
último, al igual que a Saavedra, le ordenó que "Si los indios no obedeciesen a las indicaciones que se les
haga en el tiempo que se les designe organizará US. divisiones que penetren en el territorio de los
rebeldes por distintos puntos destruyendo las propiedades de estos i haciendoles todo el mal posible". 826
En obediencia a las órdenes emanadas del Ministro, Saavedra envió una nota al Comandante de
Armas de Lebu, ordenándole que organizara prontamente una división de 600 hombres de las tres armas
"para que internándose en el territorio ocupado por los indios rebeldes, persiga a estos i les cause el
mayor daño posible en sus vidas e intereses, hasta obligarlos a someterse a las autoridades de la
República i a entregar al aventurero Antonio Orelie". 827 Por su parte, el general Pinto, en respuesta a los
exhortos del 25 y 26 de enero, le comunicó al Ministro que ya había enviado el ultimátum a los
arribanos, indicándoles que si al término de quince días no han entregado a Orelie Antoine, a los
cautivos españoles y a los bandidos, se iniciarían las hostilidades en su contra. Además, le señaló estar
en buenas relaciones con Marihual y que esperaba que éste se mantuviera leal al gobierno. Sin embargo,
también le comunicó que no disponía de las fuerzas suficientes como para entrar en campaña tan pronto
finalizara el plazo dado a los arribanos. 828 Por su parte, Saavedra le comunicó al Ministro Echáurren que
los esfuerzos para aislar a Quilapán y sus aliados iban por muy buen camino. 829
El 11 de febrero de 1870, Echáurren le respondió a Pinto que el gobierno esperaba que hiciera
todos los esfuerzos para la pronta salida de la expedición punitiva, señalándole que "Si terminado el
plazo de 15 días, que US. les ha fijado para la entrega de Orelie i para. sometimiento a las condiciones
del convenio de setiembre, se negasen a cumplir éstas justas exijencias, en el acto ordenará US. la
marcha de las tropas hasta donde sea menester para hostilizarlos i escarmentarlos sin ningun

823
"Carta de Echáurren a Saavedra, Santiago el26 de enero de 1870", C0-1870/71, oficio N" 96, ANMG, vol. 630. pp. 39,40 y 41.
824 Id.

825 Id.
826
"Carta del Ministro Echáurren al General Pinto, Santiago 26 de enero de 1870", C0-1870/71, oficio N" 97, ANMG, vol. 630, pp. 41-42.
827
"Carta del Coronel Saavedra al Comandante de Armas de Lebu. Toltén, 2 de febrero de 1870", Saavedra, op. cit., pp. 227 y 228.
828
"Carta del General Pinto al Ministro Echáurren, Angol 3 de febrero de 1870", CGEF, N" 48, ANMG, vol. 602, s/p.
829
"Carta del Coronel Saavedra al Ministro Echáurren, Toltén 4 de febrero de 1870". Saavedra, op. cit. p. 228.
156
miramiento''. 830 El mtsmo día, Echáurren informó a Saavedra sobre las órdenes dadas a Pinto,
señalándole que era de suma importancia que estas disposiciones se llevasen a cabo lo antes posible. 831
Pinto le respondió al Ministro el 18 de febrero, señalando que se hacía todo lo posible para iniciar
rápidamente las hostilidades contra los arribanos. 832 Más tarde, el 25 de febrero, le comunicó que ya
estaba en contacto con Saavedra para iniciar juntos los ataques. 833 El 4 de marzo, intentando que las
operaciones se iniciaran lo antes posible, Echáurren le ordenó a Saavedra traspasarle a Pinto el batallón
7° de línea y la tropa de cazadores. 834 El mismo 4 de marzo, le informó a Pinto sobre las órdenes dadas a
Saavedra; insistiéndole, además, que a pesar de la escasez de hombres organizara pronto pequeñas
divisiones para operar entre el Malleco y el Cautín, a fin de mantener en alarma a los arribanos y frustrar
sus planes. 835 Por su parte, Saavedra informó el 12 de marzo sobre los preparativos bélicos y le
comunicó al Ministro que "a pesar de los esfuerzos del cacique Quilapan por seducir a la generalidad de
las tribus indígenas, no ha podido conseguir la cooperación de ellas, quedando por consiguiente reducido
el movimiento de los indios rebeldes a solo las tribus arribanas o moluches". 836
Ante las rápidas y hábiles maniobras políticas y militares desplegadas por las autoridades
fronterizas, lo planes de Quilapán y sus aliados comenzaron a desmoronarse por todas partes. La
estrategia de ganar tiempo sin romper con el gobierno, haciéndole creer su voluntad de cumplir con el
Tratado mediante la entrega gradual de algunos cautivos, no fue vista con confianza por el bando
chileno. Igualmente, las esperanzas de formar alianza con linajes abajinos y de ultra-Cautín, fueron
desbaratas por las presiones y amenazas hechas a éstos por Saavedra durante los parlamentos de Hípinco
y Toltén. Además, la promesa de ayuda bélica hecha por Orelie Antoine quedó finalmente en nada,
producto de la huida de éste por temor a la recompensa que ofreció Saavedra por su cabeza. Por otra
parte, la estrategia chilena de granjearse la cooperación de algunos loncos mediante regalos y agasajos,
comenzaban a dar resultados. Ante las amenazas, las presiones o sencillamente ante la duda de poder
enfrentar al ejército chileno con alguna posibilidad de éxito, la propia solidaridad interna de los
arribanos comenzó a fracturarse. La nominación de Marihual con el título de "Cacique General de los
Arribanos" es una clara muestra de este resquebrajamiento. Por último, el ultimátum enviado por Pinto
dejó a Quilapán con sus planes inconclusos y ante la disyuntiva de someterse incondicionalmente a las
exigencias del gobierno, renunciando así a su liderazgo y a la autonomía de su gente, o preparase para
enfrentar de la mejor forma posible la destructiva guerra que se iniciaría en su contra.

830
"Carta de Echáurren al General Pinto, Santiago 11 de febrero de 1870", C0-1870/71, oficio N° 144, ANMG, vol. 630. pp. 63-64.
831
"Carta de Echáurren al Coronel Saavedra, Santiago 11 de febrero de 1870". C0-1870/71, oficio N° 145, ANMG, vol. 630. pp. 64 y 65.
832
"Carta del General Pinto al Ministro Echáurren, Angoll8 de febrero de 1870". CGEF, N° 67, ANMG, vol. 602, s/p.
833
"Carta del General Pinto al Ministro Echáurren, Angol25 de febrero de 1870", CGEF, ~ 73, ANMG, vol. 602, s/p.
834
"Carta de Echáurren al Coronel Saavedra, Santiago, 4 de marzo de 1870", C0-1870/71, oficio~ 197, ANMG, vol. 630, pp. 85 y 86.
835
"Carta de Echáurren al General Pinto, Santiago, 4 de marzo de 1870", C0-1870/71, oficio~ 200, AN1v1G, vol. 630, pp. 87 y 88.
836
"Carta de Saavedra al Ministro Echáurren, Toltén 12 de marzo de 1870", COCBFCLI -1869/1873, N° 120, ANMG, vol. 603, s/p.
157
Finalizados los preparativos chilenos, las hostilidades en contra de los arribanos se reanudaron
definitivamente a mediados de marzo de 1870. 837 Sin embargo, la declaración oficial del término de las
fracasadas negociaciones de paz fue promulgada por el Presidente de la República el 2 de abril de 1870,
y enviada por el ministro Echáurren a todas las autoridades civiles y militares de la frontera. El oficio,
que constituye una verdadera declaración de guerra, señalaba:

Del Presidente.
A fin de hacer cesar el estado permanente de rebelión en que se encuentran diversas
tribus Araucanas manifestado por repetidos actos de punible hostilidad,
Vengo en acordar:
Se declaran en campaña las fuerzas destinadas en la alta i baja frontera para su
guarnición, señalándose como puntos de asamblea los departamentos de Nacimiento,
Angol, Lebu e Imperial. Tómese razón y comuníquese. 838

Con esta declaración, las negociaciones de paz emprendidas a mediados de 1869 llegaron a su fin.
El apego de los mapuches a sus ancestrales pautas culturales, así corno su apego a las antiguas formas de
convivencia practicadas por más de doscientos años, hizo que miraran con extrema desconfianza las
acciones realizadas por las autoridades chilenas durante el desarrollo de las conversaciones; situación
que finalmente llevó a los linajes involucrados a considerarse engañados y con el derecho a
desentenderse de las promesas realizadas. De está forma, tanto los deseos de las autoridades de chilenas,
de someter pacíficamente a los mapuches, así corno .Jos deseos de algunos mapuches de volver a las
antiguas formas de negociación y convivencia, terminaron en el más completo y absoluto fracaso.

837
León, Alianzas militares entre... , pp. 21 y 22.
838
"Carta del ministro Echáurren a los Comandantes de Armas de Arauco, Lebu e Imperial; al Inspector General del Ejército y a los
Generales en jefe de la Alta y Baja Frontera. Santiago, 2 de abril de 1870", C0-1870/71, oficio N° 314, ANMG, vol. 630, pp. 141 y 142.
158
CONCLUSIONES

Finalizada nuestra investigación, creemos haber alcanzado la condición de formular, a modo de


conclusiones, una serie de afirmaciones. Por lo demás, a fin de clarificar la exposición de éstas, las
hemos ordenado en siete apartados, siguiendo el orden establecido en el cuerpo de nuestro trabajo, de
manera que las conclusiones correspondientes a nuestra hipótesis general se encontrarán en la sección
número siete. En consecuencia, en base a la información recabada y analizada, podemos sostener:

1.- En primer lugar, que los patrones culturales mapuches supieron actuar como una especie de 'filtro'
que supo absorber, reelaborar y acoplar los elementos culturales externos en función de su cuerpo de
prácticas y costumbres. Además, sostenemos que los elementos exógenos terminaron en gran
medida potenciando las características y particularidades de su estructura social, política, económica
y religiosa, lo que contribuyó a que las bases esenciales de sus patrones culturales se mantuvieran en
gran medida intactas a lo largo del tiempo. En este sentido, afirmamos que el proceso de
endoculturación desarrollado al interior de los linajes mapuches fue lo suficientemente fuerte como
para perpetuar de generación en generación los fundamentos cardinales de su cuerpo de costumbres.

2.- Sostenemos que los linajes mapuches se adscribían a lo que hemos denominado 'sociedad de
prestigio', ya que la obtención y la mantención de éste se puede apreciar en prácticamente todas las
instancias de su vida social, tanto individuales como comunitarias. En la paz, pudimos ver que desde
los 'jefes' de los diversos agregados sociales (lof, rehues, ayllarehues y butalmapus), hasta los
individuos comunes de cada uno de éstos, se esforzaban por sobresalir de entre los demás en base a
una personalidad carismática, una cualidad sobresaliente, o en base a la exhibición y repartición de
riqueza, ya que como vimos, incluso las reuniones, festejos y convites internos eran una oportunidad
para que el anfitrión obtuviera, mantuviera o aumentara su reputación. En este sentido, podemos
afirmar que los elementos importados del campo hispano, o arrebatados a éstos, como el caballo, las
ropas y los alimentos, igualmente pasaron a constituirse en elementos de notoriedad. Por otra parte,
también vimos que la guerra, tanto interna como externa, fue para los mapuches una constante
fuente de prestigio, ya que en ella, toquis, capitanejos y canas se esforzaban al máximo por
demostrar mayor valentía, por matar o capturar al mayor número de enemigos y arrebatarle la mayor
cantidad de bienes, y todo esto, con el fm de impresionar a sus coterráneos e incrementar su fama.
Pero lo más importante, es que la 'nueva' guerra entablada con los. españoles no alteró en lo más
mínimo este aspecto, por el contrario, la guerra contra los hispanos, y los hispanos mismos, no
vinieron más que a potenciar y a diversificar las formas de adquirir prestigio, generando así una
fuente adicional desde donde adquirirlo. Por todo esto, sostenemos que a partir del contacto con los
159
españoles, los linajes mapuches dispusieron de dos diferentes -pero no excluyentes una de otra-
fuentes desde donde adquirir prestigio: la 'fuente huinca' y la tradicional 'fuente tribal', lo cual,
vino a potenciar esto que hemos llamado 'sociedad de prestigio'.

3.- En lo que respecta a la economía, sostenemos que los linajes mapuches poseyeron desde siempre una
economía de subsistencia de alto desarrollo productivo, la que se vio potenciada, pero no modificada
en lo sustancial, por la amplía gama de productos y técnicas adoptadas de los españoles. Por esta
razón, negamos que el sistema socioeconómico mapuche haya transitado, de manera general, hacia
una economía de excedentes, como sostienen algunos autores. Por todo esto, afirmamos que a pesar
de las evidentes variaciones experimentadas por los productos y las formas de producción mapuche,
éstas no lograron alterar sustancialmente las características, funciones y objetivos de las relaciones
sociales de producción contenidas en su sistema económico. Ahora, en lo que respecta a las
actividades productivas en sí, sostenemos que éstas continuaron siendo las mismas a lo largo del
tiempo, sólo que variaron en su orden de importancia, en los productos trabajados y en las técnicas
utilizadas. Nos explicamos. A mediados del siglo XVI los españoles encontraron en la Araucanía un
conglomerado humano que, en orden de importancia, practicaba: 1) la caza y recolección, 2) la
agricultura (maíz), 3) la ganadería (chilihueque) y 4) la confección de textiles y cerámicas. Pues
bien, aunque obviamente con otros productos, para el siglo XIX encontramos estas mismas cuatro
actividades, pero en un orden diferente: 1) ganadería (vacunos, ovinos, equinos), 2) confección de
textiles y cerámicas, 3) agricultura (trigo) y 4) caza y recolección. Como se observa, ha variado el
orden de las actividades, es cierto, pero no han cambiado. Por todo esto, sostenemos que tanto las
actividades productivas, así como sus formas de producción, continuaron teniendo como objetivo
último la subsistencia de la totalidad de su estructura social; y que dentro de esta estructura, un
porcentaje de la producción se destinaba a la consecución de prestigio. Además, sostenemos que la
obtención y el volumen de la producción consagrada a este fin dependían íntegramente del
interesado, y que su gasto continuó realizándose en gran medida de acuerdo a las pautas establecidas
por la costumbre. Por último, afirmamos que las relaciones sociales de producción implícitas en la
economía mapuche se mantuvieron intactas a lo largo de los siglos, por lo que sostenemos que ésta
se adscribía plenamente a lo que Herkovist denominó 'economía de prestigio'.

4.- En cuanto a los elementos culturales exógenos adoptados por los mapuches, afirmamos que éstos
sólo fueron acogidos debido a que encajaron y no alteraron mayormente sus patrones culturales.
Ahora, si bien algunos fueron adoptados de forma más rápida que otros, sostenemos que todos estos
elementos fueron previamente procesados y reelaborados antes de ser finalmente acoplados a su
cuerpo de costumbres. En este sentido, podemos decir que los elementos que chocaron demasiado
160
frontalmente con sus pautas culturales, al no poder ser reelaborados del todo, fueron sencillamente
rechazados, como el cristianismo, del cual sólo tomaron aquellos elementos que no se oponían a sus
patrones culturales y que fueron factibles de reelaborar y acoplar, como el bautismo. Y todo esto,
como creemos haber evidenciado, se mantuvo prácticamente hasta el final de la relativa autonomía
política y territorial que disfrutaron.

5.- En lo que compete a la estructura organizacional de los linajes mapuches, y las formas de
relacionarse entre sus miembros y con otros grupos, afirmamos que el diálogo fue el eje central de
su entramado social, político, económico, religioso y cultural, ya que este elemento era el encargado
de enlazar y coordinar los distintos componentes y mecanismos que conformaban su estructura
interna, confiriéndole sentido, dinamismo y proyección. En este sentido, aseveramos también que
esta característica sociocultural, que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX, fue uno de los
muchos factores que impidieron el surgimiento de focos de poder centralizado; en comunidades en
donde todos sus miembros tenían derecho a voz y voto, se hace evidente que cualquier deseo de
supremacía personal habría sido rápidamente abatido, a no ser que los propios miembros del grupo
lo aceptaran. De esta suerte, postulamos que las diversas 'autoridades' mapuches, como loncos,
u/menes, apo-ulmenes, ñidollonco, así como los llamados 'caciques gobernadores', 'porteros', 'de
bastón', etc., etc., jamás llegaron a ostentar algún tipo de poder que los elevara por sobre el común
de sus congéneres; y que en los pocos casos en que las apariencias así parecen indicarlo, afirmamos
que estas no fueron más que maniobras realizadas por las autoridades huincas (hispanas y después
chilenas), destinadas a crear una plana dirigencial mapuche que los ayudara en sus intentos de
dominación pacífica, pero que los sujetos 'elevados' a esta condición, continuaron manteniendo al
interior de sus grupos, o alianzas de grupos, la misma precaria capacidad de mando de siempre.
Ahora, en lo que respecta a un supuesto proceso de centralización política, sostenemos que si bien
los butalmapus se hicieron más visibles y permanentes durante el siglo XVIII, lo cierto fue que las
diferentes unidades que los componían -Ioft, rehues y ayllarehues- siguieron manteniendo la
independencia y la autonomía que poseían en los siglos XVI y XVII; y para el ~iglo XIX, creemos
haber dejado en claro que la situación no cambió en lo medular. De esta forma, sostenemos que los
supuestos procesos de concentración social y centralización política que sustentan algunos autores,
no fueron más que reelaboraciones realizadas en función de las circunstancias creadas por el
contacto y con el fin de facilitar el trato con el huinca, pero que internamente, jamás llegaron a
afectar del todo su estructura sociopolítica. Por todo esto, afirmamos que los linajes mapuches, hasta
el momento de consumarse la ocupación chilena, en 1883, continuaron siendo esencialmente una
sociedad pre-estatal, fragmentada y descentralizada social y políticamente.
161
6.- Ya entrado el siglo XIX, al iniciar el gobierno el proceso de ocupación de la Araucanía, sostenemos
que los cambios introducidos por las autoridades chilenas en las formas de relacionarse con los
linajes mapuches, produjo una serie de trastornos en el accionar intra e ínter-linajes, lo que
intensificó la visibilidad en lo que respecta a la fragmentación y la descentralización. Además, esta
situación acrecentó la ancestral tendencia a considerar como enemigo, y agredir eventualmente, a
cualquier linaje con el cual no se tuviera algún vínculo de parentesco o alianza, lo que
evidentemente aumentó los roces y los conflictos ínter-tribales. Por otra parte, todo este escenario
intensificó la tendencia de los loncos a adquirir o salvaguardar su prestigio ya sea en base a la
'fuente huinca' o en base a la 'fuente tribal', o en base a ambas, si la situación o sus intereses así lo
ameritaban. Por lo demás, sostenemos igualmente que esta situación volvió a desnudar la exigua
capacidad de mando exhibida por las 'autoridades' mapuches a lo largo de los siglos, tanto en
tiempos de paz como en tiempos de guerra. De esta forma, afirmamos que la conducta evidenciada
por los linajes mapuches al finalizar el conflicto de 1859 e iniciarse el proceso de ocupación, se
movió enteramente acorde a sus intereses sociales, políticos y económicos inmediatos. Por una
parte, pudimos ver a los loncos costinos interesados en salvaguardar su autonomía, y mantener o
aumentar su prestigio, principalmente en base a la amistad con las autoridades chilenas y el
acatamiento a sus disposiciones ('fuente huinca'), mientras que por otra parte, vimos a los loncos
arribanos interesados en alcanzar exactamente lo mismo, pero preferentemente en base a la 'fuente
tribal', es decir, en base a fuertes alianzas ínter-linajes, en base a la obtención de riqueza fundada en
el maloqueo y en base a relaciones de igual a igual con las autoridades chilenas. Por otro lado,
vimos también a los loncos abajinos moviéndose indistintamente en una u otra dirección ('fuente
huinca' o 'fuente tribal'), dependiendo de sus particulares intereses. Por todo esto, sostenemos que
la actitud hostil mostrada por los arribanos durante el periodo 1863-1867, y el alzamiento iniciado
por ellos en 1868, se debió principalmente a tres factores: a) el incumplimiento de las exigencias
hechas por los arribanos durante las entrevistas realizadas en Santiago en 1862, b) por el aumento al
sur del Biobío de colonos y fuerzas militares chilenas, situación que restringió su movilidad en
cuanto a correrías, traslado de ganado de un lado a otro de la cordillera y campos destinados al
pastoreo, y e) por la creación de la Línea del Malleco, lo que aumentó aun más los inconvenientes
enumerados en la letra b, y porque con esta disposición el gobierno rompió completamente la
promesa que les hiciera el Presidente Pérez en 1862, de proteger sus territorios, sus intereses y sus
posesiones en general.

7.- En consecuencia, afirmamos que el fracaso de las conversaciones de paz acaecidas en el año 1869,
entre las autoridades chilenas y la extensa alianza de linajes encabezada por los arribanos, se debió
162
principalmente a las permanencias culturales manifestadas por los mapuches en lo que respecta a las
formas en las que ellos ancestralmente entendían debían entablarse, desarrollarse y finalizarse las
negociaciones políticas. Al enterarse, durante el transcurso de las negociaciones, que el gobierno
prohibió el ingreso de comerciantes a su territorio, que exigió el cumplimiento de las cláusulas del
Tratado antes de la vuelta de Quilahueque y su comitiva de Santiago, que ordenó la construcción de
la línea del Toltén y, más aun, que el propio Presidente señalara que la fundación de fuertes y
poblados en sus tierras continuaría, los arribanos y gran parte de sus aliados consideraron que el
gobierno procedía de mala fe, por lo que se sintieron en el derecho de no cumplir con su parte del
acuerdo. Como sociedad tribal, al considerarse engañados por el gobierno cualquier vínculo que
haya existido con él se rompió automáticamente, pasando a constituirse desde ese momento en su
enemigo. De esta manera, y dado a que a un enemigo se le puede perfectamente mentir, engañar e
incluso traicionar, la alianza arribana comenzó a darle largas al cumplimiento del Tratado, pero
dando a entender que su intención aun era cumplirlo. Todo esto, con la finalidad de ganar tiempo e
intentar implementar una nueva estrategia con la cual volver a negociar, pero ahora en igualdad de
condiciones. Sin embargo, los planes arribanos no llegaron a materializarse. En este sentido,
sostenemos que la segmentación y la descentralización en la que los linajes mapuches vivieron
desde siempre, confabuló en contra de los planes arribanos. En efecto, ante las amenazas que las
autoridades chilenas comenzaron a realizarle a las diversas parcialidades mapuches, muchos loncos
comenzaron a mirar más por sus intereses y por los de su grupo directo que por la alianza, de modo
que ante las presiones, o sencillamente ante la duda de poder enfrentar al ejército chileno con alguna
posibilidad de éxito, la propia solidaridad interna de los arribanos comenzó a fracturarse.

En definitiva, sostenemos que las bases esenciales de los patrones culturales mapuches se mantuvieron
en gran parte inalteradas a los largo de los siglos. Más aun, sostenemos que las variaciones
experimentadas, producto del contacto con los españoles, fueron en gran medida reelaboraciones
totalmente controladas por la fuerza de sus patrones culturales y efectuadas en función de ellos. Y, como
hemos visto, esto se puede apreciar en aspectos como el prestigio, la economía, los elementos culturales
exógenos y la estructura sociopolítica. Ahora, si bien es evidente que las costumbres y prácticas
mapuches manifestaron variaciones en el tiempo, sostenemos que esto no significó un cambio radical,
sino que se trató, como señala Lucy Mair, de "comportamientos aprendidos", los cuales, no solo
actuaron como mecanismos que sirvieron para hacer comprensibles los contactos y las negociaciones
con el mundo "blanco", sino que también, al constituirse con el tiempo en parte de su patrones
culturales, pasaron a ser parte de este 'filtro' cultural que posibilitó la mantención de sus bases
culturales. Con todo, si bien es evidente que hacia el siglo XIX los linajes mapuches ya no son una copia
163
exacta de los que vio Pedro de Valdivia tres centurias antes, lo cierto es que las bases esenciales de sus
patrones permanecieron en gran medida indemnes. En este sentido, creemos que el error de algunos
autores radica en que intentaron reconstruir y revelar la constitución y el desenvolvimiento de los linajes
mapuches ignorando totalmente las distancias que existen, en cualquier grupo humano, entre la
racionalidad y el comportamiento individual y la racionalidad y el comportamiento colectivo, es decir,
interpretaron algunas conductas individuales y ciertas variaciones particulares -producidas en el
comportamiento social, político y económico de los linajes mapuches- como un cambio radical de la
totalidad de sus patrones culturales, lo cual, como creemos haber demostrado, no fue tal. De hecho,
sostenemos que el apego del mapuche a su cuerpo de costumbres, en lo que respecta a su carencia de
integración social y de centralización política, fue lo que finalmente contribuyó a impedir que los linajes,
hacia el último tercio del siglo XIX, lograran articular una estrategia común frente a las políticas
expansionistas del Estado chileno. 839

Mauricio González Arenas


Diciembre, 2011

839
Rolf Foerster, "Sociedad mapuche y sociedad chilena: la deuda histórica", en POIJS, Revista Académica de la Universidad Bolivariana,
Volumen 1, N° 2, Santiago, 2001, p. 3.
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Guerra a Muerte, en Revista de Historia Indígena N° 3, Santiago, 1998, pp. 53-
76.

• Tobar Cassi, Leopoldo, "Configuración y Re-configuración de la Elite Colonial de Santiago 1580-


1930", en Revista de Historia y GeogrqfíaN° 19, Universidad Católica Cardenal
Raúl Silva Henríquez, Santiago, 2005, pp. 79-142.

• Varela, Gladys y Bisset, Ana María, "Los pehuenches en el mercado colonial", en Revista de Historia
N° 3, Neuquén, 1992. pp. 149-157.

• Varela Gladys, Font, Luz María y Cúneo, Estela, "Los pehuenches del noroeste de Neuquén y sus
relaciones fronterizas en la segunda mitad del siglo XVIII", en Revista de
Historia Indígena N° 2, Santiago, 1997. pp. 77-95.
180
• Villar, Daniel y Jiménez, Juan F., "Aindiados, indígenas y política en la frontera bonaerense, 1827-
1830", en Quinto Sol. Revista de Historia Regional N° 1, Santa Rosa, 1997, pp.
103-144.

+TESIS

• Álvarez, Luís, El parlamento de Lonquílmo de 1784, Tesis para optar al grado de Licenciado en
Historia, Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 1998.

• Contreras, Juan, Criminalidad y sociedad fronteriza: La Araucanía en la segunda mitad del siglo XIX
(1860-191 0), Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, Universidad
Católica de Valparaíso, Valparaíso, 1990.

• Lazo, Macarena, El parlamento de Santiago de 1772, Tesis para optar al grado de Profesor en Historia
y Geografía, Universidad Católica Blas Cañas, Santiago, 1997.
• Leiva, Arturo, Rechazo y absorción de elementos de la cultura española por los araucanos en el
primer siglo de la conquista de Chile (1541-1655), Tesis para optar al grado de
Licenciado en Antropología, Universidad de Chile, Santiago, 1977,

• Montecinos Aguirre, Sonia, La sociedad mapuche entre los siglos XVI y XIX Su transformación
estructural, Tesis para optar al grado de Licenciado en Antropología,
Universidad de Chile, Santiago, 1980.

• Ortiz, Carlos, Alianzas y territorialidad entre los linajes mapuches al sur del Biobío en el siglo XVII:
Algunas consideraciones acerca de los butalmapus, Tesis para optar al grado de
Doctor en Historia mención Etnohistoria, Universidad de Chile, Santiago, 2006.

• Palma, Daniel, La Rebelión Mapuche de 1598, Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia,
Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 1995.

• Parentini, Luis Carlos, Araucanos y chilenos. Asimilación y penetración espontánea de la Araucanía


(1851-1882). Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Instituto de
Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 1986.

• Terán Morveli, Jorge, Los "Misti" análisis e interpretación de dos narraciones orales Acomainas.
Tesis para optar al titulo profesional de Licenciado en Literatura, Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 2003.

• Téllez, Eduardo, De la behetría al vutamapu: Una exploración en torno al potencial de integración


política del pueblo mapuche, Araucanía 1545-1810, Tesis para optar al grado de
Doctor en Etnohistoria, Universidad de Chile, Santiago, 2009

• Videla, Marisol, De la Guerra a la Paz: el Parlamento de Negrete de 1726, Tesis para optar al grado
de Licenciado en Historiª' Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 1999.

+ DOCUMENTOS

• Becchis Martha, Los lideratos políticos en el área araucano-pampeana en el siglo XIX· ¿autoridad o
poder?, ponencia presentada en el I Congreso de Etnohistoria Argentina, Buenos
Aires, 1989. (documento facilitado por el Profesor Leonardo León).
181
• Inostroza, Iván, La formación de una sociedad de frontera: Concepción y Araucanía, 1600-1680,
Manuscrito Inédito, Santiago, 1992. (documento facilitado por el Profesor
Leonardo León).

• Jones, Kristine, Conjlict and Adaptation in the Argentine Pampas, 1750-1880, Ph. D. Dissertation,
University of Chicago, Chicago, 1984. (documento facilitado por el Profesor
Leonardo León).

• León, Leonardo, Spanish 1ndian Policy towards the Araucanians 1ndians of Chile and Argentina
during the Eighteenth and Nineteenth centuries, 1992. (documento facilitado por
el Profesor Leonardo León).

• - - - - - , Lonkos, Curacas and Cupais: The collapse and re-making of tribal society in Central
Chile, 1536-1560, Research paper 29, University of London, 1992. (documento
facilitado por el Profesor Leonardo León).

• Obregón, Ximena, Guerra y paz entre los mapuches o araucanos: guerras ínter-étnicas y guerras
intra-étnicas a mediados del siglo XVII (1640-1655), París, 1989. (documento
facilitado por el Profesor Leonardo León).

+PERIÓDICOS

• El Mercurio. • El Correo del Sur. • La República. • El Independiente.

• El Araucano. • El Porvenir de Chillán. • El Aleteara. • La Libertad.

• El Ferrocarril. • La Tarántula.
182

ÍNDICE

PÁG.

ABREVIATURAS.......................................................................................................................................................................................................... 4
GLOSARIO...................................................................................................................................................................................................................... 5
AGRADECIMIENTOS.................................................................................................................................................................................................. 7

INTRODUCOÓN......................................................................................................................................................................................................... 8

PRIMERA PARTE
ALGO MÁS SOBRE LA ESTRUCTURA SOOOPOLÍTICA Y SOOOCULTURAL MAPUCHE

CAPÍTULO 1: EN TORNO A LOS CONCEPTOS DE CULTURA Y ACULTURACIÓN


LACULTURACOMOFILTRO.................................................................................................................................................................................... 16
EN CUANTO AL CONCEPTO DE ACULTURACIÓN............................................................................................................................................ 21

CAPÍTULO Il: LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LOS LINAJES MAPUCHES


UNA SOCIEDAD BASADA EN EL PRESTIGIO.................................................................................................................................................... 25
LA 'SOCIEDAD DE PRESTIGIO' DURANTE EL SIGLO XIX........................................................................................................................ 31

CAPÍTULO ID: LA ESTRUCTURA SOCIOECONÓMICA DE LOS MAPUCHES: UNA ECONOMÍA DE PRESTIGIO

UNA PERMANENTE ECONOMÍA DE SUBSISTENCIA....................................................................................................................................... 36


LAS INCONVENIENCIAS DE HABLAR DE UNA ECONOMÍA DE EXCEDENTES....................................................................................... 39
UNA ECONOMÍA DE PRESTIGIO: SIGLOS XVI, XVII Y XVIII................................................................................................................. 43
LA ECONOMIA DE PRESTIGIO DURANTE EL SIGLO XIX............................................................................................................................. 48

CAPÍTULO IV: LOS LINAJES MAPUCHES FRENTE A LOS ELEMENTOS CULTURALES EUROPEOS

ABSORCIÓN, REELABORACIÓN Y RECHAZO DURANTE EL PRIMER SIGLO DE CONTACTO........................................................... 53


ABSORCIÓN, REELABORACIÓN Y RECHAZO DURANTE LA ERA COLONIAL..................................................................................... 61
LOS PATRONES CULTURALES MAPUCHES DURANTE EL SIGLO XIX..................................................................................................... 65

CAPÍTULO V: LA ESTRUCTURA SOCIOPOLÍTICA EN UNA 'SOCIEDAD DE PRESTIGIO'

DIÁLOGO Y PRESTIGIO COMO FACTORES DE ESTRUCTURACIÓN POLÍTICA...................................................................................... 71


LA SITUACIÓN DURANTE WS SIGLOS XVI Y XVII..................................................................................................................................... 77
EL CONTROVERTIDO SIGLO XVIII...................................................................................................................................................................... 82
FRAGMENTACIÓN, DESENTRALIZACIÓN Y PRESTIGIO DURANTE EL SIGLO XIX .. ._........................................................................ 90

SEGUNDA PARTE
LA REACOÓN DE LOS DIVERSOS LINAJES MAPUCHES ANTE EL AVANCE DE LA FRONTERA

CAPÍTULO l: LOS CAMBIOS GENERADOS EN LAS RELACIONES ENTRE MAPUCHES Y HUINCAS


CAMBIOS OBRADOS POR LAS AUTORIDADES CHILENAS EN SUS RELACIONES CON LOS MAPUCHES..................................... 98
LOS MAPUCHES FRENTE A LOS CAMBIOS: FRAGMENTACIÓN Y DESENTRALIZACIÓN PERMANENTE.................................... 103

CAPÍTULO Il: LOS LINAJES MAPUCHES FRENTE AL AVANCE ClllLENO HACIA LA ARAUCANÍA

LA EMBAJADA DE 1862 Y LA REFUNDACIÓN DE LEBU Y ANGOL...................................................................................................... 108


-LOSABAJINOS...................................................................................................................................................................................... 108
-Los Cosrmos...................................................................................................................................................................................... 109
-LOSARR!BANOS................................................................................................................................................................................... 111
EL AVANCE A LA LÍNEA DEL MALLECO Y EL ALzAMIENTO DE 1868-1871................................................................................... 114
183
TERCERA PARTE
LA COSTUMBRE ANCESTRAL MAPUCHE FRENTE A LA OCUPACIÓN DE LA ARAUCANÍA

CAPÍTULO 1: LOS INTENTOS POR REHACER LAS VIEJAS ESTRUCTURAS DE CONVIVENCIA

QUILAHUEQUE: EL GRAN CANCILLER ARRIBANO................................................... ................................................................................ 126


LA EMBAJADA DIPLOMÁTICA DE QUILAHUEQUE.................................................................................................................................... 131

CAPÍTULO ll: EL FIN DE LAS RELACIONES POLÍTICAS ENTRE MAPUCHES Y CffiLENOS

LA FUGA DE QUILAHUEQUE Y EL REBROTE DE LAS DESCONFIANZAS............................................................................................. 143


EL FIN DE LAS PACES Y EL REINICIO DE LAS HOSTILIDADES................................................................................................................ 153

CONCLUSIONES..................................................................................................................................................................................................... 158
BIBLIOGRAFÍA........................................................................................................................................................................................................ 164
ÍNDICE.......................................................................................................................................................................................................................... 182

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