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Unidad Académica De Salud Y Bienestar

Facultad De Sicología Clínica

Siquiatría Adulto/Adulto Mayor


Tema:
Alternativas del tratamiento fármaco-
epidemiológico en un paciente diagnosticado
como “Bipolar”

Estudiantes:
Valeria Álvarez Aguirre
Claudia Fuentes Rodríguez

Catedrático:
Mgs. Belén Cárdenas

Curso:
8vo. Ciclo Paralelo

2018-2019
Introducción

La psiquiatría, como ciencia que se desprende de la medicina y que se ocupa del

diagnóstico, manejo y prevención de enfermedades de salud mental, se establece como

disciplina ideal e indispensable en el adecuado manejo de pacientes psiquiátricos. Y es

que, la salud mental, aun siendo un campo ampliamente explorado por decenas de

investigadores, no constituye una entidad estática o permanente, así como no logra serlo

el ser humano, objeto de estudio de diferentes ámbitos científicos.

Si bien disímiles profesionales abogan por el uso de tratamientos alternativos alejados

de los fármacos, la farmacoterapia emerge como necesaria en situaciones de suma

necesidad, como es el caso de las psicosis, depresiones graves e, incluso, la bipolaridad.

El trastorno bipolar es una condición biológica con un fuerte componente genético que

requiere gestión a largo plazo y, en este sentido, tanto la medicación como el manejo del

estilo de vida constituyen procedimientos requeridos para el correcto tratamiento de este

tipo de patologías. Sin una adecuada intervención psicofarmacológica, las probabilidades

de recaída son más considerables, ello, sin olvidar la importancia de los procesos

psicoterapéutico conjuntamente a la medicamentación.

El siguiente ensayo pretende hacer referencia, a breves rasgos, de las principales

alternativas fármaco-epidemiológicas en pacientes diagnosticados como bipolares,

haciendo hincapié, desde un inicio, en la necesidad de percibir a la psiquiatría, los

psicofármacos y las psicoterapias como fichas de un mismo dominó.

.
Desarrollo

Hasta hace dos décadas, “tratamiento del trastorno bipolar” era sinónimo únicamente

dos medicamentos que predominaban en el tratamiento: litio y/o neurolépticos en la fase

maníaca, antidepresivos más litio en la fase depresiva, y litio en los períodos libres. En

las últimas dos décadas el tratamiento del trastorno bipolar se ha enriquecido con la

llegada de fármacos, pero, además, y fundamentalmente, ha empezado a apoyarse en

trabajos científicos de farmacología clínica (Ottone, 2008).

De acuerdo con la elección del fármaco puede ser difícil porque todos los agentes

tienen efectos adversos importantes, las interacciones farmacológicas son frecuentes y

ninguno es universalmente eficaz. Los objetivos que persigue el tratamiento

psicofarmacológico están relacionados con controlar el estado mental del paciente,

proporcionar información acerca del trastorno, anticiparse a los estresores ambientales,

identificar precozmente los nuevos episodios y minimizar el deterioro funcional del

paciente, y finalmente garantizar seguridad para el paciente y quienes lo rodean. (Consejo

de Salubridad General de Los Estados Unidos Mexicanos, 2009)

Muchos estudios han demostrado que el litio y algunos antiepilépticos han demostrado

ser eficaces como estabilizadores del ánimo y se consideran como tratamiento de primera

elección tanto en la fase aguda como en la fase de mantenimiento del trastorno. Sin

embargo, en varios ensayos clínicos controlados se ha encontrado que el litio funciona

muy bien en el tratamiento de la manía pura, mas no en episodios mixtos. Por otra parte,

el valproato es una de las alternativas que ha demostrado tener efectividad en el

tratamiento del trastorno bipolar (Ottone, 2008).

Así mismo, el tratamiento de fondo de los episodios puede basarse en monoterapia con

litio, valproato, carbamazepina, oxcarbazepina o un antipsicótico, típico o atípico. Sin


embargo, en especial en pacientes con un cuadro severo, o que no tienen una clara historia

anterior de buena respuesta a este enfoque, el clínico se inclinará por una combinación de

un antipsicótico con 1 ó 2 estabilizadores (litio y/o anticomicial). Se considera que la

respuesta al valproato y a los antipsicóticos suele ser más rápida que la obtenida con el

litio (Consejo de Salubridad General de Los Estados Unidos Mexicanos, 2009).

Por otra parte, en lo farmacológico relacionado al tratamiento de la depresión en el

trastorno bipolar, Ottone (2008) indica que se dispone de dos tipos de abordaje para tratar

la depresión. Apostar al efecto antidepresivo de los estabilizadores del ánimo,

instalándolos o aumentándolos, y recurrir a los antidepresivos como la lamotrigina que

ayudarán al paciente a disminuir la sintomatología. El concepto que debe regir la

terapéutica del trastorno bipolar es considerarlo como una condición o vulnerabilidad

permanente, cuya característica es la inestabilidad del ánimo; por lo tanto, si se puede

hablar de un tratamiento de la enfermedad y no sólo de su expresión sintomática más

notable, los estabilizadores constituyen el eje del tratamiento.

El manejo del trastorno bipolar, como mencionábamos con anterioridad, involucra

frecuentemente dos partes en el proceso. Una, dirigida a tratar episodios de manía,

hipomanía o depresión. La otra, orientada a la prevención de la recurrencia a largo plazo

de estos tipos de episodios característicos de la patología. Consecuentemente a ello, la

farmacoterapia dirigida a la intervención de este trastorno posee dos principales

funciones, en dependencia de las características del medicamento y del paciente y sus

síntomas (American Psychiatric Association, APA, 2010).

En un primer momento, los estabilizadores del humor tratan o previenen la manía o la

hipomanía mediante la estabilización del estado de ánimo, siendo los más utilizados

comúnmente el carbonato de litio y el valproato de sodio. Los antidepresivos, por otra


parte, constituyen medicamentos elaborados específicamente para intervenir patologías

como las que sugiere su nombre, encontrándose entre ellas la depresión y los episodios

depresivos de la bipolaridad, por ejemplo.

Como resultado, el uso de los inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS) y los

antidepresivos de doble acción son los más comunes en las consultas psiquiátricas.

Seguidos por los antipsicóticos, medicamentos utilizados en casos específicos de

síntomas psicóticos durante el transcurso de la enfermedad.

Por último, en el auxilio de la gestión efectiva y a largo plazo del trastorno bipolar,

tres componentes resultan de máxima importancia. Entre ellos, la psicoeducación al

paciente y redes de apoyos fundamentales, la medicación en casos o situaciones de

desorden e inestabilidad en el paciente y los planes de bienestar y reinserción, diseñados

para ayudar a las personas a permanecer bien a corto y largo plazo, siendo únicos y

ajustables a las características y particularidades de cada sujeto, según plantea APA

(2010).

Identificar desencadenantes o factores de riesgo que puedan causar problemas,

desarrollar estrategias para hacer frente a situaciones de riesgo o estresantes, señalar los

signos de alerta temprana de ambos altibajos y hacer cambios en el estilo de vida, serán

únicamente algún as de las medidas de intervención a asumir en el trabajo directo con

pacientes diagnosticados de bipolaridad, pensando siempre en el proceso desde una visión

biopsicosocial del ser humano a quien estamos tratando.

Aun así, aunque la farmacoterapia se alce como el pilar del tratamiento para el

trastorno bipolar, la medicación ofrece solo un alivio parcial para los pacientes. El

tratamiento con intervenciones farmacológicas aisladas puede estar asociado a

considerables tasas de remisión, recurrencia y deterioro psicosocial. Por ende, la


recomendación será trabajar en conjunto con la psicoterapia, haciendo de esta díada un

componente esencial del manejo de la enfermedad (Swartz & Swanson, 2015).

Conclusiones

El tratamiento del Trastorno Bipolar debe estar enfocado en manejo holístico del

paciente, es decir, propiciar el mejoramiento de la calidad de vida de los pacientes, si bien

es cierto este es un trastorno que necesita del uso de fármacos para poder mantener

estabilidad, las estrategias psicoterapéuticas como la psicoeducación, la terapia cognitivo-

conductual, la terapia familiar e individual emergen como herramientas de apoyo al

tratamiento farmacológico que el paciente recibe, y que de hecho demuestran muchas

mejorías y trabajan en la prevención de recaídas, además contribuyen en el mejoramiento

de la calidad de comunicación entre los miembros del sistema familiar y colaboran en el

desarrollo de destrezas relacionadas con la solución de problemas y fomentar el

autocuidado del paciente.

Si bien es cierto, como hemos mencionado, el tratamiento farmacológico es

indispensable en estos casos, los profesionales de la salud mental debemos contemplar al

ser humano y su necesidad, antes que el trastorno como tal, eso ayudara a que podamos

elegir las mejores estrategias terapéuticas e ir de la mano con el tratamiento farmacológico

en pos de mejoramiento de la calidad de vida del paciente.


Referencias
American Psychiatric Association, APA. (2010). Practice guideline for the Treatment of
Patients With Bipolar Disorder. Second Edition. Virginia, EUA: APA.
Consejo de Salubridad General de Los Estados Unidos Mexicanos. (2009). Diagnóstico
y Tratamiento del Trastorno Bipolar. Juárez, México: CENETEC.
Ottone, A. (2008). Tratamiento farmacológico del trastorno bipolar en el adulto. Revista
de Psiquiatría de Uruguay.
Swartz, H. A., & Swanson, J. (2015, agosto 14). National Center for Biotechnology
Information. Retrieved from National Center for Biotechnology Information:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4536930/

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