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Capítulo 7
1 Tesalonicenses 4:1, 2
1
Por lo tanto, finalmente, hermanos,
les pedimos y
los animamos
en el Señor Jesús,
que como lo han recibido
de nosotros
cuánto es necesario que ustedes
caminen y
agraden a Dios,
Con “por lo tanto, finalmente”, Pablo avanza del aperitivo al plato prin-
cipal del cristianismo práctico. En un sentido, los dos primeros versículos
del capítulo 4 constituyen un resumen introductorio de todo el capítulo 4 y
el 5. El punto básico, o tema, es la línea “los animamos a abundar más y
más en lo que ya están haciendo”.
La palabra “caminar”, en el versículo 1, traduce una palabra griega,
peripatéo, que básicamente significa “andar por allí”. En castellano, te-
nemos la palabra “peripatético”, a partir de esta raíz. Una persona que es
peripatética emplea mucho tiempo “dando vueltas”. Yo puedo ser una de
esas personas: no puedo resistir estar en una oficina todo el día. Cuando
tengo una cita personal con alguien, a menudo le pregunto si le gustaría
caminar por el vecindario, mientras hablamos. Encuentro que nuestra men-
te trabaja mejor y logramos más cuando caminamos que cuando estamos
sentados en una oficina.
Pero, hay algo más en el uso de Pablo de ese término. En el lenguaje y
la cultura hebrea antiguos, “caminar por allí” era una metáfora para la vida
diaria. En el versículo 1, Pablo conecta el “caminar” con el agradar a Dios.
Como afirma el título del capítulo, Pablo da muchos consejos prácticos so-
bre cómo deben vivir los cristianos urbanos. Ese consejo continúa siendo
válido hoy. En otras palabras, este pasaje proporciona una ventana a la cla-
se de adiestramiento práctico que Pablo brindó a quienes llegaron a ser
cristianos por sus esfuerzos. Nuestro Padre celestial se agrada cuando nues-
tro carácter y conducta se parecen a los suyos. Cuando somos bondadosos
y amables, reflejamos la bondad y la gracia del carácter de Dios. Cuando
nos abstenemos de inmoralidad sexual, mostramos respeto por el valor que
Dios ve en las demás personas, y él se agrada cuando elegimos valorar lo
que él valora.
Los tesalonicenses ya estaban agradando a Dios con su conducta y su
carácter. En el versículo 1, Pablo los anima a hacer “más y más” lo que ya
están haciendo. La vida cristiana ha de ser una relación siempre creciente
con Dios. Esto es realista y práctico. Pablo sabe que los nuevos creyentes
no pueden alcanzar las alturas de la “santificación” –una palabra que usa
varias veces en el pasaje– de la noche a la mañana; es realmente “una bata-
1 Tesalonicenses 4:3–8
3
Porque esta es la voluntad de Dios
la santificación (santidad) de ustedes,
mantenerse alejado
de la inmoralidad sexual.
4
saber (cada uno de ustedes)
La tentación de la atracción
¿Por qué un creyente defraudaría a otro? ¿Por qué algún cónyuge com-
prometido se apartaría del objeto de su afecto, para buscar afecto en otra
parte? (Los lectores que deseen evitar la franca descripción de la tentación
sexual que sigue pueden pasar directamente a la página 81 y comenzar a
leer otra vez mi traducción de la siguiente sección de la carta de Pablo, 1
Tesalonicenses 4:9–12.) Yo pienso que la seriedad de lo que Pablo escribió
en los versículos 3 al 8 nos invita a examinar con cuidado, lo que sucede
cuando los cristianos se comportan en forma promiscua.
La sexualidad humana forma parte del diseño de Dios. De acuerdo con
el Génesis, Dios creó al hombre y a la mujer para ser atraídos mutuamente.
Sentir una atracción por un miembro del sexo opuesto no es un pecado: es
un don de Dios. La mayoría de la gente, si no toda, nace con la capacidad
de cierto grado de atracción hacia los miembros del sexo opuesto. Las ex-
periencias de la vida pueden fortalecer o disminuir este sentido de atrac-
ción, pero, hasta cierto punto, es natural e innato.
Dios diseñó la sexualidad para nuestro beneficio. Pero, el enemigo pro-
cura destruir ese designio, y el arma que usa se llama tentación. Cada tanto,
cuando te encuentras con otra persona, sientes un sentido de atracción in-
tensificado. No importa si eres casado ante Dios, las sustancias químicas
hacen su trabajo, y tú sientes lo que la gente llama “amor a primera vista”.
Estar cerca de esta persona, de quien estás fuertemente atraído, no es lo que
la Biblia llama pecado; pero cómo manejas la situación es lo crítico. Defi-
nitivamente, has llegado a una encrucijada. La sabiduría del mundo dice:
“Acéptalo”; la Palabra de Dios aconseja otra cosa.
¿Qué te recomendaría Pablo que hicieras, en esa situación? Yo no creo
que él quisiera que negaras la atracción y actuaras como si no estuviera allí.
Es más seguro reconocer lo que sucede y confrontarlo, trayéndolo a la con-
ciencia. Pregúntate por qué eres tan atraído por esta persona. ¿Tienes nece-
sidades no satisfechas? ¿Existen problemas que necesitas conversar con tu
cónyuge? El haber cedido a la tentación sexual previamente aumenta el de-
seo sexual de la persona. ¿Es este un factor que está presente? Lo mejor
Los griegos tenían varias palabras para amor, tres de las cuales aparecen
en el Nuevo Testamento. Éros es la palabra griega de la que se deriva la pa-
labra erótico. Éros se refiere al lado sexual del amor. Agápe es la palabra
griega para amor que más se emplea en el Nuevo Testamento. Se refiere al
amor abnegado, y es la palabra que se utiliza para el amor de Cristo hacia
nosotros, manifestado en la cruz.
La tercera palabra griega para amor que se usa en el Nuevo Testamento
esfiléo. Es la palabra traducida como “amor fraternal”, en el pasaje anterior.
En el mundo gentil, esta palabra se refería al amor de las personas por sus
parientes de sangre, pero la iglesia extendió su significado para denotar el
amor hacia los compañeros creyentes, la familia cristiana por elección.
Dios llama a tener esta clase de amor familiar y, siempre que ocurre, es un
milagro de su gracia.
La frase inicial del versículo, “ahora con respecto”, sugiere que Pablo
escribió los versículos 9 al 12 en respuesta a preguntas que la iglesia plan-
teó a Timoteo. Ellos comprendieron el principio del amor fraternal, pero no
sabían cómo usarlo en la vida real. Pablo se vuelve específico en los ver-
sículos 10 al 12, señalando a los tesalonicenses que debían expresar el
amor fraternal de tres maneras: debían aspirar a vivir vidas tranquilas, de-
bían ocuparse de sus propios asuntos y debían trabajar con sus manos. Es-
Referencias
1
Citado por Bill Hybels, Christians in a Sex–Crazed Culture: A Frank Look at God’s Good Gift
(Colorado Springs, Col.: Chariot Victor Publishing, 1989), pp. 17, 18.