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La santidad debe empezar por la mente

Guayaquil, Ecuador
13 de octubre, 2017

Soy contador público. Estudié contabilidad en la universidad, y seguí formándome


durante los años que ejercí mi profesión. No era apto para ser contador al iniciar
mis estudios universitarios, y todavía me faltaba mucho por aprender acerca de mi
profesión después de concluir mi programa de estudios. De adolescente era bueno
para los números, y tenía algunas ideas en cuanto a la contabilidad, pero para ser
un contador tuve que adquirir una cantidad de habilidades nuevas, y desarrollar
continuamente esos conocimientos.
…esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. (II Timoteo 2:1)
Quien conoce a Dios personalmente tiene una medida de fuerza; sin embargo, es
imprescindible que el creyente se fortalezca (se vuelva cada vez más fuerte).
Oscar Albeiro Figueroa, un halterófilo (levantador de pesas) colombiano, pesa 62
kilos y levantó 176 kilos (2,85 veces su peso) en los Juegos Olímpicos de 2016.
Era fuerte antes de empezar a entrenar, pero tuvo que fortalecerse. Por más fuerte
que seas como cristiano, debes desarrollar esa fuerza (volverte más fuerte).
No vivan ya según los criterios del tiempo presente;
al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir
y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir,
lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.
(Romanos 12:2 – DHH)
Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.
(Filipenses 2:5 – NTV)
¡Deja que Dios te transforme (haga de ti una persona nueva) al cambiar tu forma de
pensar! Aprende a pensar como una persona cristiana (a no ser mundano en tu
forma de pensar); no te conformes a la manera de pensar de gente sin Cristo.
¿Cuál es la prioridad de la gente que te rodea? (los criterios del tiempo presente)
[tener éxito, sobrevivir, no “colgarse” (como fin en sí mismo, sin relación a Dios y la
eternidad] ¿Sientes presión para conformarte en eso? ¿Qué haces para cambiar tu
forma de pensar? ¿Cuán importante es para ti saber qué es la voluntad de Dios?
¿Es un filtro tuyo para tomar decisiones? ¿Cómo sabes si algo le agrada al Señor?
Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo,
experimentar el poder que se manifestó en su resurrección,
participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.
(Filipenses 3:10 - NVI)

¿Cuál era el objetivo del apóstol Pablo? [conocer a Cristo, ser como Él] Soñaba, se
esforzaba y sacrificaba, a fin de conocer al que le salvó de vivir sin propósito, de la
condenación eterna. ¿Con qué sueñas? ¿Para qué te esfuerzas y sacrificas? ¿Qué
te mueve? ¿Qué “dicen” el uso de tu tiempo y recursos económicos (y tus
palabras) acerca de tus prioridades?
En una carrera varios son los que corren, pero sólo uno obtiene el premio.
Corran para ganar.
Para ganar en una competencia uno tiene que abstenerse de cualquier cosa
que le impida estar en las mejores condiciones físicas.
Sin embargo, un atleta se esfuerza por ganar una simple cinta azul o una copa de plata,
mientras que nosotros nos esforzamos por obtener un premio que jamás se desvanecerá.
Por lo tanto, corro hacia la meta con un propósito en cada paso.
Peleo para ganar, no como los que en la contienda juguetean.
Como atleta, me golpeo el cuerpo, lo trato con rigor,
para que aprenda a hacer lo que debe, no lo que quiere.
De lo contrario, corro el riesgo de que, después de haber alistado a otros para la carrera,
yo mismo no esté en buenas condiciones y me eliminen.
(I Corintios 9:24-27 – La Biblia al Día)
La gente que te rodea quiere disfrutar de la vida, no enredarse, ser libre, hacer lo
que quiere. ¿Qué movía a Pablo? [agradar a Dios; escucharle decir “bien hecho”]
Eso dominaba su mente, y afectaba las decisiones que tomaba. ¿Qué domina tus
pensamientos? ¿Qué criterios tienes a la hora de tomar tus decisiones? Corre de
tal modo que puedas ganar. Corre hacia la meta con un propósito en cada paso.
No juegues a ser cristiano. Entrénate para hacer lo que debes, no lo que quieres.
Los creyentes tienen la mente de Cristo (I Corintios 2:16); sin embargo, la Biblia les
ordena cambiar su manera de pensar (Romanos 12:2), y adquirir la mentalidad de
Cristo (Filipenses 2:5). Para hacer la voluntad de Dios necesitas una nueva forma
de pensar, nuevas actitudes, nuevos planteamientos, nuevas metas; no según lo
que dictan los medios, tus amigos o tus deseos pecaminosos, sino acorde a lo que
dicta la Palabra de Dios. Esa nueva mentalidad te llevará a comprender que lo que
Dios quiere es bueno (lo mejor) y te impulsará a hacer la voluntad de Dios. En
virtud de haber sido esclavo del pecado durante tanto tiempo, tuviste un lavado de
cerebro, fuiste condicionado por el mundo y tus propios deseos malsanos. Ahora
debes aprender a pensar de otra forma (Proverbios 4:23 – DHH: Cuida tu mente
más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida.). Tu mente es el punto
de arranque para la transformación que necesitas a fin de ser como Cristo. Dios te
ordena cambiar de actitud, y te dará la capacidad para llevar a cabo lo que Él pide.
La forma de pensar de Cristo, Su actitud, que debes imitar, es totalmente opuesta
a la de este mundo, que es egoísta, tolera el pecado, individualista, independiente,
no se compromete, se interesa sólo por el cumplimiento de la voluntad propia, es
adicta al placer, desesperadamente busca auto-gratificación y es exigente. Quiere
que se cumplan sus deseos… ¡ya! Si Jesús hubiese tenido esa mentalidad, ¡nunca
habría ido a la cruz! Él era generoso, intolerante con el pecado (porque destruye al
ser humano), se interesaba por los demás, deseaba ver cumplida la voluntad de
Dios, estaba comprometido con la santidad, dependía totalmente de Su Padre, era
humilde y sacrificado, no buscó Su propia realización (sino la gloria de Su Padre), y
estaba dispuesto a esperar para recibir el reino, a la manera y en el tiempo de Su
Padre. No pensaba: “Yo me lo merezco”, sino “el Padre se lo merece”, y puso Su
vida para hacer Su voluntad. Ese es nuestro modelo; esa debe ser nuestra actitud.
Las ideas que afectan tu comportamiento vienen de tu personalidad, experiencias,
crianza, heridas, profesores, deseos. Pídele a Dios que saque a flote pensamientos
mundanos; identifica ideas cómodas, pero erradas, como: “Nadie se va a enterar”,
“Todo el mundo lo hace”, “Dios me perdonará por esto”, “Me he portado muy bien
por mucho tiempo”, “Dios entiende mi debilidad humana”. Luego, en Sus fuerzas,
combate las presiones mundanas, y esfuérzate por pensar cristianamente. Trata
tu cuerpo con rigor, a fin de que aprenda a hacer lo que debe, y no lo que quiere.
¿Quién es responsable del cambio en tu forma de pensar? ¡Tú! Debes adiestrar tu
mente para que piense según los criterios de Dios; no hay otra forma. El Señor ha
ordenado la Biblia como agente principal del cambio (Colosenses 3:16); estudiarla y
llevarla a la práctica involucra mucho trabajo, pero el factor principal en tu éxito o
fracaso como cristiano es la medida en que tu vida es afectada por la Palabra de
Dios. Convierte tu mente mundana en una mente que piensa como Jesús.
Hay una gran diferencia entre la forma mundana de pensar y la mente de Cristo.
Consideremos la forma de pensar o actitud de Jesús en una persona (y el
contraste con la perspectiva de una persona no salva), al repasar II Corintios 4:
v.1 – sé que Dios me llamó a servirle en mi familia, lugar de estudio y/o trabajo, e iglesia;
Él me da las fuerzas que necesito para sobreponerme a las circunstancias adversas
(vs. olvidar que Dios es mi jefe, darme por vencido, no hallarle sentido a la vida)
v.2 – tengo un compromiso con la verdad; por ende, quiero entender la Biblia y vivirla, y
confiar cada vez más de Dios (vs. exagerar, manipular para conseguir lo que quiero)
v.3,4,6 – perdí demasiado tiempo viviendo una vida sin propósito, y no quiero regresar a
eso; ahora viviré esperanzado (vs. “no vale la pena esforzarme”; “no puedo hacerlo”)
v.5 – acepto que no soy el protagonista de la película; quiero servir a Dios y a los demás
(vs. exigir que los demás me sirvan; enfadarme si no lo hacen; pensar sólo en mí)
v.7 – quiero que el reconocimiento y la gloria sean de Dios, no míos (vs. “mírenme a mí”)
v.8,9 – a pesar de las muchas dificultades que enfrento, en el poder de Dios venceré (vs.
vivir una vida derrotada; considerarme una víctima desafortunada - “pobrecito yo”)
v.10,11 – sé que Jesús se manifiesta más claramente a quienes me rodean cuando me
capacita para enfrentar una situación adversa (vs. evitar el dolor a toda costa)
v.12 – así como Cristo puso Su vida por mí, Dios quiere que yo entregue mi vida para ser
de bendición a otros (vs. llamar la atención a mí mismo, retener mi vida)
v.13 – me aferro tenazmente a las promesas de Dios (aun cuando las circunstancias y mi
pensamiento no renovado me dicen que no son ciertas); no me cabe duda de que
Dios es fiel; vivo en dependencia de Su Palabra (vs. “no le importo a Dios”)
v.14 – la muerte no es lo peor que me puede pasar; Dios me resucitará (vs. esta vida es lo
único que hay; cuando muero todo se acaba; la muerte es una tragedia)
v.15 – me importa más que Dios sea glorificado por la gente que me rodea, que el
cumplimiento de mis sueños (vs. “sólo seré feliz si Dios me da lo que yo quiero”)
v.16 – a pesar de que mi cuerpo se va desgastando, por dentro me renuevo de día en día
(vs. vivir deprimido a causa de los achaques físicos y la brevedad de la vida)
v.17 – en vez de deprimirme a causa de mis dificultades (que son “pequeñas” y de corta
duración), las presiones crecientes me hacen anhelar cada vez más estar en la
presencia de Dios, en el cielo (vs. desánimo crónico, cansado de hacer el bien)
v.18 – ya que las cosas de Dios son eternas y lo material es fugaz, valoro lo permanente
por encima de lo presente y doy prioridad a aquello que no se acaba; tengo los ojos
puestos en mi morada celestial; mi seguridad viene de Dios, quien es real, aunque
no lo vea con mis ojos (vs. vivir sólo para lo que se ve, hacer tesoros en la tierra)
Hacen falta muchos cambios en mi vida para pensar así todo el tiempo. ¿Tienes
también muchos cambios que debes hacer para poder vivir con esa perspectiva?
Al estudiar la Palabra de Dios y meditar en ella, las prioridades del mundo y los
patrones malsanos de pensamiento tendrán cada vez menor peso y aprenderás
(por la gracia de Dios) a pensar según los valores de las Escrituras. Por ejemplo:
Antes pensabas Ahora sabes
podías gastar tu dinero como querías todo lo que tienes le pertenece a Dios;
administras Sus recursos para Su gloria
podías pasar horas frente a la pantalla usas sabiamente tu tiempo y tienes
del computador, viendo lo que querías ver criterios espirituales para lo que ves
(normas que agradan a Dios,
basados en principios bíblicos)
nadie te quería y peleabas con todo el mundo Dios te ama y capacita para amar a todos
(en cuanto depende de ti vives en paz)
eras tonto, feo e inútil Dios te levanta y quiere que valores Su
amor por ti y te veas como Él te ve
nadie te entendía tu enfoque es entender a los demás
te obsesionaban tus problemas oras más y esperas la solución de Dios
leer la Biblia y orar eran muy aburridos escuchar a Dios y hablar con Él son
(y lo hacías sólo por obligación) privilegios muy grandes
te vestías, movías y hablabas para provocar tu cuerpo es santo para Dios y consideras
o llamar la atención el efecto de tu ropa, mirada y palabras
sexo fuera del matrimonio estaba bien el sexo es sólo para el matrimonio (entre
esposos) y te esfuerzas por ser puro
si el amor se acaba, se acaba el matrimonio el amor viene de Dios y debe durar hasta
que la muerte separe a los cónyuges
estando enojado podías decir cosas fuertes Dios controla tus emociones y palabras
te deleitabas en el chisme y te quejabas tus palabras edifican y bendicen
sólo se adoraba y servía a Dios en “la iglesia” todo lo que haces (aun lo que comes y
bebes) es para glorificar a Dios
satisfacías tus necesidades emocionales buscas tu satisfacción en el Señor
con la comida y la aprobación de los demás
el propósito de la vida era buscar tu felicidad la felicidad sólo viene de conocer y hacer
la voluntad de Dios
le tenías pánico a la muerte ves la muerte como la puerta del Cielo y
deseas la gloria que será tuya allí
Aun cuando logramos identificar y erradicar la antigua forma de pensar, tiende a
reaparecer al tiempo. Debemos renovar nuestra mente día a día, constantemente.
Es una batalla continua. No nos desanimemos ante los reveses. Dependamos más
de Dios y esforcémonos por imitar más al Señor Jesús. No podemos hacerlo solos.
Dios, en Su gracia, nos puede capacitar para ser como Él. ¡Vive en Él, y para Él!
La mente renovada es muy distinta de la mente mundana y carnal;
adoptar la actitud de Cristo cambiará tu vida totalmente.
Bibliografía: ¿Pensamos como cristianas? Por Margarita Burt, revista Caminemos Juntas

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