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REPRESENTACIONES RUPESTRES
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Noviembre de 2018
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Contenidos
RESUMEN ........................................................................................................................... 3
1.
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 4
3.
OBJETIVOS ................................................................................................................. 5
3.1.
Objetivo General .................................................................................................. 5
4.
ANTECEDENTES DEL ÁREA DE ESTUDIO .............................................................. 5
5.
METODOLOGÍA ......................................................................................................... 15
6.
REGISTRO Y DOCUMENTACIÓN ……………………………………………………… 16
7. REFERENCIAS ……………………………………………………………………………..22
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RESUMEN
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1. INTRODUCCIÓN
Dichas labores de registro tienen como objetivo conocer y profundizar en el estudio de las
representaciones rupestres que aparecen en este sitio, para lograr identificar y
comprender el contexto general del sitio arqueológico y de las poblaciones humanas que
habrían producido estos petroglifos.
El primer registro que se tiene de este sitio fue realizado en el año 1991 por el arqueólogo
Gonzalo Ampuero que en el marco del Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto
Andacollo-Cobre, donde hace una inspección por la comuna y realiza un catastro de los
principales sitios con valor patrimonial (Ampuero 1994). En este registro pone especial
atención en los sitios con representaciones rupestres que se encuentran hacia el lado sur
de Andacollo: Los Fierros, Lagunita y El Talhuenuo. Este último sitio, según Ampuero
(1994), se encuentra ubicado en un sistema de colinas al oeste de Los Fierros, y donde
distingue una importante concentración de representaciones rupestres en una extensión
de 300 metros por 60 metros. Esta gran extensión de bloques con manifestaciones
rupestres que menciona Ampuero (1994) como El Talhuenuo es lo que hoy en día se
conoce como Las Cruces.ç
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Posteriormente durante el año 2004, el arqueólogo Marcos Biskupovic junto a la
Agrupación Cultural Yahuín de Andacollo, hacen un catastro de los diferentes sitios
arqueológicos que se encuentran en Andacollo (Biskupovic et al. 2004). En este trabajo,
dividen a este sitio de Las Cruces en tres: La Cruz-A, La Cruz-B y La Cruz-C. Por otra
parte, según estos autores (Biskupovic et al. 2004) se le da una temporalidad a todas
estas manifestaciones rupestres que aparecen en Andacollo, encasillando al Complejo
Cultural El Molle (300 a.C al 800 d.C.) como los grupos poblacionales que habrían
producido este registro.
3. OBJETIVOS
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Período Prehispánico
Durante el Holoceno Temprano (ca. 10.000 - 7.000 años antes del presente) se asentaron
en el Norte Semiárido (Norte chico) poblaciones identificadas como Complejo Cultural
Huentelauquén, que se caracterizaban por ser una primera adaptación costera de grupos
cazadores-pescadores y recolectores, establecidos en el área durante el periodo Arcaico
Temprano.
Las evidencias materiales y artefactos que caracterizan a estos grupos está representado
por: puntas de proyectil lanceoladas con pedúnculo, los particulares litos geométricos,
micromorteros confeccionados en arenisca, raspadores de dorso alto, cepillos y
denticulados, entre otros.
En el caso de Andacollo, existen evidencias que nos permite afirmar la presencia de estos
grupos por este lugar. En la quebrada El Churque se encontraron evidencias y vestigios
de este período de tiempo. En los diversos espacios que conforman esta quebrada, se
comenzaron a desarrollar los primeros talleres líticos, usados esporádicamente para la
obtención de piedra, la materia prima que aprovechaban para confeccionar herramientas
e instrumentos para realizar actividades de caza y procesamiento de recursos como carne
y huesos. Entre estos instrumentos, destacan las primeras puntas de proyectil
lanceoladas con pedúnculo fabricadas en la zona y los llamados “litos geométricos”,
elementos característicos del Complejo Cultural Huentelauquén y a los que se les ha
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atribuido una función ritual. También se han encontrado evidencias de estos grupos en el
sitio arqueológico Lagunitas y en el sector de Los Medios (Biskupovic et al. 2004).
Las poblaciones vinculadas a este tipo de evidencias pueden ser relacionadas con los
grupos que habitaron el alero San Pedro Viejo de Pichasca en el curso medio del río
Hurtado. Estos grupos de cazadores-recolectores se caracterizan por ocupar abrigos
rocosos y cuevas en quebradas interiores, donde aprovechan los recursos faunísticos que
se congregan de forma estacional en estos lugares para darles caza. En este sentido
estos grupos serían especialistas en la caza de fauna terrestre, especialmente la del
guanaco (Lama sp.), donde poseerían una industria tecnológica especializada para llevar
a cabo este tipo de actividades.
Estos grupos poseen dataciones que se remontan al período Arcaico Temprano (ca.
9.920 años antes del presente), pero por sus características eficaces de subsistencia se
habrían mantenido por un largo período de tiempo hasta el período Arcaico Tardío.
Hacia el año 4.000 antes del presente las incursiones iniciadas en el Arcaico Temprano
de grupos de cazadores-recolectores desde el poniente, cobran relevancia en las
quebradas de Andacollo y se hacen más permanentes, aprovechando de manera más
intensa los recursos del área. Durante el Arcaico Tardío, la producción de artefactos
líticos aumenta, expresada en la creación de una mayor diversidad de puntas de proyectil,
destacando las de tipo triangulas sin pedúnculo, e instrumentos de variado tipo. Las
piedras más utilizadas son andesitas y sílices y en menor grado los cristales de cuarzo.
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Todo lo anterior va de la mano con una explotación intensiva de animales, tales como
camélidos (guanacos), roedores, aves y la recolección de frutos y granos provenientes de
la flora circundante (Alé 2017).
En los años cercanos al inicio de nuestra era, en el Norte Semiárido de Chile aparecieron
nuevos grupos culturales, provenientes del noroeste argentino, caracterizados por rasgos
materiales andinos y amazónicos. Uno de los principales rasgos de estos grupos fue el
uso de artefactos de greda (cerámica).
Durante este período, denominado Alfarero Temprano, los grupos que poblaron la zona
comprendida entre la costa del océano Pacífico y la cordillera de Los Andes,
experimentaron algunos cambios significativos debido a la llegada de estos nuevos
grupos humanos desde el otro lado de la cordillera. Tales grupos aportaron formas de
vida y tecnologías hasta ese momento desconocidos para los cazadores y recolectores
que habitaban este territorio. Si bien los habitantes de Andacollo llegaron a incorporar
nuevos elementos a su vida diaria -tales como el uso de recipientes de cerámica, y
objetos usados como adornos corporales como tembetás, cuentas de minerales y
conchas para elaborar collares- siguieron manteniendo una fuerte orientación cazadora en
las quebradas interiores, privilegiando el uso de espacios abiertos y de reparos rocosos.
Estos grupos culturales son conocidos como Complejo Cultural El Molle, y lograron una
significativa penetración en varias zonas del Norte Semiárido, expresándose de forma
más acentuada en valles, quebradas e interfluvios.
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En los alrededores de Andacollo se han encontrado importantes restos asociados a los
grupos Molle. Si bien no se han encontrado sistemas aldeanos de gran tamaño, sí se han
localizado evidencias que nos dan cuenta de estos grupos humanos ocupando lugares en
forma semi permanente. Como ejemplo de lo anterior, en quebrada El Churque, quebrada
Las Arenillas y en la localidad de Maitencillo se encontraron restos cerámicos y materiales
artefactuales de estos grupos.
Durante este período de tiempo, Andacollo poseía un clima muy distinto al actual: lluvias
sistemáticas y en ocasiones abundantes, las que generaban flujos constantes de aguas
en invierno y primavera, bajando por las quebradas, modelando el actual poblado de
Andacollo como un gran vergel para el acceso no solo del ser humano, sino también de
mamíferos importantes como guanacos y roedores, además de aves, asociados a la
formación de pequeños bosques y pastizales en humedales de quebradas.
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tanto el procesamiento para almacenar gran cantidad de alimentos. Estos materiales
cerámicos nos indicarían, por consiguiente, que estas poblaciones tenían un alto grado de
movilidad, situación reconocida en otros espacios del Norte Semiárido.
Lo que no queda muy claro aún, es la presencia de grupos agrícolas más complejos,
como la Cultura Diaguita. Se cree que la poca evidencia de estos grupos culturales se
debe a las características medioambientales que posee Andacollo. Al no tener un recurso
de agua estable para desarrollar sus prácticas agrícolas, habría imposibilitado la
ocupación de este espacio por estos grupos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que
faltan más estudios arqueológicos sistemáticos en este lugar, por lo tanto, la poca
presencia de material que nos vinculen a estas sociedades puede deberse a esta misma
razón. Posteriores investigaciones sistemáticas pueden ayudarnos a comprender de
mejor forma la verdadera incidencia de estos grupos en este lugar (Alé 2017).
Algo parecido sucede con el período de ocupación incaica. Este período, llamado período
Alfarero Tardío se define por la incorporación del Norte Semiárido al Tawantinsuyu
(Imperio Inca), y se extiende desde ca. 1.450 d.C. hasta los inicios de la conquista
hispánica de este territorio.
El Imperio inca fue el estado sudamericano con el dominio más extenso en la historia de
la América prehispánica. Se desarrollo entre los años 1.438 y 1.533 d.C., abarcando cerca
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de dos millones de kilómetros cuadrados entre el océano Pacífico y la selva amazónica,
desde las cercanías de Pasto (Colombia) en el norte hasta el río Maule (Chile) por el sur.
Las evidencias incaicas encontradas en Andacollo hasta la fecha, son muy escasas. El
principal indicador que nos señalaría la anexión de este territorio al Tawantinsuyu nos
remite al nombre que posee la comuna. Andacollo, como muchas de las otras localidades
del norte, deriva de la lengua quechua (lengua originaria de los andes centrales y utilizada
por los incas) y puede tener las siguientes acepciones: Antacoya, del quechua anta=cobre
y coya que tiene dos significados, reina y mina. Si bien algunos autores han señalado que
Antacoya significaría “reina del cobre” o “cobre de la reina”, alusión que a nuestro parecer
vendría de épocas posteriores a la llegada de los españoles y la irrupción de la religión
católica, queriendo validar la importancia de la “virgen” de Andacollo como reina y patrona
de los feligreses, por lo que más bien el nombre Antacoya se refiere a la acepción “mina
de cobre”. Otra de las posibles acepciones es el de Antaqullu o “cerro de cobre”, del
quechua anta=cobre y del quechua qullu=montón o cerro o del aymara collo=cerro, el que
tiene bastante sentido, al considerar la geografía propia del lugar, un lugar enclavado
entre los cerros de la cordillera de la costa y uno de los recursos minerales principales
que posee. También posiblemente se derive del término Antacori u “cobre y oro”, del
quechua anta=cobre y cori=oro, que nos señala los dos principales minerales que se
extraen de este lugar.
Como vemos, el tema extractivo del mineral (cobre y oro) es importante en este lugar, no
solamente en la actualidad, sino que en épocas prehispánicas, al ser parte de la
toponimia del lugar. Los antecedentes históricos y etnohistóricos nos informan que ya
desde tiempos incaicos existían lavaderos de oro en Andacollo y nos relatan la leyenda
del descubrimiento de los minerales por uno de los capitanes del soberano cuzqueño.
Otro dato interesante proviene de la llamada mina “Churrumata”, antigua localidad de
raigambre minera conocida por sus bondades auríferas. Según los datos etnohistóricos,
los churrumatas o churumatas habrían sido poblaciones indígenas que provenían del sur
de Bolivia y que durante el Tawantinsuyu fueron utilizados como mitmaqkunas (grupos de
familias separadas de sus comunidades por el Imperio inca y trasladadas de pueblos
leales a conquistados o viceversa para cumplir funciones económicas, sociales,
culturales, políticas y militares), trasladándolos a diversos territorios como el Noroeste
argentino y el Norte Semiárido chileno, donde desempeñarían labores ligadas a la
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minería. Aunque también existe la posibilidad de que estos grupos indígenas
churrumatas, hubiesen sido trasladados en tiempos posteriores durante el periodo
colonial, ante la merma de población indígena en la región y la necesidad de mano de
obra.
Otro indicio que nos estaría indicando la presencia de estos grupos en Andacollo, tiene
relación con la existencia de sitios con representaciones rupestres. Los sitios con
representaciones rupestres son lugares donde existen manifestaciones realizadas sobre
superficies rocosas, ya sean bloques aislados, abrigos y paredes rocosas, cuevas y
afloramientos superficiales.
En Andacollo se han detectado al menos cuatro sitios con representaciones rupestres con
petroglifos (grabados realizados gastando la capa superficial de la roca): Los Fierros,
Yahuín, Lagunitas y Las Cruz-B.
La afiliación que se realiza de estos sitios a tiempos incaicos se hace por la comparación
de gran cantidad de motivos y diseños que se asemejan a la iconografía incaica en otros
soportes de época incaica (cerámica) reconociéndose algunos diseños como clepsidras,
cruces inscritas, círculos y/o cuadriláteros con líneas interiores entrecruzadas a manera
de letra X (signo escudo), grecas incaicas y cuadrados con líneas en traslación vertical
que se asocian con elementos propios de los lenguajes visuales incaicos. También cabe
mencionar, que estos sitios con representaciones rupestres están cercanos a lugares de
explotación minera (Alé 2017).
Período Histórico
Hacia el año ca. 1570 d.C. ya están presentes los primeros asentamientos con
ocupaciones históricas en Andacollo. Como ya es sabido, la explotación minera de este
lugar se da desde tiempos prehispánicos, la cual se replica en el periodo de conquista con
el contacto hispano-indígena.
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Si bien, no se conoce la fecha exacta cuando los españoles comenzaron a trabajar este
mineral, se dice con certeza que cuando los españoles descubrieron los lavaderos de oro
en el río Choapa en el año 1557 d.C., en tiempos de García Hurtado de Mendoza el
mineral de Andacollo ya estaba en actividad. Oficialmente no se conoce documento
alguno que acredite esta afirmación, pero existe una carta enviada el 19 de agosto de
1568 a don Felipe II por el gobernador Bravo de Sarabia, en donde da cuenta de un gran
envío de oro desde la región de Coquimbo que habría sido extraída desde Andacollo. Por
otra parte, Fray Reginaldo de Lizarraga en su obra “Descripción colonial” del año 1599,
nos indica que los españoles explotaban el oro que se encontraba en Andacollo, el cual
según el autor era muy fino y de buena ley, sacando cada año entre 75.000 y 80.000
pesos. Para extraer este mineral los españoles utilizaban unos doscientos cincuenta
indígenas como mano de obra, los cuales trabajaban durante nueves meses del año y
dejaban descansar la tierra los otros tres meses (Ale 2017).
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de la localidad, donde pequeñas unidades familiares desarrollan actividades de ganadería
caprina y minería a pequeña escala, las cuales generarían habitaciones permanentes,
transitorias, corrales y otras estructuras (Ale 2017).
Por otra parte, los antecedentes que tenemos del área de estudio corresponden a los
estudios realizados con anterioridad por el desarrollo del EIA del “Proyecto Hipógeno”, en
donde se realizo una Línea de Base arqueológica en una serie de sectores contiguos a la
Mina que iban a ser intervenidos por la obras de este proyecto en el futuro. Una serie de
sitios arqueológicos y hallazgos aislados fueron detectados sobretodo en el área de
intervención directa de las obras del Depósito de Relaves (Biskupovic 2005).
Posteriormente durante el desarrollo del programa de monitoreo arqueológico se fueron
detectando otros elementos patrimoniales, registrándose en total 68 de estos, detectados
tanto en el marco de la elaboración de la Línea de Base como durante el desarrollo del
programa de monitoreo arqueológico (Poch Ambiental 2016). Las evidencias de los sitios
arqueológicos y vestigios detectados van desde concentración de materiales líticos,
fragmentos cerámicos, estructuras pircadas, senderos pircados e incluso entierros
humanos (Poch Ambiental 2011a, 2011b). Parte de estos sitios detectados en la Línea
Base fueron posteriormente sometidos a rescates arqueológicos para caracterizar la
evidencia de los diferentes sitios. Las evidencias de estos estudios nos dan muestra de
distintas ocupaciones humanas en el tiempo, desde épocas prehispánica hasta contextos
históricos. En relación a los contextos prehispánicos los principales se remontan al
período arcaico y alfarero temprano (Carmona y Avalos 2007a, 2007b, 2007c, 2007d;
Didier, Carmona y Avalos 2008; Avalos y Didier 2008; Poch Ambiental 2011a, 2011b;
Vergara et al. 2015).
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5. METODOLOGÍA
- Ficha de sitio: se realizó una ficha que recolectó la información general del sitio
con arte rupestre. Se incluye información referente a las coordenadas UTM de
éste, el número de soportes, las relaciones de emplazamiento naturales y
culturales, entre otras características.
- Ficha de panel: recolección de información de cada uno de los paneles del sitio.
En esta ficha se registró la cantidad y tipos de diseños y las relaciones entre ellos
(superposición, yuxtaposición), disposición de los motivos, la orientación del panel,
entre otros atributos.
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- usando alguna de estas fichas, las que consideraban el tamaño de la figura, la
técnica utilizada en su producción, además de los atributos particulares de cada
6. REGISTRO Y DOCUMENTACIÓN
Se ubica en la cima de una loma, en cota 1240 a 1250 msnm. , en una planicie de 150 m
aprox. Este elemento patrimonial, también conocido como sitio Las Cruces. Sobre la
superficie posee algunos derivados de talla de sílice en asociación espacial con bloques
de afloramiento rocoso andesíticos con grabados en la superficie de estos con una amplia
diversidad de motivos, al parecer en técnica de raspado. Como el sitio se encuentra fuera
del área de impacto del proyecto es cercado y señalizado para asegurar su protección.
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Figura 1. Ubicación Sitio La Cruz-B
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8. REFERENCIAS
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Didier, A., G. Carmona y H. Avalos. 2008. Medidas de Caracterización Sitio Arqueológico
El Churque 10 Proyecto Hipógeno Compañía Minera Carmen de Andacollo. Informe de
Arqueología.
Ley 20.417. Modifica ley 19.300 y crea Ministerio del Medio Ambiente, Servicio de
Evaluación Ambiental y la Superintendencia del Medio Ambiente.
Poch Ambiental. 2011a. Informe Final: Rescate arqueológico Sitio Churque Nº 4. Proyecto
Hipógeno, Región de Coquimbo. Manuscrito.
Poch Ambiental. 2011b. Informe final: Sondeo arqueológico de los hallazgos del sector de
Distribución de Relaves. Proyecto Hipógeno, IV Región. Manuscrito.
Poch Ambiental. 2016. Monitoreo Semestral Componente Patrimonio Cultural Proyecto
Hipógeno. Segundo semestre 2015.
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