You are on page 1of 317

Evangelio según San Mateo

Capítulo 1
Genealogía de Cristo
1 Libro de generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham; 2 Abraham engendró a Isaac, e
Isaac engendró a Jacob; y Jacob engendró a Judas y sus hermanos; 3 y Judas engendró a Farés y
Zará de Tamar; y Farés engendró a Esrom; y Esrom engendró a Aram; 4 y Aram engendró a
Aminadab; y Aminadab engendró a Naasom; y Naasom engendró a Salmón; 5 y Salmón engendró a
Boós de Rahab; y Boós a Jobed de Rut; y Jobed engendró a Jesaí; 6 y Jesaí engendró a David, el
rey. Y David engendró a Salomón de la de Urías; 7 y Salomón engendró a Roboam; y Roboam
engendró a Abías; y Abías engendró a Asaf; 8 y Asaf engendró a Josafat; y Josafat engendró a
Joram; y Joram engendró a Ozías; 9 y Ozías engendró a Joatam; y Joatam engendró a Acaz; y Acaz
engendró a Ezequías; 10 y Ezequías engendró a Manasés; y Manasés engendró a Amós; y Amós
engendró a Josías; 11 y Josías engendró a Jeconías y sus hermanos en la transmigración de
Babilonia. 12 Y después de la transmigración de Babilonia. Jeconías engendró a Selatiel; y Selatiel
engendró a Zorobabel; 13 Zorobabel engendró a Abiud; y Abiud engendró a Eliaquín; y Eliaquín
engendró a Azor; 14 y Azor engendró a Sadoc; y Sadoc engendró a Aquim; y Aquim engendró a
Eliut; 15 y Eliut engendró a Eleazar; y Eleazar engendró a Matán; y Matán engendró a Jacob; 16 y
Jacob engendró a José, el esposo de María; de la cual nació Jesús, el llamado Cristo. 17 Todas las
generaciones, pues, desde Abraham hasta David, generaciones catorce; y desde David hasta la
transmigración de Babilonia, generaciones catorce; y desde la transmigración de Babilonia, hasta el
Cristo, generaciones catorce; 18 y la generación de Cristo Jesús fue así:

Desposada su madre, María, con José, antes(a) de juntarse ellos, se halló en el vientre teniendo del
Espíritu Santo; 19 Pero José, su esposo, siendo justo y no queriendo denunciarla, quería
ocultamente repudiarla. 20 Mas, pensando él esto, he aquí que un ángel del Señor en sueños(b) se le
apareció diciéndole: José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, pues lo engendrado en
ella de Espíritu es, de santo: 21 y parirá un hijo, y llamarás su nombre Jesús; pues él salvará a su
pueblo de sus pecados. 22 Y todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho del Señor por el
profeta, diciendo: 23 He aquí que la virgen tendrá en el vientre y parirá hijo y llamarán su nombre
Emanuel; lo que es interpretado: «Con nosotros Dios». 24 Y despertando José del sueño, hizo como
le mandó el ángel del Señor, y acogió a su mujer; 25 y no la conoció hasta que parió hijo,(c) y llamó
su nombre Jesús.

18 a. Sin —Todas las notas de interpretación son de los santos padres y de autorizados exegetas
católicos.

20 b. Visión.

25 c. «Primogénito». J. E. —El Evangelio constata la virginidad de María como madre de Cristo.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 2
Los magos
1 Nacido Jesús en Belén de Judea en los días de Herodes, el rey, he aquí que magos del oriente
llegaron a Jerusalén, 2 diciendo: «¿Dónde está el nacido rey de los judíos? pues hemos visto su
estrella en el oriente y venido a adorarle». 3 Mas, oyendo el rey Herodes se espantó y toda Jerusalén
con él. 4 Y reuniendo todos los pontífices y escribas del pueblo, interrogóles dónde el Cristo
nacería. 5 Y ellos le dijeron: «En Belén de la Judea. Pues así está escrito por el profeta:

6 Y tú Belén, tierra de Judá.


en manera alguna eres la más pequeña en
los príncipes de Judá; (a)
pues de ti saldrá el guía
que pastoreará a mi pueblo, a Israel».

7 Entonces Herodes llamando ocultamente a los magos averiguó de ellos el tiempo de la estrella
aparecida; 8 y enviándoles a Belén, dijo: «Caminando, indagad cuidadosamente acerca del infante;
y cuando le hallareis, avisadme de nuevo, para que yo también yendo le adore». 9 Y ellos oyendo al
rey, partieron. Y he aquí que la estrella que vieran en el oriente, guióles hacia adelante, hasta que,
llegando, se paró sobre donde estaba el infante; 10 y viendo la estrella, se alegraron con alegría
grande sobremanera; 11 y viniendo a la casa, vieron al infante con María, su madre, y postrándose,
le adoraron; y, abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, e incienso y mirra. 12 Y habiéndoseles
revelado en sueños, no volver a Herodes, por otro camino retiráronse a su lugar.

13 Y, habiéndose ellos retirado, he aquí que un ángel del Señor en sueños se apareció a José,
diciendo: «Despertando toma al infante y a su madre, y huye a Egipto, y estáte allí hasta que yo te
dijere; pues Herodes ha de buscar al infante, para perderle». 14 Y él, despertando, tomó al infante y
a su madre, de noche, y se retiró a Egipto; 15 y estuvo allí hasta el fin de Herodes; para que se
cumpliese lo dicho del Señor por el profeta, diciendo:

De Egipto llamé a mi hijo.

16 Entonces Herodes, viendo que había sido burlado por los magos, se enfureció grandemente y
enviando, arrebató a todos los niños, a los en Belén y en todos sus confines, de dos años abajo,
según el tiempo que había inquirido de los magos: 17 Entonces se cumplió lo dicho por Jeremías, el
profeta, diciendo:

18 Voz en Ramá se ha oído;


llanto y alarido mucho;
Raquel llorando a sus hijos;
y no quiso consolarse, porque no son.

19 Pero, muerto Herodes, he aquí que un ángel del Señor se aparece en sueños a José en Egipto; 20
diciendo: «Despertando toma al infante y su madre y ve a la tierra de Israel; porque están muertos
los que buscaban el alma del infante». 21 Y él, despertando, tomó al infante y su madre y se fue a la
tierra de Israel. 22 Pero, oyendo que Arquelao reina sobre la Judea, en lugar de su padre Herodes,
temió irse allá, y advertido del cielo, en sueños, retiróse a las partes de la Galilea. 23 Y viniendo,
habitó en una ciudad, llamada Nazaret, para que se cumpliese lo dicho por los profetas: porque
«Nazareno será llamado.»

6 a. Ciudades principales.
Evangelio según San Mateo
Capítulo 3
El Bautista
1 Y en aquellos días vino Juan el Bautista, predicando en el desierto de la Judea, 2 diciendo:
«Arrepentíos; que cerca está el reino de los cielos». 3 Pues éste es el dicho por Isaías, el profeta,
diciendo:

«Voz del que clama en el desierto:


Preparad el camino del Señor;
enderezad sus sendas».

4 Y el mismo Juan tenía su vestido de pelo de camello y ceñidor de piel sobre su lomo; y su comida
era langostas y miel silvestre. 5 Entonces salió a él Jerusalén y toda la Judea y todos los contornos
del Jordán, 6 y eran bautizados en el río Jordán por él, confesando sus pecados. 7 Mas, viendo a
muchos de los fariseos y saduceos venir al bautismo, díjoles: «Engendros de víboras ¿quién os ha
enseñado a huir de la ira que ha de venir? 8 Haced, pues, fruto digno de arrepentimiento, 9 y no
penséis decir dentro de vosotros mismos: «Por padre tenemos a Abraham», pues dígoos que puede
Dios de estas piedras despertar hijos a Abraham. 10 Y ya la segur en la raíz de los árboles yace;
todo árbol pues, que no hace fruto bueno, es cortado y al fuego arrojado. 11 Yo os bautizo en agua
para arrepentimiento: pero el que después de mi viene, más fuerte que yo es, cuyas sandalias no soy
bastante a llevar, él os bautizará en Espíritu Santo y fuego; 12 cuyo aventador en su mano, y
depurará su era y reunirá su trigo en su granero; mas la paja quemará con fuego inextinguible».

13 Entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para ser bautizado por él. 14 Mas él detúvole,
diciendo: «Yo necesidad tengo de ser por ti bautizado ¿y tú vienes a mí?». 15 Pero, respondiendo
Jesús, díjole: «Deja ahora; pues así conveniente es a nosotros cumplir toda justicia». Entonces
dejóle. 16 Y bautizado Jesús, luego subió del agua. Y he aquí que se abrieron los cielos; y vio el
espíritu de Dios, bajando como paloma, venir sobre él. 17 Y he aquí una voz de los cielos, diciendo:
«Este es el hijo mío, el amado, en quien me he complacido.»

Evangelio según San Mateo


Capítulo 4
Tentación de Cristo
Mc. 1,12-13; Lc. 4,1-13
1 Entonces Jesús fue llevado al desierto por el espíritu para ser tentado por el diablo. 2 Y habiendo
ayunado días cuarenta y noches cuarenta, al último tuvo hambre. 3 Y acercándose el tentador,
díjole: «Si hijo eres de Dios, di que las piedras éstas panes se hagan». 4 Y él respondiendo dijo:
«Escrito está»: No de pan sólo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».
5 Entonces cógele consigo el diablo hacia la santa ciudad, y púsole en el alero del santuario 6 y
dícele: «Si hijo eres de Dios, arrójate abajo; porque escrito está que

a sus ángeles mandará de ti


y en manos te llevarán
no sea que lastimes en piedra tu pie».

7 Díjole Jesús: «De nuevo, escrito está: «No tentarás al Señor, tu Dios». 8 De nuevo cógele consigo
el diablo hacia un monte grandemente alto y muéstrale todos los reinos del mundo y la gloria de
ellos, 9 y dícele: «Esto te lo daré todo, si, prosternándote, me adoras». 10 Entonces dícele Jesús:
«Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo servirás». 11 Entonces
dejóle el diablo, y he aquí que ángeles se acercaron y le sirvieron.

12 Y, oyendo que Juan había sido entregado, se retiró a la Galilea, 13 Y dejando a Nazaret, yendo,
habitó, en Cafarnaúm, la marina, en los confines de Zabulón y Neftalí; 14 para que se cumpliese lo
dicho por Isaías, el profeta, diciendo: 15 «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar,
allende el Jordán, Galilea de las gentes; 16 el pueblo el sentado en tinieblas luz vio grande, y a los
sentados en región y sombra de muerte luz nacióles.»

17 Desde entonces principió a predicar y decir: «Arrepentíos; pues cerca está el reino de los cielos».
18 Y, caminando junto al mar de la Galilea vio dos hermanos: a Simón, el llamado Pedro, y a
Andrés, su hermano, lanzando red en la mar, pues eran pescadores, 19 y díceles: «Venid en pos de
mí, y haréos pescadores de hombres»: 20 Y ellos al punto, dejando las redes, siguiéronle. 21 Y,
caminando adelante de allí, vio otros dos hermanos: a Santiago, el de Zebedeo y Juan, su hermano,
en la barca, con Zebedeo, el padre de ellos, reparando sus redes, y llamóles; 22 y ellos al punto,
dejando la barca y su padre, siguiéronle. 23 Y anduvo al través de toda la Galilea, enseñando en las
sinagogas de ellos y predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda flaqueza
en el pueblo. 24 Y fue su fama por toda la Siria; y traían todos los enfermos de varias enfermedades
y poseídos de penalidades, endemoniados y lunáticos y paralíticos y les sanaba. 25 Y seguíanle
turbas muchas desde la Galilea, y Decápolis, y Jerusalén, y Judea y allende del Jordán.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 5
Sermón de la montaña
I
Bienaventuranzas
1 Y viendo las turbas, subió al monte; y, sentándose él, se le acercaron sus discípulos; 2 y abriendo
su boca, enseñóles diciendo: 3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino
de los cielos. 4 Bienaventurados los llorosos, porque ellos serán consolados. 5 Bienaventurados los
mansos, porque ellos heredarán la tierra. 6 Bienaventurados los hambrientos y sedientos de la
justicia, porque ellos serán hartos. 7 Bienaventurados los compasivos, porque ellos serán
compadecidos. 8 Bienaventurados los puros del corazón, porque ellos a Dios verán. 9
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos hijos de Dios serán llamados. 10 Bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados
sois, cuando os afrentaren y persiguieren y dijeren todo lo malo, contra vosotros, mintiendo por
causa mía. 12 Alegráos y alborozáos, porque vuestro galardón,(a) mucho en los cielos; pues así
persiguieron a los profetas, a los anteriores a vosotros.»

13 «Vosotros sois la sal de la tierra; pero, si la sal se desvaneciere ¿con qué se la salará(b)? Para
nada vale ya, sino para que arrojada fuera, sea hollada por los hombres. 14 Vosotros sois la luz del
mundo. No puede una ciudad ocultarse que sobre monte yaciere; 15 ni encienden lumbre y pónenla
bajo el celemín; sino sobre el candelabro; y luce a todos los de la casa. 16 Así luzca vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre el de los
cielos.»

17 «No creáis que he venido a derogar la ley o los profetas; no he venido a derogar sino a
cumplir(c). 18 Pues, en verdad os digo que hasta que pasare el cielo y la tierra, jota(d) alguna o tilde
alguna no pasará, no, de la ley, hasta que todo se haga. 19 Quien, por tanto, quebrantare uno de
estos mandamientos, de los más pequeños, y enseñare así a los hombres, el más pequeño será
llamado en el reino de los cielos; pero, el que hiciere y enseñare, ése grande será llamado en el reino
de los cielos. 20 Porque os digo que, si no abundare vuestra justicia más que la de los escribas y
fariseos, no entraréis, no, en el reino de los cielos.»

21 «Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás»; y el que matare, reo será del juicio. 22
Mas yo os digo que todo el que se airare con su hermano, reo será del juicio; pero el que dijere a su
hermano «¡Racá!»,(e) reo será del tribunal(f) pero el que dijere: «¡Insensato!(g) reo será de la
gehenna(h) del fuego. 23 Si trajeres, pues, tu don al altar, y allí recordares que tu hermano tiene
algo contra ti, 24 deja allí tu don delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano y
entonces, viniendo, presenta tu don. 25 Sé benévolo con tu adversario luego, mientras estés con él
en el camino; no sea que te entregue el adversario al juez y el juez al ministro; y a la guardia seas
arrojado; 26 en verdad te digo, no saldrás de allí, mientras no pagues el último cuadrante(i). 27
Habéis oído que se dijo: No adulterarás. 28 Yo, empero, os digo que todo el que mirare mujer para
codiciarla, ya ha fornicado con ella en su corazón.»

29 «Y, si tu ojo el derecho te escandaliza, arráncale y arrójale de ti; pues te conviene que perezca
uno de tus miembros y tu cuerpo entero no sea arrojado a la gehenna. 30 Y, si tu mano derecha te
escandaliza, córtala y arrójala de ti; pues te conviene que perezca uno de tus miembros y tu cuerpo
entero no vaya a la gehenna.»

31 «Se ha dicho: Quien repudiare a su mujer, déle libelo de repudio. 32 Mas yo os digo que todo el
que repudiare a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hácela adulterar, y el que con repudiada
se casare, adultera.»

33 «De nuevo, habéis oído que se ha dicho a los antiguos: No perjurarás, y cumplirás al Señor tus
juramentos. 34 Mas yo os digo que no juréis en manera alguna: ni por el cielo porque trono es de
Dios, 35 ni por la tierra, porque peana es de sus pies; ni por Jerusalén, porque ciudad es del gran
rey. 36 Ni por tu cabeza jures, porque no puedes un solo cabello blanco hacer o negro. 37 Mas sea
vuestra palabra: «sí, sí; no, no»; pero lo que excede de esto, del mal es.»

38 «Habéis oído que se ha dicho: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Mas yo os digo que no resistáis
al mal: sino que quien te golpeare en tu mejilla derecha vuélvele también la otra; 40 y al que
quisiere enjuiciarte y tu túnica tomar, déjale también el manto; 41 y quien te forzare(j) una milla, ve
con él dos; 42 al que te pidiere, dale, y al que quisiere prestado de ti, no te vuelvas(k) de él. 43
Habéis oído que se ha dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo(l). 44 Yo, empero,
dígoos, amad a vuestros enemigos(m), y orad por los que os persiguen; 45 para que os hagáis hijos
de vuestro Padre, el de los cielos; porque alza su sol sobre malos y buenos, y llueve sobre justos e
injustos. 46 Pues, si amareis a los que os aman ¿qué galardón tenéis? ¿No hacen también los
publicanos lo mismo? 47 Y si saludareis a vuestros hermanos solamente ¿qué demás hacéis? ¿no
hacen también los gentiles lo mismo? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre, el
celestial, perfecto es.»

12 a. Es.

13 b. Mejor que: «¿se salará?»

17 c. Llenar, perfeccionar.

18 d. Jota: la letra hebrea más pequeña; tilde: acento. Sentido: las modificaciones más pequeñas de
la palabra de sentido, las disposiciones más leves de la ley divina: los más pequeños mandamientos.
22 e. Necio.
f. Que juzgaba las causas más graves. —Gradúa Cristo la gravedad de las culpas: 1º grave; 2º más
grave; 3º gravísima o mortal.
g. Impío.
h. Del hebreo, ge-hinnom = valle de Hinnom, donde se quemaba lo putrefacto.

26 i. 1/4 de un as o un maravedí.

41 j. A ir con él.

42 k. Y no le des la espalda y te vayas.

43 l. Enemigo de tu pueblo.

44 m. Sigue con la V.: «y haced bien a los que os aborrecen».

Evangelio según San Mateo


Capítulo 6
El Sermón de la Montaña
II
Caridad
1 «Guardaos de no hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; pues, de
no, galardón no tenéis delante de vuestro Padre, el de los cielos. 2 Cuando, pues, hicieres limosna,
no trompetees delante de ti, como los hipócritas hacen en las sinagogas y en las calles, para ser
glorificados de los hombres. En verdad dígoos, reciben su galardón. 3 Pero, tú, haciendo limosna,
no sepa tu izquierda qué hace tu derecha; 4 para que sea tu limosna en oculto; y tu Padre, el que ve
en lo oculto, te recompensará.»

5 «Y, cuando orareis, no seréis como los hipócritas; porque aman, en las sinagogas y en las esquinas
de las calles, de pie, orar, para ser vistos de los hombres. En verdad os digo, reciben su galardón. 6
Tú, empero, cuando orares, entra en tu alcoba y cerrando tu puerta, ora a tu Padre el en lo oculto; y
tu Padre, el que ve en lo oculto, te recompensará. 7 Y orando, no parléis como los gentiles, pues
creen que en su verbosidad serán escuchados. 8 No os asemejéis, pues, a ellos; porque sabe vuestro
Padre lo que necesitáis, antes de pedírselo vosotros. 9 Así, pues, oraréis vosotros: «Padre nuestro, el
de los cielos, santifíquese(a) tu nombre(b); 10 llegue tu reino(c); hágase tu voluntad, como en el
cielo, también en la tierra; 11 el pan nuestro, el del día, dánosle hoy. 12 Y perdónanos nuestras
deudas como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. 13 Y no nos entres en
tentación(d), sino líbranos del mal(e). 14 Pues, si perdonareis a los hombres sus caídas, os
perdonará también vuestro Padre el celestial; 15 pero, si no perdonareis a los hombres, ni vuestro
Padre perdonará las caídas vuestras. 16 Y, cuando ayunareis, no os pongáis como los hipócritas,
mustios; pues demudan sus rostros para aparecer a los hombres ayunando. En verdad os digo,
reciben su galardón. 17 Tú, empero, ayunando, unge tu cabeza y lava tu rostro; 18 para no aparecer
a los hombres ayunando, sino a tu Padre, el en lo oculto; y tu Padre, el que ve en lo oculto, te
recompensará.»

19 «No os atesoréis tesoros sobre la tierra, donde carcoma y herrumbre destruyen, y donde
hurtadores desentierran y hurtan; 20 pero atesoraos tesoros en el cielo donde ni carcoma ni
herrumbre destruyen y donde hurtadores no desentierran ni hurtan; 21 pues, donde está tu tesoro,
allí estará también tu corazón. 22 La candela de tu cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo fuere sencillo(f),
todo tu cuerpo luminoso será; 23 pero, si tu ojo estuviere malo, todo tu cuerpo tenebroso será. Si
pues la luz, la en ti, tinieblas fuere, las tinieblas ¡cuántas(g)! 24 Nadie puede servir a dos señores;
pues, o al uno odiará y al otro amará; o al uno adherirá y al otro despreciará; no podéis a Dios servir
y al Mamoná(h). 25 Por esto os digo, no os solicitéis de vuestra alma(i), qué comáis o qué bebáis, ni
de vuestro cuerpo qué os vistáis ¿Acaso el alma no es más que la comida y el cuerpo que el vestido?
26 Contemplad los volátiles del cielo cómo no siembran, ni siegan, ni allegan en graneros, y vuestro
Padre el celestial, aliméntalos, ¿No sois vosotros mucho más que ellos? 27 Y ¿quién de vosotros,
solicitándose, puede añadir a su vida codo uno(j)? 28 Y del vestido ¿qué os solicitáis? aprended de
los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan. 29 Y dígoos que ni Salomón en toda su
gloria cubrióse como uno(k) de éstos. 30 Pero, si a la hierba del campo que hoy es y mañana en el
horno se arroja, Dios viste así, ¿cuánto más a vosotros, poco creyentes? 31 No os solicitéis, pues,
diciendo: ¿Qué comeremos? o ¿Qué beberemos? o ¿Qué nos vestiremos? 32 Pues todo esto los
gentiles lo buscan; porque sabe vuestro Padre, el celestial, que necesitáis todo esto. 33 Mas, buscad
primero la justicia y el reino de él y todo esto se os añadirá. 34 No os solicitéis, pues, del mañana,
pues el mañana, se solicitará de sí mismo; basta al día su mal.»

9 a. Glorifíquese.
b. Ser, poder, majestad (el mismo Dios apareciéndose).

10 c. Ven a reinar (la oración puede acelerar esta venida).

13 d. Prueba: tribulación. Pedimos que no permita Dios que sucumbamos en la tentación.


e. De todo mal; del malo, el demonio, y del mal moral sobre todo.

22 f. No compuesto, limpio, sano.

23 g. Serán.

24 h. Pluto, el dios de las riquezas.

25 i. Vida.

27 j. Tiempo brevísimo.

29 k. Uno solo.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 7
Caridad
1 «No juzguéis para que no se os juzgue; 2 pues, con el juicio que juzgáis, se os juzgará; y, con la
medida que medís, se os medirá. 3 ¿Y qué miras la paja, la en el ojo de tu hermano, y la en ojo, el
tuyo, viga no adviertes? 4 O ¿cómo dirás a tu hermano: «Deja arroje yo la paja del ojo tuyo», y he
aquí la viga en el ojo tuyo? 5 Hipócrita, arroja primero de tu ojo la viga, y entonces verás de arrojar
la paja del ojo de tu hermano.»

6 «No deis lo santo(a) a los perros(b), ni arrojéis vuestras perlas(c) delante de los puercos, no sea
que las huellen con sus pies, y, volviéndose, os destrocen a vosotros.»
7 «Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; golpead, y se os abrirá. 8 Pues todo el que pide, recibe; y
el que busca, halla; y al que golpea, se le abrirá. 9 O ¿quién de vosotros es el hombre a quien, si
pidiere su hijo pan, una piedra le dará? 10 O también un pez pidiere ¿una sierpe le dará? 11 Si, pues,
vosotros, siendo malos, sabéis dones buenos dar a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre, el de
los cielos, dará lo bueno a los que le pidieren? 12 Todo, pues, cuanto quisiereis que a vosotros
hagan los hombres, así también vosotros hacedles; que ésta es la ley y los profetas.»

13 «Entrad por la estrecha puerta; porque ¡ancha, la puerta y espacioso el camino que conduce a la
perdición!; y muchos son los que van por él. 14 ¡Qué estrecha la puerta y angosto el camino, que
conduce a la vida, y pocos son los que le encuentran! 15 Guardaos de los falsos profetas los que
vienen a vosotros con vestiduras de ovejas; pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos les
conoceréis. 16 ¿Acaso cogen de las espinas uvas o de los abrojos higos? 17 Así todo árbol bueno
frutos hermosos hace; pero el podrido árbol frutos malos hace. 18 No puede árbol bueno frutos
malos llevar, ni árbol carcomido frutos hermosos llevar. 19 Todo árbol que no hace fruto hermoso,
cortado es y al fuego, arrojado. 20 Por sus frutos, pues, ciertamente les conoceréis. 21 No todo el
que me dijere: «¡Señor, Señor!», entrará en el reino de los cielos, sino el que hiciere la voluntad de
mi Padre, el de los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no hemos en tu
nombre profetizado, y en tu nombre arrojado los demonios; y en tu nombre virtudes muchas
hecho?» 23 Y entonces les confesaré que «jamás os conocí: apartaos de mí, los que obráis la
iniquidad». 24 Todo aquel, pues, que oye estas palabras mías y las hace, se asemejará a varón
prudente, que edificó su casa sobre la peña. 25 Y descendió la lluvia, y vinieron los ríos, y soplaron
los vientos, y despeñáronse sobre aquella casa, y no cayó; pues fundada estaba sobre la peña. 26 Y
todo el que oye estas palabras mías, y no las hace, se asemejará a varón necio, que edificó su casa
sobre la arena. 27 Y descendió la lluvia y vinieron los ríos y soplaron los vientos, y batieron aquella
casa, y cayó, y fue su ruina grande». 28 Y aconteció cuando Jesús acabó estas palabras,
asombráronse las turbas de su doctrina; 29 pues estábales enseñando como quien tiene poder, y no
como los escribas de ellos.

6 a. El cuerpo y todo lo sagrado.


b. Perros, cerdos o jabalíes = bestias feroces; demonios y hombres malos.
c. Los bienes mejores, sobre todo los hijos.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 8
El leproso. Curaciones
1 Y bajando El del monte, siguiéronle turbas muchas. 2 Y he aquí que un leproso, acercándose,
adoróle diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». 3 Y, extendiendo la mano, le tocó,
diciendo: «Quiero, sé limpio». Y al punto limpióse su lepra. 4 Y dícele Jesús: «Mira, a nadie digas,
sino ve, muéstrate al sacerdote y llévale el don que mandó a Moisés, en testimonio a ellos.»

5 Y yendo Él a Cafarnaúm acercósele un centurión, rogándole 6 y diciendo: «Señor, el niño(a) mío


está postrado en la casa, paralítico, terriblemente atormentado». 7 Dícele: «Yo, viniendo, curaréle».
8 Y, respondiendo el centurión, dijo: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; pero solo di
de palabra, y sanará el niño mío». 9 Pues también yo hombre soy bajo potestad constituido,
teniendo debajo de mí soldados, y digo a éste: «Ve, y va»; y al otro: «Ven, y viene»; y a mi siervo:
«Haz esto, y hace». 10 Y, oyendo Jesús, admiróse, y dijo a los que seguían: «En verdad dígoos: en
ninguno tanta fe en Israel he encontrado. 11 Y os digo que muchos de oriente y occidente vendrán y
recostaránse(b) con Abraham e Isaac y Jacob, en el reino de los cielos; 12 pero los hijos del reino
arrojados serán fuera, a las tinieblas las exteriores; allí será el llanto y el rechino de los dientes». 13
Y dijo Jesús al centurión: «Vete; cual has creído, hágasete». Y sanó el niño en aquella hora.

14 Y, yendo Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de él postrada y afiebrada; 15 y tomó la mano
de ella y la dejó la fiebre; y se levantó, y sirvióle.

16 Y, llegada la noche, trajeron a El endemoniados muchos; y arrojó fuera los demonios de palabra;
y a todos los enfermos sanó, 17 para que se cumpliese lo dicho por Isaías, el profeta, diciendo: «Él
las flaquezas nuestras tomó y las enfermedades llevó.»

18 Y, viendo Jesús turba alrededor de sí, mandó transfretar; 19 y, acercándose un escriba, díjole:
«Maestro, te seguiré a donde fueres». 20 Y dícele Jesús: «Las raposas cuevas tienen y los volátiles
del cielo, albergues; pero el Hijo del hombre(c) no tiene dónde la cabeza reclinar». 21 Y otro de los
discípulos díjole: «Señor, déjame primero ir, y enterrar a mi padre(d)». 22 Y Jesús dícele:
«Sígueme, y deja a los muertos enterrar sus muertos»(e).

23 Y, entrando él en barca, le siguieron sus discípulos. 24 Y he aquí que un movimiento grande


sobrevino en el mar; que la barca fue cubierta por las olas; Él, empero, dormía. 25 Y acercándose,
despertáronle, diciendo: «Señor, salva; perecemos». 26 Y, díceles: «¿Qué? ¿miedosos estáis, poco
creyentes?» Entonces, levantándose, increpó a los vientos y al mar, y fue bonanza grande. 27 Y los
hombres admiráronse, diciendo: «¿De dónde es éste, que también los vientos y el mar le
obedecen?»

28 Y, yendo él hasta allende, hasta la región de los gadarenos, viniéronle al encuentro dos
endemoniados, saliendo de las tumbas, pesados por demás, de no poder nadie andar por aquel
camino. 29 Y he aquí que gritaron, diciendo: «¿Qué a nosotros y a ti, Hijo de Dios? ¿Has venido
aquí antes de tiempo a atormentarnos?». 30 Y había lejos de ellos una piara de puercos muchos,
paciendo. 31 Y los demonios rogáronle, diciendo: «Si nos echas fuera, envíanos a la piara de los
puercos». 32 Y díjoles: «Id»(f). Y ellos, saliendo, fueron a los puercos; y he aquí que se precipitó
toda la piara, escarpa abajo, al mar, y perecieron en las aguas. 33 Y los que apacentaban, huyeron y,
viniendo a la ciudad, anunciaron todo y lo de los endemoniados. 34 Y he aquí que toda la ciudad
salió al encuentro de Jesús, y, viéndole, rogaron que saliera de sus confines.

6 a. Siervo.

11 b. A comer, gozar.

20 c. El hombre por excelencia, la flor del hombre, del linaje humano.

21 d. Hasta que entierre: hasta que muera mi padre.

22 e. Proverbial = «los muertos se avengan entre sí: entiérreseles como se pueda».

32 f. De los demonios mismos apiádase Cristo. «Nada odias de lo que hiciste» (Sab. 11,25-27).
Evangelio según San Mateo
Capítulo 9
Un paralítico; curaciones
1 Y entrando en una barca, transfretó y vino a su ciudad. 2 Y he aquí que trajéronle un paralítico en
una litera puesto. Y, viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «Confía, hijo; perdonados te están
los pecados». 3 Y he aquí algunos de los escribas dijeron dentro de sí: «Este blasflema». 4 Y viendo
Jesús los pensamientos de ellos dijo: «¿A qué pensáis mal en vuestros corazones?» 5 pues ¿qué es
más fácil decir: «Perdonados te están los pecados», o decir: «Levántate y anda»? 6 Y para que veáis
que tiene poder el Hijo del hombre sobre la tierra de perdonar pecados— (entonces dice al
paralítico): «Levántate, alza tu litera y vete a tu casa». 7 Y levantándose, fuese a su casa. 8 Y,
viendo las turbas, temieron y glorificaron a Dios que dio poder tal a los hombres.

9 Y, yendo Jesús de allí, vio a un hombre sentado en el telonio, llamado Mateo, y dícele:
«Sígueme». Y, levantándose, siguióle. 10 Y sucedió que, recostado él en la casa, he aquí muchos
publicanos y pecadores, viniendo, se recostaron junto a Jesús y a sus discípulos. 11 Y viendo los
fariseos, dijeron a sus discípulos: «¿Por qué con los publicanos y pecadores come vuestro
maestro?» 12 Y él, oyendo, dijo: «No necesidad tienen los fuertes de médico, sino los que mal
están». 13 Y, yendo, aprended qué es: «Misericordia quiero, y no sacrificio»; pues no he venido
llamar a los justos, sino a los pecadores». 14 Entonces se acercaron a él los discípulos de Juan,
diciendo: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mucho, y los discípulos tuyos no ayunan?» 15
Y díjoles Jesús: ¿Acaso pueden los hijos(a) del Esposo entristecerse, mientras con ellos está el
Esposo? Mas, vendrán días en que les será quitado el Esposo, y entonces ayunarán. 16 Y nadie echa
remiendo de paño inabatanado(b) en vestido viejo; pues tira la plenitud(c) de él del vestido, y peor
se hace la rotura. 17 Ni echan vinos nuevos en odres viejos, que, de otra suerte, se rompen los odres,
y el vino se derrama y los odres se pierden: sino que echan vino nuevo en odres nuevos, y ambos se
conservan a la vez(d)».

18 Hablándoles él esto, he aquí un príncipe, acercándose, adoróle, diciendo: que «mi hija acaba de
morir, pero, viniendo, pon tu mano sobre ella, y vivirá». 19 Y, levantándose Jesús, siguióle y los
discípulos de él. 20 Y ahí una mujer, hemorrágica doce años, acercándose por detrás, asió la fimbria
de su vestido; 21 pues dijo entre sí: «Si tan sólo asiere su vestido, sanaré». 22 Y Jesús, volviéndose
y viéndola, dijo: «Confía, hija; tu fe te ha salvado». Y sanó la mujer desde aquella hora. 23 Y,
viniendo Jesús a la casa del príncipe, y viendo los flautistas y la turba tumultuando, 24 dijo:
«Retiraos; pues no ha muerto la niñita, sino que duerme». Y reíanse de él. 25 Y, cuando fue arrojada
fuera la turba, acercándose, cogió la mano de ella, y despertó(e) la niñita. 26 Y salió esta(f) fama
por toda aquella tierra.

27 Y caminando de allí, siguieron a Jesús dos ciegos gritando y diciendo: «Apiádate de nosotros,
hijo de David». 28 Y, viniendo él a la casa, acercáronsele los ciegos, y díceles Jesús: «¿Creéis que
puedo hacer esto?» Dícenle: «Sí, Señor». 29 Entonces tocó los ojos de ellos, diciendo: «Según
vuestra fe, hágaseos» 30 Y se abrieron los ojos de ellos. Y entre murmuróles(g) Jesús, diciendo:
«Mirad; que nadie lo sepa(h)» 31 Pero ellos, saliendo, le divulgaron por toda aquella tierra.

32 Y, saliendo ellos, he aquí le trajeron un mudo endemoniado. 33 Y, arrojado el demonio, habló el


mudo. Y maravilláronse las turbas, diciendo: «Jamás pareció tal en Israel». 34 Pero los fariseos
decían: «En el príncipe de los demonios arroja los demonios.»

35 Y recorrió Jesús las ciudades todas y las aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos y
predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda flaqueza(i). 36 Y viendo a las
turbas se lastimó de ellas; porque estaban desgarradas,(j) postradas como ovejas que no tienen
pastor. 37 Entonces dice a sus discípulos: «La mies, por cierto, mucha; pero los obreros, pocos; 38
rogad, pues, al señor de la mies, que apremie(k) obreros a su mies.»
15 a. Los amigos, los convidados a las bodas.

16 b. Aún inabatanado = recién hecho.


c. La fuerza apretada arrebata algo del vestido = tirando de él lo deshace.

17 d. Los dos símiles son para responder a los discípulos de Juan que la nueva ley (el paño nuevo)
no se infiere en la vieja, en lo ritual y en lo positivo de ella; ni el espíritu (el vino), de la nueva, en
las formas de aquélla; sino que, derogándola, en cuanto a lo material, a las disposiciones legales y al
espíritu, consérvala, sin embargo, pues la amplía, eleva y perfecciona.

25 e. Levantóse del sueño.

26 f. De esto.

30 g. Como indignándose y amenazando.


h. No lo divulguéis; no quería Cristo, generalmente, se conociera demasiado su divinidad.

35 i. Corporal.

36 j. Por los lobos: los principios de ellos.

38 k. Envíe apresurada, instantemente.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 10
Envío de los apóstoles; instrúyeles
1 Y llamando a sus doce discípulos les dio potestad de(a) los espíritus inmundos, para que los
arrojasen, y sanasen toda enfermedad y toda flaqueza. 2 Y los nombres de los doce apóstoles son
éstos: el primero, Simón, el llamado Pedro, y Andrés su hermano, y Santiago, el de Zebedeo, y
Juan, su hermano. 3 Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, el de Alfeo y
Tadeo. 4 Simón, el Cananeo(b) y Judas, el Iscariote(c) el que también le vendió. 5 A éstos doce
envió Jesús mandándoles diciendo: «A camino de gentes no os apartéis, y a ciudad de samaritanos
no entréis; 6 e id más bien a las ovejas las perecidas de la casa de Israel. 7 Y, yendo, predicad,
diciendo: que se ha acercado el reino de los cielos. 8 Enfermos sanad; muertos resucitad; leprosos
limpiad; demonios arrojad. De gracia recibisteis, de gracia dad. 9 No adquiráis oro, ni plata, ni
bronce, para(d) vuestros cinturones; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado ni
báculo; que digno es el obrero de su alimento. 11 Y en la ciudad o aldea que entrareis, indagad
quién en ella hay digno, y allí quedaos hasta iros. 12 Y, entrando en la casa, saludadla. 13 Y, si ya
fuere la casa digna, venga vuestra paz(e) sobre ella; mas, si no fuere digna, vuestra paz sobre
vosotros vuelva. 14 Y quien no recibiere a vosotros, ni escuchare las palabras de vosotros —
saliendo fuera de la casa o de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies(f). 15 En verdad os
digo: más llevadero será a la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que a aquella ciudad.
16 He aquí que yo os envío como ovejas en medio de lobos; sed pues, prudentes, como las
serpientes y sencillos(g), como las palomas. 17 Y guardaos de los hombres; pues os entregarán en
sanedrines(h) y en sus sinagogas azotarános, 18 y así ante príncipes como reyes se os llevará, por
causa mía, en testimonio para ellos(i) y las gentes(j). 19 Y cuando os entregaren, no os solicitéis de
cómo o qué hablar, pues se os dará en aquella hora qué habléis; 20 pues no vosotros sois los que
habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que habla en vosotros. 21 Y entregará hermano a
hermano a muerte y padre a hijo, y se levantarán juntos hijos contra padres y mataránles. 22 Y
seréis odiados de todos por mi nombre; y el que perseverare hasta el fin, éste se salvará. 23 Y
cuando os persiguieren en esta ciudad, huid, a la otra; pues, en verdad os digo; no acabaréis(k) las
ciudades de Israel que no venga el Hijo del hombre. 24 No hay discípulo sobre el maestro ni siervo
sobre su señor. 25 Basta al discípulo ser como su maestro; y el(l) siervo como su señor. Si al padre
de familias llamaron Beelzebub ¿cuánto más a sus domésticos? 26 No les temáis, pues; porque nada
hay tan cubierto que no se descubra y oculto que no se conozca. 27 Lo que os digo en las tinieblas,
decidlo en la luz, y lo que oís a la oreja, predicadlo sobre los terrados. 28 Y no temáis de los que
matan el cuerpo, y el alma no pueden matar, pero temed mas bien al que puede así el alma como el
cuerpo perder en la gehenna(m). 29 ¿No se venden dos gorriones por un as(n)? y uno de entre ellos
no cae sobre la tierra sin el padre de vosotros. 30 De vosotros, empero, aún los cabellos de la cabeza
todos contados están. 31 No temáis, pues: de muchos gorriones diferís(o) vosotros. 32 Todo aquél,
pues, que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante del Padre mío el de
los cielos; 33 y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo también delante del
Padre mío el de los cielos. 34 No creáis que he venido a lanzar paz sobre la tierra(p) no he venido a
lanzar paz, sino cuchilla. 35 Pues he venido a dividir hombre contra su padre e hija contra su madre,
y nuera contra su suegra. 36 Y ¡enemigos del hombre, sus domésticos! 37 Quien amare a padre o a
madre más que a mí, no es de mí digno; y quien amare hijo o hija más que a mí, no es de mí digno;
38 y quien no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es de mí digno. 39 Quien hallare su alma,
perderála, y quien perdiere su alma, por causa mía, hallarála. 40 El que os recibiere a vosotros, me
recibe y el que me recibiere, recibe al que me ha enviado. 41 El que recibiere a un profeta, en
nombre de profeta, galardón de profeta recibirá; y el que recibiere a un justo, en nombre de justo,
galardón de justo recibirá. 42 Y el que diere de beber a uno de estos pequeños(q) un cáliz de fría(r),
solamente, en nombre de discípulo, en verdad os digo: no perderá, no, su galardón.»

1 a. Sobre.

4 b. Celador.
c. «Hombre de Cariot».

9 d. Guardar en.

13 e. La paz es algo como real, una emanación, divina que va y viene, cuya presencia y ausencia se
perciben.

14 f. Para no llevar nada de ellos.

16 g. Puros.

17 h. Junta, tribunal.

18 i. Los judíos: para que conozcan todos el evangelio.


j. Gentes siempre = gentiles.

23 k. De recorrer.

25 l. Al.

28 m. El infierno.

29 n. Moneda ínfima de cobre.


31 o. Sois mejores.

34 p. Su paz es interior. Fuera hay guerra para los suyos.

42 q. Pobres y humildes que le rodeaban.


r. Agua.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 11
Juan y Cristo. Divinidad de Cristo
1 Y sucedió, que cuando acabó Jesús de mandar a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y
predicar en las ciudades de ellos. 2 Y Juan, oyendo en la cárcel, las obras del Cristo, enviando por
medio de sus discípulos(a), le dijo: 3 «¿Tú eres el que ha de venir, o a otro esperamos?» 4 Y,
respondiendo Jesús, díjoles: «Yendo, anunciad a Juan lo que oís y veis: 5 Ciegos están viendo y
cojos andando; leprosos son limpios; y sordos oyen, y muertos resucitan y pobres son
evangelizados(b); 6 y bienaventurado es, quien no se escandalizare en mí». 7 Y, yéndose éstos,
empezó Jesús a decir a las turbas sobre Juan: «¿Qué habéis salido al desierto a mirar? ¿caña por el
viento balanceada? 8 Pero ¿qué habéis salido a ver? ¿hombre en blanduras envuelto? he aquí los
que lo blando llevan, en las casas de los reyes(c). 9 Pero ¿a qué habéis salido? ¿profeta a ver? Sí; os
digo, y más que profeta. 10 Este es de quien está escrito: He aquí yo envío mi mensajero delante de
tu faz; quien preparará tu camino delante de ti. 11 En verdad os digo: no se ha levantado en nacidos
de mujeres mayor que Juan el Bautista; pero el menor en el reino de los cielos mayor que él es(d).
12 Y desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es forzado(e), y forzadores
arrebátanlo. 13 Pues todos los profetas y la ley han profetizado(f) hasta Juan; 14 y si queréis
permitir(g) él es Elías, el que ha de venir. 15 El que tuviere orejas, oiga.»

16 «Y ¿a quién asemejaré esta generación? semejante es a pequeñuelos sentados en las plazas, los
que voceando a los otros, dicen: 17 Flauteado os hemos, y no habéis danzado: trenádoos(h), y no
habéis llorado(i). 18 Pues vino Juan, ni comiendo ni bebiendo, y dicen: «Demonio tiene». 19 Vino
el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen: «He aquí un hombre glotón y vinolento, de
publicanos amigo y de pecadores». Y se justificó la sabiduría por sus obras(j). 20 Entonces empezó
a reconvenir a las ciudades en que habían sido hechos los más de los poderes de él, porque no se
habían arrepentido: 21 «¡Ay de ti, Corazaín! ¡ay de ti, Betsaida; que, si en Tiro y Sidón, se hicieran
los poderes, los hechos en vosotras, mucho ha, en saco y ceniza se hubieran arrepentido. 22
Empero, dígoos que a Tiro y Sidón más llevadero será en el día del juicio que a vosotras. 23 Y tú,
Cafarnaúm ¿acaso hasta el cielo te sublimarás? Hasta el infierno bajarás; pues, si en Sodoma se
hicieran los poderes los hechos en ti, quedara ella hasta el día de hoy. 24 Empero, dígoos que a la
tierra de Sodoma más llevadero será en el día del juicio que a ti.»

25 En aquel tiempo, respondiendo(k) Jesús, dijo: «Ensálzote, Padre, señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes(l), y reveládolas a los pequeñuelos(m). 26
Sí, Padre; porque tal plugo ante ti. 27 Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie
conoce al Hijo sino el Padre; ni al Padre alguien conoce sino el Hijo y a quien quisiere el Hijo
revelar. 28 Venid a mí, todos los trabajados y recargados, y yo os refrigeraré. 29 Alzad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mí, porque suave soy y humilde del corazón, y hallaréis alivio para
vuestras almas; 30 que mi yugo es bueno; y mi carga, ligera es.»
2 a. Para satisfacer al pueblo.

5 b. Se les anuncia el evangelio, la buena nueva del reino; la dicha.

8 c. Están.

11 d. En la tierra.

12 e. Es forzado por el amor o el odio.

13 f. Al Mesías: el reino de los cielos; el mesiánico.

14 g. Se me permite decirlo = él es en cierto modo, Elías: el primer Elías, con respecto al de la 2ª


venida de Cristo.

17 h. Decir trenos, lamentaciones.


i. Juego en que imitan los niños las danzas corales, y las nenias y pompas fúnebres. El sentido es:
este pueblo es como los niños que malamente imitan las cosas, y quieren que todos los otros niños
les hagan caso, cantando y llorando. La mitad dice: «Cantad»; la otra mitad: «Llorad»; y luego riñen
entre sí. Imposible es contentar a tal pueblo. Alude Cristo abiertamente a su propia suavidad, con el
canto; a la austeridad de Juan, con los lamentos.

19 j. La sabiduría divina es justificada en Juan y Jesús por sus obras y por los hijos de ella.

25 k. Explicando, continuando.
l. Los que presumen de sabiduría y discreción.
m. Humildes.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 12
Enseñanzas del sábado
1 En aquel tiempo fue Jesús el sábado al través de los sembrados; y sus discípulos hambrearon, y
principiaron a desgranar espigas y a comer. 2 Pero los fariseos, viendo, dijéronle: «He ahí que tus
discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado». 3 Y él díjoles: «¿No habéis leído qué hizo
David, cuando hambreó y los con él? 4 ¿cómo entró en la casa de Dios y los panes de la proposición
comió; lo que no le era lícito comer ni a los con él, sino a los sacerdotes solos? 5 ¿O no habéis leído
en la ley que los sábados los sacerdotes en el santuario el sábado profanan(a) e inocentes son? 6 Y
dígoos que cosa mayor que el santuario hay aquí(b). 7 Y si conocieseis qué es: «Misericordia
quiero, y no sacrificio», no condenaríais a los inocentes. 8 Pues señor es del sábado el Hijo del
hombre». 9 Y partiendo de allí, fue a la sinagoga de ellos. 10 Y he aquí un hombre, una mano
teniendo seca; y preguntáronle diciendo: «¿Si es lícito los sábados curar?» para acusarle. 11 Y él
díjoles: «¿Quién será de entre vosotros el hombre que tenga oveja una, y si cayere ésta el sábado en
un hoyo, no la coja y alce? 12 Pues, ¿cuánto difiere(c) un hombre de una oveja? así que lícito es los
sábados bellamente hacer». 13 Entonces dice al hombre: «Extiende tu mano». Y la extendió y
restituida fue sana como la otra. 14 Y saliendo los fariseos, consultáronse contra él, para perderle.

15 Pero Jesús, conociendo, retiróse de allí. Y siguiéronle muchos, y sanóles a todos; 16 e intimóles
que no le descubriesen; 17 para que se cumpliese lo dicho por Isaías, el profeta, diciendo:
18 He aquí a mi Hijo a quien elegí,
mi amado, en quien se ha complacido mi alma;
pondré mi espíritu sobre él,
y mi juicio a las gentes anunciará.
19 No contenderá ni voceará;
ni oirá alguien en las calles su voz.
20 Caña quebrantada no romperá;
y lino(d) humeante no apagará;
hasta que lanzare a victoria el juicio.
21 Y en su nombre las gentes esperarán.

22 Entonces le fue traído un endemoniado ciego y mudo(e) y sanóle, que el mudo habló y vio. 23 Y
arrobáronse todas las tubas y dijeron: «¿Acaso no es(f) éste el hijo de David?» 24 Pero los fariseos,
oyendo, dijeron: «Este no lanza los demonios sino en Beelzebub, príncipe de los demonios». 25 Y
conociendo los sentimientos de ellos, díjoles: «Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado, y
toda ciudad o casa dividida contra sí misma no subsistirá. 26 Si Satanás a Satanás lanza, contra sí
mismo está dividido: ¿Cómo, pues, subsistirá su reino? 27 Y, si yo en Beelzebub lanzo los
demonios, vuestros hijos(g) ¿en quién le lanzan? Por esto ellos jueces serán vuestros. 28 Pero si en
el Espíritu de Dios yo lanzo los demonios, por cierto ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 ¿O
cómo puede alguno entrar en la casa del fuerte, y arrebatar sus armas si primero no atare al fuerte; y
entonces despojará su casa? 30 El que no es conmigo, contra mí es, y el que no recoge conmigo,
desparrama. 31 Por esto dígoos: todo pecado y blasfemia, perdonada será a los hombres; pero la
blasfemia del Espíritu no será perdonada. 32 Y, si alguno dijere palabra contra el Hijo del hombre,
se le perdonará, pero si hablare contra el Espíritu santo(h), no se le perdonará, no, ni en este siglo, ni
en el venidero(i). 33 O haced(j) el árbol hermoso y su fruto hermoso, o haced el árbol carcomido y
su fruto carcomido; pues por el fruto se conoce el árbol. 34 Engendros de víboras, ¿cómo podéis lo
bueno hablar, malos siendo? pues de la abundancia del corazón la boca habla. 35 El buen hombre
del buen tesoro lanza lo bueno; y el mal hombre del mal tesoro lanza lo malo. 36 Y dígoos que toda
palabra ociosa(k) que hablaren los hombres, —darán de ella cuenta en el día del juicio. 37 Pues por
tus palabras serás justificado, y por tus palabras, condenado.»

38 Entonces, respondiéronle algunos de los escribas y fariseos, diciendo: «Maestro, queremos de ti


una señal ver». 39 Y él, respondiendo, díjoles: «Generación mala y adúltera, señal demanda, y señal
no se le dará, sino la señal de Jonás el profeta. 40 Pues, así como estuvo Jonás en el vientre de la
ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra, tres días y
tres noches. 41 Varones ninivitas resucitarán en el juicio con esta generación y condenaránla;
porque se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás aquí(l). 42 Reina del
noto(m) levantárase, en el juicio con esta generación y condenárala, porque vino de los fines de la
tierra a oír la sabiduría de Salomón; y he aquí más que Salomón, aquí.»

43 «Y cuando el inmundo espíritu(n) ha salido del hombre, va al través de inacuosos lugares


buscando reposo, y no halla. 44 Entonces dice: «A mi casa volveré de donde salí»; y, viniendo,
hállala reposando y barrida y adornada: 45 Entonces va y toma consigo siete otros espíritus peores
que él y entrando habitan allí; y se hace lo postrero de aquel hombre peor que lo primero. Así
sucederá también a esta generación, la mala.»

46 Aún hablando él a las turbas, he aquí que la madre y los hermanos(o) de él, estaban parados
fuera, queriéndole hablar. 47 y díjole alguien: «He ahí que tu madre y tus hermanos fuera están
parados queriéndote hablar». 48 Y él respondiendo, dijo al que le hablaba: «¿Quién es mi madre, y
quiénes son mis hermanos?» y, extendiendo su mano, sobre sus discípulos, dijo: «He ahí mi madre
y mis hermanos; 49 pues quien quiera que hiciere la voluntad de mi Padre, el de los cielos, él es mi
hermano, y hermana y madre.»

5 a. Ofreciendo los sacrificios legales.

6 b. Es decir: Cristo.

12 c. Vale más.

20 d. Pabilo de hilo.

22 e. Sordomudo.

23 f. Será.

27 g. Los exorcistas judíos.

32 h. Contra obras claramente de él, y de consiguiente por pura malicia.


i. Esto es: será castigado.

33 j. Suponed.

36 k. Mentida, «que contiene calumnia» (Crisóst.) Vana, falsa.

41 l. Hay aquí.

42 m. Sur.

43 n. Vuelve Cristo al asunto principal (24) interrumpido por esta digresión. No es parábola este
obrar del demonio, sino que todo hay entenderlo literalmente.

46 o. Consanguíneos.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 13
Parábolas
1 En aquel día, saliendo Jesús de la casa, sentóse junto al mar; 2 y congregáronse a él turbas
muchas, de modo que él, en barco entrando, se sentó y toda la turba sobre la ribera estaba parada, 3
y hablóles muchas cosas en parábolas, diciendo: «He aquí salió el sembrador a sembrar. 4 Y,
sembrando él, lo uno cayó junto al camino y, viniendo los volátiles del cielo, devoráronlo. 5 Y lo
otro cayó sobre lo pedregoso, donde no tenía tierra mucha y pronto brotó por no tener hondura de
tierra; 6 pero, naciendo el sol, se quemó y, no teniendo raíz, secóse. 7 Y lo otro cayó sobre las
espinas, y subieron las espinas, y ahogáronlo. 8 Y lo otro cayó sobre la tierra la bella y daba fruto;
cual a ciento; cual a sesenta; cual a treinta. 9 El que tenga orejas para oír, oiga». 10 Y allegándose
los discípulos, dijéronle: «¿Por qué en parábolas les hablas?» 11 Y él respondiendo, díjoles:
«Porque a vosotros es dado conocer los misterios del reino de los cielos; mas a aquéllos no es dado.
12 Pues, quien tuviere,(a) le será dado; y abundará; pero, el que no tuviere, —aún lo que tuviere, le
será quitado. 13 Por esto en parábolas les hablo, porque viendo no ven(b), y oyendo no oyen, ni
entienden. 14 Y cumplida les está la profecía de Isaías, la que dice:
Is. 6,9-10. Con oído oiréis y no entenderéis, no;
Y mirando, miraréis y no veréis, no.
15 Pues se endureció el corazón de este pueblo
y con las orejas pesadamente han oído;
y sus ojos han ido cerrando,
que jamás vean con los ojos,
y con las orejas oigan,
y con el corazón entiendan;
y se conviertan, y yo los sane.

16 De vosotros, empero, felices los ojos porque miran, y las orejas, porque oyen. 17 Pues, en verdad
dígoos que muchos profetas y justos anhelaron ver lo que miráis y no vieron, y oír lo que oís, y no
oyeron. 18 Vosotros, pues, oid la parábola del que siembra. 19 De todo el que oyere la palabra del
reino y no entendiere, —viene el malo y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el junto al
camino sembrado. 20 Y el sobre lo pedregoso sembrado; éste es el que la palabra oye y al punto con
alegría la recibe; 21 pero no tiene raíz en sí mismo, sino que temporal es, y viniendo tribulación o
persecución por la palabra, al punto se escandaliza. 22 Y el sobre las espinas sembrado: éste es el
que la palabra oye, y el cuidado del siglo y el engaño de las riquezas acaba de ahogar la palabra, e
infructuosa se hace. 23 Y el sobre la hermosa tierra sembrado: éste es el que la palabra oye y
entiende, el que fructifica y da: quien a ciento; quien a sesenta; quien a treinta.»

24 Otra parábola propúsoles, diciendo: «Asemejádose ha el reino de los cielos a un hombre


sembrando hermosa simiente en su campo. 25 Y mientras dormían los hombres, vino el enemigo de
él, y sobresembró cizaña en medio del trigo, y se fue. 26 Y cuando floreció la yerba y fruto dio,
entonces apareció también la cizaña. 27 Y, llegándose los siervos del dueño de casa le dijeron:
«Señor, ¿no has acaso hermosa simiente sembrado en tu campo? ¿de dónde pues, tiene cizaña? 28 Y
él díjoles: «Enemigo hombre esto hizo». Y ellos le dicen: «¿Quieres, pues que, yendo, la
recojamos?» 29 Y les dice: «No», no sea que, recogiendo la cizaña, desarraiguéis a la vez con ella el
trigo. 30 Dejad crecer juntamente los dos hasta la siega; y, en tiempo de la siega, diré a los
segadores: «Recoged primero la cizaña y atadla en atados para quemarla; y el trigo juntad en mi
granero.»

31 Otra parábola propúsoles diciendo: «Semejante es el reino de los cielos a un grano de mostaza, el
que tomando un hombre, sembró en su campo, 32 la cual, aunque es la más pequeña de todas las
simientes, sin embargo, cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas y se hace árbol que vienen
los volátiles del cielo y moran en sus ramas.»

33 Otra parábola hablóles: «Semejante es el reino de los cielos a levadura, que tomando una mujer,
escondió en, de harina, satos(c) tres hasta que se leudó todo». 34 Todo esto habló Jesús en parábolas
a las turbas, y sin parábola nada les hablaba. 35 Para que se cumpliese lo dicho por el profeta,
diciendo: «Abriré en parábolas mi boca; desbordaréme en cosas escondidas desde la creación del
mundo». 36 Entonces, despidiendo las turbas, vino a la casa. Y llegáronse a él sus discípulos,
diciendo: «Acláranos bien la parábola de la cizaña del campo». 37 Y él respondiendo, dijo: «El que
siembra la bella simiente es el Hijo del hombre; 38 y el campo es el mundo, y la bella simiente —
éstos son los hijos del reino; y la cizaña son los hijos del malo; 39 y el enemigo el que la siembra, es
el diablo; y la siega, consumación de siglos, y los segadores ángeles son. 40 Así como, pues, se
recoge la cizaña y con fuego se quema, así será en la consumación del siglo. 41 Enviará el Hijo del
hombre sus ángeles y recogerán de su reino todos los escándalos y a los que hacen la iniquidad. 42
y arrojaránles en el horno del fuego; allí habrá el llanto y el rechino de los dientes. 43 Entonces los
justos destellarán como el sol, en el reino de su Padre. Quien tuviere orejas para oír, oiga.»
44 «Símil es el reino de los cielos a un tesoro escondido en el campo, el que, encontrando un
hombre, escondió, y de gozo de él se va, y vende cuanto tiene y compra aquel campo.»

45 «De nuevo símil es el reino de los cielos a un mercader buscando hermosas perlas; 46 y,
encontrando una preciosa perla, yéndose, ha vendido todo cuanto tenía, y compróla.»

47 «De nuevo símil es el reino de los cielos a una red lanzada al mar y de todo género(d) juntando,
48 la que, cuando se llenó, sacándola fuera a la playa y sentándose, reunieron lo hermoso en vasos,
pero lo podrido fuera arrojaron. 49 Así será en la consumación del siglo: saldrán los ángeles y
separarán a los malos de en medio de los justos, 50 y arrojaránles en el horno del fuego; allí habrá el
llanto y el rechino de los dientes. 51 ¿Tenéis entendido esto todo?». Dícenle: «Sí». 52 Y él díjoles:
«Por esto,(e) todo escriba instruido en el reino de los cielos símil es a un hombre dueño de casa, el
cual saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.»

53 Y sucedió, cuando acabó Jesús estas parábolas pasó de allí. 54 Y viniendo a su patria, enseñóles
en la sinagoga de ellos, que se arrobaron y dijeron: «¿De dónde a éste esta sabiduría y los poderes?
(f) 55 ¿No es éste del carpintero hijo? ¿No la madre de él se llama María y los hermanos de él
Santiago, y José, y Simón y Judas? 56 Y las hermanas de él ¿acaso no todas con nosotros están?
¿De dónde, pues, a éste todo esto?» 57 Y escandalizábanse en él. Y Jesús díjoles: «No hay profeta
deshonrado, sino en su patria y en su casa». 58 Y no hizo allí poderes muchos, por la incredulidad
de ellos.

12 a. Trabajare, cooperare al bien, a la gracia.

13 b. Culpablemente se ciegan.

33 c. El sato (med. hebrea) = 1 1/2 fanegas. Parece que en grandes festines se amasaban tres.

47 d. De peces.

52 e. Porque entendisteis, sed semejantes a un padre de familia muy rico que tiene lleno su tesoro de
toda suerte de bienes: nuevos y viejos, para todas las necesidades y gustos. —Imitadme también a
mí explicando en parábolas el reino divino.

54 f. Fuerzas de hacer milagros.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 14
Milagros
Muerte del Bautista
1 En aquel tiempo oyó Herodes, el tetrarca, la oída (a) de Jesús, 2 y dijo a sus jóvenes:(b) «Este es
Juan el Bautista: él ha resucitado de los muertos, y por esto los poderes se obran en él». 3 Porque
Herodes, apoderándose, a Juan había atado y en prisión puéstole, por Herodías, la mujer de Felipe,
su hermano; 4 pues decíale Juan: «No te es lícito tenerla». 5 Y queriendo matarle, temía a la
muchedumbre, porque por profeta le tenían. 6 Y viniendo el natalicio de Herodes; danzó la hija de
Herodías al medio y agradó a Herodes, 7 por donde con juramento prometió darla lo que pidiese. 8
Y ella prevenida de su madre: «Dame, dice, aquí en una escudilla, la cabeza de Juan el Bautista». 9
Y entristecido el rey por los juramentos y los comensales, mandó se diese; 10 y enviando, decapitó
a Juan en la prisión. 11 Y se trajo la cabeza de él en una escudilla y se le dio a la doncellita, y la
llevó a su madre. 12 Y viniendo sus discípulos levantaron el cadáver, y sepultáronle, y, viniendo,
anunciaron a Jesús.

13 Y, oyendo Jesús, se retiró en barca a desierto lugar aparte; y, oyendo las turbas, siguiéronle a pie
de las ciudades. 14 Y, saliendo, vio mucha turba y se lastimó de ellos y sanó sus enfermos. 15 Y al
atardecer acercáronsele los discípulos, diciendo: «Desierto es el lugar y la hora ya ha pasado;
despide, pues, las turbas para que, yendo a las aldeas, se compren alimento». 16 Y Jesús díjoles:
«No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer». 17 Y ellos dícenle: «No tenemos aquí sino
cinco panes y dos peces». 18 Y él dijo: «Traédmelos acá». 19 Y mandando a las turbas recostarse en
la hierba, tomando los cinco panes y los dos peces, mirando hacia el cielo, bendijo, y partiendo dio
a los discípulos los panes, y los discípulos, a las turbas. 20 Y comieron todos y hartáronse y alzaron
las sobras de los pedazos; doce cofines(c) llenos. 21 Y los que comieron, fueron como cinco mil
hombres sin mujeres y niños. 22 Y luego hizo a sus discípulos subir en la barca y precederle allende
hasta mientras despedía las turbas. 23 Y habiendo despedido las turbas, subió al monte aparte a orar.
Y al atardecer solo estaba allí. 24 Y la barca ya estadios(d) muchos de la tierra distaba, azotada por
las olas; pues era contrario el viento. 25 Mas, a la cuarta vigilia(e) de la noche vino a ellos paseando
sobre el mar. 26 Y los discípulos viéndole pasear por el mar se espantaron, diciendo que: «fantasma
es», y de temor gritaron. 27 Pero luego hablóles Jesús, diciendo: «Confiad: yo soy: no temáis». 28
Y respondiéndole Pedro, dijo: «Señor, si tú eres, mándame ir a ti sobre las aguas». 29 Y él dijo:
«Ven». Y bajando de la barca Pedro, paseó sobre las aguas, y fue a Jesús. 30 Mas, mirando el viento
fuerte, se atemorizó; y empezando a sumergirse, gritó diciendo: «Señor sálvame». 31 Y luego Jesús,
extendiendo la mano, le cogió, y dícele: «Poco creyente, ¿a qué has dudado?» 32 Y subiendo ellos
en la barca, calmó el viento. 33 Y los de la barca adoráronle, diciendo: «Verdaderamente de Dios
Hijo eres».

34 Y atravesando llegaron a la tierra, a Genesaret. 35 Y conociéndole los hombres de aquel lugar,


enviaron a todos aquellos contornos y trajéronle todos los enfermos, 36 y rogábanle que tan sólo
tocaran la orla de su vestido; y cuantos le tocaron, sanaron.

1 a. Fama.

2 b. Pajes, cortesanos.

20 c. Cestas.

24 d. El estadio = unos 180 metros.

25 e. Los romanos dividían la noche en cuatro vigilias: 1º de la puesta del sol 9; 2º 2 M; 3º 3; 4º el


alba.
Evangelio según San Mateo
Capítulo 15
Son confundidos los fariseos
1 Entonces acércanse a Jesús de Jerusalén, fariseos y escribas, diciendo. 2 «¿Por qué tus discípulos
quebrantan la tradición de los ancianos? ¿pues no se lavan las manos cuando pan comen?» 3 Y él
respondiendo, díjoles: «¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra
tradición? 4 Pues Dios dijo: Honra al padre y la madre. Y: el que hablare mal de padre o madre, de
muerte fine; 5 y vosotros decís: «El que dijere al padre o a su madre: «Ofrenda que de mí(a) a ti te
aprovechará»; no honrará a su padre, no, a su madre(b); 6 y derogasteis la palabra de Dios por
vuestra tradición. 7 Hipócritas, bellamente profetizó de vosotros Isaías, diciendo: Este pueblo con
los labios me honra; 8 pero su corazón lejos está de mí; 9 y en vano me reverencian, enseñando
enseñanzas, invenciones de hombres». 10 Y llamando a sí la turba, díjoles: «Oid y entended: 11 No
lo que entra en la boca, comunica(c) al hombre, sino lo que sale de la boca, esto comunica al
hombre». 12 Entonces, acercándose los discípulos, le dicen: «¿Sabes que los fariseos, oyendo la
palabra, se han escandalizado?» 13 Y él respondiendo, dijo: «Todo plantel que no ha plantado mi
Padre el celestial, desarraigado será. 14 Dejadles: ciegos son guías de ciegos; y ciego si a ciego
guía, ambos en hoyo caerán». 15 Y respondiendo Pedro díjole: «Explícanos la parábola». 16 Y él
dijo: «¿Aún ahora también vosotros ininteligentes sois? 17 No comprendéis que todo lo que entra
en la boca, al vientre va y en la letrina(d) se arroja? 18 Pero lo que sale de la boca, del corazón
parte, y aquello comunica al hombre. 19 Pues del corazón salen pensamientos malos, muertes,
adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. 20 Esto es lo que comunica al
hombre; pero el con manos no lavadas comer no comunica al hombre.»

21 Y saliendo de allí Jesús, se retiró a las partes de Tiro y Sidón. 22 Y he aquí una mujer cananea de
aquellos confines saliendo, gritaba, diciendo: «Apiádate de mí, Señor, hijo de David. Mi hija está
malamente endemoniada». 23 Pero él no la respondió palabra. Y acercándose sus discípulos,
rogáronle, diciendo: «Despídela, porque grita detrás de nosotros». 24 Y él respondiendo dijo: «No
se me ha enviado sino a las ovejas, las perecidas, de casa de Israel». 25 Mas, ella, viniendo, adoróle
diciendo: «Señor, socórreme». 26 Y él respondiendo dijo: «No es bello tomar el pan de los hijos y
arrojar a los perrillos». 27 Y ella dijo: «Sí, Señor, —también los perrillos comen de las migajas las
que caen de la mesa de sus señores». 28 Entonces respondiendo Jesús, díjola: «¡Oh mujer, grande,
tu fe!: hágasete como quieres». Y sanó su hija desde aquella hora.

29 Y saliendo de allí Jesús, vino junto al mar de la Galilea, y, subiendo al monte, sentóse allí. 30 Y
acercáronse a él turbas muchas, teniendo consigo cojos, mancos, ciegos, sordos y otros muchos, y
arrojáronles a los pies de él; y sanóles; 31 que las turbas se maravillaron viendo a sordos hablar,
mancos sanos; y cojos pasear, y ciegos ver, y glorificaron al Dios de Israel.

32 Y Jesús llamando a sí sus discípulos, dijo: «Lastímome de la turba, que días tres permanecen
conmigo y no tienen qué comer; y despedirles ayunos no quiero; no sea que desfallezcan en el
camino». 33 Y dícenle los discípulos: «¿De dónde a nosotros en páramo panes tantos para hartar
turba tanta?» 34 Y díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?» Y ellos dijeron: «Siete, y unos pocos
pececillos». 35 Y significando a la turba echarse sobre la tierra, 36 tomó los siete panes y los peces,
y agradeciendo, partió, y daba a los discípulos; y los discípulos, a las turbas. 37 Y comieron todos, y
hartáronse y las sobras de los pedazos alzaron: siete espuertas llenas. 38 Y los que comieron, fueron
cuatro mil hombres, sin mujeres y niños. 39 Y habiendo despedido a las turbas, entró en la barca y
fue a los confines de Magadán.

5 a. Viene.
b. Sentido: Quien ofrenda a Dios, no está obligado a honrar, a mantener, padre o madre.

11 c. Boca común = contamina.


17 d. Expresión enérgica para estigmatizar la hipocresía y superstición farisaicas.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 16
Enseñanzas
La señal de Jonás
1 Y acercándose los fariseos y saduceos, tentando, pidiéronle señal del cielo les mostrara. 2 Mas él,
respondiendo, díjoles: «Al atardecer, decís: «Bonanza, que se enrojece el cielo»; 3 Y al alba: «Hoy
tempestad que se enrojece, entristeciéndose el cielo». La faz del cielo, ciertamente, sabéis
distinguir; pero ¿las señales de los tiempos no podéis? 4 Generación mala y adúltera señal pide, y
señal no se le dará sino la señal de Jonás.» Y abandonándoles, se fue.

5 Y viniendo los discípulos allende, olvidaron panes tomar. 6 Y Jesús, díjoles: «Mirad y guardaos de
la levadura de los fariseos y saduceos». 7 Y ellos consideraban entre sí, diciendo: que «panes no
hemos tomado». 8 Y conociendo Jesús, dijo: «¿Qué consideráis dentro de vosotros, poco creyentes,
que panes no tenéis? 9 ¿Aún no comprendéis, ni recordáis los cinco panes de los cinco mil y
cuantos cofines cogistéis? 10 Ni los siete panes de los cuatro mil, y cuántas espuertas cogisteis? 11
¿Cómo no comprendéis que no de panes os dije: «Y guardaos de la levadura de los fariseos y
saduceos?» 12 Entonces comprendieron que no dijo se guardasen de la levadura de los panes, sino
de la doctrina de los fariseos y saduceos.

13 Y viniendo Jesús a las partes de Cesarea, la de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo:
«¿Quién dicen los hombres ser el Hijo del hombre?» 14 Y ellos dijeron: «Unos que Juan el Bautista;
otros que Elías; otros que Jeremías, o uno de los profetas». 15 Díceles: «Y vosotros ¿quién decís
que soy?» 16 Y respondiendo Simón Pedro, dijo: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el viviente».
17 Y respondiendo Jesús, díjole: «Bienaventurado eres, Simón Barjonás(a), porque carne y
sangre(b) no te ha revelado, sino mi Padre el de los cielos. 18 Y yo también(c) te digo que tú eres
Pedro(d) y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y puertas de infierno no prevalecerán contra ella.
19 Te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que atares sobre la tierra, atado estará en los cielos,
y lo que desatares sobre la tierra, desatado estará en los cielos.» 20 Entonces intimó a sus discípulos
que a nadie digan que él es el Cristo.

21 Desde entonces empezó Jesús a manifestar a sus discípulos que debe él a Jerusalén ir y mucho
padecer de los ancianos y sumos sacerdotes y escribas, y ser muerto, y al tercer día, resucitar. 22 Y
tomándole aparte Pedro, dícele intimando: «¡Lejos de ti Señor!: no te será esto, no». 23 Pero él,
volviéndose, dijo a Pedro: «¡Retírate! detrás de mí, Satán(e); escándalo(f) eres mío, porque no
piensas lo de Dios, sino lo de los hombres.»

24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «si alguno quiere en pos de mí venir, niéguese a sí mismo,
y alce su cruz, y sígame. 25 Pues el que quisiere su alma salvar, perderála; mas, el que perdiere su
alma por causa mía, hallarála. 26 Pues ¿qué aprovechará un hombre, si el mundo entero ganare y a
su alma dañare? O ¿qué dará un hombre en cambio de su alma? 27 Pues debe el Hijo del hombre de
venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces remunerará a cada uno según su conducta.
28 En verdad os digo que hay algunos de los aquí parados los que no gustarán(g) muerte hasta que
no vieren al Hijo del hombre venir en su realeza»(h).

17 a. Bar = hijo; Jonás = de Jonás.


b. Hombre.

18 c. A mi vez, en recompensa.
d. Petros en griego = «piedra».

23 e. Tropiezo.
f. Adversario.

28 g. Apurarán, consumarán.
h. En su gloria, a reinar. —Absurdo es referir el pasaje a la transfiguración, que tuvo lugar sólo seis
días después.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 17
Milagros
La Transfiguración
1 Y después de días seis toma consigo aparte Jesús a Pedro, y Santiago, y Juan, el hermano de él, y
los lleva arriba, a un monte alto aparte. 2 Y transfiguróse delante de ellos: y resplandeció su rostro
como el sol; y sus vestidos tornáronse esplendorosos como la luz. 3 Y he aquí que se les apareció
Moisés y Elías, conversando con él. 4 Y respondiendo Pedro, dijo a Jesús: «Señor, bello es que
nosotros aquí estemos; si quieres, haré aquí tiendas tres: a ti una, y a Moisés una, y a Elías una». 5
Aún hablando él, he aquí una nube luminosa les fue sombreando y he aquí una voz de la nube
diciendo: «Este es el Hijo mío, el amado, en quien me he complacido: escuchadle». 6 Y oyendo los
discípulos, cayeron sobre su rostro y atemorizáronse sobremanera. 7 Y llegóse Jesús y, tocándoles,
dijo: «Levantaos y no os atemoricéis». 8 Y alzando sus ojos a nadie vieron, sino a Jesús sólo. 9 Y
bajando ellos del monte, encargóles Jesús, diciendo: «A nadie digáis la visión hasta que el Hijo del
hombre de los muertos resucite.» 10 Y preguntáronle los discípulos, diciendo: «¿Qué, pues, los
escribas dicen que Elías debe venir primero?» 11 Y él respondiendo, dijo: «Elías ciertamente viene
y restaurará todo; 12 y dígoos que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron en él cuanto
quisieron; así también el Hijo del hombre ha de padecer de ellos.» 13 Entonces comprendieron los
discípulos que de Juan el Bautista les habló.

14 Y viniendo ellos a la turba acercósele un hombre, arrodillándosele, 15 y diciendo: «Señor,


apiádate de mi hijo, porque es lunático y mal está; pues, muchas veces cae al fuego y muchas veces
al agua. 16 Y le traje a tus discípulos y no le pudieron sanar.» 17 Y respondiendo Jesús, dijo: «Oh
generación, increyente y perversa ¿hasta cuándo con vosotros estaré? ¿hasta cuándo os sufriré?
Traédmelo acá.» 18 E impúsole Jesús, y salió de él el demonio y sanó el niño desde aquella hora. 19
Entonces acercándose los discípulos a Jesús aparte dijeron: «¿Por qué nosotros no pudimos
lanzarle?» 20 Y él les dice: «Por vuestra poca fe; pues en verdad os digo: si tuviereis fe como un
grano de mostaza, diréis a este monte: «Pásate de acá a allá». Y se pasará, y nada os será imposible.
21 Pero este linaje no sale sino en oración y ayuno.»

22 Y volviendo, ellos juntos, en la Galilea, díjoles Jesús: «Ha de ser el Hijo del hombre entregado
en manos de hombres, 23 y mataránle y al tercer día resucitará». Y se entristecieron sobremanera.

24 Y, viniendo ellos a Cafarnaúm, se acercaron los que los didracmas cobraban a Pedro y dijeron:
«¿Vuestro maestro no paga didracmas?». 25 Dice: «Sí». Y viniendo él a la casa adelantóse a él
Jesús, diciendo: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra ¿de quiénes cobran tributos o censo?
¿de los hijos de ellos o de los extraños?» 26 Y diciendo él: «De los extraños», díjole Jesús: «Luego,
pues, libres están los hijos. 27 Pero, porque no los escandalicemos, yendo al mar, arroja anzuelo y al
saliente primer pez alza; y abriendo su boca, hallarás un estatero(a); aquél tomando, dales por mí y
ti».

27 a. Dos dracmas = 1 1/4 mc.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 18
Enseñanzas
El niño
1 En aquella hora acercáronse los discípulos a Jesús, diciendo: «¿Quién, pues, mayor es en el reino
de los cielos?» 2 Y llamando a sí a un pequeñuelo púsole en medio de ellos, 3 y dijo: «En verdad
dígoos; si no os mudareis e hiciereis como los pequeñuelos, no entraréis, no, en el reino de los
cielos». 4 Quien, pues, se humillare como este pequeñuelo, ése es el mayor en el reino de los
cielos».

5 «Y el que recibe un pequeñuelo tal, en mi nombre, a mí recibe; 6 mas, el que escandalizare a uno
de estos pequeños, de los que creen en mí, conviénele que se cuelgue muela asinina(a) alrededor de
su cuello y se sumerja en el piélago de la mar(b). 7 Ay, del mundo por los escándalos; necesario es,
por cierto, que vengan los escándalos; empero ¡ay del hombre, por quien el escándalo viene! 8 Y si
tu mano o tu pie te escandaliza, córtalo y arrójalo de ti; bello te es entrar en la vida manco o cojo
que, dos manos o dos pies teniendo, ser arrojado al fuego al eterno. 9 Y si tu ojo te escandaliza,
sácalo y arrójalo de ti; bello te es monóculo a la vida entrar que, dos ojos teniendo, ser arrojado a la
gehenna del fuego. 10 Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeños; pues, dígoos que sus
ángeles en los cielos de continuo miran el rostro de mi Padre, del de los cielos. 11 Pues ha venido el
Hijo del hombre a salvar lo perdido. 12 ¿Qué os parece? si tuviera algún hombre cien ovejas y se
descarriare una de ellas —¿no dejará las noventa y nueve en los montes, y, yendo, busca la
descarriada? 13 Y si aconteciere hallarla, en verdad dígoos que se alegra de ella más que de las
noventa y nueve no descarriadas. 14 Así no hay voluntad delante de mi Padre, el de los cielos, de
que perezca uno de estos pequeños. 15 Y, si pecare tu hermano, ve, repréndele entre ti y él solo. Si
te oyere, has ganado a tu hermano; 16 mas, si no oyere, tómate contigo todavía uno o dos para que
en boca de dos testigos o tres conste toda palabra. 17 Pero, si les desoyere, di a la iglesia;(c) pero, si
también a la iglesia desoyere, séate tal como el gentil y el publicano. 18 En verdad, os digo: cuanto
atareis sobre la tierra, estará atado en el cielo; y cuanto desatareis sobre la tierra, desatado estará en
el cielo. 19 De nuevo, en verdad, dígoos que, si dos se concertaren de vosotros sobre la tierra,
acerca de toda cosa que pidieren, seráles(d) desde mi Padre, el de los cielos. 20 Pues donde están
dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.»

21 Entonces, acercándose Pedro, díjole: «Señor ¿cuántas veces pecará contra mí mi hermano y le
perdonaré? ¿hasta siete veces?» 22 Dícele Jesús: «No te digo: hasta siete veces, sino hasta setenta
veces siete. 23 Por esto se ha asemejado el reino de los cielos a un hombre rey que quiso ajustar
cuentas con sus siervos. 24 Y principiando él a ajustar, fue traído uno a él, deudor de diez mil
talentos(e). 25 Y no teniendo él cómo pagar, mandóle el señor vender y la mujer y los hijos y todo
cuanto tiene, y pagarse. 26 Cayendo, pues, el siervo, adoróle diciendo: «Magnánimo sé conmigo, y
todo te pagaré». 27 Y lastimado el señor de aquel siervo, soltóle y la deuda perdonóle. 28 Pero,
saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios(f) y cogiendo le
ahogaba, diciendo: «Paga, si algo debes». 29 Cayendo(g) pues, su consiervo, rogábale diciendo:
«Magnánimo sé conmigo y te pagaré»; 30 pero él no quiso, sino que yéndose, le arrojó en prisión
hasta que pagase lo debido. 31 Viendo, pues, sus consiervos lo acontecido, se entristecieron
sobremanera, y, viniendo, contaron a su señor todo lo acontecido. 32 Entonces, llamándole a sí, su
señor dícele: «Siervo malo, toda aquella deuda te perdoné, cuando me rogaste; 33 ¿no era necesario
también apiadarte tú de tu consiervo, como yo también me apiadé de ti? 34 Y airado su señor,
entrególe a los verdugos hasta que pagase todo lo a él debido. 35 Así también mi Padre, el celestial,
hará con vosotros si no perdonareis, cada cual a su hermano, de vuestros corazones.»

6 a. Piedra de moler movida por asno.


b. Alta mar.

17 c. Asamblea, tribunal.

19 d. Vendráles.

24 e. Cuarenta y cinco millones de mc.

28 f. Una mina ó 1/60 de talento.

29 g. Postrándose.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 19
Enseñanzas.
De la monogamia
1 Y aconteció, cuando Jesús terminó estas palabras, pasó de la Galilea, y fue a los confines de la
Judea, allende del Jordán, 2 Y siguiéronle turbas muchas, y sanóles allí. 3 Y acercarónse a él
fariseos, tentándole y diciendo: «¿Si es lícito repudiar a su mujer por cualquier causa?» 4 Y él,
respondiendo, dijo: «¿No habéis leído que quien les creó, desde el principio macho y hembra
hízoles y dijo:(a) 5 Por esto abandonará hombre padre y madre y se adherirá a su mujer, y serán los
dos para en carne una. 6 Así que ya no son dos sino carne una. Lo que Dios, pues, coyundó, el
hombre no lo separe». 7 Dícenle: «¿Qué, pues, Moisés encargó dar libelo de divorcio y repudiar?» 8
Díceles: «Porque Moisés por vuestro duro corazón os concedió repudiar vuestras mujeres; pero al
principio no fue así. 9 Y dígoos que quien repudiare a su mujer, si no por fornicación y se casare
con otra, adultera». 10 Dícenle los discípulos: «Si así es la condición del hombre con la mujer, no
conviene casarse». 11 Y él les dijo: «No todos comprenden esta palabra, sino a los que ha sido
dado(b). 12 Pues hay castrados que del vientre de la madre han nacido así, y hay castrados quien
castrados fueron de los hombres; y hay castrados que se castraron a sí mismos por el reino de los
cielos. El que pueda comprender, comprenda.»

13 Entonces trajeron a él pequeñuelos, para que pusiera las manos sobre ellos y orara; pero los
discípulos impusiéronles. 14 Y Jesús dijo: «Dejad a los pequeñuelos y no les estorbéis venir a mí;
que de tales es el reino de los cielos». 15 Y habiendo puesto las manos sobre ellos, partió de allí.

16 Y he aquí uno llegándose, díjole: «Maestro bueno ¿qué de bueno haré para tener la vida eterna?»
17 Y él díjole: «¿Qué me(c) preguntas de lo bueno? uno es el bueno; pero si quieres entrar en la
vida, guarda los mandamientos». 18 Dícele: «¿Cuáles?» Y Jesús dijo: «El de no matarás; no
adulterarás; no hurtarás; no testimoniarás falso; 19 honra al padre y a la madre; y amarás a tu
prójimo como a ti mismo». 20 Dícele el jovencito: «Todo esto he guardado desde mi juventud;(d)
¿qué me falta todavía?». 21 Díjole Jesús: «Si quieres ser perfecto anda, vende lo que tienes y dalo a
los mendigos, y tendrás un tesoro en los cielos, y acá sígueme». 22 Pero, oyendo el jovencito la
palabra, se retiró entristecido; porque estaba teniendo bienes muchos. 23 Y Jesús dijo a sus
discípulos: «En verdad os digo que un rico difícilmente entrará en el reino de los cielos. 24 Y de
nuevo os digo: más fácil es que un camello por ojo de aguja entre(e) que un rico, en el reino de
Dios.» 25 Y, oyendo los discípulos, se pasmaron sobremanera, diciendo: «¿Quién, pues, se puede
salvar?» 26 Y contemplando, Jesús, díjoles: «Ante hombres esto imposible es, pero ante Dios; todo
posible». 27 Entonces, respondiendo Pedro, díjole: «He aquí nosotros hemos dejado todo y
seguídote: ¿qué, pues, habrá para nosotros?» 28 Y Jesús díjoles: «En verdad os digo que vosotros
los que me habéis seguido, en la regeneración, cuando se sentare el Hijo del hombre en trono de su
gloria os sentaréis también vosotros en doce tronos, juzgando las doce tribus de Israel. 29 Y todo
aquel que ha dejado casas y hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o campos por mi
nombre, el múltiplo recibirá y la vida eterna heredará. 30 Y muchos habrá primeros, últimos, y
últimos, primeros.»

4 a. Dios por boca de Adán.

11 b. Pondera Cristo la dificultad y el mérito de la castidad voluntaria.

17 c. Hay que suplir: «llamas bueno y...» (Mc. 10,17; Lc. 18,18)

20 d. Primera.

24 e. Proverbio rabínico; Sentido: imposible es que se salve un rico amante de las riquezas.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 20
Parábola de la viña
1 «Porque semejante es el reino de los cielos a un hombre dueño de casa, el que salió con el alba a
ajustar obreros para su viña. 2 Y habiéndose concertado con los obreros en un denario al día
envióles a su viña. 3 Y saliendo cerca de la tercera hora(a) vio otros parados en la plaza, ociosos, 4
también a aquéllos dijo: «Id también vosotros a la viña, y lo que fuere justo daréos». 5 Y ellos se
fueron. Y otra vez saliendo cerca de la sexta y nona hora, hizo otro tanto. 6 Y cerca de la undécima,
saliendo halló otros parados y díceles: «¿Qué aquí estáis parados todo el día ociosos?» 7 Dícenle:
«Porque nadie nos ha ajustado». Díceles: «Idos también vosotros a la viña». 8 Y atardeciendo, dice
el dueño de la viña a su mayordomo: «Llama a los obreros y paga el jornal principiando por los
últimos, hasta los primeros. 9 Y viniendo los de cerca de la undécima hora recibieron sendos
denarios. 10 Y viniendo los primeros pensaron que más recibirían, y recibieron sendos denarios
también ellos. 11 Y cogiendo, murmuraron contra el dueño de casa, 12 diciendo: «Estos, los
últimos, una hora han hecho, e iguales a ellos con nosotros has hecho que hemos llevado el peso del
día y el ardor». 13 Y, él respondiendo, a uno de ellos, dijo: «Amigo no te agravio: ¿Acaso en
denario no te has concertado conmigo? 14 Toma lo tuyo, y vete; Quiero yo a éste, el último, dar lo
mismo que a ti.(b) 15 ¿No puedo yo, lo que quiero hacer en lo mío? ¿o tu ojo malo está porque yo
bueno soy?» 16 Así serán los últimos, primeros; y los primeros, últimos. Pues muchos son
llamados; pero pocos, escogidos.»

17 Y, habiendo de subir Jesús a Jerusalén, llevóse los doce aparte, y en el camino díjoles: 18 «He
aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; y
condenaránle a muerte, 19 y entregaránle a las gentes para jugarse con él y azotar y crucificar; y al
tercer día resucitará».

20 Entonces acercóse a él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos adorando y pidiendo algo
de él, 21 y él díjola: «¿Qué quieres?» Dícele: «Di que se sienten estos dos hijos míos: uno a la
derecha tuya y uno a la izquierda en tu reino». 22 Y respondiendo Jesús dijo: «No sabéis qué pedís.
¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?» Dícenle: «Podemos». 23 Díceles: «El cáliz mío
ciertamente beberéis; mas el sentarse a la derecha mía o a la izquierda, no es mío esto dar, sino a
quienes está preparado por mi Padre». 24 Y oyendo los diez, indignáronse contra los dos hermanos.
25 Y Jesús llamándoles a sí, dijo: «Sabéis que los príncipes de las gentes se enseñorean de ellos y
los grandes aduéñanse de ellos. 26 No así es en vosotros; sino que el que quisiere en vosotros
grande hacerse, será de vosotros servidor. 27 Y el que quisiere en vosotros ser primero, será de
vosotros siervo; 28 así como el Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y dar su alma
redención por muchos.»

29 Y saliendo ellos de Jericó, siguióle turba mucha. 30 Y he aquí dos ciegos sentados a par del
camino, oyendo que Jesús va pasando, clamaron diciendo: «Señor, apiádate de nosotros, hijo de
David». 31 Y la turba intimábales que callaran; pero ellos más clamaban, diciendo: «Señor, apiádate
de nosotros, hijo de David». 32 Y parándose Jesús, voceóles y dijo: «¿Qué queréis os haga?» 33
Dícenle: «Señor, que se abran nuestros ojos». 34 Y lastimado Jesús, tocó los ojos de ellos y al punto
vieron y siguiéronle.

3 a. 9; hora 6ª 12; 9ª 3 T; 11ª 5 T; 12ª —puesta de sol.

14 b. El jornal, el denario, es el cielo; donde hay mayor gloria para los que hubieren trabajado más.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 21
Jesús en Jerusalén
Entrada triunfal
1 Y cuando se acercaron a Jerusalén, llegaron a Betfagé, al monte de las Olivas. Entonces Jesús
envió dos discípulos, 2 diciéndoles: «Id a la aldea, la de enfrente de vosotros, y luego hallaréis asna
atada y pollino con ella; desatando, traedme. 3 Y si alguien os dijere algo, diréis: que «el Señor de
ellos necesidad tiene, y luego los enviará.» 4 Y esto ha acontecido para que se cumpliese lo dicho
por el profeta, diciendo:

5 Decid a la hija de Sión:


Zc.9,9. «He aquí tu rey te viene
manso y sentado sobre asna
y sobre pollino, hijo de subyugal»(a)

6 Y yendo los discípulos y haciendo según les determinó Jesús, 7 trajeron el asna y el pollino, y
pusieron sobre ellos las vestiduras y sentóse sobre ellas. 8 Y la mayor(b) turba tendieron sus
vestiduras en el camino y otros cortaban ramas de los árboles y tendían en el camino. 9 Y las turbas
las que le precedían y las que seguían clamaban diciendo:

Hosanna(c) al Hijo de David,


bendito el que viene en nombre del Señor;
hosanna en lo más excelso.

10 Y entrando él en Jerusalén se conmovió toda la ciudad, diciendo: «¿Quién es éste?» 11 Y las


turbas decían: «Este es el profeta Jesús, el de Nazaret, de la Galilea». 12 Y entró Jesús en el
santuario de Dios y arrojó fuera todos los vendientes y comprantes en el santuario, y las mesas de
los cambistas volcó y las sillas de los vendientes de las palomas. Y díceles: 13 Escrito está: «La
casa mía, casa de oración será llamada: pero vosotros la hacéis cueva de bandidos». 14 Y
allegáronsele ciegos y cojos en el santuario, y curóles. 15 Y viendo los sumos sacerdotes y los
escribas lo maravilloso que hizo y los niños clamantes en el santuario y dicientes: «Hosanna al Hijo
de David», se indignaron, 16 y dijéronle: «¿Oyes qué estos dicen?» y Jesús díceles: «Sí; ¿jamás
habéis leído que de boca de infantes y mamantes has consumado loor?» 17 y abandonándoles, salió
fuera de la ciudad a Betania y pernoctó allí. 18 Y al alba, retornando a la ciudad, hambreó. 19 Y,
viendo higuera una(d) a par del camino, vino a par de ella, y nada encontró en ella, sino hojas
solamente y dícele: «No más, no, saldrá de ti fruto por el siglo».(e) Y secóse al punto la higuera. 20
Y viendo los discípulos, maravilláronse diciendo: «¿Cómo al punto se ha secado la higuera?» 21 Y,
respondiendo Jesús, díjoles: «En verdad dígoos; si tuviereis fe y no vacilareis no sólo lo de la
higuera haréis, sino que, si también a este monte dijereis; «Alzate y arrójate en el mar», se hará, 22
y todo cuanto pidiereis en la oración, creyendo, recibiréis». 23 Y viniendo él al santuario,
acercáronse a él, cuando enseñaba, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo: «¿En
qué poder esto haces?(f) ¿Y quién te ha dado este poder?» 24 Y, respondiendo Jesús, díjoles:
«Preguntaréos yo también, palabra una: la cual si me dijereis, yo también os diré en qué poder esto
hago: 25 «El bautismo el de Juan, de dónde era: ¿del cielo o de los hombres?» Y ellos consideraban
entre sí, diciendo: Si dijéremos: «del cielo», dirános: «¿Por qué, pues, no le habéis creído?» 26 Y si
dijéremos: «de los hombres», tememos la turba, pues, todos por profeta tienen a Juan». 27 Y
respondiendo a Jesús dijeron: «No sabemos». Díjoles también él: «Ni yo os digo en qué potestad
esto hago». 28 «¿Y qué os parece? Un hombre tenía hijos dos; viniendo el primero, dijo: «Hijo,
vete, hoy trabaja en la viña». 29 Y él respondiendo, dijo:»¡Yo señor!» —Y no fue. 30 Y, viniendo al
segundo; dijo asimismo. Y él respondiendo, dijo: «No quiero», por fin, arrepintiéndose, fue, 31
«¿Quién de los dos hizo la voluntad del padre?» Dicen: «el último». Díceles Jesús: «En verdad
dígoos que los publicanos y las rameras se adelantan a vosotros al reino de Dios». 32 Pues vino
Juan a vosotros en camino de justicia y no le creisteis; pero los publicanos y las rameras creyéronle;
pero vosotros, viendo ni os habéis arrepentido por fin a creerle. 33 Otra parábola escuchad: Un
hombre hubo dueño de casa, el que crió viña y cerca le puso en torno y cavó en ella lagar, y edificó
torre(g) y arrendóla a agrícolas, y peregrinó. 34 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió
sus siervos a los agrícolas a coger los frutos de ellas. 35 Y cogiendo los agrícolas a sus siervos a uno
desollaron(h); a otro mataron; a otro apedrearon. 36 De nuevo envió otros siervos, más que los
primeros, e hiciéronles asimismo. 37 Y, por fin, envió a ellos su hijo, diciendo: «Considerarán a mi
hijo». 38 Pero los agrícolas, viendo al hijo, dijeron entre sí: «Este es el heredero: Venid, matémosle,
y tengamos su herencia», 39 y cogiendo le lanzaron fuera de la viña y mataron. 40 Cuando venga,
pues, el señor de la viña ¿qué hará a aquellos agrícolas?» 41 Dícenle: «Malos, mal perderáles y la
viña arrendará a otros agrícolas los que le paguen los frutos a sus tiempos». 42 Díceles Jesús:
«¿Nunca habéis leído en las Escrituras:

¡A la piedra que desestimaron los edificantes


esta fue hecha cabeza de ángulo;
desde Señor hecha fue ésta(i),
y es maravillosa en nuestros ojos!

43 Por esto dígoos que será quitado de vosotros el reino de Dios y dado a gente(j) que haga los
frutos de él(k). 44 ¡Y el que cayere sobre esta piedra —a ése destrozará; y sobre quién ella cayere—
le aventará(l)!» 45 Y oyendo los sumos sacerdotes y escribas sus parábolas; conocieron que de ellos
habla. 46 Y buscando cómo prenderle, temieron a las turbas, porque por profeta le tenían.

5 a. Animal de yugo, carga.

8 b. Posible — innumerable.

9 c. Salve.

19 d. Sola, aislada.
e. Eternidad.

23 f. De enseñar.

33 g. De habitación y defensa.

35 h. Desgarraron a azotes.

42 i. Cosa = esto.

43 j. A gentiles.
k. Del reino.

44 l. Pulverizará, esparcirá al viento. —La piedra (Cristo con su inmensa fuerza) desmenuzará al
que cayere sobre él = le atacaré, pero le aventará cuando viniere sobre él como juez.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 22
Parábola de las bodas reales
1 Y respondiendo(a) Jesús, de nuevo hablóles en parábolas diciendo: 2 «Asemejádose ha el reino de
los cielos a un hombre rey, el que hizo bodas a su hijo: 3 y envió sus siervos a convidar a los
convidados a las bodas; y no querían venir. 4 De nuevo envió otros siervos, diciendo: «Decid a los
llamados: «He aquí mi comida aderezada tengo; mis toros y cebas(b), muertos y todo preparado:
venid a las bodas». 5 Ellos, empero, desentendiéndose, se fueron: el uno al propio campo; el otro a
su negocio; 6 y los demás, prendiendo los siervos de él ultrajaron y mataron. 7 Y el rey airóse, y
mandando sus ejércitos, perdió a aquellos homicidas y su ciudad quemó. 8 Entonces dice a sus
siervos: «La boda a la verdad aderezada está: pero los llamados no eran dignos; 9 id, pues, a los
cruceros de los senderos, y a cuanto hallareis, llamad a las bodas». 10 Y, saliendo aquellos siervos a
los senderos, trajeron juntos a todos los que hallaron; malos así como buenos, y llenóse el tálamo de
comensales. 11 Y entrando el rey a ver a los comensales, vio allí a un hombre no vestido con veste
de boda. 12 Y dícele: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí, no trayendo veste de boda(c)?» El, empero,
enmudeció. 13 Entonces el rey dijo a los ministros: Atándole de pies y manos, y arrojadle fuera, en
las tinieblas las exteriores(d); allí será el llanto y el rechino de los dientes. 14 Que muchos son los
llamados; pocos, empero, los escogidos.»

15 Entonces yéndose los fariseos, consultaron, entre sí cómo enlazarle en palabra. 16 Y le envían
los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: «Maestro, sabemos que veraz eres: y el camino
de Dios en verdad enseñas: y que no te importa de nadie, porque no miras a faz de hombres; 17
dinos, pues, ¿qué te parece? ¿es lícito(e) dar censo a César, o no?» 18 Mas, conociendo Jesús la
malicia de ellos, dijo: «¿Qué me tentáis, hipócritas? 19 Mostradme la moneda del censo». Y ellos
trajéronle un denario. 20 Y díceles: ¿De quién esta imagen y el epígrafe? 21 Dicen: «De César».
Entonces díceles: «Devolved, pues, lo de César a César, y lo de Dios a Dios». 22 Y, oyendo;
maravilláronse, y, dejándole, se fueron.

23 En aquel día se acercaron a él saduceos diciendo que no hay resurrección, y le preguntaron, 24


diciendo: «Maestro, Moisés dijo: «Si alguno muriere, no teniendo hijos se casará leviráticamente(f)
su hermano con su mujer, y resucitará simiente a su hermano». 25 Había, pues, entre nosotros, siete
hermanos. Y el primero, habiéndose casado, finó, y, no teniendo simiente, dejó su mujer a su
hermano. 26 Lo mismo también el segundo y el tercero hasta los siete. 27 Y, al fin de todos, murió
la mujer. 28 En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será mujer? pues todos tuviéronla». 29 Y
respondiendo Jesús, díjoles: «Erráis: no sabiendo las Escrituras, ni el poder de Dios». 30 Pues, en la
resurrección, ni se casan, ni se las casa,(g) sino como ángeles en el cielo son. 31 Y de la
resurrección de los muertos ¿no habéis leído lo hablado a vosotros por Dios, diciendo: 32 «Yo soy
el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de
vivientes». 33 Y oyendo las turbas asombrábanse de su doctrina.

34 Pero los fariseos, oyendo que había acallado a los saduceos, juntáronse a una, 35 y preguntó uno
de ellos, legisperito, tentándole: 36 «Maestro ¿cuál es el mandamiento grande en la ley? 37 Y él le
dijo: «Amarás al Señor tu Dios en todo tu corazón y en toda tu alma y en toda tu mente. 38 Este es
el grande y primero mandamiento. 39 El segundo, semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. 40 En estos dos mandamientos toda la ley pende y los profetas».

41 Y congregados los fariseos, preguntóles, Jesús, diciendo: 42 ¿Qué os parece del Cristo? ¿de
quién es hijo? Dícenle: «De David». Díceles: 43 «Pues ¿cómo David, en espíritu, llámale señor,
diciendo: 44 Dijo Señor a mi Señor: «Siéntate a mi diestra hasta poner yo tus enemigos por debajo
de tus pies? 45 Si David, pues le llama señor ¿cómo hijo suyo es?» 46 Y nadie pudo responderle
palabra, ni se atrevió alguno, desde aquel día, a preguntarle más.

1 a. A algo que no se menciona.

4 b. Animales de ceba.

12 c. A los pobres solíanles los grandes obsequiar el vestuario festivo. Por esto es culpable el que ha
entrado mal vestido. Entre todos los malos que han sido también llamados, es el peor, pues ni ha
respetado las bodas. El símil pinta la unión del Verbo con la humanidad, su esposa.

13 d. Las de fuera de los esplendores del festín.

17 e. Los judíos se creían injustamente sometidos a los romanos.

24 f. Levirato = matrimonio entre cuñados.

30 g. Ni el hombre busca mujer, ni la mujer marido: no habrá generación carnal, sino amor puro.
Evangelio según San Mateo
Capítulo 23
Contra los fariseos y Jerusalén
Hipocresía y ambición farisaicas
1 Entonces Jesús habló a las turbas y a sus discípulos, 2 diciendo: «Sobre la de Moisés cátedra
sentáronse los escribas y los fariseos; 3 todo, pues, cuanto os dijeren, haced, y guardad, pero, según
sus obras, no hagáis; que dicen y no hacen. 4 Y atan cargas pesadas e insoportables y pónenlas
sobre los hombros de los hombres; pero ellos con su dedo no quieren moverlas. 5 Y todas sus obras
hacen para ser mirados de los hombres; pues ensanchan(a) sus filacterias(b) y extienden sus franjas;
(c) 6 y aman el primer lecho en los banquetes, y las primeras sillas en las sinagogas; 7 y las
salutaciones en las ágoras y ser llamados de los hombres rabbí,(d) 8 vosotros, empero, no os llaméis
rabbí, que uno es vuestro maestro, y todos vosotros hermanos sois. 9 Y padre no llaméis vuestro
sobre la tierra; pues uno es vuestro padre: el celestial. 10 Ni os llaméis guías que vuestro guía es
uno: el Cristo. 11 Y el mayor de vosotros será vuestro servidor. 12 Y quienquiera que se ensalzare,
será humillado; y quienquiera que se humillare, será ensalzado.»

13 «Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque cerráis el reino de los cielos delante
de los hombres, que ni vosotros entráis ni a los que entran, dejáis entrar! 14 ¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos hipócritas, porque devoráis las casas de las viudas, orando con aparato,
largamente(e) por esto llevaréis más abundante juicio! 15 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, porque atravesáis la mar y la árida por hacer un prosélito y cuando sucede, hacéisle hijo
de la gehenna duplo que vosotros! 16 ¡Ay de vosotros, ductores ciegos, los que decís: «Quien jurare
en el templo, —nada es, pero, quien jurare en el oro(f) del templo, se obliga!(g)». 17 ¡Necios y
ciegos! pues ¿quién es mayor; el oro o el templo que santifica el oro? 18 Y: «Quien jurare en el altar
nada es; pero, quien jurare en la ofrenda la sobre él, se obliga». 19 ¡Necios y ciegos! pues ¿qué es
mayor: la ofrenda o el altar, el que santifica la ofrenda? 20 Quien jurare, en el altar, jura en él y en
todo sobre él; 21 y quien jurare en el templo, jura en él y en el que se aposenta en él; 22 y quien
jurare en el cielo, jura en el trono de Dios y el sentado sobre él. 23 ¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos hipócritas, porque diezmáis la menta, y el eneldo y el comino, y tenéis dejado lo más grave
de la ley: el juicio, y la misericordia y la fe! Y esto era necesario hacer, y aquello no dejar. 24
¡Ductores ciegos, los que coláis el mosquito, y el camello tragáis! 25 ¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos hipócritas porque limpiáis lo de fuera del cáliz y de la escudilla, y por dentro rebosan de
rapiña e intemperancia! 26 Fariseo ciego, limpia primero lo de dentro del cáliz y de la escudilla,
para que quede también lo de fuera de él limpio. 27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas,
porque semejáis tumbas recién blanqueadas; las que por fuera parecen hermosas, pero por dentro
rebosan de huesos de muertos y de toda impureza! 28 Así también vosotros, por fuera ciertamente
parecéis a los hombres, justos, pero por dentro estáis henchidos de hipocresía e injusticia. 29 ¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis las tumbas de los profetas y adornáis los
monumentos de los justos! 30 y decís: «Si fuéramos en los días de nuestros padres, no fuéramos de
ellos partícipes en la sangre de los profetas» 31 Así que atestiguáis de vosotros mismos que hijos
sois de los que mataron a los profetas. 32 Y vosotros llenasteis la medida de vuestros padres, 33
serpientes, engendros de víboras ¿cómo huiréis del juicio de la gehenna? 34 Por esto, he aquí que
yo envío a vosotros profetas, y sabios y escribas; de ellos mataréis y crucificaréis; y de ellos
azotaréis en vuestras sinagogas y perseguiréis de ciudad en ciudad, 35 para que venga sobre
vosotros toda sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la
sangre de Zacarías(h), hijo de Baraquías; a quien matasteis entre el templo y el altar. 36 En verdad
dígoos: vendrá todo esto sobre esta generación. 37 Jerusalén, Jerusalén, la matadora de los profetas
y apedreadora de los enviados a ella —¡cuántas veces quise ir juntando tus hijos del modo que un
ave va juntando sus pollos bajo sus alas, y no quisisteis! 38 He aquí se os abandonará(i) vuestra
casa. 39 Pues dígoos que no me veréis, no, desde ahora hasta que digáis:

Bendito el que viene en nombre de Señor.»


5 a. Agrandaban hipócritamente las filacterias y franjas.
b. «Amuletos». Tiritas de pergamino en que estaban escritos ciertos pasajes de la ley; que llevaban
los fariseos en la frente o en el brazo, entendiendo materialmente lo de tener siempre delante de los
ojos y en el corazón la ley de Dios.
c. Llevábalas el vestuario judío para diferenciarse de los gentiles.

7 d. Mi señor = maestro.

14 e. Engañándola con largas oraciones.

16 f. El tesoro.
g. A cumplir su juramento.

35 h. Muchos antiguos le tienen por el padre del Bautista.

38 i. Será abandonado por Dios, hasta que al fin de los tiempos se convierta Israel y adore al
Mesías.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 24
Escatología
De la ruina de Jerusalén y del fin del mundo.
Ocasión de la profecía
1 Y saliendo Jesús, íbase del santuario, y se llegaron sus discípulos, a mostrarle los edificios del
santuario. 2 Y él respondiendo, díjoles: «¿No veis todo esto?» En verdad dígoos no se dejará, no,
aquí piedra sobre piedra que no sea deshecha». 3 Y, sentándose él en el monte de las Olivas,
llegáronse a él sus discípulos aparte, diciendo: «Dinos, cuándo esto será y cuál la señal de tu
advenimiento(a) y consumación del siglo».

4 Y respondiendo Jesús, díjoles: «Mirad que nadie os descamine. 5 Pues muchos vendrán en mi
nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo», y a muchos descaminarán. 6 Y habéis de oír guerras y
oídas(b) de guerras. Ved: no os espantéis; porque es menester que suceda; pero todavía no es el fin.
7 Porque se levantará gente contra gente(c) y reino contra reino; y habrá hambres, y pestes y
terremotos aquí y allí; 8 y todo esto, principio de dolores de parto(d) 9 Entonces os entregarán a
tribulación, y os matarán y seréis aborrecidos de todas las gentes por mi nombre. 10 Y entonces se
escandalizarán muchos, y unos a otros se entregarán, y se aborrecerán unos a otros. 11 Y muchos
pseudoprofetas se levantarán y descaminarán a muchos. 12 Y, por colmarse la iniquidad, se enfriará
la caridad de los más. 13 Y el perseverante hasta el fin, éste se salvará. 14 Y se predicará este
evangelio del reino en toda la habitada(e), en testimonio a todas las gentes, y entonces vendrá el fin.
15 Cuando viereis, pues, la abominación del asolamiento(f), la dicha por Daniel el profeta, parada
en lugar sagrado (el leyente, entienda(g)), 16 entonces los en la Judea, huyan a los montes; 17 y el
que sobre el terrado, no descienda a alzar lo de su casa; 18 y el que en el campo, no vuelva atrás a
alzar su manto. 19 Y ¡ay de las preñadas y las lactantes en aquellos días! 20 Y orad, que no sea
vuestra fuga en invierno ni en sábado(h). 21 Pues habrá entonces tribulación grande, cual no ha
habido de principio de mundo hasta lo de ahora, ni habrá, nunca jamás. 22 Y si no se acortaran
aquellos días, no se salvara toda carne; pero por los elegidos se acortarán aquellos días. 23
Entonces, si alguno os dijere: «Ve: ¡aquí el Cristo!» o: «¡aquí!» no creáis; 24 pues se levantarán
pseudocristos y pseudoprofetas y darán señales(i) grandes y prodigios hasta descaminar (si es
posible) también a los elegidos. 25 He aquí, predicho os lo tengo. 26 Si os dijeren, pues: «He aquí,
en el desierto» no salgáis; y «he aquí, en las alcobas», no creáis. 27 Pues, como el relámpago sale
de oriente y parece hasta occidente, así será el advenimiento del Hijo del hombre. 28 Donde
estuviere la carroña,(j) allí juntaránse las águilas. 29 Y al punto, después de la tribulación de
aquellos días el sol se entenebrecerá, y la luna no dará su esplendor, y los astros caerán del cielo, y
los poderes(k) de los cielos se estremecerán. 30 Y entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre
en el cielo; y entonces plañirán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre
las nubes del cielo con poder y gloria mucha. 31 Y enviará sus ángeles con trompeta grande, e irán
juntando sus elegidos de los cuatro vientos, de extremos de cielos hasta extremos de ellos(l). 32 Y
de la higuera(m) aprended la parábola. Cuando ya su rama se tornare tierna y las hojas brotaren,
conocéis que cerca el estío; 33 así también vosotros, cuando viereis todo esto, conoced que cerca
está(n), a las puertas. 34 En verdad dígoos que no pasará, no, esta generación(o) hasta que todo esto
acontezca. 35 El cielo y la tierra pasará; pero mis palabras no habrán pasado, no. 36 Pero acerca de
aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino el Padre sólo. 37 Pues tal
como los días de Noé, así será el advenimiento del Hijo del hombre(p). 38 Pues, como estaban, en
aquellos días, los antes del diluvio, comiendo y bebiendo; casándose y casando, hasta el día que
entró Noé en el arca; 39 y no conocieron hasta que vino el diluvio y arrebató a todos totalmente; así
será el advenimiento del Hijo del hombre. 40 Entonces habrá dos en el campo: uno es llevado de
allí(q), y uno, dejado; 41 dos molineras en la molienda: una es llevada de allí, y una dejada. 42
Velad, pues, porque no sabéis a qué hora vuestro Señor viene. 43 Aquello, empero, conoced: que, si
supiera el dueño de casa a qué vigilia el ladrón viene, velaría y no dejaría socavar su casa. 44 Por
esto también vosotros estad prontos; pues a la que no pensáis hora(r), el Hijo del hombre viene. 45
¿Quién es, pues, el fiel siervo y prudente, a quien ha puesto el Señor sobre su familia, para darles el
alimento a tiempo? 46 Bienaventurado aquel siervo, a quien, viniendo su Señor, hallare así
haciendo. 47 En verdad dígoos que sobre todos sus bienes le pondrá. 48 Si dijere, empero, aquel
mal siervo en su corazón: «Tarda mi Señor»; 49 y comenzare a golpear a sus consiervos; y comiere
y bebiere con los ebrios; 50 llegará el Señor de aquel siervo el día que no aguarda y a la hora que no
sabe, 51 y le cortará en dos, y su parte con los hipócritas pondrá; allí será el llanto y el rechino de
los dientes.»

3 a. Parusía.

6 b. Fama de guerras lejanas.

7 c. Guerras intestinas.

8 d. Dolores vehementes de la tierra vieja engendrando a la nueva.

14 e. Tierra.

15 f. Muy abominable, horrorosa desolación; parada = completa, perpetua, del templo.


g. Advierte Cristo que se entienda bien a Daniel; quien (9,27) habla de la primera destrucción de
Jerusalén, y (12,19) de la segunda. De ambas habla a la vez Cristo aquí.

20 h. Invierno y sábado son los tiempos las mayores tribulaciones, acaso porque en invierno (o al
fin de él) fue la pasión; y los sábados padeció más Cristo por las contradicciones de los fariseos.

24 i. Predicciones.

28 j. Los cadáveres de los malos, que serán muertos a la venida de Cristo y cubrirán la tierra. Su
exterminio precederá inmediatamente a la venida.
29 k. Fuerzas, leyes.

31 l. Ampliaciones para explicar las inmensidades del reino divino.

32 m. Imagen muy propia de la dicha de los justos; pues la higuera por fructificar todo el año en
aquellos países; y por la suavidad y utilidad de su fruto, como por su inmensa fecundidad; pues
llega a tener 500 metros de circunferencia su copa; aparece en la lengua bíblica (al lado de la vid)
como símbolo de la abundancia y felicidad —Acaso también habría alguna cerca del sitio donde
hablaba el Salvador.

33 n. Cristo.

34 o. Linaje, el pueblo israelítico.

37 p. Como hombre.

40 q. Por los ángeles y llevado al encuentro de Cristo.

44 r. A la que no pensáis. El hipérbaton realza sobremanera el concepto de hora.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 25
Parábolas de la segunda venida
1 «Entonces asemejaráse el reino de los cielos a diez vírgenes(a), las que, tomando sus lámparas,
salieron al encuentro del esposo. 2 Y cinco de ellas eran fatuas y cinco prudentes. 3 Pues las fatuas,
tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4 mas, las prudentes tomaron aceite en los vasos
con las lámparas. 5 Pero, tardando el esposo, dormitaron todas y se durmieron. 6 Y a la media noche
clamor hubo: «He aquí el esposo: salid al encuentro». 7 Entonces se levantaron todas aquellas
vírgenes y aderezaron sus lámparas. 8 Y las fatuas a las prudentes dijeron: «Dadnos de vuestro
aceite, porque nuestras lámparas se apagan». 9 Mas, respondieron las prudentes, diciendo: «No sea
que no alcance no para nosotras y vosotras. Id más bien a los que venden y compraos». 10 Y, yendo
ellas a comprar, vino el esposo, y las apercibidas entraron con él a las bodas, y cerróse la puerta. 11
Y al fin llegaron también las demás vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». 12 Mas, él,
respondiendo, dijo: «En verdad dígoos: no os conozco». 13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni
la hora.»

14 «Pues,(b) así como un hombre, peregrinando, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes; 15 y a
éste dio cinco talentos; al otro, dos; al otro, uno; a cada cual según su propia fuerza; y peregrinó. Al
punto, 16 partiendo el que cinco talentos recibió, trabajó en(c) ellos y ganó otros cinco. 17 Así
mismo el que los dos, ganó otros dos. 18 Mas, el que uno recibió, yéndose, cavó la tierra y ocultó el
dinero de su señor. 19 Y después de mucho tiempo, viene el señor de aquellos siervos y tómales
cuenta. 20 Y, llegando el que los cinco talentos recibió, trájole otros cinco talentos, diciendo:
«Señor, cinco talentos me entregaste; he aquí otros cinco talentos he ganado». 21 Díjole su señor:
«¡Bien! siervo bueno y fiel: sobre poco has sido fiel; sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu
señor». 22 Y llegando también el que los dos talentos, dijo: «Señor, dos talentos me entregaste, he
aquí otros dos talentos he ganado». 23 Díjole su señor «¡Bien! siervo bueno y fiel: sobre poco has
sido fiel; sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor». 24 Pero, llegando también el que un
talento ha recibido, dijo: «Señor, te he conocido yo: que duro eres —hombre, segando donde no
sembraste, y juntando donde no esparciste; 25 y, atemorizado, yendo oculté tu talento en la tierra;
he aquí tienes lo tuyo». 26 Y respondiendo su señor, díjole: «Mal siervo y perezoso ¿sabías que
siego, donde no sembré, y junto, donde no esparcí? 27 Debías, pues, haber echado mis dineros a los
cambistas, y, viniendo yo, recibiera lo mío con intereses. 28 Quitadle, pues, el talento y dad al que
tiene los diez talentos. 29 Pues al que tiene, todo(d) se le dará, y abundará; mas al que no tiene, aún
lo que tiene, quitarásele. 30 Y al inútil siervo lanzad a las tinieblas exteriores: allí será el llanto y el
rechino de los dientes.»

31 «Y cuando viniere el Hijo del hombre en su gloria y todos los ángeles con él; entonces se sentará
en trono de su gloria; 32 y congregadas serán delante de él todas las gentes; y les separará unos de
otros, así como el pastor separa las ovejas de los cabritos; 33 y pondrá las ovejas a su derecha; los
cabritos, a la izquierda. 34 Entonces dirá el Rey a los de su derecha. «Venid, los benditos de mi
Padre, heredad el reino dispuesto para vosotros desde fundación de mundo. 35 Pues hambre tuve, y
me disteis de comer, sed, y me disteis de beber; huésped fui, y me recogisteis; 36 desnudo, y me
vestisteis; enfermé y me visitasteis; en prisión estuve y vinisteis a mí. 37 Entonces responderánle
los justos, diciendo: «Señor ¿cuándo te vimos hambriento, y sustentamos, o sediento y dimos de
beber? 38 Y ¿cuándo te vimos huésped, y recogimos; o desnudo y cubrimos? 39 Y ¿cuándo te
vimos enfermo o en prisión, y vinimos a ti? 40 Y, respondiendo el Rey les dirá: «En verdad os digo:
en cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos, los más pequeños, a mí hicisteis». 41 Entonces dirá
también a los de la izquierda: «Apartaos de mí, los malditos, al fuego, al eterno, el preparado al
diablo y sus ángeles. 42 Pues hambre tuve, y no me disteis de comer, y sed, y no me disteis de
beber; 43 huésped fui, y no me recogisteis; desnudo y no me cubristeis; enfermo y en prisión, y no
me visitasteis». 44 Entonces responderán también ellos, diciendo: «Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, o sediento, o desnudo, o enfermo, o en prisión, y no te servimos?» 45 Entonces les
responderá, diciendo: «En verdad os digo: en cuanto no hicisteis a uno de estos más pequeños, ni a
mí hicisteis». 46 E irán éstos a castigo eterno, y los justos a vida eterna»(e).

1 a. Número algo crecido de doncellas del séquito, por la magnificencia de las bodas las gloriosas
del Mesías con la humanidad.

14 b. El reino de los cielos es.

16 c. Más expresivo que con. En equivale a dentro de, como viviendo en la negociación.

29 d. El que tiene.

46 e. El sentido del pasaje es el que los hombres serán juzgados principalmente por la caridad: la
ley y el precepto de Cristo.
Evangelio según San Mateo
Capítulo 26
Pasión
Anuncia Cristo su muerte
1 Y, aconteció que, acabando Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: 2 «Sabéis que, dentro
de dos días la Pascua es, y el Hijo del hombre es entregado para que se le crucifique».

3 Entonces juntáronse los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo en el aula del sumo sacerdote,
del llamado Caifás; 4 y consultáronse, para a Jesús con engaño prender y matar. 5 Y dijeron: «No en
fiesta, porque tumulto no haya en el pueblo».

6 Y, estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, 7 acercósele una mujer teniendo un
alabastro(a) de ungüento precioso, y derramólo sobre la cabeza de él recostado. 8 Y viendo los
discípulos, indignáronse, diciendo: «¿A qué esta pérdida? 9 Que podíase esto vender caro y dar a los
pobres». 10 Y, conociendo Jesús, díjoles: «¿Qué? ¿golpes asestáis a la mujer? Pues obra hermosa ha
obrado conmigo. 11 Que siempre a los pobres tenéis con vosotros, pero a mí no siempre tenéis. 12
Pues echando ésta este ungüento sobre mi cuerpo, para sepultar me ha hecho(b). 13 Y en verdad
dígoos: doquiera se predicare este evangelio en todo el mundo, se contará también lo que ésta ha
hecho, en memoria de ella».

14 Entonces, yendo uno de los doce: el llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes, 15 dijo:
«¿Qué me queréis dar? y yo os lo entregaré». Y ellos le señalaron treinta dineros; 16 y desde
entonces buscaba oportunidad para entregarle.

17 Y el primero de los ázimos, acercáronse los discípulos a Jesús, diciendo: «¿Dónde quieres, te
preparemos el comer la Pascua?»(c) 18 Y él dijo: «Id a la ciudad a tal(d) y decidle: «El Maestro
dice: «Mi tiempo cerca está; contigo hago la Pascua con mis discípulos». 19 E hicieron los
discípulos como les mandó Jesús, y prepararon la Pascua. 20 Y, atardeciendo, recostóse con los
discípulos; 21 y, comiendo ellos, dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me entregará». 22 Y,
contristados sobremanera, empezaron a decirle cada uno de ellos: «¿Acaso yo soy, Señor?» 23 Y él
respondiendo dijo: «El que remoja conmigo la mano(e) en la escudilla, éste me entregará. 24 El
Hijo del hombre ciertamente va; según está escrito de él; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo
del hombre es entregado; bello le fuera, si no hubiese nacido aquel hombre». 25 Y respondiendo
Judas, el que le entregó, dijo: «¿Acaso yo soy, Maestro?» Dícele: «Tú has dicho». 26 Y, comiendo
ellos, tomando Jesús pan y bendiciendo, partió, y, dando a los discípulos, dijo: «Tomad, comed; éste
es mi cuerpo». 27 Y, tomando un cáliz, y, agradeciendo, dioles, diciendo: «Bebed de él todos: 28
ésta es mi sangre del (nuevo) testamento; la que por muchos es derramada en remisión de pecados.
29 Y dígoos: no beberé, no, desde ahora de este germen de la vid, hasta aquel día que le beberé con
vosotros nuevo en el reino de mi Padre».

30 Y, salmeando, salieron al monte de las Olivas. 31 Entonces díceles Jesús: «Todos vosotros os
escandalizaréis en mí esta noche; que escrito está: «Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas de la
grey.» 32 Pero, después de resucitar yo, os conduciré a la Galilea». 33 Y, respondiendo Pedro,
díjole: «Si todos se escandalizaren en ti, yo jamás me escandalizaré.» 34 Díjole Jesús: «En verdad te
digo: en esta noche antes de cantar el gallo, tres veces me negarás». 35 Dícele Pedro: «Aunque sea
menester morir yo contigo, jamás te negaré». Así dijeron también todos los discípulos. 36 Entonces
va con ellos Jesús a un paraje, llamado Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras
yendo allá orare yo». 37 Y, llevándose a Pedro y los dos hijos del Zebedeo, comenzó a entristecerse
y atediarse. 38 Entonces díceles: «Triste en torno(f) está mi alma a muerte: quedaos aquí, y velad
conmigo». 39 Y, adelantándose un poco, cayó sobre su rostro orando y diciendo: «Padre mío, si
posible es, pase de mí este cáliz. Mas, no como yo quiero, sino como tú». 40 Y va a los discípulos y
hállales durmiendo, y dice a Pedro: «Así ¿no habéis valido para una hora velar conmigo? 41 Velad y
orad para que no entréis en tentación. Que el espíritu, pronto; la carne, empero, enferma». 42 De
nuevo segunda vez, retirándose, oró: «Padre mío, si no puede éste (cáliz) pasar sin beberlo yo,
hágase tu voluntad». 43 Y, yendo de nuevo, hallóles durmiendo, porque los ojos de ellos cargados
estaban: 44 Y, dejándoles, de nuevo retirándose, oró tercera vez, diciendo las mismas palabras. 45
Entonces va a los discípulos y díceles: «Dormid ya, y reposad(g). Pues he aquí es llegada la hora, y
el Hijo del hombre entregado es en manos de pecadores. 46 Levantaos, vamos; he aquí es llegado el
que me entrega». 47 Y, aún hablando él, he aquí Judas, uno de los doce, vino y con él turba mucha
con cuchillas y palos, de(h) los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48 Y el que le entregó,
dioles señal, diciendo: «A quien yo besare, él es; prendedle». 49 Y al punto llegándose Judas, dijo:
«Salve, rabí», y le besó tiernamente. 50 Y Jesús díjole: «Amigo, ¿a qué tú aquí» Entonces,
llegándose, echaron las manos a Jesús y prendiéronle. 51 Y he aquí uno de los de él, extendiendo la
mano, desenvainó su cuchilla, e hiriendo al siervo del sumo sacerdote, llevóle la orejilla(i). 52
Entonces dícele Jesús: «Vuelve tu cuchilla a su lugar, que todos los que cogieren cuchilla, a cuchilla
perecerán. 53 ¿O crees que no puedo pedir a mi Padre, y me rodeará al punto de más de doce
legiones de ángeles(j)? 54 ¿Como, pues, se cumplirían las escrituras de que así ha de suceder?» 55
En aquella hora dijo Jesús a las turbas: «¿Como a ladrón, habéis salido con cuchillas y palos a
cogerme? Día a día en el templo sentábame yo enseñando, y no me prendisteis. 56 Pero todo esto
aconteciendo está, para que se cumplan las Escrituras de los profetas». Entonces los discípulos
todos, dejándole, huyeron.

57 Y ellos, prendiendo a Jesús, fuéronle llevando ante Caifás, el sumo sacerdote; donde los escribas
y los ancianos estaban reunidos. 58 Mas, Pedro seguíale de lejos, hasta el atrio del sumo sacerdote;
y, entrando dentro, sentóse con los servidores, para ver el fin. 59 Y los sumos sacerdotes y todo el
sanedrín buscaban falso testimonio contra Jesús, para matarle; 60 y no hallaron, habiéndose llegado
muchos falsos testigos. Y, al fin, llegándose dos falsos testigos, 61 dijeron: «Este dijo: Puedo
deshacer el templo de Dios y en tres días edificarle.» 62 Y, levantándose el sumo sacerdote, díjole:
«¿Nada respondes? ¿Qué(k) testifican éstos contra ti?» 63 Jesús, empero, callaba. Y el sumo
sacerdote le dijo: «Conjúrote por el Dios, el viviente, que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios». 64 Dícele Jesús: «Tú has dicho. Empero dígoos: desde ahora(l) veréis al Hijo del hombre,
sentado a diestra del Poder; y viniendo sobre las nubes del cielo». 65 Entonces el sumo sacerdote
desgarró sus vestiduras, diciendo: «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? He
aquí ahora habéis oído la blasfemia. 66 ¿Qué os parece?» Y ellos, respondiendo, dijeron: «Reo de
muerte es». 67 Entonces escupieron en su rostro y abofeteáronle, y otros le golpearon; 68 diciendo:
«Profetízanos, Cristo, ¿quién es el que se ha jugado contigo?»

69 Y Pedro sentado estaba, fuera, en el atrio, y llegóse a él una muchacha, diciendo: «También tú
estabas con Jesús, el galileo». 70 Mas, él negó delante de todos, diciendo: «No sé lo que dices». 71
Y, saliendo él al pórtico, vióle otra, y dice a los de allí; «Este estaba con Jesús el Nazareno». 72 Y
de nuevo negó con juramento: que «no conozco al hombre». 73 Y un poco después, llegándose los
que estaban, dijeron a Pedro: «Verdaderamente también tú de ellos eres; que aún tu habla te da a
conocer». 74 Y entonces empezó a maldecir mucho y a jurar, que «no conozco al hombre». Y al
punto cantó el gallo. 75 Y recordó Pedro la palabra de Jesús, diciéndole: que «antes que el gallo
cante, tres veces me negarás», y saliendo fuera lloró amargamente.

7 a. Una redoma alabastrina.

12 b. Dispuesto.

17 c. Pas’cha, arameo; hebreo: pesach = perdón; por haber perdonado el ángel las casas de los
hebreos a la salida de Egipto.

18 d. Mc. 14,13; Lc. 22, 10.


23 e. Para remojar algo en ella; tal vez las hierbas amargas que se comían con el cordero pascual.

38 f. Toda entera.

45 g. Dejóles descansar. Mas tarde, llegando la turba, dice: «Pues he aquí es llegada», etc.

47 h. Desde, enviada de ellos.

51 i. Aurícula, lóbulo.

53 j. Por los doce discípulos. —La legión romana era de seis mil soldados.

62 k. Mejor que: «a lo que»...

64 l. Ya muy pronto.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 27
Crucifixión
1 Y, amaneciendo, consultáronse todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo contra Jesús,
para matarle; 2 y, atándole, llevaron y entregaron a Pilato el presidente.

3 Entonces, viendo Judas, el que le entregó, que se le había condenado, arrepentido, devolvió los
treinta denarios a los sumos sacerdotes y ancianos, 4 diciendo: «Pequé, entregando sangre
inocente». Mas, ellos dijeron: «¿Qué a nosotros? Tú verás». 5 Y, arrojando los denarios en el
templo, retiróse, y, yendo, se ahorcó. 6 Y los sumos sacerdotes cogiendo los dineros, dijeron: «No
es lícito echarlos en el gazofilacio, porque precio de sangre es». 7 Y, consultándose, compraron con
ellos «el campo del alfarero» para sepultura de los peregrinos. 8 Por esto se llamó aquel campo
campo de sangre, hasta el día de hoy. 9 Entonces cumplióse lo dicho por Jeremías, el profeta,
diciendo: Y cogieron los treinta dineros, el precio del apreciado que apreciaron, de entre los hijos de
Israel; 10 y los dieron para el campo del alfarero según lo que me mandó(a) el Señor.

11 Y Jesús estuvo delante del presidente. Y preguntóle el presidente, diciendo: «¿Tú eres el rey de
los judíos?» Y Jesús díjole: «Tú dices». 12 Y acusándosele por los sumos sacerdotes y ancianos,
nada respondió. 13 Entonces dícele Pilato: «¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?» 14 Y no le
respondió ni a una palabra, que se maravilló el presidente sobremanera. 15 Y durante la fiesta
acostumbraba el presidente soltar un preso al pueblo: el que querían. 16 Y tenían entonces un preso
señalado, llamado Barrabás. 17 Reunidos, pues, ellos, díjoles Pilato: «¿A quién queréis os suelte? a
Barrabás o a Jesús el llamado Cristo?» 18 Pues sabía que por envidia le habían entregado. 19 Y
sentado él en el tribunal, envió a él su mujer, diciendo: «¡Nada a ti y aquel justo!: que mucho he
padecido hoy en sueños(b) por él». 20 Pero los sumos sacerdotes y ancianos persuadieron a las
turbas que pidiesen a Barrabás, y a Jesús perdiesen. 21 Y respondiendo el presidente, díjoles: «¿A
quién queréis, de entre los dos, os suelte?» Y ellos dijeron: «A Barrabás». 22 Díceles Pilato: «¿Qué,
pues, haré de Jesús, el llamado Cristo? «Dícenle todos: «¡Crucifíquesele!» 23 Y él dijo: «Pues, ¿qué
mal ha hecho?» Pero ellos gritaban sobremanera, diciendo: «¡Crucifíquesele!» 24 Y, viendo Pilato
que nada adelanta, sino que más tumulto se hace, tomando agua, lavóse las manos, frente por frente
de la turba, diciendo: «Inocente soy de la sangre de éste (justo); vosotros veréis». 25 Y,
respondiendo todo el pueblo, dijo: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» 26 Entonces
soltóles a Barrabás, y a Jesús, azotando, entregó para ser crucificado.

27 Entonces los soldados del presidente, llevando a Jesús al pretorio, juntaron cerca de él el
manípulo(c) entero. 28 Y, desvistiéndole, pusiéronle clámide purpúrea; 29 y tejiendo corona de
espinas, pusieron en su cabeza y una caña en su derecha; y, arrodillándose delante de él, jugábanse
con él diciendo: «Salve, rey de los judíos»; 30 y, escupiéndole, cogieron la caña y heríanle en la
cabeza. 31 Y, después de jugarse con él, desvistiéronle la clámide y vistiéronle sus vestidos y
lleváronle a crucificar. 32 Y, saliendo, hallaron a un hombre cireneo; por nombre, Simón; a éste
compelieron a llevar su cruz. 33 Y, viniendo al lugar, al llamado Gólgota; esto es: el lugar llamado
del Cráneo(d), 34 diéronle a beber vino mezclado con hiel(e); y, gustando, no quiso beber. 35 Y,
crucificándole, repartiéronse sus vestiduras echando suertes: para que se cumpliese lo dicho por el
profeta: «Repartiéronse mis vestidos y sobre mis vestiduras echaron suertes(f); 36 y, sentados le
guardaban allí. 37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: «Este es Jesús, el rey de los judíos».
38 Entonces son crucificados con él dos bandidos; uno a derecha y uno a izquierda. 39 Y los
transeúntes, blasfemábanle, moviendo sus cabezas 40 y diciendo: «¡El que deshace el templo de
Dios y en tres días edifica! —sálvate a ti mismo; si Hijo de Dios eres, baja de la cruz». 41 Así
mismo también los sumos sacerdotes, mofándose de él, con los escribas y ancianos, decían: 42 «A
otros salvó: a sí mismo no puede salvar; rey de Israel es; baje ahora de la cruz, y creeremos en él. 43
Confiado ha en Dios; líbrele ahora, si le quiere; pues dijo: que «de Dios soy Hijo». 44 Lo mismo
también los bandidos, los crucificados con él, improperábanle. 45 Pero, desde la sexta hora tinieblas
fueron sobre toda la tierra hasta hora nona. 46 Y, cerca de la nona hora, clamó Jesús con voz grande,
diciendo: «Helí, Helí, lemá sabaktaní»; esto es: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?» 47 Y algunos de los circunstantes, oyendo, dijeron: que «a Elías vocea éste». 48 Y
al punto, corriendo uno de entre ellos, y tomando una esponja y empapando en vinagre, y
poniéndola alrededor de una caña, diole a beber. 49 Y los demás dijeron: «Deja(g); —veamos si
viene Elías, salvándole». 50 Pero Jesús, de nuevo clamando con voz grande(h), entregó el espíritu.
51 Y he aquí que el velo(i) del templo se rasgó, de alto a bajo, en dos; y la tierra tembló; y las peñas
se rasgaron; 52 y las tumbas abriéronse, y muchos cuerpos de los dormidos(j) santos(k) resucitaron,
53 y saliendo(l) de las tumbas, después de la resurrección de él, entraron en la santa ciudad y
aparecieron a muchos. 54 Y el centurión y los que con él guardaban a Jesús, viendo el terremoto(m)
y lo acontecido, temieron muy mucho, diciendo: «Verdaderamente, Hijo de Dios era éste». 55 Y
había allí mujeres muchas, a lo lejos, mirando; las que habían seguido a Jesús, desde la Galilea,
sirviéndole; 56 entre las cuales estaba María, la Magdalena, y María, la de Santiago y José madre, y
la madre de los hijos del Zebedeo.

57 Y atardeciendo, vino un hombre rico, de Arimatea, por nombre José; que también era discípulo
de Jesús; 58 éste, llegando a Pilato; pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó entregarlo. 59
Y tomando el cuerpo José, envolviólo en sábana límpida(n), 60 y le puso en su nueva sepultura, que
había labrado en la peña, y rodando una piedra grande a la puerta de la sepultura, se fue. 61 Y estaba
allí María, la Magdalena y la otra María(o), sentadas enfrente del sepulcro.

62 Y al otro día, el que es después de la parasceve(p), juntáronse los sumos sacerdotes y los fariseos
cerca de Pilatos, 63 diciendo: «Señor, hemos recordado que aquel el impostor dijo, viviendo aún:
«Después de tres días, resucito». 64 Manda, pues, se asegure la tumba hasta el tercer día, no sea
que, viniendo los discípulos, lo hurten y digan al pueblo: «Resucitó de los muertos»; y será el
último error peor que el primero». 65 Díjoles Pilato: «Tenéis guardia; marchaos; aseguraos como
sabéis(q)». 66 Y ellos, yéndose aseguraron la tumba, sellando la piedra con la guardia.

10 a. La compra del campo del alfarero (Jer. 32,6 y Zac. 11,12-13) es imagen profética de la compra
de este mismo campo; campo de Dios y figura de Israel. Con dinero de Dios hácense ambas
compras; y el sitio es acaso el mismo.
19 b. Visión.

27 c. 200 hombres, tercera parte de la cohorte.

33 d. De Adán, según tradición mencionada por Orígenes.

34 e. Substancia amarga, mirra; con que se solían mezclar vinos generosos. —Ofreciéronselo,
parece, las santas mujeres.

35 f. Este inciso no es de S. Mateo, sino de S. Juan 19,24.

49 g. De darle de beber.

50 h. Prodigiosamente.

51 i. El interior.

52 j. Durmientes; sueño es la muerte.


k. Recientes.

53 l. No salieron de las tumbas sino después de resucitar Cristo: Él les vivifica y están ellos allí con
Él: quien está vivo también en su tumba, hasta el momento de manifestar su gloria, resucitando.

54 m. Milagro principal de los físicos.

59 n. Y preciosa.

61 o. Véase v. 56.

62 p. Preparación (para la pascua).

65 q. Se os ocurra.

Evangelio según San Mateo


Capítulo 28
Resurrección
1 Y en la tarde(a) del sábado, al amanecer del primer día de la semana, vino María, la Magdalena y
la otra María a ver el sepulcro. 2 Y he aquí un terremoto hubo grande; pues un ángel del Señor,
descendiendo del cielo y llegándose, echó a rodar la piedra y sentóse sobre ella. 3 Y era su aspecto
como relámpago y su vestidura alba como nieve. 4 Y de temor de él estremeciéronse los guardas y
quedaron como muertos, 5 Mas, el ángel dijo a las mujeres: «No temáis vosotras; pues sé que a
Jesús el crucificado buscáis. 6 No está aquí; pues resucitó como dijo. Venid, ved el lugar donde
yació. 7 Y presto, yendo, decid a sus discípulos que resucitó de los muertos, y he aquí condúceos a
la Galilea; allí le veréis. He aquí que os he dicho». 8 Y retirándose al punto de la tumba, con temor
y gozo grande, corrieron a anunciar a sus discípulos. 9 Y he aquí Jesús encontrólas, diciendo:
«Alegraos(b)», y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. 10 Entonces díceles Jesús:
«No temáis; id, anunciad a mis hermanos que se retiren a la Galilea, y allí me verán».
11 Y, partiendo ellas, he aquí que algunos de la guardia, viniendo a la ciudad, anunciaron a los
sumos sacerdotes todo lo acontecido. 12 Y, juntándose con los ancianos y consultándose, dieron
dinero bastante a los soldados, 13 diciendo: «Decid que sus discípulos, de noche viniendo, le
hurtaron, durmiendo nosotros». 14 Y, si fuere oído esto por el presidente, nosotros persuadiremos, y
os tendremos sin cuidado». 15 Y ellos tomando el dinero, hicieron como se les había enseñado; y
divulgóse esta palabra(c) entre los judíos, hasta el día de hoy. 16 Mas, los once discípulos fuéronse
a la Galilea, al monte donde les había ordenado Jesús, 17 Y, viendo, le adoraron; algunos empero
dudaron(d).

18 Y, llegándose Jesús, hablóles, diciendo: «Dada me ha sido toda potestad en el cielo y sobre la
tierra. 19 Partiendo pues, enseñad a todas las gentes, bautizándoles en el nombre del Padre, y del
Hijo y del Santo Espíritu, 20 enseñándoles a guardar todo cuanto he mandado a vosotros. Y he aquí
que estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del siglo»(e).

1 a. Víspera.

9 b. Salve.

15 c. De los soldados sobornados.

17 d. Quedaron perplejos, atónitos de asombro al verle. El pasaje es análogo a: «no creyendo ellos,
de gozo, y maravillándose». (Lc. 24,14).

20 e. De la humanidad actual.
Evangelio según San Marcos
Capítulo 1

1 Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2 Según está escrito en Isaías, el profeta:

«He aquí envío mi ángel ante tu faz,


que aderezará tu camino;
3 voz de clamante en el desierto:
«Preparad el camino del Señor;
rectas hace sus sendas»;

4 estaba Juan, el bautizante, en el desierto, predicando bautismo de penitencia en remisión de


pecados. 5 Y salía a él toda la Judea región y los jerosolimitanos todos, y eran bautizados por él en
el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Y estaba Juan vestido de pelos de camello y ceñidor de
cuero en torno de su cintura, y comiendo langostas y miel(a) silvestre. 7 Y predicaba, diciendo:
«Viene el más poderoso que yo en pos, de quien no soy digno de desatar, postrándome, la correa de
sus zapatos. 8 Yo os he bautizado con agua; él, empero, os bautizará con Espíritu Santo.»

9 Y aconteció, en aquellos días, que vino Jesús desde Nazaret a la Galilea, y fue bautizado en el
Jordán por Juan. 10 Y presto, saliendo del agua, vio henderse los cielos y el Espíritu como paloma
descendiendo sobre él. 11 Y voz hubo de los cielos: «Tú eres el hijo mío, el amado; en ti me he
complacido».

12 Y presto el Espíritu le lanza(b) al desierto. 13 Y estuvo en el desierto cuarenta días, tentado por
Satanás, y estaba con las fieras, y los ángeles le servían.

14 Y, después de ser entregado(c) Juan, vino Jesús a la Galilea, predicando el evangelio de Dios, 15
y diciendo: que «cumplido está el tiempo y cerca el reino de Dios: arrepentíos y creed en el
Evangelio».

16 Y pasando junto al mar de la Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, redando en el
mar; pues eran pescadores. 17 Y díjoles Jesús: «Venid en pos de mí, y haréos ser pescadores de
hombres». 18 Y al punto, dejando las redes, le siguieron. 19 Y, caminando un poco, vio a Santiago,
al del Zebedeo, y a Juan, su hermano, a ellos también en la barca aderezando las redes; 20 y presto
les llamó. Y, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, fuéronse en pos de él.

21 Y llegaron a Cafarnaúm; y al punto el sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba; 22 y


asombráronse de su enseñanza, porque estábales enseñando, como potestad teniendo, y no como los
escribas. 23 Y luego estaba en la sinagoga de ellos un hombre en(d) espíritu inmundo(e), y vociferó,
24 diciendo: «¿Qué a nosotros y a ti, Jesús Nazareno? ¡Has venido a perdernos! Conózcote quién
eres: el Santo de Dios». 25 E impúsole Jesús, diciendo: «Enmudece, y sal de él». 26 Y
descoyuntándole el espíritu, el inmundo, y gritando con voz grande, salió de él. 27 Y espantáronse
todos ellos, a punto de preguntarse entre sí, diciendo: «¿Qué es esto? ¡Doctrina nueva! Con poder a
los mismos espíritus los inmundos manda, y obedécenle». 28 Y salió su oída luego a doquiera, a
toda la región al través de la Galilea.

29 Y luego de la sinagoga yéndose, fue a la casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. 30 Y la
suegra de Simón postrada estaba de fiebre; y luego dijéronle de ella. 31 Y, llegándose, la levantó
tomando de la mano, y la ha dejado(f) la fiebre; y servíales. 32 Y, atardeciendo, cuando se puso el
sol, traían a él todos los que mal estaban y los endemoniados; 33 y estaba toda la ciudad agolpada a
la puerta. 34 Y sanó a muchos(g) que mal estaban de diversas enfermedades; y demonios muchos
lanzó; y no dejaba los demonios hablar; pues sabían que él el Cristo era.

35 Y, al alba, muy de noche, levantándose, fuése y retiróse a lugar desierto, y allí oraba. 36 Y le
siguió Simón y los con él. 37 Y halláronle, y dícenle: que «todos te buscan» 38 y díceles: «Vamos a
otra parte, a las cercanas villas, para también allí yo predicar; pues a esto he salido(h)». 39 Y vino
predicando a las sinagogas de ellos, a toda la Galilea, y los demonios lanzando.

40 Y viene a él un leproso, rogándole y arrodillándose, diciéndole: que «si quieres, puedes


limpiarme». 41 Y, compadecido, extendiendo la mano, lo tocó, y dícele: «Quiero: sé limpio». 42 Y
luego, en diciendo él, se fue de él la lepra y fue limpio(i). 43 Y, conminándole, luego lanzóle(j), y
dícele: 44 «Mira: a nadie nada digas; mas, ve y muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza lo
que ordenó Moisés en testimonio a ellos».(k) 45 Pero él, saliendo, empezó a encomiar grandemente
y a divulgar la palabra(l), de suerte que no pudo(m) ya manifiestamente en la ciudad entrar; sino
fuera, en desiertos lugares(n); y venían a él de dondequiera.

6 a. De árbol.

12 b. Lleva con ardor.

14 c. Encarcelado.

23 d. En poder de.
e. Más inmundo, peor y más tentador que los demás espíritus malos.

31 f. Al instante la dejó.

34 g. Los que sanó, eran muchos, es decir: todos los que estaban allí.

38 h. Del cielo.

42 i. De tal modo que no quedó huella de la lepra.

43 j. Le despidió al punto con mucha severidad e imperio.

44 k. Los sacerdotes.

45 l. Lo dicho y hecho por Jesús.


m. Jesús.
n. Tanta fue la entusiasta agitación popular. La que Cristo trataba de evitar, intimando a veces
(como aquí) no divulgar inmediatamente sus milagros.
Evangelio según San Marcos
Capítulo 2
Oposición primera a Jesús
1 Y, entrando de nuevo en Cafarnaúm, días después, se oyó que está en casa; 2 y juntáronse muchos,
que ya no cabían ni delante de la puerta, y hablábales la palabra. 3 Y vienen trayendo a él un
paralítico alzado por cuatro. 4 Y, no pudiéndole traer hasta él, a causa de la turba, destejaron el
techo donde estaba, y perforando, descolgaron la camilla en que el paralítico yacía. 5 Y, viendo
Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, perdonados te están los pecados». 6 Y estaban algunos
de los escribas allí sentados y considerando en sus corazones: 7 «¿Qué? ¿éste de este modo habla?
Blasflema; ¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» 8 Y luego, conociendo Jesús en su
espíritu que así consideraban dentro de sí, díceles: «¿Qué? ¿esto consideráis en vuestros corazones?
9 ¿Qué es más fácil: decir al paralítico: «Perdonados te están tus pecados»; o decir: «Levántate y
coge tu camilla, y paséate?» 10 Pero para que sepáis que poder tiene el Hijo del hombre de perdonar
pecados sobre la tierra; —(dice al paralítico):— 11 «Te digo, levanta, alza tu camilla y vete a tu
casa». 12 Y levantóse y luego alzando la camilla, salióse delante de todos; que se extasiaron todos y
glorificaron a Dios, diciendo que «así jamás hemos visto».

13 Y, salió de nuevo junto a la mar y toda la turba venía a él, y enseñábalos. 14 Y, pasando, vio a
Leví, el de Alfeo, sentado en el telonio, y dícele: «Sígueme». Y, levantándose, siguióle. 15 Y
acontece que, recostándose(a) él en la casa de él, también muchos publicanos(b) y pecadores se
recostaron junto con Jesús y sus discípulos; pues eran muchos(c) y le seguían. 16 Y los escribas de
los fariseos, viendo que come con los pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: que «¿con
los publicanos y los pecadores come?» 17 Y, oyendo Jesús, díceles: que «no necesidad tienen los
fuertes de médico, sino los que mal están. No he venido a llamar justos, sino pecadores».

18 Y estaban los discípulos de Juan y los fariseos ayunando. Y vienen y dícenle: «¿Por qué los
discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no ayunan?» 19 Y díjoles
Jesús: «¿Acaso pueden los hijos del tálamo, mientras el Esposo está con ellos, ayunar? Cuanto
tiempo tuvieren consigo al Esposo, no pueden ayunar; 20 mas, vendrán días, cuando les será
quitado el Esposo, y entonces ayunarán en aquel día. 21 Nadie remiendo de paño no abatanado(d)
zurce en vestido viejo; que, si no, tira la plenitud(e) la nueva de lo viejo, y peor rotura se hace. 22 Y
nadie echa vino nuevo en odres viejos; que, si no, romperá el vino los odres, y el vino se pierde y
los odres. (Empero ¡vino nuevo en odres nuevos!)».

23 Y aconteció que en el sábado fue pasando por los sembrados, y sus discípulos empezaron a
caminar arrancando las espigas. 24 Y los fariseos le decían: «Mira qué hacen en el sábado: lo que no
es lícito». 25 Y les decía: «¿Jamás habéis leído qué hizo David, cuando necesidad tuvo y hambreó
él y los con él? 26 ¿Cómo entró en la casa de Dios, bajo Abiatar, sumo sacerdote, y los panes de la
proposición comió, que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y dio también a los que con él
estaban?» 27 Y decíales: «El sábado por el hombre ha sido hecho, y no el hombre por el sábado. 28
Así que señor es el Hijo del hombre también del sábado.»

15 a. A comer.
b. Arrendadores (por 5 años) de los impuestos públicos. Aborrecíanles los judíos y considerábanlos
pecadores y gente infame; al contrario, los romanos. Leví era príncipe de ellos.
c. Los publicanos que le seguían.

21 d. Aún no abatanado = recién hecho.


e. El relleno, remiendo.
Evangelio según San Marcos
Capítulo 3

1 Y entró de nuevo en la sinagoga, y estaba allí un hombre resecada teniendo la mano; 2 y


acechábanle si en el sábado le curaría, para acusarle. 3 Y dice al hombre, al que la mano tenía seca:
«Levántate al medio». 4 Y díceles: «¿Es lícito los sábados bien hacer o mal hacer; alma salvar o
matar?» Pero ellos callaban. 5 Y, mirándoles alrededor con indignación, condoliéndose de la
ceguedad de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». Y extendió y restituida fue su mano.
6 y saliendo los fariseos luego con los herodianos, consultábanse para perderle.

7 Y Jesús con sus discípulos retiróse al mar y mucha turba de la Galilea siguió, y de la Judea, 8 y de
Jerusalén y de la Idumea y de allende el Jordán; y alrededor(a) de Tiro y Sidón turba mucha, oyendo
cuanto hace, vinieron a él. 9 Y dijo a sus discípulos que barca le aprestaran, por la turba, para que
no le estrechasen; 10 pues a muchos sanó, de modo que cayeron sobre él, para tocarle, cuantos
tenían plagas. 11 Y los espíritus los inmundos, viéndole, postrábanse ante él y clamaban, diciendo:
que «tú eres el Hijo de Dios». 12 Y muchísimo intimábales que no le diesen a conocer.

13 Y sube al monte y llama a sí los que quiso él, y volvieron a él. 14 E hizo(b), doce para que estén
con él y les envíe a predicar. 15 y tener potestad de lanzar los demonios. 16 E impuso nombre a
Simón: Pedro, 17 y a Santiago, el del Zebedeo, y a Juan, el hermano de Santiago(c), —y les impuso
nombres: Boanerges(d); esto es: «hijos del trueno»—; 18 y a Andrés, y Felipe, y Bartolomé, y
Mateo, y Tomás, y Santiago, el de Alfeo, y Tadeo, y Simón, el cananeo(e); 19 y Judas Iscariote(f);
que también(g) le entregó.

Y va a la casa, 20 y vase de nuevo juntando la turba, de no poder ellos ni pan comer. 21 Y, oyendo
los de cerca de él, salieron a sujetarle(h); pues decían: que «está fuera de sí». 22 Y los escribas, los
de Jerusalén descendidos, decían: que «a Beelzebub tiene»; y que, «en el príncipe de los demonios
lanza los demonios». 23 Y llamándoles a sí, en parábolas hablóles: «¿Cómo puede satanás a satanás
lanzar? 24 Y, si un reino contra sí mismo se dividiere; no podrá afianzarse aquel reino. 25 Y, si una
casa contra sí misma se dividiere, no podrá aquella casa permanecer. 26 Y si Satanás se alzare
contra sí mismo y se dividiere, no puede permanecer, sino que fin tiene. 27 Empero, no puede
nadie, en la casa del fuerte entrando, sus enseres saquear, si primero al fuerte no atare; y entonces su
casa saqueará. 28 En verdad dígoos que todo se perdonará a los hijos de los hombres: los pecados y
las blasfemias, cuanto blasfemaren; 29 pero el que blasfemare contra el Espíritu, el santo, no tiene
perdón en tiempo alguno, sino que reo es de eterno pecado(i)». 30 Porque decían: «Espíritu
inmundo tiene».

31 Y vienen su madre y sus hermanos; y, fuera parados, enviaron a él, llamándole. 32 Y estaba
sentada alrededor de él la turba, y dícenle: «He aquí, tu madre y tus hermanos y tus hermanas, fuera,
búscante». 33 Y, respondiendo, les dice: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» Y, mirando en
contorno a los en torno de él en círculo sentados, dice: «He aquí mi madre y mis hermanos. Quien
hiciere la voluntad de Dios, éste, mi hermano, y hermana y madre es».

8 a. De alrededor.

14 b. Determinó, eligió.

17 c. Envió.
d. De bene (hijos) régesh (trueno).
18 e. El celador.

19 f. Is (hombre) Karioth (lugar de Judá): «Hombre de Cariot»; el único apóstol no galileo.


g. Entre otras cosas.

21 h. Era tan grande la apretura y el entusiasmo de la muchedumbre, que corrió la voz de que Cristo
las fascinaba; que estaba fuera de sí, padecía algún delirio mental, o acceso.

29 i. Es tan malvado que no se ha de convertir.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 4
Parábolas. Tempestad.
1 Y de nuevo comenzó a enseñar cerca del mar; y júntase a él turba muchísima, tanto, que, entrando
él en la barca, se sienta en el mar; y toda la turba junto al mar sobre la tierra estaban. 2 Y
enseñábales, en parábolas, muchas cosas, y decíales en su enseñanza: 3 «Oíd. He aquí salió el
sembrador a sembrar. 4 Y aconteció, en el sembrar, lo uno cayó junto al camino y vinieron los
volátiles y devoráronlo. 5 Y lo otro cayó en lo pedregoso y donde no tenía tierra mucha, y luego
brotó, por no tener hondura de tierra; 6 y cuando salió el sol, quemóse y, por no tener raíz, se secó. 7
Y lo otro cayó entre espinas y subieron las espinas y lo ahogaron del todo y fruto no dio. 8 Y lo otro
cayó en la tierra la hermosa, y daba fruto subiendo y creciendo, y llevaba a treinta, y a sesenta y a
ciento». 9 Y él decía: «Quién tiene orejas para oir, oiga». 10 Y, cuando estaba a solas,
preguntábanles los en torno de él con los doce las parábolas. 11 Y decíales: «A vosotros el misterio
es dado del Reino de Dios; a aquéllos, empero, los de fuera, en parábolas todo se hace para que,

12 mirando, miren, y no vean;


y oyendo, oigan, y no entiendan;
no sea que se conviertan y se les perdone.»

13 Y díceles: «¿No sabéis esta parábola? y ¿cómo todas las parábolas conoceréis? 14 El que
siembra, la palabra siembra. 15 Y éstos son los de junto al camino donde es sembrada la palabra: los
que, cuando la oyeren, luego viene Satanás y quita la palabra la sembrada en ellos. 16 Y éstos son lo
mismo que los en lo pedregoso sembrados; los que, cuando oyeren la palabra, luego con gozo la
toman; 17 y no tienen raíz en sí mismos, sino temporáneos son; después, viniendo tribulación o
persecución por la palabra, luego se escandalizan. 18 Y otros son los entre las espinas sembrados;
éstos son los que la palabra han oído; 19 y los cuidados del siglo y el engaño de la riqueza, y las
acerca de las demás cosas codicias, entrando, ahogan del todo la palabra, e infructuosa se hace. 20 Y
aquéllos son los sobre la tierra, la hermosa, sembrados: los que oyen la palabra, y la reciben y
fructifican a treinta y sesenta y(a) ciento.»

21 Y decíales que: «¿por ventura viene la candela para ser bajo el celemín puesta o bajo la cama, no
para ser sobre el candelero puesta? 22 pues nada hay oculto sino para que se manifieste; ni se ha
hecho escondido, sino para que venga a lo público. 23 Si alguno tiene orejas para oír, oiga.»

24 Y decíales: «Mirad qué oís. En la medida que medís, mediráseos y añadiráseos: 25 pues el que
tiene —se le dará; y el que no tiene, aún lo que tiene— se le quitará.»
26 Y decía: «Así es el reino de Dios como un hombre ha arrojado la simiente sobre la tierra; 27 y ha
dormido y levantádose noche y día, y la simiente germina y dilátase, como(b) no sabe él. 28
Automática la tierra fructifica, primero, hierba; luego, espiga; luego, ¡lleno trigo(c) en la espiga! 29
Y, cuando se ha presentado el fruto, al punto mete(d) la hoz, pues ha llegado la siega.»

30 Y decía: «¿Cómo(e) compararemos el Reino de Dios? o ¿en qué parábola lo pondremos? 31


Como(f) a un grano de mostaza, el que, cuando se ha sembrado sobre la tierra, siendo la más
pequeña de todas las semillas de las sobre la tierra; 32 y cuando se ha sembrado, sube y se hace
mayor que todas las hortalizas y cría ramas grandes, hasta poder bajo su sombra los volátiles del
cielo habitar.» 33 Y con tales parábolas muchas hablábales la palabra, así como podían oír(g); 34 y
sin parábolas no les hablaba; pero en particular a sus particulares(h) discípulos explicaba todo.

35 Y díceles en aquel día al atardecer: «Atravesemos allende». 36 Y dejando ellos la turba, le


tomaron, como estaba(i) en la barca, y otras barcas estaban con ella. 37 Y viene un torbellino grande
de viento, y las olas despeñábanse en la barca, que ya se llevaba la barca. 38 Y él estaba en la popa
sobre la almohada durmiendo. Y despiértanle y dícenle: «Maestro, ¿nada se te da que perezcamos?»
39 Y, levantándose, amenazó al viento y dijo al mar: «Calla, enmudece». Y calmó el viento y fue
bonanza grande. 40 Y díjoles: «¿Qué? ¿medrosos estáis así? ¿Cómo no tenéis fe?» 41 Y
atemorizáronse con temor grande, y decían unos a otros: «¿Quién, pues, éste es que así el viento
como el mar obedécenle?»

20 a. La parábola encarece el estudio y la divulgación de la palabra divina. Quien la estudia se


enriquece cada vez más («se le añadirá»); así como al rico favorece todo para enriquecer, y al pobre,
por el contrario.

27 b. De manera que...= sin saberlo, advertirlo él.

28 c. Hay, aparece.

29 d. El hombre; el que ha sembrado.

30 e. Con qué.

31 f. Lo compararemos conno = en cierto modo, a un grano...

33 g. Conforme a su capacidad.

34 h. Mejores que los más de los apóstoles.

36 i. Partieron al punto, sin prevención alguna.


Evangelio según San Marcos
Capítulo 5
Curaciones
1 Y vinieron hasta allende el mar, a la región de los gerasenos. 2 Y, saliendo él de la barca, al punto
encontróse con él, desde los monumentos un hombre en espíritu inmundo; 3 el cual la morada tenía
en las tumbas; y ni con cadenas ya nadie podía atarle; 4 por haber sido muchas veces con grillos y
cadenas atado, y rotas por él las cadenas y los grillos desmenuzados, y nadie podíale domar; 5 y
durante toda la noche y día en las tumbas y en los montes estaba gritando y despedazándose con
piedras. 6 Y, viendo a Jesús de lejos, corrió y adoróle; 7 y gritando con voz grande, dice: «¿Qué a
mí y a ti, Jesús, Hijo de Dios, del Altísimo? conjúrote por Dios que no me atormentes(a)». 8 Pues
decíale(b): «Sal el espíritu, el inmundo, del hombre». 9 Y, preguntóle: «¿Qué nombre el tuyo?» Y
dícele: «Legión mi nombre es que muchos somos». 10 Y rogábale muchísimo que no les enviase
fuera de la región. 11 Y estaba allí cerca del monte una piara de puercos grande paciendo; 12 y
rogáronle diciendo: «Mándanos a los puercos, porque entremos en ellos». 13 Y permitióles; y
saliendo los espíritus, los inmundos, entraron en los puercos; y precipitóse la piara de la escarpa
abajo, al mar como dos mil, y ahogáronse en el mar. 14 Y los que los apacentaban, huyeron, y lo
anunciaron a la ciudad y a los campos; y vinieron a ver qué es lo acontecido. 15 Y vienen a Jesús y
ven al endemoniado sentado, vestido y cuerdo, al que ha tenido la Legión, y atemorizáronse. 16 Y
contáronles los que habían visto: cómo le fue al endemoniado y lo de los puercos. 17 Y comenzaron
a rogarle que saliese de los confines de ellos. 18 Y, entrando él en la barca, rogábale el que estuvo
endemoniado para estar con él. 19 Y no le dejó, sino dícele: «Ve a tu casa, a los tuyos, y anúnciales
cuánto el Señor te ha hecho y apiadádose de ti». 20 Y retiróse y empezó a publicar en la Decápolis
cuánto le hizo Jesús; y todos maravillábanse.

21 Y atravesando Jesús en la barca de nuevo hasta allende, juntóse turba mucha a él; y estaba él
junto al mar. 22 Y viene uno de los arquisinagogos, por nombre Jairo, y viéndole cae a sus pies; 23
y rogábale muchísimo, diciendo: que «mi hijita está en los últimos; para que, viniendo, pongas tus
manos sobre ella, para que salve y viva». 24 Y se fue con él, y seguíale turba mucha, y
estrechábanle. 25 Y una mujer que estaba en flujo de sangre doce años 26 y, mucho había padecido
de muchos médicos y gastado lo junto a ella(c) todo, y nada adelantado, sino más bien a peor
venido; 27 habiendo oído lo acerca de Jesús, viniendo en la turba, por detrás tocó su vestido. 28
Pues decía: que «si tocare yo no más que sus vestidos, salvaré». 29 Y al punto secóse la fuente de su
sangre y conoció en el cuerpo que está sana de la plaga. 30 Y luego Jesús, conociendo, en sí mismo
la de él virtud salida, volviéndose en la turba, decía: «¿Quién ha tocado mis vestidos?» 31 Y
decíanles sus discípulos: «Miras la turba estrechándote, y dices: «¿Quién me ha tocado?» 32 Y
miraba en su torno a ver la que esto había hecho. 33 Y la mujer, medrosa y temblorosa, sabiendo lo
que la había pasado, vino y cayó ante él y díjole toda la verdad. 34 Y él díjola: «Hija, tu fe te ha
salvado, ve a paz(d), sé sana(e) de tu plaga». 35 Aún hablando él, vienen del arquisinagogo,
diciendo: que «tu hija ha muerto: «¿qué ya mortificas al Maestro?» 36 Pero Jesús, desoyendo la
palabra, la hablada, dice al arquisinagogo: «No temas, sólo cree». 37 Y no dejó a nadie consigo a
par seguir, sino a Pedro y Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38 Y vienen a la casa del
arquisinagogo; y ve el tumulto y a los que plañían y ululaban muchísimo; 39 Y entrando, díceles:
«¿Qué tumultuáis y plañís? La niñita no ha muerto, sino dormídose». 40 Y reíanse de él. él, empero,
lanzando fuera a todos, toma consigo al padre de la niñita y la madre y los con él, y entra en donde
estaba la niñita. 41 Y cogiendo la mano de la niñita, dícela: Talithá kum; lo que es interpretado: ¡La
doncellita! —te digo(f)— despierta. 42 Y al punto levantóse la doncellita, y paseábase; pues era de
doce años(g). Y extasiáronse al punto con éxtasis grande. 43 Y encargóles muchísimo que nadie
supiese esto, y dijo se la diera de comer.

7 a. Se alivian los demonios en cuerpo ajeno.

8 b. Acabábale Jesús de decir.


26 c. Todo lo propio y lo que estaba a su alcance.

34 d. Para vivir en ella, para ser dichosa.


e. Enteramente = tu plaga no volverá.

41 f. Palabras añadidas por el evangelista para explicar algún gesto o interjección de Cristo; o más
probablemente la terminación a (acaso interjectiva) de talith (fem; de tali o talis) (en griego también
talis = doncella).

42 g. Semiadulta. Advierte esto el evangelista para que, por los diminutivos niñita, doncellita no se
le crea infanta.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 6
Peregrinaciones de Cristo
Jesús en Nazaret
1 Y salió de allí, y va a su patria y síguenle sus discípulos. 2 Y llegado el sábado, empezó a enseñar
en la sinagoga. Y los más, oyendo, pasmábanse, diciendo: «¿De dónde a éste esto?» ¿Y qué la
sabiduría la dada a él, y tales virtudes que por sus manos se hacen? 3 ¿No es éste el carpintero, el
hijo de María y hermano de Santiago, y José, y Judas y Simón? Y ¿no están sus hermanas aquí con
nosotros?» Y escandalizábanse en él. 4 Y decíales Jesús: «que no hay profeta deshonrado, sino en su
patria, y en sus parientes y en su casa». 5 Y no podía allí hacer ninguna virtud(a); sino que a unos
pocos enfermos, imponiendo las manos, sanó. 6 Y admiróse de la incredulidad de ellos.

Y recorría las aldeas en contorno, enseñando. 7 Y llama a sí los doce y empezó a enviarles dos dos,
(b) y dábales potestad de(c) los espíritus, los inmundos; 8 y mandóles que nada cogiesen(d) para el
camino, sino báculo sólo, ni pan, ni alforja, ni para el cinturón, metal(e); 9 mas, calzados ir de
sandalias(f), y no vestir dos túnicas. 10 Y decíales: «Dondequiera que entréis en una casa, allí
permaneced, hasta que salgáis de allá(g). 11 Y el lugar que no os recibiere ni os escucharen, —
saliendo de allá, sacudid el polvo el debajo de vuestros pies en testimonio a ellos». 12 Y, saliendo,
predicaron, que se arrepintiesen; 13 y demonios muchos lanzaban y ungían con óleo a muchos
enfermos y(h) sanaban.

14 Y oyó el rey Herodes (pues notorio hízose su nombre y decían: que Juan el Bautista ha
resucitado de los muertos, y por esto obran(i) las virtudes en él(j); 15 y otros decían: que «Elías es»;
y otros decían: que «profeta, como uno de los profetas». 16 Y, oyendo Herodes, decía: «Al que ya
decapité: Juan, éste ha resucitado». 17 Pues el mismo Herodes, enviando, prendió a Juan y atóle en
prisión por Herodías, la mujer de Felipe, su hermano, por haberse casado con ella; 18 pues decía
Juan a Herodes: que «no te es lícito tener la mujer de tu hermano». 19 Mas, Herodías clavada estaba
en él y le quería matar; y no podía; 20 que Herodes temía a Juan, sabiéndole hombre justo y santo; y
guardábale(k), y, oyéndole, vacilaba(l) en muchas cosas, y gustoso le oía. 21 Y, venido un día
oportuno(m), cuando Herodes en sus natalicios(n) un festín hizo a sus magnates y los tribunos(o) y
los primeros de la Galilea; 22 y(p), entrando la hija de la misma Herodías y danzando agradó a
Herodes y los comensales. Y el rey dijo a la doncellita: «Pídeme lo que quisieres, y daréte». 23 Y
juróle: «Cuanto me pidieres, daréte —hasta la mitad de mi reino». 24 Y, saliendo ella, dijo a su
madre: «¿Qué pediré?» Y ella dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». 25 Y, entrando ella luego, de
prisa, al rey, pidió diciendo: «Quiero que al punto me des en escudilla la cabeza de Juan el
Bautista». 26 Y triste en torno(q) poniéndose el rey, por los juramentos y los comensales, no quiso
rechazarla. 27 Y luego, enviando el rey un guarda, mandó traer su cabeza. 28 Y, yéndose, decapitóle
en la prisión, y trajo su cabeza sobre una escudilla y dióla a la doncellita: y la doncellita dióla a su
madre 29 Y, oyendo sus discípulos, vinieron y alzaron su cadáver, y pusiéronlo en una tumba.

30 Y júntanse los apóstoles a Jesús y anunciáronle todo cuanto hicieron y cuanto enseñaron. 31 Y
díceles: «Venid vosotros mismos(r) aparte a lugar desierto y reposad un poco». Pues eran los yentes
y vinientes muchos, y ni a comer se desocupaban. 32 Y retiráronse en la barca a desierto lugar
aparte.

33 Y viéronles yendo, y conocieron muchos, y a pie de todas las ciudades concurrieron y


adelantáronseles. 34 Y, saliendo, vio mucha turba, y lastimóse de ellos, pues eran como ovejas sin
tener pastor(s), y empezó a enseñarles muchas cosas. 35 Y, ya hora mucha(t) venida, llegándose a él
sus discípulos, decían: que «desierto es el lugar, y ya hora mucha: 36 despídeles, porque,
retirándose a los circunvecinos campos y aldeas, se compren qué comer». 37 ¿Y él díceles: «Dadles
vosotros de comer». Y dícenle: «¿Yendo compraremos, por denarios doscientos, panes y les
daremos de comer? 38 Y él díceles: «¿Cuántos tenéis panes? Id, ved.» «Y, saliendo, dicen: «cinco y
dos peces». 39 Y ordenóles que se recostaran todos —comensalías comensalías(u)— en el verde
césped. 40 Y asentáronse —cuadros cuadros— de a ciento y de a cincuenta. 41 Y, tomando los
cinco panes y los dos peces, mirando hacia el cielo, bendijo, y fue partiendo los panes, y daba a los
discípulos, para que les sirviesen, y los dos peces partió a todos. 42 Y comieron todos y hartáronse,
43 y alzaron los pedazos —de doce cestas llenuras y de los peces. 44 Y eran los que comieron los
panes: cinco mil varones.

45 Y luego obligó a sus discípulos a entrar en la barca y adelantarse allende, a Betsaida; mientras él
despedía la turba. 46 Y separándose de ellos(v), retiróse al monte a orar. 47 Y atardeciendo, estaba
la barca en medio del mar, y él sólo en la tierra. 48 Y, viéndoles atormentados en el remar (pues era
el viento contrario a ellos), cerca de la cuarta vigilia de la noche viene a ellos paseando sobre la
mar. Y quería dejarles atrás: 49 y ellos, viéndole pasear sobre la mar, creyeron que fantasma era, y
rompieron a gritar, 50 pues todos le vieron y espantáronse. Pero él llegó, habló con ellos, y díceles:
«Animaos, yo soy, no temáis». 51 Y subió a ellos en la barca, y calmó el viento. Y muy por demás
en sí mismos arrobáronse. 52 Pues no entendieron de los panes(w), sino que su corazón
empedernido estaba.

53 Y, transfretando hasta la tierra, vinieron a Genesaret, y aportaron. 54 Y saliendo ellos de la barca,


luego conociéndole, 55 recorrieron(x) toda aquella región y principiaron, en camillas, los que mal
estaban a llevar en torno, donde oían que está. 56 Y, doquiera entraba en aldeas o ciudades o
campos, en las plazas ponían los enfermos, y rogábanle tocar ellos siquiera la fimbria de su vestido,
y cuantos le tocaban, salvaban.

5 a. Fuerza, algo extraordinario, maravilla.

7 b. De dos en dos.
c. Sobre.

8 d. En caso de tenerlo a la mano. —En Mt. 10,9 se les prohíbe, no llevarlo, sino adquirirlo.
e. Metálico, cobre = el dinero menos valioso.

9 f. Suelas; no zapatos (los que se les prohíben), (Mt. 10,10).

10 g. De aquel lugar.
13 h. Los.

14 i. Están activas.
j. No obró milagros en vida; y se creía que, resucitado, los obraba.

20 k. De las asechanzas de Herodías.


l. Menos correcto: «hacía muchas cosas».

21 m. Para Herodías.
n. Días, fiestas.
o. Militares.

22 p. Entonces.

26 q. Total, profundamente.

31 r. Que habéis trabajado tanto.

34 s. Carniceros eran los que tenían.

35 t. Avanzada ya mucho la hora.

39 u. Comensalías con comensalías, a modo de comensalías.

46 v. De la turba.

52 w. No comprendieron la divinidad de Jesús por la multiplicación de los panes. Por esto se


espantaron ahora demasiado.

55 x. Las gentes.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 7
Redarguye a los fariseos, y cura.
Lo que mancha
1 Y júntanse a él los fariseos y algunos de los escribas, viniendo de Jerusalén. 2 Y viendo a algunos
de sus discípulos que con comunes manos, esto es: no lavadas, comen los panes, 3 pues los fariseos
y todos los judíos, si, con el puño(a) no se lavan las manos, no comen, conservando la tradición de
los ancianos; 4 y, del ágora(b), si no se rociaren, no comen; y otras muchas cosas hay que recibieron
para observar: lavados de copas, y ánforas, y bronces(c); 5 y preguntáronle los fariseos y los
escribas: «¿Por qué no andan tus discípulos según la tradición de los ancianos, sino que, con
comunes manos comen el pan?» 6 Y él díjoles: «Bellamente profetizó Isaías de vosotros, los
hipócritas, como escrito está que

este pueblo con los labios me honra;


pero su corazón lejos distánciase de mí;
7 mas en vano me reverencian,
enseñando enseñanzas: mandatos de hombres.

8 Dejando el mandamiento de Dios, conserváis la tradición de los hombres; lavados de ánforas y


copas; y otras cosas, semejantes a éstas, muchas hacéis. 9 Bellamente anuláis el mandamiento de
Dios, para vuestra tradición guardar. 10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y:
Quien maldijere padre o madre, de muerte perezca; (Dt. 5,16; Ex. 20, 12; 21,17) 11 vosotros,
empero, decís: Si dijere un hombre al padre o a la madre «¡Corbán (lo que es»: ¡Don!)—el que de
mí, te aprovechará(d); 12 y no le dejáis ya hacer nada al padre o a la madre, 13 invalidando la
palabra de Dios con vuestra tradición que tradicionasteis; y cosas, semejantes a éstas, muchas
hacéis». 14 Y, llamando a sí de nuevo a la turba, díceles: «Oídme, todos, y entended. 15 Nada hay
de fuera del hombre, entrando en él, que pueda comunicarle,(e) pero lo que del hombre sale, es lo
que comunica al hombre. 16 Si alguno tuviere orejas para oír, oiga.» 17 Y, cuando entró en casa, de
la turba, preguntáronle los discípulos la parábola. 18 Y díceles: «¿Así(f) también vosotros
insipientes estáis? ¿No entendéis que todo lo de fuera entrando en el hombre no puede comunicarle.
19 pues no entra en su corazón, sino en el vientre, y a la secreta sale, purgando todas las viandas?»
20 Y decía que «lo que del hombre sale, aquello comunica al hombre. 21 Pues de dentro del corazón
de los hombres los pensamientos, los malos, salen, ramerías, hurtos, homicidios, 22 adulterios,
codicias, maldades, fraude, desenfreno, ojo maligno, blasfemia, soberbia, insipiencia(g); 23 todo
esto, lo malo, sale y comunica al hombre.»

24 Y de allí levantándose, retiróse a los confines de Tiro y Sidón. Y, entrando en casa, nadie quiso
conociera(h); y no pudo quedar oculto; 25 sino que luego, oyendo una mujer acerca de él; cuya
hijita de ella(i) tenía espíritu inmundo, viniendo, cayó ante sus pies; 26 y la mujer era griega,
sirofenisa del linaje, y rogábale que al demonio lanzase de su hija. 27 Y decíale él: «Deja primero
hartarse los hijos; que no es bello tomar el pan de los hijos y a los perrillos lanzar». 28 Y ella repuso
y dícele: «Sí, Señor; —también los perrillos por debajo de la mesa comen de las migajas de los
niñitos». 29 Y díjole: «Por esta tu palabra anda: ha salido de tu hija el demonio». 30 Y, yéndose a su
casa ella, encontró a la niñita echada sobre la cama, y al demonio del todo salido.

31 Y de nuevo saliendo de los confines de Tiro fue, a través de Sidón, al mar de la Galilea, por en
medio de los confines de Decápolis(j). 32 Y tráenle un sordo y mal hablante(k); e invócanle que le
imponga la mano. 33 Y, tomándole de la turba aparte, metió sus dedos en las orejas de él; y,
ensalivando(l) tocó su lengua; 34 y, mirando al cielo, gimió, y dícele: «¡Effatá!» esto es: «¡Abrete!».
35 Y abriéronse sus oídos, y soltóse la atadura de su lengua, y hablaba rectamente. 36 Y ordenóles
que a nadie digan; pero, cuanto más les ordenaba, ellos más sobremanera publicaban. 37 Y
sobremanera(m) arrobábanse, diciendo: «Bellamente todo ha hecho; así como(n) a los sordos hace
oír y a los mudos hablar».

3 a. Empuñada la mano; lavada bien y enteramente.

4 b. Volviendo.
c. Vasos de bronce.

11 d. El don que yo diere al templo, a ti (al padre y a la madre) te aprovechará. (Véase Mt. 15,1-20).

15 e. Tanto.

18 f. Impiedad.

22 g. Impiedad, maldad, perversidad.


24 h. No quiso él que nadie lo supiera.

25 i. Hebraísmo.

31 j. «Diez ciudades».

32 k. Que hablaba con dificultad; esto es: sonidos inarticulados o palabras entrecortadas; en rigor:
mudo.

33 l. Tomó de su saliva.

37 m. Sobre toda ponderación.


n. Ahora.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 8
Milagros. La cruz
1 En aquellos días, otra vez, habiendo mucha turba, y no teniendo ellos qué comer, llamando a sí
sus discípulos, díceles: 2 «Lastímome de la turba, pues ya días tres permanecen aquí, y no tienen
qué comer. 3 Y, si les despidiere ayunos a su casa, desfallecerán en el camino; y algunos de ellos de
lejos son». 4 Y respondiéronle sus discípulos: que «¿de dónde a éstos podrá alguien aquí hartar de
panes en el páramo?» 5 Y preguntóles: «¿Cuántos tenéis —panes?» Y ellos dijeron: «Siete». 6 Y
significó a la turba echarse sobre la tierra: y tomando los siete panes, agradeciendo(a) partió, y daba
a sus discípulos para servir, y sirvieron a la turba. 7 Y tenían pececillos pocos; y, bendiciéndolos,
dijo también éstos servir. 8 Y comieron y hartáronse, y alzaron las sobras de los pedazos(b); siete
espuertas. 9 Y eran como cuatro mil. Y despidióles. 10 Y luego, entrando él en la barca, con sus
discípulos vino a las puertas de Dalmanutá.

11 Y volvieron los fariseos y principiaron a inquirirle(c), requiriendo de él una señal(d) del cielo;
tentándole. 12 Y suspirando en su espíritu, dice: «¡Qué! la generación ésta ¿pide señal? En verdad
digo: si se dará a aquesta generación señal(e)...» 13 Y, dejándoles, de nuevo entrando,(f) retiróse
allende. 14 Y olvidáronse de tomar panes, y no más que un pan tenían(g) consigo en la barca. 15 Y
encargóles, diciendo: «Mirad, guardaos de la levadura(h) de los fariseos y la levadura de Herodes.»
16 Y consideraban entre sí, porque panes no tienen. 17 Y conociendo, díceles: «¿Qué?, consideráis
que panes no tenéis?» ¿Aún no entendéis ni advertís? ¿Ofuscado tenéis vuestro, corazón? 18 Ojos
teniendo, ¿no véis?, y orejas teniendo, ¿no oís? Y ¿no recordáis, 19 cuando los cinco panes partí a
los cinco mil? ¿cuántos cofines de pedazos llenos alzasteis?» Dícenle: «Doce». 20 «Y, cuando los
siete a los cuatro mil, ¿de cuántas espuertas llenuras de pedazos, alzasteis?» Y dícenle: «Siete». 21
Y díceles: «¡Cómo! ¿todavía no advertís?»

22 Y vienen a Betsaida. Y tráenle un ciego, e invócanle que le toque. 23 Y, cogiendo la mano del
ciego, sacóle fuera de la aldea, y ensalivando(i) sus ojos, imponiéndole las manos, preguntóle si
algo ve. 24 Y, mirando, arriba, decía: «Veo los hombres, que, como árboles, los miro pasear». 25
Luego de nuevo puso las manos en sus ojos, y miró recto, y restituido fue; y miraba fijo(j), a lo lejos
esplendorosamente todo del todo. 26 Y envióle a su casa, diciendo: «Ni en la aldea entres, ni digas a
alguno en la aldea».

27 Y salió Jesús y sus discípulos a las aldeas de Cesarea, la de Filipo. Y en el camino preguntó a sus
discípulos, diciéndoles: «¿Quién yo dicen los hombres que soy?» 28 Y ellos habláronle, diciendo:
que «Juan el bautista», y otros que «Elías»; y otros: que «uno de los profetas». 29 Y él preguntóles:
«Vosotros, empero, ¿yo quien decís que soy?» Y, respondiendo Pedro, dícele: «Tú eres el Cristo».
30 E impúsoles que a nadie digan acerca de él.

31 Y empezó a enseñarles que es menester que el Hijo del hombre muchas cosas padezca y
desechado sea por los ancianos, y los sumos sacerdotes y los escribas, y muerto, y después de tres
días resucite; 32 y con libre habla(k) la palabra hablaba. Y tomándole aparte Pedro, empezó a
imponerle. 33 Y él, volviéndose y viendo a sus discípulos, impuso a Pedro, y dice: «Anda, detrás de
mí, Satán; pues no piensas en lo de Dios, sino en lo de los hombres». 34 Y, llamando a sí a la turba
con sus discípulos, díceles. «Si alguno quiere en pos de mí venir, niéguese a sí mismo, y alce su
cruz y sígame. 35 Pues quien quisiere su alma salvar, perderála; y quien perdiere su alma por causa
mía y del Evangelio, salvarála. 36 Pues ¿qué aprovecha al hombre ganar el mundo entero y dañar a
su alma? 37 Pues ¿qué dará un hombre en cambio de su alma? 38 Pues, quien se avergonzare de mí
y de mis palabras, en esta generación la adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se
avergonzará de él, cuando viniere en la gloria de su Padre con los ángeles los santos». 39 Y
decíales: «En verdad os digo que hay algunos de los aquí parados, los que no gustarán(l), no, muerte
hasta que vieren la realeza de Dios venida en poder.»

6 a. Mirando al cielo y dando gracias a Dios por el pan, el alimento propio, principal. Bendice los
peces como alimento accesorio, especie de postre entre los antiguos. Ambas acciones: dar gracias y
bendecir, simultáneas, son casi sinónimas.

8 b. De las porciones que les habían tocado.

11 c. Armarle discusión.
d. Desde.

12 e. La señal que pide: tantas se le dan y no cree.

13 f. En la barca.

14 g. Y no tenían sino un solo pan.

15 h. Fermento malo: contagio.

23 i. Poniéndole de su saliva; al modo que suele hacer para suavizar ojos enfermos.

25 j. Con mirada fija clara, y veía las distancias y cada cosa bañada en luz = Parece que el ciego
tenía poca fe y que por esto le sanó Cristo así. No le invocó el ciego, sino, otros.

32 k. Toda claridad y fuerza.

39 l. Apurarán, agotar.
Evangelio según San Marcos
Capítulo 9
Enseñanzas
1 Y, después de días seis, toma consigo aparte Jesús a Pedro, y a Santiago y Juan, y los lleva arriba a
un monte alto aparte solos; y transfiguróse delante de ellos; 2 y sus vestidos tornáronse
esplendentes, blancos sobremanera, (cual nieve); como batanero sobre la tierra no los puede así
blanquear. 3 Y aparecióles Elías con Moisés; y estábanse conversando con Jesús. 4 Y, respondiendo
Pedro, dice a Jesús: «‘Rabbí’(a), bello es que nosotros aquí estemos; y hagamos tres tiendas: a ti
una, y a Moisés una, y a Elías una». 5 Pues no sabía qué respondía; pues espantados estaban. 6 Y
hubo(b) una nube que les fue sombreando, y hubo una voz de entre la nube: «Este es el Hijo mío, el
amado, oídle». 7 Y súbitamente, mirando alrededor, no ya a nadie vieron consigo, sino a Jesús sólo.
8 Y, bajando ellos del monte, encargóles que a nadie lo que vieron, contaran, sino cuando el Hijo del
hombre de entre muertos resucitara. 9 Y la palabra retuvieron consigo, inquiriendo entre sí qué «es
lo de entre muertos resucitar». 10 Y preguntábanle, diciendo: «¿Cómo, pues, dicen los escribas que
Elías debe venir primero(c)?» 11 Y él díjoles: «Elías ciertamente viniendo primero reintegra todo;
—y ¿cómo escrito está acerca del Hijo del hombre que muchas cosas padezca y anonadado sea(d)?»
12 Pero dígoos que así Elías(e) ha venido como le hicieron cuanto quisieron, según escrito está
acerca de él».

13 Y, viniendo,(f) a los discípulos, vieron turba mucha en torno de ellos y escribas disputando
contra ellos. 14 Y luego toda la turba, viéndole arrobáronse, y corriendo a él, le saludaron. 15 Y
preguntóles: «¿Qué disputáis contra ellos?» 16 Y respondióle uno de la turba: «Maestro, he traído
mi hijo a ti, que tiene espíritu mudo; 17 y doquier que de él se apodera, convulsiónale; —y
espumarajea(g) y cruje los dientes;— y secándose está. Y dije a tus discípulos que le lanzasen , y no
pudieron». 18 Y él respondiendo, les dice: «¡Oh generación increyente! ¿hasta cuándo con vosotros
estaré? ¿hasta cuándo os sufriré? Traédmele». 19 Y trajéronsele. Y viéndole(h) el espíritu, luego le
fue retorciendo(i), y cayendo sobre la tierra rodó espumarajeando. 20 Y preguntó a su padre:
«¿Cuánto tiempo ha que esto aconteciéndole está?» Y él dijo: «Desde muy niño; 21 Y a menudo aún
en fuego le ha arrojado y en aguas para perderle. Pero, si algo puedes, ayúdanos, lastimado de
nosotros». 22 Y Jesús díjole: «¡Lo de: «Si puedes!»(j) Todo (es) posible al que cree». 23 Pronto
exclamando el padre del niñito con lágrimas decía: «Creo; ayuda(k) mi incredulidad». 24 Y viendo
Jesús que corriendo se aglomera turba, impuso al espíritu, al inmundo, diciendo: «¡El mudo y sordo
espíritu, yo te mando: sal de él, y ya no entres en él!». 25 Y, exclamando y muchísimo
convulsionando, salió; —y quedó cual si muerto, que muchos decían: que «ha muerto». 26 Pero
Jesús, tomando su mano, levantóle, y se alzó. 27 Y, entrando él en casa, sus discípulos a solas
preguntábanle: «¿Cómo, pues, nosotros no pudimos lanzarlo?» 28 Y díjoles: «Este linaje en nada
puede salir, sino en oración y ayuno».

29 Y de allí saliendo, caminaba al través de la Galilea; y no quiso que alguno supiera; 30 pues
enseñaba a sus discípulos y decía que el Hijo del hombre es entregado en manos de hombres, y
mataránle y, muerto, después de tres días, resucitará. 31 Mas, ellos ignoraban la palabra, y temían
interrogarle.

32 Y vinieron a Cafarnaúm. Y, a la casa llegado, preguntábales: «¿Qué en el camino tratabais?» 33


Y ellos callaban; pues entre sí habían conversado en el camino de quien (era) mayor. 34 Y,
sentándose, voceó(l) a los doce, y díceles: «Si alguno quisiere primero ser, será de todos último y de
todos servidor». 35 Y, tomando un niñito, púsole en medio de ellos, y abrazándolo, díjoles: «Quien
a uno de tales niñitos recibiere en mi nombre, a mí recibe; y quien a mí recibiere, no a mí recibe,
sino al que ha enviado a mí». 36 Díjole Juan: «Maestro, vimos a uno en tu nombre lanzar demonios;
y le estorbábamos, porque no seguía a nosotros». 37 Y Jesús dijo: «No le estorbéis; pues nadie hay
que haga poder(m) en mi nombre y pueda luego maldecirme; 38 pues quien no es contra nosotros,
por nosotros es(n). 39 Pues, quien de beber os diere cáliz de agua en nombre mío, porque de Cristo
sois, en verdad os digo que no perderá, no, su galardón. 40 Y, quien escandalizare a uno de estos
pequeños, los que creen en mí, bello es para él más bien, si yace muela asinaria(o) en torno de su
cuello, y está lanzado él en la mar. 41 Y, si te escandalizare tu mano, córtala; bello es que manco
entres en la vida que, las dos manos teniendo, te vayas a la Gehenna, al fuego, el inextinguible; 42
donde el gusano de ellos no acaba, y el fuego no se extingue. 43 Y, si tu pie te escandalizare,
cortálo; bello es que entres en la vida cojo, que, los dos pies teniendo, arrojado seas en la Gehenna,
al fuego, el inextinguible. 44 Donde el gusano de ellos no acaba y el fuego no se extingue. 45 Y, si
tu ojo te escandalizare, lánzalo fuera; bello te es monóculo entrar en el Reino de Dios, que, dos ojos
teniendo, ser arrojado en la Gehenna; 46 donde el gusano de ellos no acaba y el fuego no se
extingue. 47 Pues cada uno(p) con fuego será salado; y cada víctima con sal será salada. 48 ¡Bella,
la sal! mas, si la sal insulsa se hiciere ¿en qué la sazonaréis? Tened en vosotros sal(q), y pacificad
entre vosotros».

4 a. «Maestro».

6 b. Apareció.

10 c. Que Cristo se glorifique.

11 d. No reintegra el Elías de la 2ª venida, al pueblo y todas las cosas, antes de padecer Cristo.

12 e. El segundo Elías y precursor primero: Juan. Ambos fueron muy perseguidos.

13 f. Los otros nueve discípulos.

17 g. El niño.

19 h. A Jesús.
i. Al niño.

22 j. Ironía.

23 k. Ayúdame a mí, que soy incrédulo; no tengo aún bastante fe.

34 l. Llamó en alta voz.

37 m. Cosa poderosa = milagro.

38 n. Invocando el nombre de Cristo, está con Cristo.

40 o. Piedra de moler, movida por asno.

47 p. De los condenados será envuelto y atormentado con el fuego y el ardor de la sal (como la
víctima es envuelta en ella para ser quemada).

48 q. El condimento bello: la paz.


Evangelio según San Marcos
Capítulo 10
Enseñanzas
1 Y, de allí levantándose, vase a los confines de la Judea y allende del Jordán; y júntanse de nuevo
turbas a él; y, como solía, de nuevo enseñábales. 2 Y, viniendo a él fariseos, preguntábanle si es
lícito a hombre mujer repudiar, tentándole. 3 Y él, respondiendo, díjoles: «¿Qué os ha ordenado
Moisés?» 4 Y ellos dijeron: «Concedió Moisés libelo de repudio escribir y repudiar». 5 Y Jesús
díjoles: «Por vuestro duro(a) corazón os escribió Moisés este mandamiento. 6 Del principio,
empero, de la creación, macho y hembra hízoles; 7 por esto abandonará hombre a su padre y su
madre; 8 y serán los dos para en carne una; así que ya no son dos, sino una carne. 9 Lo que Dios,
pues, ha coyundado, hombre no lo separe». 10 Y, a la casa(b), de nuevo los discípulos acerca de esto
preguntábanle. 11 Y díceles: «Quien repudiare a su mujer y se casare con otra, adultera contra ella;
12 y si ella, repudiando a su marido, se casare con otro, adultera».

13 Y trajéronle niñitos, para que los tocase; mas, los discípulos imponíanles. 14 Y, viendo Jesús,
indignóse, y díjoles: «Dejad a los niñitos venir a mí; no les estorbéis, porque de los tales es el Reino
de Dios. 15 En verdad dígoos: quien no recibiere el Reino de Dios como niñito, no entrará, no, en
él». 16 Y, abrazando, bendíceles mucho, poniendo las manos sobre ellos.

17 Y, saliendo él al camino, corriendo a él uno y arrodillándosele, preguntóle: «Maestro bueno, ¿qué


haré para la vida eterna heredar? 18 Y Jesús díjole: «¿Qué me dices bueno? Nadie bueno sino uno:
Dios. 19 Los mandamientos sabes: «No matarás, no adulterarás; no hurtarás; no perjurarás; no
dañarás; honra tu padre y tu madre». 20 Y él díjole: «Maestro, esto todo he guardado desde mi
juventud». 21 Y Jesús, mirándole, amóle y díjole: «Una cosa te falta: vete: cuanto tienes, vende y da
a mendigos, y tendrás tesoro en el cielo: y ¡acá! sígueme». 22 Pero él, contrariándose por la palabra,
se fue contristado; pues estaba poseyendo bienes muchos. 23 Y, mirando en torno Jesús, dice a sus
discípulos: «¡Cuán difícilmente los que las riquezas tienen, en el Reino de Dios entrarán!» 24 Y los
discípulos maravillábanse por sus palabras. Y Jesús, de nuevo respondiendo, díceles: «Hijos, cuán
difícil es que quien están confiados en las riquezas, en el Reino de Dios entren. 25 Más fácil es que
un camello por el ojo de una aguja pase que un rico en el Reino de Dios entre». 26 Y ellos
sobremanera pasmábanse, diciéndose a sí mismos: «¿Y quién puede salvarse?» 27 Contemplándoles
Jesús, dice: «Ante los hombres ¡imposible!; pero no ante Dios; que ¡todo posible ante Dios!» 28
Empezó a decir Pedro a él: «He aquí, nosotros hemos dejado todo y seguídote». 29 Dijo Jesús. «En
verdad dígoos: nadie hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos,
o campos por mí y por el evangelio; 30 si no(c) recibiere el céntuplo ahora en este tiempo: casas, y
hermanos, y hermanas, e hijos y campos, con(d) persecuciones, y, en siglo venidero, vida eterna. 31
Y muchos serán primeros, últimos; y los últimos, primeros.»

32 Y estaban en el camino subiendo a Jerusalén, y estaba conduciéndoles(e) Jesús, y


maravillábanse; y los que seguían, atemorizábanse. Y tomando aparte de nuevo a los doce,
empezóles a decir lo que le había de acontecer. 33 que «he aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del
hombre entregado será a los sumos sacerdotes y a los escribas, y condenaránle a muerte y
entregaránle a las gentes. 34 Y jugaránse con él, y escupiránle y azotaránle y matarán; y, después de
tres días, resucitará».

35 Y viénense acercando a él Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, diciéndole: «Maestro,
queremos que, lo que pidiéremos, nos hagas». 36 Y él díjoles: «¿Qué queréis yo os haga?» 37 Y
ellos dijéronle: «Danos que uno a tu derecha y uno a la izquierda nos sentemos en tu gloria». 38 Y
Jesús díjoles: «No sabéis qué pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo bebo, o con el bautismo que yo
me bautizo, bautizaros?» 39 Y ellos dijéronle: «Podemos». Y Jesús díjoles: «El cáliz que yo bebo,
beberéis; y con el bautismo que yo me bautizo, os bautizaréis; 40 pero el sentarse a mi derecha o a
la izquierda, no es mío dar, sino a los que prevenido está». 41 Y oyendo los diez, comenzaron a
indignarse de Santiago y Juan. 42 Y llamándoles a sí Jesús, díceles: «Sabéis que los que parecen
principar a las gentes, avasállanlas; y los grandes de ellos enseñoréanse de ellos. 43 Mas no así es
en vosotros, sino que, quien quisiere grande hacerse en vosotros, será de vosotros servidor, 44 y,
quien quisiere en vosotros ser primero, será de todos siervo. 45 Pues también el Hijo del hombre no
ha venido a ser servido, sino a servir y dar su alma redención por muchos».

46 Y van a Jericó. Y partiendo él de Jericó, y sus discípulos y turba bastante, el hijo de Timeo:
Bartimeo(f), ciego, mendigo, sentado estaba junto al camino. 47 Y, oyendo que Jesús es, el
Nazareno, empezó a gritar y decir: «¡Hijo de David, Jesús, apiádate de mí!» 48 E intimábanle
muchos que callara; pero él mucho más gritaba: «¡Hijo de David, apiádate de mí!» 49 Y parándose
Jesús, dijo: «Voceadle». Y vocean al ciego, diciéndole: «Confía; levanta; vocéate». 50 Y él,
arrojando lejos su manto, saltando alto, vino a Jesús. 51 Y respondiéndole Jesús, dijo: «¿Qué te
quieres haga?» Y el ciego díjole: «Rabbuní(g), que vea». 52 Y Jesús díjole: «Vete; tu fe te ha
salvado». Y luego vio, y seguíale en el camino.

5 a. Rebelde, contumaz.

10 b. Viniendo a la casa.

30 c. Necesariamente recibirá.
d. En medio de, no obstante.

32 e. Yendo delante de ellos.

46 f. «Hijo de Timeo».

51 g. «Maestro».

Evangelio según San Marcos


Capítulo 11
Jesús en Jerusalén
1 Y, cuando se acercaron a Jerusalén, a Betfagé y Betania, hacia el monte de las Olivas, envía dos
de sus discípulos, 2 y díceles: «Id a la aldea la de en frente de vosotros. Y luego, entrando en ella,
hallaréis pollino atado, sobre el cual nadie todavía de hombres se ha sentado; soltadlo y traed. 3 Y si
alguno os dijere: «¿Qué hacéis esto?, decid: «El Señor de él necesidad tiene, y luego envíale de
nuevo acá». 4 Y fuéronse y hallaron pollino atado a la puerta fuera, a la calle, y suéltanle. 5 Y
algunos de los allí parados decíanles: «¿Qué hacéis, soltando el pollino?» 6 Y ellos dijéronles según
dijo Jesús; y dejáronles. 7 Y traen el pollino a Jesús, y echan sobre él sus mantos; y sentóse sobre él.
8 Y muchos sus mantos tendieron por el camino, y otros, frondas cortando de los campos; 9 y los
que precedían y los que seguían, clamaban: «¡Hosanna!»(a)

bendito el que viene en nombre de Señor;


10 bendita la que viene realeza de nuestro padre David;
Hosanna en lo más excelso!

11 Y entró en Jerusalén, en el santuario; y mirando en torno todo, tarde ya siendo la hora, salió a
Betania con los doce.

12 Y al otro día, saliendo ellos de Betania, hambreó; 13 y viendo una higuera, de lejos, teniendo
hojas, vino por si algo hallaba en ella; y, viniendo a ella, nada halló, sino hojas; pues el tiempo no
era de higos(b). 14 Y, respondiendo, díjola: «No más por el siglo(c) de ti nadie fruto coma». Y
oyeron sus discípulos. 15 Y viene a Jerusalén. Y: entrando en el santuario, comenzó a arrojar fuera
los vendientes y los comprantes en el santuario, y las mesas de los cambistas y las sillas de los
vendientes de las palomas volcó; 16 y no dejaba que alguno llevase vaso(d) a través del santuario:
17 y enseñaba y decía: «¿No está escrito que la casa mía, casa de oración será llamada, para todas
las gentes? Vosotros, empero, tenéisla hecha cueva de bandidos». 18 Y oyeron los sumos sacerdotes
y los escribas, y buscaban como perderle. Pues atemorizábanse; pues toda la turba pasmábase de su
doctrina. 19 Y, cuando atardeció, salieron fuera de la ciudad. 20 Y, pasando de alba, vieron la
higuera secada de raíz. 21 Y, recordando Pedro, dícele: «Rabbí, he aquí la higuera que maldijiste, se
ha secado». 22 Y, respondiendo Jesús, díceles: «¡Tened fe de(e) Dios! 23 En verdad os digo: que
quien dijere a este monte: «Alzate y arrójate en la mar», y no vacilare en su corazón, sino creyere
que lo que habla, se hace, le será(f).» 24 «Por esto dígoos: todo cuanto orareis y pidiereis, creed que
lo habéis recibido(g) y seráos. 25 Y, cuando estéis parados orando, perdonad, si algo tenéis contra
alguno, para que también vuestro Padre, el de los cielos, os perdone vuestros deslices». 26 Y, si
vosotros no perdonáis, ni vuestro Padre, el de los cielos, perdonará vuestros deslices».

27 Y vienen de nuevo a Jerusalén. Y, en el santuario paseándose él, vienen a él los sumos sacerdotes
y los escribas y los ancianos; 28 y decíanle: «¿En qué poder esto haces? y ¿quien te tiene dado este
poder, que esto haces?» 29 Y Jesús díjoles: «Preguntaréos una(h) palabra, y respondedme; y diréos
en qué poder esto hago»: 30 «el bautismo de Juan ¿del cielo era o de los hombres?» Respondedme».
31 Y consideraban consigo, diciendo: «Si dijéremos: «Del cielo», dirá: «¿Por qué, pues, no le
habéis creído?» 32 Empero, ¿diremos(i): «De los hombres»? temían a la turba; pues todos tenían a
Juan verdaderamente como que profeta era. 33 Y, respondiendo a Jesús, dicen: «No sabemos». Y
Jesús díceles: «Ni yo os digo en qué potestad esto hago».

9 a. «Hoshián-ná». Ayuda, ¡ea! = Salve.

13 b. De abundancia de higos.

14 c. Los siglos.

16 d. Utensilio alguno, convirtiendo el templo en vía de tránsito.

22 e. En.

23 f. Sucederá; lo alcanzará.

24 g. Lo habéis ya recibido; con fe tan firme como si ya lo hubieseis recibido.

29 h. Sola.

32 i. Si dijéremos.
Evangelio según San Marcos
Capítulo 12
Confunde Cristo a los fariseos y saduceos
1 Y principióles en parábolas a hablar: «Viña un hombre crió, y en torno puso cerca, y cavó
sublagar(a), y edificó torre(b), y arrendóla a agrícolas, y peregrinó. 2 Y envió a los agrícolas, en el
tiempo(c), un siervo, para que, de los agrícolas, cogiera de los frutos de la viña. 3 Y, cogiéndole,
desollaron(d), y le enviaron vacío. 4 Y de nuevo envió a ellos otro siervo; a aquél también
descabezaron(e) y deshonraron. 5 Y otro envió; a aquél también mataron; y muchos otros, a éstos
desollando, a aquéllos matando. 6 Todavía uno tenía: hijo amado; envióle postrero a ellos, diciendo:
que «considerarán a mi hijo». 7 Aquéllos, empero, los agrícolas, entre sí dijeron: que «éste es el
heredero: «¡acá! matémosle y nuestra será la herencia». 8 Y cogiendo matáronle y arrojáronle fuera
de la viña. 9 ¿Qué hará el señor de la viña? Vendrá y perderá a los agrícolas y dará la viña a otros.
10 ¿Ni esta escritura habéis leído?

Salmo 118, A la piedra que desestimaron los edificantes,


20,23 ésta fue hecha cabeza de ángulo;
11 desde Señor hecha fue ésta(f),
y es maravillosa en nuestros ojos».

12 Y buscaban de él apoderarse; pero temieron a la turba; pues conocían que a ellos la parábola dijo.
Y, dejándole, se fueron.

13 Y envían a él algunos de los fariseos y los herodianos para prenderle con palabra. 14 Y, viniendo,
dícenle: «Maestro, sabemos que veraz eres y no te importa de nadie; que no miras a la faz de los
hombres, sino en verdad el camino de Dios enseñas: ¿Es lícito dar censo a César o no? ¿Daremos o
no daremos?» 15 Y él, sabiendo la hipocresía de ellos, díjoles: «¿Qué me tentáis? Traedme denario,
para ver». 16 Y ellos trajeron. Y díceles: «¿De quién, esta imagen y el epígrafe?» Y ellos dijéronle:
«De César». 17 Y Jesús dijo: «Lo de César devolved a César, y lo de Dios a Dios». Y asombrábanse
de él.

18 Y vienen saduceos a él, los que dicen que resurrección no hay, y preguntábanle, diciendo: 19
«Maestro, Moisés escribiónos que, si de alguno un hermano muriere y abandonare mujer y no
dejare hijo; —que tome su hermano la mujer y excite de ella simiente a su hermano. 20 Siete
hermanos eran. Y el primero tomó mujer; y, muriendo, no dejó simiente. 21 Y el segundo tomóla, y
murió, no dejando en pos simiente, y el tercero asimismo; 22 y los siete no dejaron simiente. Al fin
de todos también la mujer murió. 23 En la resurrección ¿de quién de ellos será mujer? que los siete
tuviéronla por mujer». 24 Díjoles Jesús: «¿No por esto(g) erráis: no sabiendo las Escrituras ni el
poder de Dios? 25 Pues, cuando de los muertos resucite, ni se casan, ni se les casa, sino son como
ángeles, los de los cielos. 26 Y acerca de los muertos: el que despiertan ¿no habéis leído en el libro
de Moisés, sobre la zarza, cómo le dijo Dios, diciendo: «Yo el Dios de Abrahán, y Dios de Isaac y
Dios de Jacob? 27 No es Dios de muertos, sino de vivientes; mucho erráis.»

28 Y, acercándose uno de los escribas, oyéndoles disputar, sabiendo que bellamente les ha
respondido, preguntóle: «¿Cuál es el mandamiento primero de todos?» 29 Respondió Jesús que el
primero es: «Oye, Israel: Señor, el Dios nuestro, Señor uno es: 30 y amarás a Señor tu Dios de todo
tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de toda tu fuerza 31 Segundo éste: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. Mayor que éstos otro mandamiento no hay». 32 Y díjole el escriba:
«Bellamente, maestro, en verdad has dicho que uno es y no hay otro fuera de él. 33 Y el amarle de
todo el corazón, y de todo el entendimiento y de toda la fuerza; y el amar al prójimo como a sí
mismo, superior es a todos los holocaustos y sacrificios». 34 Y Jesús, viéndole que razonablemente
respondió, díjole: «No lejos estás del Reino de Dios». Y nadie más ya atrevióse a preguntarle.
35 Y, respondiendo Jesús, decía, enseñando en el santuario: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo
hijo de David es? 36 El mismo David dijo en el Espíritu el santo:
Salmo 109,1. Dijo Señor a mi Señor: «Siéntate a mi diestra, hasta poner yo a tus enemigos debajo
de tus pies». 37 El mismo David dícele Señor; y ¿de dónde(h) de él es Hijo?»

Y la mucha turba(i) oíale placenteramente; 38 Y en su doctrina decía: «Mirad(j) de los escribas, los
que quieren en estolas(k) pasear, y salutaciones en las ágoras(l), 39 y primeras sillas en las
sinagogas y primeros lechos(m) en las comidas. 40 Los que devoran las casas de las viudas, y con
apariencia muy largamente oran; —éstos recibirán mayor juicio».

41 Y, sentándose en frente del gazofilacio(n), miraba cómo la turba echaba bronce(o); y muchos
ricos echaban mucho; 42 y viniendo una viuda mendiga, echó monedas dos(p); lo que es un
cuadrante. 43 Y, llamando a sí a sus discípulos, díjoles: «En verdad dígoos que esta viuda, la
mendiga, más que todos echó de los que echaron en el gazofilacio. 44 Porque todos de lo sobrante a
ellos echaron; ésta, empero, de su penuria, todo cuanto tenía, echó: todo su sustento».

1 a. Lagar con recipiente inferior.


b. De habitación y defensa.

2 c. De la vendimia.

3 d. Desgarraron a azotes.

4 e. Destrozaron la cabeza.

11 f. Cosa = esto.

24 g. Por esto: por no saber las Escrituras.

37 h. Cómo.
i. La mayor parte de la turba.

38 j. Apartad de ellos los ojos, guardaos.


k. Vestidura talar.
l. Plazas públicas.

39 m. Poltronas, canapées.

41 n. Tesoro, alcancía.
o. Cobre.

42 p. Monedillas de cobre = 1 cuadrante, o 1/4 de as.


Evangelio según San Marcos
Capítulo 13
Sermón escatológico de Cristo
Fin de Jerusalén y del mundo
1 Y saliendo él del santuario, dícele uno de sus discípulos: «Maestro, ¿ve? de dónde —piedras(a) y
¿de dónde— ¡edificios!» 2 Y Jesús díjole: «Miras estos grandes edificios? No se dejará, no, aquí
piedra sobre piedra que no sea, no, deshecha». 3 Y, sentándose él en el monte de las olivas, en frente
del santuario, preguntóle aparte Pedro y Juan y Andrés: 4 «Dínos ¿cuándo esto será; y qué, la señal,
cuando se hubiere esto de consumar todo?»

5 Y Jesús empezó a decirles: «Mirad que nadie os descamine. 6 Muchos vendrán en mi nombre,
diciendo: que «yo soy» y a muchos descaminarán. 7 Y, cuando oyereis guerras y oídas(b) de
guerras, no os espantéis: necesario es que acontezca; pero ¡aún no el fin! 8 Pues se levantará gente
contra gente, y reino contra reino; habrá hambres. 9 El principio de los dolores de parto(c), esto. Y
miraos a vosotros mismos: os entregarán a sanedrines y a sinagogas; desollados seréis(d), y, ante
presidentes y reyes, puestos por mí en testimonio para ellos. 10 Y a todas las gentes primero(e)
menester es se predique el Evangelio. 11 Y, cuando, os lleven, entregando, no os preocupéis de qué
hablar, sino lo que se os dé en aquella hora, esto hablad; que no sois vosotros los hablantes, sino el
Espíritu el santo. 12 Y entregará hermano a hermano a muerte, y padre a hijo; y levantaránse juntos
hijos contra padres y mataránles, 13 y seréis aborrecidos de todos por mi nombre. Mas el
perseverante(f) hasta el fin, éste se salvará.»

14 «Y, cuando viereis la abominación de la desolación, —lo parado(g) donde no debe (el leyente
entienda), entonces los en la Judea huyan a los montes; 15 el sobre la azotea no baje, ni entre a alzar
algo de su casa; 16 y el que al campo(h), no se vuelva a lo de atrás a alzar su manto. 17 Y ¡ay de las
preñadas y lactantes(i) en aquellos días! 18 Y orad que no acontezca en invierno(j).»

19 «Pues serán aquellos días de tribulación, cual no ha habido tal, de comienzo de criatura que crió
Dios hasta lo de ahora, y no habrá, no. 20 Y, si no acortara Señor los días, no salvara toda carne;
pero, por los elegidos que ha elegido, ha acortado los días. 21 Y entonces, si alguno os dijere:
«¡Mira! ¡aquí el Cristo! mira: ¡allí! no creáis; 22 pues se levantarán pseudocristos y pseudoprofetas,
y darán señales y prodigios para ir descaminando, si posible, los elegidos. 23 Y vosotros mirad: os
he predicho todo. 24 Empero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se
entenebrecerá, y la luna no dará su esplendor, 25 y los astros estarán del cielo cayéndose; y los
poderes, los en los cielos, se estremecerán. 26 Y entonces verán al Hijo del hombre venir en nubes
con poder y gloria mucha. 27 Y entonces enviará los ángeles e irá juntando sus elegidos, de los
cuatro vientos, de extremo de tierra a extremo de cielo. 28 Y de la higuera aprended la parábola.
Cuando ya su rama tierna se tornare, y brotare las hojas, conocéis que cerca el estío está; 29 así
también vosotros, cuando viereis esto acontecer, conocéis que cerca está(k), a las puertas. 30 En
verdad os digo que no pasará, no, esta generación, hasta que esto todo acontezca. 31 El cielo y la
tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán, no.»

32 «Pero acerca de aquel día y la hora, nadie sabe ni ángel en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. 33
Mirad, velad: que no sabéis cuándo el tiempo es. 34 Como(l) hombre peregrino dejando su casa y
dando a sus siervos la potestad, a cada cual su obra; —también al portero encargó que velase(m). 35
Velad, pues; porque no sabéis cuándo el señor de la casa viene: si tarde, si a medianoche, si al
galicinio, si al alba, 36 porque, viniendo de repente no os halle durmiendo. 37 Y lo que a vosotros
digo, a todos digo: velad».

1 a. Tamañas. —Eran albas y pulidas cada una de unos 25 codos de largo, 12 de ancho, 8 de alto. El
templo parecía una montaña esplendorosa. Herodes había ocupado en su fábrica diez mil obreros y
ocho años.
7 b. Rumores, relatos.

9 c. Grandes congojas de la tierra vieja que engendra a la nueva.


d. Desgarrados a azotes.

10 e. Que se consume el siglo, el mundo.

13 f. El fiel, paciente, confiado en Cristo.

14 g. Las abominaciones; todo lo abominable (que se hizo en el templo al principio de la guerra


judaica).

16 h. Haya ido.

17 i. Por lo que sufrirán sus hijos (degollados acaso, cual solía hacerse).

18 j. En que habrá mayor tribulación.

29 k. Cristo.

34 l. En su vida mortal.
m. Así os digo: Velad.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 14
Pasión de Cristo
1 Y era la Pascua y los ázimos después de dos días; y buscaban los sumos sacerdotes y los escribas
cómo en dolo prendiendo matarle; 2 pues decían: «No en la fiesta, no sea que haya tumulto del
pueblo».

3 Y, entrando él en Betania, en la casa de Simón, el leproso, recostado él, vino una mujer teniendo
un alabastro(a) de ungüento de nardo líquido(b) muy valioso; quebrando el alabastro, derramó sobre
su cabeza. 4 Y había algunos indignándose dentro de sí. «¿A qué esta pérdida de ungüento se ha
hecho? 5 Porque se pudo este ungüento vender por más de trescientos denarios y dar a los
mendigos». Y entremurmuráranla. 6 Mas, Jesús dijo: «Dejadla ¿Qué? ¿a ella golpes asestáis?
Hermosa obra ha obrado en mí. 7 Pues siempre a los pobres tenéis con vosotros, y cuando
quisiereis, podéisles bien hacer; pero a mí no siempre tenéis. 8 Lo que tuvo(c), hizo: anticipóse a
ungir mi cuerpo para la sepultura. 9 En verdad dígoos: doquiera se predicare el Evangelio en todo el
mundo, también lo que ha hecho ésta, se contará en memoria de ella.»

10 Y Judas Iscariotes, el uno de los doce, se fue a los sumos sacerdotes, para entregarle a ellos. 11 Y
ellos, oyendo, alegráronse y anunciáronle dinero dar; y buscaba cómo oportunamente entregarle.

12 Y el primer día de los ázimos, cuando la Pascua inmolaban, dícenle sus discípulos: «¿Dónde
quieres que, yéndonos, preparemos para que comas la Pascua?» 13 Y envía dos de sus discípulos, y
díceles: «Idos a la ciudad. Y encontraráos un hombre, cántaro de agua llevando: seguidle; 14 y,
donde entrare, decid al dueño de casa: que «el Maestro dice: «¿Dónde está mi estancia, donde la
Pascua con mis discípulos yo comer?» 15 Y él mismo os mostrará cenáculo(d) grande, tendido(e),
preparado; y allí preparadnos». 16 Y salieron los discípulos, y fueron a la ciudad y hallaron según
les dijo, y prepararon la Pascua. 17 Y atardeciendo, va con los doce. 18 Y, recostados ellos y
comiendo, Jesús dijo: «En verdad dígoos que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo».
19 Empezaron a entristecerse y decirle uno por uno: «¿No ciertamente yo?» 20 Y él díjoles: «Uno
de los doce: el que remoja conmigo dentro de la escudilla. 21 Porque ciertamente el Hijo del
hombre se va, según escrito está acerca de él; ¡ay empero, de aquel hombre por quien el Hijo del
hombre es entregado; bello para él, si no hubiese nacido aquel hombre!» 22 Y, comiendo ellos,
tomando pan, bendiciendo, partió y dióles, y dijo: «Tomad: este es mi cuerpo». 23 Y tomando cáliz,
agradeciendo, dioles; y bebieron de él todos. 24 Y díjoles: «Esta es mi sangre, la del testamento, la
que es derramada por muchos. 25 En verdad dígoos que no más no beberé, no, del germen de la vid,
hasta aquel día que lo beba nuevo en el reino de Dios».

26 Y, salmeando, salieron al monte de las Olivas; 27 y díceles Jesús: que «todos os escandalizaréis;
que escrito está: «Heriré al pastor, y las ovejas se dispersarán», 28 «Empero, después de resucitar
yo, conduciréos a la Galilea». 29 Y Pedro díjole: «Aun cuando todos se escandalicen, pero no yo».
30 Y dícele Jesús: «En verdad dígote que tú hoy en esta noche, antes de que dos veces el gallo
cante, tres veces me negarás». 31 Pero él tanto más hablaba: «Si menester fuere que yo muera
contigo, no te negaré, no». Y lo mismo también todos decían.

32 Y vienen a un paraje cuyo nombre, Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí, mientras
yo orare». 33 Y, llevóse a Pedro; y a Santiago y a Juan consigo, y empezó a aterrarse y atediarse; 34
y díceles: «Triste en torno(f) está mi alma a muerte: quedaos aquí y velad». 35 Y, adelantándose un
poco, caía sobre la tierra y oraba que, si posible es, pasara de él la hora y decía: 36 «Abbá, el Padre,
todo posible a ti: traspasa este cáliz de mí; empero, no lo que yo quiero, sino lo que tú». 37 Y viene
y hállales durmiendo, y dice a Pedro; «Simón, ¿duermes? ¿No has valido para una hora velar? 38
Velad y orad que no entréis en tentación; el espíritu ciertamente, pronto; la carne, empero,
¡enferma!» 39 Y de nuevo yéndose oró, la misma palabra diciendo. 40 Y de nuevo viniendo,
hallóles durmiendo; que estaban los ojos de ellos oprimidos, y no sabían qué responderle. 41 Y
viene tercera vez y díceles: «Dormid ya y reposad(g). Basta. Ha llegado la hora: he aquí es
entregado el Hijo del hombre en las manos de los pecadores. 42 Levantaos, vamos: he aquí el que
me entrega, es llegado». 43 Y al punto, aún hablando él, llégase Judas uno de los doce, y, con él,
una turba con cuchillas y palos, de(h) los sumos sacerdotes, y los escribas y los ancianos. 44 Y
había, el que le entregaba, dádoles seña, diciendo: «A quien yo besare, él es: prendedle y llevadle
seguramente». 45 Y, viniendo al punto, y llegándose a él, dice: «Rabbí», y le besó tiernamente, 46 y
ellos echaron las manos a él y prendiéronle. 47 Uno, empero, de los circunstantes, tirando de la
cuchilla, hirió el siervo del sumo sacerdote y llevóle la orejilla(i). 48 Y, respondiendo Jesús, díjoles:
«¿Como a bandido habéis salido con cuchillo y palos a aprehenderme? 49 Día a día estaba ante
vosotros en el santuario, enseñando, y no me prendisteis. —Empero(j)— ¡para que se cumplan las
Escrituras!» 50 Y, dejándole, huyeron todos. 51 Y cierto jovencillo seguíale al par, envuelto en una
sábana sobre lo desnudo; y préndenle; 52 mas, él, abandonando la sábana, desnudo huyó.

53 Y fueron llevando a Jesús ante el sumo sacerdote; y juntáronse todos los sumos sacerdotes, y los
ancianos y los escribas. 54 Y Pedro; de lejos siguióle hasta dentro del atrio del sumo sacerdote, y
estaba sentado junto con los servidores y calentándose a la lumbre. 55 Y los sumos sacerdotes y
todo el sanedrín buscaban contra Jesús testimonio para matarle, y no hallaban; 56 pues muchos
testificaban en falso contra él, e iguales sus testimonios no eran. 57 Y algunos, levantándose,
testificaron en falso contra él, diciendo: 58 que «nosotros hémosle oído decir: que «yo desharé este
templo el hechizo, y, en tres días, otro no hechizo edificaré». 59 Y ni así igual era su testimonio. 60
Y, levantándose el sumo sacerdote al medio, preguntó a Jesús, diciendo: «¿No respondes nada a lo
que éstos contra ti testifican?» 61 Mas él callaba; y no respondió nada(k). De nuevo el sumo
sacerdote preguntábale y dícele: «¿Tú eres el Cristo el Hijo del (Dios) Bendito?» 62 Y Jesús dijo:
«Yo soy: y veréis al Hijo del hombre a diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo». 63 Y el
sumo sacerdote, desgarrando sus túnicas, dice: «¿Qué ya necesidad tenemos de testigos? 64 Habéis
oído la blasfemia: ¿qué os parece?» Y ellos todos condenáronle: que reo era de muerte. 65 Y
empezaron algunos a escupir en él, y cubrir en torno su rostro, y abofetearle y decirle:
«Profetiza(l)»; y los servidores a puñadas le tomaban.

66 Y, estando Pedro abajo, en el atrio, viene una de las muchachas del sumo sacerdote; 67 y, viendo
a Pedro calentándose, contemplándole, dice: «También tú con el Nazareno estabas, con Jesús». 68
Pero él negó, diciendo: «No sé, ni entiendo tú lo que dices». Y salió fuera, al vestíbulo; 69 y la
muchacha(m) viéndole, empezó de nuevo a decir a los circunstantes: que «éste de ellos es». 70 Y él
de nuevo negó. Y poco después, de nuevo los circunstantes decían a Pedro: «Verdaderamente de
ellos eres; pues también galileo eres». 71 Pero él empezó a maldecir y jurar: que «no conozco a este
hombre que decís». 72 Y al punto, por segunda vez el gallo cantó. Y recordó Pedro la palabra: como
le dijo Jesús: que «antes que el gallo dos veces cante, tres veces me negarás». Y, advirtiendo,
lloraba.

3 a. Vaso de alabastro.
b. Según otros: «puro».

8 c. Consigo = pudo.

15 d. Sala del segundo piso, en la casa romana.


e. Con los lechos (poltronas) tendidos ya y prontos para la cena.

34 f. Toda entera.

41 g. Aquí una larga pausa, en que les dejó dormir.

43 h. Desde; enviada de ellos.

47 i. Aurícula, lóbulo.

49 j. Elipse: «esto sucede».

61 k. A la pregunta.

65 l. Adivina. (Mt. 26,68).

69 m. No de ésta, sino de otra, habla Mt. 26,71.


Evangelio según San Marcos
Capítulo 15
Crucifixión
1 Y luego, al alba, consejo preparando los sumos sacerdotes con los ancianos y escribas y todo el
sanedrín, atando a Jesús, fuéronle llevando y entregáronle a Pilato. 2 Y preguntóle Pilato: «¿Tú eres
el rey de los judíos?» y él, respondiendo, le dijo: «Tú dices». 3 Y acusábanle los sumos sacerdotes
de muchas cosas. 4 Y Pilato de nuevo preguntábale diciendo: «¿No respondes nada? Mira de cuán
grandes cosas te acusan». 5 Mas, Jesús ya no respondió nada, que se maravilló Pilato. 6 Y durante la
fiesta, soltábales un preso: el que pedían. 7 Y estaba el llamado Barrabás, con los sediciosos atado;
los que en la sedición muerte habían hecho. 8 Y, subiendo la turba, empezó a pedir, según siempre
les hacía. 9 Y Pilato respondióles, diciendo: «¿Queréis os suelte al rey de los judíos?» 10 Pues
conocía que por envidia le habían entregado los sumos sacerdotes. 11 Y los sumos sacerdotes
sublevaron la turba: que más bien a Barrabás les soltase. 12 Y Pilato de nuevo respondiendo
decíales: «¿Qué, pues, haré del que decís: «el rey de los judíos»? 13 Y ellos de nuevo gritaron:
«¡Crucifícale!» 14 Y Pilato decíales: «¿Pues qué ha hecho malo?» Mas, ellos sobremanera gritaron:
«¡Crucifícale!» 15 Y Pilato queriendo a la turba satisfacer, soltóles a Barrabás, y entregó a Jesús
flagelado, para que se le crucificase. 16 Y los soldados fueron llevándole adentro del atrio, lo que es
pretorio; y convocan todo el manípulo(a). 17 Y fuéronle revistiendo de púrpura y le pusieron en
torno, tejiendo, espínea corona; 18 y empezaron a saludarle: «Salve, rey de los judíos»; 19 y herían
su cabeza con caña y escupían en él, y poniendo las rodillas, adorábanle. 20 Y, cuando se hubieron
jugado con él, desvistiéronle la púrpura, vistiéronle sus vestiduras. Y llévanle fuera para
crucificarle. 21 Y compelen a cierto transeúnte, Simón, cireneo, viniendo del campo, padre de
Alejandro y Rufo, para que llevase su cruz. 22 Y llévanle al del Gólgota lugar; lo que es
interpretado: del Cráneo(b), lugar. 23 Y dábanle mirrado vino; y él no tomó. 24 Y crucifícanle, y
repártense sus vestiduras, echando suertes sobre ellas: quién qué se llevaba. 25 Y era la hora tercia
y(c); crucificáronle. 26 Y estaba el epígrafe de su causa escrito: «El rey de los judíos». 27 Y con él
crucifican dos bandidos: uno a derecha y uno a izquierda. 28 Y cumplióse la escritura, la que dice:
«Y con los inicuos fue contado». 29 Y los transeúntes blasfemábanle, moviendo sus cabezas y
diciendo: «¡Ah! el que deshace el templo de Dios y edifica en tres días! 30 Sálvate a ti mismo,
bajando de la cruz». 31 Así mismo también los sumos sacerdotes, jugándose con él, unos a otros
con los escribas, decían: «A otros salvó, a sí mismo no puede salvar. 32 El Cristo, el rey de Israel,
baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos». También los crucificados juntamente con él,
improperábanle. 33 Y siendo hora sexta, tinieblas fueron sobre toda tierra hasta hora nona, 34 y a la
nona hora clamó Jesús con voz grande: «Eloí, Eloí, ¿lama sabachtaní?»; lo que es interpretado:
«Dios mío, Dios mío ¿a qué me has desamparado?» 35 Y algunos de los circunstantes oyendo,
decían: «Mira: a Elías vocea». 36 Y corriendo uno, empapando una esponja en vinagre, poniendo
alrededor de una caña, dióle a beber, diciendo; «Dejad: veamos si viene Elías a bajarle». 37 Y Jesús,
dando voz grande, expiró. 38 Y el velo del templo se rasgó en dos, de alto a bajo. 39 Y viendo el
centurión, el circunstante, en frente de él, que así expiró, dijo: «Verdaderamente este hombre, Hijo
de Dios era». 40 Y había también mujeres de lejos mirando; entre las cuales también María, la
Magdalena, y María, la de Santiago, el menor y de José, madre, y Salomé. 41 Las que, cuando
estaba en la Galilea, seguíanle y servíanle; y otras muchas, las que habían subido con él a Jerusalén.

42 Y ya atardeciendo, por ser la parasceve(d); lo que es: ante sábado(e), 43 viniendo, José de
Arimatea, noble consejero; el cual también, él mismo, estaba aguardando el reino de Dios;
audazmente entró a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. 44 Y Pilato maravillóse de que ya estuviere
muerto y, llamando a sí al centurión, preguntóle si ya era muerto. 45 Y conociendo del centurión,
donó el cadáver a José. 46 Y, comprando sábana, bajando, le envolvió en la sábana; y depúsole en
un sepulcro que estaba canteado en piedra; y rodó piedra ante la puerta de la sepultura. 47 Y María,
la Magdalena, y María, la de José, miraban dónde estaba(f) puesto.

16 a. 200 hombres.
22 b. Véase Mt. 27,33.

25 c. Después.

42 d. «Preparación».
e. Víspera del sábado.

47 f. Quedaba.

Evangelio según San Marcos


Capítulo 16
Resurrección
1 Y, pasado el sábado, María, la Magdalena y María, la de Santiago, y Salomé compraron aromas,
para, yendo, ungirle. 2 Y muy al alba, el primero(a) de los sábados vienen al sepulcro, naciendo el
sol. 3 Y decían entre sí: «¿Quién revolverános la piedra de la puerta de la sepultura?» 4 (Y,
reparando, ven que está revuelta atrás la piedra). Pues era grande sobremanera. 5 Y entrando en la
sepultura, vieron un jovencito sentado a la derecha, envuelto en estola esplendorosa, y arrobáronse.
6 Mas él díceles: «No os arrobéis: a Jesús buscáis, al Nazareno, al crucificado: resucitó; no está
aquí; he aquí el lugar donde le pusieron. 7 Empero, idos, decid a sus discípulos, y a Pedro que os
conduce a la Galilea; allí le veréis, según os dijo». 8 Y, saliendo, huyeron de la sepultura, pues
apoderóse de ellas temblor y éxtasis; y a nadie nada dijeron(b), pues temían. 9 Y, resucitando al
alba, el primero del sábado, aparecióse primero a María, la Magdalena; de la cual había lanzado
siete demonios. 10 Aquélla, yendo, anunció a los que con él estuvieron, que lamentaban y lloraban.
11 También aquéllos, oyendo que vivía y habíase manifestado a ella, no creyeron. 12 Y, después de
esto, a dos de ellos que paseaban, aparecióse en otra forma, yendo ellos al campo; 13 y también
aquéllos, yéndose, anunciaron a los demás; ni aquéllos creyeron. 14 Y por fin, recostados ellos, los
once, aparecióse, y vituperó su incredulidad y duro corazón, porque a los que le vieran resucitado,
no creyeron. 15 Y díjoles: «Yendo al mundo todo entero, predicad el Evangelio a toda criatura. 16
El creyente y bautizado, se salvará; mas, el increyente, se condenará. 17 Y señales a los creyentes
acompañarán éstas: en mi nombre demonios lanzarán; lenguas hablarán nuevas; 18 serpientes
alzarán; y si mortífero algo bebieren, no les dañará, no; sobre enfermos manos impondrán, y
bellamente estaránse». 19 Y ciertamente el Señor Jesús, después de hablarles, fue asumido al cielo,
y sentóse a la diestra de Dios; 20 aquéllos, empero, saliendo, predicaron doquiera, cooperando el
Señor a la palabra, confirmando con las señales que la seguían.

2 a. Día de la semana.

8 b. Temblando de estupor, vuelven rápidamente, sin detenerse a hablar con nadie.


Evangelio Según San Lucas
Capítulo 1
Anunciación del Bautista y de Cristo
Prólogo
1 Dado que ya muchos han puesto mano en componer narración acerca de las cosas, en nosotros
plenamente confirmadas(a), 2 según nos han trasmitido los que desde el principio testigos oculares
y servidores fueron de la palabra; 3 pareció también a mí, que he seguido a par, desde atrás, todo
exactamente, ordenadamente escribirte, óptimo Teófilo(b); 4 porque de las palabras(c) en que se te
instituyó, conozcas bien la certidumbre.

5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, cierto sacerdote, por nombre Zacarías, del turno de
Abías; y mujer tenía de las hijas de Aarón, y el nombre de ella, Elisabet. 6 Y eran justos ambos
delante de Dios, caminando en todos los mandamientos y justicias(d) del Señor intachables. 7 Y no
tenían hijo, pues era Elisabet estéril; y ambos avanzados en sus días eran. 8 Y aconteció que, de
sacerdote él en el orden de su turno ante Dios, 9 según la costumbre del sacerdocio; 10 tocóle
incensar, entrando en el templo del Señor; y toda la muchedumbre estaba del pueblo orando fuera, a
la hora del timiama(e). 11 Y aparecióle ángel del Señor; parado a la diestra del ara del timiama. 12
Y espantóse Zacarías viendo, y temor cayó sobre él. 13 Y dijo a él el ángel: «No temas, Zacarías,
porque escuchada ha sido tu plegaria, y tu mujer, Elisabet, te parirá hijo, y llamarás su nombre Juan;
14 y tendrás gozo y júbilo; y muchos en su nacimiento se gozarán. 15 Pues será grande delante del
Señor; y vino y sidra no beberá, no; y de Espíritu Santo será lleno aún de vientre de su madre; 16 y
a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor, al Dios de ellos; 17 Y él precederá delante de él
en espíritu y poder de Elías, a convertir corazones de padres(f) a hijos, e inobedientes, en
pensamiento de justos a preparar al Señor pueblo perfecto». 18 Y dijo Zacarías al ángel: «¿Por
dónde conoceré esto? Pues yo soy anciano y mi mujer avanzada en sus días». 19 Y, respondiendo el
ángel díjole: «Yo soy Gabriel el parado junto a la faz de Dios, y he sido enviado a hablar a ti, y
evangelizarte(g) esto. 20 Y he aquí estarás callando y no pudiendo hablar(h) hasta el día que
acontecieren estas cosas, por esto: porque no has creído a mis palabras; las cuales se cumplirán a su
tiempo». 21 Y estaba el pueblo aguardando a Zacarías, y maravillábanse de que tardase en el templo
él. 22 Y, saliendo, no pudo hablarles. Y conocieron bien que visión había visto en el templo; y él
estaba significándoles;(i) y quedó sordomudo. 23 Y aconteció que cuando se cumplieron los días de
su servicio, se fue a su casa. 24 Y, después de estos días, concibió Elisabet, su mujer; y ocultóse en
torno meses cinco(j), diciendo: 25 que «así me ha hecho el Señor en los días que miró por mí a
quitar mi afrenta en los hombres».

26 Y en el mes el sexto fue enviado el ángel Gabriel de Dios, a una ciudad de Galilea, cuyo nombre
Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón, cuyo nombre, José, de casa de David; y el
nombre de la virgen, María. 28 Y, entrando a ella dijo: «Alégrate(k), agraciada(l): el Señor, contigo,
bendita tú en mujeres(m)» 29 Y ella por la palabra perturbóse, y consideraba de dónde fuese esta
salutación(n). 30 Y dijo el ángel a ella: «No temas, María; porque has hallado gracia delante de
Dios. 31 Y he aquí, concebirás en vientre, y parirás hijo, y llamarás su nombre, Jesús. 32 Este será
grande e Hijo del Altísimo será llamado; y darále Señor Dios el trono de David, su padre; 33 y
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y de su reino no habrá fin». 34 Y dijo María al ángel:
«¿Cómo será esto, cuando varón no conozco?» 35 Y, respondiendo el ángel, díjola: «Espíritu santo
vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te sombreará; por esto también lo nacido santo será llamado
Hijo de Dios. 36 Y he aquí, Elisabet, tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este
mes el sexto es para ella la llamada estéril; 37 que no será imposible delante de Dios toda palabra».
38 Y dijo María: «He aquí la sierva del Señor; hágaseme según tu palabra». Y retiróse de ella el
ángel.

39 Y levantándose María, en estos días, se fue a la montaña, de prisa, a una ciudad de Judá; 40 y
entró en la casa de Zacarías y saludó a Elisabet. 41 Y aconteció, como oyó la salutación de María,
Elisabet, saltó la criatura en su vientre, y fue llena de Espíritu Santo Elisabet; 42 y exclamó con
grito grande y dijo: «¡Bendita tú en mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! 43 Y ¿de dónde a mí
esto: que venga la madre de mi Señor a mí? 44 Pues he aquí, como llegó la voz de tu salutación a
mis orejas, saltó en júbilo la criatura en mi vientre. 45 Y bienaventurada la creyente, pues habrá
cumplimiento para lo hablado a ella del Señor». 46 Y dijo María:

«Magnifica mi alma al Señor,


47 y jubiló mi espíritu en Dios mi salvador;
48 Porque ha mirado a la humildad(o) de su sierva. Que he aquí, desde ahora mismo,
bienaventurada diránme todas las generaciones;
49 que me ha hecho cosas grandes el poderoso; y santo su nombre;
50 y su misericordia, a generaciones y generaciones, a los que le temen.
51 Ha hecho fuerza en su brazo:
dispersó los soberbios con pensamiento de su corazón.
52 derribó potentes de tronos,
y exaltó humildes;
53 hambrientos llenó de bienes
y ricos despidió vacíos.
54 Acogió a Israel, niño suyo,
para recordar misericordia,
según habló a nuestros padres:
55 a Abrahán y su simiente por el siglo(p)».

56 Y quedó María con ella como meses tres, y volvió a su casa.

57 Y a Elisabet cumplióse el tiempo de parir ella, y engendró hijo. 58 Y oyeron los vecinos y los
parientes de ella que magnificaba Señor su misericordia con ella, y alegráronse con ella. 59 Y
aconteció en el día el octavo vinieron a circuncidar al párvulo, y llamábanle, por el nombre de su
padre, Zacarías. 60 Y respondiendo su madre dijo: «No; sino se llamará Juan». 61 Y dijeron a ella:
que «ninguno hay de tu parentela, que sea llamado con este nombre». 62 Y significaron a su padre
que qué quería se le llamase. 63 Y, pidiendo tablilla, escribió diciendo: «Juan es su nombre». Y
maravilláronse todos. 64 Y abrióse su boca al punto y su lengua, y hablaba, bendiciendo a Dios. 65
Y vino sobre todos temor los que en torno de ellos habitaban; y en toda la montaña de la Judea
hablábanse todas estas palabras. 66 Y pusiéronselas todos los que oían, en su corazón diciendo:
«¿Quién, pues, este infante será?» Porque también la mano del Señor era con él. 67 Y Zacarías su
padre fue lleno de Espíritu Santo y profetizó diciendo:

68 «Bendito, Señor, el Dios de Israel;


pues ha visitado y hecho redención a su pueblo
69 y alzó cuerno(q) de salvación a nosotros,
en casa de David, niño suyo;
70 según habló, por boca de los santos
(desde el siglo) profetas suyos:
71 salvación de nuestros enemigos
y de mano de todos los que nos odian;
72 para hacer misericordia con nuestros padres
y recordar testamento(r) santo suyo,
73 juramento que juró Abrahán, padre nuestro, el darnos.
74 que, inmedrosamente, de mano de nuestros enemigos librados, le sirvamos
75 en piedad y justicia a su faz todos nuestros días.
76 Y también tú, infante, profeta del Altísimo serás llamado, pues precederás a faz de Señor, a
preparar sus caminos,
77 para dar ciencia de salud a su pueblo en(s) remisión de sus pecados;
78 por entrañas de misericordia de nuestro Dios; en las que nos visitó, oriente(t) de lo excelso,
79 a manifestarse a los en tinieblas y sombra de muerte sentados,
para enderezar nuestros pies a camino de paz».

80 Y el infante crecía; y confortábase de espíritu; y estábase en los desiertos hasta día de su


manifestación a Israel.

1 a. De tal manera que inspiraron plena fe.

3 b. Amante de Dios, hombre devoto.

4 c. Doctrinas.

6 d. Lo natural o divinamente justo.

10 e. Incienso.

17 f. No convertidos a hijos convertidos.

19 g. Darte feliz nueva de esto.

20 h. Palabra alguna.

22 i. Esto por señas.

24 j. Para que no se dudase de la verdad de su concepción.

28 k. «Ave», salve; fórmula de saludo.


l. La agraciada; estás con la gracia, con toda ella; llena de gracia.
m. Este inciso es casi exclusivamente occidental.

29 n. Por dónde podía ella merecerla —Inaudito era que un ángel, que Dios, saludase, como se
saludan iguales y amigos.

48 o. Condición humilde.

55 p. Tiempo, todo tiempo, siempre.

69 q. Fuerza, poder.

72 r. Alianza.

77 s. En la, no: para. En el perdón de los pecados está la salvación.

78 t. Como oriente; como sol naciendo del cielo.


Evangelio Según San Lucas
Capítulo 2
Infancia de Jesús
1 Y aconteció en aquellos días, salía edicto de César Augusto de que se empadronase todo el orbe. 2
Este empadronamiento primero hízose, presidiendo a la Siria Cirino. 3 E iban todos a
empadronarse, cada cual a su ciudad. 4 Y subió también José, desde la Galilea, de ciudad de
Nazaret, a la Judea, a ciudad de David; la cual se llamaba Belén; por ser él de la casa y familia de
David; 5 para empadronarse con María, la desposada con él, estando grávida. 6 Y aconteció que
estando ellos allí, cumpliéronse los días del parir ella; 7 y parió a su hijo, el primogénito(a); y fajóle
y reclinóle en pesebre; porque no había para ellos lugar en la posada. 8 Y pastores había en aquel
mismo paraje pernoctando al sereno y guardando guardias de la noche sobre su grey. 9 Y he aquí un
ángel del Señor detúvose sobre ellos, y gloria del Señor circunfulgoróles, y atemorizáronse con gran
temor. 10 Y díjoles el ángel: «No os atemoricéis; pues he aquí, evangelízoos gozo grande, el que
será para todo el pueblo; 11 porque os ha nacido hoy el Salvador; quien es Cristo Señor, en ciudad
de David. 12 Y ésta, para vosotros señal: hallaréis infante fajado y yaciendo en pesebre». 13 Y de
súbito fue con el ángel muchedumbre de milicia celestial, que alababan a Dios, y decían: 14 «Gloria
en lo más excelso a Dios, y sobre tierra paz en hombres de beneplácito(b)». 15 Y aconteció, en
retirándose de ellos, al cielo, los ángeles, los pastores hablaban entre sí: «Pasemos ya hasta Belén, y
veamos esta palabra la acontecida que el Señor nos ha manifestado». 16 Y vinieron apresurados y
encontraron a María y a José, y al infante yaciendo en el pesebre; 17 y viendo, noticiaron acerca de
la palabra, la hablada a ellos acerca de este niñito. 18 Y todos los oyentes maravilláronse de lo
hablado por los pastores a ellos; 19 y María todas conservaba —las palabras, confiriendo en su
corazón(c). 20 Y retornaron los pastores, glorificando y alabando a Dios por todo lo que oyeran y
vieran, según se habló a ellos.

21 Y, cuando se cumplieron días ocho para circuncidarle, también fue llamado su nombre Jesús, el
llamado por el ángel, antes de ser concebido en el vientre.

22 Y, cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos(d), según la ley de Moisés,


subiéronle a Jerusalén, para presentar al Señor, 23 según está escrito en la ley del Señor: que «todo
lo masculino, abriendo matriz santo al Señor será llamado»; 24 y para dar hostia, según lo dicho en
la ley de Señor, «un par de tórtolas o dos palominos».

25 Y he aquí que un hombre había en Jerusalén, cuyo nombre, Simeón, y este hombre, justo y
timorato, esperando consolación de Israel. Y Espíritu había Santo sobre él, 26 y habíale sido
vaticinado por el Espíritu, el Santo, que no vería muerte antes de ver al Cristo de Señor. 27 Y vino
en el Espíritu al santuario; y, al entrar los padres al infante Jesús, para hacer, según lo acostumbrado
de la ley, con él, 28 también él recibióle en los brazos, y bendijo a Dios y dijo:

29 «Ahora despides a tu siervo, Soberano,


según tu palabra, en paz;
30 pues han visto mis ojos lo saludable tuyo,
31 que preparaste a faz de todos los pueblos:
32 luz para revelación(e) de gentes
y gloria de tu pueblo de Israel».

33 Y estaba su padre y la madre maravillándose de lo que se hablaba acerca de él. 34 Y bendíjoles


Simeón; y dijo a María, su madre: «He aquí éste puesto está para caída y resurrección de muchos en
Israel y para señal a quien se contradice; 35 (y a tu propia alma traspasará espada) a fin de que se
revelen, de dentro de muchos corazones, pensamientos».

36 Y había una Ana, profetisa, hija de Fanuel, de tribu de Aser; —ésta avanzada en días muchos;
que viviera con marido años siete, desde su virginidad; 37 y ésta, viuda hasta años ochenta y cuatro;
quien no se retiraba del santuario, con ayunos y plegarias sirviendo noche y día. 38 Y, a la misma
hora sobreviniendo, confesaba a la vez a Dios y hablaba acerca de él a todos los que esperaban
redención de Jerusalén. 39 Y, en terminando todo lo según la ley del Señor, retornaron a la Galilea,
a su ciudad de Nazaret. 40 Y el infante crecía y confortábase, llenándose de sabiduría; y gracia de
Dios era sobre él.

41 E iban sus padres cada año a Jerusalén la fiesta de la Pascua. 42 Y, cuando fue de años doce,
subiendo ellos, según la costumbre de la fiesta, 43 y terminando(f) los días, al retornar ellos;
quedóse Jesús, el infante, en Jerusalén; y no supieron sus padres. 44 Y, creyendo que él estaba en la
comitiva, anduvieron una jornada, y mucho buscáronle entre los parientes y los conocidos; 45 y, no
hallando, retornaron a Jerusalén, mucho buscándole. 46 Y aconteció, después de días tres, halláronle
en el santuario, sentado en medio de los maestros, y oyéndoles y preguntándoles. 47 Y arrobábanse
todos los que le oían por el entendimiento y las respuestas de él. 48 Y, viéndole, pasmáronse, y dijo
a él su madre: «Hijo, ¿qué nos has hecho así? He aquí tu padre y yo doloridos te buscábamos». 49 Y
dijo a ellos: «¿Qué? ¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que en lo de mi Padre debo estar yo?» 50
Y ellos no comprendieron(g) la palabra que les habló. 51 Y bajó con ellos y vino a Nazaret; y estaba
sujeto a ellos. Y su madre conservaba todas estas palabras en su corazón. 52 Y Jesús adelantaba en
la sabiduría, y edad y gracia ante Dios y hombres.

7 a. Al primero; esto es: era virgen.

14 b. Divino.

19 c. Callándolas impresas, como parte de su ser, extasiándose en ellas.

22 d. De la madre y del niño.

32 e. Iluminación.

43 f. Ellos.

50 g. Toda la fuerza y profundidad de la palabra: de no buscarle, de renunciar al sentimiento


humano: persuadidos de que él no podía estar sino en lo conducente a la gloria de su Padre.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 3
Predicación del Bautista
1 Y en el año quince del imperio de Tiberio César, imperando Poncio Pilato a la Judea,
tetrarquiando(a) a la Galilea Herodes, y Felipe, su hermano, tetrarquiando a la Iturea y Traconítide
región, y Lisanias a la Abilene tetrarquiando; 2 bajo sumo sacerdote Anás y Caifás, hubo palabra de
Dios sobre Juan, el de Zacarías hijo, en el desierto; 3 y vino a toda la circunvecindad del Jordán,
predicando bautismo de penitencia en remisión de pecados; 4 como escrito está en libro de palabras
de Isaías, el profeta:
«Voz de clamante en el desierto:
Preparad el camino del Señor;
rectas haced sus sendas:
5 toda hondonada se llenará,
y todo monte y collado se humillará;
y será lo torcido en rectos(b),
y los ásperos en caminos llanos;
6 y verá toda carne lo saludable de Dios».

7 Decía, pues, a las salidas turbas(c) para ser bautizadas por él: «Engendros de víboras, ¿quién os ha
significado huir de la venidera ira? 8 Haced, pues, dignos frutos de penitencia. Y no empecéis a
decir(d) en vosotros. «Padre tenemos: a Abrahán»; pues dígoos que puede Dios de estas piedras
levantar hijos a Abrahán. 9 Y ya también la segur hacia la raíz de los árboles yace: todo árbol, pues,
que no hace fruto bello, cortado es, y al fuego arrojado». 10 Y preguntábanle las turbas, diciendo:
«¿Qué, pues, haremos?» 11 Y, respondiendo, decíales: «El que tiene dos túnicas, participe al que no
tiene; y el que tiene alimentos, así mismo haga». 12 Y vinieron también publicanos a bautizarse, y
dijeron a él: «Maestro, ¿qué haremos?». 13 Y él dijo a ellos: «Nada más que lo ordenado a vosotros,
obrad». 14 Y preguntábanle también soldados, diciendo: «¿Qué haremos también(e) nosotros?» Y
díjoles: «A nadie concusionéis, ni calumniéis, y contentaos con vuestros estipendios». 15 Y
aguardando el pueblo(f) y considerando todos en sus corazones, acerca de Juan: si acaso él era el
Cristo, 16 respondió diciendo a todos Juan: «Yo por cierto con agua os bautizo; viene, empero, el
más fuerte que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de sus zapatos; él os bautizará en
Espíritu Santo y fuego; 17 cuyo bieldo en su mano, para limpiar del todo su era y juntar el trigo en
su granero; —mas, la paja quemará con fuego inextinguible». 18 Ahora por cierto también muchas
otras cosas, exhortando, evangelizaba al pueblo; 19 y Herodes el tetrarca, reconvenido por él a
causa de Herodías, la mujer de su hermano, y a causa de todo lo que hizo de malo Herodes; 20
añadió esto a todo, y encerró a Juan en prisión.

21 Y aconteció que, bautizándose todo el pueblo, y bautizado Jesús y orando; abrióse el cielo, 22 y
descendió el Espíritu Santo en corporal forma, como paloma, sobre él, y voz del cielo hubo: «Tú
eres el Hijo mío, el amado; en ti me he complacido».

23 Y el mismo(g) era Jesús; que empezaba(h), como de años treinta; siendo hijo, cual se creía, de
José, de(i) Helí, 24 de Matat, de Leví, de Melqui, de Jana, de José, 25 de Matatías, de Amós, de
Nahum, de Esli, de Naga, 26 de Maat, de Matatías, de Semeí, de Josec, de Jodá, 27 de Joanán, de
Resa, de Zorobabel, de Salatiel, de Neri, 28 de Melqui, de Adi, de Cosán, de Helmadán, de Her, 29
de Jesús, de Eliezer, de Jorim, de Matat, de Leví, 30 de Simeón, de Judas, de José, de Jonán, de
Eliacim, 31 de Melea, de Mena, de Matata, de Natán, de David, 32 de Jesé, de Jobed, de Boós, de
Sala, de Naasón, 33 de Aminadab, de Arni, de Esrón, de Fares, de Judas, 34 de Jacob, de Isaac, de
Abrahán, de Tara, de Nacor, 35 de Seruc, de Ragau, de Falec, de Eber, de Sala, 36 de Cainán, de
Arfaxad, de Sem, de Noé, de Lamec, 37 de Matusalén, de Henoc, de Jared, de Maleleel, de Cainán,
38 de Enós, de Set, de Adán, de Dios.

1 a. Siendo tetrarca; esto es: príncipe de la cuarta parte del país.

5 b. Se trocarán los caminos torcidos en rectos.

7 c. Turbas salidas.

8 d. Dentro de.

14 e. De nuestra parte.
15 f. Al Mesías.

23 g. Que había recibido el testimonio divino.


h. Su misión.
i. Hijo de... etc.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 4
Comienza Cristo su vida pública
1 Y Jesús, lleno de Espíritu Santo, retornó del Jordán, y fue llevado en el Espíritu; en el desierto 2
días cuarenta tentado del diablo. Y no comió nada en aquellos días; y terminados ellos, hambreó. 3
Y díjole el diablo: «Si Hijo eres de Dios, di a esta piedra que se haga pan». 4 Y respondió a él Jesús:
«Escrito está: que no de pan sólo vivirá el hombre». 5 Y, subiéndole, mostróle todos los reinos del
orbe en un punto de tiempo. 6 Y díjole el diablo: «Te daré esta potestad toda y la gloria de ellos,
pues a mí ha sido entregada, y a quien quiero, doila, 7 tú, pues, si adorares a faz mía, —será de ti
toda». 8 Y, respondiéndole, dijo Jesús: «Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo servirás».
9 Y llevóle a Jerusalén y puso en el alero del santuario, y díjole: «Si Hijo eres de Dios, arrójate de
aquí abajo, 10 porque está escrito: que a sus ángeles mandará de ti que te guarden; 11 y que en
manos te lleven, no sea que lastimes en piedra tu pie». 12 Y, respondiendo, díjole Jesús que «está
dicho: «No tentarás al Señor tu Dios». 13 Y habiendo consumado toda tentación, el diablo retiróse
de él hasta su tiempo(a). 14 Y retornó Jesús, en el poder del Espíritu, a la Galilea; y fama salió por
toda la circunvecindad acerca de él; 15 y él enseñaba en las sinagogas de ellos, glorificado por
todos.

16 Y vino a Nazaret, donde se había criado, y entró, según lo acostumbrado por él, en el día de los
sábados, en la sinagoga, y levantóse a leer. 17 Y se le pasó un libro del profeta Isaías; y, abriendo el
libro, halló el lugar donde estaba escrito:

18 «Espíritu de Señor sobre mí: por lo cual me ungió; para evangelizar a pobres me ha enviado; 19
a sanar deshechos de corazón, a predicar a cautivos remisión y a ciegos vista, enviar quebrantados
en remisión; predicar año de Señor, acepto».

20 Y plegando el libro, devolviéndolo al ministro, sentóse, y, de todos en la sinagoga, los ojos,


estaban fijos en él. 21 Y empezó a decirles: que «hoy se ha cumplido esta escritura en las orejas de
vosotros(b)» 22 Y todos atestiguábanles y maravillábanse de las palabras de gracia salidas de su
boca, y decían: «¿Acaso no hijo de José éste?» 23 Y dijo a ellos: «Sin duda, me diréis esta parábola:
«Médico, cúrate a ti mismo»: cuanto hemos oído verificado en Cafarnaúm haz también aquí en tu
patria». 24 Y dijo: «En verdad dígoos que ningún profeta acepto es en su patria. 25 Y a la verdad
dígoos: muchas viudas había en los días de Elías, en Israel, cuando cerrado fue el cielo años tres y
meses seis, que hubo hambre grande por toda la tierra; 26 y a ninguna de ellas enviado fue Elías el
profeta, sino a Sarepta de Sidón, a una mujer viuda. 27 Y muchos leprosos había en Israel bajo
Eliseo el profeta; y ninguno de ellos limpio fue, sino Naamán el siro». 28 Y llenáronse todos de ira
en la sinagoga, oyendo esto; 29 y, levantándose, arrojáronle fuera de la ciudad, y lleváronle hasta la
cima del monte, sobre el cual la ciudad estaba edificada de ellos, para despeñarle; 30 él, empero,
pasando por en medio de ellos, se fue.
31 Y descendió a Cafarnaúm, ciudad de la Galilea. Y estábales enseñando, en los sábados, 32 y
pasmáronse de su enseñanza; pues en potestad era su palabra. 33 Y en la sinagoga estaba un
hombre, teniendo demonio inmundo, y vociferó con voz grande: 34 «¡Deja! ¿Qué a nosotros y a ti,
Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Conózcote quién eres: el Santo de Dios». 35 E impúsole
Jesús, diciendo: «Enmudece, y sal de él». Y tirándole el demonio al medio, salió de él, nada
dañándole. 36 Y sobrevino espanto a todos, y conversaban entre sí, diciendo: «¿Qué palabra ésta,
pues con potestad y fuerza impera a los inmundos espíritus, y salen?» 37 E iba resonando fama
acerca de él por todo lugar de la circunvecindad.

38 Y, levantándose de la sinagoga, entró en la casa de Simón. Y la suegra de Simón era estrechada


de fiebre grande; y rogábanle por ella. 39 Y, llegándose hasta por sobre ella, intimó a la fiebre, y
dejóla; y, al punto levantándose, servíales. 40 Y, poniéndose el sol, todos cuantos tenían enfermos
de enfermedades varias, lleváronles a él; y él a cada uno de ellos, las manos imponiendo, sanábales.
41 Y salieron también demonios de muchos, vociferando y diciendo: que «tú eres el Hijo de Dios».
E, intimando, no dejábales hablar; pues sabían que el Cristo él era. 42 Y siendo ya de día, saliendo
se fue a un desierto lugar; y las turbas iban buscándole; y vinieron hasta él, y deteníanle que no se
fuese de ellos. 43 Pero él dijo a ellos: que «también a las otras ciudades evangelizar debo el reino de
Dios; pues a esto he sido enviado». 44 Y estábase predicando por las sinagogas de la Galilea.

13 a. El de la pasión.

21 b. Escritura que acabáis de oír.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 5
Varios milagros y enseñanzas
1 Y aconteció, cuando la turba le asediaba y oía la palabra de Dios, que él estaba parado junto al
lago de Genesaret; 2 y vio barcas dos paradas junto al lago; y los pescadores, de ellas apartados,
lavaban las redes. 3 Y, subiendo en una de las barcas; que era de Simón, rogóle, de la tierra, adentro,
tirar un poco; y, sentándose, desde la barca, enseñaba a las turbas. 4 Y, en acabando de hablar, dijo a
Simón: «Tira a lo alto, y soltad vuestras redes a pesca». 5 Y, respondiendo Simón, díjole: «Amo,
durante toda la noche trabajando, nada hemos cogido; pero, en tu palabra, soltaré las redes». 6 Y,
esto haciendo, recogieron muchedumbre de peces grande; e íbanse rompiendo sus redes. 7 Y
significaron a los compañeros en la otra barca, que, viniendo, alzasen con ellos; y vinieron y
llenaron las dos barcas, hasta hundirse(a). 8 Y, viendo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús,
diciendo: «Apártate de mí, porque varón pecador(b) soy, Señor». 9 Pues asombro apoderóse de él y
todos los con él, por la pesca de los peces que recogieron; 10 y asimismo a Santiago y Juan, hijos de
Zebedeo; que eran compañeros de Simón. Y dijo a Simón Jesús: «No temas: desde ahora mismo
hombres estarás cogiendo». 11 Y, arrastrando las barcas a la tierra, dejando todo, siguiéronle.

12 Y aconteció, mientras estaba él en una de las ciudades, que he aquí un varón lleno de lepra; y,
viendo a Jesús, cayendo de rostro, rogóle, diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». 13 Y
extendiendo la mano, tocóle, diciendo: «Quiero: sé limpio». Y luego la lepra se fue de él. 14 Y él
indicóle que a nadie dijera, sino: —«yéndote, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu limpieza, según
ordenó Moisés en testimonio a ellos». 15 Pero cundía más la palabra(c) acerca de él; y
aglomerábanse turbas muchas a oír y curarse de sus enfermedades; 16 y él estábase retirado en los
desiertos y orando.
17 Y aconteció en uno de los días, y él estaba enseñando; y estaban sentados los fariseos y maestros
de la ley; que habían venido de toda aldea de la Galilea, y Judea y Jerusalén; y fuerza de Señor(d)
había de curar él(e). 18 Y he aquí varones trayendo en litera un hombre que era paralítico, y
buscaban cómo llevarle adentro a ponerle a faz de él. 19 Y, no hallando por dónde llevarle adentro,
por(f) la turba, subiendo al terrado, por entre las tejas, bajáronle con la literilla delante de Jesús. 20
Y, viendo la fe de ellos, dijo: «Hombre, perdonados te están tus pecados». 21 Y empezaron a
considerar los escribas y fariseos, diciendo: «¿Quién es éste, que habla blasfemias? ¿Quién puede
pecados perdonar sino sólo Dios?» 22 Y, penetrando Jesús las consideraciones de ellos,
respondiendo, dijo a ellos: «¿Qué consideráis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil decir:
«Perdonados te están tus pecados»; o decir: «Levántate y paséate? 24 Pero, para que veáis que el
Hijo del hombre poder tiene sobre la tierra de perdonar pecados» —dijo al paralítico: «Te digo:
Levántate, y, alzando tu literilla, vete a tu casa». 25 Y al punto, levantándose a faz de ellos, alzando
sobre lo que yacía, fuese a su casa, glorificando a Dios. 26 Y éxtasis cogió a todos ellos; y
glorificaron a Dios, y llenáronse de temor, diciendo: que «hemos visto increíbles cosas hoy».

27 Y después de esto salió, y contempló a un publicano, por nombre Leví sentado en el telonio, y
díjole: «Sígueme». 28 Y, abandonando todo, levantándose, siguióle. 29 E hizo recepción grande
Leví a él en su casa, y había turba mucha de publicanos y otros que estaban con ellos recostados. 30
Y murmuraban los fariseos y los escribas de ellos(g), a sus discípulos diciendo: «¿Por qué, con los
publicanos y pecadores coméis y bebéis?» 31 Y respondiendo Jesús, dijo a ellos: «No tienen
necesidad los sanos de médicos, sino los que mal están. 32 No he venido a llamar justos, sino
pecadores a penitencia».

33 Y ellos dijeron a él: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y plegarias hacen; así mismo
también los de los fariseos; ¿y los tuyos comen y beben?» 34 Y él dijo a ellos: «¿Acaso podéis a los
hijos del tálamo en tanto el Esposo con ellos está, hacer ayunar? 35 Mas, vendrán días; y cuando
será quitado de ellos el Esposo, entonces ayunarán en aquellos días». 36 Y decía también una
parábola a ellos: que «nadie remiendo, de vestido nuevo rasgando, echa en vestido viejo; que, si no
por cierto, también el nuevo se rasgará, y con el viejo no se armonizará remiendo, el del nuevo. 37
Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; que, si no por cierto, romperá el vino el nuevo los odres; y
él se derramará, y los odres se perderán; 38 sino que vino nuevo en odres nuevos hay que echar. 39
Y nadie bebiendo viejo quiere nuevo; pues dice: «El viejo, bueno es».

7 a. Principiar a hundirse ellas.

8 b. Ante la grandeza y santidad de Dios, siente Pedro toda su bajeza.

15 c. Fama.

17 d. Dios, el Señor, en S. Lucas, siempre es: Cristo.


e. A los enfermos.

19 f. Por causa de...

30 g. De su partido.
Evangelio Según San Lucas
Capítulo 6
Enseñanzas
1 Y aconteció que en sábado fue a través de sembrados; y arrancaban sus discípulos y comían las
espigas, estregando con las manos. 2 Y algunos de los fariseos dijeron: «¿Qué hacéis lo que no es
lícito los sábados?» 3 Y, respondiendo, a ellos dijo Jesús: «¿Ni esto habéis leído lo que hizo David
cuando hambreó él y los con él? 4 ¿Cómo entró en la casa de Dios, y, los panes de la proposición
tomando, comió y dio a los con él; que no es lícito comer, sino a solos los sacerdotes?» 5 Y
decíales: «Señor es también del sábado el Hijo del hombre».

6 Y aconteció que en otro sábado entró en la sinagoga y enseñó. Y estaba allí un hombre, y su mano
la derecha, era seca, 7 y acechábanle los escribas y los fariseos, si en el sábado cura, para hallar
cómo acusarle. 8 Y él sabía sus consideraciones, y dijo al hombre, al que seca tenía la mano:
«Levántate, y párate al medio». Y levantándose, paróse. 9 Y dijo Jesús a ellos: «Pregúntoos, ¿si es
lícito el sábado bien hacer o mal hacer, alma salvar o perder?» 10 Y, mirando alrededor a todos
ellos, díjole: «Extiende tu mano». Y él hizo así, y restituida fue su mano. 11 Y ellos llenáronse de
desconcierto; y, conversaban entre sí qué harían a Jesús.

12 Y aconteció en estos días que salió al monte a orar, y estaba pernoctando en la oración de Dios.
13 Y cuando amaneció, convocó a sus discípulos, y, eligiendo de ellos doce, los que también
apóstoles llamó, 14 a Simón, al que también llamó Pedro, y a Andrés, su hermano, y a Santiago, y
Juan, y Felipe, y Bartolomé, 15 y Mateo, y Tomás, a Santiago de Alfeo, y Simón, el llamado
Celador(a), 16 y Judas de Santiago, y a Judas Iscariot(b); quien fue traidor, 17 y bajando con ellos
paróse en lugar llano; y turba mucha de sus discípulos, y gentío mucho del pueblo, de toda la Judea,
y Jerusalén y la marina de Tiro y Sidón; que vinieran a oírle y sanar de sus enfermedades; 18 y los
vejados por espíritus inmundos eran curados; 19 y toda la turba buscaba cómo tocarle; porque
fuerza de él salía, y sanaba a todos.

20 Y él, alzando sus ojos a sus discípulos, dijo: «Bienaventurados, los pobres; porque vuestro es el
reino de Dios. 21 Bienaventurados, los que hambreáis ahora; porque seréis hartos. Bienaventurados,
los que lloráis ahora; porque reiréis. 22 Bienaventurados sois, cuando os aborrecieren los hombres,
y afrentaren; y arrojaren fuera vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. 23
Alegraos aquel día y brincad; pues he aquí vuestro galardón ¡mucho en el cielo! pues así mismo
hacían a los profetas los padres de ellos. 24 Empero, ay de vosotros, los ricos; pues os lleváis
vuestra consolación. 25 Ay de vosotros, los hartos ahora; pues hambrearéis. Ay de los que reís
ahora; pues lamentaréis y lloraréis. 26 Ay cuando de vosotros bellamente dijeren todos los hombres;
pues así mismo hacían a los pseudoprofetas los padres de ellos. 27 Pero a vosotros digo, los
oyentes: amad a vuestros enemigos; bellamente haced a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que
os imprecan; orad por los que os dañan. 29 Al que te hiere en la mejilla, preséntale también la otra;
y al que se lleve tu vestidura,tampoco la túnica niegues. 30 A todo el que te pide, da, y del que se
lleva lo tuyo, no vuelvas a pedir. 31 Y según queréis que os hagan los hombres, hacedles asimismo.
32 Y, si amáis a los que os aman ¿qué gracia(c) tenéis? Pues también los pecadores a los que les
aman, aman. 33 Y si bien hacéis a los que os hacen ¿qué gracia tenéis? También los pecadores lo
mismo hacen. 34 Y si prestareis a los de quien esperáis coger ¿qué gracia tenéis? También
pecadores a pecadores prestan, para recoger otro tanto. 35 Empero, amad a vuestros enemigos y
bien haced, y prestad, nada esperando por ello; y será vuestro galardón mucho, y seréis hijos del
Altísimo; porque él bueno es con los ingratos y malos. 36 Haceos misericordiosos, según vuestro
Padre misericordioso es. 37 Y no juzguéis, y no se os juzgará, no. Y no condenéis, y no se os
condenará, no. Perdonad, y se os perdonará. 38 Dad, y se os dará; medida hermosa, apretada,
remecida, rebosante darán en vuestro seno; pues con la medida que medís, se os volverá a medir».
39 Y dijo también parábola a ellos: «¿Por ventura puede ciego a ciego guiar? ¿Acaso ambos dentro
al hoyo no caerán? 40 No hay discípulo sobre el maestro; y perfecto todo(d) será como su maestro.
41 Y, ¿qué miras la paja, la en el ojo de tu hermano, y la viga, la en el propio ojo, no consideras? 42
¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja arroje yo fuera la paja, la en tu ojo, tú mismo la
en tu ojo, viga no mirando? Hipócrita, arroja fuera primero la viga, del ojo tuyo, y entonces mirarás
cómo la paja, la en el ojo tu hermano, arrojar. 43 Pues no hay árbol hermoso que haga fruto podrido;
ni a su vez árbol podrido que haga fruto hermoso. 44 Pues cada árbol por su propio fruto es
conocido; pues no de espinas recogen higos; ni de zarza uva vendimian. 45 El buen hombre del
buen tesoro del corazón saca lo bueno; y el malo de lo malo saca lo malo; pues de abundancia de
corazón habla su boca. 46 ¿Qué me llamáis: «¡Señor! ¡Señor!» y no hacéis lo que digo? 47 Todo el
que viene a mí y que oye mis palabras y hácelas —os manifestaré a quién es semejante. 48
Semejante es a hombre edificando casa; quien cavó, y ahondó y puso cimiento sobre piedra. E,
inundación viniendo, rompió el río sobre aquella casa, y no pudo conmoverla, por lo hermosamente
edificada que estaba. 49 Pero el que oye y no hace, semejante es a hombre edificando casa sobre
tierra, sin cimiento; sobre la cual rompió el río, y al punto se derrumbó, y fue el rompimiento de
aquella casa magno».

15 a. De la ley. El nombre de Cananeo que le dan los otros evangelistas significa celador.

16 b. Hombre de Cariot.

32 c. Agradecimiento, recompensa.

40 d. Todo perfecto; todo discípulo perfecto.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 7
Milagros y enseñanzas
1 Cuando ya llenó(a) a todas sus palabras en los oídos del pueblo, entró en Cafarnaúm. 2 Y de cierto
centurión el siervo mal estando, había de finar; que le era apreciado. 3 Y, oyendo acerca de Jesús,
envió a él ancianos de los judíos, rogándole que, viniendo, salvase a su siervo. 4 Y ellos,
acercándose a Jesús, pedíanle instantemente, diciendo: que, «digno es de que le otorgues esto; 5
pues ama nuestra gente, y la sinagoga él nos edificó». 6 Y Jesús iba con ellos. Y, cuando ya él no
lejos estaba de la casa, mandó amigos el centurión, diciéndole: «Señor, no te mortifiques; que no
digno soy de que bajo mi techo entres; 7 por lo cual ni a mí mismo he creído digno de a ti venir;
mas di con una palabra, y ¡sane mi niño! 8 Que también yo hombre soy bajo potestad constituido
teniendo bajo mí mismo soldados, y digo a éste: «Ve, y va», y a otro: «Ven, y viene»; y a mi siervo:
«Haz esto, y hace». 9 Y oyendo esto Jesús, admiróle, y volviéndose, a la a él siguiente turba, dijo:
«Dígoos, ni en Israel tanta fe he encontrado». 10 Y retornando a su casa los enviados, encontraron
al siervo sano.

11 Y aconteció en seguida, fue a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y turba
mucha. 12 Y, en acercándose a la puerta de la ciudad, he aquí llevárase fuera difunto al unigénito
hijo de su madre; y ella era viuda; y turba de la ciudad bastante había con ella. 13 Y, viéndola el
Señor, lastimóse de ella y díjola: «No llores». 14 Y, acercándose, tocó el féretro; y los llevadores
paráronse. Y dijo: «Jovencito, (te digo) levántate». 15 Y sentóse el muerto, y empezó a hablar, y
dióle a su madre. 16 Y cogió temor a todos, y glorificaron a Dios, diciendo: «que profeta grande se
ha levantado en nosotros» y que «ha visitado Dios a su pueblo». 17 Y salió esta palabra en toda la
Judea acerca de él y toda la circunvecindad.
18 Y anunciaron a Juan sus discípulos acerca de todas estas cosas. 19 Y, llamando a sí ciertos dos de
sus discípulos Juan, mandóles al Señor, diciendo: «¿Tú eres, el que viene o a otro esperamos?» 20
Y, acercándose a él los varones, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a ti, diciendo: «Tú eres el
que viene, ¿o a otro esperamos?» 21 En aquella hora curara, a muchos de enfermedades, y plagas y
espíritus malos, y a ciegos muchos agraciara con el ver. 22 Y, respondiendo, díjoles: «Yendo,
anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: ciegos ven; cojos paséanse; leprosos limpios son;
sordomudos oyen; muertos resucitan; pobres son evangelizados; 23 y bienaventurado es, quien no
se escandalizare en mí». 24 Y, yéndose los mensajeros de Juan, empezó a decir a las turbas sobre
Juan: «¿Qué habéis salido al desierto a mirar? ¿caña por el viento balanceada? 25 Pero ¿qué habéis
salido a ver? ¿A hombre de blandas vestiduras revestido? He aquí los que en vestimenta ostentosa y
voluptuosidad viven, en los palacios están. 26 Pero ¿qué habéis salido a ver? ¿A un profeta? —Sí,
dígoos, y más que profeta. 27 Este es, de quien está escrito: He aquí envío a mi mensajero delante
de tu faz; quien preparará tu camino delante de ti». 28 Dígoos: mayor, en nacidos de mujeres, que
Juan, ninguno hay; pero el menor en el reino de Dios, mayor que él es». 29 Y todo el pueblo
oyendo(b), y los publicanos justificaron(c) a Dios, siendo bautizados con bautismo de Juan; 30 mas,
los fariseos y los escribas el consejo de Dios frustraron para sí, no siendo bautizados por él. 31 «¿A
quién, pues, asemejaré los hombres de esta generación, y a quién son semejantes? 32 Semejantes
son a pequeñuelos, a los sentados en las plazas y voceándose entre sí, que dicen:

Flauteádoos hemos, y no habéis danzado,


trenádoos hemos, y no habéis llorado(d).

33 Pues vino Juan el Bautista ni comiendo pan ni bebiendo vino, y decís: «Demonio tiene». 34 Ha
venido el Hijo del hombre comiendo y bebiendo, y decís: «He aquí un glotón y vinolento, amigo de
publicanos y pecadores». 35 Y justificada ha sido la sabiduría(e) por todos los hijos de ella».

36 Y rogaba alguno a él de los fariseos que comiese con él; y, viniendo a la casa del fariseo,
reclinóse. 37 Y he aquí una mujer, la que había en la ciudad, pecadora, en sabiendo que está
recostado en la casa del fariseo, trayendo alabastro de ungüento, 38 y parándose junto a sus pies
llorando, con las lágrimas empezó a regar sus pies; y con los cabellos de su cabeza enjugaba y
besaba tiernamente sus pies y ungía con el ungüento. 39 Y, viendo el fariseo el que le llamara, habló
dentro de sí, diciendo. «Este, si fuera profeta, conocería quién y de dónde, la mujer, la que le toca;
porque pecadora es». 40 Y respondiendo Jesús, dijo a él: «Simón, tengo a ti algo que decir». Y él
«Maestro, di», dice: 41 «Dos deudores había de cierto prestamista: el uno debía denarios quinientos,
y el otro, cincuenta. 42 No teniendo ellos cómo devolver, a los dos perdonó. ¿Quién, pues, de ellos
más le amará?» 43 Respondiendo Simón, dijo: «Paréceme que a quien lo más perdonó». Y él díjole:
«Rectamente has juzgado». 44 Y, volviéndose a la mujer, a Simón dijo: «¿Ves a esta mujer? Entré
en tu casa; agua para los pies no me diste; mas ésta con las lágrimas ha regado mis pies y con sus
cabellos enjugado. 45 Beso no me diste; mas ésta, desde que entré, no ha dejado de besarme
tiernamente los pies. 46 Con óleo mi cabeza no has ungido; pero ella con ungüento ha ungido mis
pies. 47 Por lo cual (dígote) perdonados le están sus pecados, —los muchos, pues amó mucho; mas
a quien poco se perdona,— también poco ama». 48 Y díjola: «Perdonados te están los pecados». 49
Y empezaron los comensales a decir dentro de sí: «¿Quién éste es que también pecados perdona?»
50 Y dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; ve a paz».

1 a. Dijo más llena, extensamente.

29 b. A Juan.
c. Creyéronle justo, obedeciendo a Juan.

32 d. Véase Mt. 11,17.


35 e. De Dios en Juan y en Jesús.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 8

1 Y aconteció en seguida de esto que él atravesaba cada ciudad y aldea, predicando y evangelizando
el reino de Dios; y los doce con él, 2 y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malos y
enfermedades: María, la llamada Magdalena; (de la cual demonios siete habían salido). 3 y Juana,
mujer de Cuza, procurador de Herodes, y Susana, y otras muchas; las cuales servíanles de sus
haciendas.

4 Y, juntándose mucha turba, y los de cada ciudad viniendo junto a él, dijo por parábola: 5 «Salió el
sembrador a sembrar su semilla, y sembrando él, lo uno cayó junto al camino, y conculcado fue, y
los volátiles del cielo devoráronlo. 6 Y lo otro cayendo fue sobre la piedra, y, naciendo, secóse por
no tener humedad. 7 Y lo otro cayó en medio de las espinas, y naciendo a la vez las espinas,
ahogáronlo. 8 Y lo otro cayó en la tierra la buena y, naciendo, hizo fruto céntuplo». Esto diciendo,
clamó: «El que tenga orejas para oír, oiga». 9 Preguntáronle sus discípulos cuál fuese esta parábola.
10 Y él dijo: «A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; a los demás, empero, ¡en
parábolas! porque, viendo, no vean, y, oyendo no oigan. 11 Es ésta, empero, la parábola: La semilla
es la palabra de Dios. 12 Y los juntos al camino, son los que oyen; después viene el diablo y quita la
palabra, de sus corazones, no sea, que creyendo, se salven. 13 Y los sobre la piedra —los que,
cuando oyeren, con gozo reciben la palabra; y éstos raíz no tienen— los que, por tiempo creen, y en
tiempo de tentación, se apartan. 14 Y lo sobre espinas caído, éstos son los que oyen, y por los
cuidados y riquezas y placeres de la vida, yendo, se ahogan y no maduran. 15 Y lo que en hermosa
tierra, éstos son los que en corazón hermoso y bueno, oyendo, la palabra retienen y fructifican en
paciencia.»

16 «Y nadie la candela tomando, ocúltala con vaso, o por debajo de cama pone, sino sobre
candelero pone para que los que entran, vean la luz. 17 Pues no hay cosa oculta que manifiesta no
se haga, ni escondida que no se conozca y a público venga. 18 Mirad, pues, como oigáis(a); porque
quien tuviere, —darásele; y, quien no tuviere,— también lo que parece tener, quitado será de él».

19 Y acercáronsele la madre y los hermanos de él, y no podían llegar a él por causa de la turba. 20 Y
anunciósele: «Tu madre y tus hermanos parados están fuera, verte queriendo». 21 Y él,
respondiendo, dijo a ellos:

«Madre mía y hermanos míos, éstos son, los que la palabra de Dios oyen y hacen».

22 Y aconteció en uno de los días que él en entró en barca y los discípulos de él; dijo a ellos:
«Atravesemos allende del lago»; y zarparon. 23 Y, navegando ellos, durmióse. Y bajó un torbellino
de viento al lago, e íbanse inundando y zozobrando. 24 Y, acercándose, despertáronle, diciendo:
«¡Amo, amo, perecemos!» Y él, levantándose, impuso al viento y al golpe del agua; y calmaron y
fue bonanza. 25 Y díjoles: «¿Dónde vuestra fe?» Y atemorizándose, maravilláronse, diciendo unos a
otros: «¿Quién, pues, éste es, que también a los vientos ordena y al agua, y obedécenle?»

26 Y navegaban abajo, a la región de los gerasenos; la cual está frente de la Galilea. 27 Y, saliendo
él a la tierra, vínole al encuentro cierto hombre de la ciudad, teniendo demonios; tiempo bastante no
se puso vestidura; y en casa no quedaba, sino en las tumbas. 28 Y, viendo a Jesús, vociferando cayó
ante él y con voz grande dijo: «¿Qué a mí y a ti Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ruégote, no me
atormentes». 29 (Pues significara al espíritu, al inmundo salir del hombre). Pues muchos tiempos
habíale arrebatado consigo; y atábasele, con cadenas y grillos guardado; y, destrozando las ataduras,
llevado era por el demonio a los desiertos. 30 Y preguntóle Jesús: «¿Qué nombre tienes?» Y él dijo:
«Legión»; pues entraron demonios muchos en él. 31 Y rogábanle que no les ordenase al abismo
irse. 32 Y había allí una piara de puercos bastantes, que pacía en el monte; y, rogáronle que les
permitiese en aquéllos entrar. Y permitióles. 33 Y saliendo los demonios del hombre, entraron en los
puercos; y precipitóse la piara escarpa abajo al lago y ahogóse. 34 Y, viendo los que apacentaban, lo
acontecido, huyeron, y, yéndose, lo anunciaron a la ciudad y los campos. 35 Y salieron a ver lo
acontecido, y vinieron a Jesús; y encontraron sentado al hombre de quien los demonios salieron,
vestido y cuerdo, a los pies de Jesús; y atemorizáronse. 36 Y contáronles los que vieran, cómo fue
salvado el endemoniado. 37 Y rogáronle toda la muchedumbre de los circunvecinos de los
gerasenos se retirase de ellos; pues de temor grande eran estrechados; y él, entrando en barca,
retornó. 38 Y pidióle el hombre de quién habían salido los demonios, estar con él. Pero despidióle,
diciendo. 39 «Retorna a tu casa, y refiere cuanto te ha hecho Dios.» Y retiróse, por toda la ciudad
publicando cuanto le hizo Jesús.

40 Y entrando Jesús, acogióle la turba; porque estaban todos aguardándole. 41 Y he aquí vino un
hombre cuyo nombre Jairo; y éste, príncipe de la sinagoga era; y cayendo a los pies de Jesús,
rogábale fuese a su casa; 42 pues hija unigénita tenía como de años doce, y ésta moríase. Y, yendo
él, las turbas del todo sofocábanle. 43 Y una mujer que estaba en flujo de sangre, años doce había;
la cual habiendo en médicos gastado toda su hacienda, no pudo ser por ninguno curada, 44
acercándose por detrás, tocó la fimbria de su vestido; y al punto paró el flujo de su sangre. 45 Y dijo
Jesús: «¿Quién, el que me ha tocado?» Y negando todos, dijo Pedro: «Amo, las turbas estréchante y
estrujan, y dices: «¿Quién el que me ha tocado?» 46 Y Jesús dijo: «Tocado me ha alguien; pues yo
he conocido virtud salida de mí» 47 Y viendo la mujer que no se ha ocultado, temblorosa vino, y
cayendo ante él, por qué causa le ha tocado, significó a la faz de todo el pueblo, y cómo ha sanado
al punto. 48 Y él díjola: «Hija, tu fe te ha salvado; ve a paz». 49 Aún hablando él, viene alguien del
arquisinagogo, diciendo: que «ha muerto tu hija; ya no mortifiques al Maestro. 50 Y Jesús, oyendo,
respondióle: «No temas; sólo cree, y salvará». 51 Y, viniendo a la casa, no dejó entrar ninguno
consigo, sino a Pedro, y Juan, y Santiago, y al padre de la niña y a la madre. 52 Y plañían todos y
lamentábanla. Y él dijo: «No plañáis; que no ha muerto, sino dormídose». 53 Y reíanse de él,
sabiendo que murió. 54 Y él cogiendo la mano de ella, clamó diciendo: «¡La niña! levántate». 55 Y
volvió el espíritu de ella, y resucitó al punto; y ordenó se la diera de comer. 56 Y arrobáronse los
padres de ella; y él significóles a ninguno decir lo acontecido.

18 a. Y practiquéis mi doctrina.
Evangelio Según San Lucas
Capítulo 9
Milagros y enseñanzas
1 Y, convocando a los doce, dióles fuerza y potestad sobre todos los demonios y para enfermos
curar; 2 y envióles a predicar el reino de Dios y sanar, y 3 dijo a ellos: «Nada cojáis para el camino:
¡ni báculo, ni alforja, ni pan, ni plata, ni dos túnicas tener! 4 Y en la casa que entréis, —allí quedad,
ni de allí salgáis. 5 Y cuantos no os recibieren, saliendo de aquella ciudad— el polvo de vuestros
pies sacudid en testimonio de ellos». 6 Y, saliendo, atravesaban por las aldeas, evangelizando y
curando doquiera.

7 Y oyó Herodes, el tetrarca, lo sucedido todo, y confundióse por decirse de algunos: que «Juan ha
resucitado de muertos», 8 y de algunos: que «Elías ha aparecido»; y de otros que «algún profeta de
los antiguos se ha levantado». 9 Y dijo Herodes: «A Juan yo decapité; y ¿quién es éste acerca del
cual oigo tales cosas?» Y buscaba verle.

10 Y retornando los apóstoles refiriéronle cuanto hicieron. Y, tomándoles consigo, retiróse aparte, a
una ciudad llamada Betsaida. 11 Y las turbas, conociendo, siguiéronle; y, acogiéndoles, hablábales
del reino de Dios y a los que menester habían curación, sanaba. 12 Y el día empezaba a declinar; y,
acercándose los doce, dijéronle: «Despide la turba, porque, yendo a las, en torno, aldeas y campos,
se hospeden y hallen comestibles; pues aquí en desierto lugar estamos». 13 Y dijo a ellos: «Dadles
de comer vosotros». Y ellos dijeron: «No tenemos más que panes cinco y peces dos; —a no ser que,
yendo, nosotros comprásemos para todo este pueblo, viandas». 14 Pues eran como varones cinco
mil. Y dijo a sus discípulos: «Recostadles— comensalías(a) como de a cincuenta». 15 E hicieron
así, y recostaron a todos. 16 Y, tomando los cinco panes y los dos peces, mirando hacia el cielo,
bendíjolos, y fue partiendo, y dio a los discípulos para servir a la turba. 17 Y comieron y hartáronse
todos, y alzado fue lo sobrante a ellos: de pedazos cofines doce.

18 Y aconteció, estando él orando a solas, estaban con él los discípulos, y preguntóles, diciendo:
«¿Quién yo las turbas dicen que soy?» 19 Y ellos, respondiendo, dijeron: «Juan el Bautista; y otros:
Elías; y otros que algún profeta de los antiguos ha resucitado». 20 Y díjoles: «Y vosotros ¿quién yo
decís que soy?» Y Pedro, respondiendo dijo: «El Cristo de Dios». 21 Y él intimándoles, significó a
ninguno decir esto; 22 diciendo que «debe el Hijo del hombre muchas cosas padecer y ser
desestimado por los ancianos, y sumos sacerdotes y escribas; y muerto ser y al tercer día resucitar».

23 Y dijo a todos: «Si alguno quiere en pos de mí venir, niéguese a sí mismo; alce su cruz cada día y
sígame. 24 Pues, quien quisiere su alma salvar, perderála, y quien perdiere su alma por causa mía,
éste salvarála. 25 Pues ¿qué aprovecha el hombre, ganando el universo entero, y a sí mismo
perdiéndose o dañándose? 26 Pues, quien se avergonzare de mí y de mis palabras; —de éste el Hijo
del hombre se avergonzará, cuando viniere en la gloria de él, y del Padre y de los santos ángeles. 27
Y dígoos verdaderamente: hay algunos de los aquí parados que no gustarán, no, muerte, hasta que
vieren la realeza de Dios.»

28 Y aconteció, después de estas palabras como días ocho, que tomando consigo a Pedro, y Juan y
Santiago, subió al monte a orar. 29 Y tornóse, orando él, la figura de su rostro otra, y su vestimenta
esplendorosa— destellando. 30 Y he aquí varones dos conversaban con él; los que eran Moisés y
Elías; 31 que, apareciendo en gloria, decían la salida de él que había de cumplir en Jerusalén. 32 Y
Pedro y los con él, estaban cargados de sueño; y despertando de él, vieron su gloria y los dos
varones los parados junto a él. 33 Y aconteció, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: «Amo,
bello es que nosotros aquí estemos, y hagamos tiendas tres: una a ti, y una a Moisés y una a Elías»;
no sabiendo lo que dice. 34 Y, esto él diciendo, hubo una nube y fue sombreándoles. Y
atemorizáronse al entrar ellos en la nube. 35 Y voz hubo de entre la nube, diciendo: «Este es el Hijo
mío, el elegido: a él oíd». 36 Y, cuando hubo la voz, hallóse Jesús solo. Y ellos callaron y a nadie
significaron en aquellos días nada de lo que han visto.

37 Y aconteció el siguiente día, bajando ellos del monte, junta encontróle turba mucha. 38 Y he aquí
un hombre, desde la turba, gritó diciendo: «Maestro, ruégote mires a mi hijo, pues unigénito mío es;
39 y he aquí un espíritu cógele y de súbito vocifera, y dilacérale con espuma; y apenas retírase,
deshaciéndole; 40 y rogué a tus discípulos que le lanzasen, y no pudieron». 41 Y respondiendo
Jesús, dijo: «Oh generación increyente y perversa ¿hasta cuándo estaré con vosotros y os sufriré?
Trae para acá tu hijo». 42 Y, aún acercándose él, convulsionóle el demonio y al par dilaceróle. E
impuso Jesús al espíritu, al inmundo; y sanó al niño; y devolvióle a su padre. 43 Y pasmáronse
todos de la grandeza de Dios.

Y todos maravillándose de todo lo que hacía Jesús, dijo a sus discípulos: 44 «Poned vosotros en
vuestras orejas estas palabras: pues el Hijo del hombre ha de ser entregado en manos de hombres».
45 Mas ellos ignoraban esta palabra, y encubierta estaba ante ellos, para que no la entendiesen; y
temían preguntarle acerca de esta palabra.

46 Y entró consideración en ellos de quién sería mayor de ellos. 47 Y Jesús, viendo la consideración
del corazón de ellos, tomando un niñito, paróle junto a sí, 48 y díjoles: «Quien recibiere a este
niñito en nombre mío, a mí recibe; y quien a mí recibiere, recibe al que me ha enviado. Pues, el que
menor en todos vosotros hay, éste es grande». 49 Y, respondiendo Juan, dijo: «Amo, hemos visto a
alguno en tu nombre lanzando demonios; y le estorbábamos, pues no sigue con nosotros». 50 Y dijo
a él Jesús: «No estorbéis; porque, quien no es contra vosotros, por vosotros es».

51 Y aconteció, al cumplirse los días de su asunción, que él la faz fijó para ir a Jerusalén; 52 y envió
mensajeros ante su faz. Y, yendo entraron en aldea de samaritanos, a prevenir, para él. 53 Y no le
recibieron, porque su faz era yendo a Jerusalén. 54 Y, viendo los discípulos, Santiago, y Juan,
dijeron: «Señor, ¿quieres digamos fuego baje del cielo y los consuma(b)? 55 Mas, volviéndose,
impúsoles y dijo: «No sabéis de qué espíritu sois, pues el Hijo del hombre no ha venido almas de
hombres a perder, sino a salvar». 56 Y fueron a otra aldea.

57 Y, yendo ellos, en el camino uno dijo a él: «Te seguiré a doquiera que te fueres». 58 Y díjole
Jesús: «Las raposas cuevas tienen, y los volátiles del cielo albergues; pero el Hijo del hombre no
tiene dónde la cabeza reclinar». 59 Y dijo a otro: «Sígueme». Y dijo: «Señor, déjame primero,
yendo, enterrar a mi padre»(c). 60 Y díjole: «Deja a los muertos enterrar sus muertos; mas tú,
yéndote, anuncia doquiera el reino de Dios». 61 Y dijo también otro: «Te seguiré, Señor; mas
primero déjame despedirme de los de mi casa». 62 Y díjole Jesús: «Nadie, echando la mano al
arado y mirando a lo de atrás, bien dispuesto está para el reino de Dios».

14 a. En comensalías.

54 b. Justificando su nombre de «hijos del trueno».

59 c. Véase Mt. 8,22.


Evangelio Según San Lucas
Capítulo 10
Enseñanzas
Envío de los discípulos
1 Y después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y envióles de a dos ante su faz, a toda
ciudad y lugar a donde había él de ir. 2 Y dijo a ellos: «¡La mies, por cierto, mucha! mas los
obreros, ¡pocos! Rogad, pues, al señor de la mies, que obreros envíe a su mies. 3 Idos, he aquí
envíoos como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni zapatos; y a nadie por el
camino saludéis. 5 Y en la que entrareis —casa, primero decid: «Paz a esta vivienda». 6 Y, si allí
hubiere hijo(a) de paz, reposará por sobre él vuestra paz; empero, si no, a vosotros retornará. 7 Y en
la misma casa quedad, comiendo y bebiendo lo cerca de ellos; pues ¡digno el obrero de su salario!
No paséis de casa en casa. 8 Y a la ciudad que entrareis y os recibieren— comed lo que se os
sirviere, 9 y curad los en ella enfermos, y decidles: «Se ha acercado a vosotros el reino de Dios». 10
Pero, a la ciudad que entrareis y no os recibieren— saliendo a las calles de ella, decid: 11 «También
el polvo pegado a nosotros de vuestra ciudad, a los pies os sacudimos; empero esto conoced: que se
ha acercado el reino de Dios». 12 Dígoos que a Sodoma en aquel día más llevadero será que a
aquella ciudad. 13 ¡Ay de ti, Corazín, ay de ti, Betsaida! pues, si en Tiro y Sidón hubiera habido las
virtudes las habidas en vosotras, tiempo ha en saco y ceniza sentados se arrepintieran. 14 Empero a
Tiro y Sidón más llevadero será en el juicio que a vosotras. 15 Y tú Cafarnaúm ¿no has sido hasta el
cielo exaltada? Hasta el infierno bajarás. 16 El que oye a vosotros, a mí oye, y el que desecha a
vosotros, a mí desecha; y el que me desecha, desecha al que me ha enviado». 17 Y retornaron los
setenta y dos con gozo, diciendo: «Señor, también los demonios sujétansenos en tu nombre». 18 Y
díjoles: «Veía yo(b) a Satanás del cielo como, relámpago, caer. 19 He aquí os he dado la potestad de
pisar por sobre serpientes y escorpiones, y sobre toda la fuerza del enemigo; y nada os dañará, no.
20 Empero, en esto no os gocéis: que los espíritus se os sujeten, mas gozaos de que vuestros
nombres están escritos en el cielo».

21 En aquella hora jubiló por el Espíritu, el Santo, y dijo: «Ensálzote, Padre, señor del cielo y de la
tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, y reveládolas a los pequeñuelos. Sí,
Padre, porque tal plugo ante ti. 22 Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie
conoce quién es el Hijo, sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo quisiere
revelar». 23 Y volviéndose a los discípulos, aparte dijo: «Bienaventurados los ojos los que miran lo
que miráis. 24 Pues dígoos que muchos profetas y reyes quisieron ver, lo que vosotros miráis, y no
vieron, y oír lo que oís, y no oyeron».

25 Y he aquí un legisperito levantóse tentándole, diciendo: «Maestro, ¿qué haciendo vida eterna
heredaré?» 26 Y él dijo a él: «En la ley ¿qué escrito está? ¿Cómo lees?» 27 Y él, respondiendo dijo:
«Amarás al Señor, tu Dios, de todo tu corazón, y en toda tu alma y en toda tu fuerza y en toda tu
mente; y a tu prójimo como a ti mismo» 28 Y díjole: «Rectamente has respondido; esto haz, y
vivirás». 29 Mas él, queriéndose justificar(c), dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?» 30 Y,
respondiendo Jesús, dijo: «Un hombre bajó de Jerusalén a Jericó, y en medio de bandidos cayó;
que, también desvistiéndole y golpes imponiéndole, se fueron, dejando medio muerto. 31 Y por
acaso un sacerdote bajó en aquel camino, y, viéndole, pasó de largo. 32 Y así mismo también un
levita(d), yendo de camino, viniendo y viendo, pasó de largo. 33 Pero un samaritano, viajando, vino
cerca de él, y, viendo, lastimóse, 34 y, llegándose, fue ligando sus llagas, infundiendo aceite y vino,
y, subiéndole en la propia bestia, llevóle a posada y cuidó de él. 35 Y al otro día, sacando(e), dio dos
denarios al posadero y dijo: «Cuida de él, y todo lo que de más gastares, yo volviendo por acá te
devolveré». 36 ¿Quién de estos tres, parécete prójimo haber sido del que cayó en bandidos?» 37 Y
él dijo: «El que hizo la misericordia con él». Y díjole Jesús: «Vete, y tú haz así mismo».

38 Y, yendo ellos, él entró en una aldea; y una mujer, por nombre Marta, hospedóle. 39 Y ella tenía
hermana llamada María; que también(f) sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra; 40 y Marta
afanábase acerca de mucho servicio. Y, parándose junto, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi
hermana sola me ha dejado servir? Di, pues, a ella que ayude juntamente conmigo». 41 Y,
respondiendo, díjole Jesús: «Marta, Marta, te cuidas y agitas acerca de muchas cosas; 42 y una es
menester(g). Y María la buena parte se ha elegido; la cual no será quitada de ella».

6 a. Como engendrado por la paz; de disposiciones nativas para ella.

18 b. Mientras vosotros les lanzabais.

29 c. Su pregunta, como que iba a preguntar más.

32 d. El Crisóstomo (con mejores códices, sin duda, que los nuestros) lee: fariseo. Con lo cual gana
mucho el texto.

35 e. De la bolsa, de lo propio, necesario para sus gastos.

39 f. A más de oírle y acompañarle.

42 g. El códice B (Vaticano): «y pocas menester son o una».

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 11
Enseñanzas
1 Y aconteció, estando él en un lugar orando, como acabó, dijo uno de sus discípulos a él: «Señor,
enséñanos a orar, así como también Juan enseñó a sus discípulos.» 2 Y díjoles: «Cuando orareis,
decid: «Padre, santifíquese tu nombre: venga tu reino: 3 el pan nuestro, el cotidiano, danos cada día;
4 y perdónanos nuestros pecados; pues también nosotros mismos hemos perdonado a todo el que
nos debe; y no nos entres en tentación». 5 Y dijo a ellos: «¿Quién de vosotros tendrá amigo, e irá a
él a media noche y le dirá: «Amigo préstame tres panes, 6 puesto que un amigo mío ha venido de
camino a mí, y no tengo qué servirle, 7 y aquél de dentro, respondiendo dijere: «No me des
molestias; ya la puerta cerrada está, y mis niñitos conmigo en la cama están: no puedo,
levantándome, darte». 8 (Y, si aquél perseverare golpeando), dígoos: aunque no le dé, levantándose,
por ser su amigo; por su impudencia, sin embargo, alzando, darále cuanto necesita. 9 Y yo os digo:
pedid y se os dará; buscad y hallaréis; golpead y se os abrirá. 10 Pues todo el que pide, recibe; y el
que busca, halla; y al que golpea, se le abrirá. 11 Y, ¿a quién, de entre vosotros, padre, pedirá el hijo
un pez, y, en lugar de pez, sierpe le dará y pan, acaso piedra le dará? 12 O también pedirá un huevo
—¿darále escorpión? 13 Sí, pues, vosotros, malos como sois, sabéis dádivas buenas dar a vuestros
hijos ¿cuánto más el Padre, el desde cielo, dará Espíritu Santo a los que le piden?»

14 Y estaba lanzando demonio, y él era mudo; y aconteció, saliendo el demonio, habló el mudo, y
maravillarónse las turbas. 15 Mas algunos de entre ellos dijeron: «En Beelzebub, el príncipe de los
demonios, lanza los demonios»; 16 y otros, tentando, señal desde cielo buscaban de él. 17 Y él,
sabiendo sus pensamientos, díjoles: «Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado, y casa sobre
casa cae. 18 Y si también Satanás contra sí mismo está dividido ¿cómo subsistirá su reino? porque
decís que en Beelzebub lanzo yo los demonios. 19 Y, si yo en Beelzebub lanzo los demonios,
vuestros hijos ¿en quién lanzan? Por esto ellos vuestros jueces serán. 20 Pero, si, en dedo de Dios,
lanzo los demonios, por cierto ha llegado a vosotros el reino de Dios. 21 Cuando el fuerte armado
guardare su atrio, en paz está, lo que posee; 22 pero, tan pronto como uno más poderoso que él,
sobreviniendo, le venciere, toda su armadura alza, en la que fiado estaba, y sus despojos reparte. 23
El que no es conmigo, contra mí es; y el que no recoge conmigo, desparrama. 24 Cuando el
inmundo espíritu saliere del hombre, atraviesa, por inacuosos(a) lugares, buscando reposo, y no
hallando dice: «Retornaré a mi casa de donde salí»; 25 y viniendo, halla barrida y adornada. 26
Entonces va y toma consigo otros espíritus peores que él: siete, y entrando, establécense allí; y
hácese lo postrero de aquel hombre peor que lo primero».

27 Y aconteció, diciendo él esto, alzando alguien voz: una mujer, de entre la turba, díjole:
«Bienaventurado el vientre el que que te llevó, y pechos que mamaste». 28 Y él dijo: «Sí, por cierto,
bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y guardan».

29 Y las turbas juntándose aún más, empezó a decir: «La generación ésta, generación mala es; señal
busca, y señal no se le dará, sino la señal de Jonás. 30 Pues, así como se hizo Jonás para los
ninivitas señal, así será también el Hijo del hombre para esta generación. 31 La reina del noto(b)
levantaráse en el juicio, con los varones de esta generación, y condenaráles, pues vino de los fines
de la tierra a oír la sabiduría de Salomón. Y he aquí ¡más que Salomón aquí! 32 Varones ninivitas
resucitarán en el juicio con esta generación, y condenaránla; pues arrepintiéronse a la predicación
de Jonás. Y he aquí ¡más que Jonás aquí!»

33 «Y nadie, candela cogiendo en oculto(c) pone ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, porque
los que entran, la luz miren. 34 La candela de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo sencillo fuere,
también todo tu cuerpo luminoso es; mas tan pronto como malo fuere; también tu cuerpo tenebroso.
35 Mira, pues, que la luz la en ti no sea tinieblas. 36 Si, pues, tu cuerpo todo luminoso, no teniendo
parte alguna tenebrosa, será luminoso todo, como cuando la candela con el relámpago te
iluminare».

37 Y, mientras hablaba, rogábale un fariseo que comiese con él; y, entrando recostóse. 38 Pero el
fariseo, viendo, maravillóse de que primero no se lavase antes de la comida. 39 Y dijo el Señor a él:
«Ahora vosotros, los fariseos, lo de fuera del cáliz y de la escudilla limpiáis; pero lo de dentro de
vosotros rebosa de rapiña y maldad. 40 Necios ¿no el que ha hecho lo de fuera, también ha hecho lo
de dentro? 41 Por lo demás, lo de adentro dad de limosna, y he aquí todo limpio os es. 42 Pero, ay
de vosotros, los fariseos, porque diezmáis la menta y la ruda y toda hortaliza, y pervertís el juicio(d)
y el amor de Dios; y esto debíase hacer y aquello no omitir. 43 Ay de vosotros, los fariseos, porque
amáis el primer asiento en las sinagogas y las salutaciones en las ágoras. 44 Ay de vosotros, porque
sois como los monumentos los invisibles; y los hombres los que se pasean por encima, no saben».
45 Y, respondiendo uno de los legisperitos, dícele: «Maestro, esto diciendo, también a nosotros
ultrajas». 46 Y él dijo: «También de vosotros, los legisperitos, ¡ay! porque cargáis a los hombres
con cargas mal llevaderas; y vosotros mismos con uno de vuestros dedos no tocáis en las cargas. 47
Ay de vosotros, porque edificáis los monumentos de los profetas; y vuestros padres matáronles. 48
Por cierto, testigos sois y al par os complacéis en las obras de vuestros padres; porque ellos
ciertamente matáronles, y vosotros edificáis. 49 Por esto también la sabiduría de Dios dijo:
«Enviaré a ellos profetas y apóstoles; y de ellos matarán y perseguirán; 50 para que exigida sea la
sangre de todos los profetas, la derramada, de fundación de mundo, de esta generación; 51 de
sangre de Abel a sangre de Zacarías, del que pereció entre el ara y la casa. Sí, dígoos: exigiráse de
esta generación. 52 Ay de vosotros, los legisperitos, porque os llevasteis la llave del conocimiento:
vosotros mismos no entrasteis(e) y a los que entraban, estorbasteis». 53 Y, de allí saliendo él,
empezaron los escribas y los fariseos a terriblemente asediar y abocarle acerca de más cosas,
acechándole por coger algo de su boca para acusarle.

24 a. Sin agua.
31 b. Sur.

33 c. Lugar.

42 d. Justicia.

52 e. En la inteligencia de la ley.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 12
Enseñanza
1 Entre tanto, juntándose aún más las miríadas(a) de la turba, hasta hollarse unos a otros, empezó a
decir a sus discípulos primero: «Guardaos de la levadura (la que es hipocresía) de los fariseos. 2 Y
nada encubierto está que no se descubra, ni oculto que no se conozca. 3 Por esto cuanto en las
tinieblas habéis dicho, en la luz se oirá; y lo que a la oreja habéis hablado en las alcobas, predicado
será sobre los terrados. 4 Dígoos a vosotros, mis amigos: no temáis a los que matan el cuerpo y,
después de esto, no tienen más que hacer. 5 Pero os mostraré a quién temáis: temed al que, después
de matar, tiene potestad de arrojar a la gehenna. Sí, dígoos: a éste temed. 6 ¿Acaso cinco gorriones
no se venden por asillos(b) dos? y uno de ellos no está olvidado a la faz de Dios. 7 Empero, también
los cabellos de vuestra cabeza todos contados están. No temáis: de muchos gorriones diferís(c). 8 Y
dígoos: todo el que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará
delante de los ángeles de Dios; 9 Pero, el que me negare a faz de los hombres, le renegará a faz de
los ángeles de Dios. 10 Y todo el que dijere palabra contra el Hijo del hombre, perdonarásele; mas
el que contra el Santo Espíritu blasfemare, no se perdonará. 11 Y, cuando os introdujeren en las
sinagogas, y los principados y las potestades, no os solicitéis de cómo o qué respondáis o qué
digáis; 12 pues el Santo Espíritu enseñaráos en aquella hora lo que fuere menester decir».

13 Y dijo uno de la turba a él: «Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia». 14 Y él
díjole: «Hombre ¿quién me ha constituido juez o partidor sobre vosotros?» 15 Y dijo a ellos: «Ved y
guardaos de toda codicia; pues no (si le sobra a alguno), la vida de él es(d) de lo que posee». 16 Y
dijo parábola a ellos diciendo: «De un hombre rico bien fructificó la región. 17 Y consideró dentro
de sí, diciendo: «¿Qué haré, pues no tengo dónde juntar mis frutos?» 18 Y dijo: «Esto haré:
derribaré mis graneros y mayores edificaré; y juntaré allí todo el trigo y los bienes míos, 19 y diré a
mi alma: «Alma, tienes muchos bienes yacientes para años muchos: descansa, come, bebe, goza».
20 Y díjole Dios: «Necio, esta noche tu alma pedirán de ti; y lo que has preparado ¿para quién
será?» 21 Así, el que atesora para sí, y no para Dios enriquece.»

22 Y dijo a sus discípulos: «Por esto, no os solicitéis de vuestra alma qué comáis ni de vuestro
cuerpo qué vistáis. 23 Que el alma más es que la comida, y el cuerpo, que el vestido. 24
Contemplad los cuervos, cómo no siembran ni siegan; que no tienen despensa ni granero, y Dios
aliméntalos. ¿Cuánto más vosotros diferís de los volátiles? 25 Y ¿quién de vosotros, solicitándose,
puede a su vida añadir un codo(e)? 26 Si, pues, ni lo muy pequeño podéis ¿qué acerca de lo demás
os solicitáis? 27 Contemplad los lirios cómo crecen: no trabajan ni hilan; y dígoos: ni Salomón en
toda su gloria vistióse como uno de éstos. 28 Y, si, en campo, la hierba que es hoy, y mañana en el
horno se arroja, Dios así cubre, ¿cuánto más a vosotros, poco creyentes? 29 Y vosotros no busquéis
qué comáis y qué bebáis; y no zozobréis; 30 que esto todo las gentes del mundo se buscan; pero
vuestro Padre sabe que necesitáis de esto; 31 empero, buscad su reino y esto se os añadirá.»
32 «No temas, el(f) pequeño rebañito; pues ha placido a vuestro Padre daros el reino. 33 Vended lo
que poseéis y dad de limosna: haceos bolsas que no envejecen, tesoro indefectible en los cielos;
donde ladrón no se allega, ni carcoma corrompe; 34 pues, donde está vuestro tesoro, allí también
vuestro corazón estará.»

35 «Estén vuestros lomos ceñidos en torno(g) y las candelas ardiendo, (en vuestras manos) y
vosotros, semejantes a hombres aguardando a su señor, 36 cuando retorne de las bodas; para que,
viniendo él y golpeando, al punto le abran. 37 Bienaventurados aquellos siervos, que, viniendo el
señor, hallare velando; en verdad dígoos que se ceñirá en torno, y recostaráles y, pasando, serviráles.
38 Y, si en la segunda y si en la tercera vigilia viniere y hallare así, bienaventurados son aquéllos. 39
Y esto conoced que, si supiera el dueño de casa a qué hora el ladrón viene, no dejará socavar su
casa. 40 También vosotros estaos preparados; pues a la hora que no pensáis, el Hijo del hombre
viene». 41 Y dijo Pedro: «Señor, ¿a nosotros esta parábola dices, o también a todos?» 42 Y dijo el
Señor: «¿Quién, pues, es el fiel administrador, el prudente, a quien pondrá el señor sobre su
servidumbre para dar a tiempo la medida de trigo(h)? 43 Bienaventurado aquel siervo, a quien,
viniendo su señor, hallare haciendo así. 44 Verdaderamente dígoos que sobre todos sus bienes
pondrále. 45 Si dijere, empero, aquel siervo en su corazón: «Tarda mi señor en venir»; y empezare a
golpear los muchachos y las muchachas, a comer así como a beber y embriagarse; 46 llegará el
señor de aquel siervo en el día que no espera y en la hora que no conoce, y le cortará en dos(i), y su
parte con los infieles pondrá. 47 Pero aquel siervo el que conoce la voluntad de su señor, y no
preparare o hiciere según su voluntad, será desollado(j) con muchos(k); 48 pero el que no conoce, e
hiciere cosas dignas de golpes, será desollado con pocos. Y, a todo el que ha sido dado mucho,
mucho buscarán de él; y al que han entregado mucho(l), más pedirán de él. 49 Fuego he venido a
arrojar sobre la tierra, y ¿qué quiero(m), si ya está encendido? 50 Y, con bautismo tengo que ser
bautizado; y ¿cómo me angustio hasta que se cumpla? 51 ¿Pensáis que paz he venido a dar en la
tierra? Que no, dígoos, sino sólo división. 52 Pues habrá desde ahora mismo cinco en una casa
divididos; tres contra dos, y dos contra tres 53 se dividirán: padre contra hijo e hijo contra padre;
madre contra hija, e hija contra la madre; suegra contra su nuera, y nuera contra la suegra».

54 Y dijo también a las turbas: «Cuando viereis nube naciendo de occidente, al punto decís: «Lluvia
viene»; y acontece así; 55 y, cuando, al noto soplando, decís que «ardor habrá»; y acontece. 56
Hipócritas, la faz de la tierra y del cielo sabéis examinar 57 ¿Y qué también por vosotros mismos(n)
no juzgáis lo justo? 58 Pues, cuando vas con tu adversario al príncipe, en el camino date trabajo por
librarte de él, no sea que te arrastre al juez, y el juez te entregue al ejecutor, y el ejecutor te arroje en
prisión. 59 Dígote: no saldrás; no, de allí hasta que también el último maravedí pagues».

1 a. Diez millares.

6 b. As pequeño, maravedí.

7 c. Sois mejores.

15 d. Proviene. —La vida no depende de la abundancia de lo que se posee, sino de Dios.

25 e. Tiempo brevísimo.

32 f. Tú, él.

35 g. Más alto, como para andar y trabajar.

42 h. Ración.
46 i. Descuartizará, al modo de los tiranos orientales.

47 j. Desgarrado, azotado.
k. Golpes.

48 l. Para negociar con ello.

49 m. Sino ser ya bautizado. Encendido está el fuego; falta sólo que Cristo se inmole.

57 n. Dentro de vosotros mismos.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 13
Parábolas
1 Y estaban allí algunos en este mismo tiempo, significándole acerca de los galileos, cuya sangre
Pilato mezclara con los sacrificios de ellos. 2 Y, respondiendo, díjoles: «¿Pensáis que estos galileos
pecadores más que todos los galileos fueron, porque esto han padecido? 3 Que no, dígoos; empero,
si no os arrepintiereis, todos así mismo pereceréis. 4 O aquéllos, los dieciocho sobre quienes cayó la
torre en Siloé, y matóles ¿pensáis que ellos deudores fueron más que todos los hombres, los
habitantes de Jerusalén? 5 Que no, dígoos; empero si no os arrepintiereis, todos del mismo modo
pereceréis». 6 Y dijo esta parábola: «Higuera tenía uno criada en su viña, y vino buscando fruto en
ella, y no encontró. 7 Y dijo al viñador: «He aquí tres años ha que vengo buscando fruto en esta
higuera, y no encuentro; córtala ¿para qué todavía la tierra esquilma?» 8 Y él respondiendo, dícele:
«Señor, déjala todavía este año, hasta que cave yo en torno de ella y arroje estercolillos: 9 y, si ya
hiciere fruto en lo venidero(a). Empero, si no cortarásla».

10 Y estaba enseñando en una de las sinagogas en los sábados. 11 Y he aquí una mujer que espíritu
tenía de enfermedad años dieciocho, y estaba encorvada y no podía desencorvarse en manera
alguna. 12 Y viéndola Jesús, voceóle y díjole: «Mujer, libre estás de tu enfermedad», 13 e impúsole
las manos y al instante enderezóse y glorificó a Dios, 14 Y, respondiendo el arquisinagogo,
indignándose de que el sábado hubiese curado Jesús, dijo a la turba: que «seis días hay en que se
debe trabajar; en ellos, pues, viniendo curaos, no el día del sábado». 15 Y respondióle el Señor y
dijo: «Hipócritas, ¿cada uno de vosotros el sábado no suelta su buey o el asno, del pesebre, y,
llevando, abreva? 16 Y a esta, hija de Abrahán siendo, a la que ató Satanás, he aquí dieciocho años
¿no se debía soltar de esta atadura el día del sábado?» 17 Y, esto diciendo él, avergonzándose iban
todos los adversos a él; y toda la turba gozábase en todas las cosas gloriosas, las hechas por él.

18 Dijo, pues: «¿A qué semejante es el reino de Dios? ¿y a qué asemejarélo? 19 Semejante es a un
grano de mostaza, el cual, tomando un hombre, arrojó en su huerto; y creció y convirtióse en árbol,
y los volátiles del cielo moraron en sus ramas». 20 Y de nuevo dijo: «¿A quién asemejaré el reino de
Dios? 21 Semejante es a levadura, que tomando una mujer, escondió en, de harina, satos tres, hasta
que se leudó todo».

22 Y caminando iba a través de ciudades y aldeas, enseñando, y camino haciendo hacia Jerusalén.
23 Y dijo uno a él: «Señor ¿si pocos los que se salvan?» Y él dijo a ellos: 24 «Luchad por entrar por
la estrecha puerta; pues muchos, dígoos, buscarán cómo entrar, y no podrán. 25 Desde que se
levante el dueño de casa y llavee la puerta, también empezaréis fuera a estaros y golpear la puerta,
diciendo: «Señor, ábrenos»; y respondiendo diráos: «No os conozco, de dónde sois». 26 Entonces
empezaréis a decir: «Hemos comido a faz tuya y bebido, y en nuestras calles has enseñado». 27 Y
dirá: «Dígoos: no sé de dónde sois; apartaos de mí, todos obradores de iniquidad». 28 Allí será el
llanto y el rechino de los dientes, cuando viereis a Abrahán, y a Isaac y a Jacob y todos los profetas
en el reino de Dios y a vosotros arrojados fuera. 29 Y llegarán de oriente y occidente, y de bóreas y
noto; y recostaránse en el reino de Dios. 30 Y he aquí son últimos que serán primeros, y son
primeros que serán últimos».

31 En la misma hora llegáronse algunos de los fariseos, diciéndole: «Sal y vete de aquí, porque
Herodes quiérete matar». 32 Y díjoles; «Yendo, decid a esa raposa: «He aquí lanzo demonios, y
sanidades voy consumando hoy y mañana; —y al tercer día consumado soy(b)». 33 Empero, debo
hoy y mañana y pasado andar, que no es dable que un profeta perezca fuera de Jerusalén. 34
¡Jerusalén, Jerusalén, la matadora de los profetas y apedreadora de los enviados a ella! —¡cuántas
veces quise ir juntando tus hijos al modo que un ave va juntando su nido(c) bajo las alas, y no
quisisteis! 35 He aquí abandónaseos vuestra casa. 36 Y dígoos: no me veréis, no, hasta que(d)
digáis: «Bendito, el que viene en nombre del Señor».

9 a. Súplese —«bien está». —(Reticencia).

32 b. «Continúo tranquilamente mi obra hasta resucitar al tercer día y ser consumado y glorificado».

34 c. Nidada.

36 d. («llegue (tiempo) cuando»).

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 14
Enseñanzas
1 Y aconteció, mientras iba él a casa de uno de los príncipes de los fariseos en sábado a comer pan,
que ellos estaban acechándole. 2 Y he aquí un hombre estaba hidrópico delante de él. 3 Y,
respondiendo Jesús, habló a los legisperitos y fariseos, diciendo: «¿Es lícito el sábado curar, o no?»
Mas ellos callaron. 4 Y cogiendo sanóle y despidió; 5 y a ellos dijo: «¿De quién de vosotros hijo o
buey en pozo caerá, y no al punto le tirará arriba en día del sábado?» 6 Y no pudieron replicar a
esto.

7 Y decía a los convidados parábolas; advirtiendo cómo los primeros lechos se elegían, diciendo a
ellos: 8 «Cuando fueres convidado de alguno a bodas, no te asientes en el primer asiento, no sea que
uno más honrado que tú esté convidado por él. 9 y, viniendo el que a ti y a él convidó, te diga: «Da
a éste lugar»; y entonces empieces con vergüenza el último lugar a ocupar. 10 Mas, cuando fueres
convidado, andando recuéstate en el último lugar, para que, cuando venga el que te ha convidado, te
diga: «Amigo vente subiendo más arriba»; entonces habrá para ti gloria a faz de todos los
comensales tuyos. 11 Porque, todo el que se exaltare, humillado será, y el que se humillare, exaltado
será». 12 Y decía también al que le había convidado: «Cuando hagas comida o cena, no llames tus
amigos, ni tus hermanos, ni tus parientes, ni los vecinos ricos; no sea que también ellos te vuelvan a
convidar y se te haga retorno. 13 Empero, cuando banquete hagas, convida pobres, mútilos, cojos,
ciegos; 14 y bienaventurado serás, porque no tienen cómo retornarte; que se te retornará en la
resurrección de los justos».

15 Y, oyendo uno de los comensales díjole: «Bienaventurado el que come pan en el reino de Dios».
16 Y él díjole: «Un hombre hizo cena grande y convidó a muchos; 17 y envió a su siervo, a la hora
de la cena, a decir a los convidados: «Venid, que ya las cosas preparadas están». 18 Y empezaron a
una todos a excusarse. El primero díjole: «Campo he comprado, y tengo necesidad de, saliendo,
verlo; ruégote, tenme por excusado». 19 Y otro dijo: «Yuntas de bueyes he comprado cinco, y voy a
probarlas; ruégote, tenme por excusado». 20 Y otro dijo: «Mujer he tomado, y por esto no puedo
ir». 21 Y, volviendo aquel siervo, refirió a su señor estas cosas. Entonces, airado el dueño de casa,
dijo a su siervo: «Sal pronto a las vías y calles de la ciudad y a los pobres, y mútilos, y ciegos y
cojos tráete acá». 22 Y dijo el siervo: «Señor, hecho está lo que ordenaste, y todavía lugar hay». 23
Y dijo el señor al siervo: «Sal a los caminos y cercas, y fuérzales a entrar, para que se llene mi
casa». 24 Pues dígoos que ninguno de aquellos varones los convidados, gustará mi cena».

25 E iban con él turbas muchas; y, volviéndose dijo a ellos: 26 «Si alguno viene a mí, y no odia a su
padre, y la madre, y la mujer, y los hijos, y los hermanos y las hermanas, y aún también su alma(a),
no puede ser mi discípulo. 27 Quienquiera, pues, que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no
puede ser mi discípulo(b). 28 Pues ¿quién de entre vosotros, queriendo torre edificar no ya primero,
sentándose, calcula el gasto, si tiene para conclusión? 29 No sea que, más tarde, habiendo él puesto
el cimiento y no pudiendo concluir, todos los que miran, empiecen a mofarse de él, 30 diciendo: que
este hombre empezó a edificar y no pudo concluir. 31 ¿O qué rey, yendo con otro rey a chocar en
guerra, no ya, sentándose, primero consultará, si poderoso es, en diez millares, a afrontar al que con
veinte millares viene sobre él? 32 Empero, si no, aún él lejos estando, embajada enviando, ruega lo
para paz. 33 Así, pues, cada uno de entre vosotros, que no renuncia a todo lo que posee, no puede
ser mi discípulo. 34 ¡Bella, pues, la sal! pero, si también la sal se desvaneciere ¿en qué se sazonará?
35 Ni para la tierra, ni para el estercolero buena es; fuera arrójanla. El que tiene orejas para oír,
oiga».

26 a. Vida.

27 b. El que sigue a Cristo, debe renunciar a cuanto se opone a él y medir la magnitud de la obra,
como quien edifica; y la dificultad, como quien entra en batalla.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 15
Parábolas sobre la piedad divina
1 Y estábansele acercando todos los publicanos y los pecadores para oírle. 2 Y mucho murmuraban
así los escribas como los fariseos, diciendo: que «éste pecadores acoge y come con ellos». 3 Y dijo
a ellos esta parábola, diciendo: 4 «¿Qué hombre de entre vosotros, teniendo cien ovejas y perdiendo
de entre ellas una, no abandona las noventa y nueve en el desierto y va tras la perdida, hasta
hallarla? 5 Y, hallando, impónela sobre sus hombros gozándose 6 y viniendo a la casa, convoca los
amigos y los vecinos, diciéndoles: «Gozaos conmigo, porque he hallado mi oveja la perdida». 7
Dígoos que así gozo en el cielo habrá sobre un pecador arrepentido, que sobre noventa y nueve
justos, los que necesidad no tienen de arrepentimiento».

8 «¿O qué mujer, dracmas teniendo diez, cuando perdiere dracma una, no ya enciende candela y
barre la casa y busca empeñosamente hasta que la halla? 9 Y, hallando, convoca las amigas y
vecinas diciendo: «Gozaos conmigo, pues he hallado la dracma que perdiera». 10 Así, dígoos,
hácese gozo a la faz de los ángeles de Dios sobre un pecador arrepentido.»

11 Y dijo: «Un hombre tenía dos hijos. 12 Y dijo el menor de ellos al padre: «Padre, dame la
correspondiente parte de los bienes». Y él repartióles la hacienda. 13 Y, después de no muchos días,
reuniendo todo el hijo menor, peregrinó a región lejana; y allí, disipó sus bienes, viviendo
perdidamente. 14 Y, habiendo gastado él todo, hubo hambre fuerte por aquella región, y él empezó a
padecer, 15 y, yendo, adhirió a uno de los ciudadanos de aquella región; y envióle a sus campos a
apacentar puercos. 16 Y deseaba hartarse(a) de las algarrobas(b) que comían los puercos; y nadie
dábale. 17 Y, en sí volviendo, dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre abundan de panes, y yo de
hambre aquí perezco! 18 Levantándome, iré a mi padre, y diréle: «Padre, he pecado contra el cielo y
a faz de ti; 19 ya no soy digno de llamarme hijo tuyo; hazme como uno tus jornaleros». 20 Y,
levantándose, vino a su padre. Y aún lejos de él estando, vióle su padre, y lastimóse; y, corriendo,
cayó sobre su cuello y tiernamente besóle. 21 Y dijo el hijo a él: «Padre, he pecado contra el cielo y
a faz de ti; ya no soy digno de llamarme hijo tuyo». 22 Y dijo el padre a sus siervos: «Pronto traed
acá estola la primera, y vestidle y dad anillo a su mano y calzados a sus pies; 23 y traed el becerro el
cebado, matad, y, comiendo, gocemos; 24 porque este hijo mío muerto era y ha revivido; estaba
perdido, y ha sido hallado». Y empezaron a gozar. 25 Mas estaba su hijo el mayor en el campo. Y,
como, viniendo, aproximóse a la casa, oyó sinfonía y danzas, 26 y, llamando a sí a uno de los niños,
averiguó qué fuese esto. 27 Y él díjole: que «tu hermano ha llegado y ha muerto tu padre el becerro
el cebado, porque sano le ha recobrado». 28 Y airóse, y no quiso entrar. Mas su padre, saliendo,
rogábale. 29 Pero él respondiendo, dijo a su padre: «He aquí tantos años te sirvo y jamás tu mandato
preterí, y a mí jamás diste cabrito, porque con mis amigos gozara; 30 Pero, cuando tu hijo éste, el
que ha devorado tu hacienda con rameras, ha venido, hazle muerto el cebado becerro». 31 Y él
díjole; «Hijo, tú doquiera conmigo estás, y todo lo mío tuyo es; 32 pero gozarse y alegrarse era
menester, porque tu hermano éste muerto era y ha revivido, y perdido y ha sido hallado».

16 a. Variante menos aceptable: «henchir su vientre».


b. Fruto del algarrobo: una vaina azucarada comestible.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 16
Parábolas sobre las riquezas
1 Y decía también a los discípulos: «Un hombre había rico, que tenía administrador, y éste fuéle
acusado como disipando sus bienes. 2 Y, voceándole, díjole: «¿Qué esto oigo de ti? Da la cuenta de
tu administración: pues no podrás ya administrar». 3 Y dijo entre sí el administrador: «¿Qué haré,
que mi señor quita la administración de mí? Cavar no puedo, y de mendigar avergüénzome. 4 He
advertido qué haré, para que, cuando fuere sacado de la administración, me reciban en sus casas. 5
Y, llamando a sí a cada uno de los deudores de su señor, decía al primero: «¿Cuánto debes a mi
señor?» 6 Y él dijo: «Cien batos(a) de aceite». Y él díjole: «Toma tus escrituras, y sentándote,
escribe pronto: «Cincuenta». 7 Después a otro dijo: «Y tú ¿cuánto debes?» Y él dijo «Cien coros(b)
de trigo». Dícele: «Toma tus escrituras, y escribe: «Ochenta». 8 Y alabó el señor al administrador de
la iniquidad, porque prudentemente obró, porque los hijos de este siglo más prudentes sobre(c) los
hijos de la luz para su generación(d) son».

9 «Y yo os digo: haceos amigos del(e) Mamoná de la iniquidad, para que, cuando él desfalleciere,
os reciban en las eternas tiendas. 10 El fiel en cosa muy pequeña, también en mucha fiel es; y el, en
cosa muy pequeña, inicuo, también en mucha inicuo es. 11 Si, pues, en el inicuo Mamoná(f) fieles
no fuisteis, lo verdadero ¿quién os fiará? 12 Y, si en lo ajeno fieles no fuisteis; lo nuestro(g) ¿quién
os dará? 13 Ningún doméstico puede a dos señores servir; pues al uno odiará y al otro amará; o al
uno adherirá, y al otro despreciará. No podéis a Dios servir y al Mamoná.»

14 Y oían esto todos los fariseos, que amantes del dinero eran, y mucho fruncíansele de nariz. 15 Y
díjoles: «Vosotros sois los que os justificáis a faz de los hombres; pero Dios conoce vuestros
corazones, pues, lo en los hombres alto, ¡abominación, a faz del Señor!».

16 «¡La ley y los profetas, hasta Juan!; desde entonces el reino es evangelizado, y cada cual a él se
esfuerza(h). 17 Y más fácil es que el cielo y la tierra pasen que de la ley tilde una caiga(i)».

18 «Todo el que repudiare a su mujer, y se casare con otra, adultera; y el que con repudiada por
varón se casare, adultera.»

19 «Y un hombre había rico; y que se revestía siempre de púrpura y biso(j), gozando cada día
espléndidamente. 20 Y un mendigo por nombre Lázaro(k), estaba arrojado contra su portada
ulcerado, 21 y deseando hartarse de lo que caía de la mesa del rico(l); —pero también los perros,
viniendo, lamían(m) sus úlceras. 22 Y aconteció morir el mendigo y ser llevado de allí él, por los
ángeles, al seno de Abrahán; y murió también el rico y fue sepultado(n). 23 Y en el infierno(o),
alzando sus ojos, estando en tormentos, ve a Abrahán de lejos y a Lázaro en los senos de él. 24 Y él,
clamando, dijo: Padre Abrahán, apiádate de mí y envía a Lázaro, para que moje lo extremo de su
dedo en agua, y vaya refrigerando mi lengua(p), porque afligido soy en esta llama. 25 Y dijo
Abrahán: «Hijo, acuérdate de que recibiste tus(q) bienes en tu vida; y Lázaro así mismo los males;
pero aquí es consolado; y tú, afligido. 26 Y en todo esto, en medio de nosotros y vosotros sima
grande afianzada está, para que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no puedan, ni de ahí a
nosotros atravesar». 27 Y dijo: «Ruégote, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre; 28 pues
tengo cinco hermanos; para que les conjure que no también ellos vengan a este lugar del tormento».
29 Y dícele Abrahán: «Tienen a Moisés y los profetas: oíganlos». 30 Y él dijo: «No, padre Abrahán;
empero, si alguno de entre muertos fuere a ellos, se arrepentirán». 31 Y díjole: «Si a Moisés y los
profetas no oyeren, ni si alguno de entre muertos resucitare, creerán».

6 a. El bato-tonelada.

7 b. Un coro = 10 celemines o fanegas.

8 c. Que.
d. Para tratar entre sí, para sus negocios.

9 e. Con él.

11 f. Pluto, el dios de las riquezas.

12 g. Variante menos aceptable: lo vuestro.

16 h. Tiende a él con fuerza, o de amor o de odio.

17 i. Asevera Cristo solemnemente la eternidad de su ley; cuya esencia es el amor del prójimo; 1º de
la familia (18) y: 2º del pobre (19-31).

19 j. Lino delicadísimo y muy precioso.


20 k. El nombrar al mendigo manifiesta que no es parábola, sino hecho.

21 l. («y nadie le daba»).


m. Compasivos.

22 n. («en el infierno»).

23 o. Ultratumba.

24 p. Inflamada en castigo de su gula. Cree que tiene Lázaro bastante poder para refrigerarle.

25 q. Los que amabas.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 17
Enseñanzas
1 Y dijo a sus discípulos: «Imposible es que escándalos no vengan; empero, ay del por quien
vienen; 2 conviénele, si piedra molar yace alrededor de su cuello y arrojado está en la mar; que no
que escandalice, de estos pequeños a uno. 3 Atended a vosotros: Si pecare tu hermano, intímale; y si
se arrepintiere, perdónale. 4 Y, si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces se volviere a ti,
diciendo: «Arrepiéntome», perdonarásle».

5 Y dijeron los apóstoles al Señor: «Añádenos fe». 6 Y dijo el Señor: «Si tuviereis fe como un grano
de mostaza, diréis a este moral»: «Desarráigate y plántate en el mar»; y os obedecerá. 7 ¿Y quién de
vosotros, siervo teniendo, arando o apacentando(a), que, al que retorna del campo, le diga: «Pronto
acercándote, recuéstate», 8 pero no ya le diga: «Prepárame de cenar; y ciñéndote en torno, sírveme
hasta que yo coma y beba; y después de esto, comerás y beberás tú? 9 «¿Acaso tiene gratitud al
siervo, porque hizo lo ordenado? 10 Así también vosotros, decid: que siervos inútiles somos: lo que
debimos hacer, hemos hecho».

11 Y aconteció, yendo a Jerusalén, que él atravesaba por medio de Samaria y Galilea. 12 Y,


entrando él en cierta aldea, viniéronle al encuentro diez leprosos varones, que se pararon de lejos;
13 y ellos alzaron voz, diciendo: «Jesús, amo, apiádate de nosotros». 14 Y, viendo, díjoles: «Yendo,
mostraos a los sacerdotes». Y aconteció, retirándose ellos, fueron limpios. 15 Y uno de ellos, viendo
que sanó, regresó, con voz grande glorificando a Dios; 16 Y cayó de rostro, a los pies de él,
agradeciéndole, y él era samaritano. 17 Y, respondiendo Jesús, dijo: «¿No los diez han sido limpios?
Y los nueve ¿dónde? 18 ¿No se han hallado quien regresaran a dar gloria a Dios, sino este
extranjero?». 19 Y díjole: «Levantándote, anda»: (tu fe te ha salvado).

20 Y preguntado por los fariseos, cuándo viene el reino de Dios, respondióles y dijo: «No viene el
reino de Dios con observación(b); 21 ni dirán: «¡He aquí o allí(c)! Pues he aquí el reino de Dios
dentro de vosotros(d) está». 22 Y dijo a los discípulos: «Vendrán días, cuando desearéis uno de los
días(e) del Hijo del hombre ver, y no veréis. 23 Y os dirán: «¡He allí; he aquí!»; no vayáis, ni corráis
en pos». 24 Pues, así como el relámpago, el relampagueante de lo debajo del cielo a lo debajo del
cielo, resplandece, así será también el Hijo del hombre. 25 Mas primero debe muchas cosas padecer
y ser desestimado por esta generación. 26 Y según como aconteció en los días de Noé, así será
también en los días del Hijo del hombre: 27 comían, bebían, casábanse, casaban, hasta el día en que
entró Noé en el arca, y vino el diluvio y perdió a todos. 28 Igualmente también como aconteció en
los días de Lot (comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 y el día que subió
Lot a Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y perdió a todos); 30 lo mismo será el día que el Hijo
del hombre se revele. 31 En aquel día quien estuviere sobre el terrado, y sus enseres en la casa, no
baje a alzarlos; y en el campo, igualmente no retorne a lo de atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot.
33 Quien buscare cómo su alma lograr, perderála; y quien perdiere, viviparirála(f). 34 Dígoos: esta
noche habrá dos en lecho uno: el uno será llevado(g) de allí, y el otro, dejado; 35 habrá dos
moliendo juntas: la una será llevada de allí, y la otra dejada». 36 Y, respondiendo, dícenle:
«¿Dónde, Señor?» 37 Y él díjoles: «Donde, la carroña(h), allí también se juntarán las águilas».

7 a. Habrá.

20 b. De modo que se pueda observar, notar su llegada, sino súbitamente.

21 c. Está.
d. En medio de vosotros y dentro de vosotros está ya el reino: Cristo rey, según la palabra del
Bautista (Jn. 1-26).

22 e. Glorioso. Y no lo verán, en razón de las tribulaciones que precederán a su gloria plena.

33 f. La dará viva a luz para la vida eterna: hará con ella lo que la madre con el hijo que engendra:
esta vida es tiempo en que toda criatura (según el apóstol. —Rom. 8,22) —está parturiente.

34 g. Al cielo.

37 h. En la destrucción final de los malos.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 18
Enseñanzas sobre oración, humildad, pobreza
1 Y decía parábola a ellos sobre el deber siempre orar ellos y no acobardar, 2 diciendo: «Un juez
había en una ciudad, a Dios no temiendo, y a hombre no considerando. 3 Y viuda había en aquella
ciudad; y venía a él, diciendo: «Desagráviame de mi agraviador». 4 Y no quería por un tiempo.
Después de esto, dijo dentro de sí: «Aunque a Dios no temo ni a hombre considero, 5 por ya
acarrearme trabajo esta viuda, la desagraviaré; para que al fin, viniendo no me acardenale los ojos».
6 Y dijo el Señor: «¡Oíd qué el juez de la iniquidad dice! 7 Y Dios ¿no hará, no, el desagravio de sus
escogidos, de los que claman a él día y noche; —y se alarga de ánimo(a) con ellos? 8 Dígoos que,
hará su desagravio en breve—. Empero, el Hijo del hombre viniendo ¿acaso hallará la fe sobre la
tierra?»

9 Y dijo también a algunos, los que confiaban en sí mismos, porque son justos, y en nada tienen a
los demás, esta parábola: 10 «Hombres dos subieron al santuario a orar: uno, fariseo, y el otro,
publicano. 11 El fariseo apostado esto consigo oraba: «¡Dios! agradézcote que no soy así como los
demás hombres: rapaces, injustos, adúlteros; —o también como este publicano; 12 ayuno dos veces
el sábado(b); diezmo todo cuanto adquiero». 13 Y el publicano, a lo lejos parado, no quería ni los
ojos alzar al cielo, sino golpeaba su pecho, diciendo: «¡Dios! apiádate de mí, el pecador». 14
Dígoos: bajó éste justificado a su casa, antes que el otro; pues todo el que se exaltare, humillado
será, y el que se humillare, exaltado será».

15 Y trajéronle también las criaturas, para que las tocase; y, viniendo los discípulos, imponíanles. 16
Y Jesús llamólas a sí diciendo: «Dejad a los niñitos venir a mí y no les estorbéis, porque de los tales
es el reino de Dios. 17 En verdad dígoos: quien no recibiere el reino de Dios como niñito, no
entrará, no, en él».

18 Y preguntó uno a él , un príncipe, diciendo: «Maestro bueno ¿Qué haciendo, vida eterna
heredaré?» 19 Y díjole Jesús: «¿qué me dices bueno? Nadie bueno, sino uno: Dios. 20 Los
mandamientos sabes: «No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no perjurarás; honra a tu padre y tu
madre». 21 Y él dijo: «Esto todo he guardado desde juventud(c). 22 Y, oyendo Jesús, díjole:
«Todavía una cosa te falta: todo cuanto tienes, vende y reparte a mendigos, y tendrás tesoro en los
cielos; y ¡acá! sígueme». 23 Pero él, oyendo esto, triste en torno se puso, porque era rico
sobremanera. 24 Y, viéndole Jesús, dijo: «¡Cuán difícilmente los que las riquezas tienen, al reino de
Dios llegan!; 25 que más fácil es que un camello por ojo de aguja entre que un rico en el reino de
Dios entre». 26 Y dijeron los que oían: «¿Y quién se puede salvar?» 27 Y él dijo: «Lo imposible
ante los hombres, posible ante Dios es».

28 Y dijo Pedro: «He aquí nosotros, dejando lo propio, te hemos seguido». 29 Y él díjoles: «En
verdad dígoos que ninguno hay que ha dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres, o hijos por causa
del reino de Dios, 30 que no reciba de fijo el múltiplo en este tiempo y en el siglo el futuro vida
eterna».

31 Y llevándose los doce aparte, dijo a ellos: «He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo
escrito por los profetas, al Hijo del hombre; 32 pues entregado será a las gentes, y escarnecido, y
ultrajado, y escupido; 33 y, después de azotar, mataránle, y al día, el tercero, resucitará». 34 Mas
ellos nada de esto comprendieron, y estaba esta palabra oculta a ellos, y no conocían lo dicho.

35 Y aconteció, acercándose él a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino, mendigando. 36 Y,


oyendo a la turba pasar, preguntó qué era eso. 37 Y significáronle que Jesús, el Nazareno, va
pasando. 38 Y clamó, diciendo: «Jesús, hijo de David, apiádate de mí». 39 Y los que iban adelante,
intimábanle que callara; pero él mucho más gritaba: «Hijo de David, apiádate de mí». 40 Y, parado
Jesús, mandó se le trajera a él. Y, acercándose él, preguntóle: 41 «¿Qué te quieres haga?» Y él dijo:
«Señor, que vea». 42 Y Jesús díjole: «Ve: tu fe te ha salvado». 43 Y al punto vio y seguíale,
glorificando a Dios. Y todo el pueblo, viendo, dio loor a Dios.

7 a. ¿Diferirá su voluntad para con ellos, para socorrerles?

12 b. La semana.

21 c. Mía primera.
Evangelio Según San Lucas
Capítulo 19
En Jericó y Jerusalén
1 Y, entrando, atravesó a Jericó. 2 Y he aquí un varón por nombre llamado Zaqueo; y él era
arquipublicano(a), y él rico; 3 y buscaba cómo ver a Jesús: quién es; y no podía por la turba; pues
de estatura pequeño era. 4 Y, corriendo adelante, a lo delantero, subióse a un sicomoro(b), para
verle; pues por allí había de pasar. 5 Y, como vino al lugar, mirando hacia arriba Jesús, dijo a él:
«Zaqueo, apresurándote, baja, pues hoy en tu casa debo quedarme». 6 Y, apresurándose, bajó y
recibióle, gozándose. 7 Y, viendo todos mucho murmuraban, diciendo que con pecador varón entró
a hospedarse. 8 Y, parado Zaqueo, dijo al Señor: «He aquí la mitad de mis haberes, Señor, a los
pobres doy; y, si de alguno algo he calumniado(c); devuelvo cuádruplo». 9 Y dijo a él Jesús: que
«Hoy salud a esta casa se ha hecho; —por cuanto también él hijo de Abrahán es; 10 porque ha
venido el Hijo del hombre a buscar y salvar lo perdido».

11 Y, oyendo ellos esto, añadiendo dijo parábola, porque cerca estaba de Jerusalén él; y pensaban
ellos que al punto debe el reino de Dios aparecer; 12 dijo pues: «Un hombre noble partió a región
lejana, a tomar para sí un reino y retornar. 13 Y, llamando diez siervos suyos, dióles diez minas(d) y
dijo a ellos: «Negociad, mientras vengo». 14 Pero los ciudadanos de él, aborrecíanle, y enviaron
mensaje tras él, diciendo: «No queremos que éste reine sobre nosotros». 15 Y aconteció, regresando
él, habiendo tomado el reino, que dijo que se le llamase a estos siervos, a los que había dado el
dinero, para saber qué se habían negociado. 16 Y acercóse el primero, diciendo: «Señor, tu mina
diez se ha ganado minas». 17 Y díjole: ¡Bien! buen siervo, porque, en muy pequeña cosa, fiel has
sido, sé potestad teniendo sobre diez ciudades». 18 Y vino el segundo, diciendo: «Tu mina, señor,
ha hecho cinco minas». 19 Y dijo también a éste: «También tú ponte sobre cinco ciudades». 20 Y el
otro vino, diciendo: «Señor, he aquí tu mina que yo tenía y haciendo aparte en sudario; 21 pues te
temía, porque hombre austero eres: alzas lo que no pusiste; y siegas lo que no sembraste». 22
Dícele: «De tu boca júzgote, mal siervo. ¿Sabías que yo hombre austero soy, alzando lo que no puse
y segando lo que no sembré? 23 ¿Y por qué no diste mi dinero a mesa(e)? Y yo, viniendo, con
interés lo hubiera pedido». 24 Y a los circunstantes dijo: «Alzad de él la mina y dad al que las diez
minas tiene» 25 (y dijéronle: «¡Señor, tiene diez minas!») 26 «Dígoos que, a todo el que tiene, se le
dará y del que no tiene, también lo que tiene, se quitará. 27 Empero, a estos mis enemigos, los que
no quisieron que yo reinara sobre ellos, traed acá e idlos degollando delante de mí».

28 Y, diciendo esto, iba adelante, subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció, como se acercó a Betfagé y
Betania, al monte el llamado de Olivas, envió dos de los discípulos, 30 diciendo: «Id a la de
enfrente—aldea, en que entrando, hallaréis pollino atado, sobre el cual nadie jamás de hombres se
ha sentado; y soltándole, traed. 31 Y si alguno os preguntare: «¿Por qué soltáis?» así diréis: «Porque
el Señor de él necesidad tiene». 32 Y, partiendo los enviados, hallaron, según les dijo; 33 y, soltando
ellos el pollino, dijeron los dueños de él a ellos: «¿Qué soltáis el pollino?» 34 Y ellos dijeron:
«Porque el Señor de él necesidad tiene»; 35 y trajéronle a Jesús; y, tirando sus vestiduras sobre el
pollino, subieron a Jesús. 36 Y, caminando él, tendían debajo sus vestiduras en el camino. 37 Y,
acercándose él ya a la bajada del monte de las Olivas, empezaron toda la muchedumbre entera de
los discípulos, gozándose, a loar a Dios, con voz grande, acerca de todas las que vieran virtudes, 38
diciendo:

Bendito el que viene,


el rey, en nombre del Señor,
en cielo paz,
y gloria en lo más excelso.

39 Y algunos de los fariseos, desde la turba, dijeron a él: «Maestro, increpa a tus discípulos». 40 Y,
respondiendo, dijo: «Dígoos que, si éstos callaran, las piedras clamarían».
41 Y, como se acercó, viendo la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: 42 que, «si conocieses en este día
también tú lo para paz; pero ahora ocultóse a tus ojos; 43 porque vendrán días sobre ti, y en torno te
arrojarán tus enemigos empalizadas y en torno rodeárante y estrechárante doquiera, 44 y en tierra
darán contigo y tus hijos en ti y no dejarán piedra sobre piedra en ti, por cuanto no has conocido el
tiempo de tu visitación».

45 Y, entrando en el santuario, empezó a arrojar los vendientes y comprantes, diciéndoles: 46


«Escrito está: Y será la casa mía, casa de oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de
bandidos». 47 Y estaba enseñando todos los días en el santuario. Y los sumos sacerdotes y los
escribas buscaban cómo perderle, y los primeros del pueblo; 48 y no hallaban cosa qué hacer; pues
el pueblo entero suspendíase oyéndole.

2 a. Príncipe de publicanos.

4 b. Higuera egipcia.

8 c. Defraudado, llevado por calumnia.

13 d. La mina = 1/60 de talento = 135 fr.

23 e. De negocio.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 20
Confunde Cristo y enseña
1 Y aconteció en uno de los días, enseñando él al pueblo en el santuario y evangelizando, llegáronse
los sumos sacerdotes y escribas con los ancianos, y dijeron, hablando a él: 2 «Dínos ¿en qué poder
esto haces, o quién es el que te ha dado este poder?» 3 Y, respondiendo, dijo a ellos: «Preguntaréos
también yo una palabra, y decidme: 4 «El bautismo de Juan ¿del cielo era o de los hombres?» 5 Y
ellos reflexionaron entre sí, diciendo: que «si dijéremos: «Del cielo», dirá: «¿Por qué no le habéis
creído?» 6 Y si dijéremos: «De los hombres», el pueblo todo entero nos apedreará; pues persuadido
está de que Juan profeta es». 7 Y respondieron no saber de dónde. 8 Y Jesús díjoles: «Ni yo os digo
en qué poder esto hago».

9 Y empezó al pueblo a decir esta parábola: «Un hombre crió una viña, y arrendóla a agrícolas; y
peregrinó tiempos bastantes. 10 Y en tiempo envió a los agrícolas un siervo, para que del fruto de la
viña le diesen; mas los agrícolas le despidieron, desollando(a), vacío. 11 Y prosiguió a otro
enviando —siervo; y ellos también a aquél desollando y deshonrando, despidieron vacío. 12 Y
prosiguió a un tercero a enviar; y ellos también a éste, llagando, arrojaron. 13 Y dijo el señor de la
viña: «¿Qué haré?— Enviaré a mi hijo el amado: tal vez a éste considerarán». 14 Mas, viéndole los
agrícolas, confirieron entre sí, diciendo: «Este es el heredero; matémosle; para que de nosotros sea
la herencia». 15 Y, arrojándole fuera de la viña, mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña?
16 Vendrá y perderá a estos agrícolas y dará la viña a otros». Y, oyendo dijeron: «¡No sea!» 17 Mas
él, contemplándoles, dijo: «¿Qué, pues, es esto escrito:

La piedra que desestimaron los edificantes,


ésta fue hecha en cabeza de ángulo?

18 Todo el que cayere sobre aquella piedra, destrozado será; y sobre quien ella cayere, le
aventará(b)». 19 Y buscaron los escribas, y los sumos sacerdotes como echar sobre él las manos en
la misma hora, y temían al pueblo; pues conocieron que a ellos dijo esta parábola.

20 Y, acechando, enviaron espías que simulasen que ellos justos eran, para que cogiesen palabra de
él, para entregarle al principado y la potestad del presidente. 21 Y preguntáronle, diciendo:
«Maestro, sabemos que rectamente dices y enseñas, y no aceptas rostro, sino con verdad el camino
de Dios enseñas. 22 ¿Es lícito que nosotros a César tributo demos o no?» 23 Y penetrando su
astucia, dijo a ellos: 24 «Mostradme denario: ¿de quién tiene imagen y epígrafe?» Y ellos dijeron:
«De César». 25 Y él dijo a ellos: «Pues bien, devolved lo de César a César y lo de Dios a Dios». 26
Y no pudieron coger palabra de él delante del pueblo; y, maravillándose de su respuesta, callaron.

27 Y, acercándose algunos de los saduceos, que dicen que resurrección no hay, preguntáronle 28
diciendo: «Maestro, Moisés escribiónos: Si de alguno hermano muriere, teniendo mujer, y éste sin
hijos fuere, que tome su hermano la mujer y suscite simiente a su hermano. 29 Siete hermanos, pues
había; y el primero, tomando mujer, murió sin hijos; 30 y el segundo; 31 y el tercero tomóla; y así
mismo también los siete: no dejaron hijos y murieron. 32 Y al fin también la mujer murió. 33 La
mujer, pues, en la resurrección; ¿de quién de ellos es mujer? pues los siete tuviéronla por mujer». 34
Y díjoles Jesús: «Los hijos de este siglo se casan y casan; 35 mas los que por dignos fueren tenidos
de aquel siglo alcanzar y la resurrección, la de entre los muertos, ni se casan ni casan; 36 ni morir ya
pueden (pues iguales a ángeles son) e hijos de Dios, de la resurrección hijos siendo. 37 Y que
resurgen los muertos también Moisés mostró (sobre la zarza),(c) como dice al Señor el Dios de
Abrahán, y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob; 38 y Dios no es de muertos, sino de vivientes; pues
todos para él viven». 39 Y respondiendo algunos de los escribas dijeron: «Maestro, bellamente has
dicho»; 40 pues ya no se atrevían a preguntarle nada.

41 Y dijo a ellos: «¿Cómo dicen que el Cristo es de David hijo?; 42 pues el mismo David dice, en
libro de salmos: Dijo Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra 43 hasta poner yo a tus enemigos
debajo de tus pies. 44 David, pues, a él Señor llama; y ¿cómo su hijo es?».

45 Y, oyendo todo el pueblo, dijo a los discípulos: 46 «Guardaos de los escribas, los que quieren
pasearse en estolas y aman salutaciones en las ágoras, y las primeras sillas en las sinagogas y los
primeros lechos en los banquetes; 47 que devoran las casas de las viudas, y con apariencia muy
largamente oran; éstos recibirán mayor juicio».

10 a. A azotes.

18 b. Véase Mt. 21,44.

37 c. Hablando de la zarza, llama al Señor.


Evangelio Según San Lucas
Capítulo 21
Sobre la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo
1 Y mirando vio los que echaban en el gazofilacio sus dádivas, ricos. 2 Y vio a una viuda pobre
echando allí monedas dos, 3 y dijo: «En verdad dígoos esta viuda la mendiga más que todos echó 4
pues todos estos, de lo sobrante a ellos, echaron a las dádivas; ésta empero, de su penuria, todo el
sustento que tenía, echó».

5 Y diciendo algunos acerca del santuario, que de piedras hermosas y dones ornado está, dijo: 6
«Esto que miráis, —vendrán días en que no se dejará piedra sobre piedra aquí, que no sea
deshecha». 7 Y preguntáronle diciendo: «Maestro, ¿cuándo, pues, esto será, y cuál la señal cuando
haya esto de acontecer?».

8 Y él dijo: «Mirad que no se os descamine; pues muchos vendrán en mi nombre, diciendo: «Yo
soy» y: «El tiempo se ha acercado»; no os vayáis en pos de ellos. 9 Y, cuando oigáis guerras y
revueltas, no os espantéis; que necesario es que esto acontezca primero, pero ¡no luego el fin!».

10 Entonces díjoles: «Se levantará gente contra gente y reino contra reino»; 11 y terremotos
grandes, y aquí y allí pestes y hambres habrá; y cosas espantables y del cielo señales grandes habrá.
12 Y ante todo esto, echarán sobre vosotros sus manos y perseguirán, entregando a sinagogas y
prisiones, llevados a reyes y presidentes por causa de mi nombre; 13 y sucederáos en testimonio. 14
Poned, pues, en vuestros corazones no preocuparos de defenderos; 15 pues yo os daré boca y
sabiduría a la que no podrán contrastar o contradecir todos cuantos contra vosotros se asentaren. 16
Y seréis entregados también por padres y hermanos, y parientes y amigos; y matarán de vosotros;
17 y seréis aborrecidos de todos por mi nombre. 18 Y cabello de(a) vuestra cabeza no perecerá, no.
19 En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas.»

20 «Y, cuando viereis cercado de ejércitos a Jerusalén, entonces conoced que se ha acercado su
desolación. 21 Entonces los en la Judea huyan a los montes; y los en medio de ella, retírense, y los
en las regiones no entren en ella; 22 porque días de venganza éstos son, para que se cumpla todo lo
escrito. 23 Ay de las grávidas y lactantes en aquellos días; pues habrá necesidad grande sobre la
tierra e ira para este pueblo; 24 y caerán a filo de cuchilla, y serán cautivados en las gentes todas, y
Jerusalén será hollada por gentes, hasta que se cumplan tiempos de gentes.»

25 «Y habrá señales en sol, y luna, y estrellas; y sobre la tierra angustia de gentes en desatiento de
resonancia y piélago y marejada, 26 exanimándose los hombres de temor y expectación de lo
sobreviniente al orbe; pues los poderes de los cielos se estremecerán. 27 Y entonces verán al Hijo
del hombre venir en nube con poder y gloria mucha. 28 Mas, empezando esto a acontecer, erguíos y
alzad vuestras cabezas, por esto: porque se acerca vuestra redención». 29 Y dijo parábola a ellos:
«Ved la higuera y todos los árboles: 30 cuando han brotado ya, mirando, de vosotros conocéis que
ya cerca el estío está; 31 así también vosotros, cuando viereis esto acontecer, conoced que cerca está
el reino de Dios. 32 En verdad dígoos que no pasará, no, esta generación hasta que todo acontezca.
33 El cielo y la tierra pasarán; pero mis palabras no pasarán, no. 34 Y atended a vosotros, no sea
que se carguen vuestros corazones en crápula(b), y embriaguez y solicitudes vitales(c), y esté sobre
vosotros súbitamente aquel día, 35 como lazo; pues aún sobrevendrá sobre todos los sentados sobre
la faz de toda la tierra. 36 Y velad en todo tiempo, rogando que logréis huir de esto todo que ha de
acontecer, y presentaros delante del Hijo del hombre». 37 Y estaba los días en el santuario
enseñando; y las noches, saliendo, pernoctaba en el monte el llamado de Olivas. 38 Y todo el pueblo
madrugaba a él, en el santuario a oírle.

18 a. Desde.
34 b. Consecuencia de la ebriedad, postración.
c. De la vida, el mundo.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 22
Pasión
1 Y acercábase la fiesta de los ázimos: la llamada pascua. 2 Y buscaban los sumos sacerdotes y los
escribas el cómo arrebatarle; pues temían al pueblo.

3 Y entró satanás en Judas, el llamado Iscariotes, que era del número de los doce; 4 y, yéndose,
habló con los sumos sacerdotes y estrategos(a) el cómo a ellos entregarle. 5 Y alegráronse y
concertaron dinero darle. 6 Y prometió; y buscaba oportunidad de entregarle, lejos de turba, a ellos.

7 Y vino el día de los ázimos en que debía matarse la pascua; 8 y envió a Pedro y Juan, diciendo:
«Yendo, preparadnos la pascua, para que comamos». 9 Y ellos dijéronle: «¿Dónde quieres
preparemos?» 10 Y él díjoles: «He aquí, entrando vosotros en la ciudad, encontraráos un hombre,
cántaro de agua llevando; seguidle a la casa a donde se encamina. 11 Y diréis al dueño de casa de la
casa(b): «Dícete el Maestro: «¿Dónde está la estancia donde la Pascua, con mis discípulos, yo
comer?». 12 Y aquél os mostrará un cenáculo grande tendido(c): allí preparad. 13 Y, yéndose,
hallaron según habíales dicho, y prepararon la Pascua. 14 Y, cuando fue la hora, recostóse y los
apóstoles con él. 15 Y dijo a ellos: «Con deseo he deseado esta Pascua comer con vosotros, antes de
padecer yo; 16 pues dígoos que ya no la comeré, no, hasta que se llene en el reino de Dios». 17 Y
recibiendo cáliz, agradeciendo, dijo: «Tomad éste y repartid entre vosotros; 18 pues dígoos no
beberé, no, desde ahora, del germen de la vid, hasta que el reino de Dios venga(d)». 19 Y tomando
pan, agradeciendo, partió y dióles, diciendo: Y, «Este es mi cuerpo el que por vosotros es dado; esto
haced en mi memoria». 20 Y el cáliz así mismo, después de cenar, diciendo: «Este cáliz(e) el nuevo
testamento; en mi sangre, la que por vosotros es derramada. 21 Empero ¡he aquí la mano del que me
entrega, conmigo, sobre la mesa! 22 Porque el Hijo del hombre, según lo determinado, se va;
empero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!» 23 Y ellos empezaron a inquirir entre sí quién
ya fuese de entre ellos el que esto había de hacer.

24 Y hubo también emulación en ellos sobre quién de ellos parece ser mayor. 25 Y él díjoles: «Los
reyes de las gentes domínanles y los poderosos sobre ellos, bienhechores se llaman. 26 Mas
vosotros no así, sino el mayor en vosotros hágase cual el más joven(f), y el que manda, cual el que
sirve. 27 Pues ¿quién mayor: el que se recuesta o el que sirve? ¿acaso no el que se recuesta? Y yo en
medio de vosotros estoy cual el que sirve. 28 Y vosotros sois los que habéis permanecido conmigo
en mis tentaciones; 29 y yo dispóngoos, según me ha dispuesto mi Padre, un reino, 30 para que
comáis y bebáis sobre mi mesa en mi reino y os sentéis sobre tronos, juzgando a las doce tribus de
Israel. 31 Simón, Simón, he aquí Satanás os ha reclamado, para zarandearos como el trigo; 32 mas
yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe. Y tú un día, volviéndote a ellos(g), afianza a tus
hermanos». 33 Y él díjole: «Señor, contigo, pronto estoy así a prisión como a muerte ir». 34 Y él
dijo: «Dígote, Pedro, no cantará hoy el gallo hasta que tres veces me niegues conocer». 35 Y
díjoles: «Cuando os envié, sin bolsa y alforja y zapatos ¿acaso algo os faltó?» Y ellos dijeron:
«Nada». 36 Y díjoles: «Empero ahora(h) el que tiene bolsa, alce; igualmente también alforja; y el
que no tiene, venda su vestido, y compre cuchilla. 37 Pues, dígoos que también esto escrito debe
cumplirse en mí, lo de: «Y con inicuos contado fue»; y lo tocante a mí, fin tiene(i)». 38 Y ellos
dijeron: «Señor, he aquí cuchillas acá dos(j)». Y él díjoles: «Bastante es».
39 Y saliendo, fue, según la costumbre al monte de las Olivas; y siguiéronle también sus discípulos.
40 Y llegando al lugar, díjoles: «Orad para no entrar en la tentación». 41 Y él mismo arrancóse(k)
de ellos como a tiro de piedra, y puesto de rodillas oró, 42 diciendo: «Padre, si quieres, traspasa este
cáliz de mí; empero, no mi voluntad, sino la tuya hágase». 43 Y aparecióle un ángel desde el cielo,
confortándole. 44 Y, entrando en agonía, más instantemente oró; y fue hecho su sudor como gotas
de sangre deslizándose sobre la tierra. 45 Y, levantándose de la oración, viniendo a los discípulos,
hallóles dormidos, de la tristeza; 46 y díjoles: «¿Qué dormís? Levantando, orad, para no entrar en
tentación». 47 Aún hablando él, he aquí turba; y el dicho Judas, uno de los doce, iba delante de
ellos, y acercóse a Jesús a besarle. 48 Y Jesús díjole: «Judas, ¿con beso al Hijo del hombre
entregas?» 49 Y, viendo los en torno de él lo que acontecería, dijeron: «Señor ¿si golpeáremos en
cuchilla?» 50 Y golpeó uno de ellos, del sumo sacerdote al siervo y llevóle la oreja la derecha. 51 Y,
respondiendo Jesús, dijo: «Dejad —¡hasta aquí(l)!» y tocando la orejilla(m), sanóle. 52 Y dijo Jesús
a los venidos sobre él: sumos sacerdotes y estrategos del santuario y ancianos: «¿Cómo a bandido
habéis salido con cuchillas y palos? 53 Día a día, estando yo con vosotros en el santuario, no
extendisteis las manos sobre mí. Pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas».

54 Y aprehendiendo, le condujeron e introdujeron en la casa del sumo sacerdote. Y Pedro seguía de


lejos; 55 y, prendiendo en torno fuego, en medio del atrio, y sentándose juntos, sentóse Pedro al
medio de ellos. 56 Y viéndole una muchacha sentado a la lumbre, y atisbándole, dijo: «También éste
con él estaba». 57 Pero él negó diciendo: «No le conozco, mujer». 58 Y, a poco, otro, viéndole, dijo:
«También tú de entre ellos eres». Y Pedro dijo: «Hombre, no soy». 59 Y, mediando cerca de hora
una, un otro aseguró, diciendo: «A la verdad, también éste con él estaba; pues también es galileo».
60 Y dijo Pedro: «Hombre, no sé lo que dices». Y al punto, aún hablando él, cantó un gallo; 61 y,
volviéndose el Señor, contempló a Pedro; y recordó Pedro la palabra del Señor: como le dijo que
«antes que gallo cante hoy, negarásme tres veces»; 62 y, saliendo fuera, lloró amargamente.

63 Y los varones que le sujetaban, jugábanse con él, desollando(n), 64 y, velándole en torno,
heríanle el rostro y preguntábanle diciendo: «Profetiza: ¿quién es el que te ha golpeado?» 65 Y otras
muchas cosas, blasfemando, decían contra él.

66 Y, como amaneció, se juntó la ancianidad del pueblo, y los sumos sacerdotes y los escribas, y
lleváronle al sanedrín de ellos, diciendo: «Si tú eres el Cristo, dinos». 67 Y díjoles: «Si os dijere, no
creeréis, no; 68 y, si preguntare, no responderéis, no, o soltaréis. 69 Pero, desde ahora, estará el Hijo
del hombre sentado a la diestra del poder de Dios». 70 Y dijeron todos: «¿Tú, pues, eres el Hijo de
Dios?» Y él les dijo: «Vosotros decís: porque yo soy». 71 Y ellos dijeron: «¿Qué ya tenemos de
testimonio necesidad? Pues vosotros mismos habéis oído de boca de él».

4 a. Jefes militares del templo.

11 b. De todo el edificio. Sería, probablemente, subalterno el dueño de casa del cenáculo.

12 c. Mc. 14,15.

18 d. Llegue a su plenitud, y sea celestial la cena.

20 e. Es.

26 f. Niño, pequeño.

32 g. Hacia tus hermanos, hacia la grey de Cristo, velando por la Iglesia a través de los tiempos.
36 h. Antes os amaban los hombres; ahora viene la guerra: armaos.

37 i. Acércase mi fin.

38 j. Cándidamente creen los discípulos que habla de espadas materiales. Con cierta melancolía
responde: Bastan; no las necesito.

41 k. Como violentamente.

51 l. No paséis adelante.
m. Mc. 14,47.

63 n. A azotes.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 23
Crucifixión
1 Y levantándose toda la muchedumbre de ellos, lleváronle a Pilato. 2 Y empezaron a acusarle,
diciendo: «A éste hemos hallado extraviando a nuestra gente y estorbando tributos a César dar, y
diciendo que él Cristo es». 3 Y Pilato preguntóle, diciendo: «¿Tú eres el rey de los judíos?» Y él,
respondiéndole, dijo: «Tú dices». 4 Y Pilato dijo a los sumos sacerdotes y las turbas: «Nada hallo
culpable en este hombre». 5 Mas ellos esforzáronse, diciendo: «que subleva al pueblo, enseñando
por toda la Judea, y, empezando por la Galilea, hasta aquí». 6 Y Pilato preguntó si el hombre galileo
es; 7 y, conociendo que de la potestad de Herodes es, remitióle a Herodes, que estaba también él
mismo en Jerusalén en estos días. 8 Y Herodes, viendo a Jesús; alegróse mucho; pues estaba, de
bastantes tiempos, queriendo verle, por lo que oía acerca de él; y esperaba alguna señal ver por él
hecha. 9 Y preguntábale en palabras bastantes; mas él nada respondióle. 10 Y estábanse los sumos
sacerdotes y los escribas muy instantemente acusándole. 11 Y, despreciándole, Herodes con sus
ejércitos y jugándose con él, echando en torno veste espléndida, reenvióle a Pilato. 12 E hiciéronse
amigos Herodes y Pilato en el mismo día, el uno con el otro; pues antes encontrábanse en enemistad
estando consigo. 13 Y Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, y los príncipes y el pueblo, 14
dijo a ellos: «Me habéis traído este hombre como seduciendo al pueblo; y he aquí, a faz de vosotros
inquiriendo, nada he hallado en este hombre, culpable de lo que acusáis contra él. 15 Empero, ni
Herodes; pues le ha reenviado a vosotros, y he aquí nada digno de muerte le(a) ha sido hecho. 16
Castigando, pues, le soltaré». 17 Pero necesidad tenía de soltarles para la fiesta uno. 18 Y
vociferaron, a toda turba, diciendo: «Quita a éste, y suéltanos a Barrabás»; 19 el cual estaba, por
cierta revuelta y muerte hecha en la ciudad, arrojado en la prisión. 20 De nuevo, pues, Pilato voceó
a ellos, queriendo soltar a Jesús. 21 Mas ellos vocearon, diciendo: «¡Crucifica, crucifícale!» 22 Y él
tercera vez dijo a ellos: «Pues ¿qué malo ha hecho éste? Nada digno de muerte he hallado en él;
castigando, pues, le soltaré». 23 Pero ellos, insistieron, con voces grandes pidiendo fuese
crucificado; y reforzáronse sus voces; 24 y Pilato juzgó se hiciera la petición de ellos; 25 y, soltó al
por revuelta y homicidio arrojado en prisión, al que pedían, y a Jesús entregó a la voluntad de ellos.
26 Y, como le llevaban, cogiendo a cierto Simón cireneo, viniendo del campo, impusiéronle la cruz,
a llevar detrás de Jesús. 27 Y seguíale mucha turba del pueblo y mujeres; las que plañían y
lamentábanle. 28 Y, volviéndose hacia ellas Jesús, dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí;
empero sobre vosotras mismas llorad y sobre vuestros hijos; 29 pues he aquí vienen días en que
dirán: «Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no
criaron». 30 Entonces empezarán a decir a los montes: «Caed sobre nosotros», y a los collados:
«Cubridnos»; 31 pues, si en verde leño(b)esto hacen, en el seco ¿qué se hará? 32 Y llevábanse
también otros, malhechores dos, con él, a ser muertos. 33 Y, cuando vinieron al lugar, el llamado
Cráneo(c), allí crucificáronle y a los malhechores: uno a derecha, el otro a izquierda(d). 34 Y Jesús
dijo: «Padre, perdónales, pues no saben qué hacen». Y, repartiéndose, sus vestiduras, echaron
suertes. 35 Y estábase el pueblo parado, mirando; y mucho fruncíanse de nariz(e) también los
príncipes diciendo: «Otros salvó; sálvese, si Hijo es, el Cristo, de Dios, el elegido». 36 Y jugábanse
con él también los soldados, llegándose, vinagre trayéndole, 37 y, diciendo: «Si tú eres el rey de los
judíos, sálvate». 38 Y había también epígrafe sobre él: escrito en letras griegas, y romanas y
hebreas: «¡El rey de los judíos, éste!» 39 Y uno de los suspendidos malhechores blasfemábale:
«¿Acaso tú no eres el Cristo? Sálvate y a nosotros». 40 Y respondiendo el otro, imponiéndole, dijo:
«¿Ni temes tú a Dios, ya que en la misma condena estás? 41 Y nosotros por cierto justamente, pues
lo digno de lo que hemos hecho, recibimos; pero éste nada criminal ha hecho». 42 Y dijo a Jesús:
«Acuérdate de mí, cuando vinieres a tu reino». 43 Y díjole: «En verdad te digo: hoy conmigo
estarás en el paraíso». 44 Y era ya como hora sexta; y tinieblas fueron sobre toda la tierra hasta hora
nona, 45 desfalleciendo el sol; y se rasgó el velo del templo por medio. 46 Y, clamando con clamor
grande, Jesús dijo: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y, esto diciendo, expiró. 47 Y,
viendo el centurión lo acontecido, glorificó a Dios diciendo: «Realmente, este hombre, justo era».
48 Y todas las agolpadas turbas a este espectáculo, espectadoras de lo acontecido, golpeando los
pechos, retornaron. 49 Y parados estaban todos los conocidos de él, de lejos; y las mujeres las que a
par habíanle seguido de la Galilea, viendo esto.

50 Y he aquí un varón por nombre José, consejero que era, varón bueno y justo 51 (éste no estaba
de acuerdo con el consejo y obra de ellos), de Arimatea, ciudad de los judíos; el que aguardaba el
reino de Dios; 52 éste, llegándose a Pilato, pidió el cuerpo de Jesús; 53 y, bajando, envolvióle en
sábana, y púsolo en sepulcro cortado en piedra; donde no había nadie aún yaciente. 54 Y día era de
paresceve, y el sábado despuntaba. 55 Y, siguiendo en pos las mujeres, las cuales habían venido de
la Galilea con él, miraron el monumento y cómo se puso el cuerpo de él; 56 y retornando,
prepararon aromas y ungüentos. Empero, el sábado reposaron, según la ley.

15 a. Por él.

31 b. Proverbial.

33 c. Mt. 29,33.
d. (no: ladrones) todo para colmo de escarnio.

35 e. En señal de profundo desprecio.

Evangelio Según San Lucas


Capítulo 24
Resurrección
1 Mas el primero de los sábados, despuntando la aurora, trayendo, vinieron los que prepararon
aromas. 2 Y hallaron la piedra rodada del monumento; 3 y; entrando, no hallaron el cuerpo del
Señor Jesús. 4 Y aconteció, vacilando ellas, acerca de esto, que he aquí varones dos presentáronse a
ellas en veste relampagueante. 5 Y, temerosas, volviéndose ellas, e inclinando los rostros a la tierra,
dijeron a ellas: «¿Qué buscáis al viviente, con los muertos? 6 No está aquí, sino resucitó. Recordad
cómo os habló, aún estando en la Galilea. 7 diciendo: el Hijo del hombre cómo debe ser entregado
en manos de hombres pecadores, y crucificado y al tercer día resurgir». 8 Y recordaron sus palabras;
9 y, retornando del monumento, anunciaron esto todo a los once, y todos los demás. 10 Y eran: la
Magdalena, María, y Juana y María, la de Santiago; y las demás con ellas decían a los apóstoles
esto. 11 Y parecieron a faz de ellos cual sandez estas palabras y desconfiaron de ellas. 12 Y Pedro,
levantándose, corrió al monumento e, inclinándose ve los lienzos solos, y retiróse aparte,(a)
admirando lo acontecido.

13 Y he aquí dos de entre ellos el mismo día habíanse encaminado a una aldea, distante estadios(b)
sesenta de Jerusalén; cuyo nombre, Emaús; 14 y ellos conversaban entre sí acerca de todo esto
ocurrido. 15 Y aconteció, conversando ellos y disputando, que el mismo Jesús, acercándose,
caminaba a par de ellos; 16 pero los ojos de ellos eran forzados para no reconocerlo. 17 Y dijo a
ellos: «¿Qué palabras éstas que cambiáis entre vosotros, paseándoos?» Y detuviéronse mustios de
faz. 18 Y respondiendo uno; por nombre, Cleofás, dijo a él: «Tú solo vives aparte(c) en Jerusalén,
¿y no sabes lo acontecido en ella en estos días?» 19 Y díjoles: «¿Qué?» Y ellos dijéronle: «Lo de
Jesús el Nazareno; que fue varón profeta, poderoso en obra y palabra, delante de Dios y todo el
pueblo; 20 y cómo le entregaron los sumos sacerdotes y los príncipes de nosotros a juicio de muerte
y crucificáronle. 21 Pero nosotros esperábamos que él es el que debe redimir a Israel; empero, ya
también, con(d) todo esto, el tercer día éste va que esto aconteció. 22 Empero, también unas
mujeres de entre nosotros desconcertáronnos, yendo madrugadoras al monumento 23 y, no hallando
el cuerpo de él, vinieron, diciendo que también visión de ángeles habían visto; los que dicen que él
vive. 24 Y dirigiéronse algunos de los con nosotros al monumento, y hallaron así según las mujeres
dijeron; mas a él no vieron». 25 Y él díjoles: «¡Oh ininteligentes y tardos del corazón para creer en
todo lo que hablaron los profetas! 26 ¿Acaso no esto debió padecer el Cristo y entrar en su gloria?»
27 Y empezando de Moisés y de todos los profetas, interpretóles, en todas las Escrituras, lo acerca
de él. 28 Y acercáronse a la aldea a donde iban. Y él hizo ademán de más lejos ir. 29 Y luego
forzáronle, diciéndole: «Queda con nosotros, porque tarde es y se ha inclinado ya el día». Y entró a
quedar con ellos. 30 Y aconteció, al reclinarse él con ellos, tomando el pan, bendijo y partiendo,
ofrecióles, 31 y de ellos fuéronse abriendo los ojos y reconociéronle; y él invisible se hizo a ellos.
32 Y dijeron entre sí: «¿Acaso nuestro corazón no estaba ardiendo en nosotros, cuando nos hablaba
en el camino, cuando nos iba abriendo las Escrituras?». 33 Y, levantándose a la misma hora,
retornaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los once y los con ellos, 34 diciendo que realmente
resurgió el Señor y aparecióse a Simón. 35 Y ellos contaron lo del camino y cómo fue conocido de
ellos en la partidura del pan.

36 Y hablando esto ellos, él mismo paróse(e) en medio de ellos, y díceles: «¡Paz a vosotros!» 37 Y
espantados y temerosos volviéndose, pensaban un espíritu ver. 38 Y díjoles: «¿Qué? ¿turbados
estáis? Y, ¿qué pensamientos suben a vuestro corazón? 39 Ved mis manos y mis pies; porque yo soy
—mismo; palmadme y ved que un espíritu carne y hueso no tiene, según me veis tener». 40 Y, esto
diciendo, mostróles las manos y los pies. 41 Pero, aún desconfiando ellos por el gozo y
maravillándose, díjoles: «¿Tenéis algo comestible por aquí?» 42 Y ellos ofreciéronle de pez asado
parte y de un panal de miel; 43 y, tomando, a faz de ellos comió(f).

44 Y dijo a ellos: «Estas, mis palabras que he hablado a vosotros, aún estando con vosotros; pues
debe cumplirse todo lo escrito en la ley de Moisés, y los profetas y salmos acerca de mí». 45
Entonces fue abriendo de ellos el entendimiento para comprender las Escrituras; 46 y díjoles: que
«así está escrito que padeciera el Cristo y resucitara de muertos, al tercer día; 47 y se predicara, en
su nombre, arrepentimiento en perdón de pecados a todas las gentes. Empezando de Jerusalén, 48
¡vosotros, testigos de estas cosas! 49 Y he aquí, yo emito la promesa(g) de mi Padre sobre vosotros,
y vosotros sentaos en la ciudad hasta que se os revista, desde la altura, con fuerza».

50 Y sacóles fuera hasta frente a Betania, y elevando sus manos, bendíjoles. 51 Y aconteció, al
bendecir él a ellos, separóse de ellos y alzóse al cielo. 52 Y ellos, habiéndole adorado, retornaron a
Jerusalén, con gozo grande; 53 y, estaban siempre en el santuario, bendiciendo a Dios.

12 a. Aparte a su casa.

13 b. El estadio = 173 m.

18 c. Eres forastero.

21 d. Después de.

36 e. Apareció parado.

43 f. (Y dióles las sobras).

49 g. El Espíritu Santo prometido.


Evangelio Según San Juan
Capítulo 1
Divinidad de Cristo
El Verbo encarnado
1 En el principio(a) era el Verbo; y el Verbo era ante(b) Dios; y Dios era el Verbo. 2 Este era en el
principio ante Dios. 3 Todo por medio de él fue hecho y, sin él no ha sido hecho nada, que ha sido
hecho. 4 En él vida era, y la vida era la luz de los hombres; 5 y la luz en la obscuridad luce; y la
obscuridad a ella no cogió. 6 Hubo un hombre enviado por Dios; su nombre Juan; 7 éste vino en
testimonio, para testimoniar acerca de la luz, para que todos creyesen por él. 8 No era aquél la luz,
sino para que testimoniase acerca de la luz. 9 Era la luz la verdadera que alumbra a todo hombre,
que viene al mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por medio de él fue, y el mundo a él no
conoció. 11 A lo propio vino, y los propios no le recibieron. 12 Mas, cuantos le recibieron —dióles
potestad de hijos de Dios ser; a los que creen en su nombre; 13 que, no de sangres(c) ni de voluntad
de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios han nacido. 14 Y el Verbo carne se hizo y habitó en
nosotros, y hemos visto su gloria, gloria de Unigénito de Padre; —lleno de gracia y verdad.

15 Juan testimonia acerca de él, y ha clamado, diciendo: «Este era de quien dije: «El que, después
de mí, viene, antes de mí es; porque, primero que yo, era». 16 Pues de su plenitud todos nosotros
hemos recibido, y gracia por gracia; 17 pues la ley por medio de Moisés fue dada; la gracia y la
verdad por medio de Jesucristo ha sido. 18 A Dios nadie ha visto jamás; el unigénito Hijo, el que es
dentro al seno del Padre, aquél ha declarado. 19 Y éste es el testimonio de Juan, cuando enviaron a
él los judíos, desde Jerusalén, sacerdotes y levitas, para que le preguntasen: «Tú ¿quién eres?» 20 Y
confesó, y no negó; y confesó: que «yo no soy el Cristo». 21 Y preguntábanle: «¿Qué, pues? ¿Elías
eres tú?» Y dice: «No soy». —«¿El profeta eres tú?» Y respondió: «No». 22 Dijeron pues a él:
«¿Quién eres?» para que respuesta demos a los que nos han enviado. «¿Qué dices de ti mismo?» 23
Dijo: «Yo, voz del que clama en el desierto: «Enderezad el camino del Señor, según dijo Isaías, el
profeta». 24 Y los enviados eran de los fariseos; 25 y preguntáronle y dijéronle: «¿Qué, pues,
bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?» 26 Respondióles Juan, diciendo: «Yo
bautizo en agua; en medio de vosotros está, a quien vosotros ignoráis, 27 el que, después de mí
viene; de quien no soy yo digno de desatar la correa de su sandalia». 28 Esto en Betania aconteció,
allende el Jordán; donde estaba Juan bautizando. 29 El siguiente día ve a Jesús venir a sí y dice:
«He aquí el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. 30 Este es de quien yo decía:
«Después de mí viene un varón que antes de mí es, porque, primero que yo, era. 31 Y yo
ignorábale; pero, para que se manifestase a Israel, por esto he venido yo en agua bautizando». 32 Y
testimonió Juan, diciendo: que «he visto al Espíritu descender, como paloma, desde el cielo; y
quedó sobre él. 33 Y yo ignorábale; pero el que envió a bautizar en agua, aquél me dijo: «Sobre
quien vieres el Espíritu descender y quedar sobre él, éste es el que bautiza en Espíritu Santo. 34 Y
yo he visto y testimoniado que éste es el Hijo de Dios». 35 El siguiente día de nuevo estaba parado
Juan y, de sus discípulos, dos; 36 y, contemplando a Jesús pasearse, dice: «He aquí el cordero de
Dios». 37 Y oyéronle los dos discípulos hablar, y siguieron a Jesús. 38 Y, volviéndose Jesús y
mirándoles seguir, díceles: 39 «¿Qué buscáis?» Y ellos dijéronle: «Rabí (lo que se dice interpretado:
Maestro) ¿dónde moras?» 40 Díceles: «Venid y ved». Fueron, pues, y vieron dónde mora, y con él
moraron aquel día. Hora era como décima. 41 Era Andrés, el hermano de Simón Pedro, uno de los
dos, los que oyeron de(d) Juan y siguiéronle; encontró éste primero al hermano, al propio, Simón, y
dícele: «Hemos encontrado al Mesías» (lo que es interpretado: Cristo). 42 Llevóle a Jesús. Y,
contemplándole Jesús, dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas(e)» (lo que se
interpreta: Pedro).

43 El siguiente día quiso salir a la Galilea, y encuentra a Felipe, y dícele Jesús: «Sígueme». 44 Y era
Felipe, de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. 45 Encuentra Felipe a Natanael, y dícele: «Al
que escribió Moisés, en la ley, y los profetas, hemos encontrado, a Jesús hijo, de José, al de
Nazaret». 46 Y díjole Natanael: «De Nazaret ¿puede algo bueno ser?» Dícele Felipe: «Ven y ve». 47
Vio Jesús a Natanael venir a sí y dice de él: «He aquí verdaderamente un israelita en quien dolo no
hay». 48 Dícele Natanael: «¿De dónde me conoces?» Respondió Jesús y díjole: «Antes de llamarte
Felipe, cuando estabas bajo la higuera, te vi». 49 Respondióle Natanael: «Rabí, tú eres el Hijo de
Dios; tú el rey eres de Israel». 50 Respondió Jesús y díjole: «¿Por qué te dije que te vi por debajo de
la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás». 51 Y dícele: «En verdad, en verdad dígoos:
veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios ascender y descender sobre el Hijo del hombre».

1 a. De las cosas, del tiempo ya era el Verbo: es eterno.


b. Subsiste, es persona, unida a Dios.

13 c. Las malas pasiones: la carne (la mujer) la concupiscencia de ella y la del varón.

41 d. A.

42 e. Kefá, en arameo, es en griego, Petros = peña.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 2
Las bodas de Caná
1 Y al tercer día boda hubo en Caná de la Galilea, y estaba la madre de Jesús allí; 2 y habíase
también convidado a Jesús y a sus discípulos a la boda. 3 Y, faltando vino, dice la madre de Jesús a
él: «Vino no tienen». 4 Dícele Jesús: «¿Qué a mí y a ti(a), mujer? aún no llega mi hora(b)». 5 Dice
su madre a los servidores: «Cuanto os dijere él, haced». 6 Y había allí lapídeas hidrias(c) seis,
conforme a la purificación de los judíos, puestas, que cogían cada una metretas(d) dos o tres. 7
Díceles Jesús: «Llenad las hidrias de agua». Y llenáronlas hasta arriba. 8 Y díceles: «Sacad ahora y
llevad al arquitriclino(e)». Y ellos llevaron. 9 Y, como gustó el arquitriclino el agua vino hecha (y
no sabía de dónde es; pero los servidores sabían, los que habían sacado el agua), llama al esposo el
arquitriclino, 10 y dícele: «Todo hombre primero el hermoso vino pone, y, cuando están ebrios(f), el
inferior: tú has guardado el hermoso vino hasta ahora». 11 Esta hizo principio(g) de las señales
Jesús, en Caná de la Galilea; y manifestó su gloria; y creyeron en él sus discípulos. 12 Después de
esto bajó a Cafarnaúm él, y la madre de él, y los hermanos, y los discípulos de él; y allí permaneció
no muchos días.

13 Y cerca estaba la Pascua de los judíos, y subió a Jerusalén Jesús. 14 Y halló en el santuario los
vendientes de bueyes, y ovejas y palomas, y los cambistas sentados; 15 y, haciendo un azote de
cuerdas, todos(h) arrojó del santuario, así las ovejas como los bueyes; y de los cambistas
desparramó los cambios(i), y las mesas volcó; 16 y a los que las palomas vendían, dijo: «Alzad esto
de aquí; no hagáis la casa de mi Padre casa de negocio». 17 Recordaron los discípulos que está
escrito: «El celo de tu casa devórame». 18 Respondieron, pues, los judíos y dijeron: «¿Qué señal
nos muestras, que esto haces?» 19 Respondió Jesús y díjoles: «Disolved este templo, y en tres días
levantárele». 20 Dijéronle, pues, los judíos: «En cuarenta y seis años edificóse este templo; ¿y tú en
tres días levantarásle?» 21 Mas aquél decía del templo de su cuerpo. 22 Cuando resurgió, pues, de
muertos, recordaron sus discípulos que esto decía y creyeron a la escritura y la palabra que dijo
Jesús. 23 Y, como estaba en Jerusalén, en la pascua, la fiesta, muchos creyeron en su nombre,
viendo sus señales, que hacía; 24 mas Jesús mismo no se creía(j) de ellos, por conocer él a todos, 25
y porque no menester había él de que alguno atestiguara acerca del hombre; pues él conocía qué
había en el hombre.
4 a. De esto.
b. La de atender a esto; (quería Jesús acaso que todos se diesen cuenta de la falta del vino).

6 c. Cántaros de piedra para agua.


d. Medida o cántaro de 39 litros.

8 e. Maestresala, mayordomo.

10 f. Habla en general y en tono jocoso.

11 g. Como principio.

15 h. Ovejas y bueyes con el azote.


i. El dinero.

24 j. No se fiaba de ellos.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 3
Nicodemo
1 Y había un hombre de los fariseos; (Nicodemo su nombre), príncipe de los judíos; 2 éste vino a él
de noche, y díjole: «Maestro, sabemos que de Dios has venido, maestro(a), pues nadie puede estas
señales hacer que tú haces, si no fuese Dios con él». 3 Respondió Jesús y díjole: «En verdad, en
verdad, dígote: si alguno no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios». 4 Dice a él
Nicodemo: «¿Cómo puede un hombre nacer, anciano siendo? ¿Acaso puede en el vientre de su
madre segunda vez entrar y nacer?» 5 Respondióle Jesús: «En verdad, en verdad dígote: si alguno
no naciere de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo nacido de la carne, carne es,
y lo nacido del espíritu, espíritu es. 7 No te admires porque te he dicho: «Debéis nacer de nuevo». 8
El espíritu, donde quiere, espira, y su voz oyes, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es
todo el que ha nacido del espíritu». 9 Respondió Nicodemo y díjole: «¿Cómo puede esto suceder?»
10 Respondió Jesús y díjole: «Tú eres el maestro de Israel, ¿y esto ignoras? 11 En verdad, en
verdad, dígote que lo que sabemos, hablamos, y lo que hemos visto, atestiguamos, y nuestro
testimonio no recibís. 12 Si lo terreno os he dicho, y no creéis ¿cómo, si os dijere lo celestial,
creeréis? 13 Y nadie ha ascendido al cielo, sino el que del cielo ha descendido: el Hijo del hombre.
14 Y así como Moisés exaltó la serpiente en el desierto, así conviene que sea exaltado el Hijo del
hombre. 15 para que, todo el que creyere en él, tenga vida eterna. 16 Pues así ha amado Dios al
mundo, que a su Hijo, al unigénito, ha dado, para que, todo el que creyere en él, no perezca, sino
tenga vida eterna. 17 Que no ha enviado Dios el Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para
que se salve el mundo por él. 18 El que cree en él, no es juzgado; el que no cree, ya juzgado está,
pues no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y éste es el juicio: que la luz ha
venido al mundo, y han amado los hombres más las tinieblas que la luz; pues eran malas sus obras.
20 Pues todo el que lo malo practica, aborrece la luz y no viene a la luz, para que no se vituperen
sus obras; 21 pues el que hace la verdad, viene a la luz, para que se manifiesten sus obras; pues en
Dios están hechas».

22 Después de esto vino Jesús a sus discípulos a la judaica tierra; y allí quedábase con ellos, y
bautizaba. 23 Y estaba también Juan bautizando, en Enón cerca de Salem; pues aguas muchas había
allí; y llegábanse y bautizábanse; 24 pues aún no estaba arrojado en la prisión Juan.

25 Hubo, pues, cuestión de parte de los discípulos de Juan con un judío sobre la purificación. 26 Y
vinieron a Juan y dijéronle: «Maestro, el que estaba contigo allende el Jordán; a quien tú has
testimoniado, he aquí éste bautiza, y todos van a él». 27 Respondió Juan y dijo: «No puede un
hombre tomar ni una cosa, si no le ha sido dada desde el cielo. 28 Vosotros mismos me testimoniáis
que dije: «Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él. 29 El que tiene la esposa(b),
esposo es; y el amigo del esposo, el que parado está y le oye, con gozo gózase por la voz del esposo.
Este gozo, pues, el mío cumplido está. 30 Aquél debe crecer, yo, empero, disminuir. 31 El que de
arriba viene, por sobre todos está. El que es de la tierra, de la tierra es, y de la tierra habla; el que del
cielo viene, por sobre todos está; 32 lo que ha visto y oído, esto testimonia. Y su testimonio nadie
recibe. 33 El que recibió su testimonio, selló que Dios veraz es. 34 Porque(c) a quien envió Dios,
las palabras de Dios habla; porque no por medida da(d) el espíritu. 35 El Padre ama al Hijo y todo
ha dado en la mano de él. 36 El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que desobedece al
Hijo, no verá vida, sino la ira de Dios queda sobre él».

2 a. Como maestro, en calidad de.

29 b. Israel, la gente de Dios.

34 c. Aquel a quien.
d. Dios.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 4
En Sicar y Galilea
La samaritana
1 Como conoció, pues, el Señor que oyeron los fariseos que Jesús más discípulos hace y bautiza que
Juan, 2 (aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos) 3 dejó la Judea y retiróse otra vez a
la Galilea. 4 Y debía atravesar por la Samaria. 5 Viene, pues, a una ciudad de la Samaria, llamada
Sicar, cerca del paraje que dio Jacob a José, su hijo. 6 Y había allí una fuente de Jacob. Jesús, pues,
fatigado del viaje, sentóse así(a) sobre la fuente. Hora era como sexta; 7 viene una mujer de la
Samaria, a sacar agua. Dícela Jesús: «Dame de beber». 8 Pues sus discípulos habíanse ido a la
ciudad a alimentos comprar. 9 Dice, pues, a él la mujer, la samaritana: «¿Cómo tú que judío eres, a
mí de beber pides que mujer samaritana soy?» (Pues no tratan judíos con samaritanos). 10
Respondió Jesús y díjola: «Si supieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber»; tú
le pedirías y él te daría agua viva». 11 Dícele la mujer: «Señor, ni cubo tienes, y el pozo es hondo.
¿De dónde, pues, tienes el agua, la viva? 12 ¿Acaso tú mayor eres que nuestro padre Jacob; que nos
dio el pozo; y él mismo de él bebió, y sus hijos y sus crianzas(b)?» 13 Respondió Jesús y díjola:
«Todo el que bebe de esta agua, tendrá sed de nuevo; 14 pero el que bebiere del agua que yo le daré,
no tendrá sed, no, por el siglo(c), sino el agua que le daré, haráse en él fuente de agua saltando a
vida eterna». 15 Dice a él la mujer: «Señor dame esta agua, para no tener sed, ni atravesar acá a
sacar». 16 Dícela: «Vete, llama tu marido y ven acá». 17 Respondió la mujer y dijo: «No tengo
marido». Dícela Jesús: «Bellamente has dicho: que «marido no tengo»; 18 pues cinco maridos has
tenido; y ahora el que tienes, no es tu marido. Esto verdadero has dicho». 19 Dícele la mujer:
«Señor: veo que profeta eres tú. 20 Nuestros padres en este monte adoraron; y vosotros decís que en
Jerusalén es el lugar donde adorar se debe». 21 Dícela Jesús: «Créeme, mujer, que viene hora,
cuando, ni en este monte, ni en Jerusalén, adoraréis al Padre. 22 Vosotros adoráis lo que no sabéis;
nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salud, de(d) los judíos es; 23 empero viene hora y
ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad. Pues también el
Padre tales busca; los que le adoren. 24 Espíritu, Dios, también los que le adoran, en espíritu y
verdad deben adorarle». 25 Dícele la mujer: «Sé que el Mesías viene (el llamado Cristo); cuando
viniere aquél, nos declarará todo». 26 Dícela Jesús: «Yo soy, el que hablo contigo». 27 Y en esto
vinieron sus discípulos, y maravillábanse de que con mujer(e) hablaba; nadie, sin embargo, dijo:
«¿Qué buscas o qué hablas con ella?». 28 Dejó, pues, su hidria la mujer y se fue a la ciudad, y dice
a los hombres: 29 «Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿acaso éste no es
el Cristo?» 30 Salieron de la ciudad y vinieron a él. 31 Entre tanto rogábanle los discípulos,
diciendo: «Rabí, come». 32 Mas él díjoles: «Yo alimento tengo para comer, que vosotros no
sabéis». 33 Decían, pues, los discípulos entre sí: «¿Acaso alguien le ha traído de comer?» 34
Díceles Jesús: «Mi alimento es que yo haga la voluntad del que me ha enviado y cumpla su obra. 35
¿No decís vosotros: que «todavía un cuatrimestre es y la siega viene(f)?» He aquí dígoos, levantad
vuestros ojos y mirad las regiones, pues albas están para la mies. Ya 36 el que siega, salario recibe y
recoge fruto para vida eterna; para que el que siembra, a la vez se goce y el que siega. 37 Pues en
esto la palabra es verdadera: que «otro es el que siembra, y otro el que siega». 38 Yo os he enviado a
segar lo que no vosotros habéis trabajado: otros han trabajado, y vosotros en su trabajo habéis
entrado». 39 Y de aquella ciudad muchos creyeron en él, de los samaritanos, por la palabra de la
mujer atestiguando: que «díjome todo lo que he hecho». 40 Vinieron, pues, a él los samaritanos;
rogábanle quedar con ellos. Y quedó allí dos días; 41 y muchos más creyeron por la palabra de él;
42 y a la mujer decían: «No ya por tu habla creemos; pues nosotros mismos hemos oído, y sabemos
que éste es verdaderamente el Salvador del mundo».

43 Después de los dos días, salió de allí a la Galilea. 44 Pues el mismo Jesús atestiguó que un
profeta en su propia patria honor no tiene. 45 Cuando vino, pues, a la Galilea, recibiéronle los
galileos, que todo habían visto cuanto hizo en Jerusalén en la fiesta; pues también ellos vinieron a la
fiesta. 46 Vino, pues, de nuevo a Caná de la Galilea; donde hizo el agua vino.

Y había un regio(g), de quien el hijo estaba enfermo, en Cafarnaúm; 47 éste, oyendo que Jesús
llega, de la Judea, a la Galilea, fuese a él; y rogábale que bajara y sanara a su hijo; porque había de
morir. 48 Dijo, pues, Jesús a él: «Si no señales y prodigios viereis, no creeréis, no». 49 Dijo a él el
regio: «Señor, baja, antes que muera el niñito mío». 50 Dícele Jesús: «Ve: tu hijo vive». Creyó el
hombre a la palabra que le dijo Jesús, y se iba. 51 Y, ya bajando él, sus siervos encontráronle,
diciendo: «que tu niño vive». 52 Indagó, pues, aquella hora en que mejoró. Dijéronle, pues: que
«ayer a la hora séptima dejóle la fiebre». 53 Conoció, pues, el padre que(h) en aquella hora en que
le dijo Jesús: «Tu hijo vive»; y creyó él y su casa entera. 54 Y esta, de nuevo, segunda señal hizo
Jesús, viniendo, de la Judea, a la Galilea.

6 a. Como estaba.

12 b. Ovejas y cabras.

14 c. Los siglos...

22 d. Desde.

27 e. De que se humillara a hablar con una mujer cualquiera y en vía pública.

35 f. Proverbio = «después de cuatro meses, es la cosecha»; tanto tarda la simiente en crecer y


madurar.
46 g. Hombre regio, de cierta potestad real.

53 h. Era.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 5
Afirma Jesús su divinidad
1 Después de esto era una fiesta de los judíos; y salió Jesús a Jerusalén. 2 Y hay en Jerusalén junto a
la probática(a) una piscina(b), la llamada en hebreo Betsaida; que cinco pórticos tiene: 3 En éstos
estaba yaciendo una muchedumbre de los enfermos, ciegos, cojos, secos; que aguardaban el
movimiento del agua. 4 Pues un ángel del Señor por tiempo descendía a la piscina y agitaba el agua;
el primero pues, entrando tras de la agitación del agua, sano quedaba de cualquier enfermedad que
estaba cogido. 5 Y había un hombre allí, que treinta y ocho años tenía en su enfermedad; 6 a éste
viendo Jesús estar yaciendo, y conociendo que mucho ya tiempo tiene, dícele: «¿Quieres sano ser?»
7 Respondióle el enfermo: «Señor, hombre no tengo, para que, cuando se agita el agua, me eche en
la piscina; y en tanto que vengo yo, otro antes de mí baja». 8 Dícele Jesús: «Levántate, alza tu litera,
y paséate». 9 Y al punto fue sano el hombre y alzó su litera, y paseábase. Y era sábado en aquel día.
10 Decían, pues, los judíos al curado: «Sábado es: no te es lícito alzar tu litera». 11 Y él
respondióles: «El que me hizo sano, aquél me dijo: «Alza tu litera y paséate». 12 Preguntáronle:
«¿Quién es el hombre, el que te dijo: «Alza y paséate?» 13 Mas el sanado no sabía quién es; porque
Jesús declinó de la turba que había en el lugar. 14 Después de esto hállale Jesús en el santuario; y
díjole: «He aquí sano has sido hecho; ya no peques, para que no peor a ti algo suceda». 15 Retiróse
el hombre y comunicó a los judíos que Jesús es el que le hizo sano. 16 Y por esto perseguían los
judíos a Jesús, porque esto hacía en sábado.

17 Y él respondióles: «Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro». 18 Por esto, pues, más buscábanle los
judíos cómo matar, porque no sólo soltaba el sábado, sino también padre propio decía a Dios; igual
a sí mismo haciéndose con Dios. 19 Respondió; pues, y díjoles: «En verdad, en verdad dígoos: no
puede el Hijo hacer por sí nada, si no algo viere al Padre hacer; pues, lo que aquel hiciere, esto
también el Hijo semejantemente hace. 20 Pues el Padre ama al Hijo y todo manifiéstale lo que él
mismo hace; y mayores que éstas manifestarále obras, para que vosotros os maravilléis. 21 Pues, así
como el Padre resucita los muertos y vivifica, así también el Hijo a los que quiere, vivifica. 22 Pues
ni el Padre juzga a nadie, sino el juicio todo ha dado al Hijo; 23 para que todos honren al Hijo,
según honran al Padre. Quien no honra al Hijo, no honra al Padre, el que le envió. 24 En verdad, en
verdad dígoos, que el que mi palabra oye, y cree al que me envió, tiene vida eterna y a juicio no
viene, sino que ha pasado de la muerte a la vida. 25 En verdad, en verdad dígoos que viene la hora y
ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que hubieren oído, vivirán. 26
Pues, así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también al Hijo dio vida tener en sí mismo; 27 y
potestad dióle de juicio hacer, porque Hijo de hombre es. 28 No os maravilléis de esto, porque viene
la hora en que todos los en los monumentos oirán la voz de él; 29 y saldrán fuera los que lo bueno
han hecho, a resurrección de vida; los que lo malo han hecho, a resurrección de juicio. 30 No puedo
yo hacer de mí mismo nada; según oigo, juzgo, y el juicio el mío justo es; porque no busco la
voluntad la mía, sino la voluntad del que me envió. 31 Si yo atestiguo acerca de mí mismo, mi
testimonio no es verdadero; 32 otro es el que atestigua acerca de mí; y sé que verdadero es el
testimonio que atestigua acerca de mí. 33 Vosotros habéis enviado cerca de Juan; y ha atestiguado a
la verdad; 34 y yo, no de parte de hombre el testimonio tomo; sino esto digo, para que vosotros os
salvéis. 35 Aquél era la lámpara la que arde y luce; y vosotros quisisteis alborozaros por una hora a
su luz. 36 Mas yo tengo testimonio mayor que el de Juan; pues las obras que ha dado el Padre para
que yo las cumpla; las obras mismas que hago, atestiguan acerca de mí que el Padre me ha enviado.
37 Y el que ha enviado: Padre, aquél ha atestiguado acerca de mí; ni su voz jamás habéis oído, ni su
figura visto; 38 y su palabra no tenéis en vosotros quedando; pues al que envió aquél, a éste
vosotros no creéis. 39 Escudriñáis las Escrituras; porque vosotros creéis en ellas vida eterna tener; y
aquéllas son las que atestiguan acerca de mí; 40 y no queréis venir a mí para vida tener. 41 Gloria
de parte de hombres no tomo; 42 Empero conózcoos que el amor de Dios no tenéis en vosotros. 43
Yo he venido en el nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en el nombre el propio, a
aquél recibiréis. 44 ¿Cómo podéis vosotros creer, gloria unos de otros tomando, y la gloria la de
parte del sólo Dios no buscáis? 45 No creáis que yo os acusaré ante el Padre; hay quien os acusa:
Moisés en quien vosotros estáis esperando. 46 Pues, si creyeseis a Moisés, creeríais a mí; pues
acerca de mí aquél escribió. 47 Y si a los de aquél escritos no creéis ¿cómo a mis palabras
creeréis?».

2 a. Puerta. «Probática» = ovejuna; donde se lavaban las ovejas que se inmolaban.


b. Estanque.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 6
Del pan de la vida
1 Después de esto, retiróse Jesús allende el mar de la Galilea, de la Tiberíade; 2 y seguíale turba
mucha; pues veían las señales que hacía sobre los que estaban enfermos. 3 Y subió al monte Jesús, y
allí sentóse con sus discípulos. 4 Y estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. 5 Alzando, pues,
los ojos Jesús, y viendo que mucha turba viene a él, dice a Felipe: «¿De dónde compraremos panes,
porque coman éstos?» 6 Y esto decía, tentándole; pues él sabía qué había de hacer. 7 Respondióle
Felipe: «De doscientos denarios panes no bástanles, para que cada cual un poco reciba». 8 Dícele
uno de sus discípulos: Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9 «Hay un niñito aquí, que tiene cinco
panes cebadazos y dos pececillos; ¿pero esto qué es para tantos?» 10 Dijo Jesús: «Haced a los
hombres recostarse». Y había pasto mucho en el lugar. Recostáronse, pues, los varones, en número
de cinco mil. 11 Tomó, pues, los panes Jesús, y, agradeciendo, distribuyó a los recostados; así
también de los pececillos cuanto querían. 12 Y, como se hartaron, dice a sus discípulos: «Recoged
los sobrantes pedazos, para que nada perezca». 13 Recogieron, pues, y llenaron doce cofines de
pedazos de los cinco panes, los cebadazos, que sobraron a los que habían comido. 14 Los hombres,
pues, viendo las que hizo señales Jesús, decían: que «éste es verdaderamente el profeta el que viene
al mundo». 15 Jesús, pues, conociendo que han de venir a arrebatarle para hacer rey, retiróse de
nuevo al monte, él sólo.

16 Y, al atardecer, descendieron sus discípulos a la mar. 17 y, entrando en la barquilla, vinieron


allende la mar, a Cafarnaúm. Y obscuridad ya había, y aún no había a ellos venido Jesús; 18 y la
mar, viento grande soplando, entumecíase. 19 Habiendo, pues, andado como estadios veinticinco o
treinta, divisan a Jesús, paseando sobre la mar y cerca de la barca viniendo, y temieron. 20 Pero él
díceles: «Yo soy, no temáis». 21 Querían, pues, acogerle en la barca; y al punto estuvo la barca
sobre la tierra a la cual se dirigían.

22 El siguiente día la turba, la parada allende la mar, viendo que barquilla otra no había allí sino
una, y que no vino junto a sus discípulos Jesús a la barca, sino solos sus discípulos, se retiraron; 23
otras vinieron barcas de la Tiberíade cerca del lugar donde comieron el pan, bendiciendo el Señor.
24 Cuando vio la turba que Jesús no está allí, ni sus discípulos; entraron ellos en la barca y vinieron
a Cafarnaúm, buscando a Jesús; 25 y hallándole allende la mar, dijéronle: «Rabí ¿cuándo acá has
llegado?» 26 Respondióles: Jesús y dijo: «En verdad, en verdad dígoos: buscáisme, no porque
habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y hartádoos. 27 Obrad,(a) pues, no la
comida la que perece, sino la comida la que queda para vida eterna, que(b) el Hijo del hombre os
dará; pues a éste el Padre ha sellado: Dios» 28 Dijeron, pues, a él: «¿Qué haremos, para obrar las
obras de Dios?» 29 Respondió Jesús y díjoles: «Esta es la obra de Dios: que creáis en el que ha
enviado aquél». 30 Dijeron, pues, a él: «¿Cuál, pues haces tú señal, para que veamos y creamos en
ti? ¿Qué obras? 31 Nuestros padres el maná comieron en el desierto, según está escrito. «Pan del
cielo dióles a comer». 32 Díjoles, pues, Jesús: «En verdad, en verdad dígoos; no Moisés dióos el
pan del cielo, sino mi Padre daos el pan del cielo, el verdadero. 33 Pues el pan de Dios es el que
desciende del cielo y vida da al mundo. 34 Dijeron, pues a él: «Señor, siempre danos este pan». 35
Díjoles Jesús: «Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí, no hambreará, no; y el que cree en mí,
no tendrá sed, no, jamás. 36 Pero dígoos que y me habéis visto, y no creéis. 37 Todo lo que me da el
Padre, a mí llegará; y al que viene a mí, no le arrojaré fuera, no; 38 pues he descendido del cielo, no
para hacer la voluntad, la mía, sino la voluntad del que me ha enviado. 39 Y ésta es la voluntad del
que me ha enviado: que todo lo que me ha dado —no pierda yo de ello, sino lo resucite en el último
día. 40 Pues ésta es la voluntad de mi Padre que me ha enviado: que todo el que ve al Hijo y cree en
él, tenga vida eterna; y resucitaréle yo en el último día». 41 Murmuraban, pues, los judíos acerca de
él, porque dijo: «Yo soy el pan el descendido del cielo». 42 y decían: «¿Que no éste es Jesús el hijo
de José; de quien nosotros conocemos al padre y la madre? ¿Cómo ahora dice: que «del cielo he
descendido?» 43 Respondió Jesús y díjoles: «No murmuréis entre vosotros. 44 Nadie puede venir a
mí, si el Padre, el que me ha enviado, no le trajere; y yo resucitaréle en el último día. 45 Está escrito
en los profetas: «Y serán todos doctos(c) de Dios». Todo el que oye del Padre y aprende, viene a mí.
46 No porque al Padre ha visto alguno, si no el que es de Dios; éste ha visto al Padre. 47 En verdad,
en verdad dígoos: el que cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Vuestros padres
comieron en el desierto el maná, y murieron; 50 éste es el pan el que del cielo desciende, para que
alguno de él coma, y no muera. 51 Yo soy el pan, el vivo, el del cielo descendido; si alguno comiere
de este pan, vivirá por el siglo. Y el pan también que yo daré, la carne mía, es por la del mundo
vida». 52 Contendían, pues, entre sí los judíos, diciendo: «¿Cómo puede éste darnos su carne a
comer?» 53 Díjoles, pues, Jesús: «En verdad, en verdad dígoos: si no comiereis la carne del Hijo del
hombre y bebiereis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi
sangre, tiene vida eterna, y yo resucitaréle el último día. 55 Pues mi carne, verdadera es comida, y
mi sangre, verdadera es bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece y yo
en él. 57 Según me ha enviado, el vivo, Padre y yo vivo por el Padre, también el que me come,
también aquél vivirá por mí. 58 Este es el pan el del cielo descendido; no según comieron los
padres, y murieron; el que come este pan vivirá por el siglo». 59 Esto dijo en la sinagoga enseñando
en Cafarnaúm. 60 Muchos, pues, oyendo de entre sus discípulos dijeron: «Dura es esta palabra:
¿quién puede oírla?» 61 Sabiendo, pues, Jesús, dentro de sí, que murmuraban acerca de él sus
discípulos, díjoles: «¿Esto os escandaliza? 62 ¿Si viereis, pues, al Hijo del hombre ascender a donde
estaba primero(d)? 63 El espíritu es el que vivifica; la carne no aprovecha nada: las palabras que yo
os he hablado, espíritu son, y vida son(e). 64 Empero hay entre vosotros algunos que no creen».
Pues sabía desde un principio Jesús, quiénes son los no creyentes, y quién es el que le ha de
entregar. 65 Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí, si no le ha sido dado por el
Padre». 66 Desde entonces muchos de entre sus discípulos volvieron atrás, y ya no con él iban
andando. 67 Dijo, pues, Jesús a los doce: «¿No también vosotros queréis iros?» 68 Respondióle
Simón Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? palabras de vida eterna tienes, 69 y nosotros hemos creído y
conocido que tú eres el Santo de Dios». 70 Respondióles Jesús: «¿No yo a vosotros los doce he
elegido? Y de entre vosotros uno diablo es». 71 Y decía de Judas, de Simón Iscariotes; pues éste
había de entregarle, uno, de entre los doce.
27 a. Trabajad por.
b. La comida que.

45 c. Enseñados por Dios.

62 d. ¿Qué diréis? ¿Dudaréis todavía de lo que os digo? = (Reticencia).

63 e. Advierte Cristo que no habla de su carne material, mortal, sino de la glorificada,


espiritualizada.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 7
De Galilea a Jerusalén
1 Y después de esto, recorría Jesús la Galilea; pues, no quería la Judea recorrer, porque buscábanle
los judíos matar. 2 Y estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos. 3 Dijeron, pues, a él
sus hermanos: «Pásate de aquí y vete a la Judea, para que también tus discípulos vean tus obras que
haces; 4 pues nadie algo en oculto hace; y busca él mismo en libre habla estar. Si esto haces,
manifiéstate al mundo». 5 Pues ni sus hermanos creían en él. 6 Díceles, pues, Jesús: «El tiempo el
mío aún no ha llegado; pero el tiempo, el vuestro, siempre está preparado. 7 No puede el mundo
aborreceros, pero a mí aborrece; porque yo atestiguo acerca de él que sus obras malas son. 8
Vosotros subid a la fiesta, yo aún no subo a esta fiesta; porque mi tiempo aún no está cumplido». 9
Y, esto diciéndoles, quedó en la Galilea. 10 Mas como subieron sus hermanos a la fiesta, entonces
también él subió, no manifiestamente, sino como en oculto. 11 Los judíos, pues, buscábanle en la
fiesta y decían; «¿Dónde está aquél?» 12 Y murmullo acerca de él había mucho en las turbas. Unos
decían: que «bueno es» y otros decían: «No; sino que descamina a la turba». 13 Nadie sin embargo,
con libre discurso hablaba acerca de él, por miedo de los judíos.

14 Y, ya la fiesta mediando, subió Jesús al santuario; y enseñaba. 15 Maravillábanse, pues, los


judíos, diciendo: «¿Cómo éste letras sabe, no habiendo aprendido?» 16 Respondióles, pues, Jesús y
dijo: «La doctrina mía no es mía, sino del que me ha enviado; 17 si alguno quisiere el querer de él
hacer, conocerá acerca de la doctrina: si acaso de Dios es o yo por mí mismo hablo. 18 El qué por sí
mismo habla, la gloria la propia busca; mas el que busca la gloria del que le ha enviado, éste veraz
es, e injusticia en él no hay: 19 Moisés ¿no os dio la ley? y nadie de entre vosotros hace la ley; ¿qué
me buscáis matar(a)?» 20 Respondió la turba: «Demonio tienes; ¿quién te busca matar?» 21
Respondió Jesús y díjoles: «Una obra he hecho, y todos os maravilláis(b). 22 Por esto Moisés os ha
dado la circuncisión: no porque de Moisés es, sino de los padres; y en sábado circuncidáis a un
hombre. 23 Si la circuncisión recibe el hombre en sábado para que no se suelte la ley de Moisés
¿conmigo os encolerizáis porque a todo el hombre sano he hecho en sábado? 24 No juzguéis, según
vista, sino el justo juicio juzgad». 25 Decían, pues, algunos de los jerosolimitanos: «¿No es éste el
que buscan matar? 26 Y he aquí con libre discurso habla, y nada le dicen: ¿No será que
verdaderamente han conocido los príncipes que éste es el Cristo? 27 Empero éste sabemos de dónde
es». 28 Clamó, pues, en el santuario enseñando Jesús y diciendo: «Y a mí sabéis, y sabéis de dónde
soy; y de mí mismo no he venido; empero es veraz el que me ha enviado, a quien vosotros no
sabéis; 29 yo le sé, pues de él soy(c), y aquél me ha enviado». 30 Buscaban, pues, prenderle; y
nadie echó sobre él la mano, porque aún no había venido su hora. 31 Y de la turba muchos creyeron
en él; y decían. «El Cristo, cuando viniere ¿acaso más señales hará que éste ha hecho?» 32 Oyeron
los fariseos, a la turba susurrar acerca de él estas cosas; y enviaron los sumos sacerdotes y los
fariseos servidores para prenderle. 33 Dijo, pues, Jesús: «Aún tiempo pequeño con vosotros estoy, y
voime al que me ha enviado. 34 Buscaréisme y no hallaréis, y donde estoy yo, vosotros no podéis
venir». 35 Dijeron pues los judíos entre sí: «A dónde éste ha de ir, que nosotros no le hallaremos?
¿Acaso a la dispersión de los helenos(d) ha de ir y enseñar a los helenos? 36 ¿Cuál es esta palabra
que ha dicho: «Buscaréisme y no hallaréis y a donde estoy yo, vosotros no podéis venir?» 37 Y en
el último día el grande de la fiesta, parado estaba Jesús, y clamó diciendo: «Si alguno tuviere sed,
venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, según dijo la Escritura —ríos de su vientre fluirán de agua
viva». 39 Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creían en él; pues aún no había sido
dado Espíritu Santo, porque Jesús todavía no estaba glorificado. 40 De entre la turba, pues, oyendo
estas palabras, decían: «Este es verdaderamente el profeta». 41 Otros decían: «Este es el Cristo».
Quiénes decían: «¿Pues acaso de la Galilea el Cristo viene? 42 ¿No dice la Escritura que de la
simiente de David y de Belén, la aldea donde estaba David, viene el Cristo?» 43 Escisión, pues,
hubo en la turba por él; 44 y algunos querían entre ellos, prenderle; pero nadie echó sobre él las
manos. 45 Vinieron, pues, los servidores a los sumos sacerdotes y fariseos, y dijéronles aquéllos:
«¿Por qué no le habéis traído?» 46 Respondieron los servidores: «Jamás ha hablado así un hombre».
47 Respondieron, pues, los fariseos: «¿Acaso también vosotros descaminados estáis? 48 ¿Acaso
alguno de entre los príncipes ha creído en él o de entre los fariseos? 49 Empero la turba ésta, la que
no conoce la ley —malditos son». 50 Dice Nicodemo a ellos, el que vino a él antes, que uno era de
entre ellos: 51 «¿Acaso nuestra ley juzga al hombre, si no oyere primero de él y conociere qué
hace?» 52 Respondieron y dijéronle: «¿Acaso también tú de la Galilea eres? Escudriña y ve que de
la Galilea profeta no se levanta». 53 Y fuese cada cual a su casa.

19 a. Vosotros, transgresores de ella, como si la quebrantara yo.

21 b. Espantáis, indignáis.

29 c. Procedo.

35 d. Judíos dispersos entre los helenos, paganos.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 8
Testifica su divinidad
La adúltera
1 Y Jesús fuese al monte de las Olivas. 2 Y al alba de nuevo vínose al santuario, y todo el pueblo
vino a él, y sentado enseñábales. 3 Y traen los escribas y los fariseos a él una mujer en adulterio
sorprendida; y poniéndola en medio, 4 dícenle: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el
hurto(a) mismo, adulterando; 5 y en la ley Moisés nos mandó a las tales apedrear. Tú, pues, ¿qué
dices?» 6 Y esto decían, tentándole para tener cómo acusarle. Mas Jesús hacia abajo encorvándose,
con el dedo escribía en la tierra. 7 Y, como se quedaron preguntándole, desencorvándose, dijo a
ellos: «El inculpable de vosotros primero la piedra sobre ella arroje»; 8 y de nuevo hacia abajo
encorvándose, escribía en la tierra. 9 Y ellos, oyendo, salíanse uno a uno, empezando por los
ancianos; y quedó sólo Jesús y la mujer en medio parada. 10 Y desencorvándose Jesús y a nadie
viendo, fuera de la mujer, díjola: «¡Mujer! ¿dónde están aquéllos, los acusadores tuyos? ¿Nadie te
ha condenado?» 11 Y ella dijo: «Nadie, Señor». Díjole Jesús: «Ni yo te condenaré; anda, y ya no
peques». 12 De nuevo, pues, les habló Jesús, diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue,
no se andará, no, en la obscuridad, sino tendrá la luz de la vida». 13 Dijéronle, pues, los fariseos:
«Tú de ti mismo testificas; tu testimonio no es verdadero». 14 Respondió Jesús y díjoles: «Aunque
yo testifico de mí mismo, mi testimonio verdadero es; porque sé de dónde he venido y a dónde voy;
pero vosotros no sabéis de dónde vengo y a dónde voy. 15 Vosotros, según la carne, juzgáis; yo no
juzgo a nadie. 16 Y si también yo juzgo, el juicio el mío verdadero es; porque solo no soy, sino yo y
el que me ha enviado —Padre. 17 Y también en ley, la vuestra, escrito está que de dos hombres el
testimonio verdadero es; 18 Yo soy el que testifico de mí mismo y testifica de mí el que me ha
enviado —Padre». 19 Decíanle, pues: «¿Dónde está tu padre?» Respondió Jesús: «No a mí sabéis,
ni a mi Padre; si a mí supieseis, también a mi Padre sabríais». 20 Estas palabras habló en el
gazofilacio, enseñando en el santuario; y nadie prendióle, pues aún no había venido su hora. 21
Díjoles, pues, de nuevo: «Yo me voy, y buscaréisme; y en vuestro pecado moriréis; a donde yo me
voy, vosotros no podéis venir». 22 Decían, pues, los judíos: «¿No se habrá de matar, que dice: «A
donde yo me voy, vosotros no podéis venir». 23 Y decíales: «Vosotros de lo de abajo sois; yo de lo
de arriba soy; vosotros de este mundo sois; yo no soy de este mundo. 24 Digo, pues, a vosotros que
moriréis en vuestros pecados; porque, si no creyereis que yo soy(b), moriréis en vuestros pecados».
25 Decíanle, pues, «Tú ¿quién eres?» Díjoles Jesús: «Desde luego(c) ¿qué también hablo a
vosotros? 26 Mucho tengo de vosotros que hablar y juzgar; pero, el que me ha enviado, veraz es; y
yo lo que he oído de él, esto hablo al mundo». 27 No conocieron que al Padre les decía. 28 Dijo,
pues, Jesús: «Cuando exaltareis al Hijo del hombre, entonces conoceréis que yo soy, y de mí mismo
hago nada, sino que, según me ha enseñado mi Padre, esto hablo. 29 Y el que me ha enviado,
conmigo está; no me ha dejado solo, porque yo lo agradable a él hago siempre». 30 Esto él
hablando, muchos creyeron en él. 31 Decía, pues, Jesús a los que estaban creyendo en él, judíos: «Si
vosotros permaneciereis en la palabra la mía, verdaderamente discípulos míos sois; 32 y conoceréis
la verdad, y la verdad libertaráos». 33 Respondieron a él: «Simiente de Abrahán somos y a nadie
hemos servido jamás; ¿cómo tú dices: que libres seréis?» 34 Respondióles Jesús: «En verdad, en
verdad dígoos que todo el que hace el pecado, siervo es del pecado; 35 y el siervo no queda en la
casa por el siglo. El hijo queda por el siglo. 36 Si el hijo, pues, os libertare, realmente libres seréis.
37 Sé que simiente de Abrahán sois; empero buscáisme matar, porque la palabra la mía no cabe en
vosotros. 38 Lo que yo tengo visto cerca del Padre, hablo; y vosotros, pues, lo que habéis oído cerca
del padre(d), hacéis». 39 Respondieron y dijéronle: «El padre de nosotros Abrahán es». Díceles
Jesús: «Si hijos de Abrahán sois, las obras de Abrahán haced; 40 pero ahora buscáisme matar, a un
hombre que la verdad os ha hablado que he oído de Dios: esto Abrahán no hizo. 41 Vosotros hacéis
las obras de vuestro padre». Dijéronle: «Nosotros de ramería(e) no hemos nacido: a un padre
tenemos: Dios». 42 Díjoles Jesús: «Si Dios vuestro padre fuese, amaríais a mí, pues yo de Dios he
salido y llego; pues ni de mí mismo he venido; sino que aquél me envió. 43 ¿Por qué el habla la mía
no conocéis? Porque no podéis oír la palabra la mía. 44 Vosotros del padre, del diablo, sois, y los
deseos de vuestro padre queréis hacer. Aquél homicida era, de principio, y en la verdad no se
estuvo, porque no hay verdad en él. Cuando hablare la mentira, de lo propio habla; porque
mentiroso es y el padre de ella(f). 45 Pero yo, porque la verdad digo, no me creéis. 46 ¿Quién de
entre vosotros me arguye de pecado? Si verdad digo, ¿por qué vosotros no me creéis? 47 El que es
de Dios, las palabras de Dios oye; por esto vosotros no oís, porque de Dios no sois». 48
Respondieron los judíos y dijéronle: «¿No bellamente decimos nosotros que samaritano eres tú, y
demonio tienes?» 49 Respondió Jesús: «Yo demonio no tengo, sino que honro a mi Padre, y
vosotros me deshonráis. 50 Y yo no busco mi gloria; hay quien busque y juzgue. 51 En verdad, en
verdad dígoos: si alguno mi palabra guardare, muerte no verá, no, por el siglo». 52 Dijéronle los
judíos: «Ahora hemos conocido que demonio tienes. Abrahán murió y los profetas, y tú dices: «Si
alguno mi palabra guardare, no gustará, no, muerte por el siglo». 53 ¿Qué tú mayor eres que nuestro
padre Abrahán; el cual murió y los profetas murieron? ¿Quién a ti mismo haces?» 54 Respondió
Jesús: «Si yo me glorificare a mí, mi gloria nada es; es el Padre el que me glorifica, quien vosotros
decís que vuestro Dios es; 55 y no le habéis conocido; pero yo le sé. Y, si dijere que no le sé, seré
semejante a vosotros: mendaz; empero le sé y su palabra guardo. 56 Abrahán, vuestro padre,
alborozóse para ver el día, el mío, y vio y se gozó». 57 Dijeron, pues, los judíos a él; «Cincuenta
años aún no tienes, y ¿a Abrahán has visto?» 58 Díjoles Jesús: «En verdad, en verdad dígoos: antes
que Abrahán fuese, yo soy». 59 Alzaron, pues, piedras para lanzar sobre él; pero Jesús ocultóse y
salió del santuario.

4 a. Como ladrón en el hurto = en fragante.

24 b. El que digo.

25 c. En manera alguna merecéis que os hable. —A la pregunta de mala fe y audaz, responde Cristo
enérgicamente.

38 d. Vuestro.

41 e. Idolatría.

44 f. La mentira.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 9
El ciego de nacimiento
1 Y pasando Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y preguntáronle sus discípulos diciendo:
«Rabí, ¿quién pecó: éste o sus padres para que ciego naciera?» 3 Respondió Jesús: «Ni éste pecó, ni
sus padres; pero para que se manifiesten las obras de Dios en él. 4 Nosotros debemos obrar las
obras del que me ha enviado, mientras día es; viene noche, cuando nadie puede obrar. 5 En tanto yo
en el mundo fuere, luz soy del mundo». 6 Esto diciendo, esputó en tierra, e hizo lodo del esputo, y
puso el lodo sobre sus ojos; 7 y díjole: «Véte, lávate en el natatorio de Siloé «(lo que se interpreta:
Enviado). Retiróse, pues, y lavóse y vino viendo. 8 Los vecinos, pues, y los que le veían antes,
porque mendigo era, decían: «¿No éste es el sentado y mendigando?» 9 Otros decían: que «éste es»;
otros decían: «No, sino semejante a él es»: Aquél decía: que «yo soy». 10 Decíanle, pues: «¿Cómo
abriéronsete los ojos?» 11 Respondió aquél: «El hombre, el llamado Jesús, lodo hizo, y untó mis
ojos y díjome: que «vete a Siloé, y lávate». Yéndome, pues, y lavándome, vi». 12 Y dijéronle:
«¿Dónde está aquél?». Dice «No sé». 13 Llévanle, pues, a los fariseos, al antes ciego. 14 Y era
sábado el día en que el lodo hizo Jesús y abrió sus ojos. 15 De nuevo, pues, preguntáronle también
los fariseos cómo vio. Y él díjoles: «Lodo puso sobre mis ojos, y lavéme, y veo». 16 Decían, pues,
de entre los fariseos algunos: «No es éste de Dios —el hombre, porque el sábado no guarda». Otros
decían: «¿Cómo puede un hombre pecador tales señales hacer?» Y escisión había en ellos. 17
Dicen, pues, al ciego de nuevo: «¿Qué tú dices de él, porque te abrió los ojos?» Y él dijo: «Que
profeta es». 18 No creyeron, pues, los judíos de él: que fue ciego y vio hasta que llamaron a los
padres, del que vio; 19 y les preguntaron, diciendo: «¿Este es el hijo vuestro, que vosotros decís que
ciego nació? ¿Cómo, pues, ve ahora?» 20 Respondieron, pues, sus padres, y dijeron: «Sabemos que
éste es el hijo nuestro y que ciego nació; 21 mas cómo ahora ve, no sabemos; o quién abrió sus ojos,
nosotros no sabemos; a él preguntad; edad tiene; él acerca de sí mismo hablará». 22 Esto dijeron sus
padres porque temían a los judíos; pues ya habían acordado los judíos que, si alguno le confesaba
Cristo, fuese entredicho de la sinagoga. 23 Por esto sus padres dijeron: que «edad tiene; a él
preguntad», 24 Llamaron, pues, al hombre por segunda vez, al que había sido ciego, y dijéronle:
«Da gloria a Dios, nosotros sabemos que este hombre pecador es». 25 Respondió, pues, aquél: «Si
pecador es, no sé: una cosa sé: que, siendo ciego, ahora veo». 26 Dijéronle pues: «¿Qué te hizo?
¿Cómo abrió tus ojos?» 27 Respondióles: «Díjeos ya, y no oísteis(a). ¿Qué otra vez queréis oír?
¿Qué también vosotros queréis discípulos suyos haceros?» 28 E improperáronle y dijeron: «Tú
discípulo eres de aquél, pero nosotros de Moisés somos discípulos. 29 Nosotros sabemos que a
Moisés ha hablado Dios; pero éste no sabemos de dónde es». 30 Respondió el hombre y díjoles:
«Pues en esto lo admirable está: que vosotros no sabéis de dónde es; y abrió mis ojos. 31 Sabemos
que Dios a pecadores no oye; empero, si alguno temeroso de Dios fuere y su voluntad hiciere, a éste
oye. 32 Desde el siglo no se ha oído que abriera alguno ojos de ciego nato; 33 si no fuese éste de
Dios, no pudiera hacer nada». 34 Respondieron y dijéronle: «En pecados tú naciste todo, ¿y tú nos
enseñas?»; y arrojáronle fuera. 35 Oyó Jesús que le arrojaron fuera; y hallándole, dijo: «¿Tú crees
en el Hijo del hombre?» 36 «¿Y quién es —dijo— Señor, para creer yo en él?» 37 Díjole Jesús: «Y
le has visto, y el que habla contigo, ése es». 38 Y él dijo: «Creo, Señor»; y adoróle. 39 Y dijo Jesús:
«A juicio yo a este mundo he venido, para que, los que no ven, vean, y los que ven, ciegos se
hagan». 40 Y oyeron, de entre los fariseos, esto los que con él estaban; y dijéronle: «¿Que también
nosotros ciegos somos?» 41 Díjoles Jesús: «Si ciegos fueseis, no tendríais pecado; mas ahora decís:
que «vemos»; vuestro pecado queda.»

27 a. No quisisteis oír.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 10
Divinidad de Cristo
El buen pastor
1 «En verdad, en verdad dígoos: el que no entra, por la puerta, en el redil de las ovejas, sino que
sube por otra parte, aquél ladrón es y bandido; 2 mas el que entra por la puerta, pastor es de las
ovejas. 3 A éste el portero abre, y las ovejas su voz escuchan; y las propias ovejas llama por nombre
y sácalas fuera. 4 Cuando las propias todas echare fuera, delante de ellas camina; y las ovejas le
siguen; pues saben su voz; 5 mas a extraño no seguirán, no; sino que huirán de él, porque no saben
de los extraños la voz.» 6 Esta parábola díjoles Jesús; pero aquéllos no conocieron qué era lo que
hablaba. 7 Dijo pues, de nuevo Jesús: «En verdad, en verdad dígoos que yo soy la puerta de las
ovejas. 8 Todos cuantos han venido antes de mí, ladrones son y bandidos; empero no les han
escuchado las ovejas. 9 Yo soy la puerta; por mí si alguno entrare, se salvará, y entrará y saldrá, y
pasto hallará. 10 El ladrón no viene, sino para robar, y matar y perder; yo he venido para que vida
tengan y demás tengan. 11 Yo soy el pastor, el bello(a). El pastor, el bello, su alma pone por las
ovejas; 12 pero el mercenario y el que no es pastor, de quien no son las ovejas propias, ve al lobo
venir y abandona las ovejas y huye (y el lobo arrebátalas y dispersa); 13 porque mercenario es y no
le importa de las ovejas. 14 Yo soy el pastor bello, y conozco las mías, y conócenme las mías; 15
según me conoce el Padre y yo conozco al Padre; y mi alma pongo por mis ovejas. 16 Y otras
ovejas tengo que no son de este redil; también aquéllas debo traer, y mi voz escucharán, y haráse un
rebaño, un pastor. 17 Por esto me ama el Padre, porque yo pongo mi alma, para de nuevo tomarla.
18 Nadie arrebátala de mí; mas yo póngola de mí mismo. Potestad tengo para ponerla, y potestad
tengo para de nuevo tomarla. Este mandamiento he recibido de mi Padre». 19 Escisión de nuevo
hubo en los judíos por estas palabras. 20 Y decían muchos de entre ellos: «Demonio tiene y
enloquece: ¿qué le oís?» 21 Otros decían: «Estas palabras no son de endemoniado. ¿Acaso un
demonio puede de ciegos, ojos abrir». 22 Hubo entonces la dedicación(b) en Jerusalén; invierno era;
23 y paseábase Jesús en el santuario, en el pórtico de Salomón. 24 Cercáronle, pues, los judíos, y
decíanle: «¿Hasta cuándo nuestra alma alzas?(c). Si tú eres el Cristo, dinos con libre habla». 25
Respondióles Jesús: «Os he dicho, y no habéis creído. Las obras que yo hago en el nombre de mi
Padre, éstas testifican en mí; 26 empero vosotros no creéis; porque no sois de las ovejas, las mías.
27 Las ovejas, las mías, mi voz escuchan y yo conózcolas, y síguenme, 28 y yo doiles vida eterna, y
no perecerán, no, por el siglo, y no arrebatará alguno a ellas de mi mano. 29 Mi Padre lo que me
tiene dado, lo mayor de todo es, y nadie puede arrebatar de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre uno
somos». 31 Levantaron, pues, de nuevo piedras los judíos para apedrearle. 32 Respondióles Jesús:
«Muchas obras os he manifestado bellas de(d) mi Padre: ¿por cuál de las mismas obras me
apedreáis?» 33 Respondiéronle los judíos: «Por bella obra no te apedreamos, sino por blasfemia, y
porque tú, hombre siendo, háceste Dios». 34 Respondióles Jesús: «¿No está escrito en vuestra ley
que: «Yo dije: «¿Dioses sois?» 35 Si a aquellos dijo dioses, a los que la palabra de Dios vino, y no
puede soltarse la Escritura; 36 a quien el Padre santificó, y envió al mundo —¿vosotros decís: que
«blasfemas», porque dije: «Hijo de Dios soy?» 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis;
38 a las obras creed, para que conozcáis y reconozcáis que ¡en mí, el Padre, y yo, en el Padre!» 39
Buscaron, pues, de nuevo prenderle; y salió de la mano de ellos; 40 y retiróse de nuevo allende el
Jordán, al lugar donde estaba Juan, primero, bautizando; y quedóse allí. 41 Y muchos vinieron a él;
y decían que Juan ciertamente señal hizo ninguna; pero todo cuanto dijo Juan acerca de él,
verdadero era. 42 Y muchos creyeron en él allí.

11 a. Perfecto.

22 b. Las fiestas de la dedicación del templo.

24 c. Nos perturbas profundamente.

32 d. Desde; hechas con él.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 11
Resurrección de Lázaro
1 Y había alguien enfermo: Lázaro de Betania, de la aldea de María, y Marta, su hermana; 2 y era
María, la que ungió al Señor con ungüento y enjugó sus pies con sus cabellos; cuyo hermano Lázaro
enfermo estaba. 3 Enviaron, pues, las hermanas a él, diciendo: «Señor: he aquí el que quieres,
enfermo está». 4 Y, oyendo Jesús dijo: «Esta enfermedad no es para muerte, sino por la gloria de
Dios, para que sea glorificado el Hijo de Dios por ella». 5 Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana y
a Lázaro. 6 Como oyó, pues, que está enfermo, entonces aún quedóse en el lugar que estaba, dos
días; 7 luego, después de esto, dice a los discípulos: «Vámonos a la Judea de nuevo». 8 Dícenle los
discípulos: «Rabí, ahora buscábante apedrear los judíos, ¿y de nuevo te vas allá?» 9 Respondió
Jesús: «¿Que no doce horas son del día? Si alguno caminare en el día(a), no se lastima, porque la
luz de este mundo mira; 10 pero, si alguno caminare en la noche, se lastima, porque la luz no está
en él». 11 Esto dijo, y, después de esto, díceles: «Lázaro, nuestro amigo, está durmiendo; pero me
voy, para despertarle». 12 Dijerónle, pues, sus discípulos: «Señor, si está durmiendo, salvará». 13 Y
había dicho Jesús de la muerte de él; mas aquéllos pensaron que de la dormición del sueño dice. 14
Entonces, pues, díjoles Jesús con libre habla: «Lázaro ha muerto, 15 y alégrome (por vosotros, para
que creáis) de no haber estado allí(b); empero, vámonos a él». 16 Dijo, pues, Tomás, el llamado
Dídimo(c), a los condiscípulos: «Vámonos también nosotros, para morir con él». 17 Viniendo, pues,
Jesús, hallóle cuatro ya días teniendo en la sepultura. 18 Y estaba Betania cerca de Jerusalén, como
a estadios quince; 19 Y muchos de entre los judíos habían venido a Marta y María, para consolarlas
del hermano. 20 Marta, pues, como oyó que Jesús viene, encontróle; y María en la casa estaba
sentada. 21 Dijo, pues, Marta a Jesús: «Señor, si estuvieras aquí, no hubiese muerto mi hermano. 22
Empero, también ahora sé que, cuanto pidieres a Dios, te dará Dios». 23 Dícela Jesús: «Resucitará
tú hermano». 24 Dícele Marta: «Sé que resucitará en la resurrección, en el último día». 25 Díjola
Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muriere, vivirá; 26 y todo el que
vive y cree en mí, no morirá, no, por el siglo. ¿Crees esto?» 27 Dícele: «Sí, Señor, yo he creído que
tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que al mundo viene». 28 Y esto diciendo, fuese y llamó a María,
su hermana, en secreto, diciendo: «El Maestro está aquí, y llámate». 29 Y aquélla, como oyó,
levantóse presto y vino a él; 30 y aún no había llegado Jesús a la aldea, sino estaba todavía en el
lugar donde le encontró Marta. 31 Los judíos, pues, los que estaban con ella en la casa y
consolábanla, viendo a María que prestamente se levantó y salió, siguiéronla, pensando que va a la
sepultura a llorar allí. 32 María, pues, como vino donde estaba Jesús, viéndole, cayó a sus pies,
diciéndole: «Señor, si estuvieras aquí, no hubiese muerto el hermano». 33 Jesús, pues, como la vio
llorando y a los con ella venidos judíos llorando, regimió con el espíritu y conturbóse a sí mismo,
34 y dijo: «¿Dónde le habéis puesto?» 35 Dícenle: «Señor, ven y ve». Lagrimó Jesús. 36 Decían,
pues, los judíos: «He aquí cómo le quería». 37 Y algunos de entre ellos dijeron: «¿No podía éste,
que abrió los ojos del ciego, hacer que éste no muriese?» 38 Jesús, pues, de nuevo, regimiendo
dentro de sí mismo, viene a la sepultura; y era una gruta, y una piedra yacía sobre ella. 39 Dice
Jesús: «Alzad la piedra». Dícele la hermana del difunto, Marta: «Señor, ya hiede; porque
cuatriduano es». 40 Dícela Jesús: «¿No te he dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios?» 41
Alzaron, pues, la piedra. Y Jesús alzó los ojos arriba y dijo: «Padre, agradézcote, que me has oído.
42 Y yo sabía que siempre me oyes; empero, por la turba circunstante, he dicho; porque crean que
tú me has enviado». 43 Y esto diciendo, con voz grande clamó: «¡Lázaro!, ¡acá! ¡fuera!». 44 Salió
el muerto atado los(d) pies y las manos con ligaduras; y su rostro en sudario envuelto estaba. Dice
Jesús a ellos: «Desatadle, y dejadle irse». 45 Muchos, pues, de los judíos, los que vinieron a María y
vieron lo que hizo, creyeron en él; 46 mas algunos de ellos, fuéronse a los fariseos y dijéronles lo
que hizo Jesús.

47 Congregaron, pues, los sumos sacerdotes y los fariseos sanedrín(e); y decían: «¿Qué hacemos,
porque este hombre muchas hace —señales? 48 Si le dejamos así, todos creerán en él, y vendrán los
romanos y llevaránse de nosotros y el lugar y la gente». 49 Y alguien, de entre ellos: Caifás, sumo
sacerdote siendo de aquel año, díjoles: «Vosotros no sabéis nada, 50 ni pensáis que os conviene que
un hombre muera por el hombre y no toda la gente perezca». 51 Pero esto de sí mismo no dijo, sino
que, sumo sacerdote siendo de aquel año, profetizó que había Jesús de morir por la gente; 52 y no
por la gente sólo; sino para que también los hijos de Dios los dispersos congregase en uno. 53
Desde aquel día, pues, acordaron matarle. 54 Jesús, pues, ya no con libre habla se andaba en los
judíos; sino que se retiró de allí a la región cerca del desierto: a Efrén, llamada: ciudad(f) y allí
quedóse con los discípulos. 55 Y estaba cerca la pascua de los judíos, y subieron muchos a
Jerusalén, desde la región, antes de la Pascua, para santificarse(g). 56 Buscaban, pues, a Jesús, y
decían unos a otros, en el santuario parados: «¿Qué os parece que no ha venido, no, a la fiesta?» 57
y habían dado los sumos sacerdotes y los fariseos órdenes de que, si alguno conocía dónde está,
avisase para prenderle.

9 a. La luz dada por Dios para trabajar —si hiciere la voluntad de Dios.

15 b. El corazón me habría obligado a sanarle.

16 c. Mellizo.

44 d. De los...

47 e. Consejo.

54 f. Urbecita la llama Josefo.


55 g. Por los sacrificios.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 12
Glorificación de Jesús
1 Jesús, pues, antes de seis días de la pascua, vino a Betania; donde estaba Lázaro, a quien resucitó
de entre los muertos Jesús. 2 Hiciéronle, pues, cena allí; y Marta servía; y Lázaro uno era de los
recostados con él; 3 María, pues, tomando una libra de ungüento de nardo líquido, muy precioso,
ungió los pies de Jesús y enjugó con sus cabellos sus pies; y la casa llenóse del olor del ungüento. 4
Dice, pues, Judas, el Iscariotes, uno de los discípulos; el que le había de entregar. 5 «¿Por qué este
ungüento no se vendió en trescientos denarios y se dio a los pobres?» 6 Y esto dijo, no porque de
los pobres le importara, sino porque ladrón era, y la bolsa teniendo, lo que se echaba, se llevaba. 7
Dijo, pues, Jesús: «Déjala, que, para el día de mi sepultura, lo guarde(a), 8 pues, pobres siempre
tenéis con vosotros; a mí, empero, no siempre tenéis». 9 Conoció, pues, turba mucha de los judíos
que allí está; y vinieron, no por Jesús sólo, sino también a Lázaro ver, a quien resucitó de muertos.
10 Y consultábanse también los sumos sacerdotes para también a Lázaro matar; 11 pues muchos,
por él, íbanse, de los judíos, y creían en Jesús.

12 El siguiente día, turba mucha, la que había venido a la fiesta, cuando oyeron que viene Jesús a
Jerusalén, 13 cogieron las ramas de las palmeras y saliéronle al encuentro; y clamaban: «¡Hosanna,
bendito el que viene en nombre de Señor, y el rey de Israel». 14 Y, hallando Jesús un asnillo,
sentóse sobre él; según está escrito:

15 No temas, hija de Sión;


he aquí tu rey viene
sentado sobre pollino de asna.

16 Esto no conocieron sus discípulos de primero, sino, cuando glorificado fue Jesús, entonces
recordaron que esto estaba de él escrito y esto hiciéronle. 17 Atestiguaba, pues, la turba; la que
estaba con él, cuando a Lázaro llamó de la sepultura y resucitóle de los muertos. 18 Por esto
también encontróle la turba, cuando oyeron que ésta él había hecho señal. 19 Los fariseos, pues,
dijeron entre sí: «¿Veis que no aprovecháis nada? He aquí el mundo en pos de él se ha ido».

20 Y había helenos, algunos de los que subían a adorar en la fiesta; 21 éstos, pues, acercáronse a
Felipe, el de Betsaida de la Galilea, y rogáronle, diciendo: «Señor, queremos a Jesús ver». 22 Viene,
pues Felipe y dice a Andrés; viene Andrés y Felipe y dicen a Jesús. 23 Y Jesús respondióles
diciendo: «Ha venido la hora de que glorificado sea el Hijo del hombre. 24 En verdad, en verdad
dígoos: si el grano de trigo, cayendo en la tierra, no muriere, él sólo queda; pero, si muriere, mucho
fruto lleva. 25 El que ama su alma, perderála; y el que aborrece su alma, en este mundo, para vida
eterna guardarála. 26 Si a mí alguno sirviere, a mí siga; y donde yo estoy, allí también el servidor, el
mío estará. Si alguno me sirviere, honrarále el Padre. 27 Ahora mi alma conturbada está; y —¿qué
diré? Padre, sálvame de esta hora. Empero por esto(b) he venido a esta hora. 28 Padre, glorifica tu
nombre». —Vino, pues, una voz del cielo: «Y he glorificado, y de nuevo glorificaré». 29 La turba,
la que parada estaba y escuchaba, decía que trueno había habido; otros decían: «Un ángel le ha
hablado». 30 Respondió y dijo Jesús: «No por mí esta voz ha sido, sino por vosotros. 31 Ahora
juicio es de este mundo; ahora el príncipe de este mundo arrojado será fuera; 32 y yo, si exaltado
fuere de la tierra, a todos traeré a mí mismo». 33 Y esto decía, significando de qué muerte había de
morir. 34 Respondió, pues, a él la turba: «Nosotros hemos oído, de la ley, que el Cristo permanece
por el siglo; y ¿cómo dices tú que debe ser exaltado el Hijo del hombre? ¿Quién es este Hijo del
hombre?» 35 Dijo, pues, a ellos Jesús: «Todavía un pequeño tiempo la luz en vosotros está.
Caminad mientras la luz tenéis, para que la obscuridad, no os coja; y el que camina en la obscuridad
no sabe a dónde va. 36 Mientras la luz tenéis, creed en la luz, para que hijos de luz os hagáis».

Esto habló Jesús, y, retirándose, ocultóse de ellos. 37 Y tantas él señales habiendo hecho delante de
ellos, no creían en él; 38 para que la palabra de Isaías el profeta se cumpliese; la que dijo: «Señor
¿quién ha creído a la oída de nosotros? y el brazo del Señor ¿a quién ha sido revelado? 39 Por esto
no podían creer, por que de nuevo dijo Isaías: 40 Ha cegado de ellos los ojos, y empedernido de
ellos el corazón, para que no vean con los ojos y entiendan con el corazón, y se conviertan y les
sane. 41 Esto dijo Isaías, porque vio la gloria de él y habló de él. 42 A pesar de todo, hasta de entre
los príncipes muchos creyeron en él; empero, por los fariseos, no confesaban, para no entredichos
de sinagoga ser; 43 pues amaban la gloria de los hombres más bien que gloria de Dios. 44 Y Jesús
clamó y dijo: «El que cree en mí, no creerá en mí, sino en el que me ha enviado; 45 y el que me ve,
ve al que me ha enviado. 46 Yo luz al mundo he venido, porque el que cree en mí, en la obscuridad
no permanezca. 47 Y, si alguno de mí oyere las palabras, y no guardare, yo no le juzgo; pues no he
venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me desecha y no recibe mis palabras,
tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, aquélla júzgale en el último día. 49 Porque yo de
mí mismo no he hablado, sino el que me ha enviado —Padre, él mandamiento me ha dado: qué diga
yo y qué hable. 50 Y sé que su mandamiento vida eterna es. Lo que yo, pues, hablo, según me ha
dicho el Padre, así hablo».

7 a. Observe = lo haga como lo está haciendo.

27 b. Para conturbarme, padecer la muerte.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 13

1 Y antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que ha venido su hora de pasar de este mundo al
Padre; habiendo amado a los propios que estaban en el mundo, al fin(a) amóles. 2 Y cena
haciéndose, habiendo el diablo ya arrojado en el corazón que le entregase Judas, de Simón
Iscariotes; 3 sabiendo que todo le ha dado el Padre en las manos, y que de Dios ha salido y a Dios
se va; 4 levántase de la cena y quita las vestiduras; y tomando un lienzo, ciñóse; 5 después echa
agua en el lavatorio, y empezó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugar con el lienzo de que
estaba ceñido. 6 Viene, pues, a Simón Pedro; dícele: «Señor, ¿tú me lavas los pies?» 7 Respondió
Jesús y díjole: «Lo que yo hago, tú no sabes todavía; pero sabrás después». 8 Dícele Pedro: «No me
lavarás, no, los pies por el siglo». Respondióle: «Si no te lavare, no tienes parte conmigo». 9 Dícele
Simón Pedro: «Señor, no mis pies solo, sino también las manos y la cabeza». 10 Dícele Jesús: «El
lavado no tiene necesidad sino de lavarse los pies; mas está limpio todo; y vosotros limpios estáis;
pero no todos». 11 Pues sabía al que le entregaba; por esto dijo: que «no todos limpios estáis». 12
Cuando lavó, pues los pies de ellos, y tomó sus vestiduras y recostóse de nuevo, díjoles: «¿Conocéis
qué os he hecho? 13 Vosotros llamáisme el Maestro y el Señor; y bellamente decís; pues soy. 14 Si
yo, pues, he lavado vuestros pies, el Maestro y el Señor, también vosotros debéis unos de otros lavar
los pies; 15 porque ejemplo os he dado, para que, según yo he hecho a vosotros, también vosotros
hagáis. 16 En verdad, en verdad dígoos: no hay siervo mayor que su señor, ni enviado, mayor que
quien le envió. 17 Si esto sabéis, bienaventurados sois, si lo hiciereis. 18 No de todos vosotros digo;
yo sé a quiénes he elegido; empero, para que la Escritura se cumpla: «El que come mi pan, levantó
contra mí su calcañar». 19 Desde ahora dígoos, antes que suceda, para que creáis, cuando sucediere,
que yo soy. 20 En verdad, en verdad dígoos: el que recibe, si a alguno enviare yo, a mí recibe; y el
que a mí recibe, recibe al que me ha enviado».

21 Esto diciendo, Jesús conturbóse en el espíritu, y testificó y dijo: «En verdad, en verdad dígoos
que uno de vosotros me entregará». 22 Miraban unos a otros los discípulos, dudando de quién dice.
23 Estaba recostado uno de sus discípulos en el seno de Jesús, a quien amaba Jesús; 24 significa,
pues, a éste Simón Pedro y dícele; «Di quién es, de quién dice». 25 Reclinado aquél así sobre el
pecho de Jesús, dícele: «Señor, ¿quién es?» 26 Responde, pues, Jesús: «Aquél es, a quien yo
remojare el bocadillo y le diere». Remojando, pues, un bocadillo, toma y da a Judas de Simón
Iscariotes. 27 Y, después del bocadillo, entonces entró en aquél Satanás. Dice, pues, a él Jesús: «Lo
que haces, haz más pronto». 28 Esto nadie conoció de los recostados: por qué le dijo; 29 porque
algunos pensaban, puesto que la bolsa tenía Judas, que le dice Jesús: «Compra de lo que tenemos
necesidad para la fiesta»; o a los pobres que algo diese. 30 Habiendo, pues, recibido el bocadillo
aquél, salió luego; y era noche.

Cuando hubo, pues, salido, 31 dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios
glorificado en él; 32 y Dios glorificarále en sí mismo, y luego glorificarále. 33 Hijitos, todavía un
poco con vosotros estoy. Buscaréisme, y, según dije a los judíos: que «a donde yo me voy, vosotros
no podéis venir»; también a vosotros digo ahora. 34 Mandamiento nuevo os doy: que os améis;
según os he amado, que también vosotros os améis. 35 En esto conocerán todos que mis discípulos
sois, si amor tuviereis entre vosotros». 36 Dícele Simón Pedro: «Señor, ¿dónde te vas?» Respondió
Jesús: «A donde me voy, no me puedes ahora seguir; pero seguirás más tarde». 37 Dícele Pedro:
«Señor, ¿por qué no te puedo seguir ya? mi alma por ti pondré». 38 Responde Jesús: «¿Tu alma por
mí pondrás? En verdad, en verdad dígote: no gallo cantará, no, hasta que me niegues tres veces».

1 a. Hasta el extremo, en extremo.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 14
Divinidad y amor de Cristo
1 «No se conturbe vuestro corazón: creed en Dios, y en mí creed. 2 En la casa de mi Padre moradas
muchas hay; y, si no, os hubiera yo dicho; pues yo voy a preparar lugar para vosotros; 3 y, cuando
me fuere y preparare lugar para vosotros, de nuevo vengo, y os acogeré a mí mismo; para que, en
donde estoy yo, también vosotros estéis. 4 Y, adónde me voy, sabéis el camino». 5 Dícele Tomás:
«Señor, no sabemos a dónde vas: ¿cómo sabemos el camino?» 6 Dícele Jesús: «Yo soy el camino, y
la verdad y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí. 7 Si me hubiéseis conocido, también a mi
Padre, conocierais; desde ahora conocéisle y habéis visto». 8 Dícele Felipe: «Señor, muéstranos al
Padre, y bástanos». 9 Dícele Jesús: «Tanto tiempo con vosotros estoy, ¿y no me has conocido,
Felipe?» El que ha visto a mí, ha visto al Padre: ¿cómo tú dices: «Muéstranos al Padre?» 10 ¿No
crees que yo en el Padre, y el Padre en mí está? Las palabras que yo os digo, de mí mismo no hablo;
pero el Padre, en mí permaneciendo, hace las obras de él. 11 Creedme que ¡yo en el Padre y el
Padre en mí!; y si no, por las obras mismas, creedme. 12 En verdad, en verdad dígoos, el que cree
en mí, las obras que yo hago, también aquél hará, y mayores que éstas hará, porque yo al Padre me
voy; 13 y lo que(a) pidiereis en mi nombre, esto haré; para que sea glorificado el Padre en el Hijo.
14 Si algo me pidiereis en mi nombre, yo esto haré. 15 Si me amáis, los mandamientos los míos
guardad. 16 Y yo rogaré al Padre, y otro consolador daráos, para que esté con vosotros por el siglo:
17 el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni conoce; vosotros
conocéisle, porque con vosotros permanece y en vosotros está. 18 No os dejaré huérfanos: vengo a
vosotros. 19 Todavía un poco, y el mundo ya no me ve; pero vosotros me veréis, porque yo vivo, y
vosotros viviréis. 20 En aquél día vosotros conoceréis ¡que yo en mi Padre y vosotros en mí y yo en
vosotros! 21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, aquél es el que me ama; y el que me ama,
amado será por mi Padre; y yo amaréle y manifestarémele». 22 Dícele Judas (no el Iscariotes):
«Señor, ¿qué es que a nosotros has de manifestarte, y que no al mundo?» 23 Respondió Jesús y
díjole: «Si alguno me ama, mi palabra guardará, y mi Padre amarále; y a él vendremos y morada
con él haremos. 24 El que no me ama, mis palabras no guarda; y la palabra que oís, no es mía, sino
del que me ha enviado: del Padre. 25 Esto os he hablado, con vosotros permaneciendo; 26 pero el
Consolador, el Espíritu, el santo, que enviará el Padre en mi nombre, aquél os enseñará todo y
recordaráos todo lo que os he dicho. 27 Yo paz dejo a vosotros; paz, la mía, os doy; no, según el
mundo da, yo os doy. No se conturbe vuestro corazón, ni se acobarde. 28 Habéis oído que yo os
dije: «Vóime, y vengo a vosotros. Si me amaseis, os gozarais, porque me voy al Padre; porque el
Padre mayor que yo es. 29 Y ahora, os he dicho antes que suceda, para que cuando sucediere, creáis.
30 Ya no muchas cosas hablaré con vosotros; pues viene el del mundo príncipe; y en mí no tiene
nada; 31 empero, para que conozca el mundo que amo al Padre, y, según mandamiento me ha dado
el Padre, así hago: —levantaos, vámonos de aquí.»

13 a. Le.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 15
Exhortaciones
Cristo es la vid
1 «Yo soy la vid la verdadera, y mi Padre el agrícola es. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto,
quítalo; y todo el que fruto lleva, límpialo, para que más fruto lleve. 3 Ya vosotros limpios estáis por
la palabra que os he hablado; 4 permaneced en mí, y yo en vosotros. Así como el pámpano no puede
fruto llevar de sí mismo, si no permaneciere en la vid, así ni vosotros, si en mí no permaneciereis. 5
Yo soy la vid; vosotros, los pámpanos. Quien permanece en mí y yo en él, éste lleva fruto mucho,
porque, sin mí, no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permaneciere en mí, arrojado será fuera, como
el pámpano, y secaráse; y júntanlos y en el fuego arrojan, y quémanse. 7 Si permaneciereis en mí, y
mis palabras en vosotros permanecieren, lo que quisiereis, pediréis, y haráseos. 8 En esto ha sido
glorificado mi Padre: que fruto mucho llevéis y os hagáis mis discípulos. 9 Así como me ha amado
el Padre, también yo a vosotros he amado; permaneced en el amor, el mío. 10 Si mis mandamientos
guardareis, permaneceréis en mi amor; así como yo de mi Padre los mandamientos he guardado, y
permanezco en su amor. 11 Esto os he hablado, para que el gozo el mío en vosotros esté, y el gozo
vuestro se llene. 12 Este es el mandamiento el mío: que os améis así como os he amado. 13 Mayor
que éste, amor nadie tiene: que alguno su alma ponga por sus amigos. 14 Vosotros mis amigos sois,
si hiciereis lo que yo os mando. 15 Ya no os digo siervos; porque el siervo no sabe qué hace su
señor; mas a vosotros he dicho amigos; porque todo lo que he oído de mi Padre, os he comunicado.
16 No vosotros me elegisteis, sino yo os elegí, y púseos, para que vosotros vayáis y fruto llevéis y el
fruto vuestro permanezca; para que lo que pidiereis al Padre en mi nombre os dé. 17 Estas cosas
mando: que os améis. 18 Si el mundo os aborrece, conoced que a mí primero que a vosotros ha
aborrecido. 19 Si del mundo fuerais, el mundo lo propio amara; pero, porque del mundo no sois,
sino que yo os he elegido del mundo, por esto aborréceos el mundo. 20 Acordaos de la palabra que
yo os dije: «No hay siervo mayor que su señor». Si a mí han perseguido, también a vosotros
perseguirán; si mi palabra han guardado, también la vuestra guardarán. 21 Empero todo esto harán
contra vosotros, por mi nombre; porque ignoran al que me ha enviado. 22 Si no hubiere yo venido y
habládoles, pecado no tuvieran; pero ahora excusa no tienen de su pecado. 23 Quien a mí aborrece,
también a mi Padre aborrece. 24 Si las obras no hubiese yo hecho en ellos que ningún otro ha
hecho, pecado no tuvieran; mas ahora, y han visto y aborrecido; y a mí y a mi Padre. 25 Empero,
para que se cumpla la palabra, la en la ley de ellos escrita: que «aborreciéronme gratuitamente». 26
Mas, cuando viniere el Consolador, a quien yo enviaré a vosotros del Padre, el Espíritu de la verdad,
el que del Padre procede, aquél testificará de mí. 27 Y también vosotros testificaréis, pues, del
principio, conmigo estáis».

Evangelio Según San Juan


Capítulo 16
Del Espíritu Santo
1 «Esto os he hablado, para que no os escandalicéis. 2 De sinagogas os extrañarán; empero, viene la
hora de que todo el que os mata, pensará culto rendir a Dios. 3 Y esto harán, porque no han
conocido al Padre, ni a mí. 4 Empero estas cosas os he hablado, para que, cuando viniere la hora de
ellas, os acordéis de ellas: de que yo os dije. Y estas cosas a vosotros, al principio, no dije, porque
con vosotros estaba; 5 mas ahora voime al que me envió. Y nadie de vosotros pregúntame: «¿A
dónde te vas?» 6 Empero, porque esto os he hablado, la tristeza ha llenado vuestro corazón. 7
Empero, yo la verdad dígoos: conviéneos que yo me vaya; pues, si no me fuere, el Consolador no
vendrá, no, a vosotros; pero, si yo partiere, enviaréle a vosotros. 8 Y, viniendo aquél argüirá al
mundo de pecado, y de justicia y de juicio: 9 de pecado ciertamente, porque no creen en mí; 10 y de
justicia, porque a mi Padre me voy, y ya no me veis (porque me voy al Padre). 11 y de juicio,
porque el príncipe de este mundo juzgado está(a) 12 Aún muchas cosas tengo que deciros; pero no
podéis sufrir ahora; 13 mas, cuando viniere aquél: el Espíritu de la verdad, encaminaráos a la verdad
toda; pues no hablará de sí mismo, sino, cuanto oyere, hablará, y lo que viene, comunicaráos. 14
Aquél me glorificará; porque de lo mío tomará y anunciaráos. 15 Todo cuanto tiene el Padre, mío
es; por esto he dicho que de lo mío toma y comunicaráos. 16 Un poco, y ya no me veis; y de nuevo
un poco, y me veréis». 17 Dijeron, pues, de entre sus discípulos unos a otros: «¿Qué es esto que nos
dice: «Un poco, y no me veis, y de nuevo un poco, y me veréis? ¿y que me voy al Padre?» 18
Decían, pues: «¿Qué es esto que dice: «Un poco?» No sabemos qué habla». 19 Conoció Jesús que
le querían preguntar y díjoles: «De esto discutís entre vosotros, que dije: «¿Un poco, y no me veis, y
de nuevo un poco, y me veréis?» 20 En verdad, en verdad dígoos que plañiréis y trenaréis(b)
vosotros, pero el mundo gozará; vosotros os entristeceréis; empero la tristeza de vosotros en gozo
trocaráse. 21 La mujer, cuando pariere, tristeza tiene, porque ha venido su hora; pero cuando
hubiere generado al niñito, ya no se acuerda de la tribulación, por el gozo; pues ha nacido un
hombre al mundo. 22 También vosotros, pues, ahora ciertamente tristeza tenéis; pero de nuevo
veréos, y se gozará vuestro corazón, y el gozo vuestro, nadie quitará de vosotros; 23 y en aquel día
no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad dígoos: si algo pidiereis al Padre, daráos en nombre
mío. 24 Hasta ahora no habéis pedido nada en nombre mío; pedid y recibiréis, para que vuestro
gozo lleno esté. 25 Esto en proverbios os he hablado: viene la hora, cuando ya no en proverbios os
hablaré; sino con libre habla acerca del Padre noticiaréos. 26 En aquel día en mi nombre pediréis, y
no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros 27 pues el mismo Padre ámaos, porque vosotros me
habéis amado y creído que yo del Padre he salido. 28 He salido del Padre y venido al mundo; de
nuevo dejo el mundo y voime al Padre». 29 Dicen sus discípulos: «He aquí ahora con libre habla
hablas, y proverbio ninguno dices. 30 Ahora sabemos que sabes todo, y no has menester que alguno
te pregunte: en esto creemos que de Dios has salido». 31 Respondióles Jesús: «¿Acaso creéis? 32 he
aquí viene la hora y ha venido, de que seréis esparcidos cada cual a lo propio, y a mí solo dejaréis;
—y no estoy solo, pues el Padre conmigo está. 33 Esto os he hablado, para que en mí paz tengáis.
En este mundo tribulación tendréis; empero confiad: yo he vencido al mundo.»

11 a. Cristo glorificado es el juez del mundo; y tiene juzgado, vencido, al demonio.

20 b. Diréis trenos, lamentos.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 17
Ora Cristo por los suyos
1 Esto dijo Jesús, y alzando sus ojos al cielo, dijo: «Padre ha venido la hora: glorifica a tu Hijo, para
que el Hijo te glorifique, 2 según(a) le has dado potestad de toda carne; para que todo lo que le has
dado —les dé vida eterna. 3 Y ésta es la eterna vida: que conozcan a ti, el solo, verdadero Dios, y al
que enviaste: Jesucristo. 4 Yo te he glorificado sobre la tierra, la obra consumando que me has dado
a hacer; 5 y ahora glorifícame, tú, Padre, ante ti mismo, con la gloria que yo tenía, antes que el
mundo fuera, ante ti. 6 He manifestado tu nombre a los hombres que me has dado, del mundo.
Tuyos eran; y a mí les has dado, y tu palabra han guardado; 7 ahora han conocido que todo cuanto
me has dado, de ti es: 8 porque las palabras que me has dado, he dado a ellos; y ellos han recibido y
conocido verdaderamente que de ti he salido; y han creído que tú me has enviado. 9 Yo por ellos
ruego; no por el mundo ruego; sino por los que me has dado, porque tuyos son; 10 y lo mío todo,
tuyo es, y lo tuyo, mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Y ya no estoy en el mundo, y ellos en el
mundo están; y yo a ti vengo. Padre santo, guárdales en tu nombre los que me has dado, para que
sean uno, así como nosotros. 12 Cuando estaba con ellos, yo les guardaba en tu nombre los que me
has dado, y custodié; y ninguno de ellos ha perecido, sino el hijo de la perdición; para que la
Escritura se cumpliese; 13 y ahora a ti vengo, y esto hablo en el mundo, para que tengan el gozo, el
mío, cumplido, en sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo les ha aborrecido porque no
son del mundo; así como yo no soy del mundo. 15 No ruego porque les quites del mundo, sino
porque les guardes de lo malo. 16 Del mundo no son; así como yo no soy del mundo. 17
Santifícalos en la verdad: la palabra la tuya la verdad es. 18 Así como me has enviado al mundo,
también yo los he enviado al mundo; 19 y por ellos yo santifícome(b); para que sean ellos también
santificados en verdad. 20 Y no por éstos ruego solamente, sino también por los que creen, por la
palabra de ellos, en mí; 21 para que todos uno sean así como, tú, Padre, en mí y yo en ti, para que
también ellos en nosotros estén; para que el mundo crea que tú me has enviado. 22 Y yo la gloria
que me has dado, he dado a ellos, para que sean uno; así como nosotros, uno. 23 yo en ellos, y tú en
mí, para que sean consumados en uno; para que conozca el mundo que tú me has enviado, y
amádolos así como a mí has amado. 24 Padre, lo que me has dado, —quiero que, donde estoy yo,
también aquéllos estén conmigo; para que contemplen la gloria la mía, que me has dado, porque me
has amado antes de fundación de mundo: 25 Padre justo, y el mundo no te ha conocido; mas yo te
he conocido, y ellos han conocido que tú me has enviado; 26 y les he manifestado tu nombre, y
manifestaré, para que el amor con que me amaste, en ellos esté, y yo en ellos».

2 a. Puesto que.
19 b. Sacrifícome.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 18
Prisión de Jesús
1 Esto diciendo Jesús, salió con sus discípulos allende el torrente del Cedrón(a); donde había un
huerto; al que salió él y sus discípulos. 2 Y sabía también Judas, el que le entregaba, el lugar;
porque a menudo juntábase Jesús con sus discípulos allí. 3 Judas, pues, tomando el manípulo y, de
los sumos sacerdotes y los fariseos, servidores, viene allí con antorchas, y lámparas y armas: 4
Jesús, pues, sabiendo todo lo que viene sobre él, salió; y díceles: «¿A quién buscáis?» 5
Respondiéronle: «A Jesús, el Nazareno». Díceles: «Yo soy». Y estaba parado también Judas el que
le entregaba, con ellos. 6 Como, pues, les dijo: «Yo soy», fuéronse hacia atrás y cayeron en tierra. 7
De nuevo, pues, preguntóles: «¿A quién buscáis?» Y ellos dijeron: «A Jesús, el Nazareno». 8
Respondió Jesús: «Heos dicho que yo soy; si, pues a mí buscáis, dejad que éstos se vayan». 9 Para
que se cumpliese la palabra que dijo: que «los que me has dado, —no perdí de ellos ninguno». 10
Simón, pues, Pedro, teniendo cuchilla, tiró de ella e hirió al del sumo sacerdote siervo, y cortóle la
orejilla la derecha(b); y tenía por nombre el siervo, Malco. 11 Dijo, pues, Jesús a Pedro: «Mete la
cuchilla en la vaina. El cáliz que me ha dado el Padre ¿no beberéle, no?» 12 El manípulo, pues, y el
tribuno(c) y los servidores de los judíos prendieron a Jesús y atáronle; 13 y llevaron a Anás primero;
pues era suegro de Caifás; quien era sumo sacerdote de aquel año; 14 y era Caifás el que aconsejó a
los judíos que conviene que un hombre muera por el pueblo. 15 Y seguía a Jesús Simón Pedro y
otro discípulo; y aquel discípulo conocido era del sumo sacerdote, y entró con Jesús en el atrio del
sumo sacerdote. 16 Y Pedro paróse a la puerta, fuera. Salió, pues, el discípulo, el otro, el conocido
del sumo sacerdote; y dijo a la portera e introdujo a Pedro. 17 Dice, pues, a Pedro la muchacha, la
portera: ¿No también tú de los discípulos eres de este hombre?» Dice aquél: «No soy». 18 Y
habíanse parado los siervos y los servidores, que brasas habían hecho; porque frío hacía; y
calentábanse; y estaba también Pedro con ellos parado y calentándose. 19 El sumo sacerdote, pues,
preguntó a Jesús de sus discípulos y de su doctrina. 20 Respondióle Jesús: «Yo con libre habla he
hablado al mundo; yo dondequiera he enseñado en la sinagoga y en el santuario, en donde todos los
judíos se juntan; y en secreto he hablado nada. 21 ¿Qué me preguntas? Pregunta a los que han oído
qué les he hablado; he aquí éstos saben lo que he hablado yo». 22 Y, esto, él diciendo, uno que
estaba parado, de los servidores, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así respondes al sumo
sacerdote?» 23 Respondióle Jesús: «Si mal he hablado, testifica de lo malo; pero, si bellamente,
¿qué me desuellas(d)? 24 Envióle, pues, Anás, atado a Caifás, el sumo sacerdote. 25 Y estaba
Simón Pedro parado y calentándose. Dijeron, pues, a él: «¿No también tú de los discípulos de él
eres?» Negó aquél y dijo: «No soy». 26 Dice uno de los siervos del sumo sacerdote, que pariente
era del que cortó Pedro la orejilla: «¿No te vi yo en el huerto con él?» 27 De nuevo, pues, negó
Pedro; y luego el gallo cantó.

28 Llevan, pues, a Jesús, de Caifás, al pretorio; y era mañana. Y ellos mismos no entraron al
pretorio, por no contaminarse, sino comer la pascua. 29 Salió, pues, Pilato fuera a ellos y dice:
«¿Qué acusación tenéis de este hombre?» 30 Respondieron y dijéronle: «Si no estuviera éste mal
haciendo, no te le entregáramos». 31 Díjoles Pilato: «Tomadle, vosotros, y según vuestra ley,
juzgadle». Dijéronle los judíos: «A nosotros no es lícito matar a nadie». 32 Para que la palabra de
Jesús se cumpliese que dijo manifestando de qué muerte había de morir(e) 33 Entró, pues, de nuevo
en el pretorio Pilato y llamó a Jesús y díjole: «¿Tú eres el rey de los judíos». 34 Respondió Jesús:
«¿De ti mismo esto dices, u otros habláronte de mí?» 35 Respondió Pilato: «¿Acaso yo judío soy?
—La gente, la tuya, y los sumos sacerdotes hante entregado a mí. «¿Qué has hecho?» 36 Respondió
Jesús: «El reino, el mío, no es de este mundo. Si de este mundo fuese el reino el mío, los servidores
los míos, hubieran luchado porque no fuese yo entregado a los judíos; pero ahora el reino, el mío,
no es de aquí». 37 Díjole, pues, Pilato: «Luego ¿rey eres tú?» Respondió Jesús: «Tú dices; porque
rey soy yo. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: a testificar la verdad. Todo el que es
de la verdad, escucha mi voz». 38 Dícele Pilato: «¿Qué es verdad?» Y, esto diciendo, de nuevo,
salió a los judíos; y díceles: «Yo ninguna hallo en él causa(f). 39 Pero tenéis costumbre de que a
uno os suelte en la pascua: ¿queréis, pues, os suelte al rey de los judíos?» 40 Vociferaron, pues, de
nuevo, diciendo: «No a éste, sino a Barrabás». Pero era Barrabás bandido.

1 a. «El turbio».

10 b. Mt. 27,27.

12 c. O «quiliarca», jefe de mil soldados.

23 d. Desgarras. Despedazóle el rostro.

32 e. Que sería entregado a los gentiles. Mt. 20,19, etc.

38 f. De acusación y condena.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 19
Crucifixión
1 Entonces, pues, tomó Pilato a Jesús y azotó. 2 Y los soldados tejiendo una corona de espinas,
pusieron sobre su cabeza, y vestidura purpúrea tiráronle en torno; 3 y venían a él y decían: «Salve,
el rey de los judíos», y dábanle bofetadas. 4 Y salió de nuevo fuera Pilato; y díceles: «He aquí,
tráigoosle fuera, para que conozcáis que ninguna causa hallo en él». 5 Salió, pues, Jesús fuera,
llevando la espínea corona y la purpúrea vestidura. Y díceles: «He aquí el hombre». 6 Cuando le
vieron, pues, los sumos sacerdotes y los servidores, vociferaron, diciendo: «¡Crucifica, crucifica!»
Díceles Pilato: «Tomadle vosotros y crucificad; pues yo no hallo en él causa». 7 Respondiéronle los
judíos: «Nosotros ley tenemos, y según la ley, debe morir, porque Hijo de Dios se ha hecho». 8
Cuando, pues, oyó Pilato esta palabra, más se atemorizó; 9 y entró en el pretorio de nuevo; y dice a
Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús respuesta no le dio. 10 Dícele, pues, Pilato: «¿A mí no
hablas? ¿No sabes que potestad tengo de soltarte y potestad tengo de crucificarte?» 11 Respondióle
Jesús: «No tuvieras potestad contra mí ninguna, si no te hubiese sido dado de arriba. Por esto el que
me ha entregado a ti, mayor pecado tiene». 12 Después de esto, Pilato buscaba soltarle; pero los
judíos vociferaron, diciendo: «Si a éste soltares, no eres amigo del César: todo el que rey se hace,
contradice al César». 13 Pilato, pues, oyendo estas palabras, llevó fuera a Jesús; y sentóse, en
tribunal, en el lugar llamado Lithostroto(a); y en hebreo: Gabbathá(b). 14 Y era la parasceve(c) de la
pascua. Hora era como sexta. Y dice a los judíos: «He aquí vuestro rey». 15 Vociferaron, pues,
aquéllos: «¡Quita, quita: crucifícale!» Díceles Pilato: «¿A vuestro rey crucificaré?» Respondieron
los sumos sacerdotes: «No tenemos rey, sino César». 16 Entonces, pues, entrególe a ellos, para que
fuese crucificado. 17 Tomaron consigo, pues, a Jesús; y llevando él la cruz, salió al llamado del
Cráneo lugar; que se dice en hebreo: Gólgota(d) 18 donde le crucificaron, y, con él otros dos, de acá
y de acá, y al medio a Jesús. 19 Y escribió también el título Pilato y puso sobre la cruz; y estaba
escrito: Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos. 20 Este título, pues, muchos leyeron de los judíos,
pues cerca estaba el lugar, de la ciudad; donde se crucificó a Jesús; y estaba escrito en hebreo,
romano, heleno. 21 Decían, pues, a Pilato los sumos sacerdotes de los judíos; «No escribas: el rey
de los judíos, sino que aquél dijo: Rey soy de los judíos». 22 Respondió Pilato: «Lo que he escrito,
he escrito». 23 Los soldados, pues, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras e hicieron
cuatro partes, a cada soldado una parte; y la túnica. Mas era la túnica inconsútil; desde lo de arriba
tejida por entero. 24 Dijeron, pues, unos a otros: «No la rasguemos, sino sorteemos acerca de ella:
de quién será». Para que la Escritura se cumpliese: Repartiéronse mis vestiduras, y sobre mi veste
echaron suertes. Los soldados, pues, de su parte, esto hicieron; 25 estaban, empero, paradas, junto a
la cruz de Jesús, su madre y la hermana de su madre, María, de Cleofás, y María, la Magdalena. 26
Jesús, pues, viendo a la madre y al discípulo parado al par, al que amaba, dice a la madre: «Mujer,
he ahí a tu hijo». 27 Después dice al discípulo: «He ahí a tu madre». Y desde aquella hora recibióla
el discípulo en lo propio. 28 Después de esto Jesús, sabiendo que ya todo está consumado, para que
se consumase la Escritura, dice: «Sed tengo». 29 Un vaso yacía, de vinagre lleno; una esponja,
pues, llena de vinagre, a un hisopo poniendo en torno, ofrecieron a su boca. 30 Cuando, pues, tomó
el vinagre Jesús, dijo: «Consumado está»; e, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. 31 Los judíos,
pues, porque parasceve era, para que no quedasen sobre la cruz los cuerpos en el sábado (pues era
grande el día de aquél sábado) rogaron a Pilato que se quebrantasen las piernas de ellos y se
quitasen. 32 Vinieron, pues, los soldados; y del primero ciertamente quebrantaron las piernas y del
otro del crucificado con él; 33 mas, a Jesús viniendo, como le vieron ya muerto, no quebrantaron
sus piernas; 34 sino que uno de los soldados con lanza su costado hirió; y salió luego sangre y agua.
35 Y el que ha visto, ha testimoniado, y verdadero es su testimonio; y aquél sabe que lo verdadero
dice, para que también vosotros creáis. 36 Pues aconteció esto para que la Escritura se cumpliese:
Hueso no será desmenuzado de él(e). 37 Y de nuevo otra Escritura dice: Mirarán hacia quien
traspasaron.

38 Después de esto, rogó a Pilato José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto, por el
miedo de los judíos, para llevarse el cuerpo de Jesús; y accedió Pilato. Vino, pues, y llevóse el
cuerpo de él. 39 Y vino también Nicodemo (el que vino a él de noche primero) trayendo mixtura de
mirra y áloe, como libras ciento. 40 Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y ligáronle con lienzos, con
los aromas; según costumbre es de los judíos sepultar. 41 Y había en el lugar donde fue crucificado,
un huerto, y en el huerto un monumento nuevo, en que jamás nadie había sido puesto; 42 allí, pues,
por la parasceve de los judíos, pues cerca estaba el monumento, pusieron a Jesús.

13 a. «Empedrado».
b. «Altura.»

14 c. «Preparación».

17 d. Cráneo.

36 e. Del cordero pascual, imagen de Cristo.


Evangelio Según San Juan
Capítulo 20
Resurrección
1 Y en uno de los sábados(a), María, la Magdalena viene, al alba, obscuridad aún habiendo, al
monumento, y mira la piedra alzada del monumento. 2 Corre, pues, y viene a Simón Pedro y al otro
discípulo al que amaba Jesús, y dícele: «Se han llevado al Señor del monumento, y no sabemos
dónde le han puesto». 3 Salió, pues, Pedro y el otro discípulo; y venían al monumento; 4 y corrían
los dos juntamente. Y el otro discípulo corrió adelante más rápidamente que Pedro y vino
primero(b) al monumento; 5 e inclinándose de lado(c) mira yacientes los lienzos; sin embargo no
entró. 6 Viene, pues, también Simón Pedro siguiéndole; y entró en el monumento; y contempla los
lienzos yaciente; 7 y el sudario el que estaba(d) sobre su cabeza, no con los lienzos yacientes, sino
aparte arrollado en un lugar(e). 8 Entonces, pues, entró también el otro discípulo, el que vino
primero al monumento; y vio y creyó(f); 9 pues aún no sabían la Escritura; que debe él de los
muertos resucitar. 10 Retiráronse, pues, de nuevo a sí mismos(g) los discípulos.

11 Pero María estaba parada junto al monumento, fuera, llorando. Como, pues, lloraba, inclinóse de
lado al monumento; 12 y ve dos ángeles, en albas(h), sentados: uno a la cabeza y uno a los pies,
donde yacía el cuerpo de Jesús. 13 Y dícenla aquéllos: «Mujer ¿qué lloras?» Y díceles: «Porque se
han llevado a mi Señor, y no sé dónde le pusieron». 14 Esto diciendo, volvióse hacia atrás; y ve a
Jesús parado; y no sabía que es Jesús. 15 Dícela Jesús: «Mujer ¿qué lloras? ¿A quién buscas?»
Aquélla, pensando que el hortelano es, dícele: «Señor, si tú le has llevado, dime dónde le has
puesto, y yo le alzaré». 16 Dícela Jesús: «¡María! Volviéndose aquélla, dícele en hebreo:
«¡Rabbuní!» (que se dice: Maestro). 17 Dícela Jesús: «No te adhieras a mí(i); pues aún no he
ascendido al Padre; pero vete a mis hermanos, y diles: «Asciendo a mi Padre y vuestro Padre, y mi
Dios y vuestro Dios». 18 Viene María, la Magdalena, anunciando a los discípulos: que «he visto al
Señor y esto me ha dicho».

19 Siendo, pues, tarde en aquel día el primero de los sábados, y las puertas cerradas donde estaban
los discípulos congregados por el miedo de los judíos; vino Jesús y detúvose al medio, y díceles:
«Paz a vosotros». 20 Y, esto diciendo, mostróles, las manos y el costado. Regocijáronse, pues, los
discípulos, viendo al Señor. 21 Dijo, pues, a ellos Jesús de nuevo: «Paz a vosotros; así como me ha
enviado el Padre, también yo os envío». 22 Y, esto diciendo, insufló(j); y díceles: «Recibid Espíritu
santo. 23 Si de alguno perdonareis los pecados, perdonados le están; si de alguno retuviereis,
retenidos están».

24 Pero Tomás uno de los doce, el llamado Dídimo, no estaba con ellos, cuando vino Jesús. 25
Dijeron, pues, a él los otros discípulos: «Hemos visto al Señor». Mas él díjoles: «Si no viere yo en
sus manos la herida de los clavos, y metiere mi dedo en la herida de los clavos y metiere mi mano
en su costado, no creeré, no». 26 Y, después de días ocho, de nuevo estaban dentro sus discípulos, y
Tomás con ellos. Viene Jesús, las puertas cerradas; y detúvose en medio y dijo: «Paz a vosotros». 27
Después dice a Tomás: «Trae tu dedo acá, y ve mis manos; y trae tu mano y mete en mi costado; y
no te hagas increyente sino creyente». 28 Respondió Tomás y díjole: «¡El Señor mío y el Dios
mío!» 29 Dícele Jesús: «¿Porque me has visto, has creído? Bienaventurados los que no han visto, y
creído».

30 Muchas ciertamente, pues, y otras señales hizo Jesús a faz de los discípulos, que no están escritas
en este libro; 31 mas éstas están escritas, para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y
para que, creyendo, vida tengáis en su nombre.

1 a. El día uno, primero, de la semana.

4 b. Como más ardoroso que era.


5 c. Como para mirar más atentamente.

7 d. Había estado.
e. En un solo punto = bien arrollado.

8 f. Que Jesús había resucitado: señal evidente de ello eran los lienzos, y el sudario, pegados, dice el
Crisóstomo, al cuerpo, con la mirra como con plomo. Nadie hurtando el cuerpo, hubiera obrado así.

10 g. A su casa.

12 h. Vestiduras.

17 i. Loca de júbilo no se quiere desprender de los pies de Jesús. Cree que ya ha vuelto al cielo y
quiere la lleve consigo.

22 j. Alentó sobre ellos.

Evangelio Según San Juan


Capítulo 21
Pesca milagrosa
1 Después de esto(a) manifestóse de nuevo Jesús a los discípulos, a la mar de la Tiberíade, y
manifestóse así: 2 Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás, el llamado Dídimo, y Natanael, el de Caná
de la Galilea, y los del Zebedeo y otros de los discípulos de él dos: 3 Díceles Simón Pedro: «Voime
a pescar». Dícenle: «Venimos también nosotros contigo». Salieron y entraron en la barca; y en
aquella noche cogieron nada. 4 Y, mañana ya siendo, paróse Jesús en la ribera; sin embargo no
conocieron los discípulos que Jesús es. 5 Dice, pues, a ellos Jesús: «Hijitos, ¿no algún bocado
tenéis?» Respondiéronle: «No». 6 Y él díjoles: «Echad a las diestras partes de la barca la red, y
hallaréis». Echaron, pues, y ya no arrastrarla pudieron por la muchedumbre de los peces. 7 Dice,
pues, aquel discípulo al que amaba Jesús, a Pedro: «El Señor es». Simón, pues, Pedro, oyendo que
el Señor es, la sobreveste ciñóse (pues estaba desnudo) y echóse a la mar, 8 y los demás discípulos
con la barca vinieron (pues no estaban lejos de la tierra, sino como a codos doscientos) tirando la
red de los peces. 9 Como, pues, bajaron a la tierra, ven brasas yacientes, y un pececillo yaciendo
encima, y pan. 10 Díceles Jesús: «Traed de los pececillos que cogisteis ahora». 11 Subió Simón
Pedro y arrastró la red a la tierra, llena de peces grandes ciento cincuenta y tres; y, tantos siendo, no
se rasgó la red, 12 Díceles Jesús: «Venid, comed». Nadie se atrevió de los discípulos a interrogarle:
«Tú ¿quién eres?» sabiendo que el Señor es. 13 Viene Jesús y toma el pan y dales, y el pececillo
igualmente. 14 Esta ya tercera vez manifestóse Jesús a los discípulos, resucitado de muertos. 15
Cuando pues, comieron, dice a Simón Pedro Jesús: «Simón de Juan, ¿ámasme más que éstos?»
Dícele: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Dícele: «Apacienta los corderos míos». 16 Dícele de
nuevo, segunda vez: «Simón de Juan, ¿ámasme?» Dícele: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Dícele: «Pastorea las ovejuelas mías». 17 Dícele tercera vez: «Simón de Juan, ¿quiéresme?»
Entristecióse Pedro porque díjole tercera vez: «¿Quiéresme?»; y dijo: «Señor, todo tú sabes; tú
conoces que te quiero». Dícele Jesús: «Pastorea las ovejuelas mías». 18 «En verdad, en verdad
dígote: cuando eras más joven, ceñíaste y caminabas a donde querías; mas, cuando envejecieres,
extenderán tus manos, y otro te ceñirá y llevará a donde no quieres». 19 Y esto dijo, significando
con qué muerte glorificará a Dios. Y esto diciendo, dícele: «Sígueme». 20 Volviéndose Pedro, ve al
discípulo, el que amaba Jesús, seguir (el que también se reclinó, en la cena, sobre su pecho y dijo:
«Señor, ¿quién es el que te entrega?») 21 a éste, pues, viendo Pedro, dice a Jesús: «Señor, ¿y éste,
qué(b)?» 22 Dícele Jesús: «Si él quiero que quede, mientras vengo ¿qué a ti? Tú, sígueme». 23
Salió, pues, esta palabra a los hermanos que aquel discípulo no muere; y no dijo a él Jesús: que «no
muere, sino: «Si él quiero que quede mientras vengo, ¿qué a ti?».

24 Este es el discípulo el que también testifica de esto y el que ha escrito esto, y sabemos que
verdadero su testimonio es. 25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús; las cuales si se
escriben, una por una, ni el mismo, creo —el mundo, ha de coger los libros que se escriben(c).

1 a. Las apariciones anteriores.

21 b. ¿Qué será de él?

25 c. Alude a la multitud de biografías de Cristo o evangelios que en aquel tiempo se escribían. Los
apócrifos son probablemente de la época.
Hechos Apostólicos
Capítulo 1
Ascensión de Cristo
1 La primera narración(a), ciertamente he hecho acerca de todo, oh Teófilo, lo que empezó Jesús y a
hacer y a enseñar, 2 hasta el día que, preceptuando a los apóstoles, por el Espíritu Santo (a los que
eligió) fue asumido. 3 A los cuales también presentóse vivo, después de padecer él, en muchos
documentos, por días cuarenta, apareciéndoles y hablando lo del reino de Dios. 4 Y, reunido con
ellos, significóles de Jerusalén no retirarse, sino aguardar a la promesa del Padre, «que habéis oído
de mí; 5 porque Juan ciertamente bautizó con agua; pero vosotros en Espíritu Santo seréis
bautizados, no después de muchos estos(b) días». 6 Aquéllos congregados, pues, preguntáronle
diciendo: «Señor, ¿si en este tiempo restituyes el reino a Israel?» 7 Dijo, pues, a ellos: «No de
vosotros es conocer tiempos o momentos que el Padre ha puesto en su propia potestad; 8 empero
recibiréis fuerza, viniendo el Santo Espíritu sobre vosotros; y seréis mis testigos, y en Jerusalén, y
en toda la Judea, y Samaria y hasta lo último de la tierra». 9 Y, esto diciendo, ellos mirando, alzóse,
y nube por debajo tomóle de los ojos de ellos. 10 Y, como atisbando estaban al cielo, habiéndose ido
él; —y he aquí hombres dos detuviéronse a par de ellos en vestiduras esplendorosas; 11 los que
también dijeron: «Hombres galileos ¿qué estáis parados mirando al cielo? Este Jesús, el asumido de
vosotros al cielo, así vendrá del modo que le habéis visto irse al cielo». 12 Entonces regresaron a
Jerusalén del monte llamado de Olivar; que está cerca de Jerusalén, de sábado teniendo camino(c).
13 Y cuando entraron(d), subieron a los altos(e); donde estaban morando: y Pedro, y Juan, y
Santiago, y Andrés; Felipe, y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago, de Alfeo, y Simón, el
Celador(f) y Judas, de Santiago. 14 Estos todos estaban perseverando unánimemente en la oración,
con las mujeres; y María, la madre de Jesús, y con los hermanos de él.

15 Y en estos días, levantándose Pedro en medio de los hermanos dijo (y era la turba de los
nombres(g) en lo mismo(h) como ciento veinte): 16 «Varones hermanos, debía cumplirse la
Escritura, que predijo el Espíritu, el Santo (por boca de David), acerca de Judas; 17 porque contado
era en nosotros, y tocó la suerte de este ministerio. 18 Este ciertamente, pues, adquirió un campo de
pago de iniquidad, y yéndose de bruces(i), crujió por medio y derramáronse todas sus entrañas; 19 y
notorio hízose a todos los habitantes de Jerusalén; y así fue llamado aquel campo en la propia habla
de ellos: Hakeldamách; esto es: «Campo de sangre». 20 Pues escrito está en libro de Salmos:

69,26 Hágase la alquería de él desierta,


y no haya quien habite en ella,
109,8 y: La atalaya de él tome otro.

21 Necesario es, pues, que, de los con nosotros venidos(j) varones, en todo tiempo que entró y salió
entre nosotros el Señor Jesús; 22 empezando del bautismo de Juan hasta el día que fue asumido de
nosotros —testigo de su resurrección con nosotros se haga uno de éstos». 23 Y pusieron a dos: a
José, el llamado Bersabás, que fue sobreapellidado Justo, y a Matías. 24 Y orando dijeron: «Tú,
Señor, cordi —conocedor de todos, declara a quién has elegido de estos dos: uno, 25 para tomar el
sitio de este ministerio y apostolado, del que se descaminó Judas para irse al lugar, al propio». 26 Y
dieron suertes a ellos, y cayó la suerte sobre Matías, y electo contado fue con los once apóstoles.

1 a. Su evangelio, el de S. Lucas.

5 b. De estos.

12 c. El que se podía andar en sábado = unos cinco estadios.

13 d. En la ciudad.
e. De la casa del cenáculo.
f. Lc. 6,14.

15 g. Personas.
h. Reunidos para esto.

18 i. Estrangulado se derribó.

21 j. Que han estado siempre.

Hechos Apostólicos
Capítulo 2
Venida del Espíritu Santo
1 Y, al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntamente en lo mismo(a). 2 Y hubo de
súbito del cielo un estruendo tal como de arrastrada ráfaga violenta y llenó toda la casa donde
estaban sentados; 3 y apareciéronseles repartidas lenguas como si de fuego; y posóse sobre cada
uno de ellos. 4 Y llenáronse todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu dábales arengar(b). 5 Y había en Jerusalén habitantes judíos, varones timoratos de toda
gente de las bajo el cielo; 6 y hecha esta voz(c), juntóse la muchedumbre y confundióse, pues oía
cada uno que en la propia habla hablaban ellos. 7 Y arrobáronse y maravilláronse, diciendo: «¿Que
no —he aquí— todos estos son, los que hablan, galileos? 8 Y ¿cómo nosotros oímos cada uno en la
propia habla de nosotros en que hemos nacido: 9 partos, y medos; y elamitas; y los que habitan la
Mesopotamia, y Judea, y Capadocia, y Ponto, y el Asia, 10 y Frigia y Panfilia, Egipto, y las partes
de la Libia, la al través de Cirene(d), y los peregrinantes romanos, 11 y judíos y prosélitos, cretenses
y árabes, oímos que hablan ellos, en nuestras lenguas, las grandezas de Dios?» 12 Y arrobáronse
todos, y vacilaban, uno a otro diciendo: «¿Qué quiere esto ser?» 13 Pero otros, mofándose, decían:
que «de mosto henchidos están». 14 Pero parado Pedro con los once alzó su voz y arengóles:
«Varones judíos y los que habitáis en Jerusalén todos: esto a vosotros notorio sea, y escuchad mis
palabras. 15 Pues no, como vosotros imagináis, éstos ebrios están (pues es la hora tercia del día); 16
sino que esto es lo dicho por el profeta Joel:

(3,1-5) 17 Y será en aquellos días dice Dios:


derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
y vuestros jovencillos visiones verán,
y vuestros ancianos ensueños soñarán;
18 y a fe sobre mis siervos y sobre mis siervas
en aquellos días derramaré de mi Espíritu
y profetizarán.
19 Y daré prodigios en el cielo arriba
y señales sobre la tierra abajo:
sangre y fuego y vapor de humo.
20 El sol se convertirá en tinieblas
y la luna en sangre,
antes de venir día de Señor; el grande
y manifiesto(e).
21 Y será: todo el que invocare el nombre de
Señor, se salvará.
22 Varones israelitas, oíd estas palabras: a Jesús, el Nazareno, hombre declarado por Dios a
vosotros con potestades, y prodigios y señales; que hizo, por él, Dios, en medio de vosotros, según
vosotros mismos sabéis: 23 a éste, con definida voluntad y presciencia de Dios, entregado por
manos de inicuos, enclavando, arrebatasteis; 24 a quien Dios resucitó, soltando las congojas de la
muerte; según que no era posible que dominado fuera él de ella. 25 Pues David dice de él:

(16,8-11) Delante veía al Señor, a mi faz, por siempre;


pues a mi diestra está, porque no me estremezca,
26 por esto regocijóse mi corazón, y alborozóse mi lengua.
y aún también mi carne habitará en esperanza;
27 pues no abandonarás mi alma al infierno;
ni darás tu santo a ver corrupción.
28 Manifestásteme caminos de vida:
llenarásme de regocijo con tu faz».

29 «Varones hermanos, lícito es decir con libre habla a vosotros, acerca del patriarca David, porque
y falleció, y sepultado fue; y su tumba está en nosotros hasta este día. 30 Profeta, pues, siendo y
sabiendo que «con juramento juróle Dios que del fruto de su lomo se sentaría sobre su trono»; 31
previendo, habló de la resurrección de Cristo, «porque no fue abandonado al infierno; ni su carne
vio corrupción». 32 «A este Jesús resucitó Dios; de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Por la
diestra, pues, de Dios exaltado, y la promesa del Espíritu, del Santo, recibiendo del Padre; derramó
a éste(f) que vosotros, y veis y oís. 34 Pues no David ascendió a los cielos; y dice él: Dijo el Señor a
mi Señor: Siéntate a diestra mía 35 hasta poner yo tus enemigos escabel de tus pies». 36
«Seguramente, pues, conozca toda casa de Israel que también Señor a él y Cristo hizo Dios(g): a
este Jesús a quien vosotros crucificasteis». 37 Y, oyendo, compungiéronse de corazón; y dijeron a
Pedro y los demás apóstoles: «¿Qué haremos, varones hermanos?» 38 Y Pedro a ellos:
«Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, en remisión de vuestros
pecados, y recibiréis el don del Santo Espíritu. 39 Pues para vosotros es la promesa, y para vuestros
hijos y para todos los a lo lejos, a cuantos hubiere a sí llamado Señor, el Dios de nosotros». 40 Y
con otras palabras más conjuraba; y exhortábales, diciendo: «Salvaos de esta generación, la
torcida». 41 Aquéllos, pues, que acogieron la palabra de él, bautizáronse: y agregáronse en aquel día
almas como tres mil; 42 y estaban perseverando en la doctrina de los apóstoles y en la
comunicación(h), y la fracción del pan y las oraciones. 43 Y hacíase a toda alma temor; y muchos
prodigios y señales por los apóstoles se hacían (y miedo había grande en todos). 44 Y todos los
creyentes estaban en lo mismo(i) y lo tenían todo común; 45 y los bienes y los haberes vendían y
repartíanlos a todos, según alguno necesidad tenía; 46 y, cada día perseverando unánimemente en el
santuario, y partiendo en casa pan, tomaban juntos alimento en júbilo y sencillez de corazón: 47
alabando a Dios y teniendo gracia delante de todo el pueblo. Y el Señor agregaba los que se
salvaban, cada día, en lo mismo.

1 a. Orando en el mismo lugar.

4 b. Hablar solemne y sentenciosamente a modo de profeta.

6 c. El estruendo.

10 d. La Libia cirenaica.

20 e. Días: el postrero de los tiempos.

33 f. Espíritu.
36 g. Hízole Señor y Cristo.

42 h. Unión íntima.

44 i. Allí mismo.

Hechos Apostólicos
Capítulo 3
Curación del cojo
1 Y Pedro y Juan subieron al santuario a la hora de la oración, la nona. 2 Y a un varón, que cojo
desde el vientre de su madre era, llevábase; al que ponían cada día a la puerta del santuario, la que
se llama Hermosa, para pedir limosna a los que entraban en el santuario; 3 el cual, viendo a Pedro y
Juan que iban a entrar en el santuario, rogaba limosna recibir. 4 Y contemplándole Pedro, con Juan,
dijo: «Míranos». 5 Y él fijándose en ellos, aguardaba algo de ellos recibir. 6 Y dijo Pedro: «Plata y
oro no tengo; pero lo que tengo, esto te doy: en el nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y
paséate». 7 Y asiéndolo de la diestra mano, levantóle; y al punto se afirmaron las plantas de él y los
tobillos; 8 y alto saltando, paróse; y paseábase, y entró con ellos en el santuario, paseándose, y
saltando y alabando a Dios, 9 Y vióle todo el pueblo paseándose y alabando a Dios; 10 (y
reconocíanle que éste era el para la limosna sentado a la Hermosa puerta del santuario); y llenáronse
de estupor y éxtasis por lo acontecido a él. 11 Y, asiéndose él de Pedro, y de Juan, concurrió todo el
pueblo hacia ellos, al pórtico, el llamado de Salomón, estupefactos. 12 Y viendo Pedro, respondió al
pueblo: «Varones israelitas, ¿qué os maravilláis de esto; o en nosotros, qué os fijáis, como si
hubiéramos por propia fuerza o piedad hecho pasearse a él? 13 El Dios de Abrahán y el Dios de
Isaac, y el Dios de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su niño(a) Jesús; a quien
vosotros ciertamente entregasteis, y negasteis, a faz de Pilato, juzgando aquél soltar; 14 vosotros,
empero, al santo y justo negasteis, y pedisteis varón homicida se os agraciase; 15 y al autor de la
vida matasteis; a quien Dios resucitó de muertos; de lo que nosotros testigos somos; 16 y, por la fe
de su nombre, a éste, a quien contempláis y sabéis, ha afirmado el nombre de él; y la fe, la por él,
dádole ha esta integridad frente por frente de todos vosotros. 17 Y ahora, hermanos, sé que, por
ignorancia, obrasteis, así como también vuestros príncipes; 18 pero Dios, lo que prenunció por boca
de todos los profetas: padecer su Cristo; ha cumplido así. 19 Arrepentíos, pues, y convertíos, a que
del todo se borren vuestros pecados, para que vengan tiempos de refrigerio desde faz del Señor, 20
y envíe al predestinado a vosotros: Cristo Jesús; 21 quien debe el cielo ciertamente recibir, hasta
tiempos de apocatástasis(b) de todo lo que habló Dios por boca de los santos, desde el siglo: sus
profetas. 22 Moisés ciertamente dijo: que un profeta os levantará Señor Dios de entre vuestros
hermanos, como a mí: a él escucharéis, según todo cuanto hablare a vosotros. 23 Y será: toda alma
la que no escuchare a aquel profeta, exterminada será del pueblo. 24 Y todos también los profetas,
desde Samuel a los en seguida, cuando hablaron, también anunciaron estos días. 25 Vosotros sois
los hijos de los profetas y del pacto que Dios pactó con nuestros padres, diciendo a Abrahán: «Y en
tu simiente benditas serán todas las familias de la tierra». 26 A vosotros primero, resucitando Dios a
su niño, envióle a bendeciros para convertir a cada uno de las maldades de vosotros».

13 a. Hijo. Niño es voz más familiar y amorosa; hijo más solemne.

21 b. Restitución al estado primero.


Hechos Apostólicos
Capítulo 4
Los apóstoles ante el sanedrín
1 Y hablando ellos al pueblo, sobreviniéronles los sumos sacerdotes y el estratego(a) del santuario y
los saduceos, 2 indignados de enseñar ellos al pueblo y anunciar, en Jesús, la resurrección, la de
entre muertos; 3 y echaron sobre ellos las manos y pusieron en custodia hasta el siguiente día; pues
era tarde ya. 4 Y muchos de los que oyeron la palabra, creyeron; e hízose número de los varones
como millares. 5 Y aconteció al siguiente día, reunirse de ellos los príncipes, y los ancianos, y los
escribas, en Jerusalén, 6 y Anás, el sumo sacerdote, y Caifás, y Juan, y Alejandro y cuantos eran del
linaje pontifical; 7 y, poniéndoles en el medio, indagaron: «¿En qué fuerza o en qué nombre habéis
hecho esto vosotros?» 8 Entonces Pedro, habiéndose llenado de Espíritu Santo, dijo a ellos:
«Príncipes del pueblo y ancianos, 9 si nosotros hoy somos interrogados acerca del beneficio de un
hombre enfermo: en quién éste ha sido salvado, 10 notorio sea a todos vosotros y a todo el pueblo
de Israel: que en el nombre de Jesucristo, el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis, a quien Dios
resucitó de muertos, en éste aquí está a faz de vosotros, sano. 11 Este es «la piedra, la desechada por
vosotros, los edificantes, la hecha cabeza de ángulo». 12 Y no hay en otro ninguno la salud; pues ni
nombre hay otro bajo el cielo —el dado en hombres, en el que debamos salvarnos». 13 Y viendo la
de Pedro libre habla y de Juan, y, comprendiendo que hombres iletrados son e indoctos,
maravillábanse (y reconocíanles que con Jesús estaban); 14 y al hombre mirando que con ellos
estaba parado, al curado, nada tenían que contradecir; 15 y mandándoles fuera del sanedrín retirarse
conferían entre sí, 16 diciendo: «¿qué haremos a estos hombres? porque ciertamente notoria señal
ha sido hecha por ellos, a todos los que habitan en Jerusalén manifiesta, y no podemos negar; 17
pero, porque no se divulgue más por el pueblo, amenacémosles no ya hablar en este nombre a nadie
de hombres». 18 Y llamándoles, significaron del todo no arengar ni enseñar en el nombre de Jesús.
19 Y Pedro y Juan, respondiendo, dijeron a ellos: «Si justo es, a faz de Dios, que a vosotros
oigamos más que a Dios, juzgad; 20 pues no podemos nosotros lo que hemos visto y oído, no
hablar». 21 Y ellos, conminando, soltáronles, nada hallando por qué castigarles; por causa del
pueblo, pues todos glorificaban a Dios por lo acontecido; 22 pues de años era más de cuarenta el
hombre en quien se había hecho esta señal de la sanidad. 23 Y, sueltos, vinieron a los propios y
refirieron cuanto a ellos los sumos sacerdotes y los ancianos dijeron. 24 Y ellos, oyendo,
unánimemente alzaron la voz a Dios y dijeron: «Soberano, tú el que has hecho el cielo y la tierra, y
el mar, y todo lo en ellos; 25 el que por el Espíritu Santo por boca de David, niño tuyo, dijiste:

Sal. 2,1-2 ¿Por qué bramaron gentes;


y pueblos meditaron cosas vanas?
26 Asistieron los reyes de la tierra
y los príncipes juntáronse en lo mismo
contra el Señor y contra su Cristo.

27 pues se han juntado, en verdad, en esta ciudad contra el santo niño tuyo, Jesús, a quien ungiste, y
Herodes y Poncio Pilato con gentes y pueblo de Israel, 28 para hacer cuanto tu mano y voluntad
predeterminó aconteciera. 29 Y, cuanto a ahora, Señor, mira a las amenazas de ellos, y da a tus
siervos con libre habla toda, hablar tu palabra, 30 la mano extendiendo tú, a que sanidad, y señales y
prodigios se hagan por el nombre del santo niño tuyo, Jesús». 31 Y, pidiendo ellos, tembló el lugar
en que estaban reunidos, y llenáronse todos ellos de Santo Espíritu; y hablaban la palabra de Dios
con libre habla. 32 Y de la muchedumbre de los creyentes era corazón y alma una; y ni uno algo de
lo que poseía, decía propio ser, sino érales todo común. 33 Y con fuerza grande daban el testimonio
los apóstoles, de la resurrección del Señor Jesús; y gracia grande era sobre todos ellos. 34 Porque ni
indigente había alguno en ellos; pues, cuantos poseedores de campos o casas eran, vendiendo, traían
los precios de lo que enajenaban; 35 y ponían a los pies de los apóstoles; y repartíase a cada uno,
según alguien necesidad tenía. 36 Y José, el sobreapellidado «Bernabé»(b) por los apóstoles (lo que
es interpretado: «hijo de consolación»), levita, cipriota por linaje, 37 poseyendo un campo,
vendiendo, trajo el valor y puso a los pies de los apóstoles.

1 a. Jefe de la milicia.

36 b. Barnabás.

Hechos Apostólicos
Capítulo 5

1 Y un cierto varón, Ananías por nombre, con Safira su mujer, vendió una posesión; 2 y defraudó
del precio, consabidora también la mujer; y, trayendo, cierta parte a los pies de los apóstoles puso. 3
Y dijo Pedro: «Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón a que mintieses al Espíritu, el
Santo, y defraudases del precio del campo? 4 ¿Acaso quedando(a) no te quedaba; y lo vendido en tu
poder estaba? ¿Qué(b), que pusiste en tu corazón cosa tal? No has mentido a hombres, sino a Dios».
5 Y oyendo Ananías estas palabras, cayendo, expiró. Y sobrevino temor grande a todos los que
oyeron; 6 y, levantándose los jóvenes, envolviéronle, y, fuera llevando sepultaron. 7 Y hubo como
de horas tres intervalo; y la mujer de él, no sabiendo lo acontecido, entró. 8 Respondió a ella Pedro:
«Dime ¿si en tanto el campo habéis vendido?» Y ella dijo: «Sí; en tanto». 9 Y Pedro a ella: «¿Qué,
os habéis concertado a tentar al Espíritu del Señor? He aquí los pies de los que han enterrado a tu
marido; ¡a la puerta! y fuera llevaránte». 10 Y cayó al punto a los pies de él y expiró; y entrando los
jovencillos, halláronla muerta y, fuera llevando, sepultáronla con su marido. 11 Y sobrevino temor
grande a toda la Iglesia y a todos los que oyeron esto.

12 Y por las manos de los apóstoles hacíanse señales y prodigios muchos en el pueblo. Y estaban
unánimes todos en el pórtico de Salomón; 13 y de los demás(c) nadie se atrevía a juntarse a ellos, y
magnificábales el pueblo, 14 (y más agregábanse los creyentes al Señor: muchedumbre, y de
hombres y de mujeres); 15 hasta también a las calles fuera llevar los enfermos y poner en camillas y
literas, para que, viniendo Pedro, al menos la sombra sombrease a alguno de ellos y fuesen libres de
sus enfermedades. 16 Y concurría también la muchedumbre de las ciudades circunvecinas de
Jerusalén, trayendo enfermos y perturbados de espíritus inmundos; los cuales eran curados todos.

17 Y levantándose el sumo sacerdote y todos los con él (la que es la secta de los saduceos),
llenáronse de celo, 18 y echaron las manos sobre los apóstoles y pusiéronles en custodia pública. 19
Pero un ángel del Señor, durante la noche, abrió las puertas de la custodia, y, sacándoles, dijo: 20
«Id, y, parándoos, hablad en el santuario al pueblo todas las palabras de esta vida(d)». 21 Y, oyendo,
entraron al alba en el santuario; y enseñaban. Y llegando el sumo sacerdote y los con él, convocaron
el sanedrín y toda la ancianidad de los hijos de Israel; y enviaron a la prisión a que se les trajese. 22
Pero los llegados servidores no les hallaron en la custodia; y, retornando, anunciaron; 23 diciendo:
que «la prisión hemos hallado cerrada en toda seguridad y los custodios parados a las puertas; pero,
abriendo, dentro a nadie hemos hallado». 24 Y como oyeron estas palabras y el estratego del
santuario y los sumos sacerdotes, confundíanse acerca de ello: cómo hubiese acontecido esto. 25
Pero, llegando alguien, anuncióles: que «he aquí los varones que pusisteis en la custodia, están en el
santuario parados y enseñando al pueblo». 26 Entonces, retirándose el estratego con los servidores y
llevóles, no por fuerza (pues temían al pueblo: que no se les lapidara); 27 y, llevándoles, pusieron en
el sanedrín. Y preguntóles el sumo sacerdote, 28 diciendo: «Con intimación intimádoos hemos no
enseñar en este nombre, y he aquí tenéis llena a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis imputarnos
la sangre de este hombre». 29 Y, respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: «Someterse hay a
Dios más que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros
echasteis mano, suspendiendo sobre leño. 31 A éste, Dios a fundador y salvador ha exaltado con su
diestra, a dar arrepentimiento a Israel y remisión de pecados. 32 Y nosotros con él, testigos de estas
palabras(e), y el Espíritu, el Santo, que ha dado Dios a los que se someten a él». 33 Y ellos, oyendo,
aserrados por medio(f) eran y querían arrebatarles. 34 Pero, levantándose uno en el sanedrín: un
fariseo, por nombre Gamaliel, maestro de la ley, honorable a todo el pueblo, mandó un poco los
hombres echar fuera; 35 y dijo a ellos: «Varones israelitas, atended a vosotros acerca de estos
hombres: qué habéis de hacer. 36 Pues, antes de estos días, levantóse Teudás, diciendo ser alguno(g)
él; a quien se inclinó de varones un número, como cuatrocientos; el cual arrebatado fue; y todos
cuantos le obedecían, fueron disipados y convertidos en nada. 37 Después de éste, levantóse Judas,
el galileo, en los días del empadronamiento; y apartó pueblo tras sí; también aquél pereció; y todos
cuantos le obedecían, fueron dispersados. 38 Y, cuanto a ahora, dígoos: apartaos de estos hombres y
dejadlos; porque, si fuere de hombres esta voluntad o esta obra, se deshará; 39 mas si de Dios es, no
podréis deshacerles; no sea que también teómacos(h) se os halle». 40 Y obedeciéronle, y llamando a
sí los apóstoles, flagelando, intimaron no hablar en el nombre de Jesús; y soltáronles. 41 Y ellos
ciertamente fuéronse; gozando, de faz del sanedrín; porque se les dignó, por el nombre de Jesús, de
ser deshonrados; 42 y todo el día, en el santuario y en casa, no cesaban, enseñando y evangelizando
a Cristo Jesús.

4 a. Sin vender, era tuyo ¿quién te obligó a vender?


b. Fue.

13 c. De los no fieles.

20 d. La eterna; el Evangelio.

32 e. Cosas.

33 f. Como cortados por sierra, del furor.

36 g. Algo: un hombre grande, extraordinario.

39 h. Luchadores con Dios (como taurómaco, torero)


Hechos Apostólicos
Capítulo 6
Los Diáconos
1 Y en estos días, multiplicándose los discípulos, hubo murmullo de los helenistas(a) contra los
hebreos, de mirarse de reojo en el ministerio cotidiano las viudas de ellos. 2 Y, llamando a sí los
doce a la muchedumbre de los discípulos, dijeron: «No grato es que nosotros, abandonando la
palabra de Dios, sirvamos a mesas. 3 Considerad ya, hermanos, hombres de vosotros,
testimoniados, siete, llenos de Espíritu santo y sabiduría; que constituyamos sobre esta necesidad; 4
y nosotros en la oración y el ministerio de la palabra perseveraremos». 5 Y plugo la palabra a faz de
toda la muchedumbre; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y Espíritu Santo; y a Felipe, y
Prócoro, y Nicanor, y Timón, y Parmenás, y Nicolás, prosélito antioqueno; 6 que pusieron a faz de
los apóstoles: y, orando, impusiéronles las manos. 7 Y la palabra de Dios crecía; y multiplicábase el
número de los discípulos en Jerusalén sobremanera; mucha turba también de los sacerdotes
obedecían a la fe.

8 Y Esteban, lleno de gracia y fuerza, hacía prodigios y señales grandes en el pueblo. 9 Y


levantáronse de los de la sinagoga, la dicha de libertinos(b), y cirenenses, y alejandrinos, y los de
Cilicia y Asia, disputando con Esteban; 10 y no podían oponerse a la sabiduría y al Espíritu que
hablaba. 11 Entonces sobornaron a varones, diciendo: que «oídole hemos hablar palabras blasfemas
contra Moisés y Dios»; 12 y conmovieron al pueblo, y a los ancianos y los escribas: y,
sobreviniendo, arrastráronle consigo y llevaron al sanedrín; 13 y pusieron testigos falsos, diciendo:
«El hombre éste no cesa de hablar palabras contra el lugar el sagrado, y la ley; 14 que le hemos oído
decir: que «Jesús el Nazareno, éste deshará este lugar y mudará las costumbres que nos entregó
Moisés». 15 Y, fijándose en él todos los sentados en el sanedrín, vieron la faz de él, cual si faz de
ángel.

1 a. Griegos convertidos.

9 b. Libertos-esclavos puestos en libertad.

Hechos Apostólicos
Capítulo 7
Discurso de San Esteban
1 Y dijo el sumo sacerdote: «¿Si esto así se es?» 2 Y él dijo: «Varones hermanos y padres, oíd: «El
Dios de la gloria aparecióse a nuestro padre Abrahán que estaba en la Mesopotamia antes de habitar
él en Carrán(a); 3 y dijo a él: «Sal de tu tierra y tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré». 4
Entonces, saliendo de tierra de caldeos, habitó en Carrán. Y, de allí, después de morir el padre de él,
trasladóle a esta tierra en que vosotros ahora habitáis; 5 y no le dio heredad en ella «ni pisada de
pie(b)», y prometióle «dársela, en posesión y a su simiente después de él»; no teniendo él hijo. 6 Y
habló así Dios: que «será la simiente de él cohabitadora en tierra extraña; y esclavizaránla y
maltratarán años cuatrocientos; 7 y la gente a quien fueren esclavizados, juzgaré yo». Dios dice; «y
después de esto saldrán y serviránme en este lugar». 8 Y dióle testamento de circuncisión; y así
engendró a Isaac, y circuncidóle el día, el octavo; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce patriarcas. 9 Y
los patriarcas, celando, a José vendieron para Egipto; y era Dios con él; 10 y arrancóle de todas sus
tribulaciones, y dióle gracia y sabiduría «delante de Faraón, rey de Egipto; y constituyóle príncipe
sobre Egipto y toda su casa». 11 Y vino hambre sobre todo el Egipto y Canaán, y tribulación
grande; y no hallaban víveres nuestros padres. 12 Y, oyendo Jacob haber cereales en Egipto,
despachó a nuestros padres primero; 13 y a lo segundo(c), fue conocido José de sus hermanos, y
manifiesto fue a Faraón el linaje de José. 14 Y, enviando José, llamó a sí a Jacob, su padre, y toda la
parentela: en almas, setenta y cinco. 15 Y descendió Jacob a Egipto; y él falleció y nuestros padres,
16 y traspuestos fueron a Siquem y puestos en la tumba que compró Abrahán con precio de plata a
los hijos de Hemor en Siquem. 17 Y, como se acercó el tiempo de la promesa que comunicó Dios a
Abrahán, acrecentóse el pueblo y multiplicóse en Egipto; 18 hasta que se levantó un rey, otro, en
Egipto, quien no sabía a José. 19 Este, sofisticando(d) al linaje nuestro, maltrató a los padres,
haciendo las criaturas expósitas, de ellos, para que no se vivificaran. 20 En el cual tiempo nació
Moisés, y era gracioso a Dios. Que se crió meses tres en la casa del padre; 21 Y, expuesto él,
llevóselo la hija del Faraón y crióselo para hijo. 22 e instruyóse a Moisés en toda sabiduría de
egipcios; y era poderoso en palabras y obras suyas. 23 Y, como se le cumplió cuadricenal tiempo,
ascendió a su corazón visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. 24 Y, viendo a un injuriado,
defendió e hizo venganza al domeñado, hiriendo al egipcio. 25 Y pensaba entender los hermanos
que Dios, por mano de él, daba salud a ellos; pero ellos no entendieron. 26 Y al siguiente día,
aparecióseles, riñendo ellos; y reconciliábales a paz, diciendo: «Varones, hermanos sois: ¿por qué os
injuriáis?» 27 Y el que injuriaba al prójimo, empujóle, diciendo: «¿Quién te ha constituido príncipe
y juez sobre nosotros? 28 ¿Qué? ¿arrebatarme tú quieres del modo que arrebataste ayer al egipcio?»
29 Y huyó Moisés en esta palabra; e hízose cohabitador en tierra de Madián; donde engendró hijos
dos. 30 Y, cumpliéndose años cuarenta, apareciósele en el desierto del monte Sinaí un ángel en
llama de fuego de una zarza. 31 Y Moisés, viendo, maravillóse de la visión; y, llegándose para
contemplar, vino voz de Señor: 32 «¡Yo, el Dios de tus padres: el Dios de Abrahán, e Isaac y
Jacob!» Y tembloroso poniéndose Moisés, no se atrevía a contemplar. 33 Y díjole el Señor: «Suelta
tu zapato de los pies; porque el lugar en que parado estás, tierra santa es. 34 Viendo, he visto el
maltrato de mi pueblo el de Egipto; y su gemido he escuchado, descendido a libertarles; y, ahora
¡acá! enviaréte a Egipto». 35 A este Moisés, a quien negaron, diciendo: «¿Quién te ha constituido
príncipe y juez?» —a éste Dios, y príncipe y redentor ha enviado con mano de ángel, del aparecido
a él en la zarza. 36 Este sacóles, haciendo prodigios y señales en Egipto, y en el rojo mar, y en el
desierto, años cuarenta. 37 Este es Moisés, el que habló a los hijos de Israel: «Profeta os levantará
Dios de entre vuestros hermanos, como a mí, a él oíd. 38 Este es el que estuvo en la iglesia(e), en el
desierto, con el ángel el que le habló en el monte Sinaí; y(f) nuestros padres, que recibió sentencias
vivientes para darnos; 39 del que no quisieron escuchadores hacerse nuestros padres, sino
empujaron; y volviéronse en sus corazones a Egipto, 40 diciendo a Aarón: «Haznos dioses que nos
precedan; porque este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto— no sabemos qué ha acontecido a
él». 41 Y becerrificaron en aquellos días y trajeron hostia al ídolo; y gozábanse en las obras de sus
manos. 42 Mas convirtió(g) Dios y entrególes a servir al ejército del cielo, según está escrito en
libro de los profetas:

Am. 5,25-27 ¿Acaso víctimas y hostias habéisme ofrecido


años cuarenta en el desierto, casa de Israel?
43 Y recibisteis el tabernáculo de Moloc
y el astro del dios Refá(h);
las figuras que hicisteis, a ¡adorarlas!
y os trasladaré allende de Babilonia».

44 El tabernáculo del testimonio tuvieron nuestros padres en el desierto, según que ordenó el que
habló a Moisés hacerlo, según la figura que había visto; 45 el que también introdujeron, habiéndolo
heredado, nuestros padres con Jesús, en la posesión de las gentes; que arrojó Dios de faz de nuestros
padres, hasta los días de David; 46 quien halló gracia a faz de Dios, y pidió hallar pabellón para la
casa de Jacob. 47 Y Salomón edificóle casa. 48 Mas no el Excelso en manuhechuras habita; según
el profeta dice:

49 Is. 66,1-2 El cielo, a mí, trono;


y la tierra escabel de mis pies:
¿qué casa edificaréisme (dice Señor);
o qué lugar de mi reposo?
50 ¿que mi mano no ha hecho todo esto?»

51 Cuelliduros e incircuncisos de corazones y de las orejas, vosotros siempre al Espíritu, el Santo,


combatís; como vuestros padres, también vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron los
padres de vosotros? Y mataron a los que prenunciaban acerca de la venida del Justo; del que ahora
vosotros traidores y asesinos os habéis hecho; 53 los que recibisteis la ley en disposiciones de
ángeles y no guardasteis...»

54 Y, oyendo esto, aserrabánseles los corazones, y rechinaban los dientes contra él. 55 Y, estando
lleno de Espíritu Santo, fijándose en el cielo, vio gloria de Dios, y a Jesús parado a la derecha de
Dios; 56 y dijo: «He aquí, miro los cielos abiertos y al Hijo del hombre a la derecha parado de
Dios». 57 Y clamando con voz grande, taparon sus orejas, y precipitáronse unánimemente sobre él;
58 y, lanzando fuera de la ciudad, lapidaban. Y los testigos depusieron sus vestiduras a los pies de
un joven, llamado Saulo; 59 y lapidaban a Esteban, que invocaba y decía: «Señor Jesús, recibe mi
Espíritu». 60 Y, poniendo las rodillas, clamó con voz grande: «Señor, no les peses(i) este pecado».
Y, esto diciendo durmióse, en el Señor.

2 a. O Harán.

5 b. Ni un solo pie.

13 c. Al segundo viaje.

19 d. Engañando con sofisterías: malas razones.

38 e. Asamblea.
f. Con.

42 g. Les.

43 h. Tal vez el planeta Saturno.

60 i. En la balanza de la justicia.

Hechos Apostólicos
Capítulo 8

1 Y Saulo estaba complaciéndose en el arrebatamiento de él. Y hubo en aquel día persecución


grande contra la iglesia, la de Jerusalén; y todos dispersáronse por las regiones de Judea y Samaria,
fuera de los apóstoles. 2 Y juntos alzaron a Esteban, varones timoratos, e hicieron llanto grande
sobre él. 3 Y Saulo mancillaba(a) la iglesia, por las casas entrando y arrastrando hombres y mujeres
entregaba a custodia.

4 Ellos, pues, ya dispersos, discurrieron, evangelizando la palabra; 5 y Felipe, descendiendo a la


ciudad de la Samaria, predicábales al Cristo. 6 Y atendían las turbas a lo que decía Felipe,
unánimemente a oír ellos y mirar las señales que hacía; 7 pues muchos de los que tenían espíritus
inmundos —gritando con voz grande, salían; y muchos paralíticos y cojos eran curados; 8 y hubo
mucho gozo en aquella ciudad.

9 Y cierto varón por nombre Simón había antes estado en la ciudad hechizando, y arrobando a la
gente de la Samaria, diciendo ser alguno él grande; 10 al que atendían todos, de pequeño a grande,
diciendo: «Esta es la fuerza de Dios la que se llama grande»; 11 y atendíanle, por haber bastante
tiempo con las magias arrobádoles. 12 Mas, cuando creyeron a Felipe evangelizando acerca del
reino de Dios y del nombre de Jesucristo, bautizábanse, y hombres y mujeres. 13 Y Simón también
él mismo creyó, y, bautizado, estaba perseverando con Felipe; y, viendo señales, y fuerzas grandes
haciéndose arrobábase. 14 Y, oyendo los en Jerusalén apóstoles que ha recibido la Samaria la
palabra de Dios, enviaron a ellos a Pedro y Juan; 15 los cuales, descendiendo, oraron por ellos que
recibiesen Espíritu Santo; 16 pues aún no había sobre ninguno de ellos caído; y sólo bautizados
estaban en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces, imponían las manos sobre ellos, y recibían
Espíritu Santo. 18 Y, viendo Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles es dado el
Espíritu, trajo a ellos dinero, 19 diciendo: «Dad también a mí esta potestad de que, a quien
impusiere yo las manos reciba Espíritu Santo». 20 Y Pedro dijo a él: «Tu plata contigo sea en
perdición porque el don de Dios has pensado por dinero adquirir. 21 No hay para ti parte ni herencia
en esta palabra; que tu corazón no es recto delante de Dios. 22 Arrepiéntete, pues, de ésta tu
maldad; y ruega al Señor, si por ventura se te perdonará este pensamiento de tu corazón; 23 pues en
hiel de amargura(b) y atadura de iniquidad véote estar». 24 Y respondiendo Simón dijo: «Rogad
vosotros por mí al Señor, para que nada venga sobre mí de lo que habéis dicho». 25 Ellos, pues, ya
habiendo testificado y hablado la palabra del Señor, retornaron a Jerusalén; y muchas aldeas de los
samaritanos evangelizaban.

26 Y un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: «Levántate y vete hacia el mediodía(c) a la vía, la
que baja de Jerusalén a Gaza»; ésta es: desierta(d). 27 Y, levantándose fuese. Y he aquí un varón
etíope, eunuco poderoso de Candace(e), reina de etíopes; el que era sobre todo el tesoro de ella; el
que había venido adorando a Jerusalén; 28 y estaba retornando y sentado sobre su carro; y leía al
profeta Isaías. 29 Y dijo el Espíritu a Felipe: «Llégate y júntate a este carro». 30 Y, corriendo allá
Felipe, oyóle leyendo a Isaías, el profeta, y dijo: «Con que, ¿conoces lo que lees?» 31 Y él dijo:
«Pues ¿cómo he de poder, si alguno no me guiare?» Y rogó a Felipe que, subiendo se sentase con él.
32 Y el paraje de la Escritura que leía, era éste:

Is. 53,7.8. Como oveja, a matanza fue llevado;


y como cordero delante del que le trasquila,
mudo así no abre su boca.
33 En la humildad su juicio fue alzado(f):
su generación(g) ¿quién referirá?
pues alzada es de la tierra su vida.

34 Y, respondiendo el eunuco a Felipe dijo: «Ruégote ¿de quién el profeta dice esto? ¿de sí mismo o
de otro alguno?» 35 Y, abriendo Felipe su boca, y empezando de esta Escritura, evangelizóle a
Jesús. 36 Y como iban por el camino, llegaron a un agua, y dijo el eunuco: «He aquí agua: ¿qué
impide sea yo bautizado?» 37 (Y dijo Felipe: «Si crees de todo el corazón, lícito es». Y,
respondiendo dijo: «Creo que el Hijo de Dios es Jesucristo».) 38 Y mandó parar el carro; bajaron
ambos al agua, y Felipe y el eunuco, y bautizóle. 39 Y, cuando subieron del agua, Espíritu del Señor
llevóse a Felipe, y no le vio ya no, el eunuco; pues iba por su camino gozándose. 40 Y Felipe
hallóse por Azoto; y, atravesando, evangelizaba las ciudades todas, hasta venir él a Cesarea.

3 a. Devastaba.
23 b. El vicio es amargo como hiel, y encadena al alma.

26 c. El sur.
d. La llamada «desierta».

27 e. Nombre genérico de las reinas etíopes; como Faraón de los soberanos egipcios; y César, de los
romanos.

33 f. Arrebatóse, consumóse; fue condenado.


g. Su pueblo, el pueblo de su tiempo ¿quién podrá pintarlo? pintar su iniquidad.

Hechos Apostólicos
Capítulo 9

1 Y Saulo, aun respirando amenaza y matanza contra los discípulos del Señor, acercándose al sumo
sacerdote, 2 pidió de él cartas a Damasco para las sinagogas, a fin de que, si algunos hallase de esta
sentada, y hombres y mujeres, atados llevase a Jerusalén. 3 Y en el camino aconteció acercarse él a
Damasco; y de repente la circunrelampagueó luz del cielo; 4 y cayendo en la tierra, oyó voz
diciéndole: «Saúl, Saúl, ¿qué me persigues?» 5 Y dijo: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a
quien tú persigues: duro para ti, recalcitrar contra el aguijón(a)». 6 Y temblando y atónito, dijo:
«Señor; ¿qué yo quieres haga?» 7 Y el Señor a él: «Levántate y entra en la ciudad, y hablarásete lo
que debes hacer». Pero, los varones, los que caminaban con él, habíanse parado mudos, oyendo en
verdad la voz; a nadie, empero viendo. 8 Y levantóse Saulo de la tierra; y, abiertos los ojos, nada
veía; y manuguiándole, introdujeron en Damasco. 9 Y estuvo días tres no viendo, y no comió ni
bebió. 10 Y había cierto discípulo en Damasco, por nombre Ananías. Y dijo a él, en visión, el Señor:
«¡Ananías!». Y él dijo: «¡Señor!» Y el Señor a él: 11 «Levántate vete a la vía, la llamada recta y
busca en casa de Judas a Saulo por nombre Tarsense(b); pues he aquí ora» 12 (y vio a un varón, en
visión: Ananías por nombre, entrar e imponerle las manos, para que volviese a ver). 13 Y respondió
Ananías: «Señor, he oído de muchos acerca de este varón: cuántos males a tus santos ha hecho en
Jerusalén; 14 y aquí tiene potestad, de los sumos sacerdotes, de atar a todos los que invocan tu
nombre». 15 Y dijo a él el Señor: «Vete, por que vaso de elección esme éste para llevar mi nombre a
faz, y de las gentes, y reyes e hijos de Israel; 16 que yo mostraréle cuanto debe, por mi nombre,
padecer». 17 Y fuese Ananías, y entró en la casa, y, poniendo sobre él las manos, dijo: «Saúl
hermano, el Señor hame enviado: Jesús, el aparecido a ti en el camino que has andado, para que
vuelvas a ver y lleno seas de Espíritu Santo». 18 Y luego cayeron de sus ojos abajo como escamas;
y volvió a ver, y levantándose, fue bautizado; 19 y, tomando alimento, confortóse. Y quedóse con
los en Damasco discípulos días algunos; 20 y luego en las sinagogas predicaba a Jesús: que «éste es
el Hijo de Dios». 21 Y arrobábanse todos los que oían, y decían: «¿No es éste el que asolaba en
Jerusalén a los que invocan este nombre, y aquí a esto había venido; a fin de que atados los llevase a
los sumos sacerdotes?» 22 Y Saulo más fortalecíase y confundía a los judíos: a los que habitaban en
Damasco, demostrando que éste es el Cristo. 23 Y, como se cumplían días bastantes, acordaron los
judíos arrebatarle; 24 y comunicóse a Saulo el acuerdo de ellos. Y guardaban también las puertas, y
de día y de noche, para arrebatarle. 25 Mas, tomando los discípulos a él, de noche, por el muro,
bajáronle descendiendo en una espuerta. 26 Y, llegando a Jerusalén, intentaba adherir a los
discípulos; y todos temíanle, no creyendo que es discípulo. 27 Mas Bernabé, cogiéndole llevó a los
apóstoles, y refirióles cómo en el camino vio al Señor, y que le habló, y cómo en Damasco habló
libremente en el nombre de Jesús. 28 Y estaba con ellos entrando y saliendo de Jerusalén, hablando
libremente en el nombre del Señor; 29 y hablaba y disputaba con los helenistas. Y ellos ponían
mano para arrebatarle; 30 y, conociendo los hermanos, lleváronle abajo a Cesarea, y de allí
enviáronle a Tarso.

31 La Iglesia, en verdad, por toda la Judea, y Galilea y Samaria tenía paz, edificándose y caminando
con el temor del Señor; y con la consolidación del Santo Espíritu multiplicábase. 32 Y aconteció
que Pedro, que atravesaba por todos, descendió también a los santos los que habitaban en Lida. 33
Y encontró allí a un hombre, por nombre Eneas, desde años ocho, yaciente en litera; que estaba
paralizado. 34 Y díjole Pedro: «Eneas, sánate Jesucristo: levántate y aderezáte(c)». Y luego se
levantó; 35 y viéronle todos los que habitaban Lida y el Sarón; los cuales se convirtieron al Señor.
36 Y en Yope una discípula, por nombre Tabitá (la que, interpretada, se dice Dorcas(d)); —ésta era
llena de obras buenas y limosnas que hacía. 37 Y aconteció en aquellos días que, enfermando,
murió; y, lavando, pusieron en azotea. 38 Y, cerca estando Lida de Yope, los discípulos, oyendo que
Pedro está en ella, enviaron dos varones a él, rogando: «No tardes en venir hasta nosotros». 39 Y,
levantándose Pedro, vino con ellos; a quien, llegando, subieron a la azotea; y paráronse en torno de
él todas las viudas, llorando y mostrando túnicas y vestiduras: cuántas hacía, con ellas estando,
Dorcas. 40 Y, echando fuera a todos Pedro y, poniendo las rodillas, oró; y, volviéndose al cuerpo,
dijo: «Tabitá, levántate». Y ella abrió sus ojos, y, viendo a Pedro, incorporóse. 41 Y, dándole mano,
levantóla; y llamando a los santos y las viudas, con ellos púsola viva. 42 Y notorio hízose por toda
Yope; y creyeron muchos en el Señor. 43 Y aconteció días bastantes permanecer él en Yope, cerca
de cierto Simón, curtidor.

5 a. Locución proverbial

11 b. De Tarso, de Cilicia.

34 c. La litera.

36 d. Corza.

Hechos Apostólicos
Capítulo 10
Conversión de Cornelio
1 Y un varón en Cesarea, por nombre Cornelio, centurión del manípulo, el llamado itálico; 2
piadoso y temiendo a Dios, con toda su casa, haciendo limosnas muchas al pueblo y rogando a Dios
de continuo; 3 vio, en visión, manifiestamente, como alrededor de la hora nona del día, a un ángel
de Dios venir a él y decirle: «Cornelio». 4 Y él, fijándose en él, y medroso poniéndose, dijo: «¿Qué
es, Señor?» Y díjole: «Las oraciones tuyas y las limosnas tuyas han ascendido en memorial, delante
de Dios. 5 Y ahora manda varones a Yope y haz venido a cierto Simón que se sobreapellida Pedro; 6
éste hospédase cerca de cierto Simón curtidor; cuya casa está junto a la mar; éste hablaráte qué
debes hacer». 7 Y, como se retiró el ángel, el que le hablaba, llamando dos de sus domésticos y un
soldado piadoso de los que le asistían; 8 y, narrando todo ello a ellos, envióles a Yope. 9 Y al
siguiente día, caminando aquéllos y a la ciudad acercándose, ascendió Pedro al terrado a orar
alrededor de la hora sexta; 10 y púsose hambriento; y quería gustar. Y, preparando aquéllos, vino
sobre él un éxtasis. 11 y vio al cielo abierto, y descendiendo un recipiente, como un lienzo grande,
con cuatro puntas bajando sobre la tierra, 12 en el que había todos los cuadrúpedos y reptiles de la
tierra y volátiles del cielo. 13 Y vino voz a él: «Levantándote, Pedro, mata y come». 14 Y Pedro
dijo: «Jamás, Señor; pues nunca he comido todo común e impuro». 15 Y voz de nuevo, por vez
segunda, a él: «Lo que Dios ha purificado, tú no comuniques(a)». 16 Y esto aconteció hasta tres
veces; y luego recibido fue el recipiente en el cielo. 17 Y, como dentro de sí vacilaba Pedro: qué
fuese la visión que vio, he aquí los varones los enviados de Cornelio, preguntando por la casa de
Simón, detuviéronse en el atrio; 18 y, llamando averiguaban: si «Simón, el sobreapellidado Pedro,
aquí se hospeda».

19 Y, Pedro reflexionando sobre la visión, díjole el Espíritu: «He aquí varones dos, buscándote; 20
empero, levantándote, desciende, y vete con ellos, nada considerando; pues yo les he enviado». 21
Y, descendiendo Pedro a los varones, dijo: «He aquí yo soy el que buscáis; ¿qué causa por la que
estáis aquí?» 22 Y ellos dijeron: «A Cornelio, centurión, varón justo y temiendo a Dios, y
testimoniado, de toda la gente de los judíos, revelado fue por un ángel santo hacerte venir a su casa
y oír palabras de ti». 23 Llamándoles, pues, adentro, hospedó; y al siguiente día, levantándose, salió
con ellos; y algunos de los hermanos, de Yope fueron con él. 24 Y al siguiente día entró en Cesarea;
y Cornelio estaba aguardándoles, habiendo convocado sus parientes y necesarios(b) amigos. 25 Y
como aconteció entrar(c) Pedro, encontrándole Cornelio, cayendo a los pies, adoró. 26 Mas Pedro
levantóle, diciendo: «Alza: también yo mismo hombre soy». 27 Y, conversando con él, entró; y
halla reunidos muchos; 28 y dijo a ellos: «Vosotros sabéis como ilegal es para varón judío adherir o
acercarse a alienígena; y a mí Dios mostró a nadie común o inmundo decir —a hombre(d); 29 por lo
cual también irreplicadamente he venido, habiéndoseme hecho venir. Pregunto, pues: ¿con qué
palabra habéisme hecho venir?» 30 Y Cornelio dijo: «Desde cuarto día hasta esta hora, estaba yo, la
nona, orando en mi casa; y he aquí un varón detúvose a faz mía en veste radiosa; 31 y dijo:
«Cornelio, escuchada ha sido tu oración; y las limosnas tuyas recordadas han sido a faz de Dios. 32
Manda, pues, a Yope y llama acá a Simón, que se sobreapellida Pedro: éste hospédase en casa de
Simón, curtidor, junto a la mar». 33 Al punto, pues mandé a ti; y tú bellamente has hecho
viniéndote. Ahora, pues, todos nosotros a faz de Dios estamos aquí a oír todo lo ordenado a ti por el
Señor». 34 Y, abriendo Pedro la boca, dijo: «En verdad comprendo que no es de faz aceptador Dios;
35 sino que en toda gente el que le teme y obra justicia aceptable a él es. 36 La palabra envió a los
hijos de Israel evangelizando paz por medio de Jesucristo. Este es de todos Señor. 37 Sabéis la
venida palabra a través de toda la Judea; empezando de la Galilea, con el bautismo que predicó
Juan(e): a Jesús de Nazaret: 38 cómo ungióle Dios con Espíritu Santo y fuerza; el cual pasó bien
haciendo y sanando a todos los esclavizados por el diablo; pues Dios era con él. 39 (Y ¡nosotros,
testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y Jerusalén!); al que también arrebataron
suspendiendo de leño. 40 A éste Dios resucitó al tercer día y dióle manifiesto hacerse, 41 no a todo
el pueblo, sino a testigos preelegidos por Dios: nosotros que hemos con él comido y con él bebido
después de resurgir él de muertos; 42 y mandónos predicar al pueblo y testimoniar que éste es el
determinado por Dios, juez de vivientes y muertos. 43 A éste todos los profetas testifican: remisión
de pecados recibir por su nombre todo el que cree en él». 44 Aún hablando Pedro estas palabras,
cayó el Espíritu, el Santo, sobre todos los que oían la palabra. 45 Y arrobábanse los de circuncisión
fieles, cuantos vinieron con Pedro, de que también sobre las gentes el don del Espíritu, el Santo, se
ha derramado; 46 pues oíanles hablar en lenguas y magnificar a Dios. Entonces respondió Pedro: 47
«¿Acaso el agua puede estorbar alguno que no se bauticen éstos, los que el Espíritu, el Santo, han
recibido, tal como nosotros?» 48 Y ordenó que ellos en el nombre de Jesucristo se bautizasen.
Entonces, rogáronle permanecer allí días algunos.

15 a. No tengas por común.

24 b. Inseparables, íntimos.

25 c. En la ciudad.
28 d. Alguno.

37 e. Sabéis.

Hechos Apostólicos
Capítulo 11
Vocación de los gentiles
1 Y oyeron los apóstoles y los hermanos los que estaban por la Judea, que también las gentes
recibieron la palabra de Dios. 2 Y, cuando subió Pedro a Jerusalén, disceptaban contra él los de la
circuncisión, 3 diciendo: que «entraste a varones que prepucio tienen y comiste con ellos». 4 Y,
empezando Pedro exponíales todo, diciendo: 5 «Yo estaba en ciudad de Yope orando, y vi, en
éxtasis, visión: descendiendo cierto recipiente como un lienzo grande, con cuatro puntas bajando
del cielo, y vino hasta mí: 6 en el cual fijándome, contemplaba y veía los cuadrúpedos de la tierra, y
las fieras y los reptiles; y los volátiles del cielo. 7 Y oí también una voz, diciéndome:
«Levantándote, Pedro, mata y come». 8 Y dije: «Jamás, Señor; pues común e inmundo nunca ha
entrado en mi boca». 9 Y respondió, por vez segunda, voz del cielo: «Lo que Dios ha purificado, tú
no comuniques». 10 Y esto aconteció hasta tres veces; y fue retirado de nuevo todo ello al cielo. 11
Y he aquí, al punto, tres varones detuviéronse en la casa en que estábamos, enviados de Cesarea a
mí. 12 Y dijo el Espíritu a mí venir con ellos, nada trepidando. Y vinieron conmigo también estos
seis hermanos, y entramos en la casa del varón; 13 y refiriónos cómo vio al ángel en su casa, parado
y diciendo: «Manda a Yope y haz venir a Simón, el sobreapellidado Pedro; 14 quien hablará
palabras a ti en que salvarás tú y toda tu casa». 15 Y, al empezar yo a hablar, cayó el Espíritu, el
Santo, sobre ellos, así como también sobre nosotros al principio. 16 Y acordéme de la palabra del
Señor: como decía: «Juan ciertamente bautizó con agua; vosotros, empero, seréis bautizados en
Espíritu Santo». 17 Si, pues, el igual don dióles Dios como también a nosotros, creyendo en el
Señor Jesucristo, yo ¿quién era —poderoso a estorbar a Dios?» 18 Y, oyendo esto, callaron, y
glorificaron a Dios, diciendo: «¡Con que, también a las gentes Dios el arrepentimiento para la vida
ha dado!» 19 Mientras tanto, los diseminados por la tribulación la hecha bajo Esteban, atravesaron
hasta Fenicia, y Chipre y Antioquía, a nadie hablando la palabra sino solamente a judíos, 20 Y había
algunos de ellos, varones cipriotas y cirenenses; los que, viniendo a Antioquía, hablaban también a
los helenos, evangelizando al Señor Jesús. 21 Y era mano del Señor con ellos; y mucho número, el
creyente, convertíanse al Señor. 22 Y oyóse la palabra en las orejas de la Iglesia, la que había en
Jerusalén, acerca de ellos; y enviaron a Bernabé hasta Antioquía; 23 quien, llegado y viendo la
gracia la de Dios, gozóse; y exhortaba a todos, en el propósito del corazón permanecer en el Señor;
24 pues era varón bueno y lleno de Espíritu santo y fe. Y añadióse turba bastante al Señor. 25 Y,
salió a Tarso, a buscar a Saulo; y, hablando, condujo a Antioquía. 26 Y acontecióles también un año
entero conversar en la Iglesia y enseñar turba bastante; y llamarse primeramente en Antioquía los
discípulos: cristianos. 27 En los mismos días descendieron de Jerusalén profetas a Antioquía; 28 y,
levantándose uno de ellos, por nombre ágabo, manifestó por el Espíritu, que hambre grande debía
de haber sobre todo el orbe; la cual hubo bajo Claudio. 29 Y de los discípulos, según abundaba
alguno; —determinó cada cual de ellos, para servicio(a) enviar a los que habitaban en la Judea—
hermanos; 30 lo que también hicieron, enviando a los ancianos, por mano de Bernabé y Saulo.

29 a. Socorro.
Hechos Apostólicos
Capítulo 12
Pedro libertado por un ángel
1 Y por aquel tiempo echó Herodes rey las manos a maltratar a algunos de los de la iglesia. 2 Y
arrebató a Santiago, el hermano de Juan, con cuchilla; 3 y viendo que grato es a los judíos; añadió
prender también a Pedro (y eran días de los ázimos); 4 al que también atando puso en custodia,
entregando a cuatro cuaternos de soldados para custodiarle; queriendo, después de la pascua,
subirle(a) al pueblo. 5 Y, ciertamente Pedro era guardado en la custodia; oración, empero, era
continuamente hecha de la iglesia a Dios por él. 6 Y cuando había de sacarle fuera Herodes, aquella
noche estaba Pedro durmiendo en medio de dos soldados, atado con cadenas dos, y los guardas
delante de la puerta guardaban la custodia. 7 Y he aquí un ángel del Señor al par detúvose, y luz
esplendió en la habitación; y percutiendo el costado de Pedro, despertóle, diciendo: «Levántate en
rapidez». Y cayéronle las cadenas de las manos. 8 Y dijo el ángel a él: «Cíñete, y átate tus
sandalias». E hizo así. Y dícele: «Lanza en torno tu vestidura, y sígueme». 9 Y, saliendo, seguía, y
no sabía que verdadero es lo acontecido por el ángel; y pensaba visión mirar. 10 Y, atravesando
primera custodia y segunda, vinieron a la puerta la férrea, la que lleva a la ciudad; la cual
automática abrióseles; y, saliendo, avanzaron vía una, y luego retiróse el ángel de él. 11 Y Pedro, en
sí volviendo, dijo: «Ahora sé verdaderamente que ha enviado Señor su ángel y arrancádome de
mano de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos». 12 Y, considerando, vino a la
casa de María, la madre de Juan, el sobreapellidado Marco; donde estaban bastantes congregados y
orando. 13 Y, golpeando él a la puerta del atrio, acudió una niña a escuchar, por nombre Rode. 14 Y,
reconociendo la voz de Pedro, de gozo, no abrió el atrio; y corriendo adentro anunció estar Pedro
delante del atrio. 15 Y ellos la dijeron: «Deliras» Mas ella aseguróles así ser. 16 Y ellos dijeron: «El
ángel es de él». Y Pedro seguía golpeando; y, abriendo, viéronle y extasiáronse. 17 Y,
reprimiéndoles con la mano a callar, refirió cómo el Señor le sacó de la custodia; y dijo: «Anunciad
a Santiago y a los hermanos esto». Y, saliendo, fuése a otro lugar. 18 Y, venido el día, había
turbación no poca en los soldados: qué, pues, Pedro se hubiese hecho. 19 Y Herodes, buscándole y
no hallando, juzgando a los guardas, mandó fuesen llevados(b); y, bajando de la Judea, en Cesarea
vivía. 20 Y estaba de ánimo reluchando contra tirios y sidonios. Mas unánimemente presentáronse a
él, y, persuadiendo a Blasto, el sobre el tálamo del rey, pedían paz(c), por alimentarse su región de
la real. 21 Y en fijado día Herodes, vistiendo vestidura regia, sentado sobre solio, arengaba
popularmente a ellos; 22 y el pueblo aclamaba: «¡De Dios voz, y no de hombre(d)!» 23 Y al punto
percutióle un ángel del Señor, por cuanto no dio la gloria a Dios; y habiéndose agusanado, expiró.
24 Y la palabra del Señor crecía y multiplicábase. 25 Y Bernabé y Saulo retornaron de Jerusalén,
después de cumplir el ministerio, llevando consigo a Juan, el sobreapellidado Marco.

4 a. Llevarle a lugar alto, visible ante el pueblo.

19 b. Al suplicio.

20 c. Trataban de desarmar las iras de él; cuyos dominios les suministraban los víveres de que ellos
carecían.

22 d. El rey accede, y ellos, instigados por aduladores, hacen su apoteosis.


Hechos Apostólicos
Capítulo 13
Trabajos apostólicos de Pablo.
1 Y había en Antioquía, en la existente Iglesia, profetas y maestros: y Bernabé, y Simeón, el
llamado negro, y Lucio el cirenense, y Manahén de Herodes, el tetrarca colactáneo y Saulo. 2 Y
ministrando ellos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu el Santo: «Separad ya, para mí, a Bernabé y
Saulo, para la obra que les tengo llamados». 3 Entonces, ayunando, y orando, e imponiendo las
manos a ellos, despidieron. 4 Ellos, en tanto, enviados por el Santo Espíritu, bajaron a Seleucia; y
de allí fueron navegando a Chipre; 5 y, estando en Salamina, anunciando fueron la palabra de Dios
en las sinagogas de los judíos, y tenían también a Juan de ministro. 6 Y, atravesando toda la isla
hasta Pafo, hallaron un varón: cierto mago, pseudoprofeta, judío, cuyo nombre Barjesús; 7 quien
estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este llamando a sí a Bernabé y Saulo, trató de
oír la palabra de Dios; 8 mas resistíales élimas(a), el mago (pues así interprétase su nombre);
buscando apartar al procónsul, de la fe. 9 Y Saulo (el que también Pablo)(b), llenándose de Espíritu
Santo, fijándose en él, 10 dijo: «Oh lleno de todo dolo y de toda falsía, hijo del diablo, enemigo de
toda justicia ¿no cesas de trastornar las vías del Señor, las rectas? 11 Y ahora he aquí mano del
Señor sobre ti, y serás ciego, no viendo el sol hasta un tiempo». Y al punto cayó sobre él obscuridad
y tinieblas; y, girando buscaba manuguías. 12 Entonces, viendo el procónsul lo acontecido, creyó,
pasmado por la doctrina del Señor. 13 Y, zarpando de Pafo, los en torno de Pablo, vinieron a Perge,
de la Panfilia; pero Juan, separándose de ellos, retornó a Jerusalén. 14 Y ellos, atravesando desde
Perge, arribaron a Antioquía, la Pisidia; y, viniendo a la sinagoga el día de los sábados, sentáronse.
15 Y, después de la lección de la ley y los profetas, enviaron los arquisinagogos a ellos, diciendo:
«Varones hermanos, si alguna hay en vosotros palabra de exhortación al pueblo, decid». 16 Y,
levantándose Pablo y, reprimiendo(c) con la mano, dijo: «Varones israelitas y los que teméis a Dios,
oíd. 17 El Dios de este pueblo de Israel, eligió nuestros padres, y al pueblo exaltó en la convivencia
en tierra de Egipto; y con brazo excelso sacóle de él; 18 y, como de cuarenta años tiempo, toleróles
en el desierto, 19 y arrebatando gentes siete en tierra de Canaán, sorteó en herencia la tierra de ellos,
20 como años cuatrocientos cincuenta. Y, después de esto dio jueces hasta Samuel profeta. 21 Y de
allí pidieron rey, y dióles Dios a Saúl, hijo de Cis, varón de tribu de Benjamín, años cuarenta; 22 y,
removiéndole, levantóles a David en rey; al que también dijo, testificando. «He hallado a David, el
de Jesé, varón según el corazón mío; que hará todas las voluntades mías». 23 De cuya simiente
Dios, según promesa, sacó a Israel un Salvador: Jesús; 24 predicando antes Juan, ante faz de su
venida, bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. 25 Y, como cumplía Juan la carrera,
decía: «Lo que pensáis que soy, no soy yo; mas he aquí viene, después de mí, de quien no soy digno
de que el zapato de los pies desate». 26 Varones hermanos, hijos de linaje de Abrahán y los que en
vosotros temen a Dios: a vosotros la palabra de esta salud enviada ha sido. 27 Pues los habitantes de
Jerusalén y sus príncipes, a éste desconociendo y las voces de los profetas las que por todo sábado
se leen, juzgando, cumplieron(d); 28 y ninguna causa de muerte hallando, pidieron a Pilato se le
arrebatase; 29 y, como consumaron todo lo escrito acerca de él, descendiéndole del leño, pusieron
en monumento. 30 Y Dios resucitóle de muertos; 31 quien aparecióse por días muchos a los que
subieron con él de la Galilea a Jerusalén; los cuales son testigos de él al pueblo. 32 Y nosotros os
evangelizamos la a los padres promesa hecha; porque ésta Dios ha cumplido a los hijos de ellos: a
nosotros, resucitando a Jesús; 33 como también en salmo está escrito: el(e) segundo: Hijo mío eres
tú, yo hoy engendrádote he. 34 Y porque resucitóle de muertos al que ya no debía retornar a
corrupción, así ha dicho: que «os daré lo santo(f) de David, lo fiel». 35 Por esto también en otro
dice: No darás a tu santo a ver corrupción. 36 Pues David ciertamente, por propia generación(g),
sirviendo a la de Dios voluntad, durmióse y fue puesto con sus padres; 37 mas al que Dios resucitó,
no vio corrupción. 38 Notorio, pues, séaos, varones hermanos, que, por éste, a vosotros remisión de
pecados se anuncia; 39 de todo lo que no podíais en ley de Moisés ser justificados; en éste todo
creyente es justificado. 40 Mirad, pues, que no sobrevenga lo dicho en los profetas:
41 Mirad, despreciadores y admirad y desvaneceos;
pues obra obro yo en los días vuestros;
obra que no creeréis, no, si alguien os refiriere».

42 Y, saliendo ellos rogaban, para el entrante(h) sábado, se les hablasen estas palabras.

43 Y, despedida la sinagoga, seguían muchos de los judíos y de los timoratos prosélitos a Pablo y
Bernabé; los cuales, hablándoles, persuadiéronles de permanecer en la gracia de Dios. 44 Y el
siguiente sábado casi toda la ciudad juntóse a escuchar la palabra de Dios. 45 Y, viendo los judíos
las turbas, llenáronse de celo; y contradecían a lo por Pablo dicho, blasfemantes. 46 Y, libremente
hablando Pablo a Bernabé, dijeron: «A vosotros era menester primero se hablase la palabra de Dios;
mas, ya que rechazáisla y no dignos jusgáisos de la eterna vida, he aquí nos volvemos a las gentes.
47 Pues así nos ha mandado el Señor:

Is. 49, 6 Puesto te he en luz de las gentes,


para que seas en salud hasta el último de la tierra».

48 Y, oyendo las gentes, alegrábanse y glorificaban la palabra de Dios; y creyeron cuantos


destinados estaban a la vida eterna; 49 y divulgábase la palabra del Señor por toda la región. 50
Pero los judíos instigaron a las timoratas mujeres, las nobles, y a los primeros de la ciudad, y
excitaron persecución contra Pablo y Bernabé; y arrojáronles de sus confines. 51 Y ellos,
sacudiendo el polvo de los pies sobre ellos, vinieron a Iconio; 52 y los discípulos llenáronse de gozo
y Espíritu Santo.

8 a. «Mago», en árabe.

9 b. Más exactamente: Paulo.

16 c. Las voces-imponiendo silencio.

27 d. Cumpliéronlas; estas voces.

33 e. En el segundo.

34 f. Las promesas sagradas.

36 g. Condición.

42 h. Próximo.

Hechos Apostólicos
Capítulo 14

1 Y aconteció en Iconio a una entrar ellos en la sinagoga de los judíos, y hablar, así que creyeron de
judíos y helenos harta muchedumbre. 2 Pero los inconvencidos judíos excitaron y maltrataron(a) las
almas de las gentes contra los hermanos. 3 En tanto bastante tiempo pasaron libremente hablando en
el Señor, el que testificaba la palabra de su gracia, dando que señales y prodigios hubiera por las
manos de ellos; 4 pero dividióse la muchedumbre de la ciudad, y unos eran con los judíos, otros con
los apóstoles. 5 Y, como hubo ímpetu, y de las gentes y de los judíos con los príncipes de ellos, para
ultrajar y lapidarles, 6 comprendiendo(b) refugiáronse en las ciudades de Licaonia: Listra y Derbe,
y la circunvecindad; 7 y allí evangelizando estaban.

8 Y un varón impotente, entre listrios, de los pies, sentado estaba, cojo desde el vientre de su madre;
el que jamás había andado. 9 Este oía a Pablo hablando; quien, fijándose en él y viendo que tiene fe
para salvarse; 10 dijo con grande voz: «Levántate sobre tus pies recto». Y saltó; y paseábase; 11 Y
las turbas, viendo lo que hizo Pablo, alzaron su voz, en licaonio, diciendo: «Los dioses, hechos
semejantes a hombres, han descendido a nosotros»; 12 y llamaban a Bernabé, Júpiter, y a Pablo,
Mercurio; puesto que él era el guía de la palabra; 13 y el sacerdote de Júpiter del que estaba(c)
delante de la ciudad, toros y coronas a las puertas trayendo, con las turbas quería sacrificar. 14 Mas,
oyendo los apóstoles Bernabé y Pablo, desgarrando sus vestiduras, saltando fueron a la turba,
gritando, 15 y diciendo: «Varones, ¿qué esto hacéis? También nosotros a par pasibles con vosotros
somos —hombres; que os evangelizamos de estas cosas vanas volveros al Dios viviente; quien hizo
el cielo, y la tierra, y la mar y todo lo en ellos; 16 quien en las pasadas generaciones dejó a todas las
gentes andar por los caminos de ellas; 17 aunque no intestimoniado(d) a sí mismo se dejó, bien
obrando desde el cielo, a vosotros lluvias dando y tiempos fructíferos, llenando de alimento y
regocijo vuestras almas». 18 Y, esto diciendo, apenas apaciguaron al pueblo que no sacrificaran a
ellos. 19 Y sobrevinieron de Antioquía y de Iconio judíos, y persuadiendo a las turbas y lapidando a
Pablo, arrastraban fuera de la ciudad; pensando que estaba muerto. 20 Mas, cercándole los
discípulos, levantándose, entró en la ciudad; y, al siguiente día, salió con Bernabé a Derbe; 21 y,
habiendo evangelizado a aquella ciudad y enseñado a bastantes, retornaron a Listra, y a Iconio y a
Antioquía; 22 confirmando las almas de los discípulos, exhortando a permanecer en la fe, y que,
«por muchas tribulaciones debemos entrar en el reino de Dios». 23 Y, habiéndoles, por iglesias(e),
elegido ancianos, orando con ayunos, encomendáronlas al Señor, en quien habían creído. 24 Y,
atravesando la Pisidia, vinieron a la Panfilia: 25 y, hablando en Perge la palabra, descendieron a
Atalía; 26 y de allí zarparon a Antioquía; de donde habían sido entregados a la gracia de Dios para
la obra que cumplieron. 27 Y, llegando, y congregando la Iglesia, refirieron cuán grandes cosas hizo
Dios con ellos; y que «abrió a las gentes puerta de fe». 28 Y pasaron tiempo no poco con los
discípulos.

2 a. Hicieron sentir mal-sublevaron.

6 b. Los apóstoles.

13 c. Tenía su templo.

17 d. Dando testimonio de sí mismo: dándose a conocer por sus beneficios.

23 e. Iglesia por iglesia.


Hechos Apostólicos
Capítulo 15
Concilio de Jerusalén
1 Y algunos, bajando de la Judea, enseñaban a los hermanos que «si no os circuncidáis a la usanza
la de Moisés, no podéis salvaros». 2 Y, hecha disidencia y cuestión no poca a Pablo y Bernabé
contra ellos,(a) dispusieron que subiesen Pablo y Bernabé y algunos otros de ellos a los apóstoles y
ancianos de Jerusalén acerca de esta cuestión. 3 Ellos, empero, acompañados de la Iglesia,
atravesaron, y la Fenicia y Samaria, refiriendo la conversión de las gentes; y hacían gozo grande a
todos los hermanos. 4 Y, llegando a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, y los apóstoles y los
ancianos; y anunciaron cuán grandes cosas hizo Dios con ellos. 5 Pero levantáronse algunos de los
de la secta de los fariseos que habían creído, diciendo: que «se debe circuncidarles y mandar
guardar la ley de Moisés». 6 Y congregáronse los apóstoles y los ancianos a ver acerca de esta
palabra. 7 Y, mucha cuestión habiendo, levantándose Pedro, dijo a ellos: «Varones hermanos,
vosotros sabéis que, desde días antiguos entre vosotros eligió Dios que, por boca mía, oyesen las
gentes la palabra del evangelio y creyesen. 8 Y el cordiconocedor Dios testimonióles, dando el
Espíritu, el Santo, tal como también a nosotros; 9 y nada diferenciaba en medio y de nosotros y de
ellos, por la fe purificando sus corazones. 10 Ahora, pues, ¿qué tentáis a Dios, imponiendo yugo
sobre la cerviz de los discípulos; el que ni los padres de nosotros ni nosotros hemos podido llevar?»
11 Empero, por la gracia del Señor Jesús creemos salvarnos de la manera que también aquéllos». 12
Y calló toda la muchedumbre; y oían a Bernabé y Pablo referir cuán grandes cosas hizo Dios:
señales y prodigios, en las gentes por ellos. 13 Y, después de callar ellos, respondió Santiago,
diciendo: «Varones hermanos, oídme: 14 Simeón(b) ha narrado del modo que primero Dios miró a
tomar, de las gentes, un pueblo para su nombre. 15 Y con esto concuerdan las palabras de los
profetas, según está escrito:

16 Después de esto, volveré y reedificaré


la tienda de David, la caída,
y lo deshecho en ella reedificaré y reendureceréla,
17 para que requieran los restantes de los hombres
al Señor, y todas las gentes, sobre las cuales ha
sido invocado mi nombre —sobre ellos, dice el Señor,
que hace estas cosas 18 conocidas desde el siglo
(son para Dios sus obras).

19 Por lo cual juzgo no recargar a los que de las gentes se conviertan a Dios; 20 sino encargarles
abstenerse de las contaminaciones de los ídolos y de la ramería(c), y lo sofocado y de la sangre. 21
Porque Moisés, desde generaciones antiguas, por ciudades tiene quien le prediquen, por todo sábado
leído». 22 Entonces pareció a los apóstoles y a los ancianos con toda la iglesia, elegidos varones de
entre ellos enviar a Antioquía, con Pablo y Bernabé: a Judas, el llamado Barsabás, y Silas, varones
principales de los hermanos; 23 escribiendo por mano de ellos: «Los apóstoles y ancianos
hermanos, a los de Antioquía, y Siria y Cilicia hermanos los de entre las gentes, ¡salud! 24 Ya que
hemos oído que algunos de entre nosotros os han turbado con palabras, arruinando vuestras almas, a
los que no hemos encargado, 25 nos ha parecido, convenidos unánimemente(d), elegidos varones
enviar a vosotros, con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26 hombres que han entregado sus almas
por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27 Hemos, pues, enviado a Judas y Silas, para que
también ellos, de palabra, refieran lo mismo. 28 Pues ha parecido al Espíritu, el Santo, y a nosotros
ninguna carga más imponeros que esto necesario; 29 abstenerse de lo sacrificado a ídolos, y de
sangre, y de lo sofocado y de ramería; de lo cual guardándoos, bien pasaréis. Conservaos». 30 Así,
pues, despedidos, bajaron a Antioquía; y, congregando la muchedumbre, entregaron la epístola; 31
y, leyendo, gozáronse por la consolación. 32 Y Judas y Silas, también ellos profetas siendo, por
palabra mucha consolaron a los hermanos y confirmaron. 33 Y, habiendo hecho(e) tiempo, fueron
despedidos con paz(f), por los hermanos, a los que les enviaron. 34 Y pareció a Silas quedarse allí;
y solo Judas partió. 35 Y Pablo y Bernabé conversaban en Antioquía, enseñando y evangelizando,
también con otros muchos, la palabra del Señor. 36 Y, después de algunos días, dijo a Bernabé
Pablo: «Retornando ya, visitemos a los hermanos, por ciudad toda, en las que hemos anunciado la
palabra del Señor(g): cómo están». 37 Y Bernabé quería llevar también juntamente a Juan, el
llamado Marco; 38 Pablo, empero, estimaba que al que se separó de ellos, de Panfilia, y no vino
junto con ellos a la obra —no llevar juntamente a éste. 39 Y hubo exacerbación(h), que se retiraron
el uno del otro, y que Bernabé llevando a Marco, zarpó a Chipre. 40 Mas Pablo, eligiendo a Silas,
salió, entregado(i) a la gracia del Señor por los hermanos; 41 y atravesó la Siria; confirmando las
iglesias (mandando guardar los preceptos de los apóstoles y ancianos).

2 a. Los judaizantes.

14 b. Simón.

20 c. Idolatría, excesos idolátricos.

25 d. Convenidos en el mismo parecer.

33 e. Pasado algún tiempo.


f. Afecto.

36 g. Para ver cómo.

39 h. Pasajera; no enemistad. No son impecables los santos.

40 i. Encomendado.

Hechos Apostólicos
Capítulo 16
Timoteo en Macedonia
Lidia una pitonisa
1 Y bajó también a Derbe y a Listra. Y he aquí un discípulo había allí, por nombre Timoteo, hijo de
mujer judía fiel y de padre heleno; 2 quien era testificado por los en Listra e Iconio hermanos. 3
Este quiso Pablo que con él saliera, y, acogiendo, circuncidóle, por los judíos que había en aquellos
lugares; pues sabían todos ellos que heleno su padre era. 4 Y, como pasaban por las ciudades,
entregaban a ellos los decretos los juzgados por los apóstoles y ancianos, los en Jerusalén. 5 Las
iglesias; en verdad, confirmábanse en la fe, y abundaban por el número cada día; 6 y atravesaron la
Frigia y Galacia región, detenidos por el Santo Espíritu de hablar la palabra en el Asia; 7 y, viniendo
por(a) la Misia, intentaron a la Bitinia ir, y no dejóles el Espíritu de Jesús; 8 y, pasando(b) de la
Misia, descendieron a la Tróade. 9 Y visión de noche a Pablo aparecióse: un varón macedonio
estaba parado y rogándole y diciendo: «Pasando a Macedonia, ayúdanos». 10 Y, como la visión vio,
luego buscamos salir para Macedonia, considerando que nos había llamado Dios a evangelizarles.
11 Zarpando, pues, de Tróade, enderezamos a Samotracia y, al siguiente día, a Nápolis; 12 y de allí,
a Filipos; la cual es primera, de la parte de la Macedonia —ciudad, colonia(c). Y estábamos en esta
ciudad pasando días algunos; 13 y el día de los sábados salimos fuera de la puerta al río donde
pensábamos oración haber; y sentándonos, hablábamos a las reunidas mujeres. 14 Y una mujer por
nombre Lidia, purpurera(d) de ciudad de Tiatira, temiendo a Dios, oía; de quien el Señor abrió el
corazón a atender a lo hablado por Pablo. 15 Y, como se bautizó y la casa de ella, rogó, diciendo:
«Si habéis juzgado que fiel al Señor soy, entrando a mi casa, permaneced»; y fuénos obligando. 16
Y aconteció, yendo nosotros a la oración, que una niña que tenía espíritu pitónico(e) nos encontró;
la cual ganancia mucha brindaba a sus amos, adivinando. 17 Esta siguiendo en pos de Pablo y
nosotros, gritaba, diciendo: «Estos hombres siervos del Dios, el Altísimo, son; los que anuncian a
vosotros camino de salud». 18 Y esto hacía por muchos días. E indignándose Pablo y volviéndose,
al espíritu dijo: «Mándote en nombre de Jesucristo salir de ella». Y salió a la misma hora. 19 Mas,
viendo los amos de ella que salió la esperanza de la ganancia de ellos, cogiendo a Pablo y Silas
arrastraron al ágora, a los príncipes; 20 y llevándoles hasta los estrategos, dijeron: «Estos hombres
conturban nuestra ciudad, judíos como son; 21 y anuncian costumbres que no nos es lícito recibir ni
hacer, romanos siendo». 22 Y, junta en torno púsose la turba contra ellos; y los estrategos,
desgarrando de ellos las vestiduras, mandaban avarillar; 23 y golpes imponiéndoles muchos,
arrojaron en custodia, encargando al guardaprisión seguramente guardarles; 24 quien, encargo tal
recibiendo, arrojóles en la interior custodia, y los pies aseguró de ellos sobre el leño. 25 Mas, por la
medianoche, Pablo y Silas, orando, himnodiaban a Dios; y escuchábanles los presos. 26 Y
súbitamente terremoto hubo grande, que se estremecieron los cimientos de la prisión; y abriéronse
al punto las puertas todas, y de todos las ataduras soltáronse. 27 Y, del sueño despertado el
guardaprisión, y viendo abiertas las puertas de la custodia, tirando de la cuchilla, íbase a sí mismo
arrebatar, pensando haberse huido los presos. 28 Pero voceó Pablo con gran voz, diciendo: «Nada
hagas a ti mismo de malo; que todos nosotros estamos aquí». 29 Y, pidiendo antorcha, saltó cerca; y,
tembloroso poniéndose, cayó ante Pablo y Silas; 30 y, sacándoles fuera, dijo: «Señores, ¿qué debo
hacer para salvarme?» 31 Y ellos dijeron: «Cree en el Señor Jesús, y te salvarás tú y tu casa». 32 Y
habláronle la palabra de Dios, con todos los de su casa. 33 Y, tomándoles consigo, en aquella hora
de la noche, lavó de los golpes(f); y bautizóse él y los suyos todos ellos al punto; 34 y, subiéndoles a
su casa, púsoles delante mesa, y alborozóse casa entera, creyendo en Dios. 35 Y, amaneciendo,
enviaron los estrategos a los varilleros, diciendo: «Suelta a aquellos hombres». 36 Y anunció el
guardaprisión las palabras a Pablo: que «han enviado los estrategos porque se os suelte; ahora, pues,
idos en paz». 37 Pero Pablo dijo a ellos: «Flagelándonos públicamente, no juzgados, a hombres
romanos como somos, han arrojado en custodia ¿y ahora ocultamente nos arrojan fuera? No, por
cierto; sino que, viniendo ellos nos saquen fuera». 38 Y anunciaron a los estrategos los varilleros
estas palabras; y temieron, oyendo que romanos son; 39 y, viniendo, consoláronles; y, sacando
fuera, rogaron se retirasen de la ciudad. 40 Y, viendo a los hermanos, consoláronles y salieron.

7 a. Cerca de.

8 b. De largo.

12 c. Romana.

14 d. Vendedora de púrpura.

16 e. De Pitón o Apolo, llamado así por haber matado a la serpiente Pitón. Por influjo demoníaco
vaticinaba el oráculo de Apolo.

33 f. Las llagas.
Hechos Apostólicos
Capítulo 17
San Pablo en otras ciudades
1 Y caminando a través de Anfípolis y Apolonia, vinieron a Tesalónica; donde había sinagoga de los
judíos. 2 Y, según lo acostumbrado por Pablo, entró a ellos, y por sábados tres, disputó con ellos de
las Escrituras; 3 abriendo y exponiendo que el Cristo debía padecer y resucitar de muertos; y que
«éste es Cristo, el Jesús, a quien yo os anuncio» 4 Y algunos de ellos convenciéronse y fueron
adjudicados(a) a Pablo y Silas; y de los timoratos y helenos muchedumbre harta, y de mujeres de las
primeras no pocas. 5 Y, celando los judíos y tomando consigo, de los callejeros, varones algunos
malos, y turba haciendo, tumultuaron la ciudad; y, situándose ante la casa de Jasón, buscábanles
conducir al pueblo; 6 pero, no hallándoles, arrastraron a Jasón y algunos hermanos a los
politarcas(b), vociferando: «que los que el orbe revuelven, éstos también acá preséntanse; 7 que ha
acogido Jasón; y estos todos contra los decretos de César obran, rey otro diciendo, que es Jesús». 8
Y espantaron a la turba y los politarcas que oían esto; 9 pero, tomando satisfacción de Jasón y los
demás, soltáronles. 10 Y los hermanos luego de noche enviaron de allí, y a Pablo y Silas a Berea;
los cuales, llegando, a la sinagoga de los judíos dirigiéronse; 11 y éstos eran más bien nacidos que
los de Tesalónica; los que recibieron la palabra con toda voluntad, día a día escudriñando las
Escrituras: si sean estas cosas así. 12 Muchos, en verdad, de ellos creyeron; y de helenos mujeres,
de las nobles, y de varones no pocos; 13 pero, como conocieron los de Tesalónica judíos, que
también en Berea fue anunciada por Pablo la palabra de Dios, fueron también allá conmoviendo y
turbando las turbas. 14 Pero luego entonces a Pablo despidieron los hermanos que fuese hasta el
mar, mas quedándose, y Silas y Timoteo allí.

15 Y los que conducían a Pablo, llevaron hasta Atenas; y, recibiendo mandato para Silas y Timoteo,
de que lo más pronto vinieran a él, partieron. 16 Y en Atenas, aguardándoles Pablo, exacerbóse su
espíritu en él, viendo llena de ídolos estar la ciudad. 17 Disputaba, en verdad, en la sinagoga, con
los judíos y los timoratos; y en el ágora cada día con los que ocurrían; 18 y algunos también de los
epicúreos y estoicos filósofos discutían con él. Y algunos decían: «¿Qué querrá el charlatán éste
decir?» Otros: «De peregrinos númenes parece anunciador ser», porque a Jesús y la resurrección
evangelizaba; 19 y, cogiéndole, al areópago(c) llevaron, diciendo: «¿Podemos saber cuál(d) esta
nueva por ti hablada doctrina? 20 Pues algunas peregrinas(e) cosas traes a nuestros oídos.
Queremos, pues, saber cuáles quieren éstas ser». 21 (Pero los atenienses todos y los advenedizos
huéspedes para ninguna otra cosa más desocupados están que para hablar u oír algo nuevo). 22 Y
parado Pablo en medio del areópago, dijo: «Varones atenienses, por todo, como más temerosos de
los númenes os veo; 23 pues, atravesando y contemplando vuestros santuarios, encontré también ara
en que estaba escrito: «Al ignorado Dios». Lo que pues, ignorando, veneráis, esto yo voy a
anunciaros. 24 El Dios quien hizo el mundo y todo lo en él, éste de cielo y tierra siendo señor, no en
manuhechos templos habita, 25 ni de manos humanas es servido, necesitado de algo, él dando a
todos vida, y aliento y todas las cosas; 26 e hizo, de uno, toda gente de hombres habitar sobre toda
faz de la tierra, determinando preestablecidos tiempos(f) y las delimitaciones de la habitación de
ellos. 27 para que busquen a Dios, si así al menos le palpen y hallen; aunque no lejos de cada uno
de nosotros se encuentra. 28 Pues en él vivimos, y nos movemos y somos; como también algunos
de los de entre vosotros poetas han dicho: «Pues de él también linaje somos»(g),(h). 29 Linaje,
pues, siendo de Dios, no debemos pensar que a oro, o plata o piedra, tallas de arte y de pensamiento
de hombre, lo divino es semejante. 30 Los tiempos, en verdad, de la ignorancia, sobremirando Dios,
ya ahora anuncia a los hombres que todos en todas partes se arrepientan; 31 puesto que ha estatuido
día en que ha de juzgar el orbe en justicia, en varón a quien constituyó(i), fe ofreciendo a todos
resucitándole de muertos». 32 Mas, oyendo resurrección de muertos, unos mofábanse; otros dijeron:
«Oirémoste de esto también otra vez». 33 Así Pablo salió de en medio de ellos; 34 pero algunos
varones, adhiriendo a él, creyeron; en quienes(j), y Dionisio Areopagita y una mujer, por nombre
Dámaris, y otros con ellos.
4 a. En herencia por Dios.

6 b. Príncipes de la ciudad. -Reciente descubrimiento ha hecho reaparecer esta palabra; con que
eran designados en Tesalónica los magistrados; palabra enteramente desconocida de la lexicografía;
y que prueba la exactitud histórica suma de San Lucas.

19 c. «Campo de Marte», colina de Atenas donde en lo antiguo se había administrado justicia.


d. Sea.

20 e. Extranjeras, singulares.

26 f. A los pueblos y fijándoles sus límites. Como a cada hombre, así gobierna Dios a cada pueblo.

28 g. Arato de Solos, Fenómenos.


h. Cleantes, himno a Jove.

31 i. Para esto.

34 j. Entre los cuales estaba.

Hechos Apostólicos
Capítulo 18
Otras predicaciones
En Corinto
1 Después de esto, retirándose de Atenas, vino a Corinto; 2 y, hallando a un judío, por nombre
áquila, póntico por linaje, recién venido de la Italia; y a Priscila, su mujer, por haber ordenado
Claudio salieran todos los judíos de Roma; llegóse a ellos; 3 y porque de su mismo oficio era,
quedóse con ellos y trabajaba (pues eran tenderos(a), por el oficio): 4 y disputaba en la sinagoga por
todo sábado, mencionando el nombre del Señor Jesús; y persuadía a judíos y helenos. 5 Y, como
descendieron de la Macedonia, y Silas y Timoteo, contrájose a la palabra Pablo, conjurando a los
judíos ser el Cristo, Jesús. 6 Pero, oponiéndose ellos y blasfemando, sacudiendo él las vestiduras,
dijo a ellos: «¡La sangre de vosotros sobre la cabeza de vosotros! puro yo; desde ahora mismo, a las
gentes me voy». 7 Y, pasando de allí, vino a la casa de uno, por nombre Titio Justo, que temía a
Dios, cuya casa estaba contigua a la sinagoga. 8 Y Crispo, el arquisinagogo, creyó al Señor con toda
su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y bautizábanse. 9 Y dijo el Señor, en noche, por
visión, a Pablo: «No temas; sino habla, y no calles; 10 por esto: porque yo soy contigo; y nadie te
acometerá para maltratarte; por esto: porque pueblo tengo mucho en esta ciudad». 11 Y asentóse
año y meses seis, enseñando en ellos la palabra de Dios. 12 Y, Galión, procónsul(b) siendo de la
Acaya, levantáronse los judíos unánimemente contra Pablo y lleváronle al tribunal, 13 diciendo: que
«contra la ley persuade éste a los hombres honrar a Dios». 14 Mas, yendo Pablo a abrir la boca, dijo
Galión a los judíos: «Si a la verdad, fuese injusticia alguna o ligereza mala, oh judíos, según razón
yo os sufriera; 15 pero, si cuestiones son acerca de palabra o nombres o ley la entre vosotros, ved
vosotros mismos; juez yo de estas cosas no quiero ser». 16 Y echóles del tribunal. 17 Y, cogiendo
todos a Sóstenes, el arquisinagogo, golpearon delante del tribunal; y nada de esto a Galión
importaba. 18 Y Pablo, aun aguardando días bastantes, de los hermanos separándose, zarpó a la
Siria; y con él Priscila y áquila; habiéndose(c) trasquilado en Cencreas la cabeza; pues tenía voto.
19 Y dirigióse a éfeso; y a aquéllos dejó allí, y él, entrando en la sinagoga, disputó con los judíos.
20 Mas, rogándole ellos por más tiempo quedar, no consintió; 21 sino que separándose y diciendo:
«De nuevo tornaré a vosotros, Dios queriendo», partió de éfeso; 22 y, descendiendo a Cesarea,
subiendo y saludando a la iglesia(d), descendió a Antioquía; 23 y, haciendo tiempo alguno, salió,
atravesando sucesivamente la galática región y Frigia, confirmando a todos los discípulos. 24 Y un
judío, Apolo(e) por nombre, alejandrino por el linaje, varón elocuente, dirigióse a éfeso; poderoso
siendo en las Escrituras. 25 Este era instruido en el camino del Señor, y ardiente del espíritu, y
hablaba y enseñaba exactamente lo de Jesús, sabiendo sólo el bautismo de Juan; 26 y éste empezó a
hablar libremente en la sinagoga. Y, oyéndole, Priscila y Aquila acogiéronle y más exactamente
expusiéronle el camino de Dios. 27 Y, queriendo él atravesar a la Acaya, alentando(f) los hermanos
escribieron a los discípulos le acogieran; quien, llegando, aprovechó mucho a los que habían creído
por la gracia; 28 pues fuertemente a los judíos acallaba, en público demostrando por las Escrituras
ser el Cristo, Jesús.

3 a. Fabricantes de tiendas y pabellones menores.

12 b. Hombre integérrimo y de superiores dotes, hermano del filósofo Séneca.

18 c. Pablo.

22 d. De Jerusalén.

24 e. Apolonio.

27 f. Alentándole.

Hechos Apostólicos
Capítulo 19
Pablo de nuevo en éfeso
1 Y aconteció, mientras Apolo estaba en Corinto, que Pablo, atravesando las superiores partes,
viniese a éfeso y hallase algunos discípulos; 2 y dijo a ellos: «¿Si Espíritu Santo habéis recibido
creyendo?» Y ellos a él: «Pero ni si Espíritu Santo hay hemos oído». 3 Y dijo: «¿En qué(a), pues,
habéis sido bautizados? Y ellos dijeron: «En el de Juan bautismo». 4 Y dijo Pablo: «Juan bautizó
bautismo de arrepentimiento, al pueblo diciendo, en el que venía después de él creyesen; esto es: en
Jesús» 5 Y, oyendo bautizáronse en el nombre del Señor Jesús; 6 e, imponiéndoles Pablo manos,
vino el Espíritu, el Santo, sobre ellos, y hablaban en lenguas y profetizaban. 7 Y eran todos varones
como doce. 8 Y, entrando en la sinagoga, hablaban libremente por meses tres; disputando y
persuadiendo acerca del reino de Dios. 9 Y, como algunos, se endurecían y desobedecían,
maldiciendo el camino del Señor a faz de la muchedumbre; separándose de ellos, segregó los
discípulos; cada día disputando en la escuela de Tirano. 10 Y esto sucedió por años dos; así que
todos los que habitaban el Asia, oyeron la palabra del Señor, y judíos y helenos.

11 Y virtudes, no las habituales, Dios hacía por las manos de Pablo; 12 tal que también sobre los
enfermos se llevaban, de la piel(b) de él, sudarios o delantales, y retirábanse de ellos las dolencias, y
los espíritus los inmundos salían.

13 Y pusieron mano algunos también de los ambulantes judíos exorcistas a nombrar, sobre los que
tenían los espíritus los malos, el nombre del Señor Jesús, diciendo: «Conjúroos por el Jesús a quien
Pablo predica». 14 Y había de un Sceva, judío sumo sacerdote, siete hijos que esto hacían. 15 Pero,
respondiendo el espíritu el malo, díjoles: «A Jesús, por cierto conozco, y a Pablo sé; pues vosotros
¿quiénes sois?» 16 Y, saltando el hombre sobre ellos, en quien estaba el espíritu, el malo; y,
apoderándose de ambos, prevaleció contra ellos, tal que, desnudos y heridos, escapáronse de aquella
casa. 17 Y esto hízose notorio a todos, y judíos y helenos los que habitaban en éfeso; y cayó temor
sobre todos ellos y engrandecían el nombre del Señor Jesús; 18 y muchos de los creyentes venían,
confesando y refiriendo sus prácticas(c). 19 Y bastantes de los que las cosas curiosas(d) practicaran,
trayendo al par los libros, íbanlos quemando a faz de todos; y computaron los precios de ellos y
hallaron de plata miríadas(e) cinco. 20 Así con poderío del Señor la palabra crecía y fortificábase.
21 Y, como se cumplió esto, puso Pablo en el espíritu, pasando la Macedonia y Acaya, ir a
Jerusalén, diciendo: que, «después de estarme allí, debo también a Roma ver». 22 Y, enviando a la
Macedonia dos de los que le servían: Timoteo y Erasto, él estúvose un tiempo en el Asia.

23 Y hubo por aquél tiempo tumulto no poco acerca del camino (del Señor). 24 Pues uno, por
nombre, Demetrio platero, que hacía templos(f) argénteos de Diana(g); brindaba a los artífices no
poca obra; 25 a los cuales reuniendo y a los en torno de semejantes cosas obreros, dijo: «Varones
sabéis que de esta obra nuestro bienestar es; 26 y veis y oís que, no sólo de éfeso, sino de casi toda
el Asia este Pablo persuadiendo, ha apartado bastante turba; diciendo que no son dioses los con
manos hechas. 27 Y no sólo esta parte pelígranos venir a menosprecio, sino también el de la gran
diosa Diana santuario, a ser en nada estimado, y haber de ser arrasada la majestad de ella a quien
toda el Asia y el orbe venera». 28 Y, oyendo y poniéndose llenos de cólera, gritaban, diciendo:
«¡Grande, la Diana de efesios!» 29 Y llenóse la ciudad de confusión, y precipitáronse
unánimemente al teatro, arrastrando consigo a Gayo y Aristarco macedonios, coperegrinos de
Pablo. 30 Y Pablo, queriendo entrar en la plebe, —no le permitieron los discípulos; 31 y algunos
también de los asiarcas(h), siendo con él amigos, mandando a él, exhortaron a no darse en el teatro.
32 Otros, en tanto, otra cosa gritaban, porque estaba la iglesia(i) confusa; y los más no sabían a qué
se habían reunido. 33 Y, de la turba, retiraron a Alejandro, adelante echándole los judíos; y
Alejandro hacia abajo agitando la mano, quiso apologar(j) al pueblo. 34 Pero, reconociendo que
judío es, voz hubo una de todos, como por horas dos gritando: «¡Grande, la Diana de efesios!
¡Grande, la Diana de Efesios!» 35 Y, apaciguando la turba el escriba(k), dice: «Varones efesios,
¿pues quién hay de hombres que no sepa que la de efesios ciudad barrendera(l) es de la gran Diana
y de la del cielo caída(m)? 36 Incontestables, pues, siendo estas cosas; menester es que vosotros
apaciguados estéis y nada precipitado obréis. 37 Porque habéis traído a estos varones ni sacrílegos
ni blasfemando a vuestra diosa. 38 Si en verdad Demetrio y los con él artífices tienen contra alguno
palabra, forenses(n) y procónsules hay; acúsense entre sí. 39 Pero, si más allá(o), inquirís, en legal
iglesia, resolveráse. 40 Pues también peligramos ser acusados de sedición por la de hoy: nada
motivado habiendo de qué podamos dar razón de este tumulto». 41 Y esto diciendo, despidió la
iglesia.

3 a. Nombre.

12 b. Sólo la piel de rostro y manos; ni siquiera el cuerpo. Sudarios y delantales son prendas de
vestir accesorias.

18 c. Mágicas.

19 d. Mágicas.
e. La miríada -10,000 denarios. Cinco miríadas, unos 36 mil marcos.

24 f. Templetes, miniaturas del templo grande.


g. «Artemis» en griego.
31 h. Príncipes asiáticos.

32 i. Asamblea.

33 j. Hacer apología, defensa, justificación.

35 k. «Escriba» o «asiarca» llamábase (según recientes hallazgos de inscripciones) en éfeso, el


magistrado supremo.
l. Cuidadora, adoradora.
m. Imagen (según se creía).

38 n. Días o reuniones forenses.

39 o. De lo forense.

Hechos Apostólicos
Capítulo 20
Pablo en Macedonia, Grecia y Tróade
1 Y después de cesar el tumulto, llamando a sí Pablo los discípulos y exhortando, saludando salió a
irse a Macedonia. 2 Y atravesando aquellas partes, y exhortándoles con palabra mucha, vino a la
Hélada; 3 y, haciendo meses tres, sobreviniéndole asechanza por los judíos al ir él a zarpar para la
Siria; sobrevino propósito de retornar por Macedonia. 4 Y acompañábale Sópater, de(a) Pirro bereo,
y, de tesalonicenses: Aristarco, y Secundo y Gayo derbeos y Timoteo; y asiáticos, Tíquico y
Trófimo. 5 Y éstos, adelantándose, aguardáronnos en Tróade; 6 y nosotros zarpamos, después de los
días de los ázimos, de Filipos y vinimos a ellos a la Tróade, dentro de días cinco; donde pasamos
días siete. 7 Y en el uno de los sábados(b), congregados nosotros a partir pan, Pablo disputaba con
ellos, habiendo de salir al siguiente día, y prolongó la palabra hasta medianoche; 8 y había lámparas
bastantes en la azotea, donde estábamos congregados. 9 Y, sentado un joven, por nombre éutico,
sobre la ventana, dominado(c) de sueño profundo, disputando Pablo más(d); oprimido del sueño,
cayó del tercer piso abajo, y fue alzado muerto. 10 Y bajando Pablo, postróse sobre él y abrazándole
en torno, dijo: «No tumultuéis, pues su alma en él está». 11 Y, subiendo y partiendo el pan y
gustando; y habiendo lo bastante conferido hasta claror(e), así salió. 12 Y trajeron al niño viviente,
y consoláronse no poco.

13 Y nosotros, antes viniendo al barco, zarpamos a Aso; allí habiendo de tomar a Pablo; pues así
ordenado había, debiendo él mismo ir a pie. 14 Y, como se juntó con nosotros en Aso, tomándole,
vinimos a Mitilene; 15 y, de allí navegando, al siguiente día, llegamos frente a Quío, y a la tarde
arribamos a Samos; y al siguiente día vinimos a Mileto. 16 Pues había juzgado Pablo trasnavegar a
éfeso, para que no le aconteciese pasar tiempo en el Asia; pues apresurábase, para, si posible le
fuese, el día el de Pentecostés llegar a Jerusalén. 17 Y de Mileto enviando a éfeso, llamó a los
ancianos de la Iglesia; 18 y, como llegaron a él, díjoles: «Vosotros sabéis, desde el primer día que
entré en el Asia, cómo con vosotros todo el tiempo he estado, 19 sirviendo al Señor con toda
humildad, y lágrimas y tentaciones, las sobrevenidas a mí en las asechanzas de los judíos; 20 cómo
nada he rehuido de lo conveniente, a fin de anunciaros y enseñaros, en público y por casas; 21
conjurando, y a los judíos y a helenos al para con Dios arrepentimiento, y fe en nuestro Señor Jesús.
22 Y ahora, he aquí ligado yo por el Espíritu, parto a Jerusalén; lo que en ella ha de ocurrirme no
sabiendo; 23 sólo que el Espíritu, el Santo, en cada ciudad, protéstame, diciendo que prisiones y
tribulaciones me aguardan. 24 Empero, de ninguna manera estimo mi alma preciosa para mí(f), para
consumar mi carrera y el ministerio que he recibido del Señor Jesús: de testificar grandemente el
evangelio de la gracia de Dios. 25 Y ahora he aquí yo sé que ya no veréis mi rostro todos vosotros
en quienes he pasado, predicando el reino (de Dios). 26 Por lo cual protéstoos en el día de hoy que
puro soy de la sangre de todos; 27 pues no he rehuido el anunciar toda la voluntad de Dios a
vosotros. 28 Atended a vosotros y toda la grey en que a vosotros el Espíritu, el Santo, ha puesto por
obispos(g) para apacentar la Iglesia de Dios; la que ha adquirido por la sangre la propia. 29 Porque
yo sé que entrarán, después de mi partida, lobos pesados en vosotros, no perdonando a la grey; 30 y
de entre vosotros mismos levantaránse varones hablando cosas perversas, para apartar a los
discípulos en pos de sí. 31 Por lo cual velad, rememorando que un trienio noche y día no he cesado
con lágrimas de amonestar a cada cual. 32 Y lo que es ahora, encomiéndoos al Señor y a la palabra
de su gracia(h), al que puede edificar y dar herencia en los santificados todos. 33 Plata u oro o
vestimenta de nadie he codiciado; 34 vosotros mismos conocéis que a mis necesidades y a los que
están conmigo han servido estas manos. 35 Todo os he manifestado, pues los que así se fatigan, han
de acoger a los enfermos(i), y recordar las palabras del Señor Jesús, pues él dijo: «Bienaventurado
es más bien dar que recibir». 36 Y, esto diciendo poniendo sus rodillas, con todos ellos oró. 37 Y
bastante llanto hubo en todos; y, cayendo sobre el cuello de Pablo besábanle tiernamente,
apesarados sobre todo por la palabra que había dicho: que ya su rostro no habían de ver. Y
acompañábanle al barco.

4 a. Hijo de.

7 b. El primero (día) de la semana.

9 c. Oprimido hondamente.
d. De lo acostumbrado - muy largamente.

11 e. Día claro.

24 f. Me importa la vida.

28 g. «Epíscopos» - atalayas.

32 h. Lo revelado por su gracia.

35 i. Hacer obras de caridad con el sobrante de su trabajo.

Hechos Apostólicos
Capítulo 21
Agabo. Pablo en Jerusalén
1 Y, como aconteció zarpar nosotros, arrancándonos de ellos, rectos corriendo vinimos a Cos y al
otro día, a Rodas; y de allí, a Pátaras; 2 y, hallando un barco que trasfretaba Fenicia, subiendo,
zarpamos; 3 y avistando a Chipre y dejándola a izquierda, navegamos a Siria y bajamos a Tiro; pues
allí el barco había de descargar la carga. 4 Y, encontrando a los discípulos, permanecimos días siete;
los cuales a Pablo decían, por medio del Espíritu, no ascender a Jerusalén. 5 Y, cuando aconteció
cumplir nosotros los días, saliendo, caminábamos acompañándonos todos, con mujeres e hijos,
hasta fuera de la ciudad; y, poniendo las rodillas sobre la playa, orando. 6 nos despedimos y
subimos al barco, y aquéllos retornaron a lo propio. 7 Y nosotros, la navegación terminando, de Tiro
llegamos a Ptolemaida; y, saludando a los hermanos, permanecimos día uno con ellos. 8 Y, al otro,
saliendo, vinimos a Cesarea; y, entrando en la casa de Felipe, el evangelista(a), que era de los
siete(b), permanecimos con él. 9 Este tenía hijas cuatro, vírgenes profetizantes. 10 Y,
permaneciendo días varios, descendió alguno de la Judea: profeta, por nombre ágabo; 11 y, viniendo
a nosotros y tomando el ceñidor de Pablo, atándose los pies y las manos, dijo: «Esto dice el
Espíritu, el Santo: «Al varón cuyo es este cinturón —así atarán en Jerusalén los judíos y entregarán
en manos de gentiles». 12 Y, como oímos esto, rogamos y nosotros y los lugareños, no ascendiese él
a Jerusalén. 13 Entonces respondió Pablo y dijo: «¿Qué hacéis llorando y destrozando mi corazón?
Que yo no sólo para ser atado, sino también para morir en Jerusalén preparado estoy por el nombre
del Señor Jesús». 14 Y, no persuadiéndole, callamos diciendo: «Del Señor la voluntad hágase». 15
Y, después de estos días, preparados, ascendimos a Jerusalén; 16 y vinieron también de los
discípulos, desde Cesarea, con nosotros, llevando con quien nos hospedamos: a Mansón, un
cipriota, antiguo discípulo. 17 Y, llegando nosotros a Jerusalén, gozosamente recibiéronnos los
hermanos. 18 Y, al siguiente día, entraba Pablo con nosotros a Santiago; y todos juntáronse los
ancianos. 19 Y saludándoles refirió, cosa por cosa, lo que hizo Dios en las gentes por el ministerio
de él. 20 Y ellos, oyendo, glorificaban a Dios; y dijéronle: «Ves, hermano, cuántas miríadas hay, en
los judíos, de los creyentes; y todos celadores de la ley son; 21 e informados han sido acerca de ti
que separación enseñas de Moisés a todos los, entre las gentes, judíos, diciendo no circuncidar ellos
a los hijos ni con las costumbres caminar. 22 ¿Qué, pues, es(c)? Ciertamente se ha de juntar
muchedumbre; pues oirán que has venido. 23 Esto, pues, haz que te decimos: tenemos varones
cuatro, voto teniendo sobre sí; 24 a éstos tomando contigo, santifícate(d) con ellos y gasta en ellos
que se rasuren la cabeza; y conocerán todos que lo de que han sido informados acerca de ti, nada es,
sino que caminas también tú mismo, guardando la ley. 25 Y, acerca de las creyentes gentes, nosotros
hemos enviado, juzgando que se guarden ellos, y de lo sacrificado a ídolos, y sangre, y lo sofocado
y ramería». 26 Entonces Pablo, tomando consigo a los varones al otro día, con ellos santificándose,
entraba en el santuario, anunciando doquier el cumplimiento de los días de la santificación; hasta
ofrendarse por cada uno de ellos la ofrenda. 27 Y, como se iban los siete días a cumplir, los del Asia
judíos, viéndole en el santuario, concitaban toda la turba; y echaron sobre él las manos, 28 gritando:
«Varones israelitas, ayudad. Este es el hombre, el que contra el pueblo, y la ley, y este lugar, a todos
en todas partes enseña; y ya también a los helenos ha llevado al santuario y comunicado(e) este
santo lugar». 29 Pues habían visto a Trófimo, el efesio, en la ciudad con él, al que pensaban que al
santuario introducía Pablo. 30 Y, movióse la ciudad entera, y hubo concurso del pueblo; y, cogiendo
a Pablo, arrastráronle fuera del santuario; y luego cerráronse las puertas. 31 Y, buscándole matar,
subió aviso al tribuno del manípulo(f) que entera se confunde Jerusalén; 32 quien al punto tomando
soldados y centuriones, corrió abajo(g) a ellos. Y ellos viendo al tribuno, y los soldados cesaron de
golpear a Pablo. 33 Entonces, llegándose el tribuno, cogióle y mandó se le atara con cadenas dos; e
indagaba quién era, y qué había estado haciendo. 34 Y unos una cosa, otros otra gritábanle en la
turba; y, no pudiendo él conocer lo cierto por el tumulto, mandó se le llevase al campamento. 35 Y,
cuando llegó a las gradas(h), aconteció ser llevado él por los soldados, por la violencia de la turba;
36 pues seguía la muchedumbre del pueblo, gritantes; «¡Arrebátale!»(i). 37 Y, yéndole a entrar en el
campamento, Pablo dijo al tribuno: «¿Si lícito me es decir algo a ti?» Y él dijo: «¿Griego sabes?»
38 Pues ¿no eres tú el egipcio, el que, antes de estos días, sublevó y sacó al desierto los cuatro mil
varones de los sicarios?». 39 Y dijo Pablo: «Yo hombre ciertamente soy judío, tarsense, de la
Cilicia, de no desconocida ciudad ciudadano; y ruégote, permíteme hablar al pueblo»; y, silencio
haciéndose mucho, arengóles, en hebrea lengua diciendo:

8 a. Que evangelizaba.
b. Diáconos.

22 c. ¿qué hay que hacer?


24 d. Guarda retiro religioso, rasurándote y haciendo los sacrificios legales.

28 e. Hecho común, profano.

31 f. Jefe de la fuerza militar.

32 g. Del alcázar.

35 h. De la escalera del alcázar-campamento.

36 i. De un medio-mátale.

Hechos Apostólicos
Capítulo 22

1 «Varones hermanos, y padres, oídme la para vosotros, presente defensa». 2 Y, oyendo que en
hebrea lengua arengábales, más bien prestaron silencio. Y dijo: 3 «Yo soy varón judío, nacido en
Tarso de la Cilicia, y criado en esta ciudad; a los pies de Gamaliel instruido con exactitud en la
paterna ley, celador siendo de Dios, así como todos vosotros sois hoy; 4 quien este camino perseguí
a muerte, atando y entregando en custodias, y a varones y mujeres; 5 como también el sumo
sacerdote testificábame y toda la ancianidad; de los que asimismo epístolas recibiendo para los
hermanos en Damasco, partía, habiendo de traer también los que allí hubiese atados a Jerusalén,
para ser castigados. 6 Y acontecióme yendo y acercándome a Damasco, alrededor del mediodía,
súbitamente del cielo relampaguear luz bastante en torno de mí; 7 y caí al suelo y oí una voz,
diciéndome: «Saúl, Saúl, ¿qué me persigues?» 8 Y yo respondí: «¿Quién eres, Señor?» Y dijo a mí:
«Yo soy Jesús, el Nazareno, a quien tú persigues». 9 Y los que conmigo estaban, la luz ciertamente
vieron; la voz, empero, no oyeron del que me hablaba. 10 Y dije: «¿Qué haré, Señor?» Y el Señor
dijo a mí: «Levantándote, ve a Damasco; y allí se te hablará de todo lo que determinado te está
hacer». 11 Y, como nada veía por la gloria de aquella luz, manuguiado de los que conmigo estaban,
vine a Damasco. 12 Y Ananías, un varón timorato según la ley, testimoniado de todos los habitantes
judíos. 13 viniendo a mí y parado a par, díjome: «Saúl hermano, mira acá». Y yo a la misma hora
miré allá: a él. 14 Y él dijo: «El Dios de nuestros padres ha predeterminado que conozcas su
voluntad, y veas al justo(a) y oigas voz de su boca; 15 porque testigo de él a todos los hombres
serás de lo que has visto y oído. 16 Y ahora ¿qué tardas? Levantándote, bautízate y lávate de tus
pecados, invocando el nombre de él». 17 Y acontecióme retornando a Jerusalén y orando en el
santuario estar en éxtasis, 18 y verle diciéndome: «Apresúrate y sal en breve de Jerusalén, por esto:
porque no recibirán tu testimonio acerca de mí». 19 Y yo dije: «Señor, ellos saben que yo estaba
encarcelando y flagelando, por las sinagogas, a los creyentes en Ti; 20 y, cuando se derramaba la
sangre de Esteban, testigo tuyo, también yo estaba allí parado, y consintiendo y guardando las
vestiduras de los que le arrebataban». 21 Y dijo a mí: «Anda, que yo a gentes lejos he de enviarte».
22 Y escucháronle hasta esta palabra; y alzaron su voz diciendo: «¡Quita de la tierra al tal! ¡pues no
debe él vivir!» 23 Y, vociferando ellos, y lanzando sus vestiduras, y polvareda arrojando al aire, 24
mandó el tribuno se le introdujese en el campamento, diciendo que con azotes se le interrogase, para
conocer por qué causa así voceábanle. 25 Y, como le estiraron con correas, dijo al que allí estaba
centurión, Pablo: «¿Si a hombre romano y no condenado lícito os es azotar?» 26 Y, oyendo el
centurión, acercándose al tribuno, anuncióselo, diciendo: «¿Qué vas a hacer? Que este hombre
romano es». 27 Y, acercándose al tribuno, díjole: «¿Dime si romano eres?» Y él dijo: «Sí». 28 Y
respondió el tribuno: «Yo, por mucha suma la ciudadanía esta he adquirido». Y Pablo dijo: «Yo,
empero, hasta he nacido(b)». 29 Luego, pues, retiráronse de él los que le iban a interrogar. Y el
tribuno temió, conociendo que romano es y que le ha atado. 30 Y al siguiente día, queriendo
conocer lo cierto: el por qué es acusado por los judíos, soltóle y mandó juntarse los sumos
sacerdotes y todo el sanedrín, y descendiendo a Pablo, puso ante ellos.

14 a. Cristo.

28 b. Romano.

Hechos Apostólicos
Capítulo 23
Ante el sanedrín
1 Y, fijándose Pablo en el sanedrín, dijo: «Varones hermanos, yo con toda conciencia buena he
ministrado a Dios hasta este día». 2 Mas el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que le asistían,
herir su boca. 3 Entonces Pablo le dijo: «Herirte ha Dios, pared blanqueada. También tú ¿siéntaste
juzgándome según la ley, e ilegal mándasme herir?» 4 Y los circunstantes dijeron: «¿Al sumo
sacerdote de Dios injurias?» 5 Y dijo Pablo: «No sabía yo, hermanos, que es sumo sacerdote; pues
escrito está; que «al príncipe de tu pueblo no maldecirás». 6 Y, conociendo Pablo que la una parte es
de saduceos, y la otra de fariseos, exclamó en el sanedrín: «Varones hermanos, yo fariseo soy, hijo
de fariseos; de esperanza y resurrección de muertos se me juzga». 7 Y, esto él hablando, descargó
discusión de los fariseos y saduceos, y dividióse la muchedumbre. 8 Pues los saduceos dicen no
haber resurrección, ni ángel, ni espíritu; mas los fariseos confiesan lo uno y lo otro. 9 Y hubo
vociferación grande, y, levantándose algunos de los escribas de la parte de los fariseos, rebatían,
diciendo: «Nada malo hallamos en este hombre; ¿y si un espíritu le ha hablado o un ángel?» 10 Y
discusión habiendo mucha, temiendo el tribuno fuese destrozado Pablo por ellos, mandó al ejército,
bajando, arrancarle de en medio de ellos y llevar al campamento. 11 Y, a la siguiente noche parado a
par de él, el Señor dijo: «Confía, pues, como has testificado mucho lo acerca de mí, en Jerusalén;
así debes también en Roma testificar». 12 Y hecho día, haciendo conspiración los judíos,
anatematizáronse, diciendo ni comer ni beber hasta matar a Pablo. 13 Y eran más de cuarenta los
que esta conjuración hicieron; 14 los que, acercándose a los sumos sacerdotes y ancianos, dijeron:
«Con anatema anatematizádonos hemos a nada gustar, hasta matar a Pablo. 15 Ahora, pues,
vosotros manifestad al tribuno con el sanedrín, para que le descienda a vosotros como habiendo de
conocer más exactamente lo acerca de él; y nosotros, antes de acercarse él, preparados estamos a
arrebatarle». 16 Y, oyendo el hijo de la hermana de Pablo la asechanza, viniendo y entrando en el
campamento, anunciólo a Pablo. 17 Y, llamando a sí Pablo a uno de los centuriones, dijo: «A este
joven lleva al tribuno; pues tiene algo que anunciarle». 18 El en verdad acogiendo le llevó al
tribuno; y dice: «El encadenado Pablo, llamándome a sí rogóme a este joven traer a ti, que tiene
algo que hablarte». 19 Y, cogiendo la mano de él, el tribuno y retirándose aparte, indagaba: «¿Qué
es lo que tienes que anunciarme?» 20 Y dijo: que «los judíos se han concertado para rogarte que
mañana a Pablo desciendas al sanedrín como habiendo(a) algo más exactamente que indagar acerca
de él. 21 Tú, pues, no les creas; porque le asechan, de ellos varones más de cuarenta; los cuales
hanse anatematizado para no comer ni beber hasta arrebatarle, y ahora están preparados,
aguardando tu promesa». 22 El tribuno en verdad, despidió al jovencito, encargando a nadie
propalar de que «esto has manifestado a mí». 23 Y llamando a sí a ciertos dos de los centuriones,
dijo: «Preparad soldados doscientos para que vayan a Cesarea, y jinetes setenta y hombres
doscientos, desde tercera hora de la noche; 24 y, jumentos prevenir, para que, subiendo en ellos, a
Pablo salven al través, hasta Félix, el presidente(b), 25 (pues temió que por ventura arrancándole los
judíos matasen; y él, después, calumnia tuviese como habiendo recibido dinero); 26 escribiendo
epístola que tenía este tenor: «Claudio Lisias al óptimo presidente Félix; ¡salud! 27 A este varón
aprehendido por los judíos y que iba a ser arrebatado por ellos, acudiendo con el ejército, arranqué
después que entendí que romano es; 28 y, queriendo conocer la causa que le objetaban, descendíle
al sanedrín de ellos; 29 al que hallé acusado sobre cuestiones de la ley de ellos, por ninguna digna
de muerte o cadenas teniendo acusación. 30 Y, delatada a mí asechanza que contra el varón había, al
pronto he(c) enviado a ti, anunciando a la vez también a los acusadores decir lo contra él delante de
ti». 31 Los soldados, pues, según lo ordenado a ellos, cogiendo a Pablo, llevaron al través de la
noche a Antipátride; 32 y al siguiente día, dejando a los jinetes irse con él, retornaron al
campamento; 33 los cuales, entrando en Cesarea y entregando la epístola al presidente, pusieron
también a Pablo delante de él, 34 Y leyendo y preguntando de qué provincia es, y sabiendo que de
Cilicia, 35 «Por entero oiréte, dijo, cuando también tus acusadores llegaren», mandando en el
pretorio, el de Herodes, guardarle.

20 a. Tú.

24 b. Un tirano de la peor especie. (Tácito, Hist. 5,9)

30 c. Le he.

Hechos Apostólicos
Capítulo 24
En Cesarea
1 Y, después de cinco días, bajó el sumo sacerdote Ananías con ciertos ancianos y cierto rétar
Tertulo; los cuales presentarónse al presidente contra Pablo. 2 Y, llamado él, empezó a acusar
Tertulo, diciendo: 3 «Mucha paz alcanzando nosotros por ti, y mejoras haciéndose a esta gente por
tu providencia, y del todo y en todas partes, recibimos(a), óptimo Félix, con toda gratitud. 4 Y, para
no mucho molestarte, ruego nos oigas brevemente, con tu clemencia. 5 Pues, hallando a este varón
peste y que mueve disensiones a todos los judíos los del orbe, y jefe de la de los nazarenos secta; 6
quien también el santuario ha probado a mancillar, a quien también prendimos (y según nuestra ley
quisimos juzgar); 7 pero, llegando Lisias, el tribuno, con mucha fuerza, de nuestras manos sacó, 8
mandando a los acusadores de él venir a ti); de quien podrás tú mismo, inquiriendo acerca de todo
esto, conocer de qué nosotros le acusamos». 9 Y asintieron a la vez asimismo los judíos, afirmando
ser así. 10 Y respondió Pablo, significándole el presidente que hablara: «Que, de muchos años, eres
juez de esta gente sabiendo yo, tranquilamente lo acerca de mí vindico; 11 pudiendo tú conocer que
no más llevo que días doce, desde que ascendí a adorar en Jerusalén. 12 Y, ni en el santuario hanme
hallado con alguien disputando, o concurso haciendo de turba, ni en las sinagogas ni por la ciudad;
13 ni demostrar podránte de lo que aquí mismo me acusan. 14 Y confieso esto a ti que, según el
camino que dicen secta, así sirvo al paterno Dios, creyendo en lo que por la ley y los profetas
escrito está; 15 esperanza teniendo en Dios que, la que también estos mismos aguardan resurrección
habrá de haber, y de justos y de injustos. 16 En esto(b) también yo mismo trabajo por ilesa
conciencia tener para con Dios y los hombres siempre. 17 Y, después de años varios, limosnas
haciendo a mi gente, llegué, y votos; 18 en los que me hallaron santificado en el santuario, no con
turba, ni con tumulto; mas(c) algunos del Asia judíos; 19 los que deberían ante ti comparecer y
acusar, si algo tuvieran contra mí. 20 O estos mismos digan cuál hallaron iniquidad, parado yo ante
el sanedrín; 21 sino por solo esta voz con que clamé, entre ellos parado: que «por resurrección de
muertos yo soy juzgado de vosotros». 22 Y difirióles Félix, muy bien sabiendo lo de este camino(d),
diciendo: «Cuando Lisias, el tribuno, descendiere, acabaré de conocer lo entre vosotros, 23
ordenando al centurión guardarle, y tener(e) alivio y a nadie estorbar de los propios suyos que le
sirviesen. 24 Y después de algunos días, llegando Félix con Drusila, su mujer, que era judía, llamó y
oyóle acerca de la en Cristo Jesús fe. 25 Pero, disputando él sobre justicia, y continencia y el juicio
venidero, temeroso volviéndose Félix, respondió: «Lo que ahora es, vete; pero, ocasión a su vez
cogiendo, a su vez he de llamarte»; 26 juntamente también esperando que dinero sería dado por
Pablo; por lo cual también más a menudo a él llamando a sí, conversaba con él. 27 pero, un bienio
cumplido, recibió sucesor Félix: a Porcio Festo; y queriendo gracia conceder a los judíos, dejó a
Pablo atado.

3 a. Esto.

16 b. Por esto.

18 c. Con.

22 d. Religión.

23 e. Pablo.

Hechos Apostólicos
Capítulo 25
Ante Festo
1 Festo, pues, entrando en la provincia, después de tres días, subió a Jerusalén, de Cesarea; 2 y
presentáronse a él los sumos sacerdotes y los primeros de los judíos con Pablo; y rogábanle, 3
pidiendo gracia con él, para que le reenviase a Jerusalén, asechanza haciendo para arrebatarle por el
camino. 4 Festo, en verdad, respondió que era guardado Pablo en Cesarea, y que él mismo había en
breve de salir. 5 «Aquéllos, pues, de entre vosotros, dice, poderosos, descendiendo juntamente, si
algo hay en el varón de improbo, acúsenle». 6 Y pasando entre ellos días no más de ocho o diez,
descendiendo a Cesarea, al siguiente día, sentado sobre el tribunal, mandó que Pablo fuera traído. 7
Y, llegado él, pusiéronse en torno de él los de Jerusalén descendidos judíos, muchas y graves
acusaciones aduciendo que no podían probar; 8 vindicándose Pablo: pues «ni contra la ley de los
judíos, ni contra el santuario ni contra César cosa alguna pequé». 9 Pero Festo, queriendo a los
judíos gracia conceder, respondiendo a Pablo, dijo: «¿Quieres, a Jerusalén ascendiendo allí de estas
cosas ser juzgado ante mí?» 10 Y dijo Pablo: «Puesto ante tribunal de César(a) estoy, donde debo
ser juzgado. A los judíos nada he agraviado; como también tú muy bellamente reconoces. 11 Si, en
verdad, pues, agravio y digna de muerte he hecho alguna cosa; no rehuso el morir: pero, si nada hay
de lo que éstos me acusan, nadie me puede a ellos obsequiar(b). A César apelo». 12 Entonces Festo,
después de hablar con el consejo, respondió: «A César has apelado; a César irás». 13 Y, días
pasados algunos, Agripa, el rey, y Bernice llegaron a Cesarea, saludando a Festo. 14 Y, como varios
días quedábanse allí, Festo impúsoles de lo contra Pablo, diciendo: «Cierto varón ha sido dejado,
por Félix encadenado; 15 acerca del cual, llegando yo de Jerusalén, presentáronse los sumos
sacerdotes y los ancianos y los judíos, pidiendo contra él condena; 16 a los que respondí: que «no es
costumbre de romanos agraciar(c) un hombre antes de que el acusado a faz tenga a los acusadores, y
lugar de defensa tome acerca del cargo». 17 Congregándose, pues, acá, dilación ninguna haciendo,
al siguiente día, sentado sobre el tribunal, mandé se trajera al varón; 18 en torno del cual, parados
los acusadores, ninguna causa traían de las que yo suponía cosas malas; 19 pero cuestiones algunas
sobre el propio temor divino(d) tenían contra él, y sobre cierto Jesús muerto; quien afirma Pablo
que vive. 20 Y, vacilando yo en la acerca de estas cosas investigación, decía yo si quería él ir a
Jerusalén, y allí ser juzgado sobre ellas. 21 Pero, Pablo, apelando: que se le guardase para el del
Augusto(e) conocimiento, mandé se le guardase hasta enviarle yo a César». 22 Y Agripa dijo a
Festo: «Querría yo también al hombre oír». «Mañana, dice, oirásle». 23 Al siguiente día, pues,
viniendo Agripa y Bernice con mucha ostentación y entrando en la audiencia, con los tribunos y
varones los por excelencia de la ciudad, y, mandando Festo, se trajo a Pablo. 24 y dice Festo:
«Agripa rey, y todos los que con nosotros estáis varones, veis a éste, acerca del cual toda la
muchedumbre de los judíos dirigióse a mí en Jerusalén, y aquí gritando que no debe él vivir más ya.
25 Y yo averigué que nada digno él de muerte había hecho; y, éste mismo apelando al Augusto,
juzgué enviar. 26 Sobre el que algo seguro que escribir al señor no tengo; por lo cual hele sacado a
vosotros, y sobre todo a ti, rey Agripa, para que, la investigación hecha, tenga yo qué escribir, 27
pues irracional me parece, que quien envía a un preso, las contra él acusaciones no manifieste
también».

10 a. El tribunal del procurador es el mismo del César.

11 b. Entregar.

16 c. Entregarle por gracia, condescendencia.

19 d. Religión.

21 e. «Excelso»; nuevo título del César.

Hechos Apostólicos
Capítulo 26
Oración de Pablo ante Agripa
1 Y Agripa a Pablo dijo: «Permítesete de ti mismo hablar». Entonces Pablo, extendiendo la mano,
vindicábase: 2 «De todo lo que soy acusado por los judíos, rey Agripa, heme creído feliz ante ti
haberme hoy de vindicar; 3 sobre todo, conocedor siendo tú de todo lo de los judíos: y costumbres y
cuestiones. Por lo cual pido que longánimamente me escuches. 4 La vida mía, en verdad, de
juventud, la de principio hecha en la gente mía en Jerusalén, saben todos los judíos, 5 que de antes
me conocen, desde el principio, si quisieren testificar; porque, según la severísima secta de nuestra
religión he vivido fariseo; 6 y ahora, por la esperanza de la a nuestros padres promesa(a) hecha por
Dios estoy aquí, como reo; 7 a la que las doce tribus de nosotros, en fervor noche y día sirviendo,
esperan llegar; de la cual esperanza acusado soy por los judíos, rey. 8 ¿Qué? ¿cosa increíble júzgase
por vosotros, si Dios muertos resucita? 9 Yo, en verdad, estimé contra el nombre de Jesús, el
Nazareno, deber muchas cosas contrarias practicar, 10 lo que también hice en Jerusalén; y muchos
de los santos yo en custodia encerré, la de los sumos sacerdotes potestad recibiendo; y por que
fuesen arrebatados ellos, emitió voto; 11 y por todas las sinagogas muchas veces castigando les
forzaba a blasfemar(b); y sobremanera enfureciéndome contra ellos, perseguía hasta también en las
vecinas ciudades. 12 En lo cual, yendo a Damasco, con potestad y permiso de los sumos sacerdotes,
13 a mediodía por el camino vi, rey, desde el cielo sobre el fulgor del sol circunfulgiéndome luz y a
los conmigo caminantes; 14 y, todos cayendo en la tierra, oí voz diciéndome en hebrea habla: «Saúl,
Saúl, ¿qué me persigues? ¡Duro para ti, contra el aguijón recalcitrar(c)!» 15 Y yo dije: «¿Quién
eres, Señor?» Y el Señor dijo: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues». 16 Empero, levántate, y álzate
sobre tus pies, porque para esto me he aparecido a ti: para constituirte servidor y testigo, así de lo
que me has visto(d), como de lo que he de aparecerte; 17 eligiéndote del pueblo y de las gentes; a
quien yo te envío. 18 para abrir sus ojos, a fin de que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios, a fin de recibir ellos remisión de pecados y herencia de los santificados
por fe, la en mí». 19 De donde, rey Agripa, no he sido inobediente a la celestial visión: 20 sino que,
y a los de Damasco primero, y de Jerusalén, y por toda la región de la Judea, y a las gentes
anunciaba yo arrepentirse y volverse a Dios, dignas del arrepentimiento obras practicando. 21 Por
causa de estas cosas, habiéndome judíos cogido juntos en el santuario probaron a poner manos(e) en
mí. 22 Auxilio, pues, alcanzando el de Dios, hasta este día, parado estoy testificando, y al pequeño y
al grande, nada fuera diciendo de lo que también los profetas hablaron que ha de acontecer, y
Moisés 23 si pasible el Cristo, si primero de resurrección de muertos, luz ha de anunciar, y al pueblo
y a las gentes». 24 Y esto él alegando. Festo, con gran voz, dice: «Deliras, Pablo: las muchas letras
en delirio te envuelven». 25 Y Pablo, «No deliro, dice, óptimo Festo, sino que de verdad y cordura
palabras pregono. 26 Porque sabe de estas cosas el rey, a quien con libre habla hablo; pues, que se le
oculte de estas cosas, (no me persuado) ninguna; pues no ha sido en rincón hecho esto. 27 ¿Crees,
rey Agripa, a los profetas? Sé que crees. 28 Y Agripa a Pablo: «¡Por poco no me persuades de que
cristiano me haga!» 29 Y Pablo: «Rogara yo a Dios que, o en poco o en mucho, no sólo tú, sino
también todos los que me oyen, hoy os hicierais tales, cual también yo soy; —salvo estas cadenas!»
30 Y levantóse el rey, y el presidente, y Bernice y los sentados con ellos; 31 y, retirándose, hablaban
entre sí, diciendo: que «nada de muerte o cadenas practica este hombre». 32 Y Agripa a Festo dijo:
«Soltar se podía a este hombre, si no hubiese apelado a César».

6 a. Del Mesías.

11 b. Les hacía fuerza para que blasfemaran a Jesús.

14 c. Proverbial.

16 d. Servidor y testigo de las cosas que hubo, cuando me viste y de las que habrá cuando te
apareciere yo.

21 e. Matarme.

Hechos Apostólicos
Capítulo 27
Viaje a Roma
1 Y, como se juzgó que zarpáramos a Italia, entregaron, y a Pablo y algunos otros encadenados, a un
centurión, por nombre Julio, del manípulo Augusto(a). 2 Y subiendo en barco adramiteno que debía
navegar a los por el Asia lugares, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedón tesalonicense;
3 y al otro día arribamos a Sidón; y benignamente Julio a Pablo tratando, permitió, a los amigos
yendo, cuidado alcanzar. 4 Y, de allí zarpando, costeamos a Chipre, porque los vientos eran
contrarios; 5 y, el piélago el de la Cilicia y Panfilia atravesando, bajamos a Mirra de la Licia. 6 Y
allí, hallando el centurión nave alejandrina navegando a Italia, trasbordónos a ella. 7 Y en bastantes
días lentamente navegando y apenas llegados cerca de Gnido, no dejándonos el viento, costeamos a
Creta a lo largo de Salmón(b); 8 y, apenas, perlongándola, vinimos a un lugar llamado Bellos
Puertos; del cual cerca estaba una ciudad: Lasea. 9 Y, bastante tiempo pasado, y siendo ya insegura
la navegación, por haber también el ayuno(c) ya pasado, amonestó Pablo, 10 diciéndoles: «Varones,
veo que, con maltrato y mucho daño, no sólo de la carga y de la nave, sí que también de nuestras
almas, habrá de ser la navegación». 11 Pero el centurión, al piloto y patrón más obedecía que a lo
que por Pablo era dicho. 12 Y mal situado el puerto que había para invernadero, los más estatuyeron
consejo de zarpar de allí, por si pudiesen, llegando, en Fenice invernar: un puerto de Creta, mirando
al sudeste y al noroeste. 13 Y, alentando noto(d), creyendo haber el propósito alcanzado, alzando
más de cerca perlongaban a Creta. 14 Pero, después de no mucho, cayó sobre ella(e) un viento
huracanado: el llamado euroaquilón(f); 15 y, arrebatada la nave y no pudiendo afrontar al viento,
cediendo éramos arrastrados. 16 Y, bajo una isleta corriendo, llamada Clauda, logramos apenas
dueños hacernos del esquife; 17 el que alzando, de recurso les servía, ciñendo(g) por debajo a la
nave; y temiendo en la sirte caer, largando el aparejo(h), así éramos arrastrados. 18 Pero, reciamente
entormentados nosotros, al otro día alijamos. 19 Y, al tercero, con sus manos los enseres arrojaron;
20 y, ni sol, ni astros pareciendo por varios días, y tormenta no poca asediando, ya quitábase
esperanza toda de salvarnos. 21 Y, mucha hambre habiendo, entonces, parado Pablo en medio de
ellos dijo: «Debíais ciertamente, oh varones, sometiéndoos a mí, no haber zarpado de Creta y
ahorrar este maltrato y daño. 22 Y lo que es ahora, exhórtoos a alentaros; pues pérdida de alma
ninguna habrá, de nosotros; salvo de la nave. 23 Pues presentóseme esta noche, del Dios de quien
soy y a quien sirvo, un ángel, 24 diciendo: «No temas, Pablo; a César debes presentarte; y he aquí te
ha agraciado(i) Dios todos los que navegan contigo. 25 Por lo cual alentaos, varones; pues creo a
Dios que así será, al tenor que se me ha hablado. 26 En una isla hemos de dar». 27 Y cuando la
catorcena noche fue, arrastrados nosotros en el Adriático, por mitad de la noche, sospecharon los
nautas que se acercaba algo a ellos como tierra; 28 y, sondando, hallaron brazas veinte, y un poco
separándose y de nuevo sondando, hallaron brazas quince; 29 y, temiendo que fuésemos en ásperos
lugares a dar, de popa echando anclas cuatro, anhelaban que amaneciese. 30 Pero los nautas,
buscando huir de la nave y largando el esquife al mar, so pretexto de como si anclas hubiesen de
largar, 31 dijo a Pablo al centurión y los soldados: «Si éstos no quedaren en la nave, vosotros
salvaros no podéis». 32 Entonces los soldados cortaron las maromas del esquife y dejáronle caer. 33
Y, mientras que iba amaneciendo, exhortó Pablo a todos ellos a tomar alimento, diciendo: «El
catorceno hoy día aguardando, sin comer pasáis, nada tomando. 34 Por lo cual exhórtoos a tomar
alimento; pues esto para vuestra salud es; pues de ninguno de vosotros cabello de la cabeza perece».
35 Y, diciendo esto y tomando pan, agradeciendo a Dios a faz de todos, y partiendo, comenzó a
comer. 36 Y alentándose todos, también ellos tomaron alimento. 37 Y éramos todas almas en la
nave doscientas setenta y seis. 38 Y, hartos de comida, aligeraron la nave, echando el trigo(j) al mar.
39 Y, cuando amaneció, la tierra no conocían; pero una ensenada divisaban que tenía playa; a la que
querían, si pudiesen, arrojar la nave. 40 Y, las anclas levando, cedieron al mar, a la vez soltando las
amarras de los timones; e izando el artemón(k) a la ráfaga, enderezaron a la playa. 41 Y, dando en
medio de un paraje bimar(l), encallaron la nave; y, mientras la proa hincada quedó inmóvil, la popa
era deshecha por la violencia de las olas. 42 Y de soldados consejo hubo para que a los encadenados
matasen, a fin de que ninguno, saliendo a nado, se fugase; 43 pero el centurión, queriendo salvar a
Pablo, estorbóles el acuerdo, y mandó que los que pudiesen salir a nado, arrojándose, primeros a la
tierra saliesen; 44 y los demás, unos en tablones; otros en algunos objetos de los de la nave. Y así
aconteció que todos se salvaron a la tierra.

1 a. De la cohorte Augusta.

7 b. Promontorio de Creta.

9 c. El día grande de ayuno a fines de septiembre.

13 d. Viento sur.

14 e. La nave.
f. Euro - este, y aquilón - norte.
17 g. Atando el esquife a la nave para favorecerla del embate de las olas.
h. Ancla o algo semejante.

24 i. Obsequiar, hacer gracia de...

38 j. Cereales, víveres.

40 k. La vela mayor.

41 l. Entre dos mares.

Hechos Apostólicos
Capítulo 28

1 Y salvos, entonces conocieron que Melite(a) la isla se llama. 2 Y los bárbaros(b) nos brindaron no
poca humanidad; pues encendiendo hoguera, nos acogieron a todos, por la lluvia inminente y por el
frío. 3 Y, recogiendo Pablo de fajina un haz y poniendo en el fuego, una víbora, del calor saliendo,
pegóse(c) a su mano. 4 Y, como vieron los bárbaros colgado el animal de su mano, unos a otros
decían: «A fe asesino es este hombre; a quien, salvo del mar, la justicia vivir no ha dejado». 5 El,
empero, sacudiendo al animal en el fuego, padeció ningún mal; 6 pero ellos aguardaban a que él se
hubiese de inflamar o caer súbitamente muerto. Y mucho ellos aguardando, y viendo que nada
insólito le sucedía, cambiando, decían que era un dios. 7 Y en los alrededores de aquel lugar había
predios del primero de la isla, por nombre Publio; el que, acogiéndonos, días tres amigablemente
hospedó. 8 Y aconteció que el padre de Publio de fiebres y disentería afligido yacía; a quien Pablo,
entrando y orando, poniendo las manos sobre él, sanó. 9 Y, esto sucedido, los demás los que en la
isla tenían enfermedades, acercábanse y eran curados; 10 los cuales también con muchos honores
honrábannos; y, zarpando, nos allegaron lo necesario. 11 Y, después de tres meses, zarpamos en
barco que había invernado en la isla alejandrino, por enseña: Dioscóridas(d). 12 Y, bajando a
Siracusa, quedamos allí días tres; 13 de donde rodeando, llegamos a Regio. Y, después de un día,
viniendo noto, al segundo vinimos a Putéolos; 14 donde, hallando hermanos, rogósenos con ellos
permanecer días siete; y así a Roma vinimos. 15 Y de allí los hermanos, oyendo lo acerca de
nosotros, nos vinieron al encuentro hasta el de Apio foro, y Tres Tabernas: a los que viendo Pablo
agradeciendo a Dios, tomó ánimo.

16 Y, cuando entramos a Roma, permitióse a Pablo quedar solo con el custodiante soldado. 17 Y
aconteció, después de días tres, convocar él a los que eran, de entre los judíos, primeros; y
congregados ellos, les decía: «Yo, varones hermanos, nada en contra haciendo del pueblo o de las
costumbres las paternas, encadenado, de Jerusalén, he sido entregado en las manos de los romanos;
18 los cuales, interrogando, me querían soltar, porque ninguna causa de muerte había en mí; 19
pero, contradiciendo los judíos, forzado fui a apelar a César, no como de la gente mía teniendo algo
que acusar. 20 Por esta causa, pues, os he llamado a ver y hablar; pues por la esperanza(e) de Israel
de esta cadena rodeado estoy». 21 Y ellos le dijeron: «Nosotros ni letras acerca de ti hemos recibido
de la Judea; ni, llegando alguno de los hermanos, ha anunciado o hablado algo de ti malo. 22 Pero
por conveniente tenemos de ti oír qué piensas; pues, lo que es esta secta, conocido nos es que
doquiera se le contradice». 23 Y, habiéndole fijado día, vinieron a él al hospedaje los más; a quienes
exponía testificándoles mucho el reino de Dios, y persuadiéndoles acerca de Jesús, y por la ley de
Moisés y los profetas, de mañana a tarde. 24 Y unos obedecían a lo que se decía; otros, empero no
creían; 25 y, discordes estando entre sí, despidiéronse; diciendo Pablo palabra una: que «bellamente
el Espíritu, el Santo, ha hablado por Isaías, el profeta, a vuestros padres diciendo:

26 «Vete a este pueblo y di:


«Con oído oiréis, y no entenderéis, no;
y mirando miraréis, y no veréis, no.
27 pues se endureció el corazón de este pueblo,
y con las orejas pesadamente han oído,
y sus ojos han ido cerrando,
que jamás vean con los ojos,
y con las orejas oigan,
y con el corazón entiendan: y se conviertan y les sane».

28 Conocido, pues, os sea que a las gentes ha sido enviado esta salud de Dios; ellos también oirán».
29 (Y esto él diciendo, retiráronse los judíos, cuestión entre sí teniendo mucha).

30 Y permaneció un bienio entero en propia casa de alquiler; y recibía a todos los que entraban a él;
31 predicando el reino de Dios y enseñando lo acerca del Señor Jesucristo, con toda libre habla,
inimpedidamente.

1 a. Malta.

2 b. Todos los no griegos o romanos.

3 c. Mordió.

11 d. Cástor y Pólux.

20 e. El Mesías esperado.
Epístola a los Romanos
Capítulo 1
Prólogo
1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado apóstol, segregado para evangelio de Dios; 2 que antes
prometió, por sus profetas en Escrituras santas, 3 acerca de su Hijo, el nacido de simiente de David,
según carne; 4 el declarado Hijo de Dios, en poder, según espíritu de santificación por resurrección
de muertos: Jesucristo, Señor nuestro; 5 por quien hemos recibido gracia y apostolado para
obediencia de fe en todas las gentes, por su nombre; 6 en las cuales estáis también vosotros
llamados de Jesucristo: 7 a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados santos: gracia a
vosotros y paz de Dios, Padre nuestro y de Señor Jesucristo. 8 Primero ciertamente, agradezco a mi
Dios, por Jesucristo, acerca de todos vosotros, porque vuestra fe se va anunciando en todo el
mundo. 9 Pues testigo mío es Dios (a quien sirvo en mi espíritu en el Evangelio de su Hijo): de
cómo incesantemente memoria de vosotros hago, 10 siempre en mis oraciones pidiendo, si de algún
modo ya alguna vez buen viaje he de tener, en la voluntad de Dios, para ir a vosotros. 11 Pues
anhelo veros, para que alguna participe yo dádiva a vosotros espiritual, para que os confirméis; 12 y
esto es: para consolarme juntamente con vosotros por la entre vosotros fe, y vuestra y mía. 13 Y no
quiero que ignoréis, hermanos, que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (y he sido impedido
hasta aquí mismo) para algún fruto tener también en vosotros, según que también en las demás
gentes. 14 Y a helenos, y a bárbaros; y a sapientes y a insipientes deudor soy. 15 Así lo dentro de
mí, pronto(a) para también a vosotros los de Roma evangelizar. 16 Pues no me avergüenzo del
Evangelio; pues la virtud de Dios es en salud a todo creyente: y a judío y a heleno. 17 Pues, justicia
de Dios en él se revela, de fe en fe(b), según está escrito: «Y el justo de fe vivirá».

18 Pues revélase ira de Dios, desde el cielo, sobre toda impiedad e injusticia de hombres, los que la
verdad en injusticia detienen(c); 19 por esto: porque lo cognoscible de Dios manifiesto es en ellos;
porque Dios se les ha manifestado. 20 Pues las cosas invisibles de él, por creación del mundo, en las
hechuras, entendidas se miran(d), y la eterna su virtud y divinidad; para que sean ellos
indefendibles; 21 por esto: porque, conociendo a Dios, no como a Dios glorificaron o agradecieron,
sino que se desvanecieron en sus pensamientos, y entenebrecióse su insipiente corazón. 22
Jactándose de ser sabios, infatuáronse, 23 y mudaron la gloria del incorruptible Dios, en semejanza
de imagen(e) de corruptible hombre, y de volátiles, y de cuadrúpedos y de reptiles. 24 Por lo cual
entrególes Dios en las concupiscencias de sus corazones, a inmundicias de deshonrar sus cuerpos
entre ellos(f); 25 los que mudaron la verdad en la mentira, y reverenciaron y sirvieron a la criatura
que no al que creó; quien es bendito por los siglos; amén. 26 Por esto entrególes Dios a pasiones de
deshonra; pues también las hembras de ellos mudaron el natural uso en el contra naturaleza; 27 e
igualmente también los machos, desechando el natural uso de la hembra, inflamáronse en el apetito
de ellos unos con otros; machos en machos la torpeza obrando; y el merecido (que era menester) de
su descamino en sí mismos recibiendo. 28 Y, así como no probaron a Dios tener en conocimiento,
entrególes Dios a réprobo entendimiento, a hacer lo no conveniente; 29 repletos de toda injusticia,
malicia, ramería, codicia, maldad; henchidos de envidia, matanza, contención, dolo, malignidad; 30
susurrones, detractores, odiadores de Dios, ultrajadores, soberbiosos, jactanciosos, inventores de
maldades, a padres inobedientes; 31 desatinados, desleales, desamantes, despiadados; 32 los cuales,
la justicia de Dios conociendo: que los que tales cosas hacen, dignos de muerte son; no sólo las
hacen, sino también asienten a los obrantes.

15 a. Está.

17 b. De fe menor en mayor.

18 c. Oprimen, ahogan.

20 d. Las obras de la creación visible revelan a todo entendimiento lo invisible de Dios.


23 e. A imagen y semejanza.

24 f. Entre sí, mutuamente.

Epístola a los Romanos


Capítulo 2
Culpa y castigo de los judíos
1 Por lo cual indefendible eres, oh hombre, todo el que juzgas; pues, en lo que juzgas al otro, a ti te
condenas; pues lo mismo obra el que juzgas. 2 Y sabemos que el juicio de Dios es, según verdad,
contra los que tales cosas obran. 3 ¿Y estimas esto, oh hombre, el que juzgas a los que tales cosas
obran, y háceslas: que tú te librarás del juicio de Dios? 4 ¿O las riquezas de la bondad de él y de la
paciencia y de la longanimidad desprecias; ignorando que lo bueno de Dios a penitencia te trae; 5 y,
según tu dureza e impenitente corazón, atesoraste ira en día de ira y revelación de justo juicio de
Dios? 6 quien retribuirá a cada cual, según sus obras; 7 a los que, ciertamente, según paciencia de
obra buena(a), gloria y honor e incorrupción buscan: vida eterna; 8 pero a los de contención y que
desobedecen a la verdad; obedecen empero, a la injusticia: ira e indignación. 9 Tribulación y
angustia sobre toda alma de hombre del que consuma lo malo; y de judío primeramente y de heleno;
10 pero gloria, y honor y paz a todo el que obra lo bueno: a judío primeramente y a heleno; 11 pues
no hay acepción de personas ante Dios. 12 Pues, cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán;
y, cuantos en ley pecaron, por ley juzgados serán; 13 porque no los oidores de ley, justos ante Dios,
sino los hacedores de ley justificados serán. 14 Pues, cuando gentes las que ley no teniendo, por
naturaleza lo de la ley hacen, éstos, ley no teniendo, para sí mismos son ley; 15 (los cuales
manifiestan el hecho de la ley escrito en sus corazones, testificando con ellos la conciencia, y, entre
sí los pensamientos acusando o también defendiendo), 16 en el día que juzgará Dios lo recóndito de
los hombres, según el evangelio mío(b), por Cristo Jesús. 17 Pero, si tú judío te llamas, y reposas en
ley, y te glorías en Dios, 18 y conoces la voluntad y aprecias lo mejor, instruido de la ley; 19 y
confías en que tú mismo guía eres de ciegos, luz de los en tinieblas, 20 enseñador de insipientes,
maestro de infantes, que tienes la forma del conocimiento y de la verdad en la ley; 21 el que
enseñas, pues, a otro, ¿a ti mismo no enseñas? El que predicas no hurtar ¿hurtas? 22 El que dices no
adulterar ¿adulteras? El que abominas de los ídolos ¿santuario despojas? 23 El que en la ley te
glorías ¿por la transgresión de la ley a Dios deshonras? 24 Pues el nombre de Dios, por vosotros, es
blasfemado en las gentes, según está escrito. 25 Pues la circuncisión, por cierto, aprovecha, si la ley
practicas; pero, si transgresor de la ley eres, la circuncisión tuya prepucio está hecha(c). 26 Si, pues,
el prepucio las justicias de la ley guardare ¿no será su prepucio en circuncisión reputado? 27 ¿y
juzgará el por naturaleza prepucio, la ley consumando, a ti el, por la letra y la circuncisión,
transgresor de ley? 28 Pues no el en lo manifiesto, judío es; ni la, en lo manifiesto, en carne,
circuncisión, 29 sino, el, en lo oculto, judío, y circuncisión de corazón en espíritu, no letra; cuyo
loor, no de hombres, sino de Dios.

7 a. Que obran con paciencia lo bueno.

16 b. El que predico.

25 c. Es como si no existiera.
Epístola a los Romanos
Capítulo 3
El judío y el gentil necesitan de justificación
1 ¿Qué, pues, lo más del judío(a), o cuál el provecho de la circuncisión? 2 Mucho en todo modo. Lo
primero, porque confiados fueron los dichos de Dios. 3 Pero ¿qué, si descreyeron algunos? ¿Acaso
el descreimiento de ellos la credibilidad de Dios anonadará? 4 ¡No sea! y; hágase(b) Dios veraz,
pero todo hombre mendaz; según lo que está escrito: «Para que seas justificado en tus palabras, y
venzas, cuando se te juzgare». 5 Pero, si la injusticia de nosotros, de Dios justicia realza ¿qué
diremos? ¿Acaso, injusto Dios, quien infiere ira? (según hombre digo). 6 ¡No sea! De otra suerte
¿cómo juzgará Dios el mundo? 7 Pues, si la verdad de Dios, en la mentira mía ha abundado en
gloria suya ¿que aún también yo como pecador soy juzgado? 8 ¿y(c) no (según se nos blasfema,
según dicen algunos que nosotros decimos) haremos los males porque vengan los bienes? la
condenación de los cuales(d) es justa. 9 ¿Qué, pues? ¿Nos aventajamos?(e). En manera alguna, pues
ya hemos acusado, y a judíos y helenos que todos bajo pecado están; 10 según está escrito que:

no hay justo, ni uno;


Sal. 14,1-3 11 no hay quien entienda;
no hay quien busque a Dios;
Sal. 53. 2-4 12 todos han declinado; a una inutilizádose,
no hay quien haga bondad; no hay siquiera uno.
Sal. 5,10 13 Tumba abierta, su laringe;
con sus lenguas engañaran;
Sal. 140,4 veneno de áspides, bajo sus labios;
Sal. 10,7 14 cuya boca, de ellos, de maldición, y
amargura hínchese
Is. 59, 7,8 15 veloces sus pies para verter sangre,
16 quebranto y miseria en sus caminos;
Lc, 1,79 17 y camino de paz no conocieron,
Sal. 36,2 18 no hay temor de Dios ante sus ojos.

19 Y sabemos que cuanto la ley habla, a los en la ley habla; para que toda boca se selle, y reo se
haga todo el mundo para con Dios. 20 Puesto que por obras de ley no se justificará toda carne a faz
de él; pues, por ley, conocimiento de pecado. 21 Y pues ahora, fuera de ley(f), justicia de Dios se ha
manifestado, testificada por la ley y los profetas; 22 justicia de Dios, por fe de Jesucristo a todos y
sobre todos los creyentes; pues no hay diferencia; 23 pues todos pecaron y carecen(g) de la gloria
de Dios; 24 justificándose gratuitamente por su gracia, por la redención la en Cristo Jesús; 25 a
quien propuso Dios como propiciación por la fe en la sangre de él, en manifestación de su justicia,
por la remisión de las precedentes culpas, 26 en la paciencia de Dios, para la manifestación de su
justicia en el presente tiempo; a fin de ser él justo y justificando al de fe de Jesús. 27 ¿Dónde, pues,
la gloriación? Excluyóse. ¿Por qué ley? ¿de las obras? Jamás; sino por ley de fe. 28 Inferimos, pues,
que justificado es con fe el hombre, sin obras de ley. 29 ¿O de judíos Dios solamente, que no
también de gentes? Sí; también de gentes; 30 puesto que uno el Dios, el que justificará la
circuncisión con fe y el prepucio por la fe. 31 ¿La ley, pues, desvirtuamos por la fe? ¡No sea! sino
que ley establecemos.

1 a. Tiene más el judío.

4 b. Manifiéstese.
8 c. Porque, —Rebátense las dos objeciones: 1ª de que Dios no puede castigar al que ha contribuido
a su gloria; y 2ª de que de esto se siga que se pueda hacer mal para que resulte bien.
d. De los que nos blasfeman.

9 e. A los gentiles.

21 f. Derogada la ley divina positiva.

23 g. Están excluidos de su reino glorioso.

Epístola a los Romanos


Capítulo 4
Por la ley antigua pruébase que la fe sola justifica
Abrahán justificado por la fe
1 ¿Qué, pues, diremos que Abrahán, nuestro progenitor, ha hallado según la carne? 2 Pues, si
Abrahán por obras fue justificado, tiene gloriación, pero no ante Dios. 3 Pues ¿qué la Escritura
dice? «Y creyó Abrahán a Dios, e imputado fuele a justicia». 4 Pero, al que obra, salario no se
imputa según gracia, sino según deuda. 5 Mas, al que no obra, pero cree en el que justifica al impío,
impútase su fe a justicia. 6 Conforme a lo que también David dice la bienaventuranza del hombre a
quien Dios imputa justicia sin obras:

7 «Sal. 32,1-2 Bienaventurados, de


quienes perdonadas han sido las iniquidades, y
de quienes han sido cubiertos los pecados;
8 bienaventurado el varón a quien no ha imputado,
no, Señor pecado».

9 Esta bienaventuranza, pues, ¿en la circuncisión o también en el prepucio? Pues decimos:


«Imputada fue a Abrahán la fe a justicia. 10 ¿Cómo, pues, fue imputada? ¿En el que en circuncisión
estaba o en prepucio? No en circuncisión, sino en prepucio(a). 11 Y señal recibió de circuncisión:
sello de la justicia de la fe, la en el prepucio, para ser él padre de todos los creyentes por prepucio,
para serles imputada la justicia; 12 y(b) padre de circuncisión a los no de circuncisión solamente,
sino también a los que siguen las huellas de la en prepucio fe de nuestro padre Abrahán.

13 Pues no por ley la promesa a Abrahán o a su simiente: de que heredero él sería del mundo, sino
por justicia de fe. 14 Pues, si los de la ley(c) herederos, anonadada está la fe y desvirtuada la
promesa; 15 pues la ley ira obra; y, donde no hay ley, tampoco(d) transgresión. 16 Por esto por
fe(e), para que según gracia, para que sea firme la promesa a toda la simiente, no al de ley
solamente, sino también al de fe de Abrahán; quien es padre de todos nosotros, 17 (según escrito
está: que padre de muchas gentes te he puesto) delante del a quien creyó: Dios; el que vivifica los
muertos y llama lo que no es como lo que es.

18 Quien contra esperanza en esperanza creyó que sería él padre de muchas gentes, según lo dicho:
Así será tu simiente. 19 Y, no debilitado en la fe, consideró su cuerpo muerto, centenario de algún
modo(f) siendo, y la muerte de la matriz de Sara; 20 y a la promesa de Dios no vaciló con
descreimiento, sino se confortó con la fe, dando gloria a Dios; 21 confirmado plenamente en que lo
que ha prometido, poderoso es también a hacer. 22 Por lo cual fuele también imputado a justicia.

23 Y no se escribió por él solamente que imputado le fue: 24 sino también por nosotros; a quienes
será imputado, a los que creemos en el que resucitó a Jesús, nuestro Señor, de muertos; 25 quien fue
entregado por causa de nuestras caídas y resucitado por causa de nuestra justificación.

10 a. Aún incircunciso.

12 b. Para ser él.

14 c. Son solos.

15 d. Hay.

16 e. Es la promesa.

19 f. Casi.

Epístola a los Romanos


Capítulo 5

1 Justificados, pues, por fe, paz tengamos para con Dios, por nuestro Señor Jesucristo; 2 por el cual
también el acceso hemos alcanzado a la fe por esta gracia, en que nos alzamos y gloriamos en
esperanza de la gloria de Dios. 3 Y no sólo(a), sino que nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo
que la tribulación paciencia obra; 4 y la paciencia, probación, y la probación, esperanza; 5 y la
esperanza no confunde; porque el amor de Dios difundido está en nuestros corazones por Espíritu
Santo el dado a nosotros. 6 Pues, si Cristo, siendo nosotros enfermos todavía, según tiempo(b) por
impíos murió 7 (pues apenas por un justo alguien muere; 8 y demuestra su amor a nosotros, porque
aún pecadores siendo nosotros, (según tiempo) Cristo por nosotros murió); 9 mucho más, pues,
justificados ahora en su sangre, nos salvaremos, por él, de la ira. 10 Pues, si, enemigos siendo,
reconciliados hemos sido con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más reconciliados nos
salvaremos en su vida; 11 y no sólo, sino que también gloriándonos en Dios por nuestro Señor
Jesucristo; por quien ahora la reconciliación hemos recibido.

12 Por esto, así como por un hombre el pecado en el mundo entró, y, por el pecado la muerte; y así
a todos los hombres la muerte pasó; en quien todos pecaron(c); 13 pues hasta ley, pecado estaba en
el mundo; y pecado no se imputa, no habiendo ley; 14 empero reinó la muerte desde Adán hasta
Moisés; también sobre los que no pecaron en la semejanza de la transgresión de Adán; quien es
figura del venidero. 15 Mas, no así como la caída, así el carisma(d). Pues, si por la del uno caída,
los más murieron, mucho más la gracia de Dios; y el don, en gracia, la de un hombre, Jesucristo, en
los muchos abundó. 16 Y no, como por un pecado, la dádiva; pues ciertamente el juicio, de uno, en
condenación; pero el carisma; de muchas caídas, en justicia. 17 Pues, si por la del uno caída, la
muerte reinó por el uno; mucho más los que la abundancia de la gracia, y del don y de la justicia
reciben, en vida reinarán por el uno: Jesucristo. 18 Luego, pues, así como por de uno caída, a todos
los hombres(e) en condenación, así también por una justicia a todos los hombres en justificación de
vida; 19 pues, así como por la desobediencia del un hombre, pecadores constituidos fueron los
muchos(f), así también por la obediencia del uno, justos constituidos serán los muchos. 20 Y la ley
añadióse para que abundase la caída(g); y, donde abundó el pecado, superabundó la gracia; 21 para
que, así como reinó el pecado en la muerte, así también la gracia reinara por justicia en vida eterna
por Jesucristo, nuestro Señor.

3 a. Esto.

6 b. En tiempo oportuno.

12 c. En Adán, o habían pecado.

15 d. Don gratuito de Dios; perdón gratuito.

18 e. Vino la caída.

19 f. Descendientes de él.

20 g. De tal suerte que abundó.

Epístola a los Romanos


Capítulo 6
Los justificados exentos están de la servidumbre del pecado;
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado, para que la gracia abunde? 2 ¡No sea! Los
que hemos muerto al pecado ¿cómo aún viviremos en él? 3 ¿O ignoráis que, cuantos hemos sido
bautizados en(a) Cristo, en su muerte hemos sido bautizados? 4 Consepultados, pues, hemos sido
con él, por el bautismo en la muerte; para que, así como resucitó Cristo de muertos, por la gloria del
Padre, así también nosotros en novedad de vida caminemos. 5 Pues, si retoños(b) nos hubiéremos
hecho, a la semejanza de la muerte de él; —empero, también de la resurrección seremos; 6 esto
conociendo que el viejo hombre nuestro juntamente crucificado fue, para que se anonadara el
cuerpo del pecado(c), para no ya servir nosotros al pecado; 7 pues el que ha muerto, justificado está
del pecado. 8 Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 sabiendo que
Cristo, resucitando de muertos, ya no muere. Muerte de él ya no se enseñorea. 10 Pues lo que
murió(d), al pecado murió una vez por todas, pero, lo que vive, vive a Dios. 11 Así también
vosotros considerad que estáis muertos ciertamente al pecado, vivientes, empero, a Dios en Cristo
Jesús (Señor nuestro). 12 No reine, pues, ya el pecado en el mortal cuerpo vuestro para obedecer a
sus concupiscencias; 13 ni presentéis vuestros miembros armas(e) de iniquidad al pecado, sino
presentaos a Dios, cual si de entre muertos viviendo, y vuestros miembros armas de justicia a Dios.
14 Pues pecado de vosotros no se enseñoreará; pues no estáis bajo ley, sino bajo gracia.

15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo ley, sino bajo gracia? ¡No sea! 16 ¿No sabéis
que a quien os presentáis siervos a obediencia, siervos sois del a quien obedecéis, ya sea de pecado,
a muerte, sea de obediencia a justicia? 17 Pero gracias a Dios, que fuisteis siervos del pecado,
habéis, empero, obedecido de corazón a la forma que os entregasteis de doctrina; 18 y libertándoos
del pecado, os habéis hecho siervos de la justicia. 19 Cosa humana(f) digo, por la flaqueza de
vuestra carne; pues, así como presentasteis vuestros miembros siervos a la inmundicia y a la
iniquidad para la iniquidad; así ahora presentad vuestros miembros siervos a la justicia para
santificación. 20 Pues, cuando siervos erais del pecado, libres érais(g) para la justicia. 21 ¿Qué
fruto, pues, teníais entonces? ¡En lo que ahora os avergonzáis! Pues, a la verdad, el fruto de
aquéllos, ¡muerte!; 22 mas ahora ya, libertados del pecado, pero hechos siervos de Dios, tened
vuestro fruto en santificación; y el fin, vida eterna. 23 Pues los estipendios del pecado, muerte; pero
el carisma de Dios, vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.

3 a. En él y para él, consagrados a él.

5 b. De la muerte, la pasión, de él.

6 c. El cuerpo pecador.

10 d. En él.

13 e. Como armas, instrumentos.

19 f. Natural.

20 g. Prescindíais del todo de ella.

Epístola a los Romanos


Capítulo 7
Los justificados exentos están de la ley;
1 ¿O ignoráis, hermanos, (pues a los que conocen ley(a), hablo) que la ley domina al hombre,
cuanto tiempo viviere? 2 Pues la enmaridada mujer al viviente marido sujeta está por ley; mas, si
muriere el marido, aniquilada está(b) para la ley del marido. 3 Por lo tanto, viviendo el marido,
adúltera será juzgada, si fuere de varón otro; mas, si muriere el marido, libre está de la ley, para no
ser ella adúltera, siendo de varón otro. 4 Así mismo, hermanos míos, también vosotros muertos
habéis sido para la ley por el cuerpo del Cristo, para ser vosotros para otro: para el de muertos
resucitado, a fin de que fructifiquemos para Dios. 5 Pues, cuando estábamos en la carne, las
pasiones de los pecados, las por la ley, obraban en nuestros miembros, para fructificar para la
muerte; 6 mas ahora ya hemos sido aniquilados(c) de la ley, muertos a la en que estábamos
detenidos, para servir nosotros en novedad de espíritu, y no vetustez de letra.

7 ¿Qué, pues, diremos? ¿La ley, pecado (es)? ¡No sea! empero el pecado no conocí, sino por ley.
Pues que la concupiscencia no supiera yo, si la ley no dijese: «No codiciarás». 8 Pero, incitativo
tomando el pecado por el mandamiento, ha consumado en mí toda concupiscencia. Pues, sin ley ¡el
pecado muerto!; 9 pero yo vivía sin ley un tiempo; pero, viniendo el mandamiento, el pecado
revivió; 10 y yo morí(d), y fue hallado por mí el mandamiento, el para vida, éste, para muerte; 11
pues el pecado, incitativo tomando por el mandamiento, engañóme y por él mató. 12 Así que la ley,
santa; y el mandamiento, santo, y justo y bueno. 13 Lo bueno, pues ¿se me hizo muerte? ¡No sea!;
sino el pecado, para que apareciera pecado(e), por lo bueno consumando muerte; para que se hiciese
por hipérbole pecador el pecado por el mandamiento.

14 Pues sabemos que la ley espiritual es; mas yo carnal soy, vendido bajo el pecado(f). 15 Pues lo
que consumo, no conozco; pues, no lo que quiero, esto practico, sino lo que odio, esto hago. 16 Y,
si, lo que no quiero, esto hago, asiento a la ley: que es bella; 17 pero, hoy por hoy, ya no yo
consúmolo, sino el que inhabita en mí pecado. 18 Pues sé que no habita en mí, esto es: en mi carne,
cosa buena; pues el querer consiste en mí, pero el consumar lo bello, no; 19 pues no lo que quiero,
hago: lo bueno, sino, lo que no quiero: lo malo, esto practico. 20 Pero, si lo que no quiero, esto
hago, ya no yo consúmolo, sino el que habita en mí: el pecado. 21 Hallo, pues, la ley(g) queriendo
yo hacer lo bello: que en mí lo malo consiste; 22 pues congratúlome de la ley de Dios, según el
interior hombre; 23 mas veo otra ley en mis miembros, guerreando contra la ley de mi mente y
cautivándome en la ley del pecado la que hay en mis miembros. 24 ¡Miserable yo hombre! ¿quién
me librará del cuerpo de esta muerte?(h) 25 ¡Gracias a Dios(i) —por Jesucristo Señor nuestro! Por
lo tanto yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, con la carne empero, a ley del pecado.

1 a. Mosaica. — La palabra ley sola siempre designa en S. Pablo la mosaica o revelación viejo
testamental.

2 b. Está aniquilada para ella la ley. —Expresión enérgica y audaz, para realzar la derogación de la
ley mosaica.

6 c. Véase vs. 2.

10 d. A la inocencia.

13 e. El pecado: la concupiscencia, para que aparezca como pecado, como pecaminosa, por lo
bueno, la bondad de la ley; ha obrado en mí la muerte, para que el pecado se hiciese: se manifestase,
sobremanera pecador grave; se conociese toda la gravedad de la concupiscencia.

14 f. Vendido como esclavo al pecado.

21 g. La inclinación al mal.

24 h. ¿Del cuerpo que me angustia y mata así?

25 i. Quien me librará por Jesucristo.

Epístola a los Romanos


Capítulo 8

1 Ninguna, pues, ahora condenación para los en Cristo Jesús, (que no según carne caminan). 2 Pues
la ley del espíritu de la vida en Cristo Jesús te libertó de la ley del pecado y de la muerte. 3 Pues lo
imposible de la ley(a), en lo que flaqueaba por la carne(b) —Dios, a su Hijo enviando en semejanza
de carne de pecado; y por pecado condenó el pecado en la carne; 4 a fin de que la justicia(c) de la
ley se cumpliese en nosotros, los que, no según carne caminamos, sino según espíritu. 5 Pues, los
que según carne son, lo de la carne sienten; pero, los que según espíritu, lo del espíritu; 6 pues el
sentir de la carne, muerte; pero el sentir del espíritu, vida y paz. 7 Por esto: porque el sentir de la
carne, enemistad de Dios; pues a la ley de Dios no se sujeta; pues ni puede(d). 8 Pero, los que en
carne son(e), a Dios placer no pueden. 9 Mas vosotros no sois en carne, sino en espíritu; si es que
espíritu de Dios habita en vosotros. Pero, si alguno espíritu de Cristo no tiene, éste no es de él. 10
Pero, si Cristo en vosotros, el cuerpo ciertamente muerto por pecado, mas el espíritu, vida por
justicia. 11 Pero, si el espíritu del que resucitó a Jesús de muertos, habita en vosotros, el que
resucitó a Cristo de muertos, vivificará también los mortales cuerpos vuestros, por inhabitar su
espíritu en vosotros.
12 Por lo tanto, hermanos, deudores somos, no a la carne, para según carne vivir. 13 Pues, si según
carne viviereis, habéis de morir; mas, si con espíritu los hechos del cuerpo matareis, viviréis. 14
Pues, cuantos por espíritu de Dios son llevados, éstos hijos son de Dios. 15 Pues no habéis recibido
espíritu de servidumbre de nuevo para temor, sino que habéis recibido espíritu de adopción; en el
que clamamos: «¡Abbá, el Padre!» 16 Pues el mismo espíritu testifica a la vez a nuestro espíritu que
somos hijos de Dios. 17 Mas, si hijos, también herederos: herederos ciertamente de Dios,
coherederos, empero, de Cristo; si es que compadecemos, para ser también conglorificados.

18 Pues estimo no dignos los padecimientos del presente tiempo para la gloria que se ha de revelar
en nosotros. 19 Pues la expectación de la criatura la revelación de los hijos de Dios aguarda. 20
Pues a la vanidad la criatura ha sido sometida, no de grado, sino por el que la ha sometido, con
esperanza; 21 pues también, la misma criatura libertada será de la servidumbre de la corrupción
para la libertad de la gloria de los hijos de Dios. 22 Pues sabemos que toda criatura consuspira y
comparture hasta ahora, 23 y no sólo, sino que también los mismos que las primicias del espíritu
tenemos, también nosotros mismos en nosotros suspiramos, adopción aguardando: la redención de
nuestro cuerpo. 24 Pues, por la esperanza, nos hemos salvado; pero la esperanza que ve, no es
esperanza; pues lo que ve alguien ¿qué(f) espera? 25 Pero, si lo que no vemos, esperamos, por
paciencia, aguardamos. 26 Y así mismo también el espíritu socorre a nuestra flaqueza; pues, lo que
oremos, cual se debe, no sabemos; pero el mismo espíritu intercede con gemidos inefables; 27 pues,
el que escudriña los corazones, sabe cuál el sentir del espíritu; porque, según Dios, demanda por
santos. 28 Y sabemos que a los amantes de Dios, todo coopera en bien, a los que según propósito
llamados son. 29 Pues, a los que preconoció, también predestinó conformes(g) a la imagen de su
Hijo, para ser él primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que predestinó, a éstos también
llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. 31
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios por nosotros ¿quién contra nosotros? 32 Pues, aquél que al
propio Hijo no perdonó, sino por nosotros todos entrególe ¿cómo no ya, también con él, con todas
las cosas nos agraciará? 33 ¿Quién acusará contra elegidos de Dios? Dios el que justifica: 34 ¿quién
el que condenará? ¿Cristo, el que murió; mas aún: el que resucitó; el que también está a diestra de
Dios; el que también intercede por nosotros? 35 ¿Quién nos apartará del amor del Cristo(h)?
¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro o cuchilla? 36 Según está
escrito: Sl. 44,23 que por causa tuya se nos mata el día entero; considérasenos como ovejas de
matanza. 37 Mas en todo esto sobrevencemos(i) por el que nos ama. 38 Pues cierto estoy de que ni
muerte, ni vida; ni ángeles(j), ni principados, ni potencias; ni lo presente ni lo futuro; 39 ni alteza, ni
hondura, ni criatura alguna otra podrános apartar del amor de Dios, el en Cristo Jesús, Señor
nuestro.

3 a. A la ley: lo que no podía la ley.


b. Reticencia para encarecer la idea de lo imposible. Hay que suplir: esto hizo Dios, enviando a su
Hijo.

4 c. Lo justo que pide la ley.

7 d. Tan esencialmente contraria es a ella.

8 e. Viven según la carne.

24 f. ¿A qué lo espera?

29 g. Para ser conformados.

35 h. Que Cristo nos tiene.


37 i. Vencemos facilísima, totalmente.

38 j. Malos.

Epístola a los Romanos


Capítulo 9
Exordio: Tristeza del apóstol por la presente
infidelidad de su pueblo
1 Verdad digo en Cristo; no miento; testificando conmigo mi conciencia, en Espíritu Santo: 2 que
tristeza tengo grande; e incesante dolor, mi corazón, 3 pues votara yo anatema(a) ser yo mismo del
Cristo(b) por mis hermanos, mis congéneres, según carne; 4 los que son israelitas; de quienes, la
adopción, y la gloria; y la alianza, y la legislación, y el culto y las promesas; 5 de quienes, los
padres, y de quienes, el Cristo, en cuanto a la carne. El que, sobre todas las cosas, Dios, bendito por
los siglos; amén.

6 Pero(c) no como que se haya derribado la palabra de Dios. Pues no todos los de Israel, éstos,
Israel; 7 ni, porque son simiente de Abrahán, todos Gn. 21,12 hijos; sino: En Isaac llamada te será
simiente. 8 Esto es: que no los hijos de la carne, éstos hijos de Dios, sino los hijos de la promesa
considéranse como simiente. 9 Pues de promesa esta palabra: Gn. 18,10 Según este tiempo vendré,
y tendrá Sara hijo. 10 Gn. 25,21 Y no sólo —sino que también Rebeca, de un(d) concúbito
teniendo: de Isaac, padre nuestro; 11 Pues, aún ni nacidos ni habiendo hecho algo bueno o malo,
(para que el, según elección, propósito de Dios permaneciese), no por obras, sino por el que
llamaba; 12 fue dicho a ella que Ml. 1,2-3 el mayor servirá al menor; 13 según lo que está escrito: A
Jacob amé; a Esaú, empero, aborrecí(e).

14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Acaso, injusticia, ante Dios? ¡No sea! 15 Pues a Moisés dice: Ex. 33,19
Me apiadaré de quien me apiadare, y me compadeceré de quien me compadeciere. 16 Por lo tanto,
no(f) del que quiere, ni del que corre, sino del que se apiada: Dios. 17 Pues dice la Escritura a
Faraón: que Ex. 9,16 a esto mismo despertádote he para manifestar yo en ti mi poder, y para que se
pregone mi nombre en toda la tierra. 18 Por lo tanto, de quien quiere, apiádase, y a quien quiere,
endurece. 19 Dirásme, pues: «¿Qué, pues, aún vitupera? Porque a su voluntad ¿quién ha resistido?»
20 Oh hombre, y tú ¿quién eres el que interpelas a Dios? Acaso dirá el plasma al plasmante: «¿Qué
me has hecho así?» 21 ¿O no tiene potestad el alfarero del(g) barro, para, de la misma masa, hacer:
uno, de honra vaso, otro de deshonra? 22 Y ¿si, queriendo Dios manifestar la ira y patentizar lo
poderoso que es, ha soportado(h) en mucha longanimidad vasos de ira dispuestos ya(i) a perdición;
23 para patentizar él las riquezas de su gloria para con vasos de misericordia; los que previno para
gloria; 24 a los que también llamó: a vosotros, no sólo de judíos, sino también de gentes(j)? 25
Como también en Oseas dice:

Os. 2,25. Llamaré al no pueblo mío, «pueblo mío»,


y a la no amada, «amada»;
(y a la que no ha misericordia conseguido,
«la que ha misericordia conseguido»);
26 Os. 2,1 y será: en el lugar donde se les dijo:
«No pueblo mío, vosotros»,
allí llamados serán hijos de Dios viviente.
27 E Isaías clama sobre Israel:

Is. 10,22. Si(k) fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, el resto se salvará; 28
Is. 10,23. pues palabra consumante y concisa (en justicia; porque palabra recortada) hará el Señor
sobre la tierra. 29 Y, según que ha predicho Isaías.

Is. 1,9. Si el Señor Sabaot(l) no nos hubiese dejado simiente, como Sodoma hechos fuéramos y
como Gomorra hechos semejantes.

30 ¿Qué, pues diremos? Que las gentes, las que no seguían justicia, cogieron justicia, y justicia la de
fe; 31 e Israel, siguiendo ley de justicia, a ley no llegó. 32 ¿Por qué? Porque, no por fe, sino como
por obras tropezaron en la piedra del tropiezo(m) 33 según está escrito: Is. 8,14; 28,16. He aquí
pongo en Sión piedra de tropiezo y peña de escándalo; y el que cree en él, no será confundido.

3 a. Maldición.
b. Y ser separado de Cristo (aunque no eternamente).

6 c. No es mi dolor como si...

10 d. Una solo.

13 e. Desamé, desatendí.

16 f. Es, no depende.

21 g. Sobre él.

22 h. Soporta.
i. Por propia culpa.

24 j. Reticencia. Súplese: ¿no hizo bien? haciendo todo esto.

27 k. Cuando fuere el pueblo israelítico: judíos y gentiles, como la arena del mar, se convertirá el
resto de Israel obcecado.

29 l. De los ejércitos celestiales.

32 m. Cristo.

Epístola a los Romanos


Capítulo 10
Abandonó Israel la justicia de Dios, buscando la suya propia
1 Hermanos, el beneplácito(a) ciertamente de mi corazón, y mi plegaria a Dios por ellos en salud. 2
Pues testifícoles que celo de Dios tienen, pero no según conocimiento; 3 pues, desconociendo la
justicia de Dios, y la propia buscando establecer, a la justicia de Dios no se sometieron. 4 Que fin de
ley, Cristo, en justicia, a todo creyente. 5 Que Moisés escribe que la justicia, la por ley, haciendo el
hombre, vivirá en ella. 6 Pero la por fe justicia así dice: «No digas en tu corazón(b): «¿Quién
ascenderá al cielo?» (esto es: a Cristo bajar). 7 O: «¿Quién bajará al abismo?» (esto es: a Cristo de
entre muertos sacar). 8 Mas ¿qué dice(c)? (la Escritura). Dt. 30,14. Cerca está de ti la palabra(d), en
tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de la fe que predicamos. 9 Porque, si confesares en tu
boca a Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le resucitó de muertos, te salvarás; 10 pues
con corazón se cree para justicia; con boca, empero, se confiesa para salud. 11 Pues dice la
Escritura: «Todo el que cree en él, no será confundido». 12 Que no hay distinción, y de judío y de
heleno; pues el mismo Señor de todos, que es rico para con todos los que le invocan. 13 Que todo el
que invocare el nombre del Señor, se salvará.

14 ¿Cómo, pues, invocarán al que no han creído? ¿Y cómo creerán a quien no han oído? ¿Y cómo
oirán sin predicador? 15 ¿Y cómo predicarán, si no se les enviare? según está escrito: Is. 52,7. ¡Qué
hermosos los pies de los que evangelizan (paz, de los que evangelizan) lo bueno! 16 Pero no todos
han obedecido al Evangelio. Pues Isaías dice: Is. 53,1. «Señor, ¿quién creyó a nuestra oída? 17
Luego la fe por oído, y el oído por medio de palabra de Cristo. 18 Empero digo: ¿Acaso no oyeron?
Antes bien: Sl. 19,5 Por toda la tierra ha salido el son de ellos, y hasta los fines del orbe, las
palabras de ellos. 19 Pero digo: ¿Acaso Israel no conoció? Primero Moisés dice: Dt. 32,21. Yo
celaréos en no gente; en gente insipiente irritaréos. E Isaías atrévese y dice: Is. 65,1. Hallado fui de
los que no me buscaban; manifiesto híceme a los que no me interrogaban(e). Y a Israel dice: Is.65,2.
Todo el día he extendido mis manos a pueblo que desobedece y contradice.

1 a. Deseo ardiente.

6 b. Como la impiedad, que niega la ascensión y la vuelta del Mesías y su resurrección.

8 c. La justicia, el justificado por la fe.


d. Fácil de hallar y cumplir es la palabra de la fe.

19 e. Inquirían.

Epístola a los Romanos


Capítulo 11
No todos los judíos se endurecieron
1 Digo, pues: ¿Acaso ha repelido Dios a su pueblo? ¡No sea! que también yo israelita soy, de
simiente de Abrahán, tribu de Benjamín. 2 No ha repelido Dios a su pueblo, al que preconoció(a).
¿O no sabéis, en Elías, qué dice la escritura: cómo interpela a Dios contra Israel?: 3 1 R. 19,10.
Señor, a tus profetas han muerto; tus aras socavado, y yo he sido dejado solo, y buscan mi alma. 4
Pero ¿qué le dice el oráculo(b)? 1 R. 19,18. Heme dejado siete mil varones; los cuales no han
doblado rodilla a Baal. 5 Así, pues, también en el presente tiempo, resto, según elección de gracia,
(salvo) ha sido hecho; 6 y, si, de gracia, ya no por obras, que de otra suerte la gracia ya no se hace
gracia. 7 ¿Qué, pues? Lo que busca Israel, esto no consiguió; la elección(c), empero, lo consiguió;
mas los restantes obcecáronse; 8 según está escrito: Is. 29,10. Dióles Dios espíritu de quebranto,
ojos para no ver, y orejas para no oír, hasta el día de hoy. 9 Y David dice: Sl. 69,23,24. Hágase la
mesa de ellos en lazo, y en prendimiento, y en escándalo y en retribución a ellos; 10
entenebrézcanse sus ojos para no ver; y la espalda de ellos siempre encorva.

11 Digo, pues: ¿Acaso tropezaron para que cayesen? ¡No sea! ¡sino que, con la caída de ellos, la
salud(d) a las gentes, para encelarles. 12 Y, si la caída de ellos, riquezas del mundo; y la merma de
ellos, riquezas de las gentes; cuánto más la plenitud de ellos! 13 Y a vosotros digo: a las gentes; en
cuanto, en verdad, soy yo de gentes apóstol, mi ministerio glorifico; 14 por si de algún modo he de
encelar a mi carne(e) y salvar algunos de ellos. 15 Pues, si la repulsa de ellos, reconciliación de
mundo ¿cuál la recepción; si no vida de muchos? 16 Y si las primicias(f), santas, también la masa;
y, si la raíz, santa, también las ramas. 17 Y, si algunas de las ramas se desgajaron, y tú, oleastro
siendo, injertado has sido en ellas y copartícipe de la raíz, de la grosura de la oliva has sido hecho;
18 no te jactes de las ramas, y, si te jactares, no tú la raíz llevas, sino la raíz, a ti. 19 Dirás, pues;
«Desgajáronse ramas, para que yo fuese injertado». 20 ¡Bellamente! Por la infidelidad
desgajáronse, y tú por la fe parado estás. No cosas excelsas sientas, sino teme; 21 pues, si Dios a las
según naturaleza ramas no perdonó, ni a ti perdonará. 22 Ve, pues, benignidad y severidad de Dios:
para los que cayeron ciertamente, severidad; y para ti, benignidad de Dios, si permanecieres en la
benignidad; de otra suerte también tú cortado serás. 23 Y también aquéllos si no permanecieren en
la infidelidad, injertados serán. Que poderoso es Dios para de nuevo injertarles, 24 pues, si tú
cortado has sido del, por naturaleza, oleastro, y, contra naturaleza, injertado en bella oliva; ¡cuánto
más éstos, los según naturaleza, injertados serán en su propia oliva!

25 Pues no quiero que vosotros ignoréis, hermanos, este misterio (para que no seáis en vosotros
mismos prudentes(g): que la ceguedad en parte a Israel aconteció, hasta que la plenitud(h) de las
gentes entrare. 26 Y así(i) todo Israel se salvará, según está escrito:

Is. 59.20. Llegará de Sión el que libertará,


y apartará impiedades de Jacob.
27 Y ésta para ellos la conmigo alianza,
cuando quitare yo los pecados de ellos.

28 Según el Evangelio ciertamente odiados(j), por causa de vosotros; pero, según la elección,
amados, por causa de los padres, 29 pues irrevocables los carismas y la vocación de Dios. 30 Pues,
así como vosotros un día desobedecisteis a Dios; mas ahora ya se os compadece por la de éstos
desobediencia; 31 así también éstos ahora han desobedecido por vuestra compasión, a fin de que
también a ellos ahora se les compadezca; 32 pues ha encerrado Dios a todos en desobediencia, para
de todos compadecerse.

33 ¡Oh profundidad de riquezas y sabiduría y ciencia de Dios! ¡cuán inescrutables sus juicios, e
ininvestigables sus caminos!

34 Pues ¿quién conoció mente de Señor?


¿O quién consejero suyo hecho fue?
35 ¿O quién antes dióle, y retribuirásele?

36 Pues de él, y por él y a él todas las cosas: a él la gloria por los siglos; amén.

2 a. Predestinó.

4 b. Divino.

7 c. Los elegidos.

11 d. Vino.

14 e. Estimular a los de su carne: a los israelitas.

16 f. De la masa, de las cuales se hacían los panes de la proposición.


25 g. No os creáis cuerdos, que no penséis altamente de vosotros mismos.
h. La universalidad.

26 i. Entonces.

28 j. Son los israelitas actuales, rebeldes.

Epístola a los Romanos


Capítulo 12
Tema general
1 Exhórtoos; pues, hermanos, por las piedades de Dios, que presentéis vuestros cuerpos hostia
viviente, santa, bien placiente a Dios; el espiritual culto vuestro; 2 y no os conforméis a este siglo,
sino transformaos con la renovación de la mente, para probaros: cuál(a), la voluntad de Dios, la
buena(b), y bien placiente y perfecta.

3 Pues digo, por la gracia la dada a mí, a todo el que está entre vosotros: no sentir más allá de lo que
se debe sentir, sino sentir para bien sentir(c); a cada cual como(d) Dios repartió medida de fe. 4
Pues, así como en un cuerpo muchos miembros tenemos, y los miembros todos no el mismo oficio
tienen, 5 así los muchos un cuerpo somos en Cristo; y, por lo tocante a cada cual, uno de otro
miembros, 6 y, teniendo carismas, según la gracia la dada a nosotros, distintos: sea profecía, en
razón(e) de la fe, 7 sea ministerio, en el ministerio(f); sea el que enseña, en la enseñanza; 8 sea el
que exhorta, en la exhortación; el que distribuye, en simplicidad; el que preside, en solicitud; el que
compadece, en hilaridad.

9 ¡El amor, indisimulado! Odiando lo malo, adhiriendo a lo bueno; 10 con amor fraterno unos de
otros tiernamente amantes; 11 con la solicitud no perezosos; con espíritu fervorosos; al Señor
sirviendo; 12 con la esperanza, gozándoos; en la tribulación pacientes; en la oración, perseverantes;
13 con las necesidades de los santos comunicando(g); la hospitalidad persiguiendo(h); 14
perseguidores bendecid, y no maldigáis. 15 Gozar con los que gozan; llorar con los que lloran. 16
Lo mismo entre vosotros sintiendo(i); no lo alto sintiendo, sino de los humildes dejándoos llevar.
No os hagáis prudentes ante vosotros mismos. 17 A nadie mal por mal devolviendo; proveyendo lo
bello a faz de todos los hombres; 18 si posible, lo de vosotros(j), con todos los hombres paz
teniendo; 19 no vengándoos, amados; sino dad lugar(k) a la ira; pues escrito está: Prov. 25, 21-22.
«A mí la venganza; yo retribuiré, dice Señor». 20 Empero, «si hambreare tu enemigo, aliméntale; si
sed tuviere, dale de beber. Pues, esto haciendo, ascuas de fuego acumularás sobre su cabeza(l)». No
seas vencido de lo malo(m), sino vence, en lo bueno lo malo.

2 a. Sea.
b. Lo bueno, etc.

3 c. No pensar alto, soberbios, sino sana, cuerda, modestamente.


d. Como a cada cual.

6 e. A medida del don de la fe.

7 f. El ministro, el profeta, el maestro, etc. cada cual esté sólo en su oficio.


13 g. Haciéndolas comunes, socorriéndoles.
h. Corriendo en pos de ella.

16 i. Sentid lo mismo unos que otros; tened el mismo corazón.

18 j. Lo que depende de vosotros.

19 k. Dejadla pasar; despedidla.

20 l. Le quemará y hará arrepentirse el recuerdo del mal que hizo.


m. Haciendo mal también tú. El que hace mal es vencido del mal, el que hace lo bueno, vence lo
malo.

Epístola a los Romanos


Capítulo 13
Obediencia a la autoridad
1 Toda alma a potestades superiores sométase. Que no hay potestad sino de Dios; y las que son, de
Dios ordenadas son. 2 Así que el que resiste a la potestad, a la de Dios ordenación se opone; y los
que se oponen, a sí mismos condenación cogerán. 3 Pues los príncipes no son temor para la buena
obra, sino para la mala. ¿Y quieres no temer a la potestad? Lo bueno haz, y tendrás loor de ella; 4
pues de Dios ministro te es para lo bueno. Pero, si lo malo hicieres, teme; pues no en vano la
cuchilla lleva; pues de Dios ministro es; vengador, para ira, al que lo malo obra. 5 Por lo cual
¡menester someterse, no solo por la ira(a), sino también por la conciencia! 6 Pues por esto también
tributos pagáis; pues servidores de Dios son en esto mismo(b) esforzándose. 7 Pagad a todos las
deudas: al que(c) el tributo, el tributo: al que el derecho, el derecho; al que el temor, el temor; al que
el honor, el honor.

8 A nadie nada debáis, sino unos a otros amaros. Que quien ama al otro, ley ha cumplido; 9 pues el
«no adulterarás, no matarás, no hurtarás, (no jurarás falso) no codiciarás»; y, si algún otro
mandamiento(d), en esta palabra se recapitula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 10 El
amor(e), al prójimo mal no hace; plenitud, pues, de ley el amor.

11 Y esto(f), sabiendo el tiempo; pues hora ya de que de sueño despertemos; pues ahora más cerca
de nosotros, la salud que cuando creímos(g). 12 La noche ha avanzado y el día aproximádose,
depongamos, por tanto, las obras de las tinieblas y revistámonos las armas de la luz. 13 Como de
día decorosamente caminemos, no en bacanales y ebriedades, no en concúbitos y lascivias; no en
contiendas y celos, sino revestíos del Señor Jesucristo; y de la carne, el cuidado no hagáis en
concupiscencia.

5 a. Por temor de la ira del príncipe.

6 b. En castigar al malo y proteger al bueno.

7 c. Debéis.

9 d. Hay.
10 e. No hace mal al prójimo.

11 f. Sobre todo.
g. Empezamos a creer.

Epístola a los Romanos


Capítulo 14
Dios es el juez
1 Y al débil en la fe(a) acoged, no para juicios de opiniones. 2 Uno cree(b) comer todo; otro,
enfermo(c), hortalizas come. 3 El que come, al que no come, no desprecie; y el que no come, al que
come no juzgue; pues Dios le ha acogido. 4 Tú ¿quién eres el que juzgas a ajeno siervo? Para el
propio Señor álzase(d) o cae; alzaráse, empero; porque puede el Señor alzarle. 5 Uno juzga día ante
día(e); otro juzga todo día. Cada cual en el propio sentir plenamente se confirme(f). 6 El que
observa el día, para Señor observa (y el que no observa el día, para Señor no observa). Y el que
come, para Señor come; pues agradece a Dios; y el que no come, para Señor no come, y agradece a
Dios. 7 Pues nadie de nosotros para sí mismo vive; y nadie para sí mismo muere; 8 pues sea que
vivamos, para el Señor vivimos; sea que muramos, para el Señor morimos. Luego sea que vivamos,
sea que muramos, del Señor somos. 9 Que, para esto, Cristo murió y ha vivido(g), para que, y a
muertos y a vivos señoree. 10 Y tú ¿qué juzgas a tu hermano? O también tú ¿qué desprecias a tu
hermano? Pues todos nos presentaremos al tribunal de Dios. 11 Que escrito está: Is. 45,23. ¡Vivo
yo!, dice Señor: que a mí se doblará toda rodilla; y toda lengua confesará a Dios. 12 Por
consiguiente cada uno de nosotros acerca de sí mismo razón dará a Dios. 13 Luego, no más ya unos
a otros juzguemos; sino esto juzgad más bien: el no poner tropiezo al hermano o escándalo. 14 Sé y
estoy cierto, en Señor Jesús, de que nada común(h) por sí mismo, sino para el que cree que algo
común es; —para aquél, común(i). 15 Pues, si por comida tu hermano es contristado, ya no, según
caridad caminas. No con tu comida a aquél pierdas, por quien Cristo murió. 16 No se blasfeme,
pues, vuestro bien(j). 17 Que no es el reino de Dios comida y bebida, sino justicia, y paz, y gozo en
Espíritu Santo; 18 pues el que en esto sirve al Cristo ¡bienplaciente a Dios y probado(k) a los
hombres! 19 Por lo tanto, lo de la paz persigamos y lo de la edificación de los unos a los otros
(guardemos). 20 No a causa de comida deshagas la obra de Dios. Todas las cosas ciertamente puras;
pero malo para el hombre el que, por medio de tropiezo, come; 21 Bello el no comer carnes, ni
beber vino, ni(l) en lo que tu hermano tropieza, o se escandaliza o flaquea. 22 Tú, la fe que tienes,
para ti mismo ten a faz de Dios. Bienaventurado el que no juzga(m) a sí mismo en lo que probare;
23 pero el que, vacilando, comiere, condenado está, porque no de fe(n); y todo lo no de fe, pecado
es.

1 a. La buena fe —dictamen de la conciencia.

2 b. Poder comer.
c. En la fe.

4 d. Alzarse, caer (términos forenses) por ser absuelto o condenado.

5 e. Distingue entre día y día; otro los cree todos iguales.


f. Se forme conciencia plenamente.

9 g. Revivido; está vivo.


14 h. Impuro.
i. Es.

16 j. El de la libertad.

18 k. Aprobado por ellos.

21 l. Hacer.

22 m. Condena, tiene remordimiento.

23 n. De buena fe ha comido.

Epístola a los Romanos


Capítulo 15
El ejemplo de Cristo enseña tolerancia
1 Pero debemos nosotros los potentes las flaquezas de los impotentes llevar, y no a nosotros mismos
placer. 2 Cada uno de nosotros al prójimo plazca para lo bueno, a edificación; 3 pues también el
Cristo no a sí plugo, sino, según está escrito: Sl. 69,10. Los improperios de los que te improperaban,
cayeron sobre mí. 4 Pues, cuanto antes se escribió, para nuestra enseñanza se escribió; a fin de que,
por la paciencia y por la consolación de las Escrituras, esperanza tengamos. 5 Y el Dios de la
paciencia y de la consolación déos lo mismo sentir(a) entre vosotros, según Cristo Jesús; 6 para que
unánimemente en una boca glorifiquéis a Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. 7 Por lo cual
acogeos unos a otros, según también el Cristo ha acogido a nosotros para gloria de Dios. 8 Pues
digo que Cristo ministro fue hecho de la circuncisión(b) en razón de la verdad de Dios, para
confirmar las promesas de los padres; 9 y que las gentes, en razón de la misericordia, glorifican a
Dios; según está escrito: Sl. 18,50. Por esto te confesaré en gentes, y a tu nombre cantaré. 10 Y de
nuevo dice: Sl. 117,1. Alegraos, gentes con su pueblo. 11 Y de nuevo dice: Alabad, todas las gentes,
al Señor; y ensálcenle todos los pueblos. 12 Y de nuevo Isaías dice: Is.11,10. Estará la raíz de Jesé y
el que se levanta a principar a las gentes; en él las gentes esperarán. 13 Y el Dios de la esperanza
llenaráos de todo gozo y paz en el creer; para que abundéis en la esperanza, en virtud de Espíritu
Santo.

14 Pero cierto estoy, hermanos míos, también yo mismo de vosotros que también vosotros mismos
llenos estáis de bondad(c), repletos de toda ciencia, que podéis también unos a otros amonestar, 15
pero más audazmente(d) heos escrito en parte, como rememorándoos(e), por la gracia la dada a mí
por Dios, 16 para ser yo ministro de Cristo Jesús, para las gentes, administrando el Evangelio de
Dios, para que se haga la oblación de las gentes acepta, santificada en Espíritu Santo. 17 Tengo,
pues, la gloriación en Cristo Jesús en lo para con Dios; 18 pues no me atrevo a algo hablar de lo que
ha obrado Cristo por mis palabras para obediencia de gentes, con palabra y obra, 19 en virtud de
señales y prodigios, en virtud de Espíritu Santo; de modo que, desde Jerusalén y contorno hasta el
Ilírico, he llenado(f) el Evangelio del Cristo. 20 Y así hónrome de evangelizar, no donde se ha
nombrado a Cristo, para no sobre ajeno fundamento edificar; 21 sino según está escrito: Is. 52,15.
Verán los a quien no se ha anunciado acerca de él; y los que no han oído, entenderán.

22 Por lo cual también he sido impedido muchas veces para venir a vosotros; 23 pero ahora ya, no
más lugar(g) teniendo en estas regiones; ansia, empero, teniendo de venir a vosotros, desde
bastantes años; 24 así que partiere a España, iré a vosotros, pues espero, pasando(h), veros y de
vosotros ser enviado allá, si de vosotros primero en parte me hubiere saciado(i). 25 Pero ahora parto
a Jerusalén, ministrando a los santos, 26 Pues plugo a Macedonia y Acaya comunicación(j) alguna
hacer para los pobres de los santos, de los en Jerusalén. 27 Pues plúgoles, y son deudores de ellos;
pues, si en lo espiritual de ellos han comunicado las gentes, deben también en lo carnal ministrarles.
28 Esto, pues, consumando y sellándoles(k) este fruto, partiré, por entre vosotros, a España; 29 y sé
que, viniendo a vosotros en plenitud de bendición (del Evangelio) de Cristo vendré. 30 Pero
ruégoos, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por la caridad del (Santo) Espíritu, que conmigo
luchéis, en (vuestras) oraciones por mí a Dios; 31 a fin de que me libre yo de los que desobedecen
en la Judea, y mi ministerio, el en Jerusalén acepto a los santos se haga; 32 para que, en gozo
viniendo a vosotros, por voluntad de Señor Jesús, me refrigere con vosotros. 33 Y el Dios de la paz
¡con todos vosotros; amén!

5 a. Tener concordia.

8 b. Cristo es ministro y dueño de la circuncisión: de los circuncisos, de los israelitas, por la


fidelidad de Dios, la justicia; y, por la misericordia, dueño también de las gentes.

14 c. Todo lo bueno; toda virtud.

15 d. Con libertad y vehemencia.


e. Trayéndoos a la memoria lo que ya sabéis.

19 f. Terminado, acabado de anunciar.

23 g. Oportunidad de evangelizar.

24 h. En mi travesía.
i. Hartado de verles y estar con ellos.

26 j. Colecta.

28 k. Con sello, testimonio de la caridad de aquéllos.

Epístola a los Romanos


Capítulo 16
Recomendación de Febe
1 Y recomiéndoos a Febe, la hermana nuestra; que es diaconisa de la Iglesia, la de Céncreas; 2 para
que la acojáis en Señor, dignamente de los santos; y la asistáis en el(a) que de vosotros necesitare
negocio; pues también ella protectora de muchos se ha hecho y de mí mismo.

3 Saludad a Prisca y áquilas, los cooperadores míos en Cristo Jesús 4 (los que por mi alma su cerviz
expusieron; a quienes no yo sólo agradezco, sino también todas las Iglesias de las gentes); y a la en
casa de ellos Iglesia. 5 Saludad a Epéneto el amado mío; que es primicias del Asia para con Cristo.
6 Saludad a María; la que mucho se ha fatigado por nosotros. 7 Saludad a Andrónico y Junia, los
congéneres míos y concautivos míos; los cuales son insignes en los apóstoles; que también antes de
mí han sido en Cristo. 8 Saludad a Amplias, el amado mío en Señor. 9 Saludad a Urbano, nuestro
cooperador en Cristo, y a Staquio, el amado mío. 10 Saludad a Apeles el probado en Cristo. Saludad
a los de los(b) de Aristóbulo. 11 Saludad a Herodión, el congénere mío. Saludad a los de los de
Narciso, los que son en el Señor. 12 Saludad a Trifena y Trifosa las que se fatigan en Señor. Saludad
a Pérside, la amada; la que mucho se ha fatigado en Señor. 13 Saludad a Rufo, el escogido en Señor,
y a la madre suya y mía. 14 Salud a Asíncrito, Flegonte, Hermes, Pátrobas, Hermas, y a los con
ellos hermanos. 15 Saludad a Filólogo y Julia, y a Nereo y a la hermana de él, y a Olimpas y a los
con ellos, todos santos. 16 Saludaos entre vosotros en ósculo santo. Saludan a vosotros las Iglesias
todas del Cristo.

17 Pero, ruégoos, hermanos, mirar a los que las disensiones y los escándalos contra la doctrina que
aprendisteis, hacen, y desviaos de ellos, 18 pues los tales a nuestro Señor Cristo no sirven, sino al
vientre de ellos, y por la buena habla y bendición engañan los corazones de los inmaliciosos. 19
Pues vuestra obediencia(c) a todos ha llegado; de vosotros, pues, gózome; y quiero que vosotros
sabios seáis para lo bueno, y sencillos(d) para lo malo. 20 Y el Dios de la paz quebrantará a Satanás
debajo de vuestros pies en breve. La gracia de vuestro Señor Jesús con vosotros. 21 Salúdaos
Timoteo, mi cooperador, y Lucio y Jasón y Sosípatro, mis congéneres. 22 Salúdoos yo, Tercio, que
he escrito la epístola, en Señor. 23 Salúdaos Cayo, huésped mío y de toda la iglesia. Salúdaos Eraos,
el ecónomo de la ciudad, y Cuarto, el hermano. 24 La gracia de nuestro Señor Jesucristo, con todos
vosotros. Amén.

25 Y al que os puede confirmar según mi evangelio y la predicación de Cristo Jesús, según la


revelación del misterio por tiempos eternos silenciado; 26 manifestado, empero, ahora también por
las escrituras proféticas, según ordenación del eterno Dios, para obediencia de fe, a todas las gentes
noticiado; 27 al sólo sabio Dios, por Cristo Jesús, la gloria por los siglos. Amén.

2 a. Negocio que de vosotros necesitare.

10 b. De la familia.

19 c. La fama de ella.
d. Puros, ignorantes de malas trazas.
Epístola Primera a los Corintios
Capítulo 1
Salutación
1 Pablo, llamado apóstol de Cristo Jesús, por voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano, 2 a la
Iglesia de Dios, la que está en Corinto, a santificados en Cristo Jesús, llamados santos, con todos los
que invocan el nombre del Señor de nosotros, Jesucristo, en todo lugar, de ellos y nosotros: 3 gracia
a vosotros y paz de Dios, Padre nuestro y de Señor Jesucristo.

4 Agradezco a Dios siempre, por vosotros, a causa de la gracia de Dios, la dada a vosotros en Cristo
Jesús; 5 porque en todo habéis enriquecido en él, en toda palabra y toda ciencia; 6 según que el
testimonio del Cristo se ha confirmado en vosotros; 7 tal que no os falta ningún carisma,
aguardando a la revelación de nuestro Señor Jesucristo; 8 que también os confirmará, hasta el fin,
irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. 9 ¡Fiel Dios, por quien elegidos habéis sido para
comunión de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor!

10 Pero ruégoos, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo: que lo mismo digáis todos y
no haya en vosotros cismas, y seáis perfectos en el mismo sentir y en la misma sentencia. 11 Que se
me ha manifestado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloe(a): que contiendas en
vosotros hay. 12 Y digo esto, porque cada uno de vosotros dice: «Cuanto a mí, soy de Pablo»; —«Y
yo, de Apolos»—»Y yo, de Cefas» —«Y yo, de Cristo». 13 ¿Dividido está Cristo? ¿Acaso Pablo ha
sido crucificado por vosotros o en el nombre de Pablo habéis sido bautizados? 14 Agradezco a Dios,
que a nadie de vosotros he bautizado, sino a Cristo y Cayo; 15 para que nadie diga que en mi
nombre habéis sido bautizados. 16 Y he bautizado también la de Estéfanas casa; por lo demás no sé
si a algún otro haya bautizado.

17 Que no me ha enviado el Cristo a bautizar, sino a evangelizar, no en sabiduría de palabra, para


que no se desvanezca la cruz de Cristo. 18 Pues la palabra de la cruz, si a los perecientes estulticia
es; a los salvantes: a nosotros, virtud de Dios es. 19 Que escrito está:

Is. 29,14. Perderé la sabiduría de los sabios,


y la cordura de los cuerdos anonadaré.

20 ¿Dónde sabio? ¿Dónde escriba? ¿Dónde investigador de este siglo? ¿Que no ha estultificado
Dios la sabiduría del mundo? 21 Pues, ya que, en la sabiduría de Dios, no ha conocido el mundo,
por la sabiduría, a Dios; plugo a Dios, por la estulticia de la predicación(b), salvar a los creyentes;
22 ya que, si judíos señales piden, helenos sabiduría buscan; 23 pero nosotros predicamos a Cristo
crucificado, para judíos ciertamente escándalo; para gentes, empero, estulticia; 24 mas a los mismos
elegidos, y judíos y helenos, a Cristo(c), de Dios virtud y de Dios sabiduría; 25 porque lo estulto de
Dios más sabio que los hombres es, y lo flaco de Dios más fuerte que los hombres. 26 Mirad, pues,
vuestra vocación hermanos, porque no muchos sabios, según carne; no muchos poderosos, no
muchos nobles; 27 sino lo estulto del mundo ha elegido Dios, para confundir a los sabios, y lo flaco
del mundo ha elegido, para confundir a lo fuerte; 28 y lo innoble del mundo y lo despreciado ha
elegido Dios y lo que no es para lo que es, destruir; 29 para que no se gloríe toda carne a faz de
Dios. 30 Y, por él, vosotros sois en Cristo Jesús; quien ha sido hecho sabiduría nuestra por Dios, y
justicia, y santificación, y redención; 31 a fin de que, según escrito está: Jr. 9, 22-23. el que se
gloría, en Señor se gloríe.

11 a. Cristiana timorata.

21 b. Ignorancia literaria de los predicadores evangélicos.

24 c. Predicamos.
Epístola Primera a los Corintios
Capítulo 2
Sencillez de la predicación del apóstol
1 Y yo, viniendo a vosotros, hermanos, vine, no según supereminencia de palabra o sabiduría,
anunciándoos el testimonio de Dios. 2 Pues no he juzgado algo saber entre vosotros, sino a
Jesucristo, y éste, crucificado. 3 Y yo, en flaqueza, y en temor y en temblor mucho estuve con
vosotros; 4 y mi palabra, y mi predicación, no en persuasivas de sabiduría palabras, sino en
demostración de espíritu y virtud; 5 para que vuestra fe no esté en sabiduría de hombres, sino en
virtud de Dios.

6 Y sabiduría hablamos entre los perfectos, y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este
siglo, los que son destruidos; 7 sino que hablamos de Dios sabiduría en misterio, la oculta, que
predestinó Dios antes de los siglos, para gloria nuestra; 8 que ninguno de los príncipes de este
mundo conoció (pues, si conocieran, no al Señor de la gloria crucificaran); 9 empero, según está
escrito:

Is. 64,3. «Lo que ojo no vio y oreja no oyó;


y a corazón de hombre no ascendió—
cuanto preparó Dios a los que le aman»;

10 Pues a nosotros reveló Dios por su Espíritu. Pues el Espíritu todo escudriña, hasta las
profundidades de Dios. 11 Pues ¿quién ha conocido de hombres lo del hombre, sino el espíritu del
hombre, el en él? Así también lo de Dios nadie ha conocido, sino el Espíritu de Dios. 12 Mas
nosotros, no el espíritu del mundo hemos recibido, porque sepamos lo por Dios agraciado a
vosotros; 13 lo que también hablamos, no en doctas de humana sabiduría palabras, sino en doctas
del Espíritu, a lo espiritual lo espiritual comparando(a) 14 Mas el psíquico hombre(b) no percibe las
cosas del Espíritu de Dios; pues estultas para él son y no puede conocer; pues espiritualmente se
juzgan. 15 Pero el espiritual juzga, a la verdad, todo; pero él de nadie es juzgado. 16 Pues Is. 40,13.
¿quién ha conocido mente del Señor, que le arguya? Y nosotros mente del Señor tenemos.

13 a. Adaptando, tratando espiritual, dignamente, lo espiritual.

14 b. El de alma, razón, que sigue solo la razón natural.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 3
Los corintios aún carnales
1 Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a párvulos en
Cristo. 2 Leche os di a beber, no vianda; pues aún no podíais. Empero ni ahora podéis; 3 porque
todavía carnales sois. Pues, donde entre vosotros, celo y contienda —¿acaso carnales no sois y
según hombre camináis?

4 Pues, cuando dijere alguno: «Cuanto a mí, soy de Pablo»; y otro: «Yo, de Apolos», ¿no hombres
sois? 5 Pues ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Ministros por quienes habéis creído, y a cada cual
como(a) el Señor dio. 6 Yo planté; Apolos regó; empero Dios acrecentó; 7 así que ni el que planta,
es algo, ni el que riega, sino el que acrecienta: Dios. 8 Y el que planta y el que riega, uno(b) son, y
cada cual el propio galardón recibirá, según la propia labor. 9 Que de Dios somos cooperadores: de
Dios, labranza, de Dios edificación sois. 10 Según la gracia de Dios, la dada a mí, como sabio
arquitecto, fundamento puso; pero otro sobreedificó. Y cada cual mire cómo sobreedifica. 11 Pues
fundamento otro nadie puede poner fuera del yaciente, que es Jesucristo. 12 Y, si alguno
sobreedifica, sobre el fundamento, oro y plata, piedras preciosas; madera, heno, paja(c), 13 de cada
cual la obra manifiesta haráse; pues el día (del Señor) declarará; porque en fuego se revela; y de
cada uno cuál la obra sea, el fuego lo probará. 14 Si de alguno la obra quedare que sobreedificó,
galardón recibirá; 15 si de alguno la obra se quemare, dañaráse; mas él se salvará; así, empero,
como por fuego. 16 No ¿sabéis que templo de Dios sois y el Espíritu de Dios en vosotros habita? 17
Si alguno el templo de Dios violare, violará a este Dios; que el templo de Dios sagrado es; los que
sois vosotros.

18 Nadie a sí mismo engañe; si alguno parece sabio ser entre vosotros, en este siglo, estulto hágase,
para que se haga sabio. 19 Pues la sabiduría de este mundo, estulticia ante Dios es. Porque escrito
está: Sl. 94,11. El que coge a los sabios en la arteria de ellos. 20 Y de nuevo: Señor conoce las
consideraciones de los sabios: que son vanas. 21 Así que nadie se gloríe en hombres; pues todo de
vosotros es: 22 sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas; sea mundo, sea vida, sea muerte; sea lo presente,
sea lo futuro; todo de vosotros; 23 vosotros, empero, de Cristo, y Cristo, de Dios.

5 a. Y como a cada cual.

8 b. Una misma cosa.

12 c. De doctrina y obras.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 4

1 Así a nosotros estime el hombre como ministros de Cristo y dispensadores de misterios de Dios. 2
Aquí ya se busca entre los dispensadores que fiel alguno se halle. 3 Pero yo en muy poco tengo el
ser de vosotros juzgado o de humano día(a); empero ni a mí mismo juzgo; 4 (pues nada(b) sé de mí;
empero no en esto justificado estoy)(c); pero el que me juzga, Señor es. 5 Así que no antes de
tiempo algo juzguéis; hasta que venga el Señor; que también iluminará lo oculto de las tinieblas y
manifestará las voluntades de los corazones. Y entonces el loor se hará a cada cual, de Dios.

6 Y esto, hermanos, he asimilado(d) en mí y Apolos, por vosotros; para que en(e) nosotros
aprendáis no más allá de lo que escrito está(f); para que uno contra el uno no se infle contra el otro.
7 Pues ¿quién te juzga? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Pero, si también lo ha recibido ¿qué te
glorías, como si no lo hubieses recibido? 8 Ya saciados estáis; ya enriquecido habéis; sin nosotros
habéis reinado, para que también nosotros con vosotros reinemos. 9 Que pienso Dios a nosotros los
apóstoles últimos ha manifestado como a muerte condenados; porque espectáculo hemos sido
hechos al mundo, y ángeles y hombres. 10 Nosotros estultos, por Cristo; y vosotros, prudentes en
Cristo; nosotros, flacos, y vosotros, fuertes; vosotros gloriosos, y nosotros deshonrados. 11 Hasta la
presente hora y hambreamos, y sed tenemos, y desnudos estamos, y abofeteados somos, y vagamos;
12 y nos fatigamos, trabajando con las propias manos; injuriados, bendecimos; perseguidos,
sufrimos; 13 blasfemados, rogamos; cual basuras del mundo hemos sido hechos; de todos desecho
hasta ahora.

14 No, avergonzándoos, escribo esto; sino que como a hijos míos amados amonesto. 15 Pues, si
diez mil ayos tuvieseis en Cristo, empero, no muchos padres; que en Cristo, por el evangelio, yo os
he engendrado. 16 Ruégoos, pues: imitadores míos haceos (como yo de Cristo) 17 Por esto he
enviado a vosotros a Timoteo; quien es mi hijo amado y fiel en Señor, que os recordará mis
caminos, los en Cristo Jesús; según doquiera en toda iglesia enseño. 18 Como, no viniendo(g) yo a
vosotros, se han inflado algunos; 19 pero vendré pronto a vosotros, si el Señor quisiere, y conoceré
no la palabra de los inflados, sino la virtud. 20 Que no en la palabra, al reino de Dios, sino en virtud.

21 ¿Qué queréis? ¿en vara vendré a vosotros, o en caridad y espíritu de mansedumbre?

3 a. Día de juicio = juicio.

4 b. Malo; de nada malo tengo conciencia.


c. Puede haber en el alma defectos y vicios que ella misma no conoce; por los cuales no será
castigada, pero que desagradan a Dios. Debe, por tanto, sentir humildemente de sí.

6 d. Referido, como ejemplo, a mí y Apolos.


e. De.
f. Ya por mí: a no sentir soberbiamente.

18 g. No viniera.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 5

1 Generalmente se oye entre vosotros ramería, y tal ramería la que ni entre las gentes, hasta mujer
alguno del padre tener. 2 Y vosotros inflados estáis, y no ya más bien habéis lamentado, porque
fuese quitado de en medio de vosotros, el que esta obra hizo 3 Pues yo por cierto, ausente con el
cuerpo, pero presente con espíritu, ya he juzgado, como presente, al que así esto obró: 4 en el
nombre de nuestro Señor Jesús, congregados vosotros y mi espíritu, con la virtud de nuestro Señor
Jesús, 5 entregar al tal a Satanás(a), en perdición de la carne, para que el espíritu se salve en el día
del Señor Jesucristo.

6 ¡No bella vuestra gloriación! ¿No sabéis que una poca levadura toda la masa leuda? 7 Expurgad la
vieja levadura, para que seáis nueva masa, así como sois ázimos; pues también pascua nuestra fue
inmolado Cristo. 8 Así que celebremos, no en levadura de malicia y maldad, sino en ázimos de
sinceridad y verdad.

9 Heos escrito en la epístola no mezclaros con rameros; 10 no del todo con los rameros de este
mundo(b) o los avaros y rapaces; puesto que deberíais entonces del mundo haber salido; 11 mas
ahora heos escrito no mezclaros, si alguno, hermano llamado, fuere ramero, o avaro o idólatra, o
injuriador, o ebrioso o rapaz, con el tal ni comer. 12 Pues ¿qué a mí a los de fuera juzgar? ¿Que no a
los de dentro vosotros juzgáis, 13 y a los de fuera Dios juzga? Quitad al malo de entre vosotros
mismos.

5 a. Al mundo, el imperio de Satanás, excluyéndole de la Iglesia.

10 b. Los gentiles.
Epístola Primera a los Corintios
Capítulo 6
No acudir a jueces gentiles
1 ¿Atrévese alguno de vosotros negocio teniendo contra otro, a ser juzgado ante los injustos y no ya
antes los santos? 2 ¿O no sabéis que los santos al mundo juzgarán? Y, si en vosotros juzgado es el
mundo ¿indignos sois de juicios mínimos? 3 ¿No sabéis que a ángeles juzgaremos? ¡Cuánto más lo
secular! 4 Pues que, seculares juicios si tuviereis, a los desestimados(a) en la Iglesia, a éstos
asentad(b). 5 Para vergüenza os digo: ¿Así(c) no hay entre vosotros ningún sabio que pueda dirimir
en medio de su hermano? 6 ¿sino que hermano con hermano litiga, y esto ante infieles? 7 Ya, a la
verdad, generalmente de empeoramiento os es que juicios tengáis entre vosotros. ¿Por qué no ya
más bien sois injuriados(d)? ¿Por qué no ya más bien sois despojados?

8 Empero, vosotros injuriáis y despojáis, y esto, a hermanos. 9 ¿O no sabéis que injustos de Dios el
reino no heredarán? No erréis: ni rameros, ni idólatras, ni adúlteros, ni muelles(e), ni concubinarios
masculinos(f); 10 ni ladrones, ni avaros, ni ebriosos; no contumeliosos, no rapaces reino de Dios
heredarán. 11 Y esto algunos habéis sido; empero lavóseos; empero santificóseos; empero
justificóseos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

12 Todo me es lícito(g), empero no todo conviene; todo me es lícito, empero no yo dominado seré
de alguno. 13 Los alimentos para el vientre, y el vientre para los alimentos; mas Dios, y a éste y
éstos destruirá . Y el cuerpo no para la ramería, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Y
Dios, y al Señor resucitó y a nosotros resucitará por la virtud suya. 15 ¿No sabéis que vuestros
cuerpos miembros de Cristo son? Quitando, pues, los miembros del Cristo, ¿haré(h) de ramera
miembros? ¡No sea! 16 ¿O no sabéis que el que se adhiere a la ramera, un cuerpo es? Pues serán,
dice, Gn. 2,24. los dos para en carne una, 17 Y el que se adhiere al Señor, un espíritu es. 18 Huid la
fornicación. Todo pecado que hiciere un hombre, fuera del cuerpo es; pero el que fornica, contra el
propio cuerpo peca. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo y templo del en vosotros Santo Espíritu es;
a quien tenéis de Dios; y que no sois vuestros? 20 Pues comprados habéis sido por precio.
Glorificad ya (y llevad) a Dios en vuestro cuerpo.

4 a. Hasta a los más pequeños, menos estimados, si fuere necesario.


b. En tribunal como jueces.

5 c. A tal punto.

7 d. Os dejáis agraviar, perjudicar.

9 e. Masturbadores y pederastas.
f. Sodomitas.

12 g. En cuanto a alimentos; pero no me esclavizaré a la gula. Hay que refrenar los apetitos del
cuerpo, causa de toda impudicia.

15 h. Los haré.
Epístola Primera a los Corintios
Capítulo 7
Honestidad y uso del matrimonio
1 Mas acerca de lo que me habéis escrito(a): Bello, para el hombre a mujer no adherirse; 2 mas, en
razón de la fornicación, cada uno su mujer tenga, y cada una al propio marido tenga. 3 A la mujer, el
marido lo debido pague; e igualmente también la mujer, al marido. 4 La mujer al propio cuerpo no
señorea, sino el varón; e igualmente tampoco el marido al propio cuerpo señorea, sino la mujer. 5
No os defraudéis el uno al otro, sino ya, de convenio, por un tiempo para daros a la oración; y otra
vez en lo mismo estaos; a fin de que no os tiente Satanás por vuestra incontinencia(b). 6 Y esto digo
por permisión, no por mandato. 7 Y quiero que todos los hombres sean así como yo mismo(c);
empero cada cual carisma tiene propio, de Dios: uno así, otro así. 8 Pero digo a los solteros y a las
viudas: hermoso para ellos, si quedaren así como yo; 9 pero, si no se contienen, cásense; que mejor
es casarse que quemarse. 10 Pero a los casados ordeno, no yo, sino el Señor: que mujer de varón no
se aparte; 11 (y si también se apartare, quédese soltera o con el marido se reconcilie); y que marido
a mujer no despida. 12 Y a los demás digo yo, no el Señor: si algún hermano mujer tiene increyente,
y ésta conviene en habitar con él, no la despida. 13 Y mujer, la que tiene marido increyente, y éste
conviene en habitar con ella, no despida al marido; 14 pues santificado está el marido, el increyente,
en la mujer; y santificada está la mujer, la increyente, en el hermano; si no, vuestros hijos impuros
fueran; mas ahora santos son. 15 Que, si el increyente se aparta, apártese. No está esclavizado el
hermano o la hermana en tales casos; pero en paz nos ha llamado Dios. 16 Pues ¿qué sabes, mujer,
si al marido has de salvar? ¿O qué sabes, marido, si a la mujer has de salvar? 17 Empero, a cada
cual como ha repartido el Señor, a cada cual como ha llamado Dios, así camine. Y así en las Iglesias
todas ordeno. 18 ¿Circunciso alguno ha sido llamado? No se lo extire(d) ¿En prepucio ha sido
llamado alguien? No se circuncide. 19 La circuncisión nada es, y el prepucio nada es: sino
observancia de mandamientos de Dios. 20 Cada cual en el llamamiento que ha sido llamado, en éste
quédese. 21 ¿Siervo has sido llamado? No te importe; empero, aún cuando puedas libre hacerte,
más bien aprovéchate(e). 22 Pues el en Señor llamado siervo, liberto de Señor es; e igualmente
también el libre, llamado, siervo es de Cristo. 23 Por precio comprados habéis sido; no os hagáis
siervos de hombres. 24 Cada cual en lo que ha sido llamado, hermanos, en esto quédese ante Dios.

25 Pero, sobre las vírgenes, ordenación de Señor no tengo; mas consejo doy como compadecido por
Señor, para fiel ser. 26 Estimo, por tanto, que esto bello es a causa de la apremiante necesidad(f),
pues bello para el hombre el así estarse. 27 ¿Ligado estás a mujer? No busques desligadura.
¿Desligado estás de mujer? No busques mujer. 28 Y, aunque te hubieres casado, no pecaste; y si se
hubiere casado una virgen, no pecó; pero tribulación por la carne(g) tendrán los tales; mas yo os
perdono(h). 29 Pero esto digo, hermanos: el tiempo breve es(i); sólo falta; que también los que
tienen mujeres, como si no tuvieran, sean; 30 y los que lloran, como si no lloraran; y los que gozan,
como si no gozaran; y los que compran, como si no poseyeran; 31 y los que usan de este mundo,
como si no utilizaran; pues pasa la figura de este mundo; 32 y quiero que vosotros insolícitos estéis.
El soltero solicítase de las cosas del Señor: de cómo agradar al Señor; 33 pero el casado solicítase
de las cosas del mundo: de cómo agradar a la mujer; 34 y dividido está. Y la mujer, la soltera,
solicítase de las cosas del Señor, para ser santa, y de cuerpo y de espíritu; pero la casada solicítase
de cómo agradar al marido. 35 Pero esto para vuestra propia conveniencia digo; no para lazo
echaros, sino para lo noble y asiduo para con el Señor indistraídamente. 36 Pero, si alguno
avergonzarse en su virgen cree(j), si fuere sobreadulta, y así debe hacerse(k), lo que quiera, haga; no
peca: cásense. 37 Y el que ha puesto en su corazón asentado(l), no teniendo necesidad, y potestad
tiene de la propia voluntad(m); y esto ha juzgado en su corazón: guardar su virgen, bellamente hará.
38 Así que también el que casa a su virgen, bellamente hará; y el que no casa, mejor hará.

39 La mujer ligada está, por cuanto tiempo viviere su marido; pero, si durmiere el marido, libre es
para con el que quiera, casarse; solamente en Señor. 40 Pero más feliz es, si así permaneciere, según
mi consejo; y creo yo también Espíritu de Dios tener.
1 a. Digo.

5 b. Sobremanera incontinentes eran los corintios.

7 c. Esto es: continentes.

18 d. El prepucio, haciéndose prepucio artificial, como lo hacían los judíos apóstatas.

21 e. De la servidumbre.

26 f. Por las necesidades premiosas de la vida, por los trabajos del matrimonio, por pobreza, etc.

28 g. Todo lo concerniente al cuerpo.


h. Dejo en libertad.

29 i. Encogido, abreviado.

36 j. Si se atribuye la soltería, en mayor edad, o a dureza del padre o vicio de la hija, conviene que
se case.
k. Por el honor del padre o de la hija; o para no exponerla a peligro.

37 l. Asentada, firmísimamente.
m. Si es enteramente libre.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 8
La cuestión en general
1 Mas, acerca de lo sacrificado a ídolos, todos ciencia tenemos(a). La ciencia infla; y la caridad
edifica. 2 Si alguno piensa conocer algo, aún no ha conocido cómo debe conocer; 3 pero, si alguno
amare a Dios, éste es conocido por él. 4 De la comida, pues, de lo sacrificado a ídolos, sabemos que
nada es el ídolo en el mundo, y que ningún Dios, sino uno. 5 Pues, aún cuando hay los que son
llamados dioses(b), ora en el cielo, ora sobre la tierra (así como son dioses muchos y señores
muchos); 6 empero, para nosotros un Dios, el Padre, desde quien todas las cosas, y nosotros para él;
y un Señor: Jesucristo; por quien todas las cosas, y nosotros por él. 7 Empero no en todos, la
ciencia(c); y algunos; con la conciencia, hasta ahora del ídolo, como sacrificado a ídolos comen; y
su conciencia, débil siendo, mancíllase. 8 Pero vianda no nos recomendará a Dios; ni, si
comiéremos, abundamos; ni, si no comiéremos, empobrecemos. 9 Pero, mirad, no sea que esta
vuestra potestad(d) tropiezo se haga a los flacos. 10 Pues si alguno viere al que tiene ciencia, en
templo de ídolo recostarse ¿acaso la conciencia de él, flaca siendo, no se edificará(e) para lo
sacrificado a ídolos comer? 11 Pues perece el flaco en(f) tu creencia, el hermano por quien Cristo
murió. 12 Y, así, pecando contra los hermanos y percutiendo su conciencia flaca, contra Cristo
pecáis. 13 Por lo tanto, si comida escandaliza a mi hermano, no comeré, no, carne por el siglo, para
no a mi hermano escandalizar.

1 a. De lo que son los ídolos. —El apóstol responde a lo que habían preguntado los corintios: si era
lícito comer carne de los sacrificios gentiles; lo que afirmaban en absoluto algunos de los más
sabios de entre los cristianos corintios.

5 b. El sol, la luna, etc.

7 c. Hay la ciencia de que nada son los ídolos, pues algunos débiles de entendimiento creen que son
demonios, o algo al menos.

9 d. De comer idolótitos (lo sacrificado a ídolos).

10 e. Armará, se propasará.

11 f. Por.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 9
Humildad del apóstol
Vindica sus derechos apostólicos
1 ¿No soy libre(a)? ¿No soy apóstol? ¿Acaso a Jesús, nuestro Señor, no he visto? ¿No la obra mía
vosotros sois en Señor? 2 Si para otros no soy apóstol, empero al menos para vosotros soy; pues el
sello de mi apostolado vosotros sois en Señor. 3 Mi defensa para con los que me interrogan, es ésta.
4 ¿Acaso no tenemos potestad de comer y beber? 5 ¿Acaso no tenemos potestad de hermana mujer
doquiera llevar; como también los demás apóstoles, y los hermanos del Señor y Cefas? 6 ¿O sólo yo
y Bernabé no tenemos potestad de no trabajar? 7 ¿Quién milita con propios estipendios jamás?
¿Quién cría viña, y su fruto no come? ¿Quién pastorea grey, y de la leche de la grey no come? 8
¿Acaso, según hombre, esto hablo? ¿O también la ley esto no dice? 9 Pues en la de Moisés ley
escrito está. Dt. 25,4. No amordazarás al buey trillando. ¿Acaso de los bueyes solicítase Dios? 10 ¿o
por nosotros del todo dice?(b) Pues por nosotros se escribió, porque debe en esperanza el que ara,
arar; y el que trilla, en esperanza de disfrutar. 11 Si nosotros os hemos lo espiritual sembrado ¿cosa
grande, si nosotros de vosotros lo carnal segáremos? 12 Si otros de vuestra potestad disfrutan ¿no
más bien nosotros? Empero no hemos usado de esta potestad, sino que todo sufrimos, para no algún
tropiezo dar al Evangelio del Cristo. 13 ¿No sabéis que los que lo sagrado obran, del sagrario
comen? ¿los que en el altar se asientan(c), del altar participan? 14 Así también el Señor ordenó a los
que el Evangelio evangelizando van, del Evangelio vivir; 15 pero yo no he usado de nada de esto. Y
no he escrito esto, para que así se haga en mí; pues bello para mí más bien morir que mi gloria nadie
desvanezca. 16 Pues, si evangelizare, no es para mí una gloria; pues necesidad me incumbe; que ¡ay
de mí, si no evangelizare! 17 Pues si de grado esto practico, galardón tengo: pero, si mal grado,
dispensación me ha sido confiada(d). 18 ¿Cuál, pues, es mi galardón? Que, evangelizando, gratuito
ponga el evangelio, para no usar de la potestad mía en el Evangelio. 19 Pues, libre siendo, de todos
a todos me he esclavizado, para los más(e) ganar; 20 y heme hecho a los judíos como judío, para los
judíos ganar; a los bajo ley, como bajo ley, no estando yo mismo bajo ley, para los bajo ley ganar;
21 a los sin ley(f) como sin ley; y no siendo yo sin ley de Dios, sino con ley de Cristo, para ganar
los sin ley; 22 heme hecho a los flacos flaco, para los flacos ganar: a todos heme hecho todo, para
todos salvar. 23 Y todo hago por el Evangelio, para partícipe de él hacerme.

24 ¿No sabéis que los que en estadio corren, todos por cierto corren, pero uno coge el premio? Así
corred, para coger. 25 Pero todo el que lucha, de todo se abstiene; aquéllos, a la verdad, para
corruptible corona coger; pero nosotros, incorruptible. 26 Yo, por tanto, así corro, como no
ocultamente; así pugno, no como aire azotando(g); 27 sino que acardenalo mi cuerpo y esclavizo;
no sea que, habiendo a otros predicado, yo mismo réprobo me haga.

1 a. Como vosotros, y sin embargo absténgome de idolótitos.

10 b. Lo dice.

13 c. Se ocupan asiduamente.

17 d. Cumplo siempre mi deber.

19 e. Posibles.

21 f. Mosaica =ánoma.

26 g. Como mal púgil, atleta.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 10
Exhortaciones
Nadie está seguro: el ejemplo de Israel
1 Pues no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres todos bajo la nube estuvieron, y todos
la mar pasaron; 2 y todos en Moisés bautizados fueron en la nube y en el mar; 3 y todos el mismo
espiritual alimento comieron; 4 y todos la misma espiritual bebieron bebida (pues bebían de la
espiritual acompañante peña; mas la peña(a) era el Cristo); 5 empero no en los más de ellos
complacióse Dios; pues derribados fueron en el desierto. 6 Y estas cosas figuras de nosotros fueron
hechas, para no ser nosotros codiciosos de lo malo, según también aquéllos codiciaron. 7 Ni
idólatras os hagáis; al modo que algunos de ellos; así como escrito está: Nm. 25,1-9. Sentóse el
pueblo a comer y beber; y levantóse a jugar(b). 8 Ni forniquemos; al modo que algunos de ellos
fornicaron, y cayeron un día veintitrés millares. 9 Ni tentemos al Señor; al modo que algunos de
ellos tentaron, y por las serpientes perecieron. 10 Ni murmuréis; al modo que algunos de ellos
murmuraron, y perecieron por el exterminador. 11 Y todo esto típicamente aconteció a aquéllos y
escribióse para amonestación de nosotros; a quienes los fines de los siglos han llegado. 12 Así que,
el que cree estar en pie, mire no caiga. 13 Tentación no os ha tomado sino humana(c); y fiel es Dios
que no dejará seáis tentados sobre lo que podéis; sino que hará, con la tentación, también la salida,
para que podáis soportar.

14 Por lo tanto, amados míos, huid de la idolatría. 15 Como a prudentes hablo: juzgad vosotros lo
que digo. 16 El cáliz de la bendición que bendecimos ¿acaso no comunión es de la sangre del
Cristo? El pan que partimos ¿acaso comunión del cuerpo del Cristo no es? 17 Porque a un pan, un
cuerpo los muchos somos; pues todos del un pan participamos. 18 Mirad a Israel, según carne;
¿acaso los que comen las hostias, partícipes del altar no son? 19 ¿Qué, pues, digo? ¿Que lo
sacrificado a ídolos algo es? ¿O que un ídolo algo es? 20 Empero porque, lo que inmolan las gentes,
a demonios, y no a Dios inmolan; y no quiero que vosotros partícipes de los demonios os hagáis. 21
No podéis cáliz del Señor beber, y cáliz de demonios; no podéis de mesa del Señor participar, y de
mesa de demonios. 22 ¿O celamos(d) al Señor? ¿Acaso más fuertes que él somos?
23 Todo es lícito, empero no todo conviene; todo es lícito, empero no todo edifica. 24 Nadie lo suyo
busque, sino lo del otro. 25 Todo lo que en carnicería se vende; comed, nada preguntando por la
conciencia; 26 pues del Señor, la tierra y la plenitud de ella. 27 Si alguno os llama de los infieles, y
queréis ir, todo lo presentado a vosotros, comed, nada preguntando por la conciencia. 28 Mas, si
alguno os dijere: «Esto es sacro inmolado», no comáis por aquél que ha advertido y la conciencia.
29 Y conciencia digo, no ya suya, sino la del otro. Pues ¿por qué mi libertad es juzgada(e) por otra
conciencia? 30 Si yo con gracia(f) participo(g) ¿qué se me blasfema por lo que agradezco? 31 Sea,
pues, que comáis, sea que bebáis, sea que algo hagáis, todo a gloria de Dios haced. 32 Inofensivos y
a judíos haceos, y a helenos y a la Iglesia de Dios; 33 según también yo por todo a todos complazco,
no buscando lo a mí conveniente, sino lo a muchos, porque se salven.

4 a. De aguas vivas; la cual hallaban doquiera, y con el refrigerio del cuerpo comunicábales el del
alma.

7 b. A danzar idolátricamente.

13 c. Conforme a vuestra naturaleza y sus fuerzas.

22 d. Provocamos.

29 e. ¿A qué doy motivo para que mi libertad se juzgue y condene?

30 f. Acción de gracias.
g. Disfruto, como.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 11

1 Imitadores míos haceos, así como también yo de Cristo.

2 Y aláboos, porque en todo de mí os acordáis, y, según os he enseñado, las enseñanzas retenéis. 3 Y


quiero que sepáis que de todo varón la cabeza el Cristo es; y cabeza de mujer, el varón; y cabeza del
Cristo, Dios. 4 Todo varón orando o profetizando,(a) cubierta cabeza teniendo, afrenta su cabeza(b).
5 Y toda mujer orando o profetizando, con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque, una
cosa es y la misma que la raída. 6 Pues, si no se cubre una mujer, también trasquílese; pero, si es feo
para mujer el trasquilarse o raerse, cúbrase. 7 Porque el varón ciertamente no ha de cubrirse la
cabeza, imagen y gloria de Dios como él es; pero la mujer gloria de varón es. 8 Que no viene varón
de mujer, sino mujer, de varón; 9 pues tampoco fue creado varón por causa de la mujer, sino mujer
por causa del varón. 10 Por esto debe la mujer potestad(c) tener sobre la cabeza, por(d) causa de los
ángeles. 11 Empero, ni mujer sin varón, ni varón sin mujer, en Señor; 12 pues, así como la mujer,
del varón, así también el varón, por la mujer; y todo(e), de Dios. 13 En vosotros mismos juzgad:
¿decoroso es que mujer descubierta a Dios ore? 14 Y la naturaleza misma ¿no os enseña que un
varón por cierto, si se encabella, deshonra para él es; 15 pero, una mujer, si se encabella, gloria para
ella es? Porque el cabello por velo le ha sido dado. 16 Pero, si alguno parece contencioso(f) ser —
nosotros tal(g) costumbre no tenemos, ni la Iglesia de Dios.

17 Pero esto preceptúo; no alabando que no para lo mejor, sino para lo peor os congregáis. 18 Que
lo primero, congregándoos en Iglesia; oigo que disensiones entre vosotros existen; y en parte creo.
19 Porque es necesario hasta que herejías entre vosotros haya, para que aún los probados
manifiestos se hagan entre vosotros. 20 Congregándoos, pues, en uno, no hay domínica(h) cena
comer; 21 pues cada cual la propia cena antes toma, comiendo; y uno hambrea; otro embriágase(i).
22 ¿Por ventura casas no tenéis para comer y beber? ¿O la Iglesia de Dios menospreciáis y
avergonzáis a los que no tienen(j)? ¿Qué os diré? ¿Aláboos? en esto no alabo.

23 Pues yo he recibido del Señor lo que también he trasmitido a vosotros: que el Señor Jesús en la
noche que fue entregado, tomó pan, 24 y, agradeciendo, partió y dijo: («Tomad, comed») «Este es
mi cuerpo el por vosotros (entregado); esto haced en memoria mía.» 25 Asimismo, también el cáliz,
después de cenar, diciendo: «Este cáliz, el Nuevo Testamento es en mi sangre; esto haced, cuantas
veces bebiereis, en memoria mía». 26 Pues, cuantas veces comiereis este pan y el cáliz bebiereis, la
muerte del Señor anunciad, hasta que venga. 27 Así que, quien comiere el pan y bebiere el cáliz del
Señor indignamente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Pero pruébese el hombre a sí
mismo; y así del pan coma y del cáliz beba; 29 pues el que come y bebe indignamente, juicio para sí
come y bebe, no discerniendo el cuerpo del Señor. 30 Por esto entre vosotros, muchos débiles y
enfermos, y duermen bastantes. 31 Pero, si nos juzgáramos bien, no seríamos juzgados; 32 mas,
siendo juzgados, por el Señor somos enseñados, para que no con este mundo nos condenemos. 33
Así que, hermanos míos, congregándoos a comer, unos a otros aguardaos. 34 Si alguno hambrea, en
casa coma, para que no a juicio os congreguéis. Pero lo demás, cuando yo viniere, dispondré.

4 a. Enseñando públicamente.
b. El cubrirse la cabeza es signo de sujeción. Por lo mismo, ha de orar la mujer, cubierta la cabeza;
y también por modestia.

10 c. Signo de potestad, a manera de yugo =velo.


d. Respeto de los ángeles del lugar sagrado y los propios tutelares.

12 e. Viene.

16 f. Amigo de contradecir.
g. De orar descubiertas las mujeres.

20 h. Del Señor.

21 i. Hártase de comer y beber.

22 j. Los pobres.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 12
Naturaleza, fin y variedad de dones
1 Y acerca de lo espiritual, hermanos, no quiero ignoréis. 2 Sabéis que, cuando gentes erais, a los
ídolos los mudos como conducidos erais, llevándoseos. 3 Por lo cual os declaro que nadie en
Espíritu de Dios hablando, dice: «¡Anatema Jesús(a)!»; y nadie puede decir: «¡Señor Jesús!» sino
en Espíritu Santo. 4 Y divisiones de carismas hay, pero, el mismo Espíritu; 5 y divisiones de
ministerios hay; y el mismo Señor; 6 y divisiones de operaciones hay, y el mismo Dios el operante
es, el todo en todos. 7 Mas a cada cual ha sido dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8
Pues a uno por el Espíritu ha sido dada palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, según el
mismo Espíritu; 9 a otro, fe en el mismo Espíritu; 10 a otro, carismas de sanidades en el un Espíritu;
a otro, operaciones de virtudes(b); a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro,
géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas(c); 11 pero particularmente todo esto obra el
uno y el mismo Espíritu, dividiendo a cada cual, como quiere.

12 Pues, al modo que el cuerpo uno es, y miembros muchos tiene; y todos los miembros del cuerpo,
muchos siendo, cuerpo son uno; así también el Cristo. 13 Pues también en un Espíritu nosotros
todos para en un cuerpo hemos sido bautizados, sea judíos, sea helenos; sea siervos, sea libres; y a
todos un Espíritu se nos ha dado a beber. 14 Pues también el cuerpo no es un miembro, sino
muchos. 15 Si dijere el pie: «Porque no soy mano, no soy del cuerpo»; no por esto no es del cuerpo.
16 Y, si dijere la oreja: «Porque no soy ojo, no soy del cuerpo»; no por esto no es del cuerpo. 17 Si
todo el cuerpo, ojo ¿dónde el oído? Si todo, oído ¿dónde el olfato? 18 Pero ahora Dios ha puesto los
miembros, uno a uno, en el cuerpo según ha querido. 19 Que, si fuesen todos un miembro ¿dónde el
cuerpo? 20 Pero ahora, muchos miembros, y un cuerpo. 21 Y no puede el ojo decir a la mano:
«Necesidad de ti no tengo»; o, a su vez, la cabeza a los pies: «Necesidad de vosotros no tengo»; 22
sino que mucho más los que parecen miembros del cuerpo más débiles(d) presentarse, necesarios
son; 23 y los que nos parecen más deshonrosos(e) ser del cuerpo, a éstos de honra más abundante
rodeamos; y los indecorosos de nosotros, decoro más abundante tienen; 24 pero los decorosos de
nosotros necesidad(f) no tienen. Empero Dios ordenó el cuerpo, al que faltaba(g), honra dando más
abundosa; 25 para que no haya discordia en el cuerpo, sino que lo mismo unos de otros se soliciten
los miembros. 26 Y ora padezca un miembro, al par padecen todos los miembros; ora se glorifique
un miembro, al par se gozan todos los miembros. 27 Pero vosotros sois cuerpo de Cristo y
miembros en parte(h). 28 Y estos mismos ha puesto Dios en la Iglesia: primero, apóstoles; segundo,
profetas; tercero, maestros; después, virtudes; después, carismas de sanidades; socorros(i),
gobiernos(j), géneros de lenguas. 29 ¿Acaso todo, apóstoles? ¿Acaso todos profetas? ¿Acaso todos
maestros? ¿Acaso todos virtudes? 30 ¿Acaso todos carismas tienen de sanidades? ¿Acaso todos
lenguas hablan? ¿Acaso todos interpretan? 31 Pero celad los carismas los mayores; y, aún: por
excelencia camino os muestro(k):

3 a. Como dicen los judíos. Ni ellos por tanto, ni los gentiles que son llevados a modo de bestias, a
los ídolos, pueden tener el Espíritu de Dios.

10 b. Grandes milagros.
c. Porque no todas hablaban todas las lenguas; y había entre ellos quien con ciencia infusa, traducía
las que, con la misma ciencia, hablaban otros.

22 d. p.e. ojos.

23 e. p.e. pies.

24 f. De esto.
g. Al miembro a quien faltaba honra.

27 h. Y parte de ellos.

28 i. Espirituales y corporales.
j. De los espíritus.

31 k. El camino por excelencia el del capítulo siguiente: el de la caridad; que es el mayor carisma.
Epístola Primera a los Corintios
Capítulo 13
Excelencia de la caridad
1 Si las lenguas de los hombres yo hablara y de los ángeles, pero caridad no tengo, he sido hecho
bronce retumbante o címbalo estrepitoso. 2 Y, si tengo profecía, y supiere los misterios todos y toda
ciencia; y, si tengo toda la fe, hasta montes trasladar, pero caridad no tengo, nada soy. 3 Y, si diere
de comer con todos mis bienes; y si entregare mi cuerpo a ser quemado, pero caridad no tengo, nada
aprovecho. 4 La caridad longánima es, bondadosa es; la caridad no cela, no se jacta, no se infla; 5
no avergüenza; no busca lo suyo; no se irrita; no piensa lo malo; 6 no se goza en la injusticia; goza,
empero, con la verdad; 7 todo sufre, todo cree, todo espera; todo soporta. 8 La caridad jamás cae(a);
pero, sean profecías, anularánse; sean lenguas, cesarán, sea ciencia, anularáse. 9 Pues en parte(b)
conocemos y en parte profetizamos; 10 pero, cuando viniere lo perfecto, lo en parte se anulará. 11
Cuando yo era párvulo, hablaba, como párvulo; sentía, como párvulo; pensaba, como párvulo;
cuando me he hecho hombre, he anulado lo del párvulo. 12 Pues vemos ahora como por espejo, en
enigma; pero entonces, faz a faz; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré así como también
he sido conocido. 13 Y ahora queda fe, esperanza, caridad: estas tres cosas; pero la mayor de éstas,
la caridad.

8 a. Cesa, muere.

9 b. Por parte, sólo parcialmente.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 14
De algunos carismas, comunes a los fieles de los primeros siglos
Profecía y don de lenguas
1 Corred en pos de la caridad; y celad lo espiritual; pero más bien que profeticéis. 2 Pues el que
habla en lengua(a), no a hombres habla, sino a Dios; pues nadie oye, y en Espíritu habla misterios; 3
pero el que profetiza(b), a hombres habla edificación, y exhortación y consolación. 4 El que habla
lengua, a sí mismo edifica; pero el que profetiza, a la Iglesia edifica. 5 Y quiero que todos habléis
lenguas; pero más que profeticéis; y mayor el que profetiza que el que habla con lenguas, a no ser
que interprete, para que la Iglesia edificación reciba. 6 Y ahora, hermanos, si yo fuere a vosotros
lenguas hablando, ¿qué os aprovecharé, si no os hablare, o en revelación, o en ciencia, o en profecía
o en doctrina? 7 Aún lo inanimado que voz da, sea flauta sea cítara, si diferencia de sonido no diere
—¿cómo se conocerá lo que se flautea o citariza? 8 Pues y si desconocida voz una trompeta diere
¿quién se preparará a guerra? 9 Así también vosotros, por la lengua si no clara palabra diereis
¿cómo se conocerá lo que se habla? Pues estaréis al aire hablando. 10 Tantos, verbigracia, géneros
de voces hay en el mundo, y ninguna es muda. 11 Si, pues, no supiere yo la virtud de la voz, seré,
para el que habla, un extranjero; y el que habla, en(c) mí, un extranjero. 12 Así también vosotros,
pues celadores sois de espíritus, para la edificación de la Iglesia buscad cómo abundéis. 13 Por lo
cual el que habla lengua, ore por que interprete. 14 Si yo orare en lengua, mi espíritu(d) ora; pero mi
mente infructuosa es. 15 ¿Qué, pues, es? Oraré con el espíritu, y oraré también con la mente;
salmearé con el espíritu; salmearé también con la mente. 16 Puesto que, si bendijeres con el
espíritu, el que ocupa el lugar del particular ¿cómo dirá el «amén» a tu agradecimiento?(e) pues qué
dices no sabe; 17 que tú por cierto bellamente agradeces; empero el otro no se edifica. 18
Agradezco a Dios, que, más que todos vosotros, lenguas hablo; 19 empero en la Iglesia quiero cinco
palabras con mi mente hablar (para también a otros instruir) que(f) infinitas palabras en lengua. 20
Hermanos, no párvulos os hagáis por el ánimo; empero, para la malicia, niñead; mas en el ánimo
perfectos haceos. 21 En la ley escrito está: que Is. 28, 11-12. en heteróglotas(g) y en labios de otros
hablaré a este pueblo; y ni así escucharán, dice el Señor. 22 Así que las lenguas para señal son, no a
los creyentes, sino a los increyentes; y la profecía(h), no a los increyentes, sino a los creyentes. 23
Si, pues, viniere la Iglesia toda en uno, y todos hablaren lenguas, y entraren los indoctos o infieles
¿no dirán que deliráis? 24 Y, si todos profetizaren, y entrare un increyente o indocto, convencido es
por todos, interrogado es por todos; 25 lo oculto de su corazón manifiesto se hace, y así, cayendo de
rostro, adorará a Dios, anunciando que realmente Dios en vosotros está. 26 ¿Qué, pues, hay(i),
hermanos? Cuando os congregáis, cada uno(j) salmo tiene, doctrina tiene, revelación tiene, lengua
tiene, interpretación tiene; todo para edificación hágase. 27 Si ya lengua alguien habla, de a dos o a
lo más, tres(k), y por parte(l); y uno interprete; 28 y, si no hubiere intérprete, calle en la Iglesia, y a
sí mismo hable y a Dios. 29 Y profetas dos o tres hablen, y los otros interroguen; 30 y, si a otro se
revelare(m) sentado, el primero calle. 31 Pues podéis uno por uno todos profetizar, para que todos
aprendan y todos exhortados sean. 32 Y espíritus de profetas a profetas sométense(n); 33 porque no
es de tumulto Dios, sino de paz. Como en todas las Iglesias de los santos, 34 las mujeres en las
Iglesias callen; pues no les es permitido hablar; sino sométanse, según también la ley dice. 35 Y, si
algo aprender quieren, en casa a los propios maridos pregunten; pues feo para mujer, hablar en
Iglesia. 36 ¿O de vosotros la palabra de Dios ha salido, o a vosotros solos llegado? 37 Si alguno
parece profeta ser o espiritual, conozca lo que os escribo; porque del Señor es mandato. 38 Pero si
alguien desconoce, desconozca. 39 Así que, hermanos, celad el profetizar; y hablar no impidáis en
lenguas; 40 y todo noblemente y según orden hágase.

2 a. Extraña, con don de lenguas. Por ostentación solían hablar en la Iglesia los que tenían este don;
aunque ellos mismos no entendían lo que hablaban y nadie les escuchaba.

3 b. El don de profecía es para edificación.

11 c. Para.

14 d. El espíritu que me agita; pero el alma, si ella no ora con el afecto, nada aprovecha.

16 e. Acción de gracias, oración.

19 f. Antes que.

21 g. Que hablan otras lenguas.

22 h. Instrucción.

26 i. Que hacer.
j. Cada cual su carisma especial tiene: uno de cantar, otro de enseñar, etc.

27 k. Hablen.
l. Turno.

30 m. Recibiese revelación, mientras está sentado como oyente.

32 n. El profeta es dueño de su espíritu.


Epístola Primera a los Corintios
Capítulo 15
Argumento de la resurrección de Cristo
1 Y os noto, hermanos, el Evangelio que os he evangelizado; que también recibisteis; en que
también perseveráis; 2 por el cual asimismo os salváis: con qué palabra heos evangelizado, si(a)
retenéis; a no ser que en vano hayáis creído. 3 Pues trasmitíos, entre lo primero; lo que asimismo
recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que
resucitó al día el tercero, según las Escrituras; 5 y que apareció a Cefas; luego a los doce. 6 Después
apareció a más de quinientos hermanos a la vez; de los cuales los más quedan hasta ahora; pero
algunos se han dormido. 7 Después apareció a Santiago; luego a los apóstoles todos. 8 Y, al último
de todos, tal como si a un abortivo, apareció también a mí. 9 Pues yo soy el más pequeño de los
apóstoles; que no soy digno de llamarme apóstol; por esto: porque perseguí a la Iglesia de Dios; 10
pero, por gracia de Dios, soy lo que soy; y su gracia, la para conmigo, no vana se hizo; sino que más
que ellos todos heme fatigado; aunque no yo, sino la gracia de Dios conmigo. 11 Ya, pues, yo, ya
aquéllos, así predicamos, y así habéis creído. 12 Pero, si Cristo es predicado que de muertos ha
resucitado, ¿cómo dicen, entre vosotros, algunos que resurrección de muertos no hay? 13 Pero, si
resurrección de muertos no hay, ni Cristo ha resucitado; 14 pero, si Cristo no ha resucitado, vana,
por tanto, nuestra predicación; vana también vuestra fe; 15 y somos hallados asimismo, falsos
testigos de Dios: porque hemos testimoniado contra Dios: que resucitó al Cristo, a quien no
resucitó; si ya, en verdad, los muertos no resucitan. 16 Pues, si muertos no resucitan, ni Cristo ha
resucitado; 17 y, si Cristo no ha resucitado, vana vuestra fe es: aún estáis en vuestros pecados; 18
por tanto también los que se han dormido en Cristo, han perecido. 19 Si, en esta vida, en Cristo
estamos esperando sólo, más lastimosos de todos los hombres somos. 20 Pero, ahora Cristo ha
resucitado de entre muertos, primicias de los dormidos. 21 Porque, después que, por hombre, la
muerte, también, por hombre, resurrección de muertos. 22 Pues, así como en Adán todos mueren,
así también en el Cristo todos serán vivificados; 23 y cada cual en su propio orden: primicias Cristo;
después, los del Cristo en la parusia(b) de él; 24 luego el fin, cuando entregare el reino a Dios y
Padre; cuando anulare todo principado, y toda potestad y virtud, 25 Que necesario es que él reine,
hasta que pusiere todos los enemigos bajo sus pies. 26 Postrera enemiga anulada es la muerte. 27
Pues todo ha sido sometido bajo los pies de él. Y, cuando dice: «Todo ha sido sometido», claro(c)
que, fuera del que ha sometido a él todas las cosas; 28 y, cuando sometiere a él todas las cosas;
entonces el mismo Hijo se someterá al que ha sometido a él todas las cosas; para que sea Dios todo
en todos.

29 De no ¿qué harán los que se bautizan por los muertos(d)? Si, del todo, los muertos no resucitan
¿qué también se bautizan por ellos? 30 ¿Qué también nosotros peligramos a toda hora? 31 Cada día
muero; sí, ¡por vuestra gloriación, hermanos; la que tengo en Cristo Jesús, nuestro Señor! 32 Si,
según(e) hombre, con fieras lidié en éfeso, ¿cuál para mí el provecho? Si muertos no resucitan, Is.
22,13 comamos y bebamos; que mañana morimos. 33 No os descaminéis: corrompen costumbres
buenas conversaciones malas. 34 Recobraos justamente, y no pequéis; porque desconocimiento de
Dios algunos tienen. Para confusión os hablo.

35 Empero dirá alguno: «¿Cómo resucitan los muertos? ¿Y con qué cuerpo vienen? 36 Insensato, tú
lo que siembras no se vivifica, si no muriere; 37 y lo que siembras, no el cuerpo, el que ha de nacer,
siembras, sino desnudo grano, por ejemplo, de trigo o de algo de lo demás; 38 y Dios dale cuerpo,
según ha querido; y a cada una de las simientes, propio cuerpo. 39 No toda carne la misma carne;
sino una de hombres; otra, carne de bestias; otra, carne de volátiles; otra, de peces. 40 Y cuerpos
celestes, y cuerpos terrenos(f); empero, otra, por cierto, la de los celestes gloria, y otra, la de los
terrenos. 41 Otra, gloria de sol; y otra, gloria de luna; y otra, gloria de estrellas; que estrella de
estrella difiere en gloria. 42 Así también la resurrección de los muertos. Siémbrase en corrupción;
levántase en incorruptibilidad: 43 Siémbrase en deshonra; levántase en gloria; 44 Siémbrase cuerpo
anímico; levántase cuerpo espiritual. Si hay cuerpo anímico, hay también espiritual. 45 Así también
está escrito: «Hecho fue el primer hombre Adán, en alma viviente, el último Adán, en espíritu
vivificante». 46 Empero no primero lo espiritual, sino lo anímico; después, lo espiritual. 47 El
primer hombre, de tierra, lúteo; el segundo hombre, de cielo. 48 Cual el lúteo, tales también los
lúteos; y cual el celeste, tales también los celestes; 49 y, según hemos llevado la imagen del lúteo,
llevaremos también la imagen del celeste. 50 Pero esto digo, hermanos, que carne y sangre, reino de
Dios poseer no pueden, ni la corrupción la incorruptibilidad posee.

51 He aquí misterio os digo: todos no dormiremos; todos, empero, nos transformaremos, 52 en un


momento, en un cerrar de ojo, en la postrera trompeta; pues trompeteará, y los muertos levantaránse
incorruptibles, y nosotros(g) nos transformaremos. 53 Que debe esto corruptible revestirse
incorruptibilidad, y esto mortal revestirse inmortalidad. 54 Y, cuando esto corruptible se revistiere
incorruptibilidad, y esto mortal se revistiere inmortalidad, entonces haráse la palabra la escrita; Is.
25,8 Devorada fue la muerte en victoria. 55 Os. 13,14. ¿Dónde, muerte, tu victoria? ¿Dónde,
muerte, tu aguijón? 56 Pero el aguijón de la muerte, el pecado(h), y el poder del pecado, la ley; 57
Pero, a Dios gracias, al que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo. 58 Así que, hermanos
míos amados, estables hacéos, inamovibles, abundando en la obra del Señor siempre; sabiendo que
vuestra fatiga no es vana en el Señor.

2 a. La.

23 b. Venida (segunda) llegada.

27 c. Es.

29 d. Para cuando estén muertos =para resucitar de entre los muertos.

32 e. A modo de hombre, con esperanza y mira puramente humanas.

40 f. Hay.

52 g. Los que entonces estuviéremos en el mundo, seremos transformados súbita, no lentamente,


como los muertos. Esta súbita transformación será la muerte de los entonces vivos.

56 h. El pecado es la causa de la muerte; la muerte es un escorpión cuyo aguijón es el pecado.

Epístola Primera a los Corintios


Capítulo 16
De las colectas
1 Mas, acerca de la colecta, la para los santos así como he ordenado a las Iglesias de la Galacia; así
también vosotros haced. 2 En cada sábado(a) cada cual de vosotros consigo ponga, guardando lo
que le pareciere, para que no, cuando yo vengo, entonces colectas se hagan. 3 Y, cuando llegare, a
los que probareis, por cartas a éstos enviaré a llevar vuestra gracia(b) a Jerusalén; 4 y, si ello digno
fuere de que yo también vaya, conmigo irán. 5 Y vendré a vosotros, cuando Macedonia atravesare;
pues Macedonia atravieso; 6 y, con vosotros acaso permanezca o también inverne; para que
vosotros me conduzcáis adonde yo fuere. 7 Porque no quiero ahora veros de paso; pues espero
algún tiempo quedarme con vosotros; si el Señor permitiere. 8 Pero me quedaré en éfeso hasta
Pentecostés; 9 que puerta se me ha abierto grande y eficaz(c); y adversarios, muchos. 10 Y si
viniere Timoteo, mirad que inmedrosamente esté con vosotros; pues la obra del Señor obra él, como
yo. 11 Que nadie, pues, le menosprecie. Y conducidle en paz, para que venga a mí; pues aguárdole
con los hermanos. 12 Y, acerca de Apolos, el hermano, mucho le he rogado que venga a vosotros
con los hermanos; pero de ningún modo ha tenido voluntad de venir ahora; pero irá, cuando le
acomodare. 13 Velad, estad firmes en la fe; viriles sed; esforzaos; 14 todo lo vuestro en caridad
hágase. 15 Y ruégoos, hermanos (conocéis la casa de Estéfanas (y Fortunato y Acaico); porque es
las primicias de la Acaya, y al ministerio de los santos se entregaron a sí mismos) 16 que también
vosotros os sometáis a los tales y a todo el que al par trabaja y se fatiga. 17 Y gózome de la
presencia de Estéfanas, y Fortunato y Acaico, porque vuestra falta éstos han suplido; 18 pues han
refrigerado mi espíritu y el vuestro. Conoced, pues, a los tales. 19 Os saludan las Iglesias del Asia.
Os saludan, en Señor, mucho áquila y Priscila, con la, de la casa de ellos, Iglesia. 20 Os saludan los
hermanos todos. Saludaos unos a otros en ósculo santo. 21 El saludo, de mi mano: Pablo. 22 Si
alguno no ama al Señor, sea anatema. Maranatá(d). 23 La gracia del Señor Jesús con vosotros. 24 El
amor mío con todos vosotros en Cristo Jesús. Amén.

2 a. Cada primer día de la semana —cada domingo.

3 b. Caridad, donativos.

9 c. Útil para evangelizar a muchos.

22 d. (Arames) —Señor nuestro vienes.


Epístola Segunda a los Corintios
Capítulo 1
Salutación
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a la Iglesia de Dios,
la que está en Corinto, con los santos todos los que están en toda la Acaya: 2 gracia a vosotros y
paz, de Dios nuestro Padre y de Señor Jesucristo.

3 ¡Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el padre de las misericordias y Dios de toda
consolación; 4 el que nos consuela en toda la tribulación nuestra, para poder nosotros consolar a los
en toda tribulación, por la consolación que somos consolados nosotros mismos por Dios! 5 Porque,
así como abundan los padecimientos del Cristo en nosotros, así, por el Cristo, abunda también la
consolación nuestra. 6 Y, ora seamos atribulados,(a) por vuestra consolación y salud; ora seamos
consolados,(b) por vuestra consolación; la que obra para paciencia de los mismos padecimientos
que también nosotros padecemos. Y nuestra esperanza firme(c), de vosotros; 7 sabiendo que, como
compañeros sois de los padecimientos, así también de la consolación. 8 Pues no queremos que
ignoréis hermanos, acerca de la tribulación nuestra, la acaecida en el Asia: que con exceso, sobre
fuerza, gravados fuimos, que desesperamos también del vivir, 9 empero, nosotros mismos en
nosotros la respuesta de la muerte(d) hemos tenido, para que, no confiados estemos en nosotros,
sino en Dios, el que resucita los muertos; 10 quien, de tamaña muerte nos ha librado y nos librará;
en quien hemos esperado que aún librará; 11 ayudándonos al par también vosotros por la plegaria; a
fin de que el por causa de muchas personas a nosotros(e) carisma, por muchos se agradezca por
nosotros.

12 Que nuestra gloriación ésta es: el testimonio de nuestra conciencia de que en santidad y pureza
de Dios, y no en sabiduría carnal, sino en gracia de Dios hemos conversado en el mundo; y mucho
más con vosotros. 13 Que no otras cosas os escribimos que lo que leéis o también conocéis. Y
espero que hasta el fin conoceréis, 14 según también nos habéis conocido en parte; porque gloria
vuestra somos, al igual que también vosotros nuestra, en el día de nuestro Señor Jesús. 15 Y con
esta confianza quería yo primero a vosotros venir, para que segunda gracia tuvieseis; 16 y, por
vosotros atravesar a Macedonia, y de nuevo de Macedonia venir a vosotros, y por vosotros ser
conducidos a la Judea. 17 Esto, pues, queriendo ¿acaso de ligereza he usado? ¿O lo que quiero,
según carne quiero, para que sea en mí el «Sí, sí» y el «No, no»? 18 Y fiel Dios, que nuestra palabra
la a vosotros no es «Sí» y «No». 19 Pues de Dios, el Hijo, Jesucristo, él en vosotros por nosotros
predicado, por mí, y Silvano y Timoteo, no se ha hecho «Sí» y «No», sino que «Sí» en él ha sido(f);
20 Pues cuantas promesas(g) de Dios en él, el «Sí»; por lo cual también por él, el «Amén»(h); a
Dios para gloria por(i) nosotros. 21 Y el que nos confirma, con vosotros en Cristo, y nos unge:
Dios; 22 el que también os ha sellado, y dado las arras del Espíritu en vuestros corazones. 23 Y yo
por testigo a Dios invoco sobre mi alma: de que, lastimándome de vosotros, aún no he venido a
Corinto. 24 No que nos enseñoreemos de vuestra fe; sino que colaboradores somos de vuestro gozo;
que en la fe estáis firmes.

6 a. Es.
b. Es.
c. Está.

9 d. Lo que se nos respondió acerca de la muerte, cuando atediados, la deseábamos.

11 e. Dado.

19 f. No hay vacilación e incertidumbre en su doctrina.

20 g. Hay de Dios, son en el Sí: la certidumbre.


h. Se dice.
i. Por medio de.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 2

1 Y he juzgado para mí mismo esto: el no de nuevo(a) en tristeza a vosotros ir. 2 Pues, si yo os


contristo —¿y quién el que me regocija, sino el que es contristado de mí? 3 Y he escrito esto mismo
para que, viniendo, no tenga tristeza (sobre tristeza) yo, de los que debía regocijarme, confiado en
todos vosotros; porque mi gozo de todos vosotros es. 4 Que de mucha tribulación y angustia de
corazón, os escribí entre muchas lágrimas; no para que os contristaseis, sino el amor para que
conocieseis que tengo sobrado a vosotros. 5 Pero, si alguno ha contristado, no(b) a mí ha
contristado, sino en parte (para no exagerar) a todos vosotros. 6 Bastante al tal(c) el vituperio
mismo, el de los más; 7 para que, por el contrario, condonéis y consoléis, no sea que por la excesiva
tristeza consumido sea el tal. 8 Por lo que os ruego que confirméis, con él, caridad; 9 pues, para
esto; también escribí, para conocer vuestra probanza: si para todo obedientes sois. 10 Y, a quien
algo condonáis, también yo; que también yo, lo que he condonado, si algo he condonado, por
vosotros a faz de Cristo(d); 11 para que no seamos suplantados por Satanás; pues sus pensamientos
no desconocemos. 12 Y, viniendo a la Tróade al Evangelio del Cristo; y, puerta para mí abierta en
Señor; 13 no he tenido reposo para mi espíritu, por no hallar a Tito, mi hermano; sino que,
despidiéndome de ellos, salí a Macedonia. 14 Y ¡a Dios gracias, al que siempre nos da triunfar en el
Cristo, y el olor de su conocimiento manifiesta por nosotros en todo lugar!, 15 pues de Cristo buen
olor somos, para Dios en los que se salvan y en los que perecen: 16 a unos olor de muerte para
muerte; a otros olor de vida para vida. Y, para esto(e) ¿quién bastante? 17 Pues no somos como los
muchos que adulteran la palabra de Dios, sino que, como en pureza, sino que, como delante de
Dios, en Cristo, hablamos.

1 a. La 1ª epístola, la primera fue, de tristeza, de reconvención.

5 b. Tanto.

6 c. Véase 1. Cor. 5,2

10 d. Lo he hecho.

16 e. Para despedir tal olor.


Epístola Segunda a los Corintios
Capítulo 3

1 ¿Empezamos de nuevo a recomendarnos? ¿O acaso necesitamos, como algunos, de comendaticias


epístolas para vosotros o de vosotros? 2 Nuestra epístola vosotros sois, inscrita en nuestros
corazones, que es conocida y leída por todos los hombres; 3 que os manifestáis que sois epístola de
Cristo, suministrada por nosotros e inscrita no con tinta, sino con Espíritu de Dios viviente; no en
placas lapídeas, sino en placas de corazón carnales. 4 Y confianza tal tenemos, por el Cristo, para
con Dios. 5 No, porque, por nosotros mismos, capaces seamos de pensar algo de nosotros mismos;
sino que nuestra capacidad de Dios(a); 6 el que también nos ha capacitado ministros de Nuevo
Testamento, no de letra, sino de espíritu; que la letra mata; pero el espíritu vivifica. 7 Y, si el
ministerio de la muerte(b) en letra, grabado en piedras, se convirtió en gloria, que no pudieron
fijarse los hijos de Israel en la faz de Moisés, por la gloria de su faz, la que se anulaba; 8 ¿cómo ya
no más bien el ministerio del espíritu será en gloria? 9 Pues, si el ministerio de la condenación
gloria(c), mucho más abunda el ministerio de la justicia en gloria. 10 A la verdad, no está
glorificado lo glorificado en esta parte(d), a causa de la superante gloria. 11 Pues, si lo que es
anulado, por gloria(e), mucho más lo permanente, en gloria(f). 12 Teniendo, pues, tal esperanza, de
mucha libre habla usamos. 13 Y no al igual que Moisés ponía velo sobre su faz, para que no miraran
los hijos de Israel hasta el fin(g) de lo que era anulado. 14 Empero petrificáronse los sentidos de
ellos. Pues hasta el día de hoy, el mismo velo en la lección del Antiguo Testamento queda, no
descubierto, porque en Cristo es anulado; 15 empero, hasta hoy, cuando es leído Moisés, velo sobre
el corazón de ellos yace. 16 Pero, cuando se convirtiere a Señor, quitado es el velo. 17 Mas el Señor
el Espíritu es y donde el Espíritu de Señor, allí libertad(h). 18 Y nosotros todos, a descubierta faz, la
gloria de Señor especulando(i), en la misma imagen somos transformados, de gloria en gloria, como
por Señor-Espíritu(j).

5 a. Es.

7 b. De la ley, que fue ocasión de prevaricaciones y de muerte. (Rom. 7,12).

9 c. Fue gloria.

10 d. Ni gloria fue bajo este respecto, toda aquella gloria, comparada, con estotra gloria: tanto
supera ésta a aquélla.

11 e. Fue, glorioso fue.


f. Estará.

13 g. Fin —término, para que no creyesen que su alianza con Dios, era sólo temporal. El esplendor
era figura de Cristo, que es terminación de la ley mosaica, y a la vez su objetivo.

17 h. Hay.

18 i. Mirar como en espejo; reflejada, atentamente.


j. Dios-Espíritu.
Epístola Segunda a los Corintios
Capítulo 4

1 Por esto, teniendo este ministerio, según se nos compadeció, no acobardamos. 2 sino que hemos
renunciado a lo oculto de la vergüenza(a), no caminando en artería, ni falseando la palabra de Dios,
sino con manifestación de la verdad, recomendándonos a toda conciencia de hombres, a faz de
Dios. 3 Y, si también está velado nuestro evangelio; en los que perecen, está velado; 4 en los que el
Dios de este siglo ha cegado los sentidos de los increyentes, para que no (les) esplenda la
iluminación del Evangelio de la gloria del Cristo; quien es imagen de Dios; 5 pues, no a nosotros
mismos predicamos, sino a Cristo Jesús, Señor, y a nosotros mismos siervos vuestros por Jesús: 6
por el Dios que dijo: «De las tinieblas luz resplandezca»; el(b) que ha resplandecido en nuestros
corazones para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios; en faz de Cristo.

7 Pero tenemos este tesoro en barrizos vasos para que la supereminencia del poder sea de Dios, y no
de nosotros, 8 siendo en todo atribulados, empero no angustiados; vacilando, empero no
desesperando; 9 perseguidos, empero no abandonados; postrados, empero no pereciendo; 10
siempre la mortificación de Jesús en el cuerpo a doquier llevando; para que también la vida de Jesús
en nuestro cuerpo se manifieste. 11 Pues siempre nosotros los vivientes a la muerte entregados
somos por Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en la mortal carne nuestra. 12 Así
que la muerte en nosotros obra, mas la vida en vosotros. 13 Y, teniendo el mismo espíritu de fe,
según lo escrito: «He creído; por lo cual he hablado»; también nosotros creemos; por lo cual
también hablamos; 14 sabiendo que el que resucitó a Jesús, asimismo a nosotros con Jesús
resucitará y pondrá con vosotros. 15 Pues todo por vosotros; para que la gracia, abundando por los
muchos, el agradecimiento redunde para la gloria de Dios. 16 Por lo cual no desmayamos, sino que,
aunque nuestro exterior hombre se corrompe, empero el interior es renovado día a día. 17 Pues lo,
por hoy, leve de la tribulación; va, de demasía en demasía, un eterno peso de gloria obrándonos; 18
no contemplando nosotros lo que se ve, sino lo que no se ve; que, lo que se ve, temporal; mas, lo
que no se ve, eterno.

2 a. Ocultación muy vergonzosa.

6 b. Es el que.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 5

1 Pues sabemos que, si la terrena casa nuestra(a) de pabellón, se deshiciere, edificación de Dios
tenemos: casa no hechiza, eterna en los cielos. 2 Y por esto también gemimos, nuestra habitación la
del cielo sobrevestirnos ansiando; 3 con tal que también vestidos, no desnudos fuéremos
hallados(b). 4 En verdad los que estamos en el pabellón, gemimos gravados, porque no queremos se
nos desvista, sino sobrevista; a fin de que absorbido sea lo mortal por la vida. 5 Y el que nos ha
formado para esto mismo(c): Dios; el que nos ha dado las arras del Espíritu. 6 Confiando, pues,
siempre y sabiendo que, avecinándonos en el cuerpo, nos desavecinamos del Señor; 7 (que, por(d)
fe, caminamos, no por visión)(e); 8 y confiamos, y nos complacemos más bien en desavecinarnos
del cuerpo y avecinarnos al Señor, 9 por lo cual también a honor tenemos, sea avecinándonos, sea
desavecinándonos, aceptos serle(f). 10 Pues todos nosotros comparecer debemos ante el tribunal del
Cristo, para que reciba cada cual lo del cuerpo(g), según lo que ha hecho, sea bueno, sea malo.
11 Sabiendo, pues, el temor del Señor, a los hombres persuadimos, y a Dios manifiestos estamos;
mas, espero también en vuestras conciencias manifiestos estar. 12 No otra vez nos recomendamos a
vosotros, sino motivo dándoos de gloriación por nosotros, para que tengáis(h) contra los que de
faz(i) se glorían, y no de corazón. 13 Pues, si nos hemos arrobado, —para Dios; y si nos moderamos
—, para vosotros; 14 pues el amor del Cristo estréchanos; 15 habiendo juzgado esto: que, si uno ha
muerto por todos, luego todos han muerto, y por todos ha muerto, para que los vivientes ya no para
sí vivan, sino para el que por ellos ha muerto y resucitado. 16 Así que nosotros, desde ahora a nadie
conocemos según carne(j); aunque hemos conocido según carne a Cristo, empero ahora ya no
conocemos. 17 Así que, si alguno en Cristo(k), nueva criatura: lo viejo ha pasado; he aquí se ha
hecho nuevo todo. 18 Y todo, de Dios(l), del que nos ha reconciliado consigo por Cristo y dádonos
el ministerio de la reconciliación; 19 como que Dios estaba en Cristo, el mundo reconciliando
consigo, no imputándoles las caídas de ellos, y poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación.
20 Por Cristo, pues, legados somos, como de Dios, que exhorta por medio de nosotros: rogamos por
Cristo, reconciliaos con Dios. 21 Al que no conocía pecado, por nosotros pecado hizo(m), para que
nosotros nos hiciésemos justicia(n) de Dios en él.

1 a. Por estar nosotros en casa terrenal.

3 b. Si a la venida segunda estuviéremos aún vivos, revestidos de carne mortal, esta carne será
sobrevestida por la inmortalidad.

5 c. Es.

7 d. Por medio de.


e. Apariencia visible de las cosas que se creen.

9 f. Agradarle, sea vivos, sea muertos.

10 g. Reciba premio o castigo por lo hecho en el cuerpo: en la vida del cuerpo, la mortal.

12 h. Qué responder.
i. Aparente, ficticiamente.

16 j. Carnal, material, grosera y erróneamente.

17 k. Está, vive.

18 l. Viene.

21 m. Hizo Dios a su Hijo pecado =igual al mismo pecado.


n. Justos como la justicia misma de Dios.
Epístola Segunda a los Corintios
Capítulo 6

1 Y cooperadores, también exhortamos a que en vano la gracia de Dios no recibáis 2 (pues dice:

Is. 49,8 En tiempo acepto te he escuchado,


y en día de salud ayudádote;

he aquí ahora tiempo acepto; he aquí ahora día de salud); 3 ninguna, en nada, dando ofensa, para
que no se vitupere el ministerio; 4 sino en todo recomendándonos como de Dios ministros, en
paciencia mucha, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; 5 en golpes, en prisiones; en
sediciones; en fatigas, en vigilias, en ayunos; 6 en castidad, en ciencia, en longanimidad, en bondad,
en Espíritu Santo, en caridad infingida, 7 en palabra de verdad, en virtud de Dios; por las armas de
la justicia, las diestras y las siniestras(a); 8 por gloria y deshonra, por infamia y buena fama; como
seductores, y veraces; 9 como desconocidos, y conocidos; como muriendo, y he aquí vivimos; como
castigados, y no occisos; 10 como entristecidos, y siempre gozando; como pobres, pero a muchos
enriqueciendo; como nada teniendo, y todo poseyendo. 11 Nuestra boca abierta está para vosotros,
corintios; nuestro corazón dilatado está; 12 no os angustiáis en nosotros(b), pero os angustiáis en
vuestras entrañas; 13 pero, al mismo galardón (como a hijos digo), dilataos también vosotros. 14 No
os hagáis diversamente enyugados(c) con infieles; pues ¿qué compañía a justicia e iniquidad? ¿o
qué comunión a luz con tinieblas? 15 ¿Y qué armonía de Cristo con Belial? ¿o qué parte a fiel con
infiel? 16 ¿Y qué convenio a templo de Dios con ídolos? Pues nosotros templo de Dios somos
vivientes; según dijo Dios:

que habitaré en ellos e iréme caminando en ellos;


y seré su Dios; y ellos serán mi pueblo.
17. Por lo cual salid de en medio de ellos,
y separaos, dice Dios;
y a cosa impura no adhiráis;
y yo acogeréos;
18. y seréos en padre
y vosotros seréisme en hijos e hijas, dice
Señor Omnipotente.

7 a. Diestras = ofensivas; siniestras = defensivas.

12 b. Demasiado es, para ello, el amor que les tiene.

14 c. No os estrechéis íntimamente —Alusión a la prohibición mosaica de enyugar juntos animales


diversos.
Epístola Segunda a los Corintios
Capítulo 7
Explanaciones de la epístola 1ª
1 Estas, pues, teniendo promesas, amados, purifiquémonos de toda mancha de carne y espíritu,
consumando santificación en temor de Dios. 2 Entendednos: a nadie hemos agraviado; a nadie,
corrompido(a); a nadie, defraudado. 3 Para condenación no digo; pues ya he dicho que en nuestros
corazones estáis para el conmorir y convivir. 4 Mucha mi confianza en vosotros; mucha mi gloria
de vosotros: estoy lleno de consuelo; sobreabundo del gozo, en toda tribulación nuestra. 5 En
verdad, viniendo nosotros a Macedonia, ninguna ha tenido refrigeración la carne nuestra, sino en
todo atribulados: fuera luchas, dentro temores. 6 Empero el que consuela a los humildes, nos ha
consolado: Dios, en la llegada de Tito; 7 y no sólo en su llegada, sino también en la consolación que
fue consolado entre vosotros, refiriéndonos vuestra ansia(b), vuestro lamento, vuestro celo por mí,
tal que más me gocé. 8 Pues, aunque os contristé en la epístola, no me pesa; y aunque me pesara,
(veo que aquella epístola, aunque una hora, os contristó), 9 ahora me gozo, no porque os
contristasteis, sino porque os contristasteis para arrepentimiento; pues os habéis contristado según
Dios, para que en nada seáis dañados de nosotros. 10 Pues la, según Dios, tristeza arrepentimiento,
para salud, impesarosa(c) obra; pero la del mundo tristeza muerte opera. 11 Pues he aquí esto
mismo: el, según Dios, contristarse ¡cuánta os ha operado solicitud! —empero defensa, empero
indignación, empero temor, empero ansia, empero celo, empero vindicación(d). En todo os habéis
probado puros ser en el negocio(e). 12 Por tanto, aunque os escribí, no por causa del que injurió,
empero, ni por causa del injuriado; empero por causa de que se manifestase vuestra solicitud la por
nosotros entre vosotros, a faz de Dios; 13 por esto hemos sido consolados. Y, en nuestra
consolación, muchísimo más nos hemos gozado en el gozo de Tito, porque ha sido recreado su
espíritu por todos vosotros; 14 porque, si algo con él de vosotros me he gloriado, no he sido
confundido; sino que, como todo en verdad os hablamos, así también la gloriación vuestra ante Tito
verdad se ha hecho; 15 y sus entrañas(f) más abundantemente con vosotros están; rememorando la
de todos vosotros obediencia, cómo con temor y temblor le acogisteis. 16 Gózome de que en todo
confío en vosotros.

2 a. Intelectual y moralmente, enseñando el error.

7 b. De verme.

10 c. Arrepentimiento que no se arrepiente =estable, inconmovible.

11 d. Todo esto a favor del apóstol.


e. Del incestuoso.

15 f. Amor entrañable.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 8
Ejemplo de los macedonios
1 Y os noticiamos, hermanos, la gracia de Dios la dada en las Iglesias de la Macedonia; 2 porque en
mucha prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y la, de profundidad(a), pobreza de ellos
abundó en la riqueza de su simplicidad; 3 porque, según sus fuerzas (atestiguo) y sobre sus fuerzas,
espontáneos, 4 con mucha instancia pidiéndonos la gracia y la participación(b) del ministerio(c) del
para con los santos; 5 y no, según hemos esperado(d), sino que a sí mismos diéronse primero al
Señor, y(e) a nosotros por voluntad de Dios; 6 de modo que hemos exhortado a Tito, para que, así
como antes empezó, así también termine entre vosotros, también esta gracia. 7 Empero, así como en
todo abundáis fe, y palabra, y ciencia, y toda solicitud y el nuestro a vosotros amor, ¡que también en
esta gracia abundéis! 8 No según mandato digo, sino por la de otros solicitud, y lo noble de vuestro
amor probando; 9 (pues conocéis la gracia(f) de nuestro Señor Jesús, porque, por nosotros, se
empobreció, rico siendo, para que vosotros, con la de aquél pobreza enriquecieseis). 10 Y consejo
en esto doy. Pues esto os aprovecha, los que no sólo en el hacer, sino también en el querer(g) habéis
adelantado, desde el año anterior. 11 Pero, ahora ya también el hacer terminad a fin de que, al igual
que la propensión del querer, así también(h) el terminar del tener. 12 Pues, si la propensión existe,
según lo que tuviere, acepta(i), no, según lo que no tiene(j). 13 Pues no, para que a otros refrigerio,
a vosotros tribulación,(k) sino que según igualdad. En el tiempo de ahora vuestra abundancia para la
de aquéllos indigencia; 14 a fin de que también la de aquéllos abundancia(l) se haga para vuestra
indigencia; para que se haga igualdad; 15 según está escrito(m): Ex. 16,18. El que lo mucho, no
abundó, y el que lo poco, no minoró. 16 Pero, gracias a Dios al que da la misma solicitud por
vosotros en el corazón de Tito; 17 porque ciertamente la exhortación acogió; pero, más solícito
hallándose, espontáneo salió a vosotros. 18 Y hemos enviado al par con él al hermano cuya
alabanza en el evangelio por todas las Iglesias; 19 (y no sólo, sino también elegido por las Iglesias
coperegrino mío en esta gracia(n) la que es administrada por nosotros para la del Señor gloria y(o)
propensión nuestra); 20 evitando esto: que nadie nos vitupere en esta abundancia(p) la administrada
por nosotros; 21 pues proveemos lo bello, no sólo a faz de Señor, sino también a faz de hombre. 22
Y hemos enviado con ellos a nuestro hermano; a quien hemos probado que en muchas cosas
muchas veces solícito es, pero ahora mucho más solícito, con confianza mucha la en vosotros; 23
sea cuanto a Tito, compañero mío y para con vosotros, coadjutor; sean(q) nuestros hermanos,
legados de Iglesias, gloria de Cristo; 24 ¡la demostración, pues(r), del amor vuestro y la gloriación
nuestra por vosotros, para con ellos mostrando, a faz de las Iglesias!

2 a. Profundísima, extrema.

4 b. La gracia de participar.
c. De las limosnas =de agregar las suyas a las destinadas a los pobres de Jerusalén.

5 d. Dieron.
e. Después.

9 f. Condescendencia amorosa.

10 g. Espontáneo, grande.

11 h. Sea el terminar del querer: el realizar la voluntad: el dar del tener, de lo que tenéis. De cada
cual a medida de su voluntad grande, y de lo que buenamente pueda dar.

12 i. Es.
j. Buenamente; no puede dar buenamente.

13 k. Sea.

14 l. Espiritual; que se comunica por la oración.

15 m. Acomoda el apóstol a su pensamiento el pasaje del maná.

19 n. Las limosnas.
o. Según.

20 p. De dinero colectado.

23 q. Sea cuanto a...

24 r. Hacedles.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 9
De la limosna
1 Pues ciertamente acerca del ministerio del para con los santos, demás para mí está el escribiros; 2
pues sé la propensión vuestra, por la cual, de vosotros, me glorío ante los macédones, pues Acaya
prevenida está desde el año pasado, y vuestro celo ha incitado a muchísimos. 3 Y he enviado los
hermanos, para que nuestra gloriación, la por vosotros, no se desvanezca en esta parte; para que, así
como decía yo, prevenidos estéis; 4 no sea que, cuando vinieren conmigo macédones y os hallaren
desprevenidos, nos avergoncemos nosotros (por no decir: vosotros por esta circunstancia. 5
Necesario, pues, he estimado exhortar a los hermanos, a antes venir a vosotros y prevenir que esta
antes prometida bendición vuestra preparada esté, así como bendición(a), y no como avaricia. 6
Pero esto(b): el que siembra parcamente, parcamente también segará, y el que siembra en
bendiciones, en bendiciones también segará. 7 Cada cual según ha propuesto en su corazón, no con
tristeza o por necesidad. Pues al alegre dador ama Dios. 8 Pero puede Dios toda gracia colmar en
vosotros, para que en todo siempre toda suficiencia teniendo, abundéis en toda obra buena; 9 según
está escrito:

Sl. 112,9. Desparramó, dio a los pobres;


su justicia permanece por el siglo.

10 Pero el que suministra simiente al que siembra, también pan para comida suministrará, y
multiplicará la simiente vuestra y acrecentará los gérmenes de vuestra justicia; 11 en todo
enriquecidos para toda simplicidad(c); la cual obra por nosotros agradecimiento de Dios(d). 12
porque el ministerio de este servicio(e) no sólo está supliendo las faltas de los santos, sino también
abundando en muchos agradecimientos a Dios; 13 y por la probación de este ministerio glorificando
a Dios, en la obediencia de vuestra confesión(f) para con el Evangelio del Cristo, y la simplicidad
de la contribución para con ellos y para con todos; 14 y con su plegaria por vosotros,
deseándoos(g), por la eminente gracia de Dios en vosotros. 15 ¡Gracias a Dios por su inenarrable
don!

5 a. Generosidad.

6 b. Mirad.

11 c. «Cándida liberalidad» (Cris).


d. Para con.

12 e. Distribución de las limosnas.


13 f. Por vuestra humilde fe en el Evangelio.

14 g. Os desean, aman.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 10
Potestad
1 Y yo mismo: Pablo, exhórtoos, por la mansedumbre y clemencia del Cristo; quien, de rostro por
cierto humilde entre vosotros; pero ausente, osado soy con vosotros; 2 y ruego que no, presente
sea(a) yo osado por la confianza que se cree soy osado con algunos que creen que nosotros, como
según carne, caminamos. 3 Pues, en carne caminando, no según carne militamos; 4 (pues las armas
de nuestra milicia, no carnales, sino poderosas con Dios para derribamiento de fortificaciones); 5
razones derribando y todo baluarte que se alza contra la ciencia de Dios, y aprisionando todo
entendimiento en obediencia del Cristo; 6 y prontos estando a castigar toda desobediencia, cuando
cumplida fuere vuestra obediencia. 7 Lo según apariencia(b) mirad. Si alguno parece estar fiado de
sí mismo en que de Cristo es, esto considere otra vez consigo mismo: que, según él de Cristo, así
también nosotros. 8 Pues, aunque algo más me gloriara de la potestad nuestra, que ha dado el Señor
para edificación, y no para destrucción vuestra, no me avergonzaría. 9 Para no parecer yo como
espantándoos por las epístolas—. 10 Porque «Las epístolas por cierto, dicen, graves y fuertes; pero
la presencia del cuerpo flaca, y la palabra, despreciable». 11 Esto considere el tal: que cuales somos,
con la palabra, por epístolas, ausentes, tales también presentes con la obra. 12 pues no osamos
equiparar o compararnos con algunos que a sí mismos se recomiendan. Empero ellos en sí mismos
midiéndose y comparándose consigo mismos, no entienden(c); 13 pero nosotros no hasta lo
desmedido nos gloriaremos, sino según la medida de la regla que nos distribuyó Dios: medida(d) de
alcanzar también hasta vosotros. 14 Pues no, cual no alcanzando hasta vosotros, nos hemos
sobreextendido(e); pues hasta también a vosotros hemos llegado en el Evangelio del Cristo; 15 no
hasta lo desmedido gloriándonos en ajenos trabajos; y, esperanza teniendo, creciendo vuestra fe, de
ser, en vosotros, magnificados, según nuestra designación, en abundancia, 16 para aquello(f) de más
allá de vosotros evangelizar, no en ajena designación, en lo preparado(g), gloriarnos. 17 Mas el que
se gloría, en Señor gloríese; 18 pues no el que a sí mismo recomienda, aquél es aprobado, sino el
que el Señor recomienda.

2 a. Tenga que ser.

7 b. Lo que las apariencias mismas dicen; lo que resalta a la vista.

12 c. Deliran soberbios no midiendo sus fuerzas y creyéndose suficientes a sí mismos.

13 d. Como medida.

14 e. Excedido en la medida que nos ha sido señalada.

16 f. Aquellas tierras.
g. Evangelizado por otros.
Epístola Segunda a los Corintios
Capítulo 11
Gloríase de su integridad
1 Ojalá supieseis algún poco de la insipiencia mía(a); —empero, también sufridme. 2 Pues céloos
con de Dios celo; que os he concertado a un varón virgen pura presentar: al Cristo; 3 pues temo no
sea que, como la serpiente engañó a Eva en su astucia, se corrompan vuestros pensamientos de la
simplicidad y pureza la para con Cristo. 4 Pues ciertamente, si el que viene, a otro Jesús predica que
no hemos predicado; u otro espíritu recibís que no habéis recibido, o evangelio otro que no habéis
recibido, bellamente sufrís(b). 5 Pues estimo en nada haberme quedado atrás de los muy
grandemente apóstoles(c). 6 Mas, aunque indocto en la palabra, empero no en la ciencia; sino que
en todo habiéndonos manifestado en todas las cosas a vosotros. 7 ¿O pecado he hecho
humillándome para que vosotros fueseis exaltados, porque gratuitamente el de Dios Evangelio os he
evangelizado? 8 Otras Iglesias he despojado tomando estipendio para vuestro servicio; y, presente
entre vosotros y necesitado, no he molestado a nadie; 9 (pues la necesidad mía fueron llenando los
hermanos, viniendo de Macedonia) y en todo ingravoso heme a vosotros guardado y guardaré. 10
Está la verdad de Cristo en mí: de que esta gloriación no será obstruida para conmigo en las
regiones de la Acaya. 11 ¿Por qué? ¿porque no os amo? ¡Dios sabe! 12 Mas, lo que hago, también
haré, para cortar la ocasión de los que quieren ocasión(d), para, en lo que se glorían, hallarse, así
como también nosotros. 13 Pues los tales, pseudoapóstoles(e) obreros fraudulentos,
transfigurándose en apóstoles de Cristo. 14 Y no(f) maravilla; que el mismo Satanás transfigúrase
en ángel de luz. 15 No cosa grande, por tanto, sino también sus ministros se transfiguran cual
ministros de justicia; cuyo fin será según las obras de ellos. 16 Otra vez digo: que nadie crea ser yo
insipiente; pero, de no(g), también como a insipiente recibidme, para también yo algún tanto
gloriarme. 17 Lo que hablo, no según Señor hablo, sino como en insipiencia(h): en esta materia de
gloriación. 18 Puesto que muchos se glorían según la carne; también yo me gloriaré(i). 19 Pues de
grado sufrís a los insipientes, sabios siendo vosotros; 20 pues sufrís, si alguno os esclaviza; si
alguno devora; si alguno coge; si alguno se yergue; si alguno de rostro os desgarra(j). 21 Por afrenta
digo, como si nosotros hubiésemos flaqueado; pero en lo que alguno es osado(k) (en insipiencia
digo) osado soy también yo. 22 ¿Hebreos son? También yo. ¿Israelitas son? También yo. ¿Simiente
de Abrahán son? También yo. 23 ¿Ministros de Cristo son? (desatinando hablo): más(l) yo: en
trabajos más abundantemente, en prisiones más abundantemente; en golpes desmedidamente; en
muertes a menudo. 24 De judíos cinco veces cuarenta(m), menos uno, he recibido; 25 tres veces he
sido apaleado, una vez lapidado, tres veces he naufragado, una noche y día en el piélago(n) he
pasado; 26 viajes(o) a menudo, peligros de ríos, peligros de bandoleros, peligros de linaje(p),
peligros de gentes, peligros en ciudad, peligros en páramo, peligros en mar, peligros en
pseudohermanos, 27 trabajo y miseria; en vigilias a menudo, en hambre y sed, en ayunos a menudo,
en frío y desnudez. 28 Fuera de lo demás: el concurso a mí el cotidiano, la solicitud de todas las
Iglesias. 29 ¿Quién enferma, y no enfermo? ¿Quién se escandaliza, y yo no me abraso? 30 Si
gloriarse es menester, de lo de mi flaqueza gloriaréme. 31 El Dios y Padre del Señor Jesús sabe —el
que es bendito por los siglos— que no miento. 32 En Damasco el etnarca(q) de Aretas, el rey
guardaba, la ciudad de los damascenos para prenderme; 33 Y, por ventana, en espuerta,
descolgóseme por el muro, y escapé de sus manos.

1 a. Pues toda gloriación, por justa y necesaria que sea, parece necedad, por lo menos al vulgo.

4 b. Ironía = muy mal hacéis sufriendo a esos falsos apóstoles.

5 c. Irónico.

12 d. Los falsos apóstoles, para cohonestar su avaricia, enseñaban que era indigno de un apóstol
trabajar para comer, como lo hacía S. Pablo.
13 e. Quieren que todos vivan del ministerio.

14 f. Es.

16 g. Creyéndolo siempre.

17 h. A manera imperfecta, humana (a lo que las circunstancias lo obliguen). Pues, según el Señor,
el Evangelio, no es lícito, generalmente, gloriarse; y el hacerlo, siempre parece necedad.

18 i. De vosotros.

20 j. Os afrenta sobre manera.

21 k. A gloriarse.

23 l. Aún más que ellos.

24 m. Según la ley mosaica no podían darse al reo más de cuarenta azotes.

25 n. Alta mar.

26 o. En viajes.
p. Del linaje judío.

32 q. Príncipe de la gente.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 12
Visiones y revelaciones
1 ¿Gloriarse hay? No conviene ciertamente; pero vendré también a las visiones y revelaciones de
Señor. 2 Conozco a un hombre en Cristo, ha catorce años, (si en cuerpo, no sé; si fuera del cuerpo,
no sé: Dios sabe) —arrebatado el tal hasta el tercer cielo. 3 Y conozco al tal hombre (si en cuerpo, si
fuera del cuerpo, Dios sabe). 4 que fue arrebatado al paraíso, y oyó inefables palabras, que no es
lícito a hombre hablar; 5 De este tal(a) me gloriaré; pero de mí mismo no me gloriaré, sino en mis
flaquezas. 6 Pues si quisiera gloriarme, no sería insipiente; que verdad diría; pero absténgome, para
que nadie me estime en más de lo que me ve u oye de mí; 7 y por el exceso de las revelaciones. Por
lo cual, para que no me sobreexalte, se me ha dado aguijón a la carne:(b) ángel de Satanás, para que
me abofetee, para que no me sobreexalte. 8 Por esto tres veces al Señor he rogado que se retirase de
mí. 9 Y me ha dicho: «Bástate mi gracia; que el poder en flaqueza se perfecciona». Muy a placer,
pues, más bien me gloriaré en mis flaquezas, para que se empabellone en mí el poder del Cristo. 10
Por lo cual me complazco en flaquezas, en ultrajes, en necesidades, en persecuciones, y angustias
por Cristo; pues, cuando flaqueo, entonces potente soy. 11 Heme hecho insipiente: vosotros
habéisme obligado. Pues yo debí de vosotros ser recomendado; pues en nada heme quedado atrás de
los muy grandemente apóstoles; —aunque nada soy. 12 Sin embargo las señales del apóstol obradas
han sido en vosotros, en toda paciencia; y señales, y prodigios y virtudes. 13 Pues ¿qué es en lo que
habéis sido inferiores(c) a las demás Iglesias, sino que yo mismo no os he molestado? Perdonadme
esta injuria. 14 He aquí esta la tercera vez que prevenido estoy para venir a vosotros; y no
importunaré; pues no busco lo vuestro, sino a vosotros; que no deben los hijos para los padres
atesorar, sino los padres para los hijos. 15 Y yo muy a placer gastaré, y sobregastaré por vuestras
almas; aunque, más amándoos, sea yo menos amado. 16 Pero sea; yo no os he molestado; mas como
soy industrioso, por engaño os he cogido(d). 17 ¿Acaso a alguno de los que he enviado a vosotros—
por medio de él os he defraudado? 18 He rogado a Tito, y enviado con él al hermano. ¿Acaso os ha
defraudado Tito? ¿No hemos en el mismo espíritu caminado? ¿No, en las mismas huellas?

19 ¿Aún pensáis que ante vosotros nos excusamos? Delante de Dios en Cristo hablamos; y todo,
amados, por vuestra edificación. 20 Pues temo no sea que, viniendo, no cuales quiero, os halle y yo
sea hallado por vosotros cual no queréis; no sea que(e) contienda, celo, animosidades, disensiones,
detracciones, susurraciones, inflaciones, sediciones. 21 Para que de nuevo viniendo yo, no me
humille mi Dios ante vosotros, y llore yo a muchos de los que antes han pecado y no se han
arrepentido de la impureza, y ramería, y libertinaje que han hecho.

5 a. Que fue arrebatado. Distingue en sí mismo dos personas.

7 b. Alguna tribulación grande, mortificante y humillante.

13 c. Ironía.

16 d. Dicen esto sus calumniadores.

20 e. Haya.

Epístola Segunda a los Corintios


Capítulo 13
Vendrá como juez
1 Tercera esta vez vengo a vosotros. En boca de dos testigos o tres se establecerá toda palabra. 2 He
predicho y predigo (como presente la segunda vez,(a) y ausente ahora) a los que antes han pecado y
a los demás todos: que si yo viniere de nuevo, no perdonaré. 3 Puesto que prueba buscáis del que en
mí habla: Cristo; quien para con vosotros no flaquea, sino que es potente en vosotros. 4 Pues
también crucificado fue por flaqueza; pero vive por potencia de Dios; pues también nosotros
flaqueamos con él; pero viviremos con él por potencia de Dios para con vosotros. 5 A vosotros
mismos tentad si estáis en la fe; a vosotros mismos probad. ¿O no os reconocéis: que Jesucristo en
vosotros? ¡si ya no sois reprobados! 6 Mas espero que conozcáis que nosotros no somos reprobados.
7 Y rogamos a Dios que no hagáis malo nada; no, para que nosotros probados aparezcamos, sino
para que vosotros lo bello hagáis, y nosotros como reprobados seamos. 8 Pues no podemos cosa
alguna contra la verdad(b), sino por la verdad. 9 Pues nos gozamos, cuando nosotros flaqueamos, y
vosotros potentes sois; esto también rogamos: vuestra consumación(c). 10 Por esto, esto ausente,
escribo, para que, presente, no proceda yo, según la potestad que el Señor me ha dado, para
edificación, y no para destrucción. 11 Por lo demás, hermanos, gozaos, consumaos, consolaos, lo
mismo sentid, paz tened; y el Dios de la caridad y paz será con vosotros. 12 Saludaos en santo
ósculo. Os saludan los santos todos. 13 La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios y la
comunicación del Santo Espíritu con todos vosotros.

2 a. En el segundo viaje que hizo a ellos.


8 b. La virtud y justicia evangélicas.

9 c. Perfección.
Epístola a los Gálatas
Capítulo 1

1 Pablo, apóstol, no de parte de hombres(a), ni por hombre, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le
resucitó de muertos; 2 y los conmigo todos hermanos, a las Iglesias de la Galacia: 3 Gracia a
vosotros y paz de Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo; 4 el que se dio por nuestros pecados, a fin
de sacarnos del siglo, del presente, malo, según la voluntad de Dios y Padre nuestro; 5 a quien la
gloria por los siglos de los siglos: Amén.

6 Admírome de que tan pronto os paséis del que os llamó en gracia de Cristo, a otro evangelio; 7
que no es otro, sino algunos son los que os perturban y quieren trastornar el Evangelio del Cristo. 8
Empero, aunque nosotros o un ángel del cielo os evangelizare fuera de lo que os hemos
evangelizado, anatema sea. 9 Como antes hemos dicho, ahora de nuevo digo: si alguno os
evangelizare fuera de lo que habéis recibido, anatema sea. 10 Pues ahora ¿a hombres persuado o a
Dios? ¿O busco a hombres agradar? Si todavía a hombres agradara, de Cristo siervo no sería.

11 Pues os noticio, hermanos, el Evangelio, el evangelizado por mí: que no es según hombre; 12
pues, ni yo de hombre lo he recibido ni aprendido, sino por revelación de Jesucristo. 13 Pues habéis
oído mi conversación un día en el judaísmo: que en exceso perseguía la Iglesia de Dios y
devastábala; 14 y sobrepasaba en el judaísmo a muchos coetáneos en mi linaje, sobremanera
celador siendo de las paternas mías tradiciones. 15 Mas, cuando plugo al que me segregó, del
vientre de mi madre, y llamó por su gracia, 16 para revelar a su Hijo en mí, para que yo le
evangelizara en las gentes; al punto no me confié a carne o sangre; 17 ni me fui a Jerusalén, a los
antes que yo apóstoles, sino que me fui a Arabia y de nuevo retorné a Damasco. 18 Tras de esto,
después de años tres, vine a Jerusalén, a ver a Cefas, y quedéme con él días quince; 19 pero a otro
de los apóstoles no vi, sino a Santiago, el hermano del Señor. 20 Y lo que os escribo, he aquí, a faz
de Dios, que no miento. 21 Tras de esto, vine a las regiones de la Siria y la Cilicia. 22 Pero era yo
desconocido de rostro para las Iglesias de la Judea, las en Cristo; 23 y sólo oyendo estaban: que «el
que nos perseguía un tiempo, ahora evangeliza la fe que un tiempo devastaba»; 24 y glorificaban en
mí a Dios.

1 a. De origen humano.

Epístola a los Gálatas


Capítulo 2
Pablo en el concilio de Jerusalén
1 Tras de esto, después de catorce años, de nuevo subí a Jerusalén con Bernabé, llevando
juntamente también a Tito; 2 y subí, según revelación, y expúseles el evangelio que predico en las
gentes, y, aparte, a los estimados(a), para no en vano correr o haber corrido(b). 3 Empero, ni Tito
conmigo, heleno siendo, obligado fue a circuncidarse; 4 y(c) por los subintroducidos
pseudohermanos; los cuales se subintrodujeron a espiar la libertad nuestra, que tenemos en Cristo
Jesús, para esclavizarnos ellos; 5 a quienes ni por una hora cedimos con sujeción; a fin de que la
verdad del Evangelio permaneciera con vosotros. 6 Pero, de los que estimaban ser algo (cuáles
antes fueran, nada me importa: rostro Dios de hombre no acepta) —pues a mí los estimados nada
me han añadido(d); 7 sino que, lo contrario: viendo ellos que me había sido confiado el evangelio
del prepucio, así a como a Pedro, de la circuncisión; 8 (pues el que obró por Pedro(e), para
apostolado de la circuncisión, obró también por mí para las gentes) 9 y conociendo la gracia la dada
a mí, Santiago, y Cefas y Juan, que son estimados columnas ser, diestras dieron a mí y a Bernabé,
de compañía, para que nosotros(f), a las gentes, y ellos, a la circuncisión; 10 sólo de los pobres que
nos acordásemos, lo que también me he empeñado esto mismo en hacer.

11 Y, cuando vino Cefas a Antioquía, a faz le resistí, porque reprensible era. 12 Pues, antes de venir
algunos(g), de Santiago, con las gentes comía; pero, cuando vinieron sustraía y separábase,
temiendo a los de circuncisión. 13 Y disimularon con él los demás judíos, tal que también Bernabé
fue al par arrastrado a la disimulación de ellos. 14 Empero, cuando vi que no con recto pie andaban,
según la verdad(h) del Evangelio, dije a Cefas delante de todos: «Si tú, judío como eres, gentílica(i),
y no ya judaicamente vives ¿cómo las gentes obligas a judaizar?» 15 Nosotros por naturaleza
judíos(j), y no de entre gentes pecadores(k); 16 y, sabiendo que no se justifica el hombre por obras
de ley, sino por la fe de Cristo Jesús, también nosotros en Jesucristo hemos creído, para ser
justificados por fe de Cristo, y no obras de ley; porque, por obras de ley, no será justificada toda
carne. 17 Y, si, buscando justificarnos en Cristo, hemos sido hallados también nosotros mismos
pecadores ¿acaso Cristo, de pecado ministro(l)? ¡No sea! 18 pues, si lo que he deshecho, esto de
nuevo edifico, transgresor me constituyo. 19 Que yo, por ley, a ley he muerto, para a Dios vivir. 20
Con Cristo he sido crucificado; y vivo, no ya yo, pero vive en mí Cristo; y lo que ahora vivo en
carne, en fe vivo la de Dios y Cristo; el que me amó y se entregó por mí. 21 No desecho la gracia de
Dios; pues, si por ley, justicia, luego en vano murió.

2 a. Preeminentes.
b. Si en las labores y correrías apostólicas he andado conforme con los demás apóstoles. —Dícelo
para confundir a sus enemigos y afirmar la unidad de la Iglesia.

4 c. Y esto.

6 d. Nada he recibido de ellos; mi autoridad no viene de ellos.

8 e. Con Pedro y para él.

9 f. Predicásemos.

12 g. De parte de.

14 h. Que no era recto lo que hacían.


i. Con prescindencia de los ritos judaicos.

15 j. Somos.
k. Los judíos consideraban pecadores a los gentiles.

17 l. Causa de nuestro pecado, de ser nosotros pecadores.


Epístola a los Gálatas
Capítulo 3

1 ¡Oh insensatos gálatas!, ¿quién os ha fascinado, (para no obedecer a la verdad) ante cuyos ojos
Jesucristo ha sido descrito crucificado(a)? 2 Esto sólo quiero saber de vosotros: ¿por obras de ley el
Espíritu habéis recibido o por oído de fe? 3 ¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por espíritu
¿ahora por carne termináis? 4 ¿Tamañas cosas habéis padecido en vano? ¡Ojalá que sólo en vano!—
5 Quien, pues, os concede el Espíritu y obra virtudes en vosotros, ¿por obras de ley o por oída de
fe? 6 Así como Abrahán, Gen. 15,6, creyó a Dios, e imputósele a justicia. 7 Sabed, pues, que los por
fe, éstos hijos son de Abrahán. 8 Pues, previendo la Escritura que, por fe justifica las gentes de
Dios, prenunció a Abrahán: Gen. 12,3 que benditas serán en ti todas las gentes. 9 Así que los de fe,
benditos son con el fiel Abrahán. 10 Pues, cuantos de obras de ley son, bajo maldición están. Pues
escrito está: que maldito todo el que no permanece en todo lo escrito en el libro de la ley, para
hacerlo. 11 Y, que en ley nadie es justificado ante Dios, claro(b); porque el justo de fe vivirá; 12
pero la ley no es de fe, sino el que lo(c) hiciere, vivirá en ello. 13 Cristo nos rescató de la maldición
de la ley, hecho por nosotros maldición; pues escrito está que: Dt. 21,23. maldito todo el suspendido
de leño; 14 a fin de que para las gentes la bendición de Abrahán se hiciera en Jesucristo; a fin de
que la promesa del Espíritu recibamos por la fe.

15 Hermanos, según hombre(d) digo. Sin embargo, de hombre(e) un sancionado testamento, nadie
invalida o sobreañade. 16 Pero a Abrahán dichas fueron las promesas y a la simiente de él. No dice:
«Y a las simientes», como(f) de muchos, sino como de uno: «Y a tu simiente; el que es Cristo. 17 Y
esto digo: testamento antes sancionado por Dios, la después de cuatrocientos y treinta años hecha
ley, no deroga, para anular la promesa. 18 Pues, si de ley la herencia, ya no de promesa; pero a
Abrahán, por promesa, ha agraciado Dios. 19 ¿Qué, pues, la ley? Por causa de las transgresiones(g)
fue añadida,(h) hasta que viniese la simiente a quien se había prometido(i), establecida por ángeles
en mano de mediador(j). 20 Pero el mediador de uno no es, y Dios uno es(k). 21 ¿La ley, pues,
contra las promesas de Dios? ¡No sea! Pues, si se hubiera dado ley, la que pudiese vivificar,
realmente en ley fuera la justicia. 22 Empero ha encerrado(l) a la vez la escritura todo bajo pecado,
para que la promesa de fe de Jesucristo fuese dada a los creyentes. 23 Pero, antes de venir la fe, bajo
ley se nos guardaba encerrados para la venidera fe por revelar. 24 Así que la ley, ayo hízose hacia
Cristo, para que por fe fuésemos justificados. 25 Pero, venida la fe, ya no bajo ayo estamos. 26 Pues
todos hijos de Dios sois por la fe en Cristo Jesús. 27 Que, cuantos en Cristo habéis sido bautizados,
de Cristo os habéis revestido. 28 No hay en él judío ni heleno; no hay en él siervo ni libre; no hay
en él macho ni hembra; que todos vosotros uno sois en Cristo Jesús. 29 Y, si vosotros de Cristo,
luego de la de Abrahán simiente sois, según promesa herederos.

1 a. Pintado al vivo, predicado con grandes instancias, como crucificado, redentor de todas nuestras
servidumbres.

11 b. Es.

12 c. Lo que manda la ley.

15 d. Humanamente: con modo y ejemplo humano.


e. Aunque sea de hombre... sin embargo nadie invalida...

16 f. Hablando.

19 g. Para refrenar las transgresiones, el extravío de las pasiones.


h. A las promesas, como institución distinta.
i. Se habían hecho las promesas.
j. Moisés.

20 k. Promete gratuitamente. La ley mosaica fue contrato bilateral; no unilateral como la promesa.

22 l. Comprendido, declarado que todos están bajo pecado.

Epístola a los Gálatas


Capítulo 4

1 Pero digo: cuanto tiempo el heredero párvulo es, en nada difiere de siervo, señor de todo siendo; 2
sino que bajo tutores está y curadores hasta el día prefijado, el del padre. 3 Así también nosotros,
cuando éramos párvulos bajo los elementos(a) del mundo, estábamos esclavizados; 4 pero, cuando
vino la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, hecho de mujer, hecho bajo ley; 5 para que los
bajo ley redimiese; para que la filiación recibiésemos. 6 Y, porque sois hijos, envió el Espíritu de su
Hijo a vuestros corazones, el que clama: «Abbá, el Padre». 7 Así que ya no eres siervo, sino hijo; y,
si hijo, también heredero por Dios. 8 Empero entonces por cierto no conociendo a Dios, servisteis a
los que, por naturaleza, no eran dioses; 9 pero ahora, conociendo a Dios, y más bien: siendo
conocidos(b) por Dios ¿cómo retornáis de nuevo a los flacos y pobres rudimentos, a que otra vez,
de nuevo, servir queréis? 10 Días observáis, y meses, y tiempos y años. 11 Temo, por vosotros, no
sea que en vano haya trabajado yo por vosotros. 12 Haceos como yo, porque también yo(c), como
vosotros hermanos, ruégoos. Nada me habéis agraviado: 13 pero sabéis que, en medio de flaqueza
de la carne, evangelicéos primeramente; 14 y la tentación(d) vuestra en mi carne; no
menospreciasteis ni abominasteis; sino que, cual a un ángel de Dios me recibisteis, cual a Cristo
Jesús. 15 ¿Dónde, pues, vuestra felicidad(e)? Pues os atestiguo que, si posible, vuestros ojos
sacando, me hubierais dado. 16 ¿Así que enemigo vuestro me he hecho, la verdad diciendo? 17 Os
celan no bellamente, sino excluiros(f) quieren, para que a ellos celéis. 18 Y bello, ser celado en lo
bueno siempre, y no sólo, estando yo con vosotros, 19 hijos míos; por quienes de nuevo dolores
puerperales tengo, que se forme Cristo en vosotros. 20 Y querría yo estar con vosotros ya y cambiar
mi voz(g) porque vacilo cuanto(h) a vosotros. 21 Decidme, los que bajo ley queréis estar: ¿la ley no
oís? 22 Pues escrito está que Abrahán dos hijos tuvo: uno de la sierva y uno de la libre. 23 Empero
el de la sierva según carne nació; pero el de la libre, por la promesa. 24 Lo que es alegórico. Que
éstos son dos testamentos: el uno ciertamente del monte Sinaí, para servidumbre engendrado, cual
es Agar(i). 25 (y Agar, el Sinaí monte, es en Arabia), y confina con la actual Jerusalén (pues sirve
con los hijos suyos); 26 pero la superior Jerusalén libre es; la que es nuestra madre; 27 pues escrito
está:

Is. 54,1. Regocíjate, estéril, la que no pares;


alborózate y clama la sin dolor puerperal:
pues muchos, los hijos de la abandonada,
que de la que tiene marido.

28 Y vosotros, hermanos, según Isaac, de la promesa hijos sois. 29 Empero, así como entonces el
según carne nacido perseguía al según espíritu; así también ahora. 30 Empero ¿qué dice la
Escritura?: Gn. 21,10 «Arroja fuera a la sierva y a su hijo; pues no heredará el hijo de la sierva con
el hijo de la libre». 31 Por lo cual, hermanos, no somos de sierva hijos, sino de la libre.

3 a. Principios, comienzos mundanales, materiales, de la ley mosaica.


9 b. Reconocidos, aprobados.

12 c. Me he hecho como vosotros.

14 d. Lo que os tentó y escandalizó en mí por mis tribulaciones y persecuciones.

15 e. De entonces.

17 f. De los otros maestros.

20 g. Con la vuestra, cambiar voces, palabras.


h. En lo que deba yo hacer con vosotros.

24 i. Madre de Ismael y de los ismaelitas siervos, habitantes del Sinaí en Arabia, simboliza a la
Jerusalén mosaica, bajo la servidumbre de la ley.

Epístola a los Gálatas


Capítulo 5

1 En la libertad, pues, con que Cristo nos ha libertado, afirmaos; y no de nuevo seáis a yugo de
servidumbre sujetos. 2 He aquí yo, Pablo, dígoos que, si os circuncidáis, Cristo a vosotros nada
aprovechará; 3 y testifico de nuevo a todo hombre que se circuncida; que deudor es de toda la ley
hacer. 4 Estáis borrados de Cristo, los que en ley sois justificados: de la gracia habéis caído. 5 Pues
nosotros, por Espíritu, por fe, esperanza de justicia aguardamos; 6 pues en Cristo, ni circuncisión
algo vale, ni prepucio, sino fe, por caridad obrando. 7 Corríais bellamente; ¿qué os estorbó de la
verdad no persuadiros? 8 La persuasión(a) no del que os llama. 9 Pequeña levadura toda la masa
leuda. 10 Yo confío en vosotros que ninguna otra cosa habéis de sentir; pero el que os perturba,
llevará el juicio, quienquiera que él fuere. 11 Y yo, hermanos, si la circuncisión todavía predico ¿por
qué todavía soy perseguido? luego ha cesado el escándalo de la cruz(b). 12 Ojalá también cortados
fuesen los que os conturban. 13 Pues vosotros a libertad habéis sido llamados, hermanos; sólo que
no(c) la libertad en ocasión a la carne; empero por la caridad servíos unos a otros. 14 Pues toda la
ley en una palabra cumplida está: en la de: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero, si unos a
otros mordéis y devoráis, mirad no seáis unos de otros consumidos(d). 16 Y digo: en espíritu
caminad, y concupiscencia de carne no satisfagáis, no. 17 Pues la carne codicia contra el espíritu, y
el espíritu contra la carne; pues éstos entre sí se oponen; para que, no lo que queráis, esto hagáis. 18
Pero, si de espíritu sois llevados, no estáis bajo ley: 19 Que manifiestas son las obras de la carne; las
que son: ramería, inmundicia, libertinaje; 20 idolatría, hechicería(e), enemistades, contienda, celo,
iras, riñas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, ebriedades, bacanales y lo semejante a
esto; lo cual os declaro, según antes he dicho: que los que lo tal hacen; reino de Dios no heredarán.
22 Pero el fruto del espíritu es: caridad, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, 23
mansedumbre, continencia, (temperancia, castidad). Contra las cuales cosas no es la ley. 24 Pero los
de Cristo Jesús, la carne han crucificado con las pasiones y las concupiscencias. 25 Si vivimos de
espíritu, en espíritu también andemos. 26 No nos hagamos vanagloriosos, unos a otros irritando;
unos a otros envidiando.

8 a. Que os viene de los pseudoapóstoles, no es del...


11 b. Si yo predicara, como antes, la circuncisión, no se me perseguiría; y el escándalo de la cruz
cesara; la cruz cesara de escandalizar a mis perseguidores.

13 c. Deis, uséis.

15 d. Todos os perdáis.

20 e. Brebajes mágicos, ponzoñosos.

Epístola a los Gálatas


Capítulo 6
Admoniciones varias
1 Hermanos, aunque sorprendido fuere un hombre en alguna caída, vosotros los espirituales,
restituid al tal en espíritu de mansedumbre; mirándote a ti mismo, porque no también tú seas
tentado. 2 Unos de otros las cargas sobrellevad, y así cumpliréis la ley de Cristo. 3 Pues, si cree
alguno ser algo, nada siendo, engáñase a sí mismo; 4 y su obra examine; y entonces de sí mismo
solamente gloriación tendrá(a), y no del otro; 5 pues cada cual su propia carga llevará. 6 Y
comunique, el que es enseñado en la palabra, al que enseña, en todos los bienes(b). 7 No erréis: a
Dios no se escarnece. Pues lo que sembrare el hombre, esto también segará; 8 porque el que
siembra en su carne, de la carne segará corrupción; y el que siembra en el espíritu, del espíritu
segará vida eterna. 9 Y, lo bello haciendo, no desmayemos; que en el tiempo propio, segaremos, no
desfalleciendo. 10 Por lo tanto, mientras tiempo tenemos, obremos lo bueno para con todos, pero
mayormente para con los domésticos de la fe.

11 Ved con qué letras(c) os he escrito de mi mano. 12 Cuantos quieren bien parecer en carne, éstos
os obligan a circuncidaros, sólo para que, por la cruz del Cristo, no se les persiga(d). 13 Pues, ni los
circuncisos mismos la ley guardan, sino que quieren os circuncidéis, para en vuestra carne gloriarse.
14 Pero a mí no acontezca gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo; por quien a mí el
mundo crucificado está y yo al mundo. 15 Pues ni circuncisión algo es, ni prepucio, sino nueva
criatura. 16 Y, cuantos con esta regla andan, paz sobre ellos y misericordia, y sobre el Israel de
Dios. 17 En adelante trabajos a mí nadie ocasione(e); pues yo los estigmas(f) de Jesús en mi cuerpo
llevo. 18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo con vuestro espíritu, hermanos; amén.

4 a. Se podrá gloriar de lo propio, y no de lo ajeno, sobreponiéndose a los demás. Examinándose,


aprenderá a ser humilde y considerarse cargado de defectos.

6 b. Temporales.

11 c. Claras, enérgicas.

12 d. Eran tolerados los judíos en el imperio romano.

17 e. Como los presentes de la circuncisión.


f. Marcas serviles.
Epístola a los Efesios
Capítulo 1

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por voluntad de Dios, a los santos, a los que están en éfeso, y fieles
en Cristo Jesús: 2 gracia a vosotros, y paz de Dios, nuestro Padre y Señor Jesucristo.

3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo; el que nos ha bendecido en toda bendición
espiritual, en lo celeste, en Cristo; 4 así como nos eligió en él, antes de la constitución del mundo,
para ser santos e irreprensibles faz a faz de él; en caridad 5 predestinándonos a filiación por Cristo
Jesús, para él, según el beneplácito de su voluntad; 6 en loor de gloria de su gracia; con que nos
agració en el amado; 7 en quien tenemos la redención por su sangre: la remisión de las caídas,
según la riqueza de su gracia; 8 que abundó en nosotros en toda sabiduría y prudencia; 9
manifestándonos el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que propuso en él, 10 en
dispensación de la plenitud de los tiempos, a resumir todo en el Cristo, lo en los cielos y lo en la
tierra, en él; 11 en quien también hemos sido llamados predestinados, según propósito del que todo
lo obra, según el consejo de su voluntad; 12 para que seamos en loor de su gloria, lo que antes
hemos esperado en el Cristo; 13 en quien también vosotros, oyendo la palabra de la verdad: el
Evangelio de vuestra salud. —en quien también creyendo, habéis sido sellados con el Espíritu de la
promesa, el Santo; 14 que es las arras de vuestra herencia en redención de la adquisición, en loor de
su gloria. 15 Por esto también yo, oyendo la entre vosotros fe en el Señor Jesús y la caridad la para
con todos los santos; 16 no ceso de agradecer, de vosotros memoria haciendo en mis oraciones; 17
para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y
revelación, en conocimiento de él, 18 iluminados los ojos del corazón, para que sepáis cuál es la
esperanza de su vocación, cuál la riqueza de la gloria de su herencia, en los santos; 19 y cuál la
eminente grandeza de su virtud para con nosotros, que creemos según la operación del poder de su
fuerza(a); 20 que ha operado en el Cristo, resucitándole de muertos y sentando a su diestra en los
cielos; 21 por sobre todo principado, y potestad, y virtud, y dominación y todo nombre que se
nombra, no sólo en este siglo, sino también en el futuro; 22 y todo sometió bajo sus pies, y diólo por
cabeza, sobre todas las cosas, a la iglesia; 23 la cual es su cuerpo, la plenitud del que todo en todo
llena.

19 a. Se encarece la grandeza divina en dar la fe.

Epístola a los Efesios


Capítulo 2

1 Y a vosotros, estando muertos por vuestras caídas y pecados; 2 en que un día habéis caminado
según el siglo(a) de este mundo, según el príncipe de la potestad del aire(b), del espíritu el que
ahora opera en los hijos de la desobediencia; 3 entre los cuales también nosotros todos un día hemos
conversado en las concupiscencias de nuestra carne; haciendo las voluntades de la carne y de los
pensamientos, y éramos hijos, por naturaleza, de ira, como también los demás; 4 pero Dios, rico
siendo en misericordia, por su mucho amor con que nos amó; 5 y, estando nosotros muertos por las
caídas, convivificónos en el Cristo (por gracia habéis sido salvados); 6 y conresucitó y consentó en
lo celestial, en Cristo Jesús; 7 para manifestar en los siglos, los sobrevinientes, la excesiva riqueza
de su benignidad para con nosotros en Cristo Jesús. 8 Pues, por la gracia, habéis sido salvados por
fe; y éste, no de vosotros: de Dios don(c); 9 no por obras, para que nadie se gloríe; 10 pues de él
somos hechura, creados en Cristo Jesús para obras buenas, que previno Dios, para que en ellas
caminásemos. 11 Por lo cual, rememorad que un día vosotros las gentes en carne, los que sois
dichos «prepucio» por la que es dicha «circuncisión» en carne, a mano hecha; 12 que estabais en
aquel tiempo sin Cristo, extrañados del estado de Israel y huéspedes de los testamentos de la
promesa, esperanza no teniendo, y sin Dios en el mundo. 13 Y ahora ya en Cristo Jesús vosotros
que un día estabais lejos, habéis sido hechos cercanos en la sangre del Cristo. 14 Que él es nuestra
paz, el que hizo entrambos(d) uno y la pared media del cercado disolviendo, 15 la enemistad, en su
carne, la ley(e) de los mandamientos con doctrinas, anulando, para los dos crear, en sí mismo, en un
nuevo hombre, haciendo paz; 16 y reconciliar ambos en un cuerpo para Dios por la cruz, matando la
enemistad en sí mismo. 17 Y, viniendo, evangelizó paz a vosotros, los de lejos, y paz a los de cerca;
18 que por él tenemos el acceso ambos a dos, en un Espíritu, al Padre. 19 Por lo tanto, ya no sois
huéspedes y advenedizos, sino que sois conciudadanos de los santos y domésticos de Dios, 20
sobreedificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo piedra angular el mismo
Cristo Jesús; 21 en quien toda edificación que se compagina, crece en templo santo, en Señor; 22 en
quien también vosotros coedificados sois para morada del Cristo en Espíritu.

2 a. Corrupción.
b. Los espíritus malos que dominan en el aire.

8 c. Es.

14 d. Judaísmo y gentilidad.

15 e. Ley mosaica que solo consistía en mandamientos y decretos.

Epístola a los Efesios


Capítulo 3
Vocación de las gentes por S. Pablo
1 Por causa de esto, yo, Pablo, el prisionero de Cristo Jesús(a), por vosotros, las gentes; 2 si es
que(b) habéis oído la dispensación de la gracia de Dios, la dada a mí para vosotros; 3 que, según
revelación, se me manifestó el misterio, según antes(c) he escrito en breve; 4 para lo cual podéis,
leyendo, entender mi inteligencia en el misterio del Cristo; 5 que(d) a las otras generaciones no fue
manifestado, a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a los santos de él y profetas
en Espíritu: 6 el ser las gentes coherederas, y concorpóreas y copartícipes de la promesa en Cristo
Jesús por el Evangelio; 7 de que(e) he sido hecho ministro, según el don de la gracia de Dios, la
dada a mí según la operación de su virtud. 8 A mí, el menos que el menor de todos los santos(f) ha
sido dada esta gracia: a las gentes evangelizar la inescrutable riqueza del Cristo, 9 e iluminar a
todos: cuál sea la dispensación del misterio, el oculto desde los siglos en Dios, el que todo lo ha
creado; 10 para que sea manifestada ahora a los principados y las potestades en lo celeste, por las
Iglesias, la muy varia sabiduría de Dios, 11 según propósito de los siglos; lo que hizo en Cristo
Jesús nuestro Señor; 12 en quien tenemos la libre habla y acceso en confianza por la fe de él. 13 Por
lo que pido(g) que no desmayéis en las tribulaciones mías por vosotros; lo cual es vuestra gloria. 14
Por causa de esto doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo; 15 de quien todo lo
paterno en los cielos y sobre la tierra es denominado, 16 para que dé a vosotros, según la riqueza de
su gloria, que con potencia seáis corroborados, por su Espíritu en el interior hombre; 17 para que
inhabite el Cristo, por la fe, en vuestros corazones; 18 en caridad arraigados y fundamentados(h) a
fin de que os fortifiquéis a comprender con todos los santos, cuál sea la latitud, y longitud, y altura y
hondura(i); 19 y conocer el todo superante amor del Cristo; a fin de que os llenéis en toda llenura de
Dios. 20 Y al que puede a todo exceder, en abundancia, sobre lo que pedimos o entendemos, según
el poder, el que opera en nosotros; 21 a él la gloria, en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las
generaciones del siglo de los siglos(j); amén.

1 a. Soy.

2 b. Puesto que.

3 c. Capítulos 1 y 2.

5 d. El misterio.

7 e. Del evangelio.

8 f. Fieles.

13 g. Os.

18 h. Vosotros.
i. Del misterio de la vocación de las gentes.

21 j. Del mundo de los mundos, de todos los mundos, de la creación entera.

Epístola a los Efesios


Capítulo 4

1 Exhórtoos, pues, yo el prisionero en Señor, a que dignamente(a) caminéis del llamamiento con
que habéis sido llamados, 2 con todo humilde sentir y mansedumbre; con longanimidad,
soportándoos en amor, 3 apresurándoos a guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz: 4 un
cuerpo y un Espíritu, así como habéis sido llamados en una esperanza de vuestro llamamiento: 5 un
Señor, una fe, un bautismo; 6 un Dios y Padre de todos, el sobre todos y por todo en todos. 7 Y a
cada uno de nosotros ha sido dada gracia, según la medida del don del Cristo. 8 Por lo cual dice:

Sl. 67,19. Ascendiendo a la altura, cautivó a la cautividad;


dio dádivas a los hombres.

9 Mas lo de: ascendió ¿qué es sino que también descendió primero a las inferiores partes de la
tierra? 10 El que descendió, el mismo es también el que ascendió por sobre todos los cielos para
llenarlo todo. 11 Y él mismo dio unos(b) apóstoles; otros profetas; otros, evangelistas; otros,
pastores y maestros; 12 para la consumación de los santos en obra de ministerio, en edificación del
cuerpo del Cristo; 13 hasta que nos encontremos todos en la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, en varón perfecto, en medida de edad de la plenitud(c) del Cristo; 14 para que ya no
seamos infantes fluctuando y agitados por todo viento de la doctrina en el dadeo(d) de los hombres,
en artería, para el rodeo del descarrío; 15 y, siendo veraces en amor, crezcamos hacia él en todo;
quien es la cabeza: Cristo; 16 de quien todo el cuerpo que es compaginado y conglomerado por toda
ligadura de suministración(e), según operación, en medida de todas y cada una de las partes, el
crecimiento del cuerpo efectúa para edificación de sí mismo en amor.
17 Esto, pues, digo y atestiguo en Señor: que ya no caminéis, según también las gentes caminan en
vanidad de su inteligencia, 18 entenebrecidos del pensamiento estando, extrañados de la vida de
Dios, por la ignorancia la que hay en ellos, por el empedernimiento de su corazón; 19 los cuales,
indolentes, a sí mismos entregaron al libertinaje, a operación de impureza toda, en avidez. 20 Pero
vosotros no así habéis aprendido al Cristo; 21 si es que le habéis oído y en él sido enseñados, según
hay verdad en Jesús, 22 a que depongáis, según(f) la primera conversación, el viejo hombre, el que
se corrompe según los apetitos del engaño(g); 23 y a que os renovéis en el espíritu de vuestra
mente, 24 y os vistáis al nuevo hombre, al, según Dios, creado en justicia y santidad de la
verdad(h). 25 Por lo cual, deponiendo la mentira, hablad verdad cada cual con su prójimo, pues
somos unos de otros miembros. 26 Airaos(i), y no pequéis; el sol no se ponga sobre vuestro
airamiento(j); 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que hurta, ya no hurte, y más bien fatíguese
trabajando con las manos lo bueno, para que tenga qué partir con el que necesidad tiene. 29 Toda
palabra corrompida de vuestra boca no salga, sino que, si alguna(k) buena para edificación de la
necesidad(l), para que dé gracia a los oyentes. 30 Y no contristéis al Espíritu, al Santo de Dios; en
quien habéis sido sellados para el día de la redención(m). 31 Toda amargura, y cólera, e ira, y
vociferación y blasfemia quítese de vosotros, con toda malicia. 32 Haceos, unos para con otros,
buenos, entrañables, condonándoos, según también Dios en Cristo os ha condonado.

1 a. Dignos del llamamiento.

11 b. Para, como.

13 c. Edad plenísima, perfecta: la de Cristo.

14 d. Juego de dados = intrigas.

16 e. Que suministra vida.

22 f. Por lo tocante.
g. Muy engañosos.

24 h. Muy verdadera.

26 i. Cuando sintáis ira, no os dejéis arrastrar de ella.


j. Proverbio = «Refrenaos al punto...

29 k. Es.
l. Necesaria, oportuna para edificar, que sirva a los oyentes.

30 m. Resurrección.
Epístola a los Efesios
Capítulo 5

1 Haceos, pues, imitadores de Dios, como hijos amados; 2 y caminad en amor, así como también el
Cristo nos amó y entregóse por nosotros ofrenda y hostia a Dios en olor de fragancia. 3 Pero
ramería e impureza toda o avaricia ni se nombre entre vosotros, tal como conviene a santos(a), 4 y
torpeza y necio hablar o jocosidad que no cuadran, sino más bien benevolencia. 5 Pues esto sabed:
que todo ramero, o impuro o avaro, que es idólatra(b), no tiene herencia en el reino del Cristo y
Dios. 6 Nadie os engañe con vacías palabras; pues, por esto,(c) viene la ira de Dios sobre los hijos
de la infidelidad. 7 No os hagáis, copartícipes de ellos. 8 Pues erais un día tinieblas, pero ahora luz
en Señor: como hijos de luz caminad 9 (que el fruto de la luz(d), en toda benignidad, y justicia y
verdad); 10 probando qué sea bien placiente al Señor, 11 y no comuniquéis con las obras, las
infructuosas, de las tinieblas; pero más bien también vituperadlas. 12 Pues, lo que en oculto se hace
por ellos, feo es hasta decirlo; 13 pero todo lo que se vitupera, por la luz se manifiesta; que todo lo
que se manifiesta(e), luz es. 14 Por lo cual dice:

Is. 26,19. Despiértate, el que duermes,


y levántate de los muertos;
y te iluminará el Cristo.

15 Mirad, pues, cómo exactamente caminéis, no como insipientes, sino como sapientes; 16
redimiendo(f) el tiempo; que los días malos son. 17 Por esto no os hagáis insensatos, sino que
comprended cuál(g) la voluntad del Señor. 18 Y no os embriaguéis con vino, en el que hay lujuria;
sino que llenaos en Espíritu; 19 hablándoos en salmos, e himnos y cantares espirituales(h); cantando
y salmeando, en vuestro corazón, al Señor; 20 agradeciendo siempre todo en nombre de nuestro
Señor Jesucristo, al Dios y Padre.

21 Sujetándoos unos a otros en temor de Cristo; 22 las mujeres a los propios varones, como al
Señor; 23 que varón cabeza es de la mujer, como también el Cristo, cabeza de la iglesia; él mismo,
salvador del cuerpo(i). 24 Empero, la iglesia está sujeta al Cristo; así también las mujeres a los
maridos en todo. 25 Los maridos, amad a vuestras mujeres; así como también el Cristo amó a la
iglesia y se entregó por ella, 26 para santificarla, purificando con el lavacro del agua en palabra; 27
para presentar él a sí mismo gloriosa a la iglesia, no teniendo mancha, o arruga o algo de lo tal, sino
para que sea santa e inmaculada. 28 Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como a sus
cuerpos. Quien ama a su mujer, a sí mismo ama; 29 pues nadie alguna vez su carne ha aborrecido,
sino que cría y caliéntala, como también el Cristo a la iglesia; 30 porque miembros somos de su
cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 Gn 2,2.4 Por esto abandonará hombre a su padre y a la
madre, y se apegará a su mujer, y serán los dos para en carne una. 32 Este misterio grande es, pero
yo digo: para(j) Cristo y la iglesia. 33 Empero también vosotros todos uno por uno, cada cual a su
mujer así ame como a sí mismo; y la mujer que tema(k) al marido.

3 a. Fieles.

5 b. El vicio impuro y la avaricia ponen su amor todo en su ídolo.

6 c. La impudicia y avaricia.

9 d. Es.

13 e. Pone algo de manifiesto, visible.

16 f. Como comprándolo del mundo, que lo cautiva y hace perder.


17 g. Sea.

19 h. Cantares llenos, ebrios del Espíritu Santo, cantad entre vosotros toda suerte de cánticos:
salmos, cánticos sagrados, cantares de júbilo.

23 i. De ella.

32 j. En orden a.

33 k. Con temor reverencial admirativo.

Epístola a los Efesios


Capítulo 6

1 Los hijos, obedeced a vuestros progenitores; que esto es justo. 2 Honra al padre tuyo y a la madre;
el que es el mandamiento primero en(a) promesa: 3 para que bien te vaya y seas longevo sobre la
tierra(b). 4 Los padres, no enojéis a vuestros hijos, sino criadles en enseñanza y amonestación de
Señor(c). 5 Los siervos, obedeced a los carnales amos con temor y temblor, en sencillez de vuestro
corazón, como al Cristo; 6 no según servicio al ojo como a hombres placiendo, sino como siervos
de Cristo, haciendo la voluntad de Dios, de alma: 7 con benevolencia sirviendo como al Señor, y no
a hombres; 8 sabiendo que cada cual lo que hiciere bueno, esto se llevará de Señor, sea siervo, sea
libre. 9 Y los amos, otro tanto(d) haced con ellos, dejando la amenaza; sabiendo que de ellos y de
vosotros el Señor está en cielos y acepción de personas no hay ante él.

10 Por lo demás, hermanos, confortaos en Señor, y en el poder de su fortaleza. 11 Vestíos la


armadura toda de Dios para que podáis afrontar las asechanzas del diablo; 12 porque no es para
nosotros la lucha contra sangre y carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los
mundipotentes de estas tinieblas, contra lo espiritual(e) de la malicia, en lo celeste. 13 Por esto,
coged la armadura toda de Dios, para que podáis resistir en el día el malo, y de todo en todo
consumados alzaros. 14 Is. 59,17. Alzaos, pues, ceñidos en torno vuestro lomo en verdad, y vestidos
la loriga de la justicia. 15 y calzados los pies en preparación del Evangelio de la paz. 16 En todo
cogiendo el escudo de la fe; en el cual podréis todos los dardos del malo los encendidos apagar; 17
y el morrión de la salud tomad y la cuchilla del Espíritu; lo que es palabra de Dios. 18 Por toda
oración y plegaria orando en todo tiempo en Espíritu, y para ello velando en toda constancia y
plegaria para todos los santos; 19 y por mí, para que se me dé palabra en abrimiento de mi boca, en
libre habla, para manifestar el misterio del Evangelio; 20 por el cual legado soy en cadena, para que
en él libremente hable, como debo hablar.

21 Y, para que también vosotros sepáis lo acerca de mí, qué hago; todo noticiaráos Tíquico, el
amado hermano y fiel ministro en Señor; 22 al que envié a vosotros para esto mismo: a fin de que
conozcáis lo acerca de nosotros y consuele él vuestros corazones. 23 Paz a los hermanos y caridad
con fe, de Dios Padre y Señor Jesucristo. 24 La con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo
en incorrupción.(f)

2 a. Con.
3 b. A larga vida, largo premio. Siendo la vida presente de prueba y sufrimiento, mientras más larga
sea, mayor será su galardón.

4 c. Con temor de Dios y caridad.

9 d. Tratadles según Dios.

12 e. Las potencias espirituales malignísimas, esparcidas por los aires, dominando al mundo.

24 f. Pureza.
Epístola a los Filipenses
Capítulo 1

1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús, los que están en Filipos,
con obispos y diáconos: 2 gracia a vosotros y paz, de Dios, nuestro Padre, y Señor Jesucristo. 3
Agradezco al Dios mío, en toda memoria de vosotros, 4 siempre en toda plegaria mía por todos
vosotros, con gozo la plegaria haciendo, 5 por vuestra participación en el evangelio, desde el primer
día hasta ahora; 6 confiado de esto mismo: que, quien empezó en vosotros obra buena,
perfeccionará hasta día de Jesucristo; 7 según es justo que yo esto sienta por todos vosotros; por
tener yo, en mi corazón, a vosotros, que, y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del
Evangelio, copartícipes de mi gracia todos vosotros sois. 8 Pues testigo mío es Dios de cómo deseo
a todos vosotros, en entrañas de Jesucristo. 9 Y esto oro: que vuestra caridad todavía más y más
abunde en conocimiento y todo sentir, 10 para que probéis lo mejor; a fin de que seáis puros e
inmaculados para día de Cristo; 11 repletos de fruto de justicia, el por Jesucristo, en gloria y loor de
Dios. 12 Y que conozcáis quiero, hermanos, que lo acerca de mí, más bien para adelanto del
Evangelio ha venido; 13 tal que mis prisiones manifiestas en Cristo se han hecho en todo el pretorio
y a los demás todos; 14 y que los más de los hermanos, en Señor confiados, por mis prisiones, más
abundantemente osan inmedrosamente la palabra de Dios hablar. 15 Unos también, por envidia y
contienda; otros también, por beneplácito, a Cristo predican. 16 Unos por caridad, sabiendo que en
defensa del Evangelio yazco; 17 otros por emulación a Cristo van anunciando, no puramente,
creyendo tribulación suscitar a mis prisiones. 18 ¿Pues, qué? —Con tal que, de toda suerte, sea por
pretexto, sea por verdad, Cristo sea anunciado; —también en esto gózome; mas también gozaréme.
19 Pues sé que esto se me convertirá en salud, por vuestra plegaria y suministración del Espíritu de
Jesucristo, 20 según la expectación y esperanza mía de que en nada seré confundido, sino que en
toda libre habla, como siempre, también ahora magnificado será Cristo en el cuerpo mío, sea por
vida, sea por muerte. 21 Que a mí, el vivir(a), Cristo, y el morir, ganancia. 22 Y, si el vivir en carne,
esto para mí, fruto de labor, entonces qué he de elegir no sé. 23 Y angústiome por las dos cosas: el
anhelo teniendo de disolverme y con Cristo estar, pues muchísimo mejor(b); 24 pero el quedarme
en carne, más necesario por vosotros. 25 Y de esto confiado sé que quedaré, y quedaréme con todos
vosotros para vuestro adelanto y gozo de la fe; 26 a fin de que vuestra gloriación abunde en Cristo
Jesús, en mí, por mi presencia de nuevo, entre vosotros.

27 Sólo dignamente del Evangelio del Cristo conversad; para que, sea, viniendo y viéndoos, sea,
ausente, oiga lo acerca de vosotros: que os afirmáis en un espíritu, una alma, luchando por la fe del
Evangelio; 28 y que no os aterráis en nada por los adversarios; lo que es para ellos señal de
perdición, y para vosotros, de salud; y esto de(c) Dios; 29 porque a vosotros ha donado, cuanto a
Cristo: no sólo en él creer, sino también por él padecer; 30 el mismo conflicto teniendo, cual habéis
visto en mí y ahora oís en(d) mí.

21 a. Es.

23 b. Es.

28 c. Desde.

30 d. Oís que hay.


Epístola a los Filipenses
Capítulo 2
Ejemplo, humildad y gloria de Cristo.
Amar a imitación de Cristo
1 Si, pues,(a) alguna consolación en Cristo; si algún lenitivo de caridad; si alguna comunión de
espíritu; si algunas entrañas y conmiseraciones; 2 llenad mi gozo, para que lo mismo sintáis, la
misma caridad teniendo, unánimes, lo uno(b) sintiendo; 3 nada por emulación, nada por vanagloria;
sino con humildad, el uno al otro considerando superior a sí; 4 no a lo suyo cada cual mirando; sino
también a lo de los demás cada cual. 5 Pues esto sentid en vosotros lo que también en Cristo Jesús;
6 quien, en forma de Dios subsistiendo, no rapiña consideró el ser igual a Dios; 7 pero a sí mismo se
anonadó, forma de siervo tomando, en semejanza de hombres hecho y de condición hallado como
hombre; 8 humillóse a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual
también Dios le sobreexaltó y donóle un nombre, el sobre todo nombre; 10 para que, en el nombre
de Jesús, toda rodilla se doble de celestiales, y terrenales e infernales; 11 y toda lengua confiese que
Señor Jesucristo(c) en la gloria de Dios Padre. 12 Así que, amados míos, según siempre habéis
obedecido, no como en presencia mía sólo, sino ahora mucho más en ausencia mía, con temor y
temblor vuestra salud consumad. 13 Que Dios es el que obra en vosotros, y el querer y el obrar, por
el beneplácito(d). 14 Todo haced sin murmuración y vacilaciones; 15 a fin de haceros intachables e
íntegros, hijos de Dios, irreprensibles en medio de una generación torcida y depravada; entre
quienes lucís como lumbreras en el mundo; 16 palabra de vida reteniendo, en gloriación a mí, para
el día de Cristo; porque no en vano corrí; ni en vano me afané. 17 Empero, aunque soy libado(e)
sobre la hostia y culto de la fe vuestra,(f) gózome, y gózome con todos vosotros; 18 y asimismo,
vosotros gozaos y gozaos conmigo.

19 Y espero, en Señor Jesús, a Timoteo más presto enviaros, para también yo respirar, conociendo
lo acerca de vosotros. 20 Que a nadie tengo tan unánime(g); el cual noblemente lo acerca de
vosotros procure; 21 que casi todos lo suyo buscan, no lo de Jesucristo. 22 Y la prueba de él
conoced; de que, como a un padre un hijo, conmigo ha servido en el Evangelio. 23 A éste, por lo
tanto, espero enviar, cuando yo divisare(h) lo acerca de mí, al punto. 24 Y confío en Señor que
también yo mismo presto iré a vosotros. 25 Y necesario he creído, a Epafrodito, el hermano, y
cooperador, y conmilitón mío, y de vosotros apóstol, y ministro de la necesidad mía, enviar a
vosotros, 26 puesto que deseoso estaba él de todos vosotros y afligido, por esto: porque habíais oído
que había enfermado. 27 Pues también enfermado había de muerte; empero Dios apiadóse de él, y
no de él solamente, sino también de mí, para que no tristeza sobre tristeza yo tuviese. 28 Más
presurosamente, pues, le he enviado, para que, viéndole de nuevo, os gocéis, y yo menos triste esté.
29 Acogedle, pues, en Señor, con todo gozo, y a los tales en estima tened; 30 porque, por la obra de
Cristo, a la muerte se acercó, peligrando de alma(i), para suplir vuestra falta en mi ministerio(j).

1 a. Hay.

2 b. Una misma cosa.

11 c. Está.

13 d. Suyo.

17 e. En libación del holocausto.


f. Ella es la víctima sobre la cual y por la cual se inmola el apóstol.

20 g. Conmigo.

23 h. El fin de mi prisión: libertad o muerte; pues no podía carecer de los servicios de Timoteo.
30 i. Su vida.
j. Para atenderme.

Epístola a los Filipenses


Capítulo 3
Contra los falsos doctores
1 Por lo demás, hermanos míos, gozaos en Señor. Lo mismo(a) escribiros, a mí ciertamente, no
penoso, y a vosotros, seguro. 2 Mirad(b) los canes; mirad los malos obreros; mirad la mutilación(c).
3 Que nosotros somos la circuncisión, los que, en espíritu, a Dios servimos y nos gloriamos en
Cristo Jesús, y no en carne confiamos; 4 aunque yo tengo confianza aún en carne. Si algún otro cree
confiar en carne, yo más: 5 de circuncisión, de ocho días; de linaje de Israel; de tribu de Benjamín;
hebreo de hebreos; según ley, fariseo; 6 según celo, persiguiendo a la Iglesia; según justicia la en
ley, hecho irreprensible. 7 Empero, las cosas que me eran ganancias, éstas he creído, por el Cristo,
pérdida. 8 Empero, por lo tanto, también creo que todas las cosas pérdida son por la eminencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor; por quien todas las cosas he perdido, y creo basuras para a
Cristo ganar, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi justicia, la de ley, sino la por fe de Cristo, la de
Dios justicia en la fe; 10 para conocerle y la virtud de su resurrección y la comunión de sus
padecimientos, configurado con su muerte; 11 por si llego al resurgimiento el de entre muertos. 12
No que ya haya alcanzado yo(d) o ya perfeccionádome(e); pero en pos corro, por si también
prendo(f) en lo que he sido también aprehendido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no
pienso haber(g) aprehendido; una cosa empero:(h) ya a lo de atrás olvidando, ya a lo de adelante
tendiendo: 14 tras la meta lánzome al premio de la suprema vocación de Dios, en Cristo Jesús. 15
Cuantos, pues, perfectos(i), esto sintamos, y, si algo de otra manera sentís, también esto Dios os
revelará; 16 sólo que, a lo que hemos llegado(j) lo mismo sintamos, con regla andemos igual. 17
Coimitadores míos haceos, hermanos, y mirad a los que así caminan, según nos tenéis por ejemplar.
18 Que muchos caminan, de los que muchas veces os he dicho, y ahora también llorando digo; —
los enemigos de la cruz del Cristo; 19 cuyo fin, perdición; cuyo dios, el vientre, y la gloria, en la
vergüenza de ellos, los que lo terreno sienten. 20 Que nuestra conversación en los cielos es; de
donde también salvador aguardamos a Señor Jesucristo; 21 quien trasformará el cuerpo de la
humildad nuestra configurado al cuerpo de la gloria suya, según la operación con que puede
también someterse las cosas todas.

1 a. Que os he hablado.

2 b. Guardaos de...
c. Que circuncidándoos, no seáis del todo mutilado, arruinados.

12 d. Esto: la conformidad con Cristo.


e. Consumado la labor necesaria para alcanzarla.
f. La conformidad y resurrección, para la cual Cristo me ha cogido con su gracia en Damasco.

13 g. Lo.
h. Hago.

15 i. Somos, fuéremos.
16 j. Al estado, la doctrina, a que hemos llegado.

Epístola a los Filipenses


Capítulo 4
Conclusión
1 Así que, hermanos míos amados y deseados; gozo y corona mía, así estaos en Señor, amados. 2 A
Evodia exhorto y a Síntique exhorto a lo mismo sentir en Señor. 3 Sí; ruego también a ti, noble
compañero, acude a ellas(a); las que en el Evangelio han luchado a par de mí; también de Clemente
y los demás colaboradores míos; cuyos nombres, en libro de vida. 4 Gozaos en Señor siempre; otra
vez diré: gozaos, 5 Vuestra modestia(b) conózcase por todos los hombres: el Señor cerca(c). 6 Nada
os afanéis; sino en todo, por la oración y la plegaria, con agradecimiento, vuestras peticiones
manifiéstense ante Dios. 7 Y la paz de Dios, la que supera a todo entendimiento, custodiará vuestros
corazones y vuestras inteligencias en Cristo Jesús. 8 Por lo demás, hermanos, cuanto es verdadero;
cuanto, honesto; cuanto, justo; cuanto, casto; cuanto, amable; cuanto, bien afamado; si alguna virtud
y si alguna alabanza —esto pensad. 9 Y lo que habéis aprendido, y recibido, y oído y visto en mí,
esto haced; y el Dios de la paz será con vosotros. 10 Pero gocéme en Señor grandemente de que ya,
al fin, hayáis reflorecido para de mí cuidar, en lo cual también os cuidábais; pero os era inoportuno.
11 No que, en razón de penuria, lo diga; pues yo he aprendido, con lo que tengo, a contentarme. 12
Sé también humillarme(d); sé también abundar; en todo y en todas las cosas(e) iniciado estoy: y en
hartarme y hambrear; y abundar, y necesitar. 13 Todo puedo en el que me conforta. 14 Empero,
bellamente habéis hecho, comunicando al par con mi tribulación(f). 15 Y sabéis también vosotros,
filipenses, que en comienzo del Evangelio, cuando salí de Macedonia, Iglesia conmigo ninguna
comunicó, cuanto a donación y recepción, sino vosotros sólo; 16 porque también en Tesalónica, y
una y dos veces, para la necesidad, me mandasteis. 17 No que busque yo el don, sino busco el fruto,
el que abunda, en pro de vosotros. 18 Y tengo recibido todo, y abundo; heme llenado, recibiendo de
Epafrodito lo de vosotros, olor de fragancia, hostia acepta, grata a Dios. 19 Y mi Dios llenará toda
necesidad de vosotros, según su riqueza, en gloria, en Cristo Jesús. 20 Y al Dios y Padre nuestro la
gloria por los siglos de los siglos; amén. 21 Saludad a todo santo, en Cristo Jesús. Os saludan los
conmigo hermanos. 22 Os saludan todos los santos, y mayormente los de la del César casa. 23 La
gracia del Señor Jesucristo con vuestro espíritu. Amén.

3 a. A Evodia, Síntique, para avenirlas.

5 b. Moderación, temperancia.
c. Está.

12 d. Estar pobre, hambriento.


e. En todo y todo.

14 f. Tomando parte, socorriéndome en ella.


Epístola a los Colosenses
Capítulo 1

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios; y Timoteo, el hermano, 2 a los en Colosas,
santos y fieles hermanos en Cristo Jesús: gracia a vosotros y paz, de Dios, Padre nuestro y de Señor
Jesucristo.

3 Agradecemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, siempre por vosotros orando; 4 oyendo
vuestra fe en Cristo Jesús y la caridad que tenéis para con todos los santos, 5 por la esperanza, la
reservada a vosotros en los cielos; la que antes habéis oído en la palabra de la verdad del Evangelio,
6 la llegada a vosotros, así como también en todo el mundo está fructificando(a) y creciendo; así
como también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios, en verdad; 7
según aprendisteis de Epafrás, el amado consiervo nuestro, que es fiel para vosotros ministro del
Cristo; 8 que también nos ha manifestado la caridad vuestra en espíritu. 9 Por esto también
nosotros, desde el día que oímos, no cesamos, por vosotros orando y pidiendo que seáis llenos del
conocimiento de la voluntad suya, en toda sabiduría, e inteligencia espiritual; 10 para caminar
dignos del Señor, para toda complacencia, en toda obra buena fructificando 11 y creciendo en el
conocimiento de Dios, en toda fuerza fortalecidos, según la potencia de la gloria suya, para toda
paciencia y longanimidad, con gozo; 12 agradeciendo al Padre que nos ha capacitado para la
parte(b) de la herencia de los santos, en la luz; 13 quien nos libró de la potestad de las tinieblas y
trasladó al reino del Hijo del amor suyo; 14 en quien tenemos la redención: la remisión de los
pecados; 15 quien es imagen del Dios, el invisible, primogénito de toda criatura; 16 que en él
creado fue todo en los cielos y, sobre la tierra; lo visible y lo invisible, ora tronos, ora
dominaciones; ora principados, ora potestades: todo por él y para él ha sido creado; 17 y él es ante
todo; y todo en él susténtase. 18 Y él es la cabeza del cuerpo de la iglesia; el que(c) principio,
primogénito(d) de entre los muertos; para que se haga en todas las cosas él primando. 19 Porque en
él plugo que toda la plenitud(e) inhabitase; 20 y, por él, lo reconciliase todo consigo; pacificando
por la sangre de su cruz, ora lo sobre la tierra, ora lo en los cielos. 21 Y a vosotros, que un día erais
extraños y enemigos, por la mente, en las obras, las malas;— 22 pero ahora ya reconcilió en el
cuerpo de su carne, por la muerte, para presentaros santos e inmaculados, e irreprensibles faz a faz
de él; 23 si ya perseveráis en la fe fundados, y estables y no removibles de la esperanza del
Evangelio que oísteis, el que ha sido predicado en toda criatura, la bajo el cielo; del cual he sido yo,
Pablo, hecho ministro. 24 Ahora gózome en los padecimientos por vosotros, y lleno de mi parte(f)
las deficiencias de las tribulaciones del(g) Cristo en mi carne, por el cuerpo suyo, que es la iglesia;
25 de la cual he sido yo hecho ministro, según la dispensación de Dios, la dada a mí para con
vosotros, para cumplir(h) la palabra de Dios: 26 el misterio(i), el oculto desde los siglos y desde las
generaciones; —y ahora ha sido descubierto a sus santos; 27 a quienes quiso Dios manifestar cuál(j)
la riqueza de la gloria de este misterio, entre las gentes, el que es Cristo entre vosotros: la esperanza
de la gloria; 28 a quien nosotros anunciamos, amonestando a todo hombre y enseñando a todo
hombre en toda sabiduría, para presentar a todo hombre, perfecto en Cristo; 29 para lo cual también
me fatigo lidiando, según la operación suya, la que obra en mí, en poder.

6 a. El evangelio.

12 b. Participación.

18 c. Es.
d. Reengendrado por la resurrección, para resucitar a sus hermanos.

19 e. De todo.

24 f. Lleno del todo de mi parte, a porfía, lo que me falta de tribulaciones que sufrir por Cristo.
g. Cumplida está por él la pasión de Cristo; pero no la de su cuerpo místico, la Iglesia; cuyas
tribulaciones van llenando, para recíproca utilidad, su tesoro.

25 h. Anuncia plenamente.

26 i. De Cristo.

27 j. Sea.

Epístola a los Colosenses


Capítulo 2

1 Pues, quiero sepáis cuán grande solicitud tengo por vosotros y los de Laodicea, y cuantos no han
visto mi rostro en carne; 2 para que se consuelen sus corazones, instruidos en caridad y para toda la
riqueza de la plenitud de la inteligencia, en conocimiento del misterio de Dios Padre y Cristo; 3 en
quien están todos los tesoros de la sabiduría y ciencia ocultos. 4 Y esto digo, para que nadie os
paralogice en argucias. 5 Pues, aunque, con la carne estoy ausente; empero, con el espíritu, con
vosotros estoy, gozándome y viendo vuestro orden y la firmeza de vuestra, en Cristo, fe. 6 Como,
pues, recibisteis a Cristo Jesús, el Señor, en él caminad, 7 radicándoos y sobreedificándoos en él, y
afianzándoos por la fe, según habéis aprendido, abundando, en él, en agradecimiento. 8 Mirad,
nadie haya que os prenda por la filosofía y vana falacia, según la tradición de los hombres, según
los principios del mundo, y no según Cristo; 9 porque en él inhabita toda la plenitud de la divinidad
corporalmente; 10 (y estáis en él llenos) el que es la cabeza de todo principado y potestad; 11 en
quien también habéis sido circuncidados con circuncisión no hecha a mano en despojo del cuerpo
de la carne; en la circuncisión del Cristo, 12 consepultados con él en el bautismo; en quien también
conresucitasteis por la fe de la operación de Dios, el que le resucitó de entre los muertos. 13 Y a
vosotros, muertos estando en las caídas y el prepucio(a) de la carne vuestra, convivificó con él,
condonándonos todas las caídas; 14 borrando la a nosotros adversa escritura(b) con los decretos,
que nos era contraria; y, quitándola del medio, clavóla en la cruz; 15 despojando, a los principados y
las potestades, exhibió confiadamente, triunfando de ellos en sí mismo. 16 Nadie, pues, os juzgue
en comida o en bebida, o en punto a fiesta o novilunio, o sábados; 17 cosas que son sombra de lo
futuro; pero el cuerpo(c) del Cristo. 18 Nadie os condene(d) complacido(e) en humildad y culto de
los ángeles; lo que no ha visto, usurpando, en vano inflándose por la mente de su carne; 19 y no
ateniéndose a la cabeza(f); de la cual todo el cuerpo, por los nexos y articulaciones suministrado(g)
y conglomerado, crece con el crecimiento de Dios. 20 Si habéis muerto con Cristo a los elementos
del mundo ¿por qué, cual si vivieseis en el mundo, se os enseña: 21 «No toques(h); no gustes(i); no
palpes(j)»? 22 (las cuales cosas son todas para ruina, con el uso) según los mandamientos y
enseñanzas de los hombres; 23 cosas que apariencia ciertamente tienen de sabiduría, en culto
voluntario(k), y humildad y despiedad con el cuerpo; no en honra alguna, para hartura de la carne.

13 a. Incircuncisión = desenfreno.

14 b. Documento escrito, ley sancionada, con sus decretos de muerte y rigor; la ley antigua,
mosaica.

17 c. La realidad es el cuerpo, la verdad de Cristo.

18 d. Adjudique el premio del certamen: os lo quite.


e. Calculadamente; afectando humildad y culto supersticioso de los ángeles; arrogándose
revelaciones.

19 f. Cristo.
g. Vivificado.

21 h. Cadáveres ni cosas impuras.


i. Carne porcina y otras impuras.
j. Mujer. —La secta novadora y adoradora de ángeles proscribía todas estas cosas y reducía el
cuerpo y la naturaleza humana al último extremo.

23 k. Personal, antojadizo. Esta secta pretexta sabiduría, humildad, mortificación; pero no hartando,
no dando a la carne lo suyo, la deshonra y destruye.

Epístola a los Colosenses


Capítulo 3

1 Si habéis, pues, conresucitado en Cristo, lo de arriba buscad; donde el Cristo está en diestra de
Dios sentado; 2 lo de arriba pensad, no lo sobre la tierra. 3 Que habéis muerto, y la vida vuestra
escondida está, con el Cristo, en Dios. 4 Cuando el Cristo se manifestare: la vida vuestra, entonces
también vosotros, con él, manifestados seréis en gloria. 5 Mortificad, pues, los miembros vuestros,
los sobre la tierra: ramería, impureza, pasión(a), apetito malo y la avaricia; la que es idolatría; 6 por
las cuales cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de la inobediencia(b); 7 en las cuales también
vosotros caminasteis un día cuando vivíais en éstas. 8 Pero ahora ya deponedlo también vosotros
todo: ira, enojo, malicia, blasfemia, torpe habla de la boca vuestra. 9 No mintáis unos a otros,
desvistiéndoos del viejo hombre con sus obras; 10 y vistiéndoos del nuevo, el que es renovado, en
conocimiento, según la imagen del que le creó; 11 donde no hay heleno y judío, circuncisión y
prepucio, bárbaro, escita, siervo y libre, sino el todo y en todo, Cristo. 12 Vestíos, pues, como
elegidos de Dios, santos y amados, entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre,
longanimidad; 13 sobrellevando unos a otros y condonándoos, si alguno contra alguno tuviere
queja; tal como también el Señor ha condonado a vosotros, así también vosotros; 14 y sobre todo
esto, la caridad(c), la que es lazo de la perfección. 15 Y la paz del Cristo triunfe en vuestros
corazones; a la cual también fuisteis llamados en un cuerpo; y gratos(d) haceos. 16 La palabra del
Cristo inhabite en vosotros ricamente, en toda sabiduría, enseñando y Cor. 10,31. amonestándoos,
con salmos, himnos y cantares espirituales, en la gracia cantando, en vuestros corazones, a Dios. 17
Y todo lo que hiciereis en palabra o en obra, todo, en nombre de Señor Jesucristo; agradeciendo al
Dios y Padre, mediante él.

18 Las mujeres, sujetaos a los maridos; cual conviene en Señor. 19 Los maridos, amad a las
mujeres, y no os amarguéis para con ellas. 20 Los hijos, obedeced a los padres en todo; que esto
bien placiente es en Señor. 21 Los padres, no irritéis a los hijos vuestros, para que no se apoquen. 22
Los siervos, obedeced en todo a los carnales amos; no en servicio al ojo, como a hombres
placiendo, sino en simplicidad de corazón, temiendo al Señor; a 23 lo que hiciereis, de alma obrad,
cual para el Señor; y no para hombres; 24 sabiendo que de Señor recibiréis la remuneración de la
herencia: al Señor Cristo servid. 25 Pues el que prevarica, recibirá lo que prevaricó; y no hay
acepción de personas.

5 a. Padecimiento inmatural = sodomía.


6 b. Infidelidad.

14 c. Tened.

15 d. A todos = benéficos.

Epístola a los Colosenses


Capítulo 4

1 Los amos, lo justo y la igualdad a los siervos tribuid, sabiendo que también vosotros tenéis amo
en el cielo.

2 En la oración perseverad, velando en ella, en agradecimiento; 3 orando a la vez también por


nosotros, para que Dios nos abra puerta de la palabra, para hablar el misterio del Cristo; por lo que
también atado estoy; 4 a fin de Efes. 5, 15 manifestarlo según debo hablar. 5 En sabiduría caminad
con los de fuera, la ocasión redimiendo. 6 La palabra vuestra, siempre en gracia, con sal sazonada,
que sepáis cómo debéis a cada uno responder. 7 Lo acerca de mí, todo os noticiará Tíquico, el
amado hermano, y fiel ministro y consiervo en Señor; 8 a quien he enviado a vosotros a esto mismo,
para que conozcáis lo acerca de nosotros y él consuele los corazones vuestros; 9 con Onésimo, el
fiel y amado hermano; que es de entre vosotros; todo os noticiarán lo de acá. 10 Os saluda
Aristarco, el concautivo mío, y Marco, el primo de Bernabé, acerca del cual habéis recibido
recomendaciones (cuando viniere a vosotros, recibidle) 11 y Jesús, el que es llamado Justo; los que
son de circuncisión: éstos solos(a) cooperadores para el reino de Dios; los que se me han hecho
consuelo. 12 Salúdaos Epafrás, el de entre vosotros, siervo de Cristo Jesús, siempre esforzándose
por vosotros en las oraciones, para que os estéis perfectos y plenamente confirmados en toda
voluntad de Dios. 13 Porque testifícoos que tiene mucho trabajo por vosotros, y los de Laodicea y
los de Hierápolis. 14 Salúdaos Lucas, el médico, el amado, y Demas. 15 Saludad a los de Laodicea
hermanos, y a Ninfas y la de su casa iglesia. 16 Y, cuando se hubiere leído ante vosotros la epístola,
haced que también en la de los laodicenos iglesia se lea; y la(b) de Laodicea, que vosotros también
leáis. 17 Y decid a Arquipo: «Mira el ministerio que has recibido en Señor, para que le cumplas». 18
El saludo de mi mano —de Pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia con vosotros.

11 a. Son mis.

16 b. Que ha llegado a mí.


Epístola Primera a los Tesalonicenses
Capítulo 1

1 Pablo, y Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor


Jesucristo. Gracia a vosotros y paz. 2 Agradecemos a Dios siempre por vosotros, memoria de
vosotros haciendo en las oraciones nuestras, incesantemente; 3 memorando vuestra obra de la fe y
del trabajo de la caridad y la paciencia de la esperanza de nuestro Señor Jesucristo delante de Dios y
Padre nuestro; 4 sabiendo, hermanos amados de Dios, la elección vuestra: 5 que el Evangelio
nuestro no fue a vosotros en palabra sólo, sino también en poder, y Espíritu Santo, y en plena
confirmación mucha, según sabéis cuáles fuimos entre vosotros, por vosotros. 6 Y vosotros
imitadores nuestros os hicisteis; y del Señor, recibiendo la palabra en tribulación mucha, con gozo
de Espíritu Santo; 7 hasta haceros vosotros modelo a todos los creyentes de la Macedonia y de la
Acaya. 8 Que de vosotros resonó la palabra del Señor, no sólo en la Macedonia y en la Acaya; sino
que en todo lugar de la fe vuestra, la para con Dios, ha salido; tal que necesidad no tenemos de
hablar cosa alguna; 9 pues ellos, de nosotros anuncian cuál entrada tuvimos a vosotros, y cómo os
convertisteis a Dios, de los ídolos, a servir al Dios viviente y verdadero; 10 y a aguardar al Hijo
suyo de los cielos; al que resucitó de los muertos; a Jesús, al que nos salva de la ira, la que viene.

Epístola Primera a los Tesalonicenses


Capítulo 2

1 Que vosotros mismos sabéis, hermanos, la entrada nuestra, la a vosotros: que no vana ha sido; 2
sino que, antes padeciendo y ultrajados, según sabéis, en Filipos, libremente obramos en el Dios
nuestro para hablar a vosotros el Evangelio de Dios en mucha lid. 3 Que la exhortación nuestra, no
de descamino, ni de impureza, ni en dolo; 4 sino que, según hemos sido probados por Dios para
confiársenos el evangelio; así hablamos, no como a hombres placiendo, sino a Dios, el que prueba
los corazones nuestros. 5 Porque, ni alguna vez en palabra de adulación hemos estado, según sabéis;
ni en pretexto de avaricia (¡Dios testigo!); 6 ni buscando de hombres gloria: ni de vosotros, ni de
otros; 7 pudiendo en gravamen estar cual de Cristo apóstoles; empero nos hicimos infantes en
medio de vosotros; cual una nodriza calienta a sus hijos; 8 así, ansiándoos, nos complacemos en
comunicaros, no sólo el Evangelio de Dios, sino también las almas(a) nuestras, por esto: porque
amados a nosotros os habéis hecho. 9 Memorad, pues, hermanos, la fatiga nuestra y el afán: noche y
día trabajando por no gravar a alguno de vosotros, hemos predicado a vosotros el Evangelio de
Dios. 10 Vosotros testigos y Dios, de cuán santa, y justa e irreprensiblemente con vosotros, los
creyentes, hemos estado; 11 según que sabéis: cómo a cada uno de vosotros como un padre a sus
hijos, exhortándoos y consolando; 12 y testificando que caminéis dignos de Dios, el que os llama a
su reino y gloria. 13 Por esto también nosotros agradecemos a Dios incesantemente que, recibiendo
palabra de oída, de nosotros, de Dios, acogisteis, no palabra de hombres, sino, según es
verdaderamente, palabra de Dios; la que también obra en vosotros, los creyentes. 14 Que vosotros
imitadores os hicisteis, hermanos, de las iglesias de Dios las que hay en la Judea, en Cristo Jesús,
porque las mismas cosas habéis padecido también vosotros de los propios connacionales; según que
también nosotros mismos, de los judíos; 15 de los que también al Señor mataron: a Jesús y a los
profetas; y a nosotros han lanzado fuera; y a Dios no agradando, y de todos los hombres
adversarios; 16 estorbándonos a las gentes hablar a fin de que se salven, para colmar sus pecados
siempre; y ha llegado sobre ellos la ira hasta el fin. 17 Pero nosotros hermanos, huérfanos de
vosotros a tiempo de hora(b), con rostro, no con corazón, más abundantemente nos hemos
apresurado el rostro de vosotros a ver, en mucho anhelo. 18 Por esto: porque quisimos ir a vosotros,
yo, por cierto, Pablo, y una y dos veces; pero se nos atravesó Satanás. 19 Pues ¿cuál nuestra
esperanza, o gozo, o corona de gloriación; o no ya también vosotros, delante de nuestro Señor
Jesucristo, en su parusia(c)? 20 Que vosotros sois la gloria nuestra y el gozo.

8 a. Vidas.

17 b. Por una hora; por breve tiempo.

19 c. Advenimiento, venida segunda.

Epístola Primera a los Tesalonicenses


Capítulo 3

1 Por lo cual, no ya sufriendo, plúgonos ser dejados en Atenas solos; 2 y hemos enviado a Timoteo,
el hermano nuestro y ministro de Dios en el Evangelio del Cristo, para confirmaros y exhortar sobre
vuestra fe; 3 para que nadie se conturbe en estas tribulaciones; que vosotros mismos sabéis que a
eso puestos estamos. 4 Porque también, cuando con vosotros estábamos, os predijimos que hemos
de ser atribulados; así como también sucedió, y sabéis. 5 Por esto también yo, ya no sufriendo,
envié a conocer vuestra fe, no fuese que os hubiera tentado el que tienta; y vana se haga nuestra
fatiga. 6 Mas, acabando de venir Timoteo a nosotros de vosotros y bien anunciándonos(a) la fe y la
caridad de vosotros, y que tenéis memoria de nosotros buena siempre, anhelando vernos; tal como
también nosotros a vosotros; 7 por esto, nos hemos consolado, hermanos, en vosotros, en toda la
necesidad y tribulación nuestra, por vuestra fe; 8 pues ahora vivimos, si vosotros os estáis en Señor.
9 Pues ¿qué agradecimiento podemos a Dios retribuir por vosotros, en todo el gozo que gozamos,
por vosotros, delante de nuestro Dios, 10 noche y día sobreexcesivamente pidiendo por ver vuestro
rostro, y perfeccionar las deficiencias de la fe vuestra? 11 Y el mismo Dios y Padre nuestro y el
Señor nuestro Jesucristo enderece del todo el camino nuestro a vosotros. 12 Y a vosotros, el Señor
multiplique, y replete en la caridad a los unos para con los otros y para con todos; tal como también
nosotros para con vosotros; 13 para confirmar los corazones vuestros, irreprensibles, en santidad
delante del Dios y Padre nuestro, en la parusia del Señor nuestro Jesucristo, con todos sus santos.

6 a. Dándonos la buena nueva.

Epístola Primera a los Tesalonicenses


Capítulo 4

1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en Señor Jesús, a que, según habéis recibido
de nosotros cómo debéis caminar y agradar a Dios; según esto también caminéis para abundar más.
2 Pues sabéis qué mandamientos os hemos dado por el Señor Jesús. 3 Pues ésta es la voluntad de
Dios: la santificación vuestra: que os abstengáis de la ramería; 4 que sepa cada uno de vosotros su
vaso poseer en santificación y honor; 5 no en pasión de concupiscencia, tal como también las gentes
las que no conocen a Dios; 6 que no suplante y defraude en el negocio a su hermano; por esto:
porque vengador Señor de todas estas cosas; según también antes os dijimos y conjuramos. 7 Que
no nos llamó Dios para impureza, sino en santificación. 8 Por lo tanto, el que desprecia(a), no a
hombre desecha, sino a Dios, el que os ha dado su Espíritu, el Santo, en vosotros. 9 Y, cuanto al
amor fraterno, necesidad no tenemos de escribiros; que vosotros mismos de Dios enseñados(b) sois
para amaros unos a otros. 10 Pues que lo hacéis para con todos los hermanos, los de toda la
Macedonia. Pero os exhortamos, hermanos, a abundar más, 11 y a rivalizar en sosegaros y hacer las
cosas propias y trabajar con vuestras manos; según os hemos preceptuado, 12 a fin de que caminéis
noblemente ante los de fuera y de nada necesidad tengáis.

13 Y no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de los que duermen, para que no os contristéis, tal
como también los demás, los que no tienen esperanza. 14 Pues, si creemos que Jesús murió y
resucitó; —así también Dios a los que han dormido por Jesús, traerá con él. 15 Que esto os decimos
en palabra de Señor: que nosotros los que vivimos(c) los que somos dejados para la parusia del
Señor, no nos adelantaremos, no, a los que durmieron; 16 porque el mismo Señor en mandato, en
voz de arcángel y en trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resurgirán
primero; 17 después nosotros, los que vivimos, los que somos dejados, seremos a una con ellos
arrebatados, en nubes, al encuentro del Señor, por el aire; y así siempre con Señor estaremos. 18 Así
que, consolaos unos a otros en estas palabras.

8 a. Estas cosas.

9 b. Teodidactos.

15 c. Los hombres como nosotros que entonces vivieren.

Epístola Primera a los Tesalonicenses


Capítulo 5
Incierto es el día del Señor
1 Y, cuanto a los tiempos y los momentos, hermanos, no tenéis necesidad de que se os escriba; 2 que
vosotros mismos exactamente sabéis que el día de Señor, como ladrón de noche, así viene. 3
Cuando dijeren: «Paz y seguridad», entonces súbita viene sobre ellos la perdición, así como el
dolor(a) a la que en vientre tiene; y no se evadirán, no. 4 Y vosotros, hermanos, no estáis en
tinieblas, para que el día, como ladrón, arrebate; 5 que todos vosotros hijos de luz sois e hijos de
día; no somos de noche ni de tinieblas. 6 Luego, pues, no durmamos, cual también los demás, sino
velemos y temperémonos. 7 Pues, los que duermen, de noche duermen; y, los que se embriagan, de
noche se embriagan; 8 mas nosotros, de día siendo, temperémonos, vistiendo coraza de fe y caridad,
y yelmo: esperanza de salvación; 9 que no nos ha puesto Dios para ira, sino para adquisición de
salud, por nuestro Señor Jesucristo; 10 el que murió por nosotros, para que, sea velemos, sea
durmamos, juntamente con él vivamos. 11 Por lo cual exhortaos unos a otros, y edificad uno al otro,
según que también hacéis. 12 Y os rogamos, hermanos, que conozcáis a los que se fatigan en
vosotros y os presiden en Señor, y os amonestan; 13 y los estiméis sobreabundantemente en caridad,
por la obra de ellos. Paz tened entre vosotros. 14 Y os exhortamos, hermanos: amonestad a los
desordenados; alentad a los pusilánimes; sostened a los débiles; longanimaos para con todos. 15
Ved que nadie mal por mal a alguno retorne; sino, siempre tras lo bueno corred, y unos para con
otros y para con todos. 16 Siempre alegraos; 17 incesantemente orad; 18 en todo agradeced; que
ésta, voluntad de Dios en Cristo Jesús para con vosotros. 19 El espíritu no apaguéis(b); 20
profecías(c) no menospreciéis; 21 todo probad; lo bello, retened. 22 De toda especie(d) mala,
absteneos. 23 Y el mismo Dios de la paz santifíqueos todo perfectos; e íntegro el espíritu vuestro, y
el alma, y el cuerpo irreprensiblemente en la parusia de nuestro Señor Jesucristo se conserven. 24
Fiel, quien os llama, el que también hará(e). 25 Hermanos, orad por nosotros. 26 Saludad a los
hermanos todos en ósculo santo. 27 Conjúroos por el Señor que se lea la epístola a todos los santos
hermanos. 28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo con vosotros.

3 a. Puerperal.

19 b. No contrariéis las mociones del espíritu bueno.

20 c. Impulsos proféticos de los fieles.

22 d. Que aparezca como malo, que pueda escandalizar.

24 e. Lo hará todo esto.


Epístola Segunda a los Tesalonicenses
Capítulo 1

1 Pablo y Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios, Padre nuestro, y Señor
Jesucristo. 2 Gracia a vosotros y paz, de Dios, Padre nuestro, y Señor Jesucristo.

3 Agradecer debemos a Dios siempre por vosotros, hermanos, según justo es, porque lozanea
vuestra fe y abunda la caridad de cada cual de todos vosotros, unos para con otros; 4 de suerte que
nosotros mismos en vosotros mucho nos gloriamos, en las iglesias de Dios, de la paciencia vuestra y
fe en todas las persecuciones vuestras y las tribulaciones que toleráis: 5 ejemplo del justo juicio de
Dios(a) para que se os digne del reino de Dios; por el cual también padecéis; 6 si ya(b) justo ante
Dios retribuir a los que os atribulan, tribulación, 7 y a vosotros los que sois atribulados, reposo con
nosotros en la revelación del Señor Jesús, desde el cielo, con ángeles de su poder, 8 en fuego de
llama dando él venganza a los que no saben a Dios y a los que no obedecen al Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo; 9 los cuales pena pagarán: perdición eterna desde(c) la faz del Señor y desde la
gloria de su virtud; 10 cuando viniere a ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que
creyeron; pues creído(d) fue el testimonio nuestro sobre vosotros(e) en aquel día. 11 Para lo cual
también oramos siempre por vosotros, para que os digne del llamamiento el Dios nuestro y llene
todo beneplácito de bondad, y obra de fe en poder; 12 para que sea glorificado el nombre de nuestro
Señor Jesucristo en vosotros, y vosotros, en él, según la gracia del Dios nuestro y Señor Jesucristo.

5 a. Manifiesta Dios su justicia en los padecimientos de los buenos, evidenciando la existencia y


felicidad de la vida futura, donde son premiados.

6 b. Es; a fe que es.

9 c. Ante y por.

10 d. Por vosotros.
e. Nuestra predicación a vosotros.

Epístola Segunda a los Tesalonicenses


Capítulo 2

1 Y os rogamos, hermanos, por la parusia de nuestro Señor Jesucristo y la reunión nuestra a él: 2
que no pronto os mováis del entender(a), ni os intimidéis, ni por espíritu(b), ni por palabra, ni por
epístola, como nuestra: como que próximo esté el día del Señor. 3 Nadie os seduzca de ninguna
manera; porque, si no viniere la apostasía primero, y se revelare el hombre de la iniquidad, el hijo
de la perdición; 4 el que se opone, y levanta sobre todo el que se dice Dios o numen; hasta él en el
templo de Dios asentarse, manifestándose a sí mismo que es Dios(c)— 5 ¿No recordáis que, todavía
estando con vosotros, esto yo os decía? 6 Y ahora lo que detiene(d), sabéis, para que él se revele en
el tiempo suyo. 7 Pues el misterio ya se obra de la iniquidad; sólo que el que detiene, ahora(e), hasta
que del medio sea quitado. 8 Y entonces revelaráse el inicuo; a quien el Señor Jesús arrebatará con
el aliento de su boca, y desvanecerá con la manifestación de su parusia; 9 cuya parusia es, según(f)
operación de satanás en toda virtud, y señales y prodigios mentidos; 10 y en todo engaño de
injusticia para los que perecen; por cuanto la caridad de la verdad no abrazaron para salvarse. 11 Y
por esto envíales Dios operación de descarrío para que crean a la mentira; 12 para que sean
juzgados todos los que no creyeron a la verdad, sino complacieron a la injusticia. 13 Mas nosotros
debemos agradecer a Dios siempre por vosotros, hermanos amados de Señor, porque os eligió Dios
primicias para salvación en santificación de espíritu y fe de verdad; 14 para lo cual también os
eligió por el Evangelio nuestro, para consecución de gloria de nuestro Señor Jesucristo. 15 Luego,
pues, hermanos, afirmaos, y retened las tradiciones que se os han enseñado; sea de palabra sea por
epístola nuestra. 16 Y el mismo Señor nuestro Jesucristo y el Dios y Padre nuestro; el que nos amó
y dio consolación eterna y esperanza buena en gracia; 17 consuele vuestros corazones y confirme en
toda obra y palabra buena.

2 a. De lo que entendéis, creéis.


b. Revelación.

4 c. No vendrá el día del Señor.

6 d. Lo que le detiene; para que sea revelado; lo que falta, lo que ha de preceder a su aparición.

7 e. Está, existe. Ha empezado ya el misterio de la iniquidad: la misteriosa apostasía. Ella detiene al


anticristo, mientras ella dure, no vendrá.

9 f. A medida de... adecuada a...

Epístola Segunda a los Tesalonicenses


Capítulo 3

1 Por lo demás, orad, hermanos, por nosotros, para que la palabra de Dios corra y se glorifique; así
como también entre vosotros, 2 y para que se nos libre de los importunos y malos hombres; pues no
de todos, la fe. 3 Pero fiel es el Señor, que os confirmará y guardará de lo malo. 4 Y confiamos en
Señor, cuanto a vosotros, que, lo que hemos mandado, y hacéis y haréis. 5 Y el Señor enderece
vuestros corazones a la caridad de Dios y paciencia del Cristo. 6 Y os mandamos, hermanos, en
nombre del Señor nuestro Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que desordenadamente
anduviere, y no según la doctrina que recibieron de nosotros. 7 Que vosotros mismos sabéis cómo
es menester imitarnos, pues no nos hemos desordenado entre vosotros; 8 ni gratuitamente pan
comido de alguno, sino en fatiga y afán, noche y día trabajando, para no gravar a alguno de
vosotros; 9 no, porque no tengamos potestad, sino porque a nosotros mismos por ejemplar diésemos
a vosotros que imitar. 10 Pues también, cuando estábamos entre vosotros, esto os preceptuamos:
que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11 Pues oímos que algunos caminan entre vosotros
desordenadamente, nada trabajando, sino ocioseando. 12 Y a los tales preceptuamos y exhortamos,
en Señor Jesucristo, a que, con quietud trabajando, su pan coman. 13 Y vosotros, hermanos, no
desmayéis bellamente haciendo. 14 Y, si alguien no obedece a la palabra nuestra por la epístola, a
éste señalad, y no os mezcléis con él, para que se avergüence; 15 y, no como enemigo consideréis,
sino amonestad como a hermano. 16 Y el mismo Señor de la paz déos paz siempre, dondequiera. El
Señor con todos vosotros. 17 El saludo de la mano mía: de Pablo; que es señal en toda epístola; así
escribo. 18 «La gracia de nuestro Señor Jesucristo con todos vosotros».
Epístola Primera a Timoteo
Capítulo 1

1 Pablo, apóstol de Jesucristo, según ordenación de Dios, salvador nuestro, y de Cristo Jesús, la
esperanza nuestra, 2 a Timoteo, nativo hijo de la fe: Gracia, misericordia, paz de Dios Padre y
Cristo Jesús, el Señor nuestro.

3 Según te rogué quedaras en éfeso, al partir yo a Macedonia, para que preceptuases a algunos no
disidentemente enseñar, 4 ni atender a fábulas y genealogías interminables(a); las que disquisiciones
ofrecen más bien que dispensación de Dios, la en fe;(b) 5 y el fin de la preceptuación es caridad de
puro corazón y conciencia buena y fe infingida; 6 de lo que algunos desacertando, convirtiéronse a
vaniloquio; 7 queriendo ser legisdoctores, no entendiendo ni lo que dicen, ni lo que aseguran. 8 Y
sabemos que hermosa la ley, si uno de ella legítimamente usa; 9 sabiendo esto: que para justo ley no
está puesta, pero para ilegales e insubordinados, impíos y pecadores, facinerosos e inmundos,
parricidas y matricidas, homicidas, 10 rameros, sodomitas, plagiarios, embusteros, perjuros; y si
alguna otra cosa a la sana doctrina repugna, 11 según el Evangelio de la gloria del bienaventurado
Dios, que ha sido confiado a mí. 12 Gracias doy al que me ha confortado: Cristo Jesús, el Señor
nuestro, porque fiel me juzgó, poniendo en ministerio 13 al que antes era blasfemo, y perseguidor y
ultrajador; empero compadecióseme, porque, ignorando, hice en infidelidad; 14 y sobreabundó la
gracia de nuestro Señor con fe y amor el en Cristo Jesús. 15 Fiel la palabra y de toda aceptación
digna: que Cristo Jesús vino al mundo, pecadores a salvar; de los que el primero soy yo; 16 mas por
esto compadecióseme, por que en mí primero manifestara Cristo Jesús, la omnímoda longanimidad,
para dechado de los que han de creer en él, para vida eterna. 17 Y al rey de los siglos, incorruptible,
invisible, a sólo Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos; amén. 18 Este precepto
encomiéndote, hijo Timoteo, según precedentes, relativas a ti profecías(c), para que milites en(d)
ellas la hermosa milicia; 19 teniendo fe y buena conciencia; la cual algunos repeliendo, acerca de la
fe han naufragado; 20 de los cuales es Himeneo y Alejandro; a quienes he entregado a Satanás, para
que aprendan a no blasfemar.

4 a. Tradiciones y genealogías talmúdicas de los judíos.


b. Así también ahora.

18 c. Revelaciones, sobre tu elección; como solía haberlas en la primitiva iglesia.


d. Según.

Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 2

1 Exhorto, pues, ante todo, a que se hagan plegarias, oraciones, peticiones, agradecimientos por
todos los hombres; 2 por reyes y todos los que en eminencia están, para que placentera y tranquila
vida pasen en toda piedad y honestidad. 3 Que esto, hermoso y acepto a faz del salvador de
nosotros, Dios; 4 quien todos los hombres quiere se salven y a conocimiento de verdad vengan. 5
Que uno, Dios; uno también medianero de Dios y hombres, hombre Cristo Jesús; 6 el que se dio
rescate por todos: el testimonio en tiempos propios(a), 7 para lo cual he sido puesto yo predicador y
apóstol (verdad digo; no miento), maestro de gentes en fe y verdad. 8 Quiero, pues, oren los
hombres en todo lugar, alzando piadosas manos, sin ira ni disputa; 9 asimismo también mujeres, en
vestuario ornado(b), con pudor y moderación órnense; no en trenzados, u oro, o perlas o vestimenta
muy costosa; 10 sino lo que cuadra a mujeres que profesan timoratez, por obras buenas. 11 La
mujer en sosiego aprenda, en toda sumisión; 12 y que enseñe mujer no permito, ni que domine al
marido, sino que esté en sosiego. 13 Pues Adán primero fue formado; después, Eva. 14 Y Adán no
fue engañado; pero la mujer engañada en transgresión vino a ser. 15 Pero se salvará por el
engendramiento de hijos, —si permaneciere en fe y caridad y santificación con temperancia.

6 a. La redención en tiempos fijados por Dios, atestigua la misericordia y el llamamiento de todos a


la vida eterna.

9 b. Decente y modesto.

Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 3

1 Fiel(a) la palabra: Si alguno episcopado pretende, bella obra anhela. 2 Debe, pues, el obispo
irreprensible ser, de una(b) mujer marido, sobrio, prudente, decoroso, hospitalario, enseñador(c); 3
no vinolento, percusor, sino benigno, incontencioso, desamante del dinero, 4 a la propia casa
bellamente presidiendo, hijos teniendo en sumisión, con toda honestidad; 5 (pero si a la propia casa
presidir no sabe ¿cómo de iglesia de Dios cuidará?) 6 no un neófito(d), para que no, inflado, en
juicio caiga del diablo; 7 Y debe él también testimonio bello tener de los de fuera, para que no en
vituperio caiga y lazo del diablo. 8 Los diáconos(e) asimismo honestos(f), no bilingües, no a vino
mucho dándose, no torpes logreros; 9 teniendo el misterio de la fe en pura conciencia. 10 Y también
éstos probados sean primero; después ministren, irreprensibles siendo. 11 Las mujeres asimismo
honestas, no detractoras, sobrias, fieles en todo. 12 Diáconos sean de una mujer maridos, a hijos
bellamente presidiendo y a las propias casas. 13 Pues los que bellamente ministraren, grada(g) para
sí bella ganan y mucha libre habla(h) en la fe, la en Cristo Jesús. 14 Esto te escribo, esperando venir
a ti en breve; 15 y, si tardare, para que sepas cómo se debe en casa de Dios conversar; la que es
iglesia del Dios viviente, columna y sostén de la verdad. 16 Y convenidamente(i) grande es el de la
piedad(j) misterio; que manifestado fue en carne, justificado en espíritu(k), visto de ángeles,
predicado entre gentes, creído en el mundo, asumido en gloria(l).

1 a. Digna de fe.

2 b. Sola.
c. Idóneo para enseñar.

6 d. Sea el obispo.

8 e. Ministros.
f. Deben ser.

13 g. De la escala del honor.


h. Libertad de hablar, enseñar, reconvenir.

16 i. En que todos convienen.


j. Divina de la redención.
k. Divino.
l. El misterio, la aparición: Cristo.

Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 4

1 Y el Espíritu expresamente dice que en los postrimeros tiempos apostatarán algunos de la fe,
atendiendo a espíritus falaces y doctrinas de demonios, 2 en hipocresía habladores de embustes,
cauterizados(a) en la propia conciencia; 3 que prohiben casarse; —abstenerse(b) de manjares que
Dios crió en comida, con agradecimiento, para los fieles y que han conocido la verdad. 4 Que toda
criatura de Dios, bella, y nada desechable lo que, con agradecimiento, se toma; 5 porque es
santificado por palabra de Dios y oración. 6 Esto preceptuando a los hermanos, bello serás ministro
de Cristo Jesús, nutriéndole con las palabras de la fe y de la bella doctrina, a la que han seguido. 7
Pero las profanas y aniles fábulas rechaza; y ejercítate en la piedad. 8 Pues el corporal ejercicio para
poco es provechoso; pero la piedad para todo provechosa es, promesa teniendo de vida de la de
ahora y de la venidera. 9 Fiel la palabra y de toda aceptación digna. 10 Pues por esto nos fatigamos
y vituperados somos, porque hemos creído en Dios viviente; quien es salvador de todos hombres,
mayormente de los fieles. 11 Manda esto y enseña. 12 Nadie tu juventud menosprecie, en conducta,
en caridad, en fe, en castidad. 13 Mientras vengo, atiende a la lectura(c), a la exhortación, a la
enseñanza. 14 No descuides el, en ti, carisma, que se te dio, por profecía(d), con imposición de las
manos del presbiterio. 15 Esto medita; en esto está, porque tu aprovechamiento manifiesto sea a
todos. 16 Atiende a ti y a la doctrina; persiste en ello; que esto haciendo, y a ti mismo salvarás y a
los que te oyen.

2 a. Marcados con marca de fuego.

3 b. Que mandan abstenerse.

13 c. Pública.

14 d. Revelación.

Epístola Primera a Timoteo


Capítulo 5

1 A anciano no increpes, sino exhorta, cual a padre; a jovencillos, cual a hermanos; 2 a ancianas,
cual a madres; a jovencillas, cual a hermanas, en toda castidad. 3 Viudas honra, a las realmente
viudas. 4 Y si alguna viuda hijos o nietos tiene, —aprendan(a) primero la propia casa reverenciar y
compensaciones retornar a los progenitores; que esto acepto es a faz de Dios. 5 Y la realmente viuda
y desolada, esperanzada está en Dios; y persevera en las plegarias y oraciones día y noche; 6 pero la
disoluta, viviendo, muerta está. 7 Y estas cosas preceptúa, para que inimpugnables sean. 8 Y, si
alguno, a los propios, y máximamente a los domésticos, no provee, la fe ha negado y es, más que un
infiel, malo. 9 Viuda regístrese(b), no menos de años sesenta nacida, de un marido mujer; 10 en
obras bellas siendo testimoniada: si hijos ha criado; si ha hospedado; si de santos pies lavado; si a
atribulados, socorrido; si de toda obra buena ha ido en pos. 11 Pero a las algo jóvenes viudas
rechaza(c); pues, cuando han lozaneado(d) contra Cristo, casarse quieren 12 teniendo juicio(e),
porque la primera fe desecharon; 13 y a la vez también ociosas aprenden, recorriendo las casas, y no
sólo ociosas, sino también locuaces e impertinentes, a hablar lo no debido. 14 Quiero, pues, que las
algo jóvenes se casen(f), hijos engendren, casa gobiernen, ningún asidero den al adversario de
vituperio; 15 pues ya algunas hanse vuelto en pos de satanás. 16 Si un fiel o una infiel tiene viudas,
socórralas, y no se grave la iglesia, para que a las realmente viudas socorra. 17 Los que bellamente
presiden, presbíteros, de doble honor son dignos; máximamente los que se fatigan en palabra y
enseñanza. 18 Pues dice la Escritura: A buey que trilla, no bozalearás; y digno, el obrero de su
jornal. 19 Contra presbítero acusación no admitas, a no ser que con dos o tres testigos. 20 A los que
pecan, a faz de todos reprende, a fin de que también los demás temor tengan. 21 Conjuro a faz de
Dios y de Cristo Jesús y de los escogidos ángeles, que, esto(g) guardes, sin prejuicio, nada haciendo
según propensión. 22 Manos más(h) luego a nadie impongas, ni participes de pecados ajenos: a ti
mismo casto conserva. 23 (Ya no agua(i) bebas, sino de vino módico usa por tu estómago y tus
frecuentes enfermedades). 24 De algunos hombres los pecados manifiestos son, que se adelantan a
juicio; pero a algunos también siguen: 25 asimismo también las obras, las bellas, manifiestas son, y
las que de otro modo se han, ocultarse no pueden(j).

4 a. Ellas, las viudas.

9 b. Póngase en registros eclesiásticos, para ser sustentada.

11 c. De los registros.
d. Se han desenfrenado carnalmente, violando voto, hecho de castidad.

12 e. Teniendo sobre sí juicio condenatorio.

14 f. Otra vez.

21 g. Lo referente a la acusación de presbítero.

22 h. Muy luego; más luego que conviene.

23 i. Seas hidrópota = bebas solamente agua.

25 j. Encárgale examine a los ordenandos, según la luz y opinión públicas.


Epístola Primera a Timoteo
Capítulo 6

1 Cuantos son bajo yugo siervos, a los propios amos de toda honra dignos estimen; para que el
nombre de Dios y la doctrina no sean blasfemados. 2 Pero, los que fieles tienen amos, no
menosprecien, porque hermanos son; sino más bien sirvan, porque fieles son y amados los que el
beneficio reciben. Esto enseña tú y exhorta.

3 Si alguno enseña disidente y no se allega a sanas palabras: las de nuestro Señor Jesucristo, y a la,
según piedad, doctrina, 4 inflado está, nada sabiendo, sino enfermando acerca de disputas y
logomaquias(a); de las que nace envidia, contienda, blasfemias, sospechas malas, 5 refriegas de
hombres de la mente corrompidos y privados de la verdad; que estiman negocio ser la piedad 6 Pero
es negocio grande la piedad con bastantía(b). 7 Pues nada hemos traído al mundo; claro que
tampoco llevar cosa alguna podemos; 8 y, teniendo sustento y cobertura esto nos ha de bastar. 9
Pero los que quieren enriquecer, caen en tentación y bajo el diablo y apetitos muchos insensatos y
perniciosos; los que hunden a los hombres en ruina y perdición. 10 Que raíz de todos los males es el
amor del dinero, a que algunos tendiendo, se han extraviado de la fe y a sí mismos traspasádose con
dolores muchos. 11 Mas tú, oh hombre de Dios, esto huye, y corre en pos de justicia, piedad, fe,
caridad, paciencia, mansedumbre. 12 Combate el bello combate de la fe; aprehende la eterna vida,
para la cual has sido llamado, y has confesado la bella confesión a faz de muchos testigos. 13
Preceptúote a faz del Dios, el que vivo engéndralo todo, y de Cristo Jesús, el que testificó ante
Poncio Pilato la bella confesión; 14 que guardes la(c) ordenación inmaculado, inimpugnable, hasta
la aparición de nuestro Señor Jesucristo; 15 la que en tiempos propios mostrará el bienaventurado y
sólo dinasta, el rey de los reinantes y señor de los señoreantes; 16 el sólo que tiene inmortalidad, luz
habitando inaccesible; a quien ha visto nadie de hombres ni ver puede; a quien honor e imperio
sempiterno; amén. 17 A los ricos en el de ahora siglo, preceptúa que no sublimes sientan, ni estén
confiados en, de riqueza, incertidumbre, sino en el Dios, el viviente; el que nos brinda todo
ricamente para disfrutar; 18 que bien obren, enriquezcan en obras bellas, dadivosos sean,
comuniquen(d), 19 atesorándose fundamento bello para lo futuro, para que aprehendan la realmente
vida. 20 Oh Timoteo, el depósito custodia, esquivando las profanas nuevas voces(e) y objeciones de
la mentidamente llamada ciencia; 21 la cual algunos profesando, acerca de la fe, desacertaron. La
gracia contigo. Amén.

4 a. Lides de (=por) palabras.

6 b. Lo bastante para vivir.

14 c. Esta: la que precede.

18 d. A los demás.

20 e. Alusión a los innumerables eones y principios de los gnósticos y otros herejes.


Epístola Segunda a Timoteo
Capítulo 1

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, según promesa de vida, la en Cristo Jesús, 2 a
Timoteo, amado hijo: gracia, misericordia, paz, de Dios Padre y Cristo Jesús, nuestro Señor.

3 Agradecimiento tengo al Dios a quien sirvo, desde progenitores, en pura conciencia, que
ininterrumpida tengo de ti memoria en mis oraciones noche y día; 4 anhelando verte, recordando tus
lágrimas(a), para de gozo llenarme; 5 a la memoria trayendo la en ti infingida fe; la que inhabitó
primero en tu abuela, Lóide, y tu madre, Eunice; y persuadido estoy de que también en ti. 6 Por la
cual causa te recuerdo que reinflames el carisma de Dios, que hay en ti por la imposición de mis
manos. 7 Pues no nos ha dado Dios espíritu de timidez, sino de fuerza, y caridad y templanza. 8 No
te avergüences, pues, del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero, sino que males
padece, con el Evangelio, según la virtud de Dios(b), 9 el que nos ha salvado y llamado con
llamamiento santo, no, según nuestras obras, sino según propia determinación y gracia, la dada a
nosotros, en Cristo Jesús, antes de tiempos seculares(c); 10 y manifestada ahora por la aparición de
nuestro Salvador Jesucristo; que, así abolió la muerte como iluminó vida e incorruptibilidad, por el
Evangelio; 11 para lo cual he sido puesto yo predicador, y apóstol y maestro de gentes. 12 Por la
cual causa también esto padezco; empero no me avergüenzo; pues sé a quién he creído, y
persuadido estoy de que poderoso es para el depósito mío custodiar hasta aquel día. 13 Dechado ten
de sanas palabras, las que de mí has oído en fe y amor el en Cristo Jesús. 14 El bello depósito
custodia, por el Espíritu Santo el que inhabita en nosotros. 15 Sabes esto: que se han apartado de mí
todos los del Asia; de los que es Figelo y Hermógenes. 16 Dé misericordia el Señor a la de
Onesíforo casa; porque muchas veces me ha refrigerado y de mi cadena no avergonzádose; 17 sino
que, viniendo a Roma, diligentemente buscóme y halló. 18 Déle el Señor hallar misericordia de
Señor en aquel día. Y cuanto en éfeso ministró, mejor tú conoces.

4 a. Al despedirme de ti.

8 b. Padece confortado por Dios.

9 c. Desde antes de los tiempos del siglo: de la creación.

Epístola Segunda a Timoteo


Capítulo 2

1 Tú, pues, hijo mío, confórtate en la gracia la en Cristo Jesús; 2 y lo que has oído de mí, por
muchos testigos, esto encomienda a fieles hombres, los que idóneos han de ser para también a otros
enseñar. 3 Soporta, como bello soldado de Cristo Jesús. 4 Nadie, militando, implícase en los de la
vida negocios; para al reclutador, agradar. 5 Y, si también luchare alguien, no es coronado, si no
legítimamente luchare. 6 El labrador agrícola debe primero(a) de los frutos participar. 7 Entiende lo
que digo(b), pues te dará el Señor entendimiento en todo. 8 Recuerda a Jesucristo resucitado de
muertos, de simiente de David(c); según mi Evangelio; 9 en que soporto, hasta cadenas, como
malhechor; empero la palabra de Dios no está encadenada. 10 Por esto, todo sufro por los elegidos,
para que también ellos salud consigan: la en Cristo Jesús con gloria eterna. 11 Fiel la palabra: pues
si hemos conmuerto, también conviviremos; 12 si sufrimos, también conreinaremos; si negáremos,
aquél también nos negará; 13 si descreemos, aquél fiel permanece; pues negar a sí mismo no puede.
14 Estas cosas recuerda, conjurando a faz del Señor. 1 Tim. 1,4 No alterques; cosa para nada
proficua; para(d) subversión de las gentes. 15 Afánate para a ti mismo probado presentarte a Dios:
obrero inavergonzable, recta cortando la palabra(e) de la verdad. 16 Y los profanos vaniloquios
esquiva; pues mucho ayudarán a la impiedad; 17 y la palabra de ellos como gangrena, pábulo
tendrá(f); de los que es Himeneo y Fileto; 18 los cuales acerca de la verdad han desacertado,
diciendo que la resurrección ya ha sido(g); y subvierten de algunos la fe. 19 Empero, el firme
fundamento de Dios mantiénese, teniendo este sello: Ha conocido el Señor a los que son suyos; y:
«Apártese de iniquidad todo el que nombra el nombre de Señor». 20 Pero, en grande casa, no hay
sólo vasos áureos y argénteos, sino también lígneos y lúteos, y unos para honra, otros para
deshonra. 21 Si alguien, pues, se depurare de estas cosas, será vaso para honra, santificado y útil al
dueño, para toda obra buena dispuesto. 22 Y los juveniles apetitos huye, y corre en pos de justicia,
fe, caridad, paz con los que aman al Señor, de puro corazón. 23 Pero las necias e indisciplinadas
cuestiones evita, sabiendo que engendran riñas. 24 Y el siervo de Señor no debe reñir, sino suave ser
para con todos, docente, paciente, 25 en mansedumbre amaestrando a los contradictores; por si les
dé Dios arrepentimiento para a conocimiento de verdad venir, 26 y vuelvan en sí del lazo del diablo,
vivos prendidos por él a su voluntad.

6 a. El primero; el maestro antes que los discípulos.

7 b. Lo del buen soldado, del buen atleta, del buen agrícola; que, padeciendo, alcanzan la palma y el
fruto de la vida eterna.

8 c. Verdadero hombre; lo que negaban los herejes de aquel tiempo.

14 d. Sino para.

15 e. Libre y enérgicamente hablando.

17 f. Irá cundiendo.

18 g. Que no hay más resurrección que la de Cristo.

Epístola Segunda a Timoteo


Capítulo 3

1 Y esto conoce: que en los últimos días sobrevendrán tiempos pesados, 2 pues serán los hombres
amantes de sí mismos, amantes del dinero, jactanciosos, altaneros, blasfemos, a los padres
inobedientes, desagradecidos, impíos, 3 inamantes, implacables, calumniadores, incontinentes,
indómitos, inamantes del bien, 4 traidores, precipitados, inflados, del deleite amantes, más que de
Dios amantes; 5 teniendo apariencias de piedad, pero la virtud de ella negando; también de éstos
apártate. 6 Pues de éstos son los que se entran en las casas y cautivan mujerzuelas cargadas de
pecados, que son llevadas de concupiscencias diversas, 7 siempre aprendiendo y jamás a
conocimiento de verdad venir pudiendo. 8 Del modo que Janés y Jambrés resistieron a Moisés; así
también éstos resisten a la verdad, hombres corrompidos de la mente, réprobos acerca de la fe. 9
Empero no adelantarán más; pues su demencia muy manifiesta será a todos; como la de aquéllos
fue. 10 Pero tú has seguido la doctrina mía, la institución, el propósito, la fe, la longanimidad, la
caridad, la paciencia, 11 las persecuciones, los padecimientos; cuales me acontecieron en Antioquía,
en Iconio, en Listras; las cuales persecuciones toleré, y de todas me libró el Señor. 12 Y todos los
que quieren piadosamente vivir en Cristo Jesús, perseguidos serán. 13 Pero malos hombres y
embaidores empeorarán más y más, engañando y engañándose. 14 Mas tú permanece en lo que has
aprendido, 15 y que, desde niño, las sagradas letras sabes, las que pueden adiestrarte para la salud
por la fe, la en Cristo Jesús. 16 Toda escritura, por Dios inspirada, también provechosa para
enseñanza, para reprensión, para corrección, para amaestramiento el en justicia; 17 para que
perfecto sea el de Dios hombre, para toda obra buena perfeccionado.

Epístola Segunda a Timoteo


Capítulo 4

1 Conjuro a faz de Dios y de Jesucristo del que ha de juzgar vivientes y muertos, y por su aparición
y su reino: 2 predica la palabra; insiste a tiempo, a destiempo; convence, increpa; exhorta con toda
longanimidad y doctrina. 3 Pues habrá tiempo, cuando la santa doctrina no tolerarán; sino que,
según los propios apetitos, se hacinarán maestros, picándoseles(a) el oído; 4 y ciertamente, de la
verdad el oído apartarán; pero a las fábulas se convertirán. 5 Mas tú vela en todo; soporta; obra haz
de evangelista; tu ministerio completa. 6 Que ya yo soy libado(b), y el tiempo de mi disgregación
está próximo. Flp. 2, 17 7 La bella lid he lidiado, la carrera consumado, la fe conservado. 8 Por lo
demás, guardada me está la de la justicia(c) corona, que me dará en aquél día, el justo juez; y no
sólo a mí, sino también a todos los que han amado su aparición(d).

9 Apresúrate a venir a mí presto. 10 Que Demas me ha abandonado, amando el presente siglo, y ha


partido a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia; 11 Lucas está sólo conmigo. A Marco
tomando trae contigo; porque me es útil para ministerio. 12 Y a Tíquico envié a éfeso. 13 El capote
que dejé en Tróade, cerca de Carpo, viniendo, trae, y los libros; sobre todo, los pergaminos. 14
Alejandro, el herrero, muchos males me ha mostrado(e); le pagará el Señor, según sus obras; 15 de
quien también tú guárdate; pues muy mucho resistió a las palabras nuestras. 16 En mi primera
defensa(f) nadie me acompañó; sino que todos me abandonaron; no se les impute. 17 Pero el Señor
me asistió y confortóme para que por mí la predicación fuese completada y oyesen todas las gentes;
y librado fui de boca de león. 18 Libraráme el Señor de toda obra mala, y salvará para su reino, el
celestial; a quien la gloria por los siglos de los siglos, amén. 19 Saluda a Prisca y áquilas y la de
Onesíforo casa. 20 Erasto quedó en Corinto; y a Trófimo dejé, en Mileto, enfermo. 21 Apresúrate,
para, antes del invierno, venir. Salúdate Eubulo, y Pudente, y Lino, y Claudia y los hermanos todos.
22 El Señor Jesucristo con tu espíritu. La gracia con vosotros.

3 a. Sintiendo prurito de oír doctores y doctrinas nuevos.

6 b. Víctima pronta a ser libada, inmolada.

8 c. Debida justamente.
d. Que han amado, deseado y preparándose para su vuelta gloriosa.

14 e. Hecho y mostrado; mostrado muy mala voluntad.

16 f. En su primera prisión, en tiempos de Nerón.


Epístola a Tito
Capítulo 1
De los ordenados. Increpaciones y consejos.
Exordio
1 Pablo, siervo de Dios, apóstol de Jesucristo, según fe de elegidos de Dios y conocimiento de
verdad, la según piedad, 2 en esperanza de vida eterna; que prometió el inmendaz Dios, antes de
tiempos seculares; 3 y manifestó, en sazones propias, su palabra, en predicación; que ha sido
confiada a mí, según ordenación de nuestro Salvador, Dios; 4 a Tito, verdadero hijo, por la común
fe: gracia y paz de Dios Padre y Cristo Jesús, Salvador nuestro. 5 Por esta causa te dejé en Creta:
para que, lo que falta, acabases de corregir; y constituyeses en cada ciudad ancianos(a); cual yo te
ordené: 6 si alguno es irreprensible, de una mujer marido, hijos teniendo fieles, no en acusación de
libertinaje o insumisos. 7 Que debe el obispo irreprensible ser, como de Dios dispensador: no
arrogante, no iracundo, no vinolento, no percusor, no torpe logrero; 8 sino hospitalario, benigno,
sobrio, justo, santo, continente, 9 atenido a la, según la doctrina, fiel palabra; para que poderoso sea,
y a exhortar en la enseñanza la sana, y a los que contradicen, refutar. 10 Pues hay muchos también
insumisos, vanílocuos y embaidores; sobre todo los de la circuncisión; 11 a quienes hay que
refrenar; los cuales enteras casas trastornan, enseñando lo que no se debe, por causa de torpe lucro.
12 Dijo uno de ellos, propio de ellos profeta(b): Los cretenses siempre embusteros, malas bestias,
vientres haraganes. 13 Este testimonio es verdadero. Por la cual causa repréndeles ásperamente,
para que sanen en la fe, 14 no ateniéndose a judaicas fábulas y mandamientos de hombres que de sí
apartan la verdad. 15 Todo(c) puro a los puros; pero a los manchados e infieles, nada puro; sino que
manchadas están, y su mente y su conciencia. 16 A Dios confiesan conocer, mas con las obras
niegan; abominables siendo y rebeldes, y, para toda obra buena, reprobados.

5 a. Obispos y sacerdotes.

12 b. ¿Epiménides?

15 c. Alimento.

Epístola a Tito
Capítulo 2
De los diversos deberes
1 Pero tú habla lo que corresponde a la sana doctrina; 2 que los ancianos sobrios sean, graves,
prudentes, sanos(a) en la fe, la caridad, la paciencia; 3 las ancianas, asimismo, en porte propio de lo
sacro, no calumniadoras, no a mucho vino esclavizadas, bellas maestras; 4 para que prudentes
hagan a las jóvenes, porque amantes de los maridos sean, amantes de los hijos, 5 prudentes, castas,
caseras buenas, sometiéndose a los propios maridos para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
6 A los jóvenes asimismo exhorta a ser temperantes; 7 acerca de todo a ti mismo presentándote
modelo de bellas obras, en la doctrina incorruptibilidad, gravedad, 8 palabra sana, intachable, para
que el adversario se confunda, nada teniendo que decir de nosotros malo. 9 Siervos(b) que a los
propios amos se sujeten; en todo complacientes sean, no contradiciendo, 10 no defraudando, sino
toda fe demostrando buena, para que la doctrina la de nuestro Salvador Dios, atavíen(c). 11 Porque
ha destellado la gracia de Dios salvadora a todos los hombres, 12 instruyéndonos, para que,
renunciando a la impiedad y las mundanas concupiscencias, sobria, y justa y piadosamente vivamos
en el presente siglo, 13 aguardando la bienaventurada esperanza y aparición de la gloria del gran
Dios y Salvador nuestro, Jesucristo; 14 que se dio por nosotros, para rescatarnos de toda iniquidad,
y depurar para sí un pueblo opulento, celador de hermosas obras. 15 Esto habla y exhorta y
reprende con todo imperio: nadie te menosprecie.

2 a. Íntegros y fuertes.

9 b. Exhorta (el verbo del vs. 6)

10 c. Presenten amable y bella a los hombres.

Epístola a Tito
Capítulo 3
De las virtudes cristianas
1 Acuérdales que a principados y potestades se sometan; sumisos sean; para toda obra buena
preparados estén; 2 que a nadie blasfemen; incontenciosos sean, benignos, toda mansedumbre
demostrando para con todos los hombres. 3 Pues éramos un tiempo también nosotros, insipientes,
inobedientes, extraviados; sirviendo a concupiscencias y deleites diversos, en malicia y envidia
viviendo, odiados, aborreciendo unos a otros. 4 Pero, cuando la bondad y la afabilidad destelló de
nuestro Salvador, Dios; 5 no por obras, las en justicia que habíamos hecho nosotros, sino según su
misericordia salvónos, por lavacro de regeneración y renovación del Espíritu santo; 6 a quien
derramó sobre nosotros opulentamente por Jesucristo, Salvador nuestro; 7 para que, justificado por
su gracia, herederos fuésemos hechos, según esperanza, de vida eterna. 8 Fiel la palabra, y estas
cosas quiero aseveres: que piensen por hermosas obras descollar los que han creído a Dios. Esto es
hermoso y útil a los hombres. 9 Pero necias cuestiones, y genealogías y contiendas y luchas legales
evita; pues son inútiles y vanas. 10 A herético hombre, después de una y otra amonestación, evita;
11 sabiendo que está pervertido el tal y peca, estando condenado por sí mismo(a).

12 Cuando yo enviare ártemas a ti o Tíquico, apresúrate a venir a mí a Nicópolis; pues allí he


resuelto invernar. 13 A Zenas, el legisperito y a Apolo, había enviado adelante procurando que nada
les falte. 14 Y aprendan también los nuestros a ser en hermosas obras los primeros(b) para las
premiosas necesidades, a fin de que no sean infructuosos. 15 Salúdante los conmigo todos; saluda a
los que nos aman en la fe. La gracia con todos vosotros.

11 a. Por su culpable obstinación.

14 b. Darse empeñosamente a trabajar para vivir.


Epístola a Filemón
Capítulo único

1 Pablo, encadenado de Cristo Jesús, y Timoteo, el hermano, a Filemón, el amado y cooperador


nuestro; 2 y a Apia, la hermana, y a Arquipo, el conmilitón nuestro, y a la, en tu casa, iglesia. 3
Gracia a vosotros y paz de Dios, Padre nuestro, y Señor Jesucristo. 4 Agradezco a mi Dios, siempre
memoria de ti haciendo en mis oraciones, 5 oyendo la caridad tuya y la fe, que tienes para con el
Señor Jesús y para con todos los santos; 6 a fin de que la comunicación de tu fe, activa se haga en
conocimiento de todo bien(a), el en nosotros, para con Cristo Jesús. 7 Pues gozo mucho tuve y
consuelo en tu caridad, porque las entrañas de los santos refrigeradas están por ti, hermano. 8 Por lo
cual, libre habla en Cristo teniendo mucha para ordenarte lo conveniente; 9 por el amor más bien
ruego, tal siendo, como(b) Pablo: anciano, y ahora ya también encadenado de Jesucristo; 10 ruégote
por el hijo mío, que engendré en las prisiones: Onésimo; 11 el un tiempo para ti inútil, pero ahora
ya, y a ti y a mí muy útil, 12 el que te he remitido; y tú a él, esto es: las entrañas mías(c), acoge. 13
Al que yo quería conmigo retener, para que, por ti, me sirviese en las prisiones del evangelio. 14
Pero, sin el asentimiento tuyo, nada he querido hacer, para que no como de fuerza el bien tuyo sea,
sino de grado. 15 Porque tal vez por esto se apartó por una hora, para que sempiterno le recobres;
16 no ya como siervo, sino más que siervo: hermano amado, sobre todo para mí y cuánto más para
ti, y en carne y en Señor. 17 Si, pues, me tienes por compañero, acógele como a mí. 18 Y, si algo te
ha agraviado o debe, esto a mí cárgamelo. 19 Yo, Pablo, he escrito de mi mano; yo pagaré; por no
decirte que aún a ti mismo te me debes además. 20 Sí, hermano; yo te disfrute en Señor: refrigera
mis entrañas en Cristo. 21 Confiado en tu obediencia te he escrito, sabiendo que aún sobre(d) lo que
digo, harás. 22 Y a la vez también prepárame hospedaje; pues espero que, por vuestras oraciones
donado(e) seré a vosotros. 23 Salúdate Epafrás, el concautivo mío en Cristo Jesús, 24 Marco,
Aristarco, Demas, Lucas, mis cooperadores. 25 La gracia de nuestro Señor Jesucristo con vuestro
espíritu.

6 a. Para que se haga conocido todo el bien que hacéis por Jesucristo.

9 b. Lo es.

12 c. Hijo muy querido.

21 d. Más.

22 e. Dado graciosamente, conservado para vosotros.


Epístola a los Hebreos
Capítulo 1
Cristo excede a los ángeles
1 Habiendo múltiple y multímodamente, en lo antiguo, Dios hablado a los padres en los profetas; 2
en el último de estos días, nos ha hablado en el Hijo; a quien puso heredero de todo, por(a) quien
también hizo los siglos; 3 El cual, siendo destello de la gloria e imagen de la substancia de él, y
sustentándolo todo con la palabra de su poder, habiendo purificación de los pecados hecho, sentóse
a la diestra de la majestad en lo excelso; 4 tanto mejor hecho(b) que los ángeles, cuanto más
excelente que ellos ha heredado nombre. 5 Porque ¿a quién dijo alguna vez de los ángeles: Sl. 2,7.
Hijo mío eres tú yo hoy te he engendrado? Y de nuevo: 2 S. 7,14. ¿Yo seréle en padre y él seráme
en hijo? 6 Y, cuando de nuevo, introdujo al Primogénito en el orbe, dice: Sal. 103,4. Y adórenle
todos los ángeles de Dios. 7 Y cuanto a los ángeles, dice: Sl. 44,7. «El que hace a sus ángeles
ráfagas y a sus ministros de fuego llama». 8 Y cuanto al Hijo: Sal. 44, 7-8. El trono tuyo, el(c) Dios,
por el siglo del siglo; vara de rectitud, la vara de tu reino. 9 Amaste justicia, y odiaste iniquidad; por
esto te ungió Dios, tu Dios, con óleo de alborozo, sobre tus copartícipes. Sl. 101, 26-28. 10 Y: Tú,
en los principios, Señor, la tierra cimentaste, y obras de tus manos son los cielos; 11 ellos perecerán,
pero tú permaneces; y todos, como vestidura se envejecerán; 12 y, cual si manto les mudarás y se
mudarán; pero tú el mismo eres, y tus años no desfallecerán. 13 Y ¿a quién de los ángeles ha dicho
alguna vez: Sl. 109,1 Siéntate a mi diestra hasta que yo ponga tus enemigos escabel de tus pies? 14
¿Acaso no todos son ministeriales espíritus, que, en ministerio son enviados por los que han de
heredar la salud?

2 a. Medio de quien.

4 b. Tanto más excelente nacido, hecho hombre que.

8 c. Oh, tú.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 2
Obediencia al Hijo de Dios.
Su humillación para salvar a los creyentes
1 Por esto debemos más abundantemente atenernos a lo oído; no sea que difluyamos(a). 2 Pues, si
la por ángeles hablada palabra(b) se hizo firme, y todo descamino y desobediencia recibió condigna
retribución; 3 ¿cómo nosotros escaparemos, tamaña descuidando salud?(c) la que, principio
tomando de ser hablada del Señor, por los que oyeron, fue a nosotros confirmada, 4 atestiguándola a
la vez Dios, y con señales y prodigios, y diversas virtudes y del Espíritu santo repartimientos, según
su voluntad. 5 Pues no a ángeles sometió el mundo el futuro; del cual hablamos. 6 Y testificó en
alguna parte alguien, diciendo, Sl.8-5. ¿Qué es el hombre que te acuerdas de él; o el hijo de hombre,
que le visitas? 7 Minorástele un tanto(d) de los ángeles, de gloria y honor coronástele, y
constituístele sobre las obras de tus manos. 8 Todo sometiste por debajo de sus pies. Porque, al
sometérselo todo, nada dejó insumiso a él. Pero ahora todavía no se lo vemos todo sometido. 9 Y al
un tanto de ángeles minorado vemos: a Jesús, por el padecimiento de la muerte, de gloria y honor
coronado; para que, por gracia de Dios, por cada uno gustara la muerte. 10 Pues cumplía a él(e), por
causa de quien las cosas todas y por quien las cosas todas(f), que, a muchos hijos a gloria llevando,
al autor de la salud de ellos(g), por padecimientos, consumase. 11 Pues el que santifica y los que
son santificados, de uno(h), todos; por la cual causa no se avergüenza de hermanos llamarles, 12
diciendo: Sl. 21,23. Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la iglesia te himnaré. 13 Y
de nuevo: Is. 8,17. Yo seré confiado en él. Y de nuevo: He aquí yo y los párvulos que me ha dado
Dios(i). 14 Ya que los párvulos, pues, han comunicado con sangre y carne, también él mismo
igualmente participó de ellas(j), para que, por la muerte, anonadase al que el imperio tenía de la
muerte; esto es: al diablo; 15 y soltase a éstos; cuantos, por temor de la muerte, durante todo el
vivir, sujetos estaban a servidumbre(k). 16 Pues no por cierto de ángeles asume,(l) sino de simiente
de Abrahán asume. 17 Por donde debió en todo a los hermanos asemejarse, para misericordioso
hacerse y fiel sumo sacerdote en lo para con Dios, para expiar los pecados del pueblo. 18 Pues
en(m) lo que ha padecido él, tentado, puede a los tentados socorrer.

1 a. Como agua: nos deshagamos, perezcamos.

2 b. En el Sinaí: la ley mosaica.

3 c. La evangélica.

7 d. En su vida mortal.

10 e. Dios.
f. Son.
g. A Cristo.

11 h. Vienen todos: de Dios.

13 i. Isaías en figura, aquí de Cristo.

14 j. Sangre y carne; es de la misma naturaleza humana.

15 k. La del temor de la muerte.

16 l. Naturaleza de ángeles.

18 m. Por.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 3
Cristo mayor que Moisés
1 Por donde, hermanos santos del llamamiento celestial partícipes, considerad al apóstol y sumo
pontífice de nuestra confesión Jesús; 2 que fiel es a quien le hizo; como también Moisés, en toda la
casa(a) de él. 3 Porque de mayor gloria éste sobre Moisés ha sido dignado, cuanto mayor honor
tiene que la casa el que la fabricó. 4 Pues toda casa fabricada es por alguno; pues, quien todo
fabricó(b): Dios. 5 Y Moisés ciertamente, fiel(c) en toda su casa, como servidor, en testimonio de lo
que se había de hablar(d); 6 pero Cristo, como Hijo(e), sobre su casa; cuya casa somos nosotros, si
la libre habla y la gloriación de la esperanza, hasta el fin, firme retuviéremos. 7 Por lo cual, según
dice el Espíritu Santo: Sl. 94,8-11. Hoy, si la voz de él oyereis, 8 no endurezcáis vuestros corazones,
como en la exacerbación, según el día de la tentación en el desierto; 9 donde me tentaron vuestros
padres; probáronme, y vieron mis obras, 10 cuarenta años; por lo cual, indignéme contra esta
generación y dije: «Siempre yerran de corazón. Y ellos no han conocido mis caminos; 11 como juré
en mi ira: «¡No entrarán en el reposo mío...!» 12 Mirad, hermanos, no sea que haya en alguno de
vosotros corazón malo de infidelidad para(f) apartarse del Dios viviente; 13 sino exhortaos cada día,
mientras que el Hoy(g) se nombra: para que no se endurezca alguno de entre vosotros con engaño
del pecado. 14 Pues partícipes del Cristo hemos sido hechos, con tal que el principio de su
fundamento(h), hasta el fin, firme retuviéremos; 15 mientras se dice: «Hoy, si la voz de él oyereis,
no endurezcais vuestros corazones, como en la exacerbación». 16 Pues algunos, oyendo,
exacerbaron, empero no todos los que salieron de Egipto por Moisés. 17 Pero, ¿contra quiénes se
indignó cuarenta años? ¿Acaso no contra los que pecaron; cuyos cadáveres cayeron en el desierto?
18 Pero ¿a quiénes juró que no entrarían en el reposo de él, sino a los increyentes? 19 Y vemos que
no pudieron entrar por incredulidad.

2 a. Familia, pueblo.

4 b. Es.

5 c. Fue.
d. Para que testificarse lo que Dios había de revelar.

6 e. Es; preside a.

12 f. Que os aparte.

13 g. La vida presente.

14 h. El primer fundamento de la fe subsistente, viva.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 4
El reposo a los judíos, se da por Cristo
Fuerza de la palabra divina
1 Temamos, pues, no sea que, abandonando la promesa de entrar en el reposo(a) de él, parezca
alguno de entre vosotros haberse rezagado. 2 Pues también hemos sido evangelizados, así como
aquéllos; empero no aprovechó la palabra de la oída a aquéllos no mezclada con la fe, en lo que
oyeron. 3 Pues entramos en el reposo, los que hemos creído; según ha dicho: «Como juré en mi ira:
«¡Si entrarán en mi reposo!...»; y eso, estando las obras, desde fundación de mundo, hechas(b). 4
Pues ha dicho en alguna parte acerca del séptimo así: Gn. 2,2. Y reposó Dios en el día el séptimo de
todas sus obras. 5 Y en ésta de nuevo: «¡Si entrarán en el reposo mío!...» 6 Ya que resta, pues, que
algunos entren en él, y los primeros evangelizados no entraron por desobediencia, 7 de nuevo
determina día: «Hoy», en David, diciendo, después de tanto tiempo, como antes ha dicho: «Hoy, si
la voz de él oyereis, no endurezcáis vuestros corazones». 8 Pues, si a ellos Jesús(c) reposara, no de
otro hablara luego día. 9 Por tanto queda el sabatismo(d) para el pueblo de Dios. 10 Pues, el que
entró en el reposo de él, también él reposó de sus obras, tal como de las propias Dios. 11
Apresurémonos, pues, a entrar en aquel reposo, para que nadie en el mismo ejemplo caiga de la
desobediencia. 12 Pues viviente, el verbo de Dios y eficaz, y cortante sobre toda cuchilla bifauce(e);
y, pasando hasta la división del alma y espíritu, así de articulaciones como de médulas, y
discernidor de intentos y pensamientos de corazón; 13 y no hay criatura invisible a faz de él, y todo
desnudo y cuelli-descubierto(f) a sus ojos; para con quien a nosotros la cuenta(g). 14 Teniendo,
pues, sumo sacerdote grande que ha atravesado los cielos: a Jesús, el Hijo de Dios, asgámonos a la
confesión(h). 15 Que no tenemos sumo pontífice que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas,
sino tentado, por todo, según semejanza, sin pecado. 16 Lleguémonos, pues, con libre habla(i) al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia; y gracia hallar, para oportuno socorro.

1 a. El reposo de la tierra prometida es figura del reposo eterno del cielo.

3 b. Por eso no habla Dios aquí, ni del reposo del sábado, ni del de la tierra prometida, sino del
celestial.

8 c. Josué.

9 d. El reposo sabático, santo, eterno, que —aguarda el pueblo de Dios.

12 e. De dos bocas, filos; devoradora con sus filos.

13 f. Alzado y descubierto el cuello, como para ser degollado.


g. A quien debemos dar cuenta.

14 h. De la fe.

16 i. Libre, confiadamente, hablando, orando.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 5
Cristo pontífice eterno
1 Porque todo sumo pontífice, que de entre hombres se toma, en pro de hombres constituido es en lo
para con Dios, a fin de ofrecer dones y hostias por pecados; 2 que condolerse pueda de los
ignorantes y errantes; ya que también él cercado está de flaqueza; 3 y, por ella, debe, así como por
el pueblo, así también por sí mismo ofrendar por pecados. 4 Y no se toma alguno el honor, sino el
que es llamado por Dios; así como Aarón. 5 Así también el Cristo no a sí mismo se glorificó,
haciéndose sumo pontífice, sino el que le habló: Sl. 2,7. Hijo mío eres tú: yo hoy te he engendrado;
6 así como también en otro lugar dice: Sl. 109, 4 Tú, sacerdote por el siglo, según el orden de
Melquisedec. 7 Quien, en los días de su carne, y plegarias y súplicas al que podía salvarle de
muerte, con clamor intenso y lágrimas, ofreciendo; y escuchado por la reverencia(a), 8 con ser Hijo,
aprendió, de lo que padeció, la obediencia; 9 y, consumado, hízose para todos los obedientes a él,
causante de salud eterna; 10 designado por Dios pontífice sumo, según el orden de Melquisedec. 11
De quien tenemos mucha palabra, y mal declarable, que decir, ya que tardos os habéis hecho de los
oídos. 12 Puesto que, debiendo ser maestros, por el tiempo, de nuevo necesidad tenéis de que se os
enseñe cuáles(b) los rudimentos del principio de los dichos de Dios(c), y habéis venido a tener
necesidad de leche, no de sólido manjar. 13 Pues, todo el que participa de leche, inexperto(d), de
palabra de justicia(e); que párvulo es; 14 pero, de perfectos es el sólido manjar, de los que, por el
hábito, los sentidos ejercitados tienen para discernimiento y de bello y de malo.

7 a. Debida a él.
12 b. Sean.
c. De las primeras revelaciones.

13 d. Es.
e. Enseñanza de justicia perfecta y santidad.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 6
Exhortación a permanecer en la fe y confianza,
a ejemplo de Abrahán
1 Por lo cual, preteriendo la del principio del Cristo palabra(a), a la perfección dirijámonos, no de
nuevo fundamento echando de penitencia de muertas obras y fe en Dios, 2 de bautismos(b) doctrina
y de imposición de manos, de resurrección de muertos y juicio eterno. 3 Y esto haremos, si lo
permitiere Dios. 4 Pues imposible(c) que, los que una vez han sido iluminados, y han gustado el don
el celestial y partícipes han sido hechos del Espíritu santo, 5 y la hermosa han gustado de Dios
palabra y las virtudes del venidero siglo(d), 6 y han recaído; otra vez se renueven a penitencia;
crucificando otra vez, para sí, al Hijo de Dios y exhibiendo(e). 7 Pues tierra que se ha embebido, la
sobre ella a menudo caída lluvia, y genera hierba útil a aquéllos por quienes también se cultiva; ha
participado de bendición de Dios; 8 pero, produciendo espinas y abrojos, réproba(f) y de maldición
cerca; cuyo fin en quema. 9 Pero persuadidos estamos, cuanto a vosotros, amados, de lo mejor y
próximo a salud; aunque así hablamos. 10 Que no injusto Dios, para olvidarse de vuestra obra y del
amor que habéis demostrado para con su nombre, habiendo servido a los santos y sirviendo. 11 Pero
anhelamos que cada uno de vosotros demuestre empeño en el pleno aseguramiento de la esperanza,
hasta el fin, 12 para no tardos haceros, sino imitadores de los que, por fe y longanimidad, heredan
las promesas. 13 Pues a Abrahán prometiendo Dios, ya que a nadie tenía mayor por quien jurar, juró
por sí mismo, 14 diciendo: Gen. 22,16. «En verdad, bendiciendo te he de bendecir, y multiplicando,
multiplicarte. 15 Y así, longanimándose, alcanzó la promesa. 16 Pues hombres por el mayor juran y
de toda, para ellos, controversia fin en firmeza(g), el juramento; 17 en lo que, más abundantemente
queriendo Dios demostrar a los herederos de la promesa lo inmutable de su determinación,
interpuso el juramento; 18 a fin de que, por dos cosas inmutables,(h) en las cuales imposible(i) que
mienta Dios, poderosa consolación tengamos los que nos hemos refugiado a asirnos a la propuesta
esperanza. 19 La que como áncora tenemos del alma y segura y firme, y que entra en lo interior del
velo; 20 adonde precursor por nosotros entró Jesús, según el orden de Melquisedec, sumo pontífice
hecho por el siglo.

1 a. Prescindiendo por ahora, de los rudimentos y verdades fundamentales de la penitencia de obras


de muerte y fe, etc. (pues esto haremos, si Dios lo permite) subamos a la perfección; a lo más alto.

2 b. El de Juan y otros.

4 c. Es. —Moralmente imposible es que el apóstata criminal se convierta.

5 d. Las fuerzas: las divinas atracciones de la vida del cielo.

6 e. Apostatando de Cristo, hacen lo que los judíos: crucifican a Cristo y entréganle al ludibrio de
los incrédulos.
8 f. Es.

16 g. Es.

18 h. La promesa y el juramento.
i. Es.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 7
Melquisedec y Cristo
1 Pues este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios, del Altísimo, el que encontró a Abrahán
volviendo de la matanza de los reyes, y le bendijo; 2 al que también diezmo de todo dividió
Abrahán; el que en primer lugar es interpretado; «rey de justicia»; y después también: «rey de
Salem; lo que es: rey de paz»; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía; ni principio de días, ni de vida
fin teniendo, y asemejado al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. 4 Y mirad ¡cuánto
éste! al que también Abrahán dio de lo principal, el patriarca. 5 Y aquéllos, de entre los hijos de
Leví, el sacerdocio recibiendo, mandamiento tienen de diezmar al pueblo, según la ley; esto es: a
sus hermanos, aunque salidos del lomo de Abrahán; 6 pero éste, que no es genealogado de entre
ellos, ha diezmado a Abrahán; y, al que tiene las promesas, ha bendecido. 7 Pero fuera de toda
contradicción, lo menos por lo más es bendecido. 8 Y aquí por cierto diezmos murientes hombres
reciben; pero allí, quien es atestiguado que vive. 9 Y, por decir la palabra: por Abrahán, también
Leví, el que diezmos recibe, diezmado ha sido(a); 10 pues ya en el lomo del padre estaba, cuando le
encontró Melquisedec. 11 Si a la verdad, pues, perfección(b) por el levítico sacerdocio había
(porque el pueblo por él ha sido legislado) ¿qué ya necesidad(c) de que, «según el orden de
Melquisedec» otro se levantara sacerdote, y que no «según el orden de Aarón» se diga? 12 Pues
trasladado el sacerdote, por fuerza también de ley traslación se hace. 13 Pues el en(d) que se dice
esto, de tribu otra ha descendido, de la que nadie ha atendido al altar; 14 que claro es que de Judá ha
nacido nuestro Señor; a la cual tribu, sobre sacerdotes, nada Moisés habló. 15 Y más aún claro es,
si, a la semejanza de Melquisedec, se levanta sacerdote otro, 16 que no, según la ley de
mandamiento carnal ha sido hecho, sino según virtud de vida indisoluble. 17 Porque testimoniado
es: que «Tú, sacerdote por el siglo, según el orden de Melquisedec». 18 Pues derogación por cierto
se hace de precedente ordenación por su flaqueza e inutilidad; 19 pues nada perfeccionó la ley;
introducción, empero, de mejor esperanza(e), por la que nos acercamos a Dios. 20 Y en cuanto no(f)
sin juramento (pues aquéllos, sin juramento, han sido hechos sacerdotes; 21 pero éste, con
juramento, por el que le dice: Juró Señor, y no se arrepentirá: Tú, sacerdote por el siglo); 22 en tanto
de mayor testamento ha sido hecho fiador Jesús. 23 Y aquéllos, muchos han sido hechos sacerdotes,
por serles , por muerte, impedido permanecer; 24 pero éste, por permanecer él por el siglo,
intransitorio tiene el sacerdocio. 25 Por donde también salvar del todo puede a los que se allegan,
por él, a Dios, siempre viviente para interceder por ellos. 26 Pues tal a nosotros convenía sumo
pontífice, santo, inocente, incontaminado, segregado de los pecadores, y más excelso que los cielos
hecho; 27 que no tiene cada día necesidad, así como los sumos pontífices, de primeramente por los
propios pecados hostias ofrecer, después, por los del pueblo; pues esto hizo de una vez, a sí mismo
ofreciendo. 28 Pues la ley hombres constituye sumos pontífices que tienen flaqueza; pero la palabra
del juramento, del después de la ley, a Hijo, por el siglo, consumado(g).

9 a. Se le exigieron diezmos, pues descendiente él de Abrahán, en persona de éste los pagó a


Melquisedec, reconociéndole por superior.
11 b. Que el sacerdote levítico era perfecto, no se subordinaba al de Cristo y santificaba por sí
mismo al hombre.
c. Había.

13 d. De.

19 e. Fue.

20 f. Fue, sucedió, fue hecho sumo sacerdote Jesús.

28 g. Eternamente perfecto.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 8
Cristo pontífice de la nueva y mejor alianza
1 Y suma de lo que se dice: Tal tenemos sumo pontífice que se sentó a diestra del trono de la
majestad en los cielos; 2 del santuario ministro y del tabernáculo el verdadero, que plantó Dios, y
no hombre. 3 Pues todo sumo pontífice para ofrecer y dádivas y hostias ese constituido; por donde
necesario(a) que tenga algo también éste que ofrecer. 4 Sí, por lo tanto, estuviese sobre la tierra, ni
sería sacerdote, habiendo quienes ofrecen, según la ley, las dádivas; 5 los cuales a figura y sombra
sirven de las cosas celestes; según fue revelado a Moisés, cuando había de fabricar el tabernáculo:
Porque Mira, dice, Ex. 25,40 harás todo según el dechado que se te mostró en el monte. 6 Pero
ahora más excelente ha recibido ministerio, cuanto también de una mejor es alianza medianero; la
cual sobre mejores promesas ha sido instituida. 7 Pues, si aquella primera hubiese sido intachable,
no de segunda se buscara lugar. 8 Pues, tachándoles, dice: Jer. 31,31-34. He aquí días vienen, dice
Señor y consumaré sobre la casa de Israel y sobre la casa de Judá alianza nueva; 9 no según la
alianza que hice a los padres de ellos un día que tomé yo la mano de ellos para sacarles de tierra de
Egipto; porque ellos no permanecieron en mi alianza, y yo les desprecié, dice Señor. 10 Porque
éste(b) el pacto que pactaré con la casa de Israel, después de aquellos días, dice Señor: dando mis
leyes en su mente también en su corazón inscribirélas,(c) y seréles en Dios, y ellos seránme en
pueblo. 11 Y no enseñará, no, cada cual a su conciudadano y cada cual a su hermano, diciendo:
«Conoce tú al Señor»; porque todos sabránme, de pequeño a grande de ellos; 12 porque propicio
seré a sus iniquidades; y de sus pecados no me acordaré, no, ya. 13 Al decir: nueva, ha anticuado a
la primera; y lo que se anticúa y envejece, cerca(d) de desaparición.

3 a. Es.

10 b. Es.
c. Refiérese el pasaje a la venida del Espíritu Santo.

13 d. Está.
Epístola a los Hebreos
Capítulo 9
Cristo medianero por su sangre
1 Tenía, por cierto, también la primera prescripciones de culto y el santuario mundano(a). 2 pues
tabernáculo fue dispuesto, el primero, en el cual(b), y el candelabro, y la mesa y la proposición de
los panes; el cual se dice el santo. 3 Y detrás del segundo velo(c); tabernáculo, el que se llama el
santo de los Santos(d), 4 áurea teniendo ara, y el arca del testamento, revestido doquier de oro; en la
que una urna áurea, teniendo el maná y la vara de Aarón la brotada y las tablas del testamento; 5 y
encima de ella querubines de gloria que sombreaban el propiciatorio; de lo cual no hay ahora que
hablar parte por parte. 6 Y, estas cosas así dispuestas, en el primer tabernáculo siempre entran los
sacerdotes que los cultos consuman; 7 en el segundo, empero, una vez en el año, sólo el sumo
sacerdote, no sin sangre; que ofrece por sí mismo y las del pueblo ignorancias(e); 8 esto mostrando
el Espíritu el santo: no haberse aún manifestado la del santuario vía, mientras el primer tabernáculo
tiene consistencia; 9 lo que(f) parábola para el tiempo el presente(g), según la cual, y dádivas y
hostias se ofrecen que no pueden, cuanto a conciencia, perfeccionar el cultor, 10 que sólo en
viandas, y bebidas y diversas lociones y prescripciones de carne, hasta tiempo de rectificación(h),
consisten. 11 Cristo, empero, viniendo sumo pontífice de los venideros bienes, por el mayor y más
perfecto tabernáculo no hechizo; esto es: no de esta creación, 12 ni por sangre de cabrones y
becerros, sino por la propia sangre entró una vez por todas en el santuario, eterna redención
hallando. 13 Pues, si la sangre de cabrones y toros, y cenizas de becerra espolvoreadas a los
contaminados santifica para la de la carne pureza; 14 ¿cuánto más la sangre del Cristo, quien, por
Espíritu eterno, se ofreció inmaculado a Dios, purificará nuestra conciencia de muertas obras para
servir a un Dios viviente? 15 Y por esto de alianza nueva medianero es; para que, muerte viniendo
en redención de las bajo el primer testamento transgresiones, la promesa recibiesen los llamados, de
la eterna herencia. 16 Pues, donde(i) testamento, muerte menester(j) que sobrevenga del testador; 17
porque testamento en muertos es firme; puesto que nunca vale, mientras vive el testador. 18 Por
donde, ni el primero sin sangre ha sido consagrado. 19 Pues, recitada toda la ordenación según ley,
por Moisés a todo el pueblo, tomando la sangre de los becerros y de los cabrones, con agua y lana
carmesí e hisopo, así el mismo libro, como todo el pueblo roció, 20 diciendo: «Esta(k), la sangre del
testamento que ha dispuesto para con vosotros Dios». 21 Y también el tabernáculo y todos los vasos
del ministerio con sangre igualmente roció. 22 Y casi, en sangre, todo se purifica, según la ley, y sin
efusión de sangre, no hay remisión. 23 Menester(l), pues, que las figuras de lo de los cielos, con
esto, se purificasen; las celestiales mismas, empero, con mejores hostias que éstas. 24 Pues no en
hechizo santuario entró Cristo, antitípico(m) del verdadero, sino en el mismo cielo, para ahora
aparecer al rostro de Dios por nosotros; 25 ni para a menudo ofrecerse a sí mismo; como el sumo
pontífice entra en el santuario cada año en sangre ajena; 26 si no, hubiera sido menester que muchas
veces padeciese, desde la fundación del mundo; empero, ahora ya una vez por todas, en
consumación de los siglos, para anonadamiento del pecado, por su inmolación se ha manifestado.
27 Y, tal como está decretado a los hombres una vez morir; y, después de esto, el juicio; 28 así
también el Cristo, una vez ofrecido para de muchos quitar pecados; por segunda vez, sin pecado,
apareceráse a los que le esperan, para salud.

1 a. Terrenal.

2 b. Estaban así el candelabro como, etc.

3 c. Había.
d. Sancta sanctórum: tienda santa de las santas = santa por excelencia.

7 e. Pecados.
9 f. Es.
g. Figura del tiempo presente.

10 h. Perfeccionamiento evangélico.

16 i. Hay.
j. Es.

20 k. Es.

23 l. Fue.

24 m. Imitado.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 10
Cristo expió en la cruz todos los pecados
1 Pues, sombra teniendo la ley, de los venideros bienes, no la imagen misma de las cosas, cada
año(a) con las mismas hostias que ofrecen perennemente, jamás pueden a los que se allegan,
perfeccionar; 2 de otro modo ¿no hubieran cesado de ofrecerse, por ninguna(b) tener ya conciencia
de pecados los cultores una vez purificados? 3 Empero en ellas(c), memoria(d) de pecados cada
año; 4 pues imposible que sangre de toros y cabrones quite pecados. 5 Por lo cual, entrando en el
mundo, dice: Sl. 39,7-9. Hostia y oblación no quisiste; pero cuerpo adaptásteme; 6 holocaustos aun
por pecado no te pluguieron. 7 Entonces dije: «He aquí vengo (a la cabeza del libro(e) escrito está
de mí) a hacer, el(f) Dios, tu voluntad». 8 Diciendo más arriba: «Porque hostias, y oblaciones y
holocaustos, aún por pecado, no quisiste, ni pluguieron»; las cuales(g), según ley, se ofrecen, 9
entonces ha dicho: «He aquí vengo para hacer tu voluntad»; quita lo primero, para lo segundo
establecer. 10 En la cual voluntad santificados estamos por la oblación del cuerpo de Jesucristo una
vez por todas. 11 Y todo sacerdote asiste cada cada día ministrando, y las mismas a menudo
ofreciendo hostias; las cuales jamás pueden quitar pecados; 12 éste, empero, habiendo una por
pecados ofrecido hostia, para siempre sentóse a la diestra de Dios; 13 en adelante aguardando a que
sean puestos sus enemigos escabel de sus pies. 14 Porque, con una oblación, ha consumado para
siempre a los que se santifican. 15 Y testifícanos también el Espíritu, el Santo. Porque, después de
haber dicho: 16 Jer. 31,33. Este, el testamento que testaré con ellos, después de aquellos días, dice
Señor: «Dando leyes mías en su corazón; y en su mente las escribiré. 17 y de sus pecados y de sus
iniquidades no me acordaré, no, ya». 18 Pero, donde(h), remisión de éstos; ya no(i) oblación por
pecado.

19 Teniendo, pues, hermanos, libertad para la entrada del santuario, en la sangre de Jesús, 20 por el
camino que nos consagró nuevo y viviente, por el velo; esto es: la sangre suya; 21 y(j) sumo
pontífice grande sobre la casa de Dios; 22 lleguémonos con verdadero(k) corazón, en plenitud de fe,
rociados(l) los corazones de conciencia mala, y lavados el cuerpo(m) con agua pura; 23
mantengamos la confesión de la esperanza indeclinable(n) (pues fiel, el que ha prometido); 24 y
mirémonos(o) unos a otros, en estímulo de caridad y hermosas obras; 25 no abandonando nuestra
congregación, según costumbre de algunos, sino exhortando, y tanto más, cuanto veis acercarse el
día(p). 26 Que voluntariamente pecando nosotros, después de recibir el conocimiento de la verdad,
ya no por pecados queda hostia; 27 pero una medrosa expectación de juicio; y de fuego celo, que
devorar debe a los contrarios. 28 Desechando alguno la ley de Moisés, sin lástimas, mediante dos o
tres testigos, muere; 29 ¿cuánto más, pensáis, peor merecerá castigo, el que al Hijo de Dios
conculcó y la sangre del testamento, común(q) reputó; en la cual ha sido santificado; y al Espíritu de
la gracia ultrajó? 30 Pues sabemos al que dijo: Deut. 32,35. A mí, venganza: yo retribuiré; y de
nuevo: Sl. 135,14. Juzgará Señor a su pueblo. 31 Medroso, el caer en manos de un Dios viviente. 32
Pero rememorad los anteriores días, en que, iluminados(r) mucha lid sostuvisteis de padecimientos:
33 ahora, así con oprobios como con tribulaciones hechos espectáculo; ahora en partícipes de los así
vivientes(s), convertidos. 34 Pues también con los aprisionados padecisteis y la rapiña de vuestros
bienes con gozo aceptasteis, conociendo que tenéis mejores haberes, y permanentes. 35 No
abandonéis, pues, vuestra confianza; la cual tiene grande remuneración. 36 Que de paciencia tenéis
necesidad, para que, la voluntad de Dios haciendo, reportéis la promisión. 37 Is. 26,20. Pues todavía
un poco, tantito, tantito —el que viene, llegará, y no tardará; 38 Hb. 2,3-4. y el justo mío de fe
vivirá, y si se retrajere(t), no se complace mi alma en él. 39 Pero nosotros no somos de retraimiento,
para perdición, sino de fe, para ganancia de alma.

1 a. En las mismas hostias que cada año ofrecen.

2 b. Ninguna conciencia.

3 c. Las hostias.
d. Es; se hace.

7 e. Lo principal de las escrituras.


f. Oh Dios: el Dios mío.

8 g. Hostias.

18 h. Hay.
i. Hay.

21 j. Teniendo.

22 k. Sincero.
l. Nosotros —habiendo rociado nosotros, lavado con la rociada.
m. Totalmente con el bautismo.

23 n. Sin declinar, decaer.

24 o. Mirémonos para estimularnos a porfiar en caridad.

25 p. De Cristo: su reinado.

29 q. Impura.

32 r. Bautizados.

33 s. Perseguidos y oprobiados.

38 t. De la fe.
Epístola a los Hebreos
Capítulo 11
Ejemplos de fe
1 Y es la fe de las cosas que se esperan, fundamento; de cosas demostración que no se ven. 2 Pues
en ésta testimoniados(a) fueron los antiguos, 3 Por fe, entendemos haber sido dispuestos los
siglos(b) por palabra de Dios, para que, de lo que no parece, se hiciera lo que se ve. 4 Por fe, mayor
hostia Abel que Caín ofreció a Dios; por la que fue testimoniado ser justo; testimoniando a sus
ofrendas Dios; y por ella, muerto, aún habla(c). 5 Por fe, Enoc trasladado fue, para no ver muerte; y
no fue hallado, por esto: porque le había trasladado Dios; pues, antes de la traslación, testimoniado
está de haber placido a Dios. 6 Y, sin fe, imposible placerle; pues creer debe, el que se llega a Dios,
que(d) es, y, para los que le buscan, remunerador se hace. 7 Por fe, habiéndose revelado a Noé lo
que aún no se veía, temeroso dispuso el arca, para salvación de su casa, por la cual(e) condenó al
mundo, y de la, según fe, justicia hízose heredero. 8 Por fe, el renombrado(f) Abrahán, obedeció en
salir a lugar que había de recibir en herencia; y salió, no sabiendo a dónde va. 9 Por fe, avecindóse
en tierra de la promesa, como ajena; en tiendas habitando con Isaac y Jacob, los coherederos de la
promesa la misma; 10 porque esperaba la que los fundamentos tiene ciudad, cuyo artífice y
autor(g), Dios. 11 Por fe, también la misma Sara virtud, para fundación de simiente, recibió, aún
fuera de sazón de edad, por cuanto fiel reputó al que prometía. 12 Por lo cual también, de uno
engendrados fueron (y eso amortecido) tal como los astros del cielo, por la muchedumbre, y, como
la arena la en la ribera del mar, la innumerable. 13 Conforme a fe(h) murieron éstos todos, no
habiendo recibido las promesas, sino en lontananza viéndolas y saludando, y confesando que
huéspedes y peregrinos son sobre la tierra. 14 Pues los que tal dicen, demuestran que patria
buscando van. 15 Y, si por ventura aquélla hubieran recordado de que salieron, hubiesen tenido
tiempo de retornar; 16 pero ahora una mejor pretenden; esto es: celestial. Por lo que no se
avergüenza de ellos Dios, Dios llamándose de ellos; porque preparádoles ha ciudad. 17 Por fe, ha
ofrecido Abrahán a Isaac, siendo tentado; y al unigénito ofrecía, el que las promesas recibiera; 18 a
quien se habló: Gn. 21,18. Que en Isaac llamada te será simiente; 19 pensando que también de entre
muertos a resucitar poderoso(i) Dios; por donde también en parábola,(j) le recibió. 20 Por fe,
asimismo acerca de lo venidero bendijo Isaac a Jacob y a Esaú. 21 Por fe, Jacob, muriendo, a cada
uno de los hijos de José bendijo, y adoró hacia la punta de la vara de él(k). 22 Por fe, José,
feneciendo, de la salida de los hijos de Israel acordóse, y acerca de los huesos de él mandó. 23 Por
fe, Moisés; nacido, ocultado fue un trimestre por sus padres, por esto: porque vieron gracioso al
niñito, y no temieron la orden del rey. 24 Por fe, Moisés, grande hecho, rehusó decirse hijo de hija
de Faraón; 25 más bien eligiendo ser maltratado, con el pueblo de Dios, que temporales tener de
pecado fruiciones; 26 mayor riqueza estimando, que los de Egipto tesoros, el oprobio del Cristo(l);
pues miraba a la remuneración. 27 Por fe, abandonó a Egipto, no temiendo la ira del rey; pues al
invisible, como(m) viendo, se atuvo. 28 Por fe, ha hecho la pascua y la aspersión de la sangre, para
que, el que exterminaba lo primogénito, no tocase a ellos. 29 Por fe, pasaron por la roja mar, como
por seca tierra; de la cual experiencia tomando los egipcios, devorados fueron. 30 Por fe, los muros
de Jericó cayeron cercados por siete días. 31 Por fe, Rahab, la ramera, no pereció al par de los
increyentes, acogiendo a los exploradores con paz. 32 ¿Y qué aún digo? Pues faltaríame; refiriendo,
el tiempo, acerca de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté y David y Samuel, y de los profetas; 33 quienes
por medio de fe debelaron reinos; obraron justicia; alcanzaron promesas, cerraron bocas de leones,
34 extinguieron poder de fuego, huyeron bocas(n) de cuchilla; confortados fueron de flaqueza;
hiciéronse fuertes en guerra, campamentos derribaron de extraños(o); 35 recibieron mujeres por
resurrección, a los muertos de ellas; y otros atimbalados(p) fueron, no admitiendo el rescate(q) para
mejor resurrección tocar. 36 Y otros de ludibrios y azotes experiencia tomaron, y, a más, de
prisiones y custodia: 37 lapidados fueron, aserrados fueron, probados fueron, en matanza de
cuchilla murieron, anduvieron en zaleas, en caprinas pieles, necesitados, atribulados, maltratados;
38 de quienes no era digno el mundo; en soledades errabundos, y montes, y cavernas y las grietas de
la tierra. 39 Y estos todos, testificados(r) por la fe, no se llevaron la promesa; 40 Dios acerca de
nosotros algo mejor proveyendo, para que no sin nosotros, consumados fuesen(s).

2 a. Recibieron buen testimonio: fueron aprobados.

3 b. Todo el universo.

4 c. Por su sangre que clama al cielo.

6 d. Dios.

7 e. El arca. Condenó ésta, por la fe, la incredulidad del mundo.

8 f. Divinamente.

10 g. Es.

13 h. Conformándose a ella, reteniéndola.

19 i. Es.
j. Figura; pues Isaac librado de la muerte y como resucitado, es, en todo su sacrifico, una imagen
viva de Cristo.

21 k. De José, en señal de sumisión, pues la vara era el cetro regio que llevaba José.

26 l. Proféticamente vio Moisés a Cristo y padeció por él.

27 m. Si le viera.

34 n. Filos, a modo de bocas abiertas, devoradoras.


o. Enemigos.

35 p. El suplicio del timbal consistía en que se ponía al reo en una rueda, donde se le estiraba la piel
hasta dejarla como un timbal.
q. Redención, liberación de los tormentos.

39 r. Aunque de Dios recibieron testimonio, alabanza, por la fe.

40 s. Proveyó Dios que no fuesen perfeccionados: recibiesen la promesa, la recompensa, la gloria


antes que nosotros; antes de la muerte de Cristo.
Epístola a los Hebreos
Capítulo 12
De la paciencia, a ejemplo de Cristo
Excelencia de la nueva alianza
1 Por lo tanto; también nosotros, tanta teniendo, que nos cerca, nube de testigos, carga deponiendo
toda y el cautivador pecado, por paciencia corramos la que se nos propone, lid, 2 mirando al de la fe
autor y consumador, Jesús; quien en vez del que se le proponía gozo, soportó cruz, vergüenza
menospreciando; y a la diestra del trono de Dios está sentado. 3 Porque recapacitad al que
tamaña(a) ha soportado, de los pecadores, contra sí, contradicción; para que no os rindáis, en las
almas vuestras desmayados. 4 Aún no hasta sangre habéis resistido, contra el pecado reluchando: 5
y os(b) habéis olvidado de la consolación; la que con vosotros, cual con hijos conversa: Prov. 3,11.
Hijo mío, no apoques(c) la corrección del Señor, ni desmayes, por él reprendido. 6 Pues al que ama
Señor, corrige; y vapula a todo hijo que recibe(d). 7 Hasta la corrección perseverad; cual a hijos, se
os ofrece Dios; pues, ¿qué hijo(e) a quien no corrige el padre? 8 Y, si fuera estáis de corrección, de
que partícipes han sido hechos todos; luego bastardos, y no hijos sois. 9 Además; a los de nuestra
carne padres teníamos de correctores; y les reverenciábamos; ¿no mucho más nos subordinaremos
al padre de nuestros espíritus, y viviremos? 10 Pues aquéllos para pocos días, según lo que les
parecía, educaban; éste, empero, en lo conveniente a participar de su santidad. 11 Pero toda
educación, en cuanto a lo presente, no parece de gozo ser, sino de pesar; al fin, empero, fruto
pacífico, a los por ella ejercitados, da de justicia. 12 Por lo cual, las remisas manos y las disueltas
rodillas erguid, 13 y pasos rectos haced con vuestros pies para que lo claudicante no extravíe; sane,
empero, más bien. 14 La paz seguid con todos, y la santificación; sin la cual nadie verá al Señor; 15
mirando que nadie falte a la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura, subiendo, empezca y por
ella se manchen los muchos; 16 que ninguno(f), ramero, o profano, como Esaú; quien, por manjar
uno, vendió su primogenitura; 17 porque sabéis que también más adelante, queriendo heredar la
bendición, reprobado fue; pues de penitencia lugar no halló; con lágrimas, buscándola. 18 Porque
no os habéis allegado a palpable monte, y encendido fuego, nieblas y tinieblas, y tormenta, 19 y a
de trompeta son y voz de palabras; la cual oyendo, pidieron que no se les dirigiera palabra; 20 (pues
no sufrían lo que se ordenaba: Aun cuando bestia tocare el monte, lapidada será; 21 y tan temeroso
era lo que aparecía que Moisés dijo: Espantado estoy y tembloroso); 22 sino que os habéis allegado
a Sión monte y ciudad de Dios viviente, a Jerusalén celeste y a miríadas(g) de ángeles, 23 a
asamblea y congregación de primogénitos(h) inscritos en los cielos, y al juez Dios de todos, y a
espíritus de justos consumados(i). 24 y a de alianza nueva medianero, Jesús, y a sangre de
aspersión, mejor hablando que Abel. 25 Mirad que no desechéis al que habla; pues, si aquéllos no
escaparon los que sobre la tierra desecharon al vaticinante(j); mucho menos nosotros los que al de
los cielos desechamos; 26 cuya voz la tierra estremeció entonces; ahora, empero, ha prometido
diciendo: Ag. 2,6. Todavía una vez yo estremeceré, no sólo la tierra, sino también el cielo. 27 Y lo
de: «Todavía una vez», declara la de las cosas estremecidas traslación, como(k) de hechas; para que
queden las no estremecidas. 28 Por lo cual reino inestremecible recibiendo, retengamos la gracia;
por la que sirvamos gratamente a Dios, con reverencia y temor, 29 que nuestro Dios, fuego
consumidor.

3 a. Tamaña —contradicción. Hipérbaton enfático.

5 b. Ni.
c. No tengas en poco.

6 d. Admite por suyo.

7 e. Hay.

16 f. Sea.
22 g. Una miríada = diez mil. Miríadas = multitud incontable.

23 h. Los santos primeros, más excelentes.


i. Glorificados.

25 j. Moisés.

27 k. Como que son cosas hechas, transitorias, amovibles; la ley y el reino mosaicos.

Epístola a los Hebreos


Capítulo 13
Exhortaciones
1 La fraternidad persevere. 2 De la hospitalidad no os olvidéis; que, por ésta, ocultóseles a
algunos(a), que hospedaban a ángeles. 3 Acordaos de los cautivos, como de concautivos; de los
afligidos, como que también vosotros estáis en cuerpo. 4 Honorable, el matrimonio en todo, y el
tálamo, inmaculado; que a rameros y adúlteros juzga Dios. 5 Desinteresada la vida; contentos con lo
presente; pues él dijo: Deut. 31,6. No te dejaré, no; ni te abandonaré, no; 6 así que confiadamente
digamos: Señor, para mí, ayudador: no temeré: ¿que me hará el hombre? 7 Recordad a los
prepósitos vuestros; los cuales os hablaron la palabra de Dios, de los que, contemplando la salida de
la conversación(b), imitad la fe. 8 Jesucristo: ayer y hoy el mismo, y por los siglos. 9 De doctrinas
varias y peregrinas no seáis llevados; porque hermoso, con gracia afianzarse el corazón; no con
viandas, que no aprovecharon a los observantes. 10 Tenemos altar, de que comer no tienen potestad
los que al tabernáculo sirven. 11 Pues de los animales, cuya sangre es introducida, por pecado en el
santuario, por el sumo sacerdote; de éstos los cuerpos se queman fuera del campamento. 12 Por lo
cual también Jesús, para santificar por la propia sangre al pueblo, fuera de la puerta(c) padeció. 13
Por tanto salgamos a él, fuera del campamento, su oprobio llevando; 14 que no tenemos aquí
permanente ciudad, sino que la venidera buscamos. 15 Por él, pues, ofrezcamos hostias de loor
siempre a Dios; esto es: fruto de labios que confiesan su nombre. 16 Y de la beneficencia y
comunión(d) no os olvidéis, pues en tales hostias se complace a Dios. 17 Obedeced a vuestros
prepósitos, y someteos; pues ellos velan por vuestras almas, como que cuenta han de dar, para que,
con gozo esto hagan, y no gimiendo; pues inconveniente a vosotros esto. 18 Orad por nosotros; pues
confiamos en que bella conciencia tenemos, en todo bellamente queriendo conversar. 19 Y más
exhorto a esto hacer, para que más pronto sea yo restituido a vosotros. 20 Y el Dios de la paz, el que
sacó de muertos al pastor de las ovejas, el grande, en sangre de testamento eterno, a nuestro señor
Jesús; 21 os perfeccione en todo bien, para hacer su voluntad, haciendo(e) en vosotros lo grato a faz
de él, por Jesucristo; a quien la gloria por los siglos de los siglos, Amén. 22 Y exhórtoos, hermanos,
a sufrir la palabra de la exhortación; por haberos brevemente escrito. 23 Sabed que nuestro hermano
Timoteo está libre, con quién, si más pronto él viniere, os veré. 24 Saludad a todos vuestros
prepósitos y a todos los santos. Os saludan los de la Italia. 25 La gracia con todos vosotros.

2 a. A Abrahán y los suyos.

7 b. Vida.

12 c. De Jerusalén.
16 d. Comunicación de bienes, limosnas.

21 e. él: Dios.
Epístola de Santiago
Capítulo 1
De la sabiduría; la tentación; la lengua
1 Santiago, de Dios y Señor Jesucristo siervo, a las doce tribus, las en la dispersión, salud. 2 Todo
gozo estimad, hermanos míos, cuando en tentaciones(a) cayereis varias; 3 conociendo que la
probación de vuestra fe obra paciencia. 4 Y la paciencia obra perfecta tenga(b), para que seáis
perfectos e íntegros, en nada faltos. 5 Y, si a alguno de vosotros falta sabiduría, pida al que da: Dios,
a todos sencillamente(c) y no enrostra; y darásele. 6 Mas pida en fe, nada vacilando; pues el que
vacila, parécese a oleadas de mar aventadas y agitadas. 7 Pues bien no piense aquel hombre, que
alcanzará algo del Señor; 8 un varón doble(d) instable en todos sus caminos. 9 Y gloríese el
hermano, el bajo en su alteza(e); 10 el rico; empero, en su bajeza(f); pues, como flor de heno pasará.
11 Pues alzóse el sol con el ardor, y secó el heno, y la flor de él cayóse, y el decoro de la faz de él
pereció; así también el rico en sus andanzas se marchitará. 12 Bienaventurado el varón que
sobrelleva tentación; porque después de probado, recibirá la corona de la vida; que ha prometido el
Señor a los que le aman. 13 Nadie, al ser tentado, diga: que «de Dios soy tentado»; que Dios
intentado es de males(g); y tienta él a nadie. 14 Cada cual, empero, tentado es; por la propia
concupiscencia arrastrado y cebado; 15 luego la concupiscencia, concibiendo, pare pecado; y el
pecado, consumado, engendra muerte. 16 No erréis, hermanos míos amados. 17 Toda dádiva buena
y todo don perfecto de arriba es, descendiendo del Padre de las luces; en quien no hay mudanza o de
vicisitud sombreamiento(h). 18 Queriendo, engendrónos con palabra de verdad, para que seamos
ciertas primicias de sus criaturas. 19 Sabéis(i), hermanos míos amados. Y sea todo hombre pronto
para el oír; tardo para el hablar; tardo para ira; 20 pues ira de varón justicia de Dios no obra. 21 Por
lo cual, desechando toda impureza y demasía de malicia, en mansedumbre aceptad la implantada
palabra, la poderosa a salvar vuestras almas. 22 Y convertíos en hacedores de palabra, y no en
oidores solamente, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque, si alguno oidor de palabra es, y no
hacedor, éste parécese a varón que contempla la faz de su natividad(j) en espejo; 24 pues
contempládose ha, e ídose y luego olvidádose de cómo era(k). 25 Pero, el que escudriña la ley
perfecta, la de libertad(l), y persevera, no oidor de olvido(m) hecho, sino hacedor de obra, éste,
bienaventurado en su hacer será. 26 Si alguien cree religioso ser, no refrenando su lengua, sino
engañando a su corazón(n); de éste, vana la religión. 27 Religión pura e inmaculada ante Dios y
Padre, ésta es: visitar huérfanos y viudas en la tribulación de ellos; inmancillado guardarse del
mundo.

2 a. Tribulaciones, persecuciones.

4 b. Sea perfecta en su obrar.

5 c. Sin restricción: abundantemente.

8 d. Es.

9 e. Porque es alteza el humillarse.

10 f. El rico humíllese.

13 g. Inaccesible a lo malo, a tentación mala que induce a pecado. Pero permite y aún dispone la
que es prueba, para recompensa y corona.

17 h. La vicisitud, denota cambio, y el cambio proyecta cierta sombra. Dios es luz purísima y autor
de toda luz.

19 i. Esto.
23 j. La faz con que ha nacido; la propia, no pintada; que se puede mirar siempre.

24 k. Se mira un instante para conocerse o corregir algo; es decir: oye la palabra de Dios, mírase y
conoce sus defectos; pero olvídase al punto de sí mismo.

25 l. De la libertad, la ley evangélica.


m. Muy olvidadizo.

26 n. Ilusionándose profundamente.

Epístola de Santiago
Capítulo 2
De la misericordia y las buenas obras
1 Hermanos míos, no en acepciones de personas tengáis la fe de nuestro Señor Jesucristo de la
gloria(a). 2 Pues, si entrare en vuestra reunión un varón de anillos de oro, en vestimenta
esplendorosa; y entrare también un pobre en sórdida vestimenta; 3 y miráreis al que lleva la
vestimenta la esplendorosa, y dijereis: «Tú, siéntate aquí bellamente»; y al pobre dijereis: «Tú,
párate allí, o siéntate debajo del escabel mío»; 4 ¿no habéis juzgado(b) en vosotros mismos y
héchoos jueces de pensamientos malos? 5 Oíd, hermanos míos amados: ¿no ha elegido Dios a los
pobres para el mundo, ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? 6 Y
vosotros habéis deshonrado al pobre. Los ricos ¿no se enseñorean de vosotros y ellos os arrastran a
tribunales? 7 ¿No blasfeman ellos el bello nombre el invocado sobre vosotros? 8 Si a la verdad ley
cumplís regia, según la escritura: Lev.19,18. Amarás a tu prójimo como a ti mismo; bellamente
hacéis; 9 mas, si personas aceptáis, pecado obráis, siendo redargüidos por la ley como transgresores.
10 Pues, quienquiera que toda la ley guardare, pero ofendiere en una cosa, ha sido de todas hecho
reo. 11 Pues, el que dijo: No adulterarás, dijo también: No matarás; y si no adulterares, matares,
empero, te has hecho transgresor de ley. 12 Así hablad y así haced, como por ley de libertad
habiendo de ser juzgados. 13 Pues el juicio inmisericordioso al que no ha hecho misericordia;
gloríase, empero, misericordia contra juicio. 14 ¿Cuál, el provecho, hermanos míos, si fe dijere
alguno tener, pero obras no tuviere? ¿Acaso puede la fe salvarle? 15 Y si hermano o hermana
desnudos están, y privados del diario sustento; 16 y les dijere uno de entre vosotros: «Id en paz,
calentaos y hartaos», pero no les diereis las cosas necesarias del cuerpo: ¿cuál el provecho? 17 Así
también la fe, si no tuviere obras, muerta está en sí misma. 18 Empero dirá alguno: «Tú fe tienes, y
yo obras tengo», muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré, por mis obras, mi fe. 19 Tú crees
que uno es Dios; bellamente haces; también los demonios creen, y se estremecen. 20 Pero ¿quieres
conocer, oh hombre vano, que la fe, sin las obras, muerta es? 21 Abrahán, nuestro padre, ¿no por
obras justificóse, ofreciendo a Isaac, su hijo, sobre el altar? 22 ¿Ves que la fe cooperó a sus obras y
por las obras la fe se consumó? 23 Y cumplióse la escritura la que dice: Gen. 15,6 Y creyó Abrahán
a Dios e imputósele a justicia y amigo de Dios fue llamado(c). 24 ¿Veis que por obras, justificado es
el hombre, y no por la fe solamente? 25 Y asimismo también Rahab, la ramera, ¿no por obras fue
justificada(d), acogiendo a los mensajeros y, por otro camino lanzándoles? 26 Pues, así como el
cuerpo, sin espíritu, muerto es, así también la fe, sin las obras; muerta es.

1 a. Glorioso, dueño y rey de la gloria.

4 b. Inicuamente, condenando al pobre por pobre, honrando al rico por rico.


23 c. Por su fe en Dios se justificó; por sus obras se consumó su fe y justicia.

25 d. Por su gran fe y sus obras.

Epístola de Santiago
Capítulo 3
De la lengua y la sabiduría
1 No muchos, maestros os hagáis, hermanos míos, sabiendo que mayor juicio recibiremos. 2 Que en
muchas cosas tropezamos todos; si alguno en palabra no tropieza éste, perfecto varón, poderoso a
enfrenar todo el cuerpo. 3 Y, si de los caballos los frenos a las bocas echamos para que nos
obedezcan, también todo el cuerpo de ellos manejamos. 4 He aquí también las naves, tamañas
siendo, y por vientos ásperos empujadas, gobiérnanse con pequeñísimo timón a donde el impulso
del dirigente quisiere. 5 Así también la lengua pequeño miembro es, y muy grande se jacta(a). He
aquí cuánto(b) fuego, cuánta selva enciende; 6 y la lengua, fuego: el mundo(c) de la iniquidad. La
lengua constituida está(d) en los miembros nuestros, la que mancilla todo el cuerpo(e) e inflama el
rodar de nuestra vida desde el nacer, y es inflamada(f) por la gehenna. 7 que toda naturaleza, y de
bestias, y volátiles, y reptiles, y marinos dómase; y domada está por la naturaleza, la humana; 8 la
lengua, empero, nadie domar puede de hombres: desasosegado mal, henchida de veneno mortífero.
9 En ella bendecimos al Señor y Padre, y en ella maldecimos a los hombres los a semejanza de Dios
hechos; 10 de la misma boca procede bendición y maldición. No debe, hermanos míos, esto así
suceder. 11 ¿Por ventura el manantial por la misma abertura brota lo dulce y, lo amargo? 12 ¿Acaso
puede, hermanos míos, higuera olivas hacer, o vid, higos? ni la salada dulce hacer agua. 13 ¿Quién
sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la bella conversación sus obras en mansedumbre de
sabiduría. 14 Pero si celo amargo tenéis y emulación en vuestro corazón, no alardeéis y mintáis
contra la verdad. 15 No es ésta la sabiduría que de arriba desciende, sino terrenal, psíquica(g),
demoníaca. 16 Pues, donde celo y emulación, allí desasosiego y toda mala obra. 17 Mas la de arriba
sabiduría, lo primero, pura es; luego pacífica, clemente, dócil, henchida de misericordia y frutos
buenos, no juzgadora, no hipócrita. 18 Y fruto de justicia en paz siémbrase para los que hacen paz.

5 a. Tiene muy grande arrogancia.


b. Cuán pequeño.

6 c. Es ella todo un mundo, el mundo mismo de la iniquidad, por todos los estragos que hace.
d. De tal suerte que mancilla.
e. El hombre entero.
f. Cuando es inflamada por el infierno.

15 g. Del alma animal.


Epístola de Santiago
Capítulo 4
Contra la concupiscencia, maledicencia, y presunción
1 ¿De dónde guerras, y de dónde contiendas entre vosotros? ¿No de aquí: de vuestras
concupiscencias las que militan en vuestros miembros? 2 Codiciáis, y no tenéis(a); matáis y
envidáis, y no podéis alcanzar; contendéis y guerreáis, y no tenéis; por cuanto no pedís; 3 pedís, y
no recibís; por esto: porque malamente pedís: para en vuestras concupiscencias gastarlo. 4
Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad del mundo enemiga de Dios es? Quien, pues, quisiere amigo
ser del mundo, enemigo de Dios constitúyese. 5 ¿O pensáis, que en vano la escritura dice: «¿Para
envidia codicia el Espíritu que habita en vosotros?»; 6 pero(b) mayor da gracia. Por lo cual dice:
Prov. 3,34. Dios a soberbios resiste; a humildes, empero, da gracia. 7 Someteos, pues, a Dios, y
resistid al diablo, y huirá de vosotros. 8 Acercaos a Dios, y se acercará a vosotros. Limpiad manos,
pecadores, y purificad corazones, dobles. 9 Afligíos, y lamentaos y llorad: la risa vuestra en lamento
conviértase, y el gozo, en confusión. 10 Humillaos a faz de Señor, y exaltaraos. 11 No murmuréis
unos de otros, hermanos. El que murmura del hombre o juzga a su hermano, murmura de ley y
juzga ley; y, si ley juzgas, no eres hacedor(c) de ley, sino juez. 12 Uno es el legislador y juez el que
puede salvar y perder, pero tú ¿quién eres, el que juzgas al prójimo?— 13 Ea, ahora, los que decís:
«Hoy o mañana partiremos a la ciudad tal, y pasaremos allí un año, y comerciaremos y ganaremos»;
14 (los que no sabéis lo del mañana; pues ¿qué vuestra vida? Vapor es, el que un momento aparece
y luego desaparece); 15 en vez de decir: «Si el Señor quisiere y viviéremos, haremos esto o
aquello». 16 Mas ahora os gloriáis en vuestras soberbias: toda gloriación tal mala es. 17 El que
sabe, pues, bello hacer, y no hace, pecado para él es.

2 a. No alcanzáis lo que apetecéis.

6 b. Antes bien.

11 c. Cumplidor.

Epístola de Santiago
Capítulo 5
Contra los avaros. De la paciencia; juramento;
extremaunción, confesión, acción y celo
1 Ea; ahora, los ricos, llorad ululando sobre vuestros infortunios los que llegan. 2 Vuestra riqueza
podrida está, y las vestiduras vuestras apolilladas están; 3 el oro vuestro y la plata se han
enmohecido, y el moho de ellos en testimonio os será y comerá vuestras carnes, como fuego.
Habéis atesorado para los últimos días(a). 4 He aquí el jornal de los obreros los que segaron
vuestras regiones, el defraudado por vosotros, grita; y los clamores de los que han cosechado, en las
orejas del Señor sabaot(b) ha entrado. 5 Os habéis holgado sobre la tierra, y lujuriado, nutrido
vuestros corazones para día de degüello. 6 Condenasteis, matasteis al justo: no os resiste. 7
Longanimaos, pues, hermanos, hasta la parusia(c) del Señor. He aquí el labrador aguarda el precioso
fruto de la tierra, longanimándose con él, hasta coger el temprano y el tardío. 8 Longanimaos
también vosotros; confirmad vuestros corazones; que la parusia del Señor se ha acercado. 9 No os
lamentéis, hermanos, unos contra otros, para que no se os juzgue; he aquí el juez a las puertas está.
10 Por dechado tomad, hermanos, del sufrimiento y la longanimidad, a los profetas, que hablaron en
el nombre de Señor. 11 He aquí felicitamos a los que sufrieron: el sufrimiento de Job habéis oído y
el fin de Señor visto; pues de muchas entrañas(d) es el Señor, y misericordioso— 12 Pero, ante
todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra; ni otro alguno juramento; y sea de
vosotros el «Sí; sí»; y el «No; no»; porque bajo de juicio no caigáis. 13 ¿Sufre alguno entre
vosotros? Ore. ¿Goza alguno? Cante. 14 ¿Enférmase alguno entre vosotros? Llame a sí a los
presbíteros de la iglesia, y oren sobre él, ungiéndole con óleo, en el nombre del Señor. 15 Y la
oración de la fe salvará al enfermo; y levantarále(e) el Señor; y si pecados hubiere hecho,
perdonaránsele. 16 Confesaos, pues, unos a otros los pecados y orad los unos por los otros; para que
sanéis. —Mucho puede plegaria de justo asidua. 17 Elías hombre era pasible igual a nosotros; y con
oración oró que no lloviera, y no llovió sobre la tierra, años tres y meses seis; 18 Y de nuevo oró, y
el cielo dio lluvia, y la tierra brotó su fruto. 19 Hermanos míos, si alguno entre vosotros se
extraviare de la verdad, y le convirtiere alguno; 20 conozca que, quien convirtiere a pecador de
extravío de su camino, salvará el alma de él de muerte y cubrirá muchedumbre de pecados(f).

3 a. Ira para los días del juicio.

4 b. «De los ejércitos» celestiales.

7 c. Segunda venida.

11 d. Muy blando de entrañas.

15 e. Espiritual y corporalmente, infundiéndole fuerza.

20 f. Ajenos y propios.
Epístola Primera de San Pedro
Capítulo 1
Méritos de Cristo. Santa vida
1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos(a) advenedizos de dispersión de Ponto, Galacia,
Capadocia, Asia y Bitinia, 2 según presciencia de Dios Padre, en santificación de Espíritu, para
obediencia, y aspersión de sangre de Jesucristo: gracia a vosotros y paz acreciéntese.— 3 Bendito el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo; quien, según la muchedumbre de su misericordia, nos ha
regenerado en esperanza viva, por resurrección de Jesucristo de entre muertos; 4 para herencia
incorruptible e incontaminada e inmarcesible conservada en los cielos a vosotros; 5 los que, en
virtud de Dios, custodiados sois, por fe, para salud preparada a revelarse en tiempo postrero. 6 En el
cual os alborozáis(b); un poco ahora, si menester es, apenados en varias tentaciones; 7 para que la
prueba de vuestra fe(c) mucho más preciosa que oro el que perece, aunque a fuego es probado; se
halle, en loor, y gloria y honor, en revelación de Jesucristo; 8 a quien no viendo, amáis; a quien
ahora no mirando, pero creyendo, os alborozáis con gozo inenarrable y glorificado; 9 reportando el
fin(d) de vuestra fe: salud de almas. 10 Acerca de la cual salud inquirieron y escrudriñaron profetas,
los, acerca de la para con vosotros gracia, profetizantes, 11 escudriñando en qué o cuál tiempo
declaraba el en ellos Espíritu de Cristo, pretestificando los para Cristo padecimientos y las, después
de ellos glorias; 12 a quienes revelado fue que no para sí, pero para vosotros ministraban(e) lo que
ahora se os ha anunciado por los que os han evangelizado por el Espíritu Santo(f), enviado del cielo;
lo que anhelan ángeles contemplar. 13 Por lo cual, ciñéndoos los lomos de vuestra mente,
ayunos(g), perfectamente esperad en la que se os trae gracia, en revelación de Jesucristo. 14 Cual
hijos de obediencia, no configurándoos con los anteriores de vuestra ignorancia apetitos; 15 sino
que según el que os ha llamado Santo, también vosotros mismos santos en toda conversación
haceos; 16 por esto: porque está escrito: Lv. 11,44. Santos seréis; porque yo santo soy. 17 Y, si por
Padre invocáis al que, sin acepción de personas, juzga según la de cada uno obra, en temor el de
vuestra peregrinación tiempo pasad; 18 sabiendo que, no con corruptibles cosas, plata u oro, habéis
sido redimidos de vuestra vana conversación paterno-tradicional, 19 sino con la preciosa sangre,
como de cordero inmaculado e incontaminado: Cristo; 20 preconocido por cierto antes de la
constitución del mundo; manifestado, empero, en el último de los tiempos, por vosotros; 21 los, por
él fieles a Dios; el que le resucitó de muertos, y gloria le dio; para que vuestra fe y esperanza sea en
Dios. 22 Vuestras almas habiendo vosotros purificado en la obediencia de la verdad, en fraternidad
infingida; de corazón amaos entrañablemente; 23 renacidos, no de simiente corruptible, sino
incorruptible; por palabra de viviente Dios y permanente. 24 Por esto: Is. 40, 6-8. porque toda
carne, como heno, y toda gloria de ella, como flor de heno: secóse el heno y su flor se cayó. 25 Mas
la palabra de Señor permanece por el siglo. Y ésta es la palabra, la que se os ha evangelizado.

1 a. Según presciencia, etc. del vs. 2.

6 b. Alborozaréis.

7 c. Para que vuestra fe probada mucho más preciosa... se halle.

9 d. Recompensa.

12 e. Profetizaban, servían de profetas.


f. Lo que se os ha anunciado: los misterios de la pasión y gloria de Cristo.

13 g. Muy sobrios.
Epístola Primera de San Pedro
Capítulo 2
Inocencia; obediencia; paciencia
1 Despojándoos, pues, de toda malicia y todo dolo, e hipocresía, y envidias y todas detracciones; 2
cual recién nacidos niños, la racional, indolosa leche ansiad; a fin de que en ella crezcáis en salud; 3
si ya es que gustasteis que bueno, el Señor. 4 Al que aproximándoos, a piedra viviente, por hombres,
en verdad, desechada, pero, ante Dios, escogida, preciosa, 5 también vosotros mismos, como
piedras vivientes edificaos sobre ella, casa espiritual, en sacerdocio santo, a ofrecer espirituales
hostias, aceptas a Dios por Jesucristo. 6 Por lo cual se contiene en la escritura: Is. 28,16. He aquí
pongo en Sión piedra angular, escogida, preciosa; y el que cree en ella, no será confundido, no; 7 A
vosotros, pues, la honra, a los creyentes; a los desobedientes, empero, piedra que desecharon los
edificantes; ésta ha sido hecha en cabeza de ángulo; 8 y piedra de tropiezo y peña de escándalo; los
que tropiezan, a la palabra desobedeciendo; para lo cual también han sido puestos(a). 9 Pero
vosotros, linaje escogido, regio sacerdocio, gente santa, pueblo de adquisición(b); para que las
virtudes anunciéis del que os ha llamado de tinieblas a su maravillosa luz; 10 los, un día, no pueblo;
ahora empero, pueblo de Dios; los no compadecidos; ahora, empero, compadecidos. 11 Amados,
exhorto a que, como advenedizos y peregrinos os abstengáis de los carnales apetitos; los cuales
militan contra el alma; 12 vuestra conversación entre las gentes teniendo hermosa; a fin de que, en
lo que murmuran de vosotros como malobrantes, por las hermosas obras, contemplando, glorifiquen
a Dios en día de visitación(c). 13 Someteos, pues, a toda humana criatura(d), por el Señor; sea a rey,
como a descollante; 14 sea a presidentes, como por él enviados para vindicta de malobrantes, y
alabanza de bienobrantes; 15 pues así es la voluntad de Dios: que, bien obrando, acalléis la de los
insensatos hombres ignorancia; 16 como libres, y no, como por velo teniendo de la malicia, la
libertad(e), sino como siervos de Dios. 17 A todos honrad; la fraternidad amad; a Dios temed; al rey
honrad. 18 Los siervos sometidos en todo temor a los amos; no sólo a los buenos y clementes, sino
también a los torcidos. 19 Que esto, gracia(f): si por conciencia de Dios, sobrelleva alguno penas,
sufriendo injustamente. 20 Pues, ¿qué gloria, si, pecando, también abofeteados sufrís? Empero, si,
bien obrando y padeciendo, sufrís, esto, gracia ante Dios. 21 Pues para esto habéis sido llamados;
porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos dechado para que siguierais sus huellas; 22
quien pecado no hizo, ni se halló dolo en su boca; 23 quien, siendo ultrajado, no a su vez ultrajaba;
padeciendo, no conminaba; y entregábase al que juzga justamente; 24 quien los pecados nuestros el
mismo llevó, en su cuerpo, sobre el leño; para que, a los pecados muriendo, a la justicia viviésemos;
con cuyas llagas habéis sido sanados. 25 Pues erais como ovejas errantes; pero os convertisteis
ahora al pastor y guarda de vuestras almas.

8 a. Para obedecer a la palabra.

9 b. Pueblo hecho para adquirirle, poseerle Dios.

12 c. En día que Dios los visite, les abra los ojos.

13 d. A todo hombre cualquiera que fuere.

16 e. Y no teniendo, usando la libertad como velo = por velo y pretexto.

19 f. Agradable a Dios.
Epístola Primera de San Pedro
Capítulo 3
Deberes de los casados. De las principales virtudes morales
De la pasión y el bautismo
1 Asimismo(a) las mujeres, sometidas a los propios maridos; para que, aunque algunos
desobedezcan a la palabra, por la de las mujeres conversación, sin palabra sean ganados; 2
contemplando vuestra en temor, pura conversación. 3 De las cuales sea, no el exterior, de
ensortijamiento y atavíos áureos o uso de vestes, ornato; 4 sino el oculto del corazón hombre(b), en
la incorruptibilidad del sosegado y manso espíritu; que es, a faz de Dios, muy precioso. 5 Pues así
en otro tiempo también las santas mujeres, las que esperaban en Dios, adornábanse, sometiéndose a
los propios maridos; 6 como Sara obedecía a Abrahán, señor llamándole; de la cual habéis venido a
ser hijas, bien obrando y no temiendo ningún terror. 7 Los maridos, asimismo cohabitando según
ciencia(c), como con más débil vaso, con el mujeril, dispensando honra como a también
coherederas de gracia de vida; para que no sean impedidas vuestras oraciones(d). 8 Y, al fin, todos,
unánimes, compasivos, hermanables, bien entrañables, humildes; 9 no volviendo mal por mal o
ultraje por ultraje; pero, al contrario, bendiciendo; pues a esto habéis sido llamados, para que
bendición heredéis.

10 Sl. 33,13 Pues, el que quiere vida amar


y ver días buenos,
reprima su lengua de lo malo,
y sus labios para que no hablen dolo;
11 apártese de mal y haga bien;
busque paz y corra en pos de ella;
12 porque ojos de Señor sobre justos,
y sus orejas a plegaria de ellos;
y faz de Señor sobre los que hacen mal.

13 ¿Y quién, el que os maltratará, si del bien celadores os hiciereis? 14 Empero, aunque sufriereis
por justicia, bienaventurados. Is. 8,12. Y el temor de ellos no temáis; ni os conturbéis. 15 Y al
Señor, al Cristo santificad(e) en vuestros corazones, prontos siempre a defensa a todo el que os
pidiere cuenta de la en vosotros esperanza; 16 empero con mansedumbre y temor, conciencia
teniendo buena; para que en lo que se os detracta, sean confundidos los que calumnian vuestra
buena en Cristo conversación. 17 Pues mejor que, bien obrantes vosotros, si quisiere la voluntad de
Dios padezcáis, que mal obrantes. 18 Pues también Cristo una vez por pecados padeció, justo por
injustos, para introduciros a Dios, muerto ciertamente en carne; vivificado, empero, en espíritu; 19
en el que también a los en custodia espíritus yendo predicó; 20 a los inobedientes en otro tiempo(f);
cuando aguardaba la de Dios longanimidad en días de Noé, fabricándose el arca; en la cual pocos;
esto es: ocho almas, se salvaron del agua. 21 Como también a vosotros una imagen(g), ahora salva:
el bautismo: no de carne ablución, de inmundicia; sino de conciencia buena seguridad para con
Dios, por resurrección de Jesucristo; 22 quien está a la diestra de Dios; (devorando a la muerte, para
que de vida eterna nos hiciéramos herederos) ido al cielo; sometidos a él ángeles, y potestades y
virtudes.

1 a. En el capítulo anterior se habla de la sumisión.

4 b. Sea su cuidado el hombre oculto del corazón: lo oculto del hombre interior.

7 c. Con discreción, condescendencia con la mujer como ser más débil.


d. Para que haciendo todo lo precedente, no se impida vuestro trato con Dios, vuestra vida religiosa.

15 e. Llamad Santo, ensalzad.


20 f. Los que, llegando el diluvio, creyeron y se arrepintieron.

21 g. El bautismo es imagen del diluvio, cuyas aguas salvaron a los creyentes del arca, y a los
increyentes perdieron.

Epístola Primera de San Pedro


Capítulo 4
Nueva vida. Gozo en la tribulación
1 Habiendo, pues, Cristo, padecido en carne, también vosotros del mismo pensamiento armaos;
pues, quien padece en carne, ha cesado de pecado; 2 para no ya para de hombres concupiscencias,
sino, para voluntad de Dios, el restante, en carne, vivir tiempo. 3 Pues basta que el pasado tiempo,
el querer de las gentes hayan cumplido, caminando en lascivias, concupiscencias, vinolencias,
bacanales, potaciones y criminales idolatrías. 4 Por lo que se extrañan de que no concurráis al
mismo de la lujuria desenfreno, blasfemando; 5 los que darán cuenta al que pronto está a juzgar
vivos y muertos. 6 Pues para esto también a los muertos(a) se ha evangelizado; para que de una
parte sean juzgados, según hombres, de carne; vivan, empero, según Dios, de espíritu. 7 Mas de
todas las cosas el fin se ha acercado. Moderaos, pues, y templaos para oraciones; 8 pero, ante todo,
la entre vosotros caridad continua teniendo; porque la caridad cubre muchedumbre de pecados. 9
Hospitalarios unos con otros sin murmuración; 10 cada uno, según ha recibido carisma, entre
vosotros ministrándolo, como buenos dispensadores de varia gracia de Dios. 11 Si alguno habla,
como dichos de Dios; si alguno ministra, como con fuerza que suministra Dios; para que en todo
glorificado sea Dios por Jesucristo; a quien es la gloria y el imperio por los siglos de los siglos;
amén. 12 Amados, no os extrañéis del en vosotros fuego para prueba a vosotros encendido, como de
cosa extraña a vosotros acontecida; 13 sino que, por cuanto participáis de los de Cristo
padecimientos, gozaos; para que también en la revelación de su gloria os gocéis, alborozándoos. 14
Si se os ultraja en nombre de Cristo, bienaventurados; pues el de la gloria y potestad y el de Dios
espíritu sobre vosotros reposa. 15 Pero nadie de vosotros padezca como homicida, o ladrón o
malhechor, o como de lo ajeno codicioso; 16 mas, si como cristiano, no se avergüence, sino
glorifique a Dios en este nombre. 17 Porque(b), el tiempo de empezar el juicio por la casa de Dios;
pero, si primeramente por nosotros, ¿cuál, el fin de los que desobedecen al de Dios Evangelio? 18 Y
si el justo apenas se salva, el impío y pecador ¿dónde parecerá? 19 Así que también los que
padecen, según la voluntad de Dios, al fiel Creador encomienden sus almas, en beneficencia.

6 a. Los del diluvio (véase 3,19-20).

17 b. Es.
Epístola Primera de San Pedro
Capítulo 5
Exhortación a los presbíteros. De la humildad
1 A los ancianos, pues, a los entre vosotros exhorto, el coanciano y testigo de los de Cristo
padecimientos; el también, de la que se ha revelar, gloria partícipe: 2 Apacentad la entre vosotros
grey de Dios; vigilando, no forzada, sino espontáneamente, según Dios; ni sórdido-codiciosa, sino
gustosamente; 3 ni como dominando sobre las heredades, sino dechados haciéndoos de la grey; 4 y,
apareciendo el arquipastor, os llevaréis la inmarcesible de la gloria corona. 5 Asimismo,
adolescentes, sujetaos a ancianos. Y todos, unos con otros, de humildad revestíos; porque Dios a
soberbios resiste; pero a humildes da gracia. 6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios;
para que os exalte en tiempo de visitación; 7 toda vuestra solicitud arrojando sobre él; pues él cuida
de vosotros. 8 Templaos, velad: vuestro enemigo diablo, como león bramante ronda, buscando a
quien devorar; 9 al que resistid, firmes en la fe; sabiendo que las mismas tribulaciones están a
vuestros en el mundo hermanos reservadas. 10 Y el Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su
eterna gloria en Cristo Jesús, habiendo un poco padecido vosotros; él os perfeccionará, afirmará,
esforzará. 11 A él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

12 Por Silvano, el fiel hermano, como pienso, os he brevemente escrito, exhortando y conjurando
que ésta es la verdadera gracia de Dios; en la cual os mantenéis.

13 Salúdaos al en Babilonia(a) coelegida(b) y marco(c), el hijo mío. 14 Saludaos unos a otros en


ósculo de caridad. Paz a vosotros todos los en Cristo.

13 a. Roma; llamábanle Babel los primeros cristianos.


b. Iglesia.
c. Tal vez el evangelista.
Epístola Segunda de San Pedro
Capítulo 1
Prácticas de la virtud. De la transfiguración
1 Simeón(a) Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han alcanzado igual fe que nosotros en
justicia del Dios nuestro y Salvador Jesucristo. 2 Gracia a vosotros y paz multiplíquese, en
conocimiento de Dios y Jesucristo, Señor nuestro: 3 como todas las cosas(b) a nosotros, de su
divino poder, para vida y piedad; el que ha sido donado(c) por el conocimiento del que nos ha
llamado a la propia gloria y virtud. 4 Por las cuales, las muy grandes y preciosas promesas nos ha
donado; para que, por ellas, os hagáis de la divina partícipes naturaleza, huyendo de la del mundo
de concupiscencia corrupción. 5 Y por esto mismo también, solicitud toda empleando añadid a
vuestra fe la virtud; y, a la virtud, la ciencia; 6 y, a la ciencia, la templanza, y, a la templanza, la
paciencia: y, a la paciencia, la piedad; 7 y, a la piedad, la fraternidad; y a la fraternidad, la caridad; 8
Pues, estas cosas en vosotros existiendo y acrecentándose, no ociosos ni infructuosos(d) constituyen
en el de nuestro Señor Jesucristo conocimiento, 9 pues, quien no tiene estas cosas, ciego es,
miopeando, olvido tomando de la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual más bien,
hermanos, apresuraos, para que, por las hermosas obras cierta vuestra vocación y elección hagáis;
que, esto haciendo, no caeréis jamás. 11 Que así ricamente se os suministrará la entrada en el eterno
reino de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 12 Por lo cual os habré siempre de rememorar estas
cosas, aún sabiéndolas y estando afirmados en la presente verdad. 13 Y justo creo, mientras estoy en
esta tienda, despertaros con recordación; 14 sabiendo que rápida es la guarda de mi tienda; según
también nuestro Señor Jesucristo me declaró. 15 Y me empeñaré en que también de continuo
tengáis, después de mi partida, cómo de estas cosas memoria hacer. 16 Pues no de ingeniosas
fábulas en pos siguiendo, os hemos manifestado de nuestro Señor Jesucristo virtud y parusia; sino
espectadores hechos de la de aquél majestad. 17 Pues, recibiendo(e) de Dios Padre honor y gloria,
una voz deslizándose sobre él, así, de la magnífica gloria: «El Hijo mío, el amado mío éste es, en
quien yo me he complacido (a él oíd)». 18 Y esta voz nosotros hemos oído del cielo deslizada con él
estando en el santo monte. 19 Y tenemos una más firme(f): la profética palabra, a la que bellamente
hacéis ateniéndoos, como a lámpara luciendo en tenebroso lugar, hasta que día irradie y lucero
nazca en vuestros corazones; 20 esto primero conociendo que toda profecía de la escritura, de
propia interpretación(g), no se hace; 21 pues, no por voluntad de hombre, ha sido traída jamás una
profecía; sino que de Espíritu santo llevados, han hablado (santos) de Dios, hombres.

1 a. Simón.

3 b. Todos los bienes de su divino poder han venido.


c. El divino poder.

8 d. Os.

17 e. Recibió.

19 f. Aún más firme que nuestra propia visión.

20 g. Inspiración.
Epístola Segunda de San Pedro
Capítulo 2
Contra los falsos doctores
1 Y hubo también pseudoprofetas en el pueblo; como también en vosotros habrá pseudomaestros;
los cuales subintroducirán sectas de perdición, y, del que les compró dueño, renegando, atrayendo
sobre sí rápida perdición. 2 Y muchos irán en pos de las lascivias de ellos; por quienes el camino de
la verdad blasfemado será; 3 y, en avaricia, con fingidas palabras, os negociarán(a); para quienes el
juicio, tiempo ha, no ocia(b); y la perdición de ellos no dormita.

4 Pues, si Dios a ángeles que pecaron, no perdonó, sino que con cuerdas de tinieblas tartarizando(c)
entregó a que, para juicio, castigados siendo, fuesen guardados(d)—; 5 y al antiguo mundo no
perdonó, sino que a octavo(e), Noé, de justicia heraldo, guardó, un cataclismo sobre un mundo de
impíos trayendo; 6 y ciudades de Sodoma y Gomorra incinerando, a perdición condenó, ejemplo a
los que habían de prevaricar poniendo; 7 y al justo Lot, atormentado por la, de los desenfrenados en
lujuria conversación, libró; 8 (pues, con vista y oído, el justo habitando entre ellos, día por día,
alma(f) justa, con sus obras inicuas, atormentaba); 9 sabe Señor a píos de tentación librar; pero, a
injustos a día de juicio, para castigados, guardar; 10 y, sobre todo, a los que, en pos de carne, en
concupiscencia de inmundicia, van, y dominación(g) desprecian, audaces, presuntuosos, glorias(h),
no tiemblan de blasfemar; 11 donde ángeles, en fuerza y poder mayores siendo, no llevan contra
ellos, ante Señor, blasfemo juicio(i). 12 Pero éstos, como irracionales vivientes nacidos
naturalmente para captura y destrucción, de lo que ignoran, blasfemando; en su corrupción también
serán destruidos; 13 llevándose galardón de injusticia. Deleite estimando la del día(j) sensualidad;
manchas e ignorancias que se encenagan en sus extravíos(k), banqueteando con vosotros; 14 ojos
teniendo henchidos de adulterio e insaciables de pecado, cebando almas instables; corazón
ejercitado en avaricia teniendo; de maldición hijos; 15 abandonando recta vía, se han extraviado;
yendo en pos del camino de Balaán, el de Bosor; quien galardón de injusticia amó; 16 pero el
vituperio tuvo de la propia prevaricación: un animal de carga mudo, en de hombre voz hablando,
refrenó la del profeta insensatez. 17 Estos son manantiales inacuosos y nieblas por huracán
arrastradas; a quienes la calígine(l) de las tinieblas reservada está. 18 Pues, la hinchazón de la
vanidad hablando, ceban, en apetitos de carne, con lascivias a los que apenas se habían evadido de
los que en error conversan; 19 libertad prometiéndoles, ellos mismos esclavos viviendo, de la
corrupción; pues, de quien alguno vencido está, a éste también esclavizado está. 20 Pues, si
huyendo las contaminaciones del mundo, en reconocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo; en éstas de nuevo implicándose, son vencidos, hánseles las postrimerías hecho peores
que los principios. 21 Porque mejor fuérales no haber conocido el camino de la justicia que,
habiendo conociendo, volverse del a ellos dado santo mandamiento. 22 Hales acontecido lo del
verdadero proverbio: Prov. 26,11. Perro volviendo al propio vómito; y: Cerdo lavado, a revolcadero
de cieno.

3 a. Supeditarán, engañarán.
b. No está ocioso = vela sobre ellos, viene pronto sobre ellos.

4 c. Lanzó al tártaro = profundo infierno.


d. Súplese: (si a ángeles y hombres perversos ha castigado), «también a éstos (los maestros
malvados) castigará».

5 e. El octavo; pues se salvó con siete.

8 f. A su alma propia.

10 g. Autoridad.
h. Majestades, excelencias legítimas.
11 i. A las que respetan los ángeles mismos.

13 j. De cada día.
k. O «festines».

17 l. Lo más profundo.

Epístola Segunda de San Pedro


Capítulo 3
Fin del mundo y segunda venida.
Las epístolas de San Pablo
1 ésta ya, amados, segunda os escribo epístola; en las cuales despierto de vosotros, en recordación,
lo sincera mente, 2 a recordar las predichas palabras por los santos profetas y el de vuestros
apóstoles mandamiento del Señor y Salvador; 3 esto primero conociendo, que vendrán en los
últimos días, en mofa mofadores, según sus propias concupiscencias caminando, 4 y diciendo:
«¿Dónde está la promesa de la parusia de él? Pues desde que nuestros padres se durmieron, todo así
persevera desde principio de creación». 5 Pues ocúltase a los que esto quieren(a), que cielos eran de
muy antiguo, y tierra de agua y por agua consistiendo(b), por la de Dios palabra; 6 por las cuales el
de entonces mundo, por agua inundado, pereció. 7 Y los de ahora cielos y la tierra, por la misma
palabra, guardados están para fuego, reservados, para día de juicio y perdición de los impíos
hombres. 8 Pero esto uno no se os oculte, amados: que un día ante Señor, como mil años, y mil
años, como día uno. 9 No tarda Dios la promesa, como algunos tardanza creen; sino que se
longanima por nosotros; no queriendo que algunos perezcan, sino que todos a arrepentimiento se
lleguen. 10 Pero vendrá el día de Señor como ladrón; en el que cielos estruendosamente pasarán; y
elementos, ardiendo, disolveránse, y tierra y las en ellas obras se quemarán. 11 Esto, pues, todo
disolviéndose ¡cuáles debéis haberos vosotros en santas conversaciones y piedades; 12 aguardando
y apresurándoos a la parusia del de Dios día, por el cual los cielos, encendidos disolveránse; y
elementos, ardiendo, se funden! 13 Y nuevos cielos y nueva tierra, según las promesas de él
aguardamos, en los cuales justicia habita.

14 Por lo cual, amados, esto aguardando, empeñaos en que inmaculados e intachables por él
hallados seáis en paz. 15 Y la de nuestro Señor longanimidad salud estimad, así como también
nuestro amado hermano Pablo, según la a él dada sabiduría, os ha escrito; 16 cual también en todas
las epístolas hablando en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender; que los
indoctos e instables tuercen, como asimismo las demás escrituras, para su propia perdición. 17
Vosotros, pues, amados, preconociendo, guardaos para que, por el de los desenfrenados extravío al
par arrebatados, no caigáis de la propia firmeza; 18 y creced en gracia y conocimiento de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo. A él la gloria y ahora y hasta día de siglo.

5 a. Pretenden.
b. Formada de agua y sacada de agua.
Epístola Primera de San Juan
Capítulo 1
Cristo es la vida; y Dios luz
1 Lo que era desde el principio: lo que hemos oído; lo que hemos visto con nuestros ojos; lo que
hemos mirado y nuestras manos han palpado, acerca del Verbo de la vida; 2 (y la vida manifestóse;
y hemos visto, y testificamos y os anunciamos la vida la eterna; la cual era con el Padre y
manifestóse a nosotros) 3 lo que hemos visto y oído, os anunciamos a vosotros; para que también
vosotros comunión tengáis con nosotros; —y asimismo nuestra unión(a) con el Padre y con su Hijo
Jesucristo. 4 Y esto os escribimos, porque vuestro gozo sea lleno.

5 Y éste es el anuncio, que hemos oído de él y os anunciamos: que Dios luz es y tinieblas en él no
hay ningunas. 6 Si dijéremos que comunión tenemos con él, y en las tinieblas andamos, mentimos y
no hacemos la verdad; 7 pero, si en la luz andamos, como él está en la luz, comunión tenemos entre
nosotros y la sangre de Jesucristo, su Hijo, purifícanos de todo pecado. 8 Si dijéremos que pecado
no tenemos, nos engañamos, y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesáremos nuestros pecados,
fiel es y justo para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. 10 Si dijéremos que no
hemos pecado, mendaz le hacemos, y su verbo no está en nosotros.

3 a. Sea.

Epístola Primera de San Juan


Capítulo 2
De la caridad
1 Hijitos míos, esto os escribo, para que no pequéis. Y, si alguno pecare, abogado tenemos para con
el Padre: a Jesucristo justo; 2 y él propiciación es por nuestros pecados; y no por los nuestros
solamente, sino también por los de todo el mundo. 3 Y en esto conocemos que le hemos conocido:
si sus mandamientos guardamos. 4 El que dice: que «le he conocido», y sus mandamientos no
guarda, mendaz es; y en éste la verdad no está; 5 pero, el que guardare su palabra, verdaderamente
en éste la caridad de Dios consumada está. En esto conocemos que en él estamos. 6 El que dice en
él permanecer, debe, según aquél anduvo, también él andar.

7 Amados, no mandamiento nuevo os escribo, sino mandamiento antiguo, que teníais desde el
principio: el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído. 8 Otra vez(a) mandamiento nuevo
os escribo; lo que es verdadero en él(b) y en vosotros, porque las tinieblas pasan, y la luz la
verdadera(c) ya luce. 9 El que dice en la luz estar y a su hermano odia, en las tinieblas está hasta
ahora. 10 El que ama a su hermano, en la luz permanece, y escándalo en él no hay; 11 pero el que
odia a su hermano en las tinieblas está y en las tinieblas anda y no sabe a donde va; pues las
tinieblas han cegado sus ojos.

12 Escríboos, hijitos, porque os han sido perdonados los pecados por su nombre. 13 Escríboos,
padres, porque habéis conocido al del principio(d). Escríboos adolescentes, porque habéis vencido
al malo. 14 Os he escrito, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito, padres, porque
habéis conocido al del principio. Os he escrito, adolescentes, porque fuertes sois, y la palabra de
Dios en vosotros permanece, y habéis vencido al malo. 15 No améis al mundo ni lo del mundo; si
alguno ama al mundo, no está la caridad del Padre en él; 16 porque todo lo del mundo: la
concupiscencia de la carne(e) y la concupiscencia de los ojos(f) y la soberbia de la vida(g), no es del
Padre; sino que del mundo es. 17 Y el mundo pasa, y la concupiscencia de él; mas, quien hace la
voluntad de Dios, permanece por el siglo.

18 Hijitos, última hora es, y, según habéis oído que anticristo viene; también ahora(h) anticristos
muchos se han hecho; por donde conocemos que última hora es. 19 De nosotros salieron; pero no
eran de nosotros; pues, si fueran de nosotros, hubieran permanecido con nosotros: —empero, para
que se manifiesten que no son todos de entre nosotros. 20 Y vosotros unción tenéis del Santo, y
sabéis todo. 21 No os he escrito, porque no sepáis la verdad, sino, porque la conocéis; y porque toda
mentira de la verdad no es. 22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este
es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo el que niega al Hijo, tampoco al Padre tiene;
el que confiesa al Hijo, también al Padre tiene. 24 Vosotros, lo que habéis oído desde el principio,
en vosotros permanezca. Si en vosotros permaneciere, lo que desde el principio habéis oído,
también vosotros en el Hijo y en el Padre permaneceréis. 25 Y ésta es la promesa que él os ha
prometido: la vida la eterna.

26 Esto os he escrito acerca de los que os extravían. 27 Y vosotros, la unción que recibisteis de él,
permanece en vosotros, y no necesidad tenéis de que alguno os enseñe; sino, como su unción
enséñaos acerca de todo (y verdadero es, y no es mentira) y según que os ha enseñado, permaneced
en él. 28 Y ahora, hijitos, permaneced en él; para que, si(i) se manifestare, tengamos libre habla, y
no nos avergoncemos en la parusia de él. 29 Si supiereis que es justo, conoced que también todo el
que hace la justicia, de él ha nacido.

8 a. Repito: no un mandamiento nuevo; nuevo no en sí mismo (porque es viejo), sino renovado e


inculcado sobremanera.
b. Cristo.
c. De la caridad y verdad evangélicas.

13 d. Al que es desde el principio, desde la eternidad.

16 e. La sensualidad.
f. La avaricia.
g. La ambición.

18 h. Ya ahora muchos se han convertido en anticristos precursores del anticristo postrero.

28 i. Cuando.

Epístola Primera de San Juan


Capítulo 3
De la caridad
1 Ved qué amor nos ha dado el Padre: que hijos de Dios nos llamemos; y somos. Por esto el mundo
no nos conoce, porque no le conoció. 2 Amados, ahora hijos de Dios somos, y aún no ha parecido lo
que seremos. Sabemos que, si él pareciere, semejantes a él seremos; porque le veremos, así como
es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza en él, santifícase, así como aquél santo es. 4 Todo el que
hace el pecado, también la iniquidad(a) hace; y el pecado es la iniquidad. 5 Y sabéis que aquél
padeció para los pecados quitar; y pecado en él no hay. 6 Todo el que en él permanece, no peca;
todo el que peca, no le ha visto, ni conocido.
7 Hijitos, nadie os seduzca: el que hace la justicia, justo es, según aquél justo es; 8 el que hace el
pecado, del diablo es; porque, desde el principio, el diablo peca. Para esto padeció el Hijo de Dios:
para deshacer las obras del diablo. 9 Todo el que ha nacido de Dios, pecado no hace; porque la
simiente de él(b) en él permanece; y no puede pecar(c), porque de Dios ha nacido. 10 En esto
manifiestos son los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no hace justicia, no es de Dios; y
el que no ama a su hermano. 11 Porque éste es el anuncio que habéis oído desde el principio: que
nos amemos; 12 No así como Caín, que del malo era y mató a su hermano. ¿Y por qué le mató?
Porque sus obras malas eran; y las de su hermano, justas.

13 No os maravilléis, hermanos, si os odia el mundo. 14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la


muerte a la vida, porque amamos a los hermanos; el que no ama, permanece en la muerte. 15 Todo
el que odia a su hermano, homicida es, y sabéis que todo homicida no tiene vida eterna en sí
permanente. 16 En esto hemos conocido el amor: que aquél por nosotros su alma puso, y nosotros
debemos por los hermanos las almas poner. 17 Y el que tuviere los bienes del mundo y viere a su
hermano necesidad tener, y cerrare sus entrañas para con él, ¿cómo el amor de Dios permanece en
él? 18 Hijitos, no amemos de palabra y con la lengua, sino con obra y verdad. 19 En esto
conoceremos que de la verdad somos; y delante de él aprobaremos nuestro corazón. 20 Pues, si nos
condenare el corazón, —por cierto mayor es Dios que nuestro corazón y conoce todo. 21 Amados,
si el corazón no condenare, confianza tenemos para con Dios; 22 y lo que pidiéremos; recibimos de
él; porque, sus mandamientos guardamos y lo grato a faz de él hacemos. 23 Y éste es su
mandamiento que creamos en el nombre del Hijo suyo Jesucristo y nos amemos, unos a otros, según
nos ha dado mandamiento. 24 Y el que guarda sus mandamientos, en él permanece, y él, en él; y en
esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.

4 a. Injusticia, quebrantamiento de la ley y del orden; lo que es muy grave.

9 b. De Dios.
c. Mientras permanece en él la simiente divina; mientras él coopera a ella; a la gracia.

Epístola Primera de San Juan


Capítulo 4
Espíritu de Dios, y espíritu del mundo
1 Amados, no a todo espíritu creáis, sino probad los espíritus, si de Dios son; pues muchos
pseudoprofetas han salido al mundo. 2 En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que
confiesa que Jesucristo en carne ha venido, es de Dios; 3 y todo espíritu que no confiesa a Jesús, de
Dios no es; y éste es el del anticristo; el que habéis oído que viene, y ahora en el mundo está ya. 4
Vosotros de Dios sois, hijitos; y le habéis vencido; porque mayor es el en vosotros que el en el
mundo. 5 Ellos del mundo son; por esto del mundo hablan, y el mundo les oye. 6 Nosotros de Dios
somos; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el
espíritu de la verdad y el espíritu del error. 7 Amados, amémonos unos a otros, porque el amor de
Dios es; y todo el que ama, de Dios ha nacido y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a
Dios; porque dios amor es. 9 En esto se ha manifestado el amor de Dios para con nosotros: que a su
Hijo el unigénito, ha enviado Dios al mundo, para que vivamos por él. 10 En esto está el amor: no,
porque nosotros hayamos amado a Dios, sino porque él nos amó y envió a su Hijo, propiciación por
nuestros pecados. 11 Amados, si así Dios nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a
otros. 12 A Dios nadie jamás ha visto; si nos amamos, Dios en nosotros permanece, y su amor
perfecto en nosotros es. 13 En esto conocemos que en él permanecemos, y él, en nosotros: que de su
Espíritu nos ha dado. 14 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo:
Salvador del mundo. 15 Quien confesare que Jesús es el Hijo de Dios, dios en él permanece, y él, en
Dios. 16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que tiene Dios para con nosotros. Dios amor
es; y el que permanece en el amor, en Dios permanece; y Dios en él permanece. 17 En esto perfecto
está el amor con nosotros: que confianza tengamos en el día del juicio; porque, así como aquél es,
también nosotros somos en este mundo. 18 Temor no hay en el amor, sino que el perfecto amor
fuera lanza al temor; porque el temor congoja tiene; y el que teme, no es perfecto en el amor. 19
Nosotros le amamos, porque él primero nos amó. 20 Si alguno dijere: que «amo a Dios», y a su
hermano odiare, mentiroso es; porque el que no ama a su hermano, a quien está viendo, a Dios a
quien no ha visto, no puede amar. 21 Y este mandamiento tenemos de él: que el que ama a Dios,
ame también a su hermano.

Epístola Primera de San Juan


Capítulo 5
Fe y caridad.
Confianza en Cristo. El es Dios
1 Todo el que cree que Jesús es el Cristo, de Dios ha nacido; y todo el que ama al engendrante, ama
también al engendrado de él. 2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: cuando a Dios
amamos, y sus mandamientos hacemos. 3 Pues éste es el amor de Dios: que sus mandamientos
guardemos y sus mandamientos pesados no son; 4 porque todo lo nacido de Dios, vence al mundo;
y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el
que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 6 Este es el que ha venido por agua y sangre: Jesucristo: no
en el agua solamente, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es el que testifica; porque el
Espíritu es la verdad. 7 Porque tres son los testificantes (en el cielo: el Padre, el Verbo, y el santo
Espíritu y éstos los tres uno son; 8 y tres son los testificantes en la tierra): el espíritu y el agua y la
sangre, y estos tres para en uno son. 9 Si el testimonio de los hombres recibimos, el testimonio de
Dios mayor es; porque éste es el testimonio de Dios: porque ha testificado acerca de su Hijo. 10 El
que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio (de Dios) en sí. El que no cree a Dios, mendaz le ha
hecho; porque no ha creído en el testimonio que ha testificado Dios acerca de su Hijo. 11 Y éste es
el testimonio: que vida eterna nos ha dado Dios; y esta vida en su Hijo es. 12 El que tiene al Hijo,
tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, la vida no tiene. 13 Esto os he escrito para que sepáis
que vida tenéis eterna, los que creéis en el nombre del Hijo de Dios. 14 Y ésta la confianza que
tenemos para con él: que, si algo pidiéremos, según su voluntad, nos oye. 15 Y, si sabemos que nos
oye lo que pidiéremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos pedido. 16 Si alguno
supiere que su hermano peca pecado no para muerte(a); pedirá y darále vida, a los que pecan no
para muerte. Hay pecado para muerte; no por él digo que ruegue. 17 Toda iniquidad pecado es; y es
pecado no para muerte. 18 Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que el nacido
de Dios se guarda a sí mismo(b); y el malo no le coge. 19 Sabemos que de Dios somos, y el mundo
todo en lo malo yace. 20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y dádonos entendimiento para
que conozcamos al Verdadero; y somos en el Verdadero: en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero
Dios y vida eterna. 21 Hijitos, guardaos de los ídolos.

16 a. Eterna: pecado de fragilidad.

18 b. Se conserva en gracia.
Epístola Segunda de San Juan
Capítulo único

1 El anciano a la elegida señora(c) e hijos de ella, a quienes yo amo en verdad; y no yo sólo, sino
también todos los que han conocido la verdad, 2 por la verdad(d), la que permanece en nosotros, y
con nosotros estará por el siglo. 3 Será con vosotros gracia, misericordia, paz, de(e) Dios Padre y de
Jesucristo el Hijo del Padre, en verdad y caridad.

4 Heme gozado sobremanera de haber hallado, de tus hijos(f), caminantes en verdad, según que
mandamiento hemos recibido del Padre. 5 Y ahora, ruégote, señora, no como mandamiento
escribiéndote nuevo, sino el que hemos tenido, desde el principio: que nos amemos unos a otros. 6
Y éste es el amor: que caminemos según sus mandamientos; éste es el mandamiento, según que
habéis oído desde el principio: que en él(g) caminéis. 7 Porque muchos seductores han salido al
mundo; los que no confiesan que Jesucristo viene en carne. Este es el seductor y el anticristo. 8
Mirad por vosotros, que no perdáis lo que habéis trabajado, sino que galardón lleno reportéis. 9
Todo el que se desvía y no permanece en la doctrina del Cristo, a Dios no tiene; el que permanece
en la doctrina, éste y al Padre y al Hijo tiene. 10 Si alguno viene a vosotros y esta doctrina no trae,
no le recibáis en la casa y «Salve» no le digáis;(h) 11 pues, el que le dice «Salve», comunica con las
obras de él las malas.

12 Mucho teniéndoos que escribir, no he querido por papel y tinta, sino que espero ir a vosotros y
boca a boca hablar, para que vuestro gozo sea cumplido. Salúdante los hijos de tu hermana, la
elegida.

1 c. Persona noble.

2 d. Aman.

3 e. Desde, de parte.

4 f. Algunos.

6 g. Mandamiento.

10 h. Prohíbe el apóstol cultivar relaciones amistosas con herejes y malvados.


Epístola Tercera de San Juan
Capítulo único

1 El anciano a Gayo, el amado, a quien yo amo en verdad. 2 Amado, en todo oro que avances y bien
estés, tal como avanza tu alma. 3 Pues heme gozado sobremanera, viniendo hermanos y testificando
a tu verdad: cómo tú en verdad caminas. 4 Mayor que éste no tengo gozo, que oír que mis hijos en
la verdad caminan. 5 Amado, fiel cosa haces, lo que trabajares por los hermanos, y estos peregrinos;
6 los que han testificado tu caridad a faz de iglesia; los que bellamente harás, aviando dignamente
de Dios; 7 pues por el nombre(i) partieron, nada recibiendo de los étnicos. 8 Nosotros, pues,
debemos acoger a los tales, para cooperadores hacernos de la verdad.

9 Escribiera yo algo a la iglesia; empero, el amigo de primar entre ellos: Diótrefes, no nos recibe. 10
Por esto, si yo viniere, amonestaré sus obras que hace, con palabras malas mofándose de nosotros;
y, no bastándole esto, ni él recibe a los hermanos, y a los que quieren, estorba, y de la iglesia arroja.

11 Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El benéfico de Dios es; el maléfico no ha visto a Dios.
12 A Demetrio se ha testificado(j) de todos y de la misma verdad; y también nosotros testificamos;
y sabes que, nuestro testimonio verdadero es.

13 Mucho tenía yo que escribirte; mas no quiero, por tinta y cálamo, escribirte; 14 mas espero
pronto verte; y boca a boca hablaremos. Paz a ti. Salúdante los amigos. Saluda a los amigos
nominalmente.

7 i. De él.

12 j. Bien.
Epístola de San Judas
Capítulo único

1 Judas, de Jesucristo siervo, hermano de Santiago, a los en Dios Padre amados y en Jesucristo
guardados, llamados. 2 Misericordia a vosotros, y paz y caridad multiplíquese.

3 Amados, toda solicitud haciendo de escribiros acerca de nuestra común salud: necesidad he
tenido(k) de escribiros, exhortando a luchar por la, una vez entregada a los santos, fe. 4 Pues se han
subintroducido algunos hombres, (los de antiguo, prescritos(l) para este juicio)(m) impíos, la de
nuestro Dios gracia convirtiendo en lascivia, y al solo amo y señor nuestro Jesucristo negando. 5 Y,
amonestaros quiero, que sabéis una vez(n) todo: que Jesús(o); al pueblo de tierra de Egipto
salvando; lo segundo(p) a los no creyentes perdió; 6 y ángeles, los que no guardaron su principado,
sino, abandonaron la propia morada, para juicio del gran día con ataduras sempiternas bajo calígine
tiene guardados; 7 como Sodoma y Gomorra y las circunvecinas ciudades, habiendo de semejante
modo que éstos(q) ramereado e ídose tras carne otra; yaciendo están para escarmiento, de fuego
eterno pena sufriendo. 8 Asimismo, en verdad, también éstos, soñando(r), carne por cierto manchan,
soberanía(s), empero, desechan; glorias,(t) empero, blasfeman; 9 cuando Miguel, el arcángel, con el
diablo contendiendo, disputaba acerca del de Moisés cuerpo; no osó juicio(u) interponer de
blasfemia(v), sino que dijo: «Incrépete Señor». 10 Estos, empero, ora cuanto no saben, blasfeman;
ora cuanto naturalmente, como los irracionales animales entienden, en esto se corrompen. 11 Ay de
ellos, pues por el camino de Caín han ido, y por el error de Balaán: de paga, derramáronse(w) y por
la contradicción de Coré perecieron. 12 Estos son los que, en vuestros ágapes(x) manchas,
banqueteando inmedrosamente, a sí mismos pastoreando, nubes inacuosas, por vientos arrastradas;
árboles otoñales, infructuosos, dos veces muertos(y), desarraigados; 13 olas fieras de mar
espumante de sus ignominias, astros errantes(z) a quienes la calígine(a) de las tinieblas por siglos
reservada está. 14 Y profetizó también acerca de éstos el séptimo, desde Adán: Henoc, diciendo:
«Hé aquí ha venido Señor en sus santas miríadas(b), 15 a hacer juicio contra todos y redargüir a
todos los impíos acerca de todas las obras de impiedad con que han sido impíos; y acerca de todo lo
duro que han hablado contra él pecadores impíos». 16 Estos son murmuradores querellosos, según
sus concupiscencias caminando; y su boca habla cosas altaneras; admirando personas por ganancia.
17 Pero vosotros, amados, acordaos de las cosas las predichas por los apóstoles de nuestro Señor
Jesucristo, 18 porque os decían: que «en el último tiempo habrá mofadores, según sus
concupiscencias caminando, de las impiedades(c)». 19 Estos son los que a sí mismos se segregan
sensuales, Espíritu no teniendo. 20 Pero vosotros, amados, sobreedificándoos sobre vuestra
santísima fe, en Espíritu Santo orando, 21 a vosotros mismos en amor de Dios guardaos, esperando
la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. 22 Y a unos reprended, juzgados; 23 a
otros salvad, del fuego arrebatando; a otros compadeced en(d) temor; aborreciendo aun la por la
carne manchada túnica.

24 Y al que puede guardaros seguros y poneros faz a faz de su gloria, inmaculados en alborozo: 25 a
sólo Dios, Salvador nuestro, por Jesucristo Señor nuestro, gloria, magnificencia, imperio y potestad
antes de todo el siglo, y ahora y por todos los siglos. Amén.

3 k. No he podido menos de escribiros.

4 l. Escritos, descritos antes.


m. Condenación.

5 n. Por todas: clara, plenamente.


o. El Salvador Dios.
p. Después.
7 q. Los ángeles.

8 r. Delirando.
s. La divina.
t. Divinas.

9 u. Altercado.
v. Blasfematorio.

11 w. Lanzáronse sobre el lucro.

12 x. Son.
y. Deshojados y muertos = del todo muertos.

13 z. Filantes.
a. Lo más profundo.

14 b. Miríada = diez mil.

18 c. Concupiscencias de las impiedades.

23 d. Por medio del temor y huyendo de todo trato de ellos compadecedles, salvadles.
Apocalipsis del Apóstol San Juan
Capítulo 1

1 Apocalipsis(a) de Jesucristo que le dio Dios, para manifestar a sus siervos lo que ha de acontecer
en breve; y significó enviando, por su ángel, a su siervo Juan; 2 el que testificó la palabra de Dios y
el testimonio de Jesucristo, cuanto vio. 3 Bienaventurado quien lee, y quien oye las palabras de la
profecía y guarda lo en ella escrito; que el tiempo, cerca.

4 Juan a las siete iglesias las del Asia(b): gracia a vosotros y paz del que es, y que era y que viene; y
de los siete espíritus los a faz de su trono, 5 y de Jesucristo, —el testigo el fiel, el primogénito(c) de
los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos ama, y nos lavó de nuestros pecados en
su sangre; 6 e hízonos reino, sacerdotes para Dios y su Padre; a él la gloria y el imperio por los
siglos de los siglos; amén.

7 «He aquí viene con las nubes, y verále todo ojo, y los que le traspasaron; y plañirán sobre él todas
las tribus de la tierra». Sí; amén.

8 «Yo soy el alfa y la O(d) [principio y fin], dice Señor Dios; el que es, y que era y que viene, el
todopoderoso».

9 Yo Juan, vuestro hermano y copartícipe en la tribulación, y reino y paciencia, en Jesús, estuve en


la isla llamada Patmos, por la palabra de Dios y el testimonio de Jesús; 10 estuve(e) en espíritu en el
dominico día, y oí detrás de mí una voz grande, como de trompeta, 11 diciendo: «Lo que miras,
escribe en libro y envía a las siete iglesias: a éfeso, y a Esmirna, y a Pérgamo, y a Tiatira, y a Sardis,
y a Filadelfia y a Laodicea»: 12 y volvíme a mirar la voz la que hablaba conmigo; y volviéndome,
vi siete candelabros áureos; 13 y en medio de los candelabros a uno semejando hijo de hombre,
revestido de talar y ceñido, a los pechos, de ceñidor áureo; 14 y su cabeza y los cabellos,
esplendentes, como lana esplendente; como nieve; y sus ojos, como llama de fuego; 15 y sus pies
semejantes a electro; como en horno encendidos; y su voz, como voz de aguas muchas; 16 y en su
diestra mano, astros siete y de su boca, espada aguda, bifila saliendo; y su rostro, como el sol luce
en su fuerza. 17 Y, cuando le vi, caí ante sus pies como muerto; y puso su diestra sobre mí,
diciendo: «No temas: yo soy el primero y el último, 18 y el viviente, y estuve muerto, y he aquí
viviente soy por los siglos de los siglos; y tengo las llaves de la muerte y del infierno. 19 Escribe,
pues, lo que has visto, y lo que es, y lo que ha de ser, después de esto. 20 El misterio de los siete
astros que has visto en mi diestra, y los siete candelabros los áureos —los siete astros, ángeles de las
siete iglesias son, y los candelabros los siete, siete iglesias son.

1 a. = «Revelación».

4 b. Presidida por los siete arcángeles; espíritus principales y figurativas de la Iglesia universal.

5 c. El primer engendrado, resucitado, de la muerte.

8 d. La O grande, omega; alfa y omega las letras primera y última del alfabeto griego.

10 e. Estuve sólo en espíritu = en éxtasis.


Apocalipsis del Apóstol San Juan
Capítulo 2

1 Al ángel(a) de la de éfeso iglesia escribe:

«Esto dice el que tiene los siete astros en su diestra; el que camina en medio de los siete candelabros
los áureos: 2 «sé tus obras, y tu fatiga y tu paciencia; y que no puedes soportar malos; y has probado
a los que se dicen apóstoles, y no son, y les has hallado mendaces; 3 y paciencia tienes, y has
sufrido por mi nombre, y no has desfallecido.

4 Empero tengo contra ti que tu caridad la primera has dejado. 5 Recuerda, pues, de dónde has
caído, y arrepiéntete y las primeras obras haz; y, si no, vengo a ti, y moveré tu candelabro de su
lugar; si no te arrepintieres.

6 Empero esto tienes: que odias las obras de los nicolaítas(b); que también yo odio. 7 Quien tiene
oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias: «Al que venciere, daréle a comer del leño de la
vida; el que está en el paraíso de Dios».

8 Y al ángel de la de Esmirna iglesia escribe:

«Esto dice el primero y el último, el que estuvo muerto y vivió: 9 «Sé tu tribulación y tu pobreza
(empero rico eres), y la blasfemia de los que se dicen judíos ser, y no son, sino sinagoga de satanás.
10 No temas lo que has de padecer. He aquí ha de arrojar el diablo de entre vosotros en prisión, para
que seáis tentados; y tendréis tribulación de días diez. Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de
la vida».

11 Quien tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias: «El que venciere, no será dañado,
no, por la muerte la segunda»(c).

12 Y al ángel de la de Pérgamo iglesia escribe:

«Esto dice el que tiene la espada la bifila la aguda»:

13 «Sé dónde habitas: donde el trono de satanás, y tienes mi nombre; y no has negado mi fe; hasta
en los días que Antipas mi testigo mi fiel; —que fue muerto entre vosotros, donde satanás habita. 14
Empero tengo contra ti unas pocas cosas: que tienes allí a los que adhieren a la doctrina de Balaán;
quien enseñaba a Balac a lanzar escándalo a faz de los hijos de Israel: a comer lo sacrificado a
ídolos y a fornicar.

15 Así tienes también tú a los que adhieren a la doctrina de los nicolaítas asimismo. 16 Arrepiéntete,
pues; y, si no, vengo a ti prestamente, y guerrearé con ellos en la espada de mi boca». 17 Quien
tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias: «Al que venciere, le daré del maná el
oculto; y le daré pedrezuela alba(d) y en la pedrezuela nombre nuevo escrito, que nadie sabe, sino el
que recibe».

18 Y al ángel de la de Tiatira iglesia escribe:

«Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes a
electro»:

19 «Sé tus obras; y tu caridad, y tu fe, y tu ministerio y tu paciencia; y tus obras las últimas, más(e)
que las primeras. 20 Empero tengo contra ti: que dejas a la mujer Jezabel; la que se dice a sí misma
profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a fornicar y comer lo sacrificado a los ídolos. 21 Y la he
dado tiempo de arrepentirse; y no quiere arrepentirse de su fornicación. 22 He aquí la arrojo en
lecho(f); y a los que adulteran con ella, en tribulación grande; si no se arrepintieren de las obras de
ella; 23 y a los hijos de ella mataré en muerte; y conocerán todas las iglesias que yo soy el que
escudriño riñones y corazones; y daréos a cada cual, según vuestras obras. 24 Y a vosotros digo, los
demás de Tiatira, cuantos no tienen esta doctrina; los cuales no han conocido «las profundidades de
satanás»; como dicen: no arrojaré sobre vosotros otro peso; 25 sólo que lo que tenéis, retenedlo
hasta que yo viniere. 26 Y el que venciere y el que guardare hasta el fin mis obras, daréle potestad
sobre las gentes; 27 y las regirá en vara férrea: como los vasos los cerámicos, son quebrantados;
como también yo he recibido de mi Padre; y le daré la estrella matutina. Quien tiene oreja, escuche
lo que el Espíritu dice a las iglesias».

1 a. Obispo, representante del apóstol.

6 b. Secta disoluta, atribuida (tal vez sin fundamento) a Nicolás, uno de los siete diáconos.

11 c. La del alma.

17 d. Voto de triunfo, de vida nueva.

19 e. Que son más.

22 f. Enfermedad, tormento.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 3

1 Y al ángel de la de Sardis iglesia escribe:

«Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y los siete astros(a): «Sé tus obras: que nombre
tienes de que vives, y muerto estás. 2 Sé vigilante, y confirma lo demás que hubiera tenido que
morir; que no he hallado tus obras llenas a faz de mi Dios. 3 Recuerda, pues, cómo has recibido(b) y
oído, y guarda, y arrepiéntete. Si, pues, no velares, llegaré a ti como ladrón, y no conocerás, no, en
que hora llegaré a ti. 4 Empero, tienes unos pocos nombres(c) en Sardis, que no han contaminado
sus vestiduras; y caminarán conmigo en albas, porque dignos son. 5 El que venciere así envolveráse
en vestiduras albas; y no borraré, no, su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre a faz de
mi Padre y a faz de sus ángeles. 6 Quien tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias».

7 Y al ángel de la de Filadelfia iglesia escribe:

«Esto dice el Santo, el Verdadero; el que tiene la llave de David(d); el que abre y nadie cerrará; y
que cierra y nadie abre: 8 Sé tus obras. He aquí he dado a faz de ti puerta abierta(e), que nadie
puede cerrarla; porque poca tienes fuerza, y(f) has guardado mi palabra, y no has negado mi
nombre. 9 He aquí daré de la sinagoga de satanás, de los que se dicen judíos ser, y no son, sino que
mienten; he aquí haréles que se lleguen(g) y adoren a faz de tus pies, y conozcan que yo te he
amado. 10 Porque has guardado la palabra de mi paciencia, también yo te guardaré de la hora de la
tentación la que ha de venir sobre el orbe entero, a tentar a los que habitan sobre la tierra.

11 Vengo pronto; conserva, lo que tienes, para que nadie tome tu corona. 12 El que venciere, haréle
columna en el templo de mi Dios; y fuera no saldrá, no, ya; y escribiré sobre él el nombre de mi
Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios: la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo, desde mi
Dios; y mi nombre el nuevo(h). 13 Quien tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias».

14 Y al ángel de la de Laodicea iglesia escribe:

«Esto dice el Amén, el testigo el fiel y verdadero, el principio de la criatura de Dios: 15 «Sé tus
obras: que ni frío eres ni cálido. Ojalá frío fueras o cálido. 16 Así, porque tibio eres, y ni cálido ni
frío, he de vomitarte de mi boca(i). 17 Porque dices: que «rico soy y estoy enriquecido y de nada
necesidad tengo»; y no sabes que tú eres el desventurado, y el miserando, y mendigo, y ciego y
desnudo; 18 aconséjote comprar de mí oro acrisolado en crisol, para que enriquezcas, y vestiduras
albas, para que te vistas, y no parezca la vergüenza de tu desnudez; y colirio para ungir tus ojos,
para que veas(j). 19 Yo a cuantos amo, reprendo y castigo: cela(k), pues, y arrepiéntete. 20 He aquí
estoy a la puerta y golpeo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él y cenaré con él, y
él conmigo. 21 El que venciere, le daré sentarse conmigo en mi trono; como también yo he vencido
y sentándome con mi Padre en su trono. 22 Quien tiene oreja, escuche lo que el Espíritu dice a las
iglesias».

1 a. Cristo.

3 b. La doctrina.

4 c. Personas: nombradas, distinguidas.

7 d. De la casa de David, la casa de Dios, el cielo.

8 e. Para predicar y convertir.


f. Sin embargo.

9 g. Estos de la sinagoga. —Aquí empieza ya la profecía acerca de la conversión final de los judíos
y acerca de las postrimerías del mundo.

12 h. Triple nombre: el de Dios, haciéndole bienaventurado; el de la Jerusalén, la ciudad divina, más


excelente de Dios; y el de Cristo el de los habitantes escogidos de la ciudad santa. Son estos los tres
cielos.

16 i. El agua tibia es emético.

18 j. La tibieza, la indiferencia, es la soberbia raíz de todos los males y de la ceguedad espiritual.

19 k. Ten emulación de los buenos; enfervorízate.


Apocalipsis del Apóstol San Juan
Capítulo 4

1 Después de esto vi, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la voz la primera que oí, como de
trompeta hablando conmigo, diciendo: «Asciende acá, y te mostraré lo que ha de acontecer después
de esto». Al punto estuve en espíritu; 2 y he aquí un trono se hallaba en el cielo y en el trono uno
sentado; 3 y el sentado, símil, por el aspecto, a piedra jaspe y sardonio; y un iris en cerco del trono,
símil, por el aspecto, a esmeralda. 4 Y en cerco del trono, tronos veinticuatro; y en los tronos(a),
veinticuatro ancianos(b) sentados cubiertos de vestiduras albas y sobre sus cabezas, coronas áureas.
5 Y del trono salen relámpagos, y voces y truenos(c); y siete lámparas de fuego ardientes a faz del
trono; las que son los siete espíritus de Dios; 6 y a faz del trono, como un mar vítreo, símil a cristal;
y en medio del trono y en cerco del trono, cuatro vivientes llenos de ojos(d) delante y detrás. 7 Y el
primer viviente, símil a león; y el segundo viviente, símil a becerro; y el tercer viviente, teniendo la
faz como de hombre; y el cuarto viviente, símil a águila volante(e). 8 Y los cuatro vivientes, cada
uno de ellos, teniendo alas seis; en cerco y por dentro llenos están de ojos; y reposo no tienen día y
noche, diciendo: «Santo, santo, santo Señor Dios, el Todopoderoso; el que era, y el que es y el que
viene». 9 Y, al dar los vivientes gloria, y honor y agradecimiento al sentado en el trono, al que vive
por los siglos de los siglos; 10 caerán(f) los veinticuatro ancianos a faz del sentado en el trono, y
adorarán al que vive por los siglos de los siglos, y arrojarán sus coronas a faz del trono, diciendo; 11
«Digno eres, el Señor, el Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor, y la potestad; porque tú lo has
creado todo y, por el querer tuyo, era y creado fue».

4 a. Vi.
b. Simbólicos, acaso de los doce apóstoles y las tribus de Israel, y asimismo de los 24 príncipes de
los sacerdotes.

5 c. Señales de juicio.

6 d. Centros luminosos (semejantes tal vez a los ojos de la cola del pavo real); símbolos de la
omnisciencia divina.

7 e. Siendo simbólica toda esta visión y figurativa de la majestad divina, ocioso es e imposible
explicarla detalladamente. Sin embargo; estos cuatro seres misteriosos, parecen ser querubines, de
figura humana, y de faz como reflejando los cuatro seres más excelentes de la creación visible,
símbolos a su vez: el león, de la fuerza y majestad de Dios; el becerro, de su beneficencia; el
hombre, de su belleza; el águila, de su sublimidad.

10 f. Caían y seguirán cayendo.


Apocalipsis del Apóstol San Juan
Capítulo 5

1 Y vi en la diestra del sentado en el trono un libro, escrito, por dentro y fuera, sellado con sellos
siete. 2 Y vi un ángel fuerte, pregonando con voz grande: «¿Quién, digno de abrir el libro y desatar
sus sellos(a)?» 3 Y ninguno podía, en el cielo, ni sobre la tierra ni por debajo de la tierra, abrir el
libro ni mirarle(b). 4 Y yo lloraba mucho, porque nadie digno fue hallado de abrir el libro ni de
mirarle. 5 Y uno de los ancianos díceme: «No llores: he aquí ha vencido el león, el de la tribu de
Judá, la raíz de David, para abrir el libro y los siete sellos de él». 6 Y vi, en medio del trono y de los
cuatro vivientes y en medio de los ancianos, un Cordero estante, como inmolado, teniendo cuernos
siete y ojos siete(c); los que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. 7 Y vino, y
tomó de la diestra del sentado en el trono el libro; 8 y, cuando hubo tomado el libro, los cuatro
vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron a faz del Cordero, teniendo cada cual cítara y tazas
áureas henchidas de timiamas, las que son las oraciones de los santos. 9 Y cantan cantar nuevo,
diciendo: «Digno eres de tomar el libro y abrir los sellos de él; porque has sido inmolado y nos has
comprado para Dios, en tu sangre, de toda tribu, y lengua, y pueblo y gente; 10 y les has hecho, para
nuestro Dios, reino y sacerdotes; y reinarán sobre la tierra». 11 Y vi, y oí voz de ángeles muchos en
torno del trono, y de los vivientes y de los ancianos; y era su número miríadas de miríadas, y
millares de millares, 12 diciendo con voz grande: «Digno es el Cordero, el inmolado, de tomar la
potestad, y riqueza, y sabiduría, y fuerza, y honor, y gloria y bendición». 13 Y toda criatura que en
el cielo, y sobre la tierra y por debajo de la tierra y sobre el mar es; y lo en ellos todo, oí decir: «Al
sentado en el trono y al Cordero, la bendición, y el honor, y la gloria y el poder por los siglos de los
siglos». 14 Y los cuatro vivientes decían: «Amén». Y los ancianos cayeron y adoraron.

2 a. De anunciar y obrar los profundos misterios del libro de Dios: los arcanos de la Divina
Providencia al fin de los tiempos. El león, la raíz, el descendiente de David: Cristo, hará todas
aquellas maravillas.

3 b. Ver lo escrito en él.

6 c. Fuerza y ciencia inmensas.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 6

1 Y vi que abrió el Cordero uno de los siete sellos; y oí uno de los cuatro vivientes, diciendo, cual
con voz de trueno: «Ven y ve». 2 Y vi, y he aquí un corcel albo, y el sentado en él, teniendo arco, y
diósele corona, y salió venciendo, y para vencer(a).

3 Y, cuando abrió el sello, el segundo, oí al segundo viviente diciendo: «Ven». 4 Y salió otro corcel,
rojizo, y al sentado en él diósele quitar la paz de la tierra y para que unos a otros se degollaran, y
diósele cuchilla grande(b).

5 Y, cuando abrió el sello el tercero, oí al tercer viviente diciendo: «Ven». Y vi, y he aquí un corcel
negro, y él sentado en él, teniendo balanza en su mano. 6 Y oí cual voz en medio de los cuatro
vivientes, diciendo: «Ración de trigo a denario, y tres raciones de cebada, a denario; y al aceite y al
vino no dañes(c).
7 Y, cuando abrió el sello el cuarto, oí voz del cuarto viviente, diciendo: «Ven». 8 Y vi, y he aquí un
corcel jalde, y el sentado sobre él, —su nombre: «la muerte»; y el infierno seguíale, y dióseles
potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar en espada, y en hambre y en muerte, y por las
fieras de la tierra.

9 Y, cuando abrió el quinto sello, vi por debajo del altar las almas de los degollados por la palabra
de Dios y por el testimonio que tenían. 10 Y clamaban con voz grande, diciendo: «¿Hasta cuándo, el
Soberano, el santo y verdadero, no juzgas y vindicas nuestra sangre de los que habitan sobre la
tierra? 11 Y dióseles a cada uno estola alba, y díjoseles que reposaran todavía tiempo pequeño, hasta
completarse, y sus consiervos y sus hermanos los que habían de ser matados cual, también ellos(d).

12 Y vi, cuando abrió el sello el sexto, y terremoto grande fue, y el sol fue tornándose negro cual
cilicio(e), y la luna entera fue tornándose cual sangre, 13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la
tierra, como una higuera arroja sus higos invernizos, de viento grande sacudida: 14 y el cielo fue
cediendo, como libro que se arrolla; y todo monte e isla de sus lugares moviéronse. 15 Y los reyes
de la tierra y los magnates, y los tribunos, y los ricos, y los fuertes, y todo siervo y libre ocultáronse
en las cavernas y en las peñas de los montes; 16 y dicen a los montes y a las peñas: «Caed sobre
nosotros y ocultadnos de la faz del sentado en el trono, y de la ira del Cordero; 17 porque ha llegado
el día el grande de la ira de ellos; ¿y quién se puede sostener?».

2 a. Símbolo de Cristo triunfador pacífico y perfecto.

4 b. Cristo vengador.

6 c. Cristo castigando con hambre. El denario era el jornal. Mitiga la gran carestía, eximiendo de
ella aceite y vino.

11 d. Son los mártires cuya sangre clama a Dios contra sus inmoladores. Están en la gloria; pero al
fin de los tiempos con los que ha de matar el anticristo, celebrarán el gran triunfo.

12 e. Saco negro áspero, de pelo.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 7

1 Y después de esto vi, cuatro ángeles estantes sobre los cuatro ángulos de la tierra, señoreando los
cuatro vientos de la tierra, para que no sople viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre todo
árbol. 2 Y vi otro ángel ascendiendo del oriente del sol, teniendo sello del Dios viviente; y clamó
con voz grande a los cuatro ángeles a quien se les dio dañar la tierra y el mar, 3 diciendo: «No
dañéis la tierra ni el mar, ni los árboles, hasta que sellemos a los siervos de nuestro Dios en sus
frentes». 4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro millares de sellados de toda tribu
de hijos de Israel; 5 de tribu de Judá, doce millares de sellados; de tribu de Rubén, doce millares; de
tribu de Gad, doce millares; 6 de tribu de Aser, doce millares; de tribu de Neftalí, doce millares; de
tribu de Manasés, doce millares; 7 de tribu de Simeón, doce millares; de tribu de Leví, doce
millares; de tribu de Isacar, doce millares; 8 de tribu de Zabulón, doce millares; de tribu de José,
doce millares; de tribu de Benjamín, doce millares de sellados(a). 9 Después de esto vi, y he aquí
turba mucha que contarla nadie podía, de toda gente, y tribus, y pueblos y lenguas, estantes a faz del
trono y a faz del Cordero, vestidos de estolas albas, y palmas en sus manos. 10 Y claman con voz
grande, diciendo: «La salud a nuestro Dios, al sentado en el trono, y al Cordero». 11 Y todos los
ángeles estaban en torno del trono, y de los ancianos y de los cuatro vivientes; y cayeron a faz del
trono sobre sus rostros y adoraron a Dios, 12 diciendo: «Amén. La bendición y la gloria, y la
sabiduría, y el agradecimiento, y el honor, y la potestad y la fuerza a nuestro Dios por los siglos de
los siglos; amén». 13 Y respondió(b) uno de los ancianos, diciéndome: «Estos los vestidos de las
estolas las esplendentes ¿quiénes son, y de dónde han venido?» 14 Y he dicho: «Señor mío, tú lo
sabes». Y díjome: «Estos son los que vienen de la tribulación la grande; y lavaron sus estolas y
esplendoráronlas en la sangre del Cordero. 15 Por esto están a faz del trono de Dios y sírvenle día y
noche en su templo; y el sentado en el trono aposentárase en ellos. 16 No tendrán hambre ya, ni sed
ya; ni habrá de caer sobre ellos el sol ni todo ardor; 17 pues el Cordero el en medio del trono
pastorearáles y encaminaráles a de vida manantiales de agua; y enjugará Dios toda lágrima de los
ojos de ellos».

8 a. Todos ellos israelitas convertidos al fin del mundo y sellados con el martirio, y víctimas del
Anticristo.

13 b. A mi pregunta interior, a mi deseo de saber.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 8

1 Y, cuando abrió el sello el séptimo, hízose silencio en el cielo, como media hora(a); 2 y vi a los
siete ángeles, que a faz de Dios están; y diéronseles siete trompetas. 3 Y otro ángel vino y púsose
ante el altar, teniendo turíbulo áureo, y diéronsele timiamas muchos(b), para que diese a las
oraciones de los santos todos, sobre el altar áureo, el a faz del trono. 4 Y ascendió el humo de los
timiamas a las oraciones de los santos, de mano del ángel, a faz de Dios. 5 Y recibió el ángel el
turíbulo, e hinchióle del fuego del altar, y lanzó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos y
temblor. 6 Y los siete ángeles los que tenían las siete trompetas, aprestáronse a trompetear.

7 Y el primero trompeteó: y hubo granizo y fuego mezclados de sangre, y arrojados fueron sobre la
tierra: y el tercio de la tierra se abrasó; y el tercio de los árboles se abrasó, y toda hierba verde se
abrasó.

8 Y el segundo ángel trompeteó: y uno cual monte grande, en fuego ardiendo, fue arrojado a la mar:
y se hizo el tercio de la mar sangre; 9 y murió el tercio de las criaturas las en la mar, las que tenían
almas; y el tercio de las naves pereció.

10 Y el tercer ángel trompeteó, y cayó del cielo un astro grande, ardiendo cual antorcha, y cayó
sobre el tercio de los ríos y sobre los manantiales de las aguas. 11 Y el nombre del astro se dice el
Ajenjo. Y convirtióse el tercio de las aguas en ajenjo, y muchos de los hombres murieron de las
aguas por haberse amargado.

12 Y el cuarto ángel trompeteó: y fue herido el tercio del sol y el tercio de la luna y el tercio de los
astros, para que se entenebreciera el tercio de ellos, y el día para que no luciera el tercio de él, y la
noche asimismo.
13 Y vi y oí a un águila volando en medio del cielo, diciendo con voz grande: «¡Ay, ay, ay! de los
que habitan sobre la tierra, por las demás voces de la trompeta de los tres ángeles que van a
trompetear(c)».

1 a. Silencio de estupor ante las cosas grandes que han de sobrevenir.

3 b. Son ellos las oraciones de los santos, de los mártires, pidiendo les vengue Dios de los impíos.

13 c. Es anuncio de males aún mucho mayores; los que la voz de los últimos tres ángeles va a
causar.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 9

1 Y el quinto ángel trompeteó; y vi una estrella del cielo caída en la tierra; y diósele la llave del
pozo del abismo; 2 y abrió el pozo del abismo: y subió humo del pozo, cual humo de horno grande;
y entenebrecióse el sol y el aire, del humo del pozo. 3 Y del humo salieron langostas a la tierra, y
dióselas potestad, cual tienen potestad los escorpiones de la tierra. 4 Y díjoselas que no dañaran la
hierba de la tierra, ni toda verdura, ni todo árbol, sino a los hombres, los que no tienen el sello de
Dios en las frentes. 5 Y dióseles que no les matasen, sino atormentasen meses cinco; y el tormento
de ellas, como tormento de escorpión, cuando hiere a hombre. 6 Y en aquellos días buscarán los
hombres la muerte, y no la hallarán, no, y apetecerán morir, y huye la muerte de ellos. 7 Y las
semejanzas de las langostas, semejantes a caballos aparejados para guerra, y sobre las cabezas de
ellas, cual coronas semejantes a oro; y los rostros de ellas, como rostros de hombres; 8 y tenían
cabellos como cabellos de mujeres; y los dientes de ellas, como de leones, eran; 9 y tenían corazas,
como corazas férreas y la voz de sus alas como voz de carros de bridones muchos, corriendo a
guerra. 10 Y tienen colas semejantes a escorpiones, y aguijones; y en las colas de ellas su poder de
dañar a los hombres meses cinco. 11 Tienen sobre sí por rey al ángel del abismo; su nombre en
hebreo «Abaddón», y, en la helénica(a), nombre tiene «Apolión»(b). 12 El Ay el primero se fue; he
aquí vienen todavía dos Ayes, después de esto.

13 Y el sexto ángel trompeteó; y oí voz una de los cuatro cuernos del altar el áureo, el a faz de Dios;
14 diciendo al sexto ángel, el que tenía la trompeta: «Suelta a los cuatro ángeles, los atados sobre el
río el grande: Eufrates». 15 Y sueltos fueron los cuatro ángeles los preparados a la hora, y día, y
mes y año(c); para que matasen el tercio de los hombres. 16 Y el número de los ejércitos de la
caballería, dos miríadas de miríadas; oí el número de ellos. 17 Y así vi los corceles en la visión y los
montados en ellos: teniendo corazas ígneas, y jacínticas y sulfúreas(d); y las cabezas de los
corceles, como cabezas de leones; y de las bocas de ellos sale fuego, y humo y azufre. 18 De estas
tres plagas, fueron muertos el tercio de los hombres: del fuego, y del humo y del azufre, el que salía
de las bocas de ellos. 19 Pues el poder de los corceles en su boca está y en sus colas; porque sus
colas, semejantes a serpientes, teniendo cabezas; y en ellas dañan. 20 Y los restantes de los
hombres, los que no fueron muertos en estas plagas, ni se arrepintieron de las obras de sus manos,
para no adorar a los demonios, y los ídolos los áureos, y los argentinos, y los broncíneos, y los
lapídeos y los lígneos(e) los cuales ni ver pueden, ni oir, ni caminar, 21 y no se arrepintieron de sus
homicidios, ni de sus hechizos(f), ni de su ramería, ni de sus hurtos.
11 a. Lengua.
b. «Perdedor», «exterminador».

15 c. Para matar en tiempos y momentos fijos.

17 d. De color de fuego, y jacinto y azufre.

20 e. Caerán de nuevo los hombres en la más crasa idolatría.

21 f. Envenenamientos.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 10

1 Y vi a otro ángel fuerte descender del cielo, envuelto en nube; y el iris sobre su cabeza, y su rostro
como el sol y sus pies como columnas de fuego; 2 y teniendo en su mano un librito abierto(a): Y
puso su pie, el derecho, sobre la mar, y el izquierdo sobre la tierra; 3 y clamó con voz grande, así
como el león ruge. Y, cuando clamó, hablaron los siete truenos(b) las voces de ellos. 4 Y, cuando
hablaron los siete truenos, iba yo a escribir, y oí voz del cielo, diciendo: «Sella(c) lo que los siete
truenos han hablado, y no lo escribas». 5 Y el ángel que vi estar sobre la mar y sobre la tierra, alzó
su mano, la diestra, al cielo, 6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, quien creó el cielo y
lo en él, y la tierra y lo en ella, y la mar y lo en ella: que «Tiempo ya no habrá, 7 sino que, en los
días de la voz del séptimo ángel, cuando hubiere de trompetear, también se ha consumado el
misterio de Dios, como evangelizó a sus siervos los profetas(d)». 8 Y la voz, que oí del cielo, de
nuevo hablando conmigo y diciendo: «Ve, toma el librito el abierto de la mano del ángel que está
sobre la mar y sobre la tierra». 9 Y fui al ángel, diciéndole me diera el librito. Y díceme: «Toma y
devóralo, y amargará tu vientre; empero en tu boca será dulce como miel». 10 Y tomé el librito de la
mano del ángel y devorélo, y fue en mi boca como miel, dulce; y cuando le devoré, amargóse mi
vientre. 11 Y dícenme: «Menester es que de nuevo profetices sobre los pueblos, y gentes, y lenguas
y reyes muchos».

2 a. Símbolo del juicio próximo.

3 b. Tal vez sinónimo de tonantes: los siete ángeles del trono, símbolo de la grandeza de la ira de
Dios.

4 c. Calla.

7 d. Después del séptimo ángel, consumado todo el misterio de Dios, cesará el tiempo, y no habrá
ya sino eternidad.
Apocalipsis del Apóstol San Juan
Capítulo 11

1 Y dióseme una caña símil a vara, diciendo él(a): «Levántate y mide el templo de Dios, y el altar y
los que adoran en él. 2 Y el atrio el de fuera del templo arrójale fuera(b) y no le midas; porque ha
sido dado a las gentes, y la ciudad la santa hollarán meses cuarenta y dos. 3 Y daré a los dos testigos
míos(c); y profetizarán días mil doscientos sesenta, envueltos en sacos. 4 Estos son las dos olivas(d)
y los dos candelabros los a faz del Señor de la tierra estantes. 5 Y, si alguno les quiere dañar, fuego
sale de la boca de ellos y devora a los enemigos de ellos. Y, si alguno quisiere dañarles, así debe él
ser matado. 6 Estos tienen la potestad de cerrar el cielo, para que lluvia no humedezca en los días de
su profecía; y potestad tienen sobre las aguas de convertirlas en sangre, y de percutir la tierra en
toda plaga, cuantas veces quisieren. 7 Y, cuando terminaren el testimonio suyo, la bestia, la que
sube del abismo, hará contra ellos guerra, y venceráles y mataráles. 8 Y el cadáver de ellos, sobre
las vías de la ciudad la grande; la que se llama espiritualmente Sodoma(e) y Egipto(f); donde
también el Señor de ellos crucificado fue. 9 Y miran de entre los pueblos, y tribus, y lenguas y
gentes el cadáver de ellos, días tres y medio; y los cadáveres de ellos no dejarán se pongan en
sepulcro. 10 Y los que habitan sobre la tierra, gózanse en ellos y regocíjanse; y dones enviarán unos
a otros; porque estos dos profetas atormentaron a los que habitaban sobre la tierra. 11 Y, después de
los tres días y medio, espíritu de vida desde Dios entró en ellos, y alzáronse sobre sus pies; y temor
grande cayó sobre los que les contemplaban. 12 Y oyeron voz grande, desde el cielo, diciéndoles:
«Ascended acá»; y ascendieron al cielo en la nube, y contemplábanles los enemigos de ellos.

13 Y en aquella hora hubo temblor grande, y el décimo de la ciudad cayó, y muertos fueron, en el
terremoto, nombre de hombres(g) millares siete, y los demás medrosos tornáronse y dieron gloria al
Dios del cielo(h).

14 El Ay el segundo se fue; he aquí el Ay el tercero viene presto.

15 Y el séptimo ángel trompeteó; y hubo voces grandes en el cielo, diciendo: «Hecho es el reino del
mundo de nuestro Señor y de su Cristo, y reinará por los siglos de los siglos, 16 y los veinticuatro
ancianos, los a faz de Dios sentados en sus tronos, cayeron sobre sus rostros y adoraron a Dios, 17
diciendo: «Agradecémoste, Señor, el Dios el omnipotente, el que es, y el que era, porque has
tomado el poder tuyo, el grande, y has reinado; 18 y las gentes hanse airado, y ha venido la ira tuya
y el tiempo de los muertos para ser juzgados, y para dar galardón a tus siervos los profetas, y a los
santos y a los que temen tu nombre a los pequeños y a los grandes; y para perder a los que perdieron
la tierra». 19 Y abrióse el templo de Dios el en el cielo, y pareció el arca de su testamento en su
templo, y hubo relámpagos y voces, y truenos y temblor y granizo grande.

1 a. El ángel que se la dio.

2 b. Deséchale. Mide el santuario de Dios, consagrándolo a los justos, y deja el resto del templo y
del mundo para que lo conculquen los gentiles: el Anticristo con los suyos.

3 c. Elías y Henoc.

4 d. Árboles fecundos, preciosos.

8 e. Libertinaje.
f. Idolatría.

13 g. Hombres de nombradía.
h. La conversión final de Israel.
Apocalipsis del Apóstol San Juan
Capítulo 12

1 Y señal grande apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies y sobre
su cabeza una corona de estrellas doce(a); 2 y en vientre teniendo, grita dolorida de parto y
atormentada de parir. 3 Y apareció otra señal en el cielo, y he aquí un dragón rojizo, grande,
teniendo cabezas siete(b) y cuernos diez(c), y sobre las cabezas de él siete diademas; 4 y la cola de
él arrastra el tercio de los astros del cielo; y lanzólos a la tierra(d). Y el dragón púsose a faz de la
mujer, la que estaba para parir, para, cuando pariese, el hijo de ella devorar. 5 Y parió hijo varón, el
que ha de regir todas las gentes en vara férrea; y arrebatado fue el hijo de ella, a Dios, y al trono de
él. 6 Y la mujer huyó al desierto; donde tiene allí lugar preparado por Dios; para que allí la nutran
días mil doscientos sesenta(e).

7 Y hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles guerrearon con el dragón; y el dragón guerreó y
sus ángeles; 8 y no prevalecieron, ni lugar fue hallado de ellos ya en el cielo. 9 Y fue arrojado el
dragón, el grande, la serpiente la antigua, el que se llama Diablo y satanás; el que seduce al orbe
entero; arrojado fue a la tierra; y sus ángeles con él arrojados fueron. 10 Y oí voz grande en el cielo
diciendo: «Ahora hecha ha sido la salud, y el poder, y el reino de nuestro Dios y la potestad de su
Cristo; porque arrojado ha sido el acusador de nuestros hermanos; el que les acusa a faz de nuestro
Dios día y noche. 11 Y ellos le han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra del
testimonio de ellos; y no han amado su alma hasta la muerte. 12 Por esto regocijaos, cielos, y sus
habitadores. Ay de la tierra y de la mar, porque ha bajado el diablo a vosotros, teniendo cólera
grande, sabiendo que poco tiempo tiene».

13 Y, cuando vio el dragón que había sido lanzado a la tierra, persiguió a la mujer, la cual parió al
varón. 14 Y diéronse a la mujer las dos alas del águila el grande, para que volara al desierto al lugar
de ella (donde es nutrida allí tiempo(f) y tiempos y medio tiempo) de la faz de la serpiente. 15 Y
lanzó la serpiente de su boca, tras de la mujer, agua como un río, para que del río arrebatarla hiciese.
16 Y ayudó la tierra a la mujer, y abrió la tierra su boca y absorbió el río que lanzó el dragón de su
boca. 17 Y airóse el dragón contra la mujer, y fuese a hacer guerra con los demás de la simiente de
ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús.

18 Y paróse sobre la arena del mar(g).

1 a. Ataviada con toda la majestad del cielo como madre que va a ser del rey que vencerá al
anticristo.

3 b. Reyes, testas coronadas.


c. Poderíos.

4 d. Derribó el tercio de los ángeles.

6 e. El tiempo de la predicación de Elías y Henoc. (v. 9, 3).

14 f. Un año y dos años y medio año; tres períodos de caracteres distintos.

18 g. Para hacer subir de él la bestia, el anticristo.


Apocalipsis del Apóstol San Juan
Capítulo 13

1 Y vi del mar una bestia subir, teniendo cuernos diez y cabezas siete, y sobre los cuernos de ella
diez diademas, y sobre las cabezas de ella nombres de blasfemia. 2 Y la bestia que vi, era semejante
a leopardo, y los pies de ella como de oso y la boca de ella como boca de león(a). Y dióle el dragón
su poder, y su trono y potestad grande. 3 Y(b) una de sus cabezas(c) como degollada para muerte; y
el golpe de su muerte se curó. Y maravillóse entera la tierra tras de la bestia; 4 y adoraron al dragón,
porque dio la potestad a la bestia; y adoraron a la bestia diciendo: «¿Quién, semejante a la bestia, y
quién puede guerrear con ella?» 5 Y diósele boca para hablar cosas grandes y blasfemias; y diósele
potestad de hacer, meses cuarenta y dos. 6 Y abrió su boca para blasfemias contra Dios, para
blasfemar el nombre suyo y el pabellón suyo: a los que en el cielo habitan. 7 Y diósele hacer guerra
con los santos y vencerles; y diósele potestad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua y gente. 8 Y
adoráronle todos los que habitan sobre la tierra; de los cuales no está escrito el nombre en el libro de
la vida del Cordero, el inmolado, desde la fundación del mundo. 9 Si alguno tiene oreja, escuche. 10
Si alguno a cautiverio(d), a cautiverio se va; si alguno en cuchilla matare, fuerza es que él en
cuchilla matado sea. Aquí(e) está la paciencia y la fe de los santos.

11 Y vi otra bestia subir de la tierra, y tenía cuernos dos semejantes a cordero, y hablaba como
dragón. 12 Y el poderío de la primera bestia todo hace a faz de ella. Y hace a la tierra y a los de ella
habitantes, adorar a la bestia la primera, de la cual se curó el golpe de la muerte suya. 13 Y hace
señales grandes, hasta fuego hacer del cielo bajar a la tierra a faz de los hombres. 14 Y seduce a los
que habitan sobre la tierra, por las señales que se le dio hacer a faz de la bestia, diciendo a los que
habitan sobre la tierra hacer imagen a la bestia, que tiene el golpe de la cuchilla, y ha vivido. 15 Y
diósele dar espíritu a la imagen de la bestia, hasta hablar la imagen de la bestia y hacer que, cuantos
no adoraren la imagen de la bestia, matados sean. 16 Y hace a todos: a pequeños y a grandes; y a los
ricos y a los pobres; y a los libres y a los esclavos, darles marca en la mano de ellos, la derecha, o en
la frente de ellos 17 y que nadie pueda comprar o vender, sino el que tiene la marca: el nombre de la
bestia o el número del nombre suyo. 18 Aquí la sabiduría está(f). El que tiene entendimiento,
compute el número de la bestia; pues número de hombre(g) es, y el número de ella, seiscientos
sesenta y seis.

2 a. Símbolo de la fuerza, deformidad, poder.

3 b. Vi.
c. Poderes, reinos, vencido mortalmente.

10 d. Conduce.
e. En las tribulaciones y en la fe de que los perseguidores no quedan impunes.

18 f. En computar el número, medio misterioso, pero no difícil de conocer, sabiendo que es 666.
g. Nombre, es su nombre.
Apocalipsis del Apóstol San Juan
Capítulo 14

1 Y vi: y he aquí el Cordero estante sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro
millares(a), teniendo el nombre de él y el nombre del Padre de él escrito en sus frentes. 2 Y oí voz
desde el cielo, como voz de aguas muchas y como voz de trueno grande; y la voz que oí, como de
citaristas citarizando en sus cítaras. 3 Y cantan como cantar nuevo a faz del trono y a faz de los
cuatro vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el cantar, sino los ciento cuarenta y
cuatro millares, los comprados de la tierra. 4 Estos son los que con mujeres no se han
mancillado(b); pues vírgenes son(c). Estos siguen al Cordero a donde fuere. Estos han sido
comprados de entre los hombres; primicias para Dios y el Cordero; 5 y en su boca no se halló
mentira: inmaculados son.

6 Y vi otro ángel volando en mitad del cielo, teniendo evangelio eterno(d) para evangelizar a los
sentados sobre la tierra y a toda gente, y tribu, y lengua y pueblo, 7 diciendo en voz grande: «Temed
a Dios y dadle gloria; porque ha venido la hora de su juicio; y adorad al que ha hecho el cielo, y la
tierra, y el mar y fuentes de aguas».

8 Y otro segundo ángel siguió diciendo: «Cayó, cayó Babilonia(e) la grande; que del vino del furor
de su ramería(f) abrevadas tiene todas las gentes».

9 Y otro ángel, tercero, siguióles, diciendo en voz grande: «Si alguno adora a la bestia y la imagen
de ella, y recibe marca sobre su frente o sobre su mano, 10 también él beberá del vino del furor de
Dios, el mezclado(g) inmisto en el cáliz de la ira de él; y será atormentado en fuego y azufre a faz
de ángeles santos y a faz del Cordero. 11 Y el humo del tormento de ellos por siglos de siglos sube;
y no tienen reposo día y noche, los que adoran la bestia y la imagen de ella; y si alguno recibe la
marca del nombre de ella. 12 Aquí la paciencia de los santos está, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

13 Y oí voz, desde el cielo, diciendo: «Escribe»: «Bienaventurados los muertos los que en Señor
mueren, desde ahora». «Sí, dice el Espíritu; para que reposen de sus trabajos; que sus obras
síguenles».

14 Y vi, y he aquí nube esplendente, y sobre la nube sentado uno semejando Hijo de hombre,
teniendo en su cabeza corona áurea y en su mano hoz aguda.

15 Y otro ángel salió del templo, clamando en voz grande al sentado sobre la nube: «Mete tu hoz y
siega; que ha llegado la hora de segar; que se ha secado la siega(h) de la tierra(i)». 16 Y echó el
sentado sobre la nube su hoz a la tierra, y fue segada la tierra.

17 Y otro ángel salió del templo del en el cielo, teniendo también él hoz aguda.

18 Y otro ángel salió del altar, teniendo potestad sobre el fuego, y voceó con voz grande al que tenía
la hoz la aguda, diciendo: «Mete tu hoz, la aguda, y vendimia los racimos de la vid de la tierra; que
han madurado sus uvas». 19 Y echó el ángel su hoz en la tierra, y vendimió la vid de la tierra; y
arrojó, al lagar de la furia de Dios, la grande(j). 20 Y hollado fue el lagar, fuera de la ciudad, y salió
sangre del lagar hasta los frenos de los caballos, por estadios mil seiscientos(k).

1 a. Los mismos del c. 7, 4.

4 b. No han sido fornicarios, idólatras.


c. Puros.
6 d. El Evangelio eternizado.

8 e. Roma.
f. Su furiosa, desenfrenada ramería.

10 g. Preparado.

15 h. Mies.
i. Está madura la tierra para ser arrasada en castigo de sus iniquidades.

19 j. El anticristo.

20 k. Espantable carnicería que habrá a las puertas de Roma.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 15

1 Y vi otra señal en el cielo grande y maravillosa; ángeles siete teniendo plagas siete, las postreras;
porque en ellas consumóse el furor de Dios.

2 Y vi como mar vítreo mezclado con fuego, y a los triunfantes de la bestia y de la imagen de ella y
del número del nombre de ella, estantes sobre el mar el vítreo, teniendo cítaras de Dios. 3 Y cantan
el cantar de Moisés, el siervo de Dios, y el cantar del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas,
tus obras, Señor, el Dios el omnipotente; justos y verdaderos tus caminos, ¡el rey de las gentes! 4
¿Quién no temerá, no, Señor, y glorificará tu nombre? Porque sólo santo(a); porque todas las gentes
llegarán y adorarán a faz tuya, porque tus justicias manifestáronse».

5 Y, después de esto vi, y abrióse el templo del tabernáculo del testimonio en el cielo; 6 y salieron
los siete ángeles los que tenían las siete plagas, del templo(b), vestidos de lino puro esplendoroso y
ceñidos alrededor de los pechos con ceñidores áureos. 7 Y uno de los cuatro vivientes dio a los siete
ángeles siete tazas áureas repletas del furor del Dios el que vive por los siglos de los siglos. 8 Y
llenóse el templo de humo(c) de la gloria de Dios y de su poder; y nadie podía entrar en el templo;
hasta que se consumaron las siete plagas de los siete ángeles.

4 a. Eres.

6 b. Salieron... del templo.

8 c. Niebla vaporosa.
Apocalipsis del Apóstol San Juan
Capítulo 16

1 Y oí gran voz del templo diciendo a los siete ángeles: «Id y derramad las siete tazas del furor de
Dios, en la tierra».

2 Y fue el primero, y derramó su taza en la tierra; e hízose llaga mala y perniciosa en los hombres,
los que tenían la marca de la bestia y los que adoraban su imagen.

3 Y el segundo derramó su taza en la mar; e hízose sangre, cual de muerto, y toda alma de vida
murió, la en la mar.

4 Y el tercero derramó su taza en los ríos y los manantiales de las aguas; y se hicieron sangre.

5 Y oí al ángel de las aguas diciendo: «Justo eres, el que es y el que era, el santo; porque esto has
juzgado; 6 porque sangre de santos y profetas derramaron, y sangre les has dado a beber: dignos
son».

7 Y oí al altar diciendo: «Sí, Señor, el Dios el omnipotente, verdaderos y justos, tus juicios».

8 Y el cuarto derramó su taza en el sol, y fuele dado abrasar a los hombres en fuego. 9 Y
abrasáronse los hombres de abrasamiento grande; y blasfemaron el nombre del Dios, el que tiene la
potestad sobre estas plagas; y no se arrepintieron para darle gloria.

10 Y el quinto derramó su taza en el trono de la bestia; y fue el reino de ella entenebrecido, y se


mordían las lenguas por el dolor; 11 y blasfemaron al Dios del cielo por sus trabajos y por sus
llagas; y no se arrepintieron de sus obras.

12 Y el sexto derramó su taza sobre el río el grande: Eufrates; y secóse el agua de él, para que se
preparase el camino de los reyes, los de oriente sol.

13 Y vi de la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca del pseudoprofeta espíritus tres,
inmundos, cual ranas; 14 pues son espíritus de demonios que(a) hacen señales, los que salen a los
reyes del orbe entero, a reunirles para la guerra del día el grande de Dios, el Omnipotente.

15 (He aquí vengo como ladrón: bienaventurado el que vela y cuida sus vestiduras, para no desnudo
andar y que vean su vergüenza). 16 Y los congregó en el lugar el que se llama en hebreo
«Harmagedón»(b).

17 Y el séptimo derramó su taza en el aire; y salió voz grande del templo, desde el trono, diciendo:
«Hecho está». 18 Y hubo relámpagos, y voces, y truenos; y terremoto hubo grande, cual no hubo
desde que hombres hubo sobre la tierra, tamaño terremoto, tan grande. 19 Y se hizo la ciudad, la
grande, tres partes; y las ciudades de las gentes cayeron. Y Babilonia, la grande, rememorada fue a
faz de Dios, para darle el cáliz del vino del furor de él. 20 Y toda isla huyó; y montes no se
hallaron(c). 21 Y granizo grande, como talentar(d) baja del cielo sobre los hombres; y blasfemaron
los hombres a Dios por la plaga del granizo; porque grande es la plaga de él sobremanera.

14 a. Los espíritus.

16 b. «Destrucción».

20 c. Desaparecieron en el cataclismo.
21 d. De un talento: un quintal.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 17

1 Y vino uno de los siete ángeles que tenían las siete tazas, y habló conmigo diciendo: «Ven: te
mostraré el juicio de la ramera la grande, la sentada sobre aguas muchas(a); 2 con la que han
ramereado los reyes de la tierra, y embriagádose los que habitan la tierra, con el vino de la ramería
de ella». 3 Y llevóme a un desierto en espíritu(b). Y vi una mujer sentada sobre bestia carmesí,
repleta de nombres de blasfemia, teniendo cabezas siete y cuernos diez. 4 Y la mujer estaba vestida
de púrpura y escarlata, dorada(c) de oro y piedra preciosa, y margaritas, teniendo cáliz áureo en su
mano, repleto de abominaciones y de lo inmundo de su ramería; 5 y sobre su frente nombre escrito:
«Misterio; Babilonia, la grande; la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra». 6 Y vi
a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires de Jesús(d). Y maravilléme,
viéndola, con maravilla grande. 7 Y díjome el ángel: «¿Por qué te has maravillado? Yo te diré el
misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, la que tiene las siete cabezas y los diez cuernos. 8 La
bestia que has visto, era, y no es, y debe de subir del abismo y a perdición ir; y maravillaránse los
que habitan sobre la tierra; (de los que no está escrito el nombre en el libro de la vida, desde la
fundación del mundo) mirando a la bestia, porque era, y no es y estará allí. 9 Aquí(e), el
entendimiento que tiene sabiduría. Las siete cabezas, siete montes son; donde la mujer está sentada
sobre ellos(f). Y reyes siete son: 10 los cinco cayeron; el uno es, el otro aún no ha venido; y, cuando
viniere, poco ha de durar. 11 Y la bestia que era, y no es, y él(g) el octavo es, y de los siete es, y a
perdición va. 12 Y los diez cuernos que has visto, diez reyes son; los que reino aún no han tomado;
empero potestad, como reyes, una hora toman con la bestia. 13 Estos una mira tienen, y su fuerza y
potestad a la bestia(h) dan. 14 Estos con el Cordero guerrearán, y el Cordero les vencerá, porque
señor de señores es y rey de reyes, y los con él, llamados, y elegidos y fieles»(i). 15 Y díjome: «Las
aguas que ves, donde está la ramera sentada, pueblos y turbas son, y gentes y lenguas(j). 16 Y los
diez cuernos que has visto y la bestia, éstos aborrecerán a la ramera y desierta haránla y desnuda, y
las carnes de ella comerán, y a ella quemarán en fuego; 17 porque Dios ha dado en el corazón de
ellos hacer esta mira de él y hacer una mira y dar el reino de ellos a la bestia, hasta que se cumplan
las palabras de Dios. 18 Y la mujer que has visto, es la ciudad, la grande, la que tiene reino sobre los
reyes de la tierra»(k).

1 a. Véase v. 15.

3 b. Indicando que la mujer es figura de la capital del mundo, pagana, vuelta al paganismo al fin del
mundo.

4 c. La mujer; cubierta de oro, pedrería y perlas.

6 d. A los que inmoló e inmolará al fin del mundo.

9 e. Advierta.
f. Los montes.

11 g. El rey simbolizado por la bestia misma, el Anticristo, cuyos son los siete cuernos.
13 h. Al anticristo.

14 i. Son.

15 j. De lenguas diversas: distantes.

18 k. El reino poderoso, inmensamente rico en los tiempos últimos; a quien debelarán los diez
reyes.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 18
Caída de Babilonia
1 Después de esto vi, otro ángel descender del cielo, teniendo potestad grande: y la tierra iluminóse
de su gloria. 2 Y gritó en fuerte voz, diciendo: «Cayó, cayó Babilonia la grande, y se hizo morada
de demonios y prisión(a) de todo espíritu impuro y prisión de toda ave impura(b) y aborrecida; 3
porque del vino del furor de la ramería de ella han bebido todas las gentes; y los reyes de la tierra
con ella han ramereado; y los mercaderes de la tierra, con el poder de la libídene de ella,
enriquecido».

4 Y oí otra voz desde el cielo, diciendo: «Salid, mi pueblo, de ella, para no comunicar con los
pecados de ella; y de las plagas de ella que no recibáis; 5 porque se han conglutinado(c) sus pecados
hasta el cielo, y se ha acordado Dios de las iniquidades de ella. 6 Retribuidle como también ella
retribuyó, y doblad el doble según las obras de ella: en el cáliz que mezcló, mezcladle doblado; 7
cuanto se glorificó y deleitó, tanto dadle tormento y luto. Porque en su corazón dice: «Sentada estoy
reina, y viuda no soy, y luto no veré, no». 8 Por esto, en un día llegarán las plagas de ella: muerte, y
luto y hambre; y en fuego quemada será; porque fuerte, Señor, el Dios, el que la ha juzgado. 9 Y
llorarán y plañirán sobre ella los reyes de la tierra, los que con ella han ramereado y deleitádose;
cuando vieren el humo del incendio de ella, 10 de lejos parados, por el temor del tormento de ella,
diciendo: «¡Ay, ay! la ciudad la grande, Babilonia, la ciudad la fuerte, porque en una hora ha venido
tu juicio». 11 Y los mercaderes de la tierra llorarán y plañirán sobre ella, porque el cargamento de
ellos nadie compra ya: 12 cargamento de oro, y plata, y piedra preciosa, y margaritas, y biso(d), y
púrpura y seda, y escarlata, y todo leño oloroso, y todo vaso marfileño y todo vaso de leño
preciosísimo, y bronce, y hierro y mármol; 13 y cinamomo, y amomo, y timiamas, y ungüento, e
incienso, y vino, y aceite, y harina flor, y trigo, y jumentos, y ovejas; y de(e) caballos, y carrozas y
cuerpos, y almas de hombres. 14 Y la flor del apetito de tu alma retiróse de ti, y todo lo pingüe y lo
espléndido pereció de ti; y ya no lo hallarán, no. 15 Los mercaderes de esto, los que enriquecieron
con ella, a lo lejos detendránse, por el temor del tormento de ella, llorando y plañendo, 16 diciendo:
«¡Ay, ay! la ciudad, la grande, la envuelta en biso, y púrpura y escarlata, y dorada en oro, y piedra
preciosa, y margarita; 17 porque, en una hora, desolada fue la tal riqueza». Y todo piloto y todo el
que sobre el lugar navega y nautas y cuantos la mar trabajan, a lo lejos detuviéronse: 18 y clamaban,
mirando el humo del incendio de ella, diciendo: «¿Quién símil a la ciudad la grande?» 19 Y
arrojaron polvo sobre sus cabezas; y clamaban, llorando y plañendo: «¡Ay, ay! la ciudad la grande
en que enriquecieron todos los que tenían las naves en el mar, de la preciosidad de ella; porque en
una hora desolada ha sido. 20 Regocíjate sobre ella, cielo, y los santos, y los apóstoles y los
profetas; pues ha juzgado Dios vuestro juicio sobre ella».
21 Y alzó un ángel fuerte una piedra como piedra de molino magna, y arrojó al mar; diciendo: «Así
con ímpetu arrojada será Babilonia la gran ciudad, y no será, no, hallada ya. 22 Y voz de citaristas,
y músicos y flautistas, y trompeteros no se oirá, no, en ti ya, y todo artífice de toda arte no se
hallará, no, en ti ya, y voz de molino no se oirá, no, en ti ya; 23 y luz de lámpara no alumbrará, no,
en ti ya; y voz de novio y novia no se oirá, no, en ti ya; porque tus mercaderes eran los magnates de
la tierra, porque en la hechicería(f) tuya descarriadas fueron todas las gentes; 24 y en ella(g) sangre
de profetas y santos fue hallada, y de todos los degollados sobre la tierra».

2 a. Habitación constante.
b. Rapaz.

5 c. Multiplicado, condensado y adherídose hasta llegar al cielo.

12 d. Lino finísimo.

13 e. Cargamento.

23 f. Magia y envenenamiento.

24 g. Roma.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 19
Júbilo en el cielo
1 Después de esto, oí como voz grande de turba mucha en el cielo, que decían: «¡Aleluya! La salud,
y la gloria, y el poder, de nuestro Dios; porque verdaderos y justos, los juicios suyos; 2 porque ha
juzgado a la ramera la grande; la que ha corrompido la tierra en la ramería suya; y ha vindicado la
sangre de sus siervos, de la mano de ella». 3 Y segunda vez han dicho: «¡Aleluya!». Y el humo de
ella(a) sube por los siglos de los siglos. 4 Y cayeron los ancianos los veinticuatro y los cuatro
vivientes, y adoraron a Dios al sentado sobre el trono, diciendo: «¡Amén, aleluya!». 5 Y voz del
trono salió diciendo: «Load a nuestro Dios, todos sus siervos y los que le temen, los pequeños y los
grandes». 6 Y oí como voz de turba mucha, y como voz de aguas muchas y como voz de truenos
fuertes, que decían: «¡Aleluya! porque reina Señor, nuestro Dios, el Omnipotente. 7 Gocémonos y
regocijémonos, y demos la gloria a él; porque han venido las nupcias del Cordero(b) y su mujer
preparóse; 8 y diósela vestirse de biso esplendente, puro; pues el biso las justicias de los santos
son». 9 Y díceme: «Escribe»: Bienaventurados los al festín de las nupcias del Cordero llamados». Y
díceme: «Estas las palabras verdaderas de Dios son». 10 Y caí delante de sus pies a adorarle. Y
díceme: «Mira: no: Consiervo tuyo soy y de los hermanos tuyos que tienen el testimonio de Jesús: a
Dios adora. Que el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía»(c).

11 Y vi el cielo abrirse, y he aquí corcel esplendente, y el sentado sobre él llamado «Fiel y Veraz»; y
en justicia juzga y guerrea. 12 Y sus ojos, llama de fuego, y sobre su cabeza, diademas muchas;
teniendo nombre escrito que nadie sabe sino él mismo; 13 y vestido de vestidura tinta en sangre(d)
y se llama su nombre: el «Verbo de Dios». 14 Y las milicias las del cielo, seguíanle sobre corceles
esplendorosos, vestidas de biso esplendoroso, puro. 15 Y de la boca de él sale espada aguda, para en
ella percutir las gentes; y él los regirá, en vara férrea; y él huella el lagar del furor de la ira de Dios
el omnipotente. 16 Y tiene sobre su vestidura y sobre su muslo un nombre escrito: «Rey de reyes y
Señor de señores».

17 Y vi un ángel parado en el sol y clamó en voz grande, diciendo a todas las aves las volantes en
medio del cielo: «Venid, congregaos a la cena la grande de Dios: 18 a comer carnes de reyes, y
carnes de tribunos, y carnes de fuertes, y carnes de bridones y de los sentados sobre ellos, y carnes
de todos: y libres, y siervos, y pequeños y grandes.

19 Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra y los ejércitos de ellos congregados, hacer la guerra con
el sentado sobre el corcel y con el ejército suyo. 20 Y fue cogida la bestia y con ella el
pseudoprofeta(e), el que hacía señales a faz de ella, en las cuales sedujo a los que tomaron la marca
de la bestia, y a los que adoraron la imagen de ella: vivos fueron arrojados los dos en el lago del
fuego, el que arde en azufre. 21 Y los demás fueron matados en la espada del sentado sobre el
corcel, la que salía de su boca; y todas las aves hartáronse de las carnes de ellos.

3 a. De Babilonia, y alaba así eternamente la justicia de Dios.

7 b. Los desposorios perfectos, triunfales y eternos de Cristo con la humanidad restaurada por él.

10 c. El espíritu profético viene de Jesús, testimonia a Jesús. Tú también tienes este espíritu. Somos
por tanto, consiervos suyos.

13 d. De sus enemigos; pues viene Cristo a destruir a los malos.

20 e. Véase 13, 11.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 20

1 Y vi un ángel descender del cielo, teniendo la llave del abismo y cadena grande en su mano. 2 Y
apoderóse del dragón, la serpiente, la antigua, que es el Diablo y satán, y ligóle por mil años. 3 Y
lanzóle en el abismo, y cerró y selló por encima de él; para que no seduzca ya a las gentes, hasta
que se cumplan los mil años; después de esto, necesario es que se le suelte por poco tiempo.

4 Y vi tronos, y sentáronse sobre ellos y juicio dióseles; y(a) las almas de los decapitados por el
testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, y los que no adoraron a la bestia ni la imagen de ella y
no tomaron la marca sobre la frente y sobre la mano de ellos; y vivieron y reinaron(b) con el Cristo
mil años. 5 Y los restantes de los muertos(c) no vivieron, hasta que se cumplieron los mil años.
Esta, la resurrección, la primera. 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la resurrección la
primera; sobre éstos la segunda muerte no tiene potestad; sino que serán sacerdotes de Dios y del
Cristo y reinarán con él mil años.

7 Y cuando terminaren los mil años, se soltará a satanás de su prisión(d); 8 y saldrá a seducir las
gentes en los cuatro ángulos de la tierra; al Gog y al Magog, a juntarlos en guerra; de los que el
número de ellos como la arena del mar. 9 Y subieron sobre la anchura de la tierra y cercaron el
campamento de los santos y la ciudad la amada; y descendió fuego (desde Dios) del cielo, y
devorólos; 10 y el diablo el que los seducía, fue arrojado al lago del fuego y azufre; donde también,
la bestia y el pseudoprofeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
11 Y vi un trono grande, esplendente y al sentado sobre él; de cuya faz huyó la tierra y el cielo; y
lugar no se halló para ellos. 12 Y vi los muertos, los grandes y los pequeños estar a faz del trono; y
libros(e) se abrieron; y otro libro abrióse, que es de la vida, y juzgados fueron los muertos por lo
escrito en los libros, según las obras de ellos. 13 Y dio el mar los muertos los en él, y la muerte(f) y
el infierno(g) dieron los muertos los en ellos, y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la
muerte y el infierno(h) fueron arrojados al lago del fuego. Esta la muerte la segunda es: el lago del
fuego(i). 15 Y si alguno no se halló en el libro de la vida escrito, fue arrojado al lago del fuego.

4 a. Vi.
b. Vivirán y reinarán.

5 c. Los malos.

7 d. Para seducir a Gog y a Magog, dos reyes potentísimos.

12 e. Símbolos de lo indeleble que permanece en el cielo la memoria de todas las acciones


humanas.

13 f. Los muertos sobre la tierra.


g. Los debajo de la tierra.

14 h. Los demonios reyes de la muerte misma y del infierno, el reino de los muertos.
i. El lago es la muerte segunda, verdadera, definitiva.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 21

1 Y vi cielo nuevo y tierra nueva; que el primer cielo y la primera tierra se fueron y la mar no es ya.
2 Y la ciudad, la santa Jerusalén nueva, vi descender del cielo desde Dios, preparada como esposa
ataviada para su marido. 3 Y oí voz grande del trono, diciendo: «He aquí el tabernáculo de Dios con
los hombres, y habitará con ellos; y ellos pueblos suyos serán, y el mismo Dios con ellos será su
Dios; 4 y enjugará toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será ya; ni lloro, ni clamor, ni
trabajo no será ya, pues lo primero se fue». 5 Y dijo el sentado en el trono: «He aquí nuevo hago
todo». Y dice: «Escribe que «estas palabras fieles y verdaderas son». 6 Y díjome: «Hechas(a) están.
Yo, el alfa y la o(b), el principio y el fin. Yo al sediento le daré de la fuente del agua de la vida
gratuitamente. 7 El que venciere, heredará esto, y seréle Dios y él seráme hijo. 8 Pero a los malos e
increyentes, y abominables, y homicidas, y rameros; y hechiceros, e idólatras y todos los mendaces,
la parte de ellos en el lago el que arde con fuego y azufre; lo que es la muerte la segunda.

9 Y vino uno de los siete ángeles los que tenían las siete tazas las repletas de las siete plagas las
últimas, y habló conmigo, diciendo: «Ven, te mostraré la esposa, la mujer del Cordero». 10 Y
llevóme en espíritu a un monte grande y alto y mostróme la ciudad, la santa Jerusalén descendiendo
del cielo, desde Dios, 11 teniendo la gloria de Dios; la lumbrera de ella semejante a piedra
preciosísima, como piedra jaspe cristalizante(c); 12 teniendo muro grande y alto; teniendo puertas
doce, y sobre las puertas ángeles doce, y nombres escritos; que son de las doce tribus de hijos de
Israel: 13 a oriente, puertas tres y a septentrión, puertas tres, y al mediodía, puertas tres, y al
occidente, puertas tres. 14 Y el muro de la ciudad, teniendo fundamentos doce y sobre ellos doce
nombres, de los doce apóstoles del Cordero.

15 Y el que hablaba conmigo, tenía medida: caña áurea, para medir la ciudad y sus puertas y su
muro. 16 Y la ciudad cuadrangular sita está, y su longitud cuanta su latitud. Y midió la ciudad con la
caña por estadios doce millares: la longitud y la latitud y la altura de ella iguales son. 17 Y midió su
muro: ciento cuarenta y cuatro codos, medida de hombre, la que es de ángel(d). 18 Y era la
estructura de su muro, jaspe; y la ciudad, oro puro, símil a vidrio puro. 19 Los fundamentos del
muro de la ciudad, con toda piedra preciosa adornados: el fundamento el primero, jaspe; el segundo,
zafiro; el tercero, calcedonia; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, sardónice(e); el sexto, sardio; el
séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el nono, topacio; el décimo, crisóprasa; el undécimo, jacinto; el
duodécimo, amatista. 21 Y las doce puertas, doce margaritas; cada una de las puertas era de una
margarita. Y la calle de la ciudad, oro puro, como vidrio translúcido. 22 Y templo no vi en ella; pues
el Señor Dios el Omnipotente, templo de ella es, y el Cordero. 23 Y la ciudad necesidad no tiene del
sol ni de la luna, que le luzcan; que la gloria de Dios la ha iluminado, y su lámpara, el Cordero. 24
Y caminarán las gentes a la luz de ella; y los reyes de la tierra traen la gloria suya a ella; 25 y sus
puertas no se cerrarán, no, de día (que noche no habrá allí); 26 y traerán la gloria y el honor de las
gentes a ella. 27 Y no entrará, no, en ella todo común(f) y el que hace abominación y mentira; sino
los escritos en el libro de la vida del Cordero.

6 a. Las palabras = todo.


b. Mega la grande; la ómega, última letra del alfabeto griego.

11 c. Diáfana, como cristal.

17 d. La medida que usó el ángel era de hombre, medida común.

20 e. Un sardio mezclado con ónice. El sardio es amarillento o rojizo; y cuando es vetado, con vetas
regulares, se llama sardónice; porque el ónice tiene vetas regulares.

27 f. Impuro.

Apocalipsis del Apóstol San Juan


Capítulo 22

1 Y mostróme un río de agua de vida, espléndido como cristal, el que salía del trono de Dios y del
Cordero. 2 En medio de la plaza de ella, y, del río, aquende y allende, leño de vida, haciendo frutos
doce; cada mes, dando su fruto; y las hojas del leño para sanidad de las gentes. 3 Y toda maldición
no habrá ya. Y el trono de Dios y del Cordero en ella estará, y los siervos de él serviránle, 4 y verán
su faz; y el nombre de él, sobre sus frentes. 5 Y noche no habrá ya, y no tienen necesidad de
lámpara y luz de sol; porque Señor Dios iluminaráles, y reinarán por los siglos de los siglos.

6 Y díjome: «Estas palabras, fieles y verdaderas; y el Señor Dios de los espíritus de los profetas
envió su ángel a mostrar a sus siervos las cosas que han de acontecer en breve. 7 Y he aquí vengo
pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro».

8 Y yo, Juan, el que oyó y vio estas cosas. Y cuando oí y miré, caí a adorar delante de los pies del
ángel, el que me mostraba estas cosas. 9 Y díceme: «Mira; no: consiervo tuyo soy y de tus
hermanos, los profetas y de los que guardan las palabras de este libro; a Dios adora».

10 Y díceme: «No selles(a) las palabras de la profecía de este libro; que el tiempo cerca está. 11 El
que agravia, agravie todavía; y el contaminado contamínese todavía; y el justo, justicia haga
todavía, y el santo, santifíquese todavía. 12 He aquí vengo pronto, y el galardón mío, conmigo, a
retribuir a cada uno, como la obra es de él. 13 Yo el alfa y la o, el primero y el último, el principio y
el fin. 14 Bienaventurados los que lavan sus estolas, para que sea su potestad sobre el leño de la
vida; y, para que por las puertas entren en la ciudad. 15 Fuera(b) los canes(c), y los hechiceros, y los
rameros, y los homicidas, y los idólatras, y todo el que ama y hace mentira.

16 Yo, Jesús, he enviado mi ángel a testificaros esto para las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de
David, la estrella, la esplendorosa, la matutina(d).

17 Y el Espíritu y la esposa dicen: «Ven»; y quien oye, diga: «Ven». Y quien tiene sed, venga; quien
quiere, coja agua de vida gratuitamente.

18 Testifico yo a todo el que oye las palabras de la profecía de este libro: si alguno añadiere a ellas,
añadirá Dios sobre él las plagas, las escritas en este libro; 19 y, si alguno quitare de las palabras del
libro de esta profecía, quitará Dios su parte del leño de la vida y de la ciudad la santa, de(e) las
cosas escritas en este libro(f).

20 Dice el que testifica estas cosas: «Sí; vengo pronto». Amén; ven, Señor Jesús.

21 La gracia del Señor Jesús con todos.

10 a. El sellar significa que la profecía se verificará tarde.

15 b. De la ciudad santa están.


c. Los enemigos y perseguidores de los buenos.

16 d. Precursora del día eterno.

19 e. Y de.
f. Se verá castigado y excluido del reino de Dios, el que alterare este libro.

You might also like