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El don de una vida

1. Infancia

En los días en que Jerónimo Gera y Ernesta Favaro contraen matrimonio en la región
véneta, el norte de Italia padecía a flor de piel las consecuencias de la guerra de 1914-18.
Jerónimo, finalizados sus estudios de química industrial -con ilusión y trabajo tenaz- afronta
una pequeña fábrica, aspirando a cierta solvencia económica para sostener a una familia.
Ernesta, entretanto, se desarrolla en el ámbito familiar y vecinal, y arraiga virtudes
evangélicas, que unidas a una acendrada piedad católica, configuran su sensible
personalidad, fina, armoniosa y sencilla.

El 16 de enero de 1924 en Pasiano, Provincia de Údine, Jerónimo y Ernesta se regocijan por


el don de una vida al nacer Lucio, segundo hijo y primer varón de la familia, a quien llevan a
bautizar el 18 de mayo de 1924 y recibe la Confirmación el 15 de abril de 1929. La joven
familia de los Gera-Favaro se ve impelida a emigrar por razones económicas. En mayo de
1929 desembarcan en el puerto de Buenos Aires y habitan un tiempo en el barrio de La
Paternal, trasladándose luego a Villa Devoto donde transcurrirán la vida.

Eran años en los que la severa crisis mundial se hacía sentir y el cotidiano devenir de los
Gera-Favaro resultó difícil, no obstante su acendrada laboriosidad. Alguna vez Lucio
rememoró sus tiempos infantiles como: la experiencia de una pobreza discreta, es decir,
aunque angustiante no llegaba a límites muy inhumanos -una pobreza diría, en el fondo
“sana”- y un particular sentido del “trabajo”, porque mis padres como inmigrantes se
vieron obligados a buscar afanosamente trabajo y a trabajar duramente; no tenían sin
embargo ni un espíritu “codicioso” ni una capacidad empresaria o comercial1.

Lucio cursó sus estudios primarios en escuelas estatales. El laicismo en la enseñanza,


acentuado con algún rasgo “anticlerical” de entonces, contrastaba con la espontánea y cálida
religiosidad que asimilaba en su hogar. La estrechez de contar muchas veces con menos de
lo necesario, nunca impidió que Ernesta acogiese -con amor maternal- en su familia a unas y
a otras niñas que afrontaban dificultades diversas. Ellas compartían -a modo de hijas y
hermanas- la vida cotidiana del hogar, mientras persistieran las circunstancias adversas.
Afecto, alegría, respeto y un lugar disponible -en el corazón y en la mesa- para quien llegase,
caracterizaron el clima de sencillez espontánea que se vivía en la casa.

2. Adolescencia

Dos acontecimientos del año 1930 quedaron grabados en la memoria infantil de Lucio: la
experiencia religiosa de su Primera Comunión, recibida en la Parroquia Ntra. Sra. de la
Consolata del barrio de La Paternal, y la noticia política del derrocamiento del presidente
Hipólito Yrigoyen, mediante un golpe militar. El Seminario Conciliar Metropolitano de la
Inmaculada Concepción conducido por la Compañía de Jesús, lo recibió como seminarista
1
Transcripción de unos apuntes autobiográficas.

1
de la Arquidiócesis de Buenos Aires el 5 de marzo de 1936. Allí realiza sus estudios de
preparación al sacerdocio: cinco años de Humanidades, tres de Filosofía y cuatro de
Teología.

Son épocas difíciles: la Guerra Civil Española y la segunda Guerra Mundial también
repercuten en el Río de la Plata. Se padece irregularidad en las comunicaciones con Europa.
Argentina subsiste aislada de los principales centros occidentales. Ello repercute en el
Seminario: insuficientes libros para el estudio y una alimentación por momentos precaria.
Hacia el final de sus estudios de filosofía, adolescente aún, Lucio sufre una severa
descalcificación cuyas consecuencias afectarán su columna vertebral de por vida2. En la
Catedral Metropolitana el 2 de diciembre de 1944 recibe la tonsura de manos de Mons.
Antonio Rocca y queda incardinado como clérigo en la Arquidiócesis de Buenos Aires.

3. Estudios teológicos

El desenlace de la segunda Guerra Mundial no deja de repercutir en su espíritu: en la


victoria del mundo anglo-sajón yo me contaba entre los mediterráneos o los sureños
“vencidos”. Tal vez fue la primera humillación histórica de la que participé 3. El hábito de
laboriosidad aprendido de sus padres, Lucio lo traduce en una asidua contracción al estudio.
Profundiza principalmente en santo Tomás de Aquino, procurando la lectura directa de sus
obras. Esta predilección le lleva a familiarizarse y asimilar el pensamiento vivo de este
maestro incomparable, sin detenerse casi en sus célebres comentadores escolásticos.

Durante el período de su preparación al sacerdocio en el Seminario Mayor Metropolitano


fueron Leonardo Castellani y Hernán Benítez, entonces sacerdotes jesuitas, los profesores
que más influyeron en su primera formación intelectual.

A fines de la década oscura4 de la Argentina, se afianzan junto al revisionismo histórico las


corrientes de pensamiento nacionalista. Acaecida la revolución de 1943, surgen nuevos
espacios en los que el laborismo se conjugará con el naciente justicialismo. Durante estos
años la vocación sacerdotal de Lucio se consolida por el estudio de la Teología. Su heredada
religiosidad madura en un vigoroso crecimiento teologal, sostenido por la dirección
espiritual que le brinda el R.P. Hugo de Achával s.j. 5. Luego de recibir las órdenes menores,
el sub diaconado y el diaconado 6, es ordenado presbítero por Mons. Dr. Antonio Rocca el
sábado 20 de setiembre de 1947 en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.

2
Tal pareciera haber sido la causa de su escoliosis.
3
cf. n 1.
4
Nombre dado al decenio que siguió al derrocamiento del Presidente Yrigoyen.
5
El R.P. Hugo de Achával s.j. continuó siendo su confesor durante sus primeros años de sacerdocio. Fue él
quien le sugirió solicitase permiso al Cardenal Santiago Luis Copello, Arzobispo de Buenos Aires, para
proseguir estudios en Roma.
6
Ostiario y Lector el 17 de marzo de 1945; Exorcista y Acólito el 2 de diciembre de 1945; Sub Diácono el 1º
de diciembre de 1946 y Diácono el 22 de marzo de 1947, todas ellas celebradas por el Vicario General Mons.
Dr. Antonio Rocca en la Iglesia de la Inmaculada Concepción anexa al Seminario.

2
4. Ministerio parroquial

El nuevo presbítero es destinado como vicario a la Parroquia de San Bartolomé 7 en el barrio


de Chiclana y Boedo, caracterizado por tangos como “Sur”, “Cafetín de Buenos Aires” y
“Pompeya”, la inmigración de posguerra (sobre todo italianos, eslavos y judíos) y el grupo
literario que se identificaba con San Juan y Boedo. Su segundo nombramiento fue para
colaborar en la Parroquia de San Rafael Arcángel8 situada en la periferia noroeste de la
ciudad, limítrofe con la Av. General Paz de reciente construcción pocos años antes. Una y
otra eran Parroquias distintas, que tenían como característica común la de hallarse en barrios
populares.

Diferente fue el ambiente en el que hubo de servir durante su tercera designación: la


Parroquia de Nuestra Señora del Pilar9 en el distinguido barrio de Recoleta. Más que el
asesoramiento de grupos o instituciones, prefería darse tiempo para privilegiar el trato
personal en la Reconciliación sacramental y en la escucha atenta a los fieles de todas las
edades.

Estos cuatro años de ministerio parroquial vividos intensamente le posibilitaron: desarrollar


su capacidad como confesor y director espiritual, experimentar la misteriosa acción de Dios
en el interior de las personas y acrisolar su dotada sensibilidad pastoral. Sin abandonar el
estudio, al que solía dedicar algunas horas diarias por las noches, el ejercicio de la
predicación le hizo vislumbrar una posible aptitud para la docencia10. En sus preferencias
musicales juveniles conviven: el tango, la ópera italiana, el rock naciente, junto a su interés
por el folklore autóctono que iniciaba su difusión acompañando el arribo a Buenos Aires de
los migrantes del norte del país.

5. Doctorado en Alemania

En 1952 viaja a Roma autorizado por el Cardenal Copello para proseguir sus estudios.
Como alumno del Pontificio Ateneo Angelicum obtiene la Licenciatura en Teología en 1953.
Providencialmente Mons. Enrique Rau le gestiona con éxito una beca en Alemania. Gracias
a ella, en 1956 culmina el Doctorado en la Facultad de Teología de la Friedrich Wilhelm
Universität de Bonn con una tesis11 dirigida por el entonces joven Prof. Dr. Johann Auer. En
7
Allí se desempeña desde el 1º de enero hasta el 31 de diciembre de 1948.
8
En esta parroquia estuvo desde el 1º de enero de 1949 hasta el 30 de julio de 1950. El párroco era entonces
el Pbro. Adolfo Arana, quien posteriormente fue Obispo de Santa Rosa (La Pampa) y de Río Cuarto
(Córdoba).
9
Desde el 31 de julio de 1950 hasta el 31 de diciembre de 1951.
10
Durante el período del Seminario se había llegado a convencer que no tendría cualidades para ello, ya que
había sido negativamente observado en algunas ejercitaciones de oratoria que hubo de realizar en el
comedor, frente a sus compañeros seminaristas.
11
El título de su tesis es: Die Geschichtliche Entwicklung der Transubstantiationslehre von Thomas von
Aquin bis zu Johannes Skotus [El desarrollo histórico de la doctrina de la Transubstanciación desde Tomás

3
este período desempeña el ministerio sacerdotal como capellán en una parroquia. No
obstante las facilidades que para el estudio brindaban los prestigiosos círculos académicos,
las bien dotadas bibliotecas y los ofrecimientos que recibe para iniciar una promisoria carrera
docente en Europa, opta por retornar a Buenos Aires12.

Los cuatro años y medio que duró su estadía en el viejo mundo resultaron muy fecundos. Le
posibilitaron un reencuentro vital con sus raíces; experimentar la indigencia y el límite13;
profundizar en el conocimiento directo de santo Tomás de Aquino; estudiar la obra de
Romano Guardini y de Max Scheler -entre otros-, enriqueciendo su ya sólida formación
tomista con la asimilación de un estilo de reflexión que, sin dejar de ser clásico, asumía una
tonalidad más existencial, descriptiva y fenomenológica. Por lo demás, tuvo oportunidad de
estar en contacto con las múltiples investigaciones que procuraban un “retorno a las
fuentes”, realizadas por pacientes estudiosos de Escritura, Patrística, Liturgia, Teología
Espiritual, Historia del Dogma, Eclesiología y Ecumenismo, precursoras de la vigorosa
renovación en el pensar teológico que -en la década siguiente- afloraría durante los trabajos
del Concilio Vaticano II.

6. La docencia como ministerio

A su regreso a Buenos Aires se encuentra con Mons. Fermín Lafitte 14, quien en agosto de
1956 lo envía como capellán de la comunidad de las Hermanas de la Virgen Niña en el barrio
de Villa del Parque. A principios de febrero de 1957 es destinado como Profesor al
Seminario Mayor Metropolitano donde anexa funcionaba la Pontificia Facultad de
Teología15. Esta designación hace que comience a residir en el Seminario. De las religiosas
de la Virgen Niña pasa a desempeñarse como capellán de las Hermanas Misioneras Cruzadas
de la Iglesia en Villa Pueyrredón, durante un tiempo. Ya para entonces Lucio había retomado
su anterior amistad con el grupo de asesores de la Juventud Obrera Católica, preocupados
como estaban por la suerte del movimiento obrero durante el régimen militar de la
Revolución Libertadora, que en setiembre de 1955 había derrocado al segundo gobierno del
Gral. Juan D. Perón. A instancias de los sacerdotes de la JOC se ocupó de la Revista Notas
de Pastoral Jocista, con importante repercusión en un sector del clero argentino16.

de Aquino hasta Juan Scoto].


12
Alguna vez, aludiendo a este regreso a la Argentina, expresó que no llegó a dudar en demasía, porque en
realidad constituyó una “elección de amor”. Desde entonces, se sintió argentino y en el año 1963 optó
formalmente por la ciudadanía.
13
En Roma fue considerado alumno-pobre y en Bonn llegó a experimentar el agotamiento de sus fuerzas.
14
Antiguo Arzobispo de Córdoba quien ya había asumido la conducción pastoral de la Arquidiócesis de
Buenos Aires, en carácter de Administrador Apostólico “sede plena”.
15
Tanto el Seminario como la Facultad de Teología eran regenteados por la Compañía de Jesús, pero
hallándose ya en un gradual proceso de transferencia al clero arquidiocesano. Antes de Lucio ya habían sido
destinados como Profesores los Pbros. Jorge Biturro para Filosofía y Jorge M. Mejía para Sagrada Escritura.
Poco después se les agregarían los Pbros. Carmelo Giaquinta, Eduardo Briancesco, Ricardo Ferrara, Jorge
Vernazza, Rafael A. Tello y Rodolfo Nolasco, entre otros. La Pontificia Facultad de Teología contaba
entonces con dos sedes: la originaria en el Seminario Mayor Metropolitano y otra en el Colegio Máximo de
la Compañía de Jesús, en San Miguel, Provincia de Buenos Aires.

4
El R.P. Pedro Moyano s.j., Rector del Seminario, lo designa Prefecto de Estudios de
Teología17 en el mes de febrero de 1958. Poco menos de tres años después, unos días antes
de la Navidad de 1960, en cumplimiento de lo convenido, la Compañía de Jesús deja
definitivamente en manos del clero diocesano la conducción del Seminario Conciliar de la
Inmaculada Concepción y de la Pontificia Facultad de Teología. El Arzobispo de Buenos
Aires Cardenal Antonio Caggiano elige como nuevo Rector a Mons. Eduardo F. Pironio18
quien acertó en establecer una abierta y franca relación personal con superiores, profesores y
seminaristas, al tiempo que profundizaba la sintonía espiritual y la amistad con Lucio.
Aparece en las librerías religiosas un primer libro que incluye su firma19.

Durante un decenio, los miembros del equipo de profesores dedican muchas horas diarias al
estudio y a la investigación para preparar las clases, residiendo en el Seminario. De un modo
connatural surge una gran cohesión en el grupo de superiores y profesores. Día a día se
robustece, gracias a una rica complementación interdisciplinar en la que espontáneamente se
comparten libros, artículos de revistas, conocimientos e interrogantes, en inmediato
beneficio de los alumnos y de muchos otros 20. Se establece así un nuevo estilo de docencia
en la Facultad de Teología que contagia una auténtica colegialidad presbiteral, más vivida
que explicitada. Son los tiempos de la preparación del Concilio, de la realización de sus
cuatro Sesiones y del inmediato posconcilio.

7. Dogmática: Eclesiología y Pastoral

En la distribución de responsabilidades a Lucio le toca atender particularmente el área de la


dogmática. Esto le lleva a preparar y dictar, sucesivamente, diversos tratados: Dios uno y
trino, Cristología, Sacramentos en general, Eucaristía, Orden Sagrado, Eclesiología,
Mariología y Escatología21. Durante un par de años ofreció un curso especial de

16
El Cardenal Primado Antonio Caggiano invita a que cese la publicación de Notas de Pastoral Jocista con
el objeto de facilitar una mayor difusión de la Revista Eclesiástica Argentina, recientemente creada.
17
El Rector del Seminario también ejercía el cargo de Praeses de la Pontificia Facultad de Teología, pero a
los efectos prácticos esta función era delegada en el Prefecto de Estudios de Teología.
18
Mons. Pironio, exalumno del Seminario de La Plata, pertenecía al clero de la Diócesis de Mercedes
(Provincia de Buenos Aires) donde se había desempeñado como Rector del Seminario y Vicario General. En
la Arquidiócesis de Buenos Aires dirigió el Instituto de Teología en la naciente Universidad Católica
Argentina y enseñaba Teología en algunas de sus Facultades por un especial pedido de Mons. Dr. Octavio N.
Derisi, fundador y primer Rector de la misma. Mons. Pironio se desempeñó como Rector del Seminario
Metropolitano de Buenos Aires hasta principios de marzo de 1964 y el 31 de mayo del mismo año fue
consagrado Obispo en la Basílica de Luján, destinado como Auxiliar de La Plata.
19
L. Gera, “Sobre el Misterio del Pobre”, en: Grelot-Gera-Dumas, El pobre, Heroica, Buenos Aires 1962, 45-
124. Título del original francés: La pauvreté dans l’Ecriture Sainte, publicado en la revista Christus 31, julio
1961.
20
Fruto de ello fue el inicio de la Revista Teología bajo la dirección de Lucio Gera, a quien luego sucedió
Mons. Carmelo Giaquinta, y la elaboración de los comentarios a: Sacrosanctum Concilium, Ecclesiam
Suam, Lumen Gentium y Gaudium et Spes.
21
En sus tiempos de estudiante de Teología el hoy Pbro. José Domeneghini asumió la paciente tarea de
recopilar y reproducir los apuntes de clase recogidos taquigráficamente por alumnos. Iniciativa proseguida y
completada luego por algunos otros. Gracias a ello, durante la segunda mitad de la década de los 60 el

5
Antropología para los seminaristas de filosofía, en el que claramente se traslucía la
perspectiva sapiencial y pastoral de su trabajo intelectual, en nítida sintonía con la Ecclesiam
suam, encíclica programática del pontificado de Pablo VI. Sin amenguar el ritmo de estudio,
con humilde generosidad se le encuentra disponible cuando se lo requiere22.

Casi contemporáneamente a la Alianza para el Progreso, cobra relevancia la temática


latinoamericana. El auge de la novelística de autores del continente, es acompañado por la
edición de ensayos de carácter histórico, cultural, sociológico, económico y político.
Producida la incorporación de la Facultad de Teología a la Universidad Católica Argentina,
con la consiguiente independencia del Seminario Metropolitano, Lucio asume como Decano
para servirla durante el período 1966-196923. Le cabe la tarea de adecuar académicamente la
Facultad a su nueva referencia institucional, junto con la de profundizar, asimilar e iluminar
la puesta en práctica del magisterio del Vaticano II. Al promediar el año 1967 Mons. Juan
Carlos Aramburu es elegido por Pablo VI Arzobispo Coadjutor de Buenos Aires y el 15 de
noviembre de 1967 designa a Lucio como primer Director del flamante Consejo Doctrinal
Arquidiocesano. El Concilio Vaticano II y el rico magisterio posconciliar, hicieron que
Luciofuese centrando progresivamente su reflexión en los temas de Eclesiología y su
consiguiente relación con la Teología Pastoral.

8. Medellín

Se inician los trabajos preparatorios para la II Conferencia General del Episcopado


Latinoamericano, mientras que en Argentina surge la decisión de elaborar un Plan Nacional
de Pastoral24, en coherencia con el magisterio del Vaticano II. Mons. Eduardo F. Pironio era
alumnado de la Facultad ya disponía de excelentes tratados posconciliares, que recibían la discreta
denominación de “folias”.
22
Es así como desde 1957 dicta clases en el Instituto del Profesorado para Religiosos; desde 1958 en el
Instituto de Cultura Religiosa Superior; desde 1961 asume el seminario de Filosofía de la Religión en la
Facultad de Filosofía de la UCA y desde el mismo año hasta 1964 colabora también con clases en el Instituto
del Profesorado del Sagrado Corazón. Los domingos celebra la Eucaristía en la casa-enfermería de las
Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia. Posteriormente se dirige a prestar ayuda al Párroco en la
Parroquia de la Encarnación del Señor, concretamente al Pbro. Roberto Lella y luego al Pbro. Luis María
Rodríguez-Melgarejo. Además, con suma frecuencia es invitado a predicar Ejercicios Espirituales y/o dirigir
Semanas Pastorales en diversas Diócesis.
23
El 20 de abril de 1965 había sido nombrado Profesor Ordinario de la Facultad de Teología con el Nihil
Obstat de la Sagrada Congregación para los Seminarios y Universidades Católicas. En sus 40 años de
servicio a la docencia e investigación académica universitaria, durante 13 años tuvo sobre sí la
responsabilidad de conducir la Facultad de Teología (como Prefecto de Estudios de Teología en los años
1958-1962 y como Decano en los períodos 1966-1969, 1979-1982 y 1982-1985).
24
Este propósito surge en continuidad con Declaración pastoral del Episcopado Argentino. La Iglesia en el
período posconciliar (13/05/1966), en: Documentos del Episcopado Argentino 1965-1981. Colección
completa del Magisterio Postconciliar de la Conferencia Episcopal Argentina, Claretiana, Buenos Aires
1982, 18-30. Las reuniones se inician ya en 1966 en la sede del Movimiento por un Mundo Mejor que
asesoraba el Pbro. Juan B. Capellaro. Posteriormente la Conferencia Episcopal Argentina constituye la
Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL) presidida por Mons. Manuel Marengo e integrada por Mons.
Juan José Iriarte, Vicente F. Zaspe y Enrique Angelelli, colaborando como Secretario Ejecutivo el Pbro.
Gerardo T. Farrell con la cooperación de la Srta. Chela Llorens. Mons. Marengo congrega a un equipo para
el estudio y la reflexión pastoral, integrado entre otros, por los Pbros. Lucio Gera, Rafael A. Tello, Carmelo

6
Administrador Apostólico de Avellaneda, cuando la Asamblea del Consejo Episcopal
Latinoamericano lo elige Secretario General del CELAM para el período 1968-1972. Lucio
coopera con él en el estudio de algunos temas relacionados con Medellín y participa de
aquella Conferencia en calidad de Perito asesor 25, recibiendo el encargo de elaborar el texto
de la Introducción a las Conclusiones.

La experiencia del acontecimiento de Medellín vivida por los Obispos que participaron de la
II Conferencia como delegados del Episcopado Argentino, unida a la labor de la Comisión
Episcopal de Pastoral conducida por Mons. Manuel Marengo, facilitaron la redacción y
aprobación de la Declaración de San Miguel26 durante la Asamblea del 21-26 de abril de
1969. La Declaración de San Miguel, como acto colegial de la Conferencia Episcopal
Argentina, puede considerarse expresión de un dócil deseo de asumir desde la realidad
argentina el magisterio del Concilio Vaticano II y las Conclusiones de Medellín. No obstante
la diversidad de personas que colaboraron en su elaboración, la Declaración deja traslucir
cierto espíritu propio: asume la renovación del Vaticano II, insinuando una diferenciación
respecto de las corrientes de pensamiento iluminista (racionalista y pre secularista) que se
difundían desde el centro-norte de Europa, unido a una relectura de Medellín que procuró
dar primacía a las perspectivas teologales y explícitamente religiosas, antes que a
motivaciones más relativas y dependientes de las ciencias sociales27.
Giaquinta, Justino O´Farrel, Guillermo Sáenz, Domingo S. Castagna, Hugo Sirotti, los R.P. Alberto Sily s.j.,
Fernando Boasso s.j., las Religiosas María Ester Sastre r.s.c., Laura Renard a.p., Aída López d.m. y el que
suscribe. Desde entonces y hasta fines de 1971 el equipo desarrolla un fecundo trabajo de reflexión y estudio.
Los diálogos de las jornadas mensuales -o quincenales, cuando se requería- eran grabados y luego
transcriptos íntegramente por la Srta. Chela Bassa; servicio eficaz que facilitaba el progreso en la reflexión y
afianzaba una complementaria cohesión del equipo.
25
Luego le fueron requeridos a Lucio otros servicios en el CELAM: asumir las tareas de Secretario Adjunto
del CELAM, integrar el Comité de Reflexión Teológico Pastoral y, posteriormente, hacerse cargo en
Medellín del Rectorado del nuevo Instituto Pastoral del CELAM. De los tres ofrecimientos Lucio sólo acepta
uno: integrar el Comité de Reflexión Teológico Pastoral para el cual fue designado el 24 de abril de 1969
trabajando en él durante veintidós años, hasta que en 1991 se efectúa una reformulación del mismo.
26
cf. Declaración de San Miguel: Declaración del Episcopado Argentino sobre la adapción a la realidad
actual del país de las conclusiones de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
(Medellín), en: Documentos del Episcopado Argentino 1965-1981, 66-101.
27
Una percepción de este ánimo se obtiene comparando el contenido del capítulo Pastoral Popular de las
Conclusiones de Medellín, con el del capítulo VI de la Declaración de San Miguel. El itinerario intelectual
de Lucio, como el de muchos otros teólogos y Obispos argentinos, no es ajeno a la manifestación germinal de
esta diferenciación. A modo de ejemplo, Lucio se hallaba preocupado teológicamente por los temas de
cristología, justicia y paz, la experiencia popular (incluida la religiosidad) y la realidad política, procurando
iluminar sus relaciones con el deseo de evitar que se disociasen tan diversos aspectos. Asimismo solía poner
especial cuidado para evitar que las formulaciones de la verdad acerca de la fe implícita, pudieran llegar a
diluir la identidad y el fervor en la acción misionera y evangelizadora de la Iglesia. En esos años el Pbro.
Rafael A. Tello revalorizaba con apologético énfasis la piedad popular -fruto de una evangelización inicial-
en el deseo de prevenir que la deseada reforma litúrgica impusiese una tonalidad iconoclasta y elitista,
ignorando -en la práctica pastoral- la dignidad y los derechos que Dios ha querido conferir por el Bautismo a
todos sus hijos. Por su parte Mons. Carmelo Giaquinta, desde la rica tradición patrística, era muy sensible
para identificar y desenmascarar las nuevas formas como podrían llegar a “revivir” el gnosticismo, el
pelagianismo y el nestorianismo, especialmente.

Con el correr de los años, algunos autores identificaron una “corriente argentina” de la Teología de la
Liberación, caracterizada por no recurrir a la mediación de las categorías marxistas para el análisis social y
por concebir la liberación en su sentido integral: de todo el hombre y de todos los hombres, en coherencia

7
9. Comisión Teológica Internacional

Pablo VI decide constituir la Comisión Teológica Internacional e incluye a Lucio Gera entre
sus miembros28. Participa como Perito en los Sínodos de 1969 29 y de 197130 acompañando el
trabajo de varios Obispos latinoamericanos. La exigencias surgidas de sus diversas
actividades en el CELAM, su contacto con la realidad de la gente en diversas Diócesis
argentinas y en los sucesivos viajes por América Latina, le requirió reflexionar sobre la
identidad y autoconciencia latinoamericana. El planteo frecuente -unilateralmente
economicista- le impulsó a revalorizar la dimensión política, profundizando el estudio sobre
la cultura como realidad abarcadora de las demás dimensiones. Unido a ello, analiza la
categoría de Pueblo como sujeto de la historia, que tiene su centro en las mayorías
constituidas por los trabajadores, los pobres, los enfermos, los ancianos, los excluidos, a la
vez que tal categoría posibilita replantear la función de las élites en una relación de servicio
respecto al Pueblo.

A principios de 1971 es designado confesor de las Hermanitas de Jesús, hecho que permite
aludir a su permanente disponibilidad sacerdotal para escuchar y atender las necesidades
espirituales y las crisis humanas de las distintas vocaciones en la Iglesia31. La publicación por
Pablo VI de la Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi en 1975 profundiza, aún más, su
sintonía interior con el Papa al encontrar allí -excelentemente formuladas- muchas de las
intuiciones teológicas y pastorales que venía reflexionando y trabajando32.

10. Puebla

con el magisterio de Pablo VI. Corriente argentina que asume la piedad popular unida a la opción
preferencial por los pobres y resalta la dimensión cristológica al considerar el sustantivo “liberación” como
sinónimo de salvación y de redención, integrales.
28
Designado el 29 de abril de 1969 para el quinquenio 1969-1974, es elegido Secretario de la sub comisión
dedicada a la Teología de la Esperanza, presidida por Karl Rahner. No finaliza el período, por cuanto en
1973 al regresar de la reunión ordinaria de la Comisión Teológica Internacional realizada en Roma, eleva su
renuncia al Santo Padre. Quienes llegaron a conocer las razones de esta determinación, se vieron ratificados
en la certeza de que Lucio prefirió privilegiar la fidelidad al don gratuito de la fe y una leal comunión con el
Colegio Episcopal, antes que cualquier distinción o reconocimiento hacia su persona.
29
Sobre las formas de cooperación de las Conferencias Episcopales con la santa Sede y entre sí.
30
Sobre La Justicia en el mundo y El sacerdocio ministerial. Para la preparación de este Sínodo trabajó
largos meses, junto a los Pbros. Justino O´Farrel y Rafael A. Tello, escribiendo un ensayo intitulado
Sacerdocio y Justicia para al Pueblo. Pocas semanas antes de finalizar la impresión, los autores solicitaron
a la editorial que cancelase su publicación.
31
Dedica amplio tiempo -y no pocos sufrimientos personales- para acompañar y atender a sacerdotes y
religiosas, sea individualmente como en grupos, sin por ello descuidar el corresponder a las inquietudes o
consultas de sus alumnos. No son pocos los miembros de la Iglesia que -en situaciones personales “límite”-
recurrieron a Lucio en busca de consejo o de ayuda espiritual.
32
En colaboración, dirige uno de los dos únicos comentarios a la Exhortación apostólica Evangelii
Nuntiandi que han sido publicados en occidente: A.A.V.V., Comentario a la Evangelii Nuntiandi, Patria
Grande, Buenos Aires 1978.

8
En agosto de 1976 se traslada a Bogotá durante un mes para participar en trabajos
antepreparatorios para la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano33. En
1978 el Consejo Académico de la Facultad de Teología, una vez más propone a Lucio en
primer lugar de la terna para Decano. Con el consentimiento explícito del Cardenal Juan
Carlos Aramburu y la aprobación de la Santa Sede en 1979, acepta prestar nuevamente este
servicio, que luego se extiende hasta 1985 completando el máximo de dos períodos
consecutivos que posibilitan los Estatutos de la Facultad.

El fallecimiento de Pablo VI y de Juan Pablo I, hace que se postergue la realización de la III


Conferencia General del Episcopado Latinoamericano convocada para fines de 1978 en
Puebla de los Ángeles. Juan Pablo II viaja a México para inaugurarla personalmente el 28 de
enero de 1979. Lucio participa como Perito asesor en la III Conferencia General, integrando
la Comisión de Cultura y Religiosidad Popular y le es encomendada la elaboración de los
textos referidos a la Evangelización de la cultura, que obtienen el máximo placet en la
votación del texto del Documento Final (cf. DP 385-443).

11. Juan Pablo II

La notable sintonía espiritual y humana que Lucio experimentó con Pablo VI, no fue
obstáculo para que desde los inicios del pontificado de Juan Pablo II se consubstanciara con
el nuevo sucesor de Pedro, identificándose con su magisterio. Este hecho define un rasgo
permanente en el ministerio sacerdotal de Lucio: vive el pensar teológico como un humilde
servicio a la fe del Pueblo de Dios, procurando ser dócil discípulo de la Palabra, la tradición
viva y el magisterio ordinario y extraordinario. Nunca buscó singularidades protagónicas,
antes bien supo eludirlas con inteligente facilidad. El vigor original de su docencia cabe
comprenderlo a la luz de su fidelidad a la oración, unida a una vida casi eremítica de sobria
austeridad, que afloran en el singular carisma de pensar y comunicar la verdad de Dios con
simplicidad poética, hondura mística e inmediata resonancia pastoral.

A comienzos de 1980 algunos Obispos requieren su colaboración para concebir y redactar


los borradores para el Documento que la Conferencia Episcopal Argentina posteriormente
reelaboró y publicó con el título “Iglesia y comunidad nacional”34. Mons. Jorge Novak
decide realizar un Sínodo diocesano y le solicita ayuda35. Juan Pablo II lo designa Perito para
el Sínodo de 198336. Al ser nombrado Mons. Estanislao E. Karlic miembro del Equipo
Internacional para la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica, obtiene la discreta y
33
Los primeros trabajos se centraron en los temas de Iglesia y de Religiosidad Popular. Lucio desarrolla la
reflexión sobre Pueblo. Religión del Pueblo e Iglesia. Éste y los demás estudios fueron publicados en:
A.A.V.V., Iglesia y Religiosidad popular en América Latina, CELAM, Bogotá 1977. Por la Argentina,
acompañaron a Lucio en esta oportunidad el Pbro. Jorge M. Mejía y el suscripto. Su asidua colaboración con
el CELAM no fue obstáculo para continuara prestando otros servicios en la Iglesia particular: el 29 de
setiembre de 1979 el Arzobispo le encomienda la Asesoría Eclesiástica del Instituto de Cultura Religiosa
Superior y en el período 1982-1985 participa como miembro del Consejo Presbiteral de la Arquidiócesis de
Buenos Aires.
34
cf. Iglesia y Comunidad Nacional (08/05/1981), en: Documentos del Episcopado Argentino 1965-1981,
392-446.
35
Es designado como Asesor teológico para la Primera Etapa del Sínodo diocesano de Quilmes (29 de
setiembre al 4 de octubre de 1981).

9
silenciosa cooperación de Lucio en múltiples oportunidades37, no obstante la adversidad de
las circunstancias38.

En 1986 el Cardenal Eduardo F. Pironio le solicita acepte colaborar con él como Miembro
del Pontificio Consejo para los Laicos39. En 1988 el Santo Padre Juan Pablo II a propuesta
del Cardenal Juan Carlos Aramburu lo designa Prelado de Honor de Su Santidad 40. Para
impulsar la nueva evangelización la Conferencia Episcopal Argentina encomienda a una
Comisión “ad hoc”41 el análisis del tema. Se realiza la Consulta al Pueblo de Dios 42 cuyos
resultados Lucio examina detenidamente. Algunos miembros de la referida Comisión le
solicitan consejo y ayuda43 y la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Argentina
aprueba y publica el 25 de abril de 1990 las Líneas Pastorales para la Nueva
Evangelización44.

12. Edad dorada

Lucio prosigue su actividad como profesor emérito de la Facultad de Teología. Atiende


cursos y seminarios del ciclo de Licenciatura y dirige diversas tesis de Doctorado (casi la
mitad de las defendidas en esa Facultad), sin omitir el servicio de realizar algunas suplencias
36
Sobre La Reconciliación y la Penitencia en la misión de la Iglesia.
37
Lucio siempre encontró un amigo incondicionalmente fiel en la persona de Mons. Estanislao E. Karlic.
38
Los sufrimientos originados por su columna vertebral -en reiteradas oportunidades- le obligan a
permanecer en cama por varios días y hasta semanas. Limitación que coincide con la enfermedad de su
madre Ernesta, quien permaneció internada durante 8 años en el Sanatorio “San José”, hasta su muerte
acaecida en junio de 1994. Una providencial intervención de Mons. Roberto Lella posibilita que Lucio
recupere un aceptable nivel de salud que le posibilita proseguir su actividad. El Cardenal Antonio
Quarracino le concedió autorización para erigir un oratorio y celebrar la Eucaristía en el mismo.
39
Esta designación le posibilita a Lucio honrar una prolongada y fiel amistad, cooperando con el Cardenal
Eduardo F. Pironio en la preparación del Sínodo sobre la Vocación y Misión de los Laicos realizado en 1987.
40
Reconocimiento Pontificio que Lucio, renuente a las distinciones personales, solicita se le conceda la
posibilidad de recibirlo de manera desapercibida, a lo cual el Cardenal Aramburu accede entregándoselo en
forma privada.
41
Integrada por Mons. Eduardo V. Mirás, Presidente de la Comisión Episcopal de Fe y Cultura; Mons. José
María Arancibia, Secretario General de la Conferencia Episcopal Argentina y Mons. Luis H. Villalba,
Presidente de la Comisión Episcopal de Catequesis, entre otros.
42
cf. Conferencia Episcopal Argentina, Consulta al Pueblo de Dios. Informe Nacional, Conferencia
Episcopal Argentina - Oficina del Libro, Buenos Aires 1990.
43
La citada Comisión “ad hoc” constituye un pequeño grupo de estudio y reflexión integrado, además de
Lucio, por Mons. Gerardo T. Farrell, Mons. Julián Zini, Pbro. Guillermo Garlatti, Pbro. Juan Fillipuzzi y el
suscripto a quien se le responsabiliza de la coordinación general. Luego de analizar y estudiar las numerosas
respuestas recibidas a la Consulta al Pueblo de Dios, se elabora una primera redacción a modo de
Documento de Trabajo el que es sometido a consideración de la Asamblea General de la Conferencia
Episcopal Argentina. Con las reflexiones y los “modos” que realizan los Obispos participantes de la
Asamblea, se elabora un nuevo texto que se entrega a la consideración de la Asamblea General de la
Conferencia Episcopal Argentina.
44
C.E.A., Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, Conferencia Episcopal Argentina - Oficina del
Libro, Buenos Aires 1990.

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a causa de transitorias ausencias de profesores. Aporta una ayuda inteligente para facilitar la
comprensión de la jerarquía de verdades que propone el Catecismo de la Iglesia Católica45.
Al producirse en 1994 el fallecimiento de Mons. Alberto Albisetti, las monjas carmelitas del
Carmelo Lisieux Argentino lo eligen para que le suceda como confesor ordinario, ministerio
que continúa desempeñando con lúcida generosidad.

Para agradecer eclesialmente a Dios “el don de una vida” que celebra 50 años de ministerio
presbiteral y 40 años como profesor de la Facultad de Teología, permítaseme concluir
transcribiendo un texto medieval que reza así:

Un sacerdote ha de ser...

muy grande
y a la vez muy pequeño,

de espíritu noble como si llevara sangre real


y sencillo como un labriego,

héroe, por haber triunfado de sí mismo,


y hombre que llegó a luchar contra Dios,

fuente inagotable de santidad


y pecador a quien Dios perdonó,

señor de sus propios deseo


y servidor de los débiles y vacilantes,

uno que jamás se doblegó ante los poderosos


y se inclina, no obstante, ante los más pequeños,

dócil discípulo de su maestro


y caudillo de valerosos combatientes,

pordiosero de manos suplicantes


y mensajero que distribuye oro a manos llenas,

animoso soldado en el campo de batalla


y madre tierna a la cabecera del enfermo,

anciano por la prudencia de sus consejos


y niño por su confianza en los demás,

alguien que aspira siempre a lo más alto


y amante de lo más humilde...

45
cf. L. Gera, “Finalidad, estructura y recepción del Catecismo”, en: L. Gera - J. C. Maccarone - R. Ferrara y
otros, Comentario al Catecismo de la Iglesia Católica, Paulinas, Buenos Aires 1996, 15-49.

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Hecho para la alegría,
acostumbrado al sufrimiento,
ajeno a la envidia,
transparente en sus pensamientos,
sincero en sus palabras,
amigo de la paz,
enemigo de la pereza,
seguro de sí mismo.

“Completamente distinto de mí”


comenta humildemente el amanuense.

(De un manuscrito medieval hallado en Salzburgo).

+ Guillermo Rodríguez-Melgarejo

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