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Una rápida mirada al periodo que abarca dos mil años aproximadamente,
desde Pentecostés hasta nuestros días.
en Power Point en p. 2
Historia de la Iglesia es la parte de la historia general que estudia los hechos relativos al origen
y desarrollo de la sociedad perfecta fundada por Jesucristo y que llamamos Iglesia.
Se, estudia, por tanto, el periodo que abarca dos mil años aproximadamente, desde Pentecostés
hasta nuestros días.
Cualquier persona tiene deseos de conocer los antecedentes de su propia familia: de dónde
procede, quiénes fueron sus parientes y qué hicieron. Es lógico, por tanto, que los cristianos
tengamos el deseo de conocer la historia de nuestra Santa Madre la Iglesia,que es interés por
saber los dones y las providencias de Dios, y la manera como los hombres correspondieron a
esas gracias.
Quien quiera conocer bien la historio. de la Iglesia debe tener presente que hay dos elementos
esenciales que la componen:
lo. El Espíritu Santo que la gobierna a lo largo de los siglos;
2o. Los hombres con su libertad, que pueden corresponder o no a esta acción del Espíritu
Santo.
Llaman la atención los hechos admirables de santidad que encontramos en la Iglesia a lo largo
de la historia. Hay también, ciertamente, errores, miserias y flaquezas de los hombres,
consecuencia de la resistencia de algunos al amor de Dios. Sin embargo, es importante señalar
que estas deficiencias humanas, sólo empañan un poco la faz de la Iglesia, q1ie es santa, sin
mancha ni arruga, y muestran claramente que a pesar de los pecados de los hombres y la
acción del demonio, la Iglesia permanece a lo largo de los siglos tal y como la quiso Cristo. Un
motivo más para agradecer a Dios y amar más y más a nuestra Santa Madre Iglesia.
Puede distinguirse:
a) la historia objetiva externa que se ocupa del estudio de las relaciones de la Iglesia con otras
sociedades, civiles o religiosas, que ha tratado de cristianizar;
b) la historia objetiva interna trata de la constitución de la misma Iglesia a lo largo de los años,
donde se muestra cómo conserva los mismos fundamentos puestos por Jesucristo y el modo
como ha tratado de conducir a los hombres a la salvación mediante los sacramentos y la
enseñanza de la Iglesia.
Edad antigua: desde el año 33 en que murió Cristo hasta el 476 en que cayó el Imperio
Romano de Occidente;
Edad Media: desde el 476 hasta 1517, en que comienza la reforma protestante;
(Algunos señalan la llamada Edad Contemporánea que se iniciaría en 1914 con la Primera
Guerra Mundial).
Esta división cronológica es imperfecta y aplicable sólo a la Iglesia latina; la griega no conoció
la invasión de los bárbaros y carece, por tanto, de la Edad Media. Sólo tendrían Edad Antigua y
Edad Moderna, siendo el punto de división el año 1453 con la caída de Constantinopla en poder
de los turcos.
Otra división cronológica, un poco más exacta y clara se divide en cinco períodos:
II) MEDIOEVO. (692-1303): Extensión de la Iglesia entre los pueblos germánicos y eslavos.
Puede dividirse en dos subperíodos:
a) Alta Edad Media (692-1073): cuyos hechos más sabresalientes son la expansión de la fe más
allá de lo que había sido el Imperio Romano, el influjo del feudalismo y el cisma griego de 1054.
b) Baja Edad Media (1073-1303): se extiende desde el inicio del pontificado de San Gregorio
VII a la muerte del Papa Bonifacio VIII. En general se muestra el modo como el espíritu
cristiano informa todo el que hacer de la sociedad: cultura, trabajo, política, etc.
a) 1648-1789: años en que en términos generales puede señalarse como una época en que los
nacionalismos y monarquías absolutas tratan de sojuzgar a la Iglesia. Este período terminaría
en 1789 con la Revolución Francesa.
b) 1789-1914: durante estos años grandes masas, afectadas por el liberalismo, el marxismo,
etc., se apartan de la Iglesia. Sobresale el Concilio Vaticano I y la condena al Modernismo por el
Papa S. Pío X.
Los Apóstoles movidos por el Espíritu Santo se dispersaron para evangelizar el mundo
conocido. San Pedro se dirigió a Antioquía y de ahí pasó a Roma para establecerse
definitivamente en esa ciudad en el año 44. El mundo se llenó de cristianos en poco tiempo.
Pocos hombres, llenos de fe, hicieron de fermento en la gran masa del mundo.
El testimonio de Tertuliano escrito hacia el año 200 es elocuente: "Somos de ayer y hemos
llenado todo lo vuestro: ciudades, islas, campamentos, el palacio imperial, el senado, elforo;
sólo os hemos dejado los templos vacíos".
Los cristianos llevaban una vida que conmovía profundamente a los paganos. El mismo
Tertuliano dice que los gentiles admirados exclamaban refiriéndose a los cristianos: "Mirad
cómo se aman, y cómo están prontos a morir los unos por los otros".
El Estado Romano consideraba a los primeros cristianos como un peligro para su seguridad y
como impíos ateos, por lo que les aplicó la pena capital.
Fue Nerón el primer emperador romano que persiguió a los cristianos. El motivo o quizá
pretexto de la persecución fue el incendio de la ciudad de Roma (en la noche del 18 al 19 de
julio de 64), en donde se culpó a los cristianos. La persecución dio como resultado una gran
multitud de mártires; entre ellos se cuentan San Pedro y San Pablo.
Mártir es una palabra griega que quiere decir testigo. A los mártires se les tributa una
veneración especial por haber sellado con su propia sangre la fe de Cristo. Buen ejemplo para
que sepamos hasta qué punto debemos estar dispuestos a defender nuestra fe.
A principio del año 313, Constantino y Licinio emperadores, firmaron el Edicto de Milán por el
que se concedía libertad de culto a los cristianos y la restitución de los bienes de la Iglesia. El
cristianismo se equiparaba a la religión pagana y compartía con ella sus privilegios y derechos.
No todos recibieron íntegramente las verdades de nuestra fe. Pronto, surgieron las primeras
herejías que fueron un peligro mucho mayor para la Iglesia, aún más que las mismas
persecuciones, pues el enemigo que está dentro es mucho más peligroso.
Las herejías, sin embargo, han ayudado a precisar la expresión de las verdades de nuestra fe,
pues la Iglesia se ha visto en la necesidad de dar definiciones y puntualizar verdades que
pacíficamente se venían creyendo.
b) Trinitarias: negaban la trinidad de personas en Dios, afirmando que son tres nombres o
modos de una misma persona. Hay que incluir aquí a los modalistas, monarquianos y
patripasianos.
d) Nestorio: negó la Maternidad divina de María por afirmar que en Cristo había dos personas
(cfr. 8.1.2).
Papel importante en la lucha contra las herejías jugaron los Padres de la Iglesia que son: a)
escritores que sobresalen por la ortodoxia de su doctrina; b) santidad de vida; c) antigüedad, y
d) aprobación de la Iglesia. Estos hombres explicaron la doctrina de la Iglesia de una manera
sistemática e hicieron más inteligible la verdad revelada con el empleo de la razón natural.
Entre los Padres de la Iglesia griega destacan: San Atanasio (sobresale por su defensa contra el
arrianismo); San Gregorio Nazianceno, San Basilio y San Juan Crisástomo (el "pico de oro" por
su excelente manera de hablar de las verdades de nuestra fe).
Entre los Padres latinos sobresalen: San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo (la versión de la
Sagrada Escritura elaborada por él es su obra por excelencia) y San Gregorio Magno.
14.4. II EL MEDIOEVO
En esta época hay que situar la conversión al catolicismo de los Frisios, los Sajones, los
Bávaros, los Alemanes, los Turingios, los Eslavos y los Normandos.
Este cisma, conocido también como cisma griego, separó al Oriente (Balcanes, Asia y Rusia) del
Occidente, abriendo un abismo tan profundo entre las dos comunidades que no ha vuelto a
cerrarse sino pasajeramente y sin resultado permanente.
El Papa Nicolás I, por el sínodo de Roma de 863, depuso de sus sedes a Focio y a sus
partidarios. Focio pasó al ataque: acusó a los latinos de que usaban pan ácimo (sin levadura)
para la consagración, como los judíos; que usaban el Filioque en el Credo; que habían impuesto
el celibato a los clérigos y reunió un sínodo en 867 en el que depusieron al Papa por "herético y
devastador de la viña del Señor".
Los sucesores de Focio en su sede mantuvieron una fría reserva ante Roma. Miguel Cerulario
en 1054 consumó el cisma, haciendo prácticamente las mismas acusaciones hechas por Focio.
El Papa San León IX interviene recordando su primacía y enviando tres legados a
Constantinopla para que resolvieran todas las dificultades con el patriarca y el emperador. Por
no llegar a un acuerdo los legados depositaron sobre el altar de Santa Sofía la sentencia de
deposición y excomunión contra Miguel Cerulario (1054).
Días más tarde Miguel Cerulario reúne en Constantinopla un sínodo de obispos orientales, que
pronunció a su vez, la excomunión contra el Papa. Esta vez la separación fue definitiva. El
ejemplo de Constantinopla fue seguido por otros orientales: servios, búlgaros, rusos y romanos
se unieron al cisma y se erigieron, para su desgracia, en iglesias autocéfalas.
El daño causado por este cisma ha sido enorme: no hubo pérdidas numéricas extraordinarias,
pero sí se cerró para la Iglesia Católica la posibilidad de extenderse hacia Oriente. En cambio,
para los orientales fue una desdicha separarse y han quedado como anquilosados y
petrificados.
14.4.3 La Escolástica
El gran esplendor de la escolástica se alcanzó en el siglo XIII, con maestros insignes como San
Alberto Magno, San Buenaventura, Alejandro de Hales, Duns Scoto y Santo Tomás de Aquino,
sin duda la lumbrera mayor.
Santo Tomás de Aquino por la santidad de vida, la profundidad de su saber y la, precisión de su
lenguaje sabe recoger toda la tradición cristiana anterior y elaborar una doctrina sistemática.
Sus obras más conocidas son la Suma Teológica y la Suma contra gentiles. La Iglesia ha
recomendado innumerables veces la filosofía y la teología de Santo Tomás, desde poco después
de su muerte hasta nuestros días, calificándola como la doctrina más segura a seguir.
Por diversas circunstancias políticas, los Papas residieron en Aviñón (Francia) durante setenta
años (1306-1377). Atendiendo a los ruegos de Santa Catalina de Siena, Gregorio X11 regresó a
Roma. Sin embargo, a su muerte en 1378, la Cristiandad se dividió en dos bandos de marcada
influencia política. La división duró cuarenta años con un Papa en Roma y otro en Aviñón.
Desde finales del siglo XV con el descubrimiento de América en 1492, el continente americano
se abrió para la cristiandad, gracias a la actividad misionera desarrollada por españoles y
portugueses. Las Filipinas fueron también evangelizadas lo mismo que la India, China y Japón,
pero en estos dos últimos países hubo fuertes persecuciones.
Fue forjada principalmente por Martín Lutero y Calvino. Lutero con una vida azarosa, siendo
religioso, sacó la falsa conclusión de que la ley de Dios era impracticable y apoyándose en el
texto de San Pablo (cfr. Rom. 1, 16-17) afirmó que el hombre se justifica por la sola fe, por la
confianza en que seremos salvados, sin necesidad de nuestras buenas obras. Rechazó la
Tradición cristiana reduciendo toda la Revelación a la Sagrada Escritura que puede ser
interpretada, dice, por cualquiera y no por el Magisterio de la Iglesia. Dice que la Iglesia
Romana no es ya la Iglesia de Cristo, se rebela contra el Papa y divide la Iglesia pretendiendo
reformarla.
El rey Enrique VIII (1509-1547) introdujo la falsa reforma y consumó el cisma inglés. Había
sido un buen católico e incluso recibido el título de defensor de la fe por un escrito contra
Lutero, sin embargo, cuando el Papa Clemente VII se negó en 1527 a declarar la nulidad de su
matrimonio con Catalina de Aragón (hija de los Reyes Católicos de España), éste se unió con
Ana Bolena e hizo que "el acto de supremacía" fuera votado por el Parlamento por el que se
declaraba al rey cabeza de la Iglesia en Inglaterra, consumando así el cisma.
14.6. IV ÉPOCA MODERNA
Fue convocado por el Papa Pío IX, y se celebró en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, por
lo que se denominó Concilio Vaticano I (1869-1870). En este Concilio fue definido el dogma de
la infalibilidad del Papa: por la especial asistencia del Espíritu Santo, el Vicario de Cristo y
sucesor de San Pedro, no puede errar si ejerce su magisterio ex cathedra en lo referente a la fe y
a las costumbres.
14.6.2 El Modernismo
El Papa San Pío X, condenó el modernismo repetidas veces, pero de modo especial en la
encíclica Pascendi de 1907 verdaderamente providencial por adelantarse y desenmascarar con
detalles los errores modernistas, atajándolos con prudentes medidas disciplinares.
Fue convocado por el Papa Juan XXIII en 1962 y clausurado por Pablo VI en 1965. Se propuso
actualizar la vida de la Iglesia sin definir ningún dogma. Trató de la Iglesia, la Revelación, la
Liturgia, la libertad religiosa, etc. Recordó el Concilio la llamada universal a la santidad.
Por eso, en frase que escribí hace ya muchos años, se puede decir que el Opus Dei es viejo como
el Evangelio y como el Evangelio nuevo. Es recordar a los cristianos las palabras maravillosas
que se leen en el Génesis: que Dios creó al hombre para que trabajara. Nos hemos fijado en el
ejemplo de Cristo, que pasó la casi totalidad de su vida terrena trabajando como un artesano en
una aldea. El trabajo no es sólo uno de los más altos valores humanos y medio con el que los
hombres deben contribuir al progreso de la sociedad: es también camino de santificación"
(Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, Conversaciones, ERSA, 1985, n. 24).
El 16 de octubre de 1979 es elegido Papa Juan Pablo II. A la fecha son muchas acciones en
servicio a la Iglesia que sobresalen. Sus infatigables viajes iniciados con el de México (1979),
han removido hondamente al mundo entero.
En 1985 convocó un Sínodo Extraordinario de los Obispos para reflexionar sobre el Concilio
Vaticano II, y urgir a los fieles en su conocimiento y aplicación. Sobresale, sin lugar a dudas, su
preocupación por desenmascarar una corriente de pensamiento que se denomina Teología de
la liberación.
En Agosto de 1984 el Santo Padre Juan Pablo II aprobó una Instrucción de la Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe que pretende: "atraer la atención de los pastores, de los
teólogos y de todos los fieles, sobre las desviaciones y los riesgos de desviación, ruinosos para la
fe y para la vida cristiana, que implican ciertas formas de teología de la liberación que recurren,
de modo insuficientemente crítico, a conceptos tomados de diversas corrientes del
pensamiento marxista".
Se trata, por tanto, de toda una "corriente de pensamiento que, bajo el nombre de "teología de
la liberación" propone una interpretación innovadora del contenido de la fe y de la existencia
cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia, aún más, que constituye la negación
práctica de la misma".
Estos principios de corte marxista los aplican a la interpretación del Evangelio y a la práctica
pastoral, con lo que logran desfigurar nuestra fe. Para la "Teología de la liberación":
b) La Iglesia: debe tomar parte en la lucha de clases pues la "neutralidad" es imposible ya que
equivale a estar con los poderosos. De ahí que debe tener una "opción preferencial por los
pobres" y constituirse en "Iglesia del pueblo- que nace del pueblo, y que reconoce la jerarquía
sacramental que es "clase dominante" y por tanto debe ser combatida (cfr. Puebla, nn. 262-
263).
d) Los sacramentos: son "celebraciones del pueblo que lucha por la liberación": se indoctrina
en este sentido al pueblo por medio de homilías, cambios en la liturgia, etc., para que "tomen
conciencia de clase" y se les anima a la lucha contra la "clase dominante". Curiosamente, así la
Iglesia viene a ser -según estos "teólogos" respecto a los pobres, lo que el partido comunista
pretende ser respecto al proletariado.
e) La escatología es sustituida por el "futuro de una sociedad sin clases" como la meta de la
liberación en la que se habrá "hecho verdad" el amor cristiano a todos, la fraternidad universal.
Evidentemente se trata de un peligroso cúmulo de errores al ser una completa subversión del
cristianismo.
a) Evangelio para sacar de ahí una praxis: ese principio es el materialismo histórico, que niega
la prioridad del ser sobre el hacer, y por tanto, de la verdad y el bien de la acción humana. Este
principio es totalmente falso y no es demostrado ni demostrable;
b) la lucha de clases no sólo es un error porque sea contrario a la caridad (puede haber una
guerra justa, existe la legítima defensa, etc.), sino que es un error sobre todo porque se le
concibe como algo necesario, ineludible y constitutivo de la historia negando la libertad de la
persona y su capacidad para dirigir la historia mediante esa libertad y contando con la
Providencia divina;
c) además de negar verdades fundamentales (sobre Cristo, la Iglesia, los Sacramentos, etc.), en
la práctica, conduce a someter a la Iglesia a una dirección política determinada, no sólo ajena a
su misión sobrenatural, sino que desemboca en una situación humana el error radical está en el
mismo "principio hermenéutico" con el que se pretende interpretar el deplorable, como es el
socialismo real, en el que la persona no cuenta ni se le reconoce su dignidad de hijo de Dios.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, puede darse una verdadera Teología de la
liberación, es decir, del pecado y sus consecuencias (no sólo de sus consecuencias materiales).
"Una de las condiciones para el necesario enderezamiento teológico es la recuperación del valor
de la enseñanza social de la Iglesia " (. . .) "La enseñanza de la Iglesia en materia social aporta
las grandes orientaciones éticas. Pero, para que ella pueda guiar directamente la acción, exige
personalidades competentes, tanto desde el punto de vista científico y técnico como en el
campo de las ciencias humanas o de la política (. . .) A los laicos, cuya misión propia es
construir la sociedad, corresponde aquí el primer puesto" (Instrucción sobre algunos aspectos
de la Teología de la Liberación", (Libertatis nuntius, 6-VIII-84, XI, 14).
El documento pone de manifiesto el papel que desde siempre ha hecho la Iglesia para ayudar al
hombre: "La Iglesia tiene la firme voluntad de responder a las inquietudes del hombre
contemporáneo, sometido a duras opresiones y ansioso de libertad. La gestión política y
económica de la sociedad no entra directamente en su misión (cfr. Const. past. Gaudiun et
Spes, no. 42, 2). Pero el Señor Jesús le ha confiado la palabra de verdad capaz de iluminar las
conciencias. El amor divino, que es su vida, la apremia a hacerse realmente solidaria con todo
hombre que sufre. Si sus miembros permanecen fieles a esta misión, el Espíritu Santo, fuente
de libertad, habitará en ellos y producirán frutos de justicia y de paz en su ambiente familiar,
profesional y social" (n. 6l).
14.7.4 Año Mariano
En el mes de Octubre de 1987 se desarrolló en Roma un Sínodo convocado por el Papa Juan
Pablo II, con el titulo: "La misión de los laicos en la Iglesia y en el Mundo".
"A ningún Obispo -señala el canon 1013- le es lícito conferir la ordenación episcopal sin que
conste previamente el mandato pontífico " "El Obispo que confiere a alguien la consagración
episcopal sin mandato pontífico, así como el que recibe de él la consagración –añade el canon
1382- incurren en excomunión latae sententia reservada ala Sede Apostólica".
Lefébvre ha incurrido -como casi todos los cismáticos y herejes en la "fidelidad a la Iglesia" (a
la imagen que él mismo se ha forjado de la Iglesia) y, por tanto, a abandonar la Iglesia que
dicen defender.
La Santa sede ha hecho todo lo posible por evitar que se llegase a esta dolorosa situación para
toda la Iglesia, luego de muchos años de dramáticos intentos ha prevalecido un correoso
atrincheramiento del Obispo rebelde en posiciones incompatibles con la fidelidad a todo el
Magisterio de la Iglesia y con la obediencia a la suprema autoridad del Vicario de Cristo.
Días antes de consumarse el cisma, el Papa Juan Pablo II, envió una carta a Mons. Lefébvre. El
último párrafo de esa carta es una de tantas muestras dadas por el Papa para evitar el cisma:
14.7.7 Vida y Muerte de Juan Pablo II e inicio del Pontificado de Benedicto XVI
Karol Józef Wojtyła, conocido como Juan Pablo II desde su elección al papado en octubre de
1978, nació en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920.
Era el más pequeño de los tres hijos de Karol Wojtyła y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció
en 1929. Su hermano mayor Edmund (médico) murió en 1932 y su padre (suboficial del
ejército) en 1941. Su hermana Olga murió antes de que naciera él.
Fue bautizado por el sacerdote Franciszek Zak el 20 de junio de 1920 en la Iglesia parroquial de
Wadowice; a los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los 18 recibió la Confirmación.
Terminados los estudios de enseñanza media en la escuela Marcin Wadowita de Wadowice, se
matriculó en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro.
Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven Karol tuvo que
trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la
deportación a Alemania.
A partir de 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del
seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo de Cracovia, Cardenal Adam
Stefan Sapieha. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del "Teatro Rapsódico", también
clandestino.
Tras la segunda guerra mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia,
nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su
ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946 de manos del Arzobispo Sapieha.
Seguidamente fue enviado a Roma, donde, bajo la dirección del dominico francés Garrigou-
Lagrange, se doctoró en 1948 en teología, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de
San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce). En aquel período
aprovechó sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos de
Francia, Bélgica y Holanda.
En 1948 volvió a Polonia, y fue vicario en diversas parroquias de Cracovia y capellán de los
universitarios hasta 1951, cuando reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953
presentó en la Universidad Católica de Lublin una tesis titulada "Valoración de la posibilidad
de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler". Después pasó a ser
profesor de Teología Moral y Etica Social en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de
Teología de Lublin.
El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo titular de Olmi y Auxiliar de Cracovia.
Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel
(Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak.
El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo
cardenal el 26 de junio de 1967, con el título de San Cesareo en Palatio, Diaconía elevada pro
illa vice a título presbiteral.
Juan Pablo II ejerció su ministerio petrino con incansable espíritu misionero, dedicando todas
sus energías, movido por la "sollicitudo omnium Ecclesiarum" y por la caridad abierta a toda la
humanidad. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por el interior de este país.
Además, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 333 parroquias romanas.
Más que todos sus predecesores se encontró con el pueblo de Dios y con los responsables de las
naciones: más de 17.600.000 peregrinos participaron en las 1166 Audiencias Generales que se
celebran los miércoles. Ese numero no incluye las otras audiencias especiales y las ceremonias
religiosas [más de 8 millones de peregrinos durante el Gran Jubileo del año 2000] y los
millones de fieles que el Papa encontró durante las visitas pastorales efectuadas en Italia y en el
resto del mundo. Hay que recordar también las numerosas personalidades de gobierno con las
que se entrevistó durante las 38 visitas oficiales y las 738 audiencias o encuentros con jefes de
Estado y 246 audiencias y encuentros con Primeros Ministros.
Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. En
las 19 ediciones de la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de
jóvenes de todo el mundo. Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los
encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994.
Juan Pablo II promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás
religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz,
especialmente en Asís.
Bajo su guía, la Iglesia se acercó al tercer milenio y celebró el Gran Jubileo del año 2000, según
las líneas indicadas por él en la carta apostólica Tertio millennio adveniente; y se asomó
después a la nueva época, recibiendo sus indicaciones en la carta apostólica Novo millennio
ineunte, en la que mostraba a los fieles el camino del tiempo futuro.
Amplió notablemente el Colegio cardenalicio, creando 231 cardenales (más uno "in pectore",
cuyo nombre no se hizo público antes de su muerte) en 9 consistorios. Además, convocó 6
reuniones plenarias del colegio cardenalicio.
Presidió 15 Asambleas del Sínodo de los obispos: 6 generales ordinarias (1980, 1983, 1987,
1990, 1994 y 2001), 1 general extraordinaria (1985) y 8 especiales (1980, 1991, 1994, 1995,
1997, 1998 (2) y 1999).
Publicó también cinco libros como doctor privado: "Cruzando el umbral de la esperanza"
(octubre de 1994);"Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi ordenación
sacerdotal" (noviembre de 1996); "Tríptico romano - Meditaciones", libro de poesías (marzo de
2003); “¡Levantaos! ¡Vamos!” (mayo de 2004) y “Memoria e identidad” (febrero de 2005).
Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el sábado, y ya
habíamos entrado en la octava de Pascua y domingo de la Misericordia Divina.
Desde aquella noche hasta el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias del difunto
pontífice, más de tres millones de peregrinos rindieron homenaje a Juan Pablo II, haciendo
incluso 24 horas de cola para poder acceder a la basílica de San Pedro.
El 28 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras
la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. La causa la
abrió oficialmente el cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el 28 de
junio de 2005.
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Iglesia y Valores