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La valoración previa de la disponibilidad para la búsqueda de empleo…
Abstract: Availability for seeking employment is the key factor when calculating the value of
employability in the public employment service. To make its assestment must begin from an previous
analysis, performed at the time of the initial interview, which will differentiate the users and provide
relevant information to make the final assessment in the career adviser service. This paper offers some
data of the research carried out to observe the behavior of the previous evaluation of availability in
the public employment service. A questionnaire has been used, and it had filled in by beneficiaries of
active employment policies with economic aid linked. The results indicate that about a third part is not
available to seek employment and geographic availability is practically null.
SUMARIO
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(1) Entre otros Casalli et al. (1997), Sharo, Briyith y Montoya (2009), Blanch (1990), Baltanás (1999),
Palací, Moriano y Lisbona (2002), Cala et al. (2011), Martínez (2011), Spinosa (2005), Saint-Mezard (1999),
García (2014), Arias, Portilla y Flores (2007), Suárez (2012) o Fundipe (2000).
(2) Dado que en el Diccionario RAE no aparecía la definición de ocupabilidad, se realizó la consulta a la
Real Academia, que informó de la existencia de una definición en el Diccionario del español actual (Seco,
Andrés y Ramos, 1999) que se refería a ella como cualidad de ocupable, palabra que se forma con el sufijo
«able» aplicado a la palabra ocupar. Esta, en su octava acepción, significa emplearse en un trabajo, ejercicio
o tarea, por lo que ocupable viene a querer decir que es capaz de emplearse.
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E= O * D
(3) El ejemplo que proporciona el Diccionario es: «quisieron contratarlo pero no estaba disponible». Es
decir, la persona reunía las condiciones exigidas pero no estaba en disposición, no podía acceder al puesto
en esos momentos por motivos no achacables a su formación o experiencia.
(4) Una persona que esté inscrita demandando empleo en una profesión con un bajo nivel de desempleo,
que cuente con mucha experiencia y una gran formación en ese ámbito, pero que no esté disponible para
buscar trabajo, no será empleable para el SPE, ya que cualquier oferta de empleo para dicha profesión no
le va a interesar.
(5) Paradójicamente, hablamos de demandantes de empleo que no demandan empleo. Blanch (1990:
181), refiriéndose a los conceptos de ocupabilidad, contratabilidad y empleabilidad, ya apuntó diferencias
en el grupo de desempleados: sin embargo, en otras partes y momentos, ciertas voces cualificadas insisten
en que el de los desempleados no es un grupo homogéneo (Gurney y Taylor, 1981), en que sus miembros
son desigualmente empleables (Wood, 1972) y en que no todos ellos están en desempleo con el mismo
grado de involuntariedad (Worswick, 1976).
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poder acceder a todos los servicios. El segundo habría de considerarse sólo a efectos
de inscripción.
Afirmamos, pues, que la empleabilidad debe valorarse exclusivamente a quienes de
verdad quieren buscar y demandan trabajo, ya que, en caso contrario, podríamos
tener en cuenta, a la hora de programar medidas de políticas de activación para el
empleo, inscripciones en el SPE que no se corresponden con solicitudes de servicios
destinados a mejorar la empleabilidad (6). En este sentido, ya avanzamos que nos parece
fundamental la diferenciación entre el mundo laboral y la red de asistencia social a la
que se accede a través de los SPE para poder debatir sobre la necesidad de que las
medidas de política de empleo se dirijan a quienes realmente buscan trabajo.
En cualquier caso, parece que queda clara la necesidad de saber qué tipos de personas
usuarias están demandando empleo. Como señala Mestres (2015: 37):
En Australia, Alemania o Dinamarca usan sistemas de perfilado estadístico al inicio del
período de desempleo que clasifican a los individuos en un número predeterminado de
grupos en función de sus necesidades específicas. Así los SPE pueden ofrecer servicios
más ajustados a cada grupo y optimizar el uso de sus recursos.
(6) Se trata de demandas de empleo por obligación, que pueden derivarse de motivos personales o
familiares, de necesidad para obtener gratis o a precios reducidos determinados servicios, pero también
como exigencias de la normativa que regula las prestaciones por desempleo y otras ayudas económicas.
(7) Parece ser que los instrumentos del sistema de protección por desempleo, tanto la prestación y los
subsidios como las ayudas de acompañamiento vinculadas a determinados programas, afectan a la dispo-
nibilidad. Aunque la práctica y la mayoría de estudios indican que el sistema de cobertura del desempleo
desincentiva la búsqueda de trabajo, podemos encontrar análisis, basados en la Encuesta de Población Activa
(EPA), que indican lo contrario, aun reconociendo la existencia de un importante sesgo en las respuestas
(Vaquero, 2002: 295-296 y García y Toharia, 2000: 5). Sin embargo, no se considera importante porque
la propia EPA incluye a estas personas en el colectivo de inactivas. En los estudios sobre las medidas de
activación para el empleo se pueden observar diversos tipos de sesgos en los resultados alcanzados, entre
ellos el sesgo de selección entre los beneficiarios, ya que, entre otros factores, es difícil apreciar la capacidad
individual o la voluntad de trabajar de los participantes (Herrarte y Sáez, 2015: 128).
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Aunque difícil, creemos que no es imposible hacer una valoración previa de la dispo-
nibilidad al momento de la inscripción, para posteriormente, en el servicio de orien-
tación profesional, llevar a cabo la valoración definitiva, que nos aportaría, junto a la
ocupabilidad, el valor de la empleabilidad.
Con el propósito de comprobar cómo funcionaría esa valoración previa de la disponibi-
lidad, objetivo principal de este trabajo, hemos llevado a cabo un estudio con personas
beneficiarias de programas de políticas activas de empleo que llevan vinculada una
ayuda económica: la Renta Activa de Inserción (RAI), el Programa de Recualificación
Profesional de las Personas que Agoten su Protección por Desempleo (PREPARA) y el
Programa de Activación para el Empleo (PAE). Para ello, hemos utilizado un cuestionario
elaborado ex profeso, que ha sido revisado y probado, antes de su implantación, por
el servicio de orientación profesional del Centro de Empleo donde estaban inscritas
las personas encuestadas (8). El momento elegido para ello ha sido la entrevista inicial
a la que obliga la normativa reguladora de los tres programas, a fin de elaborar el
correspondiente Itinerario Personal de Inserción.
En las líneas que siguen nos adentramos, en primer lugar, en el marco legal y directri-
ces que sirven de base a la obligación de valorar la disponibilidad para, acto seguido,
centrarnos en el estudio realizado a fin de comprobar el funcionamiento de la valo-
ración previa de la disponibilidad ofreciendo los resultados más relevantes como los
relativos a la diferenciación de usuarios y el efecto del tiempo de inscripción sobre el
demandante de empleo (9).
El Convenio número 122 de la OIT, 1964, sobre la Política del Empleo (10), establece
en su artículo 1 que cada Estado deberá formular y llevar a cabo una política activa
destinada a fomentar el pleno empleo, productivo y libremente elegido, añadiendo en
su apartado segundo (letra a) que dicha política debe tender a garantizar que habrá
trabajo para todas las personas disponibles y que busquen trabajo.
Según esto, debemos de entender, por tanto, que la política de empleo se dirigirá
a quienes estén disponibles para buscar trabajo y trabajar. Desde la OIT se podría
haber elegido una redacción de este punto más abierta y menos concreta, pero se
(8) Servicio Extremeño Público de Empleo, Centro de Empleo de Badajoz, Urbana II. Debemos agradecer
al equipo directivo del SEXPE las facilidades otorgadas para llevar a cabo la investigación.
(9) Dada la amplitud del estudio no podemos trasladar la totalidad de los datos y análisis al presente
trabajo.
(10) Entró en vigor el 15 de julio de 1966 y fue ratificado por España el 28 de diciembre 1970. A día
de hoy, la OIT sigue considerando este Convenio como el principal mecanismo para orientar y coordinar
las políticas nacionales, junto con las recomendaciones n.º 122 y n.º 169 y otros veinte instrumentos
adoptados por la propia Organización (Ushakova, 2014: 22).
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(11) Entró en vigor el 10/8/1950 y fue ratificado por España el 30/5/1960. Aún se encuentra vigente.
(12) De acuerdo con la propia OIT el tipo de trabajo que se busca debe ser, además, decente (con con-
diciones satisfactorias): El trabajo decente es el punto de convergencia de cuatro elementos u objetivos
estratégicos, que constituyen sus pilares básicos: la promoción de los derechos fundamentales en el trabajo,
la ocupación, la protección social y el diálogo social (Chacartegui, 2013: 11-13).
Tanto en la Declaración sobre la Justicia Social para una Globalización Equitativa (2008) como en el Pacto
Mundial para el Empleo (2009), la OIT ha reafirmado que el trabajo no es una mercancía, que es necesa-
rio colocar el trabajo decente como elemento central de las políticas económicas y sociales, requiriendo,
para eso, que sus miembros promuevan políticas de empleo creando un entorno institucional y económico
sustentable (Becattini, 2013: 223) .
La diferenciación entre la intermediación en el mercado laboral y la red de asistencia social nos parece
fundamental para poder debatir sobre la necesidad de que las medidas de política de empleo se dirijan a
quienes buscan trabajo.
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La edición 2015 del Employment Outlook (Perspectivas del empleo de la OCDE 2015)
resalta algunas cuestiones que debemos tener en cuenta para el presente trabajo:
– España gasta más en políticas de activación laboral que la media de la OCDE, pero
la proporción del gasto es baja debido al alto nivel de paro.
– El SPE estatal podría ser clave para el control y el apoyo a quienes buscan trabajo,
pero también para definir las obligaciones mutuas (entre las personas beneficiarias
y el servicio público, se entiende).
– Las prestaciones por desempleo en España son generosas, pero las oficinas de
empleo no son capaces de ofrecer apoyo eficaz a los demandantes de empleo
desde el ámbito de las políticas de activación. En este sentido, se vuelve a incidir
en la necesidad de que las personas beneficiarias de las prestaciones cumplan las
obligaciones impuestas por la normativa.
La OCDE nos indica que el sistema español para la determinación y aplicación de las
políticas de activación para el empleo es ineficiente: se gasta más y no se alcanzan
los objetivos. El organismo internacional interpreta, según parece, que con el dinero
que se invierte en dichas políticas las cifras de paro no deberían ser tan elevadas. Por
este motivo, expresa que se necesitan directrices claras sobre la implementación de
medidas focalizadas a los diversos grupos que buscan empleo, así como una asignación
de recursos tal que promueva el buen desempeño.
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itinerarios no exceda de tres meses o que los programas de empleo público no sólo
se dirijan a quienes demandan empleo sino a quienes están dispuestos a trabajar (15).
Resulta evidente que la utilidad y eficacia de las medidas dependen de muchos factores,
pero uno de ellos es la disponibilidad de sus receptores, o sea, que los trabajadores a los
que se dirijan quieran recibirlas y aprovecharlas para su fin: mejorar la empleabilidad.
Podemos interpretar, por tanto, que se exige a los españoles que trabajen o, en caso
de desempleo, que realicen una búsqueda activa para encontrar trabajo.
La política económica debe tener como uno de sus objetivos principales la persecución
del nivel de empleo más alto posible y la política de empleo, vinculada a ella, debe servir
de apoyo a las personas que desean o necesitan trabajar. Pero cuando las medidas de
dicha política se dirigen a colectivos susceptibles de ser atendidos a través de otras
políticas, el deber de trabajar se difumina y sólo queda el derecho, desapareciendo
las obligaciones que parecen deducirse del texto constitucional.
(15) Ya que no es lo mismo figurar como demandante de empleo que buscar trabajo. Para lo primero
únicamente se precisa acudir a un SPE e inscribirse. Para lo segundo hay que estar disponible.
(16) Real Decreto legislativo 3/2015, de 23 de octubre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la
Ley de Empleo.
(17) Por lo tanto, se contempla la posibilidad de realizar una «búsqueda pasiva», aunque la política de
empleo debería reactivarla, convirtiéndola en activa. El problema se plantea cuando la persona realiza una
«búsqueda nula», es decir, de ninguna forma va a buscar empleo, bien porque ya tiene uno, bien porque
cuestiones personales le impiden trabajar.
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En una primera aproximación diríamos que la persona usuaria se dirige al SPE para
buscar trabajo pero con una intensidad determinada:
– Con disponibilidad total porque necesita trabajar y espera que el SPE le ayude a
encontrar trabajo.
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– Con algo menos de disponibilidad porque necesita trabajar pero no espera que el
SPE le pueda ayudar, o se puede permitir buscar un tipo de trabajo muy específico.
En este caso la orientación profesional puede hacerle ver que el SPE le proporcionará
herramientas adecuadas y suficientes que mejoren sus posibilidades de acceso al
mercado laboral.
– Con muy poca o ninguna disponibilidad porque no necesita trabajar, bien por sus
circunstancias personales y familiares (tener que cuidar a algún familiar, estar estu-
diando, etc.), bien por no carecer de rentas (trabajan otros miembros de la unidad
familiar, dispone ella misma de otros ingresos, etc.), o incluso por ambas razones.
Aquí podemos encontrar al demandante de empleo obligatorio (Román y Centella,
2016: 51-52).
Así pues, la propia Ley de Empleo exige al SPE que tenga en cuenta las actitudes de
los usuarios a la hora de elaborar un itinerario personal de empleo, convirtiéndose la
entrevista inicial de inscripción, de esta forma, en la primera herramienta que debe
utilizar el SPE para decidir si inicia el proceso de atención con la orientación profesio-
nal o simplemente lleva a cabo una inscripción como mero trámite, sin intención de
intermediar en el mercado laboral, al menos de momento.
Esta entrevista inicial adquiere mayor relevancia si tenemos en cuenta lo dispuesto en
el apartado segundo del propio artículo 28: La articulación del itinerario individual y
personalizado de empleo se configura como un derecho para las personas desempleadas
y como una obligación para los servicios públicos de empleo (18). Sin entrevista inicial
no se podrá cumplir con la obligación ni hacer efectivo el derecho.
Según la norma (art. 5), el SPE debe distinguir entre dos tipos de personas usuarias:
demandantes de empleo y servicios o solicitantes de servicios exclusivamente. Sin
embargo, como en otras ocasiones, el legislador olvida definir los conceptos con los
que hay que trabajar. Así, no sabemos cuál es la diferencia entre una persona que
demanda empleo y servicios y otra que sólo solicita servicios. Y se hace aún más
difícil cuando en el siguiente epígrafe incluye a ambos colectivos entre los que tienen
derecho a recibir los servicios de la Cartera Común y los servicios complementarios.
En el caso de las personas desempleadas se obliga a articular la atención mediante
un itinerario personalizado para el empleo, sin especificar si dentro del colectivo de
desempleados sólo se incluye a quienes buscan empleo o a toda persona que no tenga
trabajo. Por lo que, finalmente, el SPE atiende a personas que realmente no debería
atender: aquellas que no buscan trabajo y las que no quieren sus servicios.
Por otra parte, el mismo artículo 5 recoge ciertas medidas dirigidas a activar al usuario
para que busque empleo. Así, el itinerario es un derecho para el desempleado y una
obligación para el SPE (art. 5.2), lo que acarrea unas obligaciones, como la de cumplir
(18) La Ley no reconoce el derecho a las personas ocupadas, que también pueden necesitar demandar
empleo porque su trabajo es temporal, a tiempo parcial, por ambas razones, porque sabe que su empresa
va a acabar recurriendo a despidos o, simplemente, porque le interesa cambiar.
(19) Real Decreto 7/2015, de 16 de enero, por el que se aprueba la Cartera Común de Servicios del
Sistema Nacional de Empleo.
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III. Materiales y método
Para la valoración previa de la disponibilidad, además de los datos personales (sexo,
edad, fecha de inscripción, nivel académico), el cuestionario propuesto (en anexo)
indaga sobre tres aspectos: los motivos de la inscripción en el SPE, la motivación para
buscar empleo y la disponibilidad geográfica, de jornada, de horario y la salarial.
En concreto, se formulan seis preguntas, con cuatro posibles respuestas las dos pri-
meras y cinco las cuatro siguientes:
– ¿Para qué quiere la tarjeta de demanda?
– Si busca empleo, ¿cuál es el motivo?
– ¿Estaría disponible para desplazarse a trabajar?
– ¿Qué jornada de trabajo aceptaría?
– ¿Qué horario de trabajo aceptaría?
– ¿Qué salario le interesa para buscar empleo?
El estudio es básico dado que lo que se pretende es obtener una primera información para
distinguir a quienes buscan empleo de quienes no lo buscan y, entre los primeros, disponer
de unos datos esenciales para el trabajo posterior del servicio de orientación profesional.
La valoración de la disponibilidad se hace de la siguiente forma:
a) La disponibilidad nula (valor 0) se puede obtener por dos vías: las tres primeras
respuestas a la primera pregunta (exigencias para prestaciones, ayudas, trámites
o rebajas en determinados servicios) y la cuarta respuesta a la segunda pregunta
(cobro de la ayuda).
(20) El Real Decreto legislativo 5/2000, de 4 de agosto, prevé infracciones leves, graves y muy graves, que
pueden ser sancionadas con entre uno y seis meses de baja en la demanda de servicios.
(21) Lo que nos parece sorprendente, dada la importancia de la misma.
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En total, desde enero a abril de 2016, se recogieron 199 cuestionarios (todas las
personas que solicitaron la ayuda económica) distribuidos de la siguiente manera:
– 118 RAI.
– 37 PREPARA.
– 44 PAE.
(22) Hay que tener en cuenta el posible sesgo producido por el hecho de rellenar y entregar el cuestiona-
rio en las instalaciones del propio Centro de Empleo. Por ello, la tendencia, en algunos casos, puede ser a
contestar lo que se espera en estos casos, es decir, la disponibilidad podría ser menor de lo que expresan
los resultados obtenidos.
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IV. Resultados
1. La diferenciación de personas usuarias por los SPE
(23) Para la segunda pregunta ha habido que desechar un 31,2% de cuestionarios, ya que sólo se ha
valorado cuando la respuesta a la primera pregunta fue «para buscar trabajo». Por tanto, el porcentaje
presentado corresponde a los 137 cuestionarios válidos.
(24) Los cuestionarios en los que el interesado ha cumplimentado algunos datos personales y no todas
las preguntas, y donde no queda clara su disponibilidad, se han valorado como Total cero (Tipo nula).
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La valoración previa de la disponibilidad para la búsqueda de empleo…
– Disponibilidad baja: el 5%, de los cuales 5,1% RAI, 5,4% PREPARA y 4,5%
PAE.
– Disponibilidad media: el 47,7%, de los cuales 46,6% RAI, 45,9% PREPARA y
54,5% PAE (25).
– Disponibilidad alta: el 13,1%, de los cuales 12,7% de RAI, 18,9% de PREPARA y
el 9,1% de PAE.
Con estos datos podemos aventurarnos a afirmar que los programas analizados no se
han diseñado correctamente, pues accede a ellos un elevado porcentaje de personas
que no buscan empleo, por lo que la política de activación se convierte directamente
en una medida de asistencia social o funciona como tal.
Los datos conjuntos indican que más de la mitad de las observaciones corresponden a
inscripciones de hasta 23 meses, destacando las inferiores al año (casi la tercera parte).
Aproximadamente otra cuarta parte de personas beneficiarias llevaban inscritas entre
36 y 59 meses, con 60 o más meses se encuentra un 12% de observaciones y el resto
son inscripciones de entre 24 y 35 meses (no llega a una de cada diez).
En la RAI la mayoría de personas encuestadas, tres de cada diez, manifestaron una
inscripción ininterrumpida de 12-23 meses. Los siguientes grupos con más observa-
ciones son el de menos de un año (la cuarta parte) y el de 36-47 meses (algo más de
un caso de cada diez). De 48 a 83 meses encontramos alrededor de una quinta parte
y con el mayor número de meses únicamente el 2,1%. Finalmente el tramo de 24-35
meses aparece en un 5,3% de los casos.
En el PREPARA, dos de cada tres de personas encuestadas manifestaron una inscrip-
ción ininterrumpida de hasta 23 meses, destacando, además, las de hace menos de
un año (más de la tercera parte). Alrededor de la tercera parte se encuentra en los
tramos de 36 a 59 meses y el restante 2,7% en el de 24-35 meses. A partir de 60
meses no aparecen inscripciones para este programa.
En el PAE algo más de cuatro de cada diez personas encuestadas manifestaron llevar
inscritas ininterrumpidamente menos de un año, cerca de una cuarta entre 24 y 35
meses, alrededor de otra cuarta parte se sitúa en el tramo 36-71 meses, el 7% supera
este límite y el mismo porcentaje lo encontramos en el tramo 12-23 meses.
Teniendo en cuenta la valoración definitiva de la disponibilidad que hemos obtenido
de los cuestionarios recogidos, debemos destacar que 25 de ellos no proporcionan
el dato de la fecha de inscripción, de los cuales 15 son valorados con disponibilidad
nula, 9 media y 1 alta. Por tanto, para relacionar el tiempo de inscripción con el tipo de
disponibilidad contamos con 174 cuestionarios, de los que se obtienen los porcentajes
especificados en el siguiente cuadro.
(25) En la disponibilidad media se podría diferenciar un 30,2% para la disponibilidad media-baja y otro
69,8% para la media-alta.
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INFORMACIÓN LABORAL
Tipo/Meses <12 12-23 24-35 36-47 8-59 60-71 72-83 >83 Total
Nula 31,6 31,7 38,5 21,7 15,8 36,4 33,3 50,0 30,5
Baja 7,0 2,4 7,7 4,3 5,3 18,2 0,0 0,0 5,7
Media 49,1 53,7 46,2 47,8 52,6 36,4 66,7 50,0 49,4
Alta 12,3 12,2 7,7 26,1 26,3 9,1 0,0 0,0 14,4
Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
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V. Conclusiones
El factor fundamental para valorar la empleabilidad en el SPE es la disponibilidad
para buscar empleo. Para calcular ésta se propone realizar una valoración previa
en el momento de la entrevista inicial que permita diferenciar los tipos de personas
usuarias, principalmente entre quienes buscan empleo y quienes no, además de
aportar información relevante para que el servicio de orientación profesional realice
la valoración definitiva.
Tanto desde fuera como en el ámbito nacional, incluida, la propia Constitución Española,
encontramos directrices y base jurídica para realizar la valoración de la disponibilidad.
Según los datos aportados por la investigación realizada, el perfil general de las
personas beneficiarias de medidas de política de activación para el empleo que
llevan vinculada una ayuda económica sería la de una mujer de entre 45 y 54 años
que lleva más de un año inscrita ininterrumpidamente y que no ha completado los
estudios elementales.
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VI. Referencias
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