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MITO Y REALIDAD
La unidad del estado era realmente una necesidad, la religión era lo único
que podía unir estados tan dispares como los reinos de la naciente
España, un atentado a la religión era un atentado al estado y los reyes de
la época así lo entendieron y vieron. Como mencioné, la guerra de religión
de Francia por teologías causó 90% más muertes que todas las
Inquisiciones juntas y debilitó un estado que podía haber sido más
próspero, igual ocurrió en Alemania. España salió prácticamente ilesa de
esta plaga por la Inquisición y es precisamente la Inquisición Española la
más atacada y mal presentado. Toda esta leyenda negra sobre la
Inquisición Española surge del Señor Juan Antonio Llorente español
afrancesado, colaborador de la ocupación francesa y asalariado de José
Bonaparte quien salió de España acompañando a las tropas Napoleónicas
y se instaló en Paris a comienzo del Siglo XIX y en 1817 editó un libro
partidista y Polٌítico en contra de los Reyes Españoles y de esos lodos
tenemos estos fangos.
“EL Santo Oficio pretendía ser el Tribunal más clemente de todos porque
sus fines no eran la administración de una justicia rígida y automática,
sino la reconciliación del delincuente.
Confesarse culpable con el Santo Oficio era obtener el perdón. ¿De qué
otro tribunal se puede decir esto? El Inquisidor era tanto Padre Confesor
como juez, que pretendía no una condenación, sino acabar con
un extravío y devolver al rebaño la oveja descarriada.
Por eso se instaba constantemente al acusado a que recordase la
diferencia fundamental entre la Inquisición y los tribunales ordinarios y
que su finalidad no era el castigo del cuerpo, sino la salvación del alma y
por lo mismo se le imprecaba a que tratara de salvarse por medio de la
Confesión”
Otro punto a tener en cuenta era que estos tribunales no actuaban bajo la
autoridad de la Iglesia Católica y del Papa, La Inquisición terminó por ser
un poder en manos del Rey y muchas veces en contra de Roma como
veremos en los ejemplos que daremos más tarde. Veamos la opinión de
Fernando Ayllon en su libro “El Tribunal de la Inquisición de la Leyenda a
la Historia” Pág. 578 y 579.Dice así:
LA INQUISICION PROTESTANTE
“Si creen que esta respuesta es demasiado dura y que su solo fin es
hacerles callar por la violencia, respondo que esto es verdad. Un rebelde
no merece que se le conteste con razones, porque no las acepta. La
respuesta adecuada es tal boca es un puño que haga sangrar la nariz. Los
campesinos no quieren escuchar….hay que abrirles los oídos
con balas hasta que salten sus cabezas. El que no quiere escuchar la
Palabra de Dios cuando se le dice con bondad ha de escuchar al verdugo
cuando este llega con su hacha. No quiero oír ni saber nada de
misericordia”
“No niego que al principio todos los actos de Lutero no parecían ser
vanos, pues a ningún hombre podían complacer todos aquellos errores e
imposturas que se habían acumulado gradualmente en el cristianismo.
Por ellos esperaba yo, junto con otros, que pudiera aplicarse algún
remedio a tan grandes males; pero fui cruelmente engañado. Pues antes
que se extirparan los errores anteriores, se introdujeron otros muchos
más intolerables, comparados con los cuales los otros parecen juegos de
niños….Las cosas han llegado a tal punto que los bribones papistas
parecen virtuosos al lado de los evangélicos. Lutero con su lengua
desvergonzada e ingobernable, debe de haber vuelto loco o estar
inspirado por un espíritu maligno”
Lutero a la muerte de Zwinglio (1531) dijo “Está bien que Zwinglio haya
muerto en el campo de batalla, que clase de triunfo y que bien Dios lleva
sus negocios!” También dijo “Zwinglio está muerto y condenado y se lo
merece por ladrón y rebelde y por llevar a otros a seguir sus errores”
Zwinglio no se quedó atrás y decía de Lutero “el demonio se ha adueñado
de Lutero a tal grado que hasta nos hace creer que lo tiene en total
posesión, cuando se le ve entre sus seguidores totalmente parece que
una legión lo ha poseído”
Escocia, John Knox, padre del Presbiterianismo prohibió la Misa con penas
de confiscación de bienes y azotes públicos, la segunda vez que se
cometiera, la pena era la muerte del individuo.