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Los grandes creadores del paisaje urbano en el siglo XIX en Europa fueron, entre
otros, Peter Joseph Lenné (1789-1866), en Postdam y Berlín, y JeanCharles
Alphand (1817-1891), en París. Supieron transformar las ciudades,
embelleciéndolas con arboledas urbanas y con nuevos parques paisajistas. En
Estados Unidos lo fue, de nuevo, Olmsted, cuyo trabajo más integral fue realizado
en la ciudad de Boston, donde no sólo creó parques paisajistas, sino que los integró
en la ciudad a través de un sistema de parques unidos por paseos arbolados.
Recuperó también las marismas y su vegetación original creando canales como
Back Bay Fence e islas comunicadas por puentes, transformando el paisaje de
unas aguas insalubres en uno de los más bellos y útiles paisajes para el recreo de
sus ciudadanos. La cultura del arbolado urbano en España se desarrolla
fundamentalmente en el siglo XIX y pasado el primer tercio del siglo XX, y comenzó
a declinar hasta llegar a la incultura urbana en la que actualmente nos encontramos.
En efecto, el nuevo desarrollo de la ciudad perdió las formas y los espacios abiertos
tradicionales que eran diversos y arbolados, reduciéndolos a «zonas verdes» —que
frecuentemente son zonas marrones en los climas secos—, situadas en los terrenos
sobrantes entre edificios de polígonos de bloques aislados, de arquitectura simplista
y repetitiva, entre vías de circulación que han producido esos paisajes urbanos y
rurales tan lamentables que suelen rodear nuestras ciudades. En el urbanismo
moderno que se practica en España se han sustituido las calles por vías de
circulación, las glorietas por rotondas, los bulevares por medianas. Ya no tienen
cabida las alamedas, las choperas, los prados, los paseos, las plazas, las plazuelas,
los jardines, los jardinillos y los patios. Paralelamente hemos perdido las referencias
humanas y amables. En la cultura occidental se ha producido una renovación en los
últimos cincuenta años, incorporando los puntos de vista ecologistas en los que el
arbolado es el mejor elemento para mejorar la calidad ambiental de los espacios
urbanos, unido a la nueva arboricultura moderna que, de una forma científica, nos
ha ofrecido un mejor conocimiento de los árboles y de las prácticas referidas a ellos,
desde su plantación a su conservación y poda. Sin embargo, como se refleja en los
espacios públicos de nuestras ciudades, estas corrientes no se conocen o no tienen
curso. En efecto, en muchos países, más y menos desarrollados que el nuestro,
llevan décadas buscando soluciones y se hacen esfuerzos porque la ciudad no sea
un contrapunto de la naturaleza y se buscan nuevas soluciones para integrarla por
los beneficios que ello conlleva y hacerlas así más habitables. Nuestras ciudades
están en manos del personal de servicios municipales que carece de formación
cualificada, por lo que su trabajo no tiene una orientación ni humana, ni culta, ni
civilizada, ni variada destinada a satisfacer el bienestar de los ciudadanos. Es
paradójico que sean los servicios municipales encargados del cuidado de los
árboles los que más y más gravemente atentan contra ellos y, además, de una
forma sistemática: podas incorrectas, brutales y con reformas salvajes que acortan
sus vidas. A ello se añade el hecho de que sirven como un modelo muy negativo a
seguir porque la gente y otros ayuntamientos de menor entidad suelen hacer lo
mismo con sus árboles y ¿cómo se va a enseñar a respetar los árboles después de
ver las agresiones a las que son sometidos? Nicolás Ortega se hace eco, en su
artículo «Elogio del arbolado urbano», de una confesión de Juan Ramón Jiménez a
Juan Guerrero Ruiz, en la que se refería al tiempo que pasó en el Sanatorio del
Rosario: «Me dice JRJ que él fue a vivir al sanatorio no porque estuviera enfermo,
sino porque necesitaba vivir entre árboles, pues él ha sido siempre hombre de
naturaleza, acostumbrado a vivir en el campo, y entonces las calles de Madrid, sin
árboles, le producían verdadero espanto, eran algo trágico para él» (Ortega
Cantero, 1995, p. 103). Hay que recordar que la preocupación de JRJ por el paisaje
fue siempre una constante y en cierto modo habría que considerarlo como un
paisajista, avant la lettre, al diseñar el ajardinamiento de la Residencia de
Estudiantes e incorporando un elemento tan característico del paisaje moguereño
por el que paseaba a lomos de Platero, y por extensión del andaluz, como son las
adelfas. Si JRJ hubiera contemplado la disminuida arboleda en bulevares, plazas y
calles, y lo perpetrado en la reciente reforma de la calle Serrano de Madrid, los
adjetivos de trágico y espanto por él utilizados habrían quedado sobrepasados. Con
la reforma llevada a cabo se han cortado las raíces en la práctica totalidad de los
árboles de la calle reformada por las zanjas abiertas con excavadoras; esos
destrozos ocasionados reducen la capacidad del árbol de absorber agua y otros
elementos imprescindibles para su supervivencia, así como producen un
debilitamiento del anclaje de los mismos al suelo; pero aún más, las condiciones de
vida del arbolado empeoran con la impermeabilización del suelo y la nueva forma
romboidal de los alcorques, que va en contra del desarrollo natural de las raíces. En
este caso concreto de la calle madrileña de Serrano, la reforma debió haber seguido
el plan de Carlos María de Castro de 1863, que consistía en dos grandes aceras
con una doble fila de acacias en cada una de ellas, y no dejando las aceras de
distinto tamaño y altura, y la sustitución de las acacias por castaños de Indias, una
especie menos apropiada por ser más exigente y menos rústica. El resultado de
esta reforma es que se ha desvirtuado tan hermosa calle madrileña. Con la cultura
urbana tradicional se lograron espacios arbolados de gran calidad ambiental como
fueron las antiguas alamedas o prados, realizados en general con una gran
economía de medios. Hoy, sin embargo, se invierten inmensas cantidades de dinero
con criterios que no son económicamente sostenibles, ni solidarios, y que por
añadidura producen poca calidad ambiental. La participación del paisajista en el
sector público es prácticamente imposible en países como el nuestro. Sin embargo,
el paisaje urbano podría mejorar notablemente si intervinieran profesionales más
sensibles al paisaje como urbanistas, paisajistas, historiadores del arte, y por
supuesto vecinos. Personas que con sus conocimientos y necesidades ayuden a
integrar la naturaleza en la ciudad.
El Ecourbanismo más allá del Urbanismo A medida que la crisis ecológica se torna
más evidente, cobran fuerza diversas invocaciones con las que se pretende
conjurarla, cual si fueran jaculatorias en las que depositamos nuestra esperanza,
confiando en su sobrenatural o mágica eficacia. La apelación más preciada es la de
la sostenibilidad, una exhortación expresada en medio de una considerable
confusión terminológica, que ha acabado, tras el desgaste y la banalización del
propio vocablo, por abarcar también al Ecourbanismo. Precisemos pues, con el
objetivo de contribuir a la construcción de un urbanismo realmente ecológico y
sostenible, sin mistificaciones.1 ¿Se puede decir algo sobre el Urbanismo Ecológico
sin limitarse a los aspectos tecnológicos, a la búsqueda de ahorros, de eficiencia,
sin duda necesarios, pero insuficientes? ¿Se puede añadir algo que no sean
trivialidades, lugares comunes y tópicos? Pensar en una ciudad ecológica, o mejor
dicho en el Ecourbanismo, es intentar reflexionar acerca de transformaciones
polémicas pero necesarias, no sobre los fútiles juegos florales que normalmente se
nos venden como ecológicos. La primera sensación cuando se aborda esta cuestión
es que todo ya está ha dicho, que los principios teóricos son de una extrema
radicalidad y sencillez, y que el Ecourbanismo se reduce, al fin y al cabo, a consumir
menos, que eso es lo único verdaderamente ecológico, una propuesta que la
sociedad actual no está dispuesta a aceptar de buen grado. Basta con efectuar una
búsqueda en Internet para apreciar lo que se entiende por Eco-urbanismo en el
dominio público. Una de las más significativas entradas es la que ofrece nada
menos que el Wall Street Journal (2008). El portavoz del (neo)liberalismo lo
identifica con el llamado Green Living, añadiendo: “Instead of adding eco-friendly
touches to existing neighbourhoods, developers are building whole new
communities designed along green principles”. Aquí tenemos un punto de partida,
una discrepancia notable porque no se trata de construir nuevas urbanizaciones por
completo, ni de añadir toques de aspecto ecológico, sino de reducir los consumos,
aprovechando el patrimonio edificado y urbanizado existente. La respuesta que dan
los medios de información y/o conocimiento de masas, asimilan el Ecourbanismo a
un sueño edulcorado de un futuro imposible e irreal, lleno de verde (con frecuencia
un verde insostenible: praderas de césped en el mediterráneo, ¡cómo si
estuviéramos en Escocia!, ¡cómo si el césped no fuera un atentado contra el
ecosistema en esas latitudes!), un escenario donde todo es lindo y verde, un
“beautiful surrounding”, un deseo gatopardiano de un cambiarlo-todo-para que
nada-realmente-cambie. Pero, ¿tiene algún sentido, alguna viabilidad hablar de
Ecourbanismo en el actual contexto social y económico?, ¿no estamos condenados
a recibir a cambio alguno de sus sucedáneos?, ¿pueden aisladamente fructificar las
propuestas de Ecourbanismo, sin ser algo más que simples especulaciones
disciplinares, académicas? Si la sociedad global (mundial) no adquiere conciencia
de que el modelo desarrollista está agotado, y que su perpetuación nos conduce al
auto-ecocidio, es estúpido e inútil pensar en cómo transformar las ciudades para
hacerlas más ecológicas”. Me temo que las cosas no van por ahí, que el sueño de
ese Ecourbanismo de fábula, va a chocar con la pesadilla de una realidad que se
deteriora día a día, que no tendremos más remedio que plantearnos el
Ecourbanismo como una estrategia de supervivencia (Life After the Oil Crash,
2008). Ya sé que estos planteamientos serán tildados de catastrofistas (con una
intención de descalificadora); y quienes los pronostican tendrán la sensación de
padecer el síndrome de Casandra. Admitamos de entrada que las ciudades nunca
podrán ser 100 % ecológicas, 100 % sostenibles, de lo que se trata es de reducir su
impacto hasta donde sea posible, al máximo. Las urbes tienen por definición, por su
propia naturaleza, una repercusión ecológica, una afección sobre el medio que las
rodea, y actualmente incluso sobre medios y recursos bien lejanos. A principios de
siglo XXI, por primera vez en la historia de la humanidad, la población urbana superó
a la rural. Si la tendencia no se invierte, y nada apunta en esa dirección, la población
mundial acabará por ser mayoritariamente urbana. Es, pues, en las ciudades donde
se juega gran parte de la sostenibilidad del planeta, de su impacto en el ecosistema
planetario. 1.1 La idea central del Ecourbanismo: la existencia de límites y la
translimitación Es necesario insistir en una idea central, axiomática: la existencia de
límites. Es algo tan evidente que parece mentira que no se haya formulado antes
con más precisión: el planeta tiene límites, es finito y la idea de que podemos crecer
perpetua e infinitamente es ridícula, sencillamente imposible. Añadamos otro dato
no tan evidente, pero sobre el que existe suficiente consenso entre los científicos
para que lo adoptemos como punto de partida: hemos sobrepasado los límites (Fig.
1), ya hemos roto el equilibrio, inestable pero equilibrio, del planeta a base de extraer
de él, de consumir, más de lo que nos puede dar. Un hecho al que se ha
denominado translimitación (ecological overshoot en inglés). Cualquier reflexión
sobre el Ecourbanismo debe partir de estos dos supuestos básicos: i) que el
crecimiento tiene límites y, ii) que ya los hemos sobrepasado. Con un corolario
inmediato: debemos frenar el crecimiento, buscando el llamado Estado Estacionario
concebido como etapa de transición hacia un modelo de decrecimiento.
Aplicado al Urbanismo esto quiere decir que, al menos en el mundo rico (el Primer
Mundo, el “Norte”, los países hiperconsumidores, como acordemos en
denominarlos), el crecimiento debe ser cuestionado, debe abandonarse e incluso
prohibirse. La era de los planes de expansión, de extensión, de ensanche, de
crecimiento, de desarrollo,… como se les quiera llamar, ha finalizado. El crecimiento
es la hipoteca que nos deja el siglo XX. El problema del Urbanismo del futuro, de
ahora, es el de como transformar, como aprovechar, como hacer viables, esas
enormes extensiones de tejidos urbanos que innecesariamente hemos producido.
O lo que es lo mismo, insistiendo en la idea central, ya que hemos superado los
límites, ya que hemos ido demasiado lejos, ahora hay que pensar en cómo volver a
ellos, como dar marcha atrás, como desandar un camino equívocamente recorrido.
Hay una operación matemática que conviene recordar. Es aquella que permite
calcular el tiempo en que una magnitud sometida a un crecimiento de tasa constante
(crecimiento exponencial) se duplica. Es fácil de traer a la memoria, es la regla del
69, que establece el tiempo de doblado en: T2 ≈ 69 / i; donde “i” es la tasa o
porcentaje anual de aumento, en tanto por cien2 . Una inocente expresión que da
mucho juego; p.e. si la vivienda aumentó en la década a caballo del cambio de siglo
alrededor de un 14 % anual, eso significa que cada 5 años dobló su precio. La
palabra clave es pues decrecimiento, una expresión que admite pocas
tergiversaciones, de término obús ha sido calificado, mucho más claro e inequívoco
que el de sostenibilidad. En breve, el Urbanismo ecológico o sostenible, es el
Urbanismo del decrecimiento.
Realidades: Paisajes urbanos después del boom Acaba una década larga de
“expansión”, de desarrollismo sin freno, alentado por la conjunción sinérgica de
factores económicos, financieros, legislativos, políticos, y urbanísticos. Toca hacer
balance, inventario de daños, y pensar medidas paliativas, intentando hacer
Ecourbanismo. Cómo frenar una dinámica autodestructiva, y cómo hacerlo con el
menor coste social posible, sin que la salida del círculo vicioso desarrollista devenga
una pesadilla. 2.1 Un parque edificado excesivo, inútil e insostenible A corto plazo
tendremos que afrontar el problema de qué hacer con un inmenso parque edificado
condenado a la subutilización; cómo reutilizarlo, si es que somos capaces. Es
imposible que podamos ocupar toda la formidable extensión que hemos construido;
es también casi imposible que podamos mantenerla. Agotada la era de la opulencia
y el sobreconsumo, estamos entrando en una etapa de depleción3 . A medida que
avancemos, el encarecimiento de las materias primas se agravará (hace pocos años
esta declaración habría sido percibida como un agorero vaticinio, hoy es ya
desgraciadamente una realidad). Uno de los factores críticos lo será la energía. La
era de la energía barata toca a su fin, y ello pondrá al descubierto que el modelo
urbanístico actual sólo se ha podido implementar porque era muy, excesivamente,
barata. Quizás no seamos conscientes de la magnitud del parque de viviendas
construidas en este Estado; por no hablar de la extensión y densidad de las
infraestructuras, si bien en este caso el los simulacros del Eco-Urbanismo En la
práctica, el Urbanismo Ecológico es en gran medida una etiqueta que vende,
retórica puesta al servicio del “pensamiento único”. Algo es algo, al menos revela
una creciente preocupación por el entorno; pero poco más. Reducido a una
preocupación superficial, biempensante, políticamente correcta, sin cuestionar el
orden, ni la ideología dominante, va camino de convertirse en todo lo contrario: en
doctrina oficial. Presionada por los movimientos críticos y alternativos, ha tomado
algunos elementos de esa contestación, intentando, como siempre ha hecho,
diluirla, asimilarla, digerirla, neutralizarla. La búsqueda en Internet que antes
mencionaba, me ha permitido identificar en el mundo angloamericano, tres opciones
o vías para el eco-urbanismo, equiparado a las environmentally friendly communities
(comunidades o vecindarios respetuosas o amigables con el entorno). El Eco
Urbanismo se presenta con las siguientes tres tarjetas de visita: • El “Smart Growth”
o “Crecimiento Inteligente”. Un movimiento ciudadano nacido originalmente como
reacción frente al sprawl (dispersión o desbordamiento). Pese a lo que su
denominación pueda hacer creer, sus propuestas apuntan a la recuperación del
patrimonio existente, considerando el crecimiento como la última opción: “New
smart growth is more town-centred, is transit and pedestrian oriented, and has a
greater mix of housing, commercial and retail uses”. Esta asociación ha aprobado
un decálogo para la intervención desde el Crecimiento Inteligente, que se puede
resumir en los siguientes puntos: • Diversificación tipológica residencial, que incluya
una amplia de gama de precios • Creación de vecindarios caminables (peatonales)
• Impulso a la colaboración de los vecinos y de los comerciantes • Fomento de una
imagen del barrio, con la que los residentes se identifiquen • Decisiones de
planeamiento claras, equitativas, y que incluyan al sector privado • Zonificación
Plurifuncional (Mix Use Land) • Protección y Conservación de los espacios
“abiertos”, áreas naturales o ecosistemas vulnerables • Provisión de diferentes
opciones de modos de transporte • Redireccionamiento del crecimiento hacia los
núcleos ya existentes, aprovechando sus infraestructuras • Aprovechamiento las
ventajas de los modelos urbanos compactos Una propuesta que no entra al fondo
del problema, el sobreconsumo de recursos, y que sigue proponiendo modelos
propios de la era de la abundancia, aunque no del despilfarro.
Sustainability, sostenibilidad o sustentabilidad, definida como la consecución del
mínimo impacto ambiental, el uso de tecnologías respetuosas con los ecosistemas
naturales, la eficiencia energética, la reducción en el consumo de combustibles
fósiles, el incremento de la producción local, y el menor uso de transporte
motorizado y mayores desplazamientos a pie ○ Quality of Life (calidad de vida). A
modo de síntesis, la suma de las anteriores medidas deben proporcionar una mayor
calidad de vida, creando lugares que enriquezcan, eleven e inspiren el espíritu
humano. Una propuesta tan coincidente con la del Smart Growth que casi parece la
misma. • Los Eco-villages o Eco-communities. Con muchos elementos comunes con
las propuestas del New Urbanism (densidad, caminabilidad,…), en esta iniciativa se
refuerzan los aspectos “comunitarios” o sociales, la creación de vínculos vecinales,
apostando por tipologías de vivienda semi-colectivas, que comparten servicios e
infraestructuras (calefacción, lavandería, comedor, zonas de ocio comunes,…). El
aspecto más destacables de estas colectividades, que recuerdan vagamente a las
comunas de los sesenta, es su apuesta por la autosuficiencia en el suministro
insumos (agua, energía, saneamiento,…) incluso algunas de ellas contienen
granjas cooperativas. En Marzo de 2008 el Wall Street Journal estimaba su número
en unas 1.000 en los EEUU. Queda abierta una búsqueda, y una investigación,
sobre las intervenciones Ecourbanísticas en Europa (y en otras regiones
planetarias), apenas iniciada. De las primeras informaciones que he podido
encontrar deduzco una idea: en el mundo angloamericano las propuestas
Ecourbanísticas proceden de movimientos y colectivos organizados al margen de
los aparatos del poder político, y plantean por lo general lo que podríamos
denominar modelos de sustitución, barrios construidos ex novo, que traen a la
memoria algunos de los planteamientos del Urbanismo Utópico de las primeras
etapas de la sociedad industrial, aunque esta vez más centrados en lo ecológico, y
no tanto en lo social, y menos aun en lo productivo. Por contra en Europa se ha
optado por un modelo fomentado desde el poder político, y de transformación de lo
existente. Es una generalización inicial, que, estoy seguro, puede ser contradicha
por ejemplos de sentido contrario, pero como toda generalización atiende a los
rasgos predominantes. Las transformaciones ecourbanísticas en Europa parecen
ser más parciales, no tan globales, más limitadas, más institucionales, pero…
precisamente por todo ello quizás más viables y realistas. Volvamos a las
experiencias analizadas, todas ellas angloamericanas. En síntesis: pese a que
aportan elementos positivos, estas propuestas de Ecourbanismo no dejan de ser un
simulacro9 , una ensoñación o un sucedáneo, una idea para consumo y sedación
de conciencias alarmadas por la cada vez más innegable crisis ecológica planetaria,
o una fantasía bienintencionada, pero sin base, porque no atacan el núcleo de la
cuestión: el decrecimiento de los impactos, de los consumos, de la expansión
urbana. De la descalificación a la clasificación. Las formas en que se presenta el
pseudo Ecourbanismo son, como mínimo, tres, la cosmética, la tecnológica y la
conservacionista, limitadas, respectivamente, a: • maquillar la imagen de los nuevos
desarrollos con abundantes ajardinamientos, zonas peatonales, empleo de
materiales con buen aspecto ambiental, “eco-friendly”, y muchas láminas de agua,
con cisnes y nenúfares incluidos. • postular la necesidad de la eficiencia, lo cual se
supone debería redundar en un ahorro en el consumo de recursos • conservar o
proteger, indultar, aislándolos y preservándolos del desarrollo, algunos elementos
valiosos, colocándolos en una especie gueto o museo (Diago, 2006a y b). Existe
una línea de frontera, un indicador fiable, para distinguir las mistificaciones
ecourbanísticas de las propuestas realmente sostenibles. Tras evaluar la necesidad
de tal proyecto, hay que preguntarse si no hay otra forma mejor, de resolverlo, y
mejor quiere decir con menor nivel de consumo de recursos, con una menor
destrucción de capital natural, con una menor generación de residuos. 3.1 El Eco-
Urbanismo Cosmético Esta falsificación se limita a los aspectos más estéticos,
entendidos de la forma más banal, como pura apariencia. Mencionaré un caso real,
el del Plan de Embellecimiento del circuito urbano de Formula I de València:
mientras se eluden, con subterfugios legales, todas las exigencias de redacción de
las obligatorias evaluaciones de impacto ambiental (ni tan siquiera el impacto
acústico se calcula), se propone un Plan de Embellecimiento, que sólo intenta tapar
las vergüenzas urbanas y sociales de la zona, a base de tender lonas y falsas
fachadas, y plantar césped artificial (sic, el natural no aguantaría en plena canícula
estival mediterránea). Pero este ecologismo cosmético no pasa las más de las
veces de “esconder el polvo debajo de la alfombra”, o lo que es lo mismo a exportar
los residuos, mientras sigue deglutiendo bulímicamente recursos que se toman y
traen de tierras bien lejanas (Almenar y Bono, 2000). 3.2 El Eco-Urbanismo
Tecnológico, la Eficiencia como bandera Otra versión del pseudo Urbanismo
ecológico opta por la técnica, por la tecnología como tabla de salvación. No se trata
de cambiar nada, sino de mejorar técnicamente nuestro mundo: la tecnología tiene
la llave, la varita mágica. Que agotamos los combustibles fósiles en un absurdo
derroche: la fusión nuclear, la recreación del Sol en la Tierra, nos permitirá disponer
ilimitadamente de energía, y quizás como paso previo, las pilas de hidrogeno o los
biocombustibles suplirán la transición (aunque ello suponga condenar al hambre a
millones de personas); que consumimos mucha más agua de la que la naturaleza
en su proceso cíclico nos puede suministrar: con desalinizadoras por doquier
nuestra demanda no conocerá limites (ya veremos de donde sacamos la energía
necesarias para su funcionamiento); que los alimentos y otras materias primas
(minerales, maderas,…) no son suficientes para una demanda insaciable: la
tecnología agraria o industrial podrá aumentar en paralelo su producción, reciclando
infinitamente la disposición de bienes. Una utopía propia de los principios de la era
industrial, pero insensata a principios de siglo XXI.
El Eco-Urbanismo Ambientalismo, guetos o museos. La tercera falsificación,
impostación, se presenta de la mano de la mano de un cierto ambientalismo, de la
voluntad de conservar o proteger algunos espacios. Un fraude difícil de
desenmascarar, porque el medioambientalismo parte de diagnósticos críticos y
acertados del proceso de deterioro del ecosistema planetario, pero autolimita las
medidas a ámbitos cada vez más acotados y reducidos. Fuera de ellos, de los
Parques Naturales, de los espacios preservados a modo de santuarios, de los
Suelos Protegidos, menguantes sin tregua, pareciera que todo está permitido. Los
planes urbanísticos, oficiando un ritual litúrgico acotan ámbitos objetos de
protección, reservas, zonas francas, parques, LICS, redes natura,… mientras fuera
se permite casi todo. La tergiversación de esta estrategia llega al paroxismo en
proyectos ejemplares como el de Sociòpolis en València, donde se destruye so
pretexto de proteger, donde se justifica la ocupación de la huerta, para
salvaguardarla. Las tres impostaciones del Eco-Urbanismo, pueden darse separada
o conjuntamente. Resumiendo una intervención ecourbanística sólo es tal si fija
límites al crecimiento, como paso previo y provisional al señalamiento del alcance
del decrecimiento, asumiendo el final de la era de las grandes expansiones urbanas,
y si supone una reducción absoluta, no relativa, del consumo de recursos, inputs o
insumos urbanos ¿Cómo podemos plantear un cambio de referencias, que nos
permita la evolución a ese estado de cosas?, dicho de otra forma (más directa):
¿podemos hacer algo más que prepararnos para la lucha por la supervivencia?11
Creo que sí, aunque sólo sea para justificar la publicación de este texto. 4
Pesadillas: la transición al Estado estacionario Centrándonos en el Urbanismo, pero
siendo consciente de que, sin negar la importancia de las ciudades en la situación
de emergencia hacia la que vamos, el problema es estructural, social, y que su
expresión urbanística no es el problema central, sino el de los patrones de
producción y consumo. La primera pregunta que podemos plantearnos es acerca la
posibilidad de una transición más o menos organizada y pacífica a la sociedad post-
desarrollista a un modelo ecológico, sostenible, viable, perdurable o si nos estamos
abocados al caos, a la barbarie. No soy capaz de contestar a este dilema, y mis
opiniones más serían fruto de lo que los anglos llaman wishful thinking, aunque debo
reconocer que visto lo que vemos día a día no soy nada optimista. Estrategias
solidarias para la supervivencia (urbana). La estrategia para la supervivencia pasa
por el decrecimiento, por la reducción de los consumos en los “inputs” (insumos)
urbanos. La aparente dificultad de establecer, de definir lo que podemos entender
como un EcoUrbanismo, de definir las acciones concretar se rebaja ante la
consideración de los modos actuales de producir ciudad, del Urbanismo actual; por
negación de sus aspectos más insostenibles podemos empezar a construir una
alternativa eco-urbanística concreta. 4.1. Escenarios Generales, Urbanístico e
Inmobiliario Un escenario verosímil a corto plazo: el agravamiento de la crisis
económica y la depleción de recursos básicos. Sus consecuencias más notorias
serían: • Escasez y Carestía de la energía, y de otros recursos básicos (agua p.e.),
por depleción derivada del sobreconsumo. • El pinchazo, o desinflado en las
versiones menos negativas, de la Burbuja Inmobiliaria, con efectos generales sobre
todo el sistema financiero (Roch, 2008). Una hipótesis especialmente preocupante
en nuestro País (valenciano) y en todo el Estado. La magnitud de la crisis económica
sería proporcional al peso del sector inmobiliario. En la opción más pesimista, la
crisis llegaría al colapso económico, comprendiendo el hundimiento del sistema
financiero. • Consecuencias sociales: aumento del desempleo, malestar en una
sociedad que ha estado viviendo por encima de lo razonable (y de lo justo),… con
un endurecimiento de las medidas represivas por parte del poder político. A medio
plazo una hipótesis plausible, si no se adoptan medidas de emergencia es la del
colapso ecológico planetario: el deterioro irreversible de ecosistemas vitales (selvas
húmedas, océanos, casquetes polares,…), la alteración del clima, por calentamiento
y destrucción de actuales equilibrios (dinámicos), el agotamiento de los recursos,
tras su proceso de depleción,… nos conducirían a un escenario de suma
inestabilidad social, con hambrunas generalizada, y eventualmente el desplome de
la “civilización” moderna. Pero, ¿cómo nos preparamos para estas eventualidades?
Con la estrategia del avestruz, escondiendo la cabeza debajo del ala, y negando o
ridiculizando este tipo de escenarios. En realidad es peor: el avestruz se queda
quieta, la sociedad desarrollista no, se ha lanzado con todo su ímpetu a rematar los
recursos, hasta el último aliento. Como soy un optimista impenitente, no voy a dejar
de proponer actuaciones, medidas urbanísticas, deducidas a contrario sensu de las
anteriores disquisiciones.
AGUA LIMPIA
USO EFICIENTE: Se busca disminuir y optimar los consumos del líquido. Los
proyectos urbanos se hacen responsables
de sus vertimientos, separan las aguas grises (ligeramente sucias) de las negras
(aguas servidas), reutilizando las
grises y tratando las negras "in situ" (léase dentro de la casa, el edificio, el barrio o
el sector urbano). Los diseños se
adaptan para estos fines, en ocasiones modificando la cultura y costumbres de los
residentes.
INTERCAMBIO DE SERVICIOS: Ciudades y sectores urbanos, tratan sus
vertimientos de manera que la materia
orgánica pueda ser utilizada por distritos agrícolas dispuestos o existentes en las
cercanías. Humedales naturales y
artificiales son utilizados para tratar aguas, aprovechando sus capacidades
naturales de manera controlada, para
proteger otros cuerpos de agua y minimizar costos de potabilización a otras
ciudades o sectores.
AIRE LIMPIO
CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD
El paisaje incluye a los jardines, junto con los edificios, condominios y casas
diversas.
Los jardines y áreas verdes ayudan a generar armonía en las áreas que ocupa y su
entorno, brinda al ser humano equilibrio entre lo urbano y la naturaleza. Un jardín
debe ser estético, generar contraste con la zona urbana a la que pertenece,
mantener un orden y equilibrio para generar el impacto positivo en las personas que
frecuentan esas áreas.
Los planteamientos del eco urbanismo son propuestas para los nuevos problemas
urbanos relacionados con la sostenibilidad económica, social y ambiental y las
amenazas derivadas del cambio climático, casi todas lanzadas desde economías y
ciudades del mundo desarrollado bajo conceptos como “smart growth”, “new
urbanism”, “LEED-ND”, “climatesmart”, “resilient community”, conceptos que han
pasado al español como “urbanismo sostenible”, “eco urbanismo”, “eco barrios” o
“eco vecindarios”.
Existen experiencias de eco urbanismo en la forma de eco barrios a nivel
internacional, nacional y distrital. Entre las internacionales podemos mencionar:
Pescara, Italia. Su principal característica es el diseño urbano y la aplicación de los
principios de sostenibilidad en grandes proyectos de renovación urbana.
Ferrara, Italia. Líder europeo en reciclaje
Valencia, España (Sociópolis)
Sarriguren (Pamplona, España) Localidad de 5.000 viviendas. Paneles solares que
ahorran 60% de energía, reutilización de aguas lluvias y grises
Valdespartera (Saragoza, España. Localidad de 10.000 viviendas
Trinitat Nova (Barcelona). Localidad de 3.500 viviendas. Proyecto de ahorro de
energía a partir de energía solar
Dongtan (China), en la isla de Chongming (Shangai) Fraiburgo (Alemania), proyecto
desde 1970 (transporte integrado y diversos medios, energía solar subvencionada
que representa 5% del total. Los nuevos desarrollos tienen exigencias ecourbanas
rigurosas)
Erlangen (Baviera, Alemania) énfasis en ahorro en consumo de agua.
Heidelberg (Alemania). Proyecto de reducción de CO2 en edificios públicos y
universidad (35% y 13% de reducción para 2003)
Oslo (Noruega). Sistema de transporte público
Estocolmo (Suecia)
Halifax (Australia)
Ciechanow (Polonia). Desde 1994, proyectos de eco ciudad centrados en el impacto
en la salud (calidad del agua y tratamiento de aguas residuales, calidad del aire y
del suelo, mantenimiento de edificios, recolección, reciclaje y disposición de
residuos sólidos
Es un paso que hemos vivido en otros ámbitos de nuestra vida y es de esperar que
también ocurra en algo tan importante para nosotros como es la arquitectura y el
urbanismo. Nos referimos a la evolución de considerar únicamente lo
ambiental o ecológico, a desarrollar e integrar todas las vertientes de la
sostenibilidad.
Paisajismo urbano
Bajo la premisa de un manejo de agua sustentable, el trato con agua deberá ser
reconsiderado de manera totalmente nueva y ser integrado por dirigentes políticos
responsables.
“cualquier parte del territorio tal como lo percibe la población, cuyo carácter sea el
resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos” fuente:
convenio europeo del paisaje “desde un punto de vista etnológico, el paisaje es
consustancial con las formas de vida social. observándolo se puede describir el tipo
de sociedad que lo genero…” fuente: fariña, j. (2007): la ciudad y el medio natural.
ed. akal, pp. 262 todo lugar tiene un valor paisajístico, también las zonas urbanas
necesidad de conservación/mejora paisajística de todos los ámbitos d preocupación
por la banalización de los entornos urbanos insostenibilidad de desarrollos y
planificaciones estandarización objetivo es lograr una ciudad habitable (más allá de
lo estético, implicación social) supone un nuevo enfoque dinámico supera la
consideración estética, destacaba lo visual sobre lo percibido se considera la
relación paisaje calidad de vida en la convención de florencia (año 2000) se destacó
el interés por: - las áreas urbanas densas - las ciudades dormitorio - los parques
tecnológicos - las áreas agrícolas periféricas - los ámbitos de las infraestructuras
fuente: nogué, j. (2010): paisatge, territori i societat civil, ed. tres i quatre, valencia,
pp 62. ¿qué es el paisaje urbano? podemos considerarlo como: “cualquier ámbito
geográfico tal como lo percibe la población, cuyas características son el resultado
de la evolución histórica de los asentamientos humanos para la función residencial
y la realización de actividades económicas. los mismos se desarrollan en territorios
que tienen unas características físicas concretas que, en parte, condicionan su
morfología y distribución” fuente: elaboración propia a partir de la definición de
paisaje dada en el convenio europeo del paisaje limites o bordes recorridos nodos
o puntos estratégicos sectores o barrios puntos de referencia componentes del
paisaje urbano fuente: la imagen de la ciudad. kevin lynch puede ser interesante
analizar el paisaje urbano, con el objetivo de: - conocer mejor los ámbitos urbanos
- detectar problemas de la ciudad - vincular problemas de la ciudad y características
del paisaje con los problemas sociales - los problemas sociales de la ciudad
determinan y/o condicionan el paisaje - contribuir a la construcción de la ciudad
sostenible - preservar el patrimonio y modelos de ciudad anteriores - la participación
ciudadana - equilibrio territorial (integración periferias) los problemas sociales de los
ámbitos urbanos ¿tienen reflejo en el paisaje? algunas cuestiones que nos pueden
ayudar: ¿qué usos? ¿qué decisiones? determinan el paisaje urbano relación
cuestiones sociales se definen las características de lo que debería ser.
CIUDAD AMBIENTAL
La ciudad ambiental sería aquella que cumpla los siguientes requisitos: - Creada
desde un sistema poli céntrico - Optima y menor ocupación del suelo - Accesible en
su entorno - Dotada de zonas verdes y parques públicos (proporción no
Las intervenciones urbanas estratégicas en nuestras ciudades, es decir, las que han
protagonizado el urbanismo de los últimos años, tienden a verse como correlatos o
reacciones más o menos directas a los procesos urbanos propios de la era de la
globalización. Sin embargo, una mirada más amplia, con perspectiva multisectorial,
histórica y comparada, permite situar las estrategias y proyectos urbanos recientes
en relación a las concepciones dominantes en el contexto urbano y en el periodo en
el que se producen. ¿Cuáles son las concepciones, tradiciones, modelos y
paradigmas que sustentan esos proyectos urbanos? ¿Qué hay de nuevo en el
‘nuevo urbanismo’ de la era de la globalización? ¿Hasta qué punto resultan vigentes
y compatibles el urbanismo arquitectónico, el urbanismo tecnológico y el urbanismo
paisajístico y ecológico? Esas preguntas están en la base de un amplio debate que
tiene lugar en las últimas tres décadas, sobre todo en la cultura urbanística europea.
El interés del mismo no es sólo profesional, sino que va asociado a una refl exión
sobre la naturaleza del urbanismo contemporáneo y sobre su ‘aprendizaje’ en las
escuelas de arquitectura. Con el objetivo de aportar algunos elementos a ese
debate, plantearemos ciertas cuestiones que tienen que ver con las visiones
profesionales, pero también con la teoría y la práctica del urbanismo. La hipótesis
de partida es la de que los proyectos urbanos integrados, pueden entenderse como
formas de intervención que oscilan entre distintos ‘modelos’ o paradigmas
urbanísticos, desde el urbanismo arquitectónico hasta el urbanismo paisajístico y
ecológico. Nos centraremos, en primer lugar, en una rápida revisión de las
tradiciones y modelos que han presidido la cultura urbanística del siglo xx y su
eventual ‘recuperación’ a principios del siglo xxi. Para ello, adoptaremos un enfoque
retrospectivo y prospectivo, una perspectiva histórico-urbanística que nos permita
aproximarnos a tres paradigmas que protagonizan el urbanismo contemporáneo
Después de referirnos a algunos episodios pasados y recientes que, a calidad de
agua estable, se utilizan nuestros filtros de agua ilustran cada una de esas
modalidades urbanísticas, comentaremos brevemente ciertas actuaciones
recientes, especialmente en dos ciudades españolas que pueden servir como
ejemplos significativos (Barcelona y Zaragoza). Lo que denominamos ‘urbanismo
contemporáneo’, una disciplina de raíz arquitectónica, aunque con ambición
integradora de otros saberes técnicos, tiene algo más de un siglo de historia La
discusión sobre su naturaleza, en relación a los cambios recientes experimentados
por el urbanismo, se ha planteado a partir de dos polos que, de forma esquemática,
podríamos entender como interpretaciones ‘rupturista’ y ‘continuista’
respectivamente. Para los que se sitúan en el primer polo, los procesos urbanos y
las respuestas urbanísticas a las que asistimos en los últimos 20–25 años serían
explicables desde la lógica de la globalización y de las nuevas situaciones
socioeconómicas y tecnológicas. En cambio, para los segundos, los problemas y
las respuestas a las nuevas condiciones urbanas podrían inscribirse claramente en
determinadas tradiciones, ciclos y paradigmas que tienen distinto peso según las
situaciones específicas de las ciudades. Un indicador de las primeras
aproximaciones sería la proliferación de neologismos que sustituyen el término
‘ciudad’ por otras denominaciones que enfatizan los cambios en las nuevas
situaciones urbanas y las correspondientes estrategias urbanísticas: Metápolis,
meta ciudades, Zwischenstadt, Postmetropolis, etc.3 De acuerdo con esas visiones,
la mayor parte de las manifestaciones del discurso urbanístico actual serían
consecuencias casi directas de las nuevas condiciones, asociadas a la era de la
globalización: la arquitectura icónica y el marketing urbano, la ciudad de la
información o ‘infociudad’; o bien las reacciones alternativas, las que se plantean un
urbanismo ‘sostenible’, basado en la ciudad compacta, etc. En consecuencia, las
respuestas que se demandan deberían ser radicalmente diferentes a las que han
guiado el urbanismo moderno y contemporáneo. Para poco servirían los referentes
del pasado ni los modelos de la Ciudad Jardín, ni el urbanismo de la Carta de Atenas
si las condiciones han cambiado de forma tan sustancial. Parafraseando a Albert
Einstein, podríamos decir también, como él hacía en referencia a la crisis de 1929,
que «el mundo no superará el estado actual de crisis utilizando el mismo
pensamiento que creó esa situación» Por otro lado, estarían las visiones con
perspectiva histórica, las que muestran las conexiones y, también, los cambios y las
rupturas de las respuestas actuales en relación a determinadas tradiciones y
paradigmas formulados durante los últimos 100 años. Así, el énfasis reciente en las
formas urbanas y la atención a la arquitectura de la ciudad no sería tan novedoso.
Como tampoco lo sería la confianza en la tecnología para responder a los desafíos
urbanos, aunque al protagonismo habitual de las infraestructuras de transporte se
sumen ahora las manifestaciones de la nueva economía del conocimiento, con
distritos digitales y demás. Tampoco estaríamos ante una visión radicalmente
distinta al abordar los problemas de la reconciliación de los procesos urbanos con
el entorno natural, o al enfocar los límites del crecimiento urbano desde la creciente
sensibilidad hacia el medio ambiente y la sostenibilidad. Por decirlo con las palabras
de Peter Hall, a menudo «inventamos la rueda “La única manera de entender el
grado de novedad o de continuismo es el de explorar esas conexiones conceptuales
e instrumentales, analizando de forma temática y cronológica los episodios
significativos de la cultura urbanística. Desde hace algún tiempo, se consideraban
las dos tradiciones o ‘modelos’ fundamentales: por un lado, el ‘culturalista’, que
nosotros podemos asociar a la tradición de la arquitectura urbana y al paradigma
morfologista; por otro, el ‘progresista’ o ‘funcionalista’ François Ascher completa ese
esquema con otro polo el urbanismo abierto y normativo frente al anticipador y
programático. Por nuestra parte, añadimos a esos dos primeros modelos el
paradigma paisajístico y ambiental. De este modo, podemos plantear la
coexistencia de, al menos, tres tradiciones y paradigmas diferentes: un urbanismo
de raíz culturalista, morfologista y, en definitiva, arquitectónica; otro de naturaleza
economicista, tecnológica y funcionalista; y un tercero de naturaleza organicista,
paisajista y ambientalista.
EL URBANISMO DE LOS MONUMENTOS, LA ARQUITECTURA URBANA Y EL
PARADIGMA MORFOLOGISTA
Podemos referirnos al primero de esos paradigmas, a su renovada presencia y a su
‘recuperación’ cíclica en los últimos años. Cuando Peter Hall plantea la hipótesis de
la constante «invención de la rueda» por parte de arquitectos y urbanistas se refi
ere a planteamientos como los del New Urbanism norteamericano, pero también a
muchos otros que ahora ‘reinventan’ «la ciudad de los monumentos» y la «ciudad
de la arquitectura». Efectivamente, el conocido urbanista considera esa tradición,
dentro de la lógica del embellecimiento urbano, como una de las ‘respuestas’ a los
estragos propios de la era industrial y la industrialización. Naturalmente, esa
tradición no era nueva, podríamos remontarnos al urbanismo clasicista o anterior,
pero sí podemos estar de acuerdo en que ‘renace con fuerza’ a mediados del siglo
xix y, sobre todo, en el siglo xx con el movimiento City Beautiful, o con otras
variantes en las ciudades europeas. Pero lo que resulta verdaderamente destacable
es el renovado interés por esta tradición de la arquitectura urbana en las últimas
décadas. Algo que se manifiesta en la reedición de tratados y episodios urbanísticos
de ese periodo, como el propio Plan de Chicago o el libro de Werner Hegeman
American Vitrubius (reeditados ambos en 1993)8 . En esa tradición se inscribirían
también las concepciones del Arte urbano y el Civic Art con los proyectos
residenciales del primer tercio del siglo para ciudades como Ámsterdam. El Plan Sur
de Hendrik Petrus Berlage para Ámsterdam constituye un episodio clave que ahora
nos resulta ejemplar por su visión integradora, con la atención a la arquitectura
urbana de la vivienda masiva. La superposición de escalas, la combinación de
composiciones urbanas clasicistas con el tratamiento de los espacios públicos, la
integración de las redes viarias con los ejes monumentales dando lugar a una
notable variedad arquitectónica y urbanística, con una interpretación renovadora del
sistema de manzanas, calles y plazas; todo ello está en la base de su recuperación
reciente . Habría también otra línea de continuidad en la tradición de la «arquitectura
de la ciudad». Aunque es cierto que las concepciones de Aldo Rossi supusieron una
ruptura con las visiones del Movimiento Moderno, eso no signifi ca que la novedad
fuera absoluta, si se considera un periodo histórico más amplio. Nociones como la
revalorización de la ciudad histórica y la consideración de la ciudadcon el
redescubrimiento de su vigencia y posibilidades de reinterpretación en nuestras
ciudades12. Otra variante de la cultura del proyecto urbano y el «urbanismo de los
monumentos» de principios del siglo xx, resulta ahora especialmente actual por
otros motivos, entre los cuales es destacable el de su asociación a estrategias de
«promoción urbana» y la creciente importancia de la «economía simbólica», basada
en la cultura, el turismo y el marketing urbano. El culturalismo arquitectónico da paso
aquí a un «urbanismo cultural»13 que también se asocia a los proyectos urbanos
estratégicos, muy conscientes del poder de las imágenes urbanas. Más que nunca
podemos encontrar conexiones con las estrategias recientes que confían en la
capacidad de los edificios y proyectos ‘emblemáticos’ para producir efectos más o
menos directos en la transformación urbana, lo que un periodista ha llamado
«arquitecturas milagrosas»14. ¿Cuáles son las relaciones entre la «arquitectura
monumental» de ese ciclo de principios del siglo xx y esas arquitecturas
emblemáticas que proliferan desde los años 90 del pasado siglo hasta ahora?
Desde distintas perspectivas, se apuntan sugerentes paralelismos y continuidades.
Aunque también resultan obvias las diferencias entre el «urbanismo de los eventos»
de la era industrial respecto a los que se despliegan en la «era de la
globalización»15. Comparando la célebre Exposición colombina de Chicago de
1893 con la reciente Exposición universal de Shanghái de 2010, no parece
exagerado afirmar que la lógica del embellecimiento urbano del movimiento City
Beautiful de principios del siglo xx, experimenta 100 años después solamente
versiones renovadas, basadas en el espectáculo urbano y en el City Marketing a
una nueva escala.
EL URBANISMO FUNCIONALISTA Y EL PARADIGMA TECNOLÓGICO
Elusión de los costos de los bienes y servicios ambientales del desarrollo urbano,
cargándolos vía contaminación ambiental y calidad de vida en la ciudad, y vía
externalidades ambientales negativas a la región.
Instrumentos de urbanismo
Los instrumentos para lograr un urbanismo sostenible y avances en ecourbanismo
y construcciones sostenibles son una mezcla de los conjuntos de persuasión moral,
regulación y control y mecanismos de mercado. El objetivo de los instrumentos es
facilitar la oferta universal de los bienes y servicios públicos de tipo local (local, zonal
y de ciudad) y garantizar su financiación. La estructura y dinámica de cada mercado
define el tipo de instrumentos que podrían utilizarse. En especial, será necesario el
uso de subsidios para avanzar en la oferta universal de vivienda digna y el PSA para
objetivos de preservación del patrimonio cultural e histórico urbano y de usos del
suelo considerados esenciales para el urbanismo sostenible (rondas, protección de
cuencas).
Urbanismo Sostenible
Comprende 4 líneas de acción: localización responsable, uso eficiente del territorio,
conservación y protección de flora y fauna, y patrimonio.
El urbanismo a que nos referimos con estas líneas de acción es un servicio público
en la medida en que se expresa en ordenamiento territorial. Comprende también
bienes privados en la medida en que se refiere a construcciones. Así, el resultado
final en términos de sostenibilidad depende de la administración (funciones de
regulación y control) y de los propietarios de construcciones y edificaciones (por las
características de la localización elegida y su forma de aprovechamiento de las
condiciones específicas del territorio).
Consideramos que el problema fundamental del urbanismo sostenible, desde estas
cuatro líneas de acción, es la falta de ordenamiento territorial a nivel de territorios
específicos. La situación es la siguiente: en general, existe y más o menos se
desarrolla cierto ordenamiento territorial (cierto diseño urbano) a nivel ciudad (EEP,
equipamientos, vías arterias, Transporte, áreas residenciales, etc.). Pero a nivel
local no se pasa del diagnóstico. Se reconoce el déficit de espacio público pero no
se implementan acciones efectivas para superarlo.
El paisaje urbano tiene una serie de características que lo diferencian con otro tipo
de espacios: por un lado destaca por la alta densidad de población que viven en el
mismo; también una de sus características es que los paisajes urbanos suelen tener
una gran homogeneidad en cuanto a su extensión y una arquitectura en sus edificios
que resulta inconfundible.
Todo paisaje urbano que se precie está dotado de unas infraestructuras que no
existen ni en el espacio rural ni el espacio periurbano. Además, es espacio, o
paisaje, urbano es un territorio proclive a la prestación de servicios de todo tipo. En
este paisaje urbano se tiende a mantener las estructuras existentes, siendo un
territorio proclive a la remodelación de edificios y domicilios.
Debido a todas las características anteriormente mencionadas, el precio de suelo
suele ser mucho más caro que en las otras dos realidades (rural, y periurbano) que
se han citado con anterioridad. El que exista una fuerte presencia del sector
servicios hace que la existencia de sector primario sea infinitesimal. Además, cada
vez más, los edificios del paisaje urbano se construyen utilizando las últimas
tecnologías, como puedan ser los edificios bioclimáticos.
El paisaje urbano se encuentra definido incluso numéricamente por el número de
habitantes que en el mora. Para poder calificar de paisaje urbano una determinada
entidad geográfica, en España es necesaria la presencia de al menos 10.000
vecinos. Además, como ya se ha citado, es necesario que el sector servicios sea el
prioritario en la actividad económica.
El Paisajismo Urbano
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EQUIPO DE COMUNICACIÓN
-ESPACIOS DE TRABAJO
En nuestros centros de trabajo la Arquitectura del Paisaje es muy importante para
estimular a las a personas a sentirse bien. Integrar recursos naturales tanto en el
exterior como en el interior de nuestras oficinas puede beneficiarnos y tener un
impacto significativo en nuestra felicidad, y por ende en nuestra productividad, esto
según el estudio de El Impacto Mundial del diseño biofílico en el lugar de
trabajo de Sir Cary Cooper. Por otro lado, se debe destacar que el uso de la
vegetación en la oficina está asociado con niveles altos de creatividad.
NUESTRO HOGAR
La integración de espacios verdes a nuestro hogar es una manera de oxigenar y
crear espacios acogedores ideales para relajar nuestra mente. La creación de
jardines y terrazas son ideales para respirar aire fresco. Un jardín nos aportará una
sensación de bienestar y será el sitio ideal para relajarnos después de un día de
trabajo.