You are on page 1of 76

Eco urbanismo Paisajismo

Los grandes creadores del paisaje urbano en el siglo XIX en Europa fueron, entre
otros, Peter Joseph Lenné (1789-1866), en Postdam y Berlín, y JeanCharles
Alphand (1817-1891), en París. Supieron transformar las ciudades,
embelleciéndolas con arboledas urbanas y con nuevos parques paisajistas. En
Estados Unidos lo fue, de nuevo, Olmsted, cuyo trabajo más integral fue realizado
en la ciudad de Boston, donde no sólo creó parques paisajistas, sino que los integró
en la ciudad a través de un sistema de parques unidos por paseos arbolados.
Recuperó también las marismas y su vegetación original creando canales como
Back Bay Fence e islas comunicadas por puentes, transformando el paisaje de
unas aguas insalubres en uno de los más bellos y útiles paisajes para el recreo de
sus ciudadanos. La cultura del arbolado urbano en España se desarrolla
fundamentalmente en el siglo XIX y pasado el primer tercio del siglo XX, y comenzó
a declinar hasta llegar a la incultura urbana en la que actualmente nos encontramos.
En efecto, el nuevo desarrollo de la ciudad perdió las formas y los espacios abiertos
tradicionales que eran diversos y arbolados, reduciéndolos a «zonas verdes» —que
frecuentemente son zonas marrones en los climas secos—, situadas en los terrenos
sobrantes entre edificios de polígonos de bloques aislados, de arquitectura simplista
y repetitiva, entre vías de circulación que han producido esos paisajes urbanos y
rurales tan lamentables que suelen rodear nuestras ciudades. En el urbanismo
moderno que se practica en España se han sustituido las calles por vías de
circulación, las glorietas por rotondas, los bulevares por medianas. Ya no tienen
cabida las alamedas, las choperas, los prados, los paseos, las plazas, las plazuelas,
los jardines, los jardinillos y los patios. Paralelamente hemos perdido las referencias
humanas y amables. En la cultura occidental se ha producido una renovación en los
últimos cincuenta años, incorporando los puntos de vista ecologistas en los que el
arbolado es el mejor elemento para mejorar la calidad ambiental de los espacios
urbanos, unido a la nueva arboricultura moderna que, de una forma científica, nos
ha ofrecido un mejor conocimiento de los árboles y de las prácticas referidas a ellos,
desde su plantación a su conservación y poda. Sin embargo, como se refleja en los
espacios públicos de nuestras ciudades, estas corrientes no se conocen o no tienen
curso. En efecto, en muchos países, más y menos desarrollados que el nuestro,
llevan décadas buscando soluciones y se hacen esfuerzos porque la ciudad no sea
un contrapunto de la naturaleza y se buscan nuevas soluciones para integrarla por
los beneficios que ello conlleva y hacerlas así más habitables. Nuestras ciudades
están en manos del personal de servicios municipales que carece de formación
cualificada, por lo que su trabajo no tiene una orientación ni humana, ni culta, ni
civilizada, ni variada destinada a satisfacer el bienestar de los ciudadanos. Es
paradójico que sean los servicios municipales encargados del cuidado de los
árboles los que más y más gravemente atentan contra ellos y, además, de una
forma sistemática: podas incorrectas, brutales y con reformas salvajes que acortan
sus vidas. A ello se añade el hecho de que sirven como un modelo muy negativo a
seguir porque la gente y otros ayuntamientos de menor entidad suelen hacer lo
mismo con sus árboles y ¿cómo se va a enseñar a respetar los árboles después de
ver las agresiones a las que son sometidos? Nicolás Ortega se hace eco, en su
artículo «Elogio del arbolado urbano», de una confesión de Juan Ramón Jiménez a
Juan Guerrero Ruiz, en la que se refería al tiempo que pasó en el Sanatorio del
Rosario: «Me dice JRJ que él fue a vivir al sanatorio no porque estuviera enfermo,
sino porque necesitaba vivir entre árboles, pues él ha sido siempre hombre de
naturaleza, acostumbrado a vivir en el campo, y entonces las calles de Madrid, sin
árboles, le producían verdadero espanto, eran algo trágico para él» (Ortega
Cantero, 1995, p. 103). Hay que recordar que la preocupación de JRJ por el paisaje
fue siempre una constante y en cierto modo habría que considerarlo como un
paisajista, avant la lettre, al diseñar el ajardinamiento de la Residencia de
Estudiantes e incorporando un elemento tan característico del paisaje moguereño
por el que paseaba a lomos de Platero, y por extensión del andaluz, como son las
adelfas. Si JRJ hubiera contemplado la disminuida arboleda en bulevares, plazas y
calles, y lo perpetrado en la reciente reforma de la calle Serrano de Madrid, los
adjetivos de trágico y espanto por él utilizados habrían quedado sobrepasados. Con
la reforma llevada a cabo se han cortado las raíces en la práctica totalidad de los
árboles de la calle reformada por las zanjas abiertas con excavadoras; esos
destrozos ocasionados reducen la capacidad del árbol de absorber agua y otros
elementos imprescindibles para su supervivencia, así como producen un
debilitamiento del anclaje de los mismos al suelo; pero aún más, las condiciones de
vida del arbolado empeoran con la impermeabilización del suelo y la nueva forma
romboidal de los alcorques, que va en contra del desarrollo natural de las raíces. En
este caso concreto de la calle madrileña de Serrano, la reforma debió haber seguido
el plan de Carlos María de Castro de 1863, que consistía en dos grandes aceras
con una doble fila de acacias en cada una de ellas, y no dejando las aceras de
distinto tamaño y altura, y la sustitución de las acacias por castaños de Indias, una
especie menos apropiada por ser más exigente y menos rústica. El resultado de
esta reforma es que se ha desvirtuado tan hermosa calle madrileña. Con la cultura
urbana tradicional se lograron espacios arbolados de gran calidad ambiental como
fueron las antiguas alamedas o prados, realizados en general con una gran
economía de medios. Hoy, sin embargo, se invierten inmensas cantidades de dinero
con criterios que no son económicamente sostenibles, ni solidarios, y que por
añadidura producen poca calidad ambiental. La participación del paisajista en el
sector público es prácticamente imposible en países como el nuestro. Sin embargo,
el paisaje urbano podría mejorar notablemente si intervinieran profesionales más
sensibles al paisaje como urbanistas, paisajistas, historiadores del arte, y por
supuesto vecinos. Personas que con sus conocimientos y necesidades ayuden a
integrar la naturaleza en la ciudad.
El Ecourbanismo más allá del Urbanismo A medida que la crisis ecológica se torna
más evidente, cobran fuerza diversas invocaciones con las que se pretende
conjurarla, cual si fueran jaculatorias en las que depositamos nuestra esperanza,
confiando en su sobrenatural o mágica eficacia. La apelación más preciada es la de
la sostenibilidad, una exhortación expresada en medio de una considerable
confusión terminológica, que ha acabado, tras el desgaste y la banalización del
propio vocablo, por abarcar también al Ecourbanismo. Precisemos pues, con el
objetivo de contribuir a la construcción de un urbanismo realmente ecológico y
sostenible, sin mistificaciones.1 ¿Se puede decir algo sobre el Urbanismo Ecológico
sin limitarse a los aspectos tecnológicos, a la búsqueda de ahorros, de eficiencia,
sin duda necesarios, pero insuficientes? ¿Se puede añadir algo que no sean
trivialidades, lugares comunes y tópicos? Pensar en una ciudad ecológica, o mejor
dicho en el Ecourbanismo, es intentar reflexionar acerca de transformaciones
polémicas pero necesarias, no sobre los fútiles juegos florales que normalmente se
nos venden como ecológicos. La primera sensación cuando se aborda esta cuestión
es que todo ya está ha dicho, que los principios teóricos son de una extrema
radicalidad y sencillez, y que el Ecourbanismo se reduce, al fin y al cabo, a consumir
menos, que eso es lo único verdaderamente ecológico, una propuesta que la
sociedad actual no está dispuesta a aceptar de buen grado. Basta con efectuar una
búsqueda en Internet para apreciar lo que se entiende por Eco-urbanismo en el
dominio público. Una de las más significativas entradas es la que ofrece nada
menos que el Wall Street Journal (2008). El portavoz del (neo)liberalismo lo
identifica con el llamado Green Living, añadiendo: “Instead of adding eco-friendly
touches to existing neighbourhoods, developers are building whole new
communities designed along green principles”. Aquí tenemos un punto de partida,
una discrepancia notable porque no se trata de construir nuevas urbanizaciones por
completo, ni de añadir toques de aspecto ecológico, sino de reducir los consumos,
aprovechando el patrimonio edificado y urbanizado existente. La respuesta que dan
los medios de información y/o conocimiento de masas, asimilan el Ecourbanismo a
un sueño edulcorado de un futuro imposible e irreal, lleno de verde (con frecuencia
un verde insostenible: praderas de césped en el mediterráneo, ¡cómo si
estuviéramos en Escocia!, ¡cómo si el césped no fuera un atentado contra el
ecosistema en esas latitudes!), un escenario donde todo es lindo y verde, un
“beautiful surrounding”, un deseo gatopardiano de un cambiarlo-todo-para que
nada-realmente-cambie. Pero, ¿tiene algún sentido, alguna viabilidad hablar de
Ecourbanismo en el actual contexto social y económico?, ¿no estamos condenados
a recibir a cambio alguno de sus sucedáneos?, ¿pueden aisladamente fructificar las
propuestas de Ecourbanismo, sin ser algo más que simples especulaciones
disciplinares, académicas? Si la sociedad global (mundial) no adquiere conciencia
de que el modelo desarrollista está agotado, y que su perpetuación nos conduce al
auto-ecocidio, es estúpido e inútil pensar en cómo transformar las ciudades para
hacerlas más ecológicas”. Me temo que las cosas no van por ahí, que el sueño de
ese Ecourbanismo de fábula, va a chocar con la pesadilla de una realidad que se
deteriora día a día, que no tendremos más remedio que plantearnos el
Ecourbanismo como una estrategia de supervivencia (Life After the Oil Crash,
2008). Ya sé que estos planteamientos serán tildados de catastrofistas (con una
intención de descalificadora); y quienes los pronostican tendrán la sensación de
padecer el síndrome de Casandra. Admitamos de entrada que las ciudades nunca
podrán ser 100 % ecológicas, 100 % sostenibles, de lo que se trata es de reducir su
impacto hasta donde sea posible, al máximo. Las urbes tienen por definición, por su
propia naturaleza, una repercusión ecológica, una afección sobre el medio que las
rodea, y actualmente incluso sobre medios y recursos bien lejanos. A principios de
siglo XXI, por primera vez en la historia de la humanidad, la población urbana superó
a la rural. Si la tendencia no se invierte, y nada apunta en esa dirección, la población
mundial acabará por ser mayoritariamente urbana. Es, pues, en las ciudades donde
se juega gran parte de la sostenibilidad del planeta, de su impacto en el ecosistema
planetario. 1.1 La idea central del Ecourbanismo: la existencia de límites y la
translimitación Es necesario insistir en una idea central, axiomática: la existencia de
límites. Es algo tan evidente que parece mentira que no se haya formulado antes
con más precisión: el planeta tiene límites, es finito y la idea de que podemos crecer
perpetua e infinitamente es ridícula, sencillamente imposible. Añadamos otro dato
no tan evidente, pero sobre el que existe suficiente consenso entre los científicos
para que lo adoptemos como punto de partida: hemos sobrepasado los límites (Fig.
1), ya hemos roto el equilibrio, inestable pero equilibrio, del planeta a base de extraer
de él, de consumir, más de lo que nos puede dar. Un hecho al que se ha
denominado translimitación (ecological overshoot en inglés). Cualquier reflexión
sobre el Ecourbanismo debe partir de estos dos supuestos básicos: i) que el
crecimiento tiene límites y, ii) que ya los hemos sobrepasado. Con un corolario
inmediato: debemos frenar el crecimiento, buscando el llamado Estado Estacionario
concebido como etapa de transición hacia un modelo de decrecimiento.
Aplicado al Urbanismo esto quiere decir que, al menos en el mundo rico (el Primer
Mundo, el “Norte”, los países hiperconsumidores, como acordemos en
denominarlos), el crecimiento debe ser cuestionado, debe abandonarse e incluso
prohibirse. La era de los planes de expansión, de extensión, de ensanche, de
crecimiento, de desarrollo,… como se les quiera llamar, ha finalizado. El crecimiento
es la hipoteca que nos deja el siglo XX. El problema del Urbanismo del futuro, de
ahora, es el de como transformar, como aprovechar, como hacer viables, esas
enormes extensiones de tejidos urbanos que innecesariamente hemos producido.
O lo que es lo mismo, insistiendo en la idea central, ya que hemos superado los
límites, ya que hemos ido demasiado lejos, ahora hay que pensar en cómo volver a
ellos, como dar marcha atrás, como desandar un camino equívocamente recorrido.
Hay una operación matemática que conviene recordar. Es aquella que permite
calcular el tiempo en que una magnitud sometida a un crecimiento de tasa constante
(crecimiento exponencial) se duplica. Es fácil de traer a la memoria, es la regla del
69, que establece el tiempo de doblado en: T2 ≈ 69 / i; donde “i” es la tasa o
porcentaje anual de aumento, en tanto por cien2 . Una inocente expresión que da
mucho juego; p.e. si la vivienda aumentó en la década a caballo del cambio de siglo
alrededor de un 14 % anual, eso significa que cada 5 años dobló su precio. La
palabra clave es pues decrecimiento, una expresión que admite pocas
tergiversaciones, de término obús ha sido calificado, mucho más claro e inequívoco
que el de sostenibilidad. En breve, el Urbanismo ecológico o sostenible, es el
Urbanismo del decrecimiento.
Realidades: Paisajes urbanos después del boom Acaba una década larga de
“expansión”, de desarrollismo sin freno, alentado por la conjunción sinérgica de
factores económicos, financieros, legislativos, políticos, y urbanísticos. Toca hacer
balance, inventario de daños, y pensar medidas paliativas, intentando hacer
Ecourbanismo. Cómo frenar una dinámica autodestructiva, y cómo hacerlo con el
menor coste social posible, sin que la salida del círculo vicioso desarrollista devenga
una pesadilla. 2.1 Un parque edificado excesivo, inútil e insostenible A corto plazo
tendremos que afrontar el problema de qué hacer con un inmenso parque edificado
condenado a la subutilización; cómo reutilizarlo, si es que somos capaces. Es
imposible que podamos ocupar toda la formidable extensión que hemos construido;
es también casi imposible que podamos mantenerla. Agotada la era de la opulencia
y el sobreconsumo, estamos entrando en una etapa de depleción3 . A medida que
avancemos, el encarecimiento de las materias primas se agravará (hace pocos años
esta declaración habría sido percibida como un agorero vaticinio, hoy es ya
desgraciadamente una realidad). Uno de los factores críticos lo será la energía. La
era de la energía barata toca a su fin, y ello pondrá al descubierto que el modelo
urbanístico actual sólo se ha podido implementar porque era muy, excesivamente,
barata. Quizás no seamos conscientes de la magnitud del parque de viviendas
construidas en este Estado; por no hablar de la extensión y densidad de las
infraestructuras, si bien en este caso el los simulacros del Eco-Urbanismo En la
práctica, el Urbanismo Ecológico es en gran medida una etiqueta que vende,
retórica puesta al servicio del “pensamiento único”. Algo es algo, al menos revela
una creciente preocupación por el entorno; pero poco más. Reducido a una
preocupación superficial, biempensante, políticamente correcta, sin cuestionar el
orden, ni la ideología dominante, va camino de convertirse en todo lo contrario: en
doctrina oficial. Presionada por los movimientos críticos y alternativos, ha tomado
algunos elementos de esa contestación, intentando, como siempre ha hecho,
diluirla, asimilarla, digerirla, neutralizarla. La búsqueda en Internet que antes
mencionaba, me ha permitido identificar en el mundo angloamericano, tres opciones
o vías para el eco-urbanismo, equiparado a las environmentally friendly communities
(comunidades o vecindarios respetuosas o amigables con el entorno). El Eco
Urbanismo se presenta con las siguientes tres tarjetas de visita: • El “Smart Growth”
o “Crecimiento Inteligente”. Un movimiento ciudadano nacido originalmente como
reacción frente al sprawl (dispersión o desbordamiento). Pese a lo que su
denominación pueda hacer creer, sus propuestas apuntan a la recuperación del
patrimonio existente, considerando el crecimiento como la última opción: “New
smart growth is more town-centred, is transit and pedestrian oriented, and has a
greater mix of housing, commercial and retail uses”. Esta asociación ha aprobado
un decálogo para la intervención desde el Crecimiento Inteligente, que se puede
resumir en los siguientes puntos: • Diversificación tipológica residencial, que incluya
una amplia de gama de precios • Creación de vecindarios caminables (peatonales)
• Impulso a la colaboración de los vecinos y de los comerciantes • Fomento de una
imagen del barrio, con la que los residentes se identifiquen • Decisiones de
planeamiento claras, equitativas, y que incluyan al sector privado • Zonificación
Plurifuncional (Mix Use Land) • Protección y Conservación de los espacios
“abiertos”, áreas naturales o ecosistemas vulnerables • Provisión de diferentes
opciones de modos de transporte • Redireccionamiento del crecimiento hacia los
núcleos ya existentes, aprovechando sus infraestructuras • Aprovechamiento las
ventajas de los modelos urbanos compactos Una propuesta que no entra al fondo
del problema, el sobreconsumo de recursos, y que sigue proponiendo modelos
propios de la era de la abundancia, aunque no del despilfarro.
Sustainability, sostenibilidad o sustentabilidad, definida como la consecución del
mínimo impacto ambiental, el uso de tecnologías respetuosas con los ecosistemas
naturales, la eficiencia energética, la reducción en el consumo de combustibles
fósiles, el incremento de la producción local, y el menor uso de transporte
motorizado y mayores desplazamientos a pie ○ Quality of Life (calidad de vida). A
modo de síntesis, la suma de las anteriores medidas deben proporcionar una mayor
calidad de vida, creando lugares que enriquezcan, eleven e inspiren el espíritu
humano. Una propuesta tan coincidente con la del Smart Growth que casi parece la
misma. • Los Eco-villages o Eco-communities. Con muchos elementos comunes con
las propuestas del New Urbanism (densidad, caminabilidad,…), en esta iniciativa se
refuerzan los aspectos “comunitarios” o sociales, la creación de vínculos vecinales,
apostando por tipologías de vivienda semi-colectivas, que comparten servicios e
infraestructuras (calefacción, lavandería, comedor, zonas de ocio comunes,…). El
aspecto más destacables de estas colectividades, que recuerdan vagamente a las
comunas de los sesenta, es su apuesta por la autosuficiencia en el suministro
insumos (agua, energía, saneamiento,…) incluso algunas de ellas contienen
granjas cooperativas. En Marzo de 2008 el Wall Street Journal estimaba su número
en unas 1.000 en los EEUU. Queda abierta una búsqueda, y una investigación,
sobre las intervenciones Ecourbanísticas en Europa (y en otras regiones
planetarias), apenas iniciada. De las primeras informaciones que he podido
encontrar deduzco una idea: en el mundo angloamericano las propuestas
Ecourbanísticas proceden de movimientos y colectivos organizados al margen de
los aparatos del poder político, y plantean por lo general lo que podríamos
denominar modelos de sustitución, barrios construidos ex novo, que traen a la
memoria algunos de los planteamientos del Urbanismo Utópico de las primeras
etapas de la sociedad industrial, aunque esta vez más centrados en lo ecológico, y
no tanto en lo social, y menos aun en lo productivo. Por contra en Europa se ha
optado por un modelo fomentado desde el poder político, y de transformación de lo
existente. Es una generalización inicial, que, estoy seguro, puede ser contradicha
por ejemplos de sentido contrario, pero como toda generalización atiende a los
rasgos predominantes. Las transformaciones ecourbanísticas en Europa parecen
ser más parciales, no tan globales, más limitadas, más institucionales, pero…
precisamente por todo ello quizás más viables y realistas. Volvamos a las
experiencias analizadas, todas ellas angloamericanas. En síntesis: pese a que
aportan elementos positivos, estas propuestas de Ecourbanismo no dejan de ser un
simulacro9 , una ensoñación o un sucedáneo, una idea para consumo y sedación
de conciencias alarmadas por la cada vez más innegable crisis ecológica planetaria,
o una fantasía bienintencionada, pero sin base, porque no atacan el núcleo de la
cuestión: el decrecimiento de los impactos, de los consumos, de la expansión
urbana. De la descalificación a la clasificación. Las formas en que se presenta el
pseudo Ecourbanismo son, como mínimo, tres, la cosmética, la tecnológica y la
conservacionista, limitadas, respectivamente, a: • maquillar la imagen de los nuevos
desarrollos con abundantes ajardinamientos, zonas peatonales, empleo de
materiales con buen aspecto ambiental, “eco-friendly”, y muchas láminas de agua,
con cisnes y nenúfares incluidos. • postular la necesidad de la eficiencia, lo cual se
supone debería redundar en un ahorro en el consumo de recursos • conservar o
proteger, indultar, aislándolos y preservándolos del desarrollo, algunos elementos
valiosos, colocándolos en una especie gueto o museo (Diago, 2006a y b). Existe
una línea de frontera, un indicador fiable, para distinguir las mistificaciones
ecourbanísticas de las propuestas realmente sostenibles. Tras evaluar la necesidad
de tal proyecto, hay que preguntarse si no hay otra forma mejor, de resolverlo, y
mejor quiere decir con menor nivel de consumo de recursos, con una menor
destrucción de capital natural, con una menor generación de residuos. 3.1 El Eco-
Urbanismo Cosmético Esta falsificación se limita a los aspectos más estéticos,
entendidos de la forma más banal, como pura apariencia. Mencionaré un caso real,
el del Plan de Embellecimiento del circuito urbano de Formula I de València:
mientras se eluden, con subterfugios legales, todas las exigencias de redacción de
las obligatorias evaluaciones de impacto ambiental (ni tan siquiera el impacto
acústico se calcula), se propone un Plan de Embellecimiento, que sólo intenta tapar
las vergüenzas urbanas y sociales de la zona, a base de tender lonas y falsas
fachadas, y plantar césped artificial (sic, el natural no aguantaría en plena canícula
estival mediterránea). Pero este ecologismo cosmético no pasa las más de las
veces de “esconder el polvo debajo de la alfombra”, o lo que es lo mismo a exportar
los residuos, mientras sigue deglutiendo bulímicamente recursos que se toman y
traen de tierras bien lejanas (Almenar y Bono, 2000). 3.2 El Eco-Urbanismo
Tecnológico, la Eficiencia como bandera Otra versión del pseudo Urbanismo
ecológico opta por la técnica, por la tecnología como tabla de salvación. No se trata
de cambiar nada, sino de mejorar técnicamente nuestro mundo: la tecnología tiene
la llave, la varita mágica. Que agotamos los combustibles fósiles en un absurdo
derroche: la fusión nuclear, la recreación del Sol en la Tierra, nos permitirá disponer
ilimitadamente de energía, y quizás como paso previo, las pilas de hidrogeno o los
biocombustibles suplirán la transición (aunque ello suponga condenar al hambre a
millones de personas); que consumimos mucha más agua de la que la naturaleza
en su proceso cíclico nos puede suministrar: con desalinizadoras por doquier
nuestra demanda no conocerá limites (ya veremos de donde sacamos la energía
necesarias para su funcionamiento); que los alimentos y otras materias primas
(minerales, maderas,…) no son suficientes para una demanda insaciable: la
tecnología agraria o industrial podrá aumentar en paralelo su producción, reciclando
infinitamente la disposición de bienes. Una utopía propia de los principios de la era
industrial, pero insensata a principios de siglo XXI.
El Eco-Urbanismo Ambientalismo, guetos o museos. La tercera falsificación,
impostación, se presenta de la mano de la mano de un cierto ambientalismo, de la
voluntad de conservar o proteger algunos espacios. Un fraude difícil de
desenmascarar, porque el medioambientalismo parte de diagnósticos críticos y
acertados del proceso de deterioro del ecosistema planetario, pero autolimita las
medidas a ámbitos cada vez más acotados y reducidos. Fuera de ellos, de los
Parques Naturales, de los espacios preservados a modo de santuarios, de los
Suelos Protegidos, menguantes sin tregua, pareciera que todo está permitido. Los
planes urbanísticos, oficiando un ritual litúrgico acotan ámbitos objetos de
protección, reservas, zonas francas, parques, LICS, redes natura,… mientras fuera
se permite casi todo. La tergiversación de esta estrategia llega al paroxismo en
proyectos ejemplares como el de Sociòpolis en València, donde se destruye so
pretexto de proteger, donde se justifica la ocupación de la huerta, para
salvaguardarla. Las tres impostaciones del Eco-Urbanismo, pueden darse separada
o conjuntamente. Resumiendo una intervención ecourbanística sólo es tal si fija
límites al crecimiento, como paso previo y provisional al señalamiento del alcance
del decrecimiento, asumiendo el final de la era de las grandes expansiones urbanas,
y si supone una reducción absoluta, no relativa, del consumo de recursos, inputs o
insumos urbanos ¿Cómo podemos plantear un cambio de referencias, que nos
permita la evolución a ese estado de cosas?, dicho de otra forma (más directa):
¿podemos hacer algo más que prepararnos para la lucha por la supervivencia?11
Creo que sí, aunque sólo sea para justificar la publicación de este texto. 4
Pesadillas: la transición al Estado estacionario Centrándonos en el Urbanismo, pero
siendo consciente de que, sin negar la importancia de las ciudades en la situación
de emergencia hacia la que vamos, el problema es estructural, social, y que su
expresión urbanística no es el problema central, sino el de los patrones de
producción y consumo. La primera pregunta que podemos plantearnos es acerca la
posibilidad de una transición más o menos organizada y pacífica a la sociedad post-
desarrollista a un modelo ecológico, sostenible, viable, perdurable o si nos estamos
abocados al caos, a la barbarie. No soy capaz de contestar a este dilema, y mis
opiniones más serían fruto de lo que los anglos llaman wishful thinking, aunque debo
reconocer que visto lo que vemos día a día no soy nada optimista. Estrategias
solidarias para la supervivencia (urbana). La estrategia para la supervivencia pasa
por el decrecimiento, por la reducción de los consumos en los “inputs” (insumos)
urbanos. La aparente dificultad de establecer, de definir lo que podemos entender
como un EcoUrbanismo, de definir las acciones concretar se rebaja ante la
consideración de los modos actuales de producir ciudad, del Urbanismo actual; por
negación de sus aspectos más insostenibles podemos empezar a construir una
alternativa eco-urbanística concreta. 4.1. Escenarios Generales, Urbanístico e
Inmobiliario Un escenario verosímil a corto plazo: el agravamiento de la crisis
económica y la depleción de recursos básicos. Sus consecuencias más notorias
serían: • Escasez y Carestía de la energía, y de otros recursos básicos (agua p.e.),
por depleción derivada del sobreconsumo. • El pinchazo, o desinflado en las
versiones menos negativas, de la Burbuja Inmobiliaria, con efectos generales sobre
todo el sistema financiero (Roch, 2008). Una hipótesis especialmente preocupante
en nuestro País (valenciano) y en todo el Estado. La magnitud de la crisis económica
sería proporcional al peso del sector inmobiliario. En la opción más pesimista, la
crisis llegaría al colapso económico, comprendiendo el hundimiento del sistema
financiero. • Consecuencias sociales: aumento del desempleo, malestar en una
sociedad que ha estado viviendo por encima de lo razonable (y de lo justo),… con
un endurecimiento de las medidas represivas por parte del poder político. A medio
plazo una hipótesis plausible, si no se adoptan medidas de emergencia es la del
colapso ecológico planetario: el deterioro irreversible de ecosistemas vitales (selvas
húmedas, océanos, casquetes polares,…), la alteración del clima, por calentamiento
y destrucción de actuales equilibrios (dinámicos), el agotamiento de los recursos,
tras su proceso de depleción,… nos conducirían a un escenario de suma
inestabilidad social, con hambrunas generalizada, y eventualmente el desplome de
la “civilización” moderna. Pero, ¿cómo nos preparamos para estas eventualidades?
Con la estrategia del avestruz, escondiendo la cabeza debajo del ala, y negando o
ridiculizando este tipo de escenarios. En realidad es peor: el avestruz se queda
quieta, la sociedad desarrollista no, se ha lanzado con todo su ímpetu a rematar los
recursos, hasta el último aliento. Como soy un optimista impenitente, no voy a dejar
de proponer actuaciones, medidas urbanísticas, deducidas a contrario sensu de las
anteriores disquisiciones.

Eco urbanismo y paisajismo o Construcciones Sostenibles


En primer lugar, la sostenibilidad del desarrollo urbano es una “meta de ciudad”
porque consideramos que el bienestar urbano debe cobijar a todos los ciudadanos
y que, en consecuencia, los bienes públicos o colectivos locales en que se expresa
ese bienestar (infraestructura, redes, espacios públicos, seguridad) deben tener
cobertura universal
Urbanización ecológica eco urbanización
El concepto de urbanización ecológica está ligado a la arquitectura sostenible,
sustentable, verde, ambientalmente consciente o eco-arquitectura, algunos de los
nombres que recibe la manera de diseñar edificios teniendo como prioridad el
aprovechamiento de los recursos de la naturaleza de forma tal que se reduzca al
máximo el impacto en el medio ambiente y los seres vivos que lo habitan.
Entre los principios de este tipo de arquitectura se encuentran los siguientes:

es imprescindible considerar el clima y los diferentes ecosistemas del lugar en el


que se pretende construir, con el objetivo de conseguir el mayor rendimiento
energético posible, con el mínimo impacto posible; buscar un uso eficaz y moderado
de los materiales de construcción, siempre dando prioridad a aquellos que posean
el menor contenido energético;

reducir al máximo el consumo de energía destinado a la iluminación, la calefacción


y la refrigeración, entre otros servicios propios de una urbanización, aprovechando
las fuentes renovables de energía.
En los últimos tiempos, se han realizado diversos proyectos de urbanizaciones
ecológicas en varios países, y todas coinciden en dos objetivos primordiales: utilizar
energías renovables y preservar la biodiversidad. En Perú, por ejemplo, existe la
Urbanización Ecológica Colinas del Sur, ubicada en Lima, que cubre 150 hectáreas
y ofrece 200 viviendas, parques, zona comercial y un lago artificial; asimismo,
cuenta con un sistema de provisión de agua que permite su reutilización para tareas
tales como el riego y la limpieza.
Los distintos experimentos que han tenido lugar hasta el momento demuestran que
conseguir un equilibrio entre la naturaleza y la construcción de ciudades es posible.
Si todos los países adoptaran estos principios de respeto y convivencia, la
recompensa sería un mundo más limpio y más sano, y eso impactaría positivamente
en nuestro cuerpo y nuestra mente. Resulta difícil de creer que al día de hoy sigan
existiendo personas que no valoran la importancia de las plantas para nuestra salud,
así como para la del resto de los animales; son estos últimos quienes trabajan
incansablemente y sin excepción para mantener el ciclo de la vida, y tienen mucho
por enseñarnos

ACERCA DEL ECOURBANISMO


Las urbanizaciones ecológicas están dentro de lo que hoy se denomina arquitectura
sustentable sostenible

verde, eco-arquitectura o arquitectura ambientalmente consciente, la cual es un


modo de concebir el diseño arquitectónico de manera sustentable, buscando
aprovechar los recursos naturales de tal modo que minimicen el impacto ambiental
de los edificios sobre el medio ambiente y sus habitantes.

Los principios de la arquitectura sustentable incluyen entre otros:

 La consideración de las condiciones de clima, y los ecosistemas del entorno


en que se construyen los edificios, para obtener el máximo rendimiento
energético con el menor impacto.
 La eficacia y moderación en el uso de los materiales de construcción,
primando los de bajo contenido energético frente a los de alto contenido
energético.
 La reducción del consumo de energía para calefacción, refrigeración,
iluminación y otros equipamientos, utilizando fuentes de energía renovables.

Proyectos de urbanizaciones ecológicas se vienen realizando en ciudades como


Bogotá y Navarra entre otras, donde destacan la utilización de energías renovables
y la preservación de la biodiversidad.

Ejemplo en el 2016 La urbanización de Otura, en Granada, será la primera


EcoUrbanización de España. Arquitectos, comerciales, paisajistas, biólogos y
permacultures se unen para construir 41 viviendas a favor del medio ambiente.
El modelo urbanístico actual que ha llevado a España a la crisis debe evolucionar a
un formato más económico y ecológico. El objetivo es crear viviendas ecológicas a
un coste bajo a través de la premacultura, un sistema de diseño que busca la
sostenibilidad mediante asentamientos capaces de producir para satisfacer las
necesidades humanas. Sin renunciar a ninguna de las comodidades actuales, los
vecinos de Otura disfrutarán de una vivienda comprometida con la naturaleza.
Las dimensiones de las viviendas serán apropiadas para que su mantenimiento sea
sencillo. Tendrán caldera de biomasa policomustible para calentar las casas
reciclando restos de bosques como son los huesos de aceituna, virutas de madera,
almendra…Contarán con intercambiadores de calor, paneles solares…todo lo
necesario para tener calificación A en la escala de consumo energético, es decir,
tener pocos gastos y cuidar el medio ambiente.
Además, la urbanización dispondrá de zonas verdes ecológicascon árboles que
ofrezcan frutos y arbustos y plantas aromáticas y medicinales.

El ecourbanismo o urbanismo sostenible no se aleja de la definición de desarrollo


sostenible – por demás ampliamente
controvertida -: Es aquel urbanismo que pretende satisfacer las necesidades de las
generaciones presentes sin comprometer la
capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Pero, ¿qué se
deduce de esta definición?, ¿cuáles acciones o
conceptos convierten un proyecto urbano en un proyecto ecourbano?.
Una somera revisión al panorama nacional e internacional nos muestra que bajo el
vocablo en cuestión, se están clasificando
proyectos con marcado énfasis en diferentes conceptos. Valiéndonos de los
objetivos del Plan Maestro de Gestión Ambiental,
PMGA, del Departamento Técnico Administrativo del Medio Ambiente, DAMA,
presentamos aquí los que pueden resultar
novedosos y en la mayoría de los casos aplicables a nuestro contexto: Los
proyectos ecourbanos se caracterizan por su visión holística, sistémica e integral y
su interés por producir soluciones
consecuentes. Las acciones independientes de los distintos sectores y actores
involucrados producen soluciones parciales,
insuficientes.
Los beneficios del urbanismo sostenible están a la espera de aquellas sociedades
capaces de abandonar la aparente
"seguridad" de su manera tradicional de entender y crear la ciudad, para lo cual se
requiere de la disposición, la creatividad y el
compromiso de muchos actores, uno de los cuales puede ser usted. En esta materia
no hay cambios pequeños, cualquier
intención de desarrollar un proyecto sostenible llevada a la práctica es valiosa y
necesaria.

APROVECHAMIENTO RACIONAL DEL ESPACIO


DENSIFICACIÓN URBANA: La ciudad extensiva es costosa en redes y transporte.
Los diseños "compactos" facilitan los
desplazamientos peatonales y en bicicleta. La densidad de población es necesaria
para hacer viables sistemas de transporte
público eficiente. La recuperación de zonas centrales y edificios deteriorados son
formas de redensificación y disminución de
desplazamientos a la periferia.

APROVECHAMIENTO RACIONAL DEL TIEMPO


USOS MIXTOS: Los sectores urbanos y los edificios buscan ofrecer a sus
habitantes todos los servicios necesarios
hasta el punto de hacerse casi autosuficientes - lo mismo sucede con los sectores
urbanos y barrios - buscando reducir
desplazamientos innecesarios y ahorrar tiempo a sus residentes. Los usos mixtos
requieren cambios en las
reglamentaciones urbanísticas.
TELECOMUNICACIONES: Las tecnologías en telecomunicaciones se aplican para
evitar desplazamientos innecesarios.
Gracias al Internet y otros medios, Las personas trabajan para las empresas desde
sus casas o desde pueblos distantes
a centros urbanos congestionados, con mejores calidades de vida y mayor tiempo
para el ocio.
TRANSPORTE PÚBLICO: El transporte público se privilegia sobre el transporte
privado, de igual forma se jerarquizan
los medios de transporte masivo sobre los de menor capacidad y los medios de
transporte "limpios" sobre aquellos con
menores consideraciones ambientales. Lo novedoso aquí es que los proyectos
urbanos resuelven integralmente el
transporte de sus usuarios para garantizar su eficiencia y dignidad. El transporte
público es ambientalmente más eficiente que el transporte privado ya que moviliza
más personas por unidad de combustible (o energía) que consuma

AGUA LIMPIA

USO EFICIENTE: Se busca disminuir y optimar los consumos del líquido. Los
proyectos urbanos se hacen responsables
de sus vertimientos, separan las aguas grises (ligeramente sucias) de las negras
(aguas servidas), reutilizando las
grises y tratando las negras "in situ" (léase dentro de la casa, el edificio, el barrio o
el sector urbano). Los diseños se
adaptan para estos fines, en ocasiones modificando la cultura y costumbres de los
residentes.
INTERCAMBIO DE SERVICIOS: Ciudades y sectores urbanos, tratan sus
vertimientos de manera que la materia
orgánica pueda ser utilizada por distritos agrícolas dispuestos o existentes en las
cercanías. Humedales naturales y
artificiales son utilizados para tratar aguas, aprovechando sus capacidades
naturales de manera controlada, para
proteger otros cuerpos de agua y minimizar costos de potabilización a otras
ciudades o sectores.

AGUA PARA EL FUTURO


ECOSISTEMAS ESTRATÉGICOS Se protegen y restauran ecosistemas
estratégicos del sistema orográfico e
hidrográfico, dentro y fuera de las ciudades, como parte integral de proyectos
urbanos. Los criterios, más que
paisajísticos, son ecológicos y ambientales. Los ecosistemas son aprovechados
para practicar "Ecoturismo", siendo ésta
una fuente de ingresos para su conservación y un elemento importante para el
marketing de la ciudad en el contexto del
mundo globalizado.

AIRE LIMPIO

RESTRICCIÓN AL AUTOMÓVIL: El automóvil ha sido identificado como uno de los


principales generadores de gases
de combustión a la atmósfera, por lo cual los proyectos urbanos buscan
desincentivar su uso mediante la
peatonalización; oferta de ciclorutas; oferta y cualificación del transporte público;
trazado de calles irregulares y
serpenteantes; exclusión del automóvil en sectores residenciales ofreciendo
parqueaderos en la periferia de los
proyectos o parqueaderos y circulaciones subterráneas.
ENERGÍA RENOVABLE: Las también llamadas energías "alternativas" (solar,
eólica, entre otras.) son utilizadas para
disminuir la dependencia de las formas de generación de energía convencionales e
indirectamente sus impactos
ambientales. Sus beneficios son aprovechados comercialmente para el marketing
del proyecto como forma de
compensar sus mayores inversiones iniciales.

CUIDADO DEL CLIMA Y LOS MICROCLIMAS

USO EFICIENTE DE LA ENERGÍA: El propósito es disminuir y optimar los


consumos de energía y combustibles de las
edificaciones y sectores urbanos, para disminuir la emisión de gases a la atmósfera
y otros impactos. Se priorizan las
energías no renovables limpias, como el gas, sobre otras no renovables.
ECOSISTEMAS ESTRATÉGICOS: Adicional a lo desarrollado sobre éstos, la
recuperación y conservación de hábitats
silvestres en entornos urbanos y la creación de calidades urbanas en ambientes
rurales, con impactos controlados. Las
especies nativas de flora juegan un papel fundamental en el cuidado de los
microclimas.
ARQUITECTURA BIOCLIMÁTICA: La vegetación es utilizada para controlar o
mejorar las condiciones ambientales de
sectores urbanos y objetos arquitectónicos. El diseño de los espacios y
cerramientos, la selección de materiales, la
asoleación natural, el viento, las implantaciones, orientaciones y localizaciones de
los objetos arquitectónicos se cuentan
entre los recursos de esta corriente arquitectónica, para lograr espacios habitables
minimizando el consumo de energía.

CONTROL DEL RUIDO Y CONSERVACIÓN DEL SILENCIO

LOCALIZACIÓN: El urbanista debe estudiar la normatividad y condiciones


preexistentes de ruido del área a diseñar y
actuar en consecuencia. La distribución en el espacio de vías, usos y actividades
puede mitigar los impactos que unos
causan sobre otros y aumentar el bienestar de sus futuros usuarios.
l AISLAMIENTOS: Considerando las preexistencias en el entorno, deben
contemplarse medidas de control de ruido para
la edificación y su entorno inmediato, de manera que se aseguren condiciones
adecuadas para los residentes.
l RESTRICCIÓN AL AUTOMÓVIL: Los autos y en general los vehículos motorizados
son importantes fuentes de ruido,
razón por la cual a la ciudad le interesa hacer muy eficiente y controlada su
utilización

MEJORAMIENTO DE LA CALIDAD VISUAL


PAISAJE NATURAL: La calidad visual no es sólo un problema de publicidad exterior
visual, señalización y ocultamiento
de redes aéreas. El paisaje natural, como patrimonio, es legitimado por los
proyectos urbanos, los cuales son
respetuosos con aquellos elementos del paisaje de mayor relevancia o valor
ambiental estratégico, como los humedales,
rondas, montañas, bosques, playas, entre otros, aprovechando sus potenciales
para el ecoturismo y el marketing de
proyectos y ciudades

CONTROL DE RIESGOS CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD

CONTROL DE RIESGOS NATURALES


RESTAURACIÓN Y MARKETING DE CIUDADES: Las grandes inversiones en
restauración de ecosistemas
estratégicos o elementos del paisaje natural, en ocasiones asociadas a obras de
control o mitigación de riesgos
naturales que realizan algunas ciudades y proyectos urbanos, son capitalizadas
como hitos urbanos representativos,
para destacar la ciudad o el proyecto en el panorama global y obtener beneficios
indirectos.
CONTROL DE RIESGOS TECNOLÓGICOS
MATERIALES SALUDABLES: Algunos componentes de materiales de
construcción e insumos para equipos,
ampliamente difundidos, generan serios impactos ambientales: Radón; Asbestos;
Plomo; Clorofluorocarbonados, CFCs;
Hidroclorofluorocarbonados, HCFCs; Compuestos Orgánicos Volátiles, VOCs
Formaldehídos, entre otros. La creciente
preocupación de los fabricantes, constructores y consumidores por este tema, está
introduciendo nuevas opciones
técnicas en el mercado, para remplazar los peligrosos (Ver numeral 12).
CONTROL DE RIESGOS BIOLÓGICOS
APROVECHAMIENTO DE LA MATERIA ORGÁNICA: La ciudad es gran
productora de materia orgánica y patógenos,
en forma de residuos sólidos y vertimientos. Los proyectos ecourbanos se esmeran
en dar un tratamiento responsable a
estos desechos, in situ, asumiendo su tratamiento (en lo posible) y facilitando su
disposición final adecuada, pero también su reutilización y reciclaje

CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD

CICLO DE VIDA DEL PRODUCTO: La destrucción del bosque natural tiene


consecuencias fatales para la biodiversidad. Los
ecoproyectos tienen especial cuidado en utilizar maderas cultivadas (no silvestres),
cuya procedencia sea debidamente
documentada. Así se introduce el concepto de ciclo de vida del producto: el
constructor debe ser consciente del origen de los
materiales que constituyen el producto que está comprando y el destino que tendrán
cuando sean desechados al final de su vida
útil; los impactos ambientales generados durante su proceso de transformación,
empaque, transporte, instalación, entre otros, con
miras a realizar la mejor selección en términos ambientales. La presión del
consumidor bien informado y la opinión pública son
fundamentales en este tema.

INCREMENTO Y MEJORAMIENTO DE LA COBERTURA VEGETAL

CONTROL SOCIAL: El uso público se convierte en un instrumento de protección


de los ecosistemas estratégicos y
elementos naturales del paisaje de mayor relevancia. Los proyectos ecourbanos
favorecen la conservación y
recuperación de estos espacios, jerarquizándolos dentro del conjunto para
aprovechar sus calidades paisajísticas, pero
también para capitalizar el efecto benéfico del control social ejercido por los usuarios
sobre ellos y el efecto de las obras
paisajísticas en la cultura y el comportamiento de sus usuarios. Así se restringen en
estas áreas, actividades antrópicas
ambientalmente negativas como disposición de residuos sólidos, quemas, ataques
a la avifauna, vandalismo,
delincuencia, entre otros.

MAYOR INCLUSIVIDAD EN UN AMBIENTE MEJOR


PARTICIPACIÓN SOCIAL: Se incluyen aquí los proyectos en los que la comunidad
rige el diseño urbano y
arquitectónico, apoyada por un grupo de profesionales de distintas disciplinas (Entre
otros recursos representativos de
estos casos se utilizan fachadas públicas regularizadas y las fachadas privadas
como expresión individual de los
residentes). También se clasifican como participativos los proyectos de renovación
urbana y recuperación de sectores
urbanos deprimidos donde de manera concertada entre habitantes y técnicos, se
reconstruye el espacio a la medida de
los residentes existentes y sus necesidades.
INTEGRACIÓN SOCIAL: La segregación espacial-social empieza a ser denunciada
como problemática en las ciudades
del mundo globalizado, entendiéndose por ésta la separación absoluta de los
estratos sociales en el territorio urbano y
el acceso discriminado de la población a los servicios de la ciudad. Contra ella los
proyectos ecourbanos se esfuerzan
en crear espacios de encuentro social (Entre los que se destacan los parques, los
medios de transporte masivo y otros)
y una cultura de integración social; edificaciones y sectores urbanos se fusionan,
para hacerse contiguos y continuos;
la concentración de público en los centros comerciales es irradiada hacia las calles
circundantes donde la ciudad ofrece
variados servicios; los conjuntos residenciales se hacen permeables a la ciudad.

MAS Y MEJOR ESPACIO PUBLICO


PEATONALIZACIÓN: Entre los múltiples conceptos y acciones que pueden
contribuir para alcanzar este objetivo debe
destacarse la primacía que ha adquirido el peatón para el urbanismo. Los diseños
buscan desplazamientos seguros y
cómodos, tanto en calidad espacial como en distancia, para el peatón y el ciclista,
aunque esto implique relegar al
transporte motorizado o mayores esfuerzos en la distribución espacial de usos o
servicios. La peatonalización ahorra
consumos de combustibles y emisiones de gases y ruido a la atmósfera; permite
hacer ejercicio cerca del hogar;
compacta la ciudad; entre otros.
MANTENIMIENTO: Las consideraciones para reducir los costos del mantenimiento
de los elementos de mobiliario
urbano; del paisajismo; de las construcciones destinadas a equipamiento público,
entre otros, son vitales para asegurar
la sostenibilidad de los espacios construidos. Se prefieren los materiales durables,
reusables, reciclables, en ese orden.
El uso de máquinas es sustituido por mayores esfuerzos de diseño para ahorrar
energía y combustibles. Las energías
no renovables son remplazadas por las renovables.

ENRIQUECIMIENTO DE LA CULTURA AMBIENTAL


ECOVILLAS: Muchos proyectos internacionales actuales, se caracterizan por el
diseño de un modo de vida, asociado a
un diseño espacial coherente, fundamentado en la vida comunitaria dirigida a la
conservación de la energía y los
recursos naturales. De esta forma los residentes, al decidir habitar un inmueble,
deben aceptar patrones de
comportamiento ambientalmente sostenible que rigen la comunidad.
EDIFICIOS INTELIGENTES: Las edificaciones y los sectores urbanos pueden
facilitar a sus habitantes
comportamientos sostenibles, incluso automatizar muchas actividades
ambientalmente positivas, como el reciclaje de
residuos sólidos y vertimientos, bajos consumos de energía y recursos, entre otros.
Es un reto a la creatividad todo lo
que un objeto arquitectónico puede hacer por el ambiente.

En el Perú se han realizado proyectos como por ejemplo la Urbanización


Ecológica Colinas del Sur en Lurín – Lima, localizado sobre 150 Ha. de tierras
eriazas en Lurín el cual cuenta con 200 lotes de 100 m2, losa multideportiva, área
comercial, parques y una laguna artificial además de doble sistema de agua (potable
y de re-uso para regadío é inodoros).

En la zona agro urbana de Barraza (distrito de Laredo, provincia de Trujillo) puede


implementarse urbanizaciones similares con sistemas
ambientales como tratamiento de residuos sólidos y líquidos, orgánicos e
inorgánicos, energía solar fotovoltaica (placas solares), eólica, y en lugar del
transporte público masivo, generar al interior de esta urbanización, ciclo-vías que
lleven a paraderos donde esté el transporte público masivo, de este modo se
reduciría el impacto por contaminación ambiental y garantizaría la calidad y
esperanza de vida de sus ocupantes.

Y es que la normatividad local debe considerar la inclusión de estos sistemas


ambientales, orientados a disminuir el impacto por contaminación, (sino todos por
lo menos los mas económicos y fáciles de implementar como por ejemplo el
tratamiento de los residuos sólidos y la reutilización de las aguas grises y negras )
como un requisito para la obtención del permiso para realizar las habilitaciones
urbanas, esto considerado como un caso especial en las zonas donde se ubican los
recursos naturales que preservan la vida, no solo de los habitantes del lugar sino
también de todos nosotros por cuanto tienen gran cantidad de área verde que debe
en lo posible mantenerse. Además, normar la utilización de áreas agrícolas para
edificar solo en un porcentaje mínimo de estas y la necesidad de preservar el resto.

Lograr el equilibrio entre el área verde y el área a construir necesaria para no


generar problemas en el desenvolvimiento de la vida y salud de los habitantes es
difícil, pero no imposible. Esto será realidad en la medida que la población tome
conciencia: que las plantas son imprescindibles para la vida humana, que a menos
plantas menos aire (oxigeno) para respirar, que el crecimiento acelerado de las
ciudades genera más anhídrido carbónico nocivo para nosotros y que por tanto
conservar el área verde en nuestras ciudades garantizará de manera
considerable la preservación de la vida.

PAISAJISMO URBANO EN LIMA


La preocupación de mejorar el medio ambiente, junto con la idea de acercar al ser
humano con la naturaleza, lleva a crear ambientes verdes áreas urbanas, creando
así paisajismo urbano.

El paisaje incluye a los jardines, junto con los edificios, condominios y casas
diversas.

Los jardines y áreas verdes ayudan a generar armonía en las áreas que ocupa y su
entorno, brinda al ser humano equilibrio entre lo urbano y la naturaleza. Un jardín
debe ser estético, generar contraste con la zona urbana a la que pertenece,
mantener un orden y equilibrio para generar el impacto positivo en las personas que
frecuentan esas áreas.

En nuestras ciudades, hace falta incorporar árboles, arbustos, enredaderas, que


puedan unir al ser humano, acostumbrado al gris de la ciudad a lo verde de la
naturaleza.
Ya se han realizado propuestas paisajísticas, pero estas deben ser de mayores,
para generar mejor calidad de aire y mayor armonía entre quienes vivimos en zonas
urbanas.

Los planteamientos del eco urbanismo son propuestas para los nuevos problemas
urbanos relacionados con la sostenibilidad económica, social y ambiental y las
amenazas derivadas del cambio climático, casi todas lanzadas desde economías y
ciudades del mundo desarrollado bajo conceptos como “smart growth”, “new
urbanism”, “LEED-ND”, “climatesmart”, “resilient community”, conceptos que han
pasado al español como “urbanismo sostenible”, “eco urbanismo”, “eco barrios” o
“eco vecindarios”.
Existen experiencias de eco urbanismo en la forma de eco barrios a nivel
internacional, nacional y distrital. Entre las internacionales podemos mencionar:
Pescara, Italia. Su principal característica es el diseño urbano y la aplicación de los
principios de sostenibilidad en grandes proyectos de renovación urbana.
Ferrara, Italia. Líder europeo en reciclaje
Valencia, España (Sociópolis)
Sarriguren (Pamplona, España) Localidad de 5.000 viviendas. Paneles solares que
ahorran 60% de energía, reutilización de aguas lluvias y grises
Valdespartera (Saragoza, España. Localidad de 10.000 viviendas
Trinitat Nova (Barcelona). Localidad de 3.500 viviendas. Proyecto de ahorro de
energía a partir de energía solar
Dongtan (China), en la isla de Chongming (Shangai) Fraiburgo (Alemania), proyecto
desde 1970 (transporte integrado y diversos medios, energía solar subvencionada
que representa 5% del total. Los nuevos desarrollos tienen exigencias ecourbanas
rigurosas)
Erlangen (Baviera, Alemania) énfasis en ahorro en consumo de agua.
Heidelberg (Alemania). Proyecto de reducción de CO2 en edificios públicos y
universidad (35% y 13% de reducción para 2003)
Oslo (Noruega). Sistema de transporte público
Estocolmo (Suecia)
Halifax (Australia)
Ciechanow (Polonia). Desde 1994, proyectos de eco ciudad centrados en el impacto
en la salud (calidad del agua y tratamiento de aguas residuales, calidad del aire y
del suelo, mantenimiento de edificios, recolección, reciclaje y disposición de
residuos sólidos

Es un paso que hemos vivido en otros ámbitos de nuestra vida y es de esperar que
también ocurra en algo tan importante para nosotros como es la arquitectura y el
urbanismo. Nos referimos a la evolución de considerar únicamente lo
ambiental o ecológico, a desarrollar e integrar todas las vertientes de la
sostenibilidad.

Por arquitectura verde o ecológica entendemos aquella que en su diseño busca


optimizar los recursos naturales y los sistemas constructivos de tal modo que
minimicen su impacto sobre el medio ambiente.
Si bien la concepción de lo sostenible en la arquitectura se ha fundamentado
principalmente en el cuidado ambiental, desde hace ya un tiempo han aparecido
múltiples enfoques en los que se aborda el diseño arquitectónico desarrollando el
concepto de sostenibilidad desde sus 3 vertientes: la económica, la social y, la
ya comentada, medioambiental.
Estos planteamientos nos permiten configurar una diversidad de espacios
habitables con mejores rendimientos, en términos de sostenibilidad, respecto a
las aproximaciones convencionales. Y como habrás intuido, esto es de suma
importancia para los habitantes del Planeta, los presentes y los futuros.
En informes recientes, como los del International Resource Panel del PNUMA, se
pone de manifiesto lo necesario que es aplicar nuevos enfoques, tanto en
edificaciones como en la urbanización de espacios, para conseguir un equilibrio
sostenible en nuestro desarrollo.
Se estima que, en los próximos 30 años, alrededor de 2.400 millones de personas
se trasladarán a las ciudades, elevando al 66% en 2050 el porcentaje de la
población mundial que vive en zonas urbanas, frente al 54 % registrado en 2015.
Con datos como éstos, se vislumbra un nuevo escenario en el se hace patente la
necesidad de nuevos modelos de urbanización que rompan el ritmo de
crecimiento lineal en el consumo de recursos.

Por suerte existen estas nuevas estrategias para la arquitectura y la


urbanización del siglo XXI, que van a dar como resultado urbes con bajas
emisiones de carbono, que usan los recursos de manera ecoeficiente, que son
socialmente justas y en las que las personas vamos a poder vivir con un estilo de
vida sostenible y saludable.
La transición hacia estas ciudades sostenibles es ya una realidad, y muchos de
estos planteamientos los podemos encontrar en webs especializadas en
proyectos sostenibles como Urban Hub, donde la planificación urbana, el diseño
respetuoso con el medio ambiente, el uso de componentes responsables con su
entorno y las alianzas intersectoriales nos muestran claros ejemplos del camino a
seguir.
Avanzar en el diseño de ciudades ecointeligentes puede reducir las emisiones de
gases de efecto invernadero (GEI) y el consumo de recursos entre un 34 y un 56 %

Técnicas nuevas y no tan nuevas para un desarrollo sostenible


En concreto, son varias las técnicas que nos podemos encontrar cuando
hablamos de urbanización y arquitectura sostenible. Una es la incorporación
de vegetación, tanto en fachadas como en cubiertas, que proporciona a las
construcciones de claros beneficios ambientales, como pueden ser el aislamiento
térmico y acústico, y económicos por los ahorros energéticos que produce, siendo
compatible con propuestas sociales como los huertos urbanos compartidos.

Paisajismo urbano

En el paisaje acuático se almacena el agua de lluvia


Las superficies de agua juegan un papel importante en la calidad de vida en las
ciudades y metrópolis. Tienen un efecto positivo sobre el clima y el bienestar de las
personas.

Bajo la premisa de un manejo de agua sustentable, el trato con agua deberá ser
reconsiderado de manera totalmente nueva y ser integrado por dirigentes políticos
responsables.

A esto se le agregan espacios naturales de retención de agua para almacenar agua


de lluvia y aguas superficiales para que, con las crecientes lluvias, se puedan aliviar
las canalizaciones.

Estos espacios de almacenamiento de agua se crean en forma de parques. En las


orillas se integran filtros de sustratos con plantas. Con estos filtros se filtra el agua
de lluvia e incluso el agua gris de los hogares y se almacena en lagos para la
reutilización en los inodoros o riego. Estos cortos circuitos de agua e inclusive
hechos en forma de estéticos paisajes de agua, forman parte de una infraestructura
sustentable en nuestras ciudades.
Los edificios están rodeados de una superficie de agua que sirve de
almacenamiento de agua de lluvia.

El sistema natural de tratamiento funciona sin problemas desde hace años.

“cualquier parte del territorio tal como lo percibe la población, cuyo carácter sea el
resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos” fuente:
convenio europeo del paisaje “desde un punto de vista etnológico, el paisaje es
consustancial con las formas de vida social. observándolo se puede describir el tipo
de sociedad que lo genero…” fuente: fariña, j. (2007): la ciudad y el medio natural.
ed. akal, pp. 262 todo lugar tiene un valor paisajístico, también las zonas urbanas
necesidad de conservación/mejora paisajística de todos los ámbitos d preocupación
por la banalización de los entornos urbanos insostenibilidad de desarrollos y
planificaciones estandarización objetivo es lograr una ciudad habitable (más allá de
lo estético, implicación social) supone un nuevo enfoque dinámico supera la
consideración estética, destacaba lo visual sobre lo percibido se considera la
relación paisaje calidad de vida en la convención de florencia (año 2000) se destacó
el interés por: - las áreas urbanas densas - las ciudades dormitorio - los parques
tecnológicos - las áreas agrícolas periféricas - los ámbitos de las infraestructuras
fuente: nogué, j. (2010): paisatge, territori i societat civil, ed. tres i quatre, valencia,
pp 62. ¿qué es el paisaje urbano? podemos considerarlo como: “cualquier ámbito
geográfico tal como lo percibe la población, cuyas características son el resultado
de la evolución histórica de los asentamientos humanos para la función residencial
y la realización de actividades económicas. los mismos se desarrollan en territorios
que tienen unas características físicas concretas que, en parte, condicionan su
morfología y distribución” fuente: elaboración propia a partir de la definición de
paisaje dada en el convenio europeo del paisaje limites o bordes recorridos nodos
o puntos estratégicos sectores o barrios puntos de referencia componentes del
paisaje urbano fuente: la imagen de la ciudad. kevin lynch puede ser interesante
analizar el paisaje urbano, con el objetivo de: - conocer mejor los ámbitos urbanos
- detectar problemas de la ciudad - vincular problemas de la ciudad y características
del paisaje con los problemas sociales - los problemas sociales de la ciudad
determinan y/o condicionan el paisaje - contribuir a la construcción de la ciudad
sostenible - preservar el patrimonio y modelos de ciudad anteriores - la participación
ciudadana - equilibrio territorial (integración periferias) los problemas sociales de los
ámbitos urbanos ¿tienen reflejo en el paisaje? algunas cuestiones que nos pueden
ayudar: ¿qué usos? ¿qué decisiones? determinan el paisaje urbano relación
cuestiones sociales se definen las características de lo que debería ser.

CIUDAD AMBIENTAL
La ciudad ambiental sería aquella que cumpla los siguientes requisitos: - Creada
desde un sistema poli céntrico - Optima y menor ocupación del suelo - Accesible en
su entorno - Dotada de zonas verdes y parques públicos (proporción no

Históricamente, la irracionalidad y el descuido en el manejo de los recursos han sido


característicos del conjunto de las actividades económicas. La demanda de
recursos se ha realizado sin respetar los mecanismos de reproducción y equilibrio
del ecosistema, ni garantizar el uso energético racional. Desde la Revolución
Industrial, la industria en tanto transformadora de recursos naturales y de bienes
intermedios en bienes de consumo final, promueve y dinamiza el desarrollo de los
países. Sin embargo, pese a los innumerables beneficios que representa, ejerce
una presión grande, creciente e incontrolada sobre los recursos naturales, al
utilizarlos como insumos de producción y receptores de desechos. La década de los
setenta se caracterizó por la preocupación generalizada en torno al medio ambiente.
El Club de Roma1 presentó su primer informe en 1972 en los Estados Unidos,
conocido como “Informe Meadows”. Bajo el título de Los límites del crecimiento,
puso de manifiesto la necesidad de fijar límites al crecimiento económico,
especialmente en lo relativo al desequilibrio de fondo entre el desarrollo incontrolado
y los recursos ambientales del planeta, en concordancia con la teoría malthusiana ,
según la cual si la población siguiera creciendo no habría con que alimentarla, ya
que ésta crece en proporción geométrica mientras que la producción de alimentos
crece en proporción aritmética. Esta visión pesimista adquiere visos premonitorios
en los primeros años del siglo XXI, cuando las Organización de las Naciones Unidas
alerta sobre la escasez de alimentos que se avizora como consecuencia del auge
de los biocombustibles, entre otras debido a los altos precios internacionales del
petróleo. En 2007 y 2008 se hacen llamados urgentes para solucionar la crisis
alimentaria de millones de personas. La gran paradoja consiste en que durante este
período se ha producido la mayor cantidad de alimentos y en el cual más seres
humanos mueren de hambre: la irracionalidad del sistema económico de base
neoliberal fomenta la siembra de comida para alimentar a los automóviles. A partir
de la publicación de este informe el concepto de sostenibilidad ha ido cobrando
importancia, hasta constituirse en uno de los paradigmas centrales del cambio de
milenio. En 1987 se publicó el Informe Brundtland3 , Nuestro Futuro Común, el cual
definió el desarrollo sostenible como “Satisfacer nuestras necesidades actuales sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas4 ”;
a partir de este momento el desarrollo sostenible se ha caracterizado por el respeto
a la naturaleza y se identifica con la aptitud para mejorar la calidad de vida de los
seres humanos, sin sobrepasar la capacidad de carga de los ecosistemas que
constituyen el soporte a la vida. Finalmente, la UICN, UNEP y WWF entre 1980 y
1992 publicaron dos estrategias globales5 las cuales sirvieron de base para la
formulación de las agendas locales, en el marco del Programa Agenda 21, que se
hizo público en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro6 . Casi
simultáneamente, la crisis energética ocurrida en 1973 puso en evidencia la
fragilidad del modelo tradicional de desarrollo basado en la utilización irracional de
energías no renovables y que hasta el momento se creían inagotables. Desde
entonces los países desarrollados y de economías capitalistas, cuyas industrias se
basan en el consumo intensivo de hidrocarburos, han realizado esfuerzos
importantes en la búsqueda de fuentes alternas de energía y en la conservación de
los recursos naturales renovables.
En el contexto de estas sesiones sobre proyectos integrados de arquitectura,
paisaje y urbanismo, parece oportuno hacer una aproximación —necesariamente
genérica— al concepto de paisaje, entendido no tanto desde su identidad y la
oportuna integración disciplinar —que también— como desde una aproximación
explícita a su condición artística y, particularmente, a su innegable naturaleza visual
expresada a través de la fotografía: «La foto es literalmente una emanación del
referente»
La escasa formación recibida hasta ahora en las escuelas de arquitectura en torno
al paisaje excusa, por un lado, una aproximación a la materia no carente de
ingenuidad, pero que se compensa mediante el trabajo fotográfico personal con
dosis intensas de aquello que fervientemente aconsejaba Le Corbusier a los
estudiantes de arquitectura: el adiestramiento de la mirada
Porque es así y sólo así, con la mirada, como se construye el paisaje. Para construir
visualmente el paisaje o «para ver claro, basta con cambiar la dirección de la
mirada», parafraseando a Saint-Exupéry. Una mirada que, en cualquier caso, para
devenir en paisaje, ha de ser reflexiva, tal y como explica Goethe: «El simple mirar
una cosa no nos permite avanzar. Cada mirar se muta en un considerar, cada
considerar en un reflexionar, en un enlazar. Se puede decir que teorizamos en cada
mirada atenta dirigida al mundo»4. Parece obligado, empezar por una aproximación
terminológica al concepto de ‘paisaje’. Paradójicamente, el paisaje en realidad no
existe, es fruto de nuestra invención: el paisaje no es, sino que se hace. «La idea
de paisaje no se encuentra tanto en el objeto que se contempla como en la mirada
de quien contempla. No es lo que está delante sino lo que se ve»5, ha escrito Javier
Maderuelo. El paisaje es así un constructor, un concepto que nos permite interpretar
cultural y estéticamente las cualidades de un territorio, lugar o paraje. Se trata de
una unidad empírico perceptiva, una interpretación codificada desde la mirada
proactiva. Paisaje es, según la Real Academia Española, «la extensión de terreno
que se ve desde un sitio», o «la porción de terreno considerada en su aspecto
artístico». El paisaje está, se ha dicho, «en la distancia que una sociedad se
concede para con el medio». Ello implica la existencia de un punto de vista y una
separación explícita entre el observador y lo observado. Existe paisaje cuando una
determinada realidad física o territorial se impregna de una mirada subjetiva, cultural
o social de apropiación matizada por el resultado temporal o causal de la interacción
entre el hombre y la naturaleza. Escribió el filósofo alemán Simmel: «La naturaleza,
que en su ser y sentido profundo nada sabe de individualidad, es reconstruida por
la mirada del hombre, que divide y que conforma lo divino en unidades aisladas en
la correspondiente individualidad ‘paisaje “Desde la propensión de los paisajistas
flamencos del xvi, es en la Ilustración cuando el artista se deleita con la recreación
de la naturaleza a través de un armonioso pintoresquismo. Como el viajero que
contempla el mar de nubes en el recurrente cuadro de Caspar David Friedrich, la
mirada romántica impregnó aún más el paisaje de una arrolladora querencia
artística y contemplativa, fi era, monumental e idealizada. Otro cuadro de Friedrich,
El monje ante el mar, expresa aún mejor ese dramatismo mediante la
representación de un inmenso mar oscuro y tenebroso y la presencia enajenada y
desoladora del hombre. Esta mirada romántica es ciertamente tan evocadora de la
belleza sublime de la naturaleza — ese «delicioso horror» acuñado por Edmund
Burke en el siglo xviii— como expresión del rechazo de ésta sobre el hombre. Esa
recreación pintoresca, obsesión secular de los artistas, se colapsó con la irrupción
de las vanguardias del arte abstracto y con la aparición y difusión masiva de la
fotografía. La fotografía da fe de la existencia del paisaje —las fotografías no
traducen, sino que citan, según Berger— al transformarlo en postal: no sólo
selecciona el encuadre pintoresco con la luz oportuna, sino que lo mercantiliza al
convertirlo en producto de consumo.

proyectos integrados. Entre el urbanismo arquitectónico y el ecourbanismo


paisajístico

Las intervenciones urbanas estratégicas en nuestras ciudades, es decir, las que han
protagonizado el urbanismo de los últimos años, tienden a verse como correlatos o
reacciones más o menos directas a los procesos urbanos propios de la era de la
globalización. Sin embargo, una mirada más amplia, con perspectiva multisectorial,
histórica y comparada, permite situar las estrategias y proyectos urbanos recientes
en relación a las concepciones dominantes en el contexto urbano y en el periodo en
el que se producen. ¿Cuáles son las concepciones, tradiciones, modelos y
paradigmas que sustentan esos proyectos urbanos? ¿Qué hay de nuevo en el
‘nuevo urbanismo’ de la era de la globalización? ¿Hasta qué punto resultan vigentes
y compatibles el urbanismo arquitectónico, el urbanismo tecnológico y el urbanismo
paisajístico y ecológico? Esas preguntas están en la base de un amplio debate que
tiene lugar en las últimas tres décadas, sobre todo en la cultura urbanística europea.
El interés del mismo no es sólo profesional, sino que va asociado a una refl exión
sobre la naturaleza del urbanismo contemporáneo y sobre su ‘aprendizaje’ en las
escuelas de arquitectura. Con el objetivo de aportar algunos elementos a ese
debate, plantearemos ciertas cuestiones que tienen que ver con las visiones
profesionales, pero también con la teoría y la práctica del urbanismo. La hipótesis
de partida es la de que los proyectos urbanos integrados, pueden entenderse como
formas de intervención que oscilan entre distintos ‘modelos’ o paradigmas
urbanísticos, desde el urbanismo arquitectónico hasta el urbanismo paisajístico y
ecológico. Nos centraremos, en primer lugar, en una rápida revisión de las
tradiciones y modelos que han presidido la cultura urbanística del siglo xx y su
eventual ‘recuperación’ a principios del siglo xxi. Para ello, adoptaremos un enfoque
retrospectivo y prospectivo, una perspectiva histórico-urbanística que nos permita
aproximarnos a tres paradigmas que protagonizan el urbanismo contemporáneo
Después de referirnos a algunos episodios pasados y recientes que, a calidad de
agua estable, se utilizan nuestros filtros de agua ilustran cada una de esas
modalidades urbanísticas, comentaremos brevemente ciertas actuaciones
recientes, especialmente en dos ciudades españolas que pueden servir como
ejemplos significativos (Barcelona y Zaragoza). Lo que denominamos ‘urbanismo
contemporáneo’, una disciplina de raíz arquitectónica, aunque con ambición
integradora de otros saberes técnicos, tiene algo más de un siglo de historia La
discusión sobre su naturaleza, en relación a los cambios recientes experimentados
por el urbanismo, se ha planteado a partir de dos polos que, de forma esquemática,
podríamos entender como interpretaciones ‘rupturista’ y ‘continuista’
respectivamente. Para los que se sitúan en el primer polo, los procesos urbanos y
las respuestas urbanísticas a las que asistimos en los últimos 20–25 años serían
explicables desde la lógica de la globalización y de las nuevas situaciones
socioeconómicas y tecnológicas. En cambio, para los segundos, los problemas y
las respuestas a las nuevas condiciones urbanas podrían inscribirse claramente en
determinadas tradiciones, ciclos y paradigmas que tienen distinto peso según las
situaciones específicas de las ciudades. Un indicador de las primeras
aproximaciones sería la proliferación de neologismos que sustituyen el término
‘ciudad’ por otras denominaciones que enfatizan los cambios en las nuevas
situaciones urbanas y las correspondientes estrategias urbanísticas: Metápolis,
meta ciudades, Zwischenstadt, Postmetropolis, etc.3 De acuerdo con esas visiones,
la mayor parte de las manifestaciones del discurso urbanístico actual serían
consecuencias casi directas de las nuevas condiciones, asociadas a la era de la
globalización: la arquitectura icónica y el marketing urbano, la ciudad de la
información o ‘infociudad’; o bien las reacciones alternativas, las que se plantean un
urbanismo ‘sostenible’, basado en la ciudad compacta, etc. En consecuencia, las
respuestas que se demandan deberían ser radicalmente diferentes a las que han
guiado el urbanismo moderno y contemporáneo. Para poco servirían los referentes
del pasado ni los modelos de la Ciudad Jardín, ni el urbanismo de la Carta de Atenas
si las condiciones han cambiado de forma tan sustancial. Parafraseando a Albert
Einstein, podríamos decir también, como él hacía en referencia a la crisis de 1929,
que «el mundo no superará el estado actual de crisis utilizando el mismo
pensamiento que creó esa situación» Por otro lado, estarían las visiones con
perspectiva histórica, las que muestran las conexiones y, también, los cambios y las
rupturas de las respuestas actuales en relación a determinadas tradiciones y
paradigmas formulados durante los últimos 100 años. Así, el énfasis reciente en las
formas urbanas y la atención a la arquitectura de la ciudad no sería tan novedoso.
Como tampoco lo sería la confianza en la tecnología para responder a los desafíos
urbanos, aunque al protagonismo habitual de las infraestructuras de transporte se
sumen ahora las manifestaciones de la nueva economía del conocimiento, con
distritos digitales y demás. Tampoco estaríamos ante una visión radicalmente
distinta al abordar los problemas de la reconciliación de los procesos urbanos con
el entorno natural, o al enfocar los límites del crecimiento urbano desde la creciente
sensibilidad hacia el medio ambiente y la sostenibilidad. Por decirlo con las palabras
de Peter Hall, a menudo «inventamos la rueda “La única manera de entender el
grado de novedad o de continuismo es el de explorar esas conexiones conceptuales
e instrumentales, analizando de forma temática y cronológica los episodios
significativos de la cultura urbanística. Desde hace algún tiempo, se consideraban
las dos tradiciones o ‘modelos’ fundamentales: por un lado, el ‘culturalista’, que
nosotros podemos asociar a la tradición de la arquitectura urbana y al paradigma
morfologista; por otro, el ‘progresista’ o ‘funcionalista’ François Ascher completa ese
esquema con otro polo el urbanismo abierto y normativo frente al anticipador y
programático. Por nuestra parte, añadimos a esos dos primeros modelos el
paradigma paisajístico y ambiental. De este modo, podemos plantear la
coexistencia de, al menos, tres tradiciones y paradigmas diferentes: un urbanismo
de raíz culturalista, morfologista y, en definitiva, arquitectónica; otro de naturaleza
economicista, tecnológica y funcionalista; y un tercero de naturaleza organicista,
paisajista y ambientalista.
EL URBANISMO DE LOS MONUMENTOS, LA ARQUITECTURA URBANA Y EL
PARADIGMA MORFOLOGISTA
Podemos referirnos al primero de esos paradigmas, a su renovada presencia y a su
‘recuperación’ cíclica en los últimos años. Cuando Peter Hall plantea la hipótesis de
la constante «invención de la rueda» por parte de arquitectos y urbanistas se refi
ere a planteamientos como los del New Urbanism norteamericano, pero también a
muchos otros que ahora ‘reinventan’ «la ciudad de los monumentos» y la «ciudad
de la arquitectura». Efectivamente, el conocido urbanista considera esa tradición,
dentro de la lógica del embellecimiento urbano, como una de las ‘respuestas’ a los
estragos propios de la era industrial y la industrialización. Naturalmente, esa
tradición no era nueva, podríamos remontarnos al urbanismo clasicista o anterior,
pero sí podemos estar de acuerdo en que ‘renace con fuerza’ a mediados del siglo
xix y, sobre todo, en el siglo xx con el movimiento City Beautiful, o con otras
variantes en las ciudades europeas. Pero lo que resulta verdaderamente destacable
es el renovado interés por esta tradición de la arquitectura urbana en las últimas
décadas. Algo que se manifiesta en la reedición de tratados y episodios urbanísticos
de ese periodo, como el propio Plan de Chicago o el libro de Werner Hegeman
American Vitrubius (reeditados ambos en 1993)8 . En esa tradición se inscribirían
también las concepciones del Arte urbano y el Civic Art con los proyectos
residenciales del primer tercio del siglo para ciudades como Ámsterdam. El Plan Sur
de Hendrik Petrus Berlage para Ámsterdam constituye un episodio clave que ahora
nos resulta ejemplar por su visión integradora, con la atención a la arquitectura
urbana de la vivienda masiva. La superposición de escalas, la combinación de
composiciones urbanas clasicistas con el tratamiento de los espacios públicos, la
integración de las redes viarias con los ejes monumentales dando lugar a una
notable variedad arquitectónica y urbanística, con una interpretación renovadora del
sistema de manzanas, calles y plazas; todo ello está en la base de su recuperación
reciente . Habría también otra línea de continuidad en la tradición de la «arquitectura
de la ciudad». Aunque es cierto que las concepciones de Aldo Rossi supusieron una
ruptura con las visiones del Movimiento Moderno, eso no signifi ca que la novedad
fuera absoluta, si se considera un periodo histórico más amplio. Nociones como la
revalorización de la ciudad histórica y la consideración de la ciudadcon el
redescubrimiento de su vigencia y posibilidades de reinterpretación en nuestras
ciudades12. Otra variante de la cultura del proyecto urbano y el «urbanismo de los
monumentos» de principios del siglo xx, resulta ahora especialmente actual por
otros motivos, entre los cuales es destacable el de su asociación a estrategias de
«promoción urbana» y la creciente importancia de la «economía simbólica», basada
en la cultura, el turismo y el marketing urbano. El culturalismo arquitectónico da paso
aquí a un «urbanismo cultural»13 que también se asocia a los proyectos urbanos
estratégicos, muy conscientes del poder de las imágenes urbanas. Más que nunca
podemos encontrar conexiones con las estrategias recientes que confían en la
capacidad de los edificios y proyectos ‘emblemáticos’ para producir efectos más o
menos directos en la transformación urbana, lo que un periodista ha llamado
«arquitecturas milagrosas»14. ¿Cuáles son las relaciones entre la «arquitectura
monumental» de ese ciclo de principios del siglo xx y esas arquitecturas
emblemáticas que proliferan desde los años 90 del pasado siglo hasta ahora?
Desde distintas perspectivas, se apuntan sugerentes paralelismos y continuidades.
Aunque también resultan obvias las diferencias entre el «urbanismo de los eventos»
de la era industrial respecto a los que se despliegan en la «era de la
globalización»15. Comparando la célebre Exposición colombina de Chicago de
1893 con la reciente Exposición universal de Shanghái de 2010, no parece
exagerado afirmar que la lógica del embellecimiento urbano del movimiento City
Beautiful de principios del siglo xx, experimenta 100 años después solamente
versiones renovadas, basadas en el espectáculo urbano y en el City Marketing a
una nueva escala.
EL URBANISMO FUNCIONALISTA Y EL PARADIGMA TECNOLÓGICO

Si revisamos ahora «la ciudad de la tecnología», podremos encontrar diferentes


momentos, ciclos y ecos a lo largo de todo el siglo xx. También aquí, a pesar de
cierto esquematismo, nos puede ser útil la visión dual de Françoise Choay al
referirse al modelo «progresista» y funcionalista, por oposición al «culturalista» y
arquitectónico. Esa tradición puede verse, en cierto modo, como un auténtico
paradigma tecnológico16. En la historiografía urbanística, una primera versión de
ese tipo de urbanismo se encuentra en la «ciudad industrial» de Tony Garnier. Pero
también en las visiones de Eugène Hénard y de otros urbanistas pioneros que
trabajan en París y se centran en la remodelación del sistema viario, pero no ya con
la lógica integradora del barón Haussmann, sino con un claro protagonismo de las
técnicas de ordenación del tráfico, de los nudos viarios, de los distintos niveles en
las infraestructuras de saneamiento y de transporte, etc.
En paralelo, la nueva disciplina urbanística se basa en la imposición de la
separación de funciones, el zoning, vinculado inicialmente a la sistematización de
usos y tipologías de la edificación. Pero también con el prestigio de los modelos de
producción taylorista17 No es difícil inscribir en ese tipo de concepciones la posterior
visión de la ciudad (y la arquitectura) como entidad funcional. Una ciudad que se
basa en el complejo de infraestructuras recorre toda la tradición funcionalista, desde
las primeras propuestas de la Ciudad funcional de Le Corbusier hasta las de los
ciam, sobre todo a partir de la Carta de Atenas. La fascinación por el mundo de las
infraestructuras y de la movilidad basada en el automóvil está especialmente
asociada a esa dimensión tecnológica del urbanismo y del proyecto urbano
contemporáneo. Y el protagonismo de las infraestructuras que garantizan el
funcionamiento correcto de la ciudad no es compensado por el de las otras tres
funciones del urbanismo moderno. Podríamos inscribir en ese paradigma
tecnológico y funcionalista las diversas versiones de la «ciudad del automóvil», la
ciudad de las infraestructuras de transporte o la «ciudad de la infinita movilidad» a
la que alude Peter Hall. Ahí estarían también las visiones de H.G. Wells, o la realidad
de las ciudades norteamericanas desde los años 1930, o de casi todas las ciudades
entre los años 1950 y 1960. Quizá la manifestación más espectacular de esa
fascinación por la tecnología y las nuevas posibilidades ofrecidas por la introducción
del automóvil en la ciudad sea la del pabellón de la Exposición internacional de
Nueva York de 1939, en el que se mostraba la ciudad del futuro, basada en la
horizontalidad y la movilidad del creciente tráfi co motorizado. Allí se prefiguraba la
ciudad descentralizada y democrática (democracity) que debería ser una realidad
¡en 2039! Futurama mostraba el futuro de las ciudades, lógicamente en la visión de
General Motors18. ¿En ese clima de entusiasmo automovilístico, no es casual que
en los tratados de urbanismo la circulación se convirtiera en tema protagonista,
como en el libro de Josep Lluís Sert Can Our Cities Survive?19 Otros ejemplos de
ese urbanismo funcionalista y tecnológico, centrado en las nuevas condiciones
creadas
por el desarrollo del tráfi co en las ciudades, se concretan en diversos proyectos,
manifi estos e informes que sitúan en primer plano la cuestión de la movilidad. Como
el conocido e infl uyente Traffi c in Towns, de Colin Buchanan (1963), una
aproximación que reconocía la potencialidad del automóvil, aunque también
advirtiera de los problemas que ocasionaba y propusiera medidas correctoras
concretadas en las famosas «áreas ambientales». Una metodología que, por cierto,
resulta perfectamente vigente, como muestra su aplicación, con variantes sucesivas
y con éxito creciente en numerosas ciudades que se plantean la racionalización del
tráfico urbano. En la cultura arquitectónica y urbanística proliferan las propuestas
que, en su crítica a la primera tradición moderna, plantean un paso más allá en las
concepciones tecnologistas: desde las visiones del Team X (ciam x, 1959) a las del
grupo Archigram o los metabolistas, se confía en las megaestructuras, la
prefabricación masiva de artefactos, incluyendo la vivienda, al modo de la
producción seriada del automóvil, etc. Unas visiones cuya actualidad no es
probablemente ajena a la visión optimista basada en la potencialidad de las
infraestructuras, la movilidad, el poder de decisión del usuario, etc.20 Podríamos
referirnos a distintas versiones actuales de ese urbanismo basado en el
protagonismo de las infraestructuras. Resultan emblemáticos proyectos de piezas
urbanas en torno a estaciones intermodales, como el de Euralille de oma. De nuevo,
más que los detalles concretos de un proyecto condicionado por el intercambiador
de transporte, interesa destacar la aceptación del incesante incremento de la
movilidad individual o colectiva y el optimismo tecnológico en el discurso de Rem
Koolhaas, quién, a diferencia de las aproximaciones propias del paradigma
morfologista, muestran las ventajas del protagonismo de las infraestructuras en la
ciudad contemporánea21. O bien el de los que se plantean, de forma realista, la
reconversión del urbanismo de las zonas en un «urbanismo de las redes», tal como
le denomina Gabriel Dupuy22. También resultan significativos otros proyectos que
tratan de dar respuesta a los retos de la necesaria renovación de la base económica
de las ciudades confiando en la capacidad de la nueva economía para cambiar
radicalmente espacios urbanos obsoletos, infrautilizados o en desuso. Se trata de
«entornos de innovación» que se plantean, generalmente, sobre esos tejidos y que
generan los llamados «distritos digitales», como el Digital Hub de Dublín, o como
otros análogos (en San Francisco, en Singapur o en Barcelona) que resultan
especialmente ilustrativos de la capacidad de esas aproximaciones para la
renovación y revitalización urbana. En esos ejemplos paradigmáticos se
experimentan estrategias de respuesta a una compleja economía urbana que, a la
vez, pretenden la revitalización y reciclaje de esos vacíos urbanos o de barrios
obsoletos, generalmente postindustriales.
TRADICIÓN ORGANICISTA Y PARADIGMA PAISAJÍSTICOAMBIENTAL
Menos sistematizada por los analistas, es posible considerar también una «tercera
tradición» o ‘modelo’, algo menos presente en la crítica y en el debate urbanístico.
Un modelo que, en cierto modo, desemboca en un auténtico paradigma que tendría
que ver con las relaciones entre ciudad y naturaleza. Según el enfoque adoptado,
podríamos centrarnos en la tradición paisajística, pero atendiendo especialmente a
una versión más interesada en la dimensión ecológica y ‘ambientalista’. En el
esquema referido de Choay, la autora añadía un «modelo naturalista» a los dos
principales, el funcionalista y el «culturalista». Sin embargo, una acepción más
amplia de las propuestas más atentas a la sensibilidad por la naturaleza y al paisaje,
permitiría incluir ahí otras visiones ‘paisajísticas’ y ‘ecológicas’, las que hunden sus
raíces en la formulación de la Ciudad Jardín, en las realizaciones paisajísticas
norteamericanas, en los sistemas de parques de Olmsted, o en los suburbios
modélicos ingleses y norteamericanos. O en todo un conjunto de modelos de
organización urbana basados en anillos verdes, cuñas verdes, corredores, etc. que
van desde Howard a Eberstadt, a Abercrombie y muchos otros. Modelos y
esquemas que, a principios del siglo xxi desarrollan los formulados un siglo antes23.
En paralelo, resulta destacable la tradición del organicismo y del «regionalismo
ecológico» de Patrick Geddes o de Lewis Mumford y de la Regional Planning
Association (rpaa)24. En esas aproximaciones se pueden inscribir numerosas
visiones medioambientalistas posteriores, incluidas las más recientes relacionadas
con la ecología urbana. Aunque no siempre se reconocen las deudas, resulta signifi
cativo el redescubrimiento de Mumford por cierto ecologismo, a pesar de su
consideración general como uno de los padres de la planifi cación regional de base
ambientalista25. Quizá una de las líneas más solventes en esa tradición sería la del
«Paisajismo ecológico», el Ecological Landscape Planning de Ian McHarg y la
escuela de Filadelfi a. Una aproximación que corresponde a la nueva sensibilidad
paisajística y medioambiental, pero a la vez prolonga la tradición norteamericana, y
que tendría su manifestación paradigmática en el libro Diseñar con la Naturaleza de
McHarg (por cierto, con prólogo de Mumford)26. Muy relacionada con esa tradición
paisajística y ecológica, pero centrada en la revitalización de los centros urbanos
compactos de las ciudades norteamericanas, hay que referirse a las visiones de
Jane Jacobs. Como en el caso de Mumford, la vigencia creciente del discurso de
Jacobs no es ajena a la nueva sensibilidad por la ciudad compacta o por la
sostenibilidad urbana. Por supuesto, la palabra sostenibilidad no aparece en el libro
más conocido de la autora Muerte y vida de las grandes ciudades. Sin embargo,
como señala Fariña, si tratamos de resumir sus propuestas para la ciudad veremos
la extraordinaria coincidencia con los criterios que todos consideran fundamentales
para avanzar hacia ciudades más sostenibles (o menos insostenibles): mezcla de
usos, variación en las tipologías edificatorias, densidades que permitan mantener
una vida urbana digna de ese nombre o calles frecuentadas. Efectivamente, Jacobs
interpretaba las ciudades como seres vivos y como ecosistemas. Sugirió que con el
tiempo, los edificios, calles y barrios funcionan como organismos dinámicos,
cambiando en respuesta a cómo la gente interactúa con ellos. Explicó cómo cada
elemento de una ciudad —las aceras, parques, barrios, gobierno, economía—
podría interpretarse de forma análoga a la de los ecosistemas naturales. No es, por
tanto, casual, su recuperación reciente por los que consideran esas condiciones
‘orgánicas’ y, especialmente, la mezcla de usos de la ciudad, como un aspecto
crucial para el desarrollo económico y urbano27. Los motivos de la renovada
sensibilidad hacia la naturaleza y la progresiva adopción de estrategias con
incidencia urbanística que están en la base de la recuperación de la tradición
paisajística y ambiental resultan suficientemente conocidos: la crisis ambiental que
comienza a diagnosticarse en la década de los sesenta, la crisis del petróleo
(setenta), la Conferencia de Estocolmo (1972), el Informe Brutland (1987) y el
concepto de «desarrollo sostenible», el Libro Verde sobre el Medio Ambiente
Urbano (1990), el modelo de la «ciudad compacta», etc. En paralelo, la crítica
arquitectónica también redescubre el interés de ciertos proyectos realizados bajo
principios muy próximos a la ecología ya en los años sesenta del siglo xx28. Interesa
aquí reconocer los esfuerzos de algunos equipos que han tratado de sistematizar
los principios de ese renovado paradigma paisajístico y ambiental. Entre ellos,
destaca el llamado Libro blanco del urbanismo británico, un documento dirigido por
Richard Rogers por encargo del Department of the Environment, en el que se
encuentran sintetizadas las guías para la intervención en las ciudades inglesas de
principios del siglo xxi29. Todas esas iniciativas y visiones se contraponen a la
deriva expansiva, despilfarradora e insostenible del crecimiento urbano reciente
(especialmente en las ciudades españolas). Por eso resulta estimulante comprobar
el avance de un nuevo urbanismo paisajístico con profunda sensibilidad ecológica
en un contexto tan complejo como el actual. Recientemente, se ha tratado de
sistematizar las concepciones referidas al «Urbanismo ecológico» o
«Ecourbanismo». Una etiqueta que recoge la propuesta de una nueva aproximación
holística al proyecto de la ciudad, donde es posible conciliar ecología y urbanismo,
trabajando múltiples escalas de manera pluridisciplinar. Aproximación relativamente
innovadora, pues podemos comprobar las conexiones con la tradición del
Paisajismo ecológico. De todos modos, el «Ecourbanismo» representa a la vez
unacrítica y una evolución en otros términos del landscape urbanism propuesto hace
una década, multiplicando las líneas de pensamiento disponibles sobre la ciudad
contemporánea, incluyendo en su discurso lo ecológico, lo económico y lo social,
para ampliar los marcos conceptuales de la disciplina y visualizar futuros escenarios
alternativos30. Un poco por todas partes, se imponen los planes y proyectos de
regeneración, revitalización y reciclaje de nuevos paisajes urbanos, especialmente
en las nuevas periferias, pero también en las interiores, en los bordes periurbanos
o en extensos territorios obsoletos de la era de la industrialización. Las últimas ibas
alemanas, desde la de Emscher Park 1989–99 (probablemente la más emblemática
y significativa en la imposición del paradigma ecourbanístico paisajístico) a la
próxima iba Hamburgo 2013, van en esa dirección del paisajismo ecológico y
ambiental. Visiones que consideran los ecosistemas urbanos y territoriales, con
especial atención a los consumos energéticos y a su racionalización mediante
sistemas de transporte sostenibles, de tratamiento de residuos, etc., por lo que
resulta razonable la adopción de esas denominaciones «ecourbanísticas», aunque
tengan aún un largo camino para su efectiva aplicación. El riesgo de
interpretaciones globales como la que efectuamos es, por supuesto, el de una
excesiva generalización, en la que pueden minimizarse las diferencias obvias entre
ciudades y contextos nacionales. No obstante, a pesar de esos desfases, se aprecia
una voluntad de avanzar y una progresiva imposición de este último paradigma. Un
ejemplo, que puede parecer menor pero que resulta muy signifi cativo, es la
publicación del Libro Blanco de la sostenibilidad en el planeamiento urbanístico
español (2010) a cargo de un equipo dirigido por el arquitecto-urbanista José Fariña
y el economista José Manuel Naredo31. Un hecho muy destacable porque
constituye una aportación rigurosa y sintética, con el enunciado de una serie de
principios y criterios que podrían servir de guía para la puesta en marcha de
estrategias efectivas de regeneración y reciclaje de las ciudades españolas.
PROYECTOS INTEGRADOS Y PARADIGMAS. BARCELONA Y ZARAGOZA
COMO EJEMPLOS
Disponemos, por tanto, de un extenso repertorio de experiencias y referentes
asociadas a cada una de esas tres tradiciones. Podemos ahora volvernos a
preguntar sobre la vigencia y compatibilidad de cada uno de los correspondientes
paradigmas. En el cuadro del principio se incluyen algunos episodios que pueden
resultar indicativos de su importancia relativa. La cultura del proyecto, con énfasis
en los espacios públicos urbanos, sería una de las líneas más marcadas en las
estrategias recientes de casi todas las ciudades europeas y, en particular,
españolas. Las nuevas infraestructuras se desarrollan en paralelo y son
responsables del salto de escala de nuestras ciudades, con rondas viarias,
estaciones intermodales, etc. Pero resulta destacable el avance del último
paradigma, el paisajístico y ambientalista, donde podríamos situar algunas de las
intervenciones más renovadoras, destacando las que tienen que ver con una nueva
concepción de los espacios verdes públicos: intervenciones en frentes litorales y
fluviales, corredores verdes, anillos verdes, etc. En síntesis, podemos recapitular y
comprobar aquí la plena vigencia, coexistencia y compatibilidad de esos
paradigmas o modalidades de intervención urbanística. Sin embargo, es posible
decir que ya no es suficiente ni puede darse la primacía del proyecto arquitectónico
entendido como proyecto urbano32. La visión morfologista ha producido buenos
resultados y el urbanismo cualitativo de los espacios públicos es una buena muestra
de ello. Pero otras intervenciones muestran un entendimiento más complejo de los
procesos urbanos. Así, se evidencia el peso creciente de un urbanismo paisajístico,
que va más allá del «retorno del paisaje» que Ascher detecta en las recientes
estrategias urbanísticas. Algunos ejemplos actuaciones y propuestas desarrolladas
en ese ámbito en dos ciudades españolas resultan, también, ‘paradigmáticas’. Los
casos de Barcelona y Zaragoza pueden servir para aproximarnos y valorar la
naturaleza de las estrategias que caracterizan esas formas de intervención
urbanística, que se plantean a varias escalas y se desarrollan con distintos
instrumentos. Lo cual no debe hacernos olvidar que se trata de estrategias y
proyectos relativamente singulares, en un contexto de gran expansión urbana y
suburbana, de imposición de modelos de «ciudad dispersa», con la emergencia de
las «nuevas periferias» que están transformando por completo la realidad urbana
de las ciudades españolas33. Un contexto en el que ha tenido un peso excesivo la
tendencia a renovar la ciudad asociada a la lógica de la espectacularización urbana
y donde algunos proyectos de gran calidad contrastan con la proliferación de
actuaciones y periferias banales en un paisaje cada vez más estandarizado34. En
Barcelona, las actuaciones que van desde los proyectos previos a los Juegos
Olímpicos de 1992 hasta el Forum de las Culturas de 2004, han dado lugar a
intensos debates sobre la naturaleza y vigencia de un modelo urbanístico de gran
infl uencia en otras ciudades europeas, hasta el punto de convertirse en un auténtico
‘modelo’ internacional, sobre todo en la década de los ochenta y primeros noventa.
El «modelo Barcelona» puede interpretarse en dos tiempos, con un periodo exitoso,
de protagonismo de las intervenciones públicas hasta los Juegos, al que habría
sucedido otra fase, a fi nales del siglo pasado, de ‘dispersión de modelo’, más
subordinado a la lógica del mercado y la globalización. A pesar de algunas
diferencias, diversos analistas comparten un diagnóstico crítico sobre el éxito y
decadencia del «modelo Barcelona». Para Judit Carrera, por ejemplo, el éxito fue
«el resultado conjunto del salto cualitativo de las infraestructuras olímpicas y el
respeto hacia unos espacios públicos que, como lugares compartidos, se convertían
en el epicentro de las aspiraciones democráticas de los barceloneses». La
decadencia, en cambio, vendría asociada a la consolidación de la globalización en
la década de los noventa, con la llegada del turismo de masas y la inmigración, así
como a las sustanciales transformaciones a escala metropolitana. En lugar de
responder con una renovación profunda de las políticas urbanas, «la ciudad se
instaló en la auto contemplación y la copia repetitiva del modelo, sin tomar
conciencia de que su entorno se había transformado de manera radical» 36. De
todos modos, en ese proceso resulta destacable el protagonismo de los espacios
públicos, tanto en las intervenciones destinadas a la recuperación de vacíos
urbanos o del frente litoral, como en las operaciones de renovación, rehabilitación y
revitalización de diversas áreas, centrales y periféricas, especialmente en algunos
barrios en proceso de degradación de las «periferias interiores» (como en el barrio
de La Mina). Se trata, por tanto, de un conjunto de actuaciones que muestra el paso
del «paradigma morfologista» a los proyectos estratégicos de escala intermedia (en
las áreas de nueva centralidad), a la utilización de nuevos instrumentos dirigidos a
la reconversión de áreas obsoletas en nuevos distritos para la innovación y a
operaciones vinculadas a renovadas estrategias paisajísticas y ambientales (como
la regeneración del río Besós)37. En el caso de Zaragoza, el salto de escala se
produce en paralelo a la llegada del tren de alta velocidad y a la Exposición
internacional de 2008. Asociadas a esos dos «grandes proyectos estratégicos»
destacan otras operaciones acompañadas de diversas actuaciones ‘menores’ o de
«microurbanismo». En particular, las vinculadas al auténtico leitmotiv de la Expo: la
recuperación de las riberas del Ebro, concebida como una operación de
regeneración urbanística y ambiental, así como su asociación a una serie de
actuaciones en el sistema de espacios verdes públicos a partir de la recuperación
de otros frentes fluviales (Huerva, Gállego, Canal). Un solo dato puede ser
suficientemente indicativo de los cambios inducidos en lo que se refiere al salto de
escala en el sistema de espacios libres: la duplicación de la superficie destinada a
parques urbanos (de unas 250 a cerca de 500ha)38. Todas esas operaciones, junto
a otras de construcción de infraestructuras (Rondas viarias en particular) sólo fueron
posibles al haberse incluido en el Plan de Acompañamiento de la Expo39.
Lógicamente, la resaca de la Expo y la crisis desatada tras la misma (Lehman
Brothers quebró al día siguiente de la clausura de la Expo) ha tenido como
consecuencia el retraso de los procesos de reconversión planificada del conjunto
en parque empresarial y cultural. Sin embargo, la apropiación ciudadana del espacio
público de las riberas del Ebro y del Parque metropolitano a raíz de la Expo
constituye una demostración suficiente de la capacidad catalizadora del evento, que
tuvo un impacto considerable mucho más allá del recinto. En esa secuencia de
líneas de actuación podemos inscribir la propuesta del Anillo Verde. Un anillo que
ya se había planteado a mediados del siglo xx (en los planes urbanísticos de
postguerra (Anteproyecto de Ordenación General 1948 y Plan 1957), como
«cinturón verde», pero que entonces era concebido como límite al crecimiento
urbano y no tanto como elemento vertebrador del sistema de espacios libres en toda
la ciudad, auténtica «estructura verde», comparable a la que se desarrolla en
muchas otras ciudades europeas.
Ecosistemas y ecología urbana
Entender a la ciudad como un sistema, o como un ecosistema, y las relaciones que
establece en tanto flujos de entrada y salida con otros sistemas, es determinante
para comprender la importancia del ecourbanismo, más allá de una moda o de una
propuesta verde dentro del campo de la política, de la economía o de la arquitectura.
El futuro del planeta y de las generaciones por venir depende en gran medida del
pacto que se haga hoy con la naturaleza. Las ciudades actuales no son sostenibles,
el nuevo paradigma se basa en el respeto a la naturaleza y en la interacción del ser
humano con el medio. Este enfoque requiere una visión holística que trascienda el
conocimiento académico especializado y socialice el saber y la experiencia, fruto
esta última del contacto del hombre con la realidad. Debido a que la lectura de la
ciudad actual y de su problemática en cuanto a su comportamiento ambiental se
realiza desde un enfoque ecosistémico, se hace una breve introducción al tema de
los sistemas, con el fin de aclarar conceptos que serán más adelante utilizados y
que, en algunos casos, sirven de base a las propuestas de diversos autores.
EL PAISAJE Y LOS ESPACIOS PÚBLICOS URBANOS EN EL DESARROLLO
DE LAS SOCIEDADES
Hasta hace no poco los biólogos (entre éstos, principalmente botánicos) se
dedicaban exclusivamente al estudio de la naturaleza fuera de la ciudad como uno
de los puntos centrales de su investigación. El estudio de la flora y fauna de los
parques, la historia geológica y las potencialidades económicas del sector,
(turísticas, ganaderas y agrícolas) han sido los principales ejes de actuación por
parte de los organismos públicos y privados. Podemos decir que nuestros parques
están bien inventariados, es grande la documentación que existe de cada uno de
los espacios verdes que rodean nuestras ciudades, contando, además, con todas
aquellas actividades que anualmente se vienen realizando en dichas zonas: salidas
al campo, aulas de la naturaleza, de interpretación, el día del medio ambiente, del
árbol, etc, así como una lista interminable de ONG Ambientalistas que en los últimos
años no ha hecho más que aumentar. Pero no podemos olvidar que la mayoría de
la población humana vive en las ciudades o en núcleos urbanos, donde trabaja y se
desarrolla en continuo contacto con otros individuos, en las calles, en sus hogares
o en cualquier espacio público donde haya cabida para el relax, la comunicación y
el disfrute de las experiencias urbanas. Serán los Espacios Públicos Urbanos los
mejores sitios donde se establezca esa relación directa entre el espacio y las
personas, donde en un mismo sitio confluyan y coexistan armoniosamente
diferentes actividades sociales, económicas y ambientales. La naturaleza y, en
general, el paisaje urbano debería constituir un elemento fundamental en la
organización y sustentación de la vida cotidiana de los ciudadanos. Sin embargo, el
hombre moderno, guiado por una racionalidad instrumental, se aleja de la
naturaleza, colocándose por encima de ella, en una actitud de superioridad. A pesar
de ello, el hombre vive inserto en un medio natural, forma parte de algún
ecosistema, por lo que, en alguna medida, la relación con la naturaleza siempre está
presente. Aún así, las ciudades han vivido de espaldas a la naturaleza que en su
origen las vio nacer, los árboles y parques han sido poco a poco sustituidos por
bloques de hormigón o por grandes avenidas que trocean la ciudad en mil pedazos.
Pensar en naturaleza significa pensar fuera de la ciudad, de ahí la importancia de
recuperar el contacto directo de los ciudadanos con los elementos naturales de su
entorno, como primera instancia, y paralelamente recuperar, conservar y gestionar
las comunidades biológicas que ancestralmente hicieron de las ciudades lugares
agradables para el hombre. El afán del hombre por la búsqueda del contacto con la
naturaleza ha estado reflejado en sus comportamientos cada vez más sensibles
hacia temas ambientales, tales como la contaminación y la degradación de los
espacios naturales. Esto ha llevado a replantear la importancia y los servicios que
los espacios verdes públicos prestan a la sociedad. Las ciudades han empezado a
desarrollar sus Agendas 21, buscando un equilibrio sostenible entre crecimiento y
desarrollo, donde aspectos sociales, económicos y ambientales tienen que
entrelazarse para conseguir tal finalidad. Será aquí donde los Espacios Naturales
Urbanos empiezan a cobrar su mayor importancia. La recuperación de la ciudad
para los ciudadanos, con actuaciones como la reducción de los automóviles, la
peatonalización de los Centros Históricos y la creación de grandes zonas verdes
han redefinido las ciudades como espacios residenciales atractivos para que el
hombre se pueda desarrollar en todo su potencial. Pero este hecho necesita de
estudios multi e interdisciplinarios donde tanto las bases ecológicas como también
las formas de conducta social vayan cogidas de la mano, y donde el contacto con
la naturaleza en el transcurso de la vida urbana tengan un único objetivo: el aumento
de la calidad de vida. EL “VERDE URBANO” EN LA SOCIEDAD Estudios realizados
en España por Corraliza (2000) sobre los espacios públicos urbanos, vienen a
demostrar la importancia que las diferentes culturas presentan sobre el uso y la
interpretación de los espacios abiertos. Ya desde el periodo Babilónico se prestaba
culto a laMadre Tierra y a "Tomuz" divinidad de la vegetación. Este sentido religioso
ha sido constante en las diferentes civilizaciones mediterráneas. Tanto los Egipcios
como los Griegos le daban una importancia prioritaria a la construcción de los
jardines urbanos, que eran derivaciones directas del "Bosque Sagrado" (Bettini,
1998). Estas relaciones hombre/naturaleza estaban presentes en todas las
manifestaciones artísticas a lo largo del Nilo, pero, sin lugar a dudas, será en la
arquitectura donde se confundan lo artificial y lo natural, donde las esculturas y
relieves de palmeras, papiros y flores de loto envuelvan a la ciudad construida. En
la época Romana surge un nuevo cambio en el concepto de "verde urbano". Los
jardines en el interior de la ciudad ya no son entendidos sin las arquitecturas
sociales: viales, pórticos, albercas, etc, y será al exterior de las ciudades donde
surgirán los grandes sectores verdes llamados "villas". Serán estas villas
extramuros las que mantendrán una vía comunicante entre la ciudad y el campo,
abasteciendo a los ciudadanos de los recursos naturales y sociales demandados
por la población. Posteriormente, las ciudades empiezan a expandirse, el aumento
demográfico y la búsqueda de nuevos espacios para la construcción hacen que las
ciudades intramuros sean angustiosas y esten saturadas urbanisticamente
hablando. El "Verde Medieval" estará recluido en los patios de las grandes
residencias nobles y entre los altos muros de los conventos de clausura. Pero "la
tendencia señorial a la creación de grandes espacios verdes, se reafirma con
prepotencia en el transcurso del renacimiento a través del jardín italiano"(Bettini,
1998) o, posteriormente, con la creación de los grandes bulevares obtenidos
mediante la transformación de antiguos baluartes defensivos en viales arbolados o
en la peatonalización de grandes avenidas. Sin embargo, esta aproximación
histórica del "verde urbano" sufrirá grandes transformaciones en el siglo XX. El
crecimiento explosivo de las áreas urbanas ha ocasionado cambios fundamentales
no sólo en el paisaje físico, sino también en la percepción de la población sobre la
tierra y el medioambiente. CIUDADES DEL SIGLO XXI Según el informe del Fondo
de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) presentado en la Cumbre de
Johannesburgo, las proyecciones de la población para el 2025 ascenderán a unos
9.300 millones de personas, creciendo a razón de 75 millones de personas por año
-en torno al 1,5% de promedio-, en su mayor parte correspondiente a los países en
vías de desarrollo que para el año 2050 triplicarán su población hasta alcanzar los
1.860 millones de personas. Pese a tal crecimiento, el aumento demográfico de la
población no ha estado distribuida proporcionalmente, sino que las ciudades han
acogido por termino medio en torno al 80% de ese aumento anual (FNUAP). Este
desmesurado crecimiento de las ciudades, no sólo se debe a un proceso biológico
reproductivo. Las ciudades crecen en gran parte por la migración, tanto del entorno
rural, como por los ciudadanos de otros países o regiones. La búsqueda de
estabilidad laboral, seguridad, educación y en definitiva oportunidades de vida, han
sido los condicionantes para que una población con fuertes arraigos a entornos
naturales emigrase a la ciudad. Si en el siglo XIX y principios del XX el proceso de
urbanización se produjo en el hemisferio norte como resultado de una rápida
industrialización asociada a un uso intensivo de los combustibles fósiles, hoy en día
el mayor crecimiento de las ciudades se está dando en el hemisferio sur, por un
desarrollo urbano industrial y un declinar de las economías y ambientes rurales. No
obstante, la actual crisis económica en la que se ven envueltos estos países
(hemisferio sur) les trae aparejado diversas problemáticas que van desde el
desempleo y las desigualdades sociales, hasta los problemas de emigración y
pérdida de recursos naturales. En 1990 las 100 ciudades más grandes del mundo
albergaban 540 millones de personas. De esas 100, en las 20 mayores ciudades
vivían 220 millones de seres humanos y las "megaciudades" de más de 10 millones
de personas se extendían por cientos de miles de hectáreas -anteriormente
ocupadas por recursos naturales-. Además, existían 35 ciudades de más de 5
millones de habitantes y cientos de más de un millón. Sólo tres de las diez ciudades
más grandes del mundo se encuentran en zonas desarrolladas (Tokio, Nueva York
y Los Ángeles), y alguna de ellas dejará pronto de estar entre las primeras. Las
restantes son del denominado Tercer Mundo o países en vías de desarrollo (México,
con más de 20 millones de habitantes, Bombay con un crecimiento de unos 3 o 4
millones de habitantes en los últimos diez años, Sao Paulo que tiene 18 millones,
Shangai, Lagos, Seúl y Pekín que sobrepasan con creces la cifra de los 15 millones
de habitantes. Por el contrario, mientras las ciudades en países "en vías de
desarrollo" ven aumentar peligrosamente su población, en algunas grandes
ciudades del hemisferio norte, las estadísticas parecen indicar un freno o incluso un
retroceso del crecimiento urbano. Esto ha hecho que la ciudad entendida como un
ecosistema vivo se adapte a las nuevas necesidades del habitante. Los nuevos
modelos productivos imperan en una sociedad cada vez más alejada de los
recursos naturales que la abastecen. Por otro lado, como sostiene Tomás R.
Villasante (2001) "la "huella ecológica" de cada urbe (territorio que afecta y del que
vive) es cada vez más grande, y traspasa los continentes". Se ha demostrado que
espacios altamente urbanizados como Holanda y con un elevado "nivel de vida"
requieren un espacio catorce veces mayor que su superficie para mantener su
sostenibilidad. Es decir, los territorios del Primer Mundo, en especial sus metrópolis,
están importando sostenibilidad del Tercer Mundo o de países en vías de desarrollo.
Esta forma de apropiación del suelo por los habitantes de los países más ricos ha
aumentado de forma continua. Actualmente, un Norteamericano promedio necesita
de 4 a 5 hectáreas para su "desarrollo actual", esto representa 3 veces más de la
parte que le corresponde de tierras que, lógicamente, provienen de la generosidad
de otros países. En definitiva, que si todos los habitantes del planeta vivieran de
acuerdo con los estándares de vida de un Canadiense promedio o de un
Norteamericano, necesitaríamos por lo menos 3 planetas. (Wackernagel & Rees,
2001). Por ello, los paisajes al interior y exterior de las ciudades cambian,
evolucionan, sufren transformaciones dependiendo de la idiosincrasia y economía
de cada país e incluso de cada región. Mientras que los países desarrollados
poseen el capital y la tecnología suficiente para "trasladar sus problemas" a otros
espacios, las ciudades o países menos favorecidos deben o deberían resolver los
problemas en su "propio espacio". ¿CIUDAD DIFUSA O COMPACTA? Las
ciudades ya no son tan "habitables" como lo fueron en su origen. La ciudad que la
llamada "Escuela de Chicago" conformó en un modelo circular y concéntrico ha
dejado de ser referencia para los planificadores. Estas ciudades, se constituyen en
una típica alternancia en predominio de un grupo central de bloques, más o menos
cerrados, que tienden a la verticalidad y concentran la vida económica y
administrativa, frente a una periferia residencial de casas individuales, más o menos
ajardinadas, de baja altura y con tendencia a la horizontalidad. El resultado, es un
espacio urbano consolidado que se ensancha y aumenta, a la vez que, alargándose,
aumenta las distancias que separan sus límites y aleja su cinturón exterior. Estos
nuevos procesos de crecimiento urbano y consumo desmesurado del territorio, han
llevado a que nuestras ciudades, que siempre presumieron de ser "Compactas" y
ambientalmente más sostenibles, pasen a ser modelo de ciudad "Difusa" y
difícilmente sostenibles. Según Rueda (1993), las ciudades difusas: • Requieren un
elevado consumo de suelo. • Existe un excesivo consumo de energía y materiales,
como consecuencia de la planificación y del modelo de crecimiento de dispersión o
segregación. • Se incrementa la tendencia de explotar y desestructurar los sistemas
del entorno más allá de su capacidad de carga. • Se separan los usos y las
funciones, ocupando territorios amplios, conectándose a través de una amplia red
de carreteras. • Existe una segregación social. Esta eclosión en la periferia de las
ciudades ha conllevado al detrimento de los Centros Históricos de las ciudades.
Hasta hace relativamente poco, las ciudades históricas constituían una
multifuncionalidad y pluralidad social de modo indiferenciado, proporcionando
multitud de contactos y actividades que las hacían más habitables e igualitarias,
dándole al ciudadano un "sentido del lugar", entendiendo este como un espacio
concreto y utilizado por la práctica diaria (actividades, percepciones, recuerdos,
símbolos) (Depaulo, J, 1983). Son nuestras ciudades históricas las que fijan el
sentido subjetivo del lugar, siempre asociado a las ideas de familiaridad, intimidad
y, muy significativamente, identidad. Sin embargo las expansiones de las ciudades
en este ultimo siglo han creado zonas urbanas periféricas con paisajes uniformes,
monótonos, sin personalidad propia, que fomentan el anonimato y la
incomunicación, originando las mismas imágenes y similares lenguajes (Pérez,
1996). Dichos crecimientos urbanos transforman profundamente el paisaje, lo que
provoca, en muchos casos, perdidas en los sistemas ecológicos y, como
consecuencia, un mal funcionamiento de los ecosistemas urbanos.(Sukopp &
Werner, 1983; McDonnell et al., 1997; Breuste et al., 1998; Baker et al., 2001). Hoy
en día el ciudadano percibe la ciudad como una aglutinación de edificios y espacios
vacíos entre ellos (calles y avenidas) y, sin embargo, cuando se le pregunta sobre
qué es un paisaje, inmediatamente la población lo relaciona con algo natural: una
montaña, un río, bosques e incluso algunas edificaciones o pequeños pueblos
insertos en verdes valles. Según el diccionario de la Real Academia Española,
paisaje es "toda extensión de terreno que se ve desde un sitio ó, extensión de
terreno expresada en su aspecto artístico". NATURALEZA EN LA CIUDAD La
sociedad de hoy es base de una serie de contradicciones y paradojas en la
percepción de la ciudad. Mientras la población está cada vez más sensibilizada por
la problemática ambiental, siendo cada vez más numerosos los foros y
convenciones para la sostenibilidad del planeta, los ciudadanos no somos
conscientes de la insostenibilidad ambiental a la que estamos llevando a nuestras
ciudades. La perdida de percepción natural y de espacios naturalizados en el interior
de las ciudades ha llevado a una generalizada preocupación gubernamental y
ciudadana que intenta subsanar tales deficiencias con la creación de grandes
corredores ecológicos, parques y zonas en los extrarradios que, afortunadamente,
han ganado la batalla al asfalto. Todos ellos con un mismo objetivo: buscar el
bienestar social y la calidad de vida. Pero, sin embargo, cuando vemos estos
modelos de ciudad, pensamos ¿acaso el hombre no vive inmerso en la ciudad?,
¿no es en esta donde trabaja y se relaciona socialmente?. La mayor parte de
nuestras vidas las pasamos en las ciudades, bien trabajando, yendo de una lugar
hacia otro, comprando, o bien descansando del poco tiempo que nos queda entre
la semana. Es por ello que en las mismas ciudades, y no en los extrarradios, los
espacios verdes deben de cobrar su mayor significado, siendo lugares de encuentro
e intercambio, o simplemente de percepción paisajística, ya que se ha demostrado
que la simple visión de naturaleza en la ciudad produce estados fisiológicos más
distendidos, disminuyendo considerablemente los niveles de estrés, aumentando la
satisfacción del trabajo y el bienestar personal, (Kaplan, 1993), aminorando la fatiga
mental (Kaplan & Kaplan, 1989, Ulrich, 1976,1984) y, en definitiva, cambiando los
estados de ánimo del ciudadano (Hull, 1992). Pero al igual que en un mundo
Globalizado las ideas se venden y comercializan, lo mismo pasa con el Paisaje
Natural Urbano. Las nuevas modas impuestas por diseñadores, arquitectos y
planificadores urbanos han dado pié a crear unos Espacios Verdes Urbanos que,
en muchos casos, no tienen nada que ver con nuestra identidad local, aunque eso
si, estén estéticamente muy bien planificados. Los Jardines Islámicos tan
característicos en gran parte de España, que inundaban la ciudad en un mar de
sensaciones, donde la arquitectura y lo natural se entrelazaban con una
espectacular armonía, y donde la utilización de especies siempre verdes combatían
las altas temperaturas y sequías propias de estas latitudes, han sido poco a poco
sustituidos por paisajes naturales "artificiales" con grandes extensiones de césped,
(siempre bien cortado y con carteles de "prohibido pisar"), utilizando abundantes
flores ornamentales (casi siempre estacionales y con grandes demandas de
cuidado), con la elección de árboles propios de otras latitudes y adoptando la moda
de las plazas duras en las que impera el granito y el asfalto, que han ido
sustituyendo y cambiando nuestra identidad local. Todo ello reconociendo que la
supervivencia de estos paisajes conlleva grandes esfuerzos energéticos y, por
consiguiente, económicos y que su existencia esta condicionada a la acción del
hombre. Esta planificación fría y estática de los Espacios Verdes Urbanos en las
últimas décadas ha supuesto la pérdida de numerosos recursos de carácter natural,
donde el diseño del paisaje verde urbano no cumple funciones propias de un
ecosistema, sino objetivos estéticos. Su diseño es independiente del lugar, se
pueden encontrar en cualquier parte del planeta, desde Sydney hasta Santiago de
Chile, y desde los Cascos Históricos de la ciudad hasta la periferia. Con esto,
podemos determinar que en la ciudad existe paisaje natural. El primer tipo de
Paisaje Natural podría ser el "Paisaje Natural Cuidado", el que todos conocemos
cuando vamos caminando por las plazas y parques de ciudad. Como habíamos
dicho antes, este está compuesto por extensiones de césped, macetas o macetones
en las aceras o calles peatonales, arriates con bancos, árboles aislados en plazas
duras, etc. En definitiva, un Paisaje Natural que podríamos considerar "Artificial" y
que comprenden unas pocas especies florales que no sostienen apenas vida
salvaje. El segundo paisaje es el "Paisaje de la Vegetación Urbana Naturalizada".
Son los paisajes olvidados de la ciudad, en los que nadie repara, los menos vistosos
y, en muchos casos, hasta molestos para la gente, ya que no se basan en una
disposición estética, ni de forma ni de color. Esta vegetación emerge de las grietas
de las casas y de las aceras, en los tejados y en los canalones de las construcciones
antiguas. Los solares sin construcción en el interior de la ciudad están plagados de
árboles, arbustos, plantas y toda aquella vegetación que tenga una mínima
posibilidad de arraigar. Ellos proporcionan una nueva manera de entender la
vegetación al interior de la ciudad, proporcionando una riqueza de hábitats salvajes
(no encontrados en los Paisajes Naturales Artificiales) sin ningún costo ni cuidado y
superando las grandes problemáticas de la ciudad: contaminación atmosférica,
suelos infértiles, falta de riego, etc. Este nuevo enfoque del Paisaje Natural Urbano
ha empezado a fermentar en muchos países europeos que han intentado revertir,
desde las propias ciudades, los procesos de degradación que la ciudad venía
arrastrando, lo que ha llevado, como consecuencia, a considerar cualquier espacio
verde de la ciudad (parques y jardines, arbolado, solares abandonados y cualquier
reducto de vegetación) como lugar de conservación de la biodiversidad. En
Australia, un jardín urbano de 700 m2 especialmente diseñado para crear hábitats
silvestres, albergaba 140 especies animales diferentes (Gardenin Australia, 1999).
Otro estudio realizado en dos ciudades danesas comparó dos parques diferentes,
demostrando que el numero total de especies de aves es 25% mayor en áreas
donde el césped crecía libremente que en áreas donde el césped era cuidado. Esto
hace que nos replanteemos de verdad el tipo de ciudad que queremos. Mientras,
por un lado, buscamos cada vez más el contacto con la naturaleza "no artificial", por
otro, las ciudades diseñan espacios naturales fríos y sin identidad. Como dice
Michael Hough (1995) "Si el diseño urbano se concibe como el arte y la ciencia
dedicados a realzar la calidad del medioambiente físico de la ciudad, a proporcionar
lugares civilizados y enriquecedores para la gente que los habita, no hay duda de
que las bases actuales del diseño urbano deben ser reexaminadas, siendo
necesario redescubrir, a través de las ciencias naturales, la esencia de los lugares
familiares en los que vivimos".
Si, como habíamos dicho antes, el paisaje incluye cualquier parte del territorio tal y
como es percibido por las poblaciones, incluye también sus interrelaciones
naturales, arquitectónicas y sociales. La población tiene derecho a escoger sus
propios hogares en entornos donde el paisaje es una extensión de sus vidas, ya
que existe una conexión entre su modo de vida y su medio (Terkenli, 1995). Esto
hace que el paisaje urbano tenga múltiples interpretaciones, siendo las más
importantes aquellas que incluyen conceptos culturales, sociales y ambientales.
Cada persona es un mundo de percepciones y sentimientos y, como tal, escoge el
paisaje urbano con el que más se identifica. PAISAJE URBANO Cuando nos
dirigimos a una población o, mejor dicho, al usuario de un paisaje, debemos hablar
en términos de "hábitat propio", ya que esta es la dimensión del paisaje que la
misma Convención Europea del Paisaje utiliza a menudo. Se trata, en cualquier
caso, de un concepto importante porque unifica a la persona y a la comunidad al
propio territorio, creándole identidad, sea bajo el aspecto afectivo, cultural,
existencial o práctico, y poniendo en juego tanto la memoria como la estética, los
comportamientos, las maneras de pensar y la creatividad cotidiana de cada
habitante o usuario. De este modo, y sabiendo que el paisaje escogido está
íntimamente relacionado con nuestro modo de vida, nuestras vivencias y nuestra
identidad, nos planteamos: ¿qué busca el nuevo ciudadano en los extrarradios de
la ciudad?, ¿por qué las ciudades siguen expandiendo sus límites?, ¿acaso no
fueron las ciudades con sus cascos históricos lugares de encuentro, comunicación
y calidad de vida?. En las últimas décadas, el hombre busca entornos más
naturalizados, lugares donde realizarse e identificarse, en definitiva, busca nuevos
modos de vida. Mientras las ciudades crecen y crecen, sus núcleos históricos
mueren. Estos nuevos modelos urbanos, con apuestas por desarrollos pocos
densos, con jardines y piscinas, están llevando a muchos municipios a no tener
suelo disponible para las próximas décadas. El ciudadano evoluciona, cambia su
manera de entender el espacio y con ello busca nuevas formas de identificarse con
el entorno. En una sociedad cada vez más sensibilizada con la naturaleza, la ciudad
se ha vuelto inhabitable y como todos sabemos, lo escaso es caro. Por ello, primero
las inmobiliarias y después los Gobierno Locales empezaron a especular sobre el
"verde urbano". Esta valoración económica venía a demostrar que las viviendas
cercanas a parques urbanos, plazas e incluso calles con arbolado eran más caras
que las que carecían de ellos. Pero, si bien, el Paisaje Verde Urbano constituye una
ventaje económica para las arcas municipales, muchos estudios avalados por
investigadores sobre las repercusiones sociales que tenía estar rodeado de un
paisaje natural, han demostrando que valores como la identidad, la felicidad, la
confianza y la seguridad del entorno aumentaban en aquellas zonas donde la
presencia de vegetación era destacada. A esto se unía que una comunidad
involucrada en el diseño, gestión y cuidado de sus parques aportaba beneficios
económicos y sociales al barrio, creando lazos afectivos, de solidaridad y
compañerismo entre los usuarios. Valores en detrimento de una sociedad cada vez
más individualizada. Este carácter de escena causal, calidad, diversidad, ventaja
competitiva económica y bienestar social no ha estado al margen de las
Organizaciones No Gubernamentales y de los Organismos Oficiales que
empezaron a promover la protección, gestión y ordenación de los paisajes
europeos. La Convención de Florencia proporcionó al tratamiento del "Paisaje" un
punto de partida política y jurídicamente consistente, instando a los estados
europeos a desarrollar políticas paisajísticas y permitiendo superar la situación
dominante en la mayoría de los ordenamientos normativos en los que el paisaje
sigue siendo un hecho jurídicamente indeterminado. La Convención contiene una
definición de paisaje y la refiere a todo el territorio, pues tanto los paisajes
"extraordinarios" como los "comunes" forman parte de los espacios vividos
cotidianamente por los ciudadanos y, por tanto, de su bienestar y calidad de vida.
La Junta de Andalucía y la Fundación Duques de Soria se encuentran entre las
instituciones y organizaciones no gubernamentales europeas que vienen prestando
una atención importante al paisaje. En cierto modo, la Convención Europea del
Paisaje arranca de la Carta del Paisaje Mediterráneo (Carta de Sevilla) cuya
elaboración y aprobación en 1992 promovió Andalucía, junto a otras tres regiones
europeas: Languedoc-Rosellón, Toscana y Véneto. De este modo y aunando
esfuerzos, la Convención Europea del Paisaje fue aprobada el 19 de julio de 2000
y abierta a la firma en Florencia el 20 de octubre del mismo año, siendo España uno
de los 22 primeros estados signatarios. Todo esto no hace sino ratificar la
importancia que actualmente se le está dando al Paisaje Europeo tanto urbano
como rural. INICIATIVAS Y PROYECTOS INTERNACIONALES Esta preocupación
por la integración de la población en su medio natural ha llevado a varios países
europeos a ser pioneros en esta temática. El Departamento de Transporte del
Gobierno Local y Regional del Reino Unido lleva trabajando varios años en la
creación de pautas para que los Parques y los Espacios Verdes empiecen a ser
centros de resurgimiento en las ciudades, resumiendo parte de sus investigaciones
en un documento llamado "Green Spaces, Better Places". Dicho documento se
encuentra dividido en tres secciones: la primera explica los beneficios que los
Espacios Verdes Urbanos aportan a sus usuarios, barrios y ciudades, la importante
contribución que estos hacen para mejorar la calidad de vida en las áreas urbanas
y los beneficios sociales y ambientales. Todo este primer apartado recoge una larga
lista de prioridades y responsabilidades que tanto la Comunidad Local como el
Ayuntamiento necesitan para su protección. El apartado dos explica los factores que
hacen que los Espacios Verdes Urbanos sean lugares de encuentro o de abandono
entre los ciudadanos, estudia las expectativas de los ciudadanos y las inversiones
necesarias para su máximo aprovechamiento. Enfrenta los intereses de los sectores
privados con los públicos, teniendo en consideración las necesidades de la
comunidad. El aparatado tres crea una red de trabajo y colaboración entre las
distintas estrategias de desarrollo de dichos espacios, planteando recomendaciones
a los planificadores y diseñadores sobre la calidad de los espacios y la educación
ambiental que la comunidad requiere para el buen uso de los parques y jardines.
Reafirmando su preocupación por los espacios Verdes Urbanos y por el Paisaje en
el interior de las ciudades, el Gobierno Alemán junto con la Universidad de Berlín
han desarrollado una serie de estudios donde la investigación y la gestión de estos
espacios se conjugan. Los mapas de la capital alemana a escala urbana sobre
Recreación y Uso de las Áreas Libres, Configuración del Paisaje, Protección del
Biotopo y de las Especies, y los mapas sobre Ecosistemas Urbanos son un referente
europeo sobre el estudio del Paisaje Urbano y sus relaciones con el medio natural.
Estos estudios, por parte de Gobiernos o entidades privadas, confirman que la
sociedad requiere de conocimientos que, en cierta medida, afectan a su calidad de
vida y al modo de relacionarse con su entorno natural. Esto es lo que ha llevado a
la Comunidad Europea, en un afán integrador e internacional, a desarrollar
proyectos que analicen, estudien y resuman las diferentes situaciones de Los
Espacios Verdes Urbanos en Europa. Dichos estudios configuran un conjunto de
herramientas que aportan a los diseñadores, planificadores y gobiernos locales
conocimientos para la efectiva integración de la población con sus parques y
jardines y, por consiguiente, para aumentar su calidad de vida. El proyecto
denominado "GREENCLUSTER" de la Comunidad Europea (aún no terminado)
engloba a su vez a cinco subproyectos que estudian temáticas diferentes: URGE
URGE (Urban Green Environment), desarrolla estrategias para la planificación y
gestión de los espacios verdes urbanos, combinando aspectos de las disciplinas de
la ecología, economía y sociología dentro de un Catalogo de Criterios
Interdisciplinario (ICC). • BUGS, desarrolla metodologías para la valoración del
impacto de los espacios verdes en los patrones de asentamiento urbano,
desarrollando y diseñando herramientas para las estrategias de planificación
urbana, teniendo en cuenta aspecto como: congestión del tráfico, calidad del aire,
ruido, etc. • GREENSCOM, está enfocado a las formas de comunicación y
participación de los Gobiernos Locales que faciliten la toma de decisiones entre la
creación de los Espacios Verdes Urbanos y las nuevas Áreas de Construcción. •
RUROS, desarrolla metodologías para la cartografía de las condiciones climáticas
de los Espacios Verdes Públicos (termales, visuales y acústicas) en varios países.
El resultado es el diseño de una guía que permite sopesar la creación de nuevos
Espacios Públicos Verdes en nuevas áreas de la ciudad. • GREENSPACE, observa
los diferentes tipos de Espacios Abiertos Públicos en áreas urbanas y trata de
unificar los diferentes valores asociados a ellos, maximizando el valor de sus
funciones. El resultado combina técnicas cualitativas y cuantitativas, incluyendo la
visualización por medio de los Sistemas de Información Geográfica (GIS), para una
apropiada toma de decisiones. Estos esfuerzos de la Comunidad Europea por aunar
conceptos, metodologías, por la creación de guías de trabajo que faciliten el
entendimiento, por la planificación y gestión y por la creación de indicadores que
permitan un seguimiento y valorización de los Espacios Verdes Urbanos, son
aplaudidas por aquellas entidades o grupos científicos que de alguna manera nos
dedicamos a dicha temática. Si bien, no debemos olvidar que el uso de Indicadores
Internacionales o Genéricos en campos tan subjetivos y abstractos como es el
Paisaje Urbano deben estar condicionados a aspectos tales como Identidad, Cultura
e Historia, tanto de la ciudad como de los ciudadanos. En contraposición con la idea
de la construcción de Indicadores generalizados que pudieran medir la cantidad y
calidad de Recursos Naturales en el interior de la ciudad, Rojas et al (2003)
sugirieron que la creación de estos Indicadores Ambientales por parte de las
Naciones Unidas, del Banco Mundial y de la Agencia Europea del Medio Ambiente,
debían basarse en modelos empíricos de la realidad local y nunca nacional, donde
se incluyeran, para su creación, aspectos sociales, históricos y culturales. Esta idea
rompe con las tradicionales disputas internacionales que a lo largo de esta última
década llevamos escuchando en boca de Alcaldes y Gobiernos Locales sobre la
cantidad de Espacios Vedes Urbanos que poseen sus ciudades. Si bien la
Organización Mundial de la Salud estima entre 10 y 15 m2 de espacios verdes
públicos por persona como espacio mínimo requerido por un ciudadano para un
óptimo desarrollo personal, Madrid se afana, según sus responsables municipales,
en proclamarse la ciudad más verde de Europa con 4.400 hectáreas de territorio
verde (frente a 3.000 Km de vías urbanas y 6.000 Km de aceras), cantidad que la
distancia de París con 1.000 hectáreas menos. Sin embargo, cualquier persona que
conozca los parques y ajardinamientos urbanos de ambas ciudades entenderá la
gran ventaja de la capital francesa. Y es que el paisaje verde urbano no es una mera
lista catastral de las especies empleadas, o a lo sumo y en el menor de los casos,
un censo de los espacios verdes urbanos donde como mucho viene recogido:
tamaño del parque, numero de especies utilizadas, mobiliario urbano, mobiliario
infantil, y pocas características más. Los estudios realizados por Breuste et al (2003)
constatan la importancia de las diferentes culturas en el aprovechamiento y la
aceptación de la naturaleza en la ciudad. En un estudio reciente se evaluaron las
posibilidades que tenían los habitantes de disfrutar de la naturaleza en las zonas
urbanas, para así facilitar perspectivas que desarrollaran una relación más estrecha
con la naturaleza en la vida de la ciudad. En dicho trabajo se analizaron dos países
cultural, social y económicamente distintos, Alemania y Chile, eligiéndose dos
barrios de diferentes clases sociales, Halle y Silberhöhe en Alemania y Tumbes y
S.Pedro en Chile. Los resultados nos indicaron que la satisfacción con el entorno
residencial, la utilización de los espacios verdes públicos y la importancia que se da
a la protección de la naturaleza urbana está muy condicionada por la clase social a
la que se pertenece, tanto dentro de cada ciudad como en los diferentes países. A
la pregunta de "tiempo y lugar para experimentar la naturaleza durante las
vacaciones", las respuestas fueron diferentes dependiendo del país y de la clase
social. Si bien, las clases acomodadas de ambos países preferían salir fuera a pasar
sus vacaciones, los lugares de destino fueron diferentes. Los chilenos habitantes en
S.Pedro, a poca distancia de la cordillera de los Andes, preferían pasar sus
vacaciones en el valle que haciendo excursiones por la montaña. Por el contrario,
los Alemanes de S.Paulus preferían pasarlas en las montañas, aún teniéndolas
lejos. Esta actitud demuestra las distintas preferencias que manifiestan los
ciudadanos para pasar sus vacaciones, eligiendo principalmente lugares diferentes
a los vividos cotidianamente. Los ciudadanos necesitan sensaciones nuevas que
los estimulen y les aporte nuevas vivencias. Respecto a las clases medias-bajas de
ambos países, las respuestas fueron parecidas. Tanto en Tumbes (Chile) como en
Silberhöhe (Alemania), pasaban sus vacaciones en el hogar o en casa de parientes
en el mismo barrio, con la diferencia de que en el barrio alemán de clase obrera
existían antejardines o pequeñas huertas que hacía que el contacto con la
naturaleza para los ciudadanos de los dos barrios de Halle fuera constante,
aportándoles beneficios sociales y ambientales y no creando diferencias entre las
clases sociales, como ocurría en Chile. Respecto a la pregunta de "satisfacción con
el equipamiento natural del barrio", la respuesta fue bastante parecida. Los
habitantes de cada uno de los diferentes barrios de los dos países estudiados
respondieron que, en rasgos generales, estaban satisfechos con su entorno natural,
pero que, lógicamente, todo era mejorable. A pesar de las grandes diferencias
arquitectónicas y sociales que presentan los barrios de clase obrera estudiados,
tanto chilenos como alemanes, en deficiencias en plazas, jardines bien cuidados,
arbolado en las calles, etc., y que están ampliamente resueltas en los barrios de las
clases más acomodadas, fue sorprendente comprobar cómo, en determinados
casos, el que la gente se sienta bien consigo misma, sea feliz con su entorno y,
como consecuencia, se identifique con él, no depende en gran medida de la
cantidad de equipamiento natural del barrio, sino de otros factores físicos y sociales
del entorno.
SENSIBILIZACIÓN EN TORNO AL PAISAJE URBANO
El intenso desarrollo de fenómenos como la urbanización e industrialización llevaron
al hombre en el siglo XX a ser causa y víctima de los problemas que conlleva la
degradación de la naturaleza. Así la ONU comenzó a organizar conferencias
internacionales que se prolongan hasta hoy, celebrándose la primera en 1972 con
el sugestivo título de “El hombre y su medio, las bases para una vida mejor”. A
mediados del siglo XX, es cuando se manifiesta el interés por el medio ambiente de
las ciudades, y empieza a iniciarse un proceso de concienciación y ser tema de
discusión en foros científicos, políticos, en los medios y en la conversación habitual
de los ciudadanos. A pesar de que hasta hace unas décadas solo se contemplaban
los problemas de las ciudades a través de indicadores de la calidad de elementos
tales como las edificaciones, contaminación, residuos…, en la actualidad las
interrelaciones existentes entre los componentes del medio urbano (ambiente
social, laboral, condiciones higiénicas, deficiencias en el suministro de agua,
transporte público, precariedad, falta de identidad…) toman hoy gran importancia.
La forma, intensidad, modos y ocurrencia de estas interrelaciones en la ciudad
constituyen un foco de reflexión acerca de las ciudades -configuraciones físicas
resultantes de la combinación de los hechos históricos, sociales y culturales- en
relación con su protección y gestión. Por ello, desde la aprobación de la Convención
Europea del Paisaje, se considera al paisaje como la mejor vía operativa para cuidar
y mejorar los territorios y en especial a las ciudades europeas.
MEDIO AMBIENTE URBANO
Según Francisco Pellicer, el medio ambiente urbano puede definirse como “un
ecosistema especial, creado fundamentalmente por y para el ser humano, en el que
se desarrollan procesos físicos, biológicos y culturales debidos al dinamismo
espontaneo de las fuerzas de la naturaleza y, especialmente, a la importante
intervención antrópica”. El ecosistema urbano en el que vive más de la mitad de la
población mundial constituye una fiel demostración de cómo nuestra especie es
capaz de alterar profundamente los ciclos naturales: de la energía, los nutrientes,
los materiales, etc. Las principales características de este ecosistema son: los
elevados niveles de consumo (de energía, materias primas, combustibles), gran
producción de residuos, alteración del ciclo hidrológico natural y producción de
cantidades importantes de aguas residuales (importación y canalización de agua),
contaminación de la atmósfera (química, sonora o lumínica) y de las aguas,
descenso de la biodiversidad respecto a los ecosistemas naturales, alteración del
clima natural (microclima urbano), dependencia tecnológica, continuo proceso de
expansión y cambio (crecimiento espacial de las ciudades aun sin crecimiento
demográfico relacionado con la cultura de desplazamientos de la población urbana)
Alrededor de la ciudad se ha configurado un ecosistema soporte denominado
“Huella ecológica“, que consiste en el área que necesitamos para sustentar nuestro
actual estilo de vida -recursos utilizados y asimilación de los desechos producidos-
, por lo que el enorme crecimiento de las ciudades tiende a originar efectos
alrededor de las mismas, como por ejemplo la conversión de la tierra agrícola o
forestal para usos e infraestructura urbanas.
PAISAJE URBANO
La evolución creciente de la sensibilización y el tratamiento del paisaje en las
sociedades europeas ocupa un camino parejo a la evolución sufrida por el concepto
de medio ambiente, y cada vez está siendo tomada con más rigor en las políticas
de gestión y planificación del territorio y el desarrollo de normativa. Según la Carta
del Paisaje Mediterráneo firma en 1993, se define al paisaje como “la manifestación
formal de la relación sensible de los individuos y de las sociedades en el espacio y
en el tiempo con un territorio más o menos intensamente modelado por los factores
sociales, económicos y culturales. El paisaje es así el resultado de la combinación
de aspectos naturales, culturales, histórico, funcionales y visuales (…) Está relación
puede ser de orden afectivo, indentitario, estético, simbólico, espiritual o económico
e implica la atribución a los paisajes por los individuos o las sociedades de valores
de reconocimiento social a diferentes escalas (local, regional, nacional o
internacional).” El Convenio Europeo del Paisaje, ratificado por España en 2007, es
el instrumento legal consagrado exclusivamente a la protección, gestión y
ordenación de todos los paisajes de Europa, y entre ellos los de España. Por eso,
el paisaje urbano con referencia al paisaje de los núcleos urbanos, si bien no tiene
una única definición e interpretación, se trata más bien del constructo mental que
cada observador elabora a partir de las sensaciones y percepciones que aprende
durante la contemplación de un lugar, en este caso urbano. Su estudio se convierte
en una oportunidad para la reflexión acerca del estado del paisaje urbano de
nuestras ciudades, a partir de los elementos que lo configuran: espacios libres,
pavimentos, vegetación, fachadas, etc. Quizás su cualidad más importante es la
capacidad recalificadora de la identidad y calidad de vida de los habitantes,
elemento esencial para lograr ciudades cohesionadas física y socialmente,
actuando como indicador de análisis, planificación y gestión de la ciudad en todos
sus ámbitos. Supone ir más allá de la imagen física urbana, acercándose desde una
perspectiva amplia, a los aspectos sociales, económicos, culturales y urbanísticos
que busquen hacer posible un escenario de calidad de vida en la ciudad, entendido
de manera integrada e integradora.

Desarrollo urbano universal


Los problemas son desigualdad, informalidad, desempleo y baja productividad. La
desigualdad en el ingreso es extrema en las principales ciudades brasileñas y en
Bogotá (por encima de 0.6, que se considera un valor crítico).
Estos problemas (concentración del ingreso, empleo informal, desempleo alto, baja
productividad) se expresan en segregación espacial, segregación por acceso a
BPL, informalidad urbana (establecimientos precarios). La estructura del mercado
laboral es una restricción que debe tenerse en cuenta al momento de diseñar
estrategias para la sostenibilidad del desarrollo urbano.
Uno de los aspectos claves de la Sostenibilidad del Desarrollo Urbano es aumentar
la productividad (desde lo urbano) de los pequeños y medianos negocios
Dentro del desarrollo urbano universal está la seguridad ciudadana (9 de las 10
ciudades del mundo con mayores tasas de homicidio son LAC, Medellín una de
ellas). La inseguridad ciudadana es un indicador de vulnerabilidad social y de baja
competitividad

CARACTERIZACIÓN DE LA SOSTENIBILIDAD DEL DESARROLLO URBANO


De acuerdo con la ya clásica formulación del Informe Bruntland (1987), se considera
sostenible al desarrollo “que cubre las necesidades actuales sin comprometer las
posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”,
desarrollo que involucra aspectos económicos, sociales y ambientales y que precisó
la Estrategia Europea de Desarrollo Sostenible en 2001 cuando acuñó el criterio de
los tres pilares de la sostenibilidad (económico, social, ambiental) y su equilibrio
como requisito de sostenibilidad: “el crecimiento económico, la cohesión social y la
protección del medio ambiente deben ir de la mano”. A partir de las Cumbres de Río
(1992) y Estambul (1996) se asimiló el concepto de sostenibilidad del desarrollo al
desarrollo urbano y la ONU-HÁBITAT planteó las “Agendas Locales 21” como el
marco económico, social y ambiental para el urbanismo sostenible desde un punto
de vista global.
Así, y en ese orden de ideas, la propuesta de revisión del Plan de Ordenamiento
Territorial (POT) de la SDP en 2011 plantea el ordenamiento del Distrito Capital en
términos de la sostenibilidad económica (productividad), social (equidad) y
ambiental (contaminación) desde un punto de vista regional-distrital.
La PPECS sigue estos lineamientos generales a partir de lo local, entendido lo local
como las características específicas del urbanismo y construcciones de un “lugar”
en términos de su economía, su sociedad y sus características ambientales.
Si la sostenibilidad puede entenderse desde niveles planetario, nacional, regional,
distrital, urbano o “local”, significa que cada uno de estos ámbitos puede delimitarse
y analizarse como un sub-conjunto con estructuras sociales, económicas y
ambientales propias, que influencia al, y recibe influencias del mundo exterior. Así,
la sostenibilidad desde las construcciones y el urbanismo se refiere a un conjunto
territorial complejo desde su funcionamiento, desde sus procesos, y único desde
su estructura. Complejidad entendida como el resultado dinámico no lineal de un
número muy alto de procesos internos y externos que se retroalimentan, y sujeto,
por tanto, a incertidumbres espaciales y temporales. Unicidad entendida como el
destino común de la dinámica orgánica y funcional de los componentes sociales,
económicos y ambientales del territorio urbano, o de un “lugar” específico del distrito
capital.
Este documento se refiere a las restricciones y potencialidades económicas de las
acciones que pueden adelantarse desde las construcciones para contribuir a la
sostenibilidad del desarrollo urbano y de sus “lugares” específicos, a partir de unas
situaciones dadas ambientales, sociales y económicas. La base constitutiva de tales
acciones es el enfoque de derechos y en especial el derecho a la ciudad para todos
sus habitantes.
Ahora bien, ¿cómo se expresa la sostenibilidad del desarrollo urbano? O, lo que es
lo mismo, ¿en qué consiste la insostenibilidad del desarrollo urbano? La respuesta
tiene que ver con dos conceptos: externalidades y resiliencia.
En general, una externalidad es un efecto no buscado que producimos a, o
recibimos de, un tercero. En términos económicos las externalidades son efectos
negativos o positivos sobre la producción o el bienestar sin intervención de los
mercados. Debido a su carácter complejo y público, la ciudad es el reino de las
externalidades.
La resiliencia es un concepto ecológico y se define como: a), la capacidad de un
sistema para absorber choques externos manteniendo su esencia b), la capacidad
de autoorganizarse, y c), la capacidad de aprender (The EAC, 2002). La resiliencia
de un sistema urbano (eco-social) puede entenderse también como su nivel de
vulnerabilidad13. En este contexto, la vulnerabilidad del sistema aumenta si son
altos los niveles de contaminación de corrientes de agua, aire y suelo, si existen
pocas oportunidades de desarrollo de las capacidades humanas (empleo,
educación, productividad), alta informalidad económica, precariedad del hábitat,
bajo nivel de desarrollo de redes sociales, alta congestión y escaso control del
desarrollo urbano, etc. Adicionalmente, la vulnerabilidad no es homogénea en la
ciudad: la distribución de sus efectos presenta valores extremos entre grupos
sociales y también territorialmente de manera que “shocks” externos, aún de baja
magnitud, tienen efectos devastadores sobre amplios grupos sociales y territorios
del D.C con grandes consecuencias sobre la calidad de vida y la productividad del
sistema total. ¿Qué nivel de vulnerabilidad puede soportar un sistema dado? No se
sabe, de manera que la única actitud sensata es reducirla todo lo que sea posible.
Desde un punto de vista económico la vulnerabilidad del sistema urbano es función
de sus externalidades. Dos tipos de externalidades negativas con diversas
interrelaciones amenazan el desarrollo de los sistemas eco-sociales urbanos: el
cambio climático, un asunto global, planetario, y el alto nivel de vulnerabilidad de su
estructura y funcionamiento internos.

EL PROBLEMA DE LA SOSTENIBILIDAD DEL DESARROLLO URBANO


Como una conclusión del análisis anterior, podemos definir la sostenibilidad del
desarrollo urbano, desde el urbanismo y sus construcciones, en función de su
vulnerabilidad, medida por el nivel de las siguientes variables:
Despilfarro de recursos asociados al medio natural, que reduce la productividad y
la calidad de vida debido a que producimos en exceso algunos bienes en detrimento
de la producción de otros. El despilfarro incluye agua, energía, aire limpio, residuos
sólidos.

Elusión de los costos de los bienes y servicios ambientales del desarrollo urbano,
cargándolos vía contaminación ambiental y calidad de vida en la ciudad, y vía
externalidades ambientales negativas a la región.

Ordenamiento territorial precario (diseño urbano precario). Consecuencias de este


ordenamiento precario son el deterioro urbano, construido y de su medio natural, la
inequitativa distribución funcional de usos del suelo, la informalidad urbana y la
segregación territorial, entendida como la negación de la ciudad como bien público
para amplios grupos sociales y territorios.

Obsolescencia tecnológica de las construcciones, entendida como el


desconocimiento de los avances de la arquitectura en materiales, técnicas y
tecnologías que producen economías de energía, conservan los recursos naturales
y conciben edificios sanos.

Destrucción del patrimonio construido urbano.


En consecuencia, entendemos la sostenibilidad del desarrollo urbano como aquel
desarrollo y mantenimiento urbano que busca reducir su vulnerabilidad, y para ello
debe:
Mejorar la eficiencia en el uso de los recursos naturales (territorio y localización,
energía y agua, residuos)
Asumir los costos del desarrollo y de mantenimiento de la ciudad, relativos al uso
de los recursos naturales (reducir contaminación,)
Replicar el ordenamiento urbano a nivel del “lugar” (del vecindario)
Reducir la obsolescencia tecnológica
Preservar el patrimonio construido urbano
Es clara la conveniencia para la ciudad de adelantar programas y proyectos que
apunten a la concreción de una política de urbanismo sostenible (ecourbanismo) y
de construcciones sostenibles. Los beneficios en términos de calidad ambiental,
productividad y mejoras en calidad de vida superan ampliamente los costos que
conllevan estos programas y proyectos.
¿Por qué se requiere una política pública de construcciones sostenibles? Porque
las fuerzas del mercado en el D.C. no han logrado, y no pueden lograr, la calidad y
sostenibilidad del desarrollo urbano “económicamente viable, y social y
ambientalmente aceptables” por tres razones básicas: produce inequidades
extremas, grandes externalidades negativas que distorsionan las señales del propio
mercado y resultados sociales no óptimos. Lo que es bueno para un agente privado
o un mercado en particular puede no serlo para la ciudad. Sólo el Estado puede
lograr avances en la calidad y sostenibilidad del desarrollo urbano, entendida la
ciudad como fenómeno colectivo, como unidad. En otras palabras, el desarrollo
sostenible urbano es un bien público que el mercado no produce en la cantidad y
calidad necesarias.
Ahora bien, la PPECS debe considerar la ciudad como un todo orgánico relacionado
con el resto del mundo, su alcance debe ser necesariamente diferencial en el tiempo
y el espacio, debe tener en cuenta la productividad de la ciudad y la capacidad de
pago de los hogares y debe guiarse por los principios de equidad y derecho a un
ambiente sano (DTS Enfoque de Derechos)18.
La PPCS apunta a la calidad y sostenibilidad del desarrollo de la ciudad. Para ello
se propone mejorar la calidad de vida de los hogares, la productividad y las
condiciones ambientales de la ciudad por medio de acciones arquitectónicas en las
construcciones

INCENTIVOS Y POLÍTICA PÚBLICA DE ECOURBANISMO Y


CONSTRUCCIONES SOSTENIBLES
Los instrumentos de tipo económico (ITE) son incentivos administrados por el sector
público que buscan modificar comportamientos hacia el logro de determinados
objetivos sociales. Dicho de otra forma, los incentivos son instrumentos para redirigir
racionalidades hacia objetivos sociales.
Porqué se necesita un sistema de incentivos25?
El concepto de incentivos se aplica a situaciones económicas de mercado o fuera
de los mercados, donde los participantes o interesados hacen sus elecciones
racionalmente, con conocimiento de su entorno y de manera estratégica, es decir,
teniendo en cuenta el comportamiento de los demás participantes y con un “plan de
acción”26 adecuado a estas condiciones. Los participantes en tales situaciones
pueden ser hogares, empresas, sector público y otras organizaciones, bajo
estructuras de mercado de competencia monopólica, en presencia de
externalidades y/o en presencia de bienes públicos o colectivos. Por tanto, son
situaciones casi obligadas en economía urbana. Los criterios de mercado (sistema
de precios, beneficios, utilidad) pueden explicar el comportamiento de individuos y
firmas pero se requiere una concepción económica más amplia para incluir a
instituciones y organizaciones públicas, a los individuos al interior de las firmas y de
los hogares.
Ese es el papel que cumple el concepto de “incentivos”. Nos permite entender
situaciones donde los resultados económicos óptimos para los participantes pueden
no serlo para el conjunto de la sociedad debido a comportamientos racionales
“estratégicos no cooperativos”27: Esto significa que los individuos actúan
racionalmente para maximizar su bienestar, dentro del entorno de su influencia y
teniendo en cuenta el comportamiento esperado de los restantes individuos. De esta
manera, cuando queremos analizar por qué los hogares, firmas o instituciones no
cumplen ciertos objetivos sociales que consideramos deseables es conveniente
asumir que los integrantes no tienen los incentivos necesarios para llevar a la
sociedad o institución al cumplimiento de las metas planeadas. En principio, los
incentivos se requieren para que el Estado logre objetivos sociales a partir de una
situación dada no satisfactoria, producto de determinados intereses dentro o fuera
del mercado.
Los incentivos son particularmente importantes en el caso del uso de recursos
naturales renovables y no renovables cuando son bienes de acceso libre (Stavins,
2012). De hecho, tenemos una situación paradójica con los recursos naturales: los
renovables se agotan y se sobreexplotan (maderas, pesca) porque su acceso es
generalmente libre, mientras que los no renovables (metales, minerales) no dan
señales de escasez, en buena parte porque su acceso no es libre. Igual con bienes
públicos como el aire en la medida en que no existe costo por contaminar.
Los ITE se utilizan en presencia de bienes públicos (o bienes con fuertes
características de bienes públicos) y externalidades. Los bienes públicos pueden
ser de alcance de ciudad como los servicios públicos domiciliarios, las vías
troncales, las redes de servicios, los parques metropolitanos. Y pueden ser de
alcance local como los espacios públicos, los accesos a las construcciones, el
alumbrado público, la recolección de residuos, la seguridad ciudadana.
La calidad ambiental y urbana se afecta por externalidades negativas que, en
general, son el resultado de “elusión de costos” del desarrollo y se expresan como
contaminación del aire, de las corrientes de agua, del suelo, ausencia de
mantenimiento de infraestructura y dotaciones, etc.
Los ITE se pueden clasificar en cuatro conjuntos: persuasión moral, regulación y
control, mecanismos de mercado e instrumentos de urbanismo.

Instrumentos de urbanismo
Los instrumentos para lograr un urbanismo sostenible y avances en ecourbanismo
y construcciones sostenibles son una mezcla de los conjuntos de persuasión moral,
regulación y control y mecanismos de mercado. El objetivo de los instrumentos es
facilitar la oferta universal de los bienes y servicios públicos de tipo local (local, zonal
y de ciudad) y garantizar su financiación. La estructura y dinámica de cada mercado
define el tipo de instrumentos que podrían utilizarse. En especial, será necesario el
uso de subsidios para avanzar en la oferta universal de vivienda digna y el PSA para
objetivos de preservación del patrimonio cultural e histórico urbano y de usos del
suelo considerados esenciales para el urbanismo sostenible (rondas, protección de
cuencas).
Urbanismo Sostenible
Comprende 4 líneas de acción: localización responsable, uso eficiente del territorio,
conservación y protección de flora y fauna, y patrimonio.
El urbanismo a que nos referimos con estas líneas de acción es un servicio público
en la medida en que se expresa en ordenamiento territorial. Comprende también
bienes privados en la medida en que se refiere a construcciones. Así, el resultado
final en términos de sostenibilidad depende de la administración (funciones de
regulación y control) y de los propietarios de construcciones y edificaciones (por las
características de la localización elegida y su forma de aprovechamiento de las
condiciones específicas del territorio).
Consideramos que el problema fundamental del urbanismo sostenible, desde estas
cuatro líneas de acción, es la falta de ordenamiento territorial a nivel de territorios
específicos. La situación es la siguiente: en general, existe y más o menos se
desarrolla cierto ordenamiento territorial (cierto diseño urbano) a nivel ciudad (EEP,
equipamientos, vías arterias, Transporte, áreas residenciales, etc.). Pero a nivel
local no se pasa del diagnóstico. Se reconoce el déficit de espacio público pero no
se implementan acciones efectivas para superarlo.

RECOMENDACIONES PARA LA APLICACIÓN DE LA POLITICA PUBLICA DE


ECOURBANISMO Y CONSTRUCCION SOSTENIBLE
Como hemos visto, el desarrollo de una PPECS para la ciudad no sólo la hace
sostenible en términos económicos, sociales y ambientales. La implantación de la
política conduce a mejoras en la calidad de vida y en la productividad urbanas. Por
tanto, la PPECS debe convertirse en pilar del POT y en guía de los programas y
proyectos del PDD.
La recomendación clave para el éxito de la PPECS parte de la consideración de que
la ciudad no precisa hoy de estimular, de favorecer su desarrollo sino de
administrarlo. La ciudad dispone hoy de pequeñas áreas de expansión y no cuenta
con áreas rurales susceptibles de incorporar al suelo urbano. No obstante, la
dinámica de su desarrollo es alta en términos de nuevas construcciones y
renovación urbana. Es una oportunidad para encausar el desarrollo hacia el
ecourbanismo y las construcciones sostenibles aprovechando las altas rentas del
suelo que genera una ciudad densa y compacta. Para ello son necesarias cuatro
medidas de política: a), declarar obligatoria la adopción de las acciones de la
PPECS para todas las construcciones nuevas de la ciudad42; b), implementar los
Aportes Urbanísticos por Edificabilidad, obligatorios para toda nueva construcción
urbana; b), constituir el Fondo para la Renovación (revitalización) Urbana; c)
destinar los recursos para la implementación de las líneas de acción de la PPECS
en los términos señalados en este documento; d) desarrollar el monitoreo de las
construcciones en la ciudad a partir del Censo de Edificaciones del DANE, para la
ciudad formal y la informal, para todos los usos, para el sector privado y para el
público; incluyendo proyecciones de población, empresas y empleo; infraestructura
vial y condiciones de movilidad (tipo de transporte, tiempos de viaje según motivo).
Por otra parte, las medidas recomendadas para el desarrollo de la PPECS deberían
ser obligatorias para el sector público nacional, departamental y distrital, en su
calidad de participante en operaciones y procesos de cualquiera de las líneas de
acción definidas para la PPECS. Igualmente, deberían ser obligatorias para los
agentes de la administración (entidades y empresas adscritas). La PPECS debe ser
guía obligatoria para el sector público y el privado en su calidad de responsables
del patrimonio urbano, con el diseño específico de incentivos para ello, en especial
para el sector privado.
La administración distrital debe diseñar esquemas de certificación de
“ecourbanismo y construcciones sostenibles” voluntaria43 para “vecindarios” y
“lugares” específicos de la ciudad construida, con cierta gradualidad en sus
alcances y un sistema de incentivos acorde tanto con los objetivos que se quieren
lograr como con la capacidad de pago de los hogares y empresas involucrados.
Estos esquemas deben incluir medidas específicas para el tratamiento de
“mejoramiento integral”.
Sin perjuicio de lo anterior, la PPECS debe ser diferencial según el tipo de
tratamiento urbano.
Para los tratamientos de desarrollo, con norma diferencial según el desarrollo sea
“normal” o “progresivo”
Para renovación, con norma diferencial según modalidad: redesarrollo o
reactivación
Para el tratamiento de consolidación la norma puede ejecutar la PPECS
parcialmente para las modalidades de “densificación moderada”, “cambio de patrón”
y “sectores urbanos especiales”.
Para la modalidad de consolidación urbanística la PPECS debe diseñar metas
específicas e incentivos según usos y zonificación.
Para el tratamiento de Conservación la PPECS debe diseñar, para la totalidad de
predios, objetivos e incentivos diferenciales según uso, modalidades, áreas de
aplicación, categorías de intervención y otras características.
Para el tratamiento de mejoramiento integral la PPECS debe diseñar metas según
modalidad y una fuerte y cuidadosa política de incentivos
Limitación o prohibición de la expansión urbana Punto de partida:
las ciudades ni deben crecer, ni van a poder crecer (si exceptuamos aquellas
sociedades de menor índice de población urbana, donde los procesos de
concentración todavía puedan prolongarse). En Europa, en las sociedades más
ricas, la época de las grandes expansiones debe darse por cerrada. Algunos
Estados ya lo han incorporado a su normativa, v.gr. Inglaterra donde la Planning
Policy Statement 6, Planning for Town Centres (PPS6) limita el suelo que puede ser
incorporado al crecimiento urbano (PPS6, 2005). En la PPS6 se establece que de
la demanda estimada de techo residencial, el 60 %, como mínimo, deberá ubicarse
en los denominados “Brown Field Developments”, literalmente Desarrollos en
Campo Marrón, Reurbanización, pudiendo ejecutarse el resto mediante “Green
Field Development” es decir Urbanización ex-novo, con ocupación de suelos
rústicos.
Sostenibilidad básica. La rehabilitación ha de devenir la primera estrategia, la
primera política pública, en materia de vivienda, pero únicamente se debe
subvencionar a quienes cumplan con requisitos de sostenibilidad, como ya ocurre
en Austria . Requisitos que parten de los más básicos (eficiencia en los consumos:
aislamientos térmicos, acústicos, …) y pueden llegar a la fijación o prohibición del
empleo de algunos materiales (aquellos de alto impacto ecológico, ventanales de
aluminio
● Sostenibilidad social. Nunca subvencionar a quien ya tiene más de una vivienda,
salvo que se comprometa a alquilarla a un precio tasado. En paralelo, la estrategia
de rehabilitación debería procurar la creación de un parque público de vivienda en
alquiler, una realidad en la mayor parte de los Estados europeos a los que siempre
se menciona a la hora de imponer medidas impopulares.
● Límites económicos. Fijación de rentas máximas para quien acceda a ayudas,
subvenciones, pero también en la renta derivada de un posterior alquiler, como
ocurre de nuevo en Austria. La experiencia de dos décadas de rehabilitación en los
Cascos Históricos debería servir de guía y referencia, reflexionando sobre los
errores y aciertos en ella cometidos. 4.2.4 Infraestructuras de la expansión Dejar de
construir infraestructuras que alientan y fomentan la dispersión (autovías en
entornos metropolitanos). Es más que previsible que un futuro próximo se instale lo
que podríamos llamar un keynesianismo perverso, que en la realidad ya ha hecho
aparición. Recientemente la revista El Economista (25 de abril de 2008, p.13-14)
titulaba/proclamaba “Las Obras Públicas como antídoto contra la crisis”. Las Obras
Públicas a diferencia del subsector de la edificación no dependen directamente del
mercado, si no de los presupuestos públicos; son por tanto un refugio tradicional y
habitual en épocas de crisis, y no van a dejar de serlo en ésta. Se oculta, sin
embargo, que la creación de empleo derivado de las grandes obras públicas (AVE,
autopistas,…) es muy bajo, mucho más bajo que la edificación, y que el antídoto
sólo alivia o mitiga la cartera de pedidos de las grandes constructoras. La
construcción de infraestructuras es presentada permanentemente ante la opinión
pública como el factor crítico, fundamental, impulsor y motor del desarrollo, la
modernización y el crecimiento. Un consenso social incontestable se ha construido
sobre estas afirmaciones. Quien ose oponerse a la construcción de cualquier
infraestructura es poco menos que un troglodita, un enemigo del “progreso”. Las
grandes infraestructuras adicionalmente al insoportable consumo de recursos que
ocasionan, tienen otros efectos igualmente nocivos:
● Fragmentan el territorio, lo cuartean, dificultando la viabilidad de algunos
ecosistemas especialmente sensibles o vulnerables. El caso de la huerta que rodea
la Ciudad de València es representativo. Cada nueva gran infraestructura que se
implanta (AVE, y una telaraña de autovías y autopistas que parece no tener fin)
trocea más y más el territorio, empobreciendo la huerta como ecosistema, y
poniendo en dificultades su futuro.
● Actúan como cabeza de puente de la urbanización. Las grandes infraestructuras
son la cabeza de playa que permite el posterior desembarco de la urbanización, son
la avanzadilla de la colonización urbana. La estructura contemporánea de los
espacios terciarios, comerciales, de los parques empresariales, de los polígonos
industriales sólo se explica y viabiliza en relación a las grandes infraestructuras de
la movilidad y el transporte
URBANISMO ECOLÓGICO
¿El urbanismo responde a los retos actuales y a las disfunciones que están
relacionadas con estos? Claramente, no. La energía, el agua, los flujos materiales,
la explosión de la distribución urbana, el uso masivo del vehículo privado, las
telecomunicaciones, etc. son, entre otras, variables que atienden a los retos de la
sociedad de hoy. El urbanismo actual, anclado en un urbanismo que bebe del
funcionalismo (discutible hasta en su raíz epistemológica, puesto que separa lo que
es consustancial a la idea de ciudad: la reunión de complementarios), no es capaz
de abordar las variables que, a distintas escalas, es urgente tener en cuenta. Se
impone un nuevo urbanismo, uno que se acomode a una ciudad más sostenible y a
una ciudad que, a su vez, dé salida a la estrategia para competir basada en la
información, es decir, que atienda a las premisas de la sociedad del conocimiento
de un modo más eficiente. El urbanismo actual, que tiene su concreción proyectual
en un plano de dos dimensiones a cota cero, viene limitado por el propio instrumento
proyectual. En el plano urbanístico no cabe, prácticamente, nada más. Las variables
antes mencionadas no tienen cabida y por ello no se resuelven en la ecuación
urbana. Seguramente, que no quepan tiene su raíz en que no están presentes en el
acerbo conceptual de la mayor parte de urbanistas. El nuevo urbanismo
denominado “urbanismo de los tres niveles” es el urbanismo que proyecta no uno
sino tres planos con el mismo detallen y a la misma escala que los urbanistas
actuales proyectan el plano urbanístico en superficie. Proyectar un plano en altura
y un plano del subsuelo, aparte del plano en superficie, permite que el conjunto de
variables que atienden a los retos actuales puedan ser plasmados de un modo o de
otro. Tres planos a escala urbanística (no a escala arquitectónica y/o proyectual),
proyectados en horizontal y luego religados en vertical tienen que proporcionarnos
el armazón de los modelos urbanos anunciados. Criterios, condicionantes e
indicadores del nuevo urbanismo La planificación urbanística cuenta, como
decíamos, con un documento normativo que fija los parámetros y condicionantes
que guían la transformación del territorio a urbanizar. Los estándares y
condicionantes proceden de marcos normativos de escala y naturaleza distintos que
atienden a variables que son de carácter eminentemente social y económico. Para
abordar los nuevos retos es necesario cambiar el enfoque y los parámetros de
referencia que, sin olvidar las variables del urbanismo ortodoxo, den cobertura a los
criterios de la sostenibilidad en la era de la información. Para que el conjunto de
condicionantes e indicadores tengan coherencia entre sí es necesario que, éstos,
atiendan a un modelo urbano de ocupación del territorio. Un modelo intencional
cuyos objetivos tengan en cuenta los criterios de sostenibilidad y, a su vez, los
relacionados con la calidad urbana y de vida. El modelo, ya comentado, que en
nuestras latitudes mejor se ajusta a estas premisas es el modelo de ciudad
compacta y compleja, eficiente en el consumo de recursos y estable socialmente.
Armar un panel de indicadores (ver www.ecourbano.es) que se acomode al modelo
de ciudad mediterránea, compacta y compleja, viene a complementar, formando
parte de él, la propuesta formal del urbanismo ecológico. El cálculo de los
indicadores permite saber el grado de acomodación de éstos al modelo intencional
y puede aplicarse no sólo a los nuevos desarrollos sino, también, a los tejidos
consolidados.
PLANIFICACIÓN URBANA SOSTENIBLE
LA SOSTENIBILIDAD LOCAL
El concepto de Sostenibilidad global y local
Entre los numerosos planes y programas que han implementado los distintos
gobiernos nacionales, regionales y municipales, muchas veces, se mencionan de
forma contradictoria y manipuladora el término Desarrollo Sostenible, por ser éste
un concepto que se ha constituido como un principio “políticamente correcto”, al que
se alude con frecuencia. Sin embargo, el mayor problema no radica en que muchos
políticos hablen de sostenibilidad, sino que, la mayoría de las veces, confundan el
término “Desarrollo Sostenible” con crecimiento sostenible. Por tanto, existe una
evidente manipulación debido a la gran radicalidad del término, a pesar de que la
definición propuesta del término Desarrollo Sostenible por el Informe Brundtland2
(Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo, 67, 1987), primer documento
oficial en el que apareció dicho concepto, se ha granjeado una aceptación
generalizada. Este informe define Desarrollo Sostenible como aquel que “satisface
las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.
– Conservación de recursos: tiene por objeto asegurar la disponibilidad de recursos
naturales para el presente y para las futuras generaciones a través del uso eficiente
del suelo, disminución del derroche de recursos no renovables y su sustitución,
siempre que sea posible, por recursos renovables y, finalmente, el mantenimiento
de la diversidad biológica. – El ambiente construido: se plantea asegurar que el
medio ambiente antrópico respete y esté en armonía con el ambiente natural, y que
la relación entre ambos sea mutuamente productiva. – Calidad ambiental: consiste
en evitar o reducir procesos que degraden o contaminen el medio ambiente,
proteger la capacidad de regeneración del ecosistema y evitar desarrollos que sean
perjudiciales para la salud humana o disminuyan la calidad de vida. – Equidad
social: trata de evitar desarrollos que contribuyan a aumentar el foso existente entre
pobres y ricos, y apoyar desarrollos que reduzcan las inequidades sociales. –
Participación política: propone el cambio de valores, actitudes y comportamientos a
través del estímulo a la participación en la definición de políticas y mediante la
implantación de mejoras ambientales a todos los niveles de las comunidades,
utilizando el enfoque desde abajo hacia arriba. En definitiva, todas las acciones
tendrán, fundamentalmente, los siguientes fines: En primer lugar, la reducción en el
consumo de recursos de todo tipo (agua, energía, suelo, materiales…) y en segundo
lugar, la reducción de la contaminación y la salvaguarda de la biodiversidad. Por
último, cada vez se reconoce más, la necesidad de ejecutar políticas
multisectoriales dirigidas a zonas concretas, propugnando también una mayor
participación ciudadana al igual que un tratamiento integral del medioambiente
urbano. 2. PLANIFICACIÓN URBANA SOSTENIBLE 2.1. Planificación sostenible
Las nuevas políticas de planificación urbana juegan un papel especialmente
relevante en la consecución de un desarrollo local sostenible, dado que el
urbanismo y el acto de crear ciudades es la fuente de impacto medioambiental
global más poderosa. No pasa desapercibido el hecho de que la urbanización
mundial es un proceso en continuo incremento y que las ciudades consumen
lamayor parte de los recursos naturales, pese a que sólo ocupan el 2% de la
superficie terrestre. Si a esto añadimos, que el 80% de la población europea vive en
ciudades y que las ciudades son el soporte de los mayores desequilibrios
ambientales y sociales, es lógico que se genere una preocupación creciente por
parte de los gobiernos por compatibilizar el bienestar deseable con un Desarrollo
Sostenible. En consecuencia, la necesidad de aplicar el concepto de sostenibilidad
se torna bastante clara, sobre todo, cuando se trata de luchar contra la expansión
desordenada o incontrolada de las ciudades, que a menudo contribuye a agravar,
entre otros problemas, la contaminación urbana, el inadecuado suministro de
servicios esenciales o la desagregación socioespacial. Para solucionar estas
cuestiones, se pueden establecer numerosas actuaciones, entre las que podemos
citar, la articulación de políticas eficaces de planificación urbana que asuman
criterios de sostenibilidad (ciudad compacta, diversidad de usos, zonas
protegidas…), la elaboración de estrategias de transporte urbano que empujen a
una reducción del transporte privado, la valoración y protección de la biodiversidad
en la ciudad, la elaboración de políticas que fomenten un uso racional de los
recursos, la implementación de políticas que favorezcan la cohesión social o el
fortalecimiento de la participación ciudadana en la toma de decisiones municipales.
Sin embargo, la planificación urbana no sólo constituye una gama de instrumentos
de planificación y de mecanismos de gestión que facilita una apropiada organización
del uso del suelo, sino también, una proyección espacial de las políticas sociales,
económicas, ambientales y culturales de una ciudad que regulan la vida económica
y social de sus ciudadanos. Por ello, actuaciones tales como la mejora física de los
espacios públicos, la mejora de la accesibilidad y habitabilidad o la rehabilitación de
edificios, en los barrios considerados vulnerables, pueden ayudar a lograr una
mayor cohesión e integración social que fomente la sostenibilidad.
. PROPUESTAS PARA LA INTEGRACIÓN DE LA SOSTENIBILIDAD EN LA
PLANIFICACIÓN URBANA Nuestras ciudades están adoptando el modelo difuso
de urbanización, es decir, tienden a ocupar cada vez áreas más extensas, a la
expulsión de ciertas actividades (parques de oficinas, actividades industriales,
residencias de baja densidad, instituciones universitarias, etc.) fuera de los límites
de la ciudad, a la creación de barrios dormitorios… Esto está motivado, en parte,
por la aparición de una serie de factores como son el incremento de los precios del
suelo, los cambios en las percepciones de calidad de vida que influyen en la
construcción de nuevas viviendas (la edificación de conjuntos residenciales
cerrados con jardín privado y la alta valoración del contacto con la naturaleza, entre
otros), el dominio del coche sobre la ciudad, etc. Todo esto provoca que las
ciudades necesiten cada vez mayores consumos de energía y materiales y sean,
por tanto, menos sostenibles. Si continuamos a este ritmo en la difusión de la
ciudad, en vez de optar por una ciudad compacta, estaremos minando nuestro
bienestar futuro. Nos haremos cada vez más dependientes del automóvil al tener la
necesidad de utilizarlo para ir a trabajar, a estudiar, a comprar, etc. y será más cara,
a la vez que más lejana, la dotación de los servicios públicos. La solución de este
dilema está íntimamente ligada a la planificación urbana eficiente, en la que
partiendo de un análisis territorial, económico y sociológico exhaustivo se adopten
medidas orientadas a construir una ciudad “de y para sus habitantes”. En
consecuencia, la introducción de la planificación urbana en la búsqueda de la
sostenibilidad local como instrumento operativo, pero siempre contando con la
participación ciudadana como punto fuerte, puede ser de gran utilidad para lograr
un entorno más habitable y equitativo para sus habitantes. Por eso, exponemos a
continuación, una serie de acciones generales cuya introducción en la planificación
territorial urbana consideramos imprescindibles. Primero, y como ya hemos
señalado, mantener una ciudad compacta puede ayudar a reducir los consumos y
acortar distancias, y llegar a conseguir un ciudadano no dependiente del automóvil.
Para ello, se deberán rehabilitar los centros históricos, conservando las fachadas
de valor arquitectónico, imponer unas densidades mínimas e introducir criterios de
eficiencia energética en la construcción de los nuevos bloques de viviendas. Se han
de localizar los servicios públicos en lugares estratégicos para que la población
tenga fácil acceso a ellos. Unido a esto, la creación de barrios autosuficientes, no
sólo en cuanto aservicios públicos, sino también de tipo comercial y de ocio,
reforzará la nonecesidad de movilidad por parte de la ciudadanía.
PAISAJES URBANOS
El paisaje urbano, también denominado espacio urbano, es un término de no fácil
definición. Del mismo modo, tampoco resulta fácil la definición de espacio rural.
Entre estos dos se encuentra, igualmente poco definido lingüísticamente, el espacio
periurbano. Ha sido a raíz de los últimos modelos de crecimiento urbano cuando se
ha empezado a definir con más propiedad estos tres conceptos anteriormente
mencionados.

El paisaje urbano tiene una serie de características que lo diferencian con otro tipo
de espacios: por un lado destaca por la alta densidad de población que viven en el
mismo; también una de sus características es que los paisajes urbanos suelen tener
una gran homogeneidad en cuanto a su extensión y una arquitectura en sus edificios
que resulta inconfundible.
Todo paisaje urbano que se precie está dotado de unas infraestructuras que no
existen ni en el espacio rural ni el espacio periurbano. Además, es espacio, o
paisaje, urbano es un territorio proclive a la prestación de servicios de todo tipo. En
este paisaje urbano se tiende a mantener las estructuras existentes, siendo un
territorio proclive a la remodelación de edificios y domicilios.
Debido a todas las características anteriormente mencionadas, el precio de suelo
suele ser mucho más caro que en las otras dos realidades (rural, y periurbano) que
se han citado con anterioridad. El que exista una fuerte presencia del sector
servicios hace que la existencia de sector primario sea infinitesimal. Además, cada
vez más, los edificios del paisaje urbano se construyen utilizando las últimas
tecnologías, como puedan ser los edificios bioclimáticos.
El paisaje urbano se encuentra definido incluso numéricamente por el número de
habitantes que en el mora. Para poder calificar de paisaje urbano una determinada
entidad geográfica, en España es necesaria la presencia de al menos 10.000
vecinos. Además, como ya se ha citado, es necesario que el sector servicios sea el
prioritario en la actividad económica.

El Paisajismo Urbano
|

EQUIPO DE COMUNICACIÓN

Hoy en día, la mayoría de las personas que vivimos en la ciudad, estamos


acostumbrados a tener un ritmo de vida agitado, siempre dedicados a nuestro
trabajo y a cumplir con todas nuestras tareas rutinarias. Es difícil tomarnos un
tiempo para nosotros mismos, pero nuestra propia naturaleza nos suele inquietar y
nos pide que respiraremos un poco de aire fresco.

Como no siempre es posible movilizarnos fuera de la ciudad para sentir, vivir la


naturaleza y respirar un poco de aire fresco, debemos intentar traer un poco de ella
a nuestros espacios del día a día e integrar un poco de verde y frescor a nuestras
ciudades, a partir de esta necesidad es cuando se puede recurrir al Paisajismo,
pero...

¿Qué es el Paisajismo urbano?

El Paisajismo urbano es la disciplina que hace posible traer la naturaleza de vuelta


a las ciudades para contribuir a mejorar su sostenibilidad y nuestra calidad de vida.

Paisajismo lo definen "como el arte de cultivar plantas con el propósito de crear un


bello entorno paisajístico", nosotros lo definimos como la creación de espacios de
ensueño para las personas, esos espacios acogedores y de conexión con la
naturaleza, que permiten el disfrute, la felicidad y la alegría a nuestras vidas.
"El Paisajista planifica y diseña paisajes urbanos y rurales en el tiempo y en el
espacio, basándose en las características naturales y en los valores históricos y
culturales del lugar. Para conseguir este fin, utiliza técnicas apropiadas y materiales
naturales y/o artificiales, guiándose de principios estéticos, funcionales, científicos
y de planificación" (definición de la Fundación Europea de Arquitectura del Paisaje-
EFLA).

¿En qué espacios de la ciudad puede estar presente el Paisajismo?

ESPACIOS PÚBLICOS URBANOS


La Arquitectura del Paisaje en la ciudad transforma espacios urbanos en espacios
verdes e integradores. Añadir la naturaleza y el oxígeno de las plantas a estos
espacios es necesario para todos los que vivimos en la ciudad, es una manera de
obtener beneficios para nuestra salud mejorando el aire que respiramos y el confort
y la serenidad que proporciona el contacto con la naturaleza.

-ESPACIOS DE TRABAJO
En nuestros centros de trabajo la Arquitectura del Paisaje es muy importante para
estimular a las a personas a sentirse bien. Integrar recursos naturales tanto en el
exterior como en el interior de nuestras oficinas puede beneficiarnos y tener un
impacto significativo en nuestra felicidad, y por ende en nuestra productividad, esto
según el estudio de El Impacto Mundial del diseño biofílico en el lugar de
trabajo de Sir Cary Cooper. Por otro lado, se debe destacar que el uso de la
vegetación en la oficina está asociado con niveles altos de creatividad.

NUESTRO HOGAR
La integración de espacios verdes a nuestro hogar es una manera de oxigenar y
crear espacios acogedores ideales para relajar nuestra mente. La creación de
jardines y terrazas son ideales para respirar aire fresco. Un jardín nos aportará una
sensación de bienestar y será el sitio ideal para relajarnos después de un día de
trabajo.

Jardines auténticos en nuestro hogar que integran plantas y flores, belleza y


naturalidad y que purifica el aire que respiramos. Proyectos de fuertes contrastes y
golpes de color, desarrollado por el estudio de Paisajismo

NUESTRO PATIO, TERRAZA O BALCÓN


Tampoco se requiere tener un jardín para disfrutar de la naturaleza en nuestro
espacio vital. Cualquier pequeño espacio que reciba luz y aire, puede ser idóneo
para este propósito. Diversas civilizaciones a lo largo de la historia han
acondicionado sus espacios exteriores creando estancias abiertas en azoteas,
patios, balcones, etc; esto para disfrutar del contacto con plantas y objetos como
rocas y agua.

Los diseños son de líneas nítidas y ordenadas, donde se mezcla la esencia de la


naturaleza con espacios verdes y el uso del agua. Terrazas que articulan la
arquitectura de las viviendas y dan un aire de frescor
A primera vista, paisaje urbano parece un obvio neologismo de urbe y paisaje. Pero
¿qué es un paisaje?.
La palabra ‘paisaje’ proviene del arte, donde paisaje o paisajismo, se refiere a las
pinturas del campo. En ese sentido, el paisaje siempre ha tenido un carácter
visualmente dominante y las connotaciones con el rural. (Ambas cosas resultarán
cruciales para entender el “paisaje urbano”).
El ejemplo clásico de esto es la pintura de paisaje.
Etimológicamente el paisaje rememoraba a la naturaleza; el término surgió con el
naturalismo. Paisaje urbano sería una entelequia en aquél entonces si no fuese por
la el avance de la modernidad.
Según George Henderson, geógrafo de la Universidad de Minnesota, este concepto
de paisaje estaba estrechamente ligado al crecimiento de la propiedad privada. Las
imágenes del paisaje: “fomentaron una visión de la tierra como propiedad a ser
poseída, administrada y vista. La tierra estaba formada físicamente como una cosa
que se veía, como propiedad que proporcionaba placer en los hechos de propiedad
exhibidos visualmente, por lo general a otros propietarios de tierras ya expensas de
los hechos menos agradables y arenosos de trabajo y producción “.
Imagen de una parte del paisaje urbano de Nueva York.
En cierto sentido, pintar un paisaje era cultivar cierto sentido de propiedad, una
imagen de la tierra que apoyaba como nos gusta vernos a nosotros mismos. El
mismo tipo de principios se aplican hoy en día con vistas a los horizontes urbanos,
que a menudo son codiciados por los propietarios de casas y apartamentos. Como
describe Henderson, los paisajes en este sentido “atan la comunidad y la tierra”, y
porque desempeñan un papel clave en nuestra identidad, los paisajes pueden ser
lugares para emitir mensajes contestatarios (Por ejemplo, peleas sobre la altura de
los edificios o estándares para el cuidado del césped.)
En Estados Unidos se desarrolló a lo largo del siglo XX un sentido único del
término paisaje a través de la obra del escritor y maestro J.B. Jackson, quien fundó
y editó la revista Landscape durante muchos años, a partir de los años cincuenta. Y
fue Jackson, más que nadie, quien nos llevó al terreno del “paisaje urbano“.
Jackson era amante del paisaje tradicional. Vivió y se centró en el terreno en el
suroeste de los Estados Unidos, pasando mucho tiempo mirando paisajes clásicos
del suroeste. Pero, por otro lado, Jackson era famoso por pensar en los paisajes
“vernáculos” cotidianos. Por ejemplo, le encantaba mirar y escribir sobre los centros
comerciales, las señales viales, los espacios urbanos, los hogares cotidianos. A
través de sus escritos y enseñanzas en las universidades de ambas costas, alentó
a una generación de arquitectos y eruditos a leer los espacios a su alrededor y
hacer preguntas sobre cómo se ve, y por qué los lugares evolucionaron en sus
lugares.” buscando pistas y conociendo un vocabulario básico sobre arquitectura,
planificación urbana e historia económica. Desde entonces, la idea de “leer la
ciudad” se ha convertido en una idea común.
Centrarse en la infraestructura
Otro significado potencial del “paisaje urbano” se refiere específicamente al entorno
construido, a la suma recolectada de la infraestructura material que nos rodea:
farolas, hidrantes, alcantarillas, líneas eléctricas, las muchas variedades de
carreteras y mucho más. La exploración del paisaje urbano trata de caminar por la
ciudad y simplemente notar todos los elementos que lo conforman, puede
convertirse Si los paisajes son un concepto visual que se relaciona a una comunidad
rural particular en nuestra imaginación, el paisaje urbano es una mezcla siempre
cambiante de gente y estructuras.

Diferencia entre Paisaje Rural y Urbano


Un paisaje puede ser definido como una extensión de terreno vista desde un lugar
determinado; un paisaje en muchas ocasiones puede ser considerado como
espectáculo si se aprecia desde el punto de vista estético. Sin embargo, el paisaje
es también una determinada porción o espacio terrestre en el que se suelen
desarrollar diferentes actividades humanas: agrícolas, comerciales, sociales, de
esparcimiento, entre otras.
Paisaje Rural
Un paisaje rural se define como un espacio geográfico en el que se desarrollan las
actividades del sector primario de la economía. Esto comprende las actividades
productivas que tienen que ver con la obtención de materia prima. Entre ellas
podemos mencionar, la ganadería, la agricultura, pesca, minería, entre otras.
En este tipo de paisajes generalmente los asentamientos humanos son escasos, en
su mayoría los pobladores son las personas encargadas de desarrollar estas
actividades. El paisaje rural suele estar alejado de las zonas urbanas, es decir, las
ciudades y urbes. Usualmente, se encuentran servicios de poca calidad, poca
vialidad, calles estrechas no asfaltadas, centros comerciales escasos, actividades
educativas reducidas, entre otros.
Es por ello que, los pobladores deben dirigirse a áreas más urbanizadas para poder
gozar de los beneficios que ofrece una mejor calidad de servicios en el ámbito
educativo, de salud y en lo social.
Paisaje Urbano
Un paisaje urbano se define como un espacio geográfico en el que se desarrollan
las actividades del sector terciario de la economía. Estas actividades abarcan
servicios transformadores de bienes materiales o no productores. Adicionalmente,
incluye los que generan servicios que se ofrecen para satisfacer las necesidades de
la población. Entre estos podemos mencionar el comercio, comunicaciones,
finanzas, turismo, hostelería, ocio y esparcimiento, cultura, espectáculos, la
administración, entre otros.
En este tipo de paisajes los asentamientos humanos son mayores. Estos se
presentan como grandes conglomerados alrededor de centros de comercio y áreas
de administración de servicios y bienes. Se caracteriza por la presencia de viviendas
multifamiliares (edificios) para satisfacer la demanda de vivienda. Esto se debe a la
gran cantidad de personas que viven allí. En cuanto a la vialidad, esta es altamente
desarrollada con autovías, moto vías, ciclo vías, autopistas y calles asfaltadas con
grandes distribuidores viales.
En el paisaje urbano, también se pueden encontrar grandes centros comerciales y
servicios de mayor calidad provenientes del estado (servicios públicos) o de la
iniciativa privada (servicios privados). Sus pobladores encuentran en él una amplia
gama de posibilidades para cubrir sus necesidades. Por lo cual, no necesitan
trasladarse a otros lugares para tal fin.
Diferencia entre Paisaje Rural y Urbano
De acuerdo a lo anteriormente señalado, la diferencia entre paisaje rural y urbano
abarca lo siguiente:
-El paisaje rural es un espacio geográfico en el que desarrolla el sector primario de
la economía. El paisaje urbano es el espacio geográfico en el que se desarrolla el
sector terciario de la economía.
-En el paisaje rural se encuentra un menor conglomerado de personas; mientras
que el paisaje urbano se encuentra un mayor conglomerado de personas.
-Los servicios del paisaje rural suelen ser escasos; mientras que los servicios del
paisaje urbano suelen ser de mayor calidad para cubrir la demanda social

You might also like