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SOBRE EL TRIUNFO DE BOLSONARO EN BRASIL:

Por Daniel Terán Solano


Doctor en Historia (UCV)
Profesor miembro del Doctorado en Historia de la UCV
Profesor de la Escuela de Historia de la UCV
Profesor de la Escuela de Comunicación Social de la UCAB

He aquí el resultado de malas gestiones de gobierno y actitudes irresponsables de los dirigentes


políticos, que en vez de hacer su trabajo bien, se envanecieron, se creyeron intocables y eternos
desde el poder. Ahora, sujetos oscuros y de baja categoría moral (Trump en EEUU, Orban en
Hungría, Salvini en Italia, Erdogan en Turquía, Duterte en Filipinas o P. Iglesias en España etc.)
son elevados a la presidencia o altos puesto de poder, con ánimo revanchista, creado un mañana
para temer. Cuando no se cuida la Democracia estas cosas suceden: por medio de sus propios
mecanismos, los pueblos pueden elegir a sus destructores. Pasó con Luis Napoleón en 1851,
pasó con Mussolini en 1924, con Hitler en 1933, con Perón en 1946, con el mismo Allende en
1970 y con Chávez en 1998.
Sin embargo, esperemos a ver exactamente qué puede pasar tanto en Brasil como en
Latinoamérica.
A mí no me alegra el triunfo de Bolsonaro, pero tampoco me entristece. Me parece que es un
canalla e irresponsable del cual se puede temer muchas cosas malas: es el típico político de tercera
categoría que finalmente encontró su hora y la popularidad lo elevó al poder supremo. Sin
embargo, él ahora es la expresión del cansancio y la decepción de un país con su clase política,
que no supo estar a la altura de sus responsabilidades y por no ejercer bien su trabajo ahora es
castigada por los electores. Él ahora es uno más de los instrumentos de por el cual esa izquierda
radical que ascendió entre 1998 y 2003 en el continente, va a recibir su escarmiento tras creer
que ellos serían intocables y eternos en el poder. Yo habría preferido que ganara un candidato
centrista como Geraldo Alckmin, pero en Brasil los pueblos querían castigo y revancha. En tal
sentido, como paso en Colombia con Duque, donde yo habría preferido la victoria de Sergio
Fajardo, pero puesto en la disyuntiva de la segunda vuelta, no celebro el triunfo de quien gano,
sino la derrota de quienes perdieron, que muy merecidamente recibieron su castigo. La soberbia
se paga caro. Y espero que la Democracia en Brasil aguante este brusco giro al otro extremo del
espectro político.
Un testimonio que para mi fue bastante ilustrativo y dijo todo de la jornada de ayer en Brasil, es
este: “Fue una decepción, mire cómo está el país, la seguridad está fatal, la educación por los
suelos", dice Selma Lucia, una exvotante de Lula que hoy optó por Bolsonaro, según lo recogió
el diario español El País.
Todo esto habla del fracaso de buena parte de la política, entendida como forma de servir bien
a las personas, conciliar y llegar a acuerdos sociales. Cuando eso falla, sólo se entiende la política
como confrontación y ruptura. La imposibilidad de llegar a mínimos consensos entre los sectores
y la actitud irresponsable de los que estuvieron en el poder, allanaron el camino para que figuras
oscuras, moralmente cuestionables y de tercera categoría, crecieran como una ola que ha
terminado arropándolo todo: entendimiento, razón, leyes e instituciones. Ahora, volvemos a
estar a merced de la naturaleza de líderes pasionales y emocionales, que han recibido de las
mayorías mucho poder y especialmente el hacha de la revancha para que cual justiciero punitivo
venga a ajustar cuentas con medio mundo. Parece regresar el personalismo político con auges
renovados, pero ahora viene por la derecha, pero no misma de siempre, “la clásica”, sino una
contestataria y paradójicamente anti-status quo. Por eso, la de Bolsonaro no es una derecha como
la que representan Piñera, Macri, el PAN o incluso Uribe, es algo sustancialmente diferente y
por tanto peor: una fuerza impredecible.
El mundo político que conocimos en la segunda mitad del siglo XX ha muerto y vivimos ahora
nuevos tiempos de agitación e incertidumbre. Pareciera que volvemos a una nueva edad de los
extremos, sin embargo, la Historia se sigue moviendo, y todo esto que nos espanta o sorprende
es prueba que así sigue sucediendo. Nos toca seguir registrando, pensando y comprendiendo lo
que ocurre durante su inexorable e indetenible marcha y compartirlo con otros para ayudarles a
comprender el presente y saber elegir sobre el futuro, para que todos no nos veamos pasmados
ante otras inevitables novedades que seguirán llegando.
En Caracas, 29 de octubre de 2018.

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