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TRANSTORNOS INMUNOLÓGICOS Y EMOCIONES

Este tipo de trastornos es directamente dependiente de las células del sistema inmunitario
llamadas leucocitos. Dentro de éstas podemos distinguir entre las células T y las B, que
se originan en la médula ósea. Posteriormente las T migran al timo para crecer y madurar,
de ahí su nombre.
Representan los mecanismos de ataque frente a los agentes infecciosos. Las primeras, las
T, mediante lo que se conoce como inmunidad mediada por células. Cuando un cuerpo
extraño invade el organismo es reconocido por un monocito llamado macrófago que a su
vez alerta a otra célula T, y éstas comienzan a proliferar para combatir al invasor por
medio de propiedades citotóxicas.
Las células B producen su inmunidad mediada por los anticuerpos, que son grandes
proteínas que reconocen al cuerpo extraño y se unen a él, inmovilizándolo y
destruyéndolo más tarde.
El estrés puede modificar todo este mecanismo ya que la activación del sistema
simpático, sobre todo por el aumento de la adrenalina que se genera, provoca el aumento
de la concentración de linfocitos, sobre todo al principio de la respuesta de alerta con una
duración no mayor de unos minutos, cuando es estrés (psicológico) es de intensidad ligera
o moderada o también durante la práctica de ejercicio físico moderado. Del mismo modo,
el sistema parasimpático participa en la actividad inmunocelular, porque activa el
aumento de anticuerpos y de la citotoxicidad celular (Dos Santos, 2012).
Cuando la respuesta de activación es prolongada y mantenida durante horas o días se
provoca la puesta en marcha del sistema hipotalámico-hipofisariosuprarrenal que
conlleva la liberación de una mayor cantidad de glucocorticoides, lo que favorece que se
detenga la formación de nuevos linfocitos en el timo, al mismo tiempo que disminuye la
sensibilidad y la especificidad de éstos ante las señales de alerta. Además, por la acción
de estos mismos glucocorticoides los linfocitos pueden ser expulsados del torrente
sanguíneo o, incluso, destruidos, por la acción de una proteína que es capaz de romper su
ADN (Dhabhar, 2009).

FUTURAS LINEAS DE INVESTIGACIÓN


En relación a futuros trabajos que se pueden plantear a partir de este estudio, pensamos
que puede ser de utilidad extrapolar este análisis de la salud de los alumnos relacionado
con sus capacidades emocionales, a los distintos grados que se imparten en sus centros de
estudios.
Por otro lado, sería interesante desarrollar estas mismas cuestiones en los centros de
atención primaria, y en relación a dos líneas de actuación, por un lado, con los usuarios,
y por otro con los profesionales que allí desempeñan su trabajo, ya que, la atención
sanitaria mejoraría notablemente si en la evaluación clínica de los sujetos se incorporasen
aspectos emocionales y psicosociales, no sólo por la mejora ante la enfermedad, sino por
la promoción de conductas de salud que conllevan. Atender el aspecto emocional de los
cuidadores, entre los que se incluyen los sanitarios y en particular los enfermeros, implica
no solamente cuidar de ellos mismos, sino indirectamente también al sujeto enfermo, ya
que nos prepararía para enfrentarnos de modo más efectivo ante las dificultades, teniendo
un efecto positivo proporcional, no solo en la calidad de los cuidados, sino también en
nuestra propia satisfacción profesional, siendo una garantía de protección contra el burn-
out (estrés laboral).
En este aspecto hacen especial incidencia Collet et al. (2003), ya que entienden que el
hecho de enfrentarse día a día con los procesos de dolor, duelo, pérdidas, agonía, etc.,
hacen a estas personas vulnerables a padecer ansiedad e inseguridad, lo que puede derivar
en actitudes de huida y rechazo. En palabras de Collel: " un profesional con miedo
controlado y asimilado, es sin duda, una de las mejores condiciones para que un
profesional sanitario pueda ofrecer una buena atención al enfermo moribundo y su
familia”. La necesidad de esta formación, entendemos que se puede hacer extensiva a los
sanitarios de cualquier estamento y dedicación, así como a todos los cuidadores, formales
e informales.
BIBLIOGRAFÍA

 Dos Santos, C. V. (2012). Investigación básica sobre estrés y sistema inmunitario.


Estrés y salud: Investigación básica y aplicada, pag.17

 Dhabhar, F. S. (2009). Enhancing versus suppressive effects of stress on immune


function: implications for immunoprotection and immunopathology.
Neuroimmunomodulation, 16(5), 300-317.

 Collet, E., Leme`e-Cailleau, M.-H., Buron-Le Cointe, M., Cailleau, H., Wulff, M.,
Luty, T., Koshihara, S., Meyer, M., Toupet, L., Rabiller, P., y Techert, S. (2003).
Science, 300, 612–615

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