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La complejidad de un concepto.

Gilles Deleuze (1993), ¿Qué es la filosofía?, Barcelona, Editorial Anagrama, S.A, 220 paginas.

El capítulo titulado: ¿Qué es un concepto? Comienza diciendo: “Todo concepto tiene


componentes y se define por ellos”, frase que resume parte de lo que se desea comunicar a lo
largo de 18 páginas. Dato interesante que aporta en sus primeras líneas, es el de que no hay
conceptos de un componente único, indicando que todo concepto es doble, triple, etc. Otra
cuestión a considerar es cuando se habla de que todo concepto remite un problema y se
menciona la pedagogía del concepto: “Solo se crea conceptos en función de los problemas que
se consideran mal vistos o mal planteados”. Se emplean ejemplos interesantes como el de El
Otro y el Yo, para demostrar la existencia de los distintos componentes en cada concepto.

El texto también indica que todo concepto tiene una historia, pero a su vez posee un
devenir, igualmente se da a entender la existencia de distintos planos donde los conceptos
cohabitan, forman un todo fragmentado, algo que en líneas posteriores es asimilado con una
pared de piedra, a secas.

Se utilizan dos ejemplos bastante complejos, donde Descartes y Platón son los
protagonistas, en el caso de Descartes se menciona algo llamado “concepto filosófico
rubricado”, y en el caso de Platón se discute sobre si los conceptos son temporales o no. Todo
esto contribuye para que al final, el autor pueda concluir con que la creación de conceptos es
algo que le pertenece a la filosofía y no a la ciencia, la ciencia se basta con proposiciones o
funciones, las cuales se definen por su referencia a algo, mientras que los conceptos expresan
el acontecimiento, no la esencia o la cosa.

Es un texto que desde un principio se plantea una interrogante, y no solo la contesta sino
que demuestra a través de ejemplos lo que desea comunicar; no se queda en la definición de
lo que se pudiera entender por concepto, sino que también lo describe aportándole cualidades
como ser incorpóreo, anergetico o lo equipara a modo de símil con una heterogénesis.

La referencia a otros filósofos como Nietzsch, Jaspers, Leibniz o hasta el mismo Wittgenstein
(De quien se siente cierta influencia en el texto, cuando se habla de los estados de cosas y se
mencionan algunos problemas existentes en la filosofía) le aporta mayor profundidad a la
obra, porque demuestra que quien redacta posee conocimientos previos; sabe de lo que está
hablando.

Cuando se dice que todo concepto posee una historia y un devenir, fácilmente se puede
pensar en que los conceptos son también parte de la historia de la humanidad, herencia de
antepasados y legado que dejaremos a las futuras generaciones, algo muy “poético” si se le
quiere denominar de alguna manera.

El lenguaje empleado por el autor es digerible en la mayor parte del texto, pero en algunas
oportunidades tiende a complicarse, sobre todo cuando se profundiza en los ejemplos dados,
ejemplos que quien no maneje los términos empleados o no entienda las referencias dadas,
tendrá que leer en más de una oportunidad. El vocabulario a su vez también es muy rico, tal
vez se tengan que buscar varias palabras en un diccionario.
Para concluir: Es interesante como algo tan simple como lo es la palabra “concepto” puede
dar material suficiente para redactar 18 paginas, generar una especie de discusión sobre lo que
es realmente un concepto, aclarando las diferencias existentes con las proposiciones y hasta
incluirla en el “área de influencia” de lo que es la filosofía, llegando al punto de afirmar que la
creación de conceptos le pertenece a la filosofía por derecho.

Es una lectura que vale la pena; considerando que solo es un capítulo de toda una obra
compuesta por 220 páginas, deja bastante claro el mensaje principal. Se puede leer a modo de
introducción, ya que responde una incertidumbre pero a su vez deja otra: ¿De qué va el libro
completo?

Osmel Osuna

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