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Conclusión

El sindicato es una organización que defiende el status quo de la clase burguesa. Los
trabajadores se tienen que adaptar al sistema. El sindicato responde al Estado, no a los
obreros. Además, la obligación de estar afiliado al sindicato recae sobre los trabajadores
estatales, y no privados. Hay mucha demanda laboral y la poca oferta hace que la
patronal especule con los sueldos y con las condiciones laborales que les brindan a los
obreros.

El hecho de que las empresas privadas decidan si tener o no empleados afiliados a los
sindicatos, conlleva una situación de gran desventaja hacia el trabajador, e incluso de
exclusión. El obrero queda así desamparado frente a las decisiones de los empresarios,
que siempre tienen el objetivo de maximizar sus beneficios, por ende van a gastar lo
menos posible en la mano de obra (los salarios van a ser mínimos), y la plusvalía va a
ser muy grande. Toda esta situación se halla firmemente asegurada por el Estado, que en
muchos casos prohíbe la formación de sindicatos por medio de la ACFTU, que es un
organismo que ejerce el monopolio de los sindicatos. Es decir, el Estado se proclama a
favor de los intereses de los sectores privados, de los capitalistas. Esto representa un
gran cambio con respecto a las políticas llevadas a cabo por el Mao Zedong, quien, por
citar un ejemplo, impulsó una medida que se denominó “Tazón de hierro” que consistía
en brindar una serie de beneficios para los trabajadores: empleo permanente, buenos
salarios, entre otras. Se puede observar que en la época maoísta, a los trabajadores se les
daba una importancia, una prioridad; con el gobierno de Deng Xiaoping, en el
capitalismo, evidentemente los obreros pasaron a ocupar un segundo plano frente al
capital. Al sentirse tan desprotegidos por la ley y por el Estado, algunos trabajadores no
ven salida ni mejora posible, y lamentablemente recurren al suicidio. Hay que recordar
que toda iniciativa de sindicato independiente está terminantemente prohibida. Otra
característica reside en que las huelgas y protestas de los obreros son duramente
reprimidas; esto hace que los empleados no puedan reclamar sus derechos, una situación
más justa. Las condiciones laborales suelen ser precarias. Por añadidura, los obreros
pueden ser despedidos con mayor facilidad; antes, con Mao, como se dijo más arriba,
estaba vigente el empleo permanente, que significaba que el obrero no podía ser
despedido y que se le garantizaba el empleo hasta su jubilación. Así, la clase obrera se
ve claramente afectada por la llegada del capitalismo; todo empieza a empeorar cuando
se privatizan las empresas estatales. De esto se puede observar que las EPE (Empresas
de Propiedad Estatal), fueron debilitándose poco a poco en consecuencia de dichas
privatizaciones. No se puede esperar ninguna medida socialista por parte del Partido
Comunista Chino, ya que los cuadros del mismo pertenecen a la clase capitalista; es
decir, la mayoría de los miembros poseen empresas. Claro está que la privatización
genera desigualdad, tanto en las ciudades como en la zona rural. Con Mao Zedong, por
ejemplo, se llevó a cabo la colectivización de la propiedad de las tierras. Esto generó
mayor equidad entre los miembros del campo. Pero con la vuelta a la concentración de
las tierras en manos de unos pocos, la situación social se volvió totalmente injusta. Toda
la situación está planeada para que los beneficiarios sean los empresarios. Como
corolario de esta situación, se puede observar que hay un gran número de desempleados
en China. Aunque en este país no hubo en ninguna época, una sociedad comunista como
plantea Marx (ya que las fuerzas productivas no se desarrollaron lo suficiente para que
entren en contradicción con las relaciones de producción y así estalle una revolución
social), bajo la presidencia de Mao, la situación de los obreros fue buena y hubo un
bienestar general. En el sistema político desarrollado por este último, la clase obrera
obtuvo mejoras sociales y laborales que, a su vez, le permitieron tener un mejor nivel de
vida; en cambio, bajo el sistema capitalista, los obreros pierden ese bienestar y la
calidad de vida disminuye considerablemente. Pierden los derechos que es imperativo
que tengan, como por ejemplo estar afiliados a un sindicato que les brinde óptimas
condiciones laborales y que no esté manipulado para terminar beneficiando a los
empresarios capitalistas. Sin embargo, desde una perspectiva marxista, la situación que
está transitando China es absolutamente necesaria para el advenimiento de la sociedad
comunista. Es totalmente criticable y reprochable, pero si no se despliega el capitalismo
de una forma extrema, no se gestan las condiciones materiales para la revolución.
Cuando las fuerzas productivas estén totalmente desarrolladas, y la situación de la clase
obrera se torne realmente “insoportable”, ahí van a entrar en contradicción con las
relaciones de producción, y los obreros van a poder llevar a cabo una lucha que,
finalmente, les va a conceder el Poder. Un gobierno del proletariado, junto con la
dictadura del mismo, es requisito para la formación de una sociedad más justa y sin
clases sociales.

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