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1.

El Adviento
La Iglesia, para comenzar el año litúrgico, celebra la llegada de Cristo con los hombres con una gran
fiesta a la cual llamamos Navidad. Esta fiesta es tan importante para los cristianos que la Iglesia, antes
de celebrarla, prepara a sus hijos durante el período conocido como Adviento. Ya desde tiempos
remotos la Iglesia acostumbra tener esta preparación.
La palabra Adviento, como se conoce este periodo, significa "llegada" y claramente indica el espíritu
de vigilia y preparación que los cristianos deben vivir. Al igual que se prepara la casa para recibir a un
invitado muy especial y celebrar su estancia con nosotros, durante los cuatro domingos que anteceden a
la fiesta de Navidad, los cristianos preparan su alma para recibir a Cristo y celebrar con Él su presencia
entre nosotros.
En este tiempo es muy característico pensar: ¿cómo vamos a celebrar la Noche Buena y el día de
Navidad? ¿Con quién vamos a disfrutar estas fiestas? ¿Qué vamos a regalar? Pero todo este ajetreo no
tiene sentido si no consideramos que Cristo es el festejado a quien tenemos que acompañar y agasajar
en este día. Cristo quiere que le demos lo más preciado que tenemos: nuestra propia vida; por lo que el
período de Adviento nos sirve para preparar ese regalo que Jesús quiere, es decir, el adviento es un
tiempo para tomar conciencia de lo que vamos a celebrar y de preparación espiritual.
Durante el Adviento los cristianos renuevan el deseo de recibir a Cristo por medio de la oración, el
sacrificio, la generosidad y la caridad con los que nos rodean, es decir, renovarnos procurando ser
mejor en nuestra vida para recibir a Jesús.
La Iglesia durante las cuatro semanas anteriores a la Navidad y especialmente los domingos dedica la
liturgia de la misa a la contemplación de la primera "llegada" de Cristo a la tierra, de su próxima
"llegada" triunfal y la disposición que debemos tener para recibirlo. El color morado de los ornamentos
usados en sus celebraciones nos recuerda la actitud de penitencia y sacrificio que todos los cristianos
debemos tener para prepararnos a tan importante evento.
La familia como Iglesia doméstica procura reunirse para hacer más profunda esta preparación. Algunas
familias se unen para orar en torno a una corona de ramas de hojas perennes sobre la cuál colocan velas
que van encendiendo cada domingo. En otros lugares se elabora un calendario en el cuál se marcan los
días que pasan hasta llegar al día de Navidad. En algunos países como el nuestro, familiares y amigos
nos reunimos para celebrar las Posadas y en nuestras comunidades incluso para rezar el rosario,
recordando el peregrinar de María y José para llegar a Belén. En todas estas reuniones el sentido de
penitencia y sacrificio se enriquece por la esperanza y el espíritu de fraternidad y generosidad que surge
de la alegría de que Dios pronto estará con nosotros.
El tiempo de Adviento no es un tiempo de penitencia al estilo de la cuaresma, que busca la conversión
por el hecho de conocer el sacrificio de Jesús por nosotros en la cruz. El Adviento es el tiempo
favorable para emprender un cambio del corazón y para dar un nuevo y decisivo paso en nuestro
caminar espiritual, es conversión como preparación por la espera de Jesús.
Tiempo de esperanza
La Iglesia es más consciente de que su esperanza descansa en el futuro. Ella mira hacia delante, hacia la
restauración de todas las cosas en Cristo, a unos nuevos cielos y una nueva tierra. Sólo entonces
alcanzará ella su perfección plena.
Vigilar y orar
La vigilancia es una virtud importante, pero bastante descuidada. Vigilar significa vivir en el
pensamiento de la segunda venida de Cristo. Debería ser una actitud de mente constante, que gobernará
toda nuestra conducta. Una virtud para todo momento, pero especialmente apropiada durante el
Adviento.
2. Historia del Adviento
La palabra Adviento proviene del latín "Adventus" que significa la venida. En un principio con este
término se denominaba al tiempo de la preparación para la segunda venida de Cristo o parusía y no el
nacimiento de Jesús como ahora lo conocemos. Haciendo referencia a este tiempo la primitiva Iglesia
meditaba sobre los pasajes evangélicos que hablan del fin del mundo, el juicio final y la invitación de
San Juan Bautista al arrepentimiento y la penitencia para estar preparados.
No se sabe desde cuando se comienza a celebrar. En los antiguos leccionarios de Capua y
Wursemburgo hacen referencia al Adventu Domini. En los leccionarios, gregoriano y gelasiano, se
encuentran algunas plegarias con el título de Orationes de Adventu. Más tarde comienzan a aparecer las
domínicas ante Adventum Domini, en las cuales al término adventus se le asocia con la preparación a
la Navidad.
A pesar de que esta temporada es muy peculiar en las Iglesias de Occidente, su impulso original
probablemente vino de las Iglesias Orientales, donde era común, después del Concilio ecuménico de
Efeso en 431, dedicar sermones en los domingos previos a la Navidad al tema de la Anunciación. En
Ravena Italia - un canal de influencia oriental a la iglesia de Occidente - San Pedro Crisóstomo (muerto
en 450) daba estas homilías o sermones.
La primera referencia que se tiene a esta temporada es cuando el obispo Perpetuo de Tours (461-490)
estableció un ayuno antes de Navidad que comenzaba el 11 de Noviembre (Día de San Martín). El
Concilio de Tours (567) hace mención a la temporada de Adviento. Esta costumbre, a la cuál se le
conocía como la Cuaresma de San Martín, se extendió por varias iglesias de Francia por el Concilio de
Macon en 581.
El período de seis semanas fue adoptado por la Iglesia de Milán y las iglesias de España. En Roma, no
hay indicios del adviento antes de la mitad del siglo VI AD, cuando fue reducida - probablemente por
el Papa Gregorio Magno (590-604) - a cuatro semanas antes de Navidad. La larga celebración gala dejó
su presencia en libros de uso litúrgico como el Misal de Sarum (Salzburgo), que era muy usado en
Inglaterra, con su domingo antes de Adviento. La llegada de Cristo en su nacimiento fue cubierta por
un segundo tema, que también proviene de las iglesias galas, su Segunda venida al final de los tiempos.
Este entretejido de temas de los dos advientos de Cristo da a la temporada una tensión particular entre
penitencia y alegría en la espera de Cristo que está por "venir".
Cristo está viniendo hoy y aquí, a nosotros, dentro de nosotros. Nos está haciendo concorpóreos suyos,
solidarios de su persona y de su misterio redentor. Mediante el don de su palabra y de la eucaristía,
Cristo se graba en nosotros. Nos hace su cuerpo. Su venida gloriosa al final de los tiempos no será otra
cosa que la revelación de las venidas que ahora realiza en nosotros. Hay continuidad real entre su
venida actual y su venida gloriosa. Exactamente igual como la semilla se prolonga en el fruto. Esta es
la verdad de fe más grandiosa. Quien quiera encontrarse con el Cristo viviente, debe penetrar en el
misterio de su presencia, a través de la liturgia. Es necesario que el cristiano tenga mirada interior. El
adviento es radicalmente cercanía y presencia del Señor.
3. Significado del Adviento
Al celebrar la Iglesia el Adviento, te invita a meditar en la venida del Señor. Esta venida se nos
presenta en tres dimensiones:
Adviento Histórico. Es la espera en que vivieron los pueblos que ansiaban la venida del Salvador. Va
desde Adán hasta la encarnación, abarca todo el Antiguo Testamento. Escuchar en las lecturas a los
Profetas, nos deja una enseñanza importante para preparar los corazones a la llegada del Señor.
Acercarse a esta historia es identificarse con aquellos hombres que deseaban con vehemencia la llegada
del Mesías y la liberación que esperaban de él.
Adviento Místico. Es la preparación moral del hombre de hoy a la venida del Señor. Es un Adviento
actual. Es tiempo propicio para la evangelización y la oración que dispone al hombre, como persona, y
a la comunidad humana, como sociedad, a aceptar la salvación que viene del Señor. Jesús es el Señor
que viene constantemente al hombre. Es necesario que el hombre se percate de esta realidad, para estar
con el corazón abierto, listo para que entre el Señor. El Adviento, entendido así, es de suma actualidad
e importancia.
Adviento Escatológico. Es la preparación a la llegada definitiva del Señor, al final de los tiempos,
cuando vendrá para coronar definitivamente su obra redentora, dando a cada uno según sus obras. La
Iglesia invita al hombre a no esperar este tiempo con temor y angustia, sino con la esperanza de que,
cuando esto ocurra, será para la felicidad eterna del hombre que aceptó a Jesús como su salvador.
Esta celebración manifiesta cómo todo el tiempo gira alrededor de Cristo, el mismo de ayer, hoy y
siempre; Cristo el Señor del tiempo y de la Historia.
4. Esquema del adviento
Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de
la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24
de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.
El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma,
que simboliza austeridad y penitencia. Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:

I Domingo, la vigilancia en espera de la venida del Señor.


Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras
del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento". Es importante
que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad;
¿Qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos
buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el
Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo
también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el
trabajo, los vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial,
encenderemos la primer vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y
deseos de conversión.

II Domingo, la conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista.


Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan
Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿Qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la
reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean;
como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que
nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela
morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.
Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los horarios de
confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés bien preparado interiormente,
uniéndote a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.

III Domingo, el testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo.
Coincide este domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y precisamente la liturgia de
Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que
además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen
a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga
a verme?” Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos
disponemos a vivir esta tercera semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María
desempeñó.
Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela, color rosa, de la Corona de Adviento.

IV Domingo, el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María.


Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el
anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz
del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros
hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la
fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta
debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las
familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.
5. Las actitudes fundamentales del adviento
1. Actitud de espera. El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada. Las
aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terreno preparado para la
buena nueva. El adviento nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia
insaciable de felicidad.
2. El retorno a Dios. La experiencia de frustración, de contingencia, de ambigüedad, de cautividad, de
pérdida de la libertad exterior e interior de los hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios, y la
necesidad de «subir a Jerusalén» como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La
infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia e identidad. El adviento
nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Nos da conocimiento interno de Cristo, que
siendo rico por nosotros se hace pobre.
3. La conversión. Con Cristo, el reino está cerca dentro de nosotros. La voz del Bautista es el clamor
del adviento: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los
montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de
Dios... » (Is 40,3-5). El adviento nos enseña a hacernos presentes en la historia de la salvación de los
ambientes, a entender el amor como salida de nosotros mismos y la solidaridad plena con los que
sufren.
4. Jesús es el Mesías. Será el liberador del hombre entero. Luchará contra todo el mal y lo vencerá no
por la violencia, sino por el camino de una victimación de amor. La salvación pasa por el encuentro
personal con Cristo.
5. Gozo y alegría. El reino de Cristo no es sólo algo social y externo, sino interior y profundo. La
venida del Mesías constituye el anuncio del gran gozo para el pueblo, de una alegría que conmueve
hasta los mismos cielos cuando el pecador se arrepiente. El adviento nos enseña a conocer que Cristo, y
su pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.
6. Papá Noel
Papá Noel, Santa Claus o San Nicolás como le conocemos, es un personaje inspirado en un obispo
cristiano de origen griego llamado Nicolás, que vivió en el siglo IV en Anatolia, en los valles de Licia
(en la actual Turquía). Era una de las personas más veneradas por los cristianos de la Edad Media, del
que aún hoy se conservan sus reliquias en la basílica de Bari (Italia).
Nació cerca del año 280 en una ciudad del distrito de Licia, en la actual Turquía. Era hijo de una
familia acomodada. Su padre deseaba que siguiera sus pasos comerciales en el Mar Adriático, mientras
su madre pretendía que fuera sacerdote como su tío, el obispo de Mira. Lamentablemente, la peste
solucionó su dilema, al llevarse a sus padres, mientras trataban de ayudar a los enfermos de su ciudad,
el muchacho, conmovido con la desgraciada situación de su gente ante semejante enfermedad, repartió
sus bienes entre los necesitados y partió hacia Mira para vivir con su tío y ordenarse como sacerdote,
cosa que logró a los 19 años. Más tarde, al morir su tío fue elegido para reemplazarlo.
De él, se cuentan cientos de historias, especialmente narrando sus milagros y sus bondades para con la
gente pobre. Tal fue la admiración que sintieron por él que se convirtió en santo patrón de Grecia,
Turquía, Rusia y la Lorena. Se estima que murió el 6 de diciembre del año 345. Su relación con los
niños nace de una historia que indica que un criminal acuchilló a varios niños, entonces el santo rezó
por ellos y obtuvo su curación casi inmediata. Pero además, Nicolás tenía especial inclinación por
ayudar a los niños. La fama de ser repartidor de obsequios se basa en otra historia, que cuenta que un
empobrecido hombre padre de tres hijas, no podía casarlas por no tener la dote (ofrenda, pago)
necesaria, al carecer las muchachas de la dote parecían condenadas a ser "solteronas". Enterado de esto,
Nicolás le entregó, al obtener la edad de casarse, una bolsa llena de monedas de oro a cada una de ellas.
Se cuenta que todo esto fue hecho en secreto por el sacerdote quien entraba por una ventana y ponía la
bolsa de oro dentro de los calcetines de las niñas, que colgaban sobre la chimenea para secarlos.
El nombre que hoy en día recibimos de Papá Noel, procede de Finlandia como San Nicolás y ha
llegado hasta nosotros como "Papa Nöel" que ha derivado en "Papá Noel" ya que ha adoptado la
ortografía hispánica, además que Noel significa "Navidad" en francés.
¿Cómo se transforma en Santa Claus?
Se cree que esto sucedió alrededor del año 1624. Cuando los inmigrantes holandeses fundaron la
ciudad de Nueva Amsterdam, más tarde llamada Nueva York, obviamente llevaron con ellos sus
costumbres y mitos, entre ellos el de Sinterklaas, su patrono (cuya festividad se celebra en Holanda
entre el 5 y el 6 de diciembre).
En 1809 el escritor Washington Irving, escribió una sátira, Historia de Nueva York, en la que deformó
al santo holandés, Sinterklaas, en la burda pronunciación angloparlante Santa Claus. Más tarde el poeta
Clement Clarke Moore, en 1823, publicó un poema donde dio cuerpo al actual mito de Santa Claus,
basándose en el personaje de Irving. En ese poema se hace mención de una versión de Santa Claus,
enano y delgado, como un duende; pero que regala juguetes a los niños en víspera de Navidad y que se
transporta en un trineo tirado por nueve renos, incluyendo a Rudolph (Rodolfo).
Posteriormente, hacia 1863, adquirió la actual fisonomía de gordo barbudo bonachón con la que más se
le conoce. Allí adquirió su vestimenta y se cree que su creador se basó en las vestimentas de los
obispos de viejas épocas para crear este "San Nicolás", que en ese momento ya nada tenía que ver con
San Nicolás de Mira.
A mediados del siglo XIX, el Santa Claus estadounidense vestía de blanco con vivos dorados.
Igualmente a fines del siglo XIX, a partir de un comercial americano, se crearía la tradición de que
Santa Claus procedería del Polo Norte; y se popularizaría completamente los renos navideños como
medio de trasporte de Santa Claus. Luego, a comienzos del siglo XX en 1902, se origina la historia de
cómo Claus se ganó la inmortalidad, al igual que su título "Santa".
Igualmente, ya en el siglo XX, la empresa Coca-Cola encargó a un pintor a que remodelara la figura de
Santa Claus/Papá Noel para hacerlo más humano y creíble, pero Santa Claus terminó vestido de color
rojo y blanco.
7. Significado de la Corona de Adviento
En muchas casas vemos que antes de Navidad ponen como centro de mesa una corona con velas.
Además de ser un elemento decorativo, esta corona anuncia que la Navidad está cerca y debemos
prepararnos. La costumbre es de origen pagano, esta corona representaba el ruego al sol para que
regresara con su luz y calor durante el invierno. Los cristianos, para prepararnos a la venida de nuestra
LUZ y VIDA, la Natividad del Señor, aprovechamos esta "Corona de adviento" como medio para
esperar a Cristo y rogarle infunda en nuestras almas su luz.
El círculo es una figura geométrica perfecta que no tiene ni principio ni fin. La corona de adviento tiene
forma de círculo para recordarnos que Dios no tiene principio ni fin, reflejando su unidad y eternidad.
Nos ayuda también a pensar en los miles de años de espera desde Adán hasta Cristo y en la segunda y
definitiva venida; nos concientiza que de Dios venimos y a Él vamos a regresar.
El follaje verde perenne (que puede ser de ramas de pino, oyamel o hiedra) representan que Cristo está
vivo entre nosotros, además su verde color nos recuerda la vida de gracia, el crecimiento espiritual y la
esperanza que debemos cultivar durante el adviento. Las cuatro velas representan los cuatro domingos
de Adviento. Las tres primeras que se encienden son de color morado para recordarnos el espíritu de
vigilia, penitencia y sacrificio que debemos tener par prepararnos a la llegada de Cristo. La última es de
color rosa o blanco y manifiesta la alegría de que el nacimiento del Señor está muy cerca. El día de
Navidad las velas moradas son substituidas por otras de color rojo que simboliza el espíritu festivo de
la reunión familiar. En algunos todas las velas se substituyen por velas rojas y en el centro se coloca
una vela blanca o cirio simbolizando a Cristo como centro de todo cuanto existe. La luz de las velas
simboliza la luz de Cristo que desde pequeños buscamos y que nos permite ver, tanto el mundo como
nuestro interior. Cuatro domingos antes de la Navidad se prende la primera vela. Cada domingo se
enciende una vela más. El hecho de irlas prendiendo poco a poco nos recuerda que conforme se acerca
la luz las tinieblas se van disipando, de la misma forma que conforme se acerca la llegada de Jesucristo
que es luz para nuestra vida se debe ir esfumando el reinado del pecado sobre la tierra. La luz de la vela
blanca o del cirio que se enciende durante la Noche Buena nos recuerda que Cristo es la Luz del
mundo. El brillo de la luz de esa vela blanca en Navidad nos recuerda cómo en la plenitud de los
tiempos se cumple el “ADVIENTO DEL SEÑOR”
La familia unida hace una oración en torno a la corona, con alguna meditación alusiva a las
lecturas dominicales; se enciende una vela cada semana cantando algo que hable de la espera del
Salvador. La noche del 24 de diciembre con las cuatro velas encendidas, se enciende por último la
vela blanca cantando villancicos y se "acuesta al niño Jesús" en el nacimiento, como de costumbre,
desde luego después de haber leído el Evangelio del relato del Nacimiento en Belén y de haber hecho
una reflexión y oración todos juntos.
8. inmaculada concepción de María
La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que, por una gracia especial de
Dios, Ella fue preservada de todo pecado desde su concepción.
En el año 2004 se celebró el 150 aniversario de la Proclamación del Dogma de que María fue
concebida sin pecado original, sin mancha. El dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de
diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus.
"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María
fue preservada inmune de todo mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por
singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del
género humano, está revelado por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los
fieles ... " Pío IX, bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de (1854)
La Concepción: Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica
procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana. María quedó
preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre
Santa Ana. Es decir, María es la "llena de gracia" desde su concepción. Cuando hablamos de la
Inmaculada Concepción no se trata de la concepción de Jesús, quien, claro está, también fue concebido
sin pecado.
"Dios inefable, (...) habiendo provisto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el
género humano que había de derivarse de la culpa de Adán, y habiendo determinado, en el misterio
escondido desde todos los siglos, culminar la primera obra de su bondad por
medio de la encarnación del Verbo (...), eligió y señaló desde el principio y antes de todos los siglos a
su unigénito Hijo, una Madre, para que, hecho carne de Ella, naciese en la feliz plenitud de los tiempos;
y tanto la amó por encima de todas las criaturas, que solamente en Ella se complació con señaladísima
benevolencia
Como nos indican las anteriores palabras de Pío IX, la concepción inmaculada de la Virgen María es un
maravilloso misterio de amor. La Iglesia lo fue descubriendo poco a poco, al andar de los tiempos.
Hubieron de transcurrir siglos hasta que fuera definido como dogma de fe.
Dirijamos, pues, nuestra mirada en este tiempo de Adviento a María, que preparó a conciencia el
primer y verdadero adviento. Nadie como Ella supo interpretar los signos de los tiempos, sintiendo que
el Señor estaba cerca, Ella oró como nadie con el Salmo 24:
"Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y
salvador y tenemos en ti nuestra esperanza"
Y cuando le fue propuesta la maternidad, nada menos que del mismísimo Hijo de Dios, no quiso decir
que no. Su vida fue un "sí "rotundo a los planes de Dios.
Siendo Ella, con su sí, quien propició que el Dios lejano se hiciera nuestro, y a partir de la encarnación
de su Hijo, Dios tuviera otro título que antes no tenía: Emmanuel", el Dios con nosotros, el Salvador, el
que puso su tienda entre nosotros.
Parece que de María tendríamos que explayarnos hasta la última semana de Adviento, pero quién mejor
que Ella para abrir y disponer los corazones para que esta Navidad no tenga las características de ser
sólo una fiesta más, o mejor la fiesta de las fiestas, donde hay de todo, pero donde se siente muchas
veces un vacío, no tanto por las cosas de las que no se pudo disponer para la fiesta y el festejo, sino
precisamente por no haber dispuesto el corazón, para hacer ahí el Adviento, la llegada, la recepción y la
acogida para el recién nacido.
Navidad será entonces un festejo anticipado de la Pascua del Señor. Sin su encarnación, no hubiera sido
posible ni la entrega, ni la redención, ni la cruz; pero tampoco la Resurrección y la vuelta de los hijos
de Dios a la casa, al Reino, a los brazos amorosos del buen Padre Dios. La Navidad nos hermanará en
torno al Divino Niño, nos hará compadecernos y enternecernos a la vista de quien se convierte en la
presencia más cercana del Dios de los Cielos, y de la tierra.
María es un signo anticipado: de limpieza, de belleza, de santidad, de perfección, de plenitud, de vida
nueva, de victoria pascual. Es un anticipo del ideal humano, del proyecto que Dios había soñado para el
hombre. Un modelo, por lo tanto, para cada persona humana, para cada creyente, para la Iglesia, para la
humanidad. Lo que tanto soñamos y deseamos es posible, en María se ha realizado ya.
Alegre aurora. Cuando aparecen las primeras luces del día, cuando amanece o mañanea, admiramos los
tonos de color que vencen la oscuridad nocturna, Y nos alegramos. La luz, además de ofrecernos
claridad, nos llena de alegría. Así es la Virgen Inmaculada, suave luz que anuncia victoria sobre el
pecado y la muerte, señal segura de que se acerca el día, buena noticia para todos los hijos de la noche,
causa de nuestra alegría.
Alegría verdadera, porque nos garantiza salvación y victoria. Después de tantos fracasos, después de
tantas derrotas, por fin podemos levantar cabeza. El poder de las tinieblas ha sido superado. En la
madre aparece un punto de luz primero, como una flor, pero la luz va creciendo hasta el encanto. Es un
regalo, no sólo para los ojos, sino para toda el alma.
Pero la aurora es un anuncio solamente, ella no tiene identidad propia, es una adelantada de otra
realidad original, que es el sol. La aurora no es el día, sino que lo anuncia, lo prepara. Sus luces y
colores no son propios, sino del sol. La aurora es algo relativo, sin el sol nada sería. Así es María con
relación a Cristo, nuestro día y nuestro sol.
9. Los grandes testigos del adviento
Son tres: El profeta Isaías, Juan el Bautista y la Virgen María.
Isaías
Anuncia cómo será el Mesías que vendrá. Sacude la conciencia del pueblo para crear en él actitud de
espera. Exige pureza de corazón. El profeta del antiguo testamento anunció en sus escritos la llegada
del Mesías: “La joven está encinta y va a tener un hijo al que pondrá por nombre Emmanuel”. Es
visionario de que va a llegar el Mesías siglos antes que esto suceda.
Isaías dice “Aquí estoy Señor, envíame a mí”. Cuando Dios necesitaba alguien para llevar sus
mensajes, él se ofrece a llevar la Buena Nueva. Sin embargo, el pueblo de Israel no le hace caso y no se
porta como Dios quiere. Así, todo un pueblo perdió esa oportunidad de conocer al Señor.
Quizás como Isaías, muchos ya nos han predicado acerca de la Buena Noticia pero no les hemos hecho
caso. Pero ahora, es tiempo de convertirnos en nuevos Isaías y llevar la Buena Nueva a los demás. Hay
que leer a Isaías, en adviento, teniendo en cuenta la pobreza, la injusticia, la miseria y la oscuridad de
nuestro mundo de hoy. El nos ayudará a mirar el mundo sin desesperación, con realismo, sí, pero con
esperanza.
El profeta perfila los rasgos más sobresalientes del Mesías esperado: "Padre del mundo futuro" y
"Príncipe de la paz" (Isaías 9, 5). El nuevo reino irá acompañado de una paz paradisiaca, pudiendo
quienes lo integran relacionarse tanto con la divinidad, como con el mundo animal (Isaías 11, 6 - 9).
Quedará, por tanto, restaurada la armonía de la creación que el profeta supone truncada por el pecado.
La presencia y compañía de Isaías en este adviento, nos lleva a profundizar en el papel de los profetas
hoy. Donde abundan los profetas, se afronta con fuerza el futuro. Tenemos fe en un futuro mejor
porque siguen actuando los profetas. Abundan los profetas anónimos que, encarnando el espíritu de
aquellos heraldos divinos, luchan hoy por un mundo donde prime el amor. Y a veces rubrican su
entrega con un martirio que otros tildan de insensatez.
El profetismo siempre se debe regular por coordenadas de amor. Donde éste se ve desplazado, no hay
lugar para el profeta, por más que se luche por la justicia, la paz o la liberación.
No es la lucha lo que define al profeta, sino su entrega incondicional a Dios. Resultan fascinantes
aquellos heraldos divinos que, aún jugándose la vida, pusieron la mano en la llaga con ánimo de curar
dolencias. Para ello era imprescindible que el pueblo no desfalleciera, por caótica que fuese su
situación. Nuestra sociedad rinde culto a los ídolos (dinero-poder- placer…), y en ella se va acentuando
la ausencia de Dios ¿Cómo ayudarla? ¡Activando su ilusión! ¡Generando esperanza!

10. Juan el Bautista


Es el precursor del Mesías. Señala quién es y que ya ha venido. El último que lo anuncia, y es testigo
de su presencia. Él mismo es modelo de austeridad y de ardiente espera. La figura de San Juan Bautista
destaca de manera especial en adviento. Es un compañero ideal, austero y gozoso a la vez. Su vida fue
penitente en grado sumo, pero no resuena en ella nota alguna de tristeza. Como heraldo y precursor del
Señor, se regocijó al escuchar la voz de Jesús. Este es el único capaz de sacarnos de nuestra propia
complacencia. "¡Arrepentíos, el reino de los cielos está cerca!", gritaba.
Desde el vientre de su madre Isabel, da testimonio de la divinidad de Jesús (salta cuando María
visita a Isabel). Preparó la llegada de Jesús bautizando al pueblo, allanando su camino.
Los profetas, como Isaías, dieron una idea lejana de quién era Cristo. Juan, en cambio, predica un
Cristo que llega, un Cristo cercano y del que no es digno siquiera de “desatarle la correa de sus
sandalias”. Por ello pide que se conviertan de manera verdadera, sin hipocresías.
11. María
Es la figura clave del adviento. En ella culmina la espera de Israel. Es la más fiel acogedora de la
palabra hecha carne. La recibe en su seno y en su corazón. Ella le prestó su vida y su sangre. María es
Jesús comenzado. Ella hizo posible la primera navidad y es modelo y cauce para todas las venidas de
Dios a los hombres. María, por su fidelidad, es tipo y madre de la Iglesia.
La Iglesia ofrece una especial mirada a María, la Madre del Señor. Ella es la elegida y la servidora
dedicada. No tuvo reparos en aceptar la gran responsabilidad de ser la Madre del hijo de Dios. Ella es
la figura central del Adviento, pues representa el ejemplo vivo de la espera, de la espera que ya está por
culminar.
A través de un sencillo “Sí”, ella aceptó una vida diferente a las demás. Sin saber a lo que se
adentraba, sin saber nada, ella confió y dijo “Aquí esta la esclava del Señor”, lanzándose con confianza
a la aventura más grande de la historia. Aprendemos de su confianza. El icono de María gestante, o de la
expectación, personifica a la Iglesia madre que está llena de Cristo y lo pone como luz en el mundo, para
que el resto de sus hermanos habiten tranquilos hasta los confines de la tierra, pues él será nuestra paz -
Miqueas, 5,2-5-"
"María de Nazaret es la estrella del adviento... Ella llevó en su vientre con inefable amor de madre a
Jesucristo... Ella vivió un adviento de nueve meses en su regazo materno y virginal, en su mente y en su
corazón... ¡Qué largo y hermoso adviento!... Ella es el modelo de la espera y de la esperanza. Supo, como
nadie, preparar un sitio al Señor, el Hijo que florecía en sus entrañas... En Ella se realizó la promesa de
Israel, la esperanza, después, ahora y ya para siempre, de la Iglesia.
12. Nuestra señora de Guadalupe
Diez años después de la conquista de México, el día 9 de diciembre de 1531, Juan Diego iba rumbo al
Convento de Tlaltelolco para oír misa. Al amanecer llegó al pie del Tepeyac. De repente oyó música
que parecía el gorjeo de miles de pájaros. Muy sorprendido se paró, alzó su vista a la cima del cerro y
vio que estaba iluminado con una luz extraña. Cesó la música y en seguida oyó una dulce voz
procedente de lo alto de la colina, llamándole: "Juanito; querido Juan Dieguito". Juan subió
presurosamente y al llegar a la cumbre vio a la Santísima Virgen María en medio de un arco iris,
ataviada con esplendor celestial. Su hermosura y mirada bondadosa llenaron su corazón de gozo
infinito mientras escuchó las palabras tiernas que ella le dirigió a él. Ella habló en azteca. Le dijo que
ella era la Inmaculada Virgen María, Madre del Verdadero Dios. Le reveló cómo era su deseo más
vehemente tener un templo allá en el llano donde, como madre piadosa, mostraría todo su amor y
misericordia a él y a los suyos y a cuantos solicitaren su amparo. "Y para realizar lo que mi clemencia
pretende, irás a la casa del Obispo de México y le dirás que yo te envío a manifestarle lo que mucho
deseo; que aquí en el llano me edifique un templo. Le contarás cuanto has visto y admirado, y lo que
has oído. Ten por seguro que le agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás que yo te
recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Ya has oído mi mandato,
hijo mío, el más pequeño: anda y pon todo tu esfuerzo".
Juan se inclinó ante ella y le dijo: "Señora mía: ya voy a cumplir tu mandato; me despido de ti, yo, tu
humilde siervo".
Cuando Juan llegó a la casa del Obispo Zumárraga y fue llevado a su presencia, le dijo todo lo que la
Madre de Dios le había dicho. Pero el Obispo parecía dudar de sus palabras, pidiéndole volver otro día
para escucharle más despacio.
Ese mismo día regresó a la cumbre de la colina y encontró a la Santísima Virgen que le estaba
esperando. Con lágrimas de tristeza le contó cómo había fracasado su empresa. Ella le pidió volver a
ver al Sr. Obispo el día siguiente. Juan Diego cumplió con el mandato de la Santísima Virgen. Esta vez
tuvo mejor éxito; el Sr. Obispo pidió una señal.
Juan regresó a la colina, dio el recado a María Santísima y ella prometió darle una señal al siguiente día
en la mañana. Pero Juan Diego no podía cumplir este encargo porque un tío suyo, llamado Juan
Bernardino había enfermado gravemente.
Dos días más tarde, el día doce de diciembre, Juan Bernardino estaba moribundo y Juan Diego se
apresuró a traerle un sacerdote de Tlaltelolco. Llegó a la ladera del cerro y optó ir por el lado oriente
para evitar que la Virgen Santísima le viera pasar. Primero quería atender a su tío. Con grande sorpresa
la vio bajar y salir a su encuentro. Juan le dio su disculpa por no haber venido el día anterior. Después
de oír las palabras de Juan Diego, ella le respondió: "Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que
es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón, no temas esa ni ninguna otra enfermedad o
angustia. ¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud?
¿Qué más te falta? No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella; está seguro de
que ya sanó".
Cuando Juan Diego oyó estas palabras se sintió contento. Le rogó que le despachara a ver al Señor
Obispo para llevarle alguna señal y prueba a fin de que le creyera. Ella le dijo:
"Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay
diferentes flores; córtalas, recógelas y en seguida baja y tráelas a mi presencia".
Juan Diego subió y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tan hermosas
flores. En sus corolas fragantes, el rocío de la noche semejaba perlas preciosas. Presto empezó a
córtalas, las echó en su regazo y las llevó ante la Virgen. Ella tomó las flores en sus manos, las arregló
en la tilma y dijo: "Hijo mío el más pequeño, aquí tienes la señal que debes llevar al Señor Obispo. Le
dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador
muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu tilma y
descubras lo que llevas".
Cuando Juan Diego estuvo ante el Obispo Fray Juan de Zumárraga, y le contó los detalles de la cuarta
aparición de la Santísima Virgen, abrió su tilma para mostrarle las flores, las cuales cayeron al suelo.
En este instante, ante la inmensa sorpresa del Señor Obispo y sus compañeros, apareció la imagen de la
Santísima Virgen María maravillosamente pintada con los más hermosos colores sobre la burda tela de
su manto.
LA CURACIÓN DE JUAN BERNARDINO
El mismo día, doce de diciembre, muy temprano, la Santísima Virgen se presentó en la choza de Juan
Bernardino para curarle de su mortal enfermedad. Su corazón se llenó de gozo cuando ella le dio el
feliz mensaje de que su retrato milagrosamente aparecido en la tilma de Juan Diego, iba a ser el
instrumento que aplastara la religión idólatra de sus hermanos por medio de la enseñanza que el divino
códice-pintura encerraba.
Te-coa-tla-xope en la lengua Azteca quiere decir "aplastará la serpiente de piedra". Los españoles
oyeron la palabra de los labios de Juan Bernardino. Sonó como "de Guadalupe. Sorprendidos se
preguntaron el por qué de este nombre español, pero los hijos predilectos de América, conocían bien el
sentido de la frase en su lengua nativa. Así fue como la imagen y el santuario adquirieron el nombre de
Guadalupe, título que ha llevado por cuatro siglos.
Se lee en la Sagrada Escritura que en tiempo de Moisés y muchos años después un gran cometa recorría
el espacio. Tenía la apariencia de una serpiente de fuego. Los indios de México le dieron el nombre de
Quetzalcoatl, serpiente con plumas. Le tenían mucho temor e hicieron ídolos de piedra, en forma de
serpiente emplumada, a los cuales adoraban, ofreciéndoles sacrificios humanos. Después de ver la
sagrada imagen y leer lo que les dijo, los indios abandonaron sus falsos dioses y abrazaron la Fe
Católica. Ocho millones de indígenas se convirtieron en sólo siete años después de la aparición de la
imagen.

LA TILMA DE JUAN DIEGO


La tilma en la cual la imagen de la Santísima Virgen apareció, está hecha de fibra de maguey. La
duración ordinaria de esta tela es de veinte años a lo máximo. Tiene 195 centímetros de largo por 105
de ancho con una sutura en medio que va de arriba a abajo.
Impresa directamente sobre esta tela, se encuentra la hermosa figura de Nuestra Señora. El cuerpo de
ella mide 140 centímetros de alto.
Esta imagen de la Santísima Virgen es el único retrato auténtico que tenemos de ella. Su conservación
en estado fresco y hermoso por más de cuatro siglos, debe considerarse milagrosa. Se venera en la
Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México, donde ocupa el sitio de honor en el
altar mayor.
La Sagrada Imagen duró en su primera ermita desde el 26 de diciembre, 1535 hasta el ano de 1622.
La segunda iglesia ocupó el mismo lugar donde se encuentra hoy la Basílica. Esta duró hasta 1695.
Unos pocos años antes fue construida la llamada Iglesia de los Indios junto a la primera ermita, la cual
sirvió entonces de sacristía para el nuevo templo. En 1695, cuando fue demolido el segundo templo, la
milagrosa imagen fue llevada a la Iglesia de los Indios donde se quedó hasta 1709 fecha en que se
dedicó el nuevo hermoso templo que todavía despierta la admiración de Mexicanos y extranjeros.
13. San José
En el Plan Reconciliador de Dios, San José tuvo un papel esencial: Dios le encomendó la gran
responsabilidad y privilegio de ser el padre adoptivo del Niño Jesús y de ser esposo virginal de la
Virgen María. San José, el santo custodio de la Sagrada Familia, es el santo que más cerca está de Jesús
y de la Santísima de la Virgen María.
San Mateo (1,16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3,23), su padre era Helí.
Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Al comienzo de la historia
de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.
Según San Mateo 13,55 y Marcos 6,3, San José era un "tekton". La palabra significa en particular que
era carpintero o albañil. San Justino lo confirma, y la tradición ha aceptado esta interpretación.
Nuestro Señor Jesús fue llamado "Hijo de José", "el carpintero" (Jn 1,45; 6,42; Lc 4,22).
Como sabemos no era el padre natural de Jesús, quién fue engendrado en el vientre virginal de la
Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios, pero José lo adoptó amorosamente y Jesús
se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del
niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!
Modelo de silencio y de humildad
Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del
evangelio de Mateo y de Lucas. En los relatos no conocemos palabras expresadas por él, tan sólo
conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su
amadísima esposa y de su excepcional Hijo. Es un caso excepcional en la Biblia: un santo al que no se
le escucha ni una sola palabra. Es, pues, el "Santo del silencio".
Su santidad se irradiaba desde antes de los desposorios. Es un "escogido" de Dios; desde el principio
recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor. No es que haya sido uno de esos seres que no
pronunciaban palabra, fue un hombre que cumplió aquel mandato del profeta antiguo: "sean pocas tus
palabras". Es decir, su vida sencilla y humilde se entrecruzaban con su silencio integral, que no
significa mero mutismo, sino el mantener todo su ser encauzado a cumplir el Plan de Dios. San José,
patrono de la vida interior, nos enseña con su propia vida a orar, a amar, a sufrir, a actuar rectamente y
a dar gloria a Dios con toda nuestra vida.
Vida virtuosa
Su libre cooperación con la gracia divina hizo posible que su respuesta sea total y eficaz. Dios le dio la
gracia especial según su particular vocación y, al mismo tiempo, la misión divina excepcional que Dios
le confió requirió de una santidad proporcionada.
Se ha tratado de definir muchas veces las virtudes de San José: "Brillan en el, sobre todo las virtudes de
la vida oculta: la virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad que no
puede ser quebrantada por ningún peligro, la sencillez y la fe; la confianza en Dios y la mas perfecta
caridad. Guardo con amor y entrega total, el deposito que se le confiara con una fidelidad propia al
valor del tesoro que se le deposito en sus manos."
San José es también modelo incomparable, después de Jesús, de la santificación del trabajo corporal.
Por eso la Iglesia ha instituido la fiesta de S. José Obrero, celebrada el 1 de mayo, presentándole como
modelo sublime de los trabajadores manuales.
Amor virginal
La concepción del Verbo divino en las entrañas virginales de María se hizo en virtud de una acción
milagrosa del Espíritu Santo, sin intervención alguna de San José. Este hecho es narrado por el
Evangelio y constituye uno de los dogmas fundamentales de nuestra fe católica: la virginidad perpetua
de María. En virtud a ello, San José a recibido diversos títulos: padre nutricio, padre adoptivo, padre
legal, padre virginal; pero ninguna en si encierra la plenitud de la misión de San José en la vida de
Jesús.
San José ejerció sobre Jesús la función y los derechos que corresponden a un verdadero padre, del
mismo modo que ejerció sobre María, virginalmente, las funciones y derechos de verdadero esposo.
Ambas funciones constan en el Evangelio. Al encontrar al Niño en el Templo, la Virgen reclama a
Jesús:"Hijo, porque has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, te buscábamos".
María nombra a San José dándole el título de padre, prueba evidente de que él era llamado así por el
propio Jesús, pues miraba en José un reflejo y una representación auténtica de su Padre Celestial.
La relación de esposos que sostuvo San José y Virgen María es ejemplo para todo matrimonio; ellos
nos enseñan que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor
divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de
Dios. San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada
misión en relación a Jesús. La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las
puertas para comunicar el amor divino en la forma mas pura y sublime. Dios habitaba siempre en
aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.
Dolor y Alegría
Desde su unión matrimonial con María, San José supo vivir con esperanza en Dios la alegría-dolor
fruto de los sucesos de la vida diaria.
En Belén tuvo que sufrir con la Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un
establo. Allí nació el Jesús, Hijo de Dios. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual
sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas tarde los magos de Oriente.
Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, San Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban
admirados de lo que se decía de él".(Lc 2,33).
Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su
poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: "Levántate,
toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va
a buscar al niño para matarle" (Mt 2,13). San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que
Dios le había confiado.
San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto.
Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el
idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para
encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada, siendo
modelo ejemplar de esa amorosa obediencia que como hijo debe a su Padre en el cielo.
Lo mas probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no
estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla mas de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin
duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a
entender que ya San José estaba muerto.
Según San Epifanius, San José murió en sus 90 años y el Venerable Beda dice que fue enterrado en el
Valle de Josafat.
Patrono de la Iglesia Universal
El Papa Pío IX, atendiendo a las innumerables peticiones que recibió de los fieles católicos del mundo
entero, y, sobre todo, al ruego de los obispos reunidos en el concilio Vaticano I, declaró y constituyó a
San José Patrono Universal de la Iglesia, el 8 de diciembre de 1870.
¿Que guardián o que patrón va darle Dios a su Iglesia? pues el que fue el protector del Niño Jesús y de
María.
Cuando Dios decidió fundar la familia divina en la tierra, eligió a San José para que sea el protector y
custodio de su Hijo; para cuando se quiso que esta familia continuase en el mundo, esto es, de fundar,
de extender y de conservar la Iglesia, a San José se le encomienda el mismo oficio. Un corazón que es
capaz de amar a Dios como a hijo y a la Madre de Dios como a esposa, es capaz de abarcar en su amor
y tomar bajo su protección a la Iglesia entera, de la cual Jesús es cabeza y María es Madre.
14. Dos venidas entrelazadas
En Navidad celebramos la venida en un momento concreto. Esto no plantea una dificultad
especial. Pero hay otra perspectiva, la del futuro, la del retorno de Cristo en gloria al final de los
tiempos. Y aquí pude asaltarnos la dificultad. ¿Cómo hay que armonizar estos diversos aspectos?
Tal vez nos sorprenda y nos preguntemos por la conexión existente entre la venida de Cristo
que aconteció hace más de dos mil años y su retorno futuro, en una fecha conocida sólo por el Padre.
Pero si reflexionamos, descubrimos que estas dos "venidas" están relacionadas entre sí y se
complementan recíprocamente. Se las puede ver como dos fases o aspectos del único misterio de
salvación.
Los padres de la Iglesia, fieles a la Escritura, no disociaron estas dos venidas, sino que las
consideraron conjuntamente y hablaron de ellas sin separar una de la otra. San Cirilo de Jerusalén
decía: "Anunciamos la venida de Cristo, pero no una sola -dice-, sino también una segunda, mucho
más magnífica que la anterior". Y continúa con la contraposición de estas dos venidas: "En la primera
venida fue envuelto con pajas en el pesebre; en la segunda se revestirá de luz como vestidura. En la
primera soportó la cruz, sin mido a la ignominia; en la otra vendrá glorificado y escoltado por un
ejército de ángeles".
El término mismo “adviento” admite una doble significación. Puede significar tanto una venida
que ha tenido ya lugar como otra que es esperada aún: presencia y espera. En el Nuevo Testamento, la
palabra griega equivalente es "parousia", que puede traducirse por venida o llegada, pero que se
refiere más frecuentemente a la segunda venida de Cristo, al día del Señor.
No podemos proyectarnos a los tiempos del AT, como si esperásemos todavía un Mesías y un
salvador. La prolongada noche de la espera ha pasado ya. Nos encontramos en la plenitud de los
tiempos. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Es Emmanuel, "Dios con nosotros". Pero a
pesar de todo esto, la Iglesia continúa aguardando y esperando. Ella espera y ansía la plenitud de la
venida de Cristo. El mundo ha sido redimido, pero la historia de la redención continúa. Y continuará
hasta que Cristo, el Señor, termine su tarea. El reino de Dios no ha sido establecido aún de manera
plena, y la obra de extender el reino de Cristo en la tierra tiene que continuar.
15. El árbol de navidad
Historia
Tiene sus orígenes en la antigua creencia germana de que un árbol gigantesco sostenía el mundo
y que en sus ramas estaban sostenidas las estrellas, la luna y el sol. (lo que explica la costumbre de
poner a los árboles luces). Era también símbolo de la vida, por no perder en invierno su verde follaje
cuando casi toda la naturaleza parece muerta. En algunas casas en los países nórdicos durante el
invierto se cortaban algunas ramas y se le decoraba con pan, fruta y adornos brillantes para alegrar la
vida de los habitantes de la casa mientras transcurría el invierno.
El árbol en sí tiene varios significados religiosos ya que ha sido utilizado como símbolo de la
unión del cielo y la tierra: ahonda sus raíces en la tierra y se levanta hasta el cielo; por eso en muchas
religiones, sobre todo en las orientales, el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado, del encuentro
del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre. En Mesoamérica el árbol guarda un
significado místico, inclusive tenían el ahuehuete como árbol sagrado. Las tribus nórdicas europeas y
americanas algunos grupos como los druidas, tenían árboles sagrados alrededor de los cuales se reunían
para ritualmente entrar en comunión con Dios.
Se cuenta que un misionero inglés en Alemania, en el siglo VII, comprendiendo que era
imposible arrancar de raíz esta tradición pagana, la adoptó dándole un sentido cristiano, haciendo que
el árbol adornado fuera también un símbolo del nacimiento de Cristo. Algunos otros hablan que Martín
Lutero fue quien introdujo esta costumbre al adornar con manzanas un árbol para tratar de explicar los
dones que los hombres recibieron con el nacimiento de Jesucristo.
Los primeros documentos que nos hablan de la costumbre de colocar en Navidad árboles de
abeto o de pino en las casas son del s. XVII y menciona a la región de Alsacia, tierra que se encuentra
como Alemania y Francia. En los países nórdicos, en el s XVI, se empiezan a reunir las familias en
torno a un árbol de Navidad. El día 24 los niños eran llevados a pasear o de día de campo, mientras los
adultos colocaban y decoraban con dulces y juguetes el árbol; a su regreso los niños eran sorprendidos
con el árbol y así daba inicio la celebración de la fiesta de Navidad. Esta costumbre cobra fuerza y se
extiende como moda cuando la Reina Victoria de Inglaterra para celebrar la Navidad hace colocar un
árbol en el palacio decorándolo con velitas que hacen relucir una serie de bellos y finos adornos.
Significado del Árbol de Navidad
Para los hombres los árboles tienen un significado muy especial. en todas la culturas
encontramos que el árbol tiene cierto significado antropológico, místico y poético. Se le tiene cierta
reverencia por los beneficios que aporta al hombre. Para algunas culturas el árbol tiene un significado
místico ya que representa el medio la unión del cielo y la tierra: ahonda sus raíces en la tierra y se
levanta hasta el cielo; por eso en muchas religiones, sobre todo en las orientales, el árbol es un signo de
encuentro con lo sagrado, del encuentro del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre.
Es muy común el que los árboles estén relacionados con la fecundidad, el crecimiento, la sabiduría y la
longevidad. En Mesoamérica el ahuehuete es considerado sagrado. Las tribus nórdicas europeas y
americanas como los druidas, tenían árboles sagrados alrededor de los cuales se reunían para
ritualmente entrar en comunión con Dios.
Dios se ha valido de la forma en que los hombres ven a los árboles para dar a conocer su plan de
salvación particularmente cuando se trata del misterio de la encarnación del hijo de Dios para salvar al
hombre. En primer lugar se asocia al árbol de Navidad con el árbol de la vida, que lucía en medio en
medio del Jardín del Edén y después de la caída desaparece; la fruta y las decoraciones nos recuerdan
las gracias y dones que el hombre tenía cuando vivía en el Paraíso en completa amistad Dios. Por el
nacimiento de Cristo, los hombres renacen y tienen acceso a la plenitud de la vida. El árbol de Navidad
representa el haber recobrado dichos dones gracias al sacrificio de Jesucristo.
Los adornos del árbol y las luces que se encienden representan el nuevo estado paradisiaco que
el amor de Cristo nos prepara. En la Biblia, el árbol aparece como un símbolo de la Vida, árbol que
Dios coloca en medio del Paraíso como fuente de la inmortalidad (Gen 2, 9, 3,22). Pero el árbol puede
también simbolizar la falsa sabiduría, la soberbia y la muerte cuando el hombre se aparta de Dios (Gen
2, 16-ss) seducido por la apariencia engañosa de este árbol y comiendo su fruto (gen 3, 2-6).
Pero Cristo vino no únicamente a los hombres, vino como cabeza de una nueva creación,
renovando todo lo que estaba caído. La presencia de Cristo responde al anhelo de la creación para ser
liberada de la esclavitud y de la destrucción; mientras tanto se queja y sufre, tal como una mujer en sus
dolores de parto tal como nos lo describe San Pablo en la epístola a los Romanos. Por eso el árbol de
Navidad representa esa naturaleza restaurada y engalanada para recibir a su redentor; el árbol
perennemente verde quiere saludar en nombre de la naturaleza renovada a su Señor "Alégrense los
cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra,
manifiesten los bosques regocijo" (salmo 5).
El árbol de Navidad también representa ese árbol que nace y que con el tiempo madurará en un
gran árbol del cual saldrá la cruz que tal como nos recuerda la liturgia del Viernes Santo: "Cruz amable
y redentora, árbol noble y espléndido, ningún árbol fue tan rico ni en frutos ni en flor". Podemos decir
que de alguna manera el árbol de Navidad nos recuerda la redención. Las luces representan la luz de
Cristo en nuestra vida. y la estrella que en algunas ocasiones se coloca en la punta representa a la
estrella de Belén que anuncia la redención a la humanidad.
Los hay de todos los tamaños, naturales, artificiales, con decoraciones sofisticadas y otros más
humildes, pero todos simbolizan el espíritu navideño. Su origen y significado ha sido muy discutido, ya
que hay varias versiones sobre el tema.
Se dice que la tradición del árbol de navidad tiene origen en las celebraciones dios Frey, dios
del sol y la fertilidad, en el norte de Europa. Luego cuando esos pueblos fueron cristianizados, se tomó
esta tradición dándole al árbol de navidad, un significado diferente.
En el cristianismo, el árbol de navidad, recuerda al árbol de paraíso, donde estaba el fruto que
generó el polémico pecado original, y por consiguiente, recuerda que Jesús es el que ha venido al
mundo para que nuestros pecados sean perdonados. También significa el árbol de la vida eterna, por ser
de tipo perenne. En sus inicios era decorado con elementos naturales, actualmente para su decoración
se utilizan una amplísima gama de adornos artificiales y luces.
Aunque poco se habla de estos orígenes, el espíritu navideño es lo que cuenta, y el árbol de
navidad, es sinónimo de fiesta, alegría, momentos compartidos y amor familiar.
Los orígenes del árbol de Navidad son germánicos, a pesar de que su imagen la tengamos
fuertemente asociada con los Estados Unidos, gracias a cine y la televisión.
La tradición de adornar un árbol de Navidad se inició en Alemania y los paises escandinavos,
en los siglos XVI y XVII, pasando posteriormente a Inglaterra. Además del árbol también suele usarse
otros vegetales como: liga o raíz.
El árbol de Navidad recuerda al árbol del Paraíso de cuyos frutos comieron Adán y Eva, y de
donde vino el pecado original; y por lo tanto recuerda que Jesucristo ha venido a ser Mesías prometido
para la reconciliación. Pero también representa al árbol de la Vida o la vida eterna, por ser de tipo
perenne.
La forma triangular del árbol (por ser generalmente una conífera), representa a la Santísima
Trinidad. Al principio, san Bonifacio adornó el árbol con manzanas que eran las tentaciones. Hoy día,
se acostumbra colocar esferas, que son los dones de Dios a los hombres; además de las oraciones que
se hacen durante el Adviento. Según el color simbolizan:
 azul representa a las oraciones de  oro las de alabanza
reconciliación  rojo las de petición.
 plata las de agradecimiento
Las luces, que en un principio eran velas, son la luz de Cristo. La estrella en la punta del pino
representa la fe que debe guiar la vida del cristiano. Y recordando a la estrella de Belén.
16. Tarjeta navideña
Una tarjeta navideña es una tarjeta de felicitación que se adorna de una manera que celebre
Navidad. En España, se conoce popularmente como Christma. El contenido típico se extiende desde
símbolos verdaderamente cristianos tales como escenas del Nacimiento de Jesús y la estrella de Belén a
las referencias puramente seglares, a veces chistosas, a veces estacionales (paisajes, meteorología, etc.)
o a las actividades comunes de Navidad como compras y festejos. Las tarjetas de Navidad son enviadas
durante el periodo navideño (alrededor del 25 de diciembre) por mucha gente (incluyendo no
cristianos) en la cultura occidental y en Asia.
Algunos grupos cristianos (tales como los testigos de Jehová), sin embargo, rechazan la
celebración de días de fiesta sin una autorización bíblica explícita y ni celebran tan Navidad ni
intercambian tarjetas de Navidad.
Las primeras tarjetas de Navidad comerciales fueron patrocinadas por sir Henry Cole en
Londres, 1843, y ofrecieron una ilustración de Juan Callcott Horsley. La estampa de una familia que
bebía vino junto con un niño pequeño se manifestó polémica, pero la idea era astuta: Cole había
ayudado a introducir el Correo a Penique tres años antes. Una serie de 1.000 tarjetas fue impresa y
vendida por un chelín cada una.
Las primeras tarjetas inglesas raramente mostraron imágenes del invierno o de temas religiosos,
favoreciendo en su lugar las flores, las hadas y otros diseños imaginarios que recordaron al receptor el
acercamiento de la primavera. Las imágenes chistosas y sentimentales de niños y de animales fueron
populares al igual que las formas, las decoraciones y los materiales cada vez más elaborados. En 1875
Louis Prang se convirtió en la primera impresora en ofrecer tarjetas en América, aunque el renombre de
sus tarjetas condujo a las imitaciones baratas que lo condujeron fuera del mercado. El advenimiento de
la postal fue el inicio del fin de las tarjetas elaboradas al estilo victoriano, pero hacia los años 20, las
tarjetas con sobres habían vuelto.
Las tarjetas continuaron desarrollándose a través del siglo XX con cambio de gusto y técnicas
de impresión. Las guerras mundiales trajeron tarjetas con temas patrióticos. Las tarjetas de estudio
idiosincráticas con imágenes de historieta y a veces humor arriesgado calaron en los años 50. Imágenes
nostálgicas, sentimentales y las imágenes religiosas son ahora de nuevo populares, y las reproducciones
de tarjetas victorianas y Edwardianas son fáciles de obtener.
Las tarjetas de Navidad "oficiales" comenzaron con la reina Victoria en los años 1840. Las
tarjetas de la familia real británica son generalmente retratos que reflejan los acontecimientos
personales significativos del año. En 1953, el presidente Dwight D. Eisenhower publicó la primera
tarjeta oficial de la Casa Blanca. Las tarjetas representan generalmente escenas de la Casa Blanca
interpretadas por prominentes artistas americanos. El número de receptores ha crecido a lo largo de las
décadas, a partir de apenas 2000 en 1961 a 1.4 millones en 2005.
Las tarjetas de Navidad modernas se pueden comprar individualmente pero se venden
generalmente en paquetes del mismo diseño o de diseños variados. El renacimiento del interés por la
artesanía con papel, scrapbooking en particular, ha mejorado el estado de la tarjeta hecha en casa y ha
hecho disponible un arsenal de herramientas para estampar, perforar y cortar.
La tecnología puede también ser responsable del declive de la tarjeta de Navidad. El número
estimado de tarjetas recibidas por las casas americanas cayó de 29 en 1987 a 20 en 2004 y los teléfonos
permiten un contacto más frecuente y son más fáciles para las nuevas generaciones que los textos
manuscritas - dadas especialmente la disponibilidad de págians web que ofrecen tarjetas de Navidad
gratis por correo electrónico. No obstante, con 1.900 millones de tarjetas enviadas solo en los Estdos
Unidos en 2005, es poco probable que desaparezcan pronto.
Desde el principio, las tarjetas de Navidad se han coleccionado ávidamente. La reina Maria
reunió una gran colección que ahora se guarda en el Museo Británico [4]. Los ejemplares de la edad de
oro de la impresión (1840s-1890s) es especialmente estimada y la se venden por grandes sumas en las
subastas. En diciembre de 2005, una de las tarjetas originales de Horsley fue vendida por casi £9000.
17. Villancicos
Un villancico es, actualmente, una canción cuya letra hace referencia a la Navidad. Se cantan
tradicionalmente en el periodo previo y durante la Navidad. La tradición de los villancicos se remonta
al siglo XII, aunque los villancicos eran originariamente canciones comunales cantadas durante las
celebraciones como puede ser la de Navidad, posteriormente comenzaron a cantarse en las iglesias y a
asociarse específicamente con la Navidad.
Las primeras canciones que pueden denominarse así eran en realidad danzas de coro
medievales. No tenían ninguna referencia religiosa pero, gradualmente en lugares como Alemania,
Francia y Gran Bretaña se asocian a la iglesia y pasan a formar parte de su repertorio. También la
Iglesia originó sus propios villancicos, la colección más importante apareció en 1992 y bajo el nombre
genérico de "Piae cantiones", escritas en latín, Muchos han sido traducidos hasta convertirse en himnos
muy famosos.
En España la palabra villancico no solo debe relacionarse con la canción popular que festeja la
Navidad del Señor sino que también encontramos idéntica denominación para un tipo de composición
musical derivada en su origen de una melodía cantada por los villanos y que en el Renacimiento entre
el siglo XV y XVI se convierte en canciones a una voz. Los Villancicos canciones o cantos alusivos al
nacimiento de Cristo o a la Sagrada Familia. Algunos como Noche de Paz tienen versiones en varios
idiomas o ritmos, con el mismo o distinto nombre.

18. Las Posadas


Las Posadas son una tradición de origen mexicano, que se celebra hoy en día en toda
Latinoamérica durante los días previos a la Navidad. En algunos países, tales como Colombia y
Ecuador, se las suele llamar también "novena" en alusión a los nueve días durante los cuales se celebra.

Origen e Historia
Antes de la llegada de los españoles, los antiguos méxicas celebraban durante el invierno, el
advenimiento de su principal deidad, Huitzilopochtli, durante el mes Panquetzaliztli, que equivaldría
aproximadamente del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario. "Por esa razón y aprovechando la
coincidencia de fechas, uno de los primeros evangelizadores,el fraile agustino Diego de Soria, solicito
autorizacion al Papa para celebrar nueve misas en los días anteriores a la navidad para celebrar el
nacimiento de Cristo como el verdadero sol y luz del mundo, a lo que el vaticano dio dicha
autorizacion, por lo que los agustinos promovieron la sustitución de personajes y así desaparecieron al
dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas."
Se cree que la práctica de las posadas se originó en el poblado de San Agustín Acolman, al
noroeste de la Ciudad de México, pues fue uno de los primeros lugares donde se establecieron estos
religiosos para realizar su tarea evangelizadora.
En 1587, fray Diego de Soria obtuvo del Papa Sixto V la bula autorizando la celebración en el
Virreinato de la Nueva España de unas Misas, llamadas de aguinaldo del 16 al 24 de diciembre y que se
realizarían en los atrios de las iglesias. Junto con las misas se representaban escenas de la Navidad.
Luego de la Misa se realizaban festejos con luces de bengala, cohetes, piñatas y villancicos.
En el siglo XVIII, la celebración, aunque no dejó de realizarse en las iglesias, pasó a tomar más
fuerza en los barrios y en las casas, y la música religiosa fue sustituida por el canto popular.
Representaron en las posadas el peregrinar de José y la Virgen María a su salida de Nazaret en
camino a Belén para empadronarse en el censo ordenado por César Augusto y, posteriormente, el
nacimiento de Jesús. Esta representación se conforma de nueve posadas, que se inician el 16 de
diciembre y consiste en solicitar alojamiento en ese simbólico camino a Belén hasta el día 24 de
diciembre, víspera del nacimiento de Jesús. Durante este peregrinar se hacen notar las penurias por las
que tuvieron que pasar hasta encontrar alojamiento en la cueva de Belén.
19. El Belén o nacimiento
El Belén, también llamado Nacimiento, Pesebre, Portal o Pasitos en los diferentes países y
regiones de habla hispana, es la representación plástica de escenas de la Natividad de Jesús de Nazaret,
que se suele exponer en las iglesias y en los hogares. La construcción y exhibición de belenes forma
parte de la liturgia navideña en muchas partes del mundo, especialmente en la tradición católica. En la
plaza de San Pedro, en el Vaticano, se arma anualmente un belén de tamaño natural.

Historia
En 1223 san Francisco de Asís dio origen a los pesebres o nacimientos, en una ermita de
Greccio. Pero en un principio, la escena del nacimiento de Cristo era representado por personas reales
dentro de un establo con animales, no con figuras de cerámica o barro.
En este primer nacimiento, san Francisco ya incluía al buey y al asno, basándose en la lectura de Isaías:
"Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne"
(Is 1,3). Aunque estos animales ya aparecen en el "Pesebre" del siglo IV, descubierto en las catacumbas
de San Sebastián en 1877.
Posteriormente en el siglo XIV, la idea de los nacimientos se consolidó como tradición en la península
itálica. En Nápoles, el rey Carlos III promovió la difusión de los nacimientos en España. Aunque los
frailes franciscanos ya empezaban a difundirlos desde el siglo XIII, al igual que en Alemania.
Con las modas renacentista y barroca, la decoración de los nacimientos cobró fuerza y se volvió
un arte. En América, los franciscanos usaron los belenes como método de evangelización. Fue allí
donde comenzaron a ser anacrónicos, ya que incluían animales y plantas americanas, que en Palestina
no se conocían en tiempos de Jesús, como los guajolotes, magueyes y nopales.
Características y clasificación
El Belén representa por lo general a Jesús, María y José en un pesebre, o según otras
tradiciones, en un establo, granero o cueva, donde, según Lucas 2,7, nació el niño. La tradición los
acompaña de una mula y un buey, según el relato de los Evangelios apócrifos y del texto del libro del
profeta Isaías y de Habacuc.
Puede incluir además representaciones de los pastores reunidos para adorar al recién nacido, de
los tres Reyes Magos con sus ofrendas, de ángeles y de la estrella de Belén.
El Nacimiento se monta antes de Navidad, tradicionalmente el 8 de diciembre, coincidiendo con
la fiesta de la Inmaculada Concepción, y se conserva armado hasta el 2 de febrero, fecha de la
presentación de Jesús en el Templo. A partir de la fiesta de la Epifanía, el 6 de enero, se añaden las
figuras de los Reyes Magos.
20. La Navidad
La navidad es una de las fiestas más importantes del Cristianismo, junto con la Pascua y
Pentecostés, que celebra el nacimiento de Jesucristo en Belén. Esta fiesta se celebra el 25 de diciembre
por la Iglesia Católica, la Iglesia Anglicana, algunas otras Iglesias protestantes y la Iglesia Ortodoxa
Rumana; y el 7 de enero en otras Iglesias Ortodoxas, ya que no aceptaron la reforma hecha al
calendario juliano, para pasar a nuestro calendario actual, llamado gregoriano, del nombre de su
reformador, el Soberano Pontifice Gregorio XIII.
Los angloparlantes utilizan el término Christmas, cuyo significado es ‘misa (mass) de Cristo’.
En algunas lenguas germánicas, como el alemán, la fiesta se denomina Weihnachten, que significa
‘noche de bendición’. Las fiestas de la Navidad se proponen, como su nombre indica, celebrar la
natividad (o sea, el nacimiento) de Jesús de Nazaret en este Mundo. Aunque para algunos historiadores
la celebración de la Navidad histórica debería situarse en primavera (entre abril y mayo), y para otros,
siguiendo el relato de Lucas 2:8, que indica que la noche del nacimiento de Jesús, los pastores cuidaban
los rebaños al aire libre y que el cielo estaba lleno de estrellas, es poco probable que este
acontecimiento hubiera ocurrido en el invierno (hemisferio norte), las Iglesia cristianas mantienen el 25
de diciembre como fecha convencional, puesto que en la primavera u otoño la Iglesia celebra la Pascua.
Formación de la Navidad como fiesta cristiana
Según la Enciclopedia Católica, la Navidad no está incluida en la lista de festividades cristianas
de Ireneo ni en la lista de Tertuliano acerca del mismo tema, las cuales son las listas más antiguas que
se conocen. La evidencia más temprana de la preocupación por la fecha de la Navidad se encuentra en
Alejandría, cerca del año 200 de nuestra era, cuando Clemente de Alejandría indica que ciertos
teólogos egipcios “muy curiosos” asignan no sólo el año sino también el día real del nacimiento de
Cristo como 25 pachon (20 de mayo) en el vigésimo octavo año de Augusto. Desde 221, en la obra
Chronographiai, Sexto Julio Africano popularizó el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de
Jesús. Para la época del Concilio de Nicea en 325, la Iglesia Alejandrina ya había fijado el Díes
nativitatis et epifaníae.
El papa Julio I pidió en 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado el 25 de diciembre, lo
cual fue decretado por el papa Liberio en 354. La primera mención de un banquete de Navidad en tal
fecha en Constantinopla, data de 379, bajo Gregorio Nacianceno. La fiesta fue introducida en
Antioquía hacia 380. En Jerusalén, Egeria, en el siglo IV, atestiguó el banquete de la presentación,
cuarenta días después del 6 de enero, el 15 de febrero, que debe haber sido la fecha de celebración del
nacimiento. El banquete de diciembre alcanzó Egipto en el siglo V.

Adopción de la fecha de Navidad como 25 de diciembre


En Antioquía, probablemente en 386, Juan Crisóstomo impulsó a la comunidad a unir la
celebración del nacimiento de Cristo con el del 25 de diciembre, aunque parte de la comunidad ya
guardaba ese día por lo menos desde diez años antes.
En el Imperio Romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio, que eran el
acontecimiento social principal, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Para hacer más fácil que los
romanos pudiesen convertir al cristianismo sin abandonar sus festividades, el papa Julio I pidió en 350
que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha.
Algunos mantienen que el 25 de diciembre fue adoptado solamente en el siglo cuarto como día
de fiesta cristiano después de que el emperador romano Constantino I el Grande se convirtió al
cristianismo para animar un festival religioso común y convertir a los paganos en cristianos. La lectura
atenta de expedientes históricos indica que la primera mención de tal banquete en Constantinopla no
sucedió sino hasta 379, bajo San Gregorio Nacianceno. En Roma, puede ser confirmado solamente
cuando se menciona un documento aproximadamente del año 350, pero sin ninguna mención de la
sanción por el emperador Constantino.
Los primeros cristianos celebraban principalmente la Epifanía, cuando los Reyes Magos
visitaron al Niño Jesús. (Esto todavía se celebra en Argentina, Armenia, España, Perú, Puerto Rico,
República Dominicana, México, Colombia, Uruguay, Venezuela y Chile). Para las Iglesias Orientales
la Epifanía es más importante que la Natividad, ya que es ese día cuando se da a conocer al mundo, en
la persona de los extranjeros.
Algunas tradiciones de la Navidad, particularmente las de Escandinavia, tienen su origen en la
celebración germánica de Yule, como son el árbol de Navidad. Allí la Navidad se conoce como Yule (o
jul).
21. Cálculo de la fecha de Navidad según los Evangelios
Algunos expertos han intentado calcular la fecha del nacimiento de Jesús tomando la Biblia
como fuente, pues en Lucas 1:5-8 se afirma que en el momento de la concepción de Juan el Bautista,
Zacarías su padre, sacerdote del grupo de Abdías, oficiaba en el Templo de Jerusalén y, según Lucas
1:24-36 Jesús nació aproximadamente seis meses después de Juan. 1Cronicas 24:7-19 indica que había
24 grupos de sacerdotes que servían por turnos en el templo y al grupo de Abdías le correspondía el
octavo turno.
Contando los turnos desde el comienzo del año, al grupo de Abdías le correspondió servir a
comienzos de junio (del 8 al 14 del tercer mes del calendario lunar hebreo). Siguiendo esta hipótesis, si
los embarazos de Isabel y María fueron normales, Juan nació en marzo y Jesús en septiembre. Esta
fecha sería compatible con la indicación de Lucas 2:8, según la cual la noche del nacimiento de Jesús
los pastores cuidaban los rebaños al aire libre, lo cual difícilmente podría haber ocurrido en diciembre.
Como los turnos eran semanales, tal y como lo confirman los rollos del Mar Muerto,
descubiertos en Qumrán, cada grupo servía dos veces al año y nuevamente le correspondía al grupo de
Abdías el turno a finales de septiembre (del 24 al 30 del octavo mes judío). Si se toma esta segunda
fecha como punto de partida, Juan habría nacido a finales de junio y Jesús a finales de diciembre. Así,
algunos de los primeros escritores cristianos (Juan Crisóstomo, 347-407) enseñaron que Zacarías
recibió el mensaje acerca del nacimiento de Juan en el día del Perdón, el cual llegaba en septiembre u
octubre. Por otra parte, según los historiadores, cuando el Templo fue destruido en el año 70, el grupo
sacerdotal de Joyarib estaba sirviendo. Si el servicio sacerdotal no fue interrumpido desde el tiempo de
Zacarías hasta la destrucción del templo, este cálculo tiene al turno de Abdías en la primera semana de
octubre, por lo que algunos creen que el 6 de enero puede ser el día correcto.
En un tratado anónimo sobre solsticios y equinoccios se afirmó que "Nuestro Señor fue
concebido el 8 de las calendas de abril en el mes de marzo (25 de marzo), que es el día de la Pasión
del Señor y de su concepción, pues fue concebido el mismo día en que murió". Si fue concebido el 25
de marzo, la celebración de su nacimiento se fijaría nueve meses después, es decir, el 25 de diciembre.
22. Tres Reyes Magos
“Llegaron ya los Reyes y eran tres: Melchor, Gaspar y el negro Baltasar…”así dice una de las
más recordadas canciones de la Navidad. Seguramente todos guardamos algún recuerdo de aquellas
noches infantiles en que esperábamos la llegada de los Reyes Magos.
Cuenta la leyenda que tres Reyes de Oriente fueron elegidos por Dios para que fueran a
reconocer a su hijo. Para guiarse los Reyes Magos siguieron una misteriosa estrella que los llevó hasta
Belén, encima de un humilde establo donde acababa de nacer Jesús. Saludaron a sus padres y se
arrodillaron frente al niño, entregándole sus regalos: oro, incienso y mirra. Estos regalos estaban lleno
de significado, no eran regalos que se acostumbrara regalar a los recién nacidos. Con el oro, reconocían
en el niño su grandeza y poder, reconociéndolo como el rey de reyes, el hijo de Dios. El incienso era
usado para adorar a Dios, y al entregárselo a Jesús estaban reconociendo su Divinidad. La mirra
significaba su reconocimiento como hombre mortal. Así los Reyes Magos reconocían a Jesús como
Dios, Rey y Hombre.
Esta es la leyenda que se ha dado a conocer en la mayor parte del mundo y que se ha vuelto
tradicional. En España, fundamentalmente, se realizan enormes desfiles o cabalgatas donde miles de
personas, niños y grandes reciben a los Reyes Magos, llenos de ilusión, magia y deseos. Los Reyes
Magos continúan regalando a los niños de buen corazón.
Los Tres Reyes Magos son tres: Melchor, Gaspar (de raza blanca) y Baltasar (de raza negra),
llegaron de Oriente a adorar al niño Jesús, siguiendo una estrella que les guió hasta el portal de Belén
donde la Virgen María dio a luz a Jesús. Traían oro, incienso y mirra, tres cosas de gran valor en
aquella época.
Los Reyes Magos, también conocidos como los Magos de Oriente, son personajes procedentes
de la cultura popular cristiana. En la actualidad la religiosidad popular les ha asignado en algunos
países una función, la cual es principalmente la de permitir afirmar a los niños que están siendo
vigilados en su comportamiento por estos seres y que dependiendo del mismo, los magos les traerán
regalos una vez al año, en la fiesta de la Epifanía.
El nombre de magos proviene del latín Magi y este del griego "μάγοι". Este término, sin tener el
mismo significado que el actual, era un título que se le daba a las castas sacerdotales del zoroastrismo.
Como parte de su religión, estos sacerdotes tomaban una especial atención a las estrellas, y ganaron una
reputación internacional por la astrología.
La figura de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús, algunos de
dichos relatos fueron integrados de los evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo Testamento
de la Biblia. Concretamente el Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos
magos (que ni eran tres, ni eran reyes) quienes, tras seguir una estrella, buscan al «Rey de los Judíos
que ha nacido» en Jerusalén, al que terminarán encontrando sólo en la figura de Jesús recién nacido en
Belén, y a quien ofrecen ofrendas de oro, incienso y mirra. Las tradiciones antiguas que no fueron
recogidas en la Biblia, sin embargo, les asignan nombre: Melchor, Gaspar y Baltasar, posiblemente
sacerdotes zoroastristas provenientes de Persia. Los nombres son además diferentes según la tradición
siriaca. Según posteriores interpretaciones los Magos fueron considerados originarios de África,
Europa, y de Asia respectivamente.
Mención en la Biblia
Es poco lo que el Evangelio de Mateo menciona sobre los sabios de Oriente. Particularmente no
menciona un número específico de ellos.
Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos
magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?
Mateo 2,1-2, versión Reina-Valera 1960
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus
tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Mateo 2,11, versión Reina-Valera 1960
Si bien parece contradictorio que practicantes de la magia (severamente amonestada tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento) sean admitidos como adoradores del Mesías, hay que tener en
cuenta que el término griego μάγος (mago), no era utilizado únicamente para referirse a los hechiceros.
Se utiliza, en este caso, para referirse a hombres sabios (así se los llama en diversas versiones de la
Biblia en inglés) o, más específicamente, hombres de ciencia. De hecho, también poseían conocimiento
de las Escrituras (Mateo 2:5-6). Es usualmente aceptado que estos magos pertenecían a la religión
zoroastra.
San Mateo nos deja ver que eran astrólogos que conocían con precisión el movimiento de la
estrella (2:7). Aunque bien intencionados, su visita es causa de turbación general y despierta la
desconfianza de Herodes (2:3), pues veía al nuevo Mesías como un rival. A pesar de ser anciano y de
haber reinado ya por más de treinta años, Herodes les ruega que averigüen el sitio preciso del
nacimiento del Mesías (2:8) con el fin de poder, así, acabar con su potencial competidor. Los sabios,
que no sospechan eso, encuentran al Niño, lo adoran y obsequian oro, incienso y mirra (2:11). Un ángel
previene a los magos de las intenciones que Herodes guardaba (2:12), así que no regresan donde él.
Iracundo, el rey manda a matar a todos los niños menores de dos años. Para entonces, José ha sido
avisado en sueños (2:13) de que debe huir a Egipto con los suyos.
A partir de ese relato, se han ido elaborando numerosas leyendas sobre los hechos y la
personalidad de estas tres figuras, incluyendo el presunto estatus real.
Los reyes magos son los encargados de amenizar con sus regalos a todos los niños del mundo.
La tradición más difundida cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, y que iban
guiándose por una estrella (celebérrimamente conocida como La estrella de Belén) que les condujo
hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciéndole oro (representando
su naturaleza real, como presente conferido a los reyes), incienso (que representa su naturaleza divina,
empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos,
representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús). Antes de llegar, encontraron al rey Herodes el
Grande en la ciudad de Jerusalén, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él
para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño; y, así, poder ir él también a adorarle.
(En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).
La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres reyes magos y les advirtió del
peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo
sitio. Parece ser que, sólo por el hecho de que el relato evangélico indicara que trajeron tres dones (oro,
incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en
algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran dos, cuatro, siete y hasta doce.
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia
de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de
mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por
tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo
que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda.
Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior,
Balthassar...
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho
representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre
y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).
La llegada de los Reyes Magos es un tema tratado también en los Evangelios apócrifos. Según la
tradición esotérica aplicada al cristianismo, estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el
Preste Juan.
Otra leyenda cuenta que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los halló en
Saba. Allí fueron bautizados y consagrados obispos. Después fueron martirizados en el año 70 y
depositados en el mismo sarcófago. Los restos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena.
Posteriormente, Federico I Barbarroja, en el siglo XII, los trasladó a Colonia, donde hoy reposan con
las coronas que supuestamente llevaron durante su existencia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a
Colonia, lo que propició que en 1248 se iniciara la construcción de la catedral de Colonia, que llevaría
más de 600 años terminarla. Hoy día es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa.
Colonia se ha convertido junto con Roma y Santiago de Compostela en uno de los grandes centros de
peregrinación. Igualmente, existen leyendas que hablan de un cuarto rey mago .
Según las diversas tradiciones de los reyes magos, el número de ellos varía; así se puede
encontrar los siguientes reyes magos:
 Tres reyes magos: Sumado a la leyenda extensamente difundida por la Iglesia católica de que
los llamados "reyes magos" fueron tres, lo cual se desprende del hecho de que fueron tres los
regalos otorgados por los magos al niño Jesús. Incluso se les han asignado los nombres de
"Melchor", "Gaspar" y "Baltasar", que supuestamente equivalen en griego a "Appellicon",
"Amerín" y "Damascón" y en hebreo a "Magalath", "Galgalath" y "Serakin". Según una
leyenda, sus restos se encuentran en la Catedral de Colonia, Alemania. Ver también el Shrine of
the Three Kings at Cologne Cathedral (en inglés).
 Cuatro reyes magos: Otras leyendas, indican que además de los tres reyes magos nombrados
anteriormente, había un cuarto rey mago, el cual en algunas leyendas se le da el nombre
Artabán. Este rey mago tampoco tiene fundamento bíblico.
 Doce reyes magos: Los armenios suponen que fueron 12, por lo que les asignan doce nombres
diferentes. Estos nombres tampoco se mencionan en la Biblia.
Con el tiempo, en España y en otros países de tradición católica, se adoptó la costumbre de
celebrar al mismo tiempo el día de la Epifanía (el 6 de enero) y la festividad de los Reyes Magos,
conjugándose así la manifestación de Jesús al mundo no judío con la fiesta de estos personajes que
representaban justamente ese mundo de gentiles. Poco a poco, se fue olvidando el significado
verdadero de la palabra epifanía y la convirtió en un sinónimo de adoración de los Magos....
Costumbres relacionadas con los Reyes Magos
En España, Alemania (en Baviera, Baden-Württemberg y Sajonia-Anhalt como festivo oficial)
y en algunos países de Latinoamérica, existe la costumbre de hacer regalos a los niños (y por extensión
a los mayores) la noche del día 5 de enero. El día también es festivo en toda Austria, Italia, Suecia,
Finlandia, Croacia, Liechtenstein, Eslovaquia y en partes de Suiza (Schwyz, Tessin, Uri y algunas
comunidades del cantón Graubünden). Es normal que los niños escriban una carta dirigida a los reyes
solicitando los regalos que desean así como asegurando su buen comportamiento durante el año ya que,
según la tradición, los niños que se portan mal reciben carbón dulce en vez de regalos.
En fechas recientes, siguiendo el modelo de la costumbre anglosajona de Santa Claus, es
frecuente que los reyes magos aparezcan en tiendas de regalos y centros comerciales, donde los niños
tienen la oportunidad de tomar una foto sentados en sus rodillas y entregar la carta con sus peticiones
directamente. La representación consta normalmente de un escenario con tronos y los símbolos
característicos, como figuras o dibujos de camellos, la estrella, un buzón y adornos de aspecto oriental.
En los tronos es donde se sientan los reyes, habitualmente se trata de empleados caracterizados. En
ocasiones se representan los tres reyes de la tradición, pero dependiendo de las circunstancias o el
tamaño del escenario, puede incluirse únicamente uno. Además van acompañados de un paje, personaje
característico que se encarga de conducir a los niños desde donde esperan con sus padres hasta los
reyes y de recoger las cartas.
En algunos lugares, las autoridades organizan la llamada Cabalgata de Reyes el día 5 de enero,
durante la cual los personajes suelen ir montados a caballo o en carrozas, vestidos con mantos y
coronas, en lugar de la vestimenta frigia totalmente desconocida. El día siguiente, el 6 de enero, es
festivo nacional. Ese día los niños disfrutan sus obsequios.
En España, la costumbre era poner los regalos en el balcón, sobre los zapatos que previamente
se habían colocado allí. A veces se dejaban allí mismo dulces para obsequiar a los dignos visitantes y
paja para los camellos, que se supone era o es el medio de transporte.
En Perú, ha caído en desuso el dar regalos a los niños en esta fecha. La celebración que se acostumbra
es la llamada Bajada de Reyes, que consiste en que una familia o comunidad realiza una pequeña
celebración mientras se va desmontando el Nacimiento. Cuando se trata de una comunidad, es
costumbre dejar dinero mientras se retiran los adornos y figuras. Esta tradición incluso ha llegado a
empresas privadas, las cuales realizan dicha celebración entre los miembros de la misma.
Otras costumbres del día 6 de enero
Es interesante notar que, en tiempo de la colonización española, especialmente en Cuba y
Puerto Rico, este día era de asueto para los esclavos negros que salían a las calles a bailar al ritmo de
sus tamboras. Esto origina el nombre de Pascua de los Negros con que el día es aún conocido en
algunos países.
Los países de habla inglesa dedican el día 6 de enero a desmontar los adornos de la Navidad.
Esta costumbre también se ha extendido a países de América Latina, convirtiéndose el 6 de enero en el
último día de la temporada navideña. Antiguamente se celebraban festejos con ese motivo y se
cocinaba un pastel en el que se escondía un haba o una pequeña moneda de plata. La persona que
encontraba el haba o la moneda era nombrada rey judío o señor del desorden y se veía obligada a
encargarse de los festejos de esa noche. Con el tiempo, la fiesta fue evolucionando y se incluyeron
bailes de máscaras y representaciones teatrales. Esta tradición dio origen en España al típico roscón de
reyes (rosca de reyes) que se toma en ese día y que esconde una pequeña sorpresa en su interior. En
México, dicha rosca tiene en su interior varios muñecos pequeños de plástico los cuales representan al
niño Jesús; aquella persona que en el momento de partir la rosca encuentra alguno de ellos, es
encargado de hacer o invitar tamales y atole el 2 de febrero, día de la Candelaria.
En el año 1601 los abogados de Londres encargaron a Shakespeare una obra de teatro que se
tituló Noche de Reyes y fue representada ante la reina Isabel I.
Desde muy antiguo, el tema de los Reyes Magos ha sido motivo de representación por artistas,
pintores y escultores y también en la literatura. Han sido retratados habitualmente en número de tres;
otras veces, cuatro; y, excepcionalmente, en número de dos. Es un tema abundantemente tratado
durante la historia.
Hasta finales del siglo XIV se comenzó a representar a uno de los magos de color negro, y solo
a partir del siglo XVI fue cuando se generalizó esta forma de representarlos.
En la localidad alicantina de Ibi, y en la plaza a la que dan nombre, se encuentra el único monumento
conocido en el mundo dedicado a la figura de los tres Reyes Magos de Oriente, tan entroncados con la
industria juguetera y de fuerte implantación en la localidad desde principios del siglo XX. Dicho
monumento, de 5800 kilos, fue inaugurado el 5 de enero de 1974 y es una obra en piedra caliza del
escultor granadino D. Aurelio López Azauste.

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