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Asignatura:

Práctica Docente 1.
Facilitador:
Francis E. Santana.
Tema:
Trabajo final.
Participante:
Dalisis Pérez Berroa

Matricula: 16-9168
Introducción:
Recuerda que un/una docente innovador/a siempre tiene recursos
diversos para dinamizar el proceso y para hacer las clases más
atractivas, pero sobre todo, para enseñar. Te invito a preparar tu
Repertorio y a compilar lo siguiente:
5 canciones infantiles

Los elefantes
Un elefante
se balanceaba
sobre la tela de una araña
como veía que resistía
fue a buscar a a otro elefante...
Dos elefantes
se balanceaban
sobre la tela de una araña
como veían que resistía
fueron a buscar a otro elefante...
Tres elefantes
se balanceaban
sobre la tela de una araña
como veían que resistía
fueron a buscar a otro elefante...
5

Canción de los números

Un, dos, tres


Un, dos, tres
Son los números
son los números
si, si, si
Uno, dos, tres, cuatro
si, si, si
Son los números
son los números
si, si, si

El uno es un soldado haciendo la instrucción.


El dos es un patito que está tomando el sol.
El tres una serpiente que baila sin parar.
El cuatro es una silla que invita a descansar.
El cinco es un conejo que salta sin parar.
El seis es una pera redonda y con rabito.
El siete un caballero con gorra y con bastón.
El ocho son las gafas que usa don Ramón.
El nueve es un hijito atado a un globito.
El cero una pelota que acaba esta canción
Arroz con leche
Arroz con leche
me quiero casar
con una señorita de Portugal
que sepa coser
que sepa bordar
que sepa abrir la puerta
para ir a pasear.
Con ésta sí.
Con éste no,
con esta señorita
me caso yo.
Canciones infantiles

Estrellita dónde estás

Estrellita dónde estás


me pregunto quién serás.
Estrellita dónde estás
me pregunto quién serás.
En el cielo o en el mar
un diamante de verdad.
Estrellita dónde estás
me pregunto quién serás.

Estrellita dónde estás


me pregunto quién serás.
Estrellita dónde estás
me pregunto quién serás.
En el cielo o en el mar
un diamante de verdad.
Estrellita dónde estás
me pregunto quién serás.

Cinco ratoncitos

Cinco ratoncitos de colita gris,


mueven las orejas, mueven la nariz,
abren los ojitos, comen sin cesar,
por si viene el gato, que los comerá,
comen un quesito, y a su casa van,
cerrando la puerta, a dormir se van

La canción de pin pon

Pin pon es un muñeco


con cuerpo de algodón
se lava la carita
con agua y con jabón
Se desenreda el pelo
con peine de marfil
y aunque se da tirones
no grita y dice ¡uiiiiiii!
Cuando las estrellitas
comienzan a salir
Pin pon se va a la cama
se acuesta y a dormir.

3 cuentos,
Las hormigas laboriosas.

Eran los últimos días de verano y David había sido invitado a la


celebración del cumpleaños de uno de sus primos mayores. El festejo
fue enorme, había una gran tarta, una búsqueda del tesoro y
muchísimas diversiones más. Después de corretear por toda la casa y
participar en sus juegos favoritos, David y los otros niños fueron hacia
el jardín, a donde se había trasladado la fiesta.

Mientras los adultos conversaban, los niños seguían corriendo y


haciendo travesuras. De repente llamó la atención de David una
enorme fila de diminutas hormigas, que iban muy atareadas
transportando pequeñas cantidades de comida.

Se quedó mirando fijamente a las hormigas durante algunos


segundos, hasta que agarró una para verla más cerca y casi de
inmediato intentó aplastarla entre sus dedos. Afortunadamente para la
hormiga, la madre lo llevaba observando un buen tiempo y en cuanto
se dio cuenta de sus intenciones, lo detuvo.

David miró a su madre con cara de desconcierto, al igual que los


demás niños que habían presenciado la escena y se agrupaban
alrededor. La madre con tono dulce le dijo al niño:

– ¿Por qué las lastimas, acaso te han hecho daño? ¿No ves lo duro
que están trabajando para recolectar comida para el invierno? – La
madre se volvió y dijo al resto de los niños que la miraban con
atención.

– Nunca debemos intentar dañar a un animal solo porque podemos.


En cambio debemos cuidarlos e intentar aprender de ellos. Las
hormigas por ejemplo, a pesar de ser tan pequeñas, son de los
insectos más laboriosos y fuertes que existen en la naturaleza. ¿No
ven cómo colaboran todas juntas para transportar cargas mucho más
grandes que su tamaño?

David de inmediato se sintió arrepentido por la mala acción que casi


había cometido y prometió a su mamá que nunca más intentaría dañar
a un animal, por pequeño que este fuese. Sus amigos, al igual que
David, aprendieron aquel día una valiosa lección que recordarían toda
la vida.

Ana y el caballito verde.

Erase una vez una hermosa niña de nombre Ana, cuya casita se
encontraba en lo más profundo del bosque junto a un río de aguas tan
cristalinas como sus ojos. A la salida del Sol, Ana pasaba las horas a
la orilla del río peinando sus largos y dorados cabellos. Cuando caía la
tarde y asomaban las primeras estrellas, se acotejaba junto a la
chimenea hasta quedar suspendida en un profundo sueño.

Cierto día junto al río, apareció de repente un caballito verde, tan


pequeño como la palma de una mano y tan reluciente como la yerba
de la mañana envuelta en el rocío.

– ¡Qué caballito tan hermoso! – exclamó Ana mientras lo acunaba en


su regazo.

– Te daré mi amistad – dijo el caballito sin pensarlo dos veces –


Vamos a jugar.

Y comenzaron a corretear por todo el bosque hasta la caída de la


noche. Al día siguiente, se volvieron a encontrar junto al río. Pero Ana
encontró al animalito verde suspirando con la cabeza baja.

– ¿Por qué estás tan triste, caballito? – preguntó la niña acariciando su


verde crin.

– Amiga mía, a pesar de ser tan pequeño, soy un animal muy veloz.
Pero, ¿De qué me sirve tal virtud si no puedo ayudar a mis amigos?

– ¿Cómo puedo ayudarte? Haré lo que me pidas – exclamó Ana.

– Hazme una cabalgadura con tus manos hábiles. Así podré llevar a
tiempo a conejo a sus clases de violín, rescataré al bebé sinsonte
cuando se aleje de su madre, y hasta podré ayudar al ciempiés
cuando pierda sus zapatos.

Antes de que terminase de hablar, Ana casi había terminado de


prepararle un cascarón de nuez rematado con hebras de su pelo
dorado. Una vez atado en su lomo pequeño, el caballito le devolvió
una sonrisa maravillosa y echó a correr hasta perderse en el bosque.
A la tarde siguiente, Ana faltó al encuentro de su amigo. Y el animalito
la buscó por toda la vereda del río hasta oír un sollozo que provenía
de lo lejos.

Al acercarse, descubrió a la pobre muchacha tendida en el suelo con


el rostro cubierto en lágrimas.
– Ana ¿Por qué lloras niña bella? – preguntó el caballito
acurrucándose en sus brazos.

– He perdido mis hebillas, sólo me queda una y no puedo recogerme


el pelo. Y de nada sirve que lo peine y lo cuide si en las noches se me
quema con el fuego de la chimenea.

– Te ayudaré – aseguró el caballito – Escucha con atención lo que


debes hacer: hoy en la tarde siembra tu última hebilla en el suelo
cerca del río y a la mañana siguiente encontrarás una sorpresa.

Así lo hizo la pequeña muchacha y se marchó a dormir. Con el


despuntar del Sol, regresó hacia el lugar donde había enterrado la
hebilla, y allí encontró para su sorpresa un arbusto frondoso que
relucía a los pies del río. De sus ramas brotaban como frutos muchas
hebillas relucientes de varios colores. Entonces Ana cubrió su pelo con
las hebillas y al verse tan hermosa en el reflejo del agua no pudo
contener su emoción y salió en busca del caballito para darle gracias.
Como no lo encontró por los alrededores, decidió ir más allá del
bosque conocido, y tanto caminó hasta que se extravió, y cuando sus
pies comenzaban a abandonar sus fuerzas encontró un castillo
majestuoso de puertas alargadas hasta el cielo.

Al adentrarse en su interior, descubrió un espantoso gigante que


dormitaba tendido en el centro de una espaciosa sala. Mas cuando
Ana se disponía a marcharse alcanzó a oír la voz de su querido amigo,
el caballito verde, que chillaba desde lo profundo de la barriga del
gigante pidiendo socorro.

– ¿Cómo has llegado a la barriga de este gigante, caballito? – susurró


Ana lo más bajo posible.

– ¡Ay amiga! Una comadreja me devoró cuando me disponía a ir a tu


encuentro. Luego la zorra, se tragó a la comadreja. Más tarde, el señor
león se embuchó a la zorra, y al rato, apareció este gigante y se
almorzó al león de un solo bocado. Y aquí estoy atrapado sin saber
cómo salir.

– Descuida. Yo te ayudaré.
Y así lo hizo la valiente niña. Luego de registrar el palacio en busca de
algo que pudiera servirle de ayuda, solo pudo encontrar un jabón y
unas ciruelas mágicas que le permitían encogerse de tamaño.
Entonces se encaramó con cuidado en la boca del gigante y se tragó
las ciruelas. Y cuando estaba lo suficientemente pequeña, se adentró
en su garganta, y luego la del león, pasando por la de la zorra hasta
encontrarse finalmente en el estómago de la comadreja con su amigo
el caballito verde que se emocionó mucho al verla y exclamó:

– Qué bueno que has venido en mi auxilio. Nunca olvidaré una amiga
como tú.

En ese momento, restregó el jabón en sus manitas tantas veces hasta


hacer muchas pompas de jabón. Y sólo cuando logró hacer una lo
suficientemente grande en la que entraran ella y el caballito,
comenzaron a ascender por el pescuezo de la comadreja hasta la
superficie. Pero los amigos se apiadaron de los animales atrapados en
las fauces del gigante, así que agarraron a la comadreja por la cola, y
ésta sostuvo al zorro, que aferró sus patas a la melena del león. Así
flotaron fuera del castillo hasta encontrarse completamente a salvo.

Al llegar a su casa, Ana se despidió cordialmente del caballito, y


prometieron volver a verse a la mañana siguiente junto al río. Sin
embargo, la pequeña no volvió a aparecer en los días venideros.
Preocupado el caballito, recorrió los caminos de principio a fin, y jamás
la encontró. Cansado de gritar su nombre a los cuatro vientos, y
cuando había cabalgado algún tiempo ya, encontró la casita de la niña
en lo profundo del bosque, y dentro, en una cama, el cuerpecito
rendido de la niña. Había llorado tanto, que sus ojos ya no tenían
brillo, y apenas podía sostener la mirada.

– Querida ¿Qué te ha pasado?

– Tengo una terrible enfermedad, amigo mío – pronunció la niña con


sus labios grises y mustios – Hay un viejo gnomo del otro lado del río
que tiene la cura para mi dolor. Pero yo apenas puedo sostener mis
párpados ¿Cómo podré llegar hasta él entonces?

– Yo te llevaré sobre mi lomo – exclamó el caballito

– Eres muy chico, amigo mío. Jamás podrías.


Y no más terminó de hablar, Ana quedó atrapada en un sueño
moribundo. El caballito, afligido por su amiga, se recostó junto a su
pecho. En verdad era un animal pequeño, y por más que lo quisiera,
no podría llevar a la pequeña junto al gnomo para curarla. Entonces,
se apiadó tanto que comenzó a beberse las lágrimas de la niña. Y he
aquí que al cabo de unos minutos, sintió un estruendo en todo su
cuerpo, y notó de repente que ya no cabía en la cama junto a la niña.
Y más tarde, trató de enderezarse pero el techo de la casita le
chocaba con la cabeza. ¡El caballito había crecido increíblemente! Así
que, sin perder tiempo, subió a la moribunda Ana sobre su lomo y se
desprendió a cruzar el río en busca del viejo gnomo. Afortunadamente,
no fue demasiado tarde. Ana logró recuperarse con el tiempo gracias a
su fiel compañero, y desde entonces, jamás se abandonaron

El deseo de luisa

Hace mucho tiempo, existió un pueblito pequeño de nombre Tristona,


cuyos habitantes eran muy pobres, tan pobres, que apenas tenían
para comer o para vestir. Sin embargo, a pesar de la pobreza, eran
personas muy bondadosas, que compartían todo cuanto tuviesen,
incluso la tristeza.

En efecto, las personas de aquel pueblito siempre andaban tristes y


esperaban con impaciencia la llegada del nuevo año, pues durante
esa fecha, el hada de los pobres aparecía justo a las doce de la
noche, para conceder un deseo a la persona que tuviese el corazón
más bondadoso de todos.

En aquel pueblito, vivía una dulce muchacha llamada Luisa, que se


levantaba cada mañana bien temprano a trabajar la tierra para poder
obtener comida, y brindarla a los más pobres de Tristonia. Las tierras
de Luisa no eran buenas, y la pobre campesina debía trabajar día y
noche para lograr abundante comida.

Cuando terminaba la época de cosecha, repartía lo obtenido entre


todos y a partes iguales, y solo se quedaba para ella una porción muy
pequeña de los alimentos. Su alma era tan generosa, que se
compadecía de todos los seres de Tristonia, y sufría por todos los
niños que se iban a la cama sin probar bocado alguno.

Finalmente, llegó el último día del año, y todos esperaban impacientes


la aparición del hada mágica para que concediera un deseo. Cuando
todos comenzaban a impacientarse, se abrió una luz en el cielo, y
descendiendo hizo su entrada la noble figura del hada. Tras mirar a
todos los ciudadanos, decidió que el deseo sería para la buena de
Luisa, y ¿Saben lo que Luisa pidió?

Pues más tierras para cultivar, y así dar de comer a todos los niños de
la ciudad. Las persona aplaudieron emocionadas, y Luisa pudo ver su
deseo hecho realidad.

2 poemas,

Abril.
El chamariz en el chopo.
-¿Y qué más?

El chopo en el cielo azul.


- ¿Y qué más?

El cielo azul en el agua.


- ¿Y qué más?

El agua en la hojita nueva.


- ¿Y qué más?

La hojita nueva en la rosa.


- ¿Y qué más?

La rosa en mi corazón.
- ¿Y qué más?
¡Mi corazón en el tuyo!
Los ratones.
juntáronse los ratones
Para librarse del gato;
y después de largo rato
De disputas y opiniones,
Dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.

Salió un ratón barbicano,


colilarga, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:

¿Quién de todos ha de ser


el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?

5 trabalenguas
Lado, ledo, lido, lodo, ludo,
decirlo al revés lo dudo.
Ludo, lodo, lido, ledo, lado,
¡Qué trabajo me ha costado!

Si el caracol tuviera cara como tiene el caracol,


fuera cara, fuera col, fuera caracol con cara.

Compré pocas copas, pocas copas compré,


como compré pocas copas, pocas copas pagaré.

Toto toma té, Tita toma mate,


y yo me tomo toda mi taza de chocolate.

5 adivinanzas.

1.Blanca por dentro,

Verde por fuera.

Si no sabes,

Espera.

Respuesta: la pera.

2. Choco entre dos paredes

Late mi corazón.

Quien no sepa mi nombre


Es un cabezón

Respuesta: el chocolate.

3. Un señor gordito,

muy coloradito,

no toma café,

siempre toma té

Respuesta: el tomate.

4. Oro parece, plata no es.

Abran las cortinas,

y verán lo que es.

Respuesta: el plátano.

5. Lo come Pancracio,

está en el champán;

Si piensas despacio

Sabrás que es el...

Respuesta: el pan.

2- Desarrolla lo siguiente:
Que aprendí?
Aprendí que es muy importante ser innovador.

Hoy día el docente no es solo el encargado de trasmitir un conocimiento a un


grupo de personas o el agente encargado de dirigir un proceso educativo, sino
que se requiere que sea capaz de crear ambientes de aprendizaje innovadores
para que ese proceso se lleve a cabo con éxito y calidad, por lo cual él debe
ser poseedor de grandes cualidades, habilidades y competencias en la
disciplina que desempeña para que así se lleve a cabo un aprendizaje
significativo.

Qué experiencias adquirí?.


Hoy día el docente no es solo el encargado de trasmitir un conocimiento a un
grupo de personas o el agente encargado de dirigir un proceso educativo, sino
que se requiere que sea capaz de crear ambientes de aprendizaje innovadores
para que ese proceso se lleve a cabo con éxito y calidad, por lo cual él debe
ser poseedor de grandes cualidades, habilidades y competencias en la
disciplina que desempeña para que así se lleve a cabo un aprendizaje
significativo e interdisciplinario en el que el estudiante no se limite a aprender
un contenido sino que sea capaz de analizarlo, comprenderlo y llevarlo a su
vida cotidiana, de tal manera que el conocimiento adquirido beneficie todas las
áreas de desempeño del alumno.

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