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DE CHIMBOTE
TUMBES-PERÚ
2018
“EL ROL DEL ESTADO
CONSTITUCIONAL DE
DERECHO EN EL
MUNDO DE HOY EN
DÍA”.
YESQUEN CHIROQUE
OSCAR ALEJANDRO.
DEDICATORIA:
En esta ocasión primeramente le doy gracias a Dios por habernos permitido lograr
nuestros objetivos y también este trabajo está dedicado para nuestros padres, porque
gracias a ellos con esfuerzo día a día nos apoyan mutuamente para así seguir adelante
con nuestras y cada una de las metas propuestas, también agradecer a nuestros docentes
por sus enseñanzas que nos imparten día a día en nuestra formación profesional, y también
al profesor del área de DERECHO CONSTITUCIONAL; José Daniel Montano
Amador; por ayudarnos a guiarnos en nuestro trabajo de evaluación y así mismo tener
en claro su enseñanza diario para todos nosotros, ya que en el desarrollo de este trabajo,
presentaré un informe, la cual se obtendrá todo lo equivalente para prevalecer con un
exquisito trabajo de evaluación.
INTRODUCCIÓN
En esta ocasión de este informe puedo decir que todo estado comporta un orden
jurídico. Pero cuando ese orden se somete a principios de justicia, hallamos el
verdadero Estado de Derecho, Equitativamente también podemos tener en cuenta las
incertidumbres que se tienen a la hora de escoger o defender un modelo de Estado,
que incluya la estabilidad jurídica y social, que reconozca y proteja los derechos
humanos de todos los ciudadanos y que propenda a un desarrollo econó mico
provechoso para todos los sectores socio-culturales, es decir, un modelo incluyente y
no excluyente, nos encontramos ante los paradigmas del Estado Liberal (laissez faire)
o el Estado de Bienestar (estado paternalista), según los cuales, se asume un rol o
misión distinta para que desarrolle el Estado, como institución que controla o plantea
las pautas para el desarrollo del derecho, la economía y la sociedad dentro de un
territorio y una población determinada.
Sin embargo, establecer cuál es el modelo de Estado adecuado para alcanzar los fines
constitucionales no es tarea fácil, máxime cuando los dos modelos enunciados
anteriormente, representaron momentos históricos diferentes, con necesidades
diferentes, y poco a poco han sido revaluados, y actualmente nos encontramos ante la
necesidad de encontrar o estructurar un nuevo modelo estatal que respete los derechos
que los ciudadanos han conquistado frente al Estado, en los términos de Ronald
Dworkin, e igualmente genere espacios de interacción y crecimiento económico ante
una nueva era de globalización y tecnología.
Cuando en la discusión pública se plantean el cumplimiento de las leyes o el respeto a
los derechos de los ciudadanos, no es infrecuente escuchar a unos decir, y a otros
negar (cada quien para sus propios fines), que nuestro país es un "Estado de derecho".
Sin duda, la expresión tiene una connotación positiva y un valor simbólico innegable,
que cualquier ciudadano medianamente informado es capaz de intuir o sospechar.
Pero, ¿qué es exactamente el Estado de derecho? ¿Vivimos realmente en un Estado
de derecho?
El término de "Estado de derecho" empieza a ser utilizado por la ciencia jurídica y
política alemana del siglo pasado para designar una relación específica entre la forma
política llamada "Estado" y el derecho, relación que va más allá de un gobierno
limitado que envuelve su actuación en el ropaje de las normas jurídicas. Lo
determinante en el concepto del Estado de derecho no es que el Estado reglamente
mediante preceptos jurídicos la vida que en él se desarrolla ni que limite sus fines a la
realización del derecho, sino que este Estado eleva el derecho a condición
fundamental de su existencia.
En la realidad, el Estado de derecho representa la confluencia de diferentes principios
y postulados filosófico-políticos, de variados movimientos y fuerzas históricos, los
cuales toman cuerpo en un conjunto de estructuras e instituciones que apenas en
tiempos recientes se reconocen como elementos congruentes de un "modelo": el
Estado liberal occidental.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Equitativamente aquí podemos apreciar que también encontramos las raíces del
Estado moderno, y de la función que en él desempeña el derecho, deben buscarse en
realidad en la Edad Media. Basta recordar que la primera revolución de Occidente (la
reforma del papa Gregorio VII en el siglo XI) puede considerarse fundamentalmente
como revolución jurídica. La Iglesia medieval lucha para liberarse de la tutela del
poder político de su tiempo y para darse una organización y un gobierno propios a
través del derecho canónico.
Es hacia fines del siglo XVIII cuando, en parte como reacción contra el absolutismo,
se formulan, sobre todo en las Declaraciones de derechos americanas y francesa, los
principios a partir de los cuales se desarrolla el Estado de derecho. Se trata de un
cambio revolucionario que se expresa en una idea sencilla: la finalidad de todo poder
público es la protección de los derechos del individuo; por ello, se trata de un poder
limitado, cuya actuación debe estar prevista en la ley, como expresión democrática de
la voluntad general.
EL ROL DEL ESTADO CONSTITUCIONAL
Este sistema de normas por encima de la ley (meta-legales) dirigidas a los poderes
públicos y, antes que nada, al legislador, constituyen en conjunto la Constitución. En
otras palabras, estas condiciones sustanciales de validez están contenidas en la
Constitución Política, en el Estado Constitucional de Derecho. Estas normas
sustanciales, condicionan la validez de las leyes: ya sea que dichas normas impongan
límites, como en el caso de los derechos de libertad, o que impongan obligaciones,
como en el caso de los derechos sociales. Como señala Ferrajoli, los derechos
fundamentales se convierten en condiciones sustanciales de validez: “De hecho, todos
los derechos fundamentales – desde los derechos clásicos de libertad hasta los
derechos sociales – equivalen a vínculos de sustancia y no de forma, que condicionan
la validez sustancial de las normas producidas y expresan, por decirlo de algún modo,
los objetivos y la razón social de ese moderno artificio que es el estado constitucional
de derecho”
SEGÚN LOS PENSADORES JURISTAS
El conocido jurista italiano Luigi Ferrajoli sostiene que existen fundamentalmente dos
formas de entender el derecho. Para el positivismo jurídico, el criterio de reconocimiento
tanto de la existencia como de su validez es la forma como se producen las leyes,
independientemente de su contenido, mientras que el constitucionalismo jurídico,
condiciona la validez de las leyes también a la sustancia de las decisiones, o sea, a la
coherencia de sus contenidos con los principios de justicia establecidos por las
constituciones. En otras palabras, y siguiendo a Ferrajoli, en el Estado Legislativo de
Derecho (positivismo jurídico) la preocupación y los esfuerzos están orientados a
establecer las reglas sobre “cómo” decir el derecho. A diferencia de éste, en el Estado
Constitucional de Derecho (constitucionalismo jurídico), además de las reglas sobre
“cómo” decir derecho, se establecen reglas sobre “qué cosa” el derecho no puede decir y
sobre “qué cosa” debe decir
Aun cuando suelen atribuirse las pautas arriba enunciadas a un Estado de Derecho, bien
es sabido que en rigor un Estado de Derecho lo es todo Estado en tanto cuenta con normas
que regulan la conducta de sus órganos y de las personas que habitan o están en tránsito
en él, independientemente de que su accionar se caracterice por respetar la Constitución
y los derechos fundamentales de sus ciudadanos. En ese sentido, bien podríamos calificar
como Estado de Derecho a un Estado dictatorial como otro más bien de corte democrático.
La cual a medida que pasó el tiempo, el Estado liberal, como era de esperarse, entró en crisis. Y
es que las exigencias de un mundo industrializado, en pleno desarrollo, hicieron de la sociedad
un entramado de relaciones mucho más complejo. La población se percató de que el sólo
reconocimiento de la libertad de las personas, acompañado de un rol abstencionista del Estado,
aunque en sentido estricto cumplía un papel de garante de las libertades fundamentales, no era ya
la respuesta a las nuevas circunstancias.
Sin lugar a dudas, el principio de igualdad fue un elemento detonante en este escenario. El Estado
liberal, al reducirse a un reconocimiento de la libertad de los individuos y sin una actitud más
activa en su ejercicio, suscitó que en la realidad social, la desigualdad que de por sí era evidente
en la época se acrecentara. El hecho de que todos sean igualmente libres, no involucraba
necesariamente que todos sean a su vez iguales socialmente. Contrario a lo que se podía pensar,
los ricos continuaron haciéndose más ricos y los pobres vieron reducirse sus condiciones y calidad
de vida. El liberalismo llevó, pues, a una mera igualdad formal que muy poco trascendía al nivel
social y económico de las personas.
MODERNIZACIÓN Y ESTADO CONSTITUCIONAL DE DERECHO
Pero una condición indispensable para el éxito de las reformas que llevarán a Perú a
la modernidad plena, es la existencia de un verdadero Estado de derecho.
Lamentablemente, esto todavía no se logra por completo respecto de la actualización
legislativa y la impartición de justicia.
LA VIGENCIA DEL ESTADO CONSTITUCIONAL DE DERECHO
Las leyes que rigen a la sociedad peruana son en unos casos contradictorias y en otras
obsoletas. Además, las autoridades las aplican en forma discrecional. Los ciudadanos
no cuentan con medios de defensa eficientes y económicamente accesibles para todos.
Los conflictos entre particulares se resuelven, por lo general, al margen de las leyes
y, si se llevan ante los tribunales, por lo común se requiere impugnar las sentencias en
segunda e inclusive tercera instancias, debido a la baja calidad de las primeras
instancias. El Ejecutivo ejerce una influencia impropia y excesiva sobre la
administración de justicia y sobre el Poder Judicial en general. La Corte Suprema de
Justicia no ha podido desempeñar plenamente su función en el esquema de división
de poderes, es decir, controlar la constitucionalidad y la legalidad de los actos de los
demás poderes, Incluso el Tribunal Constitucional se ha encontrado con diversos
problemas de índole político más que funcional, la última elección de sus nuevos
miembros es un ejemplo claro de ello, la injerencia política desestabiliza a un ente que
debe ser autónomo en todo sentido.
El estado constitucional de derecho descansa en lo ideal y lo hace solamente válido; sin embargo,
su eficacia es un tema distinto pues se refiere a lo real. De tal suerte que si comparamos al derecho
idea con el derecho ideal con el derecho real encontramos siempre un deficet.
EN CONCLUSIÓN:
(ULADECH, s.f.)